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DECRETO
AD GE
ENTES
SOBR
RE LA ACTIIVIDAD MISIONERA
M A DE LA IG
GLESIA

Pro
oemio

1. Laa Iglesia, enviada


e porr Dios a lass gentes paara ser "el sacramento
s universal de la salvaación",
obeddeciendo el mandato de d su Funddador (Cf. Mc,M 16,15),, por exigeencias íntim mas de su misma
m
catollicidad, se esfuerza enn anunciar el Evangeelio a todoos los hombbres. Porqu ue los Apóóstoles
mismmos, en quieenes está fuundada la Igglesia, siguiiendo las huuellas de C
Cristo, "pred
dicaron la palabra
de laa verdad y engendraron
e n las Iglesias". Obligación de sus sucesores
s ess dar perpettuidad a estaa obra
para que "la pallabra de Dioos sea difunndida y glorificada" (22 Tes, 3,1), y se anunciie y estableezca el
reinoo de Dios enn toda la tierrra.

Mas en el preseente orden de d cosas, deel que surgee una nuevaa condición de la humaanidad, la Igglesia,
sal de
d la tierra y luz del mundo
m (Cf. Mt, 5,13-144), se sientee llamada ccon más urg
gencia a saalvar y
renovvar a toda criatura
c parra que todo se instauree en Cristo y todos loss hombres constituyan
c en El
una única
ú familiia y un soloo Pueblo de Dios.

l cual este Santo Concilio, mienttras da gracias a Dios por


Por lo p las obraas realizadas por el genneroso
esfueerzo de todaa la Iglesia, desea delinnear los prin
ncipios de laa actividad misional y reunir las fuuerzas
de toodos los fielles para quee el Pueblo de Dios, caaminando por la estreccha senda dee la cruz, diifunda
por todas
t partess el reino dee Cristo, Seññor que preeside de los siglos (Cf. Eccli., 36,1
19), y prepaara los
camiinos a su venida.

CAPÍT
TULO I

PRIN
NCIPIOS DOCTRINA
D ALES

Desiggnio del Paadre

2. Laa Iglesia peeregrinante es misionerra por su naaturaleza, puesto


p que ttoma su oriigen de la misión
m
del Hijo
H y del Espíritu
E Santto, según ell designio de
d Dios Padrre. pero estee designio dimana
d del "amor
fontaal" o de la caridad de Dios Padree, que, sien ndo Principio sin princcipio, engen ndra al Hijo, y a
travéés del Hijo procede
p el Espíritu
E Sannto, por su excesiva y misericordiiosa benign nidad, creánndonos
libremmente y llaamándonos además sinn interés alg guno a participar con EEl en la vid da y en la gloria,
g
difunndió con libberalidad la bondad divvina y no cesa de difuundirla, de fforma que el e que es Crreador
del universo,
u see haga por fin
f "todo enn todas las cosas" (1 Cor,
C 15,28),, procurando a un tiem mpo su
gloriia y nuestraa felicidad. Pero
P plugo a Dios llammar a los hoombres a laa participaciión de su viida no
sólo en particulaar, excluidoo cualquier género de conexión
c muutua, sino cconstituirloss en pueblo, en el
que sus
s hijos quue estaban dispersos
d se congreguen n en unidad (Cf. Jn, 11,52).

Misióón del Hijoo

3. Esste designio universal de


d Dios en pro
p de la sallvación del género hum mano no se realiza
r solaamente
de unn modo seccreto en la mente
m de loos hombres, o por los esfuerzos,
e inncluso de tiipo religiosoo, con
los que
q los hom mbres buscaan de muchaas maneras a Dios, paara ver si a tientas le pueden
p encoontrar;
aunqque no está lejos
l de cadda uno de nosotros
n (Cff. Act., 17,277), porque eestos esfuerrzos necesittan ser
ilumiinados y saanados, aunnque, por benigna
b detterminaciónn del Dios providentee, pueden teenerse
algunna vez com mo pedagoggía hacia el Dios verdaadero o com mo preparaación evang gélica. Dioss, para
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estabblecer la pazz o comunióón con El y armonizar la sociedadd fraterna enntre los hom mbres, pecaadores,
decreetó entrar enn la historiaa de la hum
manidad de un
u modo nuuevo y definnitivo enviaando a su Hijo
H en
nuesttra carne paara arrancarr por su meddio a los ho
ombres del poder de laas tinieblas y de Satanáás (Cf.
Col.,, 1,13; Act.,, 10,38), y en El reconnciliar conssigo al munndo (Cf. 2 C Cor., 5,19).. A El, por quien
hizo el mundo, lol constituyyó heredero de todo a fiin de instauurarlo todo een El (Cf. Ef.,
Ef 1,10).

Cristto Jesús fuee enviado al


a mundo como verdad dero mediaador entre D Dios y los hombres.
h P ser
Por
Dios habita en El
E corporalm mente toda la plenitud de la diviniidad (Cf. C
Col., 2,9); seegún la natuuraleza
humaana, nuevo Adán, llenno de graciia y de verrdad (Cf. Jn., J 1,14), ees constituiido cabeza de la
humaanidad renoovada. Así, pues, el Hijo de Dioss siguió los caminos de la Encarn nación verddadera:
para hacer a los hombres partícipes
p dee la naturaleeza divina; se hizo pobbre por nosootros, siendoo rico,
para que nosotroos fuésemoss ricos por su
s pobreza (2 ( Cor., 8,9).

El Hijo del Hom mbre no vinoo a ser serviido, sino a servir


s y a daar su vida ppara redención de muchhos, es
decirr, de todos (Cf.
( Mc., 100,45). Los Santos
S Padrees proclamaan constanteemente que no está sanado lo
que no
n ha sido asumido poor Cristo. Pero P tomó laa naturalezaa humana ínntegra, cuall se encuenntra en
nosotros miseraables y pobrres, a exceppción del peecado (Cf. Heb.,
H 4,15); 9,28). De sí mismo afirmó
a
Cristto, a quien el
e Padre sanntificó y envvió al mundo (Cf. Jn., 10,36):
1 "El EEspíritu dell Señor estáá sobre
mí, porque
p me ungió,
u y mee envió a evangelizar
e a los pobrees, a sanar a los contrittos de corazón, a
prediicar a los caautivos la liibertad y a los
l ciegos laa recuperacción de la viista" (Lc., 4,18),
4 y de nuevo:
n
"El Hijo
H del Hom mbre ha vennido a buscaar y a salvaar lo que estaaba perdidoo" (Lc., 19,110).

Mas lo que el Señor


S ha preedicado unaa vez o lo quue en El se ha obrado para la salv vación del género
g
humaano hay quee proclamarrlo y difunddirlo hasta lo os confines de la tierraa (Cf. Act., 1,8),
1 comennzando
por Jerusalén
J (C
Cf. Lc., 24,447), de suerrte que lo qu
ue ha efectuuado una veez para la saalvación de todos
consiiga su efectto en la suceesión de loss tiempos.

Misióón del Espííritu Santo

4. Y para consseguir esto envió Cristo al Espírritu Santo de d parte deel Padre, paara que reaalizara
interiiormente suu obra salvvífica e imppulsara a laa Iglesia haacia su propia dilataciión. Sin duuda, el
Espírritu Santo obraba
o ya en
e el mundoo antes de lal glorificacción de Crissto. Sin emmbargo, desccendió
sobree los discíppulos en ell día de Peentecostés, para permaanecer con ellos etern namente (Cf. Jn.,
14,166), la Iglessia se mannifestó públicamente delante
d de la multituud, empezó ó la difusióón del
Evanngelio entre las gentes por
p la prediicación, y poor fin quedóó prefiguradda la unión de los puebblos en
la caatolicidad dee la fe por la Iglesia de
d la Nuevaa Alianza, que
q en todass las lenguaas se expressa, las
entieende y abrazza en la carridad y supera de esta forma la dispersión
d dee Babel. Fuue en Pentecostés
cuanndo empezaaron "los heechos de loos Apóstoles", como había h sido cconcebido Cristo
C al veenir al
Espírritu Santo sobre
s la Viirgen Maríaa, y Cristo había sido impulsado a la obra de su ministerio,
bajanndo el mismmo Espíritu Santo sobree Él mientraas oraba.

Mas el mismo Señor


S Jesús, antes de entregar
e librremente suvvida por el mundo, ord denó de tal suerte
el ministerio
m appostólico y prometió ele Espíritu Santo que había de eenviar, que ambos queedaron
asociiados en la realizaciónn de la obra de la salud d en todas partes
p y para siempre. El E Espíritu Santo
"uniffica en la coomunión y en el serviccio y proveee de diversos dones jeerárquicos y carismáticcos", a
toda la Iglesia a través de los tiempos,, vivificando o las instituuciones ecleesiásticas co
omo alma dee ellas
e infu
fundiendo enn los corazoones de los fieles el miismo impulsso de misióón del que había h sido lllevado
el miismo Cristoo. Alguna veez también se anticipa visiblemennte a la acción apostólica, lo mism mo que
la acompaña y dirige
d incesaantemente de
d varios mo odos.

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La Igglesia, enviiada por Criisto

5. Ell Señor Jesúús, ya desdee el principiio "llamó a sí a los quee El quiso, y designó a doce para que
q lo
acommpañaran y para enviarrlos a prediccar" (Mc., 3,13; Cf. Mt.., 10,1-42). De esta forrma los Apóóstoles
fueroon los gérm
menes del nuuevo Israel y al mismo tiempo origgen de la saagrada Jerarrquía. Desppués el
Señoor, una vez que hubo completado
c o en sí mismmo con su muerte y reesurrección n los misteriios de
nuesttra salvacióón y de la reenovación de
d todas las cosas, reciibió todo pooder en el cielo y en laa tierra
(Cf. Mt., 28,18)), antes de subir al ciielo (Cf. Acct., 1,4-8), fundó su IIglesia com mo sacramennto de
salvaación, y envvió a los Appóstoles a todo
t el mun
ndo, como El E había siddo enviado por el Padrre (Cf.
Jn., 20,21), orddenándoles: "Id, pues, enseñad a todas las gentes,
g bauttizándolas en
e el nombbre del
Padre y del Hijoo y del Espíritu Santo: enseñándoles a observar todo cuannto yo os hee mandado"" (Mt.,
28,199s).

"Id por
p todo el mundo
m y prredicad el Evangelio
E a toda criatuura. El que ccreyere y fu uere bautizaado se
salvaará, mas el que
q no creyyere se conddenará" (Mcc., 16,15-16). Por ello iincumbe a la l Iglesia el deber
de prropagar la fe
f y la salvación de Cristo, tanto en
n virtud del mandato exxpreso, quee de los Apóóstoles
hereddó el orden de los Obispos con laa cooperació ón de los prresbíteros, juuntamente con c el sucesor de
Pedro, Sumo Paastor de la Iglesia,
I commo en virtudd de la vidaa que Cristoo infundió en sus miem mbros
"de quien
q todo el cuerpo, coordinadoo y unido porp los ligaamentos en virtud del apoyo, seggún la
activvidad propiaa de cada miembro
m y obra
o el creciimiento dell cuerpo en orden a su edificaciónn en el
amorr" (Ef., 4,16). La missión, pues, de la Iglessia se realiiza mediantte la activiidad por laa cual,
obeddiente al mandato
m de Cristo y movida
m por la caridadd del Espírritu Santo, se hace pllena y
actuaalmente presente a todoos los hombbres y puebllos para connducirlos a lla fe, la libeertad y a la paz
p de
Cristto por el ejemplo de lal vida y dee la predicaación, por los
l sacrameentos y dem más medios de la
graciia, de form
ma que se lesl descubrra el camin no libre y seguro
s paraa la plena participacióón del
misteerio de Crissto.

Sienddo así que esta


e misión continúa y desarrolla a lolargo dee la historia la misión del d mismo Cristo,
C
que fue
f enviadoo a evangeliizar a los poobres, la Igllesia debe caminar,
c porr moción deel Espíritu Santo,
S
por el
e mismo caamino que Cristo
C siguió, es decir, por el cammino de la poobreza, de la
l obedienciia, del
serviicio, y de la inmolación de sí mismo m hassta la muerrte, de la qque salió victorioso
v p su
por
resurrrección. puues así camiinaron en laa esperanza todos los Apóstoles,
A quue con mucchas tribulacciones
y suffrimientos completaron
c n lo que fallta a la pasiión de Cristto en provecho de su Cuerpo,
C quee es la
Iglessia. Semilla fue tambiénn, muchas veces,
v la san
ngre de los cristianos.
c

Activvidad misionera

6. Esste deber quue tiene quee cumplir ell Orden de los Obisposs, presidio ppor el sucessor de Pedroo, con
la orración y coooperación de toda la Iglesia, es único e iddéntico en todas partees y en toddas las
conddiciones, aunnque no se realice del mismo mo odo según las circunstaancias. Por consiguiennte, las
diferrencias que hay que reconocer en esta activ vidad de laa Iglesia noo proceden de la natuuraleza
mismma de la missión, sino dee las circunstancias en que esta miisión se ejerrce.

Estass condiciones dependenn, a veces, de la Iglesiaa, y a vecess también, dde los puebllos, de los grupos
g
o de los hombrees a los quee la misión ses dirige. Pu
ues, aunquee la Iglesia contenga en n sí la totaliidad o
la pleenitud de loos medios de
d salvaciónn, ni siempree ni en un momento
m obbra ni puedee obrar conn todos
sus recursos,
r sino que, paartiendo de modestos comienzos,
c avanza graadualmente en su esfoorzada
activvidad por realizar
r el designio
d dee Dios; máás aún, en ocasiones, después de d haber inncoado
felizmmente el avvance, se vee obligada a deplorar de
d nuevo unn regreso, o a lo menoss se detiene en un
estaddo de semipplenitud y de
d insuficienncia. pero en
n cuanto see refiere a loos hombres,, a los gruppos y a
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los pueblos,
p tan sólo graduaalmente, esttablece con
ntacto y se adentra
a en eellos, y de esta forma loos trae
a la plenitud
p cattólica.

Pero a cualquieer condiciónn o situacióón deben co orresponder acciones ppropias y medios


m adecuuados.
Las empresas
e peeculiares coon que los heraldos del Evangelio, enviados ppor la Iglesiaa, yendo a todo el
munddo, realizann el encarggo de prediccar el Evan ngelio y dee implantar la Iglesia misma enttre los
puebblos o grupoos que todavvía no creenn en Cristo, comúnmennte se llamann "misioness", que se lleevan a
cabo por la activvidad misioonal, y se deesarrollan, de ordinarioo, en ciertos territorioss reconocidoos por
la Saanta Sede.

El fiin propio dee esta activvidad misioonal es la ev vangelizaciión e implaantación de la Iglesia ene los
puebblos o grupoos en que toodavía no ha h arraigado o. De suerte que de laseemilla de laa palabra dee Dios
crezccan las Iglessias autóctoonas particuulares en tod
do el mundoo suficientemmente organ nizadas y dootadas
de ennergías proopias y de madurez,
m laas cuales, provistas connvenientem
mente de su propia Jeraarquía
unidaa al puebloo fiel y de medios
m a plano dessarrollo de la vida crisstiana, aporrtes su
connnaturales al
coopperación al bien
b de todaa la Iglesia.

El medio
m princiipal de estaa implantaciión es la prredicación del
d Evangeelio de Jesuucristo, paraa cuyo
anunncio envió ele Señor a sus discípuulos a todo el mundo, para que llos hombrees regeneraddos se
agregguen por el Bautismo a la Iglesia que como Cuerpo
C del Verbo Enccarnado se nutre
n y vivee de la
palabbra de Dios y del pan eucarístico.
e

Es esta actividaad misionall de la Iglesia se entreecruzan, a veces,


v diversas condicciones: en primer
p
lugarr de comiennzo y de pllantación, y luego de novedad o de juventuud. La acció ón misionall de la
Iglessia no cesa después
d de llenar esas etapas, sinoo que, consttituidas ya llas Iglesias particulares
p s, pesa
sobree ellas el deeber de conttinuar y de predicar
p el Evangelio
E a cuantos peermanecen fuera.
f

Adem más, los gruupos en que vive la Igleesia cambiaan completammente con ffrecuencia por
p varias causas,
c
de foorma que pueden
p origginarse conndiciones ennteramente nuevas. Enntonces la Iglesia tienne que
pondderar si estaas condicionnes exigen de
d nuevo su u actividad misional. AAdemás en ocasiones,
o s dan
se
tales circunstanncias que non permitenn, por algún n tiempo, proponer ddirecta e innmediatamente el
menssaje del Evaangelio; enttonces las misiones
m pueeden y debeen dar testim
monio al meenos de la caaridad
y bondad de Crristo con paaciencia, prrudencia y mucha
m confianza, prepparando asíí los caminoos del
Señoor y hacerlo presente dee algún moddo.

Así es
e manifiestto que la acctividad missional fluye íntimamennte de la natturaleza missma de la Igglesia,
cuyaa fe salvíficca propaga, cuya uniddad católicaa realiza dilatándola, ssobre cuya apostoliciddad se
sostiene, cuyo afecto
a colegiial de Jerarqquía ejercitaa, cuya santtidad testificca, difunde y promuevee.

Por ello
e la activvidad misioonal entre laas gentes see diferenciaa tanto de laa actividad pastoral quue hay
que desarrollar
d c los fielees, cuanto de
con d los medio os que hay que
q usar parra conseguir la unidad de los
cristiianos. Ambbas actividaades, sin em mbargo, estáán muy estrrechamentee relacionad das con la acción
a
misioonal de la Igglesia. Peroo la divisiónn de los crisstianos perjuudica a la ssanta causa de la prediccación
del Evangelio
E a toda criattura, y cierrra a mucho os la puertaa de la fe. Por lo cuaal la causa de la
activvidad misional y la deel restableccimiento dee la unidad de los cristianos estáán estrechaamente
unidaas: la necessidad de la misión
m exigge a todos loos bautizadoos reunirse en una solaa grey, para poder
dar, de esta forrma, testimoonio unánim me de Cristto, su Señoor, delante de todas laas gentes. perop si
todavvía no pudiieron dar pllenamente testimonio
t de
d una solaa fe, es neceesario, por lo menos, queq se
veann animados de d mutuo apprecio y carridad.

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Caussas y necesiidad de la actividad
a miisionera

7. Laa razón de esta actividdad misionaal se basa ene la volunttad de Dioss, que "quieere que toddos los
hombbres sean salvos y venngas al conocimiento de d la verdad. porque uuno es Dioss, uno tambbién el
mediiador entre Dios y los hombres,, el Hombrre Cristo Jeesús, que sse entregó a sí mismoo para
redennción de toddos", "y en ningún otroo hay salvacción". Es, puues, necesarrio que todo
os se convieertan a
El, una
u vez connocido por la l predicaciión del Evaangelio, y a El y a la Igglesia, que es su Cuerrpo, se
incorrporen por el
e bautismo.

Porqque Cristo mismo, "innculcando expresamen


e nte por su palabra laa necesidad d de la fe y del
bautiismo, confirrmó, al mismmo tiempo, la necesidaad de la Igleesia, en la qque entran lo
os hombres por la
puertta del bautissmo. Por lo cual no poddrían salvarrse aquelloss que, no ignnorando quee Dios funddó, por
mediio de Jesuccristo, la Igglesia Catóólica como necesaria, con todo no hayan querido enntrar o
perseeverar en ella".

Pues aunque ell Señor pueede conduccir por cam minos que ElE sabe a loos hombress, que ignoran el
Evanngelio inculpablementee, a la fe, sinn la cual ess imposible agradarle, lla Iglesia tiene el debeer, a la
par que
q el dereccho sagradoo de evangellizar, y, porr tanto, la acctividad miisional consserva íntegraa, hoy
comoo siempre, su
s eficacia y su necesiddad.

Por ella
e el Cuerrpo místico de Cristo reúner y ord
dena indefecctiblemente sus energíaas para su propio
p
creciimiento. Los miembross de la Iglessia son impu ulsados paraa su consecuución por laa caridad coon que
amann a Dios, y con la quue desean comunicar
c con
c todos losl hombrees en los biienes espiriituales
propiios, tanto dee la vida preesente comoo de la veniidera.

Y poor fin, por esta activiidad misionnal se gloriifica a Dioos plenamennte, al recibir los hom mbres,
delibberada y cummplidamentte, su obra ded salvación n, que comppletó en Cristo. Así se realiza
r por ella el
desiggnio de Dios, al que sirrvió Cristo con
c obedien ncia y amor para gloriaa del Padre que
q lo envióó, para
que todo
t el génnero humano forme unn solo Pueblo de Dios,, se constituuya en Cueerpo de Crissto, se
estruucture en un
u templo del d Espírituu Santo; lo cual, com mo expresión de la co oncordia fraaterna,
respoonde, ciertammente, al annhelo íntimoo de todos los
l hombress.

Y así por fin, see cumple veerdaderamennte el desig


gnio del Creeador, al haccer al homb
bre a su imaagen y
semeejanza, cuanndo todos loos que participan de laa naturalezaa humana, rregeneradoss en Cristo por el
Espírritu Santo, contemplan
c ndo unánimees la gloria de
d Dios, puuedan decir: "Padre nueestro".

Activvidad misionera en la vida


v y en laa historia hu
umana

8. Laa actividad misional tieene tambiénn una conex xión íntima con la mism ma naturaleeza humanaa y sus
aspirraciones. Poorque maniffestando a Cristo,
C la Ig
glesia descubbre a los hoombres la verdad
v genuina de
su coondición y de su vocacción total, porque
p Crissto es el priincipio y ell modelo dee esta humaanidad
renovvada, llena de amor fraaterno, de sinceridad y de espírituu pacífico, a la que todo os aspiran. Cristo
y la Iglesia, quee da testimoonio de El por
p la prediicación evanngélica, traascienden to oda particulaaridad
de raaza y de nacción, y por tanto
t nadie y en ningunna parte pueede ser teniddo como exttraño.

El mismo
m Cristoo es la verddad y el cam
mino manifi vangélica, cuando
fiesto a todoos por la predicción ev
hace resonar enn todos los oídos estas palabras del
d mismo Cristo:
C "Hacced peniten
ncia y creedd en el
Evanngelio". Y como el quue no cree ya está ju uzgado, las palabras dde Cristo so on, a un tiempo,
palabbras de conndenación y de graciaa, de muerte y de vida. Pues sóllo podemoss acercarnos a la
v extermiinando todoo lo antiguo: cosa que en
noveedad de la vida e primer luugar se aplicca a las personas,
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pero también puuede decirsse de los diiversos bien
nes de este mundo, m
marcados a unu tiempo conc el
pecado del hom mbre y con la
l bendiciónn de Dios: "Pues todoos pecaron y todos estáán privadoss de la
gloriia de Dios".

Nadiie por sí y sus propiass fuerzas see libra del pecado, ni se eleva sobre sí missmo; nadie se ve
enterramente libbre de su debilidad,
d d su soled
de dad y de suu servidum q todos tienen
mbre, sino que
necesidad de Crristo modello, maestro,, liberador, salvador y vivificador. En realid dad, el Evanngelio
fue el
e fermento de la liberttad y del prrogreso en la l historia humana,
h inccluso tempo
oral, y se preesenta
consttantemente como germ men de fraternidad, de unidad
u y dee paz. No caarece, pues, de motivo el que
los fiieles celebreen a Cristo como esperranza de lass gentes y saalvador de eellas".

Caráácter escatoológico de laa actividad misionera

9. Ell tiempo de la actividadd misional discurre


d entrre la primerr ay la segunnda venida del Señor, en
e que
la Igllesia, como la mies, será recogidaa de los cuattro vientos ene el Reino de Dios. Ess, pues, neccesario
prediicar el Evanngelio a todaas las gentees antes que venga el Seeñor (Cf. M Mc., 13,10).

La actividad miisional es nada


n más y nada meno os que la manifestación
m n o epifaníaa del designnio de
Dios y su cumpplimiento enn el mundoo y en su hiistoria, en lal que Diossrealiza abieertamente, por la
misióón, la histooria de la salud. Por la palabraa de la preedicación y por la ceelebración de d los
sacraamentos, cuuyo centro y cumbre ess la Sagradaa Eucaristía, la actividaad misionerra hace pressente a
Cristto autor de la
l salvaciónn.

Liberra de contaactos malignnos todo cuuanto de verrdad y de graciag se haallaba entre las gentes como
preseencia veladaa de Dios y lo restituyee a su Autorr, Cristo, quue derroca eel imperio del diablo y aparta
la multiforme
m m
malicia de los pecadores. Así, pues, todo lo l bueno quue se hallaa sembrado en el
corazzón y en laa mente de los hombrees, en los propios
p ritoos y en las culturas dee los puebloos, no
solammente no peerece, sino que es puriificado, elev vado y connsumado parra gloria dee Dios, conffusión
del demonio
d y felicidad
fe dell hombre. Así
A la actividdad misionaal tiende a laa plenitud escatológica
e a: pues
por ella
e se dilataa el Pueblo de Dios, haasta la medida y el tiem mpo que el Padre ha fijijado en virttud de
su pooder, pueblo al que see ha dicho proféticame
p ente: "Ampllía el lugar de tu tiemp po y extiennde las
pielees que te cuubren. ¡No temas!",
t se aumenta ell Cuerpo míístico hasta la medida de la plenittud de
Cristto, y el tiem
mpo espirituual en que se adora a Dios
D en espííritu y en veerdad, se am mplía y se edifica
e
sobree el fundam mento de loss Apóstoles y de los proofetas sienddo piedra anngular el miismo Cristoo Jesús
(Cf. Ef.,
E 2,20).

CAPÍT
TULO II

L OBRA MISIONER
LA M RA

Introoducción

10. La
L Iglesia, enviada poor Cristo para manifesstar y comuunicar la ccaridad de Dios D a todoos los
hombbres y puebblos, sabe que
q le quedaa por hacer todavía unna obra misiionera ingente. Pues loos dos
mil millones
m de hombre, cuuyo númeroo aumenta sin cesar, quue se reúnenn en grandees y determiinados
grupos con lazoos estables de vida culltural, con las
l antiguass tradicionees religiosass, con los fuertes
f
víncuulos de las relaciones sociales, toodavía nadaa o muy pocco oyeron ddel Evangellio; de elloss unos
sigueen alguna de
d las grandes religionees, otras perrmanecen ajenos
aj al connocimiento del mismo Dios,
otross niegan exppresamente su existencia e inclusoo a veces lo persiguen.

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La Igglesia, paraa poder ofreecer a todos el misteriio de la sallvación y laa vida traíd
da por Dios,, debe
inserrtarse en toddos estos grrupos con el
e mismo affecto con que
q Cristo se unió por su encarnacción a
deterrminadas coondiciones sociales
s y cuulturalesde los hombrees con quiennes convivió
ó.

ART
T. 1. EL TE
ESTIMONIIO CRISTIIANO

Testiimonio y diiálogo

11. Es
E necesarioo que la Igllesia esté prresente en estos
e grupos humanos por medio de sus hijoos, que
vivenn entre elloos o que a ellos son enviados. Po orque todoss los fieles cristianos, dondequierra que
vivann, están obbligados a manifestar
m c el ejem
con mplo de su vida y el testimonio de la palaabra el
nombbre nuevo de d que se reevistieron por
p el bautissmo, y la virtud
v del Espíritu Santto, por quieen han
sido fortalecidos con la connfirmación, de tal form
ma que, todoos los demáás, al contemmplar sus buenas
b
obrass, glorifiquuen al Padre y percibaan, cabalmeente, el senntido auténntico de la vid y el víínculo
univeersal de la unión
u de loss hombres.

Para que los mismos


m fielees puedan dar
d fructuosamente esste testimonnio de Cristo, reúnansse con
aquellos hombrees por el apprecio y la caridad, recconózcanse como miem mbros del grupo
g humaano en
que viven,
v y tom
men parte enn la vida culltural y sociial por las diversas
d relaaciones y neegocios de lal vida
humaana; estén familiarizaddos con suss tradicionees nacionales y religioosas, descubran con gozo g y
respeeto las semiillas de la Palabra
P que en ellas latten; pero atiendan, al ppropio tiemp po, a la proofunda
transsformación que se realliza entre laas gentes y trabajen paara que los hombres dee nuestro tiempo,
demaasiado entreegados a la ciencia y a la tecnología del munndo modernno, no se allejen de las cosas
divinnas, más toddavía, para que despieerten a un deseo
d más vehemente
v dde la verdad y de la caaridad
revellada por Dioos.

Commo el mismoo Cristo esccudriñó el corazón


c de los hombrees y los ha conducido con un colloquio
verdaaderamentee humano a la luz divinna, así sus discípulos, innundados prrofundamen nte por el esspíritu
de Cristo,
C debenn conocer a los hombbres entre los que viveen, y tratarr con ellos, para adverrtir en
diáloogo sincero y paciente las riquezaas que Dios generoso ha h distribuiddo a las gen
ntes; y, al mismo
m
tiemppo, esfuérccense en exxaminar suss riquezas con la luzz evangélicaa, liberarlass y reducirrlas al
domiinio de Dioss Salvador.

Preseencia de la caridad

12. La
L presenciaa de los fieles cristianoos en los grrupos humaanos ha de eestar animaada por la caaridad
con que
q Dios nosn amó, quue quiere quue también nosotros nos n amemoss unos a otrros. En efeccto, la
cariddad cristianaa se extiendde a todos sin distinció ón de raza, condición social o reeligión; no espera
e
lucroo o agradecimiento algguno; pues como Dios nos amó con c amor grratuito, así los fieles han
h de
vivirr preocupaddos por el hombre
h mismo, amán ndolo con el e mismo seentimiento con que Dios D lo
buscó. Pues com mo Cristo reecorría las ciudades
c y las aldeas cuurando todoos los maless y enfermeddades,
en prueba de laa llegada del Reino dee Dios, así la Iglesia se une, poor medio dee sus hijos, a los
hombbres de cuaalquier conndición, perro especialm mente con losl pobres y los aflig gidos, ya ellos se
consagra gozosaa. Participa en sus gozzos y en sus dolores, conoce c los anhelos y los enigmass de la
vida,, y sufre conn ellos en laas angustiass de la mueerte. A los que
q buscan lla paz deseaa responderrles en
diáloogo fraternoo ofreciéndooles la paz y la luz que brotan del Evangelio.
E

Trabajen los criistianos y colaboren


c coon los demmás hombress en la recta ordenació
ón de los assuntos
econnómicos y sociales.
s Enntréguense con especial cuidado a la educaación de los niños y de d los
adoleescentes porr medio de las escuelass de todo géénero, que hay
h que connsiderar no sólo como medio
m
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excellente para formar y atender
a a laa juventud cristiana,
c siino como sservicio de gran valor a los
hombbres, sobre todo de lass naciones en e vías de desarrollo, para elevarr la dignidaad humana y para
d vida máss favorabless. Tomen paarte, ademáás, los fieless cristianos en los
prepaarar unas coondiciones de
esfueerzos de aqquellos puebblos que, luuchando con n el hambree, la ignoraancia y las enfermedad
e des, se
esfueerzan en coonseguir meejores condiiciones de vida
v y en afirmar
a la ppaz en el muundo. Gusten los
fieless de cooperrar prudenttemente a este
e respectto con los trabajos
t mprendidos por institucciones
em
privaadas y púbblicas, porr los gobiiernos, porr los organnismos intternacionalees, por divversas
comuunidades criistianas y por las religiiones no cristianas.

La Igglesia, con todo, no pretende


p m
mezclarse dee ninguna forma
f en ell régimen de
d la comuunidad
os, a los hombres
terrenna. No reivvindica paraa sí otra auttoridad que la de serviir, con el faavor de Dio
con amor
a y fidellidad.

Los discípulos
d d Cristo, unidos
de u íntim
mamente en su vida y en e su trabajjo con los hombres,
h essperan
podeer ofrecerless el verdadeero testimoonio de Crissto, y trabaj
ajar por su ssalvación, incluso
i donnde no
puedden anunciaar a Cristo plenamente
p . Porque no o buscan ell progreso y la prospeeridad meramente
mateerial de los hombres,
h siino que prommueven su dignidad y unión frateerna, enseñaando las verrdades
religiiosas y morrales, que Cristo
C esclarreció con suu luz, y conn ello prepaaran graduallmente un acceso
a
más amplio haccia Dios. Coon esto se ayuda
a a los hombres enn la conseccución de laa salvación por el
amorr a Dios y al prójimoo y empiezaa a esclareccerse el miisterio de C Cristo, en quien
q apareeció el
hombbre nuevo,, creado segúns Dioss (Cf. Ef.,4,24), y en e quien sse revela el amor divino.d

T. 2. PREDICACIÓN DEL EVA


ART ANGELIO Y REUNIÓ
ÓN DEL PU
UEBLO DE
E DIOS

Evan
ngelización y conversióón

13. Dondequiera
D a que Dios abre
a la puerrta de la pallabra para annunciar el m
misterio de Cristo
C a toddos los
hombbres, confiaada y constantemente hay h que an nunciar al Dios
D vivo y a Jesucristo enviado porp El
para salvar a toddos, a fin dee que los noo cristianos abriéndoless el corazónn el Espíritu
u Santo, creyendo
se coonviertan libbremente al Señor y se unan a El con sincerridad, quienn por ser "ccamino, verrdad y
vida"" satisface todas
t sus exxigencias esppirituales, más
m aún, lass colma hastta el infinito o.

Esta conversiónn hay que coonsiderarla ciertamente


c e inicial, perro suficientee para que el
e hombre perciba
que, arrancado del pecadoo, entra en el misterio o del amorr de Dios, que lo llam ma a iniciaar una
comuunicación personal
p coonsigo mismmo en Cristo. Puesto que, por laa gracia dee Dios, el nuevo
convvertido emprende un caamino espirritual por el que, participando ya por la fe del d misterioo de la
Muerrte y de laa Resurreccción, pasa del hombree viejo al nuevo hom mbre perfeccto según Cristo.
C
Trayyendo consiigo este tráánsito un cambio
c pro
ogresivo dee sentimienntos y de costumbres,
c debe
maniifestarse conn sus conseecuencias soociales y deesarrollarse poco a pocco durante el e catecumeenado.
Sienddo el Señoor, al que se confía, blanco de contradiccción, el nuevo converrtido sentirrá con
frecuuencia ruptuuras y sepaaraciones, pero también n gozos que Dios conncede sin medida.
m La Iglesia
I
prohííbe severam mente que a nadie se obligue, o se induzcaa o se atraigga por med dios indiscretos a
abrazzar la fe, loo mismo quee vindica ennérgicamennte el derechho a que naadie sea apaartado de ella con
vejacciones innicuas.

Invesstíguense loos motivos de la convversión, y si


s es necesaario purifíquuense, segú
ún la antiquuísima
costuumbre de la Iglesia.

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Cateecumenado e iniciación
n cristiana

14. Los
L que haan recibido de Dios, por p medio de d la Iglesia, la fe en Cristo, seaan admitidoos con
ceremmonias religgiosas alcattecumenadoo; que no es una mera exposición
e de dogmas y preceptoss, sino
una formación
f y noviciado convenienttemente pro olongado dee la vida criistiana, en que
q los discípulos
os catecúmeenos convennientemente en el misteerio de
se unnen con Crissto su Maesstro. Iníciennse, pues, lo
la saalvación, enn el ejerciccio de las costumbres
c evangélicaas y en los ritos sagraados que han h de
celebbrarse en los tiempos suucesivos, inntrodúzcansse en la vidaa de fe, de lla liturgia y de la cariddad del
Puebblo de Dios.

Librees luego dee los Sacraamentos de la iniciaciión cristiana del podeer de las tin nieblas, muuertos,
sepulltados y ressucitados coon Cristo, reciben
r el Espíritu
E de hijos
h de adoopción y assisten con toodo el
Puebblo de Dios al memoriaal de la muerte y de la resurrección
r n del Señor.

Es de
d desear quue la liturgiia del tiemppo cuaresmal y pascuaal se restaurre de formaa que prepaare las
almaas de los catecúmenos
c s para la celebración
c del misterrio pascual en cuyas solemnidaddes se
regenneran para Cristo
C por medio
m del baautismo.

Pero esta iniciiación cristtiana durannte el cateecumenado no debenn procurarlaa solamentte los
cateqquistas y saacerdotes, siino toda la comunidad de los fielees, y en moodo especiall los padrinnos, de
suertte que sienttan los cateecúmenos, ya y desde ell principio, que pertennecen al Puueblo de Diios. Y
comoo la vida de d la Iglesiaa es apostóólica, los caatecúmenoss han de apprender tammbién a coooperar
activvamente en la evangellización y edificación de la Igleesia con el testimonio de la vidaa y la
profeesión de la fe.
f

Expóóngase por fin, clarameente, en el nuevo


n Códiigo, el estaddo jurídico de los catecúmenos. Porque
P
ya esstán vinculaados a la Igllesia, ya sonn de la casaa de Cristo y,
y con frecuuencia, ya viven
v una vida de
fe, dee esperanzaa y de caridaad.

ART
T. 3. FORM
MACIÓN DE
D LA COM
MUNIDAD
D CRISTIA
ANA

La Comunidad
C cristiana

15. El
E Espíritu Santo, quee llama a todos
t los hombres a Cristo,
C por la siembraa de la palaabra y
procllamación deel Evangelio, y suscitaa el homenajje de la fe en
e los corazzones, cuando engendrra para
una nueva
n vida en el seno de
d la fuentee bautismal a los que crreen en Crissto, los congrega en el único
Puebblo de Dios que es "linaaje escogidoo, sacerdociio real, nación santa, puueblo de adq
quisición".

Los misioneros,
m , por consigguiente, coooperadores de d Dios, suusciten taless comunidad
des de fielees que,
vivieendo conforrme a la voccación a la que
q han sido llamados,, ejerciten laas funcionees que Dios les ha
confi
fiado, sacerddotal, proféética y real.. De esta foorma, la coomunidad cristiana se hace signo de la
preseencia de Diios en el muundo; porquue ella, por el sacrificiio eucarísticco, incesanttemente passa con
Cristto al Padre, nutrida cuiidadosamennte con la palabra
p de Dios
D da testtimonio de Cristo y, poor fin,
andaa en la caridaad y se inflaama de espííritu apostóllico.

La comunidad cristiana
c haa de establecerse, desde el princippio de tal foorma que, en
e lo posiblle, sea
capazz de satisfaccer por sí misma
m sus prropias necessidades.

Esta comunidadd de fieles, dotada de d las riqueezas de la cultura de su nación n, ha de arrraigar


profuundamente en el puebllo; florezcaan las familias henchiddas de espírritu evangéllico y ayúddeseles
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con escuelas coonvenientes; eríjanse asociaciones
a s y grupos por los que el aposto olado seglarr llene
toda la sociedadd de espírituu evangélicoo. Brille, po
or fin, la carridad entre los católico
os de los divversos
ritos..

Cultíívese el esppíritu ecuméénico entre los neófitoss para que aprecien


a debbidamente que
q los herm manos
en laa fe son discípulos
d d Cristo, regenerado
de os por el bautismo,
b ppartícipes con
c ellos de
d los
innum merables bienes
b del Pueblo de Dios. En cuanto lo permitan las condicciones religgiosas,
prom
muévase la acción
a ecumménica de foorma que, ex xcluido todoo indiferenttismo y connfusionismo como
emullación insennsata, los caatólicos colaboren frateernalmente con los herrmanos separados, seggún las
norm
mas del Deccreto sobre el Ecumeniismo, en la común proofesión de la fe en Dio os y en Jesuucristo
delannte de las naciones
n -enn cuanto seaa posible- y en la coopperación en asuntos sociales y téccnicos,
cultuurales y religgiosos colabboren, por la
l causa de Cristo, su común
c Señoor: ¡que su nombre
n los junte!
Esta colaboracióón hay que establecerlla no sólo entree las peersonas privvadas, sino también, a juicio
del ordinario
o del lugar, entrre las Iglesiaas o comun
nidades eclessiales y sus obras.

Los fieles cristiianos, congrregados de entre todass las gentess en la Iglesia, "no son n distintos de los
demáás hombres ni por el réégimen, ni por p la lenguua, ni por laas institucioones políticaas de la vidda, por
tantoo, vivan parra Dios y parap Cristo según las costumbres
c honestas dde su pueblo o; cultiven como
buennos ciudadannos verdadeera y eficazzmente el am mor a la Paatria, evitanndo enteram mente el despprecio
de laas otras razaas y el nacioonalismo exagerado, y promoviend
p do el amor uuniversal dee los hombres.

Para conseguir todot esto soon de granddísimo valorr y dignos de


d especial atención los laicos, es decir,
los fieles
fi cristiaanos que, inccorporados a Cristo poor el bautism
mo, viven enn medio del mundo. Es muy
propiio de ellos,, imbuidos del Espírituu Santo, el convertirsee en constaante fermen nto para animar y
ordennar los asunntos temporales según el e Evangelioo de Cristo..

Sin embargo,
e n basta que el puebloo cristiano esté presennte y establlecido en un
no n pueblo, nin que
desarrrolle el apoostolado dell ejemplo; se
s establece y está presente para annunciar con n su palabra y con
su traabajo a Crissto a sus connciudadanos no cristian
nos y ayudaarles a la reccepción plen
na de Cristoo.

Ahorra bien, paara la implaantación dee la Iglesiaa y el desaarrollo de lla comunid dad cristianna son
necesarios varioos ministerioos que todoos deben fav vorecer y cuultivas diliggentemente, con la voccación
de unna suscitadaa de entre laa misma conngregación de los fieless, entre los que se cuenntan las funcciones
de loos sacerdotees, de los diiáconos y de
d los catequ uistas y la Acción
A Cattólica. Presttan, asimism
mo, un
serviicio indispensable los religiosos
r y religiosas con su oracción y trabaajo diligentee, para enraaizar y
aseguurar en las almas
a el Reeino de Cristto y ensanch
harlo más y más.

Consstitución deel clero locaal

16. La
L Iglesia dad gracias, con
c mucha alegría, po or la mercedd inestimable de la voccación saceerdotal
que Dios
D ha concedido a tantos
t jóvennes de entre los puebllos convertiidos recienttemente a Cristo.
C
Pues la Iglesiaa profundiza sus más firmes raííces en cadda grupo hhumano, cu uando las varias
comuunidades dee fieles tiennen de entrre sus miemmbros los propios
p minnistros de laa salvación en el
Ordeen de los Obbispos, de los
l presbíteeros y diácoonos, que siirven a sus hermanos, de suerte que q las
nuevvas Iglesias consigan, paso
p a paso con
c su clero o la estructuura diocesanna.

Todoo lo que haa estableciddo este Conncilio sobree la vocaciión y form mación sacerrdotal, obséérvese
cuidaadosamentee en donde lal Iglesia see establece por primeraa vez y en llas nuevas Iglesias.
I Haay que
tenerr particularm
mente en cuuenta lo quee se dice so
obre la neceesidad de arrmonizar ín ntimamente la del
Evanngelio, sin consideració
c ón del proveecho propio o o familiar,, sobre el cuultivo del seentimiento íntimo
í
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del misterio
m de la Iglesia. Con
C ello aprrenderán maravillosam
m mente a entregarse por entero al seervicio
del Cuerpo
C de Cristo y a la obra deld Evangellio, a unirsse con su propio Obiispo como fieles
coopperadores y a colaborar con sus herrmanos.

Para lograr este fin generall hay que ordenar todaa la formaciión de los aalumnos a laa luz del miisterio
de laa salvación como se prresenta en laa Escritura. Descubrann y vivan esste misterio de Cristo y de la
Salvaación humaana presentee a la Liturggia.

Armoonícese, seggún las norrmas del Cooncilio, estaas exigenciaas comunes de la form mación sacerrdotal,
incluuso pastorall y práctica,, con el desseo de acom
modarse al modo
m peculliar de penssar y de prooceder
del propio
p país.. Ábranse, pues,
p y avíívense las mentes
m de los
l alumnoss para que conozcan bien b y
pueddan juzgar la cultura de su pueeblo; conozzcan claram mente en laas disciplin nas filosófiicas y
teolóógicas las diiferencias y semejanzaas que hay entre
e las traadiciones, laa religión paatria y la reeligión
cristiiana.

Atiennda tambiénn la formacción sacerddotal a las necesidades


n s pastoraless de la región; aprendaan los
alum
mnos la histtoria, el finn y el méttodo, de laa acción miisional de la Iglesia, y las espeeciales
conddiciones sociales, ecoonómicas y culturaless de su puueblo. Edúúquense en n el espírittu del
ecummenismo y prepárense
p convenienttemente parra el diáloggo fraterno con los no cristianos. Todo
esto exige que losl estudioss para el saccerdocio see hagan, en cuanto sea posible, en n comunicacción y
convvivencia conn su propioo pueblo. Cuídense
C taambién la formación
f en la buenna administrración
eclessiástica e inccluso econóómica.

Elíjaanse, ademáás, sacerdotees idóneos que,


q despuéés de algunaa experienciia pastoral, realicen estudios
superriores en lasl universsidades incluso extran njeras, sobrre todo dee Roma, y otros Insttitutos
cienttíficos, paraa que las Igglesias jóveenes puedan
n contar conn elementoss del clero local dotaddos de
cienccia y de experienciia conveniientes paraa desempeeñar cargos eclesiástticos de mayor m
respoonsabilidad.

Restááurese el Orden
O del Diaconado como estaado permannente de vvida según la norma de la
Consstitución "D De Ecclesiaa", donde loo crean opo ortuno las Conferenciaas episcopaales. Pues parece
p
bien que aquelloos hombres que desem mpeñan un ministerio
m veerdaderameente diaconaal, o que preedican
la paalabra divinaa como cateequistas, o que
q dirigen en nombree del párrocoo o del Obispo comuniidades
cristiianas distanntes, o que practican la
l caridad en
e obras soociales y caaritativas sean fortaleciidos y
unidoos más estreechamente al servicio deld altar por la imposicción de las manos, tran
nsmitida ya desde
los Apóstoles,
A para que cumplan
c máás eficazmeente su minnisterio porr la gracia sacramenttal del
diacoonado.

Form
mación de los
l catequisstas

17. Digna
D de allabanza es también esaa legión tan n beneméritta de la obra de las misiones
m enttre los
gentiiles, es deciir, los cateqquistas, hom
mbres y mujeres, que lleenos de esppíritu apostó
ólico, prestaan con
granddes sacrificios una ayuuda singularr y enterammente necesaaria para la propagación de la fe y de la
Iglessia.

En nuestros
n díaas, el oficio de los cateequistas tien
ne una impportancia exxtraordinariaa porque reesultan
escassos los clérrigos para evangelizarr tantas mu ultitudes y para
p ejerceer el ministterio pastoral. Su
educación, por consiguientte debe efeectuarse y acomodarse
a e al progresso cultural de
d tal form
ma que
pueddan desarrolllar lo mejoor posible su cometid do agravadoo con nuevvas y mayores obligacciones,
comoo cooperadoores eficacees del orden sacerdotal.
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Multtiplíquense, pues, las esscuelas dioccesanas y reegionales enn que los fuuturos cateq
quistas estuddien la
doctrrina católicca, sobre toodo en su aspecto
a bíblico y litúrrgico, y el método cattequético, con c la
prácttica pastoraal, y se form
men en la moral
m cristiaana, procurrando practiicar sin cessar la piedad y la
santiidad de vidaa.

Hay que tener, además, reuuniones o cursos


c en tieempos determinados, een los que los l catequisstas se
renueeven en la ciencia
c y enn las artes coonvenientess para su miinisterio y sse nutra y ro
obustezca suu vida
espirritual. Adem
más, hay que procurar a quienes see entregan por p entero a esta obra una condiciión de
vida decente y laa seguridadd social por medio de un na justa rem
muneración..

Es de desear quue se proveaa de un moodo congruo o a la formaación y susstento de los catequistaas con
subsiidios especciales de la Sagrada Congregació
C ón de Propaganda Fidde. Si parecciere necesaario y
oporttuno, fúndeese una Obraa para los caatequistas.

Adem más, las Igllesias reconnocerán, aggradecidas, la obra gennerosa de loos catequisttas auxiliarres, de
cuyaa ayuda neceesitarán. Elllos presidenn la oración n y enseñann en sus com munidades. Hay que attender
convvenientemennte a su form mación docctrinal y esp piritual. E inncluso es de desear qu
ue, donde paarezca
oporttuno, se coonfiere a los catequistaas debidamente formaddos misión canónica en e la celebrración
públiica de la accción litúrgicca, para quee sirvan a laa fe con máss autoridad ddelante del pueblo.

Prom
moción de laa vida religgiosa

18. Promuévase
P e diligentem
mente la vidaa religiosa desde
d el moomento de lla implantacción de la Igglesia,
que no
n solamennte proporciiona a la acctividad missional ayuddas preciosaas y enteram mente necessarias,
sino que por unaa más íntimma consagraación a Dioss, hecha en la Iglesia, iindica claram
mente tambbién la
naturraleza íntim
ma de la vocaación cristiaana.

Esfuércense loss Institutos religiosos, que trabajaan en la immplantación de la Iglessia, en expooner y


comuunicar, segúún el caráctter y la idioosincrasia de
d cada pueeblo, las riqquezas místiicas de quee están
totalm
mente llenoos, y que diistinguen laa tradición religiosa dee la Iglesia. Considereen atentameente el
modoo de aplicaar a la vidda religiosa cristiana lasl tradicionnes ascéticcas y conteemplativas, cuyas
semillas había Dios
D esparcido con frecuencia en las antiguaas culturas aantes de la proclamació
p ón del
Evanngelio.

En laas iglesias jóóvenes hay que cultivaar diversas formas


f de vida
v religiossa que preseenten los divversos
aspecctos de la misión
m de Crristo y de laa vida de la Iglesia, y se
s entreguenn a variadass obras pasttorales
y preeparen convvenientemennte a sus miembros parra cumplirlaas. Con todoo, procuren los Obisposs en la
Confferencia quee las Congrregaciones, que tienen los mismos fines aposstólicos, no o se multipliquen,
con detrimento
d d la vida reeligiosa y del
de d apostolad do.

Son signos de especial


e da contemplativa,
mennción los vaarios esfuerrzos realizaddos para arrraigar la vid
por los
l que unoos, retenienddo los elem mentos esencciales de laa instituciónn monásticaa, se esfuerzzan en
implantar la riquuísima tradiición de su Orden, y ottros, vuelvenn a las form
mas más sen ncillas del anntiguo
monaacato. Procuren todos,, sin embarrgo, buscar la adaptaciión oportunna a las con ndiciones loocales.
Convviene establlecer por toddas partes en
e las iglesiaas nuevas laa vida conteemplativa po orque pertennece a
la pleenitud de laa presencia de
d la Iglesiaa.

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CAPÍT
TULO III

LAS IG
GLESIAS PARTICU
P LARES

Increemento de las
l Iglesias jóvenes

19. La
L obra de implantaciónn de la Iglesia en un deeterminado grupo de hoombres con nsigue su obbjetivo
deterrminado cuaando la conngregación de los fielees, arraigadaa ya en la vvida social y conformaada de
algunna manera a la culturra del ambiiente, disfru uta de ciertta estabilidaad y firmezza; es decirr, está
proviista de ciertto número, aunque insuuficiente, dee sacerdotess nativos, de religiososs y seglares,, se ve
dotadda de los ministerios
m e institucionnes necesariias para vivvir, y dilatarr la vida deel Pueblo dee Dios
bajo la guía del Obispo proopio.

En estas Iglesias jóvenes laa vida del Pueblo


P de Dios
D debe ir madurandoo por todos los camposs de la
vida cristiana, que
q hay que renovar seggún las norm mas de estee Concilio: llas congreg gaciones de fieles,
con mayor
m concciencia cadaa día, se haccen comuniidades vivass de la fe, dde la liturgiaa y de la caaridad;
los laaicos, con su
s actuaciónn civil y apoostólica, se esfuerzan en
e estableceer en la sociiedad el ordden de
la caaridady de laa justicia; se
s aplican oportuna y prudentemen
p nte los meddios de communicación social;
s
las faamilias, porr su vida veerdaderamennte cristianaa, se convieerten en sem
milleros de apostolado
a seglar
y de vocacionees sacerdotaales y religgiosas. Finaalmente, la fe se enseñña mediantte una cateqquesis
aproppiada, se manifiesta
m e la liturggia desarrollada conforrme al caráácter del pueblo y poor una
en
legislación canóónica oportuuna se introdduce en las buenas insttituciones y costumbress locales.

Los Obispos,
O junntamente coon su presbiterio, imbu
uidos más y más del senntir de Cristo y de la Igglesia,
procuuran sentir y vivir conn toda la Igllesia. Conséérvese la ínntima uniónn de las Igleesias jóvenees con
toda la Iglesia, cuyos elem
mentos tradiccionales deb ben asociarr a la propiaa cultura, paara aumentaar con
efluvvio mutuo de
d fuerzas de
d vida del Cuerpo
C mísstico. Por elllo, cultívennse los elem
mentos teolóógicos,
psicoológicos y humanos
h quue puedan coonducir al fomento
f de este sentidoo de comun nión con la Iglesia
I
univeersal.

Pero estas Iglessias, situadaas con frecuencia en lasl regioness más pobrres del orbee, se ven toodavía
muchhas veces ene gravísimaa penuria de d sacerdotees y en la esscasez de reecursos materiales. Poor ello,
tieneen suma necesidad de que la conntinua acció ón misionaal de toda lla Iglesia lees suministtre los
socorrros que sirrvan, sobre todo, para el desarrolllo de la Iglesia local y para la maadurez de laa vida
cristiiana. Ayudee también laa acción misional a las Iglesias, fuundadas hacce tiempo, que
q se encueentran
en ciierto estado de retrocesso o debilitaamiento.

Estass Iglesias, con


c todo, organicen unn plan com mún de accióón pastoral y las obrass oportunass, para
aumeentar en núm mero, juzgaar con mayoor seguridad d y cultivar con más efficacia las vocaciones para
p el
cleroo diocesano y los instituutos religiossos, de form
ma que pueddan proveerrse a sí mismmas, poco a poco,
y ayuudar a otras.

Activvidad misionera de lass Iglesias paarticulares

20. Como
C la Igllesia particuular debe reepresentar lo
l mejor quue pueda a lla Iglesia un niversal, coonozca
muy bien que ha h sido enviada tambiénn a aquellos que no crreen en Crissto y que viiven en el mismo m
territtorio, para servirles
s de orientaciónn hacia Crissto con el teestimonio dde la vida dee cada uno de los
fieless y de toda la comunidad.
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Se reequiere, adeemás, el minnisterio de la
l palabra, para
p que lleggue a todoss el Evangellio, El Obisppo, en
prim
mer lugar, debe
d ser el heraldo dee la fe quee lleve nueevos discípuulos a Crissto. para cuumplir
debiddamente estte sublime encargo, coonozca ínteg gramente laas condicionnes de su grey
g y las ínntimas
opiniiones de suus conciudaddanos acercca de Dios, advirtiendoo también ccuidadosam mente los caambios
que han
h introduccido las urbbanizacioness, las migraaciones y el indiferentissmo religiosso.

Emprendan fervvorosamentte los sacerrdotes nativ vos la obraa de la evaangelización n en las Igglesias
jóvennes, trabajanndo a una son los misiooneros extraanjeros, conn los que forrman un preesbiterio auunando
bajo la autoridaad del Obisspo, no sóloo para apaccentar a loss fieles y ceelebrar el culto
c divinoo, sino
tambbién para prredicar el Evvangelio a los infieles. Estén disppuestos y cuuando se prresente la occasión
ofrézzcanse con valentía a sus Obispo para
p empren nder la obraa misioneraa en las regiiones apartaadas o
abanndonadas de la propia diócesis
d o enn otras dióceesis.

Infláámense en el mismo celo los religiosos


r y religiosaas e inclusoo los laico
os para coon sus
conciudadanos, sobre todo los más pobbres.

Preocúpense lass Conferenccias Episcoppales de quee en tiempoos determinnados se org ganicen curssos de
renovvación bíbliica, teológicca, espirituaal y pastoraal, para que el clero, enntre las varieedades y caambios
de viida, adquierra un conociimiento más completo de la teologgía y de los métodos paastorales.

Por lo
l demás, obsérvese
o reeverentemennte todo lo que ha estaablecido estte Concilio, sobre todoo en el
Decrreto del "ministerio y de
d la vida dee los presbítteros".

Para llevar a cabbo esta obraa misional ded la Iglesiaa particular se requierenn ministros idóneos, quue hay
que preparar
p a su tiempo de d modo coonveniente a las condiiciones de cada Iglesiaa. pero com mo los
hombbres tiendenn, cada vezz más, a reunirse en Episcopales
E establezcaan las normmas comuness para
entabblar diálogoo con estos grupos. Y si en algun nas regionees se hallann grupos dee hombres queq se
resistten a abrazaar la fe catóólica porquee no puedenn acomodarsse a la formma especial que haya toomado
allí la
l Iglesia, se desea que q se les atienda parrticularmente, hasta qque puedan juntarse en una
comuunidad todoos los cristtianos. cadaa Obispo lllame a su diócesis
d a llos misioneeros que laa Sede
Aposstólica puedda tener preeparados parra este fin o recíbalos de d buen graado y promu ueva eficazmente
sus empresas.
e

Para que este ceelo misionall florezca entre los nattivos del luggar es muy conveniente que las Igglesias
jóvennes particippen cuanto antes
a activaamente en laa misión unniversal de lla Iglesia, enviando
e tam
mbién
ellos misioneros que anunncien el Evvangelio po or toda la tiierra, aunquue sufran escasez
e de clero.
Porqque la comuunión con laa Iglesia unniversal se completará
c de alguna forma cuan ndo tambiénn ellas
participen activaamente del esfuerzo miisional paraa con otros pueblos.
p

Fom
mento del appostolado seeglar

21. La
L Iglesia no
n está verddaderamentee fundada, ni n vive plennamente, nii es signo perfecto
p de Cristo
entree las gentes,, mientras no
n exista y trabaje
t con la Jerarquíaa un laicadoo propiamen
nte dicho. Porque
P
el Evvangelio noo puede pennetrar profuundamente en e la mentaalidad, en laa vida y en
n el trabajo de un
puebblo sin la prresencia acctiva de los laicos. Porr tanto, dessde la funddación de laa Iglesia haay que
atendder, sobre toodo, a la connstitución de
d un laicado cristiano maduro.
m

Pues los fieles seglares


s perrtenecen pleenamente all mismo tiem mpo, al Pueeblo de Dio os y a la socciedad
civil: pertenecenn al puebloo en que hann nacido, de
d cuyos tessoros culturrales empezzaron a partticipar
por la educaciónn, a cuya vidda están unnidos por variados víncuulos socialees, a cuyo progreso coooperan
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con su esfuerzoo en sus prrofesiones, cuyos prob blemas sientten ellos coomo propio os y trabajaan por
soluccionar, y peertenecen también a Crristo, porquee han sido regenerados
r s en la Iglessia por la fee y por
el baautismo, parra ser de Criisto por la renovación
r de
d la vida y de las obraas, para quee todo se som meta a
Dios en Cristo y,y por fin, seea Dios todoo en todas laas cosas.

La obbligación principal de éstos, hombbres y mujeeres, es el teestimonio dde Cristo, qu ue deben daar con
la viida y con laa palabra ene la familiia, en el gruupo social y en el ám mbito de su profesión. Debe
maniifestarse en ellos el hom mbre nuevoo creado seggún Dios enn justicia y santidad veerdaderas. Han
H de
reflejjar esta rennovación dee la vida enn el ambientte de la socciedad y dee la cultura patria, segúún las
tradiciones de su nación. Ellos tieenen que conocer c estta cultura, restaurarlaa y conserrvarla,
desarrrollarla seggún las nueevas condicciones y, poor fin perfeeccionarla een Cristo, para
p que la fe de
Cristto y la vidaa de la Igleesia no sea ya extrañaa a la socieddad en quee viven, sin no que empiece a
penetrarla y trannsformarla.

Únannse a sus conciudadan


c nos con verrdadera caridad, a fin de que en su trato ap parezca el nuevo
víncuulo de unidaad y de soliidaridad uniiversal, quee fluye del misterio
m de Cristo. Siem
mbren tambbién la
fe dee Cristo enttre sus com
mpañeros de vida y de trabajo, oblligación quue urge máss, porque muchos
m
hombbres no pueeden oír habblar del Evaangelio ni conocer
c a Cristo
C más qque por sus vecinos segglares.
Más aún, dondee sea posiblee, estén preeparados loss laicos a cuumplir la misión especiial de anuncciar el
Evanngelio y de comunicar la doctrina cristiana, en e una coopperación máás inmediataa con la Jeraarquía
para dar vigor a la Iglesia naciente.
n

Los ministros
m dee la Iglesia, por su partte, aprecien
n grandemennte el laboriioso apostollado activo de los
laicoos. Fórmenlos para quee, como miembros de Cristo, seann conscienttes de su reesponsabiliddad en
favorr de todos los hombrees; instrúyaanlos profundamente en e el misteerio de Crissto, inícienllos en
métoodos prácticos y asístannles en las dificultades,
d según la coonstitución Lumen Gen ntium y el decreto
d
Aposstolicam Actuositatem.

Obseervando, puues, las funcciones y responsabilid


dades propiaas de los paastores y dee los laicoss, toda
Iglessia joven dé
d testimonnio vivo y firme de Cristo
C paraa convertirsse en signoo brillante de la
salvaación, que nos
n vino a trravés de El.

Diveersidad en laa unidad

22. La
L semilla, que
q es la paalabra de Diios, al germ
minar absorbbe el jugo dde la tierra buena,
b regadda con
el roocío celestiaal, y lo traansforma y lo asimila para dar al a fin frutoo abundantee. Ciertameente, a
semeejanza del plan
p de la Enncarnación,, las Iglesiass jóvenes, radicadas
r enn Cristo y ed
dificadas soobre el
fundamento de los Apóstolles, toman, en intercam mbio admiraable, todas las riquezaas de las nacciones
que han sido dadas
d a Crristo en heerencia (Cff. Sal., 2,8)). Ellas recciben de laas costumbbres y
tradiciones, de la
l sabiduríaa y doctrina, de las artees e institucciones de los pueblos toodo lo que puede
serviir para expresar la glooria del Crreador, paraa explicar la l gracia ddel Salvadorr y para orrdenar
debiddamente la vida
v cristianna.

Para conseguir este propóssito es neceesario que en e cada grann territorio socioculturral se prom muevan
los estudios
e teollógicos porr los que se sometan a nueva inveestigación, a la luz de la tradiciónn de la
Iglessia universaal, los hechhos y las palabras reeveladas poor Dios, coonsignadas en las Saggradas
Escriituras y expplicadas porr los Padress y el Magiisterio de laa Iglesia. Assí apareceráá más claramente
por qué
q caminoss puede lleggar la fe a laa inteligenccia, teniendoo en cuenta la filosofíaa y la sabiduuría de
los pueblos,
p y de
d qué formma pueden compaginars
c se las costuumbres, el ssentido de la vida y el orden
sociaal con las coostumbres manifestada
m s por la diviina revelaciión.
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Con ello se descubrirán los caminos para p una accomodaciónn más profuunda en todo o el ámbitoo de la
vida cristiana. Con este modo m de proceder
p see excluirá toda
t clase de sincretiismo y de falso
s acomodaarán la vida cristiana a la índole y al carácter de cualquieer cultura, y serán
particularismo, se
asummidas en la unidad
u catóólica las traddiciones parrticulares, con
c las cuallidades prop
pias de cadaa raza,
ilustrradas con la
l luz del Evangelio.
E P fin, lass Iglesias particulares jóvenes, ad
Por dornadas coon sus
tradiciones, tenddrán su lugar en la com munión eclesiástica, permanecienndo íntegro el primadoo de la
cáteddra de Pedroo, que preside a la asam mblea univeersal de la caaridad.

Es, por
p tanto, coonveniente queq las Connferencias Episcopales
E se unan enttre sí dentro
o de los límiites de
cada uno de loos grandes territorios socioculturrales, de suuerte que ppuedan consseguir de común
c
cuerddo este objeetivo de la adaptación.
a

CAPÍT
TULO IV

LOS MIS
SIONEROS
S

La voocación mis
isionera

23. Aunque
A a todo
t discípuulo de Crissto incumbee el deber de propagaar la fe según su conddición,
Cristto Señor, dee entre los discípulos,
d llama siem
mpre a los quue quiere ppara que lo acompañenn y los
envíaa a predicarr a las gentees. Por lo cuual, por medio del Esppíritu Santo,, que distrib
buye los carrismas
segúnn quiere parra común utilidad,
u insppira la vocación misionnera en el coorazón de cada uno y suscita
s
al mismo
m tiem
mpo en la Iglesia insstitutos, que reciben como misiión propia el deber de la
evanngelización, que perteneece a toda laa Iglesia.

Porqque son sellaados con unna vocaciónn especial lo os que, dotaados de un ccarácter nattural convenniente,
idóneeos por sus buenas dottes e ingenioo, están disp puestos a em
mprender laa obra misio onal, sean nativos
n
del luugar o extraanjeros: saceerdotes, reliigiosos o laicos. Enviaddos por la aautoridad leg
gítima, se dirigen
d
con fe
f y obedienncia a los quue están lejos de Cristo o, segregados para la oobra a que han
h sido llam mados
(Cf. Act.,
A 13,2), como miniistros del Evvangelio, "p para que la oblación dee los gentilees sea acepttada y
santiificada por el
e Espíritu Santo"
S (Romm. 15,16).

Espirritualidad misionera
m

24. El
E hombre debed responnder al llamaamiento de Dios, de suuerte que noo asintiendo a la carne nin a la
sangrre, se entreegue totalmeente a la obbra del Evaangelio. perro no puedee dar esta reespuesta, sii no le
muevve y fortaleece el Espírritu Santo. El
E enviado entra en laa vida y en la misión de d Aquel quue "se
anonnadó tomanddo la formaa de siervo"". Por eso debe
d estar dispuesto
d a permanecerr durante tooda su
vida en la vocacción, a renunnciarse a sí mismo y a todo lo quee poseía y a "hacerse todo a todos"".

El quue anuncia el Evangellio entre los gentiles déd a conoceer con conffianza el misterio
m de Cristo,
C
cuyoo legado es, de suerte que se atrreva a hablar de El coomo convieene, no aveergonzándose del
escánndalo de la cruz. Siguiendo las huuellas de su Maestro, manso
m milde de corazón, manifieste
y hum
que su yugo ess suave y su carga liigera. Dé testimonio de d su Señoor con su vida
v enteraamente
evanngélica, conn mucha paaciencia, con longanim midad, con suavidad, ccon caridadd sincera, y si es
necesario, hasta con la proppia sangre.

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Dios le concederá valor y fortaleza para que vea v la abunndancia de gozo que se s encierra en la
experiencia inteensa de la triibulación y de la absolluta pobrezaa. Esté convvencido de que
q la obeddiencia
es la virtud caraacterística deel ministro de Cristo, que
q redimió al mundo ccon su obed diencia.

A finn de no desscuidar la gracia


g que poseen,
p los heraldos deel Evangelioo han de reenovar su esspíritu
consttantemente.. Los ordinaarios y supeeriores reúnnan en tiemppos determiinados a loss misioneroos para
que se tonifiquuen en la esperanza
e d la vocacción y se renueven een el minissterio aposttólico,
de
estabbleciendo inncluso algunnas casas appropiadas paara ello.

Form
mación espiiritual y mooral

25. El
E futuro misionero
m haa de preparrarse con una especiall formaciónn espiritual y moral paara un
empeeño tan elevvado. Debee ser capaz de iniciativ vas constanntes para coontinuar los trabajos haasta el
fin, perseverant
p e en las difficultades, paciente
p y fuerte
f en soobrellevar la soledad, el cansancio y el
trabaajo infructuooso. Se pressentará a loss hombres con
c mente abierta
a y corrazón dilataado; recibiráán con
gustoo los cargos que se le confíen; see acomodarrá generosaamente a laas costumbrres ajenas y a las
cambbiantes conddiciones dee los puebloos, ayudará a sus herm manos y a toodos los qu ue se dedicaan a la
mismma obra conn espíritu dee concordiaa y de caridad mutua, de d suerte quue imitando o, juntamentte con
los fieles,
f la coomunidad appostólica, constituyan
c un solo coorazón y unna sola almaa (Cf. Act., 2,42;
4,32)).

Ejerccítense, culttívense y núútranse cuiddadosamentte de vida espiritual esttas disposicciones de alm ma ya


desde el tiempo de la formaación. Llenoo de fe vivaa y de esperranza firme,, el misionero sea hombbre de
oraciión: inflámeese en el esppíritu de forrtaleza, de amor
a y de templanza;
t aaprenda a contentarse
c c lo
con
que tiene;
t lleve en sí mismmo con espírritu de sacriificio la muuerte de Jesúús, para quee la vida dee Jesús
obre en aquelloss a los que ese enviado; llevado dell celo por laas almas gástelo todo y sacrifíquese a sí
mism
mo por ellass, de forma queq crezca " en el amor de Dios y del prójimoo con el cum mplimiento diario
de suu ministerioo". Cumplieendo así coon Cristo laa voluntad del d Padre ccontinuará su s misión bajob la
autorridad jerárqquica de la Igglesia y coooperará al misterio
m de la salvación.

Form
mación docttrinal y apoostólica

26. Los
L que hayyan de ser enviados a los diverssos pueblos como buennos ministrros de Jesucristo,
esténn nutridos "con
" las paalabras de la
l fe y de lal buena dooctrina", quue tomarán ante todo, de la
Sagrada Escriturra, estudianndo a fondo el Misterio de Cristo, cuyos
c heralldos y testig
gos han de ser.

Por lo cual toddos los missioneros - sacerdotes,


s hermanos, hermanas, laicos, cad da uno seggún su
conddición- han de prepararrse y formaarse para qu ue no se veean incapaces ante las exigencias de su
laborr futura. Diispóngase ya y desde ell principio su formaciión doctrinaal de suertee que abarqque la
univeersalidad dee la Iglesia y la diversidad de los pueblos.
p Essto se refieree a todas laas disciplinaas, con
las que
q se prepparan para el cumplim miento de sus ministeriio, y las ottras cienciaas, que aprrenden
útilm
mente para alcanzar
a los conocimienntos ordinarrios sobre pueblos,
p cullturas y religgiones, con miras
no sóólo al pasaddo, sino tammbién a la época
é actuall. El que haaya de ir a uun pueblo extranjero
e a
aprecie
debiddamente suu patrimoniio, su lenggua y sus costumbres
c . Es necessario, sobree todo, al futuro
misioonero dediccarse a los estudios
e missionológicoos; es decir, conocer la doctrina y las disposicciones
de laa Iglesia soobre la actiividad misiional, saberr qué cambbios han recorrido loss mensajeroos. del
Evanngelio en ell decurso de d los sigloss, la situaciión actual de
d las misioones y tamb bién los méétodos
consiiderados hooy como máás eficaces.

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Aunqque toda essta formacióón ha de estar llena dee solicitud pastoral,
p haa de darse, sin
s embargoo, una
especcial y ordennada formacción apostóllica, teórica y práctica.

Apreendan bien y prepárensse en catequuética el mayor


m númerro posible dde hermano
os y de herm
manas
para que puedann colaborar mejor en ell apostolado
o.

Es necesario tammbién que los que se dedican por un tiempoo determinaado a la acttividad misiionera
adquuieran una foormación appropiada a su
s condición
n.

Pero esta diverssa formacióón ha de com mpletarse en


e la región a la que seerán enviad dos, de suertte que
los misioneros
m c
conozcan a
ampliamente e la historiaa, las estruccturas sociaales y las costumbres de
d los
puebblos, estén bien
b enteraddos del ordenn moral, dee los precepttos religiosoos y de su mentalidad
m a
acerca
de Dios,
D del muundo y del hombre,
h connforme a suus sagradas tradiciones.
t . Aprendan las lenguass hasta
el puunto de podder usarlas con
c soltura y eleganciaa, y encontrrar en ello uuna más fáccil penetraciión en
las mentes
m y enn los corazzones de loos hombress. Han de ser s iniciadoos, como es e debido, ene las
necesidades pastorales caraacterísticas de
d cada pueeblo.

Alguunos han dee prepararsee también de d un modo o más profuundo en los Institutos misionológ
m icos u
otrass Facultades o Univerrsidades paara desempeeñar más eficazmente
e e cargos esp peciales y poder
ayuddar con sus conocimienntos a los demás
d misio
oneros en la realizacióón de su lab
bor, que preesenta
tantaas dificultaddes y oportuunidades, sobre todo en
n nuestro tiempo. Es muuy de deseaar, además que
q las
Confferencias reggionales de los Obispoos tengan a sus disposiciión buen núúmero de perritos y usenn de su
saberr y experieencia en laas necesidaddes de su cargo. Y no n falten taampoco quiienes sepann usar
perfeectamente los l instrum mentos técnnicos y de comunicacción social,, cuya imp portancia han de
aprecciar todos.

Instiitutos que trrabajan en las misionees

27. Aunque
A toddo esto es enteramente
e necesario para
p cada uno
u de los m misioneros,, sin embarrgo, es
difíciil que puuedan consseguirlo aissladamente. No pudiéndose saatisfacer laa obra miisional
indivvidualmentee, como dem muestra la experiencia,
e , la vocacióón común ccongregó a los
l individuuos en
Instittutos, en loos que, reunnidas las fuuerzas, se formen
f connvenientemeente y cump plan esa obbra en
nombbre de la Igglesia y a disposición de
d la autorid dad jerárquica. Estos Innstitutos sob
brellevaron desde
hace muchos sigglos el peso del día y del calor, enttregados a la l obra misional ya enteeramente, ya
y sólo
en paarte.

Muchhas veces lal Santa Seede les ha confiado ev vangelizar vastos terriitorios en que
q reunierron un
puebblo nuevo paara Dios, unna iglesia loocal unida y sus pastorees. Fundadaas las iglesias con su suudor y
a vecces con su sangre,
s servvirán con celo y experieencia, en fraaterna coopperación, o ejerciendo
e la cura
de allmas, o cum
mpliendo carrgos especiaales para el bien comúnn.

A veeces asumirrán trabajos más urgeentes en to odo el ámbito de alguuna región; por ejempplo, la
evanngelización de grupos o de puebblos que qu uizá no reccibieron el mensaje deel Evangeliio por
razonnes especialles o lo rechhazaron hassta el momento.

Si ess necesario, están dispuuestos a forrmar y a ay


yudar con su
s experienccia a los qu
ue se ofreceen por
tiemppo determinnado a la labbor misionaal.

Por estas causaas y porquee aún hay que llevar muchas geentes a Criisto, contin
núan siendoo muy
necesarios los Innstitutos.
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CAPÍT
TULO V

ORD
DENACIÓ
ÓN DE LA ACTIVIDA
A AD MISIO
ONAL

Introoducción

28. Puesto
P que los fieles cristianos
c tieenen dones diferentes,, deben colaaborar en el
e Evangelioo cada
uno según
s su opportunidad, facultad, caarisma y miinisterio; toddos, por connsiguiente, los que siem
mbran
y loss que siegann, los que pllantan y loss que riegan
n, es necesarrio que seann una sola cosa,
c a fin de
d que
"busccando unidoos el tiempoo fin" dediqquen sus esfufuerzos unánnimes a la eedificación de
d la Iglesiaa.

Por lol cual los trabajos


t de los
l heraldoss del Evang
gelio y los auxilios
a de llos demás cristianos
c haay que
diriggirlos y aunaarlos de forrma que "todo se haga con orden"", en todos llos campos de la activiidad y
de laa cooperacióón misional..

Ordeenación gen
neral

29. Perteneciend
P do, ante toddo, al cuerpoo de los Ob
bispos la preeocupación de anunciaar el Evangeelio en
todo el mundo, el sínodo de los Obiispos, o sea "el Consejo estable de Obispo os para la Iglesia
I
univeersal", entree los negociios de impoortancia general, considdere especiaalmente la actividad
a miisional
deber supremo y santísimo de la Iglesiia.

Es neecesario que haya un solo


s dicasterrio competeente, a saberr: "De proppaganda Fidde", para toddas las
misioones y para toda la actiividad misioonal, salvo, sin embarggo, el derechho de las Igllesias orienttales.

Aunqque el Espírritu Santo suscita de muchas


m maneeras el espírritu misionaal en la Igleesia de Dioss, y no
pocaas veces se anticipa a la acción de quieness gobiernann la vida dde la Iglesiaa, con todoo, este
dicassterio, en cuuanto le corrresponde, promueva
p taambién la voocación y laa espiritualiidad misionera, el
celo y la oraciión por las misiones y difunda las noticiaas auténticaas y conven nientes sobbre las
misioones; suscitte y distribuuya los missioneros seg gún las neceesidades máás urgentess de los paísses. A
ella compete dictar
d norm
mas directivvas y princcipios acom modados a la evangellización y darles
impuulsos. Promuueva y coorrdine eficazmente la co olecta de ayuudas materiiales, que haa de distribuuirse a
razónn de la neccesidad o dee la utilidadd, y de la extensión
e deel territorioo, del númeero de fieless y de
infielles, de las obras
o y de laas Institucioones, de los auxiliares y de los missioneros.

Juntaamente conn el Secretaario, para prromover la unión de los l cristianoos, busque las formas y los
mediios de procuurar y orienntar la colabboración frraterna y la pacífica coonvivencia con
c las emppresas
misioonales de ottras comuniidades cristiianas para evitar
e en lo posible
p el escándalo dee la divisiónn.

Así, pues, es neecesario quee este dicassterio sea a la vez instrrumento de administraación y órgaano de
direccción dinámmica que em
mplee medioos científico os e instrum
mentos acom modados a laas condicionnes de
este tiempo,
t teniendo en cuuenta las invvestigacionees actuales de
d la teologgía, de la meetodología y de la
pastooral misioneera.

Tenggan parte acctiva y voto deliberativvo en la direección de esste dicasteriio representtantes elegiddos de
entree todos los que
q colaborran en la Obbra misionaal: Obispos de todo el oorbe, según n el parecer de las
Confferencias Eppiscopales, y superiorees de los insstitutos y directores de las Obras Pontificias,
P según
norm
mas y criteriios que tennga a bien establecer
e el
e Romano Pontífice. T Todos elloss, que han de ser

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convvocados periiódicamentee, ejerzan, bajo
b la auto
oridad del Sumo Pontíffice, la direccción suprema de
toda la obra missional.

Tengga a su dispposición estte dicasterioo un Cuerpo permanennte de consultores periitos, de cienncia o


experiencia commprobada, a los que com mpetirá, enttre otras cossas, el recogger la necesaria inform
mación,
tantoo sobre la situación
s loocal de los diversos paaíses y de la mentaliddad, modo de pensar de d los
diferrentes grupoos humanoos, como soobre los métodos
m de evangelizaar que hay que empleear, y
proponer concluusiones cienntíficamentee documentaadas para laa obra y la ccooperación n misional.

Han de verse reepresentadoos convenientemente lo os Institutoss de religioosas, las obrras regionaales en


favorr de las misiones y las organizacioones de segllares, sobre todo internnacionales.

Ordeenación loccal de las miisiones

30. Para
P que enn el ejerciccio de la obbra misionaal se consiggan los finees y los efeectos propuuestos,
tengaan todos loss misioneross "un solo corazón
c y un
na sola almaa".

Es deeber del Obbispo, comoo rector y ceentro de unidad en el apostolado


a ddiocesano, promover, dirigir
d
y cooordinar la acctividad misionera, perro de modo que se resppete y favorrezca la actividad esponntánea
de quienes
q tom
man parte enn la obra. Todos los misioneross, incluso loos religioso os exentos, están
someetidos al Obbispo en lass diversas obras
o que see refieren all ejercicio ddel sagrado apostoladoo. para
lograar una coorddinación meejor, estableezca el Obiispo, en cuaanto le sea pposible, un Consejo paastoral
en que
q tomen parte p clériggos, religiossos y seglaares por meedio de dellegados esccogidos. Procure,
adem
más, que la actividad appostólica noo se limite tan sólo a los l convertiidos, sino queq ha de deestinar
una parte
p convenniente de opperarios y de
d recursos a la evangellización de los no cristianos.

Coorrdinación reegional

31. Traten
T las Conferenciias Episcoppales de co omún acueerdo los puuntos y loss problemass más
urgenntes, sin deescuidar lass diferenciaas locales. Para
P que noo se maloggren los esccasos recurssos de
persoonas y de medios
m mateeriales, ni see multipliqu
uen los trabbajos sin necesidad, se recomiendoo que,
unienndo las fueerzas, estabblezcan obrras que sirvan para el e bien de todos, com mo, por ejeemplo,
seminarios, escuuelas superiiores y técnnicas, centroos pastoralees, catequístticos, litúrg
gicos y de medios
m
de coomunicaciónn social.

Estabblézcase tam
mbién una cooperación semejante, si es opoortuno, entrre las diverrsas Confereencias
Episccopales.

Ordeenación de la actividadd de los Insttitutos

32. Es
E también conveniente coordinarr las activid dades que deesarrollan los Instituto os o Asociacciones
eclessiásticas. Toodos ellos, de
d cualquieer condición
n que sean, secunden al ordinario del lugar enn todo
lo quue se refieere a la acctividad misional. Porr lo cual será muy pprovechoso establecer bases
particulares que regulen lass relaciones entre los orrdinarios deel lugar y el superior deel Instituto.

Cuanndo a un Innstituto se le ha encom mendado un n territorio, el superioor eclesiástiico y el Insstituto


procuuren, de corazón, diriggirlo todo para
p que la comunidad cristiana see desarrollee en iglesia local,
que a su debido tiempo sea dirigida poor su propio pastor con su clero.

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Al ceesar la encoomienda del territorio se crea unaa nueva situuación. Estaablezcan enttonces, de común
c
acuerrdo, las Conferencias Episcopales
E s y los Instiitutos, norm
mas que reggulen las rellaciones enttre los
ordinnarios del luugar y los Institutos.
I L Santa Sede establecerá los prinncipios geneerales que han
La h de
regullar las basess de los conntratos regioonales o partticulares.

Si bien
b los Insstitutos esttán preparaados para continuar
c la obra emmpezada, co olaborando en el
ministerio ordinnario de la cura de lass almas, sinn embargo, al aumentaar el clero nativo,
n habrrá que
procuurar que los mismos Institutos,
I d acuerdo con
de c su proppio fin, permmanezcan fieles
f a la misma
m
dióceesis encargáándose geneerosamente en obras paarticulares o de alguna región.

Coorrdinación entre
e Institu
utos

33. Los
L Instituttos que se dedican a la actividaad misionall en el missmo territorrio convienne que
encuuentren un buen
b sistemaa de coordinar sus trabbajos. para ello
e son muuy útiles lass Conferenccias de
religiiosos y las reuniones
r d religiosass, en que tom
de men parte toodos los Insstitutos de laa misma nación o
regióón. Examinnen estas Conferencias
C s qué pued de hacerse con el esffuerzo com mún y manttengan
estreechas relacioones con lass Conferenccias Episcoppales.

Todoo lo cual, y por idénntico motivo, convienee extenderllo a la collaboración de los Insttitutos
misiooneros en laa tierra patrria, de suertte que pued
dan resolverrse los probblemas y em
mpresas communes
con más faciliddad y menoores gastos,, como, po or ejemplo, la formaciión doctrinaal de los futuros
fu
misiooneros, los cursos parra los mism mos, las reelaciones coon las autooridades púúblicas o coon los
órgannos internaccionales o supranacionales.

Coorrdinación entre
e los Insstitutos cien
ntíficos

34. Requiriendoo el recto y ordenaddo ejercicio de la acctividad m misionera qu ue los opeerarios


evanngélicos se preparen científicame
c ente para su s trabajos,, sobre toddo para el diálogo coon las
religiiones y cultturas no criistianas, y reciban
r ayu
uda eficaz en su ejecucción, se desea que colaaboren
entree sí fraternaal y generoosamente enn favor de las misionnes todos loos Instituto os científicoos que
cultivvan la misionología y otras cienncias o artees útiles a las misionnes, como la l etnologíaa y la
lingüüística, la hiistoria y la ciencia
c de laas religiones, la socioloogía, el arte pastoral y otras
o semejantes.

TULO VI
CAPÍT

LA COOP
PERACIÓN
N

Introoducción

35. Puesto
P que toda
t la Iglesia es misioonera y la obra
o de la evvangelización es deberr fundamenttal del
Puebblo de Dios, el Santo Concilio
C invvita a todoss a una proffunda renovvación interrior a fin de que,
tenieendo viva conciencia
c d la propiia responsaabilidad en la difusiónn del Evang
de gelio, aceptten su
comeetido en la obra
o misionnal entre los gentiles.

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Debeer misionerro de todo ell Pueblo dee Dios

36. Todos
T los fieles,
f comoo miembross de Cristo viviente, incorporado
i os y asemejjados a El por
p el
bautiismo, por la confirmación y por la Eucaristtía, tienen el e deber dee cooperar a la expanssión y
dilataación de su Cuerpo parra llevarlo cuanto
c antess a la plenituud (Cf. Ef., 4,13).

Por lo
l cual todoos los hijos de la Iglesiaa han de tenner viva connciencia de su responsabilidad parra con
el muundo, han de
d fomentar en sí mism mos el espírittu verdaderramente catóólico y conssagrar sus fuerzas
fu
a la obra
o de la evangelizaci
e ión. Conozccan todos, sin
s embargoo, que su prrimera y prin ncipal obliggación
por la
l difusión de la fe es vivir profuundamente la vida crisstiana. Puess su fervor en el serviccio de
Dios y su cariddad para coon los dem más aportaráán nuevo alliento espirritual a tod da la Iglesiaa, que
apareecerá como estandarte levantado entre
e las nacciones (Cf. Is.,
I 11,12) ""luz del mun ndo" (Mt. 5,14)
5 y
"sal de
d la tierra"" (Mt., 5,13). Este testiimonio de la
l vida prodducirá más ffácilmente su efecto sii se da
juntaamente con otros grupoos cristianoss según las normas
n del decreto sobbre el ecumeenismo.

De la renovacióón de este espíritu se elevarán espontáneam


e mente haciaa Dios pleg garias y obrras de
penittencia para que fecundee con su graacia la obraa de los misiioneros, surrgirán vocacciones misiooneras
y brootarán los reecursos neceesarios paraa las mision
nes.

Pero para que toodos y cada uno de los fieles cristiianos conozzcan puntuaalmente el estado actual de la
Iglessia en el muundo y escuuchen la vozz de los qu ue claman : "ayúdanos"" (Cf. Act., 16,9), facillítense
noticcias misionaales, inclusoo sirviéndoose de los medios
m moddernos de coomunicació ón social, quue los
cristiianos, haciééndose carggo de su ressponsabilidaad en la acttividad misiional, abran
n los corazoones a
las innmensas y profundas
p n
necesidades de los hombbres y pueddan socorrerrlos.

Se immpone tam nos nacionales e


mbién la cooordinación de noticiass y la coopperación coon los órgan
internnacionales.

Debeer misionerro de las com


munidades cristianas

37. Viviendo
V el Pueblo de Dios en coomunidades, sobre todoo diocesanaas y parroqu uiales, en laas que
de allgún modo se hace vissible, a ellaas pertenecee también dar
d testimonnio de Crissto delante de las
gentees.

La grracia de la renovación
r en las com
munidades no o puede creecer si no exxpande cadaa una los caampos
de laa caridad haasta los connfines de laa tierra, y no
n tiene, dee los que esstán lejos, una
u preocuppación
semeejante a la que
q siente poor sus propiios miembro os.

De esta
e forma, toda la com
munidad rueega, cooperra y actúa entre
e las genntes por meedio de sus hijos,
que Dios
D elige para
p esta em mpresa altísima.

Será muy útil, a condición de no olviddar la obra misional


m uniiversal, manntener comu unicación con los
misiooneros saliddos de la miisma comunnidad, o conn alguna paarroquia o ddiócesis de las
l misionees para
que se
s haga visible la uniónn entre las comunidade
c es y redundee en edificacción mutua..

Debeer misionerro de los Obbispos

38. Todos
T los Obispos,
O com
mo miembroos del cuerp
po episcopal, sucesor ddel Colegio de los Apósstoles,
estánn consagraddos no sólo para
p una dióócesis, sino
o para la salvvación de toodo el mund
do. A ellos afecta
prim
maria e inmediatamentee, con Peddro y bajo la autoridaad de Pedroo, el mandaato de Crissto de
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prediicar el Evanngelio a todda criatura. De ahí pro ocede aquella comuniccación y co ooperación de las
Iglessias, tan neccesaria hoy para proseeguir la obra de evangelización. E En virtud de esta comuunión,
cada una de lass Iglesias, siente la soolicitud de todas las obras,
o manifiestan mutuamente sus
se m
propiias necesidaades, se communican enttre si sus biienes, puestto que la dillatación del cuerpo de Cristo
es deeber de todoo el Colegioo episcopal.

Suscitando, prom moviendo y dirigiendoo el Obispo la obra misional en suu diócesis, con la que forma
una sola
s cosa, hace
h presennte y como visible el espíritu
e y ell celo misioonal del Pu
ueblo de Dios, de
suertte que toda la
l diócesis se
s hace missionera.

El Obispo
O debeerá suscitarr en su puueblo, sobre todo enttre los enfeermos y op primidos poor las
calammidades, almmas que ofr
frezcan a dioos oracionees y penitenncias con geenerosidad de d corazón por la
evanngelización del
d mundo;; fomentar gustosos
g lass vocacionees de los jóvvenes y de los clérigoss a los
Instittutos misiooneros, com
mplaciéndosse de que Dios elija algunos para que see consagrenn a la
activvidad misionnal de la Iglesia; exhortar y aco onsejar a laas congregaaciones dioccesanas parra que
asumman su partee en las miisiones; proomover entrre sus fieless las obras de Instituto os misionerros, de
maneera especiall las obras pontificias
p m
misionales. Estas obraas deben ocuupar el prim mer lugar, ya
y que
son los
l medios de d infundir en los católlicos, desdee la infanciaa, el sentidoo verdaderam
mente univeersal y
misioonero, y dee recoger eficazmente
e e los subsid dios para bien
b de toddas las missiones, segúún las
necesidades de cada
c una.

Pero creciendo cada vez más la neccesidad de operarios en la viña del Señorr y deseanddo los
sacerrdotes dioceesanos, partticipar cada vez más en
n la evangellización del mundo, el Sagrado Cooncilio
deseaa que los Obispos, consideranndo la graavísima peenuria de sacerdotes que impiide la
evanngelización de
d muchas regiones, envíen algun nos de sus mejores
m saccerdotes quee se ofrezcaan a la
obra misional, debidament
d te preparadoos, a las dió
ócesis que carecen de clero, dond de desarrolllen, al
menoos temporallmente, el ministerio
m m
misional con espíritu de servicio.

Y paara que la acctividad misional de loos Obispos en bien de toda la Igleesia pueda ejercerse
e coon más
eficaacia, conviene que las Conferenciaas Episcopaales dirijan los asuntoss referentes a la cooperración
organnizada del propio
p país. Traten loss Obispos en e sus Confferencias; deel clero diocesano quee se ha
de coonsagrar a la evangeliización de los gentiless; de la tassa determinnada que caada diócesiss debe
entreegar todos los
l años, seegún sus ingresos paraa la obra dee las misionnes; de diriigir y ordennar las
form
mas y medioos con que se s ayude dirrectamente a las mism mas; de ayuddar y, si es necesario,
n f
fundar
Instittutos misionneros y sem
minarios dell clero dioceesano para las misionees; de la maanera de fommentar
estreechas relacioones entre estos
e Instituttos y las dió
ócesis.

Es propio
p de laas Conferenncias Episccopales estaablecer y promover
p oobras en quue sean recibidos
fraterrnalmente y ayudados con cuidadoo pastoral conveniente
c los que inmmigran de tierras de missiones
para trabajar y estudiar. Porque
P por ellos se aceercan de allguna maneera los pueb blos lejanoss y se
ofrecce a las com
munidades ya y cristianaas desde tieempos remootos una ocasión magn nífica de diaalogar
con los
l que no oyeron
o todaavía el Evanngelio y de manifestarlles con servvicio de amoor y de asisstencia
la im
magen auténttica de Crissto.

Debeer misionerro de los saccerdotes

39. Los
L presbíteeros represeentan la persona de Criisto y son cooperadore
c es del ordenn episcopal, en su
triplee función saagrada que se ordena a las mision
nes por su propia
p naturraleza. Estéén profundaamente
convvencidos quue su vidaa fue conssagrada tam mbién al servicio
s dee las misio ones. Y poorque,
comuunicando coon Cristo Caabeza, por su
s propio ministerio,
m ceentrado esenncialmente en la Eucarristía -
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que perfecciona
p a la Iglesia -, y conducciendo a otrros a la missma comunnicación, noo pueden deejar de
sentiir lo muchoo que les fallta para la plenitud
p dell Cuerpo, y cuánto porr ende hay que trabajaar para
que vaya
v crecienndo cada día. Por consiiguiente, orrganizarán el
e cuidado ppastoral de forma
f que sea útil
a la dilatación
d d Evangelioo entre los no
de n cristianoss.

Los presbíteros, en el cuiidado pastooral, excitarrán y manttendrán enttre los fielees el celo por p la
evanngelización del mundo,, instruyénddolos con laa catequesiss y la prediicación sob bre el deberr de la
Iglessia de anunnciar a Cristto a los geentiles; enseeñando a laas familias cristianas la l necesidadd y el
honoor de cultivaar las vocacciones misiooneras entree los propios hijos; fom
mentando el fervor misiionero
en loos jóvenes de
d las escuuelas y de laas asociacio ones católiccas de form
ma que salg gan de entree ellos
futurros heraldoss del Evanggelio. Enseññen a los fieles a orar por
p las misioones y no see avergüenccen de
pedirrles limosnaa, haciéndosse mendigos por Cristo o y por la saalvación de llas almas.

Los profesores de los sem minarios y de las univ versidades expondrán a los jóvenes la verddadera
situaación del mundo
m y de la Iglesia para que comprendan
c n claramentte la necesiidad de unaa más
esforrzada evanggelización de d los no cristianos.
c En
E las enseeñanzas de las discipllinas dogmááticas,
bíblicas, moralees e históriccas hagan nootar los mottivos misionnales, que een ellas se contienen,
c p
para ir
form
mando de estte modo la conciencia
c m
misionera en los futuroos sacerdotees.

Debeer misionerro de los Insstitutos de perfección


p

40. Los
L Institutoos religiosos de vida coontemplativ va y activa tuvieron
t hassta ahora, y siguen teniendo,
la maayor parte en e la evangelización deel mundo. El E Sagrado Concilio reeconoce gusstoso sus méritos,
y da gracias a DiosD por tanntos servicios prestado
os a la gloriia de Dios y al bien dee las almas,, y les
exhoorta a que siigan sin dessfallecer en la obra com menzada, saabiendo, com mo saben, que
q la virtudd de la
cariddad, que debben cultivaar perfectam mente por ex xigencias de
d su vocacción, les imp pulsa y oblliga al
espírritu y al trabbajo verdadeeramente caatólico.

Los Institutos
I de vida conttemplativa tienen
t una importancia
i a singular enn la conversión de las almas
por sus
s oracionnes, obras de d penitenccia y tribulaciones, poorque es Dios quien, por medio de la
oraciión, envía obreros
o a suu mies, abree las almas de
d los nos cristianos,
c ppara escuchar el Evanggelio y
fecunnda la palabbra de salvaación en suus corazoness. Más aún:: se ruega a estos Instiitutos que funden
f
casass en los paísses de misioones, como ya lo han hecho
h algunos, para quee, viviendo allí de una forma
acom
modada a laas tradicionnes genuinam mente religgiosas de loos pueblos, den su preecioso testimmonio
entree los no cristianos de laa majestad y de la carid
dad de Dios,, y de la uniión en Cristto.

Los Institutos
I dee vida activva, por su paarte, persigaan o no un fin estrictam
mente misioonal, pregúnntense
sinceeramente deelante de Diios si puedeen extenderr su actividaad para la eexpansión deld Reino dee Dios
entree los gentilees; si puedeen dejar a otros alguno os ministerioos, de suertte que dediq
quen tambiéén sus
fuerzzas a las miisiones; si pueden
p com
menzar su acctividad en las misiones, adaptan ndo, si es prreciso,
sus Constitucion
C nes, fieles siempre
s a laa mente del Fundador; si sus mieembros partticipan segúún sus
posibbilidades, enn la acción misional; sii su género de vida es un
u testimonnio acomodaado al espíriitu del
Evanngelio y a laa condición del pueblo.

Creciendo cadaa día en la Iglesia, por inspiració ón del Espííritu Santo, los Institu
utos secularres, su
trabaajo, bajo la autoridad del
d Obispo, puede resultar fructuoso en las m misiones de muchas maaneras,
comoo señal de entrega
e plenna a la evanggelización del
d mundo.

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Debeer misionerro de los laiccos

41. Los
L laicos cooperan a la l obra de evangelizaciión de la Igllesia y partiicipan de su
u misión sallvífica
a la vez
v como teestigos y coomo instrummentos vivoss, sobre toddo si, llamaddos por Dio os, son destiinados
por los Obispos a esta obra.

En las tierras ya
y cristianaas, los laicoos cooperann a la obraa de evangeelización, fomentando
f en sí
mism
mos y en los otros el conocimient
c to y el amoor de las misiones, susccitando las vocacioness en la
propiia familia, en las asoociaciones católicas
c y en las escuelas, ofrecciendo ayudas de cuaalquier
género, para darr a otros el don
d de la fe, que ellos recibieron
r g
gratuitament te.

En las
l tierras de misionees, los laiccos, sean extranjeros
e o nativos, enseñen en las esccuelas,
admiinistren los bienes temmporales, colaboren en la actividadd parroquiaal y diocesanna, establezzcan y
prom
muevan diveersas formass de apostolado seglar para que loos fieles de las Iglesiass jóvenes puuedan,
cuannto antes, asuumir su proopio papel en la vida dee la Iglesia.

Los laicos,
l por fin, prestenn de buen grrado su coooperación ecconómico - social a los pueblos en e vías
de deesarrollo; cooperación que es tantto más de alabar,
a cuannto más se rrelacione co on la creaciión de
aquellas institucciones que atañen
a a las estructurass fundamenttales de la vvida social, y se ordenaan a la
form
mación de quuienes tienenn la responssabilidad dee la nación.

Son signos de elogio


e espeecial los segglares que, con sus innvestigacionnes históricaas o científficas -
religiiosas prommueven el coonocimientoo de los pu ueblos y dee las religioones en lass universidaades o
instittutos científficos, ayudaando así a los heraldoss del Evangelio y prepaarando el diiálogo con los no
cristiianos.

Colaaboren fraterrnalmente con


c otros crristianos, y con
c los no cristianos,
c ssobre todo con
c los miem mbros
de associaciones internacionnales, tenienndo siempree presente que
q "la edifficación de la ciudad teerrena
se fuunda en el Señor y a El se dirige".

Para cumplir toddos estos coometidos, los laicos neecesitan preeparación téécnica y esp piritual, quee debe
darsee en instituttos destinaddos a este fin,
fi para quee su vida seea testimoniio de Jesucristo entre losl no
cristiianos segúnn la frase deel Apóstol: "No
" seáis ob bjeto de esccándalo ni ppara Judíos, ni para Geentiles,
ni paara la Iglessia de Dioss, lo mismoo que yo prrocuro agraadar a todoos en todo, no buscando mi
convveniencia, siino la de toddos para quee se salven"" (1Cor., 100,32-33).

CON
NCLUSIÓN
N

42. Los Padress del Conccilio, juntaamente con n el Romano Pontíficce, sintiend do vivamennte la
obliggación de diifundir en toodas partes el Reino dee Dios, saluudan con graan amor a to
odos los heraldos
del Evangelio,
E s
sobre todo a los que paadecen perseecución porr el nombre de Cristo, hechos parttícipes
de suus sufrimienntos.

Elloss se enciendden en el miismo amor ene que ardíaa Cristo porr los hombrees. Pero, sab
bedores de que
q es
Dios quien hacee que su Reeino venga a la tierra, ruegan junntamente coon todos loss fieles crisstianos
que, por interceesión de la Virgen
V Marría, Reina de
d los Apósstoles, sean atraídos loos gentiles cuanto
c
antess al conocimmiento de la
l verdad (C Cf. 1 Tim., 2,4), y la claridad
c de Dios que resplandece
r e en el
rostro de Cristo Jesús, brillee para todoss por el Esp
píritu Santo (Cf. 2 Cor.,, 4,6).

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Todaas y cada unna de las coosas conteniidas en este Decreto haan obtenido el benepláccito de los Padres
P
del Sacrosanto
S C
Concilio. Y Nos, en virtud de la potestad appostólica reccibida de Cristo,
C juntaamente
con los Veneraables Padres, las aprobbamos, deccretamos y establecem mos en el Espíritu
E Sannto, y
manddamos que lol así deciddido conciliaarmente seaa promulgaddo para gloria de Dios.

Romaa, en San Pedro,


P 7 de diciembre
d d 1965.
de

Yo, PABLO,
P Obbispo de la Iglesia catóólica

RADIO MA ARIA
Paseo de
e Lanceros nº 2 (Cen
ntro comercial) planta
a 1ª
28024 – Madrid 26 
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