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ORIENTACIÓN SEXUAL.

Francisco Fernández Romero

Vivimos en un mundo diverso: diferentes ideologías, diferentes


religiones, diferentes formas de expresar, de pensar y de vivir.
Y más aún: sin diversidad no existe la vida. Solo porque la natu-
raleza es variada y existen en ella miles de formas de vida dife-
rentes, es posible que los seres se complementen y sobrevivan.

Diversa es también la forma cómo los seres humanos expresa-


mos nuestra sexualidad. No podría ser una forma única, ya que
cada uno es distinto e irrepetible. Es por eso que algunos auto-
res no hablan de “sexualidad” sino de “sexualidades”. Esto no ha
sido fácil de entender para muchos que pretenden que todos vi-
vamos este aspecto de la misma forma. Para ellos, solo hay una
forma válida de vivir la sexualidad y está mal y es condenable
todo lo que esté fuera de esta forma. En especial, hay una fuerte
condena hacia las personas que se sienten atraídas hacia indivi-
duos de su mismo sexo. En muchos momentos de la historia se
les ha tratado como delincuentes o enfermos, con el rechazo so-
cial que esto implica. Afortunadamente, las cosas cambian hoy.
El estudio serio acerca del comportamiento humano, en especial
sobre la sexualidad nos permite ver las cosas de manera dis-
tinta, nueva y sin prejuicios.

Llamamos orientación sexual a “La mayor atracción preferen-


cial para relacionarse afectiva y/o eróticamente con personas
del propio género, del otro género o de ambos géneros (...) En-
tendida preferencia como inclinación natural y no como un pro-
ceso necesariamente voluntario de análisis, selección y deci-
sión”. (1)

Así, hay personas que se sienten atraídas hacia individuos de su


mismo sexo, a quienes se llama HOMOSEXUALES; personas que
se sienten atraídas hacia individuos del otro sexo, a quienes se
llama HETEROSEXUALES; y personas que se sienten atraídas
hacia individuos de ambos sexos, a quienes se llama BISEXUA-
LES. Desde hace ya algunos años, las ciencias de la salud y del
comportamiento, consideran que estas tres orientaciones son
perfectamente naturales, sanas y constitutivas del ser humano.

Desde esta definición, hay algo que es muy importante: la atrac-


ción que se menciona no se limita a lo erótico, sino que alcanza
lo afectivo, es decir, una persona homosexual, por ejemplo, no
solo desea tener relaciones erótico-sexuales con alguien de su
mismo sexo, sino que además, busca recibir y dar cariño, ter-
nura, apoyo, amor y todas las emociones que compartimos los
seres humanos en las relaciones de pareja.

Otro elemento importante en la definición es que lo que deter-


mina la orientación sexual de una persona no es su práctica se-
xual, sino su atracción. Esto es, una persona no requiere de ha-
ber tenido una experiencia erótico sexual para ser heterosexual,
lo es aun cuando nunca haya tenido tal práctica. Lo que lo haría
ser heterosexual es que se sienta atraído hacia alguien de sexo
diferente al suyo. Esto es más fácil de entender si pensamos que
la mayoría de nosotros ya teníamos una orientación sexual en la
niñez (sabíamos si nos gustaban los hombres, las mujeres o am-
bos) aun cuando nunca hayamos tenido una relación erótica.

Incluso, es posible que existan personas con orientación hetero-


sexual que por alguna razón han tenido una práctica homose-
xual, y esto no hace que cambie su orientación, que seguirá
siendo hetero. Lo mismo puede ocurrir en el caso contrario.

Algo que ha causado cierta polémica es la discusión de cuál es el


nombre adecuado para llamar a estas atracciones. En este capí-
tulo, hemos utilizado el término “orientación sexual”, pero no es
el único: también se utilizan los términos: “Preferencia sexual”
o “Preferencia genérica”.

Para algunos, es importante utilizar la palabra orientación y no


preferencia. “Se discute si la preferencia es una decisión similar
a otras preferencias, cosa que desde nuestro punto de vista, no
lo es. Por eso se ha propuesto el término orientación sexual para
tratar de evitar el malentendido sobre la preferencia”. (2) Sin
embargo, al autor citado al principio (Alvarez-Gayou) aclara que
no utiliza el término preferencia como sinónimo de elección,
sino de inclinación natural.

El mismo Alvarez-Gayou considera que más adecuado sería uti-


lizar el término preferencia genérica, pues... “De hecho, la atrac-
ción no es sexual en el sentido de que no son las características
sexuales integrales las que determinan la atracción. La atracción
es hacia los aspectos fenotípicos y externos, los que pertenecen
más a lo que categoriza a una persona como integrante del gé-
nero femenino o masculino (...) nos parece mucho más adecuado
y descriptivo hablar de preferencia genérica...” (3)
Más allá del término, es importante conocer cada una de estas
orientaciones.

1. Homosexualidad.

Es la atracción afectiva y/o erótica hacia personas del propio gé-


nero.

Un hombre homosexual es el que se siente atraído por otros va-


rones. La mujer homosexual se siente atraída hacia otras muje-
res. Es común que a las mujeres homosexuales también se les
llame lesbianas “... término que proviene de la isla griega de Les-
bos, lugar donde vivió la poetisa Safo, conocida por sus odas al
amor entre mujeres”. (4)

La homosexualidad, contrario a lo que se creía antes, no es una


enfermedad ni un trastorno mental. Es sencillamente, otra
forma –humana y natural- de expresar la sexualidad. Es cierto
que es una orientación menos común que la heterosexualidad,
pero no por eso es negativa.

Por la antropología y la historia, sabemos que ha existido siem-


pre, desde los pueblos más antiguos hasta nuestros días, y que
incluso en algunas épocas y lugares (la Grecia antigua, por ejem-
plo) no era estigmatizada, sino permitida y aún promovida
abiertamente. Sin embargo, a pesar de estos datos, siguen exis-
tiendo una gran cantidad de mitos al respecto que obstaculizan
el conocimiento objetivo de este tema

1.1 Mitos.

a) La homosexualidad una enfermedad o un trastorno mental.

Desde hace varios años, en la mayoría de los ambientes científi-


cos, la homosexualidad ha dejado de considerarse un trastorno
mental, por el contrario, se considera sencillamente una va-
riante de la conducta sexual. Una persona homosexual puede ser
perfectamente sana.

Esto no quiere decir que no existan personas homosexuales con


trastornos. De hecho las hay, pero estos se deben, en la mayoría
de los casos, al hecho de no aceptar la propia orientación, a vi-
virla con dolor y angustia. Esto es, en muchos casos, resultado
del rechazo social al que estas personas se enfrentan: “En reali-
dad, la homosexualidad por si misma no causa ningún tipo de
angustias o problemas, es la presión social la que puede llevar a
la persona con esta orientación sexual a una problemática psi-
cológica (...) se provoca lo que conocemos como ’sociodistonia’,
es decir, un desacuerdo entre su orientación sexual y los com-
portamientos (...) esto mismo pasaría con la salud de los hete-
rosexuales si la orientación sexual que se persiguiera fuera la
heterosexualidad”. (5)

b) Los varones homosexuales quieren ser mujeres y las lesbianas


quisieran ser varones.

Este mito, también muy común, se origina en la confusión entre


lo que es orientación sexual e identidad sexogenérica. A diferen-
cia de la orientación que es la atracción hacia ciertas personas,
la identidad se refiere a la percepción íntima que tiene la per-
sona de pertenecer a uno de los sexos. Es decir, lo más común es
que una persona que es biológicamente mujer, además se sienta
mujer, se perciba como mujer y desee ser mujer. Esta es la iden-
tidad, y es independiente de su orientación. Si esta misma mujer,
se siente atraída hacia otras mujeres, entonces es homosexual,
pero su identidad no cambia, sigue percibiéndose como mujer y
desea serlo.

Tampoco es cierto que las personas homosexuales necesaria-


mente quieran parecer del otro género, ya sea en su ropa o en
sus modales. Algunos homosexuales masculinos pueden tener
actitudes socialmente consideradas femeninas, y algunas lesbia-
nas pueden tener actitudes socialmente consideradas como
masculinas, pero esto de ningún modo es la regla, sino la excep-
ción. También existen personas amaneradas que son heterose-
xuales. “La mayoría de los homosexuales no son distinguibles fí-
sicamente, y los hay en todos los estilos de vida, edades, cultu-
ras, profesiones, grupos, religiones, etc.”. (6)

En cuanto a la ropa, hay personas que disfrutan utilizando pren-


das del otro género, pero esto no hace que sean homosexuales:
“El travestido es el que obtiene placer –no solo de tipo erótico
sexual- usando ropa, accesorios, lenguaje y manerismos consi-
derados como del otro sexo (...) Esta situación es un hecho que
no aparece en la mayoría de las personas homosexuales”. (7)

c) Los homosexuales tratan de conquistar a cualquiera que sea de


su género y “corrompen” a los menores.

Una persona homosexual es alguien que se siente atraído por


personas de su mismo sexo, pero eso no quiere decir que se
sienta atraído por todas las personas de su sexo. Algunas le gus-
taran y otras no, a algunas se acercará y a otras no, exactamente
como hacen los heterosexuales.

Por otro lado, es falso que los homosexuales abusen de los me-
nores. Por supuesto algunos lo hacen, como hay heterosexuales
que son abusadores. Pero esto nada tiene que ver con la orien-
tación. Además, “el 97% de casos de abuso, son llevados a cabo
por heterosexuales”. (8)

d) El amor entre dos mujeres o dos hombres es imposible.

“Tanto en la historia como en la vida ordinaria se encuentran


parejas de homosexuales con relaciones socioafectivas entera-
mente satisfactorias y a veces superiores a algunas parejas he-
terosexuales (...) la verdad es que desde el punto de vista físico
y psíquico, en nada se diferencia el sexo entre dos hombres, dos
mujeres u hombre y mujer”. (9)

e) En una pareja homosexual, uno de ellos representa el papel


social de mujer y otro el de hombre.

Es posible que existan parejas en que sí hay una clara distinción


de roles, pero esto no es una regla. Se ha comprobado que en
sociedades en donde los roles son poco claros o más flexibles,
las parejas homosexuales tienen roles indiferenciados; y que,
por el contrario, en sociedades con roles rígidos y machistas,
hay más probabilidad de que en la pareja homosexual exista la
diferencia de estos papeles.

Además de estos hay muchos mitos más: que son más apasiona-
dos que los heterosexuales, que cometen crímenes pasionales,
que odian a las personas del otro género, etcétera. Todo esto es
falso porque parte de generalizaciones. No es posible encasillar
a las personas homosexuales –ni a ninguna persona- en estereo-
tipos rígidos porque tarde o temprano hay equivocaciones. Los
seres humanos somos diversos, independientemente de nuestra
orientación. Por eso algunos autores ya no hablan de sexualidad,
sino de sexualidades. Esto es perfectamente aplicable a las per-
sonas de orientación homosexual.

“Hablamos de homosexualidades en el sentido de que no


existe una sola manera de ser o de vivir y expresar la homo-
sexualidad, es decir, no todos los homosexuales son artistas,
saben cocinar, poseen cultura y sensibilidad especiales, se
arreglan muy bien, etcétera; por su parte, no todas las lesbia-
nas usan pantalones vaqueros, botas tejanas y son agresivas”.
(10)

1.2 ¿Por qué Hay Personas Homosexuales?

Esta es una pregunta muy frecuente al tratar este tema, sin em-
bargo, no existe aún una respuesta definitiva, entre otras cosas,
porque no sabemos tampoco por qué hay personas bisexuales y
porqué hay personas heterosexuales; porqué tenemos una
orientación –la que sea- y no otra.

Diferentes estudios han pretendido resolver esta duda, ha ha-


bido importantes acercamientos, sin embargo no se ha llegado
a algo concluyente. Sabemos, eso sí, que la orientación no es algo
que se decide. Cualquiera de nosotros recordará que nuestra
orientación es algo que está en nosotros desde edades muy tem-
pranas y que no es resultado de una selección. Tampoco es re-
sultado de haber vivido una experiencia de abuso con alguien de
esa orientación. Cuando esto ocurre, lo que en realidad pasa es
que la experiencia permite darse cuenta de una inclinación que
ya existía aunque de forma latente.

Las explicaciones científicas al respecto podrían dividirse en dos


grupos: las causas biológicas y las causas psicosociales.

Entre las primeras estarían las explicaciones que tratan de com-


probar que nuestra orientación es un hecho biológico. Algunos
piensan que resultado de factores hormonales, otros de factores
genéticos y otros más, de factores anatómicos, en particular di-
ferencias en ciertas estructuras cerebrales.

Entre las segundas, están las explicaciones que hablan de las re-
laciones familiares, especialmente con los padres, y del aprendi-
zaje.

Ninguna de estas explicaciones ha podido concluir de forma de-


finitiva las causas de que tengamos determinada preferencia.
Enfoques más recientes se inclinan a creer que la orientación es
resultado de varias causas que se interrelacionan de forma di-
námica, que es multifactorial: está presente lo biológico, lo so-
ciocultural, lo psicológico y lo situacional.
2. Bisexualidad.

Es la atracción afectiva y erótica hacia personas de ambos géne-


ros.

Si la homosexualidad provoca reacciones negativas a mucha gente, la bise-


xualidad las agrava aún más. De hecho, para muchas personas es inconcebi-
ble que exista esta inclinación y sencillamente creen que no es real. Para mu-
chas personas heterosexuales, el bisexual es simplemente “otro homose-
xual”. Para muchas personas homosexuales, el bisexual es alguien indeciso y
que no se ha arriesgado a mostrarse tal cual es. “... la bisexualidad puede apa-
recer como más amenazante que la homosexualidad, dado que quebranta la
creencia convencional de que la gente puede ser clasificada sólo en dos gru-
pos sexuales distintos”. (14) Así, o se es blanco o se es negro, solo existen
los extremos y desaparecen los matices.

Es por esto que un problema frecuente entre las personas bise-


xuales es que no tienen una subcultura propia, lo que sí ocurre
en la comunidad homosexual. Así, en muchas ocasiones deben
negar su preferencia, asumiéndose como heterosexuales
cuando están con heterosexuales y asumiéndose como homose-
xuales cuando están en ambientes homosexuales.

Al igual que las otras orientaciones, la bisexualidad se define por


la atracción y no por la práctica. Una persona es bisexual por
sentirse atraído hacia personas de ambos géneros aunque en la
práctica solo haya tenido experiencias con uno de los géneros o
con ninguno. No es una persona indecisa o confundida. No está
dudando entre un género y otro, sencillamente le gustan perso-
nas de los dos. Ahora bien, esto no significa que necesite tener
dos parejas: una mujer y un varón. Esto es un mito. Si bien puede
sentirse atraído hacia ambos, no requiere relacionarse con am-
bos simultáneamente. De hecho, las personas heterosexuales no
solo se sienten atraídas hacia una persona, sino hacia varias, y
eso no significa que deban relacionarse con todas a la vez.

La bisexualidad es también una de las formas de comporta-


miento sexual que existen en los seres humanos y que no implica
enfermedad o trastorno.

3. Heterosexualidad.

Como ya se dijo, la mayoría de las investigaciones se centran en


explorar la orientación homosexual y en mucho menor medida,
la bisexual, sin embargo, la orientación menos investigada sigue
siendo la heterosexual. Sin duda, esto se debe al hecho de con-
siderar que como es la más común, es la “natural” en los seres
humanos. Pero ¿realmente lo es? La verdad es que así como no
conocemos las causas de la homosexualidad y la bisexualidad,
tampoco sabemos por qué existen personas heterosexuales. El
conocimiento de la sexualidad humana quedaría incompleto si
no nos preguntáramos también por esta orientación

“Sin embargo, de la expresión de la sexualidad, la que menos se ha


estudiado para conocer sus causas es la heterosexualidad. Se sabe
que es la expresión más frecuente, sin embargo se desconoce todo
acerca de su causa, principalmente porque las ciencias medico-
biológicas y del comportamiento siempre la han dado por un he-
cho (...) Se comprenderá mejor la homosexualidad y la bisexuali-
dad en tanto se conozca más la heterosexualidad.” (15)

4. Homofobia y Respeto a la Diversidad.

“El miedo irracional ante la homosexualidad se llama homofo-


bia. La actitud homofóbica sostiene multitud de reacciones indi-
viduales y sociales que sostienen como común desenlace el ata-
que, represión y condena de las personas homosexuales.” (11)

Por desgracia, esta actitud es bastante común en la mayoría de


los lugares. Quizá es resultado del rechazo hacia las minorías en
general: indígenas, discapacitados, ancianos, por poner unos
ejemplos. Se les discrimina por ser diferentes, por no correspon-
der a la mayoría, por no sujetarse a los subjetivos parámetros
de lo que es “normal” en un lugar y tiempo determinados. Es re-
sultado de la falta de respeto a la diversidad al derecho del otro
a ser como es.

“Muchas veces ese repudio es aprendido y repetido sin saber


exactamente los motivos en otras ocasiones es una expresión del
machismo y sexismo que la sociedad manifiesta especialmente
hacia los homosexuales. Es factible conocer el grado de civiliza-
ción de una sociedad determinada, midiendo especialmente sus
niveles de violencia hacia las mujeres, el sexismo y la homofo-
bia”. (12)
Estas actitudes, no solo se presentan de forma clara y explícita,
en muchas ocasiones existen de forma muy velada y sutil en mu-
chas de las ideas, comentarios, juegos, bromas, ideologías. Tan
escondidas que casi pasan desapercibidas, pero están allí.

Es muy importante que un educador tenga presente esta reali-


dad, y que sea capaz de advertirla no solo en el medio en que se
desarrolla, sino incluso en sí mismo. Una forma bastante común
de homofobia es la tendencia a desear cambiar o “corregir” a
personas con diferente orientación. Dice Eusebio Rubio: “Un te-
rapeuta que piensa que la homosexualidad de un individuo debe
ser modificada es un terapeuta que tiene que revisar este pro-
blema consigo mismo antes de seguir causando más problemas
en él y especialmente en sus pacientes”. (13) Algo muy parecido
podría decirse de los educadores respecto a sus educandos, de
los padres respecto a los hijos, de los profesores respecto a sus
alumnos.

En un mundo diverso como el que vivimos, en donde existen di-


ferentes formas de vivir y de ser, se hace necesario una educa-
ción que tenga como valor fundamental el respeto por la diver-
sidad, el profundo respeto hacia los demás, que pueden ser –y
de hecho son- distintos a mí. No solo para ser respetuosos sino
también promotores de respeto. Esta actitud no puede dejar
fuera la diversidad sexual.

(1) ALVAREZ-GAYOU, Juan Luis, “Homosexualidad: Derrumbe de Mitos y Falacias” p.6


(2) RUBIO A., Eusebio. et.al. “La Expresión Homosexual del Erotismo” En la Antología de la Se-
xuali- dad Humana, tomo I, p.598
(3) ALVAREZ-GAYOU, J.L. “Homosexualidad: Derrumbe de Mitos y Falacias”, p.31-32
(4) GOTWALD
(5) RUBIO A. Eusebio. et.al. op.cit. p.618-626
(6) GIRALDO,Octavio, “Explorando las Sexualidades Humanas”, p.155
(7) ALVAREZ-GAYOU, J.L. “Homosexualidad: Derrumbe de Mitos y Falacias”, p.22
(8) GIRALDO, O. Op.cit. p. 155
(9) ibidem, p. 156
(10) RUBIO A. Eusebio, et.al., op.cit., p.617
(11) ibidem, p.621
(12) ibidem, p.626
(13) ibidem, p.627
(14) ibidem, p.640
(15) ALVAREZ-GAYOU, J.L., “Sexoterapia Integral”, p.32

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