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CHIQAP KUYAKUY

(el verdadero amor)

Era una linda mañana en Huayra. Mi pueblito querido, lleno de flores y


borreguitos comiendo de los pastizales verdes.
Recuerdo siempre oír el quiquiriquí del gallo, significaba que era hora de
despertar. Como cada día, mi abuela Amanda me llamaba para tomar el
desayuno; Lucía, wambra ven a desayunar, decía.
Iba corriendo para tomar desayuno y así poder tener energía y no llegar tarde
al colegio.
En el colegio había un niño que siempre fastidiaba, era Martín, siempre me
decía huérfana, pero, aunque huérfana sea, yo no necesito que manden a
cumplir mis obligaciones. Él era el hijo del Supay el hacendado con mayor
poder, bueno eso decían, era malo y si las cosas no salían como quería, se
desquitaba con las personas y animales. Era lo que más pena me daba
encontrar restos de animales muertos, siempre me ponía a pensar en Chira, mi
ovejita, pero más que eso mi compañera de aventuras. Hay mi ovejita, tan linda
ella, con un pelaje suave y blanco como el algodón y sus ojitos bien chiquitos.
Nunca pensé que algún día acabarían mis aventuras con ella…
Chira me esperaba a la salida del colegio para retornar a casa, en camino a
casa vi una linda mariposa, era diferente a las demás, llamaba mucho mi
atención tanto así que no podía dejar de verla y cuando empezó a volar,
simplemente la seguí, no me di ni cuenta que estaba a punto de tropezar y caer
sobre espinas. Afortunadamente no lo fue, sonó un CRACK, era Chira se había
tragado la mariposa y al parecer todo el encanto se fue. Cuando me di cuenta
de que era un encanto, solo pensé en Martín era el único que podía crear
encantos y embrujos. Estaba molesta, quería gritarle todas sus verdades en su
cara, pero recordé que el odio nunca es bueno.

Fui a casa y mi abuela me preguntó, que por qué demoré mucho y yo le dije lo
que ocurrió y que tenía sospechas de que fuera Martín. Mi abuela dijo que si
podría hacer algo lo haría, pero le tenía miedo al Supay, entonces me dijo:
aunque no se pueda hacer mucho, procura mantenerte alerta de cualquier tipo
de suceso parecido, pues el encanto solo sucede cuando te hipnotiza y cuando
estás desprevenida.
Hice caso a mi abuela, en varias ocasiones noté más bromas pesadas, pero
hubo una de sus bromitas que rebalsó el vaso.

De inmediato fui a su casa y no para pelear con él, sino para hablar y si no me
quiere escuchar, hablaré con su padre, porque yo no le tenía miedo, pues para
mí él no era nadie mucho menos una autoridad.

Toqué la campana y salió Lupe la cocinera quien amablemente me dijo:

-Hola wambra Lucía, ¿que se te ofrece?

-Doña Lupe, quería hablar con Martín

- Hay wambra justo recién acaba de salir, pero, ¿Por qué lo buscas?

- Uy... si le cuento; no para de insultarme y me hace bromas pesadas que ya


no aguanto.

-Lucía, no más te digo que es mejor que te vayas, al Supay no le gusta que se
quejen de su hijo. Ni te imaginas lo que hizo con los demás vecinos que
vinieron como tú…

En ese momento me quedé anonadada con el comentario de Doña Lupe y no


sabía que hacer, pero de lo que estaba segura era que ya me molestaría más.

Doña Lupe me dijo que me retire, pero no le hice caso y espere a que el Supay
salga y yo poder tomarlo de sorpresa y contarle el mal actuar de su hijo.

Luego de minutos el Supay salió y yo lo tome de sorpresa, tanto así que se


asustó. Como se suele decir, sin pelos en la lengua le dije:

- Señor Supay vine a decirle que corrija a su hijo, él siempre molesta con sus
bromas pesadas y comentarios ofensivos y lo peor es que no solo a mí, sino
que a muchas personas del pueblo, si bien pertenecen a una familia de riquillos
no les da derecho a burlarse de nadie.

-Pero quién eres tú para reclamarme algo y manchar el honor de mi hijo, yo soy
el dueño de estas tierras, estás pisando mi casa y todo lo que entra a mi casa
es mío.
No recuerdo que pasó, pero de repente desperté entre los rebaños de ovejas,
me sentía mareada. Trate de ubicarme y poder saber por dónde ir y no sabía
dónde estaba.

Escuché voces y me parecía conocida, pero como estaba confundida no


conseguía recordar, se me apareció una sombra, amablemente me ayudó y me
dijo ¿qué me había pasado? y ¿por qué estaba en la chacra de su padre?
Cuando tomé conciencia, sorprendida, me di cuenta de que era Martín él me
había ayudado. Toda nerviosa le respondí que no sabía, que estaba hablando
con su padre el Supay, ya que no me gustaba su forma de actuar de él.

Él triste, se dio cuenta de su mal actuar y me dijo que nunca nadie se había
molestado por sus bromas o palabras y yo le respondí:

- ¿Cómo no sabes lo que tu padre hace con las personas que se quejan de ti?

Él dijo:

-No tenía ni idea, siempre pensé que todos eran mis amigos, a mi papá no le
gusta renegar mucho menos conmigo, así que supongo que ya sé por qué
disminuye el rebaño y por qué nadie asistió a mi cumple.

Me sorprendí cuando él dijo que no sabía nada de lo que hacía el supay.


Entonces le dije, ¿quieres que seamos amigos?

Él dijo que SI sin dudarlo, me pidió perdón por todo lo malo que me hizo; claro
que yo le dije que sí, porque en mi corazón nunca debe existir el odio, sino el
amor, un amor verdadero como el que yo siento hacia mi abuelita Amanda y
Chira sin rencor alguno…

Le dije que me ayudara a regresar a casa, pues no sabía dónde estaba y no


podía caminar bien.

En medio camino nos encontramos a una ovejita, mi corazón se aceleró y sentí


mucha tristeza, pero la sentí aún más cuando vi en ella las características de
Chira y SI era ella, no dejaba de llorar, era parte de mi familia desde que nací.

Tuve que dejarla ahí e irme a casa junto a Martín, cuando llegué a casa
encontré a mi abuela llorando, estaba llorando por mí, pues no llegué a casa en
todo el día y yo nunca demoro, le conté lo sucedido y me consoló por la pérdida
de Chira.

Dormí junto a mi abuelita y cuando desperté escuche los llamados de Martín,


fui y lo invité a pasar, tomamos desayuno juntos y dijo que en nombre de su
padre pedía perdón por la pérdida de Chira, le dije que las aceptaría. Pero yo
no me quedé tranquila y dije ¿Qué te parece si juntos hablamos con tu papá?
Él dijo que está bien, que tenía razón, porque él necesitaba saber si todo lo que
le conté sobre las personas era cierto.

Fuimos a buscarlo, él al mirarme tenía cara de sorprendido y Martín le dijo


padre, ¿es cierto todo lo que hiciste por culpa mía?, primero perdón por las
malas acciones que cometí, pero quiero saber la verdad.

El Supay dijo:

-Hijo mío, yo no sabía cómo reaccionar ante comentarios de tal calaña, creo
que ambos cometimos errores, pero podemos arreglarlos juntos. Pido perdón
por todo lo malo.

Después de todo, el Supay ni su hijo que ahora es mi amigo resultaron ser tan
malos como se creía.

Desde entonces todo fue alegría y felicidad entre todo el pueblo y lo mejor
conseguí un nuevo amigo, aunque haya perdido a chira, ella siempre estará en
mi corazón, cuando crecimos viajamos juntos para estudiar en la universidad
hasta lograr ser profesionales.

Mi valentía hizo que yo gane un verdadero amigo y Martín junto a todos los del
pueblo vivimos el verdadero amor (chiqap kuyakuy).

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