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Danny Tomás Valderrama Baquero

Universidad Tecnológica de Pereira


FO- Licenciatura en Filosofía
1121910408
EL PESCADOR O LOS RESUCITADOS,

INFORME DE LECTURA.
Un diálogo realmente interesante y que despierta la curiosidad, pues Luciano, que es
Parresíades -el que habla franco-, se muestra como un Sócrates en su apología, en una
situación de condena injusta pues resulta ser acusado a partir de tergiversaciones e injurias,
siendo gran diferencia con el caso de Sócrates que los acusadores de Luciano son algunos
de los más ilustres filósofos que han vuelto a la vida desde el infierno para hacer justicia.
Pero parece que los motivos que han traído de vuelta a la vida a los filósofos no van más
allá de lo meramente sensible y pasional. Cegados por la ira, después de atrapar a Luciano y
someterlo, empiezan a deliberar cómo tomarán su vida y harán <<justicia>>. Es en este
momento, en el que los resucitados se encuentran siendo esclavos de sus deseos más que de
su razón; cuando Luciano pide un juicio y condena que sean justas, aludiendo a la razón de
estos filósofos que algún día tanto brilló, en especial la de Sócrates. Así es como entra la
figura de la Filosofía en el diálogo, que junto a algunas de sus amigas se dispone a ser
mediadora en el juicio. Habiendo acordado los resucitados su representante y siendo
escogido Diógenes de Sinope, se procedió a que ambas partes dieran sus versiones. La
Filosofía, sin asumir del todo un papel de juez, se dedicó durante el juicio a preguntar, a
dudar, a hacer que las cosas se vieran de diferentes maneras sin parcialización alguna hasta
el punto de que la Verdad, que en un principio era tenue, fue tomando fuerza en el diálogo,
haciéndose menester para los resucitados atenderla, absolver a Luciano y apoyarlo con
plena convicción.
Siguiente al juicio, después de aclarar los actos de Luciano, que iban real y únicamente en
contra <<de los que se sirven de nuestro nombre para encubrir muchas
infamias>>Luciano, s.f., pg. 696 (se refiere al nombre de la filosofía y de los verdaderos
filósofos), se propusieron la pesca de cada uno de estos hombres que, valiéndose de la
filosofía y el pensamiento de los grandes filósofos, se propusieron satisfacer sus deseos y
llevar una vida vanidosa, contradictoria a como decían o aparentaban vivir.
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Ciertamente, otra de las cosas que hace despertar tanto interés en el diálogo son los
personajes, cómo surgen y se muestran estos en un principio, la forma en que apareciendo
otros personajes, hacen que los primeros cambien su postura. En un principio tenemos a los
resucitados, un grupo, según parece, de filósofos enfurecidos que volvieron a la vida, pero
¿volvieron a la vida siendo filósofos o meros individuos? Entre estos se puede ver haciendo
parte del diálogo a Sócrates, Empédocles, Platón, Aristóteles, Crisipo y Diógenes, que
tomando a Luciano sin contemplación alguna y actuando no como filósofos sino como es
propio de hombres injustos, determinaron quitarle la vida. Ahora, ¿quién era Luciano? Un
orador ultrajado por ser Parresíades vió colmada su paciencia cuando se hizo clara para él
la forma en que <<muchos, no por amor a la Filosofía, sino a la gloria y buena opinión
que trae consigo, dábanse a imitar a los buenos en aquellas exterioridades fáciles de
remedar>> y evidenció la necesidad de empezar a utilizar su talento para separar a todos
esos incoherentes de los buenos, de los verdaderos filósofos. Para esto –según parece- los
cuestionó y señaló sus inconsistencias en cada momento que le fuera posible. Entre los
cuestionados por Luciano, se ve intervenir a un grupo de falaces Platónicos, otro de
Pitagóricos, Peripatéticos, Epicúreos y Estoicos. Luciano y su Franqueza se hicieron sentir
hasta entre los muertos, de tal manera que los filósofos antes mencionados, volvieron del
Hades para reprenderle. Estando cegados por la ira y tergiversación, siendo en nada
mejores a hombres como Dionisio, el tirano referenciado por Platón en algunos de sus
manuscritos; nos da una visión de que la Filosofía es propia de los vivos, los vivos que usan
la razón, pues no es sino hasta que aparece un personaje particular junto a sus amigas que
estos hombres cambian su postura y recobran su raciocinio, estamos hablando de la
Filosofía. Filosofía no aparece como idea o como concepto, aparece como persona
imparcial, se dedica a preguntar y a dudar en vez de pensar que por sí misma ya es
poseedora de la verdad, pues Verdad es una amiga de Filosofía, una amiga que antes del
juicio era tenue y se resistía a asistir al juicio –pareciera- por la falta de raciocinio en los
resucitados, pero siendo persuadida por Luciano y especialmente por Filosofía, Verdad
determinó asistir al juicio y empezó a hacerse visible e innegable. Así también, para el
esclarecimiento de Verdad se necesitó de las amigas Templanza, Fortaleza y Silogismo,
porque solamente con Verdad podrían actuar con Convicción; estando ya la última procede
Luciano a pedirle una caña de pescar, sedal, anzuelo y carnada a una sacerdotisa, pero ¿qué
representará la sacerdotisa en el diálogo? Se llega a pensar en Diógenes Laercio, lo que
decía sobre Diógenes de Sinope y de su pensamiento en su libro Vida de los Filósofos
Ilustres, <<al ver los intérpretes de sueños, los adivinos y cuantos los creen, o a los que se
ciegan por la gloria mundana y riquezas, nada tenía por más necio que el hombre>>
¿representa la sacerdotisa el ideal de las cosas que ciegan, que ocultan la verdad y nos
llevan por lo mundanal?
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Concluyendo y teniendo en cuenta que Luciano vivió en el segundo siglo de nuestra era, se
puede percibir como él busca con su diálogo, por medio del humor y parodiando caracteres,
hacer un fuerte señalamiento a lo que ha sido de la filosofía desde que sus Padres dejaron
de estar entre los vivos. Claramente, de manera atemporal -pues su crítica toca nuestros
tiempos- Luciano señala cómo en ocasiones muchos en apariencia se jactan de poseer
sabiduría, conocer la filosofía y ni siquiera son capaces de distinguirla, ocultando su
avaricia tras un discurso falaz que solamente persigue la gloria y la satisfacción de deseos.
Por eso la carnada para pescar a estos falsos filósofos es nada más que oro e higos (Los
higos eran considerados un manjar en el pasado, conocidos en Colombia como brevas),
carnada de la cual picaron falsos filósofos de todas las escuelas con su voraz apetito, tal
como el pez rodaballo que tiene forma de plato (haciendo alusión a Platón y su aspecto) y
tragó toda la carnada. Platón, quizá decepcionado al ver a un supuesto platónico acudiendo
al oro, pidió que echaran al pescado a rodar por una peña. Otro momento paródico es en el
que –antes de la pesca- Luciano llama a todos los filósofos de todas las escuelas a la
Acrópolis con la promesa de darles oro y manjares a los que mejor retórica o aspecto de
filósofo tengan. Es cuando se llenó la Acrópolis que un grupo de sínicos estaba en medio de
una disputa y Filosofía les pide que paren de pelear, pues en realidad, el objetivo de tal
convocatoria es averiguar cuáles son los verdaderos filósofos y a los falsos juzgarlos; como
en su gran mayoría son falsos, muchos emprenden la huida, a uno de los sínicos se le cae su
bolsa y vaya sorpresa la que se llevan al ver que el sínico dueño de esa bolsa no tenía libros
o alimento apenas funcional como pan quemado. En realidad cargaba oro, un espejo, un
cuchillo de valor, perfumes y dados para los juegos de azar.
BILIOGRAFIA

 De Samosata, D. (1988). Obras. Madrid: Editorial Gredos.

 Laercio, D. (1984). Vida de los filósofos más ilustres. México: Porrúa.

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