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El capitalismo de la emoción

El hombre de hoy en día, es un hombre de sentimientos, ya no se lo vincula tanto con el


término “animal racional”. Pero nunca nos cuestionamos de donde provienen esos
sentimientos o emociones.
Los sentimientos y las emociones o afectos no son una misma cosa; la primera indica
algo más objetivo, y las segundas son subjetivas. El sentimiento permite una narración,
cosa que la emoción y el afecto no.
El medio digital es un medio del afecto, la comunicación digital facilita la salida de
afectos; solo por la temporalidad, la comunicación digital transporta más afectos que
sentimientos. Shitstorms → corrientes de afecto, características de la comunicación
digital.
El sentimiento es algo constatativo (algo de verdadero valor, algo que se puede
constatar), por eso se dice “tengo el sentimiento de que…” y no “tengo el afecto o
emoción de que…”, esta es algo performativa (que al enunciarse realiza la acción que
significa), remite a acciones, es intencional y finalista.
El sentimiento tiene una temporalidad distinta a la de la emoción porque permite una
duración, las emociones son fugaces y breves, los sentimientos no. La emoción no se
detiene, no respeta ningún estado, es dinámica, situacional y performativa. El
capitalismo de la emoción explota estas cualidades; pero el sentimiento no.
Ambiente: el de ambos es diferente, expresa un ser-así; las emociones surgen al
desviarse de ese ser-así. Ejemplo: un lugar puede mostrar un ambiente cordial, es
objetivo, pero no existe esa emoción o afecto cordial. El ambiente es algo donde uno se
encuentra; representa un estado de ánimo, es estático y constelativo (la emoción era
dinámica y performativa). El ambiente no es el dónde del estado de ánimo, sino el
adónde caracteriza a la emoción y el para qué constituye al sentimiento.
El afecto de la angustia es un falso concepto, ya que esta es un sentimiento; le es propia
una temporalidad que no es compatible con el afecto, es un estado constante, carece de
permanencia.
El sentimiento constante lleva a una actividad empresarial incesante. El capitalismo que
analiza Weber sigue más bien la lógica racional que la emotiva; es decir que no tiene
acceso al capitalismo de consumo, que es el que vende por significados y emociones.
Illouz no realiza una diferenciación conceptual entre sentimiento, afecto y emoción; no
ve que la particularidad de la emoción se debe al neoliberalismo; este presupone a las
emociones como recursos para aumentar la productividad y el rendimiento, así la
racionalidad se percibe como una coacción, como un obstáculo. En el lugar de esta,
ingresa la emocionalidad que es paralela al sentimiento de libertad, ser libre significa
dejar que las emociones fluyan. El capitalismo de la emoción se sirve de la libertad
La objetividad, la generalidad y la permanencia son propias de la racionalidad, va
paralela a la duración, constancia y regularidad. La razón se opone a la emocionalidad,
que es subjetiva, situacional, volátil y surge del cambio de los estados, el cambio de
percepción.
La economía neoliberal impulsa la emocionalización del proceso productivo y la
aceleración de la comunicación en ella la favorece, debido a que la racionalización es
más lenta que la emocionabilidad.
El capitalismo del consumo introduce emociones para estimular la compra y generar
necesidades; se configuran modelos emocionales para maximizar el consumo. Hoy no
consumimos cosas, sino emociones; las cosas no se pueden consumir infinitamente,
pero las emociones sí, porque van más allá del uso.
La emoción está condicionada al nuevo modo de producción inmaterial, donde la
interacción comunicativa es más importante. Ahora se explota lo social, la
comunicación y el comportamiento. En las empresas son cada vez más importantes las
emociones; lo que significa que el mánager actual (el mánager racional) se debe
despedir del comportamiento racional. La motivación está ligada a la emoción, las
emociones positivas incrementan la motivación.
Las emociones son performativas en el sentido de que evocan determinadas acciones,
están ligadas a su vez con los impulsos. La psicopolitica neoliberal se apodera de la
emoción para influir en las acciones a este nivel pre reflexivo; por medio de la emoción
llega a lo profundo del individuo, haciendo que sea un medio eficiente para el control
psicopolítico del individuo.

La ludificación (Aplicar técnicas o dinámicas propias del juego a actividades o


entornos no recreativos para potenciar la motivación y la participación , o facilitar el
aprendizaje y la consecución de objetivos)
Para generar mayor productividad, el capitalismo de la emoción ludifica el mundo de la
vida y del trabajo; el juego emocionaliza y dramatiza el trabajo generando una mayor
motivación. Si se tiene una experiencia exitosa y gratificación instantánea, se aumentan
el rendimiento y el producto.
El juego se caracteriza por las gratificaciones inmediatas de éxito; las cosas que tienen
una maduración lenta no se ludifican.
La ludificación del trabajo explota al homo ludens; con la gratificación del “me gusta”,
de “los amigos” o “seguidores”, la comunicación social se somete al modo de juego. La
ludificación de la comunicación es paralela a su comercialización. Destrucción de la
comunicación humana.
Kurz dice que después de la revolución microelectrónica, la producción de riqueza se ha
ido separando del trabajo humano, pero sostiene que la sociedad nunca fue una
caracterizada por el trabajo, y se fundamenta diciendo que la izquierda política fomenta
la explotación del capital y no del trabajo.
Marx se aferra al primado del trabajo, así el aumento del tiempo libre tiene que reactuar
sobre la fuerza productiva del trabajo. El aumento del tiempo de ocio incrementa el
capital humano; el capital absorbe el ocio que posibilitará una actividad sin una
finalidad o acción. Marx habla del “capital fijo que es el hombre”. Las relaciones
productivas no nos conducirían a la libertad, sino que nos involucraría en una nueva
relación de explotación. La libertad solo se podría esperar de lo otro del trabajo, de una
fuerza que no sea la productiva, pero sin dejar de transformar en fuerza de trabajo, esto
es, una forma de vida completamente improductiva. Nuestro futuro dependerá de que
podamos servirnos de lo inservible.
La libertad se basa en desviarse y hacer lujos respecto de la necesidad; hoy el consumo
absorbe al lujo. El consumo excesivo es falta de libertad, algo producido por la falta de
libertad del trabajo.
La verdadera felicidad se debe a hacer lujos respecto de la necesidad, del trabajo, del
rendimiento y de la finalidad. La ludificación como medio de producción destruye el
potencial emancipador del juego.
La profanación consiste en devolver al uso libre de los hombres las cosas que
pertenecían a los dioses y que por eso les habían sido sustraídas a las personas.
Agamben interpreta la religión a partir del relegere, por lo tanto, la religión significa
estar atento, despierto, velar por las cosas que son sagradas y procurar que se separen
del resto; la separación es esencial para la religión. La profanación consiste en tener una
actitud de descuido consciente frente a algo, es una praxis de la libertad que nos libera
de la trascendencia.
Existen dos formas de pensamiento:
- El que trabaja: Hegel y Marx.
- El que juega: Heidegger. La existencia en su preocupación o angustia no juega,
más adelante descubre que el jugo se basa en la serenidad.

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