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II Jesús carga con la Cruz.

“Te adoramos, ¡Oh Cristo!, y te bendecimos, porque por tu santa Cruz redimiste al
mundo”.

Lo entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, y azoten y crucifiquen (Mt 20,


19).

Cristo, para manifestar la abundancia de su caridad, por la que padecía, puesto en la


Cruz, pidió perdón por sus perseguidores; y por esto, para que el fruto de esta petición
llegase a los, judíos y a los gentiles, quiso Cristo padecer por parte de los unos y de los
otros.

Ciertamente ofrecían los judíos, no los gentiles, los sacrificios figurativos de la ley
antigua. Pero la Pasión de Cristo fue la oblación de su sacrificio, en cuanto Cristo sufrió
la muerte por caridad con voluntad propia; mas en cuanto padeció de parte de los
perseguidores, no fue sacrificio, sino pecado gravísimo.

Como los judíos dijeron: No nos es lícito a nosotros matar a alguno (Jn 18, 31),
entendieron que no les era lícito matar a nadie, a causa de la santidad del día de fiesta
que ya habían comenzado a celebrar. O decían esto, como asegura San Juan Crisóstomo,
porque querían matarlo, no como transgresor de la ley, sino como enemigo público, por
haberse hecho rey, de lo cual no les correspondía a ellos juzgarle, o porque no les era
lícito crucificar, lo cual deseaban, sino apedrear, lo que hicieron con San Esteban. Mejor
dicho: que los romanos quitaron el poder de matar a los que les estaban sometidos.

Suma Teológica III, q. XLVII, a. 4

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