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Técnicas narrativas: un enfoque psicoterapéutico

Técnicas narrativas
Antropología
Maria Paula Tobar Tobar
30/03/2022

Desde que tengo memoria, me han atribuido la categoría de “asocial”; es decir, siempre me
ha costado integrarme con el resto de las personas (mayormente con grupos de personas). En
principio, consideraba que era una atribución errónea para mí: “¿cómo puedo ser asocial si
tengo un amigo con quien hablo todos los días?, no soy una persona solitaria”. Era lo que
pensaba, cada vez que recordaba la explicación de mi mamá sobre qué es ser asocial.

A través del tiempo, mientras crecía, me apropié de esta categoría. Estaba aún en el colegio
y por primera vez debía usar el transporte público, sola; así que no sabía hacia dónde tenía
que ir. Llegué a la parada del bus y fue inmediata la incomodidad que sentí al ver a tantas
personas juntas, además todas tenían un tema de conversación. No me sentí capaz de hablar
en altavoz para pedir indicaciones, pero tampoco lo creí necesario: “¿para qué preguntarle a
alguien? mejor uso el GPS y quizás llegué”. Fue lo que pensé y exactamente lo que hice. En
ese entonces, lo justifiqué, pero hoy en día considero que fue una acción que demostraba el
problema.

Ahora bien, de acuerdo con la lectura “Los problemas son externos y están fuera de la persona
y de su identidad”. Por esta razón, mediante el uso de la terapia narrativa, puedo externalizar
el problema de la siguiente manera: No elegí ser asocial. Por otro lado, soy una víctima del
rechazo y la falta de sentirme parte de algo desde muy corta edad. A pesar de que dificulta
mi relación eficiente con otros, no es mi realidad absoluta porque soy capaz de diferenciar
entre lo que soy y el problema (que no hace parte de mí). Por esta razón, puede que sea
asocial, pero también soy inteligente, curiosa, dedicada, respetuosa, noble y graciosa.

Por otro lado, a pesar de que limita mi capacidad de expresión con los demás, considero que
no es una diferencia que deba significar estar fuera de lo culturalmente aceptado. Porque todo
el tiempo que pasé sin una figura paterna o materna (gracias a sus trabajos), no fue decisión
mía ni de ellos; entonces no es mi culpa. Así mismo, mi cambio debe ser paulatino, sin prisa,
cuidando mis miedos, pero intentando superarlos constantemente. Porque imagino una vida
sin la presión de ser considerada “la niña que nunca habla o no es capaz de mantener una
conversación de frente”. Así que, puedo empezar por hablar con los vecinos del apartamento
de al lado o con el chico que siempre me encuentro cuando saco a pasear a mi perro.

Si bien me ha costado controlar el problema, he vivenciado situaciones en las que el contexto


me ha “obligado” a responder fuera de mis límites de ser asocial. Entre esas, hay una que es
muy recurrente: “las fiestas”. Cuando estoy en una fiesta, reunión, cena, etc. normalmente
siempre hay personas que no conozco, por ejemplo: los tíos de mis amigos, el padrino de mi
novio, la abuela de mi cuñado, etc. Si bien, ellos no tienen relación directa conmigo, pero
para mí es muy importante demostrar a quien organiza el evento que yo la estoy pasando
bien. De acuerdo con esto, hago uso de la descripción múltiple de la identidad, para agregar
que también soy empático. La comodidad de mis seres queridos y allegados me genera
alegría, por eso me he debido hablar y socializar con “desconocidos”.

Así mismo, considero que la universidad ha puesto muy ha prueba mis limites siendo asocial.
Es decir, constantemente me veo involucrada con personas ajenas a mis contextos o a mi
disposición de socializar. Debo trabajar en grupos, en ocasiones aleatorios, donde se me
dificulta la comunicación que es tan importante en el trabajo en equipo. Sin embargo, debido
a que son contextos académicos me he dispuesto a participar y relacionarme por más difícil
que me parezca.

Como dije anteriormente, considero que mi cambio debe ser paulatino, lento y cuidadoso.
Sin embargo, en mi historia alternativa, me propondré a saludar y sostener una conversación
con al menos dos personas diferentes cada día. Siguiendo la idea de Freud (como se citó en
Gray, 2013), “los seres humanos acogen en sí mismos, los impulsos que sabotean su propia
plenitud”. Por esta razón, (a pesar de que el problema no es mi culpa) considero que el cambio
debe iniciar en mí misma, en mi disposición y actitud frente al hecho de integrarme con los
demás.

A modo de cierre, considero que ha sido un ejercicio bastante enriquecedor gracias a su nivel
de introspección. Conocerse a uno mismo nunca está de más. Respecto a eso, considero que
cumple con la teoría; porque según Ledo, González y del Pino (2012) este ejercicio permite
“Encontrar evidencia histórica para soportar una nueva visión de la persona como
suficientemente competente para enfrentarse al problema y su efecto opresor. Finalmente,
resalto dos aspectos: primero, que somos el resultado de las apreciaciones culturales que
hemos absorbido, sobre cómo somos en relación con el resto; y segundo que el problema
afecta o no, dependiendo de cómo se aprecie y/o se hable de él, ahí radica la importancia de
la narrativa.

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