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J. Vernon McGee
GÁLATAS
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J. Vernon McGee
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1 y 2 Corintios • Gálatas
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J. Vernon McGee
©2022 THRU THE BIBLE RADIO NETWORK
Primera Edición en Español
Traducido de materiales escritos en inglés por J. Vernon McGee
Al menos que se indique lo contrario, el texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-
Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina;
© renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
Reina-Valera 1960TM es una marca registrada de la American Bible Society,
y puede ser usada solamente bajo licencia.
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2da. de Corintios
Introducción211
Capítulo 1 217
El estímulo de Dios para los planes de la vida 219
Capítulo 2 231
El restaurar a un santo que está pecando 232
El poder del ministerio 234
Capítulo 3 238
Contrastes entre el viejo y el nuevo pacto 239
Capítulo 4 246
Capítulo 5 260
Capítulo 6 281
Experiencias difíciles del ministerio 281
La súplica personal de Pablo 287
Capítulo 7 295
Capítulo 8 304
Un ejemplo del dar cristiano 305
Evaluación del dar cristiano 311
Explicación del dar cristiano 317
Capítulo 9 320
Explicación del dar cristiano (continuada) 320
6
Ánimo para el dar cristiano 321
Capítulo 10 327
Capítulo 11 337
Capítulo 12 346
La experiencia de Pablo 348
El aguijón en la carne de Pablo 349
Pablo piensa volver a visitar Corinto 352
Capítulo 13 358
La ejecución del apostolado de Pablo 358
La conclusión del apostolado de Pablo 360
Gálatas
Introducción363
Los gálatas—la gente 363
Gálatas—la epístola 366
Capítulo 1 371
Salutación—un saludo tibio 371
Tema anunciado—ferviente declamación 376
Personal—la experiencia de Pablo en Arabia 383
Capítulo 2 388
La experiencia de Pablo con Pedro en Antioquía 392
Doctrinal—la justificación por la fe 396
La doctrina declarada 396
Capítulo 3 405
La experiencia de los gálatas 405
La ilustración de Abraham 409
Capítulo 4 433
La alegoría de Agar y Sara 446
Capítulo 5 452
Santificación práctica por el Espíritu 452
Capítulo 6 480
Salvo por gracia y el fruto del Espíritu está presente en el carácter cristiano 480
Conclusión autografiada 497
El propio testimonio de Pablo 498
7
1 & 2 Corintios, Un Comentario
Gálatas
INTRODUCCIÓN
Y
o creo que el Apóstol Pablo escribió esta carta a las iglesias en
Galacia, en su tercer viaje misionero desde Efeso. Él había visitado
esas iglesias recientemente; había pasado por esa zona y había
descubierto que los judaizantes habían seguido sus pasos y que las iglesias
en esos lugares estaban prestando atención a los que presentaban esta
tendencia a la observancia de la ley de Moisés. Pablo escribió esta carta para
contraatacar su mensaje y para indicar claramente lo que era el evangelio.
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Gálatas—la epístola
Permítame decir ahora algunas palabras acerca de esta epístola,
antes de entrar de lleno en ella. (1) En ella, encontramos un mensaje
duro, severo, solemne. (Véase Gá. 1:6-9; 3:1-5) Usted lo podrá apreciar
cuando comience con la lectura. No corrige la conducta como lo hace la
Carta a los Corintios, pero es una epístola de corrección. Los creyentes
de Galacia se hallaban en un grave peligro. ¿Por qué? Porque las bases
mismas estaban siendo atacadas. Todo estaba siendo amenazado. La
epístola, por tanto, no contiene ninguna palabra de encomio, no se
encuentra ninguna alabanza en ella, ni palabras de agradecimiento. No
hay ningún pedido de oraciones. Tampoco se menciona su posición en
Cristo. Ninguno de los amigos de Pablo es mencionado por nombre.
Usted compara esta epístola con las otras cartas de Pablo y puede ver
que es un poco diferente de todas ellas. (2) En esta epístola, la segunda
cosa que la hace diferente es que el corazón del Apóstol Pablo se muestra
al desnudo, por decirlo así; aquí hay mucha emoción y sentimiento.
En realidad, ésta es una epístola donde hay mucha lucha. Pablo está
listo para luchar aquí; él no tiene ninguna tolerancia hacia el legalismo;
alguien dijo que la Carta a los Romanos proviene de la mente de Pablo,
mientras que la Carta a los Gálatas proviene de su corazón. Puedo decir
lo que dijo un teólogo: “La Carta a los Gálatas toma contenciosamente
lo que la Carta a los Romanos indica sistemáticamente”.
(3) Tenemos luego, la tercera cosa, que destaca esta epístola; tiene
una declaración de emancipación de legalismo de cualquier clase. Es
muy interesante notar que los legalistas no dedican mucho tiempo a
estudiar esta Epístola a los Gálatas. Es que los reprende mucho. Ésta
era la epístola favorita de Martín Lutero, por ejemplo, que dijo: “Ésta
es mi epístola, estoy aferrado a ella”. Estaba en el estandarte de La
Reforma. Ha sido llamada la Carta Magna de la iglesia primitiva. Es
un manifiesto del vivir cristiano. Es una cita de lo inexpugnable, y una
roca de Gibraltar contra cualquier ataque al corazón del evangelio.
Alguien ha dicho: “La victoria inmortal está ceñida a sus sienes”.
Ésta es la epístola que sacudió a Juan Wesley. Usted recuerda que Juan
Wesley llegó a América como misionero para los indios, y que cuando
él llegó allí, hizo un descubrimiento sorprendente. Él dijo: “Yo llegué
a América a convertir a los indios, pero ¿quién va a convertir a Juan
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Gálatas, Un Comentario
Bosquejo
I. Introducción: 1:1-10
A. Salutación. Un saludo indiferente, 1:1-5
B. El tema es enunciado. Una declaración calurosa, 1:6-10
II. Sección personal—La autoridad del apóstol y la gloria
del evangelio, 1:11-2:14
A. La experiencia de Pablo en Arabia 1:11-24
B. La experiencia de Pablo con los apóstoles en Jerusalén, 2:1-10
C. La experiencia de Pablo con Pedro en Antioquía, 2:11-14
III. Sección doctrinal—La justificación por la fe, 2:15-4:31
(La fe vs. las obras, la libertad vs. la esclavitud)
A. La justificación por la fe—la doctrina es enunciada, 2:15-21
B. La justificación por la fe—la experiencia de los gálatas, 3:1-5
C. La justificación por la fe—la ilustración de Abraham, 3:6-4:18
D. La justificación por la fe—alegoría de Agar y Sara, 4:19-31
IV. Sección práctica—La santificación por el Espíritu, 5:1-
6:10 (El Espíritu vs. la carne, la libertad vs. la esclavitud)
A. Ser salvado por la fe y el vivir según la ley perpetra el caer de la
gracia, 5:1-15
B. Ser salvado por la fe y el andar según el Espíritu produce el fruto
del Espíritu, 5:16-26
C. Ser salvado por la fe y el fruto del Espíritu presenta el carácter
cristiano, 6:1-10
V. La conclusión autografiada, 6:11-18
A. La misma letra de Pablo, 6:11
B. El mismo testimonio de Pablo, 6:12-18
1. La cruz de Cristo vs. la circuncisión, 6:12-15
2. La letra de Cristo en el cuerpo de Pablo, 6:16-18 (La nueva
circuncisión de la nueva creación)
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CAPÍTULO 1
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Gálatas, Un Comentario
Los judaizantes habían llegado a ese lugar. Hay algunas cosas que
debemos notar aquí y hacia las cuales deseo dirigir su atención y es
esto. El evangelio tiene dos aspectos y puede ser usado en realidad en
dos sentidos. Están los hechos del evangelio: que Jesucristo murió, que
fue sepultado, y que Su cuerpo fue resucitado de entre los muertos.
El Apóstol Pablo mismo dijo: Porque primeramente os he enseñado
lo que asimismo recibí. (1 Co. 15:3) Él dijo lo recibí, él no lo había
inventado ni lo había pensado por sí mismo. Él lo recibió. ¿Y, qué fue
lo que recibió? Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las
Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme
a las Escrituras. (1 Co. 15:4) Ésos, amigo, son los hechos históricos
del evangelio y no se pueden cambiar. Usted nunca ha predicado el
evangelio, a no ser que haya mencionado estos acontecimientos.
La segunda cosa que deseo recalcar es la interpretación de estos
hechos. Deben ser recibidos por fe, nada más. Pablo va a entrar en eso
y vamos a esperar hasta que él lo haga. Pero lo que él está diciendo aquí
es lo siguiente: Los judaizantes han entrado al país de los Gálatas; y
los acontecimientos, los hechos del evangelio no fueron desafiados ni
puestos en duda; ésos eran hechos históricos.
Pablo había dicho que quinientos testigos habían visto al Señor en
cierta ocasión. Cuando usted tiene tanta gente que aún está viviendo y
que han sido testigos, uno no va de un lugar a otro tratando de negar los
hechos del evangelio; pero ellos estaban cambiando la interpretación de
esos hechos. Lo que ellos estaban diciendo era lo siguiente, y lo hacían
de una manera muy sutil, muy disimulada—ellos preguntaban: “¿Ha
pasado el hermano Pablo por aquí?” La gente les contestaba: “Sí, él vino
y predicó el evangelio, y nosotros lo aceptamos; somos convertidos
y conocemos ahora a Cristo como nuestro Salvador, y formamos un
cuerpo de creyentes”. Ellos sabían todo eso, y ahora, estos judaizantes
trataban de avanzar un poco y decían: “Ah, así que él dijo eso, ¡qué
bueno! Vosotros sabéis que el hermano Pablo es muy exacto en lo que
está diciendo, pero él no dice todo lo que tiene que decir. ¿Os dijo,
por ejemplo, que teníais que guardar la ley? ¿No os dijo eso, verdad?
Pues bien, os debería haber dicho eso; sí, vosotros tenéis que confiar
en Cristo, pero también tenéis que seguir la ley, o de otra manera, no
seréis salvos”.
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Esto no es algo reciente; es una de las herejías más antiguas que hay.
Ocurrió en los días de Pablo, agregando algo al evangelio de la gracia,
algo que usted tiene que hacer en lugar de sólo creer. Se podría decir:
creer, más hacer algo.
Es una lástima que Pablo no supiera eso, cuando él le dijo al carcelero
de Filipos: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo. Es lamentable que
Simón Pedro no lo supiera cuando dijo: Y en ningún otro hay salvación;
porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos. También es una lástima que los apóstoles no
supieran eso; y es una lástima que el Señor Jesucristo no se lo hubiera
dicho. Él les dijo a ellos: “Id y predicad este evangelio; que vosotros no
debéis hacer nada sino confiar que ya todo, todo ha sido hecho por Mí”.
Es muy importante que note que el evangelio deja excluidas todas las
obras, y todo lo que uno pueda hacer.
No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban
y quieren pervertir el evangelio de Cristo. [Gá. 1:7]
Esa palabra pervertir proviene de metastrapho, que es una palabra
muy fuerte, áspera. La utilizó Lucas cuando estaba mencionando el
sermón de Simón Pedro en los Hechos 2:20: cuando el sol se convertirá
en tinieblas. Aquí se traduce como “convertirá”. Santiago también
usa la misma palabra: vuestra risa se convierta en lloro. (Stg. 4:9) En
otras palabras, ésta es una verdadera revolución, el intentar cambiar
el evangelio tiene el mismo efecto de hacer lo opuesto a lo que es en
realidad. Es muy importante que note eso.
Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare
otro evangelio diferente del que os hemos anunciado,
sea anatema. [Gá. 1:8]
El lenguaje que Pablo utiliza aquí es bastante duro. Él dice que si un
ángel del cielo declarara cualquier otro mensaje que no sea el evangelio,
él sería descartado o despedido con un lenguaje muy fuerte. Suponga
que en el mismo momento en que estoy escribiendo este estudio, un
ángel se me aparece y me dice: “Mira, deberías agregar algo más a
eso que estás escribiendo”. Cuando usted está leyéndolo, el ángel se
le aparece y le dice: “Mira, tú tendrás que agregarle esto a lo que el
predicador escribe; él tiene razón en lo que dice, pero tú tienes que
agregarle un poquito más”. Debo indicar que usted y yo le podríamos
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Gálatas, Un Comentario
decir a ese ángel: “Lárgate de aquí, no tengo por qué escucharte”, aunque
sea un ángel del cielo.
En nuestros días hay muchos que están tratando de darnos otro
“evangelio”. Puede que le parezcan ángeles a usted. Satanás hace que
sus ministros se parezcan a los ángeles, y algunos son muy atractivos.
(Véase 2 Co. 11:14-15)
Pablo dice:
Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si
alguno os predica diferente evangelio del que habéis
recibido, sea anatema. [Gá. 1:9]
Con lenguaje fuerte Pablo dice: Si alguno os predica diferente
evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Amigo, no podemos
poner esto en un lenguaje más claro, ni más duro.
El evangelio excluye toda obra. Ro. 4:5 dice: Mas al que no obra,
sino cree en Aquél que justifica al impío, su fe le es contada por
justicia. Encuentro que muchas personas creen, que han llegado a
ser suficientemente buenas como para ser salvas. Un hombre me
dijo recientemente: “Dr. McGee, quiero ser cristiano. Voy a tratar de
mejorarme, y si logro progresar, entonces voy a hacerme creyente”.
Le dije, “si usted trata de mejorarse, nunca llegará a ser cristiano. La
única clase de persona que Dios salva es la persona impía. El Señor
Jesús dijo que no había venido a llamar a los justos; Él vino a llamar a
los pecadores. La razón por la cual dijo eso era que no había justo, ni
aun uno. Hasta la justicia del hombre es como un trapo de inmundicia a
los ojos de Dios. La ley nos condena y nos dejará sin poder hablar ante
la gracia que nos puede salvar”.
Ro. 3:19 nos dice, Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo
dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo
el mundo quede bajo el juicio de Dios. La verdadera dificultad es no
que las personas deban ser “suficientemente buenas” como para ser
salvadas, sino que no son “suficientemente malas” para ser salvadas. La
humanidad se niega a reconocer su condición de se perdida ante Dios.
Éste es el predicamento humano.
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Gálatas, Un Comentario
Ahora el evangelio deja de lado cualquier otra obra que uno quiera
hacer. Más al que no obra, sino cree en Aquél que justifica al impío,
su fe le es contada por justicia. Esas palabras no se encuentran aquí
en el libro de Gálatas sino en la Epístola a los Romanos 4:5. La
verdadera dificultad el día de hoy no es que la gente tenga que ser lo
suficientemente buena como para ser salva, hay muchas personas que
dicen eso. Un hombre dijo en una ocasión: “Usted sabe, yo quiero ser
un creyente. Voy a tratar de mejorarme, y si logro progresar, entonces
voy a hacerme creyente”. Pues bien, si usted progresa, nunca llegará a
ser creyente, usted se estará engañando a sí mismo, porque la verdad, es
que usted no va a progresar. Ése, pues, no es el problema; el problema
consiste en que la gente no es lo suficientemente mala como para ser
salva. Ésa es la razón por la cual hay tantos miembros de las iglesias
que no son salvos y que son tan difíciles de alcanzar con el evangelio.
Porque ellos piensan que son lo suficientemente buenos como para
ser salvos, y la verdad es que, no son lo suficientemente buenos para
serlo. Si ellos se pudieran ver simplemente tal cual son, el asunto sería
diferente. El problema por lo tanto es que nosotros no creemos que
somos malos, lo suficientemente malos como para ser salvos. Alguien
le dijo una vez a un predicador: “¿Sabe? yo he escuchado sus mensajes,
y francamente lo que usted está diciendo es bueno para esa gente que se
halla en dificultades, que han cometido crímenes, pero eso no es para
mí”. ¿Ya ve usted, amigo? Él, no se consideraba lo suficientemente malo
como para ser salvo. Él esperaba ser lo suficientemente bueno.
La única clase que Dios salva es la de los impíos. No se le olvide,
amigo. El Señor Jesucristo dijo que Él no vino a buscar a los justos, sino
a los pecadores. La razón por la cual Él dijo eso era porque no había
justos, ni siquiera uno. La ley, pues, nos debe dejar sin poder decir una
palabra antes de que Cristo pueda comenzar. Como dijo el Apóstol
Pablo: Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están
bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el
juicio de Dios. (Ro. 3:19) La ley se ha dado, amigo, para que su boca
quede cerrada. Pero esto causa que mucha gente parlotee demasiado
sobre lo bueno que ellos son y cómo guardan la ley. El evangelio de ley
y gracia no tiene poder. No tiene crecimiento y tampoco tiene victoria.
Por naturaleza, la forma en que hemos sido hechos —y no hay
excepción a esto—el hombre responde al legalismo. Los predicadores
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Gálatas, Un Comentario
las he estimado como pérdida por amor de Cristo. (Véase Fil. 3:7-8)
El Espíritu Santo testifica de la gracia en el día de hoy. Ésa es la
persuasión del evangelio y lleva a la fe. En realidad, la ley niega la caída
del hombre, y ésa es la posición de Caín. La gracia, en cambio, reconoce
la caída del hombre y allí tenemos a Abel en esa ofrenda que presentó
a Dios.
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Gálatas, Un Comentario
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CAPÍTULO 2
de reuniones para ellos, y no había nada malo con eso. Creo que esta
referencia aquí, en el versículo 1, es en cuanto al concilio que se llevó
a cabo en Jerusalén y que es mencionado en Hechos 15, cuando Pablo
y Bernabé fueron allí a ver lo que la iglesia tenía que decir en cuanto al
evangelio.
Pero subí según una revelación, y para no correr o
haber corrido en vano, expuse en privado a los que
tenían cierta reputación el evangelio que predico entre
los gentiles. [Gá. 2:2]
Pablo reconocía que, si él estaba predicando un evangelio diferente a
lo que los otros apóstoles estaban predicando, entonces había algo que
estaba mal, completamente mal. Pablo estaba bien dispuesto a admitir
su error: “Si yo estaba predicando un evangelio diferente, entonces yo
soy quien está equivocado. He corrido en vano, ciertamente estaría
desilusionado por estar mal informado”. Así es que él va y comunica
ese evangelio.
Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser
griego, fue obligado a circuncidarse; Y esto a pesar de
los falsos hermanos introducidos a escondidas, que
entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en
Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud. [Gá. 2:3-4]
Había algunos que habían entrado a la iglesia donde Pablo estaba
predicando que se habían presentado en ese lugar bajo falsas apariencias.
Ellos aparentemente no eran ni creyentes. Entraron a ese lugar para
espiar la libertad que estos hermanos tenían en Cristo. Encontraron allí
que había un joven griego, Tito, a quien Pablo nunca había obligado a
que se circuncidara. ¿Qué es lo que van a hacer en cuanto a este joven?
Bueno, no le obligaron a ser circuncidado. No escucharon a los falsos
hermanos. Si lo hubieran hecho, estaríamos de nuevo bajo la ley en vez
de estar gozando de la libertad por el Espíritu de Dios y la libertad en
Cristo.
A los cuales ni por un momento accedimos a someternos,
para que la verdad del evangelio permaneciese con
vosotros. [Gá. 2:5]
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Gálatas, Un Comentario
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Pablo regresó más tarde con una ofrenda para los creyentes pobres
en Jerusalén, porque esa iglesia había sido perseguida y se encontraba
en una triste condición. Pablo, inclusive, había participado en esa
persecución, antes de que él se convirtiera. Ésa es la razón por la cual
él quería traer con sus propias manos este regalo, esta ofrenda de su
iglesia, ¿por qué? Porque él había perseguido a la iglesia y ahora él
quería ayudarla.
Eso era servicio social. Si hay alguna cosa, supongo, de la cual nosotros,
los fundamentalistas, somos culpables, es de la falta de un verdadero
servicio en esta área en particular. Santiago era muy práctico en cuanto
a eso: “Cuando un hombre llega entre vosotros, y él tiene hambre, no le
deis el evangelio primero; dadle de comer, y luego le podéis predicar el
evangelio”. Yo pienso que hoy las iglesias fundamentales deberían estar
haciendo más para ayudar a la gente pobre. Pero ¿sabe usted? Es difícil
conseguir personas que sean verdaderos creyentes en la Biblia y que
estén interesados en un ministerio de esta naturaleza. Pablo dice aquí
que hay lugar para estas cosas. Los apóstoles de la iglesia en Jerusalén
le dijeron: “Pablo y Bernabé, no os olvidéis de los pobres”. Eso no es el
evangelio, pero si usted ha sido salvo por la gracia de Dios va a acordarse
de ellos y Pablo dice: Lo cual… procuré con diligencia hacer.
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mesa, e ir a comer de la comida que había sido preparada para los judíos.
Eso estaba mal. Pablo dice: “En Cristo nosotros tenemos libertad. Usted
puede comer carne o dejar de comerla”. Eso es lo importante.
Usted sabe que hay mucha gente en el día de hoy, creyentes—y creo
que son sinceros—que tratan de hacer lo mejor que pueden para que
uno tenga que entrar por un portillo. Ahora, puede que esto suene un
poco obstinado, y creo que sería bueno contestar a esta gente: “Si yo
tengo que pasar por ese pequeño portillo de ustedes, pues no voy. Yo
tengo libertad en Cristo, y esa libertad es que Él es mi Salvador, Él es
mi Señor y yo soy responsable ante Él”. Puedo decir de paso que pienso
que Él es un verdadero dictador. Él quiere que yo me incline ante Él, y
yo lo hago porque le amo y quiero servirle. No estoy interesado en esos
otros pequeños portillos. ¡Qué cosa más tremenda la que tenemos ante
nosotros! Una de las grandes oposiciones al evangelio en el día de hoy
son estas personas que tratan de hacerlo pasar a uno por sus pequeños
portillos.
Lo que él estaba diciendo es simplemente esto. Cuando este hombre
abandonó la mesa de los gentiles y regresó a la mesa de los judíos,
estaba diciendo que la mesa de los gentiles estaba haciendo las cosas
mal porque si no, no la hubiera dejado. Él estaba diciendo que la mesa
donde se había preparado los alimentos según la costumbre judía era la
correcta y, por tanto, él regresa de la libertad que tenemos en Cristo al
legalismo. Nuevamente al judaísmo.
La naturaleza del reproche de parte de Pablo nos muestra en primer
lugar la inconsistencia de guardar la ley. Usted se da cuenta que era
correcto para Simón Pedro el vivir de la misma forma en que vivían
los creyentes gentiles, ¿para qué desear, entonces, que los creyentes
gentiles vivieran de la misma manera que los judíos? Eso es lo que él
estaba diciendo cuando él regresó a la otra mesa. Ahora, si un gentil
viviendo bajo la gracia, separado de la ley, era lo suficientemente bueno
para Simón Pedro, ¿era eso malo para los mismos gentiles? Esto tiene
que ver con la libertad que tenemos en Cristo. Si Simón Pedro tenía
libertad de vivir fuera de la ley, ¿no era bueno eso también para que los
gentiles hicieran lo mismo?
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La doctrina declarada
Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre
los gentiles. [Gá. 2:15]
El judío de esa época miraba a los gentiles como que éstos eran
pecadores. En realidad, las palabras “gentiles” y “pecadores” eran
sinónimos en ese día. Por tanto, el reproche de Pablo dio muestra de la
insensatez de guardar la ley, lo disparatado que todo esto es.
Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras
de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también
hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la
fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por
las obras de la ley nadie será justificado. [Gá. 2:16]
Está diciendo Pablo que: Nosotros también (es decir, los judíos,
nosotros los israelitas) hemos creído en Jesucristo para ser justificados
por la fe de Cristo. Me gustaría escuchar a algún legalista predicar
un versículo como éste. No he escuchado a nadie que lo haga
correctamente. Cuando uno de ellos habla de este versículo, hace
una parodia de la interpretación de lo que aquí se dice. Este versículo
puede trastornar todos los sistemas legales que existen en la actualidad.
Cualquier persona que dice que usted tiene que agregar cualquier otra
cosa a la fe en Cristo, amigo, en el momento en que usted hace eso,
usted ha mutilado absolutamente el evangelio.
Note lo que él está diciendo aquí. Él dice que, si un judío ha tenido
que dejar la ley atrás, ha tenido que olvidarse de ella, es decir ha tenido
que abandonarla para poder ser justificado por la fe y no por las obras
de la ley, entonces la pregunta que Pablo presenta aquí es: ¿Por qué
deben los gentiles ser puestos bajo la ley? Ése era el gran argumento que
tuvo que debatir el Concilio de Jerusalén que se menciona en Hechos
capítulo 15. ¿Deben los gentiles ser colocados bajo la ley? Gracias a Dios
que la respuesta fue guiada por el Espíritu de Dios, que los gentiles no
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Gálatas, Un Comentario
deben estar bajo la ley para lograr la salvación. En realidad, él no está bajo
la ley para vivir tampoco. Él debe andar en un nivel mucho más alto que
éste.
¿Pueden los gentiles encontrar justificación bajo la ley cuando el judío
ha probado ya que eso es imposible? El judío tuvo la ley por casi 1.500
años y él no ha podido cumplir completamente con la ley. La pregunta
es entonces: ¿por qué obligar al gentil a que viva bajo aquello que no ha
salvado ni aun a un israelita? Lo que Pablo está diciendo aquí es que, ya
que los gentiles creyentes ya habían sido justificados por la gracia, sería
insensato para ellos el salir de allí para someterse a la ley que no había sido
capaz de justificar a los judíos.
Observe lo que él está diciendo en esta sección, y quiero realmente
desmenuzar este versículo. Note lo que dice aquí: Sabiendo que el hombre.
Esto es algo que usted ya sabe. Usted puede saber si es salvo o si no lo es.
Sabiendo que el hombre, ¿qué clase de hombre? Anthropos es la palabra
que se utiliza aquí. Quiere decir el término genérico de la humanidad,
habla de la solidaridad de la raza, de la humanidad en común que todos
nosotros tenemos.
Esto rompe cualquier barrera de color, también la barrera que puede
haberse creado por las razas; rompe la barrera del estrato social, sabiendo
pues, que cualquier hombre—no hay ninguna diferencia de quién sea el
hombre—todos estamos en el mismo nivel ante la cruz, y ese nivel es el
ser pecador. Usted es un pecador. Yo soy un pecador. No interesa quién
sea usted, amigo, usted es un pecador ante los ojos de Dios. Sabiendo que
el hombre—cualquier hombre—no es justificado por las obras de la ley.
Eso incluye el sistema de la ley mosaica, y también incluye cualquier otro
sistema legal. Escuche atentamente, amigo. Si usted dice que el día de hoy
usted debe unirse a cierta iglesia, o que usted tiene que tener cierta clase de
experiencia, o que usted tiene que ser bautizado para ser salvo, entonces
debemos decir que usted está contradiciendo este versículo que tenemos
ante nosotros. Aquí dice: sabiendo que el hombre no es justificado por las
obras de la ley. De cualquier ley. El sistema de la ley de Moisés.
Pero Pablo aquí, abarca todos los sistemas legales que uno encuentra
en cualquier religión. En realidad, lo que hace que la religión cristiana sea
diferente de cualquier otra religión que existe en la faz de la tierra, amigo,
es ésta: todas las religiones que conocemos—cada una de ellas dice: “Haz
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• J. Vernon McGee •
esto”, “haz aquello”, cada una de ellas. La religión cristiana no dice eso.
El cristianismo dice que usted es justificado por fe, es decir, la fe en un
hecho que ya ha concluido. Las otras religiones le dicen que usted tiene
que hacer “algo”; el cristianismo le dice que todo está ya hecho, todo
está ya terminado, finalizado; todo ha sido completado y usted lo único
que tiene que hacer es creerlo.
Permítame llamarle la atención a un versículo importante en 1
Corintios 12:3: Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el
Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús
Señor, sino por el Espíritu Santo. Fíjese atentamente, amigo–nadie
puede llamar anatema a Jesús. Ahora, ¿cómo puede uno llamar anatema
a Jesús? Si usted dice: “Cuando uno llega a Cristo y le acepta como su
Salvador, usted no ha recibido todo lo que tenía que recibir. El Espíritu
Santo le puede dar algo más que usted no ha recibido a través de Cristo
y usted tiene que buscar alcanzar eso en el presente”.
Cuando usted comienza a despreciar la obra del Señor Jesucristo en
la cruz, cuando Él vino a este mundo a morir por usted y realizó una
salvación perfecta; y cuando Él completó todo esto regresó al cielo y
dice que Él se sentó a la diestra de Dios, ¿sabe usted por qué se sentó?
¡Porque ya no había nada más que hacer! Si hubiera faltado algo que
hacer entonces Él no se hubiera sentado. Cuando Él se sentó quiere
decir que ya había completado todo lo que había que hacer. Cuando
usted está diciendo que Él no lo hizo todo por usted, permítame decirle
amigo, que lo que está diciendo es llamar anatema a Jesús. Usted no
puede hacer eso por el Espíritu Santo de Dios.
Usted no está dando un buen consejo. Usted no me está presentando
la palabra del Espíritu Santo, porque cuando el Espíritu Santo viene, Él
toma las cosas de Cristo y nos las muestra; el Señor Jesucristo Mismo
dijo que Él lo iba a mostrar a nosotros. En realidad, Él dijo que no
hablaría de Sí Mismo, amigo. Cuando usted viene a Cristo, usted recibe
todo, completamente todo. Él le está dando todo lo que le hará falta en
esta vida, y es a Cristo a quien nosotros nos dirigimos. Él es el Único
hoy que administra todos esos dones. Ahora, el Espíritu Santo es Aquél
que los da, pero Él solamente está obrando aquí bajo la supervisión de
la segunda persona de la Trinidad. El Señor Jesucristo es la Cabeza de
la iglesia. Amigo, nosotros hoy recibimos todo en Él. Él es el todo en
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CAPÍTULO 3
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Gálatas, Un Comentario
La ilustración de Abraham
Llegamos ahora a otra sección de la justificación por fe. Tenemos
aquí la ilustración, el ejemplo de Abraham. Eso se destaca mucho y
usted lo puede apreciar en esta epístola. Comienza en el capítulo 3:6,
y continúa hasta el capítulo 4:18; y luego tenemos esa ilustración que
es una alegoría de Agar y Sara, y con eso llegamos al final del capítulo
4. Así que en realidad es el mismo corazón de este libro, de esta carta.
Hemos llegado a la parte sobresaliente de ella. Abraham será el ejemplo
que se nos presenta aquí.
Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
[Gá. 3:6]
Ésta es una cita que aparece en Génesis 15:6: Y creyó a Jehová, y le
fue contado por justicia. Ésta es una ilustración que nos llega de la época
primera, digamos, de la vida de Abraham, de su vida de fe. También
se menciona en la Epístola a los Romanos 4:3. Abraham es la gran
ilustración de la justificación por fe. Usted no puede decir que Abraham
fue justificado por la ley, porque la ley no fue dada sino 400 años
después de Abraham. Así es que no diga que Abraham fue justificado
por la ley. Tampoco diga que fue justificado por la circuncisión porque
él fue justificado antes que la circuncisión fuese establecida. Eso llegó
a ser una evidencia, lo mismo que es el bautismo del creyente en la
actualidad, no es para salvarle, es para dar evidencia de que usted ya ha
sido salvo. Ése era el mismo propósito que tenía la circuncisión. Así
es que eso no hacía ninguna contribución a la salvación de la persona.
Abraham creyó a Jehová y Él le contó esto como justicia. Esto tuvo
lugar después que Abraham regresara de Egipto. Él y Lot se habían
separado y Lot se había dirigido a la ciudad de Sodoma. La primera
guerra se menciona en Génesis 14, cuando los reyes del oriente hicieron
guerra contra los reyes del Mar Muerto. Los reyes del oriente, bajo
el mando de Quedorlaomer fueron los que triunfaron en esa batalla,
y ellos se llevaron todo el botín así como también a la gente de los
pueblos que habían vencido quizá para usarlos como esclavos. Por
supuesto, en ese grupo se encontraba Lot y su familia. Pues bien, él
era el sobrino de Abraham y éste no se iba a quedar observando las
cosas con los brazos cruzados. Así es que, cuando Abraham se enteró
de lo que había ocurrido, que su sobrino había sido tomado prisionero,
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cuando dejamos de beber la leche como los recién nacidos. Hay muchos
de nosotros que todavía estamos bebiendo leche como las criaturas;
espiritualmente tomamos leche y nada más, y eso es todo lo que tenemos.
Uno encuentra a muchas personas que cuando se les presenta algunas
grandes verdades de las Escrituras ellas se excitan demasiado, y no lo
pueden aceptar. Antes nunca le habían prestado atención. Debemos
decir aquí que Dios quiere que nosotros crezcamos.
Abraham estaba creciendo y uno tiene ganas de aplaudirlo cuando él
le dice al rey que ni siquiera va a tomar el hilo de un zapato. Luego Dios
le aparece a Abraham. Génesis 15:1, dice: Después de estas cosas vino
la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram;
Yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Lo que Él
le dijo a Abram era esto: “Abram, Yo te protegí en esa batalla. Yo soy
tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Tú hiciste bien en
devolver el botín, porque Yo te voy a bendecir. Tú hiciste lo correcto al
poner tu confianza en Mí”.
Abraham es una persona práctica, él no es un súper santo. Él no
comenzó a correr de un lado para otro, a levantar las manos y gritar
“¡Aleluya, Gloria a Dios!” sin tener nada que demostrar por eso. Él
comenzó a hablar directamente con Dios. Amigo, creo que el Señor
quiere que nosotros hagamos precisamente eso. Tememos que muchos
de nosotros somos como súper santos, demasiado santurrones. Sé que
hay personas que dicen: “Ah, yo me siento reconciliado cuando algo me
pasa; yo acepto esas cosas como del Señor”. Bueno, eso no es así, ellos
no han aceptado eso; se están rebelando.
Entonces, si usted está en rebelión, ¿por qué no va y se lo dice al
Señor? Dígale cómo se siente. Dígale que usted piensa que las cosas no
le andan bien. Usted se dará cuenta que Moisés fue al Señor y le habló
de esa manera. Abraham, digamos de paso, va a hacer lo mismo. Vea lo
que dice en Génesis 15:2: Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me
darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese
damasceno Eliécer? Según la costumbre de esa época, si el dueño de la
casa no tenía un heredero, el hijo del mayordomo era quien heredaba
todo. Eso también estaba en el código de Hammurabi de ese día. Así es
que Abram dice: “Yo no tengo hijo y tú me habías dicho que lo tendría”.
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Abraham dice al Señor: “Me gustaría tener eso por escrito”. Alguien
va a decir: “Oiga, yo he leído la Biblia en Génesis y no recuerdo que diga
nada de eso”. Pues bien, sí lo dice. Génesis 15:8, dice: Y él respondió:
Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar? En otras palabras,
“lo quiero por escrito”. ¿Y sabe lo que hizo el Señor? Pues bien, haremos
eso. Encontrémonos en el tribunal y lo voy a escribir. Alguien va a decir:
“Un momento, Él no dice eso”. Pero sí lo dice, amigo, lea el versículo 9:
Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y
un carnero de tres años, una tórtola también y un palomino. Ésa era la
forma en que ellos firmaban contratos en esos días. Ésa era la manera
de hacerlo.
En realidad, eso es lo que Jeremías nos dice acerca de los contratos
que se hacía en esos días. Para ser más claros, véase Jeremías 34:18:
Y entregaré a los hombres que traspasaron Mi pacto, que no han
llevado a efecto las palabras del pacto que celebraron en Mi presencia,
dividiendo en dos partes el becerro y pasando por medio de ellas. En
otras palabras, cuando se hacía un contrato en ese día, dos hombres se
ponían de acuerdo para hacer algo. Ellos dividían el sacrificio y ponían
la mitad de un lado y la mitad en el otro lado. Se tomaban de la mano
y caminaban entre ellos. Así se sellaba ese contrato. Es lo mismo que
ir ante un abogado o ante un notario, o hacerlo en un tribunal. Ahora,
lo que Abraham hizo fue preparar el sacrificio. Lo que ocurre es algo
pintoresco.
Lea el versículo 10: Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y
puso la mitad una en frente de la otra; mas no partió las aves. Abraham
está esperando. ¿Qué pasó? Las aves de rapiña bajaban sobre los
cuerpos muertos, y Abraham las espantaba. Dios se estaba demorando
en llegar. Él no llegó hasta la caída del sol. ¿Qué fue lo que ocurrió?
Pues bien, se nos dice que sobrecogió el sueño a Abraham y he aquí que
el temor de una grande oscuridad cayó sobre él. (Vs. 12) ¿Sabe usted
por qué? Porque Abraham no va a prometer nada. Dios es el que está
prometiendo. Amigo, hace más de 2.000 años Jesucristo fue a la cruz
por sus pecados y los míos, y Él no nos está pidiendo a nosotros que
digamos nuestras oraciones para ser salvos, o que tengamos que ser
buenos, o que debemos ir a la Escuela Dominical y ser buenitos. Él
nos está diciendo que tenemos que confiar en Su Hijo que murió por
nosotros. Él hizo el contrato. Él es quien lo cumplió y Él es quien ha
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en su Epístola a los Gálatas, cuando él dice que fue justificado por fe.
Pablo dice que la fe sola es suficiente, y lo prueba por la declaración
que se presenta en la historia de Abraham como dice el capítulo 15 de
Génesis. Santiago dice que la fe sin obras es muerta y lo prueba por
la historia de Abraham, como se ve en Génesis 22. Si Abraham no
hubiera cumplido, si él se hubiera arrepentido y en el capítulo 22 y
hubiera dicho: “Espera un momento, yo no creo en Dios de esa manera.
No creo verdaderamente en Él. Yo he estado nada más que fingiendo
todo este tiempo”. Entonces hubiera sido obvio que su fe era falsa, pero
era una fe genuina según Génesis 15 y Dios sabía eso entonces. Las
obras de las cuales habla Santiago no son las obras de la ley; la ley no
se había dado aún, amigo. Necesitamos reconocer eso. Santiago, 2:23
dice: Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue
contado por justicia; y fue llamado amigo de Dios. Es Santiago quien
dice eso, pues bien, él está regresando digamos a la referencia que Pablo
mencionó al principio y luego Pablo dice que el evangelio fue predicado
a Abraham, ¿cuándo? Al fin de su vida, cuando Dios hizo esta promesa.
Entonces se puede decir que no hay contradicción cuando uno
examina estos pasajes como los que tenemos aquí, lo que dicen Pablo y
Santiago. Ellos están hablando de la misma cosa, uno está observando
la fe al comienzo, el otro está observando la fe al final de la vida de
Abraham. También se podría decir que uno está mirando la raíz de la
fe, y el otro está observando el fruto de la fe. La raíz de la fe es que la fe
sola salva, pero que la fe que salva produce algo. O nuevamente como
dice Juan Calvino: “Sólo la fe salva, pero la fe que salva no está sola”. Eso
es muy importante de ver.
De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente
Abraham. [Gá. 3:9]
En otras palabras, Dios salva al pecador hoy en la misma base en la
cual salvó a Abraham. Es decir, Él le pide al pecador que tenga fe. Él le
pidió a Abraham que creyera en Él, que Él iba a hacer ciertas cosas por
él. Él nos pide, a usted y a mí, amigo, que creamos en Él; que creamos
que Él ya ha hecho ciertas cosas por nosotros al hacer que Cristo diera
Su vida por nosotros. Así es que la fe es el modus operandi por el cual
usted y yo somos salvos hoy.
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misma forma, Dios no ha hecho ningún arreglo para que usted pueda
ser salvo por la fe y por la ley. Uno tiene que elegir entre ellos, amigo.
Si usted quiere hacerlo por la ley, entonces hágalo. Pero debo decirle
que Dios ya ha dicho que usted no puede alcanzar la salvación de esa
manera, es decir, no puede alcanzar la salvación por esa forma. Él ya ha
expresado eso con toda claridad.
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por
nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el
que es colgado en un madero). [Gá. 3:13]
Note lo que él está diciendo aquí: Cristo nos ha redimido de
la maldición de la ley. Usted puede darse cuenta aquí que la ley nos
condenaba. Usted puede obedecer la ley por 20 años, y no va a recibir
ningún premio por eso. Aquí en la ciudad donde vivo no dan premios
y me imagino que tampoco los dan en su propia ciudad. Créame que,
si usted desobedece la ley, entonces será castigado. Cristo nos redimió
de la maldición de la ley. ¿Cómo? Hecho por nosotros maldición. Él
llevó o cumplió en Él esa pena. Porque está escrito: Maldito todo aquél
que es colgado en un madero. Éste es un gran pasaje de las Escrituras.
Es destacado por varias razones. Una de ellas es que los hijos de Israel
no utilizaban el método de colgar a la gente en un madero, como
ajusticiamiento. Ellos ajusticiaban a los criminales apedreándoles. Mi
esposa notó algo aquí que yo no había notado antes. Al escuchar que
el apedreamiento era costumbre en Israel, siempre surgía en la mente
de ella la pregunta de ¿por qué utilizaban piedras como castigo? En una
ocasión, cuando viajamos a Israel, observó que había piedras por todas
partes; llegó a la conclusión de que ésa era la razón para utilizar ese
método de ajusticiamiento, ya que todo lo que uno tenía que hacer era
salir a la puerta de su casa y allí estaban todas las piedras que necesitaban
para la ejecución del reo. Ése era el método utilizado entonces. Pero
ésa era la forma de tratar a los criminales más malos, a los peores.
Usaban ese método para que ellos sirvieran de ejemplo a los demás.
En Deuteronomio 21:22-23 y aquí estamos leyendo de la ley: Si alguno
hubiera cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y
lo colgareis en un madero, no dejareis que su cuerpo pase la noche sobre
el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios
es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por
heredad. Es decir, si él ha cometido algún crimen horrible, luego de
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¿Ve usted? Si hubiera existido otra forma para salvar a los pecadores,
amigo, Dios la habría utilizado. Él hubiera dado una ley si eso hubiera
sido posible.
Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que
la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los
creyentes. [Gá. 3:22]
Usted aprecia que la ley trajo la muerte porque el alma que pecare, ésa
morirá, dice en Ez. 18:20. Como lo encerró todo bajo pecado, entonces
todo murió. Ahora, lo que se necesitaba por tanto era vida. Hemos
visto que la ley trae la muerte, y eso es todo lo que hace, traer muerte.
No es en realidad el grado sino el mero hecho del pecado lo que nos
trae la muerte, de modo que todos somos igualmente muertos, de igual
manera, todos estamos en la misma necesidad. Usted no puede haber
cometido un gran pecado como el cometido por Hitler, por ejemplo;
pero usted y yo tenemos la misma clase de naturaleza.
Fue Goethe, ese gran filósofo poeta alemán—algunos de los
profesores universitarios de la actualidad están diciendo que él tenía
cualidades que lo destacaban como figura cumbre en la literatura
mundial—pero, en fin, fue él quien dijo: “Yo nunca he visto cometer
algún crimen que yo también no hubiera sido capaz de cometer”. O
sea que, él reconocía que tenía esa clase de naturaleza; por tanto, no es
simplemente el grado, sino el mismo hecho del pecado que trae muerte,
el hecho de que usted es un pecador. Es la gracia misma de Dios que
ha evitado que la mayoría de nosotros fuésemos a parar a la cárcel. De
seguro que eso es una realidad en nuestro caso.
Permítame ilustrar lo que quiero decir, de que es el hecho, el acto
de pecado y no el grado. Supongamos que estamos en un edificio muy
alto, digamos de 24 pisos de altura. Arriba, en la azotea de ese edificio se
encuentran tres hombres. Llega el capataz y les dice: “Tengan cuidado,
no vayan a salirse de la azotea porque se pueden caer; y si eso pasa
se van a matar”. Uno de los hombres que está en la azotea dice: “Este
capataz está loco, siempre está tratando de asustarnos. Yo no creo que
si uno se cae de aquí va a morir”. Deliberadamente camina hacia la
pared del edificio y salta al vacío. ¿Sabe una cosa, amigo? Él ya está
muerto. Puede ser que al pasar por el décimo piso puede haber alguien
en la ventana mirando y le dice: “¿Cómo van las cosas?” A lo que este
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ésos son los legítimos hijos de Dios. Uso ese término simplemente para
darle más énfasis a lo que estoy diciendo. Pero, usted ha sido hecho un
hijo legítimo de Dios por fe en Cristo Jesús. Eso es todo lo que necesita.
No hace falta la fe más algo, que da como resultado salvación, sino que
es la fe y nada más. La fe sola es lo que lo hace a usted un hijo de Dios.
No hay otra cosa que lo pueda hacer un hijo de Dios.
Note lo que dice aquí: pues todos sois hijos de Dios, ¿cómo? por la fe
en Cristo Jesús. Repito, no es la fe y algo más, es simplemente fe. Usted
puede haber notado que el israelita, la persona individual en el tiempo
del Antiguo Testamento bajo la ley, nunca llegó a ser un hijo de Dios.
Dios llamó a la nación de Israel “Su hijo”. Él dice: Israel, Mi hijo. (Véase
Ex. 4:22) En éste, se incluía a toda la nación junta y era tomada como
un hijo, a la que también se la llamaba la nación electa. Pero esta nación
elegida era generalmente el remanente. El israelita individualmente
nunca fue llamado hijo de Dios. ¿Cómo se lo llamaba, entonces? Se le
llamaba siervo de Jehová o siervo de Dios.
Por ejemplo, tenemos a Moisés. ¿Cómo se dirigía Dios a Moisés?
Moisés estaba íntimamente relacionado con Dios, y Dios decía de él:
Moisés, Mi siervo ha muerto. (Véase Jos. 1:2) Eso es lo que Él dijo
al final de la vida de Moisés. Ése era el epitafio. Eso era lo mejor que
Dios podía decir de Moisés. Moisés, Mi siervo. Tenemos también a un
hombre que ocupaba un lugar especial en el corazón de Dios, David, y
Dios también llamó a David Mi siervo. (Véase 1 R. 11:38)
Si usted hubiera podido cumplir con la ley, cosa que no lo puede
hacer, hubiera sido su justicia. Pero su justicia en realidad es inferior a la
justicia de Dios. Nunca puede alcanzar a la justicia de Dios, y hace falta
la justicia de Dios para hacerlo. En el Nuevo Testamento se nos enseña
esto, en San Juan 1:12: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen
en Su nombre, les dio potestad—y esa palabra allí es exousían, “poder, la
autoridad, el derecho”—de ser hechos hijos de Dios. El Señor Jesucristo
dijo una noche a un principal de los judíos que se llamaba Nicodemo—
él era un religioso ciento por ciento; y él tenía una religión que había
sido dada por Dios Mismo. Era algo que ya no servía como antes, pero
él la estaba cumpliendo de una forma muy meticulosa, y nuestro Señor
Jesucristo le dijo: Os es necesario nacer de nuevo. Nicodemo no era un
hijo de Dios, y por eso Él le dijo os es necesario nacer de nuevo. Deseo
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expresar bien claro esto aquí y voy a ser bastante dogmático en cuanto
a esto. Sus oraciones, amigo, su separación fundamental, sus dones de
los cuales usted se puede jactar el día de hoy, y su bautismo; ninguna de
estas cosas puede lograr que usted llegue a ser hijo de Dios. Lo único
que lo hace a usted un hijo de Dios es la fe en Jesucristo. Eso es lo que
Pablo nos está diciendo aquí.
Permítame hacer una declaración que creo es muy necesaria. Quizá
yo sea un poco rudo al hacerlo, pero es necesario. La herejía más
detestable, condenable, que se haya diseminado por este mundo, es la
herejía de la “paternidad universal de Dios” y la “fraternidad universal
del hombre”. Los que la sustentan dicen que “todos somos hijos de
Dios”. Nos sentamos ante consejos, en conversaciones diplomáticas con
algunos de los delincuentes más grandes que el hombre haya conocido.
Hablamos de ser honrados y honestos y que hoy todos somos iguales
hijos de Dios. Que debemos actuar como los hijos de Dios. Pues bien,
el Señor Jesús nunca dijo nada así, nada parecido a eso. Él miraba a los
principales de los judíos, a los religiosos de ese día y les decía: vosotros
sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis
hacer. No fui yo, quien dijo eso. Fue el Señor Jesucristo Mismo quien
lo dijo. Evidentemente, existía alguien en Su día que no era hijo de
Dios. Creo que el diablo todavía tiene a muchos de sus hijos andando
de un lado para otro en este mundo. No todos ellos son hijos de Dios.
La única forma en que usted puede llegar a ser hijo de Dios es mediante
la fe en Jesucristo.
Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo,
de Cristo estáis revestidos. [Gá. 3:27]
Espero que usted no esté pensando que este bautismo que aquí se
menciona, es el bautismo por agua. El bautismo por agua es siempre
un rito bautismal y creo en él, creo en ese rito con todo mi corazón.
Creo que cada creyente debe ser bautizado y debe ser bautizado por
inmersión; creo que eso representa lo que se menciona de un bautismo
real. Este bautismo que se menciona aquí en este versículo es el bautismo
del Espíritu Santo, y usted amigo, lo recibe en el momento mismo en
que confía en el Señor Jesucristo.
¿Qué es lo que hace? Lo toma a usted y lo pone en el cuerpo de los
creyentes. El Apóstol Pablo dice: Por un Espíritu todos somos bautizados
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CAPÍTULO 4
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Él tenía que obedecer al esclavo, tenía que hacer lo que éste le decía.
Sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo
señalado por el padre. [Gá. 4:2]
¿Qué tiempo era ése? Pues bien, ése era el tiempo en que el padre
reconocía que este hijo ahora era capaz de tomar decisiones por sí
mismo. Entonces él lo lleva a ocupar la posición de un hijo ya maduro.
Era una ceremonia que ellos tenían en ese entonces, y cuando el
muchacho alcanzaba la mayoría de edad, y quien decidía cuando llegaba
ese tiempo era el mismo padre. Él era quien decía cuándo el joven
llegaba a la madurez. No era una ley arbitraria como las que tenemos
en la actualidad; antes en algunos países era a los 21 años; ahora es a los
dieciocho. No quiero que usted me entienda mal; creo que hay algunas
personas que son tan maduras a los 18 años como lo serán a los 21 años;
y francamente hablando, pienso que hay algunos que a los 65 años de
edad todavía no han alcanzado la madurez. Pero en aquellos días era el
padre quien decidía cuándo los hijos habían llegado a la madurez, en lo
que a los muchachos se refiere. Luego ellos tenían una ceremonia que
se llamaba toga virilis. En esa ceremonia el padre le colocaba un manto
sobre los hombros del joven, le daba su anillo, es decir el anillo del
padre, y ahora este joven era reconocido como un hijo ya adulto. Él ya
había llegado a la mayoría de edad. Él tenía esa posición en la familia.
Observe esto por un momento. Creo que lo podemos apreciar
mejor por medio de una ilustración. Tenemos una familia romana
en el tiempo de Pablo. El padre pertenece al pretorio. Él forma parte
de la guardia pretoriana, la guardia personal de César. Esto quiere
decir que él era un comandante. Entonces Cesar decide llevar a cabo
un ataque contra Galia, porque allí se encontraban en ese entonces
gran cantidad de paganos. ¿Sabe usted quiénes eran ellos? Ellos eran
nuestros antepasados; creo que eran los suyos también. Créame,
ellos eran muy paganos. César entonces quería quitarlos de ese lugar;
ellos eran un grupo de bárbaros y él no los quería dentro del imperio
romano. El imperio romano era muy civilizado. Así es que él va a este
lugar y los quita de allí. Esa campaña militar que él pensaba iba a durar
sólo un año, se convirtió en algo que duró como tres años. Así es que
este padre, quien dejaba a su familia, con un jovencito en su hogar y
su esposa de la cual él se había despedido, termina estando tres años
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CAPÍTULO 5
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Él está diciendo aquí que nosotros no sólo somos salvos por fe, sino
que la ley ya no tiene ningún dominio en la vida o en la fe del creyente.
No tenemos que vivir por la ley. Si la ley entra, o nosotros tenemos
que hacer algo, eso quiere decir que Cristo es una maldición. Ésa es la
razón por la cual es peligroso hacerlo, amigo. He recibido varias cartas,
cuando hablo del tema de los dones del Espíritu, y algunas personas
decían: “Usted es un hereje porque niega esto”. Debo decir que niego
que eso tenga algo que agregar a la salvación. Cuando usted llega a
Cristo, usted recibe todo lo que Él tiene que darle. Es en Cristo que
tenemos todo, amigo. Es sólo a través de Él que tenemos salvación
y también la santificación como podremos observar aquí. Tenemos
libertad en Cristo.
No estamos bajo algún pequeño, insignificante sistema legal.
Conozco a muchos fundamentalistas en la actualidad que se han librado
de los 10 mandamientos, es decir, ellos no los utilizan como una ley de
la vida porque pienso que todos comprendemos que si quebrantamos
la mayoría de esos mandamientos en la actualidad seríamos arrestados
por las autoridades locales. No matarás; no hurtarás. Ciertamente un
creyente no hace eso. Pero nosotros hemos sido llamados a un nivel
mucho más alto para vivir. Ese nivel se encuentra donde está la libertad
en Cristo Jesús. Yo tengo libertad en Cristo Jesús y esa libertad es la
regla, la norma por la cual yo vivo. No es una regla en sí, sino un
principio y es el de complacerle a Él. Mi conducta debería complacer
a Cristo Jesús. No complacerle a usted o a alguna organización, sino
complacer a Cristo Jesús. Ésa es la libertad que tenemos en el Señor
Jesucristo.
He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada
os aprovechará Cristo. [Gá. 5:2]
La circuncisión era el distintivo de la ley. Este distintivo indica
digamos, a qué organización pertenece usted. Quizá sería conveniente
que los creyentes lo hicieran porque puede ser que ésa sea la única
forma en que podríamos identificarnos como creyentes la mayor
parte del tiempo. Pablo dice que si uno se coloca el distintivo de la
ley, que es la circuncisión, de nada os aprovechará Cristo, si usted está
contemplando otra cosa que no sea Cristo. Espero que usted pueda
notar las razones para ello y hay razones lógicas, buenas, básicas, para
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contesto, ‘no he hecho nada más’. ‘Bien’, dice Él, ‘tú eres presidente de
un seminario bíblico, ¿no quieres mencionar eso?’ ‘No, no he confiado
en eso para mi salvación’. ‘Bueno, tú eres miembro de una iglesia’. ‘Sí,
pero tampoco confié nunca en eso para mi salvación’. ‘Ahora, tú has
hecho muchas cosas buenas, por las cuales has sido felicitado, por las
cuales has sido exaltado’. ‘Sí, pero nunca me confié en eso’”. Él dice: “Yo
quiero confiar en Cristo de tal forma que yo pueda decir: ‘Yo sólo he
confiado en Ti como mi Salvador’”.
¿Es ésa la forma en que estamos confiando en Él hoy? ¿Es ésa la forma
en la que estamos descansando en el Señor Jesucristo como nuestro
Salvador? Pablo lo expresa de una manera muy fuerte, diciendo: Yo
Pablo os digo. No soy yo quien está hablando sino Pablo. No es mi
interpretación propia, sino la de Pablo.
Es decir, si usted confía en ese distintivo, si usted confía en la ley, si
usted confía en cualquier otra cosa en lugar de Cristo Jesús, entonces
no es un creyente. No lo he dicho yo, amigo, por tanto, no me eche
la culpa a mí. Si no es lo que estoy diciendo ahora, espero que usted
me escriba y me diga qué es lo que dice Pablo aquí. Quisiera saber si
él quiere decir algo diferente, y si así fuera, ¿por qué no lo dijo de otra
manera? Esto es lo que él está diciendo.
Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que
está obligado a guardar toda la ley. [Gá. 5:3]
Usted no puede sacar de la ley lo que quiere, especialmente dejar
de un lado las penalidades y gran parte del detalle de la misma. Yo
estoy muy contento de no estar bajo la ley. No estoy bajo la ley para
nada. La libertad con que Cristo nos hizo libres. Yo debo confesar que
tengo problemas en complacerle siempre a Él. Estoy seguro de que mi
conducta no siempre le agrada. Pero Él es a quien yo estoy tratando de
complacer. No estoy siguiendo ningún sistema legal.
De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis;
de la gracia habéis caído. [Gá. 5:4]
Si usted, habiendo sido salvado por confiar en Cristo, se está rebajando
a un bajo nivel y viviendo por la ley, entonces ha caído de la gracia. Eso
es lo que de la gracia habéis caído, quiere decir. Pienso que es algo mal
interpretado, mal entendido en el día de hoy. Había un profesor de un
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seminario, un teólogo, que decía que el caer de la gracia, era una doctrina
que los metodistas creían y que los presbiterianos practicaban. Bueno,
estoy seguro de que la mayoría de ellos, la practican en la actualidad.
En realidad, esto no quiere decir, el caer en algún pecado o en conducta
descuidada, y que haciendo eso uno pierda el derecho de la salvación,
y que tiene que ser salvo nuevamente. No tiene ninguna referencia a
eso. El caer de la gracia creo que es lo opuesto a “una vez salvo, siempre
salvo”. Pienso que esas expresiones son parte de una terminología
desafortunada. El caer de la gracia es explicado por el Apóstol Pablo en
el resto de este capítulo; también él da la respuesta en su Epístola a los
Romanos. Pablo en su Carta a los Romanos comienza con el hombre
en el lugar de bancarrota total, sin justicia, completamente depravado,
inútil, improductivo. El hombre es un pecador ante Dios. Al finalizar
la Epístola a los Romanos usted puede apreciar al hombre al servicio
de Dios. A él se le pide que haga ciertas cosas. Se le aconseja realizar
ciertas cosas y él está apartado completamente para Dios. Tiene que ser
obediente a Dios. Tiene que ser siervo de Dios.
Hay dos grandes obras de Dios que están entre el hombre en su
condición caída y el hombre en el servicio de Dios. ¿Cuáles son? La
salvación y la santificación. La salvación es justificación por fe, como ya
hemos visto. Eso es algo que es de suma importancia. La santificación
quiere decir ahora que usted ya es salvo y ello indica que usted tiene que
ocuparse en algo. Quiere decir simplemente que usted está llegando
a un nuevo nivel de vida. Usted ha sido salvo. Creo que uno de los
engaños más grandes en la vida cristiana es que hoy el servicio es algo
esencial, que usted tiene que ocuparse inmediatamente en algo. Usted
sabe que la iglesia primitiva estaba más preocupada con la vida de la
iglesia, y esa vida era un testimonio ante el mundo.
En la actualidad nos hemos olvidado de eso. El mundo de afuera mira
a la iglesia y la deja de lado. También mira a los creyentes y nos deja
de lado, ¿por qué? Porque, honradamente hablando, nosotros estamos
siempre ocupados allá, repartiendo folletos, importunando a la gente
y no tenemos una vida para respaldar eso. Nosotros necesitamos hoy
una vida que pueda respaldar eso y debemos conocer por experiencia
esas cosas. En lugar de tratar de hacer lo bueno tendríamos que vivir
agradando a Dios en todo, presentando un testimonio de verdaderos
hijos de Dios. Luego, si lo somos, entonces vamos a estar haciendo lo
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Pues bien, usted puede apreciar entonces que hay mucha levadura
que está siendo colocada en el evangelio para hacerlo “más sabroso”
para la gente. Porque el hombre natural gusta del pan leudado. Es muy
sabroso para nosotros, pero se nos advierte que no hagamos eso.
Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no
pensaréis de otro modo; mas el que os perturba llevará
la sentencia, quienquiera que sea. [Gá. 5:10]
Pablo estaba creyendo que los Gálatas, en última instancia, iban
a rechazar la enseñanza de los judaizantes. Él dice aquí que él tenía
confianza en que ellos iban a ponerse de pie nuevamente, y que iban a
sacar su cabeza de entre las nubes y que iban a comenzar a regresar al
evangelio que había sido predicado antes a ellos. Usted puede ver que
esto era una intrusión, que alguien había colocado esa levadura.
Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué
padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado
el tropiezo de la cruz. [Gá. 5:11]
Esto es algo importante de notar. Él dice: Si aún predico la
circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? El predicar algo
para agregar al evangelio lo hace aceptable; el evangelio por sí mismo
no es aceptable para el hombre natural.
Debo decir que el predicar el evangelio en la actualidad ofende a la
gente, y Pablo dice, “si yo le estoy agregando algo al evangelio ¿por qué
padezco persecución todavía?”
Luego dice: En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz. ¿Cuál es
ese tropiezo de la cruz? No es un tropiezo intelectual, aunque tiene algo
de ello. Tampoco es una ofensa estética, aunque eso es para algunas
personas. Lo que Pablo está diciendo aquí es que este tropiezo de la cruz
hace que usted y yo lleguemos a ser como pordioseros. Tenemos que
acercarnos a la puerta del cielo y aceptar una limosna. Ésa es la única
forma en que usted y yo, podemos lograr nuestra salvación, amigo. Yo
tuve que hacer lo mismo. “Nada traigo en mi mano, sólo a Tu cruz me
aferro”. Cuando usted se acerca de esta manera, usted es un pordiosero.
Usted está en bancarrota. Usted no tiene nada que ofrecerle a Dios por
su salvación. Cuando se acerca de esa manera a Dios, usted puede ser
salvo, completamente salvo. Ése es el tropiezo de la cruz.
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sólo incluye los diez mandamientos, sino un grupo de reglas que los
creyentes en la Biblia tienen que seguir. Allí se dice dónde uno puede
ir y dónde no puede ir. Le dicen lo que usted puede hacer y lo que no
puede hacer. Había una señora que era maestra de la Biblia y hacía
una buena labor, una obra maravillosa enseñando la Biblia. En cierta
ocasión llegó una ancianita ante el Pastor y le dijo: “¿Cree usted que
ella es verdaderamente creyente? Ella usa maquillaje”. “Pues bien”, le
contestó el Pastor, “¿quién ha dicho que eso sea una prueba? Creo que
esa mujer está viviendo bajo libertad, quizá esté usando un poco más de
maquillaje, pero cuando uno llega a su edad, bueno, quizá uno lo aplica
un poquito más espeso que lo que hacía antes. Por lo general, no creo”,
dijo el Pastor, “que eso ayude mucho, pero ella tiene libertad en Cristo”.
El que coma o deje de comer carne no lo va a encomendar a uno ante
Dios. Lo mismo se puede decir si usa o deja de usar maquillaje. En
realidad, hay algunas mujeres que lucen un poquito mejor con eso, y
otras que, a decir verdad, lucen peor por usar demasiado, y de todos
modos, yo no soy ninguna autoridad en eso. Esa no es mi obra, el de
tener que decirle a la gente cosas por el estilo. Nunca he predicado
sobre eso.
El Apóstol Pablo está diciendo aquí que uno puede cumplir con
todas estas cosas y aún no vivir la vida del creyente. ¿Sabía usted amigo,
que usted puede cumplir con cada uno de los mandamientos, y seguir
todo lo que los fundamentalistas han dicho que deberíamos hacer en la
actualidad, y aún así no estar viviendo la vida cristiana? Vamos a ver
lo que es eso antes de terminar con este capítulo. Allí tenemos a los
antinómicos o contradictorios, que piensan que pueden hacer como
les plazca y aún vivir la vida cristiana. Éstos son un extremo, como lo
son los legalistas. La vida cristiana no es ninguno de ellos, es libertad
en Cristo.
Solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne. ¿Qué
es lo que hace el evangelio de gracia para el creyente? Es gracia, no la
ley, que nos libra del mal hacer y nos permite hacer lo correcto. La
gracia no nos libra para que pequemos, sino que nos libra para que
no pequemos. El creyente debe desear complacer a Dios, no como un
esclavo, sino porque él es un hijo y porque él quiere complacer al Padre.
Él hace lo que Dios quiere, no por miedo, sino porque quiere obedecer
ya que Dios es su mejor amigo. Dios es el que ama. Él sirve a Dios, no
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lo que usted hace; los Diez Mandamientos fueron dados para controlar
las obras de la carne. Pero ahora la vida cristiana debe producir el fruto
del Espíritu. Lo interesante acerca del fruto es que el Señor Jesucristo
hizo mención del fruto del Espíritu (San Juan 15). El Señor Jesús
dijo que sin Él nosotros no podíamos hacer nada. Fruto es lo que Él
quiere. Él quiere fruto, más fruto, y mucho más aún. Su deseo es que
nosotros traigamos buena simiente. Usted recuerda en la parábola que
Él mencionó, de traer 30 veces más, 60 veces más y 100 veces más.
Él puede llevarnos al lugar donde podemos verdaderamente ser una
planta que da frutos para Él; o deberíamos decir, una rama en la vid.
Luego tenemos un racimo de uvas—o tiene diferentes clases de fruto
aquí.
El Señor Jesucristo tenía mucho qué decir acerca del fruto del
Espíritu. De eso es de lo que Él habla en San Juan 15: fruto. Y el fruto
es producido por el Señor Jesucristo utilizando el Espíritu de Dios para
producir fruto en nuestras vidas. Él quiere vivir Su vida—la vida de
Él—a través de nosotros. Ésa es la razón por la cual insisto en decir que
a usted nunca se le pide que viva la vida cristiana. Lo que se le pide es
que deje que Él viva a través de usted. Una de las razones es que no lo
podemos hacer por nosotros mismos. Esta naturaleza vieja nuestra no
puede producirlo, y lo interesante es algo que el Apóstol Pablo deja
muy en claro en Romanos 7, de que esta naturaleza no tiene poder:
porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Créame, amigo,
que ése es el problema que muchos de nosotros tenemos. ¿Cómo lo
puede hacer? Esto no es algo que uno pueda hacer por sí mismo, pero
¿cómo voy a dejar que el Espíritu de Dios produzca el fruto del Espíritu
en mi vida?
Yo tengo una finca en el lugar donde resido; en realidad no es una
finca muy grande. Sólo tiene unos 22 metros de frente por unos 37
metros de fondo. En el centro del terreno se encuentra la casa en la cual
vivo. Tengo varios árboles frutales; tengo uno de melocotón al frente,
y créame que siempre tengo fruto. También tengo algunos árboles
de naranja, que también producen algo. Pero tengo unos árboles de
aguacate que no están produciendo mucho. Luego hay algunos árboles
de guayaba que también dan buen fruto. También tengo un duraznero
y ciruelas. Una de las cosas que yo disfruto es la de salir y mirar los
árboles. Ah, también tengo un limonero, y gracias al clima del lugar
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donde resido, siempre hay algún fruto en los árboles. A veces pueden
ser los aguacates, o las naranjas, o los limones; en fin, siempre hay algo
que está dando fruto. He observado que el fruto producido por el árbol
no requiere ningún esfuerzo extra. No creo, por lo que he observado,
que las ramas del árbol se reúnan de una forma u otra y que digan:
“Bueno, vamos a trabajar duro esta vez y a ver si podemos producir
algo para este hombre McGee, porque a él le gusta ver el fruto”. A mí
me gusta mucho, es maravilloso. Pero, estas ramas del árbol que están
dando fruto, nunca se reúnen para decir: “Hagamos esto o aquello”.
Ellas simplemente se extienden para recibir el sol y la lluvia, y producen
el fruto. Primero florece, luego tienen un poco de fruta verde, y luego
crece y madura. Ésa es la manera en que lo hacen.
Por todo lo que sé, el tronco del árbol tampoco; nunca se bajan y
se ponen a correr de un lado para otro. Nuestro Señor dijo, Como el
pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid,
así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí. (Jn. 15:4) Nosotros en
cambio, sí que tenemos un problema. Cuando nosotros ofrecemos un
sacrificio a Dios, nos ofrecemos como un sacrificio vivo, pero cuando
el altar se calienta demasiado, nos escapamos de ese lugar. Quizás usted
hace eso. Pero, amigo, tenemos que permanecer en Cristo si es que
vamos a producir fruto.
Pablo ahora, pondrá estas cosas al alcance nuestro, donde nosotros
las podamos tomar. El fruto se produce por medio de nuestro
consentimiento, conscientes de lo que estamos haciendo, nos rendimos
a la dulce influencia que nos rodea. ¿Y cuál es esa dulce influencia que
nos rodea? Pues bien, no es este mundo. Es el Espíritu Santo que mora
en nosotros. El Espíritu Santo quiere producir el fruto. Se llama el fruto
del Espíritu. Como usted puede apreciar, no dice aquí, “nuestro amor”,
“nuestro gozo”, o “nuestra paz”, sino que dice que el fruto del Espíritu
es amor. Quizá usted pueda discutir sobre la Gramática aquí, pero
es una palabra que está en singular en griego; lo que indicaría que el
amor es el fruto y que de allí salen los demás frutos. Lo primordial es el
amor. Pablo habla de ello en 1 Corintios 13. Eso nunca fue escrito con
la intención de que se sacara de la Biblia y se lo pusiera en un cuadro
en la pared de alguna casa. Pertenece a los dones del Espíritu—que los
dones del Espíritu no son ejercitados excepto por el fruto del Espíritu
que es amor. Con el amor van todos los otros frutos del Espíritu. Usted
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no puede ejercitar un don sin hacerlo por medio del fruto del Espíritu.
El amor es lo de más importancia. Pablo dice que aun uno puede dar su
propio cuerpo para ser quemado en la hoguera, entregar todo lo que
tiene; pero que si no tiene amor entonces no es nada, es un cero a la
izquierda. Amigo, debemos reconocer eso en la actualidad.
Pablo deja aquí en claro que ningún don tiene que ser usado por
sí mismo. El dice: “El amor nunca busca lo propio, siempre lo está
haciendo por los demás”. El don que uno tiene siempre tiene que
ser usado en la iglesia. Es una manifestación del Espíritu a todos los
creyentes. Todos los creyentes tienen un don y tiene que ser ejercitado
para provecho, para beneficio de todo el cuerpo de creyentes. Mis ojos
operan para el beneficio del resto de mi cuerpo. Permiten que el resto
de mi cuerpo vaya de un lado para otro, lo cual es muy importante.
Uno no se puede imaginar que los ojos se le salgan a uno y le digan: “Ya
estamos cansados de haber andado tanto, y los pies también se cansan,
por tanto, nos vamos a ir”. Nunca lo hacen de esa manera. Tenemos
que reconocer que no hay ningún don que pueda ser utilizado aparte
del fruto del Espíritu. Ésa es la clase de fruto que el Señor Jesucristo
estaba mencionando en San Juan 15. El fruto es el fruto del Espíritu.
No hay ninguna ley contra ellos y no hay ninguna ley que los pueda
producir. Usted no puede hacer nada de esto por su propio esfuerzo,
amigo. Por ejemplo, ¿ha tratado usted alguna vez de llegar a ser
humilde? Bueno, si uno tratara de ser humilde y lo lograra, entonces
estaría tan orgulloso de haber llegado a ser humilde, que allí mismo
pierde su humildad.
Observe estos frutos porque pienso que son hermosos. Éstas son las
cosas que deberíamos encontrar en los creyentes. El Dr. Jim McGinley,
un eminente predicador, sabía decir: “Yo no debo juzgarlos, pero yo
soy inspector de frutas, y tengo el derecho de venir y ver como está
la fruta”. ¿Está usted produciendo algún fruto en su vida? Los tres
primeros frutos que se menciona son hacia adentro: amor, gozo, paz.
Los otros tres son hacia los demás, hacia los hombres; y los últimos tres
son hacia Dios, ellos miran hacia arriba.
Así que, lo que en realidad uno tiene aquí es un triángulo. Usted es
uno de los ángulos en la parte de abajo, la otra persona es el otro ángulo;
y luego el ángulo de arriba es ocupado por Dios. Si yo pudiera hacer un
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cuadro, eso es lo que allí representaría. Yo tengo una lista que dice así:
amor, gozo, paz. El amor y el gozo deberían estar en su corazón y en su
vida. Amigo, si hay algún pecado sensual en su vida, usted nunca puede
llegar a conocer lo que en realidad es amor. Hay muchos jóvenes en la
actualidad que conocen mucho acerca del sexo, pero que no saben nada
del amor. El amor es un fruto del Espíritu, y creo que es la base de amor
que Dios dará en realidad a un esposo por su esposa, y a la esposa por
el esposo. No creo que nadie pueda amar como dos creyentes pueden
amar. ¡Qué bueno es ver como se aman! ¡Es algo realmente maravilloso!
Yo nunca olvidaré la noche en que le propuse matrimonio a la que
llegaría a ser mi esposa. Ella no lo aceptó en ese momento, pero más
tarde, cuando lo hizo, oramos juntos y dedicamos nuestras vidas a Dios.
Yo le dije a ella: “Soy un predicador que habla sin tapujos, y quizá eso
me ponga en problemas en alguna ocasión, y quizá hasta nos quedemos
en la calle.” Nunca olvidaré lo que ella contestó: “Pues bien, entonces yo
batiré el tambor, y tú marcharás a la calle”. Debo decir que eso nos elevó
a lugares altos. Más adelante, cuando perdimos a nuestro primer hijo,
no quería yo que fuera el médico el que le dijera nada a mi esposa de
este infausto acontecimiento; fui yo quien le dijo lo que había pasado,
y lloramos juntos; luego también oramos. Hay algo que sucede cuando
uno actúa de esa forma y luego, hay gozo, verdadero gozo.
El Señor Jesucristo dijo que usted puede tener gozo, que puede ser
feliz. Me agradaría ver mucho más de esto en las iglesias en la actualidad.
El mundo afuera tiene todo lo que llama “la hora feliz”, donde venden
licor. Ellos no parecen muy felices cuando entran al lugar, pero salen
aparentemente felices, después de haber bebido un poco. Son un
montón de bebedores, si me permite la expresión. Eso no es gozo. El
Apóstol Juan dice: Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea
cumplido. (1 Jn. 1:4) Amigo, ¿se está divirtiendo usted el día de hoy?
Espero que, si lo hace, lo haga como creyente.
Luego tenemos paz. Ésa es la paz de Dios. La religión nunca puede
darle eso a usted; sólo Cristo Jesús puede darle paz. Es una paz bien
profunda. El Apóstol Pablo dijo: Justificados, pues, por la fe, tenemos
paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. (Ro. 5:1)
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CAPÍTULO 6
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este estudio haya algunos que han perdido la vista, otros que no tienen
brazos, muchos de nosotros que no somos bien parecidos. Pero todos
nosotros tenemos cargas, y las cargas no son las mismas.
Hay un proverbio español que dice: “No hay casa donde tarde o
temprano no haya silencio”. El silencio llega a todos los hogares.
También tenemos un proverbio francés que dice: “Cada uno piensa
que su carga es la más pesada”. Jorge Herbert lo expresó de esta manera:
“Nadie conoce el peso de la carga de los demás”. Una maestra de Escuela
Dominical acostumbraba a decir: “Hasta los niños tienen su carga”.
Todos nosotros tenemos cargas, pero no todos tenemos la misma
carga, y ¿sabe usted? Hay once palabras diferentes en la Biblia que se
traducen por esta palabra “carga”. Hay dos clases de cargas; existe la
carga que uno puede compartir con otro; y luego existe la carga que
usted tiene que sobrellevar. De eso es que Pablo habla aquí. Ese hombre
ateo en esa pequeña ciudad que mencioné no sabía de la diferencia que
existía en esas dos palabras en el idioma griego. En el versículo 2, uno lo
puede traducir: “Continúen llevando la carga de los demás”. La palabra
usada aquí es barros, que quiere decir “algo pesado”. Es la carga y el calor
del mediodía, como en Mt. 20:12. Esta palabra es utilizada también en
Hechos 15:28. En el concilio de Jerusalén se decidió enviar lo siguiente
a la iglesia de los gentiles: Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a
nosotros, no imponernos ninguna carga más que estas cosas necesarias.
Es una clase de carga que uno puede compartir. Luego existe otra clase
de carga que usted no puede compartir, pero aquí tenemos una carga
que usted sí puede compartir. Alguien ha dicho que una carga es sólo la
mitad cuando hay dos que la pueden sobrellevar.
Una dama subió a un ómnibus en la ciudad de Londres llevando una
canasta muy grande. Ella se sentó en un asiento y puso esa gran canasta
sobre sus rodillas. Un pasajero que estaba de pie a su lado le dijo: “¿Por
qué no pone la canasta en el piso? Este ómnibus puede cargar tanto
la canasta como a usted”. Muchos de nosotros tenemos cargas que
podemos compartir con los demás, y las deberíamos compartir.
Barros quiere decir “falta”. Si alguno fuere sorprendido en alguna
falta, ésa es su carga. Puede haber sido un pecado pequeño. Usted puede
ayudar a esa persona a llevar la carga. Una enfermedad quizá, una falta,
una debilidad, una ignorancia. Quizá esa persona está haciendo algo
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Cuando mi hija era pequeña, se enfermó con una fiebre muy alta
mientras volvíamos de Texas a California. La llevamos al hospital en el
estado de Arizona, y el médico allí nos recetó una medicine y nos dijo,
“Denle esta medicina, y se le bajará la temperatura. Así pueden seguir
su viaje”. En la ciudad de Fénix, Arizona, nos paramos para comprar
gasolina, y mi esposa le tomó la temperatura a nuestra hija. No se le
había bajado. Tenía una fiebre de 41 grados. ¡Estábamos asustados!
Fuimos a un hotel, llamamos a un médico, y le contamos la situación
Nos recomendó que siguiéramos dándole a la niña la medicina y que
la trajéramos al hospital la mañana siguiente. Jamás olvidaré cómo
me sentía al llevarla al hospital por la mañana. Nunca antes había yo
tenido tal experiencia. Con gusto habría tomado yo esa fiebre, con
gusto lo hubiera hecho. Pero, amigo, yo no podía hacerlo. Tenemos
que sufrir solos. Usted no puede conseguir a alguien que le sustituya en
el sufrimiento. El sufrimiento es una cosa que no podemos compartir.
La angustia mental es otro tipo de sufrimiento que usted no puede
compartir. Hay muchas personas que están desilusionadas. Hasta son
amargados hoy por alguna gran desilusión. El sufrimiento es una carga
que tenemos que llevar solos.
Hay otra carga que usted y yo no podemos compartir con nadie más.
Es la muerte. Llegará el día cuando tendrá que pasar por el valle de
sombra de muerte. Thomas Hobbes, un agnóstico durante toda la vida,
y un hombre brillante, en el momento de su muerte, lo dijo de esta
manera: “Estoy dando un salto terrible en la oscuridad y solo”. ¡Qué
trágico es el tener que hacerlo de esa manera!
Llegamos ahora a la tercera y última carga que voy a mencionar.
Es el Tribunal de Cristo. No es para los incrédulos, pero los creyentes
tenemos que aparecer ante Él. Nosotros tenemos que comparecer allí
para que nuestras obras sean juzgadas. Oh, sí, hay para el incrédulo el
Gran Trono Blanco descrito en el capítulo 20 de Apocalipsis. Pero el
Tribunal de Cristo, es para los creyentes. Porque es necesario que todos
nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno
reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno
o sea malo. (2 Co. 5:10) Todo lo que hemos hecho en la carne como
cristiano, será juzgado para ver si recibimos o no una recompensa.
La salvación no se cuestiona—eso fue resuelto para el creyente en la
cruz de Cristo. Son las obras del creyente que han de ser juzgadas en el
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esas semillas, puede cosechar, sí, trigo. La semilla no se olvidó que era
de trigo en los cinco mil años que pasaron. El principio que tenemos
entonces es que lo que usted siembra, eso es lo que va a cosechar.
Hay tantos hombres en la Biblia que sirven como una ilustración
para esto. Jacob engañó a su padre; él pretendió ser el mayor de los
hijos, cuando en realidad era el menor. Él se cubrió las manos y brazos
con pieles de cabrito. Su padre lo tocó y también lo olió, y eso no habla
muy bien de Esaú, ¿verdad? Él era un hombre que trabajaba en el campo
y aparentemente olía a cabrito. Jacob engañó a su padre, huyó de su
hogar y se fue a vivir con su tío Labán, y parecía que se había salido
con la suya al engañar a su padre. Pero Dios dice, que lo que el hombre
sembrare, eso también segará. No va a segar algo parecido; usted segará
algo idéntico.
¿Qué es lo que ocurrió entonces? Bueno, este hombre Jacob se
enamoró de Raquel y trabajó siete años por ella. Tuvieron la fiesta
del casamiento, y cuando él levantó el velo del rostro de la novia, ¿qué
encontró? No era Raquel, la hija menor de Labán, sino que era Lea,
la mayor. Ella no era tan hermosa como Raquel, puedo decir de paso.
Pienso que este joven Jacob, en su luna de miel aprendió una lección,
y esa lección es que él había engañado a su padre; habiendo pretendido
ser el mayor cuando en realidad era el menor. Ahora él recibe la hija
mayor de Labán, cuando pensaba que se estaba casando con la menor.
¿Recuerda usted a Acab y Jezabel? Ellos pensaban que también se
habían salido con la suya. Eran el rey y la reina. Tomaron la viña de
Nabot y pensaron: “Bueno, nos vamos a salir con la nuestra aquí”. Pero
el profeta Elías les dijo: “Vosotros no se vais a salir con la vuestra. En el
mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros
lamerán también tu sangre, tu misma sangre.” (1 Reyes 21:19) Bueno,
uno no podía creer que eso podía suceder. Acab decía: “Bueno, yo me
mantengo lejos de ese lugar entonces”. Pero al continuar leyendo la
historia uno puede enterarse que él fue herido en una batalla fatalmente
y le dijo a su cochero que lo sacara del lugar de la batalla. ¿A dónde
lo llevó el cochero? Pues, quizás por casualidad lo llevó a la viña de
Nabot, al mismo lugar donde Nabot había sido asesinado, y allí es
donde él murió. Y lavaron el carro en el estanque de Samaria—dice la
Escritura—y los perros lamieron su sangre.
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Conclusión autografiada
Esto nos lleva ahora a la última de las grandes divisiones de la Carta
a los Gálatas. Llegamos a la conclusión autografiada, digamos, que
comienza aquí en el versículo 11, y sigue hasta el versículo 18.
Tenemos aquí en el versículo 11, la escritura misma del Apóstol
Pablo y podremos ver el testimonio propio de Pablo. Luego veremos la
cruz de Cristo contra la circuncisión, y la escritura de Cristo, digamos,
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