Está en la página 1de 25

Título: «Gracias a mamá»

Autora: Clara Pérez

3 personajes:
1. Carmen: Madre dedicada a educar a su hija.
2. Susana: Hija de Carmen.
3. Fernando: Entrevistador.
ACTO I

Ambientación: Comedor de la casa.
Introducción: Susana está al teléfono mientras ambas comen el almuerzo, no mira a su
madre, solo a la pantalla del móvil.
Carmen (Hablando animadamente):  No vas a creer lo que compré en el mercado. Encontré
una oferta buenísima de vestidos hechos con tela reciclada ¡Te van a encantar!
Susana (Murmura sin despegar la vista del móvil): ¡Qué bien! Más estropajos para mi
armario
Carmen (Alzando la voz disgustada): ¡Mírame a la cara mientras estamos conversando!
Esas son normas del buen hablante y buen oyente. Estropajo es lo que deberías usar para
lavar la loza como te pido y nunca lo haces.
Susana (Mirando a su madre con molestia): ¿Por qué debo lavar la loza? Eso se llama
esclavitud.
Carmen (Desaprobando con la cabeza): No es esclavitud hija, es responsabilidad. Si quieres
tener derechos, debes cumplir tus deberes.
Susana (Diciendo con ironía): Tu deber es darme de vestir y llevo meses pidiéndote un par
de pantalones de la tienda de la esquina. Pero lo que me traes son vestidos de tela que
nadie sabe de dónde la han sacado.
Carmen (Decepcionada):  ¡Qué mal agradecida eres! Sabes muy bien que no tenemos
recursos para derrochar en ropa de buena marca, aun así hago el esfuerzo de siempre
comprarte cosas lindas que estén dentro de nuestro presupuesto. Por supuesto que cumplo
mis deberes como madre y por eso tengo todo el derecho de exigirte que cumplas los tuyos.
Susana (Con expresión de fastidio): Como digas madre.
Carmen (Levantándose de la mesa): Ve a estudiar, haz tus deberes antes de las 4:00 de la
tarde, recuerda que debes ir a casa de tu abuela a llevarle su medicina y es mejor esperar a
que te esperen.
Susana (Bostezando): Pero mamá, la maestra jamás revisa las tareas, solo las manda por
molestar.
Carmen: No importa si no las revisa, debes estudiar si quieres ser exitosa en el futuro. Una
buena profesión te ayudará a conseguir el mejor empleo, así tendrás mucho dinero y podrás
comprarte todo lo que yo no puedo darte.
Recoge la vajilla, limpia una lagrima que quiere salir de sus ojos y se aleja con tristeza.
ACTO II

Ambientación: Oficina con un escritorio y dos sillas. Sala de espera con una silla
Introducción:  Ya siendo mayor, Susana se encuentra en la sala de espera con documentos
en sus manos. Fernando llega y se sorprende al verla.
Fernando (Mira su reloj): Buenos días ¿Vienes por la entrevista para el empleo?
Susana (Se levanta y estrecha la mano de Fernando): ¡Así es! Mucho gusto, soy Susana.
Fernando (Señala su oficina y la deja pasar):  Soy Fernando. Aun es un poco temprano,
había programado las entrevistas para las 8:30.
Susana (Respondiendo con orgullo): Es mejor esperar a que te esperen.
Fernando: Excelente forma de pensar, en nuestra empresa premiamos la puntualidad.
Permíteme por favor tu hoja de vida para leerla.
Susana (Entregando los documentos que llevaba en sus manos):  Aquí mi hoja de vida, y
estos son certificados de los cursos que he realizado.
Fernando (Asombrado mientras lee): Eres una chica muy preparada, pareces estar muy
capacitada para el empleo.
Susana: Los estudios son importantes para tener éxito.
Fernando (Con una sonrisa): Estoy de acuerdo. Estamos buscando a alguien que organice
nuestros archivos, pero según tus estudios mereces un puesto mejor. ¿Te interesaría
trabajar con nosotros en el área de economía? Tendrías muchos beneficios, todos los
derechos que por ley se dan a nuestros trabajadores.
Susana (Entusiasmada): ¡Por supuesto! ¿Cuáles serían mis deberes?
Suena el teléfono de Susana, ella lo coloca en silencio y vuelve a mirar a Fernando.
Fernando: ¿No vas a contestar?
Susana: Ahora no, estoy hablando con usted.
Fernando (Toma una planilla y se la entrega a Susana):  Aquí verás los deberes y derechos
del empleo. Léelo, fírmalo y comienzas el lunes. Mis felicitaciones y admiración para la
universidad que formó a una chica tan preparada y educada.
Susana (Con una enorme sonrisa): La universidad solo me enseñó teorías. Toda mi
educación viene de casa. Las felicitaciones y mi total admiración son para mi madre.
FIN
Título: “Si quieres tenerlo todo, esfuérzate”
Autora: Clara Pérez
2 personajes
1.- Alexander: Hombre acomplejado y que se queja de su vida.
2.- Miguel: Hombre triunfador que le da una lección.

Ambientación: Esquina de una plaza.


Introducción: Alexander está sentado en la acera de una plaza, matando
el tiempo sin hacer nada provechoso cuando Miguel pasa frente a él.

Alexander (en tono burlón): ¡Mira quién viene ahí! El riquito del barrio.
Miguel (tratando de seguir su camino): Hola Alexander. ¿Cómo estás?
Alexander (tomándolo del brazo): Pero, ya va ¿ahora hablas con la chusma?
Miguel (zafando el brazo): ¿Cuál chusma? A mí la gente de este barrio no me parece
chusma, aquí crecí y me crié, además aquí sigue viviendo mi mamá.
Alexander (irónico): Si pero como ahora eres un ingeniero y vives en un lugar de ricos,
tienes auto y una esposa bonita, los del barrio debemos parecerte inferiores.
Miguel  (mirando incómodo): Para mí todo el mundo es igual, unos que se esforzaron más y
otros menos, pero lo material no decide cuánto vales.
Alexander: Tu lo que tuviste fue suerte.
Miguel (riendo con ironía): ¿Suerte? ¿Tú piensas que la suerte te hubiese dado a ti todo lo
que dices ahora yo tengo?
Alexander (encogiéndose de hombros): Claro amigo, si yo hubiese tenido la suerte de
encontrarme un trabajo como el tuyo, que me pagaran así de bien, también hubiese salido
de este barrio.
Miguel (sin dejar de sonreír de manera irónica): ¿Y cómo lo ibas a conseguir? Porque para
tener este trabajo que tengo, yo tuve que estudiar mucho, hacerme una carrera y trabajar
desde bien jovencito para poder ayudar a mi mamá a pagarme los estudios y para poder
tener mis cosas ¿tu hiciste eso mismo?
Alexander: No, yo no pude estudiar, no tenía recursos
Miguel: Yo tampoco tenía dinero, pero tenía ganas de salir adelante, y el poco tiempo que
tenía libre lo use para trabajar y ganar dinero para poder estudiar ¿tu recuerdas lo que
hacías mientras yo trabajaba en lo que fuera para estudiar?
Alexander: Bueno yo si salía con los amigos, me iba a fiestas, tomaba…
Miguel: ¿Y los fines de semana que te ibas a la playa a gastar más de lo que producías y le
quitabas dinero a tu mamá para irte de fiesta? ¿Sabes qué hacía yo ? Me desvelaba
estudiando para mis exámenes. Así que no creas que la suerte te va a dar las cosas que
otros se esforzaron por tener. La gente trabaja por lo que quiere, lucha por lo que espera
sea su vida.
Alexander: O sea ¿no tuviste suerte?
Miguel (algo molesto): No, no tuve suerte, tuve empeño, y tú todavía estás a tiempo, deja
de querer lo que otros tienen con su esfuerzo y esfuérzate por lo que tú quieres, párate de
esa acera y sal a trabajar, trabaja día y noche, ahorra y ponte una meta. La suerte la haces
tú mismo y para tener lo que tienen otros, tienes que esforzarte lo que se esfuerzan ellos.
Tú no eres chusma, eres un conformista.
Miguel comienza a caminar dejando a Alexander sin saber que responder.
Alexander (viendo a miguel alejarse y hablando alto): Está bien pues, yo no tengo nada
por vago, tú tienes razón amigo.
FIN
Título: “Se gana más con una gota de miel,
que con una gota de hielo”
Autora: Clara Pérez

4 personajes
1.- Melisa: Chica que piensa que todo lo merece.
2:- Melanie: Chica considerada y bien educada.
3.- Fernando: Padre de Melisa Y Melanie.
4.- Janeth: Madre de las chicas.

Ambientación:  Cocina de la casa, donde hay una mesa para tomar el desayuno.
Introducción: Janeth prepara el desayuno para la familia cuando entra Melisa, sentándose
en la mesa para esperar la comida.
Melisa (tomando un mandarina del centro de la mesa y comenzando a quitar la cáscara):
Mamá el sábado quiero ponerme mi pantalón negro, lávalo que está sucio y si no lo haces
con tiempo tendré que ponerme otra cosa.
Janeth (sin dejar de hacer la comida): Melisa, la lavadora no tiene mi nombre, tú estás
grande y si necesitas el pantalón, lo buscas, lo lavas, te aseguras de que para el sábado
estará listo y podrás usarlo.
Melisa (molesta): ¿Mamá pero que te cuesta? lávalo, tu eres la madre a ti te toca hacer
esas cosas.
Janeth (sonriendo irónica): Pues si no lo lavas, ve pensando que otra ropa te vas a poner,
porque ya te dije que no.
Entra Melanie sonriente.
Melanie  (acercándose a su madre para darle un beso antes de sentarse): Buenos días,
mami, ¿sabes dónde está mi camisa blanca? La quiero planchar porque la usaré el fin de
semana ¿tienes idea? Sino yo la busco, no hay problema.
Janeth: Sí sé dónde está, en el cuarto de planchado, pero no te preocupes hija, yo la
plancho y la pongo en tu armario.
Melisa (molesta): ¿Cómo que la planchas? ¿A ella le vas a planchar la camisa y a mí no me
puedes lavar el pantalón?
Janeth (sonriendo): Así es Melisa, a ella si le voy a planchar a camisa.
Melisa: Mamá eso es favoritismo, que clase de…
Fernando (interrumpiendo la conversación): Buenos días familia ¿cómo amanecieron?
Melanie: Bien papi. Oye, quería pedirte un favor, el sábado voy a reunirme con unas
amigas, les dije que fuera a la hora en que vas por la compra ¿para ver si me puedes llevar
hasta el centro comercial al que vamos?
Fernando: Claro hija, me queda en el camino, yo te llevo.
Melisa: A mí me tienes que llevar en la noche a casa de mi amiga, vamos a salir y no te
puedes acostar temprano para que me lleves.
Fernando (molesto por el tono de su hija): No me voy a desvelar para llevarte a ningún
lado, llama un taxi de confianza y que te lleve.
Melisa: ¿Tú también tienes favoritismo por Melanie? A ella si le van a planchar la camisa, la
vas a llevar al centro comercial ¿y yo? ¿qué me pudra?
Janeth  (sentándose al lado de sus hijas): Nadie quiere que te pudras, pero debes aprender
la importancia de saber pedir las cosas, tú no puedes jugar con el tiempo de los demás, ni
exigir a otros que hagan lo que quieras. Tu exigiste que yo te lave un pantalón, tu hermana
me pidió su camisa para plancharla ella, sabe pedir mejor que tú las cosas.
Fernando: Así es, y tu hermana ajustó su compromiso a la hora en que sabe que yo tengo
que salir, tú piensas que tengo que dejar de dormir para cumplirte un capricho. El día que
aprendas a no abusar, a pedir por favor y a preguntar si la gente puede hacer las cosas, ese
día conseguirás que todos tengan más disposición de ayudarte.
Melisa (pensándolo un momento): Tienen razón, he sido muy grosera, mami yo lavo mi
pantalón y no te preocupes papi, llamo un taxi y la próxima vez pregunto.
Fernando: Me alegra que lo hayas entendido hija.
Fernando se acerca a su hija besando su cabeza y abrazándola.
FIN
Título: «Relaciones tóxicas»
Autora: Silvina Carrasco

2 Personajes:
1. Roxana: Joven que mantiene una relación tóxica con Pedro.
2. Pedro: Joven que mantiene una relación tóxica con Roxana.
Durante la obra, Pedro y Roxana estarán unidos por cadenas o sogas que simulen ser
cadenas. Estas cadenas o sogas deben ser livianas y lo suficientemente largas como para
permitir que los protagonistas se muevan en escena desarrollando sus actos. Las mismas
son tres: una conecta las manos derechas de Pedro y Roxana, la otra está atada a sus
manos izquierdas y la tercera, une el corazón de los protagonistas. Cuando uno de los
jóvenes quiere manipular o herir, tira de alguna de las sogas, provocando un efecto en el
otro.

ACTO I
Personajes que intervienen en este acto: Roxana y Pedro.
Escenario: Comedor de la casa de Pedro y Roxana. Al fondo del escenario, una puerta que
simula ser interna de la casa. A la izquierda, una puerta y una ventana que simulan dar a la
calle (la ventana cubierta por cortinas). Entre el centro y la derecha del escenario, una mesa
con cuatro sillas a su alrededor.
Pedro está sentado en una de las sillas leyendo el periódico. Roxana se dirige a la puerta de
salida.
–Roxana: Ya me voy. Vuelvo tarde.
–Pedro: ¿A dónde vas? Pensé que íbamos a ver una película juntos.
–Roxana: (Parándose junto a la puerta de salida) A la cena que organizó mi madre.
(Pedro finge  cara de tristeza mientras tira de las cadenas de las manos.)
–Roxana:  (Siendo tirada dos pasos hacia donde se encuentra Pedro)  Pero Pedro, no
pongas esa cara, te dije que iría. Yo sé que mi familia no te cae bien y no voy a obligarte a
ir, pero para mi mamá es importante que yo esté.
–Pedro: (Mientras habla, tira de las cadenas alejándola más de la puerta de salida)  Está
bien, vé si quieres. Solo que después de las cosas horribles que te dijo el otro día pensé que
no querrías volver a hablar con ella.
–Roxana: (Visiblemente triste)  Ya lo sé, pero es mi madre. Sea como sea, me duele estar
distanciada de ella.
–Pedro: Vé entonces.  (Alejándola definitivamente de la puerta de salida)  Sabes que yo
estaré aquí cuando regreses. Yo estaré aquí para cuidarte como estoy cada vez que tu
familia te lastima.
(Habiendo conseguido su objetivo, Pedro sigue leyendo el periódico. Roxana se queda
parada un momento con el rostro compungido, luego se acerca a la ventana, corre la cortina
y simula contemplar el panorama de afuera.)
–Roxana: Quizás es mejor que hoy no salga, parece que el tiempo se está por
descomponer. Me voy a cambiar de ropa y vemos la película (Sale por la puerta interna.)
ACTO II
Personajes que intervienen en este acto: Roxana y Pedro.
Escenario: El mismo escenario del acto anterior
Roxana está desayunando en la mesa. Pedro entra a escena por la puerta interna, vestido
como tenista. Cuando lo ve, Roxana empieza a reírse de forma burlona y con una intensidad
un poco fingida.
–Pedro: (Molesto) ¿Cuál es el chiste?
–Roxana: ¿Por qué estás vestido así?
–Pedro: (Orgulloso)  Me decidí, voy a participar de un torneo de tenis.
–Roxana: (Riéndose sarcástica)  Un poco tarde te decidiste (mientras tira de la cuerda del
corazón, en un intento de herirlo)  Pedro, ya estás grande para eso, tu tren ya se pasó.
–Pedro: (Se pone serio y cruza sus los brazos sobre su pecho en un intento de
protegerse)  Aun soy joven y es a lo que me quiero dedicar.
–Roxana: (Tirando más fuerte de la cadena del corazón)  Ya se que es tu sueño, pero eres
joven para otras cosas, no para dedicarte al tenis. Los buenos tenistas empiezan sus
carreras de niños y a tu edad ya son exitosos. (Se ríe irónica)  ¡Que ocurrencias tienes!
¡Dedicarte al tenis a esta edad!
–Pedro: (Lastimado) Eres mala cuando quieres (Tirando él ahora a Roxana de la cadena del
corazón)  Ahora entiendo por qué tu familia es tan dura contigo.
(Roxana presiona su pecho en señal de haber sido lastimada)
ACTO III
Personajes que intervienen en este acto: Roxana y Pedro.
Escenario: El mismo escenario del acto anterior.
Roxana está sentada en una de las sillas. Tiene un espejo en su mano y se contempla con
mirada triste. Entra Pedro desde la calle.
–Pedro: Hola
(Roxana no responde)
–Pedro: ¿Sigues enojada por la charla de ayer?
–Roxana: No estoy enojada, estoy dolida.
–Pedro: Tú también me lastimaste.
–Roxana: Ya lo sé.
–Pedro: Pero te perdono.  (Abre los brazos) ven aquí, dame un abrazo.
(Roxana no se levanta de su silla)
–Pedro: (Confundido por la actitud de Roxana)  Amor, nuestra relación es así, pero nos
queremos. Ven, dame un abrazo.
(Roxana permanece sentada)
–Pedro:  (Viendo que Roxana no cede, empieza a manipularla. Mientras habla, tira de las
cadenas de las manos atrayendo a Roxana hacia sí)    Hoy no tuve un buen dia, necesito un
abrazo. Yo siempre estoy para ti cuando tienes malos días… y te cuido. Nunca te dejaría
sola.
(Roxana es atraída hacia Pedro. Llega a su lado y lo abraza)
–Roxana:  (Se separa abruptamente de Pedro)  ¡No, ya no quiero esto para mi! (Desata la
cadena de su mano derecha y la deja caer)  Ya no quiero hacer todo lo que tú
quieres (Desata la cadena de su mano izquierda y la deja caer)  Aunque eso signifique que
ya no vas a hacer todo lo que yo quiera.  (Se dirige a la puerta de calle)  Voy a ver a mi
madre.
–Pedro: (Tirando de la cadena del corazón)  Te va a lastimar y quizás yo no esté aquí
cuando regreses.
–Roxana:  (Con un poco de dificultad corta la cadena de su corazón y la deja caer)  Quizás
no regrese.
–Pedro:  (Tira con todas sus fuerzas de las cadenas)  te vas a arrepentiGRACAS r y va a ser
tarde.
(Pero las cadenas ya no tienen poder sobre Roxana que sale por la puerta de calle.)
FIN

Título: «Cómo se sufre en un baño púbico»


Autora: Clara Pérez

Monólogo

Único personaje:
Sandra: Nos cuenta su experiencia en el uso de baños púbicos.
Acto único

Ambientación: Deberá recrear con sus movimientos y hacer imaginar al público cada una
de las cosas que cuenta.
 

Sandra: Hola, soy Sandra y quiero contarles una experiencia que seguro muchos han
vivido, pero que tal vez no le han dado la importancia que realmente tiene, ¡sí! Porque no
entiendo que nos pasa que cada vez que salimos a algún lugar es inevitable que de pronto
nos den ganas de hacer pis – se ríe irónicamente- Que momento tan espeluznante y no por
el mero hecho de hacer nuestra necesidad, sino por saber cómo se sufre en un baño público.
A ver les cuento.
Estas de lo más divertida, sentada en una mesa con tus amigas, tomando un delicioso
capuchino cuando de pronto sientes esa necesidad imperiosa de ir al baño –Cara de
tragedia- ¡No puede ser! Horror, pero no puedes evitarlo, así que te levantas, indicándole a
tus amigas que ya vuelves, vas al baño, y te diriges a ese macabro lugar donde pasarás
minutos de angustia hasta poder regresar a la mesa con tus amigas. Sé que se están
preguntando ¿de qué hablo? Pues no desesperen y díganme si tengo o no la razón.

Te levantas y caminas rumbo al baño, pero cuando ya estas cerca te encuentras con una
larga fila, preguntas si están vendiendo alguna oferta y te responden que no, que es la fila
para entrar al baño. ¿Ven? En ese momento comienza el sufrimiento.

Te colocas al final de la fila, y comienzan a pasar los minutos, apenas se mueve y tu cada
vez más desesperada aprietas las piernas, te mueves de un lado a otro, comienzas a sudar,
sientes que ya no vas a aguantar más, pero tienes que hacerlo.

Al fin estás a una persona de tu turno y de pronto llega una chica con una ancianita y te
dice, ¿Puedes permitir que ella entre? Es rapidito. ¿Cómo le dices que no? Así que aprietas
más tus piernas y con una voz apenas audible le dices: Si, claro, que pase la señora.

Mientras sientes que son horas las que transcurren, cuando al fin sale la señora, corres
desesperada, agarras la puerta y entras, para encontrarte con que el piso esta mojado y
tienes que llegar al Wáter en puntillas, con paciencia lo logras, pero claro, todo está mojado,
además los gérmenes. Tu mamá te enseño que no te sientas en baños púbicos, así que con
mucho cuidado te acomodas y comienzas a hacer malabares para apuntar apenas agachada
al lugar indicado.
Cuando al fin logras hacerlo, tu cartera que tienes colgada en el hombro se desliza y casi
cae al piso mojado, así que como puedes la rescatas antes de caer, pero te moviste y ahora
tienes que volver a hacer malabares para lograr apuntar y justo en ese momento alguien
empuja la puerta, tu velozmente cierras con tu mano gritando, ¡Está ocupado! Y te
concentras nuevamente en lo que hacías.

Cuando al fin has terminado, estiras tu mano para buscar el papel de baño y ¡horror! No
hay, sin perder tiempo comienzas a buscar en tu cartera, aun haciendo malabares para no
mojar tu ropa, en una posición realmente incomoda, hasta que das con un minúsculo
pedacito de servilleta, lo tomas, lo doblas en varias partes, pensando que así cumplirá mejor
su función y te secas. Bueno realmente no te secas, pero eso te hace sentir mejor
moralmente. Vuelves a acomodar tu ropa, caminas en puntillas hasta la puerta para mojarte
lo menos posible y triunfante sales de ahí, caminando airosa al lado de la larga fila que
espera paciente o impaciente por que le toque su turno de enterarse como se sufre en un
baño público.

FIN
Título: «La obesidad no se resuelve solo
con voluntad»
Autora: Silvina Carrasco

4 Personajes:
1. Alana: Adolescente de unos 15 años. Sufre de obesidad. Con ¨voluntad¨ no ha
podido cambiar. Recién cuando evalúa su problema desde otro punto de vista
puede empezar a hacerlo.
2. Marta: Mamá de Alana. Presiona a su hija a adelgazar, creyendo que es solo
cuestión de voluntad.
3. Nutricionista
4. Patricia: Psicóloga que se encarga de la parte psicológica del tratamiento de
Alana.
ACTO I

Personajes que intervienen en este acto: Alana, Marta y


Nutricionista.
–Nutricionista: Marta, como verá, el ambiente en el que Alana se desarrolla, no está
preparado para que ella cambie sus hábitos. Aunque ella tuviera toda la voluntad de
cambiar, en ese ámbito sería muy difícil.
–Marta: ¿Quiere decir que es culpa mía que mi hija sea así?
–Nutricionista: No es culpa de ninguna de las dos ni tampoco depende de la voluntad de
ninguna de las dos. La obesidad es una epidemia que afecta cada vez a más niños y
adolescentes en el mundo. Depende de muchos factores: el ambiente en el que se desarrolla
el individuo, herencias genéticas, hábitos adquiridos en la primera infancia y cuestiones
psicológicas. Por eso vamos a abordar el problema de una manera integral: médica,
nutricional y psicológica, y a dejar de sentirnos culpables… (Con una dulce sonrisa a
Alana)  ¿Te parece bien?
–Alana:  (Empezando a sentirse comprendida)  Me parece bien, estoy lista.
ACTO II
Personajes que intervienen en este acto: Alana y Patricia.
Escenario: Un acogedor consultorio de psicología. Dos sofás enfrentados, la iluminación
justa y una decoración amena.
Alana y Patricia hablan, sentada cada una en uno de los sofás.
–Patricia: ¿Cómo te fue ayer?
–Alana: Rompí la dieta otra vez. Compré comida a escondidas y me la comí… No me estoy
sintiendo bien.
–Patricia: ¿Tiene que ver con que se acerque la fecha del reencuentro con tu padre?
(Alana permanece en silencio)
–Patricia: Es interesante lo que me contabas antes: empezaste a comer de más en tu
infancia, cuando tu padre se fue y se quedaron solas con tu madre. ¿Recuerdas cómo te
sentiste en ese momento?
–Alana: (Silencio)  Miedo… No sabía si íbamos a poder solas con mi mamá y estaba muy
asustada.
–Patricia: ¿Y ahora, cómo te sientes?
–Alana: Estoy asustada… Me da miedo que mi padre regrese a mi vida y después se vaya
otra vez.
–Patricia: ¿Ayer te sentiste así?
–Alana: Sí. Estuve pensando en eso.
–Patricia: ¿Y puedes relacionar el miedo con tu manera de comer? Según lo que dices,
cada vez que te sientes asustada, recurres a la comida.
–Alana: (Se queda un momento en silencio)  Cuando tengo miedo o culpa me siento tan mal
que solo quiero dejar de pensar… Entonces como… chocolates, o comida en cantidad y me
siento mejor…Es como si puedo dejar de pensar. (Pequeña pausa)  Pero no quiero seguir
haciéndolo.

Alana y Marta esperan sentadas en el escritorio. Llega la nutricionista y se sienta frente a


ellas.
–Nutricionista: Muy bien, ¿en qué puedo ayudarlas?
–Marta: Vinimos porque ya no sé cómo ayudar a mi hija. Como verá tiene mucho
sobrepeso y cada mes es peor. Tengo miedo por su salud, pero ya no sé qué hacer, porque
ella no tiene voluntad de bajar de peso.
–Nutricionista: Muy bien. Vamos a pesarte Alana y a hacer estudios, pero antes vamos a
conversar un poco de la obesidad. ¿Quieres contarme un poco como es un día normal en tu
vida? ¿Qué comes? ¿Haces ejercicio?
(Alana agacha la cabeza y no responde)
–Marta: ¡¿Se da cuenta?! ¡No habla! Así uno no puede ayudarla. ¡No tiene voluntad! Yo ya
no se qué hacer.
–Nutricionista: Bueno, a medida que empecemos a trabajar, va a ser más fácil para ella
poder contar cómo se siente. Para empezar, es importante que las dos sepan que controlar
o superar la obesidad no se consigue solo teniendo voluntad. ¿En su casa hay habitualmente
bebidas azucaradas, galletas o snacks?
–Marta: Sí.
–Nutricionista: Y en el kiosco de la escuela, ¿qué opciones hay para comprar?
–Marta: Golosinas mayormente.
–Nutricionista: ¿Y en su casa tienen el hábito de realizar actividad física?
–Marta: No, yo trabajo todo el día. Alana mira televisión todo el tiempo.
–Patricia: Y estás dando grandes pasos. Te has dado cuenta de que comes de más para no
sentir ciertos sentimientos. Ahora, vamos a trabajar en ver de qué modo puedes resolver
esto de forma más saludable. Pero, por hoy ya es un gran avance. ¿Nos vemos el miércoles?
ACTO III
Personajes que intervienen en este acto: Alana y Marta.
Escenario: La cocina de la casa de Alana y Marta.
Alana está terminando de cenar cuando su madre llega del trabajo. En la mesa: ensaladas,
agua y una tarta de vegetales.
– Marta: Hola hija  (mira la mesa)  ¿Tú cocinaste?
–Alana: Si, con el recetario que me dio la nutricionista.
–Marta: Estoy orgullosa de ti. Estas muy cambiada.
–Alana: Me siento más aliviada.
–Marta: ¿Ya cenaste?
–Alana: Si, me estaba por ir a acostar, mañana quiero levantarme temprano.
(Alana se levanta y se dirige a una puerta)
–Marta: ¿Por qué tienes que levantarte temprano mañana?
–Alana:  (Tímidamente) Me inscribí en el gimnasio del barrio. (Se va.)
FIN
Título:  «Cuando se quiere se puede»
Autora: Clara Pérez

6 personajes:
1. Gilda: Hermana mayor, medianamente bonita y de buen cuerpo.
2.  Gisela: hermana menor, chica que siempre está pendiente de la moda.
3.  Giovanna: hermana entre Gilda y Gisela, gordita y quien es víctima de las burlas de sus
hermanas.
4.  Papá: El padre de las chicas, ocupado en su trabajo que no se da cuenta de nada.
5.  Mamá: Madre de las chicas quien permite las burlas hacia Giovanna.
6.  Luis: Vecino nuevo que cautiva a las tres chicas.
ACTO I
Ambientación: Habitación de las chicas.
Introducción: Las 3 hermanas se encuentran en la habitación, cada una ocupándose de sus intereses y
hablando entre ellas.
Giovanna (admirada por el vestido que Gisela tiene en sus manos): Que hermoso ese
vestido, es espectacular, debe verse muy bonito.
Gisela (siendo irónica con su hermana): A mí se me ve muy bonito, a ti debe quedarte
horrible, con ese cuerpo, nada te queda bien.
Gilda (burlándose): Debe parecer una piñata con un vestido como ese. Giovanna, tú tienes
que vestirte con las cortinas de la casa, no hay ropa con tela suficiente para cubrirte.
Giovanna (molesta y apenada a la vez): No tienen que ser tan crueles, solo dije que el
vestido es bonito, y no tengo que vestirme con las cortinas Gilda, no seas exagerada.
Gisela (sin parar de reír): Claro que no hermanita, Gilda es muy exagerada, para eso existe
la sección de ropa para embarazadas, ahí consigues algo que te quede.
Giovanna (tratando de no dar importancia a sus hermanas): Que infantiles son.
Gisela (cambiando el tema y con tono de complicidad): Oigan ¿ya vieron al chico nuevo?
Gilda: ¿El que se mudó a la casa del lado? Es divino, tan guapo, parece un príncipe
Giovanna: Yo lo vi ayer, me saludo cuando venía llegando a casa. Si, es muy guapo.
Gisela: Ay gordita, pero no sueñes, un chico como ese no se fija en obesas como tú, yo
estoy decidida a hacer que me mire.
Gilda: Pues hermana, será una batalla, porque a mí me parece hermoso.
Gisela (volviendo a burlarse): Pero entre tú y yo, por que la gorda, ya perdió.
Giovanna (con tono retador): ¿Dices que perdí? Vamos a ver hermanitas, esto no se acaba
hasta que termina.
Mamá (entrando a la habitación): ¿De qué hablan?
Gilda (riendo): Tu hija la gorda que dice que hará que el chico nuevo se fije en ella ¡como
es tan bella!
Mamá: Giovanna hija, si no dejas de comerte todo lo que encuentras, ni ese chico ni ningún
otro.
La madre sale de la habitación dejando a sus hijas en su conversación.
ACTO II
Ambientación: Salón de la casa de las hermanas.
Introducción: Sentados en el salón, la familia a excepción de Gilda conversa
animadamente, mientras disfrutan de unos bocadillos que Giovanna no quiere probar.
Gisela: ¿Giovanna, no vas a comer?
Giovanna: No, estoy a dieta. A esta hora ya no puedo comer carbohidratos.
Gisela (riéndose): La gorda quiere ser bonita, ¡por fin!
Mamá (también riendo): Ya era hora hija, y si, has rebajado mucho, claro con esa ropa no
se nota, pero si estas más delgada, y ahora no desaparece la comida del refrigerador como
antes.
Papá (reprochando): ¿Cuál es el problema con que Giovanna coma o no? ¿No te parece que
no deberías aceptar esas burlas entre ellas? Aquí cada una es como es y eso se respeta.
En ese momento entra Gilda acompañada de Luis
Gilda (con cara de triunfo ante las hermanas): Buenas tardes familia, les presento a Luis, el
vecino.
Papá: Mucho gusto jovencito, pase adelante.
Gisela (tratando de verse coqueta): Hola Luis bienvenido.
Luis: Buenas tardes, gracias, disculpen la interrupción pero Gilda insistió en que pasara a
conocerlos ¿cómo esta señora? Hola Giovanna, ¿ese es tu nombre?
Giovanna (sorprendida, mira a Luis y responde): Si es mi nombre, estoy bien ¿y tú?
Todos se quedan animados conversando, y conociendo al nuevo vecino.
ACTO III
Ambientación: Salón de la casa de las hermanas.
Introducción: La familia espera a Giovanna quien anunció que tenía un novio y lo traería a
casa para presentarlo como tal.
Gisela (en tono de burla): ¿Quién será el novio de la gorda? De pronto tuvo que agarrar lo
primero que encontró, la pobre no tiene nada que llame la atención.
Papá: ¿Tú crees que no? Giovanna logró adelgazar en 3 meses muchos kilos, y la verdad
hija, sin ofenderte, se ve mucho mejor que ustedes dos.
Mamá: No les hables así a las chicas, todas son lindas.
Papá: Ahora todas son lindas, mientras Giovanna estaba gordita, no dejabas de molestarla
por eso.
Gilda: Bueno si mejoró, pero no es para tanto, se esforzó un poquito ¿y vamos a hacerle
una estatua por eso?
Papá: Cualquier esfuerzo por conseguir lo que uno quiere vale la pena un aplauso Gilda.
Giovanna entra al salón, sola, y todos se quedan sorprendidos.
Gilda (riendo): ¿Qué paso? ¿El novio se arrepintió de dar la cara?
Gisela (burlándose): Es probable, ay hermanita ya llegará otra víctima.
Giovanna (sonriendo): ¿Quién dijo eso?, claro que vino a presentarse.
Giovanna se acerca a a puerta haciendo señas con sus manos al chico que espera para entrar a la casa.

Giovanna (sin perder su sonrisa): Familia ¿recuerdan a Luis? él es mi novio, creo que no


tuve que conformarme con lo primero que encontré.
Gilda y Gisela se quedan boquiabiertas, sin decir palabra, solo mirando a Luis.
Luis (sonriendo): Buenas tardes, Señor, señora. Espero que no tengan inconvenientes en
que yo visite a Giovanna, es una chica hermosa y muy inteligente. Quisiéramos conocernos
mejor, si ustedes lo permiten.
Papá (sonriendo satisfecho por la lección que sus dos hijas estaban recibiendo): Claro que
si Luis bienvenido, siempre que te portes bien y respetes a mi hija, eres bienvenido.
Giovanna (abrazando a su papá): Gracias papi, todo esto me ha demostrado que cuando se
quiere, se puede.
Giovanna se levanta sin soltar la mano de su padre y tomando la mano de Luis, mientras
sus hermanas hacen muecas de molestia con su cara y la madre siguen sin poder decir una
palabra.
Título: “Mis números no me pesan”
Autora: Silvina Carrasco

2 Personajes:
1. Alfredo: Es un hombre de negocios de unos 50 años. Tiene el aspecto de una
persona que se ha descuidado: un poco de sobrepeso, rostro fatigado y gesto
duro y grave.
2. Rolando: Hombre de 53 años. Tiene buen aspecto, aire distendido y relajado.
Se percibe en sus gestos un buen humor y alegría genuinos.
ACTO ÚNICO
Personajes que intervienen en este acto: Alfredo y Rolando.
Escenario: Exterior de una hostería: ambientación de paisaje natural; árboles, flores
silvestres y sonidos de pájaros.
Dentro de ese paisaje: un banco al estilo de los bancos de plaza y algunos troncos de
árboles, dispuestos como asientos.

Alfredo está sentado en el banco. Molesto, hace ademanes de alejar mosquitos que vuelan
delante de su rostro.
(Se acerca Rolando, sonriente).
–Rolando: ¡Buenas tardes! ¿Le molesta si me siento?
(Alfredo no le contesta. Se limita a hacerle un gesto señalándole el banco.)
– Rolando:  (Se sienta a su lado) ¡Que tarde maravillosa! ¿Le gustó la hostería?
– Alfredo:  (Serio) No es mi estilo. Mi doctor me recomendó el lugar para desestresarme,
pero por lo visto no conoce mis gustos. (Sigue ahuyentando mosquitos con la
mano) Mosquitos, tierra por todos lados y falta de servicios no es mi idea de un fin de
semana de relax.
– Rolando: (Se ríe con carcajadas auténticas)  Disculpe, pensamos este lugar como un oasis
de naturaleza a pocos kilómetros del caos, pero nunca lo había visto desde su punto de
vista.
– Alfredo: (Muy avergonzado) ¡Discúlpeme! No sabía que era el dueño, pensé que se
estaba hospedando aquí.
– Rolando: No se preocupe, no me molesta… ¿Problemas de salud?
– Alfredo: Estrés, presión alta. Los problemas de cualquier hombre con mis
responsabilidades. Nada tan grave, pero el doctor me recomendó descansar.
(Rolando se queda pensando)
– Rolando: ¿Presión alta me dijo?
– Alfredo: Sí. 15 de alta.
– Rolando: … ¿Y sus otros números?
– Alfredo: ¿Cómo dice?
– Rolando: Si, sus otros números, ¿cuáles son sus otros números?
– Alfredo: (Se impacienta por no entender la pregunta)  Disculpe, no entiendo su pregunta.
– Rolando: (Sonríe) Le pregunto cuáles son esos números que lo preocupan y lo estresan.
– Alfredo: (Lo mira un poco molesto) No sé. No se me ocurre ninguno.
– Rolando: Cualquiera que se le ocurra. Esos que le vienen a la cabeza y lo desvelan
cuando está listo para dormir.
(Alfredo duda. No está muy seguro de querer seguir la charla.)
– Alfredo: (Luego de una pausa) Miles…  los dólares que puede perder mi empresa este año
por malas decisiones… ¿Quiere otros? Miles y miles los dólares que tendré que pagar en
indemnizaciones si tengo que despedir empleados.
(Se queda callado)
– Rolando: ¿Otro número que lo inquiete?
– Alfredo: 26… – Tengo hasta el 26 de julio para hacer cambiar de idea a mi esposa y
convencerla de no divorciarse.
(Rolando mira un paquete de cigarrillos que Alfredo tiene junto a su pierna)
– Alfredo:  (Advirtiendo la mirada de Rolando)  Si, fumo unos 15 por día. Es el número que
tengo que reducir si no quiero que mi corazón se pare en cualquier momento.
– Rolando: ¿Sabe?, usted me recuerda tanto a alguien.
(Rolando saca una foto de su billetera y se la muestra a Alfredo. Éste la mira sin muchas
ganas, sin darle mucha importancia)
– Alfredo: (Con una sonrisa un poco impostada)  ¿Su padre?
– Rolando: (Se ríe enérgicamente).  ¡No! Soy yo, unos seis años atrás. -Llevaba una vida
muy parecida a la suya. Vivía agobiado por los números. Fumaba, bebía y comía de más.
Hasta que un día me desperté en la cama de un hospital, con tubos enchufados por todas
partes. Entonces tomé conciencia. Vendimos todo y nos vinimos con mi esposa a la
naturaleza, a vivir una vida tranquila y feliz.
(Alfredo lo escucha, ahora sí prestándole atención)
– Rolando: ¿Sabe? Ahora no tengo ni idea de las medidas ni los números. Creo que siete,
nueve y diez son las edades de mis nietos, pero no estoy seguro de si son los números
exactos y tampoco me importa, porque cada año cambian. Solo se que los voy a querer
durante toda mi vida y que todavía están en la etapa en la que les parezco
divertido, (sonríe) con eso me basta.
(Pequeña pausa)
– Rolando: Tampoco se cuantos días le quedan a la semana porque ya no tengo nada
¨urgente¨ (dibuja las comillas en el aire con los dedos) que resolver. Ahora me encargo de
vivir plenamente cada momento. Sólo sé que es domingo cuando veo aparecer a mis hijos y
nietos que vienen de visita. Esa es la señal de que va a ser un día importante… importante
de verdad.
(Alfredo se torna reflexivo. Parece empezar a entender…)
– Rolando: Hay un número que sí sé: el 3, es el cumpleaños de mi esposa. Pero tampoco a
ese tengo que memorizarlo. (Señala hacia adelante)  ¿Vé aquellos tres manzanos que están
allí?, ellos me lo recuerdan. Después de media vida de casados, empezamos a charlar y a
prestarnos atención… En una de esas charlas, me contó que le gustaban los manzanos y
plantamos juntos esos tres.
(Pausa)
– Rolando: ¿Sabe?, la diferencia entre mi vida antes y ahora es que los números ya no me
pesan.
(Los dos se quedan pensativos mirando el horizonte.)
– Rolando: No, mis números no me pesan.
FIN
Título: «En los zapatos del otro»
Autora: Silvina Carrasco

4 Personajes:
1. Mateo: Adolescente de 17 años. Apasionado por el fútbol. Tiene una gran
necesidad de recibir atención de su padre, pero no lo consigue.
2. Horacio: Padre de Mateo. Trabaja todo el tiempo y siente que Mateo no valora
su esfuerzo.
3. Viviana: Madre de Mateo y esposa de Horacio. Trata de intervenir para
suavizar la relación entre Mateo y Horacio.
4. Nené: Abuela de Mateo, mamá de Horacio. Es determinante en la resolución del
conflicto.
ACTO I
Personajes que intervienen en este acto: Mateo, Horacio y Viviana.
Escenario: Cocina de una casa con la mesa dispuesta para desayunar. Es importante que
haya comida o algo que simule comida en la mesa.
(Mateo desayuna con su mamá Viviana.)

Mateo está por jugar la final del campeonato interzonal con el equipo de su ciudad. Es muy
importante para él que su padre este ese día pero nunca tiene la posibilidad de hablar con
él.

–Mateo:  (muy entusiasmado) El domingo arranco de titular. Estamos listos. ¡Este año el
campeonato es nuestro! (se frota las manos enérgicamente).

(Entra Horacio a la cocina. Se sienta. Le suena el celular. Lo mira, lee, se para y se vuelve a
ir).

(El entusiasmo de Mateo se desvanece. Su cara se pone seria)

– Viviana:  (lo mira con ternura)  ¿Ya le preguntaste?

– Mateo: ¿Para qué, si no va a ir?

–Viviana: ¿cómo no va a ir, si sabe lo importante que es este campeonato para vos?

–Mateo: No, no sabe. No sabe nada de mí.

(trata de disimular su tristeza tras un rostro de dureza). Pero no importa, me alcanza con
que estés vos, la abuela y los chicos.

(Horacio vuelve a entrar en escena. Se sienta y empieza a desayunar)


–Horacio: ¡Qué linda quedó la casa de Estela!, no la habìa visto.

–Mateo:  (irónico)  Si en algún momento levantaras la vista del celular o tu computadora,


¡verías tantas cosas!.

–Horacio: Si tengo que mirar tanto el celular o la computadora es porque tengo que
trabajar para comprar eso que estás comiendo.

–Mateo: Solo digo que es increíble las cosas de las que se entera uno cuando deja de
mirarse el ombligo.  (Irónico) El hombre llegó a la Luna, ¿te enteraste?

–Viviana: (con tono conciliador) Bueno, bueno, ¿desayunamos en paz?.

(a Horacio) Amor, ¿el domingo…?

(Horacio se acuerda de algo súbitamente. Se lleva la mano a la frente preocupado)

–Horacio: (hablando para sí mismo) ¡Huy!, me olvide de mandarle el mail a este


muchacho…

(Agarra su computadora y empieza a escribir)

–Mateo: (muy enojado y tratando de esconder su malestar, se para y se va hablando con


ironía. Su voz se va haciendo cada vez más baja hasta que desaparece de escena y no se
escucha más) El hombre llegó a la Luna, derribaron las torres gemelas, Uruguay le ganó a
Brasil en el Maracaná, Trump fue elegido presidente…

(Después de un momento, Horacio termina de escribir)

–Horacio:  (a Viviana) ¡¿Qué le pasa a este chico?! ¿Cómo espera que pague las
comodidades con las que vive?

– Viviana: (le toma la mano con ternura) Es que quizás no necesita tantas comodidades…

(la cara de Horacio se pone triste, pero inmediatamente pone el mismo rostro orgulloso de
dureza que pone Mateo cuando quiere ocultar sus sentimientos).

–Horacio: Me voy amor, se me hace tarde

(le da un beso y sale de escena)

ACTO II
Personajes que intervienen en este acto: Mateo y Nené
Escenario: Sala de estar de una señora anciana. Tejidos de crochet sobre las mesas y
adornos antiguos.
(Mateo y Nené sentados en un sofá)

–Nené: Que bueno que viniste a verme, ya te estaba extrañando.

–Mateo: Pasé un ratito nomás. Vine a invitarte para el domingo….

–Nené: ¡A la gran final del campeonato!

–Mateo: ¡Ha!, ¿Ya te avisó mamá?. No me dijo nada.

–Nené: No. Me avisó tu padre. Hace un mes que no habla de otra cosa que del
campeonato. Anda como un loco tratando de terminar no sé qué proyecto el sábado, para
poder ir tranquilo el domingo a verte.

(Mateo asombrado mira para abajo como tratando de entender)

Nené sabe muy bien lo que está pensando su nieto.

–Nené: Tu padre está muy orgulloso de vos. ¿De dónde pensás que sacaste esa pasión por
el fútbol?

Desde que eras un bebito miraba los partidos con vos.

–Mateo:  (conteniendo la emoción) Pero…entonces… ¿Por qué hay días en los que ni siquiera
me habla?

–Nené: Porque quiere que tengas la vida que él no tuvo y piensa que trabajando todo el día
puede darte lo que necesitas. ¡Son tan parecidos ustedes dos!

(Mateo se queda pensativo…)

ACTO III
Personajes que intervienen en este acto: Mateo y Horacio
Escenario: la misma cocina del Acto I, esta vez, sin nada sobre la mesa.
(Mateo y Horacio están sentados a la mesa)

–Mateo: Quería pedirte disculpas por mi comportamiento. Me di cuenta de que no valoro las
cosas buenas que hacés por mí.

–Horacio: Perdoname hijo, pensé que con plata podía darte el amor que no sé demostrar
de otra manera.

–Mateo: Te quiero papá.

–Horacio: Yo también te quiero hijo.


Título: «Belleza Vs inteligencia»
Autora: Clara Pérez

3 personajes:
1. Mauro: Novio de Celeste la chica más linda del lugar.
2. Celeste: Chica hermosa con la cabeza hueca.
3. Janeth: Chica menos agraciada pero muy inteligente.
4. Director: persona encargada de seleccionar la protagonista.
ACTO I
Ambientación: Vestidor de un auditorio donde se encuentran vestidos, zapatos, telas y un
gran espejo.

Introducción: Una audición para una obra de teatro, donde las seleccionadas deberán
colocarse el vestuario para determinar quién se queda con el papel principal, Celeste y
Janeth son las escogidas hasta el momento y entre ellas quedara la protagonista de la obra,
Mauro y Celeste se encuentran en el vestidor mientras ella se mira al espejo haciendo poses
y arreglándose el cabello.

Celeste (coqueteando frente al espejo): Ya paso lo peor, como me costó aprenderme esas


líneas, pero lo hice muy bien y aquí estoy seleccionada, el papel es mío, la próxima prueba
es de vestuario y obvio que me veré mucho mejor que Janeth ¡es tan fea!

Mauro (mirándola y sonriendo de manera irónica): Celeste el parlamento no era difícil, era


la parte más sencilla de la obra ¿de verdad crees que vas a poder aprender toda la obra sin
equivocarte?

Celeste (visiblemente molesta voltea hacia donde se encuentra Mauro): ¿Qué estas


insinuando Mauro? Que no soy lo suficientemente inteligente como para aprender unas
líneas y hacer el papel.

Mauro (Sin quitar la sonrisa irónica): Seamos sinceros Celeste tu eres muy bonita, pero la
inteligencia no es tu fuerte, si llegaste hasta aquí es por lo linda que eres, pero la actuación
de Janeth fue mucho mejor que la tuya, así que la competencia es reñida, tú tienes la
belleza y ella la inteligencia.

Celeste (molesta): Eres el colmo Mauro, tan corriente como puedes decir que esa fea es
más inteligente que yo que soy única.

Mauro (riendo ahora de buena gana): Que eres única es indiscutible, nadie en la vida se
puede parecer a ti, pero lo de inteligente no Celeste, si te cuesta hacer una suma sin usar la
calculadora o los dedos.

Celeste (más molesta aun) Mira Mauro, sabes…


En ese momento entra Janeth e interrumpe la conversación sin querer, celeste deja de
hablar y comienza a mirar el vestuario.

Janeth (algo tímida): Hola ¿interrumpo?

Celeste (hablando de mala manera): Siempre niña ¿Pero como se evita que existas?

Mauro (tratando de justificar a Celeste): No le hagas caso Janeth, no interrumpes, tú


también tienes que seleccionar tu vestuario, pasa y ocúpate de tu trabajo.

Celeste (mirando a Janeth con desprecio): Hazlo rápido fea, que no quiero estar aquí
contigo, saldré y regreso cuando te vayas, aunque necesitas un milagro para poder quedar
tan bonita como para ganarme y eso no pasará nunca ¿lo sabes, verdad? Mauro vamos
dejemos que la fea rece por un milagro.

Celeste y Mauro salen del vestuario y Janeth se para frente al espejo mirándose y hablando
en voz alta.

Janeth (mirándose inconforme): Celeste tiene razón ¿Cómo voy a lograr verme tan bien
como ella? No creo que gane ese papel ¿Qué pasa? No puedo darme por vencida sin
intentarlo, haré mi mejor esfuerzo buscaré consejos en internet y trataré de hacer mi mejor
trabajo.

ACTO II
Ambientación: Auditorio todo listo para escoger a la protagonista.

Introducción: El director entra al auditorio, Mauro, espera sentado en una de las sillas,
intrigado por ver cuál será el resultado.

Director (Parado en medio del auditorio y hablando en voz alta): Chicas espero que ya
estén lista, quiero ver primero a Celeste, no tienen que repetir las líneas, solo se paran acá
en el centro, dan la vuelta para ver su vestuario y listo, espero que hayan conseguido un
magnifico look para representar a esta chica de sociedad, a ver Celeste tu primero.

El Director se sienta al lado de Mauro y celeste aparece vestida para representar la chica de
sociedad que exige el papel, se para en medio del auditorio y da un par de vueltas.

Director (animado): ¡Estas hermosa! Si te pudieras aprender los parlamentos como es y


con más prisa serias la ideal, veamos que logro hacer Janeth, ya puedes salir niña.

Celeste sonriente se sienta junto a Mauro

Celeste (Diciendo muy cerca de Mauro para que el Director no pueda oír): Veamos con que
sale la fea.
En ese momento aparece Janeth, perfectamente vestida y maquillada, el cabello arreglado y
pareciendo otra.

Director (con la boca abierta y tardando en reaccionar): ¡Janeth! ¿Eres tú?

Janeth (parada en medio del auditorio): ¿Quién si no?

Director (acercándose a ella y tomando su mano para hacerla dar algunas vueltas): Estas
fenomenal, ¡qué cambio! actúas mejor que Celeste y te ves muy bien, el papel es tuyo.

Celeste (haciendo un berrinche): ¿Cómo? No le pueden dar el papel a ella, es la fea.

Director (desaprobando el espectáculo de Celeste): Si puedo dárselo, Janeth nos acaba de


demostrar que una mujer inteligente puede encontrar la belleza, pero una mujer que solo es
bella no puede encontrar la inteligencia tan fácil, mi decisión está tomada, el papel es de
Janeth.

Celeste sale molesta del auditorio y Janeth se abraza al Director dándole las gracias.

FIN
Título: «Amor on line»
Autora: Clara Pérez

2 personajes:
1. Karina: Chica que se enamora a través de una página en internet de manera
prudente.
2. Sofía: Chica imprudente.
ACTO I
Ambientación: Habitación de Karina, sentada frente a su computador.
Introducción: Dos chicas hablan en la habitación de una de ellas sobre su experiencia en
una página de internet donde se inscribieron para conocer chicos, una de ellas es muy
centrada y la otra muy relajada.
Sofía (Entrando a la habitación de Karina): ¡Hola! Ayer te mandé un mensaje para que
fueras a mi casa y no me respondiste.
Karina (concentrada en el monitor de su computador): Hola, disculpa, cuando me escribiste
estaba chateando con Francisco.
Sofía (con una sonrisa pícara en los labios): ¿Y quién es Francisco, no me digas que ya
conociste a alguien en la página?
Karina (Devolviendo la sonrisa y levantando la mirada hacia su amiga): Así es y es un chico
maravilloso, respetuoso, con muy buena conversación, muy agradable, ¡Me encanta!
Sofía (acercándose a su amiga entusiasmada): ¿Y ya lo viste, como es, le mandaste fotos,
te  envió alguna?
Karina (riendo de buena gana): Cálmate Sofía, estas sobresaltada, hablas como un loro,
nada de fotos, solo estamos conociéndonos, no puedo mandar información a alguien que no
sé quién es.
Sofía (mirando a su amiga con cara de desaprobación): ¿Pero no dices que te encanta?
¿Entonces? Yo conocí a un chico lindo, parece un galán de telenovelas, ya nos
intercambiamos fotos, números de teléfono y pronto nos vamos a conocer.
Karina (asombrada): ¡Sofía estás loca! ¿Cómo le das tanta información a alguien que no
sabes si realmente es quien dice ser? No debiste hacer eso amiga.
Sofía (molesta): Ay tu siempre con esa moral tan estricta. Relájate amiga, son chicos y lo
único que va a pasar es una historia de amor muy emocionante
Sofía sale de la habitación de su amiga sin despedirse, y Karina se queda pensativa pero
luego vuelve a distraerse en su computador.
ACTO II
Ambientación: Patio de la casa de Sofía
Karina llega alarmada respondiendo al llamado de su amiga, Sofía se encuentra sentada en
el piso, llorando disimuladamente.

Karina (Asustada por el llanto de su amiga): ¡Sofía! ¿Qué pasa amiga? ¿Por qué lloras?
Sofía (poniéndose la mano en la boca para indicar a Karina que baje la voz y hablando en
un tono apenas audible): Ay amiga, es horrible, no sabes lo que ha pasado. El chico que
conocí por internet me dijo que quería verme, estuvo preguntándome sobre mi casa, la
ventana de mi cuarto, la entrada al jardín, mi dirección, y yo pensé que realmente quería
conocerme. Le conté todo lo que preguntó y ayer debía venir en la tarde, nunca llegó, pero
anoche entraron por el jardín y forzaron una ventana, se llevaron cosas de valor de mis
padres y yo sospecho que él tiene que ver con eso. ¿Ahora como se lo cuento a mi mamá y
mi papá?
Karina  (boquiabierta): Odio decir esto, pero te lo dije Sofía, y ahora voy a odiar lo que te
voy a decir, pero no puedes callártelo, tienes que decírselo a tus padres, cuéntale todo.
Sofía (negando con la cabeza): Me van a castigar, no puedo decírselo, nunca más voy a
encender esa computadora, es horrible lo que puede pasar ahí.
Karina (acercándose a su amiga y tomando su mano): No es horrible amiga, si se toma con
precaución y responsabilidad. Yo sigo chateando con el chico que conocí y todo va bien, no
hablamos de cosas personales, cuido mis datos y pasamos el tiempo muy bien, pueden
pasar cosas buenas y malas, todo depende de cómo manejes tú la información. Ya pasó,
espero que hayas aprendido la lección y ahora levántate del piso que debemos ir a contarle
a tus papás, asume la responsabilidad de lo que hiciste.
Sofía (Levantándose del piso): Tienes razón amiga, merezco el castigo por imprudente, si
aprendí la lección, no debo dar mi información personal a nadie por internet, ni enviar fotos
a desconocidos, vamos a hablar con mis padres.
Karina toma del brazo a Sofía en señal de apoyo y juntas salen de escena caminando a
contar todo a los padres de Sofía.
FIN
Título: «Cánones de belleza, un objetivo
imposible»
Autora: Silvina Carrasco

3 Personajes:
1. Melina: Adolescente de unos 16 años. Tiene la apariencia de la mayoría de las
chicas de su edad, pero la exigencia extrema de la televisión respecto a la
apariencia femenina, la hace sentir que no es lo suficientemente bella.
2. Laura: Hermana mayor de Melina, joven de unos 18 años. La observa intrigada
sin entender qué es lo que la preocupa tanto.
3. Voz en off: Voz de publicidades que simulan venir del televisor.
ACTO I
Personajes que intervienen en este acto: Melina, Laura y Voz en off.
Escenario: En la parte izquierda: un televisor, un sofá, una pequeña mesa y objetos para
ejercitar (una colchoneta/alfombra, mancuernas/pequeñas pesas, etc.). En la parte derecha:
una mesa con sillas.
Melina mira televisión concentradísima mientras hace ejercicios y habla con ella misma.
Laura estudia en la mesa.
–Melina:  (Mientras hace ejercicios localizados en las piernas)  ¡¿48 kilos?! Es
imposible. (Hace cálculos con los dedos)  Si pierdo 300 gramos por día, en una semana son…
siete por tres veintiuno, más o menos dos kilos… (Preocupada)  Igual no llego.
–Laura: Mel, ¿me hablas a mí?
–Melina: (Parece no escucharla, sigue hablando sola)  Quizás si tomo dos vasos de refresco
dietético para llenar el estómago, puedo comer menos comida y bajar más gramos por
semana…
(Melina sigue ejercitándose y Laura se queda observándola)
–Voz en Off: ¨ ¿Quieres conquistarlo?, tu sonrisa es tu mejor arma de seducción. Smile te
garantiza dientes más blancos desde el primer uso…¨.
–Melina: Refresco no, el refresco mancha los dientes.
–Voz en off: ¨Silhouette es un tratamiento europeo de vanguardia que utiliza tecnología de
electrodos para reducir la grasa corporal y garantiza una reducción de 3 a 4 centímetros en
abdomen en un mes…¨
–Melina: ¡Eso es!, tengo que concentrarme en los centímetros no en los kilos (Mira para
todas partes)  Algo para medir mi cintura, algo para medir mi cintura (Mientras busca algo
para medirse, sale de escena hablando)  Tres centímetros por mes serían… uno y medio en
dos semanas… entonces en una semana…
ACTO II
Personajes que intervienen en este acto: Melina y Laura.
Escenario: La misma escenografía del acto anterior.
Melina está en el sofá con un cuenco/bowl en la mesita.
–Melina: (Toma el bowl entre sus manos)  Manzanilla para aclarar, palta (cacahuate) para
hidratar, clara de huevo para el crecimiento y mezclar (Mezcla con una cuchara.)
(Entra a escena Laura)
–Laura: ¡Puaj! ¿Qué vas a hacer con eso?
–Melina: Es un tratamiento para el cabello.
–Laura: ¿Qué tiene de malo tu cabello?
–Melina: Nada, pero no se ve como el de las chicas de la tele.
–Laura: Ningún cabello en la vida real se ve como el de las chicas de la tele.
–Melina: (Mira el recipiente con desagrado)  Todo sea por la belleza (Con expresión de asco
mete su mano en el bowl).
–Laura: (Mientras Melina lleva su mano llena de la mezcla a su cabeza)  No lo hagas,
todavía estás a tiempo de arrepentirte… Puaj ¡asco!
(Melina empieza a ponerse la mezcla en el cabello  y Laura se queda observándola)
 

ACTO III
Personajes que intervienen en este acto: Melina y Laura.
Escenario: La misma escenografía del acto anterior.
Melina mira televisión con una máscara de arcilla marrón desparramada por su rostro.
– Melina: (Respondiéndole al televisor)  ¿Y cómo se supone que voy a estar bronceada en
esta época del año?, recién empieza la primavera, no hay sol…  (Molesta)  No, no tengo ese
color, estoy blanca, ¿qué tiene de malo mi color?
(Aparece Laura)
–Laura: Te escucho discutir desde allí, ¿estás peleando con el televisor?
–Melina: Mira el bronceado de esa chica, por lo visto ese color es sexy y mi color pálido
sería como de alguien que está enferma.
–Laura: ¿Y qué te pusiste en la cara? ¡Estás tan rara! ¿Qué te tiene así enojada y
preocupada y echándote pegotes en la cara y el pelo? Pareces una loquita haciendo todo eso
y peleándote con el televisor.
–Melina: Te digo la verdad, me rindo. En estas horas que estuve viendo tele solo vi
mujeres perfectas y productos para ser perfecta que no puedo pagar.
–Laura: Pero si tú eres muy linda. Además, tienes dieciséis años, ¿por qué ibas a necesitar
máscaras para el rostro?
–Melina: No sé, según el televisor me sobra de aquí  (toca su abdomen), me falta de
aquí  (toca su pecho), tengo que endurecer aquí  (toca sus piernas), blanquear aquí  (toca
sus dientes), oscurecer aquí (toca su piel)…Es imposible! según el televisor tendría que
nacer otra vez para ser bella… ¿A ti no te preocupan estas cosas?
–Laura: Me preocupa más que cierren la heladería. ¿Vamos a tomar un helado?
FIN

También podría gustarte