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La organización del territorio

Prof. Braccio

I La explotación del territorio

Las islas que Colón recorrió en su primer viaje representaban una ínfima parte del territorio
americano y, como hemos visto, la curiosidad y la ambición pusieron en marcha numerosas
expediciones con el propósito de conocer y ocupar el territorio que pronto llamaron Nuevo
Mundo.

La forma de tomar posesión del territorio había sido establecida por la Corona, se trataba
de un ritual en el que se invocaba a Dios y al Rey, se hacía una cruz en tierra con la espada
y se clavaba un trozo de madera, habitualmente una rama que había sido deshojada, como
símbolo de la justicia real, puesto que la madera era una representación de la horca. Quien
llevaba a cargo este ritual era el conquistador que encabezaba la expedición, siendo él
también quien designaba a las autoridades y llevaba a cabo el reparto de tierras. Esto no
significa que siempre permanecieran en el lugar, pues la permanencia dependía de hallar o
no riqueza, la que era sinónimo de oro y plata.

Por entonces, y hasta mediados del siglo XVIII, el sistema económico vigente era el
mercantilismo, el cual establecía que la riqueza era producto de la acumulación de
metálico (oro y plata). Sin embargo, pronto la Corona decidió que la mejor forma de hacer
efectiva la ocupación del territorio era mediante la fundación de ciudades, puesto que ello
implicaba la presencia de población estable, lo que haría incuestionable el derecho sobre el
territorio.

Las ciudades no sólo eran un lugar donde vivir, sino la posibilidad de recrear la sociedad
que había quedado del otro lado del océano, lo cual era determinante para poder exhibir
fama y riqueza, porque sin presencia de pares no hay posibilidad alguna de exhibición. Ya
en 1501 comenzó la construcción planificada de ciudades, para lo cual se empleó el modelo
conocido como esquema de damero: las calles tienen un trazado rectilíneo y se cruzan en
ángulo recto. La Corona reglamentó dónde y cómo debía fundarse y estableció también la
prohibición para los colonos de vivir fuera de las ciudades, sin embargo la permanencia
dentro de la traza de la ciudad no siempre se respetó. Retomaremos la cuestión de las
ciudades en el apartado dedicado a las instituciones y, próximamente, con la sociedad
colonial. Ahora veremos cómo se organizó y llevó a cabo la explotación del espacio.

Como hemos dicho, todo comenzó en las islas, siendo el primer método utilizado la
recolección. Ya en 1502 comenzó la búsqueda de pepitas de oro en La Española y
también tempranamente comenzó la extracción de perlas.

Dado que el mayor interés estaba puesto en la obtención de metales preciosos, los espacios
que contaban con yacimientos de metálico se convirtieron en los centros económicos,
mientras que el resto del territorio fue considerado la periferia.

En 1545, se descubrió en el Alto Perú (actual Bolivia), a 4.700 metros de altura, un


extraordinario yacimiento de plata, al que llamaron Cerro Rico, próximo a la ciudad de
Potosí, ciudad que pronto alcanzó los 160.000 habitantes, una cifra realmente
extraordinaria para entonces, lo cual se debió no sólo a todos los que se trasladaron allí por
estar de algún modo vinculados con la actividad minera, sino porque la cantidad de
población aseguraba la posibilidad de obtener recursos económicos cualquiera fuera la
actividad a la que se dedicaran, como por ejemplo la de los artesanos (carpinteros,
zapateros, etc.).

La explotación de la plata exigía organizar la mano de obra y desarrollar técnicas para


obtener el mejor provecho. Respecto de las técnicas, en 1572 se introdujo el método de
amalgama, que consistía en combinar la plata con mercurio y, luego, separarla para su
destilación. Respecto de la mano de obra, se estableció lo que se conoce como mita
hispana, pues se aplicó el sistema de trabajo obligatorio, rotativo y por turnos utilizado
para sostenimiento del Tahuantinsuyu pero con significativas diferencias: miles de indios
fueron movilizados a Potosí pero no se respetaban los turnos ni existía rotación pues la
única actividad era la minería, a más de no considerarse la altura para llevar a cabo los
trasladados. Para la misma época empezó la explotación de las minas de plata en Zacatecas
(México).
Ingresen al siguiente para conocer las condiciones de trabajo en las minas de Potosí:
https://drive.google.com/file/d/1KuaVAnMwUIfMvqBA9OqGzyyJElpoWBqk/view?usp=sharing

Está claro que la actividad económica más importante era la minería, sin embargo la
agricultura no quedó atrás. En Hispanoamérica el latifundio tuvo dos modalidades: la
plantación y la hacienda.

Las plantaciones eran monocultivos, pues explotaban un único producto, es el caso del
tabaco, el cacao y el azúcar, actividades que utilizaban mano de obra esclava y cuya
producción mayoritariamente se exportaba. Las haciendas producían una variedad de
bienes de consumo y su destino era el mercado interno (abastecer a la población local), el
trigo, las mulas, las vacas y bueyes eran algunos de esos productos.

Respecto de los esclavos son muchas las cuestiones a considerar, aquí veremos algunas de
ellas, pero retomaremos la cuestión en el módulo que dedicaremos a la sociedad colonial.
La Iglesia y la Corona, desde un comienzo, intentaron proteger a la población indígena de
la explotación, siendo por ello que se le adjudicó una situación jurídica que implicaba
tutelaje, lo cual se hizo a través del sistema de encomienda, pero también se buscaba
obtener recursos en las tierras descubiertas. Fueron estas razones las que promovieron la
introducción de esclavos en América, lo cual no fue una novedad pues la esclavización de
negros africanos ya era practicada en Andalucía (España) y Portugal desde el siglo XV. Si
bien la mano de obra esclava resultaba cara, se justificaba debido a que las actividades
económicas para las que se usaba, fundamentalmente el trabajo en las plantaciones,
producían enormes ganancias.

Se calcula que hacia mediados del siglo XVI había en Hispanoamérica alrededor de 40.000
personas de origen africano. En los lugares donde se cultivaba caña de azúcar, en las
Antillas o en el continente, se concentraba una gran cantidad de población africana. En las
Antillas, por ejemplo, llegó a sustituir a la población local1.

1
Es importante señalar que todas las fuentes de fines del s. XV y hasta fines del s. XVIII se refieren a negros
o negros esclavos, de allí que esos son los términos que utilizamos en Historia de América Colonial.
Como es sabido, la esclavitud existió en muchas sociedades, basta pensar en Grecia y
Roma o en la sociedad mexica, pero es importante aclarar que sus características no
siempre fueron las mismas. En el caso de la esclavitud colonial se trató, como dijimos, de
población de origen africano, era matrilineal, lo cual significa que la condición se heredaba
de la madre, y la libertad podía obtenerse de dos maneras: el esclavo compraba su libertad o
el amo se la otorgaba graciosamente (sin costo).

Si bien al comienzo los esclavos tenían por destino las plantaciones, pronto muchos fueron
ocupados en tareas domésticas, pues la vida cotidiana exigía llevar a cabo muchas tareas
de esfuerzo, basta pensar que para disponer de agua había que acarrearla desde el río más
próximo, lo mismo con la obtención de leña para hacer fuego, por ello nos referimos a
esclavos urbanos. También al comienzo, se introdujeron sólo hombres esclavos pero, para
evitar la unión con mujeres indias o blancas, pronto se trajeron también esclavas. Sin
embargo, esto no evitó el mestizaje sino que lo agudizó, pues los amos abusaban de sus
esclavas, lo que dio origen a una numerosa población mulata y, dado que la esclavitud era
matrilineal, dicha descendencia heredaba la condición.

Hemos dicho que el sistema económico vigente era el mercantilismo y también que la
producción de las plantaciones mayoritariamente se exportaba, razón por la cual debemos
preguntarnos cuál era el sistema comercial vigente. La respuesta es el monopolio, toda
actividad mercantil vinculada con América debía ser autorizada y supervisada por la
Corona y, para ejercer este control, se estableció un puerto único de salida y entrada a la
Península y un número reducido de puertos habilitados en América.

Los barcos que partían hacia América y regresaban de ella debían pasar por el puerto
fluvial de Sevilla, a 100km del mar (Cádiz), por ello la ciudad de Sevilla fue el lugar donde
se instalaron los poderosos comerciantes, quienes solían tener socios en América.

A partir de la segunda mitad del siglo XVI se estableció el sistema de flotas y galeones, se
trataba de dos convoyes anuales que, fuertemente custodiados, llegaban a los puertos de
Cartagena, Veracruz y Portobello, allí estaban las ferias desde donde partía un circuito
comercial que llegaba a todos los rincones del Imperio español en América2. Esto significa
que América sólo podía comprar y vender a la metrópoli (España), con todo lo que ello
implicaba (no había libre juego de oferta y demanda, la mayoría de los productos que
España vendía a las coloniales no los producía, y el traslado desde los puertos habilitados
implicaba costo de transporte que recargaba el precio de los productos). Claramente, la
única manera de escapar a esto era a través del contrabando (comercio ilegal), como
sucederá en Buenos Aires, cuyo puerto no estaba habilitado al comercio, cuestión que
veremos próximamente.

Aquí encontrarán información sobre el tráfico marino y un mapa con las rutas comerciales:
https://drive.google.com/file/d/1_IGYmS9RPuPTzGSDS1Vt6eo81b7ZQlqP/view?usp=sharing
Observen que la región del Río de la Plata dependía del puerto El Callao, en Lima (Perú), pues el
puerto de Buenos Aires no estaba habilitado al comercio, entonces los productos se encarecían
significativamente por el transporte que implicaba recorrer grandes distancias.

II Las autoridades indianas

Cómo se organizó el territorio y su población es clave para comprender el sistema colonial,


así también como muchas de las cuestiones de la primera mitad del siglo XIX.

Como hemos visto, la conquista fue llevada a cabo por particulares que se asociaron con la
Corona, si bien los reyes habían establecido su soberanía sobre las tierras que descubrieran,
entregaron a los particulares diversos títulos y atribuciones de gobierno (recordar las
Capitulaciones de Santa Fe firmadas por los reyes y Colón en abril de 1492). Claro que
pronto, la Corona se dio cuenta de que era muy difícil controlar, especialmente
considerando la existencia de un océano de por medio. Esta es la razón por la cual,
tempranamente, la Corona estableció una estructura política y jurídica que le permitiera
ejercer control sobre el territorio y sus recursos, materiales y humanos. Es por ello que se
dictaron leyes y se crearon organismos de gobierno, se estableció un sistema
institucional, el sistema colonial.

2
Esta es la razón por la cual el escenario por excelencia de los piratas era el Caribe.
Para comprender las características del sistema colonial es importante considerar que se
organizó cuando en Europa se estaba llevando a cabo un proceso de concentración del
poder político: el absolutismo monárquico. Lo cual significa que el poder del soberano
era considerado de origen divino y que no existía la división de poderes, principio
indiscutible de las instituciones en el mundo contemporáneo. Esto significa que las
funciones ejecutivas, legislativas y judiciales no estaban diferenciadas a la hora de
ejercerlas (no existía el principio de división de poderes), por ello las autoridades indianas
desempeñaban de modo simultáneo funciones de gobierno, de justicia, de hacienda
(economía) y guerra3.

Para una mejor comprensión, las autoridades del sistema colonial pueden organizarse de
acuerdo con dos criterios. Uno es el lugar de residencia, pues podían ser metropolitanas
(en España) o locales (en las Indias), el otro criterio es si eran colegiadas (integradas por
varias personas) o unipersonales. Por ejemplo: el Rey era una autoridad unipersonal y
metropolitana, en tanto que el Virrey (la representación del rey) era una autoridad
unipersonal y local, mientras que la Casa de Contratación era colegiada y
metropolitana, en tanto que el Cabildo era colegiada y local. Precisamente, la Casa de
Contratación fue la primera institución indiana, establecida en Sevilla en 1503.

La Casa de Contratación se ocupaba del tráfico colonial, tanto de mercancías como de


personas. Respecto de las mercancías, recordemos que el sistema comercial era el
monopolio, lo cual exigía control para que se respetara y sanciones si se transgredía.
Respecto de las personas, recordemos que la evangelización era determinante, por lo que
había que preservar a la población indígena de cualquier “contaminación” respecto del
cristianismo, de allí que para ingresar a las Indias había que demostrar ser “cristiano viejo”,
estaba prohibido el ingreso de judíos, moros y conversos. Es decir que la Casa de
Contratación funcionaba como aduana, pero también recaudaba tributos y actuaba como

3
Si bien habitualmente pensamos en las Indias Occidentales (América), no debemos olvidar que también
existían las Indias Orientales, donde España y Portugal tenían colonias, comprendían el Sudeste y Sur de
Asia. Es el caso de Filipinas, con capital en Manila, colonia española.
tribunal de justicia en asuntos mercantiles. Con el tiempo fue perdiendo algunas de sus
facultades y a fines del siglo XVIII fue disuelta.

El Consejo Real y Supremo de Indias, conocido como Consejo de Indias, fue creado en
1524 y podría decirse que fue la institución más importante. Es uno de los mejores
ejemplos para comprender qué implicaba la no existencia de la división de poderes, pues
entre sus atribuciones estaba la de nombrar funcionarios (ejecutivo), redactar y recopilar
leyes (legislativo) y ser la última instancia judicial de apelación (judicial). Era una
institución colegiada pues estaba integrada por varios funcionarios (presidente, fiscal,
consejero letrados, tesorero, etc) y era consultiva pues informaba y asesoraba al Rey. En
1680 llevó a cabo la Recopilación de Leyes de Indias.

En el comienzo, los conquistadores concentraron facultades de gobierno, justicia y guerra,


pero pronto la Corona decidió cambiar esa situación, así fue que los primeros distritos que
dejaron de estar bajo el control de los conquistadores recibieron el nombre de
gobernaciones y estaban a cargo de un gobernador, quien tenía atribuciones
administrativas, judiciales y militares.

Ni bien comenzó la expansión en el territorio, las gobernaciones quedaron integradas en


unidades administrativas mayores: los virreinatos, que estuvieron bajo la autoridad de un
virrey. Hasta casi mediados del siglo XVIII sólo existieron dos grandes virreinatos: el
Virreinato de Nueva España, creado en 1534 y con capital en ciudad de México, y el
Virreinato del Perú, creado en 1542 y con capital en Lima. Dentro de la jurisdicción de
cada uno de estos virreinatos había gobernaciones y, dentro de ellas, ciudades.

Recuerden que jurisdicción es el territorio sobre el cual se ejerce el poder, el área


geográfica donde una autoridad ejerce sus atribuciones, por eso también es el territorio
donde un Estado ejerce su soberanía.

En el siguiente mapa verán cómo era la división administrativa del Imperio español en
América durante los siglos XVI, XVII y hacia mediados del XVIII.
Como pueden observar, nuestro actual territorio (salvo la Patagonia) integraba el Virreinato
del Perú. Será recién en 1776 que se creará en Virreinato del Río de la Plata y Buenos Aires
será su capital, por lo tanto contará con la presencia de un virrey.

Los virreyes eran las máximas autoridades administrativas y militares en América, eran la
representación del rey. El cargo de virrey reunía diversas atribuciones: era gobernador,
capitán general y presidente de la Audiencia. El virrey tenía su propio séquito y escolta, por
eso que la entrada en la ciudad capital estaba rodeada de gran pompa, luego de haber sido
agasajado en cada uno de los lugares por donde había pasado desde su desembarco en el
continente. Aunque en menor escala, los gobernadores recibían también un trato
preferencial en sus territorios.
Si bien la mayoría de las instituciones y los funcionarios incluían atribuciones de carácter
judicial, la Corona estableció tribunales que se encontraban por sobre ellos. Dichos
tribunales era las Audiencias, que estaban integradas por graduados en derecho, quienes
recibían el nombre de oidores y eran los funcionarios de mayor prestigio del sistema
colonial. Había tres tipos de audiencia, siendo las más importantes las que funcionaban en
las ciudades que eran capital de virreinato, por ello se las llama Audiencias virreinales,
siendo éstas las presididas por el virrey. También estaban las pretoriales, que funcionaban
en alguna ciudad cabecera de gobernación, y las subordinadas, que funcionaban en
ciudades menores.

Las Audiencias eran la última instancia de apelación judicial en América pues, como
vimos, la última definitiva era el Consejo de Indias, en la metrópoli. A su vez, en caso de
ausencia, enfermedad o muerte del virrey, la Audiencia podía reemplazarlo desempeñando
así una función ejecutiva. Como dijimos, el virrey presidía la Audiencia, lo cual significa
que tenía voz en las deliberaciones, pero no tenía voto. De este modo, la Corona intentaba
poner un freno al poder del virrey a través de la Audiencia y a ésta a través del virrey.

Para comprender no sólo la importancia de los oidores sino muchas otras cuestiones del
período colonial, es importante señalar que no cualquiera quienes podía “estar graduado en
leyes”. Costear una carrera universitaria era sumamente costoso, fundamentalmente porque
para hacerlo había que trasladarse a ciudades alejadas y permanecer en ellas hasta
graduarse, con todo el gasto que eso implicaba. Tomemos dos ejemplos conocidos de fines
del período colonial: Manuel Belgrano y Mariano Moreno. Dado que Belgrano era hijo de
uno de los comerciantes más ricos de Buenos Aires puedo realizar sus estudios en las
Universidades de Salamanca y Valladolid (España), mientras que Moreno, haciendo
grandes esfuerzos, pudo llevarlos a cabo en la Universidad de Charcas (Bolivia).

Veamos ahora la institución colonial más conocida y que perduró aún después de las
revoluciones de 1810: el cabildo. Para que una ciudad existiera no sólo bastaba con el ritual
de su fundación, sino que debía establecerse un cabildo, pues sin cabildo no hay ciudad.
Por ello era el fundador quien designaba a los miembros (era una institución colegiada), a
quienes se llamaba cabildantes y que permanecerían por un año en sus funciones, cumplido
el término ellos mismos elegirían a los entrantes. El cabildo era el gobierno de la ciudad,
por lo cual no cualquiera podía integrarlo, el requisito era ser vecino.

Para ser vecino había que demostrar ser descendiente de primeros pobladores (ser blanco),
poseer casa poblada en la traza de la ciudad (ser propietario y tener familia instalada), y
residencia de al menos 5 años en la ciudad (permanencia), quien reuniese estos requisitos
podía solicitar al cabildo ser reconocido como vecino. Una vez obtenido dicho status, que
lo diferenciaba del resto de los habitantes de la ciudad, no sólo podía desempeñarse como
cabildante sino también participar de los “cabildos abiertos”: reuniones extraordinarias en
casos de emergencia donde participaban los funcionarios y también quienes eran vecinos de
la ciudad.

El cabildo estaba integrado por diversos funcionarios, siendo los más importantes los
alcaldes y regidores. Los alcaldes se ocupaban de la justicia en primera instancia, lo cual
hacían según “su buen entender” pues no poseían estudios en leyes, mientras que los
regidores se ocupaban de la administración de la ciudad. Otros de los funcionarios que
integraban el cabildo eran: el alguacil mayor, quien tenía funciones de policía, el fiel
ejecutor, quien se ocupaba de controlar los pesos y medidas usados por los comerciantes, y
el alférez real, a cargo de portar el estandarte en las ceremonias. En el edificio del cabildo
había una sala capitular donde se reunían los cabildantes, también funcionaba la cárcel y
contaba con un maestro que enseñaba primeras letras a los niños varones.

Debido a la distancia entre la metrópoli y sus colonias, así como a la lentitud de las
comunicaciones, eran frecuentes los excesos, o la ineficacia, de algunos funcionarios. Por
ello la Corona estableció procedimientos de control, los más habituales fueron: la visita, la
pesquisa y el juicio de residencia.

La visita y la pesquisa eran inspecciones de control, la diferencia entre ellas consistía en


que la visita era meramente de rutina, mientras que la pesquisa se llevaba a cabo cuando
había denuncia o sospecha de alguna irregularidad en el desempeño del cargo, lo cual
habilitaba una investigación (pesquisar significa investigar). El juicio de residencia, como
su nombre lo indica, se llevaba a cabo cuando el funcionario terminaba su mandato (o en
cualquier momento si se trataba de un cargo vitalicio), para lo cual se consideraba toda la
información disponible. Vale aclarar que estos controles estaban destinados a los
funcionarios de mayor rango y que del juicio de residencia dependía la continuidad en la
función pública.

Es importante señalar que también se estableció en las Indias una estructura administrativa
del clero secular, la que por lo general coincidió con la división territorial laica. De este
modo hubo una correspondencia entre: los virreinatos y los arzobispados, las
gobernaciones y los obispados, así como entre las ciudades y las parroquias.

La Iglesia también tuvo en América el Tribunal de la Inquisición, conocido también


como Tribunal del Santo Oficio. Desde fines del siglo XVI tuvo funcionó en tres ciudades:
México, Lima y Cartagena de Indias (Colombia). No sólo juzgaba los casos de herejía sino
también las prácticas judaizantes y todo lo que se considerase que escapaba a la ortodoxia
católica, además de otro tipo de delitos como la bigamia. Ampliaremos esta cuestión en el
próximo módulo, en el que trabajaremos sobre la sociedad colonial.

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