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SÁBADO 15

de abril de 2023

Opinión

Qué necesitamos hacer para evitar la discriminación


23/11/2020 Los padres somos parte activa del proceso y debemos usar cada experiencia con nuestros hijos para hablar del trato
igualitario a las personas sin importar la edad, raza, condición física o mental, religión, género, condición social o país de
procedencia.

El acoso escolar no es una situación nueva o solo de esta época, siempre ha existido. La diferencia es que ahora todos estamos
más conscientes de sus consecuencias a corto, mediano y largo plazo. No es que los escolares de hoy sean más o menos fuertes
de carácter o que no tengan la personalidad para enfrentar este tipo de cosas. Además, gracias a esa conciencia, muchos han
tomado una posición firme contra este tipo de actos y lo denuncian.

Podemos empezar definiendo el acoso escolar como aquellas situaciones que se producen en las relaciones entre pares, que
muchas veces derivan en la copia de costumbres “aceptadas” en nuestra sociedad. Por ejemplo, la costumbre de poner
sobrenombres a la gente, de reírnos de las diferencias físicas, psicológicas o las discapacidades inclusive, a llamar negro,
cholo, gringo, chino (utilizando la excusa de que, si le ponemos el diminutivo, es de cariño). Entendamos que el acoso escolar
es una acción que se repite, que genera malestar, dolor, tristeza. Casi siempre es una acción deliberada, donde uno busca
imponerse sobre otro/otros, usando maneras agresivas e inapropiadas.

En ese sentido, surge la pregunta: ¿Cómo podemos fomentar la igualdad entre los niños y evitar la continuidad del acoso
escolar? Hay varias consideraciones, pero todas parten por analizarse a uno mismo. Los adultos olvidamos que somos
observados y copiados por los más pequeños. Por eso es importante que manejemos nuestro lenguaje y nuestra actitud, que
nuestro mensaje sea consecuente con nuestros actos. Si decimos que estamos a favor del trato igualitario, que todos somos
personas y debemos ser considerados iguales, no nos podemos olvidar de actuar así.

Asimismo, recordemos la práctica del respeto en todo momento, desde el entorno familiar como en el colegio o la calle.
Respetar implica aceptar a la otra persona con ideas diferentes, seguir las normas, comunicarse apropiadamente con los demás,
no estereotipar a las personas, no pensar que tienes más derecho que otros, esperar tu turno, etcétera.

Los padres somos parte activa del proceso y debemos usar cada experiencia con nuestros hijos para hablar del trato igualitario
a las personas sin importar la edad, raza, condición física o mental, religión, género, condición social, país de procedencia,
etcétera. Debemos buscar que nuestras familias aprendan a celebrar la diversidad y asumirla como una riqueza y oportunidad
de seguir aprendiendo de los demás.

Busquemos no cometer el error de seleccionar o sugerir a nuestros hijos con quién deben hablar, juntarse o jugar, partiendo de
nuestros prejuicios o temores. Busquemos lo positivo de pensar distinto, de trabajar en equipo, de colaborar. Sabemos que la
fuerza está en estar unidos. Veamos lo positivo de juntarnos, de vernos todos como sociedad. Nuestros hijos deben descubrir la
riqueza de las personas, así respetarán, aceptarán, incluirán.

El Diario Oficial El Peruano no se solidariza necesariamente con las opiniones vertidas en esta sección. Los artículos
firmados son responsabilidad de sus autores.

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