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UNIVERSIDAD NACIONAL JOSÉ FAUSTINO SANCHEZ CARRIÓN

CLIENTELISMO POLÍTICO, ESTRUCTURA INTERNA, DEMOCRACIA

INTERNA Y DERECHO DE PARTICIPACIÓN

Arteaga Villareal Cesar Antonio, Lucas Lucas Harumy Haily, Mercedes Chirito

Gabriela Nicole, Morales Quilcate Sandra Antonella

Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión

Facultad de Derecho y Ciencias Políticas

Sistema de Partidos Políticos

Dr. Rojas Alvarado Alberto

Huacho

9 de marzo del 2023

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UNIVERSIDAD NACIONAL JOSÉ FAUSTINO SANCHEZ CARRIÓN

ÍNDICE

1. DEDICATORIA ..................................................................................................3

2. RESUMEN ...........................................................................................................4

3. ABSTRACT………………………………………………………….……....…5

4. INTRODUCCIÓN…………………………………………………….…..……6

5. CLIENTELISMO POLÍTICO …………………………….………………….7

6. ESTRUCTURA DEL CLIENTELISMO POLÍTICO …….………………...8

7. SUBTIPOS CLIENTELARES …………………………………………..…....9

8. CLIENTELISMO ¿UN CONCEPTO SOCIAL Y/O POLÍTICO?..............10

9. ESTRUCTURA INTERNA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS ….……....11

10. FUNCIONAMIENTO INTERNO DE LOS PARTIDOS….……………….14

11. DEMOCRACIA INTERNA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS …….…...15

12. DEMOCRACIA INTERNA EN LOS PARTIDOS


LATINOAMERICANOS……………………………………………………..18

13. INDICADORES DE DEMOCRACIA INTERNA ……….………………...22

14. TIPOS DE DEMOCRACIA INTERNA ….……………………….………...23

15. PROPUESTAS PARA MEJORAR ELECCIONES INTERNAS …..…..…23

16. DERECHO A LA PARTICIPACIÓN ……………….…………….………..23

17. DERECHOS DE PARTICIPACIÓN Y CONTROL CIUDADANO ..…….24

18. PARTICIPACIÓN Y CONTROL …………….…………………………….28

19. MECANISMOS ………………………………………………………………29

20. CONCLUSIONES …………………………………………………………....35


21. BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………...…36

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DEDICATORIA

A Dios, nuestras familias, amigos por estar siempre presentes y alentarnos en cada

momento a perseguir nuestros sueños y nunca rendirnos; a nuestro excelente maestro

Alberto Rojas Alvarado quien han contribuido en nuestra formación hasta ahora exitosa,

como maestro y como amigo; este trabajo se lo dedicamos a ustedes.

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RESUMEN

El presente artículo jurídico tiene como objetivo principal comprender, en principio, el

concepto de clientelismo político, que, si bien aún es difuso, es un instrumento

conceptual, dinámico y útil para el análisis sobre la política actual, asimismo, distinguir

su estructura, subtipos y sus enfoques. Por otra parte, corresponderá escudriñar acerca de

la idea de democracia interna con el fin de desvirtuar las sombras que recaen sobre la

pertinencia de este mecanismo y su idoneidad en un contexto como el peruano, marcado

por la debilidad institucional de los partidos políticos y por el personalismo de las

agrupaciones, refiriéndonos a sus concepciones, la democratización de los partidos y sus

planteamientos en la política Latinoamérica y mundial, así como la concertación de

argumentos sobre el derecho de participación, fundamental en cualquier sistema

democrático, sus dimensiones y las condiciones para su eficaz desenvolvimiento. Por lo

que al concebir con claridad estas cuestiones, se facilita el entender la forma como se ha

ejercido la política peruana y la lógica que hoy predomina en su sistema político respecto

a la competencia por el poder en escenarios locales. El estudio se realiza mediante la

metodología cualitativa y su estrategia es de revisión documental, lo que permite realizar

una comparación conceptual permanente.

PALABRAS CLAVES: clientelismo, política, democracia, recursos públicos,


democracia interna, partidos políticos, sistema político, derecho de participación.

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ABSTRACT

The main objective of this article is to understand the concept of political clientelism,

which, although still diffuse, is a conceptual, dynamic and useful tool for the analysis of

current politics, as well as to distinguish its structure, subtypes and approaches. On the

other hand, it will be necessary to scrutinise the idea of internal democracy in order to

dispel the shadows that fall on the relevance of this mechanism and its suitability in a

context such as the Peruvian one, marked by the institutional weakness of political parties

and the personalism of the groupings, The main issues to be addressed are: their

conceptions, the democratisation of parties and their approaches in Latin American and

world politics, as well as the agreement of arguments on the right to participation, which

is fundamental in any democratic system, its dimensions and the conditions for its

effective development. By clearly conceiving these issues, it is easier to understand the

way in which Peruvian politics has been exercised and the logic that today predominates

in its political system with respect to the competition for power in local scenarios. The

study is carried out using qualitative methodology and its documentary review strategy,

which allows for a permanent conceptual comparison.

KEY WORDS: clientelism, politics, democracy, public resources, internal democracy,

political parties, political system, right to participate.

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INTRODUCCIÓN

En el marco del desarrollo político de los países en vías de consolidación democrática


existe un concepto que es considerado prácticamente un lugar común en los análisis y
estudios sobre los problemas políticos y sociales de algunos de países como el nuestro: el
clientelismo. Sin lugar a dudas, se trata de un concepto que evoca aspectos negativos de
la política al relacionársele, usualmente, con formas autoritarias o antidemocráticas de
gobernar, lo cual le confiere una fuerte carga peyorativa; siendo considerado una
herramienta para movilizar recursos, a medida de la consolidación del sistema político,
teniendo como objeto el intercambio de recursos públicos.

Ante lo planteado, se entiende del mismo modo que, con la evolución de la sociedad y el
despliegue de la política llegaron también las diversificaciones de las formas de
participación política y la incrementación de las demandas de una mayor intervención
ciudadana en la toma de decisiones y en los procesos políticos, es así que, en razón de
cumplir estas demandas sociales y reprimir el desprestigio de los partidos políticos, estos
recurren a la democracia interna, la cual si bien no está del todo definida, puede
comprenderse generalmente como la presencia de los principios del sistema democrático
en el interior de las organizaciones políticas cuyo fin es el de garantizar dentro de un
partido político la participación efectiva de todos aquellos que lo integran, sin embargo,
este concepto cuenta con mayores matices en el área nacional y supranacional.

En tanto al derecho de participación, supone el derecho primordial a través del cual el


poder político puede actuar de forma democrática, garantizando que la libre expresión de
la voluntad de los ciudadanos sea el límite y origen de la legitimidad de su ejercicio, así
como asiento de las decisiones sobre los asuntos públicos, en virtud de sus funciones y
facultades para cumplirlas se desempeña desde diversos enfoques, ser ciudadano
comprende no sólo ejercer derechos sino también cumplir deberes, y la participación y
control de nuestras autoridades es un deber ineludible nuestro.

Las líneas que anteriormente se presentaron, pretenden dar un poco más de luz en la
definición de estos conceptos que, si bien son polémicos e interesantes, muchas veces se
utilizan sin comprender cabalmente su significado, siendo así, procuraremos en este
artículo desarrollar y dilucidar íntegramente las cuestiones planteadas.

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CLIENTELISMO POLÍTICO

Sobre el concepto de clientelismo existen diferentes interpretaciones: "se ha tornado

multifacético en su dimensión analítica, dadas las diversas maneras de pensarlo"

(COMBES, H. 2011), tanto que en el conjunto de alternativas analíticas se lo vincula con

juicios de valor, características, bienes intercambiados y hasta se incluyen las miradas de

los actores que intervienen en dicha relación. Se lo ve como un término polisémico al que

se le ha dado estiramiento conceptual y en otras partes se lo califica como radical y difuso,

por eso es necesario evaluar el concepto bajo una perspectiva comparativa y ser riguroso

con los marcos conceptuales.

A pesar de esto, y a partir de la idea generalizada en la literatura sobre la intermediación

de intereses como dimensión de la representación política y sobre el clientelismo como

mecanismo de intermediación (DÁVILA, A. 1999), este fenómeno se reconoce como una

forma en que se entretejen vínculos entre el personal político y su electorado. En esas

concepciones hay asuntos comunes que no se alejan de las reflexiones de otros autores,

para quienes el clientelismo político es:

La consecuencia de una relación personal de intercambio, en el ámbito de la política, que

se establece de forma voluntaria y legítima, dentro de la legalidad, entre los que pueden

ocupar u ocupan cualquier cargo público y los que desean acceder a unos servicios o

recursos públicos, por medio de este vínculo o relación (CORZO, S. 2002).

Las prácticas clientelares no existen de manera aislada, sino que conforman redes de

intercambio asimétrico, «el líder o intermediario utiliza los servicios de varios ayudantes

cercanos con quienes moviliza y organiza a los residentes de la barriada, cobra

contribuciones e impone su voluntad. Los contactos del cacique con los líderes políticos

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fuera de la barriada son importantes porque le permiten mantener el flujo de recursos

hacia la barriada operando de enlace con las autoridades políticas y jurídicas.»

ESTRUCTURA DEL CLIENTELISMO POLÍTICO

Diversos autores coinciden en que los protagonistas que hacen parte de la estructura de la

red clientelar son individuos con distinto tipo de poder, es una relación patrón-cliente,

una alianza diádica (RUBIO, R. 2003). Algunos autores que recogen las principales

vertientes teóricas con las que se suele asociar el concepto para tener una mejor

comprensión y evitar confusiones (SCOTT, J.C Y KERKVLIER, B. J. 1977), coinciden

en las relaciones de intercambio y las definen como una alianza diádica vertical entre dos

personas de estatus, poder y recursos desiguales, donde cada uno considera útil contar

con un aliado superior o inferior a él mismo (CAZORLA, J. 1992). Para Mario Caciagli,

el clientelismo es una relación diádica en la cual un agente, en posición de superioridad,

utiliza su influencia y sus recursos para dar protección y seguridad a otro agente que está

en posición de inferioridad, a cambio de servicios, lealtades y apoyos. Esta díada puede

ser extendida a una tríada clientelar con una persona adicional o broker, quien actúa

como intermediario.

En este sentido, según Arturo Valenzuela, desde finales de los años sesenta el

funcionamiento de las relaciones clientelares se basa en el predominio de intermediarios

o brokers políticos en competencia. (VALENZUELA, A.1977) Así, el clientelismo se

convierte en herramienta para movilizar recursos del centro a la periferia, a medida que

se consolida el sistema político.

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SUBTIPOS CLIENTELARES

La definición propuesta de clientelismo se refiere a un tipo ideal en el sentido de Max

Weber. En la realidad, raras veces se cumplen todos los requisitos de la definición. Eso

se debe a los atributos mencionados, los cuales complementan la definición básica de

clientelismo. Se trata de atributos que en su mayoría son continuos y no categoriales. Es

decir, su existencia no simplemente está o no está, sino que existe más bien en grado

mayor o menor. De esta continuidad de los atributos resulta la potencia del concepto

clientelismo. Según la variación de los atributos se pueden distinguir tres subtipos de

clientelismo: el clientelismo moderno, el clientelismo forzado y el clientelismo

ilusionario.

El clientelismo moderno se da si el carácter personal de la relación entre cliente y patrón

está cambiando o disolviéndose. Debido al anonimato de la vida moderna, sobre todo en

las ciudades, las relaciones personales entre partido y cliente difícilmente pueden

conservarse. El grado de conocimiento personal entre los socios puede variar, así que el

patrón, por ejemplo, puede ser un gestor o un funcionario de la administración pública a

quien recurre el cliente sin conocerlo para solucionar sus necesidades. Es un

clientelismo sin compromiso.

El clientelismo forzado se refiere al grado de voluntad que caracteriza la relación

clientelar. El intercambio puede ser forzado por las precarias circunstancias de vida del

cliente. El patrón, por falta de confianza, puede adicionar métodos de monitorear el

comportamiento del cliente y de esa manera amenazarlo. Por otro lado, en una

competencia entre varios patrones, los clientes pueden presionar y extorsionar al patrón.

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El clientelismo ilusionario resulta del grado de confianza y de lealtad entre los socios, el

cual puede ser variable. Si existen dudas sobre el cumplimiento del contrato —muchas

veces, la entrega de los bienes y servicios es una promesa en lugar de un intercambio

real—, la confianza del cliente se empieza a perder y en consecuencia su lealtad. Domina

la ilusión sobre una relación clientelar existente porque tampoco el patrón obtiene la

seguridad de la lealtad del cliente. No obstante, sigue con la oferta en la ilusión de que se

da el intercambio. Con el grado de disolución de esos dos atributos también se disuelve

el concepto clientelismo.

CLIENTELISMO, ¿UN CONCEPTO SOCIAL Y/O POLÍTICO?

Clientelismo denota el intercambio de bienes y servicios por apoyo político y votos. a esa

definición básica se puede reducir la noción. Pero el concepto resulta mucho más amplio

y complejo.

Clientelismo denota una categoría analítica para la investigación de relaciones informales

de poder que sirven para el intercambio mutuo de servicios y bienes entre dos personas

socialmente desiguales o entre dos grupos. Se trata de una relación diádica, en la cual una

persona poderosa (el patrón) pone su influencia y sus medios en juego para dar protección

o ciertas ventajas a una persona socialmente menos poderosa (el cliente) que le ofrece

respaldo y servicios al patrón. (CACIAGLI, M. 1997)

Frecuentemente, en la bibliografía en vez de clientelismo se usa la noción patronazgo.

Según criterios idiomáticos, ambas nociones denotan el mismo fenómeno. Clientelismo

desde "abajo", por el punto de vista del cliente, y patronazgo desde "arriba", por el punto

de vista del patrón. El término patronazgo se usa sobre todo para una forma especial de

clientelismo que se enfoca en el intercambio de recursos públicos. "Patronazgo significa

la preferencia o discriminación irregular de personas o grupos de personas familiares,

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étnicas u otras en la regulación del acceso a un cargo público, o bien del servicio de un

cargo público" (Pritzl, R. 1997). La particularidad de la noción patronazgo resulta en que

el patrón tiene acceso a recursos públicos o puede abusar de su posición en un cargo

público. Por lo tanto, patronazgo sólo es un tipo de clientelismo, porque en el clientelismo

no necesariamente se tienen que cambiar recursos públicos entre patrón y cliente.

ESTRUCTURA INTERNA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

La estructura y funcionamiento de un partido político pueden estar orientados por

regulaciones externas, como normas constitucionales o legales, por reglas internas,

como sus estatutos, o por ambos elementos. Sin embargo, sus prácticas pueden diferir

de las normas externas o internas que los regulan. Toda vez que los partidos políticos

llevan a cabo actividades clave para las democracias hoy en día, su funcionamiento

interno adquiere gran relevancia. Algunos de estos aspectos son la formulación de

políticas y los procesos de toma de decisión, el nivel de participación de sus grupos y

afiliados y la rendición de cuentas a que están sujetos sus dirigentes.

Entre las estructuras organizativas más comunes que conforman un partido político se

encuentran las siguientes:

▪ Comité directivo o ejecutivo nacional

Se trata del órgano de gobierno partidista que toma las decisiones y las

lleva a efecto de manera cotidiana. La decisión sobre quién es miembro

de este órgano determina en buena medida el funcionamiento del

partido. La composición del comité ejecutivo nacional varía entre los

partidos políticos: en algunos casos sólo un reducido número de sus

líderes lo conforman, mientras que en otros, suele comprender a

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representantes de distintos sectores o corrientes, como mujeres, oficinas

locales o grupos auxiliares.

También varía entre los partidos la forma en que se designa a los

integrantes de este órgano: en algunos casos los partidos celebran

elecciones para elegir a sus comités directivos, en las que pueden tomar

parte delegados de distintas organizaciones, mientras que otros no lo

hacen así. Cuando se llevan a cabo elecciones, es posible aplicar cuotas

de género o para grupos étnicos minoritarios. También hay diferencias

de un país y de un partido a otro en cuanto a la remuneración que

perciben los miembros de sus comités directivos. En algunos casos

reciben un pago y en otros no. Este elemento puede influir en el nivel

de profesionalismo, responsabilidad y dedicación de los comités

directivos.

▪ Congreso o convención nacional

Por lo general, el congreso nacional es el máximo órgano de decisión

de los partidos y se reúne una o varias veces por año. La asistencia

puede comprender a delegados de las oficinas regionales o locales, de

grupos auxiliares o de sectores como el femenil o juvenil. Puede ocurrir

que también asistan simples afiliados. En algunos casos las resoluciones

del congreso son obligatorias para sus dirigentes, mientras que en otros

se limitan a emitir directrices o recomendaciones.

▪ Oficinas regionales y locales

La mayoría de los partidos políticos suelen tener oficinas o sedes a nivel

regional y local, las que en algunos casos pueden llegar hasta cinco

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niveles jerárquicos desagregados. Las reglas internas suelen delimitar

los campos de decisión y competencia entre los distintos niveles. Las

oficinas regionales y locales suelen ser más o menos independientes de

la estructura nacional en términos de dirección, presupuesto y

conducción de las actividades de campaña. Lo usual es que las oficinas

locales jueguen un papel importante en relación al contacto partidista

con el electorado, la selección de candidatos y la conducción de

campañas a nivel local.

▪ Grupos auxiliares o sectoriales

Las mujeres y los jóvenes suelen conformar los grupos auxiliares o

sectoriales más comunes de los partidos políticos en todo el mundo.

Normalmente son parte de la organización partidista y cabildean ante la

dirigencia a favor de temas que son de especial interés para sus

miembros. La independencia de los grupos auxiliares varía en términos

de los derechos que tienen sus afiliados, sus presupuestos y su

capacidad de toma de decisiones. A menudo tienen derecho de enviar

sus propios delegados a los congresos o convenciones nacionales y, en

algunos casos, incluso cuentan con representación en el comité

ejecutivo nacional. El grado de fraccionamiento interno de un partido

político suele denotar el nivel de heterogeneidad de su estructura. En

algunos partidos políticos, las corrientes o facciones se organizan de

manera independiente y eligen a sus propios líderes.

▪ Grupos afiliados

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Este tipo de grupos generalmente no forman parte de la organización

partidista, pero suelen tener fuertes vínculos con ella. Los sindicatos

son un ejemplo típico de este tipo de grupos. En algunos casos, la

membresía al grupo afiliado implica automáticamente la pertenencia al

partido político. También es común que existan intercambios

financieros regulares entre los grupos afiliados y los partidos políticos,

aunque sus presupuestos se manejan por separado.

FUNCIONAMIENTO INTERNO DE LOS PARTIDOS

Los partidos políticos llevan a cabo varias tareas tanto durante los periodos de las

campañas electorales como en los que median entre una elección y otra. Toda vez que

gran parte de las actividades relacionadas con los procesos de toma de decisión, cambios

ideológicos y selección de candidatos se llevan a cabo en el seno de los partidos

políticos y no en campos de dominio público, es importante observar su funcionamiento

interno. Es común que se exija un cierto grado de democracia interna en los partidos

políticos y aunque el concepto no está bien definido, es posible identificar algunos de

sus componentes básicos. Algunos de los elementos básicos de la democracia interna

son la rendición de cuentas de sus dirigentes, los procedimientos de consulta con sus

miembros (y el electorado en su conjunto), la presencia regional o local y los

procedimientos transparentes para la selección de candidatos.

El funcionamiento interno de los partidos políticos puede depender en alguna medida

de las regulaciones legales, como las contempladas en la Constitución o en la ley de

partidos políticos, pero depende en mayor medida de sus regulaciones internas. El

funcionamiento interno de los partidos políticos tiene que ver con la forma en que las

distintas necesidades, intereses y demandas de la sociedad se reflejan en el Parlamento.

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Las regulaciones legales relacionadas con el funcionamiento interno de los partidos

pueden incluir normas de democracia interna, como las relativas a la selección de sus

dirigentes o la representación de mujeres en sus cargos directivos.

Las regulaciones internas de carácter voluntario suelen contemplar los procedimientos

para la selección de candidatos, como la celebración de elecciones internas, o la fijación

de cuotas de carácter voluntario, como las de género o las relativas a las minorías

étnicas. Los partidos políticos seleccionan y postulan candidatos para competir en las

elecciones, les brindan apoyo para que desarrollen sus campañas y los respaldan con

todo lo necesario para que contiendan.

Más aún, la estructura partidista es esencial para analizar su funcionamiento interno.

Permite determinar quiénes influyen en los procesos de toma de decisión y qué tanta

influencia tiene.

El papel de los medios de información y divulgación partidista también es importante

para comprender su funcionamiento interno.

DEMOCRACIA INTERNA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

En la actualidad, se puede concebir una crisis de legitimidad afrontada los partidos

políticos en América Latina y que se expande a grandes rasgos por diversas partes del

mundo, el distanciamiento generado entre la sociedad civil y los partidos políticos se

acentúa por la falta de afinidad y susceptibilidad ante las demandas sociales, desligando

a los partidos de su función como canales de representación social y vínculo funcional

entre el Estado y la sociedad.

Este distanciamiento no solo se presenta con la sociedad, también se suscita al interior de

los propios partidos políticos, es así que, dentro de las mismas organizaciones partidistas

ha surgido un alejamiento entre las élites y los miembros de base del partido, percibiendo

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a estos como organizaciones cerradas y jerarquizadas en las que es difícil adentrarse,

vislumbrando a la cúpula del partido como la que controla la organización, impidiendo

que los militantes cuenten con la oportunidad de expresar sus ideas y proponer iniciativas.

Es así que, al igual que la sociedad, los miembros de los partidos han manifestado la

necesidad de una participación más allá de la democracia electoral-procedimental por

medio del mejoramiento de la democracia interna, esto en pro de que los partidos puedan

mediar con los militantes con la integración, así como con los ciudadanos en general,

siendo así, las élites de las organizaciones partidistas han tomado medidas para generar

dentro de su seno un espacio plural e incentivar su democracia interna.

Sin embargo, la democracia interna es aún un tema vastamente discutido tanto en los

ámbitos académicos como sociales a raíz del gran desconocimiento que se tiene, entonces,

la cuestión principal es: ¿Qué es democracia interna?

En principio, consideramos relevante empezar por explicar la acepción de democracia en

general.

Para el tratadista argentino Guillermo O´Donnell “La Democracia es una dualidad entre:

1) El conjunto de condiciones para elegir y ser electo; y, 2) La manera de organizar a la

sociedad con el objeto de asegurar y expandir los derechos de los individuos.”

(O’DONNELL, G. Y WOLFSON, L. 2000).

En ese marco, entendemos a la democracia como una forma de organización social y

política que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la ciudadanía, en el cual las

decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación

directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes.

El mismo autor, respecto a la Democracia en los Partidos Políticos, expone que “Busca:

1) El conjunto de condiciones para elegir y ser electo como autoridad partidaria o como

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candidato a un cargo de elección popular; y, 2) La manera de organizar al partido político,

fortaleciendo su institucionalidad con el objeto de asegurar y expandir los derechos de

sus militantes, estimulando así la vida partidaria.” (O’DONNELL, G. Y WOLFSON, L.

2000).

Freidenberg, por su parte, afirma que “La democracia interna puede ser entendida como

el procedimiento a partir del cual los miembros participan en la formación de las

decisiones del partido”. (FREIDENBERG, F. 2009)

Por lo que, se vislumbra que la democracia interna de un partido político supone la

adopción de los principios de este sistema político en el interior de la organización, es

decir, la inclusión de valores democráticos tales como la libertad de expresión y la libertad

de elección para sus miembros y, por tanto, utilizar mecanismos competitivos en el

proceso de toma de decisiones, la participación del afiliado en la formación de la voluntad

partidista y la existencia de canales que permitan el ejercicio efectivo del control político,

estableciéndose garantías de igualdad entre los afiliados, mecanismos de selección de

candidatos a cargos de representación, participación de los afiliados en los órganos de

gobierno, activa influencia en la elaboración de propuestas del partido y en las decisiones

comunes que éste tome.

Actualmente, el mecanismo por excelencia que apoya la idea normativa de democracia

interna y que más han modificado y publicitado los partidos políticos para generar su

mayor democratización ha sido el de los procesos de selección de candidatos, tratándose

de una medida de mayor implicación política de los ciudadanos y de sus miembros, sin

embargo, evidentemente no hay un sólo grado de democracia interna, en la práctica,

puede haber organizaciones más o menos democráticas según sea los elementos que

adopta el partido para su democratización.

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En la esfera supranacional, debemos mencionar, a modo de ejemplo dinámico, a las

Elecciones Internas Americanas. Según Virgilio Hurtado “La designación de los

candidatos presidenciales de los partidos políticos en los Estados Unidos se efectúa a

través de un proceso de elección interna, que se le llama “Elección Primaria”. Empero la

elección de dichos candidatos se realiza a través del sufragio indirecto, es decir, que los

ciudadanos en las primarias sólo eligen o nominan electores que en su representación

elegirán al candidato en el marco de una Convención Nacional del Partido donde se

constituyen en colegio electoral. Cada estado tiene una determinada cantidad de electores,

cada candidato propone sus electores y el que obtiene la mayoría absoluta de electores es

virtualmente candidato por su partido.”

DEMOCRACIA INTERNA EN LOS PARTIDOS LATINOAMERICANOS

Robert Michels en 1911 estudia al Partido Socialdemócrata alemán y alertaba sobre uno

de los problemas centrales a los que se enfrentan los partidos políticos: el de la Ley de

Hierro de la Oligarquía, señalaba que un partido nunca sería democrático porque en la

propia organización estaba el germen de la oligarquía.

Esta descripción sobre las organizaciones partidistas europeas, realizada hace casi ya un

siglo, podría extrapolarse hoy sencillamente a la gran mayoría de los partidos políticos

latinoamericanos.

La mayoría de los partidos políticos posee una organización interna y funcionamiento

altamente jerarquizados, y gran parte de ellos son actores en los sistemas democráticos,

no obstante, a ello, se puede dilucidar acerca del doble carácter que poseen, en esencia,

los modelos de partido, desde principios del siglo XX hasta la actualidad, han tenido una

estructura oligarquizada que no ha dado opción a su democracia interna efectiva teniendo

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que forjar una apariencia de democracia en su organización a pesar de contar con una

realidad disímil.

Muchos partidos de la región son organizaciones oligárquicas, donde se adoptan

decisiones de manera excluyente, con liturgias de un sistema predominante, sin tener en

cuenta las opiniones de los militantes y donde éstos sólo son consultados para legitimar

políticas y resoluciones ya tomadas en círculos pequeños, por lo cual, en estos partidos,

las élites controlan de manera férrea el poder, no facilitan la participación de todos los

grupos en las definiciones programáticas o en la elección de los candidatos y las bases

militantes carecen de mecanismos para premiar o castigar a sus líderes si estos no

cumplen con sus promesas electorales, sus programas de gobierno o sus compromisos

internos.

La presión de la sociedad, la cual demanda una política más inclusiva y más democrática,

ha suscitado en darle la importancia debida a esta cuestión y buscar formas de

participación en los procesos políticos y en los propios partidos por medio de otros

mecanismos como la democracia directa.

La democratización se convierte así en un importante punto en la confección de las pautas

de los partidos, principales organizaciones que componen la política institucional y

direccionan la política de un país.

Según Katz “La selección de candidatos es uno de los elementos centrales en las

funciones de un partido político en democracia ya que la elección interna sería el primer

paso para la constitución de dinámicas más democráticas” (KATZ, R. 2001)

En este sentido, Alcántara señala que “Los retos que deben afrontar los partidos políticos

latinoamericanos se relacionan directamente con la democracia interna y la financiación

política” (ALCANTARA, M. 2004), en consecuencia, la demanda de regulación de la

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estructura y el funcionamiento de las organizaciones partidistas bajo parámetros

democráticos se acrecienta debido a que estos últimos constituyen la composición de las

instituciones políticas.

De esta forma, las élites políticas asentadas en las instituciones han producido legislación

referente a la incorporación de mecanismos de participación y control político en las

organizaciones partidistas, e incluso algunos de esos mecanismos han sido incorporados

en las Constituciones recientemente aprobadas en varios países.

En América Latina, el principal aspecto de la democracia interna que se regula en la

legislación es el proceso de selección de candidatos y dirigentes de los partidos

políticos, en algunos países incluso, se han incorporado elementos de la democracia

interna en sus leyes electorales o han posibilitado leyes de partidos.

Los procesos de selección de candidatos pasan como mecanismos de rendición de

cuentas, ya que la labor de las élites institucionales se podrá dirimir a través de la

competición dentro de sus partidos. La transparencia es otro mecanismo de control muy

significativo que se refiere tanto a la financiación como a los costes de un proceso

electoral y a la rendición de cuentas de las élites.

En el caso de Perú, las elecciones internas de los Partidos Políticos se regulan en nuestra

Constitución

Artículo 2°, numeral 17) de la Constitución Política del Perú: (…) “A participar,

en forma individual o asociada, en la vida política, económica, social y cultural

de la Nación” (…)

Artículo 31°de la Constitución Política del Perú: “Los ciudadanos tienen derecho

a participar en los asuntos públicos mediante referéndum; iniciativa legislativa;

remoción o revocación de autoridades y demanda de rendición de cuentas. Tienen

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también el derecho de ser elegidos y de elegir libremente a sus representantes, de

acuerdo con las condiciones y procedimientos determinados por ley orgánica”

Artículo 35°de la Constitución Política del Perú: “Los ciudadanos pueden ejercer

sus derechos individualmente o a través de organizaciones políticas como

partidos, movimientos o alianzas, conforme a ley. Tales organizaciones

concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular. Su inscripción

en el registro correspondiente les concede personalidad jurídica. La ley establece

normas orientadas a asegurar el funcionamiento democrático de los partidos

político s, y la transparencia en cuanto al origen de sus recursos económicos y el

acceso gratuito a los medios de comunicación social de propiedad del Estado en

forma proporcional al último resultado electoral general”.

Asimismo, la Ley de Partidos Políticos, explicita que:

Artículo 19°.- Democracia interna: La elección de autoridades y candidatos de los

partidos políticos y movimientos de alcance regional o departamental debe regirse

por las normas de democracia interna establecidas en la presente Ley, el estatuto

y el reglamento electoral de la agrupación política, el cual no puede ser

modificado una vez que el proceso ha sido convocado. • Texto modificado por el

Art. Único de la Ley N°2949 0, publicada el 25- 12-09.

INDICADORES DE DEMOCRACIA INTERNA

La democracia interna significa más que un proceso de elección realizado en el interior

del partido, puede haber elecciones internas para elegir candidatos y autoridades, pero el

partido puede seguir siendo oligárquico y cerrado a los militantes de base, puede ser que

el partido integre a diversos subgrupos en sus candidaturas, pero que esos candidatos

hayan sido elegidos sin una participación efectiva de los militantes y sin competencia

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entre las diversas candidaturas, pueden hacerse elecciones internas para seleccionar

candidatos o autoridades, pero que sean sólo utilizadas como un vehículo de legitimación

de decisiones autoritarias y que los militantes no tengan ninguna posibilidad de ejercer

control sobre las autoridades partidarias. De esta manera, es necesario recurrir a un

conjunto de elementos variables que permitan determinar las situaciones en las que exista

democracia interna y en cuáles no.

a) Selección de candidatos a cargos de elección popular y de autoridades partidistas.

o Si hay elección interna o la nominación de las candidaturas es a través de

designación.

o Mecanismos incluyentes (cuerpo electoral interno o demos del partido).

o Decisión de grupos pequeños o sólo del líder de la organización política.

o Ejercicio vitalicio del ejercicio del poder y régimen de reelección.

Circulación de las elites y renovación

b) Participación de minorías y sectores sociales subrepresentados (mujeres, jóvenes,

grupos étnicos) en el proceso de toma decisiones y en la definición programática

del partido.

o Desarrollo de acciones positivas para la representación de mujeres, grupos

étnicos y jóvenes.

o Descentralización territorial de las decisiones.

o Inclusión de todos los grupos que integran el partido

c) Rendición de cuentas de los candidatos, cargos públicos y autoridades del partido

a las bases.

o Disposición de mecanismos de rendición de cuentas a solicitud de los

militantes o afiliados que integran el partido.

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o Disposición de mecanismos de control respecto de los actos de los líderes,

dirigentes y candidatos.

TIPOS DE DEMOCRACIA INTERNA

Dentro de los sistemas electorales se pueden evidenciar diversos tipos de democracia

interna, entre los que podemos mencionar:

1. Elecciones internas abiertas: Pueden ingresar al cuerpo electoral de los partidos

ciudadanos que no están afiliados al partido.

2. Elecciones internas cerradas: La toma de la decisión se efectúa únicamente entre

los ciudadanos afiliados (que forman el demos del partido).

3. Convención: El demos del partido (cuerpo electoral integrado por afiliados) elige

a un conjunto de electores finales o delegados para que sean ellos quienes tomen

la decisión de elegir.

PROPUESTAS PARA MEJORAR LA REGULACIÓN DE LAS ELECCIONES

INTERNAS

El Jurado Nacional de Elecciones a través de la Escuela Electoral y de Gobernabilidad y

de José Tello Alfaro, proponen que:

I. Los procesos de elecciones internas no solo deben comprender a los partidos

políticos, sino que también a las demás organizaciones políticas.

II. Los Órganos del Sistema Electoral, según sus competencias, deben intervenir en

estos procesos a fin de dar mayor garantía a los mismos.

DERECHO A LA PARTICIPACIÓN

Es muy común en el Perú de hoy, hablar sobre derechos humanos, defensa de la “persona

humana”; sin embargo, se ha olvidado aquella parte esencial de la persona, los deberes.

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Debemos saber que no es justo que reclamemos derechos sin antes haber realizado una

crítica a nosotros mismos para saber si hemos, también, cumplido con nuestras

obligaciones como ciudadanos del colectivo llamado Perú. Para sincerar el tema, hablar

de deberes es hablar de obligaciones.

Ser ciudadano comprende no sólo ejercer derechos sino también cumplir deberes, y la

participación y control de nuestras autoridades es un deber ineludible nuestro.

El derecho a la participación es el derecho de todo ciudadano a participar en la

dirección de los asuntos públicos, a votar y ser elegido ya tener acceso a la función

pública, ha sido establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos

(DUDH) y jurídicamente garantizado y protegido por el artículo 25 del Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP).

Estos principios, comúnmente conocidos como “derechos de participación”, han sido

definidos por el Comité de Derechos Humanos de la ONU, un grupo de expertos que

supervisa la aplicación del Pacto. El Comité ha establecido de manera explícita los

componentes básicos del artículo 25, cómo debería ser implementado, su importancia

para una sociedad democrática, y quién tiene la responsabilidad de su ejecución.

I. LOS DERECHOS DE PARTICIPACIÓN Y CONTROL CIUDADANOS

Hablar de este tema resulta sumamente interesante. Para empezar, hemos de decir

que es un tema muy específico; y por ello es preciso que antes nos detengamos a

analizar y sopesar algunos conceptos para hablar en un lenguaje común y podamos

entendernos.

1.1.Democracia.

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¿Qué entendemos por democracia? Que nos han enseñado, qué hemos aprendido,

que hemos vivido; por tanto, a partir de nuestra experiencia que podemos decir de

la democracia.

Dentro del siglo XXI constatamos en todo el mundo la fragilidad del sistema de

gobierno que llamamos democracia. Aunque esta palabrita se haya convertido en un

saco sin fondo, conteniendo realidades muy distintas, conviene recordar, frente a lo

que suele ser creencia generalizada, que “democracia” no es reductible a

“elecciones”, y muchos menos a elecciones cada cuatro o cinco años.

Históricamente la democracia ha sido una aspiración, un ideal de justicia, de

igualdad y de libertad, y nace como una respuesta frente al abuso del poder, la

injusticia y los privilegios de tiranos, dictadores, monarcas absolutos y autócratas de

toda índole y grado. La democracia es la experiencia –y la propuesta- de una vida

colectiva más justa, igualitaria y participativa que prioriza el interés general –no

confundir con “interés del Estado”- por encima de los intereses particulares. Evoca

derechos y responsabilidades individuales y colectivas compartidas. Es una filosofía

de vida y una forma de entender al ser humano. La democracia es hija de la cultura

de la reflexión y sobre todo, de un pacto no escrito, de un contrato social tácito entre

los seres humanos para acordar unas bases de vida en común y de legitimación

basadas en la elección libre de las reglas y principios morales necesarios para un

reparto equitativo de los bienes esenciales: derechos, libertades, obligaciones,

responsabilidades, conocimiento y poder.

Que esa ya no es la realidad actual ni siquiera en el mundo occidental es evidente.

Cabe entonces preguntarse por qué. Pero sobre todo qué ha pasado para que tanta

gente en el siglo XXI siga identificando democracia a elecciones, a desigualdad e

injusticia, a abuso de poder y a desmovilización ciudadana1.


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Rousseau hace muchos años dijo lo siguiente:

“Hubiera querido nacer en un país donde el Soberano y el Pueblo sólo tuvieran un único

y mismo interés, para que todos los movimientos de la máquina tendiesen solamente a la

felicidad común; lo cual, al no poderse lograr más que siendo el Pueblo y el Soberano

una misma persona, se desprende que hubiera querido nacer bajo un gobierno

democrático”:

Esta identificación entre “Pueblo” y “Soberano” –la soberanía popular- define el gran

cambio axiológico -de valores y de prioridades básicas- y la nueva propuesta ética que

supuso en su día, la apuesta por la democracia. Esa identificación entre pueblo y soberano

es, efectivamente, la base primera de la democracia, cuando la autoridad suprema está en

manos de todos y cada uno de los ciudadanos y las prioridades surgen de convicciones

antropológicas esenciales como la libertad, la igualdad, la dignidad, la justicia, etc. Y,

sobre todo, una nueva concepción de las relaciones de poder. Ningún órgano, individuo

o institución puede ejercer autoridad que no sea expresión de la voluntad popular. Y para

que esa autoridad suprema sea realmente soberana y popular, para que la soberanía no la

ejerzan sólo unos pocos para sus propios intereses particulares, deben darse unas

determinadas condiciones –formales y reales-, organizarse unos canales de expresión y

respetarse unas determinadas reglas de juego y unos valores para que todos puedan jugar

con las mismas cartas y con idénticas oportunidades y con el exclusivo fin de velar por el

interés colectivo. La primera condición de la democracia moderna es la dignidad, la

igualdad y la justicia: todos los miembros adultos de la sociedad, sea cual sea su condición

social, riqueza, instrucción, edad o sexo, deben disfrutar de los mismos derechos y

deberes y de las mismas oportunidades para expresar su opinión y de influir con su voto

en las decisiones colectivas. Esa prioridad en los intereses colectivos es lo que convierte

a una persona en ciudadana. Y sólo ese telón de fondo igualitario y solidario –de

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ciudadanos iguales- hace posible que la opinión y el voto de unos tengan idéntico peso

que la opinión y el voto de los demás.

Para que ese telón de fondo sea posible es necesario acordar y definir:

Principios: tripartición de poderes, legitimidad a través del voto.

Condiciones: ciudadanía (relación horizontal entre los habitantes y no vertical), sufragio

universal

Reglas de juego: constitución que enuncie principios, derechos, libertades y garantías

fundamentales.

Hasta este punto hemos descrito raudamente lo que se puede entender por democracia.

1.2. Derechos:

Para empezar por qué decimos que los derechos son humanos. Seguramente porque

los derechos sólo pueden atribuirse a ese mal llamado “animal racional” u hombre; o

por como dirían los iusnaturalistas los derechos son “algo” intrínseco al hombre,

asociado e indisoluble de su naturaleza. Según esta postura los derechos humanos han

existido siempre, desde el homo sapiens hasta la Declaración de los derechos del

hombre y el ciudadano de 1791 en Francia, cuyos autores sólo redactaron,

institucionalizaron, declararon y pusieron en vigencia, esos derechos.

Alguno de nosotros se ha puesto a pensar que lo que llamamos derechos son

creaciones humanas; son creaciones históricas, creación humana espacio- temporal,

producto de la libertad y de la voluntad de algunos individuos y grupos en defensa de

una clase o de todos los hombres. La voluntad y la libertad que se expresa en el

derecho son valores o potencias exclusivamente humanas y no fenómenos naturales,

como la corriente del niño o la gravitación.

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Entramos a la parte que quería tocar acerca de los deberes. Escuchamos, exigimos,

protestamos, gritamos, nos acogemos a los derechos. Pero ¿y los deberes? ¿Qué es un

deber? Todo derecho lleva aparejado un deber. Ejemplo: Vivo en un edificio en el

piso quinto, es mi cumpleaños. Como soy amiguero, armo una fiesta hasta la hora en

que mis invitados se queden o hasta que el líquido elemento se acabe. Sin embargo,

¿qué pasa con mis vecinos? Tengo todo el derecho de festejar con buena música y

demás aditamentos, pero también tengo el deber de respetar la tranquilidad y descanso

de mis vecinos. Notamos entonces la íntima relación entre derecho y deber.

Importa entonces hablar sobre los deberes, es decir, los derechos de los otros. Por ello,

una adecuada reivindicación de los deberes humanos no se contradice en absoluto con

la defensa cerrada de los derechos; aunque la defensa y desarrollo de los derechos no

sea sólo un problema político sino de educación.

II. PARTICIPACIÓN Y CONTROL.

En este orden de ideas, toca introducir el tema primario de esta sección:

participación y control.

¿Participar es acudir a votar y desentenderse del asunto como si las consecuencias

de mi voto no me fueran a afectar? ¿Participar es votar sin ningún conocimiento

de la persona a la que le estoy confiriendo mi confianza?

¿Participar es quedarse callado ante un atropello o una injusticia? ¿Participar es

no criticar porque es mi amigo? ¿Participar es dejar hacer, dejar pasar?

Participar no es otra cosa que involucrarse. Una de las características más

importantes del hombre es su capacidad de trascender. ¿Qué es trascender2? Es

salir de la esfera personal y poder con nuestros actos dejar huella, ponernos en

otro lugar, llegar a cambiar una realidad. El hombre está hecho para eso, para

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poder modificar la realidad con sus actos. Y como puede uno hacerlo:

participando. Aquel ente que no participa es un ser que no va a trascender.

Recogiendo lo dicho en nuestras primeras palabras. La democracia necesita de la

participación. Si bien es cierto nosotros asistimos a votar también es necesario que

participemos a través de nuestras conductas de control. Nosotros somos

profesionales para quejarnos, para criticar, para señalar con el dedo. Pero no

hemos sido capaces de controlar.

Una característica de la democracia es la delegación del poder, esa delegación la

hacemos nosotros cuando elegimos a alguien, pero no es total. ¿Por qué no lo es?

Porque tenemos la capacidad de controlar, de supervisar que aquella persona que

le hemos dado esa parte de nuestro poder cumpla y satisfaga las aspiraciones que

tuvimos para elegirla y en caso no lo haga sustraerle el mandato.

III. MECANISMOS.

¿Qué maneras de participar y controlar tenemos? Las establecidas en ley. Para ello

tenemos la Ley de los Derechos de Participación y Control Ciudadanos - N°

26300.

Son derechos de participación de los ciudadanos los siguientes:

• Iniciativa de Reforma Constitucional;

• Iniciativa en la formación de las leyes;

• Referéndum;

• Iniciativa en la formación de dispositivos municipales y regionales; y,

• Otros mecanismos de participación establecidos por la presente ley para el

ámbito de los gobiernos municipales y regionales.

Son derechos de control de los ciudadanos los siguientes:

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• Revocatoria de Autoridades;

• Remoción de Autoridades;

• Demanda de Rendición de Cuentas; y,

• Otros mecanismos de control establecidos por la presente ley para el

ámbito de los gobiernos municipales y regionales.

A. LA INICIATIVA DE REFORMA CONSTITUCIONAL

Es el derecho de todo ciudadano a plantear una modificatoria de algún artículo de la

Constitución. Para ello se requiere la adhesión de un número de ciudadanos

equivalente al cero punto tres por ciento (0.3%) de la población electoral nacional.

Una vez cumplido este requisito se tramita de acuerdo las normas establecidas para

las iniciativas de los congresistas.

Sólo existe una limitación a este derecho y es que es improcedente toda iniciativa de

reforma constitucional que recorte los derechos ciudadanos consagrados en el artículo

2° de la Constitución Política del Estado.

B. LA INICIATIVA LEGISLATIVA

Es aquella posibilidad de que un ciudadano presente uno o más proyectos de ley. Para

lo que debe acompañar las firmas comprobadas de no menos del cero punto tres por

ciento (0.3%) de la población electoral nacional. Esta iniciativa recibe preferencia en

el trámite del Congreso. Para lo cual se ordena su publicación en el diario oficial.

El derecho de iniciativa en la formación de leyes comprende todas las materias con

las mismas limitaciones que sobre temas tributarios o presupuestarios tienen los

congresistas de la República. La iniciativa se redacta en forma de proyecto articulado.

El plazo para que el Congreso dictamine y vote el proyecto es de 120 días calendario.

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ES importante saber que aquellas personas que presenten el proyecto pueden nombrar

a dos representantes para la sustentación y defensa en la o las comisiones

dictaminadoras del Congreso y en su caso en el proceso de reconsideración.

El proyecto de ley que haya sido rechazado en el Congreso puede ser sometido a

referéndum. Asimismo, cuando los promotores juzguen que al aprobarla se le han

introducido modificaciones sustanciales que desvirtúan su finalidad primigenia

podrán solicitar referéndum para consultar a la ciudadanía sobre su aprobación.

C. EL REFERÉNDUM Y DE LAS CONSULTAS POPULARES.

El Referéndum es el derecho de los ciudadanos para pronunciarse conforme a la

Constitución en los siguientes temas normativos:

- La reforma total o parcial de la Constitución, de acuerdo al Artículo 206 de la

misma.

- Para la aprobación de leyes, normas regionales de carácter general y

ordenanzas municipales.

- Para la desaprobación de leyes, decretos legislativos y decretos de urgencia,

así como de las normas a que se refiere el inciso anterior

- En las materias a que se refiere el artículo 190° de la Constitución, según ley

especial.

El referéndum puede ser solicitado por un número de ciudadanos no menor al 10 por

ciento del electorado nacional.

Si una iniciativa legislativa fuera rechazada o modificada sustancialmente por el

Congreso, conforme a esta ley se podrá solicitar iniciación del procedimiento de

Referéndum, adicionando las firmas necesarias para completar el porcentaje de ley.

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El resultado del referéndum determina la entrada en vigencia de las normas aprobadas

o la derogación de las aprobadas, siempre que hayan votado en sentido favorable a la

consulta la mitad más uno de los votantes, sin tener en cuenta los votos nulos o en

blanco. La consulta es válida sólo si fuera aprobada no menos del 30% del número

total de votantes. Surte efectos a partir del día siguiente de la publicación de los

resultados oficiales por el Jurado Nacional de Elecciones

Una norma aprobada mediante referéndum no puede ser materia de modificación

dentro de los dos años de su vigencia, salvo nuevo referéndum o acuerdo del Congreso

en dos legislaturas con el voto de dos tercios del número legal de congresistas. Si el

resultado del referéndum deviene negativo, no podrá reiterarse la iniciativa hasta

después de dos años.

La convocatoria a referéndum corresponde ordenarla al Jurado Nacional de

Elecciones en plazo no mayor de cuatro meses después de acreditadas las respectivas

iniciativas

D. LA REVOCATORIA Y REMOCIÓN DE AUTORIDADES.


La Revocatoria es el derecho que tiene la ciudadanía para destituir de sus cargos a:

o Alcaldes y Regidores;

o Autoridades regionales que provengan de elección popular;

o Magistrados que provengan de elección popular.

Este derecho no procede durante el primero y el último año de su mandato salvo el

caso de magistrados. La particularidad especial de este mecanismo es que la solicitud

no requiere ser probada, sólo fundamentada. El Jurado Nacional de Elecciones,

convoca a consulta electoral la que se efectúa dentro de los 90 días siguientes de

solicitada formalmente.

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La consulta se lleva adelante en una circunscripción electoral, si el veinticinco por

ciento de los electores de una autoridad, con un máximo de 400,000 firmas, presenta

la solicitud de la revocación del mandato ante la ONPE.

Para revocar a una autoridad se requiere la mitad más uno de los votos validamente

emitidos y para que proceda la Revocatoria deberá haber asistido por lo menos el

cincuenta por ciento de los electores hábiles del padrón. En caso contrario la autoridad

sobre la cual se consulta la Revocatoria se mantiene en el cargo sin posibilidad de que

se admita una nueva petición hasta después de dos años de realizada la consulta.

Luego de producida la revocatoria el JNE acredita como reemplazante de la autoridad

revocada, salvo los jueces de paz, a quien alcanzó el siguiente lugar en el número de

votos de la misma lista para que complete su mandato.

Quien hubiere sido revocado del cargo para el que fue elegido está apto para ser

candidato al mismo cargo en las elecciones siguientes a excepción del proceso de

elecciones complementarias.

Se realizará elecciones complementarias únicamente si se confirmase la revocatoria

de más de un tercio de los miembros del Concejo Municipal. Mientras no se elija a

los reemplazantes en el cargo, asumen las funciones los accesitarios. Se sigue el

mismo procedimiento en el caso de confirmarse la Revocatoria de un tercio de los

miembros del Consejo de Coordinación

Regional, elegidos directamente. Quienes reemplazan a los revocados completan el

período para el que fueron elegidos éstos.

La Remoción es aplicable a las autoridades designadas por el Gobierno Central o

Regional en la jurisdicción regional, departamental, provincial y distrital. No

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comprende a los jefes Político Militares en las zonas declaradas en estado de

emergencia.

Si el JNE comprueba que más del 50% de los ciudadanos de una jurisdicción electoral

o judicial solicitan la remoción, ésta procede.

Aquel funcionario que hubiese sido removido no puede volver a desempeñar el mismo

cargo en los siguientes cinco años.

E. LA DEMANDA DE RENDICION DE CUENTAS

Mediante la rendición de cuentas el ciudadano tiene el derecho de interpelar a las

autoridades respecto a la ejecución presupuestal y el uso de recursos propios; estando

la autoridad obligada a dar respuesta. Son susceptibles de esta demanda quienes

ocupan cargos sujetos a revocatoria y remoción.

El pliego interpelatorio contiene preguntas relacionadas exclusivamente con los temas

previstos en el artículo anterior. Cada interrogante es planteada en forma clara, precisa

y sobre materia específica.

La autoridad electoral cautela que el pliego interpelatorio contenga términos

apropiados y que carezca de frases ofensivas.

Para que se acredite la rendición de cuentas se requiere que la soliciten cuando menos

el 20% con un máximo de 50,000 firmas de la población electoral con derecho a voto

en la respectiva circunscripción territorial.

Acreditada la demanda el Jurado Nacional de Elecciones comunica de ello a la

autoridad demandada para que responda en forma clara y directa el pliego

interpelatorio dentro de los 60 días calendarios, estando la autoridad obligada a

publicar el pliego interpelatorio y su respuesta al mismo.

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CONCLUSIONES

Esta revisión permite entender el clientelismo político como un mecanismo de


intermediación que se desarrolla a través de redes clientelares. Hablar de clientelismo y
de red de intermediación obliga a referirse a su estructura, a su conformación, a sus
dinámicas y estrategias de trabajo internas y con su entorno, en cuyas relaciones se
visualiza su mecanismo principal, el intercambio de recursos. Las relaciones de la red con
el entorno se centran en intercambios de bienes materiales e inmateriales. Para los bienes
materiales se llevan a cabo estrategias de movilización durante campañas electorales con
el fin de ganar electores. Lo común es vender la imagen del candidato y el propósito
general es establecer contacto con la ciudadanía acudiendo al clientelismo electoral como
práctica, dentro del cual se incluye -aparte de bienes materiales- intercambios simbólicos
o expresivos. Esos cargos o cuotas burocráticas han aumentado y son el sustento de las
campañas políticas. La competencia por los puestos burocráticos impulsa a establecer
relaciones en el escenario electoral entre partidos, en términos de alianzas y coaliciones.
Hoy las prácticas políticas han cambiado, se vinculan más con cierta lógica clientelar que
se desarrolla a través de redes de intermediación que permanecen, se expanden y, en
general, son funcionales para conseguir el poder político.

Por otra parte, se esgrime que la lógica que aplica al sistema democrático debe aplicar
también a los asuntos internos de las organizaciones partidistas. El objetivo de la
democracia es que la gente tenga el derecho de escoger, a través de las elecciones,
seleccionan y adquieren control sobre sus dirigentes políticos y no solo en las elecciones
como un ciudadano de a pie, los miembros de un partido político deben tener el derecho
de elegir o rechazar a sus líderes y candidatos.

Asimismo, se vislumbra que la democracia no consiste solamente en asistir a votar cada


cierto tiempo, comprende la dimensión de lo que es ser un ciudadano y conocer el límite
de nuestros derechos y los deberes por los cuales la participación y control emergen de
nuestra condición de ciudadanos.

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