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Sentencia C-373/02

NOTARIO EN PROPIEDAD-Nombramiento por concurso de méritos

ESTADO DE COSAS INCONSTITUCIONAL-Convocatoria a


concurso para provisión de cargos de notario

CARRERA NOTARIAL-Legitimidad constitucional/CARRERA


NOTARIAL-Carácter público, abierto, riguroso y objetivo

ACTIVIDAD NOTARIAL-Función pública

CONCURSO NOTARIAL-Condiciones de igualdad

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-Faltas como


notario

INHABILIDADES PARA ACCESO A CARGOS O FUNCIONES


PUBLICAS-Características dadas por la jurisprudencia constitucional

INHABILIDADES PARA ACCESO A CARGO DE NOTARIO-


Premisas dadas por la jurisprudencia constitucional

ACTIVIDAD NOTARIAL-Notas distintivas

INHABILIDADES-No constituyen una pena/INHABILIDADES-No


aplicación de la imprescriptibilidad

CARGO DE NOTARIO-No concurso de quien haya sido condenado


disciplinariamente por faltas como notario

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-Sanción por


falta disciplinaria realizada en ejercicio del cargo

REGIMEN DE INHABILIDADES PARA ACCESO A LA


FUNCION PUBLICA DE NOTARIADO-Establecimiento por
legislador

ACCESO A CARGOS O FUNCIONES PUBLICAS-Valoración


legislativa de exigencias requeridas para exclusión

REGIMEN DE INHABILIDADES PARA ACCESO A LA


FUNCION PUBLICA-Límites al legislador

Es claro que en ejercicio de esa competencia el legislador debe guardar una


relación de equilibrio entre los fines estatales, los principios de la
administración pública y el ámbito funcional del notariado y, al tiempo, los
derechos de quienes aspiran a ocupar los cargos disponibles pues si bien se
encuentra legitimado para limitar tales derechos en procura de la realización
de esos propósitos, el régimen de inhabilidades para ello dispuesto debe ser
razonable y proporcionado.

REGIMEN DE INHABILIDADES PARA LA FUNCION


NOTARIAL-No manejo del mismo grado de exigencia con todos los
aspirantes, por el legislador

REGIMEN DE INHABILIDADES PARA LA FUNCION


NOTARIAL-Rigurosidad legislativa para cargos o funciones más
próxima a la actividad notarial

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-No manejo


legislativo de criterio unánime en determinación de faltas disciplinarias
para concurso

REGIMEN DE INHABILIDADES PARA LA FUNCION


NOTARIAL-Rigurosidad con aquellos aspirantes que se han
desempeñado como notarios

REGIMEN DE INHABILIDADES PARA LA FUNCION


NOTARIAL-Justificación de trato diferenciado

FUNCION NOTARIAL-Servicio de la fe pública/INHABILIDADES


PARA CONCURSO DE NOTARIO-Intensificación de exigencias
implícitas en atención a proximidad entre rol funcional del aspirante y el
propio de la notarial

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-Funcionarios


destituidos o suspendidos en funciones notariales y judiciales

NOTARIO EN PROVISIONALIDAD-Exigencia mayor de idoneidad,


probidad y moralidad

NOTARIO EN PROVISIONALIDAD EN INHABILIDADES PARA


NOTARIO-Falta disciplinaria

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-Grado de


exigencia del legislador para concursar por sanción disciplinaria

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-Abstención


de clasificación en faltas disciplinarias

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-


Configuración atendiendo proporcionalidad
INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-Gravedad o
levedad de falta disciplinaria

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-


Circunscripción a casos en que sanción disciplinaria a notario ha sido de
suspensión o destitución

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-No extensión


a notarios sancionados con multa ante levedad de falta

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-No


discriminación en faltas disciplinarias de notarios en propiedad y
provisionalidad

REGIMEN DE INHABILIDADES PARA ACCESO A CARGOS


PUBLICOS-Modificación por legislador y consagración de uno más
exigente

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-


Intemporalidad/INHABILIDADES-Constituyen impedimentos

INHABILIDADES-Intemporalidad

INHABILIDADES-Intemporalidad en sanción disciplinaria

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-


Intemporalidad en sanción disciplinaria a notario

UNIDAD NORMATIVA-Extensión de pronunciamiento por


contrariedad entre la Constitución y una regla de derecho

UNIDAD NORMATIVA-Extensión a normas no demandadas

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-Sanción


disciplinaria de notario

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-Contrariedad


entre la Constitución y una regla de derecho

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-


Inconstitucionalidad de factores catalogados como mal comportamiento
social

LEY DISCIPLINARIA-Cumplimiento de deberes funcionales/FALTA


DISCIPLINARIA-Interferencia de funciones/DERECHO
DISCIPLINARIO-Desconocimiento de función social
En materia disciplinaria, la ley debe orientarse a asegurar el cumplimiento
de los deberes funcionales que le asisten al servidor público o al particular
que cumple funciones públicas pues las faltas le interesan al derecho
disciplinario en cuanto interfieran tales funciones. De allí que el derecho
disciplinario valore la inobservancia de normas positivas en cuanto ella
implique el quebrantamiento del deber funcional, esto es, el desconocimiento
de la función social que le incumbe al servidor público o al particular que
cumple funciones públicas.

DERECHO DISCIPLINARIO-No tipificación de particulares


conducciones de vida que no involucran infracción del deber
funcional/INHABILIDADES-Irrelevancia de particulares conducciones
de vida que no involucran infracción del deber funcional

Aquellas particulares conducciones de vida de los servidores públicos que se


explican como alternativas existenciales y que no involucran infracción de
deber funcional alguno, son incuestionables para la potestad disciplinaria e
irrelevantes para la configuración de inhabilidades pues ni los ilícitos
disciplinarios ni los impedimentos para acceder a la función pública pueden
orientarse a la formación de hombres buenos y mucho menos a hacerlo de
acuerdo con los parámetros de bondad que pueda irrogarse el Estado. A éste
le basta con orientar su potestad disciplinaria al cumplimiento de los deberes
funcionales de sus servidores y a asegurar la primacía del interés general en
la función pública pero no tiene ninguna legitimidad para interferir la esfera
interna de cada ser humano.

INHABILIDADES-Desconocimiento del fundamento de la imputación


del ilícito disciplinario y contrariedad con la libertad

LIBERTAD DEL SER HUMANO-Alcance

Del reconocimiento de la dignidad del ser humano como fundamento del


orden constituido se sigue el reconocimiento de éste como un ser libre, esto
es, como un ser con capacidad de autodeterminación y con legitimidad para
exigir la protección de esa capacidad; como un ser susceptible de trazarse
sus propias expectativas, habilitado para tomar sus propias decisiones,
legitimado para elegir sus opciones vitales y capaz de actuar o de omitir de
acuerdo con sus necesidades y aspiraciones; en fin, como un ser que se sabe
amparado por una cláusula general de libertad y dispuesto a hacer uso de
ella para realizar su existencia.

LIBERTAD DEL SER HUMANO-Ejercicio en el contexto


social/LIBERTAD-Ejercicio responsable

LIBRE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD-Armonización


con el reconocimiento y respeto de derechos ajenos
LIBRE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD-Límites

REGLA DE DERECHO-Legitimidad constitucional

LIBRE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD-Intromisión


autoritaria en la esfera interna del individuo

LIBRE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD-Límite ajustado a


la Constitución

LIBRE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD-Insuficiencia de


argumentos morales para limitarlo

CLAUSULA GENERAL DE LIBERTAD-Insuficiencia de argumentos


morales para limitarla

DERECHO A LA LIBERTAD-Interferencia que la limita

Toda interferencia estatal en la conducta humana que no se oriente a la


protección de los derechos de los demás y el orden jurídico y que configure
límites para el ejercicio del derecho fundamental de libertad, contraría la
Carta pues está restringiendo ilegítimamente el ejercicio de ese derecho.

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-Faltas


disciplinarias consistentes en reprobación moral de conducta de notario

POTESTAD DISCIPLINARIA-Reprobación moral de conducta

FALTA DISCIPLINARIA-Reprobación moral de conducta con


abstracción de infracción del deber jurídico

SANCION DISCIPLINARIA-Embriaguez, práctica de juegos


prohibidos, uso de estupefacientes, homosexualidad y mal
comportamiento sexual

LIBERTAD-Discurso moral no lo limita

INHABILIDADES-Infracción del deber funcional

HOMOSEXUALISMO EN LIBRE DESARROLLO DE LA


PERSONALIDAD-Preferencia sexual que hace parte del núcleo
esencial

FALTA DISCIPLINARIA-No la constituye particular identidad sexual


FALTA DISCIPLINARIA DE SERVIDOR PUBLICO-No la
constituye vida particular y familiar

FALTA DISCIPLINARIA-No la constituye integración familiar por


vínculos naturales o jurídicos

FALTA DISCIPLINARIA-Actividades incompatibles con el decoro del


cargo

Referencia: expediente D-3778

Demanda de inconstitucionalidad contra el


parágrafo 2° del artículo 4° de la Ley 588
de 2000.

Actor: Néstor Iván Osuna Patiño

Magistrado Ponente:
Dr. JAIME CÓRDOBA TRIVIÑO

Bogotá, D. C., quince (15) de mayo de dos mil dos (2002).

La Sala Plena de la Corte Constitucional, en ejercicio de sus atribuciones


constitucionales y legales, en especial las previstas en el artículo 241, numeral
4, de la Constitución Política, y cumplidos todos los trámites y requisitos
contemplados en el Decreto 2067 de 1991, ha proferido la siguiente

SENTENCIA

en relación con la demanda de inconstitucionalidad que, en uso de su derecho


político, presentó el ciudadano Néstor Iván Osuna Patiño contra el parágrafo
2° del artículo 4° de la Ley 588 de 2000.

I. TEXTO DE LAS NORMAS ACUSADAS

A continuación se transcribe, subrayando lo demandado, el texto de la


disposición objeto de proceso:

"LEY No.588 DE 2000

Por medio de la cual se reglamenta la actividad notarial

El Congreso de Colombia
DECRETA:
(…)

ARTÍCULO 4º...

Parágrafo 2°. Quien haya sido condenado penal, disciplinaria o administrativamente por
conductas lesivas del patrimonio del Estado o por faltas como Notario consagradas en el
artículo 198 del Decreto-ley 960 de 1970 no podrá concursar para el cargo de notario.

II. LA DEMANDA

El actor considera que la disposición demandada vulnera el Preámbulo y los


artículos 13, 25, 26, 28, 29 y 40.7 del Texto Fundamental y por ello, apoyado
en los siguientes argumentos, solicita se la declare inexequible:

1. La norma demandada establece un trato desigual no justificado que limita


a unos ciudadanos la posibilidad de acceder al desempeño de funciones
públicas en propiedad. Es una norma sospechosa pues está dirigida a un
reducido número de ciudadanos conformado por aquellos que han sido
designados notarios pero que no han podido acceder al cargo en propiedad por
cuanto el Estado ha sido incapaz de realizar el concurso dispuesto por el
artículo 131 de la Carta. Ello es así porque se dirige a quienes hayan sido
sancionados como notarios interinos y con ello se les da un tratamiento
adverso y restrictivo que les impide participar en el concurso de méritos que
le permita acceder al cargo en propiedad.

2. Se trata también de una norma discriminatoria porque le da relevancia al


hecho de la sanción disciplinaria impuesta a un notario interino y no al hecho
objetivo de la falta y por ello otro servidor público que hubiese incurrido en la
misma conducta y que hubiese sido sancionado, no estaría inhabilitado para
concursar y acceder al cargo de notario en propiedad.

3. Se trata de una norma que no tuvo en cuenta que el Decreto-Ley 960 de


1970 estableció una graduación de faltas según su gravedad y unas sanciones
que van desde la simple amonestación hasta la destitución, pasando por la
multa y la suspensión, y que ignoró la posibilidad de que la autoridad
competente, si encuentra que la falta no da lugar a sanción, amoneste de plano
y por escrito al infractor previniéndole que una nueva falta conllevará
sanción; régimen que permite que se generen inhabilidades para evitar que los
notarios participen en el concurso.

4. La norma demandada no supera ni un test de proporcionalidad ni un test de


intensidad. Por una parte, consagra un trato diferenciado pues crea una
inhabilidad para presentarse a un concurso que afecta únicamente a los
notarios interinos; no busca una finalidad constitucionalmente válida y no
sigue criterios de proporcionalidad y razonabilidad. Y por otra, si se analiza
el criterio de distinción establecido por el legislador, se advierte que establece
una discriminación constitucionalmente inadmisible.

5. La disposición acusada impide que pueda concursar para el cargo de


notario quien en cualquier tiempo haya sido condenado por faltas como
notario. Con ello, la inhabilidad creada por la norma se aplicaría a partir de
hechos que al tiempo de su comisión no conllevaban inhabilidad alguna pero
sí tras la entrada en vigencia de la Ley 588 de 2000. Ello es contrario al
debido proceso porque implica un cambio súbito de las reglas de juego que
involucran aspiraciones legítimas de quienes se desempeñan como notarios y
porque conlleva una inhabilidad ad infinitum que es análoga a una pena
imprescriptible.

III. INTERVENCIONES

A. De la Superintendencia de Notariado y Registro

Con base en los siguientes argumentos, la Superintendencia de Notariado y


Registro solicita la declaratoria de exequibilidad de la norma demandada:

1. De acuerdo con el artículo 131 de la Carta, el legislador tenía plenas


facultades para reglamentar el ejercicio de la función notarial. En ejercicio de
esas facultades, es entendible que propugne porque quien vaya a prestar
directamente el servicio de notariado sea una persona idónea, responsable y
de excelente reputación. Por ello, mediante la norma demandada
simplemente se están exigiendo unos requisitos de idoneidad, profesionalismo
y ética para acceder al cargo de notario.

2. El supuesto trato desigual entre los notarios en interinidad y los demás


concursantes no existe y si así fuera, tal diferenciación estaría justificada por
la finalidad de garantizar la adecuada prestación del servicio pues la exclusión
de los notarios que hayan sido sancionados como tales está orientada a ese
propósito. De allí que la disposición acusada sea una manifestación de la
correspondencia que debe existir entre los fines buscados por el legislador y
las formas jurídicas a las que acude para desarrollar esos fines.
3. Mal haría el legislador en equipar, para efectos del concurso para acceder a
los cargos de notario, a quienes han sido sancionados en su ejercicio como
notarios con quienes no lo han sido. Si eso constituyera un tratamiento
discriminatorio, para no vulnerar el principio de igualdad sería necesario
nivelar por lo bajo las exigencias para participar en el concurso y escoger
como candidatos a personas que hubiesen sido sancionadas en su desempeño
como notarios.

B. Del Ministerio de Justicia y del Derecho

El Ministerio de Justicia y del Derecho, con base en los siguientes


razonamientos, solicita a la Corte la declaratoria de exequibilidad de la
disposición objeto de proceso:

1. Al consagrar la norma acusada que no podrán concursar para el cargo de


notario quienes hayan sido condenados penal, disciplinaria o
administrativamente por conductas lesivas del patrimonio del Estado o por
faltas como notario consagradas en el artículo 198 del Decreto-Ley 960 de
1970, la contraposición de los intereses puramente particulares de los
individuos aisladamente considerados y los intereses generales, se resolvió
necesariamente a favor de los intereses generales, la fe pública, pues lo
colectivo debe primar sobre lo individual y lo público sobre lo privado.

2. No es cierto que la inhabilidad demandada viole el principio fundamental


de igualdad u otras disposiciones de la Carta pues se trata de una figura que
tiene un fundamento objetivo y razonable ya que persigue satisfacer las
necesidades del servicio de la función pública que cumplen los notarios.

3. La norma acusada es una expresión de la facultad que tiene la ley de


regular la función pública pues el legislador puede legítimamente establecer
inhabilidades con el fin de asegurar que quienes desempeñen funciones
públicas adelanten sus labores al servicio del Estado, del interés general y de
la comunidad, tal como lo ordena el artículo 123 de la Constitución.

IV. CONCEPTO DEL PROCURADOR GENERAL DE LA NACIÓN

El Procurador General de la Nación solicita la declaratoria de exequibilidad


condicionada de la disposición que ocupa la atención de la Corte. Tal
solicitud la apoya en los siguientes razonamientos:
1. El legislador, al establecer como causal de inhabilidad para concursar al
cargo de notario el haber sido sancionado por las faltas consagradas en el
artículo 198 del Decreto-Ley 960 de 1970, señaló una prohibición que es
proporcionada y razonable frente a los fines que tuvo en cuenta el
constituyente al exigir la incorporación a la carrera notarial, a través del
concurso público, y que no son otros que la eficacia, la igualdad, la
transparencia y moralidad en la prestación del servicio. Por ello, no resulta
admisible que el legislador, en uso de su facultad de reglamentar la carrera
notarial, hubiese permitido el acceso de personas que en ejercicio de esa
función fueron sancionadas disciplinariamente.

2. La intemporalidad de la inhabilidad acusada vulnera los artículos 13, 28 y


40.7 de la Carta Política porque restringe de manera permanente la posibilidad
de concursar al cargo de notarios a quienes han sido sancionados
disciplinariamente en tal condición por las faltas previstas en el artículo 198
del Decreto-Ley 960 de 1970, restricción que perpetúa, sin justificación
razonable alguna, un trato desigual entre tales aspirantes y las demás personas
que han sido sancionadas disciplinariamente. Ello hace que la sanción
disciplinaria impuesta se torne imprescriptible, con lo que se desconoce la
prohibición contenida en el artículo 28 constitucional y restringe el derecho a
acceder al desempeño de funciones públicas.

Ante esa situación, el Procurador le solicita a la Corte modular los efectos


temporales de la inhabilidad estableciendo términos racionales en aquellos
casos en que la sanción impuesta haya sido multa o suspensión pues en el
caso de la destitución, ya que ella conlleva la sanción accesoria de inhabilidad
para ejercer funciones públicas, la inhabilidad para concursar debe ser igual al
término de inhabilidad establecido como sanción accesoria.

3. La diferenciación establecida por la disposición acusada no es irrazonable


ni desproporcionada pues tiene una justificación constitucional admisible ya
que el ejercicio de la función notarial demanda el mayor celo en la escogencia
de quienes deben cumplirla; no vulnera el derecho al trabajo ni el acceso al
ejercicio de funciones públicas puesto que cobija a todos los que se han
desempeñado o se desempeñan como notarios, indistintamente de la
condición en que lo hayan hecho, y no vulnera el derecho al debido proceso
porque las inhabilidades para acceder a cargos públicos no se enmarcan en el
concepto de proceso sino que están dadas por unos hechos objetivos que el
legislador bien puede considerar como prohibiciones para ejercer funciones
públicas o para concursar.

V. FUNDAMENTOS DE LA DECISIÓN
1. Para el actor la regla de derecho demandada establece un trato desigual no
justificado que les impide a los notarios interinos que han sido sancionados
disciplinariamente participar en el concurso de méritos para acceder al cargo
en propiedad. Es una norma discriminatoria porque crea una inhabilidad que
sólo afecta a los notarios interinos. Así, si el sancionado disciplinariamente
fue un notario en propiedad no va a ser desvinculado del servicio, en cambio
si se trata de un notario interino en ningún caso podrá concursar para el cargo
que está ejerciendo. Además, servidores públicos que han sido sancionados
por las mismas faltas no estarán inhabilitados para concursar. Por otra parte,
se trata de una norma que le da importancia a la sanción y no a la falta y que
le impide al notario interino participar en el concurso independientemente de
la naturaleza de la falta cometida y de la sanción impuesta. Finalmente, como
se trata de una inhabilidad en la que se incurre por faltas cometidas en
cualquier tiempo, se le está dando el carácter de imprescriptible y por ello
también viola la Carta.

La Superintendencia de Notariado y Registro, el Ministerio de Justicia y del


Derecho y la Procuraduría General de la Nación conceptúan que se trata de
una norma exequible pues simplemente está fijando requisitos para acceder al
cargo de notario, el legislador es competente para ello y la inhabilidad
cuestionada es compatible con la Carta pues se orienta a garantizar la
adecuada prestación del servicio de la fe pública. El Ministerio Público
solicita que se modulen los efectos del fallo en lo relacionado con la
intemporalidad de la inhabilidad en aquellos casos en que la sanción impuesta
ha sido la de multa o suspensión.

Pasa la Corte a resolver la controversia suscitada1.

2. Esta Corporación ha desarrollado una clara línea jurisprudencial orientada


al cumplimiento de lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 131 de la
Carta, de acuerdo con el cual “El nombramiento de notarios en propiedad se
hará mediante concurso”.

Por ello, tras verificar que más de siete años después de la entrada en vigencia
de la Constitución Política de 1991 la designación de notarios venía
haciéndose en las mismas condiciones en que se hacía en el antiguo régimen,
declaró un estado de cosas inconstitucional y ordenó la convocatoria a
concurso para la provisión de los cargos de notario2; resaltó la legitimidad
1
Es de advertir que en la Sentencia C-097-01, M. P. Fabio Morón Díaz, la Corte declaró la exequibilidad de
varios apartes demandados de los artículos 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 10 de la Ley 588 de 2000. No obstante, en esa
oportunidad no se demandó el parágrafo segundo del artículo 4° y en esas condiciones la Corte se encuentra
habilitada para abordar el estudio de fondo de la demanda interpuesta por el actor.
2
Corte Constitucional. Sentencia SU-250-98, M. P. Alejandro Martínez Caballero. En este pronunciamiento
la Corte determinó el alcance del artículo 131 de la Carta y precisó cuál era la situación laboral en que se
hallaban los notarios, distinguiendo entre aquellos que se encontraban en propiedad antes de la Constitución
de 1991, aquellos que venían siendo calificados como en propiedad y estaban amparados por el período de
cinco años y aquellos que eran interinos antes de la vigencia de la Carta de 1991. En ese pronunciamiento la
constitucional de la carrera notarial y la contrariedad existente entre tal
legitimidad y la distinción entre notarios de servicio y notarios de carrera 3;
precisó el carácter público, abierto, riguroso y objetivo del concurso a
adelantarse4; advirtió la incompatibilidad existente entre la Carta y la facultad
de designación de notarios prescindiendo de la selección de candidatos
mediante concurso5; reiteró que la actividad notarial constituye una función
pública y no el ejercicio de una profesión legalmente regulada 6 y advirtió que
el concurso debía adelantarse en condiciones de igualdad7 e incluyendo entre

Corte encontró que “Como no se ha convocado a concurso para la designación de notarios en propiedad, lo
cual ha debido hacerse en toda la República, se llega a la conclusión de que se está dentro de un estado de
cosas abiertamente inconstitucional” y por ello ordenó que en el término de seis (6) meses, contados a
partir de la notificación de la sentencia se proceda a convocar los concursos abiertos para notarios. En el
mismo sentido, Sentencia T-576-98, M. P. Alejandro Martínez Caballero.
3
Corte Constitucional. Sentencia C-741-98. M. P. Alejandro Martínez Caballero. En este pronunciamiento
la Corte concluyó que el servicio notarial es no sólo un servicio público sino que también es desarrollo de una
función pública; que la carrera notarial tiene legitimidad constitucional; que la Carta ha adoptado un modelo
que privilegia la prestación de este servicio por notarios en propiedad, nombrados por concurso y que hacen
parte de la carrera notarial; que la diferenciación entre notarios de servicio y notarios de carrera era
inconstitucional porque limitaba el carácter obligatoriamente abierto de los concursos para acceder a la
carrera notarial; que el artículo 164 del Decreto 960 de 1970 se encontraba vigente pues no fue expresamente
derogado por la Constitución y no es materialmente incompatible con los mandatos superiores y que las
expresiones “y el Tribunal Disciplinario” y “de la Administración de Justicia”, esta última contenida en la
denominación “Consejo Superior de la Administración de Justicia”, estaban afectadas por
inconstitucionalidad sobreviniente. Además declaró exequible el artículo 161 del Decreto 960 de 1970,
subrogado por el artículo 5° del Decreto 2163 de 1970, excepto las expresiones “intendentes y comisarios” y
“para períodos de cinco años”, los que declaró inexequibles.
4
Corte Constitucional. Sentencia C-153-99. M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz. En este fallo la Corte reiteró
la compatibilidad de la carrera notarial con la Carta Política, el derecho de los notarios a permanecer en el
cargo una vez han ingresado mediante un concurso ajustado a los parámetros legales y constitucionales y la
necesidad que tal concurso sea público, abierto, riguroso y objetivo. Por ello, encontró que era un requisito
desproporcionado la realización de un concurso cerrado para acceder al cargo en propiedad y remitiéndose a
la inexequibildad dispuesta por la Corte de la figura de los notarios de servicio, declaró la inexequibilidad de
los apartes de las normas demandadas que hacían referencia a esa figura, al concurso cerrado para acceder a
la carrera, al ingreso a ella, a su reelección indefinida, a su confirmación a la expiración de cada período y a
los términos “de la Administración de Justicia” contenida en la expresión “Consejo Superior de la
Administración de Justicia”.
5
Corte Constitucional. Sentencia C-155-99. M. P. Vladimiro Naranjo Mesa. En esta sentencia la Corte
declaró la inexequibilidad parcial del artículo 146 del Decreto 960 de 1970 pues encontró que la posibilidad
de que la postulación y la designación de notarios pueda hacerse prescindiendo de la selección de candidatos
mediante concurso cuando no se haya realizado y cuando se haya agotado la lista de quienes lo aprobaron,
vulneraba el inciso segundo del Artículo 131 de la Carta y que si bien podía entenderse que aquella norma
había sido derogada por ésta, la concurrencia de diversas interpretaciones sobre ese punto imponía su
declaratoria de inexequibilidad. En ese fallo la Corte indicó que “...todos los notarios que ejercen
actualmente el cargo en propiedad, pero que accedieron a él sin el agotamiento del concurso que exige la
constitución vigente, independientemente de la fecha en que hayan sido nombrados, si quisieran continuar en
el ejercicio, tendrían que participar en el nuevo concurso que sea convocado para la provisión del cargo de
notario en propiedad que actualmente desempeñan y, naturalmente, ganarlo”.
6
Corte Constitucional. Sentencia C-399-99. M. P. Alejandro Martínez Caballero. En este pronunciamiento
la Corte estableció que la actividad notarial en sí misma considerada no constituye una profesión legalmente
reconocida sino una función pública que implica el ejercicio de la fe notarial y que por ello no era posible que
los notarios se asociaran en un colegio profesional. Por ello declaró la inexequibilidad de los artículos 191,
192 y 193 del Decreto 960 de 1970; la exequibilidad del artículo 194 de ese decreto en el entendido de que
los notarios podrán organizarse en asociaciones y la inexequibilidad de la expresión “el Colegio de Notarios”
consignada en el artículo 7° y del artículo 8° de la Ley 29 de 1973.
7
Corte Constitucional. Sentencia C-647-00. M. P. Fabio Morón Díaz. En este fallo la Corte declaró
fundadas las objeciones presidenciales formuladas contra el último inciso del artículo 2° y contra el artículo
6° del Proyecto de Ley No.148 de 1998 del Senado de la República y 221 de 1999 de la Cámara de
Representantes “Por medio del cual se reglamenta el ejercicio de la actividad notarial”. La Corte encontró
que la primera de esas disposiciones, al limitar la inscripción únicamente a uno de los concursos y someter a
los cargos a proveer aquellos ocupados por notarios no designados mediante
concurso, así hayan sido designados en propiedad8.

3. En atención a esos desarrollos jurisprudenciales, el Consejo Superior que


administraba la carrera notarial expidió el Acuerdo 001 del 18 de septiembre
de 1998 y convocó a concurso público para designar notarios en propiedad.
Luego, el Gobierno Nacional expidió el Decreto 110 de 1999 y cambió la
denominación del Consejo Superior de Administración de Justicia por la de
Consejo Superior de la Carrera Notarial. Éste expidió los acuerdos 7 y 9 de
1999 por medio de los cuales se reglamenta el concurso público y abierto para
designar notarios que había sido convocado. No obstante, ya que la Corte
declaró inexequible primero el artículo 120 de la Ley 489 de 1998 9 y luego el
Decreto 110 de 199910, el Gobierno Nacional expidió los Decretos 1890 y
2383 de 1999, en los que se señaló que el Consejo Nacional Notarial sería un
organismo asesor del Gobierno Nacional en asuntos notariales y que como tal
se denominaría Consejo Superior de la Carrera Notarial, organismo que
mantuvo la vigencia del Acuerdo No.9.

También atendiendo esos desarrollos jurisprudenciales, el Congreso de la


República expidió la Ley 588 de 2000 por medio de la cual se reglamenta el
ejercicio de la actividad notarial. Ella señala, entre otras cosas, que el
notariado es un servicio público que se presta por los notarios e implica el
ejercicio de la fe pública notarial, que el nombramiento de notarios puede
hacerse en propiedad o en interinidad y que el nombramiento en propiedad se
hace mediante concurso de méritos. La ley detalla los conceptos que se
evalúan en el concurso y las calidades requeridas para el ejercicio y remite al
régimen disciplinario consagrado en el Decreto 960 de 1970.

En ese contexto se ubica el parágrafo 2° del artículo 4°, de acuerdo con el cual
quien haya sido condenado penal, disciplinaria o administrativamente por
conductas lesivas del patrimonio del Estado o por faltas como Notario
consagradas en el artículo 198 del Decreto 960 de 1970, no podrá concursar
para el cargo de notario. Como se advierte, esa norma consagra una
inhabilidad para acceder a ese cargo.

los aspirantes a una espera de un año para aspirar a otra notaría, comportaba una violación del derecho a
concursar en condiciones de igualdad y que la segunda norma vulneraba el artículo 131 de la Carta en cuanto
permitía el ingreso a la carrera notarial de notarios que habían sido nombrados en propiedad sin concursar
para el cargo.
8
Corte Constitucional. Sentencia T-1695-00. M. P. Martha Victoria Sáchica Méndez. En este
pronunciamiento la Corte tuteló el derecho fundamental a la igualdad de los actores, derecho que había sido
vulnerado por el Consejo Superior de la Carrera Notarial al expedir los acuerdos 7 y 9 de 1999, mediante los
cuales se convocaba a concurso para la designación de notarios excluyendo del concurso algunas notarías
cuyos titulares, pese a estar nombrados en propiedad, no accedieron al cargo mediante el sistema de
concurso. La Corte advirtió que “...no es lo mismo concursar para el ingreso a ciertas notarías que tener la
oportunidad de hacerlo para todas las existentes en el país, pues es evidente que se abre el espectro de
posibilidades para los aspirantes, acorde con el mandato superior”. Por ello le ordenó al Consejo Superior
de la Carrera Notarial convocar a un concurso general y abierto para conformar las listas de elegibles a la
totalidad de los cargos de notario público en el país.
9
Corte Constitucional. Sentencia C-702-99. M. P. Fabio Morón Díaz.
10
Corte Constitucional. Sentencia C-845-99. M. P. Fabio Morón Díaz.
4. En materia de inhabilidades para acceder a cargos o funciones públicas, la
Corte en reiterados pronunciamientos ha precisado puntos como los
siguientes:

- La posibilidad de acceder al desempeño de funciones y cargos públicos


es una manifestación del derecho a participar en la conformación,
ejercicio y control del poder político como derecho fundamental de
aplicación inmediata (Artículos 40 y 85 de la C.P.).

- Como no existen derechos absolutos, la posibilidad de acceder al


desempeño de funciones y cargos públicos está sometida a límites que
procuran la realización del interés general y de los principios de la
función administrativa11.

- En ese marco, un régimen de inhabilidades no es más que la exigencia


de especiales cualidades y condiciones en el aspirante a un cargo o
función públicos con la finalidad de asegurar la primacía del interés
general, para el que aquellos fueron establecidos, sobre el interés
particular del aspirante12.

- Al establecer ese régimen, el legislador se encuentra habilitado para


limitar el ejercicio de derechos fundamentales como los de igualdad,
acceso al desempeño de cargo o función públicos, al trabajo y a la
libertad de escogencia de profesión u oficio13.

- El legislador tiene una amplia discrecionalidad para regular tanto las


causales de inhabilidad como su duración en el tiempo pero debe
hacerlo de manera proporcional y razonable para no desconocer los
valores, principios y derechos consagrados en el Texto Fundamental.
Por lo tanto, sólo aquellas inhabilidades irrazonables y
desproporcionadas a los fines constitucionales pretendidos serán
inexequibles14.
11
Corte Constitucional. Sentencias C-509-94 y C-558-94.
12
Corte Constitucional. Sentencia C-631-96. En el mismo sentido, Sentencia C-564-97.
13
Corte Constitucional. Sentencia C-925-01.
14
Corte Constitucional. Sentencias C-194-95, C-329-95, C-373-95, C-151-97 y C-618-97. En este último
pronunciamiento se dijo sobre el particular: “Sin embargo, en la medida en que la propia Constitución
atribuye a la ley la posibilidad de regular esta materia, se entiende que el Congreso “tiene la mayor
discrecionalidad para prever dichas causales, sin más limitaciones que las que surgen de la propia Carta
Política”, puesto que corresponde a ese órgano político “evaluar y definir el alcance de cada uno de los
hechos, situaciones o actos constitutivos de incompatibilidad o inhabilidad así como el tiempo durante el
cual se extienden y las sanciones aplicables a quienes incurran en ellas”. Así las cosas, a pesar de que una
inhabilidad limita un derecho fundamental, como es el derecho ciudadano a ser elegido a un determinado
cargo, en estos casos no procede efectuar un control estricto de constitucionalidad, por cuanto la propia
Carta ha atribuido al Congreso la función de establecer esas causales, con el fin de proteger la moralidad e
imparcialidad de la administración. Por ello, en principio sólo pueden ser declaradas inexequibles aquellas
inhabilidades para ser alcalde que en forma desproporcionada, innecesaria o irrazonable limiten el derecho
de las personas a ser elegidas para ese cargo, por cuanto se estaría violando el derecho de todos los
ciudadanos a una igual participación política (CP arts 13 y 40) y la libertad de configuración del Legislador,
que como se dijo, en esta materia goza de un amplio margen de discrecionalidad”.
- La inhabilidad no es una pena sino una garantía de que el
comportamiento anterior no afectará el desempeño de la función o
cargo, de protección del interés general y de la idoneidad, probidad y
moralidad del aspirante15.

- Las inhabilidades intemporales tienen legitimidad constitucional pues


muchas de ellas aparecen en el Texto Fundamental y el legislador bien
puede, en ejercicio de su capacidad de configuración normativa,
establecer otras teniendo en cuenta los propósitos buscados y
manteniendo una relación de equilibrio entre ellos y la medida
dispuesta para conseguirlos16.

5. Por otra parte, no es la primera vez que se cuestiona ante la Corte la


exequibilidad de una norma relacionada con las inhabilidades para acceder al
cargo de notario. Ya en dos oportunidades esta Corporación se ha
pronunciado sobre ese particular y en ellas ha sentado unas premisas que es
necesario retomar.

Así, en la Sentencia C-128-0017, la Corte declaró la inexequibilidad del


artículo 134 del Decreto 960 de 1970, norma que inhabilitaba para ser
nombrados como notarios a quienes en el año anterior hubiesen desempeñado
el cargo de Ministro del Despacho, Magistrado de la Corte Suprema de
Justicia o Magistrado o Fiscal de Tribunal Superior. La Corte encontró que
esa inhabilidad, si bien correspondía al sistema original de selección y
designación de los notarios, hoy carecía de sentido ante la obligatoriedad del
concurso de méritos para el nombramiento de notarios en propiedad dispuesto
por el artículo 131 de la Carta.
15
Corte Constitucional. Sentencias C-111-98 y C-209-00. En el primero de estos pronunciamientos la Corte
expuso: ““...la Corte ha definido que la preexistencia de condenas por delitos, concebida como causa de
inelegibilidad para el desempeño de cargos públicos sin límite de tiempo, no desconoce el principio
plasmado en el artículo 28 de la Constitución -que prohíbe la imprescriptibilidad de las penas y medidas de
seguridad-, puesto que el objeto de normas como la demandada, más allá de castigar la conducta de la
persona, radica en asegurar, para hacer que prevalezca el interés colectivo, la excelencia e idoneidad del
servicio, mediante la certidumbre acerca de los antecedentes intachables de quien haya de prestarlo. Bajo el
mismo criterio, se aviene a la Constitución la exigencia de no haber sido sancionado disciplinariamente, ni
suspendido o excluido del ejercicio profesional. Los preceptos de esa índole deben apreciarse desde la
perspectiva del requisito que exige el cargo, en guarda de la inobjetabilidad del servidor público
(especialmente en cuanto se trate de funciones de gran responsabilidad) y como estímulo al mérito, para que
la sociedad sepa que quienes conducen los asuntos colectivos, o cumplen una actividad de manejo de
intereses generales, no han quebrantado el orden jurídico, lo que permite suponer, al menos en principio, que
no lo harán en el futuro”.
16
Esta Corporación ha declarado la constitucionalidad de inhabilidades intemporales en las Sentencias C-
037-96; C-111-98, C-209-00 y C-952-01. En este último fallo la Corte señaló, en relación con la naturaleza
jurídica de las inhabilidades, que están concebidas no como penas sino como “una garantía a la sociedad de
que el comportamiento anterior al ejercicio del cargo fue adecuado y no perturbará el desempeño del
mismo, así como que el interés general se verá protegido y podrá haber tranquilidad ciudadana acerca de la
idoneidad, moralidad y probidad de quien ejercerá en propiedad el referido cargo”. De esta posición de la
Corte se apartaron los Magistrados Rodrigo Escobar Gil y Eduardo Montealegre Lynnet, para quienes las
inhabilidades constituyen una sanción, son cobijadas por la proscripción de penas imprescriptibles dispuesta
en el artículo 28 de la Carta y, por lo mismo, no pueden ser intemporales, salvo que con esa calidad hayan
sido prevista por el constituyente.
17
M. P. Antonio Barrera Carbonell.
Luego, en la Sentencia C-1508-0018, la Corte, retomando sus construcciones
jurisprudenciales, precisó las notas distintivas de la actividad notarial;
atribuyó a ellas el hecho de estar sujeta a un sistema normativo especial del
que hacen parte reglas más exigentes en materia de inhabilidades y resaltó la
correspondencia existente entre esas mayores exigencias y la finalidad
perseguida. Se dijo en esa ocasión:

En diferentes oportunidades la Corte ha sometido a su análisis la institución del


notariado, y como resultado de ello ha podido elaborar un diseño doctrinario sobre
dicho asunto donde se examinan temas relacionados con su naturaleza jurídica, la
condición misma del notario como colaborador del Estado, el sentido y finalidad de la
función fedante y el ámbito de competencias del legislador para configurar la
regulación sobre la materia.

A partir de estos pronunciamientos, la Corporación ha deducido las notas distintivas


de la actividad notarial, que en resumen la caracterizan como (i) un servicio público,
(ii) de carácter testimonial, iii) que apareja el ejercicio de una función pública, (iv) a
cargo normalmente de los particulares, en desarrollo del principio de
descentralización por colaboración y (v) a los cuales les otorga, la condición de
autoridades.

Es por estas connotaciones que la actividad notarial está sujeta a un sistema


normativo especial, y por las que el notario, como gestor de dicha función, se le
somete a reglas más exigentes en materia de inhabilidades que a otros particulares
que también ejercen funciones públicas, pero que no tienen la importancia y
trascendencia que conlleva la función fedante. Es claro que la finalidad de estas
previsiones con que se rodea por la ley la actuación notarial obedece al propósito de
garantizar la seriedad, eficacia e imparcialidad de dicha actividad.

..Según los términos del artículo 131 de la Constitución, el legislador goza, en


ejercicio de su libertad de configuración normativa, de facultades lo suficientemente
amplias para regular el servicio público notarial, y establecer el régimen de
incompatibilidades al cual deben someter su conducta quienes la ejerzan. Esa
amplitud de configuración se explica en razón de que la Constitución no estableció
con cierto detalle, pautas que lo guiaran, porque se limita apenas a señalar los
elementos esenciales que identifican la función, algunos aspectos relacionados con el
régimen laboral de los empleados y consagrar la obligación tributaria de que los
notarios contribuyan con la administración de justicia.

...Es obvio que la reglamentación legal del servicio público de la actividad notarial,
contiene la facultad implícita del legislador para establecer y precisar, tanto los
derechos de éstos, sus funciones específicas, la organización a nivel nacional, la
provisión, permanencia y periodo de los notarios, el alcance y límite de sus
responsabilidades, el manejo de la vigilancia y control de su gestión, como también, el
régimen de incompatibilidades de sus funciones con el ejercicio de otras actividades.
Como es fácil admitirlo, esta regulación constituye un componente necesario de la
actividad notarial, que de omitirse dejaría incompleto el diseño jurídico aplicable al
manejo de una función del Estado.

18
M. P. Jairo Charry Rivas. En este fallo la Corte declaró la exequibilidad de la incompatibilidad entre el
ejercicio de la función notarial con toda intervención en política, distinta del ejercicio del sufragio, prevista
en el artículo 10° del Decreto 960 de 1970.
Finalmente, en la Sentencia C-1212-0119 la Corte declaró la exequibilidad de
las inhabilidades intemporales para ser designado como notario consagradas
en los numerales 6 y 7 del artículo 133 del Decreto 960 de 1970 y que recaen
sobre los funcionarios o empleados de la Rama Jurisdiccional o el Ministerio
Público que por falta disciplinaria hayan sido destituidos, o suspendidos por
segunda vez por falta grave, o sancionados tres veces por cualesquiera falta y
sobre quienes hayan sido destituidos de cualquier cargo público por faltas
graves. En este pronunciamiento se enfatizó que la inhabilidad no constituye
una pena y se precisó que por ese motivo a las inhabilidades no les es
aplicable el mandato de imprescriptibilidad de las penas dispuesto en el
artículo 28 de la Carta. Se dijo:

Las inhabilidades, entendidas como impedimentos para acceder a la función pública,


no tienen siempre como causa una sanción penal, es decir, no buscan siempre
“castigar por un delito”. Pueden tener diversos orígenes y perseguir otros fines, como
por ejemplo, colocar en pie de igualdad a quienes compiten por la representación
política o a quienes buscan acceder a la función pública. Si bien pueden imponerse
como una pena accesoria o principal, v.g. la establecida en los artículos 43-1 y 44 del
Código Penal, también pueden ser consecuencia de una sanción disciplinaria o ser
autónomas, por disposición expresa del constituyente o del legislador para garantizar
principios de interés general.

Si bien es cierto que, de conformidad con el artículo 28 de la Constitución Política, no


pueden existir penas ni medidas de seguridad imprescriptibles, esta norma solamente
es aplicable a los casos de sanciones penales, por lo que se hace necesario distinguir
estas últimas de otras sanciones, como las disciplinarias, pues tienen origen,
modalidades y fines diversos.

6. Ahora bien. El parágrafo segundo del artículo 4° de la Ley 588 de 2000


ordena, en lo demandado, que no podrá concursar para el cargo de notario
quien haya sido condenado disciplinariamente por faltas como notario
consagradas en el artículo 198 del Decreto 960 de 197020.

19
M. P. Jaime Araújo Rentería.
20
Este Decreto, que ha sido objeto de varias modificaciones y derogatorias, en nueve Títulos regula la
función notarial, el ejercicio de las funciones de notario, la invalidez y subsanación de los actos notariales, los
libros y archivos que deben llevar los notarios, la organización del notariado, la responsabilidad de los
notarios, los derechos notariales y la vigencia del Estatuto. En los capítulos 2 y 3 del Título VI se regulan las
faltas y las sanciones imponibles a los notarios. El texto de las disposiciones correspondientes es el
siguiente:
CAPITULO 2º
De las faltas
Artículo 198. Son conductas del Notario, que atentan la majestad, dignidad y eficacia del servicio notarial, y
que acarrean sanción disciplinaria:
1. La embriaguez habitual, la práctica de juegos prohibidos, el uso de estupefacientes, el amancebamiento, la
concurrencia a lugares indecorosos, el homosexualismo, el abandono del hogar, y, en general, un mal
comportamiento social.
- 2. El reiterado incumplimiento de sus obligaciones civiles o comerciales.
- 3. Solicitar, recibir, ofrecer dádivas, agasajos, préstamos, regalos y cualquier clase de lucros, directa o
indirectamente, en razón de su cargo o con ocasión de sus funciones.
- 4. Solicitar o fomentar publicidad de cualquier clase, respecto de su persona o de sus actuaciones, sin
perjuicio del derecho de rectificar o aclarar informaciones o comentarios relativos a ellas.
Como se puede advertir, la regla de derecho demandada consagra una
inhabilidad para quien aspire a desempeñar la función pública de notario en
aquellos eventos en que el aspirante ha sido sancionado por una falta
disciplinaria cometida en ejercicio del cargo. En virtud de tal inhabilidad,
cualquier notario interino que haya sido condenado por alguna de las faltas
previstas en los 15 numerales del artículo 198 no podrá participar en el
concurso convocado por el Consejo Superior de la Carrera Notarial.

En este punto, lo primero que hay que manifestar es que el legislador se


encuentra constitucionalmente habilitado para establecer el régimen de
inhabilidades para acceder a la función pública de notariado. Esa facultad

- 5. El empleo de propaganda de índole comercial o de incentivos de cualquier orden para estimular al


público a demandar sus servicios.
- 6. Ejercer directa o indirectamente actividades incompatibles con el decoro del cargo o que en alguna
forma atenten contra su dignidad.
- 7. Negarse a prestar su ministerio sin causa justificativa.
- 8. Omitir el cumplimiento de los requisitos sustanciales en la prestación de sus servicios.
- 9. Dejar de asistir injustificadamente a la oficina, o cerrarla sin motivo legal, o limitar indebidamente
las horas de despacho al público.
- 10. La afirmación maliciosa de hechos o circunstancias inexactas dentro del ejercicio de sus funciones.
- 11. El aprovechamiento personal o a favor de terceros de dineros o efectos negociables que reciba para
el pago de impuestos o en depósito.
- 12. El cobro de derechos mayores o menores que los autorizados en el arancel vigente.
- 13. La renuencia a cumplir las orientaciones que la Vigilancia Notarial imparta dentro del ámbito de sus
atribuciones, en lo relacionado con la prestación del servicio.
- 14. El incumplimiento de sus obligaciones para con las entidades de previsión o de seguridad social.
- 15. La transgresión de las normas sobre prohibiciones, impedimentos e incompatibilidades consagradas
en el presente estatuto.
CAPITULO 3º
De las sanciones
Artículo 199.. Independientemente de las sanciones penales a que hubiere lugar, a los Notarios que incurran
en las faltas enumeradas en el Capítulo precedente, se les aplicará según la gravedad de la infracción, los
antecedentes y lo dispuesto expresamente en la ley, una de estas sanciones:
1. Multa
2. Suspensión
3. Destitución
Artículo 200. Cuando la falta, a juicio de la autoridad competente para el proceso disciplinario, no diere lugar
a sanción, podrá aquella, de plano y por escrito, amonestar al infractor, previniéndole que una nueva falta le
acarreará sanción.
Artículo 201. La multa consiste en la obligación de pagar al Tesoro Nacional una suma no menor de
trescientos pesos ni mayor de cinco mil; se impondrá en caso de faltas leves, y se cobrará por jurisdicción
coactiva.
Artículo 202. La suspensión en el cargo hasta por seis meses, podrá imponerse frente a falta grave o a
reincidencia en las leves, puede aparejar la exclusión en la primera vez, y necesariamente la producirá al
repetir dicha sanción.
Artículo 203. La destitución se aplicará, como primera sanción, en caso de falta muy grave, y como
consecuencia de varias faltas de otro orden, según su gravedad y reiteración.
Artículo 204. Las sanciones disciplinarias se aplicarán teniendo en cuenta la naturaleza de la falta, el grado
de participación del Notario y sus antecedentes en el servicio y en materia disciplinaria.
Artículo 205. Las pruebas serán apreciadas conforme a las reglas de la sana critica.
Artículo 206. La acción disciplinaria prescribirá en cinco años contados desde el día en que se cometió el
último acto constitutivo de la falta.
La iniciación del proceso interrumpe la prescripción.
La existencia de un proceso penal sobre los mismos hechos no da lugar a suspensión del trámite disciplinario.
Artículo 207. La acción disciplinaria y las sanciones procederán aun cuando el Notario haya hecho dejación
del cargo.
encuentra fundamento en los artículos 123, 131 y 150-23 de la Carta y en
desarrollo de ella el Congreso puede determinar qué supuestos de hecho
impiden a aspirar al ejercicio del cargo de notario y si tal impedimento está o
no sujeto a un límite temporal. Así, como escenario de expresión
democrática, el Congreso se encuentra legitimado para valorar las exigencias
requeridas para acceder a esa función pública y para excluir de la posibilidad
de acceso a aquellos aspirantes que no satisfagan tales exigencias.

No obstante, es claro que en ejercicio de esa competencia el legislador debe


guardar una relación de equilibrio entre los fines estatales, los principios de la
administración pública y el ámbito funcional del notariado y, al tiempo, los
derechos de quienes aspiran a ocupar los cargos disponibles pues si bien se
encuentra legitimado para limitar tales derechos en procura de la realización
de esos propósitos, el régimen de inhabilidades para ello dispuesto debe ser
razonable y proporcionado.

7. Del estudio del régimen de inhabilidades previsto para la función notarial,


la Corte infiere que el legislador no ha manejado el mismo grado de exigencia
con todos los aspirantes a notarios pues ha optado por configurar un régimen
de inhabilidades e incompatibilidades que es más estricto con aquellos cargos
o funciones públicas que son más próximas a la actividad del notariado.
Obsérvese:

- Los aspirantes que como notarios han sido sancionados


disciplinariamente están inhabilitados para participar en el concurso,
independientemente de la falta cometida y de la sanción impuesta.

- Los funcionarios y empleados de la Rama Jurisdiccional y el Ministerio


Público están inhabilitados si por faltas disciplinarias han sido
destituidos, o suspendidos por segunda vez por falta grave, o
sancionados tres veces cualesquiera hayan sido las faltas o las
sanciones.

- Los servidores diferentes a los anteriores que han sido destituidos de


cualquier cargo público también se hallan inhabilitados.

Como puede advertirse, el legislador no ha manejado un criterio unánime en


la determinación de las faltas disciplinarias que inhabilitan para concursar
para el cargo de notario. Por el contrario, ha tenido en cuenta la órbita
funcional en la que se ha desempeñado el aspirante, su proximidad con la
actividad notarial y la naturaleza de las faltas disciplinarias cometidas. De allí
que la citada inhabilidad para el acceso a la función pública notarial sea muy
rigurosa con aquellos aspirantes que ya se han desempeñado como notarios,
menos rigurosa para aquellos que se han desempeñado como funcionarios o
Cuando la suspensión o la destitución no pueda hacerse efectiva por pérdida anterior del cargo se anotarán en
la hoja de vida del sancionado, para que surtan sus efectos como impedimento.
Artículo 208. El conocimiento de los asuntos disciplinarios corresponde a la Vigilancia Notarial”.
empleados de la Rama Judicial y el Ministerio Público y menos aún para
aquellos aspirantes que se han desempeñado en otros cargos.

8. Lo relevante en sede de control constitucional es si ese trato diferenciado


se encuentra justificado. Para ello hay que tener en cuenta que la función
notarial se orienta a la prestación del servicio de la fe pública en cuanto
suministra seguridad y publicidad a los actos jurídicos suscritos por los
usuarios. Si ello es así, es comprensible que las exigencias implícitas en las
inhabilidades se intensifiquen en atención a la proximidad existente entre el
rol funcional del aspirante y el rol propio de la función notarial.

Así, el aspirante que ha sido destituido de un cargo distinto al de notario o al


de funcionario o empleado de la Rama Judicial o el Ministerio Público, está
mostrando que no reúne las exigencias requeridas para un decoroso ejercicio
de la actividad notarial. No obstante, como en el desempeño de esos cargos
no existe ni la proximidad ni el grado de exigencia para desempeñar estos
últimos, es comprensible que el legislador inhabilite únicamente al aspirante
que ha sido destituido y no al que ha sido suspendido en dos oportunidades o
sancionado en tres ocasiones pues dada esa diversidad funcional carece de
elementos de juicio para inferir que, en garantía del ejercicio adecuado del
cargo, del interés general y de la aptitud y moralidad del aspirante, también a
éstos eventos deba extender la inhabilidad.

En el mismo sentido, dada la proximidad existente entre la función notarial y


la función judicial, es comprensible que la confianza colectiva se vea
defraudada no solo en aquellos servidores judiciales que han sido destituidos
por faltas disciplinarias sino también en aquellos que han sido suspendidos
por segunda vez por falta grave o sancionados por tres veces
independientemente de la falta cometida. En este caso el rigor debe ser mayor
pues se trata de funcionarios y empleados que se desempeñan en actividades
funcionales sumamente exigentes en tanto tienen que ver con la
administración del servicio de la justicia. Luego, es evidente que
manteniendo la inhabilidad únicamente para el funcionario o empleado
destituido se estaría permitiendo concursar a aspirantes que no suministran
garantía de un adecuado ejercicio del cargo.

Finalmente, la exigencia de idoneidad, probidad y moralidad debe ser aún


mayor en quien ha accedido a la función pública notarial de manera
provisional, esto es, sin concurso de méritos. Nótese que en este caso, si bien
se está ante un aspirante, no puede desconocerse que se trata de una persona
que así sea con carácter provisional ha accedido a la prestación del servicio de
notariado y que por lo mismo se encontraba en el deber de demostrar con el
ejercicio del cargo que jurídica y moralmente se encontraba habilitado para
cumplir sus deberes funcionales. De allí que si en razón del cargo
provisionalmente ejercido el aspirante infringió tales deberes e incurrió en
faltas disciplinarias, es legítimo que el legislador no advierta en él la
capacidad de generar la confianza que la comunidad requiere en cuanto a la
integridad de quien estará llamado a prestar el servicio de la fe pública.

Como puede advertirse, entonces, el grado de exigencia con que el legislador


ha configurado la inhabilidad por sanción disciplinaria para el caso de los
notarios que se desempeñaron como tales sin haber superado un concurso de
méritos encuentra justificación en el Texto Superior y es coherente con el
propósito del constituyente de concebir un estricto régimen de inhabilidades
que garanticen una mejor prestación del servicio público en general y de la
función notarial en particular.

9. No obstante lo expuesto, existe un evento en el que el grado de exigencia


del legislador en la configuración de la inhabilidad para concursar para el
cargo de notario vulnera la Carta Política.

En efecto. Obsérvese que el Decreto 960 de 1970 si bien relaciona, en el


artículo 198, las faltas disciplinarias imputables a los notarios, se abstiene de
realizar clasificación alguna de tales faltas para indicar cuáles de ellas son
graves y cuáles son leves. De este modo, la inhabilidad para concursar para el
cargo de notario, establecida en el parágrafo 2° del artículo 4° de la Ley 588
de 2000, se configuraría, en cada caso, con independencia de la gravedad o
levedad de la falta cometida o del número de sanciones impuestas al notario
interino.

Esa situación puede conducir a que se configuren inhabilidades


desconociendo la relación de proporcionalidad que debe existir entre los fines
constitucionales pretendidos por el legislador y los medios concebidos para
realizarlos. Ello es así en cuanto los notarios que han sido sancionados
disciplinariamente por una falta leve quedarían en la misma situación en que
se hallan aquellos que han sido sancionados por una falta grave o que han sido
sancionados varias veces pues tanto aquellos como éstos quedarían
inhabilitados.

En cuanto a ello, debe tenerse en cuenta que el Decreto 960 de 1970 ha


previsto que las sanciones imponibles a los notarios que han incurrido en
faltas disciplinarias son las de multa, suspensión y destitución -Artículo
199-; que la sanción de multa se impone en caso de faltas leves -Artículo
200-; que la sanción de suspensión se impone por falta grave o reincidencia en
las leves -Artículo 201- y que la sanción de destitución se aplicará en caso de
falta muy grave o como consecuencia de varias faltas de otro orden.

De acuerdo con lo expuesto en tales disposiciones, existe la posibilidad de


conciliar el fin pretendido por el legislador con el medio utilizado para
realizarlo y mantener así la relación de proporcionalidad que debe existir entre
aquél y éste. Tal posibilidad consiste en circunscribir la configuración de la
inhabilidad a aquellos casos en que la sanción disciplinaria impuesta a los
notarios ha sido la de suspensión o de destitución pues en estos eventos, la
gravedad de la falta cometida o la reincidencia en faltas disciplinarias
justifican la configuración de la inhabilidad. Con tal proceder se impide que
la inhabilidad se extienda a aquellos notarios que han sido sancionados con
multa pues en estos casos la inhabilitación resultaría desproporcionada ante la
levedad de la falta cometida.

De acuerdo con esto, la Corte modulará los efectos del fallo para circunscribir
la inhabilidad a aquellos notarios que han sido sancionados con penas de
destitución o suspensión y para excluir de ella a los notarios que han sido
sancionados con multa. De esta manera, se excluirá del ordenamiento jurídico
una interpretación de la norma que resulta contraria a la Carta por desconocer
la relación de proporcionalidad que debe existir entre los medios configurados
para realizar el fin estatal de asegurar la excelencia e idoneidad en la actividad
notarial y los derechos de los aspirantes a notarios como son los de acceder al
desempeño de funciones públicas, el derecho al trabajo y el de libertad de
escoger profesión u oficio.

10. Por otra parte, el actor plantea que la norma demandada vulnera el
derecho de igualdad por cuanto se presenta un tratamiento diferenciado entre
un notario en propiedad que ha incurrido en una falta disciplinaria y un
notario en provisionalidad que ha cometido esa misma falta pues mientras
aquél únicamente debe sobrellevar la sanción disciplinaria que se le imponga,
éste no solo debe sobrellevar tal sanción sino que además queda inhabilitado
para concursar para el cargo.

No obstante, en este razonamiento existe un aspecto que sustrae el debate del


ámbito del derecho fundamental de igualdad: Los dos notarios sancionados
no se encuentran en la misma situación. En tanto que el primero ha accedido
al cargo por concurso de méritos y ha superado el régimen de inhabilidades
vigente al momento de su ingreso, el segundo se encuentra ejerciendo el cargo
con carácter provisional y de allí que al momento de pretender concursar para
acceder a él en propiedad deba superar el régimen de inhabilidades existente
para entonces. Luego, como los supuestos de hecho no son los mismos, no
concurren argumentos para afirmar la vulneración del artículo 13
constitucional.

La discriminación que se imputa a la regla de derecho demandada concurriría


si se permitiera un tratamiento diferente para notarios que han sido nombrados
por concurso en relación con otros que se hallen en la misma situación o si se
permitiera un tratamiento diferenciado para notarios que aspiran a serlo en
relación con otros que también esperan participar en el concurso pues en
eventos como esos, tratándose de los mismos supuestos de hecho, se impone
el mismo tratamiento jurídico y la necesidad de justificar un tratamiento
diferenciado.
Ahora, si bien no puede desconocerse que se está ante un supuesto fáctico que
genera consecuencias jurídicas diferentes según se trate de un notario
nombrado por concurso y de otro que no lo ha sido en esas condiciones,
también es evidente que la producción de esos distintos efectos jurídicos a
partir de un mismo supuesto de hecho es consecuencia de las modificaciones
que el legislador ha introducido al régimen de inhabilidades para acceder a la
función notarial. Así, es la previsión de un régimen diferente de
inhabilidades, mucho más exigente que el anterior, y no el deliberado
desconocimiento del plano de igualdad en que supuestamente se encontrarían
los notarios en propiedad y aquellos en provisionalidad lo que explica el
tratamiento diferenciado que cuestiona el actor pues si el legislador, en
ejercicio de la capacidad de configuración normativa que le asiste, decide de
manera fundada inhabilitar a los notarios que han sido sancionados para
concursar para esos cargos, tal es una decisión que en sí misma no es contraria
a la Carta.

De allí que la invocación del derecho de igualdad sea un argumento


insuficiente si lo que se pretende es una declaratoria de inexequibilidad de la
norma demandada pues de aceptarse que por la previsión de esa inhabilidad se
vulnera la Constitución, se estaría negando la facultad que tiene el legislador
de modificar el régimen de inhabilidades para acceder a una función pública y
consagrar otro régimen más exigente, como aquí ha ocurrido.

11. En relación con la intemporalidad de la inhabilidad cuestionada, la Corte


debe reiterar la postura mantenida en múltiples pronunciamientos en el
sentido que las inhabilidades no constituyen penas impuestas por la comisión
de delitos sino impedimentos para acceder a cargos o funciones públicas,
establecidos por la Constitución y por la ley con la finalidad de garantizar la
realización de los fines estatales, el cumplimiento de los principios de la
administración pública y el aseguramiento del interés general aún sobre el
interés particular que pueda asistirle al particular afectado con tales
inhabilidades. Ello con la necesaria implicación que al no tratarse de penas o
medidas de seguridad impuestas por la comisión de conductas punibles, las
inhabilidades no quedan sujetas a la proscripción de la imprescriptibilidad
dispuesta por el artículo 28 de la Carta.

Que la concepción de tales impedimentos como intemporales limita varios


derechos fundamentales de las personas en quienes concurren es indudable,
pero también lo es que tal limitación es legítima ante el propósito del
legislador de asegurar la prestación de los servicios y las funciones públicas
por ciudadanos de conducta intachable que a partir de su propio
comportamiento propicien la confianza del colectivo social. La rigurosa
cualificación de quienes aspiran a vincularse a la esfera pública encuentra
asiento en el constitucionalismo contemporáneo ante la renovada conciencia
que se tiene de la necesidad de propiciar un ejercicio transparente de la
función pública a través de múltiples mecanismos pero también, y quizá
fundamentalmente, por medio de la rigurosa selección de las personas que
están llamadas a ejercerla.

Por lo demás, ya la Corte ha tenido ocasión de pronunciarse sobre la


legitimidad constitucional de la intemporalidad de las inhabilidades
precisamente en relación con la función notarial. En efecto, cuando decidió la
demanda de inexequibilidad presentada contra los numerales 6 y 7 del artículo
133 del Decreto 960 de 1970, esta Corporación resaltó la facultad del
legislador para establecer inhabilidades de carácter intemporal y tal
intemporalidad se justificó en atención al propósito moralizador del Estado
sobre la función notarial, dada la trascendencia de la tarea que está llamada a
cumplir. Se dijo:

... si bien la Constitución consagra determinadas inhabilidades a perpetuidad, como


aquella que se origina en una condena por la comisión de un delito contra el erario
público (art. 122), o las que se aplican para determinados cargos, como es el caso de
los congresistas (art. 179-1), el Presidente de la República (art. 197), los magistrados
de la Corte Constitucional, Corte Suprema de Justicia, Consejo de Estado y Consejo
Nacional Electoral (arts. 232 y 264), el Fiscal General de la Nación (art. 249) o el
Contralor General de la República (art. 267), no significa que el legislador carezca de
facultades para establecer otras inhabilidades de carácter intemporal.

La consagración de inhabilidades con una vigencia indefinida no viola la


Constitución, siempre y cuando la medida adoptada se adecue a los criterios de
razonabilidad y proporcionalidad y con ellas no se restrinjan ilegítimamente los
derechos fundamentales de quienes aspiran a acceder a la función pública. Como se
vio anteriormente, la disposición parcialmente acusada es respetuosa de estos límites
impuestos al legislador.

No es cierto entonces, como sostiene el demandante, que la única causal que implica
una inhabilidad permanente sea la estatuida en el artículo 122 de la Carta Política,
pues el legislador tiene una amplia libertad de configuración de inhabilidades
intemporales que no estén expresamente consagradas en la Constitución.

En segundo lugar, la norma parcialmente acusada no establece ninguna pena sino


determinadas inhabilidades o impedimentos para acceder al cargo de notario
originadas en una sanción disciplinaria, por lo que no le asiste razón al actor cuando
afirma que dichas inhabilidades vulneran el artículo 28 superior, pues este precepto
solamente se refiere a las “penas y medidas de seguridad imprescriptibles”. En efecto,
las disposiciones impugnadas se limitan a consagrar requisitos que debe cumplir
quien aspire a desempeñar el cargo de notario, los cuales permiten depurar el
ejercicio de la función fedante y garantizar la buena marcha de la misma. Como ya se
dijo, no sólo es legítimo sino necesario que, dada la naturaleza de su cargo, los
notarios estén sujetos a un exigente régimen de inhabilidades con el que se garantice
el ejercicio de su función bajo los principios de moralidad, transparencia e
imparcialidad.

Sumado a lo anterior, dicho régimen permite que los notarios gocen de suficiente
credibilidad y confianza por parte de la comunidad, en especial si se tiene en cuenta la
particular función que cumplen: dar fe pública de los actos sometidos a su
consideración. La comunidad debe tener la certeza de que quienes ostentan tal cargo,
poseen unos antecedentes y una hoja de vida sin tacha, factores que permiten predecir
la excelente conducta, profesionalismo y ética con que desarrollarán dicha función.
Con tal fin, es indispensable que quienes aspiren a desempeñarla, cumplan con dichos
requisitos para asegurar sus aptitudes.
Con fundamento en lo anterior, se puede concluir que las inhabilidades bajo estudio,
entendidas como requisitos que debe cumplir quien aspira a acceder al cargo de
notario, tienen un propósito moralizador del Estado y de la función notarial, lo cual
justifica la intemporalidad en su aplicación. Así pues, con la vigencia indefinida de
tales inhabilidades se busca atender y satisfacer el interés general, en vez de castigar
ilimitadamente al funcionario, como considera el actor21.

Es importante resaltar que en ese pronunciamiento la Corte no consideró


inhabilidades que remitían a la comisión de conductas punibles contra el
patrimonio del Estado sino a faltas disciplinarias en cuanto hubiesen generado
sanciones de destitución, dos suspensiones o tres sanciones
independientemente de su naturaleza o de las faltas cometidas.

Si ello es así, en el caso presente tampoco se advierten motivos


constitucionalmente relevantes para afirmar la ilegitimidad de la
intemporalidad de la inhabilidad consagrada en la regla de derecho
demandada pues ella también remite a la previa existencia de sanciones
disciplinarias impuestas a notarios que no accedieron a su cargo por concurso
de méritos. Tal intemporalidad se justifica en cuanto ella garantiza la
idoneidad, probidad y moralidad de la función notarial mediante la exclusión
del concurso de aquellas personas que en ejercicio provisional del cargo al
cual aspiran incurrieron en faltas disciplinarias. Además, el carácter
intemporal de tal inhabilidad guarda correspondencia con el tratamiento dado
a otros aspirantes que por haber sido sancionados disciplinariamente en otros
ámbitos del poder público, también están impedidos para concursar.

En suma, la Corte declarará exequible, en lo demandado, el parágrafo 2° del


artículo 4° de la Ley 588 de 2000 en el entendido que la inhabilidad no se
extiende a aquellos notarios que fueron condenados con sanción de multa
conforme al Decreto Ley 960 de 1970. Además, ya que esta Corporación
reiterará la legitimidad constitucional de la intemporalidad de las
inhabilidades derivadas de faltas disciplinarias, independientemente de la falta
cometida o de la sanción impuesta, no se optará por el condicionamiento
solicitado por el Ministerio Público.

12. Finalmente, la Corte advierte que el aparte demandado del parágrafo


segundo del artículo 4° de la Ley 588 de 2000 constituye un enunciado
normativo que al integrarse con cada uno de las faltas disciplinarias
consagradas en el artículo 198 del Decreto 960 de 1970, determina la regla de
derecho que en cada caso configura el impedimento para concursar para el
cargo de notario.

21
Corte Constitucional. Sentencia C-1212-012. M. P. Jaime Araújo Rentería. En este pronunciamiento los
Magistrados Rodrigo Escobar Gil y Rodrigo Uprimny Yepes salvaron su voto reiterando el carácter de pena
de la inhabilidad derivada de la comisión de un delito, la facultad privativa del constituyente para establecer
una inhabilidad intemporal derivada de la comisión de un delito y la inexequibilidad de una inhabilidad
intemporal derivada de una falta disciplinaria.
Ya que esa regla de derecho se obtiene con la sola integración de enunciados
normativos entre los que existe una relación intrínseca, que las faltas
disciplinarias consagradas en los numerales 1° y 6° del artículo 198 ya citado
presentan serias dudas de constitucionalidad y que tales dudas se extienden a
las inhabilidades para el cargo de notario configuradas a partir de tales faltas,
es posible que la Corte extienda su pronunciamiento para valorar la
contrariedad existente entre el Texto Superior y los citados numerales pues de
acuerdo con la doctrina de esta Corporación ese es uno de los eventos en que
el control constitucional, en aplicación del principio de unidad normativa,
puede extenderse a normas no demandadas por el actor22.

Siendo así las cosas, la Corte encuentra que es manifiesta la contrariedad


existente entre la Constitución y una regla de derecho que inhabilita para
concursar para notario a quien ha sido sancionado disciplinariamente con
ocasión de “La embriaguez habitual, la práctica de juegos prohibidos, el uso
de estupefacientes, el amancebamiento, la concurrencia a lugares
indecorosos, el homosexualismo, el abandono del hogar y, en general, un mal
comportamiento social” y a quien ha sido sancionado por “Ejercer directa o
indirectamente actividades incompatibles con el decoro del cargo o que en
alguna forma atenten contra su dignidad”. Como pasa a indicarse, normas
que consagran faltas disciplinarias como éstas y que prevén sanciones que
inhabilitan para concursar para el cargo de notario, son rezago de un Estado
autoritario y no pueden encontrar cabida en una democracia constitucional
dada su manifiesta contrariedad con los principios que la soportan.

13. En materia disciplinaria, la ley debe orientarse a asegurar el


cumplimiento de los deberes funcionales que le asisten al servidor público o
al particular que cumple funciones públicas pues las faltas le interesan al
derecho disciplinario en cuanto interfieran tales funciones. De allí que el
derecho disciplinario valore la inobservancia de normas positivas en cuanto
ella implique el quebrantamiento del deber funcional, esto es, el

22
Esta Corporación ha elaborado una clara doctrina en torno a los eventos en los cuales es posible que la
decisión se extienda a normas no demandadas por el actor en aplicación del principio de unidad normativa.
En la Sentencia C-539-99, M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz, se enunciaron así tales hipótesis:
"Excepcionalmente, la Corte puede conocer sobre la constitucionalidad de leyes ordinarias que no son
objeto de control previo u oficioso, pese a que contra las mismas no se hubiere dirigido demanda alguna. Se
trata de aquellos eventos en los cuales procede la integración de la unidad normativa. Sin embargo, para
que, so pretexto de la figura enunciada, la Corte no termine siendo juez oficioso de todo el ordenamiento
jurídico, la jurisprudencia ha señalado que la formación de la unidad normativa es procedente,
exclusivamente, en uno de los siguientes tres eventos. En primer lugar, procede la integración de la unidad
normativa cuando un ciudadano demanda una disposición que, individualmente, no tiene un contenido
deóntico claro o unívoco, de manera que, para entenderla y aplicarla, resulta absolutamente imprescindible
integrar su contenido normativo con el de otra disposición que no fue acusada. En estos casos es necesario
completar la proposición jurídica demandada para evitar proferir un fallo inhibitorio. En segundo término,
se justifica la configuración de la unidad normativa en aquellos casos en los cuales la disposición
cuestionada se encuentra reproducida en otras normas del ordenamiento que no fueron demandadas. Esta
hipótesis pretende evitar que un fallo de inexequibilidad resulte inocuo. Por último, la integración
normativa procede cuando pese a no verificarse ninguna de las hipótesis anteriores, la norma demandada se
encuentra intrínsecamente relacionada con otra disposición que, a primera vista, presenta serias dudas de
constitucionalidad".
desconocimiento de la función social que le incumbe al servidor público o al
particular que cumple funciones públicas23.

Es cierto que dada la particular naturaleza de las conductas interferidas por el


derecho disciplinario, al legislador le está permitido describir los tipos con
cierto grado de generalidad o indeterminación y acudir a una técnica de tipos
abiertos que configura un margen valorativo para el aplicador de la norma.
No obstante, al amparo de la legitimidad constitucional de esa técnica
legislativa no se puede llegar al extremo de tipificar una serie de ilícitos
disciplinarios que remiten a conductas que cuestionan la conducta del
servidor público haciendo abstracción de los deberes funcionales que le
incumben, ni tampoco consagrar cláusulas de responsabilidad disciplinaria
que permiten la imputación de faltas desprovistas del contenido sustancial de
todo ilícito disciplinario. Mucho menos se puede partir de unos supuestos tan
cuestionables frente a la Carta con el fin de generar inhabilidades para el
ejercicio de funciones públicas.

Por ese motivo, aquellas particulares conducciones de vida de los servidores


públicos que se explican como alternativas existenciales y que no involucran
infracción de deber funcional alguno, son incuestionables para la potestad
disciplinaria e irrelevantes para la configuración de inhabilidades pues ni los
ilícitos disciplinarios ni los impedimentos para acceder a la función pública
pueden orientarse a la formación de hombres buenos y mucho menos a
hacerlo de acuerdo con los parámetros de bondad que pueda irrogarse el
Estado. A éste le basta con orientar su potestad disciplinaria al cumplimiento
de los deberes funcionales de sus servidores y a asegurar la primacía del
interés general en la función pública pero no tiene ninguna legitimidad para
interferir la esfera interna de cada ser humano.

14. De allí que los distintos supuestos de hecho que se enuncian como
constitutivos de falta disciplinaria en el numeral 1° y las cláusulas generales
de responsabilidad disciplinaria que se enuncian en la parte final de ese
numeral y en el numeral 6° del artículo 198 del Decreto 960 de 1970, y que a
la vez concurren a integrar la regla de derecho que inhabilita al notario que
haya sido sancionado por ellas para participar en el concurso de acceso a la
función notarial, desconozcan el fundamento de la imputación del ilícito
disciplinario y sean contrarias a la libertad como valor superior, como
principio constitucional y como derecho fundamental.

23
En reiterados pronunciamientos esta Corporación ha resaltado que la órbita de injerencia del derecho
disciplinario se circunscribe al comportamiento de los servidores públicos en ejercicio de sus cargos. Por ello
se ha expuesto que “El derecho disciplinario comprende el conjunto de normas, sustanciales y procesales,
en virtud de las cuales el Estado asegura la obediencia, la disciplina y el comportamiento ético, la moralidad
y la eficiencia de los servidores públicos, con miras a asegurar el buen funcionamiento de los diferentes
servicios a su cargo”. Corte Constitucional. Sentencia C-341-96. M. P. Antonio Barrera Carbonell. En el
mismo sentido, se ha indicado que “El Código Disciplinario Único comprende el conjunto de normas
sustanciales y procesales, con las que el legislador pretende asegurar la obediencia, la disciplina, la
eficiencia y el adecuado comportamiento de los servidores públicos en el ejercicio de sus cargos”. Corte
Constitucional. Sentencia C-712.01. M. P. Jaime Córdoba Triviño.
Ello es así porque del reconocimiento de la dignidad del ser humano como
fundamento del orden constituido se sigue el reconocimiento de éste como un
ser libre, esto es, como un ser con capacidad de autodeterminación y con
legitimidad para exigir la protección de esa capacidad24; como un ser
susceptible de trazarse sus propias expectativas, habilitado para tomar sus
propias decisiones25, legitimado para elegir sus opciones vitales26 y capaz de
actuar o de omitir de acuerdo con sus necesidades y aspiraciones 27; en fin,
como un ser que se sabe amparado por una cláusula general de libertad 28 y
dispuesto a hacer uso de ella para realizar su existencia.

Desde luego, no se trata, ni mucho menos, de un derecho absoluto, sino de un


derecho que debe ejercerse en el contexto social en el que el hombre se
desenvuelve. De allí que el ejercicio responsable de la libertad sea un
supuesto de civilidad del Estado moderno pues cuando se trata del libre
24
“Al interpretar el artículo 16 constitucional que consagra el derecho al libre desarrollo de la personalidad,
el intérprete debe hacer énfasis en la palabra "libre", más que en la expresión "desarrollo de la
personalidad", pues esta norma no establece que existen determinados modelos de personalidad que son
admisibles y otros que se encuentran excluidos por el ordenamiento, sino que esa disposición señala "que
corresponde a la propia persona optar por su plan de vida y desarrollar su personalidad conforme a sus
intereses, deseos y convicciones, siempre y cuando no afecte derechos de terceros, ni vulnere el orden
constitucional". Por ello esta Corte y la doctrina han entendido que ese derecho consagra una protección
general de la capacidad que la Constitución reconoce a las personas para autodeterminarse, esto es, a darse
sus propias normas y desarrollar planes propios de vida, siempre y cuando no afecten derechos de terceros”.
Corte Constitucional. Sentencia C-481-98. M. P. Alejandro Martínez Caballero.
25
“El núcleo del libre desarrollo de la personalidad se refiere entonces a aquellas decisiones que una
persona toma durante su existencia y que son consustanciales a la determinación autónoma de un modelo de
vida y de una visión de su dignidad como persona. En una sociedad respetuosa de la autonomía y la
dignidad, es la propia persona quien define, sin interferencias ajenas, el sentido de su propia existencia y el
significado que atribuye a la vida y al universo, pues tales determinaciones constituyen la base misma de lo
que significa ser una persona humana”. Corte Constitucional. Sentencia C-481-98. M. P. Alejandro
Martínez Caballero.
26
“Vivir en comunidad y experimentar la sensación de ser iguales y libres constitucionalmente frente a los
demás, incluye también la posibilidad de actuar y sentir de una manera diferente, en lo que concierne a las
aspiraciones y a la autodeterminación personal. La potestad de cada quien para fijar esas opciones de vida
de conformidad con las propias elecciones y anhelos, sin desconocer con ello los derechos de los demás y el
ordenamiento jurídico existente, es lo que llamamos el derecho al libre desarrollo de la personalidad. Este
derecho, protegido constitucionalmente y ligado sin duda alguna a los factores mas internos de la persona y
a su dignidad, se manifiesta singularmente en la definición consciente y responsable que cada persona puede
hacer frente a sus propias opciones de vida y a su plan como ser humano, y colectivamente, en la pretensión
de respeto de esas decisiones por parte de los demás miembros de la sociedad”. Corte Constitucional.
Sentencia T-124-98. M. P. Alejandro Martínez Caballero.
27
“El ámbito que encierra el libre desarrollo de la personalidad, comprende la libertad general de acción,
esto es, "la libertad general de hacer o no hacer lo que se considere conveniente". La amplitud de su objeto
se explica por el propósito del Constituyente de reconocer un derecho completo a la autonomía personal, de
suerte que la protección de este bien no se limite a los derechos especiales de libertad que se recogen en el
texto constitucional, sino que las restantes manifestaciones bajo la forma de derechos subjetivos de
autonomía ingresen en el campo del libre desarrollo de la personalidad. En este sentido, se ha sostenido con
acierto que el mencionado derecho representa la cláusula de cierre de la libertad individual”. Corte
Constitucional. Sentencia T-067-98. M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
28
“El derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad protege la capacidad de las personas para
definir, en forma autónoma, las opciones vitales que habrán de guiar el curso de su existencia. En esta
medida, ha señalado que, en el artículo 16 de la Carta Política, se consagra la libertad in nuce, toda vez que
cualquier tipo de libertad se reduce finalmente a ella o, dicho de otro modo, la anotada norma constitucional
constituye una cláusula general de libertad. Así caracterizado, el derecho al libre desarrollo de la
personalidad presupone, en cuanto a su efectividad, que el titular del mismo tenga la capacidad volitiva y
autonomía suficientes para llevar a cabo juicios de valor que le permitan establecer las opciones vitales
conforme a las cuales dirigirá su senda existencial”. Corte Constitucional. Sentencia SU-642-98. M. P.
Eduardo Cifuentes Muñoz.
desarrollo de la personalidad debe tenerse en cuenta que tal es un derecho que
también está sujeto a límites29. No obstante, tanto ha dimensionado el
constituyente esa cláusula general de libertad, que, en lugar de remitir la
configuración de esos límites a otras instancias del poder público, él mismo se
ha encargado de indicar cuáles son y lo ha hecho remitiendo a los derechos de
los demás y el orden jurídico30. De acuerdo con ello, en el ámbito del libre
desarrollo de la personalidad, es claro que no se trata sólo del ejercicio de las
propias facultades sino también de la necesidad de armonizar ese ejercicio
con el reconocimiento y respeto de los derechos ajenos. Esto es así porque la
protección legítima que el ordenamiento jurídico suministra a estos derechos
constituye el límite de ese derecho fundamental.

Con ese proceder del constituyente -consagrar una cláusula general de


libertad y los derechos de los demás y el orden jurídico como su límite-, si
bien se ha sometido el ejercicio de la libertad a las exigencias de la vida en
sociedad, también se ha sujetado a los poderes públicos pues éstos sólo
podrán limitar el libre desarrollo de la personalidad cuando se trate de
salvaguardar tales derechos y de hacerlo de acuerdo con las legítimas
previsiones del orden jurídico constituido. De allí que cuando se trate de
examinar la legitimidad constitucional de una regla de derecho que constituye
un límite al libre desarrollo de la personalidad deba tenerse en cuenta su
finalidad, idoneidad, necesidad y proporcionalidad como parámetros para
establecer si se trata de un límite ajustado a la Carta o incoherente con ella31.
29
“Para la Sala, no existe duda alguna de que todo colombiano, sin distingo alguno de edad, es titular del
derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad, el cual, como lo ha manifestado la Corte,
constituye emanación directa y principal del principio de dignidad humana. Sin embargo, el hecho de que el
libre desarrollo de la personalidad sea uno de los derechos personalísimos más importantes del individuo, no
implica que su alcance y efectividad no puedan ser ponderados frente a otros bienes y derechos
constitucionales o que existan ámbitos en los cuales este derecho fundamental ostente una eficacia más
reducida que en otros. Ciertamente, en tanto lo que este derecho protege son las opciones de vida que los
individuos adoptan en uso de sus facultades de juicio y autodeterminación, es natural que la protección
constitucional a las mismas sea más intensa cuanto más desarrolladas y maduras sean las facultades
intelecto-volitivas de las personas con base en las cuales éstas deciden el sentido de su existencia”. Corte
Constitucional. Sentencia SU-642-98. M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
30
“La dilatada esfera que describe el derecho al libre desarrollo de la personalidad, apareja restricciones y
limitaciones que, necesariamente, se formulan en un lenguaje jurídico de contenido abierto, como
presupuesto de posibilidad de la construcción del mismo orden jurídico que al mandar, permitir o prohibir
difícilmente deja de afectar la libertad. En efecto, las limitaciones que pueden imponerse a este derecho son
aquellas que provienen de "los derechos de los demás" y del "orden jurídico". Sin embargo, no se remite a
duda que la aplicación indiscriminada de limitaciones podría conducir a una inexorable erosión del
contenido del derecho. La Corte Constitucional se ha negado a aceptar que el libre desarrollo de la
personalidad, se circunscriba a proteger las acciones del sujeto que no hayan sido previamente limitadas por
la ley. No obstante, el derecho al libre desarrollo de la personalidad no se reduce a la pretensión, por cierto
legítima, dirigida a que las limitaciones legales a la libertad personal se ajusten a la Constitución Política.
La Corte ha reconocido en el indicado derecho un contenido sustancial que se nutre del concepto de persona
sobre el que se erige la Constitución Política”. Corte Constitucional. Sentencia T-067-98. M. P. Eduardo
Cifuentes Muñoz.
31
“Junto al ámbito absolutamente intangible del libre desarrollo de la personalidad, varias veces indicado
por la Corte Constitucional, que puede expresarse en la completa autonomía del individuo para trazarse así
mismo y practicar su propio plan de vida -siempre que no interfiera con los derechos fundamentales de los
demás-, debe reconocerse que la persona humana como miembro de la comunidad tiene una condición
social que constituye un factor a tener en cuenta por la ley con miras a armonizar el despliegue simultáneo
de las libertades individuales y la necesaria conjugación de las conductas cuando ello sea necesario para
alcanzar fines sociales merecedores de tutela constitucional. Cabe, pues, distinguir un ámbito del derecho al
libre desarrollo de la personalidad, donde el sujeto puede plantear ante las autoridades y los demás una
pretensión absoluta de no injerencia, indispensable para que pueda forjarse un plan de vida propio, y un
En ese marco, cuando ese límite no está en juego, las autoridades no se
encuentran habilitadas para interferir el libre desarrollo de la personalidad
pues entonces no se trata del límite legítimo de un derecho sino de una
intromisión en la esfera interna del individuo; de una intromisión autoritaria
que desconoce la pretensión de no injerencia que alienta la persona sobre un
espacio que sólo a ella le incumbe. Es por ello que los solos argumentos
morales, desprovistos de incidencia en los derechos de los demás y de
reconocimiento jurídico, son sustancialmente insuficientes para limitar la
cláusula general de libertad. Y ello es claramente comprensible pues un
modelo de organización política afincado en el multiculturalismo y con
expreso reconocimiento del pluralismo jurídico no puede aspirar a imponer
patrones morales. Por el contrario, las democracias deben partir del respeto
de la diferencia como una exigencia de civilidad del mundo de hoy32.

De acuerdo con ello, toda interferencia estatal en la conducta humana que no


se oriente a la protección de los derechos de los demás y el orden jurídico y
que configure límites para el ejercicio del derecho fundamental de libertad,
contraría la Carta pues está restringiendo ilegítimamente el ejercicio de ese
derecho.

15. Y allí radica precisamente la incompatibilidad con el Texto Superior de


las faltas disciplinarias consagradas en los numerales 1° y 6° del artículo 198
del Decreto 960 de 1970 y de las inhabilidades a partir de ellas generadas
pues se amparan en la sola reprobación moral de la conducta del notario con
total abstracción de la infracción del deber jurídico como punto de partida
para el ejercicio legítimo de la potestad disciplinaria. Ello es así porque ni
tales faltas en sí mismas consideradas, ni el artículo del que hacen parte,

ámbito de libertad personal que tiene carácter prima facie, en el cual resulta menester armonizar
debidamente las exigencias individuales y las comunitarias. Tratándose de este ámbito de la libertad, las
exigencias sociales sólo podrán restringir válidamente la libertad si su finalidad se ajusta a la Constitución,
si la medida legal es idónea respecto del fin pretendido, si la restricción es necesaria por no existir
alternativa razonable menos limitativa de la libertad e igualmente eficaz y, finalmente, si el sacrificio a la
autonomía resulta adecuado y estrictamente proporcional en relación con la finalidad pretendida”. Corte
Constitucional. Sentencia T-067-98. M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
32
“Si bien el libre desarrollo de la personalidad encuentra sus límites en los derechos de los demás y en el
ordenamiento jurídico, también exige de la sociedad una manifestación clara de tolerancia y respeto hacia
aquellas decisiones que no controvierten dichos límites y son intrínsecas al individuo. Por esta razón, la
represión legítima de una opción personal debe tener lugar exclusivamente frente a circunstancias que
generen violaciones reales a los derechos de los demás o al ordenamiento jurídico, y no simplemente frente a
vulneraciones hipotéticas o ficticias. Para "que la limitación al libre desarrollo de la personalidad sea
legítima, por lo tanto, no arbitraria, se requiere que goce de un fundamento jurídico constitucional. No basta
que el derecho de otras personas o la facultad de la autoridad se basen en normas jurídicas válidas sino que
en la necesaria ponderación valorativa se respete la jerarquía constitucional del derecho fundamental. En
consecuencia simples invocaciones del interés general, de los deberes sociales, o de los derechos ajenos de
rango legal, no son suficientes para limitar el alcance de este derecho." Tampoco estas restricciones pueden
llegar a anular totalmente "la posibilidad que tiene la persona de construir autónomamente un modelo de
realización personal. De allí el nexo profundo que existe entre el reconocimiento del pluralismo y el libre
desarrollo de la personalidad, ya que mediante la protección de la autonomía personal, la Constitución
aspira ser un marco en el cual puedan coexistir las mas diversas formas de vida humana”. Corte
Constitucional. Sentencia T-124-98. M. P. Alejandro Martínez Caballero.
permiten condicionar la viabilidad del reproche disciplinario a la
configuración de un ilícito sustancial de esa naturaleza.

Adviértase cómo, de acuerdo con el parágrafo 2° del artículo 4° de la Ley 588


de 2000 y la remisión que allí se hace al Decreto 960 de 1970, se encuentra
inhabilitado para concursar el notario que haya sido sancionado
disciplinariamente por embriaguez habitual, practicar juegos prohibidos, usar
estupefacientes, amancebarse, concurrir a lugares indecorosos, ser
homosexual, abandonar el hogar y observar mal comportamiento social. Se
encuentra inhabilitado también el notario que haya sido sancionado por el
ejercicio directo o indirecto de actividades incompatibles con el decoro del
cargo o que atenten en alguna forma contra su dignidad.

No se discute que para muchas personas esos comportamientos pueden


resultar moralmente reprochables e incluso incompatibles con los parámetros
que deben regular la vida en sociedad. No obstante, el solo discurso moral no
basta para limitar el ejercicio de la libertad pues para ello es imprescindible,
como se ha visto, que los comportamientos humanos interfieran derechos
ajenos. Y tal interferencia, por lo demás, debe determinarse a partir de una
ética intersubjetiva no refractaria a la tolerancia que requiere una sociedad
multicultural y pluralista. Por ello, es claro que el Estado no puede irrogarse
la facultad de ejercer su potestad sancionadora, ni mucho menos configurar
inhabilidades, a partir de supuestos como los indicados pues ellos no remiten
al cumplimiento o incumplimiento de los deberes funcionales que incumben a
los servidores públicos ni tampoco a la adecuada prestación del servicio de la
fe pública.

Es posible que con ocasión de esos supuestos de hecho, y de muchos otros,


los notarios puedan incurrir en infracciones de deberes sustanciales
constitutivas de faltas disciplinarias. No obstante, es claro que la
responsabilidad disciplinaria a que puede haber lugar, y la consecuente
inhabilidad, se generan por éste último motivo, esto es, por la infracción del
deber funcional pero no por el supuesto de hecho que a él conduce. Esto es
así en cuanto las situaciones fácticas que anteceden a la infracción del deber
funcional del notario son indiferentes para efectos del juicio disciplinario de
reproche o para la constitución de inhabilidades, mucho más si ellas se
conciben imponiendo límites ilegítimos a la cláusula general de libertad o
discriminando sin justificación alguna a los sujetos disciplinables.

Si un notario de manera injustificada se abstiene de prestar el servicio de la fe


pública, debe ser sancionado disciplinariamente e inhabilitado por ello,
independientemente de su calidad de heterosexual u homosexual o de si ha
constituido una familia por vínculos jurídicos o naturales o por la sola
voluntad responsable de conformarla. Pero generar reproche disciplinario por
este solo hecho es inconcebible pues entonces no se está imputando la
infracción de un deber sustancial sino una forma de ser y es claro que ello,
aparte de constituir un límite ilegítimo para la libertad y de generar un
tratamiento discriminatorio, no le incumbe a la potestad disciplinaria del
Estado.

16. La extensión del poder sancionador a conductas como esas quizá era
explicable en otras épocas, cuando se estaba ante regímenes que no se habían
comprometido con la defensa de la dignidad del ser humano y que no lo
habían concebido como un ser libre, capaz de trazarse sus propios ideales de
excelencia.

Ello explica que el Estado se encontrara legitimado para disciplinar a sus


servidores en razón de su embriaguez habitual, así ésta no interfiriera en el
cumplimiento del rol funcional del notario; o en virtud de conductas con un
contenido de ilicitud tan difuso como la práctica de juegos prohibidos o la
concurrencia a lugares indecorosos; o en razón del uso de estupefacientes, así
se tratase de un acto privado y no susceptible de lesionar o poner en peligro
derechos ajenos; o por haber orientado la esfera sexual de su personalidad
hacia una alternativa diferente a la de la heterosexualidad; o por haber
constituido una familia a partir de la sola voluntad responsable de
conformarla; o por el solo hecho de abandonar el hogar, indistintamente de si
al notario le asistía o no responsabilidad en ese hecho o si cumplía o no con
sus obligaciones familiares; o, en fin, por haber incurrido en conductas que a
ojos de las autoridades disciplinarias constituían mal comportamiento social.

No obstante la manifiesta contrariedad existente entre los numerales 1° y 6°


del artículo 198 del Decreto 196 de 1970 y el Texto Fundamental, varios de
los supuestos constitutivos de falta disciplinaria allí relacionados merecen
especial atención. Por una parte, bien se sabe que el moderno
constitucionalismo suministra argumentos para que el homosexualismo deje
de considerarse como una enfermedad o como una anormalidad patológica y
para que, en lugar de ello, se asuma como una preferencia sexual que hace
parte del núcleo del derecho fundamental al libre desarrollo de la
personalidad33. En ese contexto, ninguna razón es válida para que la asunción
33
Esta Corporación declaró inexequible el literal b) del artículo 46 del Decreto 2277 de 1979, de acuerdo con
el cual el homosexualismo era una falta disciplinaria imputable a los docentes. En esa oportunidad se indicó
que se trataba de una preferencia sexual que hacía parte del libre desarrollo de la personalidad y se advirtió la
ilegitimidad constitucional de su previsión como falta disciplinaria. Se expuso: “La preferencia sexual y la
asunción de una determinada identidad sexual -entre ellas la homosexual- hacen parte del núcleo del
derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad. En este sentido, la Corte ha afirmado que la
específica orientación sexual de un individuo constituye un asunto que se inscribe dentro del ámbito de
autonomía individual que le permite adoptar, sin coacciones ajenas, los proyectos de vida que considere
pertinentes, siempre y cuando, con ellos, no vulnere el orden jurídico y los derechos de los demás. Así, la
doctrina constitucional ha señalado que la Carta eleva a derecho fundamental "la libertad en materia de
opciones vitales y creencias individuales", lo cual implica "la no injerencia institucional en materias
subjetivas que no atenten contra la convivencia y organización social. Es evidente que la homosexualidad
entra en este ámbito de protección y, en tal sentido, ella no puede significar un factor de discriminación
social". Toda diferencia de trato de una persona debido a sus orientaciones sexuales equivale en el fondo a una
posible discriminación por razón del sexo, y se encuentra sometida a un idéntico control judicial, esto es a un
escrutinio estricto... Conforme a la Constitución y a los tratados de derechos humanos, es claro que la
homosexualidad no puede ser considerada una enfermedad, ni una anormalidad patológica, que deba ser
curada o combatida, sino que constituye una orientación sexual legítima, que constituye un elemento
esencial e íntimo de la identidad de una persona, por lo cual goza de una protección constitucional especial,
de una particular identidad sexual constituya falta disciplinaria. La regla de
derecho que así lo establezca contraría los fundamentos mismos del orden
político constituido pues desdice de la dignidad humana como fundamento del
moderno constitucionalismo, desvirtúa la libertad y fomenta la
discriminación.

De otro lado, tampoco las decisiones relativas a la vida particular y familiar


de un servidor público constituyen un ámbito en el que sea legítima la
injerencia del Estado. Por eso contraría la Carta la norma que permita
configurar ilícitos disciplinarios a partir de las decisiones que los servidores
públicos han tomado en torno a la manera como han de constituir su familia.
Para efectos de la potestad disciplinaria del poder público y de la capacidad
para constituir inhabilidades es indiferente que la integración familiar se haya
hecho por vínculos naturales o jurídicos pues no solo unos y otros son
legítimos frente a la Carta, sino que ellos nada tienen que ver con el
cumplimiento o incumplimiento funcional del servidor público34.

Finalmente, a una concepción autoritaria del Estado y a la asunción de la


persona humana como un ser sometido, se acomoda también el reproche
disciplinario y la consecuente inhabilidad para acceder a la función pública
desencadenados contra el notario que directa o indirectamente ejerce
actividades incompatibles con el decoro del cargo o que de cualquier manera
atente contra su dignidad. Adviértase que una norma como ésta deja un
amplísimo margen para la configuración del ilícito disciplinario pues al tomar

tanto en virtud de la fuerza normativa de la igualdad como por la consagración del derecho al libre
desarrollo de la personalidad. Todo lenguaje tendiente a estigmatizar a una persona por su orientación
sexual es entonces contrario a la Carta y es explícitamente rechazado por esta Corporación. En ese mismo
orden de ideas, toda diferencia de trato fundada en la diversa orientación sexual equivale a una posible
discriminación por razón de sexo y se encuentra sometida a un control constitucional estricto... No existe
ninguna justificación para que se consagre como falta disciplinaria de los docentes la homosexualidad. La
exclusión de los homosexuales de la actividad docente es totalmente injustificada, pues no existe ninguna
evidencia de que estas personas sean más proclives al abuso sexual que el resto de la población, ni que su
presencia en las aulas afecte el libre desarrollo de la personalidad de los educandos. Además, el propio
ordenamiento prevé sanciones contra los comportamientos indebidos de los docentes, sean ellos
homosexuales o heterosexuales. Normas como la acusada derivan entonces de la existencia de viejos y
arraigados prejuicios contra la homosexualidad, que obstaculizan el desarrollo de una democracia
pluralista y tolerante en nuestro país. Por ello, la Constitución de 1991 pretende construir una sociedad
fundada en el respeto de los derechos fundamentales de las personas y en donde la diversidad de formas de
vida no sean un factor de violencia y de exclusión sino una fuente insustituible de riqueza social. La
diferencia y la igualdad encuentran sus lugares respectivos en esta Constitución que pretende así ofrecer las
más amplias oportunidades vitales a todas las personas”. Corte Constitucional. Sentencia C-481-98. M. P.
Alejandro Martínez Caballero.
34
“Toda persona, en razón de su libertad, y en ejercicio del derecho constitucional que le asiste a desarrollar
su personalidad sin más limitaciones que los derechos de los demás y el orden jurídico (art. 16 C.P.), puede
adoptar, sin intervención del Estado ni de particulares, y sin la presión de la institución educativa a la que
pertenece o de la empresa para la cual trabaja, las decisiones relacionadas con el futuro desenvolvimiento
de su vida particular y familiar. La intromisión de otros en aspectos tan esenciales como la escogencia del
estado civil (casado o soltero), la determinación acerca de si se constituye o no una familia -por vínculo
matrimonial o de hecho-, la selección de la pareja, la decisión acerca de si ésta quiere o no procrear, la
planeación sobre el número de hijos y en torno a la época en que habrán de ser engendrados, la resolución
de dar por terminado el matrimonio o de poner fin a la unión de hecho..., implica sin lugar a dudas una
limitación de la libertad no consentida por la Carta Política ni por los tratados internacionales sobre
derechos humanos, y respecto de ella cabe acudir al amparo judicial, según las reglas contempladas en el
artículo 86 de la Constitución”. Corte Constitucional. Sentencia T-813-00. M. P. José Gregorio Hernández
Galindo.
como punto de referencia el decoro en sí mismo y no el cargo o la función
notarial, impide determinar parámetros que permitan precisar cuáles son los
comportamientos que se reputan incompatibles. Semejante concepción del
ilícito disciplinario desvirtúa la cláusula general de libertad contenida en el
artículo 16 de la Carta y le reconoce a la autoridad una potestad que no tiene
cabida en el constitucionalismo: Adecuar a cláusulas generales todos aquellos
supuestos que no se enmarcan en otros ilícitos disciplinarios y que no
interfieren en los deberes funcionales del notario.

Para la Corte, es claro que a la sombra de estos supuestos de falta disciplinaria


y de la consecuente inhabilidad que generan, está la imagen del Estado
autoritario que con criterio perfeccionista señala el sendero que han de
transitar sus súbditos.

17. En síntesis, es evidente que el legislador, al establecer las inhabilidades


para el cargo de notario y remitir, para ese efecto, a las faltas disciplinarias
consagradas en el Decreto 960 de 1970, obró con el propósito legítimo de
garantizar que el servicio de la fe pública sea prestado por aquellas personas
capaces de generar la confianza pública requerida para ello. No obstante, en
el caso de los numerales 1° y 6° del artículo 198 de ese decreto, el mecanismo
elegido por el legislador para realizar ese fin es contrario al Texto Superior
pues comporta el sacrificio injustificado de la dignidad del ser humano como
fundamento del orden político constituido, de la cláusula general de libertad y
del mandato de no discriminación.

De este modo, dada la manifiesta contrariedad existente entre el Texto


Superior -artículos 1, 6, 13, 16 y 42- y la inhabilidad a que se somete al
notario que ha sido sancionado disciplinariamente con base en los numerales
1° y 6° del artículo 198 del Decreto 960 de 1970, la Corte declarará la
inexequibilidad de estas disposiciones.

DECISIÓN

Con fundamento en las precedentes motivaciones, la Sala Plena de la Corte


Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de
la Constitución,

RESUELVE:

PRIMERO. Declarar EXEQUIBLE, en lo demandado, el parágrafo


segundo del artículo 4° de la Ley 588 de 2000 en el entendido que la
inhabilidad no se extiende a quienes fueron condenados con sanción de multa
conforme al Decreto Ley 960 de 1970.
SEGUNDO. Declarar INEXEQUIBLES los numerales 1° y 6° del artículo
198 del Decreto 960 de 1970.

Cópiese, notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte


Constitucional, cúmplase y archívese el expediente.

MARCO GERARDO MONROY CABRA


Presidente

JAIME ARAUJO RENTERIA


ALFREDO BELTRÁN SIERRA
Magistrado
Magistrado

MANUEL JOSE CEPEDA ESPINOSA JAIME


CORDOBA TRIVIÑO
Magistrado
Magistrado

RODRIGO ESCOBAR GIL EDUARDO


MONTEALEGRE LYNETT
Magistrado
Magistrado

ALVARO TAFUR GALVIS CLARA INES VARGAS


HERNANDEZ
Magistrado
Magistrada
MARTHA VICTORIA SACHICA MENDEZ
Secretaria General
Salvamento de voto a la Sentencia C-373/02

INHABILIDADES-Inconstitucionalidad por perpetuidad o


intemporalidad (Salvamento de voto)

INHABILIDADES PERPETUAS-Se constituyen en sanciones


(Salvamento de voto)

INHABILIDADES PARA CONCURSO DE NOTARIO-


Inconstitucionalidad por carácter perpetuo e intemporal (Salvamento de
voto)

Magistrado Ponente: Jaime Córdoba


Triviño
expediente No: D-3778
Demanda de inconstitucionalidad contra el
parágrafo 2° del artículo 4° de la Ley 588
de 2000.

Con el acostumbrado respeto, manifestamos nuestro disentimiento parcial con


la posición mayoritaria adoptada por la Corte en la sentencia de la referencia,
en relación con la declaratoria de constitucionalidad del parágrafo segundo del
artículo 4° de la Ley 588 de 2000, con fundamento en las siguientes
consideraciones:

- En relación con la intemporalidad de la inhabilidad consagrada por la


norma, según la cual no podrá concursar para el cargo de notario quien
“haya sido condenado penal, disciplinaria o administrativamente por
conductas lesivas del patrimonio del estado o por faltas como Notario
consagradas en el artículo 198 del Decreto-ley 960 de 1970…”, esta
Corporación decidió en el presente fallo reiterar la postura, a nuestro juicio
inconstitucional, según la cual las inhabilidades perpetuas o intemporales
no configuran penas impuestas por la comisión de conductas punibles, sino
simples impedimentos para acceder a cargos o funciones públicas.

- Conforme a la tesis planteada en otros salvamentos de voto pertenecientes


a otras decisiones proferidas por esta Corporación, reiteramos nuestra
posición según la cual son abiertamente inconstitucionales, como en el
caso en cuestión, aquéllas disposiciones que establezcan inhabilidades
perpetuas o intemporales, en este caso para concursar para el cargo de
notario, pues a través de tal consagración, se vulnera el artículo 28
superior, que consagra la imprescriptibilidad de las penas dentro de nuestro
ordenamiento jurídico. Lo anterior, en consideración a que las
inhabilidades perpetuas se constituyen en verdaderas sanciones por la
comisión de delitos.

- Teniendo en cuenta que la disposición analizada consagra una inhabilidad


perpetua e intemporal, nos remitimos íntegramente a lo expuesto en los
salvamentos de voto de las sentencias C-952 de 2001 y C-1212 de 2001 35,
y en consecuencia nos apartamos de la decisión mayoritaria adoptada por
esta Corporación dentro del presente fallo.

Fecha ut Supra,
RODRIGO ESCOBAR GIL
Magistrado

EDUARDO MONETALEGRE LYNETT


Magistrado

35
En la sentencia C-952 de 2001, la Corte señaló, en relación con la naturaleza jurídica de las inhabilidades
intemporales para ser alcalde a quien ha sido condenado a pena privativa de la libertad mediante sentencia
judicial, que están concebidas no como penas sino como “una garantía a la sociedad de que el
comportamiento anterior al ejercicio del cargo fue adecuado y no perturbará el desempeño del mismo, así
como que el interés general se verá protegido y podrá haber tranquilidad ciudadana acerca de la idoneidad,
moralidad y probidad de quien ejercerá en propiedad el referido cargo”.

Así mismo, en sentencia C-212 de 2001 señaló con relación a las inhabilidades concebidas como penas, que
“Si bien es cierto que, de conformidad con el artículo 28 de la Constitución Política, no pueden existir penas
ni medidas de seguridad imprescriptibles, esta norma solamente es aplicable a los casos de sanciones
penales, por lo que se hace necesario distinguir estas últimas de otras sanciones como las disciplinarias,
pues tiene origen, modalidades y fines diversos.”

En consecuencia, concluyó que las disposiciones que consagran una inhabilidad intemporal para ser notario, a
quien hubiese cometido determinadas faltas disciplinarias, no vulneran la Constitución, al representar un
instrumento razonable y proporcionado para proteger la idoneidad de la función notarial.

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