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El caso Marbury vs.

Madison, no cabe duda, constituye uno de los principales hitos (e íconos) del
constitucionalismo. Ello está plenamente justificado, pues es la primera ocasión en la que, de
manera clara, una corte de vértice, afirmando la supremacía de la Constitución frente a la ley,
determina la inaplicación de esta última por ser inconstitucional.

Ahora bien, contra lo que podría pensarse desde la perspectiva actual –es decir, desde el
“constitucionalismo de los derechos”– no se trata de un caso en el que una norma legal fue
inaplicada por ser lesiva de derechos constitucionales. En Marbury vs. Madison se resolvió más
bien un writ of mandamus, es decir, algo equivalente a nuestro proceso de cumplimiento.

El principio de supremacía constitucional que le da eficacia jurídica a las normas de la Constitución,


pues de lo contrario nos encontraríamos ante el Estado de Derecho, donde las normas sobre
derechos era meras declaraciones políticas sin eficacia jurídica; lo segundo proviene del principio
de supremacía, implica que las decisiones (acciones del gobierno sobre todo) deben tener como
premisa de su decisión los derechos reconocidos Hay que considerar que: “La inmensa mayoría de
las constituciones contemporáneas reivindican este señalamiento de suprema. En este contexto,
debe entenderse por tal la condición de predominio formal sobre el resto del orden jurídico. La
constitución es fuente de validez de todas las demás normas positivas; es norma de normas”. Cabe
aquí la aclaración de que la supremacía no solo es formal sino también sustancial; el asunto
trascedente allí son los derechos de las personas, no solo el mero hecho que se determine que la
Constitución es norma suprema; sin el co 

: la supremacía constitucional pierde toda esencia y eficacia frente a la acción legislativa y de la


autoridad pública. Con el establecimiento del régimen de Estado constitucional, la supremacía
opera como principio de constitucionalidad, es decir, sirve para controlar la aplicación de las
normas constitucionales, ello porque “La Constitución dotada de supremacía es una garantía para
los derechos que ella declara o contiene”. Es allí precisamente donde se establece de manera
gravitacional el cambio con el Estado de Derecho; pues el legislador ya no es más ilimitado en su
poder y autoridad por democrática que sea su elección.

Constitución es una norma cualitativamente distinta a las demás, es una norma fundamental y
fundamentadora de todo el orden jurídico, ya que incorpora el sistema de valores que ha de
constituir el orden de convivencia política. La Constitución es una superley, una norma normarum,
que se encuentra en la cúspide del ordenamiento jurídico del cual forma parte 

La Constitución de la Republica del ecuador del año 2008, de conformidad a su Art. 428, radicó en
la Corte Constitucional la protección y tutela de la supremacía de la Carta Fundamental, con
mecanismos de Control Constitucional que responden al modelo Concentrado, derogándose el
sistema de “Control Difuso” que consagraba la derogada Constitución Política de la Republica del
año de 1998. 

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