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Contrato del depósito.

El contrato de depósito es un contrato mediante el cual el depositante cede la tenencia de una cosa al
depositario para que se encargue de custodiarla, debiendo este restituirla cuando el depositante la
reclame.[1] Es un contrato real, bilateral imperfecto, gratuito, de derecho de gentes, de buena fe y no
traslativo de dominio ni de posesión (pues el mero uso de la res deposita se tiene por hurto).

En conclusión, el contrato de depósito y administración de valores e instrumentos negociables debe


identificarse, bien como un contrato de depósito o bien como uno mixto de depósito y comisión, sin que
resulte correcto identificarlo como un contrato de comisión El depósito existe desde que uno recibe una
cosa mueble ajena con la obligación de guardarla y restituirla, es un contrato real pues se perfecciona
con la entrega de la cosa, y es un contrato gratuito aunque puede pactarse que sea retribuido, el
depositante está obligado a pagar los gastos y a indemnizar en su caso los perjuicios derivados del
depósito, el depositario debe guardar la cosa y restituirla cuando le sea pedida. No puede usarla pues
sino el contrato se convertiría en un préstamo o comodato. Además puede retener la cosa hasta el pago
de lo que se le deba por el depósito.

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