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massimo cacciari
KRISIS
ensayo sobre la crisis
del pensamiento negativo
de nietzsche a wittgenstein
m
siglo
veintiuno
editores
traducción de
R O M E O M E D IN A
revisión de
JO S É ARICÓ
ganz1912 KRISIS
Ensayo sobre la crisis del pensamiento
negativo de Nietzsche a Wittgenstein
por
M ASSIM O CACCIARI
siglo
veintiuno
editores
MEXICO
ESPAÑA
ARGENTINA
COIOMBIA
>*C!
siglo veintiuno editores, sa
CSKJtO DEL AGUA 340, MEXICO 30. D.F.
g a n z 1 9 1 2
p r im e r a e d ic ió n e n e s p a ñ o l, 1982
© s ig lo x x i e d ito r e s , s. a.
IS B N 9 6 8 -2 3 -1 1 6 4 --0
p r im e r a e d ic ió n e n ita lia n o , 1 9 7 6
t í t u l o o r ig in a l: k ris is . s a g g io s u lla c risi d e l
p e n s ie r o n e g a t iv o d a n ie tz s c h e a w ittg e n s te in
© f e ltr in e ll i c d ito r e , m i l á n
d e r e c h o s re s e r v a d o s c o n f o r m e a l a le y
im p r e s o y h e c h o e n m é x i c o / p r i n t e d a n d m a d e i n m e x ic o
INDICE ganzl912
p r e f a c io 7
[ 5]
PREFACIO
2. NEOCLÁSICOS Y M ACHISM O
*« 3 C j
U concepto de realidad de la íisica clásica”. Asimismo,
t o l - i . i ’w '
cia empírica. Elias son sólo forman. Pero la premisa niega inclffl
sive que pueda darse una relación inmediata de reflexión entf|
sujeto y objeto. Toda la doctrina de lo trascendental nace de I|
conciencia crítica de que esta relación es impensable, que unf
feliz conciliación inmediata es utopía e ilusión. En este caso, e¡
problema efectivo, más allá del pesimismo schopenhauerianoj
puede ser solamente el relativo al tipo de realidad del formalif
rao de la razón —al tipo de efectualidad que éste guarda— si
su poder es concebible de otra manera que como sólo nulifican?
te. El apriori no es determinante-efectual; no se da un esquema
trascendental: ahora bien, ¿qué tipo de relación subsiste, enton
ces, entre forma lógica, representación y realidad? ¿Cómo pued|
existir aquella forma? ¿Es posible responder al Entsagung pesi
mista sin volver a un concepto ingenuo de lo real como todp
significado, o sea, reconociendo que la experiencia tiene forma?
propias de organización, que no puede haber observación inme
diata y que, en resumen, esta tragedia era precisamente afín
mada por Kant detrás del “velamen oscuro” del concepto de
noúmeno? En este terreno, la elaboración más madura del pen-
samiento de Nietzsche atraviesa la problemática de los funda
mentos epistemológicos de la ciencia en que se empeñaban, en
la misma época, Avenarius y M ach por un lado, y la nueva lóf
gica matemática por el otro.3
“Que no haya una verdad; que no haya una constitución ab
soluta de las cosas, una cosa en sí: esto mismo es un nihilismo,
más aún, es el nihilismo extremo.” 4 Por consiguiente, una cons
trucción científica, un aparato epistemológico no puede tener
fundamentos esenciales, no puede corresponder a una sustancia.
“Detrás” de los fenómenos no hay nada. Pero el concepto de
sustancia fundamenta toda categoría formal-trascendental, cada
8 Sobre la crisis de la postura aprioristica en el desarrollo de la físic
véase también A. Gianquinto, op. cit. Dicha crisis está, por supuesto, estre
chamente correlacionada con la crisis de la axiomática clásica, de la dimen
sión extra-lógica de la intuición que le proporcionaba el fundamento. Véase
sobre esto F. Barone, Lógica fórmale e trascendentale, Turín, 1957.
* F . Nietzsche, Frammenti Postumi, 1887-1888, en Opere, vol. m , t. n,
Milán, 1971, pp. 13-14. El concepto de nihilismo está siempre en Nietzsche
en la dirección de la crisis-refundación de la epistemología contemporánea:
interpreta dicho concepto como sintoma efectual de ese proceso. La ten
dencia nihilista no solamente no rehuye los problemas positivos de los fun
damentos científicos sino que constituye a éstos como agentes específicos,
tanto en las ciencias naturales como en la historia, en política como en eco
nomía política (F. Nietzsche, Frammenti Postumi, 1885-1887, en Opere, vol.
viii, t. i, Milán, 1975, pp. 117-118).
LÓGICA DEL " w iL L E ZUR M A C H I'” 63
ta. ¿Pero por qué este proceso, y qué valor sigue teniendo?, ¿cómo
medir su efectualidad?
El dominio de lo material no podría plantearse de otra mane
ra. La verdad es una forma de organización del material sensi
ble que permite su uso. Decidirnos que nuestro “determinar ac
tivo” alcanza “la verdad” cuando el devenir se ha definido en
una serie de relaciones que nos permite verlo, conocerlo y prever
su movimiento. La verdad es función de esta necesidad nuestra.
Definimos puntos de vista, parámetros, modelos que nos permi
ten la máxima extensión de este proceso de reducción del de
venir a una forma de “ser”. D e otra manera la vida sería im
pensable. El mundo no es lógico. Pero el proceso de “logiciza-
ción, racionalización, sistematización” 15 nos brinda el m undo de
nuestra necesidad, de nuestra vida. L a lógica no descubre la “lo-
gicidad” del mundo, sino que define los instrumentos y modos
de nuestro posesionarnos del mundo. Jamás en absoluto. Jamás
racionalización definitiva, como aquella que emana de una forma
apiiorí. Sino sistematízación-logicización relativo-funcional para es
tas necesidades, para esta vida. Para esta voluntad de poder. Aquí
el Wille zur M acht revela su fundamento mismo, su ser-opuesto
a toda “decadencia” . El W ille zur M acht nietzscheano no sola
mente no tiene nada de “irracionalismo vitalista”, no solamente
no procura “recuperar” en el plano puramente subjetivo la cri
sis de los fundamentos científicos, sino que se plantea como in
terpretación y resolución de esta crisis. N o es comprensible sino
sobre la base de esa crisis, con la que comparte radicalmente
problemas y perspectivas. Revela el valor del juicio lógico-cientí
fico. Hay en él desmitificación y fundamentación al mismo tiem
po. Desmátificación, en la medida en que no lo deduce de nin
guna necesidad-verdad objetiva. Fundamentación, porque estable
ce su necesidad también dentro de un contexto epistemológico
radicalmente transformado: como necesidad vital de com-prehen-
der, sistematizar, logicizar el mundo, para tener poder sobre él.
La sistematización “verdadera” es aquella que perm ite la máxi
ma extensión de este dominio, la extensión máxima, la más com
prensiva y más económica. Pero por amplia que ésta sea, n o
estará jamás “en síntesis” con el devenir, será siempre “falsa” si
se la considera dentro de una perspectiva in-finita. Pero de esto
no se deduce ningún nihilismo “decadente” sino lo contrario:
implica la fundamentación del carácter de la búsqueda científi
ca, su aspecto in-finito y concretamente conjetural, el elemento
»s Ibidem.
70 I (Jc.IC A Y F IL O S O F ÍA TSN E L " t RACTATUS”
2. w i t t g e n s t e in : p e n s a m i e n t o n e g a t iv o y “ ju eg o ”
dad de las formas lógicas. Cuando Poincaré afirma que “los axio¡!
mas lógicos no son ni juicios sintéticos apriori, ni hechos
experimentales, sino convenciones”,2'' además de demostrar ls¡
informulabilidad del apriorismo kantiano plantea, en positivo, é|
problema epistemológico de la coherencia interna en cuanto q u |
funcional a la construcción lógica de un mundo “des-metaficiza^
do”, hecho de pluralidad de relaciones, conexiones, lenguaje^
usos, pero no por esto menos vinculante y objetivo, menos •—diri|
Nietzsche— destino. J
N o existe sintaxis universal en relación a lo Sprachliches. No
existen Ideen-Modello de lo Sprachliches. La forma lógica es:
Signo. Pero este Signo ordena, estructura, plantea las reglas, hace
formulable, puede. Este Signo opera sobre dimensiones démose
trables —racionaliza. La formalización completa ocurre solamen
te cuando la pura Forma se “desencanta”. Esta reversión de lo;
“negativo” en el proceso de racionalización, en la positividad de
la convención, comienza con Nietzsche. Pero es una intuición
que posibilita toda la filosofía contemporánea del “juego mate
mático”. Se trata de la progresiva sustracción a los “signos” de
todo significado intuitivo y, paralelamente, de la distinción entré
demostración de su coherencia interna y descripción de sus “con
tenidos". El estudio lógico se dirige únicamente a “cierto siste
ma de objetos (que serán los símbolos utilizados) que somete-
mos a ciertas reglas”.272829Las propiedades que se atribuyen a estos
signos, en este contexto, no tienen nada de intuitivo —no remi
ten a ningún “significado”. La demostración que realizamos con
estos signos para establecer la coherencia de sus determinadas
conexiones y relaciones no es una descripción de “contenido”. La
teoría hilbertiana demuestra que también la matemática clásica
“implica un procedimiento concluso en sí que obra de conformi
dad con reglas fijas conocidas por todos los matemáticos y que
consiste, en sustancia, en la construcción gradual de ciertas com
binaciones de los símbolos primitivos que se consideran ‘justos’ o
‘demostrados’ ”. E n otras palabras, “debemos considerar la mate
mática clásica como un juego combinatorio jugado con los sím
bolos primitivos y debemos determinar de un modo combinatorio-
finitista a qué combinaciones de los símbolos primitivos conducen
los métodos de construcción, es decir, las ‘demostraciones’ ”.20 A
27 E . Poincaré, La Science et THypothése, París, 1902, p. 66.
28 J. H erbrand, Recherc/ies sur la théorie de la démonstraüon, en Travaux
de la Société de Sciences e t de Lettres de Varsovie, n i, voL 33, 1930.
29 J. Y o n N eum ann, La fondazione jormdistica della matemática (1 9 3 0 ),
WlTTGEl'íSTEIN: PENSAMIENTO NEGATIVO Y “ jU E G o ” 79
s* lbid., p. 63.
53 lbid-, p. 65. Inmediatamente antes había dicho: “si las palabras ‘len
guaje', ‘experiencia', ‘mundo’, tienen un empleo, éste debe ser a ras de tierra,
-como el de las palabras ‘mesa’, ‘lámpara’, ‘puerta’ ” . Cf. la nota 37, sobre
Rilke, de este trabajo.
3® lbid., p. 70.
90 Jr.,6CTCA V FII.OSOI ÍA 1¿N U . “ t i u c t u u s "
61 Ibid., p. 67.
82 lbid., p. 69: la filosofía “deja todo como está. Deja también la mate
mática como está, y ningún descubrimiento matemático puede hacerla pro
gresar. Un ‘problema-clave de lógica matemática’ es para nosotros un proble
ma de matemática, como cualquier otro”. Cf. las notas 34, 43 y 46 de
este capítulo.
W ITTG EN STEIN : P E N S A M IE N T O NEGATIVO Y " J U E G O ” 93
hecho de que el mundo es. Por esa razón, la conclusión del Trac-
tatos no constituye verdaderamente la única conclusión lógica.
Hemos finalmente.encontrado un límite: ante esta totalidad de
las hechos que es el mundo —el sentido de una proposición con
siste en su descripción de un hecho— la confrontación con la
realidad decide sobre la verdad de la proposición. “El sentido
de una proposición es su acuerdo o desacuerdo con las posibi
lidades de existencia y no existencia de los estados 1de cosas"
(4.2) ;T* “si la proposición elemental es verdadera, subsiste el es
tado de cosas; si la proposición elemental es falsa, el estado de
cosas no subsiste” (4.25). Esto explica por qué “una figura ver
dadera apriori no existe” (2.225); la verdad es una figura del
mundo: “la figura concuerda con la realidad o no, es correcta, o
incorrecta, verdadera o falsa” (2.21). La sintaxis lógica no ha
bla del significado: es útil en la medida en que establece reglas
definitorias-combinatorías que nos evitan los “equívocos” del lea-
;uaje meta físico-filosófico, que “curan” el lenguaje, que logran
? ormalizarlo, Tampoco aquí se trata de nuevas reglas, sino de la
comprensión de nuestra lógica del lenguaje. Por este razón los
límites del mundo son también sus límites; la lógica presupone
el sentido de las proposiciones; no establece de ninguna manea
su verdad; no confirma ni desmiente para nada “si nuestro mun-
do es realmente así o no” (6.1253). Las proposiciones de b b
gica son puramente analiticas, y por consiguiente siempre t t
contenido ( 6.1; 6.11; 6.111). Y sin embargo su relación con d
mundo está dada: las proposiciones muestran las propiedades for
mules del lenguaje, del mundo (6.12). La lógica no “explica” (jui
cio sintético), ni tampoco afirma nada. La lógica formaliza lot|
límites de la proposición, muestra la forma necesaria y constante ¡
de las proposiciones dotadas de sentido.
Es la experiencia global del lim ite encontrado de esta mamu
la que da origen a lo “místico”. Si la lógica plantease una "rea
lidad”, tuviese un espacio suyo y, en consecuencia, fuese tambiéa
un Yo no resuelto en los hechos, trascendentalmente definible,B
*« Todas las citas del Tractatus son tomadas de la edición en espafi:
antes citada.
N o es posible aqut analizar la amplia bibliografía sobre el probktN
del solipsismo wittgenstciniano (J. Ilin tík ka, “On W ittgenstcin’s Solipsisiu*
Miné nútn. 67, de 1958; D . Favrholdt, An lnterpretatkm and Critique t
W ittgentieirít Tractatus, Copenhague, 1964; E . Stenius, W ittgenstcíríi Tw
tatas, O xford, 1960; O Pitcher, The Philosophy o f Wittgenstán, Eid-
ivuod C tffs , 1964), bibliografía qor se lim ita, en gran parte, a una dita:
dación analítica de algunas proposiciones del Tractatus, y no afronta el pff
w it x g e n s t e x n : p e n s a m i e n t o n e g a t iv o y “ ju e g o ” 103
cisamente como lím ite. Saber que todo esto no afecta a nues|j
tíos problemas “vitales”. Al final, se sabe aquello que se sabef
Lo “nuevo” es negativo solamente: se ha dejado de hablar dé
inefable. E l eterno retom o del límite, el retorno de la concia
sión al comienzo, después de que toda su “trascendencia” ha sido
inexorablemente negada y todo “problema absoluto” ha sido pues
to en su sitio con el “callarlo”, describe el círculo del Tractatus. {
La “auto-crítica” sucesiva no afecta su “perfección”. El abal
dono de la teoría de los Elementarsátze, y el consiguiente desairó-,
lio del concepto de juegos, no considera la radicalidad de está
crítica del discurso filosófico. “Filosofía” se convierte en pones
orden en un Raum (en una estancia, en el espado del mundo)»
poner un orden en las nociones que usamos al jugar un juego.
En el Tractatus: mostrar que a ciertos signos de las proposicio,
nes no corresponden significados y, en consecuencia, “curar” d
lenguaje, mostrando los límites de la expresión de los pensa
mientos. Su sentido se encuentra, como quiera que sea, en k
relación de imagen-modelo que establece. La “filosofía” se coa-
vierte en “capacidad”, una cuestión de habilidad en el ordenar.
Se trata, en efecto, de una disciplina nueva. Pero los diverso»
juegos de las Investigaciones son completamente análogos a las
proposiciones de la ciencia natural, que es todo lo que se puede
decir al final del Tractatus. La nueva disciplina explica, en efec
to, la constitución formal-lógica de otras disciplinas. En este puntó
es inevitable arrojar la escalera luego de haber subido. Para vei
correctamente el mundo, estas proposiciones son superadas. Son
solamente introductorias. ;>
Pero arrojar la escalera —superar estas proposiciones— es, por
consiguiente, “no decir nada sino aquello que se puede decir; es
decir, las proposiciones de la ciencia natural” (6.53); este que
“sería” el único método correcto de la filosofía y representa, d
efecto, su Vemichtung, sólo es pensable en base de lo “místico”
La tendencia radicalmente formalista del Tractatus no sería pen
sable si en el mundo quedaran “valores”. De ello resultarían
imágenes infectadas de psicologismo, deber-ser, sentimientos ine
fables. Pero que en el mundo no exista “valor” : esto es preci
samente lo “místico”. Y, por consiguiente, el mundo es todo
(en el sentido de todo lo que puede decirse). El límite que lo
“místico” encuentra es precisamente la condición del formalismo
del Tractatus, que de esta manera vuelve a enlazarse a los desarro
llos sucesivos del pensamiento wittgensteiniano.
Pero lo “místico” tiene otra función, complementaria y, opucs-
;; wriTG EN STEIN : PENSAMIENTO NEGATIVO Y "jU E G O ” 105
ta. Así como excluye de la expresión lingüística toda remisión
a un “inefable” y funda, por ello, la posibilidad de proposiciones
dotadas de sentido, así muestra también lo inefable. L o mués-
tía; sabe que no puede decirlo. Este aspecto es de im portancia
fundamental. Sin lo “místico”, el formalismo tendería siempre
a convertirse en “todo”, a presentarse como “verdad”, a elimi
nar de sí todo límite. Y, por consiguiente, a traicionar inclusive
sus propios fundamentos. Si no fuese reasumido desde e l pun
to de vista de lo “místico”, la relación lógica tendería siempre
- a plantearse como ley de la naturaleza. Es lo “místico” lo que
reconoce en la lógica proposiciones solamente tautológicas, reglas
p e los signos, y por eso encuentra sus límites, y éstos coinciden
entonces con los del mundo, así como éstos se dan en la pro
posición dotada de sentido. Es lo “místico”, por lo tan to , el pri
mer paso hacia el punto de vista del juego .79
Reconocer aquello que es necesario callar es por eso esencial
.para definir los límites entre los cuales es posible describir. “ Exor
cizar” lo "místico” es creer que no existe nada que callar. Es
no comprender su función: de fundación correcta d e la “ esfera”
del formalismo. Para realizarla es necesario reducir to d a la se-
78 “Místico” no consiste por eso en arrojarse contra los Emites del len
guaje. Sin embargo, en el momento mismo en que le “místico” pone los
Imites que la lógica ha formalizado, existe también el no-sentido de arrojar
se contra tales limites. Sería absurdo pensar en “quitar” o "curar” este en
cuentro que está intrínsecamente vinculado a los desarrollos efectúales de la
lógica contemporánea. Asi Wittgenstein habla de Kierkegaaid y de Heideg-
ger (F. Waismann, op. cit., pp. 61 y ss.) — y se trata de una interpreta
ción definitiva, opuesta a las camapiana y neopositivista, que ven (no diferen
temente, en sustancia, que Lukács en El asalto a la razón) en las corrientes
mstencialistas del pensamiento contemporáneo “espíritus reaccionarios” a
convertir o suprimir, o sea como fuere el Otro con respecto a la Vergeisti-
gung contemporánea. En realidad, en este inescindible complejo de relacio
nes —forma lógica, reconocimiento “místico” del mundo como todo-limita
do, “asalto ¿tico” a los limites del lenguaje concebido como dato insuprimi-
ble precisamente en la absoluta inefectualidad de su no-sentido— consiste el
fundamento del rechazo wittgensteiniano de toda nueva filosofía trascenden
tal, de toda Philosophia como sistema de los juicios sintéticos apiiori (cf. las
criticas a Husserl en F. Waismann, op. cit., pp. 60-61). Ninguna deduc
ción es posible de aquel asalto a los limites del lenguaje. Este es sola
mente. Este es solamente mostrable. Y alrededor de la diferencia entre decir
y mostrar gira el Tractatus entero: “Su punto esencial está en la teoría de
aquello que puede ser expresado [gesagt] a través de proposiciones — es decir,
a través del lenguaje— (y, lo que es lo mismo, pensado) y aquello que no
puede ser expresado a través de proposiciones sino solamente mostrado [ge-
reigt]. Considero que éste es el problema cardinal de la filosofía” (Carta
i.Russell del 19 de septiembre de 1919 tomada de Cassino, op. cit., p. 71).
106 LÓGICA Y FILOSOFÍA EN EL " t RAC í 'ATUS.”
80 Es decir que las últimas proposiciones del Tractatus no son leídas como
pesimismo schopenhaueriano, sino como afinidad radical a sus instancias y
junto con su radical superación. La “escalera” no es arrojada hacia el “si
lencio de Buda” o para alcanzar el Nirvana, sino para producir el máximo
de claridad en las preguntas-respuestas de las proposiciones científicas, y por
eso, necesariamente en su miseria constitutiva. En este sentido, la última
voz del Tractatus no es una cita del vigesimosegundo Discurso de Buda, so
bre el cual ha llamado la atención C. Fano (Neopositivismo, analisi del
Unguaggio e cibernética, Turín, 1968, pp. 32-33): “Como una balsa, oh
monjes, quiero que sea escuchada mi enseñanza, como una balsa: hecha
para salvarse, y no para guardársela y llevársela”. Sería insensato decir: “que
ridísima, en verdad, es para mi esta balsa y óptima para superar pasos di
fíciles. Entonces, para proseguir más velozmente mi camino, la cargaré a la
espalda por prados y montes sin despegarme de ella jamás”.
III. D E N IE T Z S C H E A W IT T G E N S T E IN .
E L P R O B L E M A D E L L E N G U A JE E N LA FILO SO FIA
D E LA N U E V A M U S IC A
1 . E L ANTI-W AGNER
puede bastarle. Por eso la música "se libra *’.3 Pero la encontra-
, mos en aquel “terreno escabroso” del juego, que W ittgenstein
nos ha indicado. Expresiva, reavivante, sublim ante: pero nunca
camino, nunca danza. Esta música no puede caminar. Su “ po
der" no tiene siquiera un limbo de tierra bajo los pies. N o dé
banos engañamos con los ejemplos de Nietzsche: el problem a
no es el abandono de las buenas reglas antiguas, del ritm o, de la
ametría, etc. El problema es que esta música no sabe respon
der a la pregunta decisiva: ¿qué orden se h a introducido en el
espacio de este juego? ¿Cuál es el orden de este lugar (u n o de
los tantos posibles)? Si falta una respuesta a este interrogante,
falta todo sentido a nuestra proposición, y en consecuencia toda
posible efectualidad suya. N ada se vuelve formidable. Y esta
miseria se mistifica dentro de la riqueza del efecto, de lo expre
sivo, de lo sublime.
i»En W agner la música sigue siendo esclava de; esta actitud. Es
clava de este significado. Éste es su fin . E n ella “ el dram a es
d objetivo, la música es siempre y solamente el medio” .* La
ínúsica como medio para aclarar, ejemplificar, describir y, sobre
todo, para ex-presar, nacer sentir, el mundo de la representación.
La música “mima” este mundo. Estamos aquí en las antípodas
de Schopenhauer. Sin embargo, a partir de esta actitu d s e ori
gina precisamente, según Nietzsche, el odio de Parsifal contra la
vida. La búsqueda fatigosa de la música como significado im
plica, por el constante repetirse de su fracaso, la predicación
''perversa” de la ascesis. La incognoscibilidad del fenóm eno se
revierte en concepto del noúmeno. Esta tendencia estaba presen
te también en Schopenhauer, pero con algunas diferencias de
fondo. A nte todo, el “camino interior” de la Entsagung com en
zaba precisamente en la conciencia de la alteridad del dato, de
la cosa com o siempre en-sí. En segundo lugar, la representación
se planteaba, consecuentemente, como siempre nadificante en su
dirección sistemática. La búsqueda de las formas nadificantes
(más nadificantes) de representación preparada-introducía el tema
conclusivo de la negación de la voluntad-de-la-vida. Para W agner
el problema es siempre, por el contrario, el de las formas más
representativo-expresivas, y éstas deberían realizarse tam bién res
pecto de la idea de la obra —que no es otra cosa sino la perfec
ta coherencia de música y significado: la creación del drama. E n
• F. Nietzsche, Nietzsche contra Wagner, en Opere, cit., vol. vi, tomo
3, Milán, 1970, p. 395.
i l b i d ., p. 392.
112 LENGUAJE Y NUEVA MÚSICA
' 1897 “freí von Chromatik und Pathos”.26 La unidad fundam en
tal de la Weltanschauung idealista es aquí, punto por punto,
desganada: es la separación, la Abgrund, que divide las dos par-
"tes del Schicksdslied, la definitiva imposibilidad de la síntesis,
¿sa precipita hasta el problema de la identidad del yo, como
en la pregunta angustiosa que acosa en los Nove L ieaer op. 32
("und jener Mensch, der ich gewesen, und den ich Iangst m it
einen andern Ich vertauschte, wo ist er nun?” [“y aquel hombre
que fui, y que hace mucho troqué por otro Yo, ¿dónde está aho-
ia?”] dice una poesía de Platen a la que en ellos se pone músi
ca), y hasta el de la muerte, inclusive: del ser para la muerte,
como en el Réquiem y en los V ier em ste Gesdnge.
Pero esto es todavía pesimismo. Su radicalidad im pide, sin
duda, el “drama” wagneriano, la “redención” del material, la
definición de un nuevo ordo que define la efectualidad de una
fonna sintética absoluta de la proposición. Sin embargo, el re
conocimiento pesimista de los límites del lenguaje, de su “ mise
ria” formal, continúa apareciendo como un juicio de valor. Al
negar todo valor al dato insuperable que la propia teoría reco
noce, el pesimismo habla todavía exactamente en los térm inos
en que él mismo ha reconocido no poder. Para negar u n “valor”
es necesario, de hecho, haberlo conocido y verificado. Para negar
todo “valor” a los límites de las proposiciones lógicas y de sen
tido, es preciso contradecir ipso jacto la existencia de tales lími
tes. Desde este punto de vista, W ittgenstein es radicalm ente
opuesto a todo pesimismo. Por una parte, el m undo; p o r otra,
nada. No existe lugar desde el cual se pueda juzgar el “valor”
del mundo; lo “místico” es precisamente saber que no pueden
darse sino proposiciones de sentido, enunciar según formas lógi
cas. Otra cosa no es posible decir. Mostrar los límites del for
malismo no es de ningún modo juzgar sobre el valor o él no-
valor del mundo y de nuestras representaciones, sino solamente
medir-calcular su poder efectivo, y reconocer su característica rela
ción con la nada, de la cual hemos hablado. Brahms es “dema
siado profundo” para el Tractatus; en el lenguaje de esta obra
él se plantea todavía problemas insolubles y habla de eüos. La
música pesimista desgarra, en él, los principios del idealismo,27
*« Ibid., p. 32.
17 La verificación radical de esta actitud se encuentra en la liederística
biabmsiana: lejos de ser una síntesis de Kultur y Volksgeist, el Lied con
duce su ‘‘materia’’ al aniquilamiento: todo elemento es “simbolizado”, toda
descriptividad abstraída. U. Duse (Giatav Mahler, Turin, 1973, p. 9 0 ) tie-
122 L EN G U A JE Y NUEVA MÚSICA
2. MAHLEKISCHE KUNST
de qué manera Mahler, por el contrario, inclusive en sus primeras obras más
aparentemente saturadas de “expresividad”, desarrolla una minuciosa inves
tigación filológica sobre los elementos que componen el lenguaje “ya-visto”
(U. Duse, op. cit., p. 138).
** Así se expresaba Schónberg en 1914 negándose a participar en las “ce
lebraciones” del compositor alemán (cf. H. H. Stuckenschmidt, op. á t ., p. 68).
La ruptura definitiva con Strauss se produce después de la publicación de la
Harmonielehre dedicada a Mahler. Acerca de las relaciones Schdnbeig-Strauss
véase H. H. Stuckenschmidt, op. á t., pp. 65-66; pp. 69-71; A. Mahler, Gus
tar Mahler. Recuerdos y cartas, Madrid, Taurus, 1979, confirma la afinidad
entre la opinión que Schónberg madura respecto de Strauss y el de Mahler
que era efectivamente entusiasta solamente de Salomé.
** G. Abraham, Apogeo e declino del romanticismo 1890-1914, en M.
Cooper (comp.), La música moderna 1890-1960, Milán, 1974, p. 8.
JÍAHLERISCIIE KU NST 125
jorque Mahler ensena precisamente la entweder-oder. N o la sín
tesis, no la posibilidad o la utopía del lenguaje omnicompren-
¡íjvo, sino la decisión fundamental y por eso la imagen de la
drisis. Decidirse radicalmente es posible solam ente allí donde
ia continuidad del lenguaje haya sido iota (haya sido resuelta).
Análogo en ciertos aspectos, acaso tal vez inconsciente, es el
trayecto poético schónbergiano de aquellos años: de Strauss a
de Dehmel a George.
jmi diciembre de 1904 tuvo lugar en V iena la primera ejecu
ción de la Tercera Sinfonía. Inmediatamente después, Schonberg
escribía a Mahler: no puedo hablarle de músico a músico sino
hombre a hombre; he visto su alma nackt —sp littem a ckt—,
be sentido él dolor des Desülusionierten (¡he aquí el origen del
Sexto que acabamos de citar a propósito de lo “místico” !). Esta
sinfonía es W ahrheit, rücksichtsloseste W ahrheit: frente a ella
3¡p pueden darse m ittlere E m pfindungen sino solam ente aut-aut,
.8S
■iqntweder-oder ,
Sin duda, éste es el M ahler de Schonberg por
algunos aspectos directamente de W eb em , pero el significado fun
damental de la ruptura que él representa está atrapado. L a “gaya
ciencia” de la Tercera Sinfonía es inseparable de la “ tragedia” su
cesiva: se trata de dos polos, absolutamente complementarios. La
dialéctica compositiva de la Tercera mira ya a la tragedia; es esta
tensión la que Schonberg atrapa en su “aut-aut”. Es en esta to r
sión donde coloca (transformándolo, por lo ta n to ) en aquellos
¿nismos años lo “ya-dicho” . D e lo “ya-dicho” aferra las form as
en su esencialidad, en su nüchtemes Denken (porque el lenguaje
ño “se inventa”, “se transforma” ). La lectura de lo “ya-dicho” es
así decidida, así resuelta: no una lectura “progresiva”, totalizan
te, no una recuperación del “significado” de lo ya-dicho, -ninguna
recuperación. Pero lectura dialéctico-desencantada, verificación, crí
tica del material existente para la construcción de la composición
nueva. Esto se colocaba perfectamente en el “surco” roahleriano:
de los Gurre-lAeder (un ensayo sobre W agner, el pendant exac
to para la formación del lenguaje schónbergiano del Klagendes
Lied) hasta los Orchesterlieder op. 8 (W olf, el Strauss de Mor-
gen, los “adioses” mahlerianos), hasta los primeros Cuartetos.
Pero por primera vez en Mahler, “seis mil pies” por encima
de todo “romanticismo tardío”, el fin de toda metafísica reduc-
fiva, la imposibilidad de componer una intuición sustancial, de
representar y decir la esencia “oculta” de las cosas — es decir,
precisamente, la “gaya ciencia”, la Aufklárung d e la “vida”—,
85 H. H. Stuckenschmidt, op. cit, pp. 95-96.
126 LENGUAJE Y NUEVA MÚSICA
3. UR-PFLANZE GOETHIANA
4. jlTNERARIUM
1 . GEORGE, N O GEORGE-KREIS
Schónberg había roto con las dei pasado.2 George indica la ne
cesidad de la ruptura de la organización compositiva “tonal”,
precisamente a través de las contradicciones y aporías ocultas de
su obra. El extraordinario afinamiento, la desesperada tensión con
que George conduce los instrumentos compositivos tradicionales,
son símbolo evidente de su crisis. Es esta crisis la q u e Schón-
berg hace explícita en su “musikalisches Denkmal” a George. Y
que tiene otro aspecto fundamental, profetizado p o r G eorge: la
?nueva relación música-texto (de la que nos ocuparemos en bre
ve a propósito del ensayo schónbergiano de 1912). E l problema
y de la forma compositiva asume ya en George u n peso preponde
rante respecto del valor semántico de las palabras. L o q u e Schón
berg dice en 1912 respecto de su obra es válido tam bién para
la de George (para el “texto” georgiano): “el arte dice más que
las palabras” .3 Lo que todavía n o puede comprenderse es cómo
esta afirmación no nace del contexto de las poéticas d el a r t pour
l’art, sino, por el contrario, de la disolución intem a y d e fe crisis
de éstas. Según Schónberg, es decisiva en George la ¡legación
objetiva del art pour l’art, el pensam iento negativo q u e sobre
dicha negación se expresa.
La abstracción de la relación semántica que el “a r t p o u r l’art”
impone está caracterizada por una aporía epistem ológica de fon
do, que no es tocada en absoluto por los elementos típicos de
la crítica historicista, llevada a cabo bajo el símbolo goethiano,
a la cual ni siquiera Simmel es inm une: la falta d e totalidad
en el concepto de la “autonomía” artística, la “miseria” de la
menguada síntesis entre forma y vida.4 El límite epistemológico
radical del concepto de “art pour l’art” está, en cambio, en el
hecho de que el proceso de abstracción de la relación objetiva
de representación se realiza en el m edio mismo de representación.
El medio de representación es abstraído de la relación de repre
sentación. Se hace así necesaria la búsqueda de un “qué” interior
de la representación. El concepto de “art pour l’art” se entrelaza
inextricablemente con el problema de la representación de las
relaciones “sentimentales” inferiores: formas de naturalism o del
sentimiento constituyen su constante alter ego.8 El lenguaje es
' 2 Cf. A m o l d S c h ó n b e r g G e d e n k a u s s te ttv n g 1 9 7 4 , Catálogo de la muestra,
Viena, 1974, p. 201.
* Cit. en H. H. Stuckenschmidt, op . c i t . , p. 110.
: * G. Simmel, L ’a r t p o u r V a rt (1914), tr. it., en Saggi d i e s t é t i c a , cit.; para
la relación con Goethe, cf. mi I n tr o d u c c ió n .
* G. Simmel, S o b r e e l p r o b le m a d e l n a tu r a lis m o , tr. it., en S aggji d i e s t é t i c a ,
át, pp. 101 y ss.
158 ASPECTO DEL “ LENGUAJE VIENÉS”
48 IbicL, p. 46: “und durch die hindurch man ins Leere kommt”. Ins
Leere gesprochen: Loos!
48 Ibid., p. 49
47 Itód., p. 53.
48 H. Broch, "Hofmannsfhal e 9 suo tempo”, en Poesía e Conoscenza,
vol. i, Milán, 1965, p. 80.
EILKE Y LOS AMIGOS DESCONOCIDOS 183
4. ZUYDERSEE
99 ÍWd, p. 72.
98 F. Relia, Introducción, cit., p. 11.
95 Nos parecen definitivas las criticas de F. Relia, tanto a la interpreta
ción lacaniana como a la de Deleuze-Guattari, contenida sobre todo, en
“Una tomba per Edipo?”, c it
98 Cf. L. Goldmann, “II soggetto della creazione cultúrale”, en Varios
autores, La critica tra Marx e Freud, Milán, 1973.
202 A SPECTO DEL “ L E N G U A JE VIENES”
108 S. Freud, Más allá del pñnápio de placer, en Obras completas, cit.,
vol. xvin, p. 10.
104 Cf. la estupenda página de RiDce sobre Trafcl en el volumen colectivo
Erinnenmg an George TrákL, Innsbiuck, 1926: "esta poesía está siempre
construida sobre sus pausas. Un par de líneas marcan el lím ite de lo infinito
indecible: así están hechos estos versos. Son setos vivos en una tierra en la
cual la parte delimitada se une continuamente a una llanura tan grande que
no se pueden imaginar sus confines”. Aquel infinito indecible tampoco toma
nunca la palabra, ni este seto vivo podrá jamás describirse.
ÍN D IC E D E N O M B R E S
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