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Estas cifras se calculan a partir de la tasa de inflación anual (IPC) que en noviembre
de 2016 (último dato disponible) fue de 5,96 por ciento. Sin embargo, hay que tener
en cuenta que para los hogares de ingresos bajos la inflación fue de 6,11 por ciento,
y este es el dato que debería tomarse como referencia.
Los empresarios argumentan que el aumento propuesto por ellos tiene en cuenta la
inflación más el 0,5 por ciento de aumento en la productividad, y este cálculo
coincide con el que hizo el Departamento de Planeación Nacional (DPN). Además
argumentan que, en estricto sentido, la cifra que debería usarse es el promedio del
valor de la inflación de 2016 (que llegará a 5,6 por ciento según el Banco de la
República) y la proyectada por dicha entidad para 2017 (3 por ciento), lo cual daría
un valor de 4,3 por ciento, 1,8 puntos porcentuales menos que la inflación calculada
para los estratos de ingresos bajos.
Fuente: DANE.
Como se puede ver en esta gráfica, durante los últimos años la demanda interna
había estado por encima del crecimiento del PIB y había jalonado su crecimiento.
Pero esta relación se invirtió a partir del segundo semestre de 2015 como
consecuencia de las medidas contraccionistas que el gobierno adoptó en aquel
momento, de manera que en el tercer trimestre del presente año la demanda interna
tuvo una caída de 1,1 por ciento, lo que llevó el PIB a un crecimiento de solo el 1,2
por ciento.
Hoy por hoy lo peor que podría sucederle a nuestra economía sería afianzar estas
fuerzas recesivas con un aumento del salario mínimo de solo el 6,5 por ciento. Los
empresarios deberían tener en cuenta que esta decisión va a afectar negativamente
sus balances, pues no se harán realidad sus proyecciones de ventas y por tanto no
van a poder cumplir sus obligaciones financieras.
El desajuste
Históricamente, el salario mínimo se ha venido reajustando por debajo de la inflación
más el aumento de la productividad, lo cual ha hecho que la remuneración de los
asalariados haya perdido 4,5 puntos porcentuales de participación del PIB durante
el siglo XXI. Esto quiere decir que a los trabajadores no se les ha reconocido su
aporte real al PIB.
Por eso una de las discusiones más importantes de la mesa de concertación para
el salario mínimo es la productividad. Se estima que por este concepto hay un
rezago de 15 por ciento en valor del salario mínimo. Por eso se acordó crear en
2017 una comisión que estudie el tema.
Mientras tanto, Colombia es un país donde el 1 por ciento más rico de la población
tiene una mayor participación en el ingreso total de toda América, incluso a Estados
Unidos (Gráfica 2). Y entre mayor es su ingreso menos impuestos pagan los ricos
en Colombia, como lo mostró Jairo Orlando Villabona en una investigación reciente
(Cuadro 1).
Gráfica 2.
Colombia es un país donde el 1 por ciento más rico de la población tiene una
mayor participación en el ingreso total de toda América.
Pero la discusión no debe quedarse allí. Hay muchos otros temas que deberían ser
llevados a la mesa de concertación. Por ejemplo, los empresarios y trabajadores de
la economía informal no tienen una representación adecuada, y tampoco lo tiene el
movimiento campesino.
Por todo esto se hace necesario un debate amplio sobre la calidad del empleo en
Colombia que vaya más allá de las cifras de informalidad y del monto del salario
mínimo.