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UN CASTILLO EN EL LUGAR PERFECTO

Se cuenta que una vez en el castillo habitaba una familia real, el rey Felipe la reina Philips y la
princesa Keene.

El hermoso castillo se encontraba en la lejanía de un pequeño pueblito.

Estaba rodeado de un gran y lindo bosque, por ese bosque atravesaba un hermoso rio de agua
cristalinas…

También habitaban allí muchos animales, árboles frondosos, flores preciosas y muchas cosas
más habían en este gran bosque

Todo era perfecto en aquel lugar, se respiraba paz y tranquilidad.

Pero un día llegaron tres hombres al pueblo que según lo que se rumoraba estos hombres eran
muy malos y les gustaba hacerle daño a las personas.

Desde el día que estos hombres llegaron todo fue distinto, y el ambiente del pueblo poco a
poco se fue apagando, y…

¿ a qué creen que se debía esto?

Pues esto se debía al temor que las personas le tenían a estos hombres.

Y es que tan solo mirarlos daría miedo, ya que se cuenta que eran muy feos, tenían barba larga
al igual que su cabello, todo el tiempo vestían de color negro y tenían una mirada que aterraba
a todo aquel que los observaba.

Pasaron varios días y en el pequeño pueblito cada vez eran menos las personas que salían a
dar una vuelta, ya que ellos todo el tiempo andaban rondando por ahí.

Hasta aquí, ellos no sabían de la existencia del hermoso bosque que había por allí, mucho
menos sabían del hermoso castillo.

Pero un día más que otro ellos caminaron y caminaron hasta que salieron del pequeño
pueblito.

Hasta que se encontraron con el bosque, y uno de ellos exclamó:

-¡oh, cuantos árboles!

-¡sí, demasiados!, dijo el otro…

-¿no creen que es el lugar perfecto para hacer dinero?, exclamó por último el tercero.

-la verdad no entendí, dijo uno de ellos.

Y el de la idea respondió:

-¡claro! En este bosque cómo vemos hay demasiados árboles y si los talámos podemos sacar la
madera para venderla y así poder hacer mucho dinero.

Entonces esta idea les pareció fantástica, y regresaron al pueblo a conseguir las herramientas
que iban a ocupar para empezar a tirar los árboles. Hachas, serruchos, machetes etc…

Regresaron al bosque para empezar a hacer este trabajo que según ellos le dejaría mucho
dinero.
-¿vieron eso?

-¡sí!, respondió uno de ellos

Caminaron y caminaron hasta acercarse al majestuoso castillo…

La hermosa princesa Keene estaba en el jardín del castillo viendo las hermosas rosas rojas que
allí habían.

Ellos la observaron un buen rato, ya que su belleza era inigualable, era realmente hermosa.

Ella era de piel blanca, con unos hermosos ojos verdes que le daban un toque especial a su
hermoso rostro, sus labios rojo como el carmesí y su cabello rubio y suave como la lana, en
fin…

Se detuvieron entonces a seguirla viendo y dijo uno de ellos:

-¿la vieron?, tenemos que llevarla con nosotros.

Desde ese día no paraban de estar al pendiente del castillo para ver a que hora podían logar la
azaña de llevarla con ellos.

Transcurrieron los días y ellos ya empezaban a talar los enormes árboles del bosque, mientras
aprovechaban para estar al pendiente de Keene.

Por la mañana la hermosa princesa salió del castillo en un hermoso caballo blanco, ellos en
cuanto la vieron empezaron a seguirla.

Ella bajó del caballo para observar un bonito árbol de los muchos que habían en el bosque, y
ella caminó para seguir observando, hasta que uno de ellos la sorprendió por atrás y cubrió su
boca para que ella no pudiese hablar.

Lo habían logrado, la tenían en sus manos.

La llevaron con ellos hasta la choza donde ellos se quedaban y le cubrieron su rostro para que
nadie la pudiera reconocer.

Estos hombres planeaban salir por la noche para salir del pueblo y llevarse la hermosa señorita
con ellos.

El tiempo pasaba y no llegaba al castillo, su padre el rey Felipe y su madre la reina Philips,
empezaron a preocuparse mientras se preguntaban ¿porqué su hija aún no llegaba?

El rey, en la desesperación de que la noche caía salió en busca de ella juntos con sus guardias,
buscaron en el bosque y lo único que había de ella era el caballo blanco en el que ella había
salido.

Llegó la noche y no la encontraron, regresaron pues al castillo triste de que no la habían


podido llevar con ellos. Su madre angustiada pidió que salieran de nuevo en busca de ella,
entonces salieron todos juntos.

Uno de los comerciantes del pueblo había notado algo extraño en estos hombres.

Entonces le informo al rey lo que el había observado en ellos.

Después de eso, no dudó ni un momento en ir con sus soldados a la choza de estos hombres,
subieron a sus caballos y fueron hasta el lugar.
Llegaron, y estaban ellos tres a las afuera de la pequeña choza riendo a carcajadas.

Al ver al ejército del soldados y al rey, les preguntaron que si que se les ofrecía, el rey exclamó:

-Llevarme a mi hija!

Él ordenó que los soldados entrarán a la choza, mientras estos hombres trataban de impedirlo,
porque sabían que si entraban iban a ver a la princesa Keene.

No pudieron impedir que entraran ya que era un ejercito de soldados y estaban mucho mejor
armados que ellos.

Al entrar al lugar, ahí estaba, ahí estaba la princesa.

-La encontramos!

Exclamó un soldado.

Habían encontrado a su amada hija, sus hermosos ojos brillaron de nuevo al ver a sus padres,
ella estaba sin comer en una choza donde habían insectos, pero al fin había terminado.

Entonces sus padres la llevaron con ellos hasta el castillo y el rey dio la orden de que
encarcelaran a estos tres hombres.

Los soldados cumplieron la orden y se los llevaron a el reclusorio que se encontraba muy lejos
de allí.

Después de esto, todo volvió a la normalidad y la gente del pueblo hizo una gran fiesta para
celebrar que todo sería como antes, podrían salir de sus casas sin miedo a que alguien fuera a
hacerles daño.

La familia real siguió siendo feliz y los árboles siguieron dándole vida al bosque.

Fin.

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