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Tercer Sector e Intervención Social Índice

ÍNDICE

• PRÓLOGO
• INTRODUCCIÓN
• CAPÍTULO I. SOLIDARIDAD, ALTRUISMO Y CIUDADANÍA: PERSPECTIVAS SOBRE LA INTERVENCIÓN
SOCIAL EN EL ÁMBITO DEL TERCER SECTOR
1. Introducción
2. Altruismo y ciudadanía: perspectivas históricas
3. Desigualdades, Trabajo Social y Tercer Sector
4. Paradojas de las sociedades contemporáneas
5. Conclusiones
6. Lecturas recomendadas
6.1. Texto
6.2. Lectura recomendada
6.3. Bibliografía recomendada
7. Ejercicios de autoevaluación
8. Resumen

• CAPITULO II. TERCER SECTOR, ESTADO SOCIAL Y ESTADO DE BIENESTAR


1. Introducción
2. El Tercer Sector
2.1. Antecedentes históricos
2.2. Situación actual del Tercer Sector
3. El Estado Social
3.1. El Estado de Derecho y los fundamentos filosóficos y políticos del Estado Social
3.2. Fundamento constitucional de los derechos sociales
3.3. El debate sobre el grado de compatibilidad entre el Estado de derecho y el Estado Social
4. El Estado de Bienestar
5. Ventajas e inconvenientes del Estado de Bienestar
6. Conclusiones
7. Lecturas recomendadas
7.1. Texto
7.2. Lectura recomendada
7.3. Bibliografía recomendada
8. Ejercicios de autoevaluación
9. Resumen

• CAPITULO III. UN NUEVO PARADIGMA: LA ECONOMÍA SOCIAL Y EL TERCER SECTOR.


CARACTERÍSTICAS DEL TERCER SECTOR Y SU DIMENSIÓN INSTITUCIONAL Y SOCIOECONÓMICA
1. Introducción
2. La Economía social
2.1. Concepto de Economía Social
2.2. Características de la Economía Social
2.3. Tipología de la Economía Social
2.3.1. Cooperativas
2.3.2. Sociedades laborales
2.3.3. Las mutualidades
2.3.4. Empresas de inserción
2.3.5. Centros Especiales de Empleo
2.4. La relevancia de la Economía Social como generadora de empleo
3. El Tercer Sector
3.1. Concepto del Tercer Sector
3.2. Características del Tercer Sector
3.3. Tipología del Tercer Sector
4. La dimensión institucional y socioeconómica del Tercer Sector
4.1. Grandes cifras del Tercer Sector de carácter institucional
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Tercer Sector e Intervención Social Índice

4.2. La dimensión socio-económica del Tercer Sector


4.2.1. El empleo remunerado y voluntario en el Tercer Sector
4.2.2. Los gastos del Tercer Sector
4.2.3. La financiación del Tercer Sector
5. Conclusiones
6. Lecturas recomendadas
6.1. Texto
6.2. Lectura recomendada
6.3. Bibliografía recomendada
7. Ejercicios de autoevaluación
8. Resumen

• CAPÍTULO IV. LAS ORGANIZACIONES DEL TERCER SECTOR: ORDENACIÓN JURÍDICA Y


FUNCIONAMIENTO
1. Introducción
2. Régimen jurídico de las Asociaciones
2.1. Concepto de asociación
2.2. Evolución histórica
2.3. La protección constitucional del derecho de asociación
2.4. Aspectos esenciales de la Ley Orgánica 1/2002
3. Régimen jurídico de las Fundaciones
3.1. Concepto de fundación
3.2. Evolución histórica
3.3. La protección constitucional del derecho de fundación
3.4. Aspectos esenciales de la Ley 50/2002
4. Otras formas jurídicas relevantes: las entidades singulares
4.1. Cruz Roja Española
4.2. Caritas Española
4.3. ONCE
4.4. La Obra Social de las Cajas de Ahorro
5. Conclusiones
6. Lecturas recomendadas
6.1. Texto
6.2. Lectura recomendada
6.3. Bibliografía recomendada
7. Ejercicios de autoevaluación
8. Resumen
• CAPITULO V. LA GESTIÓN EN EL TERCER SECTOR
1. Introducción
2. La dirección estratégica
3. La dirección de personas
3.1. El sistema de gestión de recursos humanos
4. La comunicación y el marketing
4.1. La confusión terminológica
4.2. La comunicación
4.3. El marketing social
4.4. La filosofía de orientación al cliente y la necesidad de segmentar el público objetivo
5. La gestión de la calidad
5.1. Los sistemas de gestión de la calidad
6. Conclusiones
7. Lecturas recomendadas
7.1. Texto
7.2. Lectura recomendada
7.3. Bibliografía recomendada
8. Ejercicios de autoevaluación
9. Resumen
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Tercer Sector e Intervención Social Índice

• CAPÍTULO VI. EL TRABAJO SOCIAL Y EL PAPEL DE SUS PROFESIONALES EN EL TERCER SECTOR


1. Introducción
2. La gestión de los recursos humanos en el Tercer Sector
3. El papel de los Trabajadores Sociales en las organizaciones del Tercer Sector
3.1. Situación profesional de los Trabajadores Sociales en las organizaciones del Tercer Sector
3.2. Ámbitos de intervención del Trabajador Social en el marco del Tercer Sector. Modelo ONCE en servicios sociales
especializados
3.3. Intervención del Trabajador Social en entidades próximas al Tercer Sector
3.4. Áreas profesionales
3.5. El rol de los Trabajadores Sociales en relación con el Tercer Sector
3.6. Actuando como palanca dinamizadora de la Acción Social
4. Conclusiones
5. Lecturas recomendadas
5.1. Texto
5.2. Lectura recomendada
5.3. Bibliografía recomendada
6. Ejercicios de autoevaluación
7. Resumen

• CAPÍTULO VII. LOS RETOS DEL TERCER SECTOR. UNA PERSPECTIVA DESDE EL TRABAJO SOCIAL: LA
INTERVENCIÓN SOCIAL EN EL SIGLO XXI
1. Introducción
2. Los retos del Tercer Sector
2.1. El contexto: la crisis económica y de empleo
2.2. Los grandes perdedores de la crisis
2.3. El impacto de la crisis en el Tercer Sector
2.4. Los retos del Tercer Sector: la oportunidad ante la crisis
2.5. Las fortalezas del Tercer Sector
2.5.1. La responsabilidad social: una contribución al desarrollo sostenible
2.5.2. El problema de la financiación del Tercer Sector
2.5.3. La unidad de acción y la organización articulada del Tercer Sector
2.5.4. La representatividad en la Economía Social
3. El Trabajo Social: La intervención social en el siglo XXI
3.1. Nuevos y viejos desafíos en las sociedades del siglo XXI
3.2. Retos para el Trabajo Social y los Servicios Sociales en el siglo XXI
3.3. Tercer Sector y Trabajo Social
4. Conclusiones
5. Lecturas recomendadas
5.1. Texto
5.2. Lectura recomendada
5.3. Bibliografía recomendada
6. Ejercicios de autoevaluación
7. Resumen

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Tercer Sector e Intervención Social Prólogo

PRÓLOGO

Quiero expresar mi profunda satisfacción por la publicación de esta nueva obra, «Trabajo Social, Tercer Sector e
Intervención Social» y porque este 2012 coincide con el nacimiento de una nueva organización, la Plataforma del Tercer
Sector, que me honro en presidir.
Nacida de la libre iniciativa de siete organizaciones representativas como son la Plataforma de ONG de Acción Social;
Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la exclusión social en el Estado español; Plataforma del Voluntariado de
España; Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad; Caritas Española; Cruz Roja Española y la
Organización Nacional de Ciegos Españoles, esta nueva entidad pretende impulsar el ejercicio de los derechos sociales,
lograr la cohesión y la inclusión en todas sus dimensiones y evitar que determinados colectivos queden excluidos de los
niveles suficientes de bienestar.
En definitiva, promover un modelo más justo de sociedad, fomentar el compromiso comunitario, el valor de la
solidaridad, luchar contra la pobreza, la exclusión, la marginación y la desigualdad es su principal propósito.
La Plataforma del Tercer Sector además pretende ser un modelo de interlocución social y un instrumento de cohesión de
sus entidades miembro, que cuente con una efectiva capacidad de influencia y propicie el diálogo con los poderes
públicos, los agentes sociales, el mundo empresarial, los grupos mediáticos y el conjunto de instituciones relevantes del
Estado. Una entidad que deba ser consultada y oída en las decisiones y políticas que afecten a los grandes intereses y
necesidades transversales del Tercer Sector y al tiempo una organización que mantenga absoluto respeto al papel y
funcionamiento de cada una de las organizaciones que la integran.
Su vocación no pude ser más clara: la defensa de lo social desde una sola voz. La búsqueda de soluciones en favor de los
colectivos más desfavorecidos. La protección de los derechos sociales y de los principios de igualdad, dignidad y
equidad para profundizar en una democracia participativa que de paso a una sociedad más justa, donde la solidaridad y el
compromiso cívico estén verdaderamente presentes.
La Plataforma del Tercer Sector es ya una realidad. Un horizonte de esperanza por donde avanzar hacia un espacio en el
que la opinión, intereses y capacidades de la sociedad civil organizada sean tenidos en cuenta.
Esta nueva obra nos ofrece una noción del concepto de ciudadanía, altruismo y cooperación que, partiendo de
perspectivas históricas hasta la actualidad, nos permite comprender el motor último del Tercer Sector como instrumento
de cohesión social. El texto aborda los rasgos distintivos del Tercer Sector, sus antecedentes históricos y presente, el
concepto de Estado Social con sus fundamentos filosóficos y políticos, la evolución histórica de los derechos sociales, el
grado de compatibilidad entre el Estado de Derecho y el Estado Social, sin olvidar el concepto de Estado de Bienestar.
La obra también analiza las características y tipología de la Economía Social, incidiendo en su relevancia como
generadora de empleo, así como la dimensión institucional y socioeconómica del Tercer Sector. También se efectúa un
repaso por el ordenamiento jurídico de las distintas organizaciones: asociaciones, fundaciones y entidades singulares.
Nos introduce en las herramientas de gestión básicas para la dirección de una entidad no lucrativa como son la dirección
estratégica, la dirección de personas, la comunicación y el marketing o la gestión de calidad. Ello permite caminar hacia
el logro de los objetivos propuestos de forma eficaz, sin olvidar el Trabajo Social y el papel desempeñado por las
personas que trabajan dentro de las organizaciones del Tercer Sector.
El colofón lo constituye su capítulo VII y último en el que se analizan los grandes retos del Tercer Sector y se ofrece una
visión panorámica de las amenazas y oportunidades a las que se enfrenta. Uno de dichos retos, sin duda, es la
articulación y cohesión del Tercer Sector que hoy ha encontrado respuesta con la creación de la Plataforma del Tercer
Sector.
Una obra es importante fundamentalmente por su contenido y enfoque pero también por la autoridad y prestigio de sus
autores. Es el caso de Antonio López Peláez, catedrático de Trabajo Social con una larga y fructífera producción
científica que aquí acompaña al profesor Rafael de Lorenzo, reconocido compañero y amigo que cuenta con una larga
trayectoria, tanto en la gestión de organizaciones sociales - singularmente en la ONCE y su Fundación- como en la
investigación del Tercer Sector, sobre el que ha publicado más de una veintena de obras.
Felicito a ambos, así como a los restantes autores que les acompañan y a la Editorial por la receptividad que ha mostrado.
Agradezco también la tarea de todas las personas que han colaborado en este proyecto que, indudablemente, será de gran
utilidad para quienes desean indagar o conocer más acerca del Tercer Sector.

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Tercer Sector e Intervención Social Introducción

INTRODUCCIÓN
En la presente obra abordamos algunas de las cuestiones fundamentales que hay que tomar en consideración
sobre el Tercer Sector, desde la perspectiva del Trabajo Social como disciplina científica y como profesión. En
la formación de cualquier trabajador/a social, hay que detenerse para conocer en profundidad uno de los
principales ámbitos en los que desarrollan su actividad: las organizaciones sociales, también denominadas no
lucrativas (mayoritariamente personificadas como asociaciones y fundaciones) que integran el Tercer Sector.
Reflexionar sobre el Sector Social supone analizar el papel que la cooperación y el altruismo juegan en nuestra
vida, en un contexto en el que hay que tomar en consideración tres variables: la democracia, la ciudadanía y el
Estado de Bienestar, como respuesta articulada que permite establecer las condiciones previas que hacen posi-
ble el ejercicio de los derechos y de la libertad a cada ciudadano/a, garantizando cuestiones básicas como la
salud, la educación, la justicia o los servicios sociales.
Introducimos la relación entre el Trabajo Social, el Tercer Sector y la intervención social, poniendo de relieve
la importancia del marco jurídico y cómo se fundamenta en la cooperación altruista, que está en la base de la
propia sociedad civil y los mecanismos institucionalizados de ayuda. Sobre todo centrándonos en el conjunto
de oportunidades de empleo, de socialización democrática y de respeto a los derechos humanos que supone el
Tercer Sector para los profesionales del Trabajo Social.
La propia evolución del Estado de Bienestar en los últimos años pone de relieve que su proceso de adaptación
a las nuevas demandas de la ciudadanía, se convierte en una oportunidad laboral para los trabajadores sociales.
Por ejemplo, en una situación de fuerte crisis económica, es previsible que la tendencia hacia la
subcontratación que ya hemos podido observar en el pasado reciente de las administraciones públicas, se
acentúe en el futuro inmediato y, por ende, muchos proyectos de intervención social pasen a ser realizados por
empresas, fundaciones o asociaciones que se presenten a concursos públicos. Se trata de un ámbito clave para
la empleabilidad de los futuros egresados en Trabajo Social.
Asimismo, abordamos cuestiones básicas para la integración de los trabajadores sociales en el Tercer Sector:
¿Qué tipo de entidades sociales o económicas operan? ¿Cuáles son sus principales características? ¿Qué labor
desempeñan los trabajadores sociales en ellas? En este sentido, dos de los colaboradores que han contribuido
con sus aportaciones en el capítulo sexto desarrollan su labor profesional en organizaciones clave en el Tercer
Sector, como la ONCE, o en organizaciones sin ánimo de lucro en la que muchos trabajadores sociales
desarrollan su actividad profesional, como FREMAP, la principal mutua de accidentes laborales de España. Y
analizan ambas organizaciones, permitiendo alcanzar a los lectores de este libro un mayor conocimiento sobre
ámbitos de especialización profesional que van más allá de la inserción laboral a través de la función pública.
El primer capítulo analiza las raíces de la cooperación altruista, al indagar en la motivación profunda de las
personas respecto de sus sentimientos, actitudes e impulsos hacia la solidaridad y la mutua ayuda. Se trata de
una cuestión clave para comprender el papel de la sociedad civil organizada y las respuestas que se generan
desde ella misma para afrontar la diversidad de problemas sociales que están en el subsuelo mismo de las
causas de la marginación y la insolidaridad.
El segundo capítulo se detiene en el análisis de algunos aspectos del Estado Social y del Estado de Bienestar
que explican la evolución y situación actual de los avances en los sistemas de protección social y el papel
crucial de los derechos sociales.
En el tercer capítulo se desarrolla un análisis prospectivo sobre la conceptualiza-ción del Tercer Sector, desde
la doble perspectiva social y socio-empresarial. Además se presentan una serie de datos cuantitativos y
cualitativos para dimensionar y calibrar su verdadera importancia.
En el capítulo cuarto dispondremos de un análisis de detalle sobre la tipología y clases de organizaciones que
configuran el Tercer Sector, así como una aproximación a los principales rasgos que constituyen su
ordenación jurídica y sus normas básicas de funcionamiento.
En el quinto capítulo profundizaremos, con algo más de detalle, en diversas cuestiones esenciales que deben
ser conocidas desde cualquier profesional que se acerque al Tercer Sector y que afectan a elementos
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Tercer Sector e Intervención Social Introducción

imprescindibles para conseguir una gestión adecuada de estas organizaciones y, de este modo, alcanzar el
cumplimiento de su misión institucional y social.
En el sexto capítulo, abordaremos la cuestión poniendo el foco en uno de los principales agentes que
intervienen en el proceso: los profesionales y especialmente el Trabajador Social, para analizar cuestiones
relativas a su rol, técnicas de intervención, actitudes y palanca dinamizadora de la acción social cotidiana.
Para concluir, el tema séptimo abordará, por un lado, una cierta recapitulación conclusiva del conjunto del
programa y, por otra, realizará un esfuerzo de prospectiva para indagar acerca de los retos e incertidumbres
que acechan a la humanidad y a las políticas sociales en estos tiempos de crisis y encrucijadas.
En definitiva, el propósito de este libro es favorecer el proceso de aprendizaje de los estudiantes interesados en
esta temática. Por ello, junto con la exposición de cada tema, se presentan una serie de recursos didácticos que
favorecen dicho proceso de aprendizaje. En cada capítulo se formulan objetivos, conceptos básicos, una intro-
ducción breve, un desarrollo del contenido en varios epígrafes y una serie de apartados específicos: lecturas
básicas (texto para comentar, bibliografía básica, y bibliografía citada en el desarrollo del tema), ejercicios de
autoevaluación y resumen del capítulo.
En cualquier presentación, y más en una obra de este tipo, es importante agradecer la colaboración de todos
aquellos que comparten nuestro ámbito de investigación y con los que comentamos los avatares de la
docencia. Por ello, queremos agradecer, como ejemplo de cooperación altruista, el ejemplo docente e
investigador que nos dan cada día los profesores del Departamento al que pertenecemos, el Departamento de
Trabajo Social de la UNED. Queremos resaltar vivamente la espléndida colaboración, respecto de los dos
casos concretos de experiencias analizados en el capítulo sexto, de Emilio Díaz de Mera de la Mutua
FREMAP y Patricia Sanz Carneo de la ONCE, que han relatado, desde su visión y responsabilidad directiva,
cómo se aborda el papel del Trabajo Social y sus profesionales en estas dos organizaciones tan significadas en
el campo prestacional. Y también queremos agradecer el esfuerzo y la dedicación profesional del personal de
administración y servicios del Centro Asociado de la UNED de Segovia, del que es director el profesor
Antonio López Peláez (gracias, Paloma, Montse, Begoña, Paqui, Ana, y José Luis). Finalmente, estos
agradecimientos concluyen con el reconocimiento del trabajo realizado por Jesús Arroyo, Carmen Jiménez, y,
especialmente, a la labor de revisión última de armonización sistemática llevada a cabo por Gloria Álvarez y
María José González, colaboradores habituales de la ONCE y del profesor de Lorenzo.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 1

CAPÍTULO I: SOLIDARIDAD, ALTRUÌSMO Y CIUDADANÍA: PERSPECTIVAS SOBRE LA


INTERVENCIÓN SOCIAL EN EL ÁMBITO DEL TERCER SECTOR
Por Antonio López Peláez y María Luz Rivera Fernández
Objetivos:
Conocer algunos precedentes clásicos en el ámbito del Trabajo Social y el Tercer Sector
Comprender la importancia de la solidaridad y el altruismo en nuestras sociedades contemporáneas
Analizar algunos elementos básicos de la noción de ciudadanía en relación con el Tercer Sector

Conceptos:
Solidaridad Altruismo Ciudadanía Tercer Sector

1. INTRODUCCIÓN
Desde sus orígenes, el Trabajo Social, en su doble dimensión de disciplina científica y de profesión, ha estado
vinculado con el conjunto de actividades organizadas para afrontar retos que quedan fuera del ámbito de las
políticas públicas institucionalizadas, por dos motivos. En primer lugar, porque es un ámbito adecuado para
desarrollar la actividad profesional de los trabajadores sociales, ya que precisamente el trabajo social surge
para contrarrestar los procesos de desigualdad y de degradación social que se generan en las sociedades
industriales. En segundo lugar, porque las entidades del Tercer Sector nos permiten acceder a datos cruciales
para analizar la evolución personal, familiar, grupal y comunitaria de personas y grupos en situación de
exclusión social. En este sentido, Marie Richmond señala el papel clave que juegan las organizaciones
sociales para facilitar datos derivados de su propia experiencia, y para proporcionar resultados de sus
investigaciones, que favorecen el desarrollo de nuestra disciplina, y permiten mejorar los métodos y técnicas
de intervención social (Richmond 2005: 344-351). Es decir, que nuestra disciplina está vinculada con las
organizaciones del Tercer Sector, tanto desde la perspectiva de la inserción profesional como desde la
perspectiva de la investigación.
En este capítulo, vamos a analizar algunas cuestiones básicas que tienen que ver con la noción de ciudadanía,
de altruismo, de cooperación, y que nos permiten entender el motor último de lo que denominamos el Tercer
Sector, en cuanto instrumento de cohesión social: «El Tercer Sector se presenta como un instrumento de
cohesión social ante la creciente pérdida de participación en organizaciones sociales tradicionales como la
Iglesia, los sindicatos o los partidos políticos. El tejido social se reactiva a partir de nuevas propuestas que
ofrecen las organizaciones no lucrativas, en las que, bajo un interés común, se expresan nuevas formas de
organización y movimiento de personas, con especial protagonismo del voluntariado» (De la Torre 2010:9).

2. ALTRUISMO Y CIUDADANÍA: PERSPECTIVAS HISTÓRICAS


El fundamento último tanto del Trabajo Social como del Tercer Sector puede situarse en la noción de
ciudadanía, entendida como los derechos de cada persona, inalienables, que implican, para poder ser ejercidos,
una configuración estructural de la sociedad como tal. La desigualdad, la carencia de poder, o la miseria
extrema, han sido una constante en la historia de la humanidad. Y solamente en los ámbitos en los que se
consideraba a los demás como ciudadanos, se generaban mecanismos de intervención social para reducir la
desigualdad y permitir que la ciudadanía nominal se convirtiera en ciudadanía real. Por ejemplo, en un entorno
en que la noción de ciudadano estaba restringida, y convivía con la esclavitud de una parte muy numerosa de la
población, como en las ciudades helenísticas, se desarrolló un antecedente de organizaciones que hoy en día
integraríamos en el Tercer Sector.
Al analizar las comisiones legislativas en las polis griegas del siglo V antes de Cristo hasta la conquista
romana, puede observarse un fenómeno vinculado directamente con el comportamiento altruista y la
preocupación por el ciudadano ante la falta de respuesta de las instituciones públicas. Con la creación de las
monarquías helenísticas, cambia la participación de las élites ciudadanas. Las minorías ricas, alejadas ya del

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 1

poder político directo, comienzan a convertirse en mediadores entre la realidad local y el poder real. Se
transforman en bienhechores de sus conciudadanos, creándose organizaciones para ayudar y proveer de
recursos a los conciudadanos en situación de riesgo o exclusión social. Específicamente, podemos resaltar el
fenómeno del evergetismo o del patrocinio de beneficencia, obras y cuidados sociales, que se manifiesta,
sobre todo, en las fundaciones escolares y de asistencia a los ciudadanos más desafortunados, atestiguadas por
muchos documentos epigráficos desde la época helenística y que continua en diversas formas hasta nuestro
presente.
A partir de la Ilustración, el concepto de ciudadanía se convierte en el núcleo de las políticas sociales. En
primer lugar, reclamando la igualdad de derechos y la seguridad jurídica, incluyendo el derecho al voto. Frente
a la época absolutista, algo en lo que coincidían todos los ¡lustrados era en el rechazo del ejercicio del poder
arbitrario: se define la democracia como un sistema de control de los poderes de tal forma que es posible el
ejercicio de la libertad individual, reduciendo la arbitrariedad. Y esta dinámica es la que ha caracterizado la
evolución de las sociedades occidentales en los últimos doscientos años. «En última instancia, lo que inspiró a
los movimientos progresistas partidarios del sufragio universal, la abolición de la trata de esclavos, las
libertades civiles y la legislación laboral progresista durante los siglos XIX y XX fue el componente «liberal».
Se trataba de hacer hincapié en el imperio de la ley e imponer limitaciones al ejercicio arbitrario del poder
institucional» (Bronner 2007: 28).
El concepto de ciudadanía se asienta en el imaginario cultural y alienta la extensión progresiva de lo que
denominamos derechos de ciudadanía. Se trata de un concepto que nos permite entender nuestra interacción:
somos un yo/tú que se abre a la transcendencia, no sólo inmediata, sino histórica, y que se define a sí mismo
desde la condición de ciudadano. No se trata de la pobreza, del dolor, del sufrimiento, de la impotencia o de la
piedad hacia los otros. En cada uno de esos conceptos, el contenido y la legitimidad cambia cuando se habla de
ciudadanos. Es precisamente la insoportabilidad del poder arbitrario cuando se ejerce sobre los ciudadanos, la
que mueve a los pensadores ilustrados a realizar sus propuestas, y la que está en la raíz de la evolución de
nuestras democracias occidentales contemporáneas. Es el dolor del igual lo que es insoportable. Desde este
punto de vista, podemos afirmar que la ciudadanía compartida constituye el soporte de la política social en
todas las épocas. Y, por ello, hemos tenido un debate permanente sobre la figura del extranjero, sobre la figura
del extraño y en nuestros días, sobre la figura del inmigrante al que se niegan los derechos porque, recuérdese,
no es ciudadano. En cierto sentido, podríamos definir la evolución de Occidente como la evolución desde la
ciudadanía restringida de solo algunos miembros de la sociedad hasta la ciudadanía universal, en una sociedad
industrial y de masas en las que puede emerger el Trabajo Social como disciplina científica.
El reconocimiento de la ciudadanía del otro no es gratuito: implica configurar la realidad para que pueda
ejercer dicha ciudadanía, para que pueda desarrollar libremente su trayectoria. Esto es lo que ha puesto de
relieve Amartya Sen (2010) al abordar, dentro del debate sobre la justicia, la noción de capacidades. Se trata
no tanto de discutir sobre los derechos jurídicos nominales, sino de plantear en qué medida se disponen de las
capacidades reales para poder ejercerlos. Y en este punto, la lucha contra la exclusión, y la configuración de
nuestras sociedades como Estados de Bienestar que permiten asegurar el ejercicio de la ciudadanía, se revelan
como las dos cuestiones básicas que nos pemiten medir la calidad de nuestra democracia y la dignidad de
nuestras sociedades. Este planteamiento de Sen ya estaba en ciernes en los planteamientos ilustrados, que
nunca se formularon como una simple defensa de una libertad abstracta: «La Ilustración concibió el progreso
como el proceso de sacar a la luz lo que hasta entonces había estado envuelto en tinieblas. Eso significaba
reconocer como moralmente legítimas no solo las diferencias existentes entre personas de diferentes culturas,
sino también lo requerido institucionalmente para que esas personas puedan poner en práctica sus diferencias
sin correr ningún riesgo» (Bronner 2007: 40).

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 1

3. DESIGUALDADES, TRABAJO SOCIAL Y TERCER SECTOR


Desde la perspectiva que hemos expuesto en el epígrafe anterior, una cuestión clave para el ejercicio de la
ciudadanía es la siguiente: la lucha contra las desigualdades. En un doble aspecto: como programa político
llevado a cabo por las instituciones públicas, y como respuesta de colectivos que se autoorganizan para hacer
frente a retos específicos, y que se encuentran en el origen de lo que denominamos Tercer Sector. En el caso
europeo, en un contexto caracterizado por un Estado del Bienestar muy desarrollado y una cultura dominada
por el mito del individualismo, los ciudadanos se autoorganizan para afrontar retos y oportunidades, en
ámbitos que todavía no han sido asumidos por las instituciones públicas o que están fuera de su alcance. En
este sentido, la participación en organizaciones voluntarias no solo permite afrontar situaciones de exclusión.
También, en un contexto de aislamiento creciente, permite a los participantes reconstruir sus vínculos sociales.
«La pérdida de relaciones sociales parece la patología más grave de nuestra vida colectiva», y las
organizaciones voluntarias permiten reconstruir el vínculo social (Touraine 2009: 214). Es decir, que la
participación en organizaciones voluntarias tiene efectos sobre el objeto, al cambiarlo, y también tiene efectos
sobre los sujetos que participan: al experimentar el fuerte vínculo que se deriva de la cooperación altruista, se
fortalecen en sus capacidades de interacción social. De ahí el mayor atractivo de las organizaciones del Tercer
Sector, en comparación con la la participación tradicional en partidos políticos y sindicatos: se valoran más no
solo por los objetivos que persiguen, sino también por la vinculación con los demás, en un contexto
organizacional diferente.
Sin embargo, la participación en organizaciones de voluntariado afronta peligros, como los derivados de la
gestión correcta del poder, de la participación, o de la representatividad, entre otros (López Peláez 2010). Y,
además, pueden ser utilizados como pretexto para deslegitimar las políticas sociales y el Estado del Bienestar.
Por ejemplo, puede favorecerse el crecimiento del Tercer Sector porque constituye una forma de externalizar
los costes y la prestación de servicios. De esta forma, el Estado se desvincula de la gestión directa, aunque
continúe financiando con presupuestos públicos muchas de las actividades del Tercer Sector. Y, en otras
ocasiones, puede acabar desvinculándose del compromiso con la ciudadanía que significa afrontar dichas
necesidades o demandas de la población, convirtiéndolas en un asunto privado, que depende de la capacidad
de personas y grupos para autoorganizarse.
Se trata, por lo tanto, de una problemática compleja. Y el análisis de los procesos de desigualdad en los que
estamos inmersos puede ayudarnos a entender tanto las demandas de la ciudadanía (López Peláez 2007),
cuanto los nuevos ámbitos que se abren para la actividad de las organizaciones de voluntariado. Existe una
casi inabarcable bibliografía sobre los efectos de la globalización, la desigualdad a escala global y local, y las
consecuencias tanto positivas como negativas de la evolución reciente de la economía de mercado en los
inicios del siglo XXI (Tortosa, 2002). Desde una perspectiva orientada por la noción de ciudadanía, y la
consecuente defensa de la democracia como el mejor sistema en el que los ciudadanos pueden decidir sobre su
propio futuro político y económico, hay que reconocer que la identidad de las personas en las sociedades
modernas tiene que ver con dos cuestiones clave. En primer lugar, la posibilidad de realizar sus deseos y
sueños sin otra limitación que las derivadas de sus propias capacidades, o de la libre competencia con otras
personas y otros sueños o deseos. En segundo lugar, la posibilidad real de configurar estructuralmente la
sociedad para que el campo de juego en el que desenvolvemos nuestra vida permita un margen real de libertad
en relación con nuestros propios objetivos. La esperanza colectiva en la posibilidad de realizar nuestro
proyecto vital tiene dos puntos de apoyo:
- La experiencia de la movilidad social ascendente, como personas y como países, que se ha podido
experimentar en numerosas sociedades europeas, asiáticas y americanas a lo largo del siglo XX; y la
mejora de las condiciones básicas de la vida, ligadas a la expansión de sistemas de salud, educación y
alimentación en numerosos países. En los inicios del siglo XXI, esta experiencia positiva ligada a la
consecución de derechos, al incremento de los recursos económicos de amplias capas de la población,
y a la mejora de los niveles de salud y educación, está sufriendo embates de consideración. Por
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 1

ejemplo, la precaria sostenibilidad de nuestro modelo de consumo (ligado a un derroche energético y a


una distribución enormemente asimétrica a escala mundial de los recursos), la precariedad del empleo,
las dificultades para independizarse que experimentan los jóvenes en muchos países, la imposibilidad
real de alcanzar el nivel de consumo y de vida de la generación previa, o el incremento de los flujos
inmigratorios. La globalización pone de manifiesto que los recursos disponibles son
extraordinariamente diferentes según el país en el que se vive (pensemos en el sistema público de salud
en cualquier país europeo, y las diferencias con el sistema sanitario de los países del Tercer Mundo).
Las posibilidades de experimentar una movilidad social ascendente, de vivir mejor, en muchos casos,
no tienen tanto que ver con lo que uno pueda hacer dentro de su país, sino con emigrar a países en los
que por el mero hecho de vivir allí ya se disfruta de esos servicios.
- La capacidad para introducir mayores niveles de democracia en nuestras sociedades, de tal forma que
tanto el desarrollo tecnológico como la evolución económica respondan a criterios que tengan en
cuenta la dignidad de las personas y su condición de ciudadanos. La extensión progresiva de la
democracia desde la dimensión política (derecho de voto) hasta la económica (regulación del mercado
de trabajo y de las organizaciones empresariales de tal forma que se aseguren los derechos de los
ciudadanos, desde los derechos de los accionistas minoritarios en las empresas, hasta la regulación del
mercado de trabajo para proteger los derechos de los niños o de los propios trabajadores ante
comportamientos de acoso o maltrato) o la dimensión de la salud (extensión de las prestaciones sani-
tarias a toda la población) ha afianzado la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, y en la
democracia como el sistema más eficiente para gestionar nuestros problemas a nivel local y a nivel
global. Sin embargo, esta experiencia democrática ha sufrido también los embates de los cambios
recientes en el mercado de trabajo, de los procesos de polarización y segregación que pueden
detectarse en nuestro entorno inmediato (deterioro de las condiciones de trabajo, individualización de
las trayectorias, expansión del trabajo informal). Y, también, ha sufrido la contradicción inscrita en la
dinámica de la globalización: el bienestar local apenas soporta, cuando toma conciencia, el contraste
con la desigualdad creciente a nivel global, entre países, y a nivel local (entre excluidos e incluidos en
cada entorno social concreto). El Cuarto Mundo también está en el Primer Mundo, y el Pri mer Mundo
también está en el Cuarto Mundo. La desigualdad y la polarización social afectan transversal mente a
todas las sociedades, y reflejan, en este sentido, la dinámica del poder y de la diferencia, la
jerarquización y estratificación social, que afecta a toda sociedad en todo tiempo. Quizás por ello, el
progresivo abandono de la participación en las organizaciones tradicionales de las sociedades
industriales, partidos políticos y sindicatos, contrasta de forma muy relevante con el aumento de la
participación en otro tipo de organizaciones del Tercer Sector, y foros a través de Internet: nuevos retos
y viejos problemas se abordan de forma distinta, a través de nuevos medios de interacción social
basados en las nuevas tecnologías.
En este entorno, las desigualdades a escala mundial y a escala global, la individuazación de las trayectorias
laborales, la fragmentación y degradación del mercado de trabajo, el incremento de las desigualdades y
diferencias en los estilos de vida, deben analizarse en un contexto en el que las insuficiencias financieras reales
o proyectadas en el tiempo del Estado del Bienestar coinciden con el aumento de las tendencias hacia una
mayor concentración del poder económico y de los grupos empresariales. En este complejo escenario, orientar
la acción colectiva para lograr una mayor igualdad, y para botón de muestra las actividades que se organizaron
con ocasión del Año Europeo de la Igualdad de Oportunidades para Todos (2007), cobra una mayor vigencia,
derivada de la propia forma de actuar de las democracias actuales: como sistemas de representación, la acción
colectiva organizada, la creación de organizaciones con capacidad de actuar en el ámbito público e introducir
sus objetivos en la agenda de los políticos, constituyen un medio indispensable para poder influir en el curso
de los acontecimientos, para poder intervenir en la configuración de nuestras sociedades ¡más aún, cuando ya
hemos tomado conciencia clara de la dimensión sociopolítica del desarrollo no solo económico, sino también
10
Tercer Sector e Intervención Social Tema 1

tecnológico: la tecnología refleja y reproduce la sociedad que la origina, y es apropiada por la misma sociedad
reforzando, en muchos casos, la estructura de poder y de desigualdad preexistente).
En definitiva, los desafíos de la vida no se plantean en términos exclusivamente individuales. Hacemos frente
a nuestra propia trayectoria, a formas de producción y consumo estructuradas, y nos encontramos inmersos en
procesos de competencia, cooperación y conflicto que no son un producto de nuestros deseos individuales.
Tenemos que aprender las reglas de juego, a través de un largo proceso de socialización. Heredamos un código
genético, pero también códigos sociales, y a veces códigos que refuerzan nuestro aislamiento social,
deteriorando nuestra capacidad de integración, como ocurre en barrios marginales en los que los jóvenes
interiorizan pautas de comportamiento y estrategias de supervivencia que no les permiten superar su punto de
partida inicial. En este sentido, la igualdad no se puede analizar sin tomar en consideración el papel que juega
nuestra propia condición como seres sociales:
- En primer lugar, el planteamiento que describe a las personas como sujetos aislados, en un entorno en
el que luchan para obtener bienes y servicios, en competencia con otros sujetos anónimos, en un
mercado que se autorregula y en el que se participa en igualdad de condiciones, (y que constituye el
código genético del neoliberalismo actual), no resiste el análisis empírico: «todos estamos trabados en
una red de relaciones e intereses, y cada uno de nosotros es, ineludiblemente, un producto social»
(Hamilton, 2006: 14). No existe un mercado neutral, ni una tecnología neutral, porque simplemente
ambos, mercado y tecnología, son productos humanos, y ya incorporan intereses, orientaciones y
estrategias de los que los conforman.
- En segundo lugar, el propio individualismo no permite una gestión eficaz de los propios recursos,
incluso en el supuesto de que existiese ese mercado neutral compuesto de personas-átomo que se
interrelacionan sin más vínculos que su puro interés. Como muestran las numerosas organizaciones de
voluntariado que están presentes en nuestro entorno, es necesario vincularse con los demás, establecer
proyectos colectivos, experimentar la solidaridad, el afecto y la cooperación altruista, más allá de una
meta económica concreta. Y se trata de una «necesidad» tanto para desarrollar una personalidad
equilibrada, y un dominio adecuado de uno mismo, cuanto para poder colaborar con los demás, y
actuar colectivamente para afrontar retos y oportunidades.
En un mundo globalizado, el fortalecimiento de las identidades locales muestra la superficialidad de los
discursos que reducen la realidad social a una simple competencia de individuos en el mercado global. No
podemos evitar buscar la integración en estilos de vida colectivos, y hasta en el consumo de masas
encontramos un mecanismo que refuerza el vínculo social. Nos reconocemos en el rostro de los otros, y nos
hacemos personas en la interacción y convivencia con los demás. Además, en sociedades democráticas,
experimentamos la necesidad de agruparnos para defender intereses que no son adecuadamente resueltos por
las instituciones públicas, y que, si no nos organizamos para abordarlos, no pueden ser resueltos.

4. PARADOJAS DE LAS SOCIEDADES CONTEMPORÁNEAS


La especie humana ha podido sobrevivir gracias a su carácter social. La cooperación, la capacidad de
comunicación y aprendizaje, y el desarrollo de formas complejas de interacción social, y de nuevas
tecnologías, aumentaron la capacidad de adaptación al medio de la especie humana, y la capacidad de
transformación del medio, hasta crear un entorno propio, artificial: con el paso del tiempo, hemos trans-
formado nuestro contexto en función de nuestros proyectos. La toma de conciencia sobre la influencia que
ejerce la sociedad en el individuo, presente ya en textos como La República, de Platón, se transforma en la
Ilustración, al formularse una noción de ciudadanía y un ideal de justicia correspondiente con ella, que
implicaba la necesidad de promover la educación, y fomentar un espíritu de cosmopolitismo, tolerancia y
libertad: «la Ilustración generó un ideal de justicia social y de ciudadanía cuyos referentes fueron una sociedad
civil internacional, el cuestionamiento de los prejuicios nacionales y los intereses políticos de clases y grupos
explotados. Sus pensadores estaban básicamente de acuerdo en que las capacidades naturales de los individuos
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 1

solo podían plasmarse en sociedad. Además, una vez que las diferencias se entendieron con criterios
sociológicos, y no religiosos o raciales, los ilustrados consideraron posible mejorar la suerte de los más
discriminados» (Bronner 2007: 57).
Esta noción de ciudadanía, esta dignidad connatural a cada ser humano, esta concepción del otro como un ser
digno, necesario para que cada uno viva con dignidad, es la que hace que la pobreza, la arbitrariedad, la
degradación o la miseria se vuelvan insoportables. Y que, en sociedades en las que la conciencia de la dignidad
de - seres humanos se abre paso, más allá de cualquier tipo de discriminación, comiencen a desarrollarse
actividades que podemos denominar filantrópicas, o de ayuda. Y que, progresivamente, con una mentalidad
científica, aquellas personas que se dedican a trabajar para mejorar las condiciones de vida de las personas en
situaciones de exclusión extrema, busquen formarse para actuar mejor, y organizarse para desarrollarse como
profesión. El resultado final es la institucionalización de la profesión del Trabajo Social, y la
institucionalización en la universidad de la titulación en Trabajo Social. El punto que nos interesa aquí es
señalar que el motor de esta vocación de ayuda no se apoya solamente en las creencias religiosas, ni en la pura
buena voluntad, sino que responde a la dinámica que genera en nuestras sociedades la noción de ciudadanía
derivada de la Ilustración.
Nuestra generosidad y nuestro altruismo, se derivan de la conmoción interior por la situación del otro, que es
como nosotros, y por el conocimiento científicamente demostrable de los factores estructurales que
condicionan nuestra trayectoria vital. Por eso, recientes investigaciones sobre las familias de origen de los
trabajadores sociales ponen de manifiesto esa experiencia de la ayuda como motor de su vocación (Fombuena
2011). Y en el debate público se ha asumido, en las sociedades occidentales, la necesidad de garantizar la
prestación de determinados servicios a toda la población (salud, educación, justicia, servicios sociales), para
garantizar que su ciudadanía teórica pueda ser real. En esta profunda convicción sobre la ciudadanía como
algo que depende de nuestra interacción cotidiana como ciudadanos. Exige garantizar el bienestar de la
población, y constituye el motor del creciente desarrollo de las organizaciones que operan dentro de lo que
llamamos el Tercer Sector: nos organizamos para prestar servicios y ayudar en la mejora de las condiciones de
vida a los demás y a nosotros mismos, como ciudadanos.
Desde esta perspectiva, hay algunas paradojas de las sociedades contemporáneas que pueden ilustrar el
contexto en el que se desarrolla la actividad de los trabajadores sociales, y que también nos permiten entender
los principales ámbitos en los que se expande el Tercer Sector (López Peláez 2010a: 67-72):
- La primera paradoja que podemos analizar es lo que podemos denominar el mito del individualismo,
que ha alcanzado una relevancia muy importante en los últimos treinta años. Es decir, nos entendemos
como seres autónomos e individuales, cuando nos encontramos de antemano inmersos en estructuras
sociales. Cualquier persona es, ante todo, un observador atento de la realidad que le circunda. Necesita
obtener información adecuada para sobrevivir. Y, para ello, ya de antemano utiliza un lenguaje en el
que se ha socializado, unos códigos de comportamiento, y una esquematización teórica que le permite
encuadrar los acontecimientos, dar sentido a los hechos, y ordenar su propio comportamiento, para
alcanzar los fines que consciente o inconscientemente persigue. Somos individuos. Pero somos, sin
embargo, animales sociales antes que individuos: antes de nacer ya hemos sido deseados, hemos
nacido en una unidad familiar, dentro de una sociedad concreta, nos educamos en un lenguaje, y
alcanzamos la madurez después de un largo proceso de socialización. Cada uno de nosotros afronta, en
cierto sentido, solo su propia vida (como trayectoria individual). Pero también es cierto que desde el
primer momento esta vida es social, está definida por los otros, y que sin la mirada de los demás, sin el
lenguaje, sin el conjunto de expectativas y metas que son siempre sociales (aunque después las
podamos modificar en un proceso de reformulación activa), no podemos entender nuestra identidad:
nuestros gustos, nuestros patrones de comportamiento, la definición de la belleza, del orden, del
desorden, del delito y del conflicto, del fracaso y del éxito, son definidos desde la sociedad en la que
nos encontramos inmersos. Las explicaciones individualistas, que no toman en consideración nuestra
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 1

realidad social, son sin embargo muy atractivas en nuestra sociedad de masas. Aparentemente, al
pensar que cada uno determina en soledad sus decisiones (en el consumo de objetos, y en cualquier
ámbito de la vida), olvidamos que nos encontramos inmersos en una sociedad de masas, de
comportamientos repetitivos, inducidos, con una influencia muy relevante de la publicidad en la
configuración de nuestro estilo de vida. Es decir, en términos heideggerianos, nos olvidamos de que
hemos olvidado. Si al olvido lo llamamos recuerdo, ¿cómo podremos tomar conciencia de nuestra
situación? No objetivamos nuestra situación, y pasamos a considerar como decisión individual lo que
es una decisión inducida, con lo cual perdemos nuestra capacidad crítica, nuestra capacidad de
objetivar el origen de nuestro comportamiento.
El individualismo, se enlaza con la postmodernidad y el neoliberalismo, generando un nuevo
darwinismo social. En este entorno, no se analiza con precisión la influencia de los factores
estructurales en la determinación de las trayectorias vitales. Todo, desde el éxito en el empleo hasta las
habilidades relaciónales básicas para tener una vida equilibrada afectivamente, se convierte en una
cuestión personal, se individualiza la responsabilidad. Los procesos de exclusión social se convierten
en trayectorias elegidas personalmente, y la consecuencia es clara: se proyecta la culpabilidad en el
individuo, sin tener en cuenta los factores estructurales que impiden la movilidad social ascendente. En
un contexto de crisis económica como el actual, originado en el fraude de las hipotecas subprime en los
Estados Unidos de América en el verano del año 2007, la escasez de capital a nivel mundial ha llevado
a cerrar numerosas empresas que funcionaban correctamente, donde todo se estaba haciendo bien, y
donde trabajadores y directivos cumplían correctamente con sus funciones. Pero una situación ajena,
externa, fuera de su responsabilidad y de su ámbito de actuación, determina la quiebra de su empresa,
o que pierdan su empleo. ¿Cómo explicar esto desde una perspectiva individualista, o desde un
discurso basado en el neoliberalismo extremo, en el que el mercado se postula como un sistema que se
reorganiza automáticamente, y en el que se premia la buena gestión con el éxito, entendida en términos
individuales? En este punto, hay que señalar que diversos autores han mostrado la vinculación entre la
cultura posmoderna y la estratificación de personas, grupos y países en el nuevo entorno tecnológico:
«toda esta cultura posmoderna (...) es la expresión interna y superestructura! de toda una nueva ola de
dominación militar y económica» Oameson, 1991: 18-19). De ahí que se proponga una nueva política
de la posmodernidad: un nuevo arte político -si tal cosa fuera posible- tendría que arrostar la
posmodernidad en toda su verdad, es decir, tendría que conservar su objeto fundamental -el espacio
mundial del capital multinacional- y forzar al mismo tiempo una ruptura con él, mediante una nueva
manera de representarlo que todavía no podemos imaginar: una manera que nos permitiría recuperar
nuestra capacidad de concebir nuestra situación como sujetos individuales y colectivos, y nuestras
posibilidades de acción y lucha, hoy neutralizadas por nuestra doble confusión espacial y social»
Oameson, 1991: 120-121).
- La segunda paradoja es la siguiente: somos seres relaciónales, pero no cultivamos las relaciones
sociales. Hemos perdido las pautas de comportamiento de las generaciones anteriores, y, en un
contexto definido por el individualismo, la búsqueda del beneficio, y la experimentación individual,
apenas queda espacio para el cultivo de las relaciones personales orientadas a la realización personal.
Hemos definido este nuevo síndrome, el analfabetismo relaciona!, en otras publicaciones (López
Peláez 2010a). Los modelos relaciónales que nos ofrecen los videojuegos, los programas televisivos, y
también el cine y la literatura, no permiten desarrollar estrategias adecuadas para asumir los errores
propios y ajenos, tolerar de forma razonable la frustración unida a la experiencia de la propia vida
(desde las dificultades para encontrar un empleo, hasta las limitaciones de la vejez), establecer
vínculos basados en la solidaridad, la honestidad, la lealtad, y el apoyo mutuo, elementos claves de lo
que denomina Putnam el capital social inclusivo. Nos formamos para integrarnos en el mercado de
trabajo, nos socializamos en un discurso en el que los objetivos están definidos en términos de
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 1

competencia, control, experimentación individual y éxito, pero nos olvidamos de que las emociones, el
conocimiento, y la realización personal, tienen que ver necesariamente con la interacción con los
demás. Y una interacción que no puede ser definida exclusivamente en términos de control o dominio,
sino de amistad o complicidad. Como señalaba Epicuro, «de todos los bienes que la sabiduría ofrece
para la felicidad de una vida plena, el más grande es la adquisición de la amistad».
El interés, el pragmatismo que está presente en nuestras relaciones, no tiene que definirse por
contraposición al interés altruista: nuestros actos siempre esperan la respuesta de los otros, y cuando
esa respuesta es solidaria, beneficiosa para los que se comunican, accedemos al espacio de la amistad
(Lledo, 1995: 120). En este sentido, los vínculos sociales se basan siempre en la reciprocidad, la ayuda
mutua, la lealtad y un altruismo funcionalmente necesario para realizarnos como personas, y para
asegurar, en términos biológicos, la continuidad de la especie. Sin embargo, en el discurso neoliberal
que impregna nuestro mercado de trabajo, todo aquello relacionado con la interacción con los otros,
con la mutua interdependencia, es estigmatizado: «el vínculo social surge básicamente de una
sensación de dependencia mutua. Todos los dogmas del nuevo orden tratan la dependencia como una
condición vergonzosa (...) casi sin pensar aceptamos el contraste entre un yo débil y dependiente, y
otro fuerte e independiente. Sin embargo, al igual que el contraste entre el éxito y el fracaso, esta
oposición aplana nuestra realidad. La persona auténticamente independiente no demuestra ser en
absoluto tan independiente como dan por sentado los estereotipos culturales» (Sennett, 2009: 147).
La paradoja de una conciencia individual, la de cada uno de nosotros, que necesita a los otros para ser ella
misma, para realizarse como tal, en definitiva la aparente contradicción de, siendo únicos, ser animales
sociales, ya estaba presente en las primeras reflexiones sobre la naturaleza social de los seres humanos. El
egoísmo innato, la búsqueda de la supervivencia, se abre paso al altruismo y la amistad como estrategia más
adecuada para sobrevivir, y para realizarnos como personas: no podemos sobrevivir si no sobrevive nuestro
modo de vida y la vida de los otros, que son parte de nosotros también, como muestra el altruismo innato de los
padres y madres hacia sus hijos. Y este es el punto en el que podemos situar el origen de la tendencia a la ayuda
a los demás, origen de la actividad del Trabajo Social, y origen también de las organizaciones de voluntariado.
La clave está en la redefinición de los otros, de sus condiciones de vida, y de nosotros mismos, en función de
la noción de ciudadanía.
En una sociedad de ciudadanos, la configuración estructural de la sociedad para garantizar el ejercicio de los
derechos y libertades da origen al Estado del Bienestar. Y no es una prebenda, o una deferencia de los
poderosos, o una simple colaboración voluntaria. Es un derecho, que se deriva de nuestra condición de
ciudadanos. La actividad profesional de los trabajadores sociales se institucionaliza justamente para asegurar
dicha viabilidad de las condiciones de vida de la población. Pero, ante las dificultades para responder a las
demandas de la ciudadanía, y ante la emergencia de nuevas demandas que surgen de la propia
autocomprensión de los ciudadanos, se generan las organizaciones de voluntariado, y el conjunto de entidades
de la sociedad civil sin ánimo de lucro (fundaciones, mutualidades, cooperativas, etcétera) que constituyen el
Tercer Sector.

5. CONCLUSIONES
En este primer capítulo, hemos analizado el fundamento de la cooperación voluntaria en nuestras sociedades
del bienestar: la noción de ciudadanía. El altruismo y la cooperación constituyen dos características de los
seres humanos que les han permitido sobrevivir a lo largo del tiempo. A pesar de lo que denominamos el mito
del individualismo, a lo largo de este capítulo hemos mostrado la raíz profunda de la solidaridad entre las
personas, y el motor que nos lleva a trabajar para mejorar las condiciones de vida de la población. La noción de
ciudadanía nos permite entender la voluntad de afrontar reformas estructurales para garantizar el bienestar de
los ciudadanos, y nos permite comprender el motor último de aquellas personas que se organizan para, sin

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 1

ánimo de lucro, cooperar en la resolución de diversos tipos de necesidades. Finalmente, señalamos algunos
paralelismos entre el Tercer Sector y el Trabajo Social como profesión.

6. LECTURAS RECOMENDADAS:

6.1. Texto:
«La confluencia entre el bienestar y el tercer sector nos sitúa ante un espacio muy cambiante, difícilmente
formalizable, con un núcleo duro o central de organizaciones estables y/o históricas y un disperso y
cambiante entorno entre la semiorganización y la simple movilización expresiva. Modificabilidad y
variabilidad del campo que viene determinada, a su vez, por la variabilidad y modificabilidad de las
demandas y la percepción de las necesidades de los diferentes grupos que son objetivo de las políticas
sociales y de los actores reivindicativos. El desafío del asociacionismo voluntario está, por tanto, en salir del
esencialismo supuestamente apolítico de los sentimientos -la microparticipación adaptativa- para encontrar
vías de conexión entre las acciones comunitarias y los modelos universales de participación, gestión y
decisión pública. El potencial transformador del sector voluntario está supeditado a una clarificación de sus
funciones y a una progresiva reflexión crítica sobre sus adherencias, parásitos y manipulaciones.
Subproductos éstos que le han hecho tomar muchas veces al sector un perfil regresivo, entre lo gerencial
privatista y el localismo neobenéfico, pasando por todo tipo de usos comerciales. Por ello, las comunidades
reflexivas que forman el espacio mítico del tercer sector tienen un papel importante que jugar en el rearme de
los valores y las virtudes públicas, seriamente amenazadas -según diferentes autores y grupos ciudadanos-
por el despliegue de un mercado total que es incapaz de generar el más mínimo valor comunitario. Pero su
papel solo es principal -y esto para el tema de la participación política se hace esencial- si el proceso surge de
los actores, se construye desde los sujetos concretos en procesos dialógicas y se integra en el debate colectivo
de las formas nacionales e internacionales de gobierno»
Alonso, L.E. (2005): La crisis de la ciudadanía laboral. Barcelona: Anthropos, p. 146.

6.2. Lectura recomendada:


Bronner, S. (2007): Reivindicación de la Ilustración. Pamplona: Laetoli.

6.3. Bibliografía recomendada:


Bronner, S. (2007): Reivindicación de la Ilustración. Pamplona: Laetoli.
De la Torre, I. (2010): Identidad institucional de las organizaciones del Tercer Sector. Revista Internacional de
Organizaciones (RIO) 5, 7-30.
Fombuena Valero, J. Un estudio de las familias de origen de los y las trabajadores sociales desde el modelo
contextual. Comunitania. Revista Internacional de Trabajo Social y Ciencias Sociales. International Journal oí
Social Work and Social Sciences 2, 23-37.
Hamilton, C. (2006): El fetiche del crecimiento. Pamplona: Laetoli.
Jameson, F. (1991): El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado. Barcelona: Paidós
Estudio.
López Peláez, A. (ed.) (2010a): Teoría del Trabajo Social con Grupos. Madrid: Uni-versitas.
Idem (2010b): Técnicas de diagnóstico, intervención y evaluación social. Madrid: Universitas.
Antonio López Peláez y María Luz Rivera Fernández
ídem (2007): Ciudadanía, igualdad y servicios sociales: los límites del discurso neoliberal. Revista del
Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Número extraordinario «Igualdad de oportunidades para todos»,
251-271.
Lledó, E. (1995): El Epicureismo. Madrid: Taurus.
Richmond, M. E. (2005): Diagnóstico Social. Madrid: Siglo XXI.
Sen, A. (2010): La idea de justicia. Madrid: Taurus.
15
Tercer Sector e Intervención Social Tema 1

Sennett, R. (2009): La corrosión del carácter, 10 edición. Barcelona: Anagrama.


Tortosa, J.M. (2002): La generación de desigualdades a escala mundial. En Tezanos, J.F. (ed.): Clase, estatus
y poder en las sociedades emergentes. Quinto Foro sobre Tendencias Sociales. Pp. 15-42. Madrid: Sistema.
Touraine, A. (2009): La mirada social. Un marco de pensamiento distinto para el siglo XXI. Barcelona:
Paidós.

7. EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN:
Define altruismo y cooperación voluntaria
Describe los orígenes históricos del comportamiento altruista
Analiza las paradojas más relevantes de la sociedad contemporánea

8. RESUMEN:
En este capítulo, hemos analizado uno de los fundamentos tanto del Trabajo Social como del Tercer Sector: el
altruismo y la cooperación voluntaria. En la introducción, exponemos el planteamiento general del capítulo.
En el epígrafe número dos, profundizamos en los orígenes históricos del comportamiento altruista, y de la
ayuda institucionalizada, desde las sociedades de la antigua Grecia hasta la actualidad. En el epígrafe número
tres, analizamos la dinámica de la desigualdad en nuestras sociedades cosmopolitas, describiendo la movilidad
histórica ascendente que ha sido posible gracias al Estado del Bienestar. En el epígrafe número cuatro,
analizamos algunas paradojas contemporáneas, resaltando el papel clave que juega la cooperación altruista en
el desarrollo del bienestar social. Finalmente, presentamos un texto para comentar, y las referencias
bibliográficas que hemos utilizado.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

CAPÍTULO II: TERCER SECTOR, ESTADO SOCIAL Y ESTADO DE BIENESTAR


Por Rafael de Lorenzo
Objetivos:
Conocer los conceptos de Tercer Sector, Estado Social de derecho y Estado de Bienestar.
Comprender la importancia de impulsar el Estado Social y su perspectiva desde la ciudadanía

Conceptos:
Tercer Sector Estado Social Estado de Bienestar

1. INTRODUCCIÓN:
En un contexto actual de aumento de la pobreza y la desigualdad hay que buscar nuevas alternativas que
combinen los planteamientos del mercado y la protección social. Pero algo está fallando porque el Estado no
puede frenar la espiral de crisis que está haciendo estragos en el mercado de trabajo, y el sector privado no
ofrece soluciones que contrarresten la vorágine.
La situación del paro es alarmante y todos los actores sociales deben dirigir sus pasos con el firme propósito
de revertir las condiciones vigentes. Ahora bien, nos surgen algunos interrogantes sobre el rol que debe
adoptar cada sector para generar bienestar social y lograr que los ciudadanos gocen de ciertos beneficios que
se consideran inherentes a su condición y dignidad.
Para ello, las organizaciones pertenecientes al Tercer Sector ejercen diversas funciones, que van desde ser
meros transmisores de las preocupaciones ciudadanas, pasando por la prestación de servicios sociales, hasta
exigir responsabilidad a los poderes públicos: todo ello en aras de promover la calidad de vida de los
ciudadanos.
En el transcurso de este capítulo se desarrolla una primera aproximación al Tercer Sector, sobre todo desde
una perspectiva histórica, y se delinean los fundamentos del Estado Social y del Estado de Bienestar, como
modelos de convivencia integradora frente al modelo neoliberal ortodoxo que impera en este tiempo.
Tiempo en que la crisis económica está acercándose peligrosamente a una crisis social de gran envergadura.

2. EL TERCER SECTOR
La expresión Tercer Sector aún no ha recibido reconocimiento jurídico en nuestro país. Si bien es el término
que, en general, emplea el entorno académico y las organizaciones civiles para designar un ámbito de
actuación diferente del sector público y del sector privado, todavía espera ser conceptual izado con límites
precisos y características definitorias exclusivas.
La vaguedad terminológica a la que los teóricos suelen hacer referencia en relación con el Tercer Sector está
suficientemente explicada en la obra de José Ruiz Ola-buénaga El sector no lucrativo en España, en relación
con la que citamos lo siguiente:
«El estudio del sector no lucrativo o Tercer Sector español adolece, como se ve, de una doble
imprevisión terminológica. Por un lado, no se dispone de un concepto preciso y comprensivo y, por
otro, el sector tiende a identificarse con conceptos parciales tales como el de economía social, el de
sociedad civil, el de conjunto de organizaciones voluntarias o el de las no gubernamentales. La
simple enumeración de términos tan heterogéneos, permite concluir lo que, en términos generales,
es un sentir común, como afirman Santiago Álvarez y otros, que "la aventura de arriesgar una
definición parece estar condenada desde el principio al fracaso más absoluto... Si bien nadie duda
de la existencia y peso de este sector, es preciso observar que se ha prestado poca atención al
problema básico de cómo se define el sector y qué realidades contiene".»
Sin embargo, más allá de las críticas sobre la complejidad y heterogeneidad del rector, sobre el hecho de que
académicamente es definido por exclusión y la multitud de términos utilizados para designarlo, se puede
decir que el Tercer Sector está formado por entidades sin ánimo de lucro, de carácter privado y autónomo,

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

que son el producto de una iniciativa social solidaria que pretende alcanzar un beneficio o bienestar general
en el público objetivo de su actuación.
En referencia a la terminología del Tercer Sector y a su delimitación conceptual, se abordará más
profundamente en el capítulo tercero, epígrafe tres.

2.1. Antecedentes históricos


El desarrollo y la consolidación del Tercer Sector en España ha tenido su auge de crecimiento en la década
de los noventa del siglo XX y ha continuado hasta nuestros días, si bien la crisis económica también está
dejando su huella en el sector, así como en todo el entramado social.
A continuación, se ofrece un panorama que describe, de forma resumida, el itinerario que ha transitado el
Tercer Sector desde sus primeros pasos hasta la consolidación de un sector que está ingresando en su
madurez y pretende ser reconocido institucionalmente.
Ahora bien, en la época del Bajo Imperio romano aparece la traditio corporis et animae implantada en el
Hospital del Obispo Masona de Mérida (siglo VI), que luego se implantaría en los monasterios benedictinos
y que preconiza la utilización de una red de hospitales y albergues para peregrinos o enfermos urbanos. Más
tarde nacen las Ordenes de Redención de cautivos, como los Trinitarios, las de mendicantes como
franciscanos, las escuelas monacales y las Universidades.
De hecho, el sector de la enseñanza recae durante décadas en la Iglesia, que la financia a través de los
beneficios eclesiásticos.
Ya en la Edad Media, son los monasterios las instituciones más dinámicas en los ámbitos de docencia y de
asistencia social. Las parroquias y las órdenes monásticas y mendicantes son el soporte de las instituciones
de caridad para el cuidado de los pobres, la atención a los huérfanos, la acogida a madres solteras y la
atención de enfermos y mayores. Pero existen pequeños núcleos de ayuda secular, que son los gremios con
sus actividades asistenciales y de defensa del propio oficio.
Con el nacimiento de las nuevas villas burguesas, se establecen formas institucionales de ayuda social y
caritativa para los pobres, siendo las cofradías de la misericordia un ejemplo.
Es aquí cuando comienzan a proliferar las instituciones hospitalarias, puesto que la nueva clase social
burguesa quería ser fundadora de una institución benéfica asistencial, pese a que ya existían hospitales
catedralicios y monásticos. En todos ellos se daba una fundación inicial que se incrementaba con las
limosnas, donaciones y aportaciones posteriores hechas por la nobleza, el rey o particulares. Como
necesitaban dotarse de mayores medios para su sostenimiento posterior, lo hacían por medio de las limosnas
y los legados testamentarios. Por esta razón, en algunos casos, estas instituciones gozaban de exenciones de
impuestos otorgadas por el rey o por el gobierno municipal.
Hay un hecho histórico que marca un punto de inflexión en el contexto social: el descubrimiento de
América, que produce un fenómeno económico denominado «la revolución de los precios». Tiene su raíz en
los siguientes acontecimientos: la entrada de metales preciosos americanos; el descuido de la agricultura en
pos de la búsqueda de fortuna rápida en las nuevas tierras; la importación de productos manufacturados de
otros países, como Holanda; la carencia de una industria manufacturera; la exportación de materias primas,
como la lana. Todos ellos contribuyen a consolidar unas desigualdades sociales extremas que se profundizan
en el Siglo de Oro y que originan estereotipos sociales de raigambre en España, como los picaros.
A todo lo descrito, hay que añadir las continuas guerras que protagoniza el Estado y las persecuciones
religiosas contra judíos, musulmanes y protestantes, que son fuente de desestabilización efectiva.
Durante el Renacimiento, las actividades de los gremios y cofradías surgidas en el medievo se hicieron más
poderosas e imprescindibles para la organización laboral, social y asistencial de las ciudades. En la sociedad
española, como en el resto del mundo cristiano, continúa latente la idea de la pobreza como camino de
redención. En este marco social e influenciado por las doctrinas de los humanistas surge el pensamiento de
Luis Vives que implicará una subversión hacia los valores de la cristiandad, una secularización de la caridad
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

y una valoración del trabajo como función integradora. De hecho, el autor afirma que es preciso sustituir la
limosna por el derecho al trabajo.
Es en esta época cuando empiezan a proliferar todo tipo de organizaciones e instituciones sin finalidad
lucrativa, como sociedades de amigos, academias, hospitales o instituciones de caridad.
Con la llegada de la Monarquía Borbónica al gobierno español, el sistema de asistencia mantenido hasta el
final de los Austrias varía radicalmente. Son Carlos III y Carlos IV, junto a figuras como Campomanes,
Meléndez Valdés o Jovellanos, quienes ensalzan posturas de ruptura en el ámbito social. Pensaban, de este
modo, que el Estado tenía que instaurar un sistema asistencial de carácter público que sustituyera al
existente. Estos autores, a partir de ideales filantrópicos, crean los montepíos, para lo que tuvieron que
luchar con los gremios y cofradías religiosas.
Tras la caída del Antiguo Régimen, la secularización de la asistencia social observa una aceleración sobre
las bases siguientes: la nueva configuración estatal (como sujeto actor) y la desaparición de los cuerpos
intermedios. El nuevo régimen de propiedad implantado por los liberales en España implicaba: la
desvinculación del régimen señorial, la desvinculación de los mayorazgos y la iniciación de los procesos de
desamortización, que culminan en la figura de Mendizábal, por la que salen a la venta los bienes de la
Iglesia Católica. A esto se le suma la crisis de 1803-1804 y los efectos de la guerra de Independencia. Estas
circunstancias tuvieron como consecuencia la casi destrucción del sistema de caridad tradicional, que será
total con las leyes desamortizadoras de Madoz.
Consecuencia directa de todas estas medidas, son que el Estado pasa a asumir toda la asistencia social, los
gremios desaparecen y se suprimen las asociaciones y fundaciones. Así, España, desde mediados del siglo
XIX y hasta la segunda Guerra Mundial, se ve desprovista de una legislación social coherente y sin un brazo
económico que la sustente.
No obstante y a pesar de las continuas prohibiciones, nacieron organizaciones de ayuda mutua y
reivindicativa, como los sindicatos o asociaciones de socorro mutuo, círculos filantrópicos, cajas de ahorros,
montes de piedad y fondos de reserva.
La dictadura de Primo de Rivera tuvo un carácter obstruccionista y durante estos años no se implantó ningún
seguro obligatorio. En la Segunda República se observan avances en materia social y de previsión, que se
verán abortados con el estallido de la Guerra Civil. Es el gobierno republicano el que introduce la
reglamentación del trabajo de los menores o el derecho de la educación como uno de los pilares básicos para
la sociedad.
Tras la Guerra Civil Española, llegamos a un modelo de Estado Social o de Bienestar que se extendió en las
sociedades occidentales después de la Segunda Guerra Mundial, recordando al modelo de Keynes en
Estados Unidos y la implementación del Plan Marshall en Europa. En un primer momento, el régimen de
Francisco Franco instaura un sistema sindical vertebrado en el sindicato único o sindicato vertical, copia de
los sindicatos fascistas italiano y alemán. Más tarde surgieron la Organización Nacional de Ciegos, la Obra
de Auxilio Social, formada por personas del Régimen y la institución asistencial de Caritas hacia 1952. El
Régimen franquista fomentó asociaciones como Falange y Juventud de Obreros Cristianos, todas ellas afines
a su ideología.
La etapa franquista se caracterizó por la constante necesidad de asistencia social debido a la miseria que la
guerra había causado. Más tarde, se fundamentó en las tensiones políticas y los desequilibrios sociales
subsistentes a pesar del crecimiento económico. Esto se intenta mitigar con la creación de un sistema de
Seguridad Social, pues la asistencia social hasta entonces estaba cubierta por las mutualidades profesionales.
Si bien en 1939 se creó un seguro obligatorio de invalidez y vejez, basado en un sistema de reparto de las
cotizaciones, tan sólo cubría a un sector de los trabajadores.
Con la llegada de la democracia a España, de la mano de la Constitución de 1978, se restituyen las libertades
civiles y políticas y se habilita el espacio para que afloren todo tipo de asociaciones. Asimismo, el sistema

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

de Seguridad Social se convierte en universal y asistencial, pero sin abandonar el modelo profesional,
diferenciando entre prestaciones contributivas y no contributivas.
Al sistema democrático a nivel local, se debe sumar un fenómeno global: en las dos últimas décadas se
observa una eclosión asociativa o una revolución asociativa global, como la ha denominado Lester Salamon
en Global Civil Society (1999, p.4). Se trata de un hecho contrastable en todas las sociedades democráticas
con economías de mercado capitalistas, en las que se ha evidenciado un crecimiento en progresión
geométrica de las organizaciones sin ánimo de lucro. Con la peculiaridad que en España este fenómeno se
manifestó acompañado de la consolidación del Estado de Bienestar, aunque de forma limitada, mientras que
en el resto de países ya se empezaba a manifestar el desmantelamiento del mismo, como consecuencia de la
crisis de los años 70 (subida de precios de petróleo, inflación, desempleo, recesión económica).
En definitiva, como bien lo describe Salas, el Tercer Sector, «...desplegando sus múltiples funciones, ha(n)
atendido parte de los problemas y de las necesidades sociales que el Estado de Bienestar, en su corta
trayectoria y, posteriormente, en su proceso de reestructuración, no ha podido responder. De este modo, el
crecimiento y la consolidación del Tercer Sector se ha desarrollado hasta alcanzar la estructura e importancia
cuantitativa actual.» De hecho, el Tercer Sector cumple una función de agente innovador que detecta las
necesidades insatisfechas y gestiona recursos para atenderlas.

2.2. Situación actual del Tercer Sector


En la actualidad, el Tercer Sector español está integrado por aproximadamente 29.000 entidades, empleando
a más de 500.000 personas asalariadas (2,5% del empleo de nuestro país) y cerca de 900.000 personas
voluntarias, que prestan servicios de apoyo directo a más de 5.000.000 de personas en situación de
vulnerabilidad y exclusión.
España, al igual que otras naciones de la Europa Occidental, concentra gran parte de sus recursos humanos y
financieros en los ámbitos del bienestar social, especialmente en el área de los servicios sociales. Sin
embargo, a diferencia de la mayoría de las organizaciones de la Europa occidental, las organizaciones no
lucrativas españolas cuentan con más ingresos que provienen de las cuotas privadas y de los cargos por
servicios, que de las ayudas y pagos que reciben del Estado. Otro dato que distingue al Tercer Sector español
es el nivel relativamente alto de donaciones privadas en ingresos mixtos.
Según el estudio comparativo impulsado por la Universidad John Hopkins, a cargo de L. Salamon, cuyo
capítulo dedicado al sector no lucrativo español ha sido dirigido por Ruiz Olabuénaga, las tendencias del
Tercer Sector español son:
1) Supone una fuerza económica en alza: el sector es una fuerza económica importante y creciente, que
representa una parte significativa de los gastos nacionales y del empleo en España. Aunque el
impacto de la crisis puede revertir esta tendencia.
2) Su tamaño es medio, por debajo de la media de países occidentales europeos considerados en el
estudio8.
3) Con una evolución compleja motivada por: una historia complicada, una fuerte implicación
corporativa, los cambios políticos ocurridos y el rápido desarrollo económico experimentado por el
país a partir de 1975 acompañado de una fuerte demanda de servicios sociales.
4) Preponderancia de los servicios sociales: de todas las actividades a las que se dedica el sector no
lucrativo español, los servicios sociales son los que contemplan el mayor porcentaje de empleo no
lucrativo.
Los datos del informe precisan que el Tercer Sector en España está constituido por organizaciones de
envergadura e influencia. Su tamaño es inferior al del resto de países de la órbita occidental, y su estructura
financiera también, pues la financiación pública es menor que en el resto de Europa, y el punto de inflexión
se marca en la importancia que tiene la filantropía privada.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

España, como el resto de los países, se enfrenta a un desafío, pues ha de plantearse una renovación
estratégica que la adecué a las demandas sociales y no la aleje de los ciudadanos. Se ha de incentivar la labor
de voluntariado, pues éste asegura un nivel de independencia clara frente a los poderes públicos y privados.
Uno de los factores peculiares es que, a diferencia de otros países, España no cuenta con una política estable
entre la Administración (Estatal, Autonómica o Local) y el Sector No Lucrativo. Por ello, urge obtener una
mayor comprensión social de su labor para lograr una integración rotunda en el sistema social.
El cuadro descrito anteriormente, estaría incompleto si no recogiéramos una corriente económica de carácter
neoliberal de gran influencia en las últimas dos décadas y que ha marcado en gran medida ciertas pautas
políticas seguidas en algunos países, denominada el Consenso de Washington. La corriente descrita ha
venido sosteniendo que los problemas a los que recientemente se enfrentan tanto las sociedades
desarrolladas como aquellas que se encuentran en vías de desarrollo podrían solucionarse por el simple
procedimiento de fomentar y dar rienda suelta a los mercados privados. A ello se suma, la lucha contra el
déficit público y la tan apreciada estabilidad presupuestaria, a costa, incluso, del crecimiento económico.
Al respecto Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía en 2001, ha manifestado que «...las políticas
promovidas por el Consenso de Washington no son completas y a menudo han estado equivocadas. Los
resultados económicos no vienen determinados sólo por la política económica y los recursos humanos, sino
también por la calidad de las instituciones de un país».
Asimismo, en El malestar en la globalización (2002) afirma que el Fondo Monetario Internacional se pone al
interés de su accionista más grande, los Estados Unidos, sobre el de las naciones más pobres para las cuales
fue diseñado servir.

3. EL ESTADO SOCIAL
En los titulares de los principales diarios, se lee sobre la crisis del Estado, sobre el retroceso de los derechos
sociales, el paro, la inmigración. Los conflictos sociales que tanto lamentamos cada día no son nuevos, no se
inventaron con la crisis económica y financiera que azota desde el 2007, sino que están íntimamente
relacionados con los temas abordados en este capítulo y con lo que se denomina Estado Social de Derecho.
Ahora bien, ¿qué se entiende por Estado Social y democrático de derecho?, ¿qué derechos sociales reconoce
la Constitución? y ¿qué límites impone a las reformas? Hay que averiguar el trasfondo ideológico y
económico que hay detrás del Estado democrático.

3.1. El Estado de Derecho y los fundamentos filosóficos y políticos del Estado Social
El Estado de Derecho surge en el siglo XIX, fruto de las doctrinas ilustradas del siglo XVIII y de los
avatares de la Revolución Francesa, como defensa de la libertad e igualdad de los ciudadanos ante los
privilegios y los abusos del antiguo régimen.
La Revolución afirma una serie de principios igualitarios: la educación universal, la ciudadanía común, la
igualdad ante la Ley, la obligatoriedad a pagar impuestos, la igualdad para emprender cualquier negocio o
ejercer cualquier profesión, la igualdad de derechos para comprar, vender o adquirir cualquier tipo de
propiedad. Esta igualdad no significaba relación entre medios de ingresos o de propiedad, sino de unifor-
midad ante el derecho.
En Inglaterra, las desigualdades económicas y sociales se defendían desde las organizaciones de la sociedad
civil, desde la sociedad organizada y se le pedía al Estado que permaneciera al margen, vigilando. En
cambio, en Francia, el poder del Estado se asentó en unas bases formales de igualdad jurídica, tomando a la
vez una serie de decisiones que aseguraban la desigualdad económica y social. Eran dos caminos, Inglaterra
y Francia, que implicaban una tensión entre el Estado y la sociedad civil.
En contraposición al Estado Social, en el siglo XIX, el Estado de Derecho se basaba en un orden social con
la pretensión de conciliar libertad y desigualdad económica. A su vez, la desigualdad económica y social de
los ciudadanos se entendía compensada con la igualdad ante la Ley, asegurada por el Estado.
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

Por ello, el Estado de Derecho se configuró sobre los principios de legalidad, legitimidad y división de
poderes, salvaguardando los derechos individuales, especialmente el de propiedad, a través de la Ley.
Esta teoría del Estado Liberal de Derecho es criticada duramente durante el siglo XIX por la denuncia
radical de Marx, la doctrina socialista de Lasalle o por autores liberales, como Stuart Mili.
Durante el siglo XX el Estado Liberal de Derecho se fue transformando en el Estado Social de Derecho
junto a las democracias más avanzadas, que reconvierten el Estado de Derecho típico en el Estado Social de
Derecho.
El punto de inflexión se da con la Constitución de Weimar (1919) en la que empiezan a reconocerse los
derechos sociales de los trabajadores. Es un hito del constitucionalismo moderno, caracterizado por el
intervencionismo estatal, a fin de hacer reales y efectivos los ideales de solidaridad y justicia social. Su
fracaso se debió al hecho de tratarse más de un documento programático que operativo.
Más tarde, la Ley Fundamental de Bonn (1949) acuñó la expresión Estado Social de Derecho, que sintetiza
el respeto al Estado de Derecho y el respeto a los derechos inalienables de la persona y a la visión social del
Estado.
De este modo, surge un nuevo modelo en el que el Estado se ve obligado a intervenir, no por razones éticas,
sino por razones prácticas, para corregir las distorsiones del mercado y los efectos disfuncionales de la
sociedad capitalista competitiva. Con ello se buscaba evitar los conflictos sociales y, sobre todo, se
contrarrestaba la posibilidad de una revolución, como la revolución rusa de 1917.
La idea de un Estado interventor para corregir las distorsiones del mercado se manifiesta en la Primera
Guerra Mundial y se consolida en la Segunda, de la mano de la doctrina keynesiana.
En este orden de ideas, la doctrina del Estado Social insiste en que el mercado libre, sin regulación alguna
por parte del Estado, genera injusticias en la sociedad civil y conduce a la irracionalidad y violencia del
sistema. Los fallos del mercado y los desajustes del desarrollo económico fuerzan la intervención del
Estado, que ahora se presenta como protector de la sociedad y de sus ciudadanos.
Así, los Estados industriales evolucionan hacia una transformación y ampliación de sus estructuras y
funciones que se agrupan en dos grandes apartados:
a) previsión de la existencia y
b) redistribución social.
La previsión de la existencia implica que el Estado Social debe adoptar medidas para garantizar a los
ciudadanos: seguridad, educación básica para todos, atención a los ancianos y discapacitados, protección a
los enfermos, protección al desempleo, cuidados médicos y servicios sociales. Garantías que son
consideradas como condiciones mínimas de bienestar social.
Para ello, el Estado debe ser capaz de redistribuir de mejor manera lo producido, buscando un equilibrio
entre las clases sociales y los territorios. El antiguo régimen se basaba en la justicia conmutativa y el Estado
Social, en la distributiva. En efecto, el Estado legítima su razón de ser en su capacidad para acabar con las
desigualdades que hacen imposible la práctica de las libertades de los ciudadanos.
El Estado de Derecho se refuerza con la constitucionalización de los derechos sociales, que por ser
esenciales no pueden ser ulteriormente limitados por el legislador. Los derechos fundamentales del ser
humano presentan dos rasgos jurídicos esenciales:
a) El sometimiento efectivo de la Ley a la Constitución cuando regula los derechos fundamentales, y
b) la instauración de un Tribunal Constitucional como garante del orden de valores que encierra la
Constitución.
El Estado Social se distingue del Estado de Derecho, a inicios del Siglo XX, no sólo en su relación
económica con la sociedad, sino también en su relación con el individuo. La Ley deja de ser el instrumento
revolucionario que todo lo puede, herencia de la revolución burguesa, y cede su lugar a la Constitución y a
los derechos fundamentales, que son los ejes sobre los que gira todo el Derecho público.

22
Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

El Estado Social de Derecho es un instrumento de integración, que hereda lo mejor del Estado Liberal de
Derecho como el respeto a las libertades públicas y la consideración de la persona como sujeto de derechos,
además de incorporar ideas de corte socialdemócrata o socialista. Proclama una serie de principios del orden
económico y social, y defiende a los trabajadores y a sus representantes frente al poder de los empresarios.
Permite que la libertad sea real y no sólo formal, propiciando la participación de los más desfavorecidos en
la riqueza generada.
Por ello, la diferencia entre el constitucionalismo moderno y la vigencia del Estado Social de Derecho
consiste en que el primero ha impulsado las ideas de libertad e igualdad formal frente a las ideas de
participación social e igualdad real.

3.2. Fundamento constitucional de los derechos sociales


Los derechos sociales han recorrido un largo camino hasta ser recogidos y amparados por las Constituciones
de los Estados de Derecho. Es necesario recordarlo para entender que han surgido como consecuencia de las
desigualdades y la injusticia social. Entenderlo y apreciarlo quizás sean requisitos ineludibles para que los
derechos sociales sigan vigentes y no se conviertan en la «letra muerta» de la Constitución.
La fundamentación racional acerca de la protección jurídica y garantías sobre los derechos económicos y
sociales, en el fondo, es la misma que para la fundamentación de los derechos humanos. Los grandes ejes
sobre los que ha girado la fundamentación de los derechos humanos han sido los valores de dignidad,
libertad e igualdad.
Ahora bien, ¿cuál ha de ser el valor que debe considerarse como postulado fundamental de la construcción
teórica y jurídico-positiva de los derechos sociales?
Para contestar a dicha pregunta, se pueden referir dos posiciones. La primera, la doctrina que se inclina por
entender que aquellos valores tienen un diferente alcance y fuerza de fundamentación, por lo que sería
lógico establecer un cierto orden de preferencia entre ellos. La segunda, parte de la doctrina sostiene la
necesidad de mantener una interpretación sistemática y unitaria de estos principios, que son los de dignidad,
libertad e igualdad.
Para la primera corriente, la libertad es una condición esencial de la existencia consustancial a los seres
racionales, mientras que la igualdad y la dignidad no son por sí mismas condiciones primarias de la
existencia humana, sino tan solo ideas fuerza de una determinada etapa histórica.
Sin embargo, al analizar los valores humanos como construcciones socio-culturales asumidas en un
determinado contexto histórico no se puede ni simplificar ni desvirtuar su contenido conceptual.
Así pues, el valor de la dignidad es susceptible de diversos enfoques. Por una parte, es la dimensión moral
en la que están ensamblados todos los derechos de la personalidad y, por otra, la dignidad es el germen de
todos los derechos naturales de la persona. Por ello, la dignidad sería el fundamento de todos los derechos
humanos garantizados jurídicamente a través de la libertad, la igualdad y el respeto.
Desde otra perspectiva, la dignidad fundada en el concepto de persona, tanto en sí misma como en función
de sus relaciones con los demás, adquiere una dimensión comunitaria e interpersonal que adquiere una gran
riqueza conceptual.
En cuanto a la libertad, es posible hablar de la libertad social, política y jurídica, incluso de modalidades
diversas de libertad: libertad psicológica, libertad moral, libertad de autonomía, libertad de participación,
libertad de prestación y, en fin, de la libertad positiva y de la negativa. Surge incluso el problema del choque
e incompatibilidad entre los principios de libertad e igualdad. Estaríamos, pues, ante un conjunto de
conceptos y términos que puede llegar a interpretaciones equívocas por el enfoque subjetivo con que es
utilizado desde cada contexto.
De igual modo, el concepto de la igualdad tiene diversidad de significados y resulta muy complicado extraer
un sentido unívoco. Se utilizan al menos las siguientes acepciones: libertad/igualdad jurídica; igualdad real y
efectiva; igualdad formal e igualdad material. La igualdad material es un continuo devenir, porque significa
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

liberar a la sociedad de la necesidad y del riesgo. Pero la igualdad material es un concepto relativo. Podemos
encontrar dos enfoques bien diferenciados: para unos la igual satisfacción de las necesidades fundamentales
favorece el concepto de igualdad como punto de llegada, y para otros, la igualdad material debe ser igualdad
de oportunidades que significa igualdad en el punto de partida.
Para Pérez Ñuño «los derechos humanos son un conjunto de facultades e instituciones que en cada momento
histórico concretan las exigencias de la dignidad, la libertad y la igualdad humana, las cuales deben ser
reconocidas por los dos ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional».
Bobbio adopta una posición sintética de modo que los principios de la libertad y la igualdad se conectan
estrechamente. Así, a los diferentes planos de libertad pueden corresponderles diferentes enfoques paralelos
de la igualdad. Entonces, a la libertad personal negativa le corresponde la igualdad jurídica. A la libertad
política, le corresponde la igualdad política en el sentido que adquiere en el Estado democrático. Y, por fin,
a la libertad política le corresponde la igualdad social, también denominada igualdad de oportunidades. Ello
implica que a la libertad negativa hay que unir la libertad positiva, que conduce al reconocimiento de los
derechos sociales. En el entendimiento que una situación integrada de libertad positiva y negativa conduce a
garantizar la igualdad, tanto en el punto de partida como en el de llegada: una igualdad material.
Por supuesto que los valores de libertad e igualdad aparecen recogidos en la Declaración de los Derechos
Humanos de la ONU de 1948, propiciada por Eleanor Roosevelt, como elementos básicos que aseguran la
dignidad de la persona. Su contenido es similar al que recogía la Declaración de Derechos del Hombre y del
Ciudadano de 1 789, pero su significado y alcance son bien distintos. Ahora la libertad y la igualdad del ser
humano no es una condición innata de derecho natural, sino un deber de actuación que se le impone al poder
público para que asegure esos valores en la aplicación del ordenamiento jurídico.
En la Constitución de Weimar, en 1919, el binomio libertad-igualdad se planteó como un compromiso entre
liberalismo y socialismo, entendiendo que subyacía una contradicción entre ambos principios. Se hacía
diferencia entre los derechos liberales adicionales como auténticos derechos fundamentales y los derechos
sociales como meros principios programáticos dirigidos al legislador.
A un resultado similar se llegó en las constituciones democráticas de la Segunda 3osguerra Mundial,
considerando y reconciliando las posiciones del Estado Liberal de Derecho y de los derechos sociales en la
cláusula del Estado Social. Esta contraposición llevaba al punto de negar uno de los factores para permitir la
existencia del otro. Pero las nuevas corrientes doctrinales obligaron a hacer una interpretación distinta que
pueda permitir la compatibilidad de los principios del Estado de Derecho con los del Estado Social.
Por ello, las constituciones democráticas modernas han encajado de manera simultánea y unitaria los
principios de Estado de Derecho y Estado Social. Así, pues, el régimen democrático impone las síntesis de
los principios de libertad e igualdad. El significado y alcance de los principios de libertad e igualdad en esta
circunstancia histórica son diferentes a los de los siglos XVIII y XIX.
Ahora bien, es necesario aclarar que el viejo concepto liberal de libertad consiste en considerarla como una
libertad negativa, es decir que se puede hacer todo lo que el Estado expresamente no prohibe. Cuando la idea
de libertad comenzó a integrar el principio de la democracia pluralista como forma de organización social,
debió cambiar su significado y reflejar la expresión de la legalidad social, configurándose como libertad
positiva. En el entendimiento de que la libertad positiva es la capacidad o posibilidad de hacer algo, no tanto
porque nadie lo impida, como porque el individuo se encuentra en posición de poder hacerlo, si quiere.
El conjunto unitario y sistemático de los conceptos libertad negativa, libertad positiva y libertad política
(libertad de participación) está en la base de la Declaración de la ONU de 1948, y, por tanto, en la plena
justificación de los derechos económicos, sociales y culturales, que son indispensables para la dignidad de la
persona y para el libre desarrollo de su personalidad.
Luego de este itinerario de valores y derechos, debemos realizar una parada obligada: nuestra Constitución
de 1978. Así, la Constitución española de 1978 ha adoptado un modelo de carácter integrador. En efecto, ya
en el Preámbulo desea establecer la justicia, la libertad y la seguridad garantizando la convivencia
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

democrática conforme a un orden económico y social justo, y proteger a todos los españoles y pueblos de
España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones. Además
de promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida.
En este sentido, el Artículo 1.1. determina que España se constituye en un Estado Social y democrático de
Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la
igualdad y el pluralismo político.
Asimismo, en el Artículo 9.2. de la Carta Magna se establece que los poderes públicos deben promover las
condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y
efectivas. Así como remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación
de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.
A lo dicho con anterioridad, corresponde añadir que dentro del Título I. De los derechos y deberes
fundamentales, el Artículo 10 prescribe lo siguiente: "1.La dignidad de la persona, los derechos inviolables
que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los
demás son fundamento del orden político y de la paz social. 2. Las normas relativas a los derechos fun-
damentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la
Declaración Universal de Derechos Humanos y los Tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas
materias ratificados por España."
La remisión a la interpretación conforme a la Declaración de la ONU y a los Tratados Internacionales nos
lleva a la conclusión de que los derechos no se reconocen al individuo abstracto, sino a la persona humana
inmersa en una concreta realidad social. Ello implica la síntesis de raíz de los viejos derechos de libertad y
de política y los nuevos derechos sociales de la persona.
Esta idea de dignidad conlleva la de libertad igual que cada persona tiene, para que, cualquiera que sea la
posición social de la que sea parte, disponga de las mismas oportunidades personales de autorrealización, así
como de las mismas oportunidades para disfrutar de la libertad positiva y negativa garantizada
constitucionalmente. En fin, dignidad, libertad e igualdad sustancial ante la Ley, son el fundamento unitario
de los derechos sociales, económicos y culturales.
De acuerdo con lo hasta aquí desarrollado, es relevante revisar el texto constitucional y retomar los
conceptos amparados en el capítulo segundo del Título I, sobre todo el artículo 15 sobre el derecho a la vida
y a la integridad física y moral, el artículo 16 sobre la libertad ideológica y religiosa, el derecho a la libertad
personal, entre otros. Depende del comportamiento de la sociedad civil hacer valer estos derechos para que
siempre sigan operativos y no sean una mera declaración de intenciones, es decir «letra muerta».

3.3. El debate sobre el grado de compatibilidad entre el Estado de Derecho y el Estado Social.
La fórmula Estado Social aparece prácticamente en todas las Constituciones a partir de 1918, cuando se hace
referencia al Estado, si bien se utiliza de maneras diferentes y con alcances y significados bien distintos.
En efecto, su verdadera dimensión originaria es establecida desde los postulados del socialismo moderado
de Lasalle. El reformismo social le otorgará los rasgos diferenciadores que prolongarán sus efectos durante
muchas décadas, tras las doctrinas de Von Stein. Su utilización ha sido tan contrapuesta, que se ha recogido
en formalizaciones de la Monarquía Constitucional, en las terribles experiencias autoritarias de la Alemania
nazi y la Italia fascista, e incluso, se encuentra en la base misma de las doctrinas neocapitalistas que han
progresado hacia el Estado de Bienestar. Finalmente, este término ha conseguido generalizarse en la mayor
parte de las constituciones europeas y concretarse en su sistema político.
Aparece aquí el dilema socialista de la lucha por el cambio del Estado frente al Estado mismo o las
valoraciones derivadas del denominado «rapto capitalista», que ha consistido en el intento, desde posiciones
conservadoras, de disminuir el sentido progresista de la cláusula social en las constituciones.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

No obstante, la cláusula del Estado Social ha encontrado fácil acomodo en las constituciones liberales e
incluso en las reformistas moderadas, en contraste con la constante revisión del concepto «social» en las
experiencias revolucionarias.
Por ello, surge la gran duda acerca de la compatibilidad entre el Estado de Derecho y el Estado Social y si,
en el fondo, no serán términos antitéticos. La finalidad del Estado Liberal de Derecho era establecer los
límites del poder frente a la esfera de la libertad individual. En este modelo la igualdad de los ciudadanos
muestra un perfil puramente formal: la igualdad ante la ley. De hecho, el efecto natural del Estado
Constitucional del siglo XIX era generar una natural desigualdad. La sociedad era antagónica al Estado,
tanto en sus intereses como en su ámbito de actividad.
En cambio, el arranque del Estado Social se justifica plenamente en el intento de superar la desigualdad
material de los ciudadanos sometidos a las duras leyes del mercado, creadoras de profundas diferencias e
injusticias sociales.
Así, el Estado Social se compromete en la lucha por conseguir que la libertad y la igualdad de los individuos
y de los grupos en que se integran, sean reales y efectivas, propiciando, debido a ello, la participación de
todos en la vida política, social, económica y cultural.
En este sentido, el concepto de Estado Social es un término con diferentes significados y alcances. En él
convergen desde las reivindicaciones laborales, hasta la protección de la salud, del medio ambiente, de los
colectivos marginados, así como la protección a la vertiente social de la familia y de las profesiones, entre
otros.
Pero ¿cuál es la relación entre los postulados clásicos del Estado de Derecho y las exigencias de igualdad
material típicas del Estado Social? ¿Cuál es el grado de compatibilidad entre el Estado de Derecho y el
Estado Social?
Podríamos destacar tres posiciones al respecto, según apunta González Moreno:
Una primera posición, muy negativa desde la Constitución de Weimar, la encabeza Cari Schmitt, que
mantiene la irrelevancia jurídica de la fórmula del Estado Social por carecer de contenidos concretos,
limitándola a simples compromisos formales. En esta línea profundizará Forsthoff, que vincula al Estado de
Derecho con la Constitución y la función social del Estado con la actividad administrativa y la legislación
ordinaria. El Estado de Derecho estaría determinado en su contenido mediante su opción por lo social, pero
esta opción carece de sentido constitucional y no tiene efectos sobre el plano constitucional. Según esta
posición, pues, resulta imposible configurar un Estado Social en el marco de una Constitución del Estado de
Derecho. Sólo existe la Constitución democrática a la que se le pueda adornar con preámbulos de
orientación social y de alcance puramente programático. Un rasgo esencial del Estado de Derecho es el
formalismo jurídico y la neutralidad ante los valores que muestran sus instituciones.
Según Forsthoff, la Constitución debía concentrarse en proteger y garantizar el Estado de Derecho, dejando
a un lado la vertiente social, cuya constitucionalización no era ni más ni menos que una simple descripción
de la sociedad industrial. Según esta posición, los ciudadanos carecen de derechos constitucionales o las
prestaciones propias del Estado de Bienestar. Sólo ostentan derechos subjetivos e intereses derivados de la
regulación legal de ciertas materias, siempre que haya preexistido el desarrollo legislativo o una actividad
administrativa en tal sentido, a las cuales queda subordinada la eficacia jurídica de aquellos derechos.
La segunda postura se ubica en un plano radicalmente opuesto al anterior. El Estado Social no solamente
contiene exigencias del ciudadano particular hacia el poder público, sino que alcanza su plena virtualidad
democrática si se extiende a toda la sociedad y ofrece igualdad de oportunidades a todas las personas
cualquiera sea su condición o proveniencia social.
Esta posición, en su enfoque moderado, la encarna Abendroth, así como los defensores de una
transformación de la sociedad a través del tránsito desde una economía capitalista hasta una economía
planificada. Para esta corriente de izquierda, la igualdad efectiva solamente es posible si el Estado interviene
radicalmente en los procesos económicos, planificando la distribución de los recursos en interés de todas las
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

personas. Este enfoque atribuye verdadero sentido democrático al sistema, no sólo a través de la
participación política en éste, sino también mediante la implantación de la democracia en la empresa, así
como la extensión e impregnación de ese carácter social a todos los ámbitos de la sociedad.
La tercera postura se presenta como la síntesis de las dos anteriores. Coloca su epicentro en el principio
democrático, que es el que realmente dota de coherencia a los requisitos y garantías del Estado de Derecho,
unido a los requerimientos materiales del Estado Social. El Estado de Derecho supera su carácter meramente
formal e integra los contenidos materiales que aporta la sociedad, que ejercita un derecho de participación
democrática, sometiéndose a los principios de legalidad y el marco de protección constitucional.
Ello posibilita finalmente cerrar el círculo de la fórmula «Estado Social y Democrático de Derecho». Según
Kriele, «El Estado Constitucional Democrático garantiza con sus instituciones los derechos humanos,
cívicos y políticos, lo cual es, no sólo imprescindible para una vida con dignidad humana, sino también la
base de cualquier lucha democrática por un ordenamiento jurídico y económico que tenga en cuenta los
derechos económicos, sociales y culturales».

4. EL ESTADO DE BIENESTAR
El Estado de Bienestar es un concepto muy diferente a las ideas de Estado de Derecho y Estado Social.
Mientras que estos últimos han supuesto dos grandes construcciones jurídicas con una fuerte base
ideológica, el Estado de Bienestar, en cambio, no es un concepto jurídico, sino una construcción política que
ha dado origen a diversos sistemas de protección social.
El Estado de Bienestar consiste en un conjunto de normas y prestaciones públicas que propenden a lograr un
grado elevado de estabilidad política y social. Se entiende por Estado de Bienestar Social un conjunto de
políticas públicas y de sus prestaciones que contempla lo siguiente:
a) La previsión de los ciudadanos frente a situaciones de riesgo, como el sistema de Seguridad Social.
b) La prestación directa o indirecta de servicios públicos básicos: sanidad, vivienda, educación,
transporte.
c) La integración social frente a situaciones de pobreza o de extrema necesidad, como las prestaciones
no contributivas, los salarios de inserción, los servicios sociales.
d) La protección laboral frente a situaciones de desigualdad, regulación del mercado de trabajo,
garantías, representación sindical.
e) La protección frente a los abusos de la contratación, la contratación en masa y el derecho de los
consumidores.
f) La protección del medio ambiente y la calidad de vida.
De este modo, el Estado de Bienestar Social es un gran pacto social que busca un punto de equilibrio entre
las reglas elementales de la economía de mercado y las garantías sociales. Responde a una firme convicción
de la sociedad que obliga al Estado a ser garante de un orden de libertades y participación sociales.
En este sentido, se ha llegado a definir el Estado de Bienestar en base a tres parámetros (R. Mishra, 1993:13-
14): compromiso público con el objetivo del pleno empleo; prestación por parte del Estado de toda una serie
de servicios sociales de carácter universal, es decir, de aquellos a los que tienen acceso todos los ciudadanos,
en función de esta condición; y tercero, prestación a su vez por parte del Estado de un conjunto de servicios
específicos de asistencia social, dirigidos a los grupos más desfavorecidos de la población.
Existen tres condicionamientos del Estado de Bienestar:
• El económico: cualquier modificación de las prestaciones de las garantías igualitarias tiene
incidencia en la economía.
• El sociológico: la evolución de la mentalidad social puede generar rechazo hacia determinadas
garantías sociales y/o exigir nuevas protecciones sociales.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

• El jurídico, muchas demandas sociales afectan a reconocimientos jurídicos de la Constitución,


libertad, propiedad, la libertad de empresa, entre otros. Esta protección constitucional se convierte en
una cierta barrera al Estado Social.
En este orden de ideas, queda claro que se espera que el Estado garantice, además del orden y seguridad, un
cierto grado de bienestar de sus ciudadanos. Su generalización está en deuda con las doctrinas de Keynes, no
porque éste tratara sobre el Estado de Bienestar, sino porque adoptó la técnica que justificó la intervención
del Estado en la economía.
En la teoría macroeconómica de Keynes, existe la concepción de que para combatir el desempleo hay que
actuar del lado de la demanda mediante la expansión del gasto público. Ello refuerza las posiciones de
Beveridge, cuya mejora del sistema de protección debería perfeccionar el sistema de producción.
Ahora bien, el nacimiento del Estado de Bienestar se sitúa en Inglaterra y responde a la necesidad de
incrementar la capacidad productiva en una economía de guerra y está ligada al keynesianismo. El gobierno
inglés crea los informes de Beveridge, en 1942, y el sistema de previsión y protección social se expandió por
todos los países de Europa. Tales informes abrazan la doctrina keynesiana del pleno empleo. Con la paz a la
vista, el pleno empleo podía desaparecer y entonces había que legislar sobre el paro. El pleno empleo es una
condición necesaria para una política universal de previsión social. Cuando se sobrepasa una tasa de fricción
(3% según Beveridge) empieza a prevalecer la desventaja de limitar la libertad de los individuos frente a las
ventajas de obligarles a desarrollar una previsión social en un nivel mínimo. La doctrina keynesiana
convenía al Estado de Bienestar Social debido a un conjunto de ideas que situaba el empleo en la cúspide de
las políticas económicas.
El Estado de Bienestar sobrevivió a la caída de la doctrina keynesiana cuando los gobiernos europeos
aplicaron políticas de reducción del gasto para controlar el déficit, la inflación y el endeudamiento.
Ya en los años setenta, en los países occidentales más avanzados, se comenzó a reflexionar de manera crítica
sobre los límites del Estado de Bienestar, coincidiendo con el auge de la crisis económica y el estancamiento
del modelo de desarrollo basado en el tándem Keynes-Beveridge, existiendo posicionamientos específicos
sobre las contradicciones de las políticas de redistribución, como el de J. O'Connor (1981) con su libro «La
crisis fiscal del Estado».
Así, el criterio keynesiano de aumentar los servicios sociales, según la demanda y según el superávit
acumulado por el crecimiento anual, pasa a ser cuestionado en el momento en que la crisis aparece
mostrando sus efectos más devastadores (caída de las tasas de crecimiento, inflación, paro, desintegración
social, etc.).
Desde diferentes puntos de vista, se le ha achacado al Estado de Bienestar la responsabilidad sobre los
diversos factores de crisis, que afloraban cada vez con más insistencia en los países industrializados: desde
la inflación, a la excesiva burocratización del sector público; desde la creciente reglamentación del mercado,
a la rigidez de la oferta de trabajo; desde la caída de la ética laboral y el sacrificio, al elevado coste del
trabajo; desde la crisis de ingresos públicos, a la crisis de legitimación. Se ha llegado incluso a hablar del
tránsito del Estado de Bienestar al Estado de Malestar (García Cotarelo, 1986).
Asimismo, cada vez se ha ido tomando mayor conciencia de que las políticas públicas de carácter social, tal
como se ha plasmado en el Estado de Bienestar, no eran capaces de modificar sustancialmente la
estratificación producida por el mercado, ni de eliminar la pobreza o reducir la separación entre unas capas
sociales y otras. En suma, que el Estado sea capaz de resolver todos los problemas que le salen al paso. Se
ha llegado a afirmar que el Estado no resuelve, ni podrá resolver nunca, todas las necesidades y carencias de
la vida humana (V. Camps, 1990:36). La solidaridad administrativa ha resuelto algunos aspectos de la
pobreza material, pero no puede disponer de instrumentos para detectar la pobreza postmaterial y la
precariedad de las relaciones interpersonales: la soledad, la desdicha, la desesperanza, la angustia, la
incomunicación.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

La constatación del denominado «efecto Mateo» (Deleeck, H. 1979), en el sentido de que se benefician más
de los servicios sociales, en general, aquellos componentes de la sociedad que tienen más información, nivel
de educación y de relaciones, que los que realmente más lo necesitan por su escasez de medios económicos,
también ha contribuido a un cierto descrédito de los logros del Estado de Bienestar.
Al mismo tiempo, se ha acusado al Estado Providencia de asumir una posición paternalista, y a los
ciudadanos, por su parte, de una actitud de dependencia pasiva. A. Cortina, 1994:32).
Es un hecho, que en los países de nuestro entorno, así como en España, se ha producido una reestructuración
del rol del Estado en relación con las que venían siendo sus funciones tradicionales (G. Rodríguez Cabrero,
1989:203), al hilo de la crisis del Estado de Bienestar, surgiendo como respuesta a ésta dos planteamientos,
en buena medida contrapuestos, el neoconservador (cuyos ejemplos más evidentes los encontramos en el
Reino Unido de los gobiernos de Thatcher y en los Estados Unidos bajo el mandato de Reagan) y el
socialcorporatista (que ilustran con claridad las administraciones socialdemócratas de Suecia y Austria)
(Alonso Hierro y Palazuelos Manso, 1993).
En ambos planteamientos subyace un redimensionamiento del sector público en las políticas de la
promoción de interés general, evidentemente con distinto nivel de intensidad y desiguales resultados en cada
supuesto.
Ahora bien, a esta altura ya nadie sostiene que la actividad estatal pueda llegar a todas las áreas
comunitarias. Ello se debe a diversas causas, tales como la excesiva burocratización e ineficacia de los
aparatos de la Administración, la inexistencia de recursos suficientes para satisfacer las demandas crecientes,
así como la inconveniencia de abandonar a la responsabilidad pública acciones que caen dentro de la res-
ponsabilidad individual.
Siguiendo a Rosanvallon (1981), «El único medio posible (para solventar los problemas derivados de la
crisis del Estado de Bienestar) es acercar la sociedad a sí misma». La alternativa a la crisis del Estado
Providencia sólo tiene sentido si se inscribe en un triple movimiento que consiste en reducir la demanda de
Estado, reintegrar la solidaridad a la sociedad y producir una mayor transparencia social.
Con el impacto de la caída de los países comunistas de Europa del Este, se ha confirmado la postura de la
imposibilidad del Estado en relación a asumir la «procura asistencial», como lo definía Forsthoff (1975).
Ello se debió quizás a que el Estado Providencia o «Interventor», como vino a denominarse, no se autolimitó
y llegó, incluso, a convertirse en términos generales en un Megaestado, que es incapaz de reconocer
autonomía y protagonismo a la sociedad civil (Drucker, 1993).
Es precisamente bajo estas coordenadas donde surge con fuerza e identidad propia, lo que ha venido a
denominarse Tercer Sector, que es el conjunto de entidades no lucrativas o de carácter solidario, que vienen
a complementar, cuando no a sustituir, a las actividades de interés general llevadas a cabo, con distinta
suerte, con anterioridad por el Estado, según el grado de desarrollo económico y de modernización de cada
país.
Paulatinamente, se va abriendo paso no sólo la legitimación del Tercer Sector, sino también una llamada a
su crecimiento e impulso por parte de los poderes públicos, basándose en el valor de la solidaridad. De
hecho, se entiende que «...es importante que empiece a organizarse la sociedad, que se aprovechen al
máximo las organizaciones existentes, para que las prestaciones sociales ganen en eficacia y en humanidad,
para que todas las prestaciones necesarias puedan verse atendidas» (Camps, V. 1994:184).
En este orden de ideas, con la crisis del Estado de Bienestar surge la necesidad de hacer compatible la acción
del Estado Social con una mucho más fuerte presencia y efectividad de las instancias organizativas
intermedias que componen el total entramado del tejido social (V. Zapatero, 1986:65 y siguientes; E. Díaz,
1989:231).
Como paradigma de esta posición ha de ser citado V. Pérez Díaz (1978 y 1987), así como A. Sáenz de Miera
(1992), con sus teorizaciones sobre la «Sociedad necesaria», que se define por el reconocimiento de las
iniciativas individuales y sociales en un marco pluralista. «En este sentido debe existir una zona en la que
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los individuos y los grupos, fuera y al lado del Estado, puedan preocuparse del bien común, asumiendo el
cuidado de ciertos aspectos de éste y responsabilizándose de su efectividad. Son las iniciativas sociales al
margen del Estado, las que vivifican la idea de la fundación y las que presuponen un área de libertad, en la
que desarrollar sus provectos, encaminados hacia el bien colectivo. Si la sociedad no exige esa zona de
libertad en que encarnar las iniciativas privadas hacia el bien común, las fundaciones no tienen razón de
existir» (A. Sáenz de Miera, 1992:100).
Asimismo, no faltan otros planteamientos que hacen referencia a la «corresponsabilidad social» o
responsabilidad compartida Estado-Sociedad. La corresponsabilidad social entiende que es necesaria la
cooperación de todos los ciudadanos para generar el bienestar social. Esta teorización ha sido desarrollada
fundamentalmente por V. Camps (1994:186) y en cierta medida supone una llamada a salvar el núcleo
fundamental del Estado de Bienestar, descargando determinadas actividades colectivas en las entidades no
lucrativas. En esta misma línea de enmarcar las relaciones sector público-sector privado en la política social
se puede citar a Montagut (1994), que hace referencia a la corresponsabilidad en la prestación de servicios
por medio del Tercer Sector. Pero hay que poner de manifiesto que el enfoque de la corresponsabilidad
puede ser el camino más flexible y sensible de compromiso con los problemas sociales, evitando las
excesivas burocracias públicas y la limitación de recursos de las ONGS, siempre que la garantía global de
los derechos sociales fundamentales continúe asegurada por las instituciones democráticas públicas
legítimas (Abrahamson, 1995:139).
Como un planteamiento novedoso, inspirado en las ideas sobre las instituciones intermedias de Alexis de
Tocqueville, Fukuyama F. (1995) afirma que las fundaciones, las asociaciones y los proyectos solidarios
refuerzan el hábito de trabajar en equipo con facilidad e incrementan la productividad, hacen innecesarias las
reglas rígidas y dinamizan los procesos para crear «capital social», útil para crear riqueza, trabajo y
bienestar. Putnam ha definido el «capital social» como la medida cuantificable en que el tejido de relaciones
humanas en una comunidad, la participación de sus individuos en actividades sociales y el entramado de
contactos entre grupos, contribuyen a formar un fondo de confianza mutua. Incluso desde una perspectiva
económica utilitarista se ha llegado a afirmar que «fortalecer a las organizaciones no lucrativas resultará
lucrativo para nosotros». P. Drucker (1996: 231) parte de la base de que no convertir esta propuesta en una
prioridad social supondrá profundizar inexorablemente la polarización social.
En esta línea de pensamiento, cabe citar en nuestro país a G. Rodríguez Cabrero (1993), que sostiene que las
políticas sociales evolucionan en la Europa comunitaria al hilo de una segunda reestructuración del Estado
de Bienestar, en la que aparece un modelo mixto en el que el Estado garantiza la financiación básica de
servicios y prestaciones; a su vez el mercado y el sector voluntario gestionan una parte creciente de los
servicios públicos, al mismo tiempo que se especializan en ofertas complementarias dirigidas hacia los
tramos de renta media-alta (mercado) o sustituyen al Estado en la atención de los grupos de riesgo o menos
favorecidos de la sociedad (sector voluntario).
Desde una óptica del Derecho administrativo, S. Muñoz Machado (1996) afirma que el impacto comunitario
(arts. 89 a 93 del Tratado) está provocando un cambio cultural muy importante, que está afectando a la
configuración de los servicios públicos, de tal forma que se está produciendo una «creciente participación de
la sociedad en actividades de interés general, antes monopolizadas en el ámbito público». Este hecho está
ocasionando una fuerte expansión del movimiento fundacional.

5. VENTAJAS E INCONVENIENTES DEL ESTADO DEL BIENESTAR


La crisis actual del Estado de Bienestar se evidencia en el recorte a las prestaciones sociales que se habían
concedido, en los procesos de privatización, en el aumento del tiempo de la cotización para poder percibir
determinadas prestaciones, en el aumento de la edad de jubilación, en el cuestionamiento del sistema de
pensiones, en la necesidad de privatizar las prestaciones sanitarias o establecer el «copago», en la obligación

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

de pagar servicios públicos hasta la fecha gratuitos y en la reducción de las prestaciones por desempleo,
entre otros.
Al abordar las ventajas e inconvenientes que plantea el Estado de Bienestar, se ha hablado más de la crisis
fiscal del Estado de Bienestar que de sus efectos beneficiosos, entre los que corresponde destacar: su fuerza
pacificadora de los conflictos sociales.
Cuando en los años setenta el estancamiento económico, la inflación y el crecimiento del desempleo hizo
tambalear la receta keynesiana comenzó a fracasar. Ahora mismo, el déficit fiscal pone en peligro el Estado
de Bienestar, sobre todo cuando la política de gobierno no le tiembla el pulso para ejercer recortes sociales.
En definitiva, un presupuesto estatal que priorice el «déficit cero» incide necesariamente en el gasto social y
en el empleo.
En esta línea, hay que tener presente que en los años 80 la tasa de gasto social superaba el 50% del gasto
público. Eran tiempos en los que se dispararon la inflación y el desempleo. Los partidos de derecha le
achacaron al Estado de Bienestar la falta de eficacia, la baja productividad, y que disparaban los costes del
Estado para unos deficientes servicios públicos prestados. Se le acusó de ser ineficaz, burocrático, des-
pilfarrador y de facilitar una comprensión falsa de la realidad política y social a la clase obrera.
Desde las ideologías de izquierda, en cambio, se ha acusado al Estado de Bienestar de ser un medio, un
instrumento para estabilizar la sociedad capitalista y no para transformarla. De ser una prueba del fracaso a
la hora de distribuir con igualdad y justicia social los ingresos entre las clases del trabajo y del capital. En
fin, también ha sido tachado de ineficaz, burocrático, caro y, sobre todo, que suele llegar tarde, debido a que
no desarrolla actividades preventivas y se vuelca sólo a la asistencia a posteriori.
Hacia finales del siglo XX, las críticas se reconducen hacia la preferencia por conservar los avances del
Estado de Bienestar, especialmente la estabilidad política y la integración social, la paz social. Se han
evitado desigualdades y se ha mejorado la formación del capital humano, lo que incide en la mayor
productividad. Se consigue un efecto redistributivo y se considera que ha mejorado la distribución de las
rentas entre la fase activa y pasiva de los ciudadanos. Además, se considera que mejora la satisfacción de las
necesidades básicas de los individuos. Pero también se critica que las políticas de gastos sociales pueden
producir efectos perversos en determinados supuestos.
Asimismo, el Estado de Bienestar se ha vinculado a los Estados democráticos modernos y no se podría
eliminar sin graves fracturas y conflictos sociales. Si no se producen sus reformas, se puede entrar en la fase
de deslegitimación y de imposibilidad de mantenimiento fiscal. La falta de consenso es peligrosa entre los
que consideran que la redistribución es injusta y los que ven desatendidas sus necesidades.
De hecho, se evidencian cambios de actitud en las clases medias con respecto a la valoración del Estado de
Bienestar surgidas como consecuencia de que las prestaciones pueden volverse en contra, debido a que
deben que soportar enormes cargas fiscales para mantener un sistema que consideran ineficiente o que no
cubre sus necesidades.
La idea del Estado de Bienestar y la opinión de la sociedad ha sido muy cambiante. La opinión de ésta y la
presión que ejerza pueden modificar el carácter flexible del Estado Social. En efecto, el consenso sobre el
Estado de Bienestar es menos fuerte de lo que aparentan las declaraciones legales.
De este modo, hoy en día se habla del «desmantelamiento del Estado de Bienestar» debido a que existe la
tendencia a ir desplazando las prestaciones que ofrece el Estado hacia la gestión privada y la gestión pública
expresa cada vez con mayor contundencia su imposibilidad para mantener los gastos derivados de las
prestaciones sociales.
Quizás sea el momento de reivindicar el papel de la sociedad civil, de la iniciativa social como la forma
adecuada de las sociedades «...para contribuir a la mejora del bienestar. Como una forma de poner en primer
lugar los valores de solidaridad, de considerar a la persona como objetivo de la acción y como mecanismo
de control del Estado y del Mercado por parte de los ciudadanos. Es con este «Bienestar compartido» como
realmente podremos salvar entre todos el Estado de Bienestar. Ahora bien, no se trata de asumir sin más
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

aquellos espacios que abandona el Estado o que no son suficientemente rentables para el Mercado, sino de
«compartir», y en este compartir, entre otros aspectos, lleva consigo un reparto de responsabilidades real y
de toma de decisiones en los aspectos que los afecten.»

6. CONCLUSIONES
La historia de la humanidad puede interpretarse como la de una búsqueda de valores que justifican la
superación de situaciones de desigualdad e injusticia social. Así, al igual que evolucionan la exigencias de la
sociedad, el sistema político de cada una de las épocas históricas debe ser diferente, porque es el reflejo de la
sociedad de la cual dimana. De este modo, con la caída del Antiguo Régimen surge el Estado de Derecho,
que da paso al Estado Social de Derecho y, este último, al Estado de Bienestar.
El Estado de Derecho típico aparece en el siglo XIX. Surge de las doctrinas ilustradas del siglo XVIII y de
los avatares de la Revolución Francesa como defensores de la libertad e igualdad de los ciudadanos frente a
los privilegios y abusos del antiguo régimen. La Revolución afirma una serie de principios igualitarios: la
igualdad ante la Ley, la educación universal, la carrera abierta al talento, la ciudadanía común, la obli-
gatoriedad de pagar impuestos, la igualdad para emprender cualquier negocio, ejercer cualquier profesión, la
igualdad de derechos para comprar, vender o comerciar o adquirir cualquier tipo de propiedad. Esta forma
política tiene su statu quo radicado en la Ley.
En cuanto al Estado Social de Derecho: durante el siglo XX el Estado Liberal de Derecho se fue
transformando en el Estado Social de Derecho junto a las democracias más avanzadas. En el nuevo modelo,
el Estado se ve obligado a intervenir, no por razones éticas sino por razones prácticas, para corregir las
disfunciones del mercado v los efectos disfuncionales de la sociedad capitalista competitiva y, para evitar,
mediante la reforma social, la revolución violenta. Estas ideas surgen en la Primera Guerra Mundial y se
consolidan en la Segunda. La doctrina del Estado Social insiste en que la sociedad civil abandonada a los
mecanismos del mercado y de regulación espontánea genera múltiples injusticias y conduce a la
irracionalidad y violencia del sistema. La función del Estado debe contribuir a una previsión de la existencia
y a una redistribución social con equidad. El Estado Social se distingue del Estado de Derecho a inicios de
siglo no sólo en su relación económica con la sociedad, sino también en su relación con el individuo. La Ley
deja de ser el instrumento que todo lo puede, cediendo su lugar a la Constitución y a los derechos
fundamentales, que son los ejes sobre los que gira todo el Derecho público.
Por su parte, el Estado de Bienestar nace tras la Segunda Guerra Mundial y se extiende por toda Europa. El
Estado de Bienestar Social es un gran pacto social que busca un punto de equilibrio entre las reglas
elementales de la economía de mercado, la propiedad privada, la libertad de empresa, la competencia y a la
vez ciertas garantías sociales. Responde, por tanto, a una firme convicción de la sociedad que obliga al
Estado a ser garante de un orden de libertades y participación sociales.
En este sentido, es importante recordar que la Constitución de 1978 manifiesta que España es un Estado
Social y Democrático de Derecho. Asimismo, la remisión que hace la propia Constitución para que los
derechos fundamentales y las libertades sean interpretadas conforme a la Declaración de la ONU y a los
Tratados Internacionales, alude directamente a la intención de que los derechos no se reconocen al individuo
abstracto, sino a la persona humana inmersa en una concreta realidad social. Ello implica el reconocimiento
de los derechos sociales por parte de la Constitución.
De este modo, el valor de la dignidad albergado en la Constitución es interpretado en el sentido de que cada
persona debe tener, cualquiera que sea la posición social de partida, las mismas oportunidades personales de
autorrealización, así como la misma posibilidad de disfrutar de la libertad positiva y negativa. En fin,
dignidad, libertad e igualdad sustancial ante la Ley son el fundamento unitario de los derechos sociales,
económicos y culturales.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 2

7. LECTURAS RECOMENDADAS:

7.1. Texto:
«Es ya de sobra conocida la sentencia del Tribunal Constitucional 18/1984, de 7 de febrero, en la que se
señala, con carácter general, que «es propio del Estado Social de Derecho la existencia de entes de
carácter social, no públicos, que cumplen fines de relevancia constitucional o de interés general», y que la
configuración del Estado como Estado Social de Derecho «viene así a culminar una evolución en la que la
consecución de los fines de interés general no es absorbida por el Estado, sino que se armoniza con una
actuación mutua Estado-Sociedad» (Pinar, 1992, p. 9).
En un estado social, pues, como es el español según dispone expresa y claramente el artículo 1o de la
Constitución, es imprescindible la interrelación entre lo público y lo privado. Es imprescindible, en suma, el
vínculo entre el Tercer Sector y el sector público.»
PINAR MAÑAS, José Luis, 2005, «Tercer Sector, Sector Público y Fundaciones» en Revista Española del
tercer sector n° 1.

7.2. Lectura recomendada:


Perez-Diaz, Víctor y López NOVO, Joaquín, 2003, El Tercer Sector Social en España, Madrid: Ministerio
de Trabajo y Asuntos Sociales.

7.3. Bibliografía recomendada:


Cabra de Luna, Miguel Ángel, 1998, El Tercer Sector y las Fundaciones de España hacia el nuevo Milenio,
Madrid: Escuela Libre, ISBN: 84-88816-52-9
Cabra de Luna, Miguel Ángel, 2003, «Las instituciones europeas y las organizaciones de la Economía
Social», en La Economía Social y el Tercer Sector, Madrid: Escuela Libre Editorial.
Cabra de Luna, Miguel Ángel y Fraguas Garrido, Berta, 2005, ¿Qué son y qué quieren ser las fundaciones
españolas? Una aproximación a sus roles y su futuro en el marco europeo, Madrid: Fundación Vodafone
España, ISBN: 84-933783-2-1.
De Lorenzo, R., Pinar Mañas, J. y Sanjurjo, T., 2010, Tratado de Fundaciones, Madrid: Aranzadi, S.A.
De Lorenzo, Rafael, 2010: «Cambio Social y Tercer Sector» en Pérez Bueno, L.C., Discapacidad, Tercer
Sector e Inclusión Social. Estudios en Homenaje a Paulino Azúa Berro, CINCA, S.A.
Muñoz Machado, S.; García Delgado, J. L. y González Seara, L. (directores): Las estructuras del Bienestar.
Propuestas de reforma y nuevos horizontes. Madrid, Escuela Libre/Cívitas, 2002.
Pérez-Díaz, Víctor y lópez Novo, Joaquín, 2003, El Tercer Sector Social en España, Madrid: Ministerio de
Trabajo y Asuntos Sociales.
Ruiz Olabuenaga, José, 2007, Sociología de las organizaciones complejas. Bilbao: Universidad de Deusto.
Salamon, Lester, 2001, La Sociedad Civil Global. Las dimensiones del sector no lucrativo, Madrid:
Fundación BBVA.

8. EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN:
Refiere los orígenes históricos del Tercer Sector, del Estado Social y del Estado de Bienestar.
Explica por qué España es un Estado Social y democrático de Derecho. Reflexiona sobre la importancia de
que la ciudadanía comprenda su responsabilidad en la vigencia del Estado de Bienestar.

9. RESUMEN:
En este capítulo, hemos realizado una primera aproximación al Tercer Sector, desde una perspectiva
conceptual e histórica, y se han desarrollado los fundamentos del Estado Social y del Estado de Bienestar,
como modelos de convivencia integra-dora frente al modelo neoliberal imperante.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

CAPÍTULO III: UN NUEVO PARADIGMA: LA ECONOMÍA SOCIAL Y EL TERCER SECTOR.


CARACTERÍSTICAS DEL TERCER SECTOR Y SU DIMENSIÓN INSTITUCIONAL Y
SOCIOECONÓMICA
Por Rafael de Lorenzo y Lorena Moro
Objetivos
Conocer las características y el ámbito de actuación del Tercer Sector y de la Economía Social.
Comprender la dimensión institucional y económica del Tercer Sector, su peso específico en la sociedad.

Conceptos
Tercer Sector, Economía Social

1. INTRODUCCIÓN
En España existe un Tercer Sector, diverso y multiforme, que ha comenzado a madurar y que cada vez
exhibe un mayor protagonismo. Desde una concepción tradicional, se tiende a identificarlo con el núcleo
básico de las asociaciones y fundaciones. Pero desde una óptica más ajustada a la realidad actual, se podría
considerar al Tercer Sector como una moneda con dos caras. En el anverso, estaría constituido por el
conjunto de organizaciones sociales que responden al criterio tradicional, y en el reverso, se lo asociaría al
conjunto de entidades socioempresariales, que configuran la denominada Economía Social.
Ante este paradigma, nos introducimos en un escenario extraordinariamente rico y heterogéneo, de gran
trascendencia cualitativa y cuantitativa, como podremos apreciar en el transcurso del capítulo.
Ahora bien, al abordar estos conceptos y para una mejor comprensión de los temas, el presente capítulo se
estructura en tres bloques: el primero, se centra en definir la Economía Social, en determinar sus
características, su tipología y su contribución a la creación de empleo. El segundo bloque, se dispone a
profundizar en el conocimiento del Tercer Sector y sus características. El tercero, procura valorar la
dimensión institucional y socioeconómica del Tercer Sector.

2. LA ECONOMÍA SOCIAL
La Economía Social tiene presencia en espacios sociales desatendidos por el sistema económico tradicional,
donde la solidaridad y la cohesión social juegan un papel clave en su desarrollo. Surge como una forma
distinta de crear riqueza, a partir de una actividad económica que responde a la valoración de la persona por
encima del capital.
La Comisión de las Comunidades Europeas, en su comunicado al Consejo de fecha 18 de diciembre de
1989:
«Una empresa pertenece a la Economía Social si su actividad productiva se basa en técnicas de
organización específicas. Estas técnicas se fundamentan en los principios de solidaridad y participación
(que fundamentalmente responden a la norma de «un hombre un voto») entre sus miembros, sean éstos
productores, usuarios o consumidores, así como en los valores de autonomía y de ciudadanía. En general,
estas empresas adoptan la forma jurídica de cooperativa, mutua o asociación» (Es necesario recordar que
en Europa no existe la figura de la Sociedad Laboral, por esto no se cita.).
A continuación, se ofrece la posibilidad de comprender su naturaleza, tipología y el rol destacado que
cumple como fuente de empleo de calidad.

2.1. Concepto de Economía Social


Afortunadamente, la Economía Social ya puede presumir de un marco jurídico propio debido a la reciente
sanción de la Ley 5/2011, de 29 de marzo, de Economía Social. Norma que procura un amparo jurídico para
aquellas organizaciones cuya actividad productiva o de prestación de servicios busca el beneficio
económico, pero salvaguardando la participación democrática («un hombre, un voto»), los principios de
solidaridad y la preponderancia de la persona sobre los resultados del capital.
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

La Economía Social consiste en una forma específica de realizar actividades económicas con un
incuestionable valor social. De conformidad con la Ley 5/2011, de 29 de marzo, de Economía Social, en su
artículo segundo es definida del siguiente modo:
«Se denomina economía social al conjunto de las actividades económicas y empresariales, que en el ámbito
privado llevan a cabo aquellas entidades que, de conformidad con los principios recogidos en el artículo 4,
persiguen bien el interés colectivo de sus integrantes, bien el interés general económico o social, o ambos.»
Dicha definición se completa, entonces, con los principios rectores que deben albergar las entidades de
economía social y son descritos en el artículo 4 de la Ley de Economía Social, como se menciona a
continuación:
«Las entidades de la economía social actúan en base a los siguientes principios orientadores:
a) Primacía de las personas y del fin social sobre el capital, que se concreta en gestión autónoma y
transparente, democrática y partici pativa, que lleva a priorizar la toma de decisiones más en función
de las personas y sus aportaciones de trabajo y servicios prestados a la entidad o en función del fin
social, que en relación a sus aportaciones al capital social.
b) Aplicación de los resultados obtenidos de la actividad económica principalmente en función del
trabajo aportado y servicio o actividad realizada por las socias y socios o por sus miembros y, en su
caso, al fin social objeto de la entidad.
c) Promoción de la solidaridad interna y con la sociedad que favorezca el compromiso con el desarrollo
local, la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, la cohesión social, la inserción de
personas en riesgo de exclusión social, la generación de empleo estable y de calidad, la conciliación
de la vida personal, familiar y laboral y la sostenibilidad.
d) Independencia respecto a los poderes públicos.»
En el primer Congreso de la Economía Social celebrado en Madrid en 1993 y organizado por CEPES, la
Economía Social ha sido definida como: toda actividad económica, basada en la asociación de personas en
entidades de tipo democrático y participativo, con primacía de las aportaciones personales y de trabajo sobre
el capital.
En efecto, el éxito de las empresas de la Economía Social no se mide sólo en función de sus resultados
económicos, sino, sobre todo, por su contribución en términos de solidaridad, cohesión social y actuación en
el territorio.

2.2. Características de la Economía Social


Es importante destacar las siguientes características de la Economía Social, en tanto se trata de un sector que
es:
1. Generador de empleo y empleo de calidad. Suele no estar afectado por los ciclos económicos en la
intensidad de otros sectores, y el empleo que genera es más indefinido que temporal.
2. Aglutinador y enriquecedor de empresas; promotor de proyectos de desarrollo empresarial. Crea
empresas nuevas, refuerza las que asume y potencia la capacidad de emprender proyectos nuevos.
3. Integrador de personas que se comprometen con la creación y mantenimiento de su puesto de trabajo.
Se apoya en el compromiso personal del emprendedor y refuerza los valores de éste.
4. Potenciador de actividad económica, también en zonas geográficas en las que no existe alternativa.
Refuerza la actividad económica bien por la recuperación de empresas, bien por la creación de otras
nuevas, o por su ubicación en zonas geográficas sin otra alternativa (zonas rurales), o también por la
generación de actividad en zonas económicas no abordadas por la iniciativa privada.
5. Activador de servicios y prestaciones sociales nuevas, que cubren nuevas necesidades de la sociedad
y ayudan a una mejor calidad de vida. Aborda iniciativas (inserción social) y posibilidades
(yacimientos de empleo) innovadoras. Actúa en todos los campos que apoyan las mejoras de las

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

condiciones de vida de las personas (vivienda, sanidad, educación, crédito, desarrollo rural,
protección y asistencia social...)
6. Recuperador de iniciativas locales de empleo y de riqueza. Apoya la creación de actividad desde la
iniciativa y el apoyo al desarrollo local.
7. Actúa con más fuerza allí donde la oferta de empleo decrece. La existencia de zonas con mayor
desempleo provoca esfuerzos imaginativos de solidaridad para iniciar actividad económica basada en
el esfuerzo de emprendedores.
8. Depende de la iniciativa personal (Autoempleo, promotores...). Es la persona, en su capacidad de
promotor y por su solidaridad con los otros, quien crea empresas de Economía Social, cuya
propiedad es colectiva y equilibrada entre los socios.
9. Acoge e integra a todos los colectivos sociales. Sus principios sustantivos □asan
se en la no
exclusión de nadie; especialmente es integrador de personas con independencia de sus condiciones
físicas.
Asimismo, algunos atributos específicos de las empresas de la Economía Social son expresados de forma
sencilla y precisa, por Cabra de Luna del siguiente modo:
- La primacía de la persona y del objeto social sobre el capital.
- La adhesión voluntaria y abierta.
- El control democrático por sus miembros.
- La conjunción de los intereses de los miembros usuarios y del interés general.
- La defensa y aplicación de los principios de solidaridad y responsabilidad.
- La autonomía de gestión e independencia respecto a los poderes públicos.
- La mayor parte de los excedentes se destinan a la consecución de objetivos a favor del desarrollo
sostenible, el interés de los servicios a los miembros y el interés general.
En definitiva, los elementos característicos de la definición de Economía Social son:
1. Identificación del concepto en la específica manera de hacer o de actuar en el mercado o en la
sociedad. En este sentido el Consejo Económico y Social de las Comunidades Europeas propone que
la definición «se base en las principales características que diferencian la Economía Social de la
empresa privada clásica o del sector público. Se debe conceder especial atención a los objetivos y las
actividades centradas en el ciudadano. Esto significa que la Economía Social se definirá como aque-
lla que tenga por objeto trabajar para sus miembros y usuarios y para la sociedad, a fin de satisfacer
necesidades precisas de interés público». Lo que significa que es la acción, el objeto social, la forma
de organizarse y el compromiso con los socios y con los ciudadanos lo que identifica una
organización como de Economía Social, pues son sus elementos específicos, diferenciadores del
resto de las organizaciones.
2. Un nuevo eje identificador es el valor de la persona por encima del capital, situando éste como
instrumento y no como base de la capacidad de decisión o del reparto de beneficios. El lema de «un
hombre un voto» es resumen del concepto por el que todos valen igual y nadie se diferencia por
cuestiones marginales al concepto personal, especialmente por la posible aportación distinta de
capital, como ocurre en las sociedades anónimas. Las decisiones han de ser participativas, porque
también lo es la propiedad, en la que nadie tiene más peso que nadie por el hecho de que pudiera
tener más capital. Lo mismo ocurre con los resultados de la actividad, elemento importante de
distribución económica equilibrada. Las diversas figuras que actúan bajo esta filosofía desarrollan
este principio en diversa graduación, según su propia configuración jurídica, pero todas ellas se
basan en una concepción colectiva de la organización.
3. Otro eje es la actuación por y para sus socios y el entorno en que se ubica. La solidaridad es factor
aglutinador del concepto de la Economía Social, pues lo colectivo está en la base de toda iniciativa
en este sector. Es elemento tractor del que los demás elementos y valores son tributarios, por el que
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

las decisiones y el reparto de resultados han de ser basados en la persona y no en el capital aportado.
Sin el concepto de lo colectivo no se podría dar este tipo de organizaciones.
4. La acción de la Economía Social es entendida como la mejor gestión de los recursos disponibles para
conseguir la eficaz realización de los objetivos propuestos. No tiene, necesariamente, que haber
relación de mercado, en cuanto se produzcan ventas (intercambio comercial entre productos y
dinero), sino que se puede dar en «servicios a hogares», aunque la financiación venga de cuotas u
otro tipo de ingresos no provenientes directamente de la venta. Es una concepción de la empresa en
sentido amplio, referido a la gestión de recursos disponibles dirigidos a la consecución de unos
objetivos sociales.
5. Subyace en todo ello un eje económico y colectivo que tiende a concebir este tipo de actividad en
valores de riqueza colectiva (no de enriquecimientos individuales), de construcción social, de
enriquecimiento y aportación personal al proceso de la actividad (no de estructuración en grupos que
deciden y grupos que ejecutan).

2.3. Tipología de la Economía Social


Forman parte de la economía social: las cooperativas, las mutualidades, las fundaciones y las asociaciones
que lleven a cabo actividad económica, las sociedades laborales, las empresas de inserción, los centros
especiales de empleo, las cofradías de pescadores, las sociedades agrarias de transformación y las entidades
singulares creadas por normas específicas que se rijan por los principios establecidos en el artículo anterior,
de conformidad con el artículo 5 de la Ley 5/2011, de 29 de marzo, de Economía Social.
Dicha enunciación de entidades no es conclusiva, pudiendo ser parte de la economía social aquellas
entidades que realicen una actividad económica y empresarial, cuyas reglas de funcionamiento respondan a
los principios orientadores (enumerados en el artículo cuarto) y que sean incluidas en el catálogo de
entidades establecido en el artículo 6 de la Ley. Catálogo que, según la norma citada, deberá tener actualiza-
do el Ministerio de Trabajo, previo informe del Consejo para el Fomento de la Economía Social.
El «acta de nacimiento» de la Economía Social puede remontarse a 1844, con los pioneros de Rochdale. Allí
se creó la primera cooperativa conocida: un taller creado por tejedores de franela en 1830. No obstante,
pueden encontrarse referencias de fábricas cooperativas en Wolverhampton y Hull entre 1767 y 1 795,
respectivamente. El capital de todas ellas era suscrito por personas e instituciones benéficas. Los ideales y
planes de Rochdale pretendían mejorar las condiciones económicas y sociales de sus miembros con diversas
acciones, como el establecimiento de una tienda para la venta de provisiones y ropa, entre otras mercancías.
Fue, sin duda, una respuesta colectiva innovadora y creativa frente a la exclusión y al sin fin de dificultades
que planteaba el mercado y la concepción social de la época.
Poco a poco, esta respuesta colectiva, sistemática y ordenada, para crear sistemas de generación de riqueza
que suplieran la escasez y la exclusión, fueron abarcando los diversos campos y necesidades: consumo,
vivienda y producción (agrícola, artesanal, industrial).
Sus pioneros adoptaron unos principios, que se constituirán, posteriormente, en el marco definitorio de la
que debe ser una cooperativa: principio de solidaridad de «puerta abierta», la regla de «un hombre un voto»
(democracia organizativa); la venta a precio de coste (actuar en el mercado sin «ánimo de lucro»); la
bonificación a los socios sobre la porción no reinvertida de los beneficios (retorno cooperativo); la creación
de medios para el desarrollo integral de la persona (fondos de educación).
Posteriormente, y siguiendo una filosofía semejante, se une al concepto el mutualismo como esfuerzo
colectivo de crear sistemas de protección social para determinados grupos sociales, que de otra manera no
los tendrían o los tendría mermados.
En España, bastantes años más tarde, se crea la figura de la Sociedad Laboral, apoyada en fundamentos
teóricos similares, inicialmente con vocación de recuperar desde el esfuerzo colectivo actividades

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

económicas y empresariales que, de otra forma, estarían convocadas al fracaso o tendrían una menor
proyección temporal.
También determinadas actividades emanadas de fundaciones y asociaciones se incluyen, posteriormente, en
criterios similares de actuación económica y social, por perseguir el mismo objetivo de construcción
colectiva de la riqueza, teniendo como misión la generación de cohesión social.
En la actualidad, están surgiendo nuevas formas de organización y de empresas para la solución de
determinadas necesidades sociales que adoptan una filosofía muy similar a la que fundamentó la primitiva
experiencia cooperativa. Un ejemplo de ello, son las empresas de inserción y los centros especiales de
empleo.
El nexo de unión de estas organizaciones estaba en la propia definición de la Ley de cooperativas. La
reacción colectiva, sistemática y ordenada para crear sistemas de generación de riqueza, los valores de la
primacía de la persona por encima del capital, la democracia en la gestión, es lo que defendían y
desarrollaban este tipo de organizaciones.
Posteriormente, y siguiendo una filosofía semejante, se une al concepto de Economía Social, el mutualismo
como esfuerzo colectivo de crear sistemas de protección social para determinados grupos sociales, que, de
otra manera, no los tendrían o los tendrían mermados. En este contexto nace la Confederación Nacional de
Entidades de Previsión Social, máximo ente representativo del mutualismo español.
Años más tarde, se crea en España, la figura de la Sociedad Laboral, apoyada en fundamentos teóricos
similares. La vocación de este tipo de empresas es potenciar desde el esfuerzo colectivo actividades
económicas y empresariales que, de otra forma, estarían abocadas al fracaso o tendrían una menor
proyección temporal. La Confederación Española de Sociedades Laborales, es el máximo representante en
España de esta forma de hacer empresas.
Recientemente, determinadas actividades emanadas de fundaciones y asociaciones se unen también al
concepto, en criterios similares de actuación económica y social, por perseguir el mismo objetivo de
construcción colectiva de la riqueza, teniendo como misión la generación de cohesión social.
A continuación, se describirán las formas jurídicas fundamentales que adoptan las entidades que pertenecen
a la Economía Social, adoptando el envase de: cooperativas, sociedades laborales, mutualidades, empresas
de inserción, centros especiales de empleo, asociaciones y fundaciones de carácter empresarial. El análisis
del régimen normativo de las asociaciones y fundaciones se desarrolla en el capítulo IV de esta obra.

2.3.1. Cooperativas
El marco actual de las sociedades cooperativas en España tiene su origen en la Constitución Española de
1978, concretamente en su artículo 129.2, el cual señala una recomendación a los poderes públicos para su
promoción mediante una legislación adecuada. Este precepto implica el reconocimiento de una forma
jurídica de empresa (artículo 129.2 de la Constitución Española de 1978. «los poderes públicos promoverán
eficazmente las diversas formas de participación en la empresa y fomentarán mediante una legislación
adecuada, las sociedades cooperativas. También establecerán los medios que faciliten el acceso de los
trabajadores a la propiedad de los medios de producción).
De acuerdo con la Ley 27/1999 de cooperativas, una cooperativa es una sociedad constituida por personas
que se asocian en régimen de libre adhesión y baja voluntaria para la realización de actividades
empresariales encaminadas a satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas y sociales, con estructura
y funcionamiento democráticos, conforme a los principios formulados por la Alianza Cooperativa Inter-
nacional en los términos resultantes de la presente Ley. (En las diferentes legislaciones autonómicas se
recogen definiciones similares de cooperativas.)
La vigente Ley estatal de cooperativas 27/1999 se aplica, según su artículo 2, a las sociedades cooperativas
que desarrollen su actividad cooperativizada en el territorio de varias Comunidades Autónomas, excepto
cuando en una de ellas se desarrolle con carácter principal. También es de aplicación a las cooperativas que
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

realicen principalmente su actividad cooperativizada en las ciudades de Ceuta y Melilla. A las cooperativas
que no se enmarquen en estos dos supuestos les será de aplicación la legislación autonómica pertinente.
El funcionamiento de la empresa cooperativa se basa en los siguientes principios cooperativos6:
1. Principio de Adhesión Voluntaria y abierta: hace referencia a la libertad y voluntariedad de entrada y
salida de los socios para la participación en los procesos de producción y distribución, ambos de
bienes y servicios. A este principio se le conoce también como el principio de la puerta abierta.
2. Principio de Gestión Democrática por parte de los socios: proclama la participación democrática de
los socios (un miembro un voto) en el proceso de fijación de los objetivos de la cooperativa. Este
principio le otorga a la cooperativa un carácter personalista que a su vez es una de las grandes
diferencias con el resto de empresas capitalistas convencionales. La regla «una persona un voto» se
presenta fundamental con independencia del capital aportado.
3. Principio de la participación económica de los socios: en una cooperativa el capital social está
constituido por las aportaciones de los socios, consecuencia inevitable del principio de «puerta
abierta», en el que el continuo flujo de entradas y salidas de los socios hace que el capital sea
variable. En el marco de este principio cabe señalar que la distribución de los excedentes entre los
socios, si los hubiera, debe ser de tal manera que no permita el enriquecimiento de unos respecto a
otros. La cooperativa no es una sociedad de capitales; por tanto, la participación en los excedentes no
se mide en función de las aportaciones realizadas.
4. Principio de autonomía e independencia: este principio se centra en la necesidad del control
democrático de los socios en la realización de cualquier tipo de acuerdo con otras organizaciones, así
como en la imposibilidad de que puedan ser socios de la cooperativa organizaciones o personas
físicas.
5. Principio de educación, formación e información: en una cooperativa, este principio es un eje central
del desarrollo de la cooperativa. La empresa ha de contribuir a la educación y formación de sus
socios o asalariados y al fomento del cooperativismo.
6. Principio de cooperación entre cooperativas: propugna la colaboración entre cooperativas para
intentar mejorar su desarrollo y los intereses de sus socios mediante la formación de estructuras
conjuntas en cualquier ámbito geográfico. Esta norma se convierte en una estrategia de crecimiento
de la propia cooperativa
7. Principio de interés por la Comunidad: las cooperativas tienen un reconocimiento como promotoras
del desarrollo sostenible al fomentar la cohesión regional, reforzar el interés por la colectividad y
contribuir al desarrollo de formas de comportamientos democráticos en el área en que ejercen su
actividad.
Todas las características y principios cooperativistas que se acaban de analizar son comunes y aplicables a
las diferentes clases de cooperativas que regula la Ley. (Las clases de cooperativas en la Ley 27/1999, están
reguladas en su artículo 6.)
Tradicionalmente existe una clasificación general de cooperativas, atendiendo a la naturaleza de los socios
que las forman: cooperativas de primer grado y las de segundo grado (artículos 1.4; 8 12 y 77 de la Ley
27/1999).
Las cooperativas de primer grado son aquellas que agrupan como mínimo a tres socios, ya se traten de
personas físicas o individuales, o personas jurídicas, públicas o privadas, que se unen por intereses socio-
económicos comunes. En función de la actividad empresarial específica que realiza, hay hasta doce clases de
cooperativas, a saber: cooperativas de trabajo asociado, cooperativas de consumidores y usuarios,
cooperativas de viviendas, cooperativas agrarias, cooperativas de explotación comunitaria de la tierra,
cooperativas de servicios, cooperativas del mar, cooperativas de transportistas, cooperativas de seguros,
cooperativas sanitarias, cooperativas de enseñanza, cooperativas de crédito.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

Las cooperativas de segundo grado son aquellas que integran, al menos, dos socios, que han de ser
necesariamente cooperativas de la misma o distinta clase, teniendo por objetivo promover, coordinar y
desarrollar fines económicos comunes a los socios, así como reforzar la actividad económica de las mismas.
Es lo que se podría llamar «cooperativa de cooperativas».

2.3.2. Sociedades laborales


Las sociedades laborales han supuesto durante muchos años una nueva salida empresarial al desempleo,
válida tanto en épocas de crisis como en periodos de reactivación de la economía.
La Sociedad Laboral es toda aquella sociedad en la que la mayoría del capital social es de propiedad de los
trabajadores que presten en ella servicios retribuidos en forma personal y directa, cuya relación laboral lo sea
por tiempo indefinido, podrán obtener la calificación de «sociedad laboral» cuando concurran los requisitos
establecidos en la presente Ley.
Teniendo en cuenta esta definición, la sociedad laboral es una sociedad mercante además goza de un
calificativo que le otorga su esencia: laboral. La naturaleza laboral permite que una clásica sociedad de
capitales adquiera un tinte personalista otorgando el control societario al colectivo de los trabajadores. Los
rasgos más característicos de la Sociedad Laboral son:
• El porcentaje mínimo de capital que ha de estar en manos de los socios trabajadores. Al
menos un 50.1% del capital social debe pertenecer a los socios trabajadores, con relación
laboral, personal y directa con la sociedad, debiendo ser a tiempo indefinido.
• La limitación máxima de capital que cada socio puede poseer, (art.5).
• Ningún socio puede poseer más del 33.33% del capital, excepto si se trata de una entidad
pública, en cuyo caso ésta podrá participar en un 49.9% como máximo. También se permite
acogerse a esta excepción a las asociaciones u otras entidades sin ánimo de lucro.

2.3.3. Las mutualidades


Las mutualidades de previsión social constituyen la tercera de las grandes familias que históricamente han
conformado la Economía Social. (Según el reglamento de ordenación de seguros privados, una mutualidad
de previsión social es una entidad privada que opera a prima fija o variable, sin ánimo de lucro, fuera del
marco de los sistemas de previsión que constituyen la Seguridad Social Obligatoria y ejercen una modalidad
aseguradora de carácter voluntario, encaminada a proteger a sus miembros o a sus bienes contra
circunstancias o acontecimientos de carácter fortuito previsible, mediante aportaciones directas de sus
asociados o de otras entidades o personas protectoras.) Son sociedades personales de seguros, sin ánimo de
lucro, de estructura y gestión democrática, que ejercen una actividad aseguradora de carácter voluntario,
complementaria del sistema de previsión de la Seguridad Social obligatoria.
Las mutualidades, en ciertas condiciones, vienen siendo alternativas que sustituyen al sistema público,
convirtiéndose en una interesante experiencia de gestión de una prestación pública. En general, las
mutualidades cubren de forma complementaria tanto las pensiones públicas como la asistencia sanitaria, la
atención a personas con discapacidad psíquica y, de forma incipiente, el seguro de dependencia.
La mutualidad, como forma específica de entidad aseguradora, radica, en definitiva, en la coincidencia entre
las figuras de asegurado y de socio o mutualista. Es decir, en una mutualidad se cumple el principio de
identidad o unidad característico de las empresas de participación, realizándose, además, la actividad
principal exclusivamente con los socios. Esta forma de gestión democrática, en la que la persona del ase-
gurado coincide con la del tomador del seguro, hace que las primas satisfechas vayan en su integridad a
garantizar las prestaciones del colectivo asegurado, siendo la relación de los mutualistas con la mutualidad
estatutaria y no contractual.
A partir de 1984 se les exigió la naturaleza legal de entidades aseguradoras, tan sólo con la finalidad de
alcanzar la solvencia y fortaleza financiera necesaria para cumplir su objetivo. Esto no es incompatible con
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

otra característica de estas entidades, la solidaridad, que se manifiesta de forma práctica en el principio de la
«no exclusión» para el aseguramiento de aquel riesgo individual que es soportado por el resto del colectivo.
Este principio, que normalmente encarece el coste del seguro, viene compensado con la ausencia de ánimo
de lucro, ya que cualquier excedente se reparte de forma solidaria entre los miembros del colectivo.
Las mutualidades de previsión social son entidades aseguradoras privadas sin ánimo de lucro que ejercen
una modalidad aseguradora de carácter voluntario complementaria al sistema de Seguridad Social
obligatoria, mediante aportaciones a prima fija o variable de los mutualistas, personas físicas o jurídicas, o
de otras entidades o personas protectoras, según el Real Decreto 1430/2002, de 27 de diciembre, por el que
se aprueba el Reglamento de mutualidades de previsión social. Podrán ser también alternativas al régimen de
la Seguridad Social de Trabajadores por Cuenta Propia o Autónomos.
Las características sociales y técnicas especiales de las mutualidades son:
- Ausencia de ánimo de lucro.
- Sociedades de personas, no de capitales.
- Gestión participativa.
- Solidaridad, porque cumplen los principios de no exclusión del colectivo en aquellos riesgos que no
pueden cubrir los sistemas individuales.
- Objeto social consistente en el pago de pensiones complementarias a la Seguridad Social Pública.
- Participación democrática de todos los mutualistas en los órganos de gobierno de la mutualidad.
- Coincidencia de las figuras del asegurado y de socio o mutualista.
- Igualdad de derechos y obligaciones de los mutualistas, sin perjuicio de la prima o cuota a pagar por
las
- Asignación del excedente del contenido económico atendiendo a dos destinos: la formación de un
patrimonio propio de la mutualidad que sirva de garantía para hacer frente a sus compromisos y al
reparto de derramas activas entre los mutualistas en proporción a su participación en la actividad en
la mutualidad.
- Debe contar con un mínimo de 50 socios fundacionales y debe disponer de un capital mutual
permanente que suponga, al menos, la mitad del capital suscrito exigido a las sociedades anónimas
aseguradoras, aportado por los socios o formado por los excedentes de los ejercicios sociales.
Al igual que las sociedades cooperativas, las mutualidades pueden ser clasificadas en función de varios
criterios:
A) Por su objetivo o actividad económica que realizan, como las mutuas de seguros y las mutualidades
de previsión social.
B) Por las características del colectivo de mutualistas o socios-asegurados. Con la distinción entra las
mutualidades cuyos socios-asegurados tienen un vínculo previo e independiente a la asociación a la
mutualidad, como las vinculadas a un cierto ámbito geográfico local o las dedicadas al seguro de
enfermedad. Además de mutualidades cuyo colectivo de mutualistas pertenece a un grupo
determinado, por ejemplo: profesionales (mutuas dedicadas al seguro del automóvil, que asocian a
conductores profesionales, o las mutualidades de previsión social de profesionales colegiados), o
laborales (mutualidades que tienen como mutualistas a los trabajadores de una empresa o de un
conjunto de empresas).
C) Por el régimen de aportación de los socios, como las mutuas de prima fija y las mutuas de prima
variable.

2.3.4. Empresas de inserción


Las empresas de inserción nacen como un instrumento para luchar contra la pobreza y la exclusión social.
Son iniciativas empresariales que combinan la lógica empresarial con metodologías que hacen posible la
inclusión de los excluidos sociales en los procesos de reinserción laboral en la misma empresa, en una
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

empresa ajena o en proyectos de autoempleo. Las Empresas de Inserción son empresas que no están al
margen de los procesos convencionales de la economía, ya que producen bienes y servicios, mejoran el
entorno, potencian los servicios a las personas y favorecen la calidad de vida, siendo rentables y
competitivas. Además de valorar su rentabilidad económica es muy importante destacar la rentabilidad en
los aspectos sociales, ya que los beneficiarios dejan de ser personas pasivas y dependientes y aportan a la
sociedad todo aquello que ésta les había negado.
En el ordenamiento jurídico, no tienen un marco legal que posibilite su desarrollo y consolidación. Son
iniciativas que necesitan instrumentos públicos que compensen los mayores costes y dificultades para
ocupar a personas con problemas evidentes de exclusión social. Se prima a la persona frente a todo lo
demás, consiguiendo que ésta sea la protagonista de su propio proceso de recuperación e inserción.
Teniendo en cuenta lo anterior, se puede definir la empresa de inserción como aquella empresa que lleve a
cabo cualquier iniciativa económica de producción de bienes o de prestación de servicios, y cuyo objeto
social tenga como finalidad primordial la integración sociolaboral de personas en situación o grave riesgo de
exclusión social, según lo establece el artículo 3 de la Ley 27/2002 de 20 de diciembre, sobre medidas
legislativas para regular las empresas de inserción sociolaboral.
El objetivo principal de las empresas de inserción es la integración sociolaboral de personas en situación o
grave riesgo de exclusión social, por tanto el pilar fundamental de estas empresas radica en el «itinerario de
inserción».
Un itinerario de inserción personalizado es un plan de trabajo a desarrollar por la persona, donde se le
establece un camino planificado hacia la consecución del objetivo final, que es la integración. De esta
manera se puede decir que el itinerario es una herramienta que especifica las acciones que la persona llevará
a cabo para acceder al mercado laboral
Un itinerario de inserción puede contemplar las siguientes etapas: Servicios de acogida y asesoramiento para
el empleo, donde se diagnostica la situación de la persona y se elabora el plan de trabajo: pretalleres
laborales que tratan de recuperar los aprendizajes necesarios que ya se tenían y definir los programas o
cursos a desarrollar; talleres de especialización laboral, donde se aprenden o perfeccionan los conocimientos,
habilidades y actitudes necesarias para acceder a un empleo específico, y las empresas de inserción,
penúltimo paso de los itinerarios, donde se pone en práctica todo lo aprendido hasta ahora. La última etapa
será la entrada en la empresa normalizada.
La permanencia de estas personas en las empresas de inserción es temporal, ya que no se pretende crear
puestos indefinidos, sino formar y capacitar a las personas para poder encontrar un puesto de trabajo por sí
mismas, fuera de ellas.
Aunque se persigue, ante todo, un fin social, no hay que olvidar que la empresa de inserción se constituye
bajo la figura de la empresa privada y debe buscarse la suficiencia económica, ya que compiten en igualdad
de condiciones con el resto de las empresas del mercado.
Los destinatarios de la inserción sociolaboral, según la Ley 27/2002, de 20 de diciembre, de Medidas
legislativas para regular las empresas de inserción sociolaboral (art. 2), son:
- Personas en situación o grave riesgo de exclusión social que estén en paro y que tengan dificultades
importantes para integrarse en el mercado de trabajo ordinario.
- Son sujetos de inserción sociolaboral, las personas que, estando en la situación descrita
anteriormente, se hallen incluidas en algunos de los siguientes colectivos:
a) Personas con disminución física, psíquica o sensorial o con enfermedades mentales que
tengan posibilidades de inserción en el mundo laboral.
b) Personas destinatarias de la renta mínima de inserción.
c) Personas que no pueden acceder a la renta mínima de inserción, porque no cumplen los
requisitos establecidos en el artículo 6.1 de la Ley 10/1997, de 3 de julio de la renta mínima
de inserción.
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

d) Jóvenes mayores de dieciséis años y menores de treinta provenientes de instituciones de


protección de menores.
e) Personas con problemas de drogadicción o alcoholismo que se hallen en proceso de
rehabilitación y reinserción social.
f) Internos de centros penitenciarios cuya situación les permite acceder a un empleo, personas
en libertad condicional y personas ex reclusas.
g) Personas que no pueden acceder a la renta mínima de inserción, pero que se hallen, a juicio
de los servicios sociales competentes, en situación de riesgo de exclusión.
h) Parados de larga duración mayores de cuarenta y cinco años.
Según la Ley catalana antes mencionada, las empresas de inserción deben cumplir, además de la
consecución de su fin social, los siguientes requisitos:
1. Ser promovidas y participadas por una o varias entidades promotoras. Esta participación debe ser al
menos del 51 % del capital social en el caso de sociedades mercantiles y sociedades cooperativas. En
el caso de las Sociedades Laborales se les aplicará su normativa específica. (Son entidades
promotoras las entidades o corporaciones de derecho público y las entidades sin ánimo de lucro cuyo
objeto social incluya la inserción social de personas especialmente desfavorecidas que promuevan la
constitución de empresas de inserción.)
2. Mantener un cómputo anual de un mínimo del 30% y un máximo del 70% de trabajadores en proceso
de inserción con respecto al total de la plantilla. En ningún caso el número de personas en proceso de
inserción debe ser inferior a dos.
3. No tener vinculados los balances, las cuentas de resultados y el patrimonio a actividades económicas
distintas al objeto social.
4. Aplicar, al menos el 80% de los resultados o los excedentes disponibles obtenidos en cada ejercicio
económico a la mejora o ampliación de las estructuras productivas y de inserción.
5. Estar inscritas en su registro correspondiente a su forma jurídica.
6. No haber amortizado ningún puesto de trabajo por despido improcedente durante el año anterior a la
solicitud de calificación.

2.3.5. Centros Especiales de Empleo


En la actualidad, algunas de las posibilidades más relevantes de integración laboral de las personas con
discapacidad son: de un lado, la integración en el mercado ordinario de trabajo y de otro la integración en el
mercado protegido a través de centros especiales de empleo.
Las empresas públicas y privadas que cuentan con 50 o más trabajadores fijos en sus plantillas deben
emplear a un número de trabajadores con discapacidad no inferior al 2%. La Administración Pública debe
reservar un 3% de las plazas en las convocatorias de funcionarios y de personal laboral.
Los centros especiales de empleo son organizaciones productivas que participan regularmente en las
operaciones de mercado, y cuya su finalidad es asegurar el empleo remunerado y la prestación de servicios
de ajuste personal y social a los trabajadores con discapacidad. Su estructura y organización es la misma que
la de las empresas ordinarias.
Su plantilla está constituida por el mayor número de personas con discapacidad que permita su capacidad
productiva, cuyo número no puede ser inferior al 70% respecto del total de los trabajadores.
Pueden ser creados por organismos públicos y privados o por las empresas, y pueden carecer o no de ánimo
de lucro.
Los centros beneficiarios de las medidas alternativas deben destinar los recursos necesarios para el
cumplimiento de las obligaciones precisas para desarrollar acciones que promuevan el tránsito de los
trabajadores hacia el mercado de trabajo no protegido. Entre dichas acciones se encuentran la formación
permanente o la adaptación de los trabajadores a las nuevas tecnologías.
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

En lo que se refiere a la contratación de trabajadores en los centros especiales de empleo, cabe señalar las
siguientes características:
• Los trabajadores deben tener reconocida una discapacidad igual o superior al 33% y una
disminución de su capacidad de trabajo de, al menos, ese porcentaje.
• Las personas con discapacidad que deseen acceder a un empleo en los centros deben estar
inscritas en las oficinas de empleo.
• Los centros deben solicitar a las oficinas de empleo los trabajadores que pretendan emplear,
detallando las características del puesto que vayan a cubrir.
• El trabajo debe ser productivo, remunerado y adecuado a las características individuales de
cada trabajador.
• Los contratos de trabajo pueden ajustarse a cualquiera de los que regula el estatuto de los
trabajadores.
• Los trabajadores no pueden realizar horas extraordinarias, salvo las necesarias para prevenir o
reparar siniestros extraordinarios.
• La relación laboral se regula específicamente en el Convenio Colectivo de centros de
asistencia, atención, diagnóstico, rehabilitación y promoción de personas discapacitadas, de
aplicación desde el 1 de enero de 2002.

2.4. La relevancia de la Economía Social como generadora de empleo


En el contexto de la economía mundial y española, el desempleo parece estar a la orden del día. Cada vez es
más notorio el hecho de que ni el mercado ni el Estado pueden paliar la exclusión social que deriva de las
«crisis», cada vez más habituales y duraderas, a las que nos acostumbran las economías de mercado
modernas, o simplemente por el factor de creciente competitividad típico del mercado.
Antes esta situación, la Economía Social puede considerarse como una solución a favor de la cohesión social
y de la búsqueda de oportunidades de integración social, puesto que es un ámbito que destaca por su
potencial para crear y desarrollar empleo.
De hecho, los efectos positivos de la Economía Social sobre el empleo se han recogido en las Directrices
europeas para el empleo, en las que sobresale su papel relevante en la creación de nuevos puestos de trabajo,
en especial a nivel local y en su capacidad de explorar nuevas fuentes de empleo, según lo determina la
Decisión del consejo de 18 de febrero de 2002.
Incluso, el ritmo de crecimiento de la Economía social hace que sea considerada como una actividad
económica a potenciar y a tener en cuenta como interlocutor social. Este potencial de crecimiento ha sido
reconocido y apoyado por la Comisión Europea, que mediante Directrices y orientaciones a los Gobiernos,
les recomienda potenciar el sector. En efecto, la economía social representa en la Unión Europea el 8% del
total de empresas y el 10% del empleo total.
En España, durante la década de 1990-2000, el empleo ha crecido en la economía social casi cuatro veces
más de lo que lo ha hecho en el conjunto de la economía. De este modo, en el año 2000, el empleo total en la
economía española creció un 15% respecto al empleo existente en 1990, mientras que el empleo en la
Economía social creció en un 58%, en el mismo período de tiempo.
El empleo directo existente en España, en las empresas y entidades de la Economía Social, representa
alrededor del 9% del total de asalariados empleados en España y ha continuado creciendo. El núcleo más
importante en términos de empleo está constituido por las empresas de trabajo asociado (cooperativas y
sociedades laborales) además de las organizaciones no lucrativas de acción social.
Datos estadísticos recientes, de 2005, estiman que el empleo del Tercer Sector o Economía Social abarca a
más de un millón de asalariado y a otros 4 millones largos de voluntarios: el 8,5% del empleo equivalente en
España.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

En la prensa, en mayo 2010, se ha hecho especial hincapié en la importancia de las empresas de inserción
por su doble función de ser generadora de empleo y contribuir a sacar de la exclusión social a colectivos
que, de otro modo, caerían bajo la dependencia económica del Estado.
Asimismo, en dicho artículo, se informa de que actualmente existen 200 empresas de inserción laboral en
España, que emplean a un total de 4000 personas (sujetas al convenio colectivo del sector que corresponda).
Al elevado volumen de empleo, se suma el hecho de que el Estado se ve beneficiado con un alto índice de
ahorro: superior a dos decenas de millones según un estudio de la Obra Social de Caixa Catalunya.
Por último, el empleo remunerado en la Economía Social española reúne las siguientes características:
- es predominantemente femenino, joven (estrato de 25 a 45 años) y con nivel de formación muy alto
(sobre todo en las fundaciones).
- en las fundaciones el empleo suele ser fijo, al contrario de las asociaciones, que tiene un carácter de
mayor precariedad. En las sociedades laborales abunda el empleo eventual.
A nivel gerencial, se mantiene el nivel alto de formación y con una edad promedio de 47 años de las
personas pero cambia el género: la proporción de hombres es ¿que predomina, en torno al 85% en
cooperativas y sociedades laborales y en más de dos tercios en el Tercer Sector.
En cambio, en el empleo voluntario, la presencia de mujeres baja y deviene «pareja» con el porcentaje de los
hombres. También desciende el nivel promedio de formación, aunque sigue siendo alto. Y la estructura de
edades envejece sensiblemente.
Es de destacar la importante labor de integración laboral de personas con discapacidad que fomenta el
Tercer Sector, sobre todo las fundaciones: el 3,6% de su personal remunerado y el 2,3 % de sus voluntarios,
son personas con alguna discapacidad.

3. EL TERCER SECTOR
Actualmente, nadie duda de la relevancia del Tercer Sector como un pilar necesario de la sociedad, al lado
del Estado (el primer sector) y el mercado (el segundo sector). Existen estudios que dan fe de la fuerza
económica que ha alcanzado, de su tamaño institucional y de su papel como fuente generadora de empleo.
Junto a estos dos sectores, relativamente bien delimitados, coexiste un Tercer Sector cuyas entidades suelen
definirse por exclusión, es decir, por su no pertenencia a ninguno de los otros dos sectores: no son públicas,
pero tampoco tienen fines lucrativos. La multitud de términos utilizados para denominarlas reflejan su
enorme heterogeneidad y la dificultad de englobarlas en una única definición.
Se tiende a decir que el Tercer Sector es todo lo que no es Mercado o Estado; es decir, se encuadra a una
organización o a una entidad dentro de este Sector por su no pertenencia a los anteriores. Así, y para indicar
su diferencia con el Mercado, se habla de entidades no lucrativas, y para diferenciarlo del Estado, sus
organizaciones reciben el nombre de no gubernamentales (ONG).
En otras palabras, se ha dicho que:
«...al Tercer Sector se lo define más por lo que lo diferencia o lo asemeja a los otros dos sectores, el Estado
y el mercado, que por sus atributos específicos. Si bien las entidades englobadas en el Tercer Sector
comparten con las empresas la condición de organizaciones privadas y con el Estado el interés por
cuestiones públicas relacionadas con el bienestar social, su característica de organizaciones no lucrativas
las distancia de las empresas y su condición de no gubernamentales las separa del Estado.»

3.1. Concepto del Tercer Sector


Aún hoy, persiste la crítica sobre la imprecisión reinante para delimitar la dimensión conceptual del Tercer
Sector a nivel académico. No obstante los avances dados en el ámbito del Tercer Sector, para entender con
claridad su naturaleza, aún se debe recurrir a una definición por exclusión y luego continuar describiendo el
marco de actuación de lo que se designa como Tercer Sector. A pesar de lo dicho y del amplio abanico de
términos que se emplean para designarlo (como Sector Social o sector no lucrativo, entre otros), la materia
45
Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

de estudio se transmite con el propósito de ahondar y comprender un territorio complejo y heterogéneo, un


mundo solidario y profesional lleno de matices. Con paso firme, hemos de introducirnos en una realidad
extraordinariamente rica y diversa, de una enorme importancia cualitativa y de gran trascendencia
cuantitativa en términos de PIB y de empleo, como se puede apreciar a lo largo de esta obra.
Es usual el empleo del término Tercer sector para designar un ámbito complejo y heterogéneo de entidades
que tienen una finalidad social, sin ánimo de lucro e independientes del Estado, en las sociedades con
economía de mercado y con un régimen político liberal-democrático.
En el Plan Estratégico del Tercer Sector de Acción Social, se ha definido el Tercer Sector como el que está
«...formado por entidades privadas de carácter voluntario y sin ánimo de lucro que, surgidas de la libre
iniciativa ciudadana, funcionan de forma autónoma y solidaria tratando, por medio de acciones de interés
general, de impulsar el reconocimiento y el ejercicio de los derechos sociales, de lograr la cohesión y la
inclusión social en todas sus dimensiones y de evitar que determinados grupos sociales queden excluidos de
unos niveles suficientes de bienestar.»
Por primera vez se ha utilizado el término Tercer Sector o third sector en EE.UU. de la mano de la Comisión
Filer en la década de los setenta, aunque el sector no lucrativo sea, en realidad, anterior a las empresas y a
las administraciones públicas, como bien ha señalado Vernis (1996)26. En otras palabras, aunque las
organizaciones no lucrativas cuentan con una larguísima tradición histórica a sus espaldas, recién a partir de
los años setenta del siglo veinte es cuando se empieza a hablar de ellas como un sector institucional
diferenciado del mercado y del estado.
La Comisión norteamericana, denominada Commision on Prívate Philantropy and Public Needs, ha
investigado el sector no lucrativo de Estados Unidos desde 1973 hasta la publicación de sus informes en
1977, que aportaron el primer análisis comprensivo del sector y que son considerados como el «acta de
nacimiento» del Tercer Sector. De hecho, a partir de ese momento, el Tercer Sector empieza a ser concebido
como un fenómeno independiente, diferenciado del mercado y del Estado.
En efecto, la estructura institucional que adoptan las sociedades industrializadas de economía de mercado
está clasificada en tres sectores: el sector público, el sector privado mercantil y el sector privado no lucrativo
o tercer sector, según Weisbrod (1975, 171-195). Los aspectos comunes que caracterizan a este último sector
son Cabra de Luna y De Lorenzo, 1993):
1) la no existencia de ánimo de lucro (aclarando que se vincula al hecho de que los
beneficios obtenidos no se distribuyen entre sus directivos o administradores, sino
que se reinvierten para satisfacer los fines de la entidad);
2) encontrarse fuera del sector público;
3) mejora o incremento del bienestar social o la calidad de vida.
Desde una perspectiva conceptual, el Sector Público está formado por las Administraciones Públicas
(Central y Territoriales), los organismos autónomos y las empresas públicas, su característica común es que
el control último corresponde a representantes elegidos por la sociedad, o, en general, a individuos o grupos
legitimados por el poder político. A mayor abundamiento, de acuerdo con Martín Mateo, R. (1973:46), el
Sector Público es el conjunto de disponibilidades públicas, de medios materiales y personales puestos al
servicio de fines comunitarios, cuya utilización repercute de una forma u otra en la marcha de la economía,
sea su influencia directa, indirecta, principal o subsidiaria, intencional o derivada, intrínseca o extrínseca.
El Sector Privado Mercantil comprende las entidades que desarrollan actividades con ánimo de lucro y son
controladas en última instancia por propietarios privados, es decir, el «Mercado». Siguiendo a R. Uría
(1975:7), podemos identificar este sector con la actividad económica monopolizada por los empresarios,
objeto de estudio del Derecho Mercantil, tal como reflejan los arts. 1665 del Código Civil y 116 del Código
de Comercio (lucro común partible) o el art. 325 del Código de Comercio (en cuanto al ánimo de lucro).
Junto a estos dos sectores, relativamente bien delimitados, coexiste, como se expuso en primer lugar, un
Tercer Sector (Levitt, T., 1973:48-49) cuyas entidades suelen definirse por exclusión, es decir, por su no
46
Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

pertenencia a ninguno de los otros dos sectores: no son públicas, pero tampoco tienen fines lucrativos. La
multitud de términos utilizados para denominarlas reflejan su enorme heterogeneidad y la dificultad de
englobarlas en una única definición. Se tiende a decir que el Tercer Sector es todo lo que no es Mercado o
Estado; es decir, se encuadra a una organización o a una entidad dentro de este Sector por su no pertenencia
a los anteriores (Douglas, J., 1981:1-6).
Entonces, más allá de las críticas sobre la complejidad y heterogeneidad del Tercer Sector, sobre el hecho de
que académicamente es definido por exclusión, sin un acuerdo unánime sobre el concepto en sí y las
múltiples formas o términos utilizados para designarlo (como Sector Social, sector independiente, sector
voluntario, entre otros, se puede rescatar la definición realizada por Loza Aguirre en «Definición del sector
social y actividades que realiza» que, a continuación, se cita textualmente:
«Así podríamos definir al Tercer Sector como el formado por aquellas entidades de carácter voluntario, que
surgidas de la libre iniciativa ciudadana y regidas de forma autónoma, buscan a través de la intervención en
la política social conseguir un incremento en los niveles de calidad de vida a través de un progreso social
solidario.»
En base a lo hasta aquí expresado, se puede definir al Tercer Sector, según lo ha expresado Cabra de Luna
(1998:43), como «...el constituido por aquellas organizaciones privadas de carácter voluntario y sin ánimo
de lucro, que surgidas de la libre iniciativa ciudadana y regidas de forma autónoma, buscan
responsablemente, mediante el desarrollo de actividades de interés general (misión), conseguir un incre-
mento de los niveles de calidad de vida a través de un progreso social solidario, en cooperación con otras
instancias públicas o privadas, beneficiándose, en su caso, de un tratamiento fiscal específico, derivado del
reconocimiento de su labor altruista».
Ahora bien, a continuación se plantean las diferentes teorías existentes sobre el desarrollo del Tercer Sector,
para luego destacar sus elementos constitutivos.
La primera teoría que explica la presencia del Tercer Sector en la sociedad, argumenta que el sector no
lucrativo es una respuesta a la incapacidad del Sector Público para atender las demandas de bienes
colectivos que no son satisfechas por el Mercado, según Weisbrod (1978a), Hansmann (1987), Douglas
(1983) y Estelle james 1987, 1989). La postura de esta teoría es que el tamaño del sector no lucrativo en una
sociedad particular está determinada ampliamente por dos factores:
1. El grado de heterogeneidad que existe en la cultura, es proporcional a la dificultad para lograr
acuerdo sobre la escala y los tipos de bienes colectivos que las Administraciones deberían
suministrar.
2. La disponibilidad de un conjunto de «emprendedores» inclinados a la acción no lucrativa con un
interés en el desarrollo de organizaciones sin ánimo de lucro.
La existencia de una demanda insatisfecha de bienes colectivos en situaciones de amplia heterogeneidad es
solamente una condición necesaria para la aparición de un poderoso sector no lucrativo, pero no es una
condición suficiente. La otra condición necesaria es la presencia de un grupo de «emprendedores» sin ánimo
de lucro con un interés demostrado por la creación de tales instituciones, según Estelle James (1987).
La segunda teoría, adopta la postura de que la configuración del Tercer Sector o sector no lucrativo se ve
afectada de modo importante por el modo en que el sector público responde a la realidad del «fracaso de la
acción no lucrativa», es decir, enfrenta las limitaciones propias inherentes a la posibilidad de dar respuesta a
la gama y escala de bienes colectivos requeridos de modo creciente por la sociedad moderna. Por ello, allí
donde el Estado proporcione los servicios que la comunidad necesita directamente, se puede suponer que la
función no lucrativa será pequeña. No obstante, allí donde el Estado decide trabajar a través de las
organizaciones no lucrativas, o se ve obligado a ello, la función no lucrativa es importante y asume una
dimensión de relevancia. De acuerdo a esta visión, la política gubernamental se convierte en un factor
significativo para determinar el alcance y la escala de la acción no lucrativa. Esta es la teoría desarrollada
por Lester Salamon (1987). En otras palabras, Ruiz Olabuénaga lo expresa del siguiente modo:
47
Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

«Se ha constatado en otros países europeos que, en momentos en los que el Estado asume el papel de
proveedor de servicios, la presencia del movimiento asociativo tiende a contraerse. Por el contrario,
cuando la administración pública reduce su presencia en la prestación de servicios relacionados con el
Tercer Sector, la iniciativa privada tiende a expandirse.»
De todos modos, Ruiz Olabuénaga puntualiza que en el caso de España, el desarrollo del Estado de
Bienestar no ha significado una contracción del fenómeno del Tercer Sector, sino por el contrario, se ha
verificado una expansión del movimiento asociativo con la llegada de la democracia.
La tercera teoría, resalta las culturas organizativas distintivas que desarrollan diferentes naciones. Aplicadas
al sector no lucrativo, estas teorías atribuirían la presencia o ausencia de un sector no lucrativo pujante al
estilo organizativo específico de cada país. La tradición jacobina, profundamente arraigada en Francia, por
ejemplo, ha desalentado durante mucho tiempo la aparición de poderosas instituciones de la sociedad civil
fuera del Estado. El modelo de vida social en Italia (modelo latino) ha hecho difícil mantener cualquier tipo
de vínculo organizativo, público o privado (Banfield, 1964). En esta perspectiva, las culturas organizativas
tienen un poder explicativo independiente, sin tener en cuenta el grado de homogeneidad o heterogeneidad
que exista en la sociedad. Esta es la perspectiva desarrollada por Meyer y Scott (1983), Streek y Schmitter
(1985), y Chandler (1990).
Diversos autores (Salamon y ANHEIER, 1994: 9-11) identifican cinco factores, que inciden en la aparición
y posterior consolidación del Tercer Sector:
1. La heterogeneidad: A mayor heterogeneidad en un país existen más limitaciones del Sector Público y
del Mercado para cubrir las demandas de la población.
2. Estado de Bienestar: Mientras más se expanda el Estado de Bienestar en un país, menor será el sector
no lucrativo.
3. Nivel de desarrollo: A mayor nivel de desarrollo económico en un país dado, más fortaleza tiene el
Tercer Sector.
4. Marco legal: En países regidos por el Rule of Law (Derecho Común) se consolidan más fácilmente
las organizaciones no lucrativas, frente a los países de «Régimen administrativo» (continentales de
Europa), donde la tipología institucional del Tercer Sector suele estar regulada legalmente, y en
múltiples ocasiones es necesario un reconocimiento público previo para comenzar a actuar,
configurándose éste a veces como un reconocimiento genérico limitado por disposiciones normativas
a través de un registro constitutivo, y otras, como un acto administrativo de concesión
(reconocimiento específico).
5. Tradiciones históricas: Las tradiciones históricas y religiosas inciden en la creación de entidades no
lucrativas; así el principio de subsidiariedad, extendido en Alemania, ha estimulado al Tercer Sector.
Por el contrario, las teorías jacobinas en Francia, como se ha señalado con anterioridad, han
impedido un florecimiento de aquél.
Aún más, se ha considerado que la noción del Tercer sector pasó de mera idea a realidad consolidada cuando
las dos últimas décadas del siglo XX han dado lugar a un fenómeno que ha sido calificado como revolución
asociativa global. Pérez-Díaz describe esta circunstancia de la siguiente manera:
«El crecimiento fulminante de las sociedades voluntarias y las organizaciones sin ánimo de lucro ha
conferido espesor empírico a la idea del tercer sector y ha reforzado su plausibilidad en el debate
académico y en el discurso público.[...] A finales del siglo XX, sin embargo, el tercer sector ya era visto
como un fenómeno universal, y en todos los países de tipo occidental, e incluso del resto del mundo, los
investigadores comenzaron a hacer cuentas para estimar su importancia y tamaño; éstos constataban que el
Tercer Sector se expandía a todas partes a pasos agigantados y daban por descontada la continuidad de su
expansión en el futuro; el tercer sector ya no era una fuerza social sino también una fuerza económica y un
importante generador de empleo.»

48
Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

3.2. Características del Tercer Sector


El Centro para Estudios de la sociedad civil de la Universidad Johns Hopkins, ha realizado una
investigación, dirigida por Lester Salamon, sobre el sector no lucrativo en 22 países, y se ha inclinado por
una definición operativa de Tercer Sector, en la que las entidades que conforman el sector al menos reúnen
las siguientes características:
a) son organizaciones, es decir, poseen una presencia y una estructura institucionales.
b) son privadas, es decir, están institucionalmente separadas de la Administración Pública.
c) no reparten beneficios, es decir, no redistribuyen los beneficios generados entre sus fundadores,
órganos directivos o ningún titular de las mismas.
d) son autónomas, es decir, gozan de capacidad de autogobierno.
e) tienen participación voluntaria, es decir, la pertenencia a ellas no está legalmente impuesta y atraen
trabajo y dinero voluntario.
De conformidad con la interpretación de Ruiz Olabuénaga, el sector no lucrativo asume las siguientes
características:
• la ausencia de cualquier tipo de objetivo lucrativo, agregando que si existieran beneficios, no se
distribuirían entre los miembros o propietarios;
• trabaja fuera del sector público. Sus miembros pertenecen a la sociedad civil;
• tiene como objetivo principal la mejora del bienestar social y la calidad de vida de los ciudadanos.
En el mismo sentido, se puede afirmar que los aspectos comunes que caracterizan a todas las organizaciones
que conforman el Tercer Sector son:
1. la no existencia de ánimo de lucro: los beneficios de estas organizaciones no se distribuyen entre sus
miembros o titulares o, lo que es lo mismo, se reinvierten en sus actividades de interés general
(Simón, J.G., 1987).
2. organización privada de carácter autónomo, independiente de la Administración Pública (autonomía
jurídica e independencia funcional).
3. sus fines deben consistir en la mejora o incremento del bienestar social o calidad de vida, tanto de las
personas individuales, como de los grupos y de la comunidad en los que se integran. Este aspecto de
carácter teleológico es la causa necesaria para que las actividades a desarrollar sean consideradas de
interés general y para que las entidades busquen la cooperación con otros agentes sociales en aras del
cumplimiento de sus fines.
Asimismo, el aspecto del régimen fiscal, puede ser considerado como una característica peculiar de las
entidades que componen el Tercer Sector que usualmente son favorecidas con unos beneficios fiscales
derivados del cumplimiento de su función de contribuir al interés general.

3.3. Tipología del Tercer Sector


Al Tercer Sector accedemos para conocer su naturaleza y las funciones que cumplen las múltiples
organizaciones que lo conforman. Toda clasificación no deja de ser una forma académica de acercarnos al
sector con el firme propósito de comprender cómo es y cómo actúa.
Ya en 1948, en un conocido informe de Lord Beveridge (1948), se ha enunciado una primera clasificación
que distingue entre entidades mutualistas, o dedicadas a la satisfacción de las necesidades de sus miembros,
y entidades altruistas o dedicadas a la satisfacción de las necesidades de los grupos más desfavorecidos.
En 1980, un criterio de clasificación se basa en clasificar según los sistemas de financiación y de gestión de
estas entidades. Respecto a la financiación, Hansmann distingue entre entidades que se financian a través de
la venta de sus servicios sin existir ánimo de lucro y las que se financian en función de donativos y/o
subvenciones de origen privado o público. Esta propuesta tropieza con la realidad de que muchas de estas
organizaciones tienen una financiación mixta.

49
Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

Una clasificación ecléctica, combina criterios diversos, como el del ámbito de actividades, de organización y
de dependencias, entre otras, estructura al Tercer Sector en once grupos, de acuerdo con (Ascoli, H.
1987:119-162), a saber:
1. Organizaciones religiosas.
2. Organizaciones relacionadas con el trabajo (por ejemplo: sindicatos y organizaciones
profesionales).
3. Organizaciones relacionadas con la educación (por ejemplo: escuelas de todo tipo y
organizaciones de investigación).
4. Fundaciones (por ejemplo: fundaciones sociales, fundaciones ligadas a grandes empresas).
5. Organizaciones culturales (por ejemplo: bibliotecas y museos).
6. Organizaciones de servicios (por ejemplo organizaciones que se dedican a prestar servicios
sociales).
7. Organizaciones sociales (por ejemplo: organizaciones deportivas o étnicas).
8. Organizaciones relacionadas con la sanidad (por ejemplo: asociaciones que se ocupan de
enfermedades específicas).
9. Organizaciones benéficas (por ejemplo: organizaciones que recaudan fondos para presos).
10. Organizaciones políticas.
11. Movimientos de masas organizados.
Otro criterio, centrado en el modelo español, (Casado, D. 1989:28-29) hace referencia a las «organizaciones
sociovoluntarías», entre las que distingue a: las iglesias, las obras sociales de patrocinio público o privado,
las asociaciones de vecinos y afectados, las coordinadoras y colectivos de acción cívica y las fundaciones
culturales, educativas y asistenciales. Menciona, además, otras cuatro clases de entidades no
gubernamentales: colegios profesionales, sindicatos, asociaciones empresariales y partidos políticos.
Una clasificación internacional de entidades no lucrativas, basada en los trabajos previos de la
«Clasificación de estándares internacionales industriales de las Naciones Unidas» (1990), en las
«Estadísticas europeas de clasificación de actividades económico industriales» (Eurostat -1985), así como en
la «Taxonomía nacional de actividades exentas» (Centro Nacional de Estadísticas de Entidades no lucrativas
de Estados Unidos, Hodgkinson 1990), (Salamon, L. y Anheier H.K., 1993:190-191), determina los
siguientes grupos:
• De cultura y ocio.
• De educación e investigación.
• De salud.
• De servicios sociales.
• De medio ambiente.
• De desarrollo socioeconómico y vivienda.
• De protección y promoción de los derechos civiles, de servicios relacionados con la justicia, y
derechos reconocidos por la ley (consumidores) y de organizaciones políticas (partidos).
• De filantropía y de promoción del voluntariado (entre las que destacan las fundaciones).
• De actividades internacionales, incluida la cooperación al desarrollo.
• De actividades religiosas.
• De actividades económicas, profesionales y sindicales.
• Sin clasificación (donde se integran las no contempladas anteriormente).
A la luz de todo lo anterior, hemos de concluir que nos encontramos ante un sector heterogéneo cuyos
componentes tienen más rasgos diferenciales que comunes. A lo largo de los siguientes temas, tendremos
ocasión de analizar con detalle las diferentes formas de personificación jurídica y sus correspondientes
regímenes jurídicos, teniendo presente que nuestro ordenamiento jurídico favorece la formación de aso-
ciaciones y fundaciones, según queda contemplado en la propia Constitución nacional (Artículos 22 y 34).
50
Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

4. LA DIMENSIÓN INSTITUCIONAL Y SOCIOECONÓMICA DEL TERCER SECTOR


La necesidad de cuantificar o de brindar datos empíricos que reflejen el perímetro institucional del Tercer
Sector y su peso específico en la sociedad, resulta útil para entender su auténtica envergadura y creciente
protagonismo como actor social. Sin duda, el Sector Social alberga el valor estratégico de contribuir al
bienestar general y ser un importante generador de empleo. A continuación, las cifras que se mencionan en
el presente capítulo ilustran suficientemente su relevante dimensión institucional y socioeconómica.
Para ello, nos hemos servido de fuentes de obligada referencia que cuantifican y sistematizan la realidad del
sector no lucrativo español, como el trabajo de investigación realizado por Ruiz Olabuénaga en el marco del
estudio comparativo impulsado por la Universidad Johns Hopkins, de Estados Unidos, contando con la más
reciente actualización de datos que ha publicado en 2006.
Asimismo, el capítulo se sirve de la obra de José Luis García Delgado sobre las cuentas de la economía
social (2009) y de otras fuentes que reflejan un panorama prometedor y preciso sobre el Tercer Sector en
España.

4.1. Grandes cifras del Tercer Sector de carácter institucional


La presencia institucional del Tercer Sector se verifica sobre todo con los datos de inscripción en los
correspondientes registros, que reflejan el número de las entidades que han sido creadas.
En la obra El sector no lucrativo en España: una visión reciente (2006), dirigida por José Ignacio Ruiz
Olabuénaga, se presentan datos que muestran un notable crecimiento en el número de organizaciones del
sector: de los datos obtenidos en 1995 a los del año 2002 se estima un aumento del 43 por ciento, tal como
consta en el cuadro 1 que se describe a continuación.
Si bien el incremento del número de organizaciones es notable, en dicha obra se hace la salvedad de que la
cuantía de las entidades surge de las inscripciones en sendos registros y como las bajas no suelen constar, en
realidad, se desconoce cuántas de ellas están aún «activas».
En la obra de García Delgado Las cuentas de la economía social ya se verifican datos de 2005 (ver cuadro 2)
y se hace uso de fuentes de datos extraídas de: la Encuesta FONCE a Directivos de Entidades (2005), de la
base de datos de la Economía social, de la Contabilidad Nacional de España (INE), del Directorio central de
empresas (INE), de las Memorias de las entidades singulares, de los Balances de la Dirección General de
Seguros y Fondos de Pensiones y, por último, de las Memorias Anuales de la Confederación Española de
Mutualidades e INVERCO.

CUADRO 1. Número de organizaciones del sector no lucrativo, por tipo


1995 2002

Asociaciones 174.916 268.826

Fundaciones 5.698 8.313

Cooperativas 7.822 8.604

Mutualidades de previsión social 400 440

Centros de enseñanza 6.392 6.712

Clubes deportivos 58.085 69.582

Cajas de ahorro con obra social 50 46

Hospitales 144 131

TOTAL 253.507 362.654


51
Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

CUADRO 2. Número de organizaciones del sector no lucrativo, por tipo


2005

Asociaciones 135.195

Fundaciones 6.047

Entidades Singulares 3

Cooperativas 26.146

Sociedades Laborales 20.279

Mutualidades 456

TOTAL 188.126.507

En el cuadro 2, resulta evidente como las asociaciones representan las tres cuartas partes de las cerca
190.000 entidades contabilizadas y, además, concentran un 40 por ciento del total de asalariados del Tercer
Sector. Las fundaciones representan sólo el 3 por ciento del total de entidades; las cooperativas representan
el 14 por ciento; las sociedades laborales, un 10,8 por ciento y las mutualidades sólo un 0,2 por ciento.39
En los cuadros 3 y 4 se describen al número de organizaciones no lucrativas, clasificadas según el tipo y el
sector de actividad al que se dedican, de modo que se pueda observar fehacientemente el crecimiento que se
ha producido entre 1995 y el año 2002.

CUADRO 3. Número de organizaciones del sector no lucrativo, por tipo y sector de actividad INCPO (1995)
1995
Rama de Actividad ICNPO
Asociaciones Fundaciones Otras Total
Cultura, deporte y ocio. 88.328 1.140 58.085 147.553
Educación e investigación. 25.999 2.002 7.005 35.006
Salud. 1.834 772 144 2.750
Servicios sociales. 6.472 1.450 7.922
Medio ambiente. 5.508 10 5.518
Desarrollo comunitario y vivienda. 20.496 100 6.828 27.424
Derechos civiles. 15.334 64 381 15.779
Intermediarios filantrópicos. 40 50 90
Actividades internacionales. 500 30 530
Asociaciones profesionales. 10.445 90 10.535
Mutualidades 400 400
TOTAL 174.916 5.698 72.893 253.507

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

CUADRO 4. Número de organizaciones del sector no lucrativo, por tipo y sector de actividad INCPO (2002)
2002
Rama de Actividad ICNPO
Asociaciones Fundaciones Otras Total
Cultura, deporte y ocio. 148.427 2.064 70.286 220.777
Educación e investigación. 31.958 3.625 8.292 43.875
Salud. 2.498 853 95 3.447
Servicios sociales. 8.817 1.112 9.929
Medio ambiente. 7.504 38 7.541
Desarrollo comunitario y vivienda. 27.922 181 6.269 34.372
Derechos civiles. 20.890 116 93 21.099
Intermediarios filantrópicos. 72 40 113
Actividades internacionales. 681 51 732
Asociaciones profesionales. 20.129 201 20.330
Mutualidades 440 440
TOTAL 268.826 8.313 85.515 362.654

Otros estudios coinciden en describir esta tendencia expansiva del Tercer Sector. En la obra de García
Delgado (2009) se realiza la siguiente apreciación:
«En una palabra, si las estimaciones son correctas [...] revelan una marcha ascendente del Tercer Sector o
Economía Social en términos absolutos y un peso muy consolidado, en términos relativos, dentro de la
economía española.»
Según el Registro Nacional de Asociaciones, el creciente número de entidades registradas entre los años
1985 y 2002 se refleja en el cuadro 5. Incluso, se produce un incremento en las Asociaciones declaradas de
utilidad pública, entre 1995 y 2002, pasando de 563 a 1135. Dato más fiable que el de las asociaciones no
declaradas de utilidad pública puesto que todas ellas seguían en «activo», porque de lo contrario, su
revocación (o la baja de la entidad) debe constar en el Registro.

CUADRO 5. Número de Asociaciones inscritas en el Registro Nacional de Asociaciones


Asociaciones

Hasta 1985 59.863

Entre 1986 y 1995 83.341

De 1996 a 2002 104.189

TOTAL 247.393

En el cuadro 6 se evidencia un crecimiento de entidades que emplean trabajo remunerado en un 54 por


ciento desde el 2001 al 2005, pasando de 40.973 a 63.091, y una reducción del número de entidades que sólo
funcionan con voluntarios que pasaron de 83.531 en 2001 a 72.104 en 2005, es decir que se redujeron en un
13,7 por ciento. En efecto, las asociaciones que no emplean trabajo remunerado, es decir que sólo trabajan
53
Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

con voluntarios exhiben una tendencia a desaparecer opuesta a la de las asociaciones que comparten trabajo
voluntario con remunerado. De hecho, en estas últimas los voluntarios ascienden a 2.382.587 en 2005,
habiendo alcanzado un porcentaje de crecimiento de 97 por ciento desde el 2001, momento en que contaba
con 1.209.224 voluntarios. Al respecto, García Delgado expresa que:
«En conjunto, se aprecia un trasvase de entidades y voluntarios desde las Asociaciones sin trabajo
remunerado a las Asociaciones con trabajo remunerado, de manera que ahora éstas empiezan a ser
claramente dominantes en el sector asociativo, contra lo que todavía ocurría en 2001. Cabe caracterizar
esta evolución como positiva, en la medida que comporta una creciente profesionalización del sector
asociativo en España.»
Esta creciente profesionalización también se aprecia en el caso de las Fundaciones, como queda demostrado
en el cuadro 6.

CUADRO 6. Relación entre entidades con empleo remunerado y sin empleo remunerado
Asociaciones Fundaciones
Magnitudes
2001 2005 2001 2005
A) Entidades con empleo remunerado
Entidades 40.973 63.091 2.163 5.543
Empleados 328.484 417.475 85.835 116.370
Voluntarios 1.209.224 2.382.587 41.865 146.913
B) Entidades sin empleo remunerado
Entidades 83.531 72.104 32 7 504
Voluntarios 2.736.376 1.410.985 2.587 2.877

En el afán de cuantificar la presencia y la fuerza económica del Tercer Sector, no hay que olvidar la
importante labor social que cumple. La función social del Tercer Sector, sobre todo de acción social que se
ocupa de la población en riesgo de exclusión, también puede ser cuantificada. Así lo hace García Delgado
(2006, 37) cuando expresa que si los 380.000 empleos equivalentes que abarca el Tercer Sector de Acción
Social tuvieran que ser retribuidos por el Estado, supondría una dotación presupuestaria de 7.500 millones
de euros. En cambio, si se toma como referencia en vez del modesto salario medio del Tercer Sector, el de la
Administración Pública, el valor ascendería a 10.800 millones de euros (cálculo del 2005).

4.2. La dimensión socio-económica del Tercer Sector


El sector no lucrativo aparece como una fuerza económica de gran envergadura de la que dan cuenta varios
indicadores. A continuación, se analizan los siguientes indicadores de dimensión del Tercer Sector, a saber:
el nivel de empleo remunerado y voluntario del Tercer Sector, su nivel de gastos y, por último, los recursos
económicos que gestiona el sector (o sus ingresos).

4.2.1. El empleo remunerado y voluntario en el Tercer Sector


Entre los indicadores, el índice de empleo destaca como valor para reflejar la dimensión socio-económica
del Tercer Sector.
El índice de empleo asciende al 6,1 por ciento del empleo asalariado total e incluyendo la aportación de los
voluntarios, cuya consideración, reducida a los términos equivalentes del empleo remunerado a tiempo

54
Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

completo, elevaría hasta cerca del 9 por ciento del empleo asalariado total la magnitud laboral del Tercer
Sector en España, y del 10 por ciento, en su más amplia acepción, incluyendo a las Cajas de Ahorros.45
No obstante, en términos de remuneración, el sector no lucrativo paga salarios que comportan el 3,9 por
ciento de la remuneración (de los asalariados) del conjunto de la economía española. Este último dato revela
unos niveles medios de salario en el Tercer Sector inferiores a los promedios nacionales, particularmente en
las Asociaciones. De hecho, la remuneración de los asalariados roza el 5 por ciento del total nacional, según
datos de 2005 (Delgado, 20).
El sector empleaba en 1995 a 475.179 trabajadores remunerados a jornada completa, que constituye:
- el 4,5% del total de trabajadores excluyendo el empleo agrario;
- el 6,8% del empleo en el sector servicios;
- el 22,9% del empleo en el sector público.
En el año 2002, Olabuénaga pasó a estimar la presencia de 692.336 empleos remunerados a jornada
completa, es decir un 45,7 por ciento más que en 1995. En cuanto al empleo voluntario a jornada completa
se ha casi duplicado, pasando a registrarse 489.446 empleos, en el 2002.
En términos de Producto Interior Bruto, el empleo remunerado equivalía en 1995 al 4,61 por ciento del
Producto Interior Bruto (PIB) y al 5,87 por ciento incluyendo el valor del trabajo voluntario.
Ahora bien, si se tiene en cuenta la contribución del voluntariado en el sector no lucrativo, las cifras
mencionadas mejoran considerablemente. En efecto el empleo total remunerado a jornada completa
aumentaría en el sector no lucrativo en 253.599 empleados, sumando en total (empleo remunerado y
voluntario) 728.778 empleados, es decir un 6.8 por ciento del total del empleo no agrario en España.48
Durante la década de 1990-2000, el empleo ha verificado un crecimiento en la economía social casi cuatro
veces superior de lo que lo ha hecho el conjunto de la economía de España. De este modo, en el año 2000, el
empleo total en la economía española creció un 15% respecto al empleo existente en 1990, mientras que el
empleo en la Economía social creció en un 58%, en el mismo período de tiempo.
El empleo directo existente en España, en las empresas y entidades de la Economía Social, representa
alrededor del 9% del total de asalariados empleados en España y ha continuado creciendo. El núcleo más
importante en términos de empleo está constituido por las empresas de trabajo asociado (cooperativas y
sociedades laborales) además de las organizaciones no lucrativas de acción social.
Datos estadísticos recientes, de 2005, estiman que el empleo del Tercer Sector o Economía Social abarca a
más de un millón de asalariados y a más de 4 millones de voluntarios: el 8,5% del empleo equivalente en
España.51 La mayor parte de estas personas trabajan en el sector no lucrativo (organizaciones de acción
social y de cooperación al desarrollo y en las entidades singulares, como la ONCE, Caritas y Cruz Roja
Española) y sumando a los empleados remunerados el empleo voluntario se alcanza la muy importante cifra
de 1.350.000 empleados.
Desde 1995 a 2002, el número de voluntarios ha experimentado un crecimiento del 43,5 por ciento, desde
1995 al 2002, con una cifra de 4,2 millones de personas.
Corresponde destacar que casi el 32 por ciento del empleo no lucrativo se concentra en el área de servicios
sociales, de hecho Olabuénaga insiste en que los servicios sociales «...dominan claramente la escena no
lucrativa española.» No obstante, las áreas de educación, salud, cultura y esparcimientos asumen unas cuotas
de empleo significativas. En efecto, las áreas de educación e investigación constituyen el 25,1 por ciento del
empleo no lucrativo.
Ello es debido a la preponderancia de tres grandes redes de organizaciones no lucrativas que «dominan» el
sector no lucrativo nacional y que son: Caritas, Cruz Roja Española y la ONCE. De hecho, sólo la ONCE
emplea unos 40.000 trabajadores remunerados, que constituye el 8,4% del total del empleo no lucrativo,
según datos de 1995.
En 2005 las entidades singulares (Caritas, Cruz Roja Española y la ONCE) registraban las cifras que se
muestran en el cuadro 7.
55
Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

CUADRO 7. Empleo remunerado y voluntario en Entidades Singulares


ONCE Cruz Roja Caritas
Números de empleados
44.717 7.417 4.343
remunerados
Números de voluntarios 47 160.189 60.789

En lo referente al empleo remunerado en el Tercer Sector, el crecimiento ha sido del 45,7 por ciento, entre
1995 y 2002, llegando a 692.336 empleos a jornada completa. Incluyendo el empleo voluntario a jornada
completa, se evidencia un aumento de 253.599 en 1995 a 489.446 en 2002.

4.2.2. Los gastos del Tercer Sector


El gasto total en el Tercer Sector ha verificado un incremento del 81,3 por ciento (sin imputarse el costo del
trabajo voluntario), pasando de 19.324 millones de euros en 1995 a 35.034 millones en 2002, y se estima un
aumento de 95 por ciento, incluyendo el coste del trabajo voluntario, pasando de 24.613 millones de euros
en 1995 a 47.995 millones de euros en 2002.
De hecho, el volumen total de gastos del sector no lucrativo español en 1995 (excluyendo el componente
religioso), puede estimarse en 22.600 millones de dólares, equivalente al 4 por ciento del Producto Interior
Bruto (PIB) español.
Asimismo, las cifras aportadas por Olabuénaga consideran que el gasto total del Tercer Sector que suponía,
en 1995, el 4,6 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) español, representa en el 2002 sólo una décima
más (4,7% del PIB). Con la inclusión de la incidencia del trabajo voluntario en el coste del gasto total, se
pasa del 5,6 por ciento del PIB en 1995 al 6,4 por ciento del PIB en 2002.
La estructura de gastos de una organización no lucrativa (ver cuadro 8) está integrada por: el dinero
destinado a la ejecución de actividades, generalmente se destina un 40,3 por ciento, la remuneración del
personal asalariado al que se destina alrededor de un 35 por ciento del gasto y el dinero destinado a
infraestructuras y a gastos de gestión absorbe un 1 7 por ciento del gasto, según el Estudio del Centro de
Estudios Económicos de la Fundación Tomillo (2000). Dicha estructura varía en función del tamaño de las
entidades. En general, las más pequeñas destinan la mitad de su presupuesto a la ejecución de actividades y
esta partida va perdiendo peso con el aumento del tamaño de las entidades. En ellas el gasto de personal
asciende hasta alcanzar un 40 por ciento de gastos (2000:50).

CUADRO 8. Estructura de gastos de las ONG de acción social


Fundación Asociación Total

Ejecución de actividades 40,3 47,2 45,9

Gastos de personal 42,1 32,9 34,9


Infraestructura, dirección y
15,5 17,6 17,0
administración
Otros gastos 2,1 2,3 2,2

Total 100 100 100

4.2.3. La financiación del Tercer Sector


Las organizaciones que integran el Tercer Sector precisan como cualquier otra entidad, de recursos
económicos para garantizar su existencia y cumplir con sus fines. Para ellos se sirve de tres clases de fuentes

56
Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

de financiación: propias (cuotas o pagos por servicios), públicas (subvenciones, contratos o convenios de la
Administración Pública) y privadas (donaciones, patrocinios de terceros).
En Tercer Sector se ha verificado, a través de los estudios de la Universidad de Johns Hopkins, que la mayor
parte de la financiación proviene de las cuotas de los socios o por pagos de servicios, no de la filantropía ni
de subvenciones del sector público, según lo revelan los cuadros 9 y 10.

CUADRO 9. Ingresos del sector no lucrativo

CUADRO 10. Ingresos del sector no lucrativo según rama de actividad ICNPO
Rama de Ingresos monetarios
Imputación del
Actividad TOTAL
Subvenciones y Donaciones Cuotas e ingresos trabajo voluntario
ICNPO Total
fondos públicos privadas por servicios
Cultura, deporte y
140.565 201.211 236.362 578.138 191.375 769.513
ocio.
Educación e
346.974 41.352 265.114 653.440 108.478 761.918
investigación.

Salud. 157.122 54.161 216.376 427.659 64.411 49210

Servicios sociales. 228.145 93.887 147.403 469.435 253.364 722.799

Medio ambiente. 4.249 8.588 1.431 14.268 70.817 85.131

Desarrollo
comunitario y 55.928 83.893 326.249 466.070 48.033 514.104
vivienda.

Derechos civiles. 42.000 84.000 14.000 140.000 93.798 233.798

Intermediarios
2.500 21.250 1.250 25.000 857 25.857
filantrópicos.
Actividades
25.290 16.155 3.555 45.000 33.986 78.986
internacionales.
Asociaciones
12.933 924 32.333 46190 14.869 61.059
profesionales.

Mutualidades 17.500 0 332.500 350.000 0 350.000

TOTAL 1.033.253 605.421 1.576.574 3.215.248 879.988 4.095.236

57
Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

Esta modalidad de ingresos del Sector no lucrativo español suele denominarse «modelo mediterráneo de
financiación», según la propuesta de Archambault (basada en los modelos de bienestar de Esping-
Andersen), en el que sólo una tercera parte de los ingresos son financiados por la administración.
No obstante, con datos del 2005, los ingresos del sector no lucrativo lo distancian del modelo de
financiación mediterráneo, sobre todo en cuanto a las cuotas y pagos por servicios y en la filantropía
privada, tal como queda reflejado en el cuadro 11.

CUADRO 11: Ingresos del sector no lucrativo


Estudio FONCE-2005
Recursos
Asociaciones Fundaciones
Sector Público 45 29

Cuotas y pagos por servicios 47 33

Donaciones privadas 7 38

En resumidas cuentas, el cuadro 11 muestra una dependencia de las asociaciones de los recursos
provenientes del sector público y de las cuotas de socios o pagos por servicios y en el caso de las
fundaciones, una alta diversificación de las fuentes de ingresos, que es el criterio más saludable de una
entidad para trabajar con independencia y asegurar el cumplimiento de sus fines.
Se suele criticar la alta dependencia que las Asociaciones revelan a instancias del Sector Público y su
consecuente o posible pérdida de autonomía, pero en países como Alemania, Francia, Bélgica y Austria, la
dependencia de los recursos es aún mayor: se estima en un 58 por ciento y si se entiende que el sector no
lucrativo asume el rol de llegar allí donde el Estado de Bienestar no puede, se puede inferir que existe una
suerte de corresponsabilidad para contribuir al bien común.
Al respecto, Vernis, aclara que es un mito el hecho de afirmar que el Tercer Sector verifica un alto grado de
dependencia de las administraciones públicas, sino que, por el contrario, las cifras del Estudio de CCEE-
Fundación Tomillo, demuestran que sólo un tercio del dinero de las fundaciones procede del sector público
y la mitad de los ingresos de las asociaciones tienen el mismo origen.
En cambio, un 38 por ciento de los ingresos de las fundaciones (ver cuadro 10) proviene del sector privado,
como puede ser donaciones de terceros, las actividades mercantiles (como venta en tiendas de productos de
comercio justo), patrocinios y del llamado marketing con causa. No hay que olvidar que muchas
fundaciones se crean para cumplir con el desarrollo de la función social de la empresa o, en otras palabras,
desempeñar el papel de responsable socialmente.66 También existen fundaciones que simplemente
gestionan la dotación con la que fueron creadas y rentabilizan ese dinero inicial para cumplir con sus fines
fundacionales, además del dinero que pueden continuar aportando sus patronos.
Resulta un indicio de la implantación del sector no lucrativo en la sociedad, el incremento del número de
cuotas o miembros registrados en las organizaciones. Del 1995 al 2002 se ha verificado un incremento del
11 por ciento en el número de socios, pasando de 25,8 millones en 1995 a 28,8 millones en 2002. Además,
se cuentan 7,3 millones de personas hacen donaciones económicas a las organizaciones no lucrativas, sin
hacerse socios de las mismas.
Asimismo, merece ser mencionada una lúcida observación de García Delgado cuando aprecia una evolución
en el patrón de financiación del sector no lucrativo en relación al crecimiento que ha experimentado el
Tercer Sector. Y sobre todo lo relaciona con el tamaño cada vez mayor que asumen las Fundaciones, unido
al fenómeno de transformación de Asociaciones en Fundaciones, motivado por la voluntad de proteger el
patrimonio constituido y de obtener una mayor capacidad y rapidez en la toma de decisiones. Sin olvidar el

58
Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

régimen fiscal más favorable al que podrían acceder siendo fundaciones (o convirtiéndose en asociaciones
de utilidad pública), es decir la ley 49/2002 de 23 de diciembre. Y agrega que mientras que las Fundaciones
cada vez dependen menos de la Administración Pública, en un porcentaje que desciende casi 10 puntos por
año, las Asociaciones aumentan su dependencia de fondos públicos en un índice de dos puntos y medio
anual.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que las organizaciones no lucrativas se caracterizan por su alto grado
de atomización y heterogeneidad en sus fines, en las actividades que prestan, en su modo de gestión y en su
tamaño presupuestario. De hecho, baste el ejemplo, de que el 50 por ciento de los fondos destinados a la
acción social es gestionado por el 5 por ciento de las organizaciones con presupuestos superiores a tres
millones de euros al año, mientras que el 95 por ciento de las organizaciones gestionan el restante 50 por
ciento de los fondos.
Pérez-Díaz y López Novo, van más allá, y contando con los datos obtenidos a través de la Encuesta ASP
sobre el Tercer Sector en acción social en España (2001) aseguran que: el 34 por ciento de las asociaciones
no supera los 3.000 euros anuales y el 48 por ciento no supera la cifra de los 6.000 euros. Al contrario, sólo
el 5 por ciento de las fundaciones no supera los 6.000 euros de ingresos anuales. Y mientras que el 52 por
ciento de las fundaciones tiene ingresos anuales superiores a 300.000 euros, sólo el 14 por ciento de las
asociaciones supera esa cifra de ingresos.
A lo dicho, Vernis agrega que el 74 por ciento de las asociaciones de la muestra y el 19 por ciento de las
fundaciones ingresa menos de 60.000 euros al año. A ello, añade que las entidades pequeñas son «pequeñas»
en ingresos pero «grandes» en actividades, cuentan con el apoyo de personas voluntarias y contribuyen en
colaborar para mejorar las condiciones de vida de otras personas (beneficiarios). Todo ello, es motivo de que
sean tan importantes para la sociedad española.
Según Monserrat-Codorniú, el tamaño presupuestario de una entidad, el modelo de gestión (dividido por ella
en modelo de gestión de ideas y de servicios), las fuentes de ingresos que obtiene y el nivel de personal
voluntario y remunerado en una misma entidad, están directamente relacionados. Entiende que las
organizaciones que gestionan ideas manejan presupuestos más pequeños (menos de 100.000 euros por año)
mientras que aquellas que gestionan servicios manejan presupuesto mayores (más de 100.000 euros al año).
Asimismo, hay una mayor proporción de entidades que gestionan ideas que las que proveen servicios, en
una proporción de 80 por ciento a 20 por ciento, respectivamente. Y que las asociaciones suelen ser gestoras
de ideas (en un 80 por ciento del total) y las fundaciones, por el contrario, suelen ser gestoras de servicios
(en un valor de 66 por ciento del total del grupo). Por último, las fuentes de ingresos difieren de modo
significativo, puesto que las entidades gestoras de servicios muestran una mayor dependencia de los ingresos
de la Administración, que puede oscilar entre un 40 por ciento y un 75 por ciento, sobre todo cuando los
servicios que prestan son considerados de utilidad pública y, por ello, la Administración tiende a
favorecerlas. En cambio, las entidades que promueven ideas suelen mantener una fuente de ingresos más
diversificada y no tan dependiente de la Administración: suelen ser más adaptables, ágiles a los cambios del
entorno y conservar una mayor autonomía funcional. A su vez, estas últimas suelen tener un mayor número
de personal voluntario que remunerado, en cambio, en las entidades gestoras de servicios, el nivel de
personal remunerado aumenta considerablemente, disminuyendo el voluntariado.
Por último, de acuerdo al Estudio del CEE Fundación Tomillo, Empleo y trabajo voluntario en las ONC de
acción social, la composición de la media de ingresos de las asociaciones es la siguiente: el 57 por ciento
corresponde a subvenciones, el 16 por ciento a cuotas de los socios, el 14 por ciento a prestación de
servicios, el 9 por ciento a donaciones de particulares y el 2 por ciento a actividades comerciales. En cuanto
a las fundaciones: el 39 por ciento corresponde a subvenciones, el 20 por ciento a prestación de servicios, el
14 por ciento a donaciones particulares, el 9 por ciento a cuotas de socios y el 6 por ciento a actividades
comerciales (ver cuadro 12).

59
Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

CUADRO 12: Estructura de ingresos de las ONG de acción social


Asociaciones Fundaciones

Cuotas de los socios 15,8 9,2

Donaciones 9,0 14,1

Prestación de servicios 13,8 19,8

Actividades 2,1 5,5

Subvenciones de la Administración 57,2 39,3

Otras 2,1 12,1

5. CONCLUSIONES:
Actualmente, el auge que está viviendo la Economía Social se presenta como la contracara de una etapa
económica recesiva. Es la alternativa sensata de las personas que deciden avanzar aunando esfuerzos,
luchando colectivamente. Quizás, ello se deba a que personas que en otro momento no se hubiesen atrevido
a fundar una empresa, se ven compelidas a hacerlo, a asumir riesgos, ante las escasas oportunidades que
ofrece el mercado. De hecho, destaca por su potencial para crear y desarrollar empleo.
Ahora bien, una empresa pertenece a la Economía Social si su actividad productiva se basa en técnicas de
organización que se sustentan en los principios de solidaridad y participación (en respuesta a la norma de
«un hombre un voto») entre sus miembros, así como en los valores de autonomía y de ciudadanía.
Forman parte de la economía social: las cooperativas, las mutualidades, las fundaciones y las asociaciones
que lleven a cabo actividad económica, las sociedades laborales, las empresas de inserción, los centros
especiales de empleo, las cofradías de pescadores, las sociedades agrarias de transformación y las entidades
singulares creadas por normas específicas, según el artículo 5 de la Ley 5/2011, de 29 de marzo, de
Economía Social.
En lo referente al Tercer Sector, nadie duda de su relevancia como un pilar necesario de la sociedad, al lado
del Estado (el primer sector) y el mercado (el segundo sector). Existen estudios que dan fe de la fuerza
económica que ha alcanzado, de su tamaño institucional y de su papel como fuente generadora de empleo.

6. LECTURAS RECOMENDADAS:

6.1. Texto:
• Sobre el concepto del Tercer Sector:
«Antes de comenzar he de llamar la atención acerca de una cuestión previa de primera magnitud: el de
Tercer Sector es un concepto, confuso y equívoco, además de, todavía, poco conocido. Pese a ello, será el
empleado. Sin que ello signifique olvidar que se trata de un concepto puramente convencional que, aunque
admitido, carece de expresa traducción o reconocimiento jurídicos. Sin embargo hay estudios no del tercer
sector en cuanto tal, sino de las instituciones que lo integran.
Quizá las dudas conceptuales se deban en parte a que sólo desde hace algunos años se habla del Tercer
Sector. Sea cual fuera el origen de la expresión, lo cierto es que fue en los primeros años setenta cuando se
utilizó por primera vez. Nace como un concepto residual, para distinguirlo del sector público (el primer
sector) y del sector lucrativo (el segundo sector). Y es este dato, el de su carácter residual, el que nos
confunde y complica. [...]
No todo lo que no es ni poder público ni sector lucrativo puede o debe incluirse en el tercero, al menos a los
efectos de lo que ahora nos interesa. Quiero decir que no se puede considerar incluidas entidades como los
partidos políticos, los sindicatos o las patronales, aunque también sean entidades que en principio no son
60
Tercer Sector e Intervención Social Tema 3

lucrativas. Para intentar esclarecer algo la cuestión hay que decir que cuando hablamos de Tercer Sector nos
referimos, como he apuntado, al diferente al público y al lucrativo. Es, pues, privado y no lucrativo. Lo cual
exige diferenciarlo del llamado sector no lucrativo y de la llamada sociedad civil.»
PINAR MAÑAS, José Luis, 2005, «Tercer Sector, Sector Público y Fundaciones» en Revista Española del
tercer sector n° 1.
• Sobre las características de la Economía Social:
«De lo que hemos expuesto, podemos deducir las características de los agentes de la Economía Social.
Esquemáticamente podemos decir que los agentes de la economía social son aquéllos que reúnan las
siguientes características:
a) No tienen nada que ver con la economía pública.
b) Pueden obtener beneficios de su actividad productiva.
c) Necesitan capital para desarrollar su actividad de producción, comercialización, distribución, etc.
d) Las relaciones que se dan entre capital y la atribución del beneficio es uno de los condicionantes para
que una empresa se considere o no incluida en la economía social. Si entre capital y atribución del
beneficio no existe relación alguna de carácter directo, de relación de proporcionalidad u otra causa,
podemos decir que el agente en cuestión pertenece a la economía social, mejor dicho, puede
pertenecer a la economía social.
e) La toma de decisiones no ha de estar relacionada directamente con el capital, sino que ha de estar
ligada a los socios propietarios de la empresa; en definitiva se trata de hacer realidad el principio de
un hombre un voto como consagración de la toma de decisiones dentro de la economía social.
Partiendo de estas características podemos definir la economía social como aquélla que comprende empresas
que actúan en el mercado con la finalidad de producir bienes y servicios, asegurar o financiar, pero cuya
distribución del beneficio y la toma de decisiones no están ligadas directamente con el capital a portado por
cada socio; el peso y la toma de decisiones es igual para todos los socios y no en función del capital
aportado por cada uno de ellos.»
BAREA, José, 2003, «La Economía Social en España: Realidad y Perspectivas» en La Economía Social y el
Tercer Sector, Escuela Libre Editorial, p.486-487.

6.2. Lectura recomendada:


Ruiz Olabuénaga, José I. (Dir.), 2006, El sector no lucrativo en España: una visión reciente, Bilbao:
Fundación BBVA.

6.3. Bibliografía recomendada:


De Lorenzo, R., Cruz Amorós, M. y Muñoz Machado, S., 2005, Comentarios a la Leyes de Fundaciones y
Mecenazgo, Madrid: Fundación ONCE.
De Lorenzo, R., Cabra de Luna, M. y Faura, I. (Coordinadores), 2003, La Economía Social y el Tercer
Sector. España y el entorno europeo, Madrid: Escuela Libre Editorial-Fundación ONCE.

7. EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN:
Reflexiona sobre las definiciones de Economía Social y Tercer Sector y sobre la importancia de su
reconocimiento jurídico.
Analiza las posibilidades de empleo de calidad que ofrece tanto la Economía Social como el Tercer Sector.

8. RESUMEN
En el presente capítulo se abordan los conceptos y las características del Tercer Sector y de la Economía
Social, sin olvidar la creciente relación con su capacidad para crear empleo de calidad. Asimismo, se
desarrolla la dimensión económica e institucional del Tercer Sector que nos proporciona una idea de su
relevancia social.
61
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

CAPÍTULO IV: LAS ORGANIZACIONES DEL TERCER SECTOR: ORDENACIÓN JURÍDICA Y


FUNCIONAMIENTO
Por Rafael de Lorenzo y Lorena Moro
Objetivos
Comprender la naturaleza jurídica y el régimen normativo de las Asociaciones y las Fundaciones.
Conocer más de cerca a las siguientes entidades singulares: Cruz Roja, Caritas, ONCE y la Obra Social de
las Cajas de Ahorro.

Conceptos
Asociaciones, Fundaciones, Derecho constitucional, Entidades singulares

1. INTRODUCCIÓN:
Las asociaciones y las fundaciones se erigen como las dos grandes formas jurídicas que adoptan las
entidades del Tercer Sector, constituyendo el núcleo fundamental del sector no lucrativo. Si bien, el mismo
se encuentra enriquecido por una diversidad de organizaciones pertenecientes a diferentes tipologías
jurídicas, las Asociaciones y Fundaciones destacan por su importancia cualitativa y por el enorme peso que
ostentan en el Tercer Sector. Por tanto, deben ser conocidas, al menos, en cuanto a las características
esenciales que las perfilan y los efectos más relevantes que proyectan.
De este modo, es el propósito de este capítulo brindar información útil sobre los aspectos esenciales del
régimen jurídico en vigor de las asociaciones y fundaciones. Asimismo, al final del capítulo, se ofrece un
panorama de las denominadas entidades singulares, como Cruz Roja Española, Caritas Española, ONCE y la
Obra Social de las Cajas de Ahorro.

2. RÉGIMEN JURÍDICO DE LAS ASOCIACIONES


Las asociaciones son organizaciones constituidas por un grupo de personas (físicas o jurídicas), al menos
tres, con el propósito de atender a un fin sin ánimo de lucro. Pueden constituirse tanto para perseguir fines
de interés general como de intereses particulares.
Generalmente, se señala el aspecto personal de las asociaciones como su elemento característico, sobre todo
porque es un rasgo que las diferencia de las fundaciones. De hecho, una asociación puede crearse a partir de
una mera reunión de personas, como mínimo tres, con un interés común y el propósito de organizarse para
poner en marcha el proyecto. Crearla no entraña mayor dificultad, lo difícil es conseguir los recursos
materiales y humanos para que el proyecto sea viable y perdure.
El régimen normativo que pauta su funcionamiento es la Ley Orgánica 1/2002, de asociaciones de
competencia estatal, que convive con la legislación autonómica con la cual comparte un complejo sistema de
competencias.
Con respecto a la evolución histórica del concepto, suele ser relacionado en sus comienzos casi
exclusivamente con su función política: el rol de limitar el poder estatal. Luego, la libertad individual ha
cobrado protagonismo, no obstante las asociaciones suelen configurarse como una forma de participación
ciudadana eficaz para intervenir en la sociedad, sobre todo a favor del interés general.
En aras del interés general, cumplen un rol fundamental las Asociaciones denominadas de «utilidad
pública», que cuentan con un reconocimiento estatal por su importante labor social y con los beneficios de
un régimen fiscal más favorable, como el que rige para las fundaciones, a saber, el que regula la Ley
49/2002.

62
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

2.1. Concepto de asociación


Las asociaciones son organizaciones constituidas por al menos tres personas, físicas o jurídicas, con el
propósito de atender a un fin común sin afán de lucrar con ello. Pueden constituirse tanto para perseguir
fines de interés general como de intereses particulares.
Los elementos característicos de las asociaciones son:
1) Una pluralidad de personas, como mínimo tres, que implica necesariamente la existencia de un
acuerdo voluntario entre ellas para asociarse, que en general queda reflejada en el Acta de
Constitución de la Asociación.
2) La carencia de ánimo de lucro. A diferencia de la empresa no hay ganancias o dividendos a repartir
entre los socios o directivos de la entidad. Los recursos económicos deben ser invertidos en el
cumplimiento de la misión de la entidad y para solventar los gastos corrientes de la misma (salarios
si tuviera personal remunerado, alquiler de domicilio de entidad, pago a proveedores, entre otros).
3) Idea de temporalidad o permanencia de la organización, relacionado con la viabilidad del proyecto a
poner en marcha a partir del acuerdo de voluntades.
Asimismo, el derecho de asociación se caracteriza por integrar dos facetas: la positiva (apartado 1 y 2),
entendida como el derecho a asociarse libremente; y la negativa (apartado 3), como el derecho a no ser
obligado a constituir una asociación o integrarse a alguna. Textualmente:
1. Todas las personas tienen derecho a asociarse libremente para la consecución de fines lícitos.
2. El derecho de asociación comprende la libertad de asociarse o crear asociaciones, sin necesidad de
autorización previa.
3. Nadie puede ser obligado a constituir una asociación, a integrarse en ella o a permanecer en su seno,
ni a declarar su pertenencia a una asociación legalmente constituida... (Artículo 2 de la Ley Orgánica
1/2002)
Según el espíritu de la Ley Orgánica 1/2002, expresado en la «Exposición de Motivos», el principio de
libertad está plasmado en un sentido amplio y no pareciera admitir salvedades o excepciones.

2.2. Evolución histórica


Aristóteles nos ha dejado el legado de entender al ser humano como un animal social (zóon politikon). La
comprensión de que las personas nos «realizamos» entre pares y alcanzamos la plenitud de nuestras
capacidades, es la propuesta más convincente de por qué, como individuos sociales y socializados, debemos
trabajar a favor de un entorno que beneficie a todos y en el que toda persona pueda alcanzar el máximo de
sus aptitudes, sin marginados, sin admitir por acción u omisión que otras personas no puedan ejercer sus
derechos fundamentales. A ello se debe la importancia del movimiento asociativo y su reconocimiento
actual como un derecho humano.
En el pasado, el derecho de asociación ha sido considerado por primera vez en la Constitución de Francia de
1848. En 1901, la ley francesa que regula el contrato de asociación, define a la asociación como «...la
convención por la cual dos o varias personas ponen en común de manera permanente sus conocimientos o su
actividad con el objeto distinto del de repartir beneficios.»
En España, los gobiernos monárquicos adoptan una postura contraria al movimiento asociativo. Un ejemplo
de ello lo encontramos en el Decreto LXXXII, de 6 de agosto de 1811, sobre la incorporación de los
señoríos institucionales a la Nación. Aunque la legislación más restrictiva se produce por el Decreto de
octubre de 1820, que dice: «Las reuniones de individuos constituidas y reglamentadas por ellos mismos,
bajo el nombre de sociedades, confederaciones, juntas patrióticas o cualquier otro sin autoridad, cesarán,
desde luego, con arreglo a las leyes que prohiben estas corporaciones». En la misma tónica se posiciona el
Código Penal de 1822. Con ello comienza una época en la que se proscriben las asociaciones y se considera
fuera de la ley cualquier manifestación de las mismas.

63
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

Es muy avanzado el siglo XIX cuando la libertad de asociación será reconocida constitucionalmente con
carácter general. De hecho, el citado derecho ha sido contemplado en la Constitución de 1869 (los artículos
17 y 19); la canovista de 1876, el artículo 13.3, y la republicana de 1931 (artículo 39).
Durante la época del franquismo, el movimiento asociativo fue restringido y sólo se aceptaban el
funcionamiento de asociaciones que compartieran su ideología o que estuvieran vinculadas a la Iglesia
católica. Ya en los años sesenta y setenta, existía un movimiento asociativo ajeno al franquismo y vinculado
a: sectores progresistas de la Iglesia, a grupos excursionistas, ateneos y asociaciones culturales. Y al
comenzar los últimos años del franquismo, surgió un movimiento asociativo contrario al régimen político
aún vigente. Con la llegada de la democracia, la sociedad civil recupera el protagonismo que había tenido
antes de la Guerra Civil y que había perdido durante el franquismo.
No obstante el bloqueo que el derecho de asociación sufre después de la Guerra Civil, conoce una apertura
reseñable con la aprobación de la Ley de Asociaciones de 24 de diciembre de 1964. Es éste un texto legal
breve (tiene once artículos), en el que la idea rectora no es la supresión de todos los obstáculos para el
ejercicio de la libertad, sino que impone una serie de fórmulas de control por parte del Gobierno en dos
momentos: en el inicio a la hora de la constitución de asociaciones y a lo largo de toda la vida de la
Asociación en el desarrollo de su actividad. Razón por la que parte de los preceptos del texto legal tienen un
sentido restrictivo.
Con la llegada de la Constitución de 1978, en vigor, se tutela el derecho de asociación en el artículo 22, y
hasta el 2002 en que se promulgó la Ley Orgánica de Asociaciones 1/2002, aún continuaba vigente la ley de
1964, en la normativa que no contrariaba la Constitución.
Corresponde destacar el papel que ha cumplido la jurisprudencia para definir el concepto de derecho de
asociación, hasta la creación de la Ley en vigor. De este modo, el Tribunal Constitucional ha venido
entendiendo el derecho de asociación como el que ejercen varias personas con el propósito de crear
organizaciones estables para la gestión de un interés común, sobre bases consensuadas (STC 244/1991, de
16 de diciembre). De manera similar, pero referido al concepto de asociación, la doctrina lo define, de la
siguiente forma: «Es la unión estable de personas que aparecen jurídicamente unidas o vinculadas para la
realización o consecución de un fin común».

2.3. La protección constitucional del derecho de asociación


El derecho de asociación ha sido reconocido en la Constitución: en la sección primera: «De los derechos
fundamentales y de las libertades públicas», del capítulo segundo: «Derechos y libertades», del título
primero: «De los derechos y deberes fundamentales». Esta ubicación privilegiada dentro de la Constitución
se debe a que el constituyente que elaboró la norma ha querido dotar al derecho de asociación de una tutela o
protección especial contra cualquier injerencia, incluso de los poderes públicos. Rige el principio de la
libertad frente al principio de autoridad y desde el enfoque: lo que no prohibe la Ley, está permitido, es que
debe interpretarse el ejercicio del derecho de asociación.
En este sentido, el derecho de asociación es considerado un derecho fundamental de primer orden, de
jerarquía superior y por ello la misma Constitución lo dota de una protección especial contra cualquier
injerencia, incluso hasta del propio Estado.
De este modo, al derecho de asociación contemplado en el artículo 22 de la Constitución y regulado por la
Ley Orgánica se le otorga la máxima protección que la Constitución concede, conforme queda reflejado en
el artículo 53 de la Constitución.
El sistema de protección o de garantía del artículo 22 de la Constitución se articula del siguiente modo: a)
vincula a todos los poderes públicos (art. 53.1) y su aplicación tiene efecto directo, sin necesidad de
desarrollo legislativo; b) su desarrollo, en todo caso, debe hacerse mediante ley que debe respetar su
contenido esencial (art. 53.1), que, en el caso presente, ha de tener el rango de ley orgánica (art. 81.1); c) la
tutela de estos derechos puede ser solicitada por cualquier ciudadano ante los tribunales ordinarios mediante
64
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

un procedimiento basado en los principios de preferencia y sumariedad, el denominado amparo ordinario


(art. 53.2); d) frente a las infracciones de este derecho se puede interponer el recurso de amparo
constitucional (art. 53.2); e) su protección puede ser ejercitada por el Defensor del Pueblo (art. 54), órgano
que ostenta igualmente la legitimación para la interposición del recurso de amparo constitucional; f) su
revisión constitucional debe ser realizada mediante el procedimiento reforzado del art. 1683.
Literalmente, el artículo 22 de la Constitución dispone lo siguiente:
1. Se reconoce el derecho de asociación.
2. Las asociaciones que persigan fines o utilicen medios tipificados como delito son ¡legales.
3. Las asociaciones constituidas al amparo de este artículo deberán inscribirse en un registro a
los solos efectos de publicidad.
4. Las asociaciones sólo podrán ser disueltas o suspendidas en sus actividades en virtud de
resolución judicial motivada.
5. Se prohiben las asociaciones secretas y las de carácter paramilitar.
La Constitución garantiza dos principios básicos: la libertad absoluta de asociación, salvo ilicitud, y la
judicialización, que determina que la proscripción se realice por la decisión del órgano jurisdiccional, sin la
intervención del poder ejecutivo como en la derogada Ley franquista 191/1964, de 24 de diciembre, de
Asociaciones.
Asimismo, la resolución judicial de suspensión de las actividades de las asociaciones o disolución puede ser
motivada exclusivamente en los siguientes casos:
• cuando tengan la condición de asociación ¡lícita, de acuerdo con las leyes penales.
• por las causas previstas en leyes especiales o en esta Ley, o cuando se declare nula o disuelta por
aplicación de la legislación civil, según el artículo 38 de la Ley Orgánica 1/2002.
En la «Exposición de Motivos» de la Ley 1/2002 (LODA), el legislador se ocupó de dejar asentado de forma
clara y expresa que el régimen legal de asociaciones se construye sobre el principio de libertad asociativa,
respetando el artículo 22 de la Constitución y elimina el sistema de control preventivo, contenido en la
derogada Ley 191/1964, de Asociaciones. El principio de no injerencia en el funcionamiento interno queda
tutelado contra la misma autoridad estatal para que «...bajo el pretexto del fomento no se cobijen formas de
intervencionismo contrarias a nuestra norma suprema...» (citado de la LODA, BOE núm.73, 26/3/02,
p.11981). Asimismo, se menciona que el desarrollo de la Ley responde al mandato constitucional del
artículo 9.2 que prescribe lo siguiente:
«Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del
individuo y de los grupos en que en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que
impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política,
económica, cultural y social.» (Artículo 9.2 de la Constitución).

2.4. Aspectos esenciales de la Ley Orgánica 1/20024

A) Objeto y aplicación de la LODA


La Ley Orgánica 1/2002, de 22 de marzo, reguladora del derecho de asociación (en adelante, «LODA»),
tiene por objeto desarrollar el derecho de asociación reconocido en el artículo 22 de la Constitución y
establecer aquellas normas de régimen jurídico de las asociaciones que corresponde dictar al Estado, de
acuerdo al ámbito de la competencia que le otorga la Constitución, según el artículo 149.1.1 de la
Constitución española, y según el artículo 1, apartado primero, de la LODA.
La LODA se aplica a «...todas las asociaciones que no tengan fin de lucro y que no estén sometidas a un
régimen asociativo específico...», de conformidad con su artículo 1, apartado segundo, de la LODA.
En cuanto al requisito de que se trate de asociaciones que carezcan de fin de lucro, se ha criticado la
redacción de la norma porque daría lugar a inferir la existencia de dos clases de asociaciones: con lucro y sin
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

lucro. No es así, de hecho la carencia de lucro es una característica intrínseca de las asociaciones (aunque no
exclusiva). Ahora bien, que la asociación no tenga el propósito de lucrar no implica que no pueda ejercer
actividad económica alguna o buscar ingresos económicos por otros medios, puesto que lógicamente debe
proporcionarse el sustento o autofinanciarse para lograr sus fines. Lo único que las asociaciones tienen
prohibido es repartir los beneficios entre sus miembros. En efecto, la misma Ley lo prohibe expresamente en
el artículo 13, apartado segundo, cuando anuncia: «...sin que quepa en ningún caso su reparto entre los
asociados...»
Se aplica un régimen asociativo específico en los partidos políticos, los sindicatos y todas las asociaciones
mencionadas expresamente en el artículo 1, apartado tercero, y en el apartado cuarto la LODA señala que se
excluyen de su ámbito de aplicación: las comunidades de bienes y propietarios y las entidades que se rijan
por las disposiciones relativas al contrato de sociedad, cooperativas y mutualidades, así como las uniones
temporales de empresas y las agrupaciones de interés económico.
Ahora bien, la LODA tiene la virtud de concentrar en un mismo texto legal los preceptos que desarrollan el
artículo 22 de la Constitución, es decir, el derecho fundamental de asociación y, asimismo, de legislar sobre
el régimen básico de las asociaciones. En efecto, reúne en una misma norma los preceptos de naturaleza
orgánica sobre el derecho de asociación y los de naturaleza ordinaria en torno a la regulación de la
asociación, como un tipo concreto de persona jurídica.
El hecho de que haya en un mismo texto legal preceptos de naturaleza orgánica y de naturaleza ordinaria no
es relevante a la hora de analizar jerarquías normativas, puesto que gozan de la misma jerarquía y sólo
difieren en la materia que regulan, según lo dispuesto por la Constitución en su artículo 81. A saber, el
desarrollo de los derechos fundamentales como el de asociación debe ser regulado mediante una Ley
orgánica, que se distingue de una Ley ordinaria en cuanto a las mayorías que son necesarias en el
Parlamento para su sanción, modificación o derogación. En cambio, sí es importante distinguir entre un
precepto orgánico u ordinario a la hora de su aplicación, puesto que los de naturaleza orgánica son de
aplicación directa en todo el país y los ordinarios son pasibles de aplicación supletoria respecto de otras
leyes que regulen tipos específicos de asociaciones o de la legislación vigente en el ámbito autonómico,
salvo que la Constitución le otorgue competencia exclusiva al Estado para legislar sobre determinada
materia, en cuyo caso tales preceptos se aplican en todas las asociaciones dentro del Estado español.
La disposición final primera de la LODA es muy útil para distinguir qué normas de la misma Ley deben
aplicarse directamente en todo el Estado y qué normas, en cambio, son de aplicación supletoria. En su
apartado primero determina el articulado de la misma Ley que constituye el denominado bloque
constitucional y en los siguientes apartados, quedan reflejados los artículos de la LODA que constituyen el
denominado bloque civil.
En cuanto al bloque civil, lo integran normas que no siempre tienen carácter supletorio, debido a que la
disposición final primera de la LODA señala qué artículos son de directa aplicación en todo el Estado y
prevalecen, en su caso, sobre la normativa autonómica. Los restantes preceptos del bloque civil son de
aplicación directa a las asociaciones de ámbito estatal, no así a las asociaciones cuyo ámbito de actuación
sea el autonómico.
Asimismo, se aplica integralmente la presente Ley, con carácter supletorio, en el caso de una asociación de
competencia autonómica cuya Comunidad Autónoma carezca de legislación sobre la materia tanto en lo
general como en lo relativo al tipo específico de dicha asociación.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

A continuación se expresa en el siguiente cuadro lo hasta aquí expuesto:

CUADRO 1. Disposición final primera


DISPOSICIÓN FINAL PRIMERA. Carácter de la Ley.
1. Los artículos 1; 2 salvo apartado 6; 3 salvo Bloque constitucional: tienen rango de Ley orgánica,
apartado g; 4.2, 5 y 6; 10.1; 19; 21; 23.1; 24; 29.1; al constituir el desarrollo del derecho fundamental de
30.3 y 4; 37; 38; la disposición derogatoria única; y asociación, contenido en el artículo 22 de la
las disposiciones finales primera.1, segunda y cuarta Constitución.
Bloque civil: son de directa aplicación en todo el
Estado, al amparo de lo previsto en el artículo 149.1.1
2. Los artículos 2.6; 3.g; 4.1, y 4; 5; 6; 7; 8; 9; 10.2, 3
de la Constitución, en virtud del cual el Estado tiene
y 4; 11; 13.2; 15; 17; 18.4; 22; 25.2; 26; 27; 28; 30.1,
competencia exclusiva en la regulación de las
2 y 5; la disposición adicional cuarta y la disposición
condiciones básicas que garanticen la igualdad de
transitoria primera (con rango de Ley ordinaria)
todos los españoles y en el cumplimiento de los
deberes constitucionales.
Bloque civil: constituyen legislación procesal dictada
3. Los artículos 39, 40 y 41 (con rango de Ley al amparo del artículo 149.1.6 de la Constitución, en
ordinaria) virtud del cual el Estado tiene competencia exclusiva
en materia de legislación procesal.
Bloque civil: se dictan al amparo del artículo 149.1.14
4. Los artículos 32 a 36, la disposición adicional de la Constitución, en virtud del cual el Estado tiene
primera y la disposición transitoria segunda, competencia exclusiva en materia de Hacienda
reguladoras de las asociaciones declaradas de general. Sin perjuicio de los regímenes tributarios
utilidad pública (con rango de Ley ordinaria) ferales vigentes en los Territorios Históricos del País
Vasco y en la Comunidad Foral de Navarra.
Bloque civil: se aplica en las asociaciones de ámbito
estatal (y también se aplica en las asociaciones de
5. Los restantes preceptos de la Ley (con rango de
ámbito de actuación de una CCAA que carezca de una
Ley ordinaria)
legislación genérica en la materia o del tipo específico
de dicha asociación).

Corresponde señalar que los artículos 7.1 apartado i) y 11.2 han sido declarados inconstitucionales por el
Tribunal Constitucional en la sentencia número 133/2006. En particular, el artículo 11.2 es inconstitucional
en lo relativo a la expresión: «con las disposiciones reglamentarias que se dicten para la aplicación de la
misma», en el entendimiento de que no constituye una condición básica del ejercicio del derecho de
asociación de conformidad con el artículo 149.1.1 de la Constitución española, y atenta contra la potestad
normativa de las Comunidades Autónomas.

B) Nacimiento, organización, funcionamiento y extinción de las asociaciones


1) El nacimiento
La existencia jurídica es el reconocimiento que hace el Estado, a través de su ordenamiento jurídico, de la
existencia, derechos y obligaciones de una entidad. Las asociaciones son personas jurídicas, es decir, entes
capaces de asumir derechos y contraer obligaciones. Ahora bien, el ordenamiento les reconoce su
personalidad pero, ¿a partir de cuándo? ¿Cuáles son los requisitos formales que cada entidad debe cumplir
para su nacimiento en el mundo jurídico?

67
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

Las asociaciones se constituyen mediante acuerdo de tres o más personas físicas o jurídicas legalmente
constituidas, que se comprometen a poner en común conocimientos, medios y actividades para conseguir
unas finalidades lícitas, comunes, de interés general o particular, y se dotan de los estatutos que rigen el
funcionamiento de la asociación, según lo establece el artículo 5 de la LODA.
A diferencia de las fundaciones, que necesitan la inscripción para constituirse o nacer al mundo del derecho,
las asociaciones no necesitan la inscripción en el Registro para gozar de personalidad jurídica. La
inscripción tiene meramente un efecto declarativo, es decir, de publicidad frente a terceros.
A partir de la elaboración de los estatutos y el acta fundacional, denominado acuerdo de constitución, la
asociación ya existe para el mundo jurídico. No obstante la LODA en su «Exposición de Motivos» constata
lo siguiente:
«...la creciente importancia que las asociaciones tienen en el tráfico jurídico aconseja, como garantía de
quienes entren en dicho tráfico, que la ley tome como punto de referencia - en relación con su régimen de
responsabilidad - el momento en que se produce la inscripción en el Registro correspondiente.»
Por ello, es muy importante la inscripción en el correspondiente Registro por una cuestión de
responsabilidad: en el artículo 10 se establece que los promotores de asociaciones no inscritas responden
personal y solidariamente por las obligaciones contraídas frente a terceros; ello se extiende a todos los
asociados siempre que manifiesten actuar en nombre de la asociación. Con la inscripción registral se limita
la responsabilidad y es una garantía para los terceros y los miembros de la asociación.
Un documento importante que deben elaborar los miembros creadores de la asociación es el acta
fundacional, cuyo contenido es:
• El nombre y apellidos de los promotores de la asociación si son personas físicas, la denominación o
razón social si son personas jurídicas, y, en ambos casos, la nacionalidad y el domicilio.
• La voluntad de los promotores de constituir una asociación, los pactos que, en su caso, hubiesen
establecido y la denominación de ésta.
• Los estatutos aprobados que regirán el funcionamiento de la asociación, cuyo contenido se ajustará a
las prescripciones del artículo siguiente.
• Lugar y fecha de otorgamiento del acta, y firma de los promotores, o de sus representantes en el caso
de personas jurídicas.
• La designación de los integrantes de los órganos provisionales de gobierno.
Además, debe acompañarse a este documento:
1) en el caso de personas jurídicas, una certificación del acuerdo válidamente adoptado por el órgano
competente, en el que aparezca la voluntad de constituir la asociación y formar parte de ella y la
designación de la persona física que la representará;
2) en el caso de las personas físicas, la acreditación de su identidad.
El contenido de los estatutos debe ser el siguiente, según el artículo 7:
• La denominación. Se precisa consultar previamente al Registro Nacional de Asociaciones que no
existan duplicidades, es decir, que no haya otra asociación que haya registrado anteriormente el
mismo nombre que pretende la asociación a crearse (Art. 8.1, LODA).
• El domicilio, así como el ámbito territorial en que haya de realizar principalmente sus actividades.
• La duración, cuando la asociación no se constituya por tiempo indefinido.
• Los fines y actividades de la asociación, descritos de forma precisa.
• Los requisitos y modalidades de admisión y baja, sanción y separación de los asociados y, en su
caso, las clases de estos. Podrán incluir también las consecuencias del impago de las cuotas por parte
de los asociados.
• Los derechos y obligaciones de los asociados y, en su caso, de cada una de sus distintas modalidades.
• Los criterios que garanticen el funcionamiento democrático de la asociación.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

• Los órganos de gobierno y representación, su composición, reglas y procedimientos para la elección


y sustitución de sus miembros, sus atribuciones, duración de los cargos, causas de su cese, la forma
de deliberar, adoptar y ejecutar sus acuerdos y las personas o cargos con facultad para certificarlos y
requisitos para que los citados órganos queden válidamente constituidos, así como la cantidad de
asociados necesaria para poder convocar sesiones de los órganos de gobierno o de proponer asuntos
en el orden del día.
• El régimen de administración, contabilidad y documentación, así como la fecha de cierre del
ejercicio asociativo.
• El patrimonio inicial y los recursos económicos de los que se podrá hacer uso.
• Causas de disolución y destino del patrimonio en tal supuesto, que no podrá desvirtuar el carácter no
lucrativo de la entidad.
Hasta aquí se refieren los requisitos mínimos de contenido, los estatutos también pueden contener cualquier
otra disposición y condición lícita que los promotores consideren convenientes, siempre que no contradiga el
ordenamiento jurídico.
Los estatutos deben tener bien definido el ámbito territorial de actuación y de acuerdo a ello inscribirla en el
correspondiente Registro, que puede ser el estatal o el autonómico.
Corresponde señalar que no tiene sentido que los estatutos puedan determinar el régimen de contabilidad
puesto que es un tema de Hacienda, es decir, de competencia exclusiva del Estado, de conformidad con el
artículo 149.1.14 de la Constitución.
En lo referente a la denominación, hay que tener en cuenta las condiciones que se introducen en el artículo 8
para que el nombre elegido para la asociación sea válido.
Las asociaciones extranjeras, para poder ejercer actividades en España de forma estable o duradera, deberán
establecer una delegación en territorio español.
Las asociaciones que consideran como su ámbito de actuación el territorio nacional o que vayan a
desarrollar sus competencias en más de una Comunidad Autónoma deben inscribirse en el Registro Nacional
de asociaciones, dependiente del Ministerio del Interior, según el artículo 25 de la LODA, y
reglamentariamente se determina la estructura y funcionamiento de dicho Registro, de conformidad con el
Real Decreto 1497/2003, de 28 de noviembre. Además, en cada Comunidad Autónoma debe existir un
Registro Autonómico de asociaciones, que tiene por objeto la inscripción de las asociaciones que desarrollen
principalmente sus funciones en el ámbito territorial de aquéllas.
El Ministerio del Interior, al recibir la solicitud de inscripción de una asociación, verifica que la misma
cumpla con los requisitos legales determinados en la LODA (artículos 6 y 7) y, si se cumplen, procede a
inscribirla pero no legaliza nada: las asociaciones son, en principio, legales a menos que una resolución
judicial dicte lo contrario, de conformidad con el artículo 30 de la LODA.
El derecho de asociación está tan ampliamente reconocido que la LODA otorga al silencio de la
Administración el carácter positivo, es decir: si en el plazo de tres meses la Administración no se expide
sobre la inscripción, se considera que la solicitud ha sido estimada.
Asimismo, la asociación debe darse de alta mediante la declaración censal oportuna a efectos tributarios, y
en la Seguridad Social, en el supuesto de contratar a personal remunerado.
2) Organización
Los órganos de la asociación, según el artículo 11 de la LODA, son:
- La Asamblea General, que es el órgano de gobierno de la asociación: está integrado por los
asociados, adopta sus acuerdos por el principio mayoritario o de democracia interna y debe
reunirse, al menos, una vez al año. Son sus competencias: aprobar las cuentas de la
asociación, modificar los estatutos en lo que se relacione con lo regulado en el artículo 7 e),
incluso, tienen la facultad de disolver la asociación si lo acuerdan en asamblea general
convocada al efecto. Asimismo, dicho artículo prevé las facultades de un órgano de
69
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

representación o junta directiva, que gestiona en lo cotidiano a la entidad y representa sus


intereses.
- La Junta Directiva u otro equivalente, que es el órgano de representación: gestiona y
representa los intereses de la asociación, de acuerdo con las disposiciones y directivas de la
Asamblea General. Sólo podrán formar parte del órgano de representación los asociados.
Si los estatutos no lo disponen de otro modo, el régimen interno de las asociaciones es el establecido en el
artículo 12. En dicho artículo: Se faculta al órgano de representación (Junta Directiva) a realizar cualquier
acto de acuerdo con los fines de la asociación, mientras no requieran la autorización expresa de la
Asamblea General, según lo determinado en los estatutos.
Se determinan las condiciones para convocar la Asamblea General con carácter ordinario y extraordinario.
Se mencionan los acuerdos que requieren obligatoriamente de mayoría cualificada, a saber:
• Sobre la disolución de la asociación y modificación de los estatutos,
• Sobre la disposición o enajenación de bienes y
• Sobre la remuneración de los miembros del órgano de representación.
En las asociaciones los miembros del órgano de representación (Junta Directiva) pueden obtener una
remuneración en función de su cargo siempre que esté contemplado en los estatutos y en las cuentas anuales
aprobadas por la Asamblea. Hay que tener presente que para que la asociación pueda acceder a la
declaración de utilidad pública, entonces los miembros de los órganos de representación que perciban
retribuciones no podrán hacerlo con cargo a fondos o subvenciones públicas, conforme al artículo 32 de la
LODA. En sentido contrario, se entiende que los representantes pueden ser retribuidos con cargo a fondos
propios o fondos privados, como los que provienen de las cuotas de los socios o donaciones, sin que limite
la posibilidad de ser declarada de utilidad pública de la que goza cualquier asociación.
De este modo, la legislación prevé un tipo de estructura organizativa mínima dejando el espacio discrecional
para que cada organización pueda adoptar los modelos organizativos que mejor satisfagan sus criterios y
objetivos.
En el manual de Gestión de recursos humanos en las entidades sin ánimo de lucro de la Fundación Luis
Vives, se hace referencia a una pirámide jerárquica en la que se suceden los siguientes tres niveles
directivos:
• Alta Dirección: ocupa el vértice superior de la pirámide y la integran el Presidente y otros directivos
que tienen la función de apoyar los planes a largo plazo de la organización.
• Los directivos intermedios: son los responsables de desarrollar planes y procedimientos concretos
para llevar a cabo los planes generales desarrollados por la Alta Dirección.
• La Dirección operativa: es la dirección de supervisión o de primera línea. Ejecuta los planes
elaborados por la Dirección intermedia y evalúan los resultados diariamente, estando en contacto con
los trabajadores no directivos a diario.
En su libro sobre fortalecimiento institucional, Vernis hace la distinción entre nivel de gobierno y nivel de
gestión del siguiente modo:

70
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

CUADRO 2. Distinción entre nivel de gobierno y de gestión


Nivel de gobierno o nivel estratégico Integra:
1) funciones de índole estratégica:
-definir y revisar la misión;
-planificar a largo plazo.
2) funciones financieras:
-obtener recursos para el sustento de la organización;
-rendir cuentas.
Nivel de gestión o nivel operativo Se vincula a la puesta en marcha o ejecución de las
políticas acordadas en el nivel de gobierno. Se
adoptan las acciones pertinentes para realizar las
directrices marcadas por el gobierno de la
organización.

En las fundaciones pequeñas o en los primeros años de vida de las organizaciones, es difícil separar la
gestión y el gobierno, puesto que generalmente se superponen. Vernis advierte del peligro de que esta
situación se perpetúe porque «...si no hay gobierno y sólo hay gestión, las fundaciones y asociaciones corren
el peligro de estar dirigidas desde el punto de vista de la supervivencia de la organización, no desde su
misión» (2004: 209), y una de las funciones de mayor relevancia de los órganos de gobierno son el de velar
por el cumplimiento de la misión.
Existe una realidad ineludible: las empresas durante mucho tiempo estuvieron puliendo su estructura
organizativa para imprimirle virtudes como la eficiencia, la eficacia y el dinamismo, y las ONG tienden a
recrearlas en el seno de sus propias organizaciones. El Código Unificado de Buen Gobierno de las empresas
(o sociedades cotizadas), del 19 de mayo 2005, expresa que no pretende promover un modelo concreto de
Consejo de Administración, cuya función es la de dirigir y gestionar la entidad, pero sí que por una excesiva
delegación (la Ley de sociedades anónimas lo permite) el Consejo no cumpla su función más importante: de
supervisión. La función de supervisión supone tres tareas esenciales:
• Orientar e impulsar la política de la empresa (responsabilidad estratégica).
• Controlar las instancias de gestión (responsabilidad de vigilancia).
• Servir de enlace con los accionistas (responsabilidad de comunicación).
En el siguiente cuadro se aprecia la estructura organizativa de la empresa (según el modelo presentado en el
Código Unificado de Buen Gobierno) y de las asociaciones y fundaciones:

CUADRO 3. Estructura organizativa: empresa y asociación


Empresa Asociación

Junta General de accionistas Asamblea General de socios

Consejo de Administración Junta Directiva

Gerencia o Dirección Comité ejecutivo o Dirección

A nivel empresarial, posteriormente al escándalo de Enron, el Código de Buen Gobierno prevé la formación
dentro de la organización de un Comité de auditoría que controle y supervise la función de auditoría interna
y que ejerza funciones en materia de prevención de riesgos. Incluso prevé mecanismos o procedimientos
internos para que sus empleados puedan denunciar irregularidades y que protejan la identidad del
denunciante.
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

En el sector, con el escándalo de Intervida, se puede decir que tenemos nuestro Enron, y un aprendizaje que
puede repercutir positivamente en el sector es detectar la necesidad que tiene de rendir cuentas
(accountability) ante la sociedad civil: hay que ser transparentes y construir confianza. Se trata de evaluar su
propio rendimiento a nivel interno (satisfacción de clientes internos) y externo (impacto de sus actividades y
proyectos en los beneficiarios, sobre todo). Ello, sin duda, guarda relación con la implementación de los
sistemas de calidad porque, en definitiva, la calidad se centra en evaluar y mejorar.
La eficacia y mayor flexibilidad para adaptarse a un entorno cambiante son factores que no pueden
soslayarse a la hora de rendir cuentas porque se trata de hacer bien (y cada vez mejor) lo que se hace. En la
práctica, a veces las asociaciones pueden anquilosarse o cristalizarse en el tiempo si no encuentran el modo
de agilizar su forma de gobierno: debe haber acuerdo entre la Junta Directiva y la Asamblea de socios y no
frenar el avance de la organización. De hecho, se han dado casos de asociaciones que han decidido que era
necesario asumir otra forma jurídica, y adoptaron la forma de fundación, baste citar como ejemplo el caso de
Ayuda en Acción.
3) Funcionamiento
El artículo 11, epígrafe segundo, de la LODA, prescribe que en cuanto a su régimen interno, las asociaciones
deben ajustar su funcionamiento a lo establecido en sus propios Estatutos, siempre que no contradigan la
normativa de la LODA y demás disposiciones reglamentarias.
Según el artículo 13 de la LODA, los beneficios obtenidos por las asociaciones deberán destinarse,
exclusivamente, al cumplimiento de sus fines, tanto los derivados del ejercicio de actividades económicas
como las prestaciones de servicios.
Se prohibe categóricamente el reparto de los beneficios entre los asociados ni entre sus cónyuges o personas
que convivan con aquéllos con análoga relación de afectividad, ni entre sus parientes, ni su cesión gratuita a
personas físicas o jurídicas con interés lucrativo. Por ende, se garantiza el carácter no lucrativo de la entidad.
La modificación de los estatutos que afecte al contenido previsto en el artículo 7, requiere de acuerdo
adoptado por la Asamblea General contando con mayoría cualificada absoluta. El nuevo texto aprobado
debe ser inscrito en el plazo de un mes y sólo producirá efectos, tanto para los asociados como para los
terceros, desde que se haya procedido a su inscripción en el Registro de asociaciones correspondiente, con-
forme el artículo 16 de la LODA.
La aprobación del presupuesto en el que deberán figurar los gastos e ingresos previstos para el ejercicio, al
que se incorpora normalmente una memoria de las actividades materiales que se van a llevar a cabo en el
período. El momento para la aprobación del presupuesto debe ser con anterioridad al inicio del ejercicio
económico, cuyo momento puede coincidir con la sesión en la que se aprueben las cuentas anuales del
ejercicio vencido, o asignarle un momento distinto, según prevean los Estatutos. Las cuentas anuales constan
de un inventario, el balance de situación y la cuenta de resultados del ejercicio vencido, así como una
memoria explicativa de las actividades y de la gestión económica desarrolladas durante el mismo, que
incluirá el cuadro de financiación y la liquidación del presupuesto de ingresos y gastos. Los presupuestos y
las cuentas anuales se aprueban por acuerdos mayoritarios simples.
Una vez creada la Asociación, registrada su Acta Fundacional y sus Estatutos, y al margen de las
obligaciones con Hacienda que se tratan en el apartado específico de Fis-calidad, la Asociación deberá llevar
al día el Libro de Actas, el Libro de Socios y los Libros de Contabilidad, que se legalizan en el Registro
Mercantil correspondiente.
De acuerdo al artículo 14 de la LODA, las asociaciones deben disponer de una relación actualizada de sus
asociados, llevar una contabilidad que permita obtener la imagen fiel del patrimonio, del resultado y de la
situación financiera de la entidad, así como de las actividades realizadas, efectuar un inventario de sus
bienes y recoger en un libro las actas de las reuniones de sus órganos de gobierno y representación. Al
respecto, corresponde mencionar el artículo 139 de la Ley 43/1995 del Impuesto de Sociedades determina
que las entidades sin fines lucrativos que están parcialmente exentas del pago de dicho tributo deben
72
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

«...llevar su contabilidad de tal forma que permita identificar los ingresos y gastos correspondientes a las
rentas y explotaciones económicas no exentas.»
No obstante ello, las asociaciones, en general, no tienen la obligación de rendir cuentas salvo que sean
declaradas de utilidad pública.
4) Extinción
Las causas de disolución de una asociación son las previstas en el artículo 17 de la LODA, a saber: las
causas previstas en los Estatutos, las expresadas por el acuerdo de los asociados en la sesión correspondiente
de la Asamblea General, las causas determinadas en el artículo 39 del Código Civil o la disolución
determinada por sentencia judicial firme
En todos los supuestos de disolución debe darse al patrimonio el destino previsto en los estatutos. Se debe
prever el destino de los bienes que según la Ley no debe contradecir el carácter no lucrativo de la entidad y,
por ende, deben donarse a una entidad no lucrativa. Hay que tener en cuenta que si se tiene la visión de que
la ONG en algún momento sea declarada de utilidad pública, para beneficiarse del régimen fiscal más
favorable que instituye la Ley 49/2002 de Régimen Fiscal de las Entidades sin fines lucrativos, en ningún
caso se puede permitir en los estatutos la reversión de su patrimonio al aportante del mismo o a sus
herederos o legatarios, salvo que la reversión esté prevista en favor de alguna entidad sin fines lucrativos de
interés general.
Adoptado el acuerdo de disolución se debe constituir un órgano de liquidación, que por lo general coincide
con el órgano de representación, salvo que los Estatutos indiquen otra alternativa o bien los designe la
Asamblea General o el juez que, en su caso, acuerde la disolución. Dicho órgano acomete la tarea de velar
por la integridad del patrimonio de la asociación, con el fin de evitar disminuciones ocultas de su
patrimonio, la conclusión de las operaciones pendientes y de las nuevas, necesarias para la liquidación de
sus actividades, el cobro de los créditos de la asociación, la liquidación del patrimonio y el pago a los
acreedores y, por último, la aplicación del remanente patrimonial al destino que prevén los Estatutos. Una
vez finalizadas las diligencias que correspondan, los liquidadores deben elaborar un balance de liquidación
final que, aprobado por la Asamblea General, con copia del acta correspondiente ha de servir para solicitar la
cancelación de los asientos de la entidad en el Registro, poniendo fin a la personalidad jurídica de la entidad.

C) Las Asociaciones declaradas de utilidad pública


A partir del artículo 32 hasta el artículo 35 de la Ley Orgánica se establece el régimen de las asociaciones
declaradas de utilidad pública, que se completa con el Real Decreto 1740/2003, de 19 de diciembre. Tal
regulación consiste en: los requisitos de la declaración de utilidad pública, los derechos y obligaciones
derivados de la declaración, el procedimiento de declaración y revocación de la utilidad pública. Para
acceder a un panorama integral sobre este régimen se deben tener presentes ambas normativas.
Brevemente, corresponde aclarar que las asociaciones son las únicas entidades que pueden solicitar la
declaración de utilidad pública y que el estatus que se adquiere no modifica su carácter de entidad de
derecho privado y su régimen legal continúa siendo el establecido por la Ley Orgánica y, en su caso, el de la
Comunidad Autónoma que corresponda. En efecto, la declaración de utilidad pública es únicamente una
medida de fomento que la Administración pone al alcance de las asociaciones para que puedan acceder al
régimen fiscal más beneficioso que rige para las fundaciones, es decir, el de la Ley 49/2002. La competencia
del Estado en esta materia se ampara en el artículo 149.1.14 de la Constitución, que determina las
competencias exclusivas del Estado en materia de Hacienda General.
Ahora bien, el procedimiento para acceder a este beneficio es complejo.
A) Requisitos
Se trata de una declaración que se insta por la propia asociación interesada y, para contar con los siguientes
requisitos, expresados en el artículo 32 de la Ley Orgánica:

73
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

1. Sus fines estatutarios deben tender a promover el interés general y enuncia algunos fines que
cumplen con ese criterio público:
...sean de carácter cívico, educativo, científico, cultural, deportivo, sanitario, de promoción de los
valores constitucionales, de promoción de los derechos humanos, de asistencia social, de
cooperación para el desarrollo, de promoción de la mujer, de promoción y protección de la familia,
de protección de la infancia, de fomento de la igualdad de oportunidades y de la tolerancia, de
defensa del medio ambiente, de fomento de la economía social o de la investigación, de promoción
del voluntariado social, de defensa de consumidores y usuarios, de promoción y atención a las
personas en riesgo de exclusión por razones físicas, sociales, económicas o culturales, y cualesquiera
otros de similar naturaleza.
2. Su actividad no debe estar restringida exclusivamente a beneficiar a sus asociados, sino abierta a
cualquier otro posible beneficiario que reúna las condiciones y caracteres exigidos por la índole de
sus propios fines. Sobre todo, este requisito está dirigido a evitar las políticas discriminatorias en el
seno de la asociación.
3. Los miembros de los órganos de representación que perciban retribuciones no deben hacerlo con
cargo a fondos y subvenciones públicas, sí se admite con cargo a fondos privados, y la Ley también
contempla la autocontratación cuando establece que los mismos «...podrán recibir una retribución
adecuada por la realización de servicios diferentes a las funciones que les corresponden como
miembros del órgano de representación».
4. Contar con los medios personales y materiales adecuados y con la organización idónea para
garantizar el cumplimiento de los fines estatutarios.
5. Al menos durante los dos años inmediatamente anteriores a la presentación de la solicitud, deben:
o estar constituidas,
o inscritas en el Registro correspondiente,
o en funcionamiento y dando cumplimiento efectivo a sus fines estatutarios
ininterrumpidamente.
Otro requisito, que no se menciona en el artículo 32 pero que el Ministerio de Economía y Hacienda
considera necesario para dar un informe favorable a la declaración de utilidad pública, es el concerniente al
destino del patrimonio de la asociación en caso de disolución: debe preverse en los estatutos que se destinen
a una entidad que persiga fines de interés general.
El artículo 32.2 contempla el caso de las federaciones, confederaciones y uniones de entidades contempladas
en esta Ley que podrán ser declaradas de utilidad pública, siempre que los requisitos previstos en el apartado
anterior se cumplan, tanto por las propias federaciones, confederaciones y uniones, como por cada una de las
entidades integradas en ellas.
Ahora bien, el Ministerio del Interior interpreta que tanto la federación como cada asociación que la integra
deben cumplir con la normativa citada siempre y cuando la federación y también las organizaciones que la
integran pidan ser declaradas de utilidad pública. En cambio, cuando la federación pida ser declarada de
utilidad pública sólo para sí misma, entonces no debe someterse al artículo 32.2, y la declaración no
comprenderá a las asociaciones que la integran.
B) La solicitud de declaración de utilidad pública
La solicitud de declaración de utilidad pública debe ser dirigida al organismo público encargado del Registro
de asociaciones donde se encuentre inscrita la entidad y debe comprender los requisitos expresados en el
artículo 2 del Real Decreto 1740/2003.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

CUADRO 4. Documentación necesaria para solicitud de declaración de utilidad pública


Que expone las actividades desarrolladas durante los dos ejercicios
Memoria
económicos anuales anteriores a presentar la solicitud.
De los dos últimos ejercicios cerrados. Comprenden: el balance de
situación, la cuenta de resultados y la memoria económica. Deben estar
Cuentas anuales
firmados por los miembros de la Junta Directiva u órgano de
representación.
Certificación de la Agencia
Que acredite hallarse al corriente en sus obligaciones tributarias y que no
Estatal de la Administración
constan deudas.
Tributaria
Certificación de la Tesorería Que acredite hallarse al corriente en sus obligaciones con la Seguridad
General de la Seguridad Social Social.
Impuesto sobre actividades
Copia compulsada del alta en el epígrafe correspondiente.
económicas (IAE)
Certificación del acuerdo del
Que decide solicitar la declaración de utilidad pública
órgano competente

3. RÉGIMEN JURÍDICO DE LAS FUNDACIONES


Las fundaciones son organizaciones sin ánimo de lucro, cuyo patrimonio está afectado de un modo duradero
a la realización de fines de interés general.
El concepto de fundación ha evolucionado a lo largo de la historia, desde una regulación fragmentaria hasta
el reconocimiento por la Constitución de 1978 del Derecho a fundar para fines de interés general.
Actualmente, la materia se rige por la Ley 50/2002, de Fundaciones, que convive con numerosas leyes
autonómicas en los respectivos ámbitos competenciales.
Las fundaciones han de constituirse con una aportación patrimonial mínima de 30.000 €, y adquieren
personalidad jurídica desde su inscripción en el correspondiente Registro. Carecen de ánimo de lucro (lo que
no debe confundirse con la obtención de beneficios económicos o patrimoniales) y persiguen fines de interés
general -cualesquiera que sean éstos-, debiendo beneficiar a colectividades genéricas de personas.
La Ley prevé un régimen de control administrativo para asegurar el cumplimiento de sus fines y la
conservación de su patrimonio. Dicho control es ejercido por el Protectorado. El órgano de gobierno,
administración y representación de la Fundación es el Patronato, que debe estar integrado por un mínimo de
tres miembros, responsables de forma personal y solidaria.
La Administración pública puede constituir fundaciones, que vendrán en este caso sometidas a un régimen
específico, en materia de su propia constitución, régimen económico y contratación.

3.1. Concepto de fundación


Las fundaciones son organizaciones constituidas sin ánimo de lucro, cuyo patrimonio está afectado de un
modo duradero a la realización de fines de interés general. Así son definidas en el artículo 2 de la Ley
50/2002, de Fundaciones. Se trata:
1. De personas jurídicas creadas por un fundador (persona física o jurídica, pública o privada).
2. Disponen del destino de bienes al servicio de una finalidad de interés general.
3. Tradicionalmente se han destacado tres elementos básicos de la fundación: el fin, el patrimonio y la
organización:
o Fin. El fin es el elemento identificador de la fundación, el motivo de su existencia y el móvil
que impulsa todas sus acciones a lo largo de su vida. El fin condiciona toda la vida de la
fundación y, debe perseguir el interés general, según los artículos 34 de la Constitución y 35
del Código Civil.
75
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

o Patrimonio. La fundación surge la afectación que hace el fundador de un patrimonio o


conjunto de bienes y derechos a la realización de ese fin de interés general.
o Organización. Es necesaria una organización que esté dirigida a la consecución del fin
fundacional. El Patronato u órgano de gobierno de la fundación se rige por las reglas
establecidas por el fundador en los estatutos. La fundación no se ordena por la voluntad de
unos socios que pueden decidir transformarla, cambiar su fin o disolverla.
El fin es el elemento identificador de la fundación. Sin fin no podrá existir nunca persona jurídica
fundacional. Por eso se dice que el fin es «la ley suprema de la fundación». Se podría decir que cumple una
triple función: el para qué, el por qué y el cómo de la fundación. La fundación surge de la afectación que
hace el fundador de un patrimonio o conjunto de bienes y derechos a la realización de ese fin de interés
general. La dotación mínima inicial debe ser suficiente y adecuada para el cumplimiento de los fines
fundacionales. Es necesaria, por último, una organización que esté dirigida a la consecución del fin
fundacional, el Patronato u órgano de gobierno de la fundación.
El peso de cada uno de estos tres elementos y la relación entre ellos han ido variando históricamente. Así,
mientras en el pasado el concepto de fundación tenía un cariz esencialmente estático, proveniente de su
carácter de patrimonio afecto al cumplimiento de un fin, en la actualidad predomina una visión mucho más
dinámica, que subraya su carácter de organización. Junto con esta evolución del mismo concepto de
fundación, cabe destacar el crecimiento que, desde 1994, ha experimentado el sector fundacional. Los más
recientes estudios realizados en España cifran en más de 8.500 las fundaciones existentes en España, y más
de 400 fundaciones constituidas cada año en nuestro país desde el año 2000.
En definitiva, la fundación es una persona jurídica organizada para explotar y administrar un patrimonio de
forma duradera con el fin de desarrollar una misión de interés general.

3.2. Evolución histórica


Las fundaciones cuentan con una amplia trayectoria histórica de implantación en España. Ya en la Edad
Media, los ciudadanos daban donativos a la iglesia o para fundar hospitales u otras instituciones benéficas,
asistenciales o educativas. Tiempo después, en el siglo XIX, con el liberalismo de Estado y la
industrialización europea se generó la necesidad de reformar y modernizar los mecanismos arcaicos de
conservación de los bienes, como los mayorazgos, para que éstos pudieran ingresar en el mercado y la
supresión de los privilegios de clase y señoríos. Así, en un principio, se entendió que las fundaciones
también formaban parte de una concepción antigua de asignación de bienes y, como consecuencia, se ordenó
su disolución y la prohibición de crear nuevas entidades. A cambio, se pretendió que el Estado asumiera el
espacio que dejaba la beneficencia pública de carácter privado.
Finalmente, en 1849, la Ley General de Beneficencia de 20 de junio de 1849 reconoció al menos por la vía
de la excepción, la existencia de fundaciones de beneficencia particular, como contrapuesta y
complementaria a la que vino a denominarse la beneficencia general (de carácter público) y por encima de lo
prescrito por la Ley de 1820. A estos efectos, el artículo 1 de la Ley de 1849 estableció: «Los
establecimientos de beneficencia son públicos. Se exceptúan únicamente y se consideran como particulares,
si cumpliesen con el objeto de su fundación, los que se costeen exclusivamente con fondos propios, donados
o legados por particulares, cuya dirección y administración esté confiada a corporaciones autorizadas por el
Gobierno para este efecto o a patronos designados por el fundador.» Luego, las fundaciones de carácter
privado fueron la regla, en lugar de la excepción.
La Ley General de Beneficencia de 1849 era una ley intervencionista, creada con la voluntad de controlar el
sector de la beneficencia privada, a través de las Juntas Provinciales de beneficencia.
Ya en 1899 el Real Decreto sobre reorganización de los servicios de la beneficencia particular e Instrucción
para el ejercicio del Protectorado crea el instituto del Protectorado de fundaciones, organismo que surge con
la intención de ejercer las funciones de control y vigilancia encomendada al Estado. En otras palabras se
76
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

configurada con la intención de ejercer el control administrativo sobre las entidades privadas de interés
público.
Con la promulgación del Código Civil de 1889, se legisla sobre el régimen de fundaciones mediante los
artículos 35 hasta el 39, inclusive (dentro del Libro I «De las personas», en su Título II, cuya rúbrica es «Del
nacimiento y la extinción de la personalidad civil», el Capítulo II se destina a las personas jurídicas). Como
novedad, el Código Civil prohibe en nuestro ordenamiento jurídico la existencia de fundaciones de interés
particular, entre las que destacan las familiares.
El artículo 35 del Código Civil admite como personas jurídicas a las «fundaciones de interés público
reconocidas por la ley» y que dicha personalidad jurídica «empieza desde el instante mismo en que, con
arreglo a derecho, hubiesen quedado válidamente constituidas». De esta forma, se consideró como persona
jurídica sólo a aquella entidad que tenía vida independiente, una cierta permanencia y que además por su
interés público merecía el privilegio de la personalidad.
De acuerdo con el artículo 37 del Código Civil, la capacidad civil de las fundaciones se regulará por la
voluntad del fundador plasmada en los estatutos de la fundación, que, en su caso, se verá restringida por lo
que determinen las disposiciones administrativas aplicables con carácter imperativo.
Asimismo, el artículo 38 dispone que «las personas jurídicas pueden adquirir y poseer bienes de todas
clases, así como contraer obligaciones y ejercitar acciones civiles o criminales, conforme a las leyes y reglas
de su constitución», añadiendo que los establecimientos de instrucción y beneficencia se regirán en este
punto por lo que dispongan las leyes especiales.
Finalmente, el artículo 39 del Código Civil regula la extinción de las fundaciones, al igual que la del resto de
las personas jurídicas, determinándose las causas (expiración del plazo durante el cual funcionaban
legalmente; por haber realizado el fin para el cual se constituyeron; o por ser ya imposible aplicar a éste la
actividad y los medios de que disponían) y entrando en un período de liquidación sucesivo, siguiendo las
pautas marcadas por el fundador y, en defecto de éstas, se dedicarán los bienes relictos a «la realización de
fines análogos, en interés de la región, provincia o municipio que principalmente debieran recoger los
beneficiarios de la institución extinguida».
Recién en el año 1994, se promulga la Ley 30/1994, de 24 de noviembre, de fundaciones y de incentivos
fiscales a la participación privada en actividades de interés general. Según Pérez Diaz: «...hasta 1994 las
fundaciones estuvieron reguladas por un marco legal disperso, intervencionista y poco coherente, que no
delineaba con claridad los contornos de la institución jurídica de las fundaciones \ hacía inevitable que éstas
incurrieran en irregularidades en el desempeño normal de sus actividades.»
La Ley 30/1994 comprendía:
• un Título I, que desarrolló el derecho de fundación reconocido en el artículo 34 de la Constitución y
ofrece una primera regulación sistemática y unificada del régimen jurídico de las fundaciones;
• un Título II, que regulaba el régimen fiscal de las fundaciones y de las asociaciones declaradas de
utilidad pública y el régimen fiscal de las aportaciones efectuadas a las entidades sin fines lucrativos.
En el artículo 1.1 de la Ley 30/1994, se concreta el concepto de fundación, que es el siguiente: «Son
fundaciones las organizaciones constituidas sin ánimo de lucro que, por voluntad de sus creadores, tienen
afectado de modo duradero su patrimonio a la realización de fines de interés general.»
Ahora bien, La Ley de Fundaciones de 1994 vino a atender las demandas de un sector en crecimiento, con
una regulación desfasada y en parte derogada, tras el reconocimiento constitucional expuesto. Esta Ley, que
aunaba la regulación de aspectos sustantivos y fiscales (estos últimos aplicables también a otras figuras
jurídicas), aclaró en primer término todas las controversias doctrinales sobre las competencias de las
Comunidades Autónomas para legislar en materia fundacional y fijó el marco imprescindible para la
constitución y funcionamiento de las fundaciones.

77
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

Aún así, la desconfianza que todavía latía en ella, sus lagunas y el imparable crecimiento del sector, así
como la imprescindible separación de las regulaciones sustantiva y fiscal hicieron pronto visible la
necesidad de una nueva regulación, que se plasmó en la Ley 50/2002, de Fundaciones.
La Ley 30/1994 fue reemplazada en 31 de diciembre de 2002 por la actual Ley 50/2002 de fundaciones, que
será objeto de análisis pormenorizado en lo subsiguiente (epígrafe 2.4.).

3.3. La protección constitucional del derecho de fundación


Desde un punto de vista doctrinal se han barajado distintos criterios a la hora de establecer la naturaleza
jurídica del derecho de fundación, contenido en el artículo 34 de la Constitución, que dispone en su apartado
primero: «Se reconoce el derecho de fundación para fines de interés general, con arreglo a la ley.»
La doctrina ha entendido que el derecho de fundación es lo que ha venido a denominarse una «garantía de
instituto», pues se garantiza la conservación en el ordenamiento de un instituto determinado que se llama
fundación.
Según García De Enterría, el derecho contenido en el artículo 34 de la Constitución es un derecho
fundamental, en el sentido de un verdadero derecho subjetivo y concretamente de un derecho de la libertad,
apoyando esta tesis en dos pilares: el artículo 34 enuncia dicho derecho, como una facultad subjetiva, y la
remisión que se hace en su apartado segundo al derecho de asociación ratifican la ¡dea de que el citado
derecho de fundación es un derecho de libertad. Desde su punto de vista, no se trata de un derecho
fundamental de especial protección, protegible a través del recurso de amparo, pero lo protege el manto del
artículo 53.1, que junto con el concepto de garantía institucional, «obliga a preservar precisamente un núcleo
que es indisponible por el legislador». Al tratarse de un derecho fundamental produce por sí mismo un
efecto directo (STC 15/1982, de 23 de abril).
La obligada existencia en el ordenamiento de un instituto determinado como el de fundación, no admite la
existencia de cualquier regulación del mencionado instituto, sino que, tiene que existir una regulación que
respete el contenido esencial del derecho a proteger. Esta garantía implica un paso más allá de la
denominada «garantía institucional»(Tomás y Valiente, 1994). Implica una «garantía del contenido
esencial», siendo que la sola garantía institucional ampara la existencia de las instituciones, no su concreta
configuración. Así, la garantía del contenido esencial se entiende establecida como muro infranqueable de la
actividad legal limitadora de los derechos constitucional mente protegidos, y en este sentido, esta garantía
opera como «límite de los límites», según la expresión de Ignacio de OTTO (1988), porque señala un límite
más allá del cual no es posible la actividad limitadora de los derechos fundamentales y de las libertades
públicas.
El derecho de fundación es un «derecho constitucional», pero no es un derecho de especial protección
reconocida por el art. 53.2. CE. como el derecho de asociación que está reconocido en la Sección Primera,
del Capítulo segundo, Título I (protección jurisdiccional «ad hoc» y recurso de amparo). El derecho de
fundación está reconocido en la Sección Segunda, del Capítulo segundo, del Título Primero («De los
derechos y deberes fundamentales») y, como tal, es considerado un «derecho de los ciudadanos», como lo
cataloga el título de la Sección Segunda. Es, en definitiva, un derecho fundamental ampliamente entendido,
en el sentido de que le es de aplicación el art. 53.1. CE. (vinculación a los poderes públicos, reserva de ley
que ha de respetar su contenido esencial, en conexión con el art. 86 CE. que regula el Decreto-Ley y recurso
de inconstitucionalidad).
El reconocimiento constitucional y su subsiguiente protección deriva en el hecho de que el legislador, a la
hora de regular este derecho, debe tener especial cuidado de no transgredir el principio de libertad y respetar
los aspectos que se señalan a continuación y que se relacionan con el contenido esencial del derecho de
fundación. A saber:
a) La admisión de la fundación como persona jurídica. El derecho a fundar implica el de
creación de una persona jurídica: la fundación se configura como un sujeto de derecho con
78
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

capacidad general suficiente. Esta nace por un acto de la autonomía de la voluntad de un


propietario sobre sus bienes o por un acto de libertad o de libre disposición. A estos efectos,
el patrimonio y, en particular, la dotación fundacional constituyen un elemento clave del
contenido esencial.
b) Sin finalidad de lucro. La falta de finalidad de lucro no excluye la idea del beneficio
patrimonial, pero sí la del lucro como fin real de la fundación. El resultado positivo de los
recursos económicos no se distribuye entre los miembros del órgano de gobierno sino que se
reinvierte para cumplir los fines de la fundación
c) Fines de interés general. La Constitución no delimita cuales serán los fines de interés general,
por lo que su determinación se entiende transferida a la voluntad del fundador. Por tanto,
serán cualesquiera pero siempre de interés general. El legislador podrá y deberá prever
mecanismos de comprobación de la realidad de ese interés general, tanto de su inicial
existencia, como de su subsistencia o permanencia. El concepto de interés general es
contrario al de interés particular, en consecuencia las fundaciones deben beneficiar a
colectividades genéricas de personas.
d) Promoción o fomento para la creación de fundaciones. Las fundaciones deberán ser
estimuladas desde la legislación, dado que cumplen intereses sociales o generales dignos de
fomento y estímulo en un Estado social de Derecho y llevan a la práctica la función social de
la propiedad. Una regulación legal demasiado restrictiva y con mecanismos protectores que
«gravara en exceso el patrimonio o la actividad de las fundaciones, podría entrar en colisión y
desvirtuar el contenido esencial del derecho de fundación».
e) Primacía de la voluntad del fundador. Supuesto todo lo anterior, el legislador debe respetar en
principio la voluntad organizativa del fundador porque el derecho a fundar implica que el
fundador puede imponer las normas por las que ha de regirse la persona jurídica por él
creada, lo cual es compatible con ciertos mínimos legales organizativos establecidos de
manera cautelar y flexible por el legislador.

3.4. Aspectos esenciales de la Ley 50/2002


A) Objeto y aplicación de la Ley 50/2002
La Ley 50/2002, de 26 de diciembre, de Fundaciones (en adelante, «la Ley») aborda la regulación sustantiva
y procedimental de las fundaciones. Tiene por objeto «desarrollar el derecho de fundación, reconocido en el
artículo 34 de la Constitución y establecer las normas de régimen jurídico de las fundaciones que
corresponde dictar al Estado, así como regular las fundaciones de competencia estatal.»
El artículo 2 de la Ley 50/2002 define a las fundaciones como organizaciones constituidas sin ánimo de
lucro, cuyo patrimonio está afectado de un modo duradero a la realización de fines de interés general. Se
trata de personas jurídicas creadas por un fundador (persona física o jurídica, pública o privada) que
disponen del destino de bienes al servicio de una finalidad de interés general.
Puede decirse, con carácter muy general, que son dos los principios en los que se basa la Ley: la
consecución de los fines de interés general y la conservación del patrimonio fundacional. Al cumplimiento
de estos principios obedece su articulado.
La primera novedad destacable de la nueva legislación es la regulación separada de las materias sustantiva y
fiscal, lo que sin duda permite que se conjuguen la necesaria estabilidad de la primera y la lógica flexibilidad
de la segunda.
Se puede afirmar que los dos grandes ejes de esta Ley son la seguridad jurídica y la flexibilización de
funcionamiento. Y los objetivos fundamentales que el legislador pretende alcanzar son los siguientes:
1. Reducir la intervención de los poderes públicos en el funcionamiento de las fundaciones, superando
una cierta desconfianza, cuyos orígenes se remontan al siglo XIX y permitiendo mayor libertad, aún
79
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

cuando se acoge el razonable endurecimiento del régimen de responsabilidad de los miembros del
órgano de gobierno.
2. Flexibilizar y simplificar los procedimientos, especialmente los de carácter económico y financiero.
3. Dinamizar y potenciar el fenómeno fundacional, como cauce a través del cual la sociedad civil
coopera con los poderes públicos para la consecución de fines de interés general.
La Ley, que presenta un marcado carácter continuista respecto de la norma de 1994, aporta, sin embargo,
novedades que ponen las bases para desarrollo de las fundaciones como organizaciones más ágiles y
modernas. Hay, sin embargo, otros aspectos que parecen no seguir la tendencia seguida por las fundaciones
hasta nuestros días.
En primer lugar, se plantea de nuevo la tensión entre dos configuraciones de la fundación. La fundación
como patrimonio y la fundación como organización. Si bien en el pasado, como ya se ha expuesto, las
fundaciones se definían como patrimonios afectos a un fin de interés general, desde el reconocimiento
constitucional del derecho de fundar ha ¡do ganando protagonismo otro tipo de fundación, la llamada fun-
dación gerencial, organizativa o fundación «cauce». En este caso, es la fundación como conjunto de medios
humanos, relaciones, capacidad de gestión y logro de objetivos. El patrimonio inicial -la dotación
fundacional- no es tan cuantioso como para alimentar por sí sólo las necesidades de financiación de la
fundación ni, mucho menos, para atender al cumplimiento de sus fines. Es indudable que son muchas las
fundaciones que se constituyen con grandes patrimonios personales o empresariales, pero no es menos cierto
que son muchas más las que nacen para atender proyectos de individuos, grupos o pequeñas y medianas
empresas con una escasa dotación inicial. Se trata de fundaciones que han de buscar medios de financiación
o generarlos con su propia actividad. Sin embargo, la propia Ley exige una cuantía mínima 30.000 € para
constituir una Fundación, debiendo entenderse esta exigencia como medida disuasoria, ya que en todo caso,
esa cifra por sí sola, no garantiza la viabilidad de la fundación, ni que sus futuros proyectos lleguen a buen
fin. En efecto, se ha querido explicar el aumento del número de fundaciones en los años anteriores a la
probación de la ley 50/2002, en parte, en la existencia de actitudes de «huida» o abandono que determinados
proyectos de interés general han realizado de su propio marco normativo adoptando los ropajes de esta
figura jurídica frente a otras de regulación incompleta y desfasada.
Otra de las novedades de la Ley, responde a una necesidad que está muy presente en el sector: la
profesionalización de su gestión, y el empleo de criterios «mercantiles» en su organización interna. La Ley,
con este objetivo, dota al órgano de gobierno de las Fundaciones -patronato- de mecanismos y resortes que
lo acercan a la regulación de los propios de sociedades mercantiles: se contempla, aun respetando la
gratuidad del cargo de patrono, la posibilidad de remuneración por servicios distintos prestados a la
fundación, se prevé la existencia de otros órganos abriendo así las puertas a la existencia de órganos
ejecutivos delegados y se configura ya como obligatoria la figura del secretario.
Otro de los aspectos en los que esta Ley mejora la anterior es la reducción de la intervención de la
Administración -el protectorado- en los actos de disposición y gravamen de los bienes que integran el
patrimonio fundacional. El anterior régimen de autorizaciones previas de estos actos queda
significativamente reducido. Este cambio hace posible mejorar la gestión de la fundación, que gana rapidez
y eficacia, si bien implica un correlativo endurecimiento del régimen de responsabilidad de los patronos por
los daños y perjuicios ocasionados a la fundación por actos contrarios a la Ley, los Estatutos o los realizados
negligentemente.
Hay que mencionar, asimismo, la posibilidad que se reconoce a las fundaciones de intervenir en el mercado,
bien directamente (cuando las actividades económicas sean coincidentes con los fines fundacionales o
complementarias o accesorias de los mismos), bien a través de su participación en sociedades mercantiles no
personalistas.
Por último, cabe señalar que la misma regula el régimen de las fundaciones del sector público estatal. La
regulación de estas fundaciones se hallaba, hasta la publicación de la Ley, dispersa en diversas leyes
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

administrativas y fiscales. La Ley se hace eco de una realidad cada vez más presente: las Administraciones
públicas, en su continuo proceso de huida del Derecho administrativo, recurren, en número creciente, a la
institución fundacional para la gestión de determinados servicios o la consecución de alguno de sus fines.
En cuanto a la aplicación de La Ley 50/2002, en su Exposición de Motivos y Disposición Final Primera,
distingue cuatro tipos de normas:
• Unas, dictadas al amparo del artículo 149, 1,1 de la Constitución, que atribuye al Estado competencia
exclusiva para regular las condiciones básicas que garanticen la igualdad de todos los españoles en el
ejercicio de los derechos y en el cumplimiento de los deberes constitucionales. Así, el derecho de
fundación queda incluido entre aquéllos cuyas condiciones básicas igualitarias pueden ser reguladas
por el Estado. Las condiciones básicas, se refieren a aspectos tales como: beneficiarios, capacidad de
constitución, órganos de representación, Protectorado, entre otros.
• Otras, dictadas al amparo del artículo 149.1.8 de la Constitución, que atribuye al Estado la
competencia exclusiva para regular la legislación civil, sin perjuicio de la conservación,
modificación y desarrollo por las Comunidades Autónomas de los derechos civiles torales o
especiales «allí donde existan».
• Normas dictadas al amparo del artículo 149.1.6 de la Constitución, que atribuye al Estado
competencia exclusiva para la legislación procesal.
• El resto de normas del Título I y no recogidas anteriormente sólo son de aplicación a las fundaciones
de competencia estatal.
Las Comunidades Autónomas ostentan sus competencias en esta materia, de hecho la mayoría de los
Estatutos de Autonomía reconocen como competencia exclusiva la referente a las fundaciones «que
desarrollen principalmente sus funciones en la Comunidad Autónoma».
A estos efectos, se han aprobado hasta el momento las siguientes leyes autonómicas en esta materia:
• Andalucía: Ley 10/2005, de 31 de mayo, de Fundaciones de la Comunidad Autónoma de Andalucía.
• Canarias: Ley 2/1998, de 6 de abril, de Fundaciones de Canarias.
• Castilla y León: Ley 13/2002, de 15 de julio, de Fundaciones de Castilla y León.
• Cataluña: Ley 5/2001, de 2 de mayo, de Fundaciones.
• Galicia: Ley 12/2006, de 1 de diciembre, de Fundaciones de Interés Gallego.
• La Rioja: Ley 1/2007, de 12 de febrero, de Fundaciones de La Rioja.
• Comunidad de Madrid: Ley 1/1998, de 2 de marzo, de Fundaciones de la Comunidad de Madrid.
• Navarra: Ley Foral 10/1996, de 2 de julio, Reguladora del régimen Tributario de las Fundaciones y
de las Actividades de Patrocinio.
• País Vasco: Ley 12/1994, de 17 de junio, de Fundaciones del País Vasco.
• Comunidad Valenciana: Ley 8/1998, de 9 de diciembre, de Fundaciones de la Comunidad
Valenciana.
B) Nacimiento, organización, funcionamiento y extinción de las Asociaciones
1) Nacimiento
Las fundaciones adquieren personalidad jurídica, es decir nacen como sujetos de derecho, a partir de la
inscripción de la escritura pública de su constitución en el correspondiente Registro de fundaciones, según el
artículo 4 de la Ley 50/2002. La inscripción sólo puede ser denegada cuando la escritura pública no se ajuste
a las prescripciones de la Ley. A nivel estatal rige el Real Decreto 1611/2007, de 7 de diciembre, del
Registro de Fundaciones de competencia estatal. En este aspecto la diferencia con el derecho de asociación
es palpable: la inscripción en el Registro es meramente declarativa, de publicidad ante terceros para las
asociaciones. En cambio, para las fundaciones, la declaración es constitutiva, es decir, es necesaria su
inscripción para existir jurídicamente.
Pueden constituir una fundación las personas físicas y las personas jurídicas, sean éstas públicas o privadas.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

Las personas físicas requerirán la capacidad general de obrar y la especial para disponer gratuitamente, ínter
vivos o mortis causa, de los bienes o derechos en que consista la dotación.
Las personas jurídicas privadas de índole asociativa requerirán el acuerdo expreso de la junta general o
asamblea de socios y las de índole institucional, el acuerdo de su órgano rector. Las personas jurídicas
públicas tendrán capacidad para constituir fundaciones, salvo que sus normas reguladoras establezcan lo
contrario.
Asimismo, la Fundación puede constituirse por actos ínter vivos o mortis causa. La primera, se realiza
mediante escritura pública. La segunda (mortis causa) se realiza testamentariamente, cumpliéndose en el
testamento los requisitos establecidos para la escritura de constitución.
La escritura de constitución de una fundación debe contener, al menos, los siguientes extremos:

CUADRO 5 y 6. Contenido de la escritura de constitución y contenido de los estatutos


(Cuadro 5) Contenido de la escritura de constitución de la fundación - Artículo 10
1.- El nombre, apellidos, edad y estado civil del fundador o fundadores, si son personas físicas, y su
denominación o razón social, si son personas jurídicas, y, en ambos casos, su nacionalidad y domicilio y
número de identificación fiscal.
2.- La voluntad de constituir una fundación.
3.- La dotación, su valoración y la forma y realidad de su aportación.
4.- Los estatutos de la fundación.
5.- La identificación de las personas que integran el patronato, así como su aceptación si se efectúa en el
momento fundacional.
(Cuadro 6) Contenido de los estatutos
1 .-La denominación de la entidad.
2.-Los fines fundacionales
3.-EI domicilio de la fundación y el ámbito territorial en que va a desarrollar principalmente
sus actividades.
4.- Las reglas básicas para la aplicación de los recursos al cumplimiento de los fines
fundacionales y para la determinación de los beneficiarios.
5.- La composición del Patronato, las reglas para la designación y sustitución de sus
miembros, las causas de su cese, sus atribuciones y la forma de deliberar y adoptar
acuerdos.
6.- Voluntad del fundador: se puede agregar cualquier otra disposición y condición lícita
que el fundador 0 fundadores tengan a bien establecer.

Por último, los pasos que se necesitan dar para constituir una fundación son los que se señalan a
continuación.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

CUADRO 7. Pasos a seguir y documentación necesaria


Pasos a seguir y documentación necesaria:
1) Elaborar los Estatutos Los estatutos deben contener los requisitos legales establecidos
en el artículo 10 de la Ley 50/2002. Se recomienda remitir el
borrador al Protectorado y al Registro antes de ir al notario, por
las dudas de que contenga algún error.
2) Solicitar la certificación negativa de denominación Se solícita al Registro de fundaciones la certificación acreditativa
de que no hay otra fundación con el mismo nombre o que se
asemeje. Dicha certificación debe haber sido expedida como
máximo tres meses antes de la fecha de otorgamiento de la
escritura.
3) Solicitar el CIF provisional Se solicita en la Delegación de Hacienda más cercana al
domicilio de la entidad. Hay que llevar eí borrador de los
estatutos y la certificación negativa de denominación.
4) Ir a Entidad Bancaria Hacer el depósito de la cantidad de dinero correspondiente para
integrar la dotación, y se comprueba con el certificado
correspondiente emitido por el Banco, -en caso de aportación
dineraria: podrá hacerse en forma sucesiva, con un desembolso
inicial del 25% y el resto podrá hacerse en efectivo en un plazo
de cinco años, contados desde el otorgamiento de la escritura
pública de constitución de la fundación.
-en caso de aportación no dineraria: deberá incorporarse a la
escritura de constitución una tasación realizada por un experto
independiente, y asimismo se describirán en la escritura los
bienes y derechos objeto de la aportación, -se acepta como
dotación el compromiso de aportaciones de terceros siempre que
se haga constar en título que lleva aparejado ejecución en caso de
incumplimiento.
5) Ir a Notario Elevar a escritura pública el acta de constitución y los estatutos.
La escritura debe contener los puntos especificados en el artículo
10 de la Ley 50/2002. Es conveniente que en la misma escritura
acepten el cargo los patronos, para simplificar.
Se deben adquirir una copia autorizada y una simple para
presentar en el Registro de fundaciones.
6) Ir a Consejería de Hacienda Competente La escritura pública debe liquidar el impuesto a las transmisiones
patrimoniales (ITP) y los actos jurídicos documentados (AJD).
7) Ir a Protectorado Eí Protectorado debe comprobar que la fundación cumple con los
requisitos legales. Para ello emite un informe preceptivo y
vinculante sobre la idoneidad de los fines de la fundación y la
suficiencia de la dotación.
8) ir af Registro de fundaciones Luego del informe favorable del Protectorado se puede proceder
a la inscripción de la fundación en el Registro de fundaciones.
Aportar la siguiente documentación: Escritura constitutiva
-Fotocopia del CIF
-Modelo 600 de autoliquidación del ITP y AJD Dichos
documentos deben presentarse para su inscripción antes de los 6
meses, contados a partir del otorgamiento de la escritura pública.
La sanción por el incumplimiento de este recaudo es la cesación
de los patronos por el Protectorado y su deber de responder
solidariamente por las obligaciones contraídas en nombre de la
fundación.
9) Recibir certificación del Protectorado y del Registro de La fundación ya está constituida y puede empezar a operar. La
fundaciones inscripción saldrá publicada en el BOE. A partir de su
inscripción es cuando la fundación adquiere personalidad
jurídica.
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

2) Organización
El órgano de gobierno de la Fundación es, por prescripción legal, a la vez, el representante de la misma. Esto
es lo que establece el artículo 14 de la Ley 50/2002 al decir que «en toda Fundación deberá existir, con la
denominación de Patronato, un órgano de gobierno y representación de la misma».
Al Patronato no sólo le corresponde la representación de la Fundación, sino también cumplir los fines
fundacionales y administrar con diligencia los bienes y derechos que integran el patrimonio de la Fundación
manteniendo plenamente el rendimiento y utilidad de los mismos.
El Patronato debe estar constituido por un mínimo de tres miembros, que deben elegir, entre ellos, a un
Presidente, si no estuviera prevista de otro modo la designación del mismo en la escritura de constitución o
en los Estatutos.
Asimismo, el Patronato debe nombrar un Secretario, cargo que puede recaer en una persona ajena a aquél,
en cuyo caso tendrá voz pero no voto, y a quien corresponde la certificación de los acuerdos del Patronato.
Los patronos empiezan a ejercer sus funciones después de haber aceptado expresamente el cargo. En todo
caso, la aceptación se debe notificar formalmente al Protectorado, y se debe inscribir en el Registro de
Fundaciones.
El cargo de patronos se ejerce gratuitamente, sin perjuicio del derecho a ser reembolsados de los gastos
debidamente justificados que el cargo les ocasione en el ejercicio de su función.
No obstante, y salvo que el fundador hubiese dispuesto lo contrario, el Patronato puede fijar una retribución
adecuada a aquellos patronos que presten a la fundación servicios distintos de los que implica el desempeño
de las funciones que les corresponden como miembros del Patronato, previa autorización del Protectorado.
Los patronos deben desempeñar el cargo con la diligencia de un representante leal y son responsables
solidarios frente a la fundación de los daños y perjuicios que causen por actos contrarios a la Ley o a los
Estatutos, o por los realizados sin la diligencia con la que deben desempeñar el cargo.
Los patronos podrán contratar con la fundación, ya sea en nombre propio o de un tercero, previa
autorización del Protectorado que se extenderá al supuesto de personas físicas que actúen como
representantes de los patronos
Si los Estatutos no lo prohiben, el Patronato puede delegar sus facultades en uno o más de sus miembros. No
son delegables la aprobación de las cuentas y del plan de actuación, la modificación de los Estatutos, la
fusión y la liquidación de la fundación, ni aquellos actos que requieran la autorización del Protectorado.
Los Estatutos podrán pueden la existencia de otros órganos para el desempeño de las funciones que
expresamente se les encomienden, con las excepciones previstas en el párrafo anterior.
3) Funcionamiento
El patrimonio de la fundación está formado por todos los bienes, derechos y obligaciones susceptibles de
valoración económica que integren la dotación, así como por aquellos que adquiera la fundación con
posterioridad a su constitución, se afecten o no a la dotación.

CUADRO 8. Composición del patrimonio


Composición del patrimonio
1) La dotación, integrada por: a) La dotación inicial, aportada por el fundador o terceras personas.
b) Los bienes y derechos de contenido patrimonial, que se adopten en tal concepto
por el fundador o terceras personas.
c) los bienes y derechos que se afecten por el Patronato con carácter permanente a
los fines fundacionales.
3) Los bienes y derechos vinculados
Según una declaración expresa realizada por su aportante, por acuerdo del
directamente a los fines fundacionales, sin
patronato o resolución motivada del Protectorado o de la autoridad judicial.
carácter permanente
4) Los demás bienes y derechos y las
Adquiridos en el momento de constitución o con posterioridad.
obligaciones
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

La dotación, que puede consistir en bienes y derechos de cualquier clase, ha de ser adecuada y suficiente
para el cumplimiento de los fines fundacionales. Se presume suficiente la dotación cuyo valor económico
alcance los 30.000 €. Cuando la dotación sea de inferior valor, el fundador debe justificar su adecuación y
suficiencia a los fines fundacionales mediante la presentación del primer programa de actuación, junto con
un estudio económico que acredite su viabilidad utilizando exclusivamente dichos recursos.
Si la aportación es dineraria, puede efectuarse en forma sucesiva. En tal caso, el desembolso inicial debe ser,
al menos, del 25 por ciento, y el resto se debe hacer efectivo en un plazo no superior a cinco años, contados
desde el otorgamiento de la escritura pública de constitución de la fundación.
Si la aportación no es dineraria, debe incorporarse a la escritura de constitución tasación realizada por un
experto independiente.
Asimismo, forman parte de la dotación los bienes y derechos de contenido patrimonial que durante la
existencia de la fundación se aporten en tal concepto por el fundador o por terceras personas, o que se
afecten por el Patronato, con carácter permanente, a los fines fundacionales.
La dotación también se incrementa a través del mecanismo previsto en el artículo 27 de la Ley de
Fundaciones. Dicho artículo determina específicamente cuál es el destino que se le debe dar a los recursos
económicos que obtenga la fundación. El criterio utilizado es razonable: cierra el paso a cualquier reparto de
beneficios, elemento distintivo de esta clase de entidad. La Ley estipula que a la realización de los fines
fundacionales deberá ser destinado, al menos, el 70 por ciento de los resultados de las explotaciones
económicas que se desarrollen y de los ingresos que se obtengan por cualquier otro concepto, deducidos los
gastos realizados, para la obtención de tales resultados o ingresos, debiendo destinar el resto a incrementar,
bien la dotación o bien las reservas, según acuerdo del Patronato. El plazo para el cumplimiento de esta
obligación será el comprendido entre el inicio del ejercicio en que se hayan obtenido los respectivos
resultados e ingresos y los cuatro años siguientes al cierre de dicho ejercicio.
Es sabido que la administración y disposición del patrimonio de una fundación corresponde al Patronato en
la forma establecida en los Estatutos y con sujeción a lo dispuesto en la Ley.
Ahora bien, para la enajenación de bienes o gravamen de bienes y derechos, la Ley 50/2002 dispone, en su
artículo 21, el siguiente sistema de autorizaciones previas y de comunicaciones posteriores respecto de la
disposición de los bienes de la Fundación:
A. Actos para los que se requiere autorización previa del Protectorado: Se exige dicha
autorización para la enajenación, onerosa o gratuita, así como para el gravamen de los bienes
y derechos que formen parte de la dotación, o estén directamente vinculados al cumplimiento
de los fines fundacionales.
B. Actos cuya realización se debe comunicar al Protectorado: Los restantes actos de disposición
de aquellos bienes y derechos fundacionales distintos de los que forman parte de la dotación
o estén vinculados directamente al cumplimiento de los fines fundacionales, incluida la
transacción o compromiso, y de gravamen de bienes inmuebles, establecimientos mercantiles
o industriales, bienes de interés cultural, así como aquellos cuyo importe, con independencia
de su objeto, sea superior al 20 por ciento del activo de la fundación que resulte del último
balance aprobado, deberán ser comunicados por el Patronato al Protectorado en el plazo
máximo de treinta días hábiles siguientes a su realización.
La Ley de Fundaciones, en su artículo 22 dispone que la aceptación de herencias por las fundaciones «se
entenderá siempre hecha a beneficio de inventario». No se produce la confusión inmediata de los
patrimonios del causante y de la fundación heredera, y no tendrá ésta responsabilidad ¡limitada por las
deudas de la herencia. De hecho, la fundación no queda obligada a pagar las deudas y demás cargas de la
herencia sino hasta donde alcancen los bienes de la misma, y, en ningún caso, se confunden los bienes de la
herencia con los que pertenezcan a la fundación.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

Tanto la aceptación de legados con cargas o donaciones onerosas o remuneratorias como la repudiación de
herencias, donaciones o legados sin cargas será comunicada por el Patronato al Protectorado en el plazo
máximo de los diez días hábiles siguientes, pudiendo éste ejercer las acciones de responsabilidad que
correspondan contra los patronos, si los actos del Patronato fueran lesivos para la fundación, en los términos
previstos en esta Ley.
Los criterios de actuación de la fundación son:
• Destinar el patrimonio y sus rentas, a sus fines fundacionales.
• Dar información suficiente de sus fines y actividades para que sean conocidos por sus eventuales
beneficiarios y demás interesados.
• Actuar con criterios de imparcialidad y no discriminación en la determinación de sus beneficiarios.
Las fundaciones pueden obtener ingresos por sus actividades siempre que ello no implique una limitación
injustificada del ámbito de sus posibles beneficiarios.
Las fundaciones pueden desarrollar actividades económicas cuyo objeto esté relacionado con los fines
fundacionales o sean complementarias o accesorias de las mismas, con sometimiento a las normas
reguladoras de la defensa de la competencia.
Además, pueden intervenir en cualesquiera actividades económicas a través de su participación en
sociedades, con arreglo a lo previsto en los siguientes apartados.
Las fundaciones pueden participar en sociedades mercantiles en las que no se responda personalmente de las
deudas sociales. Cuando esta participación sea mayoritaria deben dar cuenta al Protectorado en cuanto dicha
circunstancia se produzca.
En cuestiones de contabilidad, las fundaciones deben llevar una contabilidad ordenada y adecuada a su
actividad, que permita un seguimiento cronológico de las operaciones realizadas. Para ello, deben llevar
necesariamente un Libro Diario y un Libro de Inventarios y Cuentas Anuales.
Las cuentas anuales se deben aprobar por el Patronato de la fundación y se deben presentar al Protectorado
dentro de los diez días hábiles siguientes a su aprobación. En su caso, se acompañan del informe de
auditoría. El Protectorado, una vez examinadas y comprobada su adecuación formal a la normativa vigente,
debe depositarlas en el Registro de Fundaciones. Cualquier persona podrá obtener información de los
documentos depositados.
El Patronato debe elaborar y remitir al Protectorado, en los últimos tres meses de cada ejercicio, un plan de
actuación, en el que queden reflejados los objetivos y las actividades que se prevean desarrollar durante el
ejercicio siguiente.
Cuando se realicen actividades económicas, la contabilidad de las fundaciones se debe ajustar a lo dispuesto
en el Código de Comercio, debiendo formular cuentas anuales consolidadas cuando la fundación se
encuentre en cualquiera de los supuestos allí previstos para la sociedad dominante.
En cualquier caso, se debe incorporar información detallada en un apartado específico de la memoria,
indicando los distintos elementos patrimoniales afectos a la actividad mercantil.
Corresponde señalar, que la legislación en vigor sobre la materia contable de las entidades no lucrativas es el
Plan general contable del 2007, que todavía no goza de adaptación sectorial (al ámbito de las entidades no
lucrativas). Por ello, aún continúa vigente, en todo lo que no contradiga a la nueva legislación contable, el
Real Decreto 776/1998, de 30 de abril, sobre la normativa de Adaptación del Plan General de Contabilidad
del Real Decreto 1643/1990 (el anterior PGC).
Es importante agregar, que aparte de las obligaciones contables, las fundaciones deben someter a auditoría
externa sus cuentas anuales cuando, al cierre del ejercicio, concurran al menos dos de las circunstancias
descritas en el artículo 25, inciso 5, de la Ley, a saber:
a) Que el total de las partidas del activo supere 2.400.000 euros.
b) Que el importe neto de su volumen anual de ingresos por la actividad propia, más, en su caso, el de
la cifra de negocios de su actividad mercantil, sea superior a 2.400.000 euros.
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

c) Que el número medio de trabajadores empleados durante el ejercicio sea superior a 50.
Por su parte, también el artículo 31 del Real Decreto 1337/2005 regula la materia y añade el caso en que el
Patronato decide someter a la fundación a una auditora externa por propia voluntad y el caso en que el
Registro de fundaciones puede, a instancia del Protectorado o de cualquier miembro del Patronato, designar
un auditor de cuentas para verificar las cuentas anuales de un ejercicio determinado, en los casos en que el
Patronato, estando obligado a nombrar auditor, no lo hubiera realizado antes de la finalización del ejercicio a
auditar.
4) Modificación, fusión y extinción
El Patronato puede acordar la modificación de los Estatutos de la fundación siempre que resulte conveniente
en interés de la misma, salvo que el fundador lo haya prohibido.
Cuando las circunstancias hayan variado de manera que la fundación no pueda actuar satisfactoriamente con
arreglo a sus Estatutos, el Patronato debe acordar la modificación de los mismos, salvo que para este
supuesto el fundador haya previsto la extinción de la fundación.
Las fundaciones, siempre que no lo haya prohibido el fundador, pueden fusionarse previo acuerdo de los
respectivos Patronatos, que se debe comunicar al Protectorado.
Las formas y causas de extinción de una fundación son las descritas en el cuadro 9.

CUADRO 9. Causas y formas de extinción de una fundación


Causas de extinción de una fundación Formas de extinción de una fundación
a) Término del plazo de constitución Opera de pleno derecho.
Requiere del acuerdo del Patronato ratificado por el
Protectorado. Además, la extinción puede prosperar
b) Realización íntegra del fin fundacional
por resolución judicial motivada, instada por el
Patronato o el Protectorado.
c) Imposibilidad de realización del fin fundacional Requiere del acuerdo del Patronato ratificado por el
(sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 29 de Protectorado. Además la extinción puede prosperar por
modificación de los estatutos y el 30 sobre la fusión resolución judicial motivada, instada por el Patronato o
de fundaciones) el Protectorado.
d) Por fusión
Requiere del acuerdo del Patronato ratificado por el
e) Por cualquier otra causa comprendida en los Protectorado. Además la extinción puede prosperar por
estatutos o en el acto constitutivo resolución judicial motivada, instada por el Patronato o
el Protectorado.
f) Por cualquier otra causa establecida en las leyes Se requiere resolución judicial motivada.

Tanto el acuerdo de extinción, que debe constar en escritura pública, como la resolución judicial, en su caso,
deben ser inscritas en el correspondiente Registro de fundaciones.
Ahora bien, la extinción de la fundación, salvo en el supuesto de fusión, determina la apertura del
procedimiento de liquidación, que se debe realizar por el Patronato de la fundación bajo el control del
Protectorado.
Los bienes y derechos resultantes de la liquidación se deben destinar a las fundaciones o a las entidades no
lucrativas privadas que persigan fines de interés general y que tengan afectados sus bienes, incluso para el
supuesto de su disolución, a la consecución de aquéllos, y que hayan sido designados en el negocio
fundacional o en los Estatutos de la fundación extinguida. En su defecto, este destino podrá ser decidido, en
favor de las mismas fundaciones y entidades mencionadas, por el Patronato, cuando tenga reconocida esa
facultad por el fundador, y, a falta de esa facultad, corresponderá al Protectorado cumplir ese cometido.
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

No obstante lo dispuesto en el apartado anterior, las fundaciones podrán prever en sus Estatutos o cláusulas
fundacionales que los bienes y derechos resultantes de la liquidación sean destinados a entidades públicas,
de naturaleza no fundacional, que persigan fines de interés general.
C) El Protectorado de Fundaciones
El régimen del Protectorado está contemplado en el capítulo VII de la Ley 50/2002 y en el VIII del Real
Decreto 1337/2005, por el que se aprueba el Reglamento de fundaciones de competencia estatal (en
adelante, «el Decreto»).
La figura del Protectorado es una de las condiciones básicas para el ejercicio del derecho de fundación
reconocido en el artículo 34 de la Constitución y se erige como un órgano que «...velará por el correcto
ejercicio del derecho de fundación y por la legalidad de la constitución y funcionamiento de las
fundaciones», conforme lo establece el artículo 34 de la Ley de fundaciones.
Al respecto Pinar Mañas ha expresado lo siguiente:
«Afirmar que el control público sobre las fundaciones es una manifestación de intromisión en su actividad,
que contradice la concepción que en un marco de libertades debe caracterizar el desarrollo del derecho de
fundación, es simplemente desconocer la realidad de las cosas e incluso desconocer la historia de la figura
fundacional. Ahora bien, admitido ese control, lo que se debe cuestionar es su alcance, los sujetos que
deben ejercerlo y su finalidad.»
El Protectorado se ejerce respetando la autonomía de funcionamiento de las fundaciones y con el objetivo de
garantizar el cumplimiento de la legalidad y de los fines establecidos por la voluntad fundacional, según lo
dispone el artículo 41 del Decreto.
I) Quién ejerce el Protectorado
El Protectorado es ejercido por la Administración General del Estado con respecto de las fundaciones de
competencia estatal, que desarrollan su actividad en todo el territorio del Estado o principalmente en el
territorio de más de una Comunidad Autónoma. En cambio, con respecto a las fundaciones autonómicas,
regirá para ellas el Protectorado que dependa de la respectiva Comunidad Autónoma.
El Registro de fundaciones es quién decide el Protectorado competente al que cada fundación debe quedar
adscrita según el fin principal de la fundación conforme lo establecido en sus estatutos, tanto en el momento
de su constitución como en ocasión de una eventual modificación estatutaria que afecte a sus fines, según
queda establecido en el apartado segundo del artículo 40 del Decreto.
II) Las funciones del Protectorado
Es necesario conocer las funciones del Protectorado para saber cuáles son los derechos y deberes que tienen
las fundaciones, puesto que el Protectorado, en la práctica, no sólo está para controlar a las fundaciones, sino
que buena parte de su rol es el de asesorarlas y apoyarlas en su etapas de desarrollo.
El Decreto ha desarrollado de una forma más detallada las funciones que debe ejercer el Protectorado, de
modo que a continuación se hará brevemente referencia a dicho régimen:
1) En su artículo 42 describe las funciones de apoyo, impulso y asesoramiento a las fundaciones como:
• Asesorar a las fundaciones en proceso de constitución en relación con la normativa aplicable a dicho
proceso, en particular sobre aspectos relacionados con la dotación, los fines de interés general y la
elaboración de estatutos, así como la tramitación administrativa correspondiente.
• Asesorar a las fundaciones ya inscritas en relación con su régimen jurídico, económico-financiero y
contable, en especial sobre la normativa vigente, la elaboración de cuentas anuales, las obligaciones
formales de su presentación y demás aspectos relacionados con la contabilidad, entre otras.
2) En su artículo 43, describe las funciones en relación con el proceso de constitución, entre las que se citan:
• Velar por el respeto de la legalidad en la constitución de la fundación.
• Informar con carácter preceptivo y vinculante para el Registro de fundaciones de competencia
estatal, sobre la idoneidad de los fines y sobre la adecuación y suficiencia rotacional de las
fundaciones que se encuentren en proceso de constitución.
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

• Cesar a los patronos de las fundaciones en proceso de formación que, transcurrido el plazo de seis
meses desde el otorgamiento de la escritura de constitución, no hubieran instado su inscripción en el
Registro de fundaciones, y nombrar nuevos patronos, previa autorización judicial.
3) En su artículo 44, refiere las funciones del Protectorado con respecto al Patronato, entre ellas:
• Autorizar al Patronato para asignar una retribución a los patronos por servicios prestados a la
fundación, distintos de los que implican el desempeño de las funciones que les corresponden como
miembros del órgano de gobierno.
• Autorizar a los patronos a contratar con la fundación, ya sea en nombre propio o de un tercero.
• Asumir todas las atribuciones legales y estatutarias del Patronato durante el tiempo que determine la
resolución judicial de intervención temporal de la fundación.
4) Según el artículo 45, las funciones del Protectorado en relación con el patrimonio de la fundación son:
• Autorizar la enajenación o gravamen de los bienes y derechos de la fundación cuando formen parte
de la dotación o estén directamente vinculados al cumplimiento de los fines, velando para que no
quede injustificadamente mermado el valor económico de la dotación fundacional.
• Velar por la adecuación y suficiencia de la dotación fundacional en orden al efectivo cumplimiento
de los fines fundacionales, sin perjuicio de la responsabilidad que a tal efecto corresponde al
Patronato.
• Tener conocimiento formal de aquellos negocios jurídicos de la fundación sobre los que el Patronato
está legalmente obligado a informar al Protectorado.
5) El artículo 46 refiere que las funciones del Protectorado en relación al cumplimiento de fines por parte de
las fundaciones son las siguientes:
• Velar por el efectivo cumplimiento de los fines fundacionales, teniendo en cuenta la voluntad del
fundador y la consecución del interés general.
• Conocer y examinar el plan de actuación y las cuentas anuales, incluidos, en su caso, los informes de
auditoría, así como solicitar, en su caso, el nombramiento de auditor externo.
• Comprobar que las fundaciones facilitan información adecuada y suficiente respecto de sus fines y
actividades, para que sean conocidas por sus eventuales beneficiarios y demás interesados.
• Comprobar que las fundaciones actúan con criterios de imparcialidad y no discriminación en la
determinación de sus beneficiarios.
• Verificar si los recursos económicos de la fundación han sido aplicados a los fines fundacionales.
Cuando existan dudas a este respecto, el Protectorado podrá solicitar, a su costa, un informe pericial
sobre los extremos que considere necesario aclarar. Asimismo, podrá solicitar al Patronato la
información que resulte necesaria, así como realizar actuaciones de comprobación en la sede
fundacional, previa conformidad del Patronato. El informe pericial deberá ser emitido por un perito
independiente o por un funcionario designado por el Protectorado, en el plazo fijado por este.
Asimismo, el Patronato posee funciones en torno a la modificación, fusión y extinción de las fundaciones
conforme lo establece el artículo 47 del Decreto.
En el artículo 48 del Decreto se establecen las funciones del Protectorado en relación con el ejercicio de las
acciones legalmente previstas, como la acción de responsabilidad en favor de la fundación frente a los
patronos, entre otras.
III) La intervención de fundaciones
El régimen de la intervención temporal que puede realizar el Protectorado en la fundación integra el capítulo
X de la Ley mientras que en el Decreto está ubicado como el capítulo VI, ubicación que parece más acertada
que la anterior porque, al estar relacionada con alguna irregularidad económica en la gestión de la fundación,
parece lógico que se regule como acto seguido del régimen de gestión económica.
El sistema para que el Protectorado pueda intervenir la fundación es complejo, de hecho, es una sanción
muy grave y no se da con el solo hecho de que el Protectorado note una irregularidad en la gestión
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

económica de la fundación, sino que esta irregularidad debe presentar ciertas características específicas. El
procedimiento a que da lugar prevé darle la posibilidad a la entidad para que se explique o subsane el error
en que incurrió, y si el Protectorado considera que las alegaciones de la entidad no son convincentes,
entonces solicita a la autoridad judicial para intervenirla. Queda claro que se recorre un largo camino antes
de la intervención en sí y es lógico que así sea para preservar la seguridad jurídica.
El artículo 36 de la Ley y el artículo 35 del Decreto señalan la causa que da lugar a que se inicie el
«procedimiento de intervención temporal», la cual es la siguiente:
«Si el Protectorado advirtiera una grave irregularidad en la gestión económica que ponga en peligro la
subsistencia de la fundación o una desviación grave entre los fines fundacionales y la actividad realizada...»
El Decreto determina que una vez notificado al Patronato, éste tiene un plazo de quince días para formular
las alegaciones que considere oportunas. El Protectorado, a este punto, declara o no la existencia de la
irregularidad o desviación. Asimismo, se contempla la posibilidad de que opere la caducidad, si transcurre
un plazo de tres meses desde el inicio del procedimiento sin que se haya emitido dicha declaración.
Una vez que es emitida la declaración, el Protectorado requiere al Patronato para que adopte las medidas que
considere pertinentes para la corrección de la irregularidad o la desviación en un plazo no superior a dos
meses. Si tal requerimiento no fuera atendido por la organización, entonces el Protectorado puede solicitar a
la autoridad judicial, previa audiencia con el Patronato, la intervención temporal de la fundación.

4. OTRAS FORMAS JURÍDICAS RELEVANTES: LAS ENTIDADES SINGULARES

4.1. Cruz Roja Española


Cruz Roja es una organización de ámbito internacional que nació para atender a los militares heridos en
acciones de guerra. Ha sido creada en 1859 por un grupo de filántropos suizos, encabezado por Henry
Dunant, quien había comprobado, personalmente, el desamparo de los heridos en la batalla de Solferino, en
el Norte de Italia. (C.I.C.R.: «Cien años al servicio de la humanidad: Informe presentado al Congreso del
Centenario de la Cruz Roja Internacional», Ginebra 1983).
En el transcurso de más de un siglo de existencia, esta organización ha crecido y evolucionado hasta lograr
una eficaz labor humanitaria y social al amparo de sus principios fundamentales: humanidad, imparcialidad,
neutralidad, independencia, voluntariado, unidad y universalidad.
En la actualidad la Cruz Roja Internacional (conocida como «Comité Internacional de Cruz Roja» CICR,
con sede en Suiza) es la precursora de un movimiento de solidaridad internacional que ha conseguido, de un
lado, que 185 Estados hayan suscrito los Convenios de Ginebra. Convenios que garantizan, en el ámbito del
Derecho Internacional, el respeto y la atención a los heridos, enfermos, náufragos, prisioneros de guerra, así
como al personal civil, que sufre los efectos de la guerra. Asimismo, por otro lado, ha conseguido que las
Sociedades Nacionales desarrollen programas de actividades orientadas a mitigar el sufrimiento de
colectivos afectados por catástrofes y, en general, a los grupos que necesiten de protección y atención social.
Cruz Roja Española como sociedad nacional fue fundada en 1864 y posee una larga experiencia en
intervenciones humanitarias a nivel nacional e internacional. Sus objetivos, orientados en el último tercio del
siglo XIX y mitad del siglo XX al socorro y la salud, fructificaron en una importante red de hospitales que
ha cubierto carencias e insuficiencias en el ámbito de la sanidad pública. Asimismo, como consecuencia de
nuestra guerra civil, Cruz Roja Española desarrolló una amplia labor en la repatriación de personas y
reagrupamiento de familias.
A partir de la década de los sesenta, la institución promueve y fomenta las asociaciones de donantes y
centros de donación de sangre, así como la red de puestos de socorro en carreteras, litorales marítimos y
aguas interiores.
90
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

Cruz Roja por su actividad generalista pero a la vez diversa, y por los apoyos sociales recibidos es la
organización no gubernamental más importante del país, aunque no sea la que tenga un mayor movimiento
económico.
Actualmente, se define como una «institución humanitaria de carácter voluntario y de interés público que
desarrolla su actividad bajo la protección del Estado, ajustándose a lo previsto en los convenios
internacionales sobre la materia en los que España sea parte». El Alto Patronazgo de la Cruz Roja Española
queda reservado a SS.MM. los Reyes de España.
El proceso de democratización de la institución, que es de base asociativa, fruto del impacto de la transición
democrática, se ha afianzado con la publicación del Real Decreto 415/1996 de 1 de marzo, de Ordenación de
la Cruz Roja Española, que establece el nombramiento de su Presidente por la propia Institución,
desapareciendo el antiguo sistema de proposición de ternas al Gobierno por el Comité Nacional, que podía
rechazar la propuesta. Ahora con la elección del Presidente por la Asamblea General (nombramiento que ha
de ser ratificado por el Consejo de Ministros mediante RD) y la menor presencia de miembros nombrados
por los poderes públicos en sus órganos de gobierno y gestión se ha atenuado considerablemente la
intervención pública en la Cruz Roja, que sigue ejerciendo una tutela sobre la misma a través del Consejo de
Protección, que es de carácter paritario.
Los órganos de gobierno de la Cruz Roja Española son:
• El Presidente
• La Asamblea General
• El Comité Nacional
• Los Comités Autonómicos (17)
• Los Comités Provinciales (52)
• Los Comités Locales, Comarcales e Insulares (más de 850)
El 28 de junio de 1997 la Asamblea General de la Cruz Roja Española, siguiendo el mandato de la Asamblea
General celebrada en 1992, aprobó unos nuevos Estatutos de la Institución, acentuándose la independencia
de la organización.

4.2. Caritas Española


Caritas Española (en adelante, «Caritas») nace al amparo de Acción Católica, como «asociación de fieles»,
para coordinar la acción caritativa y social de la Iglesia Católica en España. Su actuación, orientada en
principio a la atención de necesidades primarias y asistencia social, se generaliza con la participación en
operaciones de ámbito nacional, como la organización en la acogida de niños abandonados como
consecuencia de la II Guerra Mundial, o la gestión de la Ayuda Social Americana (ASA), que supuso la
distribución gratuita de artículos de primera necesidad a personas pobres.
A partir de entonces, Caritas ha vivido una dinámica de cambio y progreso permanente. En 1957 adquiere
autonomía y personalidad jurídica propia eclesiástica y civil, iniciando, a partir de entonces, otras
actividades con el apoyo de la investigación sociológica que es utilizada como herramienta de trabajo
orientada al conocimiento de la realidad social y, consecuentemente, a mejorar los resultados de su trabajo.
Fue inscrita en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia el 9 de marzo de 1981.
Especial significación en la historia de Caritas ha tenido la elaboración del Plan CCB, y la creación de la
Fundación FOESSA.
El proceso de conversión de Caritas en una organización moderna, gestionada por profesionales que han
incorporado las técnicas de investigación y planificación social, no ha estado exento de problemas y

91
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

tensiones. La Institución ha pasado de ser una entidad dedicada a atender necesidades primarias a
constituirse en una organización para la promoción social y la lucha contra la desigualdad.
Actualmente Caritas se rige por unos Estatutos que la definen como una Confederación oficial de las
entidades de acción caritativa y social de la Iglesia Católica en España, cuya dirección ejerce la Comisión
Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal, siendo su objeto la realización de la acción
caritativa y social a través de sus miembros confederados.
Caritas se estructura en:
• La Asamblea Nacional que es el máximo órgano deliberante y coordinador de los entes confederados
y está formado por los delegados y representantes de los mismos; se reúne con carácter ordinario una
vez al año.
• El Consejo General que es el órgano ejecutivo de la Asamblea, compuesto por miembros nombrados
y elegidos.
• La Comisión Permanente que resuelve los asuntos de trámite, vela por el funcionamiento de la
Secretaría General y ejerce las funciones que le delega el Consejo General.
• La Presidencia y la Secretaría General.
• Caritas Diocesanas (68) dependiendo de los Obispados y Autonómicas (17).
En febrero de 2003, Caritas aprobó, con motivo de la 57ª Asamblea General de la Organización, el Plan
Estratégico Confederal -un ambicioso proyecto de redefinición de prioridades y de objetivos- que supone un
reforzamiento de la opción preferencial por «los últimos» (las personas empobrecidas que están quedando al
margen de los diversos procesos de integración impulsados actualmente, tanto desde ámbitos privados como
desde las Administraciones públicas), de la identidad de los excluidos como sujetos de la acción de Caritas y
no como objeto de la misma, y de la necesidad de dar respuestas globales a unos problemas de pobreza que,
cada vez más, obedecen a múltiples causas.

4.3. ONCE
La Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) es una Corporación de Derecho Público de carácter
social, que se rige por una normativa específica propia y cuyos fines sociales se dirigen a la consecución de
la autonomía personal y plena integración de las personas ciegas y con deficiencia visual grave. Para la
consecución de sus fines presta servicios sociales, con personalidad jurídica propia y plena capacidad de
obrar y de autoorganización. Se rige por los principios y valores de la solidaridad, la ausencia de ánimo de
lucro y el interés general en su actividad social, económica y empresarial, ejerciendo en todo el territorio
español funciones delegadas de las Administraciones Públicas, bajo el Protectorado del Estado. Asimismo,
para la financiación de sus fines sociales, goza de un conjunto de autorizaciones públicas en materia de
juego.
En otras palabras, la ONCE es una organización singular de economía social, que ajusta su ordenación y
funcionamiento a lo previsto en las leyes, así como en su normativa específica de aplicación, constituida
básicamente por el Real Decreto 358/1991, de 15 de marzo, de reordenación de la ONCE y sus vigentes
Estatutos; cuyos rasgos básicos y genuinos relativos a su actividad económica y empresarial, así como a su
naturaleza de operador de juego de reconocido prestigio, según la Ley 5/2011, de 29 de Marzo, de Economía
Social.
Al ser una entidad de derecho público, su existencia y permanencia se encuentra garantizada por el propio
Estado sobre la base de la relevancia pública de los fines que persigue.
La génesis de la ONCE, tal como la conocemos, se encuentra en una serie de asociaciones de un ámbito
estrictamente territorial, que se nutrían de forma mínima de una rifa de boletos, instaurada inicialmente en
Levante, Andalucía y Cataluña, y luego reguladas por una Orden de 18 de noviembre de 1935.
92
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

Los Decretos de 13 de marzo de 1928, 20 de enero de 1931 y el de la República de 6 de abril de 1934,


habían creado el denominado «Patronato Nacional de Protección de Ciegos». Sucesivamente, el Decreto de
13 de diciembre de 1938, constituye la primera norma que le da una visión integradora a la Organización,
fusionando y disolviendo las asociaciones preexistentes, y creando, de este modo, una organización
integrada.
En esta primera fase, se mantiene la afiliación obligatoria de los miembros y se le atribuye el carácter de un
establecimiento de beneficencia general, cuya representación le correspondía a un órgano denominado
Consejo Superior de Ciegos. Su desarrollo reglamentario, venía representado por la Orden Ministerial de 28
de octubre de 1939, que incorporaba la novedad de definir la naturaleza de la ONCE como una Entidad de
Derecho Público y de beneficencia general.
La mayor innovación del mencionado texto legal, es la de haber definido los fines de la institución y haber
reforzado la definición de la base asociativa de la entidad, lo que, sin duda ha contribuido, en un desarrollo
legislativo posterior, a la definición de la ONCE como ente corporativo. Asimismo, se le atribuye una fuente
de financiación autónoma, que es el denominado Cupón Pro-Ciegos.
La declaración institucional contenida en el Reglamento de 1939 permanecerá inalterada en el Real Decreto
1041/81 de modificación de la estructura orgánica de la ONCE, hasta el Real Decreto 2385/85. Durante todo
este período la relación de la ONCE con su personal había sido de naturaleza funcionarial. Como Entidad de
Derecho Público y de Beneficencia General se encontraba creada, tutelada y controlada directamente por la
Administración Pública, siendo regida por el Consejo Superior de Ciegos, órgano presidido por el Ministro
de la Gobernación, quien nombraba, a su vez, al Jefe de la Organización.
El Reglamento de 1939 creó un Fondo central patrimonial que se encontraba depositado en el Banco de
España, a disposición del Consejo Superior de Ciegos. Subsiste en este período, por lo tanto, una técnica
fundacional que se mantendrá hasta el Real Decreto de 27 de diciembre de 1985 y que dejará la figura del
Patronato como una reminiscencia de esa fase primigenia de la ONCE, lo que ciertamente impregna la
figura de la ONCE de unos tintes originales, en comparación con otras corporaciones de igual naturaleza.
Ahora bien, el nuevo esquema institucional se inaugura ya con el Real Decreto 2385/85 de 27 de diciembre.
Norma que incorpora la definición de la naturaleza jurídica de la ONCE como Corporación de derecho
público y de carácter social. Definición que perdura en el cuerpo normativo posterior representado por:
• el Real Decreto 358/1991 de 15 de marzo de reordenación de la ONCE;
• el Real Decreto 1200/1999, de 9 de julio
• el Real Decreto 1359/2005, de 18 de noviembre
• el Real Decreto 1434/2008, de 29 de agosto, de Reordenación de la ONCE;
• los Estatutos de la ONCE, publicados por Orden TAS/2533/2006, de 27 de julio (BOE 2 de agosto).
Desde el Decreto de constitución de la ONCE y su reglamento, como hemos visto, hasta el Decreto
1041/1981 que declara que la ONCE es una Corporación de Derecho Público, se mantiene lo que podría
llamarse: «fase publicista de la ONCE». A partir del Decreto citado y la sentencia del Tribunal Supremo de
fecha 30 de abril de 1987, que declara «ni la ONCE se puede confundir con la Administración del Estado, ni
se puede olvidar que, en lo fundamental, tiene un sustrato asociativo, sobre el que se han acumulado, junto
con la obligación de atender intereses privados, la obligación de atender algunos de carácter público
(sentencia del TC 67/1985, 89/1989 y 132/1989), se inaugura la fase privatista.
Los actuales Estatutos de la ONCE, en su Artículo 1, declaran: «La Organización Nacional de Ciegos
Españoles (ONCE) es una corporación de derecho público, de carácter social, a la que pueden pertenecer
como afiliadas las personas ciegas y con deficiencia visual grave, admitidas estatutariamente en ella».
De este modo, la participación de la Administración Pública en el ejercicio del control del funcionamiento
de la organización, a través del Consejo de Protectorado del Estado, no viene justificado sino por la
consideración del interés social de los fines que desempeña. Es indudable que, junto a la consecución del
bienestar social de sus afiliados, la ONCE puede llegar a participar, en cuanto Corporación de derecho
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

público, en el desempeño de funciones públicas o de interés público en aquellos supuestos en que la


Administración Pública, por la vía de convenio y de acuerdo a sus Estatutos, puede llegar a ejercer funciones
públicas delegadas. Circunstancia ésta que no le priva de su carácter corporativo.
Actualmente, el modelo de organización de la ONCE se basa en un régimen voluntario de afiliación, a
diferencia de la obligatoriedad que definía el esquema institucional.
Es de carácter social, o de beneficencia en la definición originaria, por la finalidad social de los fines que
persigue, lo que justifica el especial régimen fiscal que a la ONCE le es reconocido, dentro del grupo de las
entidades no lucrativas.
Figura asimismo recogida, en la definición, la intervención del Consejo de Protectorado que, inexistente en
corporaciones de naturaleza análoga, es una clara reminiscencia de la técnica fundacional existente en los
orígenes de la Institución.
El Protectorado del Estado sobre la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) corresponde en
este momento, fruto de la reforma de la estructura ministerial operada en virtud del Real Decreto 1041/2009,
de 29 de junio, al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Es ejercido a través de un Consejo,
de naturaleza paritaria, integrado por representantes de este Ministerio, del Ministerio de Economía y
Competitividad y del Ministerio Interior, el Presidente y cuatro miembros del Consejo General de la ONCE,
así como el Director General de la organización.
La intervención de la Administración del Estado en el funcionamiento de la ONCE es garantía del control
sobre la adecuación de la gestión interna de la ONCE a los fines sociales que persigue, así como la correcta
administración de los recursos patrimoniales de los que la ONCE dispone. El RD 1359/2005 ha incorporado
a la redacción del RD 358/1991 el funcionamiento y composición de una Comisión Mixta que tiene
atribuido el seguimiento de los acuerdos generales suscritos entre el Gobierno y la ONCE, cuya
composición, con los últimos cambios ministeriales, ha sido actualizada por los citados Real Decreto
1434/2008, de 29 de agosto y Real Decreto 1041/2009, de 29 de junio.
Las demandas y necesidades de los afiliados son satisfechas a través de una estructura de órganos de
gobierno y gestión, a cuya cabeza, como máximo órgano de gobierno y representación de la ONCE, figura el
Consejo General. Órgano que desempeña las funciones que le confiere el RD 358/1991 y los Estatutos. Se
encuentra constituido por quince miembros elegidos mediante sufragio por los afiliados a la Organización,
por un mandato de cuatro años; entre ellos se designa el Presidente y los Vicepresidentes.
El Consejo General se rige por su propio Reglamento interno y se estructura a través de la Presidencia,
Vicepresidencias, Secretaría General, Pleno, Comisión Ejecutiva Permanente, y las Comisiones y Comités
que se dedican a un área concreta. El Consejo General, como órgano de gobierno articulará los mecanismos
de dirección, coordinación y control de las personas jurídicas que integran la denominación ONCE y su
Fundación, que constituye la comunidad de personas jurídicas de la ONCE, integrada, además de la
Fundación ONCE, FUNDOSA y CEOSA, y aquellas otras entidades de naturaleza societaria, asociativa o
fundacional, con fuerte vinculación a aquélla.
La labor de gestión que desarrolla el propio Consejo General se confía al Secretario General, quien, aparte
de las funciones propias de secretaría, tales como la función certificante de los acuerdos, convocatorias,
actas, llevanza y custodia de la documentación de los órganos del Consejo, se encarga de velar por la
observancia de la legalidad en la adopción de sus acuerdos y prestar apoyo técnico y jurídico en materia de
normativa interna.
La estructura de gobierno, en el ámbito territorial, se lleva a cabo mediante los Consejos Territoriales,
regulados en el artículo 43 de los Estatutos, y regidos por su propio Reglamento de Funcionamiento Interno;
los Consejos Territoriales constituyen órganos colegiados de naturaleza político-representativa, elegidos por
sufragio igual, libre, directo y secreto entre los afiliados de su demarcación, por un período de cuatro años.
La distribución de los Consejos Territoriales se ajusta, como la de las Delegaciones Territoriales de la
ONCE, al territorio de las Comunidades Autónomas constituidas; las Ciudades Autónomas de Ceuta y
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

Melilla se adscriben al Consejo Territorial de Andalucía. Los Consejos Territoriales dependen


jerárquicamente del Consejo General, como el supremo órgano representativo y de gobierno de la
Organización; órgano que supervisa su funcionamiento. Los Consejos Territoriales tienen la función de
supervisar y controlar en sus respectivos ámbitos territoriales la aplicación de los acuerdos del Consejo
General de la ONCE, así como proponer cuantas medidas, planes y programas sean necesarios para el mejor
funcionamiento de la Organización y el fomento de la cultura institucional de la ONCE entre los afiliados de
su ámbito territorial, a quienes representan internamente.
El régimen fiscal general de la ONCE viene regulado por la Ley 49/2002, de 23 de diciembre, de régimen
fiscal de las entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales al mecenazgo. Su Disposición
adicional quinta le otorga a la Cruz Roja Española y a la ONCE el mismo régimen tributario que reconoce
en este texto a las restantes entidades sin ánimo de lucro.
El mencionado régimen conlleva: la exención en el impuesto sobre sociedades por los resultados obtenidos
en el ejercicio de las actividades que constituyen su objeto social o finalidad específica, entendiendo por tal
los rendimientos derivados del Cupón; la exención en el impuesto sobre bienes inmuebles por la titularidad
de los bienes que se encuentren afectos a las actividades que constituyan su objeto social o finalidad
específica; exención en el impuesto sobre actividades económicas por las actividades que constituyan su
objeto social, e impuesto sobre transmisiones patrimoniales. Asimismo, la ONCE se encuentra exenta de
abono de las tasas sobre el juego, en aplicación del Decreto 3059/1966. En virtud del artículo 7 de la Ley del
Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, los premios de los sorteos de la ONCE se encuentran
exentos del impuesto.
La labor asistencial que presta a sus afiliados, se complementa con la de la Fundación ONCE, creada en
enero de 1988.
La Fundación ONCE tiene asignada como misión contribuir a la plena inclusión social de las personas con
discapacidad, contribuyendo a hacer efectivo el principio de igualdad de oportunidades y no discriminación,
destacando prioritariamente la formación y el empleo así como la superación de barreras de cualquier clase.
Para su financiación, la ONCE le otorgó a la Fundación ONCE una dotación patrimonial inicial, así como un
flujo de financiación anual que representa el 3 por ciento de los ingresos brutos obtenidos por la venta del
cupón, lo que representa el 20 por ciento del margen operativo global de la ONCE.
Dicha fundación está regida y representada por un Patronato, compuesto por 35 miembros, designados,
además del propio Fundador y por distintas organizaciones nacionales de personas con discapacidad.
En un afán de diversificación las fuentes de financiación actuales, la ONCE constituye su grupo empresarial,
Corporación Empresarial ONCE (CEOSA). Mediante su presencia en distintos sectores de la economía,
fundamentalmente en los sectores de producción industrial y de servicios, CEOSA persigue una finalidad de
rentabilidad económica en primer lugar, sin olvidar tampoco la rentabilidad social con el acceso a su
plantilla de personal con discapacidad.

4.4. La Obra Social de las Cajas de Ahorro


Las Cajas de Ahorros se configuran desde su creación como instituciones dedicadas a la intermediación
financiera y prestación de servicios sin ánimo de lucro, cuyos remanentes deben revertir en sus ahorradores,
sin que sea posible repartir beneficios o dividendos, como sucede con los accionistas y participes de
cualquier otra sociedad mercantil.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

Se diferencian del resto de las entidades financieras por la aplicación social a que están sometidos sus
resultados, que son gestionados a través de la «Obra Social», cuya existencia centenaria no sólo es
consustancial con su identidad, sino que puede considerarse su distintivo, su elemento diferenciador en el
mundo financiero. A estos efectos hay que señalar como hecho distintivo propio de las Cajas que no tienen
capital social ni accionistas.
La Obra Social ha evolucionado históricamente, acomodándose a las circunstancias socio-económicas del
país, pero sin perder de vista las carencias de su entorno. Así, en unos momentos, ha imperado en su
realización la carencia de infraestructuras, en otros la demanda de servicios, la complementariedad o los
condicionantes económicos, pero en todos los casos ha tenido presente su viabilidad económica y
rentabilidad social.
En la actualidad, las Cajas deben destinar el 50 por ciento de su excedente a reservas, y del 50 por ciento
restante han de pagar el 35 por ciento (o el tipo medio resultante) al Impuesto de Sociedades, y el 15 por
ciento sobrante se incorpora para la Obra Social, cuyos fondos pasan a computar a efectos de recursos
propios, y está administrada y gestionada por su Consejo de Administración.
Las Obras Sociales de las Cajas han de ser aprobadas por su Asamblea General (art. 11.6 de la LORCA) y
precisan la autorización definitiva del Ministerio de Economía y Hacienda (art. 22.2 R.D. 2290/1977) y/o de
la Comunidad Autónoma correspondiente, comprensiva tanto de los fines a satisfacer por las distintas Obras,
como de la aplicación concreta de fondos a las mismas.
Las Cajas tienen que buscar un equilibrio entre los fondos destinados a la Obra Social y los derivados a
reservas, pues dada su peculiar estructura jurídica no poseen capital social. Así, las cantidades destinadas a
Obra Social han ido creciendo año a año, y ello se explica por los mejores resultados económicos,
consecuencia de una política de crecimiento y expansión que ha tenido como resultado una mayor cuota de
mercado y suficiente nivel competitivo en el sector.
La vocación social de las Cajas de Ahorros ha permitido desarrollar no sólo la Obra Social propia,
promovida, financiada y administrada directamente por las mismas, sino también la Obra Social en
colaboración con otras instituciones, en las que las aportaciones y responsabilidades se establecen
previamente, mediante la constitución de fundaciones.
El ámbito de actuación de la Obra Social viene también determinado por disposición legal, y se ejecuta en
las siguientes áreas: investigación, enseñanza, cultura y asistencia social.
Ortiz Ibarz escribe repensando sobre la Obra Social que ésta debe descubrir nuevas necesidades sociales que
atender (medioambientales, referentes a minorías marginadas, drogadicción, entre otras), además de
encontrar nuevas formas para que los beneficios contribuyan a reforzar de forma directa e inmediata su
arraigo en la comunidad política en la que se inscriben, contribuyendo de forma explícita a la
industrialización y creación de riqueza a nivel local y regional. Pero, continúa este autor, lo que mejor puede
contribuir a mejorar esa sensibilidad sería que la Obra Social constituyese una de las preocupaciones
primordiales de todos los elementos de su organización matriz.
Corresponde hacer mención a otro tema a tener en cuenta, la posible instrumental ización de las Cajas y, por
ende, de la Obra Social desde una perspectiva política, pues los representantes políticos territoriales (locales,
provinciales y autonómicos) están sentados en el Consejo de Administración de aquéllas. Las asignaciones
de la Obra Social no pueden estar dirigidas por las autoridades públicas (ya sean estatales o autonómicas),
como en algún momento se ha pretendido, sino que en todo caso habrá de ser el Consejo de Administración
correspondiente el que decida sobre la libre utilización de los excedentes de las Cajas. En este sentido hay
que citar la Ley 44/2002, de 22 de noviembre, de Medidas de Reforma del Sistema Financiero, que es un
tímido paso en esta línea.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

5. CONCLUSIONES:
Las asociaciones y las fundaciones se erigen como las dos grandes formas jurídicas que adoptan las
entidades del Tercer Sector, constituyendo el núcleo fundamental del sector no lucrativo. Las asociaciones
son organizaciones constituidas por un grupo de personas (físicas o jurídicas), al menos tres, con el
propósito de atender a un fin sin ánimo de lucro. Generalmente, se señala el aspecto personal de las
asociaciones como su elemento característico, sobre todo porque es un rasgo que las diferencia de las
fundaciones. De hecho, una asociación puede crearse de forma sencilla: a partir de una mera reunión de
personas, como mínimo tres, con un interés común y el propósito de organizarse para poner en marcha el
proyecto. Lo difícil es conseguir los recursos materiales y humanos para que el proyecto sea viable y
perdure. Pueden constituirse tanto para perseguir fines de interés general como de intereses particulares. El
régimen normativo que pauta su funcionamiento es la Ley Orgánica 1/2002, de asociaciones de competencia
estatal, que convive con la legislación autonómica con la cual comparte un complejo sistema de
competencias.
Por otro lado, las fundaciones son organizaciones constituidas sin ánimo de lucro, cuyo patrimonio está
afectado de un modo duradero sólo para la realización de fines de interés general. Según la Ley 50/2002, de
Fundaciones, son personas jurídicas creadas por un fundador (persona física o jurídica, pública o privada),
que disponen del destino de bienes al servicio de una finalidad de interés general. El fin es el elemento
identificador de la fundación: sin un fin de interés general, no hay fundación.

6. LECTURAS RECOMENDADAS:

6.1. Texto:
«Las asociaciones y fundaciones trabajan sometidas a grandes presiones y en un entorno que cambia
continuamente. En algunos casos se están haciendo cargo de servicios que antes prestaban las autoridades
públicas. En la forma en que el sector puede dar respuesta proporcionando estos nuevos servicios se
enfrentará a nuevos problemas y retos. Asociaciones que tradicionalmente se han limitado a proporcionar
un complemento a servicios estatales se encuentran teniéndolos que prestar ellas mismas.»
Comunicación de la Comisión de la Unión Europea, del 6 de junio de 1997, sobre el fomento del papel de
las Asociaciones y Fundaciones en Europa.

6.2. Lectura recomendada:


De Lorenzo, R., Pinar Mañas, J. y Sanjurjo, T., 2010, Tratado de Fundaciones, Madrid: Aranzadi, S.A.

6.3. Bibliografía recomendada:


Cabra de Luna, Miguel Ángel, 1998, El Tercer Sector y las Fundaciones de España hacia el nuevo Milenio,
Madrid: Escuela Libre, ISBN: 84-88816-52-9.
Cabra de Luna, Miguel Ángel, 2003, «Las instituciones europeas y las organizaciones de la Economía
Social», en La Economía Social y el Tercer Sector, Madrid: Escuela Libre Editorial.
Cabra de Luna, Miguel Ángel y FRAGUAS GARRIDO, Berta, 2005, ¿Qué son y qué quieren ser las
fundaciones españolas? Una aproximación a sus roles y su futuro en el marco europeo, Madrid: Fundación
Vodafone España, ISBN: 84-933783-2-1.
Carpió, Maximino (Coord.), 1999, El sector no lucrativo en España, especial atención al ámbito social,
Madrid: Ed. Pirámide.
De Lorenzo, R., Pinar Mañas, J. y Sanjurjo, T., 2010, Tratado de Fundaciones, Madrid: Aranzadi, S.A.
De Lorenzo, Rafael, 2010: «Cambio Social y Tercer Sector» en Pérez Bueno, L.C., Discapacidad, Tercer
Sector e Inclusión Social. Estudios en Homenaje a Paulino Azúa Berro, CINCA, S.A.
De Lorenzo, R., Cruz Amorós, M. y Muñoz Machado, S., 2005, Comentarios a la Leyes de Fundaciones y
Mecenazgo, Madrid: Fundación ONCE.
97
Tercer Sector e Intervención Social Tema 4

De lorenzo, R., Cabra de Luna, M. y Faura, I. (Coordinadores), 2003, La Economía Social y el Tercer
Sector. España y el entorno europeo, Madrid: Escuela Libre Editorial-Fundación ONCE.
De Lorenzo, R. y otros, 1995, Comentarios a la Ley de Fundaciones y de incentivos fiscales, Madrid:
Escuela Libre Editorial-Fundación ONCE.
De Lorenzo, R., Cabra de Luna, M., Rodríguez Piñeiro, M. y otros, 1993, El Sector No Lucrativo en España,
Madrid: Escuela Libre Editorial-Fundación ONCE.
De Lorenzo, Rafael, 1993, El nuevo derecho de Fundaciones, Madrid: Marcial Pons.
De Lorenzo, R., y otros, 1991, Las Entidades no Lucrativas de carácter social y humanitario, Madrid:
Escuela Libre Editorial-Fundación ONCE.
De Lorenzo, R., y Cabra de Luna, M.A., 1990, Presente y futuro de las fundaciones, Madrid: Cívitas S.A.,
Fundación ONCE.
De Lorenzo, R., y otros, 1990, La Organización Nacional de Ciegos Españoles, Madrid: La Ley-Fundación
ONCE.
Moro, Lorena, 2009, Gestión actual de una ONG, Madrid: LID Editorial.

7. EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN:
Define a las Asociaciones y a las Fundaciones.
Reflexiona sobre la importancia de que los derechos de asociación y de fundación estén constitucionalmente
protegidos y sobre la diferente protección que la Constitución les concede.
Analiza las funciones del Protectorado.

8. RESUMEN:
En este capítulo, se realiza un análisis detallado sobre la naturaleza jurídica de las Fundaciones y de las
Asociaciones. Además del desarrollo del régimen jurídico de ambas figuras, se describen los pasos y
documentos que necesitan para ser constituidas y funcionar en el ámbito social. Asimismo, se definen y
describen a las entidades singulares del Tercer Sector que cumplen un rol social de fundamental
importancia, como son: Caritas, la ONCE, Cruz Roja y la Obra Social de las Cajas de Ahorro.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

CAPÍTULO V: LA GESTIÓN EN EL TERCER SECTOR


Por Rafael de Lorenzo y Lorena Moro

Objetivos
Comprender la importancia de la gestión profesional de las organizaciones no lucrativas
Conocer las herramientas de gestión que se utilizan en las entidades del Tercer Sector.

Conceptos
Gestión profesional, Dirección estratégica, Dirección de personas, Gestión de la calidad, Marketing,
Comunicación

1. INTRODUCCIÓN
Al nivel actual de desarrollo del Tercer Sector, ya somos conscientes de que la gestión profesional de una
entidad sin fines de lucro no está reñida con sus valores ni con su misión, sino que, al contrario, constituyen
dos aspectos que van de la mano para optimizar el trabajo de la organización. Ni una gestión profesional
puede contrariar la misión de la entidad ni suponer que la profesional ¡dad en sí es opuesta a los valores. La
coherencia debe prevalecer y toda actuación de la entidad debe respetar su misión, la razón de ser de la
misma y los valores que la erigen como tal.
A continuación, se presentan las herramientas de gestión principales para dirigir una entidad no lucrativa y
caminar hacia el logro de los objetivos (o resultados) propuestos para un ejercicio eficaz y eficiente de su
función. Dichas herramientas son: la dirección estratégica, la dirección de personas (o RRHH), la
comunicación y el marketing, y la gestión de la calidad.

2. LA DIRECCIÓN ESTRATÉGICA
En toda organización es fundamental responder a las preguntas de quiénes somos y hacia dónele vamos. Y,
sobre todo, hacia dónde queremos ir, porque como bien decía Peter Drucker: «Si no sabemos cuál es nuestra
meta, nunca sabremos si el camino que tomamos es el adecuado.» Dirigir a nuestra organización con un
propósito es necesario para definir la estrategia o camino que determina su rumbo. La estrategia respondería
a la pregunta: ¿qué tenemos que hacer para conseguir nuestra meta?
El propósito de una organización es cumplir con la misión o como dijo Kotler: «la organización está para
lograr algo», y ese algo es su misión. La estrategia es la herramienta que convierte ese «algo» en hechos
consumados o resultados. Según Peter Drucker, las estrategias se centran en la acción: son las que inducen a
trabajar en un cierto sentido para obtener determinados resultados. En sus palabras: «ellas [las estrategias]
transforman las intenciones en acción y la actividad en trabajo. Además, le dirán con qué recursos y
personas necesita contar a fin de lograr los resultados deseados.»
En suma, la planificación estratégica es una eficaz herramienta de gestión que sirve para orientar a la
organización hacia el futuro, dando, para ello, los pasos necesarios en el presente. De este modo, se pueden
aprovechar de forma eficaz y eficiente los recursos (económicos y humanos) de la entidad, se prevé la
ejecución de sus actividades, se previenen riesgos, se aprovechan mejor las oportunidades y se puede con-
trolar los resultados, e incluso modificar el plan si una situación imprevista acude a modificar su itinerario.
Por ello, es unánime la apreciación de los autores que han profundizado sobre esta materia en que es
necesario para toda entidad, grande o pequeña que sea, realizar una planificación estratégica formal con una
real incidencia en las funciones de la organización. Se tiene en cuenta, a su vez, que el plan estratégico de
una organización es el escenario sobre el que se van a interpretar el resto de los planes que precise la
organización según sus departamentos (por ejemplo, el plan de comunicación, de RRHH, de captación de
fondos, entre otros).

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

Al respecto, Vernis ha expresado que «el plan estratégico resulta ser un instrumento de gran utilidad para
comunicar, en primer lugar, los objetivos y estrategias de comunicación a sus miembros y, en segundo
lugar, para coordinar los distintos departamentos de aquélla. Pero el alcance del plan estratégico llega más
lejos, ya que sirve además como punto de referencia obligado para juzgar la actuación de la organización y
puede llegar a convertirse también en un elemento importante de comunicación hacia el exterior.»
Se puede definir la planificación de las maneras que se señalan a continuación:
1) «una actividad racional que tiene por objeto decidir sobre la asignación de recursos escasos en el
logro de objetivos múltiples, a través de medios adecuados para su obtención» (Espinoza, 1989),
2) «el proceso de determinar objetivos y definir la mejor manera de alcanzarlos» (Diez y Rivas, 2002)
3) «el proceso mediante el cual, partiendo de unos determinados antecedentes (...) se toman decisiones
que permiten establecer tanto los objetivos que se desea alcanzar como la manera de lograrlos
(señalando, por ejemplo, las actividades y recursos necesarios)» (Fantova, 2005).
Sin embargo, una definición más completa de planificación estratégica es la que explica:
«...una poderosa herramienta de diagnóstico, análisis, reflexión y toma de decisiones colectivas, acerca del
quehacer actual y el camino que deben recorrer en el futuro las comunidades, organizaciones e
instituciones. No solo para responder ante los cambios y las demandas que les impone el entorno y lograr
así el máximo de eficiencia y calidad de sus intervenciones, sino también para proponer y concretar las
transformaciones que requiere el entorno (Burgwal y Cuéllar, 1999).»
Ahora bien, para el proceso de elaboración de un plan estratégico no existe un único modelo viable, sino
más bien cada organización acomoda el modelo que más se ajusta a sus necesidades.
No obstante, por lo general, en el proceso de elaboración de un plan se evidencian ciertas fases o etapas
como se indican en el siguiente cuadro, con ciertos cambios y adoptando diferentes denominaciones el
contenido del plan se mantiene similar en los diferentes planes estratégicos que se pueden adoptar, aunque
con un margen de complejidad proporcional al tamaño y los recursos que dispondrá la organización que lo
elabore y adapte a sus necesidades.

CUADRO 1. Fases de la planificación estratégica


Fases de la Planificación estratégica
1) Fase de Identificación Se responde a la pregunta: ¿dónde estamos? Es la fase del
diagnóstico de la organización Análisis DAFO de la
organización
2) Fase de Formulación Se responde a las preguntas: ¿quiénes somos?, ¿quiénes
queremos ser?, ¿cómo vamos a conseguirlo? Se formulan:
 la Misión,
 la Visión,
 el Objetivo Central,
 los Objetivos generales,
 los Objetivos Específicos,
 selección de las Estrategias para alcanzar
los objetivos,
 el Plan de Actuación,
 el Presupuesto.
3) Fase de Implantación Se responde a la pregunta: ¿Cómo se está haciendo?
Ejecución del plan y seguimiento
4) Fase de Evaluación y Control Se responde a la pregunta: ¿Qué resultados hemos
conseguido? Evaluación y control de los resultados
alcanzados y del impacto del plan

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

En la fase de identificación se realiza un análisis estratégico de la entidad y de su entorno, sobre todo se


suele utilizar, como herramienta de investigación, el análisis de las debilidades, amenazas, fortalezas y
oportunidades (en lo común, denominado análisis DAFO). Se responde a la pregunta desde la entidad de:
¿dónde estamos?
El análisis estratégico integra la incorporación de información: a nivel externo, para identificar las amenazas
y oportunidades que se le presentan a la entidad en el entorno en que trabaja, y a nivel interno, comprende lo
que se denomina análisis situacional que parte del presente de la entidad: su identidad, su imagen, su cultura
organizativa con sus valores; y luego, se procede a desarrollar el análisis relacional, que reflexiona sobre las
debilidades y las fortalezas de la entidad.
Generalmente, se hace uso del análisis DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades) para
conocer la situación real en que se encuentra la entidad, la posición que ocupa en la sociedad en general y en
sus públicos-objetivo, así como los riesgos (o amenazas) y oportunidades que le brinda el entorno. Se
analizan sus recursos y capacidades o la falta de ellos a través de las debilidades y fortalezas que pertenecen
al ámbito interno de la entidad.

CUADRO 2: Análisis DAFO


Debilidades: también llamadas puntos débiles. Son Fortalezas: también llamadas puntos fuertes. Son
aspectos que limitan o reducen la capacidad de capacidades, recursos, posiciones alcanzadas y,
desarrollo efectivo de la estrategia de la ENL, consecuentemente, ventajas competitivas que deben y
constituyen un aspecto a tener en cuenta por la pueden servir para explotar las oportunidades de la
entidad para superarlo. entidad.
Amenazas: son las fuerzas del entorno que pueden Oportunidades: es todo aquello que pueda suponer
impedir la implantación de una estrategia, o bien una ventaja competitiva para la entidad, o bien
reducir su efectividad, o incrementar los riesgos de la representar una posibilidad para mejorar la
misma, o los recursos que se requieren para su rentabilidad de la misma o aumentar la cifra de sus
implantación. negocios.

En la etapa de formulación, luego del análisis de situación de la entidad y de su entorno, se identifican la


Misión y la Visión de la entidad, como base a partir de la cual se va a desplegar toda la actividad
organizacional.
Siempre hay que tener presente que las ENL son organizaciones que se dirigen esencialmente por valores y
que estos son su razón de ser. En efecto, los valores constituyen el elemento diferencial de las
organizaciones no lucrativas y tienen que guiar todas las actuaciones de la organización. Por ello, resulta
indispensable que la cultura de la entidad haya madurado a nivel interno, es decir, que el personal de la
misma conozca, crea y rija su actuación escudándose en esos valores para que luego no surjan
contradicciones internas o externas, entre la acción y los valores. Por ello, los valores deberían ser conocidos
por los miembros de la entidad, colaboradores y por cualquier persona que se interese en ella.
Según Pablo Navajo (2009:120), la misión responde a la pregunta: ¿cuál es la esencia de nuestra
organización o cuál queremos que sea? y debe recoger el motivo de la existencia de la organización, su
razón de ser.
Una misión bien formulada debe tener las siguientes características (Mataix, 2001) y (Mazuela, 2001 ):
• Clara. Puede ser fácilmente comprendida y transmitida.
• Concisa. Para que pueda ser recordada fácilmente por cualquier miembro.
• Representativa. De la cultura de la organización.
• Entendible. Para que pueda se una buena guía para la acción.
• Realista. Es la razón que justifica la existencia de la organización.
• Adaptable. Los miembros deben adaptarla a sus diferentes áreas de responsabilidad.
101
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

• Participada. Refleja un amplio consenso de los miembros de la organización.


• Diferenciada. De otras organizaciones, debe dejar claro cuáles son las principales intenciones y
aspiraciones de la organización y las razones de su existencia.
• Abierta al futuro. Debe tener la posibilidad de persistir durante un periodo de tiempo suficiente.
• Motivadora. Debe ser capaz de movilizar a los miembros y la organización debe tener intención y la
capacidad de «vivir de acuerdo» a su formulación de misión.
La Visión es la percepción de cómo podría o debería llegar a ser la organización en el futuro, después de
aplicar sus estrategias y desarrollar adecuadamente sus capacidades. Cómo se percibe a sí misma la
organización en una proyección de futuro favorable. Podemos definirla como «la diferenciación y el
posicionamiento deseado por la organización (o la unidad organizativa o el conjunto de organizaciones) en
un determinado plazo (normalmente medio o largo)» (Fantova, 2005). Se trata de responder a: ¿cómo
seremos?, ¿cómo deberíamos llegar a ser?
Luego, se pasa al planteo de los objetivos del plan estratégico. Se pueden plantear unos objetivos generales y
luego unos específicos. Incluso hay quienes primero señalan un objetivo central, luego objetivos generales
hasta los específicos, que son más concretos y realizables. A partir de allí, se diseña la estrategia a adoptar
para conseguir tales objetivos.
La selección de la estrategia más adecuada supone un proceso de toma de decisiones, este es «el proceso que
conduce a la selección de entre diversos cursos de acción alternativos». No es un proceso completamente
racional y entran en juego valores, principios (cultura de la organización). De hecho, en la actualidad, el pro-
blema al que nos enfrentamos es la dificultad de establecer un proceso racional para elegir la estrategia
adecuada, debido a la dificultad que entraña la decisión y la incertidumbre de un entorno cada vez más
complejo.
Cuando tenemos que elegir entre diversas opciones estratégicas, cuanta mayor capacidad tengamos para
conocer y solucionar los factores críticos o que dificultan el logro de un objetivo, mayor será la probabilidad
de seleccionar la alternativa más adecuada, según lo que determina el denominado principio del factor
limitante. Para estar en condiciones de adoptar una decisión adecuada se requiere básicamente disponer de la
información suficiente sobre la naturaleza del problema planteado, contar con la libertad suficiente para
actuar y conocer adecuadamente la organización donde se desarrollara la estrategia.
Las prioridades estratégicas no dejan de ser los retos más importantes a los que debe enfrentarse la
organización e implica el desafío de superar «...los conflictos que se interponen en la relación de la
organización con su entorno y con su dinámica de funcionamiento interno.»
Han existido diferentes intentos de clasificar los tipos de estrategias, uno de los más conocidos son las
estrategias genéricas de Porter que se describen a continuación:
• Liderazgo de costes. Esta estrategia se basa en brindar servicios a un coste más reducido que otro
semejante o comparable en calidad. Está basada en gran medida en aprovechar la experiencia de la
organización.
• Diferenciación. Se basa en ofrecer un servicio que sea percibido como único, distinto o exclusivo. La
diferenciación puede basarse en la imagen de la organización, la atención, la calidad, los valores,
entre otros. Las organizaciones que optan por este tipo de estrategia asumen que sus usuarios o
financiadores se identifican con el factor diferenciador y los valores que transmite la entidad.
• Especialización. Consiste en dirigirse a un sector en base a una o más características distintivas: zona
geográfica, tipos de usuarios, etc. Se basa en especializarse en un sector particular con el propósito
de atenderlo con mayor eficacia y calidad.
Otros tipos de estrategias que podemos emplear son:
• Crecimiento. Cuando se trata de mejorar de forma rápida y significativa su posición en su ámbito de
actuación.

102
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

• Estabilidad. La organización quiere seguir haciendo aquello que le ha reportado una buena situación.
Se asume que lo que ha tenido éxito en el pasado puede continuar teniéndolo en el futuro.
• Defensa y retirada. Ante resultados adversos o ante una evolución desfavorable de su entorno
emprende acciones destinadas a minimizar los daños.
Un acertado enfoque estratégico aumenta las posibilidades de éxito del plan estratégico y de los planes
operativos o por sector o área (por ejemplo, de comunicación, de RRHH, etc. ) que elabore la entidad.
El Plan de actuación responde a la pregunta de qué es lo que la organización va a ser concretamente y se
debe confeccionar para concretar cuáles son las líneas estratégicas a seguir y los objetivos (generales y
específicos) relacionados con ellas. El plan estratégico de Entreculturas 2008-2012, se estructura
mencionando los objetivos estratégicos, los objetivos operativos (actuaciones orientadas a conseguir cada
uno de los objetivos estratégicos) y las líneas de acción (que son las acciones para conseguir los objetivos
operativos). Al respecto, ver el cuadro 3.

CUADRO 3. Objetivos estratégicos y operativos del Plan Estratégico de Entreculturas Fe y Alegría


Objetivos Estratégicos Objetivos Operativos
¿Qué queremos conseguir? ¿Cómo lo queremos conseguir?
O.E.l. Profundizar en los 0.0.1.1. Profundizar de manera cotidiana en el sentido
IDENTIDAD principios inspiradores de de nuestra identidad como obra social de la Compañía
nuestra identidad para que de Jesús.
estén presentes en el quehacer 0.0.1.2. Estrechar los lazos de Entreculturas con el
diario de la organización. Sur, especialmente con FyA y JRS.
0.0.2.1. Promover en el Sur una educación de calidad
O.E.2. Lograr que la educación que favorezca el desarrollo de personas y
sea un instrumento de cambio comunidades marginadas.
social y facilite el desarrollo 0.0.2.2. Promover en el Norte una cultura de
integral de las personas. solidaridad y un cambio de actitudes y valores, tanto
en el plano individual como en el colectivo.
MISIÓN
0.0.3.1. Influir sobre las estructuras políticas y
O.E.3. Universalizar la justicia económicas en el ámbito local, nacional e
social y el derecho a la internacional, en el Norte y en el Sur.
educación. 0.0.3.2. Impulsar el trabajo en red por el desarrollo de
la justicia social y el derecho a la educación.

O.E.4. Conseguir una sociedad 0.0.4.1. Conseguir una mayor base social
comprometida con la comprometida, consciente y esperanzada.
construcción de un mundo más 0.0.4.2. Fomentar el compromiso de participación a
justo y fraterno. través del voluntariado.
0.0.5.1. Fortalecer nuestra estructura territorial e
impulsar una cultura de calidad y transparencia en los
O.E.5. Actuar con un estilo
ESTILO DE procesos de trabajo, en la coordinación interna y en la
propio de trabajo,
TRABAJO Y estructura organizativa.
ORGANIZACIÓN comprometido, participativo y
de calidad. 0.0.5.2. Promover el desarrollo humano y profesional
de todo el equipo de Entreculturas.

103
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

Siempre se debe confeccionar un presupuesto de recursos económicos, materiales y humanos con los que se
cuenta para poder llevar adelante el plan.
Finalmente, en la fase de implementación y seguimiento se produce la puesta en marcha, la ejecución del
plan por los responsables del mismo. Se produce un seguimiento para que se puedan tomar medidas
correctivas del plan ante un acontecimiento imprevisto, de modo que se pueda subsanar la efectividad del
plan.
La etapa de evaluación y control del plan se produce una vez que haya finalizado la ejecución del mismo y
consiste en comprobar los resultados obtenidos, es decir el grado de cumplimiento de los objetivos
propuestos. Responde a la pregunta: ¿qué resultados hemos conseguido?

3. LA DIRECCIÓN DE PERSONAS
La dirección de personas en una entidad no lucrativa se ocupa de gestionar el personal asalariado y
voluntario de una entidad de acuerdo con la cultura organizativa de la misma y, dentro de sus funciones, se
encuentran las siguientes: la definición del puesto de trabajo, la selección del personal que mayor se adapte
al perfil del puesto, la contratación, la política de compensación salarial, la política de motivación de los
trabajadores y de formación, el diseño del sistema de evaluación del rendimiento y, por último, dispone las
formas de desvinculación del personal de la entidad.
Ahora bien, para que una organización funcione con éxito, logrando sus objetivos, avanzando en su
desarrollo, necesita del valor humano de su personal (remunerado y voluntario) como pilar que fomenta y
sostiene semejantes logros. Por ello, se menciona la función de dirigir personas como la clave fundamental
para alcanzar el desarrollo organizativo de la entidad.
La función de RR.HH, ahora denominada «de dirección de personas» ha evolucionado centrando su interés
en las personas que pasan a formar parte de la plantilla de una entidad, entendiendo que ellas son el centro
de la misma y hacen la diferencia entre una organización que prospera y otra que no. Así el denominado
«modelo de desarrollo de personas» es la nueva clave para una buena gestión del personal y debe tenerse en
cuenta a la hora de organizar las políticas y estrategias que deben seguir los responsables de RR.HH. El
hecho de ver a los trabajadores como personas de valor a quienes hay que atraer, retener e incentivar es parte
de la nueva cultura en la era del conocimiento.
Tanto sea que la entidad cuente con un departamento de RR.HH como con un responsable, dependiendo del
tamaño de la misma y de sus posibilidades, la función de RR.HH de la entidad debería distinguir entre su
función genérica y su función específica. La función específica es la que compete al departamento o
responsable de RR.HH y consiste en apoyar técnicamente a los responsables de otros departamentos o equi-
pos dentro de la entidad y desarrolla las políticas y estrategias del personal. La función genérica, en cambio,
es la que corresponde a los propios responsables de otros departamentos o equipos humanos, quienes deben
favorecer el desarrollo de sus equipos, orientarlos y evaluar su rendimiento.
Por tanto, la gestión de RR.HH comprende tanto la función técnica de selección de personal, compensación
salarial, entre otras, y la función estratégica, de diseño de las políticas de personal y en la línea de respetar la
estrategia de la entidad y su cultura organizativa.
La cultura organizativa es el conjunto de presunciones y valores compartidos por la mayoría de los
miembros de la entidad. En La buena reputación, claves del valor intangible de las empresas (2003: 58),
Villafañe la define del siguiente modo:
«...la cultura corporativa [...] es el proceso de socialización que los miembros de una entidad hacen de su
identidad corporativa a partir de un conjunto de valores y presunciones básicas que regulan sus relaciones
internas y externas.»
Asimismo, puede ser definida como la «construcción social de la identidad de la entidad», que está
directamente relacionada con la interpretación que los propios miembros de la entidad hacen sobre la

104
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

entidad y su modo de ser y de hacer. Al respecto, Villafañe señala que la cultura corporativa está integrada
por los siguientes componentes culturales básicos:
- la identidad corporativa (el somos)
- el sistema de valores corporativos (el pensamos)
- la unidad estratégica (el hacemos)
El respeto a la cultura de la organización y a la misión de la misma es el principio rector de la gestión del
personal. El responsable de RR.HH de una entidad no lucrativa debe diseñar su política de actuación
teniendo como eje el compromiso de impulsar la cultura de la entidad a la que se debe. Es alarmante la
cantidad de organizaciones que aún no han consolidado este aspecto fundamental de la gestión de personas y
ello repercute en perjuicio de toda la entidad.
De hecho, a veces surgen casos que resultan escandalosos, como la entidad del Tercer Sector que fue
recientemente acusada de despedir a una empleada porque estaba embarazada y, en el supuesto de que se
compruebe la veracidad de la acusación, sin duda, se evidencia cómo con un acto de tal magnitud se puede
contrariar la misión y la cultura de la entidad y perjudicar seriamente su imagen y credibilidad. Por ello, la
coherencia en los valores que deben primar en la función de RR.HH, máxime considerando que se trata de
una entidad que debe regirse por sus valores, no debe verse socavada por actuaciones irresponsables del
director de RR.HH.
Ello se debe a un error que la entidad puede subsanar formando a sus propios responsables de RR.HH,
porque «...con frecuencia los responsables de RR.HH proceden del sector empresarial y no adaptan (ni
adoptan) la cultura de la organización no lucrativa para la cual están trabajando, llegando incluso a incurrir
en verdaderas contradicciones entre las facilidades que niegan a su plantilla y la misión que tiene la
organización. La reticencia que muestran para emprender medidas laborales acordes con las necesidades y
expectativas de los trabajadores produce un quiebre entre la actuación de la organización con sus clientes
finales o beneficiarios, que puede ser de alto rendimiento (o calidad), y la actuación de la misma hacia sus
clientes internos (o trabajadores), en claro perjuicio a estos últimos.»
Siempre hay que tener en cuenta, de que una política de RR.HH en desmedro de la calidad de vida de los
trabajadores de la entidad a la larga será nefasta para la entidad en su totalidad, porque el malestar de los
trabajadores sin duda tendrá repercusiones en su compromiso con la entidad y en su rendimiento general. De
hecho, se considera que unos trabajadores altamente motivados contribuyen hacia una mejora considerable
en la competitividad de la organización.
En efecto, un estudio publicado por el Centro de Alto Rendimiento (CAR) denominado: «Talento para el
futuro. Claves para generar empleo competitivo en Europa», de 27 de noviembre de 2007, entiende que el
capital humano es el factor que tiene mayor incidencia en la competitividad de una organización y aseguran
que debe ponerse en práctica una estrategia de desarrollo del capital humano eficaz.

3.1. El sistema de gestión de recursos humanos


El sistema de gestión de recursos humanos está integrado por los siguientes módulos, que conforman lo que
se puede designar como el ciclo de vida profesional, que parte desde la incorporación del trabajador a la
plantilla hasta su desvinculación, pasando por diferentes estadios, como la formación y la evaluación de su
desempeño. Los módulos del sistema de gestión de RR.HH son:
1. La selección del personal
2. La definición del puesto de trabajo
3. La gestión por competencias
4. La formación
5. La evaluación del desempeño
6. La compensación
7. La prevención de riesgos laborales
105
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

8. La administración del personal


1) La selección del personal integra el proceso de búsqueda, de elección de la persona idónea para ocupar el
puesto, la acogida y los procesos de promoción interna.
La definición del puesto de trabajo es la tarea principal que se debe desarrollar antes de emprender la
búsqueda del personal que necesita la entidad. En resumidas cuentas, la entidad debe ser capaz de transmitir
los siguientes datos para iniciar su búsqueda de personal:
- La presentación de la organización, su misión y su cultura organizacional, con especial hincapié en
sus valores.
- Nombre del puesto.
- Objetivo del puesto.
- Funciones del puesto.
- Organigrama o dependencia jerárquica.
- Formación requerida.
- Experiencia previa.
- Competencias.
- Idiomas.
- Conocimientos informáticos.
- Otros datos necesarios.
- Condiciones del puesto: tipo de contrato, jornada laboral, salario, lugar del puesto, fecha de
publicación y fecha tope del envío de candidaturas, contacto para el envío de las candidaturas.
Existen técnicas de selección del personal que sirven para valorar la información que aporta el candidato al
puesto a cubrir como:
- Las solicitudes de empleo
- El curriculum vitae
- Las pruebas de capacidad, de conocimiento del puesto y de personalidad
- Las entrevistas
Es interesante resaltar que el Tercer Sector cuenta con fuentes específicas para emprender su proceso de
búsqueda de personal, como en las universidades o centros de formación, en los colegios profesionales, en la
propia página web de la entidad y en los siguientes sitios web, entre otros:
- www.hacesfalta.org
- www.congde.org
- www.sector3.net
- www.globalcharitviobs.net
2) La definición del puesto de trabajo es crucial para que el trabajador pueda lograr un buen desempeño
debido a que el éxito no sólo depende de las capacidades de quien ocupa el puesto, sino del mismo diseño y
características del puesto. De lo contrario, el trabajador no sabría qué expectativas de cumplimiento se
tienen sobre su rendimiento, qué es lo que se espera de él para un correcto desarrollo de su trabajo.
Lo esencial es la descripción del puesto de trabajo de forma objetiva y de forma clara y concisa las
responsabilidades que precisa. De este modo, se debe identificar el puesto y el organigrama (el lugar que
ocupa en la entidad), detallar las funciones principales del puesto (su razón de ser), la formación requerida
para el mismo (conocimientos técnicos), las competencias que se necesitan para un mejor desempeño de las
funciones del puesto, entre otros aspectos.
3) La gestión por competencias es necesaria para conseguir el rendimiento deseado por las personas que
ocupan un cierto puesto de trabajo, es decir las habilidades de la persona deben adecuarse a las capacidades
diseñadas para el puesto que ocupa.
Una competencia es definida como «...una característica que da como resultado una ejecución eficiente o
superior por parte de un ser humano en su puesto de trabajo (Klemp, 1980)» o como «...el resultado de la
106
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

duma de algunos de los siguientes elementos: trazos de carácter, conocimientos especializados, motivación,
imagen propia y rol social.»
4) La formación se considera fundamental para motivar al personal y para mejorar su capacidad de
desempeño. Se cumple, pues, con un doble objetivo de compensación del trabajador y conveniencia para la
entidad que se asegura un mejor rendimiento en aras de cumplir con sus objetivos.
Generalmente la necesidad de formación es identificada por la propia entidad y se realiza un plan de
formación. Para ello, la entidad debe hacer un análisis interno para detectar las necesidades de formación
dentro de su personal (remunerado y voluntario) y a partir de ello puede elaborar un plan de formación
adecuado.
Actualmente la oferta de formación técnica en el sector se ha ampliado y se encuentran los másteres o
postgrados que se apuntan en el siguiente cuadro:

CUADRO 4. Oferta formativa sobre dirección y administración de ONG


Centro Título Objetivos
Centro Internacional Carlos V Máster en Dirección y Nace en 1993.
Universidad Autónoma (Madrid) Administración de fundaciones y Combina aspectos teóricos con
otras ENL instrumentos prácticos necesarios para
una gestión óptima de las entidades no
lucrativas. Énfasis en los aspectos
jurídicos, contables, financieros,
fiscales, organizativos y de captación de
fondos. Las clases prácticas se
desarrollan a través de ejercicios o casos
y mediante el trabajo en equipo los
alumnos diseñan organizaciones
simulando la actividad que se vive a
diario dentro de las entidades no
lucrativas.
Ofrecen al alumnado la posibilidad de
realizar prácticas rentadas como becarios
en ONG de prestigio en el sector.
ESADE (Barcelona) Función Gerencial de las ONG Sus principales objetivos son:
1) Desarrollar las habilidades de gestión
de las personas con responsabilidad
directiva en las ONG para que puedan
formular sus programas o actuaciones
con un mayor grado de eficacia y
eficiencia. Para ello, se explican
herramientas para gestionar los RR.HH.,
la comunicación, la captación de fondos,
entre otros.
2) Contribuir a crear una cultura que
favorezca la mejora de la gestión interna
entre las personas con responsabilidades
directivas en las ONG, fomentando el
intercambio de experiencias entre los
participantes.
3) Fomentar la capacidad de liderazgo
de los responsables de las ONG para que
107
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

sean promotores de innovación y cambio


en sus organizaciones, teniendo siempre
presentes los valores y actitudes que
defienden las ONG.
4) Fomentar la cultura de la
transparencia y de la constante rendición
de cuentas a todos los grupos de interés.
Fundación Luis Vives Programa de Gestión directiva de Ofrece rigor, calidad y experiencia, con
UNED (Universidad de Educación a organizaciones no lucrativas el aval de cerca de 1.100 alumnos
distancia) formados a lo largo de siete años y la
(Madrid) enseñanza de más de cien profesores.
Ofrece formación a distancia: se ha
reforzado el Programa en los sistemas de
apoyo para la formación a distancia:
mejora de la plataforma en línea (on-
line) e incremento de las tutorías con los
profesores. También se ha introducido
un enfoque más práctico, con nuevos
ejercicios y trabajos. Los materiales son
didácticos y actualizados. El alumno
puede optar por uno de los siguientes
títulos: el de experto universitario, el de
especialista universitario y el título de
máster.
IUDC (Instituto Universitario de Experto en Promoción y Gestión Ofrecen una formación especializada
desarrollo y cooperación) de ONG para desarrollar las capacidades de
UCM (Universidad Complutense de promoción y gestión de ONG, tanto
Madrid) desde la óptica del desarrollo local como
(Madrid) desde la perspectiva de la solidaridad
internacional, brindando conocimientos
sobre las diversas técnicas de
intervención social, el marco legal de las
ONG, la gestión de los recursos
humanos y financieros, así como las
metodologías para la formulación, el
seguimiento y la ejecución de proyectos.
Universidad de Alcalá de Henares Màster en Dirección y Gestión de Su objetivo es la formación avanzada de
(Alcalá de Henares) Bienestar Social y Servicios directivos, técnicos y responsables de
Sociales centros, programas y servicios sociales y
de bienestar social en gestión directiva,
dirección de grupos y diseño y
evaluación de programas y proyectos
sociales y dirigidos al conjunto de los
ciudadanos con especial referencia a los
sectores excluidos socialmente.

108
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

UGR (Universidad de Granada) Màster Interuniversitario en Sus principales objetivos son: formación
(Granada) Gestión de la Cooperación en gestión de ONG dedicadas a fa
Internacional y de Las ONG cooperación internacional;
especialización en la elaboración,
gestión y seguimiento de proyectos de
cooperación internacional y capacitar
sobre la situación socioeconómica en el
Magreb, África subsahariana y América
Latina.
Hacen hincapié en ser la alternativa de
mejora y capacitación de los recursos
humanos de la Administración pública
de Andalucía.
Universität Ramón Llull (Barcelona) Postgrado en Dirección y Gestión Formación a distancia con sesiones
de ONL y de Economía social presenciales optativas. Sus objetivos son
facilitar herramientas prácticas que
deben servir para capacitar para el
ejercicio de las funciones directivas y
gerenciales en las ONL. Metodología:
enfoque práctico y participativo,
mediante el estudio de casos, la
realización de ejercicios en grupo y el
intercambio de las diversas experiencias
profesionales de sus participantes.
Ofrecen prácticas profesionales en ENL
y facilitan la inserción laboral de sus
alumnos (bolsa de trabajo y gestión de
carreras profesionales).
USC (Universidad de Santiago de Màster en Gestión de Los objetivos del curso son asegurar la
Compostela) Cooperación Internacional y de satisfacción de las demandas de conocer
(Santiago de Compostela) ONG los marcos legislativos, los entornos
socioeconómicos y la dirección de
herramientas del sistema internacional
de cooperación al desarrollo,
proporcionando instrumentos teóricos y
prácticos de la mano de profesionales
con conocimientos y experiencias
contrastados.

Asimismo, la Coordinadora de ONG de desarrollo publica en su sitio en la Red (www.congde.org) los


cursos de postgrado o másteres que se ocupan de la Cooperación Internacional o la Acción humanitaria en
España. Entre ellos se pueden destacar los siguientes: máster/experto en Ayuda Internacional humanitaria de
la Universidad de Deusto; máster en Desarrollo y Cooperación Internacional de HEGOA- Universidad del
País Vasco; máster en Cooperación al Desarrollo sostenible y en Ayuda humanitaria de la Universidad
Pontificia ICAI-ICADE Comillas; máster en Cooperación Internacional y gestión de proyectos del Instituto
Universitario de Investigación Ortega y Gasset; magíster en Cooperación Internacional del Instituto
Universitario de desarrollo y cooperación y la Universidad Complutense de Madrid; máster en Cooperación
al desarrollo y gestión de ONGD del Instituto Universitario de la compañía de Jesús Etea, entre otros.
5) La evaluación del desempeño es una herramienta de gestión que debe servir a la organización para
identificar qué áreas deben mejorar para alcanzar los resultados que la entidad se propone y sirve para los
109
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

trabajadores, asimismo, para tener en cuenta en qué aspecto debe mejorar su desempeño y reconocer
también el trabajo bien realizado.
Un sistema de evaluación del rendimiento del personal revela las siguientes ventajas:
- Es más objetivo que un sistema informal de evaluación
- Contribuye al desarrollo de las personas y a identificar su potencial
- Promueve la identificación del personal con la cultura y valores de la organización
- Permite valorar si el perfil de la persona se ajusta a las competencias que requiere el puesto
- Es útil como guía para fijar objetivos y redirigir los esfuerzos del personal
- Es importante que las personas sepan que se espera de ellas de acuerdo al puesto que ocupan
- Es fuente de información para los planes de carrera
- Habilita el diálogo entre el responsable y el trabajador para valorar su rendimiento y la posibilidad de
aclarar responsabilidades, expectativas, etc.
6) La compensación designa un concepto amplio, que cubre la remuneración pero también otros aspectos de
condiciones laborales como la incorporación de medidas que atañen a la conciliación personal, profesional y
familiar. Por ello, se hace mención del modelo de compensación total, que incluye la retribución salarial y la
no salarial, como los beneficios sociales, las medidas de conciliación, la formación, la participación y el
reconocimiento al desempeño del trabajador. Sin duda, la política retributiva de una organización tiene que
ser un fiel reflejo de su cultura y valores. Y la misma debe ser conocida, clara y transparente.
En la Guía de buenas prácticas de la empresa flexible (2007): hacia la conciliación de la vida laboral,
familiar y personal, se entiende lo siguiente:
«Trabajo, familia y vida personal son dimensiones fundamentales, irrenunciables, complementarias en el
ser humano; pero para hacer factible su conciliación es preciso buscar soluciones desde una óptica
holística: política, empresarial, familiar, social e individual.»
Asimismo, en dicha Guía se equipara a la conciliación a «una filosofía retributiva más atractiva que la
estrictamente monetaria» y se mencionan las siguientes medidas conciliatorias: la flexibilidad horaria, el
teletrabajo, la provisión de servicios de apoyo.
En resumen, las medidas de mejora de las condiciones laborales que una organización puede adoptar son las
siguientes:
a) Medidas de flexibilidad en el tiempo, como la reducción de la jornada laboral por motivos
personales, libre elección de horario de entrada dentro de un margen previamente fijado, semana
laboral intensiva para liberar el viernes por la tarde y los veranos por la tarde, entre otros.
b) Medidas de flexibilidad en el espacio, como el trabajo desde casa o el teletrabajo.
c) Medidas de flexibilidad en el puesto, como la adaptación gradual del trabajador cuando vuelva luego
de un período de inactividad o de rotación en el puesto de trabajo.
d) Servicios de apoyo, como las guarderías, los servicios de apoyo a personas dependientes, otros
servicios con precios especiales, entre otros.
e) Beneficios sociales, como los seguros de vida, seguros médicos, ayudas de comida, entre otros.
7) La adopción de una cultura de prevención de riesgos laborales es consustancial con los valores que deben
regir en el Tercer Sector. Sobre todo está política tiene especial importancia en la organizaciones dedicadas a
la cooperación internacional para el desarrollo cuando el trabajador-cooperante debe viajar a lugares en el
mundo que no son considerados suficientemente «seguros».
8) La administración del personal está relacionada con las cuestiones normales de la contratación como darle
de alta al trabajador, pagar sus nóminas, tramitar los permisos y la baja laboral, conceder las vacaciones, es
decir todos los aspectos normales y legales de la administración de la entidad que conciernen a la relación
laboral.

110
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

4. LA COMUNICACIÓN Y EL MARKETING
En el ámbito social se tiene el prejuicio a priori de rechazar teorías y vocablos provenientes del sector
empresarial y sin duda el término marketing está en la cima del rechazo. Moliner Tena (1998, 25) expresa
que el marketing es una ciencia o técnica neutral y que quienes no son neutrales son las personas u
organizaciones que lo usan. La responsabilidad por una publicidad engañosa o manipuladora es de quien la
crea y no del marketing en sí mismo.
La reticencia también se emplea para separar las funciones de comunicación y las funciones de marketing
como si fueran dos compartimientos estancos que no se relacionan en absoluto. Al contrario, en las
organizaciones (lucrativas y no lucrativas) la comunicación y el marketing deben alearse para que sus
acciones no caigan dentro de un saco roto.
De hecho, en el ámbito empresarial, se menciona el Integrated Marketing Communications o el Marketing
integrado de comunicación definido como «...el conjunto de instrumentos o acciones que la empresa
[entidad] emplea en el mercado para presentarse y transmitir mensajes en los ámbitos en a los que alcanza
su actividad, tanto externos como internos: marketing, publicidad, promoción, venta, packaging,
esponsorización y relaciones públicas».
Lo importante no es el nombre con el que designemos nuestras acciones sino la concepción de que los
departamentos de la entidad o los responsables de comunicación y marketing deben compartir la
información y coordinar su trabajo sobre el eje que hace posible y necesaria tal integración: el cliente o
público objetivo al que dirigen su actividad. De hecho, a la hora de comunicarse con el público objetivo de
una entidad hay que emplear todas las herramientas que se tengan a mano para que la comunicación sea
eficaz y para que el intercambio buscado se logre.
Asimismo, en el análisis de las empresas que apuntan a la calidad total en su gestión o el denominado Total
Quality Management (TQM), Gronstedt comprueba que «...es difícil trazar la frontera entre los diferentes
elementos, pero a la vez cabe distinguirlos en su singularidad: es difícil distinguir qué es relaciones
públicas y qué es marketing en la presentación de un producto, qué atrae a periodistas y qué a clientes, con
el fin de configurar una imagen positiva del producto y de la empresa [entidad]. Sin embargo, la
presentación de un producto lleva consigo distribuir la noticia a la prensa, diseñar alguna figura o símbolo,
buscar personalidades célebres que asistan al evento, tratar de vender allí mismo el producto, involucrar a
las familias de los empleados, etc. Estas técnicas no importa tanto que se agrupen en torno al marketing o a
las relaciones públicas, como que estén integradas en una estrategia amplia y común a todas ellas.»
Y Gronstedt termina con una conclusión desatacable:
«...Más importante que luchar por trazar los límites de las funciones de un departamento u otro, es
centrarse en el proceso de integración, en cómo lograr esa interacción entre todos los factores de la
entidad: comunicación integrada no es necesariamente poner en un mismo departamento a los
profesionales de relaciones públicas, marketing y otras tareas de comunicación, sino integrarlos en su
proceso de trabajo.»
En la actualidad, se menciona que el concepto de comunicación integrada ha evolucionado hacia el de
«comunicación 360º», en la que hay que analizar de forma detallada a los públicos a los que la entidad
quiere dirigir sus mensajes y la comunicación debe ser proactiva y utilizar todos los medios y soportes
posibles.
Queda claro que las organizaciones del Tercer Sector inician diferentes tipos de intercambios con la
sociedad y dichos intercambios pueden verse favorecidos por el empleo del marketing. En efecto,
Covadonga Aldamiz (2003, 41) aconseja su empleo en las entidades no lucrativas: «estas organizaciones
tienen que satisfacer a su clientela o público objetivo y esto lo podrán hacer mejor si aplican los principios
generales de marketing».

111
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

4.1. La confusión terminológica


Al enfrentarnos con el objeto de estudio del presente título, los términos que hacen referencia al marketing
proliferan como la hierba mala en un campo y se utilizan para designar conceptos del todo diferentes.
Para evitar la confusion, es necesario aclarar los términos: marketing social, marketing no lucrativo,
marketing con causa, marketing social corporativo, como se ha hecho en el cuadro 5.
Según Covadonga (2003, 42), hay quienes identifican el marketing no lucrativo con el marketing social,
pero «...dicha identificación no parece adecuada porque la definición de marketing social abarca las ideas
o causas sociales». El marketing no lucrativo, es decir el marketing que se aplica en las organizaciones no
lucrativas se puede denominar marketing de las entidades no lucrativas pero «...teniendo en cuenta que la
diferencia entre las estrategias de marketing aplicadas al ámbito empresarial y a estas instituciones no
lucrativas, será prácticamente nula.»

CUADRO 5. Clasificación terminológica sobre el marketing


Término Definición o concepto
Marketing no lucrativo o de las organizaciones no Se aplican los principios del marketing a una entidad
lucrativas cuyo objetivo principal no sea el beneficio económico
y estudia la relación de intercambio que tiene lugar
con los productos, servicios o ideas de las
instituciones privadas sin ánimo de lucro (pueden ser
ENL o no). Tiene la característica de que apenas se
diferencia del marketing lucrativo a excepción de que
quizás el precio puede ser más ajustado puesto que no
se busca el beneficio económico sino el provecho
social.
Marketing social Aplica la tecnología de gestión del marketing con el
propósito de lograr la modificación de opiniones,
actitudes y conductas.
Marketing social corporativo Es el marketing social que tiene como objetivo
principal lograr un determinado comportamiento de
su público objetivo pero haciendo mayor hincapié en
su imagen y en beneficiar su posicionamiento en el
mercado.
En la actualidad el marketing social a secas y el
marketing social corporativo se utilizan como
sinónimos.
Marketing con causa Se denomina a la colaboración entre las empresas y
las ENL para promocionar un producto o servicio de
la entidad a cambio de una contraprestación
económica a favor de la ENL.

4.2. La comunicación
Comunicar no consiste en colocar un mensaje dentro de una botella y lanzarla al mar con la esperanza de
que alguien la encuentre, la recoja y, con suerte, decida respondernos. Cuando se comunica hay un propósito
y se espera una determinada respuesta y, sobre todo, hay un público objetivo al que se le transmite un
mensaje para que decodifique de una forma también específica. La comunicación no es neutral sino

112
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

interesada y busca conseguir unos determinados objetivos estratégicos para la entidad; como dijo Rudolf
Von Ihering: «El interés es la medida de la acción».
Las acciones de comunicación pretenden conseguir unos determinados objetivos (siempre se procura que
sean medibles), que deben estar subordinados a los objetivos estratégicos de la entidad, como bien lo explica
Montero (2003: 193). Pero la literatura en la materia coincide en que el objetivo prioritario de la
comunicación es el de dar a conocer la entidad, hacerla visible, conocida. Incluso cuando se pretende
informar y sensibilizar al público sobre un problema social, se procura que quede claro desde qué entidad se
suministra dicha información.
Ángel Cervera explica que «...los públicos internos y externos destinatarios de las campañas son algo más
que un target group, al que van dirigidos los mensajes como si fuesen proyectiles. Son protagonistas y
destinatarios del proyecto de comunicación. Son los que pueden llevar al éxito, son los beneficiarios, los
interlocutores naturales a quienes van dirigidos los mensajes y con quienes se procura establecer un
vínculo de entendimiento, conseguir la aceptación de un producto, un servicio, unos valores, unas
consignas, y potencialmente crear una alianza o un vínculo de fidelidad.»
Asimismo, a nivel empresarial se utiliza el término de comunicación corporativa con la tendencia de integrar
todos los fenómenos de comunicación de la entidad, sobre todo en miras a que el mensaje que se ha de
transmitir tenga en cuenta la identidad de la entidad, la imagen y la percepción que los públicos tienen de la
misma. Por ende, «...la comunicación corporativa debe tratar de integrar lo que una entidad es (su misión,
su cultura) con el modo de presentarse y de ser percibida por los diversos públicos.»
La comunicación es una forma de entender una entidad tanto en su dimensión interna como hacia el exterior,
con el objetivo de generar una imagen pública, según señala José María Herranz en «La comunicación
dentro de las organizaciones no lucrativas: La construcción de la confianza con los ciudadanos».
Según Costa (1995: 293): «Hoy constatamos que la comunicación es el sistema nervioso central de las
organizaciones, su flujo vital», debido a que las relaciones que se establecen en el interior de la entidad y
hacia fuera son formas de comunicación, de influencia.
Se recomienda que las organizaciones no lucrativas cuenten con un departamento o área de comunicación
que coordine la comunicación a nivel interno y externo, diseñando, a tal fin, un plan de comunicación. Sus
miembros deben ser profesionales con una actitud proactiva, es decir, siempre dispuestos a comunicar y
reaccionando a tiempo frente a las necesidades u oportunidades de comunicación que se puedan presentar.
La comunicación, antes de ser externa, debe desarrollarse en el seno de la entidad. El área de comunicación
de cualquier entidad tiene dos líneas de acción prioritarias:
• La comunicación interna: es transversal, está dirigida a coordinar el flujo interno de la información
para que todos los miembros de la entidad puedan realizar su trabajo de la mejor manera posible.
Tiene como propósito obtener el máximo rendimiento del personal y para ello se busca un clima
laboral adecuado y el compromiso con la cultura y los valores de la entidad. Se destaca los siguientes
tipos de comunicación interna: la comunicación ascendente (desde la base o los órganos
jerárquicamente inferiores a los superiores), la descendente (desde el nivel jerárquico superior a los
órganos inferiores) y la horizontal (entre órganos del mismo nivel jerárquico).
• La comunicación externa: es la comunicación que desarrolla el conjunto de técnicas de
comunicación dirigidas a la relación con los públicos externos de la entidad. Algunas herramientas
de la comunicación externa son:
1. Las relaciones públicas: son las acciones encaminadas a establecer relaciones sólidas y de confianza con
los diferentes públicos con los que se relaciona la organización.
2. La gestión de crisis: ante una eventual situación de riesgo la entidad debe adoptar una actitud rápida y
sincera, de forma cohesionada y responsable para superar la adversidad. Para ello, las entidades pueden
valerse de la elaboración de un Manuel de crisis, que establezca de forma previa cómo actuar ante una
supuesta situación adversa. Se entienden como situaciones de riesgo o crisis las que afectan a la imagen
113
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

pública o a los servicios que ofrece la entidad, las que suscitan el interés de los medios de comunicación, las
que afectan los procesos de atención al cliente o beneficiario y, por último, las que cuestionan la actuación
de la entidad.
3. Las relaciones institucionales con otras ONG, la Administración pública y demás agentes sociales es
fundamental para promover el enriquecimiento mutuo, aprovechar sinergias y sumar apoyos para el logro de
sus fines.

4.3. El marketing social


El marketing social es definido como «...la aplicación de las tecnologías del marketing comercial para
analizar, planificar, ejecutar y evaluar programas diseñados para influir en el comportamiento voluntario
del público objetivo persiguiendo mejorar su bienestar individual y el de la sociedad», según Andreasen
(1995, 7).
Según Kotler, el marketing social «...ha llegado a significar una tecnología de gestión del cambio social que
incluye el diseño, la puesta en práctica y el control de programas orientados a aumentar la aceptabilidad de
una idea o práctica social en uno o más grupos de adoptantes objetivo. Utiliza conceptos de segmentación
de mercados, de investigación de consumidores, de desarrollo y prueba de conceptos de producto, de
comunicación orientada, de facilitación, de incentivos y de teoría del intercambio, para maximizar la
respuesta de los adoptantes objetivo. La agencia patrocinadora persigue los objetivos de cambio con la
convicción de que contribuirán a los mejores intereses del individuo o de la sociedad.»
El objetivo del marketing social es el cambio de una conducta adversa o la adopción de nuevas ideas o
conductas. En definitiva, originar un cambio social que mejore la calidad de vida de las personas.
El marketing social «...es una extensión del marketing que estudia la relación de intercambio que se origina
cuando el producto es una idea o causa social. El tipo de producto que se promociona es lo que le da una
personalidad propia y lo diferencia del marketing de bienes o del marketing de servicios.»
Moliner Tena (1998, 30) identifica tres elementos clave que configuran el concepto de marketing social, a
saber:
• es una extensión del marketing, por ello se relaciona con la aplicación particular de sus principios
genéricos;
• tiene el carácter de proceso social;
• su objetivo es el estudio de las relaciones de intercambio en las que el producto es una idea o causa
social.
La condición necesaria del marketing social radica en la existencia de una causa social que promueva un
cambio de comportamiento. En este orden de ideas, Gómez y Quintanilla (1988,86) expresan lo siguiente:
«El proceso de intercambio entre dos o más individuos o grupos de un bien, normalmente no físico, en
forma de idea, valor, actitud o conducta, por un determinado costo de respuesta. Este intercambio lleva
implícito para una de las partes un cambio cognitivo o conductual.»
Montero realiza un gráfico (2003, 65) en el que expresa la relación de intercambio que se establece en las
ENL al aplicar el marketing.

114
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

CUADRO 6: La relación de intercambio de las organizaciones no lucrativas

En el cuadro se señala una relación en las que existen dos intercambios que se nutren recíprocamente: uno,
es el del vínculo entre la ENL y el donante en el que se aplican las herramientas propias del marketing para
obtener recursos (económicos y/o humanos) y el donante obtiene un valor «intangible» como la satisfacción
moral y luego, el intercambio que se establece entre la ENL y el beneficiario en el que se busca obtener un
cambio social.
Las principales herramientas y tácticas utilizadas por el marketing social son:
1. La publicidad social es la comunicación de un mensaje de la organización de forma masiva con fines
de posicionamiento, sensibilización social y pueden tener fines recaudatorios. Requiere de una alta
inversión.
2. El patrocinio y mecenazgo. El patrocinio consiste en el pago de una empresa o instituciones para
promover acciones sociales que tiene la contrapartida de reforzar positivamente la imagen del
patrocinador. El mecenazgo consiste en un apoyo monetario que una persona física o jurídica cede
para el desarrollo social, cultural, científico de la sociedad o medioambiental de su entorno, según lo
define el Diccionario LID de Comunicación y Marketing.
3. El marketing con causa consiste en campañas o acciones que una organización no lucrativa realiza
conjuntamente con una empresa a beneficio de los clientes-finales de la entidad (o beneficiarios), con
la consiguiente repercusión positiva en la imagen de la empresa.
4. El marketing promocional consiste en una serie de acciones a corto plazo que persiguen una
respuesta concreta por un público objetivo determinado, como captar nuevos socios o dar a conocer
la introducción de un nuevo servicio.
5. El merchandising y PLV. El merchandising es el conjunto de técnicas destinadas a promover la
comercialización de un producto de la entidad en un punto de distribución o venta, por ejemplo de
comercio justo. El PLV es la publicidad en el lugar de venta que tiene como objetivo atraer al
consumidor hacia el producto de la entidad en el momento en que toma la elección de compra.
6. Los eventos como las presentaciones, congresos, galas benéficas, seminarios, entre otros, son muy
útiles como medio para que la entidad pueda comunicar sus mensajes, conectarse con sus socios u
otro grupo de interés e incluso recaudar fondos o captar socios para su causa.
7. El marketing directo consiste en le promoción de un producto, servicio o idea contactando
directamente con el potencial cliente o beneficiario a través del uso de diferentes técnicas, como los
envíos masivo de correos (mailing), el teléfono o correos electrónicos y, en general, mediante el uso
de las nuevas tecnologías. La comunicación con el público objetivo es personalizada e interactiva, se
busca el feedback con el público.
8. El marketing on-line comprende todas las acciones que se desarrollan usando internet. Integra la
publicidad on line, la importancia de la web corporativa, el e-mail marketing y la web 2.0, según el
enfoque de Miguel Santesmases.

115
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

4.4. La filosofía de orientación al cliente y la necesidad de segmentar el público objetivo


La gran innovación del marketing ha sido reconocer la importancia de implantar la filosofía de orientación al
cliente. Propone en primera medida el estudio del público objetivo, para lograr satisfacer sus deseos,
necesidades e intereses, sobre todo aplicando la técnica de segmentación y no la de tomarlo como una masa
homogénea: criterio que no se corresponde con la realidad.
En palabras de Kotler:
«las tareas más importantes, en el campo de la comercialización, conciernen al estudio y segmentación del
mercado, la elección de los grupos-meta a los que desea servir, la toma de una posición conveniente dentro
del mercado y la creación de un servicio que satisfaga las necesidades de ese segmento.»
A continuación, Eizaguirre y Latorre (1994, 460) sintetizan los beneficios que puede suponer el uso del
marketing en el ámbito no lucrativo, del siguiente modo:
«...el marketing proporciona tanto por su filosofía, por su naturaleza y el conjunto de sus técnicas, un medio
para incidir de una manera más positiva en los diferentes públicos involucrados en la entidad. Además,
facilita la atracción de recursos económicos y humanos, a partir del fomento de intercambios de beneficios
mutuos y proporciona información de mercado para localizar estos recursos de la manera más óptima, en
función de las necesidades de los usuarios y la misión de la entidad.»
El destinatario es el elemento fundamental de la comunicación. Debemos identificar y segmentar a los
grupos de interés de la organización, saber cuáles son sus motivaciones, centros de interés, preocupaciones,
deseos e inquietudes, para responder a sus necesidades comunicativas. La mayoría de las ONG reconocen
que tienen principalmente tres grupos de interés que se pueden identificar como los siguientes:
- Usuarios, beneficiarios y familias de los afectados:
Las ONG deben rendir cuentas de la calidad de los servicios que ofrecen a sus usuarios y sus
familias.
- Empleados y personas vinculadas (voluntarios y contratados):
Una porción significativa del poder e influencia de las ONG proviene de las capacidades y
experiencia de su personal, así como de las redes más amplias de su base social y voluntarios que
atraen y movilizan. Queda claro que sin su apoyo es difícil que las entidades puedan lograr sus
objetivos.
- Colaboradores, socios, donantes y entidades colaboradoras:
Este grupo tiene como componentes a los principales donantes y otras fuentes de recursos, como los
socios particulares y empresas.
- Otros públicos objetivo de una ONG, son:
o Patronato / Junta
o Administraciones públicas
o Proveedores
o Líderes de opinión
o Responsables políticos
o Medios de comunicación
o Instituciones coordinadoras
o Educadores
o Otras ONGs
Los públicos internos y externos destinatarios de las acciones de las entidades no lucrativas son algo más
que un target group, al que van dirigidos los mensajes como si fuesen proyectiles. Son, sin duda, los
protagonistas, los beneficiarios, los interlocutores naturales a quienes van dirigidos los mensajes y con
quienes se procura establecer un vínculo de entendimiento, conseguir la aceptación de un servicio, de unos
valores, un ideal de mundo posible.

116
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

5. LA GESTIÓN DE LA CALIDAD
La calidad debe aplicarse de modo transversal en la organización. De nada vale inaugurar un flamante
departamento de calidad con una persona entusiasta a cargo, si el resto de la entidad ignora el significado de
la calidad. La decisión de implementar un sistema de calidad, tanto para en un futuro obtener una
certificación o no, debe partir del gobierno o dirección de la entidad para involucrar a toda la institución.
De no ser así, se incurre en un grave error, en una gran incoherencia. No tiene sentido ejecutar un proyecto
con perspectiva de género en el Tercer Mundo y no aceptar que las mujeres sean miembros del órgano de
gobierno en la propia organización. Algo parecido sucede con la calidad, no se debe buscar satisfacer las
expectativas de los beneficiarios de la entidad (cliente final) y, simultáneamente, perjudicar a toda la
plantilla de trabajadores de la misma (cliente interno) con unas condiciones laborales perjudiciales. La
coherencia y la calidad están íntimamente relacionadas y si no es así es porque algo se está encarando desde
una perspectiva equivocada. El profesor Salvador García define la calidad del siguiente modo:
«Hacer las cosas con calidad es hacerlas bien y hacerlas bonitas desde el principio y con principios,
poniendo cariño en lo que se hace. Hacerlo como Dios manda, a conciencia y con conciencia.»
Entre las ventajas de implementar un sistema de gestión de calidad, se pueden mencionar:
- Satisface las necesidades y expectativas de los clientes de la organización.
- Mejora la formación, aumenta la participación y potencia el trabajo en equipo.
- Compromete a todos los miembros de la organización con la cultura de la entidad.
- Mejora la comunicación y supone una implicación por parte de la dirección, exigiendo un liderazgo
comprometido.
- Supone una evaluación y revisión crítica integral de la entidad o de alguna de sus partes en la
búsqueda de la mejora continua de los procesos y actividades.
- Permite la toma de decisiones basada en información objetiva y medible.
- De cara a terceros, tanto en entidades públicas como privadas, es una garantía más de buena gestión
y de confianza.
- Incide de manera positiva en la captación de fondos.
- Permite el mejor y más adecuado aprovechamiento de los recursos humanos y materiales.
- Posibilita alcanzar e incluso superar las expectativas de todos los grupos de interés al orientar de
manera más eficiente todos los recursos y mecanismos hacia la satisfacción de los beneficiarios.
La opinión de un experto de calidad, como Vidal García, coordinador de calidad de la Fundación Luis
Vives, es la que se cita a continuación:
«La ventaja de un sistema de gestión de la calidad son muchas: mejora la planificación, la ejecución y la
medición de resultados; ahorra costes a medio y largo plazo; fomenta la participación del conjunto de los
trabajadores; mejora la gestión del conocimiento colectivo de la entidad; aumenta la motivación de los
trabajadores; limita los excesivos personalismos existentes en las ONG; aumenta el control de lo que la
entidad hace, cómo lo hace y por qué; mejora la transparencia y la comunicación, tanto interna como
externa.»
De lo hasta aquí expuesto, se interpreta que la calidad opera de forma transversal en las organizaciones,
influyendo y transformando para mejorar diversas áreas y aspectos de las mismas.

5.1. Los sistemas de gestión de la calidad


La implementación de un sistema de gestión en una organización siempre va a estar relacionado con el logro
de unos resultados o con alcanzar unos objetivos. Los sistemas de gestión de calidad también están
orientados hacia el logro de unos resultados poniendo especial énfasis en el proceso para alcanzarlos. Dentro
de la forma de lograr los resultados buscados (el cómo), no sólo se tiene en cuenta el aspecto de la
orientación al cliente-beneficiario sino que cada vez más se intenta cubrir las necesidades y expectativas de

117
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

todas las partes interesadas (stakeholders), sobre todo empezando desde adentro: el propio personal de la
entidad.
El modelo EFQM define al sistema de gestión como un «esquema general de procesos y procedimientos que
se emplea para garantizar que la organización realiza todas las tareas necesarias para alcanzar sus objetivos».
El enfoque basado en procesos se entiende como el más idóneo para lograr los objetivos propuestos.
Entre los principios de gestión de la calidad que se mencionarán a lo largo del desarrollo del presente título,
el enfoque basado en procesos es clave para entender la dinámica a la hora de implantar un sistema de
gestión de la calidad. El sistema de calidad no se va a aplicar de forma tradicional, en los respectivos
departamentos en los que se suele estructurar nuestra organización, sino que este sistema se apoya en la idea
de que un resultado se alcanza de modo más eficiente cuando las actividades y los recursos se gestionan
como un proceso. Y el término proceso es definido por al ISO 9000:2000 como: «un conjunto de actividades
mutuamente relacionadas o que interactúan, las cuales transforman elementos de entrada en resultados».
En resumen, el enfoque basado en procesos encomienda a la organización realizar los siguientes cuatro
pasos:
1) Identificar y definir la secuencia de los procesos. Realizar el mapa de procesos.
2) Describir cada uno de los procesos.
3) Realizar el seguimiento y la medición para conocer los resultados que obtienen dichos procesos.
4) Realizar las mejoras oportunas de los procesos con base en el seguimiento y medición realizado.
A continuación se plantean y analizan brevemente los principales sistemas de gestión de la calidad del que
pueden servirse las entidades no lucrativas:
1) Las normas ISO
La Organización Internacional para la Estandarización, comúnmente denominada ISO (etimológicamente
significa igualar) fue creada en 1947, como una organización no lucrativa constituida con el objeto de
promover el desarrollo de la normalización y facilitar el intercambio de productos entre los países de una
manera segura y satisfactoria.
A las normas ISO se las suele concebir como un conjunto normativo o familia de normas internacionales
para la gestión o aseguramiento de la calidad.
Las normas ISO 9000 conforman un conjunto de normas de calidad que se pueden aplicar en cualquier tipo
de organización, ofreciendo las siguientes ventajas:
- reducción de incidencias o errores en la producción o prestación del servicio;
- aumento de la productividad;
- mayor compromiso con las expectativas y necesidades del cliente;
- mejora continua.
Las normas ISO fueron revisadas en 1994 y luego en el 2000, cuando se introducen nociones orientadas a la
satisfacción del cliente. El modelo consiste en cuatro principios agrupados en cuatro subsistemas
interactivos de gestión de calidad, a saber: responsabilidad de la dirección; gestión de los recursos;
realización del producto o servicio; medición, análisis y mejora.
En la versión revisada en el 2000, se agregaron: las mejoras entre la organización y los clientes; incluir
nuevos elementos como la información, comunicación, infraestructuras y la protección del medioambiente
del trabajo y, por último, adaptar la terminología. La versión 2000 de la familia ISO 9000 ha mejorado en su
estructura y ha ganado terreno en sencillez y una secuencia de contenidos más lógica, según el análisis de
Daniel Mayer.
CUADRO 7. Grupo de Normas ISO 9000
ISO 9000 Sistemas de gestión de la calidad-fundamentos y vocabulario.
ISO 9001 Sistemas de gestión de la calidad-Requisitos.
ISO 9004 Sistemas de gestión de la calidad-Directrices para la mejora del desempeño.
ISO 19011 Directrices sobre la Auditoría de Sistemas de Gestión de Calidad y Ambientales.
118
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

La norma ISO 9001:2000 contiene la especificación del modelo de gestión, los requisitos del modelo y es la
única certificable de la serie reseñada en el cuadro anterior. Corresponde mencionar que es una norma de
aplicación tanto para el sector industrial como para el de servicios, dentro del cual se comprende a las
organizaciones del tercer sector.
Por razones prácticas, la norma ISO 9001:2000 y la norma 9004:2000 han sido diseñadas para ser utilizadas
como un par consistente.
La norma ISO 9000:2000 Sistemas de gestión de la calidad- Fundamentos y vocabulario y la norma ISO
9004:2000 Sistemas de gestión de la calidad- Directrices para la mejora del desempeño se basan en ocho
principios, enunciados a continuación:

CUADRO 8. Los ocho principios en que se basan las normas ISO 9000
Los principios de la norma ISO 9001:2000
1. Enfoque al cliente Para las ONG, lo más importante son los usuarios/beneficiarios de sus
actividades, por ende, su desempeño debe estar orientado hacia la satisfacción
de sus expectativas.
2. Liderazgo La dirección de la organización debe propiciar un clima de trabajo adecuado
para que el resto del personal se involucre en la consecución de los objetivos de
la entidad.
3. Implicación/ El valor más importante de toda organización son las personas que la
Participación del personal componen. Su implicación será fundamental en el funcionamiento del sistema
de gestión de la calidad.
4. Enfoque basado en Nuestra entidad debe estructurarse en base a los procesos, de esta forma
procesos conseguiremos una mejor utilización de los recursos y una mejora en la gestión.
5. Enfoque de sistema para Para que nuestra organización pueda competir y alcanzar la excelencia,
la gestión debemos ser capaces de identificar, entender y gestionar los procesos
interrelacionados como un sistema, de esta forma seremos más eficientes y
eficaces en la gestión.
6. Mejora continua Las organizaciones deben tender a la mejora continua siempre con el objetivo
de ser más eficaces.
7. Enfoque basado en
Antes de tomar decisiones deben ser analizados los datos y toda la información
hechos para la toma de
disponible para optar por la más adecuada o conveniente para la entidad.
decisión
8. Relaciones mutuamente
Hay que mantener buenas relaciones con los proveedores de la organización
beneficiosas con el
que resulten beneficiosas para ambas partes.
proveedor

Su uso puede servir también para autoevaluaciones o para ser evaluados de forma externa, para medir la
capacidad de la organización a la hora de satisfacer las exigencias del cliente, así como los requisitos de
obligado cumplimiento según la legislación y los de la propia organización.
La metodología a seguir para la implantación de un sistema de gestión de la calidad según la norma ISO
9001 debe desarrollar los pasos que se enumeran a continuación:

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

CUADRO 9. Metodología para la implantación de las norma ISO 9001:2000


1. Diagnóstico inicial En primer lugar se debe tomar conocimiento de la situación actual en
que se encuentra la organización. Se debe realizar un informe
diagnóstico, identificando los procesos principales de nuestra
organización, nuestras necesidades y disponibilidad de recursos, de
formación y el grado de cumplimiento de nuestros objetivos.
2. Plan de desarrollo del sistema de Hay que elaborar la planificación y establecer un calendario de
gestión de calidad actividades, con responsables y plazos. Se asigna un responsable para
desarrollar y llevar a cabo el plan de calidad y se conforma un comité
de calidad para el seguimiento del proceso.
3. Documentación del sistema Es conveniente que sea lo más sencilla y uniforme posible. Los
responsables de elaborarla deben tener en cuenta los procesos que son
considerados relevantes, el objetivo es documentar el correcto
funcionamiento del sistema y determinar los indicadores. Generalmente
se opta por elaborar un Manual de calidad que reúne el mapa de
procesos y los procedimientos. Se registran las actuaciones del sistema.
4. Implantación En esta fase se ejecuta lo establecido en el plan de desarrollo, se revisan
nuevas tareas a realizar, se examina la disponibilidad de recursos,
incluso se replantea el proceso de desarrollo de las tareas si fuera
preciso, se deciden las acciones correctoras del sistema, entre otros.
5. Revisión y auditoría Cuando ya está en marcha el sistema de gestión de calidad es necesario
realizar el seguimiento y evaluación, para conocer el grado de
cumplimiento real en la organización de las políticas y procedimientos
que han sido establecidas y poder realizar las modificaciones que sean
necesarias.
6. Certificación No es obligatoria. Se solicita si es considerado beneficioso para la
entidad.
7. Plan de formación y La formación y la comunicación, es decir que la información en el
comunicación transcurso de la aplicación del sistema fluya y retroalimente al propio
sistema, son aspectos transversales y de vital importancia en todas las
etapas anteriormente mencionadas.

Como puede observarse, esta norma se basa esencialmente en el enfoque de aseguramiento de la calidad a
partir de la gestión por procesos, si lo que se busca es la calidad total, será necesario implementar otras
normas o modelos más adecuados para ello. No obstante, la norma 9004:2000, supone un avance en este
aspecto porque anima a las organizaciones a ir más allá del mero aseguramiento de la calidad y dirigirse
hacia la calidad total, debido a que extiende los beneficios a todas las partes interesadas.
Al respecto, en la Guía para una gestión basada en procesos se ha argumentado lo siguiente:
... la norma ISO 9004 aparece en esta versión 2000 con el objeto de establecer directrices que permitan a
una organización avanzar desde un sistema de gestión de la calidad orientado a la satisfacción del cliente
hacia un sistema orientado a todos los grupos de interés de una organización (clientes, accionistas, aliados,
personas y sociedad). Además, la norma ISO 9004 se preocupa por la mejora global del desempeño de la
organización, tanto en términos de eficacia como de eficiencia, es decir, que no solo se orienta a obtener los
resultados deseados (objetivos) si no de alcanzarlos con la menor utilización de recursos posibles.

120
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

2) El modelo EFQM
En Europa en 1988 se crea la Fundación Europea para la gestión de calidad (EFQM) que crea un modelo
para la gestión de la calidad total, denominado modelo EFQM de Excelencia, que guarda relación con la
gestión de la calidad total (Total quality management, en inglés) en vigor en Estados Unidos.
Una definición de la calidad total o excelencia es la siguiente:
La calidad total-excelencia es una estrategia de gestión cuyo objetivo es que la organización satisfaga de
una manera equilibrada las necesidades y expectativas de todos sus grupos de interés, es decir, en general,
los clientes, empleados, accionistas y la sociedad en general.
Al tratarse de un modelo, el EFQM constituye un marco de trabajo no prescriptivo, es decir de no obligado
cumplimiento, que se basa en ocho principios generales o fundamentos y nueve criterios de valoración,
además de varios subcriterios y sugerencias que sirven de guía para la implementación del sistema de
gestión de la calidad.

CUADRO 10. Principios del modelo EFQM


1. Orientación hacia los Las entidades deben dirigir sus esfuerzos al logro de resultados precisos y
resultados cuantificables. Para ello, la entidad debe contar con un sistema de información eficiente
de sus procesos.
2. Orientación hacia el cliente Este fundamento es la piedra base de la calidad total. Las ONG tienen un conjunto
variado de grupos de interés ya sean internos (voluntarios, empleados, órganos de
gobierno) o externos (usuarios, administraciones públicas, empresas colaboradoras,
entre otros): es necesario identificarlos y descubrir cuáles son sus principales
necesidades y demandas y actuar en consecuencia. A medida que las organizaciones
aprendan a satisfacer las demandas y necesidades al menos de los grupos de interés más
relevantes, la gestión de las ONG mejorará.
3. Liderazgo y coherencia Para alcanzar la excelencia es preciso contar con una dirección comprometida y capaz,
que motive a las personas en la consecución de los objetivos propuestos, teniendo en
cuenta los recursos, los valores, y estrategias de la entidad. En este punto es crucial
definir y comunicar la identidad de la organización.
4. Gestión por procesos y Los sistemas de gestión de la calidad propugnan un enfoque de estructura horizontal
hechos articulada por procesos, entendiendo a los mismos como un "conjunto de actividades
interconectadas que a partir de unas entradas -inputs- se les añade valor generando una
serie de productos o servicios-outputs."
Es recomendable que las entidades establezcan su mapa de procesos y determinen
aquellos más importantes.
La gestión de calidad debe fundar la toma de decisiones en el análisis de hechos y datos
obtenidos en los distintos procesos. Su recopilación dota a la entidad de una base de
información actualizada y precisa.
5. Desarrollo e implicación Alcanzar los resultados propuestos por la organización constituye la tarea y esfuerzo de
de las personas todos sus miembros: personal remunerado y voluntario, dependiendo de sus
conocimientos, habilidades, creatividad y motivación.
6.Proceso continuo de La visión de la calidad total cuestiona constantemente los requisitos de calidad
aprendizaje, innovación y apuntando a que siempre es posible la mejora. Este ciclo de revisión crítica (PDCA)
mejora debe permitir sistematizar el conocimiento y posibilitar el aprendizaje de la propia
experiencia y de la ajena (benchmarking).
7. Desarrollo de alianzas Se reconocen los beneficios obtenidos de la interacción con otras instituciones con el
propósito de compartir el conocimiento y las buenas prácticas.
8. Responsabilidad social de Implica valorar como clientes de nuestra organización a la sociedad. Para ello hay que
la organización y ética tener presente sus necesidades, prestar los servicios de la mejor manera posible y rendir
cuentas de las acciones de la entidad.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

La Guía para la aplicación del modelo EFQM en entidades de acción social elaborada por Julián Moreno
(2007), responsable de calidad de la Fundación Luis Vives propone una metodología de intervención para
aplicar este sistema de gestión de calidad que divide el proceso en dos fases: la primera que se ocupa de la
autoevaluación y la segunda, en la elaboración de planes de acción. Incluso, se identifica una fase previa en
la que se define la política de calidad que se aplicará, la elección del responsable de calidad y la constitución
del Comité de calidad.
La primera fase, la autoevaluación, consiste en un proceso de diagnóstico global de la organización para
valorar los puntos fuertes y las áreas de mejora de acuerdo a los criterios que prescribe el modelo EFQM.
Esta fase se completa con la identificación de las áreas de mejora y los puntos fuertes de la organización.
Asimismo, se debe realizar un informe que documente el proceso desarrollado. La segunda fase consiste en
la definición y desarrollo de los planes de acción para la mejora y su efectiva implementación.
Para realizar el diagnóstico de la entidad, la guía de la Fundación Luis Vives (2007, 24) describe diferentes
modalidades de autoevaluación, a saber: un cuestionario de autoevaluación, mediante la aplicación de la
matriz de puntuación REDER, a través de una reunión de trabajo o gracias a la proforma o autoevaluación
por formularios, entre otros.
Sin duda, la modalidad de autoevaluación que mayor fama ha adquirido es el esquema lógico REDER,
integrado por cuatro elementos cuyas iniciales evocan su designación. Ellos son: resultados, enfoque,
despliegue, evaluación y revisión.
Estos elementos son útiles para evaluar los nueve criterios y subcriterios en que se estructura el modelo
EFQM. De este modo, para evaluar los agentes facilitadores se utilizan: el enfoque (lo que la organización
piensa hacer y las razones para ello); el despliegue (lo que realiza la organización para poner en práctica el
enfoque de una forma sistemática o no); la evaluación y la revisión (lo que hace la entidad para valorar y
medir el enfoque y su despliegue). En cambio, para evaluar los resultados se utiliza la herramienta REDER
designada como resultados (valga la redundancia) y se valora si se han alcanzado los objetivos que la
organización se había propuesto y si tales objetivos son los adecuados.
3) La norma ONG con calidad
La norma ONG con calidad ha nacido como una iniciativa específica del sector a partir de un número
reducido de entidades, con el soporte técnico de Intress y el respaldo del Ministerio de Trabajo y Asuntos
Sociales español. Dichas organizaciones analizaron las dificultades del tercer sector para implantar sistemas
de gestión de calidad en sus entidades y decidieron tomar elementos de las normas ISO y del modelo
EFQM, entre otros, para adaptarlas a las particularidades de las ONG de servicios sociales españolas.
Al analizar las posibilidades de las ONG de acción social para implantar sistemas de calidad como los
propuestos por las normas ISO o el modelo EFQM, se verifica que los requisitos exigidos son demasiado
elevados para la realidad de la mayoría de las organizaciones del sector. Asimismo, estos sistemas que
tienen su origen en las necesidades de la empresa privada, requieren importantes desembolsos tanto para las
adecuaciones requeridas como debido a los requerimientos de consultaría y auditoría.
Este proyecto ha impulsado el diseño de una norma de calidad consensuada y en permanente revisión, así
como por la posibilidad de crear elementos didácticos para llevar adelante la implantación de la misma.
La página web de la presente iniciativa considera a la Norma como un «conjunto de requisitos mínimos que
una ONG debe cumplir para poder gestionar bien su nivel de calidad y mejorar progresivamente» y, por lo
tanto, plantea un itinerario para ello.
Hasta la fecha, no es certificable ya que no es una norma (a pesar de que su denominación puede dar lugar a
confusión), puesto que sus requisitos no son de obligado cumplimiento para obtener una certificación, así
como tampoco se ha designado un organismo competente para atestiguar su adecuación, aunque se están
dando los pasos para ello.

122
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

Esta norma de reciente le aporta al sector un modelo nacido desde su interior y adaptado a sus necesidades,
brindándole a las ONG una opción más en el camino hacia la calidad, buscando reducir costes, una mayor
participación de las partes implicadas y la reivindicación de la cooperación dentro del sector.

6. CONCLUSIONES:
Uno de los retos del Tercer sector es el de proveer formación técnica a los trabajadores que se desempeñan
en las entidades no lucrativas. La profesionalización del sector se evidencia como indispensable de cara a
tener que enfrentar una realidad cada vez más compleja y cambiante, no sólo desde el punto de vista del
ámbito social a intervenir sino desde la propia vida de la organización. Las ONG deben aprender a innovar y
mejorar su gestión advirtiendo las oportunidades que ofrece el entorno y para ello deben disponer de las
herramientas de gestión típicas del ámbito empresarial pero que el Tercer sector ya ha adaptado para su
mejor aprovechamiento. Por ello, en este capítulo se ha abordado un acercamiento a las principales
herramientas de gestión para dirigir una entidad no lucrativa y caminar hacia el logro de los objetivos (o
resultados) propuestos para un ejercicio eficaz y eficiente de su función.

7. LECTURAS RECOMENDADAS

7.1. Texto:
«Las campañas a favor de un cambio social no son un fenómeno nuevo. Se han emprendido desde tiempos
inmemoriales. En la antigua Grecia y en Roma se lanzaron campañas para liberar a los esclavos. Durante
la Revolución Industrial en Inglaterra se montaron campañas para evadir la prisión por deudas, conceder
derechos de voto a las mujeres y abolir el trabajo de los niños. [...] En tiempos más recientes, las campañas
por un cambio social se han centrado en reformas sanitarias (contra el tabaco, para la prevención del
abuso de drogas,...), reformas del medio ambiente [...] Pero ¿qué es lo que entendemos por campaña de
cambio social? Una campaña de cambio social es un esfuerzo organizado, dirigido por un grupo (el agente
de cambio), que intenta persuadir a otros (los adoptantes objetivo) de que acepten, modifiquen o abandonen
ciertas ideas, actitudes, prácticas y conductas, (pp. 5-7)
El término «marketing social» fue acuñado por primera vez en 1971 refiriéndose al uso de los principios y
técnicas del marketing para hacer progresar una idea o unas conductas sociales. Desde entonces, el
término ha llegado a significar una tecnología de gestión del cambio social que incluye el diseño, la puesta
en práctica y el control de programas orientados a aumentar la aceptabilidad de una idea o práctica social
en uno o más grupos de adoptantes objetivo. Utiliza conceptos de segmentación de mercados, de
investigación de consumidores, de desarrollo de prueba de conceptos de producto, de comunicación
orientada, de facilitación, de incentivos y de teoría del intercambio, para maximizar la respuesta de los
adoptantes objetivo. La agencia patrocinadora persigue los objetivos de cambio con la convicción de que
contribuirán a los mejores intereses del individuo o de la sociedad.» p. 29)
Kotler, Philip y Roberto, Eduardo, 1992, Marketing Social, Madrid: Ediciones Díaz de Santos S.A.

7.2. Lectura recomendada:


Vernis, A, Iglesias, M. Sanz, B y Saz, A, 2004, Los retos en la gestión de las organizaciones no lucrativas:
Claves para el fortalecimiento institucional del tercer sector, Barcelona: Granica.

7.3. Bibliografía recomendada:


Aldamiz-Echeverria Glez de Durana, C, 2004, Marketing en ONGs de desarrollo: para su aplicación
práctica, Colección Cooperación y Desarrollo, IEPALA.
Beltran J., Carmona M., Carrasco R., Rivas M. y Tejedor F., 2002, Guía para una gestión basada en
procesos, Andalucía: Consejería de Empleo y desarrollo tecnológico, Ed. Berekintza.

123
Tercer Sector e Intervención Social Tema 5

Bernabé, Javier, 2001, «Las áreas de comunicación de las ONGD y el trabajo periodístico», en Revista
Española de Desarrollo y Cooperación n° 7.
Bernstein, David y Duran Pich, Alfonso, 1986, La imagen de la empresa y la realidad: crítica de las
comunicaciones corporativas, Barcelona: Plaza & Janes Editores, ISBN: 84-01-3329-0.
Bird, Drayton, 1991, Marketing directo con sentido común: Editorial Díaz de Santos, ISBN:8487189741.
De Lorenzo, Rafael, 2010: «Cambio Social y Tercer Sector» en Pérez Bueno, l.C., Discapacidad, Tercer
Sector e Inclusión Social. Estudios en Homenaje a Paulino Azúa Berro, CINCA, S.A.
Moro, Lorena, 2009, Gestión actual de una ONG, Madrid: LID Editorial.
muñiz González, Rafael, 2008, Marketing en el siglo XXI, CEF Centro de Estudios Financieros, ISBN: 978-
84-454-1403-3.
Navas López, J. E. y Guerras Martín, L. A. , 2002, La dirección estratégica de la empresa: Teoría y
aplicaciones, Madrid: Civitas.
Núñez-Cortés, Pilar y Del Llano Señarís, Juan, 1995, Estrategia y gestión en las Organizaciones No
Gubernamentales, Madrid: Asociación para el Desarrollo Comunitario.

8. EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN:
Describe las herramientas de gestión que se utilizan en las organizaciones no lucrativas.
Explica cuál es la importancia de la misión de una entidad y por qué sus acciones no pueden ir en sentido
contrario a la misma.
Analiza las ventajas que supone la implementación de un sistema de gestión de la calidad en una entidad no
lucrativa.

9. RESUMEN:
En este capítulo, se han abordado las principales herramientas de gestión para dirigir a una entidad no
lucrativa y caminar hacia el logro de sus objetivos. Se han desarrollado los aspectos fundamentales de la
planificación estratégica de una ONG, la dirección de personas, la comunicación y el marketing y, al final,
se ha brindado un panorama sobre los sistemas de gestión de calidad que se aplican en las organizaciones no
lucrativas (las normas ISO, el modelo EFQM y la norma ONG con calidad).
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

CAPÍTULO VI: EL TRABAJO SOCIAL Y EL PAPEL DE SUS PROFESIONALES EN EL


TERCER SECTOR
Por Rafael de Lorenzo
Objetivos
Conocer el posicionamiento del Tercer Sector en el entramado social y su importancia en la provisión de
bienestar social.
Conocer las características específicas de la gestión de los recursos humanos en las organizaciones del
Tercer Sector.
Analizar la incorporación del Trabajo Social como disciplina científica y el papel de los Trabajadores
Sociales en la profesionalización de las organizaciones del Tercer Sector.

Conceptos
Tercer Sector, bienestar social, Trabajo Social.

1. INTRODUCCIÓN:
Con carácter previo al análisis del papel que desempeñan los profesionales en las organizaciones del Tercer
Sector, resulta necesario realizar unas breves consideraciones en cuanto a la ubicación del Tercer Sector
dentro del entramado social y las principales dimensiones que lo conforman.
Es indiscutible que en las últimas décadas ha crecido de forma sustancial el interés por una serie de formas
de asociación con diversos grados de formalización e institucionalización que se sitúan en un espacio
público de carácter asociativo y participativo entre el Estado y el Mercado.
Esta nueva realidad ha adquirido diversas denominaciones: Tercer Sector, organizaciones sin ánimo de
lucro, economía social, tercer sistema, etc.
La aproximación al Tercer Sector no resulta tarea fácil por cuanto no existe ninguna organización típica y
los intentos para identificar con rigor sus criterios definidores, no han resultado plenamente satisfactorios,
llegando a presentarlo por regla general como un sector mixto a medio camino entre el ámbito público y
privado.
Según P. Donati (1993), la mejor forma de abordar el Tercer Sector pasa por transitar desde la definición
clásica, negativa y residual, según la cual se trata de un conjunto de organizaciones de que no son ni Estado
ni Mercado, a una construcción positiva del mismo como forma social emergente que nace de la exigencia
de adaptar las respuestas a necesidades sociales específicas, identificando las características específicas que
lo hacen singular y al mismo tiempo lo diferencian de las organizaciones propias del Estado y del mercado.
Se trata de interpretar el Tercer Sector como un modo de ser positivo y proactivo de la sociedad, en vez de
negativo y excluyente como reacción de salida respecto de las otras instituciones sociales, lo que equivale a
afirmar que tiene existencia propia y previa a su inclusión en el mercado y a su regulación por parte del
Estado.
Por tanto, desde una perspectiva relacional, debemos partir de la base de que el Tercer Sector no es un
añadido a la sociedad sino que forma parte intrínseca de la misma.
Para tener un conocimiento correcto del Tercer Sector es necesario observarlo desde una doble dimensión:
externa e interna.
Desde una dimensión externa, el Tercer Sector se caracteriza:
• Desde el punto de vista de la economía (eficiencia): el Tercer Sector corresponde a la economía
social.
• Desde el punto de vista político (eficacia): el Tercer Sector corresponde a nuevos sujetos políticos
con objetivos y estrategias concretas.
• Desde el punto de vista regulativo: el Tercer Sector corresponde a nuevas redes de sociabilidad.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

• Desde el punto de vista cultural: el Tercer Sector hace referencia al nacimiento de una nueva cultura
civil.
Desde una dimensión interna, el Tercer Sector se caracteriza:
• Desde el punto de vista de la economía (eficiencia): debe disponer de sus propios medios
instrumentales incluyendo los medios de financiación.
• Desde el punto de vista político (eficacia): debe ser capaz de movilizar recursos humanos y
materiales para la realización de sus metas.
• Desde el punto de vista regulativo: debe contar con una articulación de normas específicas tanto
formales como informales.
• Desde el punto de vista cultural: debe contar con un código de valores y recurrir a ciertas pautas de
valoración de bienes y de relaciones sociales.

2. LA GESTIÓN DE LOS RECURSOS HUMANOS EN EL TERCER SECTOR


Uno de los aspectos clave de las organizaciones del Tercer Sector es la gestión de los recursos humanos.
En este contexto, es importante resaltar que nos encontramos ante organizaciones donde confluyen
voluntarios con trabajadores remunerados en un entorno caracterizado por una alta motivación pero sin la
remuneración característica de las empresas mercantiles. A esto habría que añadir que estas organizaciones
no ofrecen la seguridad de las administraciones públicas y la complejidad que implica la presencia del
personal voluntario.
Podemos sintetizar los ejes transversales de la gestión de los recursos humanos en estas organizaciones en
los siguientes:
La competencia del Tercer Sector con la economía de mercado y el Estado
Las organizaciones del Tercer Sector tienen que competir con las organizaciones del mercado y con las
burocracias públicas para conseguir el personal remunerado que trabaja en estas organizaciones. Esta
competencia se presenta en condiciones asimétricas: es evidente que por un lado, el mercado ofrece mejores
sueldos y remuneraciones, y por otra, el Estado ofrece una estabilidad y seguridad laboral que difícilmente
puede ofrecer el mercado. Si el Tercer Sector no puede ofrecer la remuneración económica propia del
mercado ni la seguridad laboral propia del Estado. ¿Qué puede ofrecer?
La motivación y la creación de incentivos apropiados
Constituye uno de los pilares básicos de la gestión de los recursos humanos en las organizaciones de Tercer
Sector.
La presencia de voluntarios y su permanencia en el tiempo
Es uno de los mejores indicadores para comprobar el buen o mal funcionamiento de las organizaciones del
Tercer Sector.
La difícil relación entre profesionales y voluntarios: los profesionales remunerados suelen estar más
valorados que los voluntarios a la hora de la implementación del servicio de que se trate.
La atracción de personal cualificado: a la hora de atraer personal cualificado nos podemos encontrar con una
serie de factores positivos y negativos dentro de las organizaciones del Tercer Sector.
- Factores positivos:
o Las organizaciones del Tercer Sector muestran un compromiso constante por la atención y
por la calidad. Este elemento puede servir de incentivo para atraer a profesionales que desean
que la calidad aparezca como norma básica en el desempeño de su profesión.
o Nos encontramos con la imagen de organizaciones distribuidoras de bienes de pública
utilidad. Se trata de organizaciones con un alto nivel de publicidad y sometidas a un alto
control por parte del escenario en el que se insertan.
- Factores negativos:

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

o Las organizaciones del Tercer Sector tienen una limitación en la utilización de los recursos
disponibles. Dependiendo de la procedencia de dichos recursos, su utilización puede estar
más o menos limitada.
o Las organizaciones de Tercer Sector proveen beneficios no pecuniarios compensatorios en
lugar de recompensas financieras.
Indicadores básicos en el trato del personal voluntario:
• El reclutamiento: la organización debe realizar una buena campaña de marketing publicitario
encaminada a transmitir los mensajes en los que se recoja la misión de la organización y las tareas a
realizar.
• La permanencia en la organización: o dicho de otra forma, el índice de mortalidad de los voluntarios,
que nos ofrecerá síntomas del buen o mal funcionamiento de la organización en cuestión.
• La asignación de una tarea determinada: mediante una política de recursos humanos de distribución
de funciones que provoquen el sentimiento de útil -dad en el voluntario.
• Aspectos motivacionales: la motivación es el arma principal de estas organizaciones para asegurar la
permanencia del personal voluntario en las mismas.
Necesidades en la gestión de los recursos humanos:
• El papel de la información: nos encontramos ante organizaciones que deben ser transparentes.
• La selección de personal: puede adoptar una perspectiva de mercado.
• La coherencia entre misión y tareas realizadas: objeto de venta de la organización en el contexto en
el que desempeña sus tareas.
• La atención interna: la organización debe estar pendiente de las propias personas que la componen.

3. EL PAPEL DE LOS TRABAJADORES SOCIALES EN LAS ORGANIZACIONES DEL TERCER


SECTOR
Una vez analizado el posicionamiento del Tercer Sector en el entramado social y los factores fundamentales
a tener en cuenta en la gestión de los recursos humanos, estamos en condiciones de abordar el rol que el
Trabajo Social como disciplina científica puede desempeñar en estas organizaciones, y las repercusiones que
para éstas pueden derivarse de la intervención de los Trabajadores Sociales en las políticas y programas que
desarrolla.
En una sociedad como la actual, en la que el Estado y el mercado se ven incapaces de alcanzar cotas
mínimas de bienestar social, y en la que es la propia ciudadanía la que desde una perspectiva relacional toma
la iniciativa y adquiere protagonismo en la resolución de los problemas sociales, los profesionales del
Trabajo Social, como profundos conocedores de la realidad social, pueden y deben participar activamente en
la consecución de estas metas.
En este sentido, esta disciplina puede aportar una visión crítica y reflexiva en la definición de los modelos de
bienestar y las políticas y programas sociales que éstos necesitan, así como el papel que en las mismas debe
jugar la participación social a través de las organizaciones del Tercer Sector.
Estas organizaciones deben afrontar dificultades relacionadas con los servicios sociales que asumen con
respecto a determinados colectivos, los cuales en muchas ocasiones revelan un dudoso carácter de
universalidad a la vez que carecen de criterios científicos de calidad para una correcta valoración del
impacto y cobertura real de los mismos. En consecuencia, no puede analizarse el grado de eficacia y eficien-
cia de este modelo de prestación de servicios sociales.
En este contexto, los profesionales del Trabajo Social disponen de las capacidades necesarias para revelar la
insuficiencia de medios y recursos en la resolución de los problemas de los colectivos más desfavorecidos o
en riesgo de exclusión social con los que trabajan habitualmente, y para percibir cómo crecen los servicios
sociales a menudo de una manera descontrolada y no planificada. En definitiva, pueden contribuir a una

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

mayor regulación y mejor calidad de los servicios y programas sociales desarrollados por las organizaciones
del Tercer Sector.

3.1. Situación profesional de los Trabajadores Sociales en las organizaciones del Tercer Sector
Son escasos los estudios realizados en cuanto a la inclusión profesional de los Trabajadores Sociales en el
Tercer Sector, pero todos ellos coinciden en señalar su creciente profesionalización y establecen un perfil de
trabajadores jóvenes y con gran cualificación técnica.
El desarrollo de los servicios sociales y del Estado de Bienestar en los últimos tiempos generó un aumento
del tradicional campo de actuación del Tercer Sector. La cartera de servicios fue incrementada para dirigirse
a una mayor población, lo que motivó que muchas entidades profesionalizaran sus servicios realizando para
ello grandes inversiones en la ampliación de personal cualificado contratado laboralmente, y en la
implantación de mecanismos de calidad en la gestión y toma de decisiones. Asimismo, el desarrollo de los
servicios sociales atrajo a la empresa privada que encontró las condiciones mínimas de rentabilidad a nivel
competitivo y de valor añadido mediante la responsabilidad social corporativa, para lo cual emprendió una
capacitación de su personal con mirar a lograr tales objetivos. Sin embargo, otras entidades no se atrevieron
o no pudieron realizar el cambio hacia una gestión más profesionalizada de sus servicios, manteniendo una
organización clásica muy vocacional.
En cualquier caso, debe entenderse que las condiciones laborales de los Trabajadores Sociales en el Tercer
Sector varían en relación a tres factores fundamentales: el subsector en el cual la persona se encuentre
empleada, el tamaño de la entidad, y el modo de relación entablado con la Administración. En este sentido,
parte del Tercer Sector cobija a un alto porcentaje de empleo precario, mientras otra disfruta de mejores
condiciones de empleo.
En términos generales, se constata, por un lado, una tendencia a la precarización y vulnerabilidad de los
puestos de trabajo, y por otro, una debilidad e inestabilidad laboral de estas organizaciones, que perjudica
más a los profesionales técnicos de mayor cualificación como es el caso de los Trabajadores Sociales. Esta
situación actualmente se ve acentuada por la grave crisis económica que deja al descubierto la ausencia de
un modelo consolidado de relaciones laborales en el Tercer Sector.
Ciertamente, la difícil situación económica y financiera que estamos sufriendo tiene un enorme impacto en
el Tercer Sector, el cual se ve abocado a plantearse las consecuencias e implicaciones que esta nueva
situación tiene para cada entidad, como para el conjunto del Sector, tanto a corto como a medio plazo.
Las condiciones laborales en que se han desempeñado los Trabajadores Sociales han mutado como
consecuencia de la situación económica actual que está transformando el escenario del Tercer Sector como
proveedor de servicios y como defensor y promotor de intereses de las necesidades sociales. El nuevo
contexto ha alterado las demandas profesionales, los espacios de intervención; las cuestiones sociales que
son materia prima de la mediación del Trabajador Social, provocando un replanteamiento de las necesidades
sociales que el Tercer Sector debe afrontar; una nueva atribución de funciones a la profesión, y nuevos
criterios para el quehacer profesional.
Bajo estas nuevas circunstancias, se hace indispensable que los profesionales del Trabajo Social contribuyan
a establecer una mejor y estable situación de la profesión mediante estudios que aborden la labor del
Trabajador Social dentro del Tercer Sector, adentrándose en aspectos como la definición de los puestos de
trabajo y funciones que desempeñan, condiciones laborales y aspiraciones motivacionales.
Para ello, resulta necesaria una formación académica que permita una visión más amplia de los principales
agentes que intervienen en el bienestar social y una comprensión de las necesidades profesionales que esto
provoca. En este punto, las escuelas de Trabajo Social deben adquirir un papel protagonista en la formación
de competencias y habilidades específicas para la intervención en las organizaciones del Tercer Sector. Las
nuevas realidades sociales en continuo proceso de cambio acelerado exigen que la formación del Trabajador
Social sea continua y se actualice de forma permanente.
128
Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

Asimismo, deben partir desde el propio Tercer Sector estrategias que lo consoliden, como pueden ser la
tendencia hacia un modelo claro de financiación y seguridad laboral para el desarrollo profesional.

3.2. Ámbitos de intervención del Trabajador Social en el marco del Tercer Sector. Modelo ONCE en
Servicios Sociales Especializados
El Trabajo Social opera sobre una realidad dinámica, cambiante, lo que hace que su objeto y sujeto de
estudio e intervención estén estrechamente vinculados a las realidades históricas y situaciones sociales
concretas. Es por ello, que el desempeño del Trabajador Social se va transformando conforme avanza la
sociedad y evolucionan las necesidades de la misma.
Tradicionalmente la intervención del Trabajador Social se circunscribía a labores entre personas en situación
de pobreza y marginación, bajo una concepción caritativa proveniente de organizaciones religiosas y lacias
encargadas de cubrir las necesidades de los más pobres ante el desamparo de los poderes públicos que,
cuando vinieron a actuar lo hicieron apoyados en un sistema paternalista y asistencial.
Esta situación cambia con la aparición del primer constitucionalismo europeo el cual va evolucionando hasta
confiar en los poderes públicos las prestaciones sociales que pasan de ser adoptadas de manera discrecional
a transformarse en auténticos derechos exigibles, rompiendo además con la selectividad de los beneficiarios
para adoptar un modelo público de asistencia universal que busca más que el aseguramiento de la
subsistencia, la integración social.
En España, este nuevo enfoque se ve reflejado en la Constitución de 1978 con la cláusula del Estado Social
que se erige como un enunciado de sensibilización a las desigualdades que si en un principio subyacían a los
conceptos de riqueza, renta o poder, se ampliaron a renovadas maneras de entender la dignidad y la igualdad
de todos los individuos. Es bajo esta premisa que la actividad profesional del Trabajador Social se despliega
para cobijar a todo ciudadano en estado de necesidad en el marco de los derechos que le reconoce la
Constitución y resto de normas jurídicas para lograr el mayor bienestar social y calidad de vida de todos los
miembros de la sociedad.
A este nuevo planteamiento de la acción social por parte de los poderes públicos, se suma el fortalecimiento
de la sociedad civil a finales del siglo XX que busca ser coprotagonista en la promoción del bienestar social
bajo formas organizativas como las asociaciones, fundaciones y otras entidades sin ánimo de lucro cuya
importancia ha merecido el nombre de Tercer Sector.
Aunque los servicios sociales sea la esfera más frecuente de la labor del profesional del Trabajo Social, en la
actualidad el abanico de ámbitos en donde puede desempeñarse es amplio y diverso. Así, podemos
encontrarnos con que el Trabajador Social ha incursionado y se ha profesionalizado en el ámbito de la salud;
la justicia; la educación; el medio ambiente; el ocio y el tiempo libre; la empresa; el voluntariado; el empleo;
y el urbanismo y la vivienda.
Cualquiera que sea el ámbito de intervención del Trabajador Social produce relaciones personales directas
que activan procesos intelectuales y emocionales que deben ser manejados con pericia por el profesional
para el buen desempeño de su labor.
El Trabajador Social debe tener en cuenta que su intervención obliga a tratar los problemas de modo
diferente, según la situación que enfrente, la actitud y el momento en que se encuentre la persona. Es
evidente que cada individuo es un ser propio, diferente e irrepetible, y sus comportamientos están influidos
por la carga hereditaria, su medio familiar, su contexto social y los cambios que se van produciendo durante
su vida.
Cada persona es una realidad concreta del medio social en que vive con el cual mantiene relaciones de
adaptación, enfrentamiento o confrontación, dependiendo de si sus necesidades básicas se encuentran
cubiertas o presentan déficit que impidan, dificulten o limiten su desarrollo vital y su relación con el medio
social.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

Por ello, es función del Trabajador Social valorar la situación de necesidad de cada persona desde un
enfoque globalizador que se interese por el individuo, el medio en que vive, y las relaciones existentes entre
ambos. Asimismo, debe tener en cuenta que aquellas no son estáticas, sino que van cambiando en la medida
en que la persona interactúa con el medio social ubicándose en diferentes situaciones a saber:
- Situación deficitaria coyuntural:
Aunque algunas de sus necesidades básicas pueden encontrarse en situación deficitaria, tiene cubierta
adecuadamente las restantes necesidades. En este diagnóstico se incluye a las personas con capacidad y
habilidades relaciónales, que le permiten superar su situación con la orientación de los servicios sociales o
agentes informales del propio tejido social.
La intervención del Trabajador Social se orienta a la información, orientación, ase-soramiento, apoyo,
acompañamiento, y aplicación de servicios o prestaciones de baja intensidad.
- Situación deficitaria de larga duración:
En este supuesto las necesidades afectadas se refieren a problemas en las habilidades sociales, en la
autonomía física y psíquica, en la relación convivencial, y en la organización de la unidad convivencial.
La prolongación en el tiempo de esta situación repercutirá en otras necesidades desencadenando un
diagnóstico más delicado y grave.
Para abordar esta clase de situación la intervención del Trabajador Social debe estar debidamente planificada
con miras a alcanzar la recuperación de las carencias de las necesidades básicas, mediante el acogimiento
que permita una buena relación con el profesional, a través de la reconstrucción de la demanda con la
persona, de una explicación detallada de la metodología de trabajo, y una realización conjunta de un plan de
trabajo que incluya objetivos, actividades, niveles de intervención, coordinación, recursos y evaluación.
- Situación de exclusión social:
La situación de exclusión social se produce cuando una persona tiene comprometidas las necesidades
básicas de formación; trabajo y ocupación; y recursos económicos. Además, tiene afectadas otras
necesidades como la ausencia de información, déficit en habilidades sociales, dificultada en niveles de
autonomía y relación de convivencia.
En este supuesto la intervención profesional deberá tener en cuenta los siguientes pasos: la situación del
mercado laboral, precarización de los empleos, los subsistemas de vivienda, protección social, educativa y
cultural; el acogimiento que permita una buena vinculación con el profesional; la reconstrucción de la
demanda con la persona; la explicación de la metodología de trabajo (nivel de intervención, coordinación
con diferentes recursos...); la confección conjuntamente de un plan de trabajo con objetivos, actividades,
niveles de intervención, recursos y evaluación; contextualización a la persona en su situación;
sensibilización de los poderes púbicos sobre la necesidad de creación de empleo; desarrollo de políticas de
discriminación positiva, mejora del mercado laboral, creación de programas públicos y gratuitos de for-
mación para el empleo; y la participación en el diseño de planes de protección social, vivienda, renta básica.
- Situación de desventaja social:
Este supuesto refleja una situación muy deficitaria en la necesidad básica de aceptación social.
Cuando esta necesidad no se encuentra cubierta se produce discriminación, imposibilidad o dificultad en el
uso y disfrute de derechos sociales generales como la educación, la protección parental o la legalidad
personal.
Si la discriminación proviene por una grave disminución de la autonomía física, psíquica, sensorial o mental,
y a su vez, no existen mecanismos institucionales de inserción social, estas personas verán afectadas de
modo deficitario o muy deficitario sus necesidades básicas como: la educación, el empleo, la economía, las
habilidades sociales, la vivienda o la participación, entre otras.
En el caso de que la discriminación traiga como causa el sexo, la etnia, la religión o modelos alternativos de
vida, las necesidades de participación y habilidades sociales no necesariamente pueden estar afectadas,

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

puesto que, estos colectivos generalmente se encuentran integrados dentro de su comunidad o grupo, estando
únicamente en desventaja cuando se sitúa frente al contexto social de la cultura imperante.
En las dos situaciones la intervención del Trabajador Social tendrá en cuenta los siguientes aspectos:
conocimiento de la causa de discriminación, o limitación o prohibición de uso de los derechos, la situación
del mercado laboral, la precarización de los empleos, los subsistemas de vivienda, protección social,
educativa y cultural; acogimiento que permita una buena vinculación profesional; reconstrucción de la
demanda con la persona; explicación de la metodología de trabajo; confección conjunta de un plan de
trabajo que incluya objetivos, actividades, niveles de intervención, coordinación, recursos y evaluación;
comprensión por parte de la persona de su situación de forma integrada en el marco social de referencia;
autovaloración de la persona; desarrollo de las necesidades en déficit a través de dinámicas de participación
grupal y comunitaria; sensibilización de la comunidad a fin de erradicar estereotipos y avances en una
cultura de igualdad; información sistemática a la administración de situación de colectivos que sufren
situación de desventaja social, a fin de promulgar políticas o fomentar los derechos que promuevan la
cohesión social; participación en planes de protección social.
- Situación de marginación:
Los indicadores de este diagnóstico reflejan que todas las necesidades básicas de la persona se encuentran
afectadas.
Resulta importante identificar las causas de marginación, puesto que la intervención puede ser diferente
dependiendo de su origen.
• Marginación alternativa: autoexclusión de la persona respecto al grupo social de pertenencia.
• Marginación evasiva: existe una fuerte presión social, ante la cual la persona adopta una conducta
evasiva (alcohol, toxicomanía....)
• Marginación discriminatoria: cuando el sujeto ha permanecido largo tiempo en situación de
desventaja o de exclusión social, lo que ha ocasionado que los indicadores de las necesidades básicas
fueran degradándose hasta llegar a tener graves carencias en todas las necesidades.
La intervención social bajo este diagnóstico deberá incluir los siguientes pasos: identificación de las causas
de marginación; acogimiento que permita una buena vinculación profesional; reconstruir la demanda con la
persona; explicar la metodología de trabajo; realizar un plan de trabajo, señalar objetivos, actividades,
niveles de intervención, coordinación, recursos, evaluación; comprensión por parte de la persona de su situa-
ción de forma integrada en el marco social de referencia; autovaloración de la persona; desarrollo de las
necesidades en déficit a través de dinámicas de participación grupal y comunitaria; sensibilización de la
comunidad a fin de erradicar estereotipos y avanzar en una cultura de igualdad; información sistemática a la
administración de la situación de colectivos que sufren situación de desventaja social, a fin de promulgar
políticas o fomentar los derechos que promueven la cohesión social; participación en el diseño de planes de
protección social: renta básica, vivienda, formación, empleo...
A modo de conclusión, hay que señalar que la práctica de la intervención social debe tener en cuenta la
situación específica en la que se encuentra la persona, y debe realizarse desde un enfoque participativo que
implique de manera activa a los sujetos interesados-afectados por la situación o problema, para que adopten
una actitud reflexiva, exploren diferentes modos de acción, y desarrollen de manera compartida métodos,
actitudes, valores y conductas.
La motivación, la participación activa, la autogestión y la autonomía son principios reguladores de la acción
social que deben orientar la actuación del profesional hacia la organización y promoción de los individuos,
grupos y comunidades.
Modelo ONCE de Servicios Sociales especializados
Todos los individuos necesitan adquirir y utilizar una serie de conocimientos y competencias al objeto de
lograr su bienestar, autonomía y participación social. En este proceso van a ser múltiples los factores

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

individuales y contextúales que inciden en las posibilidades de cada persona para acceder a las experiencias
y oportunidades facilitadoras de su desarrollo personal.
Precisamente uno de los factores que más puede limitar el funcionamiento apropiado del individuo en su
entorno o comunidad es la presencia de una discapacidad. Para comprender de una manera integral las
necesidades específicas de estas personas y poder, así, identificar los servicios, programas y apoyos que
requieren para poder superarlas, es necesario que las organizaciones y profesionales que les atienden cuenten
con un modelo que les ayude en esta tarea de conceptualización y organización.
A este objetivo responde el actual Modelo de Servicios Sociales de la ONCE, basado en la satisfacción de
las necesidades derivadas de la discapacidad visual, en el principio de una atención de calidad centrada en el
usuario, y en el marco teórico que enfatiza las potencialidades de la persona (actividad y participación
social) y no tanto en su discapacidad.
Por tanto, el fin último de los servicios sociales de una entidad especializada como la ONCE es ayudar a las
personas con discapacidad visual, desde una perspectiva de responsabilidad compartida, a superar sus
limitaciones en la vida diaria y a eliminar progresivamente los factores sociales, económicos y ambientales
que puedan suponer desventajas, barreras o discriminaciones en sus libertades de opción, de consecución de
logros, de bienestar o de desarrollo personal. Dicho de otra manera, deben colaborar para hacerlas más
independientes y autónomas, para que alcancen su inclusión plena y para que participen en su entorno con la
seguridad y confianza de cualquier otra persona.
Un primer objetivo global de tales servicios especializados es que las personas con ceguera o deficiencia
visual grave adquieran el mayor nivel posible de independencia para llevar a cabo las tareas cotidianas que
se han visto afectadas por la pérdida visual (desplazamiento, tareas de autocuidado, actividades domésticas,
lectura, acceso a la información, etc.), así como ayudarlas a ajustarse emocionalmente de manera positiva a
dicha situación.
Pero la ceguera o deficiencia visual no es solamente una cuestión individual, sino también social. Hay, por
tanto, que incidir en los factores ambientales y sociales (barreras arquitectónicas, actitudes negativas, etc.)
que pueden limitar, restringir o poner en desventaja a estas personas en relación con el resto de ciudadanos.
En este sentido, un segundo objetivo de los servicios especializados de la ONCE se orienta a garantizar a las
personas con problemas visuales la misma igualdad de oportunidades en su acceso a la educación, el
empleo, el ocio y la cultura, etc.
De esta forma, se ha establecido el Modelo de Servicios Sociales de la ONCE como un sistema integrado de
servicios, prestaciones, recursos y actividades que la entidad ofrece a sus afiliados, orientados a promover su
autonomía personal y plena inclusión social, y organizados en:
• Servicios de atención personal: Apoyo psicosocial, Rehabilitación integral, Comunicación y acceso a
la información, Atención educativa, Apoyo al empleo, Promoción cultural y deportiva y Apoyo al
bienestar social.
• Actividades colectivas: Actividades de animación sociocultural, recreativa y deportiva, Vacaciones
sociales, etc.
• Prestaciones económicas y materiales para el bienestar social, la autonomía personal, el fomento del
empleo y el apoyo a la educación.
• Productos de apoyo para el acceso a la información, la movilidad y el desplazamiento autónomo, las
actividades cotidianas, etc.
• Programas complementarios como la atención específica a afiliados con sordo-ceguera, voluntariado,
accesibilidad del entorno, etc.
Igualmente, también se desarrollan actividades de asesoramiento y formación de profesionales, centros y
entidades externas; campañas de mentalización social; investigación; etc.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

Principios básicos y estándares de calidad


El Modelo de Servicios Sociales de la ONCE es una respuesta integral y de calidad a las necesidades de las
personas con discapacidad visual.
Para ello, y desde la perspectiva de un modelo de atención centrado en el usuario, la ONCE ha establecido
unas condiciones de calidad, o estándares de atención, bajo las cuales se planifican, organizan, prestan y
evalúan esos servicios, recursos y apoyos.
Tales estándares deben entenderse como el conjunto de principios, métodos y estrategias que ayudan a la
Institución a movilizar, integrar e involucrar a todos y cada uno de los grupos y personas que la conforman
en la consecución de la mayor calidad de sus servicios y en la satisfacción de las necesidades de los
usuarios.
Así, a lo largo del proceso de intervención con el usuario se han introducido diferentes procedimientos y
elementos para asegurar el ajuste de los servicios proporcionados a estándares de calidad definidos desde la
perspectiva del usuario y de sus necesidades; por ejemplo:
• Igualdad de acceso a los servicios y de atención a todos los usuarios.
• Orientación institucional inicial, mediante una información genérica sobre la ONCE, tanto en su
faceta de entidad asociativa, animándole a su participación activa en la misma; como en su vertiente
de institución prestadora de servicios, orientándole y motivándole hacia su demanda y utilización.
• Participación activa del usuario en la identificación de sus necesidades e intereses y, por tanto, en su
proceso de atención.
• Identificación comprensiva y atención integral de sus necesidades (mediante la elaboración de un
plan individualizado de atención para cada sujeto en el que se contemplan sus necesidades concretas,
los servicios a recibir, los profesionales intervinientes, los objetivos generales que se pretenden y la
especificación de cuándo y dónde se van a prestar los distintos servicios).
• Enfoque interdisciplinar a través de un trabajo en equipo de los distintos profesionales.
• Atención personalizada, reforzada con la figura del coordinador de caso, función que asume el
profesional cuya intervención resulte más prioritaria para la persona.
• Mejora continua de la calidad de la atención proporcionada sobre la base de los beneficios y
resultados obtenidos por el usuario y de su satisfacción con los servicios recibidos.
Trabajo social y discapacidad visual
Cuando una persona pierde la visión sufre un proceso de duelo que debe superar para poder salir adelante.
Surgen muchas dudas sobre el futuro y existe un desconocimiento de las propias posibilidades, así como de
los recursos sociales que podrían colaborar para superar esa pérdida.
Por ello, cuando el trabajador social inicia su intervención, ésta se produce mediante un proceso de acogida
con el que comienza una atención destinada a que la persona acepte su nueva situación y sea consciente de
sus propios recursos personales.
Una intervención que no se dirige tan sólo al usuario, sino que siendo éste el centro de la atención, no deja
de lado a su familia y los diferentes entornos en los que se desenvuelve.
Así, en la fase de acogida el trabajador social es especialmente sensible a la situación que presenta el usuario
por varios motivos:
• la pérdida que supone para el individuo su problema visual y cómo le afecta a él personalmente y a
su familia,
• el proceso de duelo y aceptación de la problemática que haya sido elaborado o que deba realizarse,
• el ajuste a la nuevas situaciones que se le plantean y cómo lo vive él y su entorno,
• la incertidumbre ante el futuro,
• la sensación de incapacidad ante los retos del día a día,
• la existencia o no de apoyos instrumentales y emocionales que tiene o precisa.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

Ante esta situación, el trabajador social inicia un proceso de acompañamiento con el usuario colaborando
con él para que se conozca de nuevo, le apoya y orienta en sus decisiones, asesorándole en sus posibles
conflictos emocionales, estimulándole para que realice las mismas actividades que desarrollaba antes de la
pérdida visual con los apoyos que precise, le motiva a la utilización de recursos específicos y fomenta y
potencia sus recursos y aptitudes personales, para que pueda continuar con su vida.
En una segunda fase, el trabajador social precisa de un conocimiento de la situación del usuario para poder
identificar sus necesidades, motivo por el cual realiza un completo estudio de todas las áreas y entornos en
los que se desenvuelve (laboral, relacional, educativo). El objetivo es elaborar una planificación adecuada de
su intervención a través de la coordinación con otros servicios y organismos implicados, destacando la
necesidad de trabajar en red.
La protección de datos y el derecho a la intimidad de los usuarios es fundamental, no solamente en la
relación profesional, sino en la interacción con otros. Por tanto, se recaba del usuario la información
estrictamente necesaria para la intervención a realizar y se facilita únicamente la pertinente para la misma.
Al atender al usuario de manera global no se puede separar la problemática visual del resto de las áreas, ya
que todas están relacionadas entre sí.
Por este motivo, cuando existe necesidad de atender aspectos no relacionados con el déficit visual, será
precisa la participación de otros agentes e instituciones sociales que aborden y atiendan las áreas afectadas.
Esto exige un conocimiento exhaustivo del entorno en el que realiza su actividad el profesional para poder
facilitar los medios más adecuados que precise el usuario, movilizando y coordinando los recursos
comunitarios para favorecer la respuesta en red a las necesidades sociales de los usuarios y sus familias.
Los objetivos de la intervención del trabajo social se plantean a corto, medio y largo plazo, ya que, según las
características del usuario, sus necesidades sociales podrían cubrirse antes o después de los objetivos de
otros servicios, las prioridades en el proceso o los cambios que vayan produciéndose en el mismo.
Por lo tanto, la intervención es siempre flexible y debe adaptarse a las diferentes situaciones que se vayan
produciendo.
Igualmente, la planificación de la intervención se realiza utilizando los métodos y técnicas propias del
trabajo social, para finalmente realizar la evaluación y verificar que los objetivos planificados han sido
conseguidos o es necesario elaborar otros nuevos.
Por último, hay que destacar que todo el proceso se rige por los principios de confidencialidad y respeto por
la persona y sus decisiones, garantizando una intervención correcta y adecuada a las características y
necesidades de los usuarios y siempre basados en los principios éticos aprobados por entidades
internacionales, así como en los diferentes códigos de ética profesional.

3.3. Intervención del Trabajador Social en entidades próximas al Tercer Sector


Resulta relevante destacar que además de las organizaciones típicas del Tercer Sector, el ejercicio del trabajo
social se desarrolla en otras entidades que si bien no son encuadrables en este ámbito, comparten
características similares con estos organismos. Se trata de las Mutuas de Accidentes de Trabajo y
Enfermedades Profesionales de la Seguridad Social, y como caso más significativo el de Fremap como
primera Mutua del sector y pionera en la integración del trabajo social como factor clave en la reinserción
socio-laboral de los trabajadores accidentados.
Al igual que las organizaciones del Tercer Sector, estas entidades no tienen ánimo de lucro y nacen de la
iniciativa de asociación entre las empresas con el fin de mejorar las prestaciones sanitarias y económicas de
sus trabajadores en la cobertura de los riesgos laborales.
En este contexto, Fremap ha constatado en el ejercicio de sus funciones y a lo largo de su evolución
histórica, que las prestaciones que se ofrecen a los trabajadores accidentados, tales como la asistencia
sanitaria y prestación económica, no son suficientes para paliar todas las consecuencias negativas que
pueden derivarse de un accidente de trabajo.
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

Por ello, al constatar la necesidad de atender al accidentado de trabajo de una forma integral y
multidisciplinar, integra en el ámbito sanitario el Servicio de Asistencia Social, llegando más allá de lo que
las disposiciones legales obligan.
El objetivo principal es ofrecer a los trabajadores accidentados un valor añadido, manteniendo una
concepción dinámica de la Seguridad Social no limitada a la simple administración de prestaciones.
Dentro de esta filosofía de empresa, Fremap crea en el año 1.970 el Departamento de Trabajo Social, que en
la actualidad cuenta con 30 trabajadores sociales a nivel nacional.
La integración en este contexto del ejercicio del trabajo social como disciplina científica se traduce en la
creación y desarrollo del concepto integral del accidente de trabajo, que comprende la aplicación coordinada
y multidisciplinar de diversas técnicas que se desarrollan desde la prevención de riesgos laborales hasta la
reinserción laboral de los trabajadores accidentados, como objetivo último en los casos de accidentes de los
que se derivan incapacidades permanentes en cualquiera de sus grados.

3.4. Áreas profesionales


Cualquiera que fuere el ámbito de intervención, los profesionales del Trabajo Social llevan a cabo diversas
actividades que se reúnen en las denominadas «áreas profesionales», las cuales agrupan funciones
profesionales relacionadas y acciones propias a los cargos.
A continuación exponemos algunas de las áreas más relevantes en la que los Trabajadores Sociales pueden
ejercer sus funciones de intervención:
- Asistencial o de atención:
Se concreta en el estudio, detección, valoración y tratamiento psicosocial de las necesidades sociales
individuales, grupales, familiares y de la comunidad. Su finalidad es posibilitar el desarrollo humano y la
autonomía, a través de la movilización y gestión de recursos humanos y organizativos.
- Rehabilitación:
El Trabajador Social ofrece apoyo o condiciones necesarias para que una persona se mantenga con un nivel
de funcionamiento determinado; también busca la mejora de las capacidades o habilidades de aquellas
personas o colectivos que se encuentran en situación de desventaja.
- Preventiva:
La intervención profesional se centra en prevenir las causas generadoras de situaciones de exclusión,
marginación y desintegración social.
La prevención apela a la educación como estrategia clave para evitar la aparición de problemas sociales o
para reducir el riesgo de empeoramiento o cronificación de los mismos.
- Promocional-educativa:
Busca potenciar las capacidades individuales y grupales para mejorar o satisfacer las necesidades humanas y
sociales. Se fundamenta en la motivación, la participación activa, la autogestión como principios reguladores
de la acción social y orienta la actuación profesional hacia el empoderamiento para la toma de decisiones
responsables.
- Mediación:
A través de esta área el profesional del Trabajo Social interviene para mediar en la resolución de conflictos
que afectan a las familias y los grupos sociales tanto en sus relaciones íntimas como con su entorno social.
Igualmente la intervención se extiende a las relaciones entre instituciones y ciudadanía.
- Transformadora:
El ejercicio profesional del Trabajador Social implica modificar la práctica social creadora de desigualdad e
injusticia social. Para ello, debe utilizar todos los métodos de investigación que permitan un mayor y mejor
conocimiento de la realidad social que están abordando.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

- Planificación y evaluación:
Opera en el terreno de los macro y microsistemas mediante el diseño, desarrollo v ejecución de planes,
programas y proyectos sociales. Permite elaborar estrategias en materia de políticas sociales a nivel
internacional, nacional, autonómico o local.
- Gerencia y administración:
Mediante procesos de organización, dirección y coordinación de los servicios sociales con la finalidad de
alcanzar unos objetivos de calidad.
- Investigación:
La práctica profesional debe estar enriquecida por investigaciones sistemáticas, no sólo sobre el campo de
intervención, sino también sobre el propio trabajo para revisarlo permanentemente y encontrar renovadas
formas de enfocarlo y afrontarlo.
- Docencia:
Los conocimientos adquiridos y las experiencias vividas deben ser compartidos para promover una mayor y
mejor reflexión sobre la realidad social. Esta importante labor debe ser transmitida, especialmente, a los
futuros profesionales que serán introducidos en la profesión a base de libros y conocimientos prácticos
adquiridos.

3.5. El rol de los Trabajadores Sociales en relación con el Tercer Sector


La creciente asunción de servicios y recursos destinados a la atención social por parte de las entidades del
Tercer Sector ha dado lugar a que una de sus principales características sea la profesionalización. Y si bien
ésta no afecta por igual a las entidades que componen el Sector, lo cierto es que cada vez más se aboga por
una profesionalización del mismo teniendo en cuenta las cifras que arroja en la economía.
En este sentido, y atendiendo al conocimiento y proximidad del Trabajador Social a la realidad social, los
convierte en profesionales idóneos para detectar las necesidades que van emergiendo en una sociedad
cambiante y que requiere de novedosas propuestas en políticas sociales.
Las organizaciones que componen el Tercer Sector, caracterizadas por mantener en el contexto donde se
desenvuelven relaciones con múltiples agentes tanto a nivel interno (empleados, voluntarios, junta directiva)
como externo (Administración Pública, usuarios, proveedores de servicios), buscan incorporar a su plantilla
Trabajadores Sociales con una alta capacidad de relación personal y una buena formación general de base
propia del Trabajo Social, pero además con conocimientos de intervención en el Sector, y con competencias
profesionales específicas que permitan dar respuestas a los cambios que va requiriendo el mismo.
A continuación se describe el significado de las más relevantes competencias demandadas por el Tercer
Sector y los roles de trabajo que implícitamente con ellas se potencia.
- Capacidad emprendedora:
El Trabajador Social puede ejercer como dinamizador e impulsor de proyectos individuales y colectivos, y
su cualificación profesional le capacita para desarrollar recursos y potencialidades, fomentando las
relaciones entre los integrantes de la organización y de ésta con el exterior.
A su vez, y con respecto a la gestión de los recursos humanos y financieros de estas organizaciones, el
Trabajador Social puede actuar como mecanismo ágil en la búsqueda de recursos mediante el diseño de
programas sociales que pueden ser financiados por entidades públicas o privadas y que a su vez pueden
solventar las necesidades de los propios componentes de la organización.
- Capacidad de mediación:
Las organizaciones del Tercer Sector se caracterizan por la existencia de diversas fórmulas de relaciones
interpersonales entre múltiples agentes tanto internos y como externos. En este escenario, el Trabajador
Social dispone de las habilidades necesarias para manejar las especificidades propias de cada tipo de
relación: con las administraciones públicas, organismos privados, donantes etc...

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

En este sentido el Trabajador Social puede ejercer como mediador entre los componentes de la organización,
entre éstos y sus órganos de gobierno, entre la organización y otras instituciones públicas o privadas y el
conjunto de la sociedad.
- Capacidad de análisis y planificación estratégica
Los profesionales del Trabajo Social, debido al profundo conocimiento que poseen sobre la realidad social
con la que trabajan, pueden realizar labores de análisis y detección de necesidades con respecto a la propia
organización y las personas que la componen. El desempeño de esta función facilita la comunicación de las
necesidades a los órganos de gobierno de la organización, a las administraciones públicas y al conjunto de la
sociedad, lo que resulta imprescindible en el impulso de proyectos de acción social.
Pueden desempeñar funciones que favorezcan una mayor transparencia y rigor en la gestión de estas
organizaciones, factores éstos cada vez más demandados por la sociedad.
Así mismo, pueden aportar e incentivar el diseño y ejecución de planificaciones estratégicas que favorezcan
la prestación de servicios bajo criterios de calidad y eficiencia y la permanencia de éstos en las políticas y
programas de bienestar social.
- Capacidad para la gestión de los recursos humanos
En las organizaciones del Tercer Sector confluyen voluntarios y trabajadores profesionales por lo que resulta
necesario favorecer la definición y relación entre los distintos puestos de trabajo, evitando el conflicto entre
las funciones técnicas y profesionales del resto del capital humano. En este contexto, los Trabajadores
Sociales pueden desempeñar un papel protagonista dada su experiencia en la gestión de voluntariado y
capacidad para el trabajo en equipo.
- Capacidad para la gestión de equipos multidisciplinares
Las organizaciones del Tercer Sector necesitan trabajar de manera eficaz mediante la coordinación de
equipos multidisciplinares. En este sentido, los Trabajadores Sociales disponen de los conocimientos y
herramientas necesarias para realizar con éxito intervenciones profesionales en grupo de forma coordinada.
- Habilidades para la comunicación y el marketing social
La comunicación en las organizaciones del Tercer Sector adquiere una importancia vital.
En este contexto, resulta necesario desplegar conocimientos de marketing e imagen social que favorezcan
las relaciones de la organización con todas las entidades proveedoras de recursos humanos y financieros
necesarios para la puesta en marcha de proyectos y programas sociales.
Los Trabajadores Sociales pueden potenciar los principios y la cultura en la que basan su imagen estas
organizaciones, sobre todo en aspectos relacionados con la solidaridad, justicia social, participación y
fomento de los derechos de la ciudadanía.

3.6. Actuando como palanca dinamizadora de la Acción Social


Como cualquier otro sector, el Tercer Sector no es ajeno a la crisis económica y financiera que atraviesa el
país. Ante esta situación, compleja e incierta, las entidades del Tercer Sector tendrán que desarrollar
estrategias para hacer frente al doble reto que se les plantea: de un lado, minimizar el impacto que pueda
tener el funcionamiento de las organizaciones del Sector, y de otro, dar respuesta al previsible crecimiento
de las necesidades sociales.
Los cambios tan profundos que la crisis está ocasionando están obligando a revisar los cimientos de un
sector en proceso de construcción, que en el presente mantiene límites difusos e inacabados.
Algunos de los ámbitos en los que se puede apreciar el impacto directo de la crisis en el funcionamiento de
las organizaciones del Tercer Sector son:
- Aumento de las necesidades sociales:
Se constata un incremento de las personas en riesgo de exclusión social. A los colectivos tradicionalmente
afectados por la pobreza se suma aquellos que por primera vez se hallan en situación de extrema necesidad.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

Las entidades pertenecientes al Tercer Sector deben mostrar capacidad renovada para conectar con estos
colectivos, disposición y creatividad para generar y captar recursos necesarios para atenderlos, y organizar
respuestas acordes con la gravedad de las necesidades.
- Precariedad institucional:
Se han producido drásticas reducciones presupuestarias por parte de las Administraciones Públicas que están
afectando considerablemente a las entidades sociales por la disminución de servicios y programas de interés
social. Se percibe una creciente presión de las Administraciones para atender a un mayor número de
personas con los mismos o menos recursos, exigiendo esfuerzos suplementarios que están influyendo
negativamente en criterios de calidad y profesionalidad.
Los grades esfuerzos realizados por algunas entidades del sector en desarrollar programas innovadores de
prevención o acción comunitaria, han visto reducido el apoyo de la Administración Pública centrada en
cubrir servicios básicos.
Esta situación amerita una restructuración y adaptación de las actividades de las entidades sociales que
deberán priorizar las actividades especializándose en aquellos temas que comporten un valor añadido
diferencial.
- Nuevas prioridades de acción de los agentes sociales:
Ante una situación de crisis la gestión eficiente de los recursos determina cambios en las prioridades de
actuación de todos los agentes sociales relacionados con el Tercer Sector.
Es importante destacar la importancia y coherencia de los proyectos desarrollados por las entidades no
lucrativas para evitar que los recursos a ellos destinados se desvíen a otro tipo de acciones de los agentes
sociales, y recordar que es el Tercer Sector, al vertebrar a la sociedad civil, el que aparece como un
interlocutor imprescindible pues representa una forma de crear cohesión social.
- Dificultades de financiación:
La falta de instrumentos adecuados para la financiación de las entidades del sector se está haciendo más
evidente en estos momentos. La gran dependencia de algunas de las organizaciones no lucrativas a
determinadas fuentes de financiación, fundamentalmente la proveniente de las Administraciones Públicas,
constituye uno de los principales factores de vulnerabilidad de estas entidades al verse incluso algunas de
ellas supeditadas a su sostenibilidad y continuidad.
Asimismo se aprecia una reducción de apoyos de los ciudadanos a la financiación del Tercer Sector, que si
bien no se refiere al número de donantes, sí a las cuantías que aportan.
Así, debe impulsarse una capacidad de innovación y diversificación de maneras que procuren la viabilidad
de las entidades no lucrativas; iniciativas que pongan en común una acción coordinada de recaudación de
apoyos de la sociedad civil.
En este contexto, los trabadores sociales se encuentran en un momento de máxima oportunidad para
participar activamente en el proceso de transformación social, esencia misma del Tercer Sector. Pocos son
los perfiles profesionales y formativos que tienen tanta afinidad con el sustrato del sector por su carácter
multifuncional, lo que los convierte en profesionales altamente considerados. A pesar de este
reconocimiento, hay que advertir que el Trabajo Social está siendo relegado por otras profesiones que han
detectado en el Tercer Sector un ámbito con grandes posibilidades de desarrollo, no solo en la dimensión
social sino también a nivel económico y profesional.
Por ello, el Trabajador Social no pueden dejar pasar la ocasión de convertirse en palanca dinamizadora del
proceso de transformación de la acción social en el cual puede participar de manera activa como:
- Impulsor y catalizador de nuevas políticas sociales:
La comprensión amplia de las estructuras y procesos sociales, del cambio social y del comportamiento
humano faculta a los Trabajadores Sociales para participar en la elaboración de políticas sociales.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

- Agente innovador:
En tiempo de crisis se debe agudizar el ingenio para dar respuestas urgentes a las emergentes necesidades
sociales. Debe actuar de manera creativa sobre las causas y desarrollar estrategias eficaces para reducir las
problemáticas sociales con escasos y limitados recursos.
- Promotor de sinergias
Para abrir cauces de relación con los diferentes agentes sociales.
- Alentador de la movilización social:
Mediante el desarrollo de estrategias que vinculen e impliquen a la sociedad civil en las actuaciones que
realizan.
- Promotor de la calidad:
Adoptando e incentivando modelos de gestión de la calidad que permitan a las entidades del Tercer Sector
ofrecer servicios bajo estándares de calidad y utilidad social.
- Comunicador:
La comunicación para las entidades del Tercer Sector es un instrumento de sensibilización, educación y
captación de recursos humanos y financieros.

4. CONCLUSIONES
La especial cercanía que tienen los Trabajadores Sociales con la realidad social determina una particular
agudeza por parte de estos a la hora de detectar necesidades sociales y los diferentes modos en que se
articula la sociedad para darle respuesta. Estas competencias son especialmente valoradas por el Tercer
Sector, el cual se encuentra en proceso de transformación y frente a grandes retos como consecuencia de una
situación económica social bastante delicada. Las nuevas tendencias que la dinámica social ofrece requieren
generar espacios de análisis, reflexión y discusión sobre las implicaciones que tiene la profesión del Trabajo
Social, y supone una oportunidad para sus profesionales de erigirse como coprotagonistas del cambio
dinámico de la acción social.

5. LECTURAS RECOMENDADAS

5.1. Texto
...Aplicar estas tentativas de identificación de tendencias a esta parcela de la realidad social que representa
el tercer sector es si cabe más arduo aún, dado que no resulta una entidad acabada y perfecta, que delinee,
hoy mismo, una identidad reconocible. En tanto que realidad en proceso de construcción, de límites difusos
en el presente, las declaraciones sobre su futuro, son más que dudosas. Pero no nos arredremos ante
tamañas dificultades y aventuremos, partiendo de la experiencia adquirida, algunas afirmaciones a título
prospectivo. Precisamente, una de las cuestiones que más se van a agudizar en los próximos años es el del
incierto estatuto del tercer sector. Cada vez más, la nota de indiferenciación respecto del sector público y
del sector privado lucrativo, pesará sobre el tercer sector. La necesidad de eficacia, de gestión óptima, de
profesionalización, llevará a que todas las formas de organización social, con independencia de su
naturaleza pública, privada o social, terminen pareciéndose, por lo que podremos vernos abocados a una
suerte de magma indistinguible, donde todos seamos uno y lo mismo. Esta pérdida de identidad por
asimilación a un entorno con mayor fuerza atractiva sería una de las primeras tendencias perceptibles en el
tercer sector. Conectado íntimamente con lo anterior, puede afirmarse que se producirá una cierta
confusión hacia el exterior, hacia la ciudadanía; cuando algo pierde o desdibuja sus trazos identitarios,
tiende a resultar confuso o al menos difuso. Habrá una merma de reconocimiento público del tercer sector,
en tanto que entidad reconocible por sí misma.
Habrá también una tensión interna expansiva entre vocaciones y estilos de gestión aparentemente
contrapuestos, cuando no contradictorios. Por una parte, está la inclinación, visible hoy día, hacia la
139
Tercer Sector e Intervención Social Tema 6

profesionalización de la gestión, pareja a un debilitamiento del carácter voluntario de estas organizaciones.


Al tiempo, la vocación reivindicativa, de denuncia de situaciones ingratas y de demanda de transformación
social, originaria en muchas de las organizaciones del tercer sector, cederá ante la vocación gestora, de
gestión y prestación de servicios, que se impondrá paulatina pero firmemente. Esto creará -las está creando
ya- tensiones en el seno de las propia entidades sociales, que se debatirán, a veces estérilmente, entre una u
otra vocación.
... La precariedad institucional que viviremos en los próximos años y de la que no escapará un sector ya de
por sí frágil como el no lucrativo, inducirá, es de esperar, a las organizaciones de esta clase a ensayar
formas inéditas de alianza. Se abrirá la necesidad de constituir frentes sociales amplios, intersectores, como
medio de reforzar una debilidad o al menos una sensación extendida de debilidad. La madurez de este tejido
social llevará a la generación de estructuras de segundo y tercer grado, que tratarán de conferir cohesión a
una malla informe y dispersa.
... En general, en el futuro más o menos inmediato, el tercer sector sufrirá una pérdida de valor percibido
por parte de la sociedad, producto de la confusión respecto de una identidad cambiante, que hará necesario
la reinvención de modelos. Habrá que echar mano de la creatividad para fraguar nuevas formas de
organización que estén a la altura de los tiempos y de sus ingentes desafíos"
Pérez Bueno, L.C. (2008): Hacia dónde va el Tercer Sector?. Artículo de opinión publicado por el CERMI el
20 de octubre de 2008. http://www.cermi.es.

5.2. Lectura recomendada


Observatorio del Tercer Sector. (2008): La crisis y el Tercer Sector: Una oportunidad para la transformación
social. Una visión a partir del Consejo Asesor de Investigaciones del Observatorio del Tercer Sector (OTS).
Colección Debates del OTS № 9, Barcelona.

5.3. Bibliografía recomendada


Acuiar Fernández, F. x. (2006): Tercer Sector: análisis, desafíos y competencias desde el Trabajo Social.
Revista Acciones e Investigaciones Sociales № Extra 1, Universidad de Zaragoza.
Alonso Seco, J.M. y Gonzalo González, B. (2000): La asistencia social y los servicios sociales en España.
Boletín Oficial del Estado y Estudios Jurídicos 8, Madrid.

6. EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN
Explica la situación profesional de los Trabajadores Sociales en el Tercer Sector y menciona algunas
medidas para conseguir un mejor desarrollo profesional.
Enuncia los ámbitos en los que puede intervenir los Trabajadores Sociales en el Tercer Sector.
Describe las áreas profesionales en la que los Trabajadores Sociales pueden ejercer sus funciones de
intervención.
Analiza el actual contexto económico social e identifica las posibles actuaciones del Trabajador Social.

7. RESUMEN
Este capítulo analiza el papel que cumplen los Trabajadores Sociales en el Tercer Sector. Previamente,
realiza algunas consideraciones sobre la ubicación del Tercer Sector dentro del entramado social y las
principales dimensiones que lo conforman, y la gestión de los recursos humanos dentro del sector. Examina
la situación actual de los profesionales del Trabajo Social en el ámbito de las organizaciones no lucrativas;
describe sus ámbitos de intervención tanto en el marco del Tercer Sector como en organizaciones afines al
mismo; explora las áreas profesionales en la que los Trabajadores Sociales pueden ejercer sus funciones de
intervención; refiere las competencias demandadas por el Tercer Sector y los roles de trabajo que con ellas
implícitamente se potencian; por último, descubre algunas formas de actuación del Trabajador Social como
palanca dinamizadora del proceso de transformación de la acción social.
140
Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

CAPÍTULO VII: LOS RETOS DEL TERCER SECTOR. UNA PERSPECTIVA DESDE EL TRABAJO
SOCIAL: LA INTERVENCIÓN SOCIAL EN EL SIGLO XXI
Por Rafael de Lorenzo y Antonio López Peláez
Objetivos
Comprender los desafíos a los que debe hacer frente el Tercer Sector ante la complejidad del contexto actual
de crisis
Conocer algunos de las características más relevantes en nuestras sociedades contemporáneas
Comprender la importancia del enfoque científico en la disciplina del Trabajo Social, y en la profesión de
trabajador social
Analizar algunas características básicas de las entidades no lucrativas en cuanto organizaciones

Conceptos
Representatividad del Tercer Sector, Entidades no lucrativas, Tercer Sector, Voluntariado, Ciudadanía

1. INTRODUCCIÓN:
En el contexto actual de crisis, el Tercer Sector debe hacer frente a nuevas y complejas situaciones de
desigualdad y pobreza, buscando alternativas para adaptar sus políticas y sus servicios a las necesidades que
se presentan. La dificultad para acceder a la financiación pública, la recesión económica que afecta a las
empresas, el desmantelamiento del Estado de Bienestar, el drama del desempleo y el drástico descenso del
nivel de vida de las economías familiares, sin duda, tienen una determinante repercusión e incidencia en las
medidas y estrategias que el sector deberá adoptar.
Para tales fines, la intervención de la figura del Trabajador social debe ser considerada de inestimable valor.
La capacidad crítica y la orientación a la acción resultan competencias válidas e indispensables para hacer
frente a los desafíos que se proyectan en nuestro escenario cotidiano.
A continuación, se aborda el presente capítulo dividiéndolo en dos bloques temáticos:
• en el epígrafe segundo, Rafael de Lorenzo analizará los retos a los que debe hacer frente el Tercer
Sector, dentro de un contexto de crisis económica y social;
• en el epígrafe tercero, Antonio López hará hincapié en los desafíos que tiene que afrontar el Trabajo
Social en el siglo XXI, teniendo en cuenta que los trabajadores sociales, en su doble condición de
profesionales y de ciudadanos, pueden participar en el diseño y puesta en marcha de actividades para
avanzar hacia un modelo de sociedad inclusiva, ajustada a las demandas y necesidades de toda la
ciudadanía.

2. LOS RETOS DEL TERCER SECTOR

2.1. El contexto: la crisis económica y de empleo


La actual crisis económica se ha presentado ataviada con el peor disfraz, el que más asusta: el drama del
paro. En España, la rápida e intensa destrucción de empleo en estos últimos años ha propiciado que en el
tercer trimestre del 2011 contemos con una tasa de paro del 21,5 por ciento. Con casi 5 millones de parados
que se suman a la situación de pobreza de determinados sectores de España, el panorama general resulta
desolador. La OCDE pronostica una recesión de larga duración para España y estima que la salida de la
misma le supondrá un mayor tiempo que al resto de los países desarrollados, previendo que la tasa de
desempleo alcanzará el 22,9% en 2012 y descenderá ligeramente al 22,7% en 2013.
Es difícil hacer predicciones de a qué velocidad saldremos de la crisis, pero parece razonable pensar que
España deberá, por un lado, apostar por generar trabajo, para ocupar una parte importante del empleo que se
ha destruido, teniendo en cuenta que debería hacerlo cambiando también el modelo económico. Las
previsiones de la OIT estiman que España necesitará entre 6 y 8 años para recuperar el empleo de forma
global.
141
Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

Sin perjuicio del tiempo empleado, es seguro que la creación de empleo debería situarse en el centro de las
estrategias económicas nacionales, acompañando las políticas de medidas sociales para proteger a las
personas que han resultado más perjudicadas en este periodo.

2.2. Los grandes perdedores de la crisis


La crisis de empleo embiste con toda su furia a quienes menos tienen. Los grandes perdedores de esta crisis
son las personas que ya se encontraban en situación de exclusión social y los llamados «nuevos pobres», que
son quienes se han quedado sin empleo y no cuentan con medios de vida para satisfacer sus necesidades
vitales y las de su familia.
Las principales víctimas de la crisis de empleo son: las familias monoparentales, los jóvenes, las personas
con discapacidad, sobre todo aquellos con baja cualificación laboral, las familias numerosas y las familias
inmigrantes, sobre todo si no cuentan con la documentación de residencia legal.
Sin duda, la cara más amarga de los datos del paro corresponde al número de hogares donde no trabaja
nadie. Según los datos de la Encuesta de Población Activa, en el segundo trimestre de 2009 había 1.119.600
familias con todos sus miembros activos sin empleo.
Se estima que antes de la crisis ya había más de 560.000 hogares en situación de pobreza extrema y otros
250.000 hogares en situación de pobreza moderada pero en riesgo de exclusión social.
Según Laparra y Ayala, estos grupos de familias son los que deberían ser el objetivo prioritario de las
políticas sociales del Estado. Para fundamentar su opinión, acaban de elaborar una propuesta con el título:
«El sistema de garantía de ingresos mínimos en España y la respuesta urgente que requiere la crisis
social», para impulsar una reforma profunda del sistema público de rentas mínimas. De esa manera, España
dejaría de pertenecer al reducido grupo de países de la Unión Europea que no cuentan con dispositivos
homogéneos de rentas mínimas que cubren el riesgo de insuficiencia de ingresos de los sectores de
población que han agotado el derecho a otras prestaciones.
En efecto, si se quiere mantener un nivel de cohesión social siguiendo el modelo social europeo se deberá,
con máxima urgencia, revisar las políticas sociales para establecer las prestaciones básicas suficientes para
proteger a la población de las situaciones de precariedad extrema. (Laparra y Ayala, 2009).

2.3. El impacto de la crisis en el Tercer Sector


La crisis actual impacta en el Tercer Sector evidenciando las siguientes peculiaridades:
- Aumento de las necesidades sociales y colapso de los servicios sociales públicos: según el informe
de Caritas: «Caritas ante la crisis. VI Informe sobre las demandas atendidas a través de la red
confederal de Acogida y Atención Primaria» del 2011, la entidad atendió en 2010 un total de
950.000 personas a causa del impacto de la crisis. Cifra que supone un incremento de más del doble
de usuarios de los Servicios de Acogida y Atención primaria de todo el Estado, con respecto al 2007.
La mayoría de las demandas de ayuda de emergencia han sido para afrontar necesidades básicas,
como alimentación, vivienda y gastos sanitarios. Asimismo, Caritas ha alertado sobre la falta de
respuesta que están dando los servicios sociales públicos a los efectos de la crisis. En efecto, el 67
por ciento de las personas atendidas por Caritas a través de los servicios de acogida llegan derivadas
desde esos servicios sociales. Este fenómeno responde a la escasez de recursos de las
Administraciones públicas, a l¿ dureza de los criterios vigentes para acceder a esas ayudas públicas o
a la excesiva lentitud en las respuestas a las solicitudes de los demandantes. La entidad denuncia que
los servicios sociales no cubren de forma universal las situaciones de precariedad y reclama un pacto
de Estado para dotar de manera urgente a esos servicios de los recursos económicos necesarios,
puesto que no deja de ser una responsabilidad del Estado.

142
Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

- Reducción presupuestaria de las administraciones públicas y retraso en los pagos. Ello acarrea
problemas financieros y de sostenibilidad. Ante la falta de liquidez, muchas entidades sociales
tropiezan con impedimentos para acceder al crédito bancario.
- Efectos perjudiciales en las empresas sociales. Las empresas de la Economía social, como las
empresas de inserción y los centros especiales de empleo, que dependen de la actividad productiva
también se ven seriamente afectadas por la crisis, sobre todo quienes trabajan en el sector de la
subcontratación.
- La reducción de otros ingresos provenientes de las empresas y la ciudadanía: la crisis en las
economías familiares y en las empresas se evidencia en la reducción del dinero que aportan a las
iniciativas sociales.

2.4. Los retos del Tercer Sector: la oportunidad ante la crisis


La palabra crisis se representa en el idioma chino con dos ideogramas: uno significa «peligro» (wei) y el otro
«oportunidad» (ji). Interpretar una dificultad como un desafío, como una oportunidad de superarla, es la
opción inteligente a la contraria: sencillamente dejarse vencer ante la situación de riesgo. Y las ONG saben
de trabajar con las circunstancias en contra, saben de perseverar e insistir para salir adelante. Los valores de
esfuerzo, solidaridad y superación, sumados a la profesionalización del sector, comienzan a ser reconocidos
como las competencias necesarias para la recuperación y «renovación» en tiempos de crisis. Bajo el
estandarte de la esperanza, se sortean mejor las dificultades y se abre la posibilidad de hallar alternativas
creativas, innovadoras, a situaciones que parecían inviables.
Para contrarrestar las dificultades actuales, el Tercer Sector debe asumir retos con los que va a resultar
fortalecido. Los retos son:
a) Mejorar las relaciones con el poder político. Las organizaciones solidarias deben mantener una línea
de máxima colaboración y cooperación con los poderes públicos y las Administraciones Públicas,
cualquiera que sea su orientación política, siempre al servicio de una estrategia social solidaria. La
mera reivindicación debe sustituirse, o mejor, complementarse con una actitud constructiva de
elaboración de propuestas realistas, imaginativas y avanzadas que impliquen una capacidad
prepositiva con rigor y con ambición razonable, que se debe combinar, asimismo, con una actitud de
corresponsabilidad en la definición de las políticas sociales.
No se debe caer en la trampa de pensar que se es más independiente porque se perciban menos
recursos del sector público. Antes bien, al sector público hay que exigirle que establezca los marcos
legislativos, los escenarios presupuestarios adecuados, los mecanismos de gestión mixta, los
estándares de calidad y los procedimientos de control de calidad. Debemos persistir en la línea de
requerir los recursos necesarios a través de la adecuada política racional de subvenciones o el
establecimiento de los incentivos fiscales, que se apoye decididamente a las actuaciones del Tercer
Sector, sin complejos, sin temores injustificados. Al contrario, el poder público debe apoyar al sector
social desde la racionalidad y responsabilidad social y en un clima de confianza y cooperación.
b) Mejorar las relaciones con los mercados. Tampoco se puede adoptar una actitud de excesiva
prevención o purista con los mercados, pues la línea del Sector Solidario debe ser de cooperación
con todo aquel operador que esté dispuesto a hacerlo y con el que exista un razonable grado de
sintonía en la misión social. No hay que olvidar que muchas de las entidades no lucrativas son
creadas y en cierto modo dependen de las empresas, y que incluso las mismas entidades no lucrativas
crean entes empresariales como instrumentos operativos para desarrollar algunas de sus actividades
de contenido económico. Además, a través del mecenazgo, las entidades no lucrativas pueden y
deben percibir cifras cada vez más significativas a través de las donaciones, de los convenios de
colaboración, etc. Incluso se debe aprovechar el intercambio para que asuman verdaderamente la
política de responsabilidad social, para que no sea un simple discurso estratégico sino que se
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

materialice en realidades tangibles. De hecho, las entidades no lucrativas, con su acervo social, se
erigen como el medio adecuado para encauzar los esfuerzos derivados de una dimensión empresarial
que es además ética y socialmente responsable.
c) Avanzar en la eficacia de captar fondos. Se levantan voces que alertan sobre el riesgo de
mercantilización excesiva de las entidades no lucrativas. En primer lugar, hay que diferenciar entre
lo que es el fin de lucro de las entidades (entendido como un ánimo o intención de aplicar los
beneficios para fines de interés particular) y el concepto de beneficio. Si se pretende que cualquier
organización, y las entidades no lucrativas son fundamentalmente organizaciones, cumpla sus fines,
es preciso asegurar la viabilidad para la continuidad de futuro de la organización. El beneficio, que
debe también ser perseguido como un criterio del buen gestor social, es un resultante positivo de
explotación, sin el cual no hay robustez financiera posible que, sin acudir sistemáticamente al
endeudamiento, permita el desarrollo normal y estable de las actividades y fines de las
organizaciones sociales y el afrontar cada vez objetivos más ambiciosos, pero desde el rigor y la
solidez económica. Desde este punto de vista hay que abandonar los viejos complejos sobre el
carácter lucrativo o no lucrativo. Una organización solidaria por su propia naturaleza no será
lucrativa en la medida e-la que todos los excedentes de explotación que consiga los reinvierta en
fines de interés general y en el cumplimiento de su misión social. A diferencia de las entidades
mercantiles que persiguen la optimización del beneficio a favor del accionista o del inversor. He aquí
la frontera entre ambos tipos de organizaciones.
Las organizaciones sociales pueden y deben utilizar herramientas empresariales para el
cumplimiento de sus fines sociales, siempre que los mismos estén al servicio de la misión de la
entidad. En ningún caso debe permitirse que el instrumento operativo acabe apoderándose y
subordinando los fines sociales, echando por tierra la cultura y los valores de la entidad.
Es lógico que las organizaciones sociales utilicen como una de sus vías de financiación la percepción
de precios o compensación de costes económicos de sus servicios, siempre que ello no sea un factor
de discriminación en función de la capacidad de renta real, ni que la organización de actividades a
precio, por su mayor rentabilidad, acaben convirtiéndose en la prioridad de la organización social,
abandonando las no rentables y, por tanto, descuidando segmentos de personas que quedarían
excluidas de sus servicios. En efecto, el comportamiento contrario, estaría reñido con los valores
solidarios que deberían regir su actuación. La pérdida de legitimidad y credibilidad de las entidades
sociales van asociadas al abandono de los valores que conforman su identidad.
d) Búsqueda de equilibrio entre el compromiso personal y la gestión profesionalizada. Es cierto que
nuestras organizaciones necesitan de un mayor esfuerzo de formación y de profesional ¡dad de
nuestros gestores y administradores, adoptando las técnicas del management, como si de cualquier
otro tipo de organización eficiente se tratara. Pero hay que tener especial cuidado, pues un
movimiento pendular hacia una excesiva profesionalización puede llevar a una pérdida del
compromiso personal con la misión de la entidad y a una despersonalización de los objetivos
sociales. Desde el momento en que a un gestor le resulte irrelevante el prestar sus servicios en una
organización social o en cualquier otra empresa del mercado, habremos entrado en un terreno
peligroso, en el que, «la cabeza» habrá sometido «al corazón», y este sometimiento, en sí mismo,
supondrá la pérdida «de la cabeza social».
Asimismo, un enfoque basado en la aplicación excesiva de procedimientos y métodos pueda llevar a
una burocratización exagerada, con la consiguiente pérdida de frescura, de capacidad de innovación
y de atención cálida a las necesidades de las personas.
e) Superar la preocupación por la independencia. La mayor parte de la doctrina coincide en que la no
dependencia de los demás sectores es un factor sustancial de las organizaciones solidarias.

144
Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

Consideramos que es un concepto que hay que relativizar lo suficiente para que no se convierta en un
dogma limitador.
La interdependencia de los diferentes operadores de los mercados y de los mercados entre sí, la
estrecha conexión entre el poder económico y el poder político, sin saber con certeza cuál de los dos
se encuentra en posición de referencia, la internacionalización de la economía y la globalización de
todos los procesos, debe favorecer una reflexión hacia la matización de un concepto que aparentaba
ser absoluto.
De hecho, en la práctica siempre hay un grado significativo de dependencia respecto de algo o de
alguien. Es cierto que el límite debemos fijarlo en el punto en que la organización solidaria no esté
sometida al mandato o dictamen de una tercera instancia ajena a sus órganos soberanos. Pero siempre
habrá un cierto grado de dependencia con las Administraciones Públicas, debido a los programas de
cooperación y a los recursos que se obtienen del Erario público. No es menos cierto que no se puede
depender de las decisiones que adopten las grandes corporaciones empresariales, pero ello no obsta a
que se entablen relaciones con los mercados de forma transparente y sin comprometer la misión
social. Tampoco se debería depender de organizaciones de sesgo ideológico, político o religioso,
puesto que cada entidad social debe ser fiel a sus propios valores y principios, salvo en el caso de que
haya una total identificación ideológica, política o religiosa.
f) Avanzar en la diversificación de las fuentes y en la sostenibilidad financiera. Sin recursos adecuados
y suficientes no es posible afrontar ningún tipo de política ni programa social. Por ello, la
financiación es la clave de bóveda del funcionamiento y del futuro de las organizaciones solidarias.
Debemos situar la tendencia de lo deseable, siendo conscientes de su dificultad, en una financiación
mixta o combinada proveniente de diferentes fuentes. Al sector público debemos reclamarle el
establecimiento de marcos legislativos adecuados, pero también las transferencias de recursos al
sector solidario, a través de subvenciones y ayudas, de acuerdos y conciertos, de cláusulas sociales
preferentes en la contratación pública, en la búsqueda de modalidades de gestión de servicios
públicos o de interés general desde soluciones organizativas dadas por las organizaciones sociales, y,
en fin, en la fijación de un marco fiscal lo más favorable posible para estas entidades, así como en el
establecimiento de un sistema de incentivos a la participación privada en fines de interés general
(mecenazgo), que sea proporcionado, razonable y realmente incentiva-dor de la generosidad privada,
compartida con la generosidad fiscal pública.
A las empresas debemos seguir pidiéndoles sus aportaciones a través del mecenazgo y sus diferentes
modalidades, la canalización de recursos derivados de su nueva estrategia de responsabilidad social,
pero también la articulación de mecanismos de colaboración gerencial y empresarial en proyectos de
gestión mixta privada/iniciativa social en diversidad de proyectos y de campos relacionados con la
satisfacción de necesidades sociales. La transferencia de tecnología, de capacidad forma-tiva y de
capital humano desde las empresas a las organizaciones sociales puede ser una contribución
cualitativamente relevante.
Pero la financiación desde el sector privado no debe concentrarse en el mundo empresarial, sino que
hay que buscar mecanismos, siempre que exista un escenario fiscal suficientemente atractivo, que
canalice recursos y aportaciones de las personas físicas y de las familias a favor de las
organizaciones solidarias, articulándose los mecanismos de garantía en la aplicación finalista de
dichos recursos a través de una política transparente en lo informativo y rigurosa en la aplicación de
los fondos.
Y, finalmente, hay que avanzar considerablemente en la línea de obtención de recursos propios
derivados de la realización de actividades económicas directas de las propias organizaciones
solidarias. El percibo de ingresos como prestación de los servicios que prestan, en determinadas
condiciones; la realización de actividades económicas y empresariales por las organizaciones
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

solidarias; la intervención en fórmulas empresariales de gestión e iniciativas que respondan a


necesidades sociales y emergentes (servicios de proximidad, residencias, protección por
dependencia, etc.), son algunos de los orígenes de los fondos que, tendencialmente, deben tener cada
vez un mayor peso relativo en la financiación de nuestras organizaciones.
g) El gran reto: la unidad de acción. Sin duda, el gran reto de futuro para el sector solidario y sus
organizaciones está en la capacidad que tengan de adaptarse a las nuevas realidades y entornos
basados en la eficiencia, la operatividad de escala, las alianzas y la verdadera capacidad de influencia
ante terceros, especialmente ante el poder político y económico. Tema que será tratado con mayor
profundidad en el presente capítulo.

2.5. Las fortalezas del Tercer Sector


Para asumir los retos planteados, el sector social debe confiar en sus fortalezas. Entre ellas se destacan las
siguientes:
• Su experiencia de trabajo en una sociedad democrática para que los grupos en que los individuos se
integran, se desarrollen y potencien para cubrir el objetivo de un tejido asociativo fuerte y
cohesionado que robustezca la democracia de fondo, como medio, y la dignidad de la persona, como
finalidad.
• La gran fuerza innovadora y creativa para abrir contextos cerrados, rígidos o meramente continuistas.
• La capacidad para dar respuesta a situaciones emergentes y la flexibilidad y adaptación a los
cambios.
• La calidad del servicio en función de las personas y de la mejor satisfacción de sus necesidades. La
empatia es una gran capacidad que el sector ha desarrollado.
• La motivación y el compromiso, como factores de identidad y de enorme fortaleza del Sector
Solidario.
• La capacidad de integración social para generar soluciones eficientes, pero con clara orientación
social, que hagan cada vez más compatibles los principios de competitividad y solidaridad. Generar
cohesión social es contribuir al desarrollo humano y a la consolidación de la democracia material.

2.5.1. La responsabilidad social: una contribución al desarrollo sostenible


En la actualidad, se detecta un creciente interés en las organizaciones por dar respuesta a ciertas demandas
de la sociedad, en relación con los comportamientos éticos, sociales, laborales, medioambientales y de
respeto de los derechos humanos. Las razones son varias. Por un lado, las organizaciones quieren cada vez
más diferenciarse por su respeto y compromiso con los aspectos éticos, sociales, laborales,
medioambientales y de respeto de los derechos humanos tanto a escala nacional, como en sus actuaciones a
escala internacional. Por otro lado, los inversores quieren conocer tal compromiso en las organizaciones en
las que invierten su dinero. Sobre todo, porque la globalización de la economía ha puesto de manifiesto
efectos perversos en la expansión de las actividades de las empresas y en su deslocalización, respecto de los
sistemas de regulación y control a los que venían siendo sometidas en el pasado.
La responsabilidad social de la empresa significa la integración en su gobierno y gestión, en su estrategia,
políticas y procedimientos, de las preocupaciones sociales, laborales, medioambientales y de respeto a los
derechos humanos que surgen de la relación y el diálogo transparentes con sus grupos de interés,
responsabilizándose así de las consecuencias y los impactos que se derivan de sus acciones. Es una forma de
gestión cuyo objetivo es hacer bien las cosas para todos (accionistas, empleados, clientes, proveedores,
sociedad en general). La empresa debe generar valor social, económico y medioambiental. La sostenibilidad
como fin y la responsabilidad social corporativas como medio.
La visión de la empresa ya no es entendida del modo tradicional, simplemente interesada en optimizar su
rentabilidad para satisfacer a sus accionistas, sino como una institución social con derechos y obligaciones,
146
Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

articulada como un nexo de relaciones de confianza mantenidas a largo plazo con todos sus grupos de
interés (stake-holders). Posee tanto capital social como capital relacional. Asimismo, existe la postura de que
la responsabilidad social debería estar reservada para aquellas empresas que están en condiciones de asumir
de forma creíble el bienestar de los interesados como un fin en sí mismo.
En julio de 2001, la Comisión Europea presentó el Libro Verde: Promover un marco europeo para la
responsabilidad social de las empresas, incidiendo en que los comportamientos empresariales deben ir
encaminados a obtener no sólo beneficios empresariales, sino también consideraciones sociales y
medioambientales, para asegurar el bienestar de los ciudadanos.
Asimismo, el Consejo Europeo de Lisboa (23 y 24 de marzo 2000) en su Conclusión 39 ya había expresado:
«El Consejo Europeo hace un llamamiento especial al sentido de responsabilidad social de las empresas con
respecto a las prácticas idóneas en relación con la formación continua, la organización del trabajo, la
igualdad de oportunidades, la integración social y el desarrollo sostenible.»
En julio de 2000, se puso oficialmente en marcha el Pacto Mundial sobre Responsabilidad Social auspiciado
por Naciones Unidas. Las adhesiones al Pacto Mundial son de carácter voluntario y está destinado a servir
como marco general para fomentar la colaboración entre los diferentes actores sociales y la responsabilidad
social, mediante el liderazgo empresarial comprometido y creativo. Asimismo, el Pacto hace un llamamiento
a las empresas para que adopten nueve principios universales en los ámbitos de los derechos humanos, las
normas laborales y el medio ambiente. El Pacto agrupa a empresas, organizaciones de las Naciones Unidas,
asociaciones de trabajadores, entidades sin ánimo de lucro, entre otras. Su objetivo, según Koffi Annan, es
contribuir a la adopción de unos valores y principios que den un rostro humano al mercado.
Hoy en día, quizás de una forma más natural, se entiende que para conseguir un mundo sostenible se
necesita de la contribución y colaboración entre todos los sectores de la sociedad. En particular, en el
diálogo entre las ONG y las empresas, se está avanzando en este sentido para pasar de un modelo de relación
tradicionalmente reactivo y de confrontación a uno proactivo y de colaboración, más acorde con los tiempos
actuales.
Ahora bien, la sociedad valora el paradigma de empresa responsable y sostenible pero ¿qué se entiende
exactamente por «empresa responsable y sostenible»? «Tras esta idea subyace la necesidad de ampliar la
visión tradicional de la empresa, cuya única responsabilidad era servir a los intereses de sus accionistas
maximizando los beneficios económicos (Friedman, 1970). Así pasan a formar parte de la gestión de la
empresa un conjunto de intereses más amplios, incluidos los sociales y medioambientales.» Los cinco
principios que propone la RACEF (2007) pueden servir como ejemplo de esta visión más amplia de lo que
significa gestionar una empresa responsable y sostenible, a saber:
• Apertura y sensibilidad hacia el entorno: La forma de concretar esta apertura es mantener un diálogo
auténtico con los diferentes grupos de interés.
• Sentido de comunidad: implica la construcción de una visión común y la adopción de unos
compartidos.
• Capacidad innovadora. La innovación se considera una condición necesaria para la perdurabilidad y
sostenibilidad de la propia empresa.
• Consideración a largo plazo. Se trata de conseguir relaciones de colaboración basadas en la
confianza con los grupos de interés. Este tipo de relaciones produce sinergias favorables.
• Creación de valor. El propósito de la empresa responsable y sostenible es perdurar en el tiempo. De
este modo, decide crear valor para sí misma y para su entorno. Esta concepción amplía la visión
tradicional de la empresa, cuyo propósito consiste únicamente en crear valor para sus accionistas.
En cambio, Lozano (2008) propone tres dimensiones para comprender la naturaleza de la empresa
responsable y sostenible:
1) el contenido, que se refiere a la integración de los aspectos económicos, sociales y medioambientales
en las estrategias y los procesos de decisión de la empresa.
147
Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

2) la estructura, que postula un enfoque relacional de la gestión de la empresa con todos sus grupos de
interés.
3) el proceso, que debe basarse en la innovación y el aprendizaje, aspectos que conforman el propósito
último de la empresa.

2.5.2. El problema de la financiación del Tercer Sector


En momentos de crisis, se hace aún más necesaria la diversificación de las fuentes de ingresos por parte de
las organizaciones no lucrativas por una mera cuestión de supervivencia y sostenibilidad a largo plazo. De
hecho, en épocas de recesión la tendencia es el recorte de gastos y este comportamiento de todos los agentes
económicos termina repercutiendo de forma perjudicial en la solvencia de las entidades no lucrativas.
Básicamente, son tres las fuentes de recursos con las que la entidades pueden contar, según su procedencia:
- Los recursos públicos, es decir, los que recibe en concepto de subvenciones, concursos, convenios,
conciertos, etc. La procedencia de tales recursos económicos es de la Unión Europea, el propio
Estado a través del Ministerio del Trabajo e Inmigración (MTIN), del Ministerio de Asuntos
Exteriores y Cooperación (MAEC), del Ministerio de Medio Ambiente, u otros Ministerios, o desde
el gobierno descentralizado (las CC.AA., Ayuntamientos y Municipalidades).
- Los recursos privados, es decir, los que recibe de las empresas, otras ONG o ciudadanos.
- Los recursos propios, es decir, los generados por la propia ONG con la cuota de los socios,
retribución por servicios o actividades económicas.
La independencia financiera debe pasar de aspiración a ser una realidad de las entidades no lucrativas en
momentos de coyuntura económica para que su proyecto social pueda continuar siendo viable. Si dependiera
de las subvenciones del Estado y el mismo decidiera favorecer la reducción de su déficit financiero,
seguramente el recorte del gasto social, consecuencia de la política económica del gobierno, redundaría en
desmedro de aquella entidad que espera conseguir la subvención que le permitió funcionar el año anterior.
Lo mismo podría suceder con las políticas de patrocinios y mecenazgos de las empresas, que ante una
perspectiva de falta de liquidez, pueden decidir eliminar la inversión social que realizaban hasta el momento.
Sin olvidar el caso de las economías familiares, en las que las crisis ha mermado notablemente sus ingresos
mensuales y ello puede incidir también en la contribución por pago de cuotas o donaciones a entidades no
lucrativas.
No obstante la necesidad de diversificar las fuentes de financiación, las dificultades son notorias. Fresno
señala dos tipos de dificultades para acceder a los recursos económicos: la primera de índole estructural,
previa a la crisis económica actual, y la segunda directamente efecto de la crisis. A saber:
1) Problemas estructurales de financiación del Tercer Sector:
• La Administración pública no distingue entre acciones de fomento y de garantía pública y, por lo
general, se caracteriza por el corto plazo y la orientación al control del gasto sin evaluar procesos ni
resultados.
• La legislación fiscal no se adecúa a la realidad del sector no lucrativo: el impuesto al valor añadido
(IVA) ocasiona una carga impositiva no recuperable para la mayoría de las entidades.
• La invasión por el sector empresarial de áreas que eran exclusivas de las entidades no lucrativas
proveedoras de servicios está generando un nivel de competencia y presión para el que no están
preparadas. La falta de coordinación y alianzas intersectoriales agrava el problema.
• Falta de un plan serio que aborde los problemas de financiación y que promueva el fortalecimiento,
el desarrollo y la estabilidad adecuada del sector no lucrativo en el sentido financiero.
2) Problemas de financiación ocasionados por la crisis:
• El retraso de las administraciones públicas en pagar y la dificultad para poder acceder al crédito
bancario para obtener liquidez.

148
Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

• El recorte de las partidas de gasto social por parte de las administraciones públicas. Esta
circunstancia afecta sobre todo a las entidades que recurren a subvenciones y convenios para su
sustento.
• La disminución de los ingresos provenientes del sector privado y de las economías familiares.
• El ámbito fundacional puede verse afectado por el descenso de ingresos generados por el propio
patrimonio o por el de la empresa fundadora (caso de fundaciones de empresa).
• La contracción de la demanda en el sector laboral y la presión de la competencia pueden afectar a las
entidades que ejercen sus actividades en el mercado, como los centros especiales de empleo, las
empresas de inserción, las cooperativas, entre otras.

2.5.3. La unidad de acción y la organización articulada del Tercer Sector


En la actualidad, es de vital importancia que las organizaciones sociales se agrupen y acuerden alianzas para
conseguir el logro de una gran organización-paraguas que represente a la inmensa mayoría de las entidades
no lucrativas y, por tanto, consiga una verdadera capacidad de interlocución y de negociación ante las
instancias públicas y los poderes económicos. De hecho, frente a la criticada heterogeneidad y atomización
del Tercer Sector, ha llegado la hora de aunar esfuerzos y establecer alianzas para superar el impacto de la
crisis, en beneficio de la sociedad en general.
En tal dirección han sido dirigidos los esfuerzos de siete organizaciones del sector no lucrativo cuando han
creado la Plataforma del Tercer Sector el 20 de diciembre de 2011. La misma es reflejo del acuerdo de
voluntades entre siete organizaciones sociales, a saber: el Comité Español de representantes de personas con
discapacidad (CERMI), la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), Cruz Roja Española,
Caritas Española, la Plataforma de ONG de Acción Social (POAS), la Plataforma del Voluntariado de
España (PVE), la Red Europea de lucha contra la pobreza y la exclusión social en el estado español (EAPN-
ES).
De este modo, el 10 de enero de 2012 se ha celebrado la primera Asamblea General, compuesta por 74
miembros, pertenecientes a las organizaciones miembro de todos los territorios de España. En sus primeras
decisiones se ha procedido a nombrar a los órganos previstos en los estatutos, además de los siete cargos de
mayor responsabilidad, que han recaído en las siguientes personas:
- Presidente: Luciano Poyato Roca (Plataforma del Voluntariado de España).
- Vicepresidentes: Juan Lara Crevillén (Plataforma de ONG de Acción Social), Carlos Susías Rodado
(Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social EAPN-ES), Luis Cayo Pérez Bueno
(Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad CERMI), Fernando del Rosario
Romero (Cruz Roja Española) y Sebastián Mora Rosado (Caritas Española).
- Secretario General: Rafael de Lorenzo García (Organización Nacional de Ciegos Españoles ONCE).
En este sentido, los dirigentes de la Plataforma consideran que las ONG tienen que «profundizar en los
niveles de interlocución con los gobiernos, participar más activamente en la construcción y desarrollo de las
políticas públicas y definir un discurso común ante la sociedad para ser decisivas en su misión de cambio
social y mejora de la calidad de vida de las personas más vulnerables de la sociedad». Se pretende
rentabilizar las potencialidades de las entidades sociales, reforzar su cohesión interna y su capacidad de
interlocución, su imagen e influencia externa.
En otras palabras, la naciente Plataforma del Tercer Sector tiene la vocación de erigirse como un actor social
capaz de profundizar los niveles de interlocución con los gobiernos, participar más activamente en la
construcción y desarrollo de las políticas públicas y perfilar un discurso común de cara a la sociedad,
centrado en la promoción de todas las personas, la defensa de los derechos fundamentales, la solidaridad, el
valor del compromiso público y la denuncia de las injusticias y desigualdades.
Con dicho propósito, los objetivos de la Plataforma son: contribuir a armonizar e integrar el funcionamiento
de las plataformas y redes que existen actualmente, generando sinergias y cooperación entre las mismas;
149
Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

elevar el nivel de interlocución social del Tercer Sector, definiendo una agenda de temas clave para la
promoción de las personas para las que trabajan las entidades sociales, para el bienestar del conjunto de la
sociedad y para el propio desarrollo y consolidación de las entidades.
En definitiva, el Tercer Sector debe percibirse a sí mismo y posicionarse como un actor social esencial para
el desarrollo de una sociedad más justa en la que se de prioridad a: la defensa de los derechos de las
personas más vulnerables y la promoción de las personas en situación de exclusión, la promoción de la
ciudadanía activa y el desarrollo del compromiso cívico con la justicia y la solidaridad, la defensa de una
sociedad más igualitaria y de un modelo social en el que el crecimiento económico esté al servicio del
desarrollo de las personas, la promoción de la participación social activa de las personas vulnerables y de las
entidades a través de las que canalizan sus aspiraciones y reivindicaciones.
Ahora bien, la Plataforma del Tercer Sector está conformada por:
1) la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), es una Corporación de Derecho Público de
carácter social, que se rige por una normativa específica propia y cuyos fines sociales se dirigen a la
consecución de la autonomía personal y plena integración de las personas ciegas y con deficiencia
visual grave. Actualmente, junto con su Fundación ONCE y su Corporación Empresarial ONCE
(CEOSA), genera más de 115.000 empleos, directos e indirectos, y solventa de manera autónoma la
atención especializada que requieren las más de 70.000 personas ciegas y discapacitadas visuales
españolas a las que agrupa.
2) el Comité Español de representantes de personas con discapacidad (CERMI), es la plataforma de
representación, defensa y acción de la ciudadanía española con discapacidad. Agrupa a más de 6.000
asociaciones y entidades, que representan en su conjunto a los casi cuatro millones de personas con
discapacidad que hay en España, un 10% de la población total.
3) la Plataforma de ONC de Acción Social (POAS), es una organización no lucrativa, declarada de
utilidad pública privada, que trabaja para promover el pleno desarrollo de los derechos sociales y
civiles de los colectivos más vulnerables y desprotegidos de nuestro país y fortalecer el Tercer Sector
de Ámbito Social. Actualmente, está integrada por 25 organizaciones no lucrativas, federaciones y
redes estatales en las que trabajan para 11.000.000 usuarios y cuentan con 3.500.000 socios, 400.000
voluntarios y 91.000 trabajadores.
4) la Plataforma del Voluntariado de España (PVE), es una organización no gubernamental que
coordina la promoción y difusión del voluntariado y la acción solidaria a nivel estatal. Actualmente,
está integrada por 78 organizaciones de ámbito regional y local, así como por plataformas
autonómicas y provinciales que representan a unas 900.000 personas voluntarias de todo el país.
Declarada de utilidad pública, su labor es impulsar el voluntariado, promover el compromiso y la
participación social, además de sensibilizar a la ciudadanía. Forma parte del Consejo Estatal de
ONG, del Centro Europeo de Voluntariado (CEV) y del International Associaton for Volunteer
Effort (IAVE).
5) la Red Europea de lucha contra la pobreza y la exclusión social en el estado español (EAPN-ES), es
una coalición independiente de ONG y otros grupos involucrados en la lucha contra la pobreza y la
exclusión social en la Unión Europea. Fue creada en diciembre de 1990 por organizaciones que
trabajaban dentro de la Unión Europea con personas que viven en situación de pobreza y exclusión,
convirtiéndose en un órgano de consulta por parte del Consejo de Europa. Además, EAPN es socio
fundador de la Plataforma Europea de Acción Social. A nivel estatal, sus miembros son: la
Fundación Secretariado Gitano (FSG), Cruz Roja Española, Caritas, UÑAD, RAIS, FEAPS, CEAR,
CEPAIM, MPDL, Red Araña, COCEDER, ACCEM, Fundación Esplai.
6) Cruz Roja Española, es una organización humanitaria de carácter voluntario y de interés público, que
ha sido fundada en 1864 y se rige por los principios fundamentales de humanidad, imparcialidad,
neutralidad, independencia, voluntariado, unidad y universalidad.
150
Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

Su misión es estar cada vez más cerca de las personas vulnerables en los ámbitos nacional e
internacional a través de acciones de carácter preventivo, asistencial, rehabilitador y de desarrollo,
realizadas esencialmente por voluntarios.
7) Caritas Española, es la confederación oficial de las entidades de acción caritativa y social de la
Iglesia católica en España, instituida por la Conferencia Episcopal. Desarrolla una importante labor
de apoyo y promoción social a diversos grupos sociales en situación de precariedad y exclusión
social en nuestro país. Su compromiso social es apoyado por el trabajo gratuito de más de 65.000
personas voluntarias, que representan el 90 por ciento de los recursos humanos de la institución en
toda España.
Asimismo, merece destacarse la labor representativa de algunas entidades del Tercer Sector, que aunque no
formen parte de la Plataforma recientemente creada, pueden ser compañeras legítimas y necesarias para
establecer alianzas y coordinar estrategias de interlocución social. Entre ellas, se encuentran:
- La Asociación Española de Fundaciones (AEF) es una asociación privada declarada de utilidad
pública, de ámbito nacional, que agrupa a fundaciones españolas de las más diversas dimensiones,
finalidades y ámbitos de actuación (local, provincial, autonómico, nacional e internacional). Su
misión es trabajar en beneficio del conjunto del sector fundacional para promover su desarrollo y
fortalecimiento.
- La Coordinadora de Organizaciones no Gubernamentales para el Desarrollo-España (CONGDE) es
una organización sin ánimo de lucro, integrada por más de 100 organizaciones que tiene como
misión la coordinación e impulso del trabajo conjunto de las organizaciones y entidades miembro,
quienes comparten un código de conducta común, así como la prestación de asistencia y apoyo a sus
organizaciones y la representación de sus intereses y valores compartidos ante la sociedad, las
Administraciones públicas y otras instituciones y entidades externas a la Coordinadora (de
conformidad con el Artículo 5 de los Estatutos).
La CONGDE realiza las siguientes actividades:
• Provee a sus miembros asociados de una serie de servicios como boletines informativos, talleres y
cursos de formación.
• Mantiene canales de información y trabaja en red tanto en plataformas nacionales como
internacionales.
• Da especial relevancia al seguimiento de políticas, tanto a nivel estatal, autonómico y europeo.
• Pone en marcha campañas sociales como Pobreza Cero.
• Reflexiona sobre los retos del sector como la calidad, la transparencia y la dirección de personas.
• Informa sobre sus organizaciones miembros a través de los Informes anuales de la Coordinadora,
convirtiéndose este último en un material indispensable y transparente.
Por último, existe el Consejo Estatal de Organizaciones no Gubernamentales de Acción Social, que es un
órgano de carácter consultivo, adscrito a la Administración General del Estado a través del Ministerio del
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, que se constituye como lugar de encuentro,
asesoramiento, participación y diálogo entre el movimiento asociativo y la Administración General del
Estado. Su finalidad primordial es propiciar la participación de las organizaciones no lucrativas en la
elaboración de políticas sociales. Para cuyo propósito, el Consejo podrá asesorar y proponer medidas que se
realicen en favor de los grupos más vulnerables de nuestra sociedad.

2.5.4. La representatividad en la Economía Social


Desde una concepción integradora del Tercer Sector, que alberga tanto su faceta social (las organizaciones
no lucrativas) como su dimensión socioempresarial (las organizaciones de la Economía Social), como las
entidades singulares y las corporaciones sectoriales de base privada, nos encontramos ante un sector
heterogéneo cuyos componentes tienen más rasgos diferenciales que comunes.
151
Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

En nuestro país, han existido organizaciones que aglutinan y representan a las entidades de Economía
Social, desde hace muchos años. De hecho, las cooperativas han sido pioneras en aprender a organizarse
según su clasificación legal, más que por su actividad empresarial o sectorial, entendiendo el sector desde el
punto de vista económico. El nexo de unión de estas organizaciones está vinculado a la acción colectiva,
sistemática y ordenada para defender su particular forma de generación de riqueza y los valores de la
primacía de la persona por encima del capital y la democracia en la gestión.
Posteriormente, y siguiendo una filosofía semejante, se une al concepto de Economía Social, el mutualismo,
como fruto del esfuerzo colectivo de crear sistemas de protección social para determinados grupos sociales,
que, de otra manera, no los tendrían o los tendrían mermados. En este contexto nace la Confederación
Nacional de Entidades de Previsión Social, máximo ente representativo del mutualismo español.
Años más tarde, surge la figura de la Sociedad Laboral, apoyada en fundamentos teóricos similares. La
vocación de este tipo de empresas es potenciar desde el esfuerzo colectivo actividades económicas y
empresariales que, de otra forma, estarían avocadas al fracaso o tendrían una menor proyección temporal. La
Confederación Española de Sociedades Laborales, es el máximo representante en España de esta forma de
hacer empresas.
Recientemente, determinadas actividades emanadas de fundaciones y asociaciones se unen también al
concepto, en criterios similares de actuación económica y social, por perseguir el mismo objetivo de
construcción colectiva de la riqueza, teniendo como misión la generación de cohesión social.
En 1992, nace la Confederación Empresarial Española de la Economía Social (CEPES), con el propósito de
aglutinar y vertebrar en una sola voz lo que antes se hacía desde diversas voces. Es una organización
profesional, de carácter confederativo e intersectorial, independiente, de ámbito estatal, constituida para la
coordinación, representación, gestión, fomento y defensa de los intereses de sus miembros.
En la actualidad, los siguientes datos proporcionan una idea de su dimensión socio-económica: CEPES
representa el 10% del PIB, con una facturación de más de 86.000 millones de euros, la componen más de
44.600 empresas, ofrece más de 2.350.000 puestos de trabajo y tiene más de 12.000.000 de personas
asociadas.
Los objetivos de CEPES son:
• Fomentar y defender la Economía Social y los movimientos y sectores que la integran
• Incidir e influir en la constitución de las Políticas Públicas y en la legislación tanto a nivel estatal
como internacional.
• Propiciar el desarrollo económico del país como medio de lograr la estabilidad y el pluralismo en los
mercados económicos.
• Trasladar a la sociedad y al ámbito empresarial una forma de hacer empresa socialmente responsable
y con valores específicos.
• Expresar y defender los intereses comunes a las entidades asociadas ante la sociedad y la
Administración y ante las instituciones europeas e internacionales.
• Defender, manifestar, en sus aspectos comunes, los intereses de la Economía Social ante todas las
instancias, en los planos económicos, sociales, culturales o políticos del Estado y la Unión Europea.
• Estudiar todo tipo de problemas que se planteen con carácter genérico y común a todas las entidades
de Economía Social, acordar soluciones pertinentes y establecer las consiguientes líneas de actuación
conjunta.
• Establecer y facilitar los servicios de interés común o específicos que requieran las organizaciones de
la Economía Social.
• Promover el avance en los métodos y técnicas de gestión de empresa, particularmente mediante la
realización y difusión de la investigación y la organización y funcionamiento de los oportunos
medios de formación e información.

152
Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

Últimamente, la presencia de CEPES en el diálogo institucional estatal e internacional ha avanzado


notablemente en su papel de portavoz único, integrador y vertebrador de todas las organizaciones
confederadas.
De hecho, uno de los objetivos estratégicos de la organización es incrementar su presencia en los espacios
relevantes de interlocución, con el fin de incidir e influir en la construcción legislativa y las políticas
públicas en todos sus ámbitos.
En la actualidad, CEPES está compuesta por 29 miembros confederados. Entre los miembros de CEPES se
encuentran: el Comité Español de Representantes de Personas con discapacidad (CERMI), la Organización
Nacional de Ciegos de España (ONCE), la Confederación Española de Cooperativas de Trabajo Asociado
(COCETA), la Unión Española de Cooperativas de Enseñanza (UECOE), la Confederación Española de
Cooperativas de Consumidores y Usuarios(HISPACOOP), la Confederación Nacional de Entidades de
Previsión Social (CNEPS) y los grupos empresariales de la Economía Social, como la Corporación
Mondragón, la Unión de Detallistas Españoles (UNIDE), el GRUPO ASCES (Anecoop, Consum, Florida,
Intercoop y Grupo Sorolla) el Grupo Fundosa, el Grupo Atlantis, el Grupo Clade y la Fundación Espriu.

3. EL TRABAJO SOCIAL: LA INTERVENCIÓN SOCIAL EN EL SIGLO XXI


Como acabamos de ver en los capítulos anteriores, bajo la denominación Tercer Sector se engloban multitud
de actividades, de organizaciones, de trabajadores voluntarios y de trabajadores profesionalizados, que
encuentran en dichas organizaciones un ámbito para ejercer sus competencias, para insertarse laboralmente y
desarrollar su carrera profesional, y también para responder a un impulso de cooperación solidaria, presente
tanto en las personas como en el ideario de las organizaciones. Para un estudiante que está ya finalizando el
Grado en Trabajo Social, es relevante conocer el Tercer Sector. Podemos resaltar dos cuestiones:
En primer lugar, el dinamismo y la creatividad que se manifiestan en el ámbito del Tercer Sector nos remite
a las respuestas que la sociedad civil genera para responder a los problemas y oportunidades que afronta en
su existencia cotidiana. Es importante, por ello, analizar el contexto social en el que, frente a la crisis
económica y los debates sobre la financiación del Estado del Bienestar, nuevas y viejas necesidades generan
respuestas en la población.
En segundo lugar, es importante señalar los nuevos retos que tiene que afrontar el Trabajo Social en el siglo
XXI, respondiendo a las viejas y nuevas demandas de la ciudadanía y a las características de nuestro Estado
del Bienestar. En este sentido, muchos de los problemas que podemos observar se están afrontando desde
organizaciones que pertenecen al Tercer Sector, y que constituyen un nuevo yacimiento de empleo para los
trabajadores sociales.

3.1. Nuevos y viejos desafíos en las sociedades del siglo XXI:


En la segunda década del siglo XXI, las sociedades occidentales, y particularmente la española, están
inmersas en una severa crisis económica. Una crisis difícil de evaluar y, por lo tanto, como todo trabajador
social conoce, difícil de afrontar. A los efectos de la globalización y la interconexión del capital financiero a
nivel global (con el predominio de la economía financiera sobre la economía real), se une la pérdida de
centralidad de Europa en relación con las economías emergentes: China, India, Brasil, etc. La pérdida de
centralidad tiene consecuencias sobre nuestra capacidad de crecimiento, y también tiene consecuencias sobre
nuestros modelos de relación laboral, y nuestro Estado del Bienestar. Como señalaba Ulrich Beck hace más
de una década, las nuevas potencias emergentes, a la vez que buscan alcanzar el nivel de vida de los países
más desarrollados, exportan su modelo de relación laboral: más precariedad, más horas de trabajo, menos
seguridad, menor salario... Lo denominaba «la brasileñización de occidente», y no le falta razón. Sobre todo,
porque los intensos flujos inmigratorios han situado dentro de nuestros países ese modelo laboral. Uno de
los principales retos, por ejemplo, que nos señalan los trabajadores sociales que desempeñan su tarea en
mutuas de trabajo y accidentes laborales, tiene que ver con la diferente cultura de la prevención (si existe)
153
Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

que traen consigo muchos trabajadores, y a la que se debe hacer frente diseñando nuevos planes para la
formación en la prevención de riesgos laborales.
Estos procesos se desarrollan en sociedades democráticas, en las que los ciudadanos quieren participar en su
presente y en su futuro. En esta voluntad de participación se encuentra tanto el origen de la democracia
como tal, cuanto el motor que genera la multitud de proyectos que se desarrollan en el ámbito de lo que
denominamos el Tercer Sector. Frente al modelo de globalización, al modelo de participación política y al
modelo de Estado de Bienestar, en los que estamos inmersos, los ciudadanos pueden oponerse, organizarse
para publicitar sus opiniones e introducirlas en el debate público, y pueden también cooperar solidariamente
para impulsar actuaciones y crear organizaciones que les permitan alcanzar sus objetivos. No hay un único
modelo de desarrollo posible, un único modelo de asignación de recursos, ni un único modelo de mercado
de trabajo.
Los trabajadores sociales, en su doble condición de profesionales y de ciudadanos, pueden participar en el
diseño y puesta en marcha de actividades de voluntariado que justamente hacen frente a los desafíos que
genera nuestro modelo de sociedad, sin olvidar que dicho modelo puede ser moldeado, cambiado, ajustado
en función de las demandas de la ciudadanía. Esta capacidad crítica conecta con la tradición ilustrada que
configura nuestras democracias occidentales, y también permite estar atento a las demandas innovadoras
que, cuando se pueden articular, acaban generando bienestar en la sociedad y en las organizaciones en las
que desarrollamos nuestra trayectoria profesional. Los ¡lustrados entendían el conocimiento como una
actividad pública, vinculada a la ciencia y a la capacidad para criticar y superar el entorno social, político y
económico. «La Ilustración desarrolló su interpretación singularmente moderna de la democracia fusionando
las tres posturas -y dando la primacía a la tercera-: no tiene equivalente en ninguna forma institucional,
deriva su legitimidad política de la soberanía popular, y considera la discrepancia necesaria para un
funcionamiento apropiado» (Bronner 2007: 85-86).
Como hemos señalado en otro lugar, «la historia de los siglos XVIII, XIX y XX es también la historia por la
lucha por la extensión de los derechos de ciudadanía no solo a la denominada democracia política (derecho
de voto) sino también a la democracia educativa (educación al alcance de todos, y el Estado como garante de
que dicha posibilidad se pueda llevar a cabo por cualquier persona en cualquier lugar dentro de sus
fronteras), y la democracia económica (lucha por la reducción de la jornada de trabajo, por los derechos de
los trabajadores, por la regulación de los flujos económicos en relación con la financiación del Estado del
Bienestar...). Los sueños por configurar una sociedad en la que sea posible la felicidad, la realización perso-
nal, y el ejercicio de la ciudadanía, se expresan en las utopías renacentistas, en los movimientos
democráticos, en la evolución en Occidente de la teología protestante y la teología católica, (que
progresivamente van amparando el principio de libre interpretación, pero de forma más importante aún, van
generando las condiciones para que se constituyan comunidades que buscan reordenar su entorno y
establecer un nuevo medio social), y en la acción de partidos políticos y sindicatos, dando lugar a una marea
democratizadora que, tras un largo proceso de conflictos y luchas, incluidas dos guerras mundiales, da como
resultado el Estado del Bienestar. Podemos definirlo como una respuesta que busca el equilibrio entre la
ciudadanía y el mercado, mediante una configuración estructural de nuestras sociedades que permita un efi-
ciente funcionamiento económico, y que permita también capacitarnos para el ejercicio de nuestros derechos
y obligaciones. De ahí la búsqueda de un sistema sanitario, educativo y económico que tome en
consideración los derechos de los ciudadanos como fundamento de la organización social.
Se trata de un equilibrio inestable, porque la tensión entre intereses particulares y colectivos, entre la lógica
del mercado y la lógica de la ciudadanía, y, más específicamente, entre la lógica del egoísmo individualista y
la lógica de la cooperación altruista, genera problemas, conflictos, y situaciones de confrontación. La
defensa de la organización concreta del poder en cada momento de la historia choca con la dinámica que
imprime la ciudadanía como principio ético. Buscamos mejorar las condiciones de vida de toda persona, en
todo lugar, y esto genera conflictos tanto con la estructura social y el poder establecido, como con la
154
Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

dinámica del capitalismo avanzado. Las aspiraciones por una mayor democracia, que alientan en la lucha
contra la pobreza a nivel mundial, conlleva la búsqueda de un sistema económico y social compatible con el
medio ambiente y con la dignidad de todos los habitantes del planeta. Y se ven reforzadas por la evolución
de las nuevas tecnologías (que permiten una mejor comunicación y una mayor capacidad de interacción
entre todas las zonas del globo terráqueo) y el crecimiento exponencial de la riqueza disponible (tanto en
términos monetarios, como en términos de nuevos objetos de consumo disponibles: desde lavadoras a
robots). Pero también las aspiraciones a una democracia mejor que articule las diversas dimensiones de la
vida social chocan con las tendencias exclu-sógenas que caracterizan al nuevo capitalismo informacional:
genera riqueza, pero también genera nuevas jerarquizaciones, nuevas formas de desigualdad, y refuerza en
parte las viejas formas de desigualdad y de pobreza preexistentes» (López Peláez y Fernández García, 2009:
87-88).
Si hay una cuestión clave en la emergencia de las sociedades industriales, es la expansión del trabajo
asalariado, hasta convertirse en el mecanismo de inserción social y realización personal más relevante, clave
para acceder a un conjunto de derechos y deberes vinculados, precisamente, al contrato de trabajo asalariado
(Castel 1997). La construcción de una sociedad salarial no puede ser explicada desde el determinismo
tecnológico, económico o social, posiciones teóricas todas ellas que postulan una secuencia irreversible y
prefijada de acontecimientos, y que por lo tanto ocultan su carácter histórico, contingente, resultado de un
equilibrio de fuerzas inestable, en el que diversos actores, tanto individuales como colectivos, pugnan por
alcanzar posiciones de predominio en la elaboración de los discursos que legitiman la realidad, y en el
reparto de los bienes en juego. Para comprender la dinámica de las sociedades industriales, que culmina en
el Estado del Bienestar keynesiano, hay que tomar en consideración diversos factores: en primer lugar, el
mercado de trabajo (en el que influyen los procesos de reestructuración del capitalismo, la innovación
científico-tecnológica, y las regulaciones que organizan dicho mercado, y que responden tanto a las
demandas de los ciudadanos, como a las demandas de las propias organizaciones empresariales); en segundo
lugar, la dinámica de la democracia (la ciudadanía como principio regular produce, necesariamente, una
progresiva extensión de los derechos, configurando estructuralmente la realidad para que puedan ejercerse,
en una secuencia que incluye cada vez más ámbitos de vida social); en tercer lugar, los debates ideológicos y
políticos que modelan nuestra forma de pensar, nuestro comportamiento privado y público, en ocasiones con
consecuencias paradójicas sobre nuestro estilo de vida.
El debate sobre el Estado del Bienestar y la democracia no puede dejar de tomar en consideración el
mercado de trabajo y las relaciones salariales, tanto en la sociedad en general como en el ámbito interno de
las propias organizaciones que desarrollan sus actividades en el Tercer Sector. Podemos señalar tres
cuestiones básicas:
En primer lugar, el lugar que ocupa el trabajo en la modernidad y la postmodernidad. Es necesario tomar en
consideración su centralidad (aunque no cómo único centro en la sociedad contemporánea), y el papel básico
que juega en la construcción de la ciudadanía democrática: «la norma de empleo de una sociedad es
ininteligible sin el estatuto de ciudadanía que define el sistema de deberes y derechos en el que se inscrusta;
y, al contrario, no hay ciudadanía avanzada sin una institucionalización del mundo del trabajo debidamente
democratizada y atenta a la diversidad y desigualdad que se genera en el mismo marco laboral» (Alonso
2007: 27-28).
Una segunda cuestión que hay que abordar es la ruptura de lo que podemos denominar el círculo
hermenéutico en el que se encuentran inmersos, y del que no saben salir, muchas investigaciones sobre la
crisis del trabajo y del Estado del Bienestar: pasamos de diagnósticos catastrofistas a diagnósticos optimistas
que postulan confiar en la sabiduría del mercado y la innovación tecnológica. En ambos casos, no hay sali-
da: se critica una globalización y un capitalismo flexible proponiendo una vuelta atrás difícil de conseguir, o
se defiende una desarticulación del sistema de bienestar para ser competitivos. Solo queda resistir (sabiendo
que se va a perder, que se va a quebrar el modelo de Estado de Bienestar, o se va a perder competitividad) o
155
Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

pasarse a nuevo modelo y también desarticular el Estado del Bienestar y la propia democracia basada en la
ciudadanía social y laboral. Frente a los agoreros de un fin del trabajo imposible, y frente a los discursos
postmodernos que refuerzan los postulados individualistas neoliberales, es necesario analizar el trabajo
como relación social instituida y políticamente mantenida, y mostrar una posible salida frente al pesimismo
o la adaptación resignada: «cuando las formas de empleo se complejizan y el mundo del trabajo, enfrentado
a más incertidumbre y flexibilidad, se revoluciona, hay que imaginar otras reglas protectoras y garantizar
una nueva coherencia de derechos» (Alonso 2007: 89). En este sentido, para el autor«(...) el único Estado del
bienestar posible en un futuro próximo es aquel que sea capaz de conjugar políticas universales de igualdad
con el reconocimiento de grupos sociales concretos, grupos estos que sólo pueden ser los actores directos de
sus propios destinos» (Alonso 2007: 28).
Una tercera cuestión, que hay que tomar en consideración, es nuestra propia tradición cultural. Hay que
analizar las consecuencias paradójicas de la postmodernidad y la lucha por el reconocimiento, que lleva
justamente a olvidar el sistema que las hizo posible (la sociedad del bienestar keynesiano), y acaba
reforzando un discurso neoliberal que degrada las posibilidades de imaginar una evolución alternativa al
rumbo actual de los acontecimientos: «el ataque neoliberal a la ciudadanía social y laboral (...) ha
desempolvado el mito de una ciudadanía exclusivamente política (...) asentada en el funcionamiento -sin
ningún tipo de control ni regulación- de la propiedad mercantil, y ahora colocada por encima de (y apoyada)
por los estados nacionales y defendida por un nuevo y agresivo discurso neodarwinista, occidentalista y
neoimperialista que conocemos con el eufemismo de globalización» (Alonso 2007: 105). Este proceso se
refuerza al disolverse la racionalidad como mecanismo de análisis para desvelar cómo funciona el poder en
nuestras sociedades: «»los usos de la desregulación postfordista han implicado la aceptación de una fuerte
desinstituciona-lización de los derechos sociales y cívicos y, a la vez, una fuerte invisibilización y
capilarización de las fuentes del poder real, lo que ha hecho revalorizar, muchas veces en exceso, los bienes
culturales como correlato relacional y defensivo, cotidiano y próximo de un modelo de regulación que
separa cada vez más la crítica social de la crítica cultural y estética» (Alonso 2007: 174). Este proceso
refuerza, paradójicamente, la emergencia de un Estado del bienestar asistencialista, en el que el espacio para
el reconocimiento de las diferencias es menor, y que es el correlato lógico del discurso neoliberal.
En relación con todas estas cuestiones que acabamos de tratar, el Tercer Sector se puede analizar desde una
triple perspectiva:
- Como una respuesta a las insuficiencias del Estado del Bienestar.
- Como una materialización de los objetivos de personas y grupos que van más allá de los objetivos de
las políticas sociales, ampliando sus demandas y generando con ello un nuevo ámbito de actuación.
- Como una forma de discrepancia con el discurso de lo políticamente correcto en el campo de la
empresa: el neoliberalismo entendido como exaltación del interés individual, la épica del directivo y
la competencia insolidaria con el resto de ciudadanos (López Peláez y Segado Sánchez-Cabezudo
2011).
No podemos desvincular los objetivos de nuestro comportamiento individual, grupal, comunitario e
institucional, de las condiciones socioeconómicas en las que nos encontramos inmersos. En el caso español,
y acentuado por la crisis económica y el alto nivel de desempleo, podemos observar cómo aumentan las
desigualdades, el desempleo, el trabajo se precariza, y los recursos disponibles en manos de las familias y de
los individuos disminuyen. Dentro de esta situación, como ejemplo, podemos detenernos brevemente en lo
que se denomina trabajos de bajo salario, o trabajadores pobres. Situación en la que se encuentran muchos
de los trabajadores inmigrantes, y muchos trabajadores jóvenes, y que genera un círculo vicioso que afecta a
otras situaciones -en algunos casos, las prestaciones derivadas de la denominada ley de dependencia pueden
acabar actuando como una prestación de renta básica, en contextos en los que la familia de la persona
dependiente rota en puestos de bajo salario, combinándolo con situaciones de desempleo-.

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Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

En relación con los nuevos y viejos riesgos que afrontamos en nuestras sociedades, y que son muchos,
vamos a detenernos en tres de ellos:
En primer lugar, la heterogeneidad de la población y los flujos inmigratorios: Aunque en el año 2011 más de
400.000 inmigrantes han regresado desde España hacia sus países de origen, la mayor parte de la población
inmigrante ha llegado a España para quedarse. Los problemas específicos que se derivan de sus condiciones
de vida (cuando se encuentran inmersas en procesos de exclusión social) deben analizarse en función de las
condiciones estructurales en las que viven: empleo, salario, dominio del idioma, etcétera (y afectan de igual
manera a la población de origen español que comparte su situación). Pero, para afrontarlas, hay que partir de
una evaluación adecuada de su trayectoria vital, de sus expectativas, de su formación, y de sus competencias
y habilidades. Como puede comprobarse al analizar las investigaciones sobre los flujos inmigratorios,
numerosísimas en los últimos años, es importante avanzar desde la cuantificación de su número, y el análisis
de su impacto en el sistema educativo, el sanitario o el mercado de trabajo, hasta abordar el desarrollo de
programas que permitan mejorar sus condiciones de vida y sus perspectivas de integración social. En este
sentido, nuestro modelo de gestión de los flujos inmigratorios (López Peláez y Kyriakou 2003), basado en la
incorporación masiva de mano de obra sin cualificar para competir mediante la reducción de costes y el
abaratamiento de productos (modelo típico en los países del Sur de Europa) no es el único posible, y se
contrapone al que han seguido otros países europeos. Además, como muestra la crisis económica, hay que
afrontar un proceso de recualificación masiva de dicha mano de obra, lo cual implica grandes desafíos para
las instituciones públicas, y también para las organizaciones de voluntariado que desarrollan su actividad
principalmente con la población inmigrante.
El desempleo, el empleo de bajo salario y las redes de solidaridad familiar: Los procesos estructurales que
afectan al trabajo transforman radicalmente el concepto y la práctica de lo que denominamos «ciudadanía
social», dado que diversos derechos sociales han ido vinculados históricamente al trabajo. Y un trabajo que
no conlleva un salario digno y ciertos derechos y protecciones sociales desvincula a la persona de esa
realidad práctica que debe ser el ejercicio de la ciudadanía social tal y como se ha construido en los últimos
dos siglos en los países occidentales, y que cristaliza en la formulación del concepto de ciudadanía social
propuesto por T. H. Marshall en su obra Ciudadanía y clase social. El desempleo, o un puesto de trabajo que
no permite la plena integración social, con un salario que no hace posible cubrir satisfactoriamente todas las
necesidades vitales, y con pocas posibilidades reales de promoción personal, sitúa a los que las personas en
una zona de vulnerabilidad, que puede derivar hacia una situación de exclusión social y de pobreza real en la
medida en la que fallan los vínculos familiares y sociales, con consecuencias económicas, psicológicas y
sociales muy graves para la persona que lo sufre. La crisis económica, la desregulación (que posiblemente
continúe cuando desaparezca la crisis), y la mundialización, unido a las dificultades de financiación del
Estado del Bienestar y a la mayor heterogeneidad de las formas de familia (y la crisis de renta derivada del
desempleo y la pobreza de las familias), según algunos investigadores, pueden abocarnos a un contexto en el
que la protección de las instituciones públicas y de la familia no sea tan relevante como lo ha sido hasta
ahora. De ahí la voz de alarma de los informes internacionales de la OIT y de la ONU ante distintos
síntomas de una economía que evoluciona hacia desigualdades cada vez mayores, con una dualización que
puede afectar incluso al poder de compra de amplios sectores de la población, excluidos de un trabajo digno
y de una posibilidades reales de promoción personal.
En tercer lugar, y sin pretensión de exhaustividad, el envejecimiento de la población, con el aumento de
personas en situación de dependencia o discapacidad. La ciudadanía no se pierde por ser dependiente o
discapacitado. Al contrario, una sociedad que hace frente a las limitaciones de origen o derivadas de la
longevidad, es una sociedad digna, y democrática. El aumento del colectivo de personas que conforman lo
que se llama la Tercera o la Cuarta Edad, supone un nuevo reto para nuestro Estado del Bienestar: tanto en
la financiación de las prestaciones, cuanto en la demanda, por parte de dichos colectivos, de nuevas
prestaciones. Una democracia en la que se da voz a los colectivos en situación de dependencia tiene que
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

responder a sus demandas, y por eso en las sociedades democráticas, la participación tiende siempre a ins-
taurar nuevos derechos, y a reclamar medidas que nos permitan estructuralmente aumentar nuestros niveles
de bienestar.

3.2. Retos para el Trabajo Social y los Servicios Sociales en el siglo XXI
En el ámbito del Trabajo Social y los Servicios Sociales, podemos señalar algunos retos que tienen que ver
con la disciplina científica y la formación inicial y permanente de los trabajadores sociales:
El Trabajo Social y los Servicios Sociales tienen que ver directamente con el modelo de sociedad que
queremos, con el afrontamiento de las dificultades que evaluamos en función de nuestros ideales, y, en
definitiva, con la democracia y la ciudadanía. Como ya hemos señalado en otro lugar (López Peláez 2011),
la pregunta por nuestra capacidad de proyectar y construir el futuro, va unida a la evaluación estricta de
nuestro pasado y nuestro presente, de las posibilidades y constreñimientos que se derivan de nuestro
contexto, de nuestra capacidad, de nuestras inercias personales y sociales, y de nuestra voluntad para diseñar
el futuro posible. En las Ciencias Sociales, y específicamente en el Trabajo Social, utilizando los términos
de Jaspers, el camino del conocimiento, del logos, tiene siempre en el desorden, en lo patológico, en el
dolor, en la desigualdad, en la injusticia, en definitiva, en el pathos, la experiencia primera. De ahí que
nuestra disciplina, el Trabajo Social, se caracterice por ser un logos, un conocimiento, urgido por la acción,
que busca convertirse en una techné, en una práctica transformadora.
La experiencia de un mundo que nos desasosiega se encuentra en el origen de nuestra ciencia, que busca ser
pragmáticamente relevante. Y tiene un doble objetivo: formar profesionales, y potenciar a los ciudadanos
para que puedan actuar como tales. Desde este punto de vista, la legitimidad del Trabajo Social como
disciplina científica se encuentra en su orientación a la acción, y por eso el Trabajo Social como disciplina
científica se une, indefectiblemente, al Trabajo Social como profesión. Tanto la enseñanza académica como
las investigaciones en el ámbito del Trabajo Social tienen como objetivo final formar observadores críticos
de la realidad, pero también formar, si se me permite la expresión, «ingenieros» del mundo social, buenos
profesionales que se enfrentan a la experiencia patológica del mundo. Y se trata de unos profesionales
imprescindibles que hacen frente a nuevos y viejos retos, a nuevas y viejas oportunidades en torno a las
cuales desarrollamos nuestras trayectorias vitales.
Sin embargo, la propia definición de los términos orienta ya nuestra comprensión, las teorías establecen el
ámbito de lo que es posible pensar (López Peláez, 2010), y el análisis del dolor, de lo patológico, de los
problemas, ha llevado en numerosas ocasiones a diseñar metodologías de diagnóstico e intervención basadas
en un análisis sesgado de la realidad. En este sentido, el debate sobre la conveniencia de sustituir el término
«diagnóstico» por el término «evaluación» (De Robertis, 2006), en función de las consecuencias que se
derivan de elegir unos u otros conceptos teóricos (Von Wright, 1987), debe contextualizarse en el debate
más amplio sobre las teorías que se utilizan, y lo que desde estas teorías podemos desvelar sobre la vida
humana.
Podemos resaltar tres cuestiones que conforman el núcleo duro del debate actual en el ámbito del Trabajo
Social, como puede verse al observar con detalle las publicaciones más relevantes en los últimos años en la
literatura científica de la disciplina (Thomlison, 2007).
En primer lugar, en un contexto de individualismo creciente y de disolución de las redes tradicionales de
apoyo basadas en la familia, y con el factor añadido de la crisis económica y las tensiones sobre la
financiación y las prestaciones del Estado del Bienestar (en el ámbito europeo y norteamericano), se ha
vuelto a poner de relieve la importancia de capacitar a las personas, de darles o devolverles el poder sobre
sus propias vidas, pero desde una perspectiva que va más allá de las limitaciones de la teoría de la acción
racional. Hay que tomar en consideración la comunicación, la creación de vínculos, y el análisis de las
capacidades para potenciarlas, en clara conexión con la teoría de la justicia de Amartya Sen (2010). Frente a
la descripción en cierta medida nostálgica, y en cierta medida pesimista, de las consecuencias de los
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

«vínculos líquidos», es relevante volver a considerar las ventajas de asumir, como objetivo de la trayectoria
personal, familiar, grupal y comunitaria, el propio fortalecimiento.
En segundo lugar, en relación dialéctica con el debate teórico (centrado a menudo en la consideración de la
familia como una institución en crisis) (Del Fresno, 2011), desde el Trabajo Social como profesión, como
muestran los diferentes Congresos de Escuelas de Trabajo Social en España, se demandan cuestionarios,
técnicas, y una formación práctica que permita una mejor práctica profesional. Especialmente relevante es
esta cuestión en el ámbito de las redes sociales e Internet: es necesario redefinir la figura del trabajador
social en la red, aprovechar su potencialidad, y a la vez, hay que investigar la redefinición de las formas de
interacción, y los procesos de integración y de aislamiento y exclusión que se dan también en la red.
En tercer lugar, la propia práctica de la profesión exige tomar en consideración los principios que debe guiar
nuestra actividad, y para ello es necesario establecer un marco de actuación coherente, que nos permita
orientar nuestra acción, y evaluar nuestra actividad profesional. En este punto, es muy relevante analizar la
tendencia hacia la subcontratación que se está extendiendo en muchas instituciones. Por ejemplo, un
ayuntamiento convoca un concurso público para desarrollar una serie de actividades de inclusión social con
colectivos desfavorecidos, que se encargan a la empresa o persona que presenta más méritos. Los
trabajadores sociales supervisan el programa que se realiza, pero la intervención social directa ya no la
llevan a cabo: las situaciones más complicadas se derivan a dichos concursos públicos. Esta tendencia
refuerza a aquellas organizaciones voluntarias, y a empresas privadas también, que compiten para ganar
dichos concursos, y se convierte en un yacimiento de empleo para los nuevos egresados de las facultades de
Trabajo Social. Pero, a la vez, conlleva un reforzamiento del papel puramente supervisor del trabajador
social en las instituciones públicas.
En definitiva, en el ámbito del Trabajo Social se investiga y se discute sobre el objeto, en un contexto de
cambio social y crisis económica; se investiga y se discute sobre los modelos y técnicas más adecuados; y se
investiga y se discute sobre las características de la práctica profesional, su orientación ética, las
consecuencias que se derivan de las teorías que utilizamos, y las consecuencias derivadas del modelo de
prestación de servicios que se ha implantado, y de las prácticas organizacionales (como la subcontratación
de tareas vinculadas con la intervención social).

3.3. Tercer Sector y Trabajo Social


Al analizar el Tercer Sector, desde una perspectiva centrada en el Trabajo Social, hay que insistir en lo que
supone como yacimiento de empleo para los trabajadores sociales, y en lo que implica como respuesta de la
sociedad civil a los retos que hay que afrontar en nuestras sociedades complejas. Pero también el trabajador
social que se integra en una organización del Tercer Sector tiene que tener en cuenta que es una
organización, sea fundación o empresa, tiene una estructura, un sistema de comunicación y mando, una
jerarquía, responde a objetivos, tiene proyectos, y tiene que ser evaluada por las entidades que la financia (en
su caso). Es decir, que, aunque la motivación sea solidaria, tanto de los que trabajan en la organización,
como de la propia organización (en su ideario o su código ético), se reproducen situaciones problemáticas
como en cualquier otra organización.
De ahí que, por ejemplo, se reclame cada vez más una mayor profesionalización en ONGs y Fundaciones,
para poder afrontar su propia supervivencia, y para desarrollar correctamente sus funciones. «Durante
mucho tiempo, el mundo de la solidaridad ha mantenido una actitud marcada por la indiferencia hacia lo que
podríamos llamar las lógicas empresariales de administración y gestión. Una de las principales razones de
esta situación está vinculada con la tradicional tendencia de los directivos de estas organizaciones a dar por
descontada la «bondad intrínseca» de sus actividades. La mera existencia de la asociación o fundación es
vista como un hecho positivo, como un indicador de «buen trabajo», y se deja en un segundo plano la
necesidad de alcanzar unos objetivos concretos y de dar cuenta puntual de los resultados. Sin embargo, en
los últimos años se ha ido imponiendo la necesidad de rendir cuentas a la sociedad en relación con los
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

recursos financieros que reciben las entidades, vía Administración pública y/o por iniciativa del sector
privado, principalmente por la necesidad de aplicar rigor al control de los recursos públicos y por la presión
social de transparencia en su gestión, de tal modo que la gestión de estas entidades ha pasado
progresivamente del planteamiento tradicional de estar basada en el principio de hacer el bien a los otros a
un modo de operar más racional desde el punto de vista de la gestión y de hacer bien la actividad que se
orienta al bien de los otros» (De la Torre 2010: 15).
Brevemente, analizamos dos cuestiones relevantes en este ámbito: En primer lugar, las entidades no
lucrativas que conforman lo que denominamos el Tercer Sector, son muy heterogéneas en su origen, en su
desarrollo, en sus objetivos, en el personal que recluían, en su financiación, y en sus modelos de gestión.
Desde la perspectiva de la sociología de las organizaciones, podemos diferenciar tres diferentes tipos de
organización (Ruiz Olabuenaga 2007). En primer lugar, las agrupaciones sociales: personas que se
coordinan para abordar un objetivo común, pero que no comparten una estructura ni una organización
permanente. En segundo lugar, las organizaciones formales: en este punto, ya existe una estructura que
permite la coordinación del personal, el establecimiento de planes de actuación y la gestión ordenada de los
recursos. Y, en tercer lugar, las redes informales que se generan en cualquier organización, y que permiten
que, en función de objetivos comunes, diversas personas aprovechen sus recursos para alcanzar objetivos
compartidos. Y, desde una perspectiva organizacional, hay que diferenciar entre la gestión de personas en
las entidades no lucrativas (contratos, programas de formación, trabajo en equipo, etcétera), la gestión de los
recursos financieros, la gestión de la organización como tal, en su estructura de poder, y, finalmente, hay que
analizar y evaluar los resultados obtenidos en la realización de sus actividades.
Los trabajadores sociales, a menudo presentes en los procesos iniciales de cualquier organización de
voluntariado, o de cualquier actividad colectiva que busca alcanzar un objetivo vinculado con el bienestar,
tienen que tomar en consideración las características de las organizaciones, para poder integrarse en ellas. Y
también tienen que desarrollar habilidades para favorecer que los grupos que se autoorganizan puedan
superar los problemas que se derivan de la propia dinámica grupal en cualquier organización.
En segundo lugar, hay que tomar en consideración las exigencias de transparencia y legitimidad que se
reclaman a las entidades no lucrativas. Uno de los principales problemas que degradan la imagen pública del
Tercer Sector, la propia noción de altruismo y el comportamiento cooperativo, y también la figura del
trabajador social, se genera cuando en entidades no lucrativas se observan comportamientos inadecuados, no
se respetan los códigos éticos del Trabajo Social como profesión, o hay una gestión deficiente de los
recursos económicos. Tanto en la actividad profesional de los trabajadores sociales, cuanto en la actividad
de las entidades no lucrativas, hay que poner de relieve siempre el enfoque científico, el diseño riguroso de
las actividades, la profesionalización de sus miembros, y la gestión eficiente y eficaz de la propia
organización y sus recursos. Hay que tener en cuenta que la necesidad de evaluar la transparencia de la
gestión, la calidad de los procedimientos, y el adecuado uso de los recursos económicos, ha tenido como
resultado que se han creado entidades no lucrativas cuyo objetivo es, precisamente, evaluar la actividad de
otras entidades no lucrativas. Por ejemplo, la Fundación Lealtad, cuyo objetivo es analizar la transparencia y
las buenas prácticas de las ONG's, poniendo la información a disposición del público, para que pueda decidir
con qué ONG 's colaborar (www.fundacionlealtad, org).

4. CONCLUSIONES
En el primer bloque temático del presente capítulo, se ha podido comprender que en España existe un Tercer
Sector, invertebrado y heterogéneo, que ha comenzado a madurar en los últimos años y que cada vez busca
conseguir un mayor protagonismo, visibilidad social y reconocimiento jurídico y político.
Sumariamente, los retos del Tercer Sector consisten en: 1) la necesaria coordinación entre organizaciones,
pues, debido a su heterogeneidad y atomización, debería buscar fórmulas para aumentar la eficiencia y
eficacia de sus intervenciones sociales; 2) la búsqueda de colaboración con la Administración y el mercado
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

para favorecer a los sectores más vulnerables; 3) lograr una mayor autonomía financiera, preservando su
independencia respecto de sus fuentes de financiación.
Con la reciente creación de la Plataforma del Tercer Sector, se busca fortalecer al sector no lucrativo para
que pueda erigirse como un actor social esencial para el desarrollo de una sociedad más justa en la que se de
prioridad a: la defensa de los derechos de las personas más vulnerables y la promoción de las personas en
situación de exclusión, la promoción de la ciudadanía activa y el desarrollo del compromiso cívico con la
justicia y la solidaridad, la defensa de una sociedad más igualitaria y de un modelo social en el que el
crecimiento económico esté al servicio del desarrollo de las personas, la promoción de la participación social
activa de las personas vulnerables y de las entidades a través de las que canalizan sus aspiraciones y
reivindicaciones.
En el segundo bloque temático del presente capítulo, se ha podido entender que el Trabajo Social es, ante
todo, una disciplina científica, que nos permite evaluar la realidad con rigor y método, y a partir de una
descripción adecuada de las oportunidades y problemas, diseñar y llevar a la práctica un proyecto de
intervención social que permita alcanzar los objetivos establecidos. Es cierto que la heterogeneidad de
nuestras sociedades cosmopolitas y las trayectorias personales, familiares, grupales y comunitarias tan
diversas exigen un esfuerzo de redefinición constante y de adaptación al entorno, para poder favorecer las
estrategias integradoras, que tienen como fin la inclusión social de las personas, grupos y comunidades. Y
esto exige tomar en consideración el Tercer Sector y la actividad de las entidades no lucrativas, como res-
puesta de la sociedad civil a los retos que tenemos que afrontar. Como hemos visto a lo largo de este
capítulo, en primer lugar, afrontamos retos complejos, en segundo lugar, los abordamos con mentalidad
científica desde el Trabajo Social, y, en tercer lugar, la propia sociedad civil responde a muchos de ellos
mediante la creación de entidades no lucrativas, en las que desarrollan su actividad los trabajadores sociales,
en muchos casos. Hay que poner en relación los retos socioeconómicos y las nuevas demandas derivadas de
la dinámica de expansión de los derechos de ciudadanía (propia de las sociedades democráticas), con los
retos que afronta el Trabajo Social como disciplina científica, y con los retos que las organizaciones de
voluntariado tienen que afrontar para mejorar su organización, y para aumentar su nivel de transparencia y
buen gobierno.

5. LECTURAS RECOMENDADAS

5.1. Texto
«El examen de las características organizativas de las entidades no lucrativas, especialmente de su rasgo
más significativo, que es la presencia de personal voluntario, muestra la pluralidad de sus estructuras
organizativas y la dificultad de proponer modelos de gestión y gobierno para organizaciones tan
heterogéneas. Aún así, la creciente exigencia de profesionalidad en la administración y gestión de los
recursos y de garantía en la calidad del servicio ha conllevado la aparición de numerosas prácticas de
gestión y de gobierno y de suficientes referencias en la literatura especializada para orientar la toma de
decisiones y el seguimiento de los objetivos de las entidades no lucrativas.
Las orientaciones en la gestión se centran en tres grandes apartados: planificación y organización, gestión
de los recursos económico-financieros y gestión de las personas. Por lo que se refiere al gobierno de estas
entidades, basado en el principio de transparencia a nivel interno y externo, hay tres apartados de especial
consideración. Los dos primeros son de carácter externo: la rendición de cuentas del ejercicio
presupuestario programado y la información periódica de las actividades realizadas a través de las
memorias, los informes y las páginas web. El tercer apartado es de carácter interno: la información
participativa y democrática de los procedimientos seguidos en el ejercicio de las actividades.
La adecuada gestión y el buen gobierno de las entidades no lucrativas persiguen la permanencia de las
organizaciones y el reconocimiento de las funciones sociales que realizan confirmando la identidad
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Tercer Sector e Intervención Social Tema 7

institucional de cada entidad, entendida como el reconocimiento social de su orientación al bienestar


general desde los valores del altruismo y la solidaridad. La coherencia entre la gestión y el gobierno de las
entidades no lucrativas contribuye a reforzar la imagen pública del Tercer Sector y mejora su visibilidad
social y la valoración positiva de sus actuaciones y servicios en el seno de una sociedad civil organizada
(De la Torre 2010: 27).

5.2. Lectura recomendada


Homs i Ferret, Oriol, 2009, Los retos del Tercer Sector ante la crisis, Cuaderno de debate 6, Fundación Luis
Vives.
De la Torre, L, López Ruiz, J. A., 2010: Imagen pública del Tercer Sector y participación asociativa en
España: 2002-2009. Madrid: Fundación ONCE.

5.3. Bibliografía recomendada


Alonso, L. E. (2007): La crisis de la ciudadanía laboral. Barcelona: Anthropos.
Bronner, S. (2007): Reivindicación de la Ilustración. Pamplona: Laetoli.
Castel, R. (1997): Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado. Barcelona: Paidós.
De Lorenzo, R., Pinar Mañas, J. y Sanjurjo, T., 2010, Tratado de Fundaciones, Madrid: Aranzadi, S.A.
De lorenzo, Rafael, 2010: «Cambio Social y Tercer Sector» en PÉREZ BUENO, L.C, Discapacidad, Tercer
Sector e Inclusión Social. Estudios en Homenaje a Paulino Azúa Berro, CINCA, S.A.
De Lorenzo, R. y pérez Bueno, L.C, 2007Tratado sobre Discapacidad, Madrid: Aranzadi, S.A.
De Lorenzo, Rafael, 2007, Discapacidad, sistemas de protección y trabajo social, Madrid: Alianza Editorial.
De Lorenzo, R., Cruz Amorós, M. y Muñoz Machado, S., 2005, Comentarios a la Leyes de Fundaciones y
Mecenazgo, Madrid: Fundación ONCE.
De Lorenzo, Rafael, 2005, The future of people with disability in the world. Human Development and
disability, Madrid: Fundación ONCE.
De Lorenzo, R., Cabra de Luna, M. y Faura, I. (Coordinadores), 2003, La Economía Social y el Tercer
Sector. España y el entorno europeo, Madrid: Escuela Libre Editorial-Fundación ONCE.
De Lorenzo, Rafael, 2003, El futuro de las personas con discapacidad en el mundo. Desarrollo humano y
discapacidad, Madrid: Fundación ONCE.

6. EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN
Refiere los principales retos a los que debe hacer frente el Tercer Sector en la actualidad
Describe algunos de los principales desafíos que tienen que afrontar nuestras sociedades en el siglo XXI.
Analiza los principales ámbitos de debate en el ámbito del Trabajo Social. Describe algunos retos que tienen
que afrontar las entidades no lucrativas en el contexto actual.

7. RESUMEN
En este capítulo, hemos contextual izado la situación socio-económica actual con el propósito de abordar los
retos a los que debe hacer frente el Tercer Sector para revertir el impacto de la crisis en el ámbito social.
En un segundo momento, hemos analizado algunas características y retos de las sociedades contemporáneas,
los principales desafíos que afronta el Trabajo Social, como disciplina científica y como profesión.
Asimismo, la vinculación que se establece entre las necesidades y problemas sociales, las demandas de la
población, y las entidades no lucrativas, que se generan precisamente en la sociedad civil como respuesta a
problemas y oportunidades de diferente importancia. Desde la perspectiva de un estudiante del Grado de
Trabajo Social, hemos analizado brevemente algunos retos que dichas organizaciones de voluntariado tienen
que afrontar por ser, justamente, «organizaciones», y que contribuyen a que los trabajadores sociales puedan
tener una visión más completa de estas entidades, que se han convertido en uno de los principales
yacimientos de empleo para la profesión del Trabajo Social.
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