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Fui a casa y mi abuela me preguntó, que por qué demoré mucho y yo le dije lo
que ocurrió y que tenía sospechas de que fuera Martín. Mi abuela dijo que si
podría hacer algo lo haría, pero le tenía miedo al Supay, entonces me dijo:
aunque no se pueda hacer mucho, procura mantenerte alerta de cualquier tipo
de suceso parecido, pues el encanto solo sucede cuando te hipnotiza y cuando
estás desprevenida.
Hice caso a mi abuela, en varias ocasiones noté más bromas pesadas, pero
hubo una de sus bromitas que rebalsó el vaso.
De inmediato fui a su casa y no para pelear con él, sino para hablar y si no me
quiere escuchar, hablaré con su padre, porque yo no le tenía miedo, pues para
mí él no era nadie mucho menos una autoridad.
- Hay wambra justo recién acaba de salir, pero, ¿Por qué lo buscas?
-Lucía, no más te digo que es mejor que te vayas, al Supay no le gusta que se
quejen de su hijo. Ni te imaginas lo que hizo con los demás vecinos que
vinieron como tú…
Doña Lupe me dijo que me retire, pero no le hice caso y espere a que el Supay
salga y yo poder tomarlo de sorpresa y contarle el mal actuar de su hijo.
- Señor Supay vine a decirle que corrija a su hijo, él siempre molesta con sus
bromas pesadas y comentarios ofensivos y lo peor es que no solo a mí, sino
que a muchas personas del pueblo, si bien pertenecen a una familia de riquillos
no les da derecho a burlarse de nadie.
-Pero quién eres tú para reclamarme algo y manchar el honor de mi hijo, yo soy
el dueño de estas tierras, estás pisando mi casa y todo lo que entra a mi casa
es mío.
No recuerdo que pasó, pero de repente desperté entre los rebaños de ovejas,
me sentía mareada. Trate de ubicarme y poder saber por dónde ir y no sabía
dónde estaba.
Él triste, se dio cuenta de su mal actuar y me dijo que nunca nadie se había
molestado por sus bromas o palabras y yo le respondí:
- ¿Cómo no sabes lo que tu padre hace con las personas que se quejan de ti?
Él dijo:
-No tenía ni idea, siempre pensé que todos eran mis amigos, a mi papá no le
gusta renegar mucho menos conmigo, así que supongo que ya sé por qué
disminuye el rebaño y por qué nadie asistió a mi cumple.
Él dijo que SI sin dudarlo, me pidió perdón por todo lo malo que me hizo; claro
que yo le dije que sí, porque en mi corazón nunca debe existir el odio, sino el
amor, un amor verdadero como el que yo siento hacia mi abuelita Amanda y
Chira sin rencor alguno…
Tuve que dejarla ahí e irme a casa junto a Martín, cuando llegué a casa
encontré a mi abuela llorando, estaba llorando por mí, pues no llegué a casa en
todo el día y yo nunca demoro, le conté lo sucedido y me consoló por la pérdida
de Chira.
El Supay dijo:
-Hijo mío, yo no sabía cómo reaccionar ante comentarios de tal calaña, creo
que ambos cometimos errores, pero podemos arreglarlos juntos. Pido perdón
por todo lo malo.
Después de todo, el Supay ni su hijo que ahora es mi amigo resultaron ser tan
malos como se creía.
Desde entonces todo fue alegría y felicidad entre todo el pueblo y lo mejor
conseguí un nuevo amigo, aunque haya perdido a chira, ella siempre estará en
mi corazón, cuando crecimos viajamos juntos para estudiar en la universidad
hasta lograr ser profesionales.
Mi valentía hizo que yo gane un verdadero amigo y Martín junto a todos los del
pueblo vivimos el verdadero amor (chiqap kuyakuy).