Está en la página 1de 2

Juan Pedro Esnaola 

(1808-1878): Se inicia en los estudios musicales con su tío


José Antonio Piscarri, luego egresa de los conservatorios de París y Madrid en
1822, año en el que vuelve a Buenos Aires y comienza su producción musical como
compositor publicando una colección de obras para piano compuestas durante su
estadía en España. Su obra es muy extensa, siendo particularmente destacables
sus sinfonías (según García-Morillo, “oberturas”), Requiem, Marcha fúnebre y
militar, Vals y Rondó a la española para orquesta, Paso doble para banda, Misa
sinfónica, Salve, Pasión, varias misas, Cánticos para semana santa, Gran Miserere
a cuatro voces y otras piezas de carácter religioso. Lo más representativo de
Esnaola se encuentra, según García-Morillo, en sus obras para piano (piezas de
salón: minués, valses, cuadrillas) y en sus canciones (escritas sobre poemas
originales de Echeverría, Metastasio, Bretón de los Herreros, Vicente Lopez y
Planes, Juan Cruz Varela, José Rivera Indarte, Francisco Acuña de Figueroa, entre
otros). En 1859 realiza una nueva versión del Himno Nacional. Si bien se mantuvo
por fuera de toda actividad política, compuso un Himno a Rosas y diversas piezas
para su hija Manuelita, algunas de las cuales representan una incursión en el campo
de la música nacionalista.

Juan Bautista Alberdi (1810-1884): Intelectual central en la historia del


pensamiento argentino, autor de “Las Bases...”, en música fue alumno del maestro
José María Cambeses. Si bien en sus Cartas sobre la música dice haber cultivado
este arte más como entretenimiento que como carrera, logró ser un destacado
crítico musical (autor de un ensayo sobre música en 1832, escribe en la Gaceta
Mercantil y funda La Moda, publicación especializada en las novedades musicales
en la cual adopta el seudónimo de Figarillo), pedagogo (autor de un método para la
enseñanza de piano) y compositor. Su producción como compositor, situada entre
1832 y 1838, se destaca por la sencillez de la armonía y por sus giros melódicos (en
ocasiones con tintes criollos). En sus obras para piano encontramos minués (entre
los que se destacan El llorar de una bella, La ausencia, Figarillo y Figaro) y valses
(La candorosa, y los valses en Fa y Si bemol). En sus obras vocales se reunen: Don
Roque y Don Tadeo (un duettino bufo), Canción para la comparsa de Momo, y
varias canciones sobre textos de poetas anónimos.

Amancio Alcorta (1805-1862): Personalidad polifacética (hábil economista, político


y hombre de letras), como músico practicó la flauta en el Colegio de Montserrat y
fue alumno de armonía del maestro José María Cambeses. Por desgracia, buena
parte de su producción (ubicada entre 1822 y 1830) se perdió. Sin embargo, entre
las obras que se conservan se pueden apreciar rasgos nacionalistas unidos a tintes
rossineanos, a lo que se le agregan, según Alberto Williams, ciertos cambios de
tono “análogos a las canciones populares, impregnados de suave melancolía”. Su
producción incluye: obras de cámara (dos tríos -uno para flauta, violín y piano, y otro
para piano, flauta y cello-, un cuarteto para piano, flauta, violín y cello), música
religiosa (piezas para tenor o barítono, acompañadas por un órgano o un piano),
piezas para piano (numerosos valses y minués) y para canto (con texto del propio
Alcorta).

También podría gustarte