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Ficha de Cátedra N°1: “Cuerpo, subjetividad y vínculos.

El sujeto
del vínculo. La empatía” (Autor: Lic. Luis Germaniez)

En esta Ficha de Cátedra se desarrollarán los temas que corresponden al eje 1 y al eje 2 de la
Clase 1. Dichos temas se encuentran agrupados en los apartados que llevan los siguientes títulos:

Eje 1:

i) ¿Por qué la necesidad de incorporar una mirada integral del


ser humano en la formación del Licenciado en IQ?

ii) ¿Qué concepción del hombre?

iii) Aspectos fundamentales de la constitución psico- social en el ser


Humano

Eje 2:

i) La empatía y la ecpatía

ii) De la empatía a la ecpatía

Eje 1

i) ¿Por qué la necesidad de incorporar una mirada integral del ser humano en la formación
del Licenciado en IQ?

Siempre que en el campo de la salud los profesionales de la misma se vinculan con los
pacientes, están manejando implícitamente una concepción de lo que éste es como ser humano.
En el área quirúrgica, y porque la práctica clínica que se desarrolla en el espacio del quirófano así
lo requiere, los profesionales involucrados se relacionan de manera exclusiva con el cuerpo del
paciente. Cuerpo que, desde ya, es concebido y abordado desde la mirada que el saber médico ha
forjado sobre él. Este protagonismo que adquiere el cuerpo biológico en las intervenciones
quirúrgicas, hace que otras dimensiones del paciente (como ser humano) queden opacadas y
pasen a un segundo plano. Así, por ejemplo, los aspectos psico- sociales que forman parte del
paciente como ser integral, pierden poco a poco visibilidad y representación para los integrantes
del Equipo quirúrgico. Lo cual, por supuesto, no quiere decir que desaparezcan: simplemente no
se los tiene en consideración en esas circunstancias.
Este estado de situación sostenido en el tiempo, puede dar lugar a la idea de identificar al
paciente con su cuerpo, o bien, con la patología orgánica que presenta. Es probable que simplificar
las cosas de esta manera, no acarree obstáculos importantes en la práctica profesional del IQ,
mientras desarrolla su labor en el ámbito del quirófano y su rol queda acotado al acto quirúrgico
en sí. Sin embargo, las competencias profesionales requeridas para el Licenciado en IQ obligan,
necesariamente, a que sean tenidas en cuenta las manifestaciones tanto psicológicas (a través de
las conductas) como sociales (vinculares, relacionales) del paciente y del propio IQ. (Se sugiere en
este punto revisar -tanto en el Plan de Estudio de la Carrera como en el Programa de la presente
Cátedra-, cuáles son las competencias a las que se hacen referencia).

ii) ¿Qué concepción del hombre?

Imagen 1

Para comenzar a aproximarnos a la concepción integral de ser humano mencionada en el


apartado anterior (que es con la que se va a trabajar en la presente Cátedra), se puede partir del
siguiente esquema contenido en la Imagen 2:
Imagen 2

En el esquema precedente se encuentra representado el planteo clásico del ser humano como
una entidad bio – psico – social1. Lo psico – social aparece aquí como sujeto del vínculo. Este
cambio en la nominación se justifica debido a que se tomarán referencias de la Teoría del
Psicoanálisis, en la que se conceptualiza la noción de sujeto (y de subjetividad) como resultante de
los intercambios sociales, relacionales (vínculos), que establece el ser humano con los otros desde
que nace y a lo largo de toda su vida (esto se desarrollará en el apartado Aspectos fundamentales
de la … ).

Tal como se ve representada en la Imagen 2 (y se anticipó anteriormente), la idea de cuerpo


que subyace en la presente propuesta es la que surge de los estudios e investigaciones realizados
por la Medicina a través de los siglos. Se trata, por lo tanto, de un concepto derivado de la
aplicación sistemática de los métodos y presupuestos epistemológicos derivados de las Ciencias de
la Naturaleza: el cuerpo como una entidad biológica constituida por un conjunto de sistemas, de
órganos, de tejidos, etc..

Para introducir la categoría de sujeto del vínculo, por el contrario, es necesario situarse desde
una perspectiva diferente. Aquí son la Ciencias Humanas (y, en particular, la Psicología) las que
sirven de referencia para construir dicha noción. Se pueden enumerar una serie de conceptos que
aparecen asociados al de sujeto del vínculo, y que servirán (luego) para los temas que se
desarrollen en ésta y en las próximas clases (estos conceptos, además, pueden reemplazar al
signo de pregunta que se encuentra en la Imagen 2):

- vivencias

- ansiedades

- miedos

- relaciones interpersonales

- Historia personal, familiar

- Fantasías
1
Si bien en la Imagen 2 aparecen separados lo bio de lo psico- social, esto sólo es así a los fines de su
presentación didáctica. Estas tres dimensiones del ser humano hay que pensarlas (en la práctica profesional)
de manera conjunta y determinándose mutuamente.
Por lo tanto, al reemplazar en el Imagen 2 el signo de pregunta por las referencias anteriores,
se tendría que:

Imagen 3

iii) Aspectos fundamentales de la constitución psico- social en el ser humano

“La premadurez biológica del ser humano, desprovisto en la etapa postnatal de la mayor
parte de los medios de percepción y ejecución, se transforma de entrada en un hecho
psicosociológico: la dependencia en relación con el ambiente humano que se hace cargo del
recién nacido y asegura su supervivencia” (LAGACHE, Daniel. “La unidad de la Psicología”. Cap.
1)

En la cita precedente se muestra cómo en el inicio mismo de la existencia (post- uterina) se


encuentran articuladas entre sí, las tres dimensiones constitutivas del ser humano que habíamos
señalado anteriormente: la biológica, la psicológica y la social. Pero la articulación es tal que la
dimensión biológica del neonato (por su estado de inmadurez) es la que habilita a que tanto la
dimensión psicológica como la social, adquieran un protagonismo que hasta ese momento
carecían y que ya no dejarán de tener. Es interesante, también, destacar cómo Lagache introduce
ambas dimensiones de manera conjunta; así, en la cita el autor hace referencia a que se trata de
un “ … hecho psicosociológico …”. Lo psicológico y lo social aparecen ligados de forma conjunta y
determinándose entre sí desde un principio. De alguna manera, esto ya lo habíamos anticipado en
el apartado “¿Qué concepción de hombre?”, cuando hicimos referencia a la noción de sujeto del
vínculo. Una parte de la subjetividad del ser humano (de su interioridad) está abierta a las
diferentes experiencias sociales que éste va atravesando a lo largo del ciclo vital. Veamos cómo
ocurre esto en el neonato para, luego, adentrarnos en la noción de empatía.

Retomemos las imágenes 2 y 3; allí propusimos que el ser humano había que pensarlo
constituido por tres dimensiones: el cuerpo (dimensión biológica) y el sujeto del vínculo
(dimensiones psicológica y social). Si nos preguntamos por el origen de cada una de estas
dimensiones, queda claro que el cuerpo es el resultado de un proceso de complejización celular
que se inicia en la concepción y tiene un hito trascendental en el advenimiento del neonato (como
entidad biológica), a través del acto de parir por parte de la madre. Ahora bien, ¿cómo explicar el
surgimiento de las otras dos dimensiones que están contenidas en el sujeto del vínculo?. Pues así
como en la imagen 4 está representado el “1° nacimiento” (de cuerpo), también es lícito suponer
un “2° nacimiento” que haga referencia a la génesis del sujeto del vínculo.

Imagen 4

En este punto hay que introducir la referencia de Lagache al “ … hecho psicosociológico …”.
En efecto, el cuerpo del neonato es alojado socialmente en una red de relaciones cuyos
representantes habituales lo constituyen las figuras parentales (y de manera extensa la familia de
ambos). Este entorno social inmediato que se hace cargo del neonato (ver imagen 5) le procurará
cuidados, se mostrará interesado por cubrir las necesidades que le suponga al recién nacido, le
dará una identidad (a través del nombre), lo incluirá en una red de parentesco (hijo de …, nieto de
…, sobrino de .., etc.), que harán de ése ser que vino al mundo (como entidad biológica, como un
cuerpo) un ser psico- social con características únicas e irrepetibles.
Imagen 5

Es importante remarcar que lo más singular e idiosincrásico de cada ser humano (aquello que
constituye su interioridad, su subjetividad), es fundamentalmente provisto – luego de haber
nacido- por el entorno social (familia) que lo recibe 2. Por eso Lagache nomina a esta operación de
constitución subjetiva como “ … hecho psicosociológico …”: para que el sujeto (dimensión
psicológica) aparezca en la escena del mundo tiene que haber una intervención externa
(dimensión social) sobre el cuerpo del neonato. Podemos decirlo de otra manera: el origen de la
subjetividad es la resultante del encuentro de lo social con el cuerpo del recién nacido. Vemos, en
consecuencia, cómo ahora adquiere un sentido más fuerte la noción de sujeto del vínculo. Si los
padres (o sus sustitutos) no se hacen cargo (en el sentido antes mencionado: cuidados, trato
personalizado, etc.) del neonato, sino establecen un vínculo con éste, es imposible que surja el
sujeto (o si se quiere: que ese cuerpo se humanice y deje de ser sólo un conjunto de células que se
han complejizado).

Podemos afirmar (como ya lo hicimos anteriormente), entonces, que desde el inicio mismo
de la existencia del sujeto del vínculo, la subjetividad está abierta a lo social. Esta apertura
acompañará al ser humano a lo largo de todo el ciclo vital. La presencia del semejante no nos es
indiferente, no puede resultarnos ajena: lo que viene del otro, siempre produce efectos a nivel
psicológico (en la subjetividad). Ya estamos en condiciones, en consecuencia, de abordar el último
tema de esta clase: la empatía (o el vínculo empático entre el profesional de la salud y el paciente).

2
Además, dicho entorno familiar le brindará el marco social para las experiencias que tendrá durante su
infancia y adolescencia, cuya subjetivación también contribuirán a forjar un ser único e irrepetible.
Eje 2

i) La empatía y la ecpatía:

Como se hizo mención en el punto i) del Eje 1, las competencias profesionales del Lic. en IQ
requieren que éste incorpore herramientas para un abordaje integral del paciente. Si bien existen
numerosas formas de acceder a la dimensión psico- social de la persona (por ejemplo: entrevistas,
historia clínica, etc.), el encuentro del profesional de la salud con el paciente, lo expone a entrar en
contacto directo con la subjetividad de éste. Así, se denomina empatía a “la acción y la capacidad
de comprender, ser consciente, ser sensible o experimentar de manera vicariante los
sentimientos, pensamientos y experiencias de otro, sin que esos sentimientos, pensamientos y
experiencias hayan sido comunicados de manera objetiva o explícita” (GONZÁLEZ DE RIVERA
REVUELTA, 2004, p. 1). Vulgarmente se entiende por empatía el ponerse en el lugar del otro. De
esta función psicológica (que se desarrolla desde la más temprana infancia), nos valemos en lo
cotidiano para relacionarnos y establecer lazos de comunidad con otros. Sin embargo, y en la
medida en que dicha habilidad psíquica se torna conciente en cada uno de nosotros, puede ser
direccionada y resignificada con propósitos específicos. Esto cobra particular relevancia en el
campo de la salud, y en el vínculo profesional de la salud- paciente. En efecto, si hicimos alusión a
que todo ser humano posee dos dimensiones (cuerpo y sujeto del vínculo), cualquier enfermedad
orgánica (que se desarrolla en el cuerpo) va a ser “vivenciada” de manera diferente por cada
persona( por tratarse de un sujeto que interpreta lo que le ocurre en su cuerpo). Esta “vivencia
subjetiva” de la enfermedad, el padecimiento anímico que produce en el paciente, es lo que se
pone en juego a través del vínculo (empático) con el profesional de la salud. Sin embargo, puede
ocurrir que ese “ponerse en el lugar del otro” por parte del profesional perjudique a éste por
identificarse en demasía con lo que le sucede al paciente. Es necesario (entonces) poder regular,
dosificar, establecer una cierta distancia, en el vínculo empático, con el fin de darle al mismo un
valor operativo. Esta “maniobra o acción mental compensatoria de la empatía” (GONZÁLEZ DE
RIVERA REVUELTA, 2004, p. 2), se denomina ecpatía. La ecpatía es el uso instrumental de la
empatía.

ii) De la empatía a la ecpatía:

En la medida en que todas las personas son sujetos singulares e irrepetibles, es difícil dar
“fórmulas” o “recetas” universales que puedan ser efectivas en todos los casos por igual. No
obstante, existen pautas generales y orientativas, a tener en cuenta para hacer un buen uso (es
decir: con finalidad terapéutica) de la empatía en el campo de la salud.
a) En primer lugar, hay que tener presente que darle un valor operativo a la empatía no
significa suprimir la subjetividad del paciente en la relación que éste establece con el
profesional. Poner un límite en el vínculo empático no equivale a su supresión. Refugiarse
en el tecnicismo, en un trato “distante”, sólo en el cuerpo del paciente, es una estrategia
que empobrece a todos los que participan del proceso quirúrgico, en la medida que
sustrae potenciales recursos terapéuticos. En efecto, detectar necesidades psicológicas
específicas en los pacientes quirúrgicos (en especial aquéllas que son consecuencia del
mismo proceso quirúrgico en el que están insertos), permite realizar interconsultas a
tiempo3, y optimizar la evolución integral de aquéllos.
b) Por otro lado, que el Lic. en IQ (al igual que cualquier otro integrante del Equipo
Quirúrgico) reconozca que en la medida en que se parte del supuesto antropológico de
que el paciente no es sólo un cuerpo, sino que posee una subjetividad (que también hay
que abordar terapéuticamente en un contexto quirúrgico), esto abre a la interconsulta y a
lo interdisciplinario. Se trata de alojar “el desborde psíquico” del paciente (efecto del
proceso quirúrgico) en otros profesionales (psicólogos, psiquiatras, etc.). Este
reconocimiento permite volver funcional (es decir: ecpático), lo que se detecte en el
vínculo empático. A su vez, saber que se cuenta con un espacio de tratamiento, de
resolución, de los consecuencias subjetivas (en el paciente) de la cirugía, disminuye en el
integrante del Equipo Quirúrgico la responsabilidad (y el nivel de estrés) 4 que produce el
enfrentarse a este tipo de situaciones. En este sentido, lo que transforma en ecpatía la
empatía, es la actitud (conciente) del profesional de la salud que puede visibilizar (en el
discurrir de su práctica cotidiana) los límites de su propia disciplina.
c) Por último (lo cual no agota la serie de pautas que se pueden enunciar), la experiencia
profesional (que no solamente dan los años de trabajo) es una variable que ayuda a
capitalizar el pasaje de la empatía a la ecpatía en el vínculo con el paciente. En este
sentido, puede ser útil la exploración subjetiva (por ejemplo: a través de un espacio
psicoterapéutico) que pueda realizar el Lic. en IQ de estos aspectos de la propia práctica
profesional.

3
El tema de la Psicoprofilaxis quirúrgica será trabajado en la próxima Clase 2.
4
Ver, luego, para la temática del estrés en el ámbito quirúrgico, la Clase 6 sobre Síndrome de burn out.

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