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2012

La Persona Humana
Su vocación innata al amor y su dignidad
Es importante comprender que somos una unidad integral de tres
dimensiones: cuerpo, psiquis y espíritu, todas ellas unidas íntimamente y cuyo
centro de disposición es la vida espiritual.
Desde ese centro la persona puede asir las riendas de su vida, retomarse,
reunificarse. Ordenar la pirámide, aunque a veces el cuerpo o la psiquis tiendan
a llevarnos al descontrol o la pérdida de la paz interior.
La dignidad de toda persona supone comprender que fuimos diseñados
para amar y ser amados.
Pero la vida es un don y una tarea, como somos libres, tenemos que
conquistar nuestro destino y estamos destinados a hacernos a nosotros mismos
a partir de lo dado.
Estamos llamados a llevarnos a la plenitud, esta es nuestra primera
responsabilidad ante nosotros mismos, ante los demás y ante Dios: realizarnos
como personas.
A veces podemos comportarnos como animales, mas aun, como bestias,
porque el animal actúa determinado por su instinto y no lo puede modificar. El
hombre en cambio, esta llamado a educar sus instintos, a modelarlos conforme a
su inteligencia y a su capacidad de amar.
“La medida de la libertad esta en el amor del que seamos capaces”.
Amar es comprometerse, servir, dar, y esa acción de amar que
aparentemente nos encadena es la plenitud del ejercicio de la libertad humana.
Porque somos libres podemos prestar un servicio a los demás, podemos amar.
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Licenciatura en Enfermería
Por esta razón, la vocación del hombre es la llamada al amor. Podemos
hacer de nuestras vidas una entrega al servicio de los demás, y esto es garantía
de felicidad.
Por esto entender que somos personas únicas e irrepetibles, significa a su
vez, que somos irreemplazables en la entrega a los demás.
En contraposición a una visión generalizada que considera a los
enfermos, a los ancianos, a los minusválidos, como personas carentes de
valor, está la visión que entiende que “el valor de un ser humano se mide por
su capacidad de generar amor”, por este motivo, creemos que los que sufren
son las personas más ricas en humanidad.
Y los que están al servicio de los que sufren pueden crecer en esta
dimensión por su capacidad de comprensión, de acogida, de escucha de
atención empática y eficiente.
Salir al encuentro de quien sufre es una oportunidad de crecer como
personas, de crecer en dignidad.

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