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“ EVA Y EL BURRITO TRISTE”

Eva tenía una característica muy especial: podía hablar con los animales.
Desde que era muy pequeña hablaba con todos los animales de su granja.
Con Coco, la gallina y su esposo el gallo Nicolás, con Rick, el pato, Don Leo, el
caballo de su padre, con Gussy, su gatito gris y remolón, con Héctor el gran
perro pastor que cuidaba de las ovejas como si fueran sus hijas, y con Mus, el
burrito triste.

La verdad es que Mus la tenía preocupada desde hacía algún tiempo.


Ultimamente, estaba más melancólico de lo normal. Eva había intentado
acercarse a él varias veces pero el animal la rehuía y se escondía detrás del
pequeño pajar. Cuando le veía hacer eso, Eva se ponía muy triste ella también
y no sabía qué hacer.

Una tarde, mientras estaba dando de comer a las gallinas, escuchó a Coco
contarle a sus compañeras:

- Pues sí, Mus está tan triste porque quiere ser tan fuerte y elegante como
Don Leo y poder ayudar y acompañar al padre de Eva como lo hace él,
pero claro, no puede compararse la majestuosidad y belleza de un
caballo con la de un burro…ay, pobre Mus,

Eva, entonces, se dirigió a la gallinita y le dijo:

- Coco, es verdad lo que dices?


- Claro que sí, Eva-respondió la gallina muy amable- Además lo sé de
muy buena tinta-añadió dándose importancia- porque me lo ha contado
el Señor Buho.
- Y, cómo lo sabe el Señor Buho?-preguntó la niña.
- Porque ha oído las quejas del burrito. Cuando se esconde en el pajar,
puede escuchar los lamentos desde su nido, en el viejo granero.

Eva, entonces, dejó la escudilla con el maíz y se dirigió al granero. No le


gustaba entrar allí porque estaba oscuro y le asustaba, pero tenía que hablar
con el buho y poder ayudar al pobre burrito triste. Abrió la puerta del granero
muy despacio. No se oía nada. Le temblaban las piernas, sin embargo, se
armó de valor y siguió adelante.

- ¡Señor Buho!-gritó-¡Señor Buho! ¿Dónde está?.

Esperó respuesta. Al no recibirla volvió a llamar al animal hasta que una voz
surgió de una de las vigas más altas del techo:

- ¿Qué es todo este jaleo? ¿No sabes que yo a estas horas estoy
durmiendo?
- Lo seinto, Sr. Buho, pero tengo que hablar con usted. Soy Eva.
- Ah, Eva, ¿Qué te trae por aquí?

Eva le contó lo que había oído decir a Coco y el buho la escuchó atento.
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- ¿Qué puedo hacer para ayudar a Mus?


- Bien pequeña, la verdad es que no lo sé. He intentado explicarle que su
condición nunca le permitirá ser tan guapo y fuerte como Don Leo y que
debe asumirlo, como yo asumí que jamás cantaría como los ruiseñores
o volaría tan alto como las águilas. Pero no me hace caso y lo único que
logro es que llore mas fuerte y se ponga más triste. No sé qué consejo
puedo darte.
- Gracias de todos modos, señor Buho –se despidió Eva pensando que
esa no era forma de animar al burrito.

De allí se fue directamente a las cuadras para hablar con Don Leo. Estaba
segura de que el caballo podría ayudarla ya que tenía muy buen corazón.

- Don Leo, buenos días -saludó mientras cogía una zanahoria- ¿Cómo
está usted?
- Muy bien, Eva, ¿qué te trae por aquí?-respondió el animal mirando con
deseo la hortaliza- ¿Es para mí esa zanahoria?- añadió con descaro
porque además de tener buen corazón, el caballo era un glotón-
- Claro que es para usted. Venía a pedirle un favor.
- Pide lo que quieras, pequeña. Estoy aquí para lo que haga falta.
- Pues verá…Resulta que Mus, el burrito, está más triste que de
costumbre y es porque le gustaría parecerse a usted.
- ¿A mí? ¿Por qué?-preguntó extrañado el caballo-
- Porque le gustaría tener su fuerza y poder tirar del carro de mi padre.
- Pero eso es imposible. Yo soy de una raza de caballo de tiro y él no es
más que un burro de carga.
- Ya lo sé . Pero he pensado que si usted quisiera hablar con él y llegar a
entrenarlo, podríamos decir, para que fuera más veloz y más fuerte, tal
vez consiguiéramos animarle.

Don Leo quedó pensativo un momento. Quería ayudar a Mus y estaba


buscando la manera de hacerlo .Se le ocurrió una idea.

- Tu padre acaba de comprarle a tu hermano pequeño una especie de


carrito, ¿no es verdad?
- Sí, pero ¿qué tiene eso que ver con…?-calló de pronto y se dio cuenta
de lo que quería decir Don Leo- ¿Piensa que Mus podría tirar del carro
de mi hermanito?- Don Leo asintió- ¡Es una idea genial!¡ Es usted
fantástico? Vamos a buscar a Mus para contarle la idea.
- Pero, desátame antes, ¿no Eva?
- Ah, claro, perdone Don Leo.

Eva desató al animal y juntos se dirigieron al pajar. Allí encontraron a Mus,


triste y quejumbroso, lamentándose de no ser un caballo marrón y grande
como Don Leo.

- No llores mas, pequeño- dijo a modo de saludo el caballo- Eva me ha


contado lo que te pasa y se nos ha ocurrido una idea para que puedas
parecerte a mí…
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- ¿De veras?- preguntó incrédulo el burro- ¿Cuál?


- Hemos pensado- intervino Eva- que como te hace tanta ilusión tirar de
un carro, tires del carro de mi papá le ha comprado a mi hermano
pequeño.
- Pero yo no quiero tirar de una birria de carro como ese.- protestó Mus-
Quiero tirar de un auténtico carro. Tirar de un carro grande es más útil
que tirar de un simple carro de paseo, no hago feliz a nadie.
- ¿Cómo que no?- objetó Don Leo- Haces feliz al pequeño Felix. ¿Sabes
la alegría que se llevaría el pequeñín si el burrito más lindo y elegante de
toda la comarca tirase de su carro? ¡Sería el chico más feliz del mundo!
- ¿Tú crees?- dijo incrédulo Mus-
- Claro que sí- habló Eva para apoyar a Don Leo- Eres el burrito más
bonito de los alrededores, con ese color gris perla y ese pelaje como de
peluche…¡Eres la envidia de los demás burritos!
- ¿Sí? ¿En serio?- se animó Mus-
- Por supuesto, pequeñín. Tal vez nunca llegues a ser tan fuerte como yo
pero, entre los de tu especie, eres el mejor. Además, con el
entrenamiento que te voy a poner y si tú te esfuerzas, cuando yo me
retire, a lo mejor el padre de Eva te deja que tires de su carro.
- Por supuesto que te dejará, yo le convenceré. Pero de momento, debes
empezar por algo más pequeño…como el carrito de Felix. ¿Qué dices?

Mus se llo pensó.

- ¡De acuerdo! Lo haré. ¿Cuándo empiezo?-preguntó resuelto-


- Ahora mismo- dijeron Eva y Leo a coro- ¡Viva! Mus será el caballito de
Felix y lo hará muy bien. Y cuando sea mayor será el burro preferido de
mi padre.

Y felices como perdices, se dirigieron los tres a la casa para empezar el


entrenamiento de Mus, el burrito al que ya nunca llamarían el “burrito triste”.

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