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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS

TEXTOS Y TEMAS

Textos y temas compilados por Edgar A. Marroquín López, Coordinador del curso de
Ciencia Política e Investigador del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES-
USAC). Los fines son únicamente docentes y académicos sin ningún ánimo de lucro.
Guatemala. Guatemala, enero de 2020.
UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA
FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS

TEXTOS Y TEMAS DE CIENCIA POLITICA

El presente documento contiene una compilación de textos y de temas relacionados a la


Ciencia Política, escritos por diversos autores, los cuales son debidamente identificados al
inicio de cada parte. El texto fue compilado por Edgar A. Marroquín López, MSc.,
Investigador del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES-USAC) y
Coordinador del curso de Ciencia Política, con el fin de ser utilizado como referencia
bibliográfica en el curso del mismo nombre, impartido en la Facultad de Ciencias
Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Los fines son únicamente
docentes y académicos sin ningún ánimo de lucro. Guatemala, enero 2020.
Primera Parte:
EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA CIENCIA POLITICA*

* El autor de los títulos de este tema es el Lic. Jorge Fidel Hernández Andrade, ex-
profesor titular del curso de Ciencia Política. Esta publicación se hace con la debida
autorización del autor para la Coordinación del Curso de Ciencia Política, de la Facultad
de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Los fines son
exclusivamente didácticos y sin ánimo de lucro.

1
Contenido de la primera parte

Página
EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA CIENCIA POLÍTICA 3
1 Las relaciones sociales y sus leyes 3
2 Las ciencias sociales 4
3 El objeto de estudio de la ciencia política 5
3.1 La política 6
3.1.1 Origen del vocablo “política” 6
3.1.2 Evolución de la Ciencia Política 8
3.1.3 Definición de Ciencia Política 11
3.1.4 Otras concepciones de Ciencia Política 11
3.1.5 Relaciones de la política con la Economía, las clases sociales, grupos 13
sociales y con el Estado
3.2 Lo político 18
3.2.1 Naturaleza de “lo político” 18

2
EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA CIENCIA POLÍTICA

1 LAS RELACIONES Y LAS LEYES SOCIALES


La ciencia política es una ciencia social, estudia cierto tipo de relaciones que se
establecen entre las personas y grupos humanos, atiende aquellos fenómenos sociales
que tienen carácter político y los nexos que existen entre ellos, es decir, las leyes que los
rigen.
Las relaciones sociales constituyen una interactividad entre los grupos humanos,
son vínculos más o menos estables que se establecen entre los hombres, pero no de una
manera directa sino a través de cosas, objetos, instituciones, ideas. Estos se convierten
en medios o eslabones de las relaciones sociales.
Los fenómenos sociales son actos o hechos realizados por los seres humanos en
forma individual o colectiva y estos fenómenos y las relaciones sociales constituyen el
objeto de estudio de las ciencias sociales, así como las ciencias naturales se ocupan
precisamente del estudio de las relaciones entre objetos de la naturaleza y de fenómenos
naturales.1
Las Leyes. De acuerdo a Afanasiev, el mundo objetivo está regido por múltiples
leyes y son inherentes, bien a la naturaleza o la sociedad o al pensamiento. Sin
embargo, las leyes de todos los ámbitos de la realidad presentan algunas características
generales y comunes que forman parte del concepto filosófico de ley. En primer lugar la
ley es una relación entre los objetos en desarrollo o entre las diversas manifestaciones de
dichos objetos. Pero, no debe entenderse por ley cualquier relación, sino únicamente la
que establece un vínculo estable, reiterativo, inherente a toda una multitud de objetos y
fenómenos. En segundo lugar, la ley se caracteriza por no tomar indiscriminadamente
todas las relaciones reiterativas, sino únicamente las que presentan la naturaleza de
necesarias y esenciales. Son necesarias porque, si se presentan ciertas condiciones se
tiene que dar un efecto, o un efecto tiene las mismas causas. Son esenciales porque
provienen de aquellos aspectos o características del fenómeno que constituyen su
naturaleza y que los diferencian de otros fenómenos. Por lo tanto, ley, es la
concatenación esencial y necesaria, general y reiterativa, que existe entre las cosas
del mundo real. 2 Las leyes tienen carácter objetivo, en el sentido que operan con
independencia de la conciencia y voluntad humanas. Las leyes objetivas son nexos
causales, necesarios, y reiterativos, donde el fenómeno o conjunto de fenómenos
sociales que anteceden se denominan causa y el fenómeno que resulta se llama
efecto, pero los cuales sólo son procesos reales del mundo de los objetos que nos rodean
(nexos objetivos) en tanto, mediante la evolución de tales objetos, existen las condiciones

1 Flores, Carlos. Marco Teórico Metodológico de la Ciencia Política. s. n. t. 1999 p . 9


2 Afanasiev, Víctor G. Fundamentos de Filosofía Marxista. Editores Mexicanos Unidos S. A. 1977 pp. 103 - 104
3
materiales para que se produzcan y se reproduzcan necesariamente las causas de los
fenómenos. Las leyes generales que gobiernan el universo material son estudiadas por
la Filosofía.
En el ámbito de la sociedad, que es parte del mundo material, las leyes que la
rigen, tienen como condición necesaria la existencia de relaciones sociales y son
estudiadas por la Sociología.

2 LAS CIENCIAS SOCIALES


La vida social se desarrolla en una multiplicidad de formas económicas, políticas,
legales, filosóficas, morales, etc., que constituyen objetos de estudio de distintas
disciplinas científicas. Cada una de ellas explica las propiedades y las leyes que dominan
su campo particular. Es decir que las ciencias se distinguen entre sí, ante todo por su
objeto de su investigación.
Debido a que estas relaciones no se muestran transparentes, sino, por el contrario,
están ocultas a causa de la división social del trabajo, del aparecimiento de la actividad
mercantil, la propiedad privada sobre los medios de producción, la enajenación de los
productos del trabajo, la mediación de los sentidos y del aspecto fenoménico en el
proceso del conocimiento, aparecen las disciplinas que las estudian.
Como los vínculos sociales no se instituyen de forma directa sino a través de
ciertos eslabones. Según, sea la naturaleza de estos medios, será también la naturaleza
de las relaciones sociales y de ella dependerá también el punto de vista del que se
estudien. Así, por ejemplo, cuando los medios son cosas u objetos que sirven para
satisfacer necesidades humanas, para producirlas u obtenerlas (medios de producción,
distribución, cambio y consumo) se generan relaciones económicas o relaciones sociales
de producción. Pero las relaciones sociales pueden ser generadas en torno a
instituciones o entes superestructurales, Por ejemplo, se realizan en alrededor del
Estado, entonces las relaciones sociales se convierten en políticas. Si lo que se interpone
entre las personas es el derecho, las relaciones son jurídicas. Existen en la actualidad,
ciencias que estudian cada una de estas relaciones, entre estas ciencias están:
 La Economía: estudia las relaciones sociales que se establecen a través de los medios
de producción, distribución, cambio y consumo. Las relaciones sociales de producción
de los bienes materiales.
 La Política: las relaciones sociales que se establecen en torno al Estado.
 Las ciencias jurídicas: las relaciones sociales que se instauran a través del Derecho.
 La Ética: las relaciones sociales que se establecen a través de los códigos morales.
El conjunto de relaciones sociales conforman la sociedad. La sociedad en su
4
conjunto es estudiada por la Sociología. El resto de ciencias sociales tienen un objeto de
estudio particular, pues privilegian el análisis de ciertos fenómenos y relaciones sociales,
no la totalidad del universo social, del que se ocupa la Sociología.
Las ciencias sociales son sistemas de conocimientos científicos (acerca de las
leyes objetivas que rigen los fenómenos) de la realidad social, obtenidos mediante
procedimientos científicos y que básicamente son la abstracción, el análisis histórico y el
análisis crítico.3
Estos procesos lógicos son apoyados por la observación, la experimentación, la
comprobación.

3 EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA CIENCIA POLÍTICA


La diversidad de las ciencias, tanto de la naturaleza, de la sociedad o del
pensamiento, se diferencian por su objeto, por su campo de estudio, Es esto es lo que le
da su carácter autónomo.
La Ciencia Política recientemente ha conformado su objeto de estudio y ha
obtenido su reconocimiento en el ámbito universitario e intelectual por lo que es una de las
ciencias más jóvenes. La ciencia más antigua y más general es la Filosofía. En la
antigüedad, la Ciencia Política formaba parte de ella.
Diversos autores han hecho importantes aportes para la estructuración de su objeto
de estudio, aunque es en la etapa contemporánea cuando se sistematiza y adquiere plena
autonomía. El politólogo Mauricio Duverger considera que los precursores de la Ciencia
Política, fueron, entre otros, Aristóteles, Maquiavelo, Bodín y Monstesquieu.4 Quienes
contribuyeron a constituir a la ciencia política como una disciplina autónoma, así también
delimitar su objeto y darle un sustento científico fueron: Augusto Comte, Carlos Marx y
Alexis de Tocqueville.5 “En la segunda mitad del siglo XIX, Carlos Marx le va a dar un
verdadero carácter científico, ejerciendo una influencia decisiva en su desarrollo”. 6

El objeto de estudio de la ciencia política, es la política y lo político. El primer


componente, la política se refiere a las relaciones sociales, la lucha social (por el poder
estatal). “La política constituye ante todo, las relaciones entre clases, la lucha de
clases por el poder, por la dominación de la sociedad. La política incluye, no
solamente las relaciones de las clases y personas dentro de un Estado, sino

3 Flores Palacios, Carlos Alfonso. op. cit., p. 1


4 loc. cit
5 Duverger Mauricio. “El Desarrollo Histórico de la Ciencia Política”. En Juárez, Ricardo. Introducción a la Ciencia
Política. Selección de Textos. Guatemala, Imprenta Castillo 1987, p. 34.
6 Juárez Ricardo. Objeto de Estudio de la Ciencia Política. Apuntes para la Docencia. p. 1

5
también las relaciones entre distintos Estados y pueblos” 7
El segundo componente, lo político es la superestructura jurídico - política del
Estado, es el nivel o el escenario en el que se realizan tales relaciones.
Las relaciones sociales políticas se realizan, por tanto, en el nivel de la
superestructura estatal.
Entonces, la ciencia política también tiene su propio objeto de estudio: la
relación social o la lucha social (de las clases, grupos y sectores sociales) por el poder del
Estado; el cual coincide plenamente con el de la política como actividad o realidad.
Las relaciones sociales se convierten en políticas, cuando en medio de los
grupos humanos se coloca el Estado, es esta institución la que motiva la interacción social
y le da naturaleza política. Debido a la importancia que tiene el Estado en cuanto al
control social y la posibilidad de realización de los intereses de grupo o de clase, la
relación se torna muy contradictoria, adquiere la forma de una lucha social.

3.1 La política
La política puede estudiarse desde dos puntos de vista: como práctica social y
como teoría. Como práctica social, es la acción cotidiana, una relación permanente entre
los seres humanos. Es un proceso social, una acción de transformación de la sociedad,
es una praxis social. Como teoría, es una ciencia, es el reflejo en la mente de las
8
personas, de la actividad política.

3.1.1 Origen del vocablo "política"


Etimológicamente la palabra "política" se deriva del término griego “polis” que se
utilizó para indicar la existencia, la aglomeración o la interrelación de muchos seres
humanos o para identificar a la ciudad estado griega. Pero se debe remontar a la
concepción aristotélica del hombre como "zoom politikon" o sea que que “el hombre es
un animal político”, y con esta expresión, Aristóteles indica que no puede vivir solo,
convive con muchos, al menos, el ser humano se reúne en una familia; con esto se
atiende al significado primigenio de la palabra "polis" que significa "muchos" que es su
interpretación también en latín. Se atribuye a Aristóteles la idea original que la unidad
más pequeña de la sociedad es la familia, las familias a su vez se agrupan en poblados y
los poblados en centros donde se reúne muchísima gente, de ahí la nominación de
"polis" para designar a la ciudad, a la ciudad estado. Al respecto, George Sabine, al
analizar la obra "La Política" de Aristóteles, parafrasea lo siguiente: "El hombre es el

7 ibíd. p.. 3
8 ibíd. p. 1.

6
animal político, el único ser que habita en las ciudades, se somete a la ley y produce la
ciencia, el arte, la religión y todas las múltiples creaciones de la civilización. Representan
éstas, la perfección del desarrollo humano y sólo es posible alcanzarlas en la sociedad
civil. Quien viva sin ellas tiene que ser una bestia o un dios; es decir, tiene que
encontrarse por debajo o por encima del medio en el que vive la comunidad " 9
También el autor hace referencia al desarrollo histórico de la humanidad, para ello,
cita a Aristóteles, para quien " la historia muestra que la familia es la forma más primitiva
de comunidad, hija de necesidades tan elementales como la habitación, el alimento y la
propagación de la especie. Mientras los hombres no habían progresado más allá de la
satisfacción de esas necesidades, vivieron en familias aisladas, bajo un régimen patriarcal.
La aldea representa un estadio superior de desarrollo, ya que es una unión de varias
familias, y la polis, que es una unión de aldeas, un estadio aún más alto". 10
Aristóteles consideraba que toda ciudad es una sociedad y toda sociedad está
constituida con vista a algún bien (porque todos hacen las cosas por causa de lo que les
parecen bien), es evidente que todas las sociedades tienden a un bien y principalmente al
bien supremo. Y la que es suprema entre todas las demás sociedades, a saber, es la
llamada ciudad o sociedad política. Se evidencia en el pensamiento aristotélico una
mezcla de las concepciones políticas con las morales.
En la obra “La Política” de Aristóteles se encuentra el uso del término
“político”: “Ahora bien, se equivocan cuantos piensan que el que es apto para el gobierno
de la ciudad lo es igualmente para reinar o para gobernar la casa o para ser amo... el que
gobierna a unos pocos se llama amo. El que gobierna a más: señor de una casa y el que
gobierna más todavía: político o rey.”11 Se encuentra, pues inicialmente la
denominación “político” para la persona que tiene la responsabilidad de gobernar a una
ciudad estado, que gobierna a muchos, entonces, la palabra Política en su sentido literal y
tradicional indica la acción de gobernar una ciudad estado, de gobernar a muchos.
Aristóteles también señala lo siguiente: se debe tomar en cuenta que la sociedad
perfecta es la ciudad, compuesta por varias aldeas, que ha alcanzado, por así decirlo, el
más alto grado de suficiencia, naciendo sin duda por causa de la vida, pero existiendo por
causa del bienestar.
De todo esto, pues, que el hombre es por naturaleza un animal político y el que
vive sin ciudad por naturaleza y no por azar o es inferior o superior al hombre. El hombre
es el único animal que tiene palabra. La voz expresa el dolor y el placer y por eso
disponen también de ella los animales, ya que su naturaleza llega hasta sentir dolor y el
placer y expresárselo unos a otros, en cambio, la palabra está destinada a manifestar lo

9 Sabine, George H. Historia de la Teoría Política. México, F.C.E., 8ª ed. 1982. p. 97.
10 Sabine, George H. op. cit. p. 96
11 Aristóteles. La Política. USAC. Facultad de Humanidades. Departamento de Filosofía. Notas fotocopiadas, s.n..t.
p. 1
7
útil y lo perjudicial, y en consecuencia, lo justo y lo injusto. Y justo es lo característico del
hombre frente a los demás animales, el tener él solo el sentido de lo bueno y lo malo, lo
justo y lo injusto; y es la comunidad de estas cosas la que hace la familia y la ciudad.
Por lo tanto, la ciudad es anterior, por naturaleza, a la familia y a cada uno de
nosotros, ya que el todo es necesariamente anterior a la parte; En efecto, destruido el
todo no habrá ni pie, ni mano, a no ser de un modo equívoco, como si llamáramos mano,
a una mano de piedra, porque, muerta la mano sería de esta especie. Así pues, existe en
todos una tendencia natural a esta asociación, pero el que primero la estableció fue la
causa de los mayores bienes, porque de la misma manera que el hombre perfeccionado
es el más excelente de los animales, así, apartado de la ley y la justicia es el peor de
todos.12
Karataev asevera que Aristóteles planteó diferencias entre la Política y la
Economía. “A diferencia de la Política, cuya misión es estudiar la organización estatal, la
Economía debe ocuparse de la administración de la hacienda esclavista”.13
Con el paso del tiempo, el término “Política” se ha ido matizando con otras
concepciones; sin embargo, el origen etimológico ha incidido en el significado tradicional
que se le ha dado, así en el diccionario de la Academia Española se lee: Política. "Arte de
gobernar y dar leyes y reglamentos para mantener la tranquilidad y seguridad públicas y
conservar el orden y buenas costumbres".

3.1.2 Evolución de la Ciencia Política


Según Mauricio Duverger, el nombre de “Ciencia Política” comienza a entrar en el
lenguaje común en la segunda mitad del siglo XIX, empezó a ser reconocida oficialmente
como disciplina autónoma a fines del mismo siglo, pero no se efectuó en todos los países
al mismo tiempo. En el plano de las instituciones universitarias fue en los Estados Unidos
donde la Ciencia Política obtuvo primero el derecho de ciudadanía, a pesar de que se
intenta introducirla en varios países. Esto se explica por el adelanto en los Estados Unidos
de las técnicas de investigación.
Según este autor, fueron tres los motivos que incitan al reconocimiento oficial de la
Ciencia Política: Primero, el entusiasmo por las ciencias sociales que caracterizó la
segunda mitad del siglo XIX. La noción de Ciencia Política se fue precisando hasta que, a
fines del siglo XIX se hizo bastante clara. Por otra parte, el conjunto de las ciencias
sociales era, entonces, objeto de una admiración general. El entusiasmo por la ciencia se
volvía hacia los fenómenos sociales. La Ciencia Política fue favorecida por esta moda.
Segundo, los progresos de la libertad política. En este mismo sentido influyó el ambiente

12 loc. cit.
13 Karataev Ryndina y otros. Historia de las Doctrinas Económicas. Traducido al español (del ruso) por
José Laín, México, Editorial Grijalbo 1964, volumen I, p. 28.
8
de libertad de la época, es posible la discusión de los principios sobre los que descansan
el Estado y el poder; es más, esta posibilidad de libre discusión, es uno de sus principios
fundamentales. Los primeros esfuerzos para el reconocimiento oficial de la Ciencia
Política fueron hechos por los liberales. En Francia, por ejemplo, la expresión “ciencias
morales y políticas” fue utilizada por primera vez por Condocert, en su relación a la
convención sobre instrucción pública (1792).14 Tercero, el afán de una mayor eficacia
política y administrativa fue otro factor que llevó a institucionalizar la ciencia política. La
idea de formar administradores más capaces gracias a la Ciencia Política, se pone de
manifiesto en los proyectos de fundación de Facultades o Escuelas de Ciencia Política y
Administrativa en Francia entre 1819 y 1848; en la creación en París de la efímera
Escuela de Administración de 1948 - 1852; en el establecimiento de ‘’secciones de
ciencia política’’ en las universidades americanas alrededor de 1890. En 1872, Emile
Boutmy, funda en París la célebre Escuela Libre de Ciencias Políticas. La escuela se unió
a un fuerte movimiento ideológico que pretendía demostrar que la guerra de 1870 se
perdió a causa de la incapacidad técnica de los cuadros políticos y administrativos y, al
propio tiempo pretendió dar a un nuevo personal político, republicano, la formación
necesaria para la III República. La Escuela Libre de Ciencias Políticas se mantuvo fuera
de la Universidad.
La entrada oficial en las universidades no logró efectuarse en gran escala más que
en los Estados Unidos, entre 1890 y 1914. El hecho de que en América las Universidades
sean fundaciones privadas o instituciones municipales o locales facilitaron este
acontecimiento. Por otra parte, en un país nuevo en el que no existían tradiciones
universitarias era mucho más fácil ponerse de moda. Y por último la necesidad de formar
cuadros ante la inexperiencia del personal político.15
De 1900 a 1945 la Ciencia Política fue una ciencia casi exclusivamente
norteamericana, a partir de 1945 se convierte en una ciencia internacional. El desarrollo
de la Ciencia Política en Francia fue muy espectacular. Dos factores principales explican
este progreso: En primer lugar las reformas de 1945, que nacionalizan la antigua Escuela
Libre de Ciencias Políticas, dividida en dos instituciones: La Fundación Nacional de
Ciencias Políticas y el Instituto de Estudios Políticos de París. La Fundación Nacional
dará un impulso considerable a las investigaciones de ciencia política. Los institutos de
provincias proporcionan medios de acción a una joven generación de profesores de
Derecho Público deseosos de ampliar los horizontes de su facultad.
La reforma de las facultades de Derecho comenzada en 1954, le dio una gran
evolución a la Ciencia Política. Al formalizarse la licenciatura por estos años se le va a
conceder el derecho de ciudadanía. La creación de cursos de Ciencia Política y

14 Juárez Ricardo. Introducción a la Ciencia Política. Selección de Textos. Guatemala, Imprenta Castillo 1978
pp. 34 - 40
15 Duverger, Maurice. op. cit pp. 39 - 40

9
especialmente de una enseñanza de los métodos, permitió la especialización; sus
promotores esperaban obtener los mismos resultados que produjeron las reformas de
1890 - 1914. No fueron visibles sino al cabo de varias décadas, pero desde aquel
momento la joven Ciencia Política efectuó importantes trabajos, especialmente en el
terreno de las elecciones y de los partidos.
Easton señala que en los años cincuenta la ciencia política era ya una disciplina
consolidada en los Estados Unidos, numerosos profesores e investigadores universitarios
participaban del desarrollo científico de una ciencia social con perfil específico y
diferenciado de las demás y con instrumentos propios de difusión. Política interior, política
comparada y política internacional constituían los tres ejes a partir de los cuales se
desarrollaba un área de conocimiento que tenía la sólida base de un Estado – Nación en
plena expansión y hegemonía internacional.16
En Gran Bretaña, la ciencia política se desarrolló alrededor de dos principales
instituciones: el Nuffiel College de Oxford y la London School of Economics and Political
Sciencie, pero no sólo en dos centros, en la mayor parte de la Universidades se había
contagiado y desarrollado.
En Alemania occidental, el período hitleriano dejó a las ciencias sociales en un
estado deplorable y la mayoría de sus mejores especialistas se refugiaron en los Estados
Unidos. El advenimiento de una nueva generación también representó un gran papel a
este respecto, y la Ciencia Política en Alemania se desarrolló rápidamente,
principalmente en Berlin y Heidelberg.
En Canadá. Australia y Nueva Zelanda, donde la lengua inglesa colocaba a los
estudiantes al nivel de la ciencia británica y la americana, el desarrollo fue rápido. En los
países escandinavos, donde la Ciencia Política tenía cierta tradición (especialmente
Suecia), las mismas causas produjeron idénticos efectos. En Bélgica, la influencia
francesa inspiró importantes trabajos, particularmente en materia electoral.
En los países comunistas, hasta antes de la perestroika, la palabra “Ciencia
Política” no formaba parte del vocabulario corriente, pero la aportación de la sociología
marxista a la ciencia política es considerable. 17
De acuerdo con Umberto Cerroni, una teoría científica de la Política puede tener
lugar sólo a condición de que se configure como teoría que respete íntegramente y
reconstruya intelectualmente la conexión existente entre el Estado y la sociedad y a
condición también que vea la esencialidad de las categorías económicas para una
sistematización científica de las categorías políticas.18

16 Caminal Badía Miquel. “La Política como Ciencia”. Introducción a la Ciencia Política, Compilación de Edna
Elizabeth Gonzáles Camargo, Ediciones Universitarias AYAN, 2001, p. 10
17 Duverger, Maurice. op. cit. p. . 44
18 Cerroni Umberto. “La Política como Ciencia Social”. En Juárez Ricardo. Introducción a la Ciencia Política. pp. 27
10
3.1.3 Definición de Ciencia Política
La definición de Política que tiene validez objetiva es la utilizada por Nuñez Tenorio,
quien en su artículo “¿Qué es Política?”, afirma lo siguiente: el hecho social del cual es
necesario partir para tener una concepción histórico - concreta de la Política es la lucha de
clases. Si no se parte de este hilo conductor es prácticamente imposible hacer ciencia de
ella y explicar lógicamente el fenómeno del Estado. En consecuencia si se desea dar una
visión auténtica de la Política debemos concebirla como: la lucha de las diversas clases
por el poder estatal, una por mantenerse en el poder, otras por conquistarlo.19
Ricardo Juárez agrega: La Política es una actividad de las clases sociales, de sus
partidos y agrupaciones, por la conquista y mantenimiento del poder estatal. La Política
es una categoría histórica, no ha existido siempre, apareció al escindirse la sociedad en
clases, cuando se desintegra el régimen de la comunidad primitiva y nace y se desarrolla
el Estado esclavista. La Política nace y se desarrolla juntamente con el Estado.
La Política constituye, ante todo, las relaciones entre las clases, la lucha de las
clases por el poder estatal, por la dominación de la sociedad. La Política incluye, no
solamente, las relaciones de las clases y las personas dentro de un Estado, sino también
las relaciones entre distintos Estados y pueblos. Existe pues, una política interior y una
política exterior y una estrecha relación recíproca las vincula: una deriva de la otra y la
continúa. El concepto de “la política” incluye por tanto, los objetivos y las tareas que se
plantean las clases, los partidos, las agrupaciones, el Estado, como también sus métodos
y medios de lucha.20 La Ciencia Política por lo tanto es el estudio de la lucha de
clases, de los grupos, y sectores sociales por el poder estatal.
Al analizar esta concepción de la Política se debe considerar a la economía, a las
clases sociales y al Estado.

3.1. 4 Otras concepciones de Ciencia Política


Han existido diversas tendencias para interpretar la Ciencia Política y que van
desde su sentido etimológico inicial hasta aquellas que son muy similares a la utilizada en
el curso. Estas difieren por la amplitud y precisión del objeto, la metodología utilizada o el
enfoque adoptado. En este sentido se distinguen tres formas de entender la Ciencia
Política: concepción tradicional, como ciencia del Estado y como ciencia del poder.

3.1.4.1 Concepción tradicional de Ciencia Política


Es común, fuera de los ámbitos sociológicos, considerar a esta disciplina como "el
y 28.
19 Nuñez Tenorio. "Qué es Política ". Juárez Ricardo. Introducción a la Ciencia Política pp. 10 y11
20 Juárez Ricardo. "Objeto de la Ciencia Política". p. 1
11
arte de gobernar" o "la ciencia del gobierno de los Estados". En el diccionario de la
Academia Francesa se define como "conocimiento de todo lo que se relaciona con el arte
de gobernar un Estado y de dirigir sus relaciones exteriores". El diccionario Littre,
interpreta la Política como la ciencia del gobierno de los estados". En el diccionario de la
Academia Española, se lee: "Arte de gobernar y dar leyes y reglamentos para mantener
la tranquilidad y seguridad públicas y conservar el orden y las buenas costumbres".21
Estas concepciones giran en torno a la noción de la Política como "el arte de gobernar”.
Respecto a este concepto se puede señalar que soslaya el aspecto de la lucha social o
relación social y se presenta como una técnica o un arte. No se advierte la función de
dominación que conlleva el Estado.

3.1.4.2 La Política como ciencia del Estado


En los inicios de la teoría política, por ejemplo en la antigua Grecia, las discusiones
políticas giraban en torno al Estado, del mejor Estado o forma de gobierno para la
sociedad griega. . De esa manera es común considerar a la Ciencia Política como la
"ciencia del Estado". Roger Soltau define a la Ciencia Política como "el estudio del
Estado, de sus objetivos, de las instituciones que permiten su realización, de las
relaciones del Estado con sus miembros individuales y con los demás Estados, así como
de lo que los hombres han pensado, escrito y dicho sobre estas cuestiones"22 Para
Marcel Prelot, la Política es el conocimiento de todo Estado. Para George Jellinek los
términos Sciencie Politique, Sciencia Política, Political Sciencie abrazan el conjunto de la
ciencia del Estado.23
Esta concepción tiene una larga tradición histórica y se apoya en obras
sobresalientes del pensamiento político y se le pueden hacer las observaciones
siguientes: En primer lugar, no existe unidad de criterio entre quienes la sustentan,
respecto al concepto de Estado, existen muchísimas definiciones de Estado. En
segundo lugar, se tiene un concepto idealista del Estado, se le concibe como un ente
colocado por encima de los grupos sociales, incluso de origen divino. El Estado, sin
embargo, es una institución creada por la sociedad, que tiene una función relacionada
con los grupos sociales.

3.1.4.3 La Política como ciencia del poder


La concepción más difundida en la actualidad, es la de considerar al poder como
objeto de estudio de la Ciencia Política. Pero en gran medida las críticas hechas a la

21 Juárez Ricardo. "Objeto de Estudio de la Ciencia Política". pp. 6 y 7


22 Meynaud Jean. Introducción a la Ciencia Política. Eidtorial Techos, España, 1971. pp. 70 y 71
23 Duverger, Maurice. Métodos de las Ciencias Sociales. Citado por Ricardo Juárez en Objeto de la Ciencia Política p.
7
12
anterior definición (ciencia del estado) son también válidas para esta otra. Primeramente,
hay una gran variedad de puntos de vista sobre el significado del poder, por un lado se
tiene definiciones muy amplias de poder; el poder se manifiesta en todos los ámbitos de la
vida social: entre grupos, pandillas, en la escuela, en la unidad familiar, en las iglesias,
etc. ; hay quienes abarcan estas relaciones hasta en el mundo animal.
Entre los pensadores que sustentan esta concepción están: Mauricio Duverger en
su obra: Métodos de las Ciencias Sociales: "es la ciencia del poder en todas sus formas".
Harold Laswell: (citado en la obra de Jean Meynau: Introducción a la Ciencia Política) "la
Ciencia Política es la ciencia total del poder.”
Los seguidores de esta tesis, consideran que todas las relaciones de poder que se
dan entre personas y grupos, son relaciones políticas. Pero no todas las manifestaciones
de poder son políticas, pues se ha indicado que lo que le confiere el carácter político a las
relaciones es la presencia del Estado.24 Por otro lado, el concepto de poder se
confunde con los términos, autoridad, mando, dirección. Así, no habría diferencia entre "la
política'' que sigue una empresa privada para lograr sus objetivos y los fenómenos
políticos desde un punto de vista sociológico. Sin , embargo la concepción más
aproximada a la adoptada por la cátedra, es la de "ciencia del poder", pero se debe
aclarar que no se trata del poder en general, sino del poder que se ejerce desde el
aparato estatal, del poder político.

3.1.5 Relaciones de la Política con la Economía, con las clases sociales y grupos
sociales y con el Estado.

3.1.5.1 Con la Economía


Las relaciones políticas tienen una estrecha relación con la Economía. Los
problemas que existen en cada uno de los países y de las sociedades se manifiestan de
una manera intensa en la actividad política. Es común observar que en los países donde
se agudizan los problemas económicos y que se manifiestan principalmente en un
incremento de la pobreza de mucha gente, la acción política se torna grandemente
contradictoria y hasta violenta. La existencia de confrontaciones políticas, no se pueden
explicar por situaciones meramente ideológicas, sino que tienen su base en la situación
económica de los involucrados. Unos por mejorar su situación y otros porque ven
amenazado su status de privilegio.
Es necesario partir de la relación dialéctica existente entre la economía y la política.
El estrato económico inicia y el político culmina la practica social fundamental del hombre
como ente social. Así, la base económica condiciona y determina la superestructura

24 Juárez Gudiel, Ricardo. "Objeto de la Ciencia Política". pp. 8 y 9


13
política, pero ésta, a su turno, reacciona sobre aquella, influyendo constantemente en sus
determinaciones por su papel decisivo.
Esta relación se resume en la expresión de Lenin: "La política es la expresión
concentrada de la Economía", con ello quería expresar que el contenido económico en su
movimiento contradictorio se manifiesta en forma condensada a través de la lucha política.
Los problemas de orden económico se reflejan de una manera intensa en la acción
política. El desfase entre el desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas y el
mantenimiento de ciertas relaciones sociales de producción, desemboca en la lucha
política.
De esta manera, el estrato político no solo está condicionado y determinado por las
relaciones económicas (aspecto pasivo) sino que al mismo tiempo es expresión
concentrada de estas relaciones. (aspecto activo). 25
Una de las manifestaciones de la lucha política con la estructura económica, es la
posición de las distintas fuerzas políticas respecto a la acción de las leyes económicas.
Hay grupos que favorecen la acción de esas leyes, facilitando el camino hacia el progreso
de la humanidad y por otro lado, quienes obstaculizan la acción de esas leyes. Fuerzas
políticas progresistas y revolucionarias y fuerzas políticas conservadoras y
reaccionarias.26
Al respecto Cerroni insiste en la esencialidad de las categorías económicas para
una sistematización científica de las categorías políticas. La existencia de esta relación
sugiere que la Economía no es una mera técnica, sino precisamente Economía Política, o
sea Economía Social, de manera que sólo la coordinación sistemática de todas las
disciplinas sociales pueden reproducir intelectualmente el organismo articulado de la
sociedad y del Estado que deseamos conocer.27
Además de ello, se puede afirmar que la solución de los problemas económicos
requiere una visión política. La intervención del Estado en materia económica es
constante y el que se ocupa de las ciencias económicas lo debe tener muy presente. La
actividad dentro de las empresas e instituciones requiere la atención respecto del papel
del Estado en materia económica porque de una manera u otra, orienta la actividad de las
unidades y ramas productivas. A la acción, del Estado en el campo económico de
acuerdo a ciertos fines se le denomina Política Económica, Rosseti la define como "la
actuación deliberada del gobierno en el sentido de que se logren objetivos de naturaleza
económica"
Por ejemplo, las políticas impositivas o tributarias, tienen mucho que ver
con los costos, ganancias, precios de las empresas, pero no basta con modificar la

25 Nuñez Tenorio. op. cit., p. 11


26 ibíd. p. 11 y 12
27 Cerroni, Humberto. op. cit. p. 26 y 27
14
técnica de operar los impuestos sino prever la situación presente y futura de la
organización y saber el por qué de estos cambios para la toma de decisiones; Es una
necesidad expresa, elevar la carga tributaria en el país, en los acuerdos de paz se
establecía que para el año 2000 la carga tributaria debía incrementarse al 12%, pero hasta
el año 2010 esta meta no se ha cumplido. Este compromiso también implicaba bajar o
eliminar la evasión, elusión y defraudación tributarias.
También las decisiones sobre invertir, establecer los niveles de producción y
precios, están influenciados por el comportamiento de variables económicas como la tasa
de inflación, el tipo cambio, la tasa de interés; el Estado, si bien no las fija, las puede
regular. Una tasa de inflación moderada puede permitir prever los costos de la empresa,
los futuros precios, la readecuación de los salarios. El tipo de cambio afecta directamente
los costos de los insumos y bienes importados e incide en los precios en general. La tasa
de interés es una variable de mucho peso en la economía, afecta el costo de los
préstamos, mide los riesgos de invertir, incrementa los costos de los financiamientos
adquiridos sobre viviendas, vehículos, etc.; las tasas de interés pasivas muy bajas
desincentivan el ahorro. El Estado tiene la potestad de implementar políticas para
modificar estas variables cuando el interés nacional es prioritario.
También debe tomarse en cuenta que sobre la base de los compromisos de paz,
el Estado debe desarrollar una política orientada a incrementar el empleo, elevar el
ingreso real de los trabajadores, hacer efectivas las leyes laborales, instaurar en las
empresas procesos permanentes y modernos de capacitación y formación profesional.
Pero la acción estatal también está comprometida con el nivel de vida de la población, el
desarrollo social, el cuidado del ambiente y los recursos naturales.
La acción política no es una decisión unilateral del Estado. La legislación, los
planes, programas, proyectos y actividades estatales son resultado de una lucha social,
de la presión de grupos, sectores, instituciones, tanto nacionales como internacionales,
son resultado de una constricción social, en la que los grupos con mayor capacidad de
influencia pueden realizar sus aspiraciones. También la acción estatal está orientada por
una corriente económica, por una ideología que expresa estos intereses.

3.1.5.2 Con las clases sociales y grupos sociales.


Esta relación se manifiesta en tres esferas:
a) En cuanto a la defensa de los intereses de clase y grupo.
Lenin define las clases sociales como “grandes grupos humanos que se diferencian
entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente
determinado, por las relaciones en que se encuentran con respecto a los medios de
producción (relaciones que las leyes sancionan y formulan en gran parte), por el papel

15
que desempeñan en la organización social del trabajo, y, consecuentemente, por el
modo y la proporción en que perciben la parte de la riqueza social de que disponen. Las
clases sociales “son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse el trabajo del
otro por ocupar puestos diferentes en un régimen determinado de economía social”.28
Severo Martínez expone diferencias entre una clase y una capa social: “Entendemos por
capa social –diferenciándola de la clase social– un grupo numeroso de personas que, en
una sociedad, presentan un nivel de riqueza o de pobreza semejante, pero, debido a que
no desempeñan un función económica común y bien definida en el régimen de
producción y de propiedad, tampoco reconocen intereses económicos comunes ni
reaccionan con la solidaridad que es propia de las clases - si bien es cierto que en
determinadas situaciones históricas, arrastradas por las clases, pueden actuar en una
dirección bastante precisa-.”29
En la sociedad dividida en clases se distinguen clases que son fundamentales y no
fundamentales. Las primeras son las vinculadas directamente con el modo de producción
dominante en esa sociedad, en el capitalismo son los empresarios capitalistas y los
obreros. Existen otras clases no fundamentales por ejemplo campesinos. También
existen capas sociales, (profesionales, intelectuales, clero). La contradicción más
importante se da entre las clases fundamentales, y esto es así porque las clases no
fundamentales y las capas sociales que se hallan en medio de ellas, generalmente no
adoptan una línea propia de lucha, sino que se adhieren a una de las clases para
defender sus intereses.30 También existen capas debajo de las clases sociales como el
sector llamado lumpen.
Los intereses son las aspiraciones de los sectores sociales. Nicos Poulantzas y
Marta Harnecker los clasifican en dos: intereses espontáneos o inmediatos y estratégicos
o a largo plazo.
a) Los intereses inmediatos “son las aspiraciones que manifiestan las clases o grupos
sociales motivados por problemas actuales de su existencia. Tienen generalmente por
objetivo lograr un mayor bienestar inmediato, una mejor participación en el reparto de
la riqueza social”.31 Surgen de la situación concreta en que se vive (por ejemplo, alzas
de precios que afectan los ingresos fijos, intereses altos que incrementan la
incertidumbre en la inversión, aranceles bajos que afectan la competitividad de las
empresas nacionales).
b) Los intereses estratégicos, fundamentales o cardinales de las clases: “surgen de la

28 Afanasiev, Víctor G. Op. Cit. Pág. 294


29 Martínez Peláez, Severo. La Patria del Criollo. México, UAP, 1987 8ª ed. p.
271.
30 Afanasiev, Víctor G. op. cit. pp. 295 y 296
31 Poulantzas, Nicos y Harnecker Marta. Lucha de Clases, Poder Político y Estado. Bogotá Colombia, Editorial
Platón, s.f., p. 68

16
situación propia de cada clase en la estructura económica de la sociedad.”32 Afectan
profundamente la situación de las clases y su posición en la estructura social. (la
posibilidad de perder el control del aparato de Estado, la posibilidad de cambio de
propiedad de los medios de producción, tener posibilidades reales de acceso a una
mejor redistribución de la riqueza material y espiritual en condiciones de equidad,
mayores oportunidades políticas, etc.)

c) En cuanto a las relaciones recíprocas entre las clases y grupos sociales


La relación social o lucha social (debido a que los intereses son diversos y
contradictorios), se realiza en tres niveles: el económico, ideológico y político. El nivel
económico origina la contradicción humana y el nivel más elevado de la lucha social es
el político.
El éxito de la lucha política depende de la observancia de dos aspectos: el objetivo
y el subjetivo.
a) El análisis objetivo pretende reflejar la estructura y las relaciones esenciales del
estrato político en una sociedad determinada. Se refiere a la situación política y
económica de un país en un momento determinado; las categorías pueblo y clase
social son propias de este análisis. El aspecto objetivo comprende: (1) la elaboración
de un programa económico político. (2 ) el análisis de la correlación de fuerzas en la
arena nacional e internacional.
b) El análisis subjetivo tiene que ver con la voluntad, la conciencia de participar en una
lucha política, la organización, los cuadros dirigentes. Puesto y dirección son
categorías subjetivas. El aspecto subjetivo de la política comprende a su vez dos
elementos: la estrategia y la táctica. La primera es la línea política para toda una etapa
histórica. La táctica, es la línea política a seguir en el corto plazo, en un momento
determinado de la lucha política.

d) En cuanto a las relaciones entre las naciones.


La política interior (gobierno, partidos etc.) se refleja en una política exterior que se ocupa
de las relaciones con otros países.33 También la política exterior tiene una influencia
importante en la política interna que se manifiesta más claramente en la época actual, en
la que los nexos entre las naciones y los Estados son más estrechas, debido al fenómeno
de internacionalización denominado "globalización". Los Estados Nacionales han perdido
relativamente más autonomía con respecto a los Estados más poderosos del orbe. Lo

32 loc.cit. p. 70
33 Nuñez Tenorio. "Qué es Política". Tema incluido en el texto Introducción a la Ciencia Política de Ricardo Juárez.
p. 9-16
17
anterior no significa agotar el margen de maniobra que tienen los estados nacionales para
redefinir su propia política exterior.

3.1.5.3 Con el Estado


Si el vínculo con la economía y la lucha de clases es el cimiento necesario, su
identificación con los problemas del Estado es la condición suficiente que configura el
edificio de la lucha política.34 . Para Lenin, la política es la participación en los asuntos del
Estado, en la dirección del Estado, en la determinación de las formas, tareas y contenido
de la actividad del Estado.35
El Estado es el más poderoso instrumento para la dominación de clase.36 Sólo
sobre la base de la conquista y control del poder estatal, la clase satisface sus intereses
cardinales.37 “El Estado es el órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de
una clase por otra, es la creación del orden que legaliza y afianza esta opresión.”38 El
estrato político está íntimamente ligado al Estado. Históricamente, la Política se origina,
existe, se desarrolla y termina en función del Estado.

3.2 Lo Político
Se define lo político como el aparato jurídico político de una sociedad, la
superestructura jurídico política del Estado. Comprende dos realidades
superestructurales: 1) jurídica, que está constituida por el conjunto de normas destinadas
a reglamentar el funcionamiento de la sociedad; 2) La realidad política, el conjunto de
aparatos institucionales que conforman el Estado.
Las normas jurídicas son elaboradas, aprobadas, vigiladas por el Estado, así como
el castigo a su alteración. Los propios funcionarios del Estado, independientemente de su
rango, están obligados a su estricto cumplimiento. Sin embargo en países como
Guatemala, a pesar de existir una amplia legislación y reglamentación, tradicionalmente
no se cumple; su alteración es constante. Esto se hizo más evidente durante la época del
conflicto armado, cuando el propio Estado alteró el sistema legal, faltando a los más
fundamentales derechos humanos, lo que generó una ausencia de un "Estado de
Derecho" por cuanto existía una constante violación a las más altas normas de
convivencia humana por diversos grupos. Esta situación se ha prolongado hasta la
actualidad; aunque ya se ha minimizado la violencia política, existe en el país una ola
alarmante de criminalidad, secuestros, robos, asesinatos, tráfico de drogas, secuestros,

34 loc. cit
35 Juárez Ricardo. EL Objeto de la Ciencia Política. Apuntes para la Docencia. p. 3
36 ibíd. p. 3
37 Poulantzas, Nicos. Poder y Clases Sociales en el Estado Capitalista. Siglo XXI Editores, México, D. F. 1973 p. 42
38 Lenin. V. I. El Estado y la Revolución. Edit. Anagrama, Barcelona 1976, p.. 53
18
extorsiones etc. Otros han tomado la justicia por su propia mano como los linchamientos y
esto también es una grave falta a la ley. La ausencia de castigo a los que infringen de
manera grave la ley ha implantado una situación de impunidad. Se hace necesario ahora
construir un estado de derecho, es decir que se conviva de acuerdo a un marco legal.
Debe tomarse en cuenta que muchos de estos problemas tienen su explicación en
la situación económica (precaria) en que vive una gran parte de la población
guatemalteca. Para que el sistema en que nos desenvolvemos se desenvuelva de manera
regular, se deben acatar las leyes vigentes y que se aplique la justicia efectivamente.
Las decisiones estatales, la legislación, las acciones de gobierno que afectan a los
conglomerados sociales, no son actos espontáneos y efectuados por los funcionarios
públicos por sí mismos. Estas decisiones son resultado de la interacción y de la presión
social. En las relaciones de la Política con el Estado se debe tomar en cuenta lo
siguiente: los sectores sociales, las clases sociales para realizar sus aspiraciones
fundamentales, y atender la problemática inmediata actúan en el nivel político, es decir
utilizan al Estado, por cuanto es el instrumento más eficaz para lograr estos objetivos.
Los problemas y los intereses sociales no se resuelven y realizan sólos, se
necesita de una decisión política, se necesita de la intermediación del Estado.

3.2.1 Naturaleza de lo político


Por la prevalencia histórica de una clase dominante en las sociedades, se afirma
que el Derecho es voluntad de la clase dominante erigida en ley; al final, todo Estado es
una dictadura: esclavista, feudal, capitalista o socialista. Debido a que determinada clase
ha conquistado el poder político, predomina cierto tipo de Estado y en la vida social llega
a implantarse determinado tipo de Derecho.39 El tipo de Estado predominante tiene como
objetivo principal, producir y reproducir determinadas relaciones sociales. Pero no
siempre existe un paralelismo riguroso entre el poder económico y el poder político. Esta
falta de concordancia es muy importante en las épocas de revolución social y ha
caracterizado el paso del feudalismo al capitalismo y de éste al socialismo.
La expresión "nivel o terreno de lo político" es utilizada por Marta Harnecker y otros
autores para señalar "lo político" (o sea, al objeto en torno al cual giran y se constituyen
las relaciones políticas) y al conjunto de esas relaciones. 40
Lo político es una condensación de las contradicciones de clase en la sociedad,
porque es sobre todo, un efecto en el cual queda expresada y sintetizada la reproducción
de esas contradicciones, o sea, la clase o clases que utilizan el Estado y el Derecho como
medios de lucha política para conservar su dominación y las clases que se oponen a esa
39 Marx, K. Engels, F. El Manifiesto del Partido Comunista. 1948
40 Juárez Ricardo, op. cit. Pág. 2

19
dominación y son objeto de ella. 41

RELACIONES DE LA POLÍTICA
CON

LA ECONOMÍA LAS CLASES SOCIALES EL ESTADO

La Política Defensa Relaciones Relaciones Es el más


es la de los recíprocas entre las poderoso
expresión intereses entre las naciones instrumento
concentrada de clase clases de dominio
de la y grupo recíprocas
Economía entre las
clases
Intereses Nivel La política
inmediatos económico interna se
refleja en
la política
exterior
Intereses Nivel
cardinales ideológico

Nivel
político

Objetivo Subjetivo

Programa Correlación Táctica Estrategia


económico de fuerzas
político políticas

41 Flores, Carlos. "Lo Político" p. 2


20
Segunda Parte:

LA METOLOGIA
DE LA CIENCIA POLITICA*

* El autor de los títulos de este tema es el Lic. Jorge Fidel Hernández Andrade, ex-
profesor titular del curso de Ciencia Política. Esta publicación se hace con la debida
autorización del autor para la Coordinación del Curso de Ciencia Política, de la Facultad
de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Los fines son
exclusivamente didácticos y sin ánimo de lucro.
21
Contenido de la segunda parte

Página
LA METODOLOGÍA DE LA CIENCIA POLÍTICA 23
1 Diversos enfoques metodológicos 23
1.1 El Materialismo Histórico 24
1.2 El Positivismo 30
1.2.1 El Organicismo 31
1.2.2 El Funcionalismo 33
1.2.3 La Teoría de los Sistemas 35
1.3 El Constructivismo 38

Bibliografía (de la primera y segunda parte) 40

22
METODOLOGÍA DE LA CIENCIA POLÍTICA

Para estudiar y exponer un contenido teórico, se necesita de un procedimiento o


serie de procedimientos sistematizados; se necesita de un método para que esta teoría
refleje lo más fielmente la realidad. Esta sistematización y objetividad le dan su carácter
científico.
Existen sin embargo, diversos enfoques metodológicos para abordar esta tarea, y
se partirá precisamente por explicar qué es metodología y enfoque metodológico.
Al abordar el aspecto etimológico, tenemos que la palabra Método viene del
griego: Methodos, que a su vez se integra por dos palabras: Metha que significa meta y
odos que quiere decir vía, literalmente: vía para llegar a una meta. Es un procedimiento
para alcanzar un fin (el conocimiento). Método "es el procedimiento que de manera
concreta y real es empleado para estudiar y explicar los fenómenos".42
También se puede interpretar como la aplicación del método. "Debemos entender
por enfoque metodológico a la teoría, implícita o explícita acerca del método, contenida
en la manera de estudiar y de explicar los fenómenos. 43

1 DIVERSOS ENFOQUES METODOLOGICOS


En los siglos XVIII y XIX se hicieron descubrimientos espectaculares en las
ciencias naturales: de la célula, del átomo, de la evolución de las especies 44, del
comportamiento de los cuerpos celestes, de la indestructibilidad de la materia y la energía.
Todo esto repercutió en la forma de concebir a la naturaleza; ya no como algo inmutable,
perpetuo, sino variable, sujeto a cambios. Esta forma de ver la naturaleza, se amplió a
todo el mundo material; la sociedad es tomada como parte de la naturaleza, la parte más
desarrollada de ella. El fenómeno social se interpretó como sometido a permanente
cambio y transformación, es decir como un proceso.
De estos descubrimientos, surgieron diversas tendencias, o enfoques
metodológicos para estudiar la sociedad. Algunos autores destacan la utilización del
positivismo y el marxismo en el estudio de la sociedad, como lo afirma Caminal Badía: “a
lo largo de los últimos ciento cincuenta años el positivismo y marxismo han sido las
corrientes doctrinales y metodológicas dominantes en el desarrollo de las ciencias

42 Flores Palacios, Carlos Alfonso. op. cit., p. 1.


43 Flores Palacios, Carlos Alfonso. op. cit. p. 1
44 Carlos Roberto Darwin, naturista y fisiólogo inglés, obra: "Del Origen de las Especies por Medio de la Selección
Natural".

23
sociales”.45 Recientemente, Pérez y Sola, señalan cuatro grandes corrientes en la
investigación social: el positivismo, el neopositivismo, la teoría crítica (que incluye al
materialismo histórico) y el constructivismo.46 De lo anterior podemos sintetizar tres
paradigmas o visiones del mundo que han orientado el estudio de la sociedad que son: el
positivismo, el materialismo histórico y el constructivismo. Éste último se ha utilizado
principalmente en la educación pero en la actualidad se aplica en diferentes ámbitos
sociales.

1.1 El Materialismo Histórico


Se inicia con el análisis de este enfoque sociopolítico, en razón que ya se tienen
elementos sobre esta disciplina por conocimientos adquiridos en cursos anteriores y es el
que particularmente se utiliza para el estudio y exposición de la teoría política en la
cátedra.
Antes del siglo XIX se creía y aún se sigue creyendo que las ciencias sociales no
tienen el carácter objetivo de las ciencias naturales. Los neokantianos Heinrich Rickert
(1863-1936) Whilhem Windelband (1848-1915) sostenían que en las Ciencias Naturales,
mediante el método de la abstracción podía obtenerse un sistema de leyes universales,
objetivas, pero en las ciencias sociales, esto no era posible. A través de los trabajos de
Jorge Guillermo Federico Hegel (1770-1831), Ludwig Feuerbach (1804-1872), Carlos
Marx (1818-1883) y Federico Engels (1820-1895) se elaboró el método científico para el
estudio de la sociedad. Se aplicó el materialismo dialéctico al estudio de la sociedad.
Según Lenin: "El descubrimiento de la concepción materialista de la historia, y la extensión
del materialismo al dominio de los fenómenos sociales, superó los dos defectos
fundamentales de las anteriores teorías de la historia. En primer lugar, esas teorías
consideraban, en el mejor de los casos, sólo los motivos ideológicos de la actividad
histórica de los hombres, tenían carácter valedero, sin investigar el origen de esos
motivos, sin captar las leyes objetivas que rigen el desarrollo del sistema de las relaciones
sociales, sin tener en cuenta las raíces de éstas en el grado de desarrollo de la producción
material; en segundo lugar, el materialismo histórico permitió estudiar por primera vez con
exactitud natural las condiciones sociales de la vida de las masas y los cambios de esas
condiciones." 47
El materialismo histórico constituye un enfoque para estudiar la sociedad porque de
manera explícita contiene, tanto una teoría sobre las relaciones que existen entre los
fenómenos sociales y también una teoría sobre el método.

45 Caminal Badía, Miquel, op. cit. p.. 2


46 Pérez Gómez, A.. y Sola Fernández M. Investigación e Innovación en la Formación del
Profesorado. El Salvador, Ministerio de Educación. 2004, p. 2
47 Lenin, V.I. "Carlos Marx" en Obras Completas. 2a Ed. Buenos Aires, Ed. Cartago 1970 Vol. XXII, p. 149.
24
Se define el materialismo histórico o sociología objetiva al estudio de las leyes
más generales de la sociedad. Es la concepción materialista de la historia. Es parte del
materialismo dialéctico y se conceptúa como el estudio de las leyes más generales
de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Es la filosofía materialista y dialéctica.
El materialismo dialéctico contiene una teoría acerca del método del conocimiento
en general y el materialismo histórico, del método de las ciencias sociales en particular.
Es una base teórica y metodológica de las ciencias sociales. Base teórica se
refiere a los conocimientos, categorías y conceptos del materialismo histórico, que sirven
de base o premisa para realizar nuevos descubrimientos en el campo de las ciencias
sociales e investigaciones sociológicas concretas. Base metodológica consiste en que la
teoría acerca el método de conocimiento de la vida social, sirve para realizar una
investigación y estudio de los fenómenos sociales, tanto en el campo de las ciencias
sociales como en el campo de las investigaciones concretas. 48
Gracias al descubrimiento que el impulso del funcionamiento de la vida social es la
vida económica, o sea con el descubrimiento que la vida social es esencialmente material
pudo descubrirse en ella las leyes objetivas similares a las que existen en la naturaleza y
pudo descubrirse que el método dialéctico es realmente un procedimiento destinado para
revelar tales leyes.
El materialismo histórico es parte integrante del marxismo, el marxismo es un
sistema de conocimientos sobre la naturaleza, la sociedad y el pensamiento que
constituyen la concepción del mundo de la clase obrera y cuyos fundadores fueron Carlos
Marx y Federico Engels.
El materialismo histórico hace un nexo entre el desarrollo del pensamiento y la
evolución de las condiciones materiales de vida de la sociedad. Su principio general o
su tesis fundamental se enuncia así: El ser social determina la conciencia social.49

1.1.1 Ser social y conciencia social


El concepto de ser social puede definirse en sentido amplio y en sentido restringido.
En sentido amplio comprende la vida social, la existencia social, el conjunto de
relaciones sociales; "la existencia social o realidad social consiste en la existencia del
hombre y de la sociedad".50 En sentido restringido se refiere únicamente a "las
relaciones económicas que se establecen entre los hombres en el proceso de
producción (vida económica o vida material) ". Este concepto abarca exclusivamente

48 Flores Palacios, Carlos Alfonso. op. cit. p. 2


49 Juárez Ricardo. " Materialismo Histórico y Ciencia Política". Apuntes para la Docencia. 1979, s. n. t.
50 Flores Palacios, Carlos Alfonso. op. cit. p. 8

25
las relaciones económicas y excluye a las relaciones superestructurales, pero es muy
frecuente encontrarlo en los textos. En sentido amplio, el ser social comprende el
conjunto de relaciones sociales y sus respectivas instituciones sociales. Por ejemplo, las
relaciones económicas, las relaciones políticas, las relaciones jurídicas, las relaciones
morales, religiosas, etc. Las instituciones, como, las unidades productivas, el Estado, el
derecho, los códigos morales, la iglesia, etc. Es decir la realidad social, la práctica social,
la sociedad. En sentido restringido, el ser social se refiere sólo a una de estas relaciones.
A la conciencia social, tanto pensadores idealistas como materialistas, la
denominan "la vida espiritual de la sociedad". En sentido restringido el concepto de
conciencia social expresa solamente las ideas y teorías sociales que reflejan el ser
social51. Esta última definición excluye otras formas de la conciencia social, tales como la
psicología social.
En sentido amplio significa el reflejo en la mente, en la conciencia del individuo, del
ser social y comprende: la psicología social y la cultura espiritual. Está formada no
solamente por las concepciones políticas, jurídicas, morales, filosóficas, artísticas, etc.,
sino también los conocimientos científicos, tradiciones, la educación, la psicología social
etc.
Al analizar los dos elementos esenciales de la conciencia social, se tienen las
siguientes definiciones: La psicología social: Es el conjunto de sensaciones,
percepciones, sentimientos, estados de ánimo, emociones, hábitos, inclinaciones,
tendencias de la voluntad, rasgos especiales del carácter, la conducta, que surge
sobre la base de la situación social de la comunidad humana.
La cultura espiritual: el conjunto de valores espirituales y de la actividad
cognoscitiva acumulado a lo largo de la historia de la sociedad. Comprende la
ciencia, la enseñanza, la educación, tradiciones, creencias, el arte. Comprende
también la ideología; el carácter específico de esta forma de la conciencia social es
precisamente que refleja el ser social, desde el ángulo de los intereses de grupo,
sector, o clase social 52
Los creadores del materialismo histórico, llegaron a establecer que en la sociedad,
cambia primero la vida material social y después y en consonancia con ello, cambia
también la conciencia de los hombres. "Para el materialismo histórico la fuente real en
que se originan las ideas sociales, la fuente en la que se forma la vida espiritual de la
sociedad hay que buscarla, no en las cabezas de los hombres, sino en las condiciones de
la vida material de la sociedad misma. Las ideas cambian al cambiar las condiciones de

51 Juárez Ricardo. op. cit. p.. 2


52 Yadov. V. A. op. cit. pp. 171 -173

26
vida de los hombres.” 53
Sin embargo, la conciencia social no refleja directa y repentinamente los cambios
que afectan al ser social. Algunas formas de la conciencia social no siempre
experimentan la influencia determinante de la base económica directamente, sino a través
de las relaciones político - sociales, por medio de intereses de clase y otras formas de la
conciencia social. Frecuentemente, algunas formas de la conciencia social de una época
dada conservan el contenido de las condiciones materiales de épocas pasadas, y otras
formas de la conciencia social se adelantan a las relaciones económicas predominantes o
se proyectan nuevas. De esa manera, aunque la vida espiritual se halla determinada por
la vida material, goza de una relativa autonomía.54
Se puede decir que las leyes del proceso ideológico son derivadas con respecto a
las leyes económicas. También es conveniente aclarar que la conciencia social no es un
mero efecto pasivo que se limite a reflejar el ser social, ya que permite a los hombres
modificar, transformar el medio social, es decir, dominar la necesidad histórica.
La categoría fundamental o constitutiva del materialismo histórico es la formación
económico social, se define como una sociedad históricamente determinada, basada en
determinadas relaciones sociales de producción. Esta categoría privilegia las relaciones
sociales de producción como determinantes en última instancia del desarrollo social.
El materialismo histórico es una base metodológica, objetiva y científica para el
estudio de las disciplinas sociales; tiene las características de ser explicativo, establece
una relación de causa y efecto en los fenómenos sociales, es crítico y además es una
guía para la acción, para la transformación, para el cambio, para el desarrollo de la
sociedad.
También se pueden señalar las siguientes razones para la anterior afirmación:
 De manera explícita contiene una teoría acerca del método de estudio de los
fenómenos sociales.
 Se basa en una concepción dialéctico materialista, que permite convertir al conjunto de
conocimientos que corresponde a cada ciencia social no sólo en un sistema (un todo
de elementos interrelacionados), sino en un sistema de conocimientos científicos (un
todo objetivo)
 No tiene como fin justificar ni ocultar privilegios de clase social.

53 Konstantinov. F. V. El Materialismo Histórico. Edit. Grijalbo. México D. F. 1964 p. 301.


54 Juárez Gudiel, Ricardo. Apuntes para la Docencia.
27
 No es un sistema cerrado de postulados (practica la autocrítica y está dispuesto a
aceptar lo mejor de otras tendencias del pensamiento) 55
 En su práctica teórica ha descubierto una teoría lógica para la construcción de una
mejor sociedad.

55 Flores, Carlos. Marco Teórico - Metodológico de la Ciencia Política. . p. 26

28
SER SOCIAL Y CONCIENCIA SOCIAL

Sensaciones

C Hábitos
O Psicología
N social
Carácter
C
I
E Conducta
N
C
I
A Concepciones
S Tradiciones
O
C
Cultura Educación
I
espiritual
A
L Ciencia

Arte

Ideología

S Instituciones
E
R

S Relaciones sociales no económicas


O
C
I
A Relaciones sociales de producción
L

29
1.2 El Positivismo
Es una tendencia filosófica - sociológica muy difundida en el mundo capitalista
actual. El positivismo filosófico es obra de Augusto Comte (1798 -1857), considera que la
vida social puede ser objeto de un conocimiento científico similar al que se aplica en el
campo de las ciencias naturales. Antes de este autor existía la idea de que los
fenómenos sociales no podían ser objeto de un estudio científico tal como ocurría con la
naturaleza.
Comte es el fundador de la sociología capitalista moderna y la intentó definir como
física social: la ciencia que tiene por objeto el estudio de los fenómenos sociales
considerados con el mismo espíritu que los astronómicos, los físicos, los químicos, o los
fisiológicos, es decir sujetos a leyes invariables, cuyo descubrimiento es el objeto especial
de investigación. Este resultado fue obtenido junto con el conde Henri de Sant-Simon
(1760 – 1825) y finalmente le llamó a esta disciplina: Sociología. 56
Concibe a la sociedad como un organismo y divide el desarrollo histórico del
pensamiento humano así como también las organizaciones sociales correlativas en tres
estadios:
1. El teológico: se explican los fenómenos de la naturaleza por la acción de los seres
sobrenaturales, dioses y demonios y al que corresponden las instituciones elementales
y homogéneas. En este período nacen las artes y predominan en la sociedad los
sacerdotes, guerreros y monarcas.
2. El estadio metafísico: se reemplazan a los seres sobrenaturales por esencias
abstractas, producto del pensamiento racional, con las cuales pretende conocer la
íntima realidad del mundo. Hay un predominio de la Filosofía y del Derecho, se
produce un desarrollo de las industrias y se establecen los Estados modernos.
3. El estadio positivo: en el que se limita el conocimiento del mundo a la comprobación
de las relaciones constantes entre los objetos y fenómenos mediante la observación y
la experimentación propias de las ciencias naturales, se rechaza el método de la
abstracción. El paso del estado teológico al metafísico y de éste al positivo va
acompañado por el cambio del modo teocrático militar de vida al del modo industrial.
Los cambios son particularmente, profundos en la vida social..57
El fundamento del positivismo es la negación del razonamiento teológico,
metafísico y lógico para conocer los objetos y fenómenos del mundo exterior. Comte limita
esa posibilidad a lo positivo, es decir al de la experiencia directa, a la observación. 58
Afirma que las ciencias sólo pueden describir los fenómenos de la realidad en la

56 Timasheff, Nicolás S. La Teoría Sociológica. México, Fondo de Cultura Económica, 1997 Pág.36
57 Pokrovski. V. S. y Otros. Historia de la Ideas Políticas. México D.F. Editorial Grijalbo. 1966. P. 333
58 Lombardi, Miguel c. Fundamentos de Sociología. México D. F. Editorial Cartago. 1983 p. 63.
30
experiencia y niega la profundización del conocimiento del mundo exterior mediante el
proceso de abstracción.
El positivismo es también la negación de los prejuicios políticos, religiosos,
ideológicos en el estudio de los fenómenos sociales. La actitud científica positiva consiste
en que el sociólogo debe adoptar una postura absolutamente imparcial y neutral al igual
que el físico, el biólogo, el matemático.
El positivismo es la negación de la lucha de clases, de las teorías socialistas. El
estado positivo, es aquel donde reina la armonía social, la solidaridad para lograr el orden
y el progreso social. Es la denominada "sociocracia", el gobierno de la armonía social.59
Comte creía que el progreso podía ser acelerado y facilitado por la acción política
basada en el conocimiento positivo. 60
El positivismo trata de unir el idealismo con el materialismo o pretende situarse por
encima de ambas corrientes. Comte creó el término Sociología y se apoyó en la
concepción biologista.
El positivismo pretende fundamentalmente preservar, equilibrar y expandir el
sistema social existente, busca un conocimiento libre de prejuicios filosóficos, religiosos y
políticos, mediante la observación de los hechos y la exclusión de los juicios de valor. El
marxismo considera fundamental la observación de los hechos, pero sólo como
complemento del método de la abstracción y, como consecuencia de la realización de
intereses económicos y políticos; no desdeña el empleo de juicios de valor y considera
que no pueden desestimarse en el estudio de los fenómenos sociales. 61 El marxismo a
través del materialismo histórico considera la teoría como un medio para transformar la
sociedad.
El desenvolvimiento del positivismo ha dado lugar a otras corrientes, de las cuales
es su base teórica, ideológica y conceptual, tal es el caso de: el Organicismo, el
Funcionalismo, la teoría sistémica (Teoría de los Sistemas).

1.2.1 El Organicismo
En 1859, Carlos Darwin da a conocer su obra "Del Origen de las Especies por
Medio de la Selección Natural", en la cual expone sus tesis sobre la naturaleza, en la que
se da una selección natural para la reproducción de los seres vivos mediante la

59 Flores Palacios, Carlos Alfonso. La Formación Económico Social y El Positivismo y su Desarrollo. Folleto para el
Curso de Ciencia Política. Fac. De Ciencias Económicas USAC. 1998, p. 16
60 Timasheff, Nicholas S. La Teoría Sociológica. México, Fondo de Cultura Económica, 1997, p. 47
61 Flores Palacios, Carlos Alfonso. op. cit. p. 1
31
supervivencia de los más aptos. Estas ideas contravienen las concepciones sobre la
creación de las especies y contribuyó a formar una cosmovisión para interpretar y explicar
los diversos fenómenos. A esta interpretación se le denominó organicismo, pues su
fundamentación estriba en que todo ser vivo tiene una evolución en su organismo, por lo
que se le conoce también como evolucionismo o darwinismo.
Esta corriente, constituye una versión del positivismo con énfasis en la
interpretación biológica. En el campo social, la sociedad se interpreta como un organismo
vivo, como un cuerpo social que dispone de un proceso constantemente evolutivo, en la
que también se da la selección natural y la supervivencia del más apto.
La aplicación de los principios darwinistas a las ciencias sociales fue realizada
principalmente por el filósofo y sociólogo inglés Herbert Spencer (1820 -1903). Es
considerado “El segundo padre fundador de la sociología”, asimiló rápidamente los
conceptos de Darwin con quien compartía muchos criterios. La verdadera base de la obra
de Spencer es la teoría de la evolución; en su publicación “Los Primeros Principios”,
formula tres leyes fundamentales: 1) la ley de la persistencia de la fuerza, la existencia de
una causa última que trasciende el conocimiento humano; 2) la ley de la indestructibilidad
de la materia y 3) la ley de la continuidad del movimiento. El resultado unitario de estas
leyes es la ley suprema de la evolución, que es una integración de materia y movimiento,
mediante la cual la materia pasa de una homogeneidad indefinida a una heterogeneidad
definida.62
El principio general más importante es el que afirma que existe una
interdependencia entre el todo y sus partes. El todo es la unidad orgánica del objeto
determinado que se compone de múltiples particularidades, las que interaccionadas
logran su evolución.
Otro de los principios generales es que los cuerpos vivos como las sociedades
presentan en su desarrollo un aumento minúsculo pero constante de su masa. En un
determinado momento se dividen o se hunden.
Todo organismo vivo mientras aumenta de tamaño, aumenta de estructura, pues
sus partes se multiplican y se diferencian. Lo mismo pasa con las sociedades, al
aumentar sus poblaciones, se dan divisiones y subdivisiones que aumentan la estructura.
En la medida que se multiplican las sociedades, las estructuras adquieren mayor
complejidad. Spencer afirma que en los organismos vivos además de presentarse
cambios en la estructura, también se presentan cambios en la función, debido a que cada
estructura tiene una correlación directa a las funciones que en ella se desempeñan.
Observó diversas analogías entre los organismos biológicos y lo sociales: primero:
estos organismos se diferencian de la materia inorgánica porque manifiestan un

62 Ibíd. Pág. 49 - 52
32
crecimiento visible durante la mayor parte de su existencia. Segundo: así como las
sociedades y los organismos crecen de tamaño, así también aumentan en complejidad y
estructura. Tercero: la diferenciación progresiva de estructura va acompañada de una
diferenciación progresiva de funciones. Cuarto: la evolución crea para las sociedades y
para los organismos diferencias de estructura y de función que se hacen posibles unas a
otras. Quinto: así como un organismo vivo puede ser considerado como una nación de
unidades que viven individualmente, así una nación de seres humanos puede ser
considerada como un organismo.
Spencer es individualista y liberal, considera que si bien en un organismo biológico
las partes forman un todo concreto, en una sociedad las partes son libres y más o menos
dispersas. En los primeros las partes existen para beneficio del todo y en una sociedad
el todo existe para beneficio del individuo. En otra parte de sus obras también expresa que
la conquista de un pueblo por otro ha sido en lo esencial la victoria de lo social sobre lo
antisocial, o del mejor adaptado sobre el peor adaptado, y consideraba que la evolución se
logra por la supervivencia de los más aptos. 63
Las ideas de Herbert Spencer constituyen una variedad del positivismo. Al igual
que Comte, afirma que es imposible para el hombre establecer verdades esenciales,
tanto en las ciencias como en la religión. Trasladó la ley biológica de los seres vivos, a la
sociedad, y establece el principio de la evolución universal, concebida como una
distribución mecánica de la "sustancia y el movimiento"
Las tendencias positivistas posteriores a Comte (empiriocriticismo o
neopositivismo) ya no son tan empiristas y aceptan el uso del razonamiento lógico, pero,
insisten que el estudio de las ciencias sociales mantenga una actitud imparcial, alejada de
los juicios de valor; que sea comprobable con datos, y no toman en cuenta la
determinación de la realidad económica en los fenómenos sociales. 64
Las innovaciones más importantes del neopositivismo son: el cuantitativismo,
representado por George A. Lundberg (1895 -1970) considera que es necesaria la
formulación cuantitativa para la descripción más exacta que exige la ciencia.65 Por otro
lado el funcionalismo, que se expone a continuación

1.2.2 El Funcionalismo
Tiene influencias de los enfoques positivistas anteriores y es un desarrollo de ellos,
su máximo exponente es Talcott Parsons (1902 - 1979), considera a la sociedad como un
"organismo" con elementos que cumplen un determinado tipo de funciones. Se propone

63 loc. cit
64 Flores Carlos, op. cit. pp. 3 y 4
65 Timasheff, Nicholas S. op. cit. p.. 244
33
explicar los fenómenos sociales en función de la parte que desempeñan en el
mantenimiento de la existencia de la sociedad. 66
La palabra función se refiere a la aportación que una parte hace a un todo, por
ejemplo a una sociedad, a una cultura. También puede designar las aportaciones que el
grupo hace a sus individuos o las de grupos grandes a grupos pequeños. El punto de
vista funcional se refiere frecuentemente a la importancia de la integración de las partes
en el todo o la interdependencia de las partes. La expresión “análisis funcional” se emplea
para indicar el estudio de fenómenos sociales como operaciones o efectos de estructuras
sociales específicas, tales como los sistemas de parentesco o los de clases por ello se la
llama también estructural funcionalismo.
Parsons define al sistema social como una pluralidad de actores individuales que
interactúan en su ambiente para obtener un óptimo de gratificaciones. También lo concibe
como una red de relaciones entre actores. 67
El funcionalismo constituye un modelo para el análisis sociológico, y parte del
criterio que en el organismo social, una multiplicidad de actores individuales, intercambian
actividades y cumplen roles en función del mantenimiento del sistema social.
En el sistema social las partes desempeñan funciones esenciales para la
subsistencia, expansión y fortalecimiento del todo, son interdependientes y están más o
menos integradas. Las categorías más importantes son las siguientes:
Interacción: Es la acción recíproca entre dos sujetos (ego y alter), entre una persona o
una institución o entre dos instituciones. La interacción tiende a suscitar reacciones
favorables del alter.
Sistema de valores: Constituye un sistema simbólico que orienta y motiva la interacción
social en términos de aprobación o rechazo. Este sistema de valores debe ser común a
todos los actores del sistema.
Orden Social: Existe la necesidad de mantener el equilibrio social e integrar a los sujetos
al sistema normativo compartido.
Status: son las posiciones de acuerdo al nivel de vida de los actores. En el sistema social
existen diversidad de estratos.
Roles: son los papeles que cumplen las personas o grupos sobre la base de su posición
social (empresarios, gerentes, empleados, padres, hijos, profesores, estudiantes, etc.)
Los roles son funcionales cuando se dan de acuerdo al sistema de valores
compartido y disfuncionales en caso contrario, de esa manera se tienen sujetos integrados

66 Juárez Gudiel Ricardo. El Funcionalismo. Apuntes para la Docencia. p. 3


67 Gutiérrez Pantoja, Gabriel. op. cit. p. 35

34
o desadaptados al sistema respectivamente.
La disfuncionalidad es entendida por Parsons como una situación patológica que el
sistema deberá sancionar o erradicar. El funcionalismo presupone la existencia de un
sistema por naturaleza armónico, por lo que toda acción disfuncional tiene su origen en
una irregularidad del sistema. Se expresa en forma de un desacato a las normas
establecidas.
Las perturbaciones son introducidas al sistema, por lo que la sociedad deberá
hacer uso de medios para mantener el orden o equilibrio social. Entre estos medios se
tiene la socialización y el control social. El primero consiste en convertir al individuo en una
persona social, en integrarlo al sistema de valores dominante que constituyen las
expectativas normales de los demás (alter). Por el control social, se entiende, los medios
para "mantener en línea la gente, o sea toda acción típicamente esperada y aprobada
dentro del sistema social”. 68

1.2.3 La Teoría de los sistemas


Ludwin Von Bertalanffy, nacido en Viena en 1901, expuso la teoría de los sistemas
por el año de 1954. Varios de sus conceptos son adoptados de otras ciencias y también
constituye una aplicación de los principios positivistas. El conocimiento de sus conceptos
fundamentales permitirá entender la teoría.
El primer concepto central de esta teoría es el de sistema. Este término debe
aplicarse únicamente a los elementos que se relacionen significativamente entre sí, en el
sentido de que el nivel de interdependencia sea elevado. Y se establecen criterios como:
1) Que se le pueda localizar con alguna precisión en el tiempo y en el espacio. 2) Cuando
una variedad de operaciones son ejecutadas por varias disciplinas llega a la conclusión de
que existe un sistema específico. 3) Que posea en sí una cohesión interna.
Entre los conceptos que tienen como finalidad describir los sistemas, se tienen los
siguientes:
1) conceptos que separan diferentes clases de sistemas: cerrados y abiertos.
2) Conceptos relativos a los niveles jerárquicos de los sistemas, como los subsistemas,
las órdenes de interacción y los efectos.
3) Conceptos que delinean aspectos de la organización interna de los sistemas, tales
como integración, diferenciación, interdependencia y centralización.
4) Conceptos relacionados con la interacción de los sistemas y sus ambientes: límites,
insumos, productos.

68 Juárez Ricardo. op. cit.


35
5) Conceptos que se refieren a los varios caminos que los sistemas pueden seguir a
través del tiempo: determinación por el Estado y de igualdad final.
Se encuentran otros conceptos adicionales de gran importancia como los de
regulación y mantenimiento de los sistemas, entre ellos: el de equilibrio del sistema que
puede ser estable o inestable. 69
Existen antecedentes de esta teoría, por ejemplo la obra de Carl Von Linneo (1707 - 1778)
denominada “Sistema de la Naturaleza”; en 1749 el “Tratado de los Sistemas” de Etienne Bonot
de Condillac (1715 - 1780).70
A finales de la década de los sesenta David Easton, autor norteamericano aplica
esta teoría al análisis político. Según este autor, debe interpretarse la vida política como
"una serie compleja de procesos mediante los cuales ciertos tipos de insumos se
convierten en el tipo de productos que podemos denominar políticas autoritarias,
decisiones y acciones ejecutivas.”71 Easton también denomina sistema político al
conjunto de interacciones por medio de las cuales se asignan autoritariamente valores en
una sociedad. Este sistema político se encuentra rodeado por ambientes físicos,
biológicos y psicológicos. Para este autor, la vida política forma parte de un sistema
abierto, ya que debe considerarse expuesto a influencias procedentes de los demás
sistemas.
Entre los aspectos sobresalientes del sistema político, Easton señala dos: por una
parte, es un sistema de procesos de intercambios y transacciones. Los intercambios son
relaciones bilaterales con el medio. Las transacciones son movimiento de una dirección a
otra, dentro del sistema político. Por otra parte está sometido a perturbaciones y
tensiones que pueden ser disgregadores del equilibrio y exigir reacciones compensatorias
del sistema, si quiere impedir su propia fragmentación. 72
La atribución de valores se hace por el sistema político según un juego complejo de
entradas (inputs) y de salidas (outputs). El sistema social de Easton comprende dos
series de inputs: las demandas y los apoyos. Las demandas consisten en reclamar la
asignación autoritaria de alguna cosa de valor. Esta acción es sostenida por los apoyos,
que son las manifestaciones favorables al sistema, el sentimiento que se tiene de su
legitimidad. En virtud de lo anterior, todo sistema social debe cumplir determinadas
funciones esenciales: en primer lugar una función de expresión de las demandas, al
permitir formular éstas de forma adecuada. La segunda función es la de regulación de las
demandas. Una tercera función es la de reducción o "agregación" de las demandas:

69 Gutiérrez Pantoja, Gabriel. Op. Cit. Págs. 66 - 74


70 Flores, Carlos. El Enfoque Sistémico (Teoría de los Sistemas). Notas Fotocopiadas Pág. 23
71 Juárez, Ricardo. Etapa Contemporánea. (Conclusión). Apuntes para la Docencia. pp.. 7 y 8
72 Jaguaribe Helio. “Análisis de los Sistemas”. Campero Gildardo y Héctor Vidal. Teoría de Sistemas y Administración
Pública. Págs. 150 -151
36
canalizar las demandas, reunir conjuntamente las demandas, transformar las demandas
especializadas en demandas globales. Los apoyos pueden ser positivos o negativos, de
actitud o activos, abiertos o encubiertos. Expresan las reacciones positivas y negativas de
la comunidad política hacia ciertos objetos. Estos objetos son las autoridades, el régimen y
la propia comunidad política. Las autoridades abarcan capas superiores e inferiores de
quienes adoptan e instrumentan decisiones políticas. El régimen incluye valores, normas
y el sistema de autoridad.

EL SISTEMA POLITICO

INSUMOS PROCESOS PRODUCTOS


DEMANDAS, ESTRUCTURAS POLÍTICAS AUTORITARIAS,
RECLAMOS DE ESTATALES DECISIONES Y ACCIONES
ASIGNACIÓN DE EJECUTIVAS, ASIGNACIÓN
VALORES AUTORITARIA DE VALORES

QUE CUMPLEN O NO
LAS EXPECTATIVAS
DE LA POBLACIÓN

TRANSACCIONES

INTERCAMBIOS

MEDIO AMBIENTE
Social, y cultural.
Nacional, regional y mundial.

37
1.3 El Constructivismo
Es una integración de diferentes tendencias de la investigación psicológica y
educativa, pero en la actualidad se aplica en diversos campos sociales. Es resultado de
aportes importantes de autores como Jean Piaget , Lev Vygotsky David Ausubel y
Jerome Bruner.73
Constituye un paradigma para la investigación social, se preocupa no de temas
macrosociales sino de problemas concretos, y que afectan a determinadas
organizaciones o comunidades. Sirve de base para la investigación cualitativa, es
decir, aquella que estudia la calidad de las actividades, relaciones, asuntos medios
materiales en una determinada situación o problema. También se utiliza en
investigaciones etnográficas (que se realizan para conocer la cultura de ciertas
comunidades).
El constructivismo, en lo que se refiere a la interpretación de la realidad, se
ubica entre el realismo histórico y el relativismo. El realismo histórico considera una
realidad construida históricamente, aunque cambiante y contingente, está determinada
por una serie de factores sociales y condiciona la vida de los seres humanos. El
relativismo acepta la existencia de múltiples realidades sociales, por un lado, por las
diferentes condiciones históricas en que se desenvuelven los grupos sociales y por otro,
las diversas perspectivas subjetivas desde las que se interpreta la realidad.
El constructivismo admite la diferente identidad entre el hecho social y su
significado, pero también acepta que las interpretaciones subjetivas de los hechos
como los hechos mismos, tienen la misma importancia y concluye que la realidad es un
cúmulo de redes objetivas y subjetivas. No existe, entonces, una realidad única sino
múltiples realidades de acuerdo a los diversos puntos de vista que poseen los
individuos o los grupos.74
En lo que concierne a la relación entre el sujeto y la realidad que se estudia
(plano epistemológico), entre ambos existe una mutua interacción y el conocimiento se
considera producto del desarrollo de habilidades, de los valores y propósitos del sujeto
así como también de las condiciones materiales y profesionales que lo motivan. De tal
manera el conocimiento no es un mero reflejo del mundo que se observa.
Existe entre el conocimiento y la realidad social una relación dialéctica, así como
entre el individuo y esa realidad social; por un lado el individuo es producto del mundo
social, al mismo tiempo el mundo social es producto de las acciones humanas.

73 Parica Ramos, A. T.; Liendo Bruno, F.J. Y Abancin Ospina, R. A.. Teoría del constructivismo social de Lev Vygotsky en comparación con
la teoría de Jean Pieaget.. 2005. Universidad Central de Venezuela. Facultad de Humanidades y Educación, p. 5.

74 Perez y Sola, op. cit. pp 4 y 5.


38
Este enfoque no pretende descubrir o producir leyes o generalizaciones fuera
del contexto, pues los postulados en las ciencias están referidas a determinadas
condiciones e interpretadas de acuerdo a ciertos contextos, por lo tanto, no se busca la
predicción ni el control.
Este enfoque, se preocupa, además, de los aspectos comunes, de los
singulares, rechaza la idea que las categorías construidas sobre la base de factores
comunes que se consideran constituyen toda la realidad y que la realidad sea reducida
a categorías. Las realidades sociales siempre manifiestan matices específicos.
Las teorías se utilizan como herramientas conceptuales para intervenir en la
realidad, como instrumentos de deliberación. Los conocimientos resultantes de otras
investigaciones se convierten en hipótesis de trabajo y no como proposiciones para
explicar la realidad.
El constructivismo, metodológicamente, presenta como objetivo fundamental,
construir un conocimiento de la realidad altamente consensuado y fundamentado. Para
ello se recomienda utilizar una multiplicidad de métodos, pero preferentemente la
combinación de la inducción y deducción para relacionar constantemente las teorías o
hipótesis de trabajo con los datos y acontecimientos.
No pretende comprobar hipótesis ni establecer o descubrir leyes. Todas las
variables intervinientes son tomadas en cuenta, es importante encontrar los puntos
focales, elaborar prioridades. Todos los resultados previsibles o no, deben tomarse en
cuenta para interpretar la realidad natural o social, del aula o lugar de trabajo.

39
BIBLIOGRAFÍA

(Temas: el Objeto y la Metodología de la Ciencia Política)

Afanasiev, Víctor G. Fundamentos de Filosofía Marxista. Editores Mexicanos Unidos S.


A. 1977.
Flores, Carlos. Marco Teórico Metodológico de la Ciencia Política. s. n. t. 1999.
Gutiérrez Pantoja, Gabriel. Alternativas de Vinculación entre Pensamiento y Realidad.
Notas para el Curso de Ciencia Política. Fac. De Ciencias Económicas
Jaguaribe Helio. “Análisis de los Sistemas”. Campero Gildardo y Héctor Vidal. Teoría
de Sistemas y Administración Pública. Juárez Ricardo. Apuntes para la Docencia
Juárez Ricardo. Introducción a la Ciencia Política. Selección de Textos. Guatemala,
Imprenta Castillo 1978
Karataev Ryndina y otros. Historia de las Doctrinas Económicas. Traducido al español
(del ruso) por José Laín, México, Editorial Grijalbo 1964, volumen I.
Lenin. V. I. El Estado y la Revolución. Edit. Anagrama, Barcelona 1976
Lombardi, Miguel c. Fundamentos de Sociología. México D. F. Editorial Cartago. 1983
Meynaud Jean. Introducción a la Ciencia Política. Editorial Techos, España, 1971.

Parica Ramos, A. T.; Liendo Bruno, F.J. Y Abancin Ospina, R. A.. Teoría del
constructivismo social de Lev Vygotsky en comparación con la teoría de Jean Pieaget..
Universidad Central de Venezuela. Facultad de Humanidades.y Educación. 2005.
Pérez Gómez, A.. y Sola Fernández M. Investigación e Innovación en la Formación del
Profesorado. El Salvador, Ministerio de Educación, 2004.

Poulantzas, Nicos. Poder y Clases Sociales en el Estado Capitalista. Siglo XXI


Editores, México, D. F. 1973.
Poulantzas, Nicos y Harnecker Marta. Lucha de Clases, Poder Político y Estado.
Bogotá Colombia, Editorial Platón,
Pokrovski. V. S. y Otros. Historia de la Ideas Políticas. México D.F. Editorial Grijalbo.
1966.
Sabine, George H. Historia de la Teoría Política. México, F. C. E., 8ª Ed. 1982.
Timasheff, Nicholas S. La Teoría Sociológica. México, F. C. E., 1997.

40
Tercera Parte:
EL DESARROLLO HISTÓRICO DE LA CIENCIA POLITICA *

Autor: Carlos Flores Palacios

Economista, investigador de las ciencias sociales y profesor del curso de


Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de
San Carlos de Guatemala. (QEPD)

Como un atributo a su memoria y un agradecimiento por su dedicación a la


investigación social y a la docencia universitaria.

* Tomado de la edición original por la Coordinación del curso de Ciencia Política, con fines
exclusivamente didácticos y sin ánimo de lucro, para su desarrollo como parte de los temas del curso
referido, en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Guatemala, junio de 2011.

No se permite la reproducción de este documento con ánimos de lucro.

41
Contenido de la tercera parte

Página
La periodización 43
1 Etapa Antigua 45
1.1 Platón 46
1.2 Aristóteles 49
2 Etapa Medieval 51
2.1 El orden medieval 53
2.2 Teorías políticas 59
3 Etapa Moderna 62
3.1 Época de desintegración del Feudalismo en los siglos XXV y XVI 62
A. Hechos económicos y políticos más importantes 62
B. Teorías políticas 65
Nicolás de Maquiavelo 67
Juán Bodín 73
3.2 Época de las revoluciones burguesas de los siglos XVII y XVIII 78
A. Carlos Luis Montesquieu 78
B. El Materialismo Francés del siglo XVIII 84
4. Etapa Contemporánea 87
4.1 Evolución del capitalismo hasta mediados del siglo XIX 87
A. Augusto Comte 88
B. Alexis de Tocqueville 98
4.2 Nacimiento del Marxismo (sus fuentes y sus aportes) 100
A. La Filosofía Clásica Alemana 102
B. La Economía Política Clásica Inglesa 111
C. El Socialismo Utópico Francés 114
D. Aporte de Marx al desarrollo de la Ciencia Politica 117
4.3 El Leninismo 119

42
 La periodización
Maurice Duverger divide el desarrollo histórico de la ciencia política en dos períodos: la
prehistoria y la historia de la Ciencia Política. La primera, según él, se extiende desde
los orígenes de la humanidad hasta final del siglo XIX y calificarla de prehistoria no es
un juicio de valor, porque, aunque algunas de sus obras son de primer orden, no se
estudiaba objetivamente el poder, los problemas políticos “eran” estudiados desde el
punto de vista moral (se trata de justificar una forma de poder, considerada “buena” y
vilipendiar otra, considerada “mala”) y sólo algunos hombres excepcionales, según él,
descartan el método deductivo, que partía de juicios a priori, para inclinarse por la
observación de los hechos. Aristóteles, Maquiavelo, Bodín y Montesquieu son para
Duverger los cuatro grandes de la prehistoria y entre los autores que hacen salir a la
Ciencia Política de su prehistoria están Augusto Comte, Alexis de Tocqueville y K. Marx.

Por lo tanto, no sólo su enfoque es positivista y él mismo no deja de emplear juicios de


valor sino le hizo falta una observación histórica, pues a pesar de su desarrollo, en el
marxismo posterior al de Marx, uno de sus rasgos más importantes fue la adopción del
fanatismo y del dogmatismo (voluntarismo), en mayor o menor grado, en todas sus
tendencias y lo cual puede comprobarse en los fracasos que ha tenido que padecer el
movimiento obrero y por lo cual consideramos realizada una extensión de la prehistoria
dentro de la historia.

Siguiendo la división de Duverger, desde nuestro punto de vista, la historia de la


Ciencia Política parte del aparecimiento del marxismo, a mediados del siglo XIX, debido
a que anteriormente predominaba el idealismo en el estudio de los fenómenos sociales
y las teorías burguesas, al igual que ahora, ocultaban y justificaban los privilegios de la
clase dominante, con lo cual las teorías sociales se matizan de un carácter anticientífico
y los descubrimientos científicos constituían hechos aislados, que no llegaban a ser
verdaderas ciencias, o sea, sistemas de conocimientos científicos. La periodización de
Duverger tiene el mérito de descubrir a la mayor parte de los autores y precursores más
importantes de la Ciencia Política y tiene el mérito de presentar en forma muy simple
(dicotómica) el desarrollo histórico de la Ciencia Política, pues a partir de su dicotomía
puede encontrarse el término medio, o sea, la reproducción de la doctrina burguesa y
del dogmatismo marxista, durante la historia de la Ciencia Política.

A pesar de ello, y no tanto porque el pensamiento político no se inicia desde los


orígenes de la humanidad, consideramos que no debe emplearse esta división
dicotómica (en sólo dos períodos) para realizar el análisis del desarrollo histórico de la
Ciencia Política, pues tanto la historia como la prehistoria tienen elementos científicos y
no científicos, aunque en la segunda, al menos dentro del marxismo, llegaron a
predominar los elementos científicos, y porque la ciencia consiste en una aproximación
a la realidad económico – social, de tal manera que teniendo en cuenta su desarrollo es
recomendable el empleo de cuatro etapas de análisis (antigua, medieval, moderna y
43
contemporánea), adoptadas de manera general para realizar análisis históricos y
diferenciados en consonancia con el desarrollo y evolución de los modos de
producción, que han sido el objetivo principal de las luchas ideológicas y políticas.

Debemos indicar que no consideramos que el pensamiento político se inicie desde los
orígenes de la humanidad, porque tal pensamiento lo consideramos relativo al poder de
clase y que, en consecuencia, nazca en el planeta, en forma desigual, con el proceso
de formación de las clases (y del Estado). En relación a este criterio, consideramos que
distintas formas de poder existentes en la vida social precedieron a su forma política y
debemos reconocer que durante la etapa antigua, en Europa Occidental, el objeto
principal de nuestro análisis, no sólo se realizaba el esclavismo (sino también, como
hasta la fecha, resabios inevitables de la comunidad primitiva, del modo de producción
germano y del asiático), pero, a pesar de que tratamos el estudio del desarrollo histórico
de la ciencia política, la periodización adoptada comprende, en realidad, una historia
que es muy reciente de la humanidad y que periodiza sobre todo, la historia de la
civilización, existente a partir del aparecimiento de la escritura, dentro de la tecnología
de producción de los procesos mentales, aunque ello, desde luego, no imposibilita su
análisis científico, con fundamento en el conocimiento de la realidad económico –
social.

El tema tratado requiere mucho esfuerzo de investigación, que esperamos evitar, al


menos en alguna medida al lector y al apreciar su complejidad es necesario considerar
los siguientes hechos:

a) El desarrollo histórico de la Ciencia Política es algo estrechamente relacionado


con la historia de las ideas políticas, pero comprende algo más circunscrito, en
cuanto no abarca a toda la teoría política, sino sólo a la obtenida por medio de
procedimientos científicos, pero si aparentemente el objeto de estudio es más
circunscrito, no abarca sólo a la teoría política sino también al método para
producirla y que como procedimiento teórico, filosófico y político, a pesar de sus
digresiones o desviaciones lógicas también ha existido generalmente sin un
carácter arbitrario, es decir, es la observación de los hechos y el análisis crítico
con fines de lucha y práctica social los instrumentos mediante los cuales el
hombre no sólo tiene sus desviaciones lógicas sino también los instrumentos
mediante los cuales logra ir desarrollando y conociendo la teoría política y la
realidad social.

b) Generalmente son muy extensos los tratados sobre la historia de las ideas
políticas que deben consultarse y es muy extensa la producción de cada autor en
la historia del pensamiento político y generalmente referido a la propia realidad
política del autor.

Para recorrer la obra teórica de la humanidad en materia política, sin embargo, no nos
44
encontramos ante una utopía y a pesar del gran esfuerzo que implica su análisis y que
generalmente comprende varios años, los tratados de teorías políticas y de historia de
las ideas políticas simplifican en mucho el problema y para lo cual es necesario adecuar
el método de la abstracción, del análisis crítico y de la observación, de tal manera que
podamos cotejar sus coincidencias y desacuerdos, formulados en sus generalizaciones.

Así, el método de la abstracción (mediante mecanismos de simplificación), nos permite


alcanzar el conocimiento de aspectos esenciales, formular una reelaboración del
desarrollo de la teoría política y lograr un gran recorrido histórico sin haber empleado
una extensión muy grande de exposición.

1. ETAPA ANTIGUA

Nuestro objetivo de estudio de la etapa antigua se limita a la Grecia antigua, pues bajo
el influjo del medio oriente y del norte del África, los orígenes de la ciencia moderna y
de nuestra cultura occidental se encuentran en ella, debido a que militarmente fue
conquistada por Roma, pero la vencedora es conquistada culturalmente por la vencida
y ello dará origen a la cultura del imperio romano, por medio del cual se uniforma la
cultura occidental, a través del alfabeto latino.

El pensamiento político de la antigua Grecia nace en su comunidad primitiva y


caracteriza a su desintegración. En la antigua Grecia, hubo partidarios de la
aristocracia, la oligarquía, la monarquía y la democracia. O sea, existían distintas
teorías políticas, pero cuando la clase dominante no se propone aun la construcción del
feudalismo, tiene en ella varios rasgos en común:

a) Partir de la inamovilidad de las relaciones esclavistas de producci6n.


b) Afirmar la inevitable necesidad de la desigualdad social.
6) Afirmar la ausencia total de derechos de los esclavos.
d) Fijar la forma ideal de Gobierno en las polis para el dominio de los esclavos.

Estos rasgos esenciales de la ideología de la clase dominante de la antigua Grecia


tienen como causa principal la necesidad de reproducir el modo esclavista de
producción y, en condiciones de esclavitud, los esclavos, como tales, no formularon, o
sea, no elaboraron teorías políticas en forma escrita, pero su forma de pensar (su
ideología) se refleja en la lucha de clases: las rebeliones de esclavos. O sea, estaban
descontentos con el régimen esclavista imperante.

En las doctrinas políticas de la clase dominante de la antigua Grecia, han destacado,


por su fama, las doctrinas de Platón y de Aristóteles.

45
1.1 Platón (427-347 A.C.)

Platón era un ideólogo de la nobleza esclavista griega: del lado de su padre descendía
del rey Kodros y su madre descendía de la familia del rey Solón.

Sus obras mas famosas de teoría política son “La República” y ~'Las leyes” y varios
autores lo consideran el máximo representante del idealismo objetivo de la antigüedad.

El idealismo objetivo de Platón consiste en que, según él, existen dos mundos: el
mundo terrenal de las cosas sensibles que perciben nuestros sentidos y el mundo de
las ideas. Así, para Platón las cosas sensibles del mundo terrenal que perciben
nuestros sentidos no tienen realidad auténtica, sine solo son un pálido reflejo del mundo
real, del mundo de las ideas.

En Platón, el mundo terrenal es una obra de Dios de carácter imperfecto, caduco o


mutante (las cosas dejan de ser lo que son) y caracterizado por la apariencia, a causa
de su materialidad, o sea, a causa de haber sido hecho en la materia eterna. En
cambio, el mundo de las ideas es perfecto y, por ello, no cambian las ideas acerca de
las cosas, sino tienen una existencia objetiva en su propio mundo, o sea, en el topos
uranos. Para Platón, en el hombre estas ideas, o sea, el conocimiento humano, no es
otra cosa que la reminiscencia o recuerdo del alma, cuando habitaba el mundo de las
ideas. Así, el carácter aparencial del mundo material lleva a Platón a exagerar la
realidad del mundo de las ideas y a convertirlo en uno de los máximos representantes
del idealismo objetivo en la historia de la filosofía.

Por lo tanto, una de las causas del idealismo objetivo de Platón consiste en que para él
la realidad y, sobre todo, la realidad social que debe existir y que concibe en su
pensamiento no corresponde al mundo terrenal de las cosas sensibles que perciben
nuestros sentidos, de lo cual dedujo que el mundo terrenal solo es un pálido reflejo del
mundo de las ideas.

En su teoría política, Platón es un moralista, que se preocupa que la política, tenga por
objetivo alcanzar el mejor gobierno posible, así:

a) Según él, el objetivo de su teoría política es la justicia, el bien general, o sea, como
afirma Catlin, “eticiza su política” y coloca a la ciencia política en una senda
enteramente moralista que dura dos mil años (aunque, en realidad, abarca y trasciende
al propio Maquiavelo).

b) Para ello, busca una organización de la sociedad que sea un acercamiento del
mundo terrenal al mundo de las ideas. O sea, para él, “la política debe ser la
organización mundana de una verdad ultramundana”, como afirma U. Cerroni.

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c) Por lo cual es partidario de la sofocracia y concibe la política como sapiencia, o sea,
los sabios deben hacerse reyes y los reyes hacerse sabios.

La sofocracia es el Gobierno de los sabios y según Platón es una forma de


organización de la sociedad en tres castas libres y los esclavos. Esas tres castas libres
son:

1º. Los sabios que gobiernan al Estado y a la sociedad.


2º. Los militares que lo protegen.
3º. Los campesinos, artesanos y pequeños comerciantes, que suministran los
bienes requeridos por la sociedad, pero sin derecho a voto y sin derecho a ser parte
constitutiva del Estado.

O sea, Platón procura distinguir claramente la función pública de la privada, en la


práctica social, pero este proyecto descrito en La República nunca se realizó, fue
utópico, entre otros hechos, porque para realizarlo los sabios carecían del derecho de
propiedad sobre los medios de la producción, que por el contrario sería un derecho de
campesinos y artesanos. O sea, la teoría de Platón contiene un comunismo en la clase
dominante.

Sin embargo, en “Las-leyes”, que según Platón es una obra destinada a poner en
práctica su proyecto descrito en “La República”, abandona en lo esencial la sofocracia,
que el mismo considera digna de ser alcanzada, pero inalcanzable, debido a su
perfección y reconoce que estaría ideado mas bien para dioses o hijos de dioses, que
para seres del mundo terrenal, o sea, imperfecto.

Platón rechazaba la democracia y abandona el proyecto descrito en “La República”, a


través de un Gobierno, bajo la dirección de un consejo de ancianos (sabios en “La
República”) elegidos para gobernar, en que los militares se convertirían en propietarios,
sin comunismo de las mujeres, o sea, con su familia propia (se trataba para Platón de
una forma intermedia de Gobierno entre la democracia ateniense y la monarquía
persa).

O sea, su conocimiento limitado a la antigüedad y a su filosofía, moralista y política, le


impidieron observar que al menos en forma limitada se ha realizado el Gobierno de los
sabios y para ello le hizo falta observar con más atención la distancia entre la casta
gobernante y las clases inferiores de la sociedad.

En su obra “Desarrollo Histórico del Pensamiento Político”, según Rubén Salazar


Mallén, la concepci6n aristocrática de Platón no se basa en la aristocracia de la riqueza,
sino en la aristocracia del talento, pero debe argüirse que ello sería meramente formal,
pues los propietarios reales serían los sabios, de haberse puesto en práctica lo que se
le ocurrió a Platón, y sus propietarios formales serían los campesinos y artesanos, pero
47
en condición relativamente privilegiada frente a los esclavos, bajo la propiedad social y
real de la clase de los sabios y, por lo tanto, innecesariamente privada o particular.

“La República” de Platón, como forma de Estado (y de Gobierno) tiene como


característica muy especial, que no es una democracia, o sea, no pretendió que fuera
un Gobierno del pueblo, sino el Gobierno de los mejores, por medio de una forma
republicana de gobierno y realizada a través de la elección de los gobernantes.

Platón Alega a descubrir que su imagen de un Estado en que todos cumplen sus
deberes o funciones para lograr el bienestar general tiene un carácter utópico y solo
constituye un objetivo social, pero esta imagen es el resultado de su enfoque filosófico,
en el cual los sabios son quienes mas recuerdan el mundo de las ideas y en tanto en
ese mundo la idea suprema es el bien y forma parte de la naturaleza de Dios. A pesar
de ello, esta teoría desarrollada en “La República” no logra en “Las leyes” humanizar la
obra de Dios en la tierra, mediante la condena de la esclavitud. Por el contrario, deja
definitivamente caracterizado el mundo terrenal como imperfecto y que constituye una
noción que todavía reproduce el pensamiento religioso y que a no dudar tiene influjo
platónico por el desarrollo y discusión del neo platonismo, durante la formación del
pensamiento cristiano como ideología dominante.

Con la caída del mundo social en el mal, o sea, en la oligarquía, la democracia y la


tiranía, la construcción de imitación en el mundo terreno a imagen del mundo de las
ideas cayó en degradaci6n y al observar tal caída , la solución filosófica que “descubrió”
Platón fue la de reconocer la separación de los dos mundos, de tal manera que no
concedió importancia a la reminiscencia de cosas terrenales, que tan solo son, en su
doctrina, el estímulo para reminiscencias del mundo de las ideas, y llega a presentar el
mundo terrenal como castigo y al castigo como algo eterno, de tal forma que con su
creación no se pretendió forma alguna de perfección, sino lo contrario, pues en él las
almas tienen un descenso al castigo y al final de “La República” describe un juicio de
almas, para la asignación de premios y castigos y, por ello, considera que la filosofía y
la vida social deben ser una preparación para la muerte, pero evita la formulación de
una creación intencionada de perfección (Adán y Eva en el paraíso), que resulta en
creación de imperfección divina, por acción diabólica.

En Platón, el bien es castigo en el mundo terrenal y el mal es acción, dentro o fuera de


éste, pero la mala acción tiene solución con el descenso del alma al mundo terreno. O
sea, formuló un idealismo objetivo, con mayor rigor lógico que el del cristianismo, por lo
cual no carece de mérito el considerarlo el máximo representante del idealismo objetivo
de la antigüedad, en la historia de la cultura occidental, pero su doctrina careció del
humanismo del cristianismo, que condenó al infierno al esclavista, sin afectar sus
privilegios terrenales. Con este humanismo triunfó sobre el platonismo, tanto por la
naturaleza de su predicación (dar al César lo que es del César y dar a Dios lo que es de
Dios), que buscaba la superación del conflicto social, como por el hecho que este
48
conflicto social llegó a ser muy agudo, conoció en la práctica social formas de vida
superiores al esclavismo y conduce a adoptar el cristianismo como religión oficial del
imperio esclavista romano, pero esta distinción lleva al abandono de prescripciones
bíblicas, a justificar la esclavitud, bajo el influjo de Platón, durante la época de los
padres de la iglesia, y también de Aristóteles, durante la escolástica medieval.

En conclusi6n, la superación del platonismo por el cristianismo fue de orden sociológico


y político, pero no de orden lógico o filosófico. No obstante a pesar de sus similitudes y
parentesco, el cristianismo de la actualidad, principalmente de origen protestante,
presenta el mundo actual formado por un grupo de “perfectos hijos de Dios e
imperfectos pecadores” y de un grupo de “perfectos pecadores” y retoma la idea en
contra de las tendencias materialistas que brotaron en la época del Renacimiento de
que el derecho de entrada al reino de los cielos no deviene del buen comportamiento,
sino de la simple creencia en Dios y del arrepentimiento. Asimismo, concibe una
felicidad terrenal santificada por Dios y complementada por una felicidad eterna de
carácter ultra terrenal, aunque sea como ciudadano de segunda categoría en el cielo,
por su mal comportamiento en la tierra. O sea, todo esto se encuentra
predominantemente ajeno a la doctrina de Platón, por su contexto social, y salvo por el
hecho de que también es una forma de idealismo objetivo o religioso.

En todo caso, con la evolución del idealismo objetivo, “La Biblia” y el pensamiento
religioso han sido objeto de múltiples interpretaciones y han dado lugar a muchas
sectas. Más de 3000 se encuentran autorizadas actualmente en la República de
México, de tal forma que con esta diversidad de pensamientos resulta muy difícil el
conocimiento de la realidad social y lograr la construcción de una mayor felicidad
terrenal, principalmente cuando se sigue prescribiendo el sufrimiento terrenal como
castigo y como derecho a la felicidad eterna y se reproduce un sin fin de intransigencias
innecesarias, en todas las direcciones políticas, aun cuando no se debe negar ni se
puede evitar la lucha de los seres humanos para superar sus problemas.

1.2 Aristóteles (384-322 A.C.)

Sus obras más famosas de teoría política son “La Política” y “La Constitución de los
atenienses”.

Aristóteles es considerado el creador de la lógica formal y que para Kant no había


avanzado un paso después de su creador, pero aunque en su método de estudio es
menos idealista que Platón, también es un pensador monoteísta (o mas bien desarrolla
el pensamiento monoteísta de su maestro, porque Platón aceptaba la posibilidad de
existencia de dioses menores, pero el Dios de Aristóteles es un ser limitado a
contemplar su perfección y que solo sirve al ser humano de modelo abstracto para
moverse a su perfección) y como él defiende la esclavitud y la considera como algo
49
necesario y natural. En “La Política” se refiere a los esclavos como seres inferiores que
deben obedecer a quienes han nacido para mandar y como seres que incluso llegan a
amar la esclavitud.

Alumno de Platón, posteriormente discrepa de su maestro, de tal manera que podemos


descubrir, entre otras, las siguientes diferencias:

a) Muchas de sus ideas siguieron usándose durante el feudalismo y se emplean


todavía en la actualidad, particularmente la idea de la desigualdad social por naturaleza
y la idea de la familia como célula de la sociedad [con el desarrollo del pensamiento
lógico logrado por Aristóteles, la doctrina de Platón ha sido menos “valorada” que la de
su discípulo, pero adquirió gran importancia académica en la obra de Hegel, Su
idealismo religioso llegó a tener gran simpatía en el mundo cristiano y, a pesar de su
enfoque (teoría de la reminiscencia), al describir el método de Sócrates logra uno de los
antecedentes mas importantes acerca de la abstracción).

b) Según Duverger, comparado con su maestro, Aristóteles se apoya en la experiencia


y, por ello, “crea el primer elemento de la ciencia política”, o sea, el uso del método de
la observación. Así, desde la teoría actual se ha sobre apreciado el “positivismo” del
pasado.

c) Es decir, para Duverger, Platón observa poco los hechos y define la imagen del
buen Gobierno mediante reflexión interior (usando el método de la abstracción),
mientras Aristóteles lo busca empleando el método experimental, a través de la
observación de todas las formas de Estado que le fue posible examinar según
Aristóteles, debe estudiarse cada pueblo para determinar la forma de Gobierno que le
corresponde, pero concluye en que los pobres son por todas partes la inmensa
mayoría, que la verdadera diferencia entre oligarquía y democracia consiste en que la
primera es el gobierno de los ricos y la segunda es el gobierno de los pobres, de tal
manera que la mejor sería la forma de Estado que logre el predominio de la clase
media, entre hombres libres, y, como Platón, excluye del derecho a voto y a la
constitución del Estado a campesinos, artesanos y comerciantes con lo cual también
concluye en otro Estado ideal e intermedio).

d) Logrando una mayor penetración en el estudio de la vida social que la de su


maestro (que también se ocupa del estudio de las clases sociales), Aristóteles utiliza en
forma incipiente la teoría de la lucha de clases para explicar la historia griega, indicando
que los cambios en la organización política de Atenas se debieron a la lucha entre
nobles y plebeyos, o sea, entre ricos y pobres, con lo cual puede decirse que Aristóteles
penetró al campo de la historia, con mas aproximaci6n que Platón.

e) Para Aristóteles, la ciudad-Estado surge de la asociaci6n de familias, a causa del


instinto gregario y para Platón se origina de la división del trabajo (o cualidades
50
humanas) y de la diversidad de necesidades humanas, es decir, a pesar de sus
diferencias llegaron a dar explicaciones causales satisfactorias acerca de la vida social.

En su obra “Breve Historia del Pensamiento Antiguo”, Rodolfo Mondolfo sostiene que
Aristóteles esboza los tres poderes del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial).
Desafortunadamente su indicación carece de referencia al pensamiento de
Montesquieu y no precisa si se trata de una propuesta política o de una observación de
Aristóteles. En todo caso, ello nos indica que el problema de los tres poderes es
connatural a la organización de todo Estado y de atención indispensable para el
perfeccionamiento de la administración pública.

2. ETAPA MEDIEVAL

La etapa medieval es el período de la historia humana que va de la caída del imperio


romano de occidente en poder de los bárbaros germanos, en el año 476, hasta la caída
de Constantinopla, capital del imperio romano del oriente, en poder de los turcos, en el
año 1453. Muchos autores prolongan esta etapa hasta el “descubrimiento” de América,
en el año de 1492, y, algunos autores, principalmente de la escuela soviética, la
prolongan hasta la revolución burguesa en Inglaterra. Sin embargo, se caracteriza más
unitariamente a esta etapa prolongándola solamente hasta el año de 1453 y
empleando, para ello, la delimitación que, entre otros autores, realizan 0. Secco Ellauri
y Pedro D. Baridón.

Al atender el desarrollo de Europa Occidental (que es nuestro objetivo de análisis),


frecuentemente se presenta el desarrollo alcanzado por la etapa medieval
caracterizándolo por el predominio del feudalismo y por el dominio del cristianismo. Ello
fue aproximadamente válido, sin embargo, durante toda la edad media para los lugares
más avanzados de Europa Occidental, pero por efecto de la presencia de los bárbaros
en grandes partes de ella, tal caracterización no es válida o exacta para Europa
occidental en su conjunto.

Marx, en sus análisis, se ocupa, desde luego, de esta realidad y llega, a calificar de
germana a la etapa medieval y, en consecuencia, hace referencia a un tipo o modo de
vida germano, que considera derivado de la Comunidad primitiva, mediante un análisis
que ciertamente resulta poco claro, pero que no había depurado para destinarlo a la
publicación (“Formaciones económicas precapitalistas”), aunque fundamental para el
estudio de la etapa medieval, principalmente para superar el problema de que se han
argüido dificultades de conocimiento acerca del origen, desarrollo y operación del
feudalismo en esta etapa.

Los bárbaros son, por Supuesto, cristianizados, latinizados y orientados al feudalismo.


51
No obstante, el hecho que llegue a predominar el feudalismo en Europa Occidental
significa que la caída del imperio romano en poder de los bárbaros constituyó una
verdadera revolución social y confirmó que el esclavismo se habrá convertido en un
modo de producción obsoleto e inconveniente de vida, que la propia clase dominante
tendía a cambiar, por su carácter violento y conflictivo y de lo cual fue un ejemplo el
colonato romano y que no era otra cosa que una forma de feudalismo sin influjo
bárbaro. Asimismo, formas de descomposición del esclavismo dentro del imperio
habían sido la adopción del cristianismo como religión oficial del mismo y la liberación
de esclavos realizada durante el período de terminación del imperio romano de
occidente.

Aún en la antigua Grecia, durante la época pre-socrática del pensamiento filosófico, la


clase dominante griega ya había percibido el carácter anti - humano del esclavismo y
frecuentemente era manifestado en expresiones artísticas y en pensamientos
filosóficos, aunque de forma muy asistemática y con un carácter anti-esclavista muy
limitado.

El feudalismo representó un gran progreso, pues a cambio de pagar la renta de la tierra


(en trabajo, en especie o en dinero) al esclavo se le dio tierra en usufructo, de tal
manera que la producción pudo desarrollarse con menos conflictos y en forma menos
anti-humana.
El cristianismo bendijo a este proceso y llegó a convertirse en la ideología
dominante de la etapa medieval, pero la filosofía sufrió con él un retroceso científico,
pues la explicación razonada del hombre acerca de los hechos de su vida fue sustituida
por el predominio de una explicación dogmática (a través de una dominación
deliberadamente religiosa). Más exactamente, teniendo en cuenta la idea de los
'pensadores cristianos de considerar a la filosofía como sirvienta de la teología, la
filosofía sufre un retroceso, pues su carácter racional se orientó a “demostrar” la
divinidad de los dogmas religiosos y no a la explicación de la realidad objetiva.

Así, por ejemplo, el pensamiento de Sócrates constituye un antecedente muy


importante de los descubrimientos metodológicos que realizará el marxismo en la
posteridad (para conocer fácilmente este aspecto del pensamiento socrático es
recomendable consultar la “Historia de las Ideas Políticas” de Pokrovski y otros
autores), Sin embargo, sólo en lo que toca al aspecto filosófico podemos observar un
retroceso de la edad media respecto a la etapa antigua, ya que, a pesar de todo, la
ciencia y todas las actividades sociales siguieron una orientación de progreso social.

La causa más importante del ascenso del cristianismo a ideología dominante en Europa
Occidental fue su conversión en doctrina oficial del imperio esclavista romano, pues
predicaba, entre otros hechos, que había que “dar al César lo que es del César y a Dios
lo que es de Dios”, o sea, que debían pagarse los impuestos al César y las
contribuciones a la iglesia, Era una forma de no morir en la oposición, pero había
52
predicado la igualdad entre los hombres como creaciones de Dios y en este sentido fue
revolucionario y residió su origen en la clase y capa de los pobres libres y que, como
consecuencia del dominio político de los esclavistas, se convierte en ideología de la
clase dominante, porque en el mundo terreno no proponía más que de una forma
puramente moral y voluntaria la eliminación del esclavismo y prescribía varias formas
de sumisión hacia los esclavistas.

Otra de las causas de la aceptación del cristianismo en el mundo romano fue el hecho
que el monoteísmo se encontraba consolidado de manera muy desarrollada, desde las
doctrinas de Platón y Aristóteles y que el monoteísmo fue la evolución inevitable del
politeísmo griego, que llegó a reconocer en Zeus al padre de los dioses. Asimismo, no
debemos dejar de tener en cuenta que el monoteísmo fue la solución lógica de la falta
de comprobación práctica de la existencia física de los dioses y que desde la
antigüedad se convierte en una solución sencilla de explicación, dominación y
ordenamiento de la vida social para adoptar normas adecuadas y necesarias para la
convivencia humana (los diez mandamientos de Moisés), pero el costo de ello fue el
dogmatismo oficial.

Con la alianza de los esclavistas a la iglesia, y viceversa, se reconstruye el cristianismo


no para efectos de la liberación del hombre del esclavismo (San Agustín) sino para su
dominación feudal (las doctrinas de los padres de la iglesia y las tendencias de la
escolástica medieval) y en cuanto ello se hizo necesario a causa del poder económico,
político e ideológico que llegó a tener la iglesia católica en la etapa medieval,
principalmente por su conversión en el mayor de los terratenientes feudales. O sea, la
filosofía oficial no se orientó solamente a “demostrar” la divinidad de los dogmas
religiosos sino a justificar la desigualdad social. Llega, incluso, en Santo Tomás de
Aquino, con antecedentes en San Agustín, a justificar la esclavitud sobre los pueblos
vencidos y también en oposición al pensamiento cristiano original condena la
democracia y se inclina por la monarquía. Más en defensa de los jerarcas de la iglesia,
frente a los nobles seculares, este pensador llega a prescribir que el pueblo debe tener
el derecho a sublevarse, cuando los reyes incumplieran las “leyes” divinas. O sea, el
cristianismo, por medio del poder adopta toda forma de agresividad social y bajo el
poder del Papa, inicialmente tan sólo el obispo de Roma, llegan a existir toda clase de
recursos económicos y políticos, que hacen efectivos reyes, señores y vasallos y, desde
entonces, se descubre la diferencia entre el poder temporal (o político) y el poder
espiritual, o sea, ideológico.

2.1 El Orden Medieval

Durante la edad media, en Europa Occidental, llegó a predominar un feudalismo, cuyas


características mas importantes fueron:

53
a) Propiedad del señor feudal sobre la tierra.
b) Los campesinos poseen tierra en usufructo, a cambio del pago de la renta feudal.
c) Propiedad parcial del señor feudal sobre los campesinos siervos.
d) Predomina la economía natural y la coerción extraeconómica obliga a los
campesinos siervos a trabajar para la clase dominante.
e) Mediante el vasallaje el cristianismo adopta una forma de organización social muy
opresiva y violenta.

La prueba de que los señores feudales eran los propietarios de la tierra reside en la
obligación de los campesinos de pagar la renta feudal a cambio del usufructo de la
tierra.

La renta de la tierra es una forma de explotación humana que no tiene un carácter


oculto, como la plusvalía capitalista, ya que es un pago que recibe el señor feudal (en
trabajo, en especie y/o en dinero) sin dar nada a cambio, es decir, tan sólo el derecho a
usufructo de la tierra, pero que de ordinario no adoptó forma de transacción, sino de
institución feudal, o sea, de derecho consuetudinario y en que con la renta el siervo
pagaba su “protección”.

El campesino para tener derecho a la tierra no sólo pagaba una renta a su amo sino
incluso también contribuciones a la iglesia e impuestos al rey. Desde luego, el siervo ya
no es un esclavo, o sea, no pertenecía al señor feudal, ni era considerado un
instrumento que habla, pero carecía de toda clase de derechos y de manera inevitable,
como clase, estaba adscrito a la tierra, que al ser vendida o transferida, se adquiría
incluyendo a los siervos que la trabajaban. Por esta dependencia hacia la tierra se ha
considerado que existía una propiedad parcial del señor feudal sobre los campesinos
siervos, pero que no es un rasgo esencial para la existencia del feudalismo, tanto
dentro como fuera de Europa, no obstante la forma descubierta tan importante que
adquirió en ella.

Con el escaso desarrollo de las fuerzas productivas, en estas condiciones de


explotación, caracterizadas por la ausencia y la escasez de pago de salarios,
predominaba la economía natural, o sea, los valores de uso no se convertían en valores
de cambio y estaban destinados principalmente al consumo de su productor o de su
amo. Más con el derecho a usufructo de la tierra y con el crecimiento de la clase
dominante y de sus necesidades era necesaria, como complemento, una coerción
extraeconómica y el sistema social se orientó hacia la renta feudal en especie y en
dinero. Esta coerción extraeconómica se manifestó en la ausencia de toda clase de
derechos a favor de los campesinos y en su opresión por medio de las huestes
feudales, los tribunales eclesiásticos y no eclesiásticos y el vasallaje.

El vasallaje es una institución económica, política y jurídica, que comprende un conjunto


de relaciones sociales que llevaron a K. Marx a F. Engels a calificar el sistema feudal
54
como una “asociación dirigida contra la clase oprimida y productora”.

El vasallaje consiste en la dependencia de un señor feudal (llamado vasallo) respecto a


uno mayor (llamado señor) y que se manifiesta en su obligación de prestarle servicio
militar por la tierra que ha recibido de él (en propiedad, en arrendamiento o
simplemente en usufructo) para luchar contra las sublevaciones de siervos, realizar
conquistas o defenderse de conquistadores. Así, por el fenómeno del vasallaje se
derivan los siguientes hechos:

a) Tanto el siervo como el señor de un feudo podían ser arrendatarios, pero al


menos un señor feudal tenía propiedad sobre la tierra y al menos un señor feudal
tenía una propiedad real (aunque no fuera formal) sobre ella, pues disponía de
su explotación y del siervo, aunque el excedente generado podía ser recibido por
más de un señor feudal.

c) Podía suceder que la tierra dada a un siervo por un señor feudal, a su vez
provenía de un conde, que a su turno la recibía de un duque, quien podía
haberla recibido de un rey, pero a veces se iba más lejos, pues un rey la había
recibido de otro rey.

Así, se estableció una vinculación directa entre la propiedad territorial y el poder


político, pues cuanto más poderoso era territorialmente un señor feudal era un rey más
poderoso. En estas condiciones, varios nobles sólo eran dueños de uno o pocos
feudos. En Italia, pocos y grandes señores feudales, se ha llegado a contabilizar que
alcanzaron a ser dueños de más de mil feudos y se ha llegado a describir que un rey,
aunque nominalmente era considerado el dueño de toda la tierra, no era el propietario
real de todos los feudos de su reino, ya que no todos sus nobles eran arrendatarios
suyos.

En su “Compendio de Historia y Economía”, según Kedrov y otros, las relaciones de


vasallaje se establecieron por medio de actos de derecho privado hasta la segunda
mitad del siglo IX, en que adquirieron un carácter obligatorio, en virtud de edictos
reales”. Sin embargo, no debemos desdeñar el hecho que el sistema impositivo
convertía a todos los nobles y a otros agentes sociales en arrendatarios del rey.

En torno a la forma de vasallaje descrita anteriormente, debe tenerse en cuenta que se


trata de una institución correspondiente al feudalismo Europeo y que en tanto los
campesinos eran usufructuarios de tierras y no propietarios, también eran considerados
vasallados. Ciertamente no fue la única forma de desarrollo del feudalismo que adoptó
la historia Europa y la humanidad, pero muestra un rasgo fundamental de toda forma de
feudalismo, o sea, que la apropiación de renta feudal tiene un carácter individual o
privado, antes de su apropiación por la función estatal (o Estado) y que, por esta forma
privada de apropiación del plus – producto, el feudalismo se constituye en fundamento
55
para la reproducción del capitalismo en el seno de la sociedad feudal.

Ciertamente también es evidente que en los señores feudales se depositó y atomizó la


función estatal y con ello se produjo una aparente descomposición y desaparición del
Estado, pero no fueron los únicos en ejercerla, ni ello da lugar a confundir las funciones
del Estado con las funciones económicas, destinadas en primer lugar a la formación y
apropiación de rentas y que, en segundo lugar, serán empleadas en forma estatal, tanto
en los feudos como fuera de ellos.

Hay dos causas absolutamente reales del feudalismo descrito anteriormente:

b) Descomposición del esclavismo antiguo (causa de origen greco-latino y hebreo,


que comprende la cristianización de los bárbaros, pero también la destrucción de
éstos ejercida sobre el imperio).

c) Descomposición de la propiedad comunal sobre la tierra para su uso privado y


del pago de impuestos para la guerra y defensa (causa de origen bárbaro, pero
que comprende la cristianización de los bárbaros).

En ambas causas, el papel más dinámico y efectivo fue de las clases dominantes (de la
clase dominante de origen esclavista o imperial y de la nobleza teocrático-militar,
germana o bárbara). La primera consiste en la descomposición del esclavismo de
origen imperial y realizada en forma feudal por la clase esclavista, mediante el colonato
y la liberación de esclavos a que condujeron las crisis del imperio romano de occidente
y que ante su destrucción se realizó con el visto bueno y promoción de los padres de la
iglesia.

La segunda causa es una descomposición de lo que podemos denominar modo de


producción germano, mediante una forma de modo de producción asiático y en que, por
lo tanto, de manera directa tal descomposición no significa feudalismo, pero que en su
evolución inmediata condujo directamente a él y realizada, al menos durante dos o tres
siglos, para dar por resultado el predominio del feudalismo en Europa Occidental.

Para la comprensión de este proceso partimos de una de las caracterizaciones que no


con mucha claridad llega a alcanzar Marx y conforme a la cual una tribu germana sería
un conjunto de casas o de unidades autosuficientes, así: “El todo económico está
contenido en cada casa individual, la cual constituye para sí un centro autónomo de
producción (manufactura solo como ocupación doméstica accesoria de las mujeres,
etc.)” Esta “forma de producción” en oposición a la interpretación de Marx por algunos
de sus seguidores, parece considerarla él como derivada y no como manifestación de la
comunidad primitiva, en tanto considera a la “propiedad común” como “fundamento
oculto”, aunque “antitético”', “de la propiedad antigua y germana”. Ateniéndonos al texto
56
escrito, ciertamente de carácter provisional, concluimos que Marx consideraba sin dudar
a la producción germana, al esclavismo y al modo de producción asiático como
derivados de la comunidad primitiva y que sus observaciones históricas tienen
suficiente sensatez, en tanto implican modelos cualitativamente distintos y
perfectamente posibles en la realidad económico-social y emparentados en gran
medida al feudalismo, aunque debido a la simplificación de la exposición del desarrollo
social, que no pudo actualizar la escuela soviética, solo han sido conocidos y aceptados
de manera universal los modelos correspondientes a la comunidad primitiva, al
esclavismo y al feudalismo y en cuanto, en realidad, ellos ya eran muy conocidos,
aunque de manera muy especulativa.

Sin embargo, hasta donde sabemos, .Marx .subestima la descomposición del modo de
producción germano hacia el feudalismo, por intermedio del modo de producción
asiático, y no directamente hacia él, pero la desintegración de tal modo de producción,
desde nuestro punto de vista, consistiría en el desarrollo de la tributación para la guerra
(y defensa) y en la conversión y/o adopción de los tributos como obligación fiscal para
tener derecho al uso de la tierra, o sea, para tener derecho a vivir en la comunidad.
Hasta aquí tenemos un modo de producción asiático o tributario, mediante propiedad
comunal, tributación privada o familiar y uso privado o familiar de la tierra, en propiedad
del Estado y representante de esa propiedad comunal o social, con su propia nobleza
teocrático militar, pero no propietaria de la tierra ni de manera privada ni de manera
colectiva, sino la tierra sería un derecho de la función estatal, por su conducción de la
comunidad al lugar de producción y de reproducción de la vida social.

Llegar a esta condición social es un proceso muy rápido a partir de la disposición


estatal de satisfacer necesidades de conquista y/o de defensa, pero detrás de esta
disposición se encuentra toda la historia de la humanidad y el modo de producción
asiático puede reproducirse durante varios siglos, aunque en el caso de las agresiones
bárbaras se encontraba motivado grandemente por acciones de rapiña y no había
encontrado en ellos todavía una reproducción menos violenta, o sea, más productiva y
así' la palabra bárbaro tiene, desde la época esclavista hasta la fecha, un carácter muy
despectivo.

Por lo tanto, aceptamos la posibilidad de sobrevivencia de un modo germano de


producción, predominante en la vida social, mediante un modo de producción asiático
pequeño, dependiente, secundario o escaso, así como sin él, pero en la que entonces
su “nobleza teocrático-militar” no representaría la apropiación de plusproducto alguno
creado por la comunidad y aceptamos la idea de una comunidad primitiva con
propiedad individual (privada) sobre los instrumentos de producción, pero carente aun
de unidades familiares autónomas de producción, con reconocimiento o no (tribus
nómadas) de apropiación del lugar de trabajo de la comunidad, o sea, de la propiedad
comunal sobre la tierra y sin relaciones de explotación, salvo por fenómenos de rapiña
o canibalismo, no practicados de manera ordinaria al interior del comunismo primitivo,
57
como mecanismo de autodefensa social.

Hasta aquí, en consecuencia, salvo por lo relativo al mecanismo de paso al feudalismo


no nos hemos apartado de manera esencial del pensamiento de Marx sino, por el
contrario, consideramos haberlo fundamentado, hasta donde sabemos de esta materia.
Subyace, sin embargo, en nuestro análisis una oposición al marxismo, que
consideramos de carácter secundario en cuanto a los efectos de la teoría del valor
trabajo y que consiste en que pensamos que aún el trabajo del militar es productivo, no
para prestigiarlo en la izquierda o en la derecha, sino para reconocerlo como trabajo
abstracto que no deja invariable la realidad material del mundo de los objetos que nos
rodea, pero que en relación a la explicación del mecanismo de paso al feudalismo
carece de importancia.

En todo caso, en la condición de un modo de producción asiático o tributario


desarrollado para la guerra, el paso siguiente para llegar al feudalismo reside en
convertir tales tributos o renta de la tierra estatal en renta personal o privada y ello sólo
implica la disposición pública de realizarla en forma de bienes y servicios para la familia
real y para las de guerreros sobresalientes, que heredan la dominación de familias y el
beneficio de esta dominación, de tal forma que con ello se reproduciría el modo feudal
de producción de carácter germánico y la forma germánica de la etapa medieval, por
medio del aseguramiento o reproducción estatal de huestes de guerra bajo su mando,
primero todavía en vida de sus jefes y seguidamente después de su muerte, a través
de sus hijos varones y con el fin de reproducir huestes de guerra, que, a su vez,
cumplen el papel de huestes feudales y de siervos con su trabajo. Esta sería la forma
germánica, al menos inicial, de la etapa medieval, apreciando una imprecisión de Marx,
que no detalla fuentes históricas en el material que consultamos (“Formaciones
económicas precapitalistas”).

Aun cuando la fuente de comprobación de este proceso debiera ser directamente el


derecho escrito (no importa para el efecto que los bárbaros sean analfabetos o
desconozcan la escritura), a falta de fuentes históricas, tenemos como forma de
comprobación a la abstracción y a la observación histórica, en las que tenemos como
hilo conductor un modo de producción asiático o tributario desarrollado para la guerra
(la realización de invasiones bárbaras es un hecho plenamente comprobado, bajo el
mando de guerreros muy conocidos) y el modo de producción feudal como destino
histórico inevitable. En torno a estos dos hechos sólo falta otra observación y evidencia
y que consiste en que entre ellos hay una relación histórica y que esta relación es de
carácter causal y fundamental, porque la renta privada feudal y la renta estatal del
feudalismo son la misma cosa, tienen el mismo origen (la familia obrera) y el mismo
destino (la familia noble). O sea, el relato realizado no se aleja del terreno de los
hechos, aun con desconocimiento de la naturaleza del modo de producción germano
(cuya realidad, aún subapreciada, carece de sentido negarla, pues todos los modos de
producción referidos anteriormente se encuentran aun imbricados o combinados en la
58
realidad económico – social de cualquier país). Sirven de apoyo a este descubrimiento
histórico el hecho que la renta feudal se realizó primero en trabajo o en especie y
seguidamente en dinero, así como la continua convulsión que va de la caída del imperio
romano de occidente (476) al año 847, en que se establece el feudalismo como sistema
oficial de vida, a través del edicto de Mercen, en el mundo de origen germánico, durante
el reinado de Carlos El Calvo y el recientemente desintegrado imperio de Carlomagno, y
que no fue sino el reconocimiento oficial de un proceso que de forma progresiva vino
desarrollándose desde antes de la caída del imperio romano de occidente y que nos
indica que el proceso de formación del feudalismo se desarrolló en forma muy desigual
en los países de Europa occidental.

Tampoco debe desestimarse la apreciación de varios autores, según los cuales el


medio milenio lleno de guerras, que va del 400 al 900 y en el cual se desarrollan, para
ellos, luchas hasta de grandes terratenientes por el principal medio de producción, que
es la tierra, y que conduce a los pequeños campesinos a buscar protección de
príncipes, reyes, terratenientes y de la Iglesia y que para tener esta protección deben
pagarla y hasta entregar la tierra, conservando su derecho a trabajarla, a cambio del
pago de renta feudal. El problema aquí reside en que se deja sin explicación el origen
del campesino y que no se debiera omitir (liberto, artesano-campesino, familia germana,
etc.), pero, en todo caso, debemos entender que el rol fundamental lo desempeñaron
las clases dominantes y no las clases dominadas, o sea, la administración pública y por
ello el proceso de transición al feudalismo fue relativamente rápido, al menos en
comparación con la historia previa a la formación de la sociedad dividida en clases
sociales.

2.2 Teorías políticas

El hecho que la religión de la Iglesia Católica se convirtió en la ideología dominante en


la sociedad significó que la filosofía era cristiana, que la religión era cristiana, que la
ideología era cristiana, que el arte era cristiano, y que las teorías políticas fueran
cristianas y, en este sentido, de carácter religioso y moral, en Europa Occidental. Sin
embargo, reflejan:

a) La lucha entre los señores feudales y la masa de trabajadores explotados, a


través de las teorías teocráticas y la manifestación de las llamadas herejías.

b) La lucha entre los señores feudales seculares y los señores feudales


eclesiásticos por el poder estatal, aspirando los primeros a liberarse de la
tutela de de la Iglesia, mediante sus propias teorías sociales.

Las teorías teocráticas son aquellas teorías destinadas a justificar el poder ideológico,
económico y político de la Iglesia Católica e, inclusive, sus pretensiones por ejercer una
59
dominación económica y política a nivel mundial. Las cruzadas constituyen al respecto,
una manifestación de su dominación en la sociedad y de sus pretensiones de
dominación mundial. Son varias las teorías teocráticas. Entre ellas se consideran a la
“teoría del sol y la luna” y la “teoría de las dos espadas”, pero en realidad comprenden a
todo el movimiento cristiano, o sea, a las doctrina de los padres de la iglesia y a las
tendencias de la escolástica, entre las cuales debemos ubicar en gran proporción a las
teorías de los señores feudales seculares que también llegaron a alcanzar el calificativo
de herejías. Estas últimas también tienen en general, un carácter teocrático, en la
medida en que reconocen el poder de Dios sobre el universo.

Todo ello fue en gran medida una manifestación del poder económico y político que
llegó a alcanzar la Iglesia Católica, gracias a su poder espiritual y a que gracias a
contribuciones, indulgencias y donaciones de tierras llegó a convertirse en el mayor de
los terratenientes feudales. Así, algunos analistas consideran que llegó a poseer las
tres cuartas partes cultivables del mundo católico.

Las herejías son teorías y prácticas que se oponían a los privilegios de la Iglesia
Católica y a las injusticias de los señores feudales. Como teorías frecuentemente eran
de carácter religioso y llegaban a proponer que la Iglesia abandonara el lujo, la violencia
y la opulencia, que re tornara al pasado, cuando era humilde y apegada al pensamiento
cristiano y hasta llegaron a considerar que el Papa no era el representante de Dios en
la tierra, sino de Satanás. Como prácticas, se conocen las herejías de valdenses,
cataros, albingenses, Arnaldo de Brescia, Juan Ball, Fradolcino, etc., y adoptaban la
forma de rebeliones, negación a pagar rentas feudales, a aceptar ritos de la Iglesia
Católica, a aceptar el feudalismo, etc.

Con el desarrollo del poder económico y político de la Iglesia, así como del feudalismo,
aparecen las teorías de los señores feudales seculares, realizando una severa crítica a
las teorías teocráticas; aspirando a liberarse de la tutela de la Iglesia Católica y con
ellas se entabla una aguda lucha ideológica por el poder estatal y aparece en la Edad
Media Europea la tendencia a considerar como objeto de estudio el fenómeno del
poder.

Entre las teorías políticas de los feudales seculares destaca la de Dante Alighieri y,
sobre todo, la de Marcelo de Padúa, rector de la Universidad de París, quien clasifica
las leyes en jurídicas y religiosas, pero ante el interés del Papado de gobernar al
mundo, sostiene que el evangelio no es una ley sino una enseñanza y que en materia
de fe no debe haber coacción, o sea, su argumentación sigue teniendo un carácter
religioso, pero indudablemente llegó a tener un carácter herético, por denunciar el poder
anti – cristiano de la Iglesia Católica, y constituye un antecedente del futuro desarrollo
del movimiento protestante en Europa, durante el Renacimiento.

60
Con la desintegración del feudalismo, intensificada a fines de la etapa medieval, sobre
todo con el desarrollo de las relaciones capitalistas de producción, se desarrolló una
oposición a la doctrina de la Iglesia Católica, es decir, los ideólogos de estas nuevas
relaciones tienden a apartarse en mayor o menor grado de la concepción religiosa del
mundo y llegan a sustentar concepciones materialistas, que de manera inmediata se
presentarán en forma mas desarrollada en el primer período de la etapa moderna, pero
empezaron a constituirse en la edad media, a partir de las doctrinas de los señores
feudales seculares y, entre las cuales, es de gran importancia el nominalismo.

Ciertamente, hasta donde hemos podido conocer, el pensamiento humano no pudo


apartarse del idealismo, de manera definitiva, hasta el aparecimiento del marxismo (y
ello aun teniendo en cuenta las formas más desarrolladas de materialismo, o sea, las
de D. Diderot, A. Comte y L. Feuerbach), pero en la medida en que la teoría de los
feudales seculares fue anti-eclesiástica y el nominalismo se impulsó con el desarrollo de
las ciudades medievales, debe ser considerado su materialismo como reflejo ideológico
del desarrollo de relaciones visiblemente materiales, como lo fue en las ciudades el
desarrollo de las relaciones capitalistas de producción, de tal manera que los feudales
seculares y sus ideólogos, entre ellos Guillermo de Occam, jugaron no sólo un papel
anti – idealista sino también, sin saberlo, anti – feudal, por el carácter eclesiástico que
adoptó el feudalismo Europeo.

El materialismo del referido nominalismo medieval reside en reconocer que las ideas
que poseemos acerca de los objetos no son mas que nombres de las cosas concretes y
particulares y que lo real solo son objetos individuales, por lo cual declaraban que “las
cosas existen antes de la ideas generales” y “las ideas generales no son mas que
nombres”

Este materialismo es importante en cuanto desbroza un camino hacia la investigación


científica y materialista del mundo. No debe hacerse apología de él y las cosas deben
llevar un nombre adecuado, pero en la historia de la filosofía representa una nueva
etapa, nacida en el seno de la edad media. Constituye una forma de progreso social y
en la práctica política llegan a triunfar los feudales seculares, porque de manera natural
al papado, a la Iglesia Católica y al cristianismo le correspondía el poder espiritual y a
los reyes el poder político – militar y la administración del orden económico, debido a la
naturaleza moral y sagrada de la forma de poder espiritual predominante en la edad
media (en contraste con una sociedad muy anti-humana) y del cual todavía hay
vestigios de predominio muy importantes en el mundo actual.

La lucha entre feudales seculares y feudales eclesiásticos implicó conflictos armados,


pero el papado nunca llegó a tener bajo su dominio y propiedad de la Iglesia a todos los
reinos y a todos los feudos, debió delegar al orden secular poder económico, político,
militar y administrativo y el propio orden secular los redujo sobre todo al poder espiritual,
hasta que su poderío económico fue reducido a una parte de Italia y sus ultimas
61
propiedades fueron confiscadas por las revoluciones burguesas, no sin antes haber
sido reducidas por el movimiento protestante, por las reformas en el propio orden
eclesiástico (negando poder temporal al Papa) y por el influjo del mundo árabe en
Europa.

En conclusión, la sociedad dividida en clases sociales nos presenta una forma muy
dinámica de vida, al tener conciencia de sus cambios y porque se reprodujo sobre la
base inicial de un elevado desarrollo de las fuerzas productivas y agregó al hombre
como instrumento de progreso, pero así lo privó en gran medida de bienestar y de
realizar su propio progreso.

3. ETAPA MODERNA

Esta etapa va de la caída de Constantinopla (1453) a la Revolución Francesa de 1789


comprende dos períodos sucesivos de análisis, que hemos denominado “época de
desintegración del feudalismo” y “época de las revoluciones burguesas”. Por lo tanto,
en realidad, ambos períodos son de desintegración del feudalismo y en el primero
encontramos a la primera de las revoluciones burguesas, en Holanda, pero su
denominación corresponde a sus rasgos más sobresalientes, en Europa Occidental,
nuestro objetivo de estudio.

3.1 Época de la desintegración de Feudalismo en los siglos XV Y XVI

Al analizar este período y conforme al principio fundamental del Materialismo Histórico,


primero atendemos sus hechos económicos y políticos más importantes y
seguidamente sus teorías políticas (el pensamiento individual).

A. Hechos económicos y políticos más importantes.

Continúa la desintegración del feudalismo, iniciada en la etapa medieval, principalmente


a través del desarrollo de las relaciones capitalistas de producción, como consecuencia
del desarrollo de las fuerzas productivas y de la acumulación originaria de capital.
Ambos desarrollos conducen a descomponer la economía natural, a establecer lazos
comerciales cada vez más fuertes entre las partes de los diferentes países (a la
formación de los mercados nacionales) y a un creciente modo de vida burguesa.

Como manifestación de esta desintegración, en el plano político, a fines del siglo XV se


establece (en Francia, España e Inglaterra) la monarquía feudal absoluta, a principios
del siglo XVI se realiza la conquista y dominación de las colonias americanas y a fines
62
del siglo XVI la burguesía conquista el poder político en Holanda. No dejan de
realizarse insurrecciones de campesinos durante la etapa moderna, pero tienen menos
importancia ante los hechos descritos, por la orientación que adopta la evolución social.

Es decir, la desintegración del feudalismo en Europa Occidental fue un fenómeno


caracterizado y causado por el desarrollo de las relaciones mercantiles e implicó un
desarrollo de las fuerzas productivas aplicadas a la producción mercantil, en tanto el
capitalismo es una forma de producción mercantil (D - M - D'), de manera que
presupone suficientemente desarrolladas, en alguna medida, a las relaciones
mercantiles.

El desarrollo de estas relaciones lo impulsó, sobre todo, el desarrollo de las fuerzas


productivas, fundado en la división del trabajo y que consistió en el desarrollo de la
industria en las ciudades y en el desarrollo de la producción agropecuaria en el campo,
facilitados por el crecimiento de la población (la industria de la ciudad absorbió
trabajadores del campo) y que contribuyeron a desarrollar el intercambio comercial
entre el campo y la ciudad, entre ciudades y entre países.

Así, este desarrollo de las fuerzas productivas y de la producción mercantil se manifestó


en la edad media a través de un rápido crecimiento del número de ciudades y mediante
un crecimiento muy notorio de ciertas ciudades a partir de los siglos XII y XIII.

Para comprender el desarrollo de las relaciones capitalistas de producción, debemos


partir de que estas consisten básicamente en la existencia de dos clases sociales, los
capitalistas y los obreros asalariados, carentes de medios de vida y que, por ello, se
ven obligados a vender su fuerza de trabajo al capitalista por un salario, que es menor
al valor creado por ellos mediante su trabajo y del cual se apropia el capitalista.

Para que se produzcan relaciones capitalistas de producción se realiza un proceso que


se conoce con el nombre de acumulación originaria de capital y que consiste en el
proceso mediante el cual los medios de consumo y de producción se transforman en
capital y los productores directos en obreros asalariados. O sea, el proceso de
acumulación originaria de capital es el proceso mediante el cual surgen las dos clases
sociales del capitalismo y que, por ello, recibe precisamente el nombre de acumulación
originaria de capital y forman parte de este proceso los siguientes fenómenos:

a) La actividad de prestamistas acumulando capital, que es una actividad que se ha


considerado de carácter precapitalista, pero que no puede desarrollarse sin
relaciones mercantiles, o sea, con presencia del dinero y que al implicar la
apropiación de un plusvalor debe ser considerada como una actividad capitalista,
o sea, un antecedente real de las modernas relaciones capitalistas, realizado
cuando no predominaba el modo de producción capitalista.

63
b) En forma similar a la anterior debe considerarse la actividad de comerciantes
acumulando capital, pero esta es mas representativa aun del modo de
producción capitalista, porque en lugar de la fórmula D - D' se eleva a la fórmula
D - M - D' y señala, inclusive, que las formas asalariadas de producción de
bienes y/o servicios en realidad son muy antiguas.

c) La conversión de artesanos en comerciantes y de sus aprendices en obreros


asalariados.

d) La conversión de comerciantes en propietarios de industrias.

e) El traslado de campesinos a las ciudades para emplearse como obreros


asalariados.

f) La diferenciación de los productores en la industria, mediante el desplazamiento


y la competencia empresarial.

g) El despojo violento de los campesinos de sus tierras para el desarrollo de la


producción pecuaria.

h) El licenciamiento de las huestes feudales como efecto de la conversión de los


campesinos en obreros asalariados del campo.
i) La conquista y explotación de las colonias americanas, que facilitó el desarrollo
de la industria, del comercio y de la acumulación del capital en Europa
Occidental.

Así, el proceso de acumulación originaria de capital se caracteriza y tiene por resultado


dos fenómenos muy importantes: la disociación del productor directo de sus medios de
producción (principalmente de la tierra y de sus instrumentos de producción) y la
formación de una clase muy poderosa económicamente y con intereses políticos bien
definidos para si, o sea, con la necesidad de un Estado que proteja su riqueza. Será,
por lo tanto, desde comienzos de la etapa moderna en que la burguesía se verá
obligada a luchar por la conquista del poder político y desarrollar el tipo de Estado
burgués. O sea, estos hechos explican causalmente la conquista del poder político que
realiza la burguesía en Holanda, a fines del siglo XVI, mediante la unificación de los
Países Bajos.

Sin embargo, cuando se sintió imposibilitada de realizar una conquista amplia del poder
político, sus ideólogos se declararon partidarios de la monarquía feudal absoluta, que
es una forma de Estado feudal, representada por la frase de Luis XIV: “El Estado soy
yo”. Es decir, se trata de una forma de Estado feudal, a la cabeza del cual se
encuentra un rey muy poderoso (en lo económico y en lo político), con la misión de
cumplir en lo político la función de dar unidad y orden a los mercados nacionales o
64
países, caracterizados, sin embargo, todavía por el fraccionamiento feudal.

Conforme a las características del Renacimiento, la monarquía feudal absoluta fue un


mecanismo de oposición del desarrollo del Estado autonomizado de manera relativa de
la actividad económica privada y un proyecto de la naciente burguesía, cuando no se
dispuso conquistar en forma amplia el poder estatal y para el establecimiento del orden
social que representa un Gobierno fuerte, basado en una burocracia y ejército a nivel
nacional. Para ello, promete impuestos al rey y los paga, pero el conflicto social siguió
caracterizando a la vida social y el predominio de las relaciones feudales de producción,
sin pago de salarios, siguieron dificultando sus actividades económicas y el acceso al
principal medio de producción, o sea, a la tierra, de tal manera que fue necesario
conquistar el poder político y bajo la bandera del liberalismo económico, con la idea de
minimizar la intervención del Estado en la actividad económica, realiza las revoluciones
burguesas, confiscando las últimas posiciones feudales en propiedad de la Iglesia
Católica.

O sea, el establecimiento de la monarquía feudal absoluta implica la formación y


desarrollo de un ejército a nivel nacional que tiende a sustituir y a eliminar (licenciar en
palabras de Marx) el ejército que cada señor feudal y cada reino tenía en su propio
feudo o conjunto de feudos, con lo cual se tendía a subordinar bajo un solo rey a todos
los señores feudales y, por lo cual, la monarquía feudal absoluta representa la
formación de un Estado nacional centralizado, que hereda el Estado burgués.·

La burguesía, atomizada en cada reino, era partidaria de la monarquía feudal absoluta,


entre otros hechos, porque se encontraba obligada a pagar impuestos en cada reino de
un país e, inclusive, a cada señor feudal, para poder vender, producir o negociar y
frecuentemente era asaltada por las huestes o ejércitos de los señores feudales e,
inclusive, por estos mismos “señores”, de tal forma que dio su apoyo al nuevo rey
poderoso y la monarquía feudal absoluta representa un antecedente importante,
aunque no predominara, del tipo de Estado burgués en la actividad del Gobierno feudal,
que en la ideología de la nobleza feudal no fue concebido para autodestruirse, sino
para ordenar la vida social y para proteger la propiedad sobre el principal medio de
producción hasta ahora conocido y que es la tierra, objeto de disputas entre
campesinos y terratenientes, entre terratenientes, entre reinos y, sobre todo, entre
países. Así, el consenso social llega a viabilizar a la monarquía feudal absoluta, no sin
disputas de orden teórico y político, de tal forma que se establece de manera desigual
en los países de Europa Occidental, pero teniendo como antecedente inmediato el
propio reino Europeo.

 B. Teorías políticas

Aunque la monarquía feudal absoluta no fue la única propuesta política de Gobierno, ni


65
la única propuesta política realizada, las teorías políticas de la naciente burguesía
justificaran la realización de esta forma de Gobierno como parte de un movimiento que
se conoce con el nombre de Renacimiento, que es un movimiento cultural, científico y
político, que se desarrolló en Europa en el período de descomposición del feudalismo,
que en materia política propugnaba por el desarrollo de las relaciones capitalistas de
producción y cuyos ideólogos mas importantes en el campo de la teoría política fueron
Nicolás Maquiavelo en Italia y Juan Bodín en Francia.

En el plano ideológico y filosófico, el Renacimiento es el abandono, en elevada


proporción, de la Escolástica, o sea, de la filosofía enseñada en las escuelas o centros
de enseñanza y que se orientaba a tratar de demostrar la autenticidad de los dogmas
de la fe cristiana y las desigualdades sociales como obra de Dios.

O sea, el Renacimiento implica el abandono en gran medida de la atención y promoción


de un mundo religioso y dogmático, e inclusive feudal, para estudiar la naturaleza y a lo
cual contribuye grandemente la invención de la imprenta a fines de la edad media y el
descubrimiento de la redondez de la tierra, por medio de los descubrimientos
geográficos, a principios de la etapa moderna.

En los pensadores renacentistas pasan a primer plano el estudio de los intereses


mundanos y de las alegrías terrenales, por lo cual contiene un humanismo que resalta
el valor de la persona humana, al mostrar que los hechos sociales no son solo obra de
Dios, sino también de los hombres.

Así, con el Renacimiento se reinicia una investigación científica, basada en la


observación de los hechos y no en los dogmas de la fe cristiana y que, finalmente, por
medio de otras tendencias, viabilizará en el futuro el aparecimiento del marxismo.

Sin embargo, el Renacimiento debe entenderse también como un efecto y desarrollo


del pensamiento de los señores feudales seculares, que dentro de la tendencia
renacentista abren un espacio al abandono del ascetismo, o sea, de la perfección moral
del alma y Lorenzo Valla, ridiculizando a la Iglesia, dice: “las mujerzuelas y las
prostitutas merecen más aprecio del género humano que las monjas, con su virginidad
y su continencia”. O sea, el Renacimiento, como la monarquía feudal absoluta, no son
solamente una promoción, consciente e inconsciente, de las relaciones capitalistas de
producción, sino también la forma de consolidación de las teorías de los feudales
seculares y cuya actitud crítica dará por resultado el aparecimiento de la Reforma
Protestante, pero sin suficiente conciencia que la selección y manipulación de textos
contenidos en la Biblia carecía de origen divino.

En relación al abandono del ascetismo, Jean Touchard, en su “Historia de las Ideas


Políticas”, hace referencia a que la elevación de las actividades paganas incide e
impulsa la crítica de Nicolás Maquiavelo hacia la Iglesia Católica.
66
 Nicolás de Maquiavelo (1469 – 1527)

Autor italiano, nacido en Florencia, cuyas obras mas famosas de teoría política son
“Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio” y “El Príncipe”, que le dio fama
universal, tal que en su teoría política se tiene que:

a) El genio de Maquiavelo consiste en lograr una noción autónoma de la política, o


sea, como fenómeno distinto de la religión y la moral.

b) “El Príncipe”, considerada una obra de técnica de Gobierno, contiene recetas


fundamentales para la conquista, conservación y ejercicio del poder estatal: “El fin
justifica los medios”, “la fuerza es justa cuando es necesaria”, etc.

c) Observa, por lo tanto, la política y su efectividad, como un arte, como una técnica,
aun cuando tengan un carácter inmoral.

d) Aun cuando la idea de que “el fin justifica los medios” se convierte en Maquiavelo en
un juicio de naturaleza moral, su moralidad radica en ser partidario del Estado Nacional
Centralizado, al menos por medio de la monarquía feudal absoluta para pasar a una
forma republicana y democrática de Gobierno.

e) Basa su investigación en la observación de los hechos, en los datos de la historia y


en la psicología humana. O sea, su método y teoría han tenido simpatías en la
actualidad por la izquierda y la derecha y, según Duverger, aporta el segundo elemento
de la ciencia política, o sea, el método objetivo desligado de las preocupaciones
morales.

En las condiciones del Renacimiento y como una parte muy importante de su impulso, a
través del pensamiento italiano, la doctrina de Maquiavelo tiene como causa importante
el haber sido educado desde su infancia y el haber desempeñado cargos estatales
desde muy joven, donde se elevó a puestos muy importantes y entró en contacto de
manera directa con la vida política de Italia.

Todo ello fue posible, además, porque descendía de una familia de nobles
empobrecidos y, apropiándose con trabajo propio de la cultura más avanzada de su
época, cultivó la literatura y el estudio de la política, del arte militar y de las relaciones
internacionales.

Por sus obras de teoría política debe ser considerado un historiador y uno de los
pensadores más importantes del Renacimiento. Más analizada y comentada, a pesar
de todo, “El Príncipe” debe ser considerada su obra principal, pues a pesar de una
aparente contradicción entre concepciones monarquistas en ella y concepciones
democráticas en sus “Discursos”, según George H. Sabine, en su “Historia de la Teoría
67
Política”, quien ha leído los “Discursos“, no se extraña de lo que Maquiavelo dice en “El
Príncipe”, o sea, subyace en ella el objetivo de Maquiavelo de lograr la unidad italiana,
fraccionada en distintos estados y, como consecuencia de ello, a pesar de su progreso
económico, en las ciencias y en las artes, era un país débil, lleno de conflictos y
amenazado por la disputa de Francia y España. Así, Maquiavelo se muestra en “El
Príncipe” como partidario de monarquía la feudal absoluta, a fin de lograr la unidad
italiana y ulteriormente establecer la república.

Para el efecto no se preocupa de describir la mejor forma de Gobierno o ejercicio del


poder político, sino de los medios que son efectivos para el ejercicio y conservación del
poder, por lo cual aun sin elaborar una teoría acerca del Estado o del poder, o sea, sin
teorizar la vida política, descubre que la política es la actividad humana destinada a la
conquista, conservación y ejercicio del poder político y que los medios pueden ser
violentos y pacíficos, legales e ilegales, morales e inmorales. Maquiavelo, por lo tanto,
a diferencia de los pensadores que le precedieron ya no es un filósofo o un pensador
moralista o religioso, sino un politicólogo, con el fin de buscar para su país la unidad
italiana y enfrentar el desorden social y su debilidad política internacional.

La violencia y la demagogia que llega a recomendar Maquiavelo pueden parecer


deleznables, pero no las inventó y su “moralidad” tiene un carácter transitorio, en
función de los objetivos de lucha política, y su prescripción se encuentra acorde al texto
de su concepción de la vida social y política. Además, si bien no es un moralista
tampoco es un pensador inmoral, o sea, “El Príncipe”, no es ni siquiera en su conjunto
una predicación de violencia, demagogia e inmoralidad y era ajeno a enseñarlas a todo
gobernante, pues no estaba destinada a la publicación, sino sólo para recuperar su
puesto de funcionario. También se estima que su prescripción de violencia no era para
su aplicación sobre el pueblo, sino, sobre todo, a la relación del gobernante, con los
miembros de la clase dominante, a fin de conservar el poder político, pero en este punto
hay que tener en cuenta que Maquiavelo considera al hombre, sin importar su posición
social, malo por naturaleza, pero digno de perfeccionamiento y mediante la república,
como forma de Gobierno, considera que pueden prolongarse los períodos de la historia
humana que se caracterizan por el ascenso de la virtud, pero los cuales son seguidos
por un período de descenso y corrupción.

Por sus análisis históricos (uso del método histórico) ha sido considerado el creador del
método comparativo histórico, pero más bien hay que negar esta apreciación, por el
esfuerzo realizado por los antiguos griegos y romanos en esta materia. Sin embargo,
Duverger le otorga un gran mérito y sería para él un precursor del positivismo, al
desligar el estudio de la política de las preocupaciones morales. Aunque no se desliga
de manera absoluta de tales preocupaciones morales, le corresponde el mérito
asignado por Duverger, en tanto trató de ser objetivo en sus análisis, pero el tocar los
terrenos de la historia y de la psicología humana, le permite especular acerca de le
naturaleza humana y decir que las pasiones humanas son siempre las mismas
68
(egoísmo, envidia, hipocresía, etc.) y sostener que el hombre es malo por naturaleza y
se corrompe con facilidad, de tal manera que en su teoría (“maquiavélica”), disculpa a
Rómulo de haber asesinado a su hermano Remo, por el bien de Italia.

Asimismo, en el terreno histórico, sus análisis no dejan de tener influjo del pensamiento
político precedente y, en este sentido, considera que la monarquía degenera en tiranía
y, por ello, da origen a la aristocracia, que a su vez degenera en oligarquía y, por ello,
da origen a la democracia, que degenera en oclocracia y, por ello, da origen a la
monarquía. Así, para Maquiavelo seis formas de Gobierno (tres sanas y tres
degeneradas) se suceden una a la otra y se repiten en un ciclo político que caracteriza
a la historia humana.

Según Maquiavelo, lo único que puede hacerse para bienestar de la humanidad es


prolongar una forma de Gobierno, que como la antigua república romana pudo
combinar las tres formas sanas de Gobierno, con lo cual queda resuelta la posible
combinación de monarquía y república, que pueda observarse en su teoría.

Por lo tanto, hay en la teoría de Maquiavelo dos teorías, una “maquiavélica” y otra
humanista, en la que subordina la primera a la segunda, para el “juicio” de su moralidad
política y para reconocer que no existen contradicciones fundamentales entre “El
Príncipe” y sus “Discursos”.

Sobre todo por las condiciones sociales de su época, debe reconocerse que aunque no
es un pensador materialista, sus creencias religiosas (y que llegaron a ser anti-
cristianas) no afectan el hecho que trató evidentemente de elaborar su teoría de la
forma más objetiva posible.

El. Marxismo ha descubierto en Maquiavelo el hecho que “En su historia de Florencia


trata un cuadro del antagonismo entre los intereses materiales de la lucha de clases
entre la aristocracia feudal y la burguesía, entre poseedores y desposeídos”. Asimismo,
descubre en él que “se lanza contra la iglesia como organización ideológica del
feudalismo”, porque para Maquiavelo “había privado al mundo de sus fuerzas para
entregarlo a los desalmados” (E. Mölnar, “Fuentes Ideológicas del Materialismo
Histórico”).

Para conocer la obra de Maquiavelo y apreciar su "abandono” de ascetismo y


cristianismo es necesario observar que en Italia, bajo el control directo del Papa se
encontraban solamente los estados pontificios y, en tal condición era demasiado débil
para unirla, pero muy fuerte para que la uniera otro gobernante, de tal forma que su
política le hacía iniciador de la intervención extranjera de Francia y España y es
precisamente en este contexto político e internacional en que Maquiavelo escribe “El
Príncipe” y sus “Discursos”, de tal forma que George H. Sabine, para ilustrar la
situación, realiza la siguiente cita de los “Discursos”:
69
“Así, pues, el primer servicio que los italianos debemos a la sede papal es haber
llegado a ser irreligiosos y malos; pero aún hay otra deuda mayor, deuda que será la
causa de nuestra ruina, a saber, que 1a Iglesia ha mantenido y mantiene dividida Italia.
Jamás hubo ni habrá país unido y próspero, sino se somete todo él a la obediencia de
un Gobierno, ya sea república o principado, como ha ocurrido en Francia o en España”.
O sea, a pesar de que, según él, “el fin justifica los medios” y de que es partidario de
una forma “ideal” y de una forma “necesaria” de Gobierno, su humanismo no condena
el ascetismo, sino descubre en la tiranía religiosa la causa del abandono del mismo y
de la virtud. O sea, como afirma Jean Touchard, la elevación del paganismo, impulsa la
crítica de Maquiavelo hacia la Iglesia Católica, pero no conlleva a promover el
abandono del ascetismo, sino a condenar ese abandono. Más bien su “no-ascetismo”
es de orden político, o sea, hubiera simpatizado con el Papa de haber buscado éste la
unidad italiana y, como Platón, pero sin inspiración en él, o sea con un enfoque “menos”
idealista, reproduce el problema de la forma “ideal” y la “necesaria” de Gobierno y
elabora una teoría elitista del poder y del Estado. Su condición social y su rol político le
impiden adoptar una posición obrera en materia política.

Así, no obstante que considera a la religión como instrumento de poder y de cohesión


social, el rol político de la Iglesia le conduce a una secularización y exaltación del
Estado y, a pesar de las prescripciones políticas contenidas en sus obras, Jean
Touchard, apreciando el esfuerzo científico del gran pensador florentino, cita a Francis
Bacon, quien dice: “Hay que agradecer a Maquiavelo y a los escritores de este género
el que digan abiertamente y sin disimulo lo que los hombres acostumbran a hacer, no lo
que deben hacer”. Es decir, no todo lo que es aparentemente “maquiavélico” en la
doctrina de Maquiavelo es realmente “maquiavélico” y no le causaba gran simpatía
moral, o sea, los medios no se legitiman siempre por cuenta propia en su teoría y
subyace en ella el hecho que Maquiavelo busca al hombre fuerte y capaz de realizar la
unidad italiana, aunque no fuera el mejor de los seres humanos del país.

Para tratar de precisar en forma concreta el contexto social en que se realiza la obra de
Maquiavelo, George H. Sabine llega a citar a Aristóteles: “Cuando el hombre se aparta
de la ley y la justicia es el peor de los animales”. Para George H. Sabine “Los escritos
políticos de Maquiavelo pertenecen mas bien a la literatura diplomática”. No debe
subapreciarse esta opinión, pues Maquiavelo llegó a desempeñar funciones
diplomáticas en su actividad estatal, pensaba al escribir “El Príncipe” recuperar su cargo
público y había observado que en materia de relaciones internacionales se tiene una
jungla en la que todo está permitido y el único problema consiste en dosificar la fuerza y
la astucia en favor del Gobernante. O sea, el flujo de esta situación en su obra es
evidente, pero las consideraciones teóricas de Maquiavelo abarcan no solo a la política
exterior sino también a la política interior y, en todo caso, como indica George H.
Sabine, “nunca dudó que la corrupción moral de un pueblo hace imposible el buen
gobierno”.

70
Para Jean Touchard, Maquiavelo hace poca referencia a asuntos económicos en sus
obras, pero Maquiavelo observa un egoísmo universal, o sea, para él todos los hombres
aspiran a conservar lo que tienen y adquirir mas, el gobernante debe abstenerse de
tocar la propiedad y mujeres de sus súbditos y, al final de “El Príncipe”, podemos
encontrar aspectos de lo que hoy se conoce con el nombre de “liberalismo económico”
y que se encuentra congruente con su observación de egoísmo universal y con los
ideales de la naciente burguesía, a la cual representa en su teoría, a pesar de la
tolerancia hacia la propiedad feudal, en tanto en sus obras muestra odio hacia la
nobleza feudal (secular y eclesiástica).

Aun cuando las ideas no las haya dicho Maquiavelo con las mismas palabras,
controversial o no, mucho de lo que se ha dicho acerca de él es verdadero en menor o
mayor medida, en tanto vivió en una época de transición del feudalismo al capitalismo.
Por ejemplo, considerando que si el gobernante logra conservar su vida y su Estado, la
idea de que “el fin justifica los medios” fue escrita por Maquiavelo de la siguiente forma:
“todos los medios que haya aplicado serán juzgados honorables”. Para precisar este
aspecto relativo al análisis de Nicolás Maquiavelo, reproducimos la siguiente
apreciación de George H. Sabine:

“Se le ha presentado como un cínico total, un patriota apasionado, un nacionalista


ardiente, un jesuita político, un demócrata convencido y un adulador carente de
escrúpulos que buscaba el favor de los déspotas. Probablemente hay algo de verdad
en todas y cada una de estas opiniones, por incompatibles que sean. Pero lo que no es
cierto en modo alguno es que ninguna de ellas dé una visión completa de Maquiavelo ni
de su pensamiento. Este era un verdadero empirista, resultado de una amplísima
observación política y una lectura de historia política todavía mayor; pero el florentino
no tenía un sistema general en el que tratase de relacionar todas sus observaciones”.

A pesar de su conocimiento de Maquiavelo, con esta apreciación de George H. Sabine,


que guarda contradicciones con otras apreciaciones suyas, la teoría de Maquiavelo
sería inferior a la de Platón, pero todo parece que llevando una vida difícil, al igual que
Platón, se mueve lógicamente con el mismo hilo conductor y problema del gran
pensador griego, o sea, con una creación divina de carácter imperfecto en el mundo
terrenal, a pesar de la revelación divina de la virtud. Por lo demás y haciendo énfasis
en el carácter empirista de la obra de Maquiavelo George H. Sabine alcanza una gran
aproximación y nuestro análisis es exacto, en tanto Maquiavelo no se declara ateo, sino
lo contrario. El error lógico de George H. Sabine y de otros autores proviene de
concentrar su atención en el método de Maquiavelo, conforme al cual ya no es un
filósofo ni un pensador religioso ni moralista, pero ello solo es un efecto del mal
comportamiento de la nobleza eclesiástica y no de las concepciones morales que le
inculcó a Maquiavelo.

En un “juicio final” acerca de Maquiavelo, George H. Sabine, dice: “Una filosofía que
71
atribuye principalmente los éxitos y fracasos de la política a la astucia o la ineptitud de
los estadistas tiene que ser forzosamente superficial”. Ello es, desde luego,
absolutamente cierto, pero la ciencia y la vida social no habían avanzado lo suficiente
para realizar un análisis que el mismo George H, Sabine no puede res8olver de manera
completa desde la época actual, en que aun se reproduce el pensamiento de
Maquiavelo y la política observada y recomendada por él, aparte de que lo mencionado
por Maquiavelo es un factor causal, con validez, al menos transitoria, en la vida social y
política de los países. Por lo tanto, un juicio final acerca de la obra de Maquiavelo
reside en que desarrolla la teoría política hacia la ciencia mediante un método objetivo,
a pesar de la necesidad de atender y desatender asuntos morales y religiosos.

Sin embargo, entre los últimos juicios “reflexivos” de un autor muy consciente de la
“Historia de la Teoría Política”, como George H. Sabine, conviene tener en cuenta su
siguiente apreciación:

“En todo caso, es indudable que Maquiavelo no representa el estado del pensamiento
europeo a comienzos del siglo XVI, salvo en un puñado de italianos desilusionados.
Escribió sus dos libros dentro de los diez años siguientes al día en que Martín Lutero
clavó sus tesis a la puerta de la Iglesia de Wittenberg, y la reforma protestante tuvo
como resultado mezclar a la política y al pensamiento político con la religión en forma
mucho más completa de lo que antes había estado durante la mayor parte de la Edad
Media. La indiferencia de Maquiavelo por la verdad o la falsedad de la religión, acabó
por ser una característica común del pensamiento moderno, pero no lo fue del
pensamiento de los siglos posteriores al florentino. En este sentido su filosofía fue
estrechamente local y temporal”.

Con su análisis, George H, Sabine, demuestra ser bueno para describir la teoría de
Maquiavelo, pero no para criticarla y su mayor defecto es considerar estrecha la época
y la república de Maquiavelo, tan solo por el gusto de la crítica, debido a lo cual resultó
oportuna la cita que Jean Touchard realiza del filósofo inglés Francis Bacon (1561-
1626), para el análisis.

George H. Sabine, subaprecia el problema de la ideología, o sea, con todas las


oposiciones teóricas y prácticas se consolidan la monarquía, los reinos y el Estado
Nacional Centralizado, frente al poder político de carácter eclesiástico, que no recuperó
el poder temporal, pero conservó el ideológico y ciertamente mas reducido por la
pérdida de poder estatal. Asimismo, subestima la unidad de la religión a la doctrina de
Maquiavelo para su crítica, no por su ascetismo, sino por la falta de él y que ella
sobrevivió por la lucha política de Papas y escolásticos. También subestima la crítica
del marxismo hacia el enfoque religioso y subestima que el procedimiento empirista de
Maquiavelo solo es un efecto de su propio protestantismo religioso, surgido de su
conocimiento de la “nobleza” feudal ·(o sea, aplicado con menos contradicción lógica
que en Aristóteles) y que si la vida le hubiera permitido a Maquiavelo “demostrar” el
72
carácter divino del mundo no hubiera podido lograrlo y que entonces hubiera sido otro
mas de los pensadores absolutamente escolásticos. No lo fue y la escolástica siguió
teniendo vigencia en el pensamiento católico y protestante.

La vida le impidió ser ateo y materialista, pero la respuesta empirista a las exigencias de
George H. Sabine sobre Maquiavelo sería para Comte que es imposible probar
empíricamente el carácter divino o no del origen del universo, es decir, que éste no es
un problema científico, pero Comte no es Maquiavelo ni Maquiavelo es Comte, porque
ambos son representativos de su época y con el mérito de que su doctrina aún se
reproduce actualmente.

A pesar de los ideales de Maquiavelo y de otros pensadores italianos, la unidad de Italia


no se establece jurídicamente sino hasta la segunda mitad del siglo XIX, entre otros
hechos a través de la supresión del Estado Pontificio (y la reducción posterior del
mismo a la Basílica de San Pedro en Roma y que se conoce en la actualidad con el
nombre de Estado del Vaticano), todo lo cual si refleja la política localista y
conservadora de los estados italianos, a consecuencia de la sobrevivencia del
feudalismo medieval, no refleja los ideales de sus pensadores progresistas. Es decir,
George Sabine suprime la lucha de clases para realizar su apreciación.

Sobre la trascendencia de Maquiavelo, evidentemente el cristianismo y la teología de la


liberación rechazan la predicación de violencia y demagogia que llegó a alcanzar su
doctrina y ante los fracasos del movimiento obrero es evidente que el marxismo debe
revisar sus formas implícitas y explícitas de apología a la violencia, contenidas en su
orientación dogmática, voluntarista y politicista.

Por el momento y hasta la fecha, con el propio mundo de países socialistas, la realidad
política nos enseña que la distinción de Platón, entre un Estado ideal y un Estado
“necesario” sigue siendo una tarea de análisis político imprescindible y que la lucha por
alcanzar ese Estado ideal tiene costos sociales muy elevados, pero se consolida
progresivamente y con altibajos o sea, estamos lejos de la muerte y del canibalismo de
la comunidad primitiva y del esclavismo clásico, pero todavía la lucha de clases con sus
propias formas de violencia económica, política e ideológica caracteriza a la vida social
y el mismo obrero, intelectual o no, sigue siendo un instrumento que habla y tortura a
su propia clase.

 Juan Bodín (1530-1596)

Pensador francés, cuya obra más importante es “Los Seis Libros de la República” y en
su teoría política se tiene que:

73
a) La soberanía es un poder libre de sujeción a las leyes, ejercido sobre los
ciudadanos y los súbditos.

b) Nos descubre así la naturaleza del ejercicio del poder y, para él, un soberano
solo está sujeto a las leyes divinas, a las leyes naturales y a varias leyes
humanas, comunes a todos los pueblos.

c) Para conservar el Estado Nacional Centralizado se opone a la democracia y a la


aristocracia, pero se inclina por la Monarquía absoluta.

d) Para elaborar su teoría Política, formula una teoría sobre los climas.

e) Aporta a la teoría política un desarrollo del método de la observación.

La teoría de Bodín es efecto de otro funcionario público, educado desde su infancia,


jurista, consejero del rey y miembro acomodado de la nobleza feudal.

Vivió una época de consolidación, aunque con altibajos, de la monarquía feudal


absoluta en Europa y de guerras religiosas de carácter interno, sobre todo en su país,
que inciden de manera directa en la formulación y naturaleza de su teoría política. O
sea, la presencia de un rey absolutamente poderoso como realidad y necesidad
histórica se reflejan en su teoría, a pesar de que en torno a la forma ideal de Gobierno
estima que debe adecuarse a las condiciones históricas, geográficas, raciales y
culturales de cada país, lo cual se ha considerado ciertamente una imprecisión y
contradicción teórica en su obra, pues con una breve referencia a esta adecuación da
espacio a formas de Gobierno que rechaza (la aristocracia y la democracia), pero para
apreciarlo se ha subestimado el carácter humano y terrenal para la búsqueda del mejor
Gobierno, que llegó a considerar Aristóteles. Infortunadamente, aunque parece que se
encontró ante una forma propia de solución de este problema teórico y político, para
dejar clara su postura ideológica, como Platón, Aristóteles o Maquiavelo, le hizo falta
precisar su análisis político, pero al considerar una adecuación del Estado a las
condiciones históricas y geográficas, la vida política no se presenta como esencial y
predominantemente la presenta Maquiavelo, o sea, como auto evolución del Estado,
sino se reconoce una de las características del Estado “ideal” y su idealismo objetivo no
le impide el reconocimiento de la realidad objetiva, aunque sea como creación divina.

Bodín se opone a la democracia por considerar que el pueblo es incapaz de arribar a


decisiones correctas y de tener juicios sanos y rechaza la aristocracia porque no la
considera defensa segura en contra de la revolución y rebeliones del pueblo y
representa discordias entre partidos y ambiciones.

El juicio más importante de Pokrovski y otros autores soviéticos sobre Bodín reside en
que como defensor de la propiedad privada constituye un ideólogo de la burguesía
74
francesa en formación, que por temor a las rebeliones populares y a las luchas internas
de carácter religioso y político se inclina por la monarquía absoluta. El juicio es
absolutamente exacto, pero debido al carácter feudal de esta monarquía y por la
posición ideológica de Bodín frente al conflicto social (la permisividad del catolicismo
por un protestante) el balance político de su obra se realiza más a favor del feudalismo
que del capitalismo, no solo por las condiciones socio – históricas determinantes, sino
por el mismo rol político del autor, de tal manera que este también constituye un juicio
válido para Nicolás Maquiavelo.

Para Jean Touchard, compatriota de Bodín, se trata de un autor difícil de leer, no solo
por su falta de arte, sino también por su confusión teórica, caracterizado porque define
y razona abstractamente como jurista, pero
en su relato de la historia abandona la deducción y emplea la inducción, por lo cual el
uso de estos dos métodos caracteriza su análisis.

Montesquieu reproducirá mas tarde esta forma de análisis en gran medida pero
mientras tanto Bodín llega a realizar elaboraciones teóricas fundamentales. Según él,
cuando los soberanos prescriben actos contrarios a la ley natural, la desobediencia se
convierte en lícita, aunque la rebelión esté prohibida y, aunque Bodín no explica que
descubre la existencia de la ley natural, razona que es preferible “la mas fuerte tiranía”
a la anarquía.
Por lo tanto, a pesar de su cristianismo, nos reproduce la teoría maquiavélica del autor
de “El Príncipe”.

Para Bodín, la soberanía es única e indivisible y la obligatoriedad de la ley emana de


ella. Para él, según el soberano, la República puede ser monarquía, aristocracia y
democracia, pero niega la posibilidad de una forma mixta, cuando en la práctica pueden
resultar combinadas (tan sólo por mecanismos de orden administrativo, como lo sería
una monarquía de forma, pero aristocracia en materia de las realizaciones políticas) y lo
que tiene mayor interés en el estudio bodiniano de la monarquía, para la apreciación de
su teoría, es la distinción que realiza Bodín de:

a) Monarquía tiránica (el rey no respeta a las leyes).


b) Monarquía señorial (el rey es propietario de bienes y personas).
c) Monarquía real o legítima (los súbditos obedecen las leyes del monarca y el
monarca obedece las leyes naturales).

Por lo tanto, Bodín no sólo nos adelanta una “visión” de su estado “ideal” y, sobre todo,
una teoría aproximada de la soberanía, sino también de la legitimidad y cuando a través
de la deducción realiza los mayores niveles de abstracción en su teoría, logra una
descripción de la sociedad feudal, en la que se generalizan sus observaciones.

Desde luego, ello no implica que desde nuestra época no podamos llegar a considerar
75
como “legítima” a toda forma de poder, pero con el “reconocimiento” de leyes naturales
encamina a la teoría política por una senda humanista. Sin embargo, al atender
abstractamente que los soberanos sólo están sujetos a las leyes de Dios, a las leyes
naturales y a varias leyes humanas, comunes a todos los pueblos, su cristianismo
calvinista le ocasiona dificultades para distinguirlas y pareciera ver en la normatividad
jurídica la existencia de las tres, o sea, pareciera apreciar a las leyes naturales como
manifestación de las leyes de Dios y a las leyes comunes de los pueblos como
expresión de tales leyes naturales. Si este fuera el fondo de su pensamiento, como
diría Jean Touchard, “lo hizo muy mal”. Es decir, si una sociedad, por ejemplo, niega el
alimento o la propiedad privada a los hombres, no solo transgrede una ley de la
naturaleza, “creada por Dios”, e incumple la ley “divina” de amar a los semejantes, sino
también normas de vida que deben ser comunes a todos los pueblos, conforme al
pensamiento cristiano y a su forma humanista inicial.

No es admisible esperar que la imprecisión y falta de análisis de Bodín provenga de


dudar del carácter “natural” de la propiedad privada, en tanto su rol político le llevó a
defenderla y, siguiendo a Aristóteles, con fundamento a la idea que el Estado es un
conjunto de familias, puede apreciar que ciertamente requieren una forma de propiedad
privada y familiar.

En relación al análisis de esta materia y de la monarquía, Jean Touchard indica que


Bodín no conservó la teoría del derecho divino de los reyes como se encuentra en
Pierre Beloy o en William Barclay, según la cual el rey recibe directamente el poder de
Dios a cada instante, sino para Bodín lo recibe porque Dios es el creador de la
naturaleza y de la razón humana, hasta el punto en que examina las cuestiones
políticas con independencia de las relaciones entre el Estado y la Iglesia y prescribe
que se deben prohibir controversias sobre la fe para preservar la necesaria unidad
religiosa.

Con este análisis y, sobre todo, en una monarquía absoluta, prácticamente todas la
normas jurídicas tendrían un origen divino, ya en forma de consentimiento o
prescripción del monarca, siempre que al menos no transgredieran las leyes de Dios,
pero en su teoría no solo trasluce el conflicto entre católicos y protestantes y la
formación del moderno Estado capitalista, sino, como observa Jean Touchard, a pesar
del horror que siente por el autor de “El Príncipe”, comparte con él la percepción de la
necesidad de secularización y nacionalización del Estado.

Sin embargo, cabe reparar a Jean Touchard y a George H. Sabine que ni siquiera
Maquiavelo logró alejarse de manera absoluta del partidismo religioso. Este fenómeno
sólo ocurrirá hasta el aparecimiento del marxismo, pues no lo alcanzan ni siquiera las
formas más desarrolladas de materialismo premarxista y el idealismo subjetivo en estas
formas de materialismo burgués y en otras tendencias de pensamiento fue una
enseñanza del idealismo objetivo. O sea, a pesar de todo, Bodín no logra sacar
76
demasiado a la teoría y práctica política del pensamiento religioso.

A pesar que la teoría de Bodín que se origina directamente de la aplicación del método
de la observación, sin mayor reelaboración propia, adolece de defectos, si se quiere
muchos, tratando de determinar las causes de los fenómenos sociales elaboró una
teoría sobre los climas, en la que trata de demostrar su influencia sobre el carácter y
ocupaciones de los hombres.

Así, para Bodín, el clima del norte aumenta la valentía e impulsa la formación de
destacamentos militares; el clima del sur facilita la actividad intelectual y el florecimiento
de las ciencias; el clima del centro, que considera un promedio de los dos extremos, por
ello, según él, desarrolle políticos y oradores.

Su teoría sobre los climas es evidentemente falsa, pero con ello no aprecia la vida
humana solo como una auto evolución del espíritu y con ello es uno de los primeros
autores que tratan de descubrir la naturaleza del determinismo geográfico, lo cual
constituye un doble mérito. Mas existe otro doble mérito, porque existe influencia del
clima en la vida social y porque Bodín no considera que sea el único determinante de la
vida social y propone que el sistema – jurídico se adecué a las condiciones geográficas.

Bodín es uno de los primeros pensadores que con base a la observación histórica
presentan al Estado y, más exactamente, a la sociedad como comunidad jurídica y
política, pues siguiendo a Aristóteles, descubre el origen del “Estado” en la reunión de
familias, en que la ley es el mandato del soberano, o sea, el rey, la aristocracia o el
pueblo. Así, al considerar las formas del Estado no atiende al mecanismo
administrativo de Gobierno, sino al ente social que este mecanismo representa, lo cual
constituye un progreso respecto a la teoría de Maquiavelo y una anticipación histórica
del marxismo, correspondiente a su teoría del Estado.

Mas de sus observaciones saca otra anticipación histórica del marxismo, o sea, que los
pueblos modernos son superiores a los antiguos por su progreso técnico.

Con las observaciones anteriores es evidente que Bodín aporta a la teoría política un
desarrollo del método de la observación, que tiene como causa el hecho que cuenta
con mas elementos que Maquiavelo, o sea, no se limita la historia de Italia y a la historia
de la antigüedad clásica, sino procura consultar todas las historias, multiplicar las
observaciones y, ante el conflicto hacerlas con objetividad y si tiene menos genio que
Maquiavelo, lo compensa con mas ciencia y, por ello, nos dejó una teoría sobre la
soberanía que tiene plena validez hasta nuestros días.

77
3.2 Época de las revoluciones burguesas en los siglos XVII Y XVIII

Continúan desarrollándose las relaciones capitalistas de produccl6n. Continúa la


centralización de la manufactura y con la revolución industrial se construyen las
grandes empresas capitalistas, facilitadas por la acumulación de capital, la ampliación
del intercambio con los mercados coloniales el fortalecimiento de los lazos comerciales
en Europa y la reproducción del proceso de acumulación originaria de capital.
Ciertamente la revolución industrial marca el triunfo definitivo del capitalismo como
sistema social, pero siguen conservándose las relaciones feudales y el Estado continúa
realizando restricciones que limitan la actividad de los empresarios (y el progreso
social), de tal forma que la burguesía se ve obligada a suprimir en lo posible a la
monarquía absoluta para convertir la propiedad feudal en capitalista.

Con estos objetivos, se realiza la revolución burguesa en Inglaterra a mediados del


Siglo XVII (1640-1660) y a fines del siglo XVIII se realiza la Revolución Francesa (1789-
1794), para lo cual sus ideólogos desarrollan con más claridad las ideas políticas de los
pensadores de Inglaterra.

A. Carlos Luis Montesquieu (1689-1755)

A pesar de su titulo de barón, es uno de los ideólogos más importantes de la burguesía


francesa en su marcha hacia el poder. Su obra más importante es “El Espíritu de las
Leyes” y en la teoría de este enciclopedista francés se tiene que:

a) Como debe ser el pensamiento político, su obra tiene un carácter jurídico-político y


no desdeña el tratamiento de la forma de Gobierno y de organización del Estado.

b) Metodológicamente se mantiene en la línea de Aristóteles, de Maquiavelo y de


Bodin, o sea, emplea el método de la observación y se auxilia para ello, del método
histórico. Con estos métodos limitan la incidencia de su idealismo objetivo y logran
progreso en la teoría social.

c) Sin embargo, no deja de emplear el razonamiento abstracto y considera que una ley
natural impulsa al hombre a buscar sus alimentos y su debilidad lo impulsa a vivir en
sociedad. Así, explica por medio de leyes, que considera naturales, el aparecimiento
de la sociedad humana y descubre relaciones causales, pero su teorización sobre
tales leyes es muy limitada y contradictoria, aunque conduce con facilidad a la
caracterización de la naturaleza de las leyes objetivas: “Toda diversidad es
uniformidad y todo cambio es constancia”; “El hombre en cuanto a ser físico está
gobernado por leyes invariables”· “en cuanto a ser inteligente, quebranta sin cesar
las leyes fijadas por Dios y cambia las que él mismo establece”.

78
d) Siguiendo en su razonamiento abstracto, según Montesquieu, a partir de que los
hombres pierden su sentimiento de debilidad, concluye su igualdad y empieza el
estado de guerra, que engendra a las leyes humanas y el hombre cae en sumisión a
reglas que son su propia obra. Con este razonamiento abstracto no se alejó del
terreno de los hechos, a causa de la necesidades de uso del método histórico para
explicar el origen del régimen jurídico – político.

e) A diferencia de Bodín, que encuentra en la ordenación legal solo el mandato del


soberano, en su explicación causal del sistema político, amplía esta concepción de
la ley y observa que las ramas del derecho se forman de conformidad a la
naturaleza de lo regulado. Así, para él, de las relaciones entre los Estados nace el
derecho internacional, de las relaciones entre gobernantes y gobernados nace el
derecho político y de las relaciones privadas nace el derecho civil. La búsqueda de
determinaciones del sistema político y jurídico lo lleva al campo de la geografía, de
la sociología, de la economía y de la jurisprudencia.

f) No cree en la justicia abstracta, ni en un sistema acabado de leyes, que tan sólo


observa como efecto de las condiciones sociales de vida, y para él todas las formas
de Gobierno pueden corromperse. No hay forma ideal de Gobierno en su teoría.
Así, no dejó de atender las críticas al régimen existente, pero le interesaban más sus
reformas. Por ello, la parte más importante de su obra es la teoría del equilibrio y
separación de poderes, que está destinada a limitar el poder del monarca absoluta,
aunque lleva implícita la concepción de J. Locke (1632-1704) de que las leyes o
derechos naturales del hombre, tales como el derecho a la vida, a la libertad (de
elección de Gobierno y de creencias) y el derecho a la propiedad deben cumplirse y
evitar tener un carácter arbitrario.

g) La propuesta política de Montesquieu es la monarquía constitucional y el equilibrio


de los poderes del Estado (ejecutivo, legislativa y judicial), mediante su separación
en tres órganos distintos: el organismo ejecutivo, el legislativo y el judicial. Esta
propuesta es el desarrollo del Estado francés mediante una forma de Estado que
suponía realizada en gran medida en Inglaterra y para ello propone que en el
parlamento estén representados los tres estados (la nobleza eclesiástica, la nobleza
secular y el estado llano, formado por la burguesía, los campesinos y los obreros) y
propone que el poder judicial sea ejercido por personas de la masa popular, a fin de
asegurar el cumplimiento de la ley y preservándolo de ese derecho.

h) Se ha considerado la propuesta política de Montesquieu como un programa


sumamente moderado, aunque progresista, de Gobierno en tanto no pretende
derrocar del poder a la nobleza feudal ni al monarca absoluto, pero exhortó a crear
órganos de representación popular y; como efecto de todas las revoluciones
sociales, todos los Estados se han organizado en mayor o menor medida bajo el
esquema de Montesquieu.
79
i) Según Maurice Duverger, la aportación de Montesquieu es buscar una
sistematización de sus observaciones, tratando de obtener una visión coherente de
lo real, basada en la inducción y no en el razonamiento deductivo. Sin embargo, no
llegó a descubrir la ley de concatenación universal de todos los fenómenos o ley de
la causalidad y en parte sus descubrimientos se originan del empleo del método
abstracto y, por lo tanto, del uso del razonamiento deductivo, que desdeña
Duverger.

j) Aunque su obra tiene muchas imperfecciones y en sus razonamientos adolece de


frecuentes digresiones, el mérito de la obra de Montesquieu consiste en realizar la
más completa explicación causal, con apego a los hechos, que le fue posible
realizar del sistema jurídico político y con ello realiza un claro y útil esfuerzo en el
descubrimiento de las leyes que rigen los fenómenos de la vida social.

Ha llegado a ser considerado el descubridor de las leyes de la política, pero aunque tal
mérito corresponde al esclavismo, sus descubrimientos no sólo son considerablemente
superiores a los de Platón y de Aristóteles, sino además se orientan hacia la
formulación de un sistema de conocimientos científicos, con base a la ley de la
causalidad, que no pudo descubrir, pero que parece haber presentido en la vida social.

Así, la palabra causa no pertenece a su lenguaje destinado a caracterizar la sujeción a


leyes, que, según él, afecta a todos los entes del universo y en su noción relativa a ellas
domina la forma empírica en que se manifiesta su reproducción , indicando que “las
leyes en su más amplia significación son las relaciones necesarias que se derivan de la
naturaleza de las cosas” y que todos los seres tienen leyes”: “la divinidad, el mundo
material, las inteligencias superiores al hombre, los animales y el hombre mismo”. En
lugar de la palabra causa emplea como sinónimos “producto”, “motivo”, “origen”,
“derivación” y, por lo tanto, la realidad que, en el .mundo físico, es un efecto de los
hechos queda nublada por el fenómeno de su reproducción y por la incidencia de su
idealismo objetivo: “Dios se relaciona con el universo en cuanto que es su creador y su
conservador. Las leyes según las cuales lo creó son las mismas por las que los
conserva”

Su método empirista está claramente descrito en el prefacio de su obra: “No he


sacado mis principios de mis prejuicios, sino de la naturaleza de las cosas”. Es decir, la
teorización anterior es la contraposición a tal método.

Sin embargo, su empirismo lo lleva a considerar al hombre como un violador natural de


toda clase de leyes, sin percibir que con ello negaba la existencia de las mismas y la
“potencia” de la creación divina al establecerlas.

80
No percibe que las leyes que “descubre” (y más exactamente describe) son
absolutamente naturales, que la mano de Dios está siendo negada en el terreno de los
hechos. Por estas digresiones y contradicciones teóricas, infortunadamente su valioso
trabajo ha sido incluso negado, pero, en realidad, aunque su teoría es defectuosa, ella
confirma que antes de Marx, aun limitado por el idealismo objetivo, el empirismo
(conocimiento de hechos) fue el principal instrumento alcanzado para realizar los
descubrimientos científicos.

Afortunadamente, con base a la lectura de J. Locke, Montesquieu se equivocó en


relación a la situación de Inglaterra y las imperfecciones que pertenecen a su teoría son
causadas evidentemente por su empirismo, pero, a través de su abstracción, con base
en éste establece un sistema de ideas orientado hacia la búsqueda de un sistema de
conocimientos científicos, que, no obstante, queda limitado por la falta de
reconocimiento del método de la abstracción, que requiere de empirismo para lograr
las aproximaciones necesarias al mundo real.

La línea de Aristóteles – Maquiavelo – Bodin y Montesquieu es completada por A.


Comte y de la cual sus últimas manifestaciones son el organicismo y el funcionalismo.
Sin embargo, aun cuando ni el mismo Comte logra separarse de manera absoluta del
idealismo objetivo, como, tampoco de la abstracción, que es el momento en que
parecen alcanzar los éxitos mas importantes, lo cual ha sido muy evidente en el caso
de Bodin y Montesquieu, de conformidad con los análisis teóricos.

La línea de Platón, Padres de la Iglesia, Escolástica y J. Locke es completada por


Hegel. Marx, como dice Duverger, representa una nueva cosmogonía, pero la principal
distinción de Duverger se limita a señalar que Marx “Desjuridiza al Estado” y sin explicar
la desjuridización respectiva, que en el sentido más benéfico de interpretación de
Duverger consistiría en entender al Estado y a los intereses políticos como
manifestación de intereses económicos de clase. Sobre todo por los datos de la
historia actual, hay si embargo, en esta interpretación de Marx y en teoría un desdén
hacia la forma de Estado, pero, a cambio, produjo el gran descubrimiento de los
intereses de clase en su noción del Estado, que revoluciona la teoría política, por lo
cual el descubrimiento de Duverger es meritorio. La nueva cosmogonía de Marx
proviene también no solo de oponerse al empirismo (aunque no de manera absoluta),
sino también a la tendencia Hegeliana, con la gran ayuda que recibe de L. Feuerbach.

Omitir nombres de autores importantes en ambas líneas no altera de manera alguna el


análisis anterior, como tampoco el reconocimiento de un termino medio entre los
autores o el hecho de que Marx recibió influjo de ambas tendencias, pero de
colocar a Marx en una de las dos líneas le correspondería la de Hegel y Platón, pues la
distinción de líneas pone énfasis en la actuación del método de la observación o de la
abstracción. Mas si se considera absolutamente irreconciliable la teoría de Marx con la
de los Padres de la Iglesia o de la escolástica, Montesquieu demuestra que empleando
81
el razonamiento, el hombre, puede realizar, desde una posición teocrática, el comienzo
de un análisis científico de la “creación”. Es decir, la distinción de líneas atiende al
orden metodológico para el estudio de los fenómenos sociales y no tanto al resultado
del método aplicado, pero si la teoría de Platón o la de los Padres de la Iglesia pueden
llegar a parecer a un “marxista” absolutamente insatisfactorias entonces debe indicarse
que Platón tiene razón cuando prescribe que debe existir el Gobierno de los sabios y
que desde una perspectiva moral que tiene vigencia, debe existir el Gobierno de los
buenos, aunque el cristianismo no siempre lo afirmó y lo practicó.

En cuanto a sus reconocimientos metodológicos, la vida de Marx tiene dos etapas: la


primera, cuando era predominantemente un filósofo, caracterizada por el
reconocimiento del empirismo (influjo del desarrollo de las ciencias naturales), y la
segunda, cuando se convierte predominantemente en un sociólogo, en la que reconoce
la supremacía del método de la abstracción. Es decir, Marx en su situación intermedia,
tiende más hacia la línea de Platón.

En cuanto a nuestro análisis de líneas metodológicas, cabe reconocer que tampoco


Platón o la Iglesia Cristiana se encuentran ajenos de manera absoluta a los fenómenos
terrenales, pero sus análisis tienden a alejarse del terreno de los hechos (algo similar
sucede, no necesariamente con defecto, cuando se realiza la abstracción, es decir, la
conversión de lo concreto en abstracto, o sea, en razonamiento). Asimismo, cabe
reconocer que varios autores colocan a J. Locke en una línea empirista, tal es el caso,
por ejemplo, de Jean Touchard que lo caracteriza por un “empirismo” “predominante”.

Ciertamente Locke es un filósofo, que estudió y practicó la medicina y que llegó a ser
considerado ateo y materialista, pero, al mismo tiempo, se sub - aprecia que ha sido
considerado predominantemente filósofo (que en alguna medida no dejó de atender el
asunto relativo a los fenómenos naturales) y que, por ejemplo, aparte de la sola
mención de empirismo, el resto del análisis de Jean Touchard sobre su teoría niega su
apreciación, tanto en lo relativo al nombre de las obras de Locke (“Tratado sobre el
Gobierno Civil”, “Ensayo sobre el Entendimiento Humano”, “Carta sobre la Tolerancia”,
“El Cristianismo Razonable”), como en la calificación de su teoría: “Defensa de la
propiedad privada y llamamiento a la moral, preocupación por un poder eficaz y
necesidad del consentimiento, un individualismo que se inclina ante la mayoría,
empirismo y racionalismo, tolerancia y dogmatismo”.

Es decir, sólo una palabra discorda con el resto de adjetivos, para un autor que
“descubre” dos etapas: el estado de la naturaleza y la sociedad civil. Con base a esta
dicotomía, que no es la del cielo y la tierra, elaboró toda su teoría y justificación de la
propiedad privada, pero al distinguirlas, reproducir el pasado, su evolución y el
presente, el empirismo se encuentra ajena a ellas.

La primera etapa es un estado de igualdad social, fundada en la razón humana, creada


82
por Dios, pero en la que existe la posibilidad de violar las normas dictadas por la razón,
porque el ser humano busca de manera egoísta su bienestar individual, de tal manera
que el estado de la naturaleza tiene una realidad que hace pasar a la segunda etapa,
pero en la que Locke no explica como ni cuando se produce el paso. Es decir, carece
de empirismo “la descripción” de su “historia” y predominantemente es ajeno al método
histórico, sobre todo porque en el “estado de la naturaleza” cada uno es juez y no
existe juez superior, aunque en su teoría la potencialidad o realidad de un “estado de
guerra” conduce a la “sociedad civil”, cuyo objetivo es la conservación de la vi da, la
propiedad privada, la libertad, caracteres que se constituyen en motivos que
factualizan es establecimiento de la “sociedad civil” y del Gobierno. Es decir, a pesar de
sus avances a través de un procedimiento especulativo, la diferencia entre Platón y
Locke reside en que el segundo cuenta con dos realidades ultramundanas y ambas
relativas al mundo terrenal. Comte consideraría su análisis propio de la metafísica y
ajeno al empirismo. Sin embargo, la colocación de Comte en el empirismo no reside
tanto en que lo emplea (como los autores precedentes a él en su línea, sino porque
como filósofo lo justifica, de manera brillante, en su filosofía de carácter metodológico,
pero fundada en sus observaciones.

En tales condiciones teóricas de Locke es evidente que Montesquieu lo avanza, tanto


en materia de empirismo como de relato de vida política. Montesquieu privilegia la
explicación del origen y operación de la sociedad terrena no tanto su evolución, y logra
aproximación, mientras en Locke la sociedad ya está creada y solo atiende su evolución
(las dos etapas, por medio del estado de guerra), pero no logra empirismo alguno.
Montesquieu evita la esquematización de etapas, la simple debilidad humana engendra
la sociedad y un simple estado de guerra engendra el orden social existente hasta la
fecha, sin diferir el aparecimiento del Estado hasta la “sociedad civil”. Ciertamente, no
alcanza Montesquieu una distinción entre aparato de dirección de la sociedad y Estado,
pero ello constituye una exigencia improcedente a un constructor de la teoría política
sobre bases objetivas. Locke al distinguir un “estado de naturaleza” y un “estado de
guerra”, que para Thomas Hobbes (1588-1679) eran uno solo entra en un error de
abstracción que no comete Montesquieu, con una mejor reelaboración de la teoría de
Locke.

A pesar de ser beneficiario del renacimiento, Montesquieu ya no es un pensador


renacentista, sino pertenece al movimiento de la ilustración, que se deriva del
renacimiento y dentro de ella pertenece a su grupo de enciclopedistas, que según F.
Engels “Ilustraron las cabezas de los hombres para realizar la revolución burguesa que
debía desencadenarse”.

La derecha y la izquierda ha criticado con dureza y aproximación su teoría acerca de


los “principios” que sustentan a las formas del Estado (temor, honor, virtud) y aunque su
doctrina acerca del determinismo geográfico tiene un carácter anticientífico,
Montesquieu, al igual que Bodin, no considera inevitable el influjo del medio geográfico,
83
ni tampoco el único determinante de la vida social y con toda honradez considera la
posibilidad de actuar sobre ella, mediante el sistema político y las normas jurídicas.

B. El Materialismo Francés de siglo XVIII

El movimiento de la Ilustración no fue constituido por una sola tendencia de


pensamiento. En el plano político tenía partidarios del feudalismo (Montesquieu), del
capitalismo (en parte Montesquieu, pero sobre todo el resto de pensadores
enciclopedistas) y del socialismo (Meslier, Morelli y Mably).

Aunque no todos los pensadores de la Ilustración deben ser considerados materialistas,


se desarrolla en ella una tendencia materialista, caracterizada por el empirismo, pero
que no logra separarse de manera absoluta del idealismo y que se conoce con el
nombre de Materialismo Francés del Siglo XVIII.

Este constituye un desarrollo del materialismo del siglo XVII, una etapa superior de
desarrollo del materialismo y entre sus fuentes ideológicas se han considerado el
materialismo de Gassendi, de Descartes y del pensamiento inglés y, dentro de este
último, el “materialismo” de J. Locke. Con esta apreciación puede decirse que tampoco
el materialismo del siglo XVII pudo apartarse en medida importante del idealismo, pues
J. Locke era predominantemente idealista, ni siquiera empirista. El sostenimiento de
este “materialismo” en todas sus formas provenía de verdaderos sistemas materialistas,
o sea, del desarrollo de las ciencias naturales y, constituidos desde principios de la
etapa moderna a través del Renacimiento. No obstante, este materialismo filosófico,
existente al menos como ciertos rasgos en el pensamiento humano, llegó a desarrollar
ideas muy notables, tales como rechazar el compromiso entre la burguesía y la
nobleza feudal, rechazar el racionalismo cartesiano, elaborar elementos de dialéctica en
D. Diderot (1713-1784), la consideración del intelecto humano como el motor
específicamente humano de la conducta del hombre (con lo cual Helvecio y Holbach, en
forma atea, se oponen al idealismo objetivo), el rechazo del panteísmo y el deísmo.

Así, con la Ilustración, en el plano filosófico y científico el progreso más notable se


encuentra del lado de los materialistas y en el marco de la teoría sociológica y política el
progreso más notable se encuentra en los pensadores idealistas, sobre todo
Montesquieu y J. .J. Rouseau (1712-1778).

En todo caso, unificaba a los pensadores de la Ilustración un gran afán por el


conocimiento de la ciencia y de la vida social, la idea de realizar proyectos de reforma o
de revolución social y el hecho que todos estaban imbuidos de ideas promovidas por el
desarrollo de las relaciones capitalistas de producción.
De conformidad con el marxismo, dos fueron las principales limitaciones del
Materialismo Francés del Siglo XVIII: El carácter metafísico de su método de estudio y
84
su explicación idealista del progreso social.

El concepto de metafísica varió desde la época de los griegos y la forma más


circunscrita y consecuente de caracterizarla es la de Comte, o sea, la de atribuir a los
fenómenos de la naturaleza (y de la sociedad) cualidades que no tienen. Sin embargo,
en el marxismo, lo metafísico no ha sido exacta ni solamente lo que la palabra
metafísica expresa (más allá de lo físico), sino ha llegado a definirse como el método
opuesto al método opuesto al método de la dialéctica materialista y que consistiría en
estudiar los fenómenos sin vinculación con los demás, con carácter invariable y/o sin
cambios cualitativos.

En la práctica política tampoco el marxismo ha sido ajeno a estos defectos, pero


ciertamente el método dialéctico no se limita a analizar y clasificar los fenómenos, como
sucede en la metafísica, de conformidad con la crítica marxista, pues en tales límites se
tiende a subestimar su cambio y a considerarlos independientes, originando nociones
en las que no se reconocen las contradicciones entre ellos ni entre sus elementos y es
correcto agregar que tampoco puede llegar a reconocerse su parentesco.

Esta forma de “reconocimiento” consiste en reconocer los fenómenos con cualidades


que no tienen y lo que no es otra cosa que atribuir a la realidad objetiva una forma que
no posee, de tal manera que la noción comtiana de la metafísica es aproximada a la
realidad y efectivamente constituyó un defecto de la Ilustración, pero reaparecen el
mismo Comte, principalmente cuando enfrenta el problema de la revolución.

El análisis descrito de la metafísica tiene una superación por el idealismo, a través de la


crítica hegeliana a la filosofía de la Ilustración y que es adoptada por el marxismo,
mediante la crítica que sufre la dialéctica de Hegel
a través del análisis teórico realizado por K. Marx y F. Engels.

Sin embargo, a pesar de que el marxismo ha reconocido elementos de dialéctica en el


pensamiento de Diderot, hasta aquí tenemos un panorama muy limitado aun de la
filosofía de la Ilustración y para evitar que sea considerada absolutamente metafísica es
necesario tener en cuenta el pensamiento de este ideólogo de la burguesía francesa,
quien forma un sistema filosófico, predominantemente materialista y científico, mediante
los siguientes descubrimientos:

a) La existencia de la materia en eterno movimiento tiene un carácter objetivo (el


reposo absoluto es sólo una abstracción).

b) Todas las modificaciones que se operan en la naturaleza están determinadas por la


ley de la causalidad.

85
c) Los fenómenos están indisolublemente ligados entre sí, no existe límite
infranqueable entre la materia orgánica y la materia inorgánica, la una se convierte
en la otra, la sensación o sensibilidad es una cualidad de toda forma de materia y
e1 pensamiento humano es sólo una forma evolucionada de la sensibilidad de la
materia.

d) El desarrollo de la naturaleza desemboca en el hombre y “es preciso comenzar por


clasificar los seres vivos, desde la molécula inerte, si existe como tal hasta la
molécula viva, el animal microscópico, el animal planta, el animal, el hombre”.

Por lo tanto, descubrió la ley de la causalidad y con ello un aspecto de todas las leyes
de la dialéctica, no se alejó del terreno de los hechos (empirismo) y su clasificación de
la evolución es una aplicación de la abstracción al estudio de los cambios cualitativos,
que parece presentir la ley del tránsito de los cambios cuantitativos a cualitativos (y
viceversa), pues contaba ya con muchos elementos para formularla.

La filosofía de Diderot recorrió con rapidez el tránsito del deísmo al materialismo,


reconoció el progreso de la técnica y de la industria en el desarrollo del conocimiento y
pensamiento humanos, pero con ello no formuló de manera completa, al parecer, el
principio fundamental del Materialismo Histórico, ni parece haber podido periodizar el
desarrollo social con base al progreso técnico. Sin embargo, es evidente que, por lo
menos, sentó las bases teóricas para hacerlo con facilidad, debido a lo cual se hace
necesario revisar su teoría.

En materia política, sus análisis son una continuación y desarrollo notable de las teorías
de Bodin y Montesquieu, pero confiaba en un espíritu humano de solidaridad entre los
hombres, era partidario del monarca ilustrado (neoplatonismo político burgués), o sea,
de la reforma y no de la revolución social y en su “concepción idealista” (relativa a la
vida social) estimaba que el orden social solo podía ser efecto de la voluntad del
Gobernante. No se equivocó demasiado en esta apreciación, pero le hizo falta
teorización acerca de la condición social.

A pesar de todo, su teoría se encuentra al menos en los límites del Materialismo


Histórico y para llegar al Materialismo Dialéctico le hizo falta, al parecer, formular que la
conciencia no es un reflejo pasivo de la vida social, aun cuando llegó a descubrir ello en
los hechos.

En todo caso, el marxismo le ha negado hasta la fecha el mérito de primer descubridor


de las leyes de la Dialéctica, que sin demasiadas demostraciones, reconoce en Hegel,
tan solo por indicaciones de Marx.

Por lo tanto, para evaluar la apreciación que el marxismo ha realizado de su


pensamiento, es necesario tener en cuenta que aunque Marx no es francés, llegó a
86
conocer en alguna forma su teoría, pero no tuvo, al menos la oportunidad de apreciar la
caracterización objetiva de las relaciones causales como cumplimiento de la ley de
causalidad, lo que precisamente hs tenido que llegar a ser reconocido por el marxismo
posterior, desafortunadamente en forma escasa y poco frecuente, por el influjo de Marx.
O sea, la caracterización realizada por Marx de las leyes objetivas como tendencias es
insuficiente si no se reconocen también como leyes de causalidad. Ello tiene gran
importancia dentro del marxismo, pues el método dialéctico no es otra cosa que el
descubrimiento de leyes objetivas.

4. ETAPA CONTEMPORÁNEA.

Parte de la Revolución Francesa de 1789, hasta nuestros días, pues, a pesar de las
revoluciones técnicas, no existe suceso histórico que haya decretado la terminación de
esta etapa. Por el contrario, con los retrocesos y aperturas de los países socialistas
hacia el mundo capitalista: se consolida un proceso denominado globalización y que, a
pesar de la internacionalización económica y de nuevas condiciones sociales,
reproduce procesos mundiales constituidos precisamente en la época del
Renacimiento. Sin embargo, aunque la esencia de este proceso sea la
internacionalización del capitalismo, no puede reconocerse hasta la apertura del mundo
socialista hacia el capitalismo, pues la globalización ya había adoptado una forma
socialista, por efecto de la revolución bolchevique, realizada en Rusia en 1917, y por
efecto de la segunda guerra mundial. Pero, a pesar del inicio de la época de las
revoluciones socialistas, la época de las revoluciones burguesas se prolongó en
Europa hasta la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, mientras en el
mundo subdesarrollado se prolongó hasta la segunda mitad del siglo XX, existiendo
resabios todavía muy importantes de relaciones precapitalistas.

En esta etapa, la humanidad aparece precipitada al socialismo, pero nuestro objetivo


principal de análisis sigue siendo Europa Occidental, aunque a partir del tratamiento
del leninismo es evidente que queda referido también a Europa Oriental y a todo el
planeta, y, con el propósito de conocerla finalizamos su análisis con el tema del
Desarrollo del Marxismo.

4.1 Evolución del capitalismo hasta mediados del siglo XIX

Los triunfos, a nivel político, de la burguesía la fortalecieron considerablemente, pero el


desarrollo del capitalismo llevó un empeoramiento general de los trabajadores, porque
no estaban organizados en sindicatos, no existían leyes de protección al trabajador y
las jornadas de trabajo eran muy extensas.

87
Con el aumento de las luchas obreras y dueña del poder político, para la burguesía su
principal enemigo deja de ser la nobleza feudal, al menos, en los países más
avanzados de Europa y, por efecto de estos hechos, reconstruye su ideología:
descarta los principios de soberanía popular como derecho positivo en favor de todos,
conserva el liberalismo económico, pero la idea dominante ahora será la de “solidaridad
o alianza de clases”, que constituye una especie de “socialismo espiritual limitado”,
expresado así:

a) Se niega el carácter clasista del Estado y este carácter no se reconoce más que
como hecho incidental, secundario y hasta ilegal.

b) A la teoría de la igualdad social entre los hombres (inclusive burguesía) se opone la


teoría de, la desigualdad social por naturaleza.

c) O sea, la desigualdad sociológica del capitalismo es presentada como realidad


natural.

d) A la idea de revolución, que apareció en la mente de los hombres, se opone la idea


de evolución gradual y pacífica.

e) La teoría de la solidaridad social o alianza de clases trata de evitar la lucha de los


obreros, pero no la de los capitalistas.

Cualquiera de estos rasgos caracteriza a toda ideología burguesa de la actualidad y,


en esta condición, por su afán de justificar o legitimar el sistema social, las teorías
políticas burguesas pierden en gran medida su carácter progresista, para explicar y
promover el desarrollo social, pero, a consecuencia del progreso que continuamente
alcanzan las fuerzas productivas y el desarrollo de las ciencias naturales, tienden a
desarrollarse los métodos experimentales de conocimiento y, entre ellos el método de la
observación de los fenómenos sociales. A la promoción y formación de estas ideas
contribuyó Augusto Comte, por lo cual ha tenido gran influjo, divulgación y defensa,
hasta nuestros días, entre los pensadores burgueses, pero sin reconocer,
frecuentemente, al autor de sus ideas ni sus ideales políticos.

A. Augusto Comte (1738-1857)

Las obras más importantes de este gran pensador francés son “Curso de Filosofía
Positiva” (1830-1842) y “Sistema de Política Positiva” (1851-1854), y en su teoría
filosófica, sociológica y política se tiene que:

a) Completa la línea empirista de Aristóteles, Maquiavelo, Bodin y Montesquieu y, de


la cual, entre sus últimas manifestaciones, están el organicismo y el funcionalismo,
88
pero la filosofía comtiana se caracteriza además' por un materialismo absoluto,
similar al de Diderot, que reconoce a la conciencia como propiedad de la materia, o
sea, del cerebro humano, y que no merece el calificativo de idealismo enmascarado,
sino de materialismo enmascarado, por su idealismo subjetivo y de centrismo
filosófico (agnosticismo) muy limitado, por su empirismo y vocación científica.

b) Su pensamiento es una continuación de las concepciones de la filosofía de la


Ilustración, pero con las cuales tiene importantes divergencias, considerándolas
teológicas y metafísicas, y mediante las cuales logra superar la teoría del contrato
social, promocionada inicialmente por los ingleses y desarrollada por los franceses.

c) Es el fundador de una tendencia que se conoce con el nombre de positivismo y que


brevemente puede definirse como la tendencia que niega la supremacía del
conocimiento lógico y filosófico en el proceso de conocimiento para superar el
razonamiento teológico y metafísico y que se opone a las tendencias socialistas que
niegan a la sociedad capitalista. Esta negación de negaciones constituye a su
positivismo y lo que no es sino la aceptación indiferenciada para el estudio de la
realidad objetiva del método de las ciencias naturales (el privilegio del método de la
observación) y la aceptación de las relaciones capitalistas consolidadas a través de
la Revolución Francesa de 1789.

d) Así, el principal defecto del positivismo, en el plano metodológico, radica en no


reconocer que el razonamiento teológico y metafísico pueden ser superados por el
razonamiento lógico y filosófico (la abstracción) y en el plano sociológico radica en
no reconocer el carácter anti – humano (y anti-orgánico) de la sociedad dividida en
clases sociales y la posibilidad del triunfo de la lucha que genera esta desigualdad,
para lograr su superación.

e) Sin embargo, el positivismo contiene es una reacción al socialismo utópico, mientras


el positivismo posterior ha sido principalmente una reacción en contra del
marxismo. Mas hay otra diferencia muy importante, pues en el positivismo posterior
frecuentemente se omite expresar la necesidad de superación del razonamiento
teológico y metafísico, pero en la práctica se adopta la metodología comtiana. No
obstante, para Comte la superación del Estado teológico y metafísico no forma parte
solamente de ideales cientistas sino también políticos, en su deseo de una
sociedad positiva o científica.

f) Para evaluar su aporte científico, es necesario tener en cuenta que antes de Comte,
aun en el mundo académico, prevalecía la idea de que fenómenos sociales no
podían ser objeto de estudio científico como fenómenos de la naturaleza, o sea, la
forma de los fenómenos sociales y de la vida social era explicada por la voluntad e
ideas de los hombres o como resultado de la voluntad de un ser divino.

89
g) Posiblemente bajo el influjo directo de Saint-Simon, Comte adopta y aporta la idea
que la vida social puede ser objeto de un conocimiento similar al que se había
desarrollado en el campo de las ciencias naturales y sin mas error que el
anteriormente descrito, sostiene que ello puede realizarse, mediante el método de
formulación de hipótesis y mediante el método de la observación. Así, crea el
término sociología, como “el estudio positivo de las leyes fundamentales propias de
los fenómenos sociales”. O sea, a pesar de todo, hay en Comte, la búsqueda de
una disciplina específica para el estudio de la vida social y orientada precisamente al
descubrimiento de sus leyes, de tal forma que la aplicación indiferenciada del
método no invalida una orientación de su teoría hacia el Materialismo Histórico.

h) Ciertamente, Comte no fue el único autor de estas ideas antes del aparecimiento
del marxismo, pero mientras Saint-Simon, a pesar de su vocación científica, no dejó
de ser religioso (idealismo objetivo), el descubrimiento de Diderot, según el cual
todas las modificaciones de la naturaleza se operan determinadas por la ley de la
causalidad, fue más apreciado de orden filosófico que sociológico, de tal forma que
no contribuyó, sino de manera muy limitada, a autonomizar el estudio de la vida
social y al realizar una explicación idealista de la vida social no reconoció de
manera suficiente la forma de cumplimiento de la ley de la causalidad.

i) Por lo tanto, Comte contribuye a la formación de la idea que puede formarse una
ciencia específica de la vida social, a la idea que está regida por leyes objetivas y
que su estudio puede ser absolutamente científico, o sea, libre de prejuicios
filosóficos, religiosos y políticos.

j) Comte reconoce los límites del método de la observación, o sea, el hecho que la
validez y extensión de las leyes descubiertas queda limitada por observaciones del
sujeto, pero no comprenden causas metafísicamente concebidas, sino observadas
en la majestad de los hechos, porque su propuesta metodológica obedece a que
busca un conocimiento de lo que son las cosas por lo que hacen y no de lo que se
piensa que son las cosas por medio del razonamiento religioso o filosófico, o sea,
por medio del método de la abstracción y que ciertamente puede conducir a error
sino se tiene en cuenta al mundo empírico, de los hechos.

k) En su enunciado de la ley de los tres estadios no reconoce de manera literal la ley


de causalidad y realiza, sin intención, una descripción idealista del desarrollo
social, en que quedan subapreciadas las fuerzas motrices de orden económico,
mediante el desarrollo teórico de la ley de los tres estadios reconoce relaciones de
causalidad, aporta una aplicación del método histórico al estudio del desarrollo
social y un enfoque macro sociológico del progreso social, que se aproxima al
desarrollo del saber humano o historia de la ciencia y mediante su teoría
metodológica aporta la descripción que, en términos generales, realiza todo
investigador para obtener un. conocimiento de carácter científico.
90
l) Adopta un idealismo subjetivo (no religioso), que nunca trató de enmascarar y que
se manifiesta en una apreciación del desarrollo social como desarrollo del saber
humano, pero en este “idealismo” la conciencia humana solo es un efecto de la vida
social, pues sustenta un sociologismo y materialismo absoluto, en el que afirma que
el cerebro humano es impotente sin estímulos exteriores y sin apreciarlos es
peligroso, porque da lugar a teorías teológicas y metafísicas. Así, resta validez al
proceso subjetivo de conocimiento (abstracción) y en su concepción (materialismo y
sociologismo absoluto) las teorías son falsas o verdaderas tan solo por efecto de la
vida social y la metafísica solo una etapa transitoria, que es definitivamente
sustituida por la positiva o científica (para ello, tiene como comprobación empírica
el desarrollo desigual de las ciencias, en cuanto no todas han alcanzado la etapa
positiva de desarrollo). Su exceso de materialismo y sociologismo, es un efecto de
muchos resabios de origen feudal y de la falta de desarrollo de las ciencias
sociales, que no le conducen a apreciar la metafísica como un método (lo cual une
al estadio teológico con el metafísico) sino tan solo como etapa transitoria de la
humanidad.

m) Con aproximación a la realidad, es considerado uno de los ideólogos de la


burguesía que, a mediados del siglo XIX, propagaron la teoría de la paz y
solidaridad de clases y la inmutabilidad de las relaciones capitalistas de producción,
de tal forma que efectivamente “el orden y el progreso son los dos temas de su
filosofía social, porque, a consecuencia de una falsa conciencia que “arrancaban de
la historia, por medio del método de la observación, creía en la colaboración entre
las clases y también creía que la sociedad capitalista se encontraba en las
condiciones de tránsito hacia un estado positivo de desarrollo, o sea, hacia una
sociocracia o armonía social, pero, para lograr esa armonía, no era precisamente
liberal, por lo que no vio con demasiado desdén la problemática de la vida social.

n) Con otras imperfecciones teóricas, un agnosticismo práctico y limitado caracteriza


a su filosofía, pero ha sido excesiva la crítica que ha recibido, por enunciar el
carácter limitado del conocimiento humano y por desechar prejuicios filosóficos,
religiosos y políticos, ya que no se propone ocultar la problemática social ni
justificarla moralmente. En esta materia, por el contrario, se ha subestimado que por
su lucha contra el razonamiento teológico y metafísico si no pudo revolucionar trató,
al menos, de ser revolucionario en materia científica y que, a pesar de todo, dejó
una teoría filosófica, política, sociológica y metodológica. O sea, por estos cuatro
aspectos o elementos de su teoría debe ser considerado el padre de la sociología
burguesa moderna, pero sin dejar de tener en cuenta que, a consecuencia de una
falsa conciencia, enajenó su teoría social en la realización de los intereses de una
clase a la que no pertenecía, pues en todo tiempo vivió penurias económicas.

Refleja su teoría, sobre todo, el ideal político de las clases explotadas, bajo la
91
dominación de la ideología de la clase dominante, de esperar una cooperación de
clases, que el percibe como tendencia histórica, sin reparar en la falta de observación
de la lucha de clases y considerando que la agravación de los conflictos es sólo un
síntoma de un proceso de transición social hacia una mejor sociedad.

Como en cualquier autor, su teoría es producto de una educación que nace desde una
corta edad y que él logra prolongar hasta sus estudios inconclusos de medicina en la
Universidad. Le ayudó mucho el trabajo que desempeñó como secretario de Saint-
Simon y con el cual llegó a una enemistad, que explica solo parcialmente su negación
absoluta de las tendencias socialistas, pues tal negación también fue un efecto de la
elaboración de su propia teoría, en la que considera que la historia humana muestra
que el progreso social logra una mayor cooperación entre las clases, por lo cual la
etapa positiva de desarrollo se caracterizará porque la humanidad no sólo estará libre
del razonamiento teológico y metafísico sino será una sociocracia o armonía social.

Comte no entendía la observación limitada a un orden empírico, sino comprendía


dentro de ella a la observación histórica y, por lo tanto, con fundamento en el método
histórico, observa que la sociedad humana pasa por tres estadios o estados: el
teológico, el metafísico y el positivo. En el primero, la humanidad explica los fenómenos
por la acción de seres sobrenaturales, En el segundo, la metafísica consiste en
atribuir propiedades, cualidades o efectos que no tienen los fenómenos de la
naturaleza. El tercero, en el plano teórico, consiste en el descubrimiento de leyes
científicas.

Para él, no todas las disciplinas científicas, ni todas las actividades sociales han llegado
a su etapa positiva de desarrollo. No manifiesta un desdén absoluto por la etapa
teológica o metafísica, sino son, para él, etapas necesarias en el desarrollo del
pensamiento humano, y cada una es el fundamento del desarrollo de la siguiente. La
teológica es una forma embrionaria del saber y en la metafísica el hombre ya no
descubre las causas de los fenómenos fuera de la naturaleza. Sin embargo, a causa
de privilegiar los meros actos del procedimiento científico, su materialismo no lo lleva a
reconocer plenamente la realidad objetiva (principalmente económica) y formula el
desarrollo de la vida social en los límites de un real, aunque parcialmente aparente,
idealismo subjetivo, pero no en los límites de un idealismo enmascarado (por ejemplo,
no toma lo económico para enmascarar), o sea, a pesar de todo, sobre – estimó el
papel de la conciencia en la vida social, aunque sólo fuera de manera muy limitada y, a
pesar de privilegiar los actos del procedimiento científico, a causa de su empirismo, no
reparó que el método de la formulación de hipótesis es un encaminamiento lógico por
la vía de la abstracción y consideró que el razonamiento metafísico era solamente una
etapa transitoria en la historia de la humanidad. Es decir, no reparó en que los
resultados válidos de su propia teoría eran, sobre todo, resultado de su propio
razonamiento y muy poco de su confirmación, mediante el método de la observación.

92
Para un pensador que observa de manera tan empírica la construcción del medio
social, con toda permisividad divina, es evidente que las doctrinas materialistas lo
llevarán también a una concepción atea. Sin embargo, el hecho que teniendo en
cuenta la religión llegue a pensar en la necesidad de un Papa positivo o científico no
implica que trate de enmascarar un idealismo subjetivo ni que su objetivo principal fuera
unir materialismo con idealismo, sino que su objetivo era encausar a la humanidad,
mediante reforma social, por un sendero sin carácter teológico o metafísico, o sea, con
carácter de una revolución científica, lo cual casi no tiene nada que ver con la unión
entre materialismo e idealismo, pero si con la evidencia de utopías comtianas.

Aunque no todos los marxistas son iguales, por estas apreciaciones, no es aplicable a
Comte y resulta demasiado exagerado identificarlo con la apreciación del marxismo de
considerar a todo positivismo como idealismo subjetivo enmascarado, partido centrista
en filosofía o tendencia que simplemente trata de unir al materialismo con el idealismo.
Estas apreciaciones, que afortunadamente no son de todo el marxismo, no solo son
exageradas sino que no entran en oposición, frecuentemente, con el pensamiento
burgués, cuando se evalúa la obra de Comte, pues aun su centrismo es muy limitado y
no político.

En su utopía, ciertamente, para Comte, debe reformarse el poder espiritual, pero lo


propone a través del medio adecuado, o sea, de la ciencia y que en el mundo moderno
precisamente ha sido negación de la Iglesia. Mas lo propone rechazando ideas de
socialistas utópicos y de utopistas que imaginaban que todos los datos de la vida
humana podían ser arbitrariamente transformados. Esta es la razón del espacio que
concede a la Iglesia y de su propia utopía, pero, al tener en cuenta la condición social,
estimó que los pensadores de la Ilustración se equivocaron cuando pensaban que la
cooperación y la solidaridad humana solo existen porque los individuos sacan ventajas
de ellas y, para él, no menos potente que las aspiraciones egoístas de los hombres es
el instinto de vida social (Aristóteles) y solo gracias a él es posible la conciliación de
intereses privados y la cooperación de los seres humanos en el contrato social.

Su análisis superficial, que en esta materia subaprecia la lucha de clases, lo lleva a la


digresión del Papa positivo o científico, y a otros errores, pero señala un aspecto
biológico, que no solo es indispensable sino mas explicativo de vida de conjunto que la
sola y mera lucha por intereses egoístas, que contenía la teoría del contrato social.
Mas las dificultades vividas para construir el socialismo, pero que no limitan su
necesidad, le dan la razón a Comte para que al proponernos proyectos de reforma
social no dejemos de tener en cuenta los caracteres de la vida humana, aunque nunca
llegue a existir un Papa positivo, etc. Como ciertas formas de socialismo utópico,
criticadas por Marx, el socialismo real subapreció al individuo, en la diversidad de sus
necesidades.

Por lo tanto, para evitar universalizar una crítica metafísica de la filosofía positivista, con
93
rasgos que solo pueden llegar a ser válidos a algunos autores positivistas, es
necesario partir de lo que específicamente merece llevar el nombre de positivismo en la
doctrina comtiana y que es lo que precisamente hicimos en el inciso c) anterior, de
nuestro análisis de Comte, en el que quedan precisamente reunidas las apreciaciones
de dos grupos de autores, que han definido el positivismo:

a) Los que consideran que el positivismo es negación de la especulación filosófica, que


niega a la majestad de los hechos.

b) Los que consideran que el positivismo es la negación de las tendencias socialistas,


que niegan a la sociedad capitalista.

Sin embargo, para enfrentar el problema acerca de la noción y origen del positivismo,
debemos partir de que antes de Saint – Simon, Montesquieu hace referencia al
“derecho positivo”, caracterizado por él no tanto como el derecho que se cumple en la
vida social, como efectivamente se considera en la actualidad, sino considerado en
Montesquieu como un derecho (humano) de carácter racionalmente necesario
(derecho de pueblos, derecho político y derecho civil) y que Montesquieu no idealiza en
su teoría. Con este antecedente el positivismo de Comte también hace referencia a
leyes necesarias, carácter jurídico, sino de carácter objetivo.

La noción más importante de positivismo que encontramos en Saint-Simon es la idea


adaptada y aportada por Comte a la sociología de que la vida social puede ser objeto
de un estudio similar al que se había desarrollado en el campo de las ciencias
naturales. Así, Saint-Simon llega a exclamar: “Que las abstracciones cedan paso por
fin a las ideas positivas” y a concluir que la ciencia de las sociedades tiene, desde
ahora, un principio. Por fin, llega a ser una ciencia positiva” (citas de Jean Touchard).
Sin embargo, mientras Saint – Simon solo es universalmente conocido como socialista
utópico, Comte no solo es conocido como universalmente positivista, sino que,
conforme Leszek Kolakowski, a pesar de todas las particularidades de su teoría, a su
obra no se le puede negar el calificativo de positivista y si los numerosos escritos de
Comte no le proporcionaron posición social, le dieron celebridad.

O sea, nos encontramos, ante dos sistemas ideológicos y dos tendencias de


pensamiento diferentes, en el que el rasgo aislado no hace identificar al comtismo con
el saint – simonismo. Así, el punto de partida del positivismo es Comte.

Aun cuando solo deriva de Saint-Simon el positivismo de Comte, conviene agregar otra
cita de Jean Touchard, quien indica que el. comtismo, como el saint – simonismo,
termina en una religión, pero en un “catolicismo sin cristianismo”, según palabras de
Jean Lacroix. Es decir, la apreciación de unificación de idealismo y materialismo en la
doctrina comtiana es un hecho de poca importancia para ver en ella nociones
esenciales de positivismo e, incluso, para apreciar una unión muy efectiva. Esta
94
“unión”, como hecho importante, solo indica el penoso estado en que se encontraba la
sociología y aun se encuentra el conocimiento de la vida social por la mayoría de seres
humanos, y no la forma usual en que los hombres de ciencia (Marx, Engels, etc.)
llegaron a usar el término positivo, o sea, como sinónimo de ciencia y que era
precisamente el objetivo de Comte.

Tenemos que tanto el saint – simonismo como el comtismo terminan en religión, pero
no en la misma religión, y Comte es de los pocos autores que se declara abiertamente
positivista. Asimismo, tenemos que mientras con todas sus limitaciones, Saint – Simon
es abiertamente socialista (defensor limitado de la clase obrera), Comte es
abiertamente partidario del mundo empresarial de la clase capitalista y que con el
desarrollo social la noción de positivismo llegará a adoptarse como negación del
pensamiento socialista, tal como sucedió, por ejemplo, en la doctrina de E. Durkheim
(1858-1917). Además, tenemos que mientras el empirismo es un rasgo materialista, el
pensamiento de Saint – Simon se orientó con fundamento en un idealismo religioso,
dentro del cual militó, como divulgador del cristianismo. No sucedió lo mismo con
Comte y, por ello, son los saint – simonianos los primeros en reaccionar en contra del
ateísmo de la filosofía comtiana, por lo cual, con ella, se construye de manera completa
el positivismo, aunque efectivamente Saint – Simon fue “creador” del término “positivo”
para hacer referencia a la necesidad de un conocimiento empírico y científico de la vida
social.

Saint – Simon debe ser aceptado como el precursor más importante del positivismo,
pero todavía, en realidad, carente de un sistema (completo) positivista de ideas, aun
cuando limitemos el problema al orden filosófico y metodológico. Saint – Simon y los
saint – simonianos buscaban la industrialización francesa, basada en las relaciones
capitalistas de producción, pero desestimaban el carácter opresor de la revolución
francesa, lo que Comte desdeña y, por lo cual, espera mas de 80 mil gendarmes en la
ciudad de París, para asegurar el orden social.

El positivismo de Saint – Simon es, por lo tanto, demasiado limitado, demasiado inicial,
como para poder ser apreciado como fundador del positivismo. En las teorías
posteriores a Comte, puede aceptarse la combinación de empirismo e idealismo
objetivo, como parte de un positivismo metodológico, aplicado al estudio de la vida
social y que tendría por objetivo desechar ese idealismo objetivo o religioso para
estudiarla, pero se trata de una postura positivista todavía muy excepcional e influida
grandemente por el desarrollo de la ciencia, pero en la anticipación de la teoría
comtiana las ideas de Saint – Simon solo significan la continuación de las ideas de la
Ilustración, o sea, la promoción del estudio científico de la creación, desde una posición
teocrática, sin rompimiento con dicha Ilustración. Por el contrario, el positivismo
metodológico era, en general, una actitud propia del campo de las ciencias naturales y
no de las ciencias sociales y que residía en estudiar la naturaleza sin el empleo de la
creencia religiosa, aun cuando el investigador tenía convicciones cristianas, pero no
95
habían en dichas ciencias pensadores que se declaraban partidarios del positivismo
metodológico, en tanto es una categoría que hemos creado para analizar al positivismo.
Sin embargo, las apreciaciones de Saint – Simon demuestran que tal positivismo
metodológico fue precursor del positivismo contiene y de todas las formas de
positivismo posteriores.

La crítica de los saint – simonianos hacia el ateísmo contiene muestra oposición hacia
la parte más representativa del positivismo metodológico, o sea, a la que tenía un
carácter absolutamente materialista y que, en realidad, el positivismo de Saint – Simon
se limitaba a una simple promoción de empirismo.

Varias formas de marxismo han tendido a negarle a Comte el gramo racional de su


teoría y con fundamento en algún estereotipo de positivismo se ha puesto en duda el
carácter positivista de su obra, no obstante que reclamó el calificativo de positivo para
su pensamiento. Así, esta obstinación deja fuera de su contexto social al pensamiento
humano.

O sea, Aristóteles, aunque fuera empirista, no hizo ciencia social porque no había
ciencia social, sino, simplemente, porque era necesario explicar la realidad. Ni se le
ocurrió la existencia de un estado armónico de vida social y científica, que negara al
esclavismo. Tampoco la sofocracia de Platón tiene similitud con el Papa positivo o los
definidores de la política en el Estado positivo.

Algo más, con la idea de sociocracia o armonía social, la teoría de Comte no es menos
socialistas o utopista que la de Saint – Simon, pero tiene el propósito de luchar en
contra de estos dos rasgos. Igualmente, por lo tanto, los antecedentes del positivismo
(empirismo, idealismo subjetivo, agnosticismo) no son precisamente positivismo sino
sólo antecedentes y ver en la doctrina de Comte al menor de los positivismos significa
no apreciar el desarrollo del positivismo, es decir, la existencia de un positivismo inicial.
Por ello, muchos autores no se declaran positivistas ni reconocen el calificativo de
positivistas que se les confiere.

Así, el positivismo generó necesariamente nuevas reacciones, pero cierto agnosticismo,


aunque limitado y práctico, caracteriza a la doctrina comtiana por declarar el carácter
limitado del conocimiento humano y porque para Comte es inútil y dificultoso el estudio
correspondiente al origen y fines del universo y el estudio correspondiente a muchas
disciplinas científicas de la actualidad, a pesar de que se ha propuesto descubrir leyes
de validez universal y de carácter reiterativo, cuya validez quedó limitada en su teoría a
las observaciones del sujeto. O sea, con estas apreciaciones también Comte abusó de
la abstracción y de la metafísica.

Aunque el “agnosticismo” agrega elementos de estereotipo para “positivizar” a la


doctrina comtiana, no debemos tener, en este aspecto, un juicio tan severo contra
96
Comte, pues el marxismo ha tratado de resolver este problema negando la posibilidad
de un conocimiento absoluto de la realidad objetiva y afirmando que el conocimiento
verdadero solo constituye una aproximación a ella. Sin embargo, si el conocimiento es
verdadero entonces es absoluto y la solución a este problema reside en reconocer que
el conocimiento humano tiene un carácter limitado.

Ello no significa negar la existencia de la realidad objetiva ni negar que sea


cognoscible, pero no siempre es necesario conocer, en todos sus detalles, a un objeto,
aunque sean cognoscibles, y este es el primer aspecto para reconocer el carácter
limitado del conocimiento humano. Un segundo aspecto reside, sobre todo, en el
carácter subjetivo del conocimiento humano, o sea, está limitado a las observaciones y
abstracciones del sujeto, a la vida útil de investigador que poseen los hombres y a su
contexto histórico. Es decir, ha sido excesiva la crítica contra Comte, por enunciar el
carácter limitado del conocimiento humano, cuando, por el contrario, en esta materia,
se aproximó, en gran medida, a la realidad objetiva, O sea, el conocimiento humano no
es absolutamente ilimitado, sino limitado, pero no la convierte en incognoscible y que es
algo que Comte no parece haber afirmado en forma alguna, teniendo arraigadas
convicciones científicas, contrarias a la teología y a la metafísica. Su positivismo es,
realidad, materialismo enmascarado.

Por lo tanto, al observar algún estereotipo de positivismo, fundado en rasgos como


idealismo subjetivo, idealismo subjetivo enmascarado, agnosticismo e, incluso,
idealismo objetivo, es evidente que se encuentran en Comte con un carácter muy
limitado y secundario, debido a su vocación científica y empirista. Así, de haber vivido
más tiempo, hubiera indicado que afirmar solo por la vía de la abstracción que el
universo es creación o no es obra de Dios no prueba nada, pues en el descubrimiento
de cuerpos celestes en formación y en desintegración no puede observarse
empíricamente la mano divina de la creación. Es decir, este descubrimiento le hubiera
causado simpatía, por la confirmación de su ley de los tres estadios y de su doctrina
empirista.

Para evitar la excesiva e innecesaria intransigencia, que se convirtió en el marxismo en


fuente de limitaciones teóricas, recomendamos leer el capítulo III del libro “La Filosofía
Positivista” de Leszek Kolakowski, que es de pequeña extensión y que con todas
nuestras divergencias hacia él lo consideramos elaborado dentro de los límites del
marxismo, pero muy ajeno a otras interpretaciones “marxistas” del positivismo.

En cuanto a un supuesto carácter conservador de la doctrina comtiana, hay que


evaluar que su desechar de prejuicios no está motivado en Comte por el fin de ocultar
la problemática social, sino por el fin de estudiarla científicamente, a pesar de que su
empirismo le condujo a la metafísica de aceptar la existencia de problemas sociales
incurables, pero si sus relatos no son de un revolucionario y llegan a ser metafísicos, no
son de un conservador, menos de un liberal. Según Jean Touchard, para Comte el
97
individuo es una abstracción y, por ello, hay que luchar en contra del individualismo
liberal. Además conforme a la imagen que forja de la nueva sociedad, su teoría es
elitista y, en ella, no reconoce a los individuos otro derecho que el de cumplir con su
deber, lo cual, según Jean Touchard, permitió a J. Stuart Mill (1806-1873) escribir que
el positivismo era un completo despotismo espiritual y temporal.

Sin embargo, sin Hegel y, sobre todo, sin Feuerbach, el materialismo de Comte anticipa
al de Marx, aunque no deja de contener una dialéctica de la auto evolución del espíritu,
pues ya en 1822 pudo exponer su ley de los tres estadios, así: “Cada rama del
conocimiento, por la naturaleza misma del espíritu humano, está necesariamente sujeta
a pasar por tres estados teóricos diferentes: el estado teológico; el estado metafísico o
abstracto; por último, el estado científico o positivo”. A pesar de ello, también para
Comte fue difícil escapar de la metafísica, pero si el espíritu es una forma de desarrollo
en su teoría, no deja en ella de ser efecto, a su vez, de la vida social, lo cual es una
dialéctica muy simple, pero verdadera.

O sea, Comte no trató de ser un revolucionario, pero trató de ser un científico y, por ello,
su genio tiene un espacio en la historia de la ciencia política y muchos de los elementos
de su pensamiento han sido objeto de atención y preocupación hasta nuestra época, de
tal forma que el saint – simonismo solo fue el elemento de inspiración del positivismo
contiene, pero carece de influjo directo sobre el pensamiento burgués contemporáneo
de nuestra época, que no puede negarse a Comte.

B. Alexis de Tocqueville (1804 – 1859)

Autor francés, contemporáneo y compatriota de Comte, contribuye a la difusión de las


ideas democráticas en Europa, pero heredero de una tradición aristocrática y
terrateniente, según Jean Touchard, en una nota íntima, encontrada por J.P. Mayer,
dirá: “Tengo una inclinación racional por las instituciones democráticas, pero soy
aristócrata por instinto y temo a la multitud. Amo con pasión la libertad, la legalidad, el
respeto de los derechos, pero no la democracia. Este es el fondo del hombre”.

Jean Touchard observa que los liberales alcanzan el poder en Francia y evaluando esta
conquista del poder político por la burguesía cita a Tocqueville: “La clase media,
dueña de todo, como nunca lo fue, y como tal vez nunca lo será ninguna aristocracia,
convertida en Gobierno, tomó un aire de empresa privada”. Marx también empleó, con
alguna frecuencia, el término clase media para referirse a la burguesía, debido a los
procesos de transición que se efectuaban en Europa, pero es evidente que las
manifestaciones actuales del liberalismo no son nuevas y es evidente que el
liberalismo, como tendencia burguesa, no renuncia, de manera absoluta, a la
intervención estatal, aunque sea anarquista en gran medida.

98
Para Tocqueville, la sociedad evoluciona necesariamente hacia la igualdad, o sea, a la
democracia y esta evolución lo atemoriza, pero le parece ilusorio oponerse a ella, por lo
cual su mayor preocupación reside en evitar que la democracia caiga en anarquía y
despotismo, lo que debiéramos entender que llegue, incluso, a un socialismo absoluto.

Según Maurice Duverger, la obra de Tocqueville, “De la Democracia en América” (1835-


1840) marca una nueva etapa en la historia de la ciencia política y explica en forma muy
clara esta apreciación, que resumimos de la siguiente forma: “Antes de Tocqueville la
observación de los hechos era casi únicamente te libresca. El inicia la observación
directa de los hechos, aplicando la técnica de la entrevista, al realizar sus
investigaciones. En ella formula lo que hoy podemos denominar hipótesis de trabajo y
se preocupa de verificar los hechos observados. Es decir, inicia una observación
sistemática de los hechos”.

Por lo tanto, con respecto a Comte no puede negarse un desarrollo del método de la
observación y una menor inclinación hacia la especulación filosófica, que manifiesta el
carácter triunfante del positivismo en el mundo académico. Sin embargo, la postura
apologética que, desde la actualidad, adopta Maurice Duverger, hacia la obra de
Tocqueville, muestra el carácter predominantemente ahistórico, empirista y subjetivo,
que orienta a los análisis sociológicos de la teoría burguesa, desde el siglo XIX hasta la
fecha. Tal empirismo es positivismo en dicha teoría y en nuestra época alguna obra ha
llegado a alcanzar el título de “La política en la época científica”, con lo cual estaría
prácticamente “realizada” la utopía comtiana del estado positivo, pero, por razones de
orden político, en el positivismo posterior a Comte frecuentemente se ha omitido
explicitar la necesidad de superar el pensamiento .teológico y metafísico, lo que, desde
luego, tiene gran dosis de positivismo metodológico.

En todo caso, las décadas de 1840 y 1850 marcan el inicio del triunfo del positivismo
en los análisis sociológicos, sosteniendo Jean Touchard que Spencer afirma el
liberalismo en nombre de la ciencia y Marx sustituye al socialismo utópico. Leszek
Kolakowski, en relación al positivismo triunfante, efectúa un análisis similar al de Jean
Touchard y es evidente que los socialistas utópicos y Comte, a pesar de su utopismo,
contribuyeron a forjar la necesidad de contar con una disciplina científica para el
estudio de la vida social y realizaron valiosos aportes para la existencia de esta
disciplina.

Así, desde una perspectiva socialista, el “positivismo” del marxismo hizo realidad el
ideal de Comte de una ciencia de las sociedades, a través del Materialismo Histórico, y
entre los elementos que tiene de positivismo se encuentran el uso del método empírico
o método de la observación y el fin de descubrir leyes objetivas, pero, realmente, no
es positivismo y se opone a él por su carácter socialista y porque privilegia el método de
la abstracción para el análisis de los fenómenos sociales y a través de la cual superó
las limitaciones científicas de la filosofía comtiana. Sin embargo, no puede negarse que
99
Marx pasa por una primera etapa de materialismo filosófico muy agudo, en que
muestra gran desdén hacia la especulación filosófica y en que estaba, por lo tanto,
apegado a una apreciación filosófica y metodológica similar a la comtiana.

En cambio, el liberalismo económico, no obstante que tiene antecedentes en el


mercantilismo, desde la época del Renacimiento, y se constituye a partir del
pensamiento fisiócrata, pudo perfectamente llegar a adoptar la metodología comtiana y,
por su carácter burgués, o sea, anti – socialista, adoptar así los elementos esenciales
del positivismo y sin que para el efecto inicialmente existiera necesariamente el influjo
de Comte. Así, la doctrina de Alexis de Tocqueville no parece comtismo, pero reúne
los dos elementos esenciales del positivismo, a causa de la aceptación de la
democracia burguesa.

4.2 Nacimiento del Marxismo (sus fuentes y sus aportes)

Para analizar su nacimiento, debemos partir de su definición: El marxismo es un


movimiento político e ideológico, que contiene un sistema de conocimientos científicos
en desarrollo, que constituye la concepción del mundo de la clase obrera y cuyos
fundadores fueron K. Marx y .F. Engels, a mediados del siglo XIX. Así, para Lenin sólo
es marxista quien acepta la Dictadura del Proletariado, o sea, el Estado o aparato de
Estado que a nivel nacional e internacional defiende los intereses de la clase obrera.
Así, no es exagerado lo apuntado acerca del marxismo, que a pesar de los “fracasos”
en la construcción del socialismo, sigue contando con prestigio intelectual en el mundo
académico y político, por su postura científica y humanista. Sin embargo, a pesar de su
naturaleza, el marxismo no llegó evidentemente a tener suficiente consenso obrero en
el planeta y su dogmatismo politizó en exceso a la ciencia, subestimó la debilidad
subjetiva de la clase obrera, subestimó la fuerza de la clase dominante capitalista y
adoptó formas muy violentas de promoción del socialismo y la construcción del
socialismo se hizo también una tarea muy violenta, que acumuló demasiados fracasos:
guerra de comunismo de guerra, N.E.P. (reconstrucción, cuyo inicio, en 1921, parte
con y por millones de muertos de hambre en ese año), guerra contra la pequeña y
mediana propiedad, segunda guerra mundial, reconstrucción, caída de las tasas de
crecimiento económico, aumento de la lucha anti – humana por la apropiación de
riqueza social, derrocamiento del partido comunista y de la forma de socialismo
adoptada.

El marxismo, como concepción del mundo de la clase obrera, surge en la cuarta década
del siglo XIX y tiene tres causas principales:

a) No puede aparecer sin la presencia de la clase obrera y sin que ésta se manifieste
agudamente, tratando de realizar sus intereses de clase.
100
b) No puede surgir sin el avance de la filosofía, de las ciencias y, por ello, Lenin
señala que el marxismo “es el legítimo heredero de todo lo mejor que creó la
humanidad en el siglo XIX: la filosofía clásica alemana, la economía política clásica
inglesa y el socialismo utópico francés, que son las tres fuentes del marxismo”.

d) Finalmente, el marxismo no podía surgir sin un método adecuado de conocimiento


científico, que, entre otros aspectos, consiste en el análisis crítico del pensamiento
humano, o sea, cotejándolo con la realidad económico – social.

Por lo tanto, en función de su método y de sus fuentes, el marxismo es el resultado de


una reelaboración de la filosofía clásica alemana, la economía política clásica inglesa y
el socialismo utópico francés.

Marx, refiriéndose a la crítica valiosa de la economía, realizada por pocos autores


alemanes (Weitling, Hess y Engels), indica que “tiene que agradecer su verdadera
fundamentación a los descubrimientos de Feuerbach” y agrega “cuanto menos ruidoso,
tanto más seguro, amplio y permanente es el efecto de los escritos feuerbachianos, los
únicos, desde La Lógica y La Fenomenología de Hegel, en los que se contenga una
revolución teórica real”, por lo cual en el Prólogo de los Manuscritos de 1844 también
indica: “He considerado indispensable el capítulo final del presente escrito, la discusión
de la dialéctica hegeliana en general, pues tal trabajo no ha sido realizado, lo cual
constituye una falta de sinceridad”. Poco antes, en dicho Prólogo, había indicado: “Mis
resultados han sido alcanzados mediante un análisis totalmente empírico, fundado en el
estudio crítico de la economía política” También indica: “Es obvio que, además de los
socialistas franceses e ingleses, también he utilizado los trabajos de los socialistas
alemanes”.

Por lo tanto, es evidente que las tres fuentes del marxismo, según el propio Marx, son
la filosofía clásica alemana, la economía política clásica (inglesa y francesa) y el
socialismo utópico (francés, inglés y alemán). Así, es evidente que la síntesis de Lenin
parece tratar de privilegiar lo mejor o más valioso de las tres fuentes, pues es obvio que
más desarrollada es la economía política clásica inglesa que la francesa y que el
fundador del socialismo científico antepone, en materia de socialismo utópico, a los
franceses. Sin embargo, “es obvio” que, al menos inicialmente, el mayor influjo inicial
proviene de los autores alemanes, principalmente en materia de socialismo, pues
Weitling, Hess y Engels son socialistas, mientras Feuerbach es un pensador
materialista.

Sobre las fuentes del marxismo, Erick Mölnar, en su obra “Las Fuentes Ideológicas del
Materialismo Histórico”, indica que de uno u otro modo se derivan del movimiento
intelectual, de origen francés, que se conoce con el nombre de Ilustración, ya que la
economía política clásica inglesa desarrolló las enseñanzas de los fisiócratas
101
franceses, el socialismo utópico crítica a la filosofía de la Ilustración, desde posiciones
de izquierda (por ejemplo, los efectos limitados de la violencia para resolver los
problemas sociales) y la filosofía alemana (por ejemplo, Hegel propugnaba por la
evolución lenta del capitalismo en la sociedad alemana).

Es necesario apreciar dos cambios cualitativos en el desarrollo de Marx: el paso a


materialista y comunista y el paso a privilegiar el método de la abstracción. En relación
al primero, es de tener en cuenta que, conforme observa Jean Touchard, todavía en
1842, Marx declara que el comunismo, permanece en Alemania en el campo de la
especulación y que el peligro no reside tanto en la tentativa de poner en práctica el
comunismo (que puede ser destruido por el cañón) como en la seducción que las
ideas comunistas ejerzan sobre las almas y las conciencias. Es decir, todavía en 1842,
era anticomunista e idealista y el cambio cualitativo se realiza de 1843 a 1844, a través
de la “Crítica a la Filosofía del Estado de Hegel”. El autor alemán que más influye,
para ello, en su pensamiento es Feuerbach, pero es evidente que también su propio
trabajo y el influjo previo de los pensadores socialistas alemanes, según lo indicado.

Su segundo cambio cualitativo también es de primera importancia para el desarrollo de


la ciencia política y de todas las ciencias sociales, pero, según lo indicado, todavía en
los Manuscritos de 1844 escribe, con orgullo, que ha empleado el método empírico
para realizar sus investigaciones. Es la época del positivismo triunfante, muy visible en
Marx también en sus “Tesis sobre Feuerbach” (1845) y que sitúan sus investigaciones
a través de un materialismo filosófico muy agudo, pero, por su objetivo político, el
estudio de la vida social lo orienta hacia un progresivo abandono de tal positivismo, que
le lleva a proclamar en “El Capital” el privilegio de la abstracción para el estudio de los
fenómenos sociales, de tal forma que el cambio fundamental se produjo en Marx de
1957 a l958, o sea, durante el período de redacción de los “Grundrisse”, destinados a
preparar la elaboración de la “Crítica de la Economía Política” y “El Capital” y que
contiene su trabajo sobre “Formaciones Económicas Precapitalistas”, que implicaron
necesariamente privilegiar el análisis macro sociológico de la vida social y, por lo tanto,
privilegiar la abstracción para estudiarla y de tal forma que dichos “Grundrisse” van a
contener su teoría acerca del método de la economía política, en correspondencia con
tal análisis.

A. La Filosofía Clásica Alemana

La filosofía clásica alemana es la filosofía burguesa que en el siglo XIX alcanzó su


mayor desarrollo en Alemania y cuyos autores mas destacados fueron G. W. F. Hegel y
Ludwig Feuerbach.

Una de las causas que la filosofía burguesa haya alcanzado su máximo desarrollo en
Alemania radicó en la debilidad de la burguesía alemana, ya que se encontraba muy
102
subordinada a los señores feudales, porque eran los principales compradores de sus
productos, a causa del escaso poder adquisitivo de la masa de campesinos y obreros,
por falta de desarrollo del capitalismo. O sea, la burguesía alemana era débil
económicamente y, por lo tanto, también políticamente, de tal forma que la unidad y
desarrollo de Alemania se fundaba en la fuerza de la monarquía feudal y todo esto
condujo al espíritu alemán a una abundante teorización filosófica sobre el desarrollo de
la sociedad alemana, que su burguesía no podía resolver en forma práctica, mediante
la revolución. A consecuencia de esta teorización filosófica y falta de práctica
revolucionaria, Marx caracterizó irónicamente a la filosofía clásica alemana, diciendo
que era la “teoría alemana de la revolución francesa”. Sin embargo la filosofía clásica
alemana, como reacción, a favor o en contra de la filosofía de la Ilustración, alcanza un
desarrollo dialéctico, que Marx llega a apreciar explícitamente.

 Georg Wilhem F. Hegel (1770-1831)

Todo lo que Marx indicaba deber a Hegel en los Manuscritos de 1844 se limita a tres
aspectos:

a) La idea de que el hombre no es un producto pasivo de la naturaleza, sino que el


hombre es su propio creador, producto de su propio trabajo.

b) La idea de la enajenación.

c) La idea de las leyes del desarrollo.

Estos aportes no provienen del materialismo, sino del idealismo objetivo y es necesario
tener en cuenta que estas ideas tomadas de la filosofía de Hegel son consideradas por
Marx como una “revolución teórica real”. Sin embargo, no parece que Marx haya
podido explicar el significado de tal revolución, pero en su crítica al materialismo pre
dialéctico de Feuerbach podemos “descubrir” el significado de esa revolución.

En Hegel la conciencia humana no es una capacidad dada por Dios o por la naturaleza
al hombre, ni una simple copia o reflejo del mundo natural o social del hombre, sino el
espíritu tiene una evolución y gracias a esa evolución se modifica el medio natural y
social del hombre. O sea, la modificación del medio natural o social del hombre no es
otra cosa que la evolución del espíritu. Desde luego, en Hegel esa evolución es sólo
una evolución o desarrollo del espíritu y su filosofía consiste en un idealismo absoluto y
radical, en que todo es evolución del espíritu, de tal forma que para Hegel todo lo real
es racional y cuando deja de ser racional, o sea, necesario entonces deja de ser real.
Así, lo real y lo racional se encuentran absolutamente identificados en la filosofía
hegeliana.
103
Pero, en su historia, unos pueblos vencen a otros y los vencedores son, a su vez,
vencidos por otros pueblos, de tal manera que llega a formarse un espíritu universal y la
conciencia de cada hombre llega a formar parte de ese espíritu universal, que tiene la
capacidad de evolucionar y más exactamente de auto evolucionar, por lo cual Hegel,
con este idealismo evolutivo o dialéctico es uno de los principales representantes del
idealismo objetivo, en la historia de la filosofía. Sin embargo, la dialéctica de la
filosofía hegeliana y la revolución que conlleva no se limita a estas apreciaciones y
descubre tres leyes lógicas opuestas a la lógica formal, descubre los principios
relativos a las leyes de la dialéctica que contiene la filosofía marxista (la ley de la unidad
y lucha de contrarios, la ley de la negación de la negación y la ley del paso de los
cambios cuantitativos a cualitativos) y descubre que el desarrollo del pensamiento
humano se realiza por medio de antinomias sucesivas, de tesis, antitesis y síntesis.
Así, cada síntesis origina una nueva antitesis y una nueva síntesis. O sea, la dialéctica
hegeliana se encuentra lógicamente construida y resulta falta de reconocimiento
negarle méritos a la filosofía hegeliana, excluyendo, desde luego, su carácter idealista
(teocrático y metafísico).

Idealistas objetivos son los pensadores que consideran que todo lo que existe es
creado por un espíritu, idea o conjunto de ideas. A este espíritu, idea o conjunto de
ideas, por “apreciarse” fuera de la conciencia de cada hombre, se le denomina en la
teoría filosófica “conciencia objetiva”. Como ya analizamos anteriormente, en Platón
esa conciencia objetiva era el mundo de las ideas, en la religión es Dios y en Hegel es
la idea, espíritu absoluto o Dios, como él le llama algunas veces.

El idealismo objetivo de Hegel consiste en que, para él, antes del aparecimiento del
mundo, existe una idea absoluta que tiene la propiedad de transformarse y adquirir un
cuerpo en la naturaleza, dando origen a todos los objetos y fenómenos naturales. En
una etapa posterior, esta idea absoluta evoluciona y, a través de la naturaleza, tiene la
propiedad de producir la sociedad humana, cuya historia, por lo tanto, sería una
evolución más de la idea absoluta, que también tiene la capacidad de conocer su
propia evolución, cuando el hombre descubre que la naturaleza del mundo es
esencialmente espiritual y que él es un efecto de la evolución de la idea absoluta, o sea,
de Dios.

Así, el idealismo hegeliano es panlogista, o sea, sostiene que existe una igualdad entre
ser y conciencia, pero, se trata, además, de un panlogismo teológico, porque ese ser y
esa conciencia es Dios, pero un Dios que sólo se autodescubre, según Hegel, cuando
el hombre descubre la esencia espiritual del mundo, o sea, cuando descubre que es
parte integrante de ella y, por lo tanto, se trata de un Dios que sólo se autodescubre,
cuando el hombre llega a descubrir que es parte integrante de él.

En conclusión, Hegel, como los demás filósofos alemanes importantes que le


104
precedieron (Kant, entre ellos), está fuertemente influido por la religión y por el
idealismo. Ahora, no es difícil advertir de que si partimos de que en lugar de la
existencia inicial de une idea absoluta tenemos materia absoluta, lo que evoluciona es
la materia y que, en consecuencia, el espíritu sólo es una propiedad de la materia, o
sea, la síntesis hegeliana conduce a una antítesis de carácter materialista, que
adoptaron Feuerbach y otros materialistas premarxistas y a la síntesis dialéctico –
materialista, adoptada por el marxismo.

La antítesis de tal síntesis reside en que dicha síntesis ha llegado en forma escasa y
deformada a la clase obrera, o sea, en que se subaprecia el papel de la ideología en el
desarrollo social, por privilegiar las formas más agudas de expresión obrera, con lo cual
se subapreciaron varias ideas de plena madurez existentes en Marx, por sus ideas de
militancia materialista y promoción del materialismo.

Por lo tanto, con relación a su primer aporte, Hegel solo reconoce el trabajo como
actividad espiritual. Con relación a su segundo aporte, debemos tener en cuenta que la
palabra “enajenación” literalmente significa “en ajeno”. Por ello, en el marxismo es el
acto mediante el cual el hombre atribuye o cede a una potencia ajena lo que es su
propia obra, a consecuencia, entre otras causas, de una falsa conciencia que, por ello,
es un hecho fundamental del proceso de enajenación.

Hay, en la actualidad, varias formas de enajenación y casi todas ellas son importantes.
La enajenación religiosa consiste en atribuir a Dios las obras, buenas o malas, de los
hombres. Entre las enajenaciones de tipo económico destaca la enajenación del
trabajo, a través de la venta de la fuerza de trabajo, y lo que tiene por efecto que la obra
creada quede ajena a su productor.

No obstante que las religiones han desarrollado tendencias humanitarias, en favor del
ser humano, una de las formas más importantes de enajenación es la religión, en la
cual el hombre atribuye a Dios las obras y aspiraciones de los hombres. Así, el hombre
quiere ser poderoso, entonces crea un Dios omnipotente; quiere ser perfecto,
entonces crea un Dios perfecto, etc. El descubrimiento de esta forma de enajenación
es de Feuerbach, quien, mediante análisis critico, descubre que la filosofía hegeliana es
una explicación y justificación filosófica, no cristiana, de la religión, con lo cual pone fin
a toda a toda forma de idealismo objetivo en el pensamiento científico.

En la filosofía de Hegel, el problema de la enajenación, no tiene el significado


descubierto por Febuerbach y que permitió a Marx la adopción de una filosofía
materialista, pero de carácter dialéctico, por el influjo que también recibió de Hegel.

El problema de la enajenación en Hegel es el hecho transitorio que el espíritu no puede


reconocer su naturaleza espiritual, debido a materialidad comportamiento que ha
105
adoptado, pero esa enajenación queda suprimida, cuando el hombre descubre la
esencia espiritual del mundo y que es parte integrante de Dios, sin que, por lo tanto, tal
cambio de conciencia requiera cambio fundamental en las relaciones de producción.
Así, no obstante que Hegel percibe la existencia de otras formas de enajenación,
realiza una inversión del problema de la enajenación.

Sin embargo, para él, la superación de tal enajenación abarcaría una liberación de la
totalidad de la especie humana, a través de la vida social (Estado) y del desarrollo del
espíritu universal, con lo cual su filosofía no deja de contener también un humanismo
teológico, que debía conducir a desarrollar la felicidad terrenal que había posibilitado
la superación de la edad media, o sea, la superación de la arbitrariedad de la Iglesia
Católica. Pero la Revolución Francesa no pudo llegar a tener el efecto liberador que
deseaba y las desdichas que causó lo llevan a considerar que lo trágico (el dolor)
“debe aceptarse como ley del mundo” y que en el universo existe la contradicción
necesaria o inevitable entre dolor y felicidad, pues la segunda sólo es para él (como en
el cristianismo), la superación del dolor y la desdicha. Se reconcilió así con la religión,
pero nunca abandono su panlogismo teológico. O sea, el Dios de Hegel no es, como
en Platón o los cristianos, un ser perfecto y dado, sino en desarrollo, a través del
hombre.

Hegel percibió que el hombre se ve obligado a enajenarse en el trabajo, porque, para


él, las necesidades van siempre adelante de la producción y esta, aunque no eterna,
sería, al menos, una forma transitoria de enajenación, pues se ha observado una
tendencia hacia la reducción de la jornada de trabajo, que Hegel desconoció. Por el
contrario, la reelaboración de la crítica marxista, busca a través del socialismo o
comunismo, la superación de todas las formas de enajenación, con fundamento en el
desarrollo de la vida económica de la sociedad.

Con relación a su tercer aporte, o sea, la idea de las leyes del desarrollo, una parte del
marxismo ha considerado a Hegel el descubridor de las leyes de la dialéctica, mientras
Marx indicó que se trataba de la idea acerca de ellas. El marxismo ha observado que
Hegel las descubrió como principios, o sea, como cualidades de la realidad universal y,
con ello, no ha existido diferencia esencial a su uso en el enfoque general del
marxismo. Sin embargo, mientras Hegel resuelve que el espíritu antecede a la materia
y Comte deja sin solución este problema, aunque para él la solución de Hegel no sería
solución, este problema se resuelve por la vía lógica y empírica el mundo que
observamos no es creación de Dios y, por lo tanto, tampoco existencia de Dios.

El marxismo ha insistido en que las ideas que Marx y Engels tomaron de Hegel y que
tras despojarlas del idealismo le sirvieron para formar el Materialismo Histórico y
Dialéctico no fue una simple incorporación de las leyes de la dialéctica a una
concepción materialista, sino que Marx las puso de pie, lo que debiéramos interpretar
que esas leyes operan como consecuencia del cambio de la materia y no como efecto
106
del desarrollo del espíritu o idea absoluta, lo que no fue solo el paso del idealismo al
materialismo, sino el paso de la especulación metafísica a la ciencia, por lo cual la
condena de la especulación por el positivismo tenía un objetivo científico.

La especulación, según R. Juárez, es la actitud del espíritu, mediante la cual, un


filósofo o pensador, trata de adaptar el mundo a sus conceptos, en lugar de adaptar
sus conceptos a la realidad del mundo. Por lo tanto, R. Juárez, se está refiriendo a
dicha especulación metafísica y, en estos límites, la especulación filosófica de Hegel
proviene del influjo idealista que posee y consiste en su interpretación idealista. Así,
según Hegel, el desarrollo social y real de los hombres es un desarrollo racional, pero,
a pesar de toda la evolución que pueda tener ella, termina en la sociedad burguesa,
en la que era privilegiado o relativamente privilegiado, por su calidad de catedrático
universitario y de funcionario del Estado feudal alemán.

Asimismo, la filosofía especulativa de Hegel está causada por la situación


semicapitalista de Alemania, que le conduce a simpatizar con un desarrollo lento del
capitalismo y considerando que el aplastamiento de millones de hombres es una
contradicción que pertenece a toda sociedad humana no tomó partido en favor de la
clase obrera. Sin embargo, no considera al Estado semifeudal de Alemania ni a la
sociedad burguesa que conoció como las formas más desarrolladas y últimas de vida
social, sólo deja sin efecto la dialéctica correspondiente a la evolución del espíritu
universal, considerando que la existencia de las clases, de la pobreza y de la riqueza
son fenómenos propios de la naturaleza del hombre.

 Ludwing Feuerbach (1804-1872)

Los aportes de Feuerbach al marxismo son, al menos, resumidamente, dos:

a) El principio fundamental de toda filosofía materialista, según el cual lo primario es la


materia y lo derivado o derivado es el espíritu.

b) La crítica a la teoría de la enajenación en Hegel, que es la causa del primer aporte


y con la cual, como ya se indicó, Feuerbach pone fin a toda forma de idealismo
objetivo en el pensamiento científico.

Su primer aporte no significa, desde luego, que Feuerbach sea el único filósofo
materialista premarxista, sino que fue su teoría la que permitió a Marx adoptar una
filosofía materialista.

Feuerbach formula el principio fundamental de toda filosofía materialista así: “El


hombre no se distingue del animal únicamente por el pensar. Antes bien su ser total se
distingue del animal. Desde luego, quien no piensa no es hombre, pero no porque el
107
pensar sea causa del ser, sino únicamente porque el pensar es una consecuencia y
una propiedad necesaria del ser humano” (Principios de la Filosofía del Espíritu). O
sea, es bien claro en la filosofía de Feuerbach que la conciencia es una propiedad de la
materia humana, nacida de la transformación de la naturaleza (Hegel). Esta posición
doctrinal, en un neohegeliano de izquierda, como Feuerbach, esta causada por la
situación política de Alemania, que lo obligó a luchar contra el idealismo hegeliano, que,
a pesar de su carácter opresivo, presentaba al Estado alemán como una entidad
racional, o sea, necesaria para el bienestar y la convivencia germana.

Sin embargo, es difícil apreciar no sólo a Feuerbach sino también a Marx por las
apreciaciones de Marx como militante inicial del materialismo y del comunismo, pues
están cargadas de exceso de materialismo y de comunismo, para apreciar con
exactitud la filosofía de Feuerbach. Este es el caso de las siguientes expresiones:

a) “Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo de distintas maneras; se
trata de transformarlo”

b) “En la medida en que es materialista no aparece en él la historia y en la medida en


que toma en consideración la historia no es materialista”.

Ciertamente, en las “Tesis sobre Feuerbach”, Marx demuestra la existencia en


Feuerbach de un idealismo, por sobre – estimación de la conciencia (en tanto
Feuerbach sólo ve dos etapas en la historia humana: una religiosa y una no religiosa)
y ella sería una muestra real y, suficientemente representativa de idealismo en el
materialismo premarxista, pero si tenemos en cuenta la caracterización, anteriormente
descrita, que Feuerbach realiza del ser humano, en la cita que F. Rubio Llorente realiza
para analizar los Manuscritos de 1844, su caracterización del hombre no niega el
materialismo en la historia. Asimismo, no desvirtúa a Feuerbach ni al materialismo
premarxista considerar lo teórico, lo racional y la capacidad contemplativa del mundo
como lo autentica y exclusivamente humano, pues existe una cualitativa entre el
limitado conocimiento animal y el humano. Desvirtúan al materialismo pre – marxista
su carácter pre – dialéctico y su idealismo al estudiar la historia o vida social.

Con absoluta aproximación a la realidad, desde su militancia inicial en el materialismo,


apreciaba a la práctica como criterio de verdad y no se equivocó al llegar a observarla
unida a la teoría (Tesis de Feuerbach), pero no parece que Feuerbach la subestimara
en forma alguna, más que en el hecho de no adoptar una práctica revolucionaria, ni
siquiera burguesa, pues Feuerbach se encontraba en los límites del socialismo utópico.
Esta “subestimación”, intolerable para Marx, era de carácter político, pero no contenía
error filosófico. Marx, por el contrario, se encontraba enajenado en la realización de
revoluciones de toda clase, tan sólo porque el socialismo no se había extendido y
desarrollado de manera suficiente. Sin embargo, Marx, a pesar de su “juventud” y en el
camino de la ciencia no se equivocó al considerar, desde esa época, que el proceso
108
subjetivo del conocimiento también forma parte de la realidad objetiva, pero sólo a partir
del privilegio de la abstracción para el estudio de los fenómenos sociales pudo superar
el empirismo pre – marxista y filosófico, gracias a un empirismo sociológico.

En todo caso, si el “joven” Marx encuentra defectos en el materialismo de Feuerbach,


es evidente que el mas valioso aporte de Feuerbach al marxismo no será su
materialismo pre – dialéctico o escasamente dialéctico, sino propiamente la crítica que
realiza en él a la filosofía hegeliana, a través del análisis del proceso de enajenación, R.
Juárez describe esa crítica, aproximadamente, en los siguientes términos: “Feuerbach
define que la enajenación consiste en que el hombre transforma lo subjetivo (lo que
solo existe en su pensamiento o imaginación) en algo fuera de su pensamiento o
imaginación. Así, para Feuerbach, los cristianos arrancan del cuerpo del hombre el
espíritu, el alma, y hacen de ese espíritu arrancado su Dios, agregando que deducir de
Dios la naturaleza equivale a derivar el original de la imagen, de la copla (Dios). En
Hegel, dice Feuerbach, el hombre es una enajenación o creación de Dios y hay que
invertir la fórmula: Dios es una enajenación o creación del hombre, el ideal que el
género humano proyecta mas allá de si mismo”

Según F. Rubio LLorente, Marx coincide con Feuerbach en que la naturaleza humana
ha sido corrompida y en la necesidad de restaurarla, pero para Feuerbach es
únicamente una tarea de pensamiento y amor, una vez se haya desenmascarado a la
religión, evidenciando que Dios no es otra cosa que una creación del género humano y
cuando el amor a Dios se sustituya por el amor al hombre, lo cual para Feuerbach “es
en verdad religión” (Principios de la filosofía del futuro). Sin embargo, tanto la
propuesta de Comte como la de Feuerbach no son, en realidad, religiones, pues los
caracteriza un materialismo ateo.

Apunta R. Juárez que el fin de Feuerbach es liberar al hombre de la región y a este


humanismo le llama comunismo, pero que se trata de un “comunismo filosófico”, que no
tiene como fin luchar por los intereses del proletariado, ni transformar la sociedad, solo
sustituir en la conciencia humana una religión por otra, que se dice materialista y atea y
que con ello “no se ha salido de la jaula hegeliana”.

Evidentemente, esa “jaula hegeliana” es el idealismo. Sin embargo, Feuerbach ya se


encontraba en los límites del socialismo utópico, o sea, actuaba en favor de la clase
obrera, sin afectar los intereses de la clase dominante. A pesar de ello, muy exacta es
la apreciación de R. Juárez, según la cual, solo Marx podrá salirse de esa jaula,
romperla, al rechazarla, trasladándose al mundo real de los hombres, de su trabajo y de
sus luchas, con lo cual logró expulsar al idealismo de su último reducto, o sea, del
campo de la historia. O sea, para Feuerbach, la naturaleza humana es idéntica a través
de los tiempos y lugares y cuando toma la diversidad de la vida social, la explica en
función de la variación de ideas, subestimando y haciendo caso omiso de las
transformaciones económicas de vida.
109
Por lo tanto, humanismo significa en Feuerbach no atribuirle a Dios lo que es obra del
hombre y comunismo sólo significa que todos los hombres deben estar liberados de la
religión. Sin embargo, aunque no reconocía al marxismo, desde 1870, militó en el
partido social-demócrata de Alemania y para él la palabra religión no tenía el sentido
despectivo que le asignan la mayoría de pensadores materialistas y como promoción
de relaciones amorosas para la armoniosa convivencia humana acepta la noción de
que religión viene de “religare”, que originariamente significaba unión, por lo cual F.
Engels comenta, en forma irónica, que para Feuerbach el amor es “el hada maravillosa
que ayuda a vencer siempre y en todas partes las dificultades de la vida práctica” y así
“volvemos a la vieja canción: amaos los unos a los otros, abrazaos sin distinción
de sexo y posición social”.

Sin embargo, no hacía falta esta ironía de Engels para el mayor precursor del
marxismo, pues como indica Ernest Mandel, al tratar “La Formación del Pensamiento
Económico de Marx”, citando a J. Plejanov, que “Si Marx comenzó la obra de la
interpretación materialista de la historia, mediante la crítica a la filosofía hegeliana del
derecho, no lo pudo hacer sino porque la crítica de la filosofía de Hegel ya había sido
hecha por Feuerbach”

Además, es evidente que ni siquiera la dialéctica marxista pudo escapar de manera


absoluta de la prisión del espíritu hegeliano, pues si bien descubrió en la clase obrera
una fuerza propulsora importante de la historia (y con ello puso al descubierto a casi
todas las formas de socialismo utópico), con el criterio de que la violencia es la partera
de la historia, de espíritu auténticamente hegeliano, no solo se adoptó un exceso de
inmoralidad sino también de utopismo, por exceso de practicismo ideológico al
promocionarla y, en consecuencia, practicarla, con efectos contraproducentes.

En efecto, Hegel pensaba que la historia de la humanidad es la historia de la lucha


entre los pueblos, que “la maldad es la forma en que toma cuerpo la fuerza propulsora
de la historia” (F. Engels), “que se dice algo mucho mas grande cuando se dice que el
hombre es malo por naturaleza”, que la maldad es una forma de enajenación de Dios
en la conducta humana y que el espíritu universal no se comporta moralmente.
Evidentemente estos hechos llevaron al marxismo a subapreciar los factores no
violentos que determinan el proceso revolucionario, a subapreciar las formas legales de
lucha de clases, a la apología de la violencia y a la promoción de formas de
materialismo metafísico, que subapreciaron el papel de las ideas en el desarrollo social,
todo lo cual polarizó, en forma muy aguda, a las fuerzas sociales, de tal forma que la
contraviolencia o violencia de los oprimidos fue replicada, en forma amplia, con el terror
y, al conquistar el poder político, también el marxismo se vio obligado a aplicarlo.

Por lo tanto no debe extrañar que Engels pudo llegar a observar la falta de efectividad
contrariamente a lo que en forma general había sido el marxismo, por ello, llegará a
110
aceptar las formas legales de lucha, pero pesó mas la indignación y el dogmatismo, de
tal forma que continuó la apología a las formas mas agudas de expresión obrera. Es
decir, no era necesario solamente aceptar y demostrar que el idealismo era falso sino
también atender sus causas y una de ellas reside en reconocer que las ideas tienen un
papel muy importante en el desarrollo social, simplemente porque el hombre es un ser
inteligente. O sea, el materialismo pre - marxista solo incurrió en idealismo (subjetivo
o no religioso), cuando sobre apreció el papel de las ideas en el desarrollo social,
mientras tanto no pudo caer en idealismo. Ciertamente, el marxismo llegó a descubrir
esta dialéctica, pero fue subapreciada, de formas muy diferentes, por lo cual resulta
muy importante distinguir las dos etapas o saltos cualitativos en el pensamiento de
Marx, que hemos podido presentar en nuestro análisis y observar que, en plena
madurez, Marx llegó, por lo menos, a pensar que la ideología es la forma mediante la
cual los hombres toman conciencia de sus conflictos sociales y luchan por resolverlos.

B. La Economía Política Clásica Inglesa

La noción de “Economía Política Clásica” es un término creado por Marx, para


identificar a los pensadores que se ocuparon de estudiar la esfera de la producción en
el capitalismo, indicando que “la verdadera ciencia de la economía moderna sólo
comienza el día que el estudio teórico pasa del proceso de circulación al de
producción”, incluyendo en la economía política clásica de pensadores como Sir William
Petty (1623-1687), los fisiócratas franceses hasta pensadores ingleses como A. Smith y
D. Ricardo.

En efecto, antes de los economistas clásicos, existían pensadores denominados


mercantilistas y estos se ocupaban principalmente de estudiar la esfera de la circulación
de mercancías y no la de su creación. Agrega Marx que la economía política clásica
inglesa “es esencialmente hija... de los grandes filósofos franceses ilustrados”, o sea
entre ellos se está refiriendo a los fisiócratas franceses del siglo XVIII, que, según Marx,
encabezados por F. Quesnay (1696-1774), “buscaban el origen de la plusvalía no ya en
el proceso de circulación de mercancías sino en el de la esfera de la producción”.

Como se trata de un desarrollo del pensamiento de los fisiócratas franceses, la


economía política clásica inglesa es la teoría económica clásica que alcanzó su máximo
desarrollo en las doctrinas de Adam Smith (1723-1790) y David Ricardo (1772-1832),
quienes sentaron las bases científicas de la teoría del valor – trabajo, de la plusvalía y
del capital, que resumidamente constituyen sus aportes al marxismo, aun cuando no
parece que Marx haya podido precisarlos, por necesidades de lucha política,
generalmente teórica. Así, no es de extrañar que estas categorías sean esencialmente
económicas y sean fundamentales para el análisis del capitalismo y del socialismo.

O sea, Marx posiblemente nos haría un detalle mas analítico de estos pensadores en
111
su teoría y que llegaron a ser de constante atención en sus estudios, principalmente a
partir de 1851, pero nos interesa atenderlos en sus aspectos mas conocidos, o sea,
sobresalientes y que, en realidad, son esenciales para apreciar su aporte y
diferenciarlos de Marx.

Adam Smith ya no considera que la riqueza del hombre sea solo un don de la
naturaleza (como los mercantilistas y los fisiócratas), sino es, para él, resultado del
trabajo humano y descubre la plusvalía no sólo en la agricultura (como los fisiócratas),
sino también en la industria, donde el obrero produzca más valor del que representa su
salario. Plantea así las sólidas bases de la teoría de la plusvalía y la vincula a su teoría
de las clases sociales, que elaboró partiendo de su teoría de la distribución de la renta
nacional: los obreros por recibir un salario constituyen una clase; los capitalistas, por
recibir su beneficio, constituyen otra clase y los propietarios agrícolas constituyen otra
clase, por percibir la renta de la tierra.

Adam Smith, descubre así, según Marx, las tres grandes clases de la sociedad
burguesa. O sea, es evidente que Marx simpatiza con este análisis de Adam Smith, por
descubrir el origen económico de las clases sociales y es evidente que no se preocupa
de emplear análisis crítico porque el pequeño campesino y el asalariado agrícola se
pueden contar dentro de la clase obrera. Pero, en Adam Smith, las relaciones de clase
no son relaciones de explotación, ni reconoce antagonismo entre ellas. A su modo de
ver, las clases se complementan en el proceso social de producción: el salario es la
remuneración al obrero por proporcionar su trabajo, la renta de la tierra es el pago al
terrateniente por proporcionar la productividad natural de su tierra y la ganancia es el
pago al capitalista por aportar su capital. Para Marx, en cambio, la plusvalía es un
efecto de prolongar la jornada de trabajo más allá del tiempo en que el obrero
reproduce el valor de su fuerza de trabajo.

David Ricardo superó la teoría de Adam Smith, desarrollando su teoría sobre las clases
sociales, al considerar que a un nivel dado del producto social global, el salario y la
ganancia, así como la ganancia y la renta, de la tierra, son magnitudes opuestas, con
lo cual descubrió la base económica del antagonismo entre las clases, pero tampoco
reconoció relaciones de explotación, en tanto, según Ricardo, el obrero recibe un
salario por su trabajo.

Así, dos errores fundamentales tiene la teoría de Adam Smith y de David Ricardo: uno
es que no diferencian trabajo de fuerza de trabajo y el otro es que no reconocen
relaciones de explotación.

Por lo tanto, el más importante de todos los aportes de los economistas clásicos al
pensamiento de Marx es su teoría del valor trabajo, ya que le permitió colocarse en una
senda predominantemente objetiva de análisis de la vida social y hacerlo en favor de
los intereses de la clase obrera.
112
Sin embargo, aun cuando el primer influjo de la economía política inglesa lo recibió
Marx por intermedio de la filosofía de Hegel, hay que tener en cuenta dos aspectos:

a) Que, conforme hemos indicado, sus Manuscritos de 1844, constituyen un análisis


“fundado en el estudio crítico de la economía política” y que en este aspecto, el
influjo de los socialistas utópicos fue fundamental para el análisis económico
realizado por Marx sobre los economistas ingleses.

b) Que, en general, a causa de la naturaleza de su teoría, los socialistas utópicos


privilegiaron el análisis económico de la vida de la sociedad, a tal punto que logran,
por intermedio de Saint-Simon y C.Fourier, periodizar, en forma muy aproximada el
desarrollo social, desde el punto de vista económico, lo que constituye un anticipo
de la teoría marxista relativa a las formaciones sociales y modos de producción.

O sea, los socialistas utópicos de la primera mitad del siglo XIX, que ejercieron gran
influjo en la formación inicial del pensamiento económico de Marx, forman parte del
desarrollo de la economía política clásica (francesa e inglesa), ejercieron influjo notable
sobre los pensadores alemanes y aun cuando siempre pudieron contar con suficiente
base científica, son los primeros en percibir la existencia de “explotación del hombre
por el hombre” , de trabajo no remunerado al obrero y la necesidad de una “nueva”
sociedad. Así, incidieron de manera notable, junto a Feuerbach, para que Marx
adoptara su militancia en el materialismo y el comunismo. En cambio, su privilegio del
método de la abstracción es todo descubrimiento propio de Marx, causado por su
trabajo de investigación sociológica, con énfasis en la economía política, y porque su
paso a la militancia en el materialismo fue una reacción contra la especulación filosófica
de Hegel y que, por lo tanto, era en Hegel, sobre todo, abstracción. Es decir, cuando se
observa que Marx no parte de los conceptos, debemos entender que adoptó una línea
empirista, y cuando se observa que, en cuanto a conceptos, al igual que Kant o Hegel,
considera que no son simples copias de la realidad, sino síntesis del trabajo teórico,
no debemos aceptar que existe un reconocimiento o reproducción por Marx de la
filosofía clásica alemana, sino la superación de sus formas de abstracción, mediante
una línea empirista que no abandonó, pero desarrollo, privilegiando el método de la
abstracción. Así, mientras la dialéctica de Hegel es una enajenación de Dios (Idea
absoluta) en el hombre para que lo reconozca como parte integrante de él y la de
Platón es el método para conocer (recordar) ideas eternas (del mundo de Dios), la
dialéctica de Marx es el movimiento o desarrollo, regido por leyes, de la realidad
objetiva y que, en plena madurez de Marx, requiere, para conocerla, como método de
análisis, a la abstracción (El Capital).

En conclusión, la reacción de Marx contra la filosofía clásica alemana lo fue solo contra
el contenido de su filosofía sino también contra su método, mientras la reacción de Marx
113
en contra del socialismo utópico no fue tanto contra sus apreciaciones e ideales
sociológicos sino, sobre todo, contra su carácter utópico y es hacia este aspecto al que
va también dirigida su crítica contra Feuerbach (Tesis sobre Feuerbach). En cambio, su
crítica hacia la economía política inglesa no socialista (A. Smith y D. Ricardo) va dirigida
principalmente contra su carácter burgués, que oculta y justifica la explotación
capitalista. Así, no debe extrañar que Adam Smith, poco antes de morir, pidiera que
quemaran sus obras.

C. El Socialismo Utópico Francés

Las obras de los grandes socialistas utópicos franceses, de principios del siglo XIX, es
decir de Saint-Simon y C. Fourier (1772-1837), representan una continuación del
socialismo utópico, contenidas en las doctrinas de la Ilustración (Meslier, Morelly y
Mably), pero, conforme a las indicaciones de Marx, relativas a la formación de su teoría,
debemos tener en cuenta , al conjunto del socialismo utópico pre – marxista y cuyos
primeros antecedentes, excluyendo a Platón (comunismo formal en la clase dominante)
son T. Moro (1478-1535) y T. Campanella (1568 - 1639), cuyas teorías son todavía de
le época del Renacimiento. En sus Manuscritos de 1844 Marx excluye referencia a
estos pensadores renacentistas, que elaboraron teorías muy incipientes acerca de la
sociedad socialista, pero descubren, desde los inicios importantes del capitalismo, los
efectos de miseria que ocasiona el desarrollo de la sociedad divida en clases sociales y
escriben, por ello, un relato de dos sociedades inexistentes: “La Utopía” de T. Moro y
“La Ciudad del Sol” de T. Campanella. Estas obras literarias son de gran valor histórico,
pero carecen de utilidad para explicar el desarrollo social. Más útil es la de Moro y más
agradable es el relato de Campanella. A pesar de ello, contienen más socialismo que
la obra de muchos autores posteriores, considerados precisamente como socialistas
utópicos, pero que no se reconocen utopistas. Así, la idea de utopismo, que desde un
comienzo vino siendo adoptada por sus propios autores dejó de ser reconocida por los
socialistas utópicos posteriores.

En todo caso, de conformidad con su indicación en el prólogo de los Manuscritos de


1844, Marx había analizado, aunque fuera limitadamente, a los grandes socialistas
utópicos de principios del siglo XIX (Saint-Simon, C. Fourier y R. Owen) y a otros
socialistas utópicos. Se enfrenta a otros socialistas posteriores, como Proudhon,
Blanqui, etc., que en gran medida también son socialistas utópicos, pero es evidente
que para la formación inicial de su pensamiento como socialista, el influjo más
importante proviene, de manera natural, de su medio social, o sea, del socialismo
alemán, formado bajo el influjo del exterior, pues al fin de cuentas los países de Europa
Occidental son muy próximos entre si y el desarrollo del capitalismo los había unificado
aun más en torno a dicho capitalismo.

No se debe a Marx el descubrimiento del carácter utópico de los pensadores


114
socialistas. Por ejemplo, Comte y otros autores habían descubierto ese utopismo en las
ideas de socialistas franceses. Asimismo, hay que tener en cuenta que resulta una
tarea demasiado difícil de definir en su conjunto al socialismo utópico partiendo de las
teorías de los pensadores socialistas, pues sus teorías y formas de utopismo son muy
diversas, de tal manera que cuando el marxismo ha pretendido varias veces definirlo
en su conjunto precisa ideas que no son válidas o absolutamente válidas para todos
los socialistas utópicos. Hay, sin embargo, en ellos una defensa de la clase obrera,
frecuentemente sin dejar en efecto a la sociedad capitalista, por lo cual precisamente
no se declaran utopistas, ni frecuentemente reconocen a la dictadura del proletariado,
como forma de desarrollo social y que ha sido rasgo fundamental de toda forma de
socialismo no proletario.

Jean Touchard escribe que el término socialismo apareció simultáneamente en Francia


e Inglaterra, entre 1830 11840, pero con un significado muy vago. Así, para Pierre
Leroux, el socialismo se opone al individualismo (1833). Para R. Owen, es un sistema
de asociaciones cooperativas y en su obra “¿Qué es el socialismo?” responde que es
“el sistema racional de la sociedad, fundado en la naturaleza”.

Para identificar a su teoría, Marx y Engels se oponen a la categoría de socialismo, por


no dejar sin efecto a la sociedad capitalista y ella es una noción válida para caracterizar
de manera general, al socialismo utópico y a todas las formas de ·socialismo no
proletario, existentes hasta la fecha, pues desde el enfoque marxista se busca una
liberación total de la clase obrera, no obstante que los métodos “marxistas” de lucha de
clase, por su exceso de violencia, han tendido también a adoptar formas de utopismo,
al menos relativas a la forma deseada de construcción del socialismo y al fracaso de
muchas revoluciones socialistas, con un carácter deliberadamente violento.

Con todo, el mayor mérito del socialismo utópico fue poner al descubierto el carácter
transitorio de la sociedad capitalista, a causa de su carácter anti-humano y muchas
lecciones para caracterizarlo, aunque no sean válidas para todos los socialistas
utópicos y, entre ellas, las más valiosas son las de Lenin, por su gran aproximación y
síntesis: “socialismo sin lucha de clases”, o sea, ''el socialismo utópico no supo señalar
una salida efectiva. No supo dilucidar la esencia de la esclavitud asalariada, bajo el
capitalismo, ni descubrir las leyes de su desarrollo, ni encontrar la fuerza capaz de
convertirse en creadora de la nueva sociedad”.

Sin embargo, tanto Saint – Simon como C. Fourier y R. Owen nunca pretendieron la
supresión de la sociedad capitalista, como tampoco se limitaron a criticarla, ni sus
críticas fueron puramente negativas, o sea, propusieron medidas concretas de reforma
social y, además, de posible aplicación en la sociedad burguesa, de tal forma que su
utopismo no reside en que se hayan realizado o puedan realizarse, sino en que no
liberan en su conjunto a la clase obrera de la explotación y de los problemas relativos a
la división de la sociedad en clases sociales.
115
Desde luego, también sus análisis incluyeron utopías efectivas, principalmente en
relación al momento histórico o estructura capitalista que tenían como dato pero
encontramos utopistas que buscaban la igualdad humana, como Pierre-Joseph
Proudhon (1809 – 1865), de clara convicción revolucionaria, pero su anarquismo
negaba al Estado y a toda forma de autoridad, por lo cual su socialismo también adoptó
carácter utópico, es decir, no encontró a la fuerza creadora de la nueva sociedad, lo
que evidentemente conllevaba en su teoría a no dejar sin efecto a la sociedad
capitalista.

Así. a pesar de la diversidad de utopismos, Marx no sólo observa un socialismo


utópico de carácter burgués sino también un socialismo utópico de carácter proletario,
pero, dentro de este último observa un socialismo que rechaza al Estado, otro que
rechaza la violencia y otro que tiene una imagen muy limitada de la sociedad socialista.
Así, no confía en el socialismo utópico, aunque éste llegue a reconocer a la clase
obrera como fuerza revolucionaria. Sin embargo, Marx no pudo llegar a esta síntesis de
su trabajo teórico, para someter a suficiente autocrítica el problema relativo a la
violencia y el problema relativo a la imagen – objetivo de construcción del socialismo,
que ciertamente pudo llegar a desarrollar, en plena madurez, a través de la “Crítica al
Programa de Gotha”, pero, aun con ella, el desarrollo resultó insuficiente. En todo caso,
no puede negarse su mérito, pero quedó limitado al descubrimiento y lucha contra el
utopismo y, con ello, dogmatizó al marxismo, en los límites de la realización de la
Dictadura del Proletariado, sin suficiente revisión de la estrategia relativa a la
construcción del socialismo.

Proudhon llegó a descubrir el dogmatismo de Marx y Marx llegó a descubrir el


anarquismo de Proudhon y con fundamento en estas dos verdades científicas no
pudieron ponerse de acuerdo entre sí, y todavía podemos encontrar dentro del
marxismo, acusaciones de “dogmático” o “anarquista”, lo cual es, evidentemente
subdesarrollo científico en el mundo académico.

A pesar de todo, la lucha teórica de Marx, contra el carácter utópico del socialismo,
convirtió al marxismo en la fuerza que pasó a representar a la clase obrera, por
miembros de su misma clase. Así, el marxismo posibilitó la continuidad del socialismo
en el socialismo proletario, pero no pudo evitar la reproducción del socialismo de
carácter burgués e, incluso, llegar a estimularlo, frente a las fuerzas más
conservadoras de la sociedad capitalista, pero, por efecto de los retrocesos y aperturas
de los países socialistas hacia el capitalismo, el socialismo burgués se derechizó más,
en forma liberal y fascista, o sea, a través de una actuación más abierta y más
acentuada, en favor de la burguesía monopolista.

Sin embargo, la causa del origen y reproducción de toda forma de socialismo,


incluyendo al socialismo utópico y al marxismo, han sido las condiciones de miseria y
116
explotación a que ha sido sometida la clase obrera, pero en la medida en que se
desarrolló el capitalismo y sus contradicciones (la clase y la lucha obrera) apareció el
marxismo, de tal manera que es connatural a la existencia de capitalismo la existencia
de socialismo como movimiento político y en la medida en que se agudizan los
problemas de la clase obrera genera condiciones fértiles para el desarrollo del
marxismo, pero la reproducción del socialismo utópico no deja de seguir siendo una
necesidad histórica, con buena, aunque limitada, voluntad.

D. Aportes de Marx al desarrollo de la teoría Política

Lenin fue uno de los primeros autores marxistas en reconocer que el marxismo no era
una obra perfecta ni acabada y ello no pudo ser apreciado en forma suficientemente
amplia, debido a la proclamación universal de ortodoxia, es decir, de dogmatismo
marxista. Además, ello no podía ser de otra forma, a causa que la teoría de Marx fue el
primer esfuerzo de formulación del marxismo y realizado a través de la lucha en contra
de apreciaciones acientíficas y anti – obreras acerca de la vida social.

En su plena madurez científica, Marx pensaba que el método de investigación debía ser
diferente al de exposición, pero frecuentemente no pudo simplificar sus análisis en favor
de la clase obrera. En estas condiciones, la elaboración de un inventario de su obra y
de sus aportes ha sido una tarea difícil de realizar, pero debe apreciarse en su
abundante obra la comprobación de la observación de F. Engels, según la cual sus
descubrimientos son muy numerosos y producto de su propio trabajo científico, que,
desde luego, no pertenece al común de los mortales, sino a un genio que se
engrandece a través de su propio trabajo.

El marxismo nos ha permitido descubrir la idea que en tanto las teorías sociales
defienden los intereses de determinada clase, sin importar su naturaleza, se convierten
en teorías políticas, a pesar de la existencia de teorías sociales específicamente
relativas a la vida política de la sociedad, por lo cual consideramos que el análisis de
sus aportes, principalmente en su caso, debe reconocerse en el plano filosófico,
metodológico, sociológico, económico y político. Así, destacamos sus siguientes
aportes:

a) Desvinculación absoluta del análisis científico a todo “fundamento” religioso.

b) Desjuridización del Estado, entendida como el hecho de mostrar que la esencia del
Estado es tener un carácter de clase, aun cuando la actividad estatal sea
esencialmente derecho (y aun cuando el propio Marx no parece haber asimilado
plenamente que la misma administración pública es derecho).

117
c) Formulación de la forma más desarrollada de humanismo (frente al humanismo
religioso, al humanismo del materialismo burgués y al humanismo del socialismo
utópico) y que busca liberar a la clase obrera de toda forma de explotación.

d) Elaboración de los fundamentos de la filosofía dialéctico – materialista.

e) Descubrimiento que el cambio económico es el motor de la historia.

f) Elaboración de los fundamentos del Materialismo Histórico.

g) Elaboración de los fundamentos de la teoría del socialismo científico o proletario, no


obstante que llegó a la convicción que el Manifiesto Comunista requería
actualización.

h) Elaboración de la síntesis más completa acerca de la evolución y desarrollo de las


sociedades humanas, a través de las categorías de formación económico – social,
modo de producción, base económica, superestructura social, fuerzas productivas y
relaciones de producción.

i) Elaboración de los fundamentos de la ciencia económica, sobre bases objetivas, a


través del desarrollo de la teoría del valor trabajo y del desarrollo de la teoría de la
explotación.

j) Descubrimiento del método dialéctico como procedimiento destinado a descubrir las


leyes que rigen el desarrollo de la realidad objetiva.

k) Descubrimiento de los fundamentos de la única metodología científica que existe


para el estudio de los fenómenos sociales, explicitada en una teoría que no tiene
como fin justificar los privilegios de clase social alguna en la teoría social.

l) Práctica de la forma más completa de materialismo filosófico, sustentada a través


del privilegio de la abstracción, del análisis histórico y del análisis crítico
(materialismo práctico).

No llega Marx a la forma más completa de materialismo filosófico si no se convierte


precisamente en un sociólogo, que puede descubrir las peculiaridades de la vida social
y que, por ello, lo llevan a privilegiar el método de la abstracción para estudiarla y en la
medida en que abandona el estudio de la totalidad de la realidad objetiva y abandona
la critica hacia el pensamiento filosófico deja de ser positivista y filósofo, para hacerse
sociólogo, y en la medida en que se hace sociólogo cumple el objetivo de Comte de
realizar la sociología, desde una posición opuesta al positivismo comtiano. Así, desde
Marx, hay una nueva filosofía y sus fuentes ideológicas, a pesar de la juventud de Marx
en el momento que las describe, son, en realidad, tres fuentes y tres partes integrantes
118
del marxismo, desde luego, reelaboradas críticamente en su pensamiento.

Marx tiene el mérito que su teoría fue desarrollada de forma generalmente fiel por sus
seguidores y que su pensamiento influyó notablemente sobre el pensamiento burgués
contemporáneo, pero posiblemente le faltó más reconciliación con la filosofía para la
elaboración de la teoría política relativa a la a la entrada o construcción del socialismo,
pues hay aspectos en su empirismo que lo llevan al subjetivismo, o sea, a exigir el acto
de conciencia, aunque no llega al idealismo subjetivo en el tratamiento de la teoría
acerca del socialismo, sino a un exceso de cientificidad.

4.3 El Leninismo

Debe su nombre al gran pensador ruso, Vladimir Ilich Ulianov, llamado Lenin, líder de la
primera gran revolución socialista duradera de la historia, realizada en Rusia, en 1917.

Según J. Stalin (1879-1953), “El leninismo es el marxismo de la época del imperialismo


y de las revoluciones proletarias”. Por lo tanto, considerar a Stalin como un enemigo
del marxismo-leninismo es una exageración muy grande, que no corresponde a la
realidad. Más bien, con todos sus méritos, Stalin fue una exageración del marxismo,
principalmente en materia de violencia y fundado en el disfrute del ejercicio del poder.

Sin embargo, mientras los autores burgueses niegan méritos a Lenin, sobre todo, en
relación a su teoría sobre el imperialismo, los autores soviéticos estiman que el
leninismo es desarrollo fecundo del marxismo y el conjunto de descubrimientos y
aportes realizados por Lenin para lograrlos. Para ellos, esos aportes se refieren a la
revolución socialista, a la organización del partido comunista, a la fundación del Estado
proletario, a la alianza obrero-campesina y a la lucha contra el imperialismo y el
revisionismo. O sea, al igual que la de Marx, se trata de una obra teórico-práctica y en
virtud de que se funda en la teoría de Marx, el leninismo es, ciertamente, sobre todo,
marxismo llevado a la práctica, según las explicaciones del marxismo ruso.

Estimamos que no debe negarse la fecundidad del marxismo posterior al de Marx, tanto
en el plano teórico como el revolucionario, salvo que el dogmatismo limitó la calidad de
esa fecundidad y, por ello, los países socialistas vivieron los procesos de apertura y
retroceso hacia el capitalismo.

El éxito revolucionario de Lenin dogmatizó aún más al marxismo, pero la situación rusa
era muy favorable para el éxito de la revolución, tan sólo por el hecho de ser una de las
primeras revoluciones socialistas de la historia, pero Lenin se vio obligado a vivir el acto
de conciencia de tener que realizar el proceso revolucionario de construcción del
119
socialismo, con una teoría muy limitada.

Aunque muy riesgosa, sin embargo, la historia ya podía hacer efectiva esa revolución,
tanto porque se disponía de los análisis revolucionarios y aproximados de Marx como
por el hecho que en el último cuarto del siglo XIX se inicia la época del imperialismo y,
con ello, se agravan las contradicciones del capitalismo (primera guerra mundial, por
ejemplo, en la que actuaba Rusia sin aceptación de su pueblo y con descontento y
temor general) que crean condiciones favorables para que triunfen revoluciones
socialistas, por lo cual la definición realizada por Stalin del leninismo resultó
absolutamente aproximada a la realidad, en tanto que alcanzado el triunfo
revolucionario el leninismo pasó a ser adoptado y todavía sigue siendo adoptado como
el marxismo de la época del imperialismo y de las revoluciones proletarias, desde
luego, no sin razones vinculadas al contenido de la teoría leninista.

En todo caso, en la mayor parte de su vida, como militante del marxismo, Lenin no dejó
de actuar dentro de los límites del dogmatismo marxista y, por ello, uno de los
problemas que enfrentará al conquistar el poder estará relacionado con la imagen-
objetivo de construcción del socialismo, que hasta Lenin no pudo avanzar de manera
significativa respecto a la de Marx. Sin embargo, gracias a su militancia, toda la obra de
Lenin gira en torno al problema de la revolución y, por lo tanto, sobre el imperialismo,
debido a lo cual entre sus aportaciones más valiosas al análisis político se encuentran
precisamente su teoría sobre el imperialismo y su teoría sobre la revolución proletaria y
la dictadura del proletariado.

Ello no significa que como militante del materialismo dialéctico no se ocupó de atender
asuntos filosóficos, sino que, como marxista consecuente, trató de priorizar el estudio
de la política, sin abandono del criterio que la economía es el fundamento de la vida
social. Muchos de sus análisis tienen avances, al menos de carácter didáctico,
respecto a la obra de Marx y algunos; manifiestan retroceso, pero, en general, sobre
todo en materia de análisis político, el avance es mayor que el retroceso, aún cuando
no parece haber podido alcanzar un éxito suficiente en materia de análisis filosóficos y
que Marx tendió a abandonar progresivamente.

A. Teoría sobre el Imperialismo

En 1916 apareció la obra de Lenin “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, “Nuevo
capítulo de El Capital, que versa sobre una etapa de desarrollo capitalista, que Marx no
llegó a conocer: la de los monopolios”.
O sea, Marx pudo observar, a través de las sociedades anónimas, la existencia de los
monopolios, resultantes de los procesos de concentración y centralización del capital,
pero los monopolios todavía no habían adquirido suficiente incidencia en la vida
120
económica y política de las sociedades capitalistas, de tal forma que su manifestación en
la economía internacional era limitada, en tanto la dominación internacional era, sobre
todo, herencia y continuación de los antiguos imperios coloniales, faltaba saturación de
mercados nacionales, la economía internacional no aseguraba proyectos de inversión
suficientemente conocidos y rentables, la extensión de la revolución industrial caminaba
en su primera etapa (la fábrica desplazaba a la manufactura) y faltaban las guerras para la
ampliación y redistribución de dominios imperiales, basados en la dominación económica
y muy poco en la administración política, como sucedía en el caso las monarquías de
origen feudal.
Empíricamente, sin embargo, la época de las revoluciones proletarias se inaugura sin
terminar la época de las revoluciones burguesas, aun cuando el marxismo, no Lenin, trató
de dar la impresión contraria. Esta realidad es ahora más fácil de percibir, con las
dificultades en la construcción del socialismo, y al tener en cuenta el desarrollo lento y
tardío del capitalismo .en muchos países del planeta es evidente que han podido tener
dos alternativas de desarrollo: la revolución burguesa y la proletaria. Este problema lo
resuelve la superestructura social, de conformidad con las determinaciones de su base
económica, pero la extensión progresiva del capitalismo, en todo el planeta, a través de
la vigencia y desarrollo del imperialismo, parece haber dado ya terminación a la época de
las revoluciones burguesas en la mayoría de países del mundo, lo que desde luego no
implica que cualquier país se encuentre en la situación de poder realizar una revolución
socialista, sobre todo si tenemos en cuenta los procesos de apertura y retroceso hacia el
capitalismo de los países socialistas.
En todo caso, la formación e incidencia negativa de los monopolios no pasaron
inadvertidas para los economistas burgueses (y apareció una abundante literatura sobre el
tema), pero, según la escuela soviética, nadie, antes de Lenin, pudo revelar la esencia del
imperialismo y mostrar científicamente la necesidad de combatirlo. En cambio, los
teóricos burgueses piensan que los análisis de Lenin sobre el imperialismo tienen pocos
elementos de carácter original.

Para apreciar esta confrontación, debemos tener en cuenta que Lenin necesariamente se
fundó en análisis anteriores, realizados por autores, con un menor o mayor influjo del
marxismo y que su análisis es la forma marxista de atención del imperialismo, por lo cual
hay una evidente controversia. Sin embargo, también hay que observar que Lenin no tiene
una apreciación absolutamente negativa del imperialismo, o sea, para él, era la “antesala
del socialismo”. Es decir, los monopolios son un efecto de la competencia capitalista que
concentra la riqueza en pocos empresarios y tienen su origen en la asociación de
empresarios, precisamente para evitar los peligros de desplazamiento que origina dicha
competencia capitalista, por lo cual es en la propia clase dominante donde también se
produce un alto grado de concentración de riqueza, lo cual hace que la solución a esta
situación de concentración sea necesariamente el socialismo, por medio de estatización
de la técnica y poder económico de los monopolios, en favor de la mayoría de la sociedad,
121
de tal forma que la antesala señala necesariamente un paso a través de la revolución
socialista, lo cual, desde luego, representa una vía confrontativa, no un paso feliz.
Por lo tanto, desde una perspectiva marxista, Lenin mostró que en el imperialismo se
mantienen las propiedades fundamentales del capitalismo y sus leyes, pero que dan
origen al imperialismo, cuyas características mostró Lenin, así:

a) La concentración de la producción y del capital ha llegado a un alto grado de


desarrollo, que ha creado los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo
en la vida económica.

b) La fusión del capital bancario con el industrial crea el capital financiero y la oligarquía
financiera.

c) La exportación de capitales, a diferencia de la de mercancías, adquiere particular


importancia.

d) La formación de asociaciones monopolistas que se reparten el mundo.

e) Terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más
importantes.

No existe hecho importante que haya dejado sin efecto la teoría de Lenin anteriormente
descrita, a pesar de la aparente novedad del proceso de globalización. Así, lo moderno es
algo muy antiguo, o sea, desarrollo técnico y más riqueza no hace necesariamente más
capitalista a un empresario. El inciso c) parece el más cuestionable, en tanto que con la
formación y ampliación del mercado mundial puede realizarse una exportación de capital,
durante la primera etapa de desarrollo del capitalismo, o sea, en la etapa de la libre
competencia (libre de monopolios), pero esa exportación es simplemente de carácter
inicial, pues con el imperialismo la acumulación de capital rebasa necesariamente las
fronteras nacionales y fenómenos como mercado del dinero, devaluaciones,
desnacionalización del capital, financiamiento del desarrollo, etc., le dan singularidad al
capital en la etapa imperialista del capitalismo.
El verdadero problema reside en el paso necesariamente confrontativo hacía el
socialismo, sin su aceptación por las fuerzas obreras de dominación capitalista, de tal
manera que la tarea revolucionaria reside en minimizarlo. Lenin, entre sus distintos
aportes, al igual que Engels, llegó a pensarlo, pero no a practicarlo, ya que el acto
revolucionario era, para él, de carácter incuestionable. Sin embargo, no tenía una imagen-
objetivo, de construcción del socialismo, que pudiera minimizar ese carácter confrontativo,
pues únicamente contaba con la de Marx, que se fundaba, sobre todo, en el despojo
122
agudamente violento de los capitalistas, que, en el socialismo real, a causa del
dogmatismo marxista, adoptó no sólo una forma más violenta a la prevista por Marx sino
implicó el despojo violento de toda clase de bienes y de vidas.

B. Teoría sobre la revolución proletaria y la dictadura del proletariado

En esta materia los aportes de Lenin son muy valiosos, pero los fracasos y dificultades en
la construcción del socialismo conducen necesariamente a apreciar la obra de Lenin, de
manera diferente a la que pudo apreciarse en una época de triunfalismo político del
marxismo, a través del triunfo proletario, realizado bajo la dirección de Lenin, Trotsky y
otros lideres revolucionarios. Por lo tanto, el marxismo habrá penetrado a Rusia y pudo
llevarse a la práctica para realizar la más importante de las revoluciones proletarias, de tal
forma pues este éste es un aporte innegable de Lenin al desarrollo social, bajo el criterio
de que no puede haber práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria, o sea, con criterio
de agudo materialista, pero que también llegó a ver en la inteligencia humana el medio de
solución de los problemas sociales.
Desde nuestro punto de vista, el primer gran aporte de Lenin, en relación a su teoría sobre
la revolución proletaria y la dictadura del proletariado, reside en haberse “desviado”, al
menos, en alguna medida, por medio del análisis crítico, del dogmatismo marxista, al
reconocer que el marxismo no era una obra perfecta ni acabada. Para un militante del
marxismo, este es un mérito genial, sobre todo cuando trató de ser y fue uno de los más
consecuentes con la parte más revolucionaria de la teoría de Marx.
Frente a una fracción economicista del marxismo (que sobreestimaba la determinación
económica y no la apreciaba adecuadamente), representada por Kautsky, Plejanov,
Martov, Axelrod y Vera Zasulich, que con fundamento en indicaciones de Marx, esperaban
el desarrollo pleno del capitalismo en la atrasada Rusia para aceptar la realización de la
revolución socialista, Lenin demostró que dicha revolución era posible con una minoría
muy limitada de obreros industriales y una escasa burguesía en la clase dominante. Es
decir, era mayor el dogmatismo de esos dirigentes que el de Lenin.

Asimismo, Lenin demostró que esa revolución era posible mediante la alianza obrero-
campesina, o sea, mediante la “Dictadura revolucionaria-democrática del proletariado y del
campesinado” y que era posible, en las condiciones específicas de Rusia, en forma
violenta, pero no pudo demostrar que esa dictadura iba adoptar la forma necesaria, debido
a su propio dogmatismo. Así, al someter el paso al socialismo por la vía electoral, optó por
la vía de partido único (comunista) ante el fracaso en la contienda por el parlamento
soviético y estableció el fundamento para la ejecución de la política stalinista, basada en la
violencia y represión, o sea, estableció el fundamento para la negación de esa dictadura y
alianza, que se encontraba entre los propios objetivos de Lenin, a causa de considerar a
123
los campesinos con un carácter conservador, para llevar hasta sus últimas consecuencias
la revolución socialista, en virtud de su favorecimiento particular, por expropiación de
terratenientes. Stalin realizó la muerte o represión de los campesinos expropiados.
Sin embargo, la priorización del estudio de la vida política de la sociedad constituye el
segundo gran aporte de Lenin a la teoría política (relativa a la revolución socialista y la
dictadura del proletariado), es decir, la teoría marxista perdió. el carácter
predominantemente economicista, que venía de la época de Marx, aunque Marx no fue
economicista, al menos desde el momento de redacción del Prólogo de la Contribución a
la Crítica de la Economía Política (1858), pero su positivismo inicial y su lucha contra el
idealismo condujo a subapreciar lo ideológico y lo superestructural. Las expresiones de
Lenin de que no hay revolución sin teoría revolucionaria, de la política como expresión
concentrada de la economía y de que la política debe tener prioridad sobre la economía
indican una forma más dialéctica de exposición del influjo de la base económica sobre la
superestructura de la sociedad, con respecto a la que Marx pudo alcanzar.
Del segundo aporte de Lenin antes indicado se derivan otros aportes que realizó, o sea, la
exposición más dialéctica de la relación entre la política y la economía, el carácter
predominantemente revolucionario que debe tener el partido comunista (por ello, Lenin
realmente pudo crear un partido socialista de nuevo tipo, o sea, con el espíritu
revolucionario del marxismo y del cual carecían los partidos socialistas europeos, con una
imagen incuestionable de la teoría de Marx o que abiertamente negaban su espíritu
revolucionario), la precisión del Estado como aparato de dominación de una clase sobre
otra, la precisión de la localización de la dictadura del proletariado en la primera etapa de
desarrollo comunista, la precisión de la teoría de la revolución permanente (o sea, en un
sólo país, cuando no se puede hacer también en los demás), la precisión de la necesidad
de destruir el Estado burgués (construyendo a través del mismo la dictadura del
proletariado o Estado socialista), la presión de la idea que la revolución socialista tiene su
mejor condición revolucionaria en el país que tiene las peores condiciones de vida (Marx)
en la cadena del imperialismo (Lenin), la precisión de la necesidad del Estado proletario
para reprimir a las clases que se oponen a la construcción del socialismo . etc.

Según R. Juárez, para Lenin, toda revolución social es el resultado de un conjunto de


factores objetivos y subjetivos. El conjunto de factores objetivos necesarios para
desencadenar una revolución, constituyen lo que Lenin denominó situación revolucionaria,
caracterizada por los siguientes rasgos:

a) Imposibilidad de las clases dominantes de mantener sin cambios sus formas de


dominación: crisis en las alturas, que abre paso al descontento e indignación de las
clases oprimidas (no basta que los de abajo quieran la revolución, sino además que los
de arriba no puedan cambiar sus formas de dominación).

124
b) Agudización, por encima de lo corriente, de la pobreza y miseria de las clases
oprimidas.

c) A consecuencia de las causas indicadas, considerable elevación de la actividad de las


masas.

En la teoría de Lenin, la revolución es imposible sin una situación revolucionaria, pero no


toda situación revolucionaria conduce a una revolución, sino sólo en el caso que al
conjunto de factores objetivos se añada un cambio subjetivo, es decir, que la clase
revolucionaria posea la capacidad de llevar acciones de masas lo suficientemente fuertes
para destruir el antiguo régimen, que no se desplomará, ni en momentos de crisis, a
menos que se le obligue a caer. Para Lenin, el factor subjetivo lleva implícito la
concientización y organización de la clase obrera, prever la evolución de las fuerzas
económicas y la conducta de la clase obrera.
De conformidad con la teoría de Lenin, por lo tanto, la revolución es tarea del partido y
consiste en obligar a caer a la burguesía en momentos de crisis. Es decir, se trata de una
revolución con carácter muy violento, cuya respuesta por la clase dominante será violenta,
de tal forma que es muy riesgosa y en que medir la fuerza de acción conservadora es
tarea de difícil aplicación.
Así, su análisis tiene lógica para elegir el momento en que puede tener éxito una
revolución, pero no para asegurarlo y, subapreciando esta realidad, el éxito de la
revolución sólo aparece determinado por el factor subjetivo de una sola de las partes, es
decir, del partido comunista y bajo el supuesto que puede medir las fuerzas en lucha.
Además, con subestimación o no de la fuerza de acción conservadora, es evidente que la
explosión revolucionaria puede fracasar, pues el resultado depende también de la propia
explosión revolucionaria. Así, puede ser necesaria una explosión adicional, de tal forma
que una guerra de menor o mayor intensidad puede tener un costo muy elevado, como
también una revolución victoriosa, pues la revolución armada puede extenderse después
de la conquista del poder (revolución política o estatal), después de la revolución social e
incluso, llegar a la forma de guerra “fría”.
O sea, su análisis se movió principalmente en torno al problema de la posibilidad de la
revolución y no pudo estimar todos los costos de la vía revolucionaria que adoptó, ni pudo
llegar a compatibilizar la imagen-objetivo de Marx relativa a la construcción del socialismo,
con los medios legales de lucha, que aparecieron en sus ideas al final de su vida. Sin
embargo, lo que no puede dejar de reconocerse a la obra de Lenin es su heroísmo en
favor de la clase obrera, a pesar de los procedimientos anti democráticos que se vio
obligado a adoptar e instituir, como efecto de la vía revolucionaria que adoptó.
Finalmente, hay que apreciar que si la contraviolencia o violencia de los oprimidos es
inevitable, los costos de practicarla también son inevitables y deben minimizarse. Esta
parece una estrategia sensata de lucha, aunque precisamente los costos no puedan
125
minimizarse en todos los casos, y que la adopción de una vía deliberadamente violenta
debe tener en cuenta la reacción nacional, el cerco capitalista, la agresión imperialista, etc.
Lenin previó y resolvió muchos asuntos vinculados a esta realidad, en virtud de la vía
socialista que adoptó, de tal forma que con su aporte debe reconocerse que se formó una
teoría más desarrollada acerca de la revolución socialista y la dictadura del proletariado.
Varios autores burgueses, aprecian la teoría leninista vinculada, como preocupación
fundamental de Lenin, no sólo al análisis del partido comunista, sino también a la intención
de elaborar una teoría revolucionaria para sociedades agrarias y de escasa
industrialización, pero lo que no reconocen es que la piensa en las condiciones del
imperialismo, que representan claras relaciones internacionales de explotación y que, por
lo tanto, generan condiciones de situación revolucionaria en los países atrasados.
La observación más valiosa de los autores burgueses es apreciar que Lenin parte de Marx
para realizar sus análisis críticos y revolucionarios, cosa que frecuentemente es poco
realizada por muchas exposiciones marxistas.
O sea, Lenin procuró conocer y fundarse en el marxismo, pero, en todo caso, su teoría
lleva implícita las ideas inexactas de Marx de que la violencia es la partera de la historia y
que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases. Al juzgar estos hechos
hasta nuestros días, y aún con lucha de clases, resulta que es más exacta la teoría de
Hegel, o sea, que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de los pueblos. Sin
embargo, es evidente que Lenin tomó más en cuenta que Marx el aspecto subjetivo y la
fuerza de la clase dominante capitalista, pero, la divulgación del marxismo por el partido
comunista, aunque sea indispensable, no resuelve el problema de la debilidad subjetiva
de la clase obrera, ni asegura que esa divulgación sea de buena calidad, ni que tenga
adecuación y extensión suficientes. Ni asegura la superación de la debilidad subjetiva del
divulgador, aunque tenga muchos conocimientos de divulgación, disciplina, organización,
etc.
Lo que más importaba a Lenin (en los límites de su dogmatismo) era realizar la
revolución, muy poco le importaba la forma democrática de aceptación del marxismo,
por lo cual la alianza obrero-campesina sólo era para él, como buen socialista, un medio
transitorio de lucha, que tan sólo por su carácter transitorio aseguraba la fuerza
[¿subjetiva?] necesaria para la construcción del socialismo. Después de la Perestroika de
Gorbachov, o sea, muchos años después de 1917, puede apreciarse que mientras el
capitalismo crea necesariamente socialismo, aunque sea en forma limitada, el socialismo
real terminó en poco fervor socialista. O sea, el factor subjetivo fue subapreciado y en
Lenin sólo es un factor necesario para la revolución, aunque la práctica de la revolución
incluye a la revolución irrealizada.
Por otra parte, la fuerza de la clase dominante capitalista prácticamente sólo es atendida
como parte del factor subjetivo, o sea, sólo como parte de la estimación de la situación
revolucionaria y muy poco para evaluar la incidencia del cerco capitalista, la agresión
imperialista, el desarrollo de la sociedad burguesa, etc. Por ello, la teoría de la revolución
126
permanente terminó en la idea de socialismo en un solo país, lo cual denota
evidentemente mucho dogmatismo. Es decir, tal factor subjetivo no puede componer al
socialismo real, que requiere un nuevo factor subjetivo.
Así, la teoría de Lenin conllevó los supuestos y fundamentos de carácter dogmático,
contenidos en la teoría de Marx, lo cual explica la actual coyuntura insatisfactoria del
marxismo y hace necesario evaluar su desarrollo, partiendo, sobre todo, de la teoría
política de Marx y Engels.

127
Cuarta Parte:

CATEGORÍAS BÁSICAS PARA EL ESTUDIO DE LA CIENCIA


POLITICA*

* Los temas contenidos en el presente documento fueron tomados, con la debida


autorización de los autorores, de diversas publicaciones de los licenciados Carlos
Noriega Castillo y Jorge Fidel Hernández Andrade, investigadores y ex-profesores
del curso de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad
de San Carlos de Guatemala, y de otras facultades de esta universidad. El tema sobre
los Movimientos Sociales fue tomado de la versión electrónica original de la obra
titulada “América Latina. Movimientos Sociales y Representación Política” de la autora
Isabel Rauber. Los fines de este documento son exclusivamente didácticos y sin ánimo
de lucro, como parte de los textos del curso referido.

128
Contenido de la cuarta parte
Página

1. La formación económico-social 131


1.1 Concepto 131
1.2 La base económica y la superestructura 131

2. El Estado 135
2.1 Concepto de Estado 135
2.2 Origen del Estado 136
2.3 Funciones del Estado 137
2.4 Tipos de Estado y formas de gobierno 138
2.5 La extinción del Estado 151

3. El poder 153
3.1 El problema teórico 153
3.2 Concepción objetiva del poder 154
3.3 El poder del Estado. Aparato de Estado 155

4. La violencia 156
4.1 La praxis 156
4.2 Praxis productiva y praxis social 156
4.3 Los hechos violentos y la situación de violencia 158
4.4 La contraviolencia 159
4.5 El terror como forma de violencia 159

5. La ideología 161
5.1 El problema teórico de la ideología 161
5.2 Concepción objetiva de la ideología 163
5.3 La ideología y las clases sociales 165
5.4 La formación de la ideología 169
5.5 Los aparatos ideológicos 170
5.6 Principales corrientes ideológicas 171

6. Partidos políticos 174


6.1 Concepto 174
6.2 Origen y evolución de los partidos políticos 178
6.3 Régimen jurídico de los partidos políticos 183
6.4 Conformación y estructura de los partidos 187
6.5 Fines y actividades de los partidos 191
6.6 Sistemas de partidos 193

7. Grupos de presión 200


7.1 Concepto y tipos de grupos de presión 200
7.2 Factores de poder de los grupos de presión 206
129
7.3 Formas de actuación de los grupos de presión 207
7.4 Formas típicas de los grupos de presión 210

8. América Latina. Movimientos sociales y representación política (autora: 213


Isabel Rauber)
8.1 Palabras introductorias 214
8.2 Planteamiento del problema 215
8.3 Hipótesis fundamentales 222
8.4 Claves sociopolíticas 231

130
1. LA FORMACIÓN ECONÓMICO SOCIAL

1.1 Concepto
El término "formación Económico Social" es utilizada por el materialismo histórico para
identificar a la sociedad. M.M. Rosental, citado por Carlos Noriega lo define así: "se
entiende por formación social o formación económico social a un tipo histórico de
sociedad, que se basa en un determinado modo de producción y constituye una etapa del
desarrollo progresivo de la historia mundial de la humanidad...". Es una sociedad
concreta. 75 De acuerdo a Ricardo Juárez, es "un conjunto de fenómenos y procesos
basados en un tipo históricamente determinado de relaciones de producción".
Históricamente debiera entenderse no sólo como el hecho de que las relaciones sociales
son transitorias, sino sobre todo, que se forman a través del tiempo. “Es un conjunto de
individuos que se relacionan de determinada forma, que basan su existencia en
determinadas relaciones de producción, que se forman a través del tiempo y que por ello,
toda sociedad es una formación económico social.” 76
A Marx se debe la creación del concepto formación económico social y se usan
indistintamente los términos formación social o formación económico social. Esta
categoría permite diferenciar los períodos históricos y estudiar a la sociedad humana en
cada uno de ellos como un todo, en su unidad orgánica e interacción entre sus partes. El
paso de una formación social a otra superior se da por medio de una revolución social,
pero no es el hecho político ni la vida política la que determina la naturaleza de la
formación económico - social, sino la naturaleza de las relaciones económicas imperantes
en la sociedad, no sólo porque la sociedad funda su existencia física en las relaciones
económicas, sino porque la vida política de la sociedad está orientada a reproducir en
determinada forma a la vida económica de la sociedad.77

1.2 La base económica y la superestructura


1.2.1 La Base Económica
El concepto de formación económica social hace una diferencia entre la base económica o
material de la sociedad y la superestructura social. La base económica está conformada
por las relaciones sociales de producción, las que a su vez están asentadas en un

75 Noriega Castillo, Carlos. F. Formación Económico Social y Estado. USAC Fac. CCEE. 1994 Pg. 1
76 Flores Palacios Carlos. La Formación Económico Social y el Positivismo y su Desarrollo. 1998. Pg. 5
77 Flores Palacios, Carlos. Op. Cit. Pg. 5
131
determinado nivel del desarrollo de las fuerzas productivas. Ambas integran el modo de
producción.
En la base económica de la sociedad se llevan a cabo los procesos de producción,
distribución, cambio y consumo de los bienes materiales.
La chispa inicial, el motor del desarrollo social es el desarrollo de las fuerzas productivas;
cuando en una sociedad se frena el desarrollo de las fuerzas productivas, se producen
cataclismos sociales, crisis, contradicciones, que conllevan a transformaciones
estructurales y superestructurales que tienden a eliminar los mecanismos de freno e
impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas. Como se indicó, el modo de producción
es la unidad formada por las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción,
pero en el que las relaciones de producción son de un solo tipo: primitivas, asiáticas,
esclavistas, feudales, mercantiles simples capitalistas o socialistas. Cada tipo de
relaciones sociales engendra un modo de producción. La base económica la integran las
diversas relaciones de producción, y otros tantos modos de producción, pero, en ella, un
modo producción es dominante y subordina a los otros. Con el desarrollo de la sociedad,
diferentes modos de producción aparecen articulados entre sí en la base económica de la
sociedad. Esta es la razón por la que frecuentemente se subraya que la base económica
y la formación social son una imbricación o combinación de distintos modos de
producción. En el "Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política", al
referirse Marx a la base económica, únicamente menciona a las relaciones de
producción, porque como movimiento de las fuerzas productivas, considera a las
relaciones de producción como una forma de desarrollo de ellas, que también pueden
convertirse en su traba.
Lo que diferencia fundamentalmente a una formación económico - social de otra son las
relaciones sociales de producción, por ejemplo, lo que diferencia a una sociedad socialista
de una capitalista con similar grado de desarrollo de las fuerzas productivas son las
relaciones sociales de producción, vale decir, la propiedad sobre los medios de
producción; en una predomina la propiedad privada y en la otra la propiedad social y con
ello cambian también las instancias superestructurales. La principal relación social de
producción es la propiedad sobre los medios de producción y ésta tiene una expresión
jurídica, pues el derecho confirma y regula esta propiedad.
Cuando las relaciones de producción no corresponden a las fuerzas productivas, por el
contrario, embrecan su desarrollo, se provocan períodos de revolución social, se dan
transformaciones en la base económica que generan a su vez transformaciones en la
forma de normar y dirigir la sociedad así como en su manera de concebirla. Las
transformaciones afectan principalmente a las relaciones sociales de producción para
instaurar otras cualitativamente superiores en la interactividad humana y que se traduce
en el ascenso o desarrollo a una nueva formación económico social.
132
1.2.2 La Superestructura Social
Esencialmente, la superestructura social es una unidad que comprende un
conjunto de procesos que se derivan de la existencia física de la sociedad, de la base
económica, como lo son los procesos de dirección y regulación de la sociedad en su
conjunto, la reproducción y el reflejo en la conciencia, en la mente de las personas del
mundo real.
La superestructura social es una unidad derivada de la base económica y formada por
relaciones sociales no económicas (políticas, jurídicas, morales, etc.), las instituciones
superestructurales (el Estado, el Derecho, Los Códigos Morales, Etc.) y la conciencia
social. En la consideración de la esencialidad y unidad de la superestructura social, se
debe tener en cuenta que las relaciones superestructurales no sólo son momentos de la
aplicación de la conciencia a la vida social, sino la continuación y el fin del trabajo del
pensar y formas de justificar y legalizar o normar en determinada forma la vida social.

1.2.3 Relación entre la Base y la Superestructura


La base económica es el fundamento de la existencia de la sociedad; los seres humanos
previo a realizar cualquier actividad o relación social, primero satisfacen sus necesidades
vitales económicas, por lo tanto se parte de la producción de esos bienes para la
satisfacción de las necesidades. La base económica es como el cimiento del edificio
social. Pero no existen una determinación mecánica ni unilateral de la base sobre la
superestructura; la superestructura a su vez refluye sobre la estructura económica,
incidiendo decididamente sobre ella, existe entre ambas una relación dialéctica. Muchas
formas de la conciencia social pueden no corresponder a determinado modo de
producción dominante y se dice que existe una relativa autonomía de la superestructura o
de formas de la superestructura con respecto a la base. Pero en todo caso, la base
económica determina en última instancia a la superestructura social, puesto que son los
cambios en la base económica, principalmente en las relaciones sociales de producción
los que van orientando len su conjunto a los procesos superestructurales, aunque
algunos, muy alejados de la base reciban la influencia directa o inmediata de otras
instancias también superestructurales. La superestructura no solamente refleja la base
económica, sino que la confirma, la regula, la reproduce y puede también transformarla.

133
FORMACIÓN ECONÓMICO SOCIAL

S Conciencia Social
U
P
E Otras Relaciones Sociales
R
E
S Regulación Normación
T
R S
U Relaciones Sociales Morales
C E
T
U Regulación Normación R
R
A
Relaciones Sociales Jurídicas
S
O
C Dirección Dominación
I
A Relaciones Sociales Políticas
L
S

B O
A
S C
E
Producción Distribución I
E
C A
O
Cambio Consumo L
N
O
M
I
Relaciones Sociales de Producción
C
A

134
2. EL ESTADO

2.1. Concepto de Estado


El Estado es una institución que se sitúa en la superestructura social, surgida de las
relaciones sociales, cuya misión primordial es dirigir la sociedad
Se han descubierto muchas definiciones de Estado, entre las cuales, las más importantes
son las que plantean que el Estado es la comunidad jurídica, el Estado es la sociedad; así
Harold Laski dice que “cada Estado, en una palabra, es una sociedad territorial dividida en
Gobierno y súbditos, siendo el Gobierno un conjunto de personas dentro de la sociedad
territorial que está capacitado para emplear la coacción con el fin de que sean obedecidos
esos imperativos” 78 Hans Kelsen afirma que existen más de una docena de acepciones de
la palabra Estado enteramente diferentes entre sí. Una de las más corrientes es aquella que
designa como Estado “el conjunto de todos los fenómeno sociales, identificándolo con la
sociedad.”79 En el lenguaje común tiende a identificarse, de manera imprecisa, el
concepto de Estado con el de sociedad y proviene de la idea de que la situación (o estado)
social está determinada principalmente por la acción de los gobernantes80 Pero, de acuerdo
con Umberto Cerroni, el concepto moderno de “Estado”, separado de la sociedad, es una
institución histórica ligada al proceso de liberación de la sociedad civil de las vinculaciones
con los privilegios feudales.81
Lenin dice: “hasta hoy en día se confunde con mucha frecuencia este problema con las
cuestiones religiosas; se fundamenta ideológica y filosóficamente que el Estado es algo
divino, algo sobrenatural, una fuerza gracias a la cual ha vivido la humanidad y que da a las
gentes - o debe darles- algo que lleva en sí y que no proviene del ser humano, sino que le
es dado del exterior, de una fuerza de origen divino. Y es necesario decir que esta teoría está
íntimamente entrelazada con los intereses de las clases explotadoras ...” 82
Sigue diciendo Lenin: “La Teoría del Estado sirve para justificar los privilegios sociales, ...
En el problema del Estado, en la Teoría del Estado se puede ver siempre la lucha de las
distintas clases entre sí, lucha que se refleja o encuentra su expresión en la lucha de
conceptos sobre el Estado, en la apreciación del papel y de la significación del Estado”. 83

78 Laski Harold J. "Naturaleza del Estado". Introducción a la Ciencia Política. Selección de Lecturas. Licda. Edna Elizabeth
González Camargo. (Compiladora) Agosto 1996 Pág. 139. S.N.T.
79 Kelsen Hans. Teoría General del Estado. (Traducido al español del alemán por Luis Legaz Lacambra). México, Editorial
Nacional 1959 Pág. 4
80 Flores P., Carlos A. Estado y Aparato de Estado Pág. Documento fotocopiado S.N.T. Pág. 1
81 Cerroni Umberto. "La Política Como Ciencia Social". Introducción a la Ciencia Política. Ricardo Juárez Gudiel. Colección de
Textos No. 1 Departamento de Publicaciones Facultad de Ciencias Económicas, a segunda edición, marzo de 1985. Pág. 24
82 V. I. Lenin. "Acerca del Estado". Introducción a la Ciencia Política Selección de Textos por Ricardo Juárez Gudiel.
Departamento de Publicaciones Facultad de Ciencias Económicas, segunda reimpresión de la segunda edición, marzo de 1985.
Pág.48- 49.
83 V. I. Lenin. Op. Cit. Pág. 49
135
El Estado se considera algo destinado a resolver los conflictos sociales, un árbitro social,
una institución destinada a la búsqueda del bien común. Estas caracterizaciones niegan la
verdadera naturaleza de clase del Estado y tienen un carácter justificativo de la sociedad
divida en clases sociales.84
La noción objetiva de Estado que sirve de base para el desarrollo de la teoría política, es el
planteado por Lenin en sus diversas obras: “El Estado es una máquina para mantener el
dominio de una clase sobre otra” 85 “El Estado es una máquina destinada a la opresión de
una clase por otra, una máquina llamada a mantener sometidas a una sola clase todas las
demás clases subordinadas”86 “...el Estado es un órgano de dominación de clase, un
órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del orden que legaliza y afianza esta
opresión...”87 “El Estado es el más poderoso instrumento para la dominación de clase.”88

2.2 Origen del Estado

Lenin, aporta una explicación acerca del nacimiento del Estado, tomando en cuenta el
aparecimiento de la propiedad privada y de las clases sociales en su conferencia “Acerca
del Estado”. Para poder abordar adecuadamente este problema, dice, es necesario echar
una breve mirada al surgimiento y desarrollo del Estado. Hubo un tiempo en que el
Estado no existía. Este aparece en el lugar y época en que surge la división de la
sociedad en clases. Hasta que surgió la primera forma de división de la sociedad en
clases: esclavistas y esclavos, hasta este momento existió todavía la familia patriarcal, o
como a veces se suele llamar, el clan, la tribu, la familia. Antes no existía el Estado, no
existía un aparato especial para aplicar sistemáticamente la violencia y para someter a los
hombres a dicha violencia; este aparato es lo que se llama el Estado. En esta sociedad
primitiva en un estado próximo al salvajismo, lo que vemos es el dominio de las
costumbres, el prestigio, el respeto y el poder de que gozaban los viejos de la tribu y
vemos que este poder era reconocido, a veces, a las mujeres; pero no existía una
categoría especial de hombres que se destacaran para gobernar a otros y que en interés y
con fines de gobierno, poseyeran sistemática y permanentemente cierto aparato de
coerción, de violencia, como sucede en la actualidad: destacamentos armados de tropas,
de cárceles y demás medios de someter la voluntad ajena a la violencia, es decir, lo que
constituye la esencia del Estado.
Los esclavistas y los esclavos constituyen la primera gran división clasista. Los primeros
no sólo poseían los medios de producción, sino que también eran dueños de seres
humanos. La ley consolidaba este concepto. A este régimen siguió el feudalismo, la

84 Flores P. Carlos A. Op, Cit. Pág. 1


85 V. I. Lenin Op. Cit Pág. 53
86 IBID. Pág. 55
87 V.I Lenin. EL Estado y La Revolución. Editorial Anagrama, Barcelona 1976 Pág. 7
88 Juárez Ricardo. El Objeto de Estudio de la Ciencia Política. 1979 Pág. 5

136
división fundamental de la sociedad era en señores terratenientes y campesinos siervos
de la gleba, adscritos a la tierra; el señor terrateniente no era considerado ya dueño del
campesino, como de un objeto, sino que sólo tenía derecho a apropiarse de su trabajo y a
obligarle a ciertas prestaciones. En la sociedad feudal, a medida que se desarrollaba el
comercio y surgía el mercado mundial, a medida que se desarrollaba la circulación
monetaria, surgía una clase nueva: de los capitalistas. En el curso del siglo XVIII y
principios del siglo XIX tuvieron lugar revoluciones en todo el mundo; el régimen de la
servidumbre fue eliminado en todos los países de Europa Occidental, la división en clases
adquirió una nueva forma.
A pesar de los enormes cambios históricos y de todas las revoluciones relacionadas con
este desarrollo de la humanidad, se mantiene el Estado. A medida que surge y va
afianzándose la división de la sociedad en clases, surge y se afianza también el Estado.
Este ha sido siempre un aparato destacado de la sociedad y formado por un grupo de
personas que se ocupan únicamente o casi únicamente de gobernar. Este aparato, este
grupo de hombres que gobiernan a los demás, se apodera siempre de cierta máquina de
coerción, de una fuerza física; lo mismo da que esta violencia sobre los hombres se
exprese en las lanzas o espadas de la época de la esclavitud, o en el arma de fuego
aparecida en la edad media o técnicas basadas por entero en las últimas conquistas de la
técnica moderna como en el capitalismo actual. Existe en cada sociedad un grupo de
personas que gobiernan, que mandan, que dominan y que, para conservar el poder, tiene
en sus manos una máquina de coerción física, un aparato de violencia. No es posible
obligar a la mayor parte de la sociedad que trabaje sistemáticamente en beneficio de la
otra parte, sin un aparto permanente de coerción. 89

2.3 Funciones del Estado


Dos funciones fundamentales caracterizan la actividad de todo Estado: una técnico
administrativa y otra de dominación política. 90 La función técnico administrativa la cumple
el Estado cuando coordina la actividad económica de la sociedad y difunde la ideología
dominante a través de sus diversas instituciones. Atiende las demandas de toda la
población para la dotación de bienes y servicios. La función técnico administrativa
consiste en que toda la sociedad, requiere de un aparato de dirección de la misma y de
creación de normas destinadas a reglamentar el funcionamiento de la sociedad en su
conjunto.91 La función de dominación política la realiza el estado cuando protege y
mantiene las relaciones sociales de producción existentes y las reproduce, actuando en
función de los intereses de determinada clase dominante.
Esta última función es la que define propiamente al Estado sobredeterminando la función

89 V. I. Lenin. Op. Cit. Págs. 47 -55


90 Juárez Ricardo. Desarrollo del Programa del Curso: Ciencia Política". Apuntes para la docencia, Facultad de Ciencias
Económicas, Área Común 1979. Pág. 1
91 Flores P. Carlos A. Op. Cit Pág. 2
137
técnico administrativa, es decir, orientándola, poniéndola al servicio de la función de
dominación política. No existen por lo tanto, tareas técnico administrativas con carácter
neutro.92
Nicos Poulantzas y Marta Harnecker aseveran lo siguiente: “el papel global del Estado como
factor de cohesión de una formación social puede, en cuanto tal, diferenciarse en
modalidades particulares relativas a los diversos niveles de una formación, es decir, en
funciones del Estado (técnico económica, ideológica y política), constituyen modalidades del
papel global del Estado. 93

2.4 Tipos de Estado y formas de gobierno


La existencia de determinado tipo de Estado obedece al modo de producción dominante
en una formación económico-social, por lo tanto, sirve a determinada clase social
dominante.
La causa de la existencia de un tipo de Estado, es sobre todo, la necesidad de producir y
reproducir una determinada forma de relaciones sociales de producción y tiene, por lo
tanto, una determinación económica.94 Por otra parte, el control por determinada clase
social del Estado, se caracteriza por realizar los intereses de esa clase y porque
predomine cierto tipo de derecho en la vida social. Han existido históricamente cuatro
tipos de Estado: esclavista, feudal, capitalista y socialista.

Las formas de gobierno responden, por su parte, a la forma particular en que cada grupo
gobernante ejerce el poder, según las condiciones concretas de cada país y las
condiciones internacionales, de manera que en cada tipo de Estado se dan diversas
formas de gobierno.
De acuerdo a Marta Harnecker, el carácter del Estado varía en relación con el carácter de
las relaciones de producción de una sociedad determinada. Lo que determina, por lo
tanto, el tipo de Estado es la estructura económica sobre la que el Estado se erige. Es así
como se pueden distinguir distintos tipos de Estado en relación con las diferentes
relaciones de producción: esclavista, feudal, capitalista, etc. 95
Dentro del marco de cada uno de estos tipos de Estado pueden darse diferentes formas
de gobierno, por ejemplo, dentro del tipo de Estado capitalista o burgués pueden existir
formas de gobierno que van desde la república democrática hasta la dictadura militar.
Harnecker también hace distinción entre clase dominante y casta gobernante. Por clase

92 Juárez Ricardo. Op. Cit. Pág. 3


93 Harnecker Marta y N. Poulantzas. Lucha de Clases, Poder Político y Estado. Bogotá Colombia. Edit. Platón Pág. 108
94 Flores P. Carlos A. La Formación Económico - Social. Y El Positivismo y su Desarrollo. Enero 1998, S.N.T., Pág.12
95 Harnecker Marta. "Una Aproximación al Fascismo". Introducción a la Ciencia Política. Selección de Lecturas. Licda Edna
Elizabeth González Camargo. (Compiladora) Agosto 1996 Pág. 341 S.N.T.

138
dominante se entiende aquella clase que impone sus intereses al resto de las clases de
una formación social dada. Por casta gobernante: aquel sector social en cuyas manos
están las riendas del Estado, es decir el poder político. 96
En cada tipo de estado se han dado y se dan distintas formas de gobierno o también
llamadas formas de Estado. Para Lenin. “Cada tipo de Estado tiene como propias,
diferentes formas de gobierno, es decir, diversas formas de orden y organización para el
dominio de la clase gobernante”.97.

2.4.1 Formas de Gobierno en el Tipo de Estado Capitalista


Al respecto, Lenin, en su conferencia “Acerca del Estado”, asevera lo siguiente: El
desarrollo del comercio, del intercambio de mercancías, condujo a la formación de una
nueva clase: los capitalistas. El capital surgió a fines de la edad media, cuando el
comercio mundial, después del descubrimiento de América llegó a desarrollarse
enormemente, cuando aumentó la cantidad de metales preciosos, cuando la plata y el oro
se hicieron medio de cambio, cuando la circulación monetaria permitió acumular grandes
riquezas en manos de una sola persona o pocas personas. La transformación de la
sociedad se verificaba, de tal modo, que todos los ciudadanos fueran, como dijéramos,
iguales, que desapareciese la división anterior, que todos, independientemente del capital
que tuvieran - lo mismo si poseían tierra en propiedad privada que si no tenían más
patrimonio que la fuerza de sus brazos-, que todos, fuesen iguales ante la ley. Esta
protege a todos por igual, protege la propiedad de los que la tienen frente a los atentados
contra la propiedad por parte de aquella masa que careciendo de ella y no teniendo más
que sus manos se pauperiza poco a poco, va arruinándose y convirtiéndose en masa
proletaria. Tal es la sociedad capitalista.
El Estado capitalista al enfrentarse con el Estado feudal se lanzó a la batalla enarbolando
la bandera de la libertad. Sin embargo, el Estado seguía siendo la máquina que ayudaba a
los capitalistas a mantener sometidos los campesinos pobres y a la clase obrera, aunque
aparentemente fuese libre. El Estado proclama el sufragio universal y, por medio de sus
partidarios, predicadores, sabios y filósofos declara que no es un Estado de clase.
La forma de dominio del Estado puede ser distinta: el capital manifiesta esta fuerza de
manera distinta según sea la forma de Estado, pero, en esencia, el Poder continúa
siempre en manos del capital, lo mismo da que exista sufragio restringido u otro amplio;
que exista una república democrática.
La república democrática y el sufragio universal, en comparación con el régimen feudal,
constituyeron un enorme progreso, pues permitieron al proletariado alcanzar la unificación,
la cohesión. La república burguesa, el parlamento, el sufragio universal, todo esto, desde

96 IBID. Págs. 343 - 344


97 Noriega Carlos. Formación Económico-Social y Estado. Primer Semestre de 1994, curso de Ciencia Política. Pág. 8

139
98
el punto de vista del desarrollo universal de la sociedad, constituye un enorme progreso.
Poulantzas señala los siguientes factores de diferenciación de las formas de Estado
capitalista: a) las relaciones de lo económico, de lo político y de la ideología en un estadio
determinado del modo de producción capitalista; b) los caracteres generales de la lucha
de clases en el período correspondiente de las formaciones capitalistas. 99
En el capitalismo se distinguen tres formas de gobierno: el gobierno parlamentario, el
gobierno presidencial y el gobierno fascista o la dictadura militar. ( Poulantzas indica que
el Estado fascista es una forma de estado específica o un Estado de excepción)
Los sistemas parlamentario y presidencialista se forman inspirados en el gobierno burgués
dividido en tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial separados, independientes y
equilibrados entre sí, planteado por Carlos Luis Montesquieu a finales del siglo XVIII, sin
embargo en la práctica, se desarrollan de una manera diferente.

2.4.1.1 El Gobierno Parlamentario


El parlamentario es la forma de gobierno más generalmente adoptado en el mundo
capitalista. Y es el sistema que resultó luego de ser derrocada la monarquía absoluta,
principalmente en Europa. Existen grandes variaciones de este régimen de un país a otro,
pero el prototipo es el británico.
En esta forma de gobierno, el parlamento es el órgano de representación de la voluntad
popular y es el foco de poder; ejerce las funciones legislativas, elige al gobierno. El gobierno
realiza las funciones ejecutivas, está constituido regularmente por el Primer Ministro o
Canciller y los ministros. Existe otra instancia que se denomina normalmente “Jefatura de
Estado”, en varios países existen resabios del gobierno feudal, el puesto de “Jefe de Estado”
lo desempeña el “rey” o la “reina”, es un régimen parlamentario monárquico. En los países
donde se ha suprimido o no existe la “realeza”, la jefatura de Estado la desempeña el
Presidente. Las funciones del jefe de Estado van desde funciones formales, ornamentales,
protocolarias, hasta proponer primer ministro al parlamento, disolver el parlamento a
propuesta del gobierno, etc.100
Entre las funciones principales del parlamento están: investir al gobierno y a su jefe; el jefe
de gobierno, líder de la mayoría parlamentaria suele escoger a sus ministros entre los
parlamentarios. Es el poder legislativo, pero participa en la orientación y control de la
política gubernamental, pero la función primordial del parlamento es la legislativa; en el
Reino Unido también desempeña una función judicial. (La Cámara de los Comunes
desempeña la función legislativa y de control de la política gubernamental y la Cámara de
los Lores es el más alto tribunal de apelación). El parlamento puede también disolver el
gabinete y viceversa. (sujeto a procedimientos constitucionales). El gobierno dirige la

98 V. I. Lenin. Acerca del Estado. Págs. 57 – 60.

99 Poulantzas, Nicos. Fascismo y Dictadura. México, Siglo XXI Editores. 5ª. Ed. 1974 Pág. 367
100 Análisis de los Sistemas Políticos S.N.T. Págs. 27 - 43

140
política nacional e internacional. 101 El gobierno es responsable ante el parlamento, éste
puede retirarle su apoyo si lo cree conveniente, por medio de un voto formal de censura o
simplemente no adhiriéndose a una propuesta gubernamental. El parlamento puede
forzar al gobierno a dimitir. El gobierno parlamentario en la práctica no constituye una
separación de poderes sino más bien una fusión de poderes. El parlamento, de acuerdo a
algunos autores, engloba los tres poderes: “es un sistema político en el que el ejecutivo,
en un tiempo separado, ha sufrido el ataque de la Asamblea (cámaras legislativas y a
veces también judiciales), que ha terminado por transformarse en un Parlamento que
incluye tanto al Gobierno como a la Asamblea”102

2.4.1.2 El Gobierno Presidencial


El prototipo de esta forma de gobierno es el de los Estados Unidos de América, pero
existen más de medio centenar de regímenes presidencialistas. En este sistema, el
presidente es electo por sufragio popular, representa la voluntad popular, es electo para
un plazo determinado; esto impide a la Asamblea o poder legislativo a forzar su dimisión -
excepto en caso de condena por delito grave- y así también obliga al presidente a
presentarse a nuevas elecciones si desea continuar en el cargo. El cuerpo legislativo
también es electo simultáneamente con el presidente o en forma alterna. El ejecutivo es
indiviso, el presidente tiene las funciones de Jefe de Estado y Jefe de Gobierno. El
presidente nombra a sus secretarios o ministros y algunas veces son formalmente
ratificados por el legislativo. El poder ejecutivo recae exclusivamente en el presidente, por
lo que el sistema tiende a ser individual. El ejecutivo es responsable ante la Constitución y
ante el electorado, no puede coaccionar a la asamblea ni puede disolverla (ni viceversa).
103
El organismo judicial es electo por la Asamblea Legislativa a través de procesos
constitucionales.
En los EEUU, el poder ejecutivo está integrado por el Presidente, Vicepresidente y los
Secretarios. El Congreso está formado por dos Cámaras: la de los Representantes que
son electos en bloque por el conjunto de la población cada dos años. La otra cámara es el
Senado, representa teóricamente los intereses de los estados y es electo cada seis años.
El modelo presidencialista norteamericano se ha reproducido en un buen número de
países, particularmente ha tenido mayor influencia en América Latina. Pero las
características sui géneris de estos países ha conducido al caciquismo y a la manipulación
política.104 El presidencialismo en esta región ha conllevado a la aparición o reproducción
del caudillaje en cualquiera de sus formulaciones, por ejemplo: el populismo.105

101 Paniagua Soto, Juan Luis. Regímenes Políticos. Aula Abierta Salvat. España, Salvat Editores S. A. 1981. Págs 18-19.
102 Análisis de los Sistemas Políticos Pág. 32

103 Análisis de los Sistemas Políticos. Págs. 48 -60


104 Paniagua Soto, Juan Luis. Op. Cit. Pág. 38
105 Juárez Ricardo. El Populismo. Contenido Mínimo para Catedráticos. Ciencia Política 1978.

141
2.4.1.2.1 El Populismo
Fue un movimiento político que se dio principalmente después de la segunda guerra
mundial en América Latina, políticamente trata de desplazar el centro del poder
oligárquico agroexportador hacia una industrialización y modernismo basado en el
crecimiento del mercado interno. Se trató de una alianza de clases y grupos compuesto
por sectores de la burguesía industrial, pequeña burguesía, profesionales, sectores
militares, trabajadores, campesinos.
Ideológicamente expresa un nacionalismo, antiimperialista, que pretende defender e
interpretar los intereses populares. Busca la justicia social, realizar reformas sociales.
Una de sus características es el liderazgo personal de un jefe, el caudillismo. El líder
populista se presentaba directamente como defensor del pueblo. En Guatemala, el
movimiento populista estuvo representado por los gobiernos de Juan José Arévalo y
Jacobo Arbenz Guzmán, de 1944 a 1954.
De acuerdo con Theotonio Dos Santos, en su artículo “La Superación del Populismo”, las
condiciones sociales que generaron el populismo están en franca descomposición por los
siguientes hechos:
La burguesía industrial ya no es una clase ascendente en lucha contra el gobierno
oligárquico, por el contrario es una clase en el poder que domina el sector dinámico más
fuerte de la economía. Además es una clase más homogénea y concentrada, formada
fundamentalmente por el gran capital internacional, representado por sus gerentes en el
país y que domina frecuentemente el aparato estatal, la mayoría de la opinión publica y la
vida política del país. En estas condiciones, no cabe ya interés alguno en un movimiento
popular progresista que lucha por el industrialismo (ya victorioso), por el nacionalismo
antimperialista (ya superado) y antioligárquico (dado que la oligarquía rural
agroexportadora se ajustó a las reglas del juego del gran capital y lucha por sobrevivir en
cuanto le es posible).
La clase obrera ya no es una clase en formación, recién venida del campo, sus sectores
de base están constituidos por una población urbana con cerca de treinta años de
tradición obrera, sindical y reformista. Se ha desarrollado por ello una concepción de una
clase obrera exclusiva, que lucha primordialmente por mantener sus derechos adquiridos
frente a la mayoría de la población no integrada al sistema.

2.4.1.3 El Fascismo
El fascismo es un fenómeno político que corresponde a la etapa imperialista del
capitalismo y constituye la dictadura terrorista de los sectores más reaccionarios y
agresivos de la burguesía. Los regímenes fascistas surgieron en ciertos países europeos
y Japón que tuvieron un desarrollo tardío en el capitalismo. Fue fundado en Italia por
Benito Mussolini en 1919, en una época de crisis económica después de la primera guerra
mundial; fue un movimiento organizado en forma militar. La organización militar y las
manifestaciones de fuerza, le daban al movimiento un aspecto impresionante de
suficiencia y la apariencia de ofrecer a los pueblos europeos en crisis, un porvenir de
142
estabilidad y seguridad inconmovible.
La palabra fascismo significaba fasci da combatimento: haces o grupos unidos para el
combate, el símbolo del fascismo italiano era un fascio littorio, que era un hacha rodeada
por un haz de varillas.
El fascismo nació invocando la grandeza de la Roma imperial. Estimulado por el triunfo
fácil de Benito Mussolini en Italia, Adolfo Hitler fundó el Partido Nacional Socialista o Nazi
en 1923 al estilo del fascismo italiano. Las características del fascismo clásico fueron: el
delirio de grandeza imperial; así como los italianos pretendían resucitar el imperio romano,
los nazis aspiraban a dominar al mundo durante mil años. El fascismo japonés quería
imponer su dominio en toda Asia, el movimiento falangista español soñaba restaurar el
imperio de los reyes católicos. El fascismo alemán le imprime un nuevo ingrediente: el
racismo, su dominio quería implantarlo a través de la raza aria pura. Otra característica
fue el nacionalismo intenso reforzado que insistía en valores tradicionales de comunidad
de raza, de sangre, de suelo. El nacionalismo se expresaba también a través de una
concepción ultraderechista autoritaria en el sentido militar del término.
El recurso emocional que más utilizaba el fascismo era el engrandecimiento de la patria
mediante la guerra; la demanda de territorios adicionales para cubrir el llamado espacio
vital requería una preparación y propaganda militar permanentes. Efectivamente el eje
nazi - fascista compuesto por Alemania, Italia y Japón, emprendieron la segunda guerra
mundial como una guerra imperialista que pretendía redistribuir el mercado mundial (ya
previamente distribuido) a favor de estos países que llegaron tarde al industrialismo
capitalista. Internamente para garantizar la voluntad nacional, el fascismo tiene que
eliminar toda oposición. El movimiento socialista, por su carácter internacionalista y
democrático, representa su principal enemigo
De acuerdo a Martha Harnecker, “los partidos fascistas son partidos de masas
fuertemente estructurados, cuya base de afiliados, militantes y electores residen
esencialmente en la pequeña burguesía.”106 Las fases del fascismo son las siguientes:
Primera; el fascismo se lanza al hostigamiento del movimiento obrero a través de bandas
armadas que actúan en la práctica como “milicias anti obreras”. Segunda; el fascismo se
decide a conquistar el poder y cuenta con el consentimiento de la fracción más poderosa
de la burguesía y se ha asegurado la complicidad de los jefes de ejército y la policía.
Tercera: una vez conseguido el poder, se instaura la dictadura y se emprende con
despiadada energía la liquidación del equilibrio de clases, destruyendo las organizaciones
de la clase obrera y persiguiendo a sus dirigentes. 107
El fascismo responde a un carácter de clase, es un brazo armado del capital financiero y
de los círculos más agresivos del capitalismo internacionales. El fascismo europeo toma
fuerzas apoyándose en la desilusión de las capas medias, en sectores atrasados del
proletariado y en la juventud sin perspectivas. Estas capas medias pauperizadas por el

106 Harnecker, Marta "Una Aproximación al Fascismo". Introducción a la Ciencia política, Selección de lecturas. Pág. 335.
107 IBID. Págs. 336 - 337.
143
desempleo y la inflación, se convirtieron en la fuente de una masa enorme de gente
desilusionada y optaron por el proyecto fascista que ofrecía oportunidades en la
burocracia, la estabilidad y seguridad económica y social.108
Según Marta Harnecker, la dictadura fascista no es una dictadura cualquiera, es una
dictadura terrorista que se mantiene en el poder gracias a su represión organizada. Se
trata de una nueva forma de Estado que se denomina Estado de Excepción. Se trata de
Estados autoritarios, al servicio de la clase o fracción de clase dominante en que el
ejecutivo concentra en sus manos todo el poder, anulando la participación de la burguesía
en el poder político y sometiendo al resto de las clases a la voluntad del ejecutivo. Nicos
Poulantzas clasifica al Estado fascista como una forma de Estado perteneciente al tipo de
Estado capitalista, pero es una forma de Estado específica, una forma de Estado de
excepción, ya que corresponde a una crisis política. 109

2.4.1.3.1 Las Dictaduras Militares en América Latina


En los Países de América Latina, debido a su atraso capitalista, a las desigualdades
económicas, la extensión de la pobreza que provocaron descontento e inestabilidad
política, se instauraron dictaduras de corte militar o bien para detener el avance de
movimientos socialistas en países en que ya ha habido un avance industrial. Las
dictaduras militares normalmente nacieron de un golpe de Estado, luego de una crisis
política y económica, o bien de un gobierno popularmente electo.
Significaban normalmente un gobierno dictatorial que concentraba el poder en el
ejecutivo; cuando fueron fruto de un golpe de Estado se anulaba el poder legislativo y
judicial y hasta la constitución. Por lo tanto también desaparecían las garantías
constitucionales de las personas.
En las dictaduras militares el poder se ha concentrado en el Jefe de Estado, representante
del ejército, quien ha gobernado con el apoyo de éste, el gobierno se ha instaurado sobre la
base de la represión y persecución de la oposición política y especialmente de los sectores
favorables a las masas populares, ha favoreciendo a los sectores más poderosos y
reaccionarios de las burguesías locales. Sus rasgos han sido muy parecidos al fascismo
europeo.
Al respecto, Agustín Cueva refiriéndose a los Regímenes de la Época de los 70, dice:
“Comencemos por señalar que el hecho de que Chile, Uruguay, Argentina o Brasil no sean
países imperialistas sino por el contrario países sometidos a la dominación imperialista, no es
óbice para que allá puedan darse procesos de facistización, antes bien, la penetración
profunda del capital transnacional en esas economías es el punto de referencia fundamental
para la comprensión de tales procesos. Si ahora podemos hablar con propiedad de
fascismo, seguramente por una vez en la historia del subcontinente, es justamente porque a
través de esa penetración han madurado condiciones económicas necesarias para que dicho

108 Juárez Ricardo. El Fascismo. Contenido Mínimo para Catedráticos, Ciencia Política 1979 Págs. 1 - 5
109 Poulantzas, Nicos. Op. Cit. Pág. 366

144
fenómeno pudiese ocurrir”. 110 Indica también que en otros Países más atrasados de
América Latina no existe propiamente fascismo sino que son tiranías semicoloniales.
Dice que lo que define primordialmente al fascismo es su naturaleza de clase y cambio
cualitativo que impone a las formas del Estado; tampoco es una dictadura de la pequeña
burguesía y que ciertas características ideológicas pueden variar “...pero que siempre se
articulan sobre un eje que les confiere una identidad esencial, reflejo de la estructura básica
del fascismo: el rabioso anticomunismo.” “En cuanto a otros aspectos definitorios del
fascismo, o sea el hecho de que la dictadura terrorista del capital monopólico se ejerce
fundamentalmente en contra de la clase obrera, también parece difícil de impugnar. En
Latinoamérica las dictaduras se han implantado precisamente “contra el comunismo”. “El
proceso es tan brutal y desembozado, que uno puede formular la función del fascismo en
este terreno en términos inequívocos: se trata de producir mano de obra lo más barata
posible, en beneficio del capital monopolista, por métodos terroristas. Incluso es legitimo
afirmar que el fascismo es el eslabón político necesario para la rápida fusión del capital
monopólico nacional con el multinacional...”. “ Se trata de un terror moderno”
institucionalizado y sistemático, que sin duda marca un cambio radical en el funcionamiento
de la superestructura estatal”. La supresión total de las libertades democráticas.
Sin embargo, señala diferencias con el fascismo clásico:
 Imposibilidad de conseguir una base de apoyo popular, o sea de sustentarse en algún
movimiento de masas.
 Imposibilidad de implantar una política de tipo nacionalista, debido a nuestra
configuración dependiente.
 El elemento nacional - chauvinista alemán o japonés se asentaba sobre un elemento
objetivo constituido sobre la posibilidad real de expansión del capital monopólico nativo
más allá de sus fronteras patrias.
 El fascismo latinoamericano es en todo caso la alternativa política más expedita para la
desnacionalización de nuestras economías, como lo prueba el “milagro chileno”.
 Incapaz de poner en marcha un proceso de desarrollo autosustentado, y con reales
posibilidades de expansión, el fascismo latinoamericano dista mucho de resolver la
crisis de las sociedades a las que subyuga.
La debilidad “civil” del fascismo señala su talón de Aquiles y abre la posibilidad de
conformar en un plazo más o menos breve un movimiento de masas, capaz de
derrotarlo.111

110 Cueva, Agustín. “La Cuestión del Fascismo” Revista Economía, IIES Fac. de CC.EE. USAC. Número 59, enero –
marzo 1979. Págs. 26 y 27.
111 Cueva, Agustín. Op. Cit. Págs. 27 – 40.

145
2.4.2 Formas de Gobierno en el Tipo de Estado Socialista
La formación económico-social y el modo de producción socialista se basa en la propiedad
social sobre los medios de producción. En Rusia, luego de la toma del poder por los
bolcheviques en octubre de 1917, se inició la revolución socialista, el Estado inició la
nacionalización de la industria, el comercio, la banca, la energía eléctrica, las
comunicaciones, etc.; en el campo se promovió la propiedad social cooperativa, 20 años
después, el 99% de los medios de producción eran ya de propiedad social. Rusia se
convirtió así en el primer país que adoptó el sistema socialista, fue la cuna del socialismo.
Luego de la toma del poder por los bolcheviques, se dieron diferentes acontecimientos
políticos, elección y disolución de la Asamblea Nacional Constituyente, una guerra civil
que duró 3 años, de 1918 a 1921; en 1922 se fundó la Unión soviética. El Primer
Congreso de los Soviets, celebrado el 30 de diciembre de 1922, decidió por unanimidad la
constitución de la Unión de las Repúblicas Socialistas soviéticas (URSS), formada por
Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Transcaucasia y las Repúblicas de Asia Central.112
La economía socialista se basa en enormes corporaciones que funcionan en a través de
una planificación centralizada. En la Unión soviética, la propiedad social fue inicialmente
de dos formas: 1) la propiedad estatal, donde el representante de la propiedad del pueblo
fue el Estado. 2) la propiedad cooperativa que se dio principalmente en el campo.
Después de la segunda guerra mundial y a raíz de ella, entre 1945 y 1948 se implantaron
en todo el este europeo una serie de gobiernos socialistas. Tales procesos no se llevaron
a cabo por revoluciones, tras la derrota del ejército Nazi por el ejército Rojo, éste hizo su
entrada en esos Países, donde después de instaurar gobiernos provisionales, los partidos
comunistas apoyados por las tropas soviéticas acabaron por hacerse con el poder. La
segunda guerra mundial también dio origen a un nuevo tipo de convulsión revolucionaria,
en los pueblos de Asia y África nacieron numerosos movimientos de liberación de sus
colonizadores y movimientos revolucionarios, por ejemplo en China, Vietnam, Camboya,
Angola, etc., también se dieron esta clase de movimientos en América Latina, por ejemplo
en Cuba, Nicaragua etc. 113 La implantación del socialismo en diversos países propició
que se establecieran dos formas de gobierno:

2.4.2.1 El Sistema de Partido Único o Convencional.


El prototipo fue la Unión Soviética y países como Hungría, Rumania, China, Cuba,
Mongolia. En la ex Unión Soviética, los poderes públicos se articularon en el parlamento o
soviet supremo, compuesto por dos cámaras: el soviet de la Unión y el soviet de las
repúblicas o regiones autónomas. La constitución por otro lado definió el papel del
Presidium del Soviet Supremo, que emanaba por elección entre sus miembros y tenía una
doble función: la de suplir al parlamento en los períodos en los que no se reunía y asumir

112 Enciclopedia Autodidáctica Océano Color.


113 Colección Salvat. Revoluciones del Mundo Moderno. Barcelona, Salvat Editores 1980. Págs 59 - 61
146
la jefatura colegiada de Estado. El partido comunista constituyó la fuerza dirigente y
orientadora de la sociedad soviética de acuerdo a la Constitución, lo cual sigue vigente en
la actualidad en países como Cuba y la República Popular China.

2.4.2.2 Las Democracias Populares o de varios Partidos.


En algunos países, sobre todo en Europa Oriental funcionó este sistema, en éstos se
admitió la existencia de varios partidos políticos, aunque sólo se admitían aquellos que
aceptaban el papel dirigente del Partido Comunista. (Bulgaria, Checoslovaquia, Polonia,
Rep. Democrática Alemana, Vietnam, etc.).114

2.5 La extinción del Estado


Según la teoría Marxista, la construcción de la sociedad socialista conlleva dos fases: En
la primera (fase inferior de la sociedad comunista, período de transición y llamada por
Lenin socialismo) rige el principio: “a cada uno según sus capacidades a cada uno según
su trabajo”. En la segunda etapa rige el principio: “a cada quien según sus capacidades,
a cada uno según sus necesidades” (comunismo).
A la primera fase entraron los países que adoptaron el socialismo real, (aunque
existe oposición a esta afirmación); en ella subsisten todavía las diferencias sociales, pues
el ingreso por el tipo de trabajo es diferente, se paga más el trabajo industrial que el del
campo, el trabajo intelectual que el manual o físico, el trabajo dirigencial que el
subordinado, etc.; subiste el Estado.
De acuerdo a la teoría marxista, esta primera fase es un período de transición, significa el
tránsito del capitalismo al comunismo. “Entre la sociedad capitalista y la sociedad
comunista media el período de transformación revolucionaria de la primera en la segunda.
A este también corresponde un período político de transición en el que el Estado no podrá
ser otra cosa que la dictadura del proletariado”. 115 Durante el tránsito del capitalismo al
socialismo todavía existen los antagonismos de clases, por consiguiente, la lucha de
clases no ha desaparecido, sino que reviste otras formas. El proletariado convertido en
clase dominante se encuentra con la oposición encarnizada de la burguesía, el Estado
proletario debe tomar necesariamente la forma de dictadura contra las clases que se
oponen a la construcción del socialismo.
La dictadura del proletariado tiene la misión de suprimir las relaciones capitalistas y
construir las relaciones socialistas.
En la primera fase se construye la base material y técnica que prepara el advenimiento de

114 Colección Salvat. Regímenes Políticos. Barcelona, Salvat Editores 1981 Págs. 50 - 57
115 Marx, Carlos. “Crítica al Programa de Gotha.” Citado por Ricardo Juárez. El Estado. Pág. 4

147
la segunda fase. La elevación de productividad del trabajo a niveles sin precedentes,
propiciar la producción de una gran cantidad y variedad de satisfactores; Esto, permitirá, a
su vez, ir satisfaciendo las necesidades sociales y las diferencias sociales irán
desapareciendo. En esa misma medida el Estado se irá extinguiendo, como una fuerza
organizada de opresión.
Esta etapa requiere el mayor desarrollo posible de las fuerzas productivas, y que siendo
más desarrollados todos los hombres en un mismo sentido tenderían a ser más iguales
entre sí y a tener necesidades similares.116
La expresión “el Estado se extingue” es muy apropiada pues señala el carácter gradual y
espontáneo del proceso. Sólo la fuerza de la costumbre puede ejercer y ejercerá esa
influencia, pues se puede observar con qué facilidad se habitúa la gente a guardar las
reglas de convivencia necesarias si no hay explotación, si no hay nada que indigne a la
gente y provoque protestas y sublevaciones, creando la necesidad de la explotación.117
La segunda fase o fase superior de la sociedad comunista es pues una sociedad donde
ya no existen las diferencias sociales, el desarrollo de las fuerzas productivas, de la
técnica, de la calificación de la mano de obra, permitirá que en un tiempo corto, se
produzca gran cantidad de bienes para la distribución y el consumo social; el resto del
tiempo se empleará para la formación cultural, científica, deportiva de los seres humanos.
Esta fase es todavía un planeamiento teórico y en cierto sentido, todavía es una utopía.

116 Flores P. Carlos A. Marco Teórico Metodológico. Guatemala, julio de 1998. S.N.T. Pág. 46
117 V. I. Lenin. Op. Cit Pág. 68

148
3. EL PODER

3.1 El problema teórico


Uno de los temas centrales de la ciencia política es el poder, ya que la mayoría de sus
definiciones giran el torno a este concepto. Sin embargo, limitado a la sociedad humana,
respecto al concepto de poder se tiene lo siguiente: a) se sostienen concepciones del
poder muy amplias; b) no todas las relaciones de poder son relaciones políticas
Se exponen a continuación algunas definiciones de poder que se consideran importantes y
de las cuales se puede extraer lo que tienen en común:
Harold Laswell: “ Poder: es el hecho de participar en la adopción de decisiones”. La
crítica a esta definición es verterse en una concepción voluntarista en el proceso de toma
de decisiones, desconociendo la eficacia de las estructuras y no poderse localizar
exactamente los centros efectivos en cuyo interior juega la distribución de poder.
Max Weber: “La probabilidad de que cierta orden de contenido específico sea obedecida
por determinado grupo”. “La probabilidad que tiene un hombre o una agrupación de
hombres, de imponer su propia voluntad, en una acción comunitaria, inclusive contra la
oposición de los demás miembros”. Esta definición está asociada a la problemática
weberiana de la legitimidad, o sea el modo según el cual las estructuras políticas son
aceptadas por los agentes de un sistema.
El fundamento primario de la legitimdad según Weber puede ser:
1) De carácter racional: descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones
estatuidas y de los derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer la
autoridad legal. 2) De carácter tradicional: descansa en la creencia cotidiana en las
tradiciones que rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por esa
tradición para ejercer la autoridad. 3) De carácter carismático: que descansa en la entrega
a la santidad, heroísmo o ejemplaridad de una persona y a las ordenaciones por ella
creadas o reveladas Se obedece al caudillo carismáticamente calificado por razones de
confianza personal.118
Talcott Parsons: Poder; es “la capacidad de ejercer ciertas funciones en provecho del
sistema social considerado en su conjunto”. Esta es una definición funcionalista 119 La
estabilidad depende de la existencia de valores comunes.
J. L. Arangurén: “Poder como pura fuerza, ejercida directamente por coerción (desde el
aparato de Estado) o indirectamente por presión democrática abierta. (huelgas,
manifestaciones), mediante la acción encubierta reservadamente ejercida por los grupos

118 Facultad de Ciencias Económicas. USAC. Corrientes del Pensamiento Social. Mayo 1979 Págs. 78 y 79
119 Poulantzas Nicos. Poder Político y Clases Sociales en el Estado Capitalista. Traducción de Florentino M. Torner.
Colombia, Siglo XXI Editores S. A. 1982, Vigésima edición en español. Pág. 125
149
de presión, o bien poder como revestido de ascendiente, prestigio, glamour, es decir,
poder como autoridad. 120
G. Vedel: Poder; “fenómenos de mando en la sociedad”
De las anteriores definiciones se extraen dos elementos: 1) que las relaciones de poder
son relaciones entre personas, son relaciones sociales; 2) que en esa relación de poder,
una persona o grupo está en la capacidad de imponer su voluntad a otras.

3.2 Concepción objetiva de poder

Se dan a continuación dos definiciones dentro de la concepción marxista del poder:


Nicos Poulantzas: “La capacidad de una clase social para realizar sus intereses objetivos
específicos”121
Roger Bartra: “Poder es el dominio que ejercen las clases o las fracciones de clase sobre
los medios de producción, los medios de control social y en general sobre la
superestructura de la sociedad, con el objeto de asegurar los sistemas de explotación”.
Marx: “Propiamente hablando el poder político es la violencia organizada de una clase
para la opresión de otra.”.
Marta Harnecker: “El poder es la capacidad de utilizar el aparato de Estado para cumplir
los objetivos de la clase dominante”. 122
Se va a hacer referencia aquí a aquellas relaciones de poder que son relaciones políticas:
no todas las relaciones de poder dan lugar a una relación política. El poder tiene su
máxima expresión en el Estado y poder político es el que se ejerce desde el aparato de
Estado.
De acuerdo a Nicos Poulantzas, el concepto de poder se relaciona con el campo de las
prácticas de clase, tiene como marco de referencia la lucha de clases en una sociedad
divida en clases. Precisamente por ello, la capacidad de una de ellas para realizar por su
práctica sus intereses propios está en oposición con la capacidad - y los intereses- de
otras clases. Esto determina una relación de dominio y de subordinación. Por lo demás el
concepto de poder no puede aplicarse a las relaciones “interindividuales” o a las
relaciones cuya constitución se presenta, según las circunstancias determinadas,
independientemente de la lucha de clases; por ejemplo las relaciones de amistad,
relaciones de los socios de una agrupación deportiva, etc. Puede emplearse en su caso
el concepto de potencia: este concepto ha sido empleado sobre todo en la ciencia política
para indicar el elemento de fuerza, empleándose el concepto de poder en el caso de una
fuerza legitimada, es decir ejercida en el marco referencial de un mínimo de

120 Juárez Ricardo. El Poder. Contenido Mínimo para Catedráticos


121 Poulantzas Nicos. Op. Cit. Pág. 124.
122 Flores P. Carlos A. El Estado. Pág. 3
150
“consentimiento” por parte de aquellos sobre quienes se ejerce el poder. Por otra parte,
la capacidad de una clase para realizar sus intereses, cuya condición necesaria es la
organización de poder, depende de la capacidad de otras clases para realizar sus
intereses. El grado de poder efectivo de una clase depende directamente del grado de
poder de las otras clases, en el marco de la determinación de las prácticas de clase,
dentro de los límites señalados por las prácticas de las otras clases. 123
En general, el fundamento del poder hay que buscarlo en última instancia en la situación
económica de los grupos sociales, no es un mero acto de voluntad sino que exige ciertas
condiciones reales: la producción de instrumentos, producción de armas y ésta a su vez
está fundamentada en la producción en general. El instrumento de poder por excelencia
es el Estado, es el aparato de dominio de una clase sobre las demás.
Se pueden diferenciar diversas clases de poder: el poder económico que está
determinado por el control sobre los medios de producción. El poder ideológico que
significa el control de los aparatos ideológicos de la sociedad; y el poder político que se
ejerce a través del manejo de aparato de Estado. La clase que domina económicamente,
normalmente también domina políticamente y se dice que es la clase hegemónica. No
siempre la clase que domina económicamente domina políticamente y cuando se dan
esos períodos no existe una hegemonía de poder de una sola clase.

3.3 El poder del Estado. Aparato de Estado

El aparato de Estado está formado principalmente por los cuerpos políticos (ejército y
policía), la burocracia, los funcionarios. El aparato de Estado es la máquina misma del
Estado compuesta por las instituciones centralizadas, descentralizadas, autónomas y
semiautónomas del Estado.
El Estado no tiene poder en sí mismo, cuando se; habla de poder del Estado, se hace
referencia al poder que ejercen las clases a través del Estado. Las diversas instituciones
sociales y más particularmente el Estado, no tiene poder propiamente hablando. (Juárez
Ricardo). Las instituciones, no pueden sino ser referidas a las clases sociales que
detentan el poder.
Lenin hace una distinción entre poder del estado y aparato de estado. El aparato de
estado indica dos cosas: a) el lugar del Estado en el conjunto de las estructuras de una
formación económico social, en suma, las diversas funciones técnico - económica, política,
ideológica del Estado. b) el personal del Estado, los cuadros de la administración, de la
burocracia, del ejército, etc. Por poder del Estado, indica, la clase social o fracción de
clase que detenta el poder.124

123 Poulantzas Nicos. Op. Cit. Págs. 126 - 130.


124 Poulantzas, Nicos. Op. Cit. Pág. 142

151
4. LA VIOLENCIA

4.1 La praxis
Para poder comprender el concepto de violencia, primero se debe enfocar el tema de la
praxis, pues la violencia está inmersa en ella. La Praxis: es toda actividad humana
que transforma el mundo natural y social Toda praxis es un proceso de transformación
de la materia. 125 La praxis, como transformación o cambio, conlleva dos fases: 1) la
alteración del funcionamiento de un ente natural o social, la alteración de su legalidad,
de su orden, o su destrucción; 2) la creación de algo nuevo, aprovechando todo
aquello que pueda utilizarse y desarrollarse en un nuevo ente. El sujeto imprime una
forma dada a la materia (objeto) después de haberla desarticulado o violentado. De
este modo, es arrancado a su propia legalidad, a la ley que lo rige, para adaptarse a la
que establece el sujeto con su actividad. El objeto sufre así una imposición de una ley
exterior y en la medida que la acepta se transforma. Pero el objeto requiere de ciertas
condiciones externas para ser transformado, no cualquier objeto puede ser
transformado, sino sólo aquel cuyas condiciones se encuentran suficientemente
maduras, de otra manera el esfuerzo sería inútil y la acción se quedaría sólo en un
hecho violento y no habría transformación.

4.2 Praxis productiva y praxis social


Existen fundamentalmente dos clases de praxis: la productiva y la social. En la
praxis, tanto en una como en la otra, el hombre es el sujeto de la acción, el hombre es
el único ser que no se adapta pasivamente a la naturaleza, sino que, para satisfacer
sus necesidades, la transforma, altera sus leyes, la violenta. También transforma
constantemente la sociedad. La violencia es un atributo exclusivamente humano, los
demás seres naturales siguen las leyes de la naturaleza, no alteran su legalidad.
La praxis productiva se lleva a cabo cuando el ser humano crea los bienes materiales
para satisfacer sus necesidades, para ello adapta y transforma la naturaleza. La praxis
productiva es la actividad humana que transforma la naturaleza. En ella el sujeto es la
persona humana y el objeto son los seres naturales, aquí lo humano se opone a lo no
humano. Las propiedades del objeto natural son alteradas. La naturaleza opone una
resistencia a ser transformada, es una resistencia pasiva del orden natural a ser
quebrantado. La praxis productiva enfrenta resistencias, límites, fuerzas que hay que
vencer, pero no conoce una antipraxis, es decir un sistema de actos tendientes a anular
la praxis misma. 126 El ser natural se resiste, pero no opone una antipraxis.

125 Juárez Ricardo. La Violencia. Desarrollo del programa, Contenido Mínimo para catedráticos. S.N.T. Pág. 1

126 Sánchez Vásquez, A. “Praxis y Violencia”. Introducción a la Ciencia Política. Ricardo Juárez. Pág. 139 - 140
152
En la praxis productiva, primero se utiliza la violencia contra un ser natural, se altera su
legalidad, su curso normal, se destruye como tal y luego se construye un bien nuevo.
Sólo pueden ser objetos de transformación aquellos seres naturales ya maduros,
desarrollados, que ofrecen las condiciones para ser transformados, para servir de
materia prima para una nuevo producto. La constante violentación de la naturaleza por
el hombre, obedeciendo a la praxis productiva, ha generado hasta nuestros días una
alteración profunda de las leyes naturales, lo que a su vez puede incidir en la existencia
misma de las futuras generaciones humanas. La violencia está solamente de parte del
sujeto, los seres naturales no son violentos, los seres naturales son la fuerza en sí y la
violencia es el uso o la instrumentalización de esa fuerza. Los animales, por ejemplo,
por muy agresivos y crueles que parezcan, (como en el caso de los depredadores) no
son violentos, por cuanto no alteran la legalidad natural; por el contrario, sus actos
obedecen al orden natural en el ámbito de la evolución natural.
La praxis social es la actividad humana que transforma la sociedad. La praxis social
se lleva a cabo en el proceso social, en el cambio social, en el desarrollo social. Se
transforman las instituciones, las relaciones sociales, los modos de producción, las
formaciones económico-sociales. En la praxis social tanto el sujeto como el objeto lo
constituyen los seres humanos y grupos humanos. La violencia social se manifiesta
cuando se truncan, se altera el funcionamiento de las instituciones y de las relaciones
sociales y se altera también el cauce de las ideas dominantes. En cualquier sociedad,
lo normal es que las fuerzas productivas avancen dentro del marco de las relaciones
sociales existentes. Pero llega un momento en que el desarrollo de las fuerzas
productivas se detienen y entonces se violenta el curso normal de las fuerzas
productivas y del desarrollo social, se manifiestan en la sociedad una serie de
contradicciones y conmociones de orden económico y superestructural, se afecta el
desarrollo económico, cultural, político, de los seres humanos y se instaura una
situación de violencia. Las fuerzas productivas han llegado a su máximo desarrollo
dentro de los límites que permiten las relaciones sociales de producción y eso implica
que las condiciones han madurado para que esa sociedad o los entes sociales sean
transformados.
La violencia en la sociedad se manifiesta en la alteración del normal funcionamiento de
una institución, de una relación social o en la conducta, pensamiento y acción de los
seres humanos. Significa también la destrucción o uso de la fuerza contra un ente
social o ser humano, la alteración de la legalidad de un ente social. A diferencia de la
praxis productiva, en la sociedad si se suscita una oposición a la transformación, a la
alteración y destrucción; se da una antipraxis o sea una serie de actos tendientes a
anular la praxis, y estos actos también son violentos; la violencia acompaña tanto al
sujeto como al objeto de la praxis social.127

127 Juárez Ricardo. Op. Cit Pág. 4

153
Para poder transformar el orden social, se tiene que alterar el normal funcionamiento de
las instituciones y relaciones económicas y de las instituciones y relaciones
superestructurales, de las ideas y de la conciencia social. “La praxis social tiende a la
destrucción o alteración de una determinada estructura social, constituida por ciertas
relaciones o instituciones sociales”.128 Sobre todo aquello aprovechable y maduro de
esa sociedad, se crean nuevas instituciones, nuevas relaciones, una nueva formación
económico social, de calidades superiores. Por supuesto existen grupos humanos que
se oponen a esa transformación, porque la situación prevaleciente favorece a sus
intereses y desarrollan actos violentos, represivos contra la transformación, contra la
praxis, desarrollan una antipraxis.
La violencia se puede, pues, definir en sentido amplio y en sentido restringido: en
sentido amplio es la alteración o destrucción de un orden natural o social dado
por los seres humanos. En sentido restringido es la destrucción física o el uso
de la fuerza para lograr esa destrucción.129

4.3 Los hechos violentos y la situación de violencia


En el devenir histórico, en muchos países, cuando las contradicciones sociales se
acentúan, la situación económica se empeora para la mayoría de los ciudadanos, la
productividad del trabajo declina, se instauran regímenes políticos antidemocráticos y
represivos, los hechos violentos se multiplican. Se entiende por hecho violento todo acto
que tiende a impedir el desarrollo y desenvolvimiento normal del ser humano en todos sus
aspectos: la situación económica no le permite desarrollarse física e intelectualmente en
condiciones de bondad; se niega el acceso a la educación, a la cultura, se truncan las
libertades individuales, se coartan los derechos humanos, etc.; todos estos, son actos
violentos.

Este conjunto de actos violentos contra la mayoría de la población, instaura una situación
de violencia. “Cuando una colectividad le rehúsa a la mayor parte de sus miembros la
satisfacción de sus necesidades fundamentales.... hay una situación de violencia que se
manifiesta cotidianamente a través de hechos violentos como el desempleo, la vagancia,
la mendicidad callejera, el abandono de los niños, el aumento de la prostitución, la
delincuencia juvenil y la desocupación masiva”. 130 En la sociedad también se
desarrollan diferentes tipos de violencia; violencia económica: inadecuada distribución de
la riqueza material, que origina una serie de déficit en los indicadores sociales como
desnutrición infantil, mortalidad infantil, altos índices de mortalidad y morbilidad, etc.;
violencia pedagógica: la negación del acceso a la educación a gran parte de la población:

128 Sánchez Vásquez A. Op. Cit. Pág. 143


129 Juárez Ricardo. Op. Cit. Pág. 5
130 ¿Qué es Violencia? Notas para el Curso de Ciencia Política 1982 S.N.T. Pág. Pág.18
154
falta de escuelas, de maestros, analfabetismo etc.; violencia cultural: negación del
desarrollo cultural, violencia juvenil: proliferación de maras; violencia común o
delincuencial: asaltos, robos secuestros, drogadicción, linchamientos, etc.; violencia
política: el uso de la fuerza y de las armas con un fin político; implica también la represión,
persecución, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, masacres, el terror, con el fin de
mantener el control político por parte de las clases dominantes.

Violencia Institucionalizada: es la que se ejerce desde el aparato de Estado con el fin


de mantener las relaciones existentes y evitar la toma del poder político por clases
diferentes a las que han detentado el poder político.131

4.4 La contraviolencia
Cuando se instaura una situación de violencia para favorecer determinadas relaciones
sociales y a determinados sectores sociales, se hace necesaria una actividad para
anular esa situación de violencia se desarrolla la contraviolencia, violencia de los
oprimidos o violencia revolucionaria, que es una serie de acciones que tienen como
fin suprimir una situación de violencia instaurada en una sociedad y es un medio para
construir una sociedad más justa y democrática. Estos actos que componen la
contraviolencia pueden ser violentos, no necesariamente en el sentido de usar la fuerza
física, sino el hecho de modificar una situación dada, tanto de orden económico como
superestructural e intelectual.

4.5 El terror como forma de violencia


El terror es un fenómeno político que se manifiesta como una estrategia militar de
contrainsurgencia. Es una respuesta a los movimientos de liberación nacional que se
han dado en diferentes países subdesarrollados, entre ellos de América Latina y que
también han optado por la lucha armada.
Es una manifestación de la violencia institucional, y consiste en la aplicación de una
violencia extrema para combatir el cuestionamiento de la dominación de clase.
Siguiendo a E. Walter, el terror es una forma de violencia institucionalizada y debe
entenderse como “miedo extremo” con efectos inhibitorios.
Los elementos del proceso de terror son: 1) el acto o amenaza de violencia, 2) la
reacción emocional y 3) los efectos sociales.
1) El acto o amenaza de violencia se refiere a: infligir directamente un daño físico o
moral que provoca miedo extremo.132. Estos actos frecuentemente van graduándose
en intensidad: amenazas, listas negras, llamada anónimas, persecución, acoso,

131 Juárez Ricardo. Op. Cit. Pág. 6


132 Juárez, Ricardo. La Violencia. Pág. 4.

155
vigilancia, secuestros, desapariciones, asesinatos selectivos o indiscriminados,
masacres. Los actos son cometidos con saña y crueldad indescriptibles.
2) La reacción emocional: es la sensación que se produce en las personas, en la
comunidad, en la sociedad, por el acto violento; es el miedo extremo, es el impacto
psicológico y moral que provoca el espectáculo de horror.
3) Los efectos sociales: es la estructuración de una esfera de relaciones que abarca a
todos los habitantes del universo en que se manifiesta el fenómeno, que consiste en
tomar una actitud de inhibición. Es decir, las personas dejan de participar, de
expresarse, deponen su resistencia, no cuestionan ni protestan. Anulan su capacidad
de crítica.
Walter. distingue los actores del proceso de terror: 1) la fuente o equipo del terror, 2) la
víctima y 3) el blanco.
La fuente o equipo del terror está constituido a su vez por dos elementos: a) el
directorio o hechores intelectuales, que está constituido por quienes planifican, definen,
trazan, diseñan, deciden, ordenan, justifican, dirigen el terror. b) los agentes o hechores
materiales: son los esbirros, verdugos, ejecutores que llevan a cabo las órdenes y
efectúan los actos de destrucción.
La víctima y el blanco son ambos objetos del terror, la víctima es la persona o personas
sobre la que recae directamente el hecho violento y que incluso puede perecer. El
blanco es la comunidad, la sociedad que se espera reaccione, y que efectivamente lo
hace ante el espectáculo o noticias de la destrucción con diversas formas de
acomodación, sumisión y conformismo. 133

133 Juárez Ricardo. El Terror. Apuntes para la Docencia, Págs. 1 - 3


156
5. LA IDEOLOGÍA

5.1 El problema teórico de la ideología


El término ideología comenzó a utilizarse con bastante amplitud a finales del
siglo XVIII y principios del siglo XIX, por los “iluministas” o “ilustrados”. Entre ellos se
mencionan a los enciclopedistas Destutt de Tracy y, Étienne Bonnot de Condillac (1715-
1780), que le dieron una definición apegada a su sentido literal: tratado o estudio de
las ideas, teoría más general de las ideas. Para Destutt de Tracy la ideología es la
“ciencia de las ideas, de cómo surgen y de las leyes del pensamiento”.
Napoleón va a emplear el vocablo ideología con matiz de menosprecio, con un
sentido peyorativo; él es contrario a las grandes especulaciones. Para él las ideas son
quimeras, adora la realidad - o aquello que él consideraba tal: la acción que transforma el
mundo. Decía que los filósofos se tambalean en un universo de sueños. El reino de lo
político es la realidad.134 Cuando Napoleón habla de los “ideólogos”, quiere señalar la
incapacidad de ciertos hombres para realizar una actividad práctica, útil.
A partir de este momento, se le adhiere al término una valoración negativa, y
también una gran indeterminación del concepto, que para ser utilizado adecuadamente
debe ser previamente revisado.
Al respecto del criterio de Napoleón, Mannheim afirma lo siguiente:
“ El ejemplo histórico muestra al mismo tiempo, que el punto de vista pragmático
estaba ya implícito en la acusación de Napoleón a sus adversarios. En verdad puede
decirse que el pragmatismo se ha vuelto por así decirlo, en muchos aspectos, la
concepción inevitable y adecuada... Llamamos la atención sobre el matiz que daba
Napoleón al significado de la palabra ideología,... que las discusiones académicas,
tienden a volverse estériles porque no cuidan de comprender el mundo fuera de las
paredes de una academia.”135
Aren Naos y colaboradores analizaron el sentido del termino ideología, a partir de la
manera en que es utilizado en la literatura contemporánea, encontrando una treintena de
significaciones diversas, a menudo alejadas unas y otras de la realidad e incluso
totalmente diferentes (Schaft, Adam. La Definición Funcional De La Ideología Y El
Problema Del Fin Del Siglo De La Ideología).
Con las obras de Marx y Engels, el término ideología se convierte en una
categoría sociológica.136 En muchas de sus obras utilizan el término en sentido
peyorativo como “reflejo falso y deformado de la realidad”. . En La Ideología Alemana
emplearon las expresiones “falsa conciencia”, “representación nebulosa”. 137 En esta

134 Juárez Ricardo. La Ideología. Contenido mínimo para catedráticos, 1978, Pág. 1.
135 Mannheim kart. Ideología y Utopía. México, Fondo de Cultura Económica, 1993, segunda edición, Pág. 65
136 Juárez Ricardo. Op. Cit. Pág. 2
137 Juárez Ricardo. Op. Cit Pág. 2
157
obra afirman: “También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de
hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proceso
empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales. La moral, la religión, la
metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas
corresponden pierden así la apariencia de su propia sustantividad.... Y si en toda
ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en una cámara
oscura, este fenómeno responde a un proceso histórico de vida,... ” 138
Por ideología entendían estos autores todo soñar vacío, el alejamiento de la vida,
la concepción falsa o completamente abstracta de la historia y la tergiversación idealista
de las relaciones económicas en la Alemania de su tiempo. Los términos “ideólogo”,
“ideológico” lo emplearon Marx y Engels no menos despectivamente que Napoleón,
pero a diferencia de éste, su desprecio ya no se refiere a la impotencia práctica de los
ideólogos, sino a la inconsistencia de sus construcciones. En EL Capital, el término
“ideológico” se emplea como sinónimo de reflejo deformado de la realidad.139
Por lo anteriormente expuesto pareciera que Marx y Engels le dan al término
ideología una connotación totalmente negativa, sin embargo, le dan ese sentido
“bonapartiano” cuando se refieren a la representación que tiene de la realidad la clase
dominante, es decir como una evaluación negativa de ciertas formas de pensar de la
clase dominante.140
Yadov aclara que, si bien en Marx y Engels el término “ideológico” conllevaba un
sentido despectivo, posteriormente, este matiz se pierde en Lenin. Cuando Lenin se
refiere a sus adversarios ideológicos, el tono despectivo no recae sobre el concepto de
“ideología” en cuanto tal, sino sobre los calificativos correspondientes a “pequeño
burguesa”, “burguesa”, “filistea”, etc.141

Definiciones:
Marx y Engels: “Reflejo falso y deformado de la realidad”. Cuando los creadores
del socialismo científico (en La Ideología Alemana) se expresaban en esa forma de la
ideología, se referían a la ideología de la clase dominante, a la ideología burguesa. Se
nota en esta definición el sentido despectivo que se le había dado al término.
Marx: “forma mediante la cual los hombres toman conciencia de sus conflictos
sociales y luchan por resolverlos” (Prólogo de la Contribución a la Crítica de la
Economía Política) En esta definición se hace alusión a ciertas formas mediante las
cuales los hombres toman conciencia de su realidad o experiencia social y no está

138 Marx y Engels. La Ideología Alemana. Colombia, Editorial Andreus,1979 Pág. 20


139 V. A. Yadov. " La ideología como Conciencia Teórica de Clase". Introducción a la Ciencia Política, Selección de Textos
por Ricardo Juárez Gudiel. Colección Ciencia Política No. 1. Departamento de Publicaciones, Facultad de Ciencias Págs. 165
139 IBID Págs. 165 - 166.
140 Juárez Ricardo. Op. Cit. Pág. 2
141 Iadov. Op. Cit. Pág. 167

158
presente la connotación peyorativa del término.
Es un conjunto de ideas, concepciones, en las que se reflejan, traducen o
expresan perspectivas, intereses o percepciones de clase o grupo social; es decir,
determinadas de un modo u otro por el sistema social o por el lugar que el enunciante
ocupa en la estructura social. (Yadov)
El término ideología se refiere a proposiciones, se trata de juicios valorativos,
prejuicios, creencias, representaciones de la realidad (Juárez Ricardo).
La ideología alude a ciertas formas mediante las cuales los hombres toman
conciencia de su realidad o experiencia social. Ideas en las que se reflejan, traducen o
expresan perspectivas, intereses, percepciones de clase: es decir determinadas de un
modo u otro por el sistema social o por el lugar que el enunciante ocupa en el sistema.
(Eugenio Trias).142

5.2 Concepción objetiva de la ideología

5.2.1 La ideología y la Conciencia Social


Para comprender el concepto de ideología es necesario ubicarlo en la formación
económico-social. En primer lugar la ideología es una forma de la conciencia social,
que a su vez forma parte de la superestructura social. La conciencia social es el reflejo
del ser social, en la mente, en la conciencia de los seres humanos.
En este aspecto se enmarca en la gnoseología, más bien en la epistemología o
teoría sociológica del conocimiento.
La concepción materialista parte del principio de que toda idea, o categoría
conceptual, está necesariamente precedida y determinada por la existencia material
objetiva.143 La producción de las ideas y representaciones de la conciencia, aparece al
principio directamente entrelazada con la actividad material de los hombres, como el
lenguaje de la vida real. Los hombres son los productores de sus representaciones, de
sus ideas, etc. Pero los hombres reales y actuantes se hallan condicionados por un
determinado desarrollo de sus fuerzas productivas, por el desarrollo de la sociedad,
hasta llegar a sus formaciones más amplias. La conciencia no puede ser nunca otra
cosa que el ser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real144
La dependencia de la conciencia con respecto del ser social es lo común, lo que
unifica a todas las formas de la vida espiritual; pero al mismo tiempo, cada una
de ellas cumple una función específica. Las formas de la conciencia social se agrupan

142 Juárez Ricardo. La Ideología. Pág. 1


143 Serrano Caldera, Alejandro. Op. Cit. Pág. 118
144 Mar y Engels. Op. Cit. Pág. 19

159
en la psicología social y la cultura espiritual145
La psicología social comprende las formas primarias de reflejar el ser social,
tales como las sensaciones, percepciones, estados de ánimo, respuestas de la
conducta frente a los estímulos del ser social. La psicología social también comprende
los sentimientos, estados de ánimo, emociones, hábitos, inclinaciones, tendencias de la
voluntad, rasgos especiales del carácter, ilusiones que surgen sobre la base de la
situación social de una comunidad dada. 146 Yadov afirma que en la psicología social de
una clase social, las relaciones económicas y político sociales se reflejan más
directamente. Así, las condiciones de vida de la pequeña burguesía determinan su
individualismo y las del obrero contribuyen a su sentimiento colectivista, la sensibilidad
política y su espíritu revolucionario147. Por otro lado, la ideología incluye también
aspectos psicológicos, pues se considera que los intereses causan una conducta de
engaño o de mentira.148 Sin embargo, existe diferencia entre la ideología y la psicología,
puesto que alguien puede tener una ideología que se considera “consecuente” y
adoptar algunas veces una conducta inapropiada.
Otra forma de la conciencia social es la cultura espiritual; en cuanto una esfera
más amplia y más desarrollada de la conciencia social comprende a la ciencia, la
enseñanza, la educación, las costumbres, tradiciones, creencias y también a la
ideología.
El carácter específico de la ideología se manifiesta precisamente en que el ser
social se refleja desde el ángulo de los intereses de clase. La ideología se diferencia de
las otras formas de la cultura espiritual en la manera de reflejar el ser social. Refleja el
ser social a través del prisma de los intereses de clase. Por consiguiente por su
esencia misma, no puede dejar de ser cognoscitiva, aunque la función específica de la
ideología, el acento social de las concepciones ideológicas no consista en el
conocimiento en cuanto tal, sino ser una conciencia teórica de clase.149
“El concepto ideología refleja una de los descubrimientos que han surgido del
conflicto político, a saber, que los grupos dominantes pueden estar tan ligados en su
pensamiento a los intereses de una situación que, sencillamente, son incapaces de
percibir ciertos hechos que vendrían a destruir su sentido de dominación. La palabra
ideología entraña el concepto de que, en ciertas situaciones, lo inconsciente colectivo
de ciertos grupos obscurece el verdadero estado de la sociedad.”150
El carácter de clase distingue también a la ideología de la cultura espiritual, considerada
en su conjunto. La ideología es una parte importante de la cultura espiritual, pero por
supuesto, se halla lejos de agotar su contenido. La cultura espiritual engloba mayor

145 Iadov. Op. Cit. Pág. 168


146 IBID Pág. 171.
147 IBIDEM
148 Mannheim, Karl. Op. Cit. Pág. 51
149 Iadov. Op. Cit. Pág. 180
150 Mannheim; Karl. Op. Cit. Pág.35
160
número de elementos no clasistas que la ideología o conciencia de clase. La ideología
es el sistema de ideas y concepciones de determinada clase o de cierto grupo social.
En la conciencia social se reflejan todas las relaciones sociales, no sólo las de
clase, por ejemplo, las reglas elementales de la convivencia humana, los rasgos
nacionales del modo de vida y la psicología de los individuos. Comprende no solamente
las formas ideológicas, sino la ciencia en su conjunto. La conciencia de clase en su
forma ideológica influye en todos los aspectos de la actividad espiritual de la sociedad,
pero esto no permite considerar toda ciencia –por ejemplo, la matemática- como
ideológica. Por esta razón, no se puede identificar la conciencia con la ideología. La
ideología forma parte de la conciencia social y es su elemento de clase La ideología es
una forma de reflejar el ser social. Las demás formas de la conciencia social -la
psicología social y la cultura espiritual- se diferencian de la ideología pero también
contribuyen a su formación. De acuerdo a ello se puede apreciar que la ideología es
sólo una parte integrante de la conciencia social; dicho con más exactitud, determinado
nivel de la conciencia social. 151

5.3 La ideología y las clases sociales.


En las sociedades divididas en clases antagónicas, además de las clases
fundamentales existen también diferentes capas y sectores sociales que imprimen su
huella en la ideología clasista. La desigual posición de estos grupos se manifiesta en
su desigual participación en las esferas económica, política, teórica, etc. y en el diverso
grado de influencia que experimentan por parte de los elementos de la superestructura
(Estado y sus instituciones, partidos políticos, organizaciones religiosas, etc.) A
consecuencia de ello surgen diversos intereses y con frecuencia opuestos, lo que a su
vez influye en la formación de los productos ideológicos.152 También, al interior de las
clases existen diferentes grupos o sectores que tienen también diferentes intereses,
aunque no absolutamente antagónicos, sí existe cierto grado de contradicción, por lo
tanto existen también diversos matices ideológicos entre estos sectores. Existen por
ejemplo diversas manifestaciones ideológicas de la burguesía con respecto a la política
económica; en ciertos períodos históricos se inclina por un intervencionismo estatal, y
en otros por la libertad y el predominio de las leyes del mercado. Esto se da según el
fragmento de clase que tenga el predominio temporal; también en el sector laboral se
dan diversas tendencias ideológicas, según los intereses de determinados grupos de
trabajadores. Por ejemplo algunos se manifiestan a favor de la participación de las
organizaciones obreras y de sus líderes dentro de las instituciones políticas y otros se
oponen a ello.
Así las sociedades clasistas se dividen en dos clases fundamentales: la
dominante y la dominada, en ese sentido también se dan las ideologías. Existen

151 Iadov. V. A. Op. Cit. Págs. 170 - 181


152 IBID Pág. 172

161
principalmente la ideología de la clase dominante y la ideología de la clase dominada.
Toda ideología tiene como funciones generales la expresión de los intereses de clase y
de grupo y descubrir el lugar que se ocupa en la estructura social.
Con respecto a la ideología de la clase dominante, se puede aseverar que para
esta clase no le es difícil formarse una ideología propia, debido al control que ejerce
sobre los medios de producción y sobre los aparatos de producción espiritual. “Para la
clase dominante, la realidad que percibe y elabora en su conciencia es la realidad de la
expansión del sistema en que ella misma es dominante, sin plantearse la dominación
como hecho o menos la dominación como problema;... La percepción de la expansión
del sistema es para la clase dominante condición de su supervivencia como tal, y así
siempre que una clase pueda ser definida como dominante, esa es la realidad concreta
en la cual y para la cual trabaja. Por lo que su formación en la conciencia propiciada
por la acción cotidiana misma no implica mayores dificultades. ” 153
“Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o
dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad
es al mimo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición
los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios
de producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo por término
medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir
espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las
relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes
concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase,
la clase dominante, son también las que confieren el papel dominante de sus ideas.”154
La función de la ideología de la clase dominante es la justificación teórica de las
relaciones sociales existentes y su fin es mantener y reproducir esas relaciones, que
permiten prolongar el dominio de esa clase social. No es el fin el de la ideología
dominante, reflejar real y objetivamente la realidad. Pero dentro de la función de la
ideología no está solamente expresar los intereses de la clase dominante, sino que
integrar a ella a toda la sociedad. Que la clase dominada y todos los grupos y sectores
sociales aprecien la sociedad desde el punto de vista de la clase dominante y actúen
según esta ideología. 155 La clase dominante por el hecho de su relación con los
medios de producción, por la conciencia que se tiene de sus verdaderos intereses, por
estar claros de la posición dominante que se ocupa en la estructura social y actuar de
acuerdo a ello es una clase para sí. “ Los individuos que forman la clase dominante
tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello;”156
A la clase dominada le es difícil formar una ideología propia, por el mismo hecho
de subordinación con respecto a los medios de producción y los medios de control

153 Juárez Ricardo. La ideología Pág. 4


154 Marx – Engels. La Ideología Alemana. Pág.48
155 Juárez Ricardo. Op. Cit. Pág., 4
156 Marx – Engels. Op. Cit. Pág. 48
162
social, y la situación de escasez con respecto a la apropiación de la riqueza material y
espiritual. “Para la clase dominada su realidad vivida pasa a ser la realidad de su
conciencia en fases avanzadas de su formación como clase. La realidad de la
conciencia de la clase dominada, no se forma con tanta facilidad”157
La clase social considerada como tal por el solo hecho de su relación con los
medios de producción y por ende de la apropiación de la riqueza social, pero que no
tiene conciencia de sus intereses ni del lugar que se ocupa en la estructura social, es
una clase en sí.
“La ideología de cada una de las clases no se refiere solamente a su clase, sino
a la relación entre las clases. Así en la ideología de la clase dominante se expresa la
realidad de la relación clase dominante – clase dominada, desde el punto de vista de la
clase dominante”158.
La clase dominada va estructurando una ideología propia en fases avanzadas de
su lucha y organización social. La clase dominada y los otras capas sociales se
integran y reflejan el ser social desde la perspectiva de la clase dominante. En la
conciencia de estos grupos se reflejan intereses ajenos; los patrones de consumo y de
conducta también son extraños a la posición social de estos sectores. A esta situación
es lo que se le denomina Alienación o Enajenación. (Alienación del latín alienus =
extraño. Enajenación: hacer ajeno)
“Desde un punto de vista económico la alienación es la transmisión de la
propiedad de una persona a otra”159
La alienación en el capitalismo proviene de la enajenación de los productos del
trabajo en el momento mismo de su producción: los artículos que elabora el productor
directo no le pertenecen, le pertenecen al dueño de los medios de producción; así como
también le pertenecen a éste los productos del trabajo, también le pertenecen y
controla los medios de producción espiritual. Por lo tanto las ideas predominantes son
extrañas a los trabajadores y capas medias de la población.
Serrano Caldera ofrece las siguientes explicaciones: “La enajenación, es el
fenómeno individual o colectivo que deshumaniza. El hombre ha padecido a lo largo de
la historia diferentes formas de enajenación. Desde aquella ocasionada por el proceso
de readaptación de la vida psicológica a las cambiantes condiciones materiales, hasta
la enajenación producida en el trabajo y en virtud de la cual el ser humano se encuentra
esclavizado por los objetos de su propia creación, es decir por la cultura que produce.
Esta idolatría caracteriza con más énfasis a la sociedad industrializada y se manifiesta
como un rasgo patológico en la sociedad tecnocrática y de consumo, y, en
consecuencia en las sociedades periféricas y dependientes, regidas por los patrones y
valores del sistema.”

157 Juárez Ricardo. Op. Cit Pág.4


158IBID
159 Serrano Caldera, Alejandro. Op. Cit. Pág. 112
163
“La enajenación es la conducta individual o colectiva que resulta de un sistema
social y modo de producción determinado, en el cual el hombre no se percibe a sí
mismo por sí mismo, sino en virtud de la dependencia que establece con los objetos de
su creación”160. “La alienación del trabajador se da con relación a los productos de su
trabajo los cuales no sólo le son extraños y ajenos, sino también se erigen en
mecanismos de dominación que lo esclavizan”. 161
La clase dominada va formando su ideología a través de la estructuración de una
conciencia teórica de clase, de su organización y de su lucha; va ubicando y
descubriendo sus intereses mediatos y sus intereses cardinales como clase. Va
revelando su ubicación en la estructura social y cuáles son las acciones necesarias
para transformar la realidad social, para tener una mejor sociedad donde se le permita
una distribución más justa de la riqueza material y espiritual.
La función específica de la clase dominada es cuestionar la dominación.
En el libro “Para Leer al Pato Donald” se lee lo siguiente: En el mundo de lo
cotidiano se verifica igualmente, el papel del andamiaje jurídico – institucional reproductor
de la ideología dominante, uno de cuyos instrumentos más eficaces lo constituyeron los
medios de comunicación de masas. En la frecuentación permanente con las ideas de la
clase hegemónica de la sociedad – la que posee materialmente los medios e impone el
sentido de los mensajes que emite - los hombres elaboran su manera de actuar, de
observar la realidad. Es preciso por tanto, escapar de ese orden y descodificarlo desde
otra visión del mundo, es necesario re-comprender la realidad para lograr modificarla.”162.
En la época actual de la globalización y transnacionalización, en contra de la tesis
de las ideologías opuestas, se presentan las tesis “del fin de la historia”, del “fin de la
modernidad” o el advenimiento de la “postmodernidad”. Francis Fukuyama a finales de
la década de los 80, en ese tiempo jefe de planificación de la política exterior del
Departamento de Estado en los Estados Unidos publicó, en el New York Times y
ampliado en la revista The National Interest, un artículo indicando no sólo el fin de la
guerra fría, sino del fin de la historia. La historia termina cuando se alcanza el modelo
económico, social y político en el que desaparecen las contradicciones de fondo. Es el
momento de la realización del liberalismo en lo político y del capitalismo en lo económico.
Fukuyama recurre a los escritos de Hegel y pasajes de la Fenomenología del Espíritu en
la que se plantea que el espíritu después de su recorrido que originó la naturaleza, la
historia y el Estado, regresa a sí y se repliega sobre su propio ser, poniendo fin a esa
experiencia humana que se denomina historia. En resumen esta tesis sostiene que la
historia ha concluido al llegar el espíritu al reino de la libertad y de la necesidad, el que
históricamente corresponde al Estado liberal y la economía capitalista.163 En lo que
respecta a la ideología, se considera que los intereses contrarios han llegado a su fin y por

160 IBID: Pág. 67 - 77


161 Loc. Cit.
162 Dorfman, Ariel y Armand Mattelart. Para Leer al Pato Donald. México. Editorial Siglo XXI, 22 edición 1972. Pág.5
163 Serrano caldera, Alejandro. El Doble Rostro de la Postmodernidad. Págs. 188 y 189.
164
lo tanto también la ideología.
En lo que concierne a la postmodernidad, planteada entre otros autores por Francis
Lyotard, Jacques Derrida, Gianni Vattino, se erosionan y fragmentan el mito, la utopía, la
ideología, la racionalidad histórica, los sistemas, las síntesis y todo aquello que conlleve la
formación de modelos, arquetipos, paradigmas, se trata de una modernidad diferente a la
que hemos conocido desde el renacimiento hasta nuestros días. “La postmodernidad no
es solamente la deslegitimación y desconstrucción de los modelos, paradigmas y relatos
que dejarían a la ideología, entre otras cosas, archivada en los museos del tiempo
irremediablemente pasado, sino que es la construcción de nuevos modelos a partir de una
realidad globalizante
La postmodernidad para Lyotar es la deslegitimación del discurso especulativo y
emancipatorio. Para Jacques Derrida la postmodernidad parte de la desconstrucción de
los relatos, los sujetos y los paradigmas en el arte, la historia, la política y en la
construcción de una nueva forma de organización de la producción y de la economía
mundial y en general de la cultura y la vida social. Desde la perspectiva postmoderna,
Vattimo afirma que se pone en crisis la legitimación histórica y el concepto lineal - unitario
del tiempo histórico.164

5.4 La formación de la ideología


Desde el punto de vista del modo de reflejar el ser social, la ideología es un
proceso complejo con múltiples mediaciones; en su desarrollo influyen tanto el régimen
económico de la sociedad como las ideas políticas determinadas por él, a la vez que
todo el conjunto de conocimientos teóricos acumulados en el período histórico
anterior.165 La ideología tiene una base teórica, política y económica.
La base inmediata de la creación ideológica es el caudal teórico acumulado con
anterioridad, sujeto a una reelaboración y a un desenvolvimiento ulterior. (base teórica).
En este aspecto, se deja sentir la influencia directa de la base política: la orientación
que sigue en su desarrollo el material cognoscitivo que está a disposición de los
pensadores depende del carácter de las ideas políticas que el ideólogo sustenta.
También influyen las ideas jurídicas y morales. 166 El verdadero fundamento del proceso
ideológico es, en última instancia, la economía, pero la relación con ella tiene sus
eslabones intermediarios: las ideas políticas y las conquistas teóricas del período
anterior. En toda ideología se reflejan la situación histórica y las tradiciones culturales, y
de clase. Etc.167

164 IBID Pág.190


165 Iadov. Op. Cit. Pág. 168
166 Juárez Ricardo Pág. 4
167 Iadov. Op. Cit Pág.169
165
5.5 Los aparatos ideológicos
Tanto Nicos Poulantzas como I. Althusser, para definir “los aparatos ideológicos
de Estado”, evocan a Gramci en el sentido que estos aparatos en su mayoría no son
públicos sino privados y además respaldan la tesis que la distinción entre lo público y
privado corresponde al derecho burgués. Según Poulantzas, Gramci llegó a
fundamentar la teoría de la dependencia del sistema estatal, de los aparatos
ideológicos, pues el Estado no reviste simplemente el papel de fuerza, sino igualmente
un papel ideológico. El Estado no debe ser concebido solamente como aparato de
fuerza, sino igualmente como organizador de hegemonía. La hegemonía de un grupo
social sobre la sociedad nacional entera se ejerce por medio de organismos privados
como la Iglesia, los sindicatos, los partidos políticos, las escuelas, etc.
Según Poutlantzas la ideología en tanto que ideología dominante, constituye un
poder esencial de las clases en una formación social. Como tal, la ideología dominante
se encarna, en el seno de una formación, en una serie de aparatos o instituciones: las
iglesias (aparato religioso), los partidos políticos, el aparato político, los sindicatos (el
aparato sindical), las escuelas y universidades (el aparato escolar), los medios de
información (periódicos, radio, cine, televisión, en suma, el aparato de información), el
dominio cultural, la familia en cierto aspecto, etc. Se les considera como “aparatos
ideológicos de Estado”, porque el Estado clasista es la instancia central cuyo papel es
el mantenimiento de la unidad y de la cohesión de una formación económico social, el
mantenimiento de las condiciones sociales de la producción y su reproducción y este
es precisamente el papel que desempeñan los aparatos ideológicos. El aparato de
Estado constituye la condición de existencia y de funcionamiento de los aparatos
ideológicos en una formación social.168
El Estado se compone también de instituciones y organismos muy importantes,
que actúan como “aparatos ideológicos”, (diferentes a los aparatos represivos que
constituyen su esencia), es decir que justifican y norman la vida social, por medio de
acciones dirigidas a la conciencia humana (propaganda, derecho, escuela, religión, etc.)
Pero hay autores como Luis Althusser que incluye en los aparatos ideológicos del
Estado a las familias, las iglesias, los partidos políticos, los sindicatos, la prensa, la
radio, la TV, las empresas, las artes, el deporte, etc. 169 Considera muy amplia la
estructura del Estado porque regula los aparatos privados con su estructura propia.
De acuerdo a Althusser, ninguna clase puede tener en sus manos el poder del
Estado en forma duradera sin ejercer al mismo tiempo su hegemonía sobre y en los
“aparatos ideológicos de Estado”. Todos los aparatos ideológicos del Estado concurren al
mismo resultado: la reproducción de las relaciones de producción. Cada uno de ellos
concurre a ese resultado de manera que le es propia. “El aparato de información atiborra a
todos los ciudadanos mediante la prensa, la radio, la televisión, etc. Lo mismo ocurre con

168 Poulantzas, Nicos. Fascismo y Dictadura. México, Siglo XXI Editores S.A. 5ª. Ed. 1974 Págs 353 - 357
169 Althusser , Louis. Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado. Notas para una Investigación. Traducido por
Alberto J. Pla. Medellín Colombia, Ediciones Pepe, 1978. Págs. 27 y 28
166
el aparato político, cultura. Etc. Agrega: “cada grupo está prácticamente provisto de
ideología que le conviene al rol que debe cumplir en la sociedad de clases: rol de
explotado, rol de agente de explotación, de agentes de represión170
En una formación social, no existe solamente una ideología dominante: existen
varias ideologías o subsistemas ideológicos contradictorios, referidos a las distintas clases
en lucha. La misma ideología dominante no se constituye como tal sino logrando dominar,
de manera especialísima esas ideologías y subsistemas ideológicos, lo cual se hace
precisamente por la vía indirecta de los aparatos ideológicos del Estado.171

5.6 Principales corrientes ideológicas


En el desenvolvimiento de la historia social, las condiciones económicas, políticas y
sociales se modifican, van desapareciendo unas y desplegándose otras. En este mismo
sentido, las teorías, las concepciones de los grupos sociales también se van modificando.
Desde el punto de vista de reflejar el ser social las corrientes ideológicas conforman
un conjunto de ideas, principios, doctrinas, teorías --de una institución, clase o grupo
social--, que, entre otros aspectos, explica como una sociedad debería funcionar, que
sistema económico es el más adecuado y que programa o sistema político y jurídico es el
más adecuado para su aplicación.
Por ejemplo, cada ideología contiene ciertas ideas de lo que considera la mejor
forma de gobierno (demócrata, aristócrata, oligarquía, republicano, parlamentario, etc.), y
el mejor sistema económico (capitalista, el socialista, socialdemócrata, entre otros).

Dentro del ámbito político, especialmente a partir de la “Guerra Fría” (década de


1950), las corrientes ideológicas se explican o suelen situarse dentro de un espectro de
izquierda-derecha, dependiendo de su origen o contenido socialista-comunista, por un
lado, o capitalista, por el otro. Dependiendo de su radicalización, se distinguen entre estas
las llamadas de extrema izquierda y de extrema derecha. También existen posiciones
más moderadas situadas no precisamente ni estrictamente dentro de los conceptos
socialista o capitalista, como el Populismo o la Social Democracia y sus diferentes
variantes.

Desde principios del siglo XX, las principales corrientes ideológicas desarrolladas y
aplicadas en los países del mundo son: el Positivismo (base ideológica del sistema
capitalista desde su origen; las llamadas “liberales” –pro capitalistas- (en cualquiera de
sus versiones liberalismo clásico, moderno y neoliberalismo); y el Marxismo definido como
un movimiento político e ideológico que contiene un sistema de conocimientos
filosóficos y sociales que constituye la concepción del mundo de la clase obrera

170 I. Althusser. Op. Cit. .44


171 Poulantzas, Nicos. Op. Cit. Pág. 362

167
(fundado por Karl Marx y Federico Engels a mediados del siglo XIX). Vale decir que
esta última corriente es la base fundamental, aunque no plena al menos en el aspecto
económico, de los sistemas socialistas vigentes en la actualidad.

168
6. PARTIDOS POLÍTICOS

6.1 Concepto

Bajo la denominación de partidos políticos se integra una gran variedad de


organizaciones de características diversas, de distintos orígenes, variadas finalidades y
diferentes procedimientos; de ahí que resulte difícil lograr una definición acabada de
estas agrupaciones. He aquí algunos intentos de diversos autores:

Para Edmund Burke (inglés), “Un partido es un grupo de hombres unidos para
fomentar, mediante sus esfuerzos conjuntos, el interés nacional, basàndose en algún
principio determinado en el que todos sus miembros están de acuerdo” 172.

Max Weber (alemán), por su parte, afirma que, “Llamamos partidos a las formas de
´socializaciòn´ que, descansando en un reclutamiento (formalmente) libre, tienen como
fin proporcionar poder a sus dirigentes dentro de una asociación y otorgar por ese
medio a sus miembros activos determinadas probabilidades ideales o materiales (la
relación de bienes objetivos o el logro de ventajas personales o ambas cosas)” 173.

Para Andrés Serra Rojas (mexicano), “Un partido político se constituye por un grupo de
hombres y mujeres que son ciudadanos en el pleno ejercicio de sus derechos cívicos y
que legalmente se organizan en forma permanente, para representar a una parte de la
comunidad social con el propósito de elaborar y ejecutar una plataforma política y un
programa nacional con un equipo gubernamental” 174.

Luis Sánchez Agesta (español) nos dice que por partidos políticos debe entenderse a
aquellos “grupos societarios y secundarios, cuyo fin inmediato es la posesión y el
ejercicio del poder político organizado para establecer, reformar o defender un orden
como articulación de los fines que responden a las convicciones comunes de sus
miembros” 175.

172 Lenk y Neumann. Teoría y Sociología Críticas de los Partidos Políticos. Editorial Anagrama, Barcelona, citado por
Eduardo Andrade Sánchez, Introducción a la Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 86

173 Weber Max. Economía y Sociedad. Fondo de Cultura Económica, Tercera Reimpresión. México 1977, citado por
Eduardo Andrade Sánchez, Introducción a la Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 86

174 Serra Rojas, Andrés. Teoría General del Estado. Librería de Manuel Porrùa, S.A., citado por Eduardo Andrade Sánchez,
Introducción a la Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 87
175 Sánchez Agesta, Luis. Principios de Teoría Política. Editora
Nacional, Madrid, citado por Eduardo Andrade Sánchez, Introducción a la
Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 87
169
Jesús Anlén (mexicano) declara, por su parte, que el partido político es la “asociación
legal creada por un grupo de ciudadanos, con carácter permanente, en torno a una
declaración de principios y un programa de acción para la conquista o conservación del
poder estatal” 176.

Almond y Powell (estadounidenses) sostienen que: “El partido político debe ser
considerado como la estructura especializada de integración (de intereses) en las
sociedades modernas” 177.

Para Coleman y Rosberg (estadounidenses) los partidos políticos son: “Asociaciones


formalmente organizadas con el propósito explícito y declarado de adquirir o mantener
un control legal, bien solos, o en coalición o en competencia electoral con otras
asociaciones similares, sobre el personal y la política del gobierno de un determinado
estado soberano” 178.

Según F..W. Riggs (estadounidense) “Cualquier organización que nombra candidatos


para su elección a un parlamento” 179.

Como puede apreciarse, cada autor incluye los aspectos que considera determinantes
del concepto de partido político. No obstante, éstos difieren según el enfoque que se
emplea para el análisis.

En los conceptos citados podemos notar cómo algunos autores (Weber, Coleman y
Rosberg) acentúan la finalidad de alcanzar el poder como esencial, sin mencionar los
aspectos programáticos o la consecución de fines idealmente deseables para la
comunidad. En cambio, en Burke, la persecución del interés nacional es lo que aparece
como fundamental. Este autor está influido por las nociones de la época en la que vive
(fines del siglo XVIII), en la que parecía indispensable resaltar la supremacía del interés
de la nación frente a las tendencias que aparecieran como divisorias.

La necesidad de compartir principios y convicciones está en las opiniones de Burke y


Sánchez Agesta. El elemento programático que supone una serie de medidas para ser
ejecutadas desde el gobierno, se encuentra en Serra Rojas, Sánchez Agesta y Anlèn.
Estos dos últimos insisten, a su vez, en que la noción de partido político tiene como

176 Anlén López, Jesús. Origen y Evolución de los Partidos Políticos en México. Librería de Manuel Porrùa, S.A. México 1973,
citado por Eduardo Andrade Sánchez, Introducción a la Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 87

177 Almond y Powell. Comparative Politics. Little, Brown and Company. Boston 1966, citado por Eduardo Andrade
Sánchez, Introducción a la Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 87

178 Dowse y Hughes. Sociología Política. Editorial Alianza, Madrid 1975


179 Loc. Cit
170
característica esencial la finalidad de ejercer el poder.

La participación electoral es resaltada por Coleman y Rosberg. En cambio, es éste el


único elemento que Riggs toma en consideración. Desde el punto de vista funcional,
Almond y Powell destacan el proceso de integración y conciliación de diversos
intereses, que se efectúa en el seno de ciertos partidos políticos modernos.

Serra Rojas y Anlén estiman como indispensable la operación legal del partido, la
permanencia de la organización y la calidad de ciudadanos que deben tener sus
integrantes.

En realidad, ninguna definición que se intente puede satisfacer plenamente las múltiples
características que presenta el fenómeno del partido político en la actualidad, salvo que
fuese tan minuciosamente descriptiva que resultase demasiado amplia y poco útil para
la formación de un concepto preciso.

“Para lograr describir el concepto de partido político, debemos tomar en cuenta que se
trata, en principio, de agrupaciones organizadas con carácter permanente, cuyo
propósito es gobernar o participar en el gobierno mediante la proposición o
designación de personas para ocupar puestos públicos.

Este concepto, como cualquiera que pretenda tener la virtud de la concisión, es


deficiente, sin embargo, presenta a nuestro juicio, las siguientes ventajas:

1. Apunta la importancia de la permanencia que distingue a los partidos de los


movimientos sociales y de las facciones o clientelas formadas en torno a un
caudillo transitorio. Esta característica es sostenida como fundamental por La
Palombara y Weiner al señalar que el partido debe ser una organización durable,
“es decir, una organización cuya esperanza de vida política sea superior a la de
sus dirigentes” 180.

2. Precisa que la finalidad de los partidos es su acción gubernamental, esto es, la


asunción formal de los poderes del Estado. Aunque la mayoría de los autores
estiman que los partidos se caracterizan por su intención de ejercer el poder, nos
parece acertada la observación de Friedrich en el sentido de que el término
poder es demasiado amplio. Definir el partido en función de la búsqueda del
poder “convertiría,... a un diario en un partido, ya que tal órgano de la prensa, con
toda certeza asegura y mantiene el poder para quien lo publica y para el personal
editorial clave” 181.

180 Citados en Sociologie Politique de Schwartzenberg. Editions Montchrestein, Collection Universitè Nouvelle. Pág.476
181 Friedrich, Carl. Gobierno Constitucional y Democracia. Instituto de Estudios Políticos. Madrid
1975. Tomo II, pág. 358
171
Los grupos de presión, por otro lado, también tratan de obtener poder, aunque no
por la vía formal de asumir el control de los órganos gubernamentales. No
ponemos en duda la vocación fundamental de poder que debe tener todo partido
para ser considerado como tal, pero ésta aparece también en otras agrupaciones
que no son partidos. Sin embargo, su propósito de integrar el gobierno o
participar en él es lo que caracteriza al partido. No importa que la estructura de
gobierno que proponga sea radicalmente distinta a la existente o que actúe en la
clandestinidad.

Nos parece importante destacar que la expresión “gobernar o participar en el


gobierno” permite abarcar una gran gama de organizaciones, tanto a las que ya
ejercen el gobierno, como a las que pretenden llegar a él, e inclusive aquéllas
que, conscientes de su incapacidad para controlarlo, pretenden, por lo menos en
una primera etapa, acceder a formar parte, así sea minoritaria, de los órganos
legislativos.
Por otro lado, quedan contenidas en el concepto tanto las agrupaciones
profundamente enraizadas en principios ideológicos, que proponen programas de
gobierno, como aquellas que están dispuestas a hacer concesiones en cuanto a
los principios rectores de su política siempre y cuando puedan así alcanzar o
mantener el control gubernamental.

3. Especifica la función partidista, por virtud de la cual los individuos pasan a ocupar
puestos públicos. El partido, cuando gobierna, no lo hace de manera abstracta y
general, sino mediante la colocación especifica de individuos como funcionarios.
No necesariamente, como se señala en algunas definiciones, son los dirigentes
de los partidos los que ejercen la función pùblica. En algunos casos ni siquiera
sus miembros, ya que puede ocurrir que postulen a personalidades destacadas
que por su popularidad pueden atraer votos.

Debe indicarse también que los partidos políticos no solamente proponen candidatos
para cargos de elección popular, sino que la militancia en ellos puede determinar la
designación para cargos no electorales por parte de funcionarios que tengan la facultad
de realizar dicha designación.

Esta última característica alienta, sin duda, la participación en el seno de los partidos y
ha dado lugar al denominado spoils system que consiste en el otorgamiento de puestos
en la administración pública a los seguidores de los candidatos triunfantes.

Queda también comprendida en esta parte del concepto, la función de los partidos
como entidades a través de las cuales se recluta al personal político y se satisface la
posibilidad de otorgar satisfacciones ideales o materiales a sus miembros a través del
acceso de éstos al poder gubernamental. Al respecto, dice Julien Freund: “Un partido
172
que renunciara de golpe a la conquista del poder dejaría muy pronto de ser una
organización política, ya que, al no poder prometer empleos o prebendas a sus
miembros, su capacidad de reclutamiento se agotaría rápidamente.

En la noción de partido que proponemos, hemos eliminando toda referencia a


elementos formales, ya que no los consideramos indispensables desde el punto de
vista de la ciencia política. Así, por ejemplo, el reconocimiento legal no es
indispensable para la acción política de una organización y tampoco es indispensable
que sus miembros sean ciudadanos con capacidad para ejercer sus derechos cívicos.
Muchos partidos incluyen movimientos juveniles cuyos elementos no tienen todavía la
condición de ciudadanos y puede darse el caso de que un individuo, por encontrarse en
reclusión carcelaria, tenga suspendidos sus derechos políticos sin que por ello deje de
tener carácter de miembro de un determinado partido.

No obstante debe reconocerse que, desde un punto de vista jurídico, los elementos
formales pueden resultar indispensables como lo veremos más adelante.

6.2 Origen y Evolución de los Partidos Políticos

El partido político es un fenómeno relativamente reciente; en realidad no se asienta en


la vida política de los Estados sino hasta bien entrado el siglo XIX. Sus raíces más
antiguas las encontramos en la Inglaterra del siglo XVII.

La confrontación entre el Parlamento y la Corona dio lugar a las formas partidistas


embrionarias. Simplificando, podemos decir que en torno al Parlamento y en defensa
de la capacidad de éste para defender los intereses de la burguesía emergente, se
formó el grupo de los Whigs que pugnaban por la tolerancia en materia religiosa y por
un incremento en la participación política.

A favor de los privilegios reales se organizaron los Tories, integrantes, en general, de la


aristocracia tradicional y beneficiarios de la autoridad indisputada del Rey.

La Revolución Gloriosa (1688), trasladó el centro de poder de la Corona al Parlamento


y éste se convirtió en el campo de batalla entre Tories y Whigs, que empezaron a actuar
como formaciones partidarias. A partir de entonces el sistema inglés ha sido
tradicionalmente bipartidista. Su funcionamiento se asentó en la aceptación y tolerancia
recíprocas y en un consenso generalizado en cuanto a las bases de la actuación
gubernamental, Hume hacía referencia a este fundamento consensual definiendo a un
Tory como amante de la monarquía, aunque sin abandonar la libertad, y a un Whig
como amante de la libertad, pero sin renunciar a la monarquía.

“El surgimiento de los partidos como actores en el escenario político, está íntimamente
173
vinculado con el desarrollo del parlamentarismo como forma de gobierno. En las
primeras asambleas parlamentarias se inició la formación de grupos de diputados
unidos por su afinidad ideológica; como cada uno de ellos contaba con simpatizantes y
activistas que actuaban en sus respectivas circunscripciones electorales, se produjo la
unificación de los comités de campaña en concordancia con la reunión de los diputados
en grupos parlamentarios. Así, el agrupamiento de un determinado número de
miembros de la asamblea, correspondía el agrupamiento de sus respectivos
seguidores, que empezaron a formar organizaciones políticas estables”182.

En los primeros tiempo de la democracia representativa, no era muy bien visto el


espíritu partidista. David Hume (1711-1776) decía al respecto: “Así como a los
legisladores y fundadores de Estados habría que honrarlos y respetarlos, habría que
detestar y odiar a los fundadores de sectas y facciones, porque la influencia de las
facciones es directamente opuesta a la de las leyes. Las facciones subvierten el
gobierno, hacen impotentes las leyes y suscitan la más fiera animosidad entre los
hombres de una misma nación, que debía prestarse asistencia y protección mutua. Y lo
que debía hacer más odiosos a los fundadores de partidos, es la dificultad de extirpar
esta mala hierba una vez que han echado raíces en un Estado” 183.

Sobre este tema, es clásica la opinión de Madison, que suscribía en El Correo de


Nueva York, en 1787: “Por facción entiendo cierto número de ciudadanos, estén en
mayoría o minoría, que actúan movidos por el impulso de una pasión común o por un
interés adverso a los derechos de los demás ciudadanos o a los intereses permanentes
de la comunidad considerados en conjunto. Hay dos maneras de evitar los males del
espíritu de partido: consiste una en suprimir sus causas, la otra en reprimir sus efectos.
Hay también dos métodos para hacer desaparecer las causas del espíritu de partido:
destruir la libertad esencial a su existencia, o dar a cada ciudadano las mismas
opiniones, las mismas pasiones y los mismos intereses”184.

No obstante este tipo de prevenciones, los partidos irrumpieron en la vida política y se


instalaron como un fenómeno característico del Estado occidental industrializado, que
de allí fue exportado al resto de los Estados del mundo.

182 Duverger, Maurice. Los Partidos Políticos. Fondo de Cultura Económica, Séptima Reimpresión. México 1980,
Págs. 16 y ss.
183 Lenk y Neumman. Op. Cit. Pág. 79

184 Hamilton, Madison y Jay. “El Federalista” Fondo de Cultura Económica. Primera Reimpresión. México 1974. Ver
también Tocqueville, Alexis de. “La Democracia en América”. Fondo de Cultura Económica. Segunda Reimpresión,
México 1873. Pág. 192

174
6.2.1 Teorías sobre el origen de los partidos

Es necesario distinguir entre el surgimiento histórico del partido político como una forma
institucionalizada de participación en los procesos electorales o en la toma de
decisiones en el seno de los parlamentos, del origen especifico de cada partido político
en particular.

Duverger hace una distinción entre los partidos políticos de origen electoral y
parlamentario y los de “origen exterior”, queriendo significar con esta expresión que se
forman fuera del sistema parlamentario. Esta clasificación parece poco útil y su autor
reconoce que no es rigurosa y que resulta difícil distinguir con precisión entre unos y
otros. Esto se debe a la confusión que se establece entre la aparición de los partidos
en el marco de los sistemas políticos, que es simultánea al desarrollo del
parlamentarismo y que ya antes hemos descrito brevemente, con la génesis especifica
de distintas organizaciones políticas partidistas.

Generalmente los partidos se constituyen a partir de formas de agrupación previa, que


pueden ser de diversa índole: sindicatos, agrupaciones agrícolas, clubes de discusión
política, asociaciones de intelectuales, grupos estudiantiles y universitarios, logias
masónicas, sectas religiosas, grupos de comerciantes o industriales, etc.185

Independientemente de los orígenes organizacionales de los partidos, algunos autores


han analizado las causas sociales que generan condiciones para la formación de
partidos políticos.

Para algunos, los partidos surgen con ocasión de los procesos de modernización de los
Estados, que incorporan a las masas a la vida política haciendo a ésta más compleja.
En estas condiciones, quienes desean llegar al poder o mantenerlo, deben asegurarse
un determinado grado de apoyo popular. Pantoja Morán, refiriéndose a la opinión de La
Palombara acerca de esta necesidad de apoyo público, indica que el autor mencionado
en último término “señala dos condiciones para que esto ocurra: a) Debe haber un
cambio tal, en las actitudes de los individuos frente a la autoridad, que prevalezca la
creencia en el derecho que aquéllos tienen de influir en el ejercicio del poder político. b)
Una porción importante de la élite política dominante o una élite aspirante debe tratar de
ganar el apoyo público a fin de apoderarse del poder político o mantenerse en él,
aunque la gran mayoría no participe en la vida política.

Algunos sociólogos de la política acentúan la importancia que tienen las crisis sociales
en la formación de los partidos políticos. Dowse y Hughes analizan las crisis de
legitimidad, de participación y de integración como causas de la formación de los

185 Para ejemplos concretos de cómo estas diversas organizaciones han dado origen a partidos políticos, ver M.
Duverger. Op. Cit. Págs. 22 a 26
175
partidos. La crisis de legitimidad supone la necesidad de allegarse apoyos populares
para justificar una posición contestataria del orden vigente. Así, por ejemplo, los
revolucionarios franceses del siglo XVIII buscaban legitimizarse mediante el apoyo de
grupos que hasta entonces no habían tenido participación política, tales como los
campesinos, los artesanos y la burguesía. En el mismo caso se encuentran, en opinión
de estos autores, los movimientos nacionalistas que luchan contra regímenes coloniales
que buscan legitimar su acción mediante un apoyo masivo de la población autóctona.

“La crisis de participación aparece cuando nuevos grupos sociales formulan


demandas que no son suficientemente atendidas, provocándose así la necesidad de
crear organizaciones políticas que canalicen esta participación y hagan posible que
dichas demandas sean escuchadas. Tal es el caso de la integración de sindicatos en
organizaciones políticas partidistas.

La crisis de integración se manifiesta cuando minorías étnicas asentadas en un


territorio especifico, sienten la necesidad de organizarse políticamente. Tal es el caso
de los francocanadienses en Quebec” 186.

El enfoque antes expuesto merece algunas observaciones. En primer lugar, debe


destacarse que los tres tipos de crisis a los que se refieren los autores pueden
resumirse en una sola: la de participación, con diferentes matices en cada caso.

La llamada crisis de legitimidad supone un proceso de participación iniciada con la


formación de pequeños grupos de teóricos o intelectuales que, a partir de una
interpretación de necesidades colectivas, asumen la tarea de conducir y organizar a las
masas. En la crisis de participación se plantea un proceso inverso que, a partir de un
movimiento social de masas, va creando la organización necesaria para su actuación
política institucionalizada y permanente.

La calificada como crisis de integración se refiere a una forma concreta de exigencia


participativa fundada en las condiciones específicas de un grupo étnico, cultural o
religioso que se organiza para intervenir en la vida política.

En los tres casos se trata de necesidades sociales de participación, manifestadas de


distintas maneras. Pero no es sólo la necesidad de participación la que da origen a los
partidos políticos. Podríamos hablar además, de la necesidad de estructuración u
organización social y de la necesidad de segregación.

La necesidad de participar implica un intento de integrarse en la vida política y tomar


parte en ella y puede asumir las formas ya explicadas.

186 Dowse y Hughes. Op. Cit. Pág. 421

176
La necesidad de estructuración que da origen a un partido político, se presenta cuando
un régimen se constituye a partir de un movimiento nacionalista o revolucionario, que
llega al poder después de una lucha armada y se encuentra ante la necesidad de
organizar a las fuerzas sociales triunfantes. Como ejemplo podríamos citar al Partido
Republicano del Pueblo creado en Turquía por Kemal Ataturk en 1923, y el Partido
Revolucionario Institucional, creado en 1929 en México.

La necesidad de segregación supone un sentimiento colectivo que propugna la


separación territorial de una determinada comunidad. No se trata en este caso de un
propósito de participar sino, por el contrario, de escindirse. Tal es el caso de
movimientos como el de los republicanos irlandeses o el partido separatista de Quebec
que, en realidad, buscan una segregación y no una integración, como mencionan
Dowse y Hughes.

6.2.2 Función actual de los partidos

Abstracción hecha de sus orígenes históricos o sociológicos, los partidos políticos son
una realidad en los sistemas políticos contemporáneos, tanto que no concebimos la
organización estatal de nuestra época sin su presencia, ya sea con carácter exclusivo
en una función organizadora de la sociedad al estilo de los sistemas comunistas o como
entidades competitivas que se disputan el poder mediante las más variadas técnicas en
los estados pluralistas occidentales. Almond y Powell explican la presencia universal de
los partidos en función de las necesidades que tiene el Estado moderno de contar con
un amplio apoyo para sus actividades políticas, de crear nuevas bases de legitimidad
no tradicionales, de proveer nuevos esquemas de valores para iniciar y mantener la
modernización económica. Los mismos autores destacan la necesidad que tienen los
sistemas políticos de realizar, a través de ellos, diversas funciones: “las sociedades
totalitarias, utilizan los partidos como medio para movilizar apoyo; las sociedades
democráticas, como un canal para articular e integrar demandas; y las sociedades en
transición, como agencias para crear y estructurar nuevas normas de conducta”.

La evolución, desarrollo y fortalecimiento de los partidos en la vida política los han


colocado en un lugar preeminente con relación a la toma de decisiones, al grado que se
afirma que el centro verdadero de poder de las estructuras estatales de la época actual
se han desplazado hacia las direcciones de los partidos. Este fenómeno es
denominado por algunos autores partitocracia, Lorenzo Caboara la define como la
“democracia degenerada en el poder oligárquico de uno o más partidos políticos; el
Estado partitocrático es aquél en que el poder resulta monopolizado, más o menos
legítimamente, por un partido o por una pluralidad de partidos aliados” 187.

187 Fernández de la Mora, Gonzalo. La Participación. Instituto de Estudios Políticos. Madrid 1977. pág. 153

177
El desplazamiento de los poderes institucionales del Estado a los partidos, que a
nuestro juicio, debería denominarse en español partidocracia,188 puede producir, según
el citado autor, dos consecuencias: la sustitución de los partidos en el papel del Estado
o la desintegración de éste. El primer caso presenta las siguientes características:
pérdida de la independencia de los diputados; sacrificio de la capacidad de los
representantes en busca de una mayor disciplina de partido; transferencia de la
voluntad popular a la voluntad partidista; deshumanización del diputado que se
convierte en un mero instrumento de votación para el partido; devaluación política de la
asamblea legislativa; desarrollo del proceso real de legislación fuera del parlamento;
falta de control real sobre el gobierno; confusión de los poderes del Estado; pérdida de
funciones reales del parlamento; deterioro de la vida política local por la imposición de
criterios partidistas; monopolización de la actividad política que impide la creación de
nuevos partidos y consolidación monolítica de la administración del Estado que impide
el pluralismo efectivo.

En el otro extremo, caracterizado por un pluripartidismo desquiciante en el que no se


logra una coalición mayoritaria, el resultado es la paralización de la acción del gobierno,
el vacío de poder, la carencia de un proyecto definido y un proceso legislativo
fragmentado y caótico. Entonces, dice Fernández de la Mora “los partidos no
sustituyen al Estado en el ejercicio de la soberanía, sino que, al disputárselo, lo
invalidan o lo descuartizan”. A este fenómeno, afirma, debería llamársele, con
propiedad, partitocaos.

6.3 Régimen Jurídico de los Partidos Políticos

Durante mucho tiempo los partidos políticos no fueron objeto de ningún tipo de
regulación jurídica. Se consideraba que su constitución y actividades pertenecían a la
esfera privada y se aceptaba que no tenían relación alguna con las instituciones
estatales. La doctrina vigente a principios de este siglo convalidaba dicha postura. Así,
Jellinek, en su Teoría General del Estado, nos dice que: “en el orden de la vida del
estado no hay lugar alguno para el concepto de partido político; incluso, cuando los
partidos deben ejercer y ejercen un influjo sobre aquél, sólo son considerados en
cuanto mayorías y minorías.

Ya antes hemos hecho referencia a la aversión que los primeros constitucionalistas


estadounidenses tenían a los partidos; de allí que en la Constitución de Estados Unidos
ni siquiera se les mencione. Las constituciones del siglo pasado guardan silencio frente
a estas realidades políticas, ya que en general se estimaba que el derecho de los

188 El término partitocracia se ha tomado del italiano partitocrazia, derivado del sustantivo italiano partito que en
español es partido.

178
ciudadanos a asociarse en materia política no tenían por qué ser constitucionalmente
regulado.

6.3.1 Evolución de su regulación jurídica

A principios del siglo los partidos empiezan a cobrar vida en el mundo del Derecho,
aunque no por su carácter de organizaciones políticas, sino, particularmente, por su
representación parlamentaria. Los reglamentos de las asambleas legislativas,
paulatinamente van otorgando ciertos derechos a los grupos parlamentarios que se
identifican por su pertenencia a un partido, pero éste, como agrupación cuya finalidad
es participar en la vida política, no es objeto de ninguna regulación específica y sólo se
hacen referencias a él en las normas electorales, sobre todo por la necesidad de admitir
que los partidos son las organizaciones que presentan las listas de candidatos,
indispensables en los sistemas de representación proporcional.

En Latinoamérica, el primer país que hizo referencia, en su Constitución, a los partidos


y a su participación en el proceso gubernamental, fue Uruguay en 1917 189.

El triunfo de la revolución en la Unión Soviética hace pasar al partido comunista de la


clandestinidad al poder. El nuevo régimen le da formalmente el papel de órgano
conductor de la sociedad. El artículo 126 de la Constitución soviética de 1939 decía
textualmente: “Los ciudadanos más activos y más conscientes, pertenecientes a la
clase obrera, a los trabajadores campesinos y a los trabajadores intelectuales, se unen
libremente en el seno del partido comunista de la U.R.S.S., vanguardia de los
trabajadores en su lucha por la construcción de la sociedad comunista y núcleo
dirigente de todas las organizaciones de trabajadores, tanto de las organizaciones
sociales como las organizaciones estatales”.

Terminada la Segunda Guerra Mundial, diversos países introdujeron en sus textos


constitucionales menciones a los partidos. En muchos casos esta actitud tuvo su origen
en el propósito de proscribir a los partidos fascistas.

El artículo 21 de la Ley Fundamental de Alemania Federal de 1949 estableció


constitucionalmente los principios rectores de la formación y funcionamiento de los
partidos políticos, al disponer: “1. Los partidos cooperarán en la formación de la
voluntad política del pueblo. Su creación será libre. Su organización interna deberá
responder a los principios democráticos. Los partidos deberán dar cuenta públicamente
de la procedencia de sus recursos. 2. Los partidos que por sus fines o por actitud de
sus adherentes tiendan a desvirtuar o destruir el régimen fundamental de libertad y
democracia, o a poner en peligro la existencia de la República Federal de Alemania,

189 Loewenstein, Karl. “Teoría de la Constitución” Editorial Ariel, Colección Demos Barcelona , España, 1976. Pág.
447

179
son inconstitucionales. Sobre la inconstitucionalidad decidirá la Corte Constitucional
Federal. 3. La reglamentación se hará por leyes federales” 190.

El reconocimiento del papel de los partidos en la formación de la voluntad política


popular, va seguido de la preocupación por evitar la integración de organizaciones con
tendencias totalitarias. Aún estaba muy reciente la experiencia del partido nacional
socialista (nazi) y de ahí la minuciosidad que impera en el apartado 2 del citado artículo
al especificar los motivos que colocan a una organización partidaria al margen de la ley.
Con fundamento en esta disposición se ha proscrito en Alemania Federal tanto a los
partidos de corte neonazi como a los comunistas.

En Francia fue la Constitución de la V República de 1958 la primera en hacer una


referencia expresa a los partidos políticos. En su artículo 4º. Señala que: “Los partidos
y agrupaciones políticas concurren a la expresión del sufragio. Se forman y ejercen sus
actividades libremente. Deben respetar los principios de la soberanía nacional y la
democracia” 191.

Es de hacerse notar que, a diferencia de la alemana, la Constitución francesa da a los


partidos una función estrictamente electoral al estimar que su finalidad es concurrir “a la
expresión del sufragio” en tanto que aquélla habla de “la formación de la voluntad
política del pueblo”. Por otro lado, al texto francés es más generalizador por lo que toca
a los criterios restrictivos, ya que impone el deber de respetar la soberanía nacional y la
democracia, lo cual deja un amplísimo margen a la interpretación. No precisa, por
ejemplo, si el respeto a la democracia es sólo en el aspecto externo de su participación
en las elecciones o si se pretende una organización interna que garantice, en el seno
de los propios partidos, el apego a principios democráticos.

La concepción liberal en la formación de los partidos ha imperado en Francia como en


muchos otros países. En Estados Unidos, por ejemplo, la Constitución no hace ninguna
mención de ellos. En esta concepción, los partidos nacen y se desarrollan en un ámbito
de libertad general de asociación, como agrupaciones de carácter privado y en muchos
casos no son materia de una legislación específica. No obstante, su acción ha sido
gradualmente reconocida y regulada por normas de Derecho público. Así, en Francia,
las disposiciones que rigen la vida parlamentaria fueron dando un lugar a los partidos
desde principios de siglo, 192 y en Estados Unidos193 se ha venido desarrollando una
legislación que interviene en los procesos de selección interna de los candidatos a

190 Texto tomado de la traducción publicada por el Departamento de Prensa e Información del Gobierno Federal
Alemán, preparada por la sección de interpretación de Idiomas del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República
Federal de Alemania. Impreso por Industriedruk A-G Essen-Werden. 1971
191 Fernández de la Mora, Gonzalo, Op. Cit. Pág. 177
192 Véase Pantoja Mora, David, Op. Cit.
193 Para una descripción de la regulación jurídica de los partidos en E.E.U.U., véase Loewenstein, Karl. Op. Cit. Pág.
452 a 454

180
través de las elecciones primarias194 y tiende a garantizar a cualquier ciudadano su
acceso al partido de su preferencia; también se han establecido reglas relativas al
financiamiento.

En Latinoamérica se observa también, en su historia constitucional, la ausencia de


reconocimiento a los partidos políticos. Esta actitud ha sido denominada por la doctrina
como la conspiración del silencio, ya que nada se decía en la mayoría de los textos
constitucionales acerca de la realidad práctica representada por los partidos en la vida
política de los países de nuestro subcontinente.

Una excepción a esta regla general, fue la constitución uruguaya de 1917, que parece
haber sido la primera en el mundo en emitir previsiones para la participación de los
partidos polìticos en el gobierno 195.

A la llamada conspiración del silencio sucedió –como lo señala García Laguardia196-


la conspiración de la manipulación constitucional, la cual consistió en referirse
expresamente a los partidos, pero con un propósito restrictivo, imponiendo condiciones
especificas para su funcionamiento y, en varios casos estableciendo proscripciones
explícitas, particularmente dirigidas a las agrupaciones de inspiración marxista. Así, la
Constitución guatemalteca prohibió expresamente “la organización o funcionamiento de
grupos que actúen de acuerdo o en subordinación a entidades internacionales que
propugnen la ideología comunista o cualquier otro sistema totalitario” (artículo 68 de la
Constitución de 1967). Prohibiciones similares aparecen en las cartas fundamentales
de El Salvador, Honduras, Panamá, República Dominicana, Venezuela, Paraguay y
Costa Rica, aunque debe señalarse que esta última nación tiene una vida democrática
y partidista de considerable estabilidad y autenticidad. Por lo que toca a Nicaragua, el
reciente proceso revolucionario que derrocó en 1979 a la dictadura somocista, parece
dirigirse a un sistema de frente amplio constituido por las fuerzas triunfadoras
integrantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que asumió el poder a
la caída de Somoza con tendencia a convertirse probablemente en un partido
dominante al estilo del PRI mexicano.

La actividad partidaria está suspendida en Argentina y Chile. En Brasil, la Constitución


establece formalmente una minuciosa regulación de la vida de los partidos, llegando a
cuestiones como la relativa a la disciplina interna, al disponer que los representantes
electos perderán su cargo si se oponen a las directrices legítimamente establecidas por
la dirección del partido o si abandonan éste.

194 Cfr. Pág. 119, acerca del sistema de elecciones primarias en E.E.U.U.
195 Loewenstein, Karl. Op. Cit.
196 “La constitucionalizaciòn del régimen jurídico de los partidos políticos en Centroamérica, en “El Régimen
Constitucional de los Partidos Políticos”, Instituto de Investigaciones Jurídicas. UNAM. 1975. Pág. 42.
181
6.4 Conformación y Estructura de los Partidos

Los partidos políticos, como toda organización, no son informes y desarticulados, sino
que requieren de una estructura jerárquica y de una organización. El partido actúa en
una realidad social organizada de múltiples maneras. En tal organización existen
agrupaciones de diversa índole y variados objetivos que se asientan de acuerdo con
una determinada distribución territorial, según la forma como esté organizado el Estado
de que se trate. Así, la organización del partido queda condicionada por todos esos
factores.

Debemos distinguir entre la conformación social del partido y su estructura directiva. La


conformación depende de la realidad social en la que se desenvuelve y se refiere a la
manera como éste gana adeptos o miembros a partir de los grupos que actúan en la
sociedad. Así, un partido puede estar conformado por organizaciones preferentemente
obreras, o campesinas, o profesionales, o de características religiosas, o por algunas
de ellas combinadas.

La estructura de un partido, en cambio, está condicionada por la división territorial que


impera en el país y particularmente por aquélla que se emplea para fines electorales.
De esta manera, los partidos requieren órganos directivos que asuman en primer
término las tareas nacionales y, después, órganos dirigentes en cada estado o provincia
y en cada circunscripción que sirva para una finalidad electoral (departamento, comuna,
municipio, etc.).

Podemos resumir diciendo que la conformación tiene una raíz de contenido social, en
tanto que la estructura tiene una base territorial-electoral.

6.4.1 Partidos de clase y pluriclasistas

A partir de su conformación podemos plantear una primera clasificación de los partidos:


partidos de clase y partidos pluriclasistas. Los partidos de clase buscan representar los
intereses de una sola clase social, entre la cual reclutan a sus partidarios y reclaman el
poder para los pertenecientes a dicha clase con exclusión de los demás. Este es el
modelo de los partidos comunistas, es decir, aquéllos que se adhieren a la idea de la
dictadura del proletariado, o sea la preeminencia, desde el ejercicio del poder de la
clase obrera, que a través de su acción gubernativa debe eliminar las diferencias de
clase. En consecuencia, los partidos de clase, buscan a sus afiliados y simpatizantes
entre los miembros de organizaciones que representan a la clase en cuestión, y en el
caso de los partidos comunistas, principalmente en los sindicatos y otros tipos de
organizaciones obreras.

Los partidos pluriclasistas, en cambio, tratan de conseguir a sus partidarios entre


diversas clases sociales, los cuales se identifican por propósitos comunes y comparten
182
ideas similares con relación a los problemas nacionales. Este es el caso de muchos
partidos que se orientan por un fuerte ideal nacionalista, que propugna como básica la
cohesión nacional para la realización de un proyecto común. Estos partidos pueden
trabajar a través de varias organizaciones sociales, obreras, campesinas, profesionales,
etc.

6.4.2 Partidos de conformación directa y de conformación indirecta

Tanto los partidos de clase como los pluriclasistas tienen intimas relaciones con
diversas organizaciones sociales. Estas relaciones pueden desenvolverse de distintas
formas. Cuando el partido admite en su integración a organizaciones completas,
estamos en presencia de partidos de conformación indirecta 197. Esto se debe a que
la relación entre el partido y sus miembros individuales se realiza de manera indirecta a
través de una organización intermedia. El individuo pertenece indirectamente al
partido al cual se encuentra afiliada la agrupación, como podría ser el caso de la
Confederación de Trabajadores de México, que a su vez se encuentra afiliada al Partido
Revolucionario Institucional.

Cuando los partidos sólo admiten adhesiones individuales se denominan, partidos de


conformación directa 198.

En ellos las organizaciones no se afilian con el carácter de tales, sino que cada
individuo debe manifestar expresamente su intención de integrarse al partido. De
cualquier modo, aun estos partidos suelen tener ligas estrechas con organizaciones con
cuyos intereses están identificados y entre las cuales buscan a sus miembros
individuales.

Debemos señalar que, en la práctica, estos tipos de partido no se dan con absoluta
pureza y hay muchos de conformación mixta, que admiten las dos formas de
integración señaladas. Podemos afirmar en términos generales que aquéllos que se
conforman a través de la afiliación indirecta suelen también admitir la incorporación
directa, tal es el caso del Partido Laborista de la Gran Bretaña o el Partido
Revolucionario Institucional de México. En cambio hay otros que solamente se
conforman por afiliación directa, como el Partido Comunista de la U.R.S.S.

6.4.3 Partidos de cuadros, partidos de masas y partidos de electores

La conformación de los partidos está también determinada por la actitud de la dirección


de ellos en cuanto al número y características de su membrecía. Así, en la doctrina se

197 Duverger, Maurice, Op. Cit. Págs. 35 y ss.


198 Duverger llama estructura a la que yo prefiero denominar conformación. Vèase Duverger, M. Op. Cit. Págs. 35 y
55

183
habla de partidos de cuadros y partidos de masas 199, que es la terminología
empleada por Duverger, o de partidos de armadura y partidos de membrecía, que
son las expresiones usadas por Deutsch 200, para referirse a lo mismo.

Los partidos de cuadros o de armadura, aparecen históricamente primero y se


sustentan en las características de sus miembros procurando que sean personas
conocidas por su labor en un campo especifico y, de preferencia, con un nivel de
ingresos medio o superior. Estos partidos no buscan afiliar a una gran cantidad de
personas sino tratan de atraer votos a partir de las personalidades que los conforman,
de entre las cuales surgen sus candidatos. Su actividad se reduce propiamente a los
períodos electorales.

Los partidos de masas o de membrecía, por el contrario, intentan reclutar gran


cantidad de miembros, si es posible a través de la afiliación indirecta que ya
explicamos. Animados por una ideología específica, buscan difundirla entre sus
seguidores y por ello su actividad adquiere mayor permanencia y no se limita a la lucha
electoral. Suplen la falta de financiamiento que se derivaría de fuertes aportaciones de
miembros que disponen de muchos recursos, con módicas cuotas que recaban entre
numerosa membrecía.

Los partidos estadounidenses constituyen un ejemplo de los denominados de cuadros,


y los partidos socialistas europeos de los de masas. Esta clasificación dual ha sido
modificada por Jean Charlot 201, quien introduce una tercera categoría a la que
denomina partidos de electores, que no son ni partidos de cuadros o de notables
como èl les llama, ni partidos de masas o de militantes (en los términos de Charlot).
Estos partidos de lectores o partidos de atracción, como prefiere llamarles
Schwartzenberg, no tienen las características de militancia típicas de los partidos de
masas y su estructura es más bien oligárquica, aunque su membrecía es mayor que la
de los partidos de cuadros y su preocupación principal es atraer a un gran número de
electores mediante consignas que no reflejen un gran compromiso ideológico y que
puedan resultar atractivas a buena parte de la población. El ejemplo que de estos
partidos pone el autor citado, es la Reunión Para la República (R.P.R.), de Francia, que
representa la tendencia gaullista mayoritaria.

6.4.4 Estructura de los partidos

La estructura de los partidos se presenta como pirámide en cuya cúspide se encuentra


el órgano de dirección nacional, que puede tener diversos nombres: comisión directiva
o ejecutiva, o comité, como denominación más frecuente. En los diversos niveles

199 Duverger, Maurice. Los Partidos Políticos, Op. Cit. Págs. 35 y ss.
200 Deutsch, Karl. Política y Gobierno. Fondo de Cultura Económica. México 1976. Págs. 77 y 78.
201 Citado por Schwartzenberg, Roger-Gerard. Sociologie Politique. Editions Montchrestien. Colletion Universitè
Nouvelle. París. 1977 pàgs. 515 y 518
184
jerárquicos siguen los comités correspondientes a la demarcación territorial de que se
trate. En esta estructura hay comités regionales que dirigen las actividades del partido
en toda una zona del país que puede abarcar varios estados, provincias o
departamentos; después de los comités dirigentes de estas divisiones territoriales están
los comités de poblados o municipios y, dentro de éstos, se encuentran las unidades
básicas del partido, que son su mínimo grupo de militantes que responden a un
conjunto de dirigentes, los cuales ocupan el primer escalón en la estructura jerárquica.

6.4.5 Unidades básicas de los partidos

Estas unidades básicas de organización pueden ser de diversa índole. Duverger


distingue el comité, la sección, la célula y la milicia. El comité es el grupo más
reducido de miembros, que se asientan en una extensión territorial pequeña, la cual
corresponde normalmente a la circunscripción electoral mínima, y se presenta en los
partidos de cuadros. Es importante no confundir esta noción de comité con la que
hemos venido mencionando y que corresponde a los órganos directivos. Lo que
sucede es que los partidos de cuadros este grupo mínimo de miembros dirige y a la vez
protagoniza las actividades del partido en el territorio que le corresponde; sin embargo,
puede haber en los partidos de masas comités que sean los órganos de dirección de
una sección entendida como unidad territorial de integración de miembros o como ya
dijimos pueden existir comités directivos de las actividades en un estado, una región o
todo el país. Así, la palabra comité tiene una doble connotación en la terminología
partidista: la de órgano directivo de una circunscripción territorial, que puede ser todo el
país y, la de unidad mínima de organizaciones de los miembros.

La sección suele ser la unidad básica de organización de los partidos de masas. Se


asienta también en un territorio especifico que, generalmente, es más reducido que el
del comité y no se presenta como un grupo cerrado de notables, ya que la posibilidad
de incorporación es más abierta y por lo tanto su número de miembros es mayor que el
del comité, entendido también como unidad básica. Desde el punto de vista de
dirección, la sección tiene normalmente un comité (entendido como órganos de
dirección) que organiza las actividades de sus miembros.

La célula es una unidad básica caracterizada por no tener un asentamiento territorial,


sino que se organiza normalmente en un centro de trabajo y su número de miembros es
muy pequeño, generalmente no mayor de 50. La célula permite una más frecuente
comunicación entre sus integrantes y una mayor capacidad de control por parte de los
órganos directivos; por otro lado, se presta más fácilmente para la acción clandestina.
Esta forma básica de organización es característica de los partidos comunistas.

La milicia aparece como unidad básica de los partidos fascistas, aunque no es la única.
Se caracteriza por su similitud con la organización militar; sus miembros reciben
entrenamiento periódico y obedecen a una disciplina y a una jerarquía equiparables a
185
las del ejército, incluyendo, en muchos casos, los uniformes y distintivos. Se encargan
de actividades ilegales y violentas que tienden a lograr los objetivos de sus partidos
mediante la intimidación y el terrorismo.

6.5 Fines y actividades de los partidos

La finalidad esencial que define a la figura del partido político es la de alcanzar el


ejercicio del poder público mediante su acceso al gobierno. Sin embargo, todos los
partidos políticos no pueden ejercer el poder simultáneamente y, en muchos casos, no
existe la posibilidad inmediata de acceder a él. No obstante los partidos políticos
ejercen cierta influencia sobre el gobierno con el objeto de que se tomen medidas que
beneficien a los intereses que representan.

6.5.1 Partidos de acción y partidos de expresión

Partiendo del supuesto de que los partidos constituyen aglutinamientos estables de


intereses, Karl Deutsch distingue dos categorías: partidos de acción y partidos de
expresión. Los primeros son partidos fuertes que ejercen efectivamente el poder y
pueden ejecutar acciones concretas. Sin embargo, en razón de su propia dimensión, -
en la que se conjuntan intereses variados-, tienen que sacrificar parte de sus demandas
mediante transacciones que les permitan satisfacer otra parte de ellas.

Los partidos de expresión, por otra parte, parecen conformarse con plantear sus
exigencias y, si bien no ejercen el poder directamente, pueden, mediante coaliciones
con otros partidos mayores, lograr ciertos beneficios para los intereses que representan.
En ocasiones, esas coaliciones suelen darse con grupos insatisfechos de lo que
pueden ofrecerles los partidos más grandes y se manifiestan a través de estos partidos
de expresión. Con tales coaliciones se obtienen, por lo menos, recompensas
psicológicas y, en alguna medida, no tienen que transigir en cuanto a cuestiones de
principio que consideren intocables.

6.5.2 Formas de unión de los partidos

Entre las actividades de los partidos presentan particular importancia los pactos y
alianzas. Estos permiten agrupar fuerza con tendencia semejantes para asegurar
triunfos electorales. Se dan con mayor vigor en los sistemas multipartidistas y, en
ocasiones, han generado críticas severas, pues afirman algunos autores que la decisión
política se traslada en esos casos, del electorado a la dirección de los partidos, que
deciden dichas alianzas sin contar con la opinión de los electores.

186
En el Derecho mexicano las formas de unión de los partidos están reguladas por la
LOPPE de manera precisa. Este ordenamiento distingue entre fusión, frente, coalición
e incorporación.

La fusión consiste en la unión de dos partidos o de un partido y una asociación política


para dar lugar a un nuevo partido político. También puede consistir en la absorción –
por así decirlo- de un partido por otro, en tal caso, el primero se considera disuelto,
conservando el segundo su personalidad jurídica y su registro (art. 35).

El frente es una unión de varios partidos con propósitos de lucha política no electoral,
es decir, para propugnar la adopción de ciertas medidas, hacer declaraciones políticas
relativas a acontecimientos nacionales o internacionales, realizar manifestaciones, etc.
(art.56).

La coalición es una alianza entre partidos cuya finalidad es estrictamente electoral,


esto es, la de presentar conjuntamente candidatos a las elecciones. Debe aclararse que
este concepto de coalición es el que adopta la ley mexicana que, por su sistema
presidencialista, no conoce la figura de la coalición gubernamental típica de los
sistemas parlamentarios multipartidistas.

6.5.3 Financiamiento de los partidos

La actividad de los partidos plantea el problema de su financiamiento. Lo habitual es


que estas organizaciones se sostengan con fondos aportados por sus propios
miembros a través de cuotas. Sin embargo, en ocasiones puede ser hecha una fuerte
aportación con el propósito de vincular al partido a determinados intereses particulares
que no siempre coinciden con los del electorado en general. Para contrarrestar esto,
las legislaciones han tomado diversas medidas; unas de carácter limitativo y otras
tendientes a emplear fondos públicos para financiar las tareas de los partidos. Entre las
primeras, adoptadas por ejemplo en Estados Unidos, están las que obligan a los
partidos a dar cuenta públicamente del origen de sus recursos y prohiben a los
particulares, sean personas físicas o colectivas, hacer aportaciones más allá de ciertos
límites fijados por la ley. Las segundas, parten del supuesto de que la acción de los
partidos es de interés para toda la sociedad y que por lo tanto ésta debe procurar
garantizar su independencia destinando fondos del erario para el sostenimiento de los
mismos.

6.5.4 Relación ciudadano-partido

Las tareas partidistas requieren de la participación efectiva de los ciudadanos, que se


vinculan con el partido de diversas maneras. Podríamos establecer una gradación de
dicha vinculación que va desde el votante hasta el dirigente. El votante es aquél que
vota por un determinado partido en el momento de la elección; su motivación puede ser
187
múltiple, incluso el azar en el momento de sufragar, pero ello en ultima instancia no
preocupa al partido si el voto ha sido emitido a su favor. Sigue después el
simpatizante, que no sólo vota de manera consciente y decidida por el partido en
cuestión, sino que lo defiende y razona el motivo de su simpatía aunque no pertenezca
formalmente a él. Continúa en la escala el adherente, que forma parte del partido por
afiliación indirecta al ser integrante de una agrupación que pertenece al partido; su
entusiasmo puede ser mayor o menor, e incluso se puede dar el caso de que vote en
contra, pero formalmente está dentro del partido. Sigue el miembro que es quien se
ha afiliado directamente, manifiesta su interés participativo, asiste a reuniones y
desarrolla tareas que le son encomendadas. En el siguiente escalón encontramos al
activista, cuya participación es intensa, promueve la afiliación de miembros, hace
propaganda, opina en las reuniones y propone acciones, etc. En un lugar formalmente
superior, aunque no necesariamente más activo, está el funcionario, el cual realiza
tareas burocráticas concretas en el partido y, en muchos casos, recibe una
compensación por ellas, aunque no tengan el carácter de sueldo para no establecer
una relación laboral; se dedica de tiempo completo a su tarea en la organización pero
no forma parte de los órganos directivos. Finalmente está el dirigente, quien realiza
funciones decisorias; forma parte de los comités u órganos de gobierno del partido;
integra comisiones de solución de asuntos o juzgadoras de la acción de los miembros y
otros dirigentes y busca como proyección natural la postulación a los cargos de
elección.

6.5.5 Acción internacional de los partidos

Por último, la actividad de los partidos se manifiesta en algunas ocasiones en el ámbito


internacional, a través de la formación de agrupaciones partidistas que pertenecen a
varios Estados. Si bien estas agrupaciones no adquieren el carácter de partidos
supranacionales de manera formal, a fin de evitar las prohibiciones que establecen las
legislaciones particulares de cada país, en cuanto a la dependencia de sus partidos de
entidades extranjeras, sí logran un cierto grado de eficacia en cuanto a la aplicación de
políticas comunes y en muchos casos se prestan ayuda recíproca. Ejemplos de estas
formas de organizaciones son la Social Democracia internacional que convoca con
frecuencia a congresos en los que se analiza la posición y actividades de los partidos
con esta tendencia en distintos países, y la Democracia Cristiana que reúne partidos
identificados por esta posición ideológica con finalidades similares a las expuestas.

6.6 Sistemas de Partidos

Los partidos no actúan aislados, ni de otros partidos ni en general del medio


económico, político, social y cultural en el que se desenvuelven. Estas relaciones dan
por resultado un esquema específico de actuación de los partidos en el marco político-
social al que se denomina sistema de partidos. En la politología contemporánea se
188
suelen distinguir dos grandes grupos de sistemas partidistas, según que se basen en la
competencia de varias formaciones políticas que se disputan el favor del electorado, o
bien que admitan solamente la existencia de una agrupación política que por definición
legal representa los intereses de toda la colectividad nacional. A los primeros se les
llama sistemas competitivos y a los segundos sistemas no competitivos.

6.6.1 Sistemas competitivos

Como ya lo indicamos, estos sistemas se identifican por el hecho de que suponen un


juego en el que intervienen diversos partidos disputándose los votos de la ciudadanía.
La competencia entre las agrupaciones partidistas presenta diversos grados que dan
origen a una subclasificación cuyo punto de referencia es el número de partidos que
intervienen en la contienda. Debe aclararse que aunque los nombres que se asignan a
los diversos sistemas competitivos se fundan en ese criterio cuantitativo, lo cierto es
que en realidad cada sistema refleja rasgos cualitativos que lo definen y que producen
como resultado un juego de fuerzas efectivas que son las que se toman en cuenta para
la clasificación, con independencia del número de partidos que formalmente existan.

Considerando una escala de competitividad decreciente, Roger Gerard


Schwartzenberg, profesor del Instituto de Estudios Políticos de París, propone una
clasificación de los sistemas competitivos que nos parece muy adecuada.

1.1. Multipartidismo integral


1. Sistemas multipartidistas
1.2. Multipartidismo atenuado

2.1. Bipartidismo imperfecto


2. Sistemas bipartidistas
2.2. Bipartidismo perfecto

3.1 De partido dominante


3.Sistemas de partido
dominante 3.2 De partido ultradominante

6.6.2 Multipartidismo

El multipartidismo supone la existencia de tres o más partidos políticos con capacidad


para lograr una participación relativamente importante en el seno de la representación
nacional. Las causas sociológicas que dan origen al multipartidismo son variadas.
Desde el punto de vista social, el multipartidismo puede ser reflejo de una variada
189
conformación clasista de la sociedad de que se trate, con grupos de intereses
identificados con claridad, que deciden organizarse políticamente para intervenir en la
lucha electoral. Cuando esta diversa conformación social y estructura clasista se
mezcla con otros factores de carácter étnico, religioso, ideológico o regional, es muy
probable que se produzca un sistema de partidos múltiples. Así aparecen partidos
definidos por una ideología específica (marxista-leninista o trosquista), por una
tendencia religiosa (partidos católicos, musulmanes) o por una vinculación ètnico-
regional como es el caso del partido quebequense en Canadá o el partido republicano
irlandés en la Gran Bretaña.

Además el multipartidismo puede verse incentivado por el tipo de sistema electoral que
se adopta en un país. Al respecto Duverger planteó en su obra Los Partidos Políticos
las que él denominó leyes sociológicas fundamentales a través de las cuales relacionó
el sistema electoral con el de partidos indicando, en primer término, que el escrutinio
mayoritario a una sola vuelta da por resultado el bipartidismo, que la representación
proporcional origina un sistema de partidos múltiples y que el escrutinio mayoritario a
dos vueltas da lugar a un multipartidismo atemperado por la formación de alianzas.
Aunque estas llamadas leyes sociológicas han sido severamente criticadas, es
indiscutible que existe una influencia capaz de ser reconocida, por parte de los sistemas
electorales sobre la configuración del sistema de partidos, aunque no puede decirse
que el sistema electoral sea un factor indefectiblemente determinante del sistema de
partidos, ya que, como hemos visto, existen otras razones sociológicas que influyen en
la aparición de los partidos políticos en el marco de una sociedad. De cualquier modo,
las afirmaciones de Duverger pueden considerarse como válidas en un sentido
tendencial, es decir, puede admitirse, en el caso del multipartidismo, que éste tal vez
sea el resultado de una tendencia motivada por la aplicación del sistema electoral de
representación proporcional.

El multipartidismo es un fenómeno que se presenta en varios países europeos,


particularmente en Italia, país que puede ser empleado como ejemplo clásico de este
sistema.

El multipartidismo puro (multipartidismo integral), donde varios partidos con fuerzas


similares se disputan el electorado, como es el caso italiano, produce ciertos efectos no
siempre favorables para la estabilidad de un sistema. Uno de ellos, mencionado por
Almond y Powell, quienes señalan que “la presencia de un número elevado de
pequeños partidos endebles hacen que el proceso de agregación de intereses se
incremente de tal modo que cada partido únicamente transmite los intereses de una
subcultura o clientela especiales con un mínimo de agregación”. Todo esto quiere decir
que la función de agregación o composición de intereses que debe desarrollar un
partido político, para formular coherentemente su programa ante el electorado, se ve
dificultada por un sistema múltiple de partidos, ya que no se realizan las transacciones
o negociaciones necesarias que tienden a proponer soluciones que satisfagan de
190
manera global a diversos grupos, sino que cada uno de ellos, a través de su partido,
intenta imponer aquellas medidas que le convienen.

También se dirigen críticas al sistema multipartidista debido a que el reparto


fragmentado de los votos entre los diversos partidos impide normalmente la formación
de una mayoría estable que pueda gobernar, obligando a la realización de alianzas o
coaliciones entre varios grupos minoritarios que dan por resultado una frecuente
inestabilidad gubernamental. Von Der Gablentz dice al respeto en el sistema
parlamentario la existencia de muchos partidos obliga a coaliciones, con todos los
peligros de la inestabilidad, no sólo del gobierno, sino también de toda la política.
Vinculado a este problema está también el de la llamada “mediatización de los
electores” que se genera por virtud de que el elector, al emitir su voto por un partido,
está expresando su opinión preferencial pero no necesariamente eligiendo al gobierno,
que en muchos casos es decidido por las direcciones de los partidos en el momento de
concertar las alianzas que permiten la formación de un gobierno.

El multipartidismo atenuado se presenta en aquellos casos que si bien existen


numerosos partidos políticos éstos suelen integrarse en coaliciones sólidas por virtud
de las cuales se forman dos grandes bloques que permiten resolver algunos de los
problemas que hemos mencionado con respecto al multipartidismo integral.

Un ejemplo clásico de este multipardismo es el de la Francia actual, en el que se


presentan cuatro grandes formaciones políticas de fortaleza más o menos similar: el
ala derecha del gaullismo dirigida por Jacques Chirac en las últimas elecciones; el
grupo centro derechista también de filiación originalmente gaullista, encabezado en la
elección de 1981 por Valery Giscard D´Estaing; el partido socialista de Francois
Mitterrand, y el partido comunista, a cuyo frente aparecía George Marchais. Pese a que
en esta formación de cuatro grandes partidos está presente la idea del multipartidismo,
el sistema de elecciones a dos vueltas, adoptado por la Quinta República francesa,
permite que se presente el fenómeno denominado “bipolarización” consistente en la
conformación de dos grandes grupos a partir de la existencia de otros menores. De
esta manera, en la segunda vuelta de las elecciones francesas de 1981, se produjo
esta bipolarización uniéndose, por un lado, los gaullistas de Chirac y de Giscard
D´Estaing y, por el otro, los socialistas de Mitterrand y los comunistas de Marchais. En
la segunda vuelta de la elección se presentó así un esquema bipolar muy cercano al
bipartidismo clásico que dio por resultado el triunfo de la izquierda y la elección a la
presidencia de Francois Miterrand.

6.6.3 Sistemas bipartidistas

Estos sistemas se producen en países en que, por su experiencia histórica, se llegan a


unir numerosos grupos de interés en torno a dos corrientes políticas principales que se
organizan como partidos y que enfrentan posiciones antagónicas fundadas en dos
191
visiones distintas de la sociedad (liberales contra conservadores; burgueses contra
proletarios). Algunos autores afirman que esta dualidad corresponde a la naturaleza de
las cosas que suelen presentarse por parejas contrapuestas; sin embargo, esta
posición carece de fundamento científico. Más práctico es el punto de vista de Deutsch,
que señala que: “cuando el número de activistas políticos y líderes potenciales, y el
número y variedad de grupos de interés activos son mucho mayores, ...un sistema
bipartidista puede ofrecer el doble de oportunidades de participación política; cada uno
de los partidos puede representar un equipo completo de líderes potenciales”. Esto
quiere decir que el bipartidismo ofrece no sólo dos opciones perfectamente definidas
para el electorado, sino que, además, plantea la posibilidad de que dos grupos se
alternen en las funciones gubernamentales.

El bipartidismo tiene la ventaja de que, al revés del mutidipartidismo, se facilita la


agregación o conciliación de intereses y el elector tiene la certeza de que, al emitir su
voto, no solamente está expresando una opinión con la que se identifica, sino además
está eligiendo efectivamente a quienes habrán de gobernar, ya que el sistema de dos
partidos asegura que por lo menos uno de ellos obtenga la mayoría absoluta y en
consecuencia, controle el gobierno. Los sistemas bipartidistas clásicos son los de
Estados Unidos, con la intervención de los dos grandes partidos, el Demócrata y el
republicano, y el de la Gran Bretaña en el que predominan en la escena política los
partidos Laborista y Conservador. Debe añadirse en este punto que siendo la Gran
Bretaña un sistema de bipartidismo clásico por su funcionamiento, en realidad presenta
la característica de contar con un tercer partido, el Liberal, que tuvo considerable fuerza
durante el siglo pasado y la perdió en el curso de las décadas segunda y tercera de
este siglo, durante las cuales el Reino Unido conoció un sistema de tres partidos que
fue sustituido finalmente por la dualidad laboristas-conservadores.

Los sistemas mencionados, el británico y el estadounidense han representado


históricamente el ejemplo más acabado de bipartidismo perfecto, en el que sólo dos
fuerzas aparecen como protagonistas de la lucha electoral. Debemos mencionar ahora
las características del llamado bipartidismo imperfecto, que se sitúa como frontera entre
los sistemas multipartidistas y los bipartidistas. En el bipartidismo imperfecto aparecen
preponderantemente dos formaciones que obtienen, cada una, un porcentaje muy
elevado de votación, sin embargo, requieren de una alianza con una agrupación menor
para poder alcanzar la mayoría absoluta que les permita controlar el gobierno. El
ejemplo clásico en la actualidad, del bipartidismo imperfecto es el de la República
Federal de Alemania. En ella existen dos grandes partidos: La Unión Cristiano
Demócrata (CDU) y el Partido Social Demócrata (PSD).

Sin embargo, el Partido Liberal (FDP) tiene una fuera considerable, tanto que, al no
alcanzar ninguna de las dos grandes formaciones la mayoría absoluta requiere de la
coalición con los liberales para poder integrar una mayoría que elija al gobierno. En los
años posteriores a la Segunda Guerra Mundial los liberales se mantuvieron aliados con
192
la CDU, pero a partir de la década de los sesenta establecieron una coalición con los
socialdemócratas que se mantuvo en el poder hasta octubre de 1982, cuando los
liberales volvieron a pactar con la CDU, provocando la caída del gobierno del Canciller
Helmut Schmidt y elevando al poder al líder de los Demócrata cristianos, Helmut Kohl.

6.6.4 Sistemas de partido dominante

Estos sistemas se caracterizan por el predominio de un partido sobre los demás


existentes en el país. Dicho predominio puede alcanzar diversos grados y de ahí que
Schwartzenberg proponga la distinción entre sistemas de partido dominante y sistemas
de partido ultradominante.

Los sistemas de partido dominante se caracterizan, según este autor, por el hecho de
que un partido obtiene durante un largo período de tiempo una constante ventaja
electoral sobre todos los demás participantes. Aunque no alcance la mayoría absoluta
de los sufragios, su condición de partido que cuenta con una considerable mayoría
relativa de los sufragios, le permite prácticamente determinar la orientación del
gobierno. Indica el autor que venimos citando, que para que un partido se pueda
considerar dominante debe obtener aproximadamente entre el 30 y el 35 por ciento de
los votos emitidos, aunque no considere indispensable que logre determinar la
formación de un gobierno estable. Desde nuestro punto de vista, la existencia de un
partido dominante sólo puede ser determinada por la capacidad de dirección
gubernamental y no simplemente por un porcentaje de sufragios obtenidos durante un
largo período de tiempo, dado que, si un partido no logra estabilizar y controlar la
dirección gubernamental, no se le puede atribuir plenamente el carácter de dominante.

Si en un sistema de varios partidos uno de ellos logra constantemente un importante


porcentaje de votos, pero no el control del gobierno, estamos en presencia de un
multipartidismo integral y no frente a un partido dominante.

El ejemplo clásico de partido dominante es el del Partido Social Demócrata de Suecia,


que desde 1932 hasta 1976, es decir, durante un lapso de 44 años, logró mantener el
control gubernamental a través de la obtención de una mayoría relativa importante de
los sufragios emitidos por los electores.

6.6.5 Sistemas de partido ultradominante

El sistema de partido ultradominante suele caracterizarse por la existencia de un partido


que logra obtener regularmente la mayoría absoluta de los sufragios. Estos partidos
suelen aparecer en los países tercermundistas y constituyen grandes coaliciones de
fuerzas identificadas por su afán nacionalista. Ejemplos de estos partidos los
constituyen el Partido Republicano del Pueblo de Kemal Ataturk, que operó en Turquía
193
controlando el poder desde 1923 hasta 1950; el Partido del Congreso de la India que, a
partir de la independencia, dominó el panorama político de aquella nación hasta perder
por primera vez una elección en 1977; y el Partido Revolucionario Institucional de
México, que se ha mantenido en el poder con diversos nombres desde 1929 hasta la
fecha. En estos sistemas de partido ultradominante se distingue del partido único en
que su hegemonía no deriva de una disposición de la ley sino de la correlación de
fuerzas sociales existentes en el país. Existen efectivamente partidos de oposición que,
aunque tengan el carácter de meros partidos de expresión, aglutinan fuerzas
considerables que tienen una efectiva capacidad de hacer escuchar sus puntos de vista
y constituyen un mecanismo de control y de acción sobre la opinión pública con
respecto a las medidas tomadas por el partido mayoritario.

194
7. GRUPOS DE PRESIÓN

7.1 Concepto y tipos de grupos de presión

7.1.1 Concepto

Al igual que en otros temas de nuestro estudio, existen múltiples definiciones en los
textos con respecto a los grupos de presión. Podríamos decir, sintetizando, que un
grupo de presión es un agrupamiento de individuos, con cierto grado de organización,
que realizan acciones dirigidas a los mecanismos formales de decisión gubernamental
con la intención de que tales decisiones sean favorables a sus intereses o pretensiones.

La importancia de la acción de los grupos en los procesos políticos fue destacada


originalmente por Arthur F. Bentley en su conocida obra “The Process of Governement”,
publicada en 1908, en la cual hacía hincapié en que para los estudios políticos
resultaba más importante en la adopción de ciertas medidas, que el proceso mismo de
toma de decisiones formales por los órganos de gobierno.

En la bibliografía existen discrepancias acerca de la adecuada denominación de estos


grupos. Algunos autores prefieren llamarles “grupos de interés”, en tanto que otros se
inclinan por la denominación de “grupos de presión”.

David Trumann define al grupo de interés como cualquier grupo que, basàndose en una
o varias actitudes compartidas, lleva adelante ciertas reivindicaciones ante los demás
grupos de la sociedad, para el establecimiento, el mantenimiento o la ampliación de
formas de conducta que son inherentes a las actitudes compartidas 202.

Como puede apreciarse, la noción de Trumann se funda en el interés compartido más


que en el hecho de que el grupo ejerza presión sobre la autoridad. Paul Noack sostiene
que es preferible la denominación grupo de interés porque la presión es solamente un
síntoma de la actividad de una asociación de intereses.

A nuestro juicio es acertado el punto de vista de Jean Meynaud 203, según el cual las
denominaciones de grupo de presión y grupo de interés designan dos realidades
distintas o, si se quiere, dos momentos diferentes de una misma realidad.

El grupo de interés se caracteriza porque sus miembros comparten precisamente


intereses comunes y puede realizar acciones conjuntas para defenderlos. El grupo de

202 Ver Diccionario de Política. Ed. Siglo XXI. Tomo I, Pág. 751
203 Ver Meynaud, Jean. Los Grupos de Presión. Ed. Universitaria de Buenos Aires, Sexta Edición, 1978. Pág. 11
195
presión supone una actuación específicamente dirigida a presionar a las estructuras
gubernamentales para que se adopte o no una determinada medida política que
favorece o no los intereses del grupo. Es claro que un grupo de interés puede
convertirse, en ciertos momentos, en grupo de presión o incluso serlo
permanentemente. Para distinguir la diferencia pensemos en una asociación de
comerciantes que se ponen de acuerdo a fin de realizar acciones que les permitan
mantener un cierto precio de los artículos que venden. Es obvio que tienen un interés
común y que hay una actividad concertada para defenderlo. Mientras esta actividad va
dirigida al público o a otros grupos, la asociación está actuando como grupo de interés.
En cambio, si sus acciones se dirigen a evitar que el gobierno imponga un control de
precios sobre los bienes que expenden, estará ya asumido el carácter de grupo de
presión.

7.1.2 Grupos permanentes de presión y grupos de presión eventual

Como hemos visto, todo grupo de interés puede convertirse en un momento dado en un
grupo de presión. Existen grupos que se constituyen con una finalidad específica que
originalmente se encuentra prácticamente desvinculada de las acciones políticas, y
que, sin embargo, pueden ejercer en ciertos momentos, una presión con respecto a una
decisión gubernamental. Meynaud cita el caso de la Academia Francesa, cuyos
propósitos habituales son de carácter científico y que, sin embargo, realizó en ciertas
circunstancias una acción presionante con respecto a la aplicación de tasas impositivas
a las publicaciones escritas. En cambio, existen grupos que se constituyen con el
propósito específico de intentar influir en las decisiones gubernamentales. En este
caso, hablamos de grupos permanentes de presión, puesto que su finalidad principal es
el ejercicio de dicha presión. Cuando el grupo tiene otras finalidades principales, pero
ocasionalmente pretende influir en las decisiones políticas, le denominamos grupos de
presión eventual.

7.1.3 Grupos públicos, grupos privados y grupos sociales de presión

Se ha planteado la discusión entre los politólogos acerca de si en el interior de las


estructuras pueden existir grupos de presión. Algunos sostienen que, por definición, los
grupos de presión sólo pueden ser privados, dado que la noción de unidad jurídica del
Estado impide que éste pueda ejercer presiones sobre si mismo. No obstante, nos
parece que la complejidad de las actividades del Estado contemporáneo ha dado lugar
a que en la realidad política práctica determinados grupos de funcionarios, o bien
sectores específicos de la administración, entren en pugnas que les inducen a
presionar a quienes dentro del mismo aparato estatal habrán de tomar decisiones que
pueden afectarles o beneficiarles como grupo. De allí que nos parezca útil la distinción
entre grupos privados y grupos públicos de presión.

Según nuestro punto de vista, derivado del análisis de la realidad mexicana, pensamos
196
que puede introducirse una tercera categoría: la de grupos sociales de presión. Este
tercer tipo nos permite resolver la preocupación manifestada por Meynaud cuando
escribe: Se dice frecuentemente que si bien es posible que los sindicatos obreros y los
patronales sean igualmente grupos de presión, nadie podría poner en el mismo plano,
dentro de su conciencia, al trabajador que defiende su derecho de vivir y al director de
empresa que lucha por mantener sus beneficios.

Por otro lado, la división tripartita que proponemos permite emplear la categoría de
grupos de presión en todos los sistemas socioeconómicos vigentes y superar la noción
de que sólo pueden existir grupos de presión en las sociedades capitalistas
organizadas bajo los principios de la ideología democrático-liberal. Se afirma a favor de
esta tesis que el carácter pluralista de estas sociedades es el único que permite la
constitución de grupos de presión, los cuales no pueden concebirse en las sociedades
de economía centralmente planificada por el Estado, puesto que en éstas no existen
intereses privados que puedan organizarse. Esta afirmación es sólo parcialmente cierta
ya que, por un lado, en un sector público tan amplio y diversificado como el que existe
en estos países, no puede evitarse la aparición de intereses encontrados que, aunque
no siempre alcanzan un grado de organización formal, si se manifiestan de manera que
producen tensiones dentro del propio sistema de decisiones del Estado. Así, por
ejemplo, los dirigentes de las diversas ramas de la industria soviética luchan entre sí
para colocar a la suya entre las prioridades del partido, lo cual les rinde beneficios en su
carácter de grupo de funcionarios. Estaríamos aquí en presencia de un grupo de
presión de carácter público, catalogado no tanto por el tipo de intereses que defiende,
que pueden no necesariamente vincularse al interés público de la economía. Este
fenómeno se presenta también en las sociedades capitalistas en que algunas ramas de
la producción se manejan públicamente. Es conocido el hecho de que grandes
industrias paraestatales, aun en los regímenes capitalistas, ejercen presión sobre el
gobierno para obtener decisiones favorables.

La categoría de grupos sociales de presión, nos permite también resolver el problema


de las diversas motivaciones del agrupamiento en las sociedades capitalistas así como
del surgimiento de grupos de presión que no pueden ser catalogados estrictamente
como privados, en las sociedades socialistas. Aunque Meynaud rechaza esta
posibilidad por considerarla sustentada en valoraciones subjetivas, nosotros pensamos
que se apoya en realidad en un criterio objetivo de diferenciación de los sectores
económicos. El sector privado se integra por los propietarios de medios de producción.
El sector social por las organizaciones que, como colectividades, manejan dichos
medios o colectivamente representan intereses frente a la propiedad privada de los
mismos, y el sector público se constituye por la administración del gobierno y de los
medios de producción y de coacción que corresponden al Estado.

Los grupos sociales de presión son los que se constituyen en el sector social,
cualquiera que sea el tipo de economía predominante. El grupo característico en este
197
sector es el sindicato. Quizá en cierto sentido, es más característico como grupo de
presión en las economías socialistas que en las capitalistas, pues en éstas se
manifiesta originalmente como grupo de interés que, al reivindicar aspiraciones
económicas, se enfrenta primero al patrono privado y, en una segunda instancia,
presiona al poder político para conseguir decisiones favorables; en tanto que en la
economía socialista su actividad se da siempre frente al Estado como patrón y en
consecuencia está interesado en la obtención de decisiones políticas adecuadas a los
intereses que representa. Es ilustrativo el fenómeno polaco generado en la década de
los 70 y que ha hecho crisis a principios de la presente década, caracterizado por la
presión de grupos de trabajadores organizados en el sindicato “Solidaridad” que
reivindican conquistas del proletariado frente a una dictadura burocrático-militar,
supuestamente instaurada en su beneficio.

La categoría de grupos públicos permite, además, analizar los enfrentamientos entre


grupos que se dan en el sector público y, particularmente, a uno de ellos que la gran
mayoría de los autores aceptan como grupos de presión: el ejército.

7.1.4 Grupos de masas y grupos de cuadros

Duverger204 traslada esta clasificación desde el ámbito del estudio de los partidos
políticos. Sin dejar de reconocer que parece un poco artificial aplicada a los grupos de
presión, es interesante considerarla porque explica algunas modalidades del proceso
de integración de estos grupos. Así, los que hemos llamado grupos sociales, se nos
presentan como grupos de encuadramiento masivo, que buscan atraerse un número
considerable de adeptos de forma que la cantidad de sus miembros sea un elemento de
apoyo considerable cuando ejerce presión; tal es el caso de los sindicatos o de los
movimientos étnicos, feministas, ecologistas o pacifistas.

Los llamados grupos de cuadros se caracterizan por el nivel educacional o económico


de sus miembros y ejemplo de ellos son los grupos de intelectuales o de dirigentes
industriales.

7.1.5 Grupos de beneficios y grupos de ideas

Otra distinción importante es la que separa a los grupos que persiguen un beneficio
concreto para sus integrantes, de aquellos que defienden un interés general. “Algunos
autores llaman a los primeros grupos, de interés y a los segundos, de ideas. A nuestro
juicio, esta terminología no resulta adecuada porque hemos partido de la base de que
todos los agrupamientos de esta naturaleza se identifican por un interés, aunque es
cierto que no es lo mismo pugnar por medidas que benefician directamente a los

204 Duverger, Maurice. Sociología Política. Ed. Ariel. Colección Demos, Barcelona, 1975, citado por Eduardo Andrade
Sánchez, Introducción a la Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V., México 1983, Pág. 142

198
miembros del grupo, como lo hacen las asociaciones patronales o los sindicatos, que
interesarse en medidas que busquen un beneficio que rebasa al de los miembros del
grupo, como pueden ser los casos de los grupos que buscan la supresión de las armas
nucleares o la conservación del medio ambiente” 205.

Debe admitirse que esta distinción, como cualquiera de las otras, sólo tiene un valor
relativo para permitirnos ubicar la tendencia manifiesta o principal de los grupos, pero
que no pueden establecerse fronteras precisas que separen a unos de otros. Es muy
frecuente que bajo la cobertura de la defensa de valores generales se encuentren
intereses materiales concretos, como sucede cuando se busca el reconocimiento de
valores, como la igualdad social o entre los sexos, o cuando se argumenta a favor de la
ecología, pues los interesados en estos valores pueden también obtener mejores
condiciones de empleo en los casos étnico o sexológico o bien la preservación de sus
tierras cultivables amenazadas, por ejemplo, por la construcción de un aeropuerto o una
presa.

Igualmente los intereses materiales concretos pueden vestirse con un manto de


defensa de valores generales, como ocurre en las campañas patrocinadas por los
empresarios a favor de la libre empresa.

7.1.6 Pros y contras de los grupos de presión

La existencia de estas realidades políticas han dado lugar a juicios valorativos con
relación a su papel en los procesos políticos. Se argumenta a favor de la existencia de
estos grupos: 1. Que estimulan la discusión pública de los asuntos que requieren de
una decisión política; 2. Que emplean métodos no siempre legítimos como el chantaje o
la corrupción, deteriorando el sistema político; 3. Que permiten la acumulación de un
excesivo poder en manos de los dirigentes de los grupos, cuyos intereses pueden
acabar oponiéndose a los de las colectividades que dicen representar (la ley de hierro
de la oligarquía parece operar también en el grupo de presión); 4. Que su multiplicación
en defensa de muy variados y encontrados intereses concretos, dificulta la negociación
y la adopción de medidas generalmente aceptables.206

7.1.7 Grupos de presión y partidos políticos

Como puede apreciarse, los grupos de presión se mueven en el terreno político con el
objeto de lograr ventajas para sus agremiados. En este sentido, su función parece
confundirse con la de los partidos políticos a la que ya nos hemos referido. Se dice que

205 Eduardo Andrade Sánchez. “Introducción a la Ciencia Política”. Ed. Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 143

206 Ebenstein, William, Pritchett Herman, et.al. American Democracy in world perspective. Ed. Harper and Row,
Publishers. New York. 1980. Fifth Edition, citado por Eduardo Andrade Sánchez, Introducción a la Ciencia Política, Ed.
Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 144
199
una diferencia importante la constituye el hecho de que los grupos de presión se
especializan en la articulación de intereses, y los partidos en la agregación de los
mismos. “Entiendo por articulación la expresión pública de las aspiraciones de quienes
integran los grupos representados, y por agregación, la conciliación y estructuración de
las demandas así expresadas para formular líneas de acción política concretas. Esta
distinción parece insuficiente, pues lo mismo existen grupos de presión que reclaman
decisiones políticas precisas como resultado de la agregación de los intereses que
representan; como partidos políticos que formulan solamente demandas específicas de
los grupos que los integran” 207.

Un criterio más preciso de distinción es el que formula Noack al sostener que “la
diferencia fundamental entre partidos y grupos de interés es que los partidos influyen
directamente sobre la formación de la voluntad política y la ocupación de puestos
políticos, y las asociaciones, indirectamente.

Esta distinción entre acción directa e indirecta se explica por una diferente actitud frente
a la decisión política. Los grupos de presión desean que se tomen ciertas medidas,
independientemente de quien lo haga; de allí que, frecuentemente, presenten sus
demandas de igual manera frente a distintos partidos políticos en pugna, en tanto que
los partidos buscan el ejercicio directo del poder, de modo que sean las personas por
ellos propuestas quienes tomen las decisiones.

Esta distinción se expresa por dos funciones que son exclusivas de los partidos
políticos y que los grupos de presión no realizan: la intervención en la contienda
electoral y la administración directa del poder como grupo. Debe precisarse el énfasis
que hacemos en estas dos últimas palabras: como grupo, pues si bien los grupos de
presión no intervienen directamente como tales en las elecciones, sí suelen lograr que
los partidos políticos designen como candidatos a personas propuestas por ellos, con lo
cual, en muchos casos sus integrantes llegan también a ser administradores directos
del poder.

Otra relación importante entre los partidos políticos y los grupos de presión es que éstos
suelen colaborar en gran medida a financiar las campañas de aquéllos y de sus
candidatos. En Estados Unidos se estima que los grupos de presión aportaron 35
millones de dólares para las campañas de los congresistas en 1978. 208

También se presenta el fenómeno de la relación orgánica de dependencia entre


partidos políticos y grupos de presión. Los autores distinguen tres casos:

207 Eduardo Andrade Sánchez, Op. Cit. Pág. 145


208 Ebenstein, William, et al. Op. Cit. Pág. 107
200
1. Subordinación de grupos de presión a los partidos políticos

2. Subordinación de los partidos políticos a los grupos de presión, y

3. Establecimiento de relaciones igualitarias de cooperación.

La subordinación de los grupos a los partidos políticos se da cuando aquéllos aparecen


como resultado de la acción de éstos para fines concretos. Se les denomina entonces
a los grupos “organizaciones anexas a los partidos políticos”. Tal es el caso de las
agrupaciones juveniles o femeniles prohijadas por los propios partidos.

El caso de la subordinación de los partidos a los grupos de presión se da cuando


aquéllos dependen en la práctica de éstos. Schawartzenberg 209 distingue entre
dependencia oficial y dependencia oculta. La primera se da en los partidos de
conformación indirecta en que las grandes organizaciones de masas conforman y
orientan la acción de los partidos. La dependencia oculta se produce cuando el partido
depende de grupos económicos o financieros que lo constituyen como instrumento de
su acción política.

7.2 Factores de poder de los Grupos de Presión

La fuerza de los grupos de presión y su capacidad efectiva de influir en las decisiones


políticas, se deriva de diversos factores que pueden actuar de manera aislada o
combinándose entre sí. Los principales son: su capacidad financiera, el número de
miembros, la eficiencia de la organización, el reconocimiento público de que disfrutan y
el tipo y la calidad de sus contactos.

7.2.1 Recursos económicos

La cantidad de medios financieros de la que puede disponer el grupo de presión es


determinante para sus actividades. Le permite pagar publicidad, disponer de órganos
de investigación especializados, movilizar a sus miembros, financiar campañas
políticas e incluso, ofrecer dádivas y recompensas materiales a los funcionarios
públicos.

7.2.2 Número de miembros

209 Schwartezenberg, Roger-Gerard. “Sociologie Politique” Editions Montchrestein, Collection Universitè Nouvelle,
París 1977, citado por Eduardo Andrade Sánchez, Introducción a la Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V. México,
1983, pág. 146

201
La cantidad de personas adheridas a un grupo, puede ser determinante en cuanto a
la presión que es capaz de ejercer. Los grupos de presión de masas se fundan en
este principio. Por ejemplo, un sindicato que abarque diversas ramas de la industria
puede paralizar, mediante una huelga, diversas actividades vitales de un país.
Igualmente, en los países con sistemas electorales avanzados, la amenaza colectiva
de votar en la siguiente elección por la oposición, puede mover al gobierno a acceder
a sus peticiones.

7.2.3 Reconocimiento público

La imagen que el grupo proyecta sobre la sociedad en general puede determinar


también la efectividad de su presión. Si el grupo disfruta de prestigio entre el público en
general, puede mover amplios sectores de la opinión de éste a favor de sus demandas,
lo cual será, sin duda, tomado en cuenta por los órganos decisorios del gobierno.

7.2.4 Eficiencia de la organización

La capacidad organizativa de la agrupación para movilizar a sus miembros o para


inducirlos a realizar actividades específicas, cuenta también considerablemente en la
determinación de la fuerza que pueda aplicar el grupo a favor de sus intereses. Una
organización numerosa pero poco cohesionada puede tener más dificultades para
hacerse oír que un grupo más pequeño pero mejor organizado y activo.

7.2.5 Tipo y calidad de los contactos

Las relaciones personales de los miembros destacados o de los dirigentes del grupo de
que se trate, con los funcionarios gubernamentales, puede resultar decisiva para el
logro de los objetivos propuestos. Un grupo con escaso reconocimiento público puede,
sin embargo, contar con miembros que tengan estrechas relaciones familiares o de
negocios con funcionarios colocados en posiciones claves para la toma de decisiones
en las que el grupo está interesado.

7.3 Formas de actuación de los Grupos de Presión

La manera de actuar de los grupos de presión puede ser muy variada. El concepto de
presión implica no tanto “la posibilidad de tener acceso al poder político, como la
posibilidad de recurrir a sanciones negativas –castigos- o positivas-premios- con el fin

202
de influir en la asignación imperativa de los valores sociales a través del poder público”
210
.

Esto quiere decir que la presión es ejercida por un grupo no sólo por el hecho de ser
capaz de formular una demanda, sino, particularmente, por su capacidad para ofrecer a
cambio de la decisión favorable una posible ventaja para aquéllos que tomen dicha
decisión o la posibilidad de crearles problemas específicos.

La presión que ejercen los grupos puede manifestarse en diversos grados, los cuales
pueden ir desde una persuasión comedida hasta las manifestaciones violentas. Estas
distintas técnicas de actuación pueden combinarse y los grupos recurren a ellas según
las circunstancias. El “catálogo” que se presenta a continuación, nos ofrece algunas de
las principales.

7.3.1 Persuasión

Según Eduardo Andrade Sánchez ésta consiste en el objetivo de convencer con


argumentos, a quienes tienen la posibilidad de tomar decisiones, de que aquella
demanda que presentan y que favorece al grupo en cuestión, tiene los fundamentos
para ser la determinación más adecuada. Resulta difícil distinguir los límites de la
persuasión que tiene por objeto un convencimiento racional, de aquella presión que
incluye elementos como el ofrecimiento de ventajas materiales, que pueden llegar al
soborno o las amenazas que pueden identificarse con el chantaje. Con esta salvedad,
nos referiremos aquí a dos técnicas persuasivas que son características de la acción de
los grupos de presión: el lobbying o cabildeo y el empleo de los medios de
comunicación.

7.3.2 Lobbying

Para Eduardo Andrade Sánchez este término deriva de la palabra inglesa lobby, que
designa el pasillo o vestíbulo de los edificios gubernamentales y se refiere al trabajo de
convencimiento hecho sobre los parlamentarios o los funcionarios que trabajan en
dichos edificios, no de manera oficial, mediante peticiones dirigidas a ellos en su
carácter de funcionarios, sino de manera más o menos discreta y realizada en los
“pasillos” más que en las oficinas; dicho esto de una manera figurada.

La técnica del “lobbying” se ha desarrollado de manera profusa, particularmente en


Estados Unidos, en donde prácticamente constituye una “industria”. El desarrollo de
esta modalidad ha llevado a los estadounidenses a expedir ciertas normas de
regulación que, por lo menos, exigen el registro de las oficinas específicamente
dedicadas a esta actividad. De hecho estas oficinas operan como agencias de

210 Diccionario de Política. Siglo XXI, México 1981. Pág. 752

203
publicidad, que ofrecen sus servicios de intermediación entre los grupos con intereses
específicos y los funcionarios. La regulación de sus actividades, realizada hasta ahora
de manera imperfecta, consiste particularmente en obligar a que los dedicados a estas
funciones, se registren. Según datos publicados en revistas estadounidenses, en
Washington operan 15 mil agencias de lobbyin211. Este cabildeo no es desarrollado
solamente por agencias especializadas, sino también por departamentos
específicamente creados para esta función en las grandes empresas a la manera de los
departamentos de publicidad y relaciones públicas que algunas corporaciones
mantienen por sí mismas para su servicio.

El lobbying funciona combinando diversas técnicas, aunque, en primera instancia,


recurre a la persuasión, haciendo llegar una cantidad importante de información
especializada a los legisladores o funcionarios, aunque siempre presentando el punto
de vista interesado de los grupos que representan. En estas formas de persuasión
pueden influir mecanismos sutiles de corrupción, como la invitación hecha a los
funcionarios para que “a fin de informarse mejor”, visiten las instalaciones de las
empresas interesadas en diferentes partes del mundo, procurando que la visita coincida
con lugares cercanos de sitios vacacionales privilegiados.

Las oficinas de lobbying pueden servir también para la entrega de fondos destinadas a
las campañas de candidatos, o para hacer investigaciones acerca de la vida privada de
los funcionarios cuyos resultados pueden servir para ejercer presión por medio del
chantaje.

Es interesante observar que en Estados Unidos existen, además, oficinas de lobbying


que operan a nombre de gobiernos extranjeros que, independientemente de las vías
diplomáticas ordinarias, emplean el mecanismo de cabildeo para ejercer presión
respecto a decisiones que en política exterior debe tomar el Congreso.

7.3.3 Uso de los medios de comunicación

Aunque la finalidad de los grupos de presión no va dirigida a convencer al público, sino


al gobierno, es frecuente que se busque atraer partidarios entre el público para la causa
defendida, con el propósito de que esta opinión ejerza alguna influencia en las
decisiones gubernamentales. Los grupos de presión destinan así fuertes cantidades de
dinero a campañas publicitarias en los medios de comunicación, que se emplean como
instrumentos de presión indirecta sobre el gobierno. Ésta, constituye una técnica
intermedia entre la persuasión y la acción directa tomada por los grupos con el
propósito de presionar. Puede adquirir diversas formas relacionadas con diferentes
intereses del propio gobierno. Una de ellas es la amenaza electoral, en el sentido de
retirar los votos para una posible reelección a aquellos candidatos que no se plieguen a

211 Ebenstein, William, et. Al. Op. Cit. Pág. 114

204
los intereses del grupo. Esta técnica, como ya vimos, puede ser empleada con mayor
facilidad por las agrupaciones numerosas. Otra amenaza, que es más propia de los
grupos financieramente poderosos, se relaciona con la retracción económica y consiste
en advertir que habrán de dejar de realizar inversiones en determinados campos si no
se adoptan las medidas que les convengan a ellos. De igual manera, pueden
amenazar con retirar fondos del país y depositarlos en el extranjero.

7.3.4 Acción directa

Según Eduardo Andrade Sánchez ésta se conforma por la asunción de actitudes


efectivas que tienden a generar conflictos sociales que el gobierno está interesado en
evitar. Tales acciones pueden ser de índole diversa, de acuerdo con los diferentes
grupos involucrados.

Los sindicatos pueden recurrir a huelgas más o menos generalizadas para lograr que
se tomen las decisiones que pretenden. En ocasiones, se puede recurrir a la
resistencia pasiva mediante fórmulas como “tortuguismo en el trabajo” o falta de
colaboración de los empresarios privados en relación con las acciones que emprende el
gobierno. Otras veces se acude al expediente de retirar efectivamente los capitales del
país, con el fin de provocar una situación económica crítica. Esta técnica fue empleada
con singular eficacia en México en 1976 con la finalidad de que el gobierno abandonara
los propósitos reformistas que había puesto en marcha y también fue intentada por los
capitalistas franceses a raíz de la victoria del partido socialista, encabezado por
Francois Miterrand.

7.4 Formas Típicas de los Grupos de Presión

7.4.1 Grupos empresariales privados

Éstos se constituyen particularmente en agrupaciones de empresas industriales o


comerciales. En Estados Unidos, los industriales se agrupan en la Asociación Nacional
de Fabricantes (Nationals Association of Manufacturers, NAM) cuyos miembros
comprenden el 8% de las empresas manufactureras del país, pero controlan el 75% de
la producción industrial. Los comerciantes se agrupan en la Cámara de Comercio de
Estados Unidos (United States Chamber of Commerce) y existe además la Mesa
Redonda de Negocios (Business Roundtable) constituida en 1974 y a la que pertenecen
los ejecutivos más importantes de las 180 corporaciones más grandes de los Estados
Unidos. En Francia, los empresarios se agrupan en el Consejo Nacional de
Empresariado Francés (CNDF) dentro del cual los comerciantes constituyen el “Consejo
Nacional del Comercio”. En Alemania, existe la Federación de las Industrias Alemanas
en la que predomina particularmente la industria siderúrgica. En México operan, como
organismo de los industriales la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN);
205
de los comerciantes la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio
(CONCANACO); de los patrones en general la Confederación Patronal de la República
Mexicana (COPARMEX), y, como órgano similar al Business Roundtable, el
denominado Consejo Coordinador Empresarial (CCE), CACIF en Guatemala.

7.4.2 Grupos de agricultores

Los intereses de los productores del campo suelen también dar lugar a la constitución
de grupos de presión, En Estados Unidos existen tres agrupaciones principales: la de
los patrones agrícolas, la Unión Nacional de Granjeros y el Buró de Granjeros. En
Francia, la Federación Nacional de los Sindicatos y Empresarios Agrícolas. En
Alemania, la Unión Nacional de los Campesinos. En Italia existen tres organizaciones:
la Confederación General de la Agricultura, la Confederación Nacional de los
Cultivadores Directos y la Federación de la Tierra. En México, la Confederación
Nacional de la Pequeña Propiedad “CNPP”, en Guatemala UNAGRO.

7.4.3 Organizaciones de trabajadores

Los trabajadores suelen agruparse también en grandes centrales de carácter nacional.


En Estados Unidos, la AFL-CIO (American Federation of Labor-Congress of Industrial
Organizations) que es una agrupación federal de sindicatos. Fuera de ella, existen
algunas agrupaciones importantes por el tipo de industria al que pertenecen los
trabajadores como por ejemplo los trabajadores mineros unidos y los trabajadores de la
industria automovilística. En Francia existen la CGT (Confederación General del
Trabajo) y la CFDT (Confederación Francesa y Democrática del Trabajo). En Alemania
la Confederación de los Sindicatos Alemanes(DGB). En México la Confederación de
Trabajadores de México (CTM), la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM),
la Confederación Obrera Revolucionaria y otras integradas en el Congreso del Trabajo.
En Guatemala tenemos, UNSITRAGUA.

7.4.4 Agrupaciones de profesionistas liberales

En algunos países este tipo de agrupaciones tiene una muy considerable relevancia.
Por ejemplo en Estados Unidos, la Asociación Médica Americana (AMA) se ha
constituido a lo largo de los años en un importante grupo de presión que se ha opuesto
con éxito a determinados programas de seguridad social que han pretendido ser
implantados por el gobierno. En México, la agrupación profesional de los economistas
se ha constituido en los últimos años como grupo de presión, particularmente por el
prestigio intelectual de sus miembros. En Guatemala diversos colegios de
profesionales.

206
7.4.5 Agrupaciones religiosas

Éstas constituyen también grupos de presión en diversos países. En Polonia, por


ejemplo, se ha constituido tradicionalmente en grupo opositor a las políticas
gubernamentales. En Italia y en España ha sido dinámica su actividad en contra de la
adopción de medidas como la regulación legal del divorcio o del aborto. En México llegó
a generar una insurrección civil en contra de los gobiernos revolucionarios.

7.4.6 Ejército

Como cuerpo, el ejército constituye también un grupo de presión de importante


relevancia en todos los países. Su actividad tiende a lograr que el gobierno apruebe
presupuestos considerables para los gastos militares y, en ocasiones, como lo prueba
la política de varios países sudamericanos, se constituye en un grupo que opta
directamente, empleando la fuerza, por su acceso al poder.

7.4.7 Medios de comunicación

Estos constituyen grupos particulares de presión sobre todo en los casos en que son
administrados privadamente. Un congresista estadounidense afirma que todos los
miembros del Congreso dependen, en buena medida, del vigor que les otorga la
televisión, de sus apariciones en la pantalla. “Es extremadamente difícil ser un crítico
de las cadenas de televisión”. Los periódicos, estaciones de radio y de televisión suelen
ejercer una presión sobre el gobierno por su capacidad de influir en la opinión del
público. En ocasiones, como el caso de los periódicos pertenecientes a sindicatos, se
expresan públicamente como medios al servicio de ciertos grupos, pero en otras, su
influencia es oculta pero no por eso menos efectiva.

7.4.8 Otras agrupaciones

Según las circunstancias sociales y culturales de cada país, se constituyen diversas


agrupaciones con distintos fines. Algunas representan a minorías étnicas, como es el
caso de distintos grupos en Estados Unidos, entre los que destaca la Asociación
Nacional para el Progreso de la Gente de Color. En naciones que han intervenido en
las dos últimas guerras mundiales suelen tener influencia las agrupaciones de
excombatientes. En ellas se agrupa un considerable número de personas de edad
avanzada. Tales agrupaciones de retirados son importantes en muchos países.

Es curioso señalar que en Estados Unidos, recientemente, se han llegado a formar


grupos cuya finalidad es oponerse a la actividad especializada de los grupos de
presión, es decir, grupos de presión que buscan la desaparición de los grupos de
presión.

207
8. América Latina. Movimientos sociales y Representación
política
(Autora: Isabel Rauber)*

* Extracto de temas relacionados con los movimientos sociales, tomados de la edición


digital original, con fines exclusivamente didácticos para el curso de Ciencia Política de
la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala

No digáis que el movimiento social excluye el movimiento político.


No hay jamás movimiento político que, al mismo tiempo, no sea social.

Carlos Marx
Miseria de la Filosofía

208
8.1 PALABRAS INTRODUCTORIAS

El mundo en que vivimos, marcado por el modelo de civilización (capitalista) occidental,


se agota aceleradamente. En su delirio por mantenerse en la cúspide, las cabezas del
poder de esa civilización apelan a las guerras de rapiña y destrucción de la humanidad
amenazándonos de muerte.212 La crisis capitalista mundial se presenta cada vez con
mayor claridad como crisis de civilización –y muy concretamente, de la civilización
capitalista-, anunciando claramente que no existe salida para el capitalismo, ni dentro
del capitalismo. Esto pone a la humanidad al límite respecto de sí misma, desafiándola
a pensar en su sobrevivencia desde nuevos parámetros histórico-culturales.

Nuestros paradigmas de vida y nuestra cultura están en crisis y también los paradigmas
emancipatorios precedentes. Las transformaciones ocurridas en el sistema-mundo
[Samir], la radicalidad y velocidad de las mismas, se suman a la crisis actual y reclaman
de nosotros, para enfrentarlas, un profundo cambio de mentalidad. La posibilidad de
sobrevivencia se anuda a la conformación de un mundo basado en la armonía de la
dimensión cósmica-humana. En este contexto, la transformación social deviene radical-
integral, es decir, se trata de un proceso de transformación social, cultural, política, y –
aunque parezca un sinsentido decirlo- humana, que resulta impostergable pensar,
construir, transitar.

El socialismo como alternativa de civilización vuelve al centro de las reflexiones y


reclama ser innovado, rediscutido, repensado y creado. Es imprescindible abrir el
debate dejando de lado prejuicios y fantasmas, para revitalizar el espíritu, el
pensamiento y las prácticas revolucionarias. También se impone cuestionar[nos] a
fondo los presupuestos teóricos que han guiado nuestras prácticas, para
perfeccionarlos, modificarlos, reemplazarlos o reinventarlos a partir de ellas y en ellas,
tal como –en sus acciones- las vienen cuestionando creadoramente día a día los
nuevos actores sociales.

Otro mundo será posible si se transforma de raíz, desde el interior de nosotros mismos
y el de nuestras organizaciones sociales y políticas, y desde ahora. Lo cultural, las
subjetividades, afloran a un plano primero y todo ello nos obliga a concentrar nuestras
miradas y reflexiones en los protagonistas de pensar y realizar las transformaciones.

212 Como señala Leonardo Boff, “...Bush apunta a establecer la "pax americana" y uniformizar el mundo bajo los
moldes del estilo de vida norteamericano. Después del 11 de septiembre decidió que eso se hará utilizando la fuerza.
Nadie podrá desafiar esta pretensión, de lo contrario conocerá, de inmediato, el poder avasallador de Estados
Unidos. De este modo, Bush prolonga y lleva hasta las últimas consecuencias la marca intrínseca del paradigma
occidental: la voluntad de someter a todo el mundo, vale decir, de implantar un imperio universal. En concreto, la así
llamada globalización, no es otra cosa, sino la occidentalización, u occiintoxicación del mundo.” ¿Choque de
civilizaciones?, ALAI, versión digital, abril 2003.

209
8.2 PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La entrada veloz del neoliberalismo globalizador del poder del Norte en Latinoamérica,
se produjo en un período de desorientación, perplejidad y confusión abierto por la
conjugación histórica del fracaso de procesos de lucha revolucionaria, en medio de
dictaduras militares que se imponían mediante el terrorismo de Estado, y el derrumbe
del sistema socialista mundial. Pero en pocos años la desorientación del campo popular
ha ido modificándose sustantivamente y hoy vivimos –diferenciadamente en los
distintos países-, una época de ampliadas y crecientes resistencias sociales a la
implantación del modelo neoliberal y sus consecuencias, agudizadas por la necesidad
vital de frenar (e impedir) la firma del ALCA (Área de Libre Comercio de Las Américas),
que –de consumarse en el 2005- abriría las puertas de nuestros territorios y recursos
naturales a la voracidad anexionista del poder imperial estadounidense.

En ese proceso, al calor de las luchas de calles, de la tomas de tierras, de la defensa


de nuestras riquezas naturales, en ciudades, campos, valles y montañas, se han ido
constituyendo nuevos actores sociales y reestructurando los ya existentes, expresión
palpable de la fragmentación social que surge de modo creciente en las sociedades, en
primer lugar, por los cambios estructurales (desestructuración y desmantelamiento) del
sistema productivo implementados por el neoliberalismo. En su rechazo al actual estado
de cosas, los actores sociales -de modo individual o articulados sectorialmente en
movimientos sociales–, irrumpen en el escenario político de cada país para bloquear –al
menos- la continuidad de la aplicación del modelo, provocando en algunos casos la
caída de gobernantes abiertamente corruptos o incapaces, o apoyando en procesos
electorales a otros de signo progresista. Las movilizaciones sociales y los
enfrentamientos al sistema crecen, llegando no pocas veces a situaciones de
beligerancia y cuestionamiento profundos que abren incluso situaciones de vacío de
poder. [Bolivia, 2000; Argentina, 2001] Pero la crisis de gobernabilidad –que no pocas
veces insinúa la imposibilidad del poder de mantenerse-, no logra profundizarse a favor
de los sectores populares, entre otros factores, debido a la dispersión de fuerzas, a la
sectorialización de los conflictos, y a la falta de unidad, que resulta la expresión más
visible de la debilidad estratégica existente. La ausencia (y la necesidad) de contar con
una conducción político social colectiva articulada (y articuladora) se hace evidente, y
también los obstáculos para avanzar hacia ella.

El protagonismo creciente de nuevos actores sociopolíticos, no inscrito en los cánones


doctrinarios e ideológicos que pretenden normar el deber ser de la realidad social, ha
sobrepasado con creces las posibilidades políticas y organizativas de numerosos
partidos políticos de la izquierda latinoamericana. Las calles inundadas de pueblo los
sorprenden no pocas veces reunidos en sus sedes analizando qué pasa, mientras los
sucesos ocurren, sencillamente. Los movimientos sociales, a menudo
predominantemente contestatarios en su accionar efervescente, no pueden –aislada y
fragmentadamente-, constituirse como conducción colectiva de los procesos que
210
protagonizan. La desorientación estratégica se hace evidente.

En tales condiciones, lo espontáneo –siempre presente en el movimiento de la


sociedad- predomina sobre lo consciente y organizado, dejando a los movimientos
sociales a merced de las coyunturas, dispersos y desorientados en lo que hace al
sentido ulterior de sus luchas y resistencias, mientras algunos partidos de izquierda –
igualmente atrapados por la marea coyuntural- creen que pueden imprimirle –post
factum- el sello rojo a los levantamientos populares acontecidos, apelando a
declaraciones sobre lo ocurrido y a elaborar previsiones acerca de lo que –según ellos-
serán las únicas tendencias de su ulterior desarrollo.

Pero no son declamaciones lo que necesita el proceso, sino orientaciones claras,


consensuadas colectivamente, y una forma orgánica capaz de articular los fragmentos,
cohesionando a ese todo heterogéneo, haciendo posible la superación de la
sectorialización y el sectarismo, proyectando al conjunto hacia objetivos superiores
(definidos también colectivamente). En ese sentido, el desafío mayor radica en construir
una conducción colectiva plural que articule a los actores sociales y políticos, sus
problemáticas y enfoques, y para lograrlo -además de lo organizativo-, necesitan
elaborar (o dar pasos concretos hacia la elaboración de) una propuesta estratégica
común que articule-represente-proyecte a todos los actores -así constituidos en sujeto
popular- hacia la consecución de los objetivos propuestos.213 Se trata entonces de una
problemática radicalmente articulada e interdependiente de construcción-constitución
de los actores diversos en sujeto político-social. Ello supone la construcción y
acumulación de poder propio, y reclama a la vez la conformación consensuada de las
principales orientaciones estratégicas como base de la definición de un proyecto
común, y viceversa.

Todo ello reclama hoy superar las barreras culturales214 predominantes acerca de quién
es (o debe ser) el sujeto de los cambios, acerca de cuál es la relación entre los
movimientos sociales y los partidos políticos de izquierda, acerca del tipo de
organización política que reclaman los tiempos actuales, acerca de lo que significa
conducir. Se impone superar las posiciones reformistas, vanguardistas y elitistas que
actúan como una retranca ante las nuevas realidades sociales, económicas, políticas,
históricas, culturales. El debate de las relaciones entre movimiento social y organización
política resume otros interrelacionados e intercondicionantes, en primer lugar –y de

213 El proyecto hace al sujeto en tanto es el sujeto el que -en su articulación y constitución- va definiendo su
proyecto; sujeto y proyecto están íntimamente imbricados, son inseparables; no se lo puede concebir desde la
lógica que supone un emisor que sabe y decide, y un receptor que –no sabe- recibe y ejecuta.

214 El análisis de los contenidos ideológico-culturales de esas barreras resulta central para la comprensión de las
clave teórico-prácticas que ayudarán a avanzar en el proceso de búsqueda colectiva de alternativas, de nuevas
opciones organizativas y políticas para contener y conjugar a las nuevas y numerosas expresiones de actores
sociales con identidad propia y protagonismo pleno.

211
mayor alcance-, expresa condensadamente un punto de vista acerca de las relaciones
entre sociedad civil y política en el contexto del capitalismo, donde la sociedad civil es,
por un lado, el ámbito en el que se genera la alineación fundada en el mundo del
trabajo regido por la lógica del capital, que la afianza y multiplica universalizando -por
medios políticos, sociales, culturales, etc.-, su dominación hegemónica y, por otro, el
ámbito donde brota y se multiplica también la rebelión ante ello, en primer lugar, por
parte de los que están en el centro mismo de la producción de la base de esa
enajenación política, económica, cultural y social: los trabajadores.

Esta rebelión, en su desarrollo, es la que se plantea la negación de las bases de la


alineación en lo económico, pero también en lo cultural y en lo político. Y esto
comienza, en primer lugar, con la lucha de los trabajadores contra las raíces de la
generación de esa alineación, lucha que, estratégicamente, supone el fin de toda
explotación del hombre por el hombre. Esto implica romper con la subordinación del
trabajo al capital y sus estructuras y mecanismos de poder, y todo ello supone que los
trabajadores asuman el protagonismo en esas luchas, que solo ellos pueden
desempeñar, y que se hagan cargo para ello –además de las organizaciones gremiales
y las luchas reivindicativas-, de la acción y organización políticas, poniendo fin a la
falsa215 fragmentación entre economía y política, entre sociedad política y sociedad civil,
entre sindicato y partido de los trabajadores.216

A esa fragmentación, que resume un cúmulo de ellas de igual carácter en la sociedad


toda, es urgente y necesario poner fin, comenzando por enlazar de raíz aquello que es
fuente de nuestra fuerza políticosocial: la clase con su organización política. Porque
como señala István Mészáros, no existe “...esperanza de rearticulación radical del
movimiento socialista sin que se combine completamente el ‘brazo industrial’ del trabajo
con su ‘brazo político’”.217 Y esto solo será posible sobre la base de una nueva
articulación [re-articulación], que reconozca a las luchas económico-sociales-
reivindicativas como lo que son: luchas reivindicativo-políticas y, a través de ello, re-
articule a sus protagonistas, sus aspiraciones, objetivos y modos de organización.

Esta re-articulación debe encontrar también una nueva expresión orgánica –de hecho la
realidad política latinoamericana actual lo reclama y anuncia con creces-, cuyo núcleo
constitutivo arranca por entender (y practicar) a la representación políticosocial de un

215 Falsa en el sentido de no “natural”, no propia de la organización de la sociedad. La división entre partido y
sindicato respondió y responde a la lógica del desarrollo ampliado del capital y su modo político de organización de la
sociedad que impide la participación y expresión política directa de los trabajadores en los ámbitos del poder político
(del capital).

216 Ver, parte II de este libro, “Un nuevo tipo de conducción política”, epígrafe 2.

217 Mészáros, István, The alternative to capital’s social order, K P Bagchi & Company, Kolkata, 2001, p.67. [En
inglés]

212
modo radicalmente diferente al actual, como pivote de interactuación participativo-
empoderadora de los actores sociopolíticos, en tanto son actores-sujetos
representantes y representados. La unidad radical entre lo social, lo político y sus
actores, resume uno de los ejes centrales de este trabajo; el otro -convergentemente
con este, imprescindible de abordar por tanto-, es el referido al proceso de articulación-
constitución de la clase y el pueblo en sujeto popular de la transformación social. Y todo
ello enlaza con lo que sería un tercer eje, abordando lo relativo a las formas de
surgimiento y organización de ese sujeto políticosocial.

Un nuevo movimiento histórico políticosocial de izquierda está en gestación El debate


actual acerca del sujeto de la transformación en América Latina, se suma al llamado
práctico -proveniente mayoritariamente de los movimientos sociales y también, aunque
con menor énfasis, de los partidos de izquierda-, a poner fin a la división entre sujeto
político, sujeto histórico y sujeto social.218 En ese sentido, se inscribe en el proceso real
de articulación del sujeto sociopolítico, que se viene desarrollando en distintos países
de la región. Esto reclama e invita a la creación de nuevas formas de articulación entre
organizaciones y movimientos sociales –en primer lugar del ámbito sindical (urbano,
industrial y campesino)-, y las organizaciones políticas, un redimensionamiento y
reapropiación de la política y lo político (y viceversa), 219 y anuncia -por esa vía-, el
surgimiento –desde abajo- de una nueva izquierda, que cristalice política, proyectiva y
orgánicamente al nuevo movimiento histórico políticosocial actualmente en gestación.

Podría decirse que –en ese sentido, y en relación con los partidos políticos de izquierda

218 Algunos autores distinguen varios tipos o categorías de sujetos: sujeto social, sujeto social de la revolución,
sujeto histórico y sujeto político. Según esa lógica, sujeto social sería el conjunto de clases y sectores sociales
objetivamente interesados en las transformaciones revolucionarias; sujeto social de la revolución, sería la reunión de
una especie de vanguardia de cada uno de los sectores del sujeto social; el sujeto histórico sería la
vanguardia del conjunto del sujeto social de la transformación, por ser el portador de la misión histórica; y el
sujeto político sería la vanguardia de esa sujeto histórico y, por tanto, de los “otros” sujetos, que quedarían
organizados de mayor a menor, sujetados verticalmente de y por ese sujeto político.

219 “Si por política se entiende “(...) al espacio en el se realizan las práctica políticas (...), la política es básicamente
un espacio de acumulación de fuerzas propias y de destrucción o neutralización de las del adversario con vistas a
alcanzar metas estratégicas.” [Gallardo, Helio, Elementos de política en América Latina. Editorial DEI, San José.
1989, pp. 102-103.] Práctica política, por tanto, es aquella que tiene como objetivo la destrucción, neutralización o
consolidación de la estructura del poder, los medios y modos de dominación, o sea, lo político. (...) Así como la
política ha sido transformada por el mercado, que ha penetrado sus espacios, sus contenidos y sus modos de acción
borrando las fronteras de lo económico y lo político, también lo político se ha modificado, ha salido de su esfera
tradicional para ocupar (compartir, estar presente en) los espacios de la economía, es decir, del amplio espectro de
las relaciones sociales que en ella se originan. Lo político ha penetrado como nunca antes en el mundo del mercado,
mezclándose con un espacio antes reservado casi exclusivamente a la economía. // Esto permite replantear los
nexos entre lo político, la política y el poder (objetivo último de la acción política), sin reducir a éste al poder político,
concepción tradicional y frecuente entre sectores de la izquierda latinoamericana, que sirvió de base a estrategias de
confrontación social directa por la conquista del poder político, y que entendía por lucha política popular solamente a
aquella dirigida directamente a golpear el poder político de la dominación y a conquistarlo o ‘tomarlo’.” (Rauber,
Isabel, Actores sociales, luchas reivindicativas y política popular, UMA, Buenos Aires, 1997 (segunda edición), pp. 8-
9. Actualmente puede encontrarse en edición digital en: www.rebelión.org,)

213
actualmente existentes-, se trata de pensar y construir (o re-construir) un nuevo tipo de
organización política de izquierda, que solo puede ser tal si –a partir de reconocer su
raíz sociopolítica-, es capaz de proponerse su rearticulación con lo social sobre bases
diferentes, y romper la cadena fragmentadora y verticalista-subordinante entre partido-
clase-movimiento-pueblo, entre lo reivindicativo, lo político y lo social,220 entre vida
cotidiana, sociedad y política, entre lo público y lo privado, cadena que constituye a su
vez, un importante eslabón en la producción y reproducción ampliada de la enajenación
política, de la clase y el pueblo todo, vitales a la continuidad de la lógica del capital. El
caso es comprender que La rebelión de los trabajadores en contra del capitalismo no es
reductible a la lucha de clases en el marco del modo del modo de producción
capitalista, por importante que ésta sea; es (o puede ser) también rechazo a la
enajenación (1968 lo ilustra) e invita con ello a salir del marco de la reproducción
capitalista.221

El planteo no es hacer “borrón y cuenta nueva” respecto de lo que se ha caminado y


construido hasta ahora. No se trata de convocar a los movimientos sociales a
constituirse en los partidos de nuevo tipo, ni a los partidos a difuminarse en los
movimientos sociales o desintegrase en la sociedad. Lejos de ello, estas reflexiones
buscan dar cuenta de un problema real, que los propios partidos de izquierda –aunque
no todos en iguales dimensiones-, sienten como urgente de subsanar: la distancia entre
la organización partidaria y la clase y el pueblo en general.

Son muchos y positivos los esfuerzos por encontrar alternativas a una situación que
mayoritariamente se visualiza como insostenible; hay sin duda cimbronazos que –como
campanadas- ayudan a que la venda –para los que aún la llevan- caiga de sus ojos. En
primer lugar, el Foro Social Mundial, capaz de movilizar a miles y miles de luchadores
identificados en la necesidad de conformar, al menos, un movimiento antiglobalización-
neoliberal de alcance mundial. En segundo lugar -y articulado a lo anterior-, el propio
Foro de Sao Paulo que nuclea a la gran mayoría de partidos de izquierda y
centroizquierda latinoamericana, y que así lo ha reconocido implícita o explícitamente.

220 “Asumir lo político y la política con sentido amplio y popular supone reconsiderar lo que se entiende
por escena política, tradicionalmente considerada como el campo de acción abierta de las fuerzas
sociales mediante su representación en partidos. Si se toma en consideración que la <reducción,
congelamiento o anulación de la escena política no disuelve como por arte de magia ni el campo de la
dominación ni la existencia de oposiciones, desplazamientos y asimetrías entre las fuerzas sociales>, y
que <la desaparición de los partidos no supone, pues, la desaparición de lo político y de la política>
[Gallardo, Op. Cit., p.16], resulta evidente que la escena política comprende al conjunto de fuerzas
sociales actuantes en el campo de la acción política en un momento dado, independientemente de que
éstas se hallen organizadas o no en estructuras político-partidarias. Respetando todo lo que son o
puedan llegar a ser las opciones partidarias, la participación política de la ciudadanía, de hecho, reclama
la incorporación de los diversos actores a una discusión y a un escenario más amplio que el de los
partidos.” (Rauber, Isabel, Idem, pp. 7-8).

221 Amín, Samir, Crítica de nuestro tiempo, Siglo XXI, México, 2001, p. 60.

214
El volante que distribuyeron en el FSM 2002, es una muestra de ello.

Vale recordar también el Seminario anual “Los Partidos y una Nueva Sociedad” que
organiza el Partido del Trabajo, de México, que hace años –entre variadas temáticas-
se preocupa por avanzar en las reflexiones sobre las experiencias de lucha de los
movimientos sociales, sin prejuicios, buscando vías para superar dialécticamente –de
eso se trata- la situación de fractura entre los movimientos sociales populares y los
partidos políticos de la izquierda. Considero que, en este sentido, estaríamos entonces
en una etapa de maduración y, a la vez, de transición, donde quizá el paso siguiente
radique en identificar la dimensión local (nacional, regional) de la fractura histórica y
actual entre lo social y lo político, entre los movimientos sociales y los partidos políticos
de izquierda, y –sobre esa base- trazarse objetivos concretos para ir construyendo
inicialmente ámbitos de diálogo entre organizaciones sociales y políticas.222 En
realidad, si tenemos en cuenta las experiencias y los esfuerzos concretos realizados en
Latinoamérica al respecto, estas intenciones resultan todavía un poco idílicas porque
hay marcadas resistencias a abrir los espacios. Estas provienen tanto de los partidos
políticos que, aparentemente, serían los que deben compartir “su espacio” político,
como de los movimientos sociales que –aunque de un modo menos visible-, igualmente
deberían compartir lo que consideran “su espacio” social o sociopolítico. Intervienen
aquí factores culturales, en primer lugar, el peso de lo viejo, el creer “saber cómo son
las cosas”, el elitismo, el vanguardismo, el creer “no saber” cómo construir sobre bases
diferentes, cómo fundar una representación distinta, redefinir la militancia, cambiar las
estructuras, estatutos, modos de funcionamiento, el pensar en acto y no en proceso
(entender a los fenómenos sociales como algo dado, y a las propuestas de
transformación como algo que debe darse y no como algo que hay que construir),
etcétera.

Obviamente, nada de ello se logrará de la noche a la mañana;223 tampoco se trata de


eso, pero es necesario empezar por tomar algún hilo de la madeja, y desovillarla en la
misma medida en que se teje en otro sentido y de un modo diferente. Es en ese
caminar, en ese proceso que se irán definiendo las nuevas formas orgánicas; será la
actitud colectiva ante la necesidad políticosocial misma, las tareas a cumplir y los
momentos en que las mismas se desarrollen, la que irá haciendo posible imaginar e
inventar un modo u otro de construir orgánicamente los nodos de articulación
sociopolíticos. Influyen aquí también la historia de lucha de cada pueblo, las

222 Mészáros seguramente habla de esto, por ejemplo, cuando –refiriéndose a la necesaria re-articulación entre el
‘brazo industrial’ y el ‘brazo político’ señala que ello “...se hará, por un lado, confiriendo poder de decisión política
significativa a los sindicatos (incentivándolos a ser directamente políticos), y haciendo que los partidos
políticos adopten una actitud desafiantemente activa en los conflictos industriales como antagonistas irreductibles del
capital, asumiendo la responsabilidad por su lucha dentro y fuera del parlamento.”

223 Por ejemplo, las experiencias políticosociales de Bolivia, Colombia, Argentina, que se referencian
específicamente en el Capítulo II de este libro.

215
experiencias acumuladas, los acervos culturales del pasado anterior y reciente,
etcétera. La constante composición y recomposición de los consensos ante cada nuevo
reto darán la línea de acción y una nueva experiencia colectiva, un nuevo aprendizaje;
no hay recetas.

La actual coyuntura continental marcada fuertemente por la resistencia y lucha contra la


intervención creciente del gobierno de los EEUU, particularmente contra la aprobación
del ALCA, abre la necesidad y la posibilidad de conformar a corto plazo bloques
políticosociales populares en el ámbito local, regional e internacional, capaces de
detener la anexión en marcha y frenar, e incluso erradicar, el neoliberalismo. La
profundidad de la crisis, el carácter y la dimensión de los problemas a enfrentar,
demanda el concurso y la participación consciente de todos los afectados, la amplia
mayoría de los cuales aún hay que convocar a que –tomando conciencia de la realidad-
asuman ese protagonismo. Se pueden abrir –y se abren ya-, procesos sociales
populares de amplia politización y participación de los sectores populares que indican la
necesaria y posible recuperación-constitución-rearticulación del pueblo como sujeto de
la nación (al borde de su total fragmentación) que hay que reinventar sobre bases
radicalmente diferentes, en camino a transformaciones ulteriores tendencialmente
orientadas al socialismo como perspectiva estratégica mayor.

...por primera vez en la historia, se hace totalmente inviable la manutención de la falsa


laguna entre metas inmediatas y objetivos estratégicos globales –que hizo dominante
en el movimiento obrero- la ruta que condujo al callejón sin salida del reformismo. El
resultado es que la cuestión del control real de un orden alternativo del metabolismo
social surgió en la agenda histórica, por más desfavorables que sean sus condiciones
de realización a corto plazo.224

No es sino la clase en y con el pueblo –organizado, articulado y constituido (proyecto


mediante) en sujeto popular del cambio y de la nación misma-, quienes constituyen los
pilares fundamentales de la soberanía, que –en nuestro medio- solo puede ser tal si se
articula a un proceso liberador (respecto del imperialismo y de las cadenas enajenantes
y enajenadas del capital.) En las condiciones actuales, la clase solo podrá llevar
adelante su propio proceso de liberación si convoca para ello –articulando sobre bases
diferentes a las hasta ahora ensayadas- al pueblo todo, tanto a través de sus diversos
actores como de modo directo (el desafío es inventar nuevas formas y modalidades de
participación y de protagonizar).

Se trata de convocar articulando, organizando horizontalmente, democráticamente, con


sentido cabal de que el camino de la articulación de los actores sociales, empezando
por la propia clase, es también el de la construcción (del proyecto constituyente) de la

224 Mészáros, István, Op. Cit., p. 79. [Cursivas del autor]

216
sociedad futura, y de la identidad de la nación y de la soberanía.

Y todo ello interpela doblemente a la clase obrera, que no puede liberarse sin
desempeñar un papel transformador radical de la sociedad, y sin convocar -para ello- a
los diversos sectores populares, haciendo de esto un proceso abierto de diálogo y
construcción entre todos, a riesgo -en caso contrario- de convertirse en excluyente. No
estamos en cero; las experiencias de resistencias y luchas populares encierran y
muestran -como avances- muchos elementos de lo nuevo. Resulta imprescindible
avanzar en la proposición de nuevos caminos o en la profundización de los ya iniciados.
Se necesitan también precisiones conceptuales que contribuyan al esclarecimiento de
las certezas posibles en medio de las incertidumbres y múltiples tendencias
yuxtapuestas del sentido histórico que conviven con nosotros. Y todo ello nos lleva
nuevamente a la discusión acerca del sujeto sociopolítico de la transformación.

SUJETO HISTÓRICO, SUJETO SOCIAL, SUJETO POLÍTICO, SUJETO POPULAR


Una mirada desde Latinoamérica

En Latinoamérica, salvo excepciones, los procesos de transformación social -cualquiera


sea la modalidad que adopten: revolucionaria directa, como en los ’60 ‘70, o lucha
parlamentaria-, se desarrollaron y se desarrollan en medio de desencuentros profundos
entre partidos de izquierda y organizaciones y movimientos sociales.

Sobre la base de una fractura originaria entre clase y partido de la clase, importada y
heredada de la tradición política hegemónica del pensamiento de la izquierda europea,
que a su vez reducía la clase (el proletariado) a la clase obrera industrial y consideraba
a ésta como el único sujeto (histórico) de la revolución social, en nuestras latitudes –
salvo excepciones- se ignoraron las realidades socioculturales, económicas y políticas,
que se correspondían a nuestra diversidad étnica y de desarrollo, adoptándose
mayoritariamente una postura doctrinaria que -contrariamente a los llamamientos de
Carlos Mariátegui-, fue “calco y copia” en lugar de creación heroica.

8.3 HIPÓTESIS FUNDAMENTALES225

 En Latinoamérica no existe hoy ningún actor social, sociopolítico, o político


que pueda por sí solo erigirse en sujeto de la transformación; este resulta
necesariamente un plural-articulado que se configura y expresa como tal sujeto
en tanto sea capaz de interarticularse, constituyéndose en sujeto popular.
Nuestras sociedades complejas desafían nuestra creatividad y, toreando el

225 Por su relación específica con el tema, se tomaron sólo dos hipótesis (Nos. 3 y 5),de las nueve
contenidas en la obra original.

217
pensamiento eurocéntrico, llaman a analizar la problemática del sujeto (de los actores-
sujetos) dando cuenta –además de nuestra diversidad étnica, socioeconómica y
cultural-, de la actual fragmentación social existente producto de la aplicación del
modelo neoliberal.

a) En el debate y las reflexiones actuales acerca del sujeto sociopolítico de la


transformación social no basta con buscar y encontrar pistas tendentes a subsanar la
fractura entre clase obrera y partido de la clase; hoy no basta con proponerse (y lograr)
lare-articulación del “brazo industrial” con el “brazo político”; los partidos “de la clase” no
solo nacieron aquí separados de la clase, sino también del pueblo (indio, negro, mulato,
mestizo, criollo) oprimido, explotado y marginado de nuestras sociedades, integrantes
también del sujeto potencial de las transformaciones sociales radicales en los países
latinoamericanos. En tal sentido, el desafío actual pasa por eliminar la fractura partido-
clase, anudada simultáneamente a la superación de la fractura histórica entre partido-
clase-pueblo(s). Ellos se articulan a partir de dos factores fundamentales a tener en
cuenta: --Uno, por la transformación-ampliación del proletariado, que hoy más que
nunca antes trasciende las fronteras de la clase obrera industrial. La condición de
proletario –como he mencionado-, nunca se limitó a la clase obrera industrial, y fue
precisamente Federico Engels, estudioso de la realidad de la clase obrera en Inglaterra,
quien se preocupó en su época de aclararlo, posiblemente previendo miradas
reduccionistas:

El proletariado es la clase social que consigue sus medios de subsistencia


exclusivamente de la venta de su trabajo, y no del rédito de algún capital; es la clase,
cuyas dicha y pena, vida y muerte y toda la existencia dependen de la demanda de
trabajo, es decir, de los períodos de crisis y de prosperidad de los negocios, de las
fluctuaciones de una competencia desenfrenada. Dicho en pocas palabras, el
proletariado, o la clase de los proletarios, es la clase trabajadora del siglo XIX. 226

Con el desarrollo de la industria, de las tecnologías, con la informatización de los


procesos productivos y la conformación de los grandes grupos empresarios
transnacionales de la producción, distribución y comercialización de los productos, con
la fractura del proceso productivo y su organización interna, la obtención de plusvalía se
modificó haciéndose más amplia en calidad y cantidad. Por un lado, arrojando del
proceso productivo a millones de trabajadores ahora “inservibles” para el metabolismo
del capital, y por otro, proletarizando más a grandes capas de profesionales,
especialistas e intelectuales vinculados a la producción y reproducción del capital a
escala local, regional o global. De ahí también que la lucha contra la enajenación
resulte una necesidad (y tarea) de cada vez más amplios sectores sociales proletarios,
aunque no directamente obreros, ni obreros de la producción.

226 Engels, Federico, “Principios del comunismo”, Obras Escogidas en tres tomos, Editorial Progreso, T1, Moscú,
1976, p. 82.

218
Pero el viejo y nuevo proletariado también resultan fragmentados por la globalización
neoliberal y necesitan articularse interiormente, y a la vez con otros sectores sociales.
En esa articulación -que supone en realidad un proceso de articulaciones sucesivas,
multidimensionales y yuxtapuestas-, la clase obrera desempeña un papel central,
organizador y catalizador centrípeto como así también promotor de otros nodos
organizativos con los cuales también buscará concertar, articular.

Ahí el sentido cabal del concepto de “centralidad de la clase” que empleo para referirme
a uno de sus principales roles políticosociales. Y esto es clasismo hoy: ser coherentes
con las responsabilidades y las tareas históricas de la clase hoy, generar un polo o
núcleo de articulación y organización del tejido social y sus actores proyectándolos
hacia metas superiores de transformación radical de la sociedad, sobre la base del
cumplimiento inicial de urgentes tareas de sobrevivencia, a la vez que remontándose
sobre ellas en proyección hacia la construcción –en plenitud de capacidades- del ser
nacional que reclama, en primer lugar, la defensa de la vida y también -encadenada a
ella-, la liberación.

Es decir que, en este sentido, cuando se habla de sujeto sociopolítico de los cambios,
se hace referencia, en primer lugar, a una articulación que –conteniendo a la clase, a
partir de ella- abarca al conjunto de sectores oprimidos, explotados, discriminados y
excluidos por el sistema, considerándolos también potencialmente capaces de
constituirse en sujetos a partir de su intervención en el proceso de resistencia y lucha
por la sobrevivencia, que se anuda radicalmente con la transformación del sistema que
estructura las actuales sociedades latinoamericanas.

--En segundo lugar, esto se relaciona de modo directo con las problemáticas y tareas
que ese sujeto en proceso de constitución tiene que enfrentar, que lo lleva a tomar
conciencia de la necesidad de cambiar integralmente la realidad en la que vive, y a
proponer nuevas bases sobre las cuales va a reorganizar la sociedad en la que desea
vivir.

La destrucción-desestructuración de los sistemas productivos y de las sociedades


todas, fragiliza al máximo nuestras –ya de por sí frágiles- soberanías nacionales y
transforma a nuestros territorios en bienes hipotecarios del FMI, que respaldan –
anunciando la rapiña- los préstamos de la deuda externa impagable e incobrable, a esto
se suma ahora el peligro del anexionismo contenido en el ALCA (Área de Libre
Comercio de las Américas). Esto hace que lo nacional se reubique como problemática
central de la lucha, convocando a la clase y al pueblo a constituirse en protagonista de
su defensa y re-invención.

Los procesos actuales de resistencia y lucha populares se centran en la defensa de la


vida que -en este momento, en este continente- significa defensa de la tierra, del agua,
219
de los bosques, de las fuentes de carbón, de petróleo, y del aire mismo, y todo esto
presupone la defensa-recuperación de la soberanía de la nación y de la nación misma
(en el grado y realidad en que estas hayan existido), reinventándola simultáneamente.
Tareas del pueblo todo y de la clase, en tanto ello solo será posible de alcanzar y
afianzar con la eliminación de la lógica de la reproducción ampliada del capital, tarea en
primer lugar, de la propia clase directamente explotada por el capital (y su negatividad
directa), que en esta hora se entrelaza radicalmente con la lucha nacional. 227 Se trata
de una tarea de liberación colectiva, humana, sin fracturas. Habrá que ver sí, en cada
caso, los ritmos y las dimensiones locales, regionales e internacionales que intervienen
en el proceso, y la profundidad y alcance de sus definiciones y transformaciones.

b) A la hora de pensar en los potenciales sujetos de la transformación en América


Latina, es necesario tener en cuenta -además de la fractura histórica partido-clase-
pueblo(s)-, el actual proceso de fragmentación y sub-fragmentación228 social que se ha
producido (y continúa) en nuestras sociedades con la implementación del modelo
neoliberal, junto a transformaciones profundas en el sistema productivo, en el modo de
vida y organización social y en la cultura.229 Hoy puede notarse nítidamente la
existencia de un quiebre profundo del modo de ser y de vivir de nuestras sociedades,
que se expresa en la destrucción del sentido mismo de sociedad y de Nación.

Con la atomización explosiva y centrífuga de las sociedades se inicia una época de


crisis social generalizada y creciente que se instala con fuerza, en primer lugar, en el
seno familiar, donde la carrera por la sobrevivencia quiebra los roles tradicionales
adjudicados culturalmente (por el poder) al ser hombre y al ser mujer, impactando de
múltiples formas sentidos a la vida familiar y social.230

Las organizaciones sociales reivindicativas resultan impactadas directamente por esta

227 La lucha es políticosocial aun en el caso supuesto de que fuera solo lucha de clases. El pueblo
(articulado) es potencial sujeto, por el contenido de las transformaciones. En primer lugar, la defensa de
la nación a la vez que de su reinvención para que pueda sobrevivir y desarrollarse en un mundo
globalizado e interdependiente. En segundo –e interpenetrado con lo anterior-, porque las tareas
nacionales (que son a la vez internacionales) solo serán posibles si se dan anudadas a un proceso de
liberación del capital (global), esto es, de lucha contra la enajenación, cuestión que trasciende –como
vimos- a los obreros, abarcando al conjunto de los sectores sometidos a ella por el capital.

228 Fragmentaciones al interior de los fragmentos, en primer lugar, de la propia clase.

229 La categoría “modo de producción” va mucho más allá de una estructura económica; a partir de ella,
Marx señala la conformación sistémica de un determinado “modo de vida” (totalidad social integrada).

230 Sobre el particular puede consultarse el libro de mi autoría, Genero y Pobreza, con reflexiones sobre
la base de estudios realizados en barrios dominicanos. Ediciones Pasado y Presente XXI-UNESCO,
Santo Domingo, 2002. Y el texto: “Mujeres piqueteras: el caso de Argentina”, publicado en: Globalización
económica e identidad de género, UNESCO –IUED-DDC, Ginebra, 2002, pp. 107-123.

220
situación, en primer lugar, las organizaciones sindicales, debido a la reducción
cuantitativa de la clase obrera, a su fragmentación al interior de una misma rama
productiva, y a la coexistencia de distintos modos de producción en una misma
sociedad. La reducción del aparato productivo hasta su virtual desintegración, junto a la
innovación tecnológica y a las nuevas formas de organización del trabajo, implica una
creciente desocupación; la lucha por conservar el empleo hace renacer con fuerza el
individualismo, a la vez que se va imponiendo en detrimento de la defensa de los
derechos de los trabajadores y de las luchas por nuevas conquistas, las que,
prácticamente, desaparecen de los escenarios de las luchas sociales.231

La condición defensiva penetró tanto en el movimiento obrero, que incluso la


sindicalización dejó de guardar relación con la clase real. Vía desocupación, ausencia
de convenios colectivos, chantaje patronal, y aplicación del subempleo y empleo “en
negro”, las organizaciones sindicales vieron disminuir la cantidad de afiliados en forma
considerable.232 Aferradas a un tipo de trabajador y a un esquema de relaciones entre
el capital y el trabajo que ya no existe, dejan de representar a la clase real, que no se
limita a los trabajadores con contrato laboral y derechos protegidos, sino que abarca a
los trabajadores con nuevo régimen de contratación, a los trabajadores “en negro”,
semiocupados, a los subcontratados, a los trabajadores por cuenta propia expulsados
del sistema productivo, y a los desocupados por esta situación, considerados -en tal
sentido por nuevas organizaciones sindicales,233 como trabajadores sin empleo.234

231 El rediseño estratégico del aparato productivo en cada país y a nivel global, implicó la pérdida de
interés económico del mercado interno y, consecuentemente, del salario como realizador de las
mercancías. La formación de grupos empresarios, la tercerización del proceso productivo, la capacidad
de transportación rápida de producciones de una región a otra en un mismo país, e incluso de un país al
otro, modificaron de raíz el poder –económico, social y político- de la clase obrera. Parar la producción
mediante huelgas, por ejemplo, dejó de ser un método de lucha incuestionable, pues en determinadas
situaciones podía incluso ser útil a los intereses de la empresa.

232 En Argentina, por ejemplo, entre cerca de 13 millones de trabajadores, los sindicalizados apenas se
acercan a los 3 millones.

233 La Central de Trabajadores Argentinos se cuenta entre las primeras organizaciones sindicales –
quizá por ser parte ya de una respuesta organizada de la clase a la irrupción devastadora del
neoliberalismo-, que reconoce por igual como trabajadores, a los trabajadores que tienen empleo y a los
que no lo tienen, y sella esto en sus bases fundacionales y en sus estatutos, mediante la afiliación directa
y plena de todos y cada uno de los trabajadores, independientemente de su condición laboral actual.
Como señala Víctor De Gennaro, su Secretario General: “No será la patronal la que decida quienes son
trabajadores y quienes no, quienes nos representan y quienes no; ese es nuestro derecho y debemos
ejercerlo.”

234 Desempleo no estructural, según el economista argentino Claudio Lozano, porque no se corresponde
con deficiencias estructurales, sino con modificaciones externas al desarrollo productivo que –sin responder a la
lógica propia de su desarrollo, por el contrario, lo han atrofiado, desarticulando, desintegrando y desregulando lo que
quedaba, destruyendo lo que –según esa lógica se consideraba “población obrera sobrante”, es decir, desocupados,
trabajadores sin empleo.
221
Atomizada, la clase existe hoy diversificada en distintas categorías y estratos. Y si es
heterogénea en su modo de existencia también lo será en sus problemáticas, en sus
modos de organización, representación y proyección. Su identidad fragmentada
reclama también ser reconstruida sobre bases –nuevas- que den cuenta de su situación
actual.

En número creciente, segmentos importantes de la clase, ahora desplazada y


desocupada, desempeñan la mayor parte de su vida en los territorios de sus barrios
(viejos o nuevos), o en zonas rurales y semi-rurales adonde han emigrado, desde
donde se replantean su resistencia y sus luchas, y –sobre esta base-, su ser, su
identidad como trabajadores. En la realidad actual boliviana,

¿Quiénes son los cocaleros?, en número considerable, ex mineros, despedidos de las


minas, que van al Chapare, o ellos o sus hijos, que vivieron la represión en las minas,
las masacres.. que llevaban mucho adentro.235

Los movimientos barriales populares de las zonas urbanas tienen entre sus mayores
referentes fundacionales o activos a hombres y mujeres con experiencia de lucha y
organización sindical correspondiente a su “época de trabajadores” con empleo, que –
reivindicándose como trabajadores- hacen del territorio donde viven su nuevo ámbito de
resistencia, lucha, organización y propuesta de transformación de la sociedad. De ahí
que no resulte extraño escuchar entre ellos, por ejemplo, que hoy “la nueva fábrica está
en el barrio”.236 La defensiva ante la impronta de la lucha por la vida se combina
necesariamente con la cada vez más necesaria ofensiva dirigida a transformar desde la
raíz su situación de exclusión o quedar entrampados en ella. (Los trabajadores urbanos
en lucha por un empleo estable y la refundación de una estructura productiva que lo
haga posible; los campesinos bolivianos, por el derecho al cultivo de la hoja de coca –
tradición cultural de los pueblos indígenas de la zona andina-, que supone también la
lucha contra la injerencia norteamericana en la región (“Plan Dignidad”); los campesinos
sin tierra de Brasil, en busca de una reforma agraria que ponga fin a los grandes
latifundios improductivos y entregue esas tierras a los trabajadores sin tierra, con lo cual
intervienen también nacionalmente convocando a una discusión nacional sobre la tierra;
los indígenas ecuatorianos y los sectores populares urbanos, en lucha por su derecho a
ser –colectivamente-, protagonistas de su historia; igual los pueblos de Chiapas, de
Perú, de Guatemala, etcétera).

235 Manuel Morales, integrante del Equipo Económico del MAS, Instrumento Político para la Soberanía
de los Pueblos. Entrevista realizada por mí en 2003. Inédita.
236 Ver, Rauber, Isabel, La Argentina de los piquetes, Documentos desde abajo, Colombia, 2003, p.16.

222
En procesos de resistencia a las políticas de muerte, en lucha por la vida -que significa
trabajo, pan, salud y educación-, han emergido problemáticas específicas de los
distintos sectores (fragmentos) sociales y ellos mismos se han constituido y han sido
visualizados socialmente como actores sociales.

Actores sociales serían todos aquellos grupos, sectores, clases, organizaciones o


movimientos que intervienen en la vida social en aras de conseguir determinados
objetivos propios sin que ello suponga precisamente una continuidad de su actividad
como actor social, ya sea respecto a sus propios intereses como a apoyar las
intervenciones de otros actores sociales. Existe una relación estrecha entre actores y
sujetos sociales: todo sujeto es un actor social, pero no todos los actores llegarán a
constituirse en sujetos. Los actores tienden a constituirse en sujetos en la medida que
inician un proceso (o se integran a otro ya existente) de reiteradas y continuas
inserciones en la vida social, que implica -a la vez que el desarrollo de sus luchas y sus
niveles y formas de organización-, el desarrollo de su conciencia.

Estrictamente hablando, cada uno de los actores, aisladamente, no puede llegar a ser
sujeto. El concepto sujeto, en este sentido, en tanto sujeto de la transformación del todo
social, presupone la articulación de los distintos actores comprometidos en ella (además
de las articulaciones que tienen lugar al interior de cada sector social o movimiento); es,
por tanto, plural y múltiple. Replantea los criterios tradicionales en cuanto a su
organización interna, en el desarrollo de nuevas relaciones entre sus miembros: no
jerárquico-subordinantes sino horizontales; exige el respeto a las diferencias y, todo
esto, la profundización de la democracia sobre la base del protagonismo y participación
plena de cada uno. Por ello, lejos de aceptar el divorcio entre lo social y lo político,
afirma su indisoluble nexo constituyéndose como sujeto (y actores) sociopolítico(s). 237

Estos actores conforman nuevas identidades y sentidos de pertenencia en la misma


medida en que -en lucha por la sobrevivencia y transformación de la realidad en que
viven-, van desarrollando un crecimiento de conciencia y organización, es decir, en la
medida en que van asumiéndose como protagonistas conscientes de su historia. 238

Tanta dispersión y fragmentación de identidades, realidades, pertenencias,


preferencias, imaginarios y aspiraciones –entre otras cuestiones-, apunta como

237 Habitualmente, en las Ciencias Sociales se emplea el concepto sujeto para señalar o referirse a las
fuerzas sociales potencialmente interesadas en la transformación social de una sociedad dada, es decir,
a los sujetos potenciales del cambio; estos se identifican y definen aquí, más específicamente, como
actores sociales.

238 Como característica distintiva de estos actores sociales puede destacarse el hecho de que no
delegan su capacidad de análisis de su realidad y la decisión de su quehacer en organizaciones externas a la
suya propia; para ellos ya no hay partidos dirigiendo al movimiento desde afuera, sino actores sociopolíticos
igualmente aptos para pensar su realidad y decidir cómo y cuándo actuar en consecuencia.

223
imposible que uno solo de los actores sociales, sociopolíticos, o políticos, pueda erigirse
en representante del conjunto. Influye en ello -además de las fracturas señaladas-, la
que existe entre lo social y lo político, entre lo reivindicativo y lo político, entre los
actores sociales y las organizaciones político-partidarias, poniendo de manifiesto –
combinadamente-, una crisis profunda de representación. La pérdida de poder de la
clase obrera, el carácter defensivo de sus luchas, y la crisis de representación y
legitimidad de sus organizaciones sindicales, se combina con la ausencia de referentes
orgánicos del movimiento, con la crisis de las organizaciones políticas en general y de
izquierda en particular, es decir, con la ausencia o debilidad de los posibles referentes
políticos de la clase.

Y todo esto pone en tela de juicio, una vez más, la concepción o el paradigma instalado
en el pensamiento marxista predominante acerca del sujeto (social y político) del
cambio. Las interrogantes colocadas serían: ¿Se puede hablar de sujeto del cambio en
sociedades tan fragmentadas socialmente? ¿Hay un sujeto o son varios?, ¿quién o
quiénes lo representan o referencian? ¿Cómo recomponer el sujeto fragmentado?¿Qué
relación guardan los actores sociales con los partidos políticos de izquierda?, ¿se trata
de un sujeto social diferenciado del sujeto político?, ¿son dos sujetos o uno solo?

La posibilidad de existencia de un sujeto pasa por la capacidad de los actores sociales


de rearticular los fragmentos aislados, en proceso de constitución de los actores y el
pueblo en sujeto colectivo. Ello implica articular la diversidad y multiplicidad de
problemáticas (políticas, sociales, culturales, étnicas, etc.), de experiencias e
identidades, en aras de conformar un todo (plural, diverso, articulado) capaz de
consensuar objetivos comunes, de darse las formas organizativas necesarias para
actuar eficientemente (con organización, participación, propuesta y conducción) en pos
de conseguirlos, y de plasmar todo ello en un programa político-social capaz de hacerlo
realidad, dentro de un proyecto de futuro diseñado colectivamente. Supone reconocer
de hecho y en los hechos, que el sujeto solo puede ser sociopolítico, no solo por re-
articular o proponerse re-articular el brazo político con el brazo industrial, el sujeto
político con el sujeto histórico, sino porque –sobre esa base como punto de partida
fundamental y central-, su existencia es un resultado (a la vez que condicionante) de la
articulación del conjunto de los fragmentos sociales –en primer lugar a través de los
actores sociopolíticos-, para constituirse colectivamente en sujeto popular239 de la
transformación de la sociedad, definición colectiva de proyecto e instrumentos
orgánicos mediante.240

239 Sujeto social-político-histórico (en el sentido de constituirse en un proceso histórico concreto).

240 Esto es importante porque el criterio de que política es relación entre clases, se redujo tanto que se
dejó de lado el hecho de que la política –como actividad política- impregna todo el tejido social. Se desconoció la
amplitud de su independencia relativa.

224
No es posible concebir que se pueda ser sujeto de un modo esquizofrénico: compuesto
por un sujeto que tiene conciencia, que sabe y dirige (manda), y otro dependiente del
primero para ser consciente, saber y actuar (obedeciendo). El ser sujeto indica plenitud
de capacidades y facultades, junto al ejercicio protagónico de las mismas, sin tutelajes.

Cuando se habla de sujeto popular del cambio se alude a un sujeto sociopolítico


múltiple y diverso, unificado a través de un proceso de articulación (y re-articulación)
orgánica que potencia el proceso de constitución de los actores sociopolíticos en sujeto
popular, categoría que da cuenta precisamente de esa su condición plural (articulado).
Esto habla de su carácter doblemente heterogéneo, por un lado, en lo que hace a su
constitución, sobre la base de la articulación de diferentes actores, clases, sectores
sociales; y por otro, porque esa articulación ocurre también –y se asienta- al interior de
cada uno de los fragmentos, sectores, clases, etc., tal como he explicado, por ejemplo,
en el caso de la clase obrera. Y esta heterogeneidad no es un fenómeno cuantitativo y
formal, al contrario, expresa condensadamente las huellas de la crisis en las
subjetividades de cada cual, en sus identidades, llamadas también a ser articuladas. Y
esto habla de respeto a las diferencias, de tolerancia y de democracia entendida como
pluralidad y –sobre esa base- participación.

Convergentemente con ello, el concepto sujeto hace referencia también a lo


fundamental, a lo clave, a lo realmente condicionante y decisivo de todo posible
proceso de transformación: se refiera a los hombres y mujeres que viven en el pueblo -
en sus diferentes micromedios, grupos sociales y contextos-, y sienten la ausencia de la
que habla Hinkelammert; con su participación cuestionadora y enfrentamiento
protagónico al sistema decidirán (irán decidiendo) cuáles cambios habrán de hacer, y
los llevarán a cabo sobre la base de su voluntad y determinación de participar en el
proceso. Ellos intervienen a partir de sus conocimientos y experiencias históricas en
igualdad de derechos de participación, de un modo en el que “lo espontáneo” es
apenas una magnitud relativa. Y esto será así, en la medida en que sean ellos quienes
identifiquen a la transformación como un proceso necesario para sus vidas y –sobre
esa base- se decidan a realizarla (decidiéndose a su vez –aunque no se lo propongan
así- a constituirse en sujetos).

“En esta perspectiva la liberación llega a ser la recuperación del ser humano como
sujeto.”241 Y esto implica participar en la definición del rumbo y el alcance de esas
transformaciones, y también de las vías y caminos de acercamiento a los objetivos, en
la medida en que vayan construyendo las soluciones, construyendo y acumulando
poder, y organización colectiva capaz de conducir al conjunto a la vez que construyen el
proyecto y se auto constituyen242 como sujetos.

241 Hinkelammert, Franz, Op. Cit., p. 348.

242 Que no significa que se alcance espontáneamente, es decir, sin mediar procesos de formación y
reflexión colectivas impulsados por los propios actores-sujetos, anudados al propio proceso
225
 La transformación de la sociedad es un proceso objetivo-subjetivo
colectivo y múltiple que no puede relegarse hasta después de la “toma del
poder”. No se producirá nunca transformación social alguna, estable y duradera, si no
es a partir de la transformación cotidiana y radical de los hombres y las mujeres que la
integran. No habrá nunca un futuro diferente al presente si no empieza a construirse
desde ahora.243 De ahí que el problema inmediato fundamental de la transformación de
la sociedad no radique en tomar el poder, sino en transformar la sociedad en la
dirección de los intereses populares.244 Y esto será posible si los hombres y las mujeres
que la integran desean, en primer lugar, cambiarse a sí mismos transformándose a
través de su participación plena, consciente y crítica, en el proceso de transformación,
en las organizaciones que ellos mismos irán creando para ello y en la definición de los
objetivos a alcanzar, participando protagónicamente en el diseño de la sociedad en la
que quieren vivir, que luchan para construir y luego lucharán para profundizar su
construcción y desarrollo.

8.4 CLAVES SOCIOPOLÍTICAS

8.4.1 UN NUEVO TIPO DE CONDUCCIÓN POLÍTICA245

 Las reflexiones sobre las experiencias de luchas sociales en Latinoamérica,


particularmente acerca de aquellas que han construido articulaciones sociopolíticas,
permiten identificar un conjunto de elementos que contribuyen a caracterizar algunos
transformador que deviene, en este sentido, un proceso pedagógico político colectivo.

243 Esto es asunto clave. El afán de lucha por el todo subordina el hoy de los propios luchadores no
logra acumular fuerzas, y termina engrampado en la lógica del todo o nada que –según enseña nuestra
experiencia se tradujo en nada. Como reflexiona Nicolás Guevara: “...el todo o la nada es una
abstracción; es la utopía global a la que se lleva el sueño por conseguir y, por conseguir el sueño, nunca
se avanza en algo concreto. Se desprecia la cotidianidad, olvidando que el ser humano vive de la
solución de su problema cotidiano. (...) hay que avanzar desde la cotidianidad, partir de ella para construir
el sueño, y para que sintamos todos que vamos avanzando, que no nos frustremos como la generación
del setenta y parte de los ochenta. (...) Lo que no se entendió es que la utopía se construye día a día y
que cada día hay que ganar algo para concretarla. Y eso implica confrontar, negociar y avanzar paso a
paso junto con la gente.” [Construyendo poder desde abajo, Op.Cit., p. 25.]

244 Esto no niega la posibilidad o necesidad de hacerse del poder político en determinado momento de
la lucha, si la acumulación de fuerzas lo permite y la dinámica del proceso de transformación lo reclama
para dar un salto en el proceso. No resulta posible en este trabajo detener la mirada analítica sobre este
tema; lo menciono a sabiendas de que frecuentemente suele llevar a confusiones, que no es posible
analizar en este estudio.

245 Por su relación específica con el tema, se tomó sólo este nuevo tipo de conducción política (No.
7),de los siete contenidos en la obra original.

226
pilares básicos para promover el desarrollo de las relaciones sociopolíticas propuestas.
Las prácticas específicas y las posibilidades concretas de avanzar y construir
colectivamente la dirección político social de los procesos de transformación en cada
lugar, irán enriqueciendo, profundizando, mejorando, modificando o ampliando estos
elementos iniciales acorde con las condiciones particulares concretas de cada lugar.

--Respetar la autonomía de cada uno de los actores sociopolíticos.

El concepto autonomía, indica la presencia de cualidades diferenciadoras en cada una


de las partes autónomas a la vez que da cuenta del sentido de pertenencia de éstas al
todo del que se señala su condición de autónoma, es decir, diferenciada e
interdependiente, en interrelación con las otras partes autónomas e intercondicionadas
por y hacia ellas. A diferencia de la noción de independencia, la de autonomía supone
la necesidad de la articulación, es la base para ella.

Construir una organización sociopolítica, sindical o barrial autónoma en su relación con


otras similares, implica promover la autonomía también en su interior, lo que supone la
participación democrática y plena de sus miembros en la toma de decisiones y en la
ejecución de las mismas.

--Reconocer la identidad de cada actor social.

El respeto a la autonomía de los actores sociales, sociopolíticos o políticos, implica


directamente el reconocimiento de su identidad. Y la identidad, al igual que la
organización, que la conciencia, que el propio actor-sujeto, se construye en la lucha,246
esto es, mediante la relación con los otros, dentro del mismo campo popular y, teniendo
a éste como lugar de pertenencia, en su relación con las fuerzas del campo de la
dominación.

Identidad alude a lo que define a un colectivo humano como tal colectivo y no otro, es
decir, a lo que lo unifica, lo cohesiona en su interior a la vez que lo diferencia de todo lo
exterior a él (en diferentes grados). O sea, que, si toda identidad alude a una diferencia
respecto de otros, el reconocimiento y respeto de las identidades no es otra cosa que el
reconocimiento y respeto de esas diferencias. Es esto lo que está en la base de la
posibilidad de establecer relaciones horizontales en la articulación de los diversos
actores sociopolíticos.

Un segundo problema es llegar a definir en torno a qué objetivos se logrará esa


articulación, pero esto está también muy anudado a los aspectos anteriores, ya que la

246 “En esta relación conflictiva, en las luchas, es donde se van perfilando las identidades de los diversos actores.
(Esto implica) que las identidades se van construyendo en relación con otras; ellas no existen a priori y la lucha es
‘sobre la formación misma de los sujetos, lucha por determinar-articular los límites sociales’” Sojo, Ana, Mujer y
Política, Editorial DEI, San José, 1988, p. 34.
227
definición de esos “qué” no vendrá dada de parte alguna sino que será parte y resultado
de ese proceso de construcción plural articulada.

--Promover y desarrollar relaciones horizontales entre los diversos actores


sociopolíticos.

La superación del anterior esquema jerarquizado subordinante y vertical de


organización y concepción de la dirección del sujeto transformador es un elemento
clave a tener en cuenta en el debate en torno a la conformación del sujeto popular.
Aunque en este momento, el desarrollo de relaciones horizontales sea
mayoritariamente un propósito, es importante persistir en su construcción asumiéndolas
como basamento que contribuirá a la constitución del sujeto popular del cambio en cada
país.

--Articular los distintos espacios de luchas respetando las decisiones de cada


sector y también sus ritmos.
.
Esto es particularmente notorio para las organizaciones sociales campesinas, y
aquellas asentadas en barrios populares. Estas funcionan a partir de lo cotidiano en un
ámbito territorial definido, tienen muy presente que,

“Los procesos democráticos de participación implican, en cierto modo, lentitud, porque


hay que montar la lucha desde la base y esto requiere de encuentros, asambleas,
jornadas de trabajo, reflexión, lo que es totalmente diferente a montar un programa de
lucha entre cinco, seis o diez dirigentes en una mesa de trabajo. Por más claridad
teórica y política que tengamos, ese programa nunca será asumido realmente por la
población.

La dificultad de COPADEBA para coordinar con las organizaciones de izquierda


partidaria es por eso, porque vamos a un ritmo lento. Siempre nos planteamos partir de
las necesidades de la gente y tratamos de incorporar cada vez a más personas a este
proceso. No montamos nunca un programa de lucha desde arriba, ni en la coordinación
de COPADEBA, ni con otros grupos populares. Porque luego los mismos dirigentes
tenemos que ejecutar ese programa y la gente nos va a mirar desde la acera de su
casa. Y eso no es lo que nosotros queremos.”247

--Superar los prejuicios presentes en una y otra parte.

El respeto a la identidad y autonomía de cada cuál –base para el desarrollo de


relaciones horizontales entre los diversos actores sociopolíticos-, implica una relación

247 Guevara, Nicolás, tomado de: Construyendo poder desde abajo, Op. Cit., p. 41.

228
biunívoca que no siempre se logra. En este sentido, superar prejuicios o criterios
arraigados por antiguas prácticas, tanto por parte de los partidos de izquierda como de
las organizaciones sociopolíticas populares, es un requisito primero. Las nuevas
relaciones entre los actores sociales y políticos, la conformación de los sociopolítico
colectivo, irá cuajando en la propia práctica de construcción, sin recetas preconcebidas,
precisamente porque se asienta en el reconocimiento de la autonomía e identidad de
cada uno de los actores sociopolíticos y en el de la horizontalidad de sus relaciones.

De ahí que el objetivo fundamental de estos planteamientos –lejos de pretender


presentar un conjunto acabado de pasos que habría que dar para resolver el actual y
antiguo y radical divorcio entre los partidos de izquierda y las organizaciones y
movimientos sociales-, sea el de contribuir -sobre la base de las enseñanzas actuales y
las que vayan surgiendo de las experiencias concretas de resistencia y lucha de los
distintos actores sociopolíticos latinoamericanos-, a una reflexión profunda sobre las
prácticas, a una revisión crítica y autocrítica del modo en que se ha trabajado durante
muchos años en uno y otro sector y en las relaciones entre ambos y, a la vez –sobre
esa base-, a un replanteo de la concepción con la que se ha llevado y se lleva adelante
ese trabajo y esa relación.

Esto supone un replanteo conceptual y metodológico acerca de la política, lo político, y


sus protagonistas, y acerca de cómo hacer política de un modo y con un contenido que
se corresponde con las experiencias acumuladas y las exigencias actuales de las
luchas y la situación histórico concreta que vivimos. Es un profundo llamado a la
creatividad e imaginación, potenciando la capacidad de aferrarse a la vida, de amar, y
de soñar de los pueblos.

Otro mundo será posible si somos capaces de anticiparlo creadoramente en nuestras


mentes y hacerlo realidad colectivamente con nuestras prácticas, día a día. El reto es
comenzar a hacerlo realidad presente desde ahora, en nuestras organizaciones, en
nuestras familias, en cada uno de nosotros y nosotras♦

229
Quinta Parte:

SUCESOS SOCIOPOLITICOS CONTEMPORÁNEOS*

* Los temas contenidos en este documento son autoría de los diferentes exponentes
que están debidamente identificados en el inicio de cada tema. De los mismos se
seleccionaron las exposiciones que se consideraron necesarias para su lectura y
exposición en el curso de Ciencia Política impartido en la Facultad de Ciencias
Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Su reproducción es sin
fines de lucro, únicamente con intención docente y formativa. Los temas fueron
compilados por el Lic. MSc. Edgar A. Marroquín López, Coordinador del curso
mencionado.

230
Índice
Página

Presentación 234
1. El papel regulador del Estado y los problemas de auto-regulación del 235
mercado. Hinkelammert, Franz J.
6
1.2 El Estado en América Central
1.3 El antiestatismo metafísico frente al desarrollo del Estado: Sociedad civil y 9
Estado
1.4 Mercado y plan: La constitución del antiestatismo 12
1.5 La armonía de Adam Smith 13
1.6 La crítica de Marx; el mercado como sistema auto-regulado 17
1.7 El mercado como mecanismo de regulación tecnológica 24
1.8 El capitalismo salvaje 28
1.9 La determinación futura de la sociedad en América Latina 31
2. Liberalismo, neoliberalismo y Globalización. Autores varios. 38
Liberalismo Clásico 38
Liberalismo Moderno 39
Neoliberalismo 41
Visión neoliberal de las crisis económicas y medidas de política económica 42
para solucionarlas
Las políticas neoliberales 43
La globalización 43
3. Qué es la socialdemocracia. (Autor: Fundación por la Socialdemocracia 45
de las Américas, A.C.)
Socialdemocracia: definición y origen 48
La socialdemocracia originaria (1869-1945) 49
La socialdemocracia clásica (1945-1973) 51
La tercera vía (1998-2005) 55
4. Marxismo, política y medio ambiente. Autores varios. 60
Marxismo y naturaleza 60
Marx y Engels y la relación desarrollo-medioambiente 63
Marxismo y medio ambiente 69
La economía ambiental 69
La economía ecológica 70
Límite de la economía ambiental y ecológica 72
Marxismo y medio ambiente 73
A manera de resumen: volviendo hacia las críticas al Marxismo 74
5. Socialismo siglo XXI: notas para su discusión. Atilio A. Borón 77
231
Introducción 78
El socialismo del siglo XXI: notas para su discusión 82
Valores 85
Superación del economicismo 85
Lo que el socialismo del siglo XXI no debe ser 87
Proyecto 91
El caso de la economía centralmente planificada 92
Romper las cadenas del “otro pensamiento único” 95
Sujetos 99
Pueblo 100
Partidos y movimientos sociales 105
Conciencia revolucionaria 107
Conclusiones 108

232
Presentación

Desde la primera mitad siglo XX, hasta principios del siglo XXI, y paralelamente al
periodo entre los años de auge del sistema socialista mundial hasta su precipitado
debilitamiento a finales del siglo pasado -profundizado por el derrumbe de la Unión Soviética en
los inicios de los 90-, en el mundo aparecen, reaparecen y se desarrollan sucesos económicos,
políticos, sociales y medioambientales que vienen afectando y condicionan la vida de las
sociedades, y hasta amenazan la propia sobrevivencia de la humanidad en el mediano y largo
plazo.

Si bien estos sucesos se expresan en teorías y sistemas políticos que, por un lado,
defienden y promueven el mantenimiento y reproducción del capitalismo, otros analíticamente
exponen los defectos, la irracionalidad y hasta salvajismo capitalista, proponiendo sistemas
sociales con más humanismo, conservación y protección de la vida de las personas y de la
naturaleza, proveedora de los recursos como medios de vida y producción social.

Sucesos como el papel regulador del Estado y los problemas de la autorregulación del
mercado; el neoliberalismo y la globalización; la Socialdemocracia (“populismo” en digno
significado etimológico del término) como sistema político de gobierno; el deterioro y
destrucción del medio ambiente por el voraz apetito de ganancia y la mercantilización de los
recursos naturales: y la propuesta de un nuevo socialismo acorde a las condiciones cambiantes
de las últimas década, como opción de una nueva forma de convivencia cuyo eje principal sea
el respeto a naturaleza, a la vida y la dignidad humana de la persona; son realidades que el
mundo está experimentando desde mediados del siglo pasado hasta las primeras década del
actual siglo XXI.

Los temas presentados en este documento exponen de buena forma los sucesos
anteriores, los cuales deben ser conocidos y analizados por estudiantes y profesionales de las
ciencias económicas, ya que si bien tienen una estrecha relación con la economía, el
tratamiento y solución de los problemas derivados al final requieren de un enfoque y decisión
política.

Los temas también forman parte del programa del Curso de Ciencia Política impartido en la
Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala, conformando
la quinta unidad denominada Procesos Sociopolíticos Contemporáneos.

Por último, valga mencionar, los sucesos presentados tienen una clara expresión en la
realidad social, política, económica y medioambiental de Guatemala.

Guatemala, septiembre de 2017

Lic. MSc. Edgar Arturo Marroquín López


Coordinador del Curso de Ciencia Política
Facultad de Ciencias Económicas, USAC
233
1. El papel regulador del Estado y los problemas de auto-regulación del
mercado248

El desarrollismo latinoamericano de las décadas de los cincuenta y los sesenta, percibe


la función del Estado como una función necesaria. Considera que el mercado, a pesar
de su capacidad auto-reguladora, no es capaz de asegurar el desarrollo y solucionar los
graves problemas económico-sociales que han aparecido en el continente. Se percibe
que el mercado distorsiona las relaciones sociales y que tiende, en las circunstancias
de América Latina, al estancamiento del crecimiento económico.

A partir de los años setenta, y con especial fuerza durante los años ochenta, aparece
una siempre más agresiva denuncia del Estado y de su papel regulador en la sociedad
moderna. Si en las décadas de los cincuenta y los sesenta al Estado se le asigna una
función clave en el desarrollo económico y social de la sociedad, en las décadas de los
setenta y los ochenta el Estado es designado como el gran culpable de los mayores
problemas que aparecen. Cada vez más ocurre una fijación negativa en el Estado. Este
aparece como el gran culpable de todo. Si no hay desarrollo, la culpa la tiene el Estado.
Si hay desempleo, también el Estado tiene la culpa. Si hay destrucción de la naturaleza,
los errores del Estado parecen ser el origen de ella. Ronald Reagan, en su campaña
electoral del año 1980, resumió esta actitud con la frase: "No tenemos problemas con el
Estado, el Estado es el problema".

Esta fijación en el Estado como culpable de todos los males, no es sino la otra cara de
una fijación contraria, según la cual el mercado soluciona todos los problemas.
Podríamos variar la expresión citada, para mostrar el significado de esto: No tenemos
que solucionar problemas, el mercado es la solución de todos los problemas. Frente al
Estado como el Mal. aparece el Bien: el mercado es considerado ahora como la
institución perfecta, cuya afirmación es suficiente para no tener problemas.

Esta negación maniquea del Estado revela un profundo estatismo al revés. Si se quiere
definir al estatismo como una actitud que cree encontrar en la acción del Estado la
solución de todos los problemas, en este estatismo al revés lo vemos simplemente
invertido y transformado en el culpable de todo. El Estado lo sigue siendo todo. De aquí
que la negación maniquea no haya cambiado la actitud profundamente estatista en
relación al Estado.

Así apareció el antiestatismo metafísico de las últimas décadas, que es la otra cara de

248 Hinkelammert, Franz J. El papel regulador del Estado y los problemas de


auto-regulación del mercado. Nuestro proyecto de nueva sociedad en América Latina. 31
de Enero de 1991. http://www.pensamientocritico.info/articulos/articulos-de-franz-hinkelammert/99-nuestro-
proyecto-de-nueva-sociedad-en-america-latina-el-papel-regulador-del-estado-y-los-problemas-de-auto-regulacion-
del-mercado.html

234
una afirmación total del mercado. Este antiestatismo domina la discusión actual sobre el
Estado y se ha transformado en un leitmotiv de la visión del mundo en el presente.
Apareció con las teorías neoliberales sobre la economía y la sociedad, representando
hoy una especie de sentido común de la opinión pública del mundo entero. Se
manifiesta incluso en los países socialistas, y domina la mayoría de las instituciones
internacionales que toman decisiones políticas.

Pero no se trata simplemente de una ideología de la gente. Son los Estados los que
asumen esta ideología antiestatista y la promueven. No se trata de un sentido
anarquista popular, como ha existido en todos los tiempos, y que sueña con una
sociedad sin dominación, sin dinero y sin Estado, sino de la definición de una estrategia
estatal a nivel de los poderes públicos mismos. Son los presidentes, los parlamentos,
los ejecutivos de las empresas, los bancos centrales, las entidades internacionales
como el FMI y el Banco Mundial, los portadores de la ideología antiesiatista. Aparecen
las dictaduras de Seguridad Nacional en América Latina, que legitiman su terrorismo de
Estado en nombre de esta misma ideología antiestatista. Aparecen verdaderos
totalitarismos que en nombre del mercado total propagan el desmantelamiento del
Estado, y que justifican su terrorismo de Estado en nombre de la pretendida necesidad
de la desaparición o minimización de éste. La dictadura de Pinochet en Chile fue un
sistema antiestatista de este tipo, sin embargo este elemento antiestatista estuvo
presente igualmente en la dictadura militar argentina y en la uruguaya, apareció en los
años ochenta en Brasil, y actualmente tiene una vigencia visible en todas las
sociedades de América Central.

En ningún caso esta política antiestatista ha disminuido la actividad estatal. Pero ha


reestructurado al Estado. Aumentaron las fuerzas represivas de éste. Hasta el grado de
que el Estado dejó de cumplir con sus funciones sociales y económicas. En nombre de
la ideología del antiestatismo, el Estado policiaco sustituyó al Estado social. La
ideología antiestatista sirve como pantalla para esconder un aprovechamiento sin
límites del Estado, de parte de los poderes económicos internacionales y nacionales.
Se trata de una tendencia que comenzó con la ola de dictaduras de Seguridad Nacional
de los años setenta en América Latina, y que sigue vigente hoy a pesar de todas las
democratizaciones. A las dictaduras de Seguridad Nacional, siguieron democracias de
Seguridad Nacional.

1.1 El Estado en América Central

En América Latina, la denuncia generalizada del Estado se realiza en un continente que


tiene Estados muy poco desarrollados y con una institucionalización sumamente
precaria. Hay pocos Estados con la capacidad de una acción racional en todo su
territorio, o en partes de este. Quizás Chile y Uruguay tienen Estados más
desarrollados, no obstante, en el resto del continente el Estado es poco eficaz. Su
235
presencia nacional es, por un lado, simbólica; por otro lado, descansa en la presencia
de sus fuerzas armadas y represivas, mientras que la vigencia de las leyes del Estado
es en muchas partes completamente efímera.

Si eso vale para América Latina en general, más vale aún para América Central,
posiblemente con la excepción de Costa Rica. En Nicaragua, ha habido por primera vez
un cierto desarrollo estatal durante el gobierno sandinista, en tanto que en los otros
países el Estado es una imposición desde arriba, efectuada por las fuerzas armadas, y
simbolizada por la bandera, el himno nacional y la Iglesia Católica. La situación, en
general, corresponde a lo que ya en el siglo XIX se describió como Estados, en los
cuales había solamente dos instituciones de vigencia nacional: el ejército y la Iglesia
Católica. Aunque la posición de la Iglesia Católica se está debilitando rápidamente, ella
sigue siendo la única representante nacional en el plano simbólico, al lado del ejército
en el plano del ejercicio de la fuerza. A pesar de las grandes diferencias entre algunos
países, sobre todo con Costa Rica, esta continúa siendo la tendencia general. Estos
Estados precarios tienen una fuerte tendencia al autoritarismo, y tradicionalmente han
sido dominados por dictaduras militares. Cuando aparecen periódicamente regímenes
de democracia parlamentaria, se trata de democracias oligárquicas, que en cualquier
momento pueden ser arrolladas por nuevas dictaduras militares, apoyadas por estas
mismas oligarquías.

La fuerte presencia del ejército en la institucionalidad del Estado en América Central —y


en América Latina en general—, no atestigua la existencia de Estados fuertes. Es más
bien el resultado de una situación, en la cual el Estado se haya débilmente
desarrollado. El Estado no cumple con las funciones básicas para la sociedad, y suple
esta carencia con la existencia de un aparato represivo exageradamente grande. Esta
es la razón de la fuerte tendencia en América Central, a basar la legitimidad del orden
existente en la presencia del ejército. La incapacidad de cumplir las funciones del
Estado, obliga a éste a ser un Estado autoritario. Esta falta de desarrollo del Estado se
nota en América Central en muchas partes, aunque con grandes diferencias entre cada
uno de los países. Los Estados no pueden siquiera formular estrategias económicas o
sociales a largo plazo. Allí donde surgen intentos de formular tales planes de parte de
los ministerios de planificación, no llegan a definir políticas sino que se limitan a
declaraciones de intenciones. Tampoco existen sistemas de educación que sean
capaces de cubrir las necesidades de los países, ni capacidad de ejecutarlos. Tampoco
hay sistemas de salud que pueden cubrir a la población entera. La economía se
desarrolla al azar, y a falta de una política económica nacional, sigue las pistas de
orientación dadas por los países del centro y las instituciones internacionales
dominadas por ellos. Dada esta ausencia, no es posible tampoco tener una estrategia
de desarrollo científico o técnico. De todo eso se habla constantemente, pero no hay
capacidad política para realizarlo.

(Esta falta de desarrollo estatal se percibe en) el cobro de los impuestos. No se cobran
236
donde hay ingresos, sino donde alguien por alguna razón, tiene que sacar la billetera o
se le presenta alguna situación de urgencia. Por ello, la enorme importancia para los
ingresos del Estado del impuesto de compra-venta, de las tasas de aduana, de la salida
del país y de todo tipo de diligencias estatales que sirven para obligar al ciudadano a
pagar. Sin embargo, los impuestos directos son muy pocos. Se cobra a los asalariados,
pero son casi inexistentes para los ingresos altos. No obstante, incluso en esta
situación del cobro de impuestos la evasión es la regla, no la excepción. Así como los
posibles reclutas corren para que el ejército no los encuentre, los ingresos también
corren para que el Estado no les cobre. Y el Estado no es capaz de obligar, de ahí que
la evasión no es perseguida por medio de castigos sensibles. Las leyes del Estado son
para los que no tienen escape, pero de ninguna manera tienen vigencia universal.
Ciertamente, en una situación de este tipo el Estado solamente puede defender el
orden existente por la presencia del ejército, cuya gran importancia y cuya represión, de
nuevo, atestiguan el hecho de un Estado débil y poco desarrollado, y no de un Estado
fuerte.

El caso de Costa Rica es la excepción, que confirma precisamente esta regla. Costa
Rica es el único país de América Central donde la presencia de los aparatos represivos
es poco notable, y donde hasta ahora ni siquiera existe un ejército. Sin embargo. Costa
Rica es a la vez el país que tiene más desarrollo estatal en la región. Esto se evidencia
en la existencia de un sistema escolar que cubre todo el país y que ya tiene cierta
diversificación, y de un sistema de salud de carácter parecido. Con la banca
nacionalizada se dispone de un instrumento que permite efectuar una política
económica orientada por una estrategia, cuyo resultado ha sido un desarrollo
económico mucho más equilibrado entre campo y ciudad que en el resto de la región.
Se ha logrado, por tanto, un alto grado de legitimidad del orden existente, que descansa
sobre el consenso. En consecuencia, la nación puede existir sin ningún ejército
relevante que supla una falta de desarrollo del Estado por un régimen autoritario. Este
hecho explica la larga tradición democrática del país, cuya base ha sido: un desarrollo
equilibrado entre campo y ciudad; el cumplimiento de las funciones básicas del Estado
en la definición de una estrategia económica, de educación y de salud; y una
distribución de los ingresos mucho más moderada que en el resto del área.

En América Central —como en general en América Latina—, los ejércitos devoran


visiblemente a sus países. Consumen destructivamente el excedente económico,
paralizando el desarrollo. El orden existente, que ellos estabilizan, es un orden sin
posibilidad de futuro, pues las oligarquías, conjuntamente con los ejércitos, destruyen
ese futuro. Por eso, si Costa Rica ha logrado escapar hasta cierto grado de esta
tendencia, eso ha ocurrido porque pudo evitar el surgimiento de un ejército, y canalizar
el excedente económico mediante el desarrollo del Estado hacia las tareas de
desarrollo.

Allí donde el Estado ha desarrollado sus funciones ampliamente, los aparatos


237
represivos tienen un papel más bien subsidiario y no dominante, mientras en los casos
de un desarrollo insuficiente del Estado, estos aparatos se han transformado en el
poder dominante del Estado. De eso resulta la tendencia al Estado autoritario. A falta de
un desarrollo suficiente del Estado, en América Latina como en América Central, la
prevalencia de las dictaduras militares ha asegurado tradicionalmente la continuidad del
orden existente. Sin embargo, en alto grado son los mismos ejércitos que estabilizan el
orden, los que hacen imposible el desarrollo de los países. Al destruir el excedente
económico improductivamente, desvirtúan la posibilidad de un desarrollo futuro.

Esta tendencia al orden autoritario no se ha dado únicamente en América Latina. Una


tendencia parecida se observa tanto en la historia de Europa Occidental, como en la de
EE.UU. También en estos países el débil desarrollo del Estado en los siglos XVIII y XIX
llevó a Estados autoritarios, aunque en este caso en forma democrática. Estas
democracias fueron democracias autoritarias, hasta por lo menos la Primera Guerra
Mundial. Estabilizaron el orden existente no por el consenso, sino por la simple
imposición de los grupos que sustentaban este orden. Lo hicieron por medio del voto
clasificado, en el cual los votantes, según sus ingresos, tenían diferente número de
votos. Al no existir el voto universal, los grupos dominantes tenían automáticamente la
mayoría, y se disputaban el gobierno entre ellos. La esclavitud en EE.UU., y la posterior
separación de las razas—una especie de apartheid— tuvo el mismo efecto. No
obstante, en este caso no fueron los ejércitos los que estabilizaron el orden, sino
fuerzas represivas policiales, lo que hizo más fácil el tránsito a la democracia de voto
universal después de la Primera Guerra Mundial, y es más compatible con el uso del
excedente económico para tareas de desarrollo.

1.2 El antiestatismo metafísico frente al desarrollo del Estado: sociedad civil y


Estado

El antiestatismo metafísico es la respuesta surgida en las décadas de los setenta y los


ochenta, al desarrollo de la sociedad civil y del Estado en las décadas de los cincuenta
y los sesenta. Las décadas de los cincuenta y los sesenta, son décadas de desarrollo
en América Latina. Se trata de un desarrollo económico, social y político, con miras a
establecer un consenso que apoye la estabilidad del sistema social existente. Para
lograr este consenso se fomenta la industrialización en un marco de planificación
estatal global, desarrollando a la vez el Estado en términos de un Estado social (leyes
laborales, sistema de educación y salud, reforma agraria, etc.). Este desarrollo estatal
estimula un desarrollo de la sociedad civil a nivel de organizaciones sindicales en la
industria y el campo, vecindades, cooperativas, organizaciones juveniles. Surge
entonces una sociedad civil amplia, con sus exigencias frente al mundo empresarial y
frente al Estado.

La política de industrialización se basa en la substitución de importaciones, y logra un


238
rápido desarrollo industrial en muchas partes. Sin embargo, cuando esta política hace
crisis y se estanca, aparecen conflictos a nivel de la sociedad civil, que rápidamente se
extienden al campo político. El aumento tendencial del desempleo y la concentración
del ingreso subvierten el consenso sobre el sistema social a fines de la década de los
sesenta, y la democracia de voto universal produce mayorías que tienden a la ruptura.
Esta crisis se manifiesta en toda América Latina, pero también en los países del centro,
donde la rebelión estudiantil de 1968 (Francia) hace visible una crisis de legitimidad,
que es crisis del consenso. En los países del centro se logra superar esta crisis, en
tanto que en los países latinoamericanos la respuesta es extrema y lleva a la ruptura
con el sistema democrático existente. Se abandona la política del consenso y se pasa a
la imposición violenta del capitalismo amenazado. Aparecen las dictaduras de
Seguridad Nacional, que ya no son del tipo de las dictaduras militares tradicionales de
América Latina. Estas dictaduras son ahora altamente ideológicas y hasta metafísicas,
frente a dictaduras tradicionales simplemente continuistas. Las dictaduras de Seguridad
Nacional definen una relación nueva con la sociedad civil y con el Estado a partir del
poder militar, que se apoya en el terrorismo de Estado sistemático. Estas dictaduras se
transforman en portadoras del antiestatismo metafísico en América Latina, y surgen en
los años ochenta también en América Central (Honduras, Guatemala y El Salvador).
Aunque operen muchas veces con una pantalla democrática, actúan como lo han hecho
las dictaduras de Seguridad Nacional de los setenta en los países de América del Sur.

Apoyadas en el terrorismo de Estado, imponen por la fuerza un sistema económico que


prescinde del consenso de la población. En nombre del antiestatismo, estas dictaduras
de Seguridad Nacional actúan en un doble sentido. Por un lado, destruyen la sociedad
civil, tal como se ha configurado en las décadas anteriores. Por eso, destruyen los
movimientos populares en todos sus ámbitos: sindical, cooperativo, vecinal. Destruyen
también la organización social derivada de las reformas agrarias en el campo.
Destruyen igualmente las organizaciones políticas generadas en vinculación con esta
sociedad civil. Por el otro lado, destruyen las actividades del Estado que han
acompañado y mediatizado esta sociedad civil, o sea la capacidad del Estado de trazar
una estrategia económica, así como los sistemas de salud y educación. Toda esta
destrucción se realiza en nombre del desmantelamiento del Estado y de la privatización
de sus funciones, una línea de acción fundamentada por una verdadera metafísica
antiestatista de los aparatos de represión. Por supuesto, el Estado ni desaparece ni
disminuye. Lo que aparece ahora es un Estado distinto del anterior. El anterior Estado
buscaba el consenso popular. Por eso desarrolló funciones que promovieron a la vez la
sociedad civil. Este nuevo Estado es un Estado de imposición violenta, que ha
renunciado al consenso de la población para destruir la capacidad de la sociedad civil
de ejercer resistencia u oposición frente a las líneas impuestas por la política estatal,
inspirada en la política del mercado total. Es un Estado enemigo de la sociedad civil, el
cual la reduce a la empresa privada que actúa conforme a las relaciones del mercado.
El concepto de sociedad civil resultante es muy similar al que se tenía durante el siglo
XIX. El concepto apareció a comienzos de aquél siglo, y se refería a toda la actividad
239
social no iniciada o influida directamente por el Estado. Dado el poco desarrollo social
de las sociedades europeas en ese tiempo, prácticamente la sociedad civil se identificó
con el ámbito de actuación de la empresa privada. Incluso el idioma alemán expresa
eso directamente. Se habla allí de sociedad burguesa: "burgerliche Gesellschaft". Esta
concepción de la sociedad civil correspondía al hecho de la democracia autoritaria
vigente en ese tiempo. Se trataba de una sociedad civil nítidamente clasista, en la cual
sólo la burguesía tenía voz y, por tanto, era considerada. Durante el siglo XIX se
desarrolla la sociedad civil, y a comienzos del siglo XX ya no tiene sentido identificarla
con la sociedad burguesa. Al lado de las empresas privadas han surgido un gran
número de organizaciones populares, en especial sindicatos y cooperativas, las cuales
se expresan políticamente en los partidos socialistas que presionan por el voto
universal. La sociedad civil deja de ser el ámbito de una sola clase, toda vez que ahora
aparecen otras clases organizadas. En su seno brota un conflicto, que es ante todo un
conflicto de clases.

Al considerar el Estado burgués este conflicto como legítimo, empieza a relacionarse


con él desarrollando nuevas funciones del Estado, que posteriormente logran
establecer un nuevo consenso, que no elimina este conflicto, pero que lo canaliza y lo
institucionaliza. Donde eso no ocurre, surgen los primeros Estados burgueses violentos
con la pretensión de suprimir completamente este conflicto. Se trata de los Estados
fascistas surgidos entre las dos guerras mundiales. Después de la II Guerra Mundial, el
Estado burgués de reformas se impone en toda Europa Occidental. Las funciones del
Estado y de la sociedad civil se desarrollan paralelamente, y el cumplimiento de las
funciones del Estado posibilita precisamente el fomento del desarrollo de la sociedad
civil. La relación entre los dos se encuentra en la base del “consenso democrático” que
las sociedades de Europa Occidental produjeron después de la II Guerra Mundial, y en
la base de su democracia electoral con voto universal. Se trata del tipo de consenso
que América Latina intentó realizar en las décadas de los cincuenta y los sesenta, una
línea que todavía la Alianza para el Progreso persiguió. La metafísica del antiestatismo
aparece en las décadas de los setenta y los ochenta, cuando la sociedad capitalista
rompe este consenso y se vuelve a estabilizar por la imposición pura y llana de sus
relaciones de producción. Aparentemente hay un retomo a los siglos XVIII y XIX.
Efectivamente, los pensadores de la economía política de ese tiempo, en especial
Adam Smith, ya habían desarrollado las bases teóricas de este antiestatismo, del cual
sacaron como conclusión la exigencia de un Estado mínimo (Estado Guardián). Se
entiende pues la vuelta actual a Adam Smith como clásico del pensamiento económico,
por este regreso a su antiestatismo.

Sin embargo, en la actualidad las mismas tesis del antiestatismo resultan mucho más
extremas de lo que eran en siglos pasados. En el siglo XVIII la sociedad capitalista se
enfrentó con una sociedad feudal del pasado, a la cual destruyó en nombre de sus
consignas antiestatistas. Esta sociedad no tenía ni fuerza ni esperanza para poder
resistir. La nueva sociedad civil todavía no había nacido. La burguesía era, de hecho, la
240
única clase social organizada, y no descubrió la necesidad de un desarrollo estatal
específico. Restringía el Estado a la función de aplicar la ley burguesa en su interior, y
al ejército para sus relaciones con el exterior. En esta situación, el antiestatismo no
alcanza tampoco los niveles metafísicos que se muestran hoy, cuando la sociedad
burguesa destruye una sociedad civil que se ha desarrollado dentro de ella. Cuando las
dictaduras de Seguridad Nacional enfrentan a los movimientos populares para
destruirlos, se enfrentan con organizaciones que surgieron como parte de la propia
sociedad burguesa. Por eso, la agresividad resulta mayor y las formulaciones del
antiestatismo más metafísicas.

1.3 Mercado y plan: la constitución del antiestatismo

Cuando la sociedad civil es reducida a la sociedad burguesa, ella tiende a identificarse


con el mercado. Las relaciones sociales de la sociedad civil se ven entonces
exclusivamente en términos de relaciones mercantiles, y otras relaciones sociales
parecen ser secundarias, e incluso innecesarias. Esta es la visión de la sociedad civil
de la de los siglos XVIII y XIX, que actualmente retoma en nombre del antiestatismo
neoliberal. SÍ esto se piensa hasta el extremo, entonces la sociedad civil identificada
con el mercado se ve enfrentada con un Estado innecesario, que hay que abolir. Si
sobrevive, lo hace en nombre de un Estado mínimo inevitable, que asegura el derecho
de la propiedad privada y el cumplimiento de los contratos. Se trata de un Estado
esencialmente represivo. Otra función no tiene. Se trata de una visión maniquea de la
sociedad, en la cual el mercado es el único polo legítimo de la acción, mientras que el
Estado es algo que sobra, o que es, en el mejor de los casos, un mal necesario. A eso
responde el principio burgués: tanto mercado como sea posible, tanto Estado
como sea inevitable. Por consiguiente, no hay funciones del Estado fuera de las de
ser un guardián represivo del derecho burgués. Resulta así la visión liberal del Estado,
en la cual éste es esencialmente represivo, y el ejército y la policía son sus instituciones
centrales. No se le concede al Estado ninguna función positiva. Su única función
consiste en asegurar el funcionamiento del mercado. Luego, la función del Estado es
esencialmente negativa, porque todo el funcionamiento de la sociedad se asegura a
través del mercado. Con eso, aparentemente, se elimina la misma política. Al ser el
Estado exclusivamente represivo, y al concentrarse su función exclusivamente en la
imposición de las leyes del mercado, aparentemente la política se disuelve en técnica.
Por supuesto, sigue habiendo política. Pero toda la política se esconde ahora detrás de
una pantalla, que la hace aparecer como una simple aplicación de una técnica.

El mercado se presenta como una exigencia científica, y de la ciencia se deriva la


técnica de su aplicación. Esta visión liberal del Estado tiene un trasfondo metafísico,
que la teoría liberal elabora refiriéndose a la fuerza auto-reguladora del mercado.
Portanto, es imposible analizar la función del Estado sin analizar la relación de éste, y
de la planificación, con el mercado. El antiestatismo actual, de hecho, no es más que
241
la sustitución del Estado por la totalización del mercado. En cuanto el Estado, por
supuesto, sobrevive, es transformado en un aparato represivo que tiene como única
función la represión de cualquier resistencia frente al mercado. El Estado burgués que
hoy resulta, es el Estado policial. De esto se sigue que tenemos que volver, aunque sea
brevemente, sobre la teoría de la auto-regulación por el mercado, a la cual se remonta
este antiestatismo burgués y su crítica. Como su clásico es Adam Smith, todo
antiestatismo actual comienza con una recuperación de su pensamiento. En
consecuencia, vamos a empezar con la visión de Adam Smith.

1.4 La armonía de Adam Smith

Adam Smith describe a la sociedad burguesa por medio de un gran mito utópico, el mito
del mercado. El mercado es para él la gran síntesis humana, buscada a través de toda
la historia, entre el interés propio de cada uno de los seres humanos y el interés
público, o interés general, el interés de todos. Comportándose el hombre en
mercados, su persecución del interés propio asegura automáticamente el interés
común de todos. El mercado es una estructura maravillosa que exime al hombre
de toda responsabilidad por el resultado concreto de sus actos, porque
automáticamente garantiza que este resultado será directa o indirectamente, de
provecho para todos. Cuanto menos el hombre se preocupe de los otros y de su
suerte, más asegura a los otros sus condiciones humanas de vida. Se constituye
así toda una dialéctica de los contrarios, que ya Mandeville había descrito
anteriormente como: vicios privados, virtudes públicas. Adam Smith da a esta
percepción de Mandeville, su cuerpo teórico. La irresponsabilidad por el resultado de
los actos ya no parece ser irresponsabilidad, sino verdadera responsabilidad.

La dureza, y hasta brutalidad, en las relaciones humanas ya no parece ser dureza o


brutalidad, sino exactamente lo contrario: la única forma realista de preocupación por el
otro, el realismo del amor al prójimo. Adam Smith describe este milagro realizado
por la estructura del mercado, como la "mano invisible", verdadera Providencia
que guía los actos humanos armónicamente: Ninguno, por lo general se propone
originariamente promover el interés público, y acaso ni aun conoce cómo lo fomenta
cuando no abriga tal propósito. Cuando prefiere la industria doméstica a la extranjera,
sólo medita su propia seguridad, y cuando dirige la primera de forma que su producto
sea del mayor valor posible, sólo piensa en su ganancia propia; pero en este y en otros
muchos casos es conducido, como por una mano invisible, a promover un fin que nunca
tuvo parte en su intención. Este es el automatismo: hay un fin, que es el interés general,
que se cumple precisamente porque no se lo tiene como meta. Instalado el
automatismo, el interés de todos se defiende exclusivamente y mejor, defendiendo este
automatismo a ultranza. Por tanto, se ha sustituido la ética en todos los ámbitos
humanos por la instauración de los valores del mercado: cumplimiento de los contratos
y respeto de la propiedad privada. Estos valores, al institucionalizarse en estructuras de
mercado, expulsan a todos los otros. El interés de todos, y con él el bien común, se
242
transforma en una simple tecnología que se aplica asegurando la estabilidad de esta
estructura. En la estructura del mercado se descarga toda sensación humana, toda
capacidad de consideración del otro.

La estructura del mercado, como referencia mítica, desata la completa


irresponsabilidad, dándole el aspecto de la única y verdadera responsabilidad. La ética
social es sustituida por una técnica. Para cumplir con lo que las sociedades anteriores
pensaban como ética, la burguesía ahora implanta una simple técnica: imponer los
mercados. Por eso, esta burguesía ya tampoco hace política. ¿Para qué la política, si
hay un medio técnico, que por su propia inercia, asegura infaliblemente lo que la ética y
la política anteriormente apuntaban ilusoriamente? La burguesía se siente iluminada,
con la fórmula matemática y técnica en las manos, que permite llegar calculadamente a
lo que otros antes de ella querían llegar ilusoriamente. Los valores de la propiedad
privada y del cumplimiento de los contratos se transforman en esta estructura mágica,
que cumple, automáticamente, con todos los sueños de la humanidad.

La destrucción del hombre que la burguesía lleva a cabo, es vista ahora como
verdadera salvación humana. La historia del colonialismo, de la esclavitud cristiana y
liberal —el mayor imperio esclavista de toda la historia humana—, los fascismos del
siglo XX y las dictaduras de la Seguridad Nacional, dan cuenta de las consecuencias
que esta visión pretendidamente científica de la sociedad, tiene. Aparece un egoísmo
que moralmente se entiende precisamente como lo contrario: preocupación realista por
la suerte del otro. Por eso, la burguesía ni siquiera entiende el reproche de egoísmo:
para ella, la persecución del interés propio equivale a la promoción de todos los otros, y
sería dañino preguntar por los efectos concretos que la acción tiene sobre el otro. El
burgués, al perseguir exclusivamente su interés propio, está completamente convencido
que está persiguiendo la salvación del otro. El cree en la identidad de todos los
intereses a través del mercado. Este cálculo del interés propio se transforma en el
pensamiento burgués, incluso en el distintivo del hombre frente a los animales. Es
asunto de animales el pedir protección, ser tomado en cuenta. El hombre calcula sus
intereses: Cuando a un animal falta alguna cosa que quiere conseguir de un hombre o
de otro animal, no tiene más remedio de persuación que granjear con halagos la gracia
de aquel de quien él aprende que ha de recibir lo que busca. Un cachorro acaricia a su
madre, y un perro procura con mil halagüeños movimientos llamarla atención de su
dueño cuando se sienta a comer, si ve que no le dan el alimento que necesita. No
obstante, el hombre no es un animal. Necesita también a los otros, pero consigue su
colaboración por el cálculo del interés propio. El mito utópico del mercado, lo defiende
en nombre del realismo.

Adam Smith prosigue con las siguientes palabras: Pero el hombre se halla siempre
constituido, según la ordinaria providencia, en la necesidad de la ayuda de su
semejante, suponiendo siempre la del primer hacedor, y aun aquella ayuda del hombre
en vano la esperaría siempre de la pura benevolencia de su prójimo, por lo que la
243
conseguirá con más seguridad interesando en favor suyo el amor propio de los otros,
en cuanto a manifestarles que por utilidad de ellos también les pide lo que desea
obtener. Cualquiera que en materia de intereses estipula con otro, se propone hacer
esto: "dame tú lo que me hace falta, y yo te daré lo que te falta a ti". Esta es la
inteligencia de semejantes compromisos, y este es el modo de obtener de otro mayor
parte en los buenos oficios de que necesita en el comercio de la sociedad civil. No de la
benevolencia del carnicero, del vinatero, del panadero, sino de su interés propio es de
quien esperamos y debemos esperar nuestro alimento. No imploramos su humanidad,
sino acudimos a su amor propio; nunca les hablamos de nuestras necesidades, sino de
sus ventajas. Aparece la división social del trabajo como un sistema de cálculos del
interés propio, que no admite ninguna corrección. Hay una convicción ingenua, de que
un mecanismo de este tipo es benevolente simplemente en cuanto estructura.
Ciertamente, nadie duda que en una división social del trabajo aparecen, y tienen que
aparecer, estos cálculos del interés propio. Sin embargo, la teoría de la armonía nos
llama a no admitir ni una sola referencia diferente. Todo tiene que reducirse a este
cálculo del interés propio, mientras sólo la ideología del mercado vigila por el interés
ajeno. Uno es servidor del otro, y la ganancia que logra, es la medida cuantitativa de la
eficacia de este servicio. El mercado parece ser un simple ámbito de servicios, en el
cual el interés propio impulsa a cada uno a servir al otro lo más y lo mejor posible.

El mercado es sociedad perfecta que nunca tiene la culpa, pero frente a la cual todos
son culpables. Sustituye a la Iglesia de la Edad Media en esta posición. Sin embargo,
esta teoría de la armonía del mercado va acompañada por un tenebroso realismo. No
sostiene que a todos les va bien en los mercados. Al contrario, vincula el mercado con
un silencioso y cotidiano genocidio. Lo que celebra en cuanto al mercado, es que este
es capaz de eliminar a todos los hombres que no tengan la capacidad o iniciativa para
imponerse. En el mercado sólo sobreviven los más aptos, los otros perecen. El mercado
es un sistema de competencia, en el cual no solamente se decide sobre los productos y
su producción, sino igualmente sobre los productores y su vida. La armonía no sólo es
de la oferta y la demanda de productos, sino igualmente de los productores.

El mercado es un señor sobre la vida y la muerte: En una sociedad civil, sólo entre las
gentes de inferior clase del pueblo puede la escasez de alimentos poner límite a la
multiplicación de la especie humana, y esto no puede verificarse de otro modo que
destruyendo aquella escasez una gran parte de los hijos que producen sus fecundos
matrimonios... Así es cómo la escasez de hombres, al modo que las mercaderías,
regula necesariamente la producción de la especie humana: la aviva cuando va lenta y
la contiene cuando se aviva demasiado. Esta misma demanda de hombres, o solicitud y
busca de manos trabajadoras que hacen falta para el trabajo, es la que regula y
determina el estado de propagación, en el orden civil, en todos los países del mundo...
La armonía de Adam Smith no es armónica para todos. Funciona únicamente para una
clase social. Es clasista y celebra una lucha de clases desde arriba, que la burguesía
lleva a cabo desde el siglo XVIII. Sirviéndose unos a otros, se elimina a aquellos que no
244
logran hacer un servicio que les permita vivir. No obstante, su muerte es un logro del
interés general y del bien común, un sacrificio necesario para que el conjunto se
desarrolle para el bien de todos. El individualismo desemboca en un colectivismo cínico
sin límites. Se trata de una visión del mundo que nos puede explicar adecuadamente el
capitalismo del siglo XVIII y de una gran parte del siglo XIX. Hay ciertos cambios a partir
de fines del siglo XIX, que impregnan el sistema capitalista hasta los años setenta del
siglo XX.

En esos años setenta ocurre otra vez un cambio, y los años ochenta atestiguan la
vuelta de un capitalismo, que de nuevo puede ser interpretado adecuadamente por la
visión del mundo de Adam Smith. Eso precisamente explica por qué hoy Adam Smith
nuevamente es considerado el clásico principal del pensamiento económico.
Actualmente encontramos la misma visión del mundo que demostramos en Adam
Smith, en autores como, por ejemplo Hayek, quien durante un viaje a Chile, en uno de
los peores momentos de la dictadura de Seguridad Nacional, dijo: Una sociedad libre
requiere de ciertas morales que en última instancia se reducen a la mantención de
vidas: no a la mantención de todas las vidas, porque podría ser necesario sacrificar
vidas individuales para preservar un número mayor de otras vidas. Por lo tanto las
únicas reglas morales son las que llevan al "cálculo de vidas": la propiedad y el
contrato. Tenemos el mismo argumento: el sacrificio de vidas humanas es necesario en
pos del interés general, expresado esta vez por Hayek como preservación de un
número mayor de vidas en el futuro. La expresión es vacía y mítica. Actuar en favor de
los desfavorecidos sólo es recomendable si, al no hacerlo, peligra la estabilidad del
sistema. Así lo expresa Lyotard, en su libro sobre el pensamiento posmodemo: El
derecho no viene del sufrimiento, viene de que el tratamiento de éste hace al sistema
más performativo. Las necesidades de los más desfavorecidos no deben servir en
principio de regulador del sistema, pues al ser ya conocida la manera de satisfacerlas,
su satisfacción no puede mejorar sus actuaciones, sino solamente dificultar (aumentar)
sus gastos. La única contra-indicación es que la no-satisfacción puede desestabilizar el
conjunto. Es contrario a la fuerza regularse de acuerdo a la debilidad. Se trataría en
este caso no de reformas sociales, sino de reformas anti-subversivas. La guerra
psicológica se encarga de producir una situación en la cual la no-satisfacción de las
necesidades» deje de desestabilizar al conjunto. En este caso no hay ninguna contra-
indicación. Es el caso de Adam Smith, en el cual el mercado regula el número de seres
humanos vivientes, condenando a muerte a los sobrantes. Visiblemente, se trata de una
visión del mundo en la cual no existen siquiera derechos humanos. La igualdad de los
hombres, es el derecho de todos por igual de matar al otro. Lo que se le impone al
hombre, exclusivamente, es hacerlo dentro de las reglas del mercado.

1.5 La crítica de Marx: el mercado como sistema auto-regulado

La crítica de Marx a Adam Smith, sin embargo, no se limita a la afirmación de los


245
derechos humanos frente a tal sistema de automatismo estructural. Marx asume el
mismo método científico de Smith, para llevarlo a consecuencias que éste no previo.
Por eso, Marx acepta que el mercado sea un sistema auto-regulado, que produce
exactamente el tipo de armonía que Smith le imputa. Pero, Marx busca las
explicaciones y las razones. Describe este tipo de auto-regulación por una característica
central: en la división de trabajo del taller, gobierna a priori, como una regla, la masa de
obreros asignada a cada función específica. En la división social del trabajo, sólo actúa
a posteriori, como necesidad fatal, oculta, muda, perceptible nada más que en las
variaciones barométricas de los precios de mercado, que se impone y domina por
medio de catástrofes el capricho arbitrario de los productores de mercancías. Según
Marx, el equilibrio resultante es un "equilibrio por el desequilibrio", un equilibrio que se
produce únicamente por reacciones de los actores a desequilibrios del mercado. Es un
equilibrio que presupone la existencia de desequilibrios, y jamás los puede eliminar.
Esta es la razón de que el proceso de producción sea un "martirio del productor". El
mercado no puede dejar de producir este martirio, porque sin él no podría producir el
equilibrio de la armonía de Adam Smith.

Marx denuncia, por ende, al mercado como un automatismo mortal para una clase
productora que está continuamente amenazada por la muerte. Una muerte que, para
una parte de los productores, constantemente se produce de manera efectiva. Esta
muerte es una condición de la eficacia del mercado. Marx la ve no sólo como muerte
efectiva de personas, sino que extiende la problemática. El mercado, al escoger a los
muertos, subvierte las propias fuentes de la productividad, sobre la cual se fundamenta
su eficacia. Este efecto del mercado lleva a subvertirlo con un efecto no intencional de
la acción de sus participantes. Al producir mucho, y cada vez más, socava las bases
propias de su productividad: el hombre y la naturaleza.

En la agricultura, lo mismo que en la manufactura, la transformación capitalista de la


producción parece no ser otra cosa que el martirologio del productor; el medio de
trabajo, apenas la forma de domar, explotar y empobrecer al trabajador; la combinación
social del trabajo, la opresión organizada de su vitalidad, su libertad y su independencia
individuales. La dispersión de los trabajadores agrícolas en superficies más extensas
quiebra su fuerza de resistencia, en tanto que la concentración aumenta la de los
obreros urbanos. En la agricultura moderna, al igual que en la industria de las ciudades,
el crecimiento de la productividad y el rendimiento superior del trabajo se adquieren al
precio de la destrucción y la aniquilación de la fuerza de trabajo. Además, cada
progreso de la agricultura capitalista es un progreso, no sólo en el arte de explotar al
trabajador, sino también en el de despojar el suelo. Cada progreso en el arte de
acentuar su fertilidad durante un tiempo, un progreso en la ruina de sus recursos
duraderos de fertilidad. Cuanto más se desarrolla un país, por ejemplo Estados Unidos,
sobre la base de la gran industria, más rapidez presenta el desarrollo de ese proceso
de destrucción. Por consiguiente, la producción capitalista sólo desarrolla la técnica y la
combinación del proceso social al mismo tiempo que agota las dos fuentes de las
246
cuales brota riqueza: la tierra y el trabajador.

Marx descubre detrás de la producción de bienes en el mercado, con su alta eficacia,


un proceso destructivo que lo acompaña, sin ser un producto de la intención de los
actores del mercado. Estos, al pretender una productividad siempre mayor, logran su
alta eficacia a costo de una destrucción que socava al mismo proceso productivo. Al
producir una riqueza siempre mayor, las fuentes de la producción de esa riqueza son
destruidas. Adam Smith ya había visto el proceso de destrucción del hombre, cuando
explicaba que la oferta y la demanda deciden sobre la cantidad de hombres que pueden
sobrevivir. Pero Smith no lo enfoca en su destructividad, sino solamente como fermento
de la productividad de la economía capitalista. Tampoco da cuenta del hecho de que un
proceso de destrucción parecido se lleva a cabo con la naturaleza. También la
sobrevivencia de la naturaleza, es algo que es decidido por la oferta y la demanda.
Recién Marx lo introduce en su análisis, aunque todavía ni de lejos le da la importancia
que hoy, en el siglo XX, ha llegado a tener. De esta manera, Marx replantea la tesis del
automatismo del mercado que Adam Smith había formulado.

También Marx ve el mercado como un automatismo que permite una productividad


nunca vista antes en la historia humana, y como un sistema auto-regulador que crea un
orden por el desorden, un equilibrio por el desequilibrio. Orden y equilibrio son
productos de una reacción constante en contra del desorden y el desequilibrio, que
constantemente se reproducen en el mercado. No obstante. Marx descubre que los
efectos de este automatismo socavan, también automáticamente, las fuentes de la
riqueza de las cuales depende. El automatismo del mercado, según Marx, es por tanto
una gran máquina autodestructora a largo plazo. Cuanta más riqueza crea, más
destruye las fuentes de ésta: el hombre y la naturaleza. Casi todo esto es una simple
ampliación del punto de vista elaborado por Adam Smith, si bien ahora dentro de un
marco teórico más elaborado y sofisticado. Sin embargo, Marx ha añadido un elemento
nuevo, que Smith ni sospechó. Se trata de su tesis de un aumento acumulativo de la
destructividad del capitalismo, que tendencialmente lleva a la catástrofe del sistema
entero. No solamente analiza la destructividad del mercado en relación a su
productividad, sino que llega al resultado de que esta destructividad aumenta más
rápidamente que la propia productividad.

El sistema se transforma en un peligro para la misma sobrevivencia de la humanidad.


Marx formula esta tesis en sus leyes de tendencias, entre las cuales destaca la ley de la
pauperización. Sostiene allí que por el hecho de que el mercado fragmenta todas las
decisiones económicas, crea desequilibrios que desembocan en una pauperización de
la población integrante del sistema capitalista, que tiene una tendencia automática a
extenderse y a profundizarse. Al destruir a los hombres, expulsándolos de la división
social del trabajo, desemboca en una tendencia creciente y constante a la destrucción.
Por consiguiente, Marx sostiene frente a Smith que el sistema auto-regulado del
mercado, no tiene estabilidad a largo plazo.
247
Así pues, mientras Smith considera la muerte de los expulsados y sobrantes como el
aceite de la máquina del mercado, Marx la considera como una destructividad de éste,
que se transforma en el origen de su socavamiento. Ambos parten del mismo fenómeno
empírico de los sacrificios humanos realizados en el altar del mercado, cuya fertilidad
sacrificial consiste en la alta eficacia de la producción mercantil. Únicamente que Smith
los interpreta como la razón de una armonía social estable. De hecho, se inscribe en
una sacrificialidad arcaica, y sus argumentos no son más que secularizaciones de los
sacrificios humanos cometidos por la sociedad arcaica. Al enfrentarse críticamente a
eso, Marx llama al capital un moloc, uno de los dioses antiguos que recibió sacrificios
humanos. Marx, sin embargo, no solamente condena estos sacrificios humanos de la
sociedad burguesa, sino que analiza sus efectos empíricos. Como resultado sostiene
que su consecuencia es la autodestrucción de la sociedad burguesa por efectos no-
intencionales de la acción humana, guiada exclusivamente por criterios de mercado, un
resultado que es producto del propio automatismo del mercado. Luego, Marx no niega
que exista un automatismo del mercado ni que éste sea un sistema auto-regulado. En
este sentido, acepta los argumentos de Adam Smith. Sólo que añade un elemento que
cambia completamente el significado de este automatismo. Se trata de la destructividad
acumulativa, que, como resultado, pone en peligro el mercado mismo. Por sus análisis
hace ver que se trata de una destructividad auto-destructora, y no como cree Adam
Smith, de una simple destrucción de otros que no repercute sobre el mercado mismo.
Por tanto, Marx dirá que esta destructividad, que ya Smith imputa al mercado, es, en
contra de la opinión de éste, destructiva para el mercado mismo.

Según Marx, el mercado es un automatismo que automáticamente se socava a sí


mismo, y con él a la humanidad entera, al destruir las fuentes de las riquezas en cuya
producción está empeñado. En el tiempo en el cual Marx desarrolla su análisis,
interpreta adecuadamente lo que los pueblos europeos están viviendo. Viven la
destructividad antihumana de la sociedad burguesa. No obstante, ya hacia el fin de la
vida de Marx ocurren cambios, los cuales parecen relativizar o refutar los análisis de
Marx. Estos cambios ocurren en la propia sociedad burguesa. Por un lado, la crueldad
desnuda del pensamiento de Smith choca con corrientes humanistas burguesas, que
empiezan a oponerse a la aceptación de estas consecuencias del mercado por las
sociedades europeas. Por otro lado, el impacto de los movimientos socialistas obliga a
la burguesía a aceptar reformas económicas y sociales para amortiguar estos efectos.
Aparece el reformismo de la sociedad burguesa y la reformulación de la teoría
económica en su forma neoclásica. En esta teoría se inspira el reformismo burgués. Ella
sustituye la armonía sacrificial de Adam Smith por una imaginación del mercado en
términos de un equilibrio perfecto. Surge pues la teoría de la competencia perfecta, que
describe a un mercado que sea capaz de integrar a todos sus actores en un
intercambio de iguales. Ya no se quiere recordar la armonía de Smith. En la visión de
estos teóricos neoclásicos, Smith no es nada más que un precursor del pensamiento
económico, no su fundador.

248
Fundadores del pensamiento económico moderno se consideran ellos, que sostienen
haber transformado la teoría económica en ciencia. Esta teoría de la competencia
perfecta —o teoría general del equilibrio— es una construcción abstracta, que tiene
pocos antecedentes en la teoría económica anterior. Sin embargo, uno de sus
antecedentes es el modelo de Robinson, tal como fue utilizado por el pensamiento
económico desde el siglo XVIII. Solamente que el modelo del equilibrio ya no se refiere
a una sola persona en relación a su trabajo con la naturaleza, sino que es una especie
de "Robinson social", una sociedad en la cual todos los hombres, como participantes
del mercado, actúan con una transparencia perfecta tal, que el mercado permite en
cada momento un equilibrio de todos sus componentes.

Hablando con palabras de Marx, se trata de la construcción de un mercado con una


"coordinación a priori” de la división social del trabajo. Para poder derivar este modelo
de la competencia perfecta, se le introducen ciertos supuestos teóricos. El principal, es
el supuesto de un conocimiento perfecto de parte de todos los participantes en el
mercado. En consecuencia, se dice: supuesto que todos ellos tengan un conocimiento
perfecto de todos los hechos que ocurren en el mercado, sus decisiones de consumo y
producción llevarán la economía a un equilibrio, en el cual toda decisión es óptima y
ningún productor es expulsado. Así, aparentemente, se ha concebido un equilibrio del
mercado completamente humano, en el cual el mercado funciona sin exigir sacrificios
humanos. El reformismo de la sociedad burguesa se inspira en esta imagen abstracta
como su utopía, a la cual se quiere aproximar. Es la contraparte de la utopía de Marx
que también concibe una "coordinación a priori” de la división social del trabajo,
elaborando en esta línea su imagen igualmente abstracta del comunismo, como una
"asociación de productores libres", al cual se trata de aproximar. De esta utopía de la
competencia perfecta, el reformismo burgués deriva las condiciones de la aproximación.
Supone que la economía de mercado se aproximará tanto más a esta su utopía, cuanto
más asegure una competencia efectiva, acompañándola por reformas sociales que
empujen la integración de todos en el sistema de la división social de trabajo:
reconocimiento de los sindicatos obreros, seguro social, y, a partir de Keynes, política
de pleno empleo. Después de la Segunda Guerra Mundial, se incluye la política de
desarrollo para los países subdesarrollados. Pero todo eso se entiende como una
política de aproximación al equilibrio del mercado, sin dudar jamás de que las metas se
pueden conseguir dentro de los límites que el funcionamiento de mercados libres
impone. Aparece así, con el reformismo de la sociedad burguesa, el intervencionismo
estatal, el cual se autointerpreta como una actividad necesaria para que el mercado
pueda encontrar sus metas, descritas por la utopía de la competencia perfecta. Se
habla del Estado de bienestar. La sociedad burguesa cree haber refutado la crítica del
capitalismo que Marx había hecho. Pareciera que ya no hay una pauperización
creciente, sino más bien un bienestar compartido que se extiende a regiones del mundo
cada vez mayores.

Es la situación de los años cincuenta y sesenta del siglo XX. El mercado pareciera ser
249
un medio de compartir las riquezas. La tesis de Marx sobre el carácter autodestructor
del mercado, ya no convence. Pero, igualmente Adam Smith pierde actualidad. El
equilibrio del mercado parece haber vencido sobre su armonía sacrificial. Eso repercute
decisivamente en el pensamiento marxista posterior a Marx, y en las sociedades
socialistas. Estas dejan de fundar su actuación sobre la crítica del capitalismo que Marx
había hecho. Interpretan la planificación económica siempre como algo superior al
mercado, si bien apunta en la misma dirección en la que el mercado empuja. En la
Unión Soviética se habla de "alcanzar y superar a EE.UU.". El mercado capitalista da
las pautas que orientan a las propias sociedades socialistas. Capitalismo y socialismo
tienen la misma meta, y cada cual trata de llegar con métodos distintos. No se
contraponen destructividad catastrófica del mercado y sociedad alternativa que ponga
en equilibrio a la humanidad consigo misma y con la naturaleza, sino mercado y
planificación.

Sin embargo, cuando el mercado da las metas por alcanzar, también el mercado es el
mejor, e incluso el único, camino para alcanzarlas. Si se quiere alcanzar a EE.UU., hay
que hacerlo con los métodos que usa EE.UU. Por ello, los países socialistas entran en
una crisis de la que difícilmente se recuperarán. No obstante, cuando la sociedad
burguesa reformista llega a su cúspide, a fines de los años sesenta, su imagen de
sociedad sin sacrificios humanos —capitalismo con rostro humano— empieza a
derrumbarse. Varias crisis anuncian los problemas. En los países del centro aparece un
desempleo, frente al cual la política keynesiana de pleno empleo resulta ineficaz. Se
habla ahora de stagflación. Aunque el presupuesto público ejecute una política de
gastos, no se mejora la situación del empleo, sino que sólo se refuerza el proceso
inflacionario. Stagnación (estancamiento) se junta con inflación: por eso se habla de
stagflación. Al mismo tiempo ocurre que la política de desarrollo que se había seguido
en América Latina y en otros países del Tercer Mundo, entra en un proceso de
stagnación. Aun cuando se mantengan tasas de crecimiento positivas, aumenta la parte
de la población sin empleo. Toda la industria se convierte en un gran enclave. La crisis
del desarrollo se hace visible con la deuda externa del Tercer Mundo. Si bien la deuda
no es la causa de la crisis, sus efectos ahora la perpetúan.

Paralelamente se manifiesta una crisis, que pocos habían previsto unas décadas atrás.
Se trata de la crisis del ambiente, que ahora empieza a amenazar la propia
sobrevivencia de la humanidad entera. La tecnología y su uso mercantil resulta
destructora de la naturaleza, cuya sobrevivencia es condición para la sobrevivencia
humana. Sin embargo, se trata de crisis a las cuales no corresponde una crisis del
capital y del mercado. Los negocios van bien, la tasa de ganancia está subiendo. El
carácter de la crisis ha cambiado en relación a las crisis cíclicas del siglo XIX. En él, el
incremento de las tasas de ganancia coincidía con el aumento del empleo, y la crisis de
esa tasa y su baja, correspondía a una baja del desempleo. El desempleo, y con él la
pauperización, eran cíclicos. Actualmente no ocurre eso. El desempleo y la
pauperización suben, no obstante, la dinámica del mundo de los negocios y de la tasa
250
de ganancia, crece también. Desde el punto de vista del capital, no existe ninguna
crisis. La crisis es de los circuitos de reproducción de la vida humana y de la naturaleza.
Las tasas de ganancia suben, ellas no indican la crisis. La industria mundial se ha
transformado en una isla —o en un archipiélago—, en una especie de enclave que se
desarrolla tanto mejor, cuanto peor le va a los otros. La destrucción de los hombres y de
la naturaleza coincide con altas ganancias. Hoy es mucho más visible el hecho de que
las tasas de ganancia suben, en el grado en que el futuro de la humanidad es destruido.
Destruir la naturaleza, destruir el desarrollo del Tercer Mundo, produce ganancias más
altas que cuidarlos. Tasas de ganancia y sobrevivencia de la humanidad, entran cada
vez más visiblemente en contradicción. El camino de la maximización de las ganancias,
resulta ser un camino que conduce a la muerte de la humanidad. Por eso decae el
optimismo de la sociedad de bienestar durante los años setenta. El desarrollo de los
países subdesarrollados se estanca, y la destrucción progresiva de la naturaleza se
hace más obvia. Mientras en la década de los sesenta se había hablado en los países
del Tercer Mundo de la necesidad de medidas para asegurar el desarrollo, que fueran
más allá de la vigencia de la sociedad capitalista, aparecen ahora análisis preocupantes
sobre la crisis ambiental.

En 1972 se publican los Límites del crecimiento, del Club de Roma. El presidente Cárter
promueve en EE.UU. una evaluación del ambiente mundial que desemboca en el
informe Global 2000, que confirma la preocupación del Club de Roma. No obstante,
resulta ahora que las posibles medidas por tomar, tendrán efectos estructurales
profundos sobre el sistema económico. Por primera vez en su historia, la sociedad
burguesa enfrenta abiertamente crisis que ya no pueden ser tratadas en términos de
una simple política de reformas en los límites vigentes del libre juego de mercados.
El reformismo burgués, frente a estas metas —política del desarrollo y política
ambiental—, desemboca en una crítica de la sociedad burguesa misma. No efectúa
esta crítica, pero dicha sociedad está visiblemente expuesta a ella. Tanto el desarrollo
como el ambiente exigen medidas de coordinación del mismo aparato tecnológico, las
cuales no pueden ser tomadas de la lógica misma de los mercados. Tienen que ser
medidas que dirijan la tecnología, antes de que ella sea usada mercantilmente. Se trata
del retomo de la crítica del capitalismo de Marx. Efectivamente, el mercado ha
resultado ser un automatismo que, al producir la riqueza, destruye
progresivamente las fuentes de todas las riquezas: el hombre y la naturaleza.
Destruye la naturaleza por sus propios mecanismos, y al destruir a los hombres,
destruye más todavía a la naturaleza. Porque los hombres expulsados de la división
social del trabajo, y condenados a la pauperización, tratan de salvarse destruyendo aún
más la naturaleza. Vuelven las leyes de tendencia de Marx, que efectivamente pueden
interpretar lo que ocurre ahora. El efecto destructor y sacrificial del automatismo del
mercado, que ya Adam Smith había demostrado, resulta realmente acumulativo y
ascendente, tal como Marx sostuviera. En la actualidad podemos ver eso con mucha
más intensidad de lo que era posible en el siglo XIX. Tenemos imágenes de este tipo
que aparecen frecuentemente. Se habla de que son cinco minutos para las doce. Se
251
habla de una bomba de tiempo. Pero se habla también de un deterioro acumulativo de
la destrucción, sobre todo de la naturaleza, que se acerca a un punto de no retomo a
partir del cual el colapso de la vida ya no es reversible. Dennis Meadow, el coordinador
del estudio del Club de Roma sobre los Límites del crecimiento, respondió en una
entrevista a la pregunta de si no querría realizar hoy un estudio de repercusiones
parecidas: suficiente tiempo he tratado de ser un evangelista global, y he tenido que
aprender que no puedo cambiar el mundo. Además, la humanidad se comporta como
un suicida, y ya no tiene sentido argumentar con un suicida, una vez que haya saltado
de la ventana.

1.6 El mercado como mecanismo de regulación de la tecnología

Tratar la tecnología mercantilmente y calcular su empleo en términos de criterios de la


maximización de las ganancias, implica usar la tecnología fragmentariamente. Cada
introducción de una tecnología es calculada sobre un sector fragmentario de la
naturaleza y sobre un segmento de la división social del trabajo. Desde el punto de vista
de la empresa que actúa en el mercado, las repercusiones que tiene una tecnología
sobre el conjunto, sea de la división social del trabajo, sea de la naturaleza, no
interesan. Además, para la empresa es imposible tomaren cuenta estos efectos
indirectos de su acción. La competencia la borraría. Esta acción fragmentaria se vincula
necesariamente con la orientación según criterios mercantiles, aunque no sea sólo el
producto de estos criterios. Toda acción humana, mercantil o no, tiende a un
comportamiento de este tipo. Sin embargo, un sistema de mercados hace compulsivo
este comportamiento fragmentario. El mecanismo competitivo lo impone, porque, por un
lado, la participación en la destrucción promete ganancias mayores que cualquier otro
comportamiento; y por otro, amenaza con la expulsión del mercado de toda empresa
que no se oriente por la ganancia. No obstante, tanto la división social del trabajo como
la naturaleza forman conjuntos interdependientes. Lo que hace una acción tecnológica
en una parte, repercute en muchas e, indirectamente, en todas partes.

Pero también lo que ocurre en otras partes se hace notar, por interdependencia, en el
lugar de partida. Muchos de estos efectos son previsibles, y se desarrolla un trabajo
científico constante para conocer mejor estas interdependencias. Sin embargo, el
criterio mercantil induce, y muchas veces obliga, a no evitar tales efectos y más bien
aprovecharlos. Es más fácil ver esto en relación a la naturaleza como conjunto
interdependiente. En el aproche fragmentario se llega a grados de destrucción que
amenazan la sobrevivencia del conjunto, como un medio para la vida humana. La
destrucción de los bosques, el hoyo de ozono, el envenenamiento del agua potable,
muestran tendencias de este tipo. Ningún criterio de escasez del mercado anuncia que
se está llegando a un límite de lo posible. Únicamente el colapso podría mostrarlo, pero
lo demuestra solamente porque ya se ha pasado el punto de no retomo. Hasta llegar al
colapso, el comportamiento fragmentario sigue siendo el más rentable—mercantilmente
252
visto— de todos los comportamientos alternativos posibles. Antes del colapso el
mercado todavía florece, a pesar de que las condiciones de vida ya se han destruido. El
verde del dólar cubre el verde de la naturaleza, hasta que la muerte de la naturaleza lo
haga palidecer. Las destrucciones que ocurren, incluso aceleran el mismo proceso de
destrucción. Al intentar sobrepasar los efectos negativos resultantes, la acción
fragmentaria busca febrilmente sustitutos del elemento natural dañado, y al hacerlo, se
ciega frente a los problemas, agravándolos más todavía. Por eso, la velocidad
destructora aumenta con más rapidez que la propia producción de riquezas. Aparece de
este modo la ley tendencial autodestructora—de la cual Marx había hablado—como
producto del propio automatismo del mercado.

Automatismo de mercado y aplicación fragmentaria de la técnica forman una unidad


inseparable, que resulta destructora frente a los conjuntos interdependientes. Esta
destrucción es necesariamente acumulativa, con la amenaza de pasar un punto de no
retomo, a partir del cual ya no hay salida. Aunque no se sepa con exactitud en qué
momento se llega a este punto, se sabe que tal punto debe existir. El mercado resulta
ser efectivamente un mecanismo autodestructor, un monstruo que se devora a sí
mismo. Frente a este fenómeno no se puede reaccionar con un simple cambio de
valores éticos, si bien tales valores son condición necesaria para que haya un cambio.
Y es que cualquier actitud de valores se estrella con un mercado que compulsivamente
impone actitudes fragmentarias frente a la naturaleza y a cualquier conjunto
interdependiente (división social del trabajo, pero también culturas autóctonas,
religiones, etc.). Actuar sobre los criterios fragmentarios de la tecnología, presupone
establecer límites a los criterios mismos del mercado, siempre y cuando aparezca esta
tendencia destructora. Toda la relación con el mercado tendría que cambiar. Tiene que
ser puesto bajo criterios no derivados mercantilmente, capaces de guiar la tecnología
dentro de los límites de los conjuntos interdependientes. Recién dentro de estos límites
pueden regir los criterios del mercado.

En este argumento, las exigencias de nuevos órdenes económicos y ecológicos tienen


su base. Sin embargo, para la ideología burguesa se trata de un punto crítico. El
reformismo burgués siempre se cuidó de ubicar sus reformas dentro de límites dados
por el mercado, sin fijarle límites a este. Y aunque a veces ha traspasado esta posición
—como, por ejemplo, en el caso de los ordenamientos del mercado agrario de los
países centrales—, por lo menos respetó ideológicamente este límite. Pero ahora
resulta ser al revés. Para ir más allá de la aplicación fragmentaria de la tecnología, se
necesita establecer un orden que ponga límites a la acción de los mercados.
Precisamente a este punto llegó el reformismo burgués durante la década de los
setenta. Las fórmulas creadas anteriormente ya no eran suficientes, y cualquier nueva
fórmula eficiente tendría que llevar a un cambio profundo de la propia sociedad
burguesa, el cual ni aún hoy se sabe hasta dónde tiene que llegar.

Se trata de un punto en el que la propia teoría económica del equilibrio deja de ser
253
explicativa. El reformismo burgués la había interpretado como una imagen utópica, a la
cual uno se puede aproximar realizando reformas económicas y sociales dentro de los
límites que deja abiertos el libre juego de los mercados. No obstante, este modelo de
equilibrio puede llevar a interpretaciones bien diferentes. Es una conceptualización
circular, cuyo funcionamiento de competencia perfecta es el resultado de supuestos
teóricos extremos, en especial del supuesto de un conocimiento perfecto de parte de
todos los participantes del mercado, siendo todos los hombres participantes. Si este es
realmente el supuesto teórico, entonces se sigue más bien que la economía de
mercado no puede tener ninguna tendencia a este equilibrio, con reformas o sin
reformas.

Si el mercado puede tener una tendencia al equilibrio solamente en el caso de que


exista tal conocimiento, se prueba que tal tendencia al equilibrio no resulta del modelo.
Esta es la conclusión de la teoría económica neoliberal, tal como la expone Hayek. Por
lo tanto, vuelve a la armonía de Adam Smith, con su concepción del mercado como un
sistema auto-regulado, cuya armonía se produce por el sacrificio de los excluidos, que
son eliminados por la oferta y la demanda. Pero el concepto tiene ya que ser ampliado.
La exclusión por la oferta y la demanda en la actualidad ya no se refiere únicamente a
los seres humanos, sino también a la naturaleza. La armonía del sistema auto-regulado
se basa ahora visiblemente en el sacrificio, tanto de los productores como de la
naturaleza. No hay otra manera de concebir una tendencia al equilibrio. La teoría
neoliberal la busca, por ende, por el mismo camino que Adam Smith la había
encontrado. Regresa a la armonía sacrificial de Adam Smith. Sin embargo, sigue en pie
la crítica del capitalismo que Marx había hecho. Expresamente, él se había referido a
este tipo de armonía de los mercados y sostenido que produce efectos acumulativos
que llevan al sistema, por efecto de su automatismo, a la autodestrucción. Empero, la
teoría neoliberal no contestará jamás.

Si, en cambio, aceptamos esta crítica de Marx, la teoría general del equilibrio del
pensamiento neoclásico puede ser usada como prueba de lo contrario de lo que
pretende comprobar. No muestra lo que el mercado puede, sino lo que no puede.
Describe un equilibrio del mercado, y comprueba que por medio de éste, no se puede
llegar ni aproximarse a él. El precio de mercado, como precio de equilibrio de la oferta y
la demanda, no indica de por sí racionalidad económica alguna. Puede coincidir con
esta racionalidad o no. Que el precio equilibre la oferta y la demanda, no dice nada
sobre su racionalidad económica. Es económicamente racional solamente si es un
precio que, como indicador en los mercados, asegure un uso tal del hombre y de la
naturaleza, que éstos no sean destruidos. No obstante, ningún precio puede asegurar
eso automáticamente. Por tanto, para que haya racionalidad económica, hace falta una
acción que asegure que los mercados se mantengan en los límites trazados por la
necesaria reproducción de los conjuntos interdependientes de la división social del
mercado y de la naturaleza.

254
La teoría económica neoliberal, en cambio, se desentiende del problema de esta
racionalidad económica. Sostiene, por tautología, que el precio que iguala la oferta y la
demanda es el precio racional, justamente porque iguala la oferta y la demanda. No
logra salir de esta tautología, porque rechaza hablar de los efectos distorsionantes que
el mercado tiene sobre el mundo real. Resulta una teoría del óptimo de los precios, en
la cual los precios—de oferta y de demanda— describen el camino más corto, sin
rodeos ni desvíos, hacia el abismo, hacia la destrucción del hombre y de la naturaleza.
Lo que la teoría neoclásica llama precios racionales, no es más que eso. El sistema
auto-regulador tiene allí su fin. Para dar apenas un ejemplo: los precios de oferta y de
demanda indican hoy la destrucción tanto de la Amazonia como del Himalaya.
Siguiendo esta indicación, el mercado actual efectúa la destrucción. Pero estos mismos
precios de oferta y de demanda, indican ensuciar el agua y el aire. Indican además, por
los pagos de la deuda externa del Tercer Mundo, la rápida pauperización de su
población y la paralización del desarrollo de tres continentes.

A un concepto de racionalidad económica de este tipo, le falta completamente


coherencia. Porque ahora, cualquier esfuerzo por salvar la naturaleza, salvar al hombre,
evitar el desempleo y la pauperización, aparece como distorsión del mercado y,
consecuentemente, de la propia racionalidad. El concepto de racionalidad implicado, lo
resume Kindleberger: "Cuando todos se vuelven locos, lo racional es, volverse loco
también". El que la humanidad sobreviva, sería una simple distorsión del mercado y una
violación de la racionalidad económica. Los neoliberales son como el general Castello
Branco, que encabezó el golpe militar de 1965 en Brasil. Después del golpe, dijo: Antes
estábamos delante de un abismo profundo. Con el golpe, dimos un gran paso adelante.
Es el mercado el que distorsiona, por su maximización de un criterio mercantil
cuantitativo y abstracto, el equilibrio del hombre con el hombre y con la naturaleza. Hay
que vigilarlo, para que haya aquella racionalidad que describe el marco en el cual la
humanidad y la naturaleza pueden seguir existiendo. Ese es el único concepto
coherente de racionalidad económica. En esta visión, las luchas sindicales, de
protección de la naturaleza, la exigencia de desarrollo del Tercer Mundo, la anulación
de la deuda externa del Tercer Mundo y las actuaciones estatales que de ahí se
derivan, son exigencias no solamente éticas, sino de una racionalidad económica
distorsionada por la lógica del mercado. Acrecientan la racionalidad económica, si
efectivamente logran asegurar pasos concretos en tales direcciones. Que le vaya bien a
la gente y que pueda vivir, es también una exigencia de la racionalidad económica. No
es una simple exigencia "ética" que distorsiona la racionalidad económica, como los
neoliberales creen. Esto no significa que haya un automatismo al revés, en el sentido
de que los precios de oferta y de demanda necesariamente sean distorsionantes. No
hay automatismo que pueda asegurar ni la racionalidad ni la irracionalidad. Si los
precios de oferta y de demanda son racionales o no, ello es resultado de un juicio sobre
esos precios, que se oriente en la racionalidad económica de la sobrevivencia de la
humanidad y de la naturaleza. No existe una solución "técnica" a priori, no hay una
simple deducción de principios como los del mercado. La política no se reduce a la
255
técnica, sino que ella es imposible sin sabiduría.

1.7 El capitalismo salvaje

En los años setenta de este siglo, el reformismo burgués llegó a su límite. Los
problemas del desempleo estructural en los países del centro de la frustración de la
política de desarrollo en el Tercer Mundo y de la crisis del ambiente, no podían ser
solucionados con los métodos tradicionales que había empleado. Si se quería
solucionarlos, se tendría que tomar medidas que chocarían con principios sagrados de
la sociedad burguesa, en especial el principio según el cual el mercado y sus leyes son
la última y la más alta referencia de cualquier política económica. Aparecía ahora la
necesidad de un nuevo orden económico y de un orden ecológico a nivel de la
economía mundial. El mercado mundial necesitaba un marco que lo canalizara dentro
de los límites de una racionalidad económica que le impusiera el respeto por las
condiciones de la reproducción, tanto de los seres humanos como de la naturaleza.
Para la sociedad burguesa era un desafío y una provocación. Tendría que haber
enfocado un problema que las sociedades socialistas no habían solucionado, y en parte
ni notado, a pesar de que tendrían que haber sido ellas las que promovieran una
solución. La provocación consistía en el hecho de que sólo podría enfrentar este
desafío, cambiando sus propias estructuras para adecuarlas a la solución de estos
problemas fundamentales. Sin embargo, en vez de eso, la sociedad burguesa realizó
una vuelta completa. En vez de encarar los problemas, los negó. Cuando en 1980
Reagan sube a la presidencia de EE.UU., efectúa una política de "tabla rasa". Frente al
desempleo estructural, opta por el debilitamiento, e incluso la destrucción de los
sindicatos obreros y de la política de empleo. Frente a la crisis de la política del
desarrollo, opta por la supresión y paralización del desarrollo del Tercer Mundo; y frente
a la crisis ambiental, simplemente cierra los ojos. Empieza una de las décadas más
agresivas y destructoras de la historia del capitalismo. Retorna el capitalismo salvaje.

El debilitamiento de los sindicatos se logra muy rápido. En los países de América Latina
se pasa por períodos de un terrorismo de Estado incontenible. La supresión del
desarrollo de los países subdesarrollados se logra por la política del cobro de la deuda
externa del Tercer Mundo, que destruye en gran parte lo logrado por la política de
desarrollo de los años cincuenta y sesenta. En cuanto al ambiente, se abren todos los
canales de destrucción sin plantear ni una medida de limitación, excepto dentro de los
países del centro mismo. Nunca se ha destruido tan despiadadamente a la naturaleza
como en la década de los ochenta, que sigue precisamente a la década en la cual con
los Limites del crecimiento, del Club de Roma, y con el plan Global 2000, se había
llamado poderosamente la atención sobre ese fenómeno. Ha surgido una burguesía
salvaje que se lanza a la destrucción, sin aceptar siquiera argumentos. Un capitalismo
frenético se vuelve en contra de las riquezas del planeta, en el grado en el que todavía
éstas siguen existiendo.
256
Y cuanto más se evidencia la crisis del socialismo, más salvaje resulta el capitalismo.
Este capitalismo aparece en nombre del antiestatismo y del anti-intervencionismo
estatal, del anti-reformismo y de la denuncia y persecución de los movimientos
populares. Es un capitalismo desnudo, que llega al poder total y lo usa con arbitrariedad
ilimitada. Transforma la sociedad burguesa en una sociedad militarista, que impone sus
puntos de vista en todas partes por la violencia militar y policial. Su antiestatismo, por
ser una defensa del mercado desnudo sin ningún límite, se transforma en violencia sin
límite. El terrorismo estatal es su instrumento imprescindible. Donde sea necesario,
instala los regímenes totalitarios de Seguridad Nacional. Este capitalismo salvaje
reencuentra a Adam Smith como su clásico y lo celebra como su fundador. Descarta a
los teóricos del reformismo burgués, desde John Stuart Mill y Marshall, hasta Keynes.
Su desnudez la defiende en nombre de la "mano invisible". Sin embargo, ya no se
puede volver tan simplemente a Adam Smith. Este vivió en un mundo bien diferente.
Era un mundo que no conocía todavía los efectos acumulativos de la destructividad del
automatismo del mercado. Smith creía en un mundo en el cual la eliminación de
hombres por la oferta y la demanda en los mercados, no era más que un sacrificio que
fertiliza a la sociedad capitalista. No obstante, desde Smith hasta hoy, pasando por
Marx como su autor principal, la percepción del carácter acumulativo de esta
destructividad se ha hecho presente. El mundo imaginario semi-arcaico de Smith ha
desaparecido. En la actualidad, el mercado contiene visiblemente un automatismo
autodestructor. Por eso, la simple referencia a la mano invisible de Adam Smith, ya no
resulta suficiente en el mundo de hoy.

Actualmente tenemos que ver no solamente con la muerte de algunos, sino con la
tendencia a la muerte de toda la humanidad, incluidos los neoliberales mismos. Para
poder sostener este su capitalismo salvaje, la misma sociedad burguesa constata esta
tendencia. Con esto ella pasa hoy a la necesidad del heroísmo de un suicidio colectivo
de la humanidad. Convencida de la crítica del capitalismo de Marx, opta no por la vida
en respuesta al mercado, sino por la mística de la muerte. En el suicidio colectivo, esta
mística se transforma en proyecto. Marx jamás previo esta posibilidad. Con su
optimismo propio del siglo XIX. Él estaba seguro de que al revelar la tendencia
destructora del automatismo del mercado, la reacción humana sería directamente y sin
rodeos en favor de una alternativa. Pero resultó no ser así. El proyecto del heroísmo del
suicidio colectivo resulta muy tentador. El nazismo alemán fue el primer caso de un
pueblo que, mayoritariamente, se emborrachó con este tipo de heroísmo. La burguesía
tiene antecedentes para este pensamiento. El reformismo burgués nunca fue su única
respuesta a la crítica del capitalismo de Marx. En los países donde los movimientos
socialistas eran suficientemente fuertes como para poder aspirar al poder, la burguesía
no ha sido predominantemente reformista. Empezó muy temprano a desarrollar un
pensamiento de respuesta salvaje. Eso ocurrió en especial en la Alemania nazi y en la
Italia y la España fascistas, si bien ha tenido muchas repercusiones en los otros países
burgueses. En la situación actual, la sociedad burguesa recupera estos pensamientos y
les da un desarrollo nuevo. Ahora, esta burguesía no se puede afirmar sin volver a este
257
heroísmo del suicidio colectivo. La sociedad burguesa de hoy lo necesita, porque sabe
que la crítica del capitalismo de Marx es cierta.

Si la sociedad del mercado contiene este automatismo autodestructor que arrastra toda
la humanidad detrás de sí, como lo sostiene Marx, únicamente se la puede afirmar en
los términos salvajes actuales, fomentando esta misma mística de la muerte. El autor
que primero elaboró esta respuesta, y que sigue siendo el más fascinante hasta hoy, es
Friedrich Nietzsche. A través de Nietzsche, esta burguesía frenética que se ha
desarrollado paralelamente al reformismo burgués desde fines del siglo pasado, se ha
interpretado a sí misma. Desde esta perspectiva, el reformismo burgués se ve diferente:
Puede muy bien ser que representantes nobles (aunque no muy inteligentes) de las
clases dirigentes se propongan tratar a todos los hombres como iguales, reconocerles
derechos iguales; en este sentido, una concepción idealista que descanse en la justicia
es posible, pero como he dicho, sólo en el seno de la clase dirigente, que en este caso
ejerce la justicia por sacrificios y abdicaciones. Por el contrario, reclamar la igualdad de
los derechos, como lo hacen los socialistas de las clases dirigidas, no es nunca
emanación de la justicia, sino de la codicia. Muéstrense a una fiera pedazos de carne
sangrienta en sus proximidades; retíreselos después, hasta que ruja; ¿este rugido
significa justicia?

La imagen que se tiene de los pueblos se ha transformado en la de una bestia salvaje


que ruge, y a la cual se arrojan pedazos de carne. Son el peligro que amenaza con la
muerte. Hay una evidente inversión de la crítica del capitalismo de Marx. Este
reprochaba al capitalismo destruir con su voracidad las fuentes de todas las riquezas: el
hombre y la naturaleza. Por tanto, le reprochaba que su eficacia descansa sobre una
destructividad, que por los efectos no-intencionales de la acción humana por los
criterios del mercado, tiende a destruir las bases reales de esta misma eficacia. Tiene
una eficacia a plazo limitado. Sin asegurar la reproducción de estas fuentes de riqueza,
no puede haber un futuro a largo plazo de la humanidad. En consecuencia, hace falta
someter esta eficacia mercantil a un criterio de sobrevivencia.

En la visión del capitalismo salvaje, esta exigencia por precios e ingresos que permitan
reproducir estas fuentes de riqueza, es enfocada como el peligro. Los pueblos que
piden poder vivir, parecen ser los voraces que hay que combatir, fieras por domar. Este
criterio se ha extendido en buena parte a los grupos que se esfuerzan por salvar la
naturaleza. En la visión del capitalismo salvaje, la exigencia de la reproducción del
hombre y de la naturaleza se transforma en un levantamiento en contra de la
racionalidad, definida por las relaciones mercantiles. Para Marx, la racionalidad
económica consistía en asegurar las condiciones de la reproducción del hombre y la
naturaleza, y con eso la sobrevivencia humana. El capitalismo salvaje ha declarado los
precios de la oferta y la demanda como lo racional, aunque destruya al hombre y a la
naturaleza. La destrucción llega a ser lo racional. Esta burguesía no responde a la
crítica del capitalismo hecha por Marx, por más que está convencida de que es cierta.
258
La asume más bien al revés, celebrando la capacidad de auto-destruirse como su
heroísmo. "Vivir peligrosamente" es su lema, prefiriendo esta libertad mortal a la
preocupación por la sobrevivencia humana. Invierte la crítica del capitalismo de Marx,
para desembocar en el heroísmo del suicidio colectivo de la humanidad. Esto
presupone destruir todo humanismo universalista, y denunciar cualquier reivindicación
concreta de la igualdad de los hombres. La burguesía celebra su propia barbarie.

1.8 La determinación futura de la sociedad en América Latina

Sin embargo, el problema no es el mercado de por sí, sino la pretensión de su


transformación en sociedad perfecta, en la única institución legítima en nombre de la
cual se destruye a los movimientos populares y al Estado, en institución totalizadora de
la sociedad. Al considerar al mercado como institución perfecta, éste lo devora todo y
se transforma en un sujeto totalitario. Al destruir al Estado destruye a la sociedad civil, y
no se puede mantener sino por la transformación del Estado en Estado terrorista. Algo
parecido ocurrió a las sociedades del socialismo histórico. Transformaron la
planificación en su sociedad perfecta respectiva. En nombre de la planificación apareció
el antiestatismo, y éste se transformó en terrorismo de Estado. El problema tampoco es
la planificación de por sí, sino la pretensión de su transformación en sociedad perfecta,
en la única institución legítima con el destino de devorar a todas las otras instituciones.
El Estado se hizo inoperante, y destruyó igualmente la sociedad civil. Ante estos
problemas, vemos cómo no hace falta buscar de nuevo otra sociedad perfecta en
nombre de la cual se totalice la sociedad. De lo que se trata, es de renunciar a la
imposición de sociedades perfectas. De dejar (solo) de pretender abolir el Estado o el
mercado, y (sin) reconocer que la concepción de las sociedades perfectas como
principio de la política, destruye a la sociedad misma. No hay, ni puede haber, una
sociedad perfecta. No hay, ni puede haber, una sola institución que totalice a la
sociedad. Decir esto actualmente sobre el Estado o sobre la planificación, ni siquiera
hace falta. Todo el mundo está convencido de que no pueden ser sociedad perfecta.
Pero sí es necesario decir eso mismo del mercado. Pues éste aparece nuevamente
como el totalizador, como la única legitimidad en la sociedad, como la institución que
tiene el derecho de barrer con todas las otras instituciones, inclusive con la vida en la
tierra

Lo que hace falta es un pensamiento de síntesis, capaz de interpretar una política que
sepa dar a las instituciones diversas su lugar y su función, para cumplir con las
exigencias de la vida humana en esta tierra, en la cual todos tienen que poder vivir hoy
y mañana. La base sería el reconocimiento de que en la actualidad los seres humanos,
que trabajan exclusivamente orientados por el mercado, abandonados a sus fuerzas
auto-reguladoras, destruyen las fuentes de la riqueza que están produciendo.
Abandonados a estas fuerzas, ponen en peligro la vida del planeta. Frente a estos
efectos destructores del mercado, que acompañan, eso sí, automáticamente sus
fuerzas creadoras, aparece, y tiene que aparecer, la resistencia de la propia sociedad
259
civil que toma la forma de organizaciones populares de la más diversa índole, tanto de
protección de los seres humanos como de la naturaleza. Estas organizaciones
populares cumplen una función de racionalización del mercado, al protegerlo, mediante
su resistencia, frente a las fuerzas destructoras que él produce. No "distorsionan" al
mercado, sino que actúan frente a distorsiones que el propio mercado produce.

Sin embargo, esta función no la pueden cumplir las organizaciones populares, si no


pueden recurrir al Estado. El Estado, en sus funciones positivas, es la instancia de
poder que puede universalizar la actuación de las organizaciones populares. Si esta
universalización no ocurre, la resistencia resulta tan fragmentaria como lo es la
actuación humana dentro de los mercados. En ese caso, ella reproduce los efectos
destructores del mercado sin poder corregirlos. El Estado es, pues, la instancia de
universalización de la resistencia frente a las distorsiones que el mercado produce en
las relaciones humanas y en la naturaleza. Él no tiene por qué intervenir en los
mercados, cuando ellos no producen estas distorsiones. Por ende, la teoría de las
funciones del Estado tiene que partir del conocimiento de las distorsiones que el
mercado produce. Aparecen (así) las funciones del Estado en dos líneas, es decir,
como función de promoción de la sociedad civil y como función de planificación de la
economía. En su función de promoción de la sociedad civil, el Estado tiene que hacer
posible el desarrollo de ésta y abrirle posibilidades. Al respecto, se trata primero de
asegurar legalmente la existencia de las organizaciones populares y el ejercicio de su
resistencia. Pero, igualmente, se trata de asegurar su capacidad económica de
existencia. Aparecen también funciones que solamente el Estado puede cumplir, en
cuanto determinadas actividades necesitan ser universalizadas y la actividad privada
resulta incapaz de lograrlo. Eso ocurre especialmente en el campo de la educación y de
la salud. Una atención universal de estas necesidades parece imposible sin el
surgimiento de sistemas de salud y de educación públicos de alto nivel.

En su función de planificación económica, el Estado tiene que hacer posible, y


promover, un desarrollo económico y social capaz de asegurar la integración
económica y social de la población entera, lo mismo que su compatibilidad con la
conservación de la naturaleza. La necesidad del cumplimiento de esta función quizás
es más visible en las sociedades subdesarrolladas, donde es evidente que la empresa
privada, sola y abandonada a las fuerzas auto-reguladoras del mercado, únicamente en
casos muy excepcionales puede garantizar algún desarrollo económico, y que es
menos capaz todavía de integrar a la población entera en la división social del trabajo.
No obstante, esta necesidad de la actividad estatal se hace cada vez más visible en
referencia a la conservación de la naturaleza. Solamente un Estado planificador es
capaz de darle a la empresa privada la posibilidad y el espacio para cumplir con su
tarea de (contribuir a) desarrollar económicamente a sus países. Igualmente, sólo un
Estado planificador puede asegurar que el desarrollo económico respete los límites de
la integración humana en la economía y de la conservación de la naturaleza. Sin
embargo, la necesidad de universalizar el desarrollo, el respeto a la naturaleza y la
260
necesidad de asegurar esto para todos y de parte de todos, impone asimismo en lo
económico la actividad directa del Estado, sea a través de empresas públicas, como de
la imposición de líneas y límites de las inversiones.

De esta manera, el problema del Estado resulta ser un problema de la sociedad entera,
en la cual se interrelacionan e interpenetran la sociedad civil, el mercado y el Estado.
Solamente en esta perspectiva será posible enfocar los problemas del desarrollo
pendientes. Se trata de problemas que actualmente ya ni siquiera pueden ser
solucionados por los Estados dentro de sus marcos de dominación política, sino que
implican la necesidad de la creación de nuevos órdenes mundiales—nuevo orden
mundial económico, financiero, de mercados, ecológico—, sin los cuales una política de
desarrollo racional ya no es posible.

El análisis que hemos hecho ha insistido principalmente en el problema del mercado,


por la simple razón que hoy el mercado es el lugar desde el cual son destruidos la
sociedad civil y el Estado. En la actualidad, el mercado pretende ser la institución
perfecta a partir de la cual se pretende totalizar a la sociedad. (Varias de) las
sociedades del socialismo histórico, en las cuales se realizaba esta totalización a partir
de la planificación económica, con la subsiguiente subversión y tendencial destrucción
de la sociedad civil y del Estado, están desapareciendo (…?). De esta manera, el
problema del Estado resulta ser un problema de la sociedad entera, en la cual se
interrelacionan e interpenetran la sociedad civil, el mercado y el Estado. Solamente en
esta perspectiva será posible enfocar los problemas del desarrollo pendientes. Se
requiere lomar conciencia de que el resultado no debe ser destruir en nombre de una
institución a todas las otras, sino lograr una interrelación tal entre ellas, que se
complementen en vez de distorsionarse. Esa es la tarea de la política, y ninguna técnica
la puede hacer desaparecer.

Por eso, no se trata simplemente de defender al Estado, como si algún estatismo fuera
la solución para los peligros del antiestatismo. Asegurar las funciones del Estado,
implica una determinada posición frente a las funciones del mercado y frente al
desarrollo de la propia sociedad civil. Tiene que ser una respuesta a la crisis provocada
por la política de desmantelamiento del Estado y de las políticas de desarrollo. Los
períodos de desarrollo vigoroso de América Latina, han sido períodos de alta actividad
estatal y de un importante intervencionismo estatal, a los cuales ha contestado (vale
decir en muchos casos), un significativo esfuerzo de las empresas privadas. Con el
comienzo del desmantelamiento del Estado, en cambio, empieza el estancamiento de la
economía latinoamericana y su fracaso en desarrollar el continente. Han subido
enormemente las ganancias, pero el resultado ha sido la alta ineficacia de la tal llamada
iniciativa privada para desarrollar estos países. Eso lleva a la coincidencia de un rápido
desmantelamiento del Estado económico y social en los años ochenta, con un
estancamiento cada vez más notable del desarrollo económico y de la dinámica de las
empresas capitalistas. Esto, sin embargo, va paralelo a un aumento siempre mayor de
261
las ganancias de estas mismas empresas.

La incapacidad de la empresa privada de desarrollar los países de América Latina, no


reduce sus ganancias, sino más bien las incrementa. Cuanto más se evidencia este
estancamiento, más se habla de la necesidad de privatizar aún más las funciones
económicas y sociales del Estado. No puede existir ninguna duda de que de este
desmantelamiento del Estado, resultarán ganancias todavía mayores de las que se
tenían antes. Actividades como la salud, la educación, pero también la privatización de
las empresas públicas, permiten obtener ganancias privadas en actividades hasta ahora
mantenidas en manos del Estado. El Estado se transforma ahora en un instrumento de
aprovechamiento económico de parte de las clases dirigentes. Ya no cumple con sus
funciones, si bien sigue siendo aprovechado. Se pagan subvenciones inauditas, sólo
que no a los sectores postergados sino a los más poderosos. Estas subvenciones se
clasifican como incentivos. El cambio de palabra esconde el hecho de la reorientación
del Estado hacia el Estado de aprovechamiento. Pero el caso de mayor
aprovechamiento se da con el pago de la deuda pública, sea interna o externa. El
Estado es sofocado por estos pagos, que implican una gigantesca redistribución de los
ingresos en favor de los de ingresos altos. Cuanto menos existe un sistema eficaz de
recaudación de impuestos, más pesada y destructora tiene que ser esta deuda para la
economía de los países.

Una burguesía que rechaza el pago de sus impuestos, llevó al Estado a una situación
de bancarrota que lo ha transformado en un simple recaudador de pagos de parte de
los de ingresos bajos en favor de los de ingresos altos, de los países pobres en favor de
los países ricos. Con este estrangulamiento del Estado, los países mismos son
estrangulados. En el caso de la deuda externa, (en muchos casos) más de la mitad de
esta deuda ni siquiera fue contratada por los Estados, sino por las empresas privadas
en la banca privada internacional. Cuando al comienzo de los años cincuenta esta
deuda resultó impagable, los Estados latinoamericanos fueron obligados a asumir estas
deudas como deuda pública, lo que ha constituido la subvención estatal más grande de
la historia del continente.

No obstante, estas mayores ganancias no llevan a un mayor desarrollo. Más bien lo


estancan. La empresa privada, sin un Estado vigoroso que le abra caminos y que
sustente actividades estatales de apoyo para fomentar su actividad productiva, resulta
ser completamente ineficiente para conducir ella misma el proceso de desarrollo. (Esta
situación) cuanto más penetra la sociedad entera, menos desarrollo provoca.
Desempleo, pauperización y destrucción galopante de la naturaleza son el resultado, y
no aparece un crecimiento económico significativo. Pero no solamente destruye el
desarrollo. Destruye inclusive la capacidad de acción racional del Estado, y lo corrompe.
Lo corrompe por obtener creciente provecho de la restante actividad estatal, además de
que produce tales problemas sociales, que el propio aparato estatal tiene que actuar sin
tener los medios adecuados para hacerlo. En consecuencia, la ineficacia de la empresa
262
privada para desarrollar a estos países, lleva a la inflación del Estado.

Al no poder efectuar ella una política económica de empleo y una política social de
distribución de los ingresos, el Estado se transforma en la única fuente de ingresos para
aquellas personas que no son empleadas por la empresa privada. Como no saben
dónde ir, presionan sobre el Estado para conseguir algún empleo. Se trata de una
presión que resulta precisamente de la ineficacia de la empresa privada para dar
empleo a la población. Esto es lo que lleva a la inflación del Estado. Este, ahora con
sus funciones restringidas, está obligado a contratar mucho más personal del que
efectivamente requiere para el cumplimiento de las funciones que le quedan. Luego, el
Estado se corrompe en ambos sentidos: para la burguesía, como fuente de ingresos,
muchas veces ilícitos; para el pueblo, como paliativo para el desempleo y la
pauperización, pues empieza a contratar personal al cual no corresponden realmente
funciones en cuyo cumplimiento podría trabajar. Esta corrupción, desmoralización e
ineficiencia del Estado, se transforma posteriormente en argumento en favor de un
desmantelamiento todavía mayor de éste y de la privatización de sus funciones.

Sin embargo, la privatización empeora la situación precisamente por el hecho de que el


origen del estancamiento es la propia empresa privada, con su incapacidad para
originar por su cuenta, sin recurrir al Estado, una política de desarrollo adecuada, si
bien se opone a una acción racional del Estado para complementar su ineficacia. Esto
desemboca en un círculo sin fin, del cual aparentemente no hay salida. Esta situación
no es sostenible sino por medio de una orientación cada vez más represiva del Estado
en América Latina. Así, un Estado, que ciertamente requiere muchas reformas, no es
racionalizado sino que es puesto al servicio siempre más exclusivo de los poderes
económicos nacionales e internacionales.

El antiestatismo metafísico es la ideología que esconde esta situación, y le da su


justificación aparente. En todas partes donde este antiestatismo en nombre del
mercado total se ha instituido, ha desatado crisis económicas y de desarrollo. En
nombre del mito de la capacidad del mercado de solucionar todos los problemas, ha
extremado los problemas existentes. Ha llevado el desempleo a niveles nunca
sospechados, ha creado distribuciones de ingresos que condenan a la miseria a
segmentos crecientemente mayores de la población, y ha originado la destrucción de la
naturaleza a niveles que superan todo lo anterior. Haciendo eso, no ha cumplido
siquiera con su promesa de un crecimiento económico sostenido. Bajo la égida del
antiestatismo, la misma dinámica económica se ha perdido. Se destruye al ser humano
y a la naturaleza, sin por lo menos lograr un crecimiento económico. La empresa
privada, orientada exclusivamente por los mecanismos del mercado, pierde su
eficiencia, a pesar de que obtiene ganancias siempre mayores. Eso ha ocurrido incluso
en el centro del capitalismo mundial, en EE.UU., durante los años ochenta.

La política antiestatista destruyó la eficacia de la economía también allí. mientras los


263
capitalismos con estados desarrollados, como Europa Occidental y Japón, tomaron la
delantera. Es la tragedia de América Latina: haber caído en el mito del antiestatismo,
únicamente para confirmar su propio declive. En América Latina en la actualidad, y
especialmente en América Central, donde hay una sociedad y un Estado muy poco
desarrollados, se requiere constituir la sociedad misma, junto con el Estado. (En las
circunstancias actuales y dada la plena vigencia de estas instituciones) la tarea es
reconstituir la sociedad con una relación complementaria entre la parte no empresarial
de la sociedad civil, el mercado y el Estado, en la cual sea posible iniciar el camino del
desarrollo nuevamente, pero esta vez dentro del marco de una integración de toda la
población en la división social del trabajo y en la sociedad, y dentro de los límites que
exige la conservación de la naturaleza. Es necesario revertir el proceso, que la política
de desmantelamiento del Estado ha producido. Eso implica la necesidad de vigorizar la
sociedad civil, precisamente en sus componentes no empresariales, reprimida
sistemáticamente por el terrorismo del Estado de Seguridad Nacional. Eso presupone
un Estado que no solamente tolere esta sociedad civil, sino que también la fomente. No
obstante, también implica como condición de la necesaria racionalización del Estado,
originar un nuevo proyecto de desarrollo en el cual el mercado y la planificación
económica estatal sean reconocidos en su complementariedad, siendo la planificación
estatal una parte imprescindible, pues sin ella el mercado no es capaz de originar un
desarrollo económicamente racional. Si no cumple esta tarea, el Estado tiene que
basarse primordialmente en sus fuerzas represivas con la tendencia hacia el terrorismo
de Estado. Ello por cuanto sin esta concentración exclusiva en su fuerza represiva, no
podría contener los reclamos de los desposeídos y desplazados producidos por las
fuerzas del mercado. Luego, esta inflación del Estado no es más que el reflejo de la
incapacidad del automatismo del mercado de solucionar los problemas económicos de
la población. La transformación del Estado en un Estado exclusivamente represivo, en
nombre de su racionalización, es el resultado más probable. Por eso, el lema frente al
Estado no puede ser el antiestatismo. No se trata de desmantelar el Estado, sino de
desmantelar a los ejércitos y a las fuerzas de represión policial para tenerlos apenas en
el grado mínimo necesario.

La necesaria reforma del Estado, por tanto, tiene que sustituir la función represiva de
éste por la constitución de una política de desarrollo que permita tener un Estado
adecuado al cumplimiento de sus funciones, en cuanto esa política de desarrollo sea
capaz de responder a las necesidades económicas de la población. Tenemos que
escoger entre desmantelar el Estado o desmantelar a los aparatos represivos. El
desmantelamiento del Estado implica la hipertrofia de los aparatos represivos; el
desmantelamiento de estos aparatos, en cambio, presupone el desarrollo del
cumplimiento de las funciones del Estado. Esto constituye a la vez un planteo de la
democracia posible en la actualidad. Es la condición para que la democracia sea viable.
El antiestatismo vinculado con la totalización del mercado, exige un: vivir, y dejar morir.
La democracia presupone un: vivir, y dejar vivir. Los gobiernos civiles tienden a
constituirse como gobiernos autónomos sometidos a la función soberana del ejercicio
264
del poder de parte de los ejércitos y de la policía y, en nombre del cobro de la deuda
externa, a los dictámenes de los organismos internacionales. Se trata de democracias
controladas, cuyos controladores no están sometidos a ningún mecanismo democrático.

265
2. Liberalismo, neoliberalismo y Globalización
“Fuera del neoliberalismo no hay salvación. Hemos llegado al final de la historia. No hay
otra posibilidad, no hay otra salida más que el neoliberalismo. Todas las demás
ideologías fracasaron. Lo que sirvió en las décadas pasadas fue un sueño que no
soluciona nada. El capitalismo neoliberal es el único sistema capaz de producir riqueza,
trabajo y bienestar social.”
"¿El fin de la Historia?". Francis Fukuyama, (1989)

2.1 Liberalismo (Clásico)

Las ideas esenciales del liberalismo fueron elaboradas por John Locke, Montesquieu,
David Hume, Adam Smith, David Ricardo y John Stuart Mill, entre otros.
El liberalismo en el terreno de la economía defiende: la libertad personal, propiedad
privada, iniciativa y propiedad privada de las empresas, el libre comercio, que se
imponga el beneficio sobre cualquier otra consideración y que no debe de haber trabas
para el libre desenvolvimiento de las empresas. Los liberales del siglo XVIII sostenían
que no había nadie más apto para encaminar la economía que los empresarios y por
ende el Estado no debía intervenir en ella. Adam Smith publica en 1976 su libro La
riqueza de las naciones el que refleja la situación que se vivió en ese tiempo y, además,
sentó las bases del liberalismo económico. Smith afirmaba que cada capitalista al
buscar su propio beneficio buscaba el de los demás, por lo que no se requería la
intervención del Estado en la actividad económica, decía que la economía está regida
por una “mano invisible” que era el mercado, y que este los resolvería todo por sí
mismo. Lo que argumentan es que el gobierno siempre ha impuesto restricciones y
regulaciones sobre las actividades económicas del individuo y que deben de eliminarse
para liberar las energías creadoras que poseemos, esto es laissez-faire. Sin embargo
Smith predijo que el libre mercado a la larga empezaría a afectar a la sociedad y que el
Estado debería de intervenir. Cabe destacar que en economía se les llama
(curiosamente) liberales a los conservadores ya que la aplicación de sus doctrinas solo
favorecen a la burguesía y se ponen esta mascara de “liberales” para moverse sin
obstáculos.249

2.2 Liberalismo Moderno250

El liberalismo moderno (mediados del siglo XX), tiene como precursores más
destacados a Ludwing Von Mises y a su discípulo Friedrich Hayek, máximos

249Neoliberalismo, Globalización y Neoliberalismo en México. html.rincondelvago.com/globalizacion-y-


neoliberalismo.html‎

250 Fuentes: todo lo escrito sobre este tema en el presente documento, se


integró de diferentes fuentes provenientes de internet.
266
representantes de la Escuela Austriaca, configurando las bases de la ideología
capitalista que se profundizará y extenderá con rigor a partir de los años 60’.
Ludwig Heinrich Edler von Mises (Lemberg; 29 de septiembre de 1881 – Nueva York,
10 de octubre de 1973) fue un economista austriaco de origen judío, historiador, filósofo
y escritor liberal que tuvo una influencia significativa en el moderno movimiento libertario
en pro del mercado libre.

En su tratado sobre Liberalismo, escrito en 1927, destacan los conceptos siguientes:

1. El liberalismo es el esfuerzo intelectual por detectar, destacar y recuperar los


principios propios de la civilización (capitalista) occidental .
2. La libertad: es la ausencia de coacción por parte de terceros, es decir, la
posibilidad de actuar en conformidad con fines y valores propios.
3. La sociedad: es la cooperación libre y voluntaria entre los seres humanos,
fundamentada en la división del trabajo.

Esta cooperación es resultado de un proceso evolutivo de ensayo y error. De modo que


instituciones como el dinero o el derecho son fruto no intencionado de la acción
humana, y no son producto del humano diseño. Para Mises la sociedad no puede
organizarse “por decreto”. Sobre todo porque es imposible que una persona o un grupo
reducido (p. ejm.; el Estado), disponga del conocimiento total necesario para tomar
todas las decisiones.

4. El mercado. Es el medio más eficiente para producir, por supuesto, tal como
demuestra el consenso actual entre los economistas. También es el más
adecuado para repartir, entre otras razones, porque producir y repartir los
beneficios son partes de un todo inseparable. No es factible durante mucho
tiempo que el mercado produzca y el estado distribuya. Si la distribución de la
riqueza que generan los procesos productivos no guarda relación con dichos
procesos los agentes productivos pierden sus incentivos y disminuyen o cesan
en su producción.

Para Von Mises el principal objetivo del liberalismo es el bienestar. El liberalismo busca
el bien para toda la sociedad, el mayor bienestar para el mayor número. “De hecho, el
liberalismo no difiere del socialismo o de otros sistemas políticos en sus fines, sino en
los medios empleados”.
Ahora bien, el liberalismo se centra en la actuación terrenal del hombre, en el progreso
externo, en el bienestar material (individual) de los humanos.
Friedrich August von Hayek (Viena, 8 de mayo de 1899 - Friburgo, 23 de marzo de
1992) fue un filósofo, jurista y economista de la Escuela Austríaca, discípulo de
Friedrich von Wieser y de Ludwig von Mises. Es conocido principalmente por su
defensa del liberalismo y por sus críticas a la economía planificada y socialista que,
como sostiene en Camino de servidumbre, considera un peligro para la libertad
267
individual que conduce al totalitarismo. Fue galardonado con el Premio Nobel de
Economía en 1974.

Su obra más conocida, Camino de servidumbre (título original "The Road to Serfdom"),
fue publicado por primera vez en marzo de 1944 en el Reino Unido, y en septiembre del
mismo año por la Universidad de Chicago en EEUU.

La tesis central es que Socialismo y Totalitarismo son esencialmente lo mismo, dos


retoños del colectivismo y éste, a su vez, un modelo de organización incompatible con
la libertad humana. Para Hayek toda planificación económica (hecha por el Estado), por
leve que sea, se basa en la creación de un supuesto bien común o nacional que se
constituye en objetivo general. Así pues, la planificación económica conduce
necesariamente hacia el totalitarismo y a la pérdida de las libertades individuales. En el
libro, usa tanto a la Unión Soviética como a la Alemania Nazi, como ejemplos de países
que han recorrido el "camino a la servidumbre" y llegado a esa situación. En sus
palabras:

Cualquier política dirigida directamente a un ideal de justicia distributiva, es decir, a lo


que alguien entienda como una distribución "más justa", tiene necesariamente que
conducir a la destrucción del imperio de la ley porque, para poder producir el mismo
resultado en personas diferentes, sería necesario tratarlas de forma diferente. Y ¿cómo
podría haber entonces leyes generales?

Von Hayek ofrece la siguiente observación, que podría haber servido de conclusión a
su obra: "En el pasado, ha sido la sumisión a las fuerzas impersonales del mercado lo
que ha hecho posible el desarrollo de la civilización. Es esta sumisión lo que nos
permite a todos construir algo que es mayor que lo que cada uno de nosotros pudiera
construir. Se equivocan terriblemente los que creen que podemos ayudar a dominar las
fuerzas de la sociedad de la misma forma que hemos aprendido a dominar las fuerzas
de la naturaleza. Esto no sólo es el camino hacia el totalitarismo sino también el camino
hacia la destrucción de nuestra civilización y, ciertamente, la mejor manera de bloquear
el progreso."

2.3 Neoliberalismo

El neoliberalismo etimológicamente es el “nuevo liberalismo”. Es el retomar de la vieja


doctrina liberal con ciertas modificaciones y nuevas aportaciones. El antiguo discurso
de que el mercado se autorregula y hace que todo funcione bien, que no debe de haber
intervención del Estado en la actividad económica, que haya libre competencia y que se
busque el máximo beneficio es nuevamente tomado. Sus principales postulados - dice
David Morris - son: la competencia promueve la innovación, eleva la productividad y
reduce los precios; la división del trabajo permite la especialización y que mientras más
grande es una unidad de producción, más grandes serán la división del trabajo y la
268
especialización y mayores los beneficios. Evidentemente el neoliberalismo se apoya en
los principios de los economistas clásicos, principalmente los de Adam Smith.251
En el artículo “¿El fin de la historia?”, que escribió en 1989, Fukuyama expresa que al
producirse el derrumbe de las sociedades socialistas el capitalismo y el liberalismo
surgen como el único sistema viable y se ve demostrado porque Rusia, China (…)y
Europa del este adoptan este sistema. Para Fukuyama la cultura de consumo se
expande y triunfa sobre las demás. La democracia capitalista se sitúa como el sistema
político ideal. "(...) en el fin de la historia no es necesario que todas las sociedades se
conviertan en exitosas sociedades liberales sino que terminen sus pretensiones
ideológicas de representar diferentes y más altas formas de la sociedad humana". En
pocas palabras para Fukuyama el liberalismo (ahora neoliberalismo) y el capitalismo
son el sistema político y evidentemente económico imperante en el planeta y que fuera
de él no hay otra alternativa.252

El neoliberalismo tiene un aliado muy importante que es la globalización o viceversa.


El neoliberalismo no siempre ha existido. De hecho, es un sistema bastante joven; sólo
se convirtió en la ideología económica dominante hace un poco más de tres décadas.
El sistema anterior (siempre dentro del capitalismo), que duró aproximadamente desde
finales de los años 1930 hasta finales de los 70, fue formado en gran parte por las ideas
del economista inglés John Maynard Keynes, y por su influencia se llama el
"Keynesianismo". Sin dejar de ser capitalista, Keynes decía que el Estado debería de
tomar un papel activo en el manejo de la economía de su país. En el Keynesianismo, el
Estado imponía reglas y supervisaba el mercado para dirigir la economía hacia las
prioridades que determinaba. No intentaba suplantar el mercado; más bien lo regulaba.
253

Pero mientras dominaba el Keynesianismo en la economía global, otro economista muy


influyente, Milton Friedman (de la escuela de Chicago), proponía un modelo económico
basado en principios prácticamente opuestos a los de Keynes, un modelo que forma la
base de lo que ahora se llama el neoliberalismo. Friedman propuso que el Estado no
interviniera casi nada en la economía nacional, es decir, que el control de la economía
estuviera en manos del capital privado y ya no en manos del Estado. Criticaba los
gobiernos nacionales por sus burocracias enormes e ineficientes que impedían el
funcionamiento óptimo del mercado.254

251 Loc. Cit.


252 Loc. Cit.
253 Susan George. Breve historia del neoliberalismo.
http://www.zmag.org/Spanish/0501geor.htm
254 Loc. cit.
269
2.3.1 Visión neoliberal de las crisis económicas y medias de política para
solucionarlas: 255

El Neoliberalismo, cree que la crisis económica a nivel mundial, es producto de la


excesiva intervención del Estado en la economía. El objetivo fundamental de la política
económica, según las orientaciones neoliberales, es propiciar el funcionamiento flexible
del mercado eliminando todos los obstáculos que se levantan a la libre competencia.
Para solucionar la crisis económica, los neoliberales proponen las soluciones
siguientes:

La privatización de todas las instituciones y que la economía se rija por un


modelo de libre mercado o libre competencia. La libre competencia consiste en un gran
número de empresas produciendo, en las que solamente el libre juego de la oferta y la
demanda influyan en el precio y la producción y consumo de los bienes.

Desaparecimiento de: Programas de seguridad social, Programas de


construcción de viviendas por parte del Estado, Leyes del salario mínimo, legislación a
favor de los sindicatos, impuestos a las importaciones o aranceles, controles de precio y
subsidios.
De esta manera, se cumple con el principal objetivo del capitalismo, el cual es “la
maximización en la obtención del lucro o ganancia” de los empresarios privados.

2.3.2 Las políticas neoliberales256

Bajo esta perspectiva, en las últimas décadas, todos los países de América Latina y el
Caribe han realizado reformas estructurales orientadas hacia el mercado y a mejorar la
eficiencia de la economía, a acelerar el crecimiento económico, etc.; ya que las
reformas neoliberales ponen el crecimiento económico como razón de ser de la
economía. Restringen la intervención del Estado hasta despojarlo de la responsabilidad
de garantizar los bienes mínimos, que se merece todo ciudadano. Eliminan todos los
programas de creación de oportunidades para todos y los sustituyen por apoyos
ocasionales a grupos focalizados. Privatizan empresas con el criterio de que la
administración privada es mejor. Abren sin restricciones las fronteras para mercancías,
capitales, y flujos financieros, que es parte también, de la globalización económica.
Subordinan la complejidad de la Hacienda Pública al ajuste de las variables
macroeconómicas: presupuesto general equilibrado, reducción de la inflación y balanza
de pagos estable, pretendiendo que de allí, se sigue todo bien común a largo plazo, sin
atender a los nuevos problemas de la población que emergen de estos ajustes, y que
tienen que ser atendidos simultáneamente, por una política de Estado.
Según estas políticas neoliberales, el problema de la distribución del ingreso se dará
255
Neoliberalismo y globalizacion. www.amschool.edu.sv/paes/civica/TEMA%203.htm‎
256 Loc. Cit.

270
por rebalse, cuando, al elevar los niveles de ingreso debido a un alto crecimiento
económico, permitirá eliminar las desigualdades económicas entre la población.
La visión del ser humano en el neoliberalismo, “delimita la grandeza del hombre y de la
mujer a la capacidad de generar ingresos monetarios, exacerba el individualismo y la
carrera por ganar y poseer. En muchos casos desata la codicia, la corrupción y la
violencia y, al generalizarse en los grupos sociales destruye radicalmente la comunidad.
Se impone así un orden de valores donde priva la libertad individual para acceder al
consumo de satisfacciones y placeres”. (Zacarías, Eladio. Estudios Sociales y Cívica II.
Pag 124).

2.4 La globalización: 257

La globalización es un fenómeno moderno que puede ser analizado desde diversos


ángulos. El término proviene del inglés globalization, donde global equivale a mundial.
Por eso, hay quienes creen que el concepto más adecuado en castellano sería
mundialización, derivado del vocablo francés mondialisation.
A grandes rasgos, podría decirse que la globalización consiste en integración de las
diversas sociedades internacionales en un único mercado capitalista mundial. Por eso,
el fenómeno es defendido desde teorías económicas como el neoliberalismo (al cual
sirve como instrumento operativo) y por entidades como el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial.

Los defensores de este fenómeno mundial exponen multitud de razones para estar a
favor del mismo. Así, entre ellas se encuentra el que permite que la libertad se extienda,
da lugar a más puestos de trabajo y a un crecimiento palpable de la economía, ha
disminuido la mortandad infantil, ha aumentado la esperanza de vida, han avanzado los
derechos de las mujeres y ha decrecido la explotación laboral infantil.(…¿?)
Existen numerosas corrientes de pensamiento que creen que la globalización
trasciende la cuestión económica y abarca a la cultura, por ejemplo. Como la relación
de fuerzas entre las naciones más desarrolladas (como las europeas o los Estados
Unidos) y las subdesarrolladas (como las latinoamericanas o africanas) es sumamente
desigual, la globalización sin límites ni controles favorece el imperialismo cultural y el
dominio económico, y atenta contra la identidad particular de cada pueblo.
El origen histórico de la globalización se remonta a 1492, cuando Cristóbal Colón llegó
a América. A partir de allí, la voluntad expansiva de Europa se tradujo en una serie de
imperios y el comercio global se intensificó año a año. Las potencias se basaban en la
teoría económico-política del mercantilismo, que suponía la competencia por una
cantidad finita de riqueza y la necesidad de un control estricto del comercio.

Vale mencionar que, especialmente desde el siglo XX, todos los países del mundo,
socialistas o capitalistas, en diversa medida, han experimentado y vivido los efectos de

257 http://definicion.de/globalizacion/#ixzz2ps4aQbR2

271
la globalización, o bien, han puesto en práctica medidas globalizantes.

El avance de la tecnología, el auge de las telecomunicaciones e Internet y el desarrollo


de los medios de transporte, entre otros, ha permitido que el fenómeno de la
globalización sea una realidad ineludible en el mundo actual, lo cual seguirá
manifestándose en el futuro por el mismo desarrollo de las fuerzas productivas y la
misma división social del trabajo.

272
3. QUÉ ES LA SOCIALDEMOCRACIA258

Preámbulo

El tema de la Socialdemocracia es parte del programa del Curso de Ciencia


Política impartido en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San
Carlos de Guatemala. Constituye parte de la quinta unidad programática denominada
Procesos Sociopolíticos Contemporáneos.

Es mucha la bibliografía existente sobre este tema, pero por su particularidad en


la exposición, contenido científico, riqueza conceptual y contemporaneidad, el
documento aquí presentado expone de la mejor manera el origen, desarrollo y
actualidad de la Socialdemocracia. La utilización de dicho documento como referencia
bibliográfica, es con el único propósito de su lectura y evaluación de los estudiantes del
curso de Ciencia Política, impartido en la Facultad de Ciencias Económicas de la
Universidad de San Carlos de Guatemala.

Como es sabido, la socialdemocracia es una ideología y movimiento político de


tendencia socialista que nace en Europa a finales del siglo XIX y principios del siglo XX,
que si bien tiene su raíz en el marxismo clásico, se presenta como una propuesta
teórica y práctica moderada (Fundación por la Socialdemocracia de las Américas, A.C. ,
2006).. Los partidarios de esta doctrina creen que los cambios en el sistema capitalista
hacia una sociedad socialista pueden darse de forma pacífica, con reformas graduales
de profundo contenido social, y no de forma violenta como lo afirma el marxismo.

En sí, para la socialdemocracia, el bienestar social, la justicia social y la equidad


puede lograrse dentro del mismo Estado a través del impulso y ejecución de reformas
sociales. Vale mencionar que en el caso de Guatemala, el gobierno representado por
Álvaro Colom y su partido UNE (2008-2012), se proclamaron socialdemócratas, aunque
de una forma muy sui géneris. Realmente, dentro del espectro ideológico partidista, el
partido UNE se localiza en centro-izquierda con mucha representación de la derecha,
una mezcolanza muy clásica en muchos partidos políticos guatemaltecos.

258 Tema seleccionado del documento original ¿Qué es la socialdemocracia? los


principios y valores de la tercera vía, Primera Edición Impresa, 2005. Primera Edición
Electrónica, corregida y aumentada por la Fundación por la Socialdemocracia de las
Américas, A.C., 2006. De este documento se extractaron los contenidos que se
consideraron necesarios para efectos de su lectura y evaluación de los estudiantes del
curso de Ciencia Política, impartido en la Facultad de Ciencias Económicas de la
Universidad de San Carlos de Guatemala, con propósitos únicamente de enseñanza,
análisis y discusión académica y sin ningún fin de lucro.

273
Guatemala ha experimentado este tipo de gobierno o expresión política (además de las
consecutivas dictaduras militares y los gobiernos civiles y militares conservadores de
derecha y de extrema derecha). Por lo tanto, los siguientes documentos ilustran y
exponen académicamente el contenido y particularidades de la socialdemocracia.

Guatemala, septiembre de 2017

Lic. MSc. Edgar Arturo Marroquín López


Coordinador del Curso de Ciencia Política, USAC

274
3.1 Socialdemocracia: definición y origen.

La socialdemocracia es una doctrina y movimiento político de tendencia socialista


surgida en Europa a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, que si bien tiene su
raíz en el marxismo clásico, se presenta como una propuesta teórica y práctica
moderada.

Es decir, que para los socialdemócratas la transición de la sociedad capitalista al


socialismo se pretende a través de medios pacíficos -reformas graduales dentro del
sistema- y no de medidas violentas como la revolución con miras a destruir el
capitalismo como modo de producción.

En este sentido, el modelo socialdemócrata se deslinda de las tesis y acciones


ortodoxas del marxismo, desde la interpretación materialista de la historia, la lucha de
clases y la dictadura del proletariado hasta la teoría de la extinción del Estado.

De esta manera, la socialdemocracia, encabezada inicialmente por partidos políticos


obreros, participa en el juego de poder de la democracia liberal. Así, el parlamentarismo
y el electoralismo se presentan como los campos de batalla de este movimiento.

La cuna de la socialdemocracia se encuentra en Europa Central, donde Alemania


destaca como país pionero en la promoción de esta ideología. El Partido Obrero
Socialdemócrata Alemán (1869) fue el primer partido de esta tendencia. No obstante,
también figuran partidos políticos socialdemócratas surgidos a finales del siglo XIX en
países del Este y Norte de Europa. Tales son 1os casos de Dinamarca (1878), Bélgica
(1885), Noruega (1887), Austria (1889), Suecia (1889), Hungría (1890), Polonia (1892),
Bulgaria (1893), Rumania (1893), Holanda (1894) y Rusia (1898).

Desde sus orígenes, el movimiento socialdemócrata se ha caracterizado


fundamentalmente por su capacidad de transformación y voluntad de adecuarse a las
exigencias de la realidad histórica que se vive en el momento.

Así, la socialdemocracia se ha modificado a través del tiempo en respuesta a


determinados paradigmas, reconfigurando su propia naturaleza.

275
PARADIGMA ESTABLECIDO RESPUESTA A

Marxismo clásico(1848-1916) Socialdemocracia originaria (1869-


1945)
Liberalismo (1900-1930) Socialdemocracia clásica (1945-1973)
Neoliberalismo (1979-1998) Socialdemocracia renovada (1998-
2005)

A pesar de esta tendencia transformadora, puede afirmarse que la esencia de esta


doctrina se ha mantenido durante toda su evolución: la búsqueda de los medios
necesarios para alcanzar las mayores cuotas de libertad, igualdad y bienestar entre los
miembros de una sociedad.

Asimismo, existen valores que también han permanecido como rasgos característicos
del paradigma socialdemócrata. Tal es el caso de la justicia social, la solidaridad, la
responsabilidad, el humanismo y el progresismo.

3.2 La socialdemocracia originaria (1869-1945).

A diferencia de la consigna marxista de destruir al Estado para establecer una sociedad


sin clases, el planteamiento socialdemócrata sostiene, en un primer momento, que la
instauración del socialismo debe realizarse a través de la utilización del Estado. Se
acepta que la emancipación de la clase trabajadora puede lograrse dentro de la misma
sociedad capitalista.

En otras palabras, se trata de impulsar el mayor número de reformas sociales posible a


favor de los más débiles dentro del mismo Estado. Ello con miras a construir un Estado
social y democrático que garantice los derechos y el bienestar de la mayoría sin
necesidad de abolirlo. Tal y como lo planteó en 1899 el alemán Eduard Bernstein –uno
de los grandes fundadores de la socialdemocracia y padre del revisionismo:

Desde el punto de vista político nos damos cuenta de que los privilegios de la burguesía
capitalista, en todos los países avanzados, dan paso poco a poco a las instituciones
democráticas... La legislación de la fábrica, la democratización de las administraciones
comunales y la extensión de su competencia, la liberación de los sindicatos y de las
cooperativas de todas las trabas legales, la consulta permanente de las organizaciones
obreras por parte de las autoridades públicas en las contrataciones laborales
caracterizan el nivel actual del desarrollo...A medida que las instituciones políticas de
las naciones modernas se democratizan, se reducen la necesidad y las oportunidades

276
de grandes catástrofes políticas.259

En términos económicos, los socialdemócratas aceptan el sistema de economía de


mercado, aunque también reconocen que éste presenta deficiencias al asignar los
recursos. Por lo tanto, promueven la intervención de la autoridad pública para
establecer equilibrios y garantizar la libertad económica.

Así, desde su nacimiento la socialdemocracia fue identificada con el reformismo. Para


sus críticos –los marxistas ortodoxos- más que la búsqueda de la emancipación de la
humanidad a través de reformas políticas y sociales, se trataba de una traición a la
utopía socialista, una claudicación al ideal revolucionario, al elegir el camino de la
democracia liberal y al aceptar el capitalismo como sistema económico.

En cambio para los socialdemócratas originarios, la elección de la lucha democrática


para lograr el mejoramiento de la condición de vida de los trabajadores dentro de la
sociedad capitalista, se trataba de una opción viable que simplemente utilizaría otros
métodos, pero que mantenía como meta la instauración del socialismo.

En este sentido, en su versión originaria la socialdemocracia se define como un partido


político reformista, socialista y democrático que lucha por el progreso social y la
conquista de la democracia con la finalidad de impulsar el desarrollo de la sociedad
hacia el socialismo.260

Cabe destacar que a pesar de que en esta primera etapa la clase obrera, condensada
en un partido político monoclasista, se mantuvo como el sujeto de cambio primordial, ya
se reconocía le necesidad de transformar aquel partido de clase en un partido del
pueblo.

Política de clase obrera no significa aquí un antagonismo absoluto con los


intereses de las otras clases, pero significa libertad de los intereses particulares y
específicos de las otras clases...Así, se puede convertir en un ‘partido del pueblo’ sólo
en el sentido y en la medida en que los obreros mismos se conviertan en el elemento
determinante en el pueblo, alrededor del cual se agrupen otras capas sociales como
pertenecientes esencialmente a él.261

259 Eduard Bernstein, Las premisas del socialismo y las tareas de la


socialdemocracia. Problemas del socialismo. El revisionismo en la
socialdemocracia, 1ª edición en español, Siglo XXI, México, 1982, p. 96.

260 Ibidem., pp. 255-256.


261 Ibidem., p. 317.
277
MARXISMO CLÁSICO SOCIALDEMOCRACIA
ORIGINARIA
META Instauración del socialismo Instauración del socialismo

CONSIGNA Destruir el Estado Utilizar el Estado

ESTRATEGIA Revolución Reformas

ACTOR Partido monoclasista Partido policlasista

TIPO DE Sociedad sin clases Estado democrático


ESTADO

La tarea fundamental del movimiento socialdemócrata es en este periodo organizar


políticamente a la clase trabajadora para luchar por la ampliación de sus derechos
políticos y sociales para, una vez organizada, formarla para la democracia.

En suma, la socialdemocracia originaria destaca por su gran vocación democrática y de


transformación fundamentada en un rico debate teórico que permitió proponer
estrategias ad hoc a los acontecimientos que se suscitaban en aquella época, a la par
de que mantuvo viva la utopía socialista.

La socialdemocracia se propone ante todo elevar continuamente al trabajador de la


condición de proletario a la de ciudadano y generalizar el sistema civil o la condición de
ciudadano. No trata de sustituir la sociedad civil por una sociedad proletaria, sino el
orden social capitalista por un orden social socialista.262

3.3 La socialdemocracia clásica (1945-1973).

Hasta finales de los años cincuenta del siglo XX, la socialdemocracia en general siguió
basando sus acciones en tesis marxistas. Incluso mantuvo la meta de establecer una
sociedad sin clases. Sin embargo, las circunstancias históricas la obligaron a dar un
viraje ideológico radical.

En 1959, año en el que se celebró el Congreso del Partido Socialdemócrata Alemán


(SPD) en Bad Godesberg, se reconoció la obsolescencia del marxismo frente a los
retos que implicaba sobrevivir en una situación de posguerra y frente a la posibilidad de
llegar al gobierno.

262 Ibidem., p. 222.

278
Finalmente, la socialdemocracia, en este segundo periodo, se consolidó como una de
las principales fuerzas políticas leal al sistema capitalista, teniendo su mayor periodo de
auge entre los años 1945 y 1973.

Ya no se trataba de alcanzar aquella sociedad sin clases; ahora se pretendía humanizar


el capitalismo y reformar el Estado. Una vez más la socialdemocracia adoptaba una
estrategia pragmática y realista que se adaptaba a las nuevas circunstancias.

El contexto en el que se desarrolla esta etapa de la denominada socialdemocracia


clásica se caracteriza fundamentalmente por el auge y la expansión del capitalismo que
se presenta a nivel mundial.

En este sentido, el crecimiento económico sostenido que se dio en los países de


Europa después de la Segunda Guerra Mundial, fomentado entre otras cosas por el
apoyo de Estados Unidos, permitió la instauración del Estado de bienestar. Un modelo
político y social que permitió a la socialdemocracia expresar sus ideales.

Para el británico Charles Anthony Raven Crosland263, los cinco elementos que
componen el paradigma socialdemócrata clásico son:

a) El liberalismo político: la aceptación de las instituciones liberal-democráticas.

b) La economía mixta: la coexistencia de la propiedad privada de los medios de


producción y de un control público de la actividad económica a través de la
planificación.

c) El Estado de bienestar: la ejecución de políticas sociales tendientes a distribuir la


riqueza de una forma más equitativa, mitigando los efectos del mercado, y a promover
la justicia social, corrigiendo los desequilibrios económicos.

d) El keynesianismo: la ejecución de políticas económicas tendientes a lograr pleno


empleo, salarios elevados, estabilidad de precios y aumento del gasto público.

e) El compromiso con la igualdad social.

Durante este periodo la socialdemocracia logró grandes éxitos. No sólo en términos de


victorias electorales, sino también respecto a la difusión de su modelo: conjunción de la
democracia liberal, el capitalismo y el bienestar social.

Entre los más destacados dirigentes políticos de estos años se encuentran: el Primer

263 El libro clásico de este autor se titula El futuro del socialismo y fue
escrito en 1956.

279
Ministro sueco Olof Palme (1969-1976, reelegido en 1982); el Canciller de Austria
Bruno Kreisky (1970-1983) y; el Canciller alemán Willy Brandt (1969-1974).

Para este entonces, la socialdemocracia clásica se define como la forma de


organización obrera más extendida en el capitalismo democrático; como la única fuerza
política de izquierdas que ha podido demostrar un récord de reformas a favor del
bienestar de los obreros.264

Continuando con la estrategia política de establecer y fortalecer a partidos


interclasistas, la socialdemocracia clásica buscó la integración social del electorado
para obtener el mayor número de votos posible. Es decir, buscó el apoyo fuera de la
clase obrera. Así, esta búsqueda de aliados se arraigó a partir de entonces como una
táctica inherente al electoralismo.

Ello también respondió a la evolución numérica de la estructura de clases en las


sociedades modernas, lo cual exigía propuestas más amplias y diversas. Los partidos
socialdemócratas dieron así un nuevo contenido a sus plataformas.

Las alianzas más allá de la clase han de basarse en la convergencia de los


intereses económicos inmediatos de la clase obrera y los de los otros grupos. Los
socialdemócratas tienen que ofrecer créditos a los pequeños burgueses, pensiones a
los empleados y funcionarios, salarios mínimos a los obreros, protección a los
consumidores, educación a los jóvenes, descuentos familiares a las familias...Tal
convergencia no puede existir de manera que refuerce la cohesión y la combatividad de
los obreros contra las otras clases. Cuando los socialdemócratas amplían su llamado,
se ven obligados a prometer luchar no por unos objetivos específicos de los
trabajadores como clase, sino sólo por aquellos que los obreros comparten como
individuos con otros miembros de otras clases...Lo que se ve comprometido cuando los
partidos obreros se convierten en partidos de masas es el propio principio de la lucha
de clases, la lucha entre colectividades con una cohesión interna...Cuando los partidos
socialdemócratas se convierten en partidos ‘de toda la nación’, refuerzan su visión de
la política como un procesos de definición del bienestar colectivo de ‘todos los
miembros de la sociedad.265

264 Adam Przeworski, Capitalismo y socialdemocracia, Alianza Editorial,


Madrid, 1988, p.11.
265 Ibidem.,pp. 39 y 40.
280
SOCIALDEMOCRACIA SOCIALDEMOCRACIA
ORIGINARIA CLÁSICA
META Instauración del socialismo Adaptación y humanización
del capitalismo
CONSIGNA Utilizar el Estado Reformar el Estado

ESTRATEGIA Reformas Reformas

ACTOR Partido policlasista Partido policlasista

TIPO DE Estado democrático Estado


ESTADO benefactor/interventor

Más de dos décadas de grandes éxitos llegaron a su fin con la quiebra del sistema
capitalista y el denominado “consenso del bienestar” en los años setenta. La crisis del
petróleo y la consecuente alza de los precios en el mercado desencadenaron una
recesión económica, que finalmente expresó el fin de los años dorados del capitalismo.

El modelo de crecimiento económico que había financiado al Estado de bienestar desde


el fin de la Segunda Guerra Mundial mostró sus límites266, lo que condujo a la
implantación de un nuevo modelo: el neoliberal.

A escala doméstica la crisis del Estado de bienestar fue insostenible. Si bien a nivel
ideológico comenzaba la ofensiva del discurso conservador contra la viabilidad de un
Estado interventor, la realidad también mostraba las fallas y el agotamiento de las
políticas de bienestar económico y social.

Algunos de los problemas que se presentaron fueron: el aumento excesivo de los


gastos públicos, los índices elevados de inflación, el aumento de la deuda pública, la
ineficiencia de la burocracia, la pérdida de competitividad de las empresas públicas, etc.

El establecimiento de gobiernos de centro derecha en la década de los ochenta, como


los encabezados por Margaret Thatcher en Gran Bretaña (1979-1990), Ronald Reagan
en Estados Unidos (1981-1989) y Helmut Kohl en Alemania (1982-1998), marcó el
derrumbe del paradigma socialdemócrata clásico.

El nuevo modelo neoliberal propugnó por el adelgazamiento del Estado y la mayor


intervención del sector privado en la economía. A partir de entonces el motor del
crecimiento económico de los países se basó en el comercio internacional. Asimismo,

266 Ver el estudio Los límites del crecimiento elaborado por el Massachusetts
Institute of Technology en 1972.

281
se promovieron políticas de privatización, liberalización y desregulación como los
nuevos ejes del desarrollo económico.

La instauración de este modelo se justificó erróneamente en las supuestas fallas y


excesos del Estado de bienestar. Para los neoliberales el Estado se presentaba como
el gran culpable de la quiebra del sistema capitalista.

Ciertamente el modelo económico de los años de posguerra se había agotado, no


obstante, no sólo se trataba de la caducidad de ciertas políticas del Estado benefactor.
También la globalización económica, desencadenada con gran fuerza a partir de la
década de los ochenta, planteaba nuevos escenarios, nuevos retos y nuevas
exigencias.

3.4 La tercera vía (1998-2005).

Ante este nuevo panorama, la socialdemocracia respondió una vez más con una
propuesta alternativa: la tercera vía. Una tercera vía que se ubicó entre el modelo
socialdemócrata clásico y el modelo neoliberal. En palabras de su gran ideólogo,
Anthony Giddens:

...la “tercera vía” se refiere a un marco de pensamiento y política práctica que busca
adoptar la socialdemocracia a un mundo que ha cambiado esencialmente a lo largo de
las dos o tres últimas décadas. Es una tercera vía en cuanto que es un intento por
trascender tanto la socialdemocracia a la antigua como el neoliberalismo.267

En términos generales, se trató de un proyecto de centro-izquierda para renovar la


socialdemocracia en el marco de la globalización y para responder a la ola
neoconservadora. En Europa y Estados Unidos los gobiernos que representan esta
tendencia son: el británico encabezado por Tony Blair y su “Nuevo Laborismo” (1997);
el alemán con Gerhard Schröder y su “Nuevo Centro” (1998) y; el norteamericano
dirigido por el demócrata William Clinton (1993-2001).

Estos gobiernos aceptaron las condiciones de disciplina fiscal, estabilidad


macroeconómica y reformas políticas que demandaba el neoliberalismo. Sin embargo,
fieles a los principios y valores socialdemócratas, también fueron capaces de mantener
la esencia del modelo: a) un Estado socialmente responsable, b) un Estado como
regulador último de la economía y c) el compromiso con el bienestar social de las
mayorías.

En este sentido, dichos gobernantes fueron tildados de pragmáticos y en algunos casos

267 Anthony Giddens, La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia,


1998, p. 38

282
duramente criticados. En otros países se mantuvo una tendencia más tradicional. Tal es
el caso de la Francia gobernada por el socialista Lionel Jospin (1997-2002), quien
calificó la tercera vía de Blair y Schröder como un neoliberalismo disfrazado.

A pesar de estas distintas versiones de gobiernos de centro-izquierda en Europa y


Estados Unidos, puede afirmarse que todos promovieron los mismos ejes
programáticos: la reconstrucción del Estado hacia un nuevo Estado democrático, social
e inversor; el impulso de una sociedad civil más activa; el establecimiento de una
economía mixta y; la promoción de valores como la igualdad, la justicia, la
responsabilidad y la inclusión.

SOCIALDEMOCRACIA TERCERA VÍA


CLÁSICA
META Adaptación y humanización del Democratización del
capitalismo capitalismo mundial
CONSIGNA Reformar el Estado Reformar el Estado

ESTRATEGIA Reformas Reformas

ACTOR Partido policlasista Partidos policlasistas y


sociedad civil
TIPO DE Estado Estado regulador e inversor
ESTADO benefactor/interventor

En conclusión, la socialdemocracia renovada logró afirmarse como una alternativa


progresista frente a las tendencias conservadoras que han avalado el desarrollo
desigual entre los ricos y los pobres en un contexto de transnacionalización económica.

Asimismo, se ha preservado la idea de un Estado social democrático que garantice los


derechos y el bienestar de los ciudadanos. No obstante, para muchos, el movimiento
socialdemócrata ha perdido la voluntad de transformación, dedicándose únicamente a
resolver los problemas inmediatos.

En Estados Unidos, los denominados “nuevos demócratas” describieron esta tercera vía
como por medio de la Declaración del Nuevo Progresismo publicada por el Consejo de
Liderazgo Demócrata en 1996. En ella, los “nuevos demócratas” planteaban que:

...el surgimiento de nuevos mercados globales y de la economía del conocimiento, junto


al fin de la guerra fría, ha afectado la capacidad de los gobiernos nacionales para
controlar la vida económica y proporcionar una gama de prestaciones sociales en
continuo crecimiento. Tenemos que crear un marco diferente, que evite tanto el
Gobierno vertical, burocrático, auspiciado por la vieja izquierda como la aspiración de la
283
derecha a desmantelar el Estado en su conjunto.268

A partir de esta propuesta, se destacaron los pilares del nuevo progresismo ubicados
en: la igualdad de oportunidades, la responsabilidad personal y la movilización de
ciudadanos y comunidades. En esta tendencia se propone que las políticas públicas ya
no estén dirigidas a la redistribución de la riqueza, sino más bien a la creación de ésta.

Es decir, “en lugar de ofrecer subsidios a las empresas, el Gobierno debería promover
condiciones que llevan a las compañías a innovar y a los trabajadores a ser más
eficientes en la economía global”.269 Estas ideas estuvieron animadas e implementadas
por el presidente Bill Clinton.

Por lo que respecta al desarrollo de esta filosofía política en Reino Unido como ya se
mencionó, fue el Partido Laborista bajo el liderazgo de Tony Blair, quien impulsó la idea
del Nuevo Laborismo desarrollando, de esta forma, la tercera vía. Los defensores de la
tercera vía en Reino Unido aceptaron que algunas reformas neoliberales realizadas
fueron necesarias para impulsar la modernización, sin embargo, surgieron amenazas a
la cohesión social por el surgimiento de mercados sin regular.

El punto en el que coinciden los Nuevos Demócratas y los Nuevos Laboristas es en la


especial atención aplicada a la vida familiar, a la criminalidad y a la decadencia de la
comunidad. Ellos consideran que los trastornos familiares dan lugar a un
comportamiento antisocial y a la criminalidad, por lo tanto, la tercera vía sugiere que es
posible combinar la solidaridad social con una economía dinámica, meta que debería
ser alcanzada por los socialdemócratas contemporáneos. Para alcanzar esta meta se
exhorta a fomentar menos el gobierno nacional y el central, pero tener mayor
gobernancia sobre los procesos locales.270

En suma, los partidarios de la tercera vía consideran que la globalización económica ha


vuelto obsoleto el estatismo de la vieja izquierda. Por ello Giddens propone que los
socialdemócratas modernizadores deben estimular la colaboración internacional en
cinco áreas básicas: la gobernancia de la economía mundial, la gestión ecológica
global, la regulación del poder corporativo, el control de las guerras y el fomento de la
democracia transnacional.271

268 Anthony Giddens, La tercera vía y sus críticos, Taurus, México, 2001, p.
12.
269 Íbidem, p. 13.
270 Íbidem, pp. 14-15.
271 Ibidem., p. 135
284
Fuentes (citadas en el documento original):

Bernstein, Eduard, Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia.


Problemas del socialismo. El revisionismo en la socialdemocracia, 1ª edición en
español, Siglo XXI, México, 1982, 324pp.

Chanona, Alejandro “La opción socialdemócrata y su viabilidad en México”, en: Nueva


Visión Socialdemócrata. Hacia un Proyecto Socialdemócrata de Nación, núm.1 y 2,
julio-diciembre de 2005, Fundación por la Socialdemocracia de las Américas, A.C.

Giddens, Anthony, La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia, Taurus,


México, 1999, 198pp.

Giddens, Anthony, La tercera vía y sus críticos, Taurus, México, 2001, 203pp.
Perona, Ángeles J., Entre el liberalismo y la socialdemocracia, Anthropos Editorial del
Hombre, Barcelona, 1993, 248pp.

Przeworski, Adam, Capitalismo y socialdemocracia, Alianza Editorial, Madrid, 1988,


293pp.

285
4. Marxismo, política y medio ambiente

4.1 Marxismo y naturaleza272

Que el hombre vive de la naturaleza quiere decir que la naturaleza es su cuerpo,


con el que debe mantenerse en un proceso constante, para no morir. La afirmación de
que la vida física y espiritual del hombre se halla entroncada con la naturaleza no tiene
más sentido que el que la naturaleza se halla entroncada consigo misma, ya que el
hombre es parte de la naturaleza (Marx, Engels, 1966:67).

La relación entre la sociedad humana y su entorno es dialéctica e histórica; en la


medida en que la sociedad transforma la naturaleza se transforma a sí misma, y las
posibilidades de transformar la naturaleza están dadas por el nivel al cual llegaron las
generaciones pasadas.

Lo que diferencia el concepto marxista de naturaleza en su disposición respecto de


otras concepciones, es su carácter socio histórico. Marx parte de la naturaleza como "la
primera fuente de todos los medios y objetos del trabajo", es decir, la ve de entrada en
relación con la actividad humana (Schmidt, 1977:11).

No existe, para Marx, la naturaleza por un lado y la sociedad por otro. La naturaleza es
la totalidad de lo existente y, al mismo tiempo, un momento de la praxis humana
(Schmidt, 1977:23). Esto significa que la naturaleza tiene sentido para el ser humano en
cuanto esfera de su actividad. Fuera del interés humano, la naturaleza no tiene sentido
alguno. De allí el antropocentrismo. Pero, esta relación del ser humano con su entorno
se da, en primera instancia, a través de la producción de su vida, lo que hace que, al
tiempo que el ser humano transforma la naturaleza externa, se transforma a sí mismo.

Al operar por medio de ese movimiento [el trabajo] sobre la naturaleza exterior a
él y transformarla, transforma a la vez su propia naturaleza (Marx, 1975:215-216).

La propiedad del hombre sobre la naturaleza tiene siempre como intermediario su


existencia como miembro de una comunidad, familia, tribu, etc., una relación con los
demás hombres que condiciona su relación con la naturaleza (Marx, Apud Dussel,
1988:3O9).

El ser humano establece una relación histórica con la naturaleza. Porque, a cada fase
de su desarrollo socioeconómico, surgen relaciones sociales de producción nuevas,

272 Este material multimedia fue realizado por CIAC Digital para el CLADEAD
(Centro Latino Americano de Educación a Distancia); http://www.cladead.org

286
que crean regularidades que guían el comportamiento con el medio ambiente. En la
sociedad capitalista, por ejemplo, la clase capitalista es dueña de las condiciones de
producción. Ella reúne, bajo su administración, tanto la fuerza de trabajo como la tierra
y los medios de producción. La decisión de qué, cuánto, y cómo producir recae
exclusivamente en esta clase social. En lo que respecta a la clase que vive del trabajo
asalariado, no hay responsabilidad alguna que le toque como participante en el proceso
de producción. Claro está que la población es responsable de su ambiente no sólo
como productora, sino también como consumidora; pero, sólo se puede consumir
aquello que fue previamente producido.

Esta forma de encarar la relación de la sociedad con la naturaleza hace que el planteo
marxista no sea sólo antropocéntrico, sino prioritariamente clasista. Se trata de otra
diferencia radical con respecto al resto de las posiciones ambientalistas. Porque, si una
característica aglutina a todos los colores del ecocentrismo junto al tecnocentrismo, es
el hecho de considerar a la sociedad humana como un bloque con iguales
responsabilidades frente a la naturaleza. El marxismo considera a la sociedad
diferenciada en clases.

La sociedad capitalista desarrolla una serie de tendencias en su comportamiento con la


naturaleza. En primer lugar, la tendencia a la producción material ilimitada, como
resultado de una producción realizada con el propósito de obtener una ganancia.
También Marx explica, en El capital las tendencias del capital por abaratar la parte
constante y aumentar la rotación, como formas de incrementar la tasa de ganancia.
Ambas formas conducen a un mismo resultado: la depredación y contaminación de la
naturaleza. Esto es también intrínseco a la propia lógica capitalista. Se podrá restringir
el mercado, mediante políticas de comando y control o, mediante instrumentos,
"defender la naturaleza", pero no podrá impedirse que la propia lógica mercantil
presione sobre ella. Tampoco la tecnología, que muchos ambientalistas de hoy en día
tienen de chivo expiatorio de la crisis ambiental, es un resultado neutro, sino que su
ritmo y modalidad, así como las fuentes energéticas que utiliza, son un resultado -según
la teoría marxista-de la propia dinámica capitalista.

La teoría de la renta capitalista del suelo está dedicada a explicar los efectos de las
inversiones de capital en un medio natural, heterogéneo y monopolizable, como es el
suelo en su sentido más amplio. En esta teoría, Marx explica, entre otras cosas, la
tendencia del capital a la colonización de nuevas fronteras (renta diferencial 1), con los
consecuentes efectos sobre la depredación de la naturaleza. Y, también, la tendencia
del capital a sobre-explotar el mismo suelo aún bajo rendimientos decrecientes (renta
diferencial II), con los efectos de agotamiento de la fertilidad de los suelos.

En la teoría de la acumulación de capital Marx explica cómo las leyes de población


están subordinadas a la forma histórica de la sociedad. Cómo el capitalismo tiene leyes
específicas de población contra las posiciones malthusianas y hoy neomalthusianas
287
que suponen leyes de población constantes. Mostrando la necesaria tendencia al
despoblamiento absoluto del campo con la mecanización capitalista de la agricultura y,
agregaríamos, la consecuente creación de los problemas ambientales urbanos
resultado de las mega-ciudades. Explica también cómo el desempleo y la pobreza son
intrínsecos a la acumulación de capital; dos elementos que son hoy en día
considerados causas de los problemas ambientales resultan, dentro del análisis
marxista, subsumidos al funcionamiento de la propia sociedad capitalista. Y, lo mismo
sucede con las migraciones, la pérdida de la diversidad cultural y muchos otros efectos
del capitalismo sobre la población, que hoy en día aparecen como elementos
novedosos de una crisis ambiental desligada de las relaciones económicas de la
sociedad capitalista.

El análisis de Marx no se restringe a las tendencias principales de desarrollo del


capitalismo, de las cuales pueden ser derivados comportamientos específicos sobre el
medio ambiente, también establece las contra tendencias de dichas leyes. Así por
ejemplo, la utilización más eficiente de los insumos y el recicle de los desechos, es una
contra tendencia al saqueo derivado del ritmo de rotación y el abaratamiento del capital
constante. Aún más adecuado a la problemática ambiental actual es el carácter socio-
histórico del valor. Tan pronto las demandas iniciales por productos "limpios" o "verdes"
toman estado público, aparecen mercancías elaboradas con ese principio que tienen un
valor diferente a sus símiles "no limpias". Esto permite que lo que los empresarios
consideran hoy en día como la principal traba para la reestructuración industrial hacia
una economía "verde", esto es, el mayor costo de producción, desaparezca toda vez
que la sociedad lo convalide (Sandler, 1996).

El análisis marxista de la problemática ambiental nunca se desliga de las propias


contradicciones económicas del capitalismo. Por ello, para el marxismo, no puede haber
límites físicos que se enfrenten al desarrollo social. Antes de presentarse cualquier
límite físico, aparece una contradicción social que lo supera. Desde esta perspectiva,
tampoco tiene validez ninguna ética derivada de leyes "externas" (biológicas o físicas) a
la sociedad humana.

En cuando a la relación entre capitalismo y medio ambiente existen varias posiciones


dentro del marxismo. Una de ellas, autodenominada de eco-marxista, supone que la
propia dinámica del capitalismo lleva ineludiblemente a la crisis ambiental. O'Connor
cree haber enriquecido el materialismo histórico al identificar, además de la
contradicción principal del capitalismo planteada por Marx entre el capital y el trabajo,
una segunda. La segunda contradicción estaría dada por la incapacidad del capitalismo
de reproducir las condiciones generales de su producción, esto es, el ámbito externo -la
naturaleza- sobre la cual se asienta. Escribe O'Connor,

La causa básica de la segunda contradicción es la apropiación económicamente auto-


destructiva del capitalismo y el uso de la fuerza de trabajo, de la infraestructura y el
288
espacio urbano, y de la naturaleza externa o el medio ambiente (O'Connor, 1998:177).
Otra posición sostiene que no hay prima facie argumento alguno para suponer que el
capitalismo no pueda superar los problemas ambientales que provoca. Sandler (1994)
explica, a partir de la teoría del valor de Marx, cómo la producción de mercancías
"limpias" o "verdes" no implica, necesariamente, un mayor costo para la empresa, con
lo cual una modalidad de capitalismo verde sería viable.

4.2 Marx y Engels, y la relación desarrollo-medio ambiente 273

Lo concreto es concreto porque es la síntesis


de múltiples determinaciones y por lo tanto
unidad de lo diverso.
Karl Marx

El aporte de Marx y Engels al esclarecimiento de la problemática ambiental en su


relación con el desarrollo puede examinarse desde dos aspectos básicos: uno,
referente a una nueva concepción metodológica estrechamente vinculada a la ecología,
en cuanto concibe a la naturaleza en continuo movimiento, interconexiones y
transformación, y otro, de tipo más conceptual, que explícita la relación misma hombre-
naturaleza como interacción dialéctica. En relación con el primer punto, Engels escribe:
La gran idea cardinal del mundo no puede concebirse como un conjunto de objetos
terminados, sino como un conjunto de procesos, en el que a las cosas que parecen
estables, al igual que sus reflejos mentales en nuestras cabezas, los conceptos, pasan
por una serie ininterrumpida de cambios, por un proceso de génesis y capacidad, a
través de los cuales, pese a todo su aparente carácter fortuito y a todos los retrocesos
momentáneos, se acaba imponiendo siempre una trayectoria progresiva... 1

Tres ideas básicas aparecen aquí que guardan relación con la concepción sistémica
que caracteriza la relación medio ambiente-desarrollo: un enfoque holístico, una
dimensión dinámica de cambio constante y una visión optimista de trayectoria
progresiva.

El desarrollo es entendido por Marx y Engels como un proceso de cambio de


formaciones sociales a través del desarrollo de las fuerzas productivas. Una formación
social es concebida como el modo de producción vigente conjuntamente con una
superestructura. La superestructura está constituida por aquellas relaciones sociales
que no son relaciones de producción y por la conciencia social, mientras que el modo
de producción es definido como el conjunto de las relaciones de producción asociadas
a un determinado tipo de propiedad de los medios de producción.

273 Fuente: Autor desconocido encontrado en la web.

289
Las fuerzas productivas son definidas por Oscar Lange en los siguientes términos:
Podemos distinguir las fuerzas productivas reales y las fuerzas productivas humanas.
Unas y otras se forman y modelan en estrecha interdependencia; en efecto, los
hombres crean los medios de producción y los métodos técnicos que les permiten
utilizarlos, mientras que, al mismo tiempo, las aptitudes humanas se modelan en el
proceso de la producción de las cosas y en la utilización de los medios de producción.
Marx emplea igualmente el término de «fuerzas productivas materiales» subrayando de
esta manera que las fuerzas productivas son expresión de la actitud del hombre con
respecto a la naturaleza, o sea, de la relación entre el hombre y el mundo material que
le rodea; igualmente, del carácter activo de esta relación.6

El desarrollo de las fuerzas productivas va modificando las relaciones del hombre con la
naturaleza, lo que a su vez modifica el proceso de interacción de la sociedad con la
naturaleza.

La transformación en el seno de las formaciones sociales resulta de la superación de


las contradicciones internas que llevan a la sociedad a adaptarse a una nueva
situación. Es aquí donde se hace patente con claridad el segundo aspecto mencionado:
la relación hombre-naturaleza como interacción dialéctica.

Marx y Engels no conciben la historia del hombre separada de la historia de la


naturaleza, sino más bien como un proceso orgánico indisoluble en el cual no hay
separación entre naturaleza y sociedad. En La ideología alemana, Marx escribe:

La historia puede ser considerada desde dos puntos de vista, dividiéndola en historia de
la naturaleza e historia de los hombres. Sin embargo, no hay que dividir estos dos
aspectos: mientras existan hombres, la historia de la naturaleza y la historia de los
hombres se condicionan recíprocamente.7

A su vez, en El Capital señala que todas las relaciones están mediadas por cosas
naturales y viceversa, es decir, se trata siempre de relaciones entre los hombres, entre
sí y con la naturaleza. Por ello concibe el desarrollo no sólo en términos de un cambio
social, sino en función de la relación sociedad-naturaleza en que el desarrollo del
sustrato económico de la sociedad es visto como un «proceso histórico natural».

Por otra parte, la naturaleza sólo tiene sentido en cuanto está relacionada con una
acción práctica eminentemente humana: «la naturaleza, tomada en forma abstracta, por
sí, fijada en la separación del hombre, no es nada por el hombre». Por lo tanto, la
relación del hombre y el medio ambiente debe fundamentalmente concebirse como un
fenómeno social. Como bien señala Lukacs,

la naturaleza es una categoría social, esto es, siempre está socialmente condicionando
lo que en un determinado estadio del desarrollo social vale como naturaleza, así como
290
la relación de esa naturaleza con el hombre y la forma en la cual éste se enfrente con
ella, o, en resolución, la significación de la naturaleza en cuanto a su forma y su
contenido, su alcance y su objetividad.8

Ahora bien, el hombre se enfrenta con la naturaleza en una actitud de transformación y


apropiación. De ello derivan dos elementos importantes para explicar el impacto del
desarrollo de la sociedad sobre el medio ambiente: su actitud predatoria y su enfoque
parcial, selectivo, de los fenómenos naturales.

Respecto del primer aspecto, Marx señala que la producción es siempre «apropiación
de la naturaleza por parte del individuo en el seno de una determinada forma social y
mediante ella».9 Dentro de este proceso de apropiación, según Lukacs, «la misión
histórico universal del proceso civilizatorio que culmina en el capitalismo es la
consecución del dominio humano sobre la naturaleza».10

Sin embargo, de acuerdo con el planteamiento marxista, dicha dominación no debe ser
entendida como una actitud expoliadora, predatoria de la naturaleza. No se trata de una
explotación irrestricta, sino de un adecuado manejo del sistema natural con vistas a la
satisfacción de las necesidades humanas, tal como indica Engels:

...Y así a cada paso que damos se nos recuerda que en modo alguno gobernamos la
naturaleza como un conquistador a un pueblo extranjero, como alguien que se
encuentra fuera de la naturaleza, sino que nosotros, seres de carne, hueso y cerebro,
pertenecemos a la naturaleza y existimos en su seno, y todo nuestro dominio de ella
consiste en el hecho de que poseemos sobre las demás criaturas, la ventaja de
aprender sus leyes y aplicarlas en forma correcta.11

Por otra parte, el reduccionismo que caracteriza el estudio de los fenómenos naturales
está expuesto por Engels en el siguiente pasaje:

...El análisis de la naturaleza en sus diferentes partes, la clasificación de los diversos


fenómenos y objetivos naturales en determinadas categorías, la investigación interna de
los cuerpos orgánicos según su diversa estructura anatómica, fueron otras tantas
condiciones fundamentales a que obedecieron los progresos gigantescos realizados
durante los últimos cuatrocientos años en el conocimiento de la naturaleza. Pero estos
progresos nos han legado a la par el hábito de concebir las cosas y los fenómenos de la
naturaleza aisladamente, sustraídos a la gran concatenación general; por lo tanto, no
en su movimiento, sino en su inmovilidad; no como sustancialmente variables, sino
como consistencias fijas; no en su vida, sino en su muerte.12

A su vez, Marx nos dice:

La naturaleza se transforma en puro objeto para el hombre, en pura cosa de utilidad,


291
deja de ser reconocida como potencia para sí; y el conocimiento teórico mismo de sus
leyes autónomas aparece solamente como argucia para someterla a las necesidades
humanas, sea como objeto de consumo o como medio de producción. 13

La actitud de dominación o de explotación que se asocia a la visión reduccionista


orientada a la utilidad inmediata, prescindiendo de los efectos globales y de largo plazo
de la actividad económica, se traduce en una acción económica, de tipo predatoria con
respecto a la naturaleza, y en cierta medida irresponsable en relación con las
consecuencias que dicha acción tiene sobre el proceso de desarrollo de la humanidad.
La preocupación marxista por la naturaleza no es por la naturaleza en sí, sino en tanto
sustrato de toda actividad económica. Los siguientes párrafos de Engels reflejan su
pensamiento en este sentido:

...Todos los modos de producción conocidos hasta ahora apuntaron nada más que al
logro del efecto útil más inmediato y directo del trabajo. Las consecuencias posteriores,
que sólo aparecen después y adquieren efectividad debido a la repetición gradual y a la
acumulación, fueron desatendidas por completo. La economía política clásica, la ciencia
social de la burguesía ante todo examina sólo los efectos sociales de las acciones
humanas en los terrenos de la producción y el intercambio hacia los cuales se apunta.
Esto corresponde por entero a la organización social de la cual es expresión teórica.
Cuando los capitalistas se encuentran dedicados a la producción y el intercambio con
vistas a la ganancia inmediata, sólo deben tenerse en cuenta en primer lugar los
resultados más próximos e inmediatos...

Lo mismo rige para los efectos naturales de esas acciones. ¡Qué les importaba a los
plantadores españoles de Cuba, que quemaron bosques enteros en las laderas de las
montañas y obtuvieron de las cenizas suficiente fertilidad para una generación de
cafetos muy provechosos; qué les importaba que después las fuertes lluvias tropicales
arrastraran la desprotegida capa superior del suelo, y dejaran detrás nada más que la
roca desnuda! En relación con la naturaleza, como con la sociedad, el modo de
producción actual se ocupa predominantemente nada más que de los resultados
inmediatos, más tangibles. Y después se expresa sorpresa cuando los efectos más
remotos de las acciones orientadas hacia ese fin resultan ser muy distintas, y a menudo
de carácter casi siempre opuesto...14

La necesidad de una visión integradora y global de los fenómenos sociales en su


interrelación con los fenómenos naturales ha sido claramente expuesta por Marx
cuando señala que todas las ciencias deben fundarse sobre la naturaleza. Una doctrina
sigue siendo sólo una hipótesis mientras no se encuentra su base natural... La ciencia
de la naturaleza subsumirá igualmente en el futuro a la ciencia del hombre, así como la
ciencia del hombre a la ciencia de la naturaleza: habrá sólo una ciencia.15

La relación hombre-naturaleza y el proceso de desarrollo son vistos como una


292
interacción dialéctica que induce el movimiento hacia adelante. En otras palabras, la
dialéctica no examina el desarrollo como un simple proceso de crecimiento, medida en
cambios cuantitativos sin consideración de si tales variaciones cuantitativas se traducen
o no en alteraciones cualitativas, sino más bien como un proceso donde los cambios,
por insignificantes que sean, tienden a traducirse, a largo plazo, en transformaciones
cualitativas. La alteración cualitativa puede ser repentina o gradual. Por lo tanto, no
puede entenderse el desarrollo como un proceso circular ni como repetición de
experiencias pasadas, sino como un proceso progresivo desde un estado a otro
cualitativamente diferente. Este movimiento surge de las contradicciones internas del
sistema. La dinámica del sistema tiende a eliminar estas contradicciones mediante un
proceso de adaptación y transformación.

La concepción marxista del desarrollo puede presentarse como la superación de


contradicciones, «como un complejo de procesos dialécticos cuyo estímulo primordial, e
incesantemente repetido, es la acción recíproca del hombre y del mundo material que lo
rodea en el proceso social de producción».16

El primer enfrentamiento dialéctico que induce al desarrollo de la sociedad se da entre


el hombre y la naturaleza, en el proceso social de transformación de la naturaleza
mediante el trabajo. Esta acción modificadora del hombre sobre el ambiente natural se
traduce en la creación de un ambiente material artificial, que provoca reacciones en el
sistema natural cuya conducta se altera y modifica frente a los estímulos y acciones
provenientes del sistema social. Esta contradicción se supera mediante una
modificación de las fuerzas productivas, provocando a su vez reacciones en la
naturaleza y originando al mismo tiempo nuevas contradicciones entre la naturaleza y
las relaciones de producción. Las relaciones de producción existentes en un principio
constituyen un freno al proceso de cambio, pero paulatinamente se adaptan al
desarrollo de las fuerzas productivas, adaptación que sin embargo va a provocar ahora
contradicciones entre otros componentes del sistema: relaciones de producción y base
económica del sistema con la superestructura de la sociedad, la cual probablemente se
resistirá, al comienzo, a la acción de las nuevas relaciones de producción, pero que,
paulatinamente, se irá adaptando a ellas y dando lugar a otras etapas del proceso de
planteamiento y resolución de contradicciones.

El énfasis en las leyes naturales que venían propugnando los economistas clásicos,
como una transposición de leyes naturales a la realidad social, es reemplazado en Marx
y Engels por la búsqueda de leyes propias del sistema socioeconómico, que rigen su
proceso de cambio y transformación: «...La sociedad actual no es algo pétreo e
inconmovible, sino un organismo susceptible de cambio y sujeto a un constante proceso
de transformación...». Lo anterior implica además que las leyes que rigen el
funcionamiento del sistema en un determinado momento no son necesariamente
válidas en otro:

293
…cada época histórica tiene sus propias leyes. Tan pronto como la vida supera una
determinada fase de su desarrollo, saliendo de una etapa para entrar en otra, empieza
a estar presidida por leyes distintas... Al cambiar el desarrollo de la capacidad
productiva cambian también las relaciones sociales y las leyes que las rigen. 17

Dada la perspectiva marxista, no es sorprendente la crítica, a veces violenta, que Marx


y Engels hicieran de los planteamientos clásicos, sobre todo de los postulados
maltusianos concernientes al crecimiento de la población y la finitud de los recursos
naturales, así como también a la ley ricardiana de rendimientos decrecientes, críticas
que serán analizadas más detenidamente al examinarse la controversia sobre los
recursos naturales y la población.

4.3 Marxismo y Medio Ambiente274

4.3.1 Introducción

La crisis ambiental contemporánea ha obligado a las ciencias sociales a una puesta al


día. En economía pueden encontrarse 3 grandes corrientes: la economía ambiental,
que es la visión neoclásica y keynesiana; la economía ecológica, que busca utilizar las
leyes de la termodinámica como criterios orientadores de la organización económica; y
la economía marxista, que subordina la relación sociedad/naturaleza a las
contradicciones productivas al interior de la sociedad humana.

En esta breve comunicación presentaremos la lógica de la economía ambiental,


mostrando cómo la solución que propone es, paradójicamente, la demostración más
clara del carácter no sustentable de la economía capitalista que defienden. También
presentaremos la lógica de la economía ecológica, mostrando cómo su crítica externa al
funcionamiento de la economía capitalista no permite explicar las causas de los
problemas ambientales. Ambas corrientes económicas, la ambiental, y la ecológica
critican al marxismo por no tener una teoría que dé cuenta de la problemática
ambiental. Por último, entonces, mostraremos cómo, aunque parezca paradójico, es
precisamente el análisis marxista del capitalismo el medio para comprender las causas
y tendencias de comportamiento del ser humano con su ambiente.

4.3.2 La economía ambiental

Ya en la década de los 20 de este siglo, Pigou (1948) sostuvo la necesidad de que las
externalidades negativas sean contempladas por el Estado, imponiendo a sus
responsables una tasa. De esta manera, el Estado corregiría las fallas del mercado;
pero éste último seguiría siendo el mecanismo asignador de recursos.

274 Autor: GUILLERMO FOLADORI (1996)

294
Más modernamente, Coase (1960) plantea que el problema radica más en términos
jurídicos que económicos. Si los derechos de propiedad abarcaran, por ejemplo, al aire
que respiramos, cada quien podría exigir una indemnización a las fábricas poluyentes.
Pero como no existe tal alcance jurídico, la propuesta de Coase consiste en que sea la
negociación directa entre poluyentes y afectados quien resuelva el problema,
descartando la participación estatal. Aunque con diferente propuesta de resolución, el
mercado seguiría siendo el mecanismo de asignación de recursos.

Muñidos de este instrumental teórico, los economistas ambientales avanzaron en la


implementación de políticas tendientes a encarar los problemas ambientales. Por un
lado, creando mecanismos de control y de planificación del uso de recursos naturales y
de generación de desechos. Por otro, procurando instrumentos de mercado que
otorguen precio a lo que el mercado libremente no da. El sólo intento de la economía
ambiental de otorgar precio a cosas que “naturalmente” no lo adquieren constituye la
demostración más nítida de que el mercado fracasó en la consolidación de una
sociedad sustentable.

4.3.3 La economía ecológica

El análisis de la economía ecológica parte de los flujos de energía. Se basa, para ello,
en las leyes de la termodinámica. En 1971 se publica el libro de Georgescu-Roegen La
ley de la entropía y el proceso económico, donde pone sobre el tapete, nuevamente, el
papel que los materiales deben tener en la gestión económica. Georgescu-Roegen
hace hincapié en los recursos no renovables como amenaza para la sustentabilidad del
proceso económico, y en la entropía resultante. Pero el auge de la economía ecológica
no se da sino en los años siguientes, como respuesta al estado público que toma la
crisis ambiental.

Una serie de autores (Georgescu Roegen, 1971; Ehrlich, Ehrlich, Holdren, [1980];
Naredo, 1987; Martínez Alier, [1991]; Daly, 1972; Boulding, [1980]), teniendo como base
las leyes de la termodinámica, plantea una crítica a la concepción tradicional de la
economía. Los ejes centrales de esta crítica son los siguientes:

1) El pensamiento económico tradicional ha considerado a la actividad económica como


un sistema cerrado, aislado, reducido al ciclo producción-consumo. Todo lo que escapa
a dicho ciclo, particularmente los recursos y los desechos, que antes de ingresar al ciclo
económico (recursos) o después de salir de él (desechos) no tienen precio, no interesa
a la contabilidad económica y, por tanto, al interés del empresario. Contra esto, la
economía ecológica señala que la economía es un sistema abierto, inserto en un
ecosistema (Planeta Tierra) cerrado. Este ecosistema Tierra es abierto en energía solar,
pero cerrado en materiales. De allí que la actividad económica deba contemplar no sólo
los productos dentro del ciclo económico convencional, sino aquellos que constituyen
su condición: los recursos naturales; así como los desechos.
295
2) Al no reparar en los aspectos energéticos y en el carácter renovable o no de los
materiales, la economía se mueve con ritmos basados exclusivamente en la dinámica
de los precios, los cuales se contraponen con los ritmos naturales. Es necesario, por
tanto, que la actividad económica contemple los diferentes ritmos naturales y, con ello,
la distinción entre recursos naturales renovables y no renovables, así como la velocidad
y posibilidad de recicle de los desechos.

3) A pesar de que, según la ley de la entropía, toda energía tiende a degradarse, cada
modalidad energética puede ser distinguida según su calidad. Es decir, la capacidad de
producir trabajo útil es diferente según la fuente energética y su modo de utilización. El
análisis energético podrá servir de guía para la utilización de materiales
energéticamente más eficientes y, por tanto, más sustentables.

La economía ecológica descansa sobre un análisis energético. Esto plantea una serie
de dificultades. La primera es de órden científico-técnico, y puede ser formulada
mediante la pregunta, ¿existen límites físico-materiales a la producción humana? La
respuesta de la economía ecológica es un contundente sí. El argumento es simple: la
Tierra es cerrada en materiales, por tanto un crecimiento ilimitado de la producción es
inviable. Pero esto puede ser discutible por varias razones. La primera es que la vida en
la Tierra también tendrá un límite. Se calcula que el Sol se extinguirá dentro de otros 5
mil millones de años. Entonces el problema es de ritmo y no de límites absolutos. Para
ser correctamente formulada, la pregunta debería ser: ¿Crece la producción humana a
un ritmo que plantea límites de abastecimiento de materiales en un futuro previsible?
Creo que nadie se atrevería a dar una respuesta medianamente sólida, si consideramos
la rápida variación en la tecnología, en las estimaciones de existencia de los principales
materiales, y en los cambios en la dinámica de la población.

La segunda es de orden económico; y también la podemos plantear en forma de


pregunta: ¿Puede organizarse una producción económica alternativa, que contemple
los recursos y desechos, pero dentro de la lógica mercantil de la sociedad capitalista?
La respuesta a esta pregunta implica un análisis de las tendencias intrínsecas a la
producción capitalista y su relación con la depredación y polución de la naturaleza. La
economía ecológica aún no ha realizado este análisis; de manera que sus
planteamientos alternativos no engarzan con una propuesta política coherente. No
conocemos si es posible una “producción ecológica” dentro del capitalismo; tampoco
quiénes serán los sectores o grupos encargados de conducir tal proceso, como los que
se opondrán.

La tercera es de orden político. Si la administración de los recursos naturales debe


basarse en un análisis “racional” de distinción entre recursos renovables y no
renovables, y según las contabilidades energéticas; ¿no lleva esto implícitamente a una
propuesta tecnocrática de decisión económica, tal vez mucho más alejada de las
voluntades explícitas de los economistas ecológicos que la propuesta marxista de
296
politizar la economía?

4.3.4 Límites de la economía ambiental y ecológica

Más allá de las dificultades con que se enfrenta la economía neoclásica y keynesiana
para abordar el tema ambiental, y de la crítica de la economía ecológica, existe un
problema irresoluble para estas teorías económicas: la propia existencia de
externalidades; y la separación en la práctica entre ecología y economía. Unos se
enfrentan a la necesidad de considerar las externalidades; pero, ¿por qué existen
externalidades?. Otros se enfrentan a la necesidad de anexar criterios
físico/energéticos a la economía; pero, ¿por qué están separadas ecología y
economía?

La base de funcionamiento del sistema capitalista consiste en que las empresas


abandonan involuntariamente la organización y destino global de la producción al
mercado. Es el mercado el que, elevando los precios de ciertas mercancías y
deprimiendo otros, sugiere a las empresas qué producir, y con qué tecnología y
recursos. Es también, a través del mercado, que el producto global es distribuido entre
la población. De esta forma, la decisión de las empresas respecto de los recursos y
desechos está acotada, por el análisis costo-beneficio, a las posibilidades que los
precios exteriores le imponen.

El resultado de abandonar al mercado la organización global de la economía es,


paradójicamente, la existencia de la economía por un lado, la política por otro, y la
ecología por otro. Si en lugar de empresas independientes, la producción fuese
resultado de la asociación consciente de los productores, no habría un criterio externo
como son los precios impuestos por el mercado. Los recursos naturales con sus
diferencias en renovables y no renovables, así como los criterios energéticos, y la
polución “sin precio de la economía capitalista”, entrarían por igual en las decisiones,
junto al resto de los medios de producción y el trabajo. Lo que hoy son esferas de
actividad e interés separadas: economía, ecología, política, (para lo cual se requieren
de instrumentos y políticas para relacionarlos) constituirían una unidad. No habría,
entonces, externalidades; todos los elementos físico-materiales y sociales de la
producción serían, de por sí, internos. No habría separación de ecología y economía; la
contabilidad sería material y sobre criterios políticos, los conocimientos físico-
energéticos de la ecología, y los sociales de la economía, sencillamente estarían, de
por sí, unidos.

La historia del pensamiento económico es elocuente al respecto. La humanidad


siempre realizó actividades económicas. Pero la posibilidad de pensar a la economía
como una ciencia en sí, separada de la moral, de la ética, y de la política, sólo surgió en
torno al siglo XVII en Europa, cuando la práctica separó la economía de la política. La
297
generalización de la pequeña propiedad mercantil cambió el eje de las decisiones
económicas. Si en todas las formas premercantiles de producción, la decisión política-
violenta del señor feudal, del pueblo conquistador, del estado tributario, del esclavista,
era quien obligaba al trabajador a la generación de un excedente; la pequeña
producción mercantil deja en manos del propio productor, dueño de sus medios de
producción, la decisión. Bajo la pequeña producción mercantil nadie obliga a producir, y
menos un excedente, salvo, claro está, las presiones de los precios del mercado, que
obligan como una ley invisible a aumentar permanentemente la productividad, so riesgo
de la quiebra económica. Por primera vez en la historia, de manera generalizada, la
actividad económica se separa de la política. Desaparece la coacción extraeconómica,
esto es, política, para producir. Es por ello que el nacimiento de la economía como
ciencia, como un cuerpo de conocimientos específico, desligado de los razonamientos
éticos, morales, y políticos, ocurre a partir del siglo XVII en Europa. Y aunque las
relaciones reales entre economía, política y ecología siempre existen, también es un
hecho que la división social del trabajo no siempre es igual. Es esta división del trabajo
que separa, bajo la producción mercantil, y más acentuadamente bajo la capitalista, las
actividades económicas de las políticas, y las distintas ciencias entre sí.

4.3.5 Marxismo y medio ambiente

Cuando Engels, en “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”
daba cuenta de las implicaciones de la posición erguida, de la liberación de las manos,
y de la fabricación de instrumentos, llegó a la conclusión de que la principal revolución
que aquello había ocasionado no era en la transformación de la naturaleza, sino en la
autotransformación de la sociedad humana. Con ello el marxismo se pone al frente de
todas las corrientes de estudio de la cuestión ambiental que toman a la sociedad
humana como un todo y la relacionan con el resto del mundo vivo y abiótico. El
marxismo muestra que el relacionamiento del ser humano con su ambiente está
mediado por la propias relaciones interespecíficas; y que, dentro de éstas, son las
relaciones sociales de producción las que gobiernan al resto.

El punto de partida para el análisis de la crisis ambiental contemporánea está en la


propia producción mercantil. Mientras la producción precapitalista de valores de uso
tiene su límite en la satisfacción de las necesidades; la producción mercantil para
incrementar la ganancia no tiene límite alguno. Esta diferencia, tan sencilla y general,
está en la base del agotamiento de los recursos naturales a un ritmo nunca sospechado
en la historia de la humanidad; y también de la generación de desechos (polución) en
una medida ilimitada.

Pero la producción capitalista es una modalidad de producción mercantil con leyes


particulares. Una rápida mirada a estas leyes permite mostrar las sólidas
interconexiones entre sociedad y medio ambiente.

298
Primero, las leyes más generales que se derivan del movimiento del capital. Tanto la
tendencia al incremento de la rotación del capital para aumentar la ganancia, como la
tendencia al abaratamiento del capital constante, constituyen la explicación más
contundente del avance del capital sobre espacios y materiales de la naturaleza no
mercantilizados a ritmos crecientes.

Segundo, el papel del suelo como barrera a la inversión de capital, y su explotación


capitalista y propiedad, como medios de sustracción de una parte del plusvalor global
generado bajo la forma de renta explican, por un lado, la tendencia a la privatización y
mercantilización de la naturaleza. Por otro, la depredación de los recursos naturales
para lograr ganancias extraordinarias (renta diferencial II).

Tercero, el efecto de la producción capitalista sobre las clases trabajadoras. Por un


lado, mostrando que el sistema capitalista es el único que, impulsado por la expansión
mercantil, no soporta otros modos de producción a su alrededor y, con ello, tiende a la
destrucción de la diversidad cultural. Por otro, al convertir a la fuerza de trabajo en
mercancía, la sujeta al crecimiento de la composición orgánica del capital y a los
vaivenes de la oferta y la demanda, generando despilfarro de trabajo humano en la
forma de desempleo, miseria, y enfermedades. Y, mediante la división clasista del
trabajo, limita las posibilidades de la creatividad humana.

Cuarto, los efectos globales de la dinámica capitalista se expresan en recurrentes crisis


y guerras, que son la expresión más clara del desperdicio de recursos materiales y
humanos.

4.3.6 A manera de resumen: volviendo sobre las críticas al marxismo

Los ecologistas y ambientalistas suelen plantear dos tipos de críticas al marxismo. Una,
que éste es productivista; que deifica el desarrollo de las fuerzas productivas, cuando la
realidad contemporánea ha demostrado el lado negativo del desarrollo científico y
tecnológico. Se trata de un grave error. El método de Marx se basa en la conexión entre
el proceso técnico material y la forma social que asume. Supongamos el análisis de la
tecnología; o de una máquina en particular. En una primera instancia, en el análisis en
sí de la máquina, ésta representa un mecanismo que cumple una determinada función.
En este sentido suplanta fuerza de trabajo, aumenta su productividad, y su utilización
implica una liberación del trabajador respecto de la actividad que realizaba.

Si el análisis hubiese quedado allí, las críticas serían pertinentes. Sin embargo, Marx
continúa su análisis y señala cómo, bajo relaciones capitalistas, la máquina asume el
carácter de capital constante. Ello significa que se relaciona con el trabajo como trabajo
asalariado; de manera que la liberación de la actividad del trabajador se convierte en
desempleo. O, por el contrario, la máquina se mantiene al margen de la producción
mientras la fuerza de trabajo está, en cantidad y precio, por debajo de las necesidades
299
y el costo de uso de la máquina; como sucede en muchos ingenios cañeros, donde las
cosechadoras mecánicas son un medio de control del alza de los salarios, o los
vaivenes de la oferta de fuerza de trabajo, y permanecen normalmente paradas en los
garages a disposición. Lo que en términos más abstractos aparecía como liberación de
cargas físicas, en un nivel más concreto y ajustado a la forma históricamente
determinada del trabajo, es un elemento material que relega al trabajo vivo del proceso
productivo, o bien compite directamente regulando los salarios y la oferta de fuerza de
trabajo.

Tampoco termina allí el análisis de Marx, prosigue y señala cómo dicha máquina, al
intercambiarse por trabajo asalariado, al adquirir la forma de capital constante, sirve a
los efectos de valorizar el propio capital, mistificando el origen del trabajo excedente, al
hacerlo aparecer como resultado indistinto de todos los factores de la producción. No
satisfecho, prosigue.

En una tercera instancia, la máquina también asume la forma de un elemento de la


composición orgánica del capital; esto es, en la proporción en que se intercambia con el
trabajo vivo en la rama en que está actuando. Con ello participa en la competencia inter
ramal por la nivelación de las ganancias. Colabora en el aumento generalizado de la
composición media del capital y la caída de la tasa media de ganancia. Descenso de la
ganancia que es el arranque de la crisis capitalista. De manera que en ningún momento
el análisis marxista de las fuerzas productivas es un análisis per se, sino un recorrer las
diferentes fases que asume bajo relaciones sociales históricamente determinadas.
Además, el análisis marxista de las fuerzas productivas nunca oculta el carácter
destructivo de dichas fuerzas. Marx muestra cómo la producción capitalista genera
obsolescencia moral de los productos; o cómo el carácter mercantil de la producción
destruye permanentemente aquellos valores de uso que no logran venderse. Explica las
guerras como luchas intercapitalistas por la apropiación del capital o su destrucción. Y,
lo que es más grave, muestra la destrucción de la vida humana misma, directamente a
través de las guerras, enfermedades y miseria, o indirectamente, a través de la
explotación en las empresas capitalistas.

La segunda crítica dirigida al marxismo es que éste no contempló a la naturaleza en su


teoría del valor. La crítica está mal direccionada. Son las relaciones capitalistas que no
dan precio a los recursos de la naturaleza no monopolizable, o a los desperdicios
contaminantes. Marx sólo revela lo que ocurre en la realidad. Pero, como suele
acontecer, los economistas neoclásicos y ecológicos confunden la realidad material con
las teorías. Y, como las de ellos son teorías para corregir el capitalismo, otorgando
precio a lo que no tiene, o extrapolando medidas físicas a la economía, hubieran
querido que también Marx diera una idea de cómo mejorar las relaciones capitalistas
con la naturaleza, y se niegan a entender que la teoría de Marx se oriente a derribar al
capitalismo y no a corregirlo.

300
Bibliografía (Marxismo y Medio ambiente)

Boulding, Keneth [1980] 1989 “La economía de la nave espacial Tierra”. Daly, (comp.)
Economía, ecología, ética. FCE. México D.F.

Coase, R. H. 1960 “The problem of social cost”. Journal of Law and Economics. (out.
t.III).
Daly, Heman 1972 Toward a Steady State Economy. Freeman, San Francisco.

Ehrlich, P; Ehrlich, A; Holdren, J. [1980] 1989 “Disponibilidad, entropía y las leyes de la


termodinámica”.

Daly, Herman (comp.) Economía, ecología, ética. FCE. México D.F.


Foladori, Guillermo 1996 “La cuestión ambiental en Marx”. Ecología Política. No. 12.
Barcelona.

Georgescu-Roegen, Nicholas 1971 The entropy law and the economic process.
Cambridge. Harvard University Press.

Martínez Alier, Joan; Schlüpmann, Klauss [1991] 1993 La ecología y la economía.


Fondo de Cultura Económica. México D.F.

Marx, Karl [1894] 1981 El capital. Tomo III. Vol. 8. Siglo XXI. México D.F.

Naredo, José Manuel 1987 La economía en evolución. Siglo XXI. Madrid.

Pigou, A.C. 1948 The economics of welfare. MacMillan. London.

301
5. Socialismo del siglo XXI

* La introducción y contenidos del este tema son parte integra de la obra y del Capítulo
III del Socialismo del siglo XXI, ¿Hay vida después del neoliberalismo?, versión
electrónica, del autor Atilio A. Borón, (1ª Edición, Ciudad de Buenos Aires, octubre de
2008). Por su contenido científico y profundidad actualizada sobre el tema del
socialismo del presente siglo, se reproduce para conformar la referencia documental del
curso de Ciencia Política, impartido en la Facultad de Ciencias Económicas de la
Universidad de San Carlos de Guatemala. Su reproducción es sin fines de lucro,
únicamente con intención docente y formativa. La obra se encuentra en la dirección
electrónica: http://www.cronicon.net/paginas/Documentos/Hay-vida-despues-del-
neoliberalismo-Atilio-Boron.pdf Guatemala, septiembre de 2017.

302
Introducción
(a la obra “Socialismo siglo XXI ¿Hay vida después del neoliberalismo? Atilio A. Borón)

El presente libro trata sobre las vicisitudes del capitalismo en América Latina. Su punto
de partida es la constatación, a esta altura irrefutable, de que después de casi un siglo y
medio de haberse instaurado como el modo de producción predominante en las
mayores economías de la región y pese a haber experimentado períodos de altas tasas
de crecimiento económico, nuestros países continúan sumidos en el subdesarrollo. Las
principales economías de la región y aquellas que fueron la vanguardia de este proceso
–nos referimos sobre todo a los casos de Argentina, Brasil, Chile y México– siguen
debatiéndose con los problemas tradicionales del atraso: estructuras económico-
sociales desequilibradas; grandes bolsones de pobreza, indigencia y exclusión social
periódicamente crecientes; extrema concentración de la riqueza y los ingresos;
vulnerabilidad externa; debilidad estatal; escandalosa regresividad tributaria y
“democracias” más aparentes que reales, en las que brillan por su ausencia los más
elementales derechos ciudadanos. Luego de tantas décadas de sacrificios y de
soportar, por momentos, la más inaudita explotación, agravados casi invariablemente
por prolongados períodos de represión y recurrentes baños de sangre, el capitalismo ha
demostrado que no es la tan proclamada ruta hacia el desarrollo para los países de la
periferia, sino precisamente lo contrario: el camino más seguro para perpetuar el
subdesarrollo. Algunos de aquellos países –especialmente Argentina y Brasil– siguen
siendo, melancólicamente, las eternas “tierras del futuro”; tierras para las que,
presuntamente, estaría reservado un porvenir luminoso que cada día se aleja más.

Visto desde una perspectiva histórica y geográfica más amplia, el capitalismo es el


modo de producción que ha servido para que un pequeño grupo de naciones –de las
cuales ninguna fue “subdesarrollada”– se desarrollasen, pero al precio de excluir de
tales beneficios a todas las demás. Alguien podría objetar que en las últimas décadas
países como España, Portugal, Grecia o Irlanda se equipararon a las economías más
desarrolladas del capitalismo metropolitano. Pero hay un vicio en esa objeción: ninguno
de esos fue jamás un país subdesarrollado. Pueden haber sido pobres, o haber caído
en la ruina, pero su situación nunca fue ni remotamente comparable con la que
caracteriza a la mayoría de las naciones del Tercer Mundo. España y Portugal, por
ejemplo, fueron en su tiempo metrópolis de imponentes imperios americanos que
llegaron inclusive a tener destacamentos de avanzada en África y Asia. Al dilapidar el
producto de su saqueo colonial, se arruinaron y quedaron por largo tiempo sumidas en
la pobreza, pero ningún historiador económico serio jamás las consideró como países
subdesarrollados. Lo mismo puede decirse de Grecia e Irlanda, aunque en los años de
la posguerra fueran naciones muy pobres. Y aunque antes incluso, al promediar el siglo
xix, Irlanda fuera diezmada por las hambrunas y la emigración. Si estos países salieron
del atraso y la pobreza fue porque, como preocupante periferia de una Europa opulenta,
fueron desarrolladas “desde afuera” por las políticas de la Unión Europea, así como el
303
Norte italiano lo hizo una vez con su atrasado Mezzogiorno.

¿La razón? El subdesarrollo es un concepto relacional que sólo hace su


aparición cuando culmina la construcción del capitalismo como una estructura mundial,
o una economía-mundo, en palabras de Immanuel Atilio A. Wallerstein. Este proceso
se produjo al promediar el siglo xix y no es casual que Marx y Engels observaran, en
uno de los pasajes más luminosos del Manifiesto Comunista, cómo la burguesía
recorría el mundo y lo recreaba a su imagen y semejanza. Esta economía mundial
capitalista tiene invariablemente un centro integrador, un núcleo central, que se
desarrolla en buena medida (si bien no exclusivamente) succionando plusvalor de la
periferia. Por eso la literatura especializada con anterioridad a esta plena constitución
del mercado capitalista mundial jamás utilizó el término subdesarrollo. Se hablaba de
países pobres, atrasados, o de colonias, pero nunca de países “subdesarrollados”.

Ahora bien: el reverso del desarrollo del capitalismo en las metrópolis es el


subdesarrollo en la periferia. Esto no significa, como lo quieren algunas interpretaciones
simplistas o quienes caricaturizan al marxismo hasta deformarlo por completo, negar la
posibilidad de que a partir de dicho relacionamiento –como por ejemplo el que se dio
entre el Reino Unido y países como Argentina, Brasil o Uruguay desde finales del siglo
xix hasta la Primera Guerra Mundial– algunos sectores específicos de la economía,
ligados al comercio exterior, experimenten un impetuoso crecimiento. Una versión de
esta tesis sobre el desarrollo del subdesarrollo, planteada quizás de manera extrema,
se encuentra en los trabajos pioneros de Andre Gunder Frank (1964) sobre Chile y
Brasil en los que demuestra cómo la integración a los mercados mundiales de algunos
sectores de las economías chilena –el nitrato, por ejemplo, y luego el cobre– y brasileña
–el azúcar y el caucho, principalmente– produjo primero un período de auge y luego su
crisis y brutal subdesarrollo. Sin llegar a los extremos que plantea Frank, es preciso
reconocer, no obstante, que el crecimiento de esas exportaciones, por más que perdure
durante décadas, no permite efectuar el salto del subdesarrollo al desarrollo. Y esta
enseñanza de la historia es tan válida ayer como hoy, en contraste con lo que plantea el
pensamiento económico convencional que exalta las virtudes del export led growth, el
crecimiento basado en las portaciones. La Argentina tuvo un crecimiento excepcional a
lo largo de casi medio siglo, entre 1880 y 1930, y cuando esta etapa se agotó, en medio
de los fragores de la Gran Depresión de 1929, su estructura económica y social exhibía
todos los rasgos definitorios del subdesarrollo: dependencia externa, vulnerabilidad ante
los avatares de la economía mundial, profundos desequilibrios de su estructura
económico-social producto de su “adaptación” a una división internacional del trabajo
que la condenó a someterse a los dictados de las economías desarrolladas, debilidad
del impulso industrial, polarización clasista y exclusión social de grandes mayorías. El
caso argentino puso de manifiesto, de manera cristalina, la radical diferencia existente
entre crecimiento y desarrollo económico. La economía creció, y mucho, durante

304
cincuenta años. Pero no se desarrolló 275.

El capitalismo, por lo tanto, no es una receta universalizable ni mucho menos eterna.


No es universalizable porque, si posibilitó el desarrollo de un puñado de naciones, las
metrópolis, tuvo un efecto exactamente contrario en las colonias. Tampoco es eterno,
porque esa misma fórmula tiene hoy limitaciones históricas insalvables. Por eso, a
pesar de los discursos de los gobernantes de los países capitalistas, sus intelectuales,
publicistas y técnicos, lo cierto es que al cabo de algo más de cien años hubo sólo un
país que pudo traspasar las fronteras que dividen el desarrollo del subdesarrollo, y ese
es el caso excepcional de Corea del Sur. Claro está que este país logró ese insólito
suceso contraviniendo todas y cada una de las recetas recomendadas por el Fondo
Monetario Internacional, el Banco Mundial y toda la plétora de organizaciones, grupos
de presión, medios de prensa y fuerzas políticas que le aconsejaban adaptarse
humildemente a la “división internacional del trabajo”, especializarse en producir y
vender arroz para sus gigantescos vecinos asiáticos, olvidarse de la industrialización
debido a que carecía de hierro y carbón, y adoptar las políticas de “libre mercado” que
proponían los economistas ortodoxos. Por suerte para Corea del Sur, su dirigencia
arrojó por la borda todos estos consejos y puso en marcha un programa de desarrollo
basado en la expansión del mercado interno, fuertes aranceles proteccionistas,
subsidios a las industrias nacientes, control de cambios, creciente papel del estado,
manejo del gasto público y el déficit fiscal, promoción simultánea de las exportaciones y
del mercado doméstico que, al cabo de varias décadas, logró lo que nadie más
consiguió a lo largo del siglo xx.

Pero la hazaña coreana fue posible porque los surcoreanos hicieron todo lo contrario a
lo que les dictaba el “saber convencional” del imperialismo y sus aliados. Y porque,
pese a estar ocupados por fuerzas militares estadounidenses, la contraparte de la
ocupación militar fue la completa autonomía que lograron las clases dominantes
Coreanas para manejar la política económica y social. Pero si nadie más repitió la
hazaña, ¿por qué habrá sido?

275 Pese a lo cual no son pocos los comentaristas actuales que recuerdan con
nostalgia aquella época y afirman, en un alarde de temeridad, que la Argentina
por entonces ya era un país desarrollado, o que tenía algunos índices
socioeconómicos –por ejemplo, teléfonos o automóviles por 1.000 habitantes,
extensión de las vías férreas, etc.– comparables con los de las cinco o seis
naciones más avanzadas del mundo desarrollado. Pero este enfoque, típicamente
burgués por su tendencia irresistible a la fragmentación y la consideración de
la realidad social en términos de sectores, no puede sino inducir a graves
equívocos. Entre ellos, concluir que la Argentina era ya una economía
desarrollada. Un error semejante se produciría en nuestro tiempo si al
considerar algunos índices de salud pública y educación en Cuba, tan buenos
como los mejores de los países del capitalismo avanzado, concluyéramos que
Cuba es un país altamente desarrollado.

305
La respuesta que trata de fundamentar este libro es que nadie más pudo lograrlo
porque las condiciones económicas, sociales, políticas, militares e internacionales que
permitieron el tránsito del subdesarrollo al desarrollo por la vía capitalista a lo largo del
siglo xx desaparecieron por completo. Dados los avances de la mundialización ya no
existe posibilidad alguna de un desarrollo capitalista autónomo, y lo que provoca esta
heteronomía es la profundización de la dependencia y la perpetuación del
subdesarrollo. Además, la clase fundamental que impulsó las primeras etapas del
desarrollo del capitalismo en los países centrales, la burguesía nacional, se ha
extinguido en la periferia y cualquier esfuerzo por resucitarla está condenado al fracaso,
como lo demuestra sobradamente la experiencia argentina bajo los gobiernos de Néstor
y Cristina Kirchner 276.

El capítulo tercero y final de esta obra se propone examinar las perspectivas de un


futuro no capitalista para América Latina. La premisa que informa este argumento es
que dentro del capitalismo no tendremos futuro alguno, sino la patética eternización de
un presente plagado de toda clase de males. Si queremos conquistar un futuro será
preciso hacerlo por una vía no capitalista. La vieja consigna acuñada por Engels en el
Anti-Dühring y luego retomada por Rosa Luxemburgo, “socialismo o barbarie”, es más
actual hoy que ayer. De eso trata, precisamente, el socialismo del siglo xxi. Un
socialismo remozado que capitaliza y madura a partir de las ricas y dolorosas
experiencias de las revoluciones socialistas del siglo xx. El capítulo explora los tres
grandes temas definitorios del nuevo socialismo: la cuestión de los valores, el proyecto
político-económico y, por último, la problemática de los sujetos sobre los cuales recaerá
la responsabilidad de llevar a buen término el proyecto del socialismo del siglo xxi.

5.1 El socialismo del siglo XXI: notas para su discusión

El propósito de este texto es aportar algunos elementos para la discusión sobre el


socialismo del siglo XXI, conscientes de que las formas específicas que asumirá su
construcción serán muy variadas y resultantes de la lucha de los pueblos más que de
cuidadosas disquisiciones conceptuales o de directivas emitidas por un comando
central. En principio es pertinente recordar dos enseñanzas que se desprenden de los
escritos de Marx: la primera, extraída de la experiencia de la Comuna de París, cuando
decía que la Comuna había sido “la forma política al fin descubierta para llevar a cabo
dentro de ella la emancipación económica del trabajo” (Marx, 1966: 511). Descubierta,

276 En relación a este punto, la burguesía nacional, es de estricta justicia


recordar las precoces observaciones de Ernesto “Che” Guevara, quien afirmaba,
a comienzos de los años sesenta, que era más preciso hablar de “burguesías
autóctonas”. Ver especialmente su “Mensaje a los pueblos del mundo a través de
la Tricontinental”, un texto de abril de 1967.

306
claro está, en su concreción práctica, pues ya había sido precozmente conjeturada en
el plano de la teoría por Marx y Engels en La ideología alemana, un texto que ambos
habían escrito más de un cuarto de siglo antes. Pero na cosa era pronosticar desde la
teoría la necesidad histórica de la dictadura del proletariado, como el astrónomo que
postula la existencia de un planeta aún no detectado al observar los movimientos de los
demás, y otra muy distinta era ver esa idea encarnada en los sujetos políticos que
protagonizaron la insurrección de París el 18 de marzo de 1871. Fue también por esta
razón que ambos autores, en el Prefacio a la edición alemana del Manifiesto del Partido
Comunista, publicado en 1872, comentaban que “dado el desarrollo colosal de la gran
industria en los últimos veinticinco años y, con este, el de la organización del partido de
la clase obrera; dadas las experiencias, primero, de la revolución de febrero [de 1848] y
después, en mayor grado aún, de la Comuna de París, que eleva por primera vez al
proletariado, durante dos meses, al poder político, este programa ha envejecido en
algunos de sus puntos” (Marx y Engels, 1966). Se imponía actualizar el programa, como
también se impone hoy, dado que el de comienzos del siglo xx sufrió los embates del
tiempo y debe ser reexaminado y revisado. Pero, tanto antes como ahora, esta
reelaboración debe partir de la convicción, también reafirmada por Marx y Engels en
ese texto, de que “los principios generales expuestos en este Manifiesto siguen siendo
hoy, en su conjunto, enteramente acertados” (Marx y Engels, 1966: 12-13). Lo mismo
ocurre con el socialismo del siglo xxi como concepto que redefine el proyecto socialista
en correspondencia con las transformaciones operadas a lo largo del siglo xx y la
dispar suerte corrida por sus distintas experiencias revolucionarias277. Pero una cosa es
imaginarlo o concebirlo en la pureza de su abstracción teórica y otra muy diferente
observar la forma que puede estar asumiendo en su concreción histórica. Y no se
puede, ni se debe, confundir una cosa con la otra.

La segunda enseñanza aludida más arriba apunta a la relación entre teoría y praxis,
sagazmente descripta por el joven Marx en su crítica a Hegel cuando escribió que “así
como la filosofía encuentra en el proletariado sus armas materiales, el proletariado
encuentra en la filosofía sus armas espirituales, y tan pronto como el rayo del
pensamiento muerda a fondo en este candoroso suelo popular, se llevará a cabo la
emancipación de los alemanes como hombres” (Marx, 1958: 15; énfasis en el original).

277 Va de suyo que en un tratamiento más extenso este tema debería ser
prologado por un examen de las experiencias de construcción del socialismo en
el siglo xx. De lo contrario reflexionaríamos como si fuéramos Adán en el
primer día de la creación del mundo. Un tema central en dicho examen sería
dilucidar si todas las experiencias del siglo pasado fracasaron (tesis que
sostienen entre otros John Holloway, Michael Hardt y Antonio Negri) o si hubo
algunas que sí fracasaron pero otras que fueron derrotadas, como por ejemplo
la de Salvador Allende y la Unidad Popular en Chile. Además, ¿en que categoría
ubicarían estos críticos experiencias como las de Cuba, China y Vietnam? Por
supuesto, la consideración de estas cuestiones excede con creces los límites
de este trabajo, pero no queríamos dejar pasar inadvertido este crucial
asunto.

307
El “rayo del pensamiento” sólo puede ser, obviamente, el pensamiento crítico,
impugnador del orden social existente. Pero su productividad histórica sólo se realiza
cuando esas ideas logran arraigarse en el imaginario de hombres y mujeres que luchan
por la construcción de una nueva sociedad. Si ese pensamiento permanece
ensimismado narcicísticamente y no se encarna como “guía para la acción” de un sujeto
político, su destino será convertirse en una sala más del museo donde se amontonan
las ideas que nunca se convirtieron en fuerza social y que jamás hicieron el menor
aporte para cambiar el mundo.

Lenin captó en toda su profundidad una de las facetas de la relación entre teoría y
praxis, felizmente sintetizada en la fórmula que utilizara en el ¿Qué hacer?, “sin teoría
revolucionaria no hay práctica revolucionaria”, y cuya vigencia sólo se ha acentuado
con el paso del tiempo. La otra faceta, en cambio, no fue objeto de su reflexión, si bien
sus planteamientos permiten conjeturar lo que Lenin habría dicho acerca de una teoría
revolucionaria incapaz de encontrar un sujeto que se apropiase de ella. En ese caso,
fácil es inferirlo, dicha teorización devendría en “letra muerta”, correría el destino del
latín y terminaría recluida en herméticos cenáculos de sectas privadas de toda
potencialidad transformadora278. La propuesta de un socialismo del siglo xxi privado de
la capacidad para hundirse en “el candoroso suelo popular” del que hablaba el joven
Marx podría llegar a correr ese riesgo, y convertirse en un juego de lenguaje para uso
exclusivo de una pequeña secta de iniciados.

El tema, no por casualidad, está siendo objeto de una intensa y creciente discusión. Si
hacemos una rápida consulta en Google y consideramos el número de páginas
existentes a finales de febrero de 2008 sobre el “socialismo del siglo XXI”, veremos que
aparecen listadas aproximadamente unas 995.000 páginas que responden a dicha
cuestión279. La literatura existente es por lo tanto sumamente abundante, y crece a un
ritmo incontenible semana tras semana. Más interesante todavía: la abrumadora
mayoría de los textos contenidos en esas páginas se originaron luego de que el
presidente Hugo Chávez Frías instalara el tema en el debate público a mediados de
2005. Desde entonces, este se ha convertido en una referencia imprescindible de
cualquier discusión sobre el futuro del capitalismo, sobre todo en los países de América
Latina pero también, si bien de modo más atenuado, en gran parte del Tercer Mundo.
Gran mérito el de Chávez al haber instalado un tema que había sido desterrado del
lenguaje político, inclusive de las izquierdas. Junto con palabras tales como
imperialismo, clases, dominación, explotación, o expresiones como “lucha de clases”, la
palabra socialismo había desaparecido del discurso político en el preciso momento en
que su necesidad se tornaba más imperiosa que nunca. Por suerte, ya hemos
comenzado a salir de esa situación y en la batalla de ideas podemos anotarnos una

278 Hemos examinado este tema in extenso en nuestro “Estudio introductorio.


Actualidad del ¿Qué hacer?” (Boron, 2004b).
279 La misma consulta efectuada el 14 de julio de 2008 señala la existencia de
aproximadamente 5.480.000 páginas dedicadas al tema.
308
significativa victoria. No sabemos si esto sirve como para pasar a la ofensiva, pero por
lo menos hemos dejado de estar a la defensiva.

Dado el volumen de la bibliografía existente, nos limitaremos a examinar algunas


ideas que nos parecen centrales y que quisiéramos dejar como aporte para un futuro
trabajo de elaboración colectiva. No tienen pretensión alguna de exhaustividad sino
que, por el contrario, deben ser comprendidas como una parcial contribución a un
debate en curso tendiente a lograr una definición cada vez más precisa del horizonte
socialista de las luchas emancipatorias de nuestra época280.

Abordaremos esta reflexión a partir de una distinción tripartita entre:

- Los valores y principios medulares, que deben vertebrar un proyecto que se reclame
como genuinamente socialista.

- El programa de ese proyecto, es decir, el tránsito desde el universo de los valores a la


agenda concreta de la construcción del socialismo y las políticas públicas requeridas
para su implementación.

- Finalmente, el tema del “sujeto histórico” (o los sujetos) de ese proyecto, y sus
características distintivas.

Analizaremos por separado cada uno de estos tres puntos.

 Valores

Se trata de un tema clave, porque un proyecto socialista no puede manifestar la menor


ambigüedad axiológica en relación a la sociedad burguesa: su crítica debe ser radical e
intransigente. A la luz de las experiencias que tuvieron lugar durante la fase
“keynesiana” del capitalismo –sus límites y la posterior reversibilidad sufrida a manos de
la reacción neoconservadora de los ochenta– nadie puede seriamente alimentar la
menor ilusión acerca de la capacidad de lograr reformas profundas y especialmente
duraderas en la estructura de este tipo de sociedad. La involución que sufrió como
consecuencia de la contrarrevolución de los años ochenta y el ulterior auge del
neoliberalismo demuestran, más allá de toda duda, que los avances que se habían
producido en los años de la posguerra –y que dieran lugar a múltiples teorizaciones
sobre “el fin de las ideologías”, el agotamiento de la lucha de clases, las virtudes de la
irrestricta movilidad social ascendente, el triunfo de la democracia liberal, etc.–
estuvieron muy lejos de ser conquistas irreversibles que alumbraron el nacimiento de un

280 Un participante clave en este debate es István Mészáros, pero la amplitud


de su contribución excede con creces lo que podríamos tratar en estas breves
páginas. Ver su monumental Beyond capital (Mészáros, 1995) y su breve pero
aleccionador ensayo Socialismo o barbarie (2005).
309
nuevo tipo histórico de sociedad, confusión esta en la que caen muchos de los teóricos
de la así llamada “sociedad de la información”. Y si el programa neoliberal (y
neoconservador en lo político y cultural) no se cumplió en su totalidad, no es menos
cierto que en la mayoría de los países europeos se registraron retrocesos en materia de
legislación laboral, derechos económicos y sociales y derechos ciudadanos en general.
Esta reversión ha confirmado, una vez más, la extraordinaria resiliencia del capitalismo
y su capacidad para retornar a la “normalidad” de su funcionamiento explotador,
expoliador y opresivo una vez que se disipan las coyunturas amenazantes que, en los
años de la posguerra, lo obligaran a hacer pasajeras concesiones a las clases
subalternas. Componente estratégico de esa coyuntura fue la amenazante presencia de
la Unión Soviética. Y es que, a pesar de su doctrina oficial de la “coexistencia pacífica”,
justamente criticada por el Che en numerosas intervenciones orales y escritas, la sola
existencia del ejemplo soviético y posteriormente de la revolución china obligó a las
burguesías metropolitanas a aceptar reivindicaciones que antes de 1917 hubieran sido
respondidas apelando a los servicios de la gendarmería.

Superación del economicismo

Dicho lo anterior, es preciso subrayar que un socialismo renovado de cara al siglo xxi no
puede quedar reducido a la construcción de una nueva fórmula económica, por más
resueltamente anticapitalista que esta sea. El Che tenía toda la razón cuando afirmó
que “el socialismo como fórmula de redistribución de bienes materiales no me
interesa”281. De lo que se trata es de la creación de un hombre y una mujer nuevos, de
una nueva cultura y un nuevo tipo de sociedad, caracterizados por la abolición de toda
forma de opresión y explotación, el primado de la solidaridad, el fin de la separación
entre gobernantes y gobernados, y la reconciliación del hombre con la naturaleza. En
términos similares se expresa François Houtart cuando identifica cuatro principios que,
según su análisis, deberían orientar la construcción de este nuevo socialismo (Houtart,
2007): el predominio del valor de uso sobre el valor de cambio, teniendo en cuenta que
la primacía de este último es la que impone la lógica del mercado –y, por ende, la ley
del valor– en la totalidad de la vida social, lo que, tal como planteara Franz
Hinkelammert, en términos prácticos significa el fin del sujeto y el sometimiento de la
humanidad entera a la lógica destructiva del capitalismo; una nueva relación no
predatoria con la naturaleza, agredida brutalmente por el capitalismo al considerarla
una mercancía más, lo que requiere avanzar aceleradamente hacia su total

281 Ya en su momento Mariátegui había expresado una idea muy similar, pero
referida en su caso a la conciencia del proletariado, cuando escribió que “un
proletariado sin más ideal que la reducción de las horas
de trabajo y el aumento de los centavos del salario no será nunca capaz de una
gran empresa histórica”. El economicismo remata inexorablemente en este tipo
de conciencia, irremediablemente inepta para la construcción del socialismo.
Ver José Carlos Mariátegui (1969b: 116).

310
desmercantilización; la democratización de todas las esferas de la vida social,
comenzando por la economía –que, al decir de Lenin, es “la política concentrada”– y
siguiendo por todas las instituciones de la sociedad, entre las cuales sobresale por su
trascendencia y gravitación práctica el estado; y el principio de la interculturalidad, esto
es, el enriquecimiento recíproco de todas las culturas mediante su diálogo permanente.

En una perspectiva similar, el presidente Hugo Chávez afirmó, en una entrevista que se
le realizara en octubre de 2005 y que fuera ampliamente reproducida en Internet, que
según él el socialismo del siglo xxi debería contener por lo menos cuatro rasgos
esenciales282. En primer lugar, uno de carácter moral, recuperando el sentido ético de
la vida destruido por ese “sórdido materialismo de la sociedad burguesa” del que
hablara Marx. En ese texto el líder bolivariano convoca a “luchar contra los demonios
que sembró el capitalismo: individualismo, egoísmo, odio, privilegios”. El socialismo
debe defender la ética, la generosidad, la dignidad y la autonomía de los sujetos
sociales. En segundo lugar, debe proponer una democracia de tipo participativo y
protagónica, potenciando la soberanía popular. En tercer lugar, la conciliación de la
libertad con la igualdad, puesto que la primera sin la segunda, en una sociedad de
excluidos y explotados, se convierte en un privilegio de minorías. Para el socialismo la
justicia social es un componente esencial de su proyecto, la virtud primera que debe
tener toda organización social poscapitalista.

Finalmente, considerando lo estrictamente económico, el nuevo socialismo requiere


cambios en dirección del asociativismo, la propiedad colectiva, el cooperativismo y una
amplia gama de experiencias de autogestión y cogestión, así como diversas formas de
propiedad pública y colectiva. En suma, se trata de un nuevo socialismo que podría
sintetizarse en la siguiente fórmula: propiedad colectiva (no necesariamente estatal) de
los medios de producción + democratización fundamental de todas las esferas de la
vida social. Lenin, en su tiempo, dijo que el socialismo era igual a soviets +
electrificación. La democratización fundamental amplía el contenido de los soviets al
proyectar el protagonismo popular y la participación sobre el conjunto de la vida social y
no sólo sobre la esfera propiamente política. En cuanto a la electrificación, un
imperativo insoslayable en su época, la actualidad plantea nuevos desafíos que van
más allá de lo que una mente tan lúcida como la de Lenin podía imaginar y que exigen
la superación del productivismo que durante décadas marcara con rasgos indelebles el
viejo proyecto socialista.

Lo que el socialismo del siglo XXI no debe ser

El destacado teórico marxista canadiense Michael Lebowitz se ha referido a este tema

282 Un primer esbozo lo presentó Chávez en el V Foro Social Mundia de Porto


Alegre, el 30 de enero de 2005. Ver Chávez Frías (2005

311
en un escrito sumamente sugestivo e importante, no exento de algunas interpretaciones
que seguramente suscitarán fuertes polémicas (Lebowitz, 2006). El propio presidente
Chávez se refirió a este en su programa dominical, “¡Aló Presidente!”, el 25 de febrero
de 2007, con estos términos:

Precisamente el socialismo, Michael Lebowitz, en este libro […] invita a construirlo y da


unos lineamientos muy interesantes, muy interesantes. Seres humanos y socialismo.
No se puede construir el socialismo sobre los defectos de la nueva sociedad, que nace
defectuosa. Siempre la nueva sociedad nace defectuosa, es decir, nace con los vicios
de la vieja sociedad; pero el socialismo, que es un proceso de construcción de largo
plazo, debe ir progresivamente eliminando o venciendo los defectos de esa vieja
sociedad, que se infiltran en la nueva. Aquí Michael Lebowitz habla de lo siguiente: un
solo camino, la propia práctica; lo que dije hace poco, la praxis revolucionaria. La
dialéctica, teoría y praxis, no nos quedemos en la pura teoría, no podemos quedarnos
en el puro debate, en las lecturas, hay que ir a practicar, hacer praxis revolucionaria […]
Hablando de ese tema, me ha llegado este nuevo... están saliendo ahora libros por
todos lados sobre el socialismo. Se ha despertado una inquietud en el mundo, se creía
al socialismo perdido ya, pasó a la historia; ¡no!, ¡no!

En relación al perfil valorativo del socialismo del siglo xxi, Lebowitz plantea que, así
como Marx reconsideró sus concepciones sobre el estado y la revolución luego de la
Comuna de París (1871), nosotros debemos repensar el socialismo a la luz de las
experiencias del siglo xx. En pocas palabras, Lebowitz (2006) enumera lo que según él,
son los rasgos que no deberían caracterizar al socialismo del futuro. Ellos son los
siguientes:

a) el socialismo del siglo xxi no es estatismo ni puede dar lugar a una sociedad
estatista, “donde las decisiones se impongan desde arriba y donde toda iniciativa sea
potestad de los funcionarios del gobierno o de los cuadros de vanguardia que se auto-
reproducen”. Agrega que, debido a que el socialismo tiene como su horizonte el
desarrollo integral de la persona humana, su construcción “requiere una sociedad
democrática, participativa y protagónica. Una sociedad dominada por un estado
todopoderoso no genera seres humanos aptos para instaurar el socialismo”. Este es un
punto que merece ser discutido en profundidad: por una parte, porque en grandes
sectores de la izquierda la confusión entre socialismo y estatismo ha sido una constante
a lo largo de todo el siglo pasado. Y, evidentemente, al confundirlos hacían caso omiso
de las advertencias de Marx y Engels acerca de la naturaleza y el carácter transitorio
del estado. Pero los fundadores del materialismo histórico –y junto con ellos todo el
marxismo clásico, incluyendo figuras de la talla de Lenin, Trotsky y Luxemburgo, entre
otros– se equivocaron cuando supusieron que el período de transición entre el
capitalismo y el comunismo –y eso es precisamente el socialismo– sería de breve
duración. Y no sólo eso: también subestimaron la virulencia de la reacción adversa de
las grandes potencias capitalistas, mientras que sobrestimaron la unanimidad de
312
acción, o el internacionalismo, de los proletarios de todo el mundo, que no sólo no se
unieron, como exhortaban Marx y Engels en el Manifiesto, sino que, como lo demostró
la Primera Guerra Mundial, se encolumnaron detrás de sus propias burguesías en una
de las mayores carnicerías de la historia.

Por todas estas razones, sintetizadas en estas pocas palabras, es que el estado,
especialmente en el socialismo (pero también en las sociedades capitalistas), lejos de
diluirse, acentuó su presencia hasta adquirir proporciones extraordinarias. Y cuando
una institución como esta alcanza tan notables dimensiones, su propia dinámica tiende
a producir algunos “efectos colaterales” incompatibles con el progreso del socialismo.
Uno de ellos es la creciente alineación de la ciudadanía, que frente al patrimonio
público –que debería ser valorado como propiedad de todo el pueblo– adopta muy a
menudo actitudes que reflejan un profundo desinterés y un larvado individualismo que
se sintetiza en expresiones tales como “esto no es mío, es del estado”, como si en el
socialismo la propiedad del estado no fuera al mismo tiempo propiedad de todo el
pueblo. Por otra parte, la hipertrofia cuantitativa del estatismo, exigida tanto por las
crecientes necesidades del capital en las economías capitalistas como por la hostilidad
del imperialismo en contra de los ensayos socialistas, implica también un preocupante
cambio cualitativo: la creciente burocratización de las estructuras estatales, una
tendencia inevitable y para colmo tendencialmente incompatible con la lógica de la
democracia socialista. En los últimos años de su vida, Lenin reflexionó largamente
sobre el tema de la burocracia en la construcción del socialismo, y sería provechoso
que sus análisis fuesen discutidos nuevamente en la actual coyuntura.

Por consiguiente, si bien estamos de acuerdo con Lebowitz, es preciso introducir una
calificación a este primer no que nos plantea en su trabajo, porque el fortalecimiento del
estatismo en los procesos de construcción socialista casi invariablemente es un reflejo
de la lucha de clases a nivel mundial y, en el caso de Cuba, de la continuada agresión
imperialista a lo largo de casi medio siglo, que no deja otra alternativa que fortalecer el
estado y, principalmente, su aparato militar. De lo que se trata entonces es de
establecer de qué forma el perfeccionamiento de las instituciones democráticas del
socialismo del siglo xxi, que no son las de la democracia burguesa, podría tener la
capacidad de contrarrestar los efectos más perniciosos del reforzamiento del poder
estatal a causa de la sistemática agresión que el imperialismo descargará sobre
cualquier tentativa de avanzar en dirección del socialismo.

b) En segundo lugar, nuestro autor bien dice que el socialismo “no es populismo. Un
estado que provee los recursos y las soluciones a todos los problemas de la gente no
fomenta el desarrollo de las capacidades humanas, al contrario, estimula a la gente a
adoptar una actitud pasiva, a esperar que el estado y los líderes den respuesta a todos
sus problemas”.

Claramente, el socialismo no es populismo en la medida en que, a diferencia de este,


313
estimula y favorece la organización autónoma de las clases y capas populares y el
desarrollo de su conciencia revolucionaria. De todos modos, no hay que perder de vista
que fomentar las capacidades humanas no es algo que se pueda hacer de la noche a la
mañana, sobre todo luego de 500 años de embrutecimiento de las masas producido por
la sociedad capitalista. Ni que, además, en una primera etapa, solucionar los problemas
de poblaciones que han estado sumidas en la ignorancia, hambreadas y sin ninguna
clase de cuidado médico por siglos, se convierte en un objetivo insoslayable pero no
por eso alcanzable de un día para otro. Lo que debe evitarse es la aparición y
cristalización de actitudes pasivas y no participativas, de forma tal que la población no
espere que todos sus problemas sean resueltos por el estado. Actitudes como estas
constituyen un grave obstáculo en la construcción del “hombre nuevo” y de la nueva
cultura del socialismo.

c) Continúa Lebowitz diciendo que una sociedad socialista no puede ser totalitaria.
Dado que “los seres humanos son diferentes y tienen diferentes necesidades y
habilidades, su desarrollo por definición requiere del reconocimiento y respeto de las
diferencias. Las presiones del estado o las de la comunidad para homogeneizar las
actividades productivas, las alternativas de consumo o estilos de vida no pueden ser la
base para que surja lo que Marx reconocía como la unidad basada en el reconocimiento
de las diferencias”283.

d) Finalmente, nuestro autor sostiene que el productivismo en que cayeron gran parte
de los experimentos socialistas del siglo xx, a la larga terminó socavando las
posibilidades de construir una sociedad socialista. Por eso tiene razón Lebowitz cuando
afirma que el “socialismo no puede ser el culto por la tecnología. Esta fue una patología
para el marxismo, y que se manifestó en la Unión Soviética como minas, fábricas y

283 Una reflexión interesante y polémica, que debería ser objeto de un serio
debate, es la que plantea Edgardo Lander en ocasión de la creación del Partido
Socialista Unificado de Venezuela. Señala en su nota que “entre los debates
vitales sobre la experiencia de lo que fue el socialismo que realmente existió
en el siglo xx, están los asuntos del papel del Estado y del partido y sus
relaciones con la posibilidad de la construcción de una sociedad democrática.
Un Estado-partido que copó cada uno de los ámbitos de la vida colectiva,
terminó por asfixiar toda posibilidad de debate y disidencia, y con ellos la
posibilidad misma de la pluralidad y la democracia. Es por ello que entre los
debates medulares para un orden socialista democrático que no repita los
contenidos autoritarios de la experiencia del siglo pasado están los referidos
al papel del Estado, al carácter del Estado, a las relaciones entre el Estado
y la pluralidad de formas de organización y sociabilidad que se agrupan bajo
la idea de sociedad” (Lander, 2006). Su invitación fue recogida por numerosos
intelectuales y políticos: es preciso revisar ese capítulo de la historia de
los socialismos realmente existentes y en esa empresa introducir algunas
distinciones que no aparecen en el texto de Lander y que son de gran
importancia. No fue lo mismo la experiencia soviética que la cubana, y sería
injusto a más de impropio intelectualmente subsumirlas en una misma categoría.

314
granjas colectivas inmensas, que supuestamente lograban los beneficios de la
economía de escala”, pero al precio de burocratizar el proceso de toma de decisiones,
desincentivar el protagonismo popular y destruir el medio ambiente.

En relación con esto es pertinente recordar, una vez más, las palabras del Che acerca
del socialismo como un proyecto integral, irreductible a cualquier clave economicista o
productivista284.

e) Asimismo, Lebowitz concluye que el socialismo del siglo xxi debe estar signado por
una fuerte “disposición a luchar contra la lógica del capital”. La experiencia del siglo xx
enseña que “el deseo de desarrollar una sociedad que sirva al pueblo no es suficiente –
hay que estar dispuesto a romper con la lógica del capital para realizar un mundo
mejor”. En otras palabras, lograr lo que Houtart planteaba en su texto: la primacía del
valor de uso sobre el valor de cambio –puesto que este último es el vehículo principal
mediante el cual se mercantiliza el conjunto de la vida social– exige una firme decisión
de impedir que la lógica del capital se apodere de nuestras vidas y de la naturaleza.
Esto supone no sólo un gobierno con ideas claras y voluntad firme sino también una
conciencia socialista y revolucionaria ampliamente desarrollada en las masas
populares. Por tanto, concluye Lebowitz que “no se puede hacer socialismo desde
arriba, a través de los esfuerzos y enseñanzas de una vanguardia que toma todas las
iniciativas y desconfía del auto-desarrollo de las masas”, o simplemente desalienta su
autoorganización.

 Proyecto

En el apartado anterior analizamos brevemente la problemática de los valores y


destacamos la incuestionable superioridad ética del socialismo en relación al
capitalismo, tema que no debe olvidarse pese a que muy a menudo es dejado de lado.
Esto se observa cuando inclusive algunos partidarios del socialismo creen defenderlo

284 Dadas ciertas confusiones reinantes en relación con estos temas, vale la
pena aclarar que la crítica al productivismo no significa para nada
desentenderse de las imperiosas necesidades que una economía socialista tiene
de ser productiva y eficiente, condiciones indispensables para elevar las
condiciones materiales de vida de la población. El productivismo, en cambio,
puede ser definido como la ciega e irracional confianza depositada en el
desarrollo de las fuerzas productivas, concebidas como capaces de resolver por
sí solas todas las necesidades de la nueva sociedad. El deterioro del medio
ambiente o el despotismo tecnocrático dentro de la empresa socialista han sido
dos de los subproductos más perniciosos del productivismo. Sería un gravísimo
error pensar, por otra parte, que la productividad y la eficiencia son rasgos
que sólo definen a una economía capitalista.

315
eficazmente apelando a su mayor “racionalidad” económica o a su capacidad para
evitar el absurdo despilfarro propio del capitalismo; o subrayando el carácter más
democrático del estado socialista, cuestiones estas que no por ser ciertas deben
hacernos olvidar la preeminencia axiológica del socialismo como forma superior de
civilización fundada en el predominio de valores altruistas, solidarios, radicalmente
democráticos, y en el respeto a la naturaleza y la sociodiversidad.

No obstante, dicho lo anterior, se trata de ver ahora la forma en que el ideal socialista, o
la utopía movilizadora del socialismo, se encarna históricamente en una agenda
concreta de transformación social. Por ejemplo, en un proyecto socialista como el que
caracterizó a la Revolución Rusa desde sus comienzos, el tema de la sustentabilidad
ecológica se encontraba por completo ausente, y en gran medida puede decirse lo
mismo en relación a la cuestión de la emancipación de la mujer. No porque se ignorase
la importancia de ambas cuestiones, sino porque se suponía que el fin de la anarquía
de la producción capitalista preservaría eficazmente el medio ambiente, y que la
liberación del yugo del patriarcado se produciría automáticamente como resultado de la
derrota de la burguesía y del inicio de la transición socialista. Nada de ello ocurrió, y es
precisamente por eso que tiempo atrás escribíamos que la renovación y actualización
de la agenda concreta del proyecto socialista es imprescindible para las fuerzas que
bregan por la superación histórica del capitalismo. Nuevas demandas, urgencias y
necesidades sociales se generaron a lo largo del último siglo, y, a menos que ellas sean
adecuadamente encaradas con políticas concretas, el socialismo del siglo xxi quedará
relegado al terreno de las ideas despojadas de toda resonancia práctica. Ya advertía
Rosa Luxemburgo que, si ello llegara a ocurrir, las fuerzas socialistas se debilitarían y
empequeñecerían a punto tal de perder toda clase de gravitación en la vida social,
degradadas a la condición de minúsculas sectas esotéricas que predican discursos
incomprensibles y carentes de productividad social.

El caso de la economía centralmente planificada

Así, una vez establecida la historicidad del proyecto socialista –por contraposición a la
inmanencia de sus valores esenciales–, podría pensarse, en línea con los aportes de
los autores anteriormente mencionados, que rasgos tales como “la planificación central”
de la economía, que en el pasado fue interpretada como consustancial con el
socialismo, hoy aparecen claramente como producto de una época y que no existen
mayores razones para que sean mantenidos en el futuro. Si en el marco del desplome
del estado zarista, la Primera Guerra Mundial y la salvaje agresión perpetrada en contra
de la joven república soviética, la socialización de la economía fue asimilada con la total
estatización de las actividades económicas, hoy en día esa receta no sólo es
inadecuada sino, además, contraproducente para la consolidación de un proyecto
socialista en las condiciones actuales de la economía mundial. Volviendo una vez más
a Rosa Luxemburgo, fue ella quien señaló la importancia de no hacer de una necesidad
316
virtud. Si el modelo de la estatización total de la economía fue una necesidad impuesta
por determinadas circunstancias históricas, esto no significa que deba ser la única
alternativa para un proyecto socialista. Y esta conclusión es válida aun si se tiene en
cuenta, en contra de la opinión del saber convencional de las ciencias sociales y de los
ideólogos y publicistas liberales de viejo y nuevo cuño, que en su tiempo ese modelo
fue altamente exitoso: hizo posible un formidable desarrollo de las fuerzas productivas y
convirtió al país más atrasado de Europa a comienzos del siglo xx en una gran potencia
industrial y militar; y, por añadidura, logró que la Unión Soviética tomara el liderazgo en
la conquista del espacio exterior en la segunda mitad de la década del cincuenta. Sin
embargo, sus logros en una fase de industrialización extensiva, en la cual el énfasis
estaba puesto en la producción de bienes de capital, no fueron suficientes para
responder eficazmente a los nuevos desafíos planteados por la tercera revolución
industrial, con el consiguiente desarrollo de la microelectrónica, las telecomunicaciones,
la informática y todas las aplicaciones industriales derivadas de estos adelantos
científicos. Y, gradualmente, la Unión Soviética fue perdiendo terreno frente a sus
rivales capitalistas hasta llegar a su inglorioso derrumbe final, cuando todo el edificio
político construido por la primera revolución proletaria de la historia, un acontecimiento
extraordinario en la vida de las naciones, se desplomó sin un solo disparo, y ante la
increíble indiferencia de la población.

El tema de la magnitud e implicaciones de estos grandes cambios económicos mereció


una aguda observación del Comandante Fidel Castro en su discurso del 17 de
noviembre de 2005 en la Universidad de La Habana en conmemoración del sexagésimo
aniversario de su ingreso a esa casa de estudios. Afirmó en aquella oportunidad algo
que debería ser objeto de profunda reflexión:

Somos idiotas si creemos, por ejemplo, que la economía –y que me perdonen las
decenas de miles de economistas que hay en el país– es una ciencia exacta y eterna, y
que existió desde la época de Adán y Eva. Se pierde todo el sentido dialéctico cuando
alguien cree que esa misma economía de hoy es igual a la de hace 50 años, o hace
100 años, o hace 150 años, o es igual a la época de Lenin, o a la época de Carlos
Marx. A mil leguas de mi pensamiento el revisionismo, rindo verdadero culto a Marx, a
Engels y a Lenin (Castro Ruz, 2005a: 20-21).

Fidel tiene razón: la economía de hoy no es la de hace 50 años atrás. No lo son ni el


paradigma productivo, ni las modalidades de circulación de las mercancías, ni las
características del sistema financiero ni el entrelazamiento mundial del capital y el de
este con los estados de los capitalismos metropolitanos. Por lo tanto, las políticas
económicas del socialismo deben necesariamente partir del reconocimiento de estas
nuevas realidades. Y, al mismo tiempo, tener la humildad y la sensatez necesarias
como para desconfiar de fórmulas librescas, prêt à porter, que se presentan como
válidas en todo tiempo y lugar para la construcción del socialismo. En esa misma plática
a los universitarios, Fidel decía que “uno de nuestros mayores errores al principio, y
317
muchas veces a lo largo de la Revolución, fue creer que alguien sabía cómo se
construía el socialismo” (Castro Ruz, 2005a: 30). Lección esta importantísima, no sólo
por provenir de quien proviene, sino porque desafía la tendencia pertinaz en la
izquierda de reducir la construcción del socialismo a la aplicación de una receta, un
modelo, una fórmula. Por eso no podría ser más sabia y oportuna la advertencia de
Simón Rodríguez insertada al comienzo de este capítulo: o inventamos o erramos. La
revolución socialista será creación histórica o no será. En este sentido, vale parafrasear
nuevamente la poesía de Antonio Machado diciendo algo así como “socialista no hay
modelo, se hace el modelo al andar”. Se lo hace en la praxis histórica concreta de la
construcción del socialismo y en las condiciones irrepetibles –originales, como dijo
Rodríguez– bajo las cuales cada uno de estos procesos tiene lugar.

Decíamos anteriormente que, por las razones ya señaladas, la estatización total de la


economía es, en las condiciones actuales, inadecuada y contraproducente. Inadecuada,
porque las transformaciones de la economía mundial, dominada sin contrapesos por la
lógica del capital, requieren disponer de un amplio arsenal de respuestas flexibles,
inmediatas, especializadas y “glocales”, es decir, que tomen en cuenta tanto el contexto
global como el local y el nacional, lo cual es incompatible con la rigidez, la lentitud, la
generalidad y el enfoque eminentemente nacional de la planificación integral. Atento a
esta realidad, Raúl Castro, en el discurso del 24 de febrero de 2008 pronunciado con
motivo de las conclusiones de la sesión constitutiva de la VII Legislatura de la Asamblea
Nacional del Poder Popular, comentaba que una de las limitaciones del centralismo
planificador era “la tendencia a aplicar la misma receta en todas partes. Como resultado
de ello, y quizás su peor consecuencia, muchos piensan que cada problema exige
medidas de alcance nacional para resolverse”. En esa misma intervención abogaba por
una reforma del esta do tendiente a crear una estructura estatal “más compacta y
funcional, con menor número de organismos de la administración central del estado y
una mejor distribución de las funciones que cumplen”, con lo cual se permitirá “reducir la
enorme cantidad de reuniones, coordinaciones, permisos, conciliaciones, disposiciones,
reglamentos, circulares, etc., etc. Contribuirá además a concentrar algunas actividades
económicas decisivas hoy dispersas en varios organismos, y hacer un mejor empleo de
los cuadros” (Castro Ruz, 2008).

Como vemos, la dirigencia cubana hace una lectura apropiada de las circunstancias
actuales y, dentro de ellas, de las características que deben asumir la estructura y el
funcionamiento de la organización estatal y de la economía cubana. Es más: en ese
mismo discurso, Raúl sostuvo también que “en diciembre hablé del exceso de
prohibiciones y regulaciones, y en las próximas semanas comenzaremos a eliminar las
más sencillas. Muchas de ellas tuvieron como único objetivo evitar el surgimiento de
nuevas desigualdades, en un momento de escasez generalizada, incluso a costa de
dejar de recibir ciertos ingresos” (Castro Ruz, 2008). Pero hoy algunas condiciones han
cambiado y esas “prohibiciones y regulaciones” desencadenan efectos exactamente
contrarios a los buscados.
318
A su vez, un esquema centralizado de dirección y control de la vida económica resulta
contraproducente en la medida en que alimenta una vigorosa tendencia a instaurar el
predominio de una burocracia que progresivamente se va desentendiendo y
descomprometiendo de la construcción de una nueva sociedad, convirtiéndose en
cambio en celosa custodia de sus privilegios. Las lecciones que se desprenden del
derrumbe de la Unión Soviética aportan elementos irrebatibles sobre este tema.

Para resumir: si la planificación centralizada y la estatización completa de la economía


soviética eran el único camino que se abría luego de las jornadas de octubre de 1917,
nada indica que hoy, casi un siglo más tarde, ese sea el único sendero por el cual
deban marchar quienes luchan por la construcción de una nueva sociedad. En el ya
mencionado discurso de Raúl se planteó reiteradamente la necesidad de avanzar en el
terreno de las alternativas al modelo actual, citando en su apoyo el mensaje de Fidel del
18 de febrero en el cual el Comandante decía que “los problemas actuales de la
sociedad cubana requieren más variantes de respuestas para cada problema concreto
que las contenidas en un tablero de ajedrez”. Aferrarse a un viejo modelo, aunque haya
sido exitoso en el pasado, cuando se han extinguido las condiciones nacionales e
internacionales que lo hacían posible y razonable, equivale a internarse en una ruta que
culmina inexorablemente en un mayúsculo y penoso fracaso.

Romper las cadenas del “otro pensamiento único”

El neoliberalismo impuso el “pensamiento único” sintetizado en la fórmula del Consenso


de Washington. Pero hay otro “pensamiento único”: el de una izquierda detenida en el
tiempo y que carece de la audacia para repensar y concretar la construcción del
socialismo rompiendo los moldes tradicionales derivados de la experiencia soviética.
¿Por qué no pensar en un ordenamiento económico más flexible y diferenciado, en el
que la propiedad estatal de los recursos estratégicos y los principales medios de
producción –cuestión esta no negociable– conviva con otras formas de propiedad
pública no estatal, o con empresas mixtas en las que algunos sectores del capital
privado se asocien con corporaciones públicas o estatales, o con firmas controladas por
sus trabajadores en asociación con los consumidores, o con cooperativas o formas de
“propiedad social” de diverso tipo –como las que se están impulsando en la Venezuela
bolivariana– pero ajenas a la lógica de la acumulación capitalista? Por supuesto, no se
trata de un experimento sencillo. Está sujeto a múltiples contradicciones, pero ¿quién
dijo que la construcción del socialismo sería, como en su momento lo observara Lenin,
algo tan simple como bajarse de un pulcro tren alemán cuando un no menos atildado
conductor del convoy anunciase: “¡Estación de la revolución socialista. Todos abajo!”.
Este esquema es factible a condición de que exista un estado fuerte, dotado de una
gran legitimidad popular y muy bien organizado. Si se reúnen estos requisitos, la
articulación entre estos diferentes tipos de empresas puede concretarse sin poner en
319
peligro el avance del socialismo.

Lo anterior remite a otra cuestión, usualmente mal interpretada, y es la siguiente:


muchos piensan, especialmente en la izquierda, que cualquier reforma económica es
necesariamente neoliberal. Ante estas insinuaciones conviene recordar una reflexión de
José Carlos Mariátegui cuando con gran perspicacia dijera que “la herejía es
indispensable para comprobar la salud del dogma” (2007: 10). El absurdo de
anatemizar cualquier reforma como una herejía o una traición al socialismo –entendido
este como un dogma inalterable no sólo en el plano de los principios, lo que está bien,
sino también en el de los proyectos históricos, lo que está mal– salta a la vista, porque
significaría la consagración de un suicida inmovilismo, la negación de la capacidad de
autocorrección de los errores y una renuncia al aprendizaje colectivo, condiciones estas
imprescindibles para el permanente perfeccionamiento del socialismo. ¿O es que se
piensa que el socialismo puede instituir una política y un modelo de organización
económica y social para sostenerlos imperturbablemente a lo largo del tiempo, más allá
del devenir de los acontecimientos históricos? ¡Eso es metafísica, no marxismo! Por
algo Marx y Engels ya advertían, en La ideología alemana, que “para nosotros el
comunismo no es un estado de cosas que debe implantarse con arreglo a unas
premisas imaginadas, o un ideal al que ha de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos
comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual” (Marx y
Engels, 1968: 54). Nótese bien: “movimiento real que anula y supera el estado de cosas
actual”. Y en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, Marx observaba algo que
debería llamar a la reflexión a los partidarios del inmovilismo pseudorevolucionario: “las
revoluciones proletarias como las del siglo xix se critican constantemente a sí mismas,
se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía
terminado, para comenzarlo de nuevo desde el principio, se burlan concienzuda y
cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros
intentos” (Marx, 1973: 236). Nótese bien las palabras que utiliza: “se critican
constantemente a sí mismas […] vuelven sobre lo que parecía terminado para
comenzarlo de nuevo”: ¿no es esta la actitud de un auténtico revolucionario? ¿O será
que sus marcas distintivas son la autocomplacencia y el conformismo? En otro pasaje
igualmente luminoso de ese mismo libro Marx afirmaba que “la revolución social del
siglo xix no puede sacar su poesía del pasado, sino solamente del porvenir. No puede
comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneración supersticiosa por el
pasado. Las anteriores revoluciones necesitaban remontarse a los recuerdos de la
historia universal para aturdirse acerca de su propio contenido. La revolución del siglo
xix debe dejar que los muertos entierren a sus muertos, para cobrar conciencia de su
propio contenido” (Marx, 1973). Es preciso que nos despojemos de esa “veneración
supersticiosa del pasado” que nos obnubila y nos impide repensar críticamente la
Revolución Rusa y su proyecto económico; repensar octubre en toda su tremenda
grandeza y, también, en las limitaciones que desencadenaron su penoso final.
Ajustadas así las cuentas con nuestro propio pasado, podremos enfrentar abiertamente
los desafíos de nuestra época con la creatividad y la audacia, a la vez teórica y práctica,
320
propias del marxismo.

Por consiguiente, este y no otro debe ser el significado de una política de reformas
dentro del socialismo; no para volver al capitalismo sino para perfeccionar el socialismo
y dar un paso más en dirección a la sociedad comunista. Arrojar por la borda esta
necesidad de impulsar un continuo perfeccionamiento de la obra revolucionaria es el
camino más seguro para garantizar el fracaso de un proyecto socialista.

Fiel a las enseñanzas de Marx y Engels, Fidel decía en su discurso pronunciado en la


Universidad de La Habana que “estamos marchando hacia un cambio total de nuestra
sociedad. Hay que volver a cambiar, porque tuvimos tiempos muy difíciles, se crearon
esas desigualdades, injusticias, y lo vamos a cambiar sin cometer el más mínimo
abuso, sin quitarle un peso a nadie” (Castro Ruz, 2005a). Esto se haría, según el
Comandante, “sin cometer un abuso, sin matar a nadie de hambre, sólo con
sencillísimos principios: la libreta tiene que desaparecer; los que trabajan y producen
más recibirán más, comprarán más cosas; los que trabajaron durante décadas recibirán
más y tendrán más cosas. Y el país tendrá mucho más, pero no será una sociedad de
consumo, será una sociedad de conocimientos, de cultura […] Ninguno de nosotros se
ha vuelto neoliberal; pero les vamos a demostrar irrefutablemente las crisis de sus
teorías”285 (Castro Ruz, 2005a).

Nos parece que estas líneas sintetizan notablemente los desafíos que debe enfrentar el
avance en la construcción del socialismo en Cuba y, por extensión, en los países que
están iniciando este recorrido. No podemos olvidar que un proyecto de este tipo debe
garantizar la elevación de las condiciones de vida materiales y espirituales de las
grandes mayorías nacionales. En el caso cubano, el criminal bloqueo norteamericano
ha conspirado muy eficazmente en contra de este objetivo, pero sería un gravísimo
error pensar que todos los problemas de la economía cubana se explican por la
persistencia de esa política imperialista. Estamos convencidos de que su maligna
efectividad podría reducirse considerablemente si se adoptasen nuevas políticas,
especialmente diseñadas para enfrentar los graves problemas que afectan las
condiciones de vida de grandes sectores de la población, como los bajos salarios, el
transporte, la vivienda, la creciente desigualdad económica y social, la insuficiencia de
la oferta alimentaria y la baja productividad del sector público, entre otros males

285 El tema de la libreta, y la necesidad de un replanteamiento radical del


funcionamiento de la economía cubana, apareció también en el ya mencionado
discurso de Raúl, en uno de cuyos pasajes afirmaba que “cualquier cambio
referido a la moneda debe hacerse con un enfoque integral en el que se tengan
en cuenta, entre otros factores, el sistema salarial, los precios minoristas,
las gratuidades y los millonarios subsidios que actualmente suponen numerosos
servicios y productos distribuidos de una forma igualitaria, como los de la
libreta de abastecimiento, que en las actuales condiciones de nuestra economía
resultan irracionales e insostenibles” (Castro Ruz, 2008).

321
reiteradamente señalados con preocupación por la dirigencia revolucionaria. En la
actualidad, la legitimidad de la Revolución descansa sobre dos pilares: el liderazgo de
Fidel, como heredero indiscutible del legado martiano, y los logros obtenidos
especialmente en los campos de la salud y la educación. Pero ninguno de estos dos
pilares es eterno y, como afirmara el propio Fidel en el ya mencionado discurso, una
revolución como esta, que ha probado ser imbatible desde afuera al resistir medio siglo
de agresión imperialista, podría llegar a sucumbir producto de sus propios errores; o a
suicidarse si no tiene la audacia necesaria para encarar los cambios que se requieren
para garantizar su supervivencia y la consolidación del socialismo286.

Es preciso recordar que la construcción de un proyecto socialista (y en América Latina,


la simple promoción de una tímida reforma social) abre las puertas del infierno de
donde salen todos los demonios imaginables con el objeto de sabotear el experimento y
destruirlo acudiendo a cualquier clase de recurso. Por lo tanto, la complejidad propia de
la necesidad de articular diferentes formas de propiedad social o pública –entre las
cuales la estatal seguiría siendo la más importante, pero de ninguna manera la única–
no es mayor que la que exige el sostenimiento, contra viento y marea, de un esquema
de dirección y control centralizados cuya eficacia práctica ha sido irrefutablemente
invalidada por los avatares de la experiencia y, en un terreno más abstracto, por el
propio desarrollo de las fuerzas productivas y, más específicamente, por la informática.
Por supuesto, esta compleja articulación de diversas formas de propiedad no está
exenta de problemas, pero se trata de dificultades de otro orden y no de las que se
derivan de un pertinaz estancamiento económico alimentado, entre otras razones, por
la “lentitud de reflejos” de una conducción centralizada cada vez más imposibilitada –a
pesar de su patriotismo, su militancia y sus esfuerzos– de controlar eficazmente la
totalidad de la vida económica de un país, y de hacerlo cumpliendo con requisitos

286 Muchos observadores y admiradores de la Revolución Cubana no dejan de


sorprenderse por la escasa discusión que ha suscitado, al menos vistas las
cosas desde afuera, el discurso de Fidel en la Universidad de la Habana y al
cual nos hemos referido extensamente en estas páginas. Es más, por momentos se
nota una cierta autocomplacencia y algo de triunfalismo al publicitar las
elevadas tasas de crecimiento económico registradas en Cuba en los últimos
años, pero que, al igual que ocurriera en otros países, poco tienen que ver
con un paralelo mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores
populares. El riesgo de todo esto es la consolidación de un abismo que separa
al país legal e institucional, con brillantes cifras de desempeño
macroeconómico, del país real que continúa padeciendo los problemas ya
señalados. El resultado de esta separación entre lo oficial y lo real podría
llegar a ser la generalización de una sensación de incredulidad y desencanto
populares, lo que a su vez podría convertirse en un apropiado caldo de cultivo
de actitudes contrarrevolucionarias en un futuro no muy lejano. Una excelente
tentativa reciente de discutir la realidad cubana a fondo se encuentra en
Julio César Guanche (2008). Un texto anterior de Fernando Martínez Heredia, El
corrimiento hacia el rojo, también permite penetrar en el análisis de los
problemas más urgentes y graves de la Cuba actual (Martínez Heredia, 2001).

322
impostergables de eficiencia y productividad necesarios para elevar las condiciones
materiales y espirituales de vida de las clases y capas populares y sentar las bases
materiales para la construcción del socialismo.

Es necesario agregar, por otra parte, que en Cuba ya existen diversas formas de
propiedad; no es que estas surgirían de las reformas económicas socialistas que se
deberían implementar, sino que ya están en funcionamiento. Más aún, algunas de esas
formas de propiedad no estatal se sitúan en el borde mismo de la legalidad y, según el
mencionado discurso de Fidel, presentan un significativo componente de corrupción
que no hace otra cosa que deslegitimar los inmensos logros de la revolución. Es preciso
asumir esta realidad y actuar sin más dilaciones para enfrentar eficazmente este
problema287.

En síntesis: será necesario elaborar, en función de las condiciones históricas concretas


de cada país, lo que sería un proyecto socialista aquí y ahora. No hay un proyecto único
ni un modelo ideal a imitar. A propósito de este tema, conviene recordar in extenso un
pasaje de José C. Mariátegui en “Aniversario y balance”, en el cual el notable marxista
peruano sostenía que “la palabra Revolución, en esta América de las pequeñas
revoluciones, se presta bastante al equívoco. Tenemos que reivindicarla rigurosa e
intransigentemente. Tenemos que restituirle su sentido estricto y cabal. La revolución
latino-americana será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la
revolución mundial. Será simple y puramente la revolución socialista. A esta palabra
agregad, según los casos, todos los adjetivos que queráis: antiimperialista, agrarista,
nacionalista revolucionaria. El socialismo los supone, los antecede, los abarca a todos
[…] No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe
ser creación heroica. Tenemos que dar vida con nuestra propia realidad, en nuestro
propio lenguaje, al socialismo indoamericano. He aquí una misión digna de una
generación nueva” (Mariátegui, 1969a: 247-249). De esto se trata, precisamente.

287 En relación a esto, Fidel ofrecía algunos ejemplos que por su capacidad
didáctica merecen ser citados en toda su extensión: “¿Cono las que estoy
hablando? ¿Conocían ciertos hábitos generalizados? ¿Conocían que algunos
ganaban en el mes 40 o 50 veces lo que gana uno de esos médicos que está allá
en las montañas de Guatemala, miembro del contingente ‘Henry Reeve’? Puede
estar en otros lugares distantes de África, o estar a miles de metros de
altura, en las cordilleras del Himalaya salvando vidas, y gana el 5%, el 10%
de lo que gana un ladronzuelo de estos que vende gasolina a los nuevos ricos,
que desvía recursos de los puertos en camiones y por toneladas, que roba en
las tiendas en divisa, que roba en un hotel cinco estrellas, a lo mejor
cambiando la botellita de ron por una que se buscó, la pone en lugar de la
otra y recauda todas las divisas con las que vendió los tragos que pueden
salir de una botella de un ron más o menos bueno. ¿Cuántas formas de robo hay
en este país?” (Castro Ruz, 2005a).
323
 Sujetos

Claramente, en plural. No existe un único sujeto –y mucho menos un único sujeto


preconstituido– de la transformación socialista. Si en el capitalismo del siglo xix y
comienzos del xx podía postularse la centralidad excluyente del proletariado industrial,
los datos del capitalismo contemporáneo y la historia de las luchas de clases sobre todo
en la periferia del sistema demuestran el creciente protagonismo adquirido por masas
populares que en el pasado eran tenidas como incapaces de colaborar en la
instauración de un proyecto socialista. Campesinos, indígenas, sectores marginales
urbanos eran, en el mejor de los casos, acompañantes en un discreto segundo plano de
la presencia estelar de la clase obrera. La historia latinoamericana, desde la Revolución
Cubana hasta aquí, ha demostrado que, al menos en los capitalismos periféricos (para
no entrar en una discusión sobre los desarrollados, que no son objeto de esta
discusión), el exclusivismo protagónico del proletariado industrial no fue confirmado por
los hechos. Baste recordar la caracterización del “pueblo” hecha por Fidel Castro en La
historia me absolverá (2005b), o el papel de esas masas populares urbanas y rurales
en los levantamientos que tuvieron lugar en Bolivia y Ecuador (que se tradujeron
posteriormente en las victorias electorales de Evo Morales y Rafael Correa), o el
heroísmo de esas masas en la derrota del golpe de estado de abril de 2002 en contra
de la Revolución Bolivariana, para apreciar, en toda su magnitud, la multiplicación de
los sujetos de la resistencia y oposición al capitalismo.

Pueblo

De ahí la importancia de la noción de “pueblo” utilizada por Fidel en su alegato, texto en


el cual resuenan con fuerzas las ideas del joven Marx sobre la mancipación integral del
proletariado. En efecto, Fidel rompe allí con una vetusta tradición al decir:

Entendemos por pueblo, cuando hablamos de lucha, la gran masa irredenta […] a la
que todos engañan y traicionan, la que anhela una patria mejor y más digna y más
justa; la que está movida por ansias ancestrales de justicia por haber padecido la
injusticia y la burla generación tras generación […] Y ahí están los 600 mil cubanos sin
trabajo, los 500 mil obreros del campo, los 400 mil obreros industriales y braceros, los
100 mil pequeños agricultores, los 30 mil maestros, los 20 mil pequeños comerciantes,
los 10 mil profesionales jóvenes […] A este pueblo […] no le íbamos a decir “Te vamos
a dar”, sino “¡Aquí tienes, lucha ahora con todas tus fuerzas para que sea tuya la
libertad y la felicidad!” (Castro Ruz, 2005b: 59-61).

Se desprende de estas palabras una concepción del campo popular ajena al


exclusivismo “obrerista” que tantos daños hiciera a la izquierda latinoamericana, al
impedirle siquiera “ver” –¡no digamos incorporar a su construcción política!–, ver a esa
enorme masa de campesinos, indígenas y pobres del campo y la ciudad condenados a
324
la invisibilidad y la negación por la condición periférica del capitalismo latinoamericano y
el colonialismo intelectual de la izquierda tradicional, con algunas honrosas excepciones
como la de José Carlos Mariátegui y el Che, y que constituye la inmensa mayoría de
nuestras sociedades. Aquello que Fidel propone en su discurso implica precisamente
una ruptura con las concepciones tradicionales del marxismo embalsamado y
acartonado de aquellos años acerca del sujeto de las luchas emancipadoras. Plantea,
en cambio, una visión amplia, abarcadora, reconciliada con las necesidades urgentes
de la coyuntura que exige la unificación de todas las fuerzas sociales oprimidas y
explotadas por el capitalismo y no su dispersión en un archipiélago de organizaciones
políticas y sociales cuya desunión confirma su propia irrelevancia. La política de
alianzas del Movimiento 26 de Julio haría de esta verdadera renovación teórica el
fundamento mismo de su actuación práctica y de su exitosa culminación el 1 de enero
de 1959.

En la actualidad, el capitalismo no sólo somete a su yugo al proletariado industrial, sino


que, como lo recuerda François Houtart, la subsunción real y formal de la enorme
mayoría de la población del planeta a la lógica del capital ha expandido
extraordinariamente el número y la diversidad de actores sociales que hoy se
encuentran en contradicción con la burguesía. Un cálculo aproximado revela que en
estas condiciones se encuentran directamente involucradas unas tres mil millones de
personas. Si el viejo proletariado industrial se redujo en número y se fragmentó en
múltiples fracciones, lo cierto es que nunca como hoy hubo tantas clases y grupos
sociales subordinados al despotismo del capital y, bajo ciertas circunstancias,
movilizables para combatirlo.

Sin duda estas transformaciones del capitalismo reflejan también la derrota de los
proyectos llamados a sustituirlo y superarlo históricamente. Pero, como recordara con
agudeza el gran marxista británico Ralph Miliband (1985: 20-35), “si hoy tenemos, en
algunas partes, capitalismos democráticos, welfare state, sociedades más abiertas y un
recortado despotismo del capital en la economía, es porque la clase obrera de
Occidente impugnó al capitalismo y trató por lo menos de reformarlo”. Es cierto: no se
lanzó a “tomar el cielo por asalto”, consumando su revolución, y además sus proyectos
reformistas fueron desigualmente exitosos. Pero su protagonismo y su vocación
transformadora han sido indiscutibles, y sus resultados están a la vista”. En otras
palabras: el proletariado industrial clásico, teorizado por Marx y Engels en la segunda
mitad del siglo xix, no pudo o no supo cumplir con su “misión histórica” en los
capitalismos desarrollados; pero lo intentó repetidas veces y sólo sucumbió luego de
haber sido ahogado en sangre por dos guerras mundiales y el fascismo.

Dicho esto, podríamos preguntarnos si es que queda algún papel para la clase obrera.
La teoría hegemónica en las ciencias sociales, claramente tributaria de los preceptos
del pensamiento liberal, no sólo ha descartado el papel de la clase obrera, sino que ha
eliminado por completo de su horizonte de análisis la relevancia de las clases sociales
325
(¡ni qué hablar de la lucha de clases!). Pero tal como les ocurriera a los teólogos
medievales con las leyes que regían el mundo de la naturaleza, las leyes de
movimiento de la sociedad burguesa no desaparecerán por el capricho de un concepto,
una moda intelectual o la superficial ingeniosidad de quienes han reemplazado el
análisis materialista de la sociedad por un vistoso juego de palabras que, en su
vacuidad, no hace otra cosaque ocultar la naturaleza insanablemente explotadora y
opresiva de la sociedad capitalista. Si aquellos combatían a Galileo diciendo que no era
la tierra sino el sol y los planetas los que giraban a su alrededor, los “posmodernos” de
las ciencias sociales combaten con igual ardor a quienes creen que las clases sociales
y sus luchas siguen siendo el principal motor de la historia. Tal como afirmamos en un
texto escrito hace ya algunos años, “la proliferación de actores sociales no decreta la
abolición de las leyes de movimiento de la sociedad de clases: sólo significa que la
escena social y política se ha complejizado. El aumento en el número, así como la
diversificación de la calidad de los actores sociales, de ninguna manera supone la
desaparición de las clases sociales ni el ocaso de su conflicto como el eje dinámico
fundamental de las sociedades capitalistas” (Boron, 2005a).

La centralidad de la clase obrera no es un asunto estadístico. Poco tiene que ver con
su volumen o proporción en el seno de una sociedad capitalista. Su centralidad tiene
que ver con su singular inserción en el proceso productivo y su irremplazable papel en
la valorización del capital, lo cual hace que sólo esa clase pueda eventualmente reunir
las condiciones necesarias para subvertir el orden burgués. El hecho de que para el
cumplimiento de su misión histórica necesita del concurso de otras clases y grupos
sociales es tan evidente que ya desde los tiempos del Manifiesto del Partido Comunista
Marx y Engels se encargaron de dejarlo claramente planteado. Pensar de otra manera
el papel del proletariado significaría postular la fatal inexorabilidad de la revolución
socialista, algo completamente ajeno al espíritu del marxismo.

Ahora bien: es preciso tener en cuenta que cuando hoy hablamos de proletariado nos
enfrentamos a dos situaciones distintas. Por un lado, al encogimiento de las filas del
proletariado industrial clásico; por el otro, a la extraordinaria ampliación y creciente
heterogeneidad que caracterizan a esta clase como producto de las transformaciones
experimentadas por el modo de producción capitalista. En el primer sentido, hay menos
proletarios “clásicos” que antes, en el mundo desarrollado tanto como en la periferia;
pero en otro sentido podría decirse que jamás ha habido en la historia del capitalismo
tantos proletarios como hoy, si bien de un nuevo tipo. Es esto lo que tiene in mente Frei
Beto cuando habla del “pobretariado” latinoamericano y su papel en la transformación
de nuestras sociedades. Un “pobretariado” constituido por obreros industriales; por ex
obreros caídos en la desocupación crónica e irreversible; por el enorme universo de los
informales urbanos y rurales; por los sectores medios empobrecidos y proletarizados;
por las masas campesinas e indígenas sometidas a la lógica mercantil; por los jóvenes
que no tienen futuro en el capitalismo. En fin, por hombres y mujeres para quienes este
sistema no abriga esperanza alguna.
326
Estos cambios en la anatomía de las clases populares explican, en gran medida, la
crisis en que cayeron sus estructuras tradicionales de mediación: partidos y sindicatos
no lograron hasta ahora adaptarse a la nueva realidad, y su vacío fue crecientemente
ocupado por nuevos movimientos sociales. Estos movimientos expresan una realidad
distinta, pero no contradictoria, al continuado protagonismo de las clases sociales, y la
correcta apreciación de sus potencialidades transformadoras no puede hacerse
subestimando las posibilidades que aquellas todavía conservan. Las reivindicaciones
de los vecinos de las barriadas populares, de las mujeres, de los jóvenes, de los
ecologistas, de los pacifistas y de los defensores de los derechos humanos no pueden
ser plenamente comprendidas si no se las integra al marco más comprehensivo del
conflicto de clases y la dominación burguesa, aunque esto no significa que la
productividad de los movimientos pueda ser reducida a un eje clasista que las
determina y condiciona. Estos nuevos sujetos no son un mero espejismo, un
epifenómeno de la lucha de clases, sino que expresan nuevos tipos de contradicciones
y reivindicaciones generadas por la renovada complejidad y conflictividad de la
sociedad capitalista. Pero la dinámica de los movimientos sociales sería prácticamente
indescifrable si no la situáramos en el contexto más global de las relaciones de clase y
sus contradicciones estructurales. ¿Cómo comprender la lucha de las agrupaciones
vecinales de la periferia que demandan luz y agua, sin tomar en cuenta que fue el modo
en que la burguesía ha acumulado, dominado y especulado sobre el territorio lo que
condenó a millones de latinoamericanos a vivir en la indigencia? ¿Cómo interpretar las
demandas de los organismos defensores de los derechos humanos, si olvidáramos por
un instante que en estos países la burguesía y el imperialismo han promovido
reiteradamente políticas ferozmente antipopulares para preservar un orden social
escandalosamente injusto? ¿Cómo entender el rechazo que la burguesía siente por los
“verdes”, si desconociéramos que su propuesta conservacionista es profundamente
antagónica con la racionalidad predatoria del capitalismo? Un último ejemplo: las
transiciones políticas latinoamericanas. En un comienzo se constituyó un consenso
bastante amplio entre los especialistas, que subrayaba la centralidad de los nuevos
movimientos sociales en la marcha desde el autoritarismo hacia la democracia. A poco
andar, sin embargo, la evidencia demostró que quienes estaban desempeñando los
papeles protagónicos de la transición no eran sino los viejos actores clasistas: los
empresarios, la banca extranjera, el imperialismo, el movimiento obrero. Los
movimientos sociales cedieron rápidamente su lugar de privilegio a los actores
colectivos cuyo certificado de defunción había sido extendido prematuramente.

Por otra parte, debe tenerse en cuenta que, si bien es imprescindible reconocer las
profundas transformaciones que afectaron a las clases y capas populares: atomización,
fragmentación, heterogeneización, no es menos cierto que en el vértice de la pirámide
social los procesos en marcha solidificaron a la burguesía y sus diversas fracciones, a
punto tal que estas fueron capaces de unificar sus estrategias y tácticas a escala
planetaria, tal como lo refleja su reunión anual en Davos. Es decir que, lejos de
327
desaparecer la lucha de clases, lo que ha ocurrido es que el sujeto popular se ha
fraccionado y desintegrado, mientras que su adversaria, la burguesía, se benefició de
un proceso inverso y se presenta ante el mundo cada vez más coherente y unificada.
En todo caso, para los socialistas y para quienes anhelamos la construcción de un
mundo socialista, los procesos que alteraron la fisonomía del universo popular nos
plantean nuevos y arduos retos. La creciente complejidad de los capitalismos
contemporáneos ha creado nuevas líneas de conflicto, que coexisten articuladamente
con el persistente y agravado antagonismo de clases. Y este sigue siendo, tanto en los
capitalismos centrales como en la periferia del sistema, la “falla geológica” fundamental
de nuestras sociedades. En relación con esto, y para no detenerme excesivamente
sobre este punto, quisiera concluir citando una vez más un trabajo de Ralph Miliband,
quien sostuvo:

De ninguna manera quiere todo esto decir que los movimientos de mujeres, negros,
pacifistas, ecologistas, homosexuales y otros no sean importantes, o no puedan tener
efecto, o que deban renunciar a su propia identidad. De ninguna manera. Sólo significa
que el principal (no el único) sepulturero del capitalismo sigue siendo la clase obrera
organizada. Esta constituye el necesario e indispensable “instrumento de cambio
histórico”. Y si, como se dice constantemente, la clase obrera organizada se rehúsa a
encargarse de la tarea, entonces la tarea no se hará. [Pero] nada ha sucedido en el
mundo del capitalismo avanzado y en el mundo de la clase trabajadora que autorice a
una visión de tal futuro (Miliband, 1985: 26).

En conclusión, la construcción del “sujeto” del socialismo del siglo xxi requiere
reconocer, antes que nada, que no hay uno sino varios sujetos. Que se trata de una
construcción social y política que debe crear una unidad allí donde existe una amplia
diversidad. Que los lenguajes, las culturas, las tradiciones, mentalidades e ideologías
de estos componentes del campo popular son muy diversos, y que la labor de
sintetizarlos en una fórmula organizativa y política coherente es una tarea de una
enorme complejidad. Que en esta empresa nada se gana apelando a conceptos vagos
y metafísicos –y a la larga desmovilizadores–como la “multitud” de Michael Hardt y
Antonio Negri; o a construcciones igualmente metafísicas como las de Ernesto Laclau,
en las que el discurso tendría la potencia divina de crear el sujeto (¡con lo cual la tarea
de producir el cambio histórico sería sencillísima, pues bastaría con un inteligente
armado discursivo para crear un vigoroso sujeto transformador!); o a caracterizaciones
muy caras a la tradición liberal, como la “ciudadanía”, por ejemplo, que encubre las
condiciones concretas de ciudadanas y ciudadanos. Tampoco ayudarían las
invocaciones abstractas del “pueblo” o de la “soberanía popular”, criticadas ambas por
Fidel en su ya citado discurso en el juicio del Moncada. O peor aún sería cometer la
aberración de pensar que estos nuevos sujetos políticos pueden prescindir de
plantearse una estrategia para la toma del poder, que, como nos recuerdan los grandes
clásicos del pensamiento marxista, es el tema central de cualquier revolución. En todo
caso, conviene recordar con Miliband que, si bien los nuevos movimientos sociales y los
328
intelectuales posmodernos “dudan de la clásica centralidad de la clase obrera […] las
fuerzas conservadoras en estas sociedades no lo dudan. Para ellas, los principales
antagonistas siguen siendo la clase obrera organizada y la izquierda” (Miliband, 1991:
114). Convendría tomar nota de esta observación del marxista británico.

Partidos y movimientos sociales

Un asunto que no podríamos dejar de considerar al examinar la problemática de los


sujetos es la falsa oposición que suele plantearse entre partidos y movimientos
sociales. Lamentablemente, en los últimos tiempos esta oposición radical se arraigó
muy profundamente en el imaginario de numerosos actores sociales y políticos de
América Latina y el Caribe. La consecuencia de este maniqueísmo fue que, mientras
los partidos políticos de izquierda fueron todos ellos satanizados y considerados sin
hacer distingo alguno –y por lo tanto cometiendo una enorme injusticia con algunos que
lucharon ejemplarmente contra las dictaduras que asolaron a nuestros países en los
años setenta y ochenta– como aparatos burocratizados, desmovilizadores y
claudicantes, los movimientos sociales fueron exaltados como excelsas organizaciones
inmunes a las deformaciones burocráticas, las ambigüedades, los personalismos y las
mezquindades que, según esta poco feliz interpretación, caracterizarían a los partidos
de izquierda de la región. Demás está decir que esta simplificación no resiste el menor
análisis y que cualquiera mínimamente informado sobre la realidad sociopolítica de
nuestros países sabe que los vicios que se achacan, muchas veces con justa razón, a
los partidos también afectan, en mayor o menor medida, a los movimientos sociales.
Sus proclamas a favor de la horizontalidad y el “basismo” no siempre encuentran una
traducción real en la vida concreta de estos movimientos y no pocas veces son un
discurso divorciado de los hechos. Y las “nuevas formas de hacer política” con que los
movimientos sociales muchas veces se presentan en la escena pública para
diferenciarse de la vieja politiquería partidaria suelen dar lugar más pronto que tarde a
la resurrección de odiosas prácticas que se creían exclusivas de los partidos.

En otras palabras: partidos y movimientos representan dos modos de articular los


intereses del campo popular, modos que no son contradictorios sino complementarios,
entre otras cosas porque juegan en distintos escenarios: los partidos en el marco de las
instituciones políticas y los movimientos en el seno de la sociedad civil. Si estos
demostraron poseer una potencial capacidad para establecer una conexión más
estrecha con su propia base y representar de manera más inmediata sus intereses,
adolecen en cambio de una enorme dificultad a la hora de sintetizar la multiplicidad de
particularismos que ellos encarnan en una fórmula política y en una estrategia unificada
que pueda enfrentar con éxito la estrategia unificada de la burguesía. Por eso el partido
sigue siendo, en palabras de Gramsci, el “príncipe colectivo” popular que debe cumplir
con esa función sintetizadora e integradora que unifique la enorme fragmentación del
campo popular y que, más allá de las justas críticas que pueda merecer, sigue siendo
un componente irreemplazable de todo proceso emancipatorio. Movimientos que
329
rehúsen siquiera pensar en tomar el poder y partidos que se desentiendan de la
necesidad de representar genuina y democráticamente la amplia diversidad de
intereses, valores, aspiraciones y esperanzas de las clases y capas subalternas son
una receta perfecta para la perpetuación del dominio de la burguesía y el capital
imperialista. Movimientos que se estancan en la mera expresión catártica de su
identidad, desprovistos de un proyecto de poder (sea por la vía insurreccional o la
institucional), no hacen otra cosa que fortalecer la tiranía de las clases dominantes; y lo
mismo puede decirse de los partidos que, víctimas de una suerte de “cretinismo
institucionalista”, piensan que se puede conquistar el poder jugando exclusivamente
dentro de las instituciones estatales establecidas por la burguesía.

Tanto los partidos como los movimientos parecen ignorar que esta jamás apuesta todas
sus cartas en un solo escenario, sino que continuamente combina tácticas y estrategias
que utilizan tanto los canales institucionales (las elecciones y todas las instituciones
políticas del estado) como los canales extra-institucionales: la calle, las movilizaciones,
la propaganda política, los medios de comunicación de masas, los sabotajes, los lock-
outs patronales, la fuga de capitales, la huelga de inversiones, los chantajes a los
gobernantes, etcétera. En una palabra, la burguesía no se enfrenta con los falsos
problemas que suelen abrumar y paralizar al campo popular, esterilizado y
desmovilizado en improductivas discusiones acerca de si movimientos sí o movimientos
no, o partidos sí o partidos no. Profunda conocedora del poder y sus secretos, la
burguesía utiliza todas las armas disponibles en su arsenal haciendo caso omiso de sus
características, mientras sus opositores se desangran dirimiendo primacías entre unas y
otras y quedando, por eso mismo, a merced de sus enemigos de clase.

Conciencia revolucionaria

Queda en pie una tercera incógnita, nada teórica por cierto: ¿cómo determinar la
madurez de la conciencia revolucionaria del campo popular? En el discurso
pronunciado en la Universidad de Concepción, en Chile, durante su visita a ese país en
1971, Fidel se refirió a este tema y, por añadidura, a la compleja dialéctica que
entrelaza reforma y revolución. Lo hizo en los siguientes términos:

La revolución tiene distintas fases. Nuestro programa de lucha contra Batista no era un
programa socialista ni podía ser un programa socialista, realmente, porque los objetivos
inmediatos de nuestra lucha no eran todavía, ni podían ser, objetivos socialistas. Estos
habrían rebasado el nivel de conciencia política de la sociedad cubana en aquella fase;
habrían rebasado el nivel de las posibilidades de nuestro pueblo en aquella fase.
Nuestro programa cuando el Moncada no era un programa socialista. Pero era el
máximo de programa social y revolucionario que en aquel momento nuestro pueblo

330
podía plantearse (Castro Ruz, 1972; énfasis propio)288.

¿Qué enseñanzas se pueden extraer de estas palabras? Por lo pronto una: la


obligación que tienen las fuerzas populares de determinar con precisión cuál es el nivel
de conciencia política real y de posibilidades reales de lucha de nuestros pueblos en
esta peculiar coyuntura de su desarrollo histórico. O, en las palabras del joven Marx con
que iniciáramos este trabajo, establecer las condiciones reales –no las que se postulan
dogmáticamente desde una defectuosa lectura de la teoría marxista– en que se
encuentra ese “candoroso suelo popular”, bombardeado desde hace siglos por toda
clase de prejuicios, mitos, supersticiones, tradiciones culturales e ideologías que
obstaculizan el surgimiento de una conciencia clara y lúcida sobre su propia situación.

Otra lección: que el “rayo del pensamiento” tenga el voltaje suficiente como para
producir la chispa que incendie la pradera. Esto es que, además de proporcionar de
modo sencillo y persuasivo una explicación de la crisis actual y las mortales amenazas
que se ciernen sobre la humanidad, suministre también una ruta sensata y realista de
escape. Uno de los elementos que más favorece la estabilidad de la dominación
imperialista en estos tiempos no es tanto la poca conciencia sobre el holocausto social
y ecológico que está causando el capitalismo, como el lúgubre fatalismo y la
resignación que produce la no visualización de ninguna ruta de escape, de que “no hay
alternativas”, como pregona incesantemente el pensamiento único. El “rayo del
pensamiento”, es decir, el marxismo actual, tiene que demostrar que sí hay alternativas
y que puede ser esa “guía para la acción” que reclamaba Lenin. Nadie piensa en
escapar de una prisión a menos que pueda imaginar un punto de fuga y una estrategia
de escape. El neoliberalismo obtuvo un decisivo triunfo en la batalla ideológica al
convencer a nuestras sociedades, y sobre todo a las clases y capas populares, de que
tal punto no existe.

El sentido de la “batalla de ideas” es precisamente ese: demostrar que hay vida


después del neoliberalismo, que otro mundo es posible y que la historia todavía no ha
dicho su última palabra. Pero para esto es preciso que las fuerzas políticas y sociales
de izquierda tengan claridad teórica para “leer” correctamente la coyuntura nacional e
internacional y determinar con precisión la correlación de fuerzas en pugna; eficacia
organizativa para atraer, encuadrar y organizar la resistencia y las luchas del campo
popular; y capacidad didáctica para diseminar el pensamiento crítico en el conjunto de
las clases y capas subalternas289. De lo contrario, pueden caer en un “revolucionarismo

288 Hemos examinado este tema, a propósito del triunfo de Evo Morales en
Bolivia, en Boron (2005b).
289 Este último punto, el papel “educativo” del partido, tan señalado por
Lenin como por Gramsci, debería ser objeto de especial atención en el caso de
Cuba. Son varios los que han constatado, sobre todo a partir del derrumbe de
la Unión Soviética, el desprestigio en que ha caído el marxismo en amplios
segmentos de la juventud cubana al identificarlo con la “ideología oficial”
del extinto régimen soviético. El pertinaz bombardeo propagandístico del
331
retórico” tan desacertado como estéril y que sólo ha servido para que la izquierda
sectaria practique su pasatiempo favorito: inventariar y denunciar a la legión de líderes
“traidores” y organizaciones renegadas que a lo largo de la historia abortaron con su
indecisión y cobardía la infinidad de procesos revolucionarios que, según su frondosa
imaginación, se hallaban en curso en los más apartados rincones del planeta.

Conclusiones

Decíamos anteriormente que esta es una coyuntura muy peculiar de nuestro desarrollo
histórico. ¿Por qué? Porque pocas veces como ahora las condiciones objetivas y
subjetivas de la revolución asumieron trayectorias tan divergentes como las que enseña
la historia reciente de América Latina. Objetivamente: empobrecimiento, exclusión y
creciente opresión de las clases y capas populares en todas nuestras sociedades;
profundización de la explotación y la depredación humana y medioambiental;
desenfrenada agresividad del saqueo imperialista, con una sucesión interminable de
guerras de rapiña mientras el sistema internacional se derrumba desde el África
subsahariana hasta la propia Europa en Kosovo, mientras persiste el bloqueo contra
Cuba y se multiplican las presiones y los chantajes sobre los gobiernos de Bolivia,
Ecuador, Nicaragua y Venezuela. Sin embargo, esta dolorosa maduración de las
condiciones objetivas para la revolución tropieza con el retraso en el desarrollo de los
factores subjetivos, debido a la eficaz dominación ideológica del neoliberalismo
potenciada por su control casi absoluto de los medios de comunicación de masas.
Estos distintos itinerarios de los factores objetivos y subjetivos pueden ocasionar que
las clases populares no acudan puntualmente a la cita con la revolución,
desperdiciándose así una inmejorable oportunidad290.
imperio sobre la isla y el hecho de que dos de las tres generaciones que hoy
conviven en Cuba están constituidas por personas que nacieron luego del
triunfo de la revolución le otorgan a la “batalla de ideas” una centralidad
estratégica imposible de soslayar. La deficiente formación marxista de la
juventud cubana fue agudamente denunciada en la ya citada obra de Fernando
Martínez Heredia, El corrimiento hacia el rojo (2001). Este diagnóstico
plantea, a su vez, el interrogante respecto de si el Partido Comunista de Cuba
está convenientemente preparado para responder a tan formidables desafíos.
Confiamos en que sí, pero sin duda no podrá hacerlo apelando a sucedáneos
contemporáneos de los desacreditados manuales de “marxismo-leninismo” que
durante tantos años actuaron como intérpretes oficiales del marxismo en Cuba,
con las consecuencias que ahora se lamentan. Una crítica devastadora de estos
manuales, de su espíritu profundamente antagónico con el marxismo, se
encuentra en Ernesto “Che” Guevara (2006).

290 Este tema, el de la “llegada tarde” de las clases subalternas a su cita con
la revolución, fue motivo de grandes debates en las dos primeras décadas del
siglo xx. Algunos autores, Lenin entre ellos, planteaban que pasado cierto
punto la maduración de las condiciones objetivas desencadenaba un proceso de
putrefacción de todo el cuerpo social. Rosa Luxemburgo, en su clásico ¿Reforma
332
En todo caso, y volviendo a lo que Fidel afirmaba, cabría preguntarse en relación a los
casos de Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela: ¿son los proyectos de sus grupos
dirigentes expresión del “máximo social y revolucionario” que, bajo las prevalecientes
condiciones de conciencia y organización, puede plantearse con realismo en estos
países? ¿Han subestimado o sobrestimado la conciencia política de los sectores
populares? ¿Están estos pueblos dispuestos a “ir por más”, acelerando la transición
hacia un régimen poscapitalista, o se encuentran aún entrampados en la lógica del
sistema y sienten que sus gobiernos “avanzan demasiado rápido” o “quieren ir
demasiado lejos”?291. Es obvio que no hay respuestas desde la teoría para estos
interrogantes. El veredicto final lo emitirá la historia como resultado de la praxis
combativa de sus clases populares. Resumiendo, Fidel decía también en Chile:

Un revolucionario verdadero siempre busca el máximo de cambios sociales. Pero


buscar un máximo de cambio social no significa que en cualquier instante se pueda
proponer ese máximo, sino que en determinado instante y en consideración al nivel de
desarrollo de la conciencia y de las correlaciones de fuerzas se puede proponer un
objetivo determinado. Y una vez logrado ese objetivo proponerse otro objetivo más
o revolución social?, recuperando lo de Lenin y algunas observaciones de
Engels, concluía que, si el proletariado no llegaba a tiempo a su cita con la
revolución y conquistaba el socialismo, el resultado sería la barbarie.
Criticaba, además, a quienes sostenían que la conquista del poder político por
el proletariado sería “prematura” porque las condiciones no estaban maduras
para encarar esa empresa con mínimas chances de éxito. A esto Rosa respondía
que es imposible evitar la conquista “prematura” del poder político por el
proletariado “porque esos ataques ‘prematuros’ del proletariado precisamente
son un factor, y uno de los más importantes, para crear las condiciones
políticas de la victoria definitiva”. El mismo Gramsci retomó esta
problemática de la puntualidad de la cita del proletariado con la revolución
en sus observaciones acerca de lo nuevo (la revolución socialista) que no
termina de nacer y lo viejo, la sociedad burguesa, que no termina de morir. En
esa coyuntura, anotaba con justeza, pueden producirse toda clase de fenómenos
atroces y aberrantes. Una rápida ojeada a la política contemporánea produciría
una impresionante galería de “fenómenos atroces y aberrantes”, o de personajes
típicos de tales situaciones, como George W. Bush, Silvio Berlusconi, José M.
Aznar, para no mencionar los esperpentos que ha producido América Latina en
tiempos recientes, desde Carlos S. Menem y Alberto Fujimori hasta Carlos
Andrés Pérez, pasando por los sangrientos déspotas de los años setenta y
ochenta (los Videla, Pinochet y compañía) y otros de la misma ralea, aunque
convenientemente maquillados.

291 En relación a este punto el presidente Hugo Chávez Frías comentó, luego de
la derrota en diciembre de 2007 de su propuesta de reforma constitucional, que
la trascendencia de la misma no había sido adecuadamente explicada y que por
esa razón prevaleció, en amplios sectores del electorado chavista que no
concurrió a votar, la convicción de que el gobierno bolivariano “estaba yendo
demasiado lejos”.

333
hacia delante. El revolucionario no tiene compromisos de quedarse en el camino (1972:
90).

En otras palabras, y esta es una de las grandes paradojas de la vida política, una
revolución rara vez comienza como tal y la lucha por el socialismo del siglo xxi no será
una excepción a esta regla. Además, el logro de ciertas metas no significa eternizarse
en las mismas, sino que debe ser concebido como una plataforma desde la cual
intentar nuevas y más ambiciosas conquistas. La secuencia verificada no sólo en la
experiencia cubana sino también en la soviética es que los revolucionarios casi
invariablemente levantan un elemental conjunto de reivindicaciones que apenas si
podrían llamarse “reformistas”. Esta es la historia del programa del 26 de Julio y
también del de los bolcheviques en vísperas de la Revolución Rusa. Su consigna: “Pan,
tierra y paz” no era para nada revolucionaria. Pero la genialidad de Lenin consistió en
saber captar con gran precisión el estado de ánimo de las grandes masas obreras y
campesinas rusas, su “nivel de posibilidades” y la situación de su conciencia política.

Para concluir: dados los antecedentes expuestos anteriormente sería imperdonable


pensar que el socialismo del siglo xxi podría ver la luz, en un capitalismo cada vez más
salvaje y agresivo, al margen de un proceso revolucionario. Proceso que podrá tener
características muy diferentes según los países y los tiempos históricos, y que muy
posiblemente tendrá en sus comienzos un rostro apenas reformista; pero que, más allá
de ello, tendrá que materializar lo que Barrington Moore una vez denominara, en su
célebre obra, una “ruptura violenta con el pasado” (Moore, 1975). Sin tal ruptura no
hubo revoluciones burguesas, como lo atestiguan los casos de Inglaterra, Francia y
Estados Unidos. Y allí donde esa ruptura no se produjo, lo que sobrevino fue el
fascismo: Italia, Alemania, España, Portugal. Las formas de esta ruptura con el pasado
podrán variar de país en país en función de la correlación de fuerzas que opongan
revolución y contrarrevolución, pero la necesidad de esa fractura es una constante que
no puede ser removida. Un proyecto socialista digno de ese nombre tropezará, más
pronto que tarde, con ese dilema. O rompe con las estructuras del pasado o la
revolución en ciernes se estanca y es derrotada. Además debe recordar que, aunque
no se proponga sino romper superficialmente con el pasado, su sola existencia
conjurará en su contra los más feroces demonios de la contrarrevolución. Tal como lo
hemos reiterado en numerosas oportunidades, en América Latina, patio interior del
imperialismo, aun las más modestas reformas desencadenan feroces procesos
contrarrevolucionarios. No será otra la respuesta con que se enfrente cualquier tentativa
de implantar un socialismo aggiornado de cara al siglo XXI. Pero si los sujetos de la
insurgencia adquieren acabada conciencia de su protagonismo histórico y encuentran
un formato organizativo que potencie sus fuerzas, no habrá obstáculo que no esté en
condiciones de barrer.

334
1. Autor de la obra “La estructura de la acción social” en su enfoque considera que la sociedad es
como un organismo que se desarrolla por la función y las actividades practicas que realizan los
actores individuales, en cumplimiento de sus roles para conservar el sistema social:
TALCOTT PARSONS
2. Autor reconocido como el padre de la sociología quien establece que únicamente por medio de la
experimentación se puede acceder al conocimiento objetivo de los fenómenos:
AUGUSTO COMTE
3. Autor que desarrollo sus teorías aplicadas al mundo natural mismas que sirvieron de sustento a los
planteamientos sociales de Herbert Spencer:

4. Autor que aplico los principios darwinistas a las ciencias sociales; interpreta a la sociedad como un
organismo vivió en constante evolución, donde se produce la selección natural y la supervivencia del
más fuerte: HERBERT SPENCER

5. Autor que señalo que, debido a la conexiono interacción existente entre la política y la economía, la
primera debería de llamarse economía política.

6. Autor que en su enfoque aplica principios de varias disciplinas, señala que cuando se analiza
globalmente los sistemas se puede comprender la interdependencia entre sus elementos.

7. Autor canadiense que en su obra “Esquema para el Análisis Político” deja clara su posición en cuanto
al análisis político, señala que esta debe interpretarse como una seria compleja de procesos, mediante
la cual ciertos tipos de insumos se convierten en un tipo de productos.

8. Autor que define a la Política como “La expresión concentrada de la Economía” LENIN

9. Autor que manifestó la existencia de tres factores o motivos que impulsaron a la Política a convertirse
en ciencia el entusiasmo por las ciencias sociales, los progresos de la libertad política y el afán de una
mayor eficacia política y administrativa.

10. Comprende el conjunto de las relaciones económicas, políticas, jurídicas, morales, religiosas, etc., las
instituciones productivas, el Estado, el Derecho, los códigos morales, la iglesia, etc. Es decir, la
realidad social, la practica social, la sociedad

11. En el sentido amplio significa el reflejo en la mente, comprende las concepciones políticas, jurídicas,
morales, filosóficas, religiosas, así como la psicología social de las distintas o capas sociales entre
otras:
12. Según Carlos Marx, es el aparato estructural o superestructura del Estado, se define como el aparato
jurídico político de una sociedad, la superestructura jurídica y política del Estado;

13. Teoría que tiene su fundamento en otras ciencias que sigue la propuesta de la existencia de una
elevada interdependencia entre los elementos de un sistema que se relacional significativamente entre
sí:

14. Representa las aspiraciones de los sectores o grupos sociales que suelen calificarse de inmediatos y
estratégicos.

15. Nombre que recibe el método especifico de la ciencia política para el estudio análisis y exposición de
los fenómenos sociales, constituye un enfoque socio político

16. En el nivel de relación social, considerado como “La máxima expresión de la lucha de clase”, porque
en ella se manifiestan de manera clara y o profunda los intereses de clase.

17. Nivel de desarrollo social que, según la corriente del Positivismo, los fenómenos son explicados como
resultado del pensamiento racional o inteligencia del ser humano.

18. Nivel de relación donde las clases sociales han conquistado el poder del Estado proceden a realizar
sus intereses económicos y a repartir la riqueza social entre sus allegados.

19. Nivel de relación que utilizan las clases sociales cuando planifican acciones para llevar a cabo como
estrategias de lucha para alcanzar o conservar el Poder del Estado:

20. Nivel de relación social, considerado como la máxima expresión de la lucha de clase:

21. Nombre que recibe el método especifico de la Ciencia Política para el estudio, análisis y exposición de
los fenómenos sociales, constituye un enfoque sociopolítico, también es una teoría sobre las
relaciones existentes entre los fenómenos sociales.

MARTEREALISMO HISTORICO
22. Enfoque del pensamiento social que considera la vida política en una serie compleja de procesos
mediante los cuales, ciertos tipos de insumos se convierten en el tipo de productos que podemos
denominar políticas autoritarias, decisiones y acciones tomadas por la estructura estatal.

23. Realidad superestructural que está constituida por el conjunto de normas destinadas a reglamentar el
funcionamiento de la sociedad:

24. Es el carácter que adquieren las leyes sociales por hecho de existir y operar de manera independiente
de la conciencia y la voluntad humana.

25. Es una categoría que utiliza el funcionalismo para indicar que los actores desempeñan un rol en la
sociedad, conforme a la posición a la que pertenecen a su nivel de vida.:

26. Es la condensación de las contradicciones de clase, porque las clases sociales utilizan el Estado, que
es un ente “Público”, como un instrumento de “Lucha Particular”

27. Nombre de la categoría histórica que nace, se desarrolla y finaliza o termina con la división de las
clases sociales.

28. Forma parte de las dos realidades estructurales del Estado, está constituido por el conjunto de normas
destinadas a reglamentar el funcionamiento de la sociedad.

29. Es un término importante para el planteamiento teórico y análisis de Funcionalismo teórico y análisis
del Funcionalismo, cuyo significado tiene relación a la posición social por el nivel de vida de los
actores.

30. El origen etimológico del termino “Política” ha incidido en su significado tradicional el cual se encuentra
en los diccionarios.

31. La atribución de valores se hace por el sistema político, según un juego completo de:
32. Estudia las relaciones sociales que se

33. Es la ciencia que tiene una relación dialéctica con la ciencia política, a tal punto que no puede existir
una sin la otra.

34. Se emplea para caracterizas el conocimiento científico

35. Es la relación que existe entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza.

36. Leyes que tienen un carácter histórico, nacen, crecen, se reproducen y muren con el régimen
económico que les dio vida. El salario es un ejemplo de ellas.

37. En el desarrollo del conocimiento científico de la sociedad se pueden

38. Se emplea para caracterizar el conocimiento científico.

39. Enfoque metodológico que presenta como objetivo principal construir conocimientos de la realidad
altamente consensuados y fundamenta, indica que puede utilizar multiplicidad de métodos, pero ocupa
un lugar básico la inducción y deducción,

40. Filoso griego quien se le atribuye el uso por primere vez el termino Polís”, lo utilizaba para referirse a
una ciudad griega, multitud de personas o muchedumbre. ARISTOTELES

41. Constituye uno de los principios fundamentales de la Política, el cual consiste en establecer o
comprobar su veracidad en el campo de acción

42. Según el positivismo, constituye la etapa mas desarrollada del conocimiento alcanzado por la sociedad
cuando los fenómenos son analizados por medio de la observación directa la experimentación; pues
de esta manera se logra conocimiento libre de prejuicios.

43. Forma parte de la relación entre la Política y las clases sociales, forma parte de las diversas
estrategias, como la actividad política, para alcanzar el Poder del Estado
44. Representa las aspiraciones de los sectores o grupos sociales que suelen calificarse de inmediatos y
estratégicos.

45. Nombre que recibe la ciencia que tiene relación dialéctica o interdependiente con la Política, a atal
grado que no puede existir una sin la otra. ECONOMIA

46. Es un concepto de importancia para el Funcionalismo, que significa acción reciproca entre los sujetos
o entre instituciones.

47. Es el conjunto de conexiones o interacciones que se llevan a cabo entre las personas, en forma
individual o colectiva, de las cuales surgen los fenómenos que luego se convierten en el objeto de
estudio de las Ciencias Sociales FENOMENOS SOCIALES

48. Nombre que recibe la ciencia que tiene relación dialéctica o interpediente con la Política, a tal grado
que no puede existir una sin la otra

49. Enfoque metodológico cuyo principio fundamental establece que solo por medio de la observación
directa se puede acceder al conocimiento objetivo de los fenómenos.

50. Enfoque que considera a la sociedad común organismo que se desarrolla por la función que realizan
sus actores individuales de manera armónica cumpliendo roles específicos

51. Grupo minoritario de personas que tienen un status superior al resto, que gozan de privilegios
generalmente este asociado a la clase dominante y de mayor riqueza económica.

52. Es un término importante para el planteamiento teórico y análisis del Funcionalismo, cuyo significado
tiene relación a la posición social por el nivel de vida de los actores.

Es la formación compleja, que nace de la integración de los hombres y la naturaleza de los uno y los
otros, realizando actividades económicas.
Sociedad
Materialismo Histórico
Ley Natural
Conocimiento científico
Es el conjunto de conocimientos ordenados, sistematizados y en desarrollo que permiten explicar la
realidad objetiva, a través de métodos cognoscitivos y que se demuestran en la praxis social.
Conocimiento precientífico
Ciencia
Método
Empirismo

Es una categoría histórica, no ha existido siempre, aparece cuando se desintegra el régimen de la


comunidad primitiva y nace y se desarrolla el Estado Esclavista, consiste en las relaciones sociales
La Política
El Estado
El poder

Considerado como el segundo padre de la sociología, interpreto la sociedad como un organismo vivo que
está en constante evolución, donde se produce la selección natural y la supervivencia Delmas apto o más
fuerte
Talcott Parsons
Herbert Spencer
David Easton

Grupo numeroso de personas que en una sociedad no reconocen intereses económicos comunes ni
reaccionan con la solidaridad que es propia de las clases.
Los obreros
Capas Sociales
Los Políticos

Autor que manifestó que tres factores que contribuyeron a que la política se convirtiera en una ciencia:
Charles Darwin
Mauricio Duverger
Carlos Marx

Autor que en su teoría general de los sistemas señala que cuando se analiza globalmente los sistemas se
comprende de mejor manera la interdependencia que existen de los elementos en otros sistemas
Jean Piaget
Ludwing Von Bertalanffy
David Easton

Es la ciencia que estudia la lucha de diferentes clases por el poder del Estado, unas por conquistarlo y
otras por permanecer en él; se origina y se desarrolla juntamente con el Estado.
Política Económica
Ciencia Política
Economía Política

Se refiere a la aportación que una parte hace a un todo, por ejemplo, a una sociedad, a una cultura.
También puede designar las aportaciones que el grupo hace a sus individuos o a la de grupos grandes o
grupo pequeños.
Acción política
Función
Acción económica

La siguiente correlación explica el conocimiento de la vida social, la diferencia de los intereses, sobre todo
la diferencia de clase, conduce a que a cada punto de vista se le oponga otro contrario que da una
interpretación a uno mismos hechos
Partidismo y verdad en ciencias sociales
Lo común y lo Singular
Enfoque de clase y objetividad
Lo objetivo y lo subjetivo

Enfoque metodológico que se ocupa de problemas concretos, no macrosociales. En la interpretación de la


realidad, lo hace con base a paradigmas. Uno de sus exponentes ha sido Jean Piaget
El funcionalismo
La Teoría de los Sistemas
El Constructivismo

Enfoque sociológico que plantea que la sociedad es un organismo vivo, que evoluciona de lo simple a lo
complejo, uno de sus principios afirma que existe una interdependencia entre el todo y sus partes:
El funcionalismo
El Materialismo Histórico
El organicismo

Poulantzas y Harnecker, definen como intereses que surgen de la situación propia de cada clase en la
estructura económica de la sociedad, y que afectan profundamente su situación y posición en la
estructura social
Intereses económicos
Intereses estratégicos
Intereses inmediatos

Son aquellas que están presentes en cualquier etapa o estadio del desarrollo de la sociedad. Ejemplo: la
Comunidad primita, esclavitud, feudalismo, capitalismo
Ninguna es correcta
Ley de Funcionamiento
Ley de Gravedad
Ley Particular

Como elemento de lo político, los materialistas lo definen como la voluntad de la clase social dominante
erigida en ley.
El derecho
El poder
La política

Esta correlación explica que en la sociedad los procesos históricos, los grandes acontecimientos revisten
un carácter individual y jamás se repiten, mientras que en la naturaleza suelen repetirse aunque no es
forma idéntica
Partidismo y verdad en ciencias sociales
Enfoque de clase y objetividad
Lo común y lo Singular
Lo objetivo y lo subjetivo

Las leyes casuísticas y subjetivas son nexos causales, necesarios y reiterativos, donde el fenómeno o
conjunto de fenómenos sociales que anteceden se denominan causa y el fenómeno que resulta se llama
efecto: FALSO O VERDADERO

Platón y Aristóteles concebían al hombre como u “Zoom politikon” o sea que “El hombre es un animal
político” FALSO O VERDADERO
Cuando se estudian las relaciones sociales que se establecen a través de los códigos morales, estamos
ante la Ética: FALSO O VERDADERO
.
Aristóteles filósofo griego define a las clases sociales como grandes grupos humanos que se diferencia
entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado.
FALSO O VERDADERO
Es la sociedad dividida en clases se distinguen capas sociales que son fundamentales y no
fundamentales. Las primeras son las vinculadas directamente con los empresarios capitalistas y los
campesinos:
VERDADERO FALSO
Por su objeto de estudio El Funcionalismo es una teoría que tiene fundamento en otras ciencias, sigue la
propuesta de la existencia de una elevada interdependencia entre los elementos de un sistema.
VERDADERO FALSO
Los intereses inmediatos surgen de la situación concreta en que se vive. Tienen generalmente por objeto
lograr un mayor bienestar inmediato, una mejor participación Enel reparto de la riqueza social”,
generalmente por situaciones económicas.
VERDADERO FALSO
Mauricio Duverger afirma que “La política es la expresión concentrada de la Economía
VERDADERO FALSO
Las relaciones sociales se generan entorno a instituciones o entes superestructurales y cuando se
realizan en torno al Estado, entonces las relaciones sociales se convierten en políticas.
VERDADERO FALSO
El principio fundamental del materialismo histórico es “el ser social determina la conciencia social”
VERDADERO FALSO
El objeto de estudio de la Ciencia Política, son las relaciones sociales de producción que han tenido lugar
a lo largo del desarrollo social
VERDADERO FALSO
La economía es la ciencia que estudia las relaciones sociales de producción, distribución, cambio y
consumo.
VERDADERO FALSO
La esencialidad de una ley es porque provienen de aquellos aspectos o características del fenómeno que
constituyen su naturaleza y que la diferencia de otros fenómenos.
VERDADERO FALSO
La Política como practica social, es un proceso social, una acción encaminada a la transformación de la
sociedad
VERDADERO FALSO
El objeto de estudio de la ciencia política es la política y lo político, es decir las relaciones sociales, la
lucha social y el nivel o el escenario Enel que se realizan tales relaciones
VERDADERO FALSO
La escuela de la Economía Política. Inglesa fue un antecedente teórico del materialismo histórico cuyas
investigaciones dieron fundamento a la teoría del valor a base del trabajo, es decir, que el trabajo es
fuente de riqueza
VERDADERO FALSO
En los siglos XVIII y XIX se hicieron descubrimientos espectaculares en las ciencias naturales, la sociedad
es tomada como parte de la naturaleza, la parte más desarrollada de ella. El fenómeno social se interpretó
como sometido a permanente cambio y transformación, es decir como un proceso
VERDADERO FALSO
El materialismo histórico es parte integrante del marxismo como sistema de conocimientos sobre la
naturaleza, la sociedad y el pensamiento, constituyen la concepción del mundo de la clase obrera y cuyos
fundadores fueron Carlos Marx y Federico Engels.
VERDADERO FALSO
En sentido amplio, la Conciencia Social comprende las concepciones políticas, jurídica, morales,
filosófica, religiosas, así como la psicología social de las distintas capas sociales entre otras
VERDADERO FALSO

Como enfoque metodológico. La Teoría de los Sistemas se fundamenta en otras ciencias, sigue la
propuesta de la existencia de una elevada interpedencia entre los elementos de un sistema
VERDADERO FALSO
GRUPO MILLENNIALS CIENCIAS ECONÓMICAS USAC
MATERIAL DE APOYO PRIMER PARCIAL, CURSO:

CIENCIAS POLÍTICAS
TERCER SEMESTRE, ÁREA COMÚN

CIENCIA POLÍTICA

La ciencia política es una ciencia social, estudia cierto tipo de relaciones que se establecen entre
las personas y grupos humanos por lo tanto es el estudio de la lucha de clases, de los grupos, y
sectores sociales por el poder estatal.

OBJETO DE ESTUDIO DE LA CIENCIA POLÍTICA:


Las relaciones y las leyes sociales

Relaciones sociales
Constituyen una interactividad entre grupos humanos, son vínculos más o menos estatales que se
establecen entre los hombres, pero no de una manera directa si no a través de cosas, objetos,
instituciones, ideas.

Los fenómenos sociales


Son actos o hechos realizados por los seres humanos en forma individual o colectiva y estos
fenómenos y las relaciones constituyen el precisamente estudio de las relaciones entre objetos de
la naturaleza y de fenómenos naturales.

Leyes
De acuerdo con afanasiev, el mundo objetivo está regido por múltiples leyes y son inherentes, la
ley de todos los ámbitos de ley es una las realidades que presentan algunas características
generales y comunes que forma el concepto filosófico de ley. En primer lugar, la ley es una relación
entre los objetos en desarrollo o entre vistas manifestaciones de dichos objetos. En segundo lugar,
la ley se caracteriza por no tomar indiscriminadamente todas las relaciones reiterativas, si no
únicamente las que presentan la naturaleza necesarias y esenciales.

Leyes objetivas
Las leyes objetivas son nexos causales, necesarios, y reiterativos, donde el fenómeno o conjunto
de fenómenos sociales que anteceden se denominan causa y el fenómeno.

Las ciencias sociales


La vida social se desarrolla en una multiplicidad de formas económicas, políticas, legales,
filosóficas, morales, etc., que constituyen objetos de estudio de distintas disciplinas científicas.
Debido a que estas relaciones no se muestran transparentes si no por el contrario, están ocultas a
causa de la división social del trabajo, del aparecimiento de la actividad mercantil, de la propiedad
privada sobre los medios de producción, la enajenación de los productos del trabajo, la mediación
de los sentidos y del aspecto fenoménico en el proceso del conocimiento. Así mismo son sistemas
de conocimientos científicos de la realidad social, obtenidos mediante procedimientos y que
básicamente son la abstracción, el análisis histórico el análisis crítico.

CIENCIAS QUE ESTUDIAN LAS RELACIONES SOCIALES

La Economía:
Estudia las relaciones sociales que se establecen a través de los medios de producción,
distribución, cambio y consumo. Las relaciones sociales de producción de los bienes materiales.

La Política:
Las relaciones sociales que se establecen en torno al Estado.

Las ciencias jurídicas:


Las relaciones sociales que se instauran a través del Derecho.

La Ética:
Las relaciones sociales que se establecen a través de los códigos morales.

ORIGEN DEL VOCABLO "POLÍTICA"


Etimológicamente la palabra ¨política se deriva del término griego “polis” que se utilizó para indicar
la existencia, la aglomeración o la interrelación de muchos seres humanos o para identificar a la
ciudad estado griega. La palabra polis significa muchos que es su interpretación latín, cabe resaltar
como Aristóteles menciona y dice que el hombre es un animal político y que por ende la unidad
más pequeña de la sociedad es la familia. Aristóteles consideraba que toda ciudad es una sociedad
y toda sociedad esta constituida con vista de algún bien y que principalmente un bien supremo.
Karataev asevera que Aristóteles planteo diferencias entre la política y la economía donde la
política cuya misión es estudiar la organización estatal, y la economía es aquella que debe
ocuparse de la administración de la hacienda esclavista.

EVOLUCIÓN DE LA CIENCIA POLÍTICA


Según Mauricio Duverger, el nombre de ciencia política comienza a entrar en el lenguaje común
en la segunda mitad del siglo, y empezó a ser reconocida oficialmente como disciplina autónoma
a fines del mismo siglo. En estados unidos fue donde la ciencia política obtuvo el primer derecho
de la ciudadanía a pesar que se intentaba introducirla en varios países. Según este autor, fueron
tres los motivos que incitan al reconocimiento oficial de la ciencia política. Primero, el entusiasmo
por las ciencias sociales que caracterizo a la segunda mitad del siglo XIX. segundo, los progresos
de la libertad política, acá influyo el ambiente de la libertad de la época, los primeros esfuerzos,
para el reconocimiento oficial de la ciencia política que fueron hechos por liberales. En Francia, por
ejemplo, la expresión ciencias morales y políticas fue utilizada por primera vez por condocert.
Tercero, el afán de una mayor eficacia política y administrativa fue otro factor que llevo a
institucionalizar la ciencia política. Se pone de manifiesto en los proyectos de fundación de
facultades o escuelas de ciencia política y administrativa en Francia entre 1819 y 1848.

Al igual de Emile en 1872 funda en parís la celebre escuela libre de ciencias políticas. De 1900 al
1945 la ciencia política fue una ciencia casi exclusivamente norteamericana, pero a partir de 1945
se convierte en ciencia internacional.

Easton señalaba que en los años cincuenta la ciencia política era ya una disciplina consolidada en
los estados unidos, numerosos profesores e investigadores universitarios participaban del
desarrollo científico de una ciencia social.

En gran Bretaña, la ciencia política se desarrolló, alrededor de dos principales instituciones. El


nuffiel college de Oxford y la London school of economics and political sciencie, pero no solo de
dos centros si no que se había contagiado y desarrollado en la mayor parte de las universidades.
En Alemania occidental, el periodo hitleriano dejo a las ciencias sociales en un estado deplorable
y la mayoría de sus mejores especialistas se refugiaron en estados unidos. La ciencia política en
Alemania se desarrolló rápidamente principalmente en Berlín y Heidelberg. Al igual que canada,
Australia y nueva Zelanda, donde la lengua inglesa colocaban a los estudiantes de la ciencia
política y la americana y el desarrollo fue rápido. En los países comunistas la palabra ciencia política
no formaba parte del vocabulario corriente, pero la aportación de la sociología marxista a la ciencia
política es considerable.

OTRAS CONCEPCIONES DE CIENCIA POLÍTICA

Han existido diversas tendencias para interpretar la Ciencia Política y que van desde su sentido
etimológico inicial hasta aquellas que son muy similares a la utilizada en el curso. En este sentido
se distinguen tres formas de entender la Ciencia Política: concepción tradicional, como ciencia del
Estado y como ciencia del poder.

Concepción tradicional de ciencia política

Es común, fuera de los ámbitos sociológicos, considerar a esta disciplina como "el arte de gobernar"
o "la ciencia del gobierno de los Estados". El diccionario Littre, interpreta la Política como la ciencia
del gobierno de los estados". En el diccionario de la Academia Española, se lee: "Arte de gobernar
y dar leyes y reglamentos para mantener la tranquilidad y seguridad públicas y conservar el orden
y las buenas costumbres".

La política como ciencia del estado

Roger Soltau define a la Ciencia Política como "el estudio del Estado, de sus objetivos, de las
instituciones que permiten su realización, de las relaciones del Estado con sus miembros
individuales y con los demás Estados, así como de lo que los hombres han pensado, escrito y dicho
sobre estas cuestiones. Esta concepción tiene una larga tradición histórica y se apoya en obras
sobresalientes de pensamiento político y se le pueden hacer las observaciones siguientes. En
primer lugar, no existe unidad de criterio entre quienes la sustentan, en segundo lugar, se tiene un
concepto idealista del estado, se le concibe como un ente colocado por encima de los grupos
sociales, incluso del origen divino.

La política como ciencia del poder

La concepción más difundida en la actualidad, es la de considerar al poder como objeto de estudio


de la Ciencia Política. Pero en gran medida las críticas hechas a la anterior definición son también
válidas para esta otra. Primeramente, hay una gran variedad de puntos de vista sobre el significado
del poder, por un lado, se tiene definiciones muy amplias de poder, el poder se manifiesta en todos
los ámbitos de la vida social: entre grupos, pandillas, en la escuela, en la unidad familiar, en las
iglesias, etc.; hay quienes abarcan estas relaciones hasta en el mundo animal.

Entre los pensadores que sustentan esta concepción están: Mauricio Duverger en su obra:
Métodos de las Ciencias Sociales, Harold Laswell: "la obra de Jean Meynau, introducción a la
ciencia política. Los investigadores consideraban que todas las relaciones de poder que se dan
entre personas y grupos, son relaciones políticas, pero no todas las manifestaciones de poder son
políticas, pues se ha indicado que lo que les confiere el carácter político a las relaciones es la
presencia del Estado. Por otro lado, el concepto de poder se confunde con los términos, autoridad,
mando, dirección. Así, no habría diferencia entre "la política'' que sigue una empresa privada para
lograr sus objetivos y los fenómenos políticos desde un punto de vista sociológico.
RELACIONES DE LA POLÍTICA CON LA ECONOMÍA, CON LAS CLASES SOCIALES Y
GRUPOS SOCIALES Y CON EL ESTADO.

Las relaciones políticas tienen una estrechamente relación con la economía, existen problemas en
cada uno de los países y de las sociedades se manifiestan de una manera intensa en la actividad
política. La expresión de Lenin, la política es la expresión concentrada de la Economía, con ello
quería expresar que el contenido económico en su movimiento contradictorio se manifiesta en
forma condensada a través de la lucha política. El desfase entre el desarrollo alcanzado por las
fuerzas productivas y el mantenimiento de ciertas relaciones sociales de producción, desemboca
en la lucha política. De esta manera, el estrato político no solo está condicionado y determinado
por las relaciones económicas, sino que al mismo tiempo es expresión concentrada de estas
relaciones. Una de las manifestaciones de la lucha política con la estructura económica, es la
posición de las distintas fuerzas políticas respecto a la acción de las leyes económicas.

CON LAS CLASES SOCIALES Y GRUPOS SOCIALES:


Esta relación se manifiesta en tres esferas.

En cuanto a la defensa de los intereses de clase y grupo

Lenin define las clases sociales como grandes grupos humanos que se diferencian entre sí por el
lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por las
relaciones en que se encuentran con respecto a los medios de producción, por el papel que
desempeñan en la organización social del trabajo y, consecuentemente por el modo y la proporción
en que perciben la parte de la riqueza social de que disponen. Las clases sociales son grupos
humanos uno de los cuales puede apropiarse el trabajo del otro por ocupar puestos diferentes en
un régimen determinado de economía social.

En cuanto a las relaciones recíprocas entre las clases y grupos sociales

La relación social o lucha social, se realiza en tres niveles: el económico, ideológico y político. El
nivel económico origina la contradicción humana y el nivel más elevado de la lucha social es el
político.
El éxito de lucha política depende de la observancia de dos aspectos.
 El análisis objetivo: Pretende reflejar la estructura y las relaciones esenciales de estrato
político en una sociedad determinada.

 El análisis subjetivo: Tiene que ver con la voluntad, la conciencia de participar en una lucha
política, la organización los cuadros dirigentes. El análisis subjetivo de la política comprende
a su vez dos elementos, la estrategia y la táctica. La estratégica es la línea política para toda
una etapa histórica. La táctica es una línea política a seguir en el corto plazo, en un momento
determinado de la lucha política.
EN CUANTO A LAS RELACIONES ENTRE LAS NACIONES
La política interior se refleja en una política exterior que se ocupa de las relaciones con otros
países. También la política exterior tiene una influencia importante en la política interna que se
manifiesta más claramente en la época actual, en la que los nexos entre las naciones y los Estados
son más estrechos, debido al fenómeno de internacionalización denominado globalización. Los
Estados Nacionales han perdido relativamente más autonomía con respecto a los Estados más
poderosos del orbe.
Con el estado
Es el más poderoso instrumento para la dominación de clase. Sólo sobre la base de la conquista y
control del poder estatal, la clase satisface sus intereses cardinales. El Estado es el órgano de
dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del orden que
legaliza y afianza esta opresión. El estrato político está íntimamente ligado al Estado.

Lo político
Es la superestructura jurídico-política del Estado, es el nivel o el escenario en que se realizan tales
relaciones. Jurídica, que está constituida por el conjunto de normas destinadas a reglamentar el
funcionamiento de la sociedad. Política, porque es el conjunto de aparatos institucionales que
conforman el estado.

NATURALEZA DE LO POLÍTICO

Se afirma que el Derecho es voluntad de la clase dominante erigida en ley, todo Estado es una
dictadura: esclavista, feudal, capitalista o socialista. Debido a que determinada clase ha
conquistado el poder político, predomina cierto tipo de Estado y en la vida social llega a implantarse
determinado tipo de Derecho. El tipo de Estado predominante tiene como objetivo principal,
producir y reproducir determinadas relaciones sociales. Lo político es una condensación de las
contradicciones de clase en la sociedad, porque es, sobre todo, un efecto en el cual queda
expresada y sintetizada la reproducción de esas contradicciones, o sea, la clase o clases que
utilizan el Estado y el Derecho como medios de lucha política para conservar su dominación y las
clases que se oponen a esa dominación y son objeto de ella.

METODOLOGÍA DE LA CIENCIA POLÍTICA


Para estudiar y exponer un contenido teórico, se necesita de un procedimiento o serie de
procedimientos sistematizados; se necesita de un método para que esta teoría refleje lo más
fielmente la realidad. Esta sistematización y objetividad le dan su carácter científico. Existen, sin
embargo, diversos enfoques metodológicos para abordar esta tarea, y se partirá precisamente por
explicar qué es metodología y enfoque metodológico. Al abordar el aspecto etimológico, tenemos
que la palabra Método viene del griego: Methodos, que a su vez se integra por dos palabras: Metha
que significa meta y odos que quiere decir vía, literalmente: vía para llegar a una meta. Es un
procedimiento para alcanzar un fin. Método "es el procedimiento que de manera concreta y real es
empleado para estudiar y explicar los fenómenos". También se puede interpretar como la aplicación
del método. "Debemos entender por enfoque metodológico a la teoría, implícita o explícita acerca
del método, contenida en la manera de estudiar y de explicar los fenómenos.

DIVERSOS ENFOQUES METODOLÓGICOS


En los siglos XVII Y XIX se hicieron descubrimientos espectaculares en las ciencias naturales. De
la célula, del átomo, de la revolución de especies, del comportamiento de los cuerpos celestes, de
la indestructibilidad de la materia y la energía. Todo esto repercutió en forma de concebir la
naturaleza. Estos descubrimientos surgieron diversas tendencias, o enfoques teológicos para
estudiar la sociedad.

EL MATERIALISMO HISTÓRICO
Se define el materialismo histórico o sociología objetiva al estudio de las leyes más generales de
la sociedad. Es la concepción materialista de la historia. Es parte del materialismo dialéctico y se
conceptúa como el estudio de las leyes más generales de la naturaleza, la sociedad y el
pensamiento. Su principio general o su tesis fundamental se enuncia así: El ser social determina la
conciencia social.

Ser social
El concepto de ser social puede definirse en sentido amplio y en sentido restringido. En sentido
amplio comprende la vida social, la existencia social, el conjunto de relaciones sociales; la
existencia social o realidad social consiste en la existencia del hombre y de la sociedad. En sentido
restringido se refiere únicamente a las relaciones económicas que se establecen entre los hombres
en el proceso de producción. Este concepto abarca exclusivamente las relaciones económicas y
excluye a las relaciones superestructurales, pero es muy frecuente encontrarlo en los textos. Por
ejemplo, las relaciones económicas, las relaciones políticas, las relaciones jurídicas, las relaciones
morales, religiosas, etc. Las instituciones como las unidades productivas, el Estado, el derecho, los
códigos morales, la iglesia, etc. Es decir, la realidad social, la práctica social, la sociedad
Conciencia social
A la conciencia social, tanto pensadores idealistas como materialistas, la denominan la vida
espiritual de la sociedad. Esta última definición excluye otras formas de la conciencia social, tales
como la psicología social. Está formada no solamente por las concepciones políticas, jurídicas,
morales, filosóficas, artísticas, etc., sino también los conocimientos científicos, tradiciones, la
educación, la psicología social etc.

La psicología social: Es el conjunto de sensaciones, percepciones, sentimientos, estados de


ánimo, emociones, hábitos, inclinaciones, tendencias de la voluntad, rasgos especiales del
carácter, la conducta, que surge sobre la base de la situación social de la comunidad humana.

La cultura espiritual: el conjunto de valores espirituales y de la actividad cognoscitiva acumulado


a lo largo de la historia de la sociedad. Comprende la ciencia, la enseñanza, la educación,
tradiciones, creencias, el arte.

FORMACIÓN ECONÓMICO SOCIAL

Se define como una sociedad históricamente determinada, basada en determinadas relaciones


sociales de producción. Esta categoría privilegia las relaciones sociales de producción como
determinantes en última instancia del desarrollo social.
POSITIVISMO

Es una tendencia filosófica - sociológica muy difundida en el mundo capitalista actual. El positivismo
filosófico es obra de Augusto Comte, considera que la vida social puede ser objeto de un
conocimiento científico similar al que se aplica en el campo de las ciencias naturales.

El positivismo pretende fundamentalmente preservar, equilibrar y expandir el sistema social


existente, busca un conocimiento libre de prejuicios filosóficos, religiosos y políticos, mediante la
observación de los hechos y la exclusión de los juicios de valor.

Comte es el fundador de la sociología capitalista moderna y la intentó definir como física social: la
ciencia que tiene por objeto el estudio de los fenómenos sociales considerados con el mismo
espíritu que los astronómicos, los físicos, los químicos, o los fisiológicos, es decir sujetos a leyes
invariables, cuyo descubrimiento es el objeto especial de investigación.

Este resultado fue obtenido junto con el conde Henri de Sant-Simón y finalmente le llamó a esta
disciplina: Sociología.

El teológico:
se explican los fenómenos de la naturaleza por la acción de los seres sobrenaturales, dioses y
demonios y al que corresponden las instituciones elementales y homogéneas. En este período
nacen las artes y predominan en la sociedad los sacerdotes, guerreros y monarcas.

El estadio metafísico:
Se reemplazan a los seres sobrenaturales por esencias abstractas, producto del pensamiento
racional, con las cuales pretende conocer la íntima realidad del mundo. Hay un predominio de la
Filosofía y del Derecho, se produce un desarrollo de las industrias y se establecen los Estados
modernos.

El estadio positivo
En el que se limita el conocimiento del mundo a la comprobación de las relaciones constantes entre
los objetos y fenómenos mediante la observación y la experimentación propias de las ciencias
naturales, se rechaza el método de la abstracción. El paso del estado teológico al metafísico y de
éste al positivo va acompañado por el cambio del modo teocrático militar de vida al del modo
industrial. Los cambios son particularmente, profundos en la vida social.

EL ORGANICISMO

En 1859, Carlos Darwin da a conocer su obra Del Origen de las Especies por Medio de la Selección
Natural, en la cual expone sus tesis sobre la naturaleza, en la que se da una selección natural para
la reproducción de los seres vivos mediante la supervivencia de los más aptos. Esta corriente,
constituye una versión del positivismo con énfasis en la interpretación biológica. En el campo social,
la sociedad se interpreta como un organismo vivo, como un cuerpo social que dispone de un
proceso constantemente evolutivo, en la que también se da la selección natural y la supervivencia
del más apto.
La aplicación de los principios darwinistas a las ciencias sociales fue realizada principalmente por
el filósofo y sociólogo inglés Herbert Spencer (1820 -1903). Es considerado “El segundo padre
fundador de la sociología”, asimiló rápidamente los conceptos de Darwin con quien compartía
muchos criterios. La verdadera base de la obra de Spencer es la teoría de la evolución; en su
publicación “Los Primeros Principios”, formula tres leyes fundamentales: 1) la ley de la persistencia
de la fuerza, la existencia de una causa última que trasciende el conocimiento humano; 2) la ley de
la indestructibilidad de la materia y 3) la ley de la continuidad del movimiento. El resultado unitario
de estas leyes es la ley suprema de la evolución, que es una integración de materia y movimiento,
mediante la cual la materia pasa de una homogeneidad indefinida a una heterogeneidad definida.

Como principio básico podemos tomar lo siguiente “Todo organismo vivo mientras aumenta de
tamaño, aumenta de estructura, pues sus partes se multiplican y se diferencian. Lo mismo pasa
con las sociedades, al aumentar sus poblaciones, se dan divisiones y subdivisiones que aumentan
la estructura.

EL FUNCIONALISMO

Tiene influencias de los enfoques positivistas anteriores y es un desarrollo de ellos, su máximo


exponente es Talcott Parsons, considera a la sociedad como un organismo con elementos que
cumplen un determinado tipo de funciones. Se propone explicar los fenómenos sociales en función
de la parte que desempeñan en el mantenimiento de la existencia de la sociedad. La palabra
función se refiere a la aportación que una parte hace a un todo, por ejemplo, una sociedad, a una
cultura.
En el sistema social las partes desempeñan funciones esenciales para la subsistencia, expansión
y fortalecimiento del todo, son interdependientes y están más o menos integradas. Las categorías
más importantes son las siguientes:

Interacción: Es la acción recíproca entre dos sujetos (ego y alter), entre una persona o una
institución o entre dos instituciones. La interacción tiende a suscitar reacciones favorables del alter.
Sistema de valores: Constituye un sistema simbólico que orienta y motiva la interacción social en
términos de aprobación o rechazo. Este sistema de valores debe ser común a todos los actores del
sistema.

Orden Social: Existe la necesidad de mantener el equilibrio social e integrar a los sujetos al sistema
normativo compartido.
Status:
Son las posiciones de acuerdo al nivel de vida de los actores. En el sistema social existen
diversidad de estratos.

Roles:
Son los papeles que cumplen las personas o grupos sobre la base de su posición social
(empresarios, gerentes, empleados, padres, hijos, profesores, estudiantes, etc.)

LA TEORÍA DE LOS SISTEMAS

Ludwin Von Bertalanffy, nacido en Viena en 1901, expuso la teoría de los sistemas por el año de
1954. El conocimiento de sus conceptos fundamentales permitirá entender la teoría. El primer
concepto central de esta teoría es el de sistema.

Criterios de la Teoría de los sistemas


Este término debe aplicarse únicamente a los elementos que se relacionen significativamente entre
sí, en el sentido de que el nivel de interdependencia sea elevado. Y se establecen criterios como:
 Que se le pueda localizar con alguna precisión en el tiempo y en el espacio.
 Cuando una variedad de operaciones es ejecutada por varias disciplinas llega a la
conclusión de que existe un sistema específico.
 Que posea en sí una cohesión interna.

EL CONSTRUCTIVISMO
Es una integración de diferentes tendencias de la investigación psicológica y educativa, pero en la
actualidad se aplica en diversos campos sociales. Es resultado de aportes importantes de autores
como Jean Piaget, Lev Vygotsky David Ausubel y Jerome Bruner. Constituye un paradigma para
la investigación social, se preocupa no de temas macro sociales, sino de problemas concretos, y
que afectan a determinadas organizaciones o comunidades. Sirve de base para la investigación
cualitativa, es decir, aquella que estudia la calidad de las actividades, relaciones, asuntos medios
materiales en una determinada situación o problema.
El constructivismo admite la diferente identidad entre el hecho social y su significado, pero también
acepta que las interpretaciones subjetivas de los hechos como los hechos mismos, tienen la misma
importancia y concluye que la realidad es un cúmulo de redes objetivas y subjetivas. En lo que
concierne a la relación entre el sujeto y la realidad que se estudia, entre ambos existe una mutua
interacción y el conocimiento se considera producto del desarrollo de habilidades, de los valores y
propósitos del sujeto, así como también de las condiciones materiales y profesionales que lo
motivan. De tal manera el conocimiento no es un mero reflejo del mundo que se observ

ALEXANDER CHUTAN

GRUPO MILLENNIALS, FEBRERO 2023

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