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1-2 CORINTIOS &

J. Vernon McGee
GÁLATAS
UN COMENTARIO

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1-2 Corintios • Gálatas


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J. Vernon McGee
18
1 y 2 Corintios • Gálatas

un comentario

J. Vernon McGee
©2022 THRU THE BIBLE RADIO NETWORK
Primera Edición en Español
Traducido de materiales escritos en inglés por J. Vernon McGee

Impreso en los Estados Unidos

Al menos que se indique lo contrario, el texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-
Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina;
© renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
Reina-Valera 1960TM es una marca registrada de la American Bible Society,
y puede ser usada solamente bajo licencia.

Agradecemos a Joe Ferguson y Joseph Miller


por su labor de edición de la presente obra.

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Al Dr. McGee, autor del estudio bíblico A Través de la Biblia, le importaba mucho que
todos los que quieran entender la Palabra de Dios tengan las herramientas para hacerlo.
Es por eso que escribió el librito titulado

Las Guías para el Entendimiento de la Escrituras.


Este recurso le brinda siete principios para la lectura y comprensión de la Biblia.

Para obtener una copia, descárguela gratis en nuestro sitio web:


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Indice
1ra. de Corintios
Introducción9
Tema: El Señorío de Jesús 11
Capítulo 1 15
Salutación y acción de gracias 15
Divisiones y cisma 23
La centralidad de Cristo crucificado corrige las divisiones 24
Capítulo 2 35
Capítulo 3 43
El creyente en Cristo lo posee todo 49
Capítulo 4 51
Capítulos 5 y 6 61
Impureza61
Pleitos entre los miembros 69
El cuerpo del creyente es el templo del Espíritu Santo 76
Capítulo 7 78
Mandamiento a los casados 84
Concerniente a las hijas de edad para contraer matrimonio 89
Capítulo 8 94
La libertad cristiana en cuanto a la carne 96
Capítulo 9 102
Capítulo 10 111
Capítulo 11 124
El modo de vestirse las mujeres 124
La Cena del Señor 133
La revelación a Pablo 138
Capítulo 12 142
Los dones se dan para mantener unidad en la diversidad 142
Capítulo 13 158
La preeminencia del amor—su valor 159
La prerrogativa del amor—su virtud 161
5
La permanencia del amor—su victoria 163
Capítulo 14 166
El don de la profecía es superior al don de las lenguas 166
El orden en la iglesia local para ejercitar cualquier don 172
La iglesia debe tener orden en los servicios 174
Capítulo 15 176
La prominencia de la resurrección en el evangelio 179
Pruebas de la resurrección—testigos 183
El desfile de la resurrección 187
El poder de la resurrección 196
Capítulo 16 201
La ofrenda 201
Comentarios personales 205
Personalidades207

2da. de Corintios
Introducción211
Capítulo 1 217
El estímulo de Dios para los planes de la vida 219
Capítulo 2 231
El restaurar a un santo que está pecando 232
El poder del ministerio 234
Capítulo 3 238
Contrastes entre el viejo y el nuevo pacto 239
Capítulo 4 246
Capítulo 5 260
Capítulo 6 281
Experiencias difíciles del ministerio 281
La súplica personal de Pablo 287
Capítulo 7 295
Capítulo 8 304
Un ejemplo del dar cristiano 305
Evaluación del dar cristiano 311
Explicación del dar cristiano 317
Capítulo 9 320
Explicación del dar cristiano (continuada) 320

6
Ánimo para el dar cristiano 321
Capítulo 10 327
Capítulo 11 337
Capítulo 12 346
La experiencia de Pablo 348
El aguijón en la carne de Pablo 349
Pablo piensa volver a visitar Corinto 352
Capítulo 13 358
La ejecución del apostolado de Pablo 358
La conclusión del apostolado de Pablo 360

Gálatas
Introducción363
Los gálatas—la gente 363
Gálatas—la epístola 366
Capítulo 1 371
Salutación—un saludo tibio 371
Tema anunciado—ferviente declamación 376
Personal—la experiencia de Pablo en Arabia 383
Capítulo 2 388
La experiencia de Pablo con Pedro en Antioquía 392
Doctrinal—la justificación por la fe 396
La doctrina declarada 396
Capítulo 3 405
La experiencia de los gálatas 405
La ilustración de Abraham 409
Capítulo 4 433
La alegoría de Agar y Sara 446
Capítulo 5 452
Santificación práctica por el Espíritu 452
Capítulo 6 480
Salvo por gracia y el fruto del Espíritu está presente en el carácter cristiano 480
Conclusión autografiada 497
El propio testimonio de Pablo 498

7
1 & 2 Corintios, Un Comentario

Gálatas
INTRODUCCIÓN

Escritor: Pablo (Gá. 1:1)


Fecha: Cerca de d.C. 57

Y
o creo que el Apóstol Pablo escribió esta carta a las iglesias en
Galacia, en su tercer viaje misionero desde Efeso. Él había visitado
esas iglesias recientemente; había pasado por esa zona y había
descubierto que los judaizantes habían seguido sus pasos y que las iglesias
en esos lugares estaban prestando atención a los que presentaban esta
tendencia a la observancia de la ley de Moisés. Pablo escribió esta carta para
contraatacar su mensaje y para indicar claramente lo que era el evangelio.

Los gálatas—la gente


Lo importante para usted y para mí, en relación con la Carta a los
Gálatas, es la gente a la cual fue enviada. Esto no es así en cuanto a otras
epístolas, pero ciertamente es el caso aquí, y usted y yo necesitamos
conocer esta información o estos antecedentes. Existen algunas teorías
en cuanto a Gálatas, pero no voy a entrar en ellas. Usted que está
familiarizado con las introducciones a los libros de la Biblia, sabe que
yo no dedico tiempo a esos asuntos que en el día de hoy son materia
para crítica elevada.
Por ejemplo, existe lo que se conoce como la teoría de Galacia del
norte y la de Galacia del sur. Bueno, para mí la respuesta es sencilla:
que Pablo está escribiendo a todas las iglesias en Galacia. Era una zona

363
• J. Vernon McGee •

bastante grande, una zona muy prominente, y en esa sección había


mucha población, y allí se había establecido varias iglesias. La palabra
“gálatas” puede tener su sentido etnográfico, en el que se refiere a la
nacionalidad de la gente, o puede ser usado en sentido geográfico, que
se referiría entonces a la provincia romana de ese nombre.
Haciendo caso omiso a la posición que se tome, debo decir que
existe una descendencia, un linaje común que identificaba a la gente
en esa zona, donde había una mezcla de la población. A la gente de esa
provincia se le llamaba “los galos”. Ellos formaban una tribu céltica del
mismo grupo que habitaba Francia. Es posible seguir la forma en que
ellos llegaron a ese lugar, por medio de la Historia. En el siglo IV a.C.,
ellos invadieron el imperio romano y terminaron saqueando a Roma.
Luego cruzaron hacia Grecia y allí capturaron la ciudad de Delfos en
el año 280 a.C. Ésta era gente guerrera y siempre iba de un lugar a
otro, y a la invitación del rey Nicómedes I, rey de Bitinia, una zona en
Asia Menor, cruzaron hacia ese lugar para ayudar al rey en una guerra
civil. Como dije, eran guerreros y pronto se establecieron a sí mismos
en Asia Menor; les gustó mucho ese lugar pues tenía un clima muy
agradable con paisajes muy hermosos. Al visitar Turquía el turista
puede encontrar lo hermoso que es ese lugar al margen del mar Egeo
y también tierra adentro en esa zona, así como también al margen del
mar Mediterráneo.
En el año 189 a.C. estas tribus célticas, fueron hechas súbditas
del imperio romano y llegaron a formar una provincia. Los límites
de la provincia variaban y por muchos años, mantuvieron ellos sus
propias costumbres y su idioma. Ellos eran orientales rubios y las
iglesias que el Apóstol Pablo estableció en su primer viaje misionero,
fueron incluidas en un tiempo en el territorio de Galacia, y ése era
el nombre por el cual el Apóstol Pablo llamaría por costumbre a las
iglesias en esa zona. Estos célticos galos, tenían en cierto sentido el
mismo temperamento y características de la población americana; es
decir, aquéllos que llegaron procedentes de Europa o Inglaterra. Es
interesante notar lo que se ha dicho con relación a los antecesores de
la población americana. Ellos eran como usted bien sabe, de tribus
salvajes, bravas, de origen germánico muchas de ellas y también de
tribus célticas de origen francés. César tuvo algo que decir con relación
a ellos y fue lo siguiente: “La flaqueza de los galos consiste en que ellos
364
Gálatas, Un Comentario

son inconstantes en cuanto a su determinación; amigos del cambio, en


los cuales no se puede confiar”. Esto describe muy bien a la población
americana en la actualidad, a la gran mayoría por lo menos, ¿no le
parece? ¡Inconstantes en su determinación!
Observe algunas de las cosas que vienen y van como el yo-yo, por
ejemplo; eso estuvo de moda; luego era el hula-hula. Cualquier cosa
que se presenta, nosotros la adoptamos y la aceptamos por lo menos
por un tiempo, somos muy inconstantes en nuestras resoluciones.
Nos gusta demasiado el cambio; nos gusta siempre tener un automóvil
nuevo, de último modelo si es posible; y nos gusta recibir una revista
que esté fechada la próxima semana. Bueno, ése es el cuadro que aquí
se nos presenta.
Otra persona describió a los de Galacia como: “sinceros, impetuosos,
impresionables, inminentemente inteligentes, les agradaba aparentar,
pero eran extremadamente inconstantes, el fruto de una vanidad
excesiva”. Ése es el cuadro de la población norteamericana en la
actualidad. Llega alguna persona que se postula para una posición en
el gobierno, y todo el mundo lo sigue; en cuatro años, ya nos hemos
olvidado de él. ¿Se acuerda usted quién fue presidente hace ocho años
en su país? ¿Quién era presidente hace diez años, o hace veinte años?
Debo decir que nosotros somos personas muy inconstantes, no somos
muy perseverantes, ¿no le parece? Ahora, me gusta eso de que nosotros
somos inminentemente inteligentes porque pienso que así es, y la
razón por la cual así pienso es el fruto de mi excesiva vanidad. Éste es
un cuadro de nosotros mismos.
Usted recuerda que esta gente en cierta ocasión quería hacer
del Apóstol Pablo un dios, y al día siguiente lo apedreaban. Eso es
precisamente lo que hacemos nosotros, elegimos a un hombre a la
presidencia de la nación y luego tratamos de asesinarlo en esa posición.
La Epístola a los Gálatas tiene entonces un mensaje en particular para
nosotros, porque fue escrita para personas tal cual nosotros somos; con
un temperamento similar al nuestro, que eran acosados por todos los
lados por cultos y sectas innumerables, que nos quieren arrancar de
nuestra ancla segura en el evangelio de gracia.

365
• J. Vernon McGee •

Gálatas—la epístola
Permítame decir ahora algunas palabras acerca de esta epístola,
antes de entrar de lleno en ella. (1) En ella, encontramos un mensaje
duro, severo, solemne. (Véase Gá. 1:6-9; 3:1-5) Usted lo podrá apreciar
cuando comience con la lectura. No corrige la conducta como lo hace la
Carta a los Corintios, pero es una epístola de corrección. Los creyentes
de Galacia se hallaban en un grave peligro. ¿Por qué? Porque las bases
mismas estaban siendo atacadas. Todo estaba siendo amenazado. La
epístola, por tanto, no contiene ninguna palabra de encomio, no se
encuentra ninguna alabanza en ella, ni palabras de agradecimiento. No
hay ningún pedido de oraciones. Tampoco se menciona su posición en
Cristo. Ninguno de los amigos de Pablo es mencionado por nombre.
Usted compara esta epístola con las otras cartas de Pablo y puede ver
que es un poco diferente de todas ellas. (2) En esta epístola, la segunda
cosa que la hace diferente es que el corazón del Apóstol Pablo se muestra
al desnudo, por decirlo así; aquí hay mucha emoción y sentimiento.
En realidad, ésta es una epístola donde hay mucha lucha. Pablo está
listo para luchar aquí; él no tiene ninguna tolerancia hacia el legalismo;
alguien dijo que la Carta a los Romanos proviene de la mente de Pablo,
mientras que la Carta a los Gálatas proviene de su corazón. Puedo decir
lo que dijo un teólogo: “La Carta a los Gálatas toma contenciosamente
lo que la Carta a los Romanos indica sistemáticamente”.
(3) Tenemos luego, la tercera cosa, que destaca esta epístola; tiene
una declaración de emancipación de legalismo de cualquier clase. Es
muy interesante notar que los legalistas no dedican mucho tiempo a
estudiar esta Epístola a los Gálatas. Es que los reprende mucho. Ésta
era la epístola favorita de Martín Lutero, por ejemplo, que dijo: “Ésta
es mi epístola, estoy aferrado a ella”. Estaba en el estandarte de La
Reforma. Ha sido llamada la Carta Magna de la iglesia primitiva. Es
un manifiesto del vivir cristiano. Es una cita de lo inexpugnable, y una
roca de Gibraltar contra cualquier ataque al corazón del evangelio.
Alguien ha dicho: “La victoria inmortal está ceñida a sus sienes”.
Ésta es la epístola que sacudió a Juan Wesley. Usted recuerda que Juan
Wesley llegó a América como misionero para los indios, y que cuando
él llegó allí, hizo un descubrimiento sorprendente. Él dijo: “Yo llegué
a América a convertir a los indios, pero ¿quién va a convertir a Juan
366
Gálatas, Un Comentario

Wesley?” Él regresó a Inglaterra, a la ciudad de Londres, y una noche


caminando por Aldersgate, él verdaderamente se convirtió. En esa zona
hay ahora una placa que dice: “Éste es el lugar donde se convirtió Juan
Wesley”. Ellos la llaman una conversión evangélica; pues bien, ésa es
la única clase de conversión que menciona la Biblia. Juan Wesley salió
de ese lugar para comenzar un avivamiento, predicando el evangelio
de esta epístola, que salvó a Inglaterra de una revolución, y trajo un
avivamiento que tuvo mucho que ver en la vida de muchas personas.
Wilberforce, uno de los convertidos, tuvo mucho que hacer en lo que
se relaciona con el problema del trabajo a que eran forzados los niños,
y con las fábricas; que fue el comienzo de la revolución industrial que
trajo muchos cambios para el trabajador; pero por supuesto, eso no se
reconoce en la actualidad.
Ésta es una gran epístola, y creo que en un sentido ha sido la columna
vertebral y la base de cada uno de los grandes movimientos espirituales
y avivamientos, que han tenido lugar en los últimos dos mil años.
Amigo, pienso que será la base de cualquier otro avivamiento. Eso es
lo que me gustaría ver, en este maravilloso actuar del Espíritu de Dios
en cada uno de nuestros países hoy; me gustaría que todas las naciones
se pusieran a estudiar la Epístola a los Gálatas, y que comenzaran a
declarar su mensaje. Pienso que eso revolucionará nuestras vidas. Estoy
seguro de ello.
(4) Note una cuarta cosa que se destaca en esta epístola; contiene la
declaración y defensa más fuerte de la doctrina de la justificación por
fe, en las Escrituras o fuera de ellas. Es la polémica de Dios en favor de
la verdad más vital de la fe cristiana, contra cualquier ataque. No sólo
dice que el pecador es salvo por gracia, por la fe, nada más; sino que el
pecador salvado vive por gracia. En esta epístola se puede ver que la
gracia es una forma de vida y que también es un camino a la vida; y que
estas dos formas juntas se pertenecen.

367
• J. Vernon McGee •

368
Gálatas, Un Comentario

Bosquejo
I. Introducción: 1:1-10
A. Salutación. Un saludo indiferente, 1:1-5
B. El tema es enunciado. Una declaración calurosa, 1:6-10
II. Sección personal—La autoridad del apóstol y la gloria
del evangelio, 1:11-2:14
A. La experiencia de Pablo en Arabia 1:11-24
B. La experiencia de Pablo con los apóstoles en Jerusalén, 2:1-10
C. La experiencia de Pablo con Pedro en Antioquía, 2:11-14
III. Sección doctrinal—La justificación por la fe, 2:15-4:31
(La fe vs. las obras, la libertad vs. la esclavitud)
A. La justificación por la fe—la doctrina es enunciada, 2:15-21
B. La justificación por la fe—la experiencia de los gálatas, 3:1-5
C. La justificación por la fe—la ilustración de Abraham, 3:6-4:18
D. La justificación por la fe—alegoría de Agar y Sara, 4:19-31
IV. Sección práctica—La santificación por el Espíritu, 5:1-
6:10 (El Espíritu vs. la carne, la libertad vs. la esclavitud)
A. Ser salvado por la fe y el vivir según la ley perpetra el caer de la
gracia, 5:1-15
B. Ser salvado por la fe y el andar según el Espíritu produce el fruto
del Espíritu, 5:16-26
C. Ser salvado por la fe y el fruto del Espíritu presenta el carácter
cristiano, 6:1-10
V. La conclusión autografiada, 6:11-18
A. La misma letra de Pablo, 6:11
B. El mismo testimonio de Pablo, 6:12-18
1. La cruz de Cristo vs. la circuncisión, 6:12-15
2. La letra de Cristo en el cuerpo de Pablo, 6:16-18 (La nueva
circuncisión de la nueva creación)
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• J. Vernon McGee •

370
Gálatas, Un Comentario

CAPÍTULO 1

Gálatas es la polémica de Dios contra el legalismo de todo tipo. La


ley mosaica no es desacreditada, despreciada, ni puesta de lado. Su
majestad, perfección, demandas, plenitud, y propósito son mantenidos.
Sin embargo, esas cualidades mismas lo hacen completamente
imposible para el hombre llegar por esta ruta a Dios. Otro camino
se le ha abierto al hombre para ser justificado ante Dios, un camino
que omite enteramente la ley mosaica. El nuevo camino es por fe. La
justificación por fe es el tema, con el énfasis sobre la fe.
Hay tres epístolas en el Nuevo Testamento que citan Habacuc 2:4: …
el justo por su fe vivirá. Romanos 1:17, enfatiza el justo. Hebreos 10:38
enfatiza vivirá. Gálatas 3:11 enfatiza por fe.
En Romanos el énfasis es sobre el hecho de que el hombre, aparte
de la ley mosaica, es justificado ante Dios por fe. In Gálatas Pablo
está defendiendo el evangelio contra aquéllos que añadirían la ley a la
justificación por la fe.
La fe más la ley era la enseñanza del judaísmo.
La fe más nada era la respuesta de Pablo.
Los judaizantes cuestionaron la autoridad de Pablo como apóstol
y su enseñanza que la simple fe era adecuada para la salvación Pablo
defiende su apostolado y demuestra la suficiencia del evangelio de la
gracia para salvar.

Salutación—un saludo tibio


Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por
Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los
muertos). [Gá.1:1]
Pablo está diciendo aquí que él es un apóstol, y en la forma en que lo
está diciendo no creo haya sido necesario haber colocado esos paréntesis
en esta frase. La palabra apóstol está siendo utilizada con sentido doble:

371
• J. Vernon McGee •

1. Él puede ser uno de los doce (Hch. 1:21-26)


A. Estuvieron con el Señor Jesús durante Sus tres años de ministerio
público (V. 21)
B. Fueron testigos de Su ministerio después de la resurrección (V.
22)
C. Fueron elegidos por Cristo (V. 22; Hch. 9:15; 26:16-17)
2. Si usamos este término en un sentido más amplio, un apóstol
podría ser aquél que había sido enviado (Hch. 11:22)
Pienso que el Apóstol Pablo es quien ocupó el lugar de Judas. La
razón por la cual pienso así es que aquel apóstol por el cual se votó para
ocupar el lugar de Judas, es decir, Matías, nunca más fue mencionado.
Si el Espíritu Santo lo hubiera elegido, ciertamente en alguna parte
podríamos ver el sello del Espíritu Santo de que este hombre había
sido un apóstol. Pero Pablo probó que él era un apóstol. Matías nunca
lo hizo; lo tomamos como que fue una elección que tuvo lugar antes de
Pentecostés y eso fue antes de que el Espíritu Santo entrara en la iglesia.
Por esta razón, no pienso que haya sido ordenado por el Espíritu Santo.
Hay muchas elecciones en la iglesia en la actualidad, con las cuales el
Espíritu Santo no tiene nada que ver ni hacer, lo cual es muy obvio. En
esa época era muy obvio porque el Espíritu de Dios no había llegado
aún, y pienso que Pablo fue a quien el Espíritu de Dios eligió para
ocupar el lugar dejado por Judas Iscariote.
Pablo está diciendo que él es un apóstol no de hombres, y en el griego,
la preposición apo quiere decir “no del hombre”, es decir, que no es
legalista. Él no era un apóstol que había sido nombrado o comisionado
después de haber ido a algún seminario, o de haber completado algún
curso especial. Él dice que no es de los hombres ni por hombre. La
preposición dia indica que no fue a través de los hombres. Eso quiere
decir simplemente que los otros apóstoles no pusieron sus manos
sobre Pablo y dijeron algunas palabras indicando que Pablo, era un
apóstol. Pablo es un apóstol ¿cómo?, por Jesucristo. El Señor Jesucristo
lo llamó directamente a él y por Dios el Padre, (Aquél) que lo resucitó
(al Señor Jesucristo) de los muertos. El Cristo resucitado hizo de Pablo
un apóstol.

372
Gálatas, Un Comentario

Es importante que reconozcamos esto aquí, al mismo comienzo de


este estudio.
Quizá usted sabe, amigo, que cuando se ordena a un Pastor, él se
constituye en un ministro ordenado; pero es sólo ordenado de parte
de los hombres y por los hombres. El Pastor, primero va a un colegio,
luego a una universidad y finalmente a un Seminario donde adquiere
su educación bíblica, antes de ser ordenado. Ésa es la parte legalista.
Luego el candidato se presenta ante el cuerpo de la iglesia, donde le
examinan y entonces deciden ellos hacerle un ministro, un ministro
propiamente ordenado. Un grupo de hombres que constituyen lo que
se llama el “Comité de Ordenación” o el “Concilio de Ordenación” en la
iglesia, ponen sus manos sobre la cabeza del Pastor y le dicen “Usted es
un Ministro Ordenado”. Ésa es la forma como se ordena un Ministro de
una iglesia. Pero, el Apóstol Pablo dice: “Yo no soy esa clase de apóstol”.
Él dice, “los hombres no tuvieron nada que ver con esto. Yo soy un
apóstol directamente nombrado por Jesucristo Mismo y por Dios el
Padre, que lo resucitó de entre los muertos”.
Y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias
de Galacia. [Gá. 1:2]
Notará usted que esta carta está dirigida a las iglesias, en plural. Usted
notará también que es una salutación bastante fría; es muy corta, muy
breve. Nadie se menciona por nombre aquí, y Pablo no expresa ninguna
otra cosa sino lo que él acostumbra a decir a todos los hermanos. No
es simplemente a una iglesia que le escribe, sino a las iglesias en plural.
Hay dos formas en las cuales se utiliza la palabra “iglesia” en el
Nuevo Testamento: Una es, en la cual se incluye todo el cuerpo de
creyentes de todos los diferentes grupos, es decir, aquéllos que han
confiado en Cristo Jesús y le han recibido como su Salvador personal.
Ellos pertenecen a ese grupo. Luego se utiliza esta palabra “iglesia”, en
referencia a una asamblea o congregación local. Así es como se utiliza
en este pasaje. Había diferentes iglesias ubicadas en varios lugares en la
zona de Galacia. Había una en Antioquía de Pisidia; ése era uno de los
lugares que Pablo había visitado. También tenemos a Derbe y Listra. Él
les está escribiendo a todas las iglesias; y algunas de ellas, estoy seguro
de que nosotros ni conocemos sus nombres. La iglesia local por tanto se
muestra aquí, y no el cuerpo de todos los creyentes en general.

373
• J. Vernon McGee •

En la Carta a los Efesios veremos a la iglesia como un cuerpo


incorporado de todos los creyentes en general, una iglesia invisible.
Pero usted puede apreciar que el cuerpo invisible se hace visible en la
iglesia local en la actualidad. Creo que usted debería identificarse con
un testimonio de creyentes locales en la zona donde vive. Creo que eso
es muy importante.
Pablo utiliza el saludo que es típico en él y que es algo bastante
formal; se encuentra aquí:
Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de
nuestro Señor Jesucristo. [Gá. 1:3]
Aquí tenemos la palabra gracia, la cual ya hemos visto, kjáris. Ésa
era una manera típica de saludar entre los gentiles. La forma religiosa
de saludarse uno a otro entre los judíos, era shalom, o paz. La gracia
de Dios debe ser experimentada antes de que usted pueda disfrutar la
paz que proviene de Dios el Padre. Creo que es muy importante que
notemos eso.
El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para
librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad
de nuestro Dios y Padre. [Gá. 1:4]
Éste es otro de esos versículos maravillosos que, cuando uno los
lee, realmente no sabe qué decir acerca de ellos. No puedo elevarme
al mismo nivel en el que se encuentra este versículo. El Apóstol Pablo
menciona en el versículo 3, al Señor Jesucristo. Después de haberlo
mencionado antes, ahora él dice: el cual se dio a Sí Mismo por nuestros
pecados. Aquí él da el germen del tema de este asunto: ¿Cuál es? Él, se
dio a Sí Mismo.
No hay nada que usted ni yo podamos agregar al valor del sacrificio
de Cristo. ¡Nada! Él se dio a Sí Mismo. ¿Qué es lo que usted puede dar?
¿Alguna cosa? ¿Puede usted agregar algo al hecho de que Él se dio a Sí
Mismo? Eso es todo lo que es necesario, Él se dio a Sí Mismo. ¡Qué
maravilloso y qué glorioso es esto! Yo no sé qué decir. Me faltan las
palabras cuando veo una cosa como ésta. Él se dio a Sí Mismo. Cuando
usted se da a sí mismo, amigo, usted ha dado todo lo que tiene. Usted
ha dado todo lo que usted es, y todo lo que tiene; su tiempo, su talento;
usted lo ha entregado todo.

374
Gálatas, Un Comentario

El Señor Jesucristo se dio a Sí Mismo, Él no podía haber dado más.


Usted y yo, amigo, no podemos agregar nada a eso. Yo no tengo nada
que agregar. El Señor Jesucristo se dio a Sí Mismo por nuestros pecados.
Pablo no podía esperar más para decirlo, así que, habiendo mencionado
al Señor Jesucristo, Pablo le llama a Él, nuestro Señor Jesucristo; Él es
mi Salvador. ¿Puede usted decir que Él es su Salvador, también, amigo?
¿Puede usted decir: “El Señor es mi Pastor”? Es una cosa decir, Él es un
Pastor; y es otra cosa muy diferente el decirlo en una forma posesiva, el
Señor es mi Pastor. ¿Puede usted decir eso, amigo?
Pablo continúa diciendo: para librarnos del presente siglo malo.
Él nos libra del presente siglo malo. Aquí tenemos por tanto el valor
presente del evangelio que provee su poder y autenticidad. Ahora el
evangelio nos puede librar de este mundo presente, de este mundo
malo.
He recibido miles de cartas de personas que han recibido a Cristo
como su Salvador, y Él los ha librado de las drogas, del alcohol, y de los
pecados sexuales. Él los ha librado completamente. Sólo Cristo, amigo,
puede librarlo a usted en un caso como éste. Él es el Único que lo puede
hacer. Eso prueba la autenticidad del evangelio. Él, el Señor Jesucristo
se dio a Sí Mismo, y Él se dio a Sí Mismo por nuestros pecados. Eso
quiere decir que Él ha tenido que tomar mi lugar, que Él murió en mi
lugar; fue resucitado, y que Él hizo todo eso para librarnos del presente
siglo malo.
Note que nuestra liberación es conforme a la voluntad de nuestro
Dios y Padre. Él nos puede librar y eso no sería de acuerdo con la ley,
sino que tiene que ser de acuerdo con la voluntad de Dios. La voluntad
de Dios es que cuando Él lo salva, usted no tiene que vivir en el pecado.
¡Qué hermoso es eso! Él nos puede librar; Él quiere librarnos, y Él nos
librará y lo hará conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre. Es
Su voluntad que usted sea librado. Amigo, éste es un versículo que le
hace a uno sentirse tan contento, que dan ganas de brincar, de saltar de
alegría, ¿no le parece?
A quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
[Gá. 1:5]

375
• J. Vernon McGee •

Éste es un momento que Pablo aprovecha para rendir alabanza a


Dios. He llegado a convencerme hoy, que nunca he enfatizado en mi
ministerio, como lo debería haber enfatizado, el hecho de que debemos
alabar más a Dios, mucho más de lo que lo hacemos. Tenemos que
llegar bien a lo básico, amigo, y poner el dedo en la llaga misma. ¿Alabó
usted a Dios esta mañana al levantarse? ¿Le dio gracias a Él por el nuevo
día? Usted dice: “Bueno, estaba lloviendo, o había una tormenta; hacia
frío o calor, o lo que sea; era un día terrible”. Pero, ¿le dio gracias a
Dios por ello, amigo? ¿Alabó Su nombre porque Él le ayudó a llegar a
un nuevo día?
Yo había tenido que sufrir la enfermedad del cáncer antes de poder
darme cuenta de que cada día, lo primero que debía hacer por la mañana,
no importaba si salía el sol o si estaba lloviendo, era decir: “Gracias
Señor por traerme a este nuevo día”. ¡Qué maravilloso es esto! ¡Cuán
maravilloso, amigo! Necesitamos alabarle más. Yo quiero alabarle más.
Yo quiero que usted sepa que deseo que la gloria sea para el nombre
de mi Dios y mi Salvador. Yo no quiero quedarme a un lado y dar
mi silenciosa aprobación a todas esas actuaciones y cantos que están
disminuyendo el valor de nuestro Señor Jesucristo; yo quiero hablar y
decir: “Él es Dios manifestado en la carne. Él se dio a Sí Mismo por mí,
y yo quiero alabar Su nombre. A Él sea la gloria por los siglos de los
siglos”. Ahora, ése “por los siglos” comienza ahora mismo y continúa
hasta la eternidad.
Esto concluye la primera parte y, aunque contiene algunas verdades
gloriosas, creo que usted tiene que admitir que ésta es una clase de
salutación bastante áspera, un saludo muy frío. Ahora, Pablo va a
indicar cuál es el asunto, cuál es la materia de la que él va a hablar. Ya
lo he indicado, y él cambia de frío a caliente, y él sí que está caliente,
amigo, está que quema, si me permite la expresión, ¿por qué? Porque
hay gente que está mutilando el evangelio. Pablo está dispuesto a
entregar su vida por el evangelio.

Tema anunciado—ferviente declamación


Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado
del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un
evangelio diferente. [Gá. 1:6]

376
Gálatas, Un Comentario

Los judaizantes habían llegado a ese lugar. Hay algunas cosas que
debemos notar aquí y hacia las cuales deseo dirigir su atención y es
esto. El evangelio tiene dos aspectos y puede ser usado en realidad en
dos sentidos. Están los hechos del evangelio: que Jesucristo murió, que
fue sepultado, y que Su cuerpo fue resucitado de entre los muertos.
El Apóstol Pablo mismo dijo: Porque primeramente os he enseñado
lo que asimismo recibí. (1 Co. 15:3) Él dijo lo recibí, él no lo había
inventado ni lo había pensado por sí mismo. Él lo recibió. ¿Y, qué fue
lo que recibió? Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las
Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme
a las Escrituras. (1 Co. 15:4) Ésos, amigo, son los hechos históricos
del evangelio y no se pueden cambiar. Usted nunca ha predicado el
evangelio, a no ser que haya mencionado estos acontecimientos.
La segunda cosa que deseo recalcar es la interpretación de estos
hechos. Deben ser recibidos por fe, nada más. Pablo va a entrar en eso
y vamos a esperar hasta que él lo haga. Pero lo que él está diciendo aquí
es lo siguiente: Los judaizantes han entrado al país de los Gálatas; y
los acontecimientos, los hechos del evangelio no fueron desafiados ni
puestos en duda; ésos eran hechos históricos.
Pablo había dicho que quinientos testigos habían visto al Señor en
cierta ocasión. Cuando usted tiene tanta gente que aún está viviendo y
que han sido testigos, uno no va de un lugar a otro tratando de negar los
hechos del evangelio; pero ellos estaban cambiando la interpretación de
esos hechos. Lo que ellos estaban diciendo era lo siguiente, y lo hacían
de una manera muy sutil, muy disimulada—ellos preguntaban: “¿Ha
pasado el hermano Pablo por aquí?” La gente les contestaba: “Sí, él vino
y predicó el evangelio, y nosotros lo aceptamos; somos convertidos
y conocemos ahora a Cristo como nuestro Salvador, y formamos un
cuerpo de creyentes”. Ellos sabían todo eso, y ahora, estos judaizantes
trataban de avanzar un poco y decían: “Ah, así que él dijo eso, ¡qué
bueno! Vosotros sabéis que el hermano Pablo es muy exacto en lo que
está diciendo, pero él no dice todo lo que tiene que decir. ¿Os dijo,
por ejemplo, que teníais que guardar la ley? ¿No os dijo eso, verdad?
Pues bien, os debería haber dicho eso; sí, vosotros tenéis que confiar
en Cristo, pero también tenéis que seguir la ley, o de otra manera, no
seréis salvos”.

377
• J. Vernon McGee •

Esto no es algo reciente; es una de las herejías más antiguas que hay.
Ocurrió en los días de Pablo, agregando algo al evangelio de la gracia,
algo que usted tiene que hacer en lugar de sólo creer. Se podría decir:
creer, más hacer algo.
Es una lástima que Pablo no supiera eso, cuando él le dijo al carcelero
de Filipos: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo. Es lamentable que
Simón Pedro no lo supiera cuando dijo: Y en ningún otro hay salvación;
porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos. También es una lástima que los apóstoles no
supieran eso; y es una lástima que el Señor Jesucristo no se lo hubiera
dicho. Él les dijo a ellos: “Id y predicad este evangelio; que vosotros no
debéis hacer nada sino confiar que ya todo, todo ha sido hecho por Mí”.
Es muy importante que note que el evangelio deja excluidas todas las
obras, y todo lo que uno pueda hacer.
No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban
y quieren pervertir el evangelio de Cristo. [Gá. 1:7]
Esa palabra pervertir proviene de metastrapho, que es una palabra
muy fuerte, áspera. La utilizó Lucas cuando estaba mencionando el
sermón de Simón Pedro en los Hechos 2:20: cuando el sol se convertirá
en tinieblas. Aquí se traduce como “convertirá”. Santiago también
usa la misma palabra: vuestra risa se convierta en lloro. (Stg. 4:9) En
otras palabras, ésta es una verdadera revolución, el intentar cambiar
el evangelio tiene el mismo efecto de hacer lo opuesto a lo que es en
realidad. Es muy importante que note eso.
Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare
otro evangelio diferente del que os hemos anunciado,
sea anatema. [Gá. 1:8]
El lenguaje que Pablo utiliza aquí es bastante duro. Él dice que si un
ángel del cielo declarara cualquier otro mensaje que no sea el evangelio,
él sería descartado o despedido con un lenguaje muy fuerte. Suponga
que en el mismo momento en que estoy escribiendo este estudio, un
ángel se me aparece y me dice: “Mira, deberías agregar algo más a
eso que estás escribiendo”. Cuando usted está leyéndolo, el ángel se
le aparece y le dice: “Mira, tú tendrás que agregarle esto a lo que el
predicador escribe; él tiene razón en lo que dice, pero tú tienes que
agregarle un poquito más”. Debo indicar que usted y yo le podríamos
378
Gálatas, Un Comentario

decir a ese ángel: “Lárgate de aquí, no tengo por qué escucharte”, aunque
sea un ángel del cielo.
En nuestros días hay muchos que están tratando de darnos otro
“evangelio”. Puede que le parezcan ángeles a usted. Satanás hace que
sus ministros se parezcan a los ángeles, y algunos son muy atractivos.
(Véase 2 Co. 11:14-15)
Pablo dice:
Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si
alguno os predica diferente evangelio del que habéis
recibido, sea anatema. [Gá. 1:9]
Con lenguaje fuerte Pablo dice: Si alguno os predica diferente
evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Amigo, no podemos
poner esto en un lenguaje más claro, ni más duro.
El evangelio excluye toda obra. Ro. 4:5 dice: Mas al que no obra,
sino cree en Aquél que justifica al impío, su fe le es contada por
justicia. Encuentro que muchas personas creen, que han llegado a
ser suficientemente buenas como para ser salvas. Un hombre me
dijo recientemente: “Dr. McGee, quiero ser cristiano. Voy a tratar de
mejorarme, y si logro progresar, entonces voy a hacerme creyente”.
Le dije, “si usted trata de mejorarse, nunca llegará a ser cristiano. La
única clase de persona que Dios salva es la persona impía. El Señor
Jesús dijo que no había venido a llamar a los justos; Él vino a llamar a
los pecadores. La razón por la cual dijo eso era que no había justo, ni
aun uno. Hasta la justicia del hombre es como un trapo de inmundicia a
los ojos de Dios. La ley nos condena y nos dejará sin poder hablar ante
la gracia que nos puede salvar”.
Ro. 3:19 nos dice, Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo
dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo
el mundo quede bajo el juicio de Dios. La verdadera dificultad es no
que las personas deban ser “suficientemente buenas” como para ser
salvadas, sino que no son “suficientemente malas” para ser salvadas. La
humanidad se niega a reconocer su condición de se perdida ante Dios.
Éste es el predicamento humano.

379
• J. Vernon McGee •

Los judaizantes no negaban los hechos—que Jesucristo murió y


que resucitó de entre los muertos. Lo que negaban era que eso fuera
adecuado. Insistían en que uno tenía que guardar la ley, más confiar
en Cristo. Pablo está diciendo que el que trate de mezclar la ley con la
gracia— ¡que sea anatema! ¿Por qué? Porque pervierten el evangelio.
No niegan los hechos del evangelio, pero interpretan mal esos hechos.
Pervierten el evangelio.
Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios?
¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía
agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. [Gá.
1:10]
Ahora, predique usted el mensaje que nosotros estamos predicando
aquí hoy, y estamos predicando el mensaje de Dios; y usted, amigo,
tendrá problemas. Porque es el evangelio de la gracia de Dios lo que el
pecador más odia, y hay muchos inconversos en las mismas iglesias que
no quieren escucharlo hoy. Ellos quieren hacer algo, quieren hacer algo
que agrade a la carne.
Pero, permítame decirle una cosa amigo, una cosa que hace el
evangelio, y es que nos coloca a usted y a mí en el polvo y nos hace
pordioseros; nosotros tenemos que acercarnos a Dios y rogarle, y
pedirle a Él. Debemos acudir a Él y recibir de Él todo, y no podemos
darle nada para poder ser salvos. Éste es un evangelio glorioso.
Pablo ha indicado el tema de este libro, y lo hizo de una forma muy
cálida, digamos de paso. Él indicó que había solamente un evangelio
y que intentar agregarle algo al evangelio era lo mismo que querer
presentar un evangelio diferente, que no puede haber otro evangelio.
Porque él explica con toda claridad, que nosotros somos salvos por la
fe y nada más. La fe, no es en realidad lo que nos da mérito, pero sí es
el medio por el cual nos aferramos a la salvación de Dios en Cristo; y
es Cristo quien nos salva. El gran predicador Spurgeon dijo: “No es por
el gozo en Cristo que tú eres salvo, es por Cristo Mismo. No es por la
esperanza en Cristo que tú eres salvo, sino por Cristo Mismo. No es ni
siquiera la fe en Cristo, aunque ése es el medio, es la sangre y el mérito
de Cristo”. Pablo está expresando eso con toda, pero con toda claridad
en esta sección.

380
Gálatas, Un Comentario

Ahora el evangelio deja de lado cualquier otra obra que uno quiera
hacer. Más al que no obra, sino cree en Aquél que justifica al impío,
su fe le es contada por justicia. Esas palabras no se encuentran aquí
en el libro de Gálatas sino en la Epístola a los Romanos 4:5. La
verdadera dificultad el día de hoy no es que la gente tenga que ser lo
suficientemente buena como para ser salva, hay muchas personas que
dicen eso. Un hombre dijo en una ocasión: “Usted sabe, yo quiero ser
un creyente. Voy a tratar de mejorarme, y si logro progresar, entonces
voy a hacerme creyente”. Pues bien, si usted progresa, nunca llegará a
ser creyente, usted se estará engañando a sí mismo, porque la verdad, es
que usted no va a progresar. Ése, pues, no es el problema; el problema
consiste en que la gente no es lo suficientemente mala como para ser
salva. Ésa es la razón por la cual hay tantos miembros de las iglesias
que no son salvos y que son tan difíciles de alcanzar con el evangelio.
Porque ellos piensan que son lo suficientemente buenos como para
ser salvos, y la verdad es que, no son lo suficientemente buenos para
serlo. Si ellos se pudieran ver simplemente tal cual son, el asunto sería
diferente. El problema por lo tanto es que nosotros no creemos que
somos malos, lo suficientemente malos como para ser salvos. Alguien
le dijo una vez a un predicador: “¿Sabe? yo he escuchado sus mensajes,
y francamente lo que usted está diciendo es bueno para esa gente que se
halla en dificultades, que han cometido crímenes, pero eso no es para
mí”. ¿Ya ve usted, amigo? Él, no se consideraba lo suficientemente malo
como para ser salvo. Él esperaba ser lo suficientemente bueno.
La única clase que Dios salva es la de los impíos. No se le olvide,
amigo. El Señor Jesucristo dijo que Él no vino a buscar a los justos, sino
a los pecadores. La razón por la cual Él dijo eso era porque no había
justos, ni siquiera uno. La ley, pues, nos debe dejar sin poder decir una
palabra antes de que Cristo pueda comenzar. Como dijo el Apóstol
Pablo: Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están
bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el
juicio de Dios. (Ro. 3:19) La ley se ha dado, amigo, para que su boca
quede cerrada. Pero esto causa que mucha gente parlotee demasiado
sobre lo bueno que ellos son y cómo guardan la ley. El evangelio de ley
y gracia no tiene poder. No tiene crecimiento y tampoco tiene victoria.
Por naturaleza, la forma en que hemos sido hechos —y no hay
excepción a esto—el hombre responde al legalismo. Los predicadores

381
• J. Vernon McGee •

que predican eso son bastante populares. En cierta ocasión, un


predicador estaba hablando por radio y por cierto que había producido
un programa de los mejores, es decir, desde el punto de vista técnico,
analizándolo profesionalmente. Este predicador habló acerca del Señor
Jesucristo y dijo que Él había venido al mundo, que había muerto y
también habló de Su resurrección. Pero, en ningún momento, durante
todo su mensaje, este predicador dijo que aquéllos por los cuales
el Señor había muerto, y a quien el predicador se estaba dirigiendo
en ese mismo instante, eran pecadores. Él no les dijo que Jesucristo
había necesitado morir por ellos y que si ellos iban a ser salvos, ellos
necesitaban confiar en Él. ¿Sabe usted de lo que él habló? Él habló de
depositar algo. Él decía: “Todo lo que usted tiene que hacer es dar su
vida a Cristo”. Pues bien, amigo, observe eso. Cristo no quiere que
yo le dé mi vida vieja usada; yo no tengo nada que entregarle a Él. Él
quiere hacer algo a través de nosotros en la actualidad. ¡Qué bueno
sería que nosotros aprendiéramos eso! Dios ni siquiera le pide a usted
que viva la vida de creyente; usted no la puede vivir. Él pide que le deje
a Él vivir esa vida a través de usted. Esta Epístola a los Gálatas, nos va
a enseñar eso; pero, primero que todo, usted tiene que llegar a Él como
pecador que necesita ser salvo. Amigo, no quiero ser tosco o rudo,
pero usted sabe que nuestras iglesias están llenas en la actualidad, con
personas que no son salvas, y ¿sabe por qué? Ellos nunca han acudido a
Cristo como su Salvador. Ellos piensan que tienen algo que darle a Él.
Usted no tiene nada que darle a Él, amigo. Él quiere darle algo a usted,
Él murió por usted; por tanto, Él sí puede darle a usted algo. Él dijo: La
dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús. (Véase Ro. 6:23) Es así
de sencillo. ¿Lo ha aceptado usted? ¿Ya le ha recibido, amigo? Eso es lo
importante.
Por naturaleza el hombre reacciona hacia el legalismo. Él no necesita
un Salvador. Todo lo que necesita es un ayudador, eso es todo. Amigo,
estamos cayendo nuevamente, y necesitamos alguien que nos salve.
Nuestra conciencia es testigo ante la ley, y la convicción legal nos
llevará a hacer obras. Tratamos de compensar por la razón, de que no
estamos haciendo lo suficiente y queremos balancear las cosas y poner
lo suficiente en el lado positivo como para ser salvos. Pablo trató de
hacer eso. Él tenía mucho en el lado positivo, sin embargo, un día él
llegó a Cristo y entonces dijo: Pero cuántas cosas eran para mí ganancia

382
Gálatas, Un Comentario

las he estimado como pérdida por amor de Cristo. (Véase Fil. 3:7-8)
El Espíritu Santo testifica de la gracia en el día de hoy. Ésa es la
persuasión del evangelio y lleva a la fe. En realidad, la ley niega la caída
del hombre, y ésa es la posición de Caín. La gracia, en cambio, reconoce
la caída del hombre y allí tenemos a Abel en esa ofrenda que presentó
a Dios.

Personal—la experiencia de Pablo en


Arabia
Entramos ahora a una nueva sección en esta epístola, y es una sección
bastante personal. Tenemos la introducción en los primeros diez
versículos. Desde 1:11—2:14 tenemos la parte personal, y aquí tenemos
la autoridad del apóstol y la gloria del evangelio. Primero tenemos la
experiencia de Pablo en Arabia, que ocupa todo lo que queda del primer
capítulo. Tenemos aquí la experiencia de Pablo en Arabia después de
haber estado en el camino a Damasco. Aquí tenemos entonces, el origen
del evangelio, la conversión de un hombre. Luego en el capítulo 2:1-
10, usted tiene la experiencia de Pablo con los apóstoles en Jerusalén.
Tiene usted la singularidad del evangelio y también tiene aquí la
comunicación del evangelio. En el capítulo 2:11-14, encontramos la
experiencia de Pablo en Antioquía con Simón Pedro, y allí vemos la
oposición al evangelio; apreciamos así mismo el convencimiento en lo
que se relaciona con la conducta.
Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado
por mí, no es según hombre. [Gá. 1:11]
Él regresa nuevamente a lo que ha dicho en el primer versículo. Él
dice “yo certifico”. Él está diciendo en realidad “Yo certifico, hermanos,
que el evangelio anunciado por mí no es según hombre. No lo recibí de
ellos”. Los judaizantes no sólo ponían en duda el mensaje de Pablo, sino
que también ponían en duda a Pablo mismo, es decir, su apostolado.
Él no formaba parte de los doce apóstoles decían, él era uno que había
llegado un poco tarde. Ponen una sombra de duda sobre la validez de
la autoridad de Pablo como apóstol. Así es que Pablo va a tomar este
asunto con ellos, digamos de paso, y demostrarles que su apostolado
es un apostolado que se basa honestamente en el hecho de que él
fue llamado directamente por revelación y por revelación del Señor
Jesucristo.
383
• J. Vernon McGee •

Pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno,


sino por revelación de Jesucristo. [Gá. 1:12]
Pablo no lo recibió yendo al colegio, tampoco habiendo sido ordenado
como ministro, porque alguien puso sus manos sobre su cabeza. Esa
palabra revelación es en griego apokalupsis. Es la misma palabra que
se usa en el libro de Apocalipsis. El evangelio es una revelación, tanto
como lo es el libro de Apocalipsis. Era un descubrimiento para el
apóstol aquí: por revelación de Jesucristo. Él no llegó a ser un apóstol
gracias a Pedro o Santiago o Juan, sino que llegó a serlo porque fue
llamado directamente por el Señor Jesucristo.
Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro
tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la
iglesia de Dios, y la asolaba. [Gá. 1:13]
Pablo dice, mi conducta en otro tiempo, que es “mi forma de vivir”,
o sea “la religión de los judíos”. Así es como él la llama ahora.
Y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis
contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso
de las tradiciones de mis padres. [Gá. 1:14]
Note esto: Pablo no fue salvado en el judaísmo ni por el judaísmo,
sino del judaísmo. Eso es lo que él está diciendo aquí. Créame, amigo,
que él era un firme defensor de eso.
Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el
vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, Revelar a
su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles,
no consulté en seguida con carne y sangre, Ni subí a
Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que
fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco. [Gá. 1:15-17]
Pablo está diciendo: “Yo no recibí el evangelio de parte de ninguna
persona, lo recibí directamente de Jesucristo”. Hace muchos años
había un viejo modernista, y creo que ése es un nombre inapropiado el
llamar a esta gente “modernista”; no había nada de moderno acerca de
lo que ellos hacían porque era ya una vieja herejía. Pero él escribió un
libro y decía que Pablo era una persona que tenía mucha inteligencia.
Personalmente pienso que Pablo era uno de los grandes pensadores de
cualquier época; hay muchos eruditos que conocen mejor a Pablo que
384
Gálatas, Un Comentario

yo y también hacen la misma declaración. Pero este hombre, a quien


me estoy refiriendo, dijo que Pablo era uno de los mejores estudiantes
del sistema mosaico del judaísmo. Él era también un estudiante muy
destacado de la filosofía griega y que Pablo combinaba ambas tendencias
y que de allí sacó al cristianismo. Pablo está diciendo aquí que él no
recibió esto de esa manera. Él dice que lo recibió de otra manera, que lo
recibió por una revelación directa del Señor Jesucristo.
Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a
Pedro, y permanecí con él quince días. [Gá. 1:18]
Pienso que ésa es la misma información que tenemos en Hechos
9:26-29. Esto quiere decir también que Pablo pasó menos de tres años
en el desierto. Es interesante notar cómo Dios prepara a Sus siervos. Él
preparó a Moisés en el desierto; Él también colocó a Abraham en una
posición única; ha sido el método de Dios el de poner a los hombres en
el desierto para poder prepararlos. Elías también tuvo ese mismo tipo
de experiencia. David fue preparado a la intemperie, refugiándose en las
cuevas o cavernas en las montañas escapando del rey Saúl; finalmente,
usted recordará, clamó que él era perseguido como una perdiz en el
campo, y que “la temporada de caza está siempre en vigencia conmigo”,
decía. Esos hombres fueron preparados por Dios. El Señor utilizó
el mismo método con Pablo. Él lo envió al desierto y estuvo allí casi
tres años. Entonces, él dice que vino a Jerusalén y que vio a Pedro y
permaneció con él por 15 días.
Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo
el hermano del Señor. [Gá. 1:19]
Ése era todo el contacto que Pablo había tenido con ellos. Él no
recibió pues, nada de ellos como podremos ver.
En esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no
miento. [Gá. 1:20]
Ese liberal que mencioné antes, ese viejo modernista, dijo que Pablo
había recibido su evangelio al combinar la filosofía griega y el sistema
mosaico, pero Pablo dice aquí que él no hizo eso. Pablo dice que él no
miente. Ahora, alguien está mintiendo; Pablo dijo que él no mentía. Yo
soy por demás educado para llamar a ese “modernista” mentiroso, pero
Pablo lo dijo. Pablo dice: “Ellos están diciendo que yo recibí este mensaje

385
• J. Vernon McGee •

en otra parte; yo quiero que vosotros sepáis que yo no miento”. Esto


quiere decir que el otro hombre lo hizo, así es que lo dejo así porque
como dije, soy demasiado considerado como para llamarle mentiroso.
Pablo lo está diciendo de una manera mucho mejor, ¿no le parece?
Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia, Y no
era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en
Cristo; Solamente oían decir: Aquél que en otro tiempo
nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo
asolaba. Y glorificaban a Dios en mí. [Gá. 1:21-24]
Ellos no estaban dispuestos a aceptar al Apóstol Pablo en Jerusalén.
Creo que, si Bernabé no hubiera estado allí, él posiblemente tendría
que haber esperado mucho tiempo, antes de que la iglesia en Jerusalén
lo recibiera. Pero fue a causa de su persecución de la iglesia que no
lo querían aceptar y, hablando honradamente, esta gente sabía lo que
era ser convertido. Ellos sabían lo que era tener una experiencia tan
vibrante como ésa que puede transformar a un hombre. Pero, a pesar
de eso, ellos no podían creer que este hombre Saulo de Tarso, había
sido convertido. Parecía que todo eso era imposible, que todo eso era
improbable. En realidad, era una imposibilidad que él pudiera aun
haber sido convertido. Por tanto, lo que tenemos ante nosotros aquí
es un bosquejo que Pablo nos da en esta sección de sus primeros años
después de la conversión. No creo que estos años hayan sido los más
felices de su vida, amigo. Pienso que él nos está diciendo aquí algo de su
fracaso durante ese periodo en su propia vida, y que es mencionado en el
capítulo 7 de Romanos. Ya hemos visto esto antes y en esa oportunidad
sugerí que había tres períodos en la vida del Apóstol Pablo:
1. El tiempo cuando él era un fariseo orgulloso, con una mente
maravillosa y un experto en la ley mosaica. Como muchos de sus
biógrafos han dicho: “El mundo se habría enterado de Pablo, el apóstol,
aunque él nunca hubiera llegado a ser un apóstol, aun si él nunca se
hubiera convertido”. Él era un hombre muy destacado y no creo que
haya alguna duda sobre eso. Él era un joven fariseo muy orgulloso que
lo sabía todo. Odiaba a Cristo. Odiaba a la iglesia e intentó eliminarla.
Él comenzó la persecución de la iglesia.

386
Gálatas, Un Comentario

2. Luego en el camino a Damasco él fue derribado de su corcel al


polvo de la tierra, y él se da cuenta que este joven brillante, fariseo, no
conoce a Jesucristo: “Conocerlo a Él es tener vida”. Él pensó que Jesús
estaba muerto, pero el Señor le dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues.
“Cuando tú persigues Mi iglesia, Me estás persiguiendo a Mí”. (Véase
Hch. 9:5) Cuando él le conoció, Pablo inmediatamente dijo: Señor, ¿qué
quieres que yo haga? Así que este hombre, Pablo, pasó por ese período.
Luego, después de haberse encontrado con Cristo, llegaron los años
en el desierto de Arabia. Cuando él intentó ministrar en esa época,
tenía que decir: “Lo que yo quería hacer, no lo puedo hacer”. Luego
él clama: ¡Miserable de mí! (Véase Ro. 7:15-24) No era un incrédulo
el que decía eso. Ése es Pablo, el apóstol, quien se encuentra en esos
momentos dando sus primeros pasos después de su conversión. Él ha
estado convertido por unos pocos años.
3. Luego llegó ese periodo glorioso, maravilloso en el cual él caminó
por el Espíritu de Dios, y él nos habla de esto en la Epístola a los
Gálatas. Ésa era la época cuando él podía vivir por Dios; y amigo, ése es
el mismo lugar al cual muchos de nosotros debemos llegar el día de hoy.
Hay muchos creyentes infelices en la actualidad. Ellos son salvos, creo
yo. El gran evangelista Dwight L. Moody lo dijo de esta manera: “Hay
algunas personas que tienen sólo la suficiente religión como para ser
miserables”. Creo que ése es el cuadro de mucha gente en la actualidad.

387
• J. Vernon McGee •

CAPÍTULO 2

Llegamos ahora, a este segundo período en la experiencia del


Apóstol Pablo. Ésa es la experiencia que él tuvo con los apóstoles
en Jerusalén. Me hubiera gustado tener más información sobre ese
período en particular. Usted podrá darse cuenta de la unidad que existe
ahora, porque hay una pregunta que se presenta en esta encrucijada.
Estoy seguro de que usted ya la ha pensado y esta pregunta es: “Si Pablo
recibió el evangelio aparte de los otros apóstoles que estuvieron con
el Señor Jesucristo por tres años, quienes vieron a Cristo resucitado,
y que habían tenido esa experiencia con Él: ¿Está Pablo predicando
el mismo evangelio que los otros apóstoles?” Eso es muy importante
ahora, porque si Pablo no estuviera predicando ese mismo evangelio,
entonces hay algo que está completamente errado, completamente mal.
Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén
con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. [Gá. 2:1]
Pienso que ése fue un toque maestro de parte del Apóstol Pablo, el
de llevar con él a este hombre Tito, un joven predicador, porque él era
de los gentiles. La cuestión que se iba a presentar en este primer gran
concilio, en la iglesia de Jerusalén, tenía que ver en cuanto a la forma
de ser salvos los hombres; si era por la gracia de Dios, o si ellos tenían
que ir bajo la ley. Pablo tenía a Tito como la prueba número uno; él
no era un hombre circuncidado; ¿tendría que llegar a ser circuncidado,
entonces? Eso llegaría a ser, digamos de paso, una cosa muy importante
y una cosa que debe ser contestada de una forma u otra. En realidad, es
de suma importancia.
Lo que tenemos aquí es la experiencia de Pablo con los apóstoles
en Jerusalén. Él dice que ellos habían ido a Jerusalén a decidir si los
hombres tenían que estar bajo la ley de Moisés.
Usted puede apreciar que los judaizantes estaban activos, y estaban
diciendo que la iglesia en Jerusalén creía que uno debería estar bajo la
ley. Pues bien, todos aquellos hombres que formaban parte ahora de
la iglesia en Jerusalén, que era una iglesia formada en su totalidad por
judíos, ciertamente había estado bajo la ley. Muchos de ellos todavía
iban al templo a adorar. En realidad, ése tiene que haber sido el lugar
388
Gálatas, Un Comentario

de reuniones para ellos, y no había nada malo con eso. Creo que esta
referencia aquí, en el versículo 1, es en cuanto al concilio que se llevó
a cabo en Jerusalén y que es mencionado en Hechos 15, cuando Pablo
y Bernabé fueron allí a ver lo que la iglesia tenía que decir en cuanto al
evangelio.
Pero subí según una revelación, y para no correr o
haber corrido en vano, expuse en privado a los que
tenían cierta reputación el evangelio que predico entre
los gentiles. [Gá. 2:2]
Pablo reconocía que, si él estaba predicando un evangelio diferente a
lo que los otros apóstoles estaban predicando, entonces había algo que
estaba mal, completamente mal. Pablo estaba bien dispuesto a admitir
su error: “Si yo estaba predicando un evangelio diferente, entonces yo
soy quien está equivocado. He corrido en vano, ciertamente estaría
desilusionado por estar mal informado”. Así es que él va y comunica
ese evangelio.
Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser
griego, fue obligado a circuncidarse; Y esto a pesar de
los falsos hermanos introducidos a escondidas, que
entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en
Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud. [Gá. 2:3-4]
Había algunos que habían entrado a la iglesia donde Pablo estaba
predicando que se habían presentado en ese lugar bajo falsas apariencias.
Ellos aparentemente no eran ni creyentes. Entraron a ese lugar para
espiar la libertad que estos hermanos tenían en Cristo. Encontraron allí
que había un joven griego, Tito, a quien Pablo nunca había obligado a
que se circuncidara. ¿Qué es lo que van a hacer en cuanto a este joven?
Bueno, no le obligaron a ser circuncidado. No escucharon a los falsos
hermanos. Si lo hubieran hecho, estaríamos de nuevo bajo la ley en vez
de estar gozando de la libertad por el Espíritu de Dios y la libertad en
Cristo.
A los cuales ni por un momento accedimos a someternos,
para que la verdad del evangelio permaneciese con
vosotros. [Gá. 2:5]

389
• J. Vernon McGee •

Pablo se mantuvo firme y dijo: “No, señor”. Los falsos hermanos


dijeron: “Pues mirad a este hombre Tito, que está aquí reunido con
la iglesia”—y en ese entonces la iglesia era prácticamente judía—“él
ni siquiera ha sido circuncidado”. Pablo les contesta: “Él no va a ser
circuncidado tampoco. Él es tan creyente como lo es cualquiera de
vosotros aquí. Él es un verdadero creyente en Cristo y ha sido salvado
por la fe aparte de la ley. No va a seguir ninguna parte de la ley para
lograr la salvación”. Esta posición que Pablo está tomando es algo
tremendo de observar.
Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que
hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no
hace acepción de personas), a mí, pues, los de reputación
nada nuevo me comunicaron. [Gá. 2:6]
Pablo dice: “Nos sentamos juntos con los apóstoles”. Por lo menos
él lo hizo, y supongo que también lo hicieron Bernabé y Tito. Allí se
sentaron ellos y comunicaron el evangelio. Ellos le dijeron: “Hermano
Pablo, hemos estado escuchando estos informes que han llegado, ¿por
qué no nos dice usted lo que predica?” Pablo vio que estos hermanos no
tuvieron nada que agregar a lo que él había dicho. Él estaba predicando
la gracia de Dios. Estos hermanos también estaban predicando la gracia
de Dios y éste era el mismo evangelio que había sido predicado desde el
comienzo por los apóstoles. Ellos se dieron cuenta que estaban en total
acuerdo; todos estaban predicando el mismo evangelio. Esto pues, que
tuvo lugar en Jerusalén es tremendo, es una cosa maravillosa.
Antes por el contrario, como vieron que me había sido
encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a
Pedro el de la circuncisión. [Gá. 2:7]
Lo que tenemos aquí no es en realidad dos evangelios, en el sentido de
que se predicaba un evangelio de Pedro y un evangelio de Pablo. Estos
hombres estaban en total acuerdo, digamos de paso. No había ningún
desacuerdo entre ellos. El evangelio de la circuncisión y el evangelio
de la incircuncisión se refieren, a los grupos a los cuales estaba siendo
predicado. Pablo había sido llamado para ser el predicador a los gentiles;
Pedro, por su parte, había sido llamado para ir a sus propios hermanos.
El evangelio de la circuncisión era para Pedro, como el evangelio de la
incircuncisión era para mí, decía Pablo.

390
Gálatas, Un Comentario

(Pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la


circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles).
[Gá. 2:8]
No se sabe si algo es bueno hasta que se lo pone a prueba. ¿Cuáles eran
los resultados que ellos estaban obteniendo? Cuando Pedro predicaba,
muchas personas habían sido salvas. Cuando Pablo predicaba el
evangelio, también había bastantes personas que eran salvas. Ambos
estaban predicando el mismo evangelio. Creo que, en el día de hoy la
prueba verdadera de cualquier obra, no es la promoción previa a su
realización, sino el resultado que se obtiene. Pienso que el pueblo de
Dios en el día presente debería ser más cuidadoso en la forma en que
da sus ofrendas. Voy a decir por qué. Si no está obteniendo ningún
resultado, amigo, ¿para qué va a dar su dinero? Ésa es la razón por la
cual he mencionado esto antes; usted debe dar en el lugar donde está
recibiendo el alimento espiritual, alguna bendición. ¿Está recibiendo
una bendición en su iglesia? Entonces debe apoyar esa iglesia. ¿Está
recibiendo una bendición de un programa radial? Entonces usted
debería apoyar ese programa radial.
Pablo está diciendo, “la prueba del ministerio de Pedro era que él
estaba alcanzando a aquéllos de la circuncisión. La prueba de mi
ministerio”, dice Pablo, “es que yo estoy alcanzando a los gentiles”. Eso
es lo que tiene suma importancia aquí para este hombre.
Y reconociendo la gracia que me había sido dada,
Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como
columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en
señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a
los gentiles, y ellos a la circuncisión. [Gá. 2:9]
Los apóstoles aceptaron el apostolado de Pablo. La diestra en señal
de compañerismo—compañerismo es de la palabra griega koinonía,
una de las grandes palabras del evangelio, y la expresión más alta de
una relación personal. Significa “compartir las cosas de Cristo”.
Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los
pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer.
[Gá. 2:10]

391
• J. Vernon McGee •

Pablo regresó más tarde con una ofrenda para los creyentes pobres
en Jerusalén, porque esa iglesia había sido perseguida y se encontraba
en una triste condición. Pablo, inclusive, había participado en esa
persecución, antes de que él se convirtiera. Ésa es la razón por la cual
él quería traer con sus propias manos este regalo, esta ofrenda de su
iglesia, ¿por qué? Porque él había perseguido a la iglesia y ahora él
quería ayudarla.
Eso era servicio social. Si hay alguna cosa, supongo, de la cual nosotros,
los fundamentalistas, somos culpables, es de la falta de un verdadero
servicio en esta área en particular. Santiago era muy práctico en cuanto
a eso: “Cuando un hombre llega entre vosotros, y él tiene hambre, no le
deis el evangelio primero; dadle de comer, y luego le podéis predicar el
evangelio”. Yo pienso que hoy las iglesias fundamentales deberían estar
haciendo más para ayudar a la gente pobre. Pero ¿sabe usted? Es difícil
conseguir personas que sean verdaderos creyentes en la Biblia y que
estén interesados en un ministerio de esta naturaleza. Pablo dice aquí
que hay lugar para estas cosas. Los apóstoles de la iglesia en Jerusalén
le dijeron: “Pablo y Bernabé, no os olvidéis de los pobres”. Eso no es el
evangelio, pero si usted ha sido salvo por la gracia de Dios va a acordarse
de ellos y Pablo dice: Lo cual… procuré con diligencia hacer.

La experiencia de Pablo con Pedro en


Antioquía
Llegamos ahora a la tercera experiencia de Pablo. Nuevamente
debemos decir que nos trae a una sección maravillosa. Me gusta mucho
esta sección. Es una experiencia que Pablo tuvo en Antioquía con Simón
Pedro. La primera experiencia que él tuvo fue lo que le sucedió a él en
Arabia con el Señor Jesucristo. La segunda, fue la experiencia de Pablo
con los apóstoles en Jerusalén. Ahora tenemos la experiencia de Pablo
en Antioquía con Pedro.
La iglesia en Antioquía estaba formada en su gran mayoría por los
gentiles. Aunque en realidad había una mezcla de creyentes en ese lugar,
y no vamos a poder comprender en realidad lo que ocurrió a no ser que
comprendamos cómo operaba la iglesia primitiva. Ellos tenían allí una
especie de banquete en conexión con la Cena del Señor. Pablo tiene
mucho que decir sobre esto, en su Primera Epístola a los Corintios.
392
Gálatas, Un Comentario

Estos creyentes primitivos se reunían para una gran comida, y luego


ellos también celebraban la Cena del Señor. Cuando los gentiles eran
salvados, esto presentaba un problema. Allí estaban los judíos que
nunca habían comido nada sacrificado a los ídolos. Ahora los gentiles
habían sido idólatras y ellos estaban acostumbrados a comprar la carne
que había sido ofrecida a los ídolos o quizá también comían carne de
cerdo. Eso no presentaba ningún problema para ellos. Ellos habían
crecido haciendo eso. ¿Cómo va a evitar uno que esto ofenda a los
demás? Pues bien, en Antioquía ellos preparaban dos mesas; en una
de ellas se colocaban los alimentos preparados según el rito judío; en
la otra, estaba la comida para los gentiles. Pablo comía en la mesa con
los gentiles. Él era un judío, pero él comía en la mesa con los gentiles
porque Pablo había dicho que si uno come carne o deja de comerla
no hay ninguna diferencia, que la carne no lo encomienda a uno ante
Dios.
Así es que un día llega Simón Pedro a visitar a Pablo en Antioquía.
Debemos decir aquí, amigo, que ésta era una nueva experiencia para
él, porque este hombre, aunque había sido convertido, nunca había
comido nada inmundo. Usted recordará lo que le ocurrió a Pedro
cuando estaba por ir a visitar a Cornelio en Jope. Él se encontraba en la
azotea de la casa para orar, y el Señor le presentó a él diferentes clases
de animales para que comiera. El Señor le dijo: Levántate, Pedro, mata
y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común
o inmunda he comido jamás. Usted debe recordar que él había sido un
creyente por algún tiempo, pero aún seguía estas costumbres. Ahora,
él llegó a Antioquía y se encontró con estas dos mesas, una para los
gentiles y otra con los alimentos preparados según el rito judío. Aquí
tenemos entonces a Pedro de visita, y note cómo describe el Apóstol
Pablo lo que pasó:
Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a
cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen
algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero
después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque
tenía miedo de los de la circuncisión. [Gá. 2:11-12]
Ahora, lo que sucedió fue algo así. Pedro viene a visitar a Pablo.
Cuando llega el momento de comer, naturalmente, Simón Pedro se

393
• J. Vernon McGee •

dirigió a la mesa donde estaban los alimentos que se había preparado


según el rito judío y Pablo fue y se sentó a la otra mesa. Pedro notó que
ellos esa noche comían lechón asado. Después de la comida Pedro y
Pablo salen a caminar un rato y Pedro le dice: “Pablo, noté que tú comiste
en la mesa con los gentiles”. Éste le dice: “Sí”. Pedro continúa: “También
me di cuenta que comiste carne de cerdo esta noche”. “Bien”, dice Pablo,
“Sí”. Pedro dice: “¿Qué sabor tiene eso? Yo nunca lo he comido”. Pablo le
contesta: “Hombre, es delicioso”. Pedro sigue preguntando: “¿Crees que
estaría bien que yo comiera en esa mesa?” Pablo responde: “Pues bien,
yo entiendo que vamos a comer unas chuletas de cerdo por la mañana
para el desayuno”. “Ah”, dice Pedro, “me gustaría ir y comer allí”. Y él
fue, se sentó a la mesa, y cautelosamente tomó una chuleta y la probó
y le dice a Pablo: “¡Oye, esto está delicioso! ¿Verdad?” Pablo le contesta:
“Sí. Después de todo bajo la gracia tú puedes comer o dejar de comer,
no hay ninguna diferencia. La carne no te va a encomendar ante Dios”.
Simón Pedro dice: “Pues bien, regresaré esta noche. Entiendo que para
la cena tendrán jamón y quiero probar eso también”. Así es que esa
noche él entra al lugar de la cena, pero al mirar hacia un lado descubre
que algunos ancianos de la iglesia en Jerusalén han llegado a visitar
a Pablo, y Pedro se sorprende mucho y da una vuelta alrededor de la
mesa de los gentiles y se va a sentar entonces a la mesa de los judíos,
quizá un poco asustado. Pablo notó eso, ¿y qué es lo que ocurrió?
Y en su simulación participaban también los otros
judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también
arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi
que no andaban rectamente conforme a la verdad del
evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo
judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué
obligas a los gentiles a judaizar? [Gá. 2:13-14]
Aquí tenemos y debemos apreciar que era correcto para Pedro ir
a cualquiera de las mesas. Él podía comer la comida de los judíos o la
de los gentiles, pero cuando él había estado comiendo en la mesa de
los gentiles, y por temor a estos otros hermanos va y se sienta con los
judíos, entonces lo que él está demostrando por su forma de actuar es
que la mesa de los gentiles era algo malo. Amigo, si no hubiera estado
mal en su forma de pensar, él hubiera comido allí. Pero él no lo hizo,
y lo que él está diciendo es que todos los gentiles deberían cambiar de
394
Gálatas, Un Comentario

mesa, e ir a comer de la comida que había sido preparada para los judíos.
Eso estaba mal. Pablo dice: “En Cristo nosotros tenemos libertad. Usted
puede comer carne o dejar de comerla”. Eso es lo importante.
Usted sabe que hay mucha gente en el día de hoy, creyentes—y creo
que son sinceros—que tratan de hacer lo mejor que pueden para que
uno tenga que entrar por un portillo. Ahora, puede que esto suene un
poco obstinado, y creo que sería bueno contestar a esta gente: “Si yo
tengo que pasar por ese pequeño portillo de ustedes, pues no voy. Yo
tengo libertad en Cristo, y esa libertad es que Él es mi Salvador, Él es
mi Señor y yo soy responsable ante Él”. Puedo decir de paso que pienso
que Él es un verdadero dictador. Él quiere que yo me incline ante Él, y
yo lo hago porque le amo y quiero servirle. No estoy interesado en esos
otros pequeños portillos. ¡Qué cosa más tremenda la que tenemos ante
nosotros! Una de las grandes oposiciones al evangelio en el día de hoy
son estas personas que tratan de hacerlo pasar a uno por sus pequeños
portillos.
Lo que él estaba diciendo es simplemente esto. Cuando este hombre
abandonó la mesa de los gentiles y regresó a la mesa de los judíos,
estaba diciendo que la mesa de los gentiles estaba haciendo las cosas
mal porque si no, no la hubiera dejado. Él estaba diciendo que la mesa
donde se había preparado los alimentos según la costumbre judía era la
correcta y, por tanto, él regresa de la libertad que tenemos en Cristo al
legalismo. Nuevamente al judaísmo.
La naturaleza del reproche de parte de Pablo nos muestra en primer
lugar la inconsistencia de guardar la ley. Usted se da cuenta que era
correcto para Simón Pedro el vivir de la misma forma en que vivían
los creyentes gentiles, ¿para qué desear, entonces, que los creyentes
gentiles vivieran de la misma manera que los judíos? Eso es lo que él
estaba diciendo cuando él regresó a la otra mesa. Ahora, si un gentil
viviendo bajo la gracia, separado de la ley, era lo suficientemente bueno
para Simón Pedro, ¿era eso malo para los mismos gentiles? Esto tiene
que ver con la libertad que tenemos en Cristo. Si Simón Pedro tenía
libertad de vivir fuera de la ley, ¿no era bueno eso también para que los
gentiles hicieran lo mismo?

395
• J. Vernon McGee •

Doctrinal—la justificación por la fe


Pablo comienza presentando en el versículo 15, el evangelio de
justificación por la fe. Tenemos en primer lugar en lo que resta de este
capítulo, la justificación que es por la fe. Se nos presenta la doctrina.

La doctrina declarada
Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre
los gentiles. [Gá. 2:15]
El judío de esa época miraba a los gentiles como que éstos eran
pecadores. En realidad, las palabras “gentiles” y “pecadores” eran
sinónimos en ese día. Por tanto, el reproche de Pablo dio muestra de la
insensatez de guardar la ley, lo disparatado que todo esto es.
Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras
de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también
hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la
fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por
las obras de la ley nadie será justificado. [Gá. 2:16]
Está diciendo Pablo que: Nosotros también (es decir, los judíos,
nosotros los israelitas) hemos creído en Jesucristo para ser justificados
por la fe de Cristo. Me gustaría escuchar a algún legalista predicar
un versículo como éste. No he escuchado a nadie que lo haga
correctamente. Cuando uno de ellos habla de este versículo, hace
una parodia de la interpretación de lo que aquí se dice. Este versículo
puede trastornar todos los sistemas legales que existen en la actualidad.
Cualquier persona que dice que usted tiene que agregar cualquier otra
cosa a la fe en Cristo, amigo, en el momento en que usted hace eso,
usted ha mutilado absolutamente el evangelio.
Note lo que él está diciendo aquí. Él dice que, si un judío ha tenido
que dejar la ley atrás, ha tenido que olvidarse de ella, es decir ha tenido
que abandonarla para poder ser justificado por la fe y no por las obras
de la ley, entonces la pregunta que Pablo presenta aquí es: ¿Por qué
deben los gentiles ser puestos bajo la ley? Ése era el gran argumento que
tuvo que debatir el Concilio de Jerusalén que se menciona en Hechos
capítulo 15. ¿Deben los gentiles ser colocados bajo la ley? Gracias a Dios
que la respuesta fue guiada por el Espíritu de Dios, que los gentiles no

396
Gálatas, Un Comentario

deben estar bajo la ley para lograr la salvación. En realidad, él no está bajo
la ley para vivir tampoco. Él debe andar en un nivel mucho más alto que
éste.
¿Pueden los gentiles encontrar justificación bajo la ley cuando el judío
ha probado ya que eso es imposible? El judío tuvo la ley por casi 1.500
años y él no ha podido cumplir completamente con la ley. La pregunta
es entonces: ¿por qué obligar al gentil a que viva bajo aquello que no ha
salvado ni aun a un israelita? Lo que Pablo está diciendo aquí es que, ya
que los gentiles creyentes ya habían sido justificados por la gracia, sería
insensato para ellos el salir de allí para someterse a la ley que no había sido
capaz de justificar a los judíos.
Observe lo que él está diciendo en esta sección, y quiero realmente
desmenuzar este versículo. Note lo que dice aquí: Sabiendo que el hombre.
Esto es algo que usted ya sabe. Usted puede saber si es salvo o si no lo es.
Sabiendo que el hombre, ¿qué clase de hombre? Anthropos es la palabra
que se utiliza aquí. Quiere decir el término genérico de la humanidad,
habla de la solidaridad de la raza, de la humanidad en común que todos
nosotros tenemos.
Esto rompe cualquier barrera de color, también la barrera que puede
haberse creado por las razas; rompe la barrera del estrato social, sabiendo
pues, que cualquier hombre—no hay ninguna diferencia de quién sea el
hombre—todos estamos en el mismo nivel ante la cruz, y ese nivel es el
ser pecador. Usted es un pecador. Yo soy un pecador. No interesa quién
sea usted, amigo, usted es un pecador ante los ojos de Dios. Sabiendo que
el hombre—cualquier hombre—no es justificado por las obras de la ley.
Eso incluye el sistema de la ley mosaica, y también incluye cualquier otro
sistema legal. Escuche atentamente, amigo. Si usted dice que el día de hoy
usted debe unirse a cierta iglesia, o que usted tiene que tener cierta clase de
experiencia, o que usted tiene que ser bautizado para ser salvo, entonces
debemos decir que usted está contradiciendo este versículo que tenemos
ante nosotros. Aquí dice: sabiendo que el hombre no es justificado por las
obras de la ley. De cualquier ley. El sistema de la ley de Moisés.
Pero Pablo aquí, abarca todos los sistemas legales que uno encuentra
en cualquier religión. En realidad, lo que hace que la religión cristiana sea
diferente de cualquier otra religión que existe en la faz de la tierra, amigo,
es ésta: todas las religiones que conocemos—cada una de ellas dice: “Haz

397
• J. Vernon McGee •

esto”, “haz aquello”, cada una de ellas. La religión cristiana no dice eso.
El cristianismo dice que usted es justificado por fe, es decir, la fe en un
hecho que ya ha concluido. Las otras religiones le dicen que usted tiene
que hacer “algo”; el cristianismo le dice que todo está ya hecho, todo
está ya terminado, finalizado; todo ha sido completado y usted lo único
que tiene que hacer es creerlo.
Permítame llamarle la atención a un versículo importante en 1
Corintios 12:3: Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el
Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús
Señor, sino por el Espíritu Santo. Fíjese atentamente, amigo–nadie
puede llamar anatema a Jesús. Ahora, ¿cómo puede uno llamar anatema
a Jesús? Si usted dice: “Cuando uno llega a Cristo y le acepta como su
Salvador, usted no ha recibido todo lo que tenía que recibir. El Espíritu
Santo le puede dar algo más que usted no ha recibido a través de Cristo
y usted tiene que buscar alcanzar eso en el presente”.
Cuando usted comienza a despreciar la obra del Señor Jesucristo en
la cruz, cuando Él vino a este mundo a morir por usted y realizó una
salvación perfecta; y cuando Él completó todo esto regresó al cielo y
dice que Él se sentó a la diestra de Dios, ¿sabe usted por qué se sentó?
¡Porque ya no había nada más que hacer! Si hubiera faltado algo que
hacer entonces Él no se hubiera sentado. Cuando Él se sentó quiere
decir que ya había completado todo lo que había que hacer. Cuando
usted está diciendo que Él no lo hizo todo por usted, permítame decirle
amigo, que lo que está diciendo es llamar anatema a Jesús. Usted no
puede hacer eso por el Espíritu Santo de Dios.
Usted no está dando un buen consejo. Usted no me está presentando
la palabra del Espíritu Santo, porque cuando el Espíritu Santo viene, Él
toma las cosas de Cristo y nos las muestra; el Señor Jesucristo Mismo
dijo que Él lo iba a mostrar a nosotros. En realidad, Él dijo que no
hablaría de Sí Mismo, amigo. Cuando usted viene a Cristo, usted recibe
todo, completamente todo. Él le está dando todo lo que le hará falta en
esta vida, y es a Cristo a quien nosotros nos dirigimos. Él es el Único
hoy que administra todos esos dones. Ahora, el Espíritu Santo es Aquél
que los da, pero Él solamente está obrando aquí bajo la supervisión de
la segunda persona de la Trinidad. El Señor Jesucristo es la Cabeza de
la iglesia. Amigo, nosotros hoy recibimos todo en Él. Él es el todo en

398
Gálatas, Un Comentario

todo. Él es el Alfa y la Omega. Él es el Amén, y cuando usted dice Amén,


usted ha finalizado amigo. ¡Amén! Él lo hizo todo. Eso es lo que Él le
pide que usted diga cuando se acerca a Él.
Todo esto que tenemos aquí es bien claro. Es imposible entender
mal este versículo. Sabiendo que el hombre, cualquier ser humano,
un hombre o una mujer, un niño, una niña, blanco o negro, no hay
ninguna diferencia; rico o pobre, esclavo o libre, romano, americano,
argentino o chileno, Sabiendo que el hombre no es justificado por las
obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo. No dice aquí “la fe, más algo”,
es la fe y nada más. Nosotros también hemos creído en Jesucristo, para
ser justificados por la fe de Cristo. Note lo que él dice: Nosotros, ¿y
quiénes son esos “nosotros”? Son: los israelitas. Nosotros tuvimos que
dejar la ley y venir a Cristo y confiar en Él para ser justificados por la fe
de Cristo y no por las obras de la ley.
Note lo que él dice, esto tiene que ser bien claro, creo que cualquiera
puede comprenderlo bien. Creo que hasta alguno de los teólogos
liberales lo pueden comprender. Note lo que dice, ésta es la Palabra de
Dios: Por cuanto por las obras de la ley nadie—escuche bien—nadie será
justificado. No desprecie usted la obra del Señor Jesucristo diciendo que
no ha recibido todo de Su parte. Yo he recibido una salvación perfecta
de Él. Yo era un pecador en camino al infierno; me acerqué a Él, confié
en Él y Él es quien me ha salvado.
Y si buscando ser justificados en Cristo, también
nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo
ministro de pecado? En ninguna manera. [Gá. 2:17]
“Justificado” es la palabra griega dikaioo que quiere decir “declarar
a una persona justa”. Es decir, hacer justa a esa persona. Pues bien,
usted ha sido declarado justo por su fe en Jesucristo. Quiere decir, un
pecador que es culpable ante Dios, que está bajo condenación y juicio,
es declarado justo con Dios, en base a su fe en la redención que tenemos
en Cristo. No es simplemente el perdón de los pecados, que considero
una resta, sino que es una adición, una suma a la justicia de Cristo; Él
nos declara justos y no es mi justicia, porque mi justicia no es aceptable.
No es tan buena como la de Él. Yo tengo una justicia perfecta y es en
Cristo Jesús.

399
• J. Vernon McGee •

En el versículo 17 Pablo continúa diciendo: Y si buscando ser


justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es
por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. El sentido de
este versículo parece ser que—ya que el judío ha tenido que renegar de
la ley para poder ser justificado por Cristo, y entonces toma su lugar
como pecador, ¿es entonces Cristo el que lo hace a él pecador? Pablo
responde: De ninguna manera. El judío, al igual que los gentiles, era
un pecador por naturaleza y no podía ser justificado por la ley como ya
se ha demostrado. Eso es lo que tenemos en Hechos 15:10-11: Ahora,
pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos
un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?
Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de
igual modo que ellos. ¿Quién fue el que dijo eso? Simón Pedro lo dijo.
Así es que él y Pablo estaban de acuerdo en la doctrina de justificación
por la fe.
Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a
edificar, transgresor me hago. [Gá. 2:18]
En otras palabras, Pablo está diciendo que, si yo regreso nuevamente
bajo la ley, entonces me hago un transgresor. Pero él dice: “Yo estoy
libre de la ley”. ¿Cómo se liberó él de la ley?
Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de
vivir para Dios. [Gá. 2:19]
Note usted: Porque yo por la ley soy muerto para la ley. En otras
palabras, cuando Cristo murió por mí, yo morí. Yo he muerto, y estoy
muerto a la ley. No estoy bajo ella. Ésta es otra de las razones que él da
aquí en esta forma de reproche hacia Simón Pedro. Nosotros estamos
completamente libres de la ley.
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo
yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la
carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y
se entregó a sí mismo por mí. [Gá. 2:20]
Éste es otro de esos versículos que han sido mal entendidos. Este
versículo 20 declara un hecho que es real en cada creyente. No es que
nosotros debamos buscar el ser crucificado con Cristo. He asistido a
conferencias donde luego de alguna predicación, jóvenes han aceptado

400
Gálatas, Un Comentario

a Cristo, y ellos se han puesto de pie, en especial en campamentos y


arrojan una ramita al fuego. Luego ellos mencionan este versículo
y dicen: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo,
mas vive Cristo en mí. Ellos no tenían ninguna idea del significado
verdadero de este versículo; no sabían nada en absoluto. Me he dado
cuenta de que muchas veces se ha utilizado mal este versículo en la
actualidad.
Usted puede ver, amigo, que la muerte de Jesucristo en la cruz no fue
simplemente algo penal. Es decir, Él no sólo murió una muerte penal,
o sea, pagando la pena de nuestros pecados, sino que Él murió una
muerte sustitutiva también. Él no sólo fue el sacrificio por el pecado,
sino que Él fue el Sustituto por todos los que creen. El Apóstol Pablo
declara por tanto que bajo la ley él fue juzgado, se le halló culpable y
fue condenado. En la persona de su Sustituto, él fue muerto. ¿Cuándo
ocurrió algo así? Bueno, ocurrió hace más de 2.000 años. Yo estoy
crucificado con Cristo. ¿Cuándo? Cuando Cristo murió. Pero ahora
vivo, y ¿cómo vivo? En Cristo. Él está vivo hoy y sentado a la diestra de
Dios. Se nos ha dicho que nosotros hemos sido puestos en Cristo hoy.
Ahora, usted no puede mejorar algo así. Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí. Esto tendría que
librarnos de esa noción insensata que tenemos de que nos podemos
crucificar a nosotros mismos.
En cierta ocasión un joven se me acercó después de una reunión
y me preguntó: “¿Está usted viviendo la vida crucificada?” Quizá yo
sorprendí un poco a este joven con mi respuesta cuando le dije: “No. Yo
no la estoy viviendo, ¿la está viviendo usted?” El joven titubeó por unos
momentos, tartamudeó y por fin dijo: “Bueno, yo trato de hacerlo”.
“Pero ¿cómo es eso?” le dije. “Ésa no es la pregunta que usted me hizo.
Usted preguntó si yo estaba viviendo la vida crucificada y le respondí
que no. Ahora, usted dígame si o no. ¿Está viviendo la vida crucificada?”
El joven una vez más dijo: “Bueno, estoy tratando de hacerlo”. “Pues,
bien, por supuesto que eso no es correcto; o uno está viviendo esa
vida o no la está viviendo. Usted no puede vivir la vida crucificada”.
“¿Cómo?,”—dijo el joven—“¿Por qué no puedo vivirla?” “Pues, bien,” le
expliqué, “porque este versículo no dice eso; usted puede notar que hay
algo interesante acerca de la crucifixión”.

401
• J. Vernon McGee •

Uno no se puede crucificar a uno mismo. Sí, claro, usted puede


cometer suicidio de muchas maneras, uno se puede ahorcar, se puede
pegar un tiro, puede tomar veneno, puede saltar de algún edificio alto,
puede saltar cuando pasa un tren o un camión; hay muchas maneras de
hacerlo, pero uno no se puede matar a sí mismo mediante la crucifixión.
Usted se da cuenta que cuando se clava una mano a la cruz, bueno,
¿cómo va a hacer para clavarse la otra mano? Usted no puede hacerlo de
esa manera, amigo. Cuando usted habla de estar crucificado con Cristo,
usted tiene que comprender qué es lo que Pablo está diciendo. Hace
2.000 años, yo fui crucificado con Cristo. Cuando Él murió, Él murió
una muerte sustitutiva por mí. Él murió por usted, Él murió por mí.
También se nos dice en Romanos 6 que hemos sido sepultados con Él
por el bautismo, como medio de identificación. Hemos sido resucitados
con Él a una novedad de vida y estamos unidos al Cristo viviente. Pablo
dice: Nosotros no le conocemos más en la carne. Él no es el Hombre de
Galilea caminando alrededor de la mar de Galilea. Si uno camina por
esos lugares en la actualidad no lo va a ver, Él no está allí. ¿Por qué?
Porque Él está a la diestra de Dios. Él es el Cristo glorificado hoy. Es por
eso que el Apóstol Pablo dice: Con Cristo estoy juntamente crucificado,
y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí. Usted aprecia entonces, amigo,
que la ley nos ejecutó, la ley no nos puede dar vida. ¿Quién es entonces
el que nos da vida? Estoy crucificado con Cristo, sin embargo, vivo;
¿cómo vivo? Ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí. Eso es lo que tiene
importancia. Él murió por mí aquí, para que yo pueda vivir con Él allá
arriba, y para que Él pueda vivir conmigo aquí abajo. Y lo que ahora
vivo en la carne, dice Pablo, lo vivo en la fe del Hijo de Dios. ¿Qué
clase de vida es ésta? Es una vida de fe. Soy salvo por la fe. Vivo por la
fe. Camino por la fe. Eso es lo que quiere decir el andar en el Espíritu.
Vamos a ver eso más adelante en esta epístola también. No sólo es usted
salvo por la fe, sino que usted vivirá por la fe.
Pablo dice: En la fe del Hijo de Dios, y esto es hermoso: El cual me
amó y se entregó a Sí Mismo por mí. Él me amó, pero Él no me podía
llevar al cielo porque me amaba; Él tuvo que entregarse a Sí Mismo
por mí. El don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús. Usted sólo puede
recibir ese don (ese regalo) por la fe. Es lo mismo que cualquier otro
don o regalo, usted tiene que creer que la persona que le está dando un
regalo está siendo honesta, honrada y le está diciendo la verdad cuando
402
Gálatas, Un Comentario

le da un regalo y le dice: “Tómelo, es suyo”; y usted tiene que extender


su mano en fe, y tomarlo. Ahora Dios le ofrece a usted el don de vida
eterna en Cristo Jesús.
Este versículo es una de las razones por la cual creo que el Apóstol
Pablo estuvo presente en la crucifixión de Cristo. Él era un fariseo, y los
fariseos eran los que estaban al frente en el asunto de la crucifixión del
Señor Jesucristo. Él era uno de los líderes en la persecución de la iglesia,
y era uno de aquéllos que odiaba también al Señor Jesucristo. Él estaba
en Jerusalén en esa época en la escuela de Gamaliel, un hombre joven, y
no puedo creer que se hubiera quedado en casa el día que crucificaron a
Jesús. Pienso que él estaba allí. Dice aquí que estos fariseos se burlaban
de Él, ellos lo ridiculizaron. Ellos le gritaban que se bajara de la cruz.
Hicieron todo eso, y luego se sentaron a mirar cómo moría. Uno en
realidad no puede rebajarse más, y pienso que Pablo estaba allí.
Luego, después que él llegó a conocer al Cristo glorificado, el Mismo
que había muerto aquí, el que nuevamente resucitó y que está sentado
a la diestra de Dios, Pablo podía regresar y observar y decir: “Mientras
yo lo estaba ridiculizando, mientras yo me estaba burlando de Él, Él
me amaba. Yo lo odiaba entonces, pero ¡Él me amaba y se entregó
por mí!” Ése es el sacrificio supremo, podemos decir. Pablo se llamó
a sí mismo el más grande de los pecadores. Cuando él dijo eso, no era
una simple declaración académica; no era sencillamente una forma de
hablar; no era una especie de oratoria; cuando él dijo eso, era algo que
verdaderamente sentía. Él era el más grande de los pecadores. ¿Por qué?
Porque uno no puede hacer una cosa de más bajeza, que la de sentarse
y mirar morir a Cristo en la cruz.
Usted puede pisotear la sangre, la sangre preciosa de Cristo hoy
ignorándole a Él y volviéndose contra Él y dándole la espalda, como
hizo Pablo. Pablo podía llamarse a sí mismo el más grande de los
pecadores. Era por esa muchedumbre que el Señor Jesucristo dijo:
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. (Lc. 23:34) Este
hombre, Saulo de Tarso, se convirtió en el Apóstol Pablo y dijo luego:
Él me amó y se entregó a Sí Mismo por mí. Él dijo, “cuando yo lo estaba
odiando, Él me estaba amando, y Él se estaba entregando a Sí Mismo
por mí para que yo pudiera tener vida”.

403
• J. Vernon McGee •

No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese


la justicia, entonces por demás murió Cristo. [Gá. 2:21]
Pienso que lo que aquí se quiere decir es simplemente lo siguiente:
que, si hubiera habido cualquier otra forma para salvar a los pecadores,
entonces Dios hubiera utilizado ese método. Él hubiera adoptado
ese método. Si una ley, por ejemplo, lo hubiera podido lograr, o si la
religión hubiera sido capaz de salvar a los pecadores, entonces, Dios
podría haber utilizado ese sistema. Pero, ésta fue la única forma que
podía usar el Dios infinito para salvarle a usted y para salvarme a mí,
amigo. Él estaba dispuesto a hacer el sacrificio supremo.

404
Gálatas, Un Comentario

CAPÍTULO 3

La experiencia de los gálatas


Entramos ahora a una nueva sección, la sección de la justificación
por fe. Esta sección es doctrinal: La experiencia de los Gálatas.
Personalmente creo en las experiencias, y vamos a tratar esto una vez
más, en el capítulo 4. Ahora Pablo vuelve a analizar la experiencia de
los Gálatas; ¿cómo se salvaron ellos? ¿Fueron salvos por la ley o fueron
salvos por la fe en Cristo Jesús? Es muy importante que note esto.
¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no
obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos
Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros
como crucificado? [Gá. 3:1]
¡Oh Gálatas insensatos! Lo que él les está diciendo en realidad es:
“¿Qué se os metió en la cabeza a vosotros? ¿Qué os ha pasado?” Gálatas
insensatos, ¿quién os fascinó? Él les dice luego: A vosotros ante cuyos
ojos Jesucristo fue ya presentado claramente. Esta palabra presentada,
quiere decir pintado, como un cuadro. En otras palabras, Pablo les pintó
un cuadro con palabras, y no estoy seguro de lo que él utilizó como
ilustración; quizá él en realidad dibujó algún cuadro para que se dieran
cuenta de lo que él estaba diciendo. Eso es lo que él les está diciendo
aquí en este versículo, el de presentar el evangelio de esa manera.
Hay muchos Pastores y predicadores que utilizan transparencias para
ilustrar lo que están enseñando. Es una forma muy buena para enseñar
la Palabra de Dios. Quizá sería imposible poder tener una enseñanza
completa sobre el tabernáculo, digamos, sin utilizar transparencias o
cuadros. Ésa es la forma en que ha sido presentado—eso es lo que las
palabras de Pablo indican. Él dice: A vosotros ante cuyos ojos Jesucristo
fue ya presentado claramente. Él fue presentado, crucificado entre
ustedes. ¡Fue Su muerte en la cruz lo que hizo posible la salvación de
ustedes!
Esto sólo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu
por las obras de la ley, o por el oír con fe? [Gá. 3:2]

405
• J. Vernon McGee •

Necesitamos tener mucho cuidado aquí: El evangelio es verdad


sin consideración en cuanto a experiencias. Lo que la experiencia
hace es corroborar el evangelio. Digámoslo de la siguiente manera:
Hay muchas personas el día de hoy que razonan de la experiencia a la
verdad. Personalmente opino que la Palabra de Dios, como la tenemos
aquí, siempre razona de la verdad a la experiencia. Eso quiere decir que
nosotros no dejamos de lado la experiencia, pero la experiencia debe
ser probada por la verdad. Todos tienen experiencias diferentes.
Uno escucha a la fundadora de cierto culto, contar acerca de su
experiencia. Luego hay otra mujer que cuenta de su experiencia y cosas
por el estilo, y esas experiencias son completamente diferentes. ¿A cuál
de ellas debo seguir? Para decir la verdad, no voy a seguir a ninguna de
ellas. Cierto hombre estuvo leyendo un pasaje de las Escrituras en un
servicio y luego de haberlo leído dijo: “Hay una diferencia de opinión
acerca de la interpretación de este pasaje de las Escrituras; por tanto,
nosotros no queremos causar ninguna clase de controversia aquí, así
es que les voy a contar acerca de mi experiencia”. Bueno, debo decir
aquí que su experiencia estaba tan alejada del pasaje de las Escrituras
que él había leído, como lo está la tierra de la luna. Él estaba basando la
verdad en su experiencia, pero uno no debe hacer eso. La experiencia
debe corroborar el evangelio.
El evangelio es algo que usted escucha, y aquello que usted escucha es
lo que Pablo cuestiona en su primera pregunta: ¿Recibisteis el Espíritu
por las obras de la ley o por el oír con fe? ¿Qué es lo que quiere decir
por el oír con fe? ¿El órgano del oír? ¿El oído mismo? ¿El recibir el
mensaje, o el mensaje mismo? Bueno, pienso que Pablo se refiere a
todo el proceso. Uno tiene que escuchar algo antes de poder ser salvo,
porque el evangelio es algo que Dios ha hecho por usted. Usted tiene
que saber eso.
Lo que Pablo está haciendo en esta sección es presentar muchas
preguntas. Hay seis preguntas que él hace a esta gente y que tienen que
ver con la experiencia, la experiencia de estas personas. Por tanto, él
está diciendo aquí de una manera muy cuidadosa: “¿Cuál fue vuestra
experiencia?”
Nunca hubo alguien que recibiera el Espíritu Santo por las obras
de la ley. En ningún lugar, ni siquiera en el Antiguo Testamento fue
406
Gálatas, Un Comentario

presentado en esa base. Es por el oír con fe. La segunda pregunta se


encuentra en el versículo 3:
¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu,
ahora vais a acabar por la carne? [Gá. 3:3]
En otras palabras, si el Espíritu Santo es el que os ha convertido y os
llevó a Cristo, y ahora el Espíritu Santo de Dios vive en vosotros, ¿van
a regresar a la ley que fue presentada para controlar la carne y pensáis
que podéis vivir en un nivel superior? Pues, por supuesto que no van a
poder vivir en un nivel superior.
¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que
realmente fue en vano. [Gá. 3:4]
Él les está diciendo: “Recordad que vosotros sufristeis, vosotros
pagasteis un precio muy alto por el evangelio”. Y, a usted le tocará
hacer eso. Luego dice: Si es que realmente fue en vano—es decir, sin
ningún propósito. Pablo dice: “¿Vais a dejar vosotros que todo esto que
habéis sufrido sea por nada?”
Aquél, pues, que os suministra el Espíritu, y hace
maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la
ley, o por el oír con fe? [Gá. 3:5]
Pablo está hablando acerca del ministerio que él tuvo entre ellos.
No hay nada que pueda apagar más el Espíritu que el legalismo en
la actualidad. Ésa es la razón por la cual hay muchas iglesias, aun de
las fundamentales, que parecen muertas. Ellos han creado un nuevo
legalismo, e intentan seguirlo. Amigo, yo tengo libertad en Cristo, ¿y
sabe usted cuál es esa libertad? Yo quiero inclinarme ante Él y hacer
lo que Él quiere que yo haga, y mi libertad está en Cristo hoy. Yo
quiero hacer Su voluntad, y si yo soy capaz de hacer eso—y no lo puedo
hacer con mis propias fuerzas, sólo por el Espíritu de Dios—pero si lo
hago, entonces tengo libertad. No tengo que pasar por esos portillos
que algunos han creado. Lo siento mucho por esas sectas y cultos. No
quiero ser molestado con eso; yo estoy unido al Cristo viviente. Eso es
algo ¡maravilloso!
Usted recordará que el apostolado de Pablo había sido atacado por los
judaizantes. Ellos habían dicho que él había sido uno que había llegado

407
• J. Vernon McGee •

tarde a la escena, y que no formaba parte de los doce apóstoles originales.


Que él no había estado con el Señor Jesucristo durante el período que
el Señor estuvo aquí en la tierra. Él llegó más tarde. Hicieron, pues, ese
ataque contra su apostolado. Por tanto, él se está refiriendo a eso aquí.
Fue él quien había llegado a ese lugar predicando la Palabra de Dios a
los Gálatas, y dice aquí que él hizo maravillas, milagros, entre ellos. Él
no lo hizo por las obras de la ley. Pablo tuvo mucho cuidado en decir
eso, pero fue a causa del oír por fe. Él predicó al Señor Jesucristo como
Aquél que había entregado Su vida por ellos, quien había resucitado,
y ellos deberían poner su fe en Él. Cuando ellos hicieron eso, esa cosa
maravillosa, entonces, ese milagro, se realizó. Ellos eran personas
regeneradas y Pablo tenía la evidencia de un apóstol.
Usted recuerda que en esos días había varias señales que pertenecían a
los apóstoles. Me imagino que todos los apóstoles tenían prácticamente
todos los dones que son mencionados en las Escrituras. Por lo menos
tenían todos los dones de señales. Pablo podía hacer milagros; él podía
sanar a los enfermos, podía hacer resucitar a los muertos. Simón Pedro
también hizo todo eso. Ésa era la señal de un apóstol en aquellos días.
Los apóstoles nos han dado hoy la Palabra de Dios. Usted y yo
tenemos una fe hoy que se nos dice es edificada sobre el Señor Jesucristo
como la piedra angular, pero que está edificada sobre las bases, los
cimientos colocados por los apóstoles y los profetas; no sobre los
apóstoles en sí, sino sobre la base que ellos prepararon. Eso descansaba
en el testimonio de ellos. Eso que daba credibilidad a sus palabras era
que ellos podían hacer esas señales, ellos tenían esos dones. Después
de entregarnos la Palabra, esas señales, esos dones desaparecieron.
Creo que desaparecieron con los mismos apóstoles. Creo que había
otras razones por las cuales esos dones estaban en evidencia, y eso lo he
mencionado en el estudio de la Primera Epístola a los Corintios. Pero
lo importante de notar aquí, es que el Apóstol Pablo no se presentó
como fariseo predicando la ley, sino que estaba predicando al Señor
Jesucristo. Eso era algo que ellos habían experimentado. Ellos conocían
eso y Pablo descansaba en eso.

408
Gálatas, Un Comentario

La ilustración de Abraham
Llegamos ahora a otra sección de la justificación por fe. Tenemos
aquí la ilustración, el ejemplo de Abraham. Eso se destaca mucho y
usted lo puede apreciar en esta epístola. Comienza en el capítulo 3:6,
y continúa hasta el capítulo 4:18; y luego tenemos esa ilustración que
es una alegoría de Agar y Sara, y con eso llegamos al final del capítulo
4. Así que en realidad es el mismo corazón de este libro, de esta carta.
Hemos llegado a la parte sobresaliente de ella. Abraham será el ejemplo
que se nos presenta aquí.
Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
[Gá. 3:6]
Ésta es una cita que aparece en Génesis 15:6: Y creyó a Jehová, y le
fue contado por justicia. Ésta es una ilustración que nos llega de la época
primera, digamos, de la vida de Abraham, de su vida de fe. También
se menciona en la Epístola a los Romanos 4:3. Abraham es la gran
ilustración de la justificación por fe. Usted no puede decir que Abraham
fue justificado por la ley, porque la ley no fue dada sino 400 años
después de Abraham. Así es que no diga que Abraham fue justificado
por la ley. Tampoco diga que fue justificado por la circuncisión porque
él fue justificado antes que la circuncisión fuese establecida. Eso llegó
a ser una evidencia, lo mismo que es el bautismo del creyente en la
actualidad, no es para salvarle, es para dar evidencia de que usted ya ha
sido salvo. Ése era el mismo propósito que tenía la circuncisión. Así
es que eso no hacía ninguna contribución a la salvación de la persona.
Abraham creyó a Jehová y Él le contó esto como justicia. Esto tuvo
lugar después que Abraham regresara de Egipto. Él y Lot se habían
separado y Lot se había dirigido a la ciudad de Sodoma. La primera
guerra se menciona en Génesis 14, cuando los reyes del oriente hicieron
guerra contra los reyes del Mar Muerto. Los reyes del oriente, bajo
el mando de Quedorlaomer fueron los que triunfaron en esa batalla,
y ellos se llevaron todo el botín así como también a la gente de los
pueblos que habían vencido quizá para usarlos como esclavos. Por
supuesto, en ese grupo se encontraba Lot y su familia. Pues bien, él
era el sobrino de Abraham y éste no se iba a quedar observando las
cosas con los brazos cruzados. Así es que, cuando Abraham se enteró
de lo que había ocurrido, que su sobrino había sido tomado prisionero,

409
• J. Vernon McGee •

inmediatamente se preparó para ir a la guerra. Se nos dice que él armó


a sus criados, los nacidos en su casa, y que eran 318 hombres; con ellos
salió apresuradamente y alcanzó al ejército enemigo que se estaba
alejando con Lot y el resto de la gente de Sodoma y Gomorra. Los atacó
de noche, de sorpresa y triunfó en la batalla.
Entonces el Rey de Sodoma le dijo a Abraham: Dame las personas
y toma para ti los bienes. (Gn. 14:21) Eso era según el código del Rey
Hammurabi, de que el botín pertenecería a Abraham. Pero el rey quería
la gente, en realidad Abraham ni siquiera tenía que entregarle la gente;
él los podía haber tomado como esclavos, pero no quería hacer eso.
Tampoco quería llevarse el botín: “Tú ni siquiera podrías darme la
correa del zapato, ni un pedacito de hilo”, una cosa muy pequeña, por
cierto. Él decía: “Yo no quiero nada de lo que es tuyo”. Ése era un gesto
muy noble de su parte. En otras palabras, lo que él estaba diciendo era:
“Si yo me hago rico, es porque Dios me hace rico. Yo espero en Dios
y no en ti”. Cuánto me gustaría, amigo, que nosotros, como creyentes
en la actualidad, pudiéramos andar en la fe como lo hizo Abraham.
Pero después de haber hecho Abraham este noble gesto, Dios aparece
ante él. Cada vez que Abraham avanzaba en su camino, Dios volvía a
aparecer ante él.
Pienso que ésa es una de las razones por la cual muchos miembros
de las iglesias en la actualidad conocen tan poco de la Biblia. Porque no
creo que Dios les dé luces a ellos o a nosotros hasta que utilicemos todo
lo que tenemos. Ésa es la razón por la cual uno puede ser un maestro
de la Biblia hoy y llegar a atrofiarse. Hay muchos que no quieren
hacer otra cosa sino argumentar esto y aquello. Recibimos cartas de
diferentes personas de todas partes que quieren llevar a cabo alguna
controversia con nosotros. Pues bien, yo no tengo tiempo para eso. No
estoy ocupado en eso ni tengo algún interés en hacerlo. Pero nos revela
el hecho de que estas personas han tomado alguna cosa pequeña, una
doctrina pequeña—con razón o sin razón—y quieren discutir sobre el
asunto.
Pues bien, Dios no quiere que nosotros hagamos eso. Él nos ha
dado Su palabra para que crezcamos. Cuando comenzamos a crecer,
entonces Él nos revela un poco más. En otras palabras, Él no nos
da un buen pedazo de carne, sino hasta cuando lo podamos digerir,
410
Gálatas, Un Comentario

cuando dejamos de beber la leche como los recién nacidos. Hay muchos
de nosotros que todavía estamos bebiendo leche como las criaturas;
espiritualmente tomamos leche y nada más, y eso es todo lo que tenemos.
Uno encuentra a muchas personas que cuando se les presenta algunas
grandes verdades de las Escrituras ellas se excitan demasiado, y no lo
pueden aceptar. Antes nunca le habían prestado atención. Debemos
decir aquí que Dios quiere que nosotros crezcamos.
Abraham estaba creciendo y uno tiene ganas de aplaudirlo cuando él
le dice al rey que ni siquiera va a tomar el hilo de un zapato. Luego Dios
le aparece a Abraham. Génesis 15:1, dice: Después de estas cosas vino
la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram;
Yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Lo que Él
le dijo a Abram era esto: “Abram, Yo te protegí en esa batalla. Yo soy
tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Tú hiciste bien en
devolver el botín, porque Yo te voy a bendecir. Tú hiciste lo correcto al
poner tu confianza en Mí”.
Abraham es una persona práctica, él no es un súper santo. Él no
comenzó a correr de un lado para otro, a levantar las manos y gritar
“¡Aleluya, Gloria a Dios!” sin tener nada que demostrar por eso. Él
comenzó a hablar directamente con Dios. Amigo, creo que el Señor
quiere que nosotros hagamos precisamente eso. Tememos que muchos
de nosotros somos como súper santos, demasiado santurrones. Sé que
hay personas que dicen: “Ah, yo me siento reconciliado cuando algo me
pasa; yo acepto esas cosas como del Señor”. Bueno, eso no es así, ellos
no han aceptado eso; se están rebelando.
Entonces, si usted está en rebelión, ¿por qué no va y se lo dice al
Señor? Dígale cómo se siente. Dígale que usted piensa que las cosas no
le andan bien. Usted se dará cuenta que Moisés fue al Señor y le habló
de esa manera. Abraham, digamos de paso, va a hacer lo mismo. Vea lo
que dice en Génesis 15:2: Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me
darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese
damasceno Eliécer? Según la costumbre de esa época, si el dueño de la
casa no tenía un heredero, el hijo del mayordomo era quien heredaba
todo. Eso también estaba en el código de Hammurabi de ese día. Así es
que Abram dice: “Yo no tengo hijo y tú me habías dicho que lo tendría”.

411
• J. Vernon McGee •

Luego él dice en el versículo 3: Dijo también Abram: Mira que no


me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido
en mi casa. Ése era también el código de Hammurabi, y debería ser
seguido. Así es que el Señor quiere que las personas se dirijan a Él de
esa manera. El Señor le dice: “Yo estoy muy contento de haberte oído
decir eso, Abram, porque Yo tengo algo que decirte”. Entonces en
Génesis 15:4, tenemos lo siguiente: Luego vino a él palabra de Jehová,
diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará.
Dios le dice: “Abram, no tienes que preocuparte, el hijo de Eliécer no
va a heredar nada; tú tendrás un hijo”.
Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas,
si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Dios le había
dicho antes que su simiente sería sin número como la arena del mar;
ahora Él le dice que mire hacia el cielo. Tiene que haber sido de noche.
Dios lo toma de la mano y le dice: “Mira, Abram, mira hacia arriba”. Se
nos dice que en esa parte del planeta uno puede ver sin ayuda de nada
como unas 5 mil estrellas. Se ha dicho también que, si uno utiliza un
telescopio de 16 pulgadas, uno puede ver 50 mil estrellas, y no sé lo que
uno vería si usara un telescopio de 100 o 200 pulgadas. Pero sea como
sea, no creemos que ningún telescopio nos pueda dar el número exacto
de las estrellas que uno puede ver a simple vista. “Ahora, Abram, tú no
puedes contar las estrellas, tú no serás capaz de contar tu descendencia,”
¿y sabe usted lo que hizo Abram?
El versículo 6 dice: Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
Él creyó en el Señor, y esto es muy expresivo. Él en realidad quería
decir lo que dijo; Abraham le dijo “Amén” al Señor. Dios le dijo “Voy
a hacerlo”, y Abraham dice: “Amén”. Dios nos dice, a usted y a mí: “Yo
entregué mi Hijo para que muriera por vosotros; si vosotros creéis eso
no pereceréis, sino que tendréis vida eterna”. ¿Dirá usted un Amén a
eso? ¿Creerá usted en Dios? ¿Lo aceptará? Eso es lo que quiere decir,
eso es la justificación por la fe. Él creyó en el Señor, él le creyó a Dios,
y cuando él creyó a Dios, Dios en ese mismo momento le declaró justo.
¿Por qué? ¿Por sus obras? No. Sus obras eran imperfectas; él no tenía
la perfección para ofrecer a Dios. Vamos a ver cómo desarrolla esto el
Apóstol Pablo más adelante. Pero Abraham no tenía perfección; sin
embargo, él tiene fe y es contada por justicia. Ésa es la justificación. Él
está justificado ante Dios.
412
Gálatas, Un Comentario

Abraham dice al Señor: “Me gustaría tener eso por escrito”. Alguien
va a decir: “Oiga, yo he leído la Biblia en Génesis y no recuerdo que diga
nada de eso”. Pues bien, sí lo dice. Génesis 15:8, dice: Y él respondió:
Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar? En otras palabras,
“lo quiero por escrito”. ¿Y sabe lo que hizo el Señor? Pues bien, haremos
eso. Encontrémonos en el tribunal y lo voy a escribir. Alguien va a decir:
“Un momento, Él no dice eso”. Pero sí lo dice, amigo, lea el versículo 9:
Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y
un carnero de tres años, una tórtola también y un palomino. Ésa era la
forma en que ellos firmaban contratos en esos días. Ésa era la manera
de hacerlo.
En realidad, eso es lo que Jeremías nos dice acerca de los contratos
que se hacía en esos días. Para ser más claros, véase Jeremías 34:18:
Y entregaré a los hombres que traspasaron Mi pacto, que no han
llevado a efecto las palabras del pacto que celebraron en Mi presencia,
dividiendo en dos partes el becerro y pasando por medio de ellas. En
otras palabras, cuando se hacía un contrato en ese día, dos hombres se
ponían de acuerdo para hacer algo. Ellos dividían el sacrificio y ponían
la mitad de un lado y la mitad en el otro lado. Se tomaban de la mano
y caminaban entre ellos. Así se sellaba ese contrato. Es lo mismo que
ir ante un abogado o ante un notario, o hacerlo en un tribunal. Ahora,
lo que Abraham hizo fue preparar el sacrificio. Lo que ocurre es algo
pintoresco.
Lea el versículo 10: Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y
puso la mitad una en frente de la otra; mas no partió las aves. Abraham
está esperando. ¿Qué pasó? Las aves de rapiña bajaban sobre los
cuerpos muertos, y Abraham las espantaba. Dios se estaba demorando
en llegar. Él no llegó hasta la caída del sol. ¿Qué fue lo que ocurrió?
Pues bien, se nos dice que sobrecogió el sueño a Abraham y he aquí que
el temor de una grande oscuridad cayó sobre él. (Vs. 12) ¿Sabe usted
por qué? Porque Abraham no va a prometer nada. Dios es el que está
prometiendo. Amigo, hace más de 2.000 años Jesucristo fue a la cruz
por sus pecados y los míos, y Él no nos está pidiendo a nosotros que
digamos nuestras oraciones para ser salvos, o que tengamos que ser
buenos, o que debemos ir a la Escuela Dominical y ser buenitos. Él
nos está diciendo que tenemos que confiar en Su Hijo que murió por
nosotros. Él hizo el contrato. Él es quien lo cumplió y Él es quien ha

413
• J. Vernon McGee •

hecho la promesa, el pacto que lo salva a uno. Ése es el nuevo pacto,


amigo, para nosotros. Aquí tenemos el antiguo pacto que hizo con
Abraham. ¿Sabe usted lo que pasó? Abraham creyó en Dios. ¿Y qué más?
Él simplemente dijo Amén a Dios. Dios fue quien lo cumplió, porque
usted puede apreciar que, si Dios hubiera dependido de Abraham, de
que él dijera sus oraciones todas las noches, quizás él podía perder una
noche y si así sucedía entonces la promesa no era buena. Pero usted se
da cuenta que es Dios quien está prometiendo todo aquí.
¿Qué es lo que tenemos aquí en la Epístola a los Gálatas entonces?
Pues bien: Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Este
cuadro que tenemos ante nosotros es algo maravilloso.
Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de
Abraham. [Gá. 3:7]
Dios hizo eso por Abraham antes de que la ley fuera presentada. Él
no hizo eso debido a sus obras. Él le dijo a Abraham; “Yo hago esto por
ti si tú crees en Mí”. Abraham dijo: Yo creo, yo creo. Dios quiere que
su fe descanse en una base sólida, firme. Pero, amigo, si usted se va a
acercar a Él, tiene que hacerlo por fe. Él ha llegado a la puerta de su
corazón, pero no puede pasar más allá. Él no va a derribar la puerta. Él
llama y dice: He aquí estoy a la puerta y llamo. (Véase Ap. 3:20) Si usted
le permite entrar, amigo, entonces, Él lo salvará. Pero usted solamente
puede abrir la puerta, por la fe.
Estuvimos observando que Abraham era una de las grandes, de las
mejores ilustraciones de la justificación por fe. Esto se destaca en las
Escrituras en todas partes como la ilustración principal, ya que, como se
puede apreciar, Abraham fue justificado por fe mucho antes de haberse
dado la ley. En realidad, eso fue como 400 años antes que la ley fuese
sancionada. No creo que nadie pueda decir que él fue justificado por la
ley de Moisés. En realidad, nadie puede decir eso. Por tanto, cuando
usted y yo confiamos en Cristo, amigo, somos salvos de la misma
manera en que Abraham fue salvo. Eso quiere decir que somos salvos
por creer y confiar en Cristo como nuestro Salvador personal. Creo que
es muy importante notar eso.
Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar
por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva

414
Gálatas, Un Comentario

a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las


naciones. [Gá. 3:8]
Bien, si la fe sin obras era suficiente para Abraham, ¿por qué vamos
nosotros a buscar algo diferente? Si la bendición para Abraham no fue
debido a la obra de la ley, sino a causa de su fe, ¿por qué vamos nosotros
a volvernos de la fe, a la obra de la ley?
Hay dos cosas a las cuales deseo dirigir su atención aquí y que pienso
son de importancia. Por supuesto una de ellas es la siguiente: ¿Cuándo
predicó Dios el evangelio a Abraham? Usted notó que la ilustración que
usé antes fue del capítulo 15 de Génesis. Eso era al comienzo de la vida
de Abraham, es decir, de su vida de fe. Luego, cuando uno llega a Gálatas
3:8, se pregunta ¿cuándo predicó Dios el evangelio a Abraham? La cita
que se da aquí es la siguiente: En ti serán benditas todas las naciones.
Pues bien, uno tiene que buscar eso al final de la vida de Abraham. Eso
se encuentra en Génesis 22:17, luego de haber ofrecido Abraham a Isaac
sobre el altar. Dije que él había ofrecido a Isaac sobre el altar. Él estaba
muy cerca de consumar ese acto de sacrificio, usted recordará, cuando
Dios lo detuvo. Dios contó eso como que él ya hubiera realizado ese
sacrificio, porque él había demostrado que tenía fe en Dios. Él creía que
Dios podía resucitar a su hijo de los muertos, como dice el escritor de
los Hebreos.
Génesis 22:17-18, dice: De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu
descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la
orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.
En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto
obedeciste a Mi voz. Aparentemente Dios predicó el evangelio a
Abraham durante este tiempo, porque el sacrificio de Isaac es uno de
los mejores cuadros del ofrecimiento de Cristo. Aunque Dios escatimó
al hijo de Abraham, Dios no escatimó a Su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros.
Lo importante que se debe notar aquí es que este hombre obedeció
la voz de Dios. Él no siguió adelante por sí mismo. Dios no le hubiera
permitido eso. Él estaba dispuesto a hacerlo cuando Dios le obligó a que
se detuviera. Cuando Dios le dijo que se detuviera, él lo hizo, ¿por qué?
Porque él obedeció la voz de Dios.

415
• J. Vernon McGee •

Él demostró por sus acciones que tenía la misma fe que se menciona


en Génesis 15: Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
Hay algunas personas que se preocupan porque piensan que hay una
contradicción en las Escrituras entre lo que dice el Apóstol Pablo y lo
que dice Santiago. Santiago 2:20-21, dice: ¿Mas quieres saber, hombre
vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras
Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?
Espero que usted, amigo, pueda darse cuenta de que lo que Dios dice y
lo que Pablo escribe, que Abraham fue justificado por la fe, eso fue al
comienzo de su ministerio. Aquí, al final de su ministerio, Santiago dice
que él fue justificado ¿cómo? Por obras. Porque él ofreció a su hijo Isaac
sobre el altar. Luego él dice en el versículo 22: ¿No ves que la fe actuó
justamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Juan
Calvino lo decía de esta manera: “Sólo la fe salva, pero la fe que salva
no está sola”. En otras palabras, la fe que salva es una fe dinámica, una
fe vital que nos lleva a realizar obras. No las obras de la ley, y espero
que usted, amigo, me comprenda aquí, cuando Santiago dice: ¿No fue
justificado por las obras Abraham nuestro padre? ¿Qué clase de obras?
Las obras de la fe, amigo. La fe produce obras. Esta idea que existe hoy
que dice que las obras lo salvarán a uno es comenzar la casa por el tejado.
Lo importante que tenemos que ver, es que el que es justificado por la
fe hace las obras, y eso es lo que ocurrió en la vida de este hombre. Creo
que, ante Dios, Él puede ver nuestros corazones; Él sabe si nosotros
hemos confiado en Cristo o si no lo hemos hecho. Y amigo, Él sabe si
usted es genuino o si no lo es. Por esa razón me gustaría decirles a los
miembros de las iglesias hoy, ¿por qué no es genuino usted? Sí, Él sabe si
usted lo es o no lo es. Quizá usted pueda engañar a la gente de su iglesia;
quizá pueda aún engañar a sus vecinos y amigos. Puede poner una cara
santurrona, pero ¿por qué no ser real y tener una gran felicidad en todo
esto? No es necesario tener una fachada falsa. Usted puede ser sincero
y confiar en Cristo como su Salvador. Eso es lo que es tan importante y
que produce obras. El vivir una vida dinámica, de fe, hace eso.
Usted puede darse cuenta de que una lectura cuidadosa de este
párrafo que hemos leído en Santiago revela que Santiago utiliza la
historia de Abraham para demostrar que la fe sin obras es muerta. Ésta
es la última historia de Abraham, en realidad es la última vez en que
Dios se le apareció a él, y no en la porción a la que Pablo se refiere aquí
416
Gálatas, Un Comentario

en su Epístola a los Gálatas, cuando él dice que fue justificado por fe.
Pablo dice que la fe sola es suficiente, y lo prueba por la declaración
que se presenta en la historia de Abraham como dice el capítulo 15 de
Génesis. Santiago dice que la fe sin obras es muerta y lo prueba por
la historia de Abraham, como se ve en Génesis 22. Si Abraham no
hubiera cumplido, si él se hubiera arrepentido y en el capítulo 22 y
hubiera dicho: “Espera un momento, yo no creo en Dios de esa manera.
No creo verdaderamente en Él. Yo he estado nada más que fingiendo
todo este tiempo”. Entonces hubiera sido obvio que su fe era falsa, pero
era una fe genuina según Génesis 15 y Dios sabía eso entonces. Las
obras de las cuales habla Santiago no son las obras de la ley; la ley no
se había dado aún, amigo. Necesitamos reconocer eso. Santiago, 2:23
dice: Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue
contado por justicia; y fue llamado amigo de Dios. Es Santiago quien
dice eso, pues bien, él está regresando digamos a la referencia que Pablo
mencionó al principio y luego Pablo dice que el evangelio fue predicado
a Abraham, ¿cuándo? Al fin de su vida, cuando Dios hizo esta promesa.
Entonces se puede decir que no hay contradicción cuando uno
examina estos pasajes como los que tenemos aquí, lo que dicen Pablo y
Santiago. Ellos están hablando de la misma cosa, uno está observando
la fe al comienzo, el otro está observando la fe al final de la vida de
Abraham. También se podría decir que uno está mirando la raíz de la
fe, y el otro está observando el fruto de la fe. La raíz de la fe es que la fe
sola salva, pero que la fe que salva produce algo. O nuevamente como
dice Juan Calvino: “Sólo la fe salva, pero la fe que salva no está sola”. Eso
es muy importante de ver.
De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente
Abraham. [Gá. 3:9]
En otras palabras, Dios salva al pecador hoy en la misma base en la
cual salvó a Abraham. Es decir, Él le pide al pecador que tenga fe. Él le
pidió a Abraham que creyera en Él, que Él iba a hacer ciertas cosas por
él. Él nos pide, a usted y a mí, amigo, que creamos en Él; que creamos
que Él ya ha hecho ciertas cosas por nosotros al hacer que Cristo diera
Su vida por nosotros. Así es que la fe es el modus operandi por el cual
usted y yo somos salvos hoy.

417
• J. Vernon McGee •

Porque todos los que dependen de las obras de la ley están


bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquél que
no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de
la ley, para hacerlas. [Gá. 3:10]
Quizá haya días en su vida, en los cuales usted se siente muy bien. Se
siente por encima de todas las cosas y anda feliz, cantando y alabando,
andando con Dios. Usted no tropezó contra nada y después dice:
“Bueno, porque yo estuve así Dios me salva”. Pero yo quisiera hacer una
pregunta aquí. Leímos: Maldito todo aquél que no PERMANECIERE
en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. ¿Qué le
parece eso, amigo? ¿Cumple usted la ley las 24 horas del día, siete días
a la semana, 52 semanas en el año, en su pensamiento, en su hablar, en
sus acciones? Pues bien, la ley sólo puede condenar y lo condenará a
usted cuando usted baje su guardia. Si usted es un ser humano, bajará su
guardia, estoy seguro de eso. Usted no está controlando todas las cosas
todo el tiempo.
Hay un predicador que es muy bueno, y él siempre anda por todos
lados diciendo: “¡Aleluya, gloria a Dios!” Alguien le preguntó una vez a
su esposa: “¿Es él así todo el tiempo?” “No”, contestó ella, “él tiene sus días
malos”. Nosotros todos, tenemos también nuestros días malos, ¿verdad?
Si usted va a estar andando bajo la ley, entonces usted tiene que estar
bajo la ley. Si usted tiene un buen día, usted no recibirá ningún premio
por ello. Supongamos que yo cumplo con la ley en la ciudad donde vivo
por veinte años consecutivos. Por todo este tiempo yo he cumplido con
la ley. Supongamos que yo espero en mi casa que los dignatarios de la
ciudad vengan y me den una medalla por haber obedecido la ley durante
20 años. Pero, amigo, uno no recibe medallas por haber obedecido la
ley.
Ahora, supongamos otra vez que yo he obedecido la ley por 20 años
y que, al día siguiente de cumplir los 20 años de haber obedecido la ley,
voy y hago algo contra la ley; supongamos que salga y cometa un robo,
un asalto o desobedezca la ley de alguna otra manera. ¿Sabe usted lo que
va a pasar? Pues la policía me va a arrestar. Usted puede ver entonces,
que la ley no le da premios a uno, no le da la vida, la ley lo penaliza. La
fe, en cambio, le da algo a usted. En otras palabras, si usted va a ser salvo
por fe, entonces eso es lo importante, como se puede apreciar. Si usted

418
Gálatas, Un Comentario

está bajo la ley tiene que permanecer siempre bajo la ley.


Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es
evidente, porque: El justo por la fe vivirá. [Gá. 3:11]
Aun el Antiguo Testamento enseña que usted es salvo por la fe.
Nunca dice que usted es salvo por la ley. Usted no puede mencionar a
nadie en estos días ni en este año, alguien que haya guardado la ley, que
vivió bajo la ley y que fue salvo por obedecerla en los tiempos antiguos.
Si usted encuentra a alguien que haya sido salvo por la ley, pues espero
que me lo informe; nunca he sido capaz de encontrar a alguien que
haya sido salvo por la ley. Usted sabe que el centro, el corazón mismo
de la ley de Moisés era el sistema de los holocaustos, los sacrificios;
eso era muy importante. Eso fue lo que hizo que el rostro de Moisés
resplandeciera; él colocó un velo sobre su rostro cuando comenzó a
desaparecer la brillantez. Pero, por un tiempo brilló en gran manera,
porque él se regocijaba que Dios podía dar gracia y misericordia al
pueblo aun bajo la ley. Ésa es la única forma en que Dios salvó a la
gente que estaba bajo la ley, por Su gracia y Su misericordia. Habacuc
2:4, dice: ...mas el justo por su fe vivirá. De paso debo decir que eso se
menciona tres veces en las tres cartas principales en cuanto a doctrina.
Aquí en Gálatas, también en Romanos y luego en la Carta a los Hebreos.
Tiene un énfasis particular en cada una de ellas. EL JUSTO, es decir, la
justificación se enfatiza en la Epístola a los Romanos; VIVIRÁ, eso se
menciona en Hebreos 11; y como estamos viendo aquí en Gálatas, el
énfasis se coloca sobre la FE.
Y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas
cosas vivirá por ellas. [Gá. 3:12]
Éste también es un versículo importante. La fe y la ley son principios
contrarios para la salvación y también lo son para el vivir. El uno
cancela al otro. Están diametralmente opuestos el uno al otro. Si usted
va a vivir por la ley, es decir, ser salvo por la ley, entonces permítame
decir que usted no puede ser salvo por fe. No se pueden combinar; son
cosas contrarias. Es lo mismo que si uno quisiera viajar en avión y en
tren al mismo tiempo. Uno no puede estar en ambas cosas a la misma
vez; es algo absurdo. Si uno tiene que ir en avión, va en avión; y si tiene
que ir por tren, pues va por tren. Pero no puede uno sentarse en un
avión y poner los pies en el tren; eso no funciona de esa manera. En la

419
• J. Vernon McGee •

misma forma, Dios no ha hecho ningún arreglo para que usted pueda
ser salvo por la fe y por la ley. Uno tiene que elegir entre ellos, amigo.
Si usted quiere hacerlo por la ley, entonces hágalo. Pero debo decirle
que Dios ya ha dicho que usted no puede alcanzar la salvación de esa
manera, es decir, no puede alcanzar la salvación por esa forma. Él ya ha
expresado eso con toda claridad.
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por
nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el
que es colgado en un madero). [Gá. 3:13]
Note lo que él está diciendo aquí: Cristo nos ha redimido de
la maldición de la ley. Usted puede darse cuenta aquí que la ley nos
condenaba. Usted puede obedecer la ley por 20 años, y no va a recibir
ningún premio por eso. Aquí en la ciudad donde vivo no dan premios
y me imagino que tampoco los dan en su propia ciudad. Créame que,
si usted desobedece la ley, entonces será castigado. Cristo nos redimió
de la maldición de la ley. ¿Cómo? Hecho por nosotros maldición. Él
llevó o cumplió en Él esa pena. Porque está escrito: Maldito todo aquél
que es colgado en un madero. Éste es un gran pasaje de las Escrituras.
Es destacado por varias razones. Una de ellas es que los hijos de Israel
no utilizaban el método de colgar a la gente en un madero, como
ajusticiamiento. Ellos ajusticiaban a los criminales apedreándoles. Mi
esposa notó algo aquí que yo no había notado antes. Al escuchar que
el apedreamiento era costumbre en Israel, siempre surgía en la mente
de ella la pregunta de ¿por qué utilizaban piedras como castigo? En una
ocasión, cuando viajamos a Israel, observó que había piedras por todas
partes; llegó a la conclusión de que ésa era la razón para utilizar ese
método de ajusticiamiento, ya que todo lo que uno tenía que hacer era
salir a la puerta de su casa y allí estaban todas las piedras que necesitaban
para la ejecución del reo. Ése era el método utilizado entonces. Pero
ésa era la forma de tratar a los criminales más malos, a los peores.
Usaban ese método para que ellos sirvieran de ejemplo a los demás.
En Deuteronomio 21:22-23 y aquí estamos leyendo de la ley: Si alguno
hubiera cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y
lo colgareis en un madero, no dejareis que su cuerpo pase la noche sobre
el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios
es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por
heredad. Es decir, si él ha cometido algún crimen horrible, luego de
420
Gálatas, Un Comentario

haber sido apedreado hasta la muerte, entonces se toma su cuerpo y se


lo cuelga en un madero para que sirva de ejemplo a los demás. Pero no
debe dejarse allí a que pase la noche. ¿Por qué? Porque él es maldito por
Dios. No contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad.
Ahora el Señor Jesucristo llevó nuestra maldición; Él fue colgado en el
madero y eso no fue algo accidental.
Cristo fue hecho “una maldición por nosotros.” La pregunta es:
¿Cuándo sucedió esto? ¿Fue hecho una maldición en Su encarnación?
¡Oh, no! Cuando Él nació, fue llamado…el Santo Ser… (Lc. 1:35) ¿Se
hizo maldición durante esos años silenciosos, de los cuales se sabe tan
poco? No, la Escritura dice que Él… crecía en sabiduría y en estatura, y
en gracia para con Dios y los hombres. (Lc. 2:52) ¿Llegó a ser maldición
durante Su ministerio? ¡Oh, no! Fue durante Su ministerio que el Padre
dijo, Éste es Mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. (Mt. 3:17b)
Entonces, debió haber llegado a ser maldición mientras estaba en la
cruz. Sí, pero no durante las primeras tres horas en la cruz, porque
cuando Él se ofreció a Sí Mismo, Él era sin mancha. Fue durante
aquellas últimas tres horas que Él fue hecho maldición por nosotros.
Fue entonces que le plugo al Señor molerle y apenarle. Él ofreció Su
alma en expiación por el pecado. (Véase Is. 53:10)
Maldito todo el que es colgado en un madero. En griego la palabra
“madero” es xúlon, que significa, madera, o árbol. Cristo fue colgado en
un árbol. ¡Qué contraste tenemos aquí! Él fue a la cruz, que para Él era
un árbol de muerte, ¡para que Él pudiera hacer de ese árbol, un árbol de
vida para usted y para mí!
Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham
alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos
la promesa del Espíritu. [Gá. 3:14]
Israel tuvo la ley por 1.500 años y nunca alcanzó nada por medio
de la ley. Fue Pedro quien dijo eso. Usted recuerda que él hizo esa
declaración en el concilio de Jerusalén que se menciona en Hechos 15:
Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios poniendo sobre la cerviz de los
discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido
llevar? Si ellos no podían cumplir con la ley, nosotros tampoco. Cristo
tomó nuestro lugar para que pudiéramos recibir lo que la ley nunca
pudo hacer. El Espíritu es el don peculiar en esta edad de gracia.

421
• J. Vernon McGee •

Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de


hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade. [Gá. 3:15]
Supongamos que usted hizo un contrato con otra persona. Usted se
ha comprometido a pagarle $100 digamos. Usted luego dice: “Bueno, no
creo que debo pagarle $100; le voy a pagar $50”. Usted va y le dice: “Aquí
tiene sus $50”. El otro hombre le dice: “Un momento, nos pusimos de
acuerdo que usted me pagaría $100”. Usted dice: “Bueno, pero yo he
cambiado eso”. El otro hombre le dice. “No, usted no puede hacer eso.
El contrato ya ha sido hecho”.
Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a
su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase
de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es
Cristo. [Gá. 3:16]
Así es que Dios llamó a Abraham. Él iba a hacer que él fuese una
bendición para el mundo. ¿Cómo le hizo a él una bendición para el
mundo? A través de Jesucristo. Él es quien ha traído la salvación al
mundo.
La palabra simiente se refiere específicamente a Cristo (véase Gn.
22:18). Cristo dijo, Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver
Mi día; y lo vio, y se gozó. (Jn. 8:56)
Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por
Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos
treinta años después, no lo abroga, para invalidar la
promesa. [Gá. 3:17]
Dios ha hecho una promesa a Abraham que Él lo iba a salvar por fe.
Cuando llegó la ley, esto no anuló la promesa que Dios había hecho
a Abraham. Era una promesa triple que incluía la tierra, un hijo, y
descendientes sin número. Eso, es algo muy importante de notar. Estas
promesas fueron dadas por medio de Isaac cuyo linaje condujo al Señor
Jesucristo, la simiente del versículo 16. Dios también prometió hacer de
Abraham una bendición a todos los pueblos. La única bendición en este
mundo hoy, amigo, es en Cristo. Quizá usted no reciba nada bueno del
mundo, pero el Señor Jesucristo le ha sido dado a usted, y ¡ése sí que es
un buen regalo! De hecho, es el regalo supremo que Dios ha hecho, es
el cumplimiento de las promesas de Dios que Él salvaría por fe a los que
confían en Cristo.
422
Gálatas, Un Comentario

Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios


la concedió a Abraham mediante la promesa. [Gá. 3:18]
La promesa se hizo en cuanto a Cristo antes que llegara la ley. Esa
promesa es tan buena como si no se hubiera dado ley alguna. Fue hecha
sin consideración a la ley. Tenemos ahora aquí una pregunta que salta a
la vista; entonces, ¿cuál es el valor de la ley? ¿Por qué se dio la ley? Pablo
no está haciendo poco caso de la ley, si es que usted piensa que eso es lo
que él está haciendo. Él está tratando de lograr que la gente comprenda
el propósito de la ley, ¿por qué fue dada la ley? Eso es lo importante.
Pablo no está intentando decir que la ley no tiene una gloria y una
majestad unida a ella, y Pablo ni siquiera está tratando de despreciar la
ley hasta el punto de ser completamente nada. Él está mostrando aquí
la ley en toda su majestad, en toda su perfección y plenitud; pero él
muestra que esa misma perfección que revela la ley es la razón por la
cual crea un obstáculo que ni usted ni yo, amigo, podemos sobrepasar
para ser aceptados por Dios.
Note lo que dice Pablo cuando él se refiere al propósito de la ley:
Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa
de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a
quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio
de ángeles en mano de un mediador. Y el mediador no lo
es de uno solo; pero Dios es uno. [Gá. 3:19-20]
Usted ha notado la pregunta que se hizo al principio, ¿para qué
sirve la ley? Él nos está diciendo aquí, ¿cuál es el propósito de la ley?
Bueno, él dice que fue, Añadida a causa de las transgresiones, hasta que
viniese la simiente. Esa pequeña palabra “hasta” que habla del tiempo
es muy importante. Quiere decir que era algo temporal. La ley fue
dada simplemente por un intervalo de tiempo entre Moisés hasta el
tiempo de Cristo. La ley fue dada por Moisés, pero la gracia y la verdad
vino por el Señor Jesucristo, según dice Juan. (Véase Jn. 1:17) Hasta
que viniese la simiente. Como usted puede darse cuenta, era algo en
realidad temporal. Es muy importante que nosotros nos demos cuenta
de eso. Era una medida temporal.
La ley fue dada; fue añadida, se nos dice, a causa de las transgresiones.
Se dio para revelar, no para quitar el pecado. No fue dada para

423
• J. Vernon McGee •

mantener al hombre aparte del pecado, porque en realidad el pecado ya


estaba aquí, era para demostrar al hombre mismo que él era un pecador
natural, perverso, crudo ante Dios. Cualquier hombre que sea honesto,
honrado, se mira a sí mismo bajo la luz de la ley y puede apreciar que es
culpable. No fue dada para probar que todos los hombres son pecadores.
Tampoco fue dada como una norma por la cual usted y yo podemos
llegar a ser santos, como están diciendo muchos liberales en la actualidad.
Amigo, usted nunca puede llegar a ser santo de esa manera porque,
primeramente, uno no puede cumplirla ni dentro ni fuera de uno. Hay
muchos en el día de hoy que piensan que el hombre llega a ser pecador
cuando comete algún acto pecaminoso, que hasta ese momento ha sido
una persona muy buena, y cuando fracasa y comete pecado, entonces se
convierte en pecador. Pero eso no es cierto. Por el contrario, es porque
el hombre ya es pecador, que comete el acto de pecado. Un hombre
miente. ¿Por qué? Porque es mentiroso. Un hombre roba, ¿por qué?
porque es ladrón. Ahora, él no llega a ser mentiroso cuando dice alguna
mentira. Usted recuerda lo que dice la Escritura. Todos los hombres son
mentirosos. Ahora, yo no digo eso de mí mismo. Dios es quien lo dice.
A veces cuando uno comienza el día, no deja pasar mucho tiempo y ya
tiene problemas. Les podemos echar la culpa a otras personas, pero uno
muy tempranito llega a ser mentiroso. Alguien lo encuentra a uno, lo
saluda y le dice: “Qué lindo día, ¿verdad?” Pues bien, si uno quiere decir
la verdad, es un día frío, lluvioso, no es lindo de veras. Sin embargo,
uno contesta: “Sí, muy lindo”. Y uno miente. Luego le preguntan: “¿Qué
tal, cómo se siente?” En realidad, uno no se siente bien y debiera decir:
“Bueno, tengo un mal gusto en la boca, no me siento muy bien”. Pero
uno no dice eso, sino que contesta: “Yo me siento muy bien, gracias”.
Como usted puede ver, uno ha mentido dos veces en la primera cosa
que hace, con la primera persona que encuentra en la mañana. Es algo
natural el hacer eso para nosotros, amigo. Hay algunos que decimos
mentiras peores o más serias que ésas, ¿y por qué lo hacemos? Bueno,
todos tenemos esa misma naturaleza. La ley fue dada para demostrar que
somos pecadores y que usted y yo necesitamos un Mediador, Alguien
que esté entre nosotros para ayudarnos.
¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En
ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar,
la justicia fuera verdaderamente por la ley. [Gá. 3:21]
424
Gálatas, Un Comentario

¿Ve usted? Si hubiera existido otra forma para salvar a los pecadores,
amigo, Dios la habría utilizado. Él hubiera dado una ley si eso hubiera
sido posible.
Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que
la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los
creyentes. [Gá. 3:22]
Usted aprecia que la ley trajo la muerte porque el alma que pecare, ésa
morirá, dice en Ez. 18:20. Como lo encerró todo bajo pecado, entonces
todo murió. Ahora, lo que se necesitaba por tanto era vida. Hemos
visto que la ley trae la muerte, y eso es todo lo que hace, traer muerte.
No es en realidad el grado sino el mero hecho del pecado lo que nos
trae la muerte, de modo que todos somos igualmente muertos, de igual
manera, todos estamos en la misma necesidad. Usted no puede haber
cometido un gran pecado como el cometido por Hitler, por ejemplo;
pero usted y yo tenemos la misma clase de naturaleza.
Fue Goethe, ese gran filósofo poeta alemán—algunos de los
profesores universitarios de la actualidad están diciendo que él tenía
cualidades que lo destacaban como figura cumbre en la literatura
mundial—pero, en fin, fue él quien dijo: “Yo nunca he visto cometer
algún crimen que yo también no hubiera sido capaz de cometer”. O
sea que, él reconocía que tenía esa clase de naturaleza; por tanto, no es
simplemente el grado, sino el mismo hecho del pecado que trae muerte,
el hecho de que usted es un pecador. Es la gracia misma de Dios que
ha evitado que la mayoría de nosotros fuésemos a parar a la cárcel. De
seguro que eso es una realidad en nuestro caso.
Permítame ilustrar lo que quiero decir, de que es el hecho, el acto
de pecado y no el grado. Supongamos que estamos en un edificio muy
alto, digamos de 24 pisos de altura. Arriba, en la azotea de ese edificio se
encuentran tres hombres. Llega el capataz y les dice: “Tengan cuidado,
no vayan a salirse de la azotea porque se pueden caer; y si eso pasa
se van a matar”. Uno de los hombres que está en la azotea dice: “Este
capataz está loco, siempre está tratando de asustarnos. Yo no creo que
si uno se cae de aquí va a morir”. Deliberadamente camina hacia la
pared del edificio y salta al vacío. ¿Sabe una cosa, amigo? Él ya está
muerto. Puede ser que al pasar por el décimo piso puede haber alguien
en la ventana mirando y le dice: “¿Cómo van las cosas?” A lo que este

425
• J. Vernon McGee •

hombre contesta: “Hasta ahora van bien”. Pero, amigo, él todavía no ha


llegado al pavimento; la muerte le está esperando allí. El capataz tenía
razón, ese hombre muere.
Ahora, supongamos que uno de los otros dos hombres que quedaron
allá arriba, cuando escuchó decir eso al capataz, se asustó tanto que
salió corriendo hacia las escaleras para descender, pero accidentalmente
resbala en el piso y lo hace con tan mala suerte que sale disparado hacia
el vacío. Usted ya sabe lo que pasa, él también muere.
Ahora, tenemos al tercer hombre. Digamos que unos criminales
estaban allí arriba, y este hombre era su enemigo y ellos lo toman y lo
arrojan al vacío. Bueno, usted ya sabe el resultado, él también encuentra
la muerte. Ahora, permítame preguntarle amigo, “¿el hombre que fue
arrojado al vacío está menos muerto al golpear contra el pavimento,
que el hombre que saltó deliberadamente?” Es interesante eso, ¿verdad?
Como usted puede darse cuenta, todos ellos han quebrantado la ley de
la gravedad, y esa ley es algo inevitable para todos ellos. Ése es el hecho,
como puede ver, y no el grado. Murieron porque cayeron al vacío.
Ahora, lo interesante que tenemos que notar aquí es, si la ley de
gravedad que los arrastró a ellos a la muerte, eso mismo que los mató,
¿puede acaso, darles vida ahora? Claro que no. No, no les puede dar
vida. La ley, amigo, no le puede dar vida a usted, como tampoco puede
recibir vida de la ley natural después que ha caído al vacío y hallado
la muerte. Usted no puede hacer retroceder este proceso y regresar
al edificio, como a veces uno puede ver que se hace en una película.
Uno tiene aquí lo siguiente, que la ley del pecado obra de esa manera.
La muerte es el resultado del pecado. La ley del pecado no sabe nada
de circunstancias atenuantes. No sabe nada de misericordia, no tiene
elasticidad. Es inflexible, inexorable. Es inmutable. El alma que pecare,
ésa morirá. Dios le dijo a esa pareja que estaba en el jardín del Edén:
Porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. (Gn. 2:17) Éxodo
34:7, dice ...y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado... De
modo que, todos, hemos pecado, y por la ley, todos estamos muertos. La
ley nos ha dado muerte. Pablo la llama el ministerio de muerte. (Véase
2 Co. 3:7) Es la ministración de la condenación, la ley nos condena a
todos nosotros.

426
Gálatas, Un Comentario

¿Puede entonces dar vida la ley? Amigo, eso es imposible, como si la


caída desde ese edificio tan alto pudiera darle vida a aquél que murió a
causa de esa misma caída. Si la ley le ha ajusticiado, entonces el propósito
de la ley por tanto, nunca era de dar vida. Era para demostrarnos que
nosotros somos pecadores culpables ante Dios.
Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo
la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada.
[Gá. 3:23]
Hasta que vino el Señor Jesucristo, la ley tenía misericordia
porque tenía un propiciatorio. Tenía un altar donde se podía ofrecer
sacrificios por el pecado, y se podía obtener perdón y también hallar
allí misericordia. Todo esto estaba señalando hacia Cristo. Pero antes
de que viniese la fe, Pablo dice que nosotros debíamos permanecer bajo
la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada.
De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos
a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.
[Gá. 3:24]
De manera que la ley ha sido nuestro ayo. Lo correcto sería decir:
De manera que la ley es nuestro ayo. Ahora, ¿Qué es lo que quiere decir
con esto de “nuestro ayo?”
Note lo que Pablo está diciendo aquí: que Dios no acepta la obra de
ningún hombre para salvación. Él dice que la justicia del hombre es
como trapos de inmundicia a los ojos de Dios. En Romanos 4:5, expresa
con claridad: más al que no obra, sino cree en Aquél que justifica al
impío, su fe le es contada por justicia. Dios no acepta el guardar la ley.
Él rechaza el aceptar eso en la actualidad. Pablo está expresando con
claridad aquí, que la ley no puede salvar; lo único que traía era muerte.
En realidad, la ley no fue dada para salvar a los pecadores; por tanto,
la ley no puede quitar el pecado; la ley revela el pecado, no evita que
uno cometa el pecado, porque el pecado ya había llegado. Demuestra
que el hombre no es como se lo presenta en algunas películas como un
pecador sofisticado o refinado y bien preparado. En realidad, el hombre
es un pecador vulgar, indecente, injusto.
Yo quisiera utilizar una ilustración que puede ser de ayuda para
aclarar esto. Es quizá algo demasiado casero, rústico, y espero que usted

427
• J. Vernon McGee •

no se sorprenda de lo que voy a decir. Lo voy a llevar, al baño de la


casa, y espero que usted no me entienda mal. La televisión hace eso hoy
muchas veces, ¿verdad? Siempre muestran a alguien que está bañándose
en alguna bañera, y muestra todo lo que uno necesita en el baño, en
especial los jabones. Vámonos pues, al baño de la casa. Estoy seguro de
que usted que está leyendo en este momento, tiene en su hogar un baño
en el que tiene un lavamanos, y sobre él tiene un espejo. El lavamanos
tiene un propósito y el espejo también tiene un propósito. Digamos
que usted se manchó la cara; usted va al baño, se mira en el espejo y
allí puede notar la mancha que tiene en el rostro. ¿Qué es lo que usted
hace? Usted no usa el espejo para limpiarse esa mancha, ¿verdad? No
creo que usted lo pueda hacer. Si usted ve una mancha en su rostro y se
acerca al espejo, y pasa su rostro por el espejo para quitarse la mancha,
y si alguien de su familia viene y lo ve haciendo eso, bueno, quizá le dé
lástima por su condición y llame a un psiquiatra y haga una cita con él
para que lo revise y analice que anda mal con usted.
Eso no ocurre en mi casa porque no somos tan cándidos como para
realizar una tarea como ésa, utilizando el espejo. Pero en la actualidad
tenemos a mucha gente en nuestras iglesias que están tratando de
limpiar sus manchas con el espejo que es la ley de Dios, y piensan que
con eso se la pueden quitar. Usted no se quita la mancha tratando de
limpiarse con el espejo, amigo. Como usted puede darse cuenta, la ley
revela. La Palabra de Dios es el espejo y revela lo que somos nosotros,
que somos pecadores y que no llegamos a alcanzar la gloria de Dios. Eso
es lo que revela la ley.
Gracias a Dios que debajo del espejo está el lavamanos, y es allí donde
uno se puede quitar la mancha. “Lávame, lávame en Tu sangre, Oh,
Cordero de Dios; y con alma limpia me presentaré en Tu hogar tan
glorioso de amor”. Así es que tenemos dónde lavarnos. La ley prueba
que el hombre es un pecador, pero nunca lo hace un santo. La ley fue
dada, nos dice el Apóstol Pablo en Ro. 3:19, para que cada boca fuese
cerrada, y para que todo el mundo sea mostrado culpable ante Dios.
Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo. [Gá. 3:25]
La palabra en griego que se utiliza aquí es pedagogos, que quiere decir,
“conductor de niños”. En el hogar de los romanos en esa época, había
ciertos esclavos o siervos que tenían a su cargo a los niños. También, por
428
Gálatas, Un Comentario

ejemplo, tenían a otros siervos que estaban a cargo de las herramientas


de la casa, el arado, de las carrozas, del ganado, y todo eso. También
había otro siervo que estaba a cargo de llevar las cuentas del dueño, los
libros, los asuntos personales y del banco, el dinero y cosas por el estilo.
También estaba el siervo que cuidaba de los niños. Este esclavo tenía
la responsabilidad de educar y asistir constantemente a los niños hasta
cuando éstos llegaran a la mayoría de edad. Ellos los tomaban cuando
recién nacían y prácticamente los criaban. Era el esclavo quien estaba
a cargo de cuidar su ropa y cuidarlos en general; de darles su alimento;
y si había necesidad, era quien los castigaba también. Llegaba el día
cuando la criatura tenía que ir al colegio y este pedagogo lo tomaba
de la mano y lo llevaba al colegio, y lo dejaba con el maestro o con la
maestra. De allí pues, es de donde se toma esta palabra “pedagogo”. De
allí sacamos la palabra “pedal”, que tiene que ver con nuestros pies, y
“agogos” que quiere decir guiar. Esto quiere decir simplemente, como
acabo de mencionar, que este siervo tomaba a niño de la mano y lo
llevaba al colegio, y lo dejaba con el maestro. Entonces, la base de todo
esto es pedagogos.
La ley era también “pedagogo”. La ley nos toma de la mano y nos
lleva a la cruz de Cristo, y nos dice: “Pequeño, allí está tu Salvador.
Tú debes confiar en El”. Como usted puede ver entonces, la ley nos
guía hacia Cristo. Llegamos ahora a otra sección maravillosa. No que la
anterior no haya sido maravillosa, sino que es un poco diferente.
Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
[Gá. 3:26]
Pablo nos va a mostrar aquí en lo que resta de este capítulo y también
en la primera parte del capítulo 4, algunos de los beneficios que
recibimos al confiar en Cristo, y que nunca podríamos recibir bajo la
ley. En otras palabras, la ley nunca le dio al creyente la naturaleza de un
hijo de Dios. En cambio, Cristo sí puede hacer eso. Sólo la fe en Cristo
nos puede hacer hijos de Dios. La ley nunca nos hace hijos de Dios.
Observe esto por un momento. Pablo dice: pues todos sois hijos de
Dios. Había un predicador que solía decir: “los hijos legítimos de Dios”,
y alguien en cierta ocasión se acercó y le preguntó: “¿Hay acaso alguna
otra clase de hijos que tenga Dios que no sean legítimos?” Pues bien,
esa advertencia era correcta. Él no tiene sino una sola clase de hijos, y

429
• J. Vernon McGee •

ésos son los legítimos hijos de Dios. Uso ese término simplemente para
darle más énfasis a lo que estoy diciendo. Pero, usted ha sido hecho un
hijo legítimo de Dios por fe en Cristo Jesús. Eso es todo lo que necesita.
No hace falta la fe más algo, que da como resultado salvación, sino que
es la fe y nada más. La fe sola es lo que lo hace a usted un hijo de Dios.
No hay otra cosa que lo pueda hacer un hijo de Dios.
Note lo que dice aquí: pues todos sois hijos de Dios, ¿cómo? por la fe
en Cristo Jesús. Repito, no es la fe y algo más, es simplemente fe. Usted
puede haber notado que el israelita, la persona individual en el tiempo
del Antiguo Testamento bajo la ley, nunca llegó a ser un hijo de Dios.
Dios llamó a la nación de Israel “Su hijo”. Él dice: Israel, Mi hijo. (Véase
Ex. 4:22) En éste, se incluía a toda la nación junta y era tomada como
un hijo, a la que también se la llamaba la nación electa. Pero esta nación
elegida era generalmente el remanente. El israelita individualmente
nunca fue llamado hijo de Dios. ¿Cómo se lo llamaba, entonces? Se le
llamaba siervo de Jehová o siervo de Dios.
Por ejemplo, tenemos a Moisés. ¿Cómo se dirigía Dios a Moisés?
Moisés estaba íntimamente relacionado con Dios, y Dios decía de él:
Moisés, Mi siervo ha muerto. (Véase Jos. 1:2) Eso es lo que Él dijo
al final de la vida de Moisés. Ése era el epitafio. Eso era lo mejor que
Dios podía decir de Moisés. Moisés, Mi siervo. Tenemos también a un
hombre que ocupaba un lugar especial en el corazón de Dios, David, y
Dios también llamó a David Mi siervo. (Véase 1 R. 11:38)
Si usted hubiera podido cumplir con la ley, cosa que no lo puede
hacer, hubiera sido su justicia. Pero su justicia en realidad es inferior a la
justicia de Dios. Nunca puede alcanzar a la justicia de Dios, y hace falta
la justicia de Dios para hacerlo. En el Nuevo Testamento se nos enseña
esto, en San Juan 1:12: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen
en Su nombre, les dio potestad—y esa palabra allí es exousían, “poder, la
autoridad, el derecho”—de ser hechos hijos de Dios. El Señor Jesucristo
dijo una noche a un principal de los judíos que se llamaba Nicodemo—
él era un religioso ciento por ciento; y él tenía una religión que había
sido dada por Dios Mismo. Era algo que ya no servía como antes, pero
él la estaba cumpliendo de una forma muy meticulosa, y nuestro Señor
Jesucristo le dijo: Os es necesario nacer de nuevo. Nicodemo no era un
hijo de Dios, y por eso Él le dijo os es necesario nacer de nuevo. Deseo

430
Gálatas, Un Comentario

expresar bien claro esto aquí y voy a ser bastante dogmático en cuanto
a esto. Sus oraciones, amigo, su separación fundamental, sus dones de
los cuales usted se puede jactar el día de hoy, y su bautismo; ninguna de
estas cosas puede lograr que usted llegue a ser hijo de Dios. Lo único
que lo hace a usted un hijo de Dios es la fe en Jesucristo. Eso es lo que
Pablo nos está diciendo aquí.
Permítame hacer una declaración que creo es muy necesaria. Quizá
yo sea un poco rudo al hacerlo, pero es necesario. La herejía más
detestable, condenable, que se haya diseminado por este mundo, es la
herejía de la “paternidad universal de Dios” y la “fraternidad universal
del hombre”. Los que la sustentan dicen que “todos somos hijos de
Dios”. Nos sentamos ante consejos, en conversaciones diplomáticas con
algunos de los delincuentes más grandes que el hombre haya conocido.
Hablamos de ser honrados y honestos y que hoy todos somos iguales
hijos de Dios. Que debemos actuar como los hijos de Dios. Pues bien,
el Señor Jesús nunca dijo nada así, nada parecido a eso. Él miraba a los
principales de los judíos, a los religiosos de ese día y les decía: vosotros
sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis
hacer. No fui yo, quien dijo eso. Fue el Señor Jesucristo Mismo quien
lo dijo. Evidentemente, existía alguien en Su día que no era hijo de
Dios. Creo que el diablo todavía tiene a muchos de sus hijos andando
de un lado para otro en este mundo. No todos ellos son hijos de Dios.
La única forma en que usted puede llegar a ser hijo de Dios es mediante
la fe en Jesucristo.
Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo,
de Cristo estáis revestidos. [Gá. 3:27]
Espero que usted no esté pensando que este bautismo que aquí se
menciona, es el bautismo por agua. El bautismo por agua es siempre
un rito bautismal y creo en él, creo en ese rito con todo mi corazón.
Creo que cada creyente debe ser bautizado y debe ser bautizado por
inmersión; creo que eso representa lo que se menciona de un bautismo
real. Este bautismo que se menciona aquí en este versículo es el bautismo
del Espíritu Santo, y usted amigo, lo recibe en el momento mismo en
que confía en el Señor Jesucristo.
¿Qué es lo que hace? Lo toma a usted y lo pone en el cuerpo de los
creyentes. El Apóstol Pablo dice: Por un Espíritu todos somos bautizados

431
• J. Vernon McGee •

en el cuerpo de Cristo. Eso quiere decir, que somos identificados, que


estamos colocados en realidad y en verdad, en el cuerpo de los creyentes,
la iglesia. Usted se ve en Cristo, amigo; Dios lo ve en Cristo y por tanto,
lo ve a usted perfecto. Usted no puede agregar nada a eso.
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay
varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo
Jesús. [Gá. 3:28]
En este cuerpo de los creyentes no hay ni judío ni griego; esto es
lo único que puede borrar las divisiones raciales cuando usted llega a
Cristo. Cualquier hombre que está en Cristo es mi hermano y no importa
cuál es el color de su piel; es el color de su corazón lo que me interesa.
Hay muchas personas blancas que andan por allí con corazones negros,
amigo, y ellos no son mis hermanos. No importa lo que usted diga.
Es sólo en Cristo Jesús, que nosotros somos hechos UNO. ¡Gracias a
Dios por eso; me regocijo en eso! Recibo cartas de personas de todas las
razas, respondiendo a los programas radiales y nos llaman hermanos,
y yo los llamo hermanos. ¿Por qué? Porque somos hermanos. Vamos a
estar juntos por toda la eternidad, si estamos en Cristo Jesús. Ya no hay
judío, ni griego, ni hay esclavo ni libre.
Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de
Abraham sois, y herederos según la promesa. [Gá 3:29]
Ahora, ¿cómo es eso? Y herederos según la promesa debido a que
Abraham fue salvo por la fe, y nosotros somos salvos por la fe. Abraham
presentó un pequeño sacrificio que señalaba hacia la venida de Cristo.
Él ya ha llegado y lo hizo en cierta ocasión y yo miro hacia atrás en la
historia, en la época cuando Él vino hace más de 2000 años; vino el Hijo
de Dios y murió en la cruz por mí, para que yo tuviera vida. Hoy yo
confío en Él y soy del linaje de Abraham. Yo tuve el privilegio de hablar
a un grupo de judíos en cierta ocasión, y al comenzar mi discurso dije:
“Para mí, siempre ha sido un privilegio el hablar a los hijos de Abraham”,
y todos ellos sonreían. Luego, dije: “Porque yo también soy un hijo de
Abraham”—y a ese punto ellos ya no sonreían más. En realidad, algunos
de ellos tenían una pregunta dibujada en sus rostros y con razón.
¿Por qué? Porque si yo estoy en Cristo y usted está en Cristo, ambos
pertenecemos al linaje de Abraham y somos herederos según la promesa.
Esto es algo maravilloso.
432
Gálatas, Un Comentario

CAPÍTULO 4

Al llegar al capítulo 4 de esta epístola, todavía nos encontramos en la


sección de la “justificación por fe”. Aquí, en este cuarto capítulo, vemos
que hay algo más que se da por medio de la fe en Cristo y que usted
nunca puede obtener por las obras de la ley. Es decir, que usted puede
obtener por la fe la posición de hijo de Dios. Cuando decimos eso, lo
lleva a usted a ocupar el lugar de un hijo ya maduro, que ha llegado a
la mayoría de edad. En realidad, nosotros somos como niños cuando
comenzamos y tenemos que crecer hasta alcanzar la madurez. Pero eso
nos da la posición de un hijo ya maduro, ya que se nos da una capacidad
que no tendríamos de otra manera. Quisiéramos que usted note esto
y nuevamente necesitamos ver la parte básica utilizada por Pablo para
presentarnos esto.
Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño,
en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo. [Gá.
4:1]
La palabra que se utiliza aquí para “niño” no es la misma palabra que
se usó en 3:26; allí se utilizaba como “los hijos de Dios”; y la palabra
utilizada era juíos, mientras que aquí se usa la palabra nepíos. Esto
quiere decir “hijos pequeños”. Quiere decir probablemente niños
que aún no han llegado a la adolescencia; son los pequeñitos de la
familia. Pablo dice pues, que entre tanto que el heredero es niño—es
decir, mientras que él continúe siendo inmaduro—en nada difiere del
esclavo, aunque es Señor de todo. Nuevamente debemos regresar a los
tiempos romanos y a las costumbres de esa época para poder entender
la ilustración que Pablo nos presenta en este pasaje.
Dije antes que en un hogar romano había ciertos siervos o esclavos
que estaban a cargo de las diferentes posesiones de su dueño. Algunos
estaban a cargo de sus bienes, otros de su ganado, otros estaban a cargo
de sus negocios y de sus cuentas bancarias; llevaban los libros para el
dueño. Había otros aún que estaban a cargo de los niños. Cuando nacía
un bebé en ese hogar, el siervo o el esclavo lo tomaba, lo cuidaba, lo
vestía con un trajecito para jugar y él no se diferenciaba en nada del
resto de los niños que los siervos allí tenían. Este niño era tal cual ellos.

433
• J. Vernon McGee •

Él tenía que obedecer al esclavo, tenía que hacer lo que éste le decía.
Sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo
señalado por el padre. [Gá. 4:2]
¿Qué tiempo era ése? Pues bien, ése era el tiempo en que el padre
reconocía que este hijo ahora era capaz de tomar decisiones por sí
mismo. Entonces él lo lleva a ocupar la posición de un hijo ya maduro.
Era una ceremonia que ellos tenían en ese entonces, y cuando el
muchacho alcanzaba la mayoría de edad, y quien decidía cuando llegaba
ese tiempo era el mismo padre. Él era quien decía cuándo el joven
llegaba a la madurez. No era una ley arbitraria como las que tenemos
en la actualidad; antes en algunos países era a los 21 años; ahora es a los
dieciocho. No quiero que usted me entienda mal; creo que hay algunas
personas que son tan maduras a los 18 años como lo serán a los 21 años;
y francamente hablando, pienso que hay algunos que a los 65 años de
edad todavía no han alcanzado la madurez. Pero en aquellos días era el
padre quien decidía cuándo los hijos habían llegado a la madurez, en lo
que a los muchachos se refiere. Luego ellos tenían una ceremonia que
se llamaba toga virilis. En esa ceremonia el padre le colocaba un manto
sobre los hombros del joven, le daba su anillo, es decir el anillo del
padre, y ahora este joven era reconocido como un hijo ya adulto. Él ya
había llegado a la mayoría de edad. Él tenía esa posición en la familia.
Observe esto por un momento. Creo que lo podemos apreciar
mejor por medio de una ilustración. Tenemos una familia romana
en el tiempo de Pablo. El padre pertenece al pretorio. Él forma parte
de la guardia pretoriana, la guardia personal de César. Esto quiere
decir que él era un comandante. Entonces Cesar decide llevar a cabo
un ataque contra Galia, porque allí se encontraban en ese entonces
gran cantidad de paganos. ¿Sabe usted quiénes eran ellos? Ellos eran
nuestros antepasados; creo que eran los suyos también. Créame,
ellos eran muy paganos. César entonces quería quitarlos de ese lugar;
ellos eran un grupo de bárbaros y él no los quería dentro del imperio
romano. El imperio romano era muy civilizado. Así es que él va a este
lugar y los quita de allí. Esa campaña militar que él pensaba iba a durar
sólo un año, se convirtió en algo que duró como tres años. Así es que
este padre, quien dejaba a su familia, con un jovencito en su hogar y
su esposa de la cual él se había despedido, termina estando tres años

434
Gálatas, Un Comentario

ausente de ellos. Ahora, él regresa de la guerra, y por supuesto toda la


familia se halla muy contenta de volver a verlo. Al llegar del largo viaje
él se va a lavar y afeitarse. En un momento se lo escucha llamando a
grandes voces, y dice: “¿Quién ha estado usando mi máquina de afeitar
eléctrica?” Por supuesto que en esos días no tenían máquinas de afeitar
eléctricas, amigo, pero como quiera que sea a él le sorprende esto.
Todos los siervos se acercan corriendo y le dicen: “Fue su hijo quien
la estuvo usando”. Él dice: “No me van a decir que mi hijo está ya tan
crecido que necesita usar mi máquina de afeitar”.
Usted puede apreciar que él no deja que su barba crezca ya que ha
estado usando la máquina de afeitar del papá. Entonces el padre dice:
“Llámenlo aquí”. Así lo hacen, y el padre lo mira fijamente y entonces
va y coloca su brazo en los hombros del muchacho y le dice: “Hijo, no
me había dado cuenta de lo crecido que estabas. Vamos a tener que
celebrar la ceremonia de toga virilis. Vamos a hacer de ti un hijo ya
maduro”.
Así es que ellos invitan a los tíos y las tías, a los abuelos y abuelas,
y todos se reúnen y este joven es hecho un hijo maduro. Él tiene su
anillo, y lo puede utilizar como su firma cuando lo pone en la cera, es la
misma firma que tiene su padre; porque usted sabe que el padre no sabe
escribir ni tampoco lo puede hacer el hijo. Así es que ellos utilizan esos
anillos para firmar. Pero él tenía la misma autoridad que el padre; ahora
él había sido colocado en esa posición y el siervo que antes lo castigaba
cuando desobedecía, pues mejor que no lo hiciera ahora porque el joven
lo puede castigar a él. Él ha sido ubicado ahora en el lugar de un hijo que
ha alcanzado la mayoría de edad. ¿Qué es lo que todo esto quiere decir?
Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos
en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. [Gá. 4:3]
Eso quiere decir que estaban bajo la ley. Pablo dice aquí que ésa era
la niñez de la nación de Israel, cuando ellos estaban bajo esas reglas y
mandamientos.
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios
envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley.
[Gá. 4:4]

435
• J. Vernon McGee •

El señor Jesucristo había nacido bajo la ley, había nacido de una


mujer. Ella era una mujer judía. Hace algún tiempo resultó una mujer en
la costa occidental de Estados Unidos diciendo que el Señor Jesucristo
no pertenecía a ninguna nación; que en lo que a raza se refiere Él no
pertenecía a ninguna raza. Eso es algo completamente sin sentido. Eso
es tomar una posición que no lleva absolutamente a ninguna parte.
La mujer que se encontró con el Señor Jesucristo al lado del pozo de
agua en Samaria, creo que sabía mucho más que esta otra mujer que
acabo de mencionar. Ella le dijo al Señor: ¿Cómo Tú, siendo judío, me
pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? (Jn. 4:9) Ella pensaba
que Él era un judío, y el Señor Jesucristo no la corrigió. Así es que
tomo la posición que ella estaba en lo correcto, y si no le parece mal,
yo creo que debo seguir lo que ella piensa, y no lo que dicen algunas
de esas personas que están un poquito tocadas en la cabeza, y que están
tratando de menospreciar que en realidad el Señor Jesucristo, según la
carne, era judío. Él tenía una humanidad perfecta, Él también era Dios
manifestado en la carne. Hay personas que se están metiendo en lo que
no deben cuando tratan de cambiar estos hechos. Permítame decirle,
amigo, que el único Jesús histórico que tenemos es Aquél a quien se
refiere ese antiguo credo de la iglesia que dice: “Él es tan hombre como
el mismo hombre, y tan Dios como el Mismo Dios”. Yo concuerdo con
eso porque eso es exactamente lo que la Palabra de Dios enseña.
¿Cuál era el propósito de Dios en mandar a Su Hijo?
Para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de
que recibiésemos la adopción de hijos. [Gá. 4:5]
Para que redimiese a los que estaban bajo la ley. Ellos eran niños
antes. Es que la ley nunca hizo a nadie hijo de Dios.
Adopción aquí no quiere decir lo mismo que lo que entendemos
por esta palabra en la actualidad. En el día de hoy quiere decir que una
pareja, que por lo general no ha podido tener hijos propios, van a cierto
hogar donde tienen niños para ser adoptados y ellos allí encuentran un
niño que les gusta, sienten amor hacia ese pequeño y luego lo adoptan.
Eso llega a ser algo legal. Tiene que pasar por las autoridades y luego
ese niño llega a ser hijo de ellos. Eso se llama “adopción”. Pero eso
no es lo que tenemos aquí. En realidad, aquí, es el mismo hijo propio
de este hombre. Es de eso que yo estaba hablando hace un momento
436
Gálatas, Un Comentario

cuando mencioné esa ceremonia de toga virilis. Es decir, él es colocado


en la familia de Dios, él es adoptado como un hijo ya maduro y es capaz
de comprender la verdad divina. La palabra en griego es juiothesía, que
quiere decir “colocado como hijo”. Él es colocado ahora como un hijo
adulto de Dios.
No creo que usted pueda sacar la verdad de la experiencia, pero
ciertamente puede utilizar la verdad y luego usted tiene alguna experiencia
que la corrobora; entonces llega a ser cierto. Pues bien, 1 Corintios 2:9-
10, dice: Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído
oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado
para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu;
porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Lo que
esto quiere decir es lo siguiente: Que la verdad que está en la Palabra de
Dios puede ser interpretada solamente por el Espíritu de Dios. Usted no
la puede entender, sino hasta cuando Él la interprete. Únicamente Él es
quien puede interpretar la Palabra de Dios. Eso es lo que hace la diferencia
en algunos hombres en la actualidad. Un hombre puede venir a la Palabra
de Dios con una mente brillante; puede aprender muchas cosas acerca de
la historia, puede estudiar la arqueología, y puede aun estudiar el idioma;
él puede llegar a ser un experto en leer el hebreo o el griego, pero aún
así, puede estar equivocado en el significado. ¿Por qué? Porque el Espíritu
de Dios es el Maestro. El Espíritu de Dios es quien nos enseña. Aun el
profeta Isaías decía eso: Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha
visto a Dios fuera de Ti, que hiciese por el que en Él espera. (Is. 64:4) Es
decir, por Cristo. Si usted quiere conocer algo acerca de Cristo, el Espíritu
de Dios se lo revelará, pero únicamente Él lo puede hacer. Quiere decir,
entonces, que el creyente que es ya maduro, que ha estado en la Palabra de
Dios por muchos años, es tan impotente al estudiar la Biblia como lo es un
bebé recién nacido en Cristo, porque el Espíritu de Dios es quien tiene que
enseñarles a ambos.
Cuando comencé en el ministerio, estaba muy atrasado en cuanto a
mis compañeros, cuando comencé a ir al Seminario. Yo había estado sin
estudiar por varios años. Al principio, yo era el más joven de mi clase, pero
tuve que abandonar mis estudios debido a la muerte de mi padre. Cuando
regresé a mis estudios, tres o cuatro años más tarde, era el mayor de la
clase. Tuve que estudiar más fuerte para alcanzar a los demás. Me di cuenta
entonces, que era muy ignorante en cuanto a la Biblia. Nunca había visto

437
• J. Vernon McGee •

una Biblia en mi hogar y nunca había oído orar a nadie. Ni siquiera


conocía los libros de la Biblia. En realidad, yo era muy ignorante. Nadie
podía haber sido más ignorante de la Palabra de Dios de lo que yo era.
Así lo sentía yo. Al comienzo, yo pasaba mucho tiempo tratando de
aprender de memoria los libros de la Biblia, así como muchas de las
cosas que ni siquiera sabía antes. De modo que desarrollé lo que podría
llamarse un complejo de inferioridad. Cuando me levantaba a predicar,
siendo un joven predicador, y veía a personas ancianas en el auditorio,
pensaba para mí: “Lo que voy a decir hoy va a ser muy infantil para
esas personas allí, porque ellos realmente conocen la Biblia”. Pero me
di cuenta de que hay muchas personas que tienen llenas de canas las
sienes, y todavía son niños en Cristo. Nunca han crecido.
Yo aprendí una gran verdad en todo esto; y es que el Espíritu de
Dios podía enseñarme a mí como joven creyente, tanto como podía
enseñarle a un creyente ya maduro. Y tanto ese creyente maduro,
como yo, teníamos que permitir que el Espíritu de Dios fuera nuestro
Maestro. Ambos podríamos entender la Palabra de Dios, si el Espíritu
de Dios era nuestro Maestro. Eso era algo nuevo para mí y era
maravilloso. Eso hizo más por mí que cualquier otra cosa al mismo
comienzo. Amigo, al llegar a este estudio, también yo me siento tan
impotente como cualquier lector que está leyendo este estudio y que
recientemente ha aceptado a Cristo como Salvador. Pero lo que es
verdaderamente alentador es que el mismo Espíritu de Dios, que creo
me está guiando y me está enseñando, puede enseñarle a usted. Si usted
es Su hijo, Él lo trajo a usted a la posición de un hijo adulto, en la
adopción. Amigo, no hay nada más maravilloso que eso. Eso nos da
la confianza que necesitamos día a día. Quiero que usted sepa que el
Espíritu de Dios le guiará y le llevará a conocer toda la verdad si usted
simplemente desea conocerla, y si usted permite que Él sea su maestro.
Llegamos ahora, a la tercera cosa que el Espíritu de Dios puede hacer
por nosotros, y es que la fe en Cristo hace por nosotros lo que la ley
nunca podía haber hecho. Es decir, nos puede dar la experiencia de los
hijos de Dios.
Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones
el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! [Gá.
4:6]

438
Gálatas, Un Comentario

Pablo en Romanos 8:16: El Espíritu Mismo da testimonio a nuestro


espíritu, de que somos hijos de Dios. Ésa es una declaración maravillosa
también. Y si el Espíritu de Aquél que levantó de los muertos a
Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús
vivificará también vuestros cuerpos mortales por Su Espíritu que mora
en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para
que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne,
moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne,
viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos
son hijos de Dios. (Ro. 8:11-14) Si usted, es un hijo de Dios, usted va a
querer ser guiado por el Espíritu de Dios. La carne puede obtener alguna
victoria en su vida, pero nunca lo va a hacer feliz. Usted nunca va a estar
satisfecho con esto. Pues no habéis recibido—dice Pablo—el espíritu de
esclavitud para estar otra vez en temor. Usted no necesita decir: “Yo no
estoy viviendo como debería, y estoy dudando si realmente soy un hijo
de Dios”. Note bien lo que dice Pablo en Ro. 8:15-16: ...sino que habéis
recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El
Espíritu Mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de
Dios. Éste es un pasaje paralelo a lo que se encuentra aquí en la Epístola
a los Gálatas. Es realmente una edición más reducida de la otra, y yo
quería que usted la observara.
Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también
heredero de Dios por medio de Cristo. [Gá. 4:7]
El Espíritu, por tanto, nos da una experiencia. Siendo un hijo de
Dios, entonces podemos clamar, no simplemente diciendo palabras o
siendo santurrones, pero podemos decir, “Padre”. Podemos llamar a
Dios nuestro Padre, porque el Espíritu de Dios está en nuestro corazón,
es testigo ante nuestro propio espíritu. Eso nos da la experiencia de ser
hijos de Dios. Hay muchas personas en la actualidad que creen que la
única forma por la cual usted puede tener una experiencia hoy es, ya
sea alcanzando un alto grado de santificación, que usted tiene que llegar
a ser santo, o bien que usted tiene que llegar a buscar el bautismo del
Espíritu Santo como ellos lo llaman. Si usted no alcanza ese nivel, pues
entonces nunca va a tener una experiencia.

439
• J. Vernon McGee •

Permítame decirle aquí, para animar a muchos que pueden ser


débiles o creyentes nuevos, que usted puede tener una experiencia
como hijo de Dios sin necesidad de alcanzar esos niveles, porque eso
le llega a través de la fe en Cristo Jesús. Cuando algunos alcanzan
cierto nivel de espiritualidad, ellos tienen a pensar que son superiores
a los demás. Sin embargo, somos siempre los hijitos tontos de Dios.
Estamos siempre llenos de ignorancia y obstinación y pecado y miedo
y debilidades. Nosotros nunca somos maravillosos; Él es maravilloso.
El Señor Jesús es maravilloso, y fe en Él nos da una experiencia. Creo
en la experiencia, y pienso que muchas personas hoy necesitan una
experiencia con Dios.
Había un gran predicador en los Estados Unidos, que era uno de los
mejores predicadores que se haya presentado en esa nación. Se llamaba
Paul Rader. Él utilizaba declaraciones bastante vívidas, llamativas.
En cierta ocasión, cuando estaba en la plataforma dijo: “Nuestra vieja
naturaleza que está en nosotros es lo mismo que un gato muerto”.
Eso me gusta. Él continuaba diciendo: “Lo que uno necesita hacer es
tomar a ese gato de la cola y arrojarlo lo más lejos posible”. Uno puede
decir Amén a eso. “Me gustaría personalmente librarme de mi vieja
naturaleza. Honradamente hablando, mi enemigo no sabe tanto de mí
mismo como lo que sé yo. Debo decir que no lamentaría el librarme
de él”. Dicen que cada vez que este hombre decía eso, la multitud que
lo escuchaba decía: “¡Amén!” Yo también digo: “¡Amén!” Me gustaría a
mí personalmente como he dicho, poder librarme de esto. Pues bien,
en cierta ocasión se encontraba en la plataforma el Dr. Chafer, y él se
acercó más tarde al predicador y le dijo: “Paul, te olvidaste de decir que
ese gato muerto tiene nueve vidas, y que cuando tú lo arrojas lejos de ti,
él vuelve a aparecerse al día siguiente. Tendrás que volverlo a arrojar
nuevamente”. Como usted puede apreciar, amigo, nosotros nunca
llegamos a ser santos maravillosos de Dios. Tenemos esta experiencia
por fe en Cristo Jesús.
Pienso que muchas veces nosotros actuamos, realizamos nuestras
actividades en un día normal y no tenemos ninguna clase de experiencia.
La vida de algunos creyentes a veces es algo monótona, ordinaria,
sin atractivos, pero hay ciertas ocasiones, y pienso que es cuando Él
nos prueba, que tenemos una verdadera experiencia maravillosa con
nuestro Padre Celestial. Quizá muchos de nuestros lectores están
440
Gálatas, Un Comentario

siendo probados en la actualidad; así es que, note atentamente lo que


voy a referirle. Se trata de una experiencia personal mía: Recuerdo
cuando fui llevado al hospital para ser operado del cáncer. Nadie estaba
más asustado que yo, porque bueno, soy un cobarde. Simplemente no
me gustan los hospitales. Le doy gracias a Dios por ellos, pero aún así,
no me gustan. Me pusieron un camisón de ésos que le dan a uno en el
hospital que tiene la abertura en la espalda en lugar de serlo en la parte
de adelante, y estaba tratando de subir a la cama y no podía hacerlo.
Entra entonces la enfermera y me pregunta. “¿Qué le pasa, no se siente
bien?” Le contesté: “No, lo único que me pasa es que estoy muerto de
miedo”. La enfermera me ayudó a subir a la cama. Más tarde regresó y
me dijo: “Lo vamos a preparar para la operación”. Entonces le dije: “Por
favor, permítame permanecer unos momentos solo”. Yo había visitado
ese hospital muchas veces como Pastor, tal vez cientos de veces. En este
momento me sentía como Ezequías; volví mi rostro hacia la pared y
dije: “Señor, yo quiero que Tú sepas que he estado aquí muchas veces.
He consolado a la gente que estaba en el hospital, y les dije que Tú
estarías con ellos; oraba por ellos y luego me retiraba. Pero ahora no
puedo salir de aquí. Tengo que quedarme y ser operado. No sé lo que va
a suceder”. En ese momento, yo quería decirle al Señor todas las cosas
que sentía dentro de mí, y también gustaría decirle a Él en la forma en
que debía hacer las cosas. Lo único que pude decir fue: “Padre, estoy
en Tus manos; cualquier cosa que quieras hacer, hazlo; Tú eres mi
Padre”. Y verdaderamente debo decir que Él fue algo maravilloso para
mí. Debo decir, que es entonces cuando Él se convierte en una realidad
para usted. Necesitamos eso, amigo. ¡Abba, Padre!
El Espíritu Mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos
hijos de Dios. No deseo amigo, que usted tenga ningún problema.
Pero pienso que es generalmente en los momentos cuando tenemos
más dificultades que Él se presenta en una forma más real y verdadera
ante nosotros. Espero que si usted no ha tenido aún una maravillosa
experiencia con nuestro maravilloso Padre Celestial, que usted la pueda
tener. No quiero aparecer como santurrón cuando digo eso, amigo.
Ahora debemos avanzar aquí en este sentido, pero probablemente
deberíamos decir que ha habido muchos otros hombres que han
testificado sobre esto. John Paton, era un gran misionero en el
archipiélago de Nuevas Hébridas, y uno aún en el día de hoy puede

441
• J. Vernon McGee •

observar los efectos de la obra de este hombre de Dios en esa zona. Él


se dirigió a ese lugar siendo joven, acompañado de su joven esposa.
Cuando nació su primer hijo, el bebé murió y también murió su
esposa. Él los sepultó. Se encontraba entre antropófagos, caníbales.
Él estuvo sentado muchos días allí al lado de la tumba, quizá unas
dos semanas cuidando la sepultura para evitar que los salvajes de ese
lugar sacaran los cuerpos y se los comieran. Ese hombre dijo en su
testimonio que, si Dios no se hubiera manifestado de una manera
verdadero a él, si el Señor Jesucristo no se hubiera hecho a Sí Mismo
verdadero ante el misionero, él dice que podría haberse vuelto loco.
Pero Él se hace verdadero para usted, amigo. Pablo dice que él estaba
muy sólo cuando estaba en la prisión en Roma, y él dijo: “Todos los
demás me han olvidado. Pero el Señor estuvo conmigo”. (Véase 2 Ti.
4:16-17) Es maravilloso tener esa clase de Padre en la actualidad, mi
amigo. No importa lo que suceda. Él va a estar siempre con usted. En
oportunidades como esa Él dice: Nunca te desampararé, ni te dejaré.
(He. 13:5b) Es maravilloso en este mundo en la actualidad el tener a
Alguien así. Yo confío en que usted lo tenga, amigo.
Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios,
servíais a los que por naturaleza no son dioses. [Gá. 4:8]
Él está hablando del hecho de que ellos antes habían sido idólatras. El
país de los Gálatas en Asia Menor había sido entregado completamente
a la idolatría. Ellos adoraban a toda clase de ídolos en ese lugar. Y
Pablo les dice: Por naturaleza no son dioses. En realidad, Pablo estaba
hablando de ellos como si éstos no hubieran sido nada. Los ídolos
son vanidades, decía él, nada, absolutamente nada. Él dice que ellos
no podían hablar, y en 1 Co. 12:2 los llama ídolos mudos. O sea que,
ellos no simplemente son nada, sino más aún, no dicen nada. Dos ceros
juntos valen lo mismo, nada, digamos de paso. Pablo dice que ellos no
son verdaderos. No se pueden hacer verdaderos ante uno.
Mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo
conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a
los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis
volver a esclavizar? [Gá. 4:9]
Pablo está diciendo aquí que el regresar a la ley y hacer de eso un
ídolo es lo mismo que estar en la idolatría.

442
Gálatas, Un Comentario

Pablo dice: “¿Ustedes salieron de la idolatría y ahora quieren volver,


regresar a la idolatría por la ley?”
Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. [Gá.
4:10]
Guardáis los días. Pablo dice: Por tanto, nadie os juzgue en comida
o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo.
(Col. 2:16)
Los meses, probablemente se refiere a la observancia de la “luna
nueva” practicada por la gente en Israel durante el tiempo de los reyes.
Los profetas amonestaron en cuanto a esta práctica.
Los tiempos, debe ser traducido, “estaciones,” lo cual quiere decir
“fiestas.” Dios le había dado a Israel siete fiestas, pero todas ellas
señalaban al Señor Jesucristo.
Los años, se refiere a los años sabatinos. La observancia de todas
estas cosas pondría a estos creyentes gentiles completamente bajo la ley
mosaica.
Hoy escucho decir a los legalistas que ellos están guardando la ley
mosaica, pero están observando sólo el sábado. Amigo, la ley es una
sola unidad, e incluye el año sabatino, el año de Júbilo. Santiago en
su epístola, dijo, Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero
ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. (Stg. 2:10) Es decir,
ese individuo es culpable de haber quebrantado la ley.
Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con
vosotros. [Gá. 4:11]
Él lo está diciendo aquí de una manera muy suave, amable, pero lo
que dice es: “Pienso que he desperdiciado mi tiempo entre vosotros”.
Usted puede ver que lo que Pablo está diciendo es que el volverse a
la ley, ahora que ellos han sido salvos por la gracia, es lo mismo que
regresar a la antigua idolatría. “Vosotros habéis conocido a Dios no por
la ley sino por fe en Cristo Jesús”.
Ahora, esta sección de los versículos 12-18 es algo de tipo personal.
Es algo cortés y educado lo que él ha escrito en esta sección.

443
• J. Vernon McGee •

Os ruego, hermanos, que os hagáis como yo, porque yo


también me hice como vosotros. Ningún agravio me
habéis hecho. [Gá. 4:12]
En otras palabras, todos nos encontramos en el mismo nivel. En
realidad, no hay ninguna diferencia aquí, debemos reconocer eso. Ellos
han estado escuchando a los falsos maestros y lo estaban mirando a
él ahora como si fuera un enemigo porque él les estaba diciendo la
verdad. Pablo está diciendo: Estamos todos en el mismo nivel. Somos
todos creyentes, todos estamos en el cuerpo de Cristo. Teniendo esto
en cuenta, debemos ser amables uno con otro.
Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del
cuerpo os anuncié el evangelio al principio. [Gá. 4:13]
Pablo hace ahora un llamamiento a esta gente basándose en su
aguijón en la carne. ¿Cuál era ese aguijón?
Y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que
tenía en mi cuerpo, antes bien me recibisteis como a un
ángel de Dios, como a Cristo Jesús. [Gá. 4:14]
Evidentemente esa enfermedad que Pablo tenía no lo hacía muy
atractivo, y pienso que podremos ver lo que era dentro de un momento.
¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais?
Porque os doy testimonio de que si hubieseis podido, os
hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos.
[Gá. 4:15]
El aguijón en la carne que tenía Pablo probablemente era una
enfermedad de la vista. No puedo concebir que ellos hubiesen querido
quitarse sus propios ojos y dárselos a él si lo que él necesitaba era otra
pierna o si él hubiera perdido un pie o un brazo u otra cosa. Pero pienso
que la razón por la cual ellos querían sacarse sus propios ojos para
dárselos a él era que él los estaba necesitando. Aparentemente Pablo
tenía una enfermedad en los ojos que era algo común en esa parte del
mundo en esa época. Había un exceso de pus que le salía de los ojos,
y usted puede darse cuenta de que cuando Pablo estaba predicando la
Palabra tenía que haber sido algo pues, no muy atractivo. Pablo dice:
“Vosotros simplemente ignorasteis eso y me recibisteis abiertamente
cuando os prediqué el evangelio.”
444
Gálatas, Un Comentario

¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la


verdad? [Gá. 4:16]
Un predicador dijo que siempre había deseado colocar en el púlpito,
del lado del predicador, la siguiente inscripción: “Quisiéramos ver a
Jesús”. Una vez mencionó eso en una iglesia y uno de los diáconos de
aquel lugar lo hizo y quizá todavía está allí. Pero en el frente de la iglesia
él quería colocar algo más, pero nunca se animó a hacerlo. Él dijo que
deseaba haber colocado este mismo versículo que acabamos de leer:
¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad? Usted sabe
que hay mucha gente el día de hoy que no quiere que el predicador les
diga la verdad. Ellos quieren escuchar algo lindo, retórico, algo suave,
que les den palmaditas en la espalda para hacerlos sentir bien. A todos
nosotros nos gusta que nos traten de esa manera. Hay demasiado de
esto que se hace desde el púlpito, cuando no es ése el lugar para hacerlo.
La verdad debe declararse desde ese lugar.
Pablo está hablando en una forma muy personal como se puede dar
cuenta.
Tienen celo por vosotros, pero no para bien, sino que
quieren apartaros de nosotros para que vosotros tengáis
celo por ellos. [Gá. 4:17]
Pablo está diciendo que es bueno buscar siempre lo mejor, pero
los judaizantes estaban persiguiéndolos para hacerles daño. En otras
palabras, “ellos están predicando la ley a vosotros para su propio
beneficio, no para el beneficio de vosotros”. Ellos quieren poder decir:
“Hemos logrado tantos convertidos, qué bueno”. Entonces se ponen a
contar cabezas. Pablo dijo más o menos lo mismo a los corintios: Con
todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda
paciencia, por señales, prodigios y milagros. Porque ¿en qué habéis sido
menos que las otras iglesias, sino en que yo mismo no os he sido carga?
¡Perdonadme este agravio! He aquí, por tercera vez estoy preparado
para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro,
sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino
los padres para los hijos. Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y
aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque
amándoos más, sea amado menos. (2 Co. 12:12-15)

445
• J. Vernon McGee •

Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre, y no


solamente cuando estoy presente con vosotros. [Gá. 4:18]
Estos judaizantes habían ido también a Corinto. Los creyentes
corintios habían amado a Pablo, y Pablo tuvo que amonestarles en
cuanto a estos maestros falsos. Los maestros falsos a menudo son
muy atractivos. Me sorprendo al ver la presentación excelente que
muchos de ellos hacen. Todo en su presentación es hermoso y sutil,
con personas atractivas. También presentan una parte que es verdad.
Por ejemplo, escuché a un hombre que es liberal, dar la historia de la
Navidad durante esa temporada del año. Nadie podía haberla relatado
mejor que él. Pero cuando empezó a interpretarla, me di cuenta de que
él ni siquiera creía en el nacimiento virginal de Cristo. La amonestación
de Pablo, tanto a los gálatas como a los creyentes corintios, es apropiada
para nuestra generación también.

La alegoría de Agar y Sara


Luego él sigue diciendo: Hijitos míos, y aquí la palabra utilizada es
“technos”. Quiere decir “mis pequeñitos, mis recién nacidos”.
Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de
parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros. [Gá.
4:19]
Él les dice: “Yo creo que vosotros habéis nacido muertos. Vuelvo a
tener dolores de parto, para que vosotros podáis nacer de nuevo”.
Quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de
tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros. [Gá. 4:20]
Pablo deseaba estar presente con ellos para poder hablar de manera
diferente. Él estaba muy preocupado en cuanto a esta gente. Él había
usado lenguaje fuerte en su carta, pero se puede ver que él tenía un
corazón tierno.
Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis
oído la ley? [Gá. 4:21]
Ahora él vuelve a utilizar a Abraham como ejemplo. Aquí tenemos
la alegoría de Agar y de Sara. Porque hay muchos en la actualidad
que siempre están hablando acerca de los 10 mandamientos, de

446
Gálatas, Un Comentario

algún sistema legal y nunca parecen presentar el castigo. Parece que


no quieren presentar a la ley en su ministerio total, completo, de
condenación. Cuando Dios llamó a Moisés al monte para darle la ley,
¿se dio cuenta usted de los pormenores de los acontecimientos previos
en ese lugar? Éxodo 19:16-21, dice: Aconteció que al tercer día, cuando
vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesas nubes sobre
el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el
pueblo que estaba en el campamento. Y Moisés sacó del campamento
al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. Todo
el Monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en
fuego; el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se
estremecía en gran manera. El sonido de la bocina iba aumentando
en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía en voz tronante. Y
descendió Jehová sobre el Monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y
llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. Y Jehová
dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites
para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos.
Dios le dice a Moisés, ordena al pueblo que no traspase los límites.
Si usted quiere conocer algo más sobre lo que aconteció, sobre lo
que sucedió con la ley, puede mirar Éxodo 20:18-19: Todo el pueblo
observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el
monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de
lejos. Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos;
pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos. Debemos
decir, amigo, que usted y yo en el día de hoy no podemos concebir lo
santo que es Dios, y usted y yo somos como renegados en el universo
de Dios. Somos revolucionarios en este universo de Dios. Usted y yo
estamos en una posición de no obedecer a Dios; estamos en la posición
de ser pecadores perdidos en el universo de Dios sin ninguna capacidad
de seguir a Dios. Él dice que el ser carnal en mente, es muerte, pero
el pensar espiritualmente es vida y paz. Porque la mente carnal es
enemistad contra Dios. (Véase Ro. 8:6-8) No es para Dios.
Este mundo no está mejorando para nada. Este mundo se está
volviendo cada vez peor. Y ha sido bastante malo desde los días en
que Dios puso a Adán y Eva en el jardín del Edén. Porque la mente
carnal, dice, no está sujeta a la ley de Dios. No puede estar sujeta. No
me sorprende, entonces, que esta gente temblara y quisiera alejarse del

447
• J. Vernon McGee •

monte, y dijeran: “nosotros vamos a morir”. Amigo, Dios está en las


alturas y es Santo, y Él mora en la gloria. Usted y yo nos encontramos
aquí en el lodo de este mundo porque nosotros fuimos físicamente
hechos de este lodo. Andamos caminando aquí como criaturas que
tienen la audacia de andar contra la voluntad de Dios. Y ni siquiera
tenemos la capacidad para hacerlo. La mente carnal es enemistad
contra Dios. Permítame decirle que ésa es la posición del hombre aquí
en este mundo. Pablo dice: “Escuchen la ley; ustedes ni siquiera la han
escuchado y si la escucharan, díganme, los que quieren estar bajo la ley:
¿no han oído la ley?” ¿La han oído verdaderamente? ¿Saben lo que la
ley dice?
Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de
la esclava, el otro de la libre. [Gá. 4:22]
Él va ahora a hacer un contraste entre estos dos niños que habían
nacido, uno hijo de Agar, el otro hijo de Sara. Uno es Ismael y el otro
es Isaac; ¿cuál es la diferencia? Pues bien, uno era nacido de una esclava,
y el otro era nacido de una mujer libre. La mujer libre representa la
gracia, mientras que la esclava representa a la ley. Él va a hacer un
contraste de esto aquí.
Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la
libre, por la promesa. [Gá. 4:23]
Ahora, la ley de esa época, del código de Hammurabi en los días de
Abraham, decía que el hijo de una mujer esclava era un esclavo; así es
que Ismael nació como un esclavo en el hogar de Abraham, aunque él
era el hijo de Abraham.
Más el de la libre, por la promesa. Usted se da cuenta que Isaac era
el hijo de un milagro, es decir, su nacimiento fue milagroso. Abraham
ya no podía tener un hijo, y Pablo dice en su Epístola a los Romanos
que el vientre de Sara estaba muerto. Ella no podía tener un hijo. El
vientre de Sara era como una tumba, y de la muerte Dios trajo vida,
si se me permite esa expresión. El nacimiento de Isaac no fue sólo un
nacimiento, sino que fue también una resurrección, era milagroso.
Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos
pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos
para esclavitud; éste es Agar. [Gá. 4:24]

448
Gálatas, Un Comentario

Lo cual es una alegoría. Lo que él está diciendo no es: “La historia


de Abraham es una alegoría”. Algunos han intentado decir eso, debo
aclarar de paso. Pero él dice: “Esto que les ocurrió a Abraham y a sus
dos hijos nacidos de diferentes mujeres, contiene una alegoría. Tiene
un mensaje para nosotros en la actualidad”.
Pablo aquí hace un contraste entre ambos. Él dice, sacando una
lección para nosotros: Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son
los dos pactos. ¿Cuáles son esos dos pactos? “El uno proviene del Monte
Sinaí”, o sea la ley, “El cual da hijos para esclavitud; éste es Agar” Ahora
él compara a Agar con el Monte Sinaí, la ley.
Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde
a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está
en esclavitud. [Gá. 4:25]
Esta Jerusalén aquí es la Jerusalén terrestre. Esta Jerusalén, que
representa a la nación de Israel, estaba todavía bajo la esclavitud de la
ley.
Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos
nosotros, es libre. [Gá. 4:26]
Mas la Jerusalén de arriba es la nueva Jerusalén que nos presenta el
capítulo 20 del libro de Apocalipsis, y que desciende de parte de Dios
desde el cielo. Como la vieja Jerusalén es ciudad madre de aquellos que
están bajo la ley, así la nueva Jerusalén es la ciudad madre del creyente
bajo gracia. El creyente no tiene relación alguna con el legalismo ni
aquí ni en el más allá.
Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das
a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes
dolores de parto; porque más son los hijos de la desolada,
que de la que tiene marido. [Gá. 4:27]
En realidad, salieron muchos más hijos de Isaac de los que vinieron
de Agar. Hoy los árabes son menos en número que los hijos de Israel.
En esta alegoría Pablo está diciendo que Dios está salvando más bajo
gracia de los que salvó bajo la ley mosaica con el sistema sacrificatorio.
Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de
la promesa. [Gá. 4:28]

449
• J. Vernon McGee •

Nuestro nacimiento es un nuevo nacimiento y ese nacimiento viene


a ser por el hecho de que Dios ha prometido. ¿Dónde? En el evangelio
según San Juan 3:16: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquél que en Él cree, no perezca,
mas tenga vida eterna. Dios dice: “Si tú confías en Él, nacerás de nuevo”.
Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible por
la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. (1 P. 1:23)
Pero como entonces el que había nacido según la carne
perseguía al que había nacido según el Espíritu, así
también ahora. [Gá. 4:29]
El legalismo odia al evangelio, el evangelio de la gracia libre de Dios.
El legalismo lo odia. Usted puede tener problemas con esto. Cuando
comencé en el ministerio, cuando acababa de ser ordenado, un anciano
se me acercó después de haber predicado un sermón sobre la profecía, y
yo le dije: “¿Sabe? Hablar de la profecía le puede crear problemas a uno”,
y el anciano me contestó: “Vernon, tú estás equivocado, predicando
sobre la profecía nunca tendrás problemas. Por lo general vas a reunir
un buen grupo de personas. A la gente le gusta escuchar hablar de la
profecía, pero si tú predicas de la gracia de Dios, entonces sí que vas a
tener problemas”.
Ésa es la razón, por la cual el evangelio es tan recortado como lo
vemos en nuestros días. No me quisiera quejar, pero escucho muy poco
del evangelio en estos días. Me refiero a la gracia pura de Dios. Sé por
qué; porque uno es atacado por todas partes. Usted se sorprenderá de la
cantidad de cartas que voy a recibir de esta lección. La gente dirá: “Un
momento, es mejor que haga otra cosa”. Amigo, usted posee todo lo
que Dios tiene que ofrecerle en el Señor Jesucristo. Usted recibe todo,
completamente todo cuando acude a Cristo y le acepta. No me diga que
tiene que buscar alguna otra cosa en otro lugar después de haber sido
salvo, por ejemplo, algo del Espíritu Santo. El Espíritu Santo toma las
cosas de Cristo y nos las muestra. Eso es lo que quiere decir “llamar a
Cristo una maldición”; el de venir a decirnos que nosotros tenemos que
hacer algo más o pasar a través de esto o buscar aquello, que nosotros
ya hemos recibido cuando confiamos en Cristo Jesús.

450
Gálatas, Un Comentario

El hombre natural odia al evangelio de la gracia de Dios. Está en


nosotros el odiarlo porque no requiere nada de nosotros. El evangelio
glorifica a Cristo y hace que nuestros ojos lo miren a Él.
Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a
su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el
hijo de la libre. [Gá. 4:30]
Dios demandó la expulsión de la esclava y su hijo (véase Gn. 21:10).
Dios nos está diciendo en el día de hoy, “Libraos de todo lo que sea
legalista y poned todo el énfasis en Cristo Jesús”.
De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava,
sino de la libre. [Gá. 4:31]
Permítame preguntarle al terminar, amigo, si usted ha confiado
realmente en Cristo Jesús, o si está llevando algo así como una llanta
de repuesto en su pequeño ómnibus; que hoy usted piensa que está
haciendo algo, o que es algo, o tratando de obtener algo que agrega
a lo que Cristo Jesús ya ha hecho por usted en la cruz del Calvario. Si
usted hace eso, amigo, déjelo, olvídelo y mire solamente a Cristo Jesús
y reciba todo de Él. Él es nuestro Salvador. Él es nuestro Señor. Él es
nuestro Dios. Él es quien tiene que recibir toda nuestra alabanza y toda
nuestra gloria. Quiera Dios, que usted acuda hoy en esta forma a Cristo
Jesús. ¡Dios le ayude a hacerlo!

451
• J. Vernon McGee •

CAPÍTULO 5

Santificación práctica por el Espíritu


Llegamos a una sección en el libro de Gálatas, que es una de las
principales divisiones de esta epístola. Hay esa sección personal, tan
importante en la vida del Apóstol Pablo para nosotros, para conocer
la experiencia que él había tenido. Luego hay la sección doctrinal de la
justificación por fe, en la cual Pablo explica que nuestra salvación debe
descansar sobre la salvación de Dios y que hay un solo evangelio. Él va
a dejar muy en claro en este quinto capítulo ahora, que el evangelio sólo
permite un camino: Él es el camino. Y en ningún otro hay salvación;
porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos. (Hch. 4:12)
Llegamos ahora a la parte práctica y ésta es la santificación por el
Espíritu. La justificación es por fe, y la santificación es por el Espíritu
de Dios. Se nos dice, sin embargo, que el Señor Jesucristo nos ha sido
hecho por Dios santificación; es decir, que Dios nos ve completos en
Él. No interesa lo bueno que usted puede llegar a ser, usted nunca
puede alcanzar las normas de Dios. Usted nunca puede llegar a ser
como Cristo en esta vida. Cristo es el Único del cual Dios ha dicho:
Éste es Mi Hijo amado en quien tengo contentamiento. (Mt. 3:17)
Francamente hablando, yo digo que Él es el Único del cual Dios podía
decir eso. Ahora nosotros hemos sido colocados en Cristo; el cuerpo
de los creyentes, Su iglesia, está en Cristo. Él es la Cabeza de ese cuerpo
y es Su cuerpo el que está hoy en el mundo. Deberíamos representarlo
a Él.
El método de santificación de hoy es por el Espíritu y tenemos aquí
en esta sección al Espíritu contra la carne. Es una vida que uno hace
por sí mismo, una vida cristiana, o alguien la tiene que hacer a través
suyo. Es el método de Cristo el hacerlo a través de usted. Aquí tenemos
la libertad contra la esclavitud. Cualquier sistema legal lo coloca a usted
bajo esclavitud. Usted tiene que seguirlo meticulosamente. Cuando yo
manejo un automóvil, por ejemplo, siempre tengo que obedecer las
leyes del tránsito. Si llego a una esquina, y aunque sea muy temprano
en un día domingo cuando quizá nadie está manejando y yo observo
452
Gálatas, Un Comentario

de un lado al otro de la calle que va a cruzar, pero no me detengo al


llegar a la esquina, aunque allí hay un cartel grande que dice PARE, yo
simplemente reduzco un poco la velocidad y cruzo la esquina. Ah, pero
allí se encuentra un policía de tránsito, y él se acerca a mi automóvil
y me pregunta: “¿Ha visto ese cartel?” Yo le digo: “Sí, vi el cartel, al
que no vi fue a usted”. “Pues bien”, dice el policía, “¿usted sabe lo que
quiere decir ese cartel, verdad?” Entonces me da una lección primaria;
quizá me dice: “Pare, quiere decir, pare. Cuando usted ve un cartel así,
usted tiene que parar. Pero usted, aunque lo hizo lentamente, no se
detuvo y desobedeció lo que ese cartel decía. Quizá no veía nada malo
en hacerlo”.
Como usted puede apreciar, la ley lo esclaviza a uno. Pienso que si
usted va a manejar el día de hoy tiene que someterse a la ley porque
hay mucha gente por ahí que maneja de una manera descuidada y no
respeta esos carteles y como resultado, causan accidentes. “Pare” quiere
decir “pare”. Yo estoy de acuerdo con todo lo que me dice el policía,
menos con una cosa, que él me dé una boleta de infracción de tráfico.
Puedo discutir un poco con él, y a veces el policía puede ver mi punto
de vista y me dice: “Bueno, hoy no le voy a dar una multa, ya que no
había nadie por aquí, pero la próxima vez que llegue a un cartel que
dice PARE, se debe detener usted”. Yo contesto: “Sí, voy a hacer eso”.
Después de un incidente como ése, aunque sea un domingo por la
mañana, sin ninguna clase de tráfico por esa esquina, yo me detengo
porque el cartel dice PARE. Eso es legalismo en una forma que todos
comprendemos.
El ser salvo por la fe, pero vivir por la ley perpetúa la caída de la
gracia
Pablo comienza con una nota de libertad que tenemos en Cristo, y en
los primeros 15 versículos de este capítulo, su tema es: “Salvado por fe
y viviendo por la ley, perpetra la caída de la gracia”. Eso es lo que quiere
decir el caer de la gracia; es ser salvo por fe y luego bajar nuevamente
al nivel de la ley para vivir. Vamos a ver esto ilustrado al estudiar esta
sección.
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo
libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
[Gá. 5:1]

453
• J. Vernon McGee •

Él está diciendo aquí que nosotros no sólo somos salvos por fe, sino
que la ley ya no tiene ningún dominio en la vida o en la fe del creyente.
No tenemos que vivir por la ley. Si la ley entra, o nosotros tenemos
que hacer algo, eso quiere decir que Cristo es una maldición. Ésa es la
razón por la cual es peligroso hacerlo, amigo. He recibido varias cartas,
cuando hablo del tema de los dones del Espíritu, y algunas personas
decían: “Usted es un hereje porque niega esto”. Debo decir que niego
que eso tenga algo que agregar a la salvación. Cuando usted llega a
Cristo, usted recibe todo lo que Él tiene que darle. Es en Cristo que
tenemos todo, amigo. Es sólo a través de Él que tenemos salvación
y también la santificación como podremos observar aquí. Tenemos
libertad en Cristo.
No estamos bajo algún pequeño, insignificante sistema legal.
Conozco a muchos fundamentalistas en la actualidad que se han librado
de los 10 mandamientos, es decir, ellos no los utilizan como una ley de
la vida porque pienso que todos comprendemos que si quebrantamos
la mayoría de esos mandamientos en la actualidad seríamos arrestados
por las autoridades locales. No matarás; no hurtarás. Ciertamente un
creyente no hace eso. Pero nosotros hemos sido llamados a un nivel
mucho más alto para vivir. Ese nivel se encuentra donde está la libertad
en Cristo Jesús. Yo tengo libertad en Cristo Jesús y esa libertad es la
regla, la norma por la cual yo vivo. No es una regla en sí, sino un
principio y es el de complacerle a Él. Mi conducta debería complacer
a Cristo Jesús. No complacerle a usted o a alguna organización, sino
complacer a Cristo Jesús. Ésa es la libertad que tenemos en el Señor
Jesucristo.
He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada
os aprovechará Cristo. [Gá. 5:2]
La circuncisión era el distintivo de la ley. Este distintivo indica
digamos, a qué organización pertenece usted. Quizá sería conveniente
que los creyentes lo hicieran porque puede ser que ésa sea la única
forma en que podríamos identificarnos como creyentes la mayor
parte del tiempo. Pablo dice que si uno se coloca el distintivo de la
ley, que es la circuncisión, de nada os aprovechará Cristo, si usted está
contemplando otra cosa que no sea Cristo. Espero que usted pueda
notar las razones para ello y hay razones lógicas, buenas, básicas, para

454
Gálatas, Un Comentario

todo lo que estoy diciendo. Quisiera ilustrarlo con un ejemplo casero.


Hace varios años surgió cierta propaganda para un tónico, que
se llamaba “Hadacol”. Creo que ya ha sido retirado del mercado. No
conozco todos los detalles, pero pienso que encontraron que ese tónico
tenía el 75% de alcohol, y había mucha gente que lo estaba tomando.
Había muchos creyentes inclusive que lo usaban y decían: “Bueno, esto
sí que lo ayuda a uno, lo hace sentir muy bien”. Con todo ese alcohol
uno puede sentir ese efecto, estoy seguro. Así es que, ellos estaban
tomando este Hadacol. Ahora, suponga que usted tiene que escribir
un testimonio de que ha tomado Hadacol y se lo envía a la gente que lo
produce. Había muchas personas entonces que estaban haciendo esto.
El testimonio podría decir algo así: “Yo he tomado 513 botellas de su
medicina, y antes de haber tomado esa medicina yo ni siquiera podía
andar. Ahora yo puedo correr y casi volar en el aire, la medicina me ha
ayudado mucho. Durante el mismo tiempo yo preparé una medicina de
mi propia creación; y también tomé de esa botella. Yo pienso que sería
bueno que ustedes se enteren de esto”.
Con algo así, sí que se embarra la cosa. Usted no puede decir ahora
si fueron las 513 botellas de Hadacol las que lo curaron, o si fue esa
medicina que usted mismo preparó. ¿Se da cuenta? En el momento en
que usted pone alguna otra cosa, uno ya no puede estar muy seguro
de cuál fue la que hizo la obra. Así es que, si se le agrega algo a Cristo,
tenemos el mismo resultado de nuestro ejemplo, y eso es lo que Pablo
quiere decir aquí.
Quisiera que usted escuche atentamente lo que Pablo dice: Si os
circuncidáis, ése es el distintivo de la ley. Si usted dice que ha hecho
algo, o que ha pasado por cierta experiencia y que eso es su salvación,
entonces usted no es realmente salvo porque, de nada os aprovechará
Cristo. Él no puede serle de ningún provecho, porque usted ha
preparado su propia medicina, y usted no confió ya completamente
en Él para su salvación. El Dr. Chafer lo decía de esta manera, algo que
siempre me ha causado impresión: “Yo quiero confiar de tal manera en
Cristo que, si algún día cuando llegue a Su presencia Él me pregunta:
‘¿Por qué estás aquí?’, yo le pueda contestar: ‘Porque he confiado en Ti
como mi Salvador’. Entonces Él me dice: ‘Bien, eso es muy bueno, y me
alegro de que hayas hecho eso, pero ¿que más has hecho?’ ‘Bueno’, le

455
• J. Vernon McGee •

contesto, ‘no he hecho nada más’. ‘Bien’, dice Él, ‘tú eres presidente de
un seminario bíblico, ¿no quieres mencionar eso?’ ‘No, no he confiado
en eso para mi salvación’. ‘Bueno, tú eres miembro de una iglesia’. ‘Sí,
pero tampoco confié nunca en eso para mi salvación’. ‘Ahora, tú has
hecho muchas cosas buenas, por las cuales has sido felicitado, por las
cuales has sido exaltado’. ‘Sí, pero nunca me confié en eso’”. Él dice: “Yo
quiero confiar en Cristo de tal forma que yo pueda decir: ‘Yo sólo he
confiado en Ti como mi Salvador’”.
¿Es ésa la forma en que estamos confiando en Él hoy? ¿Es ésa la forma
en la que estamos descansando en el Señor Jesucristo como nuestro
Salvador? Pablo lo expresa de una manera muy fuerte, diciendo: Yo
Pablo os digo. No soy yo quien está hablando sino Pablo. No es mi
interpretación propia, sino la de Pablo.
Es decir, si usted confía en ese distintivo, si usted confía en la ley, si
usted confía en cualquier otra cosa en lugar de Cristo Jesús, entonces
no es un creyente. No lo he dicho yo, amigo, por tanto, no me eche
la culpa a mí. Si no es lo que estoy diciendo ahora, espero que usted
me escriba y me diga qué es lo que dice Pablo aquí. Quisiera saber si
él quiere decir algo diferente, y si así fuera, ¿por qué no lo dijo de otra
manera? Esto es lo que él está diciendo.
Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que
está obligado a guardar toda la ley. [Gá. 5:3]
Usted no puede sacar de la ley lo que quiere, especialmente dejar
de un lado las penalidades y gran parte del detalle de la misma. Yo
estoy muy contento de no estar bajo la ley. No estoy bajo la ley para
nada. La libertad con que Cristo nos hizo libres. Yo debo confesar que
tengo problemas en complacerle siempre a Él. Estoy seguro de que mi
conducta no siempre le agrada. Pero Él es a quien yo estoy tratando de
complacer. No estoy siguiendo ningún sistema legal.
De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis;
de la gracia habéis caído. [Gá. 5:4]
Si usted, habiendo sido salvado por confiar en Cristo, se está rebajando
a un bajo nivel y viviendo por la ley, entonces ha caído de la gracia. Eso
es lo que de la gracia habéis caído, quiere decir. Pienso que es algo mal
interpretado, mal entendido en el día de hoy. Había un profesor de un

456
Gálatas, Un Comentario

seminario, un teólogo, que decía que el caer de la gracia, era una doctrina
que los metodistas creían y que los presbiterianos practicaban. Bueno,
estoy seguro de que la mayoría de ellos, la practican en la actualidad.
En realidad, esto no quiere decir, el caer en algún pecado o en conducta
descuidada, y que haciendo eso uno pierda el derecho de la salvación,
y que tiene que ser salvo nuevamente. No tiene ninguna referencia a
eso. El caer de la gracia creo que es lo opuesto a “una vez salvo, siempre
salvo”. Pienso que esas expresiones son parte de una terminología
desafortunada. El caer de la gracia es explicado por el Apóstol Pablo en
el resto de este capítulo; también él da la respuesta en su Epístola a los
Romanos. Pablo en su Carta a los Romanos comienza con el hombre
en el lugar de bancarrota total, sin justicia, completamente depravado,
inútil, improductivo. El hombre es un pecador ante Dios. Al finalizar
la Epístola a los Romanos usted puede apreciar al hombre al servicio
de Dios. A él se le pide que haga ciertas cosas. Se le aconseja realizar
ciertas cosas y él está apartado completamente para Dios. Tiene que ser
obediente a Dios. Tiene que ser siervo de Dios.
Hay dos grandes obras de Dios que están entre el hombre en su
condición caída y el hombre en el servicio de Dios. ¿Cuáles son? La
salvación y la santificación. La salvación es justificación por fe, como ya
hemos visto. Eso es algo que es de suma importancia. La santificación
quiere decir ahora que usted ya es salvo y ello indica que usted tiene que
ocuparse en algo. Quiere decir simplemente que usted está llegando
a un nuevo nivel de vida. Usted ha sido salvo. Creo que uno de los
engaños más grandes en la vida cristiana es que hoy el servicio es algo
esencial, que usted tiene que ocuparse inmediatamente en algo. Usted
sabe que la iglesia primitiva estaba más preocupada con la vida de la
iglesia, y esa vida era un testimonio ante el mundo.
En la actualidad nos hemos olvidado de eso. El mundo de afuera mira
a la iglesia y la deja de lado. También mira a los creyentes y nos deja
de lado, ¿por qué? Porque, honradamente hablando, nosotros estamos
siempre ocupados allá, repartiendo folletos, importunando a la gente
y no tenemos una vida para respaldar eso. Nosotros necesitamos hoy
una vida que pueda respaldar eso y debemos conocer por experiencia
esas cosas. En lugar de tratar de hacer lo bueno tendríamos que vivir
agradando a Dios en todo, presentando un testimonio de verdaderos
hijos de Dios. Luego, si lo somos, entonces vamos a estar haciendo lo

457
• J. Vernon McGee •

bueno, amigo. Creo que hay más acerca de la santificación en la Epístola


a los Romanos y aquí en esta Epístola a los Gálatas, que cualquier otra
cosa.
¿Cómo hace Dios, bueno, a un pecador salvado? Pues bien, Él nos ha
dado una nueva naturaleza. ¿Puede entonces el pecador cumplir con la
ley? No, enfáticamente no. Él ha sido llamado a un plano superior. Esto
no quiere decir que él pueda quebrantar la ley, sino que ha sido llamado
a un plano superior. No hay nada de bueno en la vieja naturaleza. Pablo
descubrió eso, y también descubrió que no hay poder en la nueva
naturaleza. Pablo dijo en cuanto a la salvación: Yo sé que en mí, esto es,
en mi carne, no mora el bien. Pero él también halló: Porque el querer el
bien está en mí, pero no el hacerlo. (Ro. 7:18) Y luego él exclama como
un hombre salvo, ¡miserable de mí! (Ro. 7:24)
Él no está temiendo perder su salvación. Es un creyente más bien
derrotado, y Dios da un nuevo principio. Este nuevo principio que
nosotros vamos a encontrar aquí en este capítulo es el fruto del Espíritu.
Viviendo la vida del creyente por este método, para algunos creyentes
es algo tan inalcanzable como vivir por allá en la luna. Ellos nunca
esperan poder vivir allí, ni siquiera han oído de eso. Ellos aceptan la
posibilidad como una teoría—y estoy hablando de una vida más allá, en
un planeta distante. Debo decir, amigo, que ésa es la vida que Él quiere
que nosotros vivamos—por fe en la actualidad. Salvos por gracia,
nosotros debemos vivir por gracia.
Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la
esperanza de la justicia. [Gá. 5:5]
La esperanza de fe que él menciona aquí es la única referencia
profética en toda la epístola. Esto es muy destacado porque en todas
las cartas del Apóstol Pablo, él tiene algo que decir acerca del rapto de
la iglesia, o algo que decir acerca de la venida de Cristo a este mundo
a establecer Su reino. Pero todo lo que dice aquí es aguardamos por fe
la esperanza de la justicia. Ésta es una de las razones por la cual estoy
seguro de que Martín Lutero y los demás de la reforma dedicaron tan
poco tiempo al tema de la profecía. Después de todo, ellos no vivían en
los días en los cuales estamos viviendo nosotros en la actualidad. Ellos
tenían una preocupación diferente.

458
Gálatas, Un Comentario

Para ellos el tema principal era el asunto de la salvación porque


la salvación había sido oscurecida bajo una gran cantidad de ritos y
muchas obras de la carne. El evangelio estaba siendo oscurecido en
gran manera. Luego, Martín Lutero leyó esta Epístola a los Gálatas,
y descubrió lo que era el evangelio; cuando se levantó de sus rodillas,
salió de ese lugar para ir al mundo a declarar el evangelio de la gracia de
Dios. Él quitó la oscuridad del oscurantismo cuando hizo eso, si se me
permite la expresión. Así es que el énfasis no es en la pronta venida de
Cristo. La idea en la actualidad de que todas las escuelas de profecía—y
esto ha sido cierto en los que son pre-milenialistas, así como en los
a-milenialistas, e igualmente los post-milenialistas—todos han citado a
Martín Lutero y a los de la reforma y creo honradamente que todos ellos
están equivocados. No creo que haya habido un desarrollo de la profecía
más allá de la iglesia primitiva hasta este siglo; ha sido en este siglo que
se ha demostrado un tremendo desarrollo de la profecía. Francamente
hablando, siento que probablemente los institutos bíblicos fueron los
que comenzaron todo esto. Hay dos o tres de nuestros seminarios en
la actualidad que han enfatizado la posición pre-milenaria, y tomado
una posición pre-milenaria. Han obligado a los demás a que estudien
la profecía.
En la actualidad el a-milenialismo estaba formado por un grupo
de post-milenialistas que fueron obligados a tomar esa posición de
estudiar la profecía y ellos salieron con esto del a-milenialismo. Por
supuesto ha habido mucho de ese asunto de citar a los padres del
período post apostólico. Ellos tratan con ese periodo en gran manera.
Ellos dicen que Agustín dijo esto, que Agustín dijo aquello; no hay duda
en eso. Él estaba intentando edificar una iglesia aquí en la tierra, es
decir, edificar el reino aquí y creía que la iglesia lo traería. Eso los llevó
al post-milenialismo. Ésa fue por supuesto una posición falsa. Pero no
creo que usted pueda acusar a Agustín de todo eso, porque aun en su
período ellos no estaban intentando desarrollar la profecía. La persona
de Cristo era el gran tema de esa época como la salvación lo fue más
adelante.
Luego la obra del Espíritu Santo es la que estamos viviendo hoy usted
y yo. La razón por la cual pienso que aquí tenemos solamente esta única
referencia es porque Pablo está tratando con el evangelio aquí y con la
vida cristiana. Eso es lo principal en esta epístola. Creo que siempre

459
• J. Vernon McGee •

debemos notar cuáles son las prioridades de cualquier libro, cualquier


libro de la Biblia en especial, y las prioridades que eran o estaban en
existencia en algún periodo en particular, si usted va a citar lo que
alguien dijo de ese periodo. Usted puede ciertamente interpretar mal
o entender mal lo que él dijo, y pienso que muchas de las instituciones
educativas en la actualidad han cometido ese error. Ellos han tratado de
ir al pasado y citar lo que los padres de la iglesia dijeron. Pues entonces
lea usted lo que han dicho Pablo, así como también Pedro, Santiago, el
Dr. Lucas, Mateo y Marcos. Éstas son las verdaderas autoridades, no
los padres de la iglesia. En su día, ellos hicieron una obra tremenda,
pero en un área completamente diferente.
Hago esa declaración al pasar esto porque la esperanza de la justicia
que menciona Pablo aquí es el Señor Jesucristo. Creo que la razón
por la cual el Apóstol Pablo dice esto aquí, es porque usted y yo no
vamos a alcanzar la perfección en este mundo; y la imperfección más
grande que puedo imaginarme hoy es la de creer que alguien haya
alcanzado la perfección; porque, créame, amigo, ésas son las personas
que generalmente son muy imperfectas como el resto de nosotros. El
único problema es que ellos no lo ven.
Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la
incircuncisión, sino la fe que obra por el amor. [Gá. 5:6]
Ningún aparato legal puede producir una vida cristiana. La fórmula
presentada aquí mismo, es un símil muy sencillo, tan sencillo que
pasa desapercibido para el teólogo. La fe que obra por el amor. Ésa es
la manera de vivir la vida cristiana. La fe obrará por el amor, ¿no es
cierto? El amor será el fruto del Espíritu Santo.
Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no
obedecer a la verdad? [Gá. 5:7]
Opino que Pablo está reprendiendo a los Gálatas. Él está dándoles una
reprensión un poco liviana, ligera. Él dice: “Vosotros estabais andando
de una manera excelente, viviendo por fe, hasta cuando los judaizantes
llegaron y ahora vosotros os habéis caído de plano nuevamente”. Él
dice: Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer la
verdad? El obedecer la verdad, es la verdad del evangelio y el Señor
Jesucristo en persona.

460
Gálatas, Un Comentario

Esta persuasión no procede de aquél que os llama. [Gá.


5:8]
Esto no viene de Cristo, sino que viene de otra fuente.
Un poco de levadura leuda toda la masa. [Gá. 5:9]
En la Escritura, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo,
la levadura es una norma del mal. En Mateo 13:33 que dice, A la
levadura que tomó una mujer y escondió en tres medidas de harina, esa
levadura no es el evangelio. Puede ser la clase de evangelio que se está
divulgando ahora en algunas partes, pero eso es satánico. En realidad,
Pablo dice que eso no es el evangelio. Lo notable aquí es que la levadura
es una norma del mal. El Señor Jesucristo advirtió a Sus discípulos de la
levadura de los fariseos, los previno contra eso. (Véase Mt. 16:6) Creo
que nosotros debemos ser advertidos o prevenidos en la actualidad
contra la levadura del legalismo.
Eso es lo que quiere decir el llamar a Cristo una maldición, el decir
que cuando Él murió en la cruz por mí hace más de 2000 años, Él no
me dio una salvación completa. Es decir que yo tengo que ir al Espíritu
Santo para poder obtener algo más; es decir que yo debo tener una
experiencia y buscar algo más para obtener el resto que falta. Amigo,
yo lo he recibido todo, absolutamente todo en Cristo Jesús. Luego yo
puedo tener experiencias, después de eso, pero siempre tengo que
regresar al Señor Jesucristo. Él es el que nos ha traído nuestra salvación.
Pablo nos advierte sobre esta clase de levadura que es algo malo. El
Señor Jesucristo dijo que la mujer podía tomar la levadura y esconderla
en el evangelio. Creo que eso es lo que está sucediendo en la actualidad,
que hemos leudado el evangelio. Eso quiere decir que el pan o la masa
es la Palabra de Dios y el evangelio, y que en ello se ha escondido la
levadura. Eso hace por supuesto que el pan sea sabroso.
Quizá usted ha observado a un panadero cómo hace un pan. Usted
ha visto cómo antes de introducirlo en el horno, deja la masa afuera
un rato para que se levante. Luego la toma y la pone en el horno, pero
ya tiene la levadura; y después saca las hogazas de pan y uno las toma
y las saborea, les pone un poco de mantequilla, un poco de miel o
mermelada y ¿no es cierto que no hay nada mejor que eso? Éste es uno
de los mejores postres que uno se puede imaginar.

461
• J. Vernon McGee •

Pues bien, usted puede apreciar entonces que hay mucha levadura
que está siendo colocada en el evangelio para hacerlo “más sabroso”
para la gente. Porque el hombre natural gusta del pan leudado. Es muy
sabroso para nosotros, pero se nos advierte que no hagamos eso.
Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no
pensaréis de otro modo; mas el que os perturba llevará
la sentencia, quienquiera que sea. [Gá. 5:10]
Pablo estaba creyendo que los Gálatas, en última instancia, iban
a rechazar la enseñanza de los judaizantes. Él dice aquí que él tenía
confianza en que ellos iban a ponerse de pie nuevamente, y que iban a
sacar su cabeza de entre las nubes y que iban a comenzar a regresar al
evangelio que había sido predicado antes a ellos. Usted puede ver que
esto era una intrusión, que alguien había colocado esa levadura.
Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué
padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado
el tropiezo de la cruz. [Gá. 5:11]
Esto es algo importante de notar. Él dice: Si aún predico la
circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? El predicar algo
para agregar al evangelio lo hace aceptable; el evangelio por sí mismo
no es aceptable para el hombre natural.
Debo decir que el predicar el evangelio en la actualidad ofende a la
gente, y Pablo dice, “si yo le estoy agregando algo al evangelio ¿por qué
padezco persecución todavía?”
Luego dice: En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz. ¿Cuál es
ese tropiezo de la cruz? No es un tropiezo intelectual, aunque tiene algo
de ello. Tampoco es una ofensa estética, aunque eso es para algunas
personas. Lo que Pablo está diciendo aquí es que este tropiezo de la cruz
hace que usted y yo lleguemos a ser como pordioseros. Tenemos que
acercarnos a la puerta del cielo y aceptar una limosna. Ésa es la única
forma en que usted y yo, podemos lograr nuestra salvación, amigo. Yo
tuve que hacer lo mismo. “Nada traigo en mi mano, sólo a Tu cruz me
aferro”. Cuando usted se acerca de esta manera, usted es un pordiosero.
Usted está en bancarrota. Usted no tiene nada que ofrecerle a Dios por
su salvación. Cuando se acerca de esa manera a Dios, usted puede ser
salvo, completamente salvo. Ése es el tropiezo de la cruz.

462
Gálatas, Un Comentario

Un profesor en un seminario dijo en cierta ocasión algo muy sabio.


Él dijo: “Jóvenes, no disminuyan para nada la sustancia del evangelio.
No lo cambien, porque el evangelio tiene el tropiezo de la cruz.
Hoy ustedes deben reconocer eso. Pero no exageren el tropiezo, la
ofensa”. Pienso que hay oportunidades cuando, por la forma en que lo
presentamos, nosotros nos hacemos ofensivos, y cuando hacemos eso,
entonces que Dios nos perdone por eso. Estoy seguro de que la mayoría
de nosotros que ha intentado declarar el evangelio no quiere ofender
personalmente. En cierta ocasión un hombre que trabajaba conmigo,
contendió con una familia y causó que esa familia abandonara la iglesia.
Yo le dije: “Usted y yo no debemos contender con la gente. Yo quiero
tener mucho cuidado y estar seguro de que no soy yo personalmente
quien contiende con la gente, sino que sea el evangelio que yo predico,
y si algo los disgusta, dejemos que sea esa cosa que contiende con la
gente”.
¡Ojalá se mutilasen los que os perturban! [Gá. 5:12]
“Me agradaría que esos judaizantes fuesen quitados de entre
vosotros”.
Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados;
solamente que no uséis la libertad como ocasión para la
carne, sino servíos por amor los unos a los otros. [Gá.
5:13]
Aquí se nos da algo que es muy importante. Hay tres métodos de
tratar de vivir la vida cristiana. Dos de estos métodos no dan resultado.
Uno, es una vida de legalismo, como él ha estado hablando. Eso no da
resultado. Lo otro, es una vida licenciosa. El Apóstol Pablo discutió ese
tema en Romanos capítulo 6. Ahora que nosotros somos salvos por
gracia, ¿quiere eso decir que debemos continuar en pecado? Pablo da
una respuesta enfática diciendo: En ninguna manera. Usted no puede
vivir en pecado y ser creyente. Usted puede caer en pecado, pero va a
salir de allí. El hijo pródigo entró a una pocilga, pero él no se quedó a
vivir en ese lugar. Él salió de allí. Por lo tanto, la vida del creyente no es
una vida de legalismo, y tampoco es una vida licenciosa.
¿Qué es entonces? Pues bien, Pablo lo está tratando aquí. Es una
vida de libertad. Él nos dará a nosotros en lo que resta del capítulo el
modus operandi digamos, de vivir por libertad. La vida de legalismo no

463
• J. Vernon McGee •

sólo incluye los diez mandamientos, sino un grupo de reglas que los
creyentes en la Biblia tienen que seguir. Allí se dice dónde uno puede
ir y dónde no puede ir. Le dicen lo que usted puede hacer y lo que no
puede hacer. Había una señora que era maestra de la Biblia y hacía
una buena labor, una obra maravillosa enseñando la Biblia. En cierta
ocasión llegó una ancianita ante el Pastor y le dijo: “¿Cree usted que
ella es verdaderamente creyente? Ella usa maquillaje”. “Pues bien”, le
contestó el Pastor, “¿quién ha dicho que eso sea una prueba? Creo que
esa mujer está viviendo bajo libertad, quizá esté usando un poco más de
maquillaje, pero cuando uno llega a su edad, bueno, quizá uno lo aplica
un poquito más espeso que lo que hacía antes. Por lo general, no creo”,
dijo el Pastor, “que eso ayude mucho, pero ella tiene libertad en Cristo”.
El que coma o deje de comer carne no lo va a encomendar a uno ante
Dios. Lo mismo se puede decir si usa o deja de usar maquillaje. En
realidad, hay algunas mujeres que lucen un poquito mejor con eso, y
otras que, a decir verdad, lucen peor por usar demasiado, y de todos
modos, yo no soy ninguna autoridad en eso. Esa no es mi obra, el de
tener que decirle a la gente cosas por el estilo. Nunca he predicado
sobre eso.
El Apóstol Pablo está diciendo aquí que uno puede cumplir con
todas estas cosas y aún no vivir la vida del creyente. ¿Sabía usted amigo,
que usted puede cumplir con cada uno de los mandamientos, y seguir
todo lo que los fundamentalistas han dicho que deberíamos hacer en la
actualidad, y aún así no estar viviendo la vida cristiana? Vamos a ver
lo que es eso antes de terminar con este capítulo. Allí tenemos a los
antinómicos o contradictorios, que piensan que pueden hacer como
les plazca y aún vivir la vida cristiana. Éstos son un extremo, como lo
son los legalistas. La vida cristiana no es ninguno de ellos, es libertad
en Cristo.
Solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne. ¿Qué
es lo que hace el evangelio de gracia para el creyente? Es gracia, no la
ley, que nos libra del mal hacer y nos permite hacer lo correcto. La
gracia no nos libra para que pequemos, sino que nos libra para que
no pequemos. El creyente debe desear complacer a Dios, no como un
esclavo, sino porque él es un hijo y porque él quiere complacer al Padre.
Él hace lo que Dios quiere, no por miedo, sino porque quiere obedecer
ya que Dios es su mejor amigo. Dios es el que ama. Él sirve a Dios, no
464
Gálatas, Un Comentario

por presión de afuera como la presión de la ley, sino por un principio


mayor interno—la vida de Cristo dentro de él.
Servimos a Dios porque le amamos. El Señor Jesús dijo a Sus
discípulos: Si me amáis, guardad Mis mandamientos. (Jn. 14:15)
Muchas veces me he preguntado, que, si algún discípulo le hubiera
dicho, “No te amo,” ¿le habría dicho nuestro Señor, “Entonces, olvida
Mis mandamientos”? La base para la obediencia es una relación basada
en el amor. La ley nunca podría elevarnos a esa posición. Era negativa
desde el principio, y producía una bondad negativa—la clase de bondad
que mucha gente tiene hoy. ¡Oh, qué pudiera yo comunicarles esto a
muchos de los santos hoy! Su bondad negativa es una bondad legal.
Usted puede decir, “no hago esto y no hago aquello.” Pero ¿qué es lo que
usted hace? Amigo, todos los sistemas legales producen sólo bondad
negativa. Esos sistemas nunca alcanzan la esfera de la bondad positiva
en la cual uno hace las cosas para complacer a Dios simplemente porque
lo ama a Él y se deleita en complacerle. Él quiere que le sirvamos sobre
esa base.
Pablo reduce todo esto a una simple declaración. Luego él va a
ampliar lo que quiere decir.
Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. [Gá. 5:14]
¿Cómo vamos a lograr en nuestras vidas, este asunto del amor?
Vamos a llegar a eso antes de finalizar este capítulo. La palabra clave
aquí es “amor”. Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que
también no os consumáis unos a otros. [Gá. 5:15]
Siempre es un agrado predicar un sermón con este versículo,
aunque nunca llegué a preparar un sermón así; nunca lo prediqué, y
probablemente nunca lo haré. Pero hay un título para el sermón aquí:
“Creyentes caníbales”. Ellos comen, muerden y se devoran unos a otros.
Usted sabe que eso es lo que sucede en muchas iglesias en la actualidad.
A usted lo muerden aquí, y el mordiscón es tan malo como si fuera de un
perro rabioso. No hay nada que uno pueda tomar como medicina. No
se puede utilizar ningún suero antirrábico. Uno simplemente tiene que
sufrir bajo eso porque hay muchos perros enajenados en la actualidad.

465
• J. Vernon McGee •

Ellos muerden y lo devoran a uno. Desafortunadamente el mundo ha


dejado de lado a la iglesia, y siento mucho que haya hecho eso. Hay
muchas personas muy buenas en nuestras iglesias, y hay algunos
predicadores maravillosos también en muchas naciones. Pero sabe
usted que las vidas de algunos creyentes son un obstáculo para que los
de afuera entren a ciertas iglesias. Sé de eso. Conocemos a hombres que
han sido rechazados de la iglesia por las vidas de aquéllos que formaban
parte de la misma. ¿Qué es lo que están haciendo? Pues bien, ellos no se
aman los unos a los otros. Ellos se muerden y se devoran unos a otros,
y eso, es algo terrible.
El ser salvo por la fe y andar por el Espíritu produce el fruto del
Espíritu
Ahora Pablo va a presentar un contraste de lo que es vivir en los
deseos de la carne y lo que es el andar en el Espíritu. Aquí tenemos
su prohibición, su mandato. Toda esta sección nos dará el modus
operandi.
Al entrar en esta sección importante, yo quisiera hacer una
recapitulación y vincularla con lo que hemos visto ya. En esta sección
el tema es la santificación por el Espíritu. Pablo nos ha dicho que
debemos “estar firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres”. (V.
1) ¿De qué nos ha librado Cristo? Pablo ya ha mencionado varias cosas
en esta epístola. En el capítulo 1, versículo 4, él nos dice que Cristo nos
ha librado del presente siglo malo. Eso es, no tenemos que servirlo.
Entonces en el capítulo 2, versículo 20, él dice, ya no vivo yo, mas vive
Cristo en mí. Usted y yo no podemos vivir la vida cristiana, pero Cristo
la puede vivir en nosotros. ¡Qué libertad tan maravillosa! En el capítulo
3, versículo 13, él nos dice que hemos sido librados de la maldición
de la ley. Hemos sido librados del juicio y de la condenación de la ley.
De hecho, hemos sido librados de la ley misma: Pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer y
nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin
de que recibiésemos la adopción de hijos. (Gá. 4:4-5)
Ahora Pablo va a contrastar lo que es vivir en los deseos de la carne
con la vida de andar en el Espíritu. He aquí su precepto:

466
Gálatas, Un Comentario

Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los


deseos de la carne. [Gá.5:16]
Hay dos cosas que necesito decir aquí: una es, andad en el Espíritu.
La palabra griega que aquí se utiliza es paripateo, que era el mismo
nombre de la escuela de filosofía en Atenas. Allí su fundador caminaba
de un lado para otro. No tenía nada que ver con su filosofía, él
simplemente caminaba de un lado para otro. La norma es andar en el
Espíritu. Ahora, él amplificará eso, y dice: Y no satisfagáis los deseos
de la carne. Esa palabra “deseo” tiene una connotación mala. Pero, en
realidad, no lo tiene en el idioma griego. Pablo dice que hay muchos
deseos de la carne que no son malos en sí, pero que pueden ocupar el
lugar de aquello que es espiritual. Conozco a muchos creyentes que
están completamente enredados en alguna actividad especial, o un
pasatiempo que los mantiene alejados de la Palabra de Dios. Conozco a
creyentes que pasan mucho tiempo adorando ante esa pequeña caja de
idiotas, como la llaman algunos, y que es la televisión. No quiero que
me entienda mal. Yo miro la televisión y no estoy bajando ninguna ley
que diga no puedo mirarla. Es bueno poder ver los noticieros, así como
también algunos programas documentales, y de vez en cuando alguna
película que no sea mala. Pero usted tiene que comprender que eso es
el deseo de la carne; si lo está alejando a usted, apartándolo de las cosas
espirituales, entonces se constituye en algo malo.
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del
Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí,
para que no hagáis lo que quisiereis. [Gá. 5:17]
Porque el deseo de la carne—podemos agregar aquí una palabra,
“lucha”. Se puede decir: “Porque el deseo de la carne es una lucha
contra el Espíritu, y el del Espíritu es luchar contra la carne; y éstos se
oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”. Esto es muy, muy
importante. En realidad, debo decir que esto tiene suma importancia, y
es necesario ver lo que se está diciendo aquí en particular.
Un creyente tiene una nueva naturaleza. Eso es lo que el Señor
Jesucristo quiso decirle a Nicodemo, cuando dijo: Lo que es nacido de
la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. (Jn. 3:6)
El creyente tiene esa vieja naturaleza de la carne y uno no se puede
librar de ella. Esa idea que existe hoy en día, que uno se puede librar

467
• J. Vernon McGee •

de esa naturaleza, es un error trágico. Creo que es una de las grandes


decepciones que la gente sufre cuando piensan que se han librado de
la vieja naturaleza, cuando en realidad no se han librado de ella para
nada. El estar en esa condición es algo muy triste. El Apóstol Juan dice
en su epístola: Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos
a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. (1 Jn. 1:8) Esto
quiere decir que, si la verdad no está en usted, entonces hay un gran
vacío allí. La Palabra de Dios dice que es un mentiroso quien afirma
que no ha cometido pecado, y eso no es muy lindo decir, pero no lo
digo yo, amigo, lo dice la Palabra de Dios.
Aquí tenemos una declaración tremenda. Usted y yo tenemos dos
naturalezas. Eso es lo que Pablo describe en la última parte de su
Epístola a los Romanos. Era su propia experiencia, y sé que ha sido
también la experiencia de muchos creyentes. La carne lucha contra el
Espíritu, y el Espíritu lucha contra la carne; y éstos se oponen entre
sí, para que no hagáis lo que quisiereis. La nueva naturaleza se rebela
contra la vieja naturaleza, son cosas contrarias. Están luchando una
contra la otra. ¿Ha experimentado usted eso en su propia vida?
Hay un himno que cantamos y que dice en parte: “Ven de todo
bien la fuente, ven, eterno Salvador. Ven, ayúdame a cantarte dignos
cantos de loor”. Es un himno maravilloso. Pues bien, en el original,
en su último verso dice: “Soy propenso a alejarme, Señor lo siento.
Propenso a dejar al Dios de amor”. Alguien vino después de haber sido
escrito este himno y dijo: “Bueno, ésa no es mi condición, y quiero
cambiar eso”. Fue cambiado, y en algunos himnarios aparece como:
“Soy propenso a adorarte, Señor yo siento; propenso a amar al Dios de
amor”. ¿Cuál de estos dos conceptos es el correcto? Eso es lo que me
pregunto. ¿Cuál es el verdadero? ¿Lo primero, el de estar propenso a
abandonar al Señor, el de ser propenso a dejar al Dios de amor? ¿O el
estar propenso a adorar al Señor, propenso a amar al Dios de amor?
Pues bien, ambos conceptos son verdaderos, los dos son ciertos. Yo
tengo una naturaleza que está propensa a apartarse del Señor, eso lo
puedo sentir; propensa a dejar al Dios que amo.
Debo decir, que hay veces en que nuestra vieja naturaleza quiere
apartarse. ¿Lo ha notado en usted alguna vez? Por otra parte, yo
también tengo una nueva naturaleza, y esa naturaleza es propensa a

468
Gálatas, Un Comentario

adorar al Señor, eso sí lo siento. Hay momentos cuando estoy viajando


solo, que siento deseos de clamar a Dios; y si no hay nadie conmigo
puedo clamar en alta voz y decir: “¡Señor, Tú eres maravilloso, yo Te
amo y Te adoro!” Cuando algo así ocurre es mi nueva naturaleza; la
vieja naturaleza nunca hace una cosa así. “Propenso a amar al Dios que
sirvo”. Hay veces cuando yo me aparto de Él, y ésa es la vieja naturaleza.
Ésa es la condición de los creyentes.
A veces uno puede escuchar a algunas personas que dicen: “Bien,
yo no sé decir si estoy andando en el Espíritu o no”. Sí, amigo, usted
puede saberlo, no se engañe a sí mismo con esto. Pablo lo ha dicho con
toda claridad aquí, por tanto, usted no puede equivocarse en lo que está
diciendo.
Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
[Gá. 5:18]
El Espíritu lo lleva a usted a un nivel mucho más alto.
Y manifiestas son las obras de la carne, que son:
adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, Idolatría,
hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas,
disensiones, herejías, Envidias, homicidios, borracheras,
orgías, y cosas semejantes a éstas; acerca de las cuales
os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que
practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. [Gá.
5:19-21]
La vieja naturaleza hace estas cosas y la ley fue dada para poner freno
a la vieja naturaleza.
Y manifiestas son las obras de la carne, que son... Y aquí hay una
lista de cosas muy malas, amigo. La vamos a presentar a medida que
entremos en ella.
Éstos son aquéllos que se conocen como los pecados sensuales. El
primero es el adulterio, y es probable que esto no esté en los mejores
manuscritos, pero uno llega a ello aquí en dos o tres palabras más; la
fornicación se refiere a la prostitución. La inmundicia es sensual; ésos
son los pecados sensuales, la pornografía, todo eso. Lascivia, eso quiere
decir ser brutal, sádico. Hay mucho de esto en la actualidad, abunda en
todas partes. Esto es lo que la carne hace.

469
• J. Vernon McGee •

Luego, tenemos los pecados religiosos y, ¡Ah! la carne es religiosa.


Luego dice idolatría; eso es adorar a los ídolos. Hay muchas personas
que pueden adorar otras cosas aparte de simplemente un ídolo. Eso
lo podemos decir honradamente. Hay personas que, por ejemplo,
adoran al dinero. Luego, se menciona hechicerías. La palabra griega
es farmaco. De allí proviene nuestra palabra “farmacia”. Se la llama
también “droguería”. De esta palabra, sale la palabra “droga” y eso es
lo que se usa en religión. Se utilizaba en todas las religiones paganas y
muchos la están usando en la actualidad también. Éstos son, pues, los
pecados religiosos.
Después siguen los pecados sociales: enemistades, pleitos, es decir,
contiendas y luchas. Celos quiere decir, rivalidades. Iras, es la palabra
teumoi—eso es calor, un temperamento muy violento. Contiendas,
quiere decir facciones, divisiones, pequeños grupos. ¿Tiene usted
pequeños grupos en su iglesia el día de hoy, en su ambiente o círculo
cristiano? Debo decir que ésa es una de las cosas que probablemente está
perjudicando más a la iglesia en la actualidad, a la iglesia organizada,
que cualquier otra cosa. Luego tenemos disensiones. Eso nuevamente
quiere decir, divisiones. Este grupo se separa y aparecen dos grupos.
¿Por qué? Porque no se pueden soportar los unos a los otros.
Herejías, quiere decir partidos y sectas, dos diferentes grupos.
Envidias, bueno eso no necesita explicación; creo que homicidios no
está incluido en los mejores manuscritos porque pienso que esto está
incluido en todo lo que aquí se dice. La ira, lleva al homicidio. El Señor
Jesucristo dijo en el Sermón del Monte, pero Yo os digo que cualquiera
que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio. Como puede
usted apreciar, todas estas palabras nos llegan a todos.
Borracheras, son pecados personales y orgías. Usted se puede dar
cuenta cómo dividía todo esto.
Pablo aquí no menciona todas las cosas que existen; él dice y cosas
semejantes a éstas. Eso quiere decir, que hay muchas otras cosas que él
podría haber mencionado, pero no lo hace.
Acerca de las cuales—continúa—os amonesto, como ya os lo he dicho
antes, que los que practican tales cosas—y eso quiere decir, que es una
acción continua—no heredarán el reino de Dios. Puedo mencionar la

470
Gálatas, Un Comentario

ilustración que presentó el Señor Jesucristo: El hijo pródigo fue hasta la


pocilga, pero no se quedó a vivir allí. Los únicos que se quedan a vivir en
la pocilga, son los cerdos. Si un hijo llega a ese lugar, él será muy infeliz.
Si usted puede vivir en el pecado, amigo, usted está en una posición
muy peligrosa; quiere decir simplemente que usted probablemente no
es un hijo de Dios, porque ningún hijo de Dios puede estar satisfecho
con el pecado; él tiene que salir de ese lugar.
En cierta ocasión, una señora viuda que era creyente, que había
nacido de nuevo, fue casi atrapada cuando conoció a un hombre casado.
Ellos se dieron cuenta que se amaban el uno al otro; pero el Pastor
le dijo a ella que tenía que salir de esa situación, como si se estuviera
escapando de un edificio en llamas. Eso lo puede llevar a uno arrastrado
hasta el infierno mismo, amigo. Es peligroso vivir en una situación así.
Tenemos demasiado de eso en la actualidad; los creyentes no pueden
salirse con la suya en cosas como ésa. Si usted se sale con la suya, amigo,
entonces no es hijo de Dios. Él solo castiga a aquéllos que le pertenecen.
Pablo ha dejado bien en claro cuáles son las obras de la carne. El nos
dio una lista de pecados sensuales; de pecados religiosos; de pecados
sociales; y de pecados personales. Y no es una lista muy atractiva que
digamos. Si usted revisa esta lista y encuentra que existe enemistad
en su corazón en el día de hoy, que hay odio por algún otro creyente;
entonces usted está viviendo en la carne, tiene que hacer frente a eso.
No vale nada el tratar de evitarlo. Usted puede saber si está viviendo en
el Espíritu, si está andando en el Espíritu, o si está viviendo en la carne.
Usted puede saber si se ha unido a una pequeña secta o a algún pequeño
grupo donde usted juzga a todos los que están afuera de ese grupo,
mientras que piensa que los que forman parte de ése su grupito son
perfectos, aun cuando no lo diga ante ellos. Luego, se puede preguntar:
si está lleno de envidias. Todas éstas son las obras de la carne. Eso es lo
que hace el hombre que tiene la vieja naturaleza.
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, Mansedumbre, templanza;
contra tales cosas no hay ley. [Gá. 5:22-23]
Habiendo dicho todo eso, Pablo dice ahora: Mas el fruto del Espíritu
es amor. Yo quisiera que usted note algo que se menciona aquí. Dice
obras de la carne y luego dice fruto del Espíritu. Las obras de la carne es

471
• J. Vernon McGee •

lo que usted hace; los Diez Mandamientos fueron dados para controlar
las obras de la carne. Pero ahora la vida cristiana debe producir el fruto
del Espíritu. Lo interesante acerca del fruto es que el Señor Jesucristo
hizo mención del fruto del Espíritu (San Juan 15). El Señor Jesús
dijo que sin Él nosotros no podíamos hacer nada. Fruto es lo que Él
quiere. Él quiere fruto, más fruto, y mucho más aún. Su deseo es que
nosotros traigamos buena simiente. Usted recuerda en la parábola que
Él mencionó, de traer 30 veces más, 60 veces más y 100 veces más.
Él puede llevarnos al lugar donde podemos verdaderamente ser una
planta que da frutos para Él; o deberíamos decir, una rama en la vid.
Luego tenemos un racimo de uvas—o tiene diferentes clases de fruto
aquí.
El Señor Jesucristo tenía mucho qué decir acerca del fruto del
Espíritu. De eso es de lo que Él habla en San Juan 15: fruto. Y el fruto
es producido por el Señor Jesucristo utilizando el Espíritu de Dios para
producir fruto en nuestras vidas. Él quiere vivir Su vida—la vida de
Él—a través de nosotros. Ésa es la razón por la cual insisto en decir que
a usted nunca se le pide que viva la vida cristiana. Lo que se le pide es
que deje que Él viva a través de usted. Una de las razones es que no lo
podemos hacer por nosotros mismos. Esta naturaleza vieja nuestra no
puede producirlo, y lo interesante es algo que el Apóstol Pablo deja
muy en claro en Romanos 7, de que esta naturaleza no tiene poder:
porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Créame, amigo,
que ése es el problema que muchos de nosotros tenemos. ¿Cómo lo
puede hacer? Esto no es algo que uno pueda hacer por sí mismo, pero
¿cómo voy a dejar que el Espíritu de Dios produzca el fruto del Espíritu
en mi vida?
Yo tengo una finca en el lugar donde resido; en realidad no es una
finca muy grande. Sólo tiene unos 22 metros de frente por unos 37
metros de fondo. En el centro del terreno se encuentra la casa en la cual
vivo. Tengo varios árboles frutales; tengo uno de melocotón al frente,
y créame que siempre tengo fruto. También tengo algunos árboles
de naranja, que también producen algo. Pero tengo unos árboles de
aguacate que no están produciendo mucho. Luego hay algunos árboles
de guayaba que también dan buen fruto. También tengo un duraznero
y ciruelas. Una de las cosas que yo disfruto es la de salir y mirar los
árboles. Ah, también tengo un limonero, y gracias al clima del lugar
472
Gálatas, Un Comentario

donde resido, siempre hay algún fruto en los árboles. A veces pueden
ser los aguacates, o las naranjas, o los limones; en fin, siempre hay algo
que está dando fruto. He observado que el fruto producido por el árbol
no requiere ningún esfuerzo extra. No creo, por lo que he observado,
que las ramas del árbol se reúnan de una forma u otra y que digan:
“Bueno, vamos a trabajar duro esta vez y a ver si podemos producir
algo para este hombre McGee, porque a él le gusta ver el fruto”. A mí
me gusta mucho, es maravilloso. Pero, estas ramas del árbol que están
dando fruto, nunca se reúnen para decir: “Hagamos esto o aquello”.
Ellas simplemente se extienden para recibir el sol y la lluvia, y producen
el fruto. Primero florece, luego tienen un poco de fruta verde, y luego
crece y madura. Ésa es la manera en que lo hacen.
Por todo lo que sé, el tronco del árbol tampoco; nunca se bajan y
se ponen a correr de un lado para otro. Nuestro Señor dijo, Como el
pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid,
así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí. (Jn. 15:4) Nosotros en
cambio, sí que tenemos un problema. Cuando nosotros ofrecemos un
sacrificio a Dios, nos ofrecemos como un sacrificio vivo, pero cuando
el altar se calienta demasiado, nos escapamos de ese lugar. Quizás usted
hace eso. Pero, amigo, tenemos que permanecer en Cristo si es que
vamos a producir fruto.
Pablo ahora, pondrá estas cosas al alcance nuestro, donde nosotros
las podamos tomar. El fruto se produce por medio de nuestro
consentimiento, conscientes de lo que estamos haciendo, nos rendimos
a la dulce influencia que nos rodea. ¿Y cuál es esa dulce influencia que
nos rodea? Pues bien, no es este mundo. Es el Espíritu Santo que mora
en nosotros. El Espíritu Santo quiere producir el fruto. Se llama el fruto
del Espíritu. Como usted puede apreciar, no dice aquí, “nuestro amor”,
“nuestro gozo”, o “nuestra paz”, sino que dice que el fruto del Espíritu
es amor. Quizá usted pueda discutir sobre la Gramática aquí, pero
es una palabra que está en singular en griego; lo que indicaría que el
amor es el fruto y que de allí salen los demás frutos. Lo primordial es el
amor. Pablo habla de ello en 1 Corintios 13. Eso nunca fue escrito con
la intención de que se sacara de la Biblia y se lo pusiera en un cuadro
en la pared de alguna casa. Pertenece a los dones del Espíritu—que los
dones del Espíritu no son ejercitados excepto por el fruto del Espíritu
que es amor. Con el amor van todos los otros frutos del Espíritu. Usted

473
• J. Vernon McGee •

no puede ejercitar un don sin hacerlo por medio del fruto del Espíritu.
El amor es lo de más importancia. Pablo dice que aun uno puede dar su
propio cuerpo para ser quemado en la hoguera, entregar todo lo que
tiene; pero que si no tiene amor entonces no es nada, es un cero a la
izquierda. Amigo, debemos reconocer eso en la actualidad.
Pablo deja aquí en claro que ningún don tiene que ser usado por
sí mismo. El dice: “El amor nunca busca lo propio, siempre lo está
haciendo por los demás”. El don que uno tiene siempre tiene que
ser usado en la iglesia. Es una manifestación del Espíritu a todos los
creyentes. Todos los creyentes tienen un don y tiene que ser ejercitado
para provecho, para beneficio de todo el cuerpo de creyentes. Mis ojos
operan para el beneficio del resto de mi cuerpo. Permiten que el resto
de mi cuerpo vaya de un lado para otro, lo cual es muy importante.
Uno no se puede imaginar que los ojos se le salgan a uno y le digan: “Ya
estamos cansados de haber andado tanto, y los pies también se cansan,
por tanto, nos vamos a ir”. Nunca lo hacen de esa manera. Tenemos
que reconocer que no hay ningún don que pueda ser utilizado aparte
del fruto del Espíritu. Ésa es la clase de fruto que el Señor Jesucristo
estaba mencionando en San Juan 15. El fruto es el fruto del Espíritu.
No hay ninguna ley contra ellos y no hay ninguna ley que los pueda
producir. Usted no puede hacer nada de esto por su propio esfuerzo,
amigo. Por ejemplo, ¿ha tratado usted alguna vez de llegar a ser
humilde? Bueno, si uno tratara de ser humilde y lo lograra, entonces
estaría tan orgulloso de haber llegado a ser humilde, que allí mismo
pierde su humildad.
Observe estos frutos porque pienso que son hermosos. Éstas son las
cosas que deberíamos encontrar en los creyentes. El Dr. Jim McGinley,
un eminente predicador, sabía decir: “Yo no debo juzgarlos, pero yo
soy inspector de frutas, y tengo el derecho de venir y ver como está
la fruta”. ¿Está usted produciendo algún fruto en su vida? Los tres
primeros frutos que se menciona son hacia adentro: amor, gozo, paz.
Los otros tres son hacia los demás, hacia los hombres; y los últimos tres
son hacia Dios, ellos miran hacia arriba.
Así que, lo que en realidad uno tiene aquí es un triángulo. Usted es
uno de los ángulos en la parte de abajo, la otra persona es el otro ángulo;
y luego el ángulo de arriba es ocupado por Dios. Si yo pudiera hacer un
474
Gálatas, Un Comentario

cuadro, eso es lo que allí representaría. Yo tengo una lista que dice así:
amor, gozo, paz. El amor y el gozo deberían estar en su corazón y en su
vida. Amigo, si hay algún pecado sensual en su vida, usted nunca puede
llegar a conocer lo que en realidad es amor. Hay muchos jóvenes en la
actualidad que conocen mucho acerca del sexo, pero que no saben nada
del amor. El amor es un fruto del Espíritu, y creo que es la base de amor
que Dios dará en realidad a un esposo por su esposa, y a la esposa por
el esposo. No creo que nadie pueda amar como dos creyentes pueden
amar. ¡Qué bueno es ver como se aman! ¡Es algo realmente maravilloso!
Yo nunca olvidaré la noche en que le propuse matrimonio a la que
llegaría a ser mi esposa. Ella no lo aceptó en ese momento, pero más
tarde, cuando lo hizo, oramos juntos y dedicamos nuestras vidas a Dios.
Yo le dije a ella: “Soy un predicador que habla sin tapujos, y quizá eso
me ponga en problemas en alguna ocasión, y quizá hasta nos quedemos
en la calle.” Nunca olvidaré lo que ella contestó: “Pues bien, entonces yo
batiré el tambor, y tú marcharás a la calle”. Debo decir que eso nos elevó
a lugares altos. Más adelante, cuando perdimos a nuestro primer hijo,
no quería yo que fuera el médico el que le dijera nada a mi esposa de
este infausto acontecimiento; fui yo quien le dijo lo que había pasado,
y lloramos juntos; luego también oramos. Hay algo que sucede cuando
uno actúa de esa forma y luego, hay gozo, verdadero gozo.
El Señor Jesucristo dijo que usted puede tener gozo, que puede ser
feliz. Me agradaría ver mucho más de esto en las iglesias en la actualidad.
El mundo afuera tiene todo lo que llama “la hora feliz”, donde venden
licor. Ellos no parecen muy felices cuando entran al lugar, pero salen
aparentemente felices, después de haber bebido un poco. Son un
montón de bebedores, si me permite la expresión. Eso no es gozo. El
Apóstol Juan dice: Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea
cumplido. (1 Jn. 1:4) Amigo, ¿se está divirtiendo usted el día de hoy?
Espero que, si lo hace, lo haga como creyente.
Luego tenemos paz. Ésa es la paz de Dios. La religión nunca puede
darle eso a usted; sólo Cristo Jesús puede darle paz. Es una paz bien
profunda. El Apóstol Pablo dijo: Justificados, pues, por la fe, tenemos
paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. (Ro. 5:1)

475
• J. Vernon McGee •

Luego se menciona otras cosas:


Paciencia. Tenemos que ser pacientes, tener buen temperamento.
Aquí es donde yo necesito un poquito de ayuda, y el Único que puede
darme esto es el Espíritu de Dios. Me he dado cuenta de que no lo
puedo lograr por mí mismo.
Luego tenemos benignidad, que quiere decir amabilidad. Y bondad
aquí quiere decir amable pero firme. La fe quiere decir ser más fiel. Si
usted es un hijo de Dios, usted va a ser más fiel. Si usted es casado, usted
será fiel a su esposa o a su esposo. Si es un creyente, usted será fiel a su
trabajo, a su patrón. Si usted es un miembro de la iglesia, usted va a ser
fiel a su iglesia, usted será fiel dondequiera que esté.
Luego tenemos mansedumbre, y esto no quiere decir indulgencia.
Tenemos a dos hombres que eran mansos: Moisés y el Señor Jesucristo.
Uno puede observar a Moisés cuando bajaba del monte, y lo que le dijo
a su hermano Aarón, y lo que él hizo. (Véase Ex. 32) Eso no luce como
mucha mansedumbre, pero él la tenía. El Señor Jesucristo expulsó a los
cambistas que estaban en el templo, pero Él es manso. Mansedumbre
no es indulgencia, no es debilidad. Mansedumbre quiere decir que
usted hace la voluntad de Dios.
Luego tenemos templanza. Eso es algo que nosotros mucho lo
necesitamos. Estabilidad, porte; un equilibrio cristiano.
Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con
sus pasiones y deseos. [Gá. 5:24]
¿Cuándo fue eso? Pues bien, ellos reconocen que cuando Cristo
murió, ellos murieron, y se entregaron a sí mismos en esa base, como
lo indica el Apóstol Pablo en Romanos 6:13: …ni tampoco presentéis
vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino
presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y
vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en
Dios. (Col. 3:3) Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo
yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la
fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a Sí Mismo por mí. (Gá.
2:20) En todos estos pasajes el pensamiento es que cuando Cristo fue

476
Gálatas, Un Comentario

crucificado, el creyente fue crucificado al mismo tiempo. El creyente


está ahora unido al Cristo vivo, y la victoria no se obtiene luchando,
sino sometiéndose a Cristo. La palabra bíblica es someterse; es un acto
de la voluntad.
En el versículo 25, se encuentra la clave para todo esto.
Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el
Espíritu. [Gá. 5:25]
En el versículo 16, leímos del andar en el Espíritu. Esa palabra, era
paripateo. Pero aquí en el versículo 25, se usa una palabra diferente:
stoijéo. Eso quiere decir “lo que es básico y elemental”. Indica el proceder
o el andar en orden. En otras palabras, ésa es una palabra diferente a
la que se utiliza como andad, en el versículo 16. Allí se nos da como el
principio del caminar, y quiere decir el aprender a andar aquí. Nosotros,
en la misma manera que aprendemos a caminar físicamente por medio
de los errores que cometemos, tenemos que comenzar a andar en el
Espíritu. Es un proceso de aprendizaje.
Permítame ilustrar esto con un ejemplo bastante casero. ¿Qué es el
caminar? Bueno, es el poner un pie delante del otro. Quizá usted habrá
escuchado la historia de esa niña que tenía las piernitas torcidas, en la
que una de sus rodillas le decía a la otra: “Si me dejas pasar esta vez, yo
te dejaré pasar la próxima vez”. Pues bien, eso es caminar, poner un
pie delante del otro. Esto quiere decir entonces, el aprender a andar.
¿Cómo aprende a caminar usted? ¿Fue a algún colegio o algún lugar
especial donde dictaban un curso para aprender a caminar? Cuando
uno tiene un bebé, y para que aprenda a caminar no lo coloca en una
silla y le dice: “Escuche jovencito, quiero darle instrucciones de cómo
va a hacer para aprender a caminar”. Uno comienza a explicarle todo
acerca del mecanismo físico del pie. Luego le presenta la psicología
del caminar. También le habla de las implicaciones sociológicas del
caminar. Entonces el niñito se baja de esa silla y ya sale caminando.
¿Sucede así, amigo? Por supuesto que no. Así uno no aprende a caminar.
Uno aprende experimentándolo. Usted sabe que los niños se caen y se
dan golpes en la cabeza cuando hacen eso; se golpean muchas veces.
Pero luego pasa el tiempo y crece la criatura, uno le ve andar y no sabe
ni cómo lo ha hecho. En realidad, lo hizo aprendiendo, simplemente
por medio de la experiencia.

477
• J. Vernon McGee •

Pues, bien, así es como nosotros debemos aprender a andar en el


Espíritu, por medio de ensayos y de pruebas. Conozco a personas que
han asistido a todas las conferencias bíblicas que puedan existir; ellas
han llenado sus cuadernos de apuntes con notas de cómo vivir la vida
cristiana, pero aún no la están viviendo. ¿Cuál es el problema? Tienen
que aprender a andar en el Espíritu. Eso quiere decir que usted tiene
que comenzar a hacerlo, comience a hacerlo ahora mismo. Diga: “Yo
voy a hacerlo ahora. Voy a depender del Espíritu de Dios para que
produzca un fruto en mi vida”. Alguien quizá diga: “Pero, creo que me
voy a caer”. Si, amigo, usted se va a caer. “Eso me va a doler”. Seguro.
¿Cuántas veces? Todas las que sean necesarias. Yo todavía me estoy
cayendo, pero debo decirle que ésa es la manera para andar en el
Espíritu. La única forma de andar en el Espíritu es la de ponerse de pie
y hacerlo, andar. Esto es algo que usted tiene que hacer por sí mismo.
Usted tiene que realizar su propio esfuerzo. Usted amigo, necesita
ponerse de pie hoy y apoyarse en el Espíritu de Dios. Entréguese a sí
mismo, es un acto de la voluntad, y comience ya. Yo trato de comenzar
cada día diciendo: “Señor, yo no puedo hacer todo por mí mismo, pero
Tú lo puedes hacer. Yo quiero que Tú lo hagas a través de mí”.
Supóngase que usted está escribiendo una carta muy importante
a una persona, y quiere dar la mejor impresión posible, no sólo
por la expresión de la carta, sino también por la presentación de la
misma. Usted hace todo lo posible por exponer con claridad sus ideas,
utilizando el mejor lenguaje que conoce. Sin embargo, a pesar de todo
este esfuerzo, usted hace un error. Procura corregirlo y sigue adelante,
pero hace otro y otro más. Al final decide, es mejor hacer la carta de
nuevo. Así, comienza de nuevo y hace la carta otra vez. Pues bien,
amigo, ¿por qué no hacer eso también con su vida? Entréguese a sí
mismo, apóyese en el Espíritu de Dios y comience a andar hoy mismo
en el Espíritu.
No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a
otros, envidiándonos unos a otros. [Gá. 5:26]
No nos hagamos vanagloriosos. Usted y yo nunca vamos a llegar a
ser santos maravillosos de Dios. ¡Él es maravilloso! Sí que lo es. Él es
digno de toda nuestra adoración. Actuemos como pequeños bebitos y
comencemos hoy mismo. Eso es lo que Él quiere que hagamos.

478
Gálatas, Un Comentario

Irritándonos unos a otros, es retándonos unos a otros. No nos


debemos irritar ni envidiar unos a otros. No irritemos a los demás.
O, envidiándonos unos a otros. Debemos andar en el Espíritu hoy. La
vida cristiana no es como la ascensión de un globo, con alguna gran
experiencia excitante. Más bien, es un diario andar; es un asunto de
poner un pie delante del otro, dependiendo del Espíritu Santo.

479
• J. Vernon McGee •

CAPÍTULO 6

Al llegar al capítulo seis, entramos a la penúltima gran división


de esta epístola. En realidad, lo hemos estado haciendo desde que
comenzamos el capítulo 5. Vimos allí que el ser salvo por fe y vivir
bajo la ley, perpetúa la caída de la gracia. Eso fue lo que vimos en los
primeros 15 versículos, y esa sección presenta la santificación práctica
por el Espíritu. Luego, vimos que siendo salvo por fe y andando en el
Espíritu, produce el fruto del Espíritu. (Gá. 5:16-26)
Vimos ya lo que quiere decir andar en el Espíritu. Eso es algo que
debemos aprender a hacer. Es algo que debemos comenzar, y aunque
caemos, debemos continuar andando. Ahora vamos a ver como el
fruto del Espíritu obrará en nuestra vida. En otras palabras, vamos
directamente al grano, donde nos afecta a nosotros; analicemos esto de
una manera que nos permita comprenderlo bien.

Salvo por gracia y el fruto del Espíritu está


presente en el carácter cristiano
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta,
vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu
de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que
tú también seas tentado. [Gá. 6:1]
Muy bien, entonces, escuche lo que dice Pablo: Hermanos, si alguno
fuere sorprendido en alguna falta. ¿A quién se refiere este alguno?
Bueno, es un término genérico e incluye a cualquier persona que es
creyente; puede ser un hombre o una mujer. Quiere decir: Hermanos,
si un creyente fuere sorprendido en alguna falta, podríamos decirlo así.
Como usted ve, se menciona la mansedumbre que es uno de los
frutos del Espíritu. Entonces, amigo, ¿notó usted lo que dice aquí?
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta. Esa palabra falta
proviene de la palabra parapipto, que quiere decir “el caer o postrarse”.
Es una palabra que se usa en la oportunidad cuando el Señor Jesucristo
fue al jardín de Getsemaní y se apartó un poco de Sus discípulos y se
postró sobre Su rostro a orar; es la misma palabra. Puede indicar el

480
Gálatas, Un Comentario

tropezar, más o menos. Si alguno fuere sorprendido en alguna falta—o


sea, si él tropieza. Esa palabra falta aquí, es una palabra que puede o no
puede indicar un gran pecado; pero puede ser que se haya cometido una
grande equivocación.
¿Qué es entonces lo que tenemos que hacer nosotros con una
persona así? Aquéllos que son espirituales, (y hay muchos que piensan
que lo son, por supuesto), por eso es que Pablo dice: vosotros que
sois espirituales. Quizá a ustedes les gustaría señalar y condenar a esa
persona, y algunos de nosotros que tenemos una fe fundamentalista,
nuestra interpretación de esto sería que: “ustedes que son espirituales
tomen un garrote y golpeen a esa persona en la cabeza porque no tenía
que haber hecho eso, una cosa tan mala”. Siempre existe el peligro de
que, especialmente cuando un hermano es sorprendido en alguna falta,
que no queramos restaurarle de nuevo. Preferimos castigarle, y por
supuesto, lo vamos a criticar.
Una de las cosas maravillosas que se dice en la profecía del Señor
Jesucristo, se encuentra en Isaías, 63:9: En toda angustia de ellos Él fue
angustiado. En algunos de los mejores manuscritos dice ahora: En toda
angustia de ellos Él NO fue angustiado. Eso me gusta mucho más. El
Señor Jesucristo anda conmigo—y estoy seguro de que Él va con usted
también, amigo—y cuando yo caigo, cuando yo tropiezo y caigo; Él
no tropieza y cae conmigo, Él no es afligido o angustiado. Cuando yo
caigo, Él no cae, pero Él está allí a mi lado. ¿Y sabe usted lo que hace? Él
me levanta, sacude mis ropas y me dice que comience a andar de nuevo.
Es maravilloso tener a alguien al lado que en toda angustia de ellos Él
NO fue angustiado. Dice en la Escritura que el Señor esperó a aquéllos
que estaban en el desierto; muchas veces ellos se van por la tangente,
pero Él los esperó, y ¡qué maravilloso es poder tener eso!
Pablo dice: vosotros que sois espirituales, restauradle. El verbo que
se utiliza aquí es un verbo que quiere decir, “arreglar, componer un
hueso quebrado”. Un hombre cae y se quiebra una pierna, ¿qué es lo que
hace usted entonces? No se va y lo deja abandonado allí. No. Pablo dice:
“Vosotros que sois espirituales, vosotros arregléis ese hueso roto, para
que esa persona se pueda levantar nuevamente”.
Había un gran predicador en el sur de los Estados Unidos hace
muchos años. Él en su vida anterior había sido un borracho, pero se

481
• J. Vernon McGee •

había convertido de una forma maravillosa. Luego él tuvo muchas


obligaciones y tentaciones y en cierta ocasión él se emborrachó. Ahora,
él tenía tanta vergüenza que al día siguiente llamó a los diáconos de
su iglesia y allí mismo les presentó la renuncia. Él les dijo: “Yo quiero
renunciar”. Ellos le preguntaron ¿por qué? Él les dijo, “porque me
emborraché, y yo no creo que un predicador deba emborracharse
y quiero renunciar. Estoy avergonzado de mí mismo”. Aquellos
diáconos maravillosos—y hay muchos de esa clase—ellos pusieron sus
brazos alrededor de este hombre y dijeron: “Vamos a orar”. Oraron
por él y luego le dijeron: “Nosotros no aceptamos su renuncia”. Un
hombre que estuvo presente en la reunión el siguiente domingo, dijo:
“Yo nunca había escuchado un mensaje mejor en toda mi vida, que
el que predicó este hombre”. ¿Se da usted cuenta, amigo, de lo que
esos diáconos hicieron? Ellos eran unos verdaderos cirujanos; eran
médicos excelentes, ellos habían podido arreglar ese hueso roto. ¡Eso
es algo maravilloso de hacer! Ésa era la oportunidad que algunos quizá
hubieran aprovechado para despedir a ese hombre. Pienso que muchos
aun pueden pensar hoy y decir: “Yo aún creo que ese hombre debería
haber sido separado del ministerio”. Pues bien, Dios le utilizó a él
después de este incidente, de una forma maravillosa.
Vosotros que sois espirituales, restauradle. ¿Cómo lo hace uno?
Con espíritu de mansedumbre. Usted le debe restaurar con el fruto
del Espíritu: Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe—y—
MANSEDUMBRE. Ésa es la palabra. Se le debe restaurar con espíritu
de mansedumbre. ¿Por qué? Considerándote a ti mismo, no sea que tú
también seas tentado.
Fue ese gran hombre alemán Goethe quien dijo: “Yo no he visto
cometer algún pecado o algún crimen que yo también pueda haber
cometido”. No crea que usted es inmune a hacer aquello por lo cual
usted está señalando a otra persona y acusando a su propio hermano.
Usted puede hacer la misma cosa que él hizo y quizá peor aun. Por tanto,
restauradle con espíritu de mansedumbre. ¡Esto es algo maravilloso!
Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid
así la ley de Cristo. [Gá. 6:2]
Yo quisiera que usted observe con atención este versículo porque
es muy importante. Cuando yo era jovencito, este versículo me había
482
Gálatas, Un Comentario

hecho dudar en cuanto a la Biblia. En muchas de las pequeñas ciudades


que ya son cosa del pasado, siempre tenían algún personaje que era
conocido como el ateo del lugar, un “libre pensador”. Puede que haya
sido alguno de los ciudadanos más destacados del lugar. En la pequeña
ciudad donde vivía yo, cuando era niño, se notaba la falta de muchas
cosas. No teníamos iluminación en las calles, ni siquiera teníamos
electricidad; utilizábamos lámparas para la luz. No teníamos veredas;
tampoco existían calles pavimentadas. No había agua corriente,
tampoco ninguna clase de cañería en la casa, pero no nos faltaba allí, el
ateo del lugar. Este hombre había anunciado que hablaría en la esquina
de la plaza todos los domingos por la mañana, es decir, si se lo permitía
el tiempo. Por lo general él lograba reunir una gran multitud, unas doce
personas que lo escuchaban. Para mí, este hombre era una persona
extraordinaria, porque yo lo escuchaba todos los domingos cuando se
dirigía hacia la escuela dominical. Yo siempre me detenía en el camino
a escucharlo, y lo que más me sorprendía acerca de este hombre era que
su boca estaba un poco torcida, como si hubiera sido cortada al sesgo;
ahora, él siempre masticaba tabaco. Él desafiaba la ley de la gravedad.
Lo que me fascinaba, era que cuando uno tiene la boca torcida como
este hombre, al sesgo, uno espera que el jugo del tabaco se le saliera
por la parte más baja de la boca, pero eso no sucedía con este hombre;
siempre se le salía por la parte de arriba. De modo que, este hombre
no solamente estaba desafiando a Dios, sino que también desafiaba a
la ley de la gravedad. El ponía la Biblia en ridículo, y siempre señalaba
algunas supuestas contradicciones que según él existían en la Biblia.
Una de sus favoritas era este versículo 2, que dice: Sobrellevad los
unos las cargas de los otros... Él decía: “Aquí en este mismo capítulo,
unos versículos más adelante, en el versículo 5, dice: Porque cada uno
llevará su propia carga”.
Luego este hombre decía: “Eso obviamente, es una contradicción
en la Biblia”. Toda esa gente en esa pequeña ciudad que escuchaban a
este hombre, pues se quedaban parados con la boca abierta sin saber
qué contestar. Pero ¿cómo le contestaría usted, a un hombre así? Existe
una respuesta muy fácil si sólo la hubieran conocido entonces. Las
cargas son aquellas cosas que todos nosotros tenemos en común; todos
tenemos cargas. No todos somos ricos, tampoco somos bien sanos; no
todos tenemos un talento natural. Me puedo imaginar que leyendo

483
• J. Vernon McGee •

este estudio haya algunos que han perdido la vista, otros que no tienen
brazos, muchos de nosotros que no somos bien parecidos. Pero todos
nosotros tenemos cargas, y las cargas no son las mismas.
Hay un proverbio español que dice: “No hay casa donde tarde o
temprano no haya silencio”. El silencio llega a todos los hogares.
También tenemos un proverbio francés que dice: “Cada uno piensa
que su carga es la más pesada”. Jorge Herbert lo expresó de esta manera:
“Nadie conoce el peso de la carga de los demás”. Una maestra de Escuela
Dominical acostumbraba a decir: “Hasta los niños tienen su carga”.
Todos nosotros tenemos cargas, pero no todos tenemos la misma
carga, y ¿sabe usted? Hay once palabras diferentes en la Biblia que se
traducen por esta palabra “carga”. Hay dos clases de cargas; existe la
carga que uno puede compartir con otro; y luego existe la carga que
usted tiene que sobrellevar. De eso es que Pablo habla aquí. Ese hombre
ateo en esa pequeña ciudad que mencioné no sabía de la diferencia que
existía en esas dos palabras en el idioma griego. En el versículo 2, uno lo
puede traducir: “Continúen llevando la carga de los demás”. La palabra
usada aquí es barros, que quiere decir “algo pesado”. Es la carga y el calor
del mediodía, como en Mt. 20:12. Esta palabra es utilizada también en
Hechos 15:28. En el concilio de Jerusalén se decidió enviar lo siguiente
a la iglesia de los gentiles: Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a
nosotros, no imponernos ninguna carga más que estas cosas necesarias.
Es una clase de carga que uno puede compartir. Luego existe otra clase
de carga que usted no puede compartir, pero aquí tenemos una carga
que usted sí puede compartir. Alguien ha dicho que una carga es sólo la
mitad cuando hay dos que la pueden sobrellevar.
Una dama subió a un ómnibus en la ciudad de Londres llevando una
canasta muy grande. Ella se sentó en un asiento y puso esa gran canasta
sobre sus rodillas. Un pasajero que estaba de pie a su lado le dijo: “¿Por
qué no pone la canasta en el piso? Este ómnibus puede cargar tanto
la canasta como a usted”. Muchos de nosotros tenemos cargas que
podemos compartir con los demás, y las deberíamos compartir.
Barros quiere decir “falta”. Si alguno fuere sorprendido en alguna
falta, ésa es su carga. Puede haber sido un pecado pequeño. Usted puede
ayudar a esa persona a llevar la carga. Una enfermedad quizá, una falta,
una debilidad, una ignorancia. Quizá esa persona está haciendo algo
484
Gálatas, Un Comentario

que en realidad no conoce, tiene cierta presión, cierta tensión, cierto


dolor. Hay tantas de estas cosas. Esta palabra barros enfatiza el peso,
algo que es pesado. Eso es algo que usted puede compartir.
Creo que todo el mundo tiene por lo menos una falta. Un hombre,
hablando ante un grupo, hizo la pregunta, “¿Hay alguien aquí que no
tenga falta?” Nadie levantó la mano. Después de repetir varias veces la
pregunta, un hombrecillo en la parte de atrás, uno de esos individuos
débiles de carácter, levantó la mano. El locutor le pidió que se pusiera
de pie. “¿Es usted el que no tiene falta?” “Oh, no”, respondió. “No soy
yo”. “Entonces, ¿conoce usted a alguien que no tenga falta?” “Bueno”,
dijo, “no le conozco personalmente, pero he escuchado hablar de él”.
El locutor dijo, “Dígame, ¿quién es él?” “¡Es el primer marido de mi
esposa!” Me imagino que ese hombre había escuchado hablar de ese
primer marido muchas veces.
Todos nosotros tenemos faltas, y eso es una carga.
Muchas veces caemos, y muchas veces vemos caer a un
hermano. Vosotros que sois espirituales, restauradle…
(Gá. 6:1)
Permítame ilustrar esto. Un querido hombre en una de las iglesias
donde pastoreé, vino a verme y dijo, “¿Tiene usted algo en contra de
mí?” “No”, le dije, “¿por qué dice usted eso?” “Bueno, yo me encontré
con usted en la calle y usted ni me habló”. Me quedé asombrado. “¿No le
hablé?” “No”. “Me pasó de largo sin decir nada. Me miró directamente,
pero no dijo nada”. Le pregunté qué día había pasado esto, y entonces
me di cuenta de que fue un día que hubo un problema con mis boletos
de avión, y me dirigía a la agencia de viajes para arreglar ese asunto.
Amigo, estamos bajo tensión en un tiempo como ése. Y mi amigo
también estaba bajo tensión creyendo que yo le había ignorado. Bueno,
nunca me olvidaré de esta ocasión, porque él me abrazó y dijo, “Me
alegro de saber eso”. Él me estaba ayudando a llevar la carga de la
tensión. Eso es algo que podemos compartir unos con otros.
Ahora llego a la tercera carga que usted y yo podemos compartir.
Es la carga de la aflicción. La carga de la tragedia, la carga del dolor, la
carga de la desilusión es inevitable en la familia humana. Si esto no le
ha tocado a usted todavía, le tocará. Y cuando nos toque, necesitamos
a alguien, a un amigo, que nos ampare. Los tres amigos de Job—los

485
• J. Vernon McGee •

criticamos porque empezaron un maratón de discusión, pero de hecho


ellos pasaron siete días sentados con Job y consolándole antes de
ponerse a hablar.
En un texto de la Historia natural hay una declaración que dice: “El
hombre es el único ser que no sabe nada, y que no puede aprender
nada sin ser enseñado. Él no puede hablar, ni caminar, ni comer. En
resumidas cuentas, él no puede hacer nada, sino llorar.” Todo lo que
usted y yo podemos hacer en cuanto a este mundo, es llorar. Llegamos
a este mundo llorando, y necesitamos consuelo. Desde el mismo
principio y a través de toda la vida, necesitamos consuelo por el hecho
de que hemos nacido en este mundo de dolor.
Rut pudo decirle a Booz, me has consolado. (Rt. 2:13) Ella era una
extranjera que había llegado de un país extranjero, y esperaba no ser
aceptada, pero alguien entró en su vida que mostró interés en ella y
que le extendió ciertas cortesías. Con agradecimiento ella dijo, me has
consolado.
María derramó un vaso de alabastro con perfume sobre nuestro
Señor. Ella hizo esto un poco antes de Su crucifixión porque ella
sabía lo que iba a ocurrir. Nadie más parecía darse cuenta de lo que
ocurría, pero ella sí sabía. Jesús dijo, ¿Por qué molestáis a esta mujer?
.... Porque al derramar ese perfume sobre Mi cuerpo, lo ha hecho a fin
de prepararme para la sepultura. (Mt. 26:10, 12) Sólo ella compartió los
sufrimientos de Él. Y Él dijo, De cierto, os digo que dondequiera que
se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo
que ésta ha hecho, para memoria de ella. (Mt. 26:13) Y la fragancia de
ese perfume ha llenado el mundo. La aflicción es una carga que usted
puede compartir. Habrá aquéllos que le vendrán a usted en su tiempo
de aflicción.
Nuestras faltas, nuestras tensiones, nuestras aflicciones son algunas
de las cargas que usted y yo podemos compartir. Así es que hay cargas
que podemos compartir.
Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo
se engaña. [Gá. 6:3]
Usted ya se ha dado cuenta que Pablo puede hacer las declaraciones
más maravillosas que nos podamos imaginar. Uno las puede detectar
486
Gálatas, Un Comentario

aquí, ya hemos encontrado varias de ellas en esta Epístola a los Gálatas,


y aquí tenemos otra. Es realmente una joya. Es un lema que muchos
de nosotros podríamos colocar en la pared de nuestros hogares para
poderlo leer de vez en cuando.
No engañamos a nadie, y necesitamos darnos cuenta de eso. Cierto
hombre dijo lo siguiente, refiriéndose a otra persona: “Me gustaría
comprar a ese hombre por lo que vale y vendérselo a él mismo por
lo que él piensa que vale”. Muchos de nosotros nos sobreestimamos y
necesitamos reconocer eso, especialmente cuando llegamos a Dios; que
necesitamos a Alguien que nos ayude a llevar nuestras cargas.
Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y
entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí
mismo, y no en otro. [Gá. 6:4]
Pienso que aquí quiere decir que uno no debe ir de un lado para otro
tratando de conseguir que otros lleven sus cargas. No haga eso, amigo.
¿Por qué?
Ahora, vamos a ver el otro versículo que nos dice que hay cargas que
no podemos compartir.
Porque cada uno llevará su propia carga. [Gá. 6:5]
“Carga” aquí es la palabra griega, fortíon, y significa “factura, carga.”
Se usa para describir la carga de un barco. De hecho, la palabra aquí
puede significar, un bebé en el vientre de su mamá. Como usted puede
darse cuenta, esa madre es la única que puede llevar su criatura. Es lo
mismo que la carga que se pone sobre un barco. Esa nave tiene que
llevar toda esa carga. Hay ciertas cosas que uno tiene que llevar por sí
mismo. Usted no puede buscar a alguien que le cargue esas cosas. Usted
las tiene que soportar por sí mismo.
Cada vida es aparte—aislada—segregada—en cuarentena. Creo que
hay cosas que uno tiene que soportar solo. Hay un diccionario que
dice: La palabra más triste es la palabra “solo”. Hay cosas que usted y yo
debemos llevar solos. Una de ellas es el sufrimiento. Nacemos solos en
este mundo—un mundo de tristeza. Sufrimos solos.
Tenemos que enfrentarnos a ciertos problemas solos: el sufrimiento
y la enfermedad física.

487
• J. Vernon McGee •

Cuando mi hija era pequeña, se enfermó con una fiebre muy alta
mientras volvíamos de Texas a California. La llevamos al hospital en el
estado de Arizona, y el médico allí nos recetó una medicine y nos dijo,
“Denle esta medicina, y se le bajará la temperatura. Así pueden seguir
su viaje”. En la ciudad de Fénix, Arizona, nos paramos para comprar
gasolina, y mi esposa le tomó la temperatura a nuestra hija. No se le
había bajado. Tenía una fiebre de 41 grados. ¡Estábamos asustados!
Fuimos a un hotel, llamamos a un médico, y le contamos la situación
Nos recomendó que siguiéramos dándole a la niña la medicina y que
la trajéramos al hospital la mañana siguiente. Jamás olvidaré cómo
me sentía al llevarla al hospital por la mañana. Nunca antes había yo
tenido tal experiencia. Con gusto habría tomado yo esa fiebre, con
gusto lo hubiera hecho. Pero, amigo, yo no podía hacerlo. Tenemos
que sufrir solos. Usted no puede conseguir a alguien que le sustituya en
el sufrimiento. El sufrimiento es una cosa que no podemos compartir.
La angustia mental es otro tipo de sufrimiento que usted no puede
compartir. Hay muchas personas que están desilusionadas. Hasta son
amargados hoy por alguna gran desilusión. El sufrimiento es una carga
que tenemos que llevar solos.
Hay otra carga que usted y yo no podemos compartir con nadie más.
Es la muerte. Llegará el día cuando tendrá que pasar por el valle de
sombra de muerte. Thomas Hobbes, un agnóstico durante toda la vida,
y un hombre brillante, en el momento de su muerte, lo dijo de esta
manera: “Estoy dando un salto terrible en la oscuridad y solo”. ¡Qué
trágico es el tener que hacerlo de esa manera!
Llegamos ahora a la tercera y última carga que voy a mencionar.
Es el Tribunal de Cristo. No es para los incrédulos, pero los creyentes
tenemos que aparecer ante Él. Nosotros tenemos que comparecer allí
para que nuestras obras sean juzgadas. Oh, sí, hay para el incrédulo el
Gran Trono Blanco descrito en el capítulo 20 de Apocalipsis. Pero el
Tribunal de Cristo, es para los creyentes. Porque es necesario que todos
nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno
reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno
o sea malo. (2 Co. 5:10) Todo lo que hemos hecho en la carne como
cristiano, será juzgado para ver si recibimos o no una recompensa.
La salvación no se cuestiona—eso fue resuelto para el creyente en la
cruz de Cristo. Son las obras del creyente que han de ser juzgadas en el
488
Gálatas, Un Comentario

Tribunal de Cristo. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios


cuenta de sí. (Ro. 14:12)
Entonces Pablo da un principio que se le puede aplicar a toda fase de
la vida, pero se les da específicamente a los creyentes: No os engañéis;
Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará. Este principio es también verdad hasta en la naturaleza.
Si usted siembra algodón, usted va a cosechar algodón. Si siembra
trigo, va a cosechar trigo. Y como cristiano, usted cosechará lo que
siembra. ¿Cómo ha sido su vida después de que usted aceptó a Cristo?
¿Tiene usted pecado en su vida? ¿Lo ha confesado? Todos tenemos que
aparecer ante el Tribunal de Cristo. Pero si andamos en luz, como Él
está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo
Su Hijo nos limpia de todo pecado. (1 Jn. 1:7)
Alguien quizá diga, “Soy cristiano. No tengo pecado.” Ah, ¿no?
Entonces usted no está en la luz. Si usted entra en la luz, usted verá el
pecado que hay en su vida. La luz—la cual es la Palabra de Dios—revela
lo que hay allí. Note esto: Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es
pecado. (Stg. 4:17) ¿Le cuadra esto a usted? El que sabe hacer lo bueno,
y no lo hace, ése peca. Su vida como hijo de Dios es una carga que usted
lleva, y algún día la tendrá que traer ante Él.
Luego, por supuesto, hay otras cargas que usted no puede compartir y
que tampoco puede llevar; ésa es la carga del pecado. El Señor Jesucristo
llevó esa carga por usted en la cruz del Calvario. Pablo habla de esto en
la primera parte de Romanos. David en los Salmos dice: Porque mis
iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; como carga pesada se
han agravado sobre mí. (Sal. 38:4) El pecado es una carga que usted no
puede compartir con otra persona. Y, el pecado es una carga que usted
mismo no puede llevar. David dice, mis iniquidades se han agravado
sobre mi cabeza. De los Salmos viene también este deseo: Y dije: ¡Quién
me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. (Sal. 55:6)
¿Se ha sentido así usted alguna vez? A veces el médico recomienda
que nos apartemos de todo. El salmista dice, volaría yo. Pero usted y
yo no podemos volar y apartarnos de todo. Un psicólogo dice que un
complejo de culpabilidad es tanto una parte de nosotros como lo es el
brazo derecho. Los psicólogos han procurado deshacerse de eso. Pero
no han podido lograrlo. Todos lo tienen. A Sir Arthur Conan Doyle, el

489
• J. Vernon McGee •

escritor de las novelas Sherlock Holmes, le gustaba gastar bromas. Una


vez, él mandó un telegrama a doce personas famosas que él conocía
en la ciudad de Londres. El telegrama decía: “Huye en seguida. Se ha
sabido todo.” ¡Los doce salieron inmediatamente del país! Sin embargo,
todos ellos eran ciudadanos rectos. Permítame decirle, amigo, todos
tenemos un complejo de culpabilidad. El pecado es esa carga que ni
usted ni yo podemos compartir ni llevar. Es demasiado pesado para
nosotros.
Hay sólo un lugar donde usted se puede deshacer de él, y ese lugar
es la cruz de Cristo. Echa sobre Jehová tu carga, y Él te sustentará;
no dejará para siempre caído al justo. (Sal. 55:22) El Señor Jesús dijo:
Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré
descansar. Llevad Mi yugo sobre vosotros, y aprended de Mí, que soy
manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
porque Mi yugo es fácil y ligera Mi carga. (Mt. 11:28-30) ¿Está usted,
cargando su carga de pecado en este día? Tráigala al pie de la cruz,
el Señor Jesucristo ya la llevó por usted. Sólo Él puede llevar la carga
pesada del pecado, y es porque Él ya pagó la paga por él. Él sólo puede
quitársela a usted.
Hay dos esculturas famosas que describen esto. Una es El galo
moribundo, y la otra es El laocoonte, que es en el Vaticano en Roma.
El galo moribundo muestra un hombre cautivo que ha sido llevado a
Roma, entonces lo echan al coliseo como gladiador y es mortalmente
herido. Ya allí en la arena, la sangre fluyendo de él, y busca ayuda.
Él está en un país extranjero, y no hay nadie que le pueda ayudar.
Un gladiador moribundo. Permítame decirle que éste es un cuadro
de cualquier persona hoy sin Cristo. Sólo Cristo puede ayudarnos,
porque Él vino al mundo con ese propósito. Él dijo: Porque el Hijo del
Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. (Lc. 19:10)
También dijo: Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido,
sino para servir, y para dar Su vida en rescate por muchos. (Mr. 10:45)
Cristo pagó el precio por su pecado y por el mío. Como el gladiador
moribundo, podemos mirarle a Él y ser salvos.
La otra escultura es El laocoonte. Un sacerdote de Troya se asomó
a la ventana y vio dos serpientes de mar salen y enroscar alrededor de
sus dos hijos. Él fue a socorrerles, pero no pudo porque las serpientes lo

490
Gálatas, Un Comentario

envolvieron a él también. Allí están—los tres bajando a la muerte. Para


mí esto ilustra el hecho de que el pecado personal es una carga con la
cual no podemos. Nos llevará hasta la muerte—muerte eternal.
¿Qué hace usted con sus cargas?
Hay algunas cargas que usted puede compartir con otros. Hay otras
que usted tiene que llevar solo. Pero la carga de pecado personal es
una carga demasiado pesada para usted; es la carga que usted mismo
no puede llevar. Hace más de 2.000 años, Cristo llevó la carga de su
pecado, y la llevó sobre la cruz. Hoy su carga o está sobre usted, o por
fe usted ha recibido a Cristo como su Salvador y la carga está sobre Él.
No puede estar en los dos lugares—su pecado o está sobre usted o sobre
Cristo. Y Cristo no la tiene que compartir—Él la llevó toda.
El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda
cosa buena al que lo instruye. [Gá. 6:6]
Éste es probablemente uno de los versículos más ásperos o bruscos
que uno puede encontrar en la Biblia. Pablo dice las cosas aquí de una
manera muy directa. La palabra que aquí se utiliza para partícipe, es en
realidad la palabra koinoneo, que quiere decir “compartir”; tomar parte
y compartir las cosas de Cristo juntos. En realidad, no quiere decir el
pedir a alguien que dé, sino que comparta. Lo que Pablo está diciendo,
y muy directamente, por cierto, es que le pague al predicador. ¿Está
compartiendo él las cosas espirituales con usted? Pues bien, si alguien
entonces le está proveyendo a usted beneficios espirituales, usted tiene
que proveer para él beneficios materiales. Si Dios lo ha bendecido
a usted materialmente y usted está siendo bendecido por alguien
espiritualmente, entonces usted tiene que participar con él. Esto está
colocado en la base de la gracia de compartir; pero créame, que cuando
usted va al mercado y toma un pan y algo de carne, cuando usted sale
de ese lugar, si no se detiene ante el cajero, pues estoy seguro de que
tendrá problemas. Pero nadie piensa nada en cuanto a eso en el mundo.
Pero cuando alguien viene y le ministra a usted cosas espirituales, y
usted pasa por el mostrador y no paga—no comparte, en realidad—pues
la Palabra de Dios dice aquí que usted tiene que compartir con ellos.
Ésa es la razón por la cual decimos de vez en cuando que donde usted
está recibiendo su bendición, allí es donde usted debe dar su apoyo, su
sostén. Si usted está asistiendo a una buena iglesia bíblica, pues, apóyela,

491
• J. Vernon McGee •

ayude en el sostenimiento de esa iglesia. O si usted está recibiendo una


bendición de un programa radial, entonces, usted debería compartir,
participar, ayudar allí; porque así es como Dios quiere que sea.
Alguien envió una contribución a nuestro programa en cierta
ocasión y en su carta decía: “Estoy cansado de recibir todo de balde”.
Pues bien, uno puede apreciar eso. También existe cierta idea de decir
por radio, o por algún programa radial, que todo lo que se ofrece es
gratis, y luego uno le pide a la gente que le envíe algo. Bueno, eso no
quiere decir que es gratis, ¿verdad? Honradamente hablando, amigo,
pienso que debemos ser francos en el día de hoy. Uno tiene que pagar
por el tiempo que ocupa en una emisora; las emisoras insisten en eso.
Hay que pagar diferentes cuentas de imprenta; el correo siempre quiere
que uno le pague por las estampillas que usa, y luego hay muchas otras
cosas que pagar como la luz, el agua, el teléfono, etc. Uno tiene que
pagar todo eso si quiere seguir transmitiendo la Palabra de Dios por
radio. Pienso que el Apóstol Pablo está siendo así tan directo aquí en
este versículo.
La palabra koinoneo indica “compartir con aquél que le está
enseñando a usted estas cosas”.
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo
que el hombre sembrare, eso también segará. [Gá. 6:7]
Éste es uno de esos destacados pasajes de la Escritura, que pienso
necesita ser considerado en la actualidad.
Esto que se menciona aquí es algo inmutable, irrevocable, invariable,
inalterable, que nunca puede ser cambiado ni una jota; y es aplicable,
creo yo, a cada esfera y campo de acción de nuestra vida. Usted puede
utilizar esto en el campo de la agricultura y de la horticultura. Un
hombre siembra trigo, y eso es lo que cosecha, trigo. Puede sembrar
arroz y cosechará arroz. Usted nunca puede conseguir peras del olmo,
por ejemplo. La planta de sandía puede avanzar cinco o diez metros en
una dirección, y nunca me he enterado de que una de estas plantas haya
hecho la equivocación de producir un zapallo, por ejemplo. Siempre
se consigue de esta planta, sandías. Se encontró en antiguas tumbas
de Egipto semillas de trigo, y éstas habían sido colocadas en ese lugar
hace cinco mil años. ¿Sabe usted lo que pasó? Cuando uno siembra

492
Gálatas, Un Comentario

esas semillas, puede cosechar, sí, trigo. La semilla no se olvidó que era
de trigo en los cinco mil años que pasaron. El principio que tenemos
entonces es que lo que usted siembra, eso es lo que va a cosechar.
Hay tantos hombres en la Biblia que sirven como una ilustración
para esto. Jacob engañó a su padre; él pretendió ser el mayor de los
hijos, cuando en realidad era el menor. Él se cubrió las manos y brazos
con pieles de cabrito. Su padre lo tocó y también lo olió, y eso no habla
muy bien de Esaú, ¿verdad? Él era un hombre que trabajaba en el campo
y aparentemente olía a cabrito. Jacob engañó a su padre, huyó de su
hogar y se fue a vivir con su tío Labán, y parecía que se había salido
con la suya al engañar a su padre. Pero Dios dice, que lo que el hombre
sembrare, eso también segará. No va a segar algo parecido; usted segará
algo idéntico.
¿Qué es lo que ocurrió entonces? Bueno, este hombre Jacob se
enamoró de Raquel y trabajó siete años por ella. Tuvieron la fiesta
del casamiento, y cuando él levantó el velo del rostro de la novia, ¿qué
encontró? No era Raquel, la hija menor de Labán, sino que era Lea,
la mayor. Ella no era tan hermosa como Raquel, puedo decir de paso.
Pienso que este joven Jacob, en su luna de miel aprendió una lección,
y esa lección es que él había engañado a su padre; habiendo pretendido
ser el mayor cuando en realidad era el menor. Ahora él recibe la hija
mayor de Labán, cuando pensaba que se estaba casando con la menor.
¿Recuerda usted a Acab y Jezabel? Ellos pensaban que también se
habían salido con la suya. Eran el rey y la reina. Tomaron la viña de
Nabot y pensaron: “Bueno, nos vamos a salir con la nuestra aquí”. Pero
el profeta Elías les dijo: “Vosotros no se vais a salir con la vuestra. En el
mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros
lamerán también tu sangre, tu misma sangre.” (1 Reyes 21:19) Bueno,
uno no podía creer que eso podía suceder. Acab decía: “Bueno, yo me
mantengo lejos de ese lugar entonces”. Pero al continuar leyendo la
historia uno puede enterarse que él fue herido en una batalla fatalmente
y le dijo a su cochero que lo sacara del lugar de la batalla. ¿A dónde
lo llevó el cochero? Pues, quizás por casualidad lo llevó a la viña de
Nabot, al mismo lugar donde Nabot había sido asesinado, y allí es
donde él murió. Y lavaron el carro en el estanque de Samaria—dice la
Escritura—y los perros lamieron su sangre.

493
• J. Vernon McGee •

Pablo estuvo presente en la lapidación de Esteban; él quizá hasta


pudo haber sido uno de los promotores de eso, y a él también lo
atacaron a pedradas en Listra y en Derbe, cuando él llegó a visitar a los
Gálatas. Alguien quizá diga: “Bueno, pero él llegó a ser un creyente, sus
pecados fueron perdonados”. Sí, son perdonados, pero ésa es la ley de
Dios. Siempre obra. Lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Un conocido evangelista, el Sr. Mel Trotter, quien antes había sido
un borracho, estuvo visitando una vez la ciudad de Nashville, en los
Estados Unidos, y una noche se reunieron varias personas y fueron
juntos a un restaurante y algunos comían helados, otros tomaban
batidos y otras cosas, pero él lo único que pidió fue agua mineral.
Todos los que estaban con él, se comenzaron a burlar un poco de él
por lo que hacía; y le preguntaron ¿por qué tomaba agua mineral nada
más? Su respuesta fue: “Cuando el Señor me dio un nuevo corazón en
mi conversión, Él no me dio un nuevo estómago. Estoy pagando por
esos años en los cuales bebía alcohol”. Debo decir amigo, una vez más,
todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. No os engañéis,
Dios no puede ser burlado. Usted no puede escapar a eso amigo; usted
no podrá salirse con la suya.
Hay muchos jóvenes en la actualidad que están abusando de las
drogas; y muchos también que están abusando del sexo; y por supuesto,
algunos de ellos ya han comenzado a segar la consecuencia de eso. La
enfermedad del SIDA, por ejemplo, es una epidemia en muchos lugares,
se nos informa. ¿Por qué? Porque Dios dice que usted no puede escapar
a las consecuencias. No importa lo que haga; no importa las píldoras
que tome o cualquier otra cosa que haga. Dios dice que usted segará lo
que siembre, amigo. ¿Por qué? Porque Dios no puede ser burlado. Si
usted siembra trigo, eso es lo que va a nacer. Cuando usted siembra el
pecado, eso también es lo que nacerá. Alguien dirá: “Bueno, yo he sido
convertido”. Muy bien, usted todavía tendrá que pagar eso algún día;
usted tendrá que segar lo que ha sembrado.
Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción;
mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
[Gá. 6:8]
¿Qué es lo que hará? Segará vida eterna. Segará vida eterna quiere
decir los frutos del Espíritu. Quiere decir la gloriosa perspectiva del
494
Gálatas, Un Comentario

futuro. Creo que muchos creyentes, en realidad, deberían temer el


regreso del Señor Jesucristo por los Suyos; porque entonces nosotros
deberemos presentarnos ante el Tribunal de Cristo, para rendir cuentas
de las cosas que hemos hecho en la carne. Amigo, usted puede ser salvo,
pero puede ser algo bastante engorroso para usted en ese día, cuando
tenga que dar cuenta de su vida al Señor. El Apóstol Juan menciona
el hecho de que es posible el ser avergonzado a Su aparición, porque
si usted va a vivir en la carne y producir las cosas de la carne—y no
estoy diciendo aquí que usted va a perder su salvación, no creo que eso
pueda suceder—pero, usted amigo, estoy seguro, perderá su premio, su
galardón y verá que ése puede ser un día bastante oscuro para usted al
estar delante del Señor. Juan lanza esta advertencia: ...permaneced en
Él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en Su
venida no nos alejemos de Él avergonzados. (1 Jn. 2:28)
Tenemos también el otro lado de las cosas. Ése es el lado más brillante,
digamos. Él había puesto la luz roja, pero ahora pone la luz verde. Note
que el versículo 9 dice algo para su consuelo, para que usted no pierda
el entusiasmo.
No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su
tiempo segaremos, si no desmayamos. [Gá. 6:9]
Amigo creyente, permítame decirle esto. Sé que estoy hablando
a personas que dicen lo mismo que lo que dijo un padre en cierta
ocasión: “Estoy preocupado por mis hijos. La marea está en mi contra;
las escuelas están en mi contra; los otros padres parecen estar en mi
contra, y también mis amigos. Pero yo quiero que mis hijos crezcan
de una forma correcta”. Pues bien, amigo, si usted siembra la semilla
correcta, entonces segará lo mismo que ha sembrado; debe ser paciente.
Uno no puede ir y cortar las plantas cuando se le ocurre, tiene que
esperar hasta el tiempo de la cosecha. Así es que uno tiene que seguir
sembrando, amigo. Usted puede tener sus problemas y dificultades
hoy; pues bien, siga sembrando la Palabra de Dios. El Señor dice que la
Palabra de Dios, Su Palabra, no volverá a Él vacía. Es como la lluvia que
nos viene desde el cielo. Usted siembra y luego llegará la cosecha en el
tiempo que corresponda. (Véase Is. 55:10-11)
Usted recuerda que Abraham creyó a Dios y él anduvo con Dios
en la tierra de Canaán, y que el cananeo estaba entonces en su tierra;
495
• J. Vernon McGee •

ese Cananeo era un idólatra y una persona perdida. Luego llegó


Isaac, un niño en su hogar, que creció y se convirtió en un hombre.
Un día Abraham lo lleva al monte Moriah ¿y qué pasó? El se prepara
para ofrecer a Isaac como un sacrificio, pero Dios no permitió que él
consumara ese sacrificio. Abraham sembró para el Espíritu, y cosechó
vida eterna.
Jocabed era la madre de Moisés. Ella instruyó en la tierra de Egipto
a ese hijo suyo, al convertirse en su nodriza, luego de haberlo puesto
en una canasta en el río, y después que la hija de Faraón lo encontró.
Egipto estaba contra ella; el paganismo estaba en su contra, y los
placeres de Egipto también estaban contra ella; aún la filosofía y la
religión de Egipto, todo eso estaba en su contra. Pero ella le enseñó a
Moisés acerca de Abraham. Ella le enseñó a Moisés acerca del llamado
de Dios y Su propósito. Ella lo vio crecer y parecerse a un egipcio al
lado de Faraón. Pero llegó un día cuando Moisés rechazó los placeres y
los pecados de Egipto, y salió de ese lugar para ocupar su puesto con el
pueblo de Dios. Nuevamente tenemos que decir: todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará.
Luego tenemos a David. Su pecado es muy evidente. Pienso que él
era una persona muy cruel. Recuerdo que cuando hablé de él hace algún
tiempo, recibí cartas de todas partes, y en ellas algunas personas decían:
“Ese hombre era terrible, y usted lo defendió”. Pues, así es, lo defendí.
¿Sabe usted? Esto es interesante. Uno puede poner una gota de tinta
en un mantel blanco, y eso se puede ver a un kilómetro de distancia.
Pero una gota de tinta en un traje oscuro, no la nota nadie.
Ésa es la razón por la que tanto se nota a David. Otros reyes de ese
período eran tan malos que, cuando ellos cometían un pecado como
el que cometió David, la gente ni se daba cuenta. Pero David tenía
un corazón inclinado hacia Dios. Aun en su confesión, él revela su
hambre, su sed de Dios. Dice: Como el ciervo brama por las corrientes
de las aguas, así clama por Ti, oh Dios, el alma mía. (Sal. 42:1) David
llegó a ser la norma, el patrón para todos los reyes de su linaje, la
norma humana. ¿Por qué llegó él a ser esa norma? Porque si usted va a
sembrar, usted cosechará, y este hombre cosechó pecado. El pagó por
lo que hizo. Él tuvo dolor en su hogar. Debo decir que Dios le hizo un
ejemplo para todos los reyes después de eso.
496
Gálatas, Un Comentario

Éste es un pasaje maravilloso de la Escritura. Así es, porque


dondequiera que usted esté, o quienquiera que usted sea, usted puede
decir hoy: “Yo estoy en un lugar difícil”. Pues bien, usted siembre la
Palabra de Dios, y Dios hará que usted coseche uno de estos días. Usted
no puede cosechar hasta que llegue el tiempo de la siega. Usted tiene que
esperar hasta entonces; pero debemos ser fieles en sembrar la semilla,
porque ésa es una ley de Dios. Dios no puede ser burlado, cualquier
cosa que usted siembre, eso también segará. Si usted siembra para el
Espíritu, entonces va a recoger vida eterna. Si usted siembra para la
carne, entonces va a recoger corrupción, amigo, uno de estos días.
Cosechamos lo que sembramos, amigo. Y no os descansemos, pues,
de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.
Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a
todos, y mayormente a los de la familia de la fe. [Gá.
6:10]
Nosotros tenemos que ser de esas personas que hacen bien a todos.
Reconozco que toda la religión del liberalismo es una religión dedicada
a hacer bien. Pero, honradamente hablando, no creo que ellos estén
haciendo mucho bien. Creo en hacer el bien, pero uno tiene que tener
la base, los cimientos correctos para realizar ese proceso de hacer el
bien a todos, amigo. Lo que uno tiene que hacer es colocar toda la
Epístola a los Gálatas—el evangelio de la gracia de Dios—andando en
el Espíritu de Dios. Cuando esto tiene lugar, y se produce el fruto del
Espíritu, entonces, amigo, usted está haciendo bien. Hagamos bien a
todos, como dice aquí, y mayormente a los creyentes en estos días, y
eso es muy importante.

Conclusión autografiada
Esto nos lleva ahora a la última de las grandes divisiones de la Carta
a los Gálatas. Llegamos a la conclusión autografiada, digamos, que
comienza aquí en el versículo 11, y sigue hasta el versículo 18.
Tenemos aquí en el versículo 11, la escritura misma del Apóstol
Pablo y podremos ver el testimonio propio de Pablo. Luego veremos la
cruz de Cristo contra la circuncisión, y la escritura de Cristo, digamos,

497
• J. Vernon McGee •

en el cuerpo de Pablo. En otras palabras, hay tres escrituras que se


mencionan aquí; la primera se menciona en el versículo 11.
Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia
mano. [Gá. 6:11]
Pablo está hablando aquí del tamaño de las letras con las cuales está
escribiendo. No debemos interpretar esto como una carta demasiado
larga. Escribió con letras de gran tamaño y fue él quien escribió la
Carta a los Gálatas. En la Carta a los Romanos, él tenía un secretario; él
dictaba sus cartas. Al terminar la carta, Pablo le preguntaba al secretario
si quería decir algo, y éste lo hacía como leemos en Romanos 16:22: Yo
Tercio, que escribí la epístola, os saludo en el Señor. Pablo le estaba
diciendo a él que saludara a los romanos. Pero aquí en la Epístola a los
Gálatas no sucede lo mismo. Él no está saludando a nadie aquí. Por
cierto, que Pablo estaba bastante enojado, como vimos, porque ellos
habían estado mezclando el evangelio con la ley. Cuando uno hace
eso, uno destruye completamente el evangelio de la gracia de Dios.
Él mismo escribió esta carta; no esperó a que llegara su secretario.
Y él dice: Mirad con cuán grandes letras os escribo. ¿Por qué usaba
esas letras tan grandes? Porque Pablo, estaba casi ciego. Esto me hace
creer que el “aguijón” de Pablo, era su vista (véase 2 Co. 12:7). Como
usted recordará, Pablo les había dicho anteriormente, Porque os doy
testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros
propios ojos para dármelos. (Gá. 4:15) Estoy seguro de que Pablo tenía
problemas serios con la vista.

El propio testimonio de Pablo


Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os
obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer
persecución a causa de la cruz de Cristo. [Gá. 6:12]
Éste es un tema de discusión de importancia para Pablo y se refiere
a andar contando cabezas; el que uno puede informar que ha obtenido
tantas personas convertidas. Pablo dice que la razón por la cual los
judaizantes quieren llevarles al legalismo y a la circuncisión, es para
ellos poder informar que han logrado que esa persona se convirtiera
al judaísmo,
498
Gálatas, Un Comentario

y entonces le permite que ellos luzcan bien ante ciertas personas.


En realidad, uno nunca se crea problemas a sí mismo predicando el
legalismo. Esto es algo que es agradable para la naturaleza del hombre
porque la ley es dada para limitarlo, y muchos de nosotros pensamos,
por cierto, que la otra persona debería ser limitada en lo que hace. Ésa
es la vieja naturaleza del otro hombre.
En cierta oportunidad un muchacho estaba manejando un automóvil
a gran velocidad en una zona peligrosa de cierta ciudad, y un hombre
que estaba por allí y lo vio, sugería que se hiciera arrestar a ese joven
para que obedeciera la ley, que fuera colocado en la cárcel, y otras cosas
por el estilo. Este hombre es uno de ésos que rechazan la gracia de Dios,
un hombre que no es salvo, y ciertamente seguía el legalismo, como
se puede apreciar. Cada uno de nosotros quiere que la otra persona
obedezca la ley.
Francamente a mí me gusta una ley que sea fácil de obedecer. Es
como cuando uno iba al colegio de niño y tomaba parte en las carreras
de obstáculos. Uno comenzaba saltando vallas que tenían como un
metro de altura, y cuando llegaba al metro y veinticinco centímetros,
entonces comenzaban los problemas y las dificultades; así es que cuando
practicaba, pues, tenía que hacerlo siempre saltando 1,25 metros.
Cuando uno salta esas vallas a una temprana edad, eso es bastante alto,
sucedía que uno no quería practicar mucho de propia voluntad. Ésa
es la forma en la que la mayoría de la gente reacciona en cuanto al
legalismo. Ellos quieren saltar las vallas, pero no quieren que éstas sean
demasiado altas para ellos. A todos les gusta hacerlo de una manera
fácil. El legalismo es muy popular. Lo que lo hace a uno impopular es
predicar la gracia de Dios. Eso es lo que el corazón humano encuentra
repulsivo, es el tropiezo de la cruz.
Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan
la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para
gloriarse en vuestra carne. [Gá. 6:13]
Lo interesante que hay que notar aquí es que aquéllos que dicen
que están viviendo por la ley, no lo están haciendo en realidad. Creo
que lo que ha hecho más hipócritas en la actualidad, más que cualquier
otra cosa, es esta gente que dice que uno tiene que vivir obedeciendo
el Sermón del Monte. Un Pastor cuenta que uno de los ancianos de
499
• J. Vernon McGee •

su iglesia, que era Presidente de la Cámara de Comercio de una gran


ciudad, le invitó en cierta ocasión a que fuera a hablar en ese lugar. El
Pastor asistió y llegó un poco temprano y se puso a conversar con otro
hombre que estaba sentado a la mesa de los que iban a disertar y parecía
que era un oficial de ese grupo. El Pastor dice que nunca escuchó a
un hombre maldecir tanto, como maldecía ese hombre. Dice: “Yo he
escuchado maldecir a muchas personas, algunos parecían expertos en
hacerlo, pero este hombre parecía el campeón de todos ellos”.
Finalmente, en la conversación, el Pastor nunca trató de decirle
nada a este hombre. Pero este hombre le preguntó: “Bueno, ¿y cuál
es su ángulo?” Ésa fue la forma que él utilizó para preguntar lo que el
Pastor hacía. El Pastor le contestó: “Bueno, yo soy un predicador”. Este
hombre le miró sorprendido y le dijo: “Ah, usted es quien va a hablar
hoy”. El Pastor le contestó que sí. Entonces este hombre comenzó a
desandar el camino andado y dijo: “Bueno, yo quisiera que usted se
enterara que nosotros estamos muy contentos de tenerlo aquí entre
nosotros, y bueno, quiero que sepa que yo también soy un creyente”.
Eso fue una sorpresa para el Pastor, porque hasta ese momento, no se
había dado cuenta que él podía ser esa clase de persona, por la forma
en que hablaba.
Luego el hombre continuó diciendo que era miembro de una iglesia
muy rica en la ciudad, y que él era uno de los oficiales en esa iglesia. Era
una persona muy prominente y le contó acerca de las cosas maravillosas
que hacía y que eran por el estilo. Luego concluyó todo ese palabrerío
diciendo: “¿Sabe usted? El Sermón del Monte es mi religión”. “Qué
bien”, le dijo el Pastor; “eso está muy bien, fantástico”. Luego, cuando
ya se dieron la mano, el Pastor le preguntó: “¿Cómo le está resultando
esa religión?” Este hombre le miró un poco sorprendido y dijo: “¿Qué
quiere usted decir con eso?” “Bueno”, le dijo el Pastor, “usted dice que
el Sermón del Monte es su religión y yo quisiera saber cómo está
haciendo usted para vivir por él”. El hombre contestó: “Bueno, yo
trato de vivir por el Sermón del Monte”. El Pastor le dijo enseguida:
“Yo ya sé eso, pero eso no es todo lo que en realidad es el Sermón
del Monte; allí se presenta unas normas muy severas y no tienen nada
que ver con el tratar de hacer las cosas; o usted las hace o no las hace.
Usted dice que ésa es su religión y yo estoy pensando que usted cumple
con todo lo que dice”. “Ahora”, dice el hombre, “por lo menos trato de
500
Gálatas, Un Comentario

hacerlo”. Entonces el Pastor comenzó a apurarlo un poquito más y le


dijo: “¿Cumple usted con todo eso?” Él dice: “Bueno, creo que sí”. “Bien”,
le dice el Pastor, “permítame preguntarle algunas cosas para ver si lo
hace. El Señor Jesucristo dijo que, si usted se enojaba con su hermano,
que era culpable de muerte. ¿Cómo le va a usted con eso?” “Bueno,” dice
el hombre, “quizá tengo un poco de dificultad con eso, pero creo que
puedo pasar bien”. “Muy bien”, le dijo el Pastor, “tengo aquí otras cosas
y es algo que el Señor Jesús enfatizó. Él dice que, si usted miraba a una
mujer para codiciarla con los ojos, que usted era culpable de adulterio.
¿Qué puede decir en cuanto a eso?” “Ah”, dice el hombre, “en eso sí que
me va mal”. “Bueno”, le dijo el Pastor, “eso es lo que yo pensaba, pero
¿no es acaso el Sermón del Monte su religión?” “¡Ah!, pero yo trato
de hacerlo”, dice el hombre. El Pastor le dice: “Mire, usted no lo está
cumpliendo. Si yo fuera usted cambiaría mi religión por algo que yo
pueda hacer”.
¿Se da usted cuenta de lo que era este hombre, amigo? Él era un
hipócrita; él iba por todas partes diciendo que el Sermón del Monte
era su religión y estaba dejando de cumplir sus enseñanzas en cada
oportunidad que tenía. Opino que allí también dice algo acerca de que
el nombre de Dios es santo y que son bienaventurados los de puro
corazón. Ya ve amigo, que este hombre no iba a llegar a ningún lado
viviendo por el Sermón del Monte. Usted se da cuenta que él necesitaba
la gracia de Dios, y hay muchas personas que en la actualidad están en
las iglesias y están viviendo de esa forma. Pablo menciona eso ahora, y
presenta una declaración magnífica:
Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro
Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a
mí, y yo al mundo. [Gá. 6:14]
Así es que entre Pablo y el mundo había una cruz. Ésa es la posición en
la cual todos los creyentes deberían estar en la actualidad: La cruz entre
ellos y el mundo. Eso puede hacer más para controlar su conducta que
cualquier otra cosa. También usted no se jactará que está cumpliendo
con el Sermón del Monte o que usted pertenece a tal o cual iglesia, o
que es un diácono, o un predicador, o que es el maestro de la Escuela
Dominical, o lo que sea. Usted no se puede jactar de nada. Simplemente
se puede gloriar en la cruz de Cristo. Ésa es la posición que los creyentes
deberían tener. No en una iglesia local o en una organización, o en un
501
• J. Vernon McGee •

individuo, sino en la cruz del Señor Jesucristo, quien es el que murió


en esa cruz.
Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni
la incircuncisión, sino una nueva creación. [Gá. 6:15]
Pablo presenta algo aquí que para nosotros es la segunda escritura
que encontramos en este pasaje. La circuncisión era un tipo de escritura
en el cuerpo. Era simplemente un distintivo de que usted estaba bajo
el pacto de Abraham, y nunca tenía ningún valor. Es como el llevar
un botón. Usted pertenece a cierta asociación o agrupación y lleva un
escudo o distintivo, y es algo que a veces pierde su sentido. En Cristo
Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión. Esas cosas no
tienen ningún valor sino una nueva creación. Lo importante que
tenemos que notar aquí es que Pablo está diciendo que el legalismo
y el distintivo del legalismo no son nada. Es como si uno ni siquiera
los tuviera. Pienso que hay personas hoy que buscan jactarse del
hecho de que ellos han sido grandes pecadores, y pasan mucho tiempo
contándole a uno acerca de lo pecadores que fueron. Pues bien, amigo,
el que usted haya sido circuncidado o que no lo haya sido, no tiene
ningún valor. Esas cosas son simplemente nada. Lo importante es: ¿Es
usted una nueva creación? Es decir, ¿ha entrado el Hijo de Dios en su
vida y le ha hecho a usted una nueva creación en Cristo Jesús? Eso
únicamente se produce a través de la fe en Cristo.
Usted se da cuenta que Pablo nunca hubiera tenido ninguna dificultad
con el legalismo en su día, si él hubiera querido competir en ese campo.
Permítame ilustrar esto. Suponga que, en el mercado, donde ya existen
muchas clases de jabones, se presenta un nuevo jabón. Quizás lo
deberíamos llamar “Limpio”, porque eso es algo que la mayoría de los
otros ha olvidado. Hablan mucho de lo bien que huele el jabón, de que
hace sentir bien a una persona, pero nunca escuchamos a nadie decir
que el jabón lo limpia bien a uno. Eso, creo yo, es el propósito del jabón.
Así es que usted y yo presentamos al mercado un nuevo jabón.
Comenzamos a hacer publicidad para este producto y decimos que éste
es el único jabón que existe que lo puede limpiar a usted. Así es que
usted debe comprar jabón “Limpio” para llegar a ser limpio. Debemos
decirle que esto nos crearía problemas inmediatamente si decimos que
es el único jabón,
502
Gálatas, Un Comentario

porque hay muchos otros, y los productores comenzarían a poner el


grito en el cielo.
Pero eso es lo que Pablo está diciendo. Si Pablo hubiera dicho: “Bien,
el judaísmo era bueno, pero el cristianismo es mejor”; entonces él no
hubiera tenido ninguna clase de problemas porque eso es lo que los
expertos en propaganda, en publicidad, dicen hoy. Son todos jabones
diferentes, pero ellos dicen: “nosotros tenemos el mejor, nosotros
hacemos una mejor obra o una mejor labor que lo que pueden hacer los
otros”. Allí está la competencia. Usted no puede arriesgarse a decir: “El
único jabón en el mercado, es nuestro jabón, no hay ningún otro jabón;
y éste es el único que puede lavar bien”. Si usted hace eso, entonces sí
que va a crearse problemas. Pero, me doy cuenta, que Pablo no dijo eso,
que su jabón era un poco mejor que el judaísmo; él dijo que el judaísmo
era nada y que la circuncisión era nada. Que usted esté circuncidado o
no lo esté, eso es nada. Amigo, eso es ponerlo bien claro; dejarlo bien
claro. Él dice que la Escritura del Espíritu Santo en su vida, dándole a
usted una nueva naturaleza, eso es lo que vale.
Llegamos luego a la tercera y última escritura en este capítulo, en los
versículos 16 y 17:
Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y
misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios. De aquí en
adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en
mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. [Gá. 6:16-17]
Note esta palabra marcas. El Apóstol Pablo está hablando de las
marcas de su cuerpo. Si usted quería leer lo que la Escritura decía del
Apóstol Pablo, entonces lo podía ver con toda claridad. Dice él: Porque
yo traigo en mi cuerpo, las marcas del Señor Jesús. La palabra utilizada
aquí es stigmata, que quiere decir cicatrices. El Señor Jesús había escrito
en el cuerpo de Pablo. Si usted quiere ver la escritura del Señor Jesús,
usted aun puede mirar en el cuerpo de Pablo. En 2 Corintios 11:23-26,
dice Pablo: ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.)
Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles
más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces he
recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con
varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y
un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces;

503
• J. Vernon McGee •

en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación,


peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto,
peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; ese hombre sí que
tenía marcas en su cuerpo; el Señor había escrito en letras grandes en el
cuerpo de Pablo. La stigmata eran los sufrimientos de Jesús en su vida.
Usted sabe que en el cuerpo del Señor Jesucristo había cinco heridas, y
Pablo fue golpeado por todo el cuerpo. Ésa era su stigmata. Esa palabra,
digamos de paso, se utilizaba en los días de Pablo; era usada cuando se
escapaba un esclavo. Cuando era hallado y regresaba al lugar de donde
había huido, era marcado en su frente. Pienso que en la frente se ponía
las iniciales CF que quería decir cavaforum, y también era utilizado por
los soldados. Muchos de ellos formaban parte de regimientos famosos
y tenían inscrito en sus frentes el nombre del comandante. Luego,
había aquellas personas que eran devotas de diosas paganas, y había
mucho de eso en los días de Pablo en Asia menor, especialmente en el
Imperio Romano. Los devotos de esas diosas se marcaban la frente con
el nombre de la diosa. Entonces, Pablo dice: nadie me cause molestias;
porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.
Pablo está diciendo: “Si vosotros queréis saber o conocer las cosas
que os he escrito de mi profunda emoción y las cosas que he escrito
con gran convicción, si vosotros queréis saber si yo creo en ellas y
si ellas son una realidad en mi vida, podéis leer mi cuerpo, mirad mi
cuerpo”. Era igual que las marcas que se pone en el ganado cuando son
marcados por el dueño con su nombre o iniciales. Usted siempre podía
saber quién era el dueño del ganado por la marca que llevaba. Amigo,
la circuncisión no le cuesta nada, es una señal para afuera. Pablo dice
que eso es nada y él había sido circuncidado, pero dice que él ahora
trae en su cuerpo, las marcas del Señor Jesús. “El Señor Jesús ha escrito
sobre mi cuerpo y sobre mi vida”. Pienso, amigo, que Él se inclina hoy
nuevamente y escribe, no ya sobre la arena en el templo, sino que Él
escribe en la vida de aquéllos que le pertenecen. Él coloca el hierro de
marcar en nosotros, amigo, en Sus ovejas, y sobre el corazón para la
eternidad. Cuán importante es esto el día de hoy y tan poco de esto se
ve en las iglesias del presente, aquéllos que están dispuestos a llevar el
reproche por amor de Jesucristo y eso es lo que respalda una fe viviente
de la cual él está hablando. Luego, Pablo pone punto final a esta epístola
dando la bendición:

504
Gálatas, Un Comentario

Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con


vuestro espíritu. Amén. [Gá. 6:18]
Esto es también lo que digo yo al concluir esta gran Epístola a los
Gálatas.

505
• J. Vernon McGee •

506
1-2 CORINTIOS &

J. Vernon McGee
GÁLATAS
UN COMENTARIO

un comentario
atravesdelabiblia.org
transmundial.org
atb@transmundial.org

1.919.460.3797

1-2 Corintios • Gálatas


1.800.880.5339

P.O. Box 8700


Cary, NC 27512-8700

J. Vernon McGee
18

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