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Funciones cognitivas

Prof. Dr. Miguel Márquez


Dr. Luis Ignacio Brusco

Los procesos cognitivos

Los procesos cognitivos, es decir aquellos procesos psicológicos relacionados con


el atender, percibir, memorizar, recordar y pensar, constituyen una parte sustantiva de
la producción superior del psiquismo humano. Si bien son el resultado del
funcionamiento del organismo como un todo, suponen la especial participación de
ciertas áreas cerebrales, filogenéticamente recientes, que muchas veces se encargan
de organizar e integrar las funciones de otras regiones más arcaicas.-

Las funciones intelectuales o superiores en el hombre permiten realizar


actividades que éste ha adquirido a lo largo de la evolución y que lo diferencian de los
animales. Así se han desarrollado tanto a nivel del lenguaje, las prácticas, los
reconocimientos como del aprendizaje y la memoria una gama de funciones
avanzadas que han permitido el nivel máximo de complejidad de comunicación,
intelectualización y abstracción que se pueda conocer en el campo biológico.

Se estudiará aquí la organización funcional de los elementos que dan sustento a


los procesos cognitivos y se la relacionará con algunas dimensiones neuro y
psicopatológicas. Así se entenderá el cerebro como un dispositivo de tratar con
información, de procesarla, y no como algo que sirve únicamente para responder a
cierto tipo de estímulos. Este modelo abrió el camino a la psicología de los años 60
para explicar las representaciones internas de acuerdo a la calidad y cantidad de
información que contenían y a la neuro y psicofisiología para investigar los marcos de
referencia psiconeurobiológicos, eléctricos o bioquímicos de esas cogniciones, ya que
el procesamiento informativo supone un soporte de indudable naturaleza física.-

Antes de abordar esa tarea es necesario tener en cuenta algunas cuestiones que
no serán explícitamente revisadas en este capítulo. En primer lugar, el hombre no se
puede comprender cabalmente sino en relación con otros hombres y con el ambiente,
por lo que las funciones cognitivas, si bien psiconeurobiológicas, tienen una
dimensión social.-

En segundo término, cada ser humano tiene un sistema de constructos


particulares -la personalidad- con el que categoriza la realidad e interpreta cada
suceso de su acontecer. Allí se encontrará la explicación, por ejemplo, de las
variables cognitivas individuales o de las diferentes motivaciones de cada sujeto.-

En tercer lugar, no es posible, sino didácticamente, estudiar las funciones


cognitivas sin relacionarlas con otras, como las del alerta o las afectivas, con las que
integran un todo.

En cuarto lugar, tampoco es posible iniciar el estudio de las bases neurales de los
procesos cognitivos sin una solución a la aparente contradicción entre la idea de que
ciertas regiones del sistema nervioso central, tienen que ver especialmente con
determinadas funciones cognitivas -hipótesis localizacionistas- y la de que es
imposible localizar un determinado proceso cognitivo en un área circunscripta, ya que
el cerebro actúa como un todo. -

Las localizaciones cerebrales

Hipócrates sostuvo que el cerebro es el órgano de la mente e hizo la primera


mención que fuera registrada a la existencia de localizaciones particulares al afirmar
que la lesión de uno de los hemisferios podría producir parálisis en el lado opuesto
del cuerpo. Las investigaciones frenológicas del siglo XIX (Gall y Spurzheim)
reactualizaron el tema de las localizaciones y, desde entonces, la ubicación
anatómica de las funciones cerebrales ha sido un tema siempre presente en los
estudios del sistema nervioso central.-

Los frenólogos, con métodos que la ciencia actual ni siquiera consideraría,


concluyeron_con_la_división_del_cerebro_en_37_órganos diferentes cada uno
de los cuales tendría a su cargo una función intelectual. Lo absurdo de sus
conclusiones contribuyó, en los hechos, a reforzar el concepto de que el cerebro
funcionaba como un todo homogéneo.-

En cambio la idea de una localización cerebral particular para ciertas funciones


sensitivo-sensoriales, motoras y cognitivas adquiere sus primeros fundamentos
científicos a mediados del siglo XIX cuando se suceden algunos descubrimientos
trascendentes.

Hughlings Jackson, observando la secuencia de algunas crisis epilépticas, sostuvo


que para explicarlas era necesario aceptar en el cerebro la existencia de diferentes
centros motores, separados entre sí.

Broca (1861) encuentra que una pequeña lesión en el pié de la tercera


circunvolución frontal del hemisferio dominante produce una pérdida del lenguaje de
expresión, sin otros trastornos intelectuales y Fritsch y Hitzig (1870) estimulan
eléctricamente ciertas áreas de la corteza cerebral produciendo movimientos en los
miembros contralaterales.-

Aún avanzado este siglo persistían algunas concepciones ingenuas que proponían
la localización de las funciones más complejas del psiquísmo en áreas limitadas de la
corteza cerebral. Se suponía que, al igual que los centros corticales de la sensibilidad
o los movimientos, podrían hallarse centros análogos de los fenómenos cognitivos.-

Sin embargo hoy sabemos que los procesos psíquicos superiores no se dan en la
corteza cerebral igual que las funciones fisiológicas elementales. Por otra parte los
nuevos conocimientos acerca de la estructura diferenciada de ciertas regiones del
sistema nervioso central no condicen con la hipótesis de que el cerebro es un todo
íntegro e indiferenciado. Es así que fueron ganando espacio las concepciones que
entendían a las funciones cognitivas apoyadas en estructuras organizadas en
sistemas, dinámicas en su desarrollo y relacionadas tanto a las psiconeurobiología
cuanto a las interacciones sociales,.

Nuestro psiquismo no se desarrolla únicamente a través de la maduración


mecánica de las aptitudes biológicas naturales innatas del sistema nervioso central.
Se desenvuelve y se organiza en el proceso de la actividad propiamente humana, de
interacción con el medio y de relación con sus semejantes. El hombre, como los
animales, atiende a las señales de su entorno y de su medio interno pero también
atiende, y de manera relevante, a las que él mismo crea.

En su evolución, a medida que fue creciendo la actividad que desplegaba en


relación con el medio externo y consigo mismo, esa actividad (o sus
representaciones) se fue replegando en su cerebro, convirtiéndose en procesos
psíquicos que parecen funciones relativamente simples y dadas desde siempre (por
ejemplo las percepciones) pero que son el producto de un complejísimo desarrollo
histórico.

Es natural que este proceso, propio del hombre, obligue a suponer un principio
nuevo de localización cerebral de las funciones psíquicas superiores, diferente de las
formas de organización de los animales y relacionados con actividades
específicamente humanas, básicamente el lenguaje y la actividad social. El hecho de
que en ese proceso de desarrollo se originen funciones nuevas -cognitivas- no
significa que cada una de ellas se asiente sobre un nuevo grupo de neuronas o
nuevos centros nerviosos al estilo de los que los frenólogos descubrían a principio del
1800.

El desarrollo se produce mediante la formación de sistemas funcionales originales


que nunca se dieron en los animales y cuya creación es un modo inédito del
desenvolvimiento ilimitado del sistema nervioso central. Cada función específica deja
de considerarse como el producto de un cierto centro y, a la vez, la función del
cerebro como un todo tampoco se considera como el trabajo de una masa indivisa y
homogénea de tejido nervioso. En lugar de estas dos concepciones se plantea la tesis
del sistema de zonas de la corteza altamente diferenciadas y que trabajan
conjuntamente, resolviendo los nuevos problemas que se le plantean mediante nuevas
relaciones y asociaciones intercentros.

Para completar la descripción de los aspectos organizativos y funcionales de las


cogniciones hay que adicionar la dimensión temporal. En un principio, las funciones
superiores dependen de la presencia de procesos elementales anteriores que les
sirven de base; los conceptos complejos no se podrían desarrollar si no se dan con
suficiente solidez las percepciones y las representaciones sensoriales, por ejemplo.

Sin embargo, en las etapas tardías, las funciones superiores empiezan a influir
sobre sus bases y las formas más simples de los procesos psíquicos se reestructuran
por efecto de la actividad psíquica superior. Si bien es cierto que al principio la
formación de los centros superiores depende de los inferiores, en el comportamiento
ya formado los centros superiores organizan el trabajo de los inferiores. respetando
una organización jerárquica de control.

El modelo cognitivo

Las funciones cognitivas individuales necesitan disponer de ciertos recursos del


sistema nervioso central para desenvolverse. Estos recursos no son ilimitados y por
tanto un funcionamiento cognitivo correcto supone una muy estricta selección de
estímulos, relaciones, situaciones y tareas a los que atender, ignorando o eliminando
otros. Nuestra mente es capaz de registrar y elaborar muchos más datos de los que
podría suponerse, pero aún así una ingente masa de información es desechada,
eliminada y/o ignorada. Esta selección tiene niveles muchas veces conscientes, pero
también existen procesos y estilos de procesamiento- inconscientes.

Las más modernas investigaciones parecen indicar que los procesos cognitivos
funcionan a través de una estructura de módulos en la que cada uno de sus
elementos está dedicado a realizar un tipo especial de transformaciones. Estos
módulos pueden recibir información directamente del entorno o de otros módulos, con
lo que la capacidad procesadora global se multiplica. Todos son sistemas
estratégicamente flexibles que permiten que las tareas pueden realizarse mediante
diferentes caminos, más automáticos e inconscientes o más controlados y
conscientes según el caso.

Algunos módulos están bajo control voluntario y permiten seguir paso a paso las
diferentes etapas del procesamiento, otros son cognitivamente impenetrables y se
conoce de ellos solo a través de sus resultados.- Todos los componentes del sistema
son capaces de trabajar simultáneamente o en paralelo de manera contingente, con
retroalimentación permanente y con referencias frecuentes a estructuras de
conocimientos ya existentes o esquemas. Estos esquemas predeterminados
relacionados a situaciones, actividades, etc. y almacenados en la memoria, prestan
un toque original a cada proceso y personalizan los resultados del funcionamiento
cognitivo.

Este modelo asume la existencia de una base psiconeurobiológica el procesador-


cuyas características se estudian en este capítulo. Pero, como decíamos, su
conocimiento no agota el estudio de las funciones de la cognición humana. Son
imprescindibles, para entender al hombre, los aportes de la psicología, y la
psicopatología cognitiva, las que abordan en la actualidad temas como las
atribuciones, los valores, las expectativas, las creencias (conscientes o no), la
identidad personal, la autoconciencia, el sí mismo, el cambio personal en el decurso
de la vida, y cómo todo ello modula y da sentido a la actividad propiamente humana.

Así superamos la analogía hombre-computadora y empezamos a abordar al ser


capaz de percibir, atender, memorizar, razonar y pensar, pero también de querer y
sentir, de sufrir y esperar, de creer e ilusionarse. Este hombre procesa la información
correctamente o la sesga de acuerdo a sus atribuciones, valores o creencias,
empujado por variantes motivacionales o emocionales, por su personalidad y por su
biografía, por la historia de sus tiempos o por la influencia de sus seres queridos o del
entorno social que lo rodea, pleno de razones pero también de intuiciones
irracionales.

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