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Es el sábado por la tarde, y por todo el país la gente está decidiendo nuevamente si
asistir a los cultos de la Iglesia mañana o dónde hacerlo. Algunos se preguntarán:
“¿Hace alguna diferencia asistir a la Iglesia en el siglo XX? Después de todo, la
mayoría de nosotros puede encontrar una variedad amplia de programas religiosos
en la radio o la televisión en nuestros hogares. Otros irán a cultos de adoración,
pero permanecerán distantes de cualquier compromiso serio con la iglesia local a
que asisten. Todavía otros pasarán de iglesia en iglesia aparentemente incapaces o
desinclinados a decidir si deberían unirse a una.
Es un tiempo de confusión acerca del lugar y propósito de las iglesias locales. Los
cristianos en el pasado no tenían tantas elecciones con que enfrentarse. No tenían
los medios electrónicos, por ejemplo. Los libros cristianos no eran ni tan
abundantes ni tan fácilmente obtenibles como lo son hoy. El transporte no permitía
los viajes rápido con que estamos familiarizado ahora. La gente no podía escuchar
sermones grabados como muchos hacen tan provechosamente hoy. El efecto
combinado de estas y otras circunstancias actuales es fomentar que los cristianos
contemporáneos cuestionen la importancia la iglesia local tradicional. Cuando uno
agrega a éstas las muchas imperfecciones obvias que se encontrar aun en las
mejores iglesias locales, los problemas y las preguntas aumentan en intensidad.
¿Hay respuestas a las preguntas:
¿Es importante la iglesia local? ¿No pueden los cristianos arreglárselas sin ella?
¿Realmente importa si participo en ella o no? Aun cuando asista a los cultos de la
Iglesia, importa si me hago miembro?
Estas y otras preguntas deberían ser de gran interés para los cristianos actuales.
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1. La Iglesia gloriosa
La Iglesia del Dios viviente desde el pasado hasta el presente es gloriosa a sus
ojos. No hay grupo, movimiento, o institución de ninguno tipo en el mundo que
pueda aun aproximarse a la gloria, el esplendor, el honor, la belleza, la
magnificencia, la maravilla, la dignidad, la excelencia, la refulgencia de la Iglesia de
Dios. !Ojalá que nosotros pudiéramos todos ser llenos hasta rebosar con un
sentido profundo de la gloria de la Iglesia como Dios la ve! Muchos de nuestros
problemas sobre la iglesia local se resolverían inmediatamente si compartiéramos
la perspectiva de Dios!
Juan Newton expresó una medida de este espíritu cuando parafraseó la enseñanza
del Salmo 87 en su conocido himno:
Cosas gloriosas de ti se hablan, Sión, la ciudad de nuestro Dios; Aquel cuya palabra
no puede ser quebrantada te formó para ser su propia morada: Sobre la Roca de los
Siglos fundada, ¿qué puede sacudir tu seguro reposo? Con muros de salvación
rodeada, puedes sonreír a todos tus enemigos.
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nos asegura, la Iglesia es un “real sacerdocio, nación santa” (1 Pedro 2:9). Esta
honorable posición ante Dios obviamente trasciende el mero perdón. Los
miembros de la Iglesia Dios, que anteriormente eran hijos de ira y de
desobediencia (Efesios 2:2,3; 5:6), son ahora los miembros santos de la Familia
Real de Dios.
7. La gloria de la Iglesia puede verse en el hecho que ella disfruta del ministerio
poderoso y personal del Espíritu Santo (Efesios 1.13,14,17-19; 3:16,17; Romanos
8:9-16). La Iglesia (tanto individual como colectivamente) es el templo del
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Espíritu Santo (Efesios 2:21,22; 1 Corintios 3:16, 6:19). Así como la segunda
persona de la Santísima Trinidad llegó a ser carne y murió para comprar la
Iglesia, nada menos que la persona del Espíritu Santo de Dios ha venido como
su Guía y Consolador que mora en nosotros (Juan 14:16,17,25; 16:13-15).
¡Yo amo tu Iglesia, oh Dios! Sus muros ante ti están, Estimada como la niña de tu
ojo, Y grabada sobre tu mano.
Por ella se derraman mis lágrimas, Por ella mis oraciones subirán, A ella mis
preocupaciones y trabajos sean dados, Hasta que los trabajos y las
preocupaciones terminen.
Timothy Dwight
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