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LA ACTITUD FILOSÓFICA Y EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

La actitud filosófica

La actitud filosófica es la disposición humana superior de aceptación o valoración


del conocimiento. Parte de la propensión natural del hombre por conocer la realidad,
con una particularidad analítica, crítica, problemática, buscando el fundamento de
los objetos, los hechos y las circunstancias que le rodean, y asumiendo una posición
totalizadora.

El surgimiento de la actitud filosófica o las causas del filosofar, históricamente, tiene


múltiples interpretaciones, entre ellas:

- “La pasión por la admiración es propio del filósofo” (Platón, Obra “Teeteto”)

- “El asombro empujó a los primeros pensadores a las especulaciones filosóficas”


(Aristóteles, Obra “La Metafísica).

- “La duda metódica es la condición de todo verdadero filosofar y la vía de la


“certeza” ( Renato Descartes, Obra “Discurso del Método”)

- “Las situaciones límite hace que se tome el más profundo pensar” ( Karl Jaspers,
Obra “Introducción a la Filosofía”)

Es Totalizadora.- El filósofo estudia la integridad de la realidad y sus planteamientos


son generales.

- Es Analítica e Interpretativa.- El filósofo identifica un problema y analiza su


contenido, estudiando sus elementos.

- Es Crítica.- El filósofo utiliza el juicio. No admite alguna afirmación sin haber


reconocido o evaluado su valor o legitimidad.

- Es Innovadora e Inventiva.- El filósofo busca nuevas ideas y busca lo diferente.

- Busca alternativas de solución a los problemas.- El filósofo plantea solución a los


problemas que se presentan en la naturaleza y la sociedad

La actitud filosófica. No se refiere a ciertas actitudes externas si no a la actitud de


disposición, a la actitud espiritual, a la vivencia.

Si al filósofo se le concede el espléndido aislamiento que pide y necesita, está ya


satisfecho. Asiste al festín de la vida de sus hermanos, pero desde afuera, mejor
dicho, desde muy alto. La filosofía, en abstracto, no existe. Como no existe el
hombre, como no existe el animal. Existe lo singular lo concreto. No defiendo el
nominalismo, ni me inclino al conceptualismo.
Existe mi filosofar que es original, existe esta persona que filosofa y que hará una
filosofía.

Históricamente la filosofía si comenzó con Tales, pero en sentido personal la


filosofía comienza en cada filósofo el filosofar es tarea inalienable de cada persona,
tiene su origen en cada filósofo nace desde mí dice: Weltanschauung.

Toda filosofía autentica es original. El verdadero filósofo no adopta una filosofía, no


se adhiera a un sistema, sino que se asombra de los entes en el ser. Esto no quiere
decir por supuesto, que sea inútil tener en cuenta lo que han escrito los filósofos,
solamente son una ayuda.

No solo filosofar es decisión y compromiso, es también y ante todo búsqueda


amorosa y difícil del fundamento último de los entes.

Filosofar nunca ha sido fácil. Todo lo contrario filosofar es casa grave. Ya Platón
decía que hay que volverse con toda el alma, a partir de lo que deviene, hacia la
contemplación de lo que es, hasta lo que se pueda fijar de mirada en lo que hay de
mas luminoso en el ser. Significa que filosofar requiere de una preparación, una
ascesis de los entes al ser, una actitud moral.

Esta actitud moral para el auténtico filosofar ya fue puesta de relieve en la


antigüedad por Platón. En nuestro siglo adquirió capital importancia en pensadores
de orientación personalista entre ellos destaca M. Scheler. Para Scheler el objeto
de la filosofía solamente se da y adecuadamente por cierto cuando se le ve desde
una determinada disposición moral. Señala tres actos, el amor, la humillación y el
autodominio como actos morales básicos que hacen posible el conocimiento
filosófico.

Nos lleva, por lo tanto, por encima de los objetos que existen relativamente respecto
de nuestro ser.

(La humildad nos conduce del existir contingente de algo... hacia la esencia)

El autodominio nos conduce de lo inadecuado... desde la magnitud cero, hacia la


plena educación del conocimiento intuitivo.

Estos actos morales básicos eliminan los tres obstáculos que se oponen al recto
filosofar.

M. Buber critica la opinión de Scheler porque se basa en el dualismo y en la


oposición entre espíritu y vida. Sin embargo, la intención profunda de Scheler es
correcta. Puede haber un desorden existencial en lo moral que el filósofo debe
corregir, mediante una actitud moral. Entonces el ascetismo no consiste eliminar los
impulsos sino en orientarlos siempre al ser. Vivir según el espíritu eso es la filosofía
implica lograr la integración de cuerpo y espíritu.
Filosofar no es negar la puganza de la vida, sino poner la vida al servicio del espíritu.
En todo caso no filosofa el entendimiento sino el hombre entero desde el espíritu.
Por eso la filosofía es ascesis... no se dirige contra la naturaleza... sino contra sus
miserias, a fin de que el filósofo sea ese hombre que Platón describe
magníficamente en el Teetero liberado de las pasiones y de los engaños sensibles.

El filósofo es el que liberándose de las cadenas vuelve la mirada a la luz el ser es


la luz y se asombra de que haya sombras y comienza a saber que las sombras son
sombras de algo, que los entes son ontofanias. El filósofo es el que al romper las
cadenas entra en desequilibrio y se afana por abandonar la caverna. Para ellos es
un desequilibrio y no saben que el filósofo se aparta de los humanos afanes y se
ocupa de lo divino. El filósofo es tenido por el vulgo como un perturbado, pero el
vulgo no sabe que está poseído por la divinidad. Así pensaba Platón.

Nada raro, entonces, que quien ha encontrado el ser formule esta decisión
indeclinable, como Sócrates: “pasar mis días en el estudio de la filosofía
estudiándome a mi mismo y estudiando a los demás”. Porque sabe que filosofar es
faena vital.

Porque sabe, en todo caso, que filosofar es someter lo finito al paso al limite infinito
en virtud de una potencia transfinita que descubre y pone de manifiesto (verdad,
aletheia), precisa y únicamente por virtud de esta transfinitud.

La actitud filosófica también abarca los siguientes términos

1. La actitud humana

El hombre reacciona ante las cosas de modo diverso. Las quiere y las cuida; las
odia y las destruye; las usa o las consume; o, simplemente, las contempla o goza
con ellas; es decir, asume distintas actitudes cuando se dirige a ellas. La actitud
humana apunta en muchas direcciones, desde la pragmática hasta la filosófica, las
más alejadas la una de la otra.

a) La actitud pragmática
Es la actitud práctica, la más común y de todos los días. Considera las cosas como
objetos de uso y de consumo; las cosas las distingue por su utilidad. Todas son para
algo, para la alimentación, vestido, vivienda, etc. Es la actitud visible en la señora
que va al mercado por ejemplo o el trabajador en la fábrica; pero, también en el
filósofo o el científico, cuando se viste y cuando se alimenta.

b) La actitud estética
Es la actitud que goza con la presencia de las cosas. Es la actitud ante un bello
rostro, un bello cuerpo, una hermosa flor, una hermosa canción, un hermoso cuadro,
una bella página bien escrita, una catedral, un acantilado, un espectáculo o
simplemente un insecto. Para esta actitud, las cosas no son útiles; no son objetos
de conocimiento, son objetos para gozar de su presencia.

c) La actitud religiosa
Es la actitud que ve las cosas como la obra de un ser supremo. Todas las cosas
son obra de Dios; en todas está la presencia divina; no hay una sola cosa que no
obedezca a su poder y a su bondad. La expresión de esta actitud es la devoción.

d) La actitud moral
Es la actitud frente a las acciones humanas, a la conducta humana. Para esta actitud
los actos humanos son buenos o malos. Sus manifestaciones son la aprobación y
el aplauso o el reproche y la censura. La abnegación y la benevolencia son
aplaudidas; la hipocre-sía y la deslealtad son censuradas.

e) La actitud filosófica espontánea


Es la actitud de la pregunta por el ser de las cosas. Es una actitud un tanto extraña,
que surge de repente entre las otras actitudes. Se presenta en circunstancias
especiales en cualquier persona. Es tan natural como las otras actitudes humanas.
No requiere un entrenamiento o aprendizaje académico. No es un privilegio del
filósofo. La actitud filosófica, como disposición natural, está lista a aparecer en todo
hombre; en el filósofo esta actitud es cultivada y elevada a su máxima potencia; se
convierte en una práctica enriquecida por el entrenamiento y el aprendizaje. Pero
en la raíz de todo trabajo filosófico está esa natural disposición de todo ser humano
por preguntarse sobre el sentido de las cosas.

Le puede ocurrir, por ejemplo, a un presidiario en uno de los tantos días o noches
en la cárcel, preguntarse por el sentido que tiene su vida en prisión, qué vale su vida
entre barrotes. Y aún más si cumple sentencia injusta. Su mente puede haberse
quedado vacía, de cosas, de personas, de sucesos, y lo único que le queda es el
martilleo constante de su soledad y entonces puede haberse preguntado ¿Qué soy?
¿Dónde estoy? ¿Qué me espera?

Esta actitud ni es pragmática, porque con ella no quiere conseguir nada, ni es


estética, porque con ella no goza, ni es religiosa ni es moral, porque hasta Dios se
ha borrado de su mente. Es una manifestación de la actitud filosófica. Y para
presentarse esta actitud no ha sido necesaria la preparación académica o el
aprendizaje metódico. Tampoco ha tenido que esperar saber ciencia o ser filósofo
para preguntarse por el sentido de su vida. Le ha bastado, como hombre, haber
puesto en ejercicio su disposición natural a preguntarse por lo que son las cosas,
por saber cuál es su sentido o su destino. Tampoco su respuesta necesita estar
premunida de todas las garantías del saber filosófico.

La actitud filosófica en este sentido es una disposición natural corno lo es la actitud


pragmática. Espontáneamente, aparece en situaciones vitales de los seres
humanos.
La actitud filosófica académica

Esta actitud tiene corno su fuente de origen la actitud filosófica espontánea y resulta
de su cultivo y el aprendizaje académico. A lo largo de la historia, ha perfilado sus
características propias.

La filosofía ha sido siempre una actitud muy original, que ha estrenado métodos y
ha estrenado conceptos y términos, que ha pretendido ver la espalda de las cosas.
Por abordar a las cosas mismas, en su absoluta independencia, ha realizado
sucesivos intentos por comenzar todo de nuevo, desde sus raíces, apartando
autoridades y prejuicios. Ha pretendido hacer a un lado tradicionales creencias solo
con el poder de la razón. Son señeros a este respecto, los ensayos de Descartes y
Heidegger. Cada uno a su turno ha pretendido poner a un lado todo el saber anterior.
Descartes, con su duda metódica, dejó sin piso todo lo aprendido y puso y orientó
el pensar en una nueva dilección. Heidegger se propuso "destruir" dos mil años de
metafísica e instaurar una nueva. A la larga, estos intentos han sido muy fecundos.
Aunque no han logrado cumplir con toda su empresa; sin embargo, han podido
poner al descubierto aspectos inéditos de la realidad, de la naturaleza, la sociedad
y el pensamiento.

La actitud filosófica académica, por eso, está marcada por la búsqueda del
fundamento, por la búsqueda de la claridad, por querer llegar a las cosas mismas.
El estilo de vida del filósofo es la búsqueda de fundamentos, la búsqueda de
claridad, el sometimiento a las cosas. Esa es la actitud que subyace a toda filosofía,
al margen de los resultados diversos, heterogéneos y hasta contradictorios. Esta
actitud se traduce en un estilo de trato con las cosas, en un estilo de conocer o
saber, hasta en un estilo de vivir.

3. CARACTERISTICAS DE LA ACTITUD FILOSOFICA ACADEMICA

a) La actitud filosófica académica es universal


La filosofía, desde que apareció, ha pretendido ser el conocimiento universal, el
conocimiento de la totalidad de las cosas. Ha pretendido abarcado todo. Su objeto
pretendido ha sido el universo entero, desde Dios hasta un grano de arena.

Se advierte bien esta característica, cuando se contrasta la actividad filosófica con


la actividad científica. En las ciencias, hay la división del trabajo. La ciencia divide
la realidad en sectores cada vez más pequeños, más delimitados. La física, por
ejemplo, no se ocupa más que de fenómenos físicos; la biología nada más que de
fenómenos vitales; la sociología, de los grupos sociales; la lingüística, del lenguaje;
la medicina, de las enfermedades, etc.

Para la filosofía no hay tal división. Las respuestas filosóficas alcanzan a todas las
cosas. La mirada filosóficas alcanzan a todas las cosas. La mirada filosófica las
contempla como modos de ser de un todo. Lo que toca a una cosa toca a otra y
todas las demás, porque todas están comprendidas en ese todo único que es el
universo. En este sentido, la mirada filosófica es una mirada universal que lo abarca
todo.

No se trata, sin embargo, de un estudio que se oriente en el mismo sentido que el


de la ciencia. Un estudio, en esta dirección, resultaría ocioso y, sobre todo, difícil.
No es en esta dirección que la filosofía trata de la totalidad del ser. Lo hace en un
aspecto muy preciso. Busca lo constante, lo permanente, lo que hace que todas las
cosas sean.

La realidad muestra un aspecto muy variable, mudable y cambiante. Unas cosas


nacen y otras mueren; unas aparecen y otras desaparecen. Hay un proceso
continuo de cambio, de transformación de unas cosas en otras. A la filosofía le ha
interesado descubrir lo permanente, lo que perdura y dura detrás de los cambios o
a pesar de los cambios.

La filosofía ha considerado que eso permanente y constante afecta a todas las


cosas, las sostiene a todas, se esparce por todas. Y aún algo más decisivo: sobre
eso permanente se constituyen o construyen. La totalidad del ser queda
determinada desde esa raíz. Cuando se dice, entonces, que la filosofía es el estudio
universal, se está afirmando que es el estudio de toda cosa, pero en lo respecto de
su ser, esencia o existencia.

b) La actitud filosófica académica es racional

La filosofía es un estudio racional. La filosofía es un producto de la razón. Esto


quiere decir, por lo menos, dos cosas. En primer lugar, que la filosofía no es obra ni
de los sentidos, ni de la imaginación, ni del sentimiento. En segundo lugar, que la
razón tiene atributos especiales, que le confieren la competencia para producir
filosofía, para plantear y formular problemas filosóficos.

La razón es extraordinariamente penetrante en el planteamiento de los problemas.


Es minuciosa y exhaustiva. No deja nada por examinar. Siempre sus análisis son a
fondo. En las demostraciones es rigurosa, muy cuidadosa, sumamente precavida
en todo, en la elección de los términos, en la elección de las pruebas, en la selección
de los argumentos, en la estipulación de los métodos. Nada deja sin fundamento,
sin justificación.

Por otra parte, la razón pretende la máxima coherencia y la máxima claridad. La


primera condición de todo conocimiento filosófico es la ausencia de contradicciones.
Es inconcebible para la razón la incoherencia y la contradicción. Pretende también
la máxima prudencia.

La profundidad en los planteamientos, el rigor en las demostraciones, la claridad en


la exposición, la coherencia en sus enunciados son expresión del trabajo de la
razón, de su poder de alcanzar la verdad.
La razón es la facultad que puede sortear la influencia de las pasiones, los
prejuicios, los intereses, las ideologías. El poder deformante del conocimiento por
esta influencia es desenmascarado por la razón. En este sentido, el conocimiento
filosófico como conocimiento racional, es desapasionado, desinteresado,
desprejuiciado, desideologizado. Por eso, la razón sigue siendo la condición de una
filosofía que se atenga a las cosas, la ciencia pura que postularon Platón y
Aristóteles.

Por otra parte, el estudio racional es un estudio mental. No utiliza ni aparatos ni


experimentos. Sus experimentos son mentales. El trabajo filosófico es rico en
experimentos mentales. Sus distintos métodos son diversos modos de proponer
experimentos mentales. Un ejemplo ilustre de experimento mental es el que se hace
Descartes cuando reduce al hombre a un punto pensante, a una cosa que piensa.
Lo supone al hombre sin cuerpo, sin manos, sin cerebro, sin sangre, concentrado
en su pensamiento dubitativo. En este sentido el estudio filosófico como estudio
racional es puramente mental.

c) La actitud filosófica académica es radical

La filosofía busca el fundamento; pero no cualquier fundamento. Persigue la raíz de


todo fundamento; por eso, la pretensión de saber radical, que va a las raíces. Esta
característica se hará patente si la comparamos con el trabajo de la ciencia.

La ciencia, también, es saber de fundamentos, de demostraciones y pruebas


experimentales. Pero no es saber de fundamentos radicales. Deja sin examinar los
puntos de partida, los principios. Las ciencias son especialistas en regiones de
objetos. Ejemplo: La zoología tiene sus animales; la física los fenómenos físicos.
Las ciencias no ponen en cuestión sus objetos; los admiten como se les aparecen.
A ningún zoólogo se le ocurre dudar de sus animales y a ningún físico le pasa por
la mente que no esté frente a la naturaleza.

Los científicos tienen un margen para creer sin discutir o para suponer sin
cuestionar. Parten de ciertas creencias firmes, que se llaman axiomas (verdades
evidentes por sí mismas). Por ejemplo, el físico parte de la creencia que el mundo
existe, que es uniforme, es decir que en todas partes se da de la misma manera.
No haría el científico ciencia si pensara que aquí los fenómenos se producen de una
manera y allá a la distancia de unos kilómetros se repiten de otra. Tampoco lo haría
si pensara que mañana las cosas van a ser de otra manera. Los científicos tienen
absoluta confianza en que las leyes son iguales en todo el mundo.

La filosofía no se da ningún margen. No hay ningún supuesto. El filósofo se lanza


siempre hasta el fondo, hasta la raíz, hasta el primer fundamento, hasta el
fundamento incondicional o incondicionado. Va condición tras condición
pretendiendo llegar hasta la última. No se asusta si para eso hay que poner en duda
todo como lo hizo Descartes al dudar de todo, y que para esto tenga que inventar
métodos, conceptos, términos. Ese es el oficio del filósofo. Descartes buscaba un
fundamento absoluto e inconmovible.
d) La actitud filosófica académica busca el conocimiento necesario y universal

La filosofía es un saber apodíctico porque es un saber que exige pruebas, razones,


demostraciones. Exige dar cuenta de la cadena de fundamentos. No se detiene
hasta llegar a las pruebas incondicionales, aquellas que fundamentan los puntos de
partida, los principios. Por eso, la filosofía fue la ciencia de los primeros principios.

El saber apodíctico es necesario y universal. Un conocimiento necesario y universal


es el que ha logrado captar la cosa tal cual es y por eso podrá ser alcanzado por
cualquier hombre y en cualquier lugar. Un conocimiento que valga para unos y no
para otros no es universal o que sea válido en un lugar y no en otro no es necesario.
Un conocimiento tal es individual y contingente. Ejemplo de conocimiento necesario
y universal es el conocimiento matemático. La raíz cuadrada de 25 será 5 en todos
los lugares y para todos los hombres. Ejemplo de conocimiento individual y
contingente es el conocimiento sensible. El sabor, por ejemplo, de una taza de té
puede ser más o menos dulce, según el paladar de las personas.

Desde Platón el conocimiento sensible ha sido el modelo de conocimiento


contingente e individual y el conocimiento matemático el modelo del conocimiento
necesario y universal. A este conocimiento lo denominó episteme o ciencia y al
conocimiento sensible simplemente doxa u opinión. La filosofía fue episteme, no
doxa.

A la luz de su historia, la filosofía, sin embargo, parece ofrecer un conocimiento asaz


contingente. Porque no ha alcanzado nada que pueda ser aceptado. por todos los
hombres y en todos los lugares. Por ejemplo, sobre cuál sea lo permanente o
constante, hay tesis diametralmente opuestas. Mientras que para unos es la
materia; para otros es la idea, como algo cualitativamente distinto de la materia. Y
hay dos bandos irreconciliables de materialistas e idealistas. Sobre las fuentes
fundamentales del conocimiento las posiciones también son opuestas.

Mientras que unos sostienen que es la razón; los otros afirman que es la experiencia
sensible. Y, por otra parte, se advierte que entre estas oposiciones polares se
ubican posiciones intermedias, que se distinguen unas de otras por diferentes
matices. Resultaría, en-tonces, que en filosofía no hay saber necesario y universal,
que no hay episteme, que todo es doxa. Esta objeción no anula, sin embargo, lo
que se sostiene en la característica tres. Porque el reparo tiene en cuenta
principalmente los resultados y el acento de esta característica está puesto en la
intención. Por otra parte, esta pretensión no se ha quedado en un simple deseo. El
trabajo filosófico, plasmado en obras justamente famosas, muestra este carácter,
por la maestría en los análisis, por el rigor de las demostraciones y también por los
descubrimientos.
e) Aplicación de la actitud filosófica frente a los problemas personales

Los problemas personales de cada quien son múltiples. Podrían ser sentimentales,
sociales, económicos. Por ejemplo, un amor apasionado o un amor no
correspondido; la amistad de un amigo o de una amiga, o de un pariente, o de un
vecino; la falta de medios para sostenerse o el exceso de dinero que lo predispone
al derroche.

¿Cómo nos sirve la actitud filosófica para enfrentado? Lo primero que nos debe
enseñar la actitud filosófica es a distinguir las diversas actitudes. Esto significa
capacidad de discriminación y análisis. Antes que nada, entonces, la identificación
clara e inteligente del problema. Y esto significa un exhaustivo análisis de los
elementos del problema, hasta encontrar o tratar de encontrar sus raíces.

Por ejemplo, sea el problema del alejamiento de un amigo. Identificar que esto
significa que una amistad se está acabando, que la amistad de un amigo termina.
Tendrá que analizarse a fondo el por qué. ¿Cómo comenzó el distanciamiento?
¿Fue un suceso casual, un malentendido, una acusación injusta, un acto
desconocido, una des-lealtad? La actitud filosófica debe entrenarlo a encontrar,
luego de un sereno, exhaustivo análisis, la causa o las causas fundamentales de tal
alejamiento. Aquí se aplicará un principio filosófico que nada es sin fundamento,
nada hay sin un por qué.

Esto podría hacer pensar que la filosofía es un estudio de casos, que es una
casuística. No, más bien, quiere decir, que la filosofía como que es universal, como
que no se circunscribe a un tema o a un asunto sino a todos, puede o tiene la
competencia para enfrentar críticamente los diversos problemas de la vida. Y aquí
tomamos crítica en su sentido más genuino de distinguir lo más decisivo de lo
decisivo de un asunto.

El conocimiento científico

El conocimiento científico es el conjunto de saberes comprobables dados por ciertos


pasos contemplados en el método científico, es decir, aquellos saberes que se
obtienen mediante el estudio riguroso, metódico y verificable de los fenómenos de
la naturaleza.

El conocimiento científico se sustenta en evidencias y se recoge en teorías


científicas: conjuntos consistentes y deductivamente completos de proposiciones en
torno a un tema de interés científico, que lo describen y le dan una explicación
verificable. Dichas teorías pueden ser renovadas, modificadas o incluso sustituidas
por otras, en la medida en que sus resultados o interpretaciones respondan de mejor
manera a la realidad y sean cónsonos con otros postulados científicos demostrados
como ciertos.

A menudo se piensa que el conocimiento científico, así como el religioso o el místico,


se sustenta en la pura fe en la interpretación de los hechos; lo cual no es realmente
cierto, dado que a diferencia de los discursos mágicos, pseudocientíficos o
religiosos, la ciencia se sustenta en la comprobabilidad de sus apreciaciones,
aplicando mecanismos experimentales, repetibles y debidamente acotados.

Así, al contrario de lo que su significado común sugiere, una teoría científica no es


simplemente una hipótesis (“una teoría más”), sino una formulación compleja y
completa que otorga sentido a los resultados obtenidos de manera experimental.
Cuando las leyes científicas se demuestran y se integran en una perspectiva
científica teórica, adquieren el rango de Teoría.

Investigar científicamente para llegar a conocimiento científico

Desde el punto de vista de su etimología, investigar proviene del latín in (en) y


vestigare (hallar, inquirir, indagar, seguir vestigios) lo que conduce al concepto más
elemental de “descubrir o averiguar alguna cosa, seguir la huella de algo, explorar”.
De esta manera se podría considerar a un investigador, como aquella persona que
se dedica a alguna actividad de búsqueda, independiente a su metodología,
propósito e importancia.

El ser humano tiene una tendencia natural a buscar el sentido de las cosas, desde
muy niño, pregunta al adulto; y ya joven, se sigue maravillando. De esto se deduce
que existen diversos tipos de investigaciones, desde las más elementales y
cotidianas por las cuales se busca ampliar el horizonte de los objetos conocidos,
hasta la investigación científica con características propias de eficacia superior.

Según Vyhmeister (1989) investigar es la búsqueda de la verdad--toda la verdad de


Dios, porque Dios es verdad y toda la verdad procede de él, sea ésta histórica,
científica o teológica. Dios es la verdad última, los seres humanos, por su parte, son
limitados y finitos, por lo que, nuestras conclusiones respecto a la verdad no pueden
ser consideradas como finales o definitivas. Lo que hoy es verdad, mañana puede
cambiar como resultado de un nuevo descubrimiento. Esto conduce al
reconocimiento de la necesidad de mantenerse humilde y aceptar que siempre
habrá algo nuevo que aprender.

La investigación científica es un proceso de observación, reflexión, control y


medición que permite aportar conocimientos científicos. Toda investigación
científica busca ofrecer algo nuevo: descubrir datos, leyes o relaciones, o bien
desarrollar nuevos métodos de investigación.

El concepto investigación tiene el propósito de visualizar los diversos matices que


asume el término a la luz del pensamiento teórico: "...el proceso más formal,
sistemático, e intensivo de llevar a cabo un método de análisis científico...es una
actividad más sistemática dirigida hacia el descubrimiento del desarrollo de un
cuerpo de conocimientos organizados. Se basa sobre el análisis crítico de
proposiciones hipotéticas para el propósito de establecer relaciones causa-efecto,
que deben ser probadas frente a la realidad objetiva. Este propósito puede ser ya la
formulación-teoría o la aplicación-teoría, conduciendo a la predicción y,
últimamente, al control de hechos que son consecuencia de acciones o de causas
específicas." (Best, 1982:25,26).

Los objetivos de la investigación científica son, entre otros, la generación de


conocimiento y de una explicación argumentada de las causas de fenómenos o
problemas naturales y sociales. Por ejemplo, por qué en determinadas épocas del
año se presentan huracanes o sequías; por qué el ganado de cierta región está
muriendo; por qué los cafetales están produciendo menor cosecha; o bien, por qué
las personas desarrollan problemas de conducta.

Otro objetivo es la producción de propuestas de solución a los problemas, o para


disminuir los efectos de los mismos. Siguiendo el ejemplo de los huracanes, los
seres humanos no pueden evitar su ocurrencia, pero si pueden generar propuestas
para evitar que la vida de las personas corra peligro, informándoles sobre la
proximidad del suceso.

Algunos ejemplos de los resultados de la investigación científica son la maquinaría


agrícola, las medicinas humanas y veterinarias, la luz eléctrica y los teléfonos,
incluso todos esos materiales que contaminan el ambiente, las teorías sobre el
comportamiento humano entre otras tantas cosas más.

El ser humano entiende la verdad como la adecuación de la mente con la realidad


y es lo que se ha dado por llamar verdad lógica. Lo opuesto se llama error y es la
falta de adecuación de la mente con la realidad. Se habla de la verdad moral la cual
se define como la adecuación de las palabras con el pensamiento, lo contrario es la
mentira. Y también se habla de la verdad ontológica que es la adecuación de las
características manifiestas de un objeto con respecto a su propia esencia y lo
contrario es la falsedad o inautenticidad.

Es privilegio del ser humano procurar un discernimiento claro de las cosas: la


verdad. Desde la perspectiva humana, la verdad contiene las siguientes
propiedades: unidad, indivisibilidad, inmutabilidad y objetividad. "Las proposiciones
del ser humano sólo expresan un aspecto de la realidad, por tanto, no pueden
aspirar a una infalibilidad absoluta. El científico capta fenómenos, intuye
significados, los expresa conceptualmente y, por propia naturaleza, siempre está
buscando mejores perspectivas y expresiones del tema investigado. La verdad del
científico es una aproximación asintótica a la realidad estudiada. Las reglas
metodológicas,...proporcionan un camino más seguro en esa búsqueda
interminable..."(Gutiérrez, 1993:115)

Los elementos de una investigación científica son:

Sujeto: La persona, equipo o institución que lleva a cabo la investigación. Las


capacidades y formación de los sujetos involucrados debe ser pertinente para dicha
investigación.
Objeto: Es aquello que se estudia, sea un organismo, evento, fenómeno o entidad
inanimada.

Medio: Los métodos y técnicas empleados.

Fin: Los objetivos que se persiguen.

La observación científica es uno de los más importantes métodos de investigación,


y formalmente se define como el examen de un hecho o fenómeno con un propósito
expreso, para poder recopilar datos de manera sistemática y aplicarlos al estudio
en ejecución.

La observación científica busca establecer relaciones entre el objeto analizado y lo


que se pretende conocer o verificar de él. Para ello el investigador se vale de sus
cinco sentidos, y puede utilizar elementos y maquinarias que amplíen su capacidad
de análisis y que brinden mayor cantidad y calidad de datos.

La investigación aplicada a la Psicología

En los inicios del desarrollo de la Ciencia Psicológica se fueron delimitando los tres
grandes sistemas explicativos de nuestro objeto de estudio, el comportamiento
humano: El Psicoanálisis; el Conductismo, con base en la Reflexología Pavloviana
y el Sistema Humanista, con fundamento en la Filosofía Existencialista.

Cada uno de estos sistemas no sólo construyó conceptos esenciales para


nominalizar a nuestro objeto de estudio, sino que elaboró principios explicativos
para comprenderlo. Un valioso ejemplo es el que cita Vygotski (1991) respecto al
desarrollo del Psicoanálisis como sistema conceptual: "Las ideas del psicoanálisis
nacieron de descubrimientos específicos en el campo de la neurosis; se estableció
inequívocamente el hecho de que la sexualidad se oculta en una serie de
actividades y bajo formas que con anterioridad no se consideraban eróticas.
Paulatinamente, este descubrimiento concreto, respaldado por el éxito de su
aplicación terapéutica y con la autoridad que ello le confería (es decir, sancionado
por la veracidad de su práctica) se traspasó a una serie de campos adyacentes,
como la psicología de la vida cotidiana o la psicología infantil, además de adueñarse
de la totalidad de los enfoques teóricos sobre la neurosis.

En la confrontación disciplinar, esta idea se impuso sobre las más lejanas ramas de
la psicología; sosteniéndose que con ella se podría estudiar la psicología del arte o
la psicología de los pueblos, pero el psicoanálisis estaba rebasando con ello los
límites de la psicología: la sexualidad se transformaba en el principio metafísico de
una serie de ideas metafísicas, el psicoanálisis se transformaba en ideología, la
psicología se transformaba en metapsicología. El psicoanálisis dispone de su propia
teoría del conocimiento y de su propia metafísica, de su sociología y de su
matemática. El comunismo y el tótem, la Iglesia y la obra de Dostoievski, el
ocultismo y la publicidad, el mito y los inventos de Leonardo da Vinci no son sino
sexo disfrazado y enmascarado". (Vygotski, L ; 1911; p. 274-275)
El ejemplo que se acaba de presentar habla por sí mismo acerca de la extensión de
los grandes sistemas teóricos en Psicología más allá de los dominios de nuestra
ciencia. Cada sistema psicológico sostuvo una concepción diferente del hombre,
una concepción de la relación entre la normalidad y la patología, una toma de partido
respecto a la determinación de lo psíquico, una concepción de ciencia, de los
métodos de conocimiento científico, una filosofía del hombre y la ciencia.

El autor encuentra también las respuestas al por qué esto sucede en el desarrollo
de una ciencia." La regularidad del camino que con sorprendente constancia
recorren las ideas más diversas, está poniendo naturalmente de manifiesto que este
camino está predeterminado por la necesidad objetiva de un principio explicativo y
precisamente porque este principio hace falta y no existe es por lo que algunos
principios parciales ocupan su puesto. La psicología se ha dado cuenta de que para
ella es cuestión de vida o muerte hallar un principio explicativo general y se aferra
a cualquier idea, aunque sea falsa."(Vygotski, L.; 1991p. 277).

En el momento actual del desarrollo de la Psicología como ciencia, en el campo


aplicado de la Psicoterapia, las investigaciones continúan apuntando a la búsqueda
de los factores inespecíficos. Algunas investigaciones se circunscriben más a los
factores o variables que tienen que ver con el desempeño del terapeuta, otros
enfatizan más en las variables del paciente; algunas ponen mayor énfasis en la
relación entre las variables del terapeuta y las variables del paciente y otras se
circunscriben más a la calidad de la relación propiamente dicha.
Referencias bibliográficas

Bunge, M. (2000) La investigación científica: su estrategia y su filosofía. México,


Siglo XXI.

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