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Del mismo modo, se hace una diferencia acerca de cómo son los niños y las niñas. Los niños opinan que las niñas son
alegres, amables, cariñosas, tiernas, dulces, sentimentales y lloronas. Por su parte, ellas describen a aquellos como
divertidos, juguetones, vagos, inquietos, fuertes, bruscos, rebeldes, agresivos y no llorones. Estas ideas reflejan los
estereotipos que:
El llorar no es una forma de expresar los sentimientos exclusiva de las mujeres. Los hombres también pueden
hacerlo, sin que se les deba considerar débiles por eso. Del mismo modo, no todos las niñas deben ser sentimentales
o dulces, y no se debe mirar mal a aquellas que tengan un carácter distinto.
Otro caso es el de las labores que desempeñan nuestros padres. Se mantiene la idea de que es el padre el principal
responsable de mantener a la familia y que la madre puede ayudar, pero no es la "jefa del hogar". Asimismo, se
piensa que, si bien los papás pueden ayudar en las labores de lo casa, estas son responsabilidad principal de nuestras
mamás.
En la actualidad, podemos ver muchos casos en los que las mamás se encargan de mantener a sus familias y los
papás se ocupan de su casa y de sus hijos tanto o más que ellas. La idea que debe primar es que no existe un "jefe
del hogar', sino que ambos padres, en conjunto, trabajan por sacar a su familia adelante y se reparten las tareas de
manera equitativa.
Lo mismo ocurre con los niños. Cuando estamos en casa, los varones suelen dedicarse o jugar o ver televisión,
mientras que las niñas son llamadas para ayudar en las tareas de la casa. Esto es injusto, pues niños y niñas tenemos
el derecho al tiempo libre y el deber de apoyar a nuestros padres en lo que podamos.
Un hecho más por considerar es el uso del lenguaje para expresar ideas equivocadas o machistas. Si un niño se quejó
mucho o lloró, le decimos: "Pareces una niñita". Este tipo de expresiones solo refuerzan la idea equivocada de que
los niños son de una manera y las niñas de otra, y que no pueden comportarse de forma distinta.
Para evitar caer en estas actitudes, podemos conversar con nuestros padres y hermanos, y comprometernos a seguir
normas de conducta como "predicar con el ejemplo", que significa que los papás desarrollen acciones
tradicionalmente asociadas a las mujeres y viceversa. Esto desarrolla en los niños y niñas la idea de equidad de
género.
Otra norma es considerar a los demás por sus acciones y no por su sexo, pues todos somos distintos y eso nos hace
especiales, pero hay que considerar que estas diferencias se basan en la forma de ser de las personas y no en su
sexo.
Asimismo, todos podemos expresar nuestros sentimientos en mayor o menor grado, pero esto no depende de si
somos hombres o mujeres. Igualmente, podemos realizar diferentes actividades con nuestros padres o amigos;
debemos elegir diversas alternativas sin diferenciar si son para niños o niñas.
Por otra parte, debemos evitar usar un lenguaje sexista, es decir, usar expresiones o dichos que ofendan o
menosprecien a las personas por su sexo. Además, es necesario analizar el lenguaje de los medios de comunicación,
que comúnmente refuerzan ideas equivocadas sobre hombres y mujeres. Por eso, debemos reflexionar acerca de lo
que transmiten y expresar nuestras dudas o padres y maestros.
En conclusión, para que exista una verdadera equidad entre hombres y mujeres, debemos estar muy atentos a
nuestras propias actitudes y acciones, y evitar cualquiera de ellas que no contribuya a crear un mundo justo para
todos.
- Subrayan en el texto las razones que menciona el autor para defender sus ideas.