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Sesión 01: Primera lectura (en aula)

¿Por qué la filosofía?


- Una introducción general a la filosofía –

“No pienso dejarlo al momento y marcharme,


sino que le voy a interrogar, a examinar y a refutar,
y, si me parece que no ha adquirido la virtud y dice que sí,
le reprocharé que tiene en menos lo digno de más
y tiene en mucho lo que vale poco.”
Platón: Apología.

“Debo vivir filosofando y examinándome


a mí mismo y a los demás” (Sócrates)
Platón: Apología

1.- ¿Qué es filosofía?

No es fácil dar una definición cerrada de filosofía, pues, implica un acto abarcadoramente humano
(desde la vida común hasta la especialización científica). ‘Filosofía’ se puede decir de varias
maneras. Etimológicamente, en una traducción excesivamente convencional, filosofía viene a ser
amor a la sabiduría (philos = amigo o amante; sophía = sabiduría, saber teórico, entendimiento
y/o ciencia).

Intentando una definición, en primer lugar decimos que la filosofía no constituye un cuerpo de
doctrinas específico, propio y exclusivo; más bien es una actividad humana racional de reflexión
sobre todos aquellos aspectos que se consideran fundamentales en distintos ámbitos de la vida
humana. En esta reflexión, la crítica juega un papel imprescindible; es decir, la vida de la filosofía
está dada por la actitud de crítica permanente a los supuestos, a las nociones fundamentales, a las
teorías, a las creencias básicas, a los objetivos y métodos de la vida científica, a los prejuicios, e
inclusive a la vida ordinaria. O sea, hacer filosofía viene del lado del esfuerzo para salir de nuestra
‘existencia perezosa’ (tomarlo todo como viene sin ponerlo en tela de juicio), de no quedarnos en
nuestras certidumbres, en nuestros presupuestos recibidos, sino examinarlos y quizá superarlos.
Esto no quiere decir que debamos rechazar lo sistémico y avanzado por los pensadores; claro que
no, ellos también partieron de las preguntas cotidianas, sólo que, después de un trabajo fuerte de
análisis-síntesis, lo sistematizaron.

2.- Por qué es importante la filosofía1


(Pequeño fragmento de la entrevista de Bryan Magge al filósofo Isaiah Berlin)

Bryan Magee: ¿Qué razón puede usted dar a alguien para que se interese en la filosofía, si es que
aún no lo ha hecho por propia iniciativa, o si el sistema educativo no le ha inculcado este interés?
Isaiah Berlin: En primer lugar, los problemas filosóficos son interesantes por sí mismos. A menudo
se refieren ciertos supuestos, en los que se fundamenta una gran cantidad de creencias
generalizadas. La gente no desea que tales supuestos se examinen demasiado; comienza a sentirse
incómoda cuando se le obliga a analizar en qué se fundan realmente sus creencias; pero, en realidad
son motivos de análisis filosófico gran cantidad de creencias ordinarias, de sentido común. Cuando
se examinan críticamente, resultan, en ocasiones, mucho menos firmes, y su significado e
implicaciones mucho menos claros y firmes que lo que parecían a primera vista. Al analizarlas y
cuestionarlas, los filósofos amplían el autoconocimiento del hombre.

B.M.: A todos nos molesta que sondeen nuestras creencias y convicciones más allá de cierto límite
y, pasado ese límite, nos negamos a hacer más sondeos. ¿Por qué somos así?
1
Brian Magee Los hombres detrás de las ideas, México: Fondo de Cultura Económica, págs. 17-46.

1
I.B.: Supongo que, en parte, porque a la gente no le gusta que se le analice en demasía; que se
ponga al descubierto sus raíces y que se le inspeccionen muy de cerca, y en parte, porque la
necesidad misma de la acción impide este escrutinio. Si se está activamente comprometido en
alguna forma de vida, resulta inhibitorio y, quizá finalmente, paralizante, el que se le pregunte
constantemente: “¿Por qué hace esto? ¿Está seguro que las metas que pretende lograr son
verdaderas metas? ¿Está seguro de que lo que hace no va, de ninguna manera, en contra de las
reglas, principio o ideales morales en los que pretende creer? ¿Está seguro de que algunos de sus
valores no son mutuamente incompatibles, y de que no quiere confesárselo? Cuando se enfrenta a
alguna disyuntiva, de cualquier índole, ¿no se encentra, en ocasiones, tan nervioso que no desee
enfrentarse a ella, y que cierra los ojos e intenta pasar la responsabilidad a una espalda más ancha:
al Estado, a la Iglesia, a la clase social, a alguna otra asociación a la que pertenezca, quizá al código
moral general de la gente decente ordinaria, cuando debería pensar en el problema y resolverlo por
usted mismo?” Muchísimas de estas preguntas desaniman a la gente, o la irritan; minan su
confianza en sí misma y, por ende, suscitan resistencias.

Platón hace decir a Sócrates que una vida sin examen no merece vivirse. Pero si todos los
integrantes de una sociedad fuesen intelectuales escépticos, que estuvieran examinando
constantemente los presupuestos de sus creencias, nadie sería capaz de actuar. Sin embargo, si los
presupuestos no se examinan y se dejan al garete, las sociedades corren el riesgo de osificarse; las
creencias, endurecerse y convertirse en dogmas; distorsionarse la imaginación, y tornarse estéril el
intelecto. Las sociedades pueden decaer a resultas de dormirse en el mullido lecho de dogmas
incontrovertidos. Si ha de despertarse la imaginación; si ha de trabajar el intelecto, si no ha de
hundirse la vida mental, y no ha de cesar la búsqueda de la verdad (o de la justicia, o de la propia
realización), es preciso cuestionar las suposiciones; ponerse en tela de juicio los presupuestos; al
menos, lo bastante para conservar en movimiento a la sociedad. Los hombres y las ideas avanzan,
en parte, por parricidio; mediante el cual los hijos matan, si no a sus padres, al menos las creencias
de sus padres, y adoptan nuevas creencias. De esto es de lo que dependen el desarrollo y el
progreso. Y, en este proceso, tienen un papel preponderante quienes formulan estas preguntas
inquietantes, y tienen una profunda curiosidad acerca de la respuesta. Cuando emprenden esta
actividad de manera sistemática y utilizan métodos racionales (también expuestos al escrutinio
crítico, se les denomina filósofos).

B.M: ¿En qué consiste la tarea del filósofo?


I.B: No es tarea del filósofo moral, como tampoco del novelista, guiar la vida de la gente. Su tarea
es enfrentarla a los problemas; a la gama de los posibles caminos de acción; explicarle qué podría
escoger y por qué. Debe tratar de iluminar los factores que están en juego; revelar la gama más
amplia de posibilidades y sus implicaciones; mostrar el carácter de cada posibilidad, no aislada,
sino como elemento de un contexto más amplio; quizá de toda una forma de vida. Más aún: debe
mostrar cómo abrir una puerta puede hacer que otras se abran o se cierren; en otras palabras,
revelar la inevitable incompatibilidad o choque entre algunos valores; a menudo, valores
inconmensurables; o bien, para expresarlo de manera ligeramente diferente, señalar las pérdidas y
las ganancias implicadas en una acción, en toda una forma de vida; a menudo no en términos
cuantitativos, sino en términos de principios o de valores absolutos, que no siempre pueden
armonizarse. Cuando, de esta manera, el filósofo moral ha situado una conducta en su contexto
moral, ha identificado su posición en un mapa moral; ha relacionado su carácter, motivación
finalidad con la constelación de valores a la que pertenece; ha obtenido sus consecuencias
probables y sus implicaciones pertinentes; ha argumentado a favor o en contra de ella, o tanto a
favor como en contra de la misma, con todo el conocimiento, comprensión, habilidad lógica y
sensibilidad moral que posea, y entonces ha realizado su labor de consejero filosófico. Su tarea no
es predicar, exhortar, alabar o condenar, sino sólo iluminar: de esta manera puede ayudar; pero
entonces toca a cada individuo o grupo, a la luz (de la que nunca puede haber bastante) de lo que
creen y de lo que buscan, decidir por sí mismos. El filósofo no puede hacer más que aclarar, lo más
que pueda, lo que está en juego. Pero hacerlo es ya hacer mucho.

2
3.- Por qué leer filosofía hoy2

La filosofía tiene la curiosa reputación de ser, al mismo tiempo, una actividad misteriosa y
accesible. Se le atribuyen poderes de penetración en los secretos de la naturaleza o de la existencia,
se asocia su ejercicio a la vida solitaria del pensador y se cree, desde tiempos remotos, que el
filósofo anda, literalmente, en las nubes, desligado de las preocupaciones reales de la vida práctica.
Es conocida la anécdota que relata Diógenes Laercio sobre la mujer que, viendo al filósofo Tales
de Mileto tropezar y caer en un hoyo, le dice: “Oh Tales, tú presumes ver lo que está en el cielo,
cuando no ves lo que tienes en tus pies”. Al mismo tiempo, sin embargo, se considera igualmente
que la filosofía es una actividad accesible a todos, que cualquier persona posee la capacidad de
expresar razonadamente sus pensamientos y que la filosofía debería ocuparse de los problemas
reales de la sociedad y de su transformación. Escribe así Hegel, por ejemplo, que la filosofía es “la
comprensión de la propia época en pensamientos”.

Esta contradictoria reputación es, en realidad, el rostro más interesante de la filosofía, y lo que
produce, acaso, su mayor fuerza de atracción. Teniendo como su objetivo principal la comprensión
del sentido de la realidad y de la vida, la filosofía está esencialmente ligada a la experiencia
cotidiana, a la existencia individual, a la cultura, a la historia. Pero, por tratarse de una actividad
enraizada en una tradición milenaria de pensamiento y reflexión, no puede menos que volverse
compleja, rigurosa, especializada. A diferencia, sin embargo, de lo que ha ocurrido con las ciencias
particulares en la sociedad moderna, que ha restringido deliberadamente su campo y su objeto de
investigación, la filosofía no puede renunciar a la pretensión de abarcar la realidad y la vida en su
totalidad. Aun teniendo en cuenta los avances de las ciencias, lo que ella busca es la razón de ser, el
sentido de las cosas, y por eso precisamente no puede desvincularse de la experiencia existencial ni
de las preocupaciones cotidianas de las personas comunes y corrientes.

La filosofía es, en ese sentido, una digna heredera del dios Hermes. Corriendo siempre el peligro de
volverse hermética, ella tiene, en realidad por misión ser más bien permanentemente hermenéutica,
es decir, interpretativa, comprensiva. Su papel central, como bien señala Jürgen Habermas, es el de
ser intérprete de las múltiples voces que se expresan, en diferentes lenguajes, en diversas
tonalidades, con intereses distintos, en los variados escenarios de los que se compone la vida: tanto
las voces de la ciencia como de la opinión común, del arte tanto como de la técnica, de la cultura al
igual que de la historia. A ella le corresponde resistirse a los peligros de la incomunicación y la
intolerancia, que con frecuencia han sido obstáculos para el descubrimiento de la verdad y el
ejercicio de la libertad.

4.- ¿Qué es el filosofar?3

En todos los alumnos, como en todo ser humano, la filosofía vive ya de manera real aunque
probablemente en forma ‘salvaje’, carente de método y sin mayor ‘conciencia’ de ella misma…
Para mí – y de acuerdo a la práctica heredada de Sócrates – la filosofía está del lado de la vida
cotidiana, de las preguntas que uno se hace a diario: ¿Qué es vivir?¿Qué sentido tiene el trabajo que
hago?¿Qué es hacer bien las cosas?¿Cómo vivir bien en tanto ser humano? …Para nosotros, la
filosofía estará sobre todo del lado del ‘saber-hacer’, del ‘saber-sentir’ y del ‘saber vivir’…
Filosofar es ante todo ‘un acto autodidacta’. Es acto que, como todo acto, nace de un deseo, de un
sentimiento, de sentir en nosotros la presencia de una ausencia o la presencia de preguntas…

Cuando proponemos asumir el filosofar como ‘acto’ y ‘espacio de un sentido’, asumimos que si
uno pretende tratar una cuestión filosófica sin exponerse a ella, sin dejarse interrogar por ella,
entonces no está filosofando. Todas las preguntas filosóficas, incluso las lógicas, nacieron del
deseo, de la voluntad de entender, de comprender una dimensión humana. Filosofar es siempre por
lo tanto explorar ese espacio de los posibles del espíritu, espacios que son también los del sentir en

2
Giusti, M.; Mejía, E.: Por qué leer filosofía hoy (prólogo), PUCP, Lima, 2008, págs. 9-10.
3
Santuc, Vicente: El topo en su laberinto. Introducción a un filosofar posible hoy; UARM, 2005, págs. 25-31
3
nosotros. Se trata de explorar y dar cuenta de lo que somos como espíritu encarnado, ‘cuerpo
habitado por la palabra’. La tentación es refugiarse en un solo polo: cuerpo o espíritu.

Hemos dicho que se trata de ‘exponernos a preguntas’. Siendo así, podemos decir que no es
filosófico el espíritu de aquel, quienquiera que sea, que llega al discurso filosófico con una suerte
de blindaje, con una respuesta ya lista para cualquier cuestión y que renunciaría a volver a empezar.
La filosofía es, profundamente, fragilización: nos sitúa siempre en medio de un caminar, de un
desequilibrio sentido, de una búsqueda.

Hegel dijo algo muy pertinente cuando propuso a la vaca como modelo del filosofar. La vaca frente
a la hierba no se queda en la inmediatez de la sensación de lo verde. No, ella procura ‘dar cuenta’
(logon didonai, como decían los griegos, es decir respetar aquello que tengo en frente e inscribirlo
en el logos) de la hierba como alimento. ¿Cómo lo hace? Convirtiendo la hierba en lo que es para
ella, es decir, ‘alimento’. La corta, la come y la traga, pero no se queda en la inmediata sensación
de alimento ni en la primera digestión. Va a rumiar la hierba una vez, dos veces. Haciendo eso,
¿qué hace? Analiza la hierba, la descompone en sus nutrientes, con paciencia. La vaca hace su
análisis pacientemente y llega a la síntesis alimenticia que es para ella la hierba comida. La
filosofía también es ejercicio de paciencia, de análisis detenido, hasta llegar a una síntesis.

5.- ¿Dónde empieza la filosofía?4

- En la experiencia.- Entre los filósofos sigue predominando en buena medida la convicción de que
la experiencia es el punto de partida de todo filosofar. Nosotros partimos de nuestro mundo
experiencial familiar y cotidiano, en el que sabemos orientarnos. En el mundo experiencial siempre
estamos experimentando. Sin embargo la filosofía no supone una determinada forma científica de
experiencia; no es necesario estudiar ciencias experienciales (como física, química, biología, etc.)
para poder filosofar. La filosofía arranca más bien de una forma precientífica y cotidiana de
experiencia en la cual el mundo está siempre abierto a nuestro conocimiento y actuación. M.
Heidegger interpreta esa experiencia precientífica y cotidiana como el “estar en el mundo” de la
existencia (humana)… La experiencia cotidiana y precientífica, en el sentido del originario “estar
en el mundo” se comporta frente a la experiencia científica, metodológicamente precisa, del mismo
modo que lo hace el lenguaje coloquial de todos los días, como lenguaje natural, frente a los
lenguajes especializados de las ciencias. Nosotros podemos decir: el mundo experiencial del
lenguaje coloquial y abierto es todo lo que la filosofía supone al comenzar.

- En la admiración.- El cuestionamiento filosófico empieza cuando nuestro mundo experimental


pierde su evidencia y familiaridad. Según K. Jaspers eso ocurre sobre todo en ‘las situaciones
límite’, como es frente a la muerte, en los sufrimientos, en la lucha, en la situación de culpa, etc. El
filosofar es como un despertar de las ligaduras que nos atan a las necesidades de la vida. Platón
en el Teeteto (155d) escribía: “El asombro es la actitud de un hombre que ama verdaderamente la
sabiduría; más aún, no hay ningún otro comienzo de la filosofía que no sea este.” Aristóteles
(Metafísica, 1,1, 982b) por su parte indica: “Antes lo mismo que hoy el asombro ha inducido a los
hombres a filosofar. Ahora bien, quien pregunta y se admira tiene un sentimiento de ignorancia.
Por eso es amigo de los mitos y en cierto sentido es un filósofo. Los mitos, en efecto, están llenos
de maravillas. Así, pues, para remediar su ignorancia, los hombres empezaron a filosofar”…Para
Sócrates el filosofar comenzaba con el conocimiento de no saber nada. Pero esa ignorancia empuja
hacia un saber que es de distinta índole que el saber experimental.

- En la duda.- La pérdida de la evidencia convierte en dudoso el saber experimental. El hombre


aspira a lograr una certeza fundamental y nueva mediante una crítica del saber experimental y del
mundo de la experiencia cotidiana. Aspira a conocer una nueva fundamentación de su posibilidad.
Pero eso sólo puede hacerlo, cuando toma la duda radicalmente en serio y la desarrolla hasta sus

4
Anzebacher: Introducción a la filosofía, págs.. 17-19.
4
últimas consecuencias. Dos nombres ocupan aquí el primer plano: Agustín (354-430) y Descartes
(1596-1650).

- En la ausencia de prejuicios.- La filosofía no puede establecer de antemano su método, sino que el


método de la filosofía es a su vez un problema de la misma…Así pues, el método de la filosofía no
se le puede incorporar ‘desde fuera’, partiendo por ejemplo d otras ciencias, sino que el método de
filosofar tiene que surgir en el planteamiento filosófico.

6.- Tres formas generales de la filosofía:


a) Sistemáticamente.- En una parte, la filosofía como un ‘corpus de saberes’ sistematizado
y subdividido se presenta como algo abstracto, como una ciencia, y los campos en los que se
expresa pueden ser: la epistemología (ciencias), la gnoseología (teoría del conocimiento), la lógica
(razonamiento formal), la ontología/la metafísica (el ser, las primeras causas, los universales), la
teodicea (ciencia de Dios), la antropología (el ser humano), la cosmología (la naturaleza), la
estética (el arte), la ética (acciones humanas), la política(la vida en sociedad), etc.
b) Histórica.- La filosofía también puede expresarse como una revisión histórica. Para lo
cual se ha estandarizado cuatro etapas: la filosofía antigua (s.VI a.c.-III d.c.), la filosofía medieval
(s.III-XV), la filosofía moderna(s.XVI- XIX) y la filosofía contemporánea(s.XX hasta hoy).
c) Como vida práctica.- Por otro lado, la filosofía está del lado de la vida diaria, de la vida
práctica, de las preguntas cotidianas: ¿qué es la vida, qué el hombre, qué el destino, qué la muerte,
cómo será mi futuro?, etc. En esta parte, la filosofía está del lado del ‘saber-hacer’ o del ‘saber-
sentir’, del ‘saber-vivir’. Es decir, si es que nos atrevemos a hacernos preguntas por nuestros
proyectos, por el sentido de las cosas, si examinamos nuestras tradiciones, nuestro pasado, se está
haciendo ya filosofía sin saber necesariamente de los sistemas, las épocas o de filósofos.

Actividad:
Reunidos en equipos cooperativos responden el cuestionario:
1. ¿Cómo se puede conceptuar a la filosofía?
2. ¿Por qué resulta importante la filosofía?
3. ¿Qué función tiene el pensamiento crítico en la filosofía?
4. ¿Por qué todos pueden filosofar?
5. ¿Qué es el filosofar?
6. ¿Para qué nos serviría la filosofía?

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