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Sección “A”
Moneda y Banca
La crisis de 1929, también conocida como la Gran Depresión, fue una de las
mayores crisis económicas que han afectado a las economías de los países
industrializados. Tuvo su origen en Estados Unidos, desde donde se expandió a
otros lugares. No se puede situar el fin de esta crisis en un momento concreto e
idéntico para todos los países. Lo que vino con esto fue una catástrofe económica
en la que las empresas no contaron con dinero para invertir. Los obreros fueron
despedidos y se quedaron sin salarios para vivir dignamente. Los bancos que
habían prestado dinero no pudieron recuperarlo y muchos tuvieron que cerrar sus
puertas.
Las secuelas del crac del 29 se sintieron pronto. Las personas desconfiaron de los
bancos y buscaron sacar su dinero. Entre 1929 y 1933, cientos de bancos
quedaron en la quiebra. Los industriales dejaron de invertir en la producción, ya
que las personas no tenían dinero para comprar productos. Aún peor, los dueños
de las fábricas, al tener que producir menos, despidieron a más obreros. Para el
año 1932, el tamaño de la economía en Estados Unidos se había reducido una
cuarta parte. La producción industrial cayó a la mitad. El desempleo en 1933 llegó
al 25 % y la producción agrícola descendió en 70 %, siendo también golpeada por
la sequía que afectó los campos de las planicies centrales en esa nación. Estados
Unidos dejó de importar muchos bienes y servicios, perjudicando a los
exportadores extranjeros. La crisis se extendió por el mundo.
Poco antes de que esto ocurriera, los inversores de Wall Street pensaban que se
había iniciado una época dorada, en la cual los mercados continuarían durante
mucho tiempo con un alto grado de estabilidad y un nivel de precios elevados. El
economista norteamericano, Irving Fisher, llegaría a afirmar lo siguiente “Los
precios de las acciones han alcanzado lo que parece ser una meseta alta
permanente.”
Esos seis días de octubre estuvieron lejos de ser un bache. Le dieron un golpe
casi fatal a la economía estadounidense en su conjunto y un golpe fatal definitivo a
millones de finanzas personales. A la industria le resultó difícil comerciar, ya que la
creencia en el concepto del crédito y en la credibilidad del sistema bancario se
había hecho pedazos. La lucha por conseguir dinero para seguir operando y pagar
salarios fue intensa. La manufactura se redujo como resultado: a los tres años del
Crack, la producción de automóviles -un símbolo de los buenos tiempos de la
década de 1920- era aproximadamente una cuarta parte de lo que había sido. El
desempleo también aumentó espectacularmente. Seis meses después de los
acontecimientos de octubre de 1929, el total de desempleados se había más que
duplicado a 3,25 millones.
No fue una sorpresa que, en las elecciones presidenciales de 1932, Hoover fuera
destituido de su cargo. Su sucesor, el demócrata Franklin D. Roosevelt, ganó con
el 57,4% del voto popular. El mandato que le concedió su fuerte victoria, junto con
las grandes mayorías que obtuvieron los demócratas en ambas cámaras del
Congreso, permitieron una valiente lucha contra la difícil situación del país. Esa
acción vigorosa y directa se produjo en forma de 15 leyes principales destinadas a
crear empleos y reiniciar la industria, la economía y, simbólicamente, la
esperanza. Los avances legislativos que hizo fueron rápidos y considerables. La
Ley de Banca de Emergencia tenía como objetivo estabilizar -y por lo tanto,
restaurar la fe en el sistema bancario, a través de la introducción del seguro
federal de depósitos. En tanto, la Administración Federal de Ayuda de Emergencia
ofreció apoyo a los pobres en forma de mantas, comedores populares y
oportunidades de empleo. También se ofreció trabajo a quienes se inscribieron en
el Cuerpo Civil de Conservación (CCC), que colocó a los desempleados en
campamentos por seis meses, trabajando en proyectos de conservación y
ganando US$30 por mes. Al final del plan, en 1942, había empleado a 2,5 millones
de hombres. Se ofreció trabajo adicional a través de la Administración de Obras
Públicas, creada para mejorar la infraestructura del país. El programa de
Roosevelt, conocido como el New Deal, fue revolucionario en la forma en que
colocó al gobierno federal hasta entonces casi invisible en la vida cotidiana en el
corazón de la recuperación de la nación. El proyecto para reconstruir EE.UU.,
tanto material como psicológicamente, fue impresionante, pero la nación no estaba
completamente unida detrás de la causa.
Roosevelt moriría el 12 de abril de 1945, poco antes del fin de la guerra. El modelo
consumista y la expansión del comercio internacional, dominado por sus empresas,
serían los motores del espectacular desarrollo económico de Estados Unidos a lo
largo de las siguientes décadas.
Conclusión
La crisis de 1929 estuvo ligada a una combinación de subconsumo y
sobreinversión lo que causo una economía ficticia el cual, en un momento
determinado, se produjo una pérdida de confianza que favoreció que el consumo y
el gasto de inversión se redujesen significativamente. Como consecuencia causo
el pánico en muchas personas que intentaron mantenerse a salvo alejándose
de los mercados y manteniendo el dinero en efectivo. El dinero en efectivo, con la
caída de precios, hizo tener la esperanza porque se podría consumir más bienes.
Este hecho agravó la situación de subconsumo, lo cual hizo que la economía se
resintiera.
La Gran Depresión era una recesión de forma cíclica que afecta a las economías
capitalistas. No obstante, el papel de las autoridades monetarias agravó la
situación. Fruto de la política monetaria, especialmente de la Reserva Federal,
cayó la oferta de dinero de forma paralela la cual sufrió una deflación que
aumentó el valor real de la deuda de aquellos que habían obtenido un préstamo o
crédito debieran más de lo que recibieron.