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FICHA 5.

ENCONTRAR A JESÚS
PARA ENCONTRAR A DIOS

La Palabra de Dios
Del evangelio según san Juan (14,1-21)
1 No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también
en mí. 2En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría
dicho, porque me voy a prepararos un lugar. 3Cuando vaya y os prepare un
lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis
también vosotros. 4Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». 5Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
6Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al

Padre sino por mí. 7Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi


Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». 8Felipe le dice: «Señor,
muéstranos al Padre y nos basta». 9Jesús le replica: «Hace tanto que estoy
con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al
Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? 10¿No crees que yo estoy
en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta
propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras.
11Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.

12En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las

obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. 13Y lo que
pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glori cado en el
Hijo. 14Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré. 15Si me amáis, guardaréis
mis mandamientos. 16Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que
esté siempre con vosotros, 17el Espíritu de la verdad. El mundo no puede
recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis,
porque mora con vosotros y está en vosotros. 18No os dejaré huérfanos,
volveré a vosotros. 19Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros
me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. 20Entonces sabréis que yo
estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. 21El que acepta mis
mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado
por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

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Para ir más a fondo
Para encontrar a Dios, ¿dónde hay que buscar? En el discurso
de despedida propuesto por el evangelio según san Juan entre los capítulos 14
y 17, Jesús dirige nuestra búsqueda a la fe y al amor: tened fe; quien me ama
será amado por el Padre y yo me manifestaré a él. Así, pues, encontramos a
Dios a través de la fe y del amor. Como dice el salmo 42-43: Envía tu verdad y
tu luz... Me llevarán a tu monte santo. Los an guos judíos subían al templo
para encontrar a Dios; muchas religiones proponen prác cas ascé cas, largas
meditaciones, búsquedas meta sicas para encontrar al Ser Supremo. El
cris anismo conoce sólo un camino: Jesús. Creer en El, seguirlo hasta el nal,
más allá de la muerte. Él es quien nos mani esta al Padre en la verdad y en la
vida. El es la imagen del Dios invisible (Col 1,15), irradiación de su gloria e
impronta de su sustancia (Hbr 1,3).
Yo soy el camino, la verdad y la vida. Esta es la iden dad de Jesús. Él nos
conduce al Padre, porque, por medio de El, todas las cosas encuentran un
sen do, un principio y un n. El es la fuerza y el modelo de todo hombre que
quiera dar un signi cado a la propia existencia: des nados a ser conformes a la
imagen del Hijo para que El sea el primogénito de muchos hermanos (Rom
8,29). Él es la compañía concreta de Dios a lo largo del camino de la historia
(«Enmanuel, es decir, Dios con nosotros»). A través de Jesús entramos en la
comunión con Dios, ahora y para siempre, también más allá de la muerte. Si ya
no tememos separaciones, sufrimientos, derrotas, es porque Jesús nos ha
mostrado que cualquier mal puede ser derrotado con El.
Jesús revela a los discípulos cuál será su nueva existencia: ser una cosa sola con
el Padre («conocer» y «ver»), gracias al Espíritu Santo («Dios en nosotros»);
Juan nos presenta a los tres, pero como una sola cosa. Vuelto al Padre, Jesús
proseguirá su obra de salvación con los creyentes (vv. 12-14): éstos recibirán
del Padre el don del Espíritu Paráclito (el Consolador: vv. 15-17).
Así tendrá lupar una nueva relación con Jesús, y, por medio de El, con la Vida
misma de la Trinidad. Con los discípulos están asociados todos los creyentes.
Dios no nos abandona a nuestro des no: ya no estamos huérfanos, tenemos a
alguien que nos ama y al que nosotros podemos amar para ser felices. Nuestra
vida se cumple en el amor de Cristo: Dios en nosotros y nosotros en Él. Es el
paraíso, es la plenitud de la Vida y de la Verdad. En las obras realizadas por
Jesús --su palabra, sus milagros, su muerte y resurrección- nosotros los

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cris anos logramos encontrar el amor de Dios y en el día de hoy debemos
con nuar ofreciendo a todos su presencia, manifestando las mismas obras
realizadas por Jesús.
El Evangelio pone de relieve la singular unión de Jesús con el Padre. La unidad
del Hijo con el Padre es tal que, viendo a uno, se ve al otro: son uno en el otro,
son una sola cosa. El Padre, que en sí mismo es invisible, se revela y se da a
través del Hijo. Su amor inaudito por los hombres se mani esta a través del
amor del Hijo (1Jn 4,9). La unidad de revelación del Hijo con el Padre supone la
unidad de ser. El Hijo se dis ngue del Padre en cuanto ha sido enviado por Él;
no obstante, no es inferior, puesto que actúa con El en todas sus obras... «Dios
de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado,
de la misma naturaleza que el Padre».

Para dialogar en el grupo


๏ Con frecuencia nos preguntamos: ¿Por qué somos cris anos? ¿Qué
diferencia existe entre nosotros y los eles de otras religiones? ¿Cuál es
tu respuesta a estas preguntas?
๏ ¿Qué papel ha representado Jesús en tu vida para ayudarte a encontrar a
Dios, o incluso sólo para dar un sen do a tu vida, para comunicarte
fuerza en los momentos di ciles, para acompañarte en los momentos de
soledad? ¿Puedes narrar alguna experiencia?
๏ ¿Has re exionado sobre los lugares en que se mani esta Dios: no en la
iglesia, no en los lugares solitarios, no sobre las nubes. sino en una
persona, es decir, en Jesús? ¿Qué signi ca esto?
๏ Según tú, ¿qué relación existe entre Dios, el Padre, Jesús, el Hijo, y el
Espíritu Santo?

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Oración
El Sagrario es el lugar s donde en la Iglesia se conserva el Pan consagrado, el
San simo Cuerpo de Cristo y delante del cual arde siempre una lámpara
(llamada luminaria).
En el Sagrario encontramos al mismo Jesús, realmente presente en la
Eucaris a. Pasa diez minutos en una iglesia, pidiendo a Jesús que te mani este
al Padre. Como Felipe, puedes repe r: “Jesús, muéstrame al Padre y me basta”.

Podemos rezar con el Salmo 42-43: “Como busca la cierva…” o con el Salmo
81: “Exultad en el Señor, nuestra fuerza”.
Podemos también meditar largamente el discurso de despedida en el Evangelio
de Juan, capítulos 14-17, sobre todo haciendo nuestra la oración nal de Jesús,
para que lleguemos a ser una sola cosa con El y con el Padre.

Para vivirlo
๏ En nuestra habitación, o en un lugar adecuado de la casa, conservamos el
texto de la Sagrada Escritura abierto en las páginas que hemos meditado,
para tenerlas disponibles cada cierto empo: nos recuerda que Jesús es
Palabra de vida, que el Libro nos ayuda a encontrar a Dios a través de la
persona de Jesús, que Cristo con núa iluminando y dando fuerza a nuestros
pasos.
๏ Aprendamos a profesar nuestra fe no diciendo solamente: «Creo en Dios»,
sino: Creo en Jesucristo, mi Salvador.
๏ Aprende: «Dios se ha revelado a sí mismo en una historia de salvación que
ene como verdad y plenitud a Jesús, el Hijo, Palabra eterna y de ni va
del Padre».

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