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Uruguay: los inicios de la vida constitucional 1830 - 1870

“El Uruguay de 1800 a 1860 no tenía casi puentes, ni un solo kilómetro de vías férreas, los ríos separaban
las regiones en el invierno durante meses, las diligencias demoraban entre cuatro a cinco días en unir
Montevideo con la ciudad de Tacuarembó (…). El ojo contemplaba muy pocas cosas que se debieran al
hombre. Pero no sólo eran las cosas del hombre las escasas, lo era también el hombre, el país en 1800
tenía unos 20 ó 30 mil habitantes y en 1860 no más de 230.000. La densidad, ni siquiera un habitante y
medio por km2, demuestra que la presencia humana era rara, infrecuente en el paisaje”. Barrán, J. P.
“Historia de la sensibilidad”. La cultura bárbara. El disciplinamiento. Ediciones Banda Oriental. Mdeo, 2011.

Hacia 1830 así nacía el país. "Un país de fronteras indefinidas y abiertas; sin caminos ni más medios de
comunicación que el caballo y la carreta; sin alambrados, con un derecho de propiedad de la tierra
controvertido, sin agricultores o pastores sedentarios; sin más centros de asociación que la pulpería, la
capilla y la estancia. No había escuelas por donde transcurriera la civilización de las ciudades, ni comisarías
que impusieran el acatamiento de una autoridad difusa y distante (...)".
Oscar Bruschera, "Divisas y partidos" Enciclopedia Uruguaya, T.17. Editorial Arca, Mdeo 1968, Pág. 123.

Vivir en Montevideo: “Hasta 1868, en que tal vez un edicto policial logró prohibirlos, los cerdos
merodeaban en las calles. (…) Montevideo era también una ciudad de olores fuertes. Era costumbre de
muchos de sus habitantes orinar y defecar en las calles. Tal hecho hizo que la Junta de Higiene propusiera
en 1855: “Para que en las calles no haya charcos de orines y de inmundicias se prohibirá hacer las
necesidades en ellas, y para conseguirlo se fijarán avisos en aquellos parajes donde se haya hecho
costumbre orinar”. La norma de las buenas construcciones era el pozo negro y la letrina; la de los
mediocres, echar las deyecciones “simplemente a la calle, o en el mejor de los casos transportarlas a la
costa más próxima”. A veces ocurría que los pozos negros infestaban los aljibes”. Barrán, J. P. Ob. Cit..

Hacer la América….

“Este país es comparable a la tierra de promisión de


que hablan los Sagrados Escritores, hay abundancia
de riquezas naturales, tropillas de caballos y una
cantidad asombrosa de animales vacunos /…/ Venid
que os esperamos con el becerro cebado y el pan y
la sal de la hospitalidad.” Carta del colono valdense
J. P. Baridón en 1857. Citada en Rilla – Caetano
Historia contemporánea del Uruguay. Ed. Fin de
Siglo 1998. Mdeo. Pág. 63

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