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La comunidad estaba constituida en su mayoría por beneficiarios que transitamos toda nuestra
vida scout juntos desde la manada, algunas incorporaciones en otras ramas y otras en la rama
rover.
Las edades de la adultez emergente se hicieron notar ya que en la mayoría de los casos las
partidas de la rama no se realizaron a los 21 años, siempre encontrábamos algún motivo y/o
objetivo para continuar participando activamente en la rama.
El pensamiento crítico y el compromiso: Los dirigentes con los que contaba la rama
constantemente proponían actividades de reflexión, no solo de lo que vivíamos en la
comunidad, sino también de diversas situaciones que se presentaban o se podían presentar en
nuestra vida personal (estudio, familia, etc.) La mayoría nos encontrábamos estudiando en
Tandil, algunos trabajando y otros estudiando fuera de la ciudad, pero siempre encontrábamos
la forma de estar activos en la rama, ya sea con la actividad de los sábados, como con
encuentros en la semana en función de nuestros horarios y de los dirigentes.
Si bien cada uno tenía objetivos personales, intentábamos llevar a cabo objetivos de rama,
como por ejemplo juntar fondos para poder participar del encuentro Jamboree del Centenario
en Mar del Plata, no lográbamos escribir nuestros PPA o plasmar en papel todo lo que
queríamos hacer o lo que hacíamos, pero continuábamos con nuestras actividades como rama
y siempre acompañados por nuestros dirigentes, quienes notaban y reconocían nuestros
cambios y progresos, dentro y fuera de la rama.
Las actividades eran propuestas por nosotros y aunque muchas veces nuestro programa era
tomar mates terminaban surgiendo charlas y debates interesantes, nos conocíamos de otra
forma y surgían proyectos de comunidad.
La comunidad rover nos formó como individuos pero también generó vínculos entre nosotros
que mantenemos hoy en día incluso con nuestros dirigentes.