Está en la página 1de 3

Obra sobre la diferencia entre ego y autoestima

Escenario: Pequeño departamento compartido por las tres jóvenes. De


concepto abierto; la cocina y el comedor se comunican.
Sandra lee una revista en la mesa. Ingresa María a escena, abre la puerta
del  refrigerador y se queda un momento observando el interior.
–María: Sandra, ¿tú te comiste mis postrecitos light?
–Sandra: (Levanta la vista de la revista y la mira fastidiada) ¿No?
–María: ¿No? o No. Ayer dejé dos postrecitos y ahora no están.
–Sandra: (Enojada) ¿Todos los días me vas a preguntar lo mismo? Si
sabes que yo no como esas porquerías light.
–María: (Queriendo provocar más a Sandra)  ¡Qué misterio! Porque mis
barras de cereal también desaparecen como por arte de magia.
–Sandra: María, ¡¿por qué no te comes un tazón de helado y me dejas de
molestar?! Total, es lo mismo que comer los veinte postrecitos light que
comes por día.
–María: ¡Genial! ¡Ahora tú me vas a enseñar de alimentación a mí! ¿Tienes
idea de cuántas calorías tienen las cosas que comes?
–Sandra: ¡Claro que sé más de alimentación que tú! Lo único que haces es
repetir lo que escuchas en esos programas que ves en la tele.
(Ingresa a escena Juana)
–Juana: ¡Chicas! ¿Tan temprano y ya están discutiendo? ¿Es que no
pueden estar en un mismo lugar si no es gritando y peleando? (Irónica y
cansada de las discusiones) ¿y cuál es el tema tan trascendental por el que
debaten en este día?
–María: Es que mis postrecitos desaparecen misteriosamente…
–Juana: ¿Por esa tontería están discutiendo?
–Sandra: No. El problema es la actitud de sabelotodo de algunas personas.
–María: El que sabe, sabe. Un poco de humildad por favor.
(Sandra se levanta y sale de escena furiosa.)
Sandra: (Balbuceando mientras se va) Resulta que ahora todos somos
médicos y nutricionistas… Pero ¡¿qué sabe de nada esta chica?!…
ACTO II
Personajes que intervienen en este acto: Sandra, Cecilia y Pedro.
Escenario: Cocina de la casa de Cecilia y Pedro.
(Cecilia y Pedro cocinan. Entra Sandra con cara seria y les da un beso a
cada uno.)
–Sandra: Hola papá, hola mamá.
–Cecilia: ¡Hola hija! ¡Llegaste! (Observa a Sandra)  Mmm… ¿Qué es esa
cara?
–Sandra: ¡María! Ya no soporto tener que verla cada día. ¡Nunca puede
reconocer cuando tengo la razón! Porque tengo la razón. ¡Siempre tengo la
razón! Pero, no, ella pone esa cara de…
–Cecilia: Bueno, bueno. Olvidémonos de María. Ahora vamos a comer una
rica carne con hierbas que estoy cocinando.
–Pedro: Cecilia, esa comida no va a estar lista para cenar ahora,
compremos algo listo.
–Cecilia:  (Mira a Pedro muy enojada)  ¡Pedro, que novedad tú
queriéndome hacer la contra!
–Pedro: Es un corte de carne muy grande y lo pusiste a cocinar hace
veinte minutos.
–Cecilia:  (Furiosa. Como queriendo atravesarlo con la mirada y con un
pequeño corte entre cada palabra) Que-Es-Lo-Que-Tarda-En-Cocinarse.
–Pedro: No se va a cocinar en tan poco tiempo, compremos una pizza y
listo.
–Cecilia: Cómprate tú una pizza, si es lo único que puedes apreciar.
Nosotras vamos a comer una comida más gourmet.
–Pedro: ¿Desde cuándo eres chef?
(Sandra observa a sus padres, viéndose reflejada en su hábito de elevar
cualquier pequeñez a una discusión. Suena el timbre/alarma del
horno/cocina. Cecilia y Pedro se acercan, abren la puerta y miran hacia
adentro.)
–Cecilia: ¡Perfecto!  (A Pedro) Te lo dije.
–Pedro: Está cruda.
–Cecilia: ¡Por favor! ¡Está perfecta!
–Pedro: Desde aquí se nota que está roja.
–Cecilia: Está a punto.
–Sandra: (Incómoda)  Mamá, papá, disculpen, acabo de acordarme que le
prometí a una amiga ayudarla con algo importante. Dejamos la cena para
otro día, disculpen.
(Sandra sale de escena.)
ACTO III
Personajes que intervienen en este acto: Sandra, María y Juana.
Escenario: El mismo escenario del Acto I.
(María prepara un té en la encimera, Sandra come un sándwich en la mesa.
Juana entra por la puerta con un bolso de viaje en la mano, mira
sorprendida hacia adentro y lo deja al lado de la puerta.)
– Juana: (Sorprendida) ¡Ah!, hola chicas, pensé que no había nadie, como
no escuché grit…, voces desde afuera, pensé que no había nadie.
–Sandra: ¿Cómo te fue? Se te hizo largo el viaje.
–Juana: Sí, es que mi mamá me convenció de que me quedara unos días
más.
–Sandra: Sí, con María nos imaginamos que tu mamá no te dejaba volver.
–María: Sí, pensamos que no volverías más.
(Sandra y María se ríen en tono cómplice y Juana está cada vez más
asombrada. )
–María: Bueno, me voy porque se me hace tarde.  (Sale de escena.)
–Juana:  (A Sandra) No recuerdo cuando fue la última vez que entré por
esa puerta y no estaban discutiendo.
–Sandra: Ha, eso. Si, en estas semanas pasaron algunas cosas.  (Pequeña
pausa). El día que te fuiste de viaje, fui a cenar con mis padres. Me detuve
a observarlos llegar al borde de una guerra mundial por el punto de cocción
de una carne, y me vi tan identificada que tuve que inventar cualquier
excusa y salir corriendo.
–Juana: ¿Por qué identificada?
–Sandra: Me di cuenta de que cuando peleábamos con María, lo
importante no eran los temas de discusión sino tener la razón, y con mi
papá y mi mamá es igual: no les importaba la comida, solo querían tener
razón.
–Juana: Entiendo.
–Sandra: Mi ego me exigía que gane todas las discusiones con María. Era
como si tuviera que demostrar que sabía más, que era más inteligente, que
era mejor que ella.
–Juana: ¿Tu ego?
–Sandra: Sí, eran batallas de mi ego, no mías. Yo en realidad me sentía
muy estresada e insegura y estaba enojada todo el tiempo. Ya no
aguantaba más vivir en ese ambiente de tensión.
–Juana: ¿Entonces? ¿Dejaron de discutir y listo?
–Sandra: (Se ríe) ¡No!, los primeros días no fue tan simple. María estaba
acostumbrada a provocarme y yo tenía que morderme la lengua o irme a
otra parte para no contestarle. Pero con los días me fue resultando más
fácil.
–Juana: (En tono de chiste) Será que tu ego se fue debilitando porque
dejaste de alimentarlo.
–Sandra: Aunque te haga gracia fue así. Y con el tiempo María se cansó de
que no le respondiera, y como pelear sola no tiene gracia dejó de
provocarme y empezamos a llevarnos mejor.
–Juana: Me pone contenta lo que me cuentas. Además te veo muy bien,
más contenta, más tranquila.
–Sandra: Me siento así. Tengo una imagen más positiva de mí. Ahora
prefiero alimentar a mi autoestima que me pide que me sienta bien y en
paz, no que tenga razón.

También podría gustarte