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Crucis con Santo Tomás de Aquino

Saludo a la Cruz
¡Oh cruz! certeza de mi salvación. Siempre y sólo la cruz adoro.
La cruz del Señor está conmigo. La cruz es, pues, mi refugio.

I Jesús es condenado a muerte.

“Te adoramos, ¡Oh Cristo!, y te bendecimos, porque por tu santa Cruz redimiste al
mundo”.

En verdad tomó sobre sí nuestras enfermedades y él cargó con nuestros dolores (Is 53,
4).

Pero si la muerte, que es pena del pecado, subsiste todavía, esto es porque la
satisfacción de Cristo tiene efecto en nosotros, en cuanto nos incorporamos a él, como
los miembros a su cabeza; pero es necesario que los miembros se adapten a la cabeza. Y
por consiguiente, así como Cristo tuvo primeramente la gracia en el alma, acompañada
de la pasibilidad corporal, y por medio de la Pasión llegó a la gloria de la inmortalidad,
así también nosotros, que somos sus miembros, somos librados por su Pasión del reato
de cualquier pena; de tal modo, sin embargo, que primeramente recibimos en el alma el
espíritu de adopción de hijos, por el que somos adscritos a la herencia de la gloria
inmortal, teniendo todavía cuerpo pasible y mortal; mas después, configurados a los
padecimientos y a la muerte de Cristo, somos llevados a la gloria inmortal, según
aquello del Apóstol: Y si hijos, también herederos; herederos verdaderamente de Dios,
y coherederos de Cristo; pero si padecernos con él, para que seamos también
glorificados con él (Rom 8, 17).

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