Está en la página 1de 3

Danny Tomás Valderrama Baquero

Universidad Tecnológica de Pereira

Licenciatura en Filosofía

1121910408
INFORME DE LECTURA:
ETICA NICOMACO, LIBRO IV, CAP 1 – 4.

En el capítulo primero, Aristóteles empieza hablando de la generosidad y de cómo esta trata


de la forma en que gestionamos recursos y riquezas. Siendo de la generosidad, vicios
contrarios, la prodigalidad y la avaricia; teniéndose la avaricia como un vicio mucho mayor
a la prodigalidad, pues el avaro se excede en tomar pero se contiene en el dar, mientras el
prodigo se excede en dar mientras se contiene en tomar.

Aristóteles nos muestra en el capítulo segundo como es la magnificencia, así como la


generosidad, relativa a las riquezas, pero tratándose la magnificencia de acciones
dispendiosas en las que es el magnificente es generoso pero quien es generoso no es
magnificente, Aristóteles explica esto mencionando que una persona pobre no puede ser
magnificente por estar en carencia de recursos y fortuna.

Aunque se nos muestra que pobres no pueden ser magnificentes y que los de cuna noble,
ricos y afortunados sí. Se muestra claramente que aunque se posean tales bienes, recursos y
fortuna, poder o haber nacido en una familia poderosa, si no se es bueno, virtuoso, será
difícil para el individuo poder llevar su fortuna corriendo el riesgo de caer en cualquiera de
los vicios que se oponen a la magnificencia, siendo estos: la mezquindad como carencia de
magnificencia y la ostentación vulgar como exceso. Dejando esto en claro, que quien es
magnificente debe ser espléndido en todo aspecto, en todo lo que hace.

Teniendo en cuenta lo mencionado en el párrafo anterior, la magnanimidad tiene por objeto


cosas grandes. Aquellos que son magnánimos tienen grandes pretensiones porque tienen los
méritos para tales anhelos, mostrando esto que la magnanimidad es también un medio que
no debe ser visto desde el mero ángulo de la grandeza, como un extremo, pues el
magnánimo se comporta moderadamente frente a la riqueza, poder, buena o mala fortuna,
sin alegrarse o entristecerse excesivamente. Se nos muestra la magnanimidad como la
virtud por excelencia.
Ahora, según lo anterior, quien es magnánimo puede llegar a despreciar con justicia, pues
su opinión es verdadera. Es por eso que cuando no se es bueno pero si se poseen bienes
como la riqueza, fortuna y poder, que nos llegamos a tornar prejuiciosos y malvados con
quienes consideramos inferiores, despreciamos a los otros, pero el magnánimo no es altivo,
ni déspota con los que están en posiciones inferiores a la suya, más bien, es altivo con
quienes están en una posición elevada.

El magnánimo no arriesga su vida por cosas insignificantes, como es virtuoso y


magnánimo, busca los honores más grandes y es capaz de afrontar grandes peligros sin
contemplar salvaguardar su vida. Es en el cuarto capítulo, ya para terminar, que Aristóteles
introduce el término medio como una virtud sin nombre que están en medio de dos
extremos opuestos.

También podría gustarte