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MODELOS MENTALES

Hace algunos meses fui al cine con mis hijos a ver una película de dibujos animados, tuvimos tan buena
suerte, que el proyector de la sala donde estábamos, se arruinó y nos ofrecieron ver otra película: Iron
Man 3, en 3D. No había visto ninguna de las anteriores entregas de la zaga; pero en el curso de la
semana siguiente me puse al día, no sólo con Iron Man, sino también con Avengers. Me fascinaron los
efectos especiales más que los sabidos guiones del héroe que siempre vence y nunca muere. Después
de algún tiempo, supe que Miguel Salek, un joven boliviano de 28 años, había sido uno de los artífices
de los efectos especiales de Iron Man 2, Avengers y Star Wars: The old Republic, entre otras; de hecho,
Salek recibió un premio Emmy en 2011 en la categoría de “Outstanding Efectos Visuales especiales”,
por su participación en Star Wars. Me llamó la atención el hecho de que este joven, creyendo en su
propia capacidad, dejó la universidad y se fue a Estados Unidos a hacer realidad su sueño. Se capacitó
por cuenta propia y presentó sus primeros trabajos a distintas empresas, hasta que Sony (Pictures
Images Works) lo llamó para ser parte en I’m a legend (Soy leyenda) y Spiderman 3 (El hombre araña
3). Así comenzó su carrera que sigue en pleno ascenso. Al conocer esta historia, me pregunté cómo es
posible que alguien tenga éxito en un sector tan competitivo y especializado, sin haber hecho la
universidad. Me cuestioné acerca del papel de las universidades en nuestro país y del rol de la
educación en general. ¿Adónde se dirige el mundo, y dónde se encuentra la educación en Bolivia? ¿Cuál
es la finalidad de la educación en este momento de la historia? ¿Qué debería hacerse desde la
educación para responder a los cambios de la sociedad? ¿Por qué la sociedad está cambiando tan
rápidamente? En fin, me quedé con las preguntas flotando alrededor de mi cuerpo. Indudablemente,
son cuestiones que muchas personas deben plantearse en algún momento de su vida y que, aquellas
que se dedican a la educación, como es mi caso, tienen como compañeras de camino a lo largo de su
existencia. Aunque sé que siempre estarán presentes, nunca dejo de intentar penetrar la energía que
llevan dentro, por lo que me encuentro en constante búsqueda de respuestas. Esta vez encontré
algunas pistas gracias a un autor llamado Peter Senge.

Nacido en 1947, Senge, actual director del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts, de la
Universidad de Stanford, Estados Unidos), junto a otros investigadores como Chris Argyris (1923), se
dedicó a la reflexión sobre el aprendizaje institucional. En su libro “La quinta disciplina”, propone 5
disciplinas que se deberían dominar para generar innovaciones que permitan a las instituciones
responder a las demandas de la realidad. Cada una de ellas está enmarcada dentro de, lo que nuestro
autor llama, pensamiento sistémico, es decir, un pensamiento que refleja la intrincada conexión de los
diversos aspectos de la realidad. Una de estas disciplinas se refiere a los modelos mentales (MM). Al
parecer algunos problemas de la educación superior pueden ser leídos desde ellos. “Los modelos
mentales – afirma Senge- son las imágenes, supuestos e historias que llevamos en la mente acerca de
nosotros, los demás, las instituciones y todos los aspectos del mundo. Como un cristal que distorsiona
sutilmente nuestra visión, los modelos mentales determinan lo que vemos. Los seres humanos no
pueden recorrer los complejos entornos de nuestro mundo sin “mapas mentales” cognoscitivos, y
todos estos mapas, por definición, adolecen limitaciones." Al ser los modelos mentales “como un
cristal”, es decir, como unos lentes, influyen de gran manera en el modo de concebir el mundo. Los
lentes con los que miramos el mundo tienen el elemento cultural que nos otorga un punto de vista que
permite juzgar otro tipo de miradas. Los cristales también tendrán el elemento de nuestra historia
personal, el lugar geográfico donde nacimos y vivimos, la influencia de nuestra familia, nuestra

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educación y nuestra formación personal. Los modelos mentales, por ello, están fuertemente arraigados
en nuestra manera de mirar el mundo y además están influidos por aspectos culturales, de nuestra
historia personal y de nuestra formación. Los MM intervienen en la percepción que tenemos de las
cosas y de los acontecimientos, por ello se explica que ante un mismo evento, se tengan versiones
distintas. Por este motivo, cada persona, ante los acontecimientos de la vida, presta mayor atención a
algunos aspectos que a otros, esta es la razón por la que, ante un mismo hecho, nos parece absurdo
que otra persona no haya captado, con la misma claridad que nosotros, los aspectos que nos parecen
relevantes. Los modelos mentales hacen que nuestra percepción sea selectiva.

Cuando los MM influyen de esta manera en nuestra percepción, sólo vemos lo que queremos ver y
oímos lo que nos conviene escuchar, lo demás (por más importante y relevante que fuera), no tiene
mayor valor. Esta actitud nos lleva a pensar que algunos temas son indiscutibles, porque los vemos con
tanta claridad desde nuestros esquemas mentales, que no aceptamos la validez de otros puntos de
vista. En situaciones en que nos encontramos entre dos posiciones distintas sobre un mismo hecho,
solemos caer en un diálogo de sordos, en el que lo que diga el otro no tiene importancia, puesto que
soy yo quien posee la verdad. Dentro de este marco, no es difícil comprender que los MM influyen en
la generación de cambios y en el aprendizaje. Dado que son una especie de cristales por los que vemos
el mundo, nos ofrecen una visión de la realidad; empero, mientras más aferrados estemos a ellos,
puede ser que más nos alejen de la misma. Los MM son estáticos y la realidad es cambiante y dinámica,
si no somos capaces de cambiar nuestros mapas mentales adecuándolos al movimiento constante de
la realidad, quedaremos anclados en miradas del pasado. ¿No es esta una de las duras críticas que se
le hace a la educación? ¿No se habla acaso de una educación del Siglo XIX para una sociedad del Siglo
XXI? La idea de desaprender está relacionada con la capacidad de cambio. Si la sociedad actual nos
está exigiendo cambios como requerimiento del dinamismo del mundo, la única alternativa está en
modificar nuestros MM, no aferrarnos a ellos, sino desarrollar la capacidad de desaprender lo
aprendido y aprender lo nuevo. Unos modelos pudieron haber sido adecuados para plantear la
educación en una determinada época; pero hoy requerimos aprender nuevas formas de ver el mundo
y de responder a sus exigencias, requerimos aprender de la realidad acercándonos a ella, viendo y
escuchando lo que nos pide. Los sistemas sociales autoritarios responden, en el fondo, a determinados
MM. Si la verdad es una sola (sólo la que un individuo, o un grupo, o una cultura, o una religión, posee),
no hay motivos para discutirla, porque no hay espacio para otras verdades, para otros puntos de vista.
En este sentido, los MM pueden ser las tarimas en las que se sustentan sistemas de poder y de
arbitrariedad. Si pensamos en la escuela, o en la universidad, ¿cuántas veces hemos sufrido de acciones
arbitrarias porque no había espacio para nuestro punto de vista, por más válido que pudo haber sido?

Los MM no son ni buenos, ni malos. Todos los poseemos. Pueden cambiar, son sólo ese lente que nos
permite acercarnos a la realidad. El problema está en que, casi siempre, se esconden en el inconsciente.
Por ello, es necesario llevarlos al mundo de la conciencia, es preciso darnos cuenta de su influencia
sobre nosotros. En esto consiste la tarea que Senge otorga a esta disciplina: sacar a la luz nuestros
arraigados esquemas mentales. Siguiendo a Senge y a Santos Guerra (La escuela que aprende)
podríamos pensar en algunas estrategias para “exhumar” nuestros MM. La primera tiene que ver con
la reflexión; la segunda, con la indagación; y la tercera, con la generación. La reflexión entendida como
la capacidad de detenerse, volver a ver o escuchar, y pensar sobre ello. Detenerse antes de decir algo,
antes de dar un juicio, y pensar en las argumentaciones de los otros, preguntarse sobre el por qué los

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otros poseen ese punto de vista. La reflexión, pues, como una capacidad de interrogación. Si no pongo
entre signos de interrogación mis verdades, no podré acercarme de manera más amplia a la realidad.
La indagación entendida como la capacidad de investigar, es decir, como aquella habilidad que me lleva
a responder mis interrogantes. Es la respuesta a la búsqueda de verdad del ser humano. No se trata de
métodos sofisticados, sino simplemente de la mejor manera para hallar las respuestas que se necesitan
en momentos determinados.

La generación entendida como la capacidad de imaginar nuevas realidades. Senge, cita las experiencias
de Adam Kahane, un experto en resolución de conflictos, que participó en distintos proyectos de
pacificación, uno de ellos, quizás el más significativo, fue el de la superación del apartheid en Sudáfrica.
Kahane junto a un grupo de personas de distintos bandos, imaginaron escenarios futuros si las cosas
seguían igual y si las cosas cambiaban. Mirar al futuro con optimismo fue, según Kahane, la clave para
la construcción de un nuevo país. Generar, no sólo significa imaginar, tiene también una fuerte carga
de compromiso, es decir, de un empeño personal con el sueño que se pretende alcanzar. Miguel Salek,
soñó con un futuro para su vida y su familia, para ello tuvo que romper con los MM de sus padres,
parientes, amigos y con los suyos propios, y tuvo que empeñarse al máximo para alcanzar el éxito del
que ahora goza. La experiencia de este joven nos lleva a preguntarnos ¿Qué MM se tendrán que
cambiar en la educación superior en Bolivia para tener más bolivianos exitosos en todos los ámbitos de
la vida y de la ciencia? ¿Qué nuevos compromisos debemos asumir para construir la educación que
soñamos?

TAREA. (No más de una página).

Realice un comentario de la Lectura, explicando cómo afectan los MM al País, a la sociedad, a la


juventud y a ustedes como personas.

¿Qué podemos hacer para cambiar?

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