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GUIA DE TRABAJO # 1 PRIMER PERIODO UNDÉCIMO ÁREA FILOSOFÍA TEMA LOGICA Docente: LCM

¿Qué es la Lógica?

Lógica es una ciencia formal que estudia la estructura o formas del pensamiento humano (como proposiciones, conceptos
y razonamientos) para establecer leyes y principios válidos para obtener criterios de verdad. Como adjetivo, 'lógico' o
'lógica' significa que algo sigue las reglas de la lógica y de la razón. Indica también una consecuencia esperable natural o
normal. Se utilizar también para referirse al llamado 'sentido común'. Procede del latín lógica, y a su vez del
griego λογική (logike, 'que posee razón, 'intelectual', 'dialéctico', 'argumentativo'), que a su vez deriva de la
palabra λόγος (logos, 'palabra', 'pensamiento', 'razón', 'idea’, ‘argumento').

HISTORIA DE LA LÓGICA
Todos los seres humanos tenemos capacidad para inferir unas verdades de otras. Nuestro lenguaje y nuestros actos
obedecen a una serie de reglas que pueden sistematizarse en leyes lógicas. Por ejemplo, si en una tarde gris alzamos los
ojos al cielo, decimos: Hay nubes negras en el cielo, luego va a llover. A esta capacidad de razonar ordenadamente en la
solución de problemas ordinarios se le conoce con el nombre de lógica natural.

La lógica como ciencia


Debido la lógica natural no resuelve problemas complejos, la filosofía analizó la actividad de la razón para conformar una
ciencia cuyo objetivo era orientar la actividad reflexiva del hombre, a fin de que proceda ordenadamente y sin error en el
proceso de inferir unas conclusiones a partir de premisas. Esta ciencia es la lógica, que históricamente se ha dividido en
dos grandes épocas: la lógica clásica y la lógica simbólica o matemática.

La lógica clásica o aristotélica 


El filósofo griego Aristóteles fue el primero que se dio a la tarea de compilar, sistematizar y analizar lo que sus
predecesores habían dicho sobre el lenguaje natural para razonar los problemas cotidianos. A partir de la lógica de
Parménides, y del desarrollo de la dialéctica de Zenón de Elea y Platón, Aristóteles constituyó una ciencia de razonar, que
compiló en los libros conocidos como el Órganon y los Analíticos. 
La lógica aristotélica tiene tres grandes partes: el concepto, la proposición y el razonamiento. El concepto Un concepto es
la representación intelectual de un objeto, sin afirmar ni negar nada de él Ejemplo: hombre, mesa, etc. Tienen dos
propiedades: la extensión y el contenido.

La lógica simbólica o matemática


Durante la Edad Media, filósofos como Pedro Abelardo y Guillermo de Ockham discutieron la utilización del lenguaje en
lógica, pues lo consideraban impreciso. Siglos después se intentó desarrollar una lógica que no utilizara el lenguaje, sino
más bien signos producidos a propósito. De esa manera se fue conformando la lógica simbólica. Los pensadores que más
influyeron en la creación de esta lógica fueron:

• Ramón Llull, quien en el siglo XIII trató de demostrar verdades a base de combinaciones de conceptos que se
relacionaban de forma automática. 
• Gottfried Leibniz, quien en el siglo XVII creó las bases del cálculo lógico inventando un procedimiento que resolvía todas
las diferencias y controversias.

• George Boole, quien en 1847 realizó la primera aplicación del álgebra a la lógica.

• Los filósofos ingleses Whitehead y Russell, quienes construyeron la lógica simbólica, contenida en su obra Principia


Mathematica, publicada en 1913.

• Ludwig Wittgenstein, quien en su obra Tractatus logico-philoso- phicus hace un análisis del lenguaje, llegando a la
conclusión de que la lógica matemática es el único lenguaje ideal para resolver este tipo de problemas.

a)  Aprendiendo a pensar por sí mismo


Los hombres se hacen libres cuando actúan de acuerdo con su propio criterio y son capaces de dar razón de sus decisiones.
Sólo da razón de sus decisiones quien piensa por sí mismo. La lógica no te enseña a pensar, pues siempre has pensado; lo
que hace es darte criterio para evaluar las razones con las cuales sostienes tus opiniones.
Pero para pensar mejor no basta con tener más técnicas, también depende de ciertas actitudes:
Comprender para criticar
Toda opinión provoca en nosotros una reacción emotiva. Nuestras emociones modifican nuestra comprensión de la
realidad de tal modo que no toleramos escuchar lo que no queremos oír u oímos otra cosa distinta de la que nos han dicho.
La primera y más importante actitud, indispensable para pensar mejor, es escuchar comprensivamente. Esto es, no sólo
dejar que el otro hable pensando en lo que le vamos a contestar, sino realmente intentar discernir lo que tiene para
decirnos y comprender por qué lo dice, tratando de reconocer las propias interferencias que le estamos haciendo al
discurso desde nuestras predisposiciones emocionales. Lo deseable sería que antes de reaccionar frente a lo que otro ha
dicho nos hiciéramos explícitamente la pregunta: ¿realmente le entendí?
Mantener una mente abierta
Sócrates. Una de las principales fortalezas de la actitud socrática y platónica fue la permanente actitud crítica frente al
propio pensamiento.
La maraña de nuestros prejuicios es más compleja y antigua que nosotros mismos. Proviene de nuestra cultura y de
nuestra educación que han refinado sus hábitos hasta hacerlos parecer algo natural. La filosofía está en guerra con tales
prejuicios, ella señala lo que aún no se ha pensado dentro de lo que parece obvio. Por tal razón el pensamiento filosófico
proviene del asombro, no del escándalo. Esto significa que una opinión extraña debe retarnos e invitarnos a tomarla en
serio, tanto para afirmarla come para cuestionarla con buenas razones. No simplemente evadirla sin pensar seriamente en
su sentido. Asumir lo obvio como natural e indiscutible es adormecer la actitud filosófica.
Autocriticar
El filósofo griego Sócrates pensaba que había que agradecer sinceramente a quien le señalaba los errores que tenía en sus
creencias, pues esa persona lo había acercado a la verdad, o, al menos, lo había alejado un tanto de sentirse seguro de algo
falso. La tendencia humana a disimularse los propios errores, o a justificarlos, es prácticamente universal. Quien persigue
la verdad tiene que enfrentarse en una desigual batalla consigo mismo en contra de su tendencia a evitar confrontar
rigurosamente sus tesis. Sin embargo, quien duda de sí mismo y de sus creencias es quien tiene motivos para seguir
pensando y gracias a eso comprender más y mejor su propio pensamiento.
Saber cuáles son los enemigos del filosofar
La descripción de las actitudes propicias para la práctica de la filosofía nos permite señalar las actitudes que la perjudican
seriamente: la sordera frente a lo ajeno; la actitud mental cerrada a examinar lo aparentemente evidente; la pereza para
intentar comprender y para seguir pensando cuando se presentan dificultades que parecen irresolubles; obedecer al temor
de ser criticado y corregido en la búsqueda de la verdad. Y también convertir las discusiones filosóficas en ocasiones para
presumir de nuestra inteligencia dándole un tono pretencioso a nuestros ademanes y a nuestra manera de hablar.
b)  Aprendiendo a dudar de forma radical
Lo primero que hay que hacer es aprender en duda todo lo que hasta ahora sabemos y conocemos (lo que es para algunos
filósofos poner entre paréntesis). La búsqueda de la certeza puede convertirnos en pensadores exigentes. La práctica de la
filosofía implica una buena dosis de escepticismo. El que adopta una actitud escéptica (incrédula) es alguien que se
mantiene despierto, examinando cuidadosamente el valor de cada pensamiento y argumento que se le ocurra o se le
presente.
La duda es inseparable de la filosofía: el que filosofa no confía ciegamente en cualquier opinión y, sobre todo, duda de la
propia.
La duda puede aumentar en intensidad y alcance, puede ser cada vez más radical. Si esto sucede, con cada nueva pregunta
se ataca de manera más profunda la raíz de un asunto.
Aprender a dudar de lo más básico y obvio, hace parte del quehacer filosófico. Cuando ya dudamos incluso de nuestra
propia existencia, llamamos a esta postura duda metafísica.
La duda, así no sea metódica, nos pone en actitud de aprender a “no tragar entero” y menos si se trata de algo que estimule
las facultad racional e intelectual.
Recuerde que la Duda puede ser radical (Considerar como inaceptable lo que ofrezca la más mínima duda), o moderada
(examinar continua y cuidadosamente cada paso de la reflexión) y que, en el proceso de la duda, cualquier estudioso
puede tener como punto de partida la Refutación socrática que consiste en poner a prueba una opinión preguntando si de
ella se extraen conclusiones inaceptables.
c)  Aprendiendo a preguntar de modo filosófico
De las dudas surgen las preguntas, pero ocurre que muchas de las preguntas que nos formulamos a diario no son
filosóficas o no comprometen en nada al intelecto, y a veces ni siquiera logran respuestas concretas que las respondan.
Hay gente que pregunta por preguntar, aunque las preguntas estén mal elaboradas o no conduzcan a ninguna respuesta.
La pregunta filosófica generalmente obtiene varias respuestas y de esas respuestas surgen nuevas preguntas - incluso más
certeras, más profundas- que dan origen a nuevos temas de discusión. Una especie de árbol que poco a poco va mostrando
la majestuosidad y la importancia de cada uno de sus pates (tronco y ramas).
Hay preguntas filosóficas clásicas que pueden servir como modelo para aprender a preguntar. Por ejemplo:
 ¿Qué es la justicia?
 ¿Qué es la ciencia?
 ¿Qué es la felicidad?
En todos estos ejemplos se pregunta por la definición de un concepto básico. Son preguntas que tienen la forma: "¿Qué es
X?". Esta es una forma típica de preguntar de modo filosófico.
Cuando alguien pregunta por “alguna cosa”, lo habitualmente acostumbrado apunta a saber que es, como es, de que está
hecha, cuál es su origen, cuál es su finalidad.
Este es el rol deberíamos usar respecto a lo hablado o escrito, es decir deberíamos asumir una actitud más dinámica
incluso con el lenguaje. Preguntar por ejemplo: ¿qué dice, quién lo dice, por qué lo dice, para qué lo dice, cómo lo dice, qué
quiso decir quien lo dijo, qué me dice a mí, qué nos dice a todos; lo que digo que dice será lo mismo que   quiso decir quien
lo digo, en que estoy de acuerdo o en desacuerdo con lo que dice y por qué razones?.
No olivemos que una buena pregunta vale tanto como una buena respuesta.
d)  Aprendiendo  a analizar una pregunta
Cuando se formula la pregunta, lo que normalmente queremos hacer es contestarla de inmediato. Esa tendencia es causa
de muchos errores graves, pues muchas veces contestamos las preguntas que no son. Por esta razón es necesario analizar,
en primer lugar, el sentido de las preguntas; esto es, comprender qué es lo que exactamente se está preguntan-do. Esto se
aplica no sólo a la filosofía sino a todas las esferas de la vida. Por ejemplo, recuerda lo que sucede cuando te han dicho que
debías hacer una lectura para la clase y tú llegas sin haberla hecho. El profesor dice: "¿Alguien tiene preguntas?". Tú te
quedas mudo escondiéndote detrás de un compañero y evitando la mirada del profesor, y si alguien pregunta, tú tampoco
entiendes la respuesta, porque te falta entender el sentido real del problema. Algo por el estilo pasa con las doctrinas
filosóficas cuando no se ha comprendido a qué preguntas se está dando respuesta.
A veces también nos entreveramos en una larga discusión inacabable porque los participantes están contestando a
preguntas diferentes. Un ejemplo típico es la discusión acerca de la existencia de Dios. En un caso como ese es necesario
detenerse y preguntar: ¿ya tenemos claro qué es lo que estamos preguntando cuando preguntamos si Dios existe? Es
necesario saber primero quién es aquel que llamamos Dios para preguntar después: ¿ese ser sobre el que todos estamos de
acuerdo en que todos nosotros llamamos Dios, existe? Comprender mejor la pregunta no implica tener de una vez la
respuesta, pero sí tener una guía para proceder en la investigación.
El análisis de las preguntas también sirve para descartar algunas preguntas que son muy problemáticas porque llevan
consigo suposiciones que pueden ser falsas, y que, por eso mismo, desvían las respuestas por caminos errados. Por
ejemplo, es problemático contestar la pregunta: ¿cuál es tu misión en la vida? Tal pregunta lleva la suposición de que
tenemos una misión y, en consecuencia, es necesario contestar previamente: ¿qué significa tener una misión? ¿Qué nos
hace creer que las personas pueden tener misiones en la vida?
Si la pregunta que se nos plantea contiene un término no definido previamente, hay que examinar su sentido de la misma
forma que se hace en el caso de las opiniones. La pregunta por la definición, "Quién es X", es el tipo de pregunta ideal para
iniciar una reflexión filosófica, ya que no suponen nada y obligan más bien a analizar y posteriormente evaluar las posibles
respuestas.
e)  Aprendiendo a analizar un argumento
¿Qué es un argumento o razonamiento?
Un argumento es un conjunto de frases en las que se afirma que una de ellas es verdadera debido a que las otras frases nos
suministran evidencias suficientes para afirmarlo. La frase que es afirmada, en virtud de las otras, se llama conclusión, y
las frases que aportan la información para afirmar que es verdadera la conclusión, se llaman premisas. A estas frases que
tienen sentido y de las cuales puede decirse que son verdaderas o falsas, las llamaremos proposiciones.
Usamos argumentos cuando intentamos dar razones que justifiquen una afirmación, una opinión, una acción o una
creencia. Como cuando, por ejemplo, intentas convencer a tus padres de que te dejen ir a una fiesta y les das razones para
creer que ir allí puede ser provechoso; cuando un político enuncia los motivos para que alguien vote por él; cuando un
científico señala hechos y teorías intentando mostrar que una afirmación es verdadera; y también, por supuesto, cuando
tratas de persuadir a tu auditorio de una de tus opiniones filosóficas.
La lógica tiene que ver con los principios y métodos útiles para distinguir un argumento o razonamiento correcto de otro
incorrecto. Por su parte, el argumento es un conjunto de frases en el cual se afirma que una de ellas es verdadera gracias a
que las otras frases nos dan evidencia suficiente para afirmar la verdad de la frase en cuestión. Por ejemplo, El pasado ya
no es, el futuro no ha sido, por tanto, sólo existe un permanente presente. Sabemos que la última frase es verdadera
basados en la información que nos ofrecen las dos primeras frases. La frase que se enuncia, apoyada en la evidencia que
proveen las otras, se llama conclusión. Las frases que aportan información para afirmar la conclusión se llaman premisas.
En los razonamientos usamos frases que tienen sentido y que pueden ser verdaderas o falsas. Éstas reciben el nombre de
proposiciones. Tanto las premisas como las conclusiones de un razonamiento son proposiciones. No se usan órdenes o
preguntas, pues aunque tienen sentido, no son verdaderas o falsas y, por tanto, no son proposiciones.
Tipos de argumentos
Argumentos deductivos. Son aquellos en los que las premisas ofrecen información que garantiza que la conclusión es
verdadera. Por ejemplo, sabemos que es más importante ser un hombre justo que saludable. Entre ser saludable y ser rico
es más importante ser saludable. Por lo tanto, tiene que ser más importante ser justo que ser un hombre rico. La oración
que aparece después del, por lo tanto, es la conclusión, y es un argumento deductivo, pues si son ciertas las dos primeras
proposiciones, la tercera frase tiene que ser verdadera. Atención, no decimos que las dos primeras frases necesariamente
son verdaderas, sino que, si lo fueran, la tercera necesariamente debería serlo.
Argumentos inductivos. Se presentan cuando las premisas proveen información para afirmar la probabilidad de la
verdad de la conclusión, pero no permiten garantizar que es verdadera. Un ejemplo sencillo: la mayoría de las mujeres del
salón tienen el pelo largo, en consecuencia, es probable que la hermana de Pablo tenga el pelo largo. En este caso la
premisa "la mayoría de las mujeres del salón tienen el pelo largo", en efecto aporta una información que nos induce a creer
en que probablemente la conclusión sea verdadera, pero aun siendo cierta la premisa, la conclusión puede ser falsa, pues
la hermana de Pablo puede usar el pelo corto. No sucede así en el ejemplo de argumentos deductivos en el cual, si
suponemos que las premisas son verdaderas, estamos obligados a creer en que la conclusión también lo es.
Cómo reconocer argumentos
El único indicio definitivo para reconocer un argumento en un texto es reconocer una conclusión, esto es, tomar
conciencia acerca de que una frase se enuncia en virtud de la información que proveen otras frases presentes en el texto.
Hay otra forma más visible de reconocer un razonamiento, pero desafortunadamente no siempre aparece en los textos.
Veámosla de todos modos:
Indicadores de premisa y conclusión
Frecuentemente la conclusión de un argumento va precedida de expresiones tales como: por lo tanto, en consecuencia, en
conclusión, así, podemos afirmar que, etc. Estas expresiones indican que la frase que sigue a continuación depende de que
las frases anteriores sean verdaderas. Tales expresiones reciben el nombre de indicadores de conclusión. En cambio,
cuando nos piden que de entrada asumamos que una frase es verdadera, nos encontramos con expresiones como: ya que,
pues, sí afirmamos que, teniendo en cuenta que, puesto que, etc. A tales expresiones las llamamos indicadores de premisa.
Tanto los indicadores de premisa como de conclusión nos pueden servir para identificar razonamientos, pero tienen el
inconveniente de que, muchas veces, tenemos argumentos en los que no aparecen.
Todo código complejo de signos implica una estructura lógica. Esto es, unos principios para relacionar conceptos entre sí y
extraer conclusiones con base en premisas.
En tales casos no queda más remedio que detenerse a pensar en el sentido de las afirmaciones que nos encontramos y
considerar si hay alguna de ellas que se afirma como verdadera apoyados en la información que aportan otras frases.
Veamos un par de ejemplos:
Ejemplo 1
Si tenemos en cuenta que la materia se halla en constante transformación, y consideramos también que somos
básicamente materia, podemos afirmar que estamos en constante transformación.
En este caso nos encontramos con un argumento que, por un lado, está ordenado, esto es, van, en primer lugar, dos
premisas y después la conclusión. Por otro lado, cada una de las premisas cuenta con su respectivo indicador, así como la
conclusión, que también tiene el suyo. De tal manera que si se nos pide señalar si allí hay o no un argumento, fácilmente
podemos decir que sí, y además distinguir sus premisas de sus conclusiones.
Ejemplo 2
El año 2004 fue particularmente bueno para las economías latinoamericanas. Brasil, Argentina y México tuvieron un
crecimiento de un dos por ciento por encima del promedio mundial. Colombia, Venezuela y Perú crecieron en un uno por
ciento por encima. Bolivia, Paraguay y Chile se mantuvieron dentro del promedio. El crecimiento de la economía
norteamericana fue también significativo, sobre todo en el pía no agroindustrial y manufacturero.
En este ejemplo tenemos un grupo de frases, pero no tenemos ningún indicador de premisa o conclusión. ¿Podemos
afirmar que no hay aquí un argumento? Eso sería apresurado y falso, pues la segunda, la tercera y la cuarta frases aportan
información que hace creíble la primera. La primera, por tanto, es la conclusión, mientras que las frases dos, tres y cuatro
son las premisas.
Pensemos ahora en la quinta frase: "El crecimiento de la economía norteamericana fue también significativo, sobre todo
en el plano agroindustrial y manufacturero". ¿Nos da alguna información que afecte de algún modo nuestra creencia I en
la verdad o falsedad de la primera frase? No, de hecho, no nos está hablando de lo mismo; no nos provee ninguna
evidencia acerca del tema de la conclusión. La quinta I frase, por tanto, no hace parte del argumento.
Cómo evaluar el soporte argumentativo
Verdad y validez
Cuando las premisas de un argumento proveen información suficiente para garantizar la verdad de la conclusión, tenemos
un argumento deductivo válido. Esto implica que si las premisas fueran verdaderas, la conclusión también debería serlo.
Por ejemplo: todos los extraterrestres son seres amigables que usan abrigos multicolores y son adictos a la buena nicotina
terrícola. Ingjt es un extraterrestre. En consecuencia, Ingjt usa un abrigo multicolor y es adicto a la nicotina terrícola.
Tenemos aquí un argumento deductivo válido, pues si suponemos que las premisas son ciertas, la conclusión también
debe serlo. Sin embargo, ¿es verdadera la conclusión? Todo depende de si el contenido semántico de las premisas es
verdadero y eso no lo sabemos. Lo único que sabemos es que si lo fuera deberíamos afirmar la conclusión porque el
argumento es válido. Sólo los argumentos son válidos o inválidos y sólo las proposiciones son verdaderas o falsas.  No hay
proposiciones válidas o argumentos falsos.
Por tanto, al evaluar un argumento, es necesario hacerse dos preguntas fundamentales:
• Primera, ¿las premisas ofrecen información suficiente para afirmar la conclusión?;
• segunda, ¿se puede cuestionar la verdad de las premisas?
Veamos el argumento: Todos los científicos naturales de I historia han tenido que estudiar matemáticas intensamente.
 En consecuencia, sin haber estudiado matemáticas es imposible investigar la naturaleza.
¿La primera frase ofrece información suficiente para garantizar que la segunda es verdadera? Ten cuidado, no ti estamos
preguntando si estas frases son o no verdadera de hecho, o si tú opinas que son verdaderas. Lo que aquí queremos saber
es: si fuera cierta la primera frase, ¿ten dría que ser necesariamente cierta la segunda, o falta información en la primera
frase para afirmar que la segunda e: cierta? En efecto, falta información, pues, aun si fuera cierto que todos los científicos
naturales han estudiado matemáticas, para establecer la conclusión sería necesario mostrar que sólo los científicos
naturales pueden investí gar la naturaleza (y esto es falso; por ejemplo, cada niño investiga la naturaleza). ¿Sería necesario
que, además, tal investigación requiera de las matemáticas, pues podría suceder que, en efecto, los científicos naturales
supieran matemáticas, pero no siempre tuvieran que utilizarla? para investigar la naturaleza.
La pregunta clave que debemos hacer en cada razonamiento para evaluar el soporte argumentativo es: ¿las premisas
ofrecen información suficiente para garantizar que la conclusión es verdadera, o, aun si fueran ciertas las premisas, la
conclusión podría ser falsa?
En los sistemas democráticos, el arma política fundamental es la persuasión. Sin embargo, valdría la pena evaluar la
solidez de los argumentos que recibimos en las plazas públicas.
Cómo evitar trampas argumentativas
En muchas ocasiones parece que las premisas dan información adecuada para probar la conclusión A, pero en realidad tal
información es adecuada para probar una conclusión B. Por ejemplo, si enumero las razones por las cuales robar es malo
para probar que una persona robó. En tal caso, probar que es un acto moralmente incorrecto no da evidencia alguna
acerca de quién lo ha hecho. Esto es una trampa argumentativa o falacia. En los casos que vamos a estudiar, la
información de las premisas no es atinente para probar la conclusión, por eso los llamaremos falacias de atinencia.
Causa falsa
Las estadísticas señalan que los estudiantes que entrenan seriamente en un deporte de alta competición tienden a tener
un rendimiento académico menor que los que no entrenan deporte alguno. Por tanto, es evidente que los deportes son
una causa del bajo rendimiento académico.
Distingue la premisa de la conclusión de este argumento y responde esta pregunta: ¿consideras que la premisa ofrece
información suficiente para afirmar la conclusión? Pareciera que sí en la medida en que se presentan simultáneamente
dos fenómenos: el bajo rendimiento académico y el entrenamiento. Sin embargo, el hecho de que se presenten dos
fenómenos en forma simultánea no es suficiente para afirmar que el uno necesariamente es causa del otro.
Supongamos que, por ejemplo, cuando te enojas le das un golpe a tu pupitre. ¿Podemos concluir de allí que la causa de tu
furia es el golpe que le das a la mesa? Realmente no. En el caso del argumento sobre el deporte, tampoco. No tendríamos
bases suficientes para decir que la causa es el entrenamiento en sí mismo. A esta falacia la llamamos de causa falsa en la
medida en que atribuimos de manera apresurada la causa de un fenómeno a otro que ocurre con anterioridad o
simultáneamente.
Generalización indebida
Se presenta cuando se establece una regla a partir de sus excepciones, o cuando se aplica la regla a sus excepciones. Por
ejemplo, cuando se trata como delincuentes a todos los habitantes de un país o una cultura porque algunos de sus
miembros han cometido delitos en el pasado.
Contra la persona o ad hominem
Debemos descartar esta teoría, pues es la misma que defendieron los nazis. No sabemos aquí qué es lo que sostiene la
teoría en cuestión, pero sabemos que, independientemente de quién la haya defendido, la teoría en sí misma es verdadera
o falsa, y aunque tenemos muy buenas razones para estar prevenidos en contra de los nazis, eso no es razón alguna para
sostener que todo lo que ellos dijeron es necesariamente falso. Cuando se argumenta no en contra de la verdad o falsedad
de una frase, sino en contra de quien la enuncia, se comete la falacia de argumentar contra el hombre. Habitualmente para
hablar de esta falacia se usa su nombre en latín, argumento ad hominem, que significa contra el hombre, en vez de en
contra de la verdad de la proposición.
Argumento de autoridad
Este tipo de argumento es el reverso del argumento ad hominem, pues consiste en validar una frase basándose
exclusivamente en la autoridad de quien la dice: el universo tiene una primera causa, como claramente señalan Aristóteles
y la Biblia...
Apelación a la ignorancia
Tú no me has podido probar que Dios no existe, por lo tanto, existe. En este caso se está asumiendo que la falta de prueba
en contra de una proposición es prueba de su verdad, y esto es incorrecto; de hecho, el interlocutor podría decir: Tú
tampoco me has probado que Dios existe, por lo tanto, no existe.
Sólo es legítimo este procedimiento cuando se trata de un crimen y se asume que las personas son inocentes hasta que no
se demuestre lo contrario; pero esto se hace para evitar abusos de autoridad e injusticias, no porque la verdad respecto de
la culpabilidad o no de una persona dependa de que se pueda probar.
Falsa pregunta
"Conteste sí o no: ¿usted se puso nervioso cuando hizo trampa en la evaluación?". Tanto si afirmas como si niega: estás
aceptando implícitamente que hiciste trampa. Ésta es una falsa pregunta, pues lleva consigo una afirmación que
compromete a quien la responda. Para precaverse contra estas preguntas es necesario disolverlas en la respuesta, por
ejemplo: "A la pregunta, ¿hizo usted trampa?, la respuesta es negativa y, por tanto, no tiene sentido contestar si me puse o
no nervioso haciendo lo que no hice".
Como sacar mis propias conclusiones
Como evaluar deducciones
Debemos recordar que los argumentos deductivos validos permiten garantizar la conclusión si suponemos que las
premisas son verdaderas. Ahora bien, aunque muchos argumentos parecen válidos, no todos lo son. Por ejemplo: teniendo
en cuenta que los estudiantes de undécimo son inquietos y que los simios también lo son, es obvio que los simios son
estudiantes de undécimo grado.
La conclusión establece una relación de dos categorías diferentes: simios y estudiantes den undécimo, y lo hace basándose
en la relación que cada uno de estos conjuntos tiene una tercera categoría de objetos: los seres inquietos. Sin embargo, en
las premisas nos hablaron de todos los simi9os y de todos los estudiantes de undécimo, pero no de todos los seres
inquietos, que es un conjunto mucho más grande que los dos conjuntos que incluye y dentro del cual pueden coexistir
conjuntos que no tengan elementos comunes entre sí, así como pueden existir otros que si lo tengan.
Debido a esto la conclusión afirma una relación que no está garantizada en las premisas y, por tanto, el argumento es
invalido….
Los argumentos deductivos validos permiten garantizar la conclusión si suponemos que las premisas son
verdaderas
PREGUNTAS
1. Que es lógica

es una ciencia formal que estudia la estructura o formas del pensamiento humano (como proposiciones,
conceptos y razonamientos) para establecer leyes y principios válidos para obtener criterios de verdad.

Se suele utilizar también para referirse al llamado 'sentido común'.

2. Que es un argumento

Un argumento es un conjunto de frases en las que se afirma que una de ellas es verdadera debido a que las otras frases nos
suministran evidencias suficientes para afirmarlo.

3. Cuales son los tipos de argumentos

Argumentos deductivos.

Argumentos inductivos.

Argumento de autoridad

argumento ad hominem

4. Que es un argumento inductivo

Se presentan cuando las premisas proveen información para afirmar la probabilidad de la verdad de la conclusión, pero no
permiten garantizar que es verdadera

5. Que es un argumento deductivo

 Son aquellos en los que las premisas ofrecen información que garantiza que la conclusión es verdadera.
Como reconocer un argumento

El único indicio definitivo para reconocer un argumento en un texto es reconocer una conclusión, esto es, tomar
conciencia acerca de que una frase se enuncia en virtud de la información que proveen otras frases presentes en el texto.
Hay otra forma más visible de reconocer un razonamiento, pero desafortunadamente no siempre aparece en los textos. Y
son los: Indicadores de premisa y conclusión

6. Enuncie cuales son los indicadores de conclusión

Frecuentemente la conclusión de un argumento va precedida de expresiones tales como: por lo tanto, en consecuencia, en
conclusión, así, podemos afirmar que, etc. Estas expresiones indican que la frase que sigue a continuación depende de que
las frases anteriores sean verdaderas. Tales expresiones reciben el nombre de indicadores de conclusión.

7. Cuales son los indicadores de premisas

En cambio, cuando nos piden que de entrada asumamos que una frase es verdadera, nos encontramos con expresiones
como: ya que, pues, sí afirmamos que, teniendo en cuenta que, puesto que, etc. A tales expresiones las llamamos
indicadores de premisa.

Tanto los indicadores de premisa como de conclusión nos pueden servir para identificar razonamientos, pero tienen el
inconveniente de que, muchas veces, tenemos argumentos en los que no aparecen.

8. Como evaluar el soporte argumentativo


9. Como se debe evitar trampas argumentativas
10. Que es una falacia
11. Construya un ejemplo de cada uno de los argumentos
Bibliografía
Libros Filosofía Editorial Santillana
Libros filosofía Editorial voluntad
Libro filosofía McGraw-Hill

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