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Una Espada Traspasará Tu Alma de Ti Misma (LC 2, 35)
Una Espada Traspasará Tu Alma de Ti Misma (LC 2, 35)
“Te adoramos, ¡Oh Cristo!, y te bendecimos, porque por tu santa Cruz redimiste al
mundo”.
Primero, la bondad del Hijo, que no hizo pecado, ni fue hallado engaño en su boca (1
Ped 2, 22); segundo, la crueldad de los que le crucificaron, pues ni siquiera quisieron
dar agua al moribundo, ni permitieron que la madre se la diera, aun cuando ella
diligentemente se la hubiese dado; tercero, la ignominia del suplicio: Condenémosle a
la muerte más infame (Sab 2, 20); cuarto, la crueldad del tormento: Oh vosotros, todos
los que pasáis por el camino, atended, y mirad, si hay dolor como mi dolor (Lam 1, 12).
Sermones