Colosenses

Colosenses 2:1-8
Programa No. 0800

Colosenses 2:1-8

Llegamos hoy, amigo oyente, a un capítulo muy interesante de la Epístola a los Colosenses, y
nos referimos al capítulo 2. En la primera sección, los primeros 15 versículos, se nos habla de que
“Cristo es la respuesta para la filosofía”. Luego en los versículos 16 al 23, encontramos que “Cristo es
la respuesta para los ritos”. La respuesta a la filosofía es para la cabeza; la respuesta para los ritos es
para el corazón. Así que, como dijimos al comienzo, el cristianismo siempre está en peligro de navegar
entre Sicilia y Coripto. Esos son los dos puntos entre los cuales tuvo que navegar Eneas, en esa
epopeya de Virgilio, “La Eneida”, como usted bien recordará. Era algo muy difícil. Por un lado se
encontraba el peligro; en el otro lado había mucho más peligro aún. Y el cristianismo en un extremo,
siempre se encuentra en el peligro de evaporarse a una filosofía. Existe el peligro de convertirse en
nada más que simplemente un vapor. Y luego, por otro lado, existe el peligro de congelarse en cierta
forma; es decir, en un rito. Y ese es un gran peligro también.

El Señor Jesucristo no dijo que había un vapor de vida. Él no dijo: “Yo soy el hielo de la vida”. Él
dijo: “Yo soy el agua de vida”. En el evangelio según San Juan, capítulo 7, y versículo 37, el Señor dice:
Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. Por tanto, nosotros debemos protegernos contra el seguir la
línea de la filosofía, o el seguir la línea de los ritos hoy. El cristianismo es Cristo.

En la Iglesia de los Colosenses había cinco errores que ponían en peligro a esa Iglesia, y el Apóstol
Pablo trata con eso en este capítulo. El primero de ellos es palabras persuasivas, y eso lo tenemos en
los versículos 4 al 7, de este capítulo 2. Luego, había el peligro de la filosofía, en los versículos 8 al 13.
Había también el peligro del legalismo, en los versículos 14 al 17. Luego, el peligro del misticismo, en
los versículos 18 y 19. Y finalmente encontramos el ascetismo, en los versículos 20 al 23. Y diríamos
que estos son los peligros de hoy también.

Creemos que la mayoría de nosotros podría sentarse y tomar este capítulo, leerlo
detenidamente y hacer un inventario de nuestras vidas espirituales para ver en qué dirección nos

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estamos dirigiendo; para ver si nos hemos deslizado hacia uno de estos sistemas en la actualidad.
Gran cantidad de aquellos llamados “creyentes en la Biblia”, se han deslizado hacia uno o dos de estos
sistemas mencionados aquí. Leamos pues, lo que dice el primer versículo, de este capítulo 2 de la
epístola a los Colosenses:

1
Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en
Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro; (Col. 2:1)

Ahora, Laodicea se encontraba junto a Colosas. Uno se puede parar en un lugar elevado de
Laodicea y mirar a través del valle Lakhis, y poder observar en la ladera de la montaña cerca de las
puertas de Frigia que lo llevan hacia el oriente, que allí están las ruinas de Colosas. Eran unas cosas
muy hermosas, una gran ciudad, pero no lo era tanto como Laodicea. Y esa es una de las siete
ciudades, como recordamos, a las cuales Juan escribió. Ese era un lugar tibio. Así es que, encontramos
un peligro aquí, y aquello que causó un gran conflicto en el corazón del Apóstol Pablo. De paso
digamos que la palabra lucha que encontramos en este primer versículo, se puede traducir por la
palabra “agonía”. Mac Phail llama a esto: “La oración de la agonía”. Y necesitamos mucho de esta
clase de oración, según creemos; y ésta es una oración de agonía.

El Apóstol Pablo podía ver que aquí existía un grave peligro. Esto se encuentra a unos 170
kilómetros tierra adentro de la antigua Éfeso, o la antigua Esmirna. Y Pablo recorrió esa zona en dos
oportunidades. Él no se dirigió en esa dirección en particular, porque aun cuando él trató de hacerlo
en su segundo viaje misionero, llegar hasta Asia, el Espíritu de Dios se lo prohibió. Así es que él se
volvió y tomó la ruta por el norte. De modo que, cuando él llegó en la tercera oportunidad en esta
zona, caminando, era aparentemente desconocedor de la ruta del sur; pero como conocía la ruta del
norte, se dirigió por ella. Así es que aparentemente nunca estuvo en Colosas, y tampoco estuvo en
Laodicea. Y él hace mención de eso diciendo: y por todos los que nunca han visto mi rostro.

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El Apóstol Pablo está sufriendo una gran agonía por ellos porque se encuentran en peligro de
irse o apartarse en una de dos direcciones, y ese es el peligro de la Iglesia en el día de hoy. Y eso explica,
como sucedió más adelante en Laodicea, su condición de tibieza espiritual, de que ellos habían
perdido de vista a la persona de Cristo. Porque Cristo es la respuesta para la cabeza del hombre, y Él
también es la respuesta para el corazón del hombre.

Usted también puede notar al avanzar aquí en esta sección, cuando Pablo dice: por todos los
que nunca han visto mi rostro; que es algo muy obvio que él no se había encontrado nunca en Colosas.
O quizá tenían tantos creyentes nuevos en ese lugar, que se habían sumado a los miembros de la
Iglesia, desde que él estuvo allí; los cuales no habían visto su rostro. Pero no creemos en realidad que
esto último haya sido posible. Luego, él menciona en la primera parte del versículo 2:

2
para que sean consolados sus corazones, (Col. 2:2a)

Ahora, la palabra corazones nos indica aquí al hombre interior completo. Eso quiere decir la
naturaleza total, propulsora del hombre. Esa es nuestra humanidad; que sus corazones, que su
humanidad, que sus personas puedan ser consoladas. Y esa palabra aquí en realidad quiere decir:
“unidas o tejidas juntas”. Y que puedan ser consolados. Estando unidos o tejidos en amor. Esa es una
unión muy compacta. El amor atrae unos a otros. Después de todo, lo que mantiene unida a la Iglesia
no son los dones, ni aún aquello que nosotros llamamos “espiritualidad”. Lo que mantiene unidos a
los creyentes es el amor, amigo oyente. Ese es el cemento que nos mantiene unidos a todos. Luego
Pablo dice a continuación, en este versículo 2:

2
unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, (Col. 2:2)

Esa expresión, pleno entendimiento es algo muy interesante. Eso quiere decir el “navegar a toda
marcha”. Quiere decir que los creyentes tienen que estar en movimiento – avanzando
espiritualmente. Avanzando por Dios. Y de eso se nos habla aquí en este versículo. Luego, en la parte
final de este versículo 2, concluye diciendo:

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2
a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, (Col. 2:2b)

Quizá esta sea una expresión un poco difícil. Y honradamente creemos que probablemente una
forma mejor de traducir esto aquí en este versículo en particular, podría ser: “El misterio de Dios, aún
del Padre y de Cristo”. O quizá, un poco mejor todavía, más fácil sería decir: “El misterio de Dios y de
Cristo”. Y creemos que probablemente esto último sea lo correcto.

Pues, bien, ¿cuál es el misterio de Dios y de Cristo? Bueno, el misterio de hoy es la Iglesia, porque
no fue revelada en el Antiguo Testamento. Dios iba a salvar a los gentiles. Eso se expresaba claramente
en el Antiguo Testamento, y Él los salvó. Pero, comenzando con el día de Pentecostés, Dios comenzó
algo nuevo, formando de un grupo de gente un cuerpo de creyentes, bautizados en el cuerpo de
creyentes. Y eso es lo que quiere decir allá en la Primera Epístola a los Corintios, capítulo 12, versículos
12 y 13, donde dice: Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los
miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu
fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio
a beber de un mismo Espíritu.

Cristo tuvo un cuerpo físico aquí en la tierra. Y en el día de hoy Él tiene un cuerpo espiritual aquí,
y es el cuerpo de los creyentes que han confiado en Él, y se llama Cristo. Es por eso que le pudo decir
a Saulo de Tarso: ¿por qué me persigues? Lo estaba persiguiendo a Él, personalmente. ¿Por qué?
Porque la Iglesia es Cristo. Le pertenece a Él. Hemos sido bautizados en Él. Porque por un solo Espíritu
fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio
a beber de un mismo Espíritu.

Amigo oyente, esto es lo que trae unidad a la Iglesia. Y en el día de hoy se nos dice que no
debemos crear o hacer una unidad. Usted no puede unirse a una organización y esperar que esa
organización traiga unidad a la Iglesia. El Espíritu Santo ya ha hecho eso. El coloca a todos los
creyentes en un cuerpo. Y se nos dice que debemos guardar la unidad del Espíritu. El problema hoy es

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que nosotros no estamos guardando esa unidad del Espíritu. Luego, se nos dice en el versículo 3, de
este capítulo 2, de la epístola a los Colosenses:

3
en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. (Col. 2:3)

Ahora, Pablo va a tratar con este asunto de la filosofía, como ya hemos indicado. Palabras
engañosas y filosofía. Lo que está persuadiendo y engañando a muchos jóvenes predicadores en el
día de hoy, en la mayoría de los seminarios, es que la filosofía y la psicología han substituido a la Biblia.
Es sorprendente cuán poco estos jóvenes que salen de los seminarios, conocen acerca de la Biblia.
Conocen mucho acerca de los filósofos y de los psicólogos, como Kant y Platón, pero no parecen
conocer mucho acerca de la Palabra de Dios; y ese es el gran problema que tenemos en el día de hoy.

Existía, entonces, esa clase de peligro para los Colosenses. Y opinamos que eso es lo que en
realidad destruyó no sólo la Iglesia en Colosas, sino que también la que se encontraba en Laodicea.
Esa era la Iglesia más débil de las siete, como usted bien sabe, y la que se encontraba en la peor
condición espiritual. Sin embargo, ellos creían que estaban mucho mejor que eso. Laodicea era una
ciudad muy rica. También lo era Colosas. Un lugar de muchas riquezas, y ellos se jactaban de esa
riqueza. También se jactaban del mucho conocimiento que poseían. Y eso siempre es un grave peligro,
como podemos ver.

Pero ahora, si nosotros pudiéramos aprender, amigo oyente, que en quien – o sea en Cristo –
están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento usted puede recibir todo lo que
necesita, en Cristo. Ah, si nosotros simplemente aprendiéramos esto, amigo oyente. La Iglesia es un
misterio. Y Cristo es el misterio. Es decir, la Iglesia. Y aquí se nos dice que Él es esa gran reserva de todo
conocimiento.

En la Facultad de Ciencias de una Universidad, existía cierto lema. Y nos parece muy apropiado,
decía: “Lo más próximo al saber, es saber dónde buscar”. Y esto nos gusta bastante. Lo más próximo
al saber, es saber dónde buscar. Bien, amigo oyente, nosotros no lo sabemos todo, estamos seguros

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que usted ya se ha dado cuenta de eso. Pero sabemos dónde encontrar lo que necesitamos, porque
conocemos a alguien que lo sabe todo. Cristo ha sido hecho para nosotros, Sabiduría. Nosotros
debemos confiar en eso. Y todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento se encuentran en Él. Y
¡cuán maravilloso es eso, amigo oyente! Ahora, Pablo comienza a entrar en esta parte donde él va a
tratar con este tema. En primer lugar se referirá a las palabras engañosas, comenzando con el
versículo 4, donde dice:

4
Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas. (Col. 2:4)

Esta palabra engañe aquí, indica el hacer de usted una víctima. Quiere decir: “oratoria” o
“palabras dulces”.

En cierta ocasión se encontraba un hombre hablando, usando palabras altisonantes, y también

tratando de ser muy profundo. Y así lo era, muy profundo. Él se estaba dirigiendo a un grupo de
personas y entre ellos se encontraba un hombre que estaba en la periferia del grupo. El orador ya
había estado hablando por unos 30 minutos. Otro hombre que llegó tarde se acercó y le preguntó al
otro que estaba allí primero, y le dijo: ¿De qué está hablando este señor? A lo que este otro hombre
respondió: “Bueno, todavía no nos ha dicho nada”. Y, para decir la verdad, amigo oyente, él nunca lo
diría, uno nunca se podría dar cuenta en realidad de lo que él estaba hablando.

Cierta dama dijo en una ocasión: “Ah, me encanta ir a esa Iglesia porque el predicador allí utiliza
un lenguaje tan lindo, tan florido, y él me hace sentir muy bien”. Y ese es el peligro del día de hoy,
amigo oyente. Hay muchas personas que están encantadas con este movimiento hacia la
intelectualidad entre los predicadores, y éstos no están dando la sencilla Palabra de Dios. Existe esa
idea hoy, de tratar de aparecer como muy intelectual.

Y Pablo, entonces, nos está dando una advertencia en cuanto a esta clase de cosas. “Os
engañarán con palabras persuasivas, y terminarán siendo víctimas”. Y eso es lo que sucede con gran
cantidad de personas que siguen a cierto predicador o a cierto individuo. No están siguiendo la

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Palabra de Dios. Están siguiendo a la persona. Es como si siguieran al flautista de Hamelín. Él comenzó
a tocar y la gente lo comenzó a seguir. Y luego Pablo dice en el versículo 5, de este capítulo 2 de su
epístola a los Colosenses:

5Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros,
gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo. (Col. 2:5)

En esa época Pablo se había enterado que esa Iglesia se estaba manteniendo firme. Y él dice:
mirando vuestro buen orden. Ahora, ese orden es una palabra o término militar que quiere decir: “el
estar parados hombro a hombro”. Y eso es lo que los creyentes deberían estar haciendo.
Manteniéndose firmes hombro a hombro. Pero hoy no estamos haciendo eso. Estamos tratando de
socavar al otro creyente. Quizá tratando de aprovecharnos de ellos, de alguna manera. ¡Ah, amigo
oyente, si hoy pudiéramos volvernos a este buen orden, a mantenernos firmes hombro a hombro!

Luego, el Apóstol Pablo utiliza la palabra firmeza. Y eso quiere decir: “un frente sólido”. Y quiere
decir el estar inamovible. En realidad, la palabra utilizada aquí es “estereotipo”. Y eso es lo opuesto a
un tipo que se mueve. Y Pablo nos habla aquí de un ser inamovible, siempre abundante en la obra del
Señor. Y de eso es que él está hablando aquí. La Iglesia en Colosas en aquel tiempo, tenía esa
reputación, y Pablo quería que continuara de esa manera, y que no fuera guiada por otros caminos,
debido a la oratoria de alguna persona. Y en el versículo 6, dice:

6
Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; (Col. 2:6)

¡Esta es una declaración maravillosa! Para comenzar, si usted presta atención, nos podemos
preguntar: ¿Qué quiere decir o qué significa el ser creyente? Siempre estamos recibiendo cartas de
nuestros oyentes, y en una ocasión nos escribió un señor diciendo que no somos salvos. Él decía que
estaba orando para que fuéramos salvos, pues él dice que nosotros admitimos francamente que no
somos perfectos y que no cumplimos aún con los Diez Mandamientos, y que no somos salvos sino
hasta cuando cumplamos con eso. ¿Qué quiere decir entonces, en realidad, el ser salvos? Quiere decir,

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el recibir a una persona, a la persona de Jesucristo. Escuche usted lo que Pablo dice en este versículo
6, del capítulo 2, de su epístola a los Colosenses:

6
Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; (Col. 2:6)

Ahora que usted ha recibido al Señor Jesucristo, ande en Él. Y eso, amigo oyente, es algo
maravilloso. Eso es lo que significa: Andad en el Espíritu. (Gál. 5:16) El aprender a caminar a través de
esta vida. Y eso no quiere decir el andar por las nubes. Hay muchas personas que piensan que la vida
del creyente es algo grandioso, una experiencia abrumadora, y que uno parte de esta tierra como un
cohete en dirección al espacio. Bueno, ese no es el lugar donde uno vive la vida cristiana. El lugar se
encuentra en su propio hogar, en su oficina, en el taller, en la escuela, en la calle. Y de la manera en
que uno se dirige de un lugar a otro es caminando. Y uno tiene que andar en Cristo hoy. Ah, amigo
oyente, que usted y yo aprendamos a estar unidos a Él en esa forma. Pablo continúa luego, diciendo
en la primera parte del versículo 7:

7arraigados y sobreedificados en él, (Col. 2:7a)

Y esta es una expresión interesante. Arraigados quiere decir como un árbol, y esa es una cosa
viviente. Y sobreedificados como una casa, y eso no es algo viviente. Pero tiene unos cimientos
fantásticos. Y esos cimientos, esas bases, el Apóstol Pablo nos dice en otra parte que es el Señor
Jesucristo mismo. Ahora, como usted ha recibido al Señor Jesucristo, ande en Él. ¿Haciendo qué? En
primer lugar, estando arraigado. Y eso quiere decir sacando su propia vida de Él, como lo hace un
árbol. Y luego, sobreedificado en Él. O sea que su fe descanse sobre Él. Y luego se nos dice al final del
versículo 7:

7
y confirmados en la fe, (Col. 2:7b)

Y ese es el medio por el cual usted y yo nos asimos de Cristo hoy, nos agarramos de Él. Luego
Pablo sigue diciendo algo que es simplemente maravilloso. Y quisiéramos tener más tiempo para
analizarlo hoy. En el versículo 9, dice:

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Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, (Col. 2:9)

O sea, todo el “pléroma”. Y eso es algo maravilloso. ¡Ah!, pero notamos que nos pasamos sin leer
un versículo y no deberíamos hacer eso. Tenemos que regresar y analizarlo. La primera palabra de
este versículo 8, nos dice: mirad. Es como esa señal que encontramos a veces: Pare, mire y escuche.
Leamos, pues, este versículo 8:

8
Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones
de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. (Col. 2:8)

Y en los versículos 8 hasta el 13, encontramos el peligro de la filosofía. Este versículo 8 otra vez
dice:

8
Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones
de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. (Col. 2:8)

Si usted sigue la historia de la filosofía, comenzando con Platón y hacia el presente, aun
siguiendo a muchos de los padres de la Iglesia, usted puede encontrar que ninguno de ellos,
incluyendo a Kant, Locke y aún a Bultmann, ninguno de ellos tiene una alta opinión de la inspiración
de la Palabra de Dios. Es decir que, ellos están buscando una respuesta a los problemas de la vida.
Bueno, amigo oyente, usted no va a encontrar esa respuesta en la filosofía.

Ahora, un verdadero filósofo es aquel que busca la verdad. Pero usted se puede dar cuenta que
Cristo es la respuesta; y esa expresión de “Cristo es la respuesta”, bueno, siempre deseamos que la
gente haga la pregunta, si es que van a decir que “Cristo es la respuesta”. Él es la respuesta a la
filosofía. Él ha sido hecho para nosotros Sabiduría. Ahora, la falsa filosofía de hoy, es como un hombre
ciego buscando en un cuarto oscuro a un gato negro que no está allí. Esa es la búsqueda de la filosofía
del día de hoy. Y Pablo nos está advirtiendo en cuanto a eso aquí.

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Y bien, amigo oyente, tendremos que regresar a estos maravillosos versículos, Dios mediante,
en nuestro próximo programa. Le invitamos, pues, a sintonizarnos. Será pues hasta entonces, ¡que las
ilimitadas misericordias del Señor sean con usted, es nuestra ferviente oración!

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