INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA. PROBLEMAS Y MÉTODOS FILOSÓFICOS.
PROF. ROLANDO NÚÑEZ Fecha: 29/11/2022
Formando: Francisco De Jesús Peralta
EL HOMBRE: ANIMAL PARLANTE.
“Palabras, palabras -un poco de aire movido por los labios- palabras para ocultar quizás lo único verdadero: que respiramos y dejamos de respirar”. Anónimo En continuidad con la búsqueda de la comprensión sobre el misterio del hombre, en el modernismo se desarrollaron diversos avances que marcaron hito en la historia del ser humano. En el siglo XIX el planteamiento evolucionista de Darwin generó una revolución del pensamiento y la cosmovisión, en su afamada obra “el origen de las especies”, abriendo sendas nuevas para alcanzar una comprensión más profunda sobre la especie humana y su origen, llegando a la afirmación de que ésta es producto de un salto en la cadena evolutiva de otros seres animados llamados mamíferos del orden de los primates; este salto en la evolución se materializa con la aparición del homo sapiens.
A pesar de los considerables avances de la ciencia y la antropología
respecto a esta postura, es bien sabido que todavía no se ha alcanzado una real profundidad en esta comprensión, ya que existen muchos elementos que no alcanzan a ser abarcados intelectualmente y que continúan generando polémicas discusiones en el mundo académico sobre los antepasados homínidos Para el desarrollo de esta reflexión se hace necesario definir el concepto “animal”, ya que en la actualidad parece todavía ser controversial tal palabra respecto a las personas, marcando una distinción y siendo utilizado, muchas veces, de forma peyorativa. Animal proviene del latín animalis, que quiere decir “lo que tiene vida” o “lo que está vivo”. Estos seres que respiran hálito de vida poseen la inteligencia como elemento constitutivo, que los diferencia y distancia, al mismo tiempo, del resto de la naturaleza, y hoy día pueden ser denominados como: animales irracionales y animales racionales.
Sin embargo, esta clasificación en función del concepto de razón, se ha
vuelto cada vez más imprecisa ya que ambas poseen un grado de razonabilidad propias de su especie. Así por ejemplo animales como las aves, gacelas o chimpancés hacen uso de una inteligencia específica, sujeta exclusivamente a los instintos; por el contrario, el hombre está dotado de una capacidad asombrosa de extraerse de sus instintos y necesidades; y mediante la voluntad, actuar según un querer particular; esta capacidad es la que permite la comprensión del entorno vital y la posibilidad de relacionarse con otros seres de la misma especie animal, es decir otros seres humanos.
En este orden de ideas, el filósofo Ernest Cassirer, en el desarrollo del
siglo XX, llega un poco más lejos en esta distinción meramente antropocéntrica o zoológica entre los animales racionales o irracionales y establece que “el hombre no vive solamente en un puro universo físico, sino en un universo simbólico…” y por tanto “en lugar de definir al hombre como un animal racional lo definiremos como un animal simbólico”. Aquí está la génesis del lenguaje.
“El lenguaje es el certificado de pertenencia de mi especie, el verdadero
código genético de la humanidad”, tal como afirma Savater en su obra las preguntas de la vida. Al mismo tiempo en que el hombre es capaz de auto percibirse como ser distinto de los otros y de percibir su mortalidad, es capaz de querer decir algo sobre sí mismo o sobre su entorno, empezando en primer lugar en una especie de soliloquio, y posteriormente, mediante la significación de elementos externos como sonidos, dibujos, entre otros; con sus semejantes.
El progreso de la humanidad ha sido fruto del desarrollo del lenguaje
humano, el cual ha asentado las bases para crear los vínculos sociales y al mismo tiempo ha propiciado el desarrollo de la capacidad de establecer e interpretar, cada vez de forma más precisa, los símbolos propios de cada época y generación. Esta dimensión simbólica del ser humano no es estática y por lo tanto no está preestablecida. Por el contrario, es dinámica y en el devenir de la historia y siempre por acuerdo común se desarrollan, se establecen o se abandonan elementos simbólicos a los que correspondía un significado propio.
En definitiva, la autoconciencia y el lenguaje han sido, y seguirán siendo,
los elementos fundacionales del animal simbólico; el cual permiten hablar del ser humano y experimentar asombro y expectación que, como misterio, indefinible por completo, generará siempre nuevas matrices de opiniones o conclusiones filosóficas o científicas.
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