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la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Leticia Ramírez Amaya
Secretaria de Educación Pública
Edición
Consejo Nacional de Fomento Educativo
Texto
Lorena Díaz Reyes
Sergio González Osorio
María del Pilar Farrés González Saravia
Miguel Morales Elox
María Esther Cortés Miguel
Cuidado editorial
Oliver Claudio de la Vega Lozano
Corrección de estilo
Hilda Isela Medrano Castañeda
Ilustración de portada
José Alberto Morales Fernández
Diagramación
Rodrigo Amadeus Olvera García
Impreso en México
Índice
Presentación 7
• Consideraciones iniciales 8
Bibliografía 98
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Presentación
Después de medio siglo de existencia, el Consejo Nacional de Fomento Educativo
(Conafe), congruente con el momento histórico de transformación que vive nues-
tro país, incorpora las perspectivas actuales de atención educativa.
Disminuir las barreras para el aprendizaje entre la población del Consejo implica
reconocer y atender su diversidad interculturalmente, promoviendo la equidad de
género y la inclusión de niñas, niños y adolescentes (nna) con o sin discapacidad, a
través de propuestas educativas pertinentes, de calidad y relevancia. En este senti-
do, el Modelo Educación Comunitaria para el Bienestar (ECB) tiene como fin último,
brindar una educación comunitaria que ayude a todos a apropiarse de las herra-
mientas necesarias para aprender a aprender durante toda la vida.
Tienes en tus manos parte de una colección viva que se transforma y crece paula-
tinamente como el Modelo ECB mismo. Incorpora las experiencias y hallazgos de
todos los que colaboramos en el Conafe, ya que este es, por excelencia, un modelo
en el que aprendemos de su práctica. Pretendemos que hagas uso de este mate-
rial con la flexibilidad y las adaptaciones que demanden tus necesidades, las de tus
estudiantes y de tu comunidad.
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Seguramente durante tu servicio, a estas orientaciones sumarás muchas otras ex-
periencias y prácticas que nacerán de la relación entrañable y singular que establez-
cas con los integrantes de la comunidad. Ese cúmulo de vivencias enriquecerán el
esfuerzo colectivo en pro de una educación comunitaria basada en la colaboración
y el diálogo.
Consideraciones iniciales
El presente tomo responde a uno de los aspectos centrales para la implementación
del Modelo ECB. El corazón de la práctica educativa es la relación tutora que se fa-
vorece y enriquece con la construcción de ambientes propicios para el desarrollo
y el aprendizaje desde la crianza misma en el seno del hogar, así como en los es-
pacios educativos. La práctica del modelo de Educación Comunitaria para el Bien-
estar demanda, además, una participación activa y su articulación comunal para
conformar una comunidad de aprendizaje que trascienda las aulas y, entrando a los
hogares, esté presente en la vida de cada persona y espacio local.
Prestemos oído atento a nuestro amigo, el aliado que nos trae las voces de mu-
chos educadores comunitarios que están inmersos en el Modelo ECB. Él estará
sobrevolando este libro aportando valiosos ejemplos que ilustran los pormenores
de la práctica educativa, ofreciendo, de este modo, una serie de orientaciones
y experiencias. Asimismo, sumaremos testimonios de figuras educativas e inte-
grantes del Consejo que revolucionan la práctica educativa día con día por medio
de sus propias habilidades y forma de acometer los retos que conlleva la misión
educativa de esta gran institución.
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La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Ahora bien, existen diferentes espacios en los que se practica la colectividad. Uno
es la tierra, principal valor comunitario. El habitar un suelo común genera sentido
de compartencia1 y de identidad, un reconocimiento individual y colectivo desde
el que se entiende que todos pertenecen a esa tierra y no a la inversa.
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¿Por qué existe relación entre la comunidad,
la educación y el bienestar?
Es por lo anterior que, cuando llegas a un servicio del Conafe, ya existe en la co-
munidad una organización comunitaria que regula muchos aspectos de la vida en
colectivo, incluida la escuela. Conoces muchas de esas prácticas de control porque
también eres originario de una comunidad –tal vez de la misma donde prestas tu
servicio educativo–. Por ello, la educación comunitaria para el bienestar no es inde-
pendiente ni ajena a esa organización de la comunidad, pues participa de lleno en
esa vida colectiva para su realización. Por lo tanto, la existencia de la educación co-
munitaria responde a una necesidad, a una solicitud, no a una imposición del gobier-
no. Se debe a la realización de un anhelo de que los hijos de la comunidad consigan
adquirir una serie de habilidades y conocimientos que les permitan un crecimiento
humano y material en beneficio propio, de sus familias y del pueblo en su conjun-
to, para alcanzar un mayor bienestar colectivo.
Durante casi un siglo, el gobierno de nuestro país impulsó una gran campaña para
llevar escuelas y maestros a los rincones más alejados del país, para abatir, principal-
1
Jaime Martínez Luna acuña este término en su libro Eso que llaman Comunalidad, en relación a su
antónimo: “Somos Comunalidad, lo opuesto a la individualidad, somos territorio comunal, no propie-
dad privada; somos compartencia, no competencia [...]” (2010, p. 17).
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Sin lugar a dudas, es necesario que este proceso de participación comunitaria sea
paulatino, y el Modelo ECB lo posibilita y lo requiere para conseguir una comunidad
de aprendizaje en el sentido más amplio. Pero es importante reiterarte que, sin la
participación de todos, no es posible una educación comunitaria.
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madres y tutores, y se denomina Asociación Promotora de Educación Comunitaria
(apec). La apec tiene como fin atender las necesidades del servicio educativo y pro-
poner aspirantes a educadores comunitarios ante los miembros de la comunidad.
Por otra parte, tanto los integrantes de la apec como los habitantes de la comuni-
dad en general participan de manera directa en la práctica educativa al integrar la
comunidad de aprendizaje. Así, participan en los momentos en los que se realizan
las demostraciones públicas de los estudiantes y colaboran en las actividades que
involucran el aprendizaje de sus hijos desde el hogar y en los proyectos de desarro-
llo comunitario y cultural.
Considera que para que las madres, padres o cuidadores se sientan motivados
por participar, las propuestas o proyectos que se planteen tienen que partir de sus
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Recuerda que en los casos donde haya coincidencia de Educación Inicial, lo que anteriormente de-
nominamos Educación Básica, se integra una sola apec en la que se incorporan los integrantes de los
Comités de Participación Comunitaria.
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Para conocer y asomarnos a uno de esos momentos donde se lleva a cabo una
asamblea con la apec, leamos la siguiente narración que cuenta cómo Colibrí, quie-
to y atento desde el lomo de su libro en un rincón de lectura en la Sierra Gorda de
Querétaro, tuvo la oportunidad de observar una, en la que una decena de madres
de familia escuchaban con atención a Daniela, académica de acompañamiento (aa).
—Hace como dos semanas estuve con las mamás de secundaria y en esa visi-
ta se hicieron notar algunas inconformidades. Por eso decidimos convocar a
esta asamblea, para que esos puntos queden claros al cien por ciento y se lleven
a cabo. Le voy a pedir a doña Celia, nuestra presidenta, que esté conmigo.
—Con doña Celia podemos tomar algunos acuerdos, platicarlos con todas las ma-
dres de la apec y ver si están de acuerdo o no. En eso consiste la asamblea.
Para Daniela, uno de los propósitos de la asamblea era que las madres recorda-
ran que ellas eligieron una presidenta de la apec, por lo que necesitaban darle su
lugar. Así que invitó a doña Celia a tomar la palabra. Con voz tímida, la señora se
dirigió a las demás madres de familia:
Daniela agregó que el rol de alimentación es una responsabilidad que ellas, ma-
dres de familia, tienen hacia los educadores; a lo que dos reaccionaron diciendo
que, cuando a ellas les tocaba la alimentación, mandaban para los tres educado-
res (de preescolar, primaria y secundaria).
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—No sé si se haya dado el caso de que alguna vez los educadores se quedaran
sin comida… es por eso que con doña Celia vamos a realizar bien el rol, para que
ustedes sepan bien qué día les toca dar de comer a los tres.
Colibrí sabía que en la comunidad ya existía un rol de alimentación para los edu-
cadores, de acuerdo con el cual dos madres de familia apoyaban cada día: una
con el desayuno y la otra con la comida. Daniela escribió este rol en el pintarrón
y propuso actualizarlo juntas, de manera que todas las madres quedaran satis-
fechas. En él se podía observar que Doña Domitila, por ejemplo, brindaba dos
comidas a la semana, mientras que otras ni siquiera una. Por otra parte, un padre
de familia proveniente de una comunidad aledaña, acababa de recibir permi-
so de traer a sus hijos a la secundaria de la comunidad y aún no figuraba en el rol.
Daniela, atinadamente, puso estos puntos sobre la mesa y las madres propusie-
ron diversas soluciones. Todas se involucraron en un diálogo para consensuar las
mejores propuestas.
Como podrás notar en este fragmento, la asamblea permitió que las madres de
familia recordaran la importancia de apoyar en la alimentación de los educado-
res. También les dio claridad sobre cuándo le toca a cada una brindar el desayuno
o la comida. Los acuerdos fueron flexibles: cuando alguna madre no pueda cum-
plir con una responsabilidad de alimentación o limpieza, basta que le pida a otra
que la realice en su lugar.
—Por ejemplo, si doña Celia tiene una idea que sea buena para la escuela, pue-
den reunirse para que se las cuente y someterla a votación para ver si se hace o
no. Así podemos ir mejorando poco a poco la escuela.
Finalmente, nos cuenta Colibrí que doña Celia, quien permaneció junto a Daniela
toda la reunión, aprovechó ese momento para proponer una de sus ideas: dar cinco
pesos cada ocho días para mejorar los baños. El punto no se resolvió en ese mo-
mento, pero algunas madres expresaron su apoyo.
Como podrás advertir, la asamblea presenciada por Colibrí sirvió para otorgarle más
seguridad a doña Celia como presidenta de la apec.
Ahora bien, tal como lo refirió Daniela, en la asamblea se puede deliberar y resolver
cualquier asunto de interés colectivo que tenga relación con la educación comuni-
taria y puede convocarse en cualquier momento que consideren propicio. El caso
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Debemos advertir que la apec, junto con los educadores comunitarios, son los dos
pilares que sostienen la operación de los servicios del Conafe. Sin olvidar el destaca-
do papel que en este ejemplo jugó Daniela en su carácter de educadora comunita-
ria de acompañamiento (eca). Ella no solo brindó formación a los educadores, sino
que facilitó la organización de la apec y la colaboración con los educadores.
Por Colibrí sabemos, además, que Daniela es la formadora directa de los educado-
res de su microrregión y la representante del Conafe ante las madres y padres de
familia de cada comunidad. A Daniela se dirigen para plantear las inquietudes, que-
jas y problemas que surgen o se acrecientan en los salones de clases. En ella recae
la responsabilidad de facilitar la colaboración entre educadores y la comunidad.
Por otra parte, para realizar su labor, Daniela necesita navegar en la compleja red
social comunitaria y traducir a acciones concretas un elevado imperativo: que la
comunidad se una en pos del mejoramiento de la escuela.
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• No determines el camino a seguir para tomar decisiones con respecto a los te-
mas del servicio educativo o de la comunidad, mejor ofrece acompañamiento,
planeación, espacio y un punto de encuentro comunitario.
• Permite que la comunidad encuentre y practique sus formas de plantear y resol-
ver retos y problemáticas. No asumas un papel directivo o de autoridad, aunque
exista la costumbre de delegarlo en ti, cual figura magisterial.
• Practica el diálogo y la conciliación en todo momento. Recuerda permitir que las
formas de resolución, mediación, sanción y reconocimiento emerjan de la pro-
pia comunidad.
• Procura que la apec sea una organización donde participen no solo las madres
y padres de familia, sino cualquier miembro de la comunidad que desee hacer-
lo; siempre de común acuerdo con el resto del grupo. Que no sea un organis-
mo desvinculado de la organización comunitaria, sino que derive de ella y sea
parte de la misma. Es importante evitar que sea únicamente un mismo grupo
de mamás participativas y preocupadas, donde los hombres no figuran. Procu-
ra, asimismo, que no se sesione únicamente para atender problemas, sino tam-
bién para aprender, ver el resultado del trabajo, integrarse al esfuerzo de sus hijos
o para conocer y vivir los beneficios de la relación tutora que puede practicarse
en la misma asamblea.
• Que los padres y miembros de la apec sientan que la escuela les pertenece; que
no es un espacio aparte, que es tan suya como la plaza, la iglesia o el campo, por
tanto, es una responsabilidad que requiere la misma atención y participación.
• Pide apoyo a tus eca. Este aspecto es muy importante, pues tu labor no es ni
debe ser en solitario. El acompañamiento en el Conafe, como en el ejemplo que
nos trajo Colibrí, es una muestra de la capacidad de mediación, conciliación y de
trabajo en equipo que caracteriza a los eca y demás figuras educativas.
Antes de ser educador comunitario, yo era un joven con una visión muy corta de
las cosas. Pensaba que a los niños, desde muy pequeñitos, había que enseñarles
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a pensar como lo hacemos los adultos para adaptarse mejor al mundo “real”. Re-
cuerdo que en mi propio recorrido por la escuela aprendí a callar y a escuchar lo
que el maestro tenía que enseñarme; creía que como era un niño, no podía pensar
por mí mismo y era necesario que alguien más tomara las decisiones por mí. Con
esta idea llegué a la comunidad. Mi objetivo era llenar con información “útil” las
mentes de mis estudiantes para que pudieran terminar su educación básica y ser
adultos competentes para el trabajo.
Cuando pisé la escuela comunitaria por primera vez, lo primero que vi fue la ener-
gía de las niñas, niños y adolescentes. Eran muy curiosos, me hacían preguntas a
las cuales ellos mismos daban respuestas creativas la mayoría de las veces. Ellos
me enseñaron mucho; por ejemplo, la capacidad de asombro por aquellas cosas
que parecen ser insignificantes o cotidianas. Al convivir con ellos, al observarlos y
escucharlos con interés, se modificó la forma en cómo los veía. Ahora tengo la fir-
me convicción de que son grandes maestros. Tienen una inteligencia extraordina-
ria e increíbles capacidades para contribuir al grupo donde se encuentran.
¿Te identificas con el testimonio de Manuel?, ¿qué imagen tienes tú acerca de las nna?
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Lo que te acabamos de compartir tiene la intención de recordarte que la prác-
tica educativa no se realiza con objetos que reciben lo que enseñas. Tú trabajas
con personas pequeñas, jóvenes o adultas quienes, sin importar su edad, género
o condición social; piensan por sí mismas y están en permanente proceso de creci-
miento, cambio y búsqueda para explicarse el mundo en el que participan. Todas ellas
son capaces de aprender y de enseñar. Con tu guía y atención enriquecerán lo que
hoy son y serán mañana.
Aprenden, por ejemplo, a comunicar sus necesidades e intereses con sonidos, mo-
vimientos, gestos, posturas y palabras. Es necesario observarlos y escucharlos con
atención para entenderlos. También aprenden que son capaces de decidir por sí
mismos, ¿lo has notado? Imagina la siguiente escena: un bebé hace “trompetillas”
con la boca cada vez más fuertes llevando sus manos a la cara una y otra vez. Su
madre podría pensar que tiene hambre porque ya han pasado algunas horas desde
que comió la última vez, por lo que necesita darle leche de su pecho. Sin embargo,
el bebé lo rechaza y empieza a gritar y a frotarse la cara. Entonces, ¿qué quiere el
bebé? Probablemente esté hambriento, pero tiene más sueño y desea dormir. De-
cidió no comer y tomar la siesta. Ante estas señales, la madre lo arropa y lo sostiene
entre sus brazos para arrullarlo. En un par de minutos el bebé recupera la calma
y se deja llevar hacia el sueño reparador. Asimismo, vemos a bebés, niñas y niños
pequeñitos elegir con qué jugar, cuánto tiempo, si quieren hacerlo solos o en com-
pañía de otros.
Además, vemos que, con asombrosa autonomía, las niñas y los niños pequeños
construyen preguntas profundas y elaboran tentativas de explicación para com-
prender el funcionamiento de las cosas. Colibrí, nos comparte una anécdota que
ilustra muy bien lo que te decimos:
Cuando visité una escuelita de una comunidad yucateca, vi a Vale, una pequeña
de tres años que jugaba a la casita. De pronto, dijo que su casa no tenía techo por-
que le gustaba ver el azul del cielo. Enseguida volteó a ver a Martha, la educadora
comunitaria que la miraba y le preguntó:
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Martha, después de validar y pedir más argumentos sobre sus suposiciones tan
creativas, le propuso hacer un experimento para descubrirlo.
Con admirable creatividad, las nna construyen metáforas apoyadas por la imagi-
nación para darle significado a las experiencias de su vida y comprenderlas. Adop-
tando el planteamiento de Boullosa (2017), podemos afirmar que sin imaginación
y fantasía no hay metáforas. Sin ellas, nuestra actividad mental sería pobre, mecá-
nica, carente de emoción. El arte de las metáforas consiste en otorgar un nombre
a una cosa que pertenece a otra. Colibrí nos regala un ejemplo de cuando escuchó a
Juan, un educador comunitario, expresar con emoción una anécdota igual de valiosa
que las de sus compañeros de reunión:
Recuerdo que mis pequeños construían una entrevista para recabar información
sobre cómo era la comunidad años atrás. Cuando les pregunté sobre a quiénes
podían entrevistar, Gaby, una de las más pequeñas de mi grupo, dijo con singular
alegría:
—¡Pues a mi abuelo!
Entonces le pregunté:
Y volví a preguntar:
—Porque a los pozos les cabe mucho, me asomo y no veo el piso. Mi abuelo es así,
un pozo, un pozo que sabe mucho.
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Uno de los pequeños de mi grupo de primaria se interesó por saber de dónde
viene la lluvia. Tras varios momentos de diálogo y experimentación, Saúl utilizó
palabras familiares con una dosis de imaginación para explicarlo. En su lenguaje
pude notar que comprendió el ciclo del agua: “El agua es muy inquieta, no se
está. Anda siempre viajando. Al agua le da mucho calor cuando el sol quema,
entonces se hace chiquitita pa' volar al cielo donde está más fresco. Es como
cuando mi mamá calienta el agua en la olla para bañarme, el agua siente mu-
cho calor del fogón y decide irse pa’ arriba. Después, a los chiquititos de agua les
da mucho frío en el cielo, se abrazan pa' sentirse mejor y se tapan con una cobija
de algodón. ¡Esas son las nubes!, chiquititos de agua durmiendo. Y cuando escu-
chan los truenos en el cielo se espantan y empiezan a llorar, entonces se agarran
de las manos pa' echarse un brinco. La lluvia son esos chiquititos de agua que
regresan al río”.
Como estos, hay muchos más ejemplos que ilustran la gran inteligencia que tienen
las nna, pero sobre todo reflejan que tienen mentes abiertas y dispuestas a la crea-
tividad, la innovación, la imaginación y al aprendizaje.
Todas las nna son personas autónomas, con derecho a participar en los contextos
donde se mueven: en los espacios educativos, en la casa, en el campo, en la ciudad
y en muchos otros. ¿Cómo participan? Al explorar y al observar con atención, inte-
rés y detenimiento las cosas, para después darles un nuevo significado de acuerdo
con su cultura; al compartir sus pensamientos y sentimientos y contribuir con sus
opiniones y formas de solución; al contagiar su alegría y sentido del humor; y cuan-
do expresan su afecto con palabras, gestos y con el contacto físico.
Como adultos, cuando observamos a conciencia las experiencias de las nna, ya sea
solos o acompañados, es inevitable no sentirnos cautivados; incluso deseamos re-
cuperar la misma alegría, asombro y creatividad. Debemos comprometernos en
no aplastar estas cualidades. ¿Has observado algún momento o forma en que a
las niñas y a los niños se les obligue a comportarse como pequeños adultos?, ¿qué
consecuencias imaginas que esto pueda tener? En esos casos los volvemos tan se-
rios y sombríos, que sus cualidades se encogen en vez de expandirse.
Las niñas y los niños necesitan que los adultos tengamos con ellos encuentros car-
gados de amabilidad, ternura, respeto y admiración. Imagínate la siguiente esce-
na: Sara juega con bloques de colores. De pronto, su maestra se acerca a ella y sin
detenerse a observar qué hace y cómo lo hace, le empieza a decir que los bloques
están mal acomodados y solo le da la instrucción de agruparlos por colores y con el
mismo número de piezas. Si la maestra se hubiera dado la oportunidad de contem-
plar las acciones de Sara, se habría dado cuenta de lo inteligente y creativa que es,
porque, aprovechando la gama de colores que tenía, creó un barco utilizando patro-
nes y, además, inventó una linda historia sobre su vehículo. ¿Qué habría pasado, en
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Si los adultos tenemos la convicción de que la inteligencia de las niñas y los niños
necesita un “cielo abierto” para crecer, expandirse y fluir, estaremos alegremente
dispuestos a crear entornos en los que se les permita ser ellos mismos, donde pue-
dan entregar y compartir la energía y creatividad particular con la que cuentan.
Más importante aún es que a cada nna lo acompañen adultos dispuestos a ente-
rrar su ego, esa espesa capa de oscuridad que los vuelve impenetrables y creídos
de tener la razón y la solución de todo, y que los hace ver como seres indefensos,
vulnerables, pasivos y poco inteligentes.
Como podrás darte cuenta, en los párrafos anteriores hay muchos elementos que
describen cómo vemos a las niñas, niños y adolescentes. Queremos terminar esta
primera parte diciéndote que, para el Conafe, ellos son como nuestro amigo Coli-
brí: pequeños seres que llevan tatuada en la piel y en el alma el arcoíris, de vuelo
incansable, que suben y bajan como relámpagos. Esto nada tiene que ver con la
prisa, sino con la curiosidad, con el ferviente deseo de explorar cada flor del jardín.
Son maravillas vivas de gran vigor en su aletear y canto. Entran y salen con valiosos
mensajes de bondad, ternura, autonomía y paz. Son quienes nos cuentan sobre las
nubes, el sol, el mar, la luna y más.
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¿Cómo entendemos el desarrollo?
Nuestro amigo Colibrí salió una tarde a recorrer el paisaje del valle de Tulancingo,
buscando el néctar que generosamente le ofrecen las flores de los árboles de tejo-
cote, pera, membrillo y manzano.
En su vuelo, cruzó las casas de varias familias echando de vez en cuando un vis-
tazo al interior de ellas a través de ventanas y puertas. Primero observó a un bebé
de pocos meses en su cuna, contemplando atento y curioso sus manos. Parecía
incrédulo de que estas herramientas fueran suyas, que fueran una extensión de sí
mismo. Casas más adelante, vio a unos pequeños gemelos que en el patio trasero
se divertían jugando a lanzar piedras y correr tras de ellas. En su paso por la últi-
ma casa, le llamó la atención una joven que, con gran efusividad, hablaba con una
amiga sobre su interés por Pedro, probablemente, buscando en ella comprensión
sobre los cambios emocionales que experimentaba.
Todas estas acciones nos parecen tan naturales, simples y cotidianas que se nos
olvida o nos es difícil reconocer el gran esfuerzo que día a día realiza el ser huma-
no para crearse y construirse, independientemente de la situación en la que viva.
Siempre estamos interactuando con el mundo que nos rodea. En este sentido,
queremos señalarte, que cada persona, sea bebé, niña, niño, joven o adulto, parti-
cipa de forma activa en su propio desarrollo. ¿Esto qué significa?, ¿qué entende-
mos por desarrollo?
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formar una cruz con varillas de madera, atar con firmeza la unión de las varillas
utilizando hilo y después cada extremo de ellas formando un rombo. “Vestir” el es-
queleto del papalote con papel China haciendo un pegado cauteloso. Añadir una
cola larga y firme. Finalmente, atar una cuerda al centro del papalote, de tal forma
que, al sostenerlo en el aire, se mantenga horizontal.
Ahora, imagínate que el papalote cobra vida. Este “ser” posee características y dis-
positivos de origen para volar, pues su forma plana, firme y ligera favorece que el
viento lo eleve –si es que hay viento–. La influencia de este, como una condición
ambiental, lo llevará por determinado camino. Con suerte, desplegará ciertas capa-
cidades para planear y andar por diferentes rutas, distintas a la dirección del pro-
pio viento.
Aunque esté expuesto a muchas influencias del ambiente, este papalote tiene la
capacidad de elegir y dirigir su propio rumbo; sin embargo, su vuelo tendrá ciertas
limitaciones si sus experiencias se dan en solitario, sin la compañía de otros y un
medio social y cultural que lo cobije. En este sentido, la intervención de un tutor
experimentado en volar papalotes e interesado en este ser peculiar, será determi-
nante para apoyarlo a desarrollar otras capacidades.
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El término andamiaje fue acuñado por Jerome Bruner a partir del concepto de “zona de desarrollo
próximo” de Lev Vygotsky. Así como una obra en construcción necesita un conjunto de estructuras
constituidas por tablas y tubos que se levantan provisionalmente para ir escalando a lugares más altos
para de este modo, poder trabajar (llamadas andamios); en la educación también se necesita crear
andamiajes para que los estudiantes alcancen niveles de comprensión cada vez más complejos, ajus-
tando esta ayuda a sus condiciones y necesidades particulares.
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Los esfuerzos y procesos que hacemos para aprender, madurar y crecer no se rela-
cionan con edades o grados escolares. Más bien, existe interrelación entre la dispo-
sición biológica que tenemos y el contexto cultural, social e histórico (resultado de
la convivencia con otros), lo cual nutrirá y activará nuestro cuerpo y cerebro, para
aprender y desarrollarnos.
Con esta analogía, queremos decirte que la práctica que realizas como educador
comunitario, más la disponibilidad e interés de mamás, papás y cuidadores en
seguir las iniciativas y acciones de las nna, son muy parecidas a las condiciones
que determinan el crecimiento de un bello y sano árbol. La disposición a encon-
trarse con ellos en colaboración y diálogo echará raíces firmes que alimentarán
su aprendizaje con sentido.
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La relación tutora y
la construcción de ambientes
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Las palabras, atenciones y cuidados que tú y el resto de los adultos ofrecen a las
nna; la manera en la que se dirigen a ellos, cómo los miran, qué les dicen, cómo
los consuelan, cómo conviven; así como las características del entorno físico que
comparten, como el lugar y los objetos, forman parte del ambiente educativo y
del hogar.
Durante los primeros años de vida, el principal entorno de las niñas y los niños es
el hogar, donde están en contacto con su familia. Ahí, desde muy pequeños, co-
mienzan a conformar una idea sobre cómo relacionarse con quien los cuida y con
las demás personas. Esto sucede en la interacción cotidiana, en el día a día, en las
diferentes actividades que realizan los adultos con ellos, incluso, en aquellas en
las que no participan directamente.
Existe una gran diversidad de familias determinadas no solo por el número de per-
sonas que las conforman, sino por la manera en la que conviven; también por sus
costumbres y tradiciones, por lo que desean para las nna, por la forma en la que se
organizan para asegurar su supervivencia o por lo que hacen para resolver los con-
flictos, pues todos esos elementos constituyen a las familias. Además del contacto
con otras personas, de los medios de comunicación y de los espacios escolares y/o
laborales surge información que influye en la dinámica familiar, reformulando la
crianza de las niñas y niños. Esto significa que las acciones que se realizan con y
para ellos, ya sea en el hogar, la comunidad o la casa de salud, componen el am-
biente en el que crecen y se desarrollan, donde la familia se constituye y recrea.
Lo que hacen las familias para cuidar, educar y socializar a las niñas y los niños desde
bebés; es decir, para criarlos, influye significativamente en sus vidas. Se trata de bases
o recursos que ellos aprenderán y utilizarán en diversos lugares, como la comunidad,
el espacio educativo y, más tarde, en el trabajo, por mencionar algunos.
Te preguntarás, ¿cómo puedo conocer a las familias?, ¿qué hago para enriquecer el
ambiente familiar, el comunitario y el de los espacios educativos? En realidad,
no todo depende de ti, se logra en conjunto. Comienza contigo, desde la labor
educativa donde propicias condiciones que enriquecen ese ambiente; por ejemplo,
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con la manera en la que te comunicas con las niñas y niños, con sus madres, pa-
dres, cuidadores y demás miembros de la comunidad, y con el interés que pones
por conocer sus opiniones e inquietudes. Cuando los escuchas, los ayudas a de-
sarrollar sus ideas, los animas a participar, les haces saber que colaborando se en-
cuentran más respuestas y soluciones, o les muestras una manera de comunicarse
guiada por el trato amable y respetuoso tanto entre ellos como con los adultos.
Por otro lado, cuando observas los juegos de las niñas y niños, escuchas con aten-
ción sus conversaciones y puntos de vista, y compartes su asombro sobre lo que
descubren y conocen, les haces saber que te importan. Además, si compartes con
sus familias algunas de tus observaciones, les ayudas a reconocer en ellos su capa-
cidad para aprender y resolver diversas situaciones, agregas otro matiz a tu labor
de disponibilidad y apoyo.
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Imagina que ya han pasado algunos años desde que dejaste de ser educador
comunitario. Tu tránsito por el Conafe te llenó de satisfacción y experiencias en-
riquecedoras al convivir tanto con tus estudiantes como con tus compañe-
ros educadores. Un buen día recibes un correo electrónico de quien en algún
momento fue tu eca. En dicho correo te invita a reunirte con otras exfiguras
del Conafe para pasar un fin de semana inolvidable en algún lugar cercano.
Al llegar al sitio donde se lleva a cabo la reunión, este te parece sumamente atracti-
vo, puesto que es un terreno con espacios interiores bien iluminados y con lugares
al aire libre forrados de pasto verde y con mucha vegetación alrededor; incluso,
notas que en la parte trasera del terreno hay una alberca y una cancha deportiva.
El salón, ubicado al interior, cuenta con sillones confortables, sillas y mesas bien
distribuidas, de modo que existe suficiente espacio para que no choquen entre sí.
Observas que, sobre un tablón, hay suficiente comida para todos y de la más varia-
da. Hay juegos de mesa de todo tipo en un estante.
En una de las paredes del salón está pegada una cartulina con el plan de activida-
des; entre ellas se encuentra un mini torneo en pequeños equipos, el cual consiste
en superar un conjunto de retos de juegos y deportes; una velada con todo el grupo
a la luz de la fogata para compartir experiencias, contar historias y comer bombo-
nes asados; caminatas al aire libre para explorar el entorno natural; tiempo libre
para disfrutar, por ejemplo, la alberca; tardes de juegos de mesa, entre otras cosas.
Puedes tener acceso en cualquier momento a los materiales dispuestos para ti y
tus compañeros.
Los organizadores del evento son amigables, responden a tus preguntas y te in-
vitan a hacer sugerencias sobre otras actividades o a mejorar las propuestas. Tus
compañeros y amigos se muestran motivados para participar en las actividades y
ofrecer su apoyo para que todos se sientan confortables.
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¿Te gustaría pasar tu fin de semana en este lugar? Seguramente, sin pen-
sarlo, tu respuesta sería “¡sí!”, puesto que te llena de emoción y sabes que
disfrutarás la experiencia, ya que el ambiente te resulta agradable, cómodo, inte-
resante y bien organizado. Además, las actividades propuestas te parecen suma-
mente divertidas y variadas. Podrías asegurar que los organizadores crearon ese
ambiente pensando en ti y en tus compañeros: en sus gustos e intereses, y en
promover su participación activa. Tomaron en cuenta lo que sienten, piensan y opi-
nan, notándose la disposición en favorecer una interacción social positiva entre us-
tedes como integrantes de un grupo.
El ejercicio imaginativo que acabamos de realizar nos tiende un puente hacia lo que
entendemos por ambientes para favorecer el desarrollo y el aprendizaje, y cómo do-
tarlos de sentido y fuerza para encender la alegría de los corazones de los integrantes
de un grupo; con el fin de lograr su disposición para aprender a aprender y a convivir.
Sin la participación de los integrantes del grupo, los ambientes para el desarrollo
y el aprendizaje no existirían, puesto que se construyen para satisfacer las necesi-
dades e intereses de todos. En ellos pueden poner en práctica las capacidades y
habilidades aprendidas al tiempo que, al interactuar con los objetos, las situaciones
y otras personas, existen oportunidades para aprender otras nuevas.
Los ambientes para el desarrollo y el aprendizaje deben estar al servicio del bienes-
tar de las personas que integran un grupo. Cuando las nna se encuentran en un
estado de bienestar, tienen pensamientos y sentimientos positivos. Pueden pensar
y expresar frases como: “Siento que soy una parte importante de mi grupo”, “Me
siento valorado y respetado”, “Mis compañeros me escuchan atentamente cuando
tengo algo que decir”, “Con amabilidad, las personas me ayudan a aprender”, “Me
gusta mi aula y mi escuela porque está limpia y ordenada”, “Nunca me aburro por-
que hacemos diferentes actividades que son muy interesantes” o “Me encanta ir a
la escuela porque puedo jugar con mi maestro a lo que a mí me gusta”.
28
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
como una ventaja para seguir aprendiendo. Existe en ellos una riqueza de temas de
estudio, rincones o áreas de interés, materiales y objetos.
Ahora bien, hablaremos sobre algunos elementos que caracterizan a los ambien-
tes para el desarrollo y el aprendizaje4 que atienden la diversidad; te daremos algu-
nas sugerencias que te pueden orientar en su construcción.
Es importante que recuerdes que los espacios físicos interiores y exteriores deben
promover el aprendizaje, el bienestar y el sano desarrollo de todos los integrantes del
grupo. Todo esto, consecuencia de construir lugares agradables, cómodos, seguros,
interesantes, bien organizados y que, sobre todo, toman en cuenta la importancia de
establecer relaciones horizontales basadas en la confianza, la autonomía, el diálogo
y la colaboración.
4
Se toman como base los apuntes sobre Ambientes de aprendizaje, coordinado por el Mtro. Manuel
Bravo (2020) con su grupo de estudiantes de pedagogía en 2020 a lo largo de la clase de “Ambientes
Innovadores de Aprendizaje” y se realizan algunas adaptaciones de acuerdo al Modelo ECB.
29
Acomodo del espacio
En los espacios educativos convencionales o tradicionales, se acomodan las mesas
y sillas en línea, una tras otra. Se procura dejar espacio entre los estudiantes con la
intención de minimizar la interacción entre ellos para favorecer su atención conti-
nua sobre lo que el maestro dice y pide. Con ello, se espera que las nna respondan a
las expectativas, permaneciendo callados, escuchando y obedeciendo todo el tiem-
po. Es evidente que se ejerce un mecanismo de control por parte del maestro sobre
los estudiantes: él representa el único foco de atención, es siempre el protagonista.
Esta forma de estructurar el espacio impide que haya relaciones recíprocas entre
los integrantes del grupo. No hay cercanía, no es posible mirarse cara a cara, ni
el conocimiento entre unos y otros a través de la palabra, de los gestos o los mo-
vimientos. Prácticamente, no hay contacto humano basado en la amabilidad, la
empatía, el diálogo ni en la colaboración. Se alienta a la individualidad, a la compe-
tencia e incluso, se puede experimentar una sensación de hostilidad; es común que
se presente el acoso.
¿Qué puedes hacer para propiciar la cercanía entre los integrantes del grupo, de tal
forma que puedan establecer interacciones que les permitan conocerse, respetar-
se y aprender uno del otro? Puedes acomodar el mobiliario (sillas, mesas y estan-
tes) de diversas formas que posibiliten el encuentro, la cercanía y la comunicación;
por ejemplo:
• Herradura. Es útil para llevar a cabo actividades o reuniones con todo el grupo.
Formen un medio círculo o una herradura ya sea parados o sentados en sillas o
en el suelo. La idea es que todos puedan mirarse y escucharse con atención e in-
terés. Puedes utilizar esta configuración espacial, por ejemplo, como preámbulo
a una situación de aprendizaje en la que tienes que brindar algunas precisiones
y conocer la opinión de las nna o para invitarlos a compartir sus experiencias de
aprendizaje al término de algunas actividades. También la puedes emplear para
presenciar demostraciones públicas o para compartir alguna lectura en voz alta.
Asimismo, puedes organizarla en el exterior para realizar algunos juegos o activi-
dades lúdicas.
• Islas. Configura el espacio de la comunidad de aprendizaje formando pequeñas
“islas” de mesas y sillas que posibiliten la conformación de grupos pequeños en
30
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
los cuales los estudiantes puedan iniciar y mantener una comunicación cercana,
fluida y multidireccional que les permita libertad de movimiento. Al trabajar en
grupos pequeños, todos pueden estar en la misma o en diferentes actividades.
• Exterior. Para fomentar ambientes de aprendizaje orientados a la libertad, en los
cuales los integrantes decidan dónde se sienten más cómodos y acogidos para
aprender. Esta libertad posibilita que tanto los espacios interiores como los ex-
teriores (al aire libre) sean aprovechados por las nna. Fomenta su participación
activa al organizar el espacio de acuerdo con sus gustos, intereses y peculiarida-
des, dejando fluir de forma natural la necesidad de acercarse, de intercambiar
ideas, de tomar silencios para la reflexión y para el descanso durante el tiempo
que dedicarán juntos al aprendizaje. Esta opción también puede ser útil cuando
se practique la tutoría; por ejemplo, una bina de estudiantes (tutor-tutorado), eli-
ge emprender el camino del aprendizaje bajo la copa del árbol que se encuen-
tra en el patio de la escuela, resguardándose del sol y aprovechando la brisa fres-
ca del viento; otra decide acomodarse en la esquina de un salón, viéndose de
frente desde su respectiva mesa y silla.
• Rincones o áreas de interés. Son espacios flexibles de juego y aprendizaje pen-
sados especialmente para los niños más pequeños de la educación comunitaria
para el bienestar; sin embargo, puedes extender esta estrategia con los de pri-
maria alta y secundaria. Se organizan ya sea en el interior o exterior para ofrecer
diversas opciones a elegir durante el juego, que satisfagan sus necesidades,
intereses y habilidades. Todo ello cuidando que sean lugares que permitan
la inclusión plena de todos, faciliten el libre movimiento entre el mobiliario y los
materiales, además de las interacciones sociales espontáneas. Más adelante pro-
fundizaremos en cómo montar los rincones o áreas de interés para los diferentes
tipos de juego y aclararemos cuáles son sus propósitos.
31
Es importante crear las condiciones para que las nna del Conafe se puedan expre-
sar con libertad y confianza en su propia lengua. Resulta igualmente valioso tener
la posibilidad de compartir y escuchar cualquier idea, emoción, necesidad e interés,
sabiendo que son escuchados y que se validan sus aportaciones al grupo o tutoría.
La comunidad de aprendizaje podrá demostrar que el lenguaje es una herramienta
valiosa de comprensión y construcción de nuevas realidades desde las diferentes
perspectivas que existan en el grupo.
¿Qué puedes hacer para promover y mantener relaciones de diálogo cada vez más
genuinas y constructivas con el grupo de nna? Escúchalos e invítalos a que respon-
dan sobre lo que piensan, no sobre lo que piensas tú u otros adultos. Interesarte de
verdad en eso los hace sentirse confiados para expresarse a su manera. Es así que te
invitamos a que asumas una actitud de disposición y receptividad para escuchar lo
que te dicen e identifiques los significados que guardan sus frases o palabras. Algu-
nas podrían parecer raras o extrañas, pero en ellas se refleja su sentir y pensar. Deja
que sean libres de expresarse en su nivel y con sus afirmaciones, dudas, intereses e
inquietudes, ve tejiendo el diálogo.
Promueve que ejerciten la paciencia tomando turnos al hablar. Es común que fren-
te a una situación interesante o que mueve muchas emociones, todos quieran opi-
nar y compartir lo que piensan al mismo tiempo. La comunicación multidireccional
no tiene por qué ser caótica; por ello, asume o designa a alguno el papel de mode-
rador para organizar las intervenciones e invita a todos a estar atentos y ser respe-
tuosos de los pensamientos y sentimientos de los demás.
32
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
A las personas nos gusta aprender y cuando se hace evidente que lo hemos hecho,
hay un sentimiento de satisfacción. Si tienes la intención de impulsar el aprendizaje
en todas las prácticas educativas que promuevas se generará un ambiente cordial y
de entusiasmo. En este sentido, procura que el trabajo de un día educativo sea equi-
librado; es decir, que las nna sepan que habrá diversas oportunidades para enfrentar
desafíos, colaborar entre varios para realizar algo, tomar decisiones, convivir, estable-
cer acuerdos, compartir ideas, tutorarse, salir al exterior, jugar, etcétera.
Elige todo lo que favorezca su desarrollo y construye, junto con ellos, un ambiente
de trabajo alegre, de confianza, que invite a que la comunidad aprenda a aprender
y a convivir.
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Condiciones ambientales de la comunidad de
aprendizaje
Para que un aula sea un lugar cómodo que nos invite a permanecer a gusto, hay
condiciones indispensables a tener en cuenta:
• El tamaño
• La iluminación
• La ventilación
• El ruido
• La temperatura
Asegúrate de que estos aspectos estén en las mejores condiciones; de no ser así,
solicita apoyo por parte del programa “La escuela es nuestra” o al municipio. Las
madres y padres que integran la apec pueden apoyarte con la gestión de estos
recursos.
El orden y limpieza son aspectos a tener en cuenta todos los días. Establece un mo-
mento del día para revisar, junto con las nna, cómo está el espacio educativo; cuidar
que no haya papeles tirados y limpiarlo (barrer, sacudir y, si es el caso, trapear). Si
la limpieza se realiza diariamente, organizados en comisiones con roles, no se hace
pesado y se mantiene en mejores condiciones el mobiliario y material.
Condiciones emocionales
En el espacio donde vas a convivir con nna de diferentes edades y temperamen-
tos, es necesario que cada uno se sienta seguro, confiado y aceptado. Estas son
necesidades psicológicas que todas las personas tenemos. Como educador comu-
nitario, es importante que estés atento a que cada uno se la pase bien, para que
quiera regresar con gusto al día siguiente.
Hay una metodología denominada “Los seis pasos para la solución de conflictos”
(Weikart y Hohmann, 2010, p. 371), que consiste en que el adulto a cargo del grupo
tome el papel de mediador entre las partes (personas) que tienen algún conflicto.
Con tu ayuda, pasará a ser un problema en busca de solución. Aprovecha los seis
pasos y acompaña a los involucrados, estos son:
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La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Seguridad
Hay otra condición que favorece al ambiente en el que crecen y se desarrollan las
nna, está ligada al espacio físico y los objetos, y desde lo que tú haces, puede tras-
cender al hogar y la comunidad. Por ejemplo, si comienzas a reconocer situaciones
que pongan en riesgo sus vidas o les puedan causar un accidente y retiras del espa-
cio educativo aquello que las origina, invitando incluso a las familias a colaborar en
la creación de un entorno seguro, añades otro referente para el cuidado de las nna.
35
de alguna parte punzocortante o alguna astilla de los muebles. También procuren
mantener con pintura e impermeabilizante el espacio educativo, así como asegurar
artículos de limpieza para tenerlo limpio cada día.
Materiales
Los materiales que se ponen a disposición de las nna tienen que invitarlos a la ex-
ploración, al movimiento y a la experimentación; su creatividad debe dictarles qué
hacer con ellos. Evita definir su uso o imponer el tipo de producto que a ti te inte-
resa que realicen.
Acondiciona el ambiente con materiales diversos, puedes variarlos cada cierto pe-
riodo para favorecer y enriquecer diferentes tipos de interacción; dando siempre
cabida a la libertad de utilizarlos de acuerdo con la forma personal de interpretar y
representar las ideas que tienen sobre el mundo.
Como ves, no siempre es necesario que se compren los materiales, también pue-
des conseguir diversidad de ellos de sus propias casas, con apoyo de la familia.
Pueden ser objetos que se ocupen, por ejemplo, en la cocina o en el campo. Pide a
los miembros de la comunidad que recuperen y guarden los envases, cajas de car-
tón y otros materiales que se puedan reciclar.
Todo lo que las nna puedan reunir: piedras, palitos, arena, hojas, flores, etcétera,
te puede servir. Ellos tienen una gran imaginación y sabrán qué hacer con estos
materiales. Si tienes varias opciones que mostrarles y los pones a su disposición,
podrán llevar a cabo sus propias iniciativas y comprometerse con su trabajo.
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La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Con gran emoción, Toñito hacía marchar algunos de los soldaditos de piedra que
recogió del jardín, hacia los caballos que hizo con ramas para montarlos e ir al res-
cate de los toros y vacas que quedaron atrapadas en la cueva –una lata de alumi-
nio– tras el deslave del cerro. Al hacer llegar sus soldados al lugar del siniestro, grita:
“¡Psheeew!”, mientras deja caer bruscamente tierra sobre ellos, quienes ahora se
encuentran atascados. Regresa por refuerzos para completar la misión; los sube a
un avión imaginario que vuela por los cielos, listos para salvar a sus compañeros y
a los animales que están ocultos bajo la tierra. Con gran emoción grita: “¡Llegaron
los soldados!”, “¡cuidado abajo!”.
¿Qué opinas del juego de Toñito?, ¿crees que está entregado completamente a él?,
¿por qué?
Sin duda alguna, podemos decir que Toñito está atado a su propio proceso creativo,
que representa el mundo en ese momento. Su corazón y mente se encuentran co-
nectados. Se mira gozoso, satisfecho, feliz… nada más parece importarle.
37
Y ahora, ¿a qué juegas?, ¿qué actividades te generan placer y dicha?
Cuando somos pequeños, nos atrevemos más a explorar el entorno con curiosidad,
encontrando frecuentemente formas nuevas de mirar las cosas. A través de lo que
vemos, escuchamos, tocamos, probamos, olemos y sentimos, conectamos con el
mundo y nos parece fascinante. Por eso, de pequeños nos gusta, por ejemplo, ave-
riguar a qué huele, cómo se siente e incluso a qué sabe el lodo, cómo se transfor-
man las hojas y flores al cortarlas y machacarlas para preparar “la comidita”, entre
otras cosas.
Al observar a las niñas y a los niños pequeños jugar en libertad, podemos iden-
tificar que el juego nace de su interior. Su conducta es espontánea, sin guio-
nes, objetivos ni resultados anticipados. Con singular creatividad, y a partir de la
imaginación, piensan y hacen cosas que van más allá de lo que puede parecer
cotidiano. Se permiten probar nuevas formas de darle significado a los objetos
y a las situaciones, por eso es común observar que hacen que una cosa represente
a otra. Por ejemplo, una silla cubierta con una cobija puede ser la cueva perfecta
donde vivan sus osos de peluche.
Durante el juego, las niñas y los niños dan todo de sí: su disposición, su atención,
concentración y, en general, toda su energía con una carga emocional positiva. Es
así que el vínculo que construyen con este es serio y se comprometen intelectual,
afectiva y físicamente con él hasta el final porque les genera bienestar.
Cuanto más receptivo y dispuesto al juego sea el ambiente, se crean más oportuni-
dades para que tengan experiencias creadoras en las que su pensamiento y acción
son autónomos y de profundo sentido. ¿A quién no le gusta ser capaz de hacer
elecciones, negociar con los otros, experimentar e investigar con objetos e ideas?
María Emilia López, especialista en educación temprana, dice que la creatividad tie-
ne mucho que ver con el estado de ánimo con el que se mira el mundo (López, 2021,
36: 17). Y es cierto; si observas con detenimiento la actitud de los pequeños durante
los juegos podrás constatar que, con alegría, entusiasmo y curiosidad, se relacionan
38
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
con las cosas más simples de su entorno porque hay un deseo intrínseco de
exploración y expresión de lo que fantasean e imaginan para representar, recrear o
construir realidades con significado.
“Impedir a las niñas y a los niños el juego es impedirles la experiencia más impor-
tante de la vida” (Loja, 2021, párr. 1). Por ello, hay que favorecer el juego en los espa-
cios educativos, en el hogar y en la comunidad, porque gracias a esta experiencia se
despliega una serie de habilidades importantes para la vida, entre ellas, la de crear.
Hasta aquí hemos hablado sobre la importancia del juego principalmente en niños
pequeños; sin embargo, este es una práctica fundamental en los seres humanos de
todas las edades para desarrollarse, conocer, aprender y convivir.
Ante este panorama desfavorable, se desvanecen todos los elementos que caracte-
rizan al juego: espontaneidad, creatividad, curiosidad, autonomía, placer y sentido
de conexión entre mente y corazón, para implementar situaciones de enseñanza
basadas en el control y sometimiento, que lo único que hacen es dañar seriamente
el aprendizaje genuino y el desarrollo mental y afectivo de las nna.
39
su máximo potencial si la persona que invitaste a tener una experiencia lúdica está
acompañada de tu observación y escucha; de tu actitud amable y empática; de
tu apoyo para que encuentre soluciones utilizando el diálogo como herramienta
fundamental.
Haz el ejercicio y recuerda lo que te pedían aprender. Podrás darte cuenta de que,
en mucho, se trataba de memorizar datos, fechas, nombres, hechos, fórmulas y re-
glas de escritura. Recuerda cuántos dictados y subrayados hacías, el número de
planas que tenías que hacer de tarea; los resúmenes de lecturas. Ahora, piensa en
cuánto de todo eso comprendías y le encontrabas un sentido para tu vida, cuánto
de ello te interesaba y deseabas profundizar. Es más, ahora mismo, cuánto de ello
recuerdas y comprendes a pesar de que lo viste una y otra vez en diversos niveles
escolares.
40
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Es más, quizá, sin que te lo cuestiones, puede ser que tu aversión por las matemáti-
cas, por la lectura, por la ciencia o por cualquier área del conocimiento, se deba a la
manera en la que tuviste que adentrarte en ellas causó una experiencia de rechazo
y desinterés, cuando en realidad pueden ser hasta divertidas; todo depende de la
manera en que las estudies. Por ejemplo, es un hecho que en un sistema educa-
tivo que se sustenta en la competencia, la disciplina, el control, la obediencia, así
como en la memorización de contenidos, favorezca que ciertos alumnos sobresal-
gan, pero no por ello consigan un aprendizaje profundo: alumnos de diez que no lo-
gran aprender a aprender y reflexionan poco; que son condicionados y conducidos
sin tener un verdadero interés e iniciativa por el conocer y por el autoestudio, sino
que buscan satisfacer a sus padres y a las autoridades educativas. Esta situación
también representa una deficiencia educativa que tendrá repercusiones en el fu-
turo del estudiante. Así lo atestigua el siguiente testimonio de Santiago Rincón-Ga-
llardo (2019, 9-11), quien nos comparte su experiencia escolar:
Desde la primaria hasta la preparatoria fui un alumno “de diez”. Gracias a becas
por mi buen desempeño, tuve el privilegio de asistir a una escuela de muy alta
reputación en la Ciudad de México. Cada mes llevaba a casa, con orgullo, un cua-
dro de honor por el mejor nivel de aprovechamiento en mi grupo. Representé a
mi escuela en múltiples competencias académicas. En las ceremonias escolares,
con frecuencia, cargaba la bandera nacional en la escolta de mi generación, lo
que era considerado como uno de los mayores honores para un estudiante. Se-
gún mis maestras, yo era un estudiante ideal, un ejemplo a seguir para mis com-
pañeros de grupo.
Sin embargo, salí de la preparatoria sin saber verdaderamente leer y escribir. Po-
día desde luego, pronunciar con claridad las palabras escritas en un texto y “ter-
minar” libros completos, recitar secciones enteras de los libros de texto y vaciarlas
en los exámenes. Pero no habría sido capaz de explicar el argumento central de
una historia que acababa de leer. No habría sabido qué decir si me hubieran pre-
guntado sobre las estrategias del autor para establecer o defender su perspecti-
va, mucho menos articular mi opinión personal sobre sus ideas.
Sabía cómo juntar palabras y frases con ortografía perfecta, gramática im-
pecable y bonita letra. Pero hubiera sido incapaz de acceder a mi propia voz y
expresarla por escrito. Tomé clases diarias de japonés durante 12 años consecu-
tivos, con excelentes calificaciones. No obstante, hasta la fecha, no soy capaz de
41
mantener una conversación decente con un hablante de este idioma por más
de 20 segundos. Quizá más trágicamente, me gradué de la preparatoria con
las mejores calificaciones sin tener idea de cómo aprender por mi cuenta.
¿Cómo es que tuve “éxito” en la escuela? Tenía muy buena memoria de corto plazo.
Podía memorizar pasajes enteros de los libros de texto el día antes de un examen
y escribir en él versiones prácticamente textuales. Me especialicé en entender y
satisfacer las expectativas de mis maestros. Me volví especialmente bueno en iden-
tificar qué había que hacer para obtener la mejor calificación posible, y en hacerlo.
Con frecuencia me pregunto cómo toleré hacer esto a lo largo de toda mi niñez
y adolescencia.
Tal vez tuvo que ver el que la muerte de mi padre, cuando yo tenía cuatro años y mi
hermana menor dos, me llevara a sentir la responsabilidad de ayudar a mi madre,
quien siempre enfatizó la importancia de salir bien en la escuela. En mi mundo de
niño, salir bien en la escuela era el trabajo más importante; hacerlo mantendría
contenta a mi mamá y supondría una preocupación menos sobre sus hombros. En
parte también pudo deberse al sentido de satisfacción que produce la aprobación
de los adultos y la admiración de varios de mis compañeros de clase. A final de
cuentas, hay algo reconfortante en sentirse apreciado y admirado por otros.
Comencé a hacer trampa en los exámenes, aprendí, por ejemplo, a tomar notas
detalladas en micas transparentes, lo que las hacía invisibles al colocarlas sobre
mi pupitre de tonos oscuros; pero me permitía leerlas al colocarlas sobre una hoja
de papel. Básicamente aprendí a entender cómo obtener las mejores calificacio-
nes con el menor esfuerzo posible, utilizando el resto de mi energía en buscar y
hacer todo aquello que las reglas de la escuela prohibían. En poco tiempo me
gané una reputación como alumno rebelde y problemático, pero mis buenas ca-
lificaciones me protegían de ser expulsado.
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La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
este”. Este mensaje me hizo entender que el propósito central de la escuela era
disciplinarnos y que las calificaciones, que me había esforzado tanto en obtener,
resultaban algo secundario, respecto de ese propósito central.
Cabe decir que ahora, Santiago es un aliado fundamental del Conafe desde su que-
hacer profesional en el empeño por transformar la práctica educativa para que ex-
periencias como las suyas no se repitan con los estudiantes de las generaciones
venideras. Es practicante y creyente de la relación tutora y de sus beneficios para al-
canzar ese aprendizaje significativo, entrañable y para toda la vida, que es el apren-
der a aprender a través del diálogo uno a uno.
Las capacidades a las que nos referimos son esenciales para llevar vidas sanas y pro-
ductivas. Para desarrollarlas plenamente, necesitamos vivir experiencias sociales
colaborativas desde la infancia y la adolescencia. Aquellas personas que, por el con-
43
trario, han sufrido experiencias sociales adversas en esas etapas, a menudo fallan
después en la formación de relaciones estables con sus semejantes (Van der Kolk,
2014).
Ahora bien, la escuela como la conocemos es el primer entorno donde las niñas y
niños conviven intensivamente con personas más allá de su familia. Es en ella donde
relacionándose con sus pares y lidiando con la autoridad y evaluación de sus ma-
yores, forman parte de su identidad social (Jackson, 1990). Por estas razones, resul-
ta ineludible concluir que las oportunidades de convivencia en la escuela influirán
sobre el florecimiento de cada individuo y, en última instancia, de la sociedad en su
conjunto. Para las todas las nna, pero en especial para quienes por alguna razón no
disfrutan de escucha y reconocimiento en casa, recibirlos en la escuela puede hacer
una diferencia de por vida.
Lo que sin duda es una constante, son las barreras del ambiente inicial al que se
enfrenta cada educador comunitario que pretende practicar el Modelo ECB. Mu-
chas de estas no están exclusivamente en los otros, sino en uno mismo, pues existen
44
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
45
urbanas. El papel del maestro en la escuela tradicional tiene como modelo el del
capataz en las fábricas: dictar lo que cada alumno debe hacer, cómo y cuándo.
En el testimonio anterior podemos advertir que no existe una sola ruta para comen-
zar a revertir la enseñanza tradicional, dependerá del contexto, de la colaboración
de tus estudiantes, de tus figuras de acompañamiento y de la comunidad. Esta es
una muestra de que es posible emprender una estrategia de transformación apro-
vechando, primeramente, la voluntad e interés por generar el cambio. No es una la-
bor en solitario, ni tampoco, como lo observamos, puede surgir sin antes realizar un
cuestionamiento individual profundo, mismo que lleve a contemplar la existencia de
otras maneras de concebir la práctica educativa. ¿Estás de acuerdo en que la escuela
comunitaria puede volverse un espacio mucho más arraigado en la cooperación y
la solidaridad que la tradicional?
Pues bien, el Modelo ECB provee de alternativas para enseñar y aprender con un
sentido más humano. Es por ello que en este modelo lo más importante es ad-
quirir las habilidades necesarias para aprender en cualquier circunstancia y sobre
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La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
cualquier cosa como herramienta no solo para la escuela, sino para la vida. En la
relación tutora, lo verdaderamente relevante es lo que cada estudiante logra en
la medida de sus capacidades, únicamente bajo el impulso de su interés y del dis-
frute por aprender. Es así que, en el Modelo ECB no hay competencia, ni una con-
dición basada en premios o que incluya el castigo para obligar a participar. Cada
quien decide lo que desea estudiar y, después que lo ha comprendido y asimilado,
se espera que sea capaz de compartir con los demás, no de competir con ellos.
Aquí, a diferencia de lo que vivió Santiago, no se acumula lo que se sabe para ga-
nar una calificación y posicionarse sobre el resto del grupo. Por lo mismo, no es
necesario que tú, como educadora o educador comunitario, tengas que saberlo
todo, ni tener miedo a no saberlo, pues todos estamos en posibilidad de aprender
juntos. Puedes liberarte de ese peso innecesario y permitir que tú también explores
aquello que no conoces para compartirlo y aprender de los propios alumnos que,
seguramente, tienen mucho que mostrarte.
En otras palabras, con el Modelo ECB no tienes que ser ese maestro que dicta clase
al frente, tratando inútilmente de mantener el control, el interés y la disciplina del
grupo. Te darías cuenta de que, como cuando eras estudiante del nivel que im-
partes, es una tarea agotadora e infructuosa en gran medida. En la relación tutora
podrás sentarte lado a lado como acompañante de cada estudiante y establecer
una relación personalizada que luego crecerá dentro del grupo de forma natural,
a través del diálogo. ¿No te hubiera gustado experimentar así tu educación? Pues
bien, ahora estás en posibilidad de propiciar ese cambio en tu comunidad. Pero an-
tes, permite que suceda en ti; no tengas miedo a despojarte de las certezas que te
han acompañado en tu aprendizaje y en tu forma de enseñar, cree en tu capacidad
de aprender y de compartir; con eso ya estarás practicando parte fundamental de
nuestro modelo para aprender y enseñar.
Seguramente tendrás dudas acerca de cómo hacer posible que la relación tutora
se practique en el contexto grupal, acerca de que sea practicable el diálogo uno
a uno cuando a tu alrededor hay diez o más niñas y niños que estarán “fuera de
control”, sin disciplina mientras dedicas tu atención a un solo estudiante el tiempo
necesario. En primer lugar, es importante precisar que la relación tutora no se prác-
tica en grupo, que el Modelo ECB es contrario a la enseñanza uniforme, pues esto
contraviene varios de sus principios esenciales e imposibilita tejer una comunidad
de aprendizaje.
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Para ejemplificar estos primeros momentos, te compartimos la experiencia de Ro-
cío Muriel, quien, en su calidad de jefa de programas (jp) del Estado de México, visitó
junto con un nutrido equipo de compañeros del Conafe, una comunidad para refor-
zar y acompañar la implementación del Modelo ABCD con las y los educadores co-
munitarios que ahí prestan su servicio. De antemano, ella sabía que los educadores
de la comunidad consideraban que el ABCD “era inoperante” y opinaban que no
funcionaba para que el alumno experimentara verdaderos aprendizajes significati-
vos y desarrollara competencias básicas como leer y escribir o realizar operaciones
matemáticas sencillas. Rocío decidió demostrar que esta opinión se fundamentaba
en una apropiación deficiente del modelo, en una experiencia poco afortunada de
las figuras con respecto a la tutoría que ellos habían recibido. De ese modo, de la
mano de la educadora comunitaria, abordó al grupo de una forma respetuosa y no
intrusiva para trabajar a lo largo de varios días:
Para la actividad siguiente, que fue “regalo de lectura”, me sentí muy cómoda
leyendo a los niños una historia completa acerca de una milpa y una vaina. Al
compartir la lectura con niñas y niños, considero que es muy importante disfru-
tarla uno mismo, escucharse todo el tiempo y entenderla profundamente, solo
así se pueden transmitir las ideas y emociones para que el niño disfrute la expe-
riencia tanto que le queden ganas de leer el mismo y ser capaz de entender todo
el contenido por placer. En este caso, les pedí a los pequeños que se acomodaran
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La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
de forma libre en el salón: hicimos las mesa hacia los lados y les mencioné que
podrían sentarse en el piso, subirse a la mesa o acomodarse en la silla, que era su
decisión, solo debían estar cómodos. La lectura se hizo con entonación y énfasis
en las exclamaciones. Los niños la disfrutaron y al terminar, realizamos una dis-
cusión acerca del tema; les pedí opiniones que no repararon en expresar y todos
participaron voluntariamente. Al terminar el ejercicio, por propia iniciativa, solici-
taron libros en préstamo a la biblioteca para las vacaciones. Fue muy gratificante
mostrar cómo la experiencia del disfrute de la lectura fomenta inmediatamen-
te esta actividad.
A continuación les comenté que ellos podrían elegir la actividad que prefirie-
ran, recibir tutoría de un tema que les interesara, o bien, participar en otra activi-
dad grupal.
Hasta aquí podemos dar cuenta de que la jp realizó una serie de actividades gru-
pales que forman parte de la manera en que tradicionalmente se ha organizado
el tiempo pedagógico en muchas entidades; sin embargo, cada comunidad de
aprendizaje puede organizarse a su manera.5 Lo relevante es propiciar el clima
y organización necesarias para comenzar con la relación tutora. Rocío continúa:
Para el trabajo con tutoría, la Mtra. Gladys, Margarito (aa) y yo ofertamos diferen-
tes Unidades de Aprendizaje Autónomo (uaa), con la finalidad de iniciar la Red
de Aprendizaje. Particularmente, oferté “Pueblos de México y el mundo” y “Poesía
eres tú”, que fue elegida por una alumna. El diálogo fue muy rico y conversamos
acerca de las razones por las que le gusta la poesía y sobre los temas que pre-
fiere escribir. Hablamos acerca de las emociones y cómo están involucradas en
la escritura de la poesía, pero también en otras artes como la música, la pintura,
etcétera. Me di cuenta de su talento y de la capacidad que tiene para identificar
los recursos literarios y cómo es capaz de crear poesía sencilla desde lo que cono-
ce. Con ayuda de la uaa “Poesía eres tú”, pudo entender lo que es un verso, una
estrofa, una rima y el ritmo. Me di cuenta de que le parecía fascinante entender
la estructura; siempre estuvo participativa, alegre y sumamente interesada en
seguir conociendo y experimentando con ejemplos los diferentes aprendizajes.
5
Para conocer más a fondo la noción de tiempo pedagógico dentro del Modelo ECB, lo mismo que su
contraste con jornada escolar, te recomendamos ir a dicho apartado dentro de este documento.
49
Paralelamente a la inmersión en el diálogo tutor que Rocío llevaba a cabo con su es-
tudiante, se generó una dinámica grupal intencionada, organizada y acompañada.
Esta no se trata, como verás, de dejar suelto al resto del grupo, sino de propiciar un
trabajo organizado, interesante, autónomo y del interés de los estudiantes:
Una vez elegidas las uaa a estudiar, les presenté la actividad paralela que el resto
del grupo trabajaría mientras se llevaba a cabo la tutoría.La actividad grupal estu-
vo vinculada con el tema “Pueblos de México y el mundo”, para ello, les pregunté
cuáles eran las actividades más frecuentes en su comunidad. Ellos comentaron
que era la feria del Día del Niño. Entonces, entre todos se acordó que realizaría-
mos la actividad que se denominó “La feria de mi pueblo”, en donde los estu-
diantes debieron organizarse en equipos de tres o cuatro personas para poner
cada uno de ellos su puesto de la feria. Podían colocar cualquier temática, pero
primero debían delimitar el área del puesto que era un cuadrado de nueve me-
tros cuadrados.
Para lograrlo, solo se les colocó en el pintarrón una pista. Dibujé un cuadrado, y
dentro de este, un cuadrado nueve veces más pequeño con la leyenda: “1 m2”. Los
niños comenzaron a pensar y deducir cómo lograr un espacio de esas dimensio-
nes. Pero muy importante, antes de iniciar la actividad, ellos mismos propusieron
las reglas del juego respecto al orden, el respeto, la limpieza, el compromiso, etcé-
tera. Los materiales del aula estuvieron siempre a su disposición y se les recordó
usarlos de forma consciente, sin desperdiciar y aprovechándolos al máximo.
El resto del grupo estaba muy animado construyendo su feria; me sentí muy
motivada, alegre y satisfecha al darme cuenta de que los niños tienen una gran
capacidad de autogestión del comportamiento cuando sus intereses son escu-
chados y cuando son ellos quienes determinan las reglas de “juego”. Ellos fueron
quienes determinaron las pautas que todo el grupo debía mantener para lograr
el objetivo de conformar su feria.
50
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Una vez dispuesta la feria, invitaron a sus compañeros tanto del mismo grupo
como de otro, así como a las figuras educativas presentes en la escuela y, por su-
puesto, a los directivos.
Mis experiencias anteriores sobre la tutoría han sido aburridas y tediosas, ya que
no se llevaban los principios pedagógicos y no se respetaba el ritmo del aprendi-
zaje del estudiante. Es por ello que, en mi opinión, era desgastante estar tantas
horas sentada y transcribir todo, según la unidad y el desafío que se estudiaba en
el momento. A decir verdad, cada mes que recibía tutoría, era la misma dinámica
y no se concretaba lo que en realidad debería ser.
51
que se encuentra del otro lado del salón. Un último aspecto llamaría su atención: el
nivel de atención que cada persona muestra hacia su interlocutor y hacia el texto
sobre el que están dialogando. “Esto no es una formación cualquiera”, concluiría
el fuereño, curioso por descifrar la fuente de la vitalidad de este espacio.
En la formación de educadores del Conafe, se crea una red de tutoría entre figuras
educativas, todas adultas; pero ¿cómo se ve una red de tutoría con estudiantes?
Al llegar al aula con diversas emociones, vi los rostros de los estudiantes; los recibí
con un abrazo y comenzamos las actividades. Implementamos los rincones de
aprendizaje divididos en cuatro áreas (artes, matemáticas, biblioteca y sociales).
Continuamos la tutoría uno a uno, para posteriormente crear la red de aprendi-
zaje. Realmente me dejé llevar por el momento y, al notar el interés y gusto por
aprender de los niños, me permití no limitarlos o cuadrarlos a una jornada con
horarios establecidos, mucho menos por un espacio; así que también me diver-
tí con ellos durante el trayecto del día. Imaginamos y creamos diferentes histo-
rias, como estar en el universo o en una granja. Con respecto a los productos
realizados por ellos mismos en los rincones, se obtuvo la creación de cuento y un
guion para una obra de teatro. Además, algo significativo que se vivió en este día
al trabajar con los tutorados fue que algunos niños más se acercaron para solici-
tar tutoría.
52
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Podemos decir que este tejido ha comenzado con una primera puntada que ata la re-
lación tutora para que permanezca y no se desmadeje; será el inicio de una intrincada
elaboración artesanal que se caracterizará por su diversidad, color y tamaño. Dentro de
poco, en el aula se estará conversando de un sinfín de temas con varios tutores que a
la vez serán estudiantes de otros temas que sean de su interés. Leticia se ha percatado
de que es el inicio de un camino hacia algo distinto, natural y vivo, además de divertido.
Lo que no sabe ella ni nadie, es cómo será ese camino y eso es el descubrimiento más
asombroso que, quien acompañe al grupo, podrá develar ya desprovisto de la pesada
carga de pretender cumplir una jornada ceñida en disciplina y control y de un progra-
ma rígido con la pretensión de ser el centro del saber.
Colibrí se detiene en un bebedero que la escuela le ha puesto para que tome agua
azucarada. Desde ahí escucha atentamente: “Hoy vamos a comenzar una nueva red
de tutoría”, dice María. “Por favor, levanten su mano todos los que ya son tutores,
y recuérdenme los temas que ofrecen”. Más de la mitad de los doce levantan la
mano. Sus ofertas varían desde textos sobre la adicción al tabaco o “El Cuervo” de
53
Edgar Allan Poe, hasta problemas de geometría. María escribe los nombres de los
estudiantes participantes en estas tutorías en el pizarrón y después le pide a cada
uno que escoja el tema que le gustaría trabajar con un compañero tutor. Los bino-
mios resultantes constituyen la red de tutoría del día. Cada pareja tiene entonces la
libertad de mover sus paletas a donde lo deseen; la mayoría se mueve a la cancha
de básquetbol de la escuela.
Durante el resto del día, Colibrí observa que estos estudiantes viven más libertad
y responsabilidad de las que son típicas en una secundaria tradicional, incluso en
entornos más acomodados que esta pequeña comunidad. A medida que Colibrí se
acerca a las parejas tutor-tutorado, nota que algunos de los temas de estudio han
surgido no del currículo, sino de los intereses de los alumnos. Los ovnis, el alcoho-
lismo y la leyenda de La Llorona figuran entre estos. Si bien temas como estos dan
pie a especulación y charla trivial, otros, como una lectura sobre Darwin en las Ga-
lápagos y problemas matemáticos tipo olimpiada, permiten que los estudiantes se
involucren en tareas complejas como la síntesis y la búsqueda de patrones.
El progreso académico no es la única meta de María. Ella sabe cuáles de sus alum-
nos están pasando por dificultades familiares y hace un esfuerzo especial porque
socialicen en la escuela. Para un estudiante, volverse tutor constituye no solo un
hito académico, sino también social, puesto que implica tomar la responsabilidad
de guiar y apoyar el aprendizaje de un compañero en una relación colaborativa
y respetuosa.
54
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Para María, lo mismo que para sus alumnos, crecer como tutora exige la pertenen-
cia a una comunidad de práctica. Así como induce a sus estudiantes a la práctica de
la tutoría, ella recibe asesoría continua de sus colegas. De hecho, cuenta Colibrí que,
el día después de su visita a esa escuela, María y cinco de sus estudiantes viajaron
unos kilómetros para participar en un intercambio semanal que reúne a maestros
y estudiantes de las tres escuelas de la zona. Supo que a ese intercambio le deno-
minaban “martes de tutoría”, y ocurría a contraturno, con el maestro Renato –el
líder de la red–, como anfitrión. Durante el intercambio, Colibrí observó que esta red
funcionaba con la misma dinámica del día anterior, pero con una atmósfera aún
más informal, donde había más o menos quince alumnos presentes que intercam-
biaron aprendizajes por dos horas antes de despedirse.
Cuando recién conocí la forma de enseñar del maestro, me sentía un poco rara
porque era muy distinta de estar leyendo y contestando libros. Pero después de
un rato, me fui acostumbrando. Cuando tuve mi primer tutor, yo quería que él
me dijera: “haz esto, sigue eso”; quería que me diera las respuestas. Pero después,
cuando fui cambiando, cuando me fui cambiando a mí misma, me di cuenta de
que encontrar la respuesta por ti misma te da la satisfacción de que en realidad
estás aprendiendo algo y no estás en la escuela nomás por estar.
Otra voz se hizo presente entre quienes descansaban a un costado del camino:
Al estar tutorando [sic] me gusta mucho cuando mis tutorados están emocio-
nados, están sorprendidos, ver su cara de alegría y así. Al igual me gusta estar
sabiendo que pues yo de alguna manera influyo en el aprendizaje que les va a
servir, como quien dice, para su vida, ¿no? Entonces sí es una gran alegría.
Enseguida, Colibrí se adelantó hacia una pareja de estudiantes que conversaba so-
bre su experiencia en la tutoría en tanto esperaban a sus maestros que caminaban
a paso más lento:
—Fíjate que yo al principio no convivía mucho con los compañeros que ahora
estoy, nada más convivía con dos… Pero ahora me ha tutorado [sic] Ana, me han
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tutorado [sic] varias personas que no les hablaba mucho. Porque decía: “no, y si a
lo mejor les caigo mal, pues mejor no”. Pero ahora que he estado trabajando con
ellos, pues como que me abro a conocerlos y como que siento que ellos también
se abren a conocerme.
—Pues cuando yo entré aquí no tenía confianza casi a nadien [sic], batallaba al
hablar, al exponer y pues con ayuda de mi maestra y mis compañeros fue que
yo al tutorar [sic] mi tema, me hacían hablar, me hacían preguntas y pues me di
cuenta de que al hablar yo no se burlaban de mí. Al principio pensé que se iban
a burlar si yo decía algo mal o así. Entonces, con el apoyo de mis compañeros, vi
que todo era diferente aquí y fue lo que me hizo tener confianza en ellos.
—Fíjate que la tutoría, muchas de las veces, te hace que te pongas en los zapatos
del otro y sentir lo que... como pensar lo que él está sintiendo y tratar de com-
prender lo que la otra persona siente. Oye, ¿ya viste que nos ha estado siguiendo
ese Colibrí?
Por otra parte, los estudiantes mismos pueden volverse tutores de sus compañeros
una vez que demuestran la competencia necesaria. Para quienes lo emprenden,
implica una mayor responsabilidad, pero también satisfacción por ayudar a sus
compañeros. Es así como se conforma una comunidad de aprendizaje en el grupo
que puede desbordarse a la escuela, a la comunidad e incluso a la región.
Vale la pena decir que no siempre la situación que se presenta es del todo favorable
para tu labor como educador comunitario. Constantemente se cuestiona si es po-
sible practicar la educación comunitaria cuando las condiciones de los estudiantes
presentan retos adicionales para los que no nos sentimos preparados o seguros.
Ese fue el caso de Roberto Carlos, un estudiante de primaria baja con discapacidad
múltiple (psicomotriz, de lenguaje y mental), perteneciente a la comunidad Vicente
Guerrero, Las Luces, municipio de Villa Corzo, Chiapas. Etelbina Tóala, la educadora
comunitaria a cargo del grupo donde se encontraba Roberto Carlos, nos relata cuál
fue su primer acercamiento al caso:
56
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
El primer contacto que tuve con él, me provocó una sensación de ternura al verlo
junto a sus demás compañeros; él asistía con alegría y actitud positiva, sin im-
portar la situación o el contexto que le rodeaba. Fue ahí donde pensé: ¿cómo un
niño con discapacidad se entusiasma por aprender? Y me comprometí a que su
aprendizaje fuera satisfactorio, compartiéndole mis conocimientos adquiridos.
Esto me motivó a buscar diversas estrategias y formas de enseñar de manera
lúdica y divertida.
Lo primero que realizó Etelbina fue un diagnóstico de las capacidades y de las posi-
bilidades de trabajo de Roberto Carlos, para diseñar y adaptar su repertorio y expe-
riencia sobre la tutoría uno a uno:
Las dificultades más grandes que el alumno presentó era no saber leer ni escri-
bir, y en la comprensión y retención de información; por lo tanto, las diferentes
actividades que implican psicomotricidad eran complicadas, pues el alumno no
tiene facilidad de movimiento en las manos y pies, teniendo que adaptar las uaa
y guiándome con los diferentes materiales del Conafe, donde se utilizan imáge-
nes, dibujos, materiales suaves y moldeables (plastilina, masa). Para ofertarle los
temas siempre me apoyaba de papeletas llamativas y dibujos referentes al tema
y les comentaba de qué iba a tratar y lo que aprenderían si se interesaban por
estudiarla.
Con objetos de su entorno (vaso, puerta, ventana, pelota) debía identificar con
qué figura geométrica compartía características, aprendiendo cuáles pertene-
cían al mismo contexto y comparando que no todas eran iguales por sus lados
o formas. Para establecer el diálogo con el alumno, procuraba darle la confian-
za necesaria y, de esta manera, lograba que él expresara sus ideas, dificultades
57
e intereses. Para lograr comprender lo que me quería comunicar, me enfocaba
en escuchar y centrar mi atención directamente en él, siempre respetando el
tiempo que duraba su participación.
Fue necesario, desde un inicio, hacer un pacto con el grupo con la finalidad de
respetar los procesos de intervención con cada uno de ellos, promoviendo que
la atención fuera de manera personalizada y, así, evitar interrupciones durante el
diálogo cara a cara.
58
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
De ello, se puede concluir que, con estudiantes como Roberto Carlos, no solo
es practicable la relación tutora uno a uno, sino que representa la única forma
de materializar una atención educativa personalizada, según su capacidad y rit-
mo de aprendizaje.
¿Cómo tendría que ser la práctica educativa para responder a las necesidades y ca-
racterísticas de las niñas y niños pequeños?, ¿qué has hecho tú para lograrlo?
Con gran intuición y, sobre todo, sensibilidad a las condiciones reales de su grupo
de preescolar, Anayeli, una educadora comunitaria del Conafe Hidalgo nos compar-
te el siguiente testimonio que nos lleva a comprender que, en el trabajo diario de
una o un educador comunitario de niños pequeños, es posible y necesario propo-
ner alternativas al observarlos y escucharlos con interés:
59
con las niñas y los niños pequeños, detonen tu iniciativa para que, a partir del con-
texto que vives, propongas otras acciones encaminadas a la innovación. Tejeremos
el trabajo con los más pequeños de la educación comunitaria para el bienestar
a partir de los hilos que componen la principal madeja del Modelo: la relación tuto-
ra. Estos son sus principios pedagógicos:
Es importante que les des oportunidad para que elijan lo que quieren aprender.
Pueden mencionar o mostrar interés claramente en una variedad de situaciones y
cosas tan interesantes que de pronto los adultos no las vemos o somos indiferentes,
porque hemos perdido sensibilidad y fascinación por el medio que nos rodea. Coli-
brí nos comparte dos ejemplos en sus andares por las escuelas de Conafe:
Ejemplo 1. “Recuerdo que era época de mariposas blancas en la zona central del
estado de Veracruz, de esas chiquititas que anuncian la temporada de lluvias. En su
apogeo, las maripositas parecen un manto blanco que recubre los verdes campos.
Luciana, una pequeña de tres años, no paraba de hablar de ellas, incluso las dibu-
jaba cientos de veces por todos lados. Es entonces cuando le pregunta a Bianca,
su educadora comunitaria: 'Maestra, a mí me gustan mucho las mariposas porque
pueden volar, suben al cielo y bajan a la tierra; pero ¿de dónde vienen?'. Para Bianca,
esta fue una señal muy clara de que podía trabajar el tema de las mariposas con
Luciana por resultarle de gran interés”.
Ejemplo 2. “Llegó la muerte de el 'Gran Tata' uno de los ancianos sabios de la co-
munidad Las Palmitas. Los adultos hablaban todo el tiempo sobre ello; incluso las
niñas y los niños asistieron a los rituales tradicionales de la región para darle la des-
pedida. A partir de lo vivido, en la escuela las niñas y los niños pequeños hacían
muchas preguntas a Julián, su educador, sobre la muerte: '¿Por qué morimos?, ¿a
dónde va la gente que muere?'. Julián sigue el interés de las niñas y los niños y lo
convierte en un tema de trabajo partiendo de lo que conocen y saben”.
60
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Las niñas y los niños pueden sentir curiosidad por conocer o saber más sobre algo
y no siempre lo manifiestan de forma explícita. Por ello, es importante que escu-
ches y observes atentamente lo que dicen y hacen los pequeños. Colibrí te da un
ejemplo más:
Raymundo, un pequeñito de cuatro años, suele ser muy tímido y callado. Cada
vez que Nora, su educadora comunitaria, organizaba juegos colectivos, Ray no
participaba, quería estar dentro del salón. Nora, flexible, respetaba su decisión.
Un día se asomó por la ventana del salón y notó que Ray tenía entre sus manos
la colección de conchas que ella almacenaba en una caja. En otra ocasión se dio
cuenta de que miraba con detalle la colección. En una más, lo vio jugar con ella
con gran emoción. Nora identificó que Ray estaba realmente interesado en las
conchas por sus acciones. Aprovechó la situación para convertir ese interés en un
tema de aprendizaje, lo cual, además, le hizo saber a Ray que su interés para ella
era importante y válido.
Cuando una niña o un niño está interesado, tiene disposición para aprender. Esto
significa que el objeto, la persona o la situación que le produce interés, lo entusias-
ma, lo emociona; le despierta una carga emocional positiva. Se siente con gran ener-
gía, dispuesto a entregar todo de sí, con apertura a explorar y experimentar una y otra
vez, a pesar de que en el camino se encuentre con errores o dificultades. Toma una
actitud perseverante y audaz que lo hace persistir hasta encontrar una explicación y
sentirse satisfecho.
También puedes notar que cuando están interesados en algo, es porque se activan
sus referentes o experiencias previas sobre ello. Esta activación del pensamiento le
permite construir otros conocimientos. Para hacer posible un aprendizaje perdura-
ble y profundo, es necesario que les permitas e incluso los alientes a preguntarse
sobre aquello en lo que están interesados: ¿qué quiero conocer?
Cualquiera que sea el interés de los pequeños: la construcción de un pozo, las fies-
tas, los rituales, las estrellas, la vida en el mar, los ríos y lagunas; de dónde viene la
lluvia, las hojas de los árboles, las hormigas, el molcajete y una infinidad de cosas
más, es importante que como educadora o educador comunitario aprendas por
tu cuenta más sobre ello antes de que quieras ayudarlos a que realicen descubri-
mientos y comprensiones. Con esto, no solo confiarán en que puedes apoyarlos en
su aprendizaje, sino que también te permitirá identificar dificultades que posible-
mente enfrentarán para que tengas la posibilidad de orientarlos con el fin de que
puedan superarlas por sí mismos.
Si ya cuentas con temas que estudiaste en relación tutora que ahora forman parte
de tu catálogo personal, puedes ofrecérselos para trabajar, siempre y cuando ten-
gan interés de hacerlo, nunca por imposición.
61
Es importante que cada vez que termines de estudiar un tema en relación tutora
reflexiones sobre cómo podrías trabajarlo con los pequeños. Además, deberás vin-
cularlos con las situaciones y características comunitarias. En este sentido, te invi-
tamos a que seas un observador curioso de la comunidad en la que viven los niños
y platiques con ellos, con jóvenes y adultos sobre las actividades que realizan en la
familia, lo que hace la gente para satisfacer sus necesidades básicas, qué tradicio-
nes y costumbres practican, sus concepciones acerca del mundo, entre otras cosas.
Se trata de que reúnas información sobre los distintos aspectos de la familia y la
comunidad para que propongas desafíos que les permitan a las niñas y niños ex-
plorar e interactuar con las cosas, las personas, las ideas o situaciones, posibilitando,
la reflexión y comprensión.
Te sugerimos ofrecer solo un número reducido de desafíos o temas, pero que estén
bien explicados; es decir, déjales claro a los pequeños a qué se van a enfrentar, qué es
lo que concretamente van hacer (no nos referimos a que des instrucciones o les di-
gas paso a paso cómo resolver una situación, sino a la acción concreta que llevarán
a cabo para iniciar con el proceso de exploración, descubrimiento, juego y toma de
decisiones) y cómo los vas a acompañar. Incluso puedes transformar el espacio edu-
cativo en diversos escenarios que los asombren, impulsando su deseo por conocer
y aprender. Además, si añades con regularidad alguna novedad en el tiempo de
trabajo que permanecen juntos, los ayudas un poco a salir de la rutina. Te compar-
timos cómo Anayeli, la educadora comunitaria del Conafe Hidalgo, ambientó su
aula y utilizó el juego para despertar la motivación y curiosidad de los pequeños al
abordar el tema “Cuido mi salud y la de mi comunidad”:
Atrévete a probar, adaptar, combinar y transformar los espacios, los muebles y los
materiales. En muchos casos, la medida de lo que puedes hacer te lo darán las ni-
ñas y los niños si estás atento a sus necesidades e intereses. Dales la posibilidad de
elegir y participar en la construcción de los ambientes y fomenta, con y entre ellos,
un clima de cooperación, de confianza, de juego, de interacciones y de respeto a sus
diversas formas de pensar, actuar, expresarse y conocer el entorno que los rodea.
Más adelante hablaremos con amplitud y profundidad sobre cómo puedes crear
ambientes para el desarrollo y aprendizaje a partir de rincones o áreas de interés, así
62
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Los rincones o áreas de interés son una de las muchas experiencias que pue-
des ofrecerles a los pequeños. Considera otros ambientes para el desarrollo y el
aprendizaje para que vivan una interacción, comunicación y experiencia distinta;
siempre promoviendo que haya lugar para diversas formas de expresión y partici-
pación. Toma siempre una actitud atenta, curiosa, amable y de disfrute cuando te
encuentres con los pequeños.
Cabe hacer énfasis que también es indispensable que en cada experiencia que les
ofrezcas, estén presentes los principios pedagógicos de la relación tutora.
Así como en el grupo hay niñas y niños con diferentes características físicas: rubios,
morenos, altos, bajos, delgados, robustos; de ojos marrones, verdes, azules; de cabe-
llo largo, corto; preguntones, serios, inquietos, etc.; también podemos diferenciarlos
por su ritmo de aprendizaje.
Cada quién tiene tiempos distintos para comprender algo. Unos pueden ser más
observadores, cautelosos y determinados cuando interactúan con los objetos, las
personas o las situaciones de aprendizaje; otros pueden ser más analíticos y profun-
dos desde un inicio, mientras que unos más pueden tardarse demasiado en tomar
decisiones o realizar alguna actividad, pero no por ello tener menos capacidad de
aprender que otros. Quizá necesitan tiempo para entrar en confianza o a lo mejor
están atravesando una circunstancia familiar difícil, tal vez simplemente se toman
con calma las cosas porque así es su forma de ser.
El ritmo que tiene cada uno también puede variar. Por ejemplo, al enfrentarse a
ciertos temas, desafíos y/o actividades, un pequeño puede mostrarse más hábil
para retener y procesar la información, para reflexionar, analizar y llegar a solucio-
nes sobre unos temas más que otros. Tiene mucho que ver la motivación, interés y
disposición con la que cuentan, y el tipo de acompañamiento que les brindamos.
Otro escenario es que un niño, conforme pasa el tiempo, muestre más habilidades
y velocidad para aprender que al inicio.
Cualquiera que sea la condición de cada cual, debe ser respetada. No se puede
exigir lo mismo a todos. No hay mejores que otros. Cada pequeño marca la pauta
63
de acuerdo con sus posibilidades y características. Tu presencia atenta, respetuosa
y dispuesta a la escucha y al diálogo para entender la forma de ser, estar y participar
del pequeño, hará que desarrolle otras capacidades y habilidades con respecto a sí
mismo. Como bien dice Guadalupe, educadora del estado de Puebla: “Considero
que la educación comunitaria , en un aula de preescolar, es completamente perso-
nalizado, pues se toman en cuenta las necesidades que demandan los estudiantes al
momento de apropiarse de un conocimiento a nivel personal” (Conafe, 2019, p. 202).
Cada niña y niño marca diferentes rutas de aprendizaje, pues inicia con una cosa,
la liga con otra y así va abriéndose paso a caminos dinámicos en los que coha-
bitan pausas, silencios, puntos álgidos de la conversación y oportunidades de
expresar el pensamiento a través de diversos lenguajes. Colibrí, como el observa-
dor curioso y atento que es, nos platica la siguiente anécdota que vivió en una de
las escuelas del Conafe de la costa guerrerense:
Fabián, el educador comunitario del grupo, montó una cueva primitiva al aire
libre. Dentro de ella colocó diversos materiales para que los niños exploraran las
formas en que nuestros antecesores satisfacían sus necesidades de alimenta-
ción, vestido, caza y comunicación. Alentó las interacciones espontáneas y libres.
Ese día decidió acompañar de una forma más personalizada a Gina, una niña de
cinco años, mientras el resto de los pequeños estaban volcados en sus propias
intenciones y juegos.
Gina estaba perpleja ante una “pintura rupestre” que Fabián dibujó en una de las
paredes de la cueva. Cuando se acercó a ella, Gina le dijo:
En eso, Mariana se queda callada y sin decir palabra, sale presurosa de la cue-
va alejándose de Fabián. Minutos más tarde regresa y le dice: “En el rancho ha-
bía una vaca y como la Selene [su hermana mayor] cumplió 15 años, mi tío y mi
papá le dieron cran a la vaca. Era una que quería mucho. Jugaba conmigo. ¿Por
qué tienen que comer animales los señores y las señoras de antes y de ahora?”.
Fabián la invitó a recorrer juntos un libro con imágenes sobre la evolución de las
especies, otros materiales y a seguir dialogando para hallar respuestas.
64
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Son muy perceptivos, pueden darse cuenta de muchas cosas, incluso de aquellas
que están sucediendo al mismo tiempo. Lo que saben, independientemente de
su origen, es valioso al momento de dialogar con lo que tú conoces; es decir, sus
conocimientos pueden provenir de las experiencias que ha tenido, por ejemplo, en
el campo, en las fiestas o en ceremonias de la tradición local, en el comercio, pesca,
ganadería u otra actividad que la gente de la comunidad realiza; de las costumbres
que se practican en la familia y que por generaciones se han transmitido; de lo que
escucha en la radio, televisión, entre otros orígenes. En vez de juzgarlo o ignorarlo,
haz algo con lo que ya conocen para ligarlo con otras cosas.
Durante el juego o las experiencias lúdicas, puedes indagar a partir del diálogo, lo
que ya saben cuando preguntas para profundizar en el conocimiento del tema.
Nuevamente, Anayeli nos comparte su experiencia:
Cuando actué como “doctora tutora”, los niños “pacientes tutorados” no lograron
darse cuenta del momento en que diagnostiqué sus conocimientos, ya que las
preguntas que planteé se relacionaban con los juguetes que estaban en el aula;
por ejemplo: “platícame de las enfermedades que has tenido, ¿por qué crees que
te enfermas?, ¿qué puedes hacer para no enfermarte?, ¿las vacunas te ayudan
para conservar tu salud?, ¿por qué crees que lo hacen?” (Conafe, 2019, p. 237).
Promover que los niños reconozcan que saben y hacer algo con ello, no es exclusivo
del momento de inicio del proceso de aprendizaje; es una tarea continua y perma-
nente, pues en cada tramo de la experiencia van aprendiendo y dándole sentido a
las cosas a partir de lo que ya conocen, para comprender nueva información.
Te invitamos a que reflexiones qué pasa cuando preguntas a una niña o niño lo que
ya sabe, ¿lo haces para verificar que ignora lo que tú ya conoces y, en ese caso, im-
poner lo que quieres que aprenda, dando explicaciones sobre un concepto o pro-
ceso?, ¿lo haces para apoyarlos a que expresen lo que sucede en su pensamiento y
confrontarlo con la experiencia que tiene con los objetos, las personas o los acon-
tecimientos? El respetar cómo los pequeños construyen su conocimiento es, en
esencia, darles la oportunidad de interactuar con el medio que los rodea a partir de
sus iniciativas (al explorar, experimentar, crear, imaginar, etcétera) para ayudarles a
reflexionar o darse cuenta de que algo ocurre en su pensamiento cuando compa-
ran lo que saben con la información que reciben de otras fuentes. Colibrí te da el
65
ejemplo de una de las oportunidades que tuvo de jugar con un grupo de pequeños
y con Karla, su educadora, en una comunidad tamaulipeca:
Karla cubrió con cobijas las ventanas del aula para oscurecerla y dotó a las niñas
y niños de diversos tipos de mantas, linternas y otros objetos interesantes. “Los
pequeños y yo comenzamos a experimentar con la luz al proyectarla en la pared y
las mantas. Espontáneamente, comenzamos a jugar con nuestras sombras. Una
de las pequeñas dijo: ‘Cuando voy de camino a la escuela en la mañana, voy pi-
sando mi sombra, y hago que brinque y se estire a un lado y al otro. Pero cuando
está nublado, mi sombra no se ve, ¿por qué si todavía es de día?’”.
Recuerda que los pequeños necesitan tener oportunidades para experimentar, ob-
servar y reflexionar sobre cosas o hechos concretos para hacer nuevos descubri-
mientos, como acertadamente nos comparte Guadalupe, educadora comunitaria
del Conafe Puebla: “Al momento de resolver cada desafío me percaté de que los
niños aún no tenían conceptos estructurados y necesitaban primero experimentar
y percibir directamente algo para formarlos” (Conafe, 2019, p. 204). Nos da, además,
un ejemplo de cómo los pequeños, con la experiencia real y concreta, comprenden
conceptos, en este caso, trayectoria: “es cuando caminan de los columpios al sube
y baja y quedan marcados sus pasos en la tierra” (Conafe, 2019, p. 204).
66
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
¿Qué te hace pensar y sentir este fragmento del poema de Loris Malaguzzi? Con
él queremos decirte que las niñas y los niños se expresan de diferentes maneras,
cada uno con su propio estilo y sello personal. Si les ofreces experiencias enri-
quecedoras con materiales interesantes y, sobre todo, les das la posibilidad de
interactuar de diversas formas, podrás darte cuenta de que su pensamiento y
concepción del mundo se pueden reflejar a través del canto, de la pintura, de la
invención y construcción de objetos, del movimiento del cuerpo; al jugar, explorar,
experimentar y de muchas maneras más.
También es vital que promuevas y estimules el lenguaje oral, pues para los peque-
ños es un puente hacia la adquisición del escrito. Invítalos a hablar y escuchar sobre
diversos asuntos, ya sea personales, familiares, comunitarios o de otra índole. Las
comunidades de aprendizaje tienen estudiantes que:
Están expuestos a un lenguaje rico, que ofrece la oportunidad de hablar sobre di-
ferentes temas, desempeñar distintas funciones, escuchar la lectura de cuentos y
jugar con el lenguaje; tienen más posibilidades de aprender a leer y escribir bien,
entender mejor los conceptos que se enseñarán a lo largo de la escolaridad y te-
ner una mayor participación como ciudadano (Vernon y Alvarado, 2014, p. 42 y 43).
Para nosotros es importante que aprendan a leer y a escribir; sin embargo, cada
cual lo hará a su tiempo. Evita los ejercicios mecánicos en los que copian letras o
palabras que no tienen sentido para ellos. Tu papel es apoyarlos a que se comuni-
quen con una intención.
Promueve que usen y practiquen el lenguaje oral y escrito tanto en la escuela como
en casa, proponiendo diferentes experiencias de interés para ellos. Asimismo, res-
peta que se puedan comunicar con otros lenguajes y también dales el valor que
merecen, pues la diversidad de formas en las que nos comunicamos nos permi-
te ver quién es el otro, sus sentimientos, emociones y cómo entiende el mundo.
67
condiciones que lo faciliten. Cecilia, una educadora del Conafe Michoacán, decidió
junto con su grupo de pequeños, usar el lenguaje oral, pero también el corporal,
teatral, sensorial y el juego para interpretar y comprender lo que los mitos y leyen-
das cuentan:
Con los niños hacíamos obras de teatro donde se representaba todo lo que decía
el relato. Los niños se divertían mucho y a la hora de presentar o dibujar lo apren-
dido, dibujaban lo representado en la obra, por ejemplo, cuando le aventaron
flechas al tlacuache para matarlo, los niños se pusieron un pedazo de palito en
su bolsa para así demostrar que el tlacuache traía un tizón en su bolsa (Conafe,
2019, p. 214).
De esa manera, cuando realizan su rpa, las niñas y los niños pequeños “son capaces
de registrar su aprendizaje de forma no convencional, es decir, mediante dibujos,
garabatos, letras, sílabas o palabras, pero siempre en su propia forma de escri-
bir, que representa la escritura real que ellos inventan y utilizan para comunicarse”
(Conafe, 2018b, pág. 16). Anayeli nos ejemplifica esto con el siguiente testimonio:
Para que ellos tengan en claro qué decir a la hora de la presentación de sus pro-
ductos, propicio que realicen su rpa. Como ellos aún no pueden escribir de ma-
nera convencional, realizan pequeños garabatos o dibujos que ellos interpretan
a la perfección. Yo les pregunto qué significa aquello que “escriben” y lo redacto
(Conafe, 2019, p. 238).
Conviene que, tanto en el caso del rpa como en el de los productos que realicen
durante o después de las experiencias de aprendizaje, dialogues con ellos sobre lo
que representan, qué aprendieron y por qué los elaboraron de esa manera. La idea
es tratar de comprender qué pasa por su pensamiento y ayudarles a ampliar y pro-
fundizar su relato con preguntas.
Con apoyo, invítalos a escribir de forma convencional algo del relato que te hayan
platicado, lo más significativo para ellos. Puede ser una palabra o una frase corta.
Aprovecha el ambiente alfabetizador que hay en el espacio de trabajo. Pídele que te
lean lo escrito y si hay partes que omiten, pregúntales respecto a ellas.
Habrá niñas y niños que quizá no quieran plasmar su pensamiento o lo que apren-
dieron en una hoja de papel porque se encuentren cansados y esto tal vez te
preocupe porque necesitas evidencias de su aprendizaje. En este sentido, te com-
partimos la reflexión a la que llegaron las educadoras comunitarias en una reunión
de tutoría en Querétaro para hacer visible el aprendizaje de los niños:
Mientras los niños realizan una actividad o un desafío, las [educadoras] pueden
realizarles preguntas sobre qué están haciendo y escribir las respuestas en la li-
breta del pequeño. Estas notas escritas por el [educador] pasan a formar parte
del rpa del niño (Morales Elox, 2022, p. 1).
68
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Logré entender, primero, la importancia que tiene un rt, ya que es muy importan-
te realizarlo como un texto para redactar sobre los alumnos [...], sus dificultades, sus
logros. Lo más importante que nos recalcan es el diálogo que existió entre alumno
y maestro. Me interesó desarrollar aún más los rt de mis alumnos y saber expresar
con palabras correctas (Morales Elox, 2022, p. 8).
Para dar oportunidad a seguir con atención e interés lo que hacen, dicen y cómo
construyen su pensamiento para comprender su entorno gracias a que favoreces
ambientes para el aprendizaje, tomamos la recomendación de Daniela, una aa. Así
no te abrumarás en pensar que tienes que hacer todos los días un rt por cada niño,
sobre todo cuando tu grupo es numeroso: “[Las invito a] comprometerse a un ritmo
de un rt por día, de un solo alumno [y como consejo] tomar notas durante [el tiem-
po de trabajo] para evitar que se les olviden los detalles más importantes” (Morales
Elox, 2022, p. 7) .
Al elaborar la narración escrita que realizas a través del rt, le das un lugar de impor-
tancia tanto al pensamiento de la niña o niño, como al tuyo. Es como una memoria
fotográfica que te da la posibilidad de regresar, una y otra vez, a evocar o revivir los
momentos más importantes de tu acompañamiento. Incluso, en líneas específi-
cas de tu registro, puedes identificar perfectamente cuando el o la pequeña hizo
un descubrimiento, comprendió algo, desarrolló una habilidad, entre otras cosas,
gracias a alguna pregunta clave, un gesto de amabilidad, un ejemplo o contraejem-
plo que le brindaste, el material que dispusiste para que lo explorara con libertad o
a que te sumaste a su juego sin dirigir, solo dejándote sorprender por sus iniciativas.
69
piensan y sienten (Cámara, 2008, p. 78 y 79), en este caso, las niñas y los niños para
ofrecerles apoyo en la construcción de sus propias rutas de aprendizaje ancladas
en las preguntas, intereses y hallazgos que van generando.
Permite también que hagan uso de los distintos lenguajes para expresarse; a tra-
vés de ello te darás cuenta de lo inteligentes que son. Recuerda que cada persona
tiene su propia manera de interpretar la realidad y de representar sus sentimientos,
pensamientos e ideas sobre lo que ve, escucha, manipula, huele, prueba, etcétera,
en interacción con su entorno.
Las niñas y los niños deben elegir cómo compartir su experiencia y lo que han
aprendido. Pueden hacer uso de la música, el canto, la pintura, el dibujo, el movi-
miento, entre otras posibilidades. Para ello, también pondrás a su disposición diver-
sos materiales para desarrollar sus ideas.
Invita a las madres, padres, cuidadores, tías, tíos, abuelas, abuelos y otros miembros
de la comunidad a presenciar las demostraciones públicas. Anímalos a reconocer
sus esfuerzos y a hacer comentarios positivos o preguntas relacionadas con lo que
presentaron.
70
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
El diálogo con las niños y los niños florece cuando promueves el libre intercambio
de ideas en las diversas formas que pueden expresarse. Este diálogo no solo mo-
difica su pensamiento, también lo hace con el tuyo porque lo que aportan ambos
confronta el conocimiento y lo enriquece.
Es imposible saber con certeza cuáles serán las reacciones de los pequeños al em-
pezar una conversación, pues “cada cabeza es un mundo”. El diálogo cambia conti-
nuamente de acuerdo con las interacciones que suceden de forma espontánea. En
este sentido, te invitamos a que dejes de lado guiones con preguntas estructuradas
y realices tus preguntas sobre la frase que dijo el o la pequeña, a partir del ejemplo
que dio, o lo que plasmó en su hoja; siempre con la intención de utilizar las ideas a
favor del descubrimiento y el aprendizaje.
Realizar preguntas tras preguntas sin que hagas algo con lo que saben a partir de
sus respuestas, no es dialogar. Por el contrario, debes estar presente para ayudarlo
a aprovechar lo que ya sabe en la construcción de nuevos conocimientos. Los pe-
queños deben encontrarle sentido a las experiencias y a las formas de expresión
del lenguaje. La experiencia de Anayeli nos muestra que cuando llevan a cabo sus
iniciativas al participar en una situación que les parece interesante, el diálogo fluye
a partir de lo que saben:
Descubrí que los niños al interactuar con los juguetes y materiales didácticos les
provoca un diálogo placentero, natural y sin presión, por lo que en muchos casos
no es necesario hacerles preguntas para diagnosticarlos. El diálogo se desenca-
dena en historias reales que comparten en cualquier momento y lo hacen entre
pares o pequeños grupos. Sus charlas me permiten saber el nivel de conocimien-
tos que tienen (Conafe, 2019, p. 238).
71
Debes crear un clima de confianza para el diálogo abierto, atento y respetuoso, en el
que la niña o niño, como hablante, manifieste a su manera sus ideas para que como
escuchante tenga la libertad de afirmar lo que le dijiste o leíste; rechazar su validez
dando razones o argumentos a su nivel y precisar y dar más explicaciones sobre al-
guna idea dada. En el apartado de “La función del adulto y los momentos de trabajo
en los rincones o áreas de interés” te sugerimos algunas formas en las que puedes
preguntar a los niños para profundizar más sobre que hacen y dicen.
Decimos jugar porque, para ellos, el juego es el trabajo. Considera que una niña
o niño de esa edad requiere usar su imaginación, dramatizar, representar roles, en-
tre otras actividades, porque esa es su manera de elaborar ideas, esto permitirá que
su pensamiento evolucione y sea cada vez más capaz de desarrollar un pensamien-
to propio.
72
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Te compartimos el testimonio de Anayeli, quien nos ilustra que sí es posible que las
niñas y niños pueden tutorizar a otros, usando como recurso el juego:
73
florales. Apoyada de su ambiente de aprendizaje, la educadora se mostraba atenta
y disponible al juego y diálogo; respetando las intenciones de los niños, pero po-
niendo más énfasis en Mariana, quien se preguntaba: “¿De qué debo comer más?,
¿de qué debo comer menos?”.6
Si tú, las mamás, los papás y los cuidadores son sensibles a estas necesidades, sa-
brán que es importante transformar los espacios educativos, incluyendo las zonas
al aire libre y el hogar, en lugares que les permitan a los pequeños vivir el placer de
explorar, investigar, inventar, imaginar, crear y jugar con autonomía y espontanei-
dad, siendo capaces de tomar decisiones en cada momento.
Tus funciones y las de otros adultos será acompañarlos en las iniciativas que toman,
observarlos y escucharlos, interesarse en lo que hacen y dicen, ver las situaciones
desde su punto de vista y establecer un diálogo que apoye su aprendizaje.
6
Párrafo tomado y adaptado para fines de este documento, del reporte “Visita a la cot Hidalgo”, por
Miguel Morales Elox, 6 y 7 de abril de 2022.
74
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Cabe señalar que los estudiantes de primaria alta y secundaria también pueden
aprovechar y trabajar de manera autónoma en los rincones o áreas de interés. Para
ellos habrá materiales más complejos que respondan a sus intereses y habilidades.
Muchos se pueden tomar de los temas que sugieren las uaa.
A ojos de los adultos, el juego de los niños puede ser “ruidoso o tranquilo, desor-
ganizado u ordenado, tonto o serio y pueda que requiera esfuerzo o que sea sen-
cillo. Sin importar la forma que tome, el juego es una ocasión en la que se aprende
mucho” (Epstein, 2016, p. 32), porque refleja su libertad de tomar decisiones y des-
cubrir cosas nuevas.
Tipos de juego:
• Construcción
• Representación
• Exploración
• De reglas
Enseguida describiremos estos cuatro tipos de juego (cómo se desarrollan, qué
aprenden los niños y qué objetos y materiales lo favorecen), con el propósito
de que tú y otros adultos tengan elementos para decidir cómo instalar los rin-
cones o áreas en relación con los tipos de juego que decidan para cada una. Es
indispensable que consideren, como ya hemos hecho énfasis, los intereses de los
75
niños, el entorno físico y natural de la comunidad, así como sus prácticas culturales,
tradiciones y costumbres.
Instalar los rincones o áreas de acuerdo con diferentes tipos de juego, permite que las
niñas y los niños tengan tantas oportunidades de elección, de interacción y de control
sobre su ambiente como sea posible. Los rincones agrupan diferentes materiales de
tal forma que, al jugar de forma individual, en parejas o en pequeños grupos, puedan
utilizarse para crear, construir, experimentar y resolver problemas creativamente.
Juegos de construcción
A medida que tienen diversas experiencias con los materiales que fomentan este
tipo de juego, combinarán piezas en construcciones de gradual complejidad; por
ejemplo, construyen puentes para que, por debajo, pase un río; túneles por don-
de pasen los carritos, casas que formen calles, establos donde vivan los animalitos,
etcétera.
76
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Los materiales y objetos que fomentan este tipo de juego incluyen toda clase de
cosas para construir, armar y desarmar, llenar y vaciar, como cubos o bloques pre-
fabricados o hechos por ti o por madres, padres, cuidadores y otros miembros de
la comunidad, con cartón o madera de tantos tamaños y colores como sea posi-
ble. También pueden reunirse cajas pequeñas y vacías que puedan apilarse, como
las de cerillos o medicinas. Los envases de Tetra Pak (de leche o jugos) también
pueden utilizarse para crear bloques.
Es indispensable que tú y otros adultos observen con interés qué es lo que los pe-
queños crean con los materiales; les dará ideas para enriquecer el juego de cons-
trucción. Por ejemplo, si algunos utilizan cubos para simular robots, pueden incluir
cajas, papel aluminio, alambre y partes viejas de algún aparato electrónico (hay que
cuidar que no sean muy pequeñas) para apoyar el interés de construir robots.
Juegos de representación
77
En estos juegos representan y dramatizan lo que perciben del mundo. Al jugar
como si fueran la mamá, el papá, el artista, el campesino, el de la tienda, etcétera,
los pequeños imitan las actitudes, los quehaceres, las relaciones emocionales y los
acontecimientos que viven cotidianamente en sus hogares y comunidad o lo que
ven y escuchan, a través de libros, televisión, internet, radio u otros medios de co-
municación. Pueden usar muñecos u otros objetos como símbolo de los personajes
que participan en su juego.
Se pueden montar diferentes escenarios para que imiten el mundo de los adultos,
por ejemplo, el mercado, la clínica médica u otro del cual hablen y en el que estén
interesados. Incluso con estas intenciones, el espacio puede convertirse espontá-
neamente en lo que las niñas y los niños desean jugar: un castillo, un restaurante,
una tienda, un escondite o en cualquier cosa que imaginen.
Los materiales y objetos que alientan el juego de representación deben reflejar las
situaciones reales que viven cotidianamente, sin descartar la posibilidad de que
puedan transformar el espacio en un lugar de fantasía.
Los niños pueden usar diferentes objetos y materiales en sus juegos de representa-
ción: muñecas, muñecos de peluche, muebles elaborados por miembros de la co-
munidad con su propia participación (por ejemplo, si están interesados en jugar a
la casita, pueden elaborar mesas, cajoneras, cunas y camas). También incluir utensi-
lios y trastes de cocina como ollas, cucharones, cubiertos, platos y vasos de plástico.
Reúne, junto con los padres, madres, abuelos y tíos, materiales reciclados como cajas
de cartón, envases, latas, bolsas y frascos, así como mantas, ropa vieja y accesorios
para que puedan disfrazarse. Elaboren billetes y monedas de papel o cartón, si jue-
gan a situaciones de compra y venta. Las posibilidades de incluir diversos materiales
y objetos son diversas, todo dependerá de los escenarios en los que están interesados.
78
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Juegos de exploración
En los juegos de exploración, las niñas y los niños pequeños desarrollan la observa-
ción, la manipulación, la imaginación, la creatividad, la experimentación y la solución
de problemas. Asimismo despiertan su curiosidad y promueven el uso de todos sus
sentidos (ver, tocar, oler, oír, probar) para aprender más sobre su entorno natural y fí-
sico. Al explorar, conocen el mundo de las plantas y los animales; descubren las carac-
terísticas y las transformaciones físicas y químicas de las cosas, así como las causas
y efectos de diversos tipos de fenómenos.
A través de ella prueban sus ideas, anticipan lo que podría pasar, comparten sus
preguntas con los demás y expresan su pensar sobre lo que ven y realizan.
En general, los materiales que rodean a las niñas y niños pequeños son motivo
para ser explorados en este tipo de juego, tales como piedras, ramas, hojas frescas
y secas, flores, conchas, semillas, pedazos de madera, frutas, verduras, plantas en
macetas, insectos o animalitos vivos dentro de un frasco de vidrio con tapa que
tenga pequeños agujeros para que pueda respirar mientras los observan (es impor-
tante que los cuiden y devuelvan a su hábitat natural).
Por otra parte, junto con los adultos de la comunidad, puedes reunir contenedores
que sirvan para jugar con agua y arena; recipientes de diferentes tamaños y formas,
utensilios (palas, cucharas, coladeras, embudos), materiales reciclados, corchos,
esponjas, bolsas de plástico y linternas. Se pueden disponer sustancias para que
exploren diferentes mezclas, como aceite, azúcar, café, colorantes vegetales, agua,
detergente líquido, harina, pinturas acrílicas, acuarelas, entre otras.
79
Si las madres, padres, abuelos, tíos y tú pueden conseguir lupas, las colocarán para
alentar el juego de exploración. También pueden investigar en internet cómo hacer
una lupa casera con agua y una botella de plástico.
Los ríos, los jardines, el campo, el bosque o la playa son excelentes escenarios para
que las niñas y niños pequeños observen, exploren, experimenten, reflexionen y re-
descubran su medio natural y físico. Junto con los adultos de la comunidad puedes
organizar una visita a estos lugares para seguir aprendiendo.
Juegos de reglas
Tienen una estructura predeterminada y están regidos por reglas fijas o que se
crean, acuerdan y establecen para lograr una meta u objetivo. Todos los que parti-
cipan en él deben aprenderlas y aplicarlas, ya que, de no cumplirse, el juego pierde
su sentido.
Entre estos podemos encontrar los de motricidad gruesa (donde movemos los
músculos grandes), los de mesa y los populares. Generalmente se realizan en colec-
tivo, pero también pueden jugarse en pequeños grupos o parejas.
Toma en cuenta que, al principio, principalmente a las niñas y niños más peque-
ños les costará trabajo jugar en grupo porque están muy centrados en sí mismos. Los
juegos de reglas los ayudan a salir de su individualidad con el deseo de pertenecer y
compartir la experiencia del grupo.
Ellos mismos pueden dirigir los juegos mientras comprendan cuáles son las re-
glas y qué se espera lograr con ellos. Con los pequeños, al principio, quizá los adul-
tos deban modelarlos para que observen cómo se llevan a cabo, qué materiales se
usan (si se requieren), cómo se organizan, cuáles son las consignas, cuántos pue-
den participar y cuándo finaliza.
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La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Los espacios abiertos o al aire libre son excelentes escenarios que añaden riqueza a
las experiencias de aprendizaje cooperativas y organizadas como lo son estos juegos.
Al jugar juntos, las niñas y los niños ejercitan diferentes habilidades como la planea-
ción de estrategias o la determinación del mejor camino para alcanzar un objetivo,
considerando los movimientos o acciones de otros. Asimismo, descubren que las
reglas o normas son importantes para la convivencia, aprenden a esperar y a tomar
turnos con otros compañeros o adultos durante el desarrollo del juego, resuelven
conflictos de forma asertiva utilizando el diálogo y tomando en cuenta el punto de
vista de los involucrados, entre otros beneficios.
Juegos de mesa
• Memorama
• Lotería
• Dominó
• La oca
• Serpientes y escaleras
• Ajedrez
Estos juegos de mesa son clásicos; sin embargo, puedes incluir otros que tengan las
niñas y los niños en sus casas o que estén disponibles en el espacio educativo. Tam-
bién, en conjunto con las mamás, papás y cuidadores, puedes hacer variantes para
que refuercen o aprendan cosas específicas como los colores, las letras, números,
animales, plantas o cualquier otro tema que decidas.
Juegos motores
• Encantados
• Escondidas o escondite
• Brincar la cuerda
• Ponle la cola al burro
• Arranca cebollitas
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• Carrera de carretillas
• Policías y ladrones
• Conejos y conejeras
• La gallinita ciega
• Avioncito
• La víbora de la mar
• La rueda de San Miguel
Estos se enfocan principalmente en trabajar la habilidad motora. Hay muchos más
que seguramente tú y los habitantes de la comunidad conocen. Vale la pena to-
marlos en cuenta e incluirlos en el repertorio.
Un recurso que puede servirte para fomentar los juegos motores es el libro Apren-
der, hacer y convivir (Conafe, 2012a). En él se propone jugar con los movimientos na-
turales del cuerpo y llevar a cabo otros juegos tradicionales que involucran, además
de la interacción y el movimiento físico, sus capacidades intelectuales y afectivas.
Es un material pensado para el nivel primaria, aunque también se pueden realizar
las adecuaciones necesarias para trabajarlo con los chicos de secundaria.
Juegos populares
Si los juegos populares han sido abandonados en los últimos tiempos, conversa con
los adultos de la comunidad sobre los que practicaban cuando eran niños, cómo se
jugaban y qué significado tienen. Es importante averiguar el patrimonio lúdico de
los antepasados de la región para dotarlo de vida nuevamente.
Adicionalmente, para trabajar con niñas y niños pequeños, otro recurso valioso en
el que tú, las mamás, los papás y cuidadores se pueden apoyar para fomentar el
juego estructurado, reglado y creativo, es el material Actividades de trabajo para
el preescolar comunitario (Conafe, 2014b). Pregunta por él a tu académico de acom-
pañamiento para averiguar si existe en la Coordinación Territorial de tu entidad, en
las oficinas regionales del estado, o bien, si tienen una versión digital para que lo
compartan contigo.
82
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Otro material editado por el Conafe que te sugerimos para que tus estudiantes apren-
dan jugando con diversos recursos relacionados con su salud y su desarrollo personal
y social, es el que lleva por título Cuadernillo de juegos. Diviértete, juega y aprende
(Conafe, 2020).
Cuando los apoyas a reconocer y expresar sus estados de ánimo, es importante in-
vitarlos a que usen sus palabras para hacerles saber a los otros qué sienten y cómo
podrían estar mejor en caso de sentirse tristes, enojados, abrumados, frustrados,
entre otras emociones negativas. ¿Y qué tal, si además de esto, el espacio educativo
les ofrece un espacio al que puedan acudir para liberar sus tensiones emocionales
cuando lo necesiten y recuperar, a su tiempo, nuevamente la tranquilidad?
La idea es que este lugar o espacio específico (puede ser simplemente un tapete,
petate o almohada) los ayude a darse un momento para estar consigo mismos,
aprendan a resolver sus tensiones de manera asertiva y regresen con más tranqui-
lidad a las actividades.
Al principio será fundamental que los conduzcas a este espacio de paz y perma-
nezcas con ellos por un tiempo para que se sientan apoyados, contenidos. A veces,
incluso, es necesario abrazarlos un momento. A través del diálogo, invítalos a de-
cidir qué hacer para recuperar la calma y cuál de los materiales quieren utilizar. Si
les cuesta trabajo elegir por sí mismos, puedes sugerirles algunas acciones como
sentarse y escuchar un poco de música tranquila mientras dibujan, o acostarse. Es
más, puedes apoyarlos a que se calmen mostrándoles algunas técnicas de relaja-
ción como la respiración. Puedes darles las indicaciones para que aprendan cómo
83
hacerlo: “acuéstate y coloca el peluche sobre tu pancita. Cierra los ojos y siente
cómo tu peluche sube cuando tomas aire por la nariz. Suelta el aire despacio por la
boca y siente cómo se desinfla tu pancita y tu peluche baja entre tus brazos. Repite
el ejercicio hasta que te sientas mejor”.
Además de lo anterior, considera que los materiales que caracterizan a este es-
pacio para recuperar la calma pueden ser tapetes o petates, almohadas, cobijas,
muñecos de peluche o muñecas para abrazar o crear conversaciones y externar
sentimientos. También tienen lugar aquí dibujos para colorear, cuentos para leer o
instrumentos que produzcan sonidos relajantes, como palos de lluvia.
Cada botella tendrá un color diferente de acuerdo con la emoción que quieras que
represente. Al agitarla, el movimiento de la glicerina con el colorante y la diamanti-
na atraerá su atención y cuando observen por unos minutos cómo se mueve des-
pacio en el agua, se irán relajando. Si además les recuerdas que inhalen y exhalen
sintiendo su respiración, recuperarán la tranquilidad poco a poco. Con esta práctica
sencilla aprenderán a desarrollar su capacidad de autorregulación.
Te sugerimos que vayas instalando poco a poco los rincones o áreas; por ejemplo,
puedes comenzar montando dos y después agregar otros dos. Asimismo, es im-
portante que a lo largo del ciclo escolar los cambies para ofrecer a las niñas y niños
diversas experiencias de aprendizaje en función de sus motivaciones, intereses y ne-
cesidades. Observa, escucha y dialoga con ellos para que identifiques qué les llama
la atención.
84
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Valora si hay oportunidad de colocar algún rincón o área al aire libre para aprove-
char los espacios exteriores rodeados de naturaleza y, así, contar con una extensión
del ambiente interior que también estimule e invite a aprender.
Solicita su participación para elaborar los letreros con el nombre de cada rincón o
área. Poco a poco podrán identificar los nombres de estas y los materiales, lo cual
les va a facilitar aprender a leer y a escribir.
85
al máximo y cuál es su intención al elegir el rincón el que estarán, los materiales que
utilizarán, lo que harán con ellos y con quién compartirán su juego.
1. Tengo un plan
2. Jugando aprendo
3. Comparto lo que hice y aprendí
Cabe señalar que los de primaria alta y secundaria también pueden aprovechar el
trabajar de manera autónoma en los rincones o áreas de interés. Para ellos habrá
que disponer materiales que respondan a sus intereses y habilidades: materiales
más complejos, muchos de los cuales se pueden tomar de los temas que sugieren
las uaa.
Tengo un plan
Puedes comenzar a trabajar con las niñas y niños en las áreas de interés haciendo un
recorrido por ellas los primeros días con el fin de que puedan observar los materiales
exhibidos en cada una, para que posteriormente elijan los que más les llamaron la
atención de forma individual. Si varios quieren jugar con el mismo material, tendrán
que ponerse de acuerdo. Ya sea que establezcan turnos al azar, fijando un tiempo de
uso, o bien, que decidan compartirlos.
Recuerda que el lenguaje, a través del diálogo, es la herramienta principal que vas a
utilizar para apoyar a cada quien a que reflexione sobre sus ideas y desarrolle, cada
vez con mayor complejidad, su comprensión sobre los objetos, las personas y el en-
torno con el que interactúa.
86
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Las siguientes preguntas que te sugerimos abren el diálogo y hacen que cada pe-
queño pueda reflexionar. Sin embargo, tienes libertad de ajustar tus preguntas y la
forma de plantear tus ideas de acuerdo con las condiciones y necesidades particu-
lares de cada estudiante.
Pueden elegir jugar de manera individual o formar pequeños grupos que tengan
el mismo interés.
En ningún momento los adultos involucrados deben imponer lo que quieren que
realicen los pequeños, más bien los ayudarán a conectar sus intereses con acciones
que tienen un propósito y a buscar soluciones. Les recomendamos apoyarlos en el
registro de sus planes para contrastarlos, cuando llegue el momento del cierre, con
los logros que obtuvieron, cómo resolvieron las situaciones inesperadas y los moti-
vos de cambiar de plan en su caso.
Jugando aprendo
Observen tú y los adultos cómo las niñas y los niños se mueven, cómo descubren
cosas a través de las experiencias directas con los materiales, las situaciones e ideas.
Vean atentamente cómo resuelven los problemas y se relacionan con los demás. Es-
cuchen con interés y curiosidad sus conversaciones, sus preguntas, sus inquietudes
y necesidades.
87
Es un momento de mucha actividad para ellos, puesto que llevan a cabo sus
ideas e intenciones conforme a lo planeado. Igual lo es para los adultos, ya que ade-
más de pasar por los diferentes rincones para observar y tomar nota de las situacio-
nes o anécdotas más significativas de los pequeños en acción, pueden participar
de las siguientes maneras:
• Interactúen con las niñas y los niños para provocar acciones además de respues-
tas verbales. Por ejemplo, un niño juega a la casita; escuchas que va a servir la
sopa, entonces puedes comentarle: “¡Qué rico huele la sopa!, ¿vas a servir? Coloca
los platos necesarios para que todos tengan uno”.
• Dialoguen con los pequeños, compartiendo la toma de turnos en la conversación.
• Ofrezcan nuevas ideas para alentar a los pequeños a que encuentren solucio-
nes, descubrimientos o respuestas. Eviten dar instrucciones o imponer sus de-
seos. Apóyenlos para perseverar en los planes u objetivos que tienen hasta que
los alcancen por sí mismos.
• Es importante que cuando las niñas y los niños se hablan a sí mismos negativa-
mente, con comentarios como “no puedo” o “soy un tonto”; tú, madres, padres
y cuidadores hagan que se sientan confiados y motivados para dar pequeños
pasos que los lleven a hacer las cosas. También pueden modelar cómo hablarse a
sí mismos en positivo con frases como “voy hacer lo mejor que puedo” o “sé que
fue difícil, pero lo intentaré nuevamente”.
Es importante que, poco antes de terminar el tiempo de trabajo libre en los rinco-
nes, les avisen cuánto les queda. Esto con la intención de no tomarlos despreve-
nidos. Con ello lograrás que, a un mismo tiempo, entre todos limpien el espacio
88
La relación tutora y
la construcción de ambientes
para el desarrollo y el aprendizaje
Tú y los adultos reúnan a las niñas y niños para que compartan con el grupo qué hi-
cieron en el rincón o área donde eligieron estar de acuerdo con el plan que se traza-
ron en el momento de inicio. Con su apoyo, harán el ejercicio de recordar y expresar
la secuencia de pasos que siguieron para lograr lo que se propusieron. Propicien que
se hagan conscientes de las decisiones que tomaron para solucionar problemas
inesperados y adaptarse a las situaciones que se presentaron. Al relatar lo que hi-
cieron, fortalecen su expresión oral y su capacidad de recordar, manipular y orga-
nizar la información. Comenten lo que sucedió y los cambios que hicieron, si fue
el caso. Si es posible en este momento, lean lo que registraron con respecto a sus
planes y muestren sus dibujos. Poco a poco adquirirán la conciencia de que es ne-
cesario anticipar un objetivo para saber a dónde llegar y, en consecuencia, llevar a
cabo las actividades o acciones necesarias para lograrlo. Es decir, lograr congruen-
cia entre su plan y lo que hacen es un proceso que lleva tiempo. En la medida de
que realicen este ejercicio con más frecuencia, descubrirán que son capaces de lle-
var a cabo planes que pensaron previamente y que pueden hacer recuentos de lo
que hicieron.
Recuerda, además, que son tan importantes los procesos de los pequeños y la re-
flexión que hacen acerca de sus experiencias de aprendizaje, como los resultados o
productos que obtienen de ellas.
89
Para ser congruentes con lo que pretendemos lograr en el Conafe, que es una
educación comunitaria para el bienestar, requerimos ser empáticos ante sus nece-
sidades reales. Desde esta perspectiva, lo que interesa es construir un tiempo peda-
gógico entre todos. Del mismo modo que vas a promover construir colectivamente
el ambiente para el desarrollo y el aprendizaje, te invitamos a ponerte de acuerdo
con la apec, otros miembros de la familia y tu grupo de nna para organizar la sema-
na y los días de trabajo.
Más que pensar en una jornada escolar de determinado número de horas, piensa
todas las actividades que vas a realizar para organizar el tiempo y decidir, con la
participación de estudiantes y miembros de la familia, qué van a hacer por la ma-
ñana y qué por la tarde. También es preciso que decidas a cuántos podrás ofrecer
acompañamiento personalizado o tutoría y qué otras actividades grupales harás
para favorecer la integración del grupo.
¿Cómo se ve en el día a día el uso del tiempo para que sea un tiempo pedagógico?
La mayoría de las experiencias escolares que se viven en nuestro país están orien-
tadas a la enseñanza y cumplimiento de los programas. Alternativamente, en el
Conafe la brújula que orienta nuestro quehacer es el aprendizaje. Por tanto, nece-
sitamos dialogar con las nna y conocer sus intereses. La motivación intrínseca es
esencial para aprender. Necesitamos generar un ambiente de trabajo que haga
que el “tiempo ni se sienta”, porque el tiempo que permanecen en el espacio edu-
cativo los hace sentirse activos, involucrados, participativos y comprometidos con
su proceso de aprendizaje. En este sentido, buscamos favorecer que se integren al
espacio educativo, aprendan otras formas de organización con sus compañeros,
exploren nuevas maneras de usar el lenguaje y construyan relaciones personales
basadas en el cariño y respeto.
Así, las actividades que te sugerimos además de la tutoría, favorecen que las nna
aprendan unos de otros. Relacionarse y convivir en comunidad los hace crecer perso-
nalmente. También necesitan invertir tiempo en el cuidado de su propia salud, la de
los demás y del ambiente en el que trabajan a diario para vivir con bienestar.
Todo el grupo, sin excepción, debe participar en las prácticas educativas que imple-
mentarás cada día, las cuales en términos generales son las siguientes:
• Bienvenida.
• Desayuno / refrigerio / almuerzo y hábitos de higiene.
• Registro de asistencia.
• Tiempo de trabajo, donde se realizan varias actividades de manera simultánea:
tutoría, grupos pequeños, trabajo autónomo.
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La relación tutora y
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para el desarrollo y el aprendizaje
Bienvenida
Al llegar al espacio educativo es importante manifestar el gusto de volver a ver a
cada integrante del grupo. Dar tiempo para saludarse propicia un ambiente de
confianza en el que poco a poco cada cual se irá sintiendo parte de la comunidad
de aprendizaje para que, día con día, se vaya consolidando.
Las niñas, niños y adolescentes llegan con interés de platicar sobre lo que les su-
cedió o llamó su atención mientras estuvieron en casa, en la comunidad, en el
campo, camino al espacio educativo, etcétera. Sácale jugo a ese deseo. Aprovecha
este momento para conocer más sobre sus vidas. Siempre muestra interés sobre
su plática, la cual te dará información valiosa para proponerles nuevas experien-
cias de aprendizaje en un futuro.
Después de esta conversación inicial, repasen juntos cuál es el plan de trabajo para
el día. Pregunta por sus expectativas y deseos, manifiesta tu interés por realizar algo
entre todos. Si es el caso, pregunta cómo van en el avance de su trabajo autónomo
y, entre todos, acuerden cómo se van a organizar para participar en las actividades
a lo largo del día.
Las historias de los libros contadas a través de las palabras invitan al grupo a hacer
un viaje por otros mundos, a soltar sus habilidades para imaginar y fantasear. Con
los más pequeños usa gestos, cambios de voz o emplea títeres para hacer más vivo
el regalo de lectura.
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Al finalizar, dialoguen sobre lo que opinan, piensan y sienten. Invita a que relacio-
nen la historia con sus experiencias en la familia, en la comunidad y en el espacio
educativo. Podrás aprovechar en estos momentos algunas estrategias de anima-
ción a la lectura que poco a poco se te darán a conocer.
Deja, paulatinamente, la práctica del regalo de lectura en manos de las nna; propi-
ciarás su capacidad para decidir qué leer y que sean ellos mismos quienes compar-
tan con los demás la lectura en voz alta. A pesar de que los más pequeños aún no
leen de forma convencional, observan las imágenes de los libros para describirlas e
interpretarlas. Con tu apoyo, harán el intento por conocer qué dicen los textos que
les interesan y cómo se leen.
Registro de asistencia
Cada quién hará un autorregistro de su asistencia día con día. Para ello, todo el grupo
podrá diseñar un cartel y decidir qué marca o dibujo señalará su puntualidad, retardo
o inasistencia. Poco a poco adquirirán el hábito de registrar su asistencia en el cartel,
que se recomienda que esté al alcance de todos.
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para el desarrollo y el aprendizaje
Además del seguimiento de las inasistencias o retardos, utiliza este registro para
generar estrategias de apoyo a las habilidades para leer y escribir utilizando el nom-
bre propio. Promueve que reflexionen sobre su nombre a partir de preguntas como:
¿Con qué letra empieza tu nombre?, ¿cuántas letras reconoces en tu nombre?,
¿cómo suenan algunas de las letras juntas?, ¿las letras que tiene tu nombre apare-
cen en el de otros compañeros?
Las niñas, niños y adolescentes que están en proceso de aprender a leer y escribir
se están apropiando del sistema de representación de la lengua escrita, no solo del
alfabeto, sino de cómo se escribe: de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo y
el uso de diferentes letras (mayúsculas y minúsculas, etcétera). En el caso del sis-
tema alfabético del español, se van a interesar por comprender la asociación entre
el sonido y la letra o grafía que lo representa. Así, paulatinamente, haciéndose pre-
guntas, estableciendo sus propias hipótesis de cómo se escribe o cómo suena, las
nna aprenden a escribir. Para profundizar en algunas estrategias de apoyo de este
proceso, te recomendamos revisar el libro Adquisición y fortalecimiento de la escri-
tura y la lectura en la educación básica comunitaria.
Tiempo de trabajo
Un día en la escuela comunitaria tiene una “curva”. Es decir, empieza el día, va au-
mentando la energía, concentración y trabajo, y poco a poco esta disminuye has-
ta terminar.
Para hacer más eficiente el uso del tiempo y que no dependa todo de tu dirección o
instrucciones verbales, es necesario que el grupo vaya tomando también el control
y la participación en las actividades, que cada uno gane confianza en sí mismo y
la autonomía necesaria. Para lograr esto, te recomendamos distribuir las activida-
des entre el grupo, de manera que al mismo tiempo pueda suceder que alguien
ofrezca tutoría a otro, que a su vez tú tutores a alguien y que el resto del grupo
también esté involucrado en su trabajo; ya sea porque están avanzando en la elabo-
ración de sus productos para una demostración pública o porque están investigan-
do más del tema. Todo esto sin descartar que entre algunos se pongan de acuerdo
para realizar una actividad como observar un video, realizar un experimento o algu-
na actividad artística.
También es recomendable que algunas veces lleven a cabo una actividad entre
todos; quizá decidas no hacerlo todos los días sino una o dos veces por sema-
na. Este tipo de actividades fomenta el sentido de pertenencia a la comunidad
de aprendizaje que estás integrando. Cabe destacar que de un ciclo escolar a otro
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los miembros de cada grupo cambian. Especialmente tratándose de nna que están
madurando y creciendo físicamente; eso hace que sus intereses y capacidad de
comprensión se modifiquen con el tiempo.
Tú, como coordinador del grupo, sabrás qué conviene más: si hacer todos los días
una actividad grupal o solamente algunas veces por semana; si hacerla tempra-
no, en la mañana o por la tarde. Siéntete con la libertad de decidir. Tú mejor que
ninguno sabe qué conviene más y, sobre todo, cada día tienes la oportunidad
de consultar con el grupo y entre todos decidir qué es lo mejor. Poco a poco, las
nna se animarán a participar y opinar más.
Al final del día, y para organizar el aseo del espacio educativo, te sugerimos formar
equipos o comisiones para distribuir las actividades que se harán: barrer, trapear,
guardar y ordenar los objetos en su lugar, limpiar las mesas y las sillas, recoger la
basura del patio, jardín, área de juegos u otros espacios comunes.
Es importante que les hagas saber que el resultado no debe ser impecable o de lim-
pieza extrema; lo importante es el esfuerzo y la dedicación que han puesto al hacerlo,
sintiéndose cómodos y satisfechos de cuidar el espacio que es de todos.
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para el desarrollo y el aprendizaje
Es ideal hacer este ejercicio poco antes de terminar el día. Así, pueden tomar deci-
siones que les sean útiles para tener en cuenta al siguiente. Es importante hacerlo
de forma ágil y breve. Considera que también ya sienten ganas de regresar a casa.
Algunos tienen todavía que caminar o trasladarse a un lugar lejano.
Guíalos para identificar las acciones que pueden poner en práctica para mejorar
la convivencia y el bienestar de todos en el ambiente de aprendizaje; por ejemplo:
escuchar las necesidades del otro sin interrumpirlo, explicar las ventajas de las de-
cisiones que tomamos colectivamente porque con ello elegimos de entre varias
opciones, la mejor; pedir las cosas con amabilidad, mostrar disposición, entre otras.
Este momento de reflexión también busca que cada quién comparta lo que fue
más significativo para él o ella de todo lo realizado en el día. Puede ser, por ejemplo,
conocer algo nuevo sobre un tema que fue de su interés, identificar que practicó
la tolerancia al participar en un juego colectivo, hablar sobre lo que siente por su
familia en un poema que escribió, lograr dar tres piruetas seguidas cuando antes
solo podía hacer una, entre muchas cosas más. Todas las experiencias son igual de
valiosas.
Despedida
Según sea el tamaño de tu grupo, la cantidad de nna o las diferencias de edad, sa-
brás qué tipo de convivencia deberás de realizar, además de ese momento grupal
de diálogo y reflexión. Nos referimos a alguna otra actividad que “marque” el mo-
mento de despedirse.
Esta despedida indica el final del día de trabajo, sobre todo para los más peque-
ños. Una forma de concluir las labores educativas antes de irse a casa, es reunirse
nuevamente en grupo para cantar, contar un cuento o compartir una lectura breve;
realizar un juego colectivo, entre otras posibilidades. Solicita su opinión para llevar
a cabo juntos la actividad del cierre del día.
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A continuación, te compartimos un ejemplo de organización del tiempo pedagógico:
Para la bienvenida y como regalo de lectura, les propondré a las niñas y niños
leer El Jaguar, publicado por el Conafe, porque la semana pasada se interesaron
mucho por este animal al ver un video sobre la selva.
Registro de asistencia. Las niñas y niños elaborarán el cartel del nuevo mes que
mañana iniciamos. Los más grandes del grupo apoyarán a los más pequeños a
escribir los días de la semana y los números.
Tiempo de trabajo
gunas de las niñas y niños harán investigación.
simultáneo
b) Preparación de demostraciones públicas por parte de las
niñas y niños que ya concluyeron el estudio de sus temas.
Receso
Las niñas y los niños que estén listos harán sus demostraciones públicas; el res-
to del grupo los escuchará y podrán participar si lo desean.
Tiempo de juego colectivo al aire libre. Las niñas y niños decidirán a qué jugar.
Como despedida, invitaré a las niñas y niños a compartir sus reflexiones sobre el
trabajo del día, en especial, su actitud y participación como observadores de las
demostraciones públicas.
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Así es como hemos llegado al final de este viaje. Gracias por tu compañía y el inte-
rés mostrado en estas páginas. Las líneas compartidas son, apenas, una pequeña
parte de la enorme diversidad de experiencias educativas y comunitarias que, de
forma cotidiana, se practican en las comunidades donde el Conafe está presente
con el Modelo ECB.
Esperamos que este libro te aliente a proponer prácticas educativas basadas en los
intereses de las niñas, niños y adolescentes, de acuerdo con su contexto. Atrévete
a ser creativo, a innovar y, sobre todo, a contagiar la alegría de aprender y vivir. Los
testimonios recogidos son una muestra del esfuerzo de algunos educadores co-
munitarios que han andado los mismos caminos y abierto otros, tal como lo haces
ahora tú. Lo cierto es que todo aquel que pasa por el Conafe, no vuelve a ser el
mismo. Su espíritu se transforma y vuela como yo, como un colibrí que se detiene a
compartir y aprender permanente e incansablemente.
Ahora te corresponde, en tu servicio educativo, llevar más lejos lo que aquí te conta-
mos. Yo estaré siempre cerca de ti, desde un libro, en un material, aleteando entre
sus páginas. Lo que aportes al Conafe podrá estar, algún día, en este material para
compartir esas valiosas experiencias; pero, ante todo, dejará una huella indeleble en
la vida de niñas, niños y adolescentes, quienes cada día buscarán, por sí mismos, ser
mejores personas.
Atte.: Colibrí
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