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Lengua y Literatura 2º Bachillerato IES DRAGO

EL ÁRBOL DE LA CIENCIA
I. El autor y su obra:

 Sobre Baroja y las características generales de su


obra, es necesario consultar la página 160 del libro
de texto y la presentación “Rasgos de la narrativa
barojiana” (Plataforma)
El árbol de la ciencia
pertenece a la trilogía La raza junto a La dama errante (1908) y La ciudad de la niebla (1909). Las
novelas de esta trilogía tienen en común la manera de ser del español, sus formas de vida y las
limitaciones que le impone el medio social.

II. El árbol de la ciencia: una novela generacional.

El árbol de la ciencia es la novela noventayochista que mejor expresa la crisis existencial del
tránsito del XIX al XX. Su tema central es la desorientación existencial de un hombre
inadaptado. La crisis del protagonista tiene dos causas: una interna, íntima (de formación y
personalidad) y otra externa, social (la España de la época).
Esta crisis individual es a la vez representativa la de toda una generación, la juventud de principios
de siglo (la del propio Baroja), en el contexto de un cambio de época: la crisis de fin de siglo en
España y en Europa (>págs.. 134-137 del libro de texto).
Se trata de una novela de aprendizaje, ya que a lo largo del relato se va conformando la
personalidad del protagonista desde la juventud hasta la madurez, a partir de un “viaje” por el mundo
exterior (Valencia, Madrid, Alcolea...), y por su mundo interior (lecturas filosóficas y charlas con su
tío Iturrioz).
Esta novela posee un fuerte componente autobiográfico (Andrés Hurtado es el Baroja joven, su
tío Iturrioz, el Baroja maduro; la vida del estudiante de Medicina; la muerte del hermano pequeño
(muerte del hermano mayor Darío Baroja); el periodo de médico en Alcolea del Campo (fue médico
en Cestona); la lectura de filósofos como Kant, Schopenhauer o Nietzsche....

Estructura de la obra
El árbol de la ciencia es una novela cerrada, no sólo por la muerte de sus protagonistas, sino
también por la disposición narrativa de sus elementos.
En cuanto a su organización externa, la obra se compone de siete partes, que constan de un
número desigual de capítulos cada una (hay 53 en total, cada uno con su título correspondiente).
En lo que respecta a su organización interna, podemos dividirla en tres etapas fundamentales: las
dos fases de la vida de Andrés Hurtado (formación y experiencia) que siguen el mismo proceso y
acaban en fracaso, y la unión entre ambas: el intermedio reflexivo que constituye el amplio diálogo
con Iturrioz.

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ESTRUCTURA DE EL ÁRBOL DE LA CIENCIA

Primeras I. La vida de un estudiante en • Familia y estudios


experiencias Madrid
(Formación de
A.H.) II. Las carnarias • El mundo en torno (aparece Lulú)

Experiencia III. Tristezas y dolores • Enfermedad y muerte de Luisito


decisiva.

Intermedio IV. Inquisiciones • Diálogo con Iturrioz.


reflexivo
Nuevas V. La experiencia en el pueblo • En el campo
experiencias
(Búsqueda de una VI. La experiencia en Madrid • Regreso a Madrid (reaparece Lulú)
solución vital)
Nueva VII. La experiencia del hijo • Matrimonio.
experiencia • Muerte del hijo y de Lulú
decisiva. • Suicidio de Andrés

La decepción, al repetirse en dos tramos de la vida de Andrés, nos revela toda su hondura y se
nos presenta como totalmente irresoluble, Además, con la meditación sobre el sentido de la vida
durante el largo diálogo reflexivo entre Andrés y su tío, Baroja demuestra que la reflexión intelectual
(la ciencia, al fin y al cabo) de nada nos sirve para afrontar la tragedia de nuestra existencia.

Temas de la novela
1. El tema existencial: una novela sobre el sentido de la existencia.
El árbol de la ciencia es esencialmente una novela filosófica, una indagación sobre el sentido de
la vida. Andrés Hurtado es un personaje perdido en un mundo absurdo (o que él percibe
como tal) y en medio de circunstancias adversas que constituirán una sucesión de desengaños.
La novela relata, por tanto, la desorientación existencial de un hombre inadaptado.
Andrés busca una respuesta a sus inquietudes en la ciencia, pero ésta no le proporciona las
respuesta que busca, en parte por la calamitosa situación de la investigación en España, y en parte
porque el conocimiento no hace sino agudizar el dolor de vivir. Las lecturas filosóficas lo
confirman en la visión de la vida humana como una realidad caótica, una “anomalía de la
Naturaleza”.
La principal influencia es la de Schopenhauer: según el filósofo alemán la vida es una
corriente ciega y tumultuosa, movida por la voluntad, una fuerza arrolladora y cruel; conocer
esta realidad nos lleva al dolor y al sufrimiento; por tanto, la única forma de escapar a la
desesperación es la inacción, la “ataraxia”, la serenidad de espíritu, la vida contemplativa frente a
la acción. Se observará en la novela cómo Andrés intenta seguir este camino, pero las
circunstancias trágicas de la vida terminan acabando con todas las esperanzas del protagonista,
que finalmente opta por el suicidio como única salida de la crueldad de la existencia.
El árbol de la ciencia y el árbol de la vida, símbolos extraídos de la Biblia, representan el conflicto
central entre CIENCIA y VIDA, entre CONOCIMIENTO y EXISTENCIA. En la novela se
plantean como elementos incompatibles (aunque Iturrioz intenta conciliarlos en una solución más
práctica): la ciencia conduce a la verdad, pero ésta produce dolor y el sufrimiento y por tanto
destruye la vida.

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Al concepto de voluntad extraído del pensamiento de Schopenhauer se une la idea de “la lucha
por la vida”, extraído del evolucionismo de Darwin. “La vida es una lucha constante, una cacería
cruel en que nos vamos devorando unos a otros”. El tema de la crueldad está muy presente en la
obra, y determina el pesimismo social que la atraviesa: la vida es una lucha en la que se imponen y
sobreviven los más fuertes, que dominarán a los débiles; el cambio social, la acción revolucionaria es
inútil pues termina venciendo la voluntad de poder, el egoísmo natural de cualquier forma de vida.

2. El tema social: visión crítica de la realidad española.

El árbol de la ciencia es, además, un feroz diagnóstico de la realidad social, política y cultural de la
España de principios de siglo. El recorrido vital de Andrés Hurtado permite a Baroja hacer un amplio
recorrido de los “males” que definen la decadencia del país, en consonancia con la preocupación por
España propia de la generación del 98.

Intencionadamente, Baroja hace coincidir la vida de Andrés con los años anteriores y posteriores
al Desastre del 98 (pérdida de Cuba y Filipinas), lo cual es bien significativo del valor testimonial que
quiere dar a su novela. La peripecia individual del personaje tiene un claro alcance colectivo, que
permite a Baroja trazar un amplio panorama de la realidad española de principios de siglo, que incluye
la capital y la provincia, la España urbana y la España rural.

Podemos agrupar la crítica barojiana en cinco focos de atención:

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➔ La pobreza cultural de España, reflejada especialmente en las carencias de la enseñanza


universitaria, la incompetencia del profesorado, el abandono en que vive la investigación, el
enorme atraso científico y técnico de una sociedad que desprecia el conocimiento.
➔ La corrupción del sistema político, basado en el caciquismo (patente en el pueblo de Alcolea), el
clientelismo (se obtienen beneficios por recomendación y no por el mérito personal), el
irresponsable optimismo y las mentiras de los políticos (con motivo del Desastre de la guerra de
Cuba).
➔ El mundo de la sanidad y la medicina no resulta mejor parado: la falta de higiene en los hospitales
y el desamparo de los enfermos se suma a la falta de escrúpulos de médicos y enfermeros.
➔ La religión católica ejerce una asfixia ideológica y moral sobre la población, especialmente en la
España rural (Alcolea): represión de la vida sexual, educación de la mujer en la sumisión. A ello se
añade la hipocresía y corrupción de curas y monjas (el primer confesor de Andrés Hurtado, el
cura que regenta burdeles, la conducta de las hermanas de la Caridad…). En este punto se pone
de manifiesto el anticlericalismo de Baroja y de su generación.
➔ La desigualdad social: la explotación de la clase baja. Las desigualdades sociales aparecen pronto
en la novela, en el vecindario de Lulú, y se va ampliando a través del conocimiento de las miserias
sociales que tiene Andrés en el ejercicio de la práctica médica. El mundo rural se presenta como
un mundo estancado presidido por la insolidaridad y la pasividad ante las injusticias. El
conformismo de las clases bajas ante la explotación de la que son víctimas es uno de los motivos
centrales de la novela.
Ante esta situación, el protagonista siente una cólera impotente. No parece haber solución
para Andrés (ni para Baroja): “Se iba inclinando a un anarquismo espiritual, basado en la simpatía
y en la piedad, sin solución práctica ninguna.” La frase es tan reveladora como otra de su tío
Iturrioz: “La justicia es una ilusión humana”.

Narrador y perspectiva
El narrador cuenta la historia en tercera persona, pero enfoca todos los hechos desde el punto de
vista de Andrés (omnisciencia selectiva). De modo que el punto de vista totalmente parcial y
subjetivo del protagonista domina todo el relato.
De este modo Andrés se convierte, entre la multitud de personajes secundarios, en el hilo
conductor por el que se relacionan los diversos ambientes de la novela. Baroja emplea la misma
técnica impresionista en las descripciones de ambientes sociales, mostrados según la visión del
protagonista en su faceta de espectador crítico e impresionable que transmite su irritación tanto en
su experiencia madrileña como en el pueblo de Alcolea.

Los personajes
El árbol de la ciencia es una novela de personaje en la que Andrés Hurtado da unidad al relato,
hilvanando multitud de elementos: personajes, ambientes y lugares.
Otros dos personajes tienen relieve en la novela, en relación con el protagonista: Iturrioz y Lulú.
Es amplísima la galería de personajes secundarios (muchos de ellos episódicos), rápidamente
esbozados: profesores, estudiantes, enfermos y personal de los hospitales, amigos y vecinos de las
Minglanillas, gentes del pueblo, etc. Bien podría hablarse de personajes colectivos, que vienen a ser
piezas de un ambiente, figurantes de un denso telón de fondo. Su papel es esencial en la constitución
de la atmósfera social de todo un país. El conjunto pone al descubierto un singular poder de
captación de las miserias y flaquezas del ser humano.

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Técnicas de caracterización de los personajes. Para los personajes principales, Baroja usa
una técnica de caracterización progresiva: se van definiendo en situación, por su comportamiento,
por sus reflexiones, en contraste con otros personajes (por ejemplo, Hurtado frente a Aracil o
Hurtado frente a don Pedro). En los personajes secundarios, la figura se nos da hecha de una vez, a
través de una técnica impresionista: se enumeran los rasgos más característicos del personaje, con
frecuencia cargados de un sentido satírico, a veces feroz. Con frecuencia, estos rasgos se exageran o
ridiculizan a través de la una técnica deformadora o degradadora que utiliza la animalización y
cosificación.

 Andrés Hurtado. Toda la novela es una progresiva caracterización de este joven introvertido e
hipersensible, cuya personalidad se va formando a lo largo de la obra, hasta que, una vez definida,
mueree trágicamente. El carácter de Andrés y su trayectoria vital reflejan el fracaso de una
experiencia vital en la España del 98. Este personaje, que antepone su independencia como norma
ética, no encuentra, ni en su familia, ni en el mundo intelectual, ni en la sociedad, un sistema de
ideas en el que basar su vida.
Baroja acierta a dibujar la figura de un antihéroe finisecular: un personaje abúlico e inadaptado,
pero con una gran sensibilidad ante el dolor y el sufrimiento que supone la vida para muchas
personas. Andrés sustituye la fe irracional en la religión por una fe ciega en la ciencia como vía
para solucionar las lacras sociales y mejorar la vida. Pero este proyecto choca de frente con una
realidad en la que domina la injusticia y la bajeza moral, lo que lleva al personaje a buscar el
aislamiento y la inacción como fórmula de vida.
Andrés solo consigue superar la infelicidad en el diálogo intelectual con Iturrioz o en su
relación con Lulú, única persona que podría salvarlo, pero que también es víctima de la crueldad
de la existencia.
 Lulú es un personaje de gran afinidad con Andrés: también hipersensible y de psicología compleja.
La diferencia, que es también el gran apoyo de Andrés, reside en que ella no ha llegado a
plantearse el conflicto entre ciencia y vida, tal vez por no haber tenido acceso a los estudios de
Andrés. Este sentido práctico le hace afrontar los problemas de modo resuelto y contundente, a
pesar de los sacrificios silenciosos que debe realizar a diario.
Lulú representa en la novela la sinceridad frente a la hipocresía social, la naturalidad y el
desinterés, también la independencia (frente a la sumisión del resto de figuras femeninas de la
novela). La relación con Andrés se basa en una amistad sincera que poco a poco se va
convirtiendo en un amor sencillo basado en la ternura y en la afinidad espiritual, no en el erotismo
o la pasión. En esto, Baroja también rompe con la tradición del amor romántico y opta por una
historia amorosa original por su sencillez y realismo.
 Iturrioz interviene en la novela como mentor intelectual de Andrés Hurtado, consejero y apoyo
casi paternal (frente a la figura del padre despótico que sufre Andrés); sabio desengañado que
desconfía de cualquier teoría científica, representa la mentalidad práctica y racionalista, contraria
al pesimismo científico de su sobrino.

En cuanto al resto de personajes, salvando a Luisito (niño alegre, cariñoso e imaginativo, aunque
hipersensible, introvertido y enfermizo; que muere en la infancia “por no estar hecho para este
mundo”), Margarita, hermana de Andrés (sensible y cercana a su hermano en momentos difíciles) y
Dorotea (víctima de un marido inculto y brutal), los restantes personajes desempeñan una
función más o menos negativa en la novela:
- Don Pedro es autoritario, egocéntrico, prepotente y ultraconservador;
- Julio Aracil es materialista, vanidoso, cínico y vividor sin escrúpulos;

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- Juan Sánchez, médico de Alcolea, antepone su interés personal al ejercicio honesto de su


profesión y considera a la población de Alcolea de su propiedad; ejerce, en otras palabras, una
especie de caciquismo en el terreno de la medicina.
Explotadores frente a explotados, fuertes frente a débiles, todas estas figuras, por lo general
masculinas, pero también alguna femenina, como doña Virginia, son la contrafigura del ideal de
honestidad y justicia que persigue y no encuentra Andrés Hurtado en su círculo social. Y son
muestra vital de una de las tesis que sustentan la novela: la de que la vida es “una lucha cruel, una
carnicería” en la que solo sobrevive el poder y el egoísmo.

Espacio y tiempo
Los espacios que aparecen en la novela son de dos clases: reales (Madrid: el hospital de San Juan
de Dios, la Biblioteca Nacional, el Retiro, el Jardín Botánico...; Burgos y Valencia); y otro ficticio de
base real (Alcolea del Campo), que podría tratarse de cualquier municipio de Ciudad Real limítrofe
con Andalucía, y de manera más general, la realidad rural española de la época.
El carácter itinerante del personaje (su inquietud vital se manifiesta en su continuo viajar,
caminar… algo característico del héroe finisecular, en busca de su lugar en el mundo), hace que la
novela se presente como un viaje circular, entre la España urbana (Madrid), el mundo Mediterráneo
(Valencia) y la más dura realidad de la España interior (Alcolea del Campo).
Se combinan los espacios abiertos y cerrados, dentro de la intención de Baroja de presentar
una visión panorámica y a la vez detallada de la España de la época. Gran importancia tienen los
ambientes, descritos con técnica impresionista, que atiende al efecto que el paisaje causa en el
ánimo de los personajes. Andrés Hurtado se mueve en una sociedad inmersa en las más diversas
miserias y lacras sociales pero la realidad española se estructura más marcadamente en la
contraposición campo−ciudad. (Ver, especialmente, el capítulo V de la Quinta Parte, “Alcolea del
Campo”).
Los espacios-refugio. Frente a la realidad exterior, urbana o rural, normalmente hostil al
protagonista, éste busca el aislamiento contemplativo en determinados espacios que lo distancian de
la crueldad de la vida. Primero se aísla en su cuarto, su “rincón”, con sus lecturas, pero pronto
encontrará en la azotea de Iturrioz, en el que este cultiva un jardín, un espacio para el diálogo y el
pensamiento (“jardín de Epicuro”, De la misma manera, al final de la novela, Hurtado encuentra en la
tienda de ropa de Lulú un “oasis” de paz y bienestar frente al dolor y la miseria que encuentra en
su trabajo como médico de higiene.
El tiempo externo coincide con la época de juventud de Baroja, es decir, finales del siglo XIX y
principios del siglo XX; la referencia más directa a la época histórica se encuentra en el capítulo
“Comentario a lo pasado” de la Sexta Parte, en la que se comenta el Desastre de la armada española
en guerra con Estados Unidos, que llevó a la pérdida de las últimas colonias.
El tiempo interno, por su parte, sigue casi siempre un orden cronológico y lineal: desde el
comienzo de la carrera de Andrés hasta su suicidio; aunque hay rupturas temporales cuando el
protagonista recuerda su infancia (analepsis) y el tiempo narrativo se detiene en las conversaciones
entre Hurtado y su tío Iturrioz y en las frecuentes pausas descriptivas (muchas de ellas situadas al
final de capítulo, como cierre anticlimático del episodio narrado en el mismo).

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Técnica narrativa y estilo


El estilo de El árbol de la ciencia es, dentro de la obra de Baroja, deliberadamente antiestético,
antirretórico.
En la construcción del relato predomina el fragmentismo: se nos presenta como un
conglomerado de ambientes, personajes y situaciones cuyo único hilo de unión es el punto de vista
del protagonista. Una y otra vez Baroja detiene el ritmo del relato mediante la inclusión de
reflexiones o la inclusión de personajes secundarios que aparecen en la historia y desaparecen sin
tener clara relación con la acción central.
Baroja se empeña en usar una prosa distanciada y científica, un lenguaje frío y analítico.
Usa con austeridad los recursos, su prosa es clara, sencilla y directa, con abundancia de frases cortas
y muy expresivas (más cercana al lenguaje hablado que al escrito). Además, repite estructuras
sintácticas y su léxico es más bien limitado y sencillo, hasta el punto de que comete alguna
incorrección, como el pleonasmo del pronombre personal de tercera persona: “ninguno de los dos
le tomaba en serio a Lamela”.
Pero Baroja alterna ese objetivismo con estallidos subjetivos y apasionados comentarios
valorativos.
En este sentido, una peculiaridad estilística importante de la narrativa barojiana es el
distanciamiento irónico y el humor sarcástico del novelista con respecto a sus personajes. En
la descripción de personajes tiende a la valoración ética, a menudo usando la “técnica del
improperio”, acumulando adjetivos y expresiones de rechazo, desdén y pesimismo. Son frecuentes,
por tanto, la deformación grotesca y la animalización o cosificación en el retrato de los
personajes, pues la apariencia física del personaje implica una valoración moral del mismo por parte
del narrador.
Ej.: “Era un macaco cruel este tipo”…”La madre era una chatorrona gorda, con el colmillo
retorcido y la mirada de jabalí”
En la descripción de paisajes, presenta el paisaje en continuo cambio (en relación con el paso
del tiempo, especialmente el atardecer) y el efecto que el paisaje o los ambientes causan en el ánimo
del personaje. Estas descripciones de espacio tienen un papel clave en la novela, al constituir instantes
contemplativos en los que la acción se detiene y cobra protagonismo el estado anímico del
personaje, volcado sobre el paisaje contemplado. Se utiliza en ellas la técnica impresionista:
importan las sensaciones y percepciones subjetivas, que se cargan de valores simbólicos en relación
con el estado anímico del personaje. Subjetivismo, impresionismo, simbolismo son rasgos
característicos del modernismo literario de principios de siglo.
En cuanto a la voz de los personajes, es muy frecuente el estilo directo en diálogos coloquiales
de respuesta breve y réplica rápida. Junto a estos, se encuentra el diálogo reflexivo de Hurtado con
su tío Iturrioz.
Asimismo, nos encontramos con el estilo indirecto (“Hurtado le contaba lo que hacía, le hablaba
de la clase de disección…”) y el estilo indirecto libre (voz del personaje) (“A pesar de su caridad y de
sus buenas obras, este hermano Juan era para Andrés repulsivo; le producía una impresión
desagradable… Había en él algo anormal. ¡Es tan lógico, tan natural en el hombre huir del dolor, de la
enfermedad, de la tristeza!”).

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Valoración final
El árbol de la ciencia es tan barojiana por la índole de su contenido y enfoque como por sus
aspectos formales. Acaso se trate, como afirma E. de Nora, de ≪la más representativa de las novelas
barojianas≫.
A la vez, es sumamente representativa de la época: el profesor Valbuena la considera ≪la novela
más típica de la generación del 98≫. E incluso es una buena muestra de cómo Baroja y sus coetáneos
anticiparon buen número de los temas de las corrientes existenciales contemporáneas.
Baroja ha conseguido interesarnos por la acción novelesca a través de una sabia elección y
distribución de los episodios que relatan la vida de Andrés Hurtado. Y, sin que perdamos el hilo de la
acción, nos ha hecho mirar la vida de un modo muy personal, caracterizado por un pesimismo
esencial.
Novela esencialmente filosófica, reflejo de la inquietud de su autor por encontrar un sentido a la
existencia, El árbol de la ciencia deja en los lectores un poso amargo, pero a la vez nos hace más
lúcidos ante el lado caótico y absurdo de la vida humana.
En el fondo, tras la terrible historia de Andrés Hurtado, se adivina un deseo ferviente de
humanidad, justicia, belleza y felicidad. Una nueva sensibilidad de la que el personaje es presentado
como un precursor, lo que deja abierta al final de la novela una cierta esperanza.

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