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SECCIÓN DE OBRAS DE POLÍTICA

EL LIBERALISMO MEXICANO

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JESUS REYES HEROLES

EL LIBERALISMO
MEXICANO

111

LA lN.TEGRACION DE LAS IDEAS

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


~IÉXICO
Primera edición (UNAM), 1961
Segunda edición (Fondo de Cultura Económica), 197-+

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© Jesús Reyes Heroles

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


Av. de la Universidad 975, México 12, D. F.

Impreso en México
CONTENIDO

CAPITULO 1

página
Proemio. IX
IGUALDAD ANTE LA LEY 1
Entre la igualdad y los fueros. - Más allá del fuero y de la
igualdad legal. - Las ideas al triunfo de Ayutla.-la Ley sobre
administración de justicia. . La controversia sobre el fuero ecle-
siástico: El Gobierno es supremo; Se desconoce al aliado; Dos
órbitas soberanas; ¿Quién manda en la República? - La ratifi-
cación de la Ley Juárez. . La igualdad en la Constitución.

CAPITULO 11

SECULARIZACIÓN 67
Estado-Iglesia: El patronato no arreglado; El patronato peno
diente; Una visión anticipada: la idea secularizante de El Peno
sador Mexicano,' La cautela de El Observador y la reacción de
El Indicador; La disertación de Mora. - Los diez meses de Gó-
mez Farías: Secularizaciones parciales; Enseñanza libre; El Es-
tado deja de ser brazo secular de la Iglesia; Los bienes de la
Iglesia: las diversas tendencias; Las reflexiones de Mora; Priva
el patronato.

CAPITULO IJI

SECULARIZACIóN 147
Estado-Iglesia: Patronato previo concordato; Los puntos de
vista de El Cosmopolita.-Escaramuzas entre los dos poderes;
El Congreso: mayoría, minoría y segundo proyecto. - Sociedad-
Iglesia: El segundo intento de Gómez Farías y las resistencias:
conservadores, moderados y jóvenes impacientes; las peripecias
página
de los gobiernos moderados; Munguía, Melchor Ocampo y el
gobierno de Zacatecas; Ayutla y los primeros pasos; Los jesui-
tas; Desamortización; La potestad civil y el culto; Obvenciones
parroquiales, registro civil y cementerios; El juramento de la
Constitución. - El proceso culmina: La Reforma y su contenido;
Estabilidad de la Reforma; Constitución y Reforma.

CAPíTULO IV

LAS LIBERTADES. 255


El Pensador: la intolerancia, inseguridad de creyentes. - La li-
bertad de conciencia y el liberalismo ilustrado. - Rocafuerte y
El Gallo Pitagórico. - Tolerancia privada. - Tolerancia y colo-
nización. - Los tres ángulos de la libertad. - E! Constituyente
1856-57: Las corrientes y sus puntos de vista; Un restaurador
y tres defensores del artículo 15; Zarco radical; Surge la tesis
de la omisión y la discusión se extravía; La omisión fundada;
La alternativa de Lafragua; Hay pueblo; E! cambio de Zarco;
Arriaga aclara.-La cuestión pendiente. - La oposición fuera
del Congreso. - Libertad implícita y explícita.

CAPITULO V

FEDERALISMO . 335
Saber federal. La divergencia sobre los orígenes del federa-
lismo mexicano y el liberalismo ilustrado. - El diálogo en el
Constituyente de 1842. - E! examen analítico de Otero. - El
federalismo connatural y Sismondi. - Los conflictos de pode-
res.-E! avance de 1847. - Se perfecciona el avance en la Cons-
titución de 1857. - Retorna la divergencia. - Nota sobre la
influencia europea y norteamericana en el Derecho Público
mexicano.

CAPITULO VI

PROTECCIóN y LIBRECAMBIO . 419


La industrialización alamanista : Su inspiración colonial; El Ban-
co de Avío; Las primeras ideas y sus métodos; E! segundo
momento; La extinción del Banco de Avío; La tenaza: falta de
capitales y consumos. - Librecambio en el liberalismo ilustra-
do. - Tadeo Ortiz. - El caso Antuñano. - Proteccionismo liberal:
Enjuiciamiento del Banco de Avío; La heterodoxia. - Preguerra
y crisis. - La heterodoxia razonada. - El eclecticismo de Prieto. -
Dos libros en la última recaída santanista. - Los hombres de
Ayutla. - Proteccionismo en El Monitor Republicano. - La
recapitulación polémica de Matías Romero.

CAPíTULO VII

LIBERALISMO SOCIAL . 539


Las primeras ideas: La realidad yucateca y Vicente María Ve-
lásguez; Dos utopías agrarias: Francisco Severo Maldonado y
El Pensador Mexicano; El agrarismo de Lorenzo de Zavala y
Francisco García; La no disposición a consumir de los mexi-
canos. - Movimientos instintivos: Comunismo agrario; La gue-
rra social yucateca; Petición de una ley agraria. - Gobernantes
preocupados: La circular de Arizcorreta; La autocolonización de
Luis de la Rosa; El Acta de Jacala; Conflicto y manifiesto de
don Juan Alvarez. - La idea social de la propiedad en el Con-
greso Constituyente: El artículo 17 del proyecto de Constitu-
ción; Un visionario prisionero del Derecho: Discurso leído
por Vallarta; Las adiciones de Castillo Velasco; Ponciano Arria-
ga y el estado de la tierra; Iniciativa de Ley Orgánica de Olvera;
La confluencia de ideas; El eco del Congreso: Díaz Barriga y
José María Iglesias; El último intento agrario liberal.

CAPíTULO VIII

LIBERALISMO SOCIAL . 627


La legislación liberal en materia de propiedad: La crítica de
Ocampo; Las leyes y su interpretación; La concentración y sus
estímulos; La cuestión social; Feudalismo industrial; Procura-
dores de pobres; Proletarios. - El liberalismo social de Ignacio
Ramírez: Don Simplicio; En el Constituyente; Su ininterrum-
pido radicalismo social.
PROEMIO

Con este tercer tomo concluye nuestra investigación sobre el


liberalismo mexicano. En el primero, el énfasis se puso en el as-
pecto teórico, dado que nos ocupábamos del origen de las ideas.
En el segundo cargamos el acento en las grandes coordenadas de
nuestra historia, pues el objetivo fue describir la sociedad fluctuan-
te. En este tercer tomo adquiere preponderancia el estudio de las
ideas, puesto que nos dedicamos a examinar su integración.
Repetimos, sin embargo, que en el liberalismo mexicano es di-
fícil escindir resultado y proceso, tanto en lo histórico como en lo
ideológico. Al mismo tiempo que se va integrando el cuadro de
ideas, éste va influyendo en la realidad y siendo receptivo a ésta,
transforma y se transforma. Si queremos medir el liberalismo por
sus efectos, los frutos están a la vista: una forma política que se
adapta a la realidad en que actúa, pero influyéndola, sirviendo de
móvil ideológico, para alcanzar etapas superiores. Por ello la nacio-
nalidad forjada en una gran parte del proceso liberal, adquiere sus
perfiles y el proceso conduce a un resultado absolutamente nacional.
En este preciso sentido hablamos de continuidad del liberalismo
mexicano; pero entendiéndose como encadenamiento, no reducción
de nuestro proceso histórico a la idea liberal: idea y realidad se
apoyan y configuran mutuamente; a veces las ideas son metas que
impulsan el país; en ocasiones, el esquema racional se acopla a una
realidad que no puede deformarse mediante la ortopedia dog-
mática.
Para apreciar el liberalismo mexicano basta ver sus rendimien-
tos: las instituciones y libertades de nuestro régimen constitucional;
la separación entre la Iglesia y el Estado; la existencia de una so-
x JESÚS REYES HEROLES

ciedad secular con un Estado que no recurre a la compulsión para


obtener el cumplimiento de conductas forzosas exigidas por compro-
misos extralegales y extrasociales, y que tampoco se inhibe para
ejercer su supremacía frente a cuerpos, grupos o privilegios. Nuestra
sociedad es libre y abierta aun a su propia automodificación. Gra-
das a los liberales no tenemos una oligarquía constante, hereditaria,
que maniate la posibilidad nacional de autotransformación. La li-
bertad nacional, como capacidad de acción, sólo se halla restringida
por la propia necesidad: como que la libertad no se da en abstracto.
Pero no sólo debemos al liberalismo la existencia de una so-
ciedad libre y abierta: heredamos de él, también, individuos libres
a integrar en una sociedad libre y responsables de su propia libertad
y de la de los demás. pues la libertad de la sociedad es un tejido de
las libertades individuales y colectivas. Tenemos una sociedad libre
y abierta que heredamos. La convivencia en ella no sólo es factible,
sino sencilla, siempre y cuando respetemos una elemental regla del
juego liberal: no obligar a nadie a compartir la búsqueda del abso-
luto en que podamos creer. Si algo prueba la historia son los males
que derivan de pretender forzar a los hombres a ser libres o felices.
En este libro se ve cómo los distintos conceptos o temas se van
ensamblando, hasta constituir toda una estructura ideológica. Sólo
es posible un individuo libre en una sociedad libre. Por ende, sólo
es posible una sociedad libre si la forman individuos libres. Las
correlaciones y equivalencias surgen evidentes: la libertad de con-
ciencia es la secularización de la conciencia. La secularización de la
sociedad es su liberación. Las diferentes líneas de pensamiento con-
vergen a integrar un solo cuadro de ideas.
En el proceso histórico mexicano, liberalismo y democracia lle-
gan a enlazarse y hasta identificarse, dotándonos de instituciones
democráticas y liberales. Los críticos de los resultados y del proceso
liberal mexicano ponen en su debe el propósito de implantar una
democracia no ponderada. Si se hubiese restringido el voto única-
mente a los propietarios o, lo que es peor, no se les hubiese otorgado
a los analfabetos, habríamos, se dice, logrado una democracia res-
tringida, desde luego, pero democracia. Y lo paradójico resulta que
quienes sostienen, así, una tesis antidemocrática, critiquen, a nombre
de la democracia, su universalización en México.
En verdad que existen imperfecciones democráticas en el curso
de nuestro proceso histórico. ¿Pero no habrían sido mayores y más
agudas si hubiéramos empezado por restringirla constitucional-
mente? ¿No ha servido, acaso, el ideal de la democracia universal,
PROEMIO XI

consignado como norma imperativa, para presionar hacia su mejor


logro? Por otra parte, no debe olvidarse que democracia no es sólo
el voto, el sufragio; hay dos representaciones: la democrática y la
autocrática. Los métodos cambian, el contenido persiste; lo esencial
es que el Estado represente a la sociedad y con el voto está la po-
sibilidad de acceso a los puestos públicos. y por nacimiento o for-
tuna, ¿se ha encontrado limitado este acceso? La igualdad ante la
ley, es decir, la extinción de privilegios legales y el libre acceso a
los puestos públicos, han actuado en nuestro país como un termos-
tato de las deficiencias democráticas y ambos principios dimanan
de la idea liberal. La Revolución Mexicana la completó y ensanchó,
cuando con la no reelección culminó una realización histórica libe-
ral. Al liberalismo debemos que a golpes de sangre y paciencia se
haya impedido la formación --como en otros países de origen simi-
lar- de una oligarquía hereditaria. A la Revolución, con la no re-
elección, que nuestra historia no sea una sucesión de oligarquías
vitalicias, sólo limitada por la duración física de sus integrantes.
México tiene, pues, una gran movilidad política y social que, con-
fiamos, puede defenderse por sí misma de las tendencias incipientes
que en contrario se presentan.
Especial papel desempeña en este enlace entre democracia y
liberalismo la lucha en contra de los fueros. Ciertamente que el en-
sayo de los privilegios de Sieyes -obra clásica contra los privilegios
feudales- influye. Pero el contorno de la lucha es distinto en nues-
tro país. No es una nueva burguesía erguida contra privilegios
feudales -aristocracia, ejército y clero-, pues no hay aquella bur-
guesía. La lucha contra los privilegios adquiere, por ello, un sen-
tido popular en México. Ella se combina con una idea de igualdad
social. La lucha contra los privilegios resulta anticolonial. Es en-
frentarse a supervivencias coloniales. Es buscar el acceso de los na-
tivos a los puestos directivos, con este trasfondo: un alto clero pen-
insular que oprime e impide el acceso de un bajo clero autóctono;
un ejército -alto- con españoles seguidos por criollos, '1ue oprime
a una oficialidad y tropa mestiza e indígena; una alta burocracia,
centralizada, peninsular en sus orígenes. Esto da a la lucha contra
los fueros, -expresión gráfica de los privilegios en el ámbito
jurisdiccional- un amplio sentido social igualitario, ajeno a un pro-
ceso histórico de elevación de una nueva clase. Es un sentido bien
distinto del que tiene en Occidente la lucha en contra de los privi-
legios. Por eso Antuñano es una excepción: pugna por afectar pri-
vilegios para formar una clase -burguesía industrial- '1ue no exis-
XII JESÚS REYES HEROLES

te, apartándose así del modelo histórico: una nueva clase que en-
cuentra en los privilegios un obstáculo a su crecimietno y conso-
lidación.
¿y qué decir del federalismo, que se identifica con el libera-
lismo? La ignorancia y la mala fe sembraron el lugar común de un
federalismo importado, sin siquiera conocerlo, en contra de nues-
tras tradiciones y realidades, viniendo a desunir lo unido en la
fórmula sacramental. La verdad es bien distinta. La idea federal en
1824 -y ello creemos haberlo demostrado- ni siquiera fue adop-
tada por nuestros liberales. Las realidades se les anticiparon y la
impusieron. El federalismo fue el leve hilo que mantuvo unido 10
que se estaba disgregando; sin él, nuestro rostro habría sido bien
distinto. Y cuando en la larga sociedad fluctuante prescindimos
del federalismo, la historia nos fue adversa.
También en materia federal somos deudores de nuestros pri-
meros liberales. Centralismo y federalismo no son los términos de
una contienda verbalista y estéril. j Flaco servicio haríamos a libe-
rales y conservadores si, por una palabra, los viéramos trabados en
una pelea que parecía interminable! La contienda fue por lo que
la palabra significaba. La contienda fue, además, lógica en extre-
mo: eran intereses centralizados e intereses descentralizados, y el
federalismo el instrumento de los segundos, que constituían las
clases medias dispersas en el país y los portadores de la idea liberal.
La palabra representaba un sistema y éste nos era tan necesario, que,
como se ha dicho, de no haber existido, 10 habríamos inventado.
y que no se hable de la centralización de nuestros días para de-
mostrar lo artificial del federalismo. Porque dicha centralización
ha ocurrido a pesar del federalismo. ¿Adónde habríamos ido sin
este freno? No se olvide que la centralización nos viene de un
complicado fenómeno de concentración económica, social y demo-
gráfica, que, inexorablemente, se refleja en lo político. Nuestro sis-
tema federal ha resultado insuficiente para impedir las tendencias
reales de nuestro desarrollo económico hacia la centralización. No
ha estorbado, sino estimulado, en cambio, la permanencia de las
peculiaridades regionales y su integración nacional. Y sigue siendo
un aliciente y un método para luchar en contra de la centralización
y, sobre todo, contrarrestarla.
El liberalismo mexicano acusa en su haber fundamentalmente
un significado político: libertades, secularización, federalismo, igual-
dad ante la ley. Este significado político ha calado hondo en nuestra
historia; la primacía del liberalismo mexicano es lo político, que
PROEMIO XIII

clásicamente lo constituye, pero matizado por la realidad y el estilo


de nuestros hombres.
Hay que tener en cuenta que los liberales mexicanos, de 1824
en adelante, en materia política, luchan por cambiar y mantener.
Quieren modificar: el status existente en materia de relaciones Es-
tado-Iglesia y sociedad civil-Iglesia, hasta obtener la secularización
de la sociedad; la intolerancia religiosa, obteniendo la ]ibertad de
conciencia; la desigualdad ante la ley, aboliendo los. fueros y privi-
legios. Por el contrario, desean mantener o restaui ar -esto último
en el período de vigencia de las Siete Leyes y las Bases Orgánicas-
la forma federal consignada en el texto de 1824, buscando even-
tualmente su perfeccionamiento. Como se comprenderá, la lucha
dirigida a modificar es sustancialmente distinta de aquella que busca
mantener o restaurar. De aquí la naturaleza diferente de los capí-
tulos de este libro, que van desde el puramente teórico y probatorio
-como lo es el relativo al federalismo-- hasta el que se refiere,
preponderantemente, a una práctica de gobierno -proteccionismo--
pasando por la exposición de la reiterada preocupación por el pro-
blema social, qqe no cuajó en una política definida.
Como puede verse, tanto en federalismo como en seculariza-
ción, no deja de estar dotado el liberalismo mexicano de matices
originales, y más original resulta en lo que es heterodoxo: en mate-
ria económica, cuando las realidades nacionales 10 hacen apartarse
del librecambio, siendo aquí la heterodoxia la que se impone, y en
materia social, cuando las propias realidades lo incitan a adquirir
características ajenas al típico liberalismo.
Las ideas fecundan la realidad al traducirse en actos. Pero hay
movimientos instintivos que desbordan las ideas, cambian su sen-
tido y amplían, de esta manera, los principios. Singularmente claro
se ve ello en la gestación de la secularización de la sociedad mexi-
cana. Los movimientos populares de esencia agraria tienen un as-
pecto anticlerical, nada teórico, sino práctico y concreto: reducir
las obvenciones parroquiales, las cargas; los campesinos plantean,
junto al problema de la tierra, la incidencia sobre ellos del régimen
que priva en materia de relaciones Iglesia-sociedad. Y estas peti-
ciones populares concretas fortalecen los principios postulados por
los teóricos, ensanchándolos, ciñéndolos a la realidad y comprobán-
dolos.
Circula todavía la tesis de la originalidad por ignorancia de
nuestros liberales. Los liberales mexicanos, al iniciarse el proceso
histórico ideológico, ignoraban, en rigor, el liberalismo. Por ello
XIV JESÚS REYES HEROLES

cayeron en las heterodoxias. Conforme el proceso se fue desarro-


llando, fueron conociendo más la doctrina y dejaron de ser origina-
les para ser liberales. La tesis sólo revela desconocimiento de las
ideas y pensamiento de nuestros liberales. En efecto, si algo se ve
en esta obra es el bagaje doctrinal que en política, economía, dere-
cho y cuestiones sociales exhiben los liberales. Sólo que las ideolo-
gías no se importan en bloque; se asimila lo que en ellas hay de
asimilable y esto se adapta. Al respecto, no pequeña lección es la
que nos proporciona la experiencia liberal mexicana al mantenerse
equidistante de las fórmulas por rígidas antihistóricas y de las que
por exceso de flexibilidad inducen al oportunismo.
En materia social, las realidades nacionales y cierta confluen-
cia doctrinaria hicieron a muchos liberales apartarse del clásico in-
dividualismo, sobre todo en materia de propiedad de la tierra. Es
Otero, conociendo a Sismondi, al igual que don Lorenzo de Zavala,
este último aficionándose a Owen. Es Ponciano Arriaga, creando
procuradurías de pobres y viendo en la Constitución la ley de la
tierra. Son comunidades indígenas que luchan por mantener su for-
ma de tenencia de la tierra. Son las rebeliones claramente agrarias
que surgen después de la guerra con los Estados Unidos; como
si la derrota dejara en libertad fuerzas y energías espirituales ape-
nas contenidas y que una vez desatadas, van a persistir. Es el dra-
mático Tierra es guerra de nuestra historia, que a hombres permea-
bles a las realidades les hace comprender que más allá del libera-
lismo político hay una idea social que deben recoger para conjugar
precisamente libertad y justicia.
No tratamos de atribuir al liberalismo mexicano cualidades
que no le pertenecen. Con las suyas le basta y sobra, tanto en ideas,
como en realizaciones. Unicamente pretendemos situar el liberalis-
mo en el amplio contexto de la historia nacional y con ello propor-
cionar un elemento que ayude a realizar semejante tarea en relación
con la Revolución Mexicana. Recuérdese que detrás de la historia
siempre hay historia, y algunas de las raíces de la Revolución se
clavan en el suelo de la historia de México y de la propia proble-
mática del país.
La revolución social fue la Revolución Mexicana. El liberalismo
en sus límites cronológicos no la hizo. La corriente social que den-
tro del liberalismo existió fue dejada de lado. Pero lo sorpren-
dente son los planteamientos sociales que hubo dentro del gran
movimiento liberal mexicano. Las utopías, los intentos legislativos,
las descripciones del problema de la tierra, fueron dejando un re-
PROEMIO xv
siduo en las ideas nacionales. Hubo un proyecto de artículo 17 en
el Constituyente 1856-57, que fue, más que derrotado, abandonado,
por argumentos no de fondo, sino jurídico-formales. ¿Ese intento
social no nos ayuda a entender la eclosión revolucionaria posterior?
La Revolución Mexicana, como todo movimiento histórico
ideológico, no tiene una explicación única. No es una línea, sino
una confluencia de líneas. Es una síntesis de ideas nativas o forá-
neas y de problemas que venían de atrás o que nacieron con el por-
firismo. La Revolución integra a México en un nuevo cuadro de
ideas, incluso con contradicciones dentro de dicho cuadro. La ex-
plicación es múltiple y en ella el liberalismo mexicano es sólo una
de sus fuentes. Hay pues, un espíritu y un impulso, y cabe pensar
si el hecho de que en 1857 estuviéramos a punto de implantar cons-
titucionalmente un liberalismo social, permitió que llegáramos a
éste en 1917.
Así como no queremos dotar al liberalismo mexicano de atri-
butos que no le pertenecen ni necesita, tampoco queremos que se le
carguen pecados que no cometió: tal, por ejemplo, el que se le im-
pute la concentración de la tierra. ¿Es posible que a unos cuantos
días de los grandes debates sobre la tierra, sobre su problemática
y los métodos liberales, el Congreso 1856-57 aprobara un rampante
individualismo? Vemos cómo la concentración de la tierra existe
con anterioridad al triunfo liberal. Los despojos de las comunidades
indígenas son queja constante; las rebeliones agrarias son síntoma
evidente de aquella situación. Y la concentración se realiza más
tarde en el porfirismo, no como un resultado inexorable de leyes
de contenido individualista, sino mediante una acción deliberada
que chicaneó en la interpretación de algunas leyes y acabó modifi-
cándolas, creando una legislación encaminada a obtener la concen-
tración. Son los criterios agrarios de los noventas, son las leyes de
1883 y 1894 dirigidas a facilitar los despojos, y son, por último,
nuevos factores y nuevos estímulos que fomentan la concentración
de la tierra, les que convierten a ésta en un valor innegable y hacen
apetecible su acumulación. La política ferrocarrilera, el proteccio-
nismo agrícola, una banca que para otorgar los créditos quiere sol-
vencia y, por último, inversiones extranjeras que hacen que los na-
tivos vean en la propiedad de la tierra un valor para negociar.
Durante el porfirismo se crean nuevos intereses. Una clase po-
derosa va a surgir al amparo de o en conjunción con una nueva olí-
garquíapolítica. La aristocracia territorial, endeble, va a ser susti-
tuida por una nueva clase propietaria que, si bien toma de su ante-
XVI JESÚS REYES HEROLES

cesora los vicios -el absentismo, la explotación del hombre, etc.-,


no hereda su debilidad. La clase pudiente va a gobernar, al amparo
de la Constitución liberal de 1857 y de las Leyes de Reforma. Pero
ésta es sólo la forma de gobierno. El sistema es distinto, opuesto en
verdad: sin repudiar expresamente al liberalismo, sino bien a~ .con-
trario, glorificándolo en solemnidades y monumentos, el porfirisrno
en sus distintas etapas se separa completamente de los objetivos.libe-
rales. Se niega de facto una trayectoria histórico-política, una ideo-
logía que formalmente se respeta y se asienta que sigue pri~an~o.
Las realidades, lo cotidiano, subvierten los principios constitucio-
nales. Se realiza la subversión más efectiva: el cambio de los hechos,
de las prácticas, sin negar expresamente los principios. No sólo se
detiene una revolución. que ya podía continuar como evolución, na-
cida con nuestra propia nacionalidad, sino que se invierte el acae-
cer histórico imbuyéndole un sentido contrario. Por eso, bien pron-
to un positivismo aburguesante, un progreso que no se mide en
función de sus efectos sociales, y una paz no orgánica, sino imp~es­
ta, sustituyen viejos ideales y viejos anhelos. La idea social del libe-
ralismo mexicano subsiste en el subsuelo; los pecados que contra
esta idea se cometen, bien pronto van a ser cobrados. El porfirismo
v~ola los principios políticos del liberalismo y niega la corriente s~­
cial que, al menos, había atemperado en nuestro país el dogmatls-
mo individualista.
El proceso histórico real del liberalismo mexicano dejó super-
vivencias feudales. Apenas triunfante, después de rudas luchas en
que no se pudo derruir todo lo que se debía, viene el porfirismo,
que no sólo interrumpe la destrucción, sino que busca y obtiene un
nuevo apuntalamiento para los elementos añejos. Los señores feu-
dales, contra los que luchó la Revolución Mexicana, en algunos ca-
sos vienen de atrás y en otros casos son nuevos, son porfiriano s ?
tux.tepecanos. E.st.os últimos surgidos al amparo de la política te~~l'
tonal del porfmsmo, que deliberadamente busca la concentraClon
de la. propiedad. Pero unos y otros representan una reminiscencia
fe~da~ y contra ellos se yergue la Revolución. Los liberales querían
.
aniquilar un orden: el colonial. Eran antifeudales, anticoloniales;
mientras d?tninaron, buscaban remover, animados por el movimien-
to; era la idea transformadora. El pofirismo, el mantenimiento de
un orden ~ue se llegó a creer inmutable, con sólo una duda y un
temor: ,la lnmortalidad del caudillo y el vacío que a su muerte se
presenna.
PROEMIO XVII

Verdad es que en el porfirismo vemos hombres que venían del


liberalismo, comenzando por el propio caudillo. Pero el porfirismo
se integró con numerosos desprendimientos de los partidos en pug-
na que justificaban su concurrencia por un objetivo que creían supe-
rior: la paz. Hubo conservadores y liberales porfiristas, interven-
cionistas y antiintervencionistas y, descendiendo a las facciones, jua-
ristas, lerdistas e iglesistas. Ciertamente, sin que descuellen mucho,
sí se perciben, en la oligarquía tuxtepecana, hijos de quienes habían
forjado el liberalismo. Algunos de ellos disfrutando de la nueva
situación y creyendo que ella era consecuencia lógica, continuación
o culminación de aquello por lo que sus padres habían luchado.
Nada autoriza, sin embargo, la validez de tan subjetiva interpreta-
ción. Ni en teoría, pues otras fuentes sustituyeron, a poco de ini-
ciado el porfirismo, las ideas liberales; ni en la práctica, en que,
sin escatimar honras fúnebres, el porfirismo actúa como enterrador
del liberalismo. Con un mínimo de información y capacidad refle-
xiva ella tiene que desecharse.
El porfirismo, enjuiciado en su totalidad como fenómeno que
dura treinta años, no es un descendiente legítimo del liberalismo.
Si cronológicamente lo sucede, históricamente lo suplanta. Nuevos
móviles económicos y un objetivo político distinto dan fisonomía
bien diversa a ambas etapas históricas de México. Los liberales fue-
ron un movimiento, persiguiendo una ideología, venciendo enemi-
gos que se resistían. El porfirismo aglutinó a los enemigos de ayer
mediante intereses para mantener un orden que se creía perpetuo.
Las filosofías inquietas, llenas de fe en la actividad del hombre, de
estirpe jusnaturalista que guían a los liberales, son sustituidas por
una filosofía positivista tomada, además, en su vertiente oligárqui-
ca. Por tanto, no debe buscarse una sucesión normal, legítima, entre
liberalismo y porfirismo y una continuidad, sino una sustitución y
una verdadera discontinuidad. Si el afán de innovar y modificar
conduce a los liberales, el propósito de conservar conduce al porfi-
rismo. Por instinto de conservación se sabe que los cambios, por le-
ves que sean, pueden hacer tambalear toda la estructura.
Pero no obstante los intereses creados al amparo del porfirismo,
que sustentaban la negación real de nuestra evolución liberal, la
idea agraria subsiste, los principios de justicia social se mantienen
y a través de la Revolución Mexicana rompen el límite que dentro
del proceso liberal habían tenido, el "no es tiempo", frecuente va-
lladar a propósitos de progreso en México.
XVIII JESÚS REYES HEROLES

Como decíamos antes, el liberalismo social mexicano no triunfó


si nos atenemos a sus límites históricos. Ello era imposible, y ya es
admirable que haya surgido el mero conflicto, el mero debate. Pero
en los procesos histórico-ideológicos, los límites siempre son con-
vencionales, y por consiguiente, elásticos: una época tiene raíces
que provienen de las precedentes y proyecciones que alcanzan a las
subsecuentes. Una corriente fracasada dentro de sus límites tempo-
rales emerge posteriormente y contribuye a configurar una etapa
ulterior. Y los sedimentos dejados por el liberalismo social mexicano
influyeron en la Revolución Mexicana. El liberalismo no encontró
la solución al problema de la tierra; lo importante es que la haya
atisbado. Ahora bien, si el régimen político de la Revolución Me-
xicana, como federalismo, libertades, secularización, es herencia li-
beral, la corriente social del liberalismo mexicano constituye una
influencia para la Revolución Mexicana, una explicación histórica
que no excluye, sino supone e incluso implica otras. Nada más ni
nada menos.
Esto apoya nuestro aserto de que la Revolución Mexicana no
fue producto de generación espontánea y nos lleva a creer que la
preocupación histórica de los mexicanos ante el problema social
constituye una experiencia y una fuerza innata que ayuda a enfren-
tarse al problema, esquivando "las soluciones desesperadas".
¿Podemos comprender el itinerario de México sin captar la idea
liberal? El conocimiento de ella, en polémica histórica o como par-
te de una síntesis posterior, resulta indispensable para comprender
el curso de nuestra historia y, dentro de él, el momento actual. Vis-
to el liberalismo como velocidad adquirida, juega un papel aún en el
presente de México. Hay todavía problemas a que nos enfrentamos
con el enfoque liberal y, por supuesto, actitudes en la vida nacional
que encuentran su fundamento en la conciencia histórica liberal.
No pretendemos que el liberalismo mexicano haya conciliado
libertad y justicia social. Sus hombres intuyeron, eso si, que no po-
día haber plena libertad sin justicia social y que difícilmente se
podía llegar a ésta sin libertad. Tampoco pudieron nuestros libe-
rales armonizar libertad y economía ordenada, objetivo que aun
en nuestros días no es fácil obtener; pero sí captaron. que la .libertad
no era un obstáculo para que la colectividad pública pudiera inter-
venir en el proceso económico persiguiendo objetivos superiores. A
través del proteccionismo -y lo de menos es que haya sido a través
de él, pues difícilmente, dada nuestra. evolución económica, podía
ser en. otro aspecto- los liberales se percataron de que una· cosa
PROEMIO XIX

eran las libertades espirituales y otra cosa bien distinta y de diverso


valor el librecambio. El que en materia económica los liberales me-
xicanos se plantearan la posibilidad de apartarse del librecambio,
no tiene más significado que el afirmar el derecho y la posibilidad
de la heterodoxia en materia económica y, por lo consiguiente, la
distinción entre el liberalismo político y el económico.
Hay una extensa literatura que no ve la transformación de la
sociedad como un rompimiento con el pasado, como una interrup-
ción o, mejor dicho, como una inversión del proceso histórico; por
el contrario, la modificación resulta etapa de la evolución y la idea
de la continuidad histórica se rescata con un nuevo sentido: impul-
sar la reforma, dando raíces al cambio. La innovación no es con-
traria a la continuidad. No hay una oposición entre el ideal trans-
formador y la secuencia del proceso histórico. El revolucionario, para
luchar y construir, no tiene que echar por la borda el pasado. La
idea revolucionaria es vista como el perfeccionamiento, la integra-
ción cabal de la evolución histórica, de la historia misma.
Partiendo de esta concepción, los mexicanos estamos lejos de
necesitar manumitirnos de nuestra historia; para afirmar nuestro
presente y, sobre todo, nuestro futuro, no tenemos por qué romper
lo que nos vincula con el pasado. No es la historia la que nos es-
torba, pues bien distante está de ser -una rémora. Al contrario, ali-
gera los esfuerzos, nos puede brindar más de una luz y savia sufi-
ciente para nutrir la imaginación y estimular una realista y prudente
audacia. No se trata de buscar precedentes para no tener que pensar
y, mucho menos, de justificar con el pasado un cómodo conformis-
mo. El que en el pasado busca precedentes para resolver problemas
contemporáneos, simultáneamente oscurece su época y esteriliza la
historia. Refugiarse en el pasado para eludir el presente es tan ne-
gativo como prescindir de la historia en la comprensión de nuestros
días. Quien vive en la historia se hace, en fórmula unamuniana,
sordo al silencio; pero los que no quieren oir la historia, en su sor-
dera llevan la penitencia. Podemos recoger de nuestra historia un
impulso que ajuste los afanes de actividad a la lección que nos
dieron quienes supieron vencer en el pasado, sacrificando frecuen-
temente la rapidez en el triunfo de sus principios a la firmeza en su
logro. Tenemos un capital histórico que debemos conservar y acre-
centar. Prescindir de él es dilapidar lo que con tesón nos dejaron
nuestros mayores; es olvidar que nuestra generación no es hija de
sí misma.
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I
CAPITULO I

IGUALDAD ANTE LA LEY

Entre la igualdad y los fueros .. Más allá del fuero y de la igualdad legal.
Las ideas al triunfo de Ayutla.-La ley sobre administración de justicia. - La
controversia sobre el fuero eclesiástico: El gobierno es supremo; Se desco-
noce al aliado; Dos órbitas soberanas; ¿Quién manda en la República? .
La ratificación de la Ley Juárez. - La igualdad en la Constitución.
IGUALDAD ANTE LA LEY

"Pero donde quiera que el clero pretenda mez-


clarse en la política, ya prestando a los gobiernos
su influencia para oprimir, ya poniéndose en pug-
na con el poder civil por cuestiones en que s610
se trata de intereses materiales, sufren a un
tiempo la respetabilidad del clero, la causa del
Estado y la de la religi6n."

ENTRE LA IGUALDAD Y LOS FUEROS

Al describir las grandes coordenadas del vasto movimiento his-


tórico político del liberalismo mexicano, nos referimos expresamen-
te al papel desempeñado por la lucha en contra de los privilegios
del clero y del ejército. Se trata de las ideas e intereses esenciales
que condujeron a sostener la necesidad de abolir los privilegios le-
gales, los fueros. Puede decirse que, si bien la lucha en la sociedad
fluctuante se polarizó en torno a federalismo-centralismo, ella se
concretó en torno al mantenimiento o supresión de los privilegios.
En los orígenes del liberalismo mexicano no siempre se aborda
con claridad el problema. Los' fueros repugnan, pero no es fácil
postular su abolición, y es que en ello no hay término medio: o se
desea superar el estado colonial y llegar a la igualdad legal y a
la supremacía de la sociedad civil, o se pretende el mantenimiento
del orden colonial y su perfeccionamiento sobre la base de su con-
tinuidad, al margen de la independencia política nacional. En este

1 El Siglo Di,z ,N.,1I,. número 2,)63, U de enero de 18'6. Articulo: "m


clero y Jos movimiefttc>s reaccionarios".
4 JESÚS REYES HEROLES

segundo caso, se ve cómo Francisco Severo Maldonado" sostiene la


generalidad de la Ley: "La leyes una misma para todos los ciuda-
danos, ya mande, ya vede, ya premie, ya castigue"; pero no obstante
ello, Severo Maldonado, que ve a la potestad eclesiástica en el orden
político "como una emanación del poder ejecutivo", asienta que la
nación le conferirá a la Iglesia "toda la porción de jurisdicción
temporal que fuere necesaria" para el cumplimiento de su ministe-
rio. Y dentro de su idea que podríamos calificar de corporativa,
multiplica los fueros, o mejor dicho, los generaliza:
Art. t46.-Estando clasificada toda la población de cada lugar en
corporaciones político-militares, compuestas de todos los individuos
de un mismo estado, profesión o modo de vivir, cada ciudadano será
juzgado por individuos de su misma corporación, el minero por mine-
ros, el mercader por mercaderes, el labrador por labradores, el artesano
por artesanos, el clérigo por clérigos, etc., de manera que 10 que hasta
aquí ha pasado por un fuero particular, o privilegio, formará en 10
sucesivo un punto de derecho común.

Dos años después, El Pensador Mexicano aboga por la igual-


dad con una razón decisiva: la generalidad de la ley. O hay leyes
o hay excepciones: "O no se han de decretar las leyes, o una vez
decretadas, se han de hacer obedecer por todos, sin excepción; por-
que donde cabe la excepción, no cabe la igualdad, y donde falte
la igualdad, falta la justicia"."
Con este argumento, ayudado por la idea de justicia, dentro
de la concepción secularizante y partiendo de la premisa de la to-
lerancia, básica para El Pensador, éste sostiene la igualdad ante
la ley y, por consiguiente, la supresión de las jurisdicciones privile-
giadas, viéndose su pensamiento expresamente consignado cuando
en el artículo 29 de su utópica constitución instaura un tribunal
supremo de justicia formado de cinco individuos "ante quienes no
habrá fuero privilegiado y juzgarán en competencia de jurisdiccio-
nes y sobre delitos cometidos por cualesquiera autoridades".'
2 Contrato de Asoriación para la Reptib/ira de los Estados Unidos del Anáhllar,
por un ciudadano del Estado de Xalisco. Segunda edición, revisada y corregida por
el autor. Guadalajara, en la imprenta de la viuda de D. José Fruto Romero, 1823.
pp. 10, 18 Y 21.
3 JOSÉ JOAQuíN FEllNÁNDEZ DE LIzARDI: Conversaciones familiares del payo 1
el secristé», México, mayo de 1825, Oficina de don Mariano Ontiveros. Tomo 11,
duodécima conversscién, pp. 4 'Y. S.
• Op. cit., décimasexta conversacíén, p. 10.
IGUALDAD ANTE LA LEY 5

El combate en contra de los privilegios legales enlaza libera-


lismo y democracia en México. El liberalismo ilustrado se une al
democrático o ambos confluyen en una misma corriente, en virtud
de la lucha en contra de los fueros. La propia lógica interna del
movimiento y la naturaleza de su objetivo político preponderante,
conducen al liberalismo ilustrado a confluir con el democrático pro-
pugnando por la abolición de los privilegios legales. Sin embargo,
puede decirse que ambas corrientes, la del liberalismo ilustrado y
la del liberalismo democrático, se ayuntan en esta materia por razo-
nes distintas y buscando objetivos diversos.
Para el liberalismo democrático, la supresión de los fueros
dimana de su propia naturaleza ideológica. Es el igualitarismo, el
principio de igualdad ante la ley, norma democrática fundamental,
lo que impulsa esta corriente. En cambio, para el liberalismo ilus-
trado, la supresión de los fueros es, por una parte, una necesidad
en el propósito de defender el federalismo consignado por la Cons-
titución de 1824, y por otra, un principio elemental -requisito--
para afirmar la supremacía de la sociedad civil.
De aquí deriva el planteamiento diverso de e.ste problema y
el enjuiciamiento también distinto de la naturaleza de los fueros
y de la conveniencia de su supresión. El Correo de la Federación
Mexicana, primero, y más tarde El Fénix de la Libertad y La Opo-
sición, sostienen la pelea fundamental en contra de las clases privi-
legiadas, rebasando concepciones puramente formales.
El liberalismo democrático, a través de estos tres periódicos,
apoyará la lucha contra los fueros en la igualdad ante -la ley, no
sin dotarla de un contenido social. Para El Fénix de la Libertad,
el fuero eclesiástico y el fuero militar, al constituir clases privile-
giadas, interrumpen "la igualdad civil que debe ser compañera in-
separable de la Iibertad"," Es más, para este periódico la existencia
de los fueros pone en contradicción a la Constitución de 1824 con
los elementos monárquicos que subsisten. Los fueros destruyen la
igualdad y constituyen una causa de revolución. Para La Oposición,
más tarde, los fueros, considerados en sí mismos, son monstruosos
y subversivos en la práctica. 'Ellos impiden, además, la subsistencia
de cualquier gobierno y son detestables por la desigualdad en que se
fundan. El sistema democrático y representativo tiene por·una de sus

s Tomo l. a.úmeto 34. 31 de marzo de 1832. Iaxico. impreso por Ignacio


Cumplido. pp. 144.
6 JESÚS REYES HEROLES

bases principales "la igualdad legal". Por consiguiente, urge su


consignación, desterrando los fueros.'
El propósito que anima a los liberales, de suprimir los fueros,
de combatir las clases privilegiadas, que ideológicamente es muy
importante, con frecuencia se oculta, como meta política concreta
del partido liberal, y en algunos casos no se aborda. Así por
ejemplo, durante la administración de Gómez Farías, que hemos
caracterizado como avance forzado, en lo tocante a la abolición
de los fueros al igual que a la obtención de la tolerancia, el avance
se difiere en virtud de estar contenidos ambos principios -intole-
rancia y fueros del ejército y de la Iglesia- en el texto constitucio-
nal. Y es que, el sentido transaccional implicado por el texto de
1824 contiene como concesión a los grupos liberales la consigna-
ción del federalismo, que es instrumento político para el acceso al
poder de las clases liberales dispersas en la República y, a cambio
de ello, a las clases representativas del orden colonial se les deja la
intolerancia religiosa y la consignación de los fueros de la Iglesia
y el ejército.
En estas condiciones, así como para los liberales se dificultaba
el luchar abiertamente por la tolerancia o libertad de conciencia,
igualmente les resultaba difícil la lucha por la abolición de los fue-
ros, pues la obtención de tal reforma exigía la modificación del
texto constitucional, con el .riesgo consiguiente de perder todo lo
positivo que éste consignaba y fundamentalmente el establecimiento
de la forma federal.
Pero si como meta política la lucha se enfrentaba a un obs-
táculo difícil de vencer, como propósito ideológico el deseo de su-
primir los fueros y reducir a las clases privilegiadas es manifiesto.
El liberalismo ilustrado, por razones de afirmar la supremacía de la
sociedad civil, del Estado; el liberalismo democrático, por su misma
raíz ideológica, que lo dota de un sentido igualitario. Y es precisa-
mente esta lucha contra los fueros la que, como antes decíamos,
hermana el liberalismo ilustrado con el democrático.
Hemos vistotcómo Lorenzo de Zavala, en su Viaje a los Es-
taJos Unidos, reacciona violentamente contra una aristocracia de

6 Ú O/Jositió", primera época, Tomo I. México, impresa por Juan Ojeda.


]834. Números IS. 16 28. de 4 y S de diciembre de 1834 y 31 de enero de 183S.
respectivamen~.
7 V&se: El Liberalismo Nexi~""o. Tomo 11. ú So(ieÚil Pllmlltlllle, pp.
266-27S.
IGUALDAD ANTE LA LEY 7

privilegio, de leyes excepcionales, que ve mortífera para la socíe-


dad; cómo Mora, al describir el programa del partido del progre-
so en la administración 1833-34, incluye la abolición de los privi-
legios del clero y la milicia, viendo en los grupos aforados un
instrumento que debilita el espíritu nacional, contrario a la moral
pública, que choca con la independencia y libertad personal, que
embaraza el curso de la justicia, estorba el orden administrativo,
se opone a la prosperidad y riqueza pública y niega la supremacía de
la sociedad civil.
y los liberales mexicanos recalcan los argumentos de buena
administración. Mora emplea éstos al dar a conocer el programa
de la administración 1833-34 y se ve frecuentemente recurrir a la
condenación que ya el Conde de Revillagigedo había hecho desde
el punto de vista administrativo de "la multitud de fueros". Revi-
llagigedo no sólo señalaba los males, los perjuicios derivados de
esta multitud de fueros, sino que también postulaba su reducción:

En mi concepto, los fueros privilegiados deberían ceñirse única-


mente, a las materias de oficio, en que se requiere un particular cono-
cimiento práctico, para decidir con acierto; pero en los delitos y casos
comunes, debería ser también común el juez y la decisi6n.~

Este argumento administrativo sirve en algunos casos para ocultar


el propósito político-jurídico que induce a perseguir la abolición de
los fueros, propósito que, -sin embargo, se manifiesta permanente-
mente y poco a poco va adquiriendo nuevos ángulos, redondeándose,
por así decirlo, desde un punto de vista ideológico.
Pero, si bien estos planteamientos generales entran dentro de
las grandes coordenadas políticas de la sociedad fluctuante, la inte-
gración ideológica del liberalismo exige ver cómo gradualmente,
ante acontecimientos concretos y junto a la descripción de los males
acusados por los fueros, se van formulando ideas que apoyan su
supresión y que poco a poco estas formulaciones se enlazan con los
propósitos secularizantes.
Siguiendo este principio de conectar el mantenimiento de los

8 "lSIrtluió" ,.serf·Ma que el CUlltle tle RlfJillttgigetlo, tlio ti su su,.sor ", el


",.o,MArfuls tle Brtl"ri/orle, sobr, ,1 gobierllo th ,sI' eOllli"elll, ", el li""po
file fue su Vim", -M&ico, 1831. l.,npreota de la Calle de las Escalerillas, a CUlO
del C. Agustín GuroJ, p. 27.
8 JESÚS REYES HEROLES

fueros con el culto exclusivo de una religión, Lorenzo de Zavala, al


enjuiciar los acontecimientos de México en 1828-29,9 asienta:

Los fueros eclesiástico y militar reconocidos en la constitución de


los Estados Unidos Mexicanos, y el culto exclusivo de una religión, son
obstáculos a una justa libertad y el origen de sus desgracias.

y no se queda ahí; ve también el sentido de clase privilegiada


que entraña la existencia de corporaciones aforadas:

Los eclesiásticos y los militares son seres privilegiados que perte-


necen a otra esfera, y no conocen los deberes de ciudadanos simples
sino que se reputan como una clase superior a los demás.

El resultado de esto, según Zavala, es obvio: ..... el poder ci-


vil es casi nulo".
Por otra parte, los intereses de las clases privilegiadas las
conducen no sólo a pugnar por el mantenimiento de los fueros que
el texto constitucional les concede, sino a ampliarlos cuando ello
resulta posible. Durante el lapso en que el país se caracteriza por
el constitucionalismo oligárquico, esta tendencia es expresa. Desde
las Siete Leyes se ve a las clases oligárquicas pelear simultáneamen-
te por el mantenimiento y ampliación de los fueros y por constituir
la renta personal en elemento de la ciudadanía. En efecto, la pri-
mera ley constitucional señalaba en la fracción 1 de su artículo 70.,
como requisito de la ciudadanía el gozar de una renta anual por lo
menos de 100 pesos, procedentes de capital, trabajo o industria.
Para ser miembro del Supremo Poder Conservador se fijaba como
requisito el tener "un capital (físico o moral) que le produzca por
10 menos tres mil pesos de renta anual". Para pertenecer a la Cá-
mara de Diputados, un capital físico o moral que produjera por lo
menos 1,500 pesos anuales y para senador, 2,500 pesos anuales.
Para tener derecho a ser elegido Presidente de la República, se re-
quería un capital que produjera anualmente 4,000 pesos de renta.18

9 LORENZO DE z,.VALA: Opúsculos históricos de México: Juicio imparriaJ sobt-.


los aconletimienlos de México en 1828 y 1829. New York, C. S. Van WínJde. Reim-
preso en México; Oficina de Galván, a cargo de Mariano Arévalo, 18;0, pp. ;0-32.
10 Bafts 1 Leyes Conslitucionales de la R,pliblica Mexicana, d.crelaáds PIH .1
Congt'eso G"IHaJ de la Nación en el afio tIe 1836. México, 1837, Imprenta del
¿gltil".
IGUALDAD ANTE LA LEY 9

Puede, sin embargo, decirse que bien pronto el liberalismo


mexicano, no sólo por la unión entre el Ilustrado y el democrático
enlaza la afirmación de la supremacía civil del Estado y la igualdad
ante la ley como principios que exigen la supresión de los fueros,
sino que también conecta esta lucha con aquella que persigue la
secularización de la sociedad. Para 1835 el liberalismo ilustrado y
el liberalismo democrático ya están enlazados, privando el segun.
do y convirtiéndose en postulado del movimiento el principio de
igualdad ante la ley. Poco después, la influencia bienhechora de Toe-
queville convertirá el enlace en identidad.
Ahora bien, el primer intento legal de abolición de los fueros
se presenta en la Constitución Yucateca de 1841. En efecto, el pro-
yecto de Constitución presentado a la legislatura de Yucatán por su
Comisión de Reformas, el 23 de diciembre de 1940,11 es categórico
en el propósito de desterrar los fueros. En la exposición de moti-
vos no se detiene en los escritores que han abordado el asunto
"de los fueros privilegiados", entre otras razones "porque se han
popularizado bastante las doctrinas que comprueban la necesidad
de la supresión de los fueros". Al efecto, se cita al ingenuo y ra·
dical traductor de Bentham, don Ramón Salas; pero no debe olvi-
darse que Tocqueville está presente y en forma expresa. Se recurre
a Benjamín Constant, transcribiéndose un fuerte alegato en contra
de la justicia militar, para concluir:
Mas ya que nos favorecen las circunstancias en que nos vemos
colocados por un favor especial de la Providencia, aprovechémonos de
ellas para dar a nuestros pueblos unas instituciones, qué nos hagan
de alguna manera acreedores a la indulgencia de nuestra posteridad.
Destruyamos al efecto esas funestas excepciones de la iurisdicción ordi-
uaria, concedidas por el despotismo con el detrimento positivo de la
pronta e imparcial administración de justicia, y que han servido de
base a la tiranía, para la destrucción de las garantías civiles y políticas
de la República. Ceguemos esas viciosas fuentes de donde nacen l~ indio
ferencia de los afol'adoJ por la conservación del orden civil, lleván-
dolos frecuentemente hasta h icer alarde de desconocer las leyes fun-

lJ fue aprobado el 31 de marzo de 11141 en todas sus partes, excepción hecha


de los dos cónsules. que como asociados para relevar al Gobernador preveía el pro-
yecto elaborado por don Manuel Crescencio Rejón en sus artículos 31, 32 Y 33. Pro-
yecto de CO/Ht;ltt(ÍÓll pre.'-I'II!.ldo ,1 la /l'giJld!ul'a de Yut'alán, por 111 ComÍJión de
ReformllJ, pard Id ad"únÍJ/l'ilciÓII interior det Estado. Mérida, 1841, Imprenta de D.
Lorenzo Seguí.
10 JESÚS REYES HEROLES

damentales del Estado y disponiéndolos a obedecer las providencias


que las atacan. Y en fin, acabemos con esos monstruosos f1,ivilegioJ
inventados por Ia ambici6n para reunir a los hombres en cuerpos
distinguidos, darles una grande preferencia, volverlos indiferentes o
contrarios a la causa común, e interesados en el sostenimiento de una
auto,¡áad absoluta, como ha dicho muy bien otro escritor, al examinar
las razones en que pueden apoyarse los fueros eclesiástico y militar.

El proyecto de Constitución, pues, contenía la abolición de


toda clase de fueros y el texto.constitucional aprobado recoge cabal-
mente esta idea en su artículo 73:

No habrá más que un solo fuero para los asuntos comunes, civiles
o criminales, y no se podrá usar de medios coactivos temporales, ni
aplicar penas de este género por las autoridades eclesiásticas.u

Como se ve, y concordando el proyecto con el artículo 73, los


fueros son funestos como excepciones a la jurisdicción ordinaria,
y concedidos en contra de la buena administración de justicia, o sea
la vieja tesis de Revillagigedo. Ellos, asimismo, han servido para
cimentar la tiranía y apoyar la destrucción de las garantías civiles
y políticas, constituyendo instrumentos de la autoridad absoluta
Por otra parte, el artículo,73 de la Constitución Yucateca, al mismo
tiempo que suprime los fueros, prohibe el empleo de medios coac-
tivos temporales por las autoridades eclesiásticas; es decir, despoja
a éstas de autoridad estatal.
Pero si bien las especiales condiciones que en Yucatán existían,
permitían este inusitado avance, en el resto del país los intentos
de conservación del staN q1l0 o ensanchamiento de los fueros, ge-
neralmente persisten por la vía legislativa. las prédicas igualitarias
no siempre. Frecuentemente se refugian en la exposición periodís-
tica de las ideas.

MAS ALtA DEL FUERO Y DE LA IGUALDAD LEGAL

De la misma manera que las corrientes liberales añaden -La


Oposición, El P'énix Je la Libettaa- al fundamento de su lucha

12 CtJitslÍlllnÓ1l PolliitllJel 1!.muJo Je y"t4J"¡., sancionada en 31. marzo de


1841. ldá'ida.de YucaÜD, ImpftDta de José Dolo_ Espioosa, 1841, p. U.
IGUALDAD ANTE LA LEY 11

contra los privilegios -igualdad ante la ley-- un sentido social y


económico -lucha contra la oligarquía, contra las desigualdades
sociales--, que rebasa la pura concepción formal de la igualdad,
las clases conservadoras también amplían el sentido de clases privi-
legiadas, buscando incorporar a éstas la de la riqueza o postulando
abierta o disimuladamente, el gobierno de las clases pudientes, con-
dicionando el voto o la representación a la renta.
El Sig/o Diez y Nueve retoma la línea esencialmente adoptada
por El Fénix de la libertad y La Oposicién. En efecto, a raíz de
firmadas las Bases de Tacubaya -28 de septiembre de 1841-, que
establecían que a lo más en dos meses se convocaría a un nuevo
Congreso para "constituir a la nación", el 23 de octubre de 1841,
dicho periódico publica los "Preliminares para una constitución", en
que el sentimiento igualitario domina:

La constitución de un país verdaderamente liberal no es otra cosa


que el pacto que hace la sociedad que lo compone con objeto de obte-
ner su felicidad. En todos los gobiernos puede haber una constitución
pero no en todos se dirigirá ésta a la felicidad del pueblo. En los que
estén esclavizados, ya sea por una persona, ya por una corporación,
las instituciones han de formaese naturalmente de modo que protejan los
intereses del autócrata, de los oligarcas, o de los aristocráticos, y míen-
tras se pcotejen esos intereses, más se perjudicarán los del pueblo. Así
que solamente en los gobiernos populares, cuando se halle bien enten-
dida la libertad, se pueden encontrar constituciones realmente liberales,
o lo que es 10 mismo, que de una manera directa favorezcan los intere-
ses del pueblo. u

Se admite que a veces puede ser útil, momentáneamente, "el


despotismo para sistemar mejor la libertad", cuando el país. se en-
cuentra entre la amenaza de la opresión y la licencia. Se hace, sin
embargo, la salvedad: "La acumulación de autoridad cuando no es
absolutamente necesaria, es otra de las cosas que debe evitar el que
se halle a la cabeza del partido regenerador", señalando la necesi-
dad de límites a la autoridad.
El pensamiente igualitario y antioligárquico es claro:
Uno de los arbitrios para infundir confianu es evitar preferen-
cias en las clases del estado. Aquella a que petteoece el que manda es

13 El Siglo D;n 1 NMnti, .Aílo 1, lt6meIo 16.


12 JESÚS REYES HEROLES

la que se sobrepone a las otras. Se hace una revolución en que influye


eficazmente el clero, cuantas providencias se dan por los gobiernos
han de ser favorables a él y a los que con fanatismo le son adictos.
Si ha influido el comercio, nada hay en que no quieran seguir influ-
yendo los comerciantes. Si fue el ejército el influyente, todo, por de-
cirlo así, se ha de militarizar. Si fue el pueblo bajo, cuanto exista ha
de oler a sansculotismo. Esas preferencias, que acaso sin pensar y como
una cosa natural hace el que gobierna, no sólo causan perjuicio de dis-
gustar a las demás clases ocasionándoles celos, sino que alarman a la
nación porque ésta cree, que lo que aquél procura es fortificar su par-
tido para entronizar y afianzar su despotismo.

El afán igualitario es persistente. El 27 de noviembre de 1841,14


a menos de un mes de la fecha en que, de acuerdo con las Bases de
Taeubaya, expira el plazo para la convocatoria, El Siglo Diez y
Nueve sostiene, con un publicista español, que: "Es necesario que
las diferentes clases se balanceen unas a otras, sin que ninguna
tome un ascendiente demasiado señalado". El contrato social, base
de la sociedad civil, es explicado con Rousseau.
La evolución entre la igualdad y los fueros se mantiene osci-
lante entre la tendencia que, por razones diversas, busca desterrar
o reducir los fueros y aquella que no sólo pretende su continuación,
sino, incluso, su ampliación. Junto a ello, esta evolución también
se mantiene en una contradicción constante: la aspiración a la igual-
dad legal y a la consignación constitucional de ésta y la inclusión
de los fueros de la Iglesia y el ejército en el texto supremo.
Claramente se perciben ambas situaciones en 1842 y 1843. En
1842 la. contradicción constitucional, consistente en la consignación

14 op. cit., número 51. El problema de la Constitución del país hace que este
periódico recuerde y divulgue nociones de Derecho Público. En el número 19 -26
de octubre-- se publica un artículo sobre jurisprudencia, que trata de las fuentes y
elementos del derecho y de los conceptos de derecho y obligación; en el número 24,
de la autoridad natural y la autoridad legal; en el número 37, de la justicia y su admi-
nistració,,' en el número 42 aparece una "Diatriba" de las constituciones de 1824 y
1836"; en el número 62, un importante artículo sobre soberanía del pueblo, cargado
de nacionalismo, en el número 84, bajo el título de "Nueva Constitución de los me-
xieanos". se formula una serie de interrogantes sobre conceptos políticos básicos en
tomo a las preguntas fundamentales: "¿Quién nos constituirá?", "¿Cómo nos consti-
tuiremos I", Y la enumeración podría continuarse, habiendo sólo escogido aquellos
articulos de más sentido doctri~. Y en tlIl breve Jap~.
IGUALDA!) ANTE LA LEY

de la igualdad legal y simultáneamente el mantenimiento de los


fueros militar y elesiástico, resulta flagrante.
En agosto 25 y 26 de 1842, mayoría y minoría de la Comisión
Especial del Soberano Congreso Constituyente presentan, respecti-
vamente, el proyecto de Constitución y el voto particular. Ambos
textos consignan el principio de la igualdad; y aun cuando su acti-
tud frente a los fueros es distinta, ambos los mantienen.
En lo tocante a los fueros militar y eclesiástico, el proyecto de
la mayoría los comprende expresamente como una salvedad:

Art. 13l.-No habrá más fueros que el personal, concedido a


los eclesiásticos y militares; mas cuando éstos aceptaren algún encargo
o empleo de orden civil, quedarán sujetas sus causas y personas a la
autoridad que designen las leyes. 15

Esta consignación no obsta para que establezca entre las ga-


rantías individuales y como declaración constitucional "el goce per-
petuo de los derechos naturales de libertad, igualdad, seguridad y
propiedad". La igualdad se traduce en la declaración de que nadie
es esclavo en la República y en la generalidad de la ley, base de la
igualdad ante la misma: "La ley es una para todos, y de ella ema-
nan la potestad de los que mandan y las obligaciones de los que
obedecen"."
La situación de los fueros en el voto particular de la minoría
es menos simple. En su sección segunda, relativa a los derechos
individuales, establece: libertad personal, propiedad, seguridad e
igualdad. Dentro de la seguridad -artículo 50., fracción XII-
preceptúa que "por ningún delito se perderá el fuero común",
agregando:

Jamás podrán establecerse tribunales especiales ni procedimientos


singulares que quiten a los acusados las guandas de las formas co-
munes.17

15 Pro1,tto ti, Co"sliJ.~ió" '1"' pr,senJa al Sobna"o Co",..,so Co"sJiI."nl,


la mayor14 ti, s. Comisión Bsp,~ial 1 VoJo PM'liBJ. ti, la mi"ori". Mbico, 1842,
impreso por l. Cumplido, p. 110.
16 Op. eit., frllcción JI del articulo 70., p. 76.
17 Op. eh., p. 17 de la parte correspondiente al Proyecto de Constituci6n de
los Estados Unidos Mexicanos.
14 JESÚS REYES HEROLES

En la parte relativa a la igualdad y con fundamento en ésta,


se suprimen los privilegios de orden económico, estancos, excep-
tuando el del tabaco, y supervivencias coloniales de tipo gremial.
En el artículo 12 y a propósito de los ciudadanos mexicanos, se
estatuye que ninguna ley "podrá establecer empleos y dignidades
hereditarias, ni crear órdenes de nobleza, ni alguna otra clase de
privilegios políticos".
Al hablar de los Estados de la Federación en el artículo 23,
se señala:

Todos los negocios civiles y criminales que esta constitución no


reserva al conocimiento de la suprema corte, y que no estén compren-
didos en el fuero personal de los militares y eclesiásticos, pertenecen
al conocimiento de estos tribunales, y serán fenecidos en ellos hasta su
última instancia y ejecución de la última sentencia.te

En el artículo 35, fracción IV, se consigna como atribución


del Congreso General "Decretar la fuerza, la organización y ser-
vicio del ejército permanente, arreglar su fuero y organizar sus
tribunales", y en la fracción VI: "Dictar leyes sobre negocios ecle-
siásticos".
La fracción 1 del artículo 73, entre las atribuciones de la Su-
prema Corte consigna la de "Dirimir las competencias que se sus-
citen entre los tribunales de diversos Estados o fueros", En el artícu-
lo 75 se establece que la Guardia Nacional "No tiene fuero".
Concordando todas estas disposiciones y conociendo la filia-
ción de quienes firman el voto particular, se puede concluir que
los fueros eclesiástico y del ejército permanente subsisten, en cuanto
no se derogan expresamente y en cuanto hay preceptos del proyecto
que suponen su existencia, pero sujetos para su determinación y
extensión y reglamentados en su funcionamiento por una ley a dic-
tar. Esto es, se trata de un método discreto para poder ulteriormente
reducir los fueros, abriéndose el camino para que gradualmente se
disminuya la competencia de las jurisdicciones privilegiadas.
El proyecto de Constitución fue declarado sin lugar a votar,
e114 de octubre, volviendo a la Comisión, que presentó un segundo
proyecto de transacción, el 3 de noviembre. En éste, sobre igualdad
y generalidad de la ley, se reiteran las ideas contenidas en el pro-

11 01'. cit., p. 23.


IGUALDAD ANTE LA LEY 15

yecto de la mayoría. Del proyecto de la minoría se incorpora el


precepto que señalaba que por ningún delito se perdería el fuero
común, retirándose, en cambio, la disposición de que jamás se po-
drían establecer tribunales especiales ni procedimientos singulares
que quitaran a los acusados las garantías de las formas comunes.
Tocante a los fueros militar y eclesiástico, se escoge, con suma
prudencia, un camino parecido al adoptado por el proyecto de la
minoría.
Subsisten los dos fueros y a ello obedece que la fracción VII
del artículo 94 señale entre las atribuciones de la Corte de Justicia
"Dirimir las competencias que se susciten entre los tribunales y juz-
gados de diversos departamentos o fueros". Y sobre todo, lo pre-
ceptuado en el título que comprende las disposiciones generales
sobre la administración de justicia, en cuyo artículo 121 se esta-
blece:

Los eclesiásticos y militares serán juzgados por los jueces de su


fuero. en la manera que dispongan las leyes,19

El ejército domina y no puede resignarse a las resoluciones


de un Congreso cuya mayoría es liberal. Por ello lo disuelve, y con
fundamento en las Bases de Tacubaya, el 12 de octubre de 1842
se dicta un decreto "restableciendo el fuero militar en toda la ex-
tensión que le dieron los decretos de 9 de febrero de 1783 y 5 de
noviembre de 1817". En él se previene que se pasen "todas las
causas civiles y criminales. pertenecientes a individuos del fuero
de guerra, o a sus bienes que haya pendientes en todos los juzgados
ordinarios, a las respectivas comandancias generales, pudiendo co-
brar éstas los derechos de arancel"."

19 El Siglo Diez 1 NIIIVI, número ~92, 17 de noviembre de 1&42.


20 Col,((;ón dI los detrelOS, 1 órd,II's d, inlerés tomlÍlI, fll' dirló el gobi".""
proflisiollaJ en I/irllla ae láJ &neJa' rlltll1M'/I. Imprenta de J. M. Lata. Máico,
1850. Tomo 11. p. 112. Ciertamente que unos cuantos días después, el 19 de 110-
viembre, se da una comunicací6n del Ministerio de Guerra y Marina en que se ele-
clara "que los individuos del fuero de guerra en delitos comunes, deben ser castip·
dos por las leyessenerales". de conformidad C04 el bando de ~. de noviembre de
18~S y "por la igualdad que debe haber ante lu leyes en delitos comunes" (Op. e.il.,
pp. 214-15).·J)ebe •.d~, sin emkrgo, que el ej~rcjto se desbordaba en el ejer-
cicio de la función juidicial que su luero le confqf~. En efecto, la q>rn~~ del
19 de noviembre de 1842 obedeci6 al decreto. de 1~. dellWZOde 1840. que.~
que los Ja~ de "cualquier clase. sus c6mplices.q. ..... 1u leyea ao . . . .
16 JESÚS REYES HBROLES

Ahora bien, las Bases Orgánicas de la República Mexicana,


de 12 de junio de 1843, abandonan ostensiblemente toda tendencia
igualitaria, consignándose los fueros como principios y no como
excepciones. La fracción VIII del artículo 90. preceptúa:

Nadie podrá ser juzgado ni sentenciado en sus causas civiles y


criminales sino por jueces de su propio fuero, y por leyes dadas y tri-
bunales establecidos con anterioridad al hecho o delito de que se trate.
Los militares y eclesiásticos continuarán sujetos a las autoridades a
que lo están en la actualidad, según las leyes vigentes. u

Es interesante hacer notar que el artículo correspondiente del


proyecto de Bases Orgánicas --el 16- cubre la adición de la
última parte de la fracción VIII, que consigna expresamente el fue-
ro militar y edesíástico."
La consignación de los fueros en la fracción VIII del artículo
9 de las Bases Orgánicas hace que este texto, entre las atribuciones
de la Corte Suprema de Justicia, comprenda la de "dirimir las
competencias que se susciten entre los tribunales y juzgados de di-
versos departamentos y fueros".2S
Las Bases Orgánicas condicionaban el derecho de ciudadanía,
en su artículo 18, a una renta anual de 200 pesos, procedentes de
capital físico, industria o trabajo personal honesto. Para ser dipu-

de fuero especial serán juzgados militarmente en consejo ordinario de guerra, cuando


sean aprehendidos por la jurisdicción militar, por la fuerza armada, Q por cualquier
pe.rsooa privada, a no ser que obren en auxilio de los jueces ordinarios", siguiendo
isual proced.im.iento a los individuos del fuero de guerra, con excepción de los jefes,
que serian juzgados por el Consejo de Guerra de oficiales generales. (Col",¡ótl tle
u,es , DerreJos. Edición del COtlsJiJ.'¡ou1. México, Imprenta en Palacio, 18S1,
pp. de la 42S a la 427. Por comunicación de 28 de febrero de 1843 se declaró que:
"•.• aun los individuos de fuero privilegiado lo han perdido en virtud de la ley
de 13 de muzo de 1840, cuando se encuentran en su caso salvas siempre las debidas
acepciones". (Cole"¡ó,, ••• J. M. Lara, Tomo II, p. 13S). Como se ve, para per-
seguir a los ladroDe$ se les somete a ptoeedim.icnto militar; por (Oosiguiente, la pre-
tendida .i&uaklad ante las Jeyes en delitos comunes, invocada por la comunicación de
19 de .ooviembre de 1842, es bastante eogaiiosa.
JI &ues OrgtÚl¡(tU tÚ l. Rep.bl¡,. Mexi'.tI., «ortlatlas por l. hotlOt'IIble /.tll.
ugislMiu. M&ico, Imprenta de J. M. Laca, 1843, p. 4.
a ho,edo ti, &ues tÚ Org.¡%I#i6. p.. la Rep.bli'. 1dIICi''''4, preSetlllltlo
• l. bo.orllb/, / ••,. NMiouJ u&/sltlli1l. por 111 Co"'¡sió. tlO",brtttla al e/mo. )U.
:deo,'. hrlp1'lmtadel ..I,.illl, 1843, p. 13.
aAttfcWo ·18, . 1iaCCi6a X.
IGUALDAD ANTE LA LEY 17

tado se requería una renta anual efectiva de 1,200 pesos; para


senador "tener una renta anual notoria o sueldo que no baje de
2,000 pesos, a excepción de los que se elijan para llenar el número
asignado a las cuatro clases de agricultores, mineros, propietarios
o comerciantes y fabricantes, los cuales deberán tener además una
propiedad raíz que no baje de 40 mil pesos". Como se ve, el carác-
ter oligárquico de las Bases Orgánicas es manifiesto. Un comenta-
rista de esa época señalaba que los cuatro millones de indígenas
mexicanos -"entre los cuales apenas si hay nadie que pueda tener
esperanzas de disfrutar en su vida de una renta anual de 200 pe-
sos"- "habrán de quedar para siempre sin representantes en el
gobierno" .240
Sin embargo, donde con más claridad se ve esta ampliación
del sentido del fuero, o mejor dicho, este propósito de enlazar el
privilegio legal a una ciudadanía privilegiada, condicionando esta
última a la renta, es cuando, triunfante el Plan de San Luis Potosí,
de 14 de diciembre de 1845, el gobierno de Paredes Arrillaga va a
intentar, ya no detener la evolución política del país, sino invertirla,
preconizando el gobierno de las clases pudientes. En efecto, se trata
de constituir a la nación y la convocatoria de la asamblea establece
un congreso que debía integrarse con la representación de nueve
clases, concediéndose, como hemos visto, a cada una de ellas un
número de representantes, ponderado por su riqueza." Este intento,
que por así decirlo pone las cartas sobre la mesa, hace que se
pierda hasta el último residuo de liberalismo ilustrado, máxime
cuando El Tiempo, como hemos visto, entre sus argumentos a favor
del gobierno de las clases pudientes, recurre a Mora, publicando su
discurso que afecta el derecho de la ciudadanía a la propiedad."
Pero esta acción de las clases conservadoras engendra su reac-
ción. Por una parte, el periódico Don Simplicio, precisamente en
1845, destaca que el fuero militar es un instrumento de las clases
altas del ejército en contra de las bajas, viendo a las clases no afo-
radas como víctimas del fuero. En su primer número, Don Simpli-
cío asienta:

240 México, lo que fue y lo qlle es, por BRANTZ MAYEll. Fondo de Cultura
Econémica. Méxicl', 1953, p. 444.
2S . La Soáedad FIlie/liante, p. 343.
26 El Tiempo, México, 1846, tmprenta de J. M. Lata. Tomo J, número 3,
26 de~c:nero de 1846.
18 JESÚS REYES HEROLES

Yo no entiendo de silogismos, interrumpió el soldado; pero el


ejército mexicano sostendrá sus fueros. ¡Oh! sí le son muy útiles sus
fueros; por ellos el ínfimo soldado tiene el privilegio exclusivo de
que 10 asesine un coronel verdugo, cuando no pueda ni quiera averi-
guar el crimen del culpado; por ellos el soldado trabaja sin paga, o
recibe una limosna so pena de la vida. i Qué útiles son los fueros!27

Por otra, en el voto particular de Otero, en 1847, se encuentra


todo un alegato en contra de la idea de condicionar la ciudadanía
o la representación popular a la propiedad y debe entenderse como
una reacción frente al gobierno de las clases pudientes.
Desde el punto de vista de la igualdad y los fueros, el Acta
de Reformas, en su artículo 40. establece:

Para asegurar los derechos del hombre que la Constitución reco-


noce, una ley fijará las garantías de libertad, seguridad, propiedad e
igualdad de que gozan todos los habitantes de la República, y estable-
cerá los medios de hacerlas efectivas.28

Dicho artículo obedece a la idea expresada por Otero en su


voto particular," de que, dadas las condiciones del país, sólo se pro-
ponen "las modificaciones indispensables y más urgentes", pero,
al mismo tiempo, "el medio mejor de facilitar otras nuevas para
después, hasta llegar a aquel grado de perfección que las circuns-
tancias no nos permiten emprender, pero cuya consecución se nos
deberá igualmente si sabemos prepararla desde ahora con la pre-
visión, con la prudencia y con el tino que deben distinguir a los
legisladores de las naciones".
De acuerdo con ello, Otero propone que el Acta de Reformas
contenga "las bases de las garantías individuales", poniendo "las
garantías del hombre bajo la égida del poder general". Se trata de
establecer declaraciones generales, en lo que no hay ningún proble-
ma, "porque los principios dictados por la razón son los mismos
en todos los países y bajo todos los climas". Se consignan, por con-

27 Do" Simplüio. México, Imprenta de la Sociedad Literaria, 1845. Primera


fpoca, Tomo 1, número 1.
28 Coleuió" Je leyes y Je"eloS pllbli&ailos e" el do Je 1847, Edición del
C011SIillt&io"ttl. México, 1852, Imprenta en Palacio, pp. 78-79.
" El Repltbli&4"o. México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1847. Tomo 11,
número 10', U de lbri1 de 1847.
IGUALDAD ANTE LA LEY 19

siguiente, la propiedad, la seguridad y la igualdad. Ellas se deter-


minan como garantías individuales y sobre bases estables, con una
idea primordial, la de que "la Constitución fije los derechos indivi-
duales, asegure su inviolabilidad, dejando a una ley posterior, pero
general y de un carácter muy elevado, el detallarlos". Por lo tanto,
se consigna la igualdad y queda a una ley posterior el detallarla, lo
que, concordando con el método que Otero señalaba de consignar
lo esencial en el Acta de Reformas, para después avanzar, nos da
claramente la pauta de lo que al respecto se pensaba. En plena
guerra no era oportuno suprimir los fueros. Pero la consignación en
forma amplia de la igualdad y la posibilidad legal de reglamentada
ulteriormente, abrían la puerta para el progreso.
Por lo demás, como antes decíamos, Otero reacciona contra
la idea de condicionar la representación o la ciudadanía a la renta
y en su voto particular pone en relieve su sólido igualitarismo. El
derecho de ciudadanía, dice, se concede a todo mexicano que haya
cumplido veinte años, que no haya sido condenado en proceso legal
a alguna pena infamante y tenga modo honesto de vivir. La idea,
agrega, de exigir cierta renta, "idea recomendada por algunos escri-
tores de acreditado liberalismo", no resulta aceptable, pues exigiría
establecer toda una escala de cuotas según profesiones y localida-
des, "lo cual sería tan embarazoso que se haría imposible". Y a
propósito del Senado y de la tesis "de llamar allí a la clase propíe-
taria", Otero expresa:

¿Pero esta idea es en efecto justa? Permítaseme, señor, decir que


no, para que busquemos por otros medios esta institución que tan im-
periosamente necesitamos. Me parece que en una república, la repre-
sentación de ciertas clases que no tienen privilegios políticos, carece
del fundamento con que existe en otras instituciones, y sacrifica a una
sola condición, a la de cierto amor al orden, todas las otras condiciones
eminentes de sabiduría y patriotismo que se requieren en el cuerpo
conservador.

El pensamiento general de Otero sobre el particular es muy


amplio; No puede ocuparse, dice, de hacer observaciones "sobre
la influencia que la organización de la propiedad tiene en el orden
político"; pero:

La idea de CJl1e a los propietarios, por solo serlo, se entr~ la


direc:ción de los negocios, no me parece justa, ni conveniente, la sola
2() JESÚS REYES HEROLES

aristocracia de las democracias es la aristocracia del saber, de la virtud,


de los servicios; y si bien ésta no se improvisa ni puede encontrarse
fácilmente en una nación que combatida por las revoluciones ha visto
a la inmoralidad corromperlo todo, tampoco las constituciones son
obras de una sola generación; necesario es crear desde ahora lo que ha
de existir un día.

No puede impedirse, sin. embargo, que ya en el Congreso


Constituyente de 1847 se manifieste la tendencia a reducir los fue-
ros. El liberal puro, Vicente Romero, presenta una proposición que
con reformas es aprobada el 21 de abril de 1847:

Las iniciativas hechas sobre reformas de la Constitución de 1824


por las legislaturas del año de 1830 al de 1832, del de 33 a principios
de 34, y del de 46 a 47 pasarán a la Comisión de Constitución para
que con la brevedad posible presente dictamen sobre ellas.3D

Era éste un método hábil de suscitar la discusión, sobre todo


de los intentos de avance. Carlos María de Bustamante informa
sobre ese entonces que "el partido llamado de los puros" pretende
dejar a la nación sin constituir, no proporcionando el quórum cuan-
do ya concluido el proyecto de reformas sólo están pendientes de
discutir algunas adiciones propuestas por la mayoría de la Comi-
sión. La justicia y exactitud de dicho proyecto, dice Bustamante,
está ya acreditada; "más se pretende a todo trance que se deroguen
los artículos que establecieron intolerancia religiosa, y conservación
de los fueros militar :v eclesiástico". En la maniobra, añade Busta-
mante, están "los dos Romeros", Vicente y Eligió."
Bajo el gobierno de José Joaquín Herrera se da un paso con
fines prácticos en el problema: el Ministerio de Guerra libra órde-
nes a los comandantes generales de los Estados y se dirige el 9 de

30 ISIDRO MONTlEL y DUAIlTE: Derecho PlÍblico Mexi~ano, Compilafión fJlIe


~o"lieneimpOrld/llt'J dO~Nme1llos •.. México, Imprenta del Gobierno Federal. 1882.
Tomo 11, p. 375. Hay otro indicio anterior: el 13 de octubre de 1846 se declara que
Jos asuntos del fuero privilegiado que están radicados en la Suprema Corte de Justicia
sigan en eIJa hasta su conclusión, pero que en lo sucesivo no conocerá de otros que
"10$ que le someta la constitución de 1824" (tAllA: Coleccián de leyes y decretos . . .
desde enero de 1844. México, Imprenta en Palacio, 1851, p. 467).
31 El Nuevo Bernal Dlaz del Castillo o sea Historia de la i"I'asiól1 de los
anglo¡,¡¡",mtd1lDs ,ti·· Mélt;'D.Estrito por eJ lic~jadoCAllLos MARÍA DE BUSTA-
MAN'rs.~t8.,.lrnp_ta deYicente Garda 'forres, Tomo U,pp.. 194-19'.
IGUALDAD ANTE LA LEY 21

julio de 1848 al Ministerio de Relaciones para que excite ¡l los


gobernadores a fin de que, a través de los prefectos o subprefectos
y autoridades locales reúnan "una noticia circunstanciada de todos
los individuos que disfruten del fuero de guerra".32 Es decir, se
intenta censar a quienes gozan del fuero militar.
Por decreto de 10. de diciembre de 1848 se procede al arreglo
del ejército," reduciéndose éste y quedando, por consiguiente, in-
dividuos pertenecientes a la milicia cívica extinguida, en receso. A
esto obedece la circular de diciembre 31 de 1850, dándose a éstos,
salvo excepciones y en virtud de que "se han suscitado dudas res-
pecto al fuero de que gozan", licencia absoluta. De esta manera
se deja "en entera libertad a la jurisdicción ordinaria para juz-
garlos","
El 17 de marzo de 1853, Manuel María Lombardini declara
que, abriéndose los pliegos para la elección de Presidente, ha re-
sultado por 18 votos electo Antonio López de Santa Anna." Y doce
días después, el 19 de marzo, se decretó: "Se restablece el fuero
de guerra en los mismos términos en que 10 estaba en 1844". El
30 de marzo se dicta otro decreto en aclaración del anterior, expe-
dido "en favor del fuero de guerra", con el fin "de fijar su ver-
dadero espíritu" y que simplemente dispone: "Se declara vigente
en todas sus partes el decreto de 12 de octubre de 1842 que resta-
bleció el fuero militar en toda la extensión que le dieron los de-
cretos de 9 de febrero de 1793 y 5 de noviembre de 1817".'!6
No sólo se restablece el fuero militar, sino que por decreto
de Santa Anna, de 16 de diciembre de 1853, cesan los fueros que
gozaban los diputados y senadores." El 12 de enero de 1854 se

3' CoJe(~ión de Leyes y Decretos pNb/itaáos en el aRo de 1848. Edición del


Constitucional. México, Imprenta en Palacio, 1852, pp. 232·231.
33 Coleuión del Constitllcional, año de 1847. México, Imprenta en Palacio,
1852. De la p. 220 a la 235. La reorganización la inicia el Presidente Peña y Peña
por decreto de 5 de noviembre de 1847 (Colección cit., pp. 205·212).
" Coleuión de Decretos . . . año de 1850. Imprenta J. M. Laca. Primera Parte
del Semanario Judicial. 1850, p. 187.
as Legislación MexÍtatl4, de enero de 1852 a abril de 1853. Imprenta de Juan
R. Navarro. México, 185', pp. 105·6.
36 .Op, cil., pp. 115·118. Por error en la edición, se dice "5 de noviembre de
1847", en lugar de "1817".
,7 ".Att. 10. El fuero({ue la <:onstitudónperal y. las particulares (:Onc~ian
a loa diputldos .., senadores, cesl desd.e que el .: Congte$O genenl •y las1esisla,turas
dejaJOD de existfr'., Op. dI., de agosto a septiembre de 18'~, p. '90-'91.
22 JESÚS REYES HEROLES

hace extensivo el decreto de 16 de diciembre de 1853 "a todos los


funcionarios de los antiguos Estados a quienes se concedía por sus
constituciones y leyes particulares"." Y por decreto de 14 de enero
de 1854, se establece que las compañías auxiliares del ejército, crea-
das por decreto de 21 de noviembre de 1853, "disfrutarán del fuero
de la milicia activa" .39

LAS IDEAS AL TRIUNFO DE AYUTLA.-LA LEY SOBRE


ADMINISTRACION DE JUSTICIA

Esta es la situación que priva al triunfo del Plan de Ayuda:


de plena restauración de los fueros y ensanchamiento del militar.
El ambiente en las filas liberales en materia de igualdad y aboli-
ción de fueros es general. Síntoma de dicho ambiente es un discurso
del joven Vallarta.
El 16 de septiembre de 1855, a dos meses de que apareciera
la Ley sobre Administración de Justicia, Vallarta con su demolibe-
ralismo cabal, da el sentido integral de la igualdad. Predomina en
él la idea democrática:
Yo quiero, señores, la democracia en todo su desarrollo práctico,
con toda su influencia política, con todo su alcance social; porque sólo
la democracia así entendida, sabrá dar solución a nuestro gran pro-
blema nacional, y sabrá Jl)arcar el hasta aquí a nuestro inaudito des-
orden: yo quiero la democracia pura, sin mezcla de heterogéneos ele-
mentos, porque sólo ella es potente a contener nuestra ruina: yo quiero
la democracia pura, sin ajenas combinaciones, porque amo a esa insti-
tución que hace al hombre hermano del hombre, que sólo reconoce
el mérito personal, que sólo acata la virtud individual, que proclama la
unidad de la gran familia humana, que realiza los mandatos del Horn-
bre-Dios.w

38 Op. dI., de enero a mayo de 1854, pp. 13 Y 14.


39 op. cit., pp. 27-28. Por circular del Ministerio de Justicia, Negocios Ecle-
siásticos e Instrucción Pública, se dispone que los prefectos del distrito no gozarán
de fuero militar en asuntos de su oficio (Op. cit., de enero a diCiembre de 1855,
p. 80).
40 IGNACIO L. VALLARTA: Obras Completas, segunda serie. Primera Parte: Tra-
bajos publicados en forma de folletos. Edición arreglada por el Lic. Alejandro Va·
lIarta. México, Imprenta de José Joaquln Terrazas e .hijas, 1897. Tomo VI, "Dis-
t'UfSO pronunciado el día 16 de septiembre de 1855 en la rlaza principal de Gua-
dalajara", pp.l4-~l.
IGUALDAD ANTE LA LEY 23

Presenta las pruebas de por qué es indispensable la democra-


cia en México. En primer lugar, porque:
... en México existen, y siempre han existido, fueros que dan a
entender o que la justicia de la ley no es igual para todos los hombres,
o que entre éstos hay unos que son distintos de los otros, puesto que
no pueden regirse por la misma justicia ...

En segundo lugar, por la concentración de la propiedad terri-


torial. A ello hay que agregar "la amortización de los capitales, que
hace morir de hambre a los pueblos", el monopolio y "la contri-
bución indirecta que pesa toda sobre el pobre consumidor".
La idea democrática es captada en toda su amplitud y su prin-
cipio fundamental, la igualdad ante la ley, reclamado no sólo por
la lógica, sino también por las necesidades nacionales. El rigor ló-
gico es, sin embargo, lo que constituye la idea democrática en un
todo inescindible:

Ahora bien:" si estoy hasta la evidencia persuadido de que la


igualdad ante la ley, es una exigencia social imperiosa, porque la jus-
ticia la reclama, nuestro común origen la pide a voz en cuello y las
clases abatidas de la sociedad, sabiendo ya algo de lo que pasa en la
esfera de la ciencia, la disputan a cañonazos; una lógica estricta me
obliga a pedir la abolición de fueros. Republicanos de convicciones
incompletas. O negad la verdad del principio o aceptad la legitimidad
de la consecuencia: la lógica no contenta intereses bastardos con absur-
das transacciones.

Lo que asienta con respecto a la igualdad ante la ley, es apli-


cable a los otros principios de la escuela democrática. Vallarta
acepta, "por las exigencias de la lógica", "todas las doctrinas de la
escuela democrática". Condena la transacción de la Constituci6n
de 1824 y está consciente de que asiste a una revolución que tras-
trocará todo el orden existente.
Como antes decíamos, la categórica posición de Vallarta es un
claro indicio del clima que domina en el país. Sin embargo, la acción
política gubernamental es prudente. Es cierto que se puede decir
que la supresión de los fueros y el deseo de igualdad constituyen
el primer impulso del gobierno emanado de Ayutla. Pero no a
través de medidas frontales. Los objetivos se constriñen temporal-
mente a la luz de las resistencias. No se abandona el avance,
24 JESÚS REYES HEROLES

se limita. Prueba palmaria de ello se encuentra en la Ley sobre


Administración de Justicia y Orgánica de los Tribunales de la
Nación, del Distrito y Territorios, que decreta don Juan Alvarez
como Presidente de la República y comunica y refrenda Juárez como
Ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos.
La Ley sobre Administración de Justicia tiene un carácter tran-
sitorio. En su artículo 10. establece que en tanto "se arregla defi-
nitivamente la administración de justicia en la nación", se observa-
rán las reglas que sobre el ramo regían al 31 de diciembre de
1852. Además de su característica de ley transitoria, hay la inten-
ción de que sea de transacción, en cuanto no se comprenden todos
los propósitos de reforma en materia de fueros. La Ley sobre Ad-
ministración de Justicia es el primer paso en la secularización de
la sociedad y en la implantación de la igualdad ante la ley. Es puen-
te entre ambos objetivos, aun cuando teóricamente asume un ca-
rácter preponderante el afán de igualdad.

En la parte conducente este ordenamiento dispone:


Art. 42.-Se suprimen los tribunales especiales, con excepción de
los eclesiásticos y militares. Los tribunales eclesiásticos cesarán de co-
nocer en los negocios civiles, y continuarán conociendo de los delitos
comunes de individuos de su fuero, mientras se expide una ley que
arregle ese punto. Los tribunales militares cesarán también de conocer
de los negocios civiles, y conocerán tan sólo de los delitos puramente
militares o mixtos de los individuos sujetos al fuero de guerra. Las
disposiciones que comprende este artículo, son generales para toda la
república, y los Estados no podrán variarlas y modificarlas.u

El artículo 42 excluye de los fueros eclesiástico y militar las


controversias de orden civil. Deja provisionalmente en el fuero
eclesiástico lo que concierne al orden penal de los miembros de la
iglesia y los delitos puramente militares o mixtos -término este
último susceptible de interpretaciones-- en el fuero de guerra.
Además, se federalizan las disposiciones contenidas en el artículo
42, anticipando posibles colisiones de competencias entre la Fede-
ración y los Estados.

41 LegisJafi6n Mexiffl1lll o sea Colección Completa de las Leyes, Decretos y


Citculates que. se .han expedido desde la consumación de la Independencia. Enero a
diciembEe @ 18", p. "9.
IGUALDAD ANTE LA LEY 25

A lo anterior debe añadirse que la Ley sobre Administración


de Justicia:
1) .-Suprime en su artículo 43 las auditorías de guerra de las
comandancias generales y establece que' 'los jueces ordi-
narios asesorarán a los tribunales militares;
2) .-Preceptúa en su artículo 44: "El fuero eclesiástico en
los delitos comunes es renunciable";
3) .-Previene en el artículo 45 que los jueces del fuero co--
mún conocerán de los negocios de comercio y minería,
"sujetándose a las ordenanzas y leyes peculiares de cada
ramo";
4) .--Como medida de ejecución, en el artículo 40. transitorio
. dispone: '~os tribunales militares pasarán igualmente a
los jueces ordinarios respectivos, los negocios civiles y
causas criminales sobre delitos comunes: lo mismo harán
los tribunales eclesiásticos con los negocios civiles en que
cesa su jurisdicción".42

Como se ve, la Ley sobre Administración de Justicia repre-


senta un gran avance en la secularización de la sociedad, en cuanto
a hacer laica la justicia. Asimismo, es un paso decisivo en la im-
plantación de la igualdad ante la ley. Sin embargo, fue sólo el
inicio de medidas ulteriores. De aquí que BIas José Gutiérrez co-
mente que la ley de 23 de noviembre de 1855 fue "moderada e
incompleta" y "que a medias suprimió el fuero eclesiástico"."

LA CONTROVERSIA SOBRE EL FUERO ECLESIASTICO

El gobierno es supremo
BIas José Gutiérrez indica que la ley de 23 de noviembre de
1855 sugirió al Papa Pío IX la alocución pronunciada el 15 de di-
ciembre de 1856, en la que censura los actos del gobierno mexicano,
"por los merecidos destierros de los revoltosos arzobispos D. Pela-

42 Ar(hjvo Mexj(tmo: Cole((ión de leyes, de"etos, d"lIlares y otros dO(lIme,,-


los. México, 1856, lmprenta de Vicente Carda Torres. Tomo 1, pp. 164-96. Ley de
Administración de Justicia, Art. 40.
43 u1el d, Refor",,,. COlección· formada por el Lic. Bus JosÉ GunWBZ.
Tomo 11, Parte Segunda. México, Miguel Zomoza, impresor. 1870, pp. 817-8.
1

I
26 JESÚS REYES HEROL: ~

gio Labastida y Dávalos, Espinosa, etc. y con más particularidad


por la ley de desamortización, por la intervención de los bienes del
revolucionario clero de Puebla y por la supresión del fuero ecle-
siástico hecha por la ley de 23 de noviembre de 1855".
Gutiérrez comenta que la Ley de A dministración de Justicia
tuvo un gran significado, tanto por la abolición "de parte de los
fueros eclesiástico y militar", como por haber despertado "el espí-
ritu reformista de un modo valiente para su tiempo", y, por último,
por haber originado tales repercusiones en el país, que "uno de los
pueblos más oscuros de la República", "preparó el camino a las no- '
vedades de la Constitución y demás leyes de reforma". Se trata
del Acta de Jacala, de 18 de febrero de 1856, que aparte de otros
avances --cuestión social, libertad de conciencia-, consignó:
Que se haga efectiva en todas sus partes la ley de Administración
de Justicia, expedida en 22 de noviembre último, que asegura a las
clases la verdadera igualdad legal y protege al débil contra el fuerte.'"

El Acta de Jacala traduce el espíritu y fundamento de la Ley


sobre Administración de Justicia: la igualdad ante la ley. Juárez
expresamente lo confirma. En efecto, apenas aparecida la Ley, el
27 de noviembre el arzobispo de México dirige un oficio al Minis-
terio de Justicia y Negocios Eclesiásticos, protestando contra los
artículos 42, 44 Y 40., transitorio de la ley. Ya tendremos oportu-
nidad de ver los argumentos esgrimidos. Por lo pronto, basta se-
ñalar que Juárez, en su contestación, hace notar que en el cumpli-
miento de la ley van "los fueros de la autoridad suprema de la
nación"; es decir, la supremacía del gobierno en el ámbito nacional
y sostiene que el gobierno en la ley "en manera alguna toca puntos
de religión, pues en ella no ha hecho otra cosa que restablecer en
la sociedad la igualdad de derechos y consideraciones, desnivelada
por gracia de los soberanos que, para concederla, consultaron los
tiempos y las circunstancias". Recordando el origen de los fueros,
se ve que no hay razón para que su supresión tenga que negociarse
con el Vaticano. Por lo demás, el gobierno no tiene por qué acordar
"con su Santidad un punto que es de su libre atribución, y respecto
del cual no reconoce en la tierra superior alguno"." Por tanto, la
desobediencia a la Ley y sus consecuencias serán exclusiva respon-

ti 01'. ,;1., TQJDq l. México, I.mpr!lQta de Bl CDlUlilN,iQul. 1868. p. 31.


45 ügis!Mi611 1hx;'1I1I4 Je ell"() 11 Jkiem.bre IÜ 1855. pp. ~89·91.'
IGUALDAD ANTE LA LEY 27

sabilidad del arzobispo. Ello. de diciembre el arzobispo de México


eleva otra comunicación en que manifiesta que salva su responsa-
bilidad, pero no incurrirá en acto de desobediencia. Juárez acusa
recibo, manifestando que el Presidente de la República está "en la
firme resolución de llevar a debido efecto" la Ley.
El obispo de Michoacán, Clemente de Jesús Munguía, se di-
rige el 30 de noviembre de 1855 al Ministerio de Justicia, protes-
tando también contra los artículos 42, 44 Y 40. transitorio, obte-
niendo cabal respuesta el 5 de diciembre. Munguía sostiene que la
supresión del fuero en materia civil no es de la incumbencia del
Gobierno sin previo acuerdo con el Sumo Pontífice y que deben
suspenderse sus efectos en tanto se llega a este acuerdo. Juárez
contesta:
Fácil sería desvanecer, aun con las mismas doctrinas que cita V.
S. L, los fundamentos en que apoya sus protestas, si dada la ley que el
gobierno considera justa y conforme a los intereses de la sociedad,
fuera conveniente a su decoro y dignidad entrar en discusi6n con algu-
nos de sus súbditos sobre el cumplimiento o desobedecimiento de ella;
pero S. E. se halla colocado en el deber muy estrecho de cumplir y
hacer cumplir la ley, y no puede permitir que se súspendan sus efectos."

No se accede, pues, a suspender la aplicación de la Ley y el


8 de diciembre Munguía dirige otro comunicado en que asienta
que cuando sostenía la conveniencia del acuerdo con el Sumo Pon-
tífice y la suspensión de los efectos de esa Ley, lo hacía atendiendo
a "la religiosidad que distingue al Exmo. Sr. Presidente interino
de la República; más no para expresar el objeto de mi comunica-
ción". En cuanto al acuerdo con el Pontífice, de cesar los efectos
de la Ley, añade:
El lugar que este concepto ocupa y la forma en que 10 expreso, ,
tienden a indicar que mi oficio referido, si bien entralla el deseo de
que el Exmo. Sr. Presidente diese el paso indicado, no es una solicitud,
sino una protesta con todas las manifestaciones de respeto que corres-
ponden.'7

" BINlTO ]uÁ1UlZ: Miseel¡"ell. Comunicados, respuestas, ~vas, dictáme-


nes, reDUDCÍa$, iDfonnes, brindis, cartas, etc. -1l«opilad6o. de Ángel Pota. Biblioteca
Reformista. VolumenVm. M&ico, 1906. p. ·200.
'7 Op. eÍl., pp. 202-20J.
28 JESÚS REYES HEROLES

De esta manera, el clero mexicano cubría su responsabilidad,


dejaba la puerta abierta para luchar por la restauración del fuero
en asuntos civiles y se sometía a la ley bajo protesta. Su actitud,
sin embargo, no se agota en ello. El periódico católico La Cruz,
informa de un acto concreto consistente en que el arzobispo de
México "previno que los tribunales eclesiásticos no entregasen a los
·jueces ordinarios los expedientes que haya en ellos"." Por consi-
guiente, se negaba la supremacía del Estado derivada de su carácter
soberano.

Se desconoce al aliado
Al margen de tal actitud, conviene tener presentes los térmi-
nos de la polémica. La Cruz, el 29 de noviembre de 1855, al mismo
tiempo que rebate un artículo de Juan Bautista Morales publicado
en El Siglo Diez y Nueve, de 6 de octubre de 1855,49 inserta un
ensayo sobre: "El clero y el ejército en la cuestión del fuero".50
El planteamiento es claro:
¿El fuero eclesiástico es conforme o contrario a los principios in-
mutables del derecho social? He aquí una célebre cuestión. Ella acaba
de tener una solución legislativa en la ley orgánica que se ha dado
sobre la administración de justicia. Esta ley quita el fuero eclesiástico
en materia civil y 10 pone a disposición del reo en materia criminal.
Sin duda alguna esta ley descansa en los fundamentos que han apo-
yado en diferentes épocas la oposición a ciertos derechos de la Iglesia
católica.
Para La Cruz, mucha confusión de ideas se da en la polémica
sobre los fueros. Desde luego, se parte de un supuesto falso:
48 La C'NZ. México, Imprenta de ]. M. Andrade y F. Escalante. 1855. Tomo 1,
número 7, diciembre n de 1855, p. 209. La C'NZ nace en plan polémico a raíz del
triunfo de Ayutla. En su primer número -noviembre l° de 1855- lo expresa:
"Restablecida por la cesación de la dictadura la libertad de imprenta, vuelven a
presentarse de nuevo en el teatro de la discusión pública las antiguas cuestiones. A
la voz de reforma todos acuden para presentar a la nación y al gobierno sus opinio-
nes, sus designios y aun sus intereses y pasiones. Apenas han transcurrido dos meses
desde la fuga de Santa-Anna, y se han propalado ya estas diversas ideas. Pero lo que
más dlas hemos visto disfrazados elogios del protestantismo, enconados ataques a la
Iglesia, escandalosos sarcasmos contra el clero, proclamaciones entusiastas de la líber-
tad· de coaciencia •• :'
.. El articulo de Juan Bautista Morales es "Estado de la Rep6blica".EJ Siglo
Diez, NII'lI', 4•. ~a, afio 150., númetO 2475.
50 La C,.z, Tomo l. número 5, de la p. ISS a la 164.
IGUALDAD ANTE LA LEY 29

Que el clero identificado filosófica y socialmente con la milicia


y otros cuerpos que están dentro de la sociedad civil, salvas las dife-
rencias privadas del particular objeto de cada cuerpo, corren paralelos,
digámoslo así, en títulos, en derechos y en garantías.

Es un delirio y un sueño de "la filosofía del socialismo que


el clero se afirma en la sociedad haciendo causa común con la
milicia y otras clases diversas". Esta táctica no es seguida por
la Iglesia:

Una idea, un principio, una verdad: he aquí a la Iglesia en su


pensamiento, en su acción, en su defensa, buscadla en otra parte, y
no la encontraréis.

La Iglesia es substante: " ... vive sin que le falte nada, vive por
su unidad, y se conserva porque no conoce interés subalterno que
determine ciertas alianzas". El militar concurre a la sociedad por el
nombramiento de la autoridad civil; el sacerdote, en cambio, "se pre-
senta por la ordenación con "el carácter indeleble y la virtualidad
eterna de la misión divina". Hay pues, una diversidad de origen.
La Cruz no hace más que seguir la artificial línea política de La-
bastida: para 1855 había que disociar al clero del ejército y desligar
la suerte de sus respectivos fueros. Claro que la tesis configura
una contradicción en sus propios términos e implica una inexactitud
histórica. Admira, por lo consiguiente, que figuras del talento ju-
rídico de José Bernardo Couto y la información de J. J. Pesado y
José Ma. Roa Bárcena empleen tal argumento, después de que
la alianza, a pesar de la no complementaridad de los intereses
entre clero y ejército, ha operado reiteradamente.
El artículo que analizamos no se detiene en la pura diversi-
dad de orígenes, sino que también examina la variedad de atribu-
ciones, para concluir: "En suma, entre el clero y el ejército no hay
nada de común considerados como entidades sociales". De ahí pasa
a analizar el fuero eclesiástico conforme a "la filosofía .del dere-
cho". Al respecto sostiene que:

lO.-La Iglesia "es una vesdadera sociedad, .independiente y


soberana" en su constitución y administración. Ella tiene,
como toda sociedad, tres elementos: poder, ministro y
súbditp.
30 JESÚS REYES HEROLES

20.-Poder, ministerio y personalidad católica no están ni en-


tran "en la órbita del gobierno temporal". Por consi-
guiente, tampoco conciernen a su derecho. Al respecto,
se compara el fuero del clero con la inmunidad de los
ministros extranjeros, diciendo que la inmunidad de estos
últimos no proviene de su misión, sino de la personalidad
social que ostentan, para de ello deducir la siguiente te-
sis: "Luego el fuero eclesiástico es un punto de Derecho
de gentes".
30.-Es posible que los fueros provengan de su concesión, lo
que no implica "que ellos entren en la región de lo libre
y espontáneo" de la voluntad temporal;
40.-La razón, "filosofía del fuero", es "la independencia y
dignidad propias del ministerio que se ejerce, no menos
que la jerarquía de la autoridad que se representa".
So.-Desde el punto de vista convencional y 'consuetudinario:

en puntos sometidos a la voluntad libre de los Estados, no hay obli-


gación preexistente ni derecho correlativo; pero que una vez celebrado
un pacto que deje inmune la moral y el derecho, nace una obligación
y un derecho correlativo al cual debe estarse, según los principios y las
leyes del Derecho de gentes natural.

En otro artículo" se expone la argumentación original del arzo-


bispo Labastida, poco congruente, por lo demás, con algún punto
de la anterior. Para Labastida, la línea política general consiste en
distinguir y disociar el fuero eclesiástico del militar, pero partiendo
del supuesto de que la existencia del fuero eclesiástico no proviene
de una acción jurídica o convención, sino que es preexistente:

Todos, dice el Ilmo. Sr. Labastida, convendrán en que el fuero


eclesiástico, muy diferente del militar, a que parece se ha querido igua-
lar, lo tiene el sacerdocio, el ministerio católico, no por un derecho o
gracia, o favor otorgado por el poder civil. sino en virtud de un dere-
cho preexistente. superior a la autoridad temporal, que preside a la
sociedad, a la legislación civil.

El asunto pertenece al derecho internacional. No puede, por


consiguiente, resolverse mediante un acto unilateral del Estado, sino

11 01'. dI., Tomo J, n6mero 1, diciembR 13 de 18~5, pp. 2os..13.


IGUALDAD ANTE LA LEY 31

que debe ser resultado de un acuerdo entre entes soberanos. Este y


no otro es el significado de la afirmación de que la supresión o re-
ducción del fuero eclesiástico pertenece al derecho de gentes.
La Iglesia es una sociedad soberana e independiente, y bajo este
respeto es preciso convenir en que sus relaciones con las otras socie-
dades o Estados, deben normarse por los principios de aquel derecho.

Como se ve, tal argumentación es incompatible con las atri-


buciones de un Estado, que en su carácter de soberano, reclama su-
premacía en el ámbito interno de la nación y que, además, por la
índole de la materia, no puede reconocer poder alguno sobre la tie-
rra equiparable al suyo, como lo expresó Benito Juárez. Pero el
artículo de La Cruz, después de glosar el pensamiento de Labastida,
sosteniendo que la variación en las condiciones de la iglesia reque-
rían el "consentimiento de las dos partes", invoca la libertad de
conciencia -a la que combate reiteradamente- como justificación
de su pensamiento.
Después de ello, enjuiciando a los partidarios de la reducción
del fuero eclesiástico, asienta que éstos han tropezado de contradic-
ción en contradicción, pues, sosteniendo que la Iglesia es enteramen-
te extraña a la sociedad civil, pretenden, en cuanto se trata del fuero,
eclesiástico, que la Iglesia no sea independiente de la sociedad civil.

Dos órbitas soberanas

El mismo periódico, en otro artículo," manifiesta que al to-


car el poder temporal los bienes, privilegios y jurisdicción de la
Iglesia, los usurpa y comete el gobernante un delito. Políticamente,
La Cruz liga la reducción del fuero a la secularización y táctica-
mente señala que ambas cuestiones desembocan en antirreligiosidad:
Los ataques a los privilegios e inmunidades eclesiásticas; la siem-
pre meditada ocupación de los bienes del clero; la exclusión de éste
aun de los actos más insignificantes de la poltica y de la administra-
ción; por último, esas eternas cuanto infundadas declamaciones contra
la influencia del clero en la sociedad, no llevan otro objeto quedes.
truir por lo pronto la independencia de la Iglesia, pata destruir algo
más tarde la Iglesia misma.

52 Ofl. til., número 8. Diciembre 20 de 1855. p. 243.


32 JESÚS REYES HEROLES

Ya en abril de 1856,53 La Cruz publica un largo estudio, "lumi-


noso artículo" lo llama, Sobre el fuero eclesiástico. La tónica, que
no el contenido de este ensayo, ofrece variaciones en relación con
los anteriores. Se pretende adoptar una posición media o, al menos,
dar esta impresión. La materia del fuero eclesiástico es complicada
y las "exageraciones", "la han hecho más escabrosa y delicada de lo
que en realidad es". Confundiendo "los diversos derechos de la so-
ciedad, sus principios y sus varias aplicaciones", han atribuido a los
hechos lo que pertenece al derecho, y a su aplicación y consecuencias
lo que incumbe a los principios:
... y en fin, las diversas pruebas o concesiones dadas por el poder
eclesiástico y el poder temporal en tiempos felices, de paz, de armonía,
de buena inteligencia, de condescendencia recíproca y de mutua pro-
tección, se han querido erigir en reglas de conducta, en principios de
legislación a que está sujeta, no la autoridad temporal, sino la espiri-
tual, cuando por desgracia de los tiempos e imperio de las circunstan-
cias hay un rompimiento entre ambas autoridades y un choque abierto
en sus pretensiones.

No se quiere "ni concederlo todo a la Iglesia ni negarlo todo


al gobierno político" y aun cuando se podría, no se asegura ni se
invoca "que el fuero es de derecho divino". El método es otro. El
fuero eclesiástico pertenece al Derecho de Gentes y su modificación
es materia de un tratado.
Esto reafirma la imposibilidad no digamos de entendimiento
o de fórmulas de transacción, sino de discusión. Por eso el Gobier-
no no contrargumenta. Se partía de consideraciones doctrinales
inconciliables, excluyentes entre sí. Aceptar la discusión sobre tér-
minos tan antitéticos implicaba para el Gobierno poner en duda
principios tan esenciales como la unidad estatal y la exclusividad
de la soberanía. Era admitir la existencia dentro de la sociedad de
otra sociedad con un poder cualitativamente análogo al del Estado.
Hubo una época, "tiempos felices para la religión y el estado",
cuando la Iglesia se extiende por sí misma o se halla protegida por
la organización política, "añadiendo fuerza a fuerza", en que la
cuestión no se presenta, por no existir relaciones o por estar recono-
cidas y protegidas, pero:
53 o». eis., Tomo II. Empieza en el número 4, de 10 de abril, de la p. 11'
a la 119; continúa en el número ,. de 17 del mismo mes, de la p. 143 a la 146 y
concluye en el número 6, del día 24, de la p. 175 a la 179.
IGUALDAD ANTE LA Lh'Y 33

Importante y de gravísima trascendencia es la cuestión que nos


ocupa, si la Iglesia es perseguida, si se rompe la antigua alianza, si se
falta a los pactos expresos o tácitos fundados en el derecho conven-
cional o en el consuetudinario. Trátase entonces de su jerarquía y de
su poder, o 10 que es 10 mismo, de su autoridad, que abarca en toda su
extensión el conjunto de sus individuos o de sus miembros y el poder
de que es depositaria.

Hay que distinguir la persecusión a la Iglesia antes de ser re-


conocida, a la que se engendra después del reconocimiento. En el
segundo caso, que es el que se contempla, "en todos los países del
mundo católico", por "las doctrinas exageradas de algunos políti-
cos", se ha hecho creer "que los gobiernos se degradan" con: 10.)
Entablar relaciones con el Vaticano; 20.) Observar los antiguos con-
cordatos y 30.) "aceptar los pactos que se fundan en el'-simple
hecho de su existencia y de su inmediato contacto". Es la subordi-
nación indirecta de la organización política al papado:

¿Quién es superior al gobierno nacional? No el papa, porque es


de otro orden, de otra jerarquía, de otro poder, en fin, de otra autori-
dad. ¿Lo serán la razón, los principios, el derecho que gobierna a las
sociedades, en fin, el mismo Dios con su carácter de Juez entre el poder
espiritual yel temporal? Sí, y mil veces sí.

Reconociendo a Dios "por superior a todos .los gobiernos":

¿No le será en ciertos puntos su representante, su Vicario en la


tierra? ¿Quién se atreverá a negar su autoridad, su soberanía, su inde-
pendencia?

Siendo el poder de Dios superior en potencia y duración al


poder temporal y siendo el Papa su representante en la,Tierra, el po-
der temporal indirectamente se encuentra subordinado a la Iglesia.
Todos los gobiernos, monárquicos o republicanos, "absolutos o cons-
titucionales", han "reconocido siempre la soberanía del Romano
. Pontífice como jef~ de la Iglesia, es decir, de una ~~dad $.<>berana
e independiente". Y no se tra.ta, "del papa como soberano.te¡nporal",
de la defensa de "sus dominios temporales", sino deula.sobetanía
del pontífice, de la independencia de la Iglesia, en fin de la repte-
senta<:ibn s«:ial que tiene en la Iglesia católica,. en la Iglesia umver-
sal, COQlojtfe <le esta:.gtan naciónextendidaportoda;1as.sw:iOacs
34 JESÚS REYES HEROLES

yen contacto y en relaciones con los gobiernos de todas ellas". De


aquí se infiere que el asunto concierne al derecho internacional:
¿Podrá, pues, rehusarse a la Iglesia todo lo que por derecho de
gentes le compete? Bien sabido es que la Iglesia y el Estado tienen
ciertas analogías y ciertas diferencias esenciales; en las primeras cabe
una igualdad recíproca de derechos; en las segundas una sustitución
proporcional, o una igualdad geométrica de mutuas y recíprocas con-
cesiones. Los derechos no pueden negarse a la Iglesia; nacen de su
existencia, de sus atributos esenciales como sociedad, esto es, del con-
junto de individuos, relaciones mutuas, derecho propio y autoridad
soberana. Bajo este aspecto, sus derechos son iguales a los de la socie-
dad civil y se fundan en el derecho internacional.

Se ,.grega que, así como los deberes mutuos de los Estados po-
líticos nacen de su independencia y soberanía y de la igualdad
internacional en que se hallan por sus propias atribuciones, siendo
la Iglesia independiente y soberana, tiene derechos similares respecto
a los otros Estados relacionados con ella.
Como se ve, se trata de la negación del poder exclusivo del
Estado en su carácter soberano. Dentro de cada Estado hay sobera-
nías coexistentes -Estado-Iglesia- y en esencia el poder de la
Iglesia es de superior rango. O sea, subordinación teórica y coexis-
tencia práctica de órbitas soberanas. La argumentación, yendo en
apariencia en contra de la reducción del fuero eclesiástico, va, en el
fondo, en contra de la secularización.
Sentados estos principios generales, ya sólo se trata de aplicarlos
a la cuestión de los fueros:
Separemos desde luego la exención de que gozan los eclesiásticos
en 10 civil y criminal para ser juzgados por los tribunales eclesiásticos,
y la inmunidad de las cargas o contribuciones establecidas por la auto-
ridad civil e impuestas a todos los ciudadanos. La primera no constituye
un verdadero privilegio; es más bien un derecho que goza el clero
por su mismo ministerio; es una condición indispensable para man-
tener la independencia necesaria en el ejercicio libre de sus funciones;
es una prerrogativa que goza en común con todos los demás ministros
p6blicos de los otros Estados con quienes se halla nuestro gobierno en
buenas relaciones.

En materia criminal sucede "conlos ministros del altar lo· que


coa los enviados de las· otras nacioaes: si delinquen, oc6rrese· a su
IGUALDAD ANTE LA LEY 35

soberano para que haga justicia"; si ofenden al que gobierna, puede


pedirse su retiro y si llegan a emplear la fuerza, se les despoja de
su carácter para tratarlos como enemigos. En lo que toca a los clé-
rigos, "sus jueces pueden ser excitados para que castiguen a los
delincuentes", pueden unirse a los jueces ordinarios para la averi-
guación y castigo "de los delitos atroces o atrocísimos", y pueden,
por último, "entregarlos al brazo secular, que sólo puede obrar con-
tra ellos en este caso y cuando se sorprende al clérigo infraganti".
Situación similar sucede en materia civil. Al respecto, el artículo
invoca los conceptos de Vattel sobre la independencia de la juris-
dicción territorial en materia civil, para de ahí concluir que los
clérigos "no pueden ser arrestados', ni embargados sus bienes, ni
ejercerse sobre ellos algún otro acto de jurisdicción por los secula-
res, a no ser que, contra la expresa prohibición canónica hayan
tenido parte en algún negocio mercantil" o giro comercial, "porque
entonces no gozan de su fuero por la naturaleza misma del negocio
en que se han mezclado", limitaciones que no destruyen el dere-
cho de la Iglesia, sino favorecen el del Estado. Por consiguiente, el
fuero eclesiástico en lo civil.. y criminal se sujeta a lo previsto por
el derecho de gentes. Pero, y aquí entra la idea del concordato:
¿Se excluye por esto un concordato que determine otra cosa? no
ciertamente. Los obispos mexicanos no defienden que el papa no pue-
de prescindir de esta exención de sus ministros; sostienen, 51, que el
gobierno de México no puede por sí solo variar un establecimiento
del derecho internacional: no pretenden sujetar la soberanía de la'
nación a la autoridad del papa; pero tampoco pueden contribuir a que
ésta se haga a un lado en materias de su resorte. El asunto debe tra-
tarse de gobierno a gobierno, de soberano a soberano, de igual a igual
si se quiere.

A continuación se ocupa del desafuero de los eclesiásticos, re-


curriendo a don Manuel Peña y Peña para sostener que el estado
eclesiástico delinque mucho menos que el secular. El testimonio de
Peña y Peña -de quien se transcriben párrafos textuales- es invo-
cado, considerando que sus doctrinas, fraccionadas, mal interpreta-
das o separadas de su espíritu, "suelen aducirse por los enemigos
del clero en favor del desafuero". Ellas, según el artículo en caes-
tión,prueban la tesis de La CrMZ:
lo.-EI fuero es de.. derecho de gentes; la Iglesia y el Estado
son sociedades "diversas, independientes y soberanas,
36 JESÚS REYES HEROLES

que la una no puede disponer por sí y ante sí de lo que


corresponde a la otra";
20.-Tan "chocante sería que la Iglesia retira sus honores,
distinciones y privilegios otorgados al gobierno civil como
lo es que éste de un modo inesperado prive al clero de
su inmunidad".

En la conclusión del ensayo Sobre el fuero eclesiástico se in-


tenta mostrar los inconvenientes que derivan de su supresión. Las
inmunidades del clero están fundadas en los principios supremos
del derecho político y "en causa onerosa, que no deja arbitrio para
revocarlas"; aun viéndolas como arregladas por ambas potesta-
lO

des". ellas tienen la fuerza de los derechos humanos mejor cons-


tituidos "que se deben de justicia". La Iglesia -se dice- ayuda
al Estado y éste le corresponde mediante la autorización de sus
inmunidades. Los fueros eclesiásticos son los derechos más respe-
tables. La Iglesia hace gtacias y concesiones al poder temporal y
éste sólo le corresponde. La revocación no cabe. Iría contra la con-
cordia y seria "insultar a la Iglesia y a la religión", interpretar sus
privilegios restrictivamente o considerarlos excepcionales.
Frente a estos inconvenientes no se obtendrían ningunas ven-
tajas:

a) .-Se recargarían los negocios en los tribunales civiles y mi-


litares;
b) .-Los eclesiásticos abandonarían los pueblos al ser arras-
trados de buena o mala fe al fuero secular;
e) .-los eclesiásticos criminales despreciarían a sus superio-
res y faltarían a la obediencia;
d) .-AI hacer públicas las faltas de los sacerdotes, se les ex-
pondría al vilipendio.

Los jueces seculares no ofrecen mayores garantías en la admi-


nistración de justicia que los eclesiásticos. La supresión del fuero
en nuestro país produciría gran descontento, pues él se halla pro-
fundamente arraigado en todas las clases y no puede desconocerse
hasta qué punto se conmoverían éstas si la Ley sobre Administra-
ción de Justicia se mantiene en pie. El gobierno entraría en choque
con los sentimientos del país, agotaría sus recursos y sería impo-
sible detener la disolución social, "protegida tal vez por un ene-
migo extranjero".
IGU.(U.DAD ANTE LA LEY ~7

El artículo agrega sobre el resultado: "Dolor nos causa el


decirlo: la pérdida de nuestra nacionalidad, consecuencia necesa-
ria de nuestras disenciones políticas". La abolición o reducción del
fuero eclesiástico llevaría a "la guerra de religión", cuyas caracte-
rísticas serían extremas "por la firme adhesión de todas las clases
a las antiguas creencias".
La lucha en contra del fuero eclesiástico se liga a la religión.
Pugnar por la reducción del fuero es antirreligioso. Por ello, buen
cuidado tienen los liberales en demostrar que la supresión o re-
ducción del fuero no posee, ni por asomo, sentido antirreligioso.
La Cruz} sin embargo, adopta como argumentación primordial la
de la antirreligíosidad:

¿Pero qué se ataca la Iglesia, se ataca la religión con el desafuero


del clero? No sabemos qué sucede, ni explicaremos jamás, cómo el
pueblo percibe por instinto estas altas cuestiones, y distingue con admi-
rable tino las miras adonde se encaminan ciertas providencias al pa-
recer muy lejanas. El pueblo lo comprenderá en globo o en confuso;
pero 10 cierto es que 10 comprende, hasta el punto de discernir lo
directo de lo indirecto, en estas difíciles e intrincadas materias.

¿Quién manda en la República?

La prensa liberal, desde antes de la Ley sobre Administración


de Justicia, toca indirectamente el problema por la vía de la secu-
larización y de la tolerancia. 54
Ya aparecida la Ley sobre Administración de Justicia y res-
pondiendo o anticipándose a las críticas por ésta engendradas, apa-
rece una serie de artículos en la prensa liberal, de los que conviene
extraer algunos puntos de vista.

54 Lo hace, por ejemplo, ]. B. Morales: "Estado de la República" -El Siglo


Diez 1 N1/11Ie, 6 de octubre de 1855- y "Materias eclesiásticas" -Op. til" 20 de
octubre de 18". Se pueden citar muchos otros articulas que indirectamente tratan
el problema de los fueros antes de la aparición de la Ley sobre Administración de
Justicia. Las referencias al "Despotismo militar o teocrático" son constantes en El
Siglo Diez 1 Nlle"e y en El MotlitOf' Repllblit41lo. Este último publica. ~ articulos
sobre "El Poder Teocrático" -10, 13y 17 deoctuhrede 1855-1 el 18. del propio
mes un interesante artículo sobre "El fue.ro-la Religión". Estos artícUlos, al igual
que otros. están preocupados por las relaciones Estado-Iglesia. la tolerancia de cultos
y la libertad de coocieocia.
38 JESÚS REYES HEROLES

El Monitor Republicano de 3 de diciembre de 1855,55 a unos


cuantos días de aparecida la Ley, publica un sugestivo artículo
bajo el título de "Justicia para todos según sus obras". En éste
se asienta que la protesta del arzobispo por sí y a moción del
cabildo eclesiástico en contra de lo dispuesto por los artículos 42,
44 Y 40. transitorio, se funda sustancialmente en que la reducción
del fuero eclesiástico, supuesta por la Ley, es contraria a las gene-
rales de la Iglesia y que el fuero no es remunerable. Tal argumen-
tación es para El ¡Honitor Republicano insostenible e inconcebible
en personas de cierta ilustración.
10 que llama carácter remunerable del fuero preocupa al en-
sayista:

Nadie ignora que el fuero eclesiástico que se dice irremunerable,


no se refiere a puntos puramente espirituales y no puntos comunes, o
que nada tienen que ver con lo espiritual, que un eclesiástico debe, por
ejemplo, tanto más o tanto menos de renta de casa, que un sastre
que le ha hecho tales o cuales otras piezas de ropa o a un sujeto con
quien ha contraído una deuda, nadie ignora, repetimos, que esto nada
tiene de espiritual, y ni aun de relativo a la iglesia: es bien profano
en toda la extensión de la palabra.

De lo que deduce:
En tales casos el fuero bien puede remunerarse y nada lo prohibe:
la prohibición que más tarde discutiremos se refiere a lo meramente
espiritual, hablando con propiedad; y si autores y personas ultramun-
danas han pretendido enseñar y disponer lo contrario, ya se ve que
no proceden con fundamento.

Pero como tesis política esencial surge la de que el fuero "se


ha ejercido por los eclesiásticos por concesión voluntaria de los
soberanos; por concesión voluntaria de los soberanos y nada más".
El ejercicio de ese derecho "está otorgado en donde existe por
voluntad de' los gobernantes y nada más". Por tanto: "Quien
concede una facultad tiene la bastante para no seguirla conce-
diendo". El Monitor Republicano va más lejos:
En las facultades de los gobiernos está permitir, o no, en sus
naciones, aun el propio cristianismo, procederían mal si 10 prohiben,

55 N6mero 3009. Año décimo, tercera época.


IGUALDAD ANTE LA LEY 39

porque no debe prohibirse nada, antes concederse el ejercicio de todas


las religiones pero no por eso carece de potestad para prohibirlo.

El artículo, después de una breve reseña histórica, afirma que:


10.) El fuero es "una mera concesión" y 20.) "Los negocios civi-
les de los eclesiásticos, nada tienen de espiritual".
De aquí que "la conducta del señor arzobispo a nuestro juicio
no ha sido debidamente reprimida por el supremo gobierno". Es
necesario un "escarmiento".
Ahora bien, el arzobispo no sólo protesta en contra de la
Ley, sino que excita a los prelados a que no obedezcan e indica
que se castigará a quienes la observen, declarando que la renun-
cia que cualquier miembro del clero haga del fuero civil o criminal,
"de grado ° por fuerza", "es nula" y "quedará por lo mismo
sujeto, el que lo haga, a las penas que la Iglesia impone a los
contraventores". Ante ello, El Monitor se pregunta quién manda
en la República:

..¿Qué es esto? preguntamos. ¿Quién ha dicho que el señor Garza


pueda en manera alguna mandar que se desobedezca una ley y ame-
nazar con penas a quienes le desobedezcan? ¿Quién manda en la na-
ción mexicana?"

Prescindiendo de esta posiCion, que reclama la aplicación ri-


gurosa de las sanciones previstas para aquellos que se oponen al
cumplimiento de la Ley, El Monitor presenta los fundamentos teó-
ricos de la abolición de los fueros:

Justicia, igualdad ante la ley, son los principios salvadores de todo


el país, son los deberes imprescindibles de todo gobierno que tiene
conciencia. Justicia, igualdad ante la ley son los deberes que el gobier-
no mexicano tienen que llenar.

Impartir justicia concierne únicamente al Estado. Ni siquiera


es un derecho de éste, sino una obligación y un deber. Es la secu-
larización de la justicia a base y como consecuencia de la igualdad
ante la ley.
Por lo demás, El Monitol" Republicano dice que deben cesar
en sus funciones el arzobispo y su cabildo, con 10 cual sólo podría
suceder una cosa: la excomunión. Salvaguardándose, indica que,
de acuerdo con las leyes de la Iglesia, "se incurre en ella cuando se
40 JESÚS REYES HEROLES

merece" y cuando no "el que la fulmina es quien queda exco-


mulgado".
Con un carácter más teórico, El Siglo Diez y Nueve concluye
de publicar el 3 de enero de 185656 importante estudio de Juan
Bautista Morales. La tesis de Morales es que el fuero eclesiástico,
tanto en lo criminal como en lo civil, "es una liberalidad de las
potestades temporales". Comprueba ello en la legislación antigua
y en las tendencias modernas. El Gallo Pitagórico sostiene que las
confusiones al respecto provienen del significado que se quiere dar
al derecho romano y de la mala interpretación de la palabra juris-
dicción. Sobre el primer punto debe hablarse de derecho nacional
y en cuanto al segundo, la Iglesia posee jurisdicción por derecho
divino "para dirigir la religión católica"; "pero jurisdicción tempo-
.ral ninguna tiene". Las confusiones, dice Morales, se agravan por
la mezcla de las palabras potestad y jurisdicción. La palabra po-
testad indica la facultad de la Iglesia para gobernar en lo espiritual,
única que tiene.
Juan Bautista Morales hace una erudita exposición para demos-
trar que es un hecho "que el fuero eclesiástico no tiene otro origen
que la liberalidad de los reyes". Hablando del pontífice, dice que:
"En lo espiritual su superioridad es un dogma; pero en lo civil un
error". Es una anomalía, "que resulta de subordinar al pontífice
las leyes y las autoridades civiles", el que los eclesiásticos preten-
dan dejar de ser súbditos del país en que viven:

¿No es una anomalía monstruosa que un soberano para disponer


alguna cosa sobre sus súbditos tenga que consultar y pedir licencia a
una autoridad extranjera, que ninguna jurisdicción temporal tiene y me-
nos sobre los soberanos? Con que los eclesiásticos para todo 10 favo-
rable son súbditos del país en que viven; pero para 10 adverso no,
sino que son ciudadanos romanos sujetos al papa. ¿Puede tolerarse
esto? ¿Está autorizado por el derecho natural, por el común de gentes,
o por cualquier otro?

Atendiendo a esta situación, el fuero eclesiástico ha sido dismi-


nuido en muchos países, como en Francia y en Bélgica, "donde

56 El Siglo Diez 1 Nlleve, 3 de enero de 1856. Tomo X, número 2553. "Exa-


men imparcial de la Ley sobre Administración de Justicia, de 21 de noviembre de
1855, mandada publicar por el Excmo. Sr. D. Benito Jullrez". México, Imprenta de
lpacio Cumplido.
IGUALDAD ANTE LA LEY 41

cuando se trata con acción real, conocen los jueces civiles y sólo cuan-
do se trata con personal conoce el eclesiástico". Si el fuero eclesiás-
tico fuese de derecho divino, tales reducciones no podrían hacerse.
Para Juan Bautista Morales la Ley sobre Administración de
Justicia es muy favorable a los eclesiásticos y el Gobierno podría
revocar los artículos 42 y 44 de dicha Ley en la parte en que se
refieren a los eclesiásticos, dejando a éstos "sujetos a las leyes co-
munes a que actualmente están". Con ello el Gobierno saldría
ganando, pues sólo perdería el que "los eclesiásticos no queden
sujetos en algunos asuntos civiles a la jurisdicción civil". Pero, sien-
do tantas las excepciones en esto existentes, el Gobierno poco
perdería al respecto y, en cambio, ganaría mucho sujetando a los
eclesiásticos plenamente a la justicia secular en materia criminal,
en donde ningún fuero gozan . La ley les hizo un favor al hablar
de renuncia, pues teóricamente carecen de fuero en materia crimi-
nal. Siguiendo este camino, se elimina un pretexto para tantos "pro-
nunciamientos descabellados" en que se grita "religión y fueros,
como haciendo a éstos parte de la religión para alarmar a los
pueblos".
Los sucesos políticos se precipitan y esto se refleja en un ar-
tículo de Francisco Zarco, publicado el 4 de enero de 1856.57 Con
la claridad usual en Zarco y su posición frontal, enfatiza en este
artículo los aspectos políticos del problema:

Religión y fueros, es pues todo lo que promete la reacción. Reli-


gión y fueros prometió también el movimiento que en otro tiempo
acaudillaron Arista y Durán. Religión y fueros fue la bandera de los
conservadores y de Santa Anna en sus veinte y siete meses de tiranía.
Ya el país sabe lo que eso quiere decir en boca de sus constantes
opresores.

A esto obedece que la reacción permanezca "aislada e impoten-


te". Su grito no encuentra eco en la conciencia del pueblo porque:
"Religión y fueros significa hoy la resurrección del gobierno con-
servador, la restauración de los principios destructores y funestos
en que se fundaba el gobierno de Santa Auna". El sentido de los
fueros y de su ejercicio práctico son rectamente expuestos:

Los fueros se extendían de una manera inaudita hasta destruir el


42 JESÚS REYES HEROLES

fuero común, y sólo ante las iras del dictador había verdadera igual-
dad, sólo eran iguales los mexicanos para ser presos, desterrados y fu-
silados sin formación de causa.

El Gobierno, dice Zarco, no se mezcla en asuntos religiosos


y "los restos del ejército del dictador han encontrado demencia y
perdón en la revolución"; la masa del ejército, piedad; los culpa-
bles, los generales y jefes, "olvido y compasión". Sin embargo, éstos
últimos son los que se lanzan a la rebelión. El Gobierno no debe
abandonar las medidas de prudencia y de conciliación; pero debe
obrar con energía.
y unos días después, el mismo Francisco Zarco publica otro
artículo sobre "El clero y los movimientos reaccionarios"." Para
Zarco, el clero no debe estar en pugna con el pueblo y la práctica
de los principios liberales no debe alarmarle, pues "ninguna for-
ma de gobierno es incompatible con el cristianismo, y por el con-
trario se avienen mejor con sus preceptos las que adoptan como
base la justicia, el orden y la libertad". La misión del clero es es-
piritual. Fuera de México, en muchos países y en ocasiones difíci-
les, el clero ayuda al progreso:

En Francia en 1848, al proclamarse la república, como la aristo-


cracia quería pintarla como impía, todos los obispos dirigían al pueblo
sus palabras de paz, excitándolo a acatar y a obedecer al nuevo go-
bierno, declarando que la libertad lejos de atacar se hermana perfecta-
mente con la religión.
En los Estados Unidos existen a un tiempo todas las religiones,
el clero católico se distingue por su prudencia, por su moderación y
por su respeto a las leyes y a las autoridades.

No hay incompatibilidad entre el liberalismo y el catolicismo


ni entre el pueblo y el clero. Las luchas y las contradicciones se
presentan cuando el clero interviene en asuntos que no le incumben:

Pero donde quiera que el clero pretenda mezclarse en la política,


ya prestando a los gobiernos su influencia para oprimir, ya ponién-
dose en pugna con el poder civil por cuestiones en que sólo se trata
de intereses materiales, sufren a un tiempo la respetabilidad del clero,

SIl 01'. &it., H de enero de 18S6,·DÚIi1aO 2563.


JGUALDAD ANTE LA LEY 43

la causa del Estado y la de la religión. La intolerancia y el rencor


sustituyen a la caridad evangélica. El clero se convierte en facción
política. La cuestión religiosa se mezcla en todas las cuestiones de go-
bierno, y al fin se entabla una lucha de funestos resultados y se corre
el riesgo de llegar por ambas partes a lamentables exageraciones.

En nuestro país una parte del clero adoptó desde el triunfo


de Ayutla, una "extraña actitud". No es todo el clero. Una vez
más, dice Zarco, "nos complacemos en reconocer que la mayoria
del clero mexicano no ha dado motivo de queja" y "son muy po-
cos" los que han despertado infundadas alarmas y de éstos, "algu-
nos obran por error y no por perversidad". Son menos todavía los
eclesiásticos que olvidando su carácter y su deber se han lanzado
"a la rebelión y hacen armas contra el gobierno nacional".
Para Zarco, conviene examinar las causas que motivan estos
hechos. Al triunfar la revolución de Ayutla "no existía hostilidad
entre el clero y el pueblo"; el partido liberal "había olvidado la
cooperación que el clero prestó a la dictadura" y a las causas reac-
cionarias. Se veía en ello error o debididad y se creía que la ex-
periencia haría más cauto al clero. Ciertamente que hubo escaramu-
zas: el arzobispo de Guadalajara "traspasó sus funciones" cuando
reconvino al gobernador porque no perseguía al autor de un dis-
curso cuyas ideas le parecieron antirreligiosas. El gobernador con-
testó con dignidad desconociendo la intervención y el asunto resultó
un síntoma, pues hubo un motín en que el arzobispo fue vitoreado
y "desde entonces pareció que una parte del clero estaba decidida a
contrariar la marcha del gobierno".
Pronto ello se comprobó: "La expedición de la Ley de Admi-
nistración de Justicia fue el pretexto para romper las hostilidades".
Los obispos, con poco honor " a su ciencia y su moderación" pro-
testaron contra ella:

Pretenden sostener que el fuero eclesiástico en negocios civiles


y criminales es de derecho divino, defienden ese privilegio, que es
concesión temporal, con tanto afán como si se tratara de los intereses
de la religión, y procuran con la publicación de sus protestas a que no
están autorizados, alarmar las conciencias y turbar la paz p6blica.

Afortunadamente, no hay por qué confundir la religión con


el fuero; éste proviene de una concesión temporal y el pueblo
así lo ha visto y.oo se ha dejado seducir. Los pocos hechos ocurrí·
44 J~Sús REY~S H~ROL~S

dos, "en que se ha tomado el nombre de la religión como pretexto


para motines y asonadas", deben convencer a los obispos de buena
fe de que el camino seguido es equivocado. Estos obispos no deben
callar cuando ven que se profana la religión tomándola como ban-
dera para sembrar la discordia civil. "No queremos -afirma Zar-
co-- que se mezclen en cuestiones políticas ni que emitan opiniones
favorables o contrarias al gobierno"; pero viendo los hechos pura-
mente religiosos: "¿Pueden aprobar que se recurra a las armas para
defender sus fueros, aun concediendo por un momento que sean
de derecho divino?" Los obispos, "por interés de la religión", deben
reprobar estos hechos. No deben desbordar sus atribuciones. Las
protestas de los obispos contra la Ley sobre Administración de Jus-
ticia, aun "dictadas por el celo religioso y por la buena fe", "han
causado un gravísimo mal" y a los obispos concierne repararlo.
Algunos religiosos "han sido agentes de la reacción", haciendo
manejos francamente condenables. En el púlpito, en los templos,
se excita "a la desobediencia, se atacan las leyes del país y se pro-
rrumpe en declamaciones políticas", sin que haya intervenido el
Ministro de Negocios Eclesiásticos. El propósito es obvio: "Se trata
de pasar por herejes al gobierno y a cuantos profesan ideas libera-
les". La respetabilidad del clero se está comprometiendo; para re-
cuperarla debe prororar reparar los males causados. Si insiste en su
actitud:

La experiencia enseña de qué han vivido los movimientos reac-


cionarios y cuáles son los recursos que los han alimentado. El gobier-
no, pues, por el país, y por la religión, debe dictar alguna medida
para evitar que los bienes de la iglesia se distraigan de los fines pia-
dosos a que están consagrados, dilapidándose en fomentar la guerra
civil y en causar muertes, robos y todo género de calamidades.

No hay pretexto "para que la reacción invoque el nombre


de la religión", pues:

Con respecto a la cuestión del fuero, los artículos publicados en


nuestro periódico la han puesto bajo su verdadero punto de vista,
probando con autoridades incontestables, que ella en nada afecta los
intereses de la religión.

Considera Zarco que estos artículos no han obtenido más ré-


plica que la de afirmar que su autor --Juan Bau.tista Morales- es
IGUALDAD ANTE LA LEY 45

Presidente de la Suprema Corte. En cuanto "a la exclusión del clero


en las elecciones, ella no puede dar lugar a ninguna cuestión reli-
giosa", pues sólo busca apartar a los sacerdotes de los odios de
partido y asegurarles respetabilidad en sus funciones. Zarco con-
cluye manifestando que no existe "ni el menor pretexto para que
la reacción invoque el nombre de la religión".
El anterior editorial es impugnado por el periódico La Socie-
dad, lo que hace que Zarco vuelva sobre el terna," La Sociedad
pretende negar los hechos que están a la vista y emprende la de-
fensa "de la parte del clero que olvidando sus deberes, fomenta la
guerra civil". Zarco considera que las virtudes del clero son palpa-
bles donde éste se aparte de la política; pero que los males que
derivan para los países donde el clero presta su influencia a los
gobiernos opresores "o donde se pone en pugna con el poder civil,
convirtiéndose en campeón de intereses puramente materiales", son
evidentes. Entre otros males, de esta actitud derivan las exagera-
ciones de ambas partes.
La Sociedad se concreta a la situación de México "y para esto
da tortura a nuestras palabras, haciéndolas sufrir interpretaciones
siniestras". La posición de Zarco, de reconocer el papel positivo
desempeñado por una parte del clero, es calificada por La Sociedad
de hipócrita. Zarco reitera sus puntos de vista y procura demostrar
que el partido liberal de México no padece de la manía de atribuir
las enfermedades de la sociedad al clero. Distingue el clero en su
conjunto de partes de él y manifiesta que su moderación está bien
acreditada, oponiéndose a toda venganza y a toda represalia "y
pidiendo garantías y libertad para nuestros más encarnizados adver-
sarios". Es inconcebible que cuando nadie "ha pensado atacar los
derechos y los bienes de la Iglesia", se circulen versiones alarman-
tes que ningún resultado darían "sin la propaganda reaccionaria
del púlpito, sin las imprudentes protestas de los obispos, y sin la
rebelión armada de algunos curas". Zarco reproduce en su artículo
la circular enviada a obispos y prelados regulares por el Ministe-
rio de Justicia y Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública el 17
de enero de 1856, en que, después de señalar los actos del clero
contrarios a la paz pública y al imperio de las leyes, y de excitar
a la corrección de tales actos, en la inteligencia de que de no ha-
cerse ello los infractores serían castigados severamente, se concluye:

$9 El Siglo Diez, Nlleve, 19 de enero de 1856: "El clero, los motines reac-
uonarios y La SO&jlflJ'.
46 JESÚS REYES HEROLES

Ninguna consideración retraerá a S. E. del fiel cumplimiento de


su programa: reprimirá con mano firme y enérgica la rebelión, sea
quien fuere el que la promueva, instigue, o favorezca; acepte la situa-
ción y sus consecuencias: el que hizo frente a la tiranía cuando parecía
omnipotente, no retrocederá delante de sus restos.

Desgraciadamente, esta última parte de la circular, tan clara


y precisa, no fue norma inquebrantable del gobierno de Comon-
fort. 6O

LA RATIFICACION DE LA LEY )UAREZ

Las discusiones, las polémicas teóricas, las protestas y actos


de desobediencia contra la Ley Juárez, revelan que, a pesar de
abolir ésta a medias el fuero eclesiástico, constituyó un gran paso
e hizo posible la supresión de los fueros en la Carta Constitucional
de 1857.
Apenas iniciados los trabajos del Congreso Constituyente 1856-
1857, José María Mata pide que éste ratifique la Ley sobre Ad-
ministración de Justicia. El 15 de abril de 1856, la Comisión de
Justicia presenta dictamen sobre la Ley Juárez, proponiendo su apro-
bación. En la parte que nos concierne, el dictamen resulta de una
claridad meridiana. La Ley Juárez es calificada como "un gran paso
para la conquista de la igualdad republicana". El dictamen tiene
un evidente significado, a la luz de los acontecimientos de Puebla

60 La circular señala que el Presidente de la República ha tenido informes de


que "algunos eclesiásticos, faltando a las obligaciones de su ministerio sacerdotal,
que debe ser modelo de paz, sumisión y obediencia a las autoridades legítimas, han
predicado y predican la sedición contra el supremo gobierno nacional, y contra los
gobiernos de los Estados". Agrega que la situaci6n ha llegado a tal extremo, que
algunos sacerdotes "han convocado a sus feligreses para que en masa se rebelen con-
tra las autoridades constituidas". Esta conducta implica extravío criminal por parte
de los sacerdotes y omisión de sus superiores al no corregirla. El Presidente de la
República, añade la circular, no ha dictado ni sostenido medida alguna "que no
quepa en el círculo de sus facultades, y que no sea de su rigurosa competencia".
No hay, por consiguiente, raz6n plausible alguna para alentar la guerra civil. La
circular señala que la conducta rebelde no se compadece con las doctrinas de las
Sagradas Escrituras, y después de pedir la corrección de los extravíos a los altos
dignatarios, anuncia que si los aetas señalados no cesan, el gobierno usará de su
derecho, castipndo severamente a los infractores.
IGUALDAD ANTE LA LEY 47

y resume en unos cuantos párrafos los problemas que para el país


han derivado de la existencia y abuso de los fueros.
Este documento viene a ser el juicio del Congreso Constitu-
yente sobre la Ley Juárez y explica en parte el avance ulteriormente
obtenido en el texto constitucional. El juicio es categórico:

El principio consignado en la ley, es un gran paso hacia la igual-


dad social, pues que la abolición del fuero civil en cuanto a los ecle-
siásticos, y del civil y criminal por delitos comunes en cuanto a los
militares, es la satisfacción de dos necesidades que reclamaban, no
sólo la consecuencia con los principios democráticos, sino las circuns-
tancias particulares de nuestra sociedad; a la que ha servido de cons-
tante rémora para sus adelantos, la preponderancia de las citadas
clases.s!

La Comisión asienta que no va a disertar sobre las facultades


que "haya tenido el supremo gobierno para suprimir los fueros".
El asunto ha sido discutido y la opinión pública se ha manifestado
en apoyo de estas facultades. Tampoco va a presentar las razones
y fundamentos de la Ley Juárez, pues los diputados están suficien-
temente instruidos al respecto y sería tarea inútil. En estas condi-
ciones, "sólo queda por ver si esta aplicación del principio de la
igualdad, es útil y conveniente a la república mexicana". La cues-
tión teórica no requiere ser planteada y, por consiguiente:

No se detendrá la Comisión en considerar y fundar la convenien-


cia abstracta de este principio que se ha elevado a la categoría de
dogma entre los verdaderos republicanos, y sin el cual la democracia
sería imposible, porque fundándose en la justicia universal, malamen-
te podría ejercerse ésta reconociéndose privilegios en los individuos o
en las clases.

61 FRANCISCO ZARco: Historia del Congreso EXlraordinario Co"sliI1l1e"te de


1856 11857. Extracto de todas sus sesiones y documentos parlamentarios de la época.
Tomo l. México, 18~7. Imprenta de Ignacio Cumplido. El dictamen viene de la
p. 137 a la 140. En este tomo citaremos la edición de Ignacio Cumplido, pues por
haber circulado, es la que influyó posteriormente en nuestros liberales. Hemos hecho,
sin embargo, la confronta, tanto de la estupenda edición de la Crónira del Congreso
Extrao,Jisario Conslil1l1enle 1856-1857 (El Colegio de México, 1957), como de las
ArIas OjiriaJes 1 M.inlllario d, Decretos del Congreso Exlraordinario COllslitll1elll,
ti, 1856-1857 (El Colegio de México, 1957).
48 JESÚS REYES HEROLES

Por lo tanto, el dictamen sólo se contrae a precisar "si la ex-


tinción de fueros en México y en las presentes circunstancias" es
útil y conveniente o si es aconsejable la conservación de los privi-
legios. Al efecto manifiesta que, aparte de que "cualquiera exención
es una injusticia y un constante amago a las garantías individuales",
cuando se presenta el abuso de los fueros, los privilegios "son un
cáncer que corroe a la sociedad"; los fueros "acaban por sobre-
ponerse a ella", engendran conflictos "entre sí mismos" y hacen
imposible el orden sociaL En México se ha presentado el abuso de
los fueros en virtud de: 10.) "el engreimiento con los privilegios";
20.) "la preponderancia de ciertas clases"; 30.) "y la impunidad
de todo género de excesos". Si las clases privilegiadas -agrega el
dictamen- "se hubieran contentando con un moderado uso de sus
exenciones, y no hubieran llegado, como en México, al colmo de
la exageración, pretendiendo siempre todo para sí, y queriendo
dominar ya por la fuerza, ya por el abuso de sus cuantiosos recur-
sos", el país habría encontrado un camino para su prosperidad".
Pero la fuerza armada, "el oro y el torcido influjo que se había
ejercido en las conciencias" han dado siempre la ley en México.
Ya se han visto las dificultades existentes para alcanzar justicia en
los tribunales militares y eclesiásticos y ya se ha visto el papel
que los fueros desempeñan en las revueltas, lo que comprueba los
grandes males causados por los fueros, que tanto defienden los ami-
gos del retroceso. La conclusión, por consiguiente, es obvia:

Si, pues, por resultados prácticos, antes encubiertos y ahora pues-


tos en claro, estamos convencidos de que la existencia de los fueros
es altamente perniciosa al progreso de la nación, nada tan justo, tan
político, tan conveniente, como aprobar, bajo este respecto, la ley de
administración de justicia, que fue un gran paso para la conquista de la
igualdad republicana.

El 21 de abril de 1856,62 el Congreso vuelve a leer el dicta-


men de la Comisión de Justicia y la Ley Juárez. En esta ocasión
el debate se enciende. El diputado Pantaleón Barrera, miembro
de la Comisión, manifiesta su acuerdo con la parte resolutiva del
dictamen y su divergencia en la parte expositíva. Esta última fun-
damentalmente dirigida a los puntos en que se toca la facultad

62 op. cis., de la p. 166-182.


IGUALDAD ANTE LA LEY 49

revisora del Congreso. Para Barrera, el Congreso no sólo está en


la posición de aprobar o reprobar, sino también en la de modificar
y adicionar. Para este representante la Ley Juárez es provisional;
las materias que ella toca conciernen a la Constitución. Sin embar-
go, la aprobación de la Ley le resulta indispensable para que el
Congreso participe de la responsabilidad contraída por el Poder
Ejecutivo. Por lo demás, "la supresión de los fueros, punto capital
de la Ley", debe ser sancionada por el Congreso, "como la gran
conquista de la revolución, deseada y anhelada por el pueblo".
Marcelino Castañeda se manifiesta en contra del dictamen, por
considerar que:

10.-La Ley Juárez entraña cuestiones constitucionales "que no


pueden resolverse todavía";
20.-La Ley Juárez es precipitada porque tocó puntos que sólo
puede resolver el Congreso al constituir a la nación, "ta-
les como la extinción de fueros y la organización de la
suprema corte."

Cuestiones éstas que no competen a un gobierno provisional,


máxime cuando la Constitución de 1824, "que no ha sido derro-
cada por el pueblo, respetó los fueros eclesiástico y militar". Cas-
tañeda es de los que buscan la restauración de la Constitución de
1824, a lo que, según sus palabras, aspira el pueblo. No admite
que el país se encuentre en estado natural, sino que parte de la
existencia de principios que deben salvarse, "que deben conservar-
se, mientras otros no vengan a sustituirlos legítimamente". Invoca
los precedentes: " ... si la carta de 1824 respetó los fueros, se deben
respetar hasta que Se expida la nueva constitución". Castañeda, sin
embargo, no se atreve a manifestarse en contra de la reducción o
supresión de los fueros; simplemente adopta una posición formal
y busca ganar tiempo. De acuerdo con estos argumentos, pide que
no se apruebe el dictamen, pues mediante él se resuelven anticipa-
damente "cuestiones que sólo la constitución puede resolver", y que
el asunto vuelva a la Comisión.
Zarco, comentando la actitud de Castañeda, dice que éste se
ha caracterizado como un amigo de la legitimidad y del orden cons-
titucional, pero que hay un exceso de buena fe en su oposición al
dictamen "yen su veneración al código de 1824". Para Zarco, Cas-
tañeda resulta "más te6rico que práctico"; se desentiende de los
hechos y pone trabas "a poderes que deben ser esencialmente relor·
50 JESÚS REYES HEROLES

madores". No hay que detenerse en los precedentes, sino analizar


las necesidades presentes y buscar la mejoría para el porvenir. Zar-
co considera que es inútil el examen de la Ley artículo por artículo,
pues lo que está a discusión es la supresión de los fueros, principio
conquistado ya por el pueblo en sus luchas.
Rafael Jaquez pide que se suspenda el debate hasta que se dis-
cuta la Constitución. Expresa que no está en su ánimo oponerse
al dictamen, pero que considera que la Ley tiene grandes errores y
presenta inconvenientes y que siendo transitoria, su aprobación por
el Congreso no le agrega ni fuerza ni prestigio. José Antonio Gam-
boa se manifiesta en contra de la proposición suspensiva. Sería in-
consecuente que el Congreso no revisara el acto supuesto por la Ley
Juárez. El punto esencial a discusión es la supresión de los fueros.
Debe prescindirse de examinar la Ley artículo por artículo y sancio-
narse "la gran reforma democrática conquistada por la revolución".
Después de que la proposición suspensiva es rechazada, Igna-
cio Mariscal se refiere a la facultad revisora del Congreso, para
precisar la oportunidad de tratar la cuestión de los fueros, "porque
el acto está a revisión". Y agrega:
La revisión es prudente y politica, porque los fueros sirvieron
de pretexto a la reacción, porque si la asamblea quiere afirmar el orden
público y consolidar la libertad, está en el deber de hacer pedazos la
bandera de la rebelión y de frustrar hasta las últimas esperanzas de los
reaccionarios, es preciso que éstos sepan lo que tienen que aguardar
del congreso, fiel representante de los principios de la democracia.

No hay novedad en el asunto y los diputados conocen la Ley en


todos sus aspectos y pueden votar conforme a su conciencia. El Go-
bierno, al dictar la Ley, ejercitó facultades que le concedía el Plan
de Ayuda y además, la Ley Juárez, como obra humana, no carece de
defectos; pero siendo "el primer paso para conquistar la igualdad
social", el Congreso debe aprobarla "para afirmar el principio de-
mocrático".
Antonio Escudero pide que la Ley vuelva a la Comisión; pero
no por exceso, sino por defecto, pues la Ley, siendo "un triunfo
para la democracia", por haber establecido "la verdadera igualdad":

... ha pecado por defecto, al no suprimir el fuero eclesiástico en ma·


teria aiminal, puesto que la supresión del tribunal mercantil, la supre·
sión del fuero de perra, DO son refonnas bastantes, ., en materia
IGUALDAD ANTE LA LEY 51

criminal la ley solo hizo una amenaza, dijo que el fuero era renun-
ciable, cuando su completa abolción es el verdadero progreso que
anhela la sociedad.

Por lo demás, no considera necesaria su aprobación por el


Congreso, puesto que ella está surtiendo sus efectos. Manifiesta
que el pueblo, y en ello coincide con Castañeda, está por la Cons-
titución de 1824, "pero sólo por la forma de gobierno que ella
establece", pues esa aspiración "no se extiende a todos los defectos
de aquel código, y mucho menos a los fueros". Los fueros son el
estandarte de la reacción y por eso contra ellos se lanza el pueblo.
Zarco comenta que Escudero no está contra la supresión de
los fueros, sino que es más avanzado que la Ley Juárez. El punto
de vista de Escudero es comprobado por Ponciano Arriaga: tamo
bién él habla en contra del dictamen, porque: "Las reformas intro-
ducidas por la Ley-Juárez, parecen a su señoría pequeñas, compa·
radas con las que desea para su patria". Para Arriaga, se trata de
volver hacia atrás al revisar una ley buena: "Deplora que cuando
ha triunfado un principio, cuando está ya sancionado por el pueblo,
quiera el congreso examinarlo, con lo que sólo logra hacer nacer
la duda en los espíritus". El examen puede ser una rémora y las
reformas emprendidas por el Ejecutivo pueden tener Un carácter
vacilante e incierto. La ratificación por el Congreso "debe ser tá-
cita, dejando que subsista la ley". Desea que el gobierno emanado
del Plan de Ayutla "tenga un poder amplísimo para marchar sin
trabas por la vía de la reforma". La facultad revisora del Congreso
debe referirse a lo malo: es "para 10 inmoral y no para 10 bueno";
una cosa es revisar los actos de Santa Anna y otra los del gobierno
derivado de Ayuda. Para Arriaga, la Ley no necesita revisión, "por-
que está ya aceptada, y 10 que es más, defendida por el pueblo".
No deben revisarse los actos que el pueblo aprueba. Dejar subsis-
tente la Ley ]uárez sin sujetarla a revisión es lo aconsejable, tanto
para el prestigio del Congreso, como para dejar expeditas las fa-
cultades del Ejecutivo.
Para Zarco, algo "de utopía hay en el discurso del señor
Arriaga, quien tampoco combate la sustancia del dictamen", No
coincide con Arriaga: la aprobación por el Congreso "da más fuer-
za a la reforma, frustra toda esperanza en los reaccionarios, y viene
a ser una nueva prenda de unión entre los dos poderes", El Ejecu-
tivo caminará con más firmeza si cuenta con el apoyo de la repre-
sentación nacional. El silencio del Congreso será muy elocuente;
52 JESÚS REYES HEROLES

será una aprobación tácita que no es lo que conviene, y concluye


diciendo que en política no se triunfa sólo con ganar una batalla:
"La lucha sigue y seguirá todavía; la aprobación por el Congreso
será un triunfo más".
El representante Villalobos coincide en parte con Arriaga.
Para él no era digno del Congreso ocuparse de aprobar los actos
del gobierno de Ayuda. Villalobos "aprueba la supresión del fue-
ro: pero desea que este punto se reserve para cuando se trate de la
constitución".
Juan Antonio de la Fuente defiende el dictamen con acierto,
con tacto, método y rebatiendo a sus opositores. Adara el sentido
de la facultad revisora del Congreso. No se trata, con respecto al
gobierno derivado de Ayutla, de discutir minuciosamente sus actos,
lo que sería ejercer facultades legislativas secundarias, sino de ver
estos actos y leyes en lo general. Pretender la vigencia de la Cons-
titución de 1824 es "desconocer la obra de las revoluciones, y cerrar
los ojos al cierto, aunque desgraciado hecho, de carecer el país de
instituciones políticas". La supresión de los fueros no es un ataque
a la Constitución de 1824; es una medida necesaria, en virtud de
que resulta imprescindible destruir los fueros para rediinir al pue-
blo, dado que ellos fueron auxiliares de la opresión y la tiranía. El
legislador debe estar por delante del pueblo "y encaminarlo a la
reforma". Aprobar la Leyes fortalecer al gobierno, sancionando
un hecho que está de acuerdo con la opinión liberal. Fuente en-
cuentra las razones de Arriaga insuficientes y no admite que sólo
lo malo esté sujeto a revisión, "pues para distingiur lo malo de lo
bueno se necesita previo examen".
Gamboa propone que la discusión se continúe, pero no se ad-
mite su proposición y se levanta la sesión pública, para volver sobre
el mismo asunto el 22 de abril de 1856.63 En esta sesión, Antonio
Aguado habla en contra del dictamen, no porque considere que éste
deba reprobarse, sino por creer que la cuestión no se ha examinado
desde el punto de vista que se debiera:
La ley no es general ni permanente; sólo algunos de sus artículos
son para todo el país, y toda ella tiene un carácter puramente transi-
torio; por tanto, el congreso no debe examinarla en su totalidad y el
gobierno puede introducir en ella las variaciones que juzgue conve-
nientes.

63 op. eit., pp. 176.182.


IGUALDAD ANTE LA LEY

Para este representante, la Ley no conquista el principio de


igualdad, sino que es "sólo el medio de llegar a él". Por otra parte,
"la ley al conceder el fuero criminal a los eclesiásticos les ha dado
más de lo que antes tenían". No se trata, por lo demás, de igual-
dad, "sino de un principio más alto, más importante para la sobe-
ranía de la nación". El Gobierno combate la teoría de que los fueros
del clero son de origen divino. Defiende "las atribuciones del po-
der temporal, la independencia del sumo imperante para legislar
en estos puntos y hacer el bien de la sociedad, siendo ésta la con-
quista de la ley y el medio de llegar a hacer efectiva la verdadera
igualdad". Para Aguado, la Ley está conectada con la seculariza-
ción del Estado, con la supremacía del poder político, o sea, con
la soberanía. La Ley, por consiguiente, "sanciona y defiende la
soberanía nacional" y esto es lo que debe aprobarse "para salvar
todo inconveniente y dar más fuerza al poder temporal".
Vicente López lee un discurso, con gran desagrado de Zarco,
para quien los discursos leídos ni son oportunos, "ni hacen impre-
sión, ni son muy parlamentarios". López se manifiesta a favor del
dictamen, aunque pidiendo algunas adiciones en la parte expositiva
y propone que se haga explícito el concepto de que la Ley se aproe-
ba entre tanto se da la Constitución. Hace historia de los fueros,
para sostener que "el clero no necesita privilegios que desequilibran
la sociedad y tienden a que el sacerdocio, apartándose de su carácter
sagrado, se sobreponga a las demás clases".
Arriaga insiste en su posición; desecha la idea de que los actos
buenos del Gobierno no necesitan revisión, considerando ello con-
trario al Plan de Ayuda; se opone al examen de la Ley artículo por
artículo y pide que se apruebe el dictamen y la Ley se examine en
su generalidad. Zarco comenta que: "Lo que podía hacerse para
complacer al señor Arríaga era que el acto pasara en votación eco-
nómica, como de escasa importancia; pero esto era contrario a la
opinión. de la prensa que lo había calificado de vital interés, fun-
dándose en muy atendibles razones, lo que hacía que el Congreso
no pudiera apartarse de esa opinión".
Castañeda chicanea. Se opone al dictamen, tanto por involu-
crar la Ley ]uárez cuestiones constitucionales, cuya resolución no
era oportuna, como porque la Comisión consultaba la aprobación
en general, "lo cual es antireglamentario, puesto que conforme al
reglamento, a~ las simples proposiciones pueden dividirse en par-
tes, cuando abrazan diferentes resoluciones." Rechaza el que lo
54 JESÚS REYES HEROLES

bueno no requiere ratificación, punto global que no admite. Consi-


dera que el Congreso, al pronunciarse aprobando la Ley, "se expone
a incurrir en una contradicción consigo mismo, pues está seguro de
que la Constitución no las ha de resolver en el mismo sentido",
por lo cual conviene en que la Ley subsista con carácter provisional
sin necesidad de revisión. La aprobación no da apoyo al Gobierno,
pues éste sabe que cuenta con la confianza de la Asamblea y de la
nación. Si fuera conveniente abolir los fueros, la oportunidad para
ello llegará, sin necesidad de precipitaciones. La cuestión de los
fueros es muy grave, "pues afecta a más de la mitad de la nación".
No hay que anticiparse y la resolución del Congreso "debe
venir después de una discusión detenida y concienzuda sobre fue-
ros". No hay que construir principios a costa de gran cantidad de
sangre. Las reformas deben venir "de una manera pacífica y tran-
quila", conformándose a la voluntad de la mayoría del pueblo "y
en la cuestión de fueros hay que atender a las convicciones, a los
deseos, a los hábitos, a las creencias de gran parte del pueblo". La
Asamblea debe abstenerse de ocuparse de este asunto o declararlo
acto no revisable por ahora. Se opone a la aprobación sin examen
y si la Comisión no retira el dictamen, pide que se declare sin lugar a
votar.
Ezequiel Montes, Ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos,
dice que tiene el deber de defender al gobierno del general Alvarez
del cargo de precipitación, cargo que también caería sobre el go-
bierno del Presidente sustituto, y todo ello "por haber suprimido
los fueros". Hace sesenta años que la sociedad reclama la supre-
sión de los fueros; ya Revillagigedo, en el informe que dejó a su
sucesor, demostraba 10 perjudicial de los fueros "y pedía su restric-
ción, como indispensable para el buen orden de la sociedad": "No
es, pues, una idea nueva la de la Ley-Juárez, ni hubo precipitación
en expedirla, ni mucho menos en mantenerla después; lo único
lamentable es, que hasta ahora se haya hecho efectiva esta refor-
ma". Considera que Comonfort, al interpretar la Ley, lo hará con
la plena confianza del país, abonando ello sus méritos a favor de la
libertad. Por otra parte, si se va a revisar artículo por artículo
de la Ley Juárez, habrá que seguir el mismo camino con todas sus
referencias y habrá que revisar una serie de leyes vigentes que se
remontan hasta el Fuero Juzgo, las Leyes de Toro, las Siete Parti-
das. Por su conducto, el Presidente de la República pide al Congre-
so se ocupe de expedir la Constitución, recomendación que presenta
con el carácter de mera súplica.
IGUALDAD ANTE LA LEY 55

Castañeda, creyéndose aludido, rectifica y dice que el cargo


de haber procedido con precipitación sólo se refiere al gobierno del
general Alvarez y no al de Comonfort. Expresa que entiende las
razones políticas de conveniencia y aun de necesidad que obligan
a Comonfort a mantener la Ley. Reconoce los servicios del general
Alvarez y dice que nada ofensivo hay en sus palabras. La precipi-
tación proviene de que, a su parecer, las cuestiones constitucionales
sólo deben resolverse a su debido tiempo. El diputado Espiridión
Moreno lee un discurso "de varios pliegos, defendiendo el dicta-
men". Sostiene que la carta de 1824 no existe ni puede resucitarse,
"aunque se le aplique el galvanismo parlamentario" y ve "en los
fueros lo contrario de la igualdad". La igualdad la funda en el
cristianismo y contesta a Arriaga diciendo que no hay ningún peli-
gro en una cuestión "ganada por el pueblo contra los reaccionarios".
Mata, Romero, Degollado, García Anaya, Arias y Riva Pala-
cio tenían pedida la palabra a favor del dictamen y no había nadie
que la hubiera pedido en contra. En estas condiciones, se declara
el punto suficientemente discutido y se aprueba por 71 votos con-
tra 13.
Se entra a la discusión en lo particular y en relación con el
artículo 10. del dictamen, Castañeda pide que se divida en partes.
Mariscal le dice que el artículo 10. es indivisible y la idea de Cas-
tañeda es desechada, aprobándose el artículo 10.. del dictamen por
82 votos contra uno. El dictamen es aprobado y Zarco entusiasta-
mente comenta:
Quedó, pues, aprobada, casi por unanimidad en la representación
nacional, la supresión de los fueros, reforma sobre la que se esperaba
con ansiedad su resolución, y queda desde ahora fijada una de las
bases de la futura constitución. ¡No más fueros! ¡No más privilegios!
¡No más exenciones! ¡Igualdad para todos los ciudadanos! ¡Soberanía
perfecta del poder temporal! ¡Justicia para todos! El país debe felici-
tarse de este resultado, y la asamblea ha dado un gran paso que avivará
las esperanzas que inspira a los amigos de la verdadera democracia.

LA IGUALDAD EN LA CONSTlTUCION

En el proyecto de Constitución presentado por la Comisión


respectiva,· el principio de la igualdad priva sin lugar a duda. Los

• O". tit., pp. 467-487. Sesi6n del dfa 16 de junio de 1856.


56 JESÚS REYES HEROLES

artículos 2 Y 3 del proyecto son claros al respecto. El artículo 2


contiene la supresión de los fueros; el 3 asienta que en la Repú-
blica no se reconocen títulos de nobleza ni prerrogativas ni honores
hereditarios; sólo el pueblo, a través de su representación, puede
recompensar a quienes hayan prestado o prestaren servicios a la
patria o a la humanidad.
El artículo 2 del proyecto establecía:
Todos los habitantes de la república, sin distinción de clases, ni
de origen, tienen iguales derechos. Nadie puede ser juzgado por leyes
privativas ni por tribunales especiales. Ninguna persona ni corpora-
ción puede ser investida de fueros o privilegios exclusivos, ni dotada
de emolumentos que redunden en gravamen de la sociedad, Solamente
subsiste el fuero de guerra para los delitos y faltas que tengan exacta
conexión con la disciplina militar. La ley penal fijará con toda clari-
dad los casos de esta excepción.

El 11 de julio de 1856,65 se discute el artículo 2. del pro-


yecto de Constitución, el cual se divide en dos partes: la primera,
aquella que declara que todos los habitantes de la República, sin
distinción de clases ni de origen, tienen iguales derechos; la segun-
da, la que establece la supresión de las leyes privativas, de los tri-
bunales especiales y de los fueros o privilegios exclusivos. Ignacio
Rarnírez, refiriéndose a la primera parte, pregunta de qué clase de
derechos se trata, pues no considera que se hable de los naturales
ni tampoco de los políticos. Arriaga replica diciendo que se trata de
una base fundamental a la que sigue la enunciación de toda clase
de derechos y según Zarco, "sostiene el principio abstracto de la
igualdad".
Para Zarco, la Comisión no ha andado muy feliz al redactar
el artículo, asentándose en esta primera parte del artículo 2. "una
cosa enteramente inexacta". No todos los habitantes de la Repú-
blica tienen los mismos derechos; unos son los de los extranjeros;
otros los de los mexicanos y hay, finalmente, los de los ciudadanos.
Por ello, propone la siguiente redacción: "Todos los habitantes de
la república, sin distinción de clases ni de origen, son iguales ante la
ley".
Arriaga no acepta esta redacción, "porque la igualdad no debe
existir sólo ante la ley, sino ante la sociedad, ante las autoridades
65 op. eit, pp. 687-$2.
IGUALDAD ANTE LA LEY 57

y ante los funcionarios públicos". Moreno considera que la frac-


ción está redactada de una maneta tan absoluta, que confunde los
derechos de los extranjeros con los de los mexicanos y León Guz-
mán asienta "que cuando se discuten axiomas, es preciso decir dis-
parates, y que la comisión considera a los hombres en una situación
dada, y establece la igualdad cuando es necesaria según las diversas
situaciones". El ministro de Relaciones, don Luis de la Rosa, pro-
pone una nueva redacción: "Los derechos que la ley concede a los
habitantes de la república, serán respetados igualmente, sin que se
pueda conceder ninguna distinción por razón de clases o de ori-
gen". Francisco Lazo Estrada presenta una proposición suspensiva
y una nueva redacción: "Todos los habitantes de la república, sin
distinción de clase ni origen, gozan igualmente de los derechos del
hombre". Arriaga ve que la discusión se desvía y pregunta qué es
lo que está a debate. Moreno se manifiesta en contra de la enmienda
de Lazo Estrada, quedando esta proposición desechada. Lafragua se
refiere a las objeciones expuestas y considera que debe reformarse
la redacción, "que se dedare la igualdad ante la ley" y se manifiesta
a favor de la enmienda propuesta por De la Rosa.
Arriaga "cree que las objeciones nacen de que se considera la
cuestión como absoluta y no como relativa". Los términos de la pro-
puesta de De la Rosa le parecen innecesarios después de aprobado
el artículo 1. Ve extrañas las observaciones hechas por los minis-
tros, pero retira el artículo para que la Comisión vuelva a pre-
sentarlo.
En la sesión del 20 de noviembre de 185666 fue aprobado, por
78 votos contra uno, el artículo 2. del proyecto de Constitución,
que vino a ser el artículo 13 del texto constitucional.67 Desaparece
la declaración abstracta sobre la igualdad de derechos de todos los
habitantes de la República, sin distinción de clases ni de origen y
queda un texto escueto que establece que nadie puede ser juzgado
por leyes privativas ni por tribunales especiales; que ninguna per-
sona o corporación puede tener fueros ni gozar emolumentos que

66 Op, cit., Tomo I1, p. 562.


67 Si bien este artículo suprime los fueros, para captar su sentido igualitario
debe concordarse con el artículo 12 del texto constitucional, que establece: "Art, 12.
No hay, ni se reconocen en la República, títulos de nobleza, ni prerrogativas, ni
honores hereditarios. Sólo el pueblo, legítimamente representado, puede decretar re-
compensas en honor de los que hayan prestado o prestaren servicios eminentes a la
patria o a la humanidad".
58 JESÚS REYES HEROLES

no sean compensación de un servicio público y estén fijados por la


ley. Sólo subsiste el fuero de guerra "para los delitos y faltas que
tengan exacta conexión con la disdplina militar", estableciéndose
que la ley fijará "con toda claridad" los casos de esta excepción.
Es así como la igualdad queda consignada en el texto consti-
tudonal y después de una larga lucha se logra la supresión de los
fueros y de los tribunales especiales, Por ello, formalmente al me-
nos, no carecía de razón el optimismo del Congreso Constituyente,
cuando al dirigirse a la nación afirmó: "La igualdad será de hoy
más la gran ley en la República"."
Más tarde, la ley secularizante, de 4 de diciembre de 1860,
al establecer la separación del Estado y la Iglesia, confirma la su-
presión del fuero eclesiástico. En cuanto al militar, éste queda exac-
tamente conectado con las cuestiones militares.
Los ideales de igualdad humana fueron alcanzados por el li-
beralismo mexicano desde sus primeras etapas. La igualdad ante
la ley, la supresión de los fueros, demandó, como hemos visto, una
lucha continuada, avances parciales, retrocesos pronunciados, a lo
largo de un amplio período de nuestra historia. Sin embargo, ini-
ciada la revolución de Ayuda, su primer paso fue la supresión par-
cial de los fueros con la Ley sobre Administración de Justicia, de
23 de noviembre de 1855. Las luchas, las polémicas teóricas, demos-
traron con cuánta prudencia a la par que audacia procedió el Go-
bierno al dictar esta Ley. Ella sirvió para medir las resistencias, las
quebrantó en parte e hizo posible el artículo 13 de la Constitución.

68 Constitllción FeJmu Je los EstMlos U1IúJos Mexitll1los, s""cio1lMl. , j1WtIIÚ


por el C01lgreso Ge1lertll C01lstÍlIl1e.te, .1 J/tI 5 Je ¡."'ero J. 1857. México, Imprenta
de Ignacio Cumplido, 18'1.
59

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CONDE DE REVILLA. GIGEDO,

DIO A SU SVCCEIiOR EN EL MANDO•

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1831.

El argumento administrativo
61

CON8TITUCION
POLÍTICA

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Fueros: "funestas excepciones de la jurisdicá6n ordinaria",
63

Todas las doctrinas de la escuela democrática


DE REFORMA.
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POa.ADA y DOTADA

POR EL

LIC. BLAS JOst GUTIERREZ


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TOMO l.

MEXICO.
DlPiENTA DE :EL "OOlfBTITUOIOllAL"
• .lLLI D&I, COlUZON De nevI 1llJ1a; 11.
l ••••

Acta de ]aca1a
Que asegura a las clases la verdadera igualdad legal
CAPITULO II

SECULARIZACION

Estado-Iglesia: El patronato no arreglado; El patronato pendiente; Una


visión anticipada: la idea secularizante de El Pensador Mexicano; La can-
tela de El Observador y la reacción de El Indicador; La disertación de
Mora. - Los diez meses de Gómez Farías: Secularizaciones parciales; Ense-
ñanza libre; El Estado deja de ser brazo secular de la Iglesia; Los bienes
de la Iglesia: las diversas tendencias; Las reflexiones de Mora; Priva el
patronato.
ESTADO-IGLESIA

El patronato no arreglado

La Constitución de 1824 dejó en materia de relaciones Estado-


Iglesia un conflicto abierto, o mejor dicho, una fuente de con-
flictos. El patronato embrollado subsistió y por la situación política
existente quedó en pie la posibilidad de una interpretación equi-
voca o de una diferencia sustancial entre la titularidad del patro-
nato y la indiscutible soberanía del Estado para el arreglo de su
ejercicio. Para no dejar el tema trunco, anticipamos la visión teó-
rica que sobre secularización se da en Mora y la persistencia 'hasta
Ponciano Arriaga en imputar el desarreglo de las relaciones Estado-
Iglesia al no reconocimiento del patronato por parte de la Iglesia,
línea ésta que en cierta medida se contradice con los intentos que
para ejercer unilateralmente el patronato se presentan y de los
cuales el más importante es el de Gómez Farías.' La. evolución de
las ideas, el examen de los problemas y la superación de las dificul-
tades hasta llegar a concebir y realizar la plena secularización de
la sociedad, contienen implicaciones cuyo apunte es necesario para
captar, tanto el sentido de la secularización mexicana, como las ca-
racterísticas esenciales del proceso que ella abarca.
No cabe duda que, de conformidad con la Constitución de 1824,
corresponde a la Federación el arreglo del ejercicio del patronato;
pero ¿su titularidad corresponde por sí al Estado o está condicio-
nada al previo concordato? Una rigurosa interpretación sostuvo
que, como nadie puede arreglar lo que no tiene, la Constitución de
1824 suponía la existencia del patronato en la nación mexicana. Y si

1 ]ISÚS l.BYBs HaOLIS: BJ Ubwalismo M,,%Íctlno, Tomo 1, Los 0,1,,,,61,


p. 2" J sip.
70 JESÚS REYES HEROLES

se atiende a los dictámenes y discusiones que ocurrieron en el Con-


greso Constituyente, no cabe duda que la corriente que partía de
considerar que el patronato correspondía a la nación, fue vivamente
expresada. Menos obvio resulta, en cambio, precisar si, a pesar de
la declaración constitucional de que a la nación correspondía el arre-
glo del patronato, no se daba como presupuesto para éste la celebra-
ción del concordato. La interpretación liberal pura llega a prescin-
dir de la celebración del previo concordato y se avoca sin más a re-
glamentario y ejercerlo en un momento dado, como un acto uni-
lateral. Pero el texto constitucional, al referirse en diversos pre-
ceptos, tanto al arreglo del patronato, como a la celebración del
concordato, y la posición asumida por el Vaticano y por la Iglesia
mexicana, a este último respecto, dan lugar a una polémica que, en
rigor, más que resolverse, se supera mediante la secularización, como
consecuencia no del ejercicio del patronato sino de la estricta sepa-
ración entre Iglesia y Estado.
La contienda y el conflicto teórico persisten hasta las Leyes de
Reforma, cuando el Estado mexicano, olvidándose del viejo Patro-
nato Indiano y partiendo de la delimitación de los ámbitos de la
Iglesia y el Estado, hace laica a la sociedad y permite el nacimiento,
la vida y la muerte del individuo dentro de normas dictadas por
la propia sociedad civil. Pero la pretensión a disponer y ejercer el
patronato, de una parte, y de otra la oposición a ello, fueron los
términos de una contienda abierta durante cuarenta años aproxima-
damente.
La concepción unitaria del problema, las relaciones Estado-
Iglesia y sus múltiples conexiones con una sociedad libre, poco a
poco se va estructurando en los liberales por distintos caminos: por
el principio democrático de la igualdad ante la ley, que conduce a
la justicia laica; por la lucha infatigable en busca de libertad de
conciencia y su presupuesto y consecuencia, la libertad de cultos; por
la libertad derivada de enseñanza y, sobre todo, por el conocimiento
del poder de la Iglesia en toda su extensión y profundidad y la ne-
cesidad de sustentar un Estado secular, que lleva a la desamortiza-
ción y a la nacionalización de los bienes eclesiásticos. Implícita
está la necesidad de quitar a la Iglesia la posibilidad de emplear al
Estado como instrumento, obligándolo a imponer, por razones ex-
trasociales, sanciones o ejecución forzosa de conductas espirituales.
Implícito está, asimismo, el cortar el brazo secular de la Iglesia, en
cuanto ésta ejerce funciones estrictamente jurisdiccionales. De esta
manera se elabora la teoría mexicana de la secularización de la so-
SECULARIZACIÓN 7l

ciedad. Pero un largo período será de lucha entre el intento por


avanzar y la resistencia a ello; entre el afán de retroceso y el pro-
pósito inquebrantable de mantener y acrecentar lo que se ha obte-
nido. La contienda y la polémica se polarizarán en un largo lapso
en torno al patronato no arreglado.
El alto clero mexicano sostenía que, al obtener México la inde-
pendencia de España, había cesado el patronato concedido por la
Silla Apostólica a los Reyes de España." Como sabemos, la Consti-
tución de 1824 se prestaba a la interpretación equívoca; pero el
hecho de que desde mayo de 1825 partiera a Europa el canónigo
de Puebla, Pablo Francisco Vázquez, con el propósito de entrevis-
tar al Papa y negociar un concordato, prueba que en ciertos mo-
mentos privó en los círculos gobernantes la idea de celebrar un
concordato que reconociese la titularidad del patronato al Gobierno
mexicano, punto de vista apoyado en la fracción XII del artículo
50 del texto constitucional. La línea de la Iglesia mexicana desde
la Independencia fue en tal sentido. Ya la junta de diocesanos,
reunida el 11 de marzo de 1822, al sostener que el patronato había
cesado al independizarnos, añadía que para que hubiera el patro-
nato en el gobierno independiente, "sin peligro de nulidad en los
actos", era necesaria "igual concesión de la misma Santa Sede".
El dictamen de la Comisión de Relaciones, sobre las instruc-
ciones que debía llevar el enviado a Roma" se presentó a la Cá-
mara de Diputados en la sesión de 14 de febrero de 1825. Dicho
dictamen en Su punto primero señalaba: ce •• que su Santidad auto-
rice en la nación mexicana el uso del patronato, con que han sido
regidas sus iglesias desde su creación hasta hoy". El dictamen de las
comisiones unidas Eclesiástica y de Relaciones del Senado, fue pre-
sentado a éste el 6 de septiembre de 1827. En él, después de decir
que el dictamen de la Cámara de Diputados se apoya en sólidos
fundamentos, se asienta que "movidos del bien que debe resultar

2 Por patronato se entiende la potestad de nombrar o presentar en el benefi-


cio vacante al clérigo que se quiera promover o instituir (ManNal Compentlio tlel
Regio Patronato Intliano, por don ANToNIO JOAQUÍN RIvADINEYIlA. En Madrid,
por Antonio Marin. Año MDCCLV, p. 70) . Seg6n el propio Rivadeneyra, el pa-
tronato es facultad "tan propia del derecho monirquico de nuestros Reyes en las
Indias que nació en sus Magistrados con el mismo dominio .de ellas". (01'. ni.,
p. 56-57). La cita de Rivadeneyra ayuda a encontrar el conflicto, si se atiende a la
difusión que este autor tuvo. Para la historia del Patronato Indiano, véase: MAnAS
GóMIZ ZAMORA: Regio Patro"tdo ES/NIfiol e ¡"Ji""o, Madrid; Imprenta del Asilo
de Huérfanos del S. C. de Jesús, 1897, p. 287 Y sigs.
72 JESÚS REYES HEROLES

a la república del más pronto arreglo de nuestros negociados ecle-


siásticos han procurado conciliar todos los extremos, y cortar por
ahora el acaloramiento en las discusiones sobre estas delicadísimas
materias", por lo cual se ha determinado simplificar las instruccio-
nes, reduciéndolas a tres artículos en que se encuentra lo sustan-
cial, sin los inconvenientes que el dictamen de la Cámara de Dipu-
tados entrañaba. En la Cámara de Senadores se quieren "disminuir
para lo sucesivo las dificultades que originan la presentación y con-
firmación en Roma para la provisión de las vacantes y de las nue-
vas elecciones o desmembraciones de obispado que convengan hacer
en la república". Se invoca como argumento la distancia entre Mé-
xico y la Silla Apostólica. El dictamen, firmado entre otros por
Berduzco, Francisco García, Florentino Martínez y Gómez Farías,
trata de superar el problema de las vacantes y de eludir la autori-
zación para el uso del patronato. Es un expediente práctico que
esencialmente dispone:

l.-El enviado cerca del Romano Pontífice negociará que su


Santidad confirme para la silla episcopal del distrito, para las episco-
pales que debe haber en todos los estados de la uni6n, y para los
auxiliares de Nuevo México y ambas Califomias, a los individuos
que le presente, conforme lo determinen las leyes, el Presidente de
la República.
2.-Negociari también que para lo sucesivo el Metropolitano
y en su defecto el obispo más antiguo de la república, ratifiquen las
nuevas erecciones o supresiones de Arzobispados u Obispados que
decrete el Congreso General. .
3.-Negociari por último; que el mismo Metropolitano yen su
defecto el obispo más antiguo confirme con consentimiento de su com-
provincial o comprovinciales, a los que se le presenten según las
disposiciones del Congreso General para las sillas arzobispales o epis-
copales que fueren vacando, o que se decretaren.'

Ahora bien el decreto de 28 de septiembre de 1824, que esta-


blecía el juramento de la Constitución para los individuos y cor-
poraciones que ejercieran jurisdicción o autoridad, fijaba· la obli-

, Ap¡L. Aú:ti~.... 20 de septiemble de 1827. o6mero 163. Máico. 1827.


ImpRDta del AauiJ.. dirigida por Josf XáDeao.
SECULARIZACIÓN 73

gacion de los obispos y gobernadores de las diócesis de prestar


dicho juramento.' Pero el juramento fue interpretado por el clero
en el sentido de que la Constitución que se juraba y que establecía la
facultad del gobierno para arreglar el patronato, condicionaba este
último a la celebración del concordato. No sin inteligencia, ellicen-
ciado Clemente Munguía, obispo de Michoacán, en un importante
incidente a que después nos referiremos, circunscribía el problema
dentro de un círculo de hierro. Ciertamente, decía, que en la Cons-
titución de 1824, en lo relativo a las relaciones Estado-Iglesia, lo
normativo queda reducido a una palabra: patronato. La Constitu-
ción induce a aceptar la palabra con un "valor entendido". Pero,
"¿cuál es el valor entendido de esta palabra en la sociedad mexi-
cana? Para nosotros significa un derecho fenecido, para otros un
derecho continuado; para éstos, la materia de una negociación con
la Santa Sede, para aquellos, un derecho iniciado en el estado que
guardan las relaciones entre el gobierno y la iglesia mexicana: para
todos, una cuestión pendiente, un punto por arreglar","
La palabra patronato en México, dice Munguía, significaba
una "idea total" -relaciones Estado-Iglesia- "aplazada para un
arreglo futuro". Cuando lo decía, en 1851, ya se habían presentado
líneas claras de por dónde se encaminaba la acción liberal, dispo-
niéndose de antecedentes indudables. Pero la lógica de Munguía
aclara la discusión teórica en un amplio período del México Inde-
pendiente.
El interés de la Iglesia por mantener una situación indefinida
es doble desde el principio. Por una parte, el compromiso férreo en
ciertos momentos, debilitado en otros, del Vaticano con los monar-
cas españoles, que no acaba, prácticamente, hasta que España reco-
noce la independencia de México. De aquí provino la encíclica de
León XII, en que encargaba al clero americano pusiera en relieve
ante los creyentes católicos las altas cualidades del monarca espa-
ñol, encíclica hecha circular por el Gobierno de México y que mo-

4 Colección de órdenes y decretos de la Soberana [unt« Provisiolla/ Gllbnnativa


y Soberanos Congresos Generales de la Nación Mexicana. México, 1829, Imprenta
de Galván a cargo de Mariano Arévaio. Segunda edición, Tomo 111, p. 77.
5 Manifiesto tJlle el licenciado Cleme1lle MIUlgllía, eleao 1 con¡ir1flliltio Obisl'o
de Michoacán por euestro 5mo. Padre, el Sr. Pío IX, dirige a la IIació" mexicana,
explicando Sil wlld,wa ,'9n 1/10til'0 de Sil "egatil'a del tlia 6 Je ,nno al ill'''''''''lo
civil, •• , Mordía, Imprenta de Ignacio Arango. 18H. p. 101.
74 JESÚS REYES HEROLES

tivó protestas hasta de las autoridades religiosas nacionales" y que


originó, )lsimismo, instrucciones al enviado Vázquez para que pro-
testara ante la Santa Sede. Y a este entendimiento del Vaticano con
el monarca español en contra de la independencia, entendimiento
interesado en mantener irresoluto, pendiente, el patronato, hay que
añadir que para el clero mexicano el patronato no arreglado signi-
ficaba libertad frente a la autoridad civil y, de acuerdo con la Cons-
titución de 1824, continuar la religión católica corno religión de
Estado: la intolerancia religiosa del Gobierno. Es decir, libertad
frente al poder civil con derecho a la protección de éste.
A la luz de la Constitución de 1824, el país cayó en lo que
podemos llamar el patronato pendiente. En efecto, la fracción XII
del artículo SO de la Constitución de 1824 establecía como facultad
exclusiva del Congreso General: "Dar instrucciones para celebrar
concordatos con la silla apostólica, aprobarlos para su ratificación,
y arreglar el ejercicio del patronato en toda la Federación", y la
fracción XIII del artículo 110 señalaba como atribuciones del Pre-
sidente de la República: "Celebrar concordatos con la silla apostó-
lica en los términos que designa la facultad XII del artículo 50".
Pero en la fracción XXI del propio artículo 110, como atribución
del Presidente se establecía:

Conceder el pase o retener los decretos conciliares, bulas ponti-


ficias, breves y rescritos, con consentimiento del Congreso- general,
si contienen disposiciones generales; oyendo al Senado, y en sus re-
cesos al Consejo de Gobierno, si se versaren sobre negocios particu-
lares o gubernativos; y a la Corte Suprema de Justicia, si se hubieren
expedido sobre asuntos contenciosos.

A este último efecto, la fracción JII del artículo 137 prescribía


como atribución de la Corte Suprema de Justicia la consulta en
lo contencioso.
En estas condiciones, el patronato pendiente es un semillero
de conflictos y problemas para la Federación, provenientes, tanto
de acciones u omisiones de la Iglesia, como de intentos de arreglo
del patronato por parte de los Estados, que presionan en busca de
solución. En este último aspecto, ya hemos visto algunas de las re-

• El Iolorme del Ministro de Justicia y Nesocios Eclesiásticos de México es


publicado por DB P1lADT en el muy interesante Co"tOf'tU1o de la Á",bitlll tOIl ROmA.
Pub, Librerla Americana, 1827, Tomo 1, p. 149 Y siguientes.
SECULARIZAOÓN 7S

soluciones de los Estados, que en sus constituciones establecían que


el Gobierno fijaría y costearía los gastos necesarios para la conser-
vación del culto, como la de Jalisco, Estado de México, Chihuahua,
Tamaulipas y Guanajuato. Aun cuando, en términos generales, ya
vimos los intentos de avance por parte de los Estados en esta ma-
teria," es necesario brevemente examinar estos intentos.
El Congreso de Guanajuato presenta al Congreso Federal una
clara iniciativa, que de haber prosperado, habría implicado el ejer-
cicio unilateral del patronato y quizás el desorden en tan delicada
materia, dado que los diversos Estados de la Federación se habrían
avocado a su ejercicio. La iniciativa, leída en la Cámara de Dipu-
tados el 19 de mayo de 1827, prevenía:
10. Que se ponga a las legislaturas de los Estados para ejercer
el patronato en toda la extensión de su poder; 20. que las cámaras se
ocupen de este asunto en las presentes sesiones ordinarias.

La Cámara elude tan peligroso asunto, decidiendo que pasase


a la Comisión de Negocios Eclesiásticos,"
El patronato pendiente no sólo presionaba por la carencia
de provisión de vacantes, sino también en virtud de la falta de
arreglo de los derechos eclesiásticos. En este aspecto, el cabildo
de Guadalajara protestó contra el artículo 79 de la Constitución del
Estado de Jalisco, que establecía que el Estado fijaría y costearía los
gastos necesarios para la conservación del culto. El asunto llegó al
Congreso General, que el 2 de diciembre de 1824 hizo una decla-
ración respecto del artículo 79 de la Constitución de Jalisco, seña-
lando que dicho precepto debía entenderse sin perjuicio de lo esta-
blecido por la fracción XII del artículo 50 de la Constitución Fede-
ral, misma que establecía como facultades del Congreso General
dar las instrucciones para celebrar concordatos, aprobarlos y arre-
glar el ejercicio del patronato en toda la Federación. El decreto de
2 de diciembre de 1824 decía que en este sentido el cabildo de Gua-
dalajara "prestará el juramento a dicha Constitución".' El cabildo

6 JESÚS REyES HEROLES: op. eh., Tomo Il, La Soried.ul PI'U'11I4ltte, p. H


Y sigs,
7 El acta de la sesión de 19 de mayo viene en El Sol, número 1439, 16 de
mayo de 1827. México, Imprenta a cargo de Martín Rivera.
8 Colerrión de órdenes 1 derrelos de la Sobera.a ¡Mnla Provisional Gllbemalir'a
, Soberanos Congresos Ge.erales de la Nar;ón Mex;ra.a. Segunda edición. Tomo 11.
p. 129.
76 JESÚS REYES HEROLES

obviamente agradeció la decisión del Congreso, que venía a dejar


en suspenso el arreglo de todo lo concerniente al patronato.
Sin embargo, el propio Congreso General, mediante un decreto,
de 18 de diciembre de 1824, sobre rentas eclesiásticas, y en relación
con el precepto de la Constitución de Jalisco y los similares de otras
constituciones, iba a proporcionar un resquicio que se intentó uti-
lizar. El decreto de 18 de diciembre de 18249 señalaba que, en tanto
que el Congreso General no arreglara el ejercicio del patronato, de
conformidad con la fracción XII del artículo 50, no se haría "varia-
ción en los estados en puntos concernientes a rentas eclesiásticas, a
no ser que ambas autoridades acuerden dicha variación, pudiendo
cualquiera de ellas proponer al Congreso General las reformas que
estime convenientes en los demás puntos, como también ocurrir al
mismo Congreso General en lo relativo a rentas cuando no se hayan
convenido entre sí". Esta última parte del artículo permitía a las
legislaturas de los Estados, de no ponerse de acuerdo con las auto-
ridades eclesiásticas, ocurrir al Congreso en materia de rentas. De
conformidad con él, la legislatura del Estado de Zacatecas, el 29
de noviembre de 1827, acuerda, "teniendo en consideración las
muy repetidas quejas que se han dirigido por los vecinos de algunos
minerales decaídos por lo subido de los derechos parroquiales que
se les cobra", así como las de muchos hacendados y considerando la
falta de uniformidad en la materia y queriendo la legislatura zaca-
tecana poner "remedio a estos males y que al mismo tiempo no se
perjudiquen los curas y demás perceptores de estas rentas", que a
la mayor brevedad se proceda a proponer los medios "de que sub-
sistan los ministros de la manera que sea menos gravosa a los pue·
blos y más decorosa y conveniente a ambas autoridades". Se invoca
el decreto de 18 de diciembre de 1824, haciendo saber a los vene-
rables cabildos de Guadalajara y Durango la resolución del Con-
greso, con el "fin de que por ambas autoridades se lleve a efecto
tan necesaria providencia". El Congreso asienta que nombrará sus
comisionados, que en unión de los que nombren los venerables ca·
bildos, "procedan a conferenciar sobre todos los puntos que deban
tenerse presentes para el cobro de derechos parroquiales que debe
regir en todo el Estado"."

9 os.
cis., p. 137.
10El decreto de la legislatura del Estado de Zacatecas viene en El Sol, año ~o .•
número 1678, 19 de enero de 1828.
SECULAlUZAOÓN 77

En el Estado de Jalisco se presenta también un importante inci-


dente. El cabildo eclesiástico de la iglesia de Guadalajara se ve pri-
vado por tres meses de las rentas decimales, así como de toda auto-
ridad e intervención en ellas. Es, además, castigado con una multa.
Esto hace que el apoderado del cabildo se dirija, el 5 de mayo de
1827, al General Guadalupe Victoria y al Congreso, 10 que a su
vez obliga el 23 de junio del propio año, a que José de Jesús Huerta,
liberal, diputado por Jalisco, se dirija al gobernador de dicha enti-
dad, .Juan Nepomuceno Cumplido, en vía de indagación. Este últi-
mo envía al diputado Huerta el informe oficial que le presentó la
Junta Directiva de Diezmos, tocando tres puntos esenciales: 1) la
extensión del tribunal de haceduría; 2) la multa impuesta a los capi-
tulares y 3) la falta de recursos necesarios para sostener el culto
y sus ministros. El informe de la Junta de Diezmos acusa al ca-
bildo de ligereza y de recurrir a alegatos "enteramente falsos". En
el fondo, lo que el gobierno de Jalisco pretendía era quitar toda
autoridad al cabildo en el manejo de la gruesa decimal, fundán-
dose para ello en un decreto de la legislatura del Estado, aprove-
chando la ocasión para contrastar el "lenguaje humilde, sumiso y
lastimero del cabildo" con "el sistema de oposición y resistencia",
en que se manifestó ininterrumpidamente. La Junta de Diezmos
aclara por último, que el cabildo sí ha recibido dinero, pero que se
ha procedido de conformidad con el decreto número 78 del Con-
greso del Estado.ll
El Congreso no puede desatender el asunto. En la sesión de
la Cámara de Senadores del 7 de mayo de 1827:
Se dio cuenta con oficio de la Secretaria de Justicia y Negocios
Eclesiásticos, acompañando 8 rescritos pontificios de secularización
y otras gracias a favor de Fr. José de la Cruz Aldama; Fr. Juan Ma-
ria de Dios Pínero y Fr. Francisco Márquez. 12

En la propia sesión, . de 7 de mayo de 1827, se discutió un


dictamen de la Comisión de Gobernación, que propuso: "El de-
creto No. 40 de la legislatura del Estado de San Luis Potosí es con-
trario al artículo 50, facultad 12 de la constitución general y al
decreto de 18 de diciembre de 1824".13
11 El asunto se encuentra expuesto en el Suplemento al número 2'8 del Ágllir.
Me";,,,,,.,
de 15 de septiembre de 1827.
12 El Sol, año 40., número 1445, 21 de mayo de 1827.
13 Op. dI., año cit., número 1445, 21 de mayo de 1827.
78 JESÚS REYES HEROLES

El decreto número 40 del Congreso Constitucional de San


Luis Potosí establecía:

lo. Mientras se arregle el ejercicio del patronato se creará una


junta eclesiástica superior de tres individuos que dentro del Estado
vea y termine todos los asuntos contenciosos respectivos a este fuero,
en lo que no se oponga a nuestras constituciones y leyes vigentes;
20. Que por conducto del Gobierno se excite a los cabildos eclesiás-
ticos de México, Valladolid y Guadalajara, para que a la posible
brevedad cada uno por su parte confieran a dicha junta todas las
facultades diocesanas por las que gimen los pueblos; 30. El nombra-
miento de los individuos de la junta se hará por esta legislatura.

En el debate respectivo se dijo que: 19- El punto "no debió


arreglarlo aquella legislatura, sino proponer al Congreso general
la reforma que estimase conveniente"; 29- La legislatura de San
Luis se anticipaba al arreglo del patronato; 39 - S u resolución cho-
caba con el fuero eclesiástico."
El Estado mexicano se enfrenta al conflicto, también, como
antes decíamos, por acciones u omisiones de la Iglesia o de sectores
de ésta. Pero un ejemplo de hasta qué punto presionan los Estados, lo
hallamos en el Decreto desamortizador de Francisco García en Za-
catecas, de 11 de diciembre de 1829.15
Es a Ramos Arizpe, como Ministro de Justicia, a quien toca,
a más de dar a conocer la encíclica de León XII antes mencio-
nada, y ordenar la protesta ante el Vaticano, intervenir decisiva-
mente en un intento que, aun cuando no llegó a cuajar, constituye
un claro antecedente de la acción reformista de 1833. Se trata de
un claro ejercicio de patronato sin previo concordato, que se pre-
senta en torno a un incidente: aumento de sínodos a los misione-
ros de las Californias. El gobierno había declarado que estimaba
inoportunas y peligrosas las reformas y medidas parciales en ma-
terias eclesiásticas y que, por tanto, las misiones de las Californias
deberían llegar a un arreglo general: ..... y para esto era igu~l­
mente indispensable vencer los obstáculos que ofrecía el estado en
que se hallaban las instrucciones que debían darse al enviado a
Roma". El Poder Ejecutivo envía una iniciativa, de acuerdo con el

14 0/1. sit., año cít., número 1445, 21 de mayo de 1827.


15 Por su· contenido social, nos referiremos a esta disposición en el Capitulo V,
del PJeSeDte trabajo.
SECULARIZAOÓN 79

anterior punto de vista, ellO de mayo de 1827, en que el asunto


concreto se reducía a: a) aumentar el sínodo anual a los religiosos
misioneros (600 pesos en lugar de 400); b) que el transporte de
los misioneros fuera por cuenta de la hacienda pública y c) que se
declarasen vigentes las leyes que concedían grados y libertad de
restituirse a sus provincias o pasarse a otras a los religiosos que hu-
bieran cumplido "loablemente" el tiempo de su misión.

El patronato pendiente
Sobre la iniciativa del Poder Ejecutivo recae un dictamen de
la Comisión Eclesiástica del Congreso de la Unión, que arroja
mucha luz en cuanto al debate, relativo al ejercicio del patronato. 16
Este dictamen se refiere a que el acuerdo de la Cámara de Dipu-
tados, de 14 de febrero de 1825, en el sentido de que se pidiese al
romano. pontífice que "autorizase el uso del patronato en la nación
mexicana", que quedó pendiente de revisión por el Senado, dio a
esta Cámara Legisladora la oportunidad "de que los negocios ecle-
siásticos saliesen prontamente del entorpecimiento en que han es-
tado desde nuestra feliz emancipación, o el sensible desconsuelo de
que continuasen todavía en la misma paralización". Esto en virtud
de que el Senado podía aprobarlo o reprobado y:
Porque es claro que sin el uso del patronato las cámaras no han
podido dictar todas las leyes que parten de este principio adopfado
en nuestra constitución federal, y del que por desgracia, asi como del
concordato con la santa sede, que. tanto se desea, se ha querido espe-
rar exclusivamente el término de la inacción en que nos vemos.
Se recuerda que en 16 de mayo de 1827 la Comisión Eclesiás-
tica de la Cámara había aprobado un dictamen que por su conte-
nido -ejercicio del patronato- suponía que se desechaba el acuer-
do de 14 de febrero de 1825. Es decir, el Senado, indirectamente,
sin reprobar ni aprobar la resolución de 1825, la desechaba, apro-
bando la resolución de 16 de mayo de 1827, que implicaba uso del
patronato. De haber procedido el Senado en esta forma, se hubiera
dado un paso en el arreglo de la cuestión:

16 Ditl••ell Je 111 ComisióII Bt1esilÚlit. Je 111 CJ... tU Re/Jres'MlltlleS ¿el


COllgreso Je 111 UtliólI sobre l. ¡lIit¡_iN tUl goiJilrllo, "lIIIi". 11 tlllmeMO Je sllloJos
• los .isiolllros tk Cttli/omilU. Suplemento a,t o6mero '13 del Cotreo tU 111 P'"
'Mió" Me1titlllU. Mhico, 1828, Imprenta del Correo, • CUlO del civdMano ]oH
Marfa Al....
80 JESÚS REYES HBROLES

Pues que entonces, sin contradicción se habrían podido tomar


medidas prudentes y benéficas con que, sin faltar al respeto, venera-
ción y obediencia, que justamente se deben al primer jefe de la igle-
sia y padre común de los fieles, se habría ocurrido en gran parte a las
urgentes necesidades de las iglesias de nuestra república, bastando
para ello la disciplina que se adopt6 en su erección y gobierno, las
disposiciones vigentes del derecho canónico, la despreocupación de
las personas que ejercen la autoridad episcopal, su legal y armoniosa
cooperaci6n, y sobre todo, la imperiosa ley de la necesidad no des-
conocida en el orden religioso.

La necesidad viene de las vacantes; es la falta de obispos que


duró cerca de ocho años. El "juicioso temperamento" que dos comí-
siones propusieron al Senado no fue aprobado, acomodándose dicho
cuerpo a los "esfuerzos que se han hecho para establecer una total
dependencia de la curia romana, no de otra suerte que si la repú-
blica mexicana fuese una diócesis suburvicaria de Roma". Se vive
en el patronato pendiente como consecuencia de dichas acciones:
Es verdad que estos esfuerzos, parto fatal de la ignorancia y
preocupaci6n ultramontana, no han logrado contener el progreso de
las luces; mas no se puede negar que han conseguido retardar los ím-
ponderables bienes que debían estar ya disfrutando los mexicanos a
consecuencia del cambio del sistema político que alcánzó su decisión
heroica.

Tanto el dictamen de 16 de mayo de 1827, como el de 17 de


marzo de. 1828, recalcan un aspecto de la cuestión pendiente:
Así es que aun gimen y seguirán gimiendo los pueblos agobia.
dos bajo el peso de odiosas contribuciones, y subsiste el duro sistema
de aranceles eclesiásticos, cuando hay recursos, hay arbitrios, y hay
competente autoridad para aligerarles esta .carga penosa, sin que falo
ten las necesarias dotaciones para la decorosa manutención de los
ministros del culto.

Pero el último dictamen enumera los principales problemas


que se dan por el no uso del patronato: parroquias servidas por inte-
rinos y, sobre todo, -y así se invita al bajo clero a la alianza y se
ofrece un aliciente a las clases desvalidas- la situación económica.
Una gran agudeza política se pone de manifiesto en el tratamiento
<fUe se da este problema:
SECULARIZACIÓN 81

Subsiste la escasez y miseria a que está reducida la mayor y más


laboriosa parte del clero, cuando podían estar aumentadas sus dota-
ciones. Los coadjutores o tenientes de los curas carecen de aliciente
en sus fatigas y viven sin la esperanza de mejorar de suerte, cuando
los diezmos justamente arreglados y más bien distribuidos, el consi-
derable número de fincas y capitales piadosos que no tienen por
objeto el sostenimiento de comunidades religiosas, o particulares es-
tablecimientos de utilidad y beneficencia pública, las oblaciones volun-
tarias, y algunos impuestos suaves y de tal naturaleza, que removiese
las quejas y repugnancia de los contribuyentes, podían haber dado
ya el doble resultado de aliviar a los pueblos, libertando a la clase
menesterosa de exhibiciones forzosas, y de disminuir las privaciones
del común de los eclesiásticos; y aun a beneficio de operarios tan
recomendables habríamos conseguido crear destinos de descanso a
que pudiesen aspirar después de haber empleado sus más floridos
años en el asiduo trabajo de la administración de los sacramentos.

Después de ello, el dictamen presenta la tesis que más tarde


va a seguir el gobierno de Gómez Farías: "¿Quién podrá persua-
dirse, obrando de buena fe, que para estos y para otros puntos de
igual naturaleza es necesario que preceda un convenio con el papa?".
La inaceptable tesis de que el convenio con el Vaticano debe pre-
ceder al uso del patronato, tiene sus adictos. Se llega a "alegar equi-
vocadamente que así se expresó la voluntad nacional". Por consi-
guiente, los males que al respecto padece el pueblo, se presentan
a pesar de los propósitos de sus diputados y por culpa del "alto
clero y las maniobras de alguna secta o reunión clandestina".
El ejercicio del patronato sin previo concordato no va en me-
noscabo del dogma y sólo el interés y la ignorancia pueden opo-
nerse "a toda variación en materias que la admiten, y para la que
no han faltado facultades en el seno de la república, durante la in-
comunicación en que hemos estado y estamos respecto de la silla
apostólica". El dictamen aprobado por la Cámara de Diputados el
16 de mayo de 1827 sólo sostenía que "tomando el mejor aspecto
las instrucciones que habían de dirigirse al enviado a Roma, que-
dase expedito en la iglesia mexicana el curso de sus negocios". El
"furor ultramontano", que lo llegó a acusar de cismático, "preten-
diendo encontrar errores clásicos", siendo que se fundaba en "dere-
chos incuestionables y verdades inconcusas", no tenía argumentos,
sobre todo cuando por ese entonces se vio la conducta de Colom-
bia, "que no sólo arregló por una ley, sino que también ha ejer-
82 JESÚS REYES HEROLES

cido SU patronato sin previo convenio con el papa, y sin que su


Santidad la declarase cismática por este procedimiento". Jamás,
probablemente, se ha visto que un país pida al Vaticano el uso del
patronato. Ha sucedido, en cambio, que potencias que no tienen
el derecho del patronato lo soliciten; pero el uso de algo que se
tiene no requiere concesión o autorización. Sin embargo, el acuerdo
de 16 de mayo de 1827 "ha quedado sin efecto, con sumo placer
de los que de distintos modos nos amenazaron con revoluciones,
si se llevaba adelante". Estos no miden los males que de Roma nos
pueden venir por "la intriga española" y "nuestra desmedida su-
misión".
Cuando el Congreso cerró sus sesiones del año de 1827, la
Comisión Eclesiástica de la Cámara de Diputados "aprovechó el
tiempo del receso para formar un proyecto de ley sobre patronato,
capitulando hasta cierto punto con la preocupación a fin de cerrar
la puerta a toda maniobra alarmante, y creyendo además que podría
tomarse en consideración en las últimas sesiones extraordinarias".
Pero estos trabajos han sido inútiles, pues resulta que el patronato
no puede arreglarse mientras Roma no nos dé licencia para ello y
la Santa Sede nunca lo autorizará. No es lo mismo "conceder indul-
gencias en medallas o rosarios, que autorizar el uso del patronato
en la nación mexicana contra reclamaciones fuertes del monarca es-
pañol". Portugal lo prueba: en veintiocho años de independencia
nada pudo obtener y otros ejemplos fortalecen lo que de tal situa-
ción se deduce. En tanto subsista la resolución de 14 de febrero de
1825, México estará atado para arreglar el patronato: "¿A qué no
quedamos expuestos después que hemos resuelto mendigar el USO
del patronato, confesando así que carecemos de este derecho?".
No se puede ejercer un "derecho indisputable" ni "intervenir aun
en la provisión de la más pobre sacristía".
Estas.son las consideraciones sobre el problema de fondo. En
cuanto al incidente, se aprueba la iniciativa que concedía el sínodo
y el transporte a los misioneros. Ello, se dice, no engendrará críti-
cas, pues "se trata de dar y no de quitar, y esto basta para que nadie
se alarme". Pero, "si como es un aumento el que se propone a la
deliberación de la cámara, se consultara la reducción de exorbi-
tantes rentas reunidas en pocas manos, y que tanto desdicen de la
sencillez y moderación evangélica, desde luego deberíamos temer
que no anduviesen escasas las increpaciones de que se metía la hoz
en mies ajena, que se usurpaban facultades espirituales, y que aun
SECULARIZACÓN 83

iban por tierra los invulnerables dogmas de la religión católica,


apostólica, romana".
Ahora que, la resolución concreta, trasluce una decisión:

Los misioneros no podrán exigir de los fieles remuneración ni


derecho alguno, ni recibirlos aun cuando voluntariamente se ofrezcan,
por bautismos, entierros, casamientos, bendiciones nupciales, ni por
las diligencias que deben preceder a la celebración del matrimonio.
Tampoco podrán los misioneros exigir de nadie servicio perso-
nal sin estipendio, bien sea para si, bien para las iglesias de su cargo
o para cualquiera otro objeto; y las autoridades locales de cada misión
velarán sobre la observancia de lo prevenido en este articulo y en el
anterior.

Si el dictamen de la Comisión Eclesiástica del Congreso, de 17


de marzo de 1828 y su inmediato antecedente, de 16 de mayo de
1827, obedecían primordialmente al aspecto internacional de la
cuestión -relaciones con el Vaticano--, el primer documento con-
tenía un claro precedente, originado por la situación nacional: el
diálogo entre el gobierno del Estado y el Cabildo Metropolitano
de México. El gobernador del Estado de México lo era don Lorenzo
de Zavala, por lo que su actitud y los fundamentos de ella consti-
tuyen, considerando la decisiva influencia ideológica y política de
Zavala, una línea genealógica directa.
El conflicto es bien sencillo en sus términos. El gobierno del
Estado de México circula a los prefectos y cabildos eclesiásticos un
decreto, de 15 de octubre de 1827, del Congreso de esa Entidad, en
el sentido de que los curas párrocos debían informar cuál era la ex-
tensión de sus parroquias, su población, etc. A esta circular, el Ca-
bildo Metropolitano de México responde, el 14 de diciembre de
1827,17 diciendo que: 19 ) Dicho Cabildo, que tiene "acreditada su-
misión y respeto a la potestad civil en toda la extensión de la es-
fera de sus supremas atribuciones, interesado como el que más en
que se le tribute por todos la debida obediencia para la conserva-
ción de la paz, buen orden y felicidad de la república", hubiese
cumplido con la disposición del gobierno del Estado de México, "si

17 Tanto la réplica del Cabildo, como la contrarréplica del gobierno del Es·
tado de México, son publicadas por el Coneo de 14 PetlerlKi6. Mexitlltlll, Tomo IV.
número 476.
84 JESÚS REYES HEROLES

no se lo prohibiesen los cánones por ser muchas las materias a que


se contrae, ajenas del conocimiento de la autoridad secular y ex-
clusivamente propias de la eclesiástica"; 29 ) Categóricamente afirma
que: "A éstos sólo y no a otro alguno autorizó con el mismo poder
que había recibido de su padre, para que dictasen leyes concernien-
tes a la disciplina, velasen sobre su observancia, y castigasen a sus
infractores: autoridad que han usado los sumos pontífices en toda
la iglesia, y obispos en sus respectivas diócesis desde la fundación
del cristianismo, hasta hoy, y durará hasta la consumación de los
siglos a pesar de los esfuerzos del infierno empeñado en destruir
la forma y constitución del reino de Jesucristo". 39 ) "Según las
leyes que nos rigen, y obligan tan infaliblemente a las acciones mo-
rales, como las definiciones de fe a los artículos de doctrina, a nadie
sino a los obispos, compete la creación de parroquias, desmembra-
ción o agregación de sus territorios, para la más fácil administra-
ción de los sacramentos, destinando los ministros necesarios para su
servicio, previa la calificación de ellos mismos; de su aptitud e ido-
neidad, y asignar los emolumentos necesarios para su congrua y
decente sustentación". A ellos sólo concierne la recaudación, con-
servación e inversión "de todos los bienes consagrados a Dios", que
constituyen patrimonio de la iglesia, así como "reglar todas las fun-
ciones y solemnidades del culto exterior" y vigilar "la conducta de
los eclesiásticos que por su fuero están bajo su inmediata jurisdic-
ción"; 49 ) Hacer otra cosa, trastornaría "todo el orden establecido
por Dios", pues se atribuiría al orden civil el conocimiento de ma-
terias eclesiásticas, lo que sería, con Bossuet, una lisonja escanda-
losa del entendimiento humano, una "novedad extraña" que abri-
ría las puertas a otras y que supondría "hacer a la iglesia esclava
de los príncipes seculares, mudarla en cuerpo político y dar por
defectuoso el gobierno instituido por Jesucristo". El Cabildo, con
esta exposición, no desconoce la potestad pública y considera que
los informes solicitados tienden a excitar a la autoridad compe-
tente, a fin de que se reformen los abusos y excesos que se notan.
Con todo, el Cabildo manifiesta que espera de la "religiosidad" de!
Congreso que "en obsequio de la jurisdicción eclesiástica y de la
quietud y tranquilidad del clero", "sobresea en esta materia".
El gobierno del Estado de México contesta hasta el 1S de fe-
brero de 1828, vaciando en su respuesta todo el talento dialéctico y
la información de Lorenzo de Zavala: 19 ) El gobierno del Estado
de México está persuadido que la contestación del Cabildo obedece
a intenciones "muy rectas y dirigidas a la conservación del orden
SECULARIZAOÓN 85

social". Ella responde "a un olvido momentáneo de las doctrinas de


los padres, y de los sagrados cánones que el gobierno debe prote-
ger, como también de las leyes civiles, que el clero es tenido a obe-
decer, y el gobierno a ejecutar"; 29 ) En efecto, el Papa San León
admitía que sus determinaciones y providencias "siempre que se
separasen de las sendas de la ley", fuesen realizadas por el poder
temporal; 39 ) El mismo pontífice admitió que "la potestad tempo-
ral le estaba concedida, no sólo para el gobierno civil del estado,
sino también y principalmente para protección de la iglesia, y que
esta protección debía desempeñarla, refrenando las criminosas de-
masías, defendiendo lo que estuviese bien establecido, y restitu-
yendo la verdadera paz"; 49 ) Que los poderes temporales tienen
"dentro de la iglesia potestad eminente para fortalecer la disciplina
eclesiástica, y aun para ordens« 11M cosas de la religión". Al res-
pecto, basta ver la literatura relativa, citándose desde San Agustín
a Covarrubias y Amat. De dicha literatura se deduce que, en cuanto
las cosas eclesiásticas "tengan conexión con el bien temporal del
estado, puede tomar conocimiento la potestad civil"; 59) Saca a co-
lación tanto la vieja legislación española, como la proveniente de
las Cortes de Cádiz, y de conformidad con la primera, establece
que "los reyes españoles de las dinastías goda, austriaca y borbó-
nica, sin autorización, permiso ni dependencia de la potestad ecle-
siástica, arreglaron la instrucción pública del clero, para que fuese
conforme con los principios de la verdadera religión y sana moral".
Dichos monarcas tomaron disposiciones que fueron desde las prác-
ticasexteriores de la religión hasta la determinación del número
de eclesiásticos; 69 ) De ello se concluye que: HA las potestades
seculares pertenece tomar medidas y precauciones en orden a la
disciplina exterior como más convenga a la sociedad y a la segu-
ridad y felicidad de los ciudadanos. En horabuena que las mismas
leyes civiles reconozcan en la iglesia la facultad de arreglar dicha
disciplina, para que se guarde el debido decoro en el ejercicio del
culto divino, pero no es menos cierto que la iglesia en estos puntos
debe conformarse con las disposiciones políticas de la potestad secu-
lar, pues los derechos de la soberanía temporal no emanan menos
de Dios, que los de la religión y de la iglesia".
El Gobierno, como ejecutor de las leyes civiles y "protector de
los cánones", tiene que cumplir, y así lo hace, ciertas obligaciones.
Toca al Cabildo cumplir las suyas, obedeciendo al Gobierno en lo
que se le previno, "evitando de este modo el que se tomen otras
86 JESÚS REYES HEROLES

providencias, a que indefectiblemente daría lugar la más mínima


resistencia de parte de ese venerable cabildo".
Además, la contestación dada por el Cabildo del Estado de
México está en contradicción con las "muy católicas" de otras auto-
ridades eclesiásticas, como el obispo de Puebla o el Cabildo de Va-
lladolid, lo que daría lugar a divisiones "entre las iglesias de la
federación".
El Estado de México también sienta un precedente en 10 que
se refiere a los bienes de las misiones de las Filipinas. El Congreso
Federal había ordenado que se alzara el embargo de los bienes de
las Filipinas, 10 que fue cumplido el 19 de julio de 1823, y el 27
de noviembre del mismo año se dictó una orden dirigida a evitar
malversaciones de los conventos pertenecientes a las Filipinas, nom-
brando un interventor y estableciendo que los presidentes de los
hospicios "diesen anualmente cuenta al gobierno de sus productos
e inversión" y que no pudiera pasarse "cantidad alguna de ellos
para fuera del territorio mexicano a no ser mediante la interven-
ción y aprobación del gobierno"."
Estando el asunto en estas condiciones, el Congreso del Es-
tado de México en su decreto número 7, de 22 de marzo de 1827,
se adjudica los bienes de los hospicios destinados a misiones de
China y Filipinas. Esto hace que las Comisiones de Gobernación y
Hacienda del Congreso dictaminen que el decreto número 1 de la
legislatura del Estado de México ..es contrario a la acta constitu-
tiva, a la constitución y leyes generales", el 30 de abril de 1827.
Pero el asunto se complica, en virtud de que los diputados Juan de
Dios Cañedo y Gondra proponen al Congreso la derogación del
decreto de 19 de junio de 1823 "y la ocupación de los bienes de
los hospicios llamados de Filipinas", El argumento es viejo: posi-
ble malversación o mala inversión de fondos. Las Comisiones de
Gobernación y Hacienda del Congreso, después de señalar que no
se halla acreditada la malversación, indican que "si un propietario
serio abusa de su propiedad, lo más para que autorizan las leyes,
es para ponerle interventor, más no para que se le despoje de ella
y se le dé otro destino". Por consiguiente se rechaza la proposición
de Cañedo y Gondra. Se considera que estos bienes son lisa y lla-
namente una propiedad:

18 Col"~;ó,, de órdenes y decretos Je la Soberana JII"la Prollisio1la/ Gllb""a·


1;114 , $oblrll"oS Congresos Gelle1'ldes Je /a Narió" Me"kll"a. Tomo UI, p. ,.
SECULARIZACIÓN 87

Estos bienes fueron adquiridos por comunidades religiosas con


arreglo a las leyes, y por el contrato legal de compra y venta: luego
adquirieron sobre ellos una propiedad legal que han poseido sin al-
teración mucho más de cien años. ¿Hay autoridad en las generales
de los Estados Unidos mexicanos y en las particulares de los estados
para atacar la propiedad ajena, no ya quitándola totalmente a sus
dueños, pero ni aun pidiéndole el uso y aprovechamiento de ella?
Ciertamente que no.19

Pero si por la vía directa del patronato y los bienes, los pro-
pósitos se exteriorizan, ello también sucede por los recursos de
fuerza y protección o tuición. Las religiosas del convento de "La
Encarnación" brindan al respecto una estupenda oportunidad. Viendo
desconocido en la práctica el que consideran derecho a nombrar sus
mayordomos, ocurren el 30 de junio de 1827 en recurso de protec-
ción al Gobierno. Este admite el recurso y pide información al ca-
bildo, donde se intenta que las monjas deduzcan su derecho en el
metropolitano. Al negarse, se busca un arreglo, consistente en
esencia en que las monjas propondrían terna al cabildo. El conte-
nido del asunto no deja de ser importante, pues se trata de la admi-
nistración de los bienes de las comunidades religiosas. El arreglo se
comunica por el Cabildo al Gobierno tres meses después. Por otra
parte las religiosas habían hecho reclamos ante el gobierno para
modificar la orden de 1~ de noviembre de 1827:

Por el hecho mismo de estar pendiente ante el supremo gobier-


no el recurso de tuición y alta protección promovido por las señoras

19 El asunto y sus proyecciones pueden reconstruirse mediante el Dictamen de


la Comisión Edesiástica de la Cámara de Diputaáos, presentado en la sesión se",eta
ordinaria del juetles 17 de abril y mandaáo imprimir por orden de la misma Cámara
{Correo de la Federación Mexicana, Suplemento al número 537) y el folleto firmado
por "el defensor de las monjas", dirigido al Correo (Suplemento al número 557).
La situaci6n en la prensa revela el estado de ánimo. El defensor de la religión, en su
número l' y en su suplemento al número 18, asienta que "como la iglesia de Dios
es una sociedad soberana e independiente, no tiene ni puede tener otras leyes para
su gobierno que las que ella misma establezca, y las que le ha impuesto su divino
fundador". Esto sólo lo niegan los herejes. Ello en relaci6n con el incidente ocurrido
en Jalisco. El suplemento al número 18 de "El defensor de la religión" es publicado
por el Co"eo de la Federación Mexicana, Tomo IV, número 516, p. 4, del 31 de
marzo de 1828. Los dictámenes relativos, tanto al decreto número 7 del Estado de Mé·
xico, como la proposición de Cañedo y Gondra, vienen en El Sol,ftúmero 1432, de
9 de mayo de 1827.
88 JESÚS REYES HEROLBS

religiosas de la Encarnaci6n contra el venerable cabildo, debía haber


entendido que nada podía decir sobre el punto, contrayendo su ca-
rácter al de defender o Informar,

Se ordena al Cabildo todo lo acordado al respecto y éste, el


mismo día, contesta, indicando que en su actuación ha tratado de
complacer a las religiosas y que: "De esta conducta se infiere que
el cabildo no ha hecho el menor agravio a las monjas, y por consi-
guiente no hay motivo para el recurso de tuición". El Cabildo siem-
pre habrá de estar de acuerdo con el Gobierno, dirigiéndose cinco
días después a éste, manifestando su conformidad, pero sin subsa-
nar la situación en la práctica, y ya el 31 de diciembre de 1827, el
Cabildo usa un lenguaje distinto. Por su lado, las religiosas insis-
tían en la resolución del recurso pendiente, y acordando sus ins-
tancias, el 29 de enero de 1828 se señaló que se dejaba a las reli-
giosas "en el libre uso de los derechos que han ejercido" y que el
Cabildo debía de proceder "a sistemar o regularizar las elecciones
de mayordomos't." El Cabildo, sin embargo, al dirigirse a las mon-
jas, lo hace sobre las bases de que éstas recomienden para nombra-
miento de mayordomos, lo que hace que el Gobierno, el 29 de fe-
brero, salga en defensa de su resolución y exija su cumplimiento.
La aplicación de la resolución se demora, por lo que las reli-
giosas se dirigen a la Cámara de Diputados, en la que los represen-
tantes Gondra y Pacheco --el primero amigo de Zavala- propu-
sieron:

... las religiosas del distrito federal nombrarán los administradores


de sus bienes con s610 la confirmaci6n del metropolitano, quien no
podrá negarla por tercera vez.21

La Comisión Eclesiástica se avoca al estudio del asunto, sobre


la base de buscar, de acuerdo con los deseos del Gobierno, una solu-
ción general mediante una ley que "arregle y conserve" el "derecho
que inconcusamente compete a las comunidades religiosas" de nom-
brar a los administradores de sus bienes. La Comisión presenta su
dictamen el 17 de abril de 1828, aclarando en mucho las diferencias

20 El promotor fimJ había introducido una innovación reduciendo la facultad


definitoria y dando intervención a todas las religiosas, incluso las impedidas. SiAema
que fue rechazado por el Gobierno.
21 Suplemento al No. '37 del CorrlO ¡J, 1" PNlwMiólI.
SECULARIZAOÓN 89

existentes y, sobre todo, la táctica del Cabildo. Se hace notar que:


19 ) Las monjas que están sujetas a prelados regulares gozan del
derecho de nombrar sus mayordomos; 29 ) Los prelados regulares
reconocen el derecho de las monjas a nombrar sus mayordomos y
el modo de hacerlo; "No así los RR. obispos y cabildos eclesiás-
ticos, que en los conventos de su obediencia suponen perdido el pro-
pio derecho por una práctica inmemorial", Frente a ello, la Comi-
sión Eclesiástica subraya: "Como si las usurpaciones y violencias
que se han sostenido a la sombra de la tiranía pudiesen prescribir
con el tiempo, y a beneficio de un silencio que no puede reconocer
otro origen que la falta de libertad"; 39 ) La Comisión pone de ma-
nifiesto la táctica seguida por el Cabildo Metropolitano en el asun-
to: "Mucho deseo de complacer a estas señoras y mucho respeto y
sumisión al supremo gobierno que ha querido protegerlas, pero al
mismo tiempo mucha sagacidad para que en último resultado no
venga a suceder sino l~ que el cabildo quiera, eludiendo las órde-
nes del uno y sumiendo a las otras en el mayor desconsuelo"; 49 ) El
Cabildo no niega, por evidente, el derecho de las religiosas; pero
"para reducirlo a nulidad" le quiso dar una extensión innovadora.
Sagazmente "llegó a decretar que el mayordomo del convento de
la Encarnación fuese elegido por el voto de todas las religiosas sin
exceptuar a las impedidas y enfermas", y se comprende que "con
una novedad de esta naturaleza tan lejos estaba de desprenderse de
la facultad exclusiva que ha querido conservar, que antes per el
contrario, en tal medida debía contemplar el medio más eficaz y
seguro de continuar con la imaginaria prerrogativa de proceder con
entera libertad en esta materia". Por tanto, la cuestión "no debe ser
ya sobre si las religosas tienen derecho o no para nombrar a los ad-
ministradores de sus rentas, sino sobre si el ejercicio de este dere-
cho.debe desempeñarse por toda la comunidad, o basta que lo prac-
tiquen las preladas de acuerdo con sus definitorios o madres de
consejo". Contemplado así el problema, la Comisión Eclesiástica
resuelve:
Las preladas de los conventos de religiosas del distrito federal
con acuerdo de sus definitorios o madres de consejo nombrarán los
administradores de sus rentas, que respectivamente confirmarán el
metropolitano o los prelados regulares, siempre que para negar la con-
firmación no. tuvieren causa legal, la que deberán manifestar dentro
de diez días útiles a las mismas religiosas, para que en la propia forma
que se prescribe en esta ley, procedan a hacer nuevo nombramiento de
90 JESÚS REYES HElt.OLES

otra persona que merezca su confianza y no preste motivo para que


se deseche su elección.

Esta proposición es aprobada por la Cámara de Diputados el


23 de abril, por cuarenta votos contra tres entre ellos -Couto y
Portugal- y el 3 de mayo el asunto se ve en el Senado. En éste se
lee un oficio del Cabildo, en que, para obtener una resolución fa-
vorable, políticamente alega: ..... los servicios contraídos por el es-
tado eclesiástico en la independencia" y también en función política,
se señala que la resolución adoptada por el gobierno implica una
reforma y que si la Cámara "quiere hacer reformas lo ejecute con
juicio y cordura". Concluida la lectura de este documento, se pre-
senta el dictamen de la Comisión Eclesiástica del Senado, de que
forma parte Valentín Gómez Parías, y que se contraía a:
Que el acuerdo de la cámara de representantes, lo presentaba
en los mismos términos a la deliberación del senado, y que proponia
como articulo adicional que no puedan ser administradores de los
bienes de las religiosas los individuos del clero regular.a

Ante una proposición suspensiva de Demetrio del Castillo, la


Comisión retiró su dictamen. Pero este intento, al igual que el ocu-
rrido en el Estado de México y la resolución sobre dotación a las
misiones de California, ponen claramente en relieve cómo en 1827 y
1828 el Gobierno pretende ejercer el patronato, prescindiendo de
la resolución de la Cámara de Diputados, de 14 de febrero de 1825,
que sostenía que el uso del patronato debía ser autorizado por el
Papa. Además, en su conjunto, dan salida a muchas de las ideas
secularizantes en el aspecto económico, así como prueban la ten-
dencia liberal de aprovechar en la reforma las contradicciones y fi-
suras del poder del clero, buscando la alianza del bajo en contra
del alto.
y no sólo el Congreso procura desembrollar el patronato, sino
que también en él se presenta una audaz iniciativa relativa a los bie-
nes de manos muertas, importante por las consideraciones en que
se funda y por el propósito que persigue. En efecto, con fecha 10
de abril de 1827, Manuel Crescencio Rejón y Cipriano Blanco pre-
sentan un proyecto de ley, suscrito, además, por Evia, Guido, Le6n

11 Su;plemento al No. ,,, del Corr,() M J¡, '.lrM;6".


SEcuLARIZACIÓN 91

y Gondra, que constituye un indudable antecedente de la futura


desamortización de los bienes de la Iglesia. Este proyecto, que se
leyó en la Cámara de Senadores el 11 de abril, establecía las si-
guientes consideraciones:
l"'-La miseria y abatimiento económico de México encuen-
tran sus principales causas en "las máximas absurdas y antisociales
que autorizan y protegen la adquisición sin límites de bienes a las
manos muertas".
2"'-La práctica de adquisición ilimitada de bienes ~ las
manos muertas es un "parto monstruoso del gobierno feudal" y la
filosofía moderna aconseja arrancar de raíz estas prácti~ "proce-
diendo eficazmente contra la acumulación de bienes en manos muer-
tas, en cuanto sea compatible con la libertad civil, con la industria
popular, con los derechos del ciudadano, con las bases del orden mo-
ral y con las leyes dictadas por la sabiduría para el engrandeci-
miento de las naciones, y para multiplicar su riqueza".
3"'-Se encuentra un antecedente del propósito que el proyecto
persigue en la legislación que aboli6 las vinculaciones civiles, y los
proponentes se preguntan: "y ¿será menos opuesta a la prospe-
ridad nacional la amortización eclesiástica que la civil?".
4"'-Después de enumerar los males de la amortización ecle-
siástica y las ventajas de la circulación de la riqueza, sobre la base
de que la acumulación de bienes en comunidades y corporaciones
es perjudicial a la prosperidad de un país y que concierne al Estado
remover este inconveniente, los proponentes presentan la siguiente
tesis general:

La igualdad de fortunas y un sabio y uniforme repartimiento


de tierras .y propiedades, basta, dice Montesquieu, para hacer a un
pueblo poderoso, pues cada ciudadano tiene entonces interés por sacri-
ficarse por la patria. Mas el que no tiene propiedad ni subsistencia
asegurada ¿cómo podrá dedicarse al trabajo ni al servicio del estado
que no provee eficazmente a su (onservación y comodidad?

Consecuentes con estos principios, someten.a la consideración


de la Cámara el siguiente proyecto de ley:

I
\
10. Nadie podrá en lo sucesivo, bajo ningún titulo ni pretexto,
fundar ni llevar a efecto la fundación de capellanw, patroaatos, rldei·
comisos, obras pías en los territorios y distrito de la fotena6a, Y

i
92 JESÚS REYES HEROLES

cualesquiera donaciones que para este efecto se hayan hecho y no


hubiesen tenido cumplimiento hasta esta fecha, regresarán a sus dona-
dores, y por falta de éstos a sus herederos naturales.
20. Las comunidades eclesiásticas así seculares como regulares,
los conventos, iglesias, las cofradías y hermandades, y todo otro esta-
blecimiento ya sean eclesiásticos, ya laicales, conocidos con el nombre
de manos muertas, no podrán entrar en la posesión de ninguna
clase de bienes adquiridos por testamentos.a

Una visión anticipada: la idea secularizante del Pensador Mexicano

José Joaquín Fernández de Lizardi, que, como veremos, cons-


truye una utopía en materia social, también 10 hace, si se toma en
cuenta la época, en relación con el problema Estado-Iglesia. El pro-
pósito utópico del Pensador se manifiesta al elaborar su constitu-
ción ideal. Cuando plantea su constitución, asienta que la empresa
de reformar al mundo "es la más fácil y mucho más si las reformas
se hacen sin contrario" y agrega: "Platón hizo su república, Fene-
Ión su Telémaco, Tomás Moro su Utopía, el Padre Causinio su
Corte santa y así otros". Por consiguiente, no hay inconveniente para
que él proceda a construir su constitución hipotética."
El Pensador en materia Estado-Iglesia no logra desasiese de la
idea del ejercicio del patronato. Pero, partiendo de la problemática
que contempla, otea soluciones secularizantes y de separación de
Estado-Iglesia, anticipándose su visión a la que muchos años más
tarde será la solución mexicana. En principio, sólo pide que la Igle-
sia cumpla con el orden jurídico nacional. El origen de su pensa-
miento en esta materia es concreto y arranca del conflicto planteado
por el obispo de Sonora" y sus aliados, que sostienen que tan sobe-
rano es el obispo en su silla como los diputados en las suyas. El
Pensador rebate esta idea de las dos soberanías y sostiene la soberanía
exclusiva del Estado mexicano. Pero también su pensamiento se re-

23 El Sol, año 4, número 1416, pp. 2799 Y 2800. 23 de abril de 1827. México,
Imprenta a cargo de Martín Rivera.
:H JosÉ JOAQuíN FERNÁNDEZ DE LIZARDI: Conflnsationes familiares ¿el payo
, el s4«istán. Tomo 11, decimasexta conversación, p. 2. MExico, mayo de 1825. Ofi·
cina de dOQ Mariano Ontíveros.
25 El Pmsa40r Mexif:ano trata lo que llama el sedicioso manifiesto del obispo
de Soooft en sus col1versac:iones 6, 7, 9, 10 Y 14, fundamenta1metlte.
SECULARIZAOÓN 93

monta a otro hecho concreto: el cabildo metropolitano, que primero


no quitaba las armas españolas de la lámpara de Catedral y después,
habiéndolas quitado no las sustituía por las mexicanas y que no pro-
cedía a levantar el mausoleo público a los primeros héroes de la In-
dependencia.
Fernández de Lizardi, que antes había ocurrido al Congreso en
recurso de fuerza al ser excomulgado en virtud de su folleto "De-
fensa de los francmasones", sostiene la necesidad de que el Go-
bierno obligue al cabildo a cumplir con sus disposiciones. Su tesis
es bien simple; pero el punto de partida de El Pen.rador es sustan-
cialmente político yresulta profético: sería un error, por el arraigo
popular de la religión, dejar que el clero se saliera del marco jurí-
dico nacional. Se piensa, agrega, "que el clero tiene un influjo sobre
el pueblo capaz de moverlo a su opinión, sea la que fuere; y por
evitar una guerra religiosa, el gobierno disimula los abusos de al-
gunos de sus individuos". Tal proceder es erróneo y el Pensado,
encuentra en él una causa de revolución: "la nueva revolución que
se espera en la nación". El disimulo de los delitos aumenta la auda-
cia de los infractores. El Gobierno "no tiene facultades para hacer
excepciones sobre el cumplimiento de las leyes generales". Pero, de-
jando a un lado puntos legales, la profecía política de Fernández
de Lizardi es bien clara:

Si una corporación se puede sobreponer al gobierno sólo en raz6n


de su opinión, aún más podrá otra con opinión y con armas: es decir.
si el clero auxiliado de la preocupación del vulgo, y valiéndose de
sus armas, de papel o excomuniones, se puede sobreponer al gobierno,
más fácilmente podrá la tropa, que cuenta con la opinión general y
con las bayonetas.

Es decir, el Pensador ve que no habrá un Estado supremo si


éste abdica de sus facultades frente al clero, pues por mayoría de
razón, posteriormente lo tendría que hacer ante el ejército.
Otro argumento político apoya el anterior. El clero es enemigo
de nuestra independencia. El Papa está vinculado a los intereses
del monarca español. Al Pensado, se le plantea entonces el proble-
ma de si es posible desobedecer al Papa, de ir éste contra la inde-
pendencia de México. Y la respuesta es categ6rica: no sólo pode-
mos, "sino que debemos desobedecerlo en este caso". En primer lu-
gar, porque es incompetente en lo relativo a los negocios tempo-
JESÚS REYES HEROLES

rales; en segundo lugar, porque mandaría una cosa "notoriamente


injusta" y en tercer lugar, porque existen preceptos naturales y di-
vinos que mandan, entre otras cosas, conservamos. El Pensado, dis-
tingue y deslinda el poder temporal del espiritual, siguiendo la doc-
trina galicana y fundándose en Bossuet." El Papa, como vicario de
Cristo y cabeza de la Iglesia, "no debe ejercer ninguna jurisdicción
sino puramente" espiritual":

Siendo como es doctrina asentada que el Papa no tiene jurisdic-


ción alguna temporal sobre ningún monarca ni nación del mundo, se
sigue que en estas materias son enteramente nulas y de ningún valor
sus preceptos.28

Por 10 consiguiente, llega a la delimitación entre el poder tem-


poral y el espiritual. Si bien, como antes decíamos, no supera la idea
del patronato, pocas esperanzas tiene de que 10 obtengamos. Y así
10 dice refiriéndose al fracaso ante la Santa Sede del enviado de
Colombia.2!I Por tanto, es sobre la problemática misma de las rela-
ciones Estado-Iglesia y Estado-sociedad que el Pensador estructura
su visi6n. A ello le ayuda el pensamiento democrático liberal. En
las libertades veremos su argumentación a favor de la libertad de

26 op. eil., vigáiQla tercia conversacl6n. La inspiraci6n doctrinal del PnsMJot


tambiál se ve en Obserf1"no",s fll' .1 PnsMJot M"xietlllo M. • llU e."SII'1U fll'
los S,'orlS· Joelorls D. IpMio MArÚl L4rJo, , D. 19""no Gr.gltltl, bieiwo" J. SIIS
CO"II.,SlIeio".s SIXI., lIigésitll4, , lIigésit114 s.gllnJ. I"Ir. .1 P.,o , 1/ s«risltÍn.
(M&ico, 182'. Oficina del finado Ontiveros). En este interesante folleto, el Pln·
sMJor publica la censura hecha por el Dr. lerdo a sus Conversaciones en que se trata
la perpetuidad del voto de castidad de las monjas. clérigos y frailes. El Pe"saJo, se
defiende de la censura invocando la Iglesia primitiva y reafirma su tesis politica:
"Ya sabemos que el papa por hoy es nuestro enemigo. no espiritual. sitio polJlieo,
a>mo que está al frente de la lig. de los reyes opresores de la libertad. de los pue-
blos; J ~~ cuál es el camino de ser independientes sin dejar de ser cristianos".
(p. '2). Ello. por supuesto. aderezado con la doctrina liberal. En la décimasexta
conversaci6ó. asienta que para hacer una buena constitución hay que saber citar "a
Mocdesquieu, Filaosieri. Benjamln Constant, Payne, Madama Stael; Bentham. y otros
autofeS clásicos". Y al obispo de Sonora le dice que "debla purificarse los labios
para pronunciar los respetables nombres de Voltaire. Rousseau. Montesquieu. Hobbes
J otroI filósofos·' (Nota del Pnsatlor en la décima conversaci6n del paJO Y el
sac:riItI.n, p. 9)•
rt·· 01. ·eiI.,. vi¡6Woa prima convenaci6D.
• .O,. dI., vi¡&ima terda ~ p. J.
• O,. eiI., ·cIeei........~ p. ·10.
SECULAlUZAaÓN

conciencia, de la tolerancia, y, en otra parte, su posición en contra


de los fueros.
Podemos, pues, afirmar que son el examen de los problemas rea-
les y la existencia de un pensamiento democrático liberal los que
permiten al Pensador ver el problema Estado-Iglesia en su conjunto.
Su enfoque político le permite subrayar, además, la injusticia que
hay en el clero mexicano al seguir los métodos implantados durante
la Colonia. El cabildo, dice, coloca en muy pingües destinos a los
españoles y deja en situación de pobreza al clero mexicano: "¿Pues
cómo es que los canónigos de México insisten en imitar la con-
ducta del gobierno español, prefiriendo los hijos de la península a
los naturales de este país ?"ao
Fernández de Lizardi protesta ante la situación injusta que hace
residir en el "clero alto", en el cual un gobierno popular no tiene
por qué confiar. Políticamente, ve al alto clero enemigo de la inde-
pendencia y del "clero pobre y mexicano"; por consiguiente, confía
en que este bajo clero apoye al gobierno nacional, pues no le con-
viene desobedecer su autoridad y seguir al alto clero. Este último,
estando integrado por pocos, es, sin embargo, peligroso,"
Fernández de Lizardi plantea, además, la "Reforma eclesiás-
tica", siendo ésta el rubro del Título Tercero, Capítulo Primero de
su Constitución imaginaria. En realidad, muy de acuerdo con la
doctrina galicana, establece preceptos para el gobierno interior de
la Iglesia. Pero dentro de ellos se refiere a puntos conectados con
la separación Iglesia-Estado. Abordando el problema del no reco-
nocimiento de nuestra independencia por el Papa, considera que los
obispos podrán permitir la secularización de frailes y monjas que
10 soliciten, "pues no es decente que en un gobierno libre haya
gente forzada contra la voluntad de Dios y la suya". Señala después
las condiciones en que deberán permanecer las comunidades religio-
sas, fijando los emolumentos de los frailes y otras prescripciones
similares. Suprime la petición de limosna para los santos lugares y
fija precio a la venta de indulgencias. Sujeta, además, a los frailes
la obligación de enseñar en los conventos la religión sin fanatismo,
las primeras letras, geografía, historia y astronomía, y otros cono-
cimientos que van hasta la equitación. Si en los conventos no hay

10 01'. cit., "Nuevas pruebas del chaquetjsmo de los can6nip de Náico",


p. 5. Alcance a la decimanona conversación del payo y el SIQ'ist6n.
al 01'. cil., vi¡áima prima convauci6D.
96 JESÚS REYES HEROLES

quien pueda proporcionar esta enseñanza, deberán establecerse en


ellos hospitales para determinadas enfermedades.
Suprime las canonjías, limita los días festivos, restringe las
procesiones públicas, suprime los responsos cantados y la venta de
estampas, medallas, etc.; prohibe las rifas con título de santo. Esta-
blece que los sacerdotes serán dotados en relación al número de sus
feligreses y vicarios, sin pasar de 3 mil pesos la dotación ni ser me-
nor de mil y determina el número de misas que estarán obligados
a dar.
El Pensador reglamenta los diezmos:
Debiendo emplearse los diezmos en los objetos a que fueron
destinados, que son la manutención del culto y sus ministros, los ad-
ministrarán exclusivamente los gobiernos de los estados, y los distri-
buirán en la forma que abajo se dirá.

Establece sobre qué productos se pagarán diezmos y sobre cuáles


no y dispone que los criadores y labradores pagarán solamente el
diezmo de las utilidades que perciban anualmente, ce deduciendo los
costos que hayan tenido", Manda que:
Los gobiernos dividirán los diezmos en cuatro partes: la primera
se dedicará para pago de las rentas de obispos y capellanes: la se-
gunda y tercera, para pagar a los curas las dotaciones a que deben
ponerse, y la última para sostenimiento de hospitales y casas de edu-
cación de sus respectivos estados.»

Más adelante" relata los abusos cometidos con los diezmos, en


que había para los labradores la obligación de pagar ce diezmo de lo
diezmado",
En cuanto a otras cargas eclesiásticas, indica que: "Teniendo
como deben tener todos los americanos su entierro de balde, quedan
suprimidas todas las limosnas que se dan con título de comadillos,
a las cofradías, limitándose éstas a meras gracias espirituales".
El Pensador señala que los sacerdotes están obligados a ense-
ñar al pueblo, en las pláticas dominicales una serie de principios
democráticos y liberales afianzadores de la independencia nacional
y de la autoridad civil. Los eclesiásticos sólo POdrían ser elegidos

u O;. eit., viaéima conversaci6n.·


ss O;. ri/., viaéima prima convel'llci6n.
SECULARIZACIÓN 97

diputados, de acuerdo con su hipotética constitución, si prueban "sus


luces, imparcialidad y patriotismo"; pero "aun así, cuando se hayan
de tocar puntos sobre reformas eclesiásticas, no asistirán a las se-
siones para no comprometerse ni con sus superiores ni con el pue-
blo" .34
El Pensador repara en el problema de los bienes de la Iglesia.
En su decimaprimera conversación cita una noticia aparecida en el
número 341 del periódico EJ Aguija Mexicana: el gobierno de Chile
"ha confiscado los bienes de la Iglesia para uso del Estado, dando a
los clérigos una compensación de cierto estipendio anual". La noti-
cia informa también cómo se permite a los regulares secularizarse,
Ciertamente que hay muchos aspectos ya tratados en que El
Pensador rebasa la mera delimitación Iglesia-Estado y, por supues-
to, la idea de separación. Hay intervencionismo galicano en la re-
forma eclesiástica que propone. Claramente señala la necesidad de
esta reforma y su justificación desde el punto de vista religioso.
Cuando el payo dice al sacristán "que eso de reformar la disciplina
eclesiástica no se queda para los gobiernos civiles ni para los mis-
mos reyes", el sacristán invoca los derechos del pueblo para dicha
reforma. Pero además, su intervencionismo se explica por razones
circunstanciales:
... el Papa no quiere reconocer nuestra independencia, y aun se sabe
que ha remitido una bula a los obispos de las Américas, en que les
manda exhorten a los pueblos por medio del clero, a que se reduz-
can otra vez a la obediencia de Fernando VII, pues sólo así recono-
cerá la independencia.u

Tan es así, que en su vigésimaquinta 'y última conversación


tiene un sueño, pesadilla podríamos decir: la invasión de México
con el apoyo del alto clero mexicano, y entonces, con carácter de
emergencia, hace a don Guadalupe Victoria legislar sobre los espa-
ñoles y sobre el clero, crear un tribunal ante el cual "no habrá fuero
privilegiado" y hacer entrar en el Gobierno la administración de
los diezmos para cubrir a los sacerdotes, "quedando los ciudadanos
libres de las enormes gabelas que con el nombre de derechos pagan
por bautismos, casamientos y entierros"." Por consiguiente mucho
de su intervencionismo se debe a la específica situación política qu~

M op. cit., decimasexta conversación, pp. 9 Y 10.


as Op. cit., vigésima prima conversación, p. ,
36 Op. ds., vigésima quinta y última conversación, pp. 1; y 16.
JESÚS REYES HEROLES

privaba. Reformar el clero era debilitar un enemigo de la indepen-


dencia. Junto a ello están las reformas con otro sentido: fortalecer
la autoridad civil. suprimir las jurisdicciones privilegiadas, obtener
la tolerancia y reducir cargas para el pueblo creyente.
Es trágica la situación espiritual del Pensador, pues él "pro-
fesa la religión católica, apostólica romana, excluyendo de su creen-
cia cualquiera otra" .37 Y el drama se ve en toda su magnitud cuando,
ante lo que el payo le dice al sacristán: ..... pues entre ser vasallos
de Fernando el siete, o no ser cristianos romanos, no se da medio",
surge la decisión clara y tajante de ser válida la disyuntiva: " ... coa-
servar la religión católica y no obedecer al Papa"." Tal drama ex-
plica que el Pensador, que justifica el disimulo y la cautela en el
progreso," exponga sin tapujos y peligrosamente su pensamiento en
tan candente cuestión.

LA cautela de El Observador y la reacción de El Indicador

El estado del conflicto, las fuerzas en juego y las acciones y


reacciones se aclaran si se ve levemente lo que El Observado-r de la
República Mexicana y El Indicador de la Federación Mexicana dan
a conocer sobre el problema.
El Observador de la Reptíbl¡ca Mexicana, que tanto contribuye
a esclarecer el significado de la libertad de conciencia y la necesidad
de la tolerancia, en materia de relaciones Estado-Iglesia pecó de
cauto. En su primera época probablemente esté a la zaga de otras
tendencias. Síntoma de ello es el artículo que sobre patronato pu-

37 op. dt., dkima te.rcia conversación, p. 3.


38 0/1. eit., vi~ima prima conversación, p. 3.
39 En la duod«ima conversación, el sacristán le dice al payo: "En todas las
revoluciones las pasiones se desenfrenan, los intereses se chocan, y los partidos se
aumentan: de consiguiente no siempre pueden los gobiernos remediar prontamente
los males que escaftdaIizan a los pueblos; así que, es necesaria la calma y el disimulo
muchas veces, pues las medidas violentas en vez de remediar los daños suelen cau-
sarlos mayores", (p. 6). En su testamento (1827, Oficina de la Testamentaría de
Ootiveros) ratifica el ser cristiano apostólico romano y el no creer en cosas piadosas
o supersticiosas, como que "el Papa es rey de los obispos" o "que es infalible sin el
concilio general" y declara que cuanto ha escrito "contra los abusos introducidos a
pretexto de la religión, está muy bien escrito". Deja a su patria "independiente de
España y de toda testa coronada, menos de Roma" y ve que no está libre de muchas
leya españolas. Señala que el hueco de las armas del rey de España en la Catedral
subsiste y que los miembros del clero pueden burlarse de las leyes civiles. Por su-
puesto, deja "uu rep6blica con su articulo 30:'
SECULARJZAaÓN

blica el 22 de agosto de 1827.40 El punto de vista esencial de este


ensayo se concreta a considerar que:

La mayoría de la nación, y nuestro clero siempre que se ha


consultado su dictamen, no piensan que la nacíéa está expedita para
ejercer el patronato sin previo asenso de la autoridad eclesiástica.
El nombre de patronato que se da a esta prerrogativa está consignado
en el derecho canónico, y prescritas en él su extensión y calidades, y
todas estas disposiciones suponen y aun se fundan sobre su origen
eclesiástico; todo muestra que es una concesión de la iglesia, bien
que onerosa al patronato euya beneficencia se compromete al mismo
tiempo que se premia.

El Estado no tiene por sí el derecho al patronato: "Esto es ra-


cional, porque toda sociedad independiente, como en lo espiritual
lo es la iglesia, posee sin disputa el derecho de elegir sus jefes, y
si el gobierno civil Se lo arrogase parecería un despojo". El Estado
en ello no puede intervenir como representante del pueblo, pues no
se trata de un derecho político. De Pradt sirve para fortalecer las
apreciaciones de El Obseruador, que aun cuando circunstancialmente,
frente a la fracción liberal que pretende el ejercicio unilateral del
patronato, resulta rezagado o perjudicial, a la larga constituye un
germen de la idea de separación estricta entre el Estado y la Iglesia,
y, por tanto, base teórica de la secularización del estado, lo que, a
su vez, constituye el punto de partida de la secularización social. La
abjuración al derecho de ejercer unilateralmente el patronato sirve
para obtener en trueque la separación entre el poder temporal y el
espiritual:
¿Cómo comprender entre los atributos de la soberanía un dere-
cho circunscrito a la íglesi-, en la cual ni el clero ni el pueblo son
soberanos? Ellos elegían en otros tiempos, no como ciudadanos, sino
como cristianos o miembros de una sociedad enteramente diversa e
independiente de la política.

El rigor de la idea se capta cuando las relaciones Estado-Iglesia


se ligan con la existencia o no de tolerancia. El patronato resulta
consecuencia de la intolerancia o, al menos, es indispensable cuando

40 Tomo J, número 12, Impreota de Galván, a CUBO de Mariano Arnalo,


p.351.
100 JESÚS REYES HEROLES

ésta priva. Por partida doble se esboza y sólo se insinúa el complejo


problema:

Cuando un gobierno tolera todas las religiones, casi nada tiene


que intervenir sino la ra1"lt' vez que disputas acaloradas deben repri-
mirse, ni recela de estas asociaciones religiosas, pues ellas mismas tien-
den a equilibrarse en lo político, y la tranquilidad no se altera: la
misma libertad que gozan los súbditos para seguirlas que les parece
neutraliza el entusiasmo. Mas cuando una sanción constitucional pre-
fiere una sola haciéndola exclusiva, entonces ésta adquiere una impor-
tancia y un ascendiente que a veces puede comprometer, si leyes bien
combinadas y sostenidas no arreglan los efectos de su influjo necesa-
rio: entonces el legislador debe abstenerse de dictar medidas que
choquen con las opiniones dominantes en el clero y que trascienden
a las conciencias.

La teoría importante, avanzada de la idea secularizante, se


desarrolla enmedio de la transacción. El legislador debe cuidarse de
no chocar con las opiniones, aun falsas, que existen en materia ecle-
siástica. Debe "promover la ilustración", incitar el conocimiento que
desarraigue conceptos comunes adoptados sin examen. Con la ilus-
tración, desterrar ideas falsas; "mas nunca acometerlas de frente,
porque no hará otra cosa que exasperarlas e impelerlas a tomar una
dirección perniciosa". Actitud que no se compadece con el radicalis-
mo tan fuera de posibilidad que en el mismo artículo se postula: "Si
ha de haber innovación, es menester que sea completa, porque inno-
var parcialmente es la confusión de desorden de todos". Asistimos
a un radicalismo diferido: nada de avances graduales; por lo pronto
adoptar y poner en práctica el acuerdo de la Cámara de Diputados,
de 14 de febrero de 1825, que sometía el uso del patronato a la
autorización del Vaticano. Tal posición concreta, superada en esos
días por los yorkinos, se compensa con un radícalisrgg para más
tarde. La conducta es la aplicación de lo resuelto en 1825 y la no
adopción de "novedades" "arriesgadas y ruinosas", "sin que por
eso se cerrase la puerta a las reformas cuando lleguemos a la ma-
durez conveniente para hacerlas oportunas y provechosas". O sea,
radicalismo futuro y conformismo presente."

41 El temor al radicalismo en esta materia es tal, que El Observador -To-


mo 111, número 5, de 5 de diciembre de 1827- publica la representacioo que
la provincia de religiosos carmelitas de México elev6 al Senado en relaci6n con el
SECULARIZACIÓN 101

Durante la administración derivada del Plan de Jalapa se dio


en éste, como en otros aspectos, un paso atrás. Siendo el clero con
el ejército la clase gobernante, se procuró mantener indefinido el
patronato y modificar todo aquello que se presumía contrario a sus
intereses. Las legislaturas de los Estados, al ser sustituidas con ..de-
votos" iniciaron el paso atrás en las provincias, negociando el me-
joramiento del clero:
Reemplazadas de esta manera y por estos medios las antiguas
legislaturas, el camino pareció ya más expedito, e inmediatamente se
empezó a negociar con ellas sobre los adelantos del clero: las juntas
de diezmos fueron abolidas en casi todos los Estados, se reformó en
las constituciones de todos los que se hallaban en este caso cuantas
disposiciones eran o se reputaban contrarias a las pretensiones de
esta clase privilegiada.42

y la acción restauradora se iba a manifestar posteriormente en


un asunto que preocupaba: la provisión de vacantes. El Indicador
lo establece claramente: "Más tarde, y cuando la administración se
creyó más consolidada, empezó a tratar de proveer las canongías
vacantes y fortificar de esta manera unos cuerpos que de días atrás
se hallaban en combinación, no sólo para sostener el carácter que
las leyes les habían dejado, sino para recobrar lo perdido, y trastor-
nar las bases de un sistema que tantos temores les infundía y excitaba
en ,ellos tan considerables alarmas". De conformidad con tal perió-
dico, el ejército al intimidar a los representantes liberales en el
Congreso -pensando incluso en su disolución-, lo hizo para que
pudieran pasar las medidas previstas o apetecibles para la adminis-
tración en 10 relativo a las relaciones Estado-Iglesia y, sobre todo, en
lo tocante a provisión de vacantes. Fue así como ciertos represen-
tantes al Congreso "abandonaron por entonces el puesto", momento
en que pasó "sin contradicción el acuerdo por el cual permitía la
provisión de vacantes en los coros". El Senado, sin embargo, lo de-
tuvo, haciéndole adiciones, y al volver a la Cámara de Diputados,

decreto 87 de la legislatura del Estado de México, que permitía la intervención gu-


bernamental en los conventos. El decreto 87. declarado inconstitucional por el Senado.
estaba conectado con la exp~si6n de los espailoles y obedecía preponderantemente
a dicha expulsión.
4.2 El ¡1Nlk(ll/o, J~ J¿, PeJ"fl~i6" Mexi(II1III, Tomo 1. México, 1833. Imprenta
de GalVÚl a cargo de Mariano Advalo. Número 2, de 16 de octubre de 1833.
p. 26 Y sial.
102 JESÚS REYES HEROLES

recién electa, después de que ésta intentó oponer dilaciones, salió


aprobado. Los Estados, para quienes significaba cercenamiento de
ingresos, se fueron con precaución; pero por presión del Gobierno
Federal, que señaló un término para que dictaran las leyes que les
concernían, el acuerdo entró en vigor. No fue esto todo:

La provisión de obispados es otro de los resortes importantes


que la administración pasada puso en juego para robustecer al clero,
aunque cubierto todavía en mucha parte con los velos del misterio.
10 que en esto se practicó se sabe 10 bastante para inferir 10 demás.

En 1827 las Cámaras facultaron al Poder Ejecutivo para que


diese instrucciones al enviado a Roma, canónigo Vázquezr" pero
éste, poniéndose al margen de ellas, dejó inmóvil el asunto. La ad-
ministración de Jalapa, partiendo de que ya había muerto el último
de los obispos -el obispo Pérez, que murió durante la adminis-
tración de Guerrero-- y argumentando que era necesario llenar las
vacantes, dictó la ley para la cual postularon los cabildos y se "ex-
cluyeron los Estados", llegando así el Gobierno Federal a proponer
a Roma, contando con la diligencia del enviado Vázquez, lo que hizo
que dicha administración "en muy pocos meses regaló a México
cinco obispos que han de mantener por muchos años el espíritu de

43 El 9 de octubre de 1827 se decretaron las siguientes bases para las instruc-


ciones del enviado a Roma, Dr. Vázquez: "Primera: Que Su Santidad autorice en
la naci6n mexicana el uso del patronato con que hac sido regidas sus iglesias desde
su erecci6n hasta hoy. Segunda: Que se continúen a los obispos las facultades lla-
madas s6litas por el periodo de veinte o más años, ampliadas, como lo han sido, a
dispensar en los impedimentos de consanguinidad, de cuarto, tercero y segundo
grado, con atingencia al primero por línea transversal, y en primero de afinidad por
cópula lkita. Tercera:, Que Su Santidad declare la agregación de la Iglesia de las
Chiapas a la cruz arzobispal de M;&:ico, y que a ella se extienda el patronato como a
parte de la naci6n. Cuarta: Que Su Santidad provea de gobierno superior a los regu-
lares, combinado con las instituciones de la república, y de las particulares constitu-
ciones religiosas. Quinta: Que el gobierno, partiendo de estas bases, haga al enviado
todas las explicaciones que estime convenientes para llenar el objeto de la misión".
El enviado Vázquez pidi6 que se proveyera a la República de obispos titulares, pero
el Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal A1bani, propuso a dicho enviado "el
nombramiento de obispos i" parliblls, delegados apostólicos para cada una de nues-
tras diócesis". Vázquez se opuso a ello y el 8 de noviembre de 18~O envi6 una
nota al Cardenal A1bani, sumamente esclarecedora que reproduce JosÉ MAR.fA TOIlNEL
y MSNDIVIL: Br'fI, "s,fi4 hisl6rita J, los ato"l,ti",imlos ",ás IIolabl,s J, la ""ió,,
",'Xitillla, IÚsJ, ,1 do J, 1821 basla tltI,slros Jlas. México. Imprenta de Cumplido,
18'2, pp. 6~ Y 6,.
SECULARIZAOÓN 103

discordia". Vázquez, en cuanto aseguró las bulas de los obispos, re-


gresó a México, "sin concluir todos los asuntos diplomático-religio-
sos que debían arreglar nuestras relaciones con aquella corte, y fue-
ron el objeto primario y acaso el exclusivo de su misión". El retro-
ceso se percibió: "Llegadas las bulas de los obispos se les advirtie-
ron desde luego mil nulidades que cada una de ellas habría sido
suficiente para desecharlas, si no se hubiese resuelto anticipada-
mente el saltar sobre todo". Las más notables de las fallas eran: no
mencionar a la nación ni a su sistema de gobierno; no referirse a la
presentación hecha por el Gobierno, o sea, la lista enviada, "pues
se expedían con la cláusula de motu proprio; y "no se imponía a
los obispos la obligación de sujetarse a la nueva división de diócesis
que se hiciese".44 Sobre este último punto se reconvino al enviado
Vázquez, quien señaló que la omisión podía subsanarse mediante
el juramento de los obispos en el sentido de que se sujetarían a la
nueva división, "como si con esto pudiese suplirse el compromiso
de Roma que era el que importaba". Estas fallas estaban en contra-
dicción con las instrucciones dadas al enviado a Roma, pero, al lle-
narse las vacantes, según El Indicador, el país asistió a una clara
demostración de la sumisión de las autoridades civiles a las relígío-
sas. Ahora que, desde el punto de vista de contenido, la situación se-
guía igual: el patronato pendiente y no arreglado. El hecho de que
las bulas prescindieran de .la presentación del Gobierno de México y
se expidieran con la cláusula de motu proprio, o sea, que el Vaticano
lo hada por sí, revelaba con claridad que ni tan siquiera implí-
citamente se reconocía a la nación mexicana la titularidad del patro-
nato. Esto vino a confirmar el punto de vista de los liberales, que
consideraban necesario el ejercicio unilateral del patronato por la
nación o la política de separación estricta entre el Estado y la Igle-
sia. Además, los excesos observados en el gobierno de Bustamante

44 El l"¿i~IIIlOf' excluye al obispo Portugal. Véase al respecto: "Conducta del


Revermdo Obispo de Michoacán. don J. Cayetaoo Portugal, con motivo del destierro
que impuso el Gobierno de aquel Estado a varios eclesiásticos desafectos al sistema
federal". Colección de artículos editoriales publicados en El Fénix tle la Liberlllll.
Mbico, impreso por Ignacio Cumplido, 18H. Juan Cayetano Portugal en 183'
-México, en la casa de Comelio C. SebrinB- publica su PlISlOf'ttl tle Mi~bot«IÍ••
Asienta que esta pastoral fue retardada por la persecución que sufri6 y su raciocinio
ccotnJ es el siguiente: "el orisen de las elecciones de pastores 'f aWUstros es divino•
., su objeto es espiritual; Juego el derecho de hacerlas es propio solamente de Ja
autoridad ecJesi'stica, que es de iastituci6D diviDa, 'f de UD onlen espiritual".
104 JESÚS REYES HEROLES

y la naturaleza de esta administración, la sumisión manifiesta de


la autoridad civil, dieron pie para una reacción hacia el avance.
No poco contribuyó a ello el que se declarase, durante la ad-
ministración del Plan de Jalapa, inconstitucional el artículo 99 de
la Constitución del Estado de México, obra de Mora, que prohibía
en el Estado las adquisiciones de bienes raíces por manos muertas.
En esta forma, la idea liberal se integra a contrapelo y Mora clara-
mente lo e:x:presa.

La disertación de Mora
El programa del partido liberal durante la administración de
Gómez Farías pretendía en esta materia, junto a la abolición de los
privilegios del clero y de la milicia, la "supresión de las institucio-
nes monásticas, y de todas las leyes que atribuyen al Clero el cono-
cimiento de negocios civ:iles, como el contrato del matrímonio.v
etc.". Como se ve, las pretensiones se dirigían a secularizar la socie-
dad, a hacerla laica y civil. En Mora se aprecia una concepción uni-
taria del problema, que conectaba las relaciones Estado-Iglesia con
la existencia o no de tolerancia y de fueros. Y no sólo ello;
las libertades y el progreso de la sociedad se vinculaban con la neo
cesidad de que desapareciera el monopolio que en materia de edu-
cación tenía el clero. Por último, para completar la visión total del
problema, se reparaba en la cuestión económica: los bienes de la
Iglesia. A este respecto, según Mora, se pensaba que: "El gobierno
debía establecer estos arreglos, pero no llevarlos a efecto por me-
dios imperativos, sino en los que fuesen de su resorte como la pro-
hibición de adquirir y tener bienes. "46 Es decir, en el aspecto eco-
nómico era donde debía procederse con más energía, buscando, por
una parte, que desapareciera el enorme poder que frente al Estado
se erigía y, por otra, aplicar los bienes del clero al mejoramiento de
la economía nacional. En cuanto al sostenimiento de las funciones
propias del clero, la solución que se pretendía era sencilla:
Los ministros y el culto de las iglesias deberían hacerse con las
dotaciones asignadas o que en 10 sucesivo se asignasen por el gobierno;
sin que éstas pudiesen consistir en fondos territoriales, ni en capitales

45 Josf MARÍA LUIS MORA: Olwas Sileltes, Tomo Primero. París, Libreria de
Rosa, 1837, p. XCI.
46 0/1. ril;, Tomo Primero, p. CXXXVJI.
SECULARIZACIÓN 105

que quedasen a disposición del Clero, sino en rentas provenientes de


contribuciones que se votasen en los presupuestos anuales de los Esta-
dos y ayuntamientos.

Desde luego, veremos los distintos proyectos que para el apro-


vechamiento nacional de los bienes del clero se presentaron; pero
el enfoque del problema tenía viejos antecedentes y precedentes y
en lo tocante ya a la línea directriz de la acción reformista de la ad-
ministración de Gómez Farías, el trabajo de José María Luis Mora,
Disertación sobre la naturaleza y aplicación de las rentas y bienes
eclesiásticos y sobre la autoridad a que se hallan sujetos en cuanto
a su creación, aumento, subsistencia o supresién." presentado al
Congreso del Estado de Zacatecas, de conformidad con el concurso
por éste abierto en su decreto de 20 de junio de 1831. El Congreso
de Zacatecas en este decreto planteaba el tema que debería abordar
la disertación y obviamente buscaba superar el punto muerto en
que se encontraban las relaciones Estado-Iglesia y la determinación
de las facultades del poder civil. Las disertaciones debían dirigirse,
según el decreto del Gobierno de Zacatecas, a resolver:

Si la autoridad civil puede, sin traspasar sus límites, dar leyes


sobre la adquisición, administración e inversión de toda clase de
rentas o bienes eclesiásticos; si puede fijar todos los gastos del culto
y asignar las contribuciones con que deben cubrirse; si teniendo esta
facultad le es exclusiva, o si sus leyes y providencias sobre estos obje-
tos, para ser obligatorias, necesitan la aprobación o consentimiento
de la autoridad eclesiástica; y por último, si correspondiendo exclusi-
vamente a la potestad civil debe ser propia de los Estados o del con-
greso general.48

La Disertación de Mora es notable por varios coriceptos. En


primer lugar, por su claridad y rigor metódico; después, por las con-
clusiones a que llega; y, finalmente, por su significado, implicaciones
yIa estrategia política en que se funda. Ella, lejos de atenuar, con-

4.7 Impresa de orden y a costa del H. Congreso de Zacatecas. México, 18;3.


Imprenta de Galván. a cargo de Mariano Arévalo. Fue publicada, también, por El
Inditador de la Pederatión Mexita"a, Tomo n, p. 257.
48 MANUEL PAYNO: Coleuiólf de la leye., tJetrelo., '"NI/tires 1 !"otlidelftÍtlJ
reJlllifJtlJ a la tJesamo'liziltiólI etlesitÍJlÍta, a la 1I11t;onalizatióll de los bienes de toro
poratíolles, 1 a la reforma tJe la /egis/Mióll tifJil file t#7lla relMiólI to" el tlllto 1
con la Iglesia. Tomo l. Mhico, Imprlmta de J. Abadiano. 1861, p. 146.
106 JESÚS REYES HJlJlOLES

firma el liberalismo integral de Mora. Políticamente, Mora se sitúa


en la línea intermedia, entre los que de una parte caen en la supers-
tición y los que, por otra, llegan a la impiedad. De creer al clero,
los bienes de que disfruta son de origen divino. Dichos bienes no
puede enajenarlos y "deben quedar para siempre en su poder exentos
de la potestad civil en su administración e inversión", Los enemigos
del clero, reputándolo inútil y pernicioso, "pretenden que éste no debe
poseer nada ni tener de qué subsistir". Mora se enfrenta así de in-
mediato, al problema del clero propietario o proletario. En la lucha
de los "impíos" y los "fanáticos', los primeros han encontrado argu-
mentos en el "enorme abuso que se ha hecho de las rentas eclesiás-
ticas, y las exorbitantes pretensiones del clero sobre esta materia",
por lo que se hace un servicio a la religión al desligarla de ello. En
teoría, Mora argumenta que los bienes eclesiásticos destinados "a
los gastos del culto y al sustento de sus ministros", son "por su
esencia y naturaleza temporales". De esta manera se da el primer
paso para sustentar una teoría secularizante. La naturaleza de los
bienes eclesiásticos no cambia por el destino a que se sujeten, pues
la esencia de las cosas es independiente del fin a que se apliquen:
"Así es que los bienes eclesiásticos, si son por su naturaleza tempo--
rales, jamás pueden dejar de serlo en ninguna suposición posible".
La tesis que se fundamenta en los textos sagrados, es la de
devolver al César lo que es del César y dar a Dios lo que es de
Dios. Es así como se expresa la idea de "que son por su naturaleza
civiles y temporales los bienes que por su aplicación se denominan
eclesiásticos". La Iglesia, con la denominación de bienes eclesiás-
ticos, ha intentado "espiritualizar" "lo que la razón, el Evangelio
y los Padres de la Iglesia persuaden ser material". Los bienes no
variaron de naturaleza al pasar al dominio de la Iglesia. Esta puede
considerarse bajo dos aspectos: "cuerpo místico o como asociación
política". En el primer aspecto es "enteramente independiente de
la potestad temporal"; "bajo el segundo, es la obra de los gobier-
nos civiles, puede ser alterada y modificada, y aun pueden ser abo-
lidos los privilegios que debe al orden social, como los de cualquiera
otra comunidad política".
La distinción se comprende observando las dos épocas más no-
tables que la Iglesia ha tenido: antes y después de Constantino. En
la primera era puro cuerpo místico, pero:
Cuando Constantino se convirtió al cristianismo, la Iglesia apa-
reció ya como (OJmU)Ídad poUtica: entonces empezóa adquiril' bienes.
SECULARIZAOÓN 107

a tener U11 foro exterior y jurisdicción coactiva, a disfrutar el derecho


de imponer a sus súbditos ciertas penas temporales, y obligarlos por la
fuerza a someterse a ellas; entonces finalmente sus Ministros adqui.
rieron las comodidades, honores y distinciones civiles de que actual-
mente disfrutan.

La distinción permite establecer que la Iglesia adquirió los


bienes como asociación política" es decir, los posee por derecho civil
y no divino. Aclara que hay que distinguir las "oblaciones volunta-
rias de los fieles" destinadas "no a formar un fondo administrable,
sino a consumirse precisamente en el sustento de los ministros del
culto y en los gastos anexos a él", a las que la Iglesia "aun consí-
derada como cuerpo místico, tiene derecho. Son los bienes que poseía
antes de laconversión de Constantino y que están de acuerdo con
los textos. Son oblaciones a la Iglesia de los fieles y no de los go-
biernos:
Esta. cuestión no deja de ser importante, por más que aprunera.
vista no 10 parezca, pues el clero pretende que los gobiernos están en
obligación de apoyar con la fuerza exterior la posesión de sus bienes
y el cobro de sus rentas, apremiando a los ciudadanos y súbditos al
cumplimiento de las providencias dictadas por la autoridad eclesiás-
tica para el sostenimiento y administraci6n de sus bienes, y alegando
por fundamento de semejante pretensión, que no sólo los particula-
res que profesan el catolicismo son súbditos de la, Iglesia, sino tam-
bién los gobiernos considerados como tales.

El clero ha pretendido hacer civiles las infracciones religiosas


para que sean sancionadas por la potestad temporal. Esta preten-
sión carece de apoyo en los Evangelios y es injusta. Con los Evan-
gelios, Mora se dedica a probar que no son los gobiernos los que
deben apoyar a la Iglesia, careciendo de obligación al respecto, "pues
ella no reconoce sino a los particulares como sus únicos súbditos: y
si no son súbditos de la .Iglesia los. gobiernos, ¿cómo podrá nadie
exigirles ningún género de contribución, rentas o bienes para el
sustento de sus ministros?". Por este camino llega ala estricta sepa-
ración de Estado-Iglesia, entrañando dicha separaci6n la tolerancia
o libertad de conciencia y conduciéndolo a la secularización de la
sociedad:
El fin Y objeto de los .gobjemos civiles es el de mantener. el
orden social, y no el de proteger esta o aquella reliÍiOO¡ pues as{
lOS JESÚS REYES HEROLES

como sería un absurdo el pretender que la Iglesia no pudiese existir


sino en una nación que tuviese tal y determinada forma de gobierno,
de la misma manera 10 sería asegurar que no puede haber gobierno
sino con tal y determinada religión. Tan ajeno es del instituto y
objeto de la Iglesia el conocimiento de la forma de gobierno que
tengan las naciones a que pertenecen los fieles, como lo es del go-
bierno civil el de la religión que profesen sus súbditos.

Es la separación a través de los distintos fines que conciernen


al poder temporal y al espiritual." Admitida, se infiere "que la Igle-
sia puede existir sin que nada le falte ni aparezca menos perfecta
aunque carezca de bienes temporales", lo que "no quiere decir que
la posesión de ellos sea contraria a su institución, como han preten-
dido algunos herejes". No repugna a la institución la posesión de
bienes temporales; pero no en calidad de cuerpo místico, sino de
comunidad política, y el mayor derecho que la Iglesia puede alegar
"es el de propiedad, y éste no sólo es de su naturaleza civil, sino
que ni puede concebirse que sea otra cosa". Se dice que los bienes
eclesiásticos "en sí mismos, en su administración e inversión", son
materia del derecho canónico; pero este derecho "es en parte civil
y es en parte eclesiástico", y es civil precisamente en las facultades
que los gobiernos temporales han acordado expresamente a la Igle-

49 Aun cuando dedicado preferentemente a postular la tolerancia religiosa, el


ensayo de VICENTE ROCAFUERTB -Ensayo sob,.e tolerancia religiosa, México, 1831,
Imprenta de M. Rivera, a cargo de Tomás Uribe--, cuyo estudio haremos al tratar
las libertades en el liberalismo mexicano también plantea la separación Estado-Iglesia
y es en este sentido un claro antecedente ideológico de la secularización mexicana.
Rocafuerte se inclina manifiestamente por la separación. Los primeros cristianos hi-
cieron ver que Iglesia y Estado "deben ser independientes. y que entre ellos debe
haber tanta distancia como la que separa el firmamento del globo terráqueo" ropo cit.,
p. 6). Es el divorcio de la Iglesia y el Estado o la independencia mutua. Rocafuerte,
después de hacer un cuidadoso y documentado examen de las relaciones Estado-Iglesia
en distintos países, sostiene las ventajas del sistema de separación implantado en los
Estados Unidos, en relación con el sistema de jurisdicción que priva en Europa. Es
decir, opta por la solución de que no exista religión de Estado, sino estricta separa-
ción, lo que, dice. permite una mayor protección a la libertad individual, un mejor
aseguramiento de la propiedad, la no existencia de diezmos y no se presenta "una
desigualdad chocante en el clero" como sucede en los países de sistema de jurisdic-
ción. (Op. cis., pp. 34-37). Para la distinción entre sistema de jurisdicción o control
del Estado y sistema de separación, el libro clásico es el de Lib".taJ religiosa, de
RuPPINJ, que es seguido muy de cerca en este aspecto por ]. B. BUIlY (Histo,.ia Je
J. Ji"",1Id Je pensamiento. Ediciones Populares Argentinas. Buenos Aires, 1957,
pp. 90-9,).
SECULARIZACIÓN 109

sia, o permitido que las ejerza por su tácito consentimiento". A la


autoridad civil le corresponde el "uso racional y ejercicio legítimo"
de "disponer de los bienes donados por ella o sus súbditos a una
comunidad política".
Mora ve el origen de los bienes eclesiásticos, para después ocu-
parse en las "contribuciones permanentes impuestas sobre la pobla-
ción", las principales de las cuales son los diezmos y los derechos
parroquiales." "En otros países -dice- los bienes eclesiásticos re-
conocen otras fuentes; pero en México todos están reducidos a pro-
piedades territoriales en fincas rústicas y urbanas, a capitales im-
puestos que forman la dotación de los beneficios simples y de los
aniversarios perpetuos de finados o fiestas eclesiásticas, y a contri-
buciones impuestas a favor del clero, y a esta clase pertenecen los
diezmos y derechos parroquiales". Después de describir la natura-
raleza de los bienes, su cuantía y mala inversión, que entre otras
cosas produce la desatención del culto y un paupérrimo bajo clero,
concluye que: "El clero y los bienes eclesiásticos en México no son
cortos ni insuficientes para el desempeño del culto y servicio ecle-
siástico. Lo único que falta es una buena distribución de ambas cosas,
pues la que existe no puede ser peor".
Existiendo abusos "en la naturaleza, administración e inver-
sión de los bienes eclesiásticos", con perniciosas consecuencias para
el culto y la sociedad, es necesario introducir cambios y la autoridad
competente no es otra que la civil: si la Iglesia posee estos bienes
como asociación política, teniendo el Estado derechos sobre los cuer-
pos políticos, no cabe duda que la competencia corresponde a la au-
toridad civil, quien puede y debe intervenir sin necesidad de acuerdo
con la autoridad espiritual. Para fundar ello dentro del típico con-
cepto de liberalismo económico y de su fundamento, el derecho de
propiedad, Mora recurre a la clásica sutileza de distinguir el origen,
naturaleza y extensión del derecho individual de propiedad, del co-
rrespondiente a las ccmunidades o asociaciones políticas. Si bien el
derecho de la Iglesia sobre sus bienes es civil, este derecho es com-
pletamente distinto del de un particular. Se trata de la distinción que
las leyes hacen entre la propiedad individual y la de los cuerpos: a
la primera "le han dado una amplitud ilimitada, a la segunda la han

50 Las leyes civiles, dice Mora, han también arreglado en América lo relativo
al diezmo y los derechos parroquiales para el bajo y miserable clero. Mora calcula
que en 1831 los capitales impuestos para capellanías y obras pías y los que disfrutan
las instituciones de regulares o monoc:ales, ascienden a 75 Ú 80 millones de duros.
110 JESÚS REYES HEROLES

restringido mucho". La acumulación de capitales es ilimitada para


los individuos y limitada para los cuerpos. Para ello se atiende, tanto
a la diversidad de consecuencias de ambos tipos de propiedad, como
a la de orígenes. Mora condena la concentración de capitales, pero
no la condena por igual, según se trate de individuos o comunida-
des. El "mal gravísimo" de la concentración tiene un término natu-
ral -la muerte- cuando es individual y carece de él si se trata de
comunidades. De aquí que en éstas, la acumulación tienda por sí a
ser ilimitada, agravándose el fenómeno en el caso del clero, por la
forma que éste tiene de no enajenar lo que adquiere." Doctrinal-
mente el derecho de propiedad individual preexiste al contrato
origen de la sociedad y el de las comunidades nace con éste. Por
consiguiente, la autoridad civil que representa a la sociedad tiene
todo el derecho a regular y a limitar el derecho de propiedad de las
comunidades o asociaciones políticas. Ello acompañado de las ra-
zones prácticas antes indicadas, ha obligado a los príncipes más cató-
licos, "entre los cuales no falta algún santo canonizado", a prohibir
a la Iglesia la adquisición de tierras o de bienes raíces, sin que en
esto se 'haya contado con ella para nada, pues se ha procedido en
tal materia aun con positiva repugnancia de sus ministros. Mora se-
ñala las quejas de los españoles sobre la acumulación de bienes
raíces en manos muertas y menciona cómo después de la indepen-
dencia, los gobiernos de México "han prohibido las adquisiciones de
manos muertas sin contar para nada con la autoridad eclesiástica".
Al respecto menciona el artículo 13 de la Ley General de Coloniza-
ción, que prohibía a los nuevos pobladores pasar sus propiedades a
manos muertas, y el artículo 9'1 de la Constitución del Estado de
México declarado inconstitucional, como antes vimos.
Mora recalca la situación económica. Los bienes administrados
por comunidades o cuerpos, "no sólo producen poco, sino que son ne-
cesariamente perdidos". La sociedad no puede dejar de resentirse
de los males que ello produce y de ahí que la autoridad deba rehu-
sarles el permiso para administrarlos "y aun si necesario fuese obli-
garlos a su enajenación, haciendo que sólo tengan el usufructo, y
reservando la propiedad de ellos a los particulares, únicos capaces
de hacerlos producir y adelantar". El derecho del individuo a la pro-
piedad, que es de un origen bien distinto y anterior a la sociedad,
es intocable, pues la sociedad ha sido establecida precisamente para

51 V&se Capitulo VII, de este libro. 14 Confllwuia de Ideas.


SECULARIZACIÓN 111

conservar los derechos naturales y "no puede despojar a nadie de


ellos sin un motivo justo y calificado, que no puede ser otro sino el
de una culpa personal". La Iglesia, como comunidad política, puede
ser privada de la administración y propiedad de sus bienes, "cuando
así lo exija la conveniencia pública". Mora, en su férreo individua-
lismo económico, no incurre en contradicción. Los cuerpos políticos
no tienen un derecho de propiedad "distinto del de la sociedad mis-
ma". Su situación es la inversa:

Verdaderamente son más bien usufructuarios que propietarios, es


decir, su derecho es más bien el de percibir los frutos de los bienes
que se les han consignado, que el de disponer de ellos mismos; este
último derecho corresponde propiamente al cuerpo entero de la so-
ciedad, que puede transferirlo a las comunidades, y recobrarlo cuando
lo tenga por conveniente.

Congruentemente, Mora rebate, con respecto a las donaciones


testamentarias al clero, el argumento de que, por su mismo origen,
al intervenir en ellas se violan las últimas voluntades de quienes,
de acuerdo con el derecho de propiedad individual, podían disponer
de los bienes que comprendían.
Mora, en cuyo pensamiento está la separación estricta de Estado-
Iglesia, no se libra totalmente de caer en uno de los términos de esa
alternativa que tantos problemas origina en el Siglo XIX: Iglesia
propietaria o Iglesia asalariada. Dentro de una solución de estricta
separación, un resabio de patronato hace que al Estado concierna el
sostenimiento del culto. Por 10 demás, en el resto de las relaciones
Estado-Iglesia, su posición es rigurosamente laica:

La protección, pues, que el gobierno civil presta, no consiste ni


puede consistir en otra cosa que en acordar ciertos derechos civiles
al cuerpo de los fieles, que se llama Iglesia, algunas distinciones o
preeminencias a sus ministros, y en pagar y costear los gastos neceo
serios para su ssbsistencia y para la conservación del culto.

Claro está que cuando señala para el Estado el costear los gastos
del culto y, sobre todo, en el momento en que lo sostiene, tal punto
era un paso adelante. La protección civil que el gobierno debía dis-
pensar a la Iglesia y a virtud de la cual le correspondía costear sus
gastos, ensanchaba la competencia de la autoridad civil: "Es pues
claro que tal protección importa el d"echo de fijal'ios, la ob/igari6n
112 JESÚS REYES HEROLES

de pagarlos, y la facultad exclusiva de designar los fondos para


verificarlo".
Para terminar, Mora se ocupa en el último punto que contiene
el decreto que convocó al Congreso, o sea, determinar cuál es la
autoridad competente en la materia. Mora opta por los Estados de
la Federación y no por el Gobierno Federal, atendiendo, tanto a la
materia en sí misma, como en relación a la legislación vigente. El
servicio eclesiástico, en general, por ser "la cosa más interior y
peculiar al régimen de los pueblos", y los medios de sostenerlo,
que son los bienes eclesiásticos, deben estar sujetos a "la autoridad
suprema más inmediata que es la de los Estados, y no por la más
remota de los poderes supremos". Mora abona su posición con una
serie de interpretaciones formalmente válidas o dudosas. En el fondo,
no deja de ser un duro contraste que quien veía el origen de nuestro
federalismo partiendo del centro a la periferia y, más que nada,
originado por influencia ideológica, sostenga una atribución tan
vasta y tan delicada para los gobiernos de los Estados. La explicación
es, sin embargo, eminentemente política. En este, como en otros
puntos, eran los Estados los que querían y, quizás, podían avan-
zar. Ya nos hemos referido a los distintos intentos que al respecto
se presentaron e incluso a la proposición de Guanajuato para que
el arreglo del patronato correspondiera a los Estados de la Federa-
ción. Por tanto, la determinación de la autoridad competente en
Mora obedece a una necesidad de carácter político."

LOS DIEZ MESES DE GOMEZ FARIAS

La administración de Gómez Farías se caracteriza objetiva-


mente por su ritmo vertiginoso en el aspecto de solucionar el pro-
blema de las relaciones Estado-Iglesia y abordar, no obstante las
divergencias tanto doctrinales como de método dentro del mismo
cuerpo gobernante, la secularización. Ya se creyera que el camino era

52 Se pretende contestar doctrinalmente a Mora en: "Disertación que rnani-


fiesta la propiedad que los eclesiásticos tienen sobre sus bienes". Anónimo, Imprenta
a cargo de Miguel González, México, 1834. En este folleto se defiende la propiedad
de los bienes eclesiásticos desde los ángulos jurídico y teológico: "La propiedad de
los bienes eclesiásticos es exclusivamente de la Iglesia y no de la Nación". Agrega
que "el Clero no ha recibido su existencia de la Nación" y, por lo consiguiente, es
falso que: "Todos los cuerpos morales traen y reconocen su origen, existencia y
principio de la Nación, como los individuos 10 traen Y lo tienen de la naturaleza".
SECULARIZACIÓN 113

el ejercicio unilateral del patronato o ya se pensara en la delimitación


Estado-Iglesia, la legislación reformista de Gómez Farías y el peno
samiento expresado en ese entonces, revelan que se captaba el poder
de la Iglesia mexicana en toda su extensión. En la Disertación de
Mora, en los proyectos para la deuda pública del propio Mora y de
Zavala, en la brillante intervención de Espinosa de los Monteros
sobre votos monásticos; en la supresión del diezmo, se percibe el
propósito de reducir el poder económico del clero. Las medidas adop-
tadas para destruir el monopolio de la educación por parte de la
Iglesia y las decisiones tomadas en el ejercicio del patronato y diri-
gidas a impedir la acción política del clero y, finalmente, las secu-
larizaciones parciales emprendidas y la no concurrencia de la coac-
ción estatal para el cumplimiento de obligaciones espirituales, indio
can, sin duda alguna, que las ideas confluyen a la separación y secu-
larización.

Secularizaciones parciales
La acción reformista no puede ser silenciosa. El predominio de
los liberales radicales en el Congreso y su natural euforia, fueron un
claro preaviso de por dónde se iba a encaminar la administración de
Górnez Farías. Las medidas defensivas que tuvieron que implantarse
frente a la rebelión de Escalada, Durán y Arista y ciertas acciones
precautorias previas a la iniciación de la acción reformista, pusie-
ron en estado de alerta a las fuerzas que habían intentado el retro-
ceso con el gobierno de Bustamante.
El 30 de marzo de 1833 el Congreso declaró que eran Presi-
dente y Vicepresidente Santa Anna y Gómez Farías, respectivamente.
Estos prestaron juramento el 10. de abril, y el 15 de dicho mes se
dictó la primera disposición transitoria y previa a la reforma, que
anticipa el sendero que ésta seguirá: el decreto que autoriza a los
preceptores de los colegios de San Ildefonso, San Juan de Letrán,
San Gregorio y el Seminario, a conferir a los alumnos de sus res-
pectivas cátedras "los grados menores de filosofía, teología y juris-
prudencia sin necesidad de que cursen la universidad"." Es decir, se

53 Recopilación de leyes, bandos, reglamentos, circlIlares , disposit:iones 'lile


forman regla general de los SlIpremos poderes de los EstaJos Unidos Mexiranos,
formada de orden del Supremo Gobierno por el licenciado BASILIO JOSÉ ARaILLAGA.
Tomo IV, abril y mayo de 1833. México, impreso por Juan Ojeda, 1834, p. 92. El
decreto se publicó en el bando de 2~ de abril.
114 JESÚS REYES HEROLES

da el primer paso en la supresión del monopolio en la alta educa-


ción y ello provisionalmente, "ínterin se arregla el plan general de
estudios".
Unos cuantos días después, por razones ajenas a la reforma,
el 23 de abril, se dicta una providencia de la Secretaría de Justicia,
excitando al cabildo metropolitano y a los prelados a que no se sepul-
ten cadáveres en las iglesias, pues ello infringe las leyes, va contra
el decoro y majestad de los templos y puede ser peligroso, en virtud
de las noticias que se tienen de los estragos del cólera en Cuba.54
y tres días después aparece otra providencia de la Secretaría de
Justicia, que por razones similares ordena se destruya el panteón de
Santa Veracruz y los camposantos de Santa Catarina y San Miguel,
contiguos a sus respectivas iglesias." Aunque strict« sensu, las medio
das no pueden ser calificadas de secularizantes, es obvia su direc-
ción en tal sentido.
El 25 de mayo estalla la rebelión de religión y fueros y el 29
se convoca el Congreso a sesión extraordinaria, concediéndose al
Gobierno facultades extraordinarias por cuatro meses, el 7 de
junio.56 Con el disfrute de estas facultades, método efectivo en nues-
tra historia para el avance, el retroceso o el puro mantenimiento de
la arbitrariedad, la reforma se acelera. Antes, sin embargo, como
acción defensiva, preservación del gobierno liberal frente a los afa-
nes de retroceso, viene la famosa circular de la Secretaría de Justicia,
de 6 de junio de 1833, que recuerda a las autoridades eclesiásticas
la observancia de las disposiciones que prohiben al clero secular y
regular tratar o predicar sobre asuntos políticos. La circular se apoya
en la legislación de Indias y en la disposición de 5 de mayo de
1823.57 También con sentido defensivo aparece la circular de la Se-
cretaría de Justicia, de 8 de junio de 1833, dirigida a que los reli-

54 DI'. cit., pp. 90-1.


55 DI'. cit., pp. 9~-6.
56 Colettión Je leyes y Jerrelos del Congreso General Je la Natión Mexitana
en los años Je 1833 a 1835. México, 1840, Imprenta de Galván, a cargo de Mariano
Arévalo, p. ~4. El 3 de octubre estas facultades se prorrogan por otros cuatro meses
(p. 64) Y ellas cesan el 30 de noviembre de 1833. (p. 15).
57 AnILLAGA: DI'. eit., abril y mayo de 1833, p. 96. El autor, además, repro-
duce las leyes en que se funda la circular. Ella se complementa con la circular de
la Secret.ría de Justicia, de 31 de octubre de 1833, que fundándose en las Leyes de
Indias y en el ejercicio del patronato, prohibe a los eclesiásticos que toquen en el
púlpito materias poUticas "en pro ni en contra de los principios de la administración
pública". (0/1. ch., p. 578).
SECULARIZACIÓN 115

giosos "guarden recogimiento y no se mezclen en cosas políticas".


Es un documento político y de defensa: religiosos de distintas órde-
nes, "faltando a lo que deben a su profesión y a su carácter de mi-
nistros de paz, encargados de enseñar la obediencia a las autorida-
des", se ocupan de "persuadir a personas del pueblo que éste no
debe comprometerse con el actual supremo gobierno, porque en
breve vendrá el general Arista con sus fuerzas y todo lo trastornará".
Tal conducta es calificada de subversiva y contraria al Evangelio. El
Gobierno recuerda que "así como tiene medios para reprimir a los
que abiertamente atacan la constitución y las leyes, los tiene tam-
bién para contener en sus justos límites a los que con mayores obli-
gaciones abusan de la sencillez del pueblo para engañándolo com-
prometerlo a que se rebele o falte a sus más justos deberes"." Del
propio día es la importante circular de la Secretaría de Justicia,
desmintiendo los falsos pretextos "que se han tomado para alterar
la paz"." Este documento es políticamente muy importante. A más
de negar que el Gobierno pretenda abordar el problema de los fue-
ros -lo que requeriría una reforma constitucional- y de decir
que el Congreso carece de competencia al respecto, manifiesta que
los rebeldes tocan el resorte directo de la religión y asienta:
Así ha sucedido con el negocio sobre patronato, de que se han
ocupado las cámaras del congreso general, sin fijar exactamente la
idea y naturaleza de esta cuestión, ni expresar con verdad la solicitud
del gobierno, que hizo observaciones al acuerdo de las mismas cáma-
ras, ni la prudencia y detenimiento del senado, que tiene acordada la
suspensión de este asunto.

El Vicepresidente Gómez Farías explica que las convulsiones


políticas que el país había sufrido durante cuatro años han hecho
que ante la coyuntura del avance se resista "del estado forzado en
que se la ha tenido tanto tiempo". De ello deriva que "porque al-
gunos cuerpos y autoridades civiles han puesto la mano sobre algu-
nos puntos que no son esenciales a la religión santa, sino de intere-
ses temporales relativos al clero", los enemigos "de la paz, de la
libertad y de la independencia", confundan estos puntos con el dog-
ma. Se reitera que los intereses del clero "están bajo la protección
del congreso de la unión y del supremo gobierno federal, según la
constitución y leyes" y que serán atendidos como lo habrían sido de

58 Dp. cit., pp. 113-4.


59 Op. eit., pp. 1l~·9.
116 JESÚS REYES HEROLES

no haber surgido el espíritu de discordia. El 19 de junio, por circular


de la Secretaría de Justicia, después de informar del retorno de Santa
Anna al gobierno, se expresa que éste, así como "está resuelto a sos-
tener la constitución y la religión nacional", espera que los eclesiás-
ticos "procuren llenar de tal modo las obligaciones de su ministerio,
que edificando con su conducta y ejemplo, inspiren a los fieles el es-
píritu de paz, unión y obediencia a las autoridades establecidas"."
El 20 de agosto aparece un bando con la circular de la Secre-
taría de Justicia, del día 17, en que se estatuye que el Gobierno pro-
cederá a secularizar las misiones de la Alta y Baja California. Tal
secularización se realiza dentro de la idea del patronato y encuen-
tra sus antecedentes en la resolución a que ya nos referimos, de
1828. Se dice que en cada misión se establecerá una parroquia ser-
vida por un párroco del clero secular, con una dotación que el Go-
bierno proporcionará y que dichos párrocos "no cobrarán ni perci-
birán derecho alguno en razón de casamientos, bautismos, entierros,
ni bajo otra cualquiera denominación". En cuanto a los derechos de
pompa, podrán percibirlos de acuerdo con el arancel que debería
formular el obispo de aquella diócesis y aprobar el Gobierno. Ideas
secularizantes se encuentran en la disposición, éste último, orde-
nando que cada parroquia mande construir un camposanto fuera de
la población y sobre todo en la de que el propio Gobierno llenaría
los gastos a que, de acuerdo con esta ley, se obligaba, con los pro-
ductos de las fincas, capitales y rentas "que se reconociesen actual-
mente por fondo piadoso de misiones de Californias"."
El 7 de septiembre de 1833 se da a conocer por bando el de-
creto de 31 de agosto, que pone a cargo de la Federación los hospi-
cios. las fincas rústicas y urbanas y todos los capitales "y bienes de
cualquiera clase" que poseían los religiosos misioneros de Filipinas.
Este decreto recuerda en algunas de sus consideraciones la Diser-
tación de Mora. Al Gobierno concierne cuidar la arreglada inversión
de estos bienes, misma que no existe, pues éstos se encuentran en
estado "de desorden, usurpación y abandono". Motivo fundamen-

60 Op, cit., p. 128.


61 Op, cit., agosto a diciembre de 1833. México, Imprenta de J. M. Femández
de Lara, 183', p. 19. Más tarde, por ley de 26 de noviembre de 1833, se faculta al
Gobierno para que haga efectiva esta secularización, pudiendo usar de las fincas de
obras pías de dichos territorios. En virtud de la epidemia, una circular habilita a los
sacertodtes para revalidar matrimonios y faculta a los capellanes para casar en
artículo de muerte por un tiempo determinado. (Op. cit., p. 24).
SECULARIZACIÓN 117

tal de estas consideraciones es que los religiosos encargados de las


misiones de Filipinas "no existen en el territorio mexicano, a vir-
tud de las leyes dictadas para la expulsión de religiosos comunes".
Por 10 consiguiente, "ha venido a incapacidad de retener los bienes",
cuyos productos se invertían en beneficio de "unas colonias de Es
pafia", El decreto es dictado en uso de las facultades extraordina-
rias de que se halla investido el Gobierno. Como se comprenderá,
este decreto era un claro aviso."

Enseñanza libre

El programa de la administración de Gómez Farías para me-


jorar la condición moral de las clases populares, suponía la des-
trucción del monopolio del clero en la educación y un gran impulso,
tanto a la educación elemental, como a la superior. Se quiere, a
través de la enseñanza, fortalecer la evolución política del país y
elevar las condiciones de vida de la población. Un pensamiento re-
moto revelan nuestros liberales al respecto. Mora señala que la de-
cadencia de los colegios y de la Universidad era tan visible ya para
1830, que ni siquiera "la administración retrógrada de aquella época"
pudo "desentenderse de ella". Y cuenta cómo se instaló la Comisión
del plan de estudios, que después fue Dirección General de Ins-
trucción Pública, con la misión de ocuparse fundamentalmente de
examinar el estado de los establecimientos educativos. Esta Comi-
sión declaró a la Universidad "inútil, irreformable y perniciosa". El
Colegio de Santos no podía realizar sus funciones académicas, pues
las capacidades del país "no podían caber, ni tampoco querían ya
reunirse en él". En cuanto a los demás colegios, se les consideró en
sus tres aspectos: la educación, la enseñanza y los métodos "y todo
se creyó defectuoso en sus bases mismas". La educación de los cole-
gios "es más bien monacal que civil"; la enseñanza ancestral y sin
interés, pues en ella predominaba el deseo de formar teólogos y ca-
nonistas. Y en cuanto a los métodos, se elegían autores con cincuenta
o cien años de retraso, con un hábito dogmático que desnaturalizaba
la enseñanza. Estos males existentes en la educación "refluían en la
sociedad" y de aquí que su remedio fuese urgente. En estas condi-
ciones, la Comisión determinó tres principios a seguir: 1Q Destruir

62 DUBLÁN y LOZANO: LegisJa&ión Mexüana. México, 1876, Imprenta del


Comercio, a cargo de Dublán y Lozano. hijos. Tomo II. pp. 550-1.
118 JESÚS REYES HEROLES

cuanto era inútil o perjudicial a la educación y enseñanza; 2'1 Esta-


blecer ésta en conformidad con las necesidades determinadas por el
nuevo estado social; y 3'1 Difundir entre las masas los medios más
precisos e indispensables de aprender"." El Gobierno, para alcanzar
estos fines, solicitó al Congreso autorización para el arreglo de la
instrucción pública y con ella procedió de inmediato.
Por ley de 12 de octubre de 1833 se extingue el Colegio de
Santa María de Todos Santos, previniéndose que el Gobierno hará
que las fincas y rentas de dicho Colegio se administren indepen-
dientemente de los demás ramos de hacienda "y se inviertan en 105
gastos de educación"." Por ley de 19 de octubre se da un paw en
lo que toca al laicismo de la enseñanza, autorizando al Gobierno
para arreglar la enseñanza pública en todos sus ramos en el Distrito
y Territorios, y de ese mismo día es el decreto que suprime la Uni-
versidad y establece una Dirección General de Instrucción Pública
para el Distrito y Territorios de la Federación.
Es decir, el Estado avanza rompiendo el monopolio educacio-
nal y dando un paso en la instrucción pública. A la Dirección de
Enseñanza correspondería manejar todos los establecimientos de ins-
trucción pública y los depósitos de los monumentos de artes, anti-
güedades e historia nacional, los fondos públicos consignados a la
enseñanza y todo lo concerniente a la instrucción pública. La deter-
minación de los libros de texto, el conferir los grados, los planes de
enseñanza, eran tareas de dicha Dirección." El decreto de 23 de oc-
tubre se refiere a la erección de establecimientos de enseñanza pú-
blica en el Distrito Federal. Las cátedras que establece, sobre todo
en los estudios ideológicos y humanidades y en los de jurispruden-
cia, están influidos por el pensamiento racionalista liberal." Di-
chos programas son exclusivamente para los establecimientos pú-
blicos y fuera de ellos se declara libre la enseñanza de toda clase de
artes y ciencias, dándose, asimismo, libertad para que cualquier per-
sona a quien las leyes no se lo prohibieran, pudiera abrir una es-
cuela, dando aviso a la autoridad y "sujetándose en la enseñanza de
doctrinas, en los puntos de policía y en el orden moral de la edu-

63 MORA: Obras Sueltas. Tomo Primero, p. CXCV y sigs,


64 DUBLÁN y LOZANO: Op, cit., Tomo U, p. 563.
65 Op. cit., p. 565.
66 Se señalaban seis: estudios preparatorios, estudios ideológicos y humanida-
des, ciencias físicas y matemáticas, ciencias médicas, jurisprudencia y ciencias ecle-
siásticas. (Op. eit., p. 571).
SECULARIZACIÓN 119

cación, a los reglamentos generales que se dieren sobre la materia".


La intención de estas leyes es romper el monopolio educacional, dar
al Estado las funciones que al respecto le conciernen y liberar y mo-
dernizar el tipo de educación. 67
En cuanto a los planes educacionales, su médula es la idea de
Mora de que: "Uno de los grandes bienes de los gobiernos libres
es la libertad que tiene todo ciudadano para cultivar su entendi-
miento"." La inspiración doctrinal del plan educacional se encuen-
tra en Jovellanos, cuyas oraciones y discursos sobre enseñanza, es-
tudio y educación son publicados." En el establecimiento de estu-
dios ideológicos se mezclan otras influencias, tales como Paley y
Destut de Tracy."

67 Por decreto de 24 de octubre se asignan a la Dirección General de Instruc-


ción Pública las fincas y fondos para su funcionamiento, que incluyen: el convento
y templo de San Camilo con sus fincas urbanas; el hospital y templo de Jesús y las
fincas urbanas del Duque de Monteleone (éstas por ley de 22 de mayo de 1833 se
hahían asignado a la educación); el antiguo y nuevo hospital de Belem; el edificio
de la antigua Inquisición, que ya por ley de 20 de mayo de 1831 había sido aplicado
a la Academia de San Carlos; el templo del Espíritu Santo con su convento; la
imprenta establecida en el hospital de Hospicios; las dotaciones en numerario esta-
blecidas por diversas leyes, que suman 17 mil pesos, tres destinados al fomento "de
escuelas lancasterianas" de primeras letras en el Distrito. Se complementa, asimismo,
la reforma educacional con el decreto de 24 de octubre, que establece una biblioteca
nacional pública, dotada con los libros del Colegio de Santos y de la Universidad,
así como el decreto de 26 de octubre, que establece una escuela normal para los que
se destinen a la enseñanza primaria; otra de la misma clase para la enseñanza pri-
maria de mujeres; una escuela primaria en cada uno de los establecimientos de estu-
dios mayores. Se preceptuaba, además, que la Dirección de Enseñanza establecería
en cada parroquia de la ciudad una escuela primaria para niños e igual se haría,
por lo menos, en cada parroquia o ayuda de parroquia en los pueblos del Distrito.
En las escuelas primarias se enseñaría a leer, escribir, contar y "el catecismo religioso
y el político". (DuBLÁN y LOZANO: Op, cit., Tomo 11, pp. :>71 y sigs.).
68 El Observador de la República Mexicana, primera época, Tomo. 1, p. 68:
"Discursos sobre la educación pública". MORA: Obras Sueltas, Tomo Segundo, p. 104
Y sigs.
69 El Indicador de la Federación Mexicana, Tomo 111, p. 299 Y sigs. En el
Tomo IV del propio periódico se publican otros dos discursos de JovelJanos.
70 Para que se vea la intención y alcance de la reforma educacional, citaremos
a continuación los decretos respectivos: Decreto de 16 de noviembre de 1833 y su
reglamento, de 18 del mismo mes, para el Colegio Militar (DuBLÁN y LOZANO:
Op. cit., Tomo H, p. 603). Por la orientación que se daba a la enseñanza militar,
este decreto pudo haber tenido incalculables consecuencias para cambiar la menta-
lidad del ejército. Decreto de 19 de diciembre de 1833, sobre la Escuela de Primeras
Letras, creada en el establecimiento de estudios ideológicos y la circular de la misma
120 JESÚS REYES HEROLES

El Estado deja de ser brazo secular de la Iglesia

La secularización de la sociedad exige la previa secularización


del Estado: cortando a la Iglesia su brazo secular, o sea, la facultad
jurisdiccional que le viene de la existencia del fuero eclesiástico y
desposeyéndola de la facultad de determinar la acción del Estado
para el cumplimiento de conductas derivadas de obligaciones reli-
giosas, como los votos y los diezmos. La administración de los diez
meses de Gómez Farías no puede suprimir los fueros, tanto por razo-
nes legales, pues ello exigiría la reforma de la Constitución, como
políticas: el grupo gobernante está aliado con una fracción militar
aforada. Sí, en cambio, intenta desasir al Estado de actuar para el
cumplimiento de obligaciones espirituales o en relación con la Igesia.
Al respecto, el 27 de octubre de 1833 se toma una medida de-
cisiva en la secularización de la sociedad." Se trata de la supresión
de la obligación civil de pagar los diezmos. Tal acto quedará como
una herencia consolidada de la administración de Gómez Farías. La
ley preceptúa que cesa en toda la República la obligación civil de pa-
gar el diezmo eclesiástico, "dejándose a cada ciudadano en entera
libertad para obrar en esto con arreglo a lo que su conciencia le
dicte". Es decir, se retira la sanción y la coacción civil en una mate-

fecha que reemplaza con el establecimiento de ciencias médicas las atribuciones de


la Facultad Médica (ARRILLAGA: Op, cit., agosto a diciembre de 1833, pp. 360-1)
Y la ley de 9 de enero de 1834 sobre examen de abogados (Colección de leyes y
decretos del Congreso General de la Nación Mexicana en los años de 1833 a 1835.
p. 278). Decretos de 15 y 25 de enero de 1834, sobre exámenes de agrimensores y
ensayadores; de 6 de febrero del propio año, sobre creación de cátedras de dibujo y
delineación; de 10 de febrero del mismo año, destinando la escuela lancasteriana para
la enseñanza de los artesanos adultos, por la noche. y decreto de la misma fecha,
estableciendo en el Colegio de San I1defonso una escuela nocturna también para
artesanos adultos; el de 20 de abril de 1834, que modifica la ley de 23 de octubre
de 1833, ampliando para los que estudian medicina los cursos de lógica, aritmética,
álgebra y geometría y estableciendo el orden de los cursos en los diversos estable-
cimientos. De abril 21 de 1834, que aumenta los miembros de la Dirección de
Instrucción Pública.
71 DUBLÁN y LOZANO: Op, cit., Tomo JI, p. 577. Se decreta el 3 de noviembre
de 1833 que la ley de 16 de mayo de 1831 -ley de Alamán- sobre provisión de
canongías, "fue obra de la violencia, atentatoria a los derechos de la nación y a la
constitución federal; por consiguiente nula". Se declaran sin ningún valor los aseen-
sos y vacantes provistos conforme a dicha ley y que los antiguos capitulares ocuparán
las piezas eclesiásticas de que disfrutaban antes de la ley de 16 de mayo (ARRILLAGA:
Op. cit., agosto a diciembre de 1833. p. 141).
SECULARIZACiÓN 121

ria eclesiástica. La potestad temporal deja de proteger a la espiritu-


al en un punto de gran importancia."
El 6 de noviembre se da un paso concurrente al implicado por
la supresión de la coacción civil para el pago de diezmos: se dero-
gan las leyes civiles que imponían coacción para el cumplimiento
de votos monásticos. La ley deroga todas las leyes civiles que im-
pusieran cualquier género de coacción directa o indirecta y esta-
blece que los religiosos de ambos sexos quedan en absoluta libertad
"por lo que respecta a la autoridad y orden civil, para continuar o
no, en la clausura y obediencia de sus prelados". La autoridad, así
como protegería "la justa libertad de los religiosos que voluntaria-
mente abandonaran los claustros", auxiliaría a los prelados en el
caso de los que siguieran dentro de las comunidades religiosas para
que no les faltaran al respeto o desconocieran la autoridad de sus
superiores. Al discutirse el dictamen que derogó las leyes civiles
que imponían la coacción para el cumplimiento de votos monásti-
cos, Juan José Espinosa de los Monteros pronuncia un discurso clá-
sico para la historia de la secularización mexicana.
Quienes se opusieron al dictamen alegaban que éste era con-
trario a la religión y a la Constitución de 1824, alarmante, peligroso
y de difícil ejecución. Espinosa de los Monteros opina que el dic-
tamen, lejos de hacer que el Estado se mezcle en cosas ajenas a su

.2 Debe hacerse notar que en Yucatán las autoridades religiosas aceptaron la


supresión de la coacción civil para el pago de los diezmos, preceptuada por la ley
de 27 de octubre de 1833 y, por consiguiente, el sostenimiento del culto a cargo
del gobierno civil. En efecto, el Dr. José Maria Meneses, que gobernaba la diócesis,
después de· advertir que subsistía en conciencia la obligación de pagar el diezmo,
aceptó la dotación que le propuso el gobierno civil, expidiendo al respecto, el 3 de
enero de 1834, e! Congreso del Estado un decreto en que señalaba: lo.-La obliga-
ción para e! Estado de atender a los gastos de! culto; y 20. Que en tanto el Congreso
dictara la resolución para cubrir permanentemente estos gastos, e! tesorero propor-
cionara las cantidades necesarias para el culto. Posteriormente, e! 18 de noviembre
de 1834, el Congreso del Estado decretó que el obispo de esa diócesis disfrutaría de
una asignación de R mil pesos anuales,' "que deberán abonarse del tesoro público
del Estado, mientras se restablecen y ponen en corriente las rentas decimales". (AUDO-
MARO MOLlNA: Los diezmos en Yllcatán, estudio histórico y jurídico. Mérida de
Yucatán. Imprenta de El eco del comercio, 1889, pp. 14 Y t s). Esto hace que al
caer Gómez Farias, los centralistas yucatecos, el 5 de julio de 1834, después de
declarar nulas "las reformas religiosas decretadas por el Congreso de la Unión",
desconocieran al gobernador de la mitra "por haber sido el único prelado de la Igle-
sia mexicana que las puso en observancia" (Eucro ANCONA: Historie de YlIcatán,
México. 1889, Imprenta de Jaime Jepús Roviralta, Segunda edición, Tomo I1I,
p. 348).
122 JESÚS REYES HEROLES

resorte, se dirige "a evitar todo entrometimiento en los actos que le


pertenecen de parte de la potestad temporal". El concepto de es-
tricta separación entre Estado e Iglesia es expuesto con claridad por
Espinosa de los Monteros." La supresión de la coacción civil debe
estimarse "como un verdadero obsequio a la religión", pues los
votos, para ser perfectos, deben ser cumplidos espontánea y libre-
mente y ellos no son objeto del proyecto de ley, sino aquellos "que
se quieran sostener por la mano fuerte de la potestad temporal con-
tra la voluntad actual de los que los emitieron". Según el proyecto,
la autoridad "ni relaja ni dispensa, sino que puramente se abstiene
de tomar participio en su observancia". Es la separación rígida y
sin pretextos. Es "el marcar exactamente la línea divisoria de las
dos potestades, para que a la espiritual y sólo a ella quede todo su
distrito, sin que la temporal se introduzca en él ni aun con pretexto
de defendérsele", El inteligente Juan José Espinosa de los Monte-
ros no ve dificultades en la aplicación de la ley. Cuando se disputa
si la Iglesia tiene "potestad coactiva", se discute una cosa nominal
sin previa definición. La Iglesia "no puede por su potestad ejercer
una coacción que no sea en orden a su objeto espiritual y por los
medios a él conducentes". Como se trata de que "la nación no se
mezcle por leyes coactivas en actos que puramente tiendan a la per-
fección espiritual de los ciudadanos, y nacen de su libertad", la ley
no iría en contra del artículo 39 de la Constitución de 1824, que
obliga al Estado a proteger la religión católica, o se tendría que admi-
tir que habría una pugna entre este precepto y el artículo 30 del Acta
Constitutiva, que obligaba a la nación a proteger los derechos del
hombre y del ciudano. De haber tal contrariedad entre la pro-
tección ofrecida a la religión y la necesaria a los derechos del horn- .
bre y del ciudadano, sería muy fácil distinguir cuál era el deber
esencial, que sería proteger la religión. Pero no hay tal pugna, pqesto
que el artículo 39 de la Constitución de 1824, "no ofrecía absoluta
e indefinidamente" dicha protección y mucho menos lo haría con
leyes dictadas por emperadores romanos, por los antiguos godos "ni
menos por leyes sepañolas que hoy se quieren tener por vigentes",
sino por leyes sabias y justas, y esto es lo que tiene que considerarse
en relación con el proyecto de ley. Espinosa de los Monteros recuerda
las coacciones que se han empleado para el cumplimiento del voto

73 El discurso de Espinosa de los Monteros es publicado por MOllA (Obras


SillItas, Tomo Primero, p. 2'2 Y sigs.) y por MANUEL PAYNO (Op. eis., Tomo 1,
p. 111 Y sigs.).
SECULARIZAOÓN 123

de castidad, procedimientos que no pueden conciliarse "con un sis-


tema en que se reconoce por uno y el más fundamental de los dere-
chos del hombre la libertad". Desde el punto de vista personal, Es-
pinosa de los Monteros es afortunado:

Querer llevar la protección de la potestad temporal a la religión,


hasta el extremo de que constriña al cumplimiento de los votos mo-
násticos, es lo mismo que pretender que la potestad temporal no se
contente con qtre cierta clase de ciudadanos obren bien, sino que
se ensañe contra ellos cuando su voluntad haya desfallecido en la
perfección a que aspiraba.

Sería caer en un Estado monstruosamente moral; esto es, abo


sorbente del individuo, regulador de su conciencia y su conducta
más íntima y personal. El Estado, al aplicar la coacción, "lo que
exigiría sería una pura perfección" en el caso del voto de castidad
"y podría deslizarse a reprobar e impedir un acto en sí mismo bueno
y propio de la libertad cristiana y civil". Y todo ello para nada
bueno, dice Espinosa de los Monteros. La coacción civil no puede
sustentar con la fuerza y la opresión al espíritu de Dios y al poder
de la gracia. Ello no cabe en ninguna idea religiosa. La potestad
temporal no puede sustentar facultades de la espiritual. Agrega Es-
pinosa de los Monteros que se ha dicho que el proyecto de ley "es
antisocial" y originaría escándalos y trastornos similares a los que
"resultarían de abandonar a la voluntad de los contrayentes la sub-
sistencia de los matrimonios". El escándalo no se agrandaría, pues,
al contrario, éste se hace mayor cuando ~e aplica la compulsión y
los votos no se mantienen por la libre voluntad. Por lo demás, y
aquí se ve un antecedente de las Leyes de Reforma, no son equipa-
rables los votos monásticos con el matrimonio y esto, tanto porque
el matrimonio, lejos de contrariar, secunda a la naturaleza, como
"porque es un contrato civil como cualquiera otro de la sociedad,
que sólo puede ser del resorte de la Iglesia elevado a sacramento;
y los votos no son contratos civiles, pues aunque el hombre contrae
una obligación en ellos, esta obligación es respectiva a Dios", colo-
cándose, por consiguiente, en una esfera en que sólo al poder espi-
ritual concierne su cumplimiento. Hay que añadir que no es cierto
que en el matrimonio no pueda dar la potestad temporal la coac-
ción que se crea necesaria para sostenerlo, "pues en raxón de con-
trato puede, como en todos, establecer las ley~ que estime conve-
nientes a su preciso cumplimiento y 5ubsistenda y, como en todos,
124 JESÚS REYES HEROLES

fijar también los casos en que sean susceptibles de penitencia y di-


solución". Ello en virtud de que en los matrimonios la autoridad
temporal ejerce un poder "que le es propio y esencial para arreglar
estos contratos en el modo que a la sociedad fuere más conveniente".
Se ve claramente cómo el matrimonio, desde el punto de vista de
orden público, resulta un acto puramente civil, cuya disolución, in-
cluso, puede ser determinada por la autoridad pública.
No puede decirse que con la ley el cuerpo legislativo meta
"la hoz en mies ajena, destruyendo y declarando insubsistentes los
votos monásticos", pues ello sería un simple pretexto inventado
para una revolución, sería interpretada torpe y ridículamente. Con
ironía Espinosa de los Monteros dice que cabe figurarse un proyecto
de ley diametralmente contrario al que se discute para ordenar la
más estrecha y rigurosa coacción para el cumplimiento de los votos
religiosos y que entonces se vería que se calificaba de "una perse-
cución declarada contra la religión y el estado eclesiástico, y que se
trataba de oprimirlo y fatigarlo para hacerlo desertar". Para com-
pletar su ironía, pone como ejemplo el cumplimiento del voto de
pobreza, que considera perfecto, religioso y santo y "mucho más
desgraciado que los demás en su cumplimiento", demandando, por
consiguiente, eficaces y poderosas medidas para que se cumpliera.
Anticipándose, se pregunta:
¿Qué se diría, si la potestad temporal se interpusiese para que
se observara estrictamente, y desapareciesen tantas riquezas acumula-
das, tantas negociaciones, tantas propiedades?

Por último, Espinosa de los Monteros no considera embara-


zoso el cumplimiento de la ley, pues ella no "mira a acto positivo,
sino que procede en sentido negativo", dando con ello una pauta
práctica para la separación mexicana de Iglesia-Estado, consistente
en un no hacer, en una omisión de la potestad temporal. Por lo
demás, no cree que la Iglesia origine trastornos, y de surgir éstos,
no sería como consecuencia de la ley, sino de la jurisdicción espiri-
tual que saldría de sus límites, caso en que la potestad temporal
tendría los medios para vencer los obstáculos.

Los bienes de la Iglesia: las dioers«: tendencias


La secularización de los bienes de la Iglesia está en el ambiente.
Se plantea el aprovechamiento de los bienes de la Iglesia en bene-
ficio del país, surgiendo al respecto posiciones divergentes. Don Lo-
SECULARIZACIÓN 125

renzo de Zavala presentó, el 7 de noviembre de 1833, un proyecto


para el arreglo de la deuda pública. Para la amortización de la deuda
interior, Zavala proponía la ocupación inmediata de los bienes del
clero y su venta en subasta pública, pudiendo liquidarse la mitad de
ellos en créditos y la mitad en efectivo, a los plazos que se estipu-
Iasen."
La cuestión económica en el programa de la administración de
Gómez Farías se abordaba fundamentalmente en dos puntos, uno
de los cuales era el reconocimiento, clasificación y consolidación de
la deuda pública y la determinación de bienes para cubrir los inte-
reses que demandaba y de hipotecas para amortizarla. Junto a este
punto, el propósito de "reparar la bancarrota de la propiedad te-
rritorial para aumentar el número de propietarios territoriales", fo-
mentar la circulación de la riqueza territorial y facilitar medios de
subsistencia Ha las clases indigentes, sin ofender ni tocar en nada
el derecho de los particulares". Ambos puntos ponen la mira en
los bienes del clero. Estos debían servir para ayudar a cubrir la
deuda pública y fomentar la circulación de la riqueza." La proposi-
ción de Zavala iba dirigida a cumplir con este postulado del partido
liberal. Según Mora, Zavala tocaba "con poca delicadeza y menos
tino, puntos muy graves de reformas políticas, de administración y
de economía pública". Pero, sobre todo, según el Dr. Mora, el pro-
yecto de Zavala tendía a favorecer un negocio particular del propio
Zavala, del que se tuvieron "seguridades positivas y comproba-
das".76 Esto hizo que el Vicepresidente Gómez Farías citara a la .
Dirección de Instrucción Públita y ésta examinara, el 14 de noviem-
bre de 1833, Ha fondo la materia de crédito público, y la mayor parte

74 En el proyecto para el arreglo del crédito público -MOllA: Obras Slultas,


Tomo 1, p. 26~ Y sigs.; MANUBL PAYNO: Op. cit., Tomo 1, p. 3 Y sigs.- Zavala
proponía, además, la supresión de los regulares.
75 Los cálculos hacen ascender la deuda interior a más de 60 millones de pesos
y la exterior a 35 millones -MOllA: Op. cit., p. CXLIV.
76 Parecido e injusto cargo hace El Mosquito Mexicano -México, impreso
por Tomás Uribe y Alcalde, Tomo J, número 23, de 30 de mayo de 18~4- a Mora:
"El expresado Mora, también ha tocado del pillaje de los bienes del duque de Mon-
teleone, pues como director del estableci~iento ideclégíco del hospital de Jesús, se
ha hecho de una hermosa casa, la ha adornadQ a su gusto y tiene una buena dota-
ción; mas no obstante todas estas socaliñas, todavía aspiraba a hacerse dueño, en
virtud de la ley de crédito público, de la casa que antes habitaba, sita en la calle
segunda del Relox número 9; de ahí su empeño en aBitar la sanción de esa inicua
ley, que habría causado males incalculables".
126 JESÚS REYES HEROLES

de las cuestiones importantes que tienen con ella la relación ne-


cesaria". Intervinieron en el asunto Gómez Farías, Espinosa de los
Monteros, Andrés Quintana Roo, Bernardo Couto y el doctor Mora.
Este último informa que Rodríguez Puebla y Gorostiza no tuvieron,
de hecho, intervención. La resolución a que se llegó admira por su
rigor lógico:
19- Las rentas ordinarias de la República eran insuficientes
para cubrir los intereses y amortizar la deuda pública. Siendo im-
posible cubrirlos con gastos ordinarios, se imponía "apela a re-
csrsos extraordinarior', de no querer incurrir en una bancarrota.
29- Estos recursos extraordinarios no podían obtenerse de la
propiedad territorial, en virtud de hallarse gravada en cantidades
mayores a su valor, encontrándose estancada por pertenecer los capi-
tales y la propiedad urbana al clero, permaneciendo indivisible por
deseo del clero y no pudiendo sufrir en tal estado contribuciones.
Tampoco podían obtenerse de la "propiedad e industria mineral",
por encontrarse gravada por capitales del país y extranjeros, por
~ "costosísima en sus labores" y apenas estar recuperándose de la
bancarrota, lo que hacía que sólo pudiera "sufrir las contribuciones
ordinarias". Asimismo, era imposible recurrir a la industria manu-
facturera, por estar ésta reducida "a poco menos que nada", y en
cuanto al comercio, "desnivelado en México por el contrabando que
se hace en sus puertas, cual en ninguna otra parte del mundo", no
ofrecía tampoco posibilidades serias. Además, los impuestos o "ca-
pitaciones forzosas", "por recaer casi siempre sobre el capital", se-
rían ruinosos para la prosperidad pública, injustos por "la desigual-
dad inevitable en su repartición" e ineficaces, atendiendo a "que la
parte más considerable de ellos debería recaer sobre casas de ex-
tranjeros exentos de ellos por sus respectivos tratados".
39 - N o pudiendo aumentarse por un período indefinido las
contribuciones ni diferir el déficit en los gastos de administración
y el pago de la deuda interna y externa, debía disponerse de un
fondo considerable para aplicarlo a tal objeto y: "Que este fondo
existía y consistía en los bienes del clero, cuya ocupación era posi-
ble, política, jllsta, eficaz pard el intento, benéfica a la riqlleza pú-
blica, y al bienestar de las masar'.
Por razones económicas se desembocaba en, el mismo método
aconsejado por las ideas políticas: la ocupación y desamortización
de los bienes de la Iglesia. Se preveían las resistencias; pero éstas
se consideraban susceptibles de ser vencidas con paciencia, mode-
SECULARlZACI6N 121

ración o energía, si se pasaba a las vías de hecho, y por el incentivo


que a los mismos particulares deudores del clero o arrendatarios de
éste se les daría. La idea económica de crear propietarios y fomen-
tar la circulación de la riqueza, haciéndola móvil e intercambiable,
apoyaba la ocupación de' los bienes del clero y el destinarlos a cu-
brir la deuda pública: de aquí que se concluyera recomendando la
ocupación y estableciendo":
Que los bienes eclesiásticos así ocupados debían exclusivamente
destinarse, de pronto, al pago de los intereses de la deuda y más
tarde a su amortización, sin que ninguno de sus productos pudiese
entrar en las arcas nacionales, ni aplicarse temporal o perpetuamente
a otros objetos.

Los gastos del culto deberían salir de estos fondos. Se pensaba


dar personalmente tres o cuatro mil pesos a los regulares de uno y
otro sexo existentes en la República, descargando a la nación de la
obligación de garantizarles su estado. Se establecería que para 10 su-
cesivo el clero no podría adquirir bienes "para su clase, sino que ésta
sería pagada y sostenida por la nación". Se preveía, asimismo, los
templos que el Gobierno sostendría, el número de ministros de las
parroquias y santuarios, sobre la base de que el Gobierno no deter-
minaría el número de obispos, canónigos, curas y ministros inte-
riores del culto, "sino que pondría a disposición del clero los tem-
plos y las cantidades asignadas para el culto y sustento de lof1bi-
nistros eclesiásticos", después de que éstos fuesen nombrados y estu-'
viesen ejerciendo su ministerio, partiendo del ejercicio de la exclu-
siva -patronato-- por el Bsrado."
Mora desarrolló estas bases." No se refiere en el escrito a la
justicia y necesidad de ocupar los bienes del clero y los monacales;
por ser reconocida "universalmente sin másexcepeión acaso entre
todas las clases de la sociedad, que la del clero". Piensa, además,
que el pagar los capitales e intereses de la deuda con los bienes de

77 MORA transcribe el resumen de las ideas expresadas en la junta de 14 de


noviembre de 1833 (Olwas Stlellas, Tomo 1, pp. CXLIV-CLI). En cuanto a los inte->
reses y amortizaciones de la deuda pública, se pondria un t&mino a los acreedores
para que presentaran sus documentos y éstos fueseo examinados, rec:oaocidos ., cla-
sificados. Se pagarían los intereses de 10 reconocido y admitido al abo de un afio.
y el capital por orden sucesivo mediante cantidades anuales. Se preveia la formaci60
de un banco dedicado a administrar los fondos y manejar la deuda interna Y externa.
78 El Indit"atiOf de la FeJeriKi6n MI:xit"tItIII, 20 de noviembre de 18~~, Tomo 1,
número 7, p. 216 Y sias- Mou.: Ofl. di., p. 267 , sip..
128 JESÚS REYES HEROLES

manos muertas, es decir, cumpliendo un plausible objeto, hará olvi-


dar las resistencias. Los regulares tienen derecho a vivir de los bienes
de manos muertas; de aquí la segregación de la parte a ellos corres-
pondiente. El no poner en subasta pública los bienes de manos muer-
tas, se funda en que, de hacerlo, se abatiría su valor, dando lugar al
agio y a que dichos bienes fuesen adquiridos no por el público, sino
por "tres o cuatro casas que están en posición hace muchos años de
absorber las rentas nacionales y secar todas las fuentes de prospe-
ridad pública". Se trata de ligar a la medida el interés de los inqui-
linos, arrendatarios y censualistas. La necesidad de proceder gra-
dualmente, tanto a la venta de los bienes, como a la amortización
de la deuda, apoya la formación del banco, y por ello Mora excita
a que se sigan sus ideas, que reduce a un proyecto de ley de dieci-
nueve artículos. Su proyecto establece la ocupación de todos los
bienes pertenecientes a los regulares, cofradías, archicofradías y
réditos de capitales piadosos no destinados a la manutención de
persona determinada y poseídos por ésta. Dichos bienes servirían
de hipoteca a la deuda pública y pago de sus intereses, para el des-
cuento destinado al sostenimiento de los conventos, sobre la base
de 4 mil pesos por cada individuo, así como para las cargas de las
hermandades y la asignación de las fincas urbanas a los arrendata-
rios en su valor y a un interés del 5% anual, redimible total o par-
cialmente a voluntad del deudor. Se establecía preferencia para los
adquirentes, tomando en cuenta la antigüedad o precio de la vivien-
da, protección para los inquilinos cuando las fincas urbanas no fuesen
adquiridas por ellos y la subdivisión de las fincas rústicas con la
idea de formar una clase media rural. Ni el .minifundismo ni ellati-
fundismo: las posesiones en que se dividieran las fincas no tendrían
un valor menor de 12 mil pesos ni mayor de 25 mil. El proyecto
prevé la creación del banco en cuestión y sus funciones, de acuerdo
con las bases señaladas.
Pero, entre tanto, el 14 de noviembre de 1833, la Cámara de
Senadores se inclina por el proyecto de Zavala, de la inmediata
enajenación de las fincas rústicas y urbanas a crédito. En la Cámara
de Diputados se presenta otro proyecto, de Anastasio Zerecero, y
el 17 de febrero de 1834 la Comisión de Crédito Público de la Cá-
mara de Diputados extiende un dictamen y presenta proyecto de
ley, tanto sobre la proposición de Zavala para la reducción del nú-
mero de conventos, como sobre la organización del crédito público."

79 Ambos dictámenes en MORA: Op. cit., pp. 281·3~9.


SECULARIZACIÓN 129

En cuanto a reducción de conventos, se estatuye que los con-


ventos de regulares existentes en la República se reducirán al nú-
mero que resulte de la dotación de 18 religiosos ordenados, que
por lo menos deben morar en cada convento de las respectivas órde-
nes, suprimiéndose los que no cuenten o contaren con dicha dota-
ción. Por lo que respecta al dictamen sobre crédito público, éste es
minucioso y partía de la erección de una Dirección General de Cré-
dito Público. Con todo detalle se refiere a la clasificación de los
créditos y para dotar de fondos al establecimiento del crédito pú-
blico, se le asignaban:
a) .-Los terrenos baldíos del Distrito Federal y Estados de la
Federación, sin consignación particular.
b) .-Todos los bienes de temporalidades existentes que no tu-
vieran anterior consignación.
c) .-Todas las fincas y capitales que hubieren pertenecido a
corporaciones u obras pías existentes fuera del territorio nacional.
d) .-Todas las fincas rústicas y urbanas pertenecientes a con-
ventos y comunidades existentes en el país, así como los capitales
impuestos en favor de dichas comunidades o que les pertenecieran
por cualquier título. En este caso, el usufructo que estuviera apli-
cado a determinada persona, se le seguiría pagando vitalíciamente.
e) .-Todas las fincas rústicas y urbanas pertenecientes a las
archicofradías y cofradías, así corno los capitales impuestos a favor
de ellas.
f) .-Todos los bienes que en vinculaciones de cualquier clase
se hallaren en manos muertas y que no pertenecieran a alguna
persona o personas descendientes de los fundadores. Se exceptua-
ban las capellanías eclesiásticas por el tiempo de vida de sus po-
seedores.
g) .-Los fondos y asignaciones que formaren parte de las hi-
potecas especiales de la deuda. Se preveía la ocupación por el Go-
bierno de todas las fincas rústicas y urbanas pertenecientes a los
conventos y comunidades y a las archicofradías y cofradías.
El dictamen fue obra de Juan José Espinosa de los Monteros.
Para Mora, el dictamen encontraba su mayor inconveniente "en
las circunstancias", en su perfección. Las circunstancias "exigían no
leyes perfectas, sino medidas prontas y enérgicas", la novedad de
la materia t los intereses y la reacción teocrático-militar que estaba
viniéndose encima por momentos, "impedía que progresara". A esto
obedeció que no se concluyera ni siquiera s.u discusión en la Cámar~
de Diputados. El, sin embargo, como profetizó Mora, por su solí-
130 JESÚS REYES HEROLES

dez, debía "renacer de sus propias cenizas y realizarse por sí mismo"


muchos años después.lIO

Las reflexiones de Mora

Mora publica, el 19 de marzo y el 9 de abril de 1834,81 unas


interesantes reflexiones sobre el dictamen de 17 de febrero. Magis-
trales desde el punto de vista de estrategia política y explicativas
del juicio sobre el defecto de perfección del proyecto elaborado por
Espinosa de los Monteros. La opinión de Mora resulta altamente
ilustrativa, tanto sobre las circunstancias y puntos divergentes en la

lIO Es perceptible, en lo que se refiere a la desamortización de los bienes de la


Iglesia, la influencia, tanto en la Disertafión de Mora, como en el proyecto de Espi-
nosa de los Monteros, de ]ovellanos, más las que de lejos venían, como la de Ca-
barrús, De Pradt, Gregoire, Llorente -en mucho menor escala- y de los "Ocios
de Londres". Las influencias se empalman y son de distinto origen. La idea de aplicar
los bienes del clero para cubrir la deuda pública tiene genealogía francesa; Por lo
demás la idea de aplicados bienes efe la Iglesia a eubrir la deuda pública o a formar
el crédito, llega a ser general en los medios liberales internacionales. En España las
Cortes de 1834 "aplicaron, en principio, los bienes de amortización eclesiástica a la
extinción de la deuda pública" (MAR.CBLlNO MBNtNDBz y PBLAYO: Historie de los
heltwodoxos espafloles, Espasa Calpe Argentina. Buenos Aires, 1951, Tomo VII,
p. 214). El empeño de Mora de distinguir la propiedad individual de la del clero
en sus origenes y efectos, encuentra también inspiración francesa. El Discerso sobre
el dtwefhQ de 1fl sotiedaJ Ptlt'fl OfNPtlt' los bienes del dtwo, de MlRABBAU. constituye,
a no dudarlo, una fuente primordial. La tesis de que la nación es la única propietaria
de los bienes del clero; la distinción del clero como comunidad religiosa, del clero
como comunidad poltica; la naturaleia- de las fundaciones desde el punto de vista
liberal y el no atentar contra su voluntad si se desempeñan las cargas supuestas,
encuentran su apoyo en el famóso discurso de Mirabeau. Este discurso es publicado
por El IntlifaJar de la Pedtwll&ió" Mexifatlfl el 26 de marzo de 1834 (Tomo 111,
p. 195). Aparte, los proyectos de Zavala, Mora, Espinosa de los Monteros, Zereeero,
otros incluso más audaces, surgen en la época. Así por ejemplo, El IndifaJor (Tomo
111, p. 205) publica un remitido -Reflexiones sobre el trédito p1Íblifa- que no deja
dé ser interesante. Critica el proyecto de Espinosa de los Monteros y dice que éste
se va a esterilizar por la falta de recursos en el país. Por lo consiguiente, propone
la venta a crédito mediante la emisiÓft de papel. El lndkatlor, al publicarlo, dice
que estA enteramente en desacuerdo con él, pues al pretender vender "las fincas por
papel", se ayudaría a los agiotistas y mis valdría dar las fincas "al primero que pa-
sase por la calle". El remitido, sin embargo, revela información. Las discusiones y
resoluciones a que llega la DirecciÓft de InstrucciÓft Pública sobre el problema son
publicadas (El IntliúJar, Tomo 11, pp. 175-85 Y 285-94).
81 El '"di~aJor de la· PedfWilfid" Mexifatltl, Tomo JI, pp. 175, 185 Y sis'.
M~: QbrM $pellas, To¡no 1, pp. 325, ~45 ., siss.
SECULARIZACIÓN 131

materia, como de la premura con que se tenía que proceder y los


obstáculos a que la acción reformista se enfrentó. Después de un
contundente elogio del proyecto, subraya su inconveniente, que es
su perfección y afán de abarcar todo lo relativo a tan complicada
cuestión. La perfección es indudable y en ella radica la causa de
la fatal dilación:
Todo esto es cierto e innegable, pero no 10 es menos que esta
perfección que ha querido darse a la obra, es precisamente la que va
a frustrar los buenos resultados que el público se prometía de ella,
puesto que Ya a hacer embarazosa y prolongada la discusión, y retar-
dar la expedición de una ley, sin la cual de hecho no puede haber
arreglo ninguno en materia que por momentos se vuelve un caos.

Entre los puntos que se comprenden en el dictamen hay unos


"que demandan un arreglo urgente y ejecutivo y otros que no im-
porta dilatarlos; muchos en que se hallan perfectamente de acuerdo
todos los que han de contribuir a la confección de la ley, y otros
en que están enteramente divergentes". El consejo, ante esta situa-
ción que amerita jerarquizar propósitos y metas es dado con pocos
miramientos:
¿Por qué, pues, no se separan estos puntos y se clasifican en
distintas leyes, que puedan emitirse en orden sucesivo para abreviar
y facilitar de esta manera un procedimiento tan complicado? Bastan-
tes son ya por si mismas las dificultades que ofrece cada uno de ellos,
considerado aisladamente, para que deban aumentarse con las que
puedan venirle por la relación y dependencia, que sin un motivo
plausible se le quiera dar con otros.

Los objetivos pueden aislarse y a corto plazo unos derivarán


de otros o estarán implícitos en ellos. Por tanto, se puede avanzar
a través de leyes parciales que comprendan los distintos puntos y
sobre la base de que los urgentes eran:
10. Reconocimiento y clasificación de créditos; 20. Designación
de hipotecas; 30. Administración de fondos; 40. Enajenación de los
mismos; 50. Amortización; 60. Ocupación de los bienes que hayan
de constituirlas.

En esta tesitura,Mom dice que la primera ley que debe dic-


tarse "es la que designe los bienes que deben servir de hipoteca al
132 JESÜS REYES HEROLES

crédito nacional y prevenga su inmediata ocupación", esto es, los


bienes de manos muertas." Consecuente con tal táctica, presenta
tres proyectos de ley. Uno dirigido a la designación y ocupación
de los bienes y los otros dos al arreglo de la deuda pública. Ellos,
dentro de sus límites, no presentan diferencia sustancial con las
ideas que privan en el proyecto Espinosa de los Monteros."
Sobre la prioridad que Mora concede a la ocupación de los
bienes de la Iglesia, ella se funda en razones teóricas que apoyan
ideas secularizantes y en una obvia necesidad política. Mora, en
otra parte, aclara su idea al respecto." Sólo es posible un Estado
laico independiente y supremo y una sociedad secular si se ocupan
los bienes del clero. Sin ello es imposible una sociedad fuerte y li-
bre; por lo consiguiente, la ocupación es previa al logro de la sepa-
ración del Estado y la Iglesia y de la existencia de una sociedad
verdaderamente civil. El pensamiento sobre este carácter previo de
la ocupación es claramente expuesto:

Esta medida traslada del Clero a la Sociedad civil y a su gobier-


no esa masa de intereses que constituyen un poder tan formidable, y
por una simple evolución hace perder al enemigo tanto poder cuanto
es el que confiere a la Sociedad; o en otros términos el uno queda
completamente desarmado y la otra plenamente robustecida.

Priva el patronato
Mientras las discusiones públicas se llevaban al cabo y las di-
vergentes tesis tropezaban entre sí, otras acciones reformistas se
efectuaban. Como uno de los métodos a que el clero recurrió con-
sistió en la simulación jurídica de los bienes -compras falsas,
creación ficticia de acreedores, desaparición de bienes muebles, etc.-,
el Gobierno declaró nulas algunas ventas simuladas y prohibió las
operaciones con los bienes de manos muertas por la ley de 24 de
diciembre de 183385

82 Mora, además, hace observaciones formales dirigidas a mejorar el proyecto


del dictamen.
83 MORA: -op. cit., p. 361 Y sigs.- se ocupa, con datos de Abad y Queipo,
del problema de si el monto de los bienes alcanza para los gastos del culto y la
deuda pública.
84 Op, cit., Tomo 1, p. CLXIII.
85 "No se han debido ni podrán ocupar, vender o enajenar de cualquiera rna-
nera los bienes raíces, y capitales de manos muertas existentes en toda la república,
SECULARIZACIÓN 133

y no sólo se adoptan medidas precautorias con respecto a


los bienes de manos muertas, sino que se avanza en la seculariza-
ción en otros aspectos. Por bando de policía de 15 de diciembre
de 1833, se prohiben las inhumaciones dentro de los poblados. En
los considerandos se dice que España, cuando "las luces comenza-
ron a penetrar" en ella, intentó combatir "algunas veces" las tra-
diciones más arraigadas: "Una de éstas era la de sepultar a los
muertos, en perjuicio de los vivos, dentro de las poblaciones". Por
consiguiente, este bando sólo pretende el cumplimiento de la ley
española de 19 de noviembre de 1813 y de las leyes de Indias. Ade-
más, se establece un cementerio general en la ciudad de México."
Del 17 de diciembre de 1833 es la ley que determinó se pro-
veyeran en propiedad los curatos, ley que además contenía otras
prevenciones sobre la materia. Este ordenamiento se fundaba pre-
cisamente en la legislación de Indias y hacía que el Presidente de
la República en el Distrito y Territorios y los gobernadores en los
Estados ejercieran las atribuciones concedidas por la legislación de
Indias a los virreyes, presidentes de audiencia o gobernadores, esta-
tuyendo una sanción pecuniaria para los obispos y algunos de los

hasta que por laresoluci6n pendiente del congreso general no se determine lo que
haya de hacerse en esta materia" -Re(op¡lación de leyes, bandos, reglamentos, eu.,
formada por el Lic. BASILIO josé ARRILLAGA. Agosto.diciembre de 18~3, pp. ~6~·6.
Antes, por bando de 20 de noviembre de 1833, se suspendieron en sus efectos, como
"ilegales" hasta la resolución del Congreso, "todas las ventas, enajenaciones. impo-
siciones y redenciones que se hayan verificado de bienes y fincas de regulares del
distrito federal desde que se juro la independencia nacional" así como que no se
efectuaran en el futuro. Como esta disposición señalaba la prohibici6n a los escribanos
y funcionarios públicos de que autorizasen dichas operaciones, el 3 de diciembre de
1833 -Op. cis., p. 314- una circular aclaré que sí se podían otorgar instrumentos
públicos cuando se tratara de trasladar de una finca a otra las hipotecas o de renovar
escrituras cumplidas. El 24 de enero de 1834, por circular. se estableci6 que se depo-
sitarían en la Casa de Moneda los arrendamientos de fincas de manos muertas ven-
didas antes del 18 de noviembre de 1833 (DUBLÁN y LOZANO: Op. eit., Tomo 11,
pp. 668·69).
86 .AR1uLLAGA: Op. cit., p. 338 y sigs. Por ley de 16 de abril de 1834 se pro-
cede a la secularización de todas las misiones de la RePública. Este decreto iba a
tener efecto cuatro meses después de su publicaci6n y establecía que las prisiones se
convertirían en curatos, cuyos límites demarcarían los gobernadores de los Estados.
(DUBLÁN y LOZANO: Op. cit., Tomo Il, pp. 689·90). Por ley de 13 de en~ de
1834 se cedieron a los Estados los edificios que fueron conventos. colegios y oratorios
de los eJe·jesuitas, que se hallarusituados dentro de sus respectivos territorios y DO
estuvieran legalmente enajenados COpo eit., Tomo n, p. 669).
134 JESÚS REYES HEROLES

arzobispos que faltaren a lo prevenido por ella." Se trata, pues,


de un claro ejercicio unilateral del patronato y mediante esta ley, se-
gún Mora, se impusieron las Cámaras y triunfó el ejercicio del patro-
nato sobre la separación estricta Estado-Iglesia. 88
La idea secularizante quedó postergada. No fue vencida, en
virtud de que, como hemos visto, en ciertos aspectos se impuso.
Pero el sentido general de la acción reformista de Górnez Farías
resultó determinado por el ejercicio unilateral del patronato. En
honor a la verdad, puede decirse que aunque la legislación de
Gómez Parías se fundó en el ejercicio del patronato, los problemas
fueron contemplados con vías a la secularización y separación. La
idea secularizante pretendía dejar al clero absolutamente libre en
su misión espiritual, "pero sustrayéndole al mismo tiempo todo el
poder civil de que gozaba por concesiones sociales", según lo asienta
Mora. Es la idea de la omisión estatal sustentada por Espinosa de
los Monteros en su valioso discurso sobre los votos monásticos, idea
que Mora expone con toda claridad. No se trataba de "imponer

87 AIuuLLAGA: Op, clt., p. 349·~O. La ley de 17 de diciembre de 1833 dio


lugar a la siguiente reacción de los obispos: la legislación de Indias relativa al pa-
tronato no estaba en vigor por no haber celebrado la nación concordato con Roma.
Por consiguiente, no había obligación de cumplir la ley. El obispo de Puebla, Dr.
Francisco Pablo Vázquez, fue acusado de excitar a favor de la rebelión de religión
y fueros y varias legislaturas pidieron su expulsión, entre ellas la de Puebla. El
obispo se dirigió al Gobierno Federal negando la acusación y éste contestó el 19 de
marzo, diciéndole que el Congreso, a petición del Poder Ejecutivo, había acordado
dejar eJl suspenso el negocio. Esto no obstó para que el obispo lanzara un edicto
_1 9 de abril- tergiversando la comunicación oficial. El incidente se resuelve me-
diante orden de expulsión, que es eludida por medio de ocultamiento. Todo ello
culmina con la orden de expulsión de los obispos que desobedecieron la ley. (El
Indit-aJor de la Federación Mexi(a»a, Tomo 111, número 9, p. 271 Y sigs. publica
los documentos, a petición del Gobierno).
88 LUCAS ALAMÁN, que tiene una concepción, como hemos sostenido, completa.
no deja de acusar el golpe. Con el gobierno de Gómez Farías se ataca la primera
de las garantías del Plan de Iguala, que había sido mantenida como una tradición.
Los ataques a la conservación de la religión consistieron en: lo. Afectar la jurisdicción
de la Iglesia, al proveer los curatos de la ley respectiva; 20. .Afectar sus rentas, "de-
jando el pago de Jos diezmos a sólo la conciencia de los causantes sin obligación al-
guna civil" y apoderándose de los bienes eclesiásticos; 30. El intento contrario a las
instituciones monásticas, "creyendo destruirlas del todo con suprimir la coacción civil
del cumplimiento de los votos". (Historia de Méxi(o desde los primeros movimientos
file prepara;,on Sil independenda en el afio de 1808 hasta la épot« presente. México,
Imprenta de ]. M. Lara, 18~2. Tomo V, pp. 860·61). Pero, según A1amán, el "gran
golpe dirigido contra la religión, fue la exclusión completa del clero de la enseñanza
pública" (Op. cit., p. 862).
SECULARIZACIÓN 135

preceptos al poder eclesiástico, sino de rehusarle la sanción sobe-


rana y la cooperación cívil"." Por este principio el· pago del diezmo
dejó de ser una obligación civil y se eliminó la coacción pública en
el cumplimiento de los votos monásticos. El mismo llevó al ánimo
de la reforma "la devolución al poder civil, de los registros cívicos
y los arreglos concernientes al estado de las personas". La meta era
hacer civiles los actos del hombre de la cuna a la tumba, dejando la
intervención de la Iglesia exclusivamente sujeta a la conciencia in-
dividual:

Un poder extraño al de la nación se hallaba de muchos siglos


atrás en posesión de reglar casi por sí mismo el eJlfJdo civil de los
ciudadanos en orden a nacimientos, matrimonios y entierros, y esto
causaba: mil embarazos al poder público nacional.

Siendo el matrimonio "la base del estado de las personas", era


necesario considerarlo como un contrato civil y dejar lo religioso
a la conciencia:

Los negocios religiosos no se arreglan sino de conciencia a con-


ciencia; y la bendición nupcial no tiene valor si no reposa sobre la
fe del que la confiere y de los que la solicitan. El poder civil incom-
petente para crear e incapaz para destruir esta convicción, tampoco
debe reglarla.

El Estado tenía que recobrar un poder civil que de hecho era


ejercido por el clero. Matrimonio como contrato civil, registro de
nacimientos y entierros, panteones civiles y quitar a los actos del
clero la fe pública de que estaban investidos. El esclarecimiento de
objetivos secularízantes, la medida de las resistencias que los mis-
mos engendraban, la necesidad de proceder con celeridad y el mé-
todo de lograr la secularización a través de leyes parciales, mediante
avances limitados, constituyó una herencia ideol6gica y de método
político que más tarde sería aprovechada en todo su alcance. Algu-
nas de las medidas adoptadas quedaron en vigor; tal por ejemplo,
la supresión de la coacción civil para el pago del diezmo. Otras,
aunque se tradujeron en leyes, fueron derogadas y algunas de las
ideas ni siquiera llegaron a convertirse en legislaci6n. Todas, sin

89 MORA: Ofl. cit., Tomo 1, p. CXXVII.


136 JESÚS REYES HEROLES

embargo, vmieron a constituir un cuerpo de doctrina que en sus


aciertos y equívocos mucho sirvió para la Reforma.
En Mora, por ejemplo, no sólo se configura cabalmente la
idea de una sociedad secular, sino también se estructura el princi-
pio político de que una estricta separación entre Estado e Iglesia
destierra conflictos y suprime rozamientos. Por eso, en México y
sus revoluciones, Mora postula que en la Constitución del país no
haya nada en relación con concordatos y patronato~í y se haga una
delimitación de tal naturaleza, que la autoridad temporal sea ajena
a las funciones religiosas y el poder eclesiástico a las civiles. Si a
ello se agrega la abolición de los fueros, suprimiendo las facultades
jurisdiccionales de la Iglesia, la prohibición de adquirir para la
Iglesia y la disposición de los bienes que ésta tenía acumulados, se
obtiene una separación estricta, la sociedad civil readquiere su poder
y se mantiene una Iglesia libre, en cuanto se le deja que nombre
sacerdotes y obispos, "entendiéndose con Roma corno le parezca".
Para completar la secularización de la sociedad, se sustraen a la in-
tervención del clero los actos civiles de las personas, como el matri-
monio, y así, en Mora se redondea una visión cabal de seculariza-
ción de la sociedad y de separación entre Estado e Iglesia."
Mora, al prescindir de todo residuo de patronato, va a precisar
el problema de una sociedad secular en su verdadero significado,
anticipándose a la solución que Cavour, muchos años después, va
a tener como aspiración, con la fórmula de una Iglesia libre en un
Estado libre." Cavour dijo:
Creo preferible tener un clero poseedor, que un clero asalariado.
Si no han de tolerarse las usurpaciones del poder eclesiástico, tam-
poco hay nada de más funesto que un clero dependiente en absoluto
del poder político.92

90. Méxiro y SII1 revoluciones, obra escrita por JosÉ MA1lfA LUIS MORA, Tomo l.
París, Librería de Rosa, 1836, pp. 341-42.
91 La fórmula de la Iglesia libre en Estado libre es de Montalembert. Lamen-
nais la emplea y llega a generalizarse. (Las releciones en/re la Iglesia , el EsttJJo
en la Historie, la Dor/rina , los Cánones, por el doctor JosÉ EscOBEOO GoNZÁLEZ-
ALBERO. Madrid, 1927, Librería General de Victoriano Suárez, pp. 84-8').
92 MA1lco M,NGHETTI: Es/aJo e Iglesia. Madrid, Imprenta de la Sociedad
Tipográfica, 1878, p. 140. Minghetti fue ministro de Cavour y expone claramente
su pensamiento. La reacción frente a los intentos liberales de la década del 70, y en
parte contestación a la tesis de Cavous,.se encuentra en: MATEO LmEllATOllB: lA
Iglesia y el Estado, Madrid, Librería Católica de San José: Imprenta de F. Maroto
e hijos, 1878.
SECULARIZACIÓN 137

Cavour no obtuvo esta solución. El liberalismo mexicano sí


logró tener una Iglesia ni propietaria ni asalariada. Las bases de
esta solución se encuentran ya en el pensamiento de Mora: una so-
ciedad libre cortando las facultades seculares de la Iglesia, prescin-
diendo de la idea del patronato y deslindando estrictamente las
funciones del Estado y de la Iglesia. Desgraciadamente, la concep-
ción de Mora no guió unívocamente a nuestros liberales en sus pos-
teriores luchas, como tendremos oportunidad de ver, y ella vino a
ser la solución mexicana sólo después de muchos años de fatigas.
139

MANUAL COMPENDIO
DE EL REGIO PATRONATO INDIANO,
Para fu mas fadl ufo en las materias conducentes a la
PRACTICk
DEDICADO
AL REY NUESTRO SEÑOR
D.FERNANDOVI.EL AMADO.
'POIJ{. ff)ON ANTONIO JOACHIN os 'RJrsAf)E'NEr~
1 'Bamentor , Abogado de la 'R.!al Audiencia de MexICo , de Pobres defu
Sala, de Prefos del Santo Oficio de la 1n'luifiáon de Nut'Pa Efpaña,
y fu Confultor por laSuprema,Coleglal Mayor enelViejo de Santa Mar;a.
de Todos Santos de dicb« Ciudad, del Confejo de S. M. antes Oydor de la.
fJ?!al Audiencia de Guadalajara, rJlano de la 'NUt'P4 vali"a,
) ho) Fiftdl del Crimen de lade MexICD.

CON PR.IVILEGIO.

IN MADRID, por ANTONIO MARIN, año M.DCC.LV.

Esclarece la polémica.
141

Patronato, "idea total"


143

T... n: PI,. r..


SBOUNDA CONVBRSACION
DBL PAYO Y BL 8A.C8.rST.A.N.

• • • • •0•••••••

'M';""'. Compaelre, por amor ele Dios, ¡que ..


ha hecbo vd.!
"lo. Elta m.ldita pl"aa ao me dejó venir el.-
bado; pero ya tltoy aqal para que rcflltemos IDI
flDpfcsosde Guadalajlra y Meli\."O, .
"tr. Nor por ahora dejareDlOl deacanlar , 101 ca.
b6ni{tos, y responderemos á las preguntas del P..•
yo del Rosario, pues que 80 hay quien le has. el
f4YOr de sacarlo de sus dudal.
P"10' Sota en hora buena: cualquier cosa util á la pa...
uiadebe ocupar buestra ateocion: lea vd. Jas pre.
guntas, y yo veré si coa mi pechera y mansa Ja.
puedo respelnder.
aStlt,. Pues comienlO.
P,i","a 1"6." ¡Le será dificil al ¡oSleroo
averJsuar 101 IUletOl que componen el compl6t de
Yucatán, ., la.'
por la. declaraciones de ello.
los iniciados coo la. ,spedicione. de .u. eaemilos!
R,'P'W"'" AcalO aí, porque. los superiorel ca-
tÍD "pucltOS al en1160, Y si los que están á IUI
inmediadonea DO 100 6c1a~ nada hay mal di6cil
que ..ber la verdad. .
f",. S,~ I"g.a. ¡Se ocukara a IU' arbitriOl

"Si una corporación se puede sobreponer al gobierno sólo en


razón de su opinión, aún más podrá otra con opinión y con
armas .• :'
145

RECOPILACION
de
LEYES, DECRETOS, BANDOS, REGLAMENTOS,CIRCVLA-
RES y PROVIDENCIAS DE LOS

DE LOs

E8TADOS-171WIDOS JIEXlfJA.N08,
FORMADA. DE ORDEN

POR EL

~ 9k~ JAM' v4"~?".

COMPRENDE ESTE TOMO


LOS MESES
de
-'I';08rO d BICIEdDIBB BB IS•••

MÉXICO•
... ........ .........
l."..,. .,.P.,
de J. di. Dr,.
C.
~. . ., efllle

IS8".

Los diez meses de Gómez Farías.


CAPITULO III

SECULARIZACIÓN

Estado-Iglesia: Patronato previo concordato; Los puntos de vista de "El Cos-


mopolita"; Escaramusas entre los dos poderes; El Congreso: mayoría, mino-
ría y segundo proyecto. - Sociedad-Iglesia: El segundo intento de Gómez
Farías; y las resistencias: conservadores, moderados y jóvenes impacientes;
Las peripecias de los gobiernos moderados; Munguía, Melchor Ocampo y
el gobierno de Zacatecas; Ayuda y los primeros pasos; Los jesuitas; Desamor-
tización; La potestad civil y el culto; Obvenciones parroquiales, registro
civil y cementerios; El juramento de la Constitución. - El proceso culmina;
La Reforma y su contenido; Estabilidad de la Reforma; Constitución y
Reforma.
ESTADO-IGLESIA

Patronato previo concordato

Apenas salido Gómez Farías del Gobierno, la reacción se ini-


cia. Sin embargo, como límites de ella, se presentan las contradic-
ciones existentes entre las fuerzas conservadoras, las fisuras inter-
nas de estas fuerzas y, por supuesto, la acción liberal ininterrum-
pida. Todo ello va a hacer que la acción legislativa de Gómez Fa-
rías no sea nulificada en su totalidad. Desde luego, queda en vigor
la ley que suprimió la coacción civil para el cobro del diezmo. El
decreto y reglamento de 6 de noviembre de 1833, que suprimieron
la compulsión civil para el cumplimiento de los votos monásticos, no
son derogados sino hasta el último gobierno de Santa Anna, el 26 de
julio de 1854, en que, a título de proteger con las leyes el cumpli-
miento de los votos monásticos, se restauró la compulsión; por con-
siguiente, la ley de 6 de noviembre de 1833 estuvo en vigor aproxi-
madamente veinte años.'
Todos los planes educacionales y las medidas adoptadas al
respecto, fueron derogados por una providencia de 31 de julio de
1834, que restauró los establecimientos de instrucción pública a su
estado anterior. En esta providencia se dice que la reforma educa-

1 LI,es de Refo"na, Colecci6n formada y anotada por el I.1e. Bus JosÉ Gu-
nÉRIU!z. México, Imprenta del Constitucional, 1868. Tomo 1, p. 639. Como ejemplo
de derogaci6n general de la legislaci6n de Gómez Parías, puede verse el decreto de
Puebla de 1S de diciembre de 1834, en que se dice: ..... que las llamadas leyes de
reformas valen tanto como si hubieran sido dadas por la autoridad privada de par-
ticulares", pues los. congresos constitucionales carecían de facultades sobre materias
religiosas. dado que la Constituci6n sólo los autorizaba a proteger y no a destruir.
En consecuencia, "El gobierno del Estado de Puebla no reconoce fuerza de leyes en
las llamadas reformas ecl~ii$tias expedidas en el presente bienio por el congreso
"'--- .
150 JESÚS REYES HEROLES

cional se intentó realizar con violencia, atacó la propiedad y dio


una "viciosa organización" a la enseñanza pública.2
La ley que determinó se proveyeran en propiedad los curatos
y que ejercía el patronato con fundamento en la legislación de In-
dias, de 17 de diciembre de 1833, así como la circular de 31 de oc-
tubre de 1833, que prohibía a los eclesiásticos tocar en el púlpito
materias políticas, y la de 22 de abril de 1834, fueron suspendidas
por circular de 23 de junio de 1834.3
Por ley de 25 de mayo de 1835 se declararon expeditas las
corporaciones eclesiásticas en el uso legal de las propiedades que
les pertenecieran." Y por ley de 7 de noviembre de 1835 se sus-
pende la secularización de las misiones de las Californias.!
Atendiendo, pues, a estas medidas iniciales y a los orígenes del
gobierno de Santa Anna -Plan de Cuernavaca-, los sectores con-
servadores y el Congreso, en que ellos dominaban, esperaban me-
didas directas restaurando las facultades cercenadas a la Iglesia
por el gobierno reformista de Gómez Farías. Tal cosa, sin embargo,
no ocurrió en la medida deseada. En primer lugar, porque el cons-
titucionalismo oligárquico que surgió, fracasó en su pretensión de
maniatar a Santa Anna en el ejercicio del Poder Ejecutivo a través
de las Siete Leyes y mediante el "tutor" y "padrastro" que los legis-
ladores habían previsto para el Ejecutivo, hecho que contribuyó a
que las Siete Leyes no se plantearan." En segundo lugar, porque
la pobreza del erario y en contraste la riqueza del clero, obviamente
inducían a los préstamos forzosos y a disposiciones legales parcia-
les en relación con los bienes del clero. Y esto sucede antes y des-
pués de la vigencia de las Siete Leyes.'

general y por la legislatura del Estado". (La Oposición, primera época, Tomo 11.
México, impreso por Juan Ojeda, 1834. Número 23. 23 de diciembre de 1834).
El propio periódico, comentando este decreto, niega al gobernador de Puebla facul-
tades para derogar las reformas eclesiásticas, calificándolo de "sultán". Como el
gobernador de Puebla restauraba la obligación de pagar diezmos y primicias, La
Oposición combate lo que califica de monstruoso despropósito.
2 Colección de leyes y decretos del Congreso General ..., pp. 280-92.
3 BLAS JOSÉ GUTIÉRREZ: Op. cit., Tomo 1, p. 639 Y sigs.
4 ARRILI.AGA: Recopilación de leye.r, bandos, reglamentos ..., Tomo 11, p. '3.
5 Op. cit., p. '82.
6 Véase La Sociedad Fluctuante, p. 226 Y sigs.
7 ALFONSO TORO informa cómo el 9 de junio. a propósito del impuesto sobre
fincas rústicas, el sector conservador pide en el Congreso se exima al clero regular
y a los clérigos de toda contribuci6n. (La Iglesia y el E.rtado en México. Talleres
Gráficos de la Nación. México, 1927, p. 127). Obviamente, con esta exenci6n, los
SECULARIZACIÓN 151

En efecto, en pleno auge del retroceso, el periódico La Oposi-


ción va a postular la separación Estado-Iglesia. Al ocuparse las cá-
maras del problema de la restitución de los canónigos, el periódico
mencionado señala que ésta cuestión lleva al país a otra no menos
complicada y peligrosa: "la del patronato". Al respecto, son nume-
rosos los extravíos. La Oposición intenta introducir el orden dentro
del caos que priva, estableciendo que tres principios pueden adop-
tarse en lo relativo a las relaciones Estado-Iglesia:
l.-El u/tramontano, que "consiste en sujetar las autoridades
civiles a la tutela, y sobrevigilancia de las eclesiásticas";
2.-EI político, que "está fundado en la intervención de los
gobiernos en los asuntos eclesiásticos". Este principio se traduce
en un gravamen para el Estado y un motivo de corrupción para la
Iglesia; .
3.-EI filosófico, que consiste en la separación. La Oposición
lo enuncia con singular claridad:
Cansados los pueblos y desengañados los gobiernos, comienzan
ahora a fijar el principio filos6fico, a que puede dar sin repugnancia
el nombre de evangélico; reducido a separar completamente lo espi-
ritual de lo temporal. Cesa el gobierno en su intervención, cesando
con ella los privilegios e inmunidades eclesiásticas. El dero se ni-
vela con el pueblo, es decir, se iguala con sus hermanos, para seguir
el ejemplo y consejos de Jesucristo; pero la iglesia recobra su liber-
tad, obrando sin miramientos ni consideraciones humanas.s

Más tarde, al procederse a la restitución "de los canónigos ja-


lapistas, nulos en su origen", recuerda su modo de pensar, aun
cuando se reduce a defender los derechos de la nación en el ejer-
cicio del patronato.'
y el 7 de marzo de 1835,10 anticipa los peligros de los princi-
pios ultramontanos que parece se van a adoptar en detrimento de
la soberanía, el honor y las riquezas de la nación.

propósitos fiscales de la ley se hacían nugatorios. El propio Toro informa cómo el


mismo sector no dio el pase al breve pontificio de 18 de diciembre de 1835, que per-
mitía reducir el número de fiestas religiosas, que fue discutido en sesión secreta el
28 de abril de 1836 y al cual se le concedió el pase hasta el año de 1839 (Op. cit.,
rp· 126, 127 Y 130).
• La OpoJiáóR, primera época, Tomo 11, No. 47, 16 de febrero de 1835.
9 Op. cit., número 53, 3 de manyde 1835.
lOOp. clt., número 55, 7 de~o de 1835.
152 JESÚS REYES HEROLES

Por su parte, las Siete Leyes otorgan al Poder Ejecutivo la


facultad de conceder el pase o retener los decretos conciliares, bu-
las pontificias, breves y rescritos, con consentimiento del Senado,
si contienen disposiciones generales; oyendo a la Suprema Corte de
Justicia, si versan sobre asuntos contenciosos; y al Consejo si son
relativas a negocios particulares, o puramente gubernativos. Se le
fija al propio Ejecutivo la obligación, en caso de retención de un
término máximo de dos meses, para dirigir al Sumo Pontífice la
exposición de los motivos en que se fundara su decisión. Asimismo,
se le autoriza, previo el concordato con la Silla Apostólica y de con-
formidad con lo que en él se conviniera, a la presentación para
obispados, dignidades y beneficios eclesiásticos, "que sean del pa-
tronato de la Nación", con acuerdo del Consejo. A la Cámara de
Senadores toca exclusivamente prestar su consentimiento para dar
el pase o retener los decretos conciliares, bulas pontificias, breves
y rescritos que contuvieran disposiciones generales o trascendenta-
les para el país. Claro que el Supremo Poder conservador, que no
era responsable más que ante Dios y la opinión pública, está por
encima del Ejecutivo y del Legislativo, pero esto sólo formalmente.
A la Corte Suprema de Justicia corresponde conocer de los recursos
de protección y de fuerza "que se interpongan de los Muy Reve-
rendos Arzobispos y Reverendos Obispos de la República".
Como se ve, la solución es: patronato, previo concordato. Pero,
como antes decíamos, son las necesidades del erario y los proble-
mas económicos los que en el lapso que va de la derogación de la
legislación reformista a la guerra con los Estados Unidos, deter-
minan una serie de escaramuzas entre los gobiernos conservadores
y el clero.
En el período, sin embargo, se presentan momentos en que
los liberales exponen claramente sus ideas, como en 1838 lo hace
El Cosmopolita y en 1841-42 la prensa y los diputados liberales
que se creían en un momento decisivo para la constitución de la
nación"

• No deja de ocurrir en el período algún movimiento popular en que se


aborde el problema de las relaciones Estado-Iglesia. El Plan de Papantla, de 20 de
diciembre de 1836, de don Mariano Olarte, en su artículo 21 declaraba abolidas las
obvenciones parroquiales y establecía en sus artículos 22, 23, 24 Y 2~ un sistema
especial para cubrir los diezmos y primicias. (Véase: JOR.GE FLOR.ES D., La I'e1l011l-
~ió" Je O/lII'le e" Papa"lla, 1836-1838, México, Imprenta Mundial, 1938, pp. 80-81).
SECULARIZACiÓN 153

Los puntos de vista de IIEI Cosmopolitti'.-Escaramuzas entre los


dos Poderes.

El Cosmopolita, con moderación, plantea repetidamente ideas


secularizantes. Así, publica un interesante artículo sobre si puede la
potestad civil retirar su protección a las bulas pontificias que rigen
en la República." La tesis es la separación, la independencia de amo
bas entidades, atendiendo a su objeto: "El objeto de la una es el
bien del estado, el de la otra es el bien de las almas, su salvación y
su felicidad eterna: este es el verdadero carácter de lo espiritual y
temporal". Los católicos son a un tiempo "miembros de dos socie-
dades": la Iglesia y el Estado:
Los que manejan la autoridad temporal, están sujetos a la ede-
siástica en lo espiritual,. pero del mismo modo los que poseen la
eclesiástica, lo están a la regia en lo temporal. Sin embargo, es neceo
sario no olvidar, que independiente de las personas un gobierno, no
está sujeto, no depende de nadie, y que así como la potestad temporal
no puede nada en lo espiritual, tampoco ésta puede cosa alguna en 10
temporal.

Los que sostienen la subordinación de la organización temporal


a la espiritual lo hacen "a fuerza de alegorías". Su argumentación
es insostenible y debe tenerse presente que: "La Iglesia está en el
estado, y no el estado en la iglesia". El periódico, al examinar el
problema, se vale de los acontecimientos que se presentan: el Provi-
sorato de Puebla requirió a don Sebastián Camacho por las refor-
mas que promovió como miembro del Congreso de Veracruz." El
Cosmopolita emprende la defensa de don Sebastián Camacho.
Más tarde, el propio órgano se refiere a la "enajenación que
algunos prelados han hecho de los bienes de manos muertas: tan
luego como supieron que el gobierno podía echar mano de esas
riquezas para cubrir sus atenciones". La situación dio lugar a la
circular de 4 de agosto de 1838, del Ministro del Interior, José Joa.

11 El Cosmopolita, número 43, de S de mayo de 1838. México, impreso por


Ignacio Ávila.
12 Se trata de la Ley Manero, poniendo límites a los testadores para que no se
desentiendan de sus parientes pobres, dejando todos sus bienes en beneficio de manos
muertas. Asimismo, se ponían límites para que las municipalidades "no vaciasen su
erario" en funciones religiosas "descuidándose de las necesidades públicas" (El Cos-
mopolita, números 46 y 48, de 16 y 23 de mayo de 1838).
154 JESÚS REYES HEROLES

quin Pesado, a los prelados de las órdenes regulares, a los obispos


y vicarios y a los gobiernos de los Departamentos, señalando que
el Presidente de la República, en ese entonces Bustamante, decidía
que en tanto se enviaba la iniciativa de una nueva ley que arreglara
definitivamente el modo, forma y términos con que había de proce-
derse en las enajenaciones de las fincas y bienes pertenecientes a
los regulares, no se hiciera ninguna escritura, sin previo aviso al
Gobierno, "acompañando una razón circunstanciada de las causas
que obliguen a hacer la enajenación, de la inversión que haya de
darse a su producido, y de las demás circunstancias que deban te-
nerse presentes en el caso". El Cosmopolita considera que la circu-
lar no soluciona el problema y propone que se intervengan todas
las rentas que se llamen eclesiásticas, cuidando quiénes van a osten-
tar esta intervención, cosa que, en la situación política que priva, ve
difícil, por lo que resulta un triste conflicto, pues: "Si los bienes
de manos muertas van al tesoro público, hay el gran riesgo de que
no sean ni para Dios ni para el diablo. Si se dejan como están, co-
rren la misma contingencia"."
Como se ve, en esta última parte El Cosmopolita trata una de
las frecuentes escaramuzas entre el Estado y la Iglesia, en razón de
los bienes de ésta. La circular de 4 de agosto de 1838 14 quería sub-
sanar una serie de cuestiones irregulares que en concreto se presen-
taban. Más tarde, el 12 de octubre de 1841, se recuerda la provi-
dencia que prohibía la enajenación y venta sin permiso del Gobierno
de los bienes de manos muertas, esto es, la circular de 4 de agosto
de 1838. Esta circular se funda en las noticias que el Presidente de
la República -Santa Anna- tiene "con sentimiento" de enajena-
ciones de fincas y bienes pertenecientes a los establecimientos re-
gulares, sin haber guardado las prevenciones legales sobre la mate-
ria. Se expresa, además, el carácter transitorio de la circular, mien-
tras el Ejecutivo, "con maduro acuerdo" dirige a las Cámaras la ini-
ciativa de una nueva ley "en que se arregle definitivamente el modo,
forma y términos con que haya de procederse en lo adelante a las

13 op. cis., número 71, 11 de agosto de 1838. Posteriormente, en su número


131, de 9 de marzo de 1839, El Cosmopolita cambia de posición. Se opone a la venta
de los bienes de manos muertas, pues, dice, se apoderarían de ellos los agiotistas y
considera que: "Los bienes eclesiásticos, son la única alhaja que hoy existe: deshacerse
de ella, es te11lUlciar aun a las esperanzas de gozar algún crédito," (Op. cit., número
131,9 de marzo de 1839).
16 Recopilación A1uuLLAGA, p. 298.
SECULARIZACIÓN 155

expresadas ventas". Igualmente, se piden informes sobre las ventas


que en los distintos Departamentos de la República se han hecho y
se sanciona a los escribanos que no hayan respetado la circular de
4 de agosto de 1838. Y posteriormente, el 27 de junio de 1842, otra
circular insiste en esta prohibición de enajenar, sin licencia expresa
del Gobierno, las fincas de regulares, prohibiendo, además, la reden-
ción de capitales activos o pasivos."
Antes, por circular del Ministerio de Justicia e Instrucción Pú-
blica, del día 5 de enero de 1842, se sale en defensa de las preemi-
nencias que corresponden al Gobierno, mismas que hacen que no se
pueda tolerar "que otra autoridad o corporación se abrogue el dere-
cho de llamar extranjeros y de admitirlos, no sólo en la república,
sino en el seno de las comunidades religiosas, haciéndolos partícipes
de sus privilegios". En consecuencia, se prohibe la introducción de
religiosos exclaustrados de España y se señala que tales actos serán
castigados como desobediencia y usurpación de la suprema auto-
ridad."
El 8 de febrero de 1842, el Gobierno reasume la administra-
ción e inversión del fondo piadoso de Californias, derogando el
artículo 69 del decreto de 19 de septiembre de 1836, que había pri-
vado al Gobierno de dicha administración en beneficio del obispo
de esa diócesis." Por decreto de 10 de febrero de 1842 se señala
que se procederá a rematar por las juntas de almoneda de los res-
pectivos Departamentos, en subasta pública, las fincas que en ellos
se hallen situadas, "pertenecientes al ramo de temporalidades" .18
y el 24 de octubre del propio año se incorporan al erario nacional
todos los bienes del fondo piadoso de las Californías."
Sean los gobiernos liberales, moderados o conservadores, las
necesidades del erario mantienen .latente el problema de los bienes
de manos muertas. Así, por circular del día 3 de febrero de 1843,
se hacen extensivas las diversas órdenes y circulares relativas a im-
pedir las enajenaciones de fincas y bienes de regulares sin la previa
licencia del Supremo Gobierno a los bienes de las congregaciones,

15 Coleuió" de los derretos y órdenes de i"terés (omlÍ" fJlle dütó el Gobier"o


Proflisio"al, e" "i,tlld de las Bases de Tflrllbay•. Tomo 1. México, Imprenta de ]. M.
tara. 18S0; De septiembze de 1841 a junio de 1842, pp. 28, 29, 341-42 Y S8S-86.
16 Op. cis., p. 279.
17 os. cit., p. 334.
18 Op. eit., pp. 341-42.
19 Op. cit.; Tomo 11, de julio de 1842 a junio de 1843, pp. ISO-SI. México,
18~.
156 JESÚS REYES HEROLES

oratorios, etc., o en general, a establecimientos de cualquier clase


"dirigidos a algún objeto religioso o de piedad"." Y en pleno re-
troceso, el 31 de agosto de 1843, se dicta un decreto prohibiendo
todo género de enajenaciones de las alhajas y obras preciosas de
los templos "que hayan sido construidas para el servicio del culto u
ornato de las imágenes"."
Un paso decisivo da el gobierno de Santa Anna, cuando, el 21
de junio de 1843, decreta, en uso de las facultades que le conceden
las Bases de Tacubaya, el restablecimiento parcial de la Compañía
de Jesús, preceptuando que ésta podría tener misiones en los Depar-
tamentos de Californias, Nuevo México, Sonora, Sinaloa, Durango,
Chihuahua, Coahuila y Texas, "con el exclusivo objeto de que se
dediquen a la civilización de las tribus llamadas bárbaras por medio
de la predicación del Evangelio, para que de este modo se asegure
más la integridad de nuestro territorio". Los considerandos de este
decreto son verdaderas disculpas, revelando las resistencias que pri-
van. En efecto, asienta "que varias autoridades de aquellos Depar-
tamentos, y muchos ciudadanos de los que más se distinguieron por
su adhesión a los principios liberales bien entendidos", han "reco-
mendado el restablecimiento de la Compañía y que esa institución
es admitida en los Estados Unidos y en otras repúblicas de América,
sin mengua ni perjuicio de la forma de gobierno republicano ni de
las libertades ... "22
Este asunto contaba con claros antecedentes. En 1841, ciento
setenta y seis personas piden al Congreso la restitución de la Com-
pañía de Jesús en la República, convencidas de que este es ..el reme-
dio que debe curar los males que hoy aquejan e impiden el verda-
dero progreso a que todos aspiran". Como se comprenderá, la polé-
mica se suscita, fundamentalmente en torno a si es útil y conve-
niente dicha reinstalación o no. Esto hace que se reedite la carta de
don Juan de Palafox y Mendoza a Inocencio XI23 y que se reim-
prima en el mismo año el Discurso de las enfermedades de la Com-

20 op. cit., p. 290.


21 Op. cit., de julio a diciembre de 1843, pp. 154-55. "El Católico", en sus
dos tomos, poco maneja el problema de los bienes de la Iglesia. Sin embargo, el 30
de agosto de 1845 declara que los esfuerzos de los incrédulos para extender sus
doctrinas no se valen ordinariamente de las "obras selectas", "sino de novelas, folle-
tos, historietas, poesías, canciones, sátiras picantes y críticas burlescas" (p. 1).
22 CoJeuión de Jos deN'etos 1 órdenes de interés 'omlÍn .•. Tomo JI, de julio
de 1842 a junio de 1843, pp. ~28·29.
23 Máico, impreso por Cumplido, 1841.
SECULARIZAOÓN 157

pañíaJ por el padre Juan de Mariana, al que se anexa una diserta-


ción sobre el autor y la legitimidad de su obra y un apéndice con
varios testimonios de jesuitas españoles que coinciden con Maria-
na. 24 La polémica se enciende, apareciendo folletos en uno u otro
sentido y entre ellos un alegato vigoroso de El Cosmopolita en con-
tra del restablecimiento de la Compañía. Todo ello significa que
por vía oblicua el problema relaciones Estado-Iglesia se aborda con
el debate sobre los jesuitas." En provincia, empero, ocurre un hecho
que debe subrayarse: la rebelión iniciada desde 1838 en Yucatán
por don Santiago Imán, quien había prometido a los indígenas "que
ya no iban a pagar más obvenciones a sus párrocos", establecién-
dose al efecto, en el acta levantada en la ciudad de Valladolid el
12 de febrero de 1840, lo siguiente:
Que quedaban extinguidas las obvenciones que pagaban a los
párrocos, así los varones como las mujeres de la clase indígena, impo-
niéndoseles en su lugar una contribución religiosa de un real men-
sual, que debían pagar sólo los primeros desde la edad de catorce
años hasta sesenta.26

Poco después, la promesa fue cumplida por la legislatura yuca-


teca, "declarando extinguidas las obvenciones"." El Ejecutivo hizo
observaciones al Congreso, señalando los peligros que entrañaba
para el futuro el método seguido de premiar "a la raza indígena
que había coadyuvado al triunfo de la revolución"."

24 México, impreso por Ignacio Cumplido, 1841.


2S La defensa de los jesuitas la emprende: Not« impOf'/tmt' sobr, el munto
tle los padres ¡esuitm, tomada de la Biblioteca de la Religi6n -Máico, Imprenta
de Vicente Garda Torres, 1841- en que se ataca a Palafox, dando lugar a una
Contest«Mn muy interesante .t aviso mll1 importante ¡Je Pu,bl. -Máico, impresa
por l. Cumplido, 1841. La petici6n al Congreso, de que se restituya la Compañía
de Jesús, encuentra su ataque en El Cosmopolita que, a su vez, es rebatido por De-
fensa Je la peti&ión herha al sobertmo Congreso por flarios inJiviJuos, solicitanJo
la restitución ¡Je la Compañia ¡Je ¡euís en l. Reptiblica Me"ic.na, 1 smisfacción a
los señores eJitores Jel Cosmopolita filie la htm impllgnado. México, impreso por
J. M. tara, 1841.
26 Ens.,o histórico sobre l4s retlol.do"es J, Yllcfllá",
SEB..4.PIO BAQUBDlO:
desJe el año Je 1840 hmta 1864. Mmda, Imprenta de Manuel Heredia Argüelles,
1878. Tomo 1, pp. 31 Y 36. Este movimiento culmin6 en la Constituci6n Yucateca de
1841, de gran importancia en materia de supresi6n de fueros y libertad de conciencia,
a más de lo que se refiere a garantW individuales y a la instituci6n del amparo.
27 Op. dI., p. ~2.
28 V&sc al respecto: Colecdón ¡Je le,.s, del Sr. AzNAIl. PiRa, Tomo 1, p. 316.
JESÚS REYES HEROLES

El Congreso: mayoría, minoría y segundo proyecto

El 5 de marzo de 1842 se hicieron las elecciones primarias de


diputados para el Congreso Constituyente. La reunión del Congreso
dio lugar a que los problemas de las relaciones Estado-Iglesia fue-
sen de nuevo discutidos, tanto en su seno, como en la prensa. Como
se sabe, el Congreso fue disuelto y aun cuando la divergencia entre
el proyecto de la mayoría de la Comisión de Constitución y la mino-
ría, provenía fundamentalmente de la disyuntiva federalismo o
centralismo, en realidad, el argumento que popularmente se usó para
su disolución fue el de que los diputados liberales pretendían una
Constitución que estableciera la libertad de cultos." El proyecto de
la mayoría de la Comisión, entre las atribuciones del Congreso, es-
tablecía la de dar instrucciones al Gobierno cuando llegara el caso
de celebrar concordatos con la Silla Apostólica, aprobarlos para su
ratificación "y arreglar el ejercicio del patronato en toda la nación".
Igualmente, se proyectaba conceder al Congreso la facultad de dar
el pase o retener los decretos conciliares, bulas pontificias, breves
y rescritos que contuvieran disposiciones generales o trascenden-
tales a la nación, y a la Corte de Justicia el conocer de los asuntos
contenciosos pertenecientes al patronato de la nación."
Sustancialmente en este aspecto, el proyecto de la minoría coin-
cidía con el de la mayoría, pues la fracción 1 del artículo 35 del pri-
mero 31 concedía al Congreso General el dar instrucciones para cele-
brar concordatos, su aprobación posterior, el arreglar el ejecicio del
patronato en toda la Federación y el conceder o negar el pase a
los decretos conciliares, bulas pontificias, breves y rescritos en asun-
tos de general interés. Sin embargo, la fracción VI de este precepto,
en forma general, establecía como facultad del Congreso General
"dictar leyes sobre negocios eclesiásticos"." Además, se acusaba al
proyecto de introducir la tolerancia privada de cultos, como veremos
en el capítulo respectivo. Similar reproche se hacía al segundo

29 Cu.LOS MARiA DE BUSTAMANTE: Apllntes p",a la historia del gobier1lo del


GennaJ D. Antonio Lápez de Santa Anna, desde pri1ldPios de o(tllbre de 1841 hasta
6 de düiembre d, 1844, en IJlle file depllesto del mando por IIniforme lIolllntaJ de
1" ,,«i611_ Mmco, Imprenta de J. M. Lara, 1845,P. 89.
lO Prol'fto de COflstitll(i6" IJlle pr,senta al Sobn"no Congreso Constitlllente
/" """orla ¡J, 111 Comisi611 EspefiaJ , IIOtO partülIlar de la mi"orl". México, impreso
por l. Cumplido. 1842. pp. 93 Y 107.
SI Op. dI., p. 31.
n Op. fil., p. 27.
SECULARlZAOÓN

proyecto, o sea el que fue elaborado después de que el proyecto de


la mayoría fue declarado sin lugar a votar. Igualmente, se reprochó
a los diputados, por los sectores conservadores, el artículo relativo
a la libertad de imprenta.
Se culpaba al Congreso: 1'!-Del hecho de que el delito de
abuso de la libertad de imprenta, al ser juzgado por el jurado que
se instituía, cercenaba facultades de la Iglesia, de tratarse de un
caso en que se atacara el dogma religioso; 2'1-El que se diera la
atribución al Congreso Federal de dictar las leyes sobre negocios
eclesiásticos y 3'1-Que el proyecto declarado con lugar a votar, en
su artículo 13, fracción XXIV, revelaba la intención de afectar la
propiedad eclesiástica, en cuanto estatuía que la propiedad quedaba
afianzada por la Constitución y que, en consecuencia, a ninguna
persona ni corporación eclesiástica o secular que exista legalmente,
podría privársele o turbársele en el libre uso y aprovechamiento de
ella. Las palabras "que exista legalmente" fueron interpretadas en
el sentido de que, negando la existencia legal de ciertas corporacio-
nes eclesiásticas, se podrían afectar sus bienes."
El Siglo Diez y Nueve, cuando ya había sido disuelto el Con-
greso," publica un muy importante artículo sobre la mayoría y la
minoría del Congreso, rebatiendo los argumentos esgrimidos en
contra de éste. Dicho artículo, en que se ve la mano de Otero, con-
testa punto por punto los reprochesthechos al Congreso. En el as-
pecto de que se invadía la jurisdicción de la autoridad eclesiástica,
al someter a jurado popular los delitos contra la imprenta, el artículo
señala que ello se hacía para que previamente el jurado determi-
nara la pena civil correspondiente, pues pretender lo contrario, "que-

33 A más de estos cargos, se imputaban otros al Congreso, no relacionados con


la cuestión Estado-Iglesia, entre ellos la abolición de la pena de muerte para los deli-
tos políticos, que, en realidad, es otro de los miritos de aquellos legisladores. Por
lo demás, prueba de que había un clima nacional en lo tocante a los bienes de la
Iglesia, se encuentra en que el periódico El ,"ogrelo Je ]aJilro publique un articulo
favorable a la ocupación de los bienes eclesiásticos por el Gobierno. Para el periódico,
el tesoro público aumentaría mediante una ley que declarara propiedad de la nación
los bienes de la Iglesia. El Siglo Diez, N.e",e -Año 1, número ~2', 21 de septiem.
bre de 1842- rebate a El ,"01"'10 Je /a/isro, diciendo que: "Prescindiendo de .i
la nación tiene o no un derecho de propiedad sobre los bienes eclesiásticos, siempre
será cierto que seria tan inoportuno como peligroso el consi¡nar semejante principio
en la constitución". Para El Siglo, un gobierno no podrfa consolidarse en el pals.
"si la constitución no transige y concilia los grandes intereses de todas las dases que
forman la nación".
J4 Enero 2 de 1843. M&ico, impreso por l. Cumplido, 18·0.
160 JESÚS REYES HEROLES

rer que la autoridad eclesiástica conociese del delito civil e impusiese


la pena corporal, dígase lo que se quiera, es pedir la inquisición".
En cuanto a las facultades del Congreso para dictar leyes sobre
negocios eclesiásticos, El Siglo Diez y Nueve dice que, en realidad,
tal disposición obedecía al deseo de que constara la facultad del
Congreso Federal de dictar las leyes sobre negocios eclesiásticos, con
el fin de que esta atribución fuese del Poder General y no de los
Departamentos. La Constitución considera, "es una ley política,
y en el Proyecto de que se trata, no se iba a establecer la línea de
separación entre el poder espiritual y el temporal: nada hubiera
sido más absurdo; sino entre el poder general y el departamental".
En el fondo, se trataba de dar garantías a los eclesiásticos y: "La
constitución, pues que era política y no religiosa, no decía, ni podía
decir hasta dónde llegaba la potestad temporal en negocios eclesiás-
ticos". Sintomáticamente, el artículo añade que por táctica "se han
desenterrado las cuestiones de patronato, en que nadie pensaba en
el congreso, y que probablemente pertenecen a la historia". Párrafo
revelador del pensamiento liberal de ese entonces, que ya llegaba,
sin expresarse, a la estricta separación Estado-Iglesia.
Por último, en lo tocante a los bienes de la Iglesia, se indica
que la Comisión estuvo de acuerdo en suprimir las palabras "exista
legalmente" y que, incluso, uno de los individuos de la Comisión
propuso a Bernardo Couto y a Rodríguez San Miguel una redac-
ción que les satisfizo. Dicha fórmula era la siguiente:
La constitución garantiza todos los bienes eclesiásticos, y nin-
guna ley podrá ni ocuparlos, ni distraerlos de su objeto, ni incorpo-
rarlos en el tesoro público, aun a título de reconocimiento. La misma
garantía tienen los bienes nacionales destinados a objetos de instruc-
ción y beneficencia.

No puede escapar a nuestra atención la equiparación que esta


fórmula hacía entre los bienes nacionales y los bienes de la Iglesia,
pues ella también resulta reveladora de las corrientes subterráneas
existentes en aquel entonces.
Como es sabido, disuelto el Congreso, se convocó a una junta
de notables y ésta dictó las Bases Orgánicas de la República MeD-
cana," que fueron fundamento del despotismo constitucional. Este
texto facultaba al Congreso, en la fracción X del artículo 66, a apro-

as BaJeS Orgáni(as de la Repéblic« Mexi(ana, a(ordadas por la Honorable Jllnla


LegislaJilla . " México, Imprenta de J. M. Lara. 1843.
SECULARIZACIÓN 161

bar para Su ratificación concordatos celebrados con la Silla Apos-


tólica y arreglar el ejercicio del patronato en toda la nación, es
decir, texto dubitativo que deja el ejercicio del patronato pendiente."

SOCIEDAD-IGLESIA

El segundo intento de Gómez Farlas y las resistencias: conservadores,


moderados )' [áoenes impacientes.

La guerra con los Estados Unidos vuelve a plantear el proble-


ma de los bienes de la Iglesia. Desde el 19 de noviembre de 1846
se decreta que se expedirán letras a cargo del clero hasta por 2 mi-
llones de pesos, para costear los gastos de la guerra. Pero Gómez
Farías, que había analizado la sociedad mexicana de la preguerra,
la descomposición de las clases coloniales y la existencia de una
clase media en lo general no contaminada," en sus escasos días de
gobierno durante la guerra, vio la posibilidad de, al mismo tiempo
que obtenía recursos para financiarla, realizar, al amparo de la
emergencia, una serie de medidas que quedarían como definitivas.
Su acción reformista resultó también frustránea y, al mismo tiempo
'lue vamos a referirnos a ella, señalaremos la reacción engendrada
y las resistencias que la frustraron.
Este intento no puede ser planeado. Su fundamento era que el
Gobierno obtuviese fondos -hasta por 15 millones de pesos-- a
fin de continuar la guerra con los Estados Unidos, "hipotecando o
vendiendo en subasta pública bienes de manos muertas al efecto in-
dicadas". La leyes de 11 de enero de 1847.38 Aunque es un ex-

36 Op. cit., p. 14.


37 JESÚS REYES HEROLES: El Liberalismo Mexicano. La Sociedad Fluctuante,
p. 366.
38 Coleccián de leyes ,. decretos del Congreso General ... Año de 1847. Méxi-
co, Imprenta en Palacio, 1852, p. 10. La ley exceptúa de la facultad los bienes de
los hospitales, hospicios, casas de beneficiencia, colegios, capellanías, edificios y
fundaciones en que se suceda por derecho de sangre o abolengo con el último nomo
bramiento fundado en tal derecho, los objetos indispensables al culto, los bienes de
los conventos de religiosas en la cantidad necesaria para dotar de seis mil pesos a
cada una. Asimismo, se señalaba que el Gobierno no podría exigir la redención de
los capitales de manos muertas de plazo cumplido sobre fincas urbanas, sino por
trigésimas partes mensuales, y en lo relativo a las fincas rústicas, el Gobierno se
limitaría a cobrar los réditos sin exigir la redención. Se concedía preferencia en los
162 JESOS REYES HEROLES

pediente temporal y por eso la propia ley preceptuaba que la auto-


rización cesaría en cuanto terminara la guerra, evidentemente su
propósito rebasaba el puro cumplimiento de fines bélicos. La ley
preveía que, en tanto se dictara el reglamento, no podrían ser ena-
jenados los bienes eclesiásticos, dando al respecto instrucciones a
los escribanos. El 15 de enero de 1847 se dicta el reglamento de esta
ley, que es meramente circunstancial."
El4 de febrero de 1847 se cambia el mecanismo para la ocupa-
ción de los bienes de manos muertas: para facilitar la ejecución en
la verificación de la reforma se sustituye la Junta Directiva de la
Academia de San Carlos por una Junta de Hacienda, nombrada por
el Gobierno" Por decreto de 11 de marzo de 1847 se establece, para
ayudar a la enajenación, hipoteca o arrendamiento de los bienes de
manos muertas y hacer efectivo el cobro de las fincas ocupadas, que
todo lo relativo al cumplimiento de la ley de 4 de febrero del mismo
año concierne al Ministro de Hacienda. Además, el decreto contiene
otras prescripciones relativas a la administración de los bienes ocu-
pados."
Vista la legislación, examinaremos las resistencias que hicieron
frustránea la acción reformista de Gómez Farías. Estas resistencias,
que acaban enlazándose, provenían de dos frentes: por una parte,
el directo o sea, la oposición del clero, y por otra, la oposición de
algunos liberales moderados, que por razones más políticas que doc-
trinarias, hacen fracasar los propósitos de Gómez Parías.

remates a los inquilinos, siempre y cuando su postura llegara a los cinco sextos del
avalúo y entregaran una tercera parte de éste. El Gobierno, al negociar un préstamo,
tendría que obtener, por lo menos, un 67% del numerario puesto en la República
y libre de todo gasto.
39 Mientras se fija el valor de los bienes y se hace la distribuci6n más equita-
tiva y exacta entre las diversas diócesis de la República, se procederá a la ocupación
de bienes por un valor de 10 millones de pesos, que se distribuirán entre el arzo-
bispado de México y los obispados de Puebla, Guadalajara y Michoacán. Dicha ocu-
paci6n sujeta a rectificación en cuanto se contara con más datos y se incluyeran otros
obispados. La ocupación en el Distrito Federal se haría por la Junta Directiva de la
Academia de San Carlos, a la que se agregaría una comisaría general, el gobierno
del Distrito y un individuo que podría nombrar el vicario capitular. En todos los
Estados, con excepción del de México, la ocupación y venta se haría por una junta
formada por el comisario, un representante del Gobierno y otro nombrado por la
primera autoridad eclesiástica del lugar. En el reglamento se detallan las funciones
de las juntas, procedimientos para ventas, contabilidad, redenciones, etc. (01'. dt.,
p. 14).
40 01'. eit., pp. 33-34.
4) 01'. cit., pp. 46-47.
SECULARIZACIÓN 163

Apenas presentado el proyecto que habría de convertirse en


la ley de ocupación de los bienes de la Iglesia, el cabildo metro-
politano manifiesta al Congreso "que no consiente en manera al-
guna por su parte en las medidas que contiene el citado proyecto";
formula su más solemne protesta para el caso de que llegue a san-
cionarse y recuerda que, de conformidad con el Capítulo 11, Sección
22, del Concilio de Trento, a todos los que en el asunto intervengan
les toca "la censura de excomunión mayor", "cualquiera que sea la
dignidad de que se hallen investidos"." La argumentación se am-
plía en la segunda protesta del Cabildo,'" pues en ella, entre otros
argumentos, se asienta "que la Iglesia es soberana, y no puede ser
privada de sus bienes por ninguna autoridad"; "que es nulo y de
ningún valor ni efecto cualquier acto, de cualquier autoridad que
sea, que tienda directa o indirectamente a gravar, disminuir o ena-
jenar cualesquiera bienes.de la Iglesia"; "que en ningún tiempo re-
conocerá ni consentirá las hipotecas, gravámenes o enajenaciones
que se hicieren por las autoridades, sean a favor de la nación o de
los particulares"; "en fin, que sólo la fuerza" "privará a la Iglesia
de sus bienes y contra esta fuerza la Iglesia misma protesta del
modo más solemne y positivo". El Gobierno envía, a su vez, dos
notas el 14 de enero, calificando de irrespetuosas las protestas, lo
que da origen a otra contestación del cabildo metropolitano, de 16
de enero de 1847."
El Republicano publica la reacción del cabildo ante el proyecto
del Secretario de Hacienda para la enajenación de los bienes raíces
eclesiásticos, así como la respuesta, dada por Portugal a la "intima-
ción del gobierno sobre enajenaciones de bienes eclesiásticos" y la
contestación que el Gobierno da a la protesta de Portugal, que cali-
fica la providencia gubernamental de "anticonstitucional y anti-
eclesiástica".f5
El 22 de enero de 1847 el obispo y el cabildo de Michoacán
protestan contra la ley de 11 de enero, en un documento bien urdido
y estructurado, debido a Juan Cayetano Portugal:
19-5u ministerio, dice Portugal, "reconoce un principio más
alto que las leyes humanas";

42 El Repllblirano, Tomo 11, número 11. México, 11 de enero de 1847. Im-


prenta de Ignacio Cumplido.
fa Op. eit., número 14, 14 de enero de 1847.
" Op. cit., número 20, 20 de enero.
45 Oto ril., n6meros 20 '1 34, de 20 de enero y 3 de febrero, respectivamente.
164 JESÚS REYES HEROLES

29--& invocan principios no válidos o menospreciados, "para


hacer en contra de la Iglesia una excepción tan ruinosa, cuando se
trata de un deber que pesa igualmente sobre todas las propiedades";
39 - H u b o épocas en que se creyó que la "libertad e indepen-
dencia recíproca de ambas potestades" apoyaba la separación de
fondos:

Sin embargo, los progresos de una política nueva y bastarda fue-


ron reduciendo insensiblemente los derechos de la Iglesia. Se la quiso
considerar del todo sometida al Estado, se tuvieron sus fondos como
una propiedad particular; y nivelados de este modo con los de los
individuos, quedaron sujetos a las contribuciones públicas, guardada
la diferencia proporcional en la cuota de su asignación. La Iglesia
pasó por esto y su Divino Autor bajó a la clase de los contribuyentes;
pero no se hubiera creído que la política progresiva llevaría sus miras
sobre el tesoro eclesiástico hasta ponerlo en total ruina y acabar con
todos los recursos.

49 - T a l política reducía a cero los derechos de la Iglesia y la


forma correcta es, admitiendo la existencia de "dos potestades in-
dependientes y soberanas", respetar los derechos de la Iglesia, viendo
"como inviolable y sagrada su propiedad";
59-Cuando circunstancias extraordinarias y críticas han creado
la necesidad de apelar a los bienes de la Iglesia, se ha recurrido a
donde corresponde: " ... se ha impetrado la autorización pontificia,
y de esta manera se ha conseguido todo, sin despreciar los princi-
pios, sin pisar la religión, sin disputar a la Iglesia sus derechos, sin
usurparle una facultad que sólo a ella toca".
Después de ello se concluye con una anticipación profética y
un dogmatismo claro: "Para decretar la ocupación de los bienes de
la Iglesia, era preciso declararlos nacionales, y para declararlos na-
cionales, torcer la política y abjurar la religión". Los que han opi-
nado así, "están alistados en el catálogo de los impíos"."
El gobernador de Michoacán, López de Nava, contesta el 29
de enero de 1847:
19- La comunicación del obispo y cabildo se califica de "ofen-
siva a la representación nacional";

46 La Cruz, periódico exclusivamente religioso. Tomo 11, Suplemento al nú-


mero 8, de 10 de mayo de 18%. México, Imprenta de }. M. Andrade y F. Escalante.
1856, pp. 28 Y 29.
SECULARIZAOÓN 165

29-Los bienes eclesiásticos tienen un carácter eminentemente


temporal;
39 - S e reafirma la separación estricta entre ambas potestades;
49 - S e recuerda la admisión por Abad y Queipo de la supre-
macía de la salud pública en situaciones menos aflictivas que la que
el país afronta, que justificaron, la ocupación de los bienes ecle-
siástícos."
Por su parte, el obispo de Puebla, Francisco Pablo Vázquez,
lanza, al igual que frente a la ley de 17 de diciembre de 1833, un
edicto, de 27 de enero de 1847, el cual esencialmente declara que:
19-Cualquier persona o autoridad que ocupe los bienes de
la Iglesia, los usurpa e incurre en excomunión, "hasta que no res-
tituya enteramente lo usurpado";
29 - L a s enajenaciones, hipotecas o cualquier gravamen que
se impusieran a los bienes eclesiásticos serían nulos;
39 - L a Iglesia conservaba el dominio de dichos bienes "tan
ileso como lo tenía antes de la usurpación", e inflexiblemente con-
cluía:

Protestamos a nombre de la misma Iglesia reivindicar sus dere-


chos siempre que fuere posible, sin que los poseedores de sus bienes
puedan exigirles indemnización alguna, y protestamos por último
contra la fuerza que hoy se le infiere.4,8

Todas estas resistencias producen tal clima, que el 28 de enero


de 1847 Vicente Romero propone al Congreso que se declare:
19 - Q u e en el poder eclesiástico no se reconoce más potestad
que la espiritual y que se considere a todo eclesiástico, sin excep-
ción, súbdito del Gobierne;
20.-Que el Gobierno pueda hacer uso de los bienes de manos
muertas, pues éstos son "una colección de limosnas, obligándose el
propio Gobierno a socorrer con ellos las necesidades a que están
destinados" ;
30.-Todo habitante, sin excepción de fuero, clase ni sexo, que
niegue o proteste el derecho que tiene el Congreso para disponer

47 Op, cit., Tomo 11, Suplemento cit., pp. 37-38. El propio Suplemento inserta
la lastimosa retractación del Dr. Andrés López de Nava, dirigida el 5 de mayo de
1847 al obispo de Guadalajara. (pp. 49-52).
48 Op. cit., Tomo n, Suplemento cit., pp. 29 Y 45.
166 JESÚS REYES HEROLES

de los bienes eclesiásticos, sería declarado sedicioso y juzgado con-


forme a la Recopilación de Castilla.
En su intervención, Romero funda su proyecto como contesta-
ción a la conducta e ideas de Portugal."
Es necesario, para completar la visión de la situación y cono-
cer el trasfondo de los problemas, examinar la oposición moderada.
El Republicano representa en ese entonces el punto de vista
liberal moderado, expresado fundamentalmente por Mariano Otero.
Por desgracia, en la práctica y circunstancialmente, este punto
de vista va a coincidir con la posición conservadora. Ya ello. de
enero de 1847,50 El Republicano se plantea el problema de cómo
sostener la guerra en medio de la general escasez y con un erario
exhausto. Los moderados sugieren: 10.-Economía en los gastos del
gobierno; 20.-Arreglo en la administración de la Hacienda, com-
batiendo la evasión de impuestos y la malversación, y 30.-El es-
tablecimiento de una contribución sencilla y general, repartida en-
tre todos los individuos y propietarios en equitativa proporción. El
Republicano revela que está enterado de la posible acción guberna-
mental:
La idea de un préstamo nos parece tardía, quizás irrealizable;
y no creemos ni justos ni políticos ciertos proyectos misteriosos con
que se piensa salir de la situación.

Unos cuantos días después, el 8 de enero, en editorial sobre


la ocupación de los bienes eclesiásticos, El Republicano confiesa que
se equivocó al pensar que no se presentaría un proyecto para ocu-
par los bienes de la Iglesia. La ley, dice, fue iniciada, propuesta y
aprobada en lo general y la sesión en que ello sucedió, de 7 de enero,
"no pasará desapercibida en la historia ya demasiado larga de nues-
tros desaciertos". Describe la sesión, con su largo, "animado e in-
teligente" debate. Hablaron en pro de la ley el Ministro de Ha-
cienda, el diputado Arreola, el Secretario de Relaciones, el diputado
Parada, el diputado Rejón y el diputado' Cañas; y en contra, José
Ramón Pacheco, el diputado Navarro, Otero dos veces contestando
al Secretario de Hacienda y a Rejón, el diputado Escudero, el di-
putado Muñoz Ledo. La .argumentación central en contra del pro-
yecto de ley consistió en sostener que éste era contrario al sistema

49 ALFONSO TORO: op. eh., p. 172.


so El R,pllbJi(4II0, Tomo 11, número 1, l' de enero de 1847.
SECULARIZACIÓN 167

representativo, pues daba facultades legislativas al Poder Ejecutivo;


irrealizable por la dificultad de redimir los bienes de la Iglesia y
cuya redención arruinaría a la clase agrícola, a los arrendatarios de
fincas del clero, faltando compradores para hacer las operaciones,
no habiendo crédito para hipotecarlos y careciéndose de numerario
para adjudicarlos. Además, se señalaba que la ley no establecía ga-
rantías de buen manejo y que era injusto hacer "que los sacrificios
de la guerra recayeran en una sola clase, y la nación perdiera los
inmensos capitales con que atiende a su culto, en vez de tomar un
arreglo que pusiera en circulación esos bienes". Quienes impugna-
ron la ley, proponían el establecimiento de una contribución general
o sea, la idea expresada por El Republicano en su primer número."
El día 11 de enero, El Republicano publica las proposiciones
de Otero y Ceba:l.los para exceptuar algunos de los bienes y señalar
términos para su enajenación, muchas de las cuales fueron incorpo-
radas a la ley. Junto a ello, publica la protesta del cabildo metro-
politano contra el decreto de ocupación de los bienes eclesiástíccs."
La argumentación de El Republicano se fortalece en un remi-
tido firmado por "Varios mexicanos", en que, entre otras cosas, se
dice que el Gobierno sólo necesita, quizás, 3 millones de pesos en
numerario y que para obtenerlos requiere quince, porque sabe que
se van a sacrificar doce."
La situación política es de tal naturaleza, que el 13 de enero
el Ministerio de Justicia y Negocios Eclesiásticos envía una circu-
lar recordando la de 31 de octubre de 1833, para que los eclesiásti-
cos no toquen en el púlpito materias políticas ni censuren a la
administración pública, con fundamento precisamente en la Reco-
pilación de Indias."
El Republicano informa el 27 de enero que el Gobierno, al
reclamar la ocupación de los bienes de la Iglesia, lo hace conven-
cido de la ineficacia de la legislación aprobada." Y el día 30 del
propio mes presenta distintas proposiciones, buscando mayores ex-

51 op. cit., número 8, 8 de enero de 1847. El Repllblüano informa en sus


sucesivos números de la forma en que fue aprobado el proyecto de' ley (número 9,
9 de enero de 1847).
52 En el número 24 (24 de enero de 1847) publica la sesión permanente del
Congreso Nacional, en que se discute y se aprueba la ley.
53 O". (it.• número ]7, 17 de enero de 1847.
54 01' cit., número 19. 19 de enero.
55 Op. cit., número 27. 27 de enero.
168 JESÚS REYES HEROLES

cepciones a la ley.56 Asimismo, da a conocer los proyectos, entre otro,


el del Congreso del Estado de Puebla, proponiendo la derogación
del decreto sobre hipoteca o venta de los bienes de manos muertas."
Al surgir la rebelión de los polcas, los intereses del clero y de
los moderados se ven claramente mezclados e incluso, sincronizados.
Un hecho que pone en relieve la falta de consistencia de la
inoportuna revolución en contra del gobierno de Gómez Farías es
que el programa de esta revolución acaba abandonando la petición
de que se derogue la legislación sobre ocupación de los bienes de
la Iglesia y reduciendo su plan a un solo artículo: "la destitución
del Sr. D. Valentín G. Farías".58
El Republicano, ya para el 12 de marzo de 1847 señala que
la única solución a la contienda, "supuesta la obstinación de los
pronunciados y del Sr. Gómez Farías en sus respectivos propósitos",
es el retorno de Santa Anna para que ocupe la Presidencia de la
República. El periódico habla de la incapacidad de Gómez Farías,
guiado por "su obstinado capricho". Por otra parte, añade que el
pueblo está convencido del fracaso de Gómez Farías en conseguir
recursos para la guerra y de aquí que, sin contar con el pronuncia-
miento de la Guardia Nacional de México, Gómez Farías no pueda
continuar como depositario del Supremo Poder. El Congreso, agre-
ga, no puede hacer "sin grandes inconvenientes" una declaración
semejante a la que en 1830 declaró la ineptitud "del infortunado
y digno general D. Vicente Guerrero". Ello, por la ejemplaridad
-para quienes 10 cometieron- de aquel acto y porque: "Violar
los principios para salvarlos es una conducta tan inconsecuente co-
mo ridícula". Por lo consiguiente, la solución es el retorno de San-
ta Arma."

56 Op. cit., número 30, 30 de enero.


51 Op, cit., némero 21, 21 de enero. Muy interesante resulta el conocimiento
de los dictámenes hechos por don Manuel de la Peña y Peña y don José Ma. Jáu-
regui, por la protesta del obispo de Michoacán, Juan Cayetano Portugal, ante la ley
de 31 de agosto de 1843, dictámenes que son resucitados en 1847 (Op. eit., núme-
ros 63, 64, 65, 66 Y 67, de 4, 5, 6, 7 Y 8 de marzo de 1847, respectivamente).
58 Este cambio de plan es de 9 de marzo de 1847 (Op. cit., número 69, 10
de mano de 1847).
59 Op, cit., número 71, 12 de marzo. El 19 de marzo, El Republirano infonna
que Santa .Anna ha contestado a los señores Otero, Riva Palacio, Bárcena, Ceballos y
otros, el 15 del propio mes; que el mismo día salía de San Luis para tomar el mando,
de acuerder con la excitativa que le dirigió la mayoría del Congreso y que recibió
el día 14.
SECULARIZACIÓN 169

A la oposición conservadora y la moderada, representada por


El Republicano, se añade la incongruencia, la crítica tornadiza de
Don Simplicio. La ironía constante sobre los puros y sobre la ocu-
pación de los bienes de la Iglesia, y a más de dicha ironía sobre
asunto que era muy serio, no ya para la evolución política del país,
sino para su supervivencia, la constante contradicción. En editorial
de 20 de enero, aparece un consejo al clero, invitándolo a la paz:

Manifestamos, para concluir, que en nuestro humilde juicio,


aunque el clero creyese que era un sacrificio injusto el que se le exi-
gía, hubiera debido resignarse y someterse a las circunstancias, en
obsequio de la tranquilidad pública y cumpliendo con lo que manda
la misma Religión del Crucificado, toda de paz y de dulzura.w

Pero en editorial de 23 de enero reitera la condenación de la


ley, que califica de "estrepitosa", cuyo "modo ha sido universal-
mente reprobado" .61
Probablemente valga la pena explicar la incongruencia de Don
Simplicio. Es, como hemos dicho," la nueva generación que se su-
perpone a la anterior, pero que no quiere o no sabe integrarse con
ella. Puros, moderados y, por supuesto, conservadores, le parecen
detestables. Su ironía y su crítica es permanente; su aportación más
que escasa. Es una generación que carece de brújula, en parte por
falta de modestia ante la historia. Su anhelo de dirigir sin previo
aprendizaje los pierde y el proceso de perdición para el lector a
cien años de distancia se ve claramente partir del primer número,
cuando El Nigromante, dirigiéndose a los viejos, les dice: "Viejos,
ya la naturaleza os abandona, la ilustración os desconoce, y la Re-
pública os maldice; os condeno a ser jubilados". Y a los jóvenes
que han querido aprender participando en la cosa pública -uno
de ellos se llamaba Benito ]uárez- les arroja la siguiente frase:
"Jóvenes que os habeis envejecido por' alternar en los puestos pú-
blicos, con vuestros ilustres padrinos seguid su suerte".
y en frase temeraria que sólo encuentra apoyo en la soberbia,
se dice a quienes quieren libertad moderada: "Infames, hipócritas:

60 Don Simplicio, Periódico burlesco. crítico y filos6fico, por unos simples.


México: Imprenta de la Sociedad Literaria, a cargo de Agustín Contreras. Tomo m,
número 59, enero 20 de 1847.
61 Op. eit., número 60, enero 23 de 1847.
61 lA So(ietltul FltWlltmle, p. 365 Y sipo
170 JESÚS REYES HEROLES

quieren envilecer al genio de la libertad, haciéndolo eunuco. Quie-


ren dominarnos con el pretexto de dirigirnos; ¡jamás! prefiero la
igualdad de la servidumbre"." El trágico desenlace de estos jóvenes
impacientes estaba de antemano trazado, y los que de él se libraron,
fue por azar.
Don Simplicio participó con los moderados en la rebelión de
los polcas. En artículo firmado por los redactores se intenta explicar
los hechos. El periódico hace la guerra "franca y legalmente a la
administración desorganizada y loca que hoy se ataca", pero "acor-
des en ideas con el partido moderado, al que nos gloriamos de
pertenecer, hemos estado decididamente en contra de un pronuncia-
miento, y entre muchas razones que nos inclinaban a tener esta
opinión, hay dos que no podemos menos de mencionar: el peligro
de una revolución cuando todos los mexicanos debían estar unidos
para combatir con eficacia al enemigo exterior, el único a quien
sería necesario combatir; y el desorden que resultaría por necesidad
de que la Guardia Nacional", "imitando la conducta que ha obser-
vado por tanto tiempo el ejército permanente, diese la ley con las
bayonetas".
Una vez, agregan, iniciado el pronunciamiento, había que or-
ganizarlo y darle programa:
Tales eran y son aún nuestras ideas; pero ya que el mal que
temíamos se ha realizado, ya que estamos envueltos en el torbellino
revolucionario, juzgamos que el único medio que nos resta de salvar
a la patria, es organizar el pronunciamiento, dirigirlo por buen cami-
no, y lograr que, en vez de los males a que puede dar origen, se con-
vierta en bien y provecho de la sociedad. En nuestro entender, la re-
volución debe proclamar estos principios: separación del poder del Sr.
Parías, reconocimiento y ratificación de la constitución federal, dero-
gación de la impolítica ley sobre ocupación de bienes de manos muer-
tas, y por último, ratificarnos en que se continuará la guerra contra
los Estados Unidos, y reconocimiento del Sr. general Santa Anna,
como Presidente de la república y general en jefe de nuestro ejército.

Al margen de que la versión sea exacta -lo que resulta más


que dudoso- el pecado histórico es igualo quizás peor, pues en
política, dejarse arrastrar por las fuerzas negativas es tan pernicioso
como pertenecer a ellas.

la op. (il., Tomo J, número 1.


SECULARIZACIÓN 171

y esta explicación la dan el 28 de febrero de 1847, cuando


el pronunciamiento había estallado, y el 3 de abril, dudosos, se
quieren afianzar en su error, asentando que sus principios --des-
conocimiento de Gomez Farías, derogación de la ley de ocupación
de bienes eclesiásticos, continuación de la guerra y reconocimiento
de Santa Anna- eran eficaces "para contrariar la revolución an-
tes de que hubiese estallado", pero:

Una vez enarbolada aquella bandera de rebelión, no había medio


entre procurar el triunfo a una facción desorganizadora, frenética y
torpemente sangrienta, o modificar, siguiendo el buen sentido de las
mismas fuerzas pronunciadas y sorprendidas, un movimiento en que
la mayoría de sus individuos no tenían otra mira sino sacudir el yugo
insoportable de una facción a la que sólo había quedado poder
para oprimir la sociedad en que vivía.

Se percatan de su error, pero tozudamente se niegan a reco-


nocerlo:

¿No era más franco decidirse por el gobierno? El plan de la


revolución era fatal, pero para contrariado sólo quedaban dos extre-
mos, o procurar su reforma, o apoyar decididamente el poder contra
que se levantaba.w

En el último número de Don Simplicio, después de la derrota


de Cerro Gordo, se dice que el periódico desaparece, porque "su
risa característica sería un insulto cruel a nuestros dolorosos infor-
tunios; su festivo acento, un irritante sarcasmo a nuestro duelo
profundo"." En realidad, conjugan mal, poniendo como posible
un hecho que ocurrió. La risa fue un insulto.
En resumen, esta generación no pudo integrarse con las que
la precedían y los hechos demostraron que tampoco sus miembros
se integraron entre sí. La ambición y las contradicciones de los j6-
venes de Don Simplicio son evidentes. El Nigromantef6 habla de
un Santa Anna que gobernó "a ciegas, fiándose de charlatanes que
lo perdieron". Y al proponer un gobierno distinto, solicita la crea-
ción de una junta "y para vocales de esa junta nos proponemos

M op~ tit., cuarta época, Tomo m,número 70, ~ de abril de 1847.


li5 Op. cn., número 76, abril 24 ele 1847.
66 Op. cit., 2a. época, Tomo n, número ~. enero 7 de 1846.
172 JESÚS REYES HEROLES

con toda modestia nosotros, los activos redactores de este ilustrado


periódico".
Prieto mismo explica muy ingenuamente el proceso histórico-
político de México: el simple cambio de generaciones. Al hablar
de las reformas, su poco cuidada tesis se expresa así:
Verifícase una revolución verdadera. no un movimiento, todo se
quiere subvertir; dos generaciones están en pugna; los colocados y
los no colocados se preparan a la lucha mortal; llámanse a juicio las
edades pasadas, se ven sus errores, y la palabra reforma aparece con
su aureola de oro, símbolo de esperanza, promesa del porvenir lison-
jero.67

G6mez Farías continúa imperturbable a pesar de la oposición


conservadora. moderada y de la incongruencia de los jóvenes de
Don Simplicio. El 11 de marzo de 1847 dicta un decreto, en uso
de las facultades que le conceden el de 4 de febrero y el de 27 del
mismo mes. para cumplir con la ocupación de los bienes de la Igle-
sia y financiar la guerra. En esta disposición. Gómez Farías señala
que los recursos que se obtengan "se mantendrán rigurosamente
separados en la tesorería general para invertirse únicamente en las
atenciones de la guerra. y mientras dure la presente revolución, en
el restablecimiento de la paz".68
Según informa José:Fernando Ramirez, los manejos y la con-
ducta del partido moderado hicieron completamente inoperantes
las leyes de 11 de enero y de 4 de febrero de 1847 y "pusieron al
Gobierno en la absoluta imposibilidad de proporcionarse recursos
para auxiliar a nuestras tropas, a la vez que soplaron activamente
la vergonzosa revolución llamada de los Polcos'í." La prueba para
G6mez Parías fue muy dura. José Fernando Ramírez lo ve "privado
de todo. con un puñado de hombres del pueblo", luchando contra
las más poderosas e influyentes clases de la sociedad, "luchando
contra el Congreso mismo y reducido a la última extremidad", sin
desmentir su carácter ni dar muestra de debilidad. La borrasca, di-
ce Ramírez, ha podido destrozarlo, pero "fue del todo impotente
para hacerlo doblegar".

61 op. ril., tercera época, Tomo I1I, número 25, septiembre 23 de 1846.
68 El Repllblitano, número ". 16 de marzo de 1847.
69 GENAaO GAllcfA: Dotllmefllos ;,z/dilos o mil' raros para la bislOf"i. de MI·
:cito. Tomo nI. Jo~ Fernando B.amúez; México durante su guerra con los Estados
Unidos. México. Libmia de la Vda. de Ch. Bouret. 1905.
SECULARIZACIÓN 173

Posteriormente, José Fernando Ramírez pone en relieve la


inconsecuencia de los que combatían la ocupación de los bienes
eclesiásticos y, sobre todo, de aquellos que la rechazaban "dizque
por conciencia y por principios". los enemigos de Gómez Farías
estaban obligados, por la naturaleza de la situación, a consumar;
"lo mismo que a él no dejaban ni aún comenzar". Sólo un día des-
pués de que entró Santa Anna en la ciudad de México, se volvió
a proponer en el Congreso la cuestión de los recursos "bajo las mis-
mas formas que antes habían causado tantos alborotos", o sea, au-
torización extraordinaria y amplísima, sólo que ya no se trataba ni
de cuatro ni de quince millones, sino de veinte, "que debían sacarse
de los mismos defendidos bienes eclesiásticos". la paradoja resulta
completa, votando a favor de la ley los mismos que se habían
opuesto a la de 11 de enero y a la de 4 de febrero, aprobándose
ésta por unanimidad. No sin razón, José Fernando Ramírez co-
menta que el clero, que había dicho que sus protestas obedecían a
"pura conciencia", es decir, que no defendía las cuotas, "sino las
especies", pasó por un gravamen mayor que el que se le había exi-
gido y reconoció "la legitimidad de la potestad sobre la cual había
antes invocado la maldición de Dios y de los hombres". En efecto,
por ley de 27 de marzo, el Congreso Constituyente mexicano de-
creta:
10.-Faculta al Ejecutivo para que, con carácter extraordinario,
se proporcione hasta la cantidad de 20 millones de pesos.
20.-Ello no autoriza al Gobierno ni para enajenar el territorio
nacional, imponer préstamos forzosos, celebrar contratos de co-
lonización, atacar la propiedad de los particulares ni ocupar los
bienes preceptuados por el artículo 20. de la ley de 11 de enero del
mismo año.
30.---Se autoriza al Ejecutivo para celebrar convenios con las
personas o corporaciones a quienes afecten las leyes de 30 de di-
ciembre de 1846, 11 de enero y 4 de febrero de 1847.
40.-Por último, se señala que el Ejecutivo puede contratar
elementos de guerra, sin los requisitos establecidos por las leyes en
vigor y que las autorizaciones concedidas por esta ley cesarían seis
meses después de publicada la misma o antes, si terminara la guerra."

70 La ley de 27 de marzo de 1847 aparece en: Colecciá« de leyes , decretos


publicados en el año de 1847, edición del Constitucional. México, Imprenta en Pala-
do, 18'2, p. 49.
174 JESÚS REYES HEROLES

Por decreto de 29 de marzo de 1847 se deroga la ley de 11 de


enero del propio año, quedando, asimismo, sin efecto su reglamento
y las leyes que la habían reformado e incluso disposiciones ante-
riores sobre la materia, de 1838, 1841, 1843 Y 1846, que estaban
dirigidas, más que nada, a mantener lo obtenido en materia de
reforma.71
Ciertamente que el intento fracasa, pero el mero hecho de ha-
ber legislado sobre la ocupación de los bienes de la Iglesia y de
haber pretendido cumplir con esta legislación, constituye un avance
en la reforma y, sobre todo, en el aspecto económico de esta re-
forma. Por otra parte, para las fuerzas conservadoras la lección fue
definitiva y para la conciencia política nacional se obtuvo una prue-
ba plena de que la nación mexicana ni siquiera su supervivencia
podía defender, en tanto no resolviera el problema de las relaciones
Estado-Iglesia sobre bases que afirmaran la soberanía del Estado,
la separación estricta entre ambas entidades y la secularización de la
sociedad. Un Estado miserable, mendicante, era inepto para impo-
nerse a los embates internos de fuerzas coloniales que no acababan
de morir, e incapaz de defender a la nación del exterior.
Nada extraño sería que Gómez Farías, después de las primeras
resistencias en 1847, tuviera más interés en acabar con los poderes
coloniales -y sobre todo el clero- que esperanzas en un próximo
México liberal. Su misma fe en los atributos de la clase media
mexicana se ve, seguramente, debilitada cuando percibe la oposi-
ción proveniente de una parte de esta clase, a través de los modera-
dos, en el trance en que se hallaba. Pero, si unimos la experiencia
de 1833 a la de 1847, podemos ver que en materia de secularización
México realiza su ensayo general, sólo que dividido en dos actos:
en el primero los diez meses de Gómez Farías, se suprime el diez-
mo, la compulsión para el cumplimiento de los votos monásticos y
se decreta la libertad de enseñanza; en el segundo se decreta, y se
intenta, la ocupación de los bienes de la Iglesia.

Las peripecias de los gobiernos moderados

No obstante el cambio político, las peripecias y escaramuzas


se mantienen. El 14 de julio de 1847 se permite al clero regular y
secular enajenar sus bienes sin licencia del Gobierno, abriéndose

71 CoJerri6n de leyes y duretos del Congreso General ..., año de 1847,


pp. n-~2.
SECULARIZACIÓN 175

en esta forma el camino para simulaciones, sin más fundamento que


dar esa libertad para que el clero pueda cumplir la asignación seña-
lada por el gobierno."
Por decreto de 5 de agosto de 1847 se declara vigente el de
29 de marzo del propio año." Y el 3 de diciembre se publica una
protesta en contra de la enajenación, redención de capitales o con-
tratos que cedan parte de los capitales de los bienes del clero o
reclamaciones por ventas o contratos con dichos bienes.
Como antes decíamos, las necesidades del erario inducen al Es-
tado, sea cual fuere el partido en el poder, a tomar medidas que,
en una u otra forma, suponen la afirmación de la potestad tempo-
ral en cuanto a los bienes del clero.
La reacción engendrada por esta situación de hecho se percibe
claramente en la prensa católica. El 19 de julio de 1848 aparece el
primer número de La voz de la religión.74 En él se asienta que la paz
con los Estados Unidos fue funesta, "cien veces más abominable
que la guerra", porque de ella sale "una nueva convulsión que todo
lo trastorna". Después de criticar lo que llama filosofismo, se de-
dica a probar la coincidencia de la doctrina de la Iglesia "con toda
forma de gobiernos modernos". La preocupación que a La voz de
la religión anima tiene sus antecedentes. El 12 de julio de 1848
el vicario capitular del Arzobispado habla de que se deben "contra-
riar los anticristianos planes y especiosos medios que se proclaman
hoy para hacer la guerra más desastrosa, más bárbara y antropó-
faga"."
La voz de la religión lucha fundamentalmente en contra de la
tolerancia defendida por numerosos liberales. Sin embargo, esto no
quiere decir que se despreocupe del problema de los bienes. Así,
Benjamín y Tomás Laurent refutan la exposición que al General
en Jefe del ejército norteamericano dirigió el obispo de Cesárea,
don Juan Manuel Irizarri, con motivo de la ocupación de una casa
perteneciente al convento de ..La Concepción". La voz de la reli-
gión rebate esta exposición mediante una publicación del promotor
más antiguo."

72 os. cit., pp. 185·86.


73 Op. eit., p. 123.
74. Tomo 1, número 1, 19 de julio de 1848.
75 os. cit., Tomo 1, p. 8.
76 Op, cit., número 3, 26 de julio de 1848, p. 41 Y sipo
176 JESÚS REYES HEROLES

El problema general de las relaciones Estado-Iglesia también


es abordado." Como El Siglo Diez y Nueue" hace un llamado a la
necesidad y admisibilidad en el país de la "reforma del clero", La
voz de la religión lo rebate," diciendo que la nación no puede
admitir cambio en esta materia. La discusión fundamentalmente
se centra en torno a la tolerancia, en virtud de que, al discutirse el
proyecto de ley de colonización, se plantea ésta. La voz de la re-
ligión publica un comunicado del arzobispo de Malinas, en que
se dice que cuando un gobierno tiene a su mando el nombramiento
de los obispos y los recursos de fuerza, la religión se esclaviza y se
excita a los obispos "a que se muestren firmes en la pelea, a que
insistan en sus protestas y se atrincheren en el ejemplo de los após-
toles, repitiendo sin cesar con ellos: non póssumus".80 y el 9 de
agosto se dice: "La soberanía es el poder supremo, ejércese por
uno o por muchos, bajo ésta o la otra forma. La soberanía siempre
debe ser mirada como de derecho divino, pues si no será una opi-
nión, o lo que es peor un error, que todos los días deberá refor-
marse?" El propio periódico publica un remitido del licenciado Juan
Rodríguez de San Miguel, "Sobre el verdadero carácter y el espí-
ritu de las declamaciones acerca de la reforma del clero, su corrup-
ción y sus riquezas" ,82 Rodríguez de San Miguel maneja las expo-
siciones de Mora y en la última parte de su ensayo" se opone a la
ocupación de los bienes de la Iglesia, diciendo que si dichos bienes
son manejados por los seculares, se perderán y que, en cambio, los
eclesiásticos los conservan y que éstos han progresado a pesar de
que no han sido manejados "con aquel codicioso afán y tiranía
con que los particulares quieren aumentar los suyos". Rodríguez de
San Miguel habla de "la suavidad en el rédito del dinero, la rno-

77 op. cit., número 4, p. 51. Comenta que: "El sacerdocio y la potestad civil
son las dos ruedas sobre las que gira el carro del universo: no puede moverse una
sin el movimiento de su compañera". Se repite la teoría de las dos luces, la potestad
temporal y la espiritual, como el Sol y la Luna y se dice que no es ei clero el que
se ha introducido en la dirección de los destinos del mundo, sino las sociedades su-
primidas y moribundas las que lo han llamado.
78 29 de julio de 1848.
79 Tomo 1, número 5.
80 Op, cit., número 6, p. 95.
81 Op. cit., número 7, p. 99.
82 Op. cit., número cit., p. 104. En el número 8, p. 121, se publica la segunda
parte.
83 Op. cit., número 9, p. 134.
SECULARIZACIÓN 177

deración de las rentas de casas y lo equitativo con las condiciones


de los arrendamientos de haciendas", que eran un gran beneficio
para la sociedad; y añade que "si esas riquezas no existen hoy, es
precisamente por la codicia de los capitulares". A más de argu-
mentos teóricos, Rodríguez de San Miguel expresa uno práctico,
que no debe de haber dejado de causar impresión: "Hoy se han
cogido los frutos, cortando el árbol por el tronco: ya esos bienes
en su generalidad han pasado a manos de los seculares, y están
cediendo en su personal provecho".
Más tarde," se afirma que la religión no está reñida con la
democracia y que la reforma del clero mina el fundamento de
la República: "Se proclama la soberanía del pueblo, para no .tener
ninguna, para destruir el orden social, para transformar a los hom-
bres en fieras, como estarían en el demandado estado de la naturale-
za a que neciamente se aspira". Este periódico atribuye las ansias de
reforma al espíritu jacobino y al efecto causado por la invasión
norteamericana. Reiteradamente se opone a la tolerancia de cultos
y asienta que: "El clero sufre y no molesta a nadie, porque víctima
de la época, se ha propuesto vivir en una especie de agonía tran-
quila y grave como la de los mártires"." Se rebate "a los enemigos
del clero", sosteniendo la necesidad de libertad de éste.86
La prensa liberal, El Siglo Diez y Nueve y El Monitor Repu-
blicano, insisten en la reforma del clero; pero fundamentalmente
en el aspecto de tolerancia. Sin embargo, incidentalmente se-rozan
otros temas. El Monitor" dice que las prestaciones del clero a México
han sido mezquinas. La voz de la religión le contesta el 23 de di-
ciembre" diciendo que el clero proporcionó $3.144,000 para la gue-
rra de Texas y que ninguna corporación, estado o particular ha con-
tribuido con una cantidad similar. El clero fue acusado de haber
ocurrido al general Scott para que éste dictara, el 23 de noviembre
de 1847, la prohibición de ventas de los bienes del clero destinados a
cubrir las asignaciones al Gobierno de México. La voz de la religión
califica de "superchería" tal informe."

ll4 Op, ~ÍI., número 16, p. 266 Y sigs.


85 Op. cit., número 24, p. 399.
86 Op. cit., número 27, p. 443.
87 El Monilor Repllb¡¡~ano. 4 de diciembre de 1848.
88 Número 46, p. 747.
89 Op. ~il., Tomo 11, 18'0. En especial, rebate asertos o ideas expmadas en
El Monilo, Repllblifltno. (pp. 497, 6'7 Y 673).
178 JESÚS REYES HEROLES

y la polémica sigue. Basta un cambio de gobierno o el endé-


mico déficit presupuestal para que el problema emerja en la prensa
liberal y tenga su réplica en la religiosa o conservadora. El 18 de
diciembre de 1850, La voz de la religión publica un artículo sobre
los bienes del clero. Indica que algún periódico ha dado salida a la
presunción de que la futura administración del país ..se apoderará
de los bienes del clero para salir de los conflictos en que probable-
mente ha de encontrarse". Tal cosa, dice, sería un despojo, y si la
administración lo hiciera, no sería católica, y además, negaría el de-
recho de propiedad a los individuos y a las corporaciones religiosas.
Sostiene que los bienes de la Iglesia no resuelven los problemas
económicos del Estado y que esto ya se vio en Francia y España.
y a principios de 1849, siendo gobernador del Estado de Mé-
xico Arizcorreta, presenta una iniciativa que es aprobada por el Con-
greso del Estado, sobre censos eclesiásticos y dirigida a corregir abu-
sos de los censualistas. El vicario capitular de la diócesis del Estado
de México declaró incursos en excomunión al gobernador y a los
diputados de aquella legislatura por ocupar bienes propios de la
Iglesia. El Congreso de la Unión declaró inconstitucional el decreto
e incluso parece ser que intentó exigir responsabilidad al gobernador
Ariecorreta."
En este período, sin embargo, la controversia se presenta, como
veremos, en torno a la tolerancia, por los intentos de consignar ésta
a través de la legislación sobre colonización.
En general, puede, sin embargo, decirse que los gobiernos mode-
rados surgidos después de la guerra con los Estados Unidos, tratan
simplemente de mantener el sta/u quo existente e, incluso, surgen
claros retrocesos al respecto. En efecto, se trató de encontrar la resolu-
ción al problema de las relaciones Estado-Iglesia dentro del ejercicio
del patronato, previo concordato. A ello obedeció que el Presidente

90 FRANCISCO ZARco: Historie del Congreso Extraordinario ConstiJII1enJe de


1856,1857. Extracto de todas sus sesiones y documentos parlamentarios de la época.
Tomo 11, pp. :SO-:Sl. También hay una ManifesJarión del clero de Orizaba sobre las
;"mllnid4des de la Iglesia, contestando a unas observaciones que sostenían que "el
príncipe puede revocar el privilegio de la inmunidad". Estas observaciones son de
marzo de 1849. La manifestación sostiene que: "Todas las veces que la rapiña y
voracidad diplomática han pretendido absorberse los bienes de la Iglesia, el Clero
ha defendido su inmunidad y por eso hoy la nación cuenta con que estos bienes pa-
guen todos Jos impuestos que paga el comÚD de los ciudadanos; y responda además
de su hipoteca de los cuantiosos prátamos hechos al Gobierno". (Sin pie de im-
prenta).
SECULARIZACIÓN 179

Herrera intentara en dos ocasiones nombrar un ministro plenipoten-


ciario ante el Vaticano y a ello obedeció también el decreto de 16 de
abril de 1850, que establecía las reglas que habían de observarse
en la provisión de mitras vacantes, de conformidad con el patronato.
Las iglesias "viudas" eran todo un problema para el Gobierno, pues
las mitras vacantes no se cubrían. En estas condiciones, el decreto
de 16 de abril de 1850 establecía que: "Entre tanto se arregle defini-
tivamente el ejercicio del patronato en la República", para la provi-
sión de mitras vacantes se observarían ciertas reglas, sustancialmente
consistentes en:
l.-El cabildo, y de no haber éste, el prelado metropolitano,
elaboraría una lista de candidatos, no menor de tres, mexicanos por
nacimiento;
2.-El Gobierno Federal recibiría la lista y tendría la facultad
de pedir una segunda, de juzgarlo necesario. El propio Gobierno da-
ría a conocer la lista a los gobernadores de los Estados con territorio
dentro de las diócesis, quienes podían exponer sus juicios sobre las
personas en ellas mencionadas, dentro de los quince días siguientes
a la fecha en que recibieran dichas listas;
3.-Hecho ello, el Gobierno Federal elegiría dentro de las per-
sonas contenidas en las listas y "la presentará a su Santidad en la
forma en que ha hecho hasta aquí"."
Todo ello hace que al empezar 1851 la prensa católica considere
que ha capeado el temporal." La VOz de la religión lo expresa al de-
cir que el "filosofismo moderno que amenazaba la religión parece
amainar" y que, si bien en 1850 "la irreligión llegó a presentarse
con la cara descubierta entre nosotros", no habiendo nunca sus pro-
curadores sido tan osados e imprudentes, al iniciarse la reacción reli-
giosa en ese año, el panorama se modificó." Es decir, se expresa 10
que resulta evidente, la existencia de una ofensiva por parte del
clero y de los conservadores para reconquistar posiciones. Los edito-

91 Llgis/adón Mexi(ana. De enero a diciembre de 18'0. Mhico, Imprenta de


Juan R. Navarro, 18", pp. 82-84.
92 Un indicio proveniente de otro sector, de que priva la idea de que se va
a seguir dentro del antiguo sistema, está constituido por la primera edición mexicana
que hasta entonces aparece del libro de procedimientos del CoNDB DS LA CAÑADA:
Observadones /Wá(li(1IS sobr, Jos ,e(II'SOS J, 1"l1'%li. México, Imprenta de Juan ll.
Navarro, 18H, dos tomos.
91 ÚI fltn J, 1. "ligió., sepnda época. Tomo 11, 19 de enero de 1851.


180 JESÚS REYES HEROLES

riales de este periódico, de enero a junio de 1851, disminuyen la


presión."

¡Wunguía}- Melchor Ocampo y el gobierno de Zacateca:

Sin embargo, un hecho va a causar revuelo y a encender de


nuevo la polémica. .
El 6 de enero de 1851 el licenciado Clemente Munguía se negó
a prestar el juramento para su consagración como 'obispo de Michoa-
cán, con la fórmula que establecía: "¿Juráis guardar y hacer guardar
la Constitución y leyes generales de los Estados Unidos Mexicanos,
sujetándoos desde ahora a las que arreglaren el patronato en toda
la Federación?" Al leérsele la fórmula, Munguía contestó que no.
Munguía asienta que se negó porque dicha fórmula comprometía
"los derechos y libertades de la Iglesia". El Gobierno retuvo las bu-
las. Munguía se negaba a jurar por la última parte de la fórmula;
pero ya para el 15 de enero de 1851 manifiesta que está de acuerdo
en prestar el juramento, si el sentido de las últimas palabras .:»...su-
jetándoos desde ahora a las que arreglaren el patronato en toda la
Federación ?"- "es el de contraer la obligación de obedecer todas
las leyes y reglamentos que en virtud de concordato y CONFORME A
LA CONSTITUCION se dieren en lo sucesivo para arreglar el ejercicio
del patronato en toda la Federación" .95
Los días 11 y 13 de enero de 1851 El Monitor Republicano pu-
blica dos artículos Criticando la conducta de Munguía, por haberse
negado a prestar juramento con la fórmula prescrita. Para El Moni·
tor es un claro acto de desobediencia a la ley y resulta consecuencia
"del feudalismo eclesiástico". Para La voz de la religión, El Monitor

94 Las influencias doctrinales en estos periódicos son: Chateaubriand, De Mais-


tre, Balmes y BonnaJd.
95 MAnifieslo IJlle el Lic. Clement« Mllngllía, electo , (onfirmaJo Obispo de
Mi(hoa(án, dirige a la n«ión mexican«. p. 15. Munguía se ocupa de las distintas
cuestiones que, a su parecer, entrañaba el juramento. Se dice que en el patronato
debe distinguirse existencia y ejercicio y "que la existencia nunca podría ser el efecto
de una disposición puramente civil, sino el resultado de una concesión hecha por el
Papa y aceptada por el Gobierno" (Op. (il., p. 107). El pensamiento político, social
y religioso de Munguía amerita un estudio, contándose para ello con las dos series
de sus "Obras diversas", en gruesos volúmenes. (México, Imprenta de La voz de la
religión, 1852). Clemente de J. Munguía en 1858 publica otros dos tomos: Defellsa
eclesiéstic« en el obispado de Mühoa(án, desde fines de 185!; hasta prindpios de
1868. Munguía se negó también a jurar la Constitución Federal de 18n.
SECULARIZACIÓN 181

Republicano carece de razón," pues Munguía no quiso prometer lo


que no quiere cumplir y, por consiguiente, debe variarse la fórmula,
"porque el patronato es al menos un punto cuestionable". La fórmu-
la debe ser cambiada para garantizar los intereses de la Iglesia.
Melchor acampo, en 1851, expone en toda su amplitud la idea
secularizante. El origen de su intervención es mínimo, si se atiende
a la magnitud que las ideas expuestas alcanzan."
La representación que Melchor acampo dirige al Congreso del
Estado de Michoacán el 8 de marzo de 1851 revela la ductilidad de
éste y corre pareja con su firmeza y amplitud de visión, que le per-
miten exponer el desideratum de su idea secularizante, junto a las
sucesivas metas que, de acuerdo con las condiciones del país, podían
irse alcanzando. En el primer aspecto, Me1chor acampo afirma como
meta la libertad de conciencia, abstención de la autoridad civil en
cuestiones religiosas y sostenimiento del clero con las oblaciones
voluntarias de los creyentes:

Reconocido hoy el natural derecho que cada hombre tiene para


adorar a Dios, según las intuiciones de su conciencia; relegados al
rincón de las escuelas los paralojismos en que se había fundado la in-
tervención del gobierno civil en la salvación de las almas; y sentido
por todos, aunque confesado por pocos, como principio, el respeto a
la conciencia ajena, debiera dejarse, si las costumbres pudieran cami-
nar tan rápidamente como la ciencia, que el Venerable Clero se sos-
tuviera con las oblaciones voluntarias de los fieles. .

No siendo posible lograr dicha meta, queda un grado interme-


dio que implicaría el mejoramiento de la situación que se observa:

Pero el grado de instrucción que hoy tiene la gran mayoría de


los habitantes de la República, acaso no permite ni subir a los inme-
diatos escalones. Estos serían o poner al Clero a sueldo directo del
Estado, como en varias partes se practica, o siquiera reformar la distri-
bución de sus fondos, y dejándole en libre administración la parte
que de ellos se juzgase conveniente, para que quedasen dotados el

96 La 1I0Z de la religión, segunda época, Tomo 11, números 6 y 7, pp. 81 Y 97.


97 El cura de Maravatío, don Agustín Dueñas, se negó a dar sepultura gratis
al cadáver de un dependiente de Ocampo (MELCHOR OcAMPO: Obras fomplelas,
Tomo 1, "Polémicas religiosas". México, F. Vázquez, editor. 1900. pp. 3 Y 4).
182 JESÚS REYES HEROLES

culto y sus ministros, cuidar de que la invirtiese con rectitud y


economía.

Puesto que ni esto es posible, deben, al menos, evitarse los abu-


sos que imperan. Ocampo analiza el arancel que rige en la diócesis
de Michoacán, que es el de 1731, el cual encuentra lleno de reminis-
cencias y de prescripciones contrarias a la realidad; por ejemplo, el
hacer corresponder las clases económicas a las categorías raciales:
hay ricos que no son españoles y muchos españoles que no son ricos ,
y la mezcla es tal, que "los plebeyos hemos visto con tan poca vene-
ración las genealogías, que ya apenas habrá quien sepa distinguir-
las". En estas condiciones, el arancel se aplica siempre con su tasa
máxima; es decir, considerando a todos españoles o con aquellas fa-
cultades pecuniarias. Como la población ha crecido, los ingresos que
el arancel depara son sobrados a las necesidades del clero. A todas
estas consideraciones y otras más, Ocampo agrega que los excesivos
derechos desestimulan los matrimonios, siendo que es preocupación
de los legisladores en todo el mundo impulsar dichos matrimonios
con exenciones, privilegios y "derechos de sucesión, aun al grado que
coartan la libertad natural de la propiedad". El deseo de las auto-
ridades civiles de estimular el matrimonio tiene un indudable funda-
mento: "La razón es muy perceptible para los que creemos que la
familia es la base de la sociedad civil, y que el Estado tiene interés
en que los hijos sean mantenidos y educados convenientemente".
Ocampo, que carece de derecho de iniciativa, no formula un proyecto
nuevo de arancel, confiando en que el Congreso lo hará. Más tarde,
Ocampo redacta el proyecto de ley sobre reforma de obvenciones
parroquiales que el Ayuntamiento de Maravatío presenta.
Pero su representación es rebatida por el sacerdote Dueñas,"
quien la califica de hereje. Dueñas, no sin razón, dice que Ocampo
en dicha representación, al sostener el derecho natural que cada hom-
bre tiene para adorar a Dios según las intuiciones de su conciencia,
está, en realidad, exponiendo la libertad de conciencia y la libertad
de cultos." Una y otra impías.

98 En la redacción interviene Clemente de Jesús Munguía. Parece comprobar


este aserto el estilo de la segunda impugnación, en que la doctrina manejada en esos
días por los católicos es expresamente invocada: Bonnald, De Maistre, Chateaubriand,
Balmes, Montalembert y Donoso Cortés. Las doctrinas de ellos, junto con las de
Platón, Cicer6n y otras, son llamadas "consuelo de los pueblos. freno de la arbitra·
riedad, luz de la administración pública" (p. 129).
99 Op. cit., pp. 40-41.
SECULARIZACIÓN 183

acampo publica cinco respuestas a la impugnación hecha por


el sacerdote Dueñas. Este, a su vez, hace tres impugnaciones. En las
respuestas de acampo se admira su habilidad dialéctica, al mismo
tiempo que su realismo político, su sentido de las posibilidades.
Claro que la polémica se contrae fundamentalmente a los aranceles.
acampo, no obstante, da en sus respuestas la aparente impresión de
rehuir por táctica el fondo ideológico, dejando bien sentados sus
principios básicos. Ciertamente que en su primera respuesta a la im-
pugnación admite que su contendiente dé por borrado, si así le satis-
face, el preámbulo de su representación. Pero pocas líneas después
insiste en el respeto a la conciencia ajena y explica qué entiende por
intuiciones de la conciencia. Ocampo distingue arbitrio de intuición
y para que el hombre adore a Dios según las intuiciones de su con-
ciencia, no excluye la enseñanza, sino, al contrario, supone ésta. La
alta estirpe que asigna a la libertad de conciencia se manifiesta
cuando pone en duda la posibilidad de la justicia positiva en una
sociedad en que no se. respeta la conciencia:

¿Cree usted que fuera posible el establecimiento del jurado ni


el de ninguna magistratura; cree usted que ni la sociedad ni el indi-
viduo se sujetarán a la decisión de un juez, si no debiera respetarse
la conciencia ajena ?IOO

La segunda impugnación sostiene que la tesis secularizante del


camino escalonado, que ve los inconvenientes en hacer a la Iglesia
dependiente del Estado, encuentra su inspiración en Lamartine. Due-
ñas niega la facultad del Estado para fijar el arancel; la reforma del
arancel, solicitada por Ocampo al Congreso, "no sería obligatoria,
sin la aprobación de la autoridad episcopal". Las rentas eclesiásticas
requieren de las dos potestades para ser reglamentadas: "La Iglesia
es una sociedad soberana, y como tal facultada para conservarse y
perfeccionarse". La impugnación concluye:

Ahora bien, la Iglesia y no el Estado debe señalar la clase y


cuantía de sus rentas. ¿Qué intervención debe tener en esto el Estado?
poner la coacción civil, porque la Iglesia sólo tiene coacciones espi-
rituales.w-

lOO os. cit., p. 87.


101 Op. cit., p. 170.
184 JESÚS REYES HEROLES

No solamente el problema de los derechos eclesiásticos se plan-


tea en forma directa por don -Melchor Ocarnpo, sino que en torno a
un aspecto conectado con ellos surge una polémica entre el gobierno
del Estado de Zacatecas y el obispo de Guadalajara. El Estado de
Zacatecas, el 30 de enero de 1852 sanciona una ley de hacienda que
exige a los curas y vicarios del Estado cubrir contribuciones "por sus
beneficios y congruas adquiridos en el desempeño o trabajo del mi-
nisterio". Los eclesiásticos no obedecen estas disposiciones y el obis-
po de Guadalajara se dirige al gobierno de Zacatecas solicitando su
derogación, por considerarlas anticanónicas.
El 20 de julio de 1852 el gobierno de Zacatecas contesta al
obispo con una serie de argumentos teóricos, secularizantes en algún
aspecto. Sustancialmente dicho gobierno sostiene que no se atacan
los derechos de la Iglesia al imponer contribuciones sobre beneficios
eclesiásticos, dado que: "El derecho con que la Iglesia adquiere y es
propietaria no es un derecho extraordinario, es el mismo derecho con
que adquiere y es propietario todo hombre y toda asociación legíti-
ma". El derecho sobre los bienes de la Iglesia no es de derecho
divino.
El gobierno de Zacatecas sostiene que la obligación de pagar
impuestos no proviene del goce de derechos ni de la participación
en los empleos público, ambos argumentos usados por el obispo de
Guadalajara, sino que: "El derecho para exigirlos se funda en el do-
minio eminente, que en sus Estados ejerce el soberano, y en el bien
general de la sociedad, al cual están subordinados los intereses in
dividuales." .102

Ayutla y los primeros pasos

La última recaída santanista, preocupada en reprimir las fuerzas


nuevas, apuntalar con apoyo externo y artificiosas investiduras las
clases coloniales y conseguir recursos financieros para un erario exá-
nime, poco puede hacer en lo que toca a consolidar firmemente el
poder de la Iglesia, objetivo evidente de un importante sector adhe-
rido a la dictadura. Como hemos visto, sin embargo, el decreto de

102 ComllllÍtadolles ojicides entre el slIpremo gobierno del ESldo de Za(a·


teces 1 el slI/Jerior edesiáslÍto de la dió(esÍJ de GllflIiala;ara. Guadalajara, Tipografía
de Rodríguez. 18:52, pp. 12·14. Continuaci6n de las Comllni(ariones ofida/es, el(.
(Guadalajara, Tipografía de Rodríguez, 18:52).
SECULARIZACIÓN 185

6 de noviembre de 1833, que había suprimido la compulsión civil


para el cumplimiento de los votos monásticos, fue derogado, vol-
viendo, por consiguiente, el Estado a ser brazo de la Iglesia. El 19
de septiembre de 1853 se decreta, asimismo, el pleno restablecimien-
to de la Compañía de Jesús. A estos actos hay que añadir los si-
guientes:
l.-El 22 de junio de 1853: "Se declara sin valor ni efecto algu-
no e1 decreto de 6 de noviembre de 1833, derogatorio del de 18 de
diciembre de 1824, que previene no se haga variación alguna en los
Estados en puntos concernientes a rentas eclesiásticas" .103
2.-"Se aplica en propiedad a la congregación de los padres
de la misión de San Vicente de Paul, toda la parte del edificio del
convento del Espíritu Santo que pertenece al Gobierno".'?'
3.-EI 18 de septiembre de 1854 se decreta que la cesión que
del convento de San Javier, en More1ia, se hizo en favor de la mitra
de Michoacán, "subsiste como legal" .105
En el Plan de Ayutla y en las modificaciones de Acapulco, nada
expreso anuncia la acción secularizante. La trayectoria de algunos
de los hombres que en él intervienen, sobre todo de los puros de
Brownsville, anuncia sin embargo, la que va a ser futura reforma.
Ello también se pone de manifiesto cuando en el Plan de San Luis
Potosí -intento conservador antisantanista de Haro y Tamariz-,
el punto primero "protesta protección al clero y al ejército".l06
Los hombres de Ayutla abordan el problema inicialmente a tra-
vés de la Ley Juárez, que al mismo tiempo que fue un paso en la
consecución de la igualdad ante la ley, involucraba la secularización
parcial de un importante aspecto: la administración de justicia. Ante
su aparición, las fuerzas que se oponen al liberalismo argumentan
contra la secularización, contra las ideas reformistas en su conjunto.
El Plan de Jacala surge precisamente para apoyar la Ley Juá-
rez y en él se esbozan, junto a las ideas agrarias, propósitos secu-
larizantes.!"
Por otra parte, la prensa liberal no oculta sus ideas en tan
espinosa cuestión. El Monitor Republicano publica una serie de ar-

103 ugisliKión Mexirtma, de abril a julio de 18H, p. 439.


104 Op. til., pp. '03-'04.
165 Op. cit., de junio a diciembre de 18H, p. 243.
106 El Siglo Diez 1 Nllelle, 27 de agosto de 18n. número 2,43'.
107 Véase: Capítulo Liberalismo Sotial del presente trabajo.
186 JESÚS REYES HEROLES

tículos, a partir del mes de octubre de 1855, sobre "El poder teocrá-
ticO".l08 Fundamentalmente en estos artículos se toca el problema de
los bienes de la Iglesia. Se dice que el clero no presta "para mejo-
rar los caminos", "para la explotación de minas", "para organizar
establecimientos industriales", a los artesanos ni a las pequeñas em-
presas, y se da una explicación:

El clero no arriesga nunca sus capitales. Presta con buena hipo-


teca sobre bienes raíces. Deja acumular los réditos sin exigirlos, y
poco a poco, con el transcurso de los años, esos bienes hipotecados
llegan a ser de manos muertas.I09

Para que brille la religión de Cristo, es necesario acabar con el


poder teocrático.P" No debe confundirse el poder teocrático con la re-
ligión cristiana. Pero a los intereses colectivos se oponen los intereses
de unos pocos: "Al bien general, a la emancipación del pueblo, al
progreso' de la industria, a la inmigración, al cultivo moral y físico
del país se oponen las manos muertas".
En otro artículo, El Monitor Republicano sostiene la necesidad
de reformar el clero y dice.!"

Debe entrar en la reforma del clero la revisión de sus cuantiosas


rentas que se invierten de una manera desconocida, tenebrosa y estú-
pida; hasta ahora el clero se ha formado por sí solo sus cuentas, él
aprueba sus manejos, y de día en día esos bienes en medio de los
cuantiosos que son, se desmembran y se desmembran entre las manos
del partido clerical.

Y añade:
Todas las clases de la sociedad trabajan para el clero, y el clero
absorbe, el clero acumula, sin remediar en nada la miseria pública,
sin aliviar en lo más mínimo la suerte de sus hermanos. Revísense
sus cuentas, y el sobrante, esas enormes swnas que encierran y distraen
de la circulación, facilítense al industrial, al agricultor y al marinero,

108 Año décimo, tercera época, números 2,9:¡6 -10 de octubre-, 2,959 -B
de octubre- y 2,963 -17 de octubre.
109 Op, cit., número 2,9:¡6.
110 Op, cit., número 2,963.

11l Op, cit., número 2,964, 18 de octubre de 18:¡:¡. Artículo: "El clero-la
religión".
SECULARIZACION 187

préstense al artesano sin trabajo, a la viuda desvalida, y al huérfano


desamparado, y formando con tan exorbitantes sumas un gran banco
nacional, protéjase con elIas a la República, ya que la república por
tan largos años los ha protegido.

La tesis es reformar "el derecho de patronato, de que insensi-


blemente y por medio de las revoluciones han ido despojando al po-
der temporal".
y El Siglo Diez y Nueve publica un importante artículo con el
título de "Concordato", 112 comentando el concordato celebrado por
la Santa Sede con Guatemala. El periódico, a la luz de este concor-
dato, pide a los ministros de Relaciones y Justicia que hagan cesar
negociaciones relativas al concordato y que, en todo caso, no admitan
"niguna cláusula que vulnere en lo más mínimo la independencia
nacional, dando al clero la menor intervención en materias que no
son de su competencia". El Siglo agrega: "En caso de emprender
negociaciones con Roma, deben tender a la reforma de perniciosos
abusos, al interés bien entendido del Estado y de la Iglesia, y de
ninguna manera a erigir al clero en cuerpo político".
La Ley Juárez y la prensa liberal permiten a quienes se oponen
a la reforma, vislumbrar el camino que ésta tomará, contando para
ello con los intentos anteriores, y anticiparse en su oposición. La
Cruz, el 22 de noviembre de 1855,113 lo hace no sin maña: "Por odio
a la religión, y no por marcar bien la línea divisoria que existe entre
la Iglesia y el Estado, quieren ciertos innovadores que los ministros
del culto no tomen parte alguna en los asuntos civiles y políticos".
La inspiración doctrinal de tal tendencia es establecida en unas cuan-
tas líneas:
La división de las dos potestades, la diferencia de la sociedad
civil y de la sociedad religiosa, la distinta naturaleza de los objetos
de cada una, son las fuentes de donde sacan sus razones los enemigos
de la religión, para concluir que no debe el clero mezclarse en los
asuntos políticos.

Admitiendo, sin conceder, tal pretensión, La Cruz presenta su


contrapartida:
112 Afio U, cuarta época, número 2,484, 16 de octubre de 18~:5. Juan Bautista
Morales remite a El Siglo Diez y Nllefle un artículo en que reitera su tesis de que
el ejército y el estado eclesiástico pueden significar obstáculos "para establecer un
gobierno liberal" (Op. cit., número 2,488, 20 de octubre de 18:5:5).
113 Tomo 1, número 4, p. 10:5 Y si&s.
188 JESÚS REYES HEROLES

Si los eclesiásticos no deben mezclarse en las cosas temporales


porque son ministros de una sociedad espiritual, la misma razón debe
valer para que los ministros de la sociedad civil no se mezclen en las
cosas de la Iglesia. Esto es evidente.

Para los liberales el argumento no podía surtir efecto. Ya era


tradicional creer en la necesidad de que el Estado regulara ciertas
consecuencias que para la sociedad tenía la existencia del clero, entre
ellas la acumulación de la propiedad.
Por lo demás, unos cuantos números después, La Cruz, con la
bien cortada pluma de José Joaquín Pesado.l" se contradice. Pesado,
simplificando el problema, pregunta qué conviene a los gobiernos,
si tener a la Iglesia por aliada o por contraria. Al resolver en el
primer sentido, lo hace por creer que la Iglesia "tiene un depósito
inalterable de doctrinas ciertas, con que hace la felicidad de los
hombres no sólo en la vida futura sino también en la presente",
doctrinas que influyen no sólo en el orden civil, sino en el político.
Por tanto: "Predicar, como algunos lo hacen, la separación del go·
bierno y de la Iglesia, estableciendo un divorcio formal entre el
Estado y la religión, es la más lastimosa de las cegueras, si no es
acaso la mayor de las maldades". Políticamente abona el extremo
de la alianza con un argumento no exento de sutileza:
Las autoridades supremas de los pueblos, nunca adelantan tanto
ni afirman con más estabilidad su poder, que cuando se muestran
sometidas a las decisiones de la Iglesia, la cual es la primera en incul-
car la obligación de obedecer a la multitud, así como ordena estrecha.
mente a los que mandan, el obrar con dulzura, con suavidad y con
justicia.lls

114. Op. cit., Tomo 1, número 4, p. 329 Y sigs.


115 La Crllz no siempre combate con principios. En un sanguinario examen
critico del discurso pronunciado el 17 de septiembre en Jalisco por Miguel Cruz
Ahedo -:romo 1, número 8, 20 de diciembre de 1855, p. 233 Y sigs.-, dice que
"nuestros seudo-liberales no hacen otra cosa que seguir la vieja manía de todos los
incrédulos" e imputan al clero los males que sufrimos: "Llenos de fanatismo a su
modo, y procurando aprovechar todas las ocasiones que se les presentan de meter
sus garras en las arcas de la Iglesia, apellidan reforma lo que sólo es intento de
destruir para sacar la premeditada ganancia". Agrega: "Los bienes que posee la Iglesia
mexicana y que forman, por decirlo así el tesoro público, desvelan a nuestros polí-
ticos más de lo que se cree comúnmente; y poco les importa el porvenir de la nación,
con tal de que el suyo sea mejor y más seguro". En La Cruz, Pesado rechaza expre-
samente en varios artículos la proposición de ]. B. Morales de que el clero se acople,
en su propio interés, al partido liberal (Tomo 1, pp. 439, 457, 489 Y 522).
SECULARIZACIÓN 189

El gobierno de Comonfort interviene los bienes de la diócesis


de Puebla, mediante decreto de 31 de marzo de 1856, contestando
a la rebelión de Zacapoaxtla auspiciada por el clero. Se trata de un
acto encaminado a consolidar la paz y hacer respetar la autoridad
del Estado y así se expresa en los considerandos: se quiere hacer
conocer a los miembros del clero "que hay un gobierno justo y enér-
gico, al que deben sumisión, respeto y obediencia". Sólo se puede
reprimir el espíritu sedicioso de las clases de la sociedad que ejercen
por sus riquezas una gran influencia, "por medidas de alta política"
y como tal se conceptúa esta intervención parcial de los bienes del
clero. Por otro decreto, de la misma fecha, se establece la forma
y mecanismo de la intervención.P"
El 5 de abril de 1856 varios diputados consultaron al Congreso
la ratificación de ambos decretos, suscitándose una leve discusión en
que Guillermo Prieto recuerda el artículo del reglamento que dis-
ponía que los asuntos eclesiásticos se trataran en sesión secreta. Y
el día 7 la proposición se pasa a la Comisión de Justicia. Esta inter-
vención, dentro de su carácter circunstancial, abre la brecha.!" El
Congreso vuelve a tratar las relaciones Estado-Iglesia el 15 de abril,
al presentarse el dictamen sobre la Ley Juárez, y el día 25 se en-
tera de la exposición dirigida por el obispo de Puebla, Pelagio Anto-
nio Labastida al Presidente sustituto, solicitando se suspendieran los
efectos del decreto de intervención de los bienes y de la respuesta
del Poder Ejecutivo. El obispo de Puebla pide la derogación, retiro
o suspensión del decreto, "pues en ello está interesada la causa de
la religión, que no puede separarse de la causa nacional". Señalando
que a Comonfort concierne salvar al país de las contiendas y re-
vueltas Ha que dan lugar las medidas semejantes a la que actual-
mente nos ocupa","" considera que ella va en contra de la función
gubernamental de mantener la paz. Labastida niega en materia de
hechos y citando a don Manuel de la Peña y Peña, asienta que es freo
cuente identificar a miembros del clero con esta clase. En la exposi-
ción que dirige, sostiene que se lastima el derecho de la Iglesia; re-
cuerda la argumentación del obispo de Portugal en 1847, sobre la
generalidad de las cargas y la necesidad de contar con Roma para po-
ner manos en los bienes de la Iglesia. El corolario doctrinal no puede

116 Legislación MexicaTla, de enero a junio de 1856, pp. 421-23.


117 ZARCO: Tomo 1, pp. 111-20.
118 Op. cit., Tomo 1, p. 18'.
190 JESÚS REYES HEROLES

ser más opuesto a las ideas secularizantes que de lejos privan en los
medios liberales mexicanos:

El carácter de soberana e independiente, propio de la Iglesia,


le da un derecho pleno de propiedad en sus bienes, y la facultad de
dictar las reglas de su ejercicio, ya para la conservación, ya para la
recaudación, ya p.ra la inversión de ellos. Estas reglas norman la
conducta de los obispos, y ninguno puede quebrantarlas, ni sujetarse
a otras dadas por cualquiera otro poder extraño, sin hacerse acreedor a
las penas con que han sido sancionadas.m

El Gobierno responde, en hábil documento debido a Ezequiel


Montes,l20 que subsistiendo en todas sus fuerzas las consideraciones
que lo movieron a dictar la intervención, ésta debe continuar. Pre-
cisa que las cantidades que resulten de la indemnización decretada
se invertirán en socorrer a las víctimas de la guerra civil y que ello
está de acuerdo con la idea de que los bienes eclesiásticos deben
invertirse en las necesidades de los pobres, sostenida en varios con-
cilios. La idea medular es la de que "las autoridades eclesiásticas
han pretendido ampliar a favor suyo las disposiciones de los conci-
lios; disminuyendo a la vez las atribuciones del gobierno civil";
pero que, al mismo tiempo, los gobiernos se han opuesto a tales
pretensiones. Se hace un recorrido de la situación que priva en di-
versos países, para concluir que el derecho de propiedad se regula
en la legislación positiva y el título de posesión viene a todos "del
derecho humano". Posteriormente, la contestación del Gobierno se
refiere a la situación de hecho, estableciendo las ligas del clero con
la rebelión de Zacapoaxtla. El Gobierno carecería de autoridad si no
tuviera facultades amplias y expeditas "para refrenar los excesos
de los particulares y corporaciones que abusen de su poder o de sus
bienes".
Antes, Comonfort, en uso de las facultades concedidas por el
artículo 30. del Plan de Ayutla, derogó el 26 de abril de 1856,
el decreto de 26 de julio de 1854 -que restauró la coacción para el
cumplimiento de los votos monásticos-c-, declarando en vigor la le-
gislación de 6 de noviembre de 1833.121

lllI 01'. cit., p. 190.


128 01'. cil., pp. 19'.20'.
121 Bus ]ost GUTlÉIUlI!Z: 01'. cit., Tomo 1, pp. 638-39.
SECULARIZACiÓN 191

Los jesuitas
El 5 Y 6 de junio de 1856 el Congreso Constituyente trata en
sesión secreta de la revisión del decreto de Santa Anna, de 19 de sep-
tiembre de 1853, que restauró en la República Mexicana la Compa-
nía de Jesús. l22 La mayoría de la Comisión de Negocios Eclesiásticos
presentó un dictamen en que, abstrayéndose "de los epigramáticos
escritos de Pascal y demás autores de su género", sostiene el carácter
pernicioso de algunas de las doctrinas profesadas por los jesuitas y
los inconvenientes que la existencia de la orden entraña. En estas
condiciones, propone un proyecto de ley que deroga el decreto de
19 de septiembre de 1853 y establece que el Gobierno tomará las
medidas convenientes para que se le devuelvan los bienes de la Com-
pañía de Jesús y el modo en que debería de continuar el Colegio
de San Gregorio. Manuel Buenrostro, miembro de la Comisión de
Negocios Eclesiásticos, se separa de la mayoría de la Comisión,
oponiéndose a la supresión de la Compañía de Jesús en un voto
particular y tomando en consideración que ella, además de estar
dedicada al culto divino, "sirve para instruir a los ignorantes y pro-
pagar con la razón y persuación la religión cristiana". Castañeda
también se opone a la supresión de la Compañía, subrayando sus
méritos, tanto en otros países, como en México. Castañeda agrega
que sancionada la extinción del fuero eclesiástico y establecida la li-
bertad de enseñanza, han desaparecido los motivos que hicieron
temible a la Compañía de Jesús. A ello añade un argumento que
posteriormente, al plantearse la libertad de cultos, va a debilitar,
desde el punto de vista lógico, la posición de quienes están en contra
de dicha libertad. Castañeda, por ganar el punto, incide en una grave
. .
mcongruencra:

Además, los principios que rigen al país, ¿no son los de una
completa libertad? ¿No es el programa del partido liberal la. absoluta
libertad de conciencia, la tolerancia de todos los cultos, y la. extioci6o
de todo monopolio en la enseñanza pública? ¿Estos principios no están
en vísperas de sancionarse en la constitución de la república?

Vallarta lee un discurso, en cuya primera parte describe los ma-


les de la Compañía, haciendo alarde de documentación al respecto

122 La discusi6n en el Congreso viene en ZAllco: 0/1. ril., Tomo 1, de 1& P'-
gina 378 a la 410.
192 JESÚS REYES HEROLES

y en la segunda, colocándose en posición realista y política, rechaza


la tendencia expresada en la prensa y por Castañeda, de sostener
que los liberales incurrirían en una inconsecuencia ideológica al de-
cretar la extinción de la Compañía de Jesús, pues ello iría en contra
de su dogma, la tolerancia, que "exige que nadie sea molestado por
sus opiniones, ni por su culto". Vallarta dice que quienes defienden
a la Compañía de Jesús con este argumento, "invocan como principio
una institución que en su alma detestan", lo que hace que tal argu-
mento tenga que ser recibido con desconfianza. ¿No será que "los
conservadores robustos con su poder jesuitico que hoy tratan de
salvar" y que "nunca dejaron que la tolerancia se estableciese en Mé-
xico", piensen, sabiendo la defectuosa organización social del país,
dejar dominar a los liberales en las palabras y quedarse "dueños
de los hechos"? Para Vallarta no es cierto que la tolerancia de cul-
tos sea "ni con mucho, un dogma de los republicanos", no siéndolo
tampoco "que la constitución mexicana para que sea liberal, debe
por necesidad contener la sanción de la tolerancia". Si se aprueba la
libertad de cultos será por razones de política o de conveniencia para
México y ello deberá ser tratado a su tiempo: "Y si entonces esa
libertad no se sanciona, ¿qué fuerza tiene ese argumento?" Los libe-
rales serían entonces burlados, pues dejarían "vigorizado el mons-
truoso elemento eclesiástico y fuerte entre nosotros hasta la omni-
potencia". Los legisladores pecarían de imprevisión. Pero Vallarta
va más allá. Suponiendo que la libertad de cultos llegue a ser un
precepto constitucional, el "elemento teocrático que prácticamente
domina en México será por muchos años una grande dificultad para
plantear de hecho la tolerancia", De ello resultaría que, establecida
la tolerancia, "es decir, escrita en nuestra constitución, nuestra orga-
nización teocrático-social en nada cambiaría, y permitidos y tolera-
dos los jesuitas, su inmenso poder amalgamado con el teocrático ya
muy robusto, sería él mismo el elemento más enemigo de la institu-
ción de la tolerancia", Vallarta, que en 1855 es inflexible en doctri-
na, en 1856 resulta dúctil y atento a las realidades:
Si en teoría, pues, el principio de la tolerancia nos obliga a per-
mitir a los jesuitas; en el terreno de la práctica, los hechos, la situación
presente, la política del país, nos están diciendo que seguir así conse-
cuencias lógicas sin parar mientes en los escollos que en la práctica
presenten los hechos, es lo mismo que vagar sobre un mapa-mundi.
Mata, en pocas palabras, "sin declararse en favor de la Compa-
ñía, creyó que no es muy liberal ser intolerante con ella, y propuso
SECULARIZAOÓN 193

que el negocio se resolviera cuando se supiese si la futura consti-


tución ha de conceder o no la libertad de conciencia".
Joaquín García Granados apoyó el dictamen, al igual que Iba-
rra, y el diputado Muñoz se opuso. Por 73 votos contra 12 se de-
claró haber lugar a votar y el artículo 10. fue atacado por Mata y
Prieto y defendido por Ruiz y Gamboa, siendo aprobado por 68
votos contra 14. Varios diputados propusieron una adición, en el
sentido de que, no obstante la revocación del decreto de Santa Anna,
los jesuitas podían continuar dedicándose a la enseñanza, adición
que no fue admitida, por considerar que era materia de otra ley y
quedando, por consiguiente, aprobado el decreto.!"

Desamortización

De 25 de junio de 1856 es la Ley de Desamortización de Bie-


nes Eclesiásticos. La Leyes expedida por Comonfort, de conformi-
dad con el Plan de Ayuda. Su fundamento, expresado en su único

123 El decreto de 6 de junio de 1856 se concretó a decir que DO subsistía el


decreto de 19 de septiembre de 1853 en que se restableció la Compañía de los je-
suitas (Legis/arión Mexirana, de enero a junio de 1856, p. 543). "Un mexicano
católico" contesta a Vallarta y al dictamen de la Comisión de Negocios Eclesiásticos
-La Cruz, Tomo 11, número 14, julio 19 de 1846, p. 459 Y sigs.- diciendo-que:
l.-Las cartas provinciales de Pascal que se citan contra los jesuitas contienen una
falsedad, que el mismo Voltaire califica de calumnia suprema; 2.-En el dictamen
se manejan textos de autores no cristianos y excomulgados; 3.-Se incurre en errores
viejos yen tendencias cismáticas. En los números 17, 18, 19 Y 20, La Cruz publica
observaciones al dictamen de la mayoría de la Comisión de Negocios Eclesiásticos,
acerca del decreto que restableció en la República la Compañía de Jesús. Al respecto:
a) Subraya los méritos de los jesuitas; b) Establece la distinción entre algunos miem-
bros del clero y dicho cuerpo; c) Aclara que doctrinas que se imputan a los jesuitas
no son peculiares de ellos, son anteriores a la Compañía "y profesadas como comu-
nes en todas las escuelas y por todos los doctores católicos"; d) Como la Comisión
Eclesiástica se refiere a la doctrina de Molina, sobre la omnipotencia del Papa y a la
teoría de Suárez, sobre el regicidio, La Cruz los defiende; e) Da las causas y explica-
ción de la extinción de los jesuitas en el siglo XVIII y expone las consecuencias del
desacato a las autoridades pontificias; f) Sostiene la falta de fundamento a las acusa-
ciones al clero mexicano y la falta de base para acusarlo de intervención "en todos
los acontecimientos políticos de nuestra infortunada patria"; g) Señala la incoase-
cuencia de "pretender establecer un sistema político en un todo independiente de la
religión"; h) Considera que el clero es compatible con una forma republicana de
gobierno y acusa los intentos de reforma de ser intentos por debilitar en el fondo el
espritu religioso.
194 JESÚS REYES HEROLES

considerando, es que uno de los mayores obstáculos para la prospe-


ridad y engrandecimiento del país "es la falta de movimiento o libre
circulación de una gran parte de la propiedad raíz, base fundamental
de la riqueza pública". 124
La Ley preveía que las fincas rusticas y urbanas que tenían o
administraran como propietarias las corporaciones civiles o eclesiás-
ticas de la República, se adjudicarían en propiedad a los arrenda-
tarios por el valor correspondiente a la renta que cobraran, calcu-
lado como rédito al 6% anual. Equiparaba con estas fincas aquellas
que tuvieran a censo enfitéutico dichas corporaciones y preceptuaba:
Art. 30. Bajo el nombre de corporaciones se comprenden todas
las comunidades religiosas de ambos sexos, cofradías y archicofradías,
congregaciones, hermandades, parroquias, ayuntamientos, colegios, y
en general todo establecimiento o fundación que tenga el carácter de
duración perpetua o indefinida)25

124 Don Manual Payno, participe en los acontecimientos, dice que el espíritu
de las Leyes de Reforma y muy particularmente la ley de 2:5 de junio de 1856, se
encuentra en la teoría de Jovellanos sobre la propiedad (MANUEL PAYNO: Op, cit.,
Tomo 1, Introducción, p. XVIII). Para JOVELLANOS, como hemos visto, la amor-
tización eclesiástica era contraria a la economía civil y a la legislación castellana
(Informe de D. Gaspar de JOflelJanos en el Expediente de la Ley Agraria. Impreso
en Madrid, 1820, p. 1:54). Por tanto, la enajenación de los bienes de la Iglesia haría
que éstos volvieran "a las manos del pueblo" (Op. cit., p. 166). Es la idea de la
circulación de la riqueza. Y no sólo es la influencia de los doctrinarios españoles
-Jovellanos, Flórez Estrada, etc.-, sino también de la legislación. Tanto los inten-
tos gaditanos, como las acciones desamortizadoras de Mendizábal ---decretos de 16
y 19 de febrero y 8 de marzo de 1836-- y la amplia literatura desamortizadora que
surge en España en el período 18:54-:56 y fundamentalmente la ley de 2:5 de abril de
18:5:5, contribuyen a la ley mexicana de desamortizaci6n. (Un juicio actual sobre
legislación y sus efectos en: MANUEL TUÑON DE LARA: La España del Siglo XIX,
París, Club del Libro Español, 1961, pp. 66 y 110).
125 ZAllco: Op. cit., Tomo 1, p. :597. PAYNO: Op, (ÍI., Leyes de Reforma,
p. 20. En su articulo 2:5 señalaba que a partir de esa fecha ninguna corporación civil
o eclesiástica, cualquiera que fuere su carácter, denominación u objeto, tendría capa-
cidad legal para adquirir o administrar bienes raíces, con la única excepción de los
bienes destinados inmediata y directamente al servicio u objeto de la institución. El
reglamento de la ley de 2:5 de junio de 18:56, dado el 30 de: julio del propio año,
estaba dirigido a: a) Prever los casos en que no estaba estipulada la renta; b) Esta-
blecer el procedimiento para el avalúo; c) Determinar las fincas en que las corpora-
ciones sólo tenían la propiedad, y el usufructo pertenecía a otro; d) aclarar que las
corporaciones no podían retener ni adquirir el usufructo; e) Dar validez al derecho del
tanto en los remates, pero no en las adjudicaciones a los arrendatarios; f) Señalar
el caso de los acreedores hipotecarios de finca de corporaci6n, que hubiesen pactado
el vencimiento del plazo del crédito en caso de venta, así como de embargo de estas
SECULARIZACIÓN 195

Sustancialmente, los beneficios de la Ley, señalados por Zarco,


son los que Lerdo de Tejada, su autor, enumera por decisión de
Comonfort en la circular con que acompañó dicho ordenamiento a
los gobernadores de los Estados. Lerdo de Tejada dice que son
dos los aspectos bajo los cuales hay que considerar la ley: 10.)
" ... como una resolución que va a hacer desaparecer uno de los erro-
res económicos que más han contribuido a mantener entre nosotros
estacionaria la propiedad e impedir el desarrollo de las artes e in-
dustria que de ella dependen". Se trata de poner en circulación una
"masa enorme de bienes raíces que hoy se hallan estancados"; 20.)
" ... como una medida indispensable para allanar el principal obs-
táculo que hasta hoy se ha presentado para el establecimiento de un
sistema tributario, uniforme y arreglado a los principios de la cíen-
cia, movilizando la propiedad raíz, que es la base natural de todo
buen sistema de impuestos". Lerdo explica que con la Ley, "muy
lejos de seguir las ideas que en otras épocas se han pretendido poner
en planta con el mismo fin, expropiando absolutamente a las coro
poraciones poseedoras de esos bienes en provecho del gobierno, ha
querido más bien asegurarles ahora la percepción de las mismas ren-
tas que de ellas sacaban", por estar convencidos "de que el aumento
de las rentas del erario no puede .esperarse sino de la prosperi-
dad de la nación, ha preferido a unos ingresos momentáneos en el
tesoro público, el beneficio general de la sociedad".
El 28 de junio de 1856,126 ante el Congreso, varios diputados
encabezados por Zarco proponen que con dispensa de trámites se ra-
tifique y acuerde en todas sus partes la Ley de Desamortización.
Leído el decreto, Zarco, a nombre de los proponentes, fundamenta
la solicitud. La Ley, dice Zarco, realiza la gran reforma de: 1)
" ... dividir la propiedad territorial"; 2) "desamortizar bienes que
estancados son muy poco productivos"; 3) "proporcionar grandes
entradas al erario" y 4) "facilitar la reforma del sistema tributario,
la abolición de las alcabalas, la disminución de los gravámenes que
pesan sobre el pueblo".
Evidentemente que la Leyes prudente. Zarco hace notar que

fincas; g) Establecer el procedimiento para la adjudicaci6n y c6mo debían de contarse


los tres meses dados para la desamortizaci6n; h) Dar derecho preferente al primero
que hiciera la denuncia y la previsi6n del caso en que varios la hicieran al mismo
tiempo; i) Determinar el procedimiento de los remates; y j) Señalar el procedi-
miento para casos contenciosos.
126 ZARco: Op. dt., Tomo 1, p. 596 Y sigs.
196 JESÚS REYES HEROLES

ella, "sin precipitación, y sin dar lugar a motivos fundados de resis-


tencia", dado que no envuelve despojo, expropiación ni distrae los
fondos de los objetos a que están destinados, sino que concilia los in-
tereses del pueblo, el erario y el clero, asegurándose la conservación
del culto, "sin que los enemigos de la reforma tengan el menor
pretexto para extraviar la opinión pública". La táctica deriva de las
sucesivas enseñanzas recibidas en 1833 y en 1847. Se escucha un
eco de Mora, que aconsejaba emprender la secularización por leyes
parciales, sobre la base de que cada una de ellas iba a involucrar a
las subsecuentes. Zarco dice que la ley hay que defenderla de los
ataques "del partido conservador, que la pintarán como violenta y
exagerada, y también de los ataques de algunos liberales que desea-
rían una medida más avanzada, una verdaderamente hostil a los
intereses del clero". A los primeros, añade, les contestará la opinión
pública y la prosperidad del país; "a los segundos es preciso hacerles
notar, que es una gran cosa conquistar el principio de la desamor-
tización como base de otras reformas; que la prudencia vale mucho
en estos momentos". Recuerda las consecuencias de "las medidas
violentas" en 1833 y 1847 que frustraron la reforma. Indica que si
piden la dispensa de trámites es porque creen que el Congreso debe
participar con el Ejecutivo en la responsabilidad moral de la ley,
disminuyendo así las resistencias y haciendo que éstas se dirijan con-
tra los dos poderes. Termina su intervención exhortando a la "unión
liberal" y recordando que él se ha opuesto a medidas del Poder
Ejecutivo; pero que frente a la Ley, se pone de su lado, porque se
conquista un gran principio, una mejora positiva del país, "porque
es nuestra causa, porque es nuestra bandera".
Cincuenta y ocho diputados contra veintisiete aprueban la dis-
pensa de trámites y Gamboa pide la asistencia del Ministro de Ha-
cienda al debate. Los diputados Cendejas y Guzmán presentan una
proposición suspensiva que difiera por unos días la discusión. García
Granados se opone a dicha proposición suspensiva y cincuenta y
siete votos contra treinta y tres la rechazan. Lerdo de Tejada llega
al debate.
Ignacio Ramírez interviene diciendo que hay festinación del
asunto y que sólo se ha hablado de generalidades. Ve buenos deseos
en la Ley y le parece curioso "hacer el papel de conservador, opo-
niéndose a un acto que aprobaban los liberales". Ramírez dice que
ni es conservador ni opositor del Gobierno y cáusticamente agrega:
"Se nos recomienda mucho la ley como un gran paso", "y yo no
SECULARIZACIÓN 197

creo sino que el gobierno ha dado un tropezón". Recuerda que en Si-


naloa ya está establecido el principio de que el clero no pueda adqui-
rir. Considera que la Ley suspende por un gran número de años la
expropiación de los bienes del clero, "porque se establece que de
cierta clase de gente salgan los compradores, porque los inquilinos,
en su mayoría, no tienen fondos con que hacer las adjudicaciones, y
porque los retraerá el temor de una revolución que anule las ventas".
Cree que la desamortización podría efectuarse conforme a las leyes
antiguas "y aun a las canónicas, que reconocen la autoridad del
gobierno civil, y que bastaría permitir al clero, como suele hacerse,
la venta de sus bienes". El confuso radicalismo de Ramírez, que no
deja de tener su fundamento político.t" está teóricamente mal apo-
yado o, al menos, da esa impresión cuando dice que bastaría dejar
al clero vender sus bienes, error que probablemente obedece a pro-
pósito oratorio. En conclusión, para Ramírez, la Ley no cambia ni la
inversión ni el uso de los capitales y al asegurar el pago de los
réditos no hace más que beneficiar al clero, por lo que con ella,
"sólo se logra abrir al clero un cuantioso crédito para que promueva
conspiraciones". En realidad, Ramírez no entiende el gradualismo
que Zarco explica en su intervención.
Zarco, al replicarle, asienta que el contenido de la Leyes muy
conocido; que se trata "de una reforma que el partido liberal viene
deseando hace más de veinte años, que ha sido casi vulgarizada por
los escritores y economistas". Se pretende simplemente la desamorti-
zación civil y eclesiástica. La expropiación y una inversión distinta
que pretende Ramírez, aparte de iniquidad e injusticia, "alarmarían
a la nación entera". Para Zarco -y aquí apunta un exacerbado
individualismo-- es mejor que "los bienes se dividan entre multitud
de pequeños propietarios", a que "queden en poder del gobierno",

127 El 17 de septiembre de 18:>6 se decretó la supresión del convento de fran-


ciscanos de la ciudad de México, declarando bienes nacionales los que le pertenecían,
con excepción de la iglesia principal, las capillas, sus bases sagradas, paramentos sa-
cerdotales, reliquias e imágenes. Y ello en virtud de que el 1:> de septiembre estalla
la sedición del Convento de San Francisco (El Archivo Mexicano: Colecciá« de leyes,
derretos, rirrlllares 1 otros Jorllme"tos. México, 18:>7, Imprenta de Vicente G. To-
rres, Tomo 11, p. 3:>7). El 17 de febrero de 18:>7 representaron ante el Presidente
varios particulares, pidiendo indulgencia y gracia en favor de los franciscanos. Fir-
maban la representación gentes tan liberales como Francisco Zarco, Guillermo Prieto,
Manuel Payno, Benito Gómez Farías, Félix Romero y otros. Esto hace que con fecha
19 de febrero, Comonfort conceda la gracia para que se restablezca el convento y
se sobresea la causa formada (01'. rit., Tomo 11I, p. 245 Y sip.)
198 JESÚS REYES HEROLES

pues de suceder esto, la amortización seguiría bajo otra forma. Ex-


plica a Ramírez cómo la Ley, aun prefiriendo al inquilino, permite
que la venta se haga al mejor postor supletoriamente y después del
subarrendatario, buscando compradores entre toda clase de gentes,
"entre los grandes y pequeños capitalistas, entre nacionales y extran-
jeros, pues tenemos una ley anterior que permite a estos últimos
adquirir bienes raíces". La Ley, por último, no exige el desembolso
de grandes capitales, pues la redención de éstos se hace cuando quie-
ran los nuevos propietarios y en abonos fijados de acuerdo con el
valor de las fincas. El gran principio es que se hace obligatoria
la venta, sin excepción, de los bienes, pues con los derechos de tras-
lación de dominio el erario incrementará sus recursos.
Zarco rebate la argumentación política de Ramírez: "Creer que
el temor de una revolución impida el cumplimiento de la ley, no es
argüir contra ella, sino contra toda reforma y contra todo progreso".
Este temor obraría más poderosamente contra las medidas que pre-
tende Ramírez. Con indudable sentido práctico concluye Zarco:

Bien lo sabemos: si un día resucita la reacción, intentará destruir


cuanto hayamos hecho; pero para ese caso, que es muy remoto, por-
que el país ha progresado en su adhesión a la libertad, porque los
elementos reaccionarios son más débiles cada día; para ese caso, que
podemos alejar si nos mantenemos firmemente unidos, dejemos reali-
zadas las reformas, dejemos hechos consumados, que no puede des-
truir una revolución.

Cendejas, hablando de la "teología imaginaria" del discurso


de Zarco, insiste en su proposición suspensiva; Prieto le contesta y
refiere "con bastantes pormenores, cómo ha sido considerada y re-
suelta esta cuestión en España, y después, analizando los escritos
del Dr. Mora, nota los puntos de afinidad y de diferencia que existen
entre la ley y los proyectos de aquel eminente escritor". Exhorta a
la unidad y dice que el problema planteado reviste un carácter social
y humanitario. Se refiere al deplorable estado de la propiedad terri-
torial y pide, de acuerdo con los principios liberales, se ratifique la
Ley, pues su no aprobación debilitaría al Gobierno. Por último, cree
que con la medida se facilita la amortización de la deuda interior
y que el Estado obtendrá ingresos.
El diputado Moreno asienta que el problema ha sido visto en
todas sus partes, particularmente en el Estado de Jalisco desde 1824.
SECULARIZACIÓN 199

La reforma contenida en la Ley "le parece pequeña, y que indica


algún miedo de parte del gobierno". El punto radical es expuesto:

El clero asegura sus capitales, queda como censualista y puede


maquinar contra la libertad. La ley, pues, peca por defecto, no tiende
más que a procurar la alcabala y sus otros inconvenientes harán que
el gobierno no logre su objeto de hacerse de recursos,

Zarco vuelve a intervenir, diciendo que nadie ha hablado con-


tra la esencia de la Ley. Rebate a Cendejas y refiriéndose a Moreno,
dice que éste es de los que quieren más de lo que dispone la Ley;
pero que espera "que se persuada de que es mucho mejor caminar
con prudencia y sin detenerse en la vía del progreso, que estrellarse
contra grandes dificultades". Si él viera que la Ley contenía un mero
arbitrio financiero, no pugnaría por su aprobación:

Pero la ley tiene una mira más elevada, tiene un objeto altamente
social, tiende al desestanco de la propiedad, a dar a ésta más valor
librándola de la esterilidad de la mano muerta, a dividirla, subdivi-
dirla y hacerla productiva, a poner en circulaci6n grandes capitales,
a disminuir el número de proletarios y a aumentar el de propietarios,
a desarrollar la industria y la agricultura, a hacer que la propiedad
mejore sin cesar en continuas permutas, a desarmar el poder teocrá-
tico, y a consolidar por fin las instituciones democráticas interesando
a los pueblos en su conservación.

Se trabaja para el porvenir y con la mera desamortización de


la propiedad la Ley ya merece aprobarse. Son los primeros pasos
en la vía del progreso. Después de unas palabras de Moreno, en que
éste aclara que votará por la Ley, y de una intervención de Félix
Romero en favor de la misma, Ignacio Ramírez vuelve a intervenir.
Insiste en que se obra con precipitación y en "que se quiere hacer
pasar como una gran conquista, una medida que puede quedar frus-
trada, y que entonces no hay nada nuevo, pues la conquista de las
medidas frustradas la heredamos de nuestros padres y la legamos a
nuestros hijos". Recomienda a los diputados la lectura de algunos
capítulos sobre compraventa, que demuestran que el valor de las
propiedades se aumenta cuando hay libertad de compraventa. Se le
regalan, mediante la Ley, grandes capitales al clero; hubiera sido
mejor hipotecar los bienes del 'Clero y está seguro de que si se nego·
200 JESÚS REYES HEROLES

ciara un préstamo sobre lo que se considera que puede entrar al


tesoro mediante la Ley, éste fracasaría. Vallarta, que coincide con
Ramírez en cuanto a la teoría de la compraventa, asienta que la Ley
implica una gran conquista y obedece al principio "de la desamor-
tización de la propiedad que acumulada en pocas manos, es estéril
e improductiva". Sus beneficios vendrán de la división y subdivisión
de la propiedad. Al diputado Balcárcel, reconociendo que la Leyes
buena en su pensamiento, le parece defectuosa en su desarrollo y
considera que va a beneficiar al clero y a los especuladores y a per-
judicar a los inquilinos de la clase pobre. Los inquilinos, por carecer
de capitales, no van a poder aprovecharse de la Ley. Prieto le con-
testa remitiéndolo a la Ley yel decreto es aprobado.P"
La Ley de Desamortización contiene aciertos y errores. Sus acier-
tos habrían sido mayores, de presentarse el supuesto fundamental
de que sus autores partían: la convivencia pacífica dentro del orden
jurídico constitucional; bajo la vigencia de la Constitución de 1857
la paz hubiera permitido, al menos así se creía, el gradualismo. Sobre
esta base, la Leyera un paso y sus autores estaban conscientes de
ello. Era, además, un instrumento para obtener aliados. Ello no
escapa a la consideración de Lerdo. En la Memoria de 1856 éste,
complacido, anuncia que, al amparo de la Ley, el número de pro-
pietarios creados "asciende ya a más de nueve mil".I29 Su pecado
fundamental: doctrinarismo.

128 Los efectos de la Ley de Desamortización sobre el estado de la propiedad,


son examinados en el Capítulo VIII de este libro. La argumentación en contra de
la desamortización es expuesta por José Joaquín Pesado en una serie de tres artículos:
Breve defensa de los bienes de la Iglesia, publicados a partir del número 4, Tomo IV,
enero 15 de 1857, así como en la respuesta que el propio Pesado da al Trail D'Union
en cuatro artículos publicados a partir del número 7, de 5 de enero de 1857, Tomo IV
de La Cruz. Empero, la argumentación central es dada en la serie Conlroversia pad·
fi~a sobre la nueva Consliluúón Mexitana, donde se dice: "Prohibir a la Iglesia
tener bienes, equivale a quitarle los medios de atender a muchos y muy importantes
objetos de su instituto: objetos que sobre un fin religioso, tienen otro social y po-
lítico. Del mismo modo, despojar a sus ministros del fuero que antes disfrutaban,
es envilecerlos constantemente, y ponerlos muchas veces en imposibilidad de cumplir
con su ministerio. Ambos despojos están sancionados en la constitución" (Op. cit.,
Tomo V, número 1, 14 de mayo de 18:57).
129 LERDO: Memoria preunlada al Bxmo, Sr. Presidente II1SlilUlo de le RepÑ·
bliir« por el C. Miguel Lerdo de Tejada, dando ~uenla de la marcha que han ugllido
los negocios de la hadenda pública, en el tiempo que tuoo a Sil cargo la Secrelaría
de este I'a1l10. México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857, p. 10.
SECULARIZACiÓN 201

La potestad civil y el culto


El Congreso Constituyente toca la secularización en las largas
y apasionantes discusiones sobre la libertad de cultos. Esta es vis-
ta, y varios representantes lo dirán, como una consecuencia forzosa
de la libertad de conciencia y, por lo mismo, las discusiones se diri-
girán fundamentalmente a la tolerancia, la libertad de conciencia y
el problema de las libertades. Zarco, al igual que Mata, subraya
las implicaciones secularizantes de la libertad de conciencia y sobre
todo, de la última parte del artículo 15 del proyecto de Constitu-
ción. Dicho precepto, que en su primera parte comprende la tole-
rancia, en la segunda, siguiendo la tradición marcada por la Cons-
titución de Cádiz, asienta que, siendo la religión exclusiva del
pueblo mexicano la católica, "el congreso de la Unión cuidará, por
medio de leyes justas y prudentes, de protegerla en cuanto no se
perjudiquen los intereses del pueblo, ni los derechos de la soberanía
nacional'l.!" Zarco, como católico, rechaza la protección que el pro~
yecto de artículo 15 ofrece y además, asienta: "Si se proclama la
libertad de conciencia, ante el legislador los cultos todos deben ser
iguales; proteger a unos puede ser hostilizar a los demás"."! Y no
sólo quienes coinciden con la Comisión, como Mata, que ve que
la libertad de conciencia implica la libertad de cultos y ésta, a la
larga, la secularización,':" y aquellos que, como Zarco y Prieto,
quieren ir más allá de donde la Comisión llega, sino también los
que aparecen en el Congreso con la responsabilidad del Gobierno
de Comonfort, como Lafragua, quien oponiéndose a la libertad de
cultos y al proyecto de artículo 15, a través del arreglo del culto,
"disciplina externa, o más bien los abusos de la disciplina externa
de la Iglesia";':" vislumbra no sólo la posibilidad gubernamental de

lJU ZARCO: Op, cit., Tomo 1, p. 469.


131 Op, cit., p. 805.
132 Mata, al justificar la intervención supuesta por el artículo 15 en su segunda
parte, lo hace como un expediente transitorio, declarándose en el fondo partidario de
la estricta separación Estado-Iglesia: "Si nuestra sociedad se hallase bajo un pie
diferente, yo, Señor, sería el primero que proclamaría y sostendría la idea de que,
estando el gobierno instituido sólo para las cosas civiles, ningún participio, ni directo
ni indirecto, debía tener en los asuntos religiosos; pero es éste un principio cuya
aplicación tiene que subordinarse a las condiciones particulares de los pueblos, y la
comisión ha creído que el nuestro no se halla todavía en situación de que el gobierno
se desentienda completamente de todo lo que atañe a la religión". (Op. cit., p. 781).
133 Op, eit., Tomo JI, p. 16.
202 JESÚS REYES HEROLES

regir ciertos efectos externos del culto, sino, simultáneamente, la


posibilidad de la separación Estado-Iglesia.
Las discusiones, como antes decíamos, se orientan a la tole-
rancia y a la libertad de conciencia. Tanto la oposición del Poder
Ejecutivo, como de algunos constituyentes -Castañeda, Arizcorre-
ta, etc.- y principalmente de las voces que vienen de fuera del
Congreso, se canalizan hacia la no consignación de la libertad de
cultos, de la tolerancia. El problema de la secularización no es así
abordado directamente o discutido en toda su extensión.
Sin embargo, al ser derrotada la Comisión en su artículo 15,
al quedar claro que no se va a consignar en una forma expresa la
libertad de cultos, en la sesión de 26 de enero de 1857, Arriaga,
doliéndose de que no se apruebe el artículo 15, va a expresar que
no está conforme con que "el punto religioso que tiene tan íntimo
enlace con el estado del clero y del culto, quedase omiso en el
código fundamental". Arriaga, manifestando que no se dispone
de tiempo para entrar en un examen detenido y profundo de los
males que el vacío de la Constitución sobre la materia puede causar
al país, recuerda los problemas suscitados por las clases privilegia-
das y señala que, derrotados al proponer la libertad de cultos,
"como un medio de corregir los abusos de nuestro clero, si no con
la mano de la autoridad, por lo menos con la competencia yel influ-
jo moral de la opinión", es indispensable determinar, al menos, si:

¿Puede, debe intervenir la potestad civil en las materias de culto,


de disciplina, de jurisdicción, de diezmos, de obvenciones y otras in-
numerables que resultan del derecho canónico, derecho que autorizan
nuestras antiguas leyes, que se estudia en los colegios nacionales, que
se aplica como las leyes civiles, y que tiene sus tribunales, sus potes-
tades y principados?

Resuelta en sentido afirmativo la pregunta, Aniaga se plan-


tea: "Y si puede y debe la potestad civil intervenir en todo esto,
porque es la legítima, la soberana, ¿a gué poder está confiada la
intervención, pues que son diferentes los que ejercen las facultades
de la soberanía?" En la Constitución el punto no se resuelve. ¿Co-
rresponde la intervención al Congreso, al Ejecutivo, al Poder Judi-
cial? La Constitución nada dice: "Podrá decirse que estas facultades
serán ejercidas por los Estados, por el pueblo, pues que a ellos
quedan reservadas todas las que no se consignen al poder de la
SECULARIZACIÓN 203

federación". Ello sería en verdad la anarquía y se engendraría un


elemento más de disolución, poniendo en peligro la misma nacio-
nalidad. El problema es grave y Arriaga lo plantea en toda su
magnitud:

Si existiendo tantas leyes vigentes que consignan al soberano


civil el derecho de patronato, la facultad de presentar obispos, canó-
nigos y curas, la de revisar los breves o rescriptos pontificios, y otras
no menos importantes, el clero, sin embargo, sostiene y defiende JII
soberania y JII independencia, y quiere todos los días ponerse fuera
de la sumisión del poder constituido, ¿qué será cuando la Constitución
después de haber dicho que los poderes de la Unión no pueden ejer-
cer otras facultades que las expresamente consignadas, se calle ente-
ramente acerca de la intervención de la potestad civil en materias de
culto?

Arriaga ha recordado todos los problemas a que el país se ha


enfrentado, por no resolver las relaciones Estado-Iglesia. En polí-
tica, dice: "Señor, el poder militar y el poder eclesiástico, siempre
que salen de su esfera legítima, han sido por espacio de muchos
siglos los enemigos naturales de la libertad". Se refiere a que en
una república "donde la autoridad está promediada", se necesita esta-
blecer que corresponde "a todos los poderes a quienes el pueblo
encomienda el ejercicio de la soberanía". En estas condiciones, en
su voto particular, Arriaga propone una adición, que va a abrir
teóricamente la puerta a la secularización. Se trata de una adición,
"declarando que corresponde a los poderes federales ejercer su in-
tervención en los puntos relativos al culto religioso y a la disciplina
eclesiástica, del modo que determinen las leyes". Esta adición, cuya
ejecución Guzmán aclara que va a corresponder, según la natura-
leza del asunto, al Congreso, al Poder Ejecutivo o a la Suprema
Corte de Justicia, es aprobada por 82 votos contra 4, habiendo, así,
desde el punto de vista formal, la posibilidad legal para la secu-
larización.P' que vendrá con las Leyes de Reforma, pues ella se

1M A más de ello y de conformidad con las leyes de desamortización, el párra-


fo segundo del articulo 27 establecía: ·'Ninguna corporación civil o eclesiástica, cual-
quiera que sea su carácter, denominación u objeto, tendrá capacidad legal para ad-
quirir en propiedad o administrar por sí bienes raíces, con la única excepción de los
edificios destinados inmediata y directamente al servicio u objeto de la institución"
(Constitll~ión Federal de los Estados Unidos Mexiranos, san~io"ada 1 ¡lirada por el
204 JESÚS REYES HEROLES

tradujo en el improvisado artículo 123: "Corresponde exclusiva-


mente a los Poderes Federales ejercer, en materias de culto religio-
so y disciplina externa, la intervención que designen las leyes". El
artículo, además, concilia la separación o, si se quiere, delimitación,
entre Iglesia y Estado, con la posibilidad de intervención para re-
gular efectos sociales e impedir actuaciones políticas del clero, línea
que van a retomar los constituyentes de 1917.

Obvenciones parroquiales, registro civil y cementerios

Libertad de cultos, separación estricta Estado-Iglesia, regula-


ción estatal de los efectos sociales de los actos del clero, son puntos
expresamente tratados al abordarse una cuestión incidental: las
obvenciones parroquiales, discutidas en los debates que al respecto
se realizaron. Se esclarecen posiciones y puntos de vista que per-
miten otear la solución mexicana secularizante.
Estando el Congreso en sesiones permanentes, del 28 al 31
de enero de 1857, el diputado Vega -el día 29- presenta una
adición al artículo que suprimió las costas judiciales, proponiendo
se supriman las obvenciones parroquiales, sujeto ello en su efecto
a una ley previa que determine fondos y asignaciones a los funcio-
narios.!" Poco después, la Comisión de Constitución presenta un
dictamen reprobando la adición propuesta por el diputado Vega.
La Comisión, confesando la bondad intrínseca del principio conte-
nido en la proposición del diputado Vega, declara que aceptaría
"si el congreso hubiera tenido a bien consignar en la Constitución
un artículo que declarase una religión de Estado". El incidente
sirve para conocer el pensamiento que en muchos de los constitu-

Congreso General Constituyente el día 5 de febrero de 1857. México, Imprenta de


Ignacio Cumplido, 1857, pp. 33-34. Zarco comentando el debate, subestima su re-
sultado: "Tan breve debate, tan considerable mayoría, son la mejor prueba de que
no se ha conquistado ningún principio importante. Las relaciones entre la Iglesia y
el Estado quedan como antes, es decir, subsisten la lucha y la controversia entre los
dos poderes" (ZARCO: op. cit., Tomo 11, p. 824). Ciertamente que la controversia
subsistió hasta las Leyes de Reforma, pero el artículo 123 constituyó una base legal
para la acción reformista y fue un arma en la lucha.
135 ZARCO: Op, cit., Tomo 11, p. 859 Y sigs, El problema de las obvenciones
o derechos parroquiales fue abordadc por la prensa liberal detenidamente a partir
del triunfo de Ayuda, fundamentalmente por sus repercusiones económicas sobre las
clases de menores ingresos. La contraargumentación consistió en sostener su reducida
incidencia.
SECULARIZACIÓN 205

yentes privaba en lo relativo a separación de Iglesia y Estado. No


hay religión de Estado:
La idea de que éste no hace suyo ningún culto, que es la que
precisamente entraña el hecho de haberse omitido el articulo sobre
religión, no pueden los que suscriben combinarla con la de que se
impongan por el gobierno contribuciones para la dotación de los pá-
rrocos, convirtiéndolos en el mismo hecho, en funcionarios públicos.

La Comisión, al dictaminar, toma en cuenta, además, que ya


ha sido aprobada la proposición de Arriaga, en el sentido de que
"corresponde exclusivamente a los poderes generales en materias
de culto religioso y disciplina externa" del modo que determinen
las leyes. Por ello, rechaza la proposición del diputado Vega.
Prieto informa que el ministro de Justicia se ocupa de pre-
parar una ley acerca de las obvenciones parroquiales y que, por
consiguiente, el desechar la proposición puede influir desfavora-
blemente sobre la conducta del Gobierno. Sostiene que los funda-
mentos de la Comisión no son suficientes:
Que la Constitución no establezca una religión de Estado no es
razón para que no se pueda librar al pueblo de un impuesto que lo
persigue desde la cuna hasta la tumba.

Mata sostiene que la Comisión no dispuso del tiempo necesa-


rio para fundar detenidamente su dictamen; pero añade algo que
abona la separación de la Iglesia y del Estado y la libertad de
cultos:
Cree que si se suprimen las obvenciones parroquiales deben darse
fondos para los gastos del culto, y de aquí se sigue que haya una
religión de Estado y en consecuencia exclusiva, todo lo que es con-
trario a la Constitución, que haciendo punto omiso de la cuestión
religiosa, ha conocido que la religión no puede ser por precepto de
la ley, sino por las inspiraciones de la conciencia.

De haber un culto pagado por el erario, "éste es el culto de


Estado, el culto exclusivo que no ha querido la Constitución".
Para Mata, el Gobierno puede hacer que los bienes de manos muer-
tas se apliquen al culto, pero no establecer impuestos, porque po-
dría incurrirse en obligar a que mantuvieran un culto los que tal
vez profesen otro.
206 JESÚS REYES HEROLES

Mata interpreta la omisión de la Constitución en lo relativo a


la declaración de religión de Estado, como admisión implícita de la
libertad de conciencia. Habla, después de que se ha discutido la li-
bertad de cultos, de la libertad de conciencia, la tolerancia y de que
se ha rechazado el proyecto de artículo 15 de la Constitución. El
diputado Cendejas percibe la intención de Mata y dice que su argu-
mentación se funda en un supuesto falso, en una interpretación
del punto religioso, que se da a la resolución del Congreso. "Hubo
muy distintas opiniones en la asamblea, hubo quienes abogaron por
la intolerancia, y no puede sostenerse que el punto omiso signifi-
que el indiferentismo del Estado". Redondeando su idea, añade:
"Hay algo de contradicción en que un gobierno que ha de inter-
venir en el culto, puede ocupar los bienes de manos muertas, y no
puede dotar los servicios del clero". Mata no tiene derecho a inter-
pretar el silencio de la Asamblea, en el sentido de que el Congre-
so "no quiere un culto dominante". Cendejas dice que el asunto
no se falló y recuerda que por eso "combatió la idea del punto
omiso", porque le pareció "que produciría un cúmulo de dudas y
confusiones". Prieto pone el razonamiento de Mata en silogismo,
rebatiéndolo: "Su señoría afirma se supriman las obvenciones pa-
rroquiales, luego se establece un culto pagado, luego abolir las
obvenciones sin pagar al clero todas estas deducciones vienen a
tierra". Para ello, añade que no tiene que recurrir a los discursos
de Mirabeau y Talleyrand, bastan los hechos para conocer la fal-
ta de exactitud de estos razonamientos, citando los casos de Ingla-
terra y Francia. Para Prieto, los clérigos no pueden ser considera-
dos como funcionarios públicos "porque no obran en nombre de
la sociedad"; pero tampoco como profesionistas, "porque intervie-
nen entre la tierra y el cielo, porque hablan en nombre de Dios".
Mata admite la reforma del dictamen, señalándose en él que las
obvenciones parroquiales quedan sujetas a la ley. Por cuarenta y
cuatro votos contra cuarenta y dos se declara que no hay lugar
a votar.
Poco después, la Comisión presenta otro dictamen, de 30 de
enero de 1857, en que en el punto se establece: "No habrá coac-
ción civil para el pago de los impuestos llamados obvenciones pa-
rroquiales y derechos de estola" .136 Ante él, el diputado Banuet

U6 Op, cit., Tomo H, p. 874 Y sigs. Las discusiones sobre obvenciones parro-
quiales vienen, además, en las pp. 859 ysigs. y 866 Y sigs.
SECULARlZAOÓN 207

dice que el espíritu del Congreso no ha sido comprendido por la


Comisión: " ... que lo conveniente es, que el clero esté sujeto al gcr
bierno, que dependa del erario, para que así no se atreva a suble-
varse contra la autoridad civil". Santos Degollado considera que,
de suprimirse las obvenciones, el Gobierno tendrá que hacerse pro-
tector del culto y tendrá que proveer a la subsistencia del clero.
Las obvenciones son obra de una autoridad extraña a la civil. Lo
único que debe buscarse es retirar la coacción civil para su cobro,
tal como se hizo con los diezmos: "El pago quedó a discreción de
la conciencia, y lo mismo debe procurarse con respecto a las obven-
ciones parroquiales. La supresión sería contraria a la misma liber-
tad de conciencia, que tantos defensores ha tenido en el congreso.
En la materia no debe mezclarse la autoridad civil". Ramírez se
interroga sobre el asunto, preguntándose si hay o no coacción civil
en el pago de las obvenciones, si éstas están autorizadas por el
Gobierno y si resultaría beneficioso o perjudicial para el pueblo
suprimir la intervención del poder público. Los aranceles parro-
quiales, dice, no son leyes, pero tienen fuerza de tales, por haber
sido autorizados, consentidos y a veces modificados por los legis-
ladores. Gracias a esta intervención no hay tantos abusos y si se
altera lo que se llama coacción civil, "el precio de los servicios
del clero no tendrá tasa, ni medida". Para Ramírez no hay compa-
ración entre el diezmo, que pesa sobre los que tienen, y las obven-
ciones, que inciden sobre los que nada tienen. El que se supriman
las obvenciones no obligaría a que se estableciera una religión de
Estado y no sería injusto que contribuyeran al sostenimiento del culto
aún aquellos que no lo profesaran, pues si se considera como un
gasto necesario a él deben de contribuir todos. Por otra parte, es-
tando aprobada la intervención de la autoridad federal en todo
lo relativo a la disciplina eclesiástica, aprobar el dictamen haría
cesar esa intervención en un punto esencial. Ramírez quiere que se
deje el asunto a José María Iglesias, que es ministro de Justicia.
Frente a estas intervenciones, Mata se abstiene de sostener el
dictamen. Villalobos, no obstante esta retirada, ataca el dictamen
y Zarco tiene una brillante intervención. La decisión del Congreso
-la omisión en materia religiosa- ha dejado a éste "sin brújula,
sin guía, sin plan, en las cuestiones religiosas, en las eclesiásticas
y en las que se refieren a la intervención del Estado en el culto y
en la disciplina externa". Las incongruencias asoman frente a la
omisión del Congreso; éste no pronunció un fallo, sino que, huyen-
208 JESÚS REYES HEROLES

do de las dificultades, las ha .dejado crecer y dio "un enigma como


los de los oráculos antiguos". Zarco precisa la confusa situación
a que el Congreso se enfrenta:
Los espíritus se pierden ya en contradictorias interpretaciones:
quien entiende que existe el patronato, que el poder federal reasume
las regalías de la corona y que la religión católica usa del exclusivismo
que antes tenía; quien supone que el silencio de la Constitución es
la declaración del indiferentismo del Estado; quien cree por fin, que
como la ley fundamental no 10 prohibe, es libre el ejercicio de todos
los cultos. No hay que sorprenderse de estas dudas, de estas contro-
versias que tal vez más tarde agitarán al país entero.

Una cuestión tan sencilla como la de las obvenciones parro-


quiales es vista, según Zarco, "bajo mil aspectos distintos", "gra-
cias al admirable expediente de haber vuelto punto omiso el arto
15". Zarco reacciona todavía dolido por la omisión del Congreso
ante la intolerancia. El punto del arreglo entre las relaciones de la
Iglesia y el Estado es muy grave "donde el clero tiene tendencias
invasoras y donde la sociedad quiere gobernarse por sí misma".
Arriaga creyó zanjar las dificultades mediante la proposición que
hizo y que fue aprobada, en que se declaraba que el poder federal
intervendría en lo relativo al culto y a la disciplina externa. Re-
cuerda que él votó en contra de esta proposición. Todos los gobier-
nos, dice, pretenden tener sus derechos y el clero se resiste, y por
ello el artículo hará que clero y Gobierno se mantengan en lucha.
En estas condiciones, su pensamiento de separación estricta Iglesia-
Estado emerge con toda claridad:

El medio de llegar a un resultado satisfactorio, sería declarar a


la Iglesia independiente del Estado. La emancipación de la Iglesia
que quedada reducida a congregación espiritual, extraña a todos los
negocios temporales, sería útil a la paz pública, libraría al gobierno
de disputas y embarazos, no alarmaría las conciencias, y sería un bien
para la religión y para el Estado.

Admite que las condiciones especiales de México quizás no


permiten llegar a esa reforma y obligan al legislador a intervenir
en el culto y en la disciplina; pero no cree que la supresión de las
~venciones y los derechos de estola implique que el culto deba
VIvir a expensas del erario, ni la adopción de una religión exclu-
SECULARIZACIÓN 209

siva. No está de acuerdo en que se comparen las obvenciones con


los diezmos y coincide con Rarnírez en que, al retirar la coacción,
"los curas retirarán los sacramentos y aumentarán su precio". El
clero no quiere que sea un impuesto, ya que no desea formar parte
del Estado; "es un Estado aparte y no quiere pasar por funciona-
rio". Tampoco puede decir que cobre o venda, pues ello sería simo-
níaco. Reseña los abusos en que se incurre en la materia; pero na
cree que pueda dejarse a la inspiración individual lo que es asunto
tan delicado, pues siendo el pueblo católico, compraría el bautismo
y compraría la sepultura; habría una lucha "de la miseria con el
sentimiento religioso", mediante "estos tormentos que las obven-
ciones imprimen a la conciencia". Ciertamente que las ideas impo-
nen la abolición de las obvenciones parroquiales y de los derechos
de estola; pero, "por mucho que se exagere la exaltación de las
ideas del que habla, no gusta de estrellarse ante lo imposible, ni
de proclamar principios que no pueden tener aplicación práctica".
Por consiguiente, no pudiendo llegar a la supresión, mucho se ga-
nará si se llega a la reducción y a la uniformidad de los aranceles.
El dictamen no satisface ninguna necesidad, por la precipitación
con que fue formulado. El Congreso, por lo consiguiente, debe
abandonar la cuestión, "hacerla punto omiso, ya que otro más grave
corrió esa suerte", dejando expedita la acción del Poder Ejecutivo.
Zarco dice que Iglesias y sus antecesores, Montes y juárez,
han estudiado el asunto, meditado sobre el problema, que no es de
aquellos que pueden resolverse en un día. Después de esta inter-
vención, Mata declara que daría malos resultados admitir el pen-
samiento del diputado Vega y pide permiso para retirar definitiva-
mente su propuesta al respecto.
José María Iglesias cumplió: el 11 de abril de 1857 se pu-
blicó la Ley sobre Derechos y Obvenciones Parroquiales. Restau-
raba lo dispuesto por las Leyes de Indias y por el arancel de 1757
que se formó con arreglo a la Real Cédula de 24 de diciembre de
1746. Fundamentalmente estaba dirigida a proteger a los pobres,
definiendo a éstos y estableciendo el abuso de cobrar a los pobres
y la pena. A la autoridad política local correspondía calificar la
calidad de pobre. En general, se intentaba reglamentar el cobro
de los derechos, protegiendo a los pobres. Además, se preveía que
cuando la autoridad eclesiástica se negara, por falta de pago, a
dar la orden para un entierro, la autoridad política podía disponer
que se hiciera y preveía, asimismo, penas para cuando los sacer-
210 JESÚS REYES HEROLES

dotes se negaran a oficiar en casos de bautismo y matrimonio, por


la misma razón.!"
En la circular que como ministro de Justicia envió José María
Iglesias a los gobernadores de los Estados, asienta que la ley se
limita tea prescribir la observancia de los preceptos antiguos" y re-
conoce que la necesidad de expedirla consistía "en la falta de cum-
plimiento del mandato". La ley de obvenciones parroquiales suscitó
grandes resistencias, frecuentemente eludidas por las autoridades
civiles y que, en algunos casos, como en Guanajuato, con el gober-
nador Doblado, llegaron a verdaderos conflictos. La resistencia
a la ley de obvenciones parroquiales se ligó con el problema del
juramento de la Constitución e hizo que Comonfort, al dirigirse al
Congreso Constituyente al finalizar sus labores, hablara de que
el Gobierno había defendido solo "inflexiblemente las regalías
de la nación y usando y haciendo respetar su soberanía, pero como
hijo obediente y fiel de la iglesia católica romana, de la que no se
separará". La situación era muy complicada, en virtud de la alo-
cución del Papa contra las reformas del clero, que hizo que el
Gobierno, en su manifiesto de 4 de marzo, dijera que, o la alocu-
ción era un documento falso o el Sumo Pontífice carecía de infor-
mes precisos sobre la situación y que el Gobierno, "que reconoce
la supremacía de la sede apostólica en materias espirituales, no re-
conoce superior en las temporales, y sin faltar nunca a los derechos
de la Iglesia, sostendría inflexiblemente los de la soberanía na-
cional",
Debe abonarse a Comonfort el establecimiento en la Repú-
blica del registro civil, así como la reglamentación de los cemen-
terios. La ley orgánica del registro del estado civil, de 27 de enero
de 18'57, establecía en toda la República el registro del estado civil
con carácter obligatorio, pues el que no estuviera inscrito en él no
podría ejercer los derechos civiles y se haría acreedor a multa,
Comprendía entre los actos de estado civil el nacimiento, el matri-
monio, la adopción y arrogación del sacerdocio y la profesión de
algún voto religioso temporal o perpetuo, la muerte, etc. En cuanto
a nacimientos, establecía la obligación de los padres de registrar-
los y multa para los sacerdotes que no dieran parte diariamente

137 El .tf,rhitlo Mexirano: op. cit., Tomo III, p. 283 Y sigs, (Contiene datos
de la Ley, los distintos ordenamientos, los púrafos relativos del Concilio Mexicano,
etdtefa).
SECULARIZACIÓN 211

de los bautismos. En lo relativo al matrimonio, eran los cónyuges


quienes con posterioridad al casamiento religioso deberían de pre-
sentarse ante el oficial del estado civil para "registrar el contrato
del matrimonio". En lo relativo a votos religiosos, había cierta
intervención, como la fijación de una edad mínima para que las
personas se dedicaran al sacerdocio o al estado religioso. Asimismo,
en el registro "de las profesiones de las religiosas", categórica-
mente se establecía <)ue lo haría la interesada Ir solamente en pre-
sencia del oficial y de los testigos, a fin de <)ue quede garantida
la libertad de su declaración". Establecía también el registro de las
personas <)ue hubieran terminado sus votos o que no quisieran
cumplirlos. En lo que toca al fallecimiento, se preceptuaba <)ue
ninguna inhumación se haría sin autorización del oficial del estado
civil.138

El juramento de la Constitución

La reacción en contra de la Constitución de 1857 se inicia con


tal fuerza, que coadyuva a producir el golpe de Estado de Comon-
fort. Vamos a ver las líneas principales de esta reacción, que en su
aspecto doctrinario se concentra en la que podríamos llamar opo-
sición católica y encuentra el tema para manifestarse en el jura-
mento constitucional.
El 17 de marzo de 1857 se expide el decreto previniendo que,
de conformidad con la Constitución, debe procederse a jurarla por
parte de los empleados y funcionarios públicos, en los términos
establecidos por el propio decreto. El clero queda excluido del ju-
ramento, por no ser sus miembros funcionarios públicos. Pero ya
antes del decreto, el 15 de marzo, el arzobispo Lázaro de la Garza
había predicado en el sagrario metropolitano contra la Constitu-
ción. El propio arzobispo, un día después, se negó a repicar las
campanas con motivo de la publicación de la Constitución, alegan-
do que esto implicaría la aceptación por parte del clero de un có-
digo que contenía principios "hostiles a la Iglesia". En la misma
circular "se encargaba, además, a los curas, que inculcasen no ser
lícito a los fieles el jurar la nueva constitución". -
Con fecha 20 de marzo, la propia autoridad eclesiástica envió
otra circular a los curas, "previniendo que no se absuelva sin previa

J38 op. cit., Tomo 11, p. 692 Y sigs.


212 JESÚS REYES HEROLEs

retractación pública, a los fieles que hayan jurado la constitu-


ción" .139
La prensa liberal -El Siglo Diez y Nueve y El Estandarte
Nacional- considera estas circulares como una invasión de las fa-
cultades del poder temporal y una clara ingerencia política del
clero.
El asunto se agrava por circular en México la alocución pro-
nunciada en Roma por Pío IX en el consistorio secreto de 15 de
diciembre de 1856. 140
Tocante al juramento, los obispos de la República expiden
circulares idénticas a la del arzobispo De la Garza, presentándose,
por consiguiente, polémicas y controversias entre la autoridad civil
y la eclesiástica en diversos Estados de la República, destacando
entre ellos la contestación que Manuel Doblado.l" gobernador de
Guanajuato, dio a la representación del cabildo eclesiástico, así
como la controversia surgida en el Estado de Nuevo León.

139 La Cruz, Tomo IV, número 15, abril 2 de 1857, pp. 500-0l.
140 Op, cit., Tomo cit., número cit. Se informa que la alocución ha sido repro-
ducida el 7 de febrero por el "Catholic Mirror" en los Estados Unidos (p. 502).
Pío IX protesta por habérsele quitado al clero el voto en las elecciones populares,
el fuero, la intervención y ocupación de los bienes eclesiásticos en Puebla. Dice que
el proyecto de Constitución está compuesto de muchos artículos, "no pocos de los
cuales están en oposición con la misma divina religión, con su saludable doctrina,
con sus santísimos preceptos y con sus derechos". Al respecto, se refiere a la supre-
sión del fuero, a la no coacción para el cumplimiento de los votos monásticos y a
la tolerancia (medio de propagar el indiferentismo) y a la extinción de la comunidad
de los franciscanos. Igualmente, se refiere a miembros de las comunidades religiosas
y del clero secular que se han plegado a los enemigos de la Iglesia, y condena, re-
prueba y declara "Irrites y de ningún valor" los decretos a que se refiere "y todo
lo demás que haya practicado la autoridad civil con tanto desprecio de la autoridad
eclesiástica y de esta Silla Apostólica". En defensa de la Constitución y en contra
de la alocución de Pío IX aparecen los Apuntamientos sobre Derecho Público Ecle-
sléstico -sin pie de imprenta-, libro que sostiene que: 10.-"Mil motivos hay para
dudar de semejante alocución; pero ella ha circulado como verdadera y hay muchí-
simos que así lo creen" (p. I); 20.-La alocución ataca en su esencia "la indepen-
dencia y el respeto al poder temporal" (p. VIII); 30.-Atropella las regalías y pro-
"oca la guerra civil. A pesar de que se invocan las regalías, el autor, definiendo el
gobierno civil mexicano, dice: "La soberanía de la naéión mexicana, tiene en si,
todos los constitutivos propios, de quien no depende nadie, y por eso posee, como
todos los soberanos del mundo, todo aquello en que consiste el poder temporal y
los modos propios de su conservación". (p. XXI).
]4] La Cruz, Tomo V. número 10, julio 16 de 1857, p. 333. Igualmente, en
Zacatecas (número 16, agosto 27 de 1857, p. 540).
SECULARIZACIÓN 213

Las legislaturas de los Estados, a su vez, reaccionan: el Es-


tado de Querétaro decreta que todo el que rehuse jurar categórica-
mente y sin restricción alguna la Constitución, queda, por ese solo
hecho, suspendido en el ejercicio de los derechos de ciudadanía y
no podrá ser admitido en juicio como actor; el de Puebla decide
que incurre en el delito de sedición el que, abusando de la auto-
ridad que ejerza, prevenga o de cualquier modo obligue a retractar
el juramento prestado a la Constitución."
No sólo las legislaturas de los Estados y la prensa liberal reac-
cionan contra las circulares que prohiben el juramento, sino que
también surge. un intento doctrinario: Reflexiones sobre decretos
episcopales que prohiben el juramento constitucional, del licencia-
do Manuel Alvírez.!" Éste se define como católico ortodoxo y sos-
tiene que sus puntos de vista están completamente de acuerdo con
la ortodoxia, sometiendo su folleto "al juicio y corrección de la
Santa Iglesia Romana't.!" Su argumentación central es que los de-
cretos episcopales que prohiben el juramento carecen de fuerza
legal, pues no toca a los obispos declarar cuáles leyes son lícitas o
ilícitas. Agrega que los decretos episcopales no son sostenibles en
el orden canónico y penitencial. Por último, considera que la Cons-
titución Mexicana de 1857 no contiene artículos opuestos a la ins-
titución, doctrina y derechos de la Iglesia católica.
Bernardo Couto, rebatiendo este ensayo, dice que el nombre
de su autor "anda en boca de todo el mundo"; sin embargo, no lo
da. l 45 Cauto ve que la inspiración de los apuntamientos es regalista
y que en la escuela regalista "circula un cierto número de textos,
que todos citan, copiándolos unos de otros". Entre estos textos en-
cuentran uno que todos repiten, el de S. Optato, obispo de Milevo
en Numidia, escritor que en el siglo N dijo: "la Iglesia está en el
estado" .146 Y no sólo Bernardo Cauto rebate los apuntamientos, sino
que también a partir del 9 de julio de 1857 aparece un examen
sobre ellos.!" que según La Cruz, es escrito por un jurisconsulto

142 La Cruz publica (Tomo V, número 20, septiembre 24 de 1857, p. 673 Y


sigs.). Observaciones sobre los decretos hostiles a la Iglesia por algun«: legislatllras
de los Estados.
143 México, 1857, Tip. de N. Chávez y Comp.
144 Op, cit., p. 22.
145 Discurso sobre la constitución de la Iglesia, Suplemento al número 89 d.
La Cruz, Tomo V.
146 Op. cit., p. 31.
147 La Cruz, Tomo V, número 9.
214 JESÚS REYES HEROLES

mexicano, y los propios redactores de la revista publican unas Lige-


ras reflexiones sobre los apuntamientos.l"
El argumento fundamental en contra del juramento consiste
en que "no es lícito jurar la Constitución, por contener varios ar-
tículos contrarios a la institución, doctrina y derechos de la Santa
Iglesia" .149
Las críticas fundamentales a la Constitución, formuladas por
el clero, son resumidas por La Cruz en siete artículos.ISO La contro-
versia, a pesar de su título de "pacífica", carece de este carácter.
Para el periódico, la supresión del fuero religioso y la desamorti-
zación de los bienes de la Iglesia, constituyen el desconocimiento
"de derechos legítimamente adquiridos y solemnemente estipula-
dos". Su quebrantamiento, por consiguiente, es una flagrante vio-
lación de la justicia y se aparta de las razones de pública conve-
niencia. Afirmado ello, La Cruz hace una amplia exposición teo-
lógica.!"
Debe destacarse que el artículo quinto de esta serie se ocupa
del juramento de la Constitución. La nueva Constitución no debe
ser jurada, pues ella contiene errores en materia de religión y en
otras materias, errores que ponen en duda "la licitud del juramen-
to". La nueva Constitución encierra "el despotismo y la anarquía".
Las críticas fundamentales son: .
1'1_A la libertad de enseñanza: "La enseñanza es libre, aun-
que se enseñe la irreligión y la impiedad".
2'1-Aunque hay libertad de trabajo, "la ley no reconoce la
profesión religiosa, fundada en los votos perpetuos". Se establece,
además, la inviolabilidad de la libertad de escribir, "aunque se
ataque el dogma".
39 - A u n q u e hay libertad de asociación, "se prohibe a ciertas
asociaciones católicas, el reunirse para enseñar a la juventud".

148 op. ÚI., Tomo V, Suplemento al número 3.


149 Cit'Cular que el obispo de Michoacán dirige al muy ilustre y venerable ce-
bildo y venerable clero de su diócesis, explicando el senlido tle SIII circul.el expe-
didas con motivo del jI,ramenlo de la Cosstitucián contr« la falsa inteligencia qtle se
les ha prelendido dar en algunos impresos. (01'. cit., Suplemento al número 3, mayo
28 de 1857, p. 5). Esta circular, dada desde Coyoacán por Clemente Munguía, es
quizás la más expresiva de todas y elaborada con el aparato doctrinal usual en Munguía.
150 Con el título de Conlroversia p",ífica sobre la nueva ConslÍltlción Mexi·
cana, los publica a partir del número 18, Tomo IV, abril 23 de 1857 y concluyen
en el número 4, Tomo V, junio 4 de 1857.
151 Op. cit., Tomo V, número 1, 14 de mayo de 1857.
SECULARIZACIÓN 215
Q-No
4 hay fueros "y los diputados tienen un fuero privativo
excepcional y odioso".
SQ-A pesar de que a ninguna ley se deberá dar efecto re-
troactivo, las causas y expedientes comenzados ante los tribunales
de fuero especial continuarán en los juzgados ordinarios, "según la
legislación nueva".
6?-Además, critica la posibilidad de que al Ejecutivo se le
concedan facultades extraordinarias y señala que, aunque la Cons-
titución manda respetar la moral, no dice "qué moral es ésta, ni en
qué se funda".152
La serie de artículos a que nos hemos referido son escritos
por José Joaquín Pesado. Ellos revelan un propósito permanente de
torcer las disposiciones legales, de interpretar con muy mala fe las
normas constitucionales. Poco se concilia la naturaleza de estos ar-
tículos con el indudable talento de Pesado, e incluso, con el conoci-
miento que tiene de la religión.
En el último de estos artículos,"! Pesado se ocupa de la sepa-
ración de la Iglesia y el Estado, diciendo que esta separación pro-
cede de la modernidad, o mejor dicho, de las revoluciones modernas
y conduce a la incredulidad y al escepticismo, los que sofocan todo
sentimiento religioso y llevan a los pueblos al dominio del fuerte
sobre los débiles.!"
Con posterioridad al golpe de Estado, José Joaquín Pesado es
más categórico: "La llamada constitución de la República, compi-
lación indigesta de extravagancias y de absurdos, ha sido interrum-
pida, y la situación política del Estado cambió de una manera re-
pentina" .155
La actitud política es bien clara. En realidad, se torpedea la
Constitución de 1857. Los liberales buscan, inclusive, una fórmula

152 Op. cit., número 2, 21 de mayo, p. 33 y sigs.


153 o». cit., número 4, junio 4, p. 97 Y sigs.
154 Se arguye en contra de la separación de la Iglesia y el Estado. Al respecto,
Pesado publica, a partir del 2 de julio -op. cit., Tomo V, número 8-, Reflexiones
sobre la Iglesia y el Estado.
155 Op, cit., Tomo VI, número U, enero 7 de 1858. La Cruz, en general, ve
irreligiosidad en la secularización de la sociedad. Pesado habla, por ello, de "Per-
petuidad de la religión contra las tentativas de sus enemigos" (número 14, agosto
13 de 1857, Tomo V, p. 449). Y puede decirse que punto por punto de los que com-
prende la secularización, es abordado con ánimo contrario. Asi por ejemplo, los ma·
trimonios civiles -Tomo cit., número 15, agosto 20, p. 505-, los cementerios -nú-
mero 19, septiembre 17, p. 625-, el registro civil y los derechos parroquiales - To-
mo Il, número 16, noviembre 20 de 1856, p. 181-, etc.
216 JESÚS REYES HEROLES

de entendimiento. Están interesados en la convivencia. De ahí que


don Ezequiel Montes vaya a Roma y que la prensa liberal informe,
convirtiendo en realidad lo que es esperanza, que ha sido recibido
oficialmente por la Silla Apostólica.!"

EL PROCESO CULMINA

La Reforma y su contenido

Al desencadenarse la Guerra de Tres Años, las fuerzas libera-


les abren una nueva etapa en la transformación del país. Es el mo-
mento en que, con palabras de Juárez ante el Congreso, el 9 de mayo
de 1861, el pueblo sintió la necesidad de no limitarse a defender sus
legítimas instituciones, sino de conquistar nuevos principios, para
que cuando venciera a sus enemigos, no se volviese al punto de par-
tida, sino que se hubiese avanzado en la reforma y afianzado las
instituciones. Tal, la explicación política de las Leyes de Reforma.
El pueblo, y a su frente el partido liberal, aprovecha la coyuntura
para avanzar de tal manera, que fuera imposible retrotraer el país
ni tan siquiera a las condiciones que privaban al iniciarse la Guerra
de T res Años.
Cuando ya se llevan 18 meses de lucha a partir del Plan de
Tacubaya, el 7 de julio de 1859, se publica el Manifiesto del Go-
bierno Constitucional, en que, en síntesis, se dan a conocer los obje-
tivos programáticos que se persiguen."? En este documento se anun-
cia la nacionalización de los bienes de la Iglesia. Se señala como
"regla general invariable la más perfecta independencia entre los
negocios del Estado y los puramente eclesiásticos" y se tocan los pun-
tos que van a ser materia de la legislación reformista en cuanto a las
corporaciones de regulares, cofradías, archicofradías, hermandades
y noviciados, así como las relaciones del creyente con el sacerdote,

156 La Cruz también rebate a El Siglo Diez y Nueve y a El Monitor Republi-


cano, que informan del posible éxito de Montes. Reproduce a El Monitor Toscano,
informando que la misión del Sr. Montes fracasará por dificultades intrínsecas y
extrínsecas que se oponen a una conciliación y que el representante mexicano fue
recibido por el cardenal Secretario de Estado en audiencia "meramente oficiosa y
privada".
157 AIUULLAGA: Recopilación de leyes, decretos, bandos ... , de 5 de mayo de
1858 a 31 de diciembre de 1860, pp. 101·21.
al

SECULARIZACIÓN 217

quedando la remuneración de los primeros como "objeto de conve-


nios libre entre unos y otros". La tesis general que va a precisar la
secularización también es expuesta. Se declara que las medidas a
que se aspira "son las únicas que pueden dar por resultado la sumi-
sión del clero a la potestad civil en sus negocios temporales", que-
dando éste, sin embargo, con los medios necesarios para consagrarse
al ejercicio de su ministerio. Se prevé el establecimiento del registro
civil para que los actos celebrados ante la autoridad surtan ya todos
sus efectos legales. Es conveniente hacer notar, en lo relativo a la
nacionalización de los bienes de la Iglesia, que este manifiesto rei-
tera la necesidad de desterrar los obstáculos que se oponen a la libre
circulación de la riqueza pública.
El proceso secularizante se inicia con la llamada Ley de Na-
cionalización de los Bienes del Clero, dictada en Veracruz el 12 de
julio de 1859. 158 Este ordenamiento va más allá de la nacionalización
de los bienes del clero. Contiene la separación de la Iglesia y el
Estado y una serie de disposiciones secundarias dirigidas a hacerla
efectiva. En su considerando, categóricamente asienta: "Que el mo-
tivo principal de la actual guerra promovida y sostenida por el clero
es conseguir el sustraerse de la dependencia de la autoridad civil".
Se agrega que cuando el Gobierno ha querido favorecer al mismo
clero mejorando sus rentas, "el clero por sólo desconocer la auto-

158 La reacción del clero, cuando apenas se inician las Leyes de Reforma, en-
cuentra su más clara expresión en la Carta Pastoral del arzobispo de México, Dr.
Lázaro de la Garza y Ballesteros, dirigida al clero y fieles "con motivo de los pro-
yectos contra la Iglesia, publicados en Veracruz por D. Benito juárez". (México,
Imprenta de José Mariano Lara, 1859). En esta Pastoral, por todo título se le da
a juárez e! de antiguo Presidente del Supremo Tribunal de la Nación. Las leyes son
calificadas de proyectos y amagos, dándose el reconocimiento al gobierno surgido de!
Plan de Tacubaya, De la Garza se defiende, sin embargo, de que el clero hubiese
participado en el golpe de Estado e invoca, en apoyo del reconocimiento del gobierno
conservador, el que previamente ciertos países extranjeros lo hubiesen hecho. Refi-
riéndose al manifiesto de Juárez, De la Garza se queja de injusticia, señala la il i-
citud de las leyes dictadas y rechaza el cargo de que el clero quiera restaurar el
sistema colonial. El derecho, dice, a los bienes temporales no lo recibió el clero del
sistema temporal ni de poder humano alguno, sino del poder que "fundó su Iglesia".
Como tesis central señala: " ... el poder humano podrá, abusando de su poder, qui-
tar al Clero los bienes que posee, no opondrá éste resistencia a la violencia con que
se le quiten; pero jamás perderá su derecho, y la justicia intrínseca con respecto a
estos bienes, jamás contra su voluntad amparará a otro". (O p. cit., p. n ). Igualmente.
las prerrogativas de que disfruta el clero no son herencia colonial y ellas son gene-
rales. La guerra, dice De la Garza, no la hace el clero, sino "el señor Juárez" "a
la Iglesia",
218 JESÚS REYES HEROLES

ridad que en ello tenía el soberano, ha rehusado aún su propio


beneficio". E igualmente que cuando el Gobierno ha intentado po-
ner en vigor los mandatos mismos del clero sobre obvenciones
parroquiales, "el clero prefirió aparentar que se dejaría perecer an-
tes que sujetarse a ninguna ley". De todo ello se deduce que el clero
"puede mantenerse en México, como en otros países, sin que la ley
civil arregle sus cobros y convenios con los fieles". Aquí se consigna
claramente el principio de la separación y la tendencia a una Iglesia
ni propietaria ni proletaria. Pero, en abono a estos considerandos,
vienen razones políticas: el clero "ha sido una de las rémoras cons-
tantes para establecer la paz pública, hoy todos reconocen que está
en abierta rebelión contra el soberano"; dilapida sus recursos, pues
"los invierte en la destrucción general" y, por último, "el dejar por
más tiempo en manos de sus jurados enemigos los recursos de que
tan gravemente abusan, sería volverse su cómplice". Las medidas:
pues, se dictan para salvar a la sociedad.
En su artículo lo. la Ley establece la nacionalización:

Entran al dominio de la nación todos los bienes que el clero secu-


lar y regular ha estado administrando con diversos títulos, sea cual
fuere la clase de predios, derechos y acciones en que consistan, el
nombre y aplicación que hayan tenido. 1s9

En el artículo 40., para el sostenimiento del culto se deter-


mina que los ministros "podrán recibir las ofrendas que se les minis-

159 El artículo 20. señalaba que una ley especial determinaría la forma y ma-
nera de la nacionalización y a esto obedeció el decreto que establecía los procedi-
mientos para la ocupación de los bienes del clero, enajenación de ellos, redención
de capitales, etc., del 13 de julio de 1859, así como la aclaración a varios de sus
preceptos, de julio 27 de 1859, y la circular de julio 28, que declara comprendidas
las capedanías en la Ley de Nacionalización. De preferencia, en el manejo de la
legislación de Reforma ocurrimos al Código de la Reforma -México, Imprenta Lite-
raria, 1861. En otros casos, a la obra de BLAS JosÉ GUTIÉRREz -op. cit.-, com-
pleta, aunque de manejo difícil; las de los citados PAYNO y OUBLÁN y LOZANO las
descartamos por incompletas, y la de FRANOSCO PASCUAL GARCÍA --Código de la
Reforma, México, Herrero, Hnos., Editores, 1903- sólo nos ha servido para ver
la interpretación porfirista. Por ejemplo, este autor califica la nacionalización de los
bienes eclesiásticos como "una violación del derecho de propiedad, un despojo".
Las lagunas inevitables de la primera obra se llenan con los tomos de 1859 a 1863
de BASIUO JosÉ ARIULLAGA -op. cit., México, Imprenta de A. Boix, a cargo de
M. Zomoza, 1861, 1862, 1864, 1865 Y 1866.
SECULARIZACIÓN 219

tren, y acordar libremente con las personas que los ocupen la indem-
nización que deban darles por el servicio que les pidan". Con la
idea de impedir una Iglesia propietaria, agrega: "Ni las ofrendas ni
las indemnizaciones podrán hacerse en bienes raíces".
En el artículo 30. se establece la completa separación del Es-
tado y la Iglesia y la libertad de cultos:

Habrá perfecta independencia entre los negocios del Estado y


los negocios puramente eclesiásticos. El gobierno se limitará a prote-
ger con su autoridad el culto público de la religión católica, así como
el de cualquiera otra.

Empero, tal separación debe entenderse sin mengua de lo pre-


visto por el artículo 123 constitucional y la legislación reformista
posterior lo comprueba.
Además, la Ley de Nacionalización suprime en toda la Repú-
blica las órdenes de religiosos seculares, prohibiéndose la creación
de nuevas, así como archicofradías, cofradías, congregaciones o her-
mandades anexas a comunidades, catedrales, parroquias o cualquier
clase de iglesia. Consecuentemente, queda prohibido el uso de hábi-
tos o trajes religiosos. Se prevé que a cada uno de los eclesiásticos
de las órdenes regulares suprimidas que no se opongan a la ley, se
les provea por el Gobierno, por una sola vez, de quinientos pesos y
a los impedidos físicamente para el ejercicio de su ministerio, se les
proporcione un capital "fincado ya" de tres mil pesos. Las imágenes,
paramentos, etc., serían entregados a los obispos diocesanos, y los
libros impresos, pinturas, etc., a los museos, liceos, bibliotecas y
otros establecimientos públicos. Corresponde a los gobernadores del
Distrito y de los Estados decidir, a propuesta del arzobispo y obis-
pos, los templos de los locales suprimidos que deberían ,quedar
expeditos, conforme a su utilidad.
Refiriéndose a los conventos, prevé la continuación de éstos,
la asignación a las religiosas que se exclaustraran, de su dote y de
quinientos pesos si carecían de ésta. Las religiosas que se conser-
varan en el claustro podrían responder de sus respectivas dotes. Que-
daban cerrados los noviciados en los conventos de señoras religiosas,
devolviéndose a las novicias, al separarse, lo que habían ingresado.
Después de estatuir la nulidad e invalidez de las enajenaciones de
los bienes mencionados en la Ley, contenía las sanciones a quienes
se opusieran ael1a, consistentes en expulsión del país o consignación
220 JESÚS REYES HEROLES

ante las autoridades judiciales para ser juzgados como conspira-


dores.!"
El 23 de julio de 1859 se da otro importante paso en la secu-
larización: se establece el matrimonio puramente civil. La base de
esta leyes proporcionada por sí misma: "Que por la independencia
declarada de los negocios civiles del Estado respecto de los eclesiás-
ticos, ha cesado la delegación que el soberano había hecho al clero
para que con sola su intervención en el Matrimonio, este contrato
surtiera todos sus efectos civiles". Por consiguiente, la figura jurí-
dica es claramente delineada:

El Matrimonio es un contrato civil que se contrae lícita y váli-


damente ante la autoridad civil. Para su validez, bastará que los con-
trayentes, previas las formalidades que establece esta ley, se presenten
ante aquella y expresen libremente la voluntad que tienen de unirse
en Matrimonío.ts-

Complementando esta reforma, el 28 de julio de 1859 se de-


creta el establecimiento de jueces del estado civil, que tendrían a
su cargo "la averiguación y modo de hacer constar el estado civil
de todos los mexicanos y extranjeros residentes en el territorio na-
cional, por cuanto concierne a su nacimiento, adopción, arrogación,
reconocimiento, matrimonio y fallecimiento". El registro del estado
civil de las personas se hace autónomo, independiente de la Iglesia.
El fundamento de la medida -que con anterioridad José María
Iglesias había iniciado titubeante- es expresamente señalado:

... para perfeccionar la independencia en que deben permanecer


recíprocamente el Estado y la Iglesia, no puede ya encomendarse a
ésta por aquél el registro que había tenido del nacimiento, matrimo-

160 Además de la ley de 13 de julio, sobre procedimientos, la circular de 19


del propio mes, sobre remuneraciones a los comisionados y peritos y la aclaratoria
del día 27, el 28 de julio se declaran comprendidas las capellanías en la Ley de
Nacionalización. El 17 de diciembre de 1860 se establece como fondo especial para
el pago de las reclamaciones que debe hacer el· Gobierno con motivo de las ocupa-
ciones y daños de la guerra, el producto de la venta de los edificios, decretado
el 24 de octubre del propio año y los bienes que hubiesen entrado o entraren al do-
minio de la nación, en virtud de la ley de 12 de julio de 1859,
161 La ley no s6lo es avanzada en el aspecto de secularización, sino también en
lo que toca a la índole y consecuencia de las relaciones familiares. Así por ejemplo,
declarando indisoluble el matrimonio civil, admite el "divorcio temporal",
SECULARIZACIÓN 221

nio y fallecimiento de las personas, registros cuyos datos eran los


únicos que servían para establecer en todas las aplicaciones prácticas
de la vida el estado civil de las personas.

y la secularización llega de la cuna a la tumba, cuando por


decreto de 31 de julio de 1859 cesa en toda la República la inter-
vención del clero en la economía de los cementerios y panteones.
Llevando el pensamiento de separación a su última consecuen-
cia, el 3 de agosto de 1859 se ordena retirar la legación de México
en la Santa Sede. Tal acto obedece a la estricta separación Estado-
Iglesia, de conformidad con el artículo 30. de la ley de 12 de julio
de 1859, la protección a todos los cultos y el propósito inquebran-
table del Gobierno ---congruente con la separación- de "no inter-
venir de modo alguno en los negocios espirituales de la Iglesia".
Debe aclararse que no se trata de todos los negocios, sino sólo de los
espirituales.
Dictadas estas disposiciones, el 25 de octubre de 1859 el Go-
bierno nombra su agente general al presbítero Rafael Díaz Martí-
nez, "a fin de que procure que el clero rectifique las conciencias
en el sentido de la reforma". La medida busca la paz, atendiendo
a que no hay incompatibilidad entre reforma e Iglesia:

Como es un elemento tan poderoso para la paz pública que los


directores de las conciencias no las extravíen, y como no puede neo
garse el hecho evidente de que merced a tales extravíos la guerra
actual se ha ensangrentado tanto, será el primer cuidado mostrar a
los pastores la ninguna oposición que existe entre la constitución y los
dogmas del cristianismo, entre las leyes nuevas y las primitivas doc-
trinas de la Iglesia.

La vieja y positiva -para el impulso liberal- división del


clero es recordada. El Gobierno está convencido que son "los altos
dignatarios los revoltosos, con el deseo principalmente de satisfacer
su desmesurado orgullo, y facilitar su intolerable despotismo sobre
sus inferiores, los que propagan las ideas más ultramontanas, ultra-
antisociales". Contra ellos dirigirá su severa vigilancia, "mientras
que a los que realmente se ocupan de la cura de almas y del cultivo
de la viña del Señor, como ellos mismos dicen, el gobierno les im-
partirá una protección poderosa y eficaz para defenderlos contra
los desmanes y demasías de esos mismos superiores, hasta hoy irres-
ponsables en la práctica". Se marca la línea de dar al César lo que
222 JESÚS REYES HEROLES

es del César y a Dios lo que es de Dios, "sin interpretaciones violen-


tas e interesadas".
En medio de disposiciones concretas o particulares, -determi-
nación de días festivos, formación de ministerios de religiosos, con-
signación del producto de la venta de los conventos y derogación
de las disposiciones sobre asistencia del Gobierno a funciones reli-
giosas--, aparece la importante ley de 4 de diciembre de 1860, que
establece, sin lugar a duda, la libertad de creencias, de conciencia
y, como consecuencia, la libertad derivada de cultos y ratifica la
separación Estado-Iglesia. El Estado, según esta ley, interviene para
proteger el ejercicio del culto católico y de cualquiera otro que se
establezca, y "en todo lo demás, la independencia entre el Estado
por una parte, y las creencias y prácticas religiosas por otra, es y
será perfecta e inviolable".
La definición de las iglesias y asociaciones voluntarias se en-
cuentra en el artículo 20.-"Una iglesia o sociedad religiosa, se
forma de los hombres que voluntariamente hayan querido ser miem-
bros de ella, manifestando esta resolución por sí mismos, o por medio
de sus padres o tutores de quienes dependan", y por consiguiente, la
libertad de estas asociaciones para gobernarse, en tanto sus dispo-
siciones no afecten el orden jurídico:

Cada una de estas sociedades tiene libertad de arreglar por sí o


por medio de sus sacerdotes, las creencias y prácticas del culto que
profesa, y de fijar las condiciones con que admita a los hombres a
su gremio' o los separe de sí, con tal que ni por estas prevenciones,
ni por su aplicación a los casos particulares que ocurran, se incida en
falta alguna o delito de los prohibidos por las leyes, en cuyo caso
tendrá lugar y cumplido efecto el procedimiento y decisión que ellas
prescribieren.

El artículo 40. delimita precisamente la competencia de las


autoridades de las sociedades religiosas al ámbito puramente espi-
ritual:

La autoridad de estas sociedades religiosas y sacerdotes suyos,


será pura y absolutamente espiritual, sin coacción alguna de otra clase,
ya se' ejerza sobre los hombres fieles a las doctrinas, consejos y pre-
ceptos de su culto, ya sobre los que habiendo aceptado estas cosas,
cambiaron luego de disposición.
SECULARIZACIÓN 223

Reitera que las asociaciones religiosas no tienen carácter civil


y que no existe coacción civil de ninguna especie para el cumplimien-
to de las obligaciones con ellas contraídas, postulándose libertad
para la manifestación de las ideas sobre puntos religiosos, siempre
y cuando con ella no se ataque "el orden, la paz o la moral pública o
la vida privada, o de cualquiera otro modo los derechos de tercero
o cuando se provoque algún crimen o delito, pues en todos estos ca-
sos, haciéndose abstracción del punto religioso, se aplicarán irremisi-
blemente las leyes que vedan tales abusos".
Se abrogan --anacronismo en una sociedad secular- recursos
de fuerza, estableciendo que: "Si alguna iglesia o sus directores eje-
cutaren un acto peculiar de la potestad pública, el autor o autores
de este atentado sufrirán respectivamente las penas que las leyes
imponen a los que separadamente o en cuerpo lo cometieren". Y se
suprime el derecho de asilo, prohibiendo solemnidades religiosas fue-
ra de los templos, sin permiso escrito de la autoridad polítíca.!" Se
sustituye el juramento por la promesa de decir verdad; desaparece
el sacrilegio como agravante de los delitos; cesa para los clérigos
el privilegio de competencia -mediante el cual podían éstos retener,
con perjuicio de sus acreedores, una parte de sus bienes-- y se equi-
para la administración de los bienes que las leyes permiten a la Igle-
sia, a las normas que privan para todas las asociaciones legítimas.
Cesa el tratamiento oficial que solía darse a diversas personas y coro
poraciones eclesiásticas; se declara que las cláusulas testamentarias
que disponen el pago de diezmos, obvenciones o legados piadosos,
se ejecutarán solamente en lo que no perjudique la cuota hereditaria
forzosa legal y que en ningún caso podrá hacerse el pago en bienes
raíces. Se prevé la intervención del Estado cuando las prestaciones
de los fieles para sostener el culto pudieran interponer fuerza o en-
gaño o consistan en bienes raíces. Se declara a los sacerdotes de todos
los cultos exentos de milicia y de servicio personal coercitivo; pero
no de contribuciones o remuneraciones y se reitera que el uso de las
campanas continuará sujeto a los reglamentos de policía. De confor-

162 Posteriormente, el 16 de enero de 1861, y de conformidad con lo dispuesto


por esta ley, se previene a los señores curas del Distrito Federal: "... que no deberá
seguir saliendo el Viático con la solemnidad y publicidad hasta aquí acostumbrada,
'Y en consecuencia procurarán que en lo sucesivo esto se haga privadamente y de
modo que ningún distintivo especial determine a sacerdote o ministro que lo lleve".
El 31 de enero de 1861 se establecen penas para los curas y vicarios que hagan ma·
nifestaciones religiosas en lugares públicos.
224 JESÚS REYES HEROLES

midad con la estricta separación, preceptuando que el Estado no in-


tervendrá en los ritos y prácticas religosas concernientes al matrimo-
nio, se establece que, siendo éste un contrato sometido estrictamente
a las leyes, cualquier matrimonio contraído en el territorio nacional
sin observar lo prescrito por las leyes es nulo.
Por disposición de febrero 2 de 1861, se establece: "Quedan
secularizados todos los hospitales y establecimientos de beneficencia
que hasta esta fecha han administrado las autoridades o corporacio-
nes eclesiásticas.l"
Esta es, en esencia, la legislación reformista. A ella hay que
añadir otras disposiciones de tipo secundario, como la reglamenta-
ción de la libertad de enseñanza, los juicios sobre derechos de pro-
piedad de los bienes del clero y todas aquellas circulares que expide
el Gobierno Federal y que están dirigidas a interpretar o aclarar la
legislación reformista.
Como se ve, ésta afirma la idea que ya está en el Congreso
Constituyente 1856-57: separación o delimitación, con intervención
del Estado, para la regulación de ciertos efectos sociales o políticos
derivados del culto religioso. En el fondo, se reitera la idea de Igle-
sia no propietaria ni asalariada, separada del Estado, pero sujeta a
las disposiciones que éste pueda dictar en lo que toca a las conse-
cuencias sociales o políticas derivadas del culto. Al respecto, son
claras las medidas reguladoras a que ya nos hemos referido. El hom-
bre, de acuerdo con la legislación liberal, puede nacer, vivir y mo-
rir dentro de la pura legislación dictada por la autoridad civil. De
aquí que la Reforma tenga por contenido esencial la secularización
cabal de la sociedad mexicana.

Estabilidad de la Reforma
Apenas dictadas las Leyes de Reforma, la preocupaclon por
lograr su estabilidad es manifiesta. Juárez no oculta el deseo de

163 El 2 de marzo de 1861 se dispone que todos los hospitales, hospicios, casas
de corrección y establecimientos de beneficencia existentes o que se funden en el Dis-
trito Federal, quedan bajo la protección y amparo del Gobierno, para lo cual se esta-
blece una Dirección General de Fondo de Beneficencia. El 13 de marzo de 1861 se
reitera que el Gobierno no podrá intervenir en la administración de los sacramentos.
Ello en virtud de que algunos eclesiásticos se oponían a ministrados a los que cum-
plían con lo prevenido en la ley del registro civil. Junto a ello, el Gobierno declara
que reconoce en el pueblo la facultad de nombrar los miembros de su culto, a consulta
que al respecto se le hace.
SECULARIZACiÓN 225

obtener la consolidación jurídica de la Reforma mediante su incor-


poración en el texto constitucional. Y en la importante circular en-
viada por la Secretaría de Justicia acompañando la ley de 4 de
diciembre de 1860 sobre tolerancia de cultos, esta preocupación se
expresa claramente. El movimiento equipara Constitución y Reforma;
Fuente, en la circular, lo reitera y explica con amplitud el sentido de
la Reforma. La legalidad de la Reforma no puede ser puesta en duda:
"La República ha puesto el sello de su voluntad soberana a las leyes
de la Reforma, y los sacrificios que ha prodigado para sostenerlas,
hacen de ellas una parte muy preciosa del derecho nacional". Las
Leyes de Reforma se conquistan en plena guerra y como plataforma
de ésta. Las voluntades que se conjugan para luchar en la contienda
lo hacen en torno a la Constitución y a la Reforma: tt Constitución
JI Reforma ha sido el grito de guerra, mil y mil veces repetido en
esta embravecida contienda, cuyo fausto desenlace tocamos ya con
las manos, puesto que dentro de breves días la Constitución y la
Reforma inicuamente rechazadas, serán una verdad hasta en el úl-
timo atrincheramiento de los rebeldes" .164
Políticamente se hace notar que: "El poder en quien la nación
había depositado su confianza, hubiera cometido un error funesto,
reduciéndose a promover la restauración de la paz incierta y mise-
rable que dejaban por el tiempo de su voluntad los hombres de los
privilegios a la República, ya fatigada con razón, de su inmensa-y
mal pagada generosidad". Es la idea de Juárez de no sólo luchar
por la restauración de la Constitución, por volver al estado que
guardaban las cosas antes del golpe de Comonfort y de la inicia-
ción de la Guerra de Tres Años, sino también de avanzar, de tal
manera que no fuera posible el retroceso. Había que hacer tal tor-
tilla que resultara imposible volver los huevos al cascarón.
Por otra parte, el sentido ideológico de la Reforma y los an-
tecedentes de la lucha son fielmente expresados. La Reforma es la
secularización de la sociedad: proclamó los principios de la libertad
religiosa "y de perfecta independencia entre las leyes y los negocios
eclesiásticos" y dedujo de ello las consecuencias prácticas y de
aplicación. La antigua legislación había hecho "de la nación y de la
Iglesia católica una amalgama funesta", cuya consecuencia era la fal-
ta de paz, "la negación de la justicia", el estorbo para el progreso

164 ARRlLLAGA: Re(Opilación de leyes, bandos, reglamentos ..• , desde 2S a 31


de diciembre de 1860, p. ~03 y sigs.
226 JESÚS REYES HEROLES

"y la sanción absurda de obstáculos invencibles para la libertad po-


lítica, civil y religiosa". Era necesario considerar que los enemigos
vencidos en la guerra "emplearían todos los sofismas y todos los
artificios imaginables para impedir la entera y general planteación
de la Reforma".
La ley de 4 de diciembre de 1860 desarrolla el principio de
la libertad religiosa. Fuente establece el principio y sus consecuen-
cias. La libertad de cultos procede de la libertad religiosa. Una Igle-
sia no puede ni debe constituirse "sino por la espontánea voluntad
de sus miembros, ni ejercer sobre ellos más que una autoridad pura
y simplemente espiritual". En lo relativo a sus negocios económicos,
goza de todas las facultades de las asociaciones legales, con una
sola excepción: el derecho de adquirir bienes raíces. Garantizando
el estado la libertad de conciencia, necesariamente debe prohibir a
las iglesias imponer coacción y penas del orden civil en asuntos
religiosos. La misma separación de Estado-Iglesia hace que desa-
parezcan los recursos de fuérza. El Estado no se mezclará en las
cosas de religión; "pero tampoco permitirá ni una sombra de com-
petencia en el pleno régimen de la sociedad". Caduca el privilegio
de asilo: "la misma separación del Estado y de la Iglesia conduce
a declarar que, si bien los .hombres en quienes la nación ha depo-
sitado su poder y su fuerza, tienen la misma libertad religiosa que
todos los habitantes del país, no deben con todo eso, y aún por
causa de aquella libertad, unir su representación oficial con el cul-
to aceptable para su conciencia". Fuente, a renglón seguido, recuer-
da, tanto los conflictos Estado-Iglesia que han perturbado a nuestra
patria, como las consecuencias de la libertad religiosa y de la se-
paración de Estado-Iglesia en la vida civil, del nacimiento a la
tumba.
Pero siempre, en uno u otro sentido, las relaciones Estado-
Iglesia se han regulado en la Constitución del país sea ésta federal
o central. La tradición viene de 1824 y del texto gaditano. Es más,
ya sabemos que los preceptos relativos se declaraban permanentes,
inmodificables. Por consiguiente, la consolidación de la Reforma,
su permanencia, exige su incorporación en el texto constitucional
y los pasos para obtenerlo se darán en cuanto las circunstancias polí-
ticas y la vida institucional lo permitan.
SECULARIZACIÓN 227

Constitución y Reforma

Revestir a las Leyes de Reforma de carácter constitucional no


fue, como comúnmente se piensa, tarea fácil. Puede decirse que los
últimos grandes debates ideológicos de nuestro país en el siglo
pasado fueron aquellos a que dio lugar la adición de las Leyes de
Reforma a la Constitución. El proceso parlamentario para esta in-
corporación se inicia en noviembre de 1870, que es cuando surge la
propuesta formal para incluir en la Constitución las Leyes de Re-
forma. l 65
Poco después, el 3 de abril de 1871, se propone al Congreso
que se eleven a categoría constitucional las Leyes de Reforma, adi-
cionando al respecto la Constitución Federal.l" Las adiciones se
reducen a cuatro preceptos: 1) .-No se expedirá ley, decreto o
providencia gubernativa relacionada con cualquier religión, cuyos
preceptos no pugnen con la moral y el orden público y que prohiban
su libre ejercicio; 2).-Siempre estarán bajo la dirección y encargo
de las autoridades y en los términos que prevengan las leyes, los
registros públicos, para hacer constar el estado civil de las personas;
3) .-Que han entrado legítimamente al dominio de la nación los
bienes raíces y capitales impuestos sobre fincas que el clero adminis-
traba como propietario, y que la nación ha podido y puede enajenar-
los, quedando consumados "de una manera irrevocable", los actos
relativos que se hayan ajustado a las leyes; 4) .-Por último, los
diputados agregan el establecimiento de las garantías en los procesos
criminales buscando que se generalice la institución del jurado en
toda la República como una garantía para los procesados. Los pro-
ponentes pecan de opitirnismo al decir que la elevación de las Leyes
de Reforma a leyes constitucionales está en la conciencia del Con-
greso. Los debates que al respecto se engendran y la duración misma
de ellos demuestran las resistencias que por una u otra causa se en-
frentaron al intento. Estas resistencias encontraron argumentos jurí-

165 Los diputados Alfaro y Zárate propusieron: "1. Son preceptos constitucío-
nales los principios contenidos en las Leyes de Reforma"; "2. Entre tanto se expiden
las leyes orgánicas de estos artículos, lo serán las Leyes mismas de Reforma" (Diario
de los Debates, 50. Congreso Conslilll&ÍonaJ de la Unión, México, Imprenta del Go·
bíerno, en Palacio, 1871. Tomo Ill, p. 496 Y sigs.
166 La iniciativa es de los diputados Montes, Dondé y .Alcalde. El dictamen
de la Comisión se extendió, por proposición aprobada por el Congreso, el 16 de
marzo de 1871, de la que fue autor ~l diputado José Femández. (01'. cir; Tomo IV,
pp. 292 Y 293).
228 JESÚS REYES HEROLES

dice-formales en contra de las adiciones, a más de argumentos ideoló-


gicos, expuestos claramente por quienes estaban en contra del conte-
nido mismo de las Leyes de Reforma. Como se comprenderá, los
argumentos jurídicos se dirigen más a criticar las adiciones o propues-
tas de incorporación en sí, que las leyes y SLl significado. Se va a ha-
blar, al respecto, de que se invade la soberanía de los Estados, de que
se incurre en contradicción entre diversos preceptos constitucionales,
de que se erige a un Congreso Constitucional en Congreso Cons-
tituyente, de que, por la cantidad de leyes comprendidas en la legis-
lación reformista, se va a hacer de la Constitución un memorándum
indigesto y de que se van a incorporar en la Constitución leyes de
diversa jerarquía. Los argumentos en contra del contenido mismo
de las Leyes de Reforma son de carácter ideológico. Ellas, se dice,
violan el artículo 99 constitucional y restringen las libertades, fun-
damentalmente la de asociación.
El examen de los debates resulta interesante, por esc1arecerse
en las discusiones el sentido histórico político de las Leyes de Re-
forma, y también porque alcanzan niveles muy altos. Cuando, el
26 de mayo de 1871, la Comisión de puntos constitucionales con-
sulta las adiciones propuestas, surge la primera oposición. En efecto,
Francisco W. González va a decir que las adiciones no comprenden
la Reforma cabalmente. La independencia entre la Iglesia y el Es-
tado, "ese divorcio tan indispensable para que la libertad religiosa
sea verdadera", no es abarcado. La primera adición no entraña la
consagración en el país de la libertad religiosa. Tal cosa es atri-
buida por González a q~e la Comisión, preocupada por la legisla-
ción americana, ha presentado un remedo de lo que ésta establece,
prescindiendo de que las condiciones entre ambos países son distintas,
pues en los Estados Unidos la libertad religiosa "era un hecho sos-
tenido por las costumbres", al contrario de México, en que había
privado la intolerancia más absoluta. Por lo consiguiente, propone
que la Comisión, lisa y llanamente, acepte el artículo 19 de la ley
de 4 de diciembre de 1860. Rápidamente, Joaquín Alcalde -el dis-
cípulo de Ignacio Ramírez-, a nombre de la Comisión, manifiesta
el acuerdo de ésta para modificar el dictamen; pero el diputado
José Fernández va más lejos: es preciso leer y releer los nombres
de las personas que firman el dictamen para convencerse que éste
no ha sido "expresamente redactado con el fin de nulíficar las leyes
de reforma". Si se aprobase la adición primera, parecería que se
SECULARIZACIÓN 229

habrían derogado las Leyes de Reforma, que no descansarían "en


una base constitucional preexistente". Fernández coincide con Gon-
zález en señalar que la primera adición se orienta en la tercera de
las enmiendas hechas a la Constitución norteamericana y se lamen-
ta "de esta monomanía de imitar, de parodiar, sin discernimiento
ni estudio, las instituciones de la legislación americana". La Comi-
sión se olvidó de que en México la ley no vino a reconocer un hecho,
sino a crear la tolerancia, la libertad. Propone, en consecuencia, otro
proyecto de reformas y adiciones a la carta de 1857, que consigne:
separación Estado-Iglesia, intervención del primero en materia de
culto religioso y disciplina externa, carencia de religión de Estado,
matrimonio civil y registro público, nacionalización de los bienes de
la Iglesia y una reforma al artículo Y' constitucional, dirigida a que
quede claramente consignada la supresión de comunidades religio-
sas de ambos sexos. Tanto Alcalde como Guillermo Prieto reparan
en la gravedad del asunto y este último propone que se repruebe el
dictamen para que la Comisión lo presente en una forma adecuada.
El voto particular de Alcalde se manda imprimir y el dictamen se
declara sin lugar a votar. Y el 22 de abril de 1873 se presenta un
nuevo dictamen que consideró el voto particular de Alcalde -de
25 de octubre de 1871-, es decir, han transcurrido más de dos años
desde que se presentó la proposición inícial.!"
El dictamen comprende las siguientes adiciones constituciona-
les: 1) .-Declaración expresa de la independencia entre Estado e
Iglesia, salvo la intervención del Poder Federal en 10 concerniente
a la policía de los cultos; 2) .-Prohibición al Congreso de dictar
leyes estableciendo una religión o prohibiendo alguna y a las au-
toridades de ejercer actos sobre materias religiosas; 3) .-Exclusi-
vidad de la competencia de las autoridades en los actos del estado
civil de las personas; 4) .-Declaración de que la acción de las le-
yes no se ejerza sobre las prestaciones de los fieles para sostener
su culto; pero que, en ningún caso, estas prestaciones podrán con-
sistir en bienes raíces o en capitales impuestos sobre éstos; 5) .-La
sustitución del juramento religioso por la simple promesa de decir
verdad; 6) .-La modificación del artículo Y' en los términos pro-
puestos por Alcalde, conteniendo la idea de que no se reconoce nin-

167 El debate se encuentra en: Op, cit., Tomo IlI, pp. 719-725. El voto par-
ticular de Alcalde, de la 725 a la 726. Op, cit., 60. Congreso Constitucionsl de la
Unión, Tomo IV, 1873, p. 175.
230 JESÚS REYES HEROLES

gún contrato, pacto o convenio que menoscabe o suponga pérdida


de la libertad del hombre, ya sea por causa de trabajo, educación
o voto religioso y señalando que la ley no reconoce órdenes ni cor-
poraciones religiosas ni puede permitir su establecimiento cualquiera
que sea su denominación u objeto. ¡

Al discutirse el dictamen, surge la primera oposición ideológica


por parte del diputado Díaz González. J68 Quiere que se combine la
Reforma con la libertad y para ello es preciso sujetar "a un juicio
patriótico las leyes de Reforma", para arribar a la siguiente con-
clusión: llevar las Leyes de Reforma a la Constitución sería destro-
zar la libertad. Mediante las Leyes de Reforma, el Poder Federal
roba "a los ayuntamientos una de sus facultades naturales". Díaz
González, en realidad, está contra la intervención que implica el
artículo 123 de la Constitución. Recuerda cómo éste fue "puesto a
última hora y como para llenar el vacío que quedaba después de
que se reprobó el artículo 15": Ponciano Arriaga, agrega, al ver
derrotado su artículo 15, quiso que el Estado no se quedara sin las
regalías que le otorgaban las leyes antiguas. Es el patronato la fi-
losofía del artículo 123 y, por tanto, este precepto, al venir la in-
dependencia entre Iglesia y Estado, no tiene razón de ser: "Libertad
religiosa e ingerencia del Estado en el ejercicio del culto son cosas
que no se comprenden".
Por otra parte, se niega a las asociaciones religiosas los derechos
que tienen las asociaciones meramente civiles, lo que supone la
violación de la libertad de asociación consignada en el artículo 99
constitucional. Alfaro aclara que no se trata de discutir las Leyes
de Reforma. Estas ya fueron sancionadas y han sido factor del pro-
greso del país. Se trata simplemente de elevarlas a la categoría de
leyes constitucionales para que ningún congreso pueda derogadas,
es decir, se busca su consolidación. El dictamen es aprobado en lo
general y se entra a su discusión en lo particular.
Al abordarse el artículo 19, se discute si la policía de cultos
debe reservarse exclusivamente a la Federación; Prieto y Lemus quie-
ren cortar el nudo gordiano que presienten va a surgir, proponiendo
que se declare que son leyes orgánicas del artículo 1'1 las Leyes de
Reforma "y para derogarlas se necesitan los mismos requisitos que
para las reformas de la Constitución". Distintas corrientes se ex-

168 En el Congreso Constituyente se opuso al artículo 15, romo veremos. (ZAR-


co: Op.I"ÍI., Tomo 1, pp. 838-844).
SECULARIZACIÓN 231

presan en el Congreso: Zamacona no encuentra diferencia entre


la Iglesia y las otras asociaciones civiles; Prieto, nada bondadoso, le
responde: "¿Qué haríamos, siguiendo las indicaciones del Sr. Zarna-
cona, si mañana se estableciera el uso de la campanilla del Viático?"
Para Prieto, la elevación a rango constitucional de las Leyes de
Reforma es garantizar el triunfo de ésta. Para Buenrostro es nece-
sario que el Congreso repruebe el artículo, que está redactado en
términos ambiguos y para García de la Cadena no pueden apro-
barse la segunda y tercera partes del artículo, que tienden a deter-
minar la competencia de las autoridades. Aun cuando Alcalde
intenta esclarecer el espíritu del dictamen y su concordancia con el
artículo 123, después de que Díaz González vuelve a intervenir ca-
lificando la reforma de antiliberal, es el diputado Herrera quien
ordena un tanto la discusión, manifestando que es necesario tener
presente el espíritu de la reforma y que éste contiene dos ideas:
l"-La independencia del Estado y la Iglesia; 2(1-Dar facultades
a la autoridad civil para intervenir en la policía del culto externo.
La segunda está en el artículo 123 constitucional y, en cambio: "La
primera idea es una reforma a la constitución, porque no existien-
do ahora, se va a poner". El Congreso, sin embargo, resuelve que
no hay lugar a votar en lo particular y se vuelve el dictamen a la
Comisión.
Cuando la discusión se reanuda!" se dan a conocer las adicio-
nes presentadas por Alfara y Zárate en noviembre de 1870 y la
Comisión, al volver a presentar el dictamen, manifiesta que en los
principios hay acuerdo y que el problema radica sólo en ]0 que se
refiere a redacción. El clima es tal, que se declara que "a la comi-
sión se le ha encargado que incruste en la constitución las leyes de
reforma, no que las reforme". Alcalde trae a colación en qué cir-
cunstancias se dictaron las Leyes de Reforma. Ellas nacieron en épÜ'
ca de revolución. Negarlas ahora sería vilipendiar al partido liberal.
Lanza, además, un juicio político definitivo:

Si diez y siete revoluciones se han sofocado de 1867 a la fecha,


se ha debido a que el clero carece de los elementos pecuniarios con
que antes atizaba la guerra fratricida.

Por lo demás, la Comisión, si el Congreso no estimase justa y

169 Diario de JOI DebateI, 60. Cong'eJo, Tomo IV, p. 187 Y sigs.
232 JESÚS REYES HE~OLES

conveniente la redacción, "está dispuesta a sufrir, una tras otra,


veinticinco derrotas".
En estas condiciones, y habiéndose declarado con lugar a votar
la primera parte del artículo 1Q, se pone a discusión la segunda,
que preceptúa que el Congreso no puede dictar leyes estableciendo
o suprimiendo religión alguna, misma que es aprobada, pasándose a
discutir el artículo 2 9 , que establece el carácter civil del matrimonio
y demás actos del estado civil de las personas. Al respecto, se plan-
tea una amplia discusión en torno a delimitar la competencia en-·
tre autoridades federales y locales, para, al final, aprobar el artículo
por 106 votos contra 8.
Al día siguiente, 24 de abril.!" se declaran con lugar a votar
los artículos 30., 40. Y 50. del dictamen. El artículo 30. es aproba-
do por 128 en contra de 8 votos y el artículo 40. por unanimidad.
Es, empero, en el artículo 50. del dictamen donde se van a suscitar
discusiones, mismas que es conveniente considerar, por tocar puntos
sobre los cuales aún en nuestros días se polemiza. Díaz González
combate, en nombre de la libertad, el artículo 50. Para él, este ar-
tículo reprueba el voto de castidad y ello va contra la doctrina
religiosa y significa "ingerirse en las conciencias y poner restriccio-
nes a una de las sectas religiosas, que es precisamente la de la
mayoría del pueblo de la República". El artículo, por consiguiente,
es "el golpe de gracia a la libertad de conciencia". Hay que sujetar-
se al artículo 90. de la Constitución y permitir las asociaciones
religiosas que son lícitas. Para Díaz González, se trata de hacer
triunfar un sistema por medio de preceptos constitucionales, "de
imponernos el racionalismo, apoyándose en la fuerza moral de una
constitución, y en la fuerza física que la sostenga".
El diputado Justino Fernández también se opone a la reforma
del artículo 50. de la Constitución, pero con argumentos bien dis-
tintos. Para Fernández, declarando la Constitución de 1857, en su
artículo 90., el libre derecho de asociación o de reunión resulta in-
concuso que la ley de reforma que extinguió las comunidades reli-
giosas "no tiene ningún fundamento constitucional y es también

170 Ese mismo día varios diputados, encabezados por Padilla y Buenrostro,
presentan una adición al articulo 10., señalando que si bien el Congreso no puede
dictar leyes estableciendo o prohibiendo religión alguna, las ceremonias de cualquier
culto "sólo podrán tener lugar en el interior de los templos". Esto da lugu a un
debate, pero al final, por 76 votos en contra de 67, se niega la discusión de esta
adición.
SECULARIZACIÓN 233

claro que para salvar el principio de la extinción de las órdenes


monásticas, hay la indeclinable necesidad de restringir el derecho
o la garantía otorgada por el arto 90. de la carta de 57". No es
posible, agrega, decir que el artículo 50. de la Constitución que
señala que la ley no puede autorizar ningún contrato que tenga por
objeto la pérdida o el irrevocable sacrificio de la libertad del hom-
bre, ya sea por causa de trabajo, de educación o de voto religioso,
dé base para la restricción del artículo 90. El artículo 50. simple-
mente contiene una omisión: la ley no sanciona, no puede autorizar
ningún contrato del tipo previsto por el artículo 50.; pero no in-
terviene, simplemente se lava las manos. Si se propusiera que el
Estado no puede permitir que se lleve a efecto ningún contrato, de
los que enuncia el artículo 50., se restringirá el artículo 90. consti-
tucional. La Comisión, en su seno, ha ido más allá de la Constitu-
ción, al sostener que el Estado no debe permitir que se cumpla ningún
contrato "que tenga por objeto el menoscabo de la libertad". Lo
de menoscabo, es absurdo y debe suprimirse. La sociedad no puede
ser insensible e indiferente "a la suerte de un hombre que en un
momento de imprudencia sacrificó su libertad para siempre de una
manera irremediable, y que por más que después la desea, no puede
ya recobrarla"; pero ese hombre en nada se parece al que ha sacri-
ficado su libertad por tiempo limitado y que tiene la facilidad de
recobrarla.
Alcalde, en una brillante intervención, concuerda los artículos
50. y 90., afirmando que, si bien este último permite las asociacio-
nes, las hay tan perjudiciales a la sociedad, que es forzoso extirpar-
las. El problema es político: respetamos el pasado, "con tal que él
consienta ya en declararse muerto"; si se obstina en no morir "le
atacaremos y trataremos de matarle cuanto antes". El partido liberal
sobrellevó una lucha difícil:
y la nuestra era una lucha y a brazo partido: era coger del cuello
a los que habían causado mal a la sociedad: era la revolución que
proclamaba estos principios, era la revolución que después de quince
años se encuentra latente y palpitante.

Lo que se quiere es dominar al que no se da por vencido, con-


signando los principios de una "revolución gigante, de hombres
que porque viven entre nosotros no se les contempla su tamaño
colosal, inmenso".
Pide, por lo consiguiente, la aprobación del dictamen. Díaz
González reargumenta fundamentalmente recordando los beneficios
234 JESÚS REYES HEROLES

prestados por las instituciones monásticas y sobre la base de la li-


bertad que todo hombre tiene para vivir como quiera, siempre y
cuando no perjudique los derechos de tercero y no ofenda al Es-
tado ni a la sociedad.
El diputado Herrera admite la supresión de órdenes monacales
sólo en lo que se refiere a varones. Prohibir que se reúnan las muje-
res es negarles el derecho de asociación. Juan José Baz va a ser
categórico. El no cree que con la supresión de las asociaciones mo-
násticas se vaya en contra de ningún artículo constitucional, pero si
así fuera, habría que modificar el artículo 90. Baz se lanza a hablar
de los males causados por el clero y pronuncia un discurso anticlerical
salpicado de ejemplos, datos y anécdotas. Díaz González insiste en
que se trata de principios y no de hechos.
Guillermo Prieto interviene para poner la discusión en sus jus-
tos términos. Una, dice, es la religión de Jesucristo, que "es un rayo
de luz que pone en combinación íntima el corazón del hombre con
Dios", y otra la religión del fraile.
Peón Contreras, que actúa como Secretario, somete a votación
particular el artículo 50., que es aprobado por 111 votos en con-
tra de 12.
El 25 de abril de 1873 continúa la discusión de las reformas
constitucionales. El diputado Macín presenta una adición, señalan-
do que se deroga el artículo 11 de la ley de 4 de diciembre de 1860
y: "Queda absolutamente prohibida toda manifestación religiosa
fuera del recinto de los templos". El diputado Cañedo da una lla-
mada de atención. Se trata, dice, de incrustar en la Constitución las
Leyes de Reforma. En los principios generales, agrega, estamos de
acuerdo, y sin embargo, ha habido discusiones. Si nos metemos a
lo concreto, las discusiones van a ser innumerables. La Constitución
Federal sólo tiene 128 artículos; hay una sola de las Leyes de Re-
forma que tiene mayor número de artículos. Se haría un monstruo
de la Constitución; se convertiría en "una especie de memorándum
indigesto". Hay que concretarse a unos cuantos principios meditados
y definidos. Hay leyes, añade, orgánicas que no hay por qué incrus-
tar en la Constitución. Hay principios del grupo de leyes de Refor-
ma que deben formar leyes constitucionales. Cañedo sostiene que
el artículo 60. del dictamen tiene, así, dos partes: una propiamente
constitucional y otra orgánica. Sánchez Mármol, asienta que la Co-
misión no tiene el menor inconveniente en dividir e1 artículo 60.,
de conformidad- con la proposición de Cañedo. Para Rue1as, por
SECULARIZACIÓN 235

entusiasmo en torno a las Leyes de Reforma, la Comisión dictami-


nadora ha ido más allá de los propósitos perseguidos por quienes
proclamaron los principios de la legislación :eformista:

La Comisión no se limita ahora a consultar esa incrustación de


los principios en nuestra carta fundamental, sino que nos propone
que las mismas leyes de reforma se tengan como orgánicas de dichos
principios, y que no puedan ser reformadas sino con los mismos re-
quisitos con que puede serlo la constitución.

Ruelas es partidario de la legislación reformista, no estando,


en cambio, por que las leyes expedidas al respecto por el Presidente
de la República "ea circunstancias bien extraordinarias, se impon-
gan a los Estados de la Unión como reglas a que forzosamente hayan
de sujetarse hasta en asuntos relativos a su gobierno económico y
a su legislación mercantil civil". Ruelas se vale de las incongruen-
cias y contradicciones a que antes se refirió Cañedo. Hace la histo-
ria del artículo 123 constitucional, para sostener la tesis de que la
religión debe quedar fuera de la legislación, de la política y de
la acción gubernamental. La intervención del Estado en materia
de cultos estaba bien dentro de la Constitución de 1857, que se negó
a decretar la libertad de cultos, dado que "si el Estado y la Iglesia
no han de ser independientes, entonces que el Estado domine a la
Iglesia". Mas tal situación difiere radicalmente cuando la separa-
ción y la libertad de cultos han sido establecidos:

Pero nosotros, después que hemos decretado la libertad de cultos,


después que hemos declarado la independencia completa entre el Es-
tado y la Iglesia, después que hemos conquistado el principio arneri-
cano de la Iglesia libre en el Estado libre, no podemos sin pecar de
inconsecuentes, declarar por otra parte, que la Iglesia depende del
Estado en 10 relativo a su disciplina, y por esto es que no podemos
dejar subsistente el artículo 123 de la constitución.

La Iglesia sólo puede quedar sujeta a la autoridad del Estado


en los mismos términos que cualquiera otra corporación. Ruelas
concluye pidiendo a la Comisión retire su artículo 60., sustituyén-
dolo por otro "en que se consulte la derogación del artículo 123
de la constitución". De no ser ello posible, pide que se declare sin
lugar a votar el artículo 69 •

ji

I
236 JESÚS REYES HEROLES

Lemus contesta a Ruelas: las Leyes de Reforma fueron acep-


tadas por todos los Estados como leyes reglamentarias de los prin-
cipios del Código de la Reforma. Ciertamente que no es posible en
unos cuantos artículos constitucionales introducir todo un código:
"No un Congreso, no una academia; se necesita el mundo entero
para que viniera a establecer un código en cuatro o cinco artículos
todas las leyes de reforma". La reforma ha sido aceptada en todo
el país con los principios que constan en el artículo a discusión y
con esos principios la República ha vivido catorce años sin hacer
observaciones a dichos preceptos:
Es, pues, indispensable, supuesto que todas estas leyes han sido
aceptadas por toda la nación y que esta es la voluntad del pueblo, que
queden consignadas en la constitución.

El dilema es claro: está en juego la supremacía del Estado:


"Toda la sociedad debe pertenecer exclusivamente a la autoridad
federal".
Rafael Herrera se opone al dictamen de la Comisión en aquel
precepto en que pretende que las Leyes de Reforma sean reglamen-
tarias de las enmiendas constitucionales aprobadas. Vendría una
centralización del poder y un debilitamiento de las entidades fede-
rativas: "En lugar de poner un límite al avance natural de la unión,
quitaríamos a los Estados una parte de su soberanía, con la cual
aumentaríamos la suma de facultades de esta asamblea". Se cerce-
narían las facultades de los Estados, de conformidad con su "sobe-
ranía primitiva". Tal proceder sería ilógico, antifilosófico e incon-
veniente, dado que centralizaría el poder "enervando la soberanía
de los Estados"; incrustaría en el derecho constitucional, "que sólo
debe tratar de principios políticos, leyes que pertenecen al derecho
civil"; y, por último, se aumentaría el poder del centro, en perjuicio
de las entidades federativas. A Herrera" le contesta Chavero, para
quien la aprobación del dictamen de la Comisión sería cumplir con
una santa aspiración de la República.
Ruelas rebate a Lemus y García de la Cadena dice que en la
discusión se está retrocediendo al año de 1856 y que, por lo demás,
no se puede acusar de contrarios al espíritu de la Reforma a quie-
nes se opongan a aprobar de un golpe "leyes dictadas enmedio del
calor de las pasiones".
El día 28 de abril se continúa la dicusión del artículo 60. del
dictamen sobre Leyes de Reforma. En ella, Díaz González dice que
SECULARIZACIÓN 237

el Estado de México, que tomó parte en la revolución de Reforma,


ha creído "que debían salvarse a todo trance los principios cardinales
de la reforma; pero que debía también salvarse en el naufragio la
libertad y la soberanía de los Estados". En estas condiciones, con-
signó en su Constitución y en sus leyes la libertad religiosa, la in-
dependencia entre la Iglesia y el Estado, el matrimonio civil y la
prohibición a las manos muertas para adquirir bienes raíces; pero
se creyó en libertad para legislar en lo relativo a los detalles "y lo
ha hecho con la conciencia tranquila, porque está persuadido de que
combinando la reforma con la libertad y la libertad con el orden,
se pueden salvar todas las conquistas, dejando incólume el sistema
federal, al que deben los Estados su felicidad y su progreso".
Lemus indica que el Congreso, al abordar el problema de las
Leyes de Reforma, "no está legislando en virtud de sus facultades
ordinarias", sino que "está legislando como congreso constituyente".
En tales condiciones, puede determinar todo lo que debe pertene-
cer al Código que se llama constitucional. Si el Estado de México
se siente herido por ello, tendrá que someterse a la voluntad de los
demás Estados. Acusa a Díaz González de hacer el juego a una
"conciencia materialmente gastada".
Cañedo asienta que está de acuerdo con las Leyes de Reforma,
pero difiere en cuanto a revestidas de carácter constitucional. No
cree que el 60. Congreso se haya convertido en constituyente al tra-
tar la incorporación de las Leyes de Reforma:
No podemos, pues, usurpar las facultades casi omnímodas, crea-
doras, por decirlo así, de una asamblea electa aá boc y que no obe-
dece a reglas fijas, por la sencilla razón que tiene la misión de
formularlas.

Cañedo divide el dictamen en dos partes: la primera consulta


que se declaren leyes orgánicas las leyes de Reforma, parte en que
están de acuerdo todos los diputados; la segunda "entraña la pre-
tensión de todo punto original" de elevar dichas leyes a la catego-
ría de leyes constitucionales de facto.
Alcalde le contesta que el carácter con que se declare el artícu-
lo 60. determinará si se trata de un Congreso constitucional o cons-
tituyente y que ello lo dirá la misma Cámara:

Si la Cámara vota simplemente que son leyes orgánicas, quedará


como de Congreso constitucional; pero si declara además que estas
238 JESÚS REYES HEROLES

leyes orgánicas no podrán reformarse sino en los términos que pres-


cribe el arto 127 de la constitución, entonces lo hará con el carácter
de constituyente.

Para Alcalde, la Comisión en un principio pretendió que se


consideraran como leyes orgánicas, tarea de un Congreso contitu-
cional; pero posteriormente se fue más allá, entrañando el artículo
60. una verdadera decisión, pues en su texto hay una reforma
constitucional:
Si el Congreso acepta todo el artículo, será obra de Congreso
constituyente, y si acepta la primera y reprueba la segunda, entonces
la declaración será de Congreso constitucional.

Cañedo acusa a Alcalde y a la Comisión de poco congruentes,


de remontarse. de la consecuencia a la causa, dando a la primera
votación un carácter condicional definido precisamente por la se-
gunda votación:

Tal pretensión es contraria a la constitución y a nuestro regla-


mento. Pugna con todas las tradiciones del parlamento, y no puede
tomarse seriamente en consideración.

Lo que la Cámara vote una vez, dice Cañedo, lo vota sin reti-
cencia ni segunda intención y su voto es independiente de los que
enseguida pueda dar. Por lo consiguiente, insiste en su pregunta.
Alcalde le vuelve a responder queriendo parar la discusión:

Precisando la respuesta, manifiesto que la opinión individual de


los diputados que forman la comisión, es que deben declararse como
leyes orgánicas por simple mayoría. Otros tienen que declarar si es por
simple mayoría, o si es por dos tercios como debe declararse.

Prieto interviene, explicando el sentido histórico de las Leyes


de Reforma. Cuando se proclamó la Constitución de 1857, "que
entrañó la declaración de los derechos políticos de la nación", que-
daron a la sombra las cuestiones de reforma "como dormidas bajo
la presión de la administración que se encontraba entonces al frente
de los destinos del país". Acobardado el mismo jefe del Poder
Ejecutivo ante la obra que se le presentaba, escogió un sendero de
SECULARIZACIÓN 239

dificultades, que dio por resultado "concesiones a medias, palabras


de doble sentido, equívocos sociales". Clarividentemente, Prieto da
el sentido a la Constitución de 1857: con ella se había conquistado
mucho, la revolución política estaba casi hecha, el partido liberal
tenía un símbolo; ~a no se le podía acusar de que caminara sin
brújula. Este símbolo se había conquistado en la Constitución de
1857 en lo que se refiere a la cuestión política. Pero en cuanto "a
la cuestión clerical", la Constitución se quedaba en un equívoco.
Frente a estas transacciones, a este equívoco:
Las necesidades sociales eran otras; las necesidades sociales que·
rían la proclamación de un evangelio para la humanidad, en que se
instituyese el matrimonio civil, en que las corporaciones eclesiásticas
no tuviesen bienes; en una palabra, a la escalación del poder civil;
a la elevación de la dignidad humana; a que se abriera delante de los
ojos de la patria el horizonte inmenso del progreso.

No otro, según Prieto, es el significado de la Reforma, que


se proclamó en los campos de batalla. La Reforma fue dictada por
la voluntad de la nación; "fue una ley tan grande como la consti-
tución, tan venerada como ella, tan dogmática como ella, tan con-
siderada por la voluntad de la nación como ella". Es imposible
establecer un paralelo entre ellas para ver cuál tiene preferencia.
Las pequeñeces, las contradicciones, las particularidades, tie-
nen la voluntad de la nación y en este punto de partida debe colo-
carse el Congreso:
Contraponer la constitución a las leyes de reforma, buscar en
este gimnasio pueril de los artículos reglamentarios de las leyes se-
cundarias esta contraposición, es querer que se haga lo que ya está
hecho.

Actuar de otra manera sería tener la lógica del colegio, pero


no la lógica de los hombres de Estado. Prieto avalora la situación
y en sus palabras se escucha un eco de la Guerra de Reforma:
Las leyes de reforma tienen una elevación tan grande como la
constitución; las leyes de reforma, por la naturaleza misma de las co-
sas, se han incrustado en la constitución, se han hecho permanentes
en ella, se han hecho de tal manera inviolables y grandes, que nosotros
no podemos hacer variaciones en ellas si no es con el peligro de re-
sucitar la guerra civil.
240 JESÚS REYES HEROLES

Las Leyes de Reforma fueron proclamadas en el campo de


batalla; son invulnerables por voluntad de la nación; están, dice
Prieto, enraizadas en la historia misma de México, forman parte
de la esencia de la nacionalidad.
Díaz González manifiesta que había acatado una constitución
que le desagradaba. Aceptó ser diputado creyendo en la libertad
y por ello se duele frente a los insultos. Sería un sueño, dice, pero
he querido que se pusiera en armonía la Reforma con la libertad
y la libertad con el orden. Lemus le acusa de hipocresía política.
Nosotros, agrega, hemos aceptado la Constitución de 1857 y las
Leyes de Reforma "sin beneficio de inventario, y nuestros antago-
nistas las aceptan con beneficio de inventario".
La sesión continúa, con intervenciones de Rafael Herrera,
que emplea un nuevo argumento: ningún Estado de la República
dará su aprobación a la adición constitucional. La adición, además,
es calificada de ambigua y dudosa. No se aclara si las leyes son
reglamentarias de la Constitución o forman parte de ella. Hernán-
dez y Hemández le contesta con argumentos de tipo histórico, ju-
rídico y político. No ve inconveniente en que los Estados adapten
su legislación civil a los principios de la Reforma. Para él, el Con-
greso es constituyente y esgrime un hábil argumento político: si
no se aprueba la adición y se declara que las Leyes de Reforma no
son orgánicas, se estarían mandando al archivo y derogando. Más
valiera, en ese caso, que no se hubiera pretendido su incorporación.
Para Hemández y Hernández, la misma vigencia de las liber-
tades depende del mantenimiento de las Leyes de Reforma. García
de la Cadena se opone al artículo propuesto y dice que sería mons-
truoso incrustar las Leyes de Reforma, que constan de más de tres-
cientos artículos, en la Constitución. Prieto le contesta diciendo que
no se pretende que se incrusten las Leyes de Reforma en la Cons-
titución. Una ley constitucional, aclara, no forma parte de la
Constitución. La parte sustantiva de las Leyes de Reforma no debe
quedar sujeta a los vaivenes históricos. Prieto añade que, a título
de defender las prerrogativas de los Estados, se han burlado las
Leyes de Reforma. Si se desprenden los principios constitucionales
ya aceptados por la Comisión, de las leyes que los reglamentan, los
Estados, valiéndose de la libertad que la Constitución les da, la
convertirían en instrumento para destruir la Reforma.
En votación nominal, se pregunta si .hay lugar a votar la pri-
mera parte del artículo, contestándose afirmativamente por 114
SECULARIZACIÓN 241

votos contra 27. Al informar el secretario que se pasará al Ejecutivo


para los efectos constitucionales, el diputado Alcalde reclama el
trámite, "porque no es necesario que pase al Ejecutivo el proyecto,
supuesto que el Congreso obra como constituyente'I.!"
Ello. de mayo de 1873 se somete a discusión la segunda parte
del artículo 60. del proyecto sobre adiciones a la Constitución,
sosteniéndose que las Leyes de Reforma no serán modificadas sino
en los términos prescritos por el artículo 127 de la Constitución.
Por 92 votos contra 48 se resuelve que no hay lugar a votar en lo
particular. Alfare propone que se faculte a la Secretaría del Con-
greso para que, si lo tiene a bien, convoque a sesiones extraordina-
rias para que se revise la adición constitucional. A ello se opone
Castañeda, pero al final se dispensa de trámites la proposición de
Alfara. l72
Por fin, el día 29 de mayo, por 125 votos contra uno, se aprue-

171 El día 29 de abril se discute la reclamación del trámite. Alcalde sostiene


que en tanto no se apruebe la segunda parte del artículo, no puede resolverse el trá-
mite, pues de aprobarse, el Congreso obra como Constituyente y el Ejecutivo no tiene
por qué hacer observaciones. El Presidente del Congreso señala que se trata de dar
trámite a la primera parte, que sí debe enviarse al Poder Ejecutivo para los efectos
constitucionales. Es apoyado por Cañedo. Lemus, en cambio, apoya a Alcalde. El día
19 de mayo la primera Comisión de puntos constitucionales presenta dictamen sobre
las observaciones que el Ejecutivo hizo por no habérsele pasado el expediente relativo
a elevar a leyes constitucionales las Leyes de Reforma. La Comisión, en un bien
hilvanado dictamen, sostiene que unos son los trámites para la formulación de leyes
V otros los necesarios para la reforma de la Constitución. Al efecto, se inspira en la
doctrina americana, bajo el apoyo de Story, diciendo que en las enmiendas que se
hacen a la Constitución, el Poder Ejecutivo no tiene otra función que la de promul-
garlas, una vez que han sido ratificadas por los Estados. La Comisión resuelve que
no son de atenderse las observaciones del Poder Ejecutivo para que se le oiga en el
proyecto sobre adiciones o reformas a la Constitución y que debe reservarse la vota-
ción definitiva que declare leyes orgánicas las de Reforma, hasta saber si el acuerdo
del Congreso sobre adiciones constitucionales es aprobado por la mayoría de las legis-
laturas de los Estados. {Op, cit., pp. :)10·12). El 29 de mayo, en sesión extraer-
dinaria, la Comisión primera de puntos constitucionales presenta el dictamen a que
ya nos hemos referido, sobre no atender las observaciones del Poder Ejecutivo en
materia de adiciones o reformas a la Constitución (Op. cit., pp. 657-58).
172 Las discusiones incidentales son numerosas. Así, por ejemplo, el 6 de mayo
de 1873, Juan José Baz recuerda la proposición que hizo para que se derogara el
artículo 11 de la ley de 4 de diciembre de 1860, que daba facultades • los gober-
nadores para permitir procesiones y otros actos de culto externo. Dicha reforma es
aprobada. El día 10 del propio mes se aprueba una proposición de Lemus que declara
que el código de procedimientos civiles no ha derogado las Leyes de Reforma. (Op.
cit., p. 301 Y sigs.)
242 JESÚS REYES HEROLES

ba el dictamen de la Comisión de puntos constitucionales y la mi-


nuta que incorpora principios esenciales de Leyes de Reforma a la
Constitución, la cual queda en los siguientes términos:

El Congreso de la Unión decreta:

Art. 10. El Estado y la Iglesia son independientes entre sí. El


Congreso no puede dictar leyes, estableciendo o prohibiendo religión
alguna.
Art. 20. El matrimonio es un contrato civil. Este y los demás
actos del estado civil de las personas, son de la exclusiva competencia
de los funcionarios y autoridades del orden civil, en los términos
prevenidos por las leyes, y tendrán la fuerza y validez que las mismas
les atribuyan.
Art. 30. Ninguna institución religiosa puede adquirir bienes
raíces ni capitales impuestos por éstos, con la sola excepción estable-
cida en el artículo 27 de la Constitución.
Art. 40. La simple promesa de decir verdad y de cumplir las
obligaciones que se contraen, sustituirá al juramento religioso con sus
efectos y penas.
Art. 50. Nadie puede ser obligado a prestar trabajos personales
sin la justa retribución y sin su pleno consentimiento. El Estado no
puede permitir que se lleve a efecto ningún contrato, pacto o conve-
nio, que tenga por objeto el menoscabo, la pérdida, o el irrevocable
sacrificio de la libertad del hombre, ya sea por causa de trabajo, de
educación o de voto religioso. La ley, en consecuencia, no reconoce
órdenes monásticas, ni puede permitir su establecimiento, cualquiera
que sea la denominación u objeto con que pretendan erigirse. Tampoco
puede admitir convenio en que el hombre pacte su proscripción o
destierro.

El último acto se cierra en el 70. Congreso. La división políti-


ca no impide, sino al contrario parece fomentar, ciertas resistencias
el régimen liberal. Estas se expresan aún en el Congreso."? Por ello,

173 Op, cit., 70. Congreso Constitucional de la Unión. México, Imprenta de


F. Díaz de León y Santiago White. 1873. Tomo 1, pp. 110·13. El diputado Rul se
resiste a la protesta que fija el cumplimiento de la Constitución y de las leyes que
de ella emanan. El diputado por Michoacán, José de J. Cuevas, se negó a la protesta
establecida por el artículo 90. del Reglamento. Más tarde, este último diputado va
a exponer sus escrúpulos de conciencia para firmar las adiciones a la Constitución.
SECULARIZAOÓN 243

el Presidente Sebastián Lerdo de Tejada, en el discurso de apertura,


no deja de manifestar el problema existente en torno a las Leyes
de Reforma:
En conformidad con sus promesas y sus deberes, ha cuidado el
Ejecutivo de contener algunos avances contrarios a las leyes de Re-
forma, que con tanta justicia serán en breve revestidas de un carácter
constitucional.

En estas condiciones, en la sesion del 24 de septiembre se da


primera lectura al dictamen de las Comisiones unidas primera de
puntos constitucionales y de corrección de estilo, sobre que sean
elevadas al rango de leyes fundamentales los principios de las Le-
yes de Reforma contenidos en los cinco artículos que anteriormente
hemos transcrito.!"
Juan José Baz propone que inmediatamente se ponga a discu-
sión el dictamen, lo cual se hace el 25 de septiembre de 1873. Ese
día, Dondé, miembro de la Comisión, lee el artículo 127 constitu-
cional y señala que las Comisiones se han reducido a hacer el
cómputo de -los votos emitidos por las legislaturas de los Estados
y a examinar si ellas constituyen la mayoría de las existentes. Re-
cuerda que el Congreso no debe debatir las adiciones, puesto que
ya están aprobadas por las dos terceras partes del 6'! Congreso
Constitucional.

174 Las Comisiones informan que las adiciones constitucionales han tenido la
aprobación de diecisiete legislaturas, que forman la mayoría de la Federación Mexi-
cana. y al pedir la declaratoria del Congreso, las Comisiones añaden: 10. Que la
declaración sea firmada por todos los ciudadanos diputados que concurran a su vota-
ción; 20. Que e! "acta de reformas a la Constitución" sea publicada solemnemente
por bando nacional en toda la República. El acuerdo económico transitorio establece
que se haga una nueva edición de la Constitución de 1857, incluyendo las adiciones
{Op, cit., p. 182 Y sigs.). El diputado Rul pide no firmar la declaración, en virtud
de que en ella "se pueden afectar las creencias de un católico". Sus escrúpulos de
conciencia son frente a la declaración de independencia entre e! Estado y la Iglesia,
e! carácter civil de! matrimonio y la prohibición de los votos monásticos. Castañeda
le contesta, diciendo que no ve en e! dictamen palabra alguna que ponga en tortura
sus convicciones religiosas. Para Castañeda es un honor firmar el documento. Rul
pide que se deje e! asunto pendiente en tanto se calman las pasiones. Hemández y
Hemández le recuerda que las minorías deben sujetarse a la decisión de las mayorías
y que el propio Rul protestó hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella
emanen. Rul insiste en sus escrúpúlos y Baz lo rebate. Prieto, finalmente, dice que
se trata de votar una simple minuta y, por último, el dictamen es aprobado por 134
votos y uno en contra. el de Rul.
244 JESÚS REYES HEROLES

Se pasa a discutir, entonces, los añadidos hechos por la Comi-


sión, que se aprueban y se suspende la sesión mientras la Co-
misión de corrección de estilo presenta la minuta respectiva.
La Comisión vuelve a presentar la minuta, a la cual le hace
observaciones José Fernández, quien habla de laconismo de la de-
claración. A Juan A. Mateas, por el contrario, le parece poco lacó-
nica. Castañeda aclara la redacción: se ha buscado un término medio
entre el laconismo de Mateas y el deseo de amplitud de Fernández.
Este insiste en sus puntos de vista y al fin se recoge la votación,
que aprueba la minuta por 111 votos a favor y 10 en contra. Debe,
empero, aclararse que estos 10 votos en contra no indican oposi-
ción al contenido, sino desacuerdo con la redacción.
Al día siguiente, 26 de septiembre.!" se cita para la firma del
Acta de Reformas. Una vez firmada, se pasa al Ejecutivo para su
promulgación.!"
Se cierra, pues, así, un importante capítulo de la evolución
política de México. La sociedad mexicana es secular por mandato
constitucional. Es preciso aclarar que las adiciones y reformas a la
Constitución fueron un paso más en la secularización de la sociedad,
no sólo en cuanto consolidaron jurídicamente la Reforma, sino
también en cuanto las adiciones y reformas constitucionales de 25
de septiembre de 1873 establecieron que el Estado y la Iglesia son
independientes entre sí. Esta fórmula es distinta al artículo 30. de
la Ley de Nacionalización, que preceptuaba que habría perfecta in-
dependencia entre los negocios del Estado y los negocios puramente
eclesiásticos. Aun cuando ambas fórmulas implican la delimitación,
una era de los negocios o por materia; la otra por entidades. Con
una u otra la delimitación no excluía la intervención del Estado,

175 Op, clt., p. 193. El Secretario del Congreso informa que la familia del Lic.
Manuel Ruiz ha enviado la pluma que sirvió a dicho patricio y a sus colegas para
firmar las Leyes de Reforma en Veracruz el año de 1859, con el objeto de que ella
sea empleada en la firma de la incorporación de estas Leyes a la Constitución.
176 Alcalde y Hernández y Hernández encienden una nueva discusión: propo-
nen que al día siguiente de publicar el Acta, todos los funcionarios protesten guardar
las reformas y adiciones y, de no hacerlo, no continúen en el ejercicio de su cargo,
proposición que se declara con lugar a votar por 114 votos contra 5. En la discusión
en lo particular, cinco diputados se manifiestan en contra, entre ellos Robles Gil.
Prieto, contestándole, pronuncia una arenga política. Al final Se aprueba, por 116
votos en contra de 8. Y el 27 de septiembre es informado el Congreso de que el Poder
Eíecutivo no hace observaciones al proyecto de ley relativo a incluir en la protesta
las reformas y adiciones a la Constitución. (Op. cit., pp. 199-203).
SECULARIZACIÓN 245

puesto que ella era fijada por el artículo 123 constitucional. Es, pues,
separación de poderes, manteniendo la autoridad civil, la suprema-
cía que al Estado, por su propia naturaleza, corresponde. O sea, que
entre los dos sistemas, el llamado de jurisdicción --control del Es-
tado-- y el de separación, la solución mexicana opta por un siste-
ma mixto que supone separación o delimitación y, al mismo tiempo,
control parcial por parte del Estado en lo que se refiere a ciertos
efectos sociales o políticos de la Iglesia.
247

Combate 105 "desvaríos"


249

Dominio eminente del soberano


251

"El señor Juárez"


253

SOBRE

LOS DECRETOS EPISCOPALES


Qva P.o8I.a1'l

IIC."'AI Na ... c. -.....

r.t.er Jlqiatrldt 1 . . . PrelWeate del .....


TriblaI de JIIIidI del .......
• • JlHC."CrIIN.

TlP. DB N. eHAVEZ y OOMP.


CIIllt . . . , . , ..... L

Se niega el juramento. no por 10 que dice, sino por


10 que no dice
CAPITULO IV

LAS LIBERTADES

El Pensador: la intolerancia, inseguridad de creyentes. • La libertad de


conciencia y el liberalismo ilustrado. - Rocafuerte y el Gallo Pitagórico. •
Tolerancia privada. - Tolerancia y colonización. - Los tres ángulos de la
libertad. - El Constituyente 1856-57: Las corrientes y sus puntos de vista;
Un restaurador y tres defensores del artículo 15; Zarco radical; Surge la
tesis de la omisión y la discusión se extravía; La omisión fundada; La alter-
nativa de Lafragua; Hay pueblo; El cambio de Zarco; Arriaga ac1ara.-La
cuestión pendiente. - La oposición fuera del Congreso. - Libertad implícita
Y explícita.
LAS LIBERTADES

La libertad de conciencia es la base de todas


las libertades; sin ella no lograrán nada los par-
tidarios de la libertad política y de la libertad
social.!

La Constitución de 1824 consigna la libertad hija, o sea la


libertad de imprenta, y la incluye entre los preceptos intocables.
Junto a ella, el propio texto establece la intolerancia religiosa, es
decir, la negación de la libertad de conciencia, madre de las liber-
tades. Esto, como creemos haber demostrado, no se debió a ignoran-
cia de nuestros primeros legisladores. En el Congreso hubo claras
manifestaciones a favor de la libertad de conciencia. Simplemente
fue una transacción con el medio y el reconocimiento de que el
país aún no estaba, por las resistencias existentes, maduro para dis-
frutar de la libertad de conciencia. Se siguió la fórmula de consig-
nar una libertad derivada, como lo es la de imprenta, para mediante
ella, luchar por la libertad originaria, que era la de conciencia.
La consignación de la libertad de imprenta en la Constitución
de 1824 no supuso, por lo demás, su pleno y cierto disfrute. Su
goce resulta precario formalmente y expuesto en la práctica. Las
persecuciones que sufren, entre otros escritores, El Pensador Mexi-
cano y Rocafuerte, e impresores como Cumplido y Garda Torres,
demuestran lo segundo."En cuanto a lo primero, las leyes de impren-

I El Siglo Diez y Nueve, Año 15, cuarta época, número 2,466, 27 de septiem-
bre de 1855.
2 No dejan de presentarse confusiones en esta lucha por la libertad. Tal por
ejemplo, I&Pacío Cumplido, pidiéndole a su juez que le designe "las leyes que me
prohlben imprimir papeles subversivos" (In'Jil4rió. f.e hllee ,1 i_/H''SIW C. IgtlMiD
JESÚS REYES HEROLES

ta sucesivas revelan la sujeci6n de la libertad de imprenta --como


no podía dejar de suceder- a los vaivenes políticos que privan en
la sociedad fluctuante, los que llevan, incluso, a su supresión.'
Doctrinalmente, la conciliación entre intolerancia y libertad
de imprenta se hizo a través del criterio expresado por Fray Servan-
do Teresa de Mier: la religión católica es, teológicamente intole-
rante, pero no se opone a la tolerancia civil.' Esta conciliación
docttinal facilitaba el planteamiento táctico de la larga lucha por
las libertades. Los liberales sabían que no era posible obtener todas
las libertades de una buena vez. Que había que ir gradualmente
ensanchando la consignación y vigencia de las libertades. De aquí
proviene el que, apenas entra en vigor la Constitución de 1824, in-
tolerante, se empieza a luchar por la tolerancia e incluso, por la
libertad de conciencia.
Como ha indicado un clásico en materia de libertad de concien-
cia, el pensamiento es libre y, en realidad, la intolerancia 10 único
que hace es pedir a los hombres que disimulen su pensamiento.'
Por consiguiente, nuestros primeros liberales estaban conscientes del

Clltllpli¿o al ;lIez de ¡e,rtU de lo criminfll, liwlriado D. J. Gab1-iel Gómez de la


Pel4, a ji" de file expo",. las disposir;ones legales • file se arregló para prouder
• Sil twisió" , d".flerlo 'rei1lla , 'res días en l. ,.ul de la Árordu", romo impre-
sor d.l folleto fll' ,s"ibi6 D. J. M. GII'iérrn Estrua. México, impreso por el autor,
ut4<J. p. s).
s En especial, por su carácter restrictivo y persecutorio, debe mencionarse la
citcular de 2~ de junio de 18~6, "Sobre que se proceda en los delitos de la libertad
de imprenta. no sólo cootra los principales reos, sino aun contra los cómplices, como
en delito comúo" (.AuJLLAGA: Reropilarión de le,es, b,,"dos, reglame,,'os ..., sep-
tiembre de 1836. M&ico, impreso por Juan Ojeda, p. 14~). Asimismo, la circular
de 8 de abril de 1839, sobre "Cómo han de proceder las autoridades políticas contra
los delincuentes por abusos de la libertad de imprenta, sin distinción de fuero"
(Op. ds., p. 90). La comunicación de 14 de enero de 1843, relativa a "Medidas
para contener los abusos de la libertad de imprenta" (Coleráón de los decre'os ,
Óf¿",es ., ill,,,,ls (om411 'lile dirló el Gobierno Provisional, en flir,"d Je las Bases
de Tar1lb4'., M&ico, Imprenta. de J. M. Lara, 1850, Tomo 11, p. 277). Circular de
16 de enero del propio año, que hace extensiva en toda la República "todas las me-
didas tomadas para contener los abusos de la libertad de imprenta" (Op. cis., p. 282).
Por último, el decreto de 25 de abril de 18~3, que previene cómo debe usarse la
libertad de imprenta (Legislflrió" Mexi(an", México, Imprenta de Juan R. Navarro,
18~~, p. 16).
4. JESÚS REYES HElI.oLEs: El Liberalismo Mexirflllo, Tomo 1, Los Orígenes,
p. 246.
S J. B. BuaY: Hislori4 de ÚI líberlu .",ns4mi'II'O. EdiciollC.$ Populares Ar-
geotioas. BUCDOS Aires. 19'7, p. 19.
LAS LIBERT.ADES 2~9

valor de la libertad de pensamiento y disimulaban, con excepciones


-Cañedo, Valle, ete.-, para luchar.
El cuadro de las libertades no puede existir sin la de concien-
cia. Las derivadas son precarias si no parten y se apoyan en la liber-
tad original, la de pensamiento. Pero la base y cúspide de todas las
liberales y democráticas es la libertad de conciencia, la de pensar. De
ella deriva la libertad de manifestación de las ideas. Sólo con su
vigencia el hombre está en condiciones de ejercer los derechos que
le permiten influir en los destinos de la colectividad a que pertenece
y discrepar de la mayoría, siendo respetado en su disidencia. Una
colectividad, a su vez, sólo puede autogobernarse si sus miembros
están en condiciones de optar por varias decisiones, a la luz de dife-
rentes modos de pensar; si ellos son libres para que su conciencia
se forme.
En este cuadro las libertades del espíritu son decisivas. En el
liberalismo los fundamentos de las políticas y civiles son morales.
El hombre necesita libertad para pensar, y a fin de que el hombre
pueda manifestar sus ideas requiere la libertad de tenerlas. Por cual-
quiera que se empiece, siempre se desembocará en la clave de las
libertades espirituales: la de pensamiento.
Ahora bien, el proceso que conduce a las libertades es la larga
lucha que lleva a la de conciencia.

EL PENSADOR: LA INTOLERANCIA, INSEGURIDAD


DE CREYENTES

En los primeros años de vigencia de la Constitución de 1824 se


requería, no obstante, mucha audacia, verdadera temeridad para
pronunciarse en favor de la tolerancia. Ello, sin embargo, sucede. Es
El Pensador Mexicano quien, en íntima conexión con su pensamien-
to secularizante, postula la necesidad de introducir la tolerancia.
Fernández de Lizardi en una de sus Conversaciones del payo y el
sacristán inserta una publicación del Times de Londres, reproducida
por El Aguila Mexicana,6 en que, después de elogiar la Constitu-

6 JOSÉ JOAQuíN FERNÁNDEZ DE LlZARDI: Conversl«iones fa",ilitlfes ¿el palO


1 el sacrisláll. México, 182', Oficina de D. Mariano Ootiveros. Tomo 11, número 11.
undécima conversación. Águila Mexicana. número ~40. Por lo demás. la preocupa-
ción inglesa es .auténtica J esto explica el artículo 12 del tratado celebrado entre
260 JESÚS REYES HEROLBS

ción, este periódico expresa su sentimiento porque los legisladores


mexicanos se hayan contenido, por su situación, en declarar "una
máxima teorética de gran importancia", es decir, el derecho de todo
hombre a la libertad de conciencia. En torno a ello, dialoga El Pen-
sador.
Empieza por decir que él previó los inconvenientes de la in-
tolerancia y luchó, como en efecto fue, porque no se estableciera.
Al respecto, recuerda sus folletos, en que sostuvo que la tole-
rancia estaba conforme con el espíritu del evangelio y que era una
necesidad política en las circunstancias mexicanas. Al ver que la
Constitución de 1824 se declaraba intolerante, El Pensador se apenó
por el concepto que de nuestro país se tendría en el extranjero. Como
argumento práctico asienta que la intolerancia desestimula la inmi-
gración y colonización: "¿Qué extranjeros han de querer venir a
radicarse a un país donde lo primero que se les exige es que aban-
'donen su religión nativa?" Los extranjeros que vinieran en estas con-
diciones, serían hipócritas y estarían "violentos en una tierra donde
se les impide el ejercicio de su culto" y siempre nos verían "con la
adversión a que se hacen dignos los intolerantes". Cuando el sacris-
tán le hace notar el carácter de perpetuo que tiene el artículo cons-
titucional que establece la intolerancia, El Pensador reacciona contra
este carácter: "Sólo las leyes de la naturaleza son invariables; pero
las humanas siempre son susceptibles de derogaciones y reformas".
Si la experiencia hace ver 'lue una leyes perniciosa, se puede y se
debe derogar. Está en la soberanía de la nación el hacerlo. Por lo
demás, El Pensador comprende el sentido de la intolerancia consti-
tucional mexicana: exige que se disimulen las propias creencias. Es,
en el fondo, una "tolerancia disimulada":

Yo no entiendo cómo está esto: no queremos tolerar el ejercicio


de diferentes cultos; pero admitimos en nuestro país a hombres de
todas religiones: si esta no es una tolerancia disimulada, no sé qué
nombre darle.

El Pensador cree, no sin optimismo, que pronto se derogará la


intolerancia. Ello por razones internacionales: no es posible, que

Inglaterra y la Argentina, estableciendo libertad para el ejercicio público del culto


pata los súbditos británicos. (BoLESLAO LEWIN: Los ¡lit/íos bajo la Inf/uisición en
Hisp""oamérita, Editorial Dédalo, Buenos Aires, 1960, pp. 92·93).
LAS LIBERTADES 261

celebremos el reconocimiento hecho por Gran Bretaña de nuestra


independencia y al mismo tiempo mantengamos la intolerancia.
En la décimatercera conversación, Fernández de Lizardi aclara
su idea sobre la tolerancia. A raíz de su undécima conversación, es
atacado por un folleto titulado: "Por más que hable el Pensador, no
hemos de ser tolerantes, sino cristianos como antes". El Pensador
aclara que la tolerancia no está en oposición con el cristianismo.
Rebate, asimismo, la acusación que le formulan de que al promover
la tolerancia religiosa, prohibida por el código constitucional, está
desobedeciendo la ley. Al respecto, dice que no infringe la ley, sino
que defiende la tolerancia religiosa, "cuya defensa no prohibe la
ley expresamente". Respeta el código fundamental siendo católico,
apostólico, romano, pero parejamente es partidario de la tolerancia
y cree que ésta conviene al país. Por lo demás, existen muchas con-
fusiones y una de ellas es peligrosa: se confunde tolerancia con apos-
tasía: "Hay mucha diferencia entre ser tolerantes o apóstatas. El
pensador quiere lo primero y nunca ha pretendido lo segundo". No
pretende que los mexicanos cambien sus creencias religiosas, lo úni-
co que pide es que sean tolerantes con las otras religiones. A través
del payo, siembra el argumento de la intolerancia como inseguridad.
Es el temor, no a otras religiones sino a la duda:

... yo creo que los intolerantes deshonran la religión católica sin


advertirlo; porque cuando oponen tanta repugnancia a que los de
otras comuniones ejerciten sus cultos a nuestra vista, es porque temen
que su ejemplo nos seduzca y separe de nuestra creencia, y esto es
decir, que los intolerantes no están muy seguros de su religión, cuando
temen que el ejercicio de otras los haga prosélitos suyos . . .

Es un argumento que, como el propio sacristán afirma, "aprieta


demasiado". El Pensador sostiene que la tolerancia está en los evan-
gelios, pero además -agrega-, en todo el mundo son tolerantes,
"a excepción de la caduca y supersticiosa España". Hay tolerancia en
Francia, en Gran Bretaña, en Prusia, en Rusia e incluso en Roma.
Por otra parte, en México ya somos tolerantes, pues, en verdad: "ya
viven con nosotros y toleramos a miles de hombres de diferentes
sectas y comuniones: con ellos comerciamos y tratamos: con ellos
vivimos y brindamos, y con ellos nos solazamos y bailamos sin el
menor escrúpulo". Es decir, es el argumento de.la intOlerancia como
tolerancia disimulada. .
262 JESÚS REYES HEROLES

Pero, además, la tolerancia tiene un claro sentido político: está


enlazada con nuestro sistema de gobierno. ¿Cómo puede -dice El
Pensado,- el Gobierno dejar de ser tolerante, siendo republicano
su sistema?: "República sin tolerancia es una ridícula complicación
que no se puede ni concebir". El payo le hace notar que cuando
rebate en sus prédicas a favor de la tolerancia, no se refiere a esa
tolerancia disimulada, pues es sabido "que ningún gobierno del
mundo tiene poder sobre las creencias y opiniones privadas de los
hombres". Pero El Pensador no se queda en esta tolerancia disimu-
lada. No se trata de la mera tolerancia privada, que no está pro-
hibida - 0 0 puede estarlo-- en. México. En nuestro país no está
prohibida "la observancia privada de las religiones, sino el ejercicio
público de ellas", que es lo único que se puede impedir. En un pá-
rrafo de sabor clásico se contiene tal distinción:
Ciertamente que nadie se opondrá a la tolerancia de opiniones
religiosas, y cuando hablamos de tolerancia, entendemos la de cultos.
De esta únicamente me parece que habla la Ley cuando prohibe el
ejercicio .de cualquiera otra; es decir; que no prohibe la observancia
privada de las religiones, sino el ejercicio público de ellas, es lo único
que puede prohibir.

La intolerancia de cultos la única ventaja que puede invocar es


la impresión que causaría en el vulgo "la vista de diferentes actos
de cultos". Pero ello es un anacronismo; en cambio, mediante la
tolerancia, México obtendría ganancia en lo tocante a colonización,
agricultura, comercio y artes.
No sólo es admirable la audacia de El Pensador, sino la claridad
mental con que enjuicia este problema. El comprender la imposibi-
lidad física, material, de la intolerancia privada y el reducir la pro-
hibición constitucional a la mera intolerancia de cultos, da la pauta
de lo que habría de ser el camino de las libertades mexicanas, que
llegan a la libertad de conciencia -sin duda de interpretación- pre-
cisamente por la tolerancia o libertad de cultos.

Los Estados y la intolerancia constitucional

El artículo 30. de la Constitución Federal de 1824 plantea un


problema a los grupos que en los Estados pretenden avanzar. Si bien
éstos concentran esencialmente su acción durante el Periodo de la
LAS LIBERTADES 263

sociedad fluctuante a defender y consolidar la forma federal, tam-


bién intentan presionar hacia adelante en otras materias, como las
relaciones Estado-Iglesia y obtener, al menos la semitolerancia, si no
es que la libertad de conciencia. Pero si en lo tocante a relaciones
Estado-Iglesia los Estados pueden impulsar, dado que la Constitu-
ción Federal permite la interpretación equívoca sobre el ejercicio
del patronato, en materia de intolerancia la situación es distinta. El
texto constitucional federal es categórico: la religión de la nación
es la católica, con prohibición de cualquiera otra. No obstante, con
cautela y disimulo en algunos casos, y con increíble audacia en otros,
algunos Estados van a intentar el progreso, siquiera sea parcial o
restringido. Es convicción entre liberales ilustrados o no, que el cua-
dro de las libertades constitucionales está incompleto de no incluir
la de pensamiento.
No sólo en los primeros congresos la idea es expresada, sino,
asimismo, como hemos visto," en las fuentes doctrinales. Pero si la
más elemental prudencia, casi el instinto de conservación, aconseja
a los legisladores federales no.tocar tan explosiva materia --con las
excepciones de Cañedo y Valle-, ¿iban los grupos de los Estados
a asumir idéntica actitud, justificada por lo demás, en cuanto sólo
significaba.estricto acatamiento del pacto federal? Debe tenerse pre-
sente que, al respecto, no se contaba, ni siquiera, con la leve discul-
pa que en materia de patronato proporcionaba el embrollo consti-
tucional.
A pesar de esta situación, algunos Estados se lanzan al avance.
A veces éste se reduce a simple modificación verbal, pues hay mo-
mentos en que el progreso se mide por palabras. En algún caso, la
Constitución del Estado sólo declara estar a lo dispuesto por la Cons-
titución Federal, sin repetir el texto del artículo 30. En otros, se
concede abiertamente la tolerancia para un sector.
El examen de las constituciones estatales dictadas deconformi-
dad con el texto federal de 1824, produce los siguientes resultados:
1) .-Constituciones que sustancialmente repiten el artículo 30.

7 Tomo 1: Los O,.ígenes, p. 334 Y sigs. Conviene hacer notar qu~ en el primer
tratado de derecho político mexicano, el de Juan Wenceslao Barquera, a pesar de su
moderación, se indica que para algunos autores "la libertad de cultos o de conciencia"
forma parte del cuadro de las libertades, lo que, agrega el autor, no reza "con los
que estamos convencidos de que la religión cristiana es la WUca verdadera". (Lertio-
"es de Políli(a 1 Dereebo PlÍbli(o, por el ciudadano JUAN MARiA WINClSLAO
BAJlQUBllA. México, 1822, Imprenta de Doñá Herculana del Vi1Iar J Socios, p. 122).
264 JESÚS REYES HEROLES

de la Constitución de 1824, como son las de Coahuila y Texas, Mi-


choacán, Nuevo León.jOaxaca, Puebla, Tabasco y Tamaulipas,"
2) .-En otras constituciones se sustituye la palabra "prohibición"
de cualquiera otra religión, que emplea la Constitución Federal, por
la expresión "sin tolerancia". Tal es el caso de las Constituciones de
Chihuahua, Guanajuato, San Luis Potosí, Occidente, Jalisco, Zaca-
tecas.'
3) .-Otras emplean la palabra "exclusión" reemplazando la
de "prohibición", como las de Querétaro y Estado de México."
4) .-En Veracruz y en Durango las Constituciones reiteran el
precepto de la Constitución Federal, sin repetirlo. Así, el artículo
50. de la Constitución del Estado de Veracruz, de 3 de junio de
1825, establece: "La religión es la misma de la federación"." Y
el artículo 90. de la Constitución de Durango señala: "La religión
del estado, es y será perpetuamente la católica apostólica romana,
que es la adoptada por la federación"." Es decir, en estos textos se
omite el reiterar explícitamente la prohibición, falta de tolerancia
o exclusión de cualquiera otra religión.
Debemos subrayar en este intento de avance por parte de los
Estados, el significado de la Constitución Política del Estado Libre
de Yucatán, de 6 de abril de 1825,13 que después de repetir en su
arttcuío 11 el 30. de la Constitución Federal, prohibiendo el ejer-

8 Coleuidn de COTlslÍtlltiones de los Estedos Unidos Mexicanos. México, 1828,


Imprenta de Galván, a cargo de Mariano ArévaIo. Tomo 1: Coahuila 1 Texas, de
11 de marzo de 1827, Art. 90., p. 197; Tomo 11: Michoacán, Nuevo León, Oaxaca
1 Puebla, de 19 de julio de 182' (Art. '0., p. 4), marzo , de 182' (Art. 80.,
p. 69), enero 10 de 182' (Art. 30., p. 166) Y diciembre 7 de 182' (Art. 30. p.
2St), respectivamente. Tomo III: de Tabasco, del' de febrero de 182' (Art. 40.,
p. 106) 1 de Tamaulipas, del 6 de mayo de 182' (Art. 70., p. 169).
, Op. eis., Tomo 1: Chihuahua -7 de diciembre de 182', Art. 'o., p. 1S7-
Y Guanajuato 14 de abril de 1826, Art. 60., p. 331-32; Tomo 11: San Luis Potosí,
16 de octubre de 1826, Art. 22, p. 377 1 Tomo III: Occidente, 31 de octubre de
182" Art. 60., pp. , 1 6; Jalisco, 18 de noviembre de 1824, Art. 70., p. 26' Y Za-
catecas, 17 de enero de 182', Art. 60. p. 419.
lOOp. cit., Tomo 11, p. 303, Art. 26,12 de agosto de 18n, y Tomo 1, p. 420,
Art. 13, 14 de febrero de 1827, respectivamente.
11 os. eit., Tomo 111, p. 236.
12 Op. cit.,·Tomo I, 10. de septiembre de 182', p. 277.
u Op. cit., Tomo I1I, p. 336. La Constituci60 PoUtica de~ Estado Libre de
\"ucatán, formada por su Congreso .Constituyente en 27 de julio de 1824 (Múi4a
d~ y~ impresa por el ciudadano Manuel Ansuas, 1824) establecía estas mismas
dlSpOSIC1ODeS en sus>attkulos 12 1.13 (p. 7). .
LAS LIBERTADES

cicio de cualquiera otra religión que no sea la católica, en su artículo


12 señala: "Ningún extranjero será perseguido ni molestado por su
creencia religiosa, siempre que respete la del Estado". El precepto
recoge en esta forma la idea de que para la colonización es indis-
pensable la tolerancia religiosa, restringida a los extranjeros, idea
que más tarde, va a ser recogida en dos intentos nacionales.
Igualmente, cabe destacar la Constitución del Estado de Mé-
xico, que si bien en su artículo 13 reproduce el 30. de la Constitución
de 1824, sólo que sustituyendo "prohibición" por "exclusión", in-
cluye, por así decirlo, una cláusula de escape. En efecto, ¿cómo se
excluye? El Presidente del Congreso Constituyente del Estado de Mé-
xico fue José María Luis Mora y su sabia mano se ve en este texto
constitucional. Junto al progreso que un cambio de palabra puede
significar, la Constitución del Estado de México da un paso mayor:
en el capítulo 111, título JI de ella, relativo a los derechos de los
ciudadanos y de los habitantes del Estado, el artículo 27 establece:
"Ninguno podrá ser reconvenido ni castigado en ningún tiempo por
meras opiniones". Está aquí en este precepto la esencia del artículo
10 de la Declaración Francesa de 1789: "Nadie debe ser molestado
por sus opiniones, aunque sean religiosas, con tal que su manifes-
tación no turbe el orden público establecido por la ley". No figura
en el artículo 27 de la Constitución del Estado de México la palabra
religiosas/ pero es que, sin modificar la intolerancia estatuida por
la Constitución Federal, se da un paso hacia la tolerancia."
Ahora bien, aun cuando no creemos que la intolerancia religiosa
haya desempeñado papel relevante en el separatismo de Texas," no
puede prescindirse del hecho de que la Declaración de Independen-
cia de Texas, de 2 de marzo de 1836,invocara como causa de la se-
paración la intolerancia. Muy posible es que con ello se buscara
atraer a la escisión a colonos no católicos, pero formalmente, la de-
claración establecía: "El derecho de adorar al Ser Supremo, se8ÚD
nuestra conciencia, se nos ha rehusado, mientras que el gobierno
sostiene una religión dominante y nacional, cuyo culto ha tenido
más bien por objeto servir a los intereses temporales de sus siervos,

14 Constitución del Estado de MExico. op. ,il., Tomo l. 14 de febrero de


1827. pp. 420 Y 423.
1$ Sintomático de ello resulta que Austio. en la proyecto de Coastituci6a DO
incluyera la tolerancia telisiosa- (VITO .ÁLllS$IORoBLBS. COtÚIIIÍu 1 T,., ¿mi, J.
'OtUlltnlKi6tl ¿,u 1.¿,pnJn,ÚI iNulll ,¡ ItIllMU ¿, . /IG tU· G_tlllIP#, HiMJgo,
Tomo l. p. 159. M&ico. 194'.
266 JESÚS REYES HEROLES

que a la gloria de Dios" .16 A 10 anterior hay que añadir que en


Yucatán, si bien no se esgrime, en términos generales, la intole-
rancia como causa impulsora del separatismo, es obvio que sus
grupos liberales aspiran a la libertad de pensamiento. Ello explica
el artículo 12 de la Constitución de 1825.
y el proceso yucateco puede decirse que culmina cuando en la
Constitución de 1841, junto a la supresión de los fueros, se estable-
ce la libertad de conciencia más completa. La Constitución yucateca
de 1841 es un código de libertades. En su exposición de motivos
dice que los padecimientos sufridos por esa Entidad han llevado a
losyucatecos Ita tener unas instituciones eminentemente liberales
y protectoras de las garantías'individuales". Y en lo relativo a la
libertad de conciencia, el artículo 79 la establece en, forma general,
aunque dirigiendo esta garantía a estimular la inmigración: "A
ninguno podrá molestarse por sus opiniones religiosas, y tanto los
que vengan a establecerse en el país, como sus descendientes, ten-
drán garantido en él el ejercicio público y privado de sus respec-
tivas religiones".17

16 El documento 10 reproduce JosÉ MARiA BOCANEGRA: Memorias para la


Historie de Méxüo Independiente, Tomo 1I, p. 690 Y sigs. (México, 1892, Imprenta
del Gobierno Federal). Zavala, refiriéndose a los colonos de Texas, dice que: "Ellos
no podrán sujetarse al régimen militar y gobierno eclesiástico, que por desgracia ha
continuado en el territorio mexicano, a pesar de las constituciones repúblico-demo-
cráticas", "Levantarán capillas de diferentes cultos para adorar al Creador conforme
a sus creencias". Y reaUsticamente señala: "¿El gobierno de' México enviará a Texas
una legión de soldados para' hacer cumplir el artículo ~o. de la constitución mexi-
cana, que prohibe el ejercicio de otro culto que el católico?". Zavala prevé, además,
la influencia que la conquista de la tolerancia por los texanos tendrá en el resto del
país, (LORENZO DE ZAVALA: Viaje a los Estados Unidos Jel Norte Je Améri&a,
París, Imprenta de Decourchant, 1834, pp. 141-42).
17 Conslitlldó" Pol1ti&tJ del ESlado de YII&alán, sancionada en 31 de marzo de
1841. Mérida de Yucatán, Imprenta de Jo~ Dolores Espinosa, 1841. En Mmco,
apenas iniciado el proceso de formación del liberalismo mexicano, los liberales esÜO
preocupados por las prantías' de la libertad. Ellos superaron rápidamente la inge-
nuidad o quizá, desde la perspectiva de nuestros días, realismo de la convención fran-
cesa de 1789, que encontraba como garantía de Jos derechos individuales un recurso
de facto: la resistencia a la opresión. Desde El Observador de la Rep4bli&a Mexi&ana
-La So&ieJIItl FIII&llIanle, 'p. 260 Y siss.- se busca una garantía jurídica. No es
misión de esta obra referir la historia -por 10 demás muy explorada ., con polé-
micas frecuentemente estériles- de nuestras garantías y del recurso mexicano del
amparo. Sólo indicaremos que Ja Constitución Yucateca de 1841 enumera en su aro
tículo 70. las sarantias. individuales ., establece el recurso de amparo en sus articu·
los 8 ., 9 (O p. eis., pp. 9-11). En cuanto a la inspiración te6rica del cecursode
!M1 i·;

LAS LIBERTADES 267

Por otra parte, revelador resulta que en las Bases aproba.das


por el Estado de Yucatán, el 12 de marzo de 1841, para su reino
corporación a la República Mexicana, se señale el mantenimiento
del derecho que a dicha Entidad le asiste: "Para determinar sobre
materias religiosas lo que le parezca conveniente al bienestar y
prosperidad de sus pueblos"."

LA LIBERTAD DE CONCIENCIA Y EL LIBERALISMO ILUSTRADO

Si algo caracteriza al liberalismo ilustrado en México es su


fidelidad a las libertades. Entre ellas, papel esencial concede a la
de conciencia. Apenas aparecido El Obser'VaaOf' de la República Me.
xicana, publica el importante discurso de Mora sobre la libertad de
pensar, hablar y escribir." En él va a expresar, sin tapujos de nin-
guna especie, su credo en esta materia. Es contrario a los tiempos
modernos el poner límites a la libertad de pensar, hablar y escribir.
Pero Mora, además, va a defender la de pensar con un razonamiento
-ya empleado por Femández de Lizardi- decisivo en la lucha
mexicana por esta libertad: la imposibilidad física, material, de
restringirla o coaccionarla: "No es posible poner límites a la facul-
tad de pensar: no es asequible, justo ni conveniente, impedir que se
exprese de palabra o por escrito lo que se piensa". La facultad de
pensar es "lo más independiente del hombre", por lo consiguiente,
es imposible coaccionaresta facultad inherente al hombre. Intentarlo
sólo conduce al disimulo, a la hipocresía:

El hombre podrá no conformar sus acciones y discursos con sus


opiniones: podrá desmentir sus pensamientos con sU conduda o len·

amparo, con su mala interpretación creadora, no cabe elu4t.r que co Rej60 J CO' Otero
es la misma: Alexis de Tocqueville. Sobre el primero, v~: C. A. BcHANOVl Ta.u·
JILLO: La "itU pa.rional e i.fllieú Je Jo. C'es~etI&io Re;ó•• m CoIesio ele Máico,
1941, p. 247. En cuanto a Otero, tendremos oportunidad ele ampliar la iDEoanld6o
coasipada co LA So&i~ PJlltlllllllle, p. 120, co el capitulo de este tomo, lf1ativo
a Fedenlismo.
lt EuGIO ANCONA: Hislm. tÜ Yu.... BuceIoaa, lmpnDta ele Jaime ,Jep6I
Rovitalta, 11189, Tomo m, p. 398.
19 El Obs"tIMlor Je r. Rept4blic6 Mlxic.... p.rimeft. ~ T08lQ'1, 'A6meto, 2,
B de junio de 1827. Máico, Imprer¡t&' ele GalÚII a <:Uso ele ~ Aí*alo.
MOllA: Obra.r sll,lI4s. ParIs, Libmfá de Bosa,l811. Tomo 'u, .... ~f
268 JESÚS REYES HEROLES

guaje; pero le será imposible prescindir ni deshacerse de ellos por la


violencia exterior.

Se escucha un eco de Spinoza. El Estado debe hacer lo que


puede hacer y no está a su alcance el influir en la conciencia." Re-
currir a la compulsión en contra de las ideas, sólo desata las pasio-
nes: "La persecución hace tomar un carácter funesto a las opiniones
sin conseguir extinguirlas, porque esto no es posible".
Mora, que como condición sine qua non para los gobiernos
fija la observancia de las leyes, completa su pensamiento sobre la
libertad de conciencia estableciendo que para que una providencia
legislativa, ejecutiva o judicial sea justa, legal. y equitativa, no basta
que provenga de la autoridad competente, "sino que es también
necesario que ella sea posible en sí misma". Esto no sucede con las
leyes que tratan de coaccionar la conciencia." Pero, es más, en el
propio origen de la autoridad política se encuentran sus límites,
y entre ellos el de respetar las concíencias."
Más tarde," El Observador de la República Mexicana va a
coincidircon estos puntos de vista. Es la pluma de Mora la que en un
momento en que, por la contienda política, la convivencia está
en peligro, va a equiparar la tolerancia religiosa a la tolerancia
política, bases esenciales, ambas, para la paz social. Las opiniones
son inocentes, o sea la idea de Voltaire: hay libros malos, pero no
dañinos. Con palabras de Mora:

La misma tolerancia que reclama la filosofía del siglo para las


opiniones y aun errores religiosos, la misma Y con más fuerte razón
debe reclamar 1 reclama para los pollticos. Una opinión, sea cual
fuere es inocente, también lo es su publicación, pues que la ley lo
permite y autoriza.

En realidad, el delito sólo existe cuando un miembro de la


comunidad, por hacer triunfar su opinión, "infringe las leyes". La

JlI 0 • •#1 th SP¡.ou. Premiae Serü:. París, Cbaspe.rtier, Libraile-Editeur.


¡1842, p. ~28 J •
JI 1ll Ollsmwkw en su primera 6poca, Tomo U, número a, 24 de OCtubre de
1827. Publica un importaate articulo sobreJ. libertad de imp~ta, que parte pteei•
. . . . de la 1ibettar1 de peosamieollO.
• O,. tiJ., Tomo W. a6mao 7, , de diciembre de 1827.
• . . . . . . . . . Tamo J. Jl'6melo 4, 2~ ele marzo de 1830.
LAS 11l3I!RTADES 269

línea divisoria entre el faccioso y el patriota está fijada precisa-


mente por la infracción a las leyes. Mora quiere acabar con los
odios políticos, lograr la convivencia y ésta sólo puede obtenerse
con la tolerancia política y religiosa:

MIentras no se establezca por base moral y civil la tolerancia


política y religiosa, es decir, la seguridad perfecta de no ser moles-
tado por exponer las propias opiniones: mientras los hombres que
siguen determinados principios se crean con obligación o facultad de
maldecir o perseguir a los que profesan doctrina diferente o contra-
ria: finalmente, mientras no se generalice el habito de sufrir la con-
tradicción y censura ajena, es imposible la regeneración política de
los pueblos, porque éstos no llegan a reformarse sino cuando los ciu-
dadanos gocen de las garantías sociales.

Es, pues, la libertad' más completa la base de la estabilidad


social.
El Obs-ervador aclara, en otro artículo, el concepto sobre la
división de la libertad." Su inspiración, al respecto, es la clásica.
La proyección espiritual y política de la libertad y la proyección
patrimonial. La libertad, dice, "puede dividirse en dos clases prin-
cipales; la que pertenece a los individuos y la que afecta los dere-
chos de las cosas". La de las cosas está constituida por la circula-
ción libre de la propiedad y de los medios de propagar los conoci-
mientos. Junto a ella "la libertad individual incluye la personal, la
política y la mental". Ahora bien, la libertad mental se ha visto
"ajada y comprimida" por usos, hábitos, reglas, providencias y le-
yes, a tal grado, que puede dudarse haya existido. Pero:

Los obstáculos que se oponen' a ella están en las faculrades que


tiene la iglesia y el gobierno de aplicar castigos corporales a los que
se separan de su símbolo religioso y político, y en los obstáculos mo-
ralesque oponen a la opinión las preocupaciones, la ignorancia e
intolerancia de los hombres.

A esto hay que añadir que una de las obligaciones más impor-
tantes de la autoridad "es la de dejara cada individuo la libertad

24 Op. eit., número 13, 26 de mayo de 18~O. "Sobre luvariastspec:ic$ .~


libertad necesaria al desarrollo de tod. la feliddad quclos'hombta soocapaces de
sozar".
270 JESÚS REYES HEROLES

que le es necesaria"." Pero la libertad y el orden "no son más que


un mismo bien considerado bajo aspectos diferentes". El artículo ve
que la libertad de la persona, que es uno de los intereses más im-
portantes, puede ser afectada mediante los abusos de los poderes
que tienen fuerza a su disposición y, en virtud de ello, sostiene que
se comienza, a conocer "la necesidad y posibilidad de asegurar al-
gunas garantías a las libertades públicas".
El Indicador de la Federación Mexicana está preocupado. por
otros problemas más inmediatos a la causa del progreso político
de México. Sin embargo, publica un largo remitido sobre la tole-
rancia." La tesis central es que no se puede obligar a los hombres
a deponer sus errores y extravíos. La religión, por otra parte, no
necesita de la débil defensa de la intolerancia y: "Los gobiernos
se han establecido en el mundo no para juzgar de la exactitud o
inexactitud de las opiniones de los hombres, sino para dirigir sus
acciones al bien y mantenimiento de la sociedad, castigando las ma-
las y premiando las buenas". Sólo a Dios "toca juzgar de los pensa-
mientos y opiniones de los hombres". Quienes creen en la intole-
rancia son defensores del fanatismo. La intolerancia sólo conduce
a la hipocresía; de aquí que la disyuntiva sea clara:

... o se ha de dejar al hombre con toda libertad para tributar


al Ser Supremo el culto que su corazón le inspire, o se le pone en la
dura necesidad de ofenderle con ceremonias que cree que no pueden
serle agradables.

ROCAFUERTE y EL GALLO PITAGORICO

En 1831 aparece en México el Ensayo sQbre la tolerancia, de


Vicente Rocafuerre." El distinguido ecuatoriano cae premeditada-
mente en el escándalo; pero su trabajo siembra ideas que van a fruc-
tificar muchos años después. Su argumentación toral será frecuen-
temente esgrimida durante el largo período de lucha por la liber-
tad de conciencia.

2S op. cit., segunda época, Tomo 11, número 5, 30 de junio de 1830. "De la
libertad' que debe existir bajo todas las formas de gobierno".
26 El ¡"diradar de la Federarió" Mexira"a. México, 1833, Imprenta de Gal-
vio, • cargo de Mariano Arévalo. Tomo 11, número 5, 10. de enero de 1834.
27 VICENTE ROCAFUEllTE: E"s'90 sobre 101eranria religiosa. México, 1831,
Imprenta de M. Rivera, a cargo de Tomás Uribe.
LAS LIBERTADES 271

Rocafuerte usa el lenguaje de la tolerancia, pero da la razón


a la libertad de conciencia." Encuentra el origen de la libertad de
conciencia en el racionalismo y sostiene que es ésta la que engendra
la libertad política. El progreso en Europa empezó por la de con-
ciencia para culminar en la libertad política. En nuestros países he-
mos seguido el método inverso: establecemos la libertad política, "la
que envuelve en sus consecuencias la tolerancia religiosa". Por dis-
tintos caminos se llega a similar resultado, pues, así como las ideas
de fanatismo y tiranía son correlativas, también lo son las "de líbe-
ralismo y de tolerancia religiosa". Los mexicanos somos indepen-
dientes, pero aún no logramos la libertad. Es la tolerancia religiosa
el medio más importante para llegar a ella. Ciertamente que muchos
liberales consideran que la opinión pública no está lo suficiente
formada ni las luces generalizadas para promover la tolerancia;
pero, siendo ésta "una consecuencia forzosa de nuestro sistema de
libertad política", que "nace de la misma naturaleza de las institucio-
nes", la prudencia aconseja preparar esta innovación. Si México,
después de diez años de independencia y de ensayos políticos libe-
rales, no está preparado para entrar en el examen de la tolerancia
religiosa, ¿para cuándo estará en condiciones de hacerlo? Roca-
fuerte, en consecuencia, plantea la necesidad de que se examine
con calma este problema y proféticamente señala: "Sembremos
ahora, para recoger dentro de cuarenta o cincuenta años... "29

28 No oculta la diferencia entre tolerancia y libertad de conciencia. Como he-


mos visto -JESÚS REYES HiROLBs: El liberalismo Mexic••o, Tomo \1, pp. ~~4- cita
el texto en que Mirabeau establece la distinción en 1789. Por otra parte, sabemos
que Rocafuerte manejaba con pericia a THOKAS PAINB, a quien traduce -o/J. til.,
p. 32-. Y es precisamente Paine quien en la primera parte de su D~chos ¿el hom-
br«, publicado en 1791, establece, al igual que Mirabeau, una cate&6tica diferencia
entre tolerancia y libertad de conciencia: ULa toleanda DO es lo co.".;o de la iota-
lerancia, sino su fillsific.4&Íón. Una y otra son desPQtismos. La una se arrop a sí mis-
ma el derecho de no otorgar la Libertad de Conciencia; la otra, el de coacederlo·'.
(Los Derechos ¿el Hombre. Fondo de Cultura Económica, Mhico, 1944, p. 78).
29 La tesis que Rocafuerte maneja, de que la libertad de cooaeoáa en¡endra
la libertad política, es vieja y al margen de las discusiones sobre los oriJeoes histó-
ricos de los derechos individuales, Lord Acton establece con claridMl: .,." idea de
que la libertad religiosa es el principio generador de la· libertad civil, , de que esta
libertad civil es la -condiciÓD necesaria de larelíPft, fue UD descubrimieoto.~­
vado para el si&lo XVII". En efecto, en las comuoidades independientes le sostenIa
que sólo limitlndo la autoridM del Estado se ula IibertafcJe .
De aquí que, sipieado al propio autor, preciumente esta icIea ~'- doc·
272 JESÚS REYES HEROLES

Ve la libertad constituida por tres elementos: lo político, lo


religioso y lo mercantil; ellos, conjuntamente, constituyen la base
del progreso político.
No ignora que "querer atropellar usos antiguos" para intro-
ducir otros nuevos, "es armar la vanidad contra las proyectadas
reformas y alborotar la ignorancia". Pero aclara que sus ideas so-
bre tolerancia religiosa las vierte para que se establezcan en el
futuro. Rocafuerte encuentra el origen de la tolerancia en los pri-
mitivos cristianos. De ahí deriva la separación Estado-Iglesia, incli-
nándose por este sistema y no por el de jurisdicción. Enuncia una
regla consistente en que la prosperidad moral y la fuerza política
de una nación están en relación directa con el mayor o menor
grado de tolerancia religiosa que ella admite en su constitución.
Con optimismo, afirma: "Tal es la fuerza mágica de la tolerancia
religiosa, que ella sola puede sacar a un Estado de la nulidad y
elevarlo al poder y a la grandeza"."
A continuación, hace un examen de los países en que existe
la tolerancia, para deducir que en México seguimos la tradición
española de la intolerancia. Y no sólo cita a países, como Inglate-
rra, Alemania, Holanda, Suecia, Suiza y Francia y, por supuesto, los
Estados Unidos, sino también subraya el hecho de que Brasil" ya
consiguió la tolerancia, y al respecto no deja de aguijonear el amor
propio mexicano. Es muy extraño, dice, ver a los brasileños "que
se reputaban más atrasados que los mexicanos, peruanos y chilenos,
dar un paso tan agigantado en la carrera de la civilización". Ellos
templaron la tendencia monárquica al despotismo con la tolerancia
religiosa y la libertad de opinión.
También expresa -lo que pudo haber influido en la solución
dada por los Constituyentes mexicanos de 1856-57- la posibilidad
de llegar a la tolerancia religiosa por omisión en el texto constitu-
cional: Colombia "estableció de un modo muy sagaz la tolerancia
religiosa", pues "el artículo religión se pasó en blanco en la cons-
titución de Cúcuta". La interpretación que hace Rocafuerte, tuvo
repercusiones posteriores en México:

tf1Da cargada de subversión y destrucción que es la esencia secreta de los Derechos


del Hombre y el alma indestructible de la Revolución" (JOHN EMElUCH EnwARD
DAJ.BEllG·A<:TON: &sayos sobre la lib"laá y el pad". Instituto de Estudios Políticos.
Madrid. 19'9. pp. 4' Y 17H.
30 ROCAFUEllTI: Op. cit., p. 19.
SI Op. cit., p. ~9.
LAS LIBERTADES 273

Corno nada se prohibía ni se protegía en punto de religión, y que


cada ciudadano estaba facultado para hacer todo lo que no contrariase
las leyes, se halló la tolerancia establecida de hecho y de un modo
indirecto que no chocaba con la supersticiosa ignorancia de la mayoda
del vulgo, lo que fue muy aplaudido en Europa por los politicos que
piensan y siguen con interés el curso de nuestras revoluciones.u

. Rocafuerte asienta que no podemos "llamarnos republicanos


independientes, dependiendo de un monarca que reina a orillas del
Tíber". Critica el sistema adoptado por México, que dificulta tra-
zar la línea divisoria entre el poder temporal y el espiritual. En
realidad, mezcla la separación entre Estado e Iglesia con el proble-
ma de la tolerancia y señala que, así como los centroamericanos
quieren andar con demasiada velocidad en "el escabroso sendero
de las reformas religiosas", "los mexicanos no quieren ocuparse de
ellas" ,33 sin darse cuenta de que exponen sus instituciones y que están
sobre el cráter de un volcán. Recurre, a renglón seguido, a una tesis
que será tradicional: sin tolerancia es imposible colonización. Agre-
ga que no abordaría el problema de la tolerancia si no estuviera
convencido de la íntima conexión que tiene con el establecimiento
de colonias. Y señala que también está conectada "con las precau-
ciones que la política mexicana aconseja tomar para conservar en
lo futuro el Estado de Texas","
Se pregunta qué efecto han producido las leyes y los intentos
del gobierno de México por colonizar a Texas y los territorios de
California y se responde: "ninguno, ni podrán producirlo mientras
exista la intolerancia religiosa". La libertad de cultos es la base
de todo sistema de colonización. Si nuestros primeros legisladores

32 Op, cis., p. 43.


33 op. cit., p. 49.
34 op. cit., pp. 60.61. Roeafuerte es contundente en prever los peligro& que
al respecto existen: "Colonias bien formadas de escoceses y alemanes en el Estado
de Texas servirían a neutralizar el influjo que van adquiriendo los vecinos de la
Nueva Odeans que se han establecido en aquel punto: influjo que podda con el
tiempo ser perjudicial a la prosperidad mexicana, y que lejos de aumentar entra en
los cálculos de la política disminuir". Organizar colonias de .alemanes Y. escocesa
constituiría el núcleo para formar colonias mexicanas, serviría para establecer "una
frontera capaz de contener cualquier ataque parcial que in~entaran hacer los muChos
aventureros que se reúnen en Nueva Oriftns ..." (Op.(;I., pp. 72·73). Y en olla
parte, agrega: ..... la prudencia dicta de empezar el easa.yo de ·Iatoleraacla J:eliPNa
en el Estado de Texas y Territorios de Califomias'~. (O/J. m., 1'.82).
274 JESÚS REYES HEROLES

hubieran establecido el principio de la tolerancia religiosa, habrían


hecho un importante servicio al país. Recuerda que hubo diputados
que-- reclamaron la tolerancia, señalando el discurso de Juan de Dios
Cañedo, "que hará eterno honor a la ilustración jalisciense". Pero
encuentra que no se llegó a la tolerancia por el influjo que "tu-
vieron en la decisión de esta cuestión los clérigos que había en el
congreso"."
Rocafuerte se preocupa, desde el punto de vista doctrinal, por
demostrar, con Fenelón," que tolerancia no es indiferencia, sino el
medio, inclusive, de usar la persuasión para convertir a los que
no piensan como uno. No obstante la cautela del Ensayo, éste pro-
dujo una gran impresión y dio origen a encendidas discusiones.
Una de ellas, sobre todo, reviste especial importancia: la que ori-
gina Juan Bautista Morales, quien después rectificaría sus puntos
de vista."
El Gallo Pitagórico pretende rebatir por igual a Rocafuerte y
a John Locke," Sostiene que los pueblos se exponen a graves peli-
gros de seguir la tendencia a las innovaciones. Bstas pueden cons-
tituir equívocos o entrañar "una falta de oportunidad en la aplica-
ción práctica de sus consecuencias". Esto último está sucediendo
con el problema de la tolerancia religiosa en México. Aun cuando
algunos de sus partidarios "no han dejado de insinuarse en su favor
siempre que se les ha presentado ocasión", nunca se había llamado
la atención del público en forma directa hasta el Ensayo de Roca-
fuerte. La tolerancia, dice, es asunto que no debe ni siquiera insi-
nuarse. Quienes por ella abogan, incurren en "la inexactitud de
ideas y la inconsecuencia de principios". Los publicistas que se ocu-

35 01'. dt., p. 6'.


36 01'. eit., p. 84.
37 J. B. M.: DiserlMió" (o"l,a la loler4luia "ligiosa. México, 18n, Imprenta
de Galdn, a cargo de Mariano Arévalo.
38 Juan Bautista Morales rebate la "Carta 1leJativa a la Tolerancia", de Joho
Locb. Esta es de 1689 y le si¡uen tres posterioms. Hay varias traducciones de la
primera carta. La principal, Y seguramente la que maaeja Morales, es la de la Casa
de llosa, de 1827. La tolerancia de Locke es mstriD&ida- No debe. habeda para los
eat6licos romanos, por estar subordinadoS a UD principe extrmjero y justificar la
rebelión contra•los reyes excomulpdos; tampoco debe tolerarse a los ateos, que SQIl
disolventes: "No deben ser tolerados en absoluto aquellos que mesan la existeacia
de Dios". Ea 10 relativo, pues, a Locke, 110 le falta ru6n .a Morales caando dice:
"Ea verdad que al leer a Locke y Rocafuerte, se percibe que su iDtenci6n es hacer
más bien p1Qtestantes que tolerantes". (01'. ,il., p. 6). No obstante ello, Locke afa·
mó, en principio, la· impnmabilidad de la i.ntoJenacia.
LAS LIBERTADES 275

pan de la tolerancia, sólo han tenido enfrente "naciones en que de


hecho existen varios cultos", Pero hay pueblos que presentan cir-
cunstancias especiales. Para resolver, pues, es preciso conocer el país-
en concreto, y fundamentalmente considerar si en él hay o no va-
rios cultos. Sobre la base de México, hay que plantearse: lo.-Si
un pueblo "católico puro" "permitirá dentro de sí la introducción de
otros cultos"; 20.-Si "un gobierno católico tolerará los diversos
cultos que de hecho están ya introducidos en el mismo". Para con-
vencer a un católico -que debe ser tolerante, no se presentan más
que dos caminos: demostrarle que debe serlo, conforme a los prin-
cipios que profesa o "pretender que abandone su religión para ser
tolerante". Esto último sería la guerra al catolicismo y es lo que
predican, según Juan Bautista Morales, Locke y Rocafuerte. Uno y
otro niegan que exista heterodoxia. Quieren demostrar que, con-
forme a sus propios principios, la iglesia es tolerante, pero no dicen
qué Iglesia,"
Morales recalca la intolerancia de Locke para los católicos y
da a conocer los puntos de vista de separación de Estado e Igle-
sia de Rocafuerte. Después de definir el patronato y el intento de
fray Servando Teresa de Mier por conciliar la intolerancia teoló-
gica con la tolerancia civil, habla de "la estrecha conexión que tiene
la salvación con la intolerancia". La tolerancia es el camino para la
apostasía. La intolerancia de Juan Bautista Morales era absoluta
en ese entonces. Aún cuando en la ciudad de México "los extran-
jeros no practican sus religiones" y "únicamente se abstienen cuan-
do pueden de nuestras ceremonias y ritos", ese puro mal ejemplo
está produciendo efectos dañinos. Y es aquí donde surge el pro-
blema de la inseguridad o de la duda, en los términos en que ya
los planteaba El Pensador Mexicano:

¿Qué sucedería si se permitiera la tolerancia de cultos? ¿Cuán-


tos apostatarían de la Religión por obtener un destino, por lograr la
protección de un rico, por congraciarse con alguna dama extranjera,
y muchas veces por vergüenza mal entendida?

Es más prudente "evitar la tentación que arrostrar el peli-


gro".4O Juan Bautista Morales va más allá: los partidarios de la
tolerancia "en vano quieren hacer una separación absoluta entre

39 0/1. til., pp. 3-7.


40 0/1. di., pp. 14-17.
276 JESÚS REYES HEROLES

la religión. y la política", pues ello es una paradoja enteramente


falsa. La vida inmortal está por encima de la vida terrenal. La into-
lerancia teológica es inseparable de la civil y la primera es la base
de la segunda. El católico tiene un dogma y es inútil quererlo per-
suadir de que sea tolerante "mientras está convencido de que su
dogma no es falso". Si se le obliga a ser tolerante en lo civil, se ejer-
ce "la mayor tirapía sobre su corazón"." En un país que, además, es
católico, debe hablarse más que de tolerancia, de introducción de
religiones extrañas. No debe confundirse la tolerancia con la indul-
gencia ni la intolerancia con la persecución.
El Gallo Pitagórico, punto por punto, se ocupa de los argu-
mentos que emplea Rocafuerte en favor de la tolerancia." Las pro-
posiciones de Rocafuerte, según Morales, son heréticas y cismáti-
cas. Por lo demás, la tolerancia no es posible en México. No sólo
variando el artículo 30., sino con que "algunos diputados o senadores
hablaran con alguna energía contra él, se daría motivo para una
nueva guerra civil".

TOLERANCIA PRIVADA

En 1842, como sabemos, el Congreso Constituyente fue disuel-


to y popularmente el reproche que se le hizo consistió en acusarlo
de que pretendía establecer la libertad de cultos. Si bien, al res-
pecto, el juicio de que se quería llegar a la libertad de cultos era
exagerado y fue un arma política, no cabe duda que sí se presentó
el intento de reducir la intolerancia. En efecto, el voto de la mino-
ría," en su artículo 19 establecía: "La religión de la República,
es la católica, apostólica, romana, y no admite el ejercicio público

41 o». cit., pp. 19-22.


42 op. cit., p. 34 Y sigs. En cuanto a las precauciones que Rocafuerte aconseja
sobre Texas, Morales le critica el que no diga por qué deben tomarse esas precau-
ciones. Sobre colonización, el Gallo Pitagó,ico sostiene que ésta puede hacerse con
católicos europeos, como los irlandeses.
43 P,oyeclo Je CiJTlslilllción 'lile present« al Sober4no Congreso Conslitllyenle
14 "",yo,14 J. Sil Comisió" especial 1 voto pMlicllla,. de la mi"o,.la. México, impreso
por l. Cumplido, 1842, pp. 93 Y 107. El proyecto de la minoría daba un paso muy
importante, en cuanto, en la parte relativa a igualdad, la fracción XVII señalaba:
"Quedan abolidos todos los monopolios relativos a la enseñanza y ejercicio de las
profesiones. La enseñanza privada es libre. sin que el poder p6blico pueda tener
más intervención que cuidar no se ataque la moral". rOpo dI., p. 18).
,:
LAS LIBERTADES 277

de otra alguna". Este precepto sirvió para decir que la minoría


pretendía implantar la tolerancia, puesto que sólo se prohibía el
ejercicio público de religiones distintas a la católica, lo que, a con-
trario sensu, significaba que el ejercicio privado estaba permitido.
El segundo proyecto de Constitución, aquel que se presentó
después de que el proyecto de la mayoría fue declarado sin lugar
a votar, fue atacado por la misma razón que el voto de la minoría:
permitir la tolerancia religiosa privada, pues en el artículo apro-
bado se repetía el 19 del voto de la minoría, mismo que por lo
demás, sólo difería del artículo 20. del proyecto de la mayoría en
que en la frase "y no tolera el ejercicio público de otra alguna"
se sustituía la palabra "tolera" por "admite".
Conectada con este problema de la tolerancia privada, está la
actitud asumida por los diputados en lo relativo a la libertad de im-
prenta. El voto de la minoría señalaba que la libertad de. imprenta
no tenía más límites que el respeto a la vida privada y a la moral."
La fracción IV del artículo 70. del proyecto de la mayoría esta-
blecía que solamente se abusaba de la libertad de imprenta atacan-
do la religión y la moral," y el artículo 13, fracción X del proyecto
declarado con lugar a votar," preceptuaba: "Solamente se abusa
de la libertad de imprenta, atacando directamente el dogma reli-
gioso o la moral pública". Es decir, que únicamente existía delito
de imprenta cuando se atacaba directamente el dogma religioso o la
moral pública. Este "directamente" y su referencia al dogma fue
muy atacado por los círculos conservadores. Bustamante informa
que los razonamientos expuestos a propósito de la libertad de un-
prenta "no permitían dudar que el espíritu de sansculotismo domi-
naba en gran parte a aquella asamblea" y señala: "La cuestión
sobre libertad de imprenta fue muy discutida. y avanzada, hasta
pretenderse que se pudiera imprimir cuant() se piensa, menos lo qu~
ataque di,ectamente la fleligión y la moral" .41 Vinculando esta li-
bertad de imprenta con la tolerancia privada, se ve cuál es la mé-
dula del intento: la libertad de pensamiento.

44 01'. (il., p; 14.


oU 01'. cit., p. 77.
46 Este proyecto fue publicado por El Siglo Din 1 NU'lI', número '92, de
17 de noviembre de 1842.
47 CA1lLOS MAIlfA DB BUSTAMANTE: APU,,18S partl ltl mslo,itl .,1 fO.;",II' .,1
G,neral D. Anlo"io Lópn ti, SlItIltI A"",,¡ tUstl,. pr;tltip;ostle· OtStI"',.,1141 NsI.
6 tle tli(iem"', ti, 1844, ,ti iJue fll' .epu,slo tI,1 "''''0
por lIt1ifOf'ff18 fIfI1l1t1lt1tl tU
la na,ió". México, Imprenta de J. M. Lara. 184', p~90,
278 JESÚS REYES HEROLES

El Siglo Diez y Nueve,48 comentando a posteriori lo que ~e oc~­


rrió al Congreso Constituyente y en relación con la tolerancia PrI-
vada, decía que, prescindiendo "de examinar si la sociedad tiene
no ya derecho, más ni aún posibilidad física de impedir el culto
del corazón", no quería indagar si ya existía esa tolerancia del culto
privado y añadía que el precepto relativo únicamente fue objetado
en el Congreso por Rodríguez de San Miguel y sólo se presen-
taron cuatro votos en contra de ese artículo, que no difería radical-
mente del 40. del proyecto de la mayoría.
La idea central se confirma en el Ensayo de Otero, que llama
a la libertad de pensamiento el "más precioso y supremo de todos
los derechos humanos"."

TOLERANCIA Y COLONIZACION

Después de 1842, el propio desenvolvimiento político del país,


las implicaciones de la disolución del Congreso y el régimen cons-
titucional que como consecuencia de ello resulta, oscurecen el pa-
norama, dando la impresión de que la lucha por la libertad de
conciencia desaparece circunstancialmente. Lo más probable, sin
embargo, es que ella continúe, sólo que en forma callada y subte-
rránea; lo prueba el que en 1845 nazca un periódico, El Católico, so
precisamente para combatir "los empeñados esfuerzos que hacen
los incrédulos para extender y propagar sus ponzoñosas y mortí-
feras doctrinas contra la Iglesia y su moral santa". El periódico
habla de la ligereza del siglo XIX, "que es siglo superficial"; de la
multitud de libros prohibidos que circulan y de los medios de que
se valen los incrédulos "para descatolizar a los pueblos", que con-
sisten en "presentarles la religión como enemiga de la felicidad de
las naciones, contraria a la verdadera libertad de los hombres",
Poco después -1846- se presentará un serio intento por
implantar la tolerancia religiosa para un sector --colonizadores--,
intento que será ampliado y asumirá visos de positividad en 1848.

48 Enero 2 de 1843, número 448.


49 MAaIANO OTRO: E"sIIYo sobr, ,1 t1eraflilero 'stflilo J, la GM,stió" sorial y
I'olhirll 1M' Se llgitll ,,, 111 Rel'~hlirll M'XiG."II, México, impreso por Ignacio Cum-
plido. 1&42. p. 87.
$11 Némero 1, asosto 30 de 184;.
LAS LIBERTADES 279

José María lafragua, en la Memoria que lee como ministro


de Relaciones Interiores y Exteriores, se ocupa minuciosamente en
los factores que estorban la colonización y de los problemas que,
en lo general, el país confronta en esta materia. El moderadísimo
Lafragua estaba en plan revolucionario: "Los hombres que traba-
jan activamente erl una revolución, tienen que sufrir todas las con-

secuenClas ... "51
y examinando con este espíritu los obstáculos que impiden
la colonización, Lafragua afirma:
Varias han sido las causas que más inmediata y directamente se
han opuesto a la colonización: aisladas, la hubieran retardado; reu-
nidas, la han nulificado. La intolerancia religiosa, que según algunos,
ha sido la más eficaz, por sí sola no podría impedir la colonización;
porque únicamente puede haber servido de obstáculo a los que no
profesan el culto católico; mas no a muchos alemanes y americanos,
ni a los españoles, franceses, italianos e irlandenses; de suerte que bien
se pudo poblar una gran parte del territorio, si no hubieran concu-
rrido otras razones más graves sin duda. El estado incesante de revo-
lución en que hemos vivido, y que ha hecho de todo punto ilusorias
las garantías individuales, unido al disgusto con que generalmente al
principio y después en algunas partes se ha visto a los extranjeros,
efecto preciso de las preocupaciones de la educación colonial, es a mi
juicio el verdadero y más poderoso obstáculo que se ha opuesto a la
colonización. 52

10 anterior no quiere decir que la intolerancia no desempeñe


un considerable papel desestimulante de la inmigración. Tan es así,
que Lafragua propone al Congreso la tolerancia de cultos para los
extranjeros en un elocuente párrafo en que, con limpieza, expone
el fundamento de la libertad de creencia. Es necesario, dice, para
alentar la inmigración, el "arreglo del culto", que es uno de los
objetos "que piden una resolución definitiva". Lafragua indica que
"aunque, como se ha dicho, la intolerancia religiosa no ha sido
la principal rémora de la colonización, ha influido sin embargo

51 Memoria Je 111 /Wimerll Se"el.ía Je P.sI. , Jel DesPMIJo IÜ Rel4dous


lnleri01'es :, Bxleri01'es Je los P.slaJos UniJos MexitllTlos, leítla al Sobertlllo COII-
greso ~(J.s1i11l1enle e. los Jías 14, 15 , 16Je Jitiembre " llH6, "". n M.hislro
Jelr"",o, C. /osl M.ÚI úzjra'llll. Impresa Jll.V acuerdo del Sobenao CocJIreso· Mf.
xíco, Imprenta de Vicente Garcla Tona, 1-847. p. ~.•
52 Op. eit; pp. 79·80.
280 JESÚS REYES HEROLES

con bastante eficacia en sus pocos progresos". Y en párrafo subse-


cuente, estableciendo que su convicción es a favor de la tolerancia,
pero que considera que en nuestro país todavía no es oportuno
establecerla para los mexicanos, la propone para los colonizadores:

El que suscribe reconoce en todos los hombres el derecho de


adorar a Dios según su conciencia; y cree por lo mismo que si bien
no sería tal vez prudente decretar hoy la tolerancia para todos los
pueblos de la nación, es necesario hacerlo para las nuevas poblaciones,
cuidándose no obstante con todo empeño de propagar en ellas el culto
católico, y de derramar hasta los confines de la República los princi-
pios sublimes y eminentemente sociales del Evangelio.53

Como réplica a lo anterior, aparece el folleto de Clemente


de Jesús Munguía." En él se invoca la obligación de derecho divino
que 1<15 jefes de las naciones tienen de conservar la religión ver-
dadera y se dice que las religiones falsas son carencia de ser, que
siendo las mentiras lo mismo que la nada, no tienen realidad posi-
tiva y que lo que es nada no tiene derecho a nada. Por consiguien-
te, para Munguía las religiones falsas no tienen derecho a la exis-
tencia. En el caso de México, siendo la tolerancia "el sufrimiento
de un mal necesario y no siendo la religión católica un mal no
existe razón alguna para ser tolerante".
La tolerancia civil sería un atentado en contra de la sociedad.
Uno de los primeros deberes "impuestos por el Derecho Divino a
los jefes de las naciones es conservar en éstas la religión y el culto".
La unidad religiosa toca al gobierno conservarla, incluso: "Cuan-
do el pueblo profesa muchas religiones falsas". Para Munguía: "Es
necesario que en todo Estado civilizado haya una religión pública,
reconocida y protegida por la ley". Por todo ello, "la tolerancia
civil en un pueblo que profesa exclusivamente el catolicismo, sería,
no lo dudamos, el más enorme contraprincipio en política, y el
hecho más atentatorio contra los más grandes y verdaderos intere-
ses de la sociedad".
La proposición de Lafragua es sólo el antecedente de un in-
tento de mayor envergadura y más cercano a la vigencia. En. efecto,
el 3 de julio de 1848,55 se informa que la Dirección creada para

ss 0/1. eit., p. 86.


54 "De la tolerancia. o sea del culto público en sus relaciones con el gobierno",
por el licenciado C. Munguía. Morelia, 1847, Imprenta de Ignacio Arango.
55 El M.oRitor Repllblitano, número 1,148.

LAS LIBERTADES 281

promover la colonización se ha estado ocupando en un proyecto,


excitada por el ministro de Relaciones, que lo es Mariano Otero.
La necesidad de planear una política de colonización se des-
taca. La derrota induce a la introspección. Nuestras fallas son
despiadadamente analizadas. Se efectúan verdaderos exámenes de
conciencia que conducen a inventariar las deficiencias que hay que
corregir." Así, El MonitM Republicano del 12 de julio de 1848,s1
ve en la colonización un fruto de la guerra pasada. La exigen: el
proceso de mestización, la necesidad de fortalecer el país y, por
último, la de aumentar su producción.
La Junta de Colonización aprueba, el 5 de julio de 1848,58
un proyecto de iniciativa. La tendencia de este proyecto es la de
dar libertades a los colonos en los centros de población que funden,
sobre la base de la institución municipal. Pero en el proyecto se
introduce la libertad de cultos para los extranjeros. Al respecto,
el artículo 15 establece:

Ningún culto es prohibido en las colonias de extranjeros;' mas


no se levantarán a expensas del gobierno nacional otros templos que
los católicos. Los ministros de éste serán además dotados de los fondos
de colonización, durante los primeros diez años, y mediante esta dota-
ción no podrán cobrar ningún género de derechos.

Como se ve, el proyecto no sólo contempla la tolerancia, sino


también el sostenimiento del culto. Y no se queda en ello, sino que
establece. en su artículo 16 que para los colonos extranjeros "basta
el matrimonio civil para los efectos civiles". En la exposición de
motivos se dice que la religión de las colonias "ha de ser la de los
colonos, si se quiere que vengan a nuestro país los que la tienen,
en vez de los incrédulos o indiferentes". Se añade que la mayo-
ría de los colonos que vengan no serán católicos, pues la inmi-
gración fluye principalmente de países protestantes, señalándose
que si las exigencias de población de México "no fueran inmensas

56 La derrota se ve como un sacrificio para la salvación de lo que queda de


México. El Monitor, el 3 de octubre de Ul48 -número 1,240-, describe la reacción
del país: "La nación debió considerarse como un enfermo, que amenazado de perder
su existencia, tuvo que comprarla, sacrificando un miembro de su' cuerpo".
51 Número I,U7.
58 Publicado por El Monitor R,pllblitano, de 14 de julio de 1848, número
1,159.
282 JESÚS REYES HEROLES

y perentorias, podríamos limitarnos a recibir colonos que fuesen


católicos"; pero dado que ello no es posible, la repulsa a muchos
pobladores que podrían venir sería el obligarlos a abandonar su
religión, y esta repulsa vendría a ser un "decreto de la despo-
blación".
Pero, por la vía indirecta de un proyecto de iniciativa de co-
lonización, se argumenta en favor de la tolerancia y de la libertad
de cultos:
La cuestión de tolerancia es de los intolerantes de escuela, no de
los hombres de estado; es de los tiempos que han quedado atrás, no
del siglo que une a los hombres de diversas creencias, marchando
unidos y sin los odios que engendró un tribunal sanguinario, cuyos
ecos recogen todavia los que aún lloran sobre su sepulcro soñando
en su resurrección,

La tolerancia "es ya un dogma práctico del mundo civilizado".


México no puede ser intolerante si quiere población: "¿Se cree
acaso que los hombres de conciencia renunciarán a su culto por
la posesión de tierras en que no pueden ejercerlo?" El catolicismo de
México -que es calificado del culto verdadero- debe ser forta-
lecido por la doctrina y las costumbres, "no por el exclusivismo".
Este sólo conduce a la hipocresía, al engaño, alodio y a la división
oculta. Como consecuencia de esta libertad de cultos se explica la
validez del matrimonio civil entre los colonos.
El Monitor Republicano, comentando este proyecto, .dice que
la Junta de Colonización ha satisfecho, con él, los deseos del pue-
blo y agrega que si los colonos de Texas "hubiesen venido y vivido
bajo las libertades" que contiene el proyecto, "no habrían cierta-
mente obrado como obraron","
Poco después, El Siglo Diez 1 Nueve apoya la necesidad de
adoptar la tolerancia de cultos." El periódico considera que el país
está apto para la libertad de cultos. La hoguera no puede dominar
la tendencia natural, "el triunfo de la filosofía", que impone la
tolerancia. Esta resulta necesaria en México para alentar el estable-
cimiento de extranjeros, que no concurren a nuestro país por no

59 El propio peri6dico informa que el proyecto fue eJabondo por los lC60reS
Guay, Macedo Y HalO Tamariz.
60 29 de julio de 1&48.
#4

LAS LIBEín'ADES 283

abandonar la fe de sus ancestros. Juan Rodríguez de San Miguel


la emprende en contra de El Siglo, diciendo que la intolerancia no
es persecución y que ella es una exigencia de la unidad nacional.
Para Rodríguez de San Miguel, la tolerancia sería romper la unidad
religiosa. Encuentra que el principal argumento en favor de la
tolerancia es la inmigración, pero no justifica que a nombre de ella
se obligue a los mexicanos a que abandonen "los estatutos religio-
sos de nuestros padres, y los que nosotros mismos hemos estable-
cido". Señala que la palabra intolerancia es equívoca. Si por into-
lerancia se entiende persecución, es en México "combatir molinos
de viento". Por lo demás, dota a la tolerancia de un sentido peyo-
rativo: "La tolerancia en toda materia indica por sí un mal que no
se puede contrariar, y que por necesidad se sobrelleva, esa necesi-
dad no creo la hay en un país enteramente católico como el nues-
tro ... "61
En general, puede decirse que la discusión se inicia como con-
secuencia de este proyecto, al que hay que agregar el papel que
Veracruz juega en esta agitación, cuando representa ante el Con-
greso Federal, pidiendo que decrete la libertad de cultos. Mata, al
informar de ello en el Congreso Constituyente 1856-57, olvida una
serie de antecedentes, para decir que es en esa ocasión, en 1848,
cuando "por la primera vez se agitó en la prensa y en los círculos
privados, la cuestión de libertad religiosa". 62
Frente a estos intentos se yergue en 1849 el cabildo y el vica-
rio capitular, haciendo al Gobierno una representación en contra
de la tolerancia. Piden se mantenga la prohibición de la tolerancia,
pues ésta arrancaría la paz, la sinceridad y la virtud del pueblo.
La tolerancia acabaría con el hogar, fomentando el adulterio, que
no podría castigarse efectivamente. Termina diciendo que los mexi-
canos han conferido al Presidente de la República "la custodia de
su religión" y asientan que la tolerancia sería un mortífero veneno
para los mexicanos y vendría a "ensangrentar esta República ago-
nizante" .63

61 La l'OZ de la religión, Tomo l. número 5. 2 de agosto de 1848. p. 71 Y


sigs. México, Imprenta de La uoz de la religión.' "Disertación sobre la libertad de
cultos en la República Mexicana". El periódico vuelve a publicar la socorrida diser-
tación de Juan Bautista Morales (Tomo 1, pp. 129. l·ti. 165. 185. 209 Y 233). En
ese entonces. Morales es magistrado de la Suprema Corte.
62 FRANCISCO ZARCO: Historia del Congreso Extraordinario Constituyente de
1856 y 1857. México, Imprenta de Ignacio Cumplido. 1857. Tomo I, p. 783.
63 "Representación que hace el ilustrísimo señor Vicario Capitular y el Ca-
2H4 JESÚS REYES HE~üLES

Los periódicos católicos la emprenden en contra de la tole-


rancia, oponiéndose al proyecto de colonización. Las razones que
se esgrimen son múltiples y de muy diversa categoría: desde sos-
tener la diferencia entre tolerancia e introducción, partiendo de
que la tolerancia es un hecho y no una reglamentación, con el argu-
mento de que el catolicismo no es tolerante, hasta la afirmación
de que la tolerancia sería incitar al asesinato y al robo. 64
La prensa liberal apoya a El Monitor Republicano." Sostiene
que: 1) La intolerancia es antisocial; 2) La convivencia pacífica
en la sociedad de credos religiosos distintos está comprobada; 3)
La intolerancia es una preocupación anacrónica; 4) Sólo una mi--
noría es en México intolerante. El propio periódico publica un

bildo Metropolitano al Supremo Gobierno de la nación, contra el proyecto de tole-


rancia de cultos". México, 1849, Imprenta de La lUZ de la religián,
64 La 1'OZ de la religión, Tomo 1, p. 188: "La voz tolerancia". Op . cit., p. 198:
"Reflexiones sobre la ley de colonización", p. 192: "Excitativa a los mexicanos ver-
daderamente patriotas", es un ataque a la opinión de los redactores del proyecto de
colonización sobre tolerancia. El argumento es: colonización con católicos. Op, cit.,
p. 198 "Reflexiones sobre la ley de colonización". El catolicismo no es tolerante.
"tiene la intolerancia de la verdad". "La tolerancia no se cría; es un hecho que se
admite". El puro aumento de población no es un bien. La tolerancia es una mera
"moda". Op, cit.. p. 224: un impreso suelto de 1848: si los colonizadores no pueden
renunciar a su religión para tener tierras en México, menos van a renunciar los
mexicanos a la suya para que vengan. Igualmente. op, cit., número 16, p. 265: la
religión católica es firme apoyo de la República y la mejor garantía de los derechos
del hombre y del ciudadano en los países libres, Otra inserción de Guadalajara:
"Apuntes sobre la tolerancia en cosas trascendentales": "Es seguro que cualquiera
de los ilustrados ciudadanos que componen esa junta se horrorizaría al escuchar que
había mexicanos que aconsejaban al gobierno que proclamase la tolerancia o per-
misión del robo, del asesinato. de la prostitución y de la falsificación de la moneda
o de la fe pública como remedio contra nuestras interminables perturbaciones" (O/J.
cit., pp. 276-278). Otro impreso suelto en: op, cit., p. 319. Error capital de los
que profesan la tolerancia: op, cii., pp. ,47-379. Ligeros apuntes sobre la tolerancia:
op, cit., p. 411. Op, cit., número 27. p. 43: editorial '"A los enemigos del pueblo".
Op, cit., p. 450: Remitido en Puebla en contra de El Monitor Republicano (pp. 458-
474, 491 Y 507). Op, cit., p. "Un católico jalisciense". Los que quieren tolerancia o
no saben lo que quieren o no son católicos. Op, cit., p. 496: Homilía sobre la tole-
rancia cristiano-católica, en oposición a la tolerancia filosófica. Op, cit.. pp. 522,
529, 555 Y 609: Carta de un amigo a otro. contra la introducción de sectas en Mé-
xico. Op. cit., p. 167: "Carta de Teóphilo a Philopatro, sobre la tolerancia de culto
público de todas las sectas religiosas en toda la República Mexicana". Una segunda
carta en: Op, cit., p. 299. •
65 9 de agosto de 1848, número 1,185. Le responde ]. B. O. en La 1'OZ de la
religión, Tomo 1, p. 197.
LAS LIBERTADES 285

artículo con el sintomático título de "Algo sobre tolerancia"."


No le falta razón cuando dice que ha aparecido un alud ."de artícu-
los de declamación en contra de la tolerancia". Ellos tienen en co-
mún el llegar a decir que no debe haber colonización "para que
no vengan a la república los que no piensan y creen lo que nosotros
creemos y pensamos", o vengan, "pero a ser tiranizados en su
conciencia". El Monitor rebate el argumento de que "a las divi-
siones que ya tenemos se quiere agregar la de cultos". Todo lo que
a este respecto se dice es producto de la confusión, de los sofis-
mas, de las preocupaciones o de los intereses nada cristianos. Son
vaciedades que no merecen ser contestadas.
El problema, en sus términos más esenciales, es bien simple.
Se trata de resolver "si la potestad secular debe por sus leyes elegir
a la población de emigrantes o poner obstáculos". Es absurdo decir
que la religión católica está en riesgo "por que vivan en una mis-
ma nación los católicos con los que no lo son". Admitirlo sería
partir de la debilidad de la doctrina verdadera. No puede conce-
derse que las fantasías y abstracciones tengan más atractivos "que
el culto magnífico y pomposo que arrebata la vista con el oro y
las telas preciosas". Suponer que un "protestante triste, arrinco-
nado con la Biblia en la mano" sea una seducción para el pueblo,
a tal grado que induzca a éste a abandonar el templo a que per-
tenece, es caer en el absurdo y suponer el carácter endeble de la
religión que se practica.
El lvlonitor niega que la tolerancia destruya la unidad reli-
giosa. Ésta no se puede lograr ni por la ley ni por la fuerza, pues
ni una ni otra pueden uniformar opiniones; "pueden solamente
comprimirlas y la compresión no es medio de unidad". Termina
el periódico citando a Fenelón: "Ningún poder humano puede lle-
gar a forzar el atrincheramiento impenetrable de la libertad del
corazón. La fuerza jamás puede persuadir a los hombres; ella no
hace sino hipócritas".

66 17 de septiembre de 1848, número 1,224. Es rebatido por La 110% de la re-


ligión (Tomo 1, p. 20, número 331) y en particular por el Dr. José María Diez de
Sollano (Op. cit., número .. p. 747). Sollano, en su "Examen filosófico de la tole-
rancia religiosa" (Op. cit., números 13 y 17, pp. 214 Y 281, respectivamente), sos-
tiene que: 1) La tolerancia religiosa es absurda en sí misma; 2) Tolerar el error
es monstruoso; 3) La verdadera religión no puede ser indiferente; 4) La unidad
de una sociedad se cifra en la unidad religiosa. A su vez, El Monitor Repllblicano,
en los números 1,240 -3 de octubre de 1848- y 1,301 -4 de diciembre de 1848-,
rebate al Dr. Diez Sollano.
286 JESÚS REYES HEROLES

y no sólo la prensa liberal es rebatida por los periódicos ca-


tólicos. Hay pastorales, protestas de ayuntamientos" y representa-
ciones. Todos estos documentos reproducen los argumentos tradi-
cionales, pero a fines de 1848 y durante 1849, las representaciones
van a recurrir a otras objeciones. Ni el Congreso de la Unión ni los
de los Estados tienen "autoridad para decretar el tolerantismo y sí
sólo para proteger la religión católica"." Esta línea es fortalecida
a raíz de que la Cámara de Diputados declara con lugar a votar el
proyecto de colonización, por 37 votos de los 64 legisladores que
estaban presentes. En este momento las representaciones señalan
que los legisladores de 1847, que derogaron la parte del artículo
171 de la Constitución de 1824 que establecía la perpetuidad del
artículo 30., han dado lugar a esta polémica en torno a la libertad
de condencia."
Otras representaciones van más allá. Algunas se oponen ya

67 Pastoral del obispo de Guadalajara publicada en La voz de la religión,


Tomo 1, pp. 409, 423, 437 Y 455, firmada el 14 de septiembre de 1848. Carta de
Lázaro de la Garza, de septiembre 23 de 1848: "Por todas partes se extienden im-
presos en los que con el fin de que se establezca entre nosotros la tolerancia reli-
giosa, se vierten proposiciones y doctrinas, no sólo opuestas al Evangelio, sino a la
razón natural, y esto es lo que me estrecha a dirigiros la presente carta" ( Op, cit.,
p. 545). Representación de los habitantes de Puebla, con 2,000 firmas en contra de
la tolerancia (O p. ~ÍI., p. 577). "Manifestación que el obispo de Oaxaca ~ su cabildo
catedral, hace por sí y a nombre de todo su clero secular y regular, sobre el pro-
yecto de tolerancia religiosa" (Op. cis., número 38, pp. 619, 635 Y 651). "Exposi-
ción del ilustre Ayuntamiento y vecinos de Tecamachalco, contra la tolerancia de
cultos" (Op. cit., p. 671). De otros lugares se publican protestas en el mismo sen-
tido: de Córdoba (Op. cis., p. 683), de Guadalajara (p. 699), de Santa María de
los Lagos (p. 715) Y de Etzatlán (p. 731).
68 "Representación que el Ayuntamiento y vecinos del Valle de Santa María
Huamustitlán dirigen al Congreso del Estado de Puebla". Puebla, 1848, Imprenta
de Juan Nepomuceno del Valle. "Representación del vecindario de Zacatecas, al
Excmo. Sr. Presidente de la República, general D. José Joaquín de Herrera, sobre
el proyecto de tolerancia de cultos en la República Mexicana". Guadalajara, 1849,
Imprenta de Rodríguez.
69 "Representación del Ayuntamiento y vecindario de la Villa de Tepatitlán
a las augustas Cámaras contra la tolerancia de cultos", Guadalajara, 1849. Tipografía
de Dionisio Rodríguez. Otero en su voto particular, en el artículo 21, había propuesto
que en cualquier tiempo podrían reformarse los artículos de la Constitución, siempre
que asf lo acordasen dos terceras partes de las cámaras o la simple mayoría de dos
congresos distintos e inmediatos. Señalaba, también, que las reformas que limitaran
la extensi~n de los poderes de los Estados, necesitarían la aprobación de la mayoría
.de las legISlaturas y' establecía que, en ningún caso, se podrían alterar "los principios
LAS LInERTADES 287

no a que la tolerancia sea conveniente para la colonización, sino


a la colonización misma, que consideran perjudicial para el país."
Los vecinos de Puebla representan contra la libertad de cultos
en un tono que no oculta la amenaza. No está, dicen, en la mente de
sus autores "amenazar al Gobierno" con la "revolución que traería
consigo la libertad de cultos". Sólo pretenden que las autoridades
se resistan a sancionar una ley "que está en abierta pugna con la
voluntad general de la nación".71
El intento por consignar una tolerancia restringida o parcial
por la vía indirecta de una ley de colonización, se frustra. Pero él
constituye un claro antecedente, no sólo ideológico, sino incluso,
legislativo -en cuanto hay una batalla al respecto-- de la lucha
por la libertad de conciencia.

LOS TRES ANGULOS DE LA LIBERTAD

Después de Ayutla, la lucha por la tolerancia vuelve a sur-


gir vigorosamente. Esto no quiere decir que durante los gobiernos
moderados, aunque en forma menos evidente, las fuerzas liberales
hayan dejado de pelear por este principio.
Como sabemos, Melchor Ocampo, en su representación sobre
reforma del arancel de obvenciones parroquiales, funda el carácter
voluntario de las oblaciones precisamente en la libertad de con-
ciencia, en "el natural derecho que cada hombre tiene para ado-
rar a Dios según las intuiciones de su conciencia"72 Esto lo dice

primordiales y anteriores a la Constitución" que establecen la independencia de la


nación, su forma de gobierno, republicano, representativo, popular, federal, y la
división, tanto de los poderes generales, como de los Estados (El RepNblir4no, 16
de abril de 1847). El artículo 21 del proyecto de Otero se convirtió en los artículos
28 y 29 del Acta de Reformas. Por lo consiguiente, como preceptos intocables de
los señalados en el artículo 171 de la Constitución de 1824, desaparecían la libertad
de imprenta y la religión.
70 "Representación del Ayuntamiento y vecinos de Totachique, que hacen al
S. Gobierno contra la tolerancia de cultos". (Sin pie de imprenta).
71 "Respetuosa excitativa que los vecinos de Puebla hacen a las supremas auto-
ridades de la República contra de la libertad de cultos". Puebla, 14 de febrero de .
1849, Imprenta de Juan N. del Valle. Igualmente, la del Ayuntamiento y vecindario
de Zapotlanejo (Guadalajara, 1849, Imprenta Rodrlguez) dice que la tolerancia sus-
tituirla "a la unidad la discordia religiosa".
72 MELCHOR OCAMPO: Obras rompleJ4s, Tomo 1, Polémicas religiosas. Mm·
co, D. F. Vázquez, Editor, 1900, p. 2. La Representación es del 8 de marzo de
288 JESÚS REYES HEROLES

Ocampo a principios de 1851 y si bien su controversia es con el cura


de Maravatío, en realidad, contesta también a los periódicos, que,
como La voz de la religián." no dejan de oponerse a la tolerancia
religiosa. La tolerancia de cultos -dirá este periódico-, "es tan
factible como la república de Platón". Ella "nunca pasará de una
teoría fundada en sofismas bellos y seductores pero diametralmente
opuestos a la naturaleza del hombre y a la experiencia de los siglos".
En ese año de 1851, otro episodio contribuye también a que
se polemice sobre la libertad de conciencia. En efecto, en los dos
calendarios para ese año, de D. M. Murguía, se presenta una pará-
bola contra la intolerancia." Y El Monitor Republicano" publica
un interesante editorial sobre "Tolerancia religiosa", que da en el
blanco por más de un concepto: "Los sectarios del profeta y los
católicos romanos, quizás sean hoy día los únicos que dan el escán-
dalo de la intolerancia". No debe escapar a nuestra atención lo que
este paralelo entre el catolicismo y el islamismo puede significar
en 1851. Pero El Monitor va más allá:
¿Se quiere saber dónde está la fuente de la intolerancia? Pues
dirijámonos a los obispados, cabildos eclesiásticos, conventos y curatos,
y preguntémosles: ¿Dónde están tus rentas? ¿Cuáles son tus bienes?
Porque es preciso saberlo; toda religión rica es intolerante: no es la
gloria de Dios la que se defiende, sino las comodidades terrestres las
que se sostienen.ts

El Plan de Ayutla, de 10. de marzo de 1854, no hace alusión


a la tolerancia. Pero ello no debe extrañarnos, por la naturaleza

1851. Ocampo adara cuáles son las intuiciones de la conciencia: "Como parece que
usted desea le diga cuáles son las intuiciones de la conciencia, conforme a las cuales
creo que se tiene derecho a adorar a Dios, por complacerlo le diré, que se llaman
así desde que escribieron Kant, Fichte, Schutzembert y otros, aquellos actos indelibe-
rados, que bien' pudieran por su espontaneidad llamarse instintos morales, por los
que cada hombre, en cada ocasión dada, y conforme a la luz infalible, por regla ge-
neral, que Dios se ha dignado darle, ve dentro de sí (intuición se llama ese acto),
cual es su deber." (Op. cit., Respuesta primera a la impugnación de la representa-
ción, 20 de abril de 1851, pp. 77-78).
73 Tomo 11, 29 de enero de 1851, p. 29.
74 Se ocupa de ello La voz de la religión, Tomo 11, número 26, 8 de marzo
de 1851.
75 17 de junio de 1851.
16 Le contesta La voz de la religión, de 18 de junio de 1851, Tomo 11, nú-
mero 49.
LAS LlBERTADES 289

misma de este Plan y por su carácter eminentemente concreto. Siete


meses después, el caudillo de la revolución del sur, don Juan Alva-
rez, publica un manifiesto en que claramente se contiene como
postulado revolucionario la tolerancia. Este manifiesto, importante
por varios conceptos, establece que nadie tiene derecho para obligar
a un hombre "a rendir a Dios su homenaje de una sola manera".
Al mismo tiempo, señala la separación de las instituciones, funda-
mentalmente del ejército, de los actos relativos al culto. En un
lenguaje un tanto rebuscado y a la vista del ejemplo norteameri-
cano, don Juan Alvarez publica el siguiente párrafo:

Saben los surianos que si Dios es el criador y supremo legislador


del universo, sus leyes son las causas primeras del movimiento físico
y moral del mundo; más plugo a su santa voluntad hacer que el hom-
bre obrase en las segundas causas por sí, y quedase sometido a sus
efectos según fuese su conducta en la tierra. Así, pues, mexicanos, la
República del Norte es grande, poderosa, rica, floreciente: allí ni el
gobierno ni los ciudadanos se creen autorizados para estrechar a sus
semejantes a rendir a Dios su homenaje de una sola manera: allí los
soldados son para defender la patria y las leyes, no para impedir a
las gentes la entrada a los templos porque no visten de este o del otro
modo, porque todos son hijos de Dios: allí el soldado no es adorno
de procesiones, ni forma parte del insultante séquito del tirano: allí
no hay tiranía ni influencia eclesiástica en el gobierno: allí -RO se
derrochan los caudales públicos en bailes, en contratas ruinosas, ni
se pagan espías y delatores: allí el ciudadano duerme tranquilo bajo
la égida de la ley.77

El Monitor Republicano, el 20 de septiembre de 1855, en un


artículo titulado precisamente "Intolerancia", dirá: "El pensamien-
to es soberano; emitirlo con libertad, es una de esas garantías tute-
lares que ha reconquistado la revolución" .78
Unos días después, El Círculo de la Reforma, abierto por El
Monitor Republicano el 24 de septiembre de 1855,79 postula en ~a'
teria de libertades: "Libertad de imprenta, libertad de pensanl1en-
t?, libertad de palabra, derecho de reunirse para hablar de polí-
trca... "

77 Proclame de! General Juan Álvarez. Ciudad Guerrero, octubre 19 de 18'4.


Acapulco, Imprenta del Sur.
78 Año 100., tercera época, número 2,936.
79 Número 2,940.
290 JESÚS REYES HEROLES

Por su parte, El Siglo Diez y Nueve, de 27 de septiembre de


1855,80 publica y comenta un artículo del Trait D'Unión en que
se refiere a un folleto conservador que sostiene que la libertad de
conciencia existe de hecho entre nosotros y que el consignarla for-
malmente no estimularía la inmigración. Después de rebatir las
afirmaciones de este folleto, asienta que, prescindiendo de estos so-
fismas conservadores, puede afirmar que la tolerancia de cultos mo-
ralizaría al clero mexicano y ayudaría al desarrollo del país. Como
tesis sostiene: "La libertad de conciencia es la base de todas las li-
bertades; sin ella no lograrán nada los partidarios de la libertad
política y de la libertad socia!". Concluye manifestando que: "El
triángulo necesita estos tres ángulos: libertad religiosa; libertad
política y libertad social".
La división de los liberales en puros y moderados ni siquiera
roza el problema de la libertad de conciencia. La diferencia era
de método y de ritmo; unos querían ir velozmente en las reformas;
otros preferían ir gradualmente. Pero en cuanto a libertad de con-
ciencia, no había discrepancia. Ello. de diciembre de 1855 se ce-
lebró un banquete de unificación liberal en "El Tívoli". A él asis-
tió el jefe de los liberales puros, en ese entonces Juárez, y el jefe
de los moderados, Yáñez. Están presentes también Ponciano Arria-
ga, Lafragua, Baz, Payno, Félix Romero, las cincuenta gentes más
conspicuas del liberalismo, y en esa ocasión Ponciano Arriaga dirá:

¿Qué son entre nosotros las clasificaciones de puros y modera-


dos? Modificaciones de un sentimiento: la libertad. ¿Qué importan los
errores y las equivocaciones de los hombres? La libertad es el pensa-
miento de Dios.u

Los liberales mexicanos que se habían dividido, fundamental-


mente frente a la guerra o la paz, permanecen fuertemente unidos
ante la libertad y es ésta el denominador común que los agrupa.
Ya dictada la Ley de Administración de Justicia, el Acta de
Jacala, de 18 de febrero de 1856, contiene un fuerte alegato a
favor de la libertad de conciencia, con una petición concreta para
su consignación. En efecto, en este documento se pide la libertad
absoluta y muy especialmente la de conciencia, y se considera a

80 Año 15, cuarta época, número 2,466.


81 El Monitor Repllb/irano. 14 de diciembre de 1855. número 2;030.
LAS LIBERTADES 291

ésta indispensable para aumentar la población nacional y elevar


la categoría del país:
Persuadidos de que la felicidad de los pueblos parte de su civi-
lización, y que para el desarrollo de ella es esencial la libertad absoluta
y muy especialmente la de conciencia, pues con las trabas que la in-
tolerancia religiosa pone a los progresos del entendimiento humano,
los pueblos jamás se elevan al rango de poder y de felicidad a que
son llamados por el Ser Supremo, y que así pueden conservar su inde-
pendencia y llegarán a ocupar la categoría de una gran Nación por
el aumento de su población, cuyo resultado se deduce de los princi-
pios que dejamos asentados ...

De conformidad con tales principios, el Acta de Jacala, como


primer punto petitorio establece el siguiente: "La libertad en toda
su plenitud y por consiguiente la protección de cultos"." Este es,
la libertad absoluta, de acuerdo con la declaración que antes he-
mos transcrito, supone la de conciencia, y la existencia de ésta
obliga a proteger todos los cultos. Tal y no otro el sentido del
Acta de Jacala, en lo que se refiere a libertad de conciencia.
Toda la evolución política anterior confirmaba como meta li-
beral dicha libertad y para cuando se inicia el Congreso Constitu-
yente 1856-57, el pensamiento de los liberales al respecto se ha
exteriorizado muchas veces. Se sabe que la libertad de conciencia
es el cimiento de todas las libertades y que sin ella las demás son
precarias. O como El Monitor Republicano afirmará:
La libertad de conciencia, sin la libertad de las manifestaciones
del pensamiento es nada: la libertad de palabra, la libertad de ense-
ñanza, la libertad de imprenta, la libertad de cultos, son fases dife-
rentes de la libertad de espíritu. 83

Ahora bien, no obstante este clima, la Constitución de 1857


no consigna expresamente la libertad de conciencia. ¿Cómo se de-
sarrollaron los acontecimientos en el Congreso Constituyente? ¿Por
qué la división de los liberales vol~ió a manifestarse ante la liber-
tad de cultos?

82 Bus JosÉ GUTIÉRREZ: Leyes de Reforma. Colección de las disposiciones


que se conocen con este nombre, publicadas desde el año de 1855 al de 1868. Mé·
xico, Imprenta, de El Constitucional, 1868. Tomo 1, p. 31.
83 18 de abril de 1856, número 3,146.
292 JESÚS REYES HEROLES

EL CONSTITUYENTE 1856-57

Las corrientes y SUJ puntos de uista

El debate sobre la libertad de cultos en el Congreso Constitu-


yente'" fue el que, sin duda, mayores intervenciones originó, el
que más discusiones engendró y, además, el que más interés suscitó,
no sólo entre los constituyentes, sino también en la opinión pública.
Al iniciarse los debates, Zarco comenta que en la discusión,
la buena fe, la franqueza y el valor civil campearon con una sin-
ceridad que justifica al Congreso. Zarco se refiere al concurso 'in-
menso que llenó las galerías al iniciarse la discusión y a las intrigas
de los reaccionarios que se empeñaron en "buscar gentes que fueran
a insultar a los representantes del pueblo".
El proyecto de Constitución presentado por la Comisión se re-
fería en su artículo 15 a la libertad de conciencia. Textualmente
este precepto establecía: "No se expedirá en la república ninguna
ley, ni orden de autoridad que prohiba o impida el ejercicio de nin-
gún culto religioso; pero habiendo sido la religión exclusiva del
pueblo mexicano la Católica, Apostólica Romana, el Congreso de
la Unión cuidará por medio de leyes justas y prudentes, de prote-
gerla en cuanto no se perjudiquen los intereses del pueblo ni .los
derechos de la soberanía nacional". 85 Este artículo era debido a
Ponciano Arriaga, y en él resalta, desde luego: 10.-El enunciado de
la tolerancia en forma negativa. No se dice que hay libertad de cul-
tos, sino que ninguna autoridad podrá prohibir o impedir la toleran-
cia; 20.-Se presenta trabado, estrechamente vinculado el problema
de la tolerancia con el de la secularización de la sociedad. Así como
la Constitución de Cádiz -intolerante- a título de que la nación
debía proteger la religión católica con leyes sabias y justas, permitió
a los liberales españoles suprimir el Santo Oficio, en el proyecto
de artículo 15, a título de proteger la religión católica por medio de
leyes justas y prudentes y en cuanto no perjudiquen los intereses
del pueblo ni la soberanía nacional, se están poniendo los medios
para emprender la secularización. En las discusiones se dirá que el
artículo consigna en forma negativa la tolerancia y admite simple-

84 ZARCO: Op, cit., Tomo 1, p. 771 Y sigs,


85 Op. &;1., Tomo 1, p. 469.
LAS LIBERTADES 293

mente el hecho de que la religión católica ha sido exclusiva del


pueblo mexicano: reconoce el principio y junto a éste el hecho in-
discutible. Pero en el fondo, lo que se observa es el propósito de
consignar la tolerancia y dar las bases para la secularización.
Tal precepto, sin embargo, se iba a enfrentar a la siguiente
oposición: 10.-Representantes liberales a quienes no satisfacía la
forma evasiva que el artículo 15 adoptaba frente al problema;
20.-Constituyentes restauradores que representaban la vieja co-
rriente de intolerancia. Eran quienes, en el fondo, aspiraban sim-
plemente a resucitar la Constitución de 1824 o poco menos; 30.-La
corriente que interpretaba la postura del Poder Ejecutivo, es decir,
la de aquellos representantes ligados a Comonfort, que querían,
más que nada, eludir problemas, amortiguar la lucha, o ganar tiempo.
Si este es el cuadro esquemático de las corrientes políticas sur-
gidas en el Congreso Constituyente a propósito del artículo 15, debe
aclararse que las posiciones doctrinarias esencialmente se redujeron
a las siguientes: 1) Estar a lo previsto por el Código de 1824; 2)
Establecer la contestación de que la religión del país es la católica,
suprimiendo la prohibición que de cualquiera otra religión hacía
el texto de 1824; 3) Proclamar el principio de la tolerancia, dejan-
do su aplicación a las legislaturas de los Estados; 4) Adoptar la
omisión de la Constitución sobre el punto; y 5) Aprobar el artículo
15 del proyecto de la Comisión.
Entre estas corrientes hay, por una parte, importantes matiza-
ciones, por otra, exposiciones doctrinales claves para entender el
significado de nuestras libertades y el papel de la Constitución de
1857 y de las Leyes de Reforma al respecto. A ello hay que agregar
que las discusiones en el Constituyente en sus argumentos y contrargu-
mentos vienen a ser un brillante compendio del debate que por
la libertad de conciencia se desarrolla en el largo proceso histórico
nacional.

Un restaurador y tres defensores del artículo 15

Los que podríamos llamar restauradores se manifiestan en el


Congreso apenas iniciados los debates. Es el diputado por Du-
rango, Marcelino Castañeda, quien inicia el 29 de julio de 1856,
la discusión oponiéndose a la libertad de cultos. Para Castañeda,
en un pueblo en que hay unidad religiosa, no es conveniente que
la autoridad introduzca la tolerancia de cultos; al hacerlo el congre-
294 JESÚS REYES HEROLES

SO atentaría contra un sentimiento popular y conculcaría sus mis-


mos títulos, violando la voluntad nacional. Se escucha el viejo
argumento de Juan Bautista Morales, de que una cosa es la toleran-
cia y otra la introducción de religiones extrañas. Para el diputado
restaurador, siendo la tolerancia contraria a la voluntad nacional,
no puede ser sancionada por la ley, "porque esta ley sería un absur-
do, sería un contrasentido; esa ley, en fin, no sería ley". Aun su-
poniendo que la tolerancia fuese un beneficio, éste repugna al pue-
blo de México. La religión católica, agrega, se acomoda "a todas
las sociedades, a todos los tiempos, a todas las formas de gobierno",
y vuelve a surgir una vieja tesis:

Por otra parte, la tolerancia de cultos es el efecto de costumbres


establecidas, es el resultado de hechos existentes. La tolerancia reli-
giosa no puede crearse por la ley, sino reconocerse por el legislador:
ella nace del hecho y no del derecho.

Castañeda rebate la idea de que sin tolerancia no puede haber


inmigración. Y la rebate con un argumento práctico: para que haya
inmigración "basta la tolerancia pasiva que los extranjeros disfru-
tan en México".
Mata en su primera intervención, hace un resumen venturoso
de todos los alegatos en pro de la libertad de conciencia presentados
en nuestro país. Desde el argumento de que es imposible física-
mente coaccionar las conciencias hasta el de que la libertad de cultos
fomentaría la inmigración. Aclara que el artículo 15 del proyecto
es resultado de múltiples conferencias en el seno de la Comisión,
de serios estudios y de profundas meditaciones y no sobre el prin-
cipio que contiene sobre el cual no se abrigan dudas, "sino acerca
de la conveniencia o inconveniencia de su aplicación en nuestro
país". No se trata de una verdad abstracta, inalcanzable para Mé-
xico. El principio está al alcance del país. La libertad de concien-
cia es un don precioso del hombre, y:

De la consignación de ese gran principio tenía que deducirse


forzosamente la consecuencia de que estando fuera de la acción legí-
tima de la sociedad los actos que el hombre ejecuta para ponerse en
relación con la divinidad, ninguna ley ni ninguna autoridad puede
tener derecho a prohibir a ningún hombre los actos que tienden a
adorar a Dios del modo que su conciencia le dicta.

LAS LIBERTADES 295

Mediante el artículo 15, agrega, el legislador reconoce que no


tiene derecho a inmiscuirse en un asunto que le es ajeno "y por
lo mismo nada previene, se abstiene de ingerirse en él, se aparta
de mezclarse en lo que se refiere a las relaciones entre el hombre
y Dios". La deducción es obvia: en México puede haber libertad
de cultos como puede haber libertad de creencias, sin que ello sea
expresamente estatuido. Tal principio es una verdad filosófica. Ma-
ta recuerda las naciones en que la tolerancia existe, para asentar
como tesis general: "La libertad de conciencia, es, pues, un prin-
cipio que bajo ningún aspecto puede ser atacado legítimamente, y
la libertad de cultos, consecuencia forzosa de ese mismo principio,
no puede negarse sin negar aquél". Rebate a quienes consideran
que no debe consignarse en un código constitucional nada sobre
religión. Y al respecto emplea un razonamiento que, en nuestro
concepto, debe valorarse como puramente táctico:
En un país como el nuestro, en que no se puede decir que ciertas
verdades hayan triunfado tan absolutamente, que no tengan opositores,
y cuando los enemigos de la libertad emplean contra ellas hasta las
armas más vedadas, la circunstancia de haber omitido el articulo sobre
religión, habría dado lugar a que la comisión de constitución hubiese
sido presentada ante la república como compuesta de ateos, de hom-
bres sin creencias religiosas de ninguna especie.

Más adelante, habla de que en México priva "el exclusivismo


religioso", circunstancia que hace que para establecer en toda su
plenitud los derechos del hombre, se tenga que hacer mención "del
primero de todos, de aquel que por su naturaleza es superior a
todos los demás, y que, a pesar de esto, ha sido violado, ha sido
hasta hoy hollado entre nosotros". De no consignar el principio
de libertad de conciencia en la Constitución, los derechos del hom-
bre quedarían incompletos y una ley secundaria podría venir "a
prevenir el exclusivismo religioso". El artículo consigna un "hecho
existente": el que la mayoría de los mexicanos es o se dice católico.
y junto a ello la protección legítima de esa religión. De ser otra
la situación del país, agrega Mata, habría sido él el primero en
sostener que "estando el gobierno instituido sólo para las cosas
civiles, ningún participio, ni directo ni indirecto, debía tener en
los asuntos religiosos". Pero este principio tiene que subordinarse
a.,las condiciones particulares del país y México no est~ .en posi-
Clan de que el gobierno se desatienda de los asuntos religiosos.
296 JESÚS REYES HEROLES

Contrargumenta frente a aquellos que sin objetar el principio


de la libertad de conciencia consideran que nuestro pueblo no está
maduro para disfrutarla. Desde 1810 México está en lucha, dice
Mata, por los mismos principios, peleando contra el despotismo y
con un solo fin: conseguir la libertad. Por consiguiente, la libertad
de conciencia y la de cultos es una consecuencia de la lucha ya vie-
ja del pueblo de México. Recuerda la agitación que hubo en 1848,
cuando Veracruz pidió que se decretase la libertad de cultos y cómo
a la representación de esta Entidad se opusieron miles de repJ;esen-
taciones "pidiendo el exclusivismo religioso". Mas en el año de
1856 la libertad religiosa ya no es un eco débil de unas cuantas
personas, sino "el eco robusto de miles y miles de voces que se pro-
pagan por todos los ángulos de la república". Se están empleando
contra el pueblo los mismos medios que se usaron en 1848; pero
los liberales ya han aprendido la lección. Sólo unas cuantas repre-
sentaciones, dice Mata -y no deja ser conservador en ello-, se
han dirigido al Congreso pidiendo el exclusivismo religioso. Pero
para reunirlas "ha sido preciso buscar firmas donde nunca se ha-
bían buscado, ha sido necesario acudir a las mujeres, a las sencillas
y cándidas mujeres, a quienes por la primera vez se las ha obligado a
presentarse en la escena política. Mata, por último, niega que la
tolerancia de cultos destruya la unidad religiosa. Se pregunta en
qué consiste esta unidad, para responderse que si se trata: de la
unidad que resulta de la uniformidad de creencias, "esa unidad
existe por sí sola, esa unidad es legítima y se sostiene con la ley,
sin la ley, y a pesar de la ley". En cambio, si se quiere que esa
unidad religiosa sea fruto de la compulsión, de la violencia del
poder sobre la conciencia, ella "es una mentira", es una unidad
forzada y no voluntaria. Esta unidad, además, sería un crimen que
aniquilaría el mismo sentimiento religioso.
Sigue a Mata, en apoyo a la libertad de cultos, José Antonio
Gamboa, quien califica la libertad de conciencia como el "primer
principio de la libertad del hombre". Ningún hombre tiene dere-
cho a prohibir a otro hombre "que adore a Dios según sus creen-
cias". Junto a esta tesis está la interrogante de si Conviene a México
la libertad de cultos. Gamboa pone en relieve el contrasentido de
esta interrogante y, además, la posición extrema a que conduciría
el no consignar la libertad de cultos " ... no hay justo medio: o la
in9uisici6n, o la libertad de cultos". Lo que pasa es que los ene-
migos de las libertades no se atreven a combatir el principio abs-
tracto de la libertad de conciencia, sino 5610 "su aplicaci6n a nues-
;o

LAS LIBEI~TADES 297

tra nación". Enlaza la libertad de conciencia con la colonización.


No habrá inmigración a México a menos que haya tolerancia. Sin
ésta, sólo aventureros vendrán a nuestro país. Replica al argumen-
to de que de hecho existe tolerancia en nuestra nación, puesto que
hay extranjeros no católicos que viven en México. Esos extranjeros
no viven contentos, "están con el pie en el estribo", dado que la
ley no reconoce sus matrimonios, se duda si debe dárseles sepultu-
ra, es decir, o se convierten en unos hipócritas sacrílegos frente a
su religión o vuelven a su país. Gamboa hace el inventario de los
presuntos males que la tolerancia de cultos produciría a México. Se
dice que se perdería la religión tradicional en México, que se rom-
pería la unidad religiosa, que renacerían los idólatras indígenas.
Todo esto es calificado de superchería por Gamboa, quien localiza
la resistencia en un solo factor:

Señor, mientras el clero no obedezca las leyes del gobierno; mien-


tras al clero no se le obligue a cumplir con sus deberes sociales, el
pueblo no estará preparado a ninguna reforma; porque el clero se
opondrá a todas. Nuestro pueblo, no es intolerante, Señor; pero el
clero sí quiere conservar sus prerrogativas y por eso quiere echarnos
encima al pueblo.

El clero se opone porque quiere conservar sus prerrogativas


de clase privilegiada, de cuerpo rico e influyente en los gobiernos.
La tolerancia debe ser establecida en la Constitución, no puede que-
dar a decisión de los Estados. Ella es la piedra de toque para la
evolución política de México:

Ya es tiempo, Señor, de que el partido progresista de México


fije definitivamente su programa, y éste no puede darse sin la base
primordial de la libertad de cultos.

José María Castillo Velasco interviene apoyando también la


libertad de conciencia. No tenemos derecho a impedir a los extran-
jeros que adoren a Dios a su manera. Sin la libertad que preceptúa
e~ artículo 15 del proyecto, el templo se convierte en un lugar de
hipocresía. Para Castillo Ve1asco, al pueblo no repugna la toleran-
cia y tampoco al clero entendido en su sentido cristiano. Pero, ade-
más, el artículo 15 no entraña una cuestión religiosa, sino un asun-
to esencialmente social y político:
298 JESÚS REYES HEROLES

Se trata de los derechos del hombre, y la libertad de cultos es


uno de esos derechos, que en vano se dice que son varios, cuando el
derecho es uno solo, y varias las garantías que se le conceden para
su desarrollo y ejercicio. ¿Qué son la propiedad y la seguridad, sino
garantías de la libertad? ¿Qué es el derecho privativo esencial del
hombre? ¿Y cómo puede concebirse la libertad, si se le mutila, si se
10 limita en lo que más afecta al hombre, en su creencia religiosa, en
su culto a la divinidad?

Zarco Radical

Entra en el debate Francisco Zarco, quien empieza por enjui-


ciar el significado de la oposición. Nos atacan, dice, no por lo que
valemos, "sino porque nos consideran como defensores de la liber-
tad". Se confiesa católico, apostólico romano, jactándose de serlo.
y agrega que si no fuera católico tendría el valor de decirlo. Zarco,
en esta intervención, impugna el artículo. Lo divide, al efecto, en
dos partes: la primera que "promete que no se prohibirá el ejercicio
de ningún culto" y la segunda que "se ocupa de la protección a la
religión católica, sin que se perjudiquen los intereses del pueblo ni
los derechos de la soberanía nacional". No acepta la redacción de
la primera parte. No le parece que el principio de la libertad de con-
ciencia o tolerancia de cultos se establezca de una manera franca
y categórica; se inicia "por medio de negaciones que traicionan la
timidez y la vacilación". Critica la enunciación negativa del artículo
y postula una positiva: "La república garantiza el libre ejercicio de
todos los cultos". En cuanto a la segunda parte, desdeña la tesis
de que al señalar la religión católica como religión nacional, sim-
plemente se consigne un hecho: "Yo entiendo que las constituciones
deben ser una colección de preceptos y no un registro de hechos".
En lo que toca a la parte restante, la promesa de protección a la
religión católica, le parece anfibológica. ¿Cómo podría protegerse
la religión, cuando resultan perjudicados los intereses del pueblo o
conculcados los derechos de la soberanía nacional? No sin elocuen-
cia, Zarco añade: "Como católico, rechazo esa protección que se
ofrece a la religión que profeso". El catolicismo no necesita la pro-
tección de las potestades de la tierra. Por el contrario, "la verdad
católica es la que protege al género humano". El catolicismo, no se
mezcla con las formas de gobierno, "se aviene a todos los sistemas
políticos", proclama la libertad, igualdad y fraternidad de todos
LAS LIBERTADES 299
los hombres. Por lo consiguiente, nada puede temer la soberanía
del pueblo de parte de la religión católica.
Ahora bien, si la precaución que se contempla en el artículo
15 del proyecto se dirige al clero, la cosa cambia de aspecto, por-
que entre clero y religión hay un abismo. Si se habla de proteger
al clero enriquecido, enemigo de la libertad, es preciso alarmarse
de lo que significa el artículo 15.
Pero es el principio doctrinal el que a Zarco preocupa: "Si se
proclama la libertad de conciencia, ante el legislador los cultos
todos deben ser iguales; proteger a unos puede ser hostilizar a los
demás". Zarco no cree que la Comisión redactora haya querido esta-
blecer religión dominante o religión de Estado. Cree en "la como
pleta independencia entre la iglesia y el Estado". Por tanto, se
manifiesta en contra de la segunda parte del artículo 15. Por dis-
ciplina, sin embargo, confía en que la Comisión modifique el aro
tículo, en la inteligencia de que si no lo hace, votará la reforma
contenida en el precepto y ello "porque siempre estoy dispuesto a
seguir al que dé un paso en la senda del progreso".
Después, Zarco entra en la que llama gran cuestión: la liber-
tad religiosa. Se ocupa en quienes se oponen a la libertad de con-
ciencia, como Clemente de Jesús Munguía, o como las señoras que
firman representaciones. Valora las representaciones que se han
hecho ante el Congreso. Ellas no expresan la voluntad nacional.
No sin ironía, Zarco menciona la representación del obispo de
Oaxaca, que como argumento en contra de la tolerancia señala
la posibilidad de que los indígenas de ese Estado vuelvan a la ido-
latría. Todos estos argumentos los trata con desdén y le extraña
que don Luis de la Rosa, que es Ministro de Relaciones, emplee
argumentos similares hablando de la unidad religiosa y de la im-
posibilidad de que el Gobierno, una vez proclamada la libertad de
conciencia, pueda enviar misioneros a los bárbaros. Zarco señala
que por la intolerancia se perdió Texas, la Alta California y la Me-
silla, y agrega que si no admitimos la colonización, tal vez perdere-
mos nuestra nacionalidad y nuestra independencia, por salvar lo
que se llama unidad religiosa. De la Rosa, agrega, partidario antes
de la tolerancia, se hace su enemigo porque ha visto los Estados
Unidos. Para Zarco, la unidad religiosa establecida por la leyes
una iniquidad. "Yo -dice- seré católico, quiéralo o no la cons-
titución, quiéranlo o no los congresos y los gobiernos". Implora a
l~ asamblea constituyente "que decrete la libertad de conciencia,
sin lo que nada habríamos conquistado".
300 JESÚS REYES HEROLES

Arriaga señala que él fue el autor del artículo 15, a discusión.


Considera que sería imposible una sociedad libre sin la libertad de
cultos. Democracia y religión dominante están reñidas. Acepta, sin
embargo, una posible nueva redacción, "con tal que se consigne
en ella el verdadero principio de la libertad de conciencia".

Surge la tesis de la omisión y la discmián se extravía

El día 30 de julio las galerías están llenas y se arrojaron pa-


peles impresos con leyendas en contra de la tolerancia. Cortés Es-
parza combate el artículo. Informa que desde la Comisión redac-
tora opinó "que se omitiera todo el artículo relativo a religión". En
la Comisión se le dijo "que la omisión era un medio de transigir".
Rechaza tal cargo, pues él no transige con los enemigos de la
libertad:
Yo creo que el congreso no tiene autoridad para legislar en estas
materias, y que legislar prohibiendo, permitiendo o tolerando ciertos
cultos, es una usurpación de facultades que no nos competen, y em-
peñarse en que la constitución no tenga la homogeneidad que debe
tener, haciendo que se ocupe de materias disímbolas.

Cortés Esparza defiende la libertad de conciencia, viéndola


como "el más precioso de los derechos del hombre", pero cree "que
este derecho no necesita por su propia esencia del amparo de la
constitución, como no se necesita decir que el hombre tiene derecho
a la luz del día". Pide, en consecuencia, que se retire el artículo.
González Páez se plantea, en primer lugar, si es conveniente
la libertad de conciencia, y en segundo lugar, si ella debe figurar
en la Constitución. Sus argumentos fundamentales se centran en el
fomento de la inmigración, declarándose en pro de todo el ar-
tículo 15.
Prieto, después de irse por lirismos, da una definición cate-
górica:
La cuestión de tolerancia de cultos es, la no ingerencia del poder
público en las manifestaciones que sin perjudicar a los demás, le
hagan los hombres a su Dios. Es el respeto a la conciencia de los
demás, no es que se nos imponga una creencia, sino que no mandemos
en las concienciaS de los otros, porque no tenemos poder en las con-
ciencias de los demás.
LAS LlBERTADES 301

Analiza el proyecto, dejando para intervención posterior pro-


poner la supresión del artículo o la simple declaración de la liber-
tad de conciencia. Hace la exégesis del artículo 15, para decir que
éste requiere ser cambiado quitándole la restricción de sólo prote-
ger la religión católica; es decir, protección a todas las religiones,
pues si no, la libertad es irrisoria. La Comisión, con el artículo 15,
en lugar de promulgar un derecho, consigna una esperanza que se
semeja mucho al engaño. El debate es grave y la nación está pen-
diente de sus resultados. Debe tenerse en cuenta que: "Al decretar
la libertad de conciencia sólo se declara que las relaciones del hom-
bre para con Dios no son de nuestra jurisdicción".
Prieto agrega que está en contra del consorcio del poder es-
piritual con el civil, pero que en el debate hay otra cuestión que
él cree debe aclararse: "Parece que el gobierno quiere hacer el pa-
pel de mártir que está con los pies descalzos, echándose ceniza en
la cabeza y murmurando fórmulas de penitencia". Interpela, por
consiguiente, al ministro de Relaciones, don Luis de la Rosa, "para
que diga cuál es la opinión del gobierno en este asunto".
De la Rosa elude el problema. Expresa que el gobierno no
tiene por qué manifestar su opinión, sino dar a conocer la que en su
concepto, es la opinión del país, "lo que hará cuando esté más avan-
zado el debate".
Miguel Buenrostro asienta que cuando vio los oradores que se
inscribieron en contra del artículo 15, temió que se le viniera la reac-
ción encima al país, pero que con agrado vio que no iban contra lo
positivo del artículo 15, sino que simplemente se quería más am-
plitud en el precepto. Le parece la fórmula del artículo satisfactoria
y cree que la religión no debe ser punto omiso en la Constitución,
"porque la intolerancia existe de hecho, y en virtud de leyes secun-
darias, y necesita ser abolida por una ley superior, por la carta
fundamental".
Mariano Arizcorreta lee un largo discurso en contra del ar-
tículo 15 y en contra de los extravíos en que, dice, incurre la discu-
sión. Hay que ordenar ésta: "Ni los que combatimos el artículo
hablemos de la verdad de la creencia ortodoxa de la religión cató-
lica, ni los que lo sostienen nos inculquen principios de la liber-
tad de conciencia". Se trata, simplemente, del ejercicio público de
los cultos. La revolución de Ayutla, agrega Arizcorreta, tiene por
principio esencial el de la democracia y la igualdad. Este principio
unpljca la libertad de cultos, pero para cuando sea necesaria, para
302 JESÚS REYES HEROLES

"cuando llegue su ocasión". No hoy, en que sólo sería un germen de


discordia "enrnedio de una sociedad enfermiza". Es necesario "con-
quistar otros principios antes que el de la libertad de cultos". Ariz-
correta, examinando el artículo, dice que, según él, habría libertad
absoluta para ejercer todos los cultos, incluyendo el islamismo, lo
que daría lugar al ejercicio libre de la poligamia. Habría, pues,
concubinas, lo que violaría el artículo 100. ya aprobado, que esta-
blece la libertad del hombre y la libertad para cualquier esclavo
que pise el territorio nacional. El discurso de Arizcorreta es real-
mente disparejo, pues a continuación usa un argumento nada des-
deñable. El artículo 15 concede libertad indefinida para el ejercicio
del culto religioso; pero al paso que al culto católico le concede la
protección de las leyes, "a los demás tan sólo la protección nega-
tiva de que ni la ley ni la autoridad prohiban su ejercicio". Esto,
dice Arizcorreta y no sin razón, revela el temor de proclamar el
principio en toda su plenitud. La paz y la tranquilidad del pueblo
de México y su progreso, exigen que se abandone el proyecto.
Rafael Jaquez lee un discurso a favor de la libertad de con-
ciencia. Ella es una cuestión social y política que debe resolverse.
Sus argumentos son la inmigración; su tesis central la de que la
libertad de conciencia es un derecho imprescriptible e inalienable:

La libertad de conciencia es la libertad del pensamiento; y el


pensamiento atraviesa centenares de leguas con la rapidez del rayo,
sin que ningún poder en la tierra pueda contenerlo.

Prisciliano Díaz González también lee un discurso, rebatiendo


el artículo, reconociendo la libertad privada de conciencia e impug-
nando la libertad de cultos:

Cada hombre en el secreto de su corazón, levante los templos


que guste, inciense al Dios que conciba; pero este hombre respete el
culto externo de la sociedad, que no es mejor un hombre que todo
un pueblo.

La reforma que supone la libertad de conciencia no es legí-


tima ni justa, .según Díaz González. La mayoría del pueblo está en
contra de la Iibertad de cultos. Por ello, es ilegítima e injusta.
Joaqúín García Granados cree que el Congreso se mueve entre
dos. extremos: la conciencia de los señores diputados y "las preocu-
pacones de los pueblos". El artículo 15 "no es más que un fantas-
LAS LIBERTADES 303

ma que se quiere explotar contra la libertad por los enemigos de


ella". Es solamente "una garantía para los extranjeros". Sanciona
un hecho "que existe ya en México". El artículo 15 es un pretexto
para conspirar contra el partido de la libertad. El peligro no es el
artículo; se halla en:

El orgullo de nuestro clero, sus pretensiones exageradas, su in-


subordinación, sus conspiraciones contra la libertad, su avaricia, y ese
lujo mundano, que con el pretexto del culto desplega en todos sus
actos, sin acordarse de que Dios mira los corazones y ama la sencillez.

La omisión fundada

Juan N. Cerqueda lee un discurso, muy meditado con la tesis


de la omisión constitucional. Hay que considerar el problema desde
dos puntos de vista: 10.-La libertad de conciencia, consignada y
protegida en un código constitucional; 20.-La propia libertad de
conciencia como un derecho individual del ser humano, "sin estar
proclamado ni protegido expresamente por la ley, sino considerado
como un punto omiso en la legislación de un país". Desde la pri-
mera perspectiva, no cree al legislador "con poder bastante para
invocar un culto dominante y protegerlo". Iglesia y Estado son ins-
tituciones distintas e independientes. Cerqueda, que revela una bue-
na información, citando a Mirabeau y Rocafuerte, recuerda la Cóns-
titución de Colombia, que omitió el punto sobre religión y expresa
que el estatuto orgánico que ha sido atacado por diversos aspectos,
no lo ha sido en "el hueco que deja para establecer la tolerancia
religiosa". Esto, dice, "prueba que es mejor dejar en la constitución,
como un punto omiso la libertad de conciencia".
La importancia de lo dicho por Cerqueda es que prueba que
conscientemente se pensó en la omisión constitucional como método
para alcanzar la libertad de conciencia. Al respecto, pudo haber
influido Rocafuerte, quien en su Ensayo sobre la tolerancia religiosa,
como hemos visto, señalaba el camino de la omisión para lograr la
libertad de conciencia." Cerqueda propone que se suprima el aro

86 Apoya la tesis de la posible influencia de Rocafuerte sobre el camino seguido


por nuestro Constituyente, el hecho de que el Ens"yo sobre la toleranri" religiosa de
este autor, vuelva a ser publicado por El MOllitOf' RepNblü,,"o del 3 de mayo al 12
de julio de 1856. Por lo demás, esta tesis de la omisión es expuesta por Simón Bolí-
var cuando da la Constitución de la República de Bolivia: "Legisladores, voy a
304 JESÚS REYES HEROlES

tículo 15, "dejando a cada hombre que use de la libertad religiosa


como le parezca, sin establecer ningún culto preferente".
Después de esta intervención de Cerqueda, José María Mata
va a reiterar sus puntos de vista. Nadie, dice, ha negado el dere-
cho a la libertad de conciencia y sólo se ha combatido el artículo
15 por razones de conveniencia u oportunidad. Nadie contraría el
principio ni se opone al pensamiento. Los cargos que se hacen
al artículo 15 son infundados. No se sabe, en realidad, cuántos han
representado en contra del artículo 15. Si se llegase a probar que la
mayoría del pueblo está en contra de dicho precepto, "yo no vota-
ré", agrega Mata. Pero en este caso "tampoco contribuiré a la in-
tolerancia".
Juan Antonio de la Fuente, el 31 de julio de 1856 interviene,
expresando que para él la Comisión no confiesa abiertamente que
el artículo 15 "concede la libertad religiosa", lo que se deriva de
prohibir a las autoridades la intolerancia. Al no poderse prohibir
la tolerancia, ésta existe y la libertad de conciencia tendría toda la
fuerza de las otras libertades constituciones. Pero la Comisión no
declara en términos positivos la libertad de cultos y mantiene a
la religión católica con una "especialísima protección", y ello tran-
sigiendo con el estado de nuestra sociedad. De aquí se ve, dice De
la Fuente, que la Comisión "ha subordinado como nosotros, el prin-
cipio abstracto a las exigencias de la política; y toda la diferencia
está en el más y en el menos". La Comisión, por otra parte, va más
lejos que la asamblea francesa de 1789. En nuestro país, en que se
profesa una sola religión, no hay transacción que celebrar, pues
no hay religión minoritaria. Fuente sostiene que el artículo iría
contra la tolerancia religiosa que de hecho priva en México y que
no es una ficción. No hay fuerza, añade, que compela a profesar al
catolicismo que en México priva. La intolerancia no causó la pér-
dida de Texas. En 1825 y 1826, no nos dijeron que para la pros-
peridad de las colonias en Texas les hada falta la tolerancia de
cultos, "sino la tolerancia de la esclavitud". Con la tolerancia dis-
gustaríamos al pueblo, introduciríamos la discordia y daríamos ori-
gen a turbulencias, afectando el único lazo de unión entre los mexi-
canos, que es la religión. La paz y la felicidad de la República
demandan que no se llegue a la libertad de cultos.
hablaros de un artículo que en conciencia debería omitir; porque en una constitución
política no debe prescribirse la creencia, ni la profesión de fe religiosa". (M. DE
PRADT: Concord.no de 1", América con Roma. París, Librería Americana, 1827, Tomo
11, p. 97).
LAS LIBERTADES 305

Después de Fuente, quien paradójicamente va a ser quien,


como ministro de Justicia, circule la Ley sobre Separación del Cul-
to y del Estado, de 4 de diciembre de 1860, interviene José María
Villa lobos, rebatiendo el argumento de que hay una contradicción
en el artículo 15, que en su primera parte establece la libertad com-
pleta de todos los cultos y en la segunda, a favor del católico, "esa
protección que importa un privilegio, una desigualdad real". Cree
que la aprobación del artículo favorecería la inmigración y pide se
apruebe.
El diputado Juan B. Barragán apoya la intervención de Ariz-
carreta, pronunciándose en contra del artículo 15.
Ignacio Ramírez pronuncia un discurso dirigido a demostrar
que la libertad religiosa y la tolerancia están de acuerdo con el cris-
tianismo y que el pueblo no se opone a dicha tolerancia.
Después de ello, el diputado Vicente López pide que se de-
clare sin lugar a votar el artículo 15, en un largo discurso que lee
y en que sostiene que la tolerancia debe dejarse para época poste-
rior, después de que el país tenga una constitución y que se vea
el funcionamiento de ésta. El artículo 15 puede llevar a la perse-
cución. La mayoría de la nación se opone a la tolerancia. Cree que
la Comisión ha reflexionado menos de lo necesario sobre un artículo
tan importante.

Le, alternatir« de La/ragua


Lafragua interviene en el debate," no en su carácter de minis-
tro de Gobernación, sino como representante del Estado de Puebla.
Su posición es la del gobierno de Comonfort. Cree que es preciso
combinar el respeto a la religión católica con la función que como
legisladores libres tienen los constituyentes. Se lanza en contra de
una tesis histórica de los liberales: consignar en las leyes principios
transformadores de la realidad. La Constitución no debe contener
promesas, sino preceptos; no debe ser una esperanza, sino una rea-
lidad; no se trata de hacer un libro de Derecho Político, sino el
texto normativo de un pueblo. En estas condiciones, los legislado-
res no deben situarse en posición de filósofos, sino de gobernantes.
Si bien en doctrina no hay ninguna duda y Lafragua es categó-
rico al externar su opinión sobre la libertad de conciencia, el pro-

87 ZARCO: Op, cis., Tomo 1I, p. 5 Y sigs., 1" de agosto de 1856.


306 JESÚS REYES HEROLES

blema se plantea desde el punto de vista de las circunstancias del


país:
La libertad de conciencia es un derecho natural del hombre, es
una facultad intrínseca, inseparable de la inteligencia e independiente
de toda acción legal, de toda opinión ajena, como es la libertad del
pensamiento.

Pero esto mismo, su carácter de derecho natural, hace que no


deba figurar en un texto constitucional, pues así como no puede
incluirse en una constitución un artículo que diga que el hombre es
libre para pensar, tampoco un precepto que establezca que el hom-
bre es libre para adorar a Dios. Para Lafragua:

Este acto está fuera del dominio de la sociedad; y la ley que pre-
tendiera dar reglas al sentimiento, sería tan absurda como la que in-
tentara darlas al pensamiento; el corazón y la inteligencia no están
bajo la autoridad de las potestades de la tierra; sólo a Dios debemos
cuenta del uno y de la otra.

Distingue la libertad de conciencia de la libertad de cultos.


Se dice, añade, que admitida la libertad de conciencia, debe admi-
tirse la libertad de cultos. No lo acepta. Así como la ley puede re-
primir la palabra, que es la expresión del pensamiento, puede res-
tringir el ejercicio de la libertad de cultos:

Luego aunque el hombre sea libre para adorar a Dios, la socie-


dad puede y debe restringir esa libertad, cuando así lo exija el bien
público; o lo que es lo mismo, arreglar el culto externo de la manera
que convenga al interés de la sociedad. Luego la verdadera cuestión
que debe ocuparnos, no es la libertad de conciencia, sino la libertad
de cultos.

Se trata del ejercicio del culto público y desde este aspecto


debe examinarse, tanto en lo que concierne a la justicia del prin-
cipio, como a su conveniencia. Desde el ángulo de la justicia no hay
duda: la libertad religiosa es un principio ganado por la civiliza-
eón. Desde el punto de vista de conveniencia, el problema es dis-
tinto y concordando ambos principios cabe plantearse si en el mo-
mento actual se puede admitir el ejercicio público de todos los
cultos en México. Lafragua no lo cree -conveniente. No sólo porque
LAS LIBERTADES 307

los enemigos del progreso, de las reformas, van a confundir a cinco


millones de indígenas y millón y medio de mujeres, haciendo apa-
recer la tolerancia como indiferencia, sino también porque el ejerci-
cio público de otros cultos que no sean el católico, producirá des-
gracias que deben evitarse.
Lafragua prevé levantamientos al amparo de la libertad de
conciencia. En la sociedad mexicana, que está de por sí agitada,
se introduciría un "nuevo elemento de desorden" que nos llevaría
a la guerra religiosa. El ministro de Gobernación de Comonfort
llega a ser truculento: podría haber una guerra de castas. El motín
de Izúcar de Matamoros es una advertencia. La clase indígena está
agitada y sería peligroso echar leña a la hoguera." Para Lafragua,
el culto público es una cuestión de conveniencia que debe ser deci-
dida con prudencia. Recuerda que él, en la Memoria que presentó
en 1846 en el Congreso Constituyente, como ministro de Relacio-
nes Exteriores, sostuvo la libertad de conciencia como tesis general
y en concreto para los colonos extranjeros. Pero, convencido que, si
bien la intolerancia es una traba para la inmigración, no es la única
ni es el factor desestimulante decisivo, propone un proyecto de ar-
tículo que simplemente diga que la religión de la República es la
católica apostólica romana y que la nación la protege por medio
de leyes justas. Sin embargo, presenta otra alternativa: de no adop-
tarse esa redacción, el asunto "debe ser punto omiso, porque menos
males resultarán de la omisión, que del artículo en los términos
que está concebido".
Después de Lafragua, Juan de Dios Arias, aun cuando no está
totalmente en contra de la omisión, ante el debate considera perti-
nente aprobar el proyecto de artículo 15 presentado por la Comi-
sión. Para Arias, el artículo es justo y conveniente, de acuerdo con
los principios liberales.
Don Eligio Muñoz lee un largo discurso, impugnando el ar-
tículo 15, sobre todo por no estar de acuerdo con la voluntad nacio-
nal. El principio esencial de su argumentación es que cuando hay
unidad religiosa, no debe permitirse la introducción de otras reli-
giones que rompan dicha unidad.
García Anaya ve la libertad de cultos como consecuencia de
la libertad de conciencia, se opone a la omisión y dice que el Con-
greso, después de proclamar la igualdad y la libertad de prensa,

88 Véase Capítulo VII del presente trabajo, überaJiJmo sotiaI, p. ~92.


308 JESÚS REYES HEROLES

sería inconsecuente si no tuviera valor para proclamar la libertad


de cultos.

Hay pueblo

Isidoro Olvera señala que él se apartó del dictamen de la Co-


misión y presentó un proyecto de artículo, reducido a: establecer
que la religión del país es la católica; la protección del Estado por
medio de leyes sabias y justas; la prohibición de toda persecución
por opiniones y creencias religiosas, la no exclusión del ejercicio
público de otros cultos en las localidades donde las legislaturas de
los Estados creyeran pertinente permitirlo, con facultades para reti-
rar este permiso. Para Olvera, habría una revolución contra el ar-
tículo 15 presentado por la Comisión. Por caminar con precipita-
ción, "se va en pos de un fantasma vano, se corre el riesgo de perder
todas las libertades públicas". La oposición de Luis de la Rosa y
de Lafragua, ministros ambos del gobierno de Comonfort, revelan
que el gobierno "tiene poca fe en la reforma y tendrá por lo mismo,
poco valor para sostenerla".
Mata vuelve a intervenir. Se opone a la omisión en la Cons-
titución, propuesta por Cortés Esparza y Cerqueda. Rechaza el ar-
gumento del "aún no es tiempo". Transigir en esta materia es peli-
groso, pues "la libertad religiosa es la primera idea del progreso". Si
el Congreso no implanta la libertad religiosa, entonces sí se estaría
extralimitando, ¿pues de dónde le vendrían los poderes para "tira-
nizar la conciencia?" Mata informa de varios intentos de coloniza-
ción hechos en 1848 y en 1851, que fracasaron por la intolerancia
y termina sosteniendo la necesidad de aprobar el artículo.
Guillermo Prieto está en contra de la Comisión y en un breve
discurso hace una nueva propuesta: que la Comisión se contraiga
"a la reducción de los aranceles parroquiales, y de esta manera el
pueblo se convencería de que no se ataca a la religión sino a los
intereses". En realidad, poco afortunadas son las palabras de Prie-
to, que incluso, resultan deshilvanadas.
Francisco de P. Cendejas le contesta y el diputado Antonio
Escudero lee un largo discurso en que propone se declare sin lugar
a votar el artículo 15, sugiriendo el siguiente nuevo texto:

Ninguna ley ni autoridad, puede mandar, ni prohibir nada a los


habitantes de la república en materia de opiniones religiosas. La ley
LAS LIBERTADES 309

no reconoce a las corporaciones eclesiásticas, más que como sociedades


místicas, sin concederles ni reconocerles ningunos derechos civiles; a
diferencia de sus individuos, que gozarán los derechos civiles y aun
políticos, que como a hombres o a ciudadanos les asegura esta cons-
titución.

José Antonio Gamboa vuelve a intervenir, oponiéndose a la


omisión:

La ormsion de todas maneras envolvería un engaño. Si se cree


que de esta manera queda establecida la tolerancia, ¿por qué no se
dice francamente, por qué no se consigna el principio, sin ese carác-
ter equívoco que envolvería la omisión? Esto por supuesto en el caso
de que pudiera la omisión traducirse por la tolerancia. En el caso
opuesto, es decir, en el de que la omisión signifique la intolerancia,
como creo que significaría, sería, Señor, engañar a los que queremos
la consignación del principio.

Yendo más allá, dice que el matrimonio como contrato civil


sería la consecuencia lógica de la libertad de cultos. Gamboa dice
que debe prescindiese de las amenazas de la revolución. Que, de
haber creído en ellas Juárez, no hubiera dictado la Ley de Adminis-
tración de Justicia y que el propio Juárez "nos dice hoy desde
Oaxaca: reforma, tolerancia, todo lo que sea progreso". Gamboa
termina manifestando que no teme a la reacción porque si hay tira-
nos, "hay también pueblo que tire a los tiranos".
El diputado Antonio Aguado, en una larga intervención, asien-
ta que está en contra del artículo 15, al que califica de "inmoral" y
sólo estará por un solo precepto que lisa y llanamente establezca
que "la religión católica apostólica romana" es la de la nación.

El cambio de Zarco

Zarco, en uno de los discursos más importantes del debate,"


hace -no sin dirigirla- la síntesis de las opiniones vertidas en
contra del artículo 15 del proyecto. Comenta que, en realidad, no ha
habido debate, "pues los discursos escritos, no se chocan, no se en-
cuentran, no se contradicen, no se salen al paso, sino que toman

119 Op, cit., Tomo 11, p. 65 Y sigs.


310 JESÚS REYES HEROLES

distinto rumbo". Destaca que, en rigor, nadie se ha atrevido a con-


trariar la libertad de conciencia; por el contrario, el exordio de to-
dos los discursos ha sido el reconocimiento del principio. Y es que:
"Aunque quisieran, no podrían atacar de ningún modo la libertad
de conciencia, porque no hay quien tenga poder para tanto".
Explica el cambio de frente que da: combatió el artículo 15
"porque lo quería yo más amplio, más franco, más terminante".
Pero las explicaciones de la Comisión y en especial las de Mata, lo
han convencido de que el precepto "es justo y conveniente".
Zarco, en resumen, le dice a Castañeda que se tranquilice, que
"no hay quien quiera perseguir el culto católico". La tesis de la
omisión de la materia en la Constitución la critica despiadadamen-
te. Coincide con Cortés Esparza en las ideas de independencia Igle-
sia-Estado. Pero la omisión significaría que el punto quedaría a
merced de las leyes secundarias". Zarco agrega:
Si su señoría opina por la omisión, tratándose de un derecho tan
precioso, opinará lo mismo tratándose de la libertad de la prensa, del
derecho de reunión, del de petición. y de todas las libertades civiles
y políticas. Entonces no sé para qué tendríamos que hacer una cons-
titución.

En cuanto a celebrar un concordato, tal cosa equivaldría a in-


troducir religión dominante, de Estado. Arizcorreta ha hecho una
defensa del catolicismo, que nadie ataca. Ha iniciado la descon-
fianza hacia el pueblo y ha esgrimido el sofisma político de "no es
tiempo". Zarco, después de ironizar sobre Arizcorreta y su tesis de
que la tolerancia traería la poligamia, se ocupa de Díaz González,
a quien le dice, a propósito de su afirmación de que el pueblo está
en contra de la tolerancia:

El legislador, señores, debe atenerse a la opinión ilustrada y no


a la del vulgo ignorante, que sirve de instrumento a clases interesa-
das; debe hacer grandes beneficios y esperar que el pueblo los estime.

Aprovecha la ocasión para precisar su opinión sobre los abo-


gados. No está en contra de ellos por el hecho de que lo sean:
Yo ataco la manía de la abogada, el prurito de reducir todo a
una misma fórmula, el empeño de convertirlo todo en cuestiones jurí-
dicas; yo ataco a los hombres especiales que todo lo quieren ver bajo
el prisma de su profesión.
LAS LIBERTADES 311

Rebate a Fuente. No se requiere una guerra de religión para


que empiece la tolerancia; múltiples ejemplos lo prueban, y añade:
"Yo he atribuido la pérdida de Texas, de California, de Nuevo
México y de la Mesilla, a nuestra intolerancia". Contestándole a
Barragán, que ambiciona una colonización de católicos, asienta:
"¿Pero no ve su señoría que preguntar al extranjero cuál es su culto,
antes de abrirle nuestras puertas, es establecer una especie de in-
quisición r:
Llega, así, Zarco al discurso de Lafragua. No entiende la do-
ble personalidad de éste: que haya opinado como diputado y no
como ministro: " ... no concibo que un hombre de conciencia opine
de un modo en la tribuna, y de otro cuando lleva la cartera debajo
del brazo". Lo califica de contradictorio. Si es el pueblo mexicano
tolerante, ¿cómo temer actos fanáticos de él? Le reprocha el que
vaya para atrás:

Su señoría sostiene que las constituciones deben contener pre-


ceptos y no promesas. Perfectamente: eso queremos nosotros, y por
eso imponemos el precepto de que nadie se mezcle en los cultos reli-
giosos. Su señoría tuvo valor en 1846, de proclamar la libertad de
conciencia; pero si rechaza o teme las consecuencias de esa libertad,
nada tenemos que agradecerle. Su señoría retrocede; ahora se opone
a toda tolerancia, y en 1846, según los pasajes de su Memoria, que
se ha servido leernos opinaba por la tolerancia en las ciudades prin-
cipales de la república.

Lafragua cree que estamos en 1846, lo que explica sus confu-


siones. Resulta una pitonisa cuando anuncia trastornos para abril
de 1857, de aprobarse la tolerancia. La rebelión de los indígenas
en Matamoros Izúcar se debe a la concentración de la tierra y del
agua. Zarco apoya a Mata, contestando a Antonio Aguado: la into-
lerancia sí ha frustrado importantes proyectos de colonización.
Categóricamente, afirma que no acepta la proposición de Isi-
doro Olvera:

Consignar el principio en la constitución y dejar su aplicación a


los Estados, es avanzar algo; pero es también prolongar la agitación
en todo el país, poner a cada legislatura en la situación en que ahora
nos encontramos, dar lugar a maniobras, a intrigas y exponernos a
luchas acaso terribles entre las localidades.
312 JESÚS REYES HEROLES

Para Zarco, nada fundado, ninguna objeción seria se ha ex-


presado en contra del artículo 15. Lo que sucede es que se evoca
el pasado. "El Sr. Lafragua quiere volvernos a 1846. Otros inten-
tan que retrocedamos a 1824, y hay un partido que todos conoce-
mos, que suspira por IS0S". Por lo demás:
Este debate solo, vale un triunfo para nosotros, una victoria para
la idea democrática. El congreso de 1856 tiene la gloria de haber
abordado esta cuestión, sin vacilación y sin miedo. Si perdemos hoy,
ganaremos mañana, porque el porvenir es nuestro, no es de los hom-
bres de lo pasado.

El 5 de agosto de 1856, Pedro de Ampudia manifiesta que hay


que prescindir de las preocupaciones de partido. Se pronuncia en
contra del artículo 15 y se declara, por la tesis de consignar que
la religión católica es la de la nación mexicana, suprimiendo la
exclusión de cualquiera otra que hacía el texto de 1824.

Arriaga aclara. La cuestión pendiente

Ponciano Arriaga, en una breve y enjundiosa intervención,


aclara los términos de la discusión y su pensamiento Las constitu-
ciones no deben acomodarse a las preocupaciones y vicios de los
pueblos. En realidad, los conservadores siempre han sostenido que
en México es imposible practicar los principios democráticos. El
artículo 15, la tolerancia, no atenta contra el catolicismo. Arriaga
tiene fe en los instintos del pueblo y subraya que en la calle se ata-
ca al Gobierno. Lo que no debería hacerse "siquiera porque el go-
bierno se ha declarado en contra de la libertad religiosa". Arriaga
carga con toda la responsabilidad del artículo 15, pues él lo presentó
a la Comisión y entrando en materia, sienta doctrina. La autoridad
"jamás debe intervenir en las conciencias". Está en contra de la
omisión en la Constitución:
No comprende el sistema de las omisiones, el sistema de los ol-
vidos voluntarios, el sistema de las reticencias, y no sabe dónde pueden
conducir. Con las omisiones se defiende el ateísmo, o se defiende la
religión, ¿se calla por vergüenza? ¿Se calla por duda? ¿O se calla
por temor?

. ~sto último, el temor, es lo que inspira a los partidarios de la


omisión, pero sería más lógico, más consecuente, proclamar, en ese
J.AS LIBERTADES 313

caso, la intolerancia. El debate ha llegado a tal situación, que ya


no es posible hallar su término medio, es preciso decidirse por
uno o por otro extremo y no empeñarse en huir el cuerpo a la difi-
cultad". A aquellos que dicen que aún no es tiempo, les pregunta
cuándo llegará el momento. La contestación de que cuando el pue-
blo esté ilustrado' y haya prosperidad y bienestar "es encerrar la
cuestión en un círculo vicioso". Por algún lado se tiene que emPe-
zar a fincar el progreso de México. Los abusos del clero constituyen
un obstáculo definitivo para este progreso, y si se quiere que la
reforma de la sociedad "preceda a la libertad religiosa", basta ver
lo que ha pasado en trescientos años "para perder toda esperanza",
Reprocha al clero su falta de ayuda en la guerra con los Estados
Unidos, en que la unidad religiosa de poco nos sirvió. Considera,
además, que al clero "le importa más la Ley Lerdo que la libertad
de cultos". El Gobierno, oponiéndose a la reforma:

... es inconsecuente y pide perdón al clero por los ataques que


le ha dado; pero todo será en balde, que el clero no perdonará al
ejecutivo, y el país ha llegado a un estado en que es imposible toda
transacción.

La libertad de cultos no es de derecho político, puesto que


comprende niños y mujeres. Arriaga pone en relieve algunas de las
incongruencias, "disparates", que se han dicho en el debate. Si es
verdad que cuando se ha introducido un culto, ha habido guerras
de religión ellas se han debido "no a los amigos de la tolerancia,
sino a las medidas represivas de la autoridad".
Después de Arriaga, Ezequiel Montes, ministro de Justicia y
Negocios Eclesiásticos, habla en nombre del Gobierno. Analiza el
artículo 15 y sus tres ideas fundamentales: libertad de cultos, pre-
ferencia y protección al culto católico y límite a esta protección, de
manera que no perjudique los intereses del pueblo. En nombre del
Poder Ejecutivo, afirma que la reforma "conmovería a la sociedad
hasta sus cimientos y sería contraria a la voluntad de la mayoría
absoluta de la nación". Se refiere al respecto a las peticiones reci-
bidas por el Congreso y a los discursos de diversos diputados. Exa-
minando la índole de la sociedad, el Gobierno está Persuadido que
la mayoría absoluta de) pueblo no quiere la reforma.
Doctrinariarnente, señala que la libertad de conciencia es una
facultad natural; pero el reconocimiento de esta facultad no supone
314 JESÚS REYES HEROLES

la libertad de cultos. Al respecto, recuerda a Locke, en cuya tole-


rancia no cabían los ateos ni las sectas impuras. Para Montes, o se
acepta el yugo de la autoridad, o se cae en la indiferencia o en el
ateísmo. El Gobierno, que desea la inmigración, no cree que ésta
no venga por la intolerancia. En 1841, a pesar de la Constitución
Yucateca, no hubo inmigración. Por lo demás, el Poder Ejecutivo
está por la reforma;

El gobierno abriga pensamientos de reforma, se propone hacer


grandes beneficios al pueblo; pero no puede tomar una tuba y salir
desde ahora a publicar cuáles son esas reformas yesos beneficios.

En cuanto a lo que se ha dicho del clero, Montes recuerda "que


del clero salieron los principales caudillos de la insurrección, y que
tratándose de los males públicos, de ellos son responsables todas
las clases". Evoca a Juan Bautista Morales y recuerda que el cato-
licismo no es perseguidor, pero tampoco es tolerante. En el caso de
que se llegara a aprobar el artículo, habría que suprimir la taxati-
va que contiene.
José María Mata vuelve a defender el artículo con razones
contenidas en sus intervenciones anteriores. Emplea, sin embargo,
un importante argumento político:

Si son algo fundados los temores de una asonada, también lo eran


con respecto a la Ley-Lerdo y a la Ley-Juárez, y sin embargo, esto
no hizo vacilar al partido liberal, y el gobierno ha visto que la refor-
ma cuenta con el apoyo del pueblo.

Refuta a Montes y afirma que la cuestión está ganada en la


conciencia del pueblo mexicano; que ha empezado la lucha de ideas
y que pronto se sabrá quién tiene razón: los que creen en el pue-
1 blo o los que carecen de fe en él.
'1
II Santos Degollado, Presidente del Congreso, informa que los
oradores que tenían pedida la palabra en pro y en contra han re-
nunciado a intervenir y el punto a discusión se declara sin lugar a
votar, por 65 votos contra 44.
. Después de ello, Arriaga propone que se discuta el voto par-
ticular de Olvera. El escándalo de las galerías impide la discusión
y en sesión secreta se acuerda que, como el artículo 15 no ha sido
desechado, vuelva a la Comisión para que lo presente en otros
términos.
LAS LIBERTADES 315

Zarco comenta:

La cuestión queda pendiente. ¡Cuestión de tiempo! Tarde o


temprano el principio se ha de conquistar, y ha tenido ya un triunfo
sólo con la discusión.

El 26 de enero de 185790 se consulta al Congreso por la Co-


misión de Constitución, si se retira definitivamente el artículo 15.
Por 57 votos contra 22 se concede este permiso. La coyuntura la
aprovecha Ponciano Arriaga para proponer la adición, que se va a
traducir en el artículo 123 constitucional, cuyo examen hicimos
al tratar de la secularización de la sociedad.

LA OPOSICION FUERA DEL CONGRESO

Debe subrayarse que el Congreso recibió -siguiendo la cos-


tumbre o táctica de 1848-49- numerosas representaciones en contra
de la libertad de cultos, a las que algunos constituyentes se refieren,
provenientes de distintas poblaciones de la República, muchas de
ellas firmadas por mujeres. Algunas exposiciones provenían direc-
tamente del clero, empezando por la de don Lázaro de la Garza y
Ballesteros, arzobispo de México." Estas representaciones o exposi-
ciones se oponen a la tolerancia con escasas razones o repitiendo
algunas de las que en el Congreso son vertidas por quienes com-
baten el artículo 15 del proyecto."

90 Op. cit., p. 817 Y sigs.


91 La representación del arzobispo Lázaro de la Garza es publicada por La
Cruz -.México, Imprenta de ]. M. Andrade y F. Escalante, 1856- Tomo 11, núme-
ro \7, julio 10 de 1856, pp. 542 Y sigs. El arzobispo de la Garza asienta que la
voluntad general del pueblo mexicano "de siglos atrás" es en el sentido de "que se
conserve la Religión en los mismos términos con que siempre ha estado, sin permitir
el ejercicio de otro culto que no sea el católico". La exposición que el cabildo me-
tropolitano de México eleva al Congreso contra la tolerancia de cultos, es publicada
también por La Cruz, Tomo 11, número 17, p. 552 Y sígs.
92 Una atinada selección de ellas puede encontrarse en Represe"tario"es sob,.,
la tolerancia religiosa, selección y nota de Antonio Martinez Báez, Colección "El
Siglo XIX", número 4, México, 1959. La CrMz -Alcance al número 37, Tomo 11,
p. 296 Y sigs.-, reproduce la representación al soberano Congreso contra la toleran-
cia religiosa, hecha por vecinos de México y firmada el 29 de junio de 1856. En
esta representación se califica de funesto el contenido del articulo 15 del proyecto
y se asienta: "Trescientos treinta y cinco años que cuenta de vida nuestra sociedad
316 JEs6s REYES HEROLES

Aun cuando algo similar sucede en los artículos publicados


en la prensa católica, el examen somero de éstos es conveniente,
pues revela la oposición doctrinal a que se enfrentaron los liberales,
así como las representaciones y los debates muestran la oposición
propiamente política. Simultáneamente se logra ver la incompren-
sión altamente aleccionadora revelada por teóricos católicos, cuyo
tamaño, incluso, se reduce cuando Se les ve reaccionar a destiempo
y tercamente, en contra de la libertad de conciencia.
Apenas presentado el proyecto de Constitución, La C,.UZ~3 da a
conocer el texto del artículo 15, diciendo:
Si este artículo es aprobado, quedará establecida en nuestro país
la tolerancia de cultos, destruyéndose así la unidad religiosa de los
mexicanos. Próximamente nos ocuparemos de los males a que esto
daría lugar.

Poco después el 3 de julio de 1856,~4 José Joaquín Pesado pu-


blica "Breves observaciones sobre la tolerancia religiosa". Sostiene
que el artículo 15 consulta la libertad absoluta de cultos. Califica
la doctrina de la tolerancia de errónea en su esencia, falsa en sus
principios y absurda en sus consecuencias. En el lenguaje familiar,
la palabra tolerancia equivale a la de sufrimiento, paciencia o aguan-
te, "bien sea para soportar las desgracias, o bien para sobrellevar las
injurias". Y en el idioma político, "importa tanto, como permitir
o disimular lo que no se debiera sufrir, sin castigo del que lo eje-
cuta" .
Pesado divide la cuestión de tolerancia en tres puntos: tole-
rancia dogmática, libertad absoluta de religión y tolerancia civil de

y en que no se ha profesado ni se ha permitido en México otro culto que el católico.


deben pesar mucho en la conciencia del congreso, ya que no se puede dudar ni por
un momento que cuando se trata de la Religión no es lícito contemporizar con nin-
gún principio, con ninguna doctrina, con ninguna conveniencia que no sea católica,
ni buscar aquellos cambios que ofrecen sin cesar los pueblos en sus gobiernos y re-
voluciones". Se esgrime el argumento de la tradicional intolerancia de nuestros tex-
tos constitucionales y se pregunta qué razón política hay para conmover la sociedad,
violentando las conciencias. Se reitera el argumento que distingue tolerancia de in-
troducción y se expresa que la voluntad nacional está en contra de la tolerancia.
93 Tomo Il, número n, junio 26 de 1856, p. 486. Poco antes, el 22 de mayo
del propio año -Op. cit., número 10, p. 312 Y sigs.-, este periódico publica la
"Disertación sobre la libertad de cultos en la Repúbl ica Mexicana", del Lic. Juan
Rodríguez de 'San Miguel, escrita en 1848 y publicada, como hemos visto, en La t'OZ
de l« religión, Tomo J, número 5, el 2 de agosto del propio año.
94 Op, cit., número 16, pp. 489-496.
LAS LIBERTADES 317

cultos. La primera es indiferentismo; la segunda "no es más que


la tolerancia dogmática reducida a práctica: si la una, ceñida a la
esfera de mera especulación es impía y absurda, la otra, llevada a
efecto, es monstruosa e impracticable". La tolerancia civil de cultos
"es aquel permiso que un gobierno concede a una parte de sus súb-
ditos, para profesar alguna o algunas sectas determinadas, distintas
de la religión verdadera, sufriendo un mal menor por evitar otros
mayores, o para conciliar la paz, que es el mayor de los bienes".
Esta tolerancia es, en ciertos casos, lícita; mas no es ésta la que con-
sulta el artículo 15 del proyecto.
Pesado coincide en el argumento de la unidad religiosa que
México tiene y en que no es necesario, por consiguiente, la toleran-
cia. Por otra parte, expone -y ya veremos más adelante sus razones
al respecto- la persecución y opresión que sufren los sacerdotes
católicos y la posible discriminación que al respecto podría estable-
cerse a favor de otras religiones.
José Joaquín Pesado, en un artículo posterior titulado "Con-
tradicciones del filosofismo", habla de que es común entre muchos
"de los sectarios fanáticos de la libertad religiosa" "perseguir en-
carnizadamente al catolicismo". Se ocupa de Locke y entrando al
fondo del asunto, se pregunta qué quiere decir libertad de concien-
cia, "¿de cuándo a acá es la conciencia libre?" Para presentar su
tesis: "Precisamente es lo contrario. Tenga el hombre el poder que
tuviere, cuente con cuanta impunidad sea posible para sus malas
acciones, cométalas en lo más secreto de su morada, en lo más pro-
fundo de la noche, sin más testigos que él mismo, no por esto la
conciencia estará quieta".
El filosofismo puede preguntarse dónde está la libertad de
conciencia. No está a su alcance el asegurarla. Permitir a los hom-
bres la libertad de conciencia es permitir algo falso. Para Pesado,
cabe dudar si la libertad de pensamiento, más que una verdad, es una
burla:
¿Quién ha puesto, ni ha podido poQ.er jamás trabas al pensa-
miento? La facultad de pensar es tan natural al hombre, tan privativa
de él, tan recóndita y apartada de todo acto exterior, que ni las más
severas prohibiciones, ni los más rudos tormentos bastan a impedirla.
Pedirle al hombre que no piense, es pedirle que no exista.

Por lo consiguiente, en esta materia, se ofrece mucho para no


cumplir nada. Hay que considerar también que el filosofismo me-

j
318 JESÚS REYES HEROLES

xicano proclama con énfasis la libertad religiosa, al paso que persi-


gue la religión católica, prohibiendo a ciertas comunidades ocu-
parse de la enseñanza, quitando a los sacerdotes los derechos de
ciudadanía, suprimiendo corporaciones, etc.95
Pesado repite el viejo razonamiento de Juan Bautista Morales:
"La tolerancia religiosa en México no tiene la significación que
tiene en otras naciones. En aquéllas se tolera lo que existe, aquí se
trata de introducir lo que no existe". Esta diferencia, agrega, es tan
sustancial, que modifica la doctrina de los partidarios de la tole-
rancia. En ciertas naciones en que la convivencia de credos existe,
la tolerancia es una condición para la paz. En un país como México
"será una señal de guerra, y de guerra encarnizada". Para Pesado,
esta dificultad "emana de la esencia misma de las cosas". Pero hay
otras dos que provienen de las circunstancias en que México se en-
cuentra. En primer lugar, se pregunta si las sectas que se introduz-
can pueden adquirir bienes raíces o no. De contestarse afirmativa-
mente, se les situaría en una posición privilegiada en relación con
el catolicismo; y si no, su subsistencia sería precaria o imposible.
Pesado se pregunta qué religión vendría a establecerse a México,
si no se pueden adquirir bienes raíces con que atender a las nece-
sidades de los sacerdotes, ni cobrar diezmos o contribuciones. La
conclusión es que habría inconsecuencias y contradicciones en las
ideas, e injusticias en los procedimientos; " ... pero al fin se conse-
guirá desembarazar el camino, para que las sectas falsas se esta-
blezcan en la República libremente, y sólo la religión verdadera
quede tiranizada y oprimida".
Más tarde, el 24 de julio," Pesado publica otro artículo "Sobre
la tolerancia civil de cultos en México". En este artículo ya analiza
minuciosamente el problema de la tolerancia en relación con Mé-
xico. Se refiere al fomento de la inmigración; pero sostiene que,
habiendo en Europa tantos católicos, "¿no será prudente recibir a
éstos con preferencia a los heterodoxos?" Recibir a los "predican-
tes de las sectas falsas" es peligroso, pues: "La herejía es de suyo
turbulenta, y perseguidora. Lo que llama tolerancia, no es más que
la impunidad de sus predicaciones y delitos, con una persecución
encarnizada al catolicismo". Este artículo de Pesado, en verdad,
es una muestra de intolerancia. Llega a emplear verdaderos sofis-
mas, como cuando afirma:

9S La C'1I%, Tomo n, número 17. julio 10 de 1856. p. 521-525.


96 Op. cit., número 19. pp. 593-99.
LAS LIBERTADES 319

Es en verdad inconcebible, cómo se quiere que la Iglesia no con-


dene y prohiba los escritos irreligiosos, cuando las potestades secula-
res proceden de un modo mucho más severo, con los que suponen
serIes perjudiciales.

Refiriéndose a la tolerancia en los Estados Unidos, asienta


que, en primer lugar, dicho pueblo forma una excepción en la his-
toria yen segundo, que "ese mismo pueblo ofrece ya síntomas alar-
mantes para lo futuro", pues las diversas sectas que lo forman
fermentan con pretensiones exageradas y "con doctrinas disolven-
tes", que más tarde harán explosión.
y el 14 de agosto," cuando ya el artículo 15 se había vuelto
a la Comisión, en la sesión de 5 de agosto de 1856, Pesado publica
una "Breve refutación de las principales razones con que se ha sos-
tenido la libertad de cultos en el Congreso General", en que dice
que los sostenedores de la tolerancia no se limitaron a la cuestión
política, sino que resbalaron hasta sostener la libertad absoluta de
cultos como un derecho natural del hombre, "principio absurdo
en política y heterodoxo en religión". Se ocupa en definir qué es
conciencia y dice que quienes sostuvieron que la libertad de cultos
era una consecuencia forzosa de la libertad de conciencia, dedujeron
consecuencias de un error. Pesado repite: "La libertad de cultos no
es más que la tolerancia dogmática reducida a práctica". Para Pe-
sado, el artículo 15 dio lugar en los debates a extravíos; hizo que se
manifestara un espíritu de rebelión contra la Iglesia y que se ver-
tieran especies heterodoxas. Y a propósito del artículo 15, agrega:
Todas las clases de la sociedad levantaron contra él, porque todas
vieron en él una amenaza al orden social, a la tranquilidad del Estado,
a la quietud doméstica, y a la felicidad de los individuos.

Ya en octubre de 1856, José María Roa Bárcena publica otro


artículo sobre la tolerancia religiosa, rebatiendo fundamentalmente
que la tolerancia sea necesaria para la inmigración. Roa Bárcena
señala también lo que considera persecución de los católicos en los
países que se llaman tolerantes y cómo hay solicitud de inmigrantes
católicos que podrían venir de los propios Estados Unidos, donde
la intolerancia religiosa se ha mostrado muy fuerte con motivo del
partido de los Know-nothings.98

97 op. eit., Tomo 111, número 2, pp. 42-48.


98 op. eis., Tomo III, número ro, octubre 9 de 18,6, pp. 294-98. Roa Bár-
320 JESÚS REYES HEROLES

LIBERTAD IMPLICITA Y EXPLICITA

A pesar del comentario de Zarco, de que la decisión del Con-


greso dejaba la cuestión pendiente, cabe preguntarse si, en realidad,
¿se había perdido el punto?, ¿se soslayó el problema? Los repre-
sentantes Cerqueda y Cortés Esparza, que propusieron la omisión
de la Constitución en esta materia, sostuvieron que la libertad de
conciencia, por su propia esencia, no requiere el ser expresa en la
ley. Y, en el fondo, no andaban desencaminados. La intolerancia
tiene que ser expresa, la libertad de conciencia no. En un texto
constitucional que no consigna religión de Estado, que no señala
expresamente la intolerancia y que estatuye todas las libertades
derivadas de la libertad de conciencia, como la de manifestación de
las ideas, por escrito o habladas, la de enseñanza, etc., es obvio que
ésta, la libertad de conciencia, está admitida.
La libertad de conciencia puede estar implícita en un texto
constitucional. La intolerancia tiene que ser expresa. En la Consti-
tución de 1857 la libertad de conciencia está implícita desde el
momento en que no se consigna la intolerancia y se estatuyen, sin
lugar a dudas, todas las libertades derivadas de la de conciencia.
Esta apreciación fue confirmada por la oposición que surgió
para cumplir con el juramento de la Constitución, establecido por
decreto de 17 de marzo de 1857. Se dijo que la Constitución era
atea, dado que no contenía la intolerancia. Zarco, en bien pensado
artículo," desvanece los ataques. La Constitución no trata de "co-
locar la ley entre el alma y Dios". No ataca ninguna creencia, sólo
que no es intolerante.
Explicando la negativa de algunas autoridades al juramento,
Zarco afirmará: "Se niega el juramento de la Constitución, no por
lo que dice, sino por lo que no dice".
Resulta obvio que el diputado Juan N. Cerqueda sabía lo que
traía entre manos cuando proponía y fundaba la omisión constitu-

cena habla, inclusive, de solicitud de inmigración por parte de irlandeses católicos.


Los Know-notbings (Nada-saben) pertenecían a la orden secreta de la Bandera Es-
trellada y cuando se les preguntaba cuál era su programa, respondían: "Yo no sé
nada". El juramento de la orden incluía la promesa de nunca votar por un extranjero
o un católico para un puesto electivo (KARL SANDBURG: Abraham Lincoln, Los afios
de la pradera. Los años de la guerra. Librería Hachette, S. A.., Buenos Aires, 1957,
p. 178).
99 El Siglo Din , Nuefle, 2~ de mlltZO de 1857, nWneto ~,082.
LAS LIBERTADES 321

cional. Ciertamente que la intervención de Cortés Esparza también


revela, ateniéndonos a sus términos literales, el conocimiento de las
consecuencias que para la libertad de conciencia significaba la lagu-
na en el texto constitucional. Pero en Cerqueda el propósito resulta
manifiesto y la alusión que hace a la Constitución de Colombia,
prueba que este constituyente estaba seguro de que la omisión
constitucional sobre la materia era un método de avance. Tal apre-
ciación se confirma si se tiene en cuenta la posición asumida for-
malmente por el gobierno de Comonfort. No es la omisión consti-
tucional; es el rechazo del artículo 15 del proyecto y la adopción
de religión de Estado y protección en exclusiva a dicha religión.
Porque, si Cerqueda y Cortés Esparza quieren la omisión para lo-
grar la libertad de conciencia implícita, el Gobierno y algunos
diputados pretenden la intolerancia implícita. Consignando religión
de Estado y estableciendo la protección estatal para ella, obvia-
mente se está frente a una intolerancia implícita, apoyada, además,
en lo que para entonces era la tradición constitucional mexicana.
De aquí que pueda decirse que Lafragua presente como solu-
ción inicial la de la -intolerancia implícita y sólo como alternativa
se conforme con la omisión, que es la tolerancia implícita.
Si se recapitula sobre los conceptos empleados en la lucha por
la libertad de conciencia, se ve que éstos son reiterados en el curso
del largo proceso histórico mexicano con singular insistencia. No
puede dudarse que algunos de ellos eran de valor circunstancial y
relativo; de otros, el propio desenvolvimiento histórico del país de-
mostró que eran ilusorios. Tal, por ejemplo, el que el estableci-
miento de la tolerancia fuese requisito ineludible para la inmigra-
ción. Cabe subrayar, sin embargo, que aun cuando no es posible
dudar de la buena fe de quienes ocurrían a dichos conceptos, de su
creencia en ellos, el impulso para la lucha no provenía preponde-
rantemente de esta creencia en los principios que se esgrimían. Ha-
bía un imperativo ideológico, moral en rigor, que inducía a ver el
liberalismo no planteado en México en tanto no se consiguiera
la libertad de conciencia más amplia y garantizado el ejercicio de
sus consecuencias. Nunca móviles concretos e inmediatos son ma-
yores que los ideológicos y morales y su existencia explica la firmeza
de la pelea durante aproximadamente treinta y cinco años de nues-
tra accidentada historia. Realza la jerarquía de este imperativo ideo-
lógico moral, el que aquellos hombres no buscaran tolerancia para
sus propias ideas religiosas. En su mayoría ellos no se apartaron
de la religión dominante, no pretendían un. sitio para su heterodo-
322 JESÚS REYES HEROLES

xia, sino que buscaban exclusivamente el derecho a la heterodoxia,


como derecho del hombre.
Losliberales mexicanos sabían, a partir de Fernández de Li-
zardi, que la libertad de conciencia como acto privado e íntimo, no
puede ser combatida, prohibida o restringida. Pero no ignoraban
que para su existencia real, su validez objetiva e integridad, la li-
bertad de pensamiento necesita la garantía de ser una libertad pú-
blica, que pueda manifestarse o ejercerse extc-iormente, o sea, que
exige la libertad de cultos y por esta razón, en el ~ongreso Consti-
tuyente se plantea el problema de la libertad de conciencia en el
debate sobre el establecimiento de la de cultos, y por la misma
razón, las Leyes de Reforma, a partir de la Ley de Nacionalización,
van a consignar esta última.
En efecto, la Ley de Nacionalización de bienes eclesiásticos,
de 12 de julio de 1859, en su artículo 30., al establecer la perfecta
independencia entre los negocios del Estado y los negocios pura-
mente eclesiásticos, señala que el Gobierno se limitará a proteger
el culto público de la religión católica, "así como el de cualquiera
otra". Este artículo es ya un avance considerable, dado que, al pre-
ceptuar la protección del Estado para el culto público de cualquier
religión, se está, en realidad, protegiendo la manifestación pública
de la libertad de conciencia. Tal precepto debe interpretarse, ade-
más, de conformidad con lo establecido por el Manifiesto de 7 de
julio de 1859,100 que señalaba que el Gobierno Constitucional creía
indispensable "proteger en la República con toda su autoridad la
libertad religiosa, por ser esto necesario para su prosperidad y en-
grandecimiento, a la vez que una exigencia de la civilización ac-
tual". Sin embargo, la Ley de Nacionalización no culmina el pro-
ceso de gestación de las libertades en México. Los debates del
Congreso Constituyente 1856-57, al ser un compendio de los ar-
gumentos, resistencias y problemas, habían revelado no sólo los
II recovecos para obtener la libertad de conciencia, sino también los mé-
I todos indirectos, los caminos que se podían seguir para violar esta
1 libertad de conciencia. Doctrinalmente, y esto las. intervenciones de
Arriaga, de Zarco y de Gamboa lo ponen de manifiesto, la libertad
de conciencia exige la separación Estado-Iglesia y ésta, a su vez,
demanda el apoyo de la primera.

100 ÁJWLLAGA: Recopilacián, de S de mayo de 1858 a 31 de diciembre de


1860, pp. 101-121.
LAS LIBERTADES 323

A ello obedece la ley de 4 de diciembre de 1860, en ~ue Juá-


rez establece, ya sin lugar a dudas e interpretaciones, la libertad
de conciencia como derecho natural y la inviolabilidad de su ejer-
cicio, esto es, la libertad de cultos: "Las leyes -dice este ordena-
miento-- protegen el ejercicio del culto católico y de los demás que
se establezcan en el país, como la expresión y efecto de la libertad
religiosa, que siendo un derecho natural del hombre, no tiene ni
puede tener más límites que el derecho de tercero y las exigencias
del orden público".
José Antonio de la Fuente, en la nota que acompañó a la ley
de 4 de diciembre, explica la técnica seguida al consignarse la liber-
tad de conciencia: la Reforma vino "a levantar del pensamiento
que se refiere a Dios y de los homenajes que se le tributan, el ex-
traño peso de las leyes puramente humanas"; es la idea ya expuesta
por Zarco, de no poner entre el alma y Dios la ley. Desgraciada-
mente, agrega la nota, tan mezclados y confundidos estaban el de-
recho público y civil con la teología y los cánones, que el legislador
tenía que establecer "por lo menos los principales corolarios del
principio que estableció la libertad de conciencia, sobre la base de
una perfecta separación entre las leyes y los asuntos puramente
religiosos", bajo riesgo, de no hacerlo, "de que los principios resul-
tasen ilusorios y vanos".
Fuente fija el principio y sus consecuencias. La libertad de cul-
tos procede de la libertad religiosa. La Reforma proclamó "los
luminosos y fecundos principios de libertad religiosa y de perfecta
independencia entre las leyes y los negocios eclesiásticos". Pero no
se Iimitó a esto, "desentrañó de aquellos principios muchas conse-
cuencias de práctica y muy útil aplicación". La libertad de concien-
cia, "principio salvador", podía venir a ser "ilusorio y vano" por
desidia, irreflexión, condescendencia y rutina. No podía quedar,
por consiguiente, el principio "a merced de la suerte que le depa-
rasen autoridades sin norma y doctrinas y prácticas desconocidas".
Fuente quizás recuerde el Congreso Constituyente 1856-57. La
libertad de conciencia y la secularización no se alcanzarían por la
omisión. Aun las mejores prácticas y doctrinas "¿podrían suplir
nunca el silencio de lis leyes en los puntos que necesitaban de un
arreglo expreso para llenar los vados del sistema que por dicha
caducó ?"101 Por supuesto que no, y además, "los acontecimientos
101 Maximiliano decreta, el 26 de febrero de 1865: 1) El catolicismo como
religión de Estado; 2) "Tendrán amplia y franca tolerancia en el territorio del Im-
324 JESÚS REYES HEROLES

eXlglan ya la expedición de una ley que desarrollara el principio


de la libertad religiosa". La nota aclara el sentido de la protección
a todos los cultos: "De la libertad en materia de religión proceden
los cultos, como la derivación y la más generalizada manifestación
de ese derecho ejercido por muchos hombres que profesan unos
mismos principios religiosos". Por consiguiente, "la libertad men-
cionada y su ejercicio gozan de igual protección", en tanto no afec-
ten "los derechos de la sociedad política o de los individuos que
la forman" .102
Si es verdad que sólo se entienden las libertades de la libertad
cuando retrospectivamente se ve su gestación y se tienen enfrente
las contradicciones y dificultades, las luchas que, quienes las consi-
guieron y lograron dejar, hubieron de vencer y superar, la historia
de las libertades en México nos sirve para desentrañar su contenido,
apreciar su valor y precisar su alcance.
Mucho lucharon los liberales mexicanos por obtener las libero
tades en que creían. Fue tarea lenta, penosa y a veces ingrata. La
libertad no triunfa por sí misma ni se defiende sola. A ella no la

perio todos los cultos que no se opongan a la moral, a la civilización, o a las buenas
costumbres. Para el establecimiento de un culto se recabará previamente la autoriza-
ción del Gobierno". Se señalaba en este decreto que, conforme las circunstancias lo
exigieran, se expedirian los reglamentos de policía para el ejercicio de los cultos y
que el Consejo de Estado conocería los abusos de las autoridades contra el ejercicio
de los cultos y la libertad garantizada a sus ministros. La explicación de este fenó-
meno es bien simple: el avance de los liberales forzaba a los conservadores a tran-
sigir con medidas de progreso. No poco ayudaba a ello la propia composición interna
de los grupos que apoyaban a Maximiliano. Es curioso que Cortés Esparza, que
propone la omisión en el Constituyente, sea, en 1865, el ministro de Gobernación
de Maximiliano. [Decretos y reglamentos a que se refiere el Estauao Provisional del
imperio Mexicano. México, lRó5, Imprenta de Andrade y Escalante. Primera Parte.
p. 179).
102 Fuente explica el por qué del artículo 24 de la ley de 4 de diciembre de
1860, que señala que aunque los funcionarios públicos en su calidad de hombres
gozarán de una libertad religiosa tan amplia como "todos los habitantes del país".
éstos no podrán con carácter oficial asistir a los actos de un culto o hacer obsequios
a los sacerdotes, cualquiera que sea la jerarquía de éstos. Los funcionarios son depo-
sitarios del poder y fuerza de la nación y si como individuos tienen la misma liber-
tad religiosa que todos los habitantes del país, "no deben con todo eso, y aún por
causas de aquella libertad, unir su representación oficial con el culto aceptable para
su conciencia". La amalgama entre Iglesia y Estado que ha privado en el país, las
controversias que originó esta amalgama, la intervención del poder público en con-
flictos de conciencia, dictan esta precaución que es precisamente una garantía para
la libertad de conciencia.
LAS LIBERTADES 325

hace la historia; son los hombres quienes con su aceren pueden


convertir la historia en campo, fruto y estímulo de la libertad.
Los liberales mexicanos, a más de dejarnos las libertades y
sus instituciones, nos enseñaron, y ello no es su menor mérito, cómo
conseguirlas y defenderlas. Supieron tener la prudente flexibilidad
y decisión que les permitió en todo momento saber hasta dónde
podían llegar. En las décadas que hicieron de nuestra historia, no
estuvieron ni un milímetro atrás de donde debían; pero tampoco
ni un milímetro adelante de donde podían. Actuaron con el método
liberal: cambiaron la correlación de fuerzas para lograr sus objeti-
vos. El imperativo ideológico que los animaba, más espiritual y
moral que otra cosa, no les impidió aprovechar las realidades por
el camino de las aproximaciones. Las libertades que nos dejaron
tienen, así, la perdurabilidad de lo que fue difícil de obtener.
327

LA TOLERA.NCIA
RELIGIOSA

EN .AR~10NIA
COl'f

EL DERECHO DIVINO Y HUMANO.

:BURDEOS,
En la Imprenta de LA WALLB j6ven1 sobrino,
pasee de Tourny t nO. 20.
.

Influencia remota
329

LECCIONES DE POLlTICA
y DERECHO PÚBLICO

PAllA JNSTlltTCCION DEL P115.BLO

MBXICAHo.

Por ,1 ciudadano
DON JUAN MAlllA WZHCS'I.AO
BARQUERA,

AbogacJo ele lo;. 'r.buna¿" del Imper;"


:J sinotlal ele su tnu] i/l(lstre colegio•

JII~XICO 18~~,

lmp,.,nttt, 4~ Doña Herculana del


Pillar r socio»,

"La libertad de cultos o de conciencia"


331

DI8ERTA.UION
CONTRA

LA

TOLERANCIA RELIGIOSA.

P01\

.~ .
MÉJfCO.
~
nlPUl'f'l'A DB 04LV.\N A CARaODE MARIANO AB':VALO,
CAL.,. D. CADBN4 N.0 2.

1831.

"••. la estrecha conexión que tiene la salvación con la


intolemncia"
333

DE U PRIMER! RECRETUIA DE ERnDO


y llEt DERP!CnO

DI RELj~IONES INTERIORES yESTRRlORIS


...

LEI!'! AL SOBERANO CONGRESO CONSTITUYENTE

la101 dial 14.15,16 la dítilIüIl dJ1846.

JlPRESA POR ACUERDO DEI, SOBERANO CONGRESO.

J.NrREXTA DE VrCENTB GARcíA TORRE~

"... reconoce en todos los hombres el derecho de


adorar a Dios según su conciencia"
CAPITULO V

FEDERALISMO

Saber federal. - La divergencia sobre los orígenes del federalismo mexicano


y el liberalismo ilustrado. - El diálogo en el Constituyente de 1842.- El
examen analítico de Otero. . El federalismo connatural y Sismondi. . Los
conflictos de poderes. - El Avance de 1847. - Se perfecciona el avance en
la Constitución de 1857.. Retorna la divergencia. _ Nota sobre la influencia
europea y norteamericana en el Derecho Público Mexicano
"Las ideas preceden a los hechos. Las ideas
nacen, brotan, se combaten, y cuando se han ge·
neralizado se produce el hecho, como una con-
secuencia precisa. Pero no debe haber intervalo
entre uno y otro. Cuando no se suceden estrecha-
mente encadenados, aquéllas se debilitan y mue-
ren estériles".l

Durante la sociedad fluctuante la lucha se polarizó en torno


a federalismo o centralismo, no por capricho o dogmatismo inte-
lectual, sino porque una u otra forma suponían la consolidación
política de las clases liberales distribuidas en el país o de las clases
con intereses centralizados y centralistas por sí. Esta polarización,
al mismo tiempo que produce el auge de los planteamientos relati-
vos a la forma federal, cosa altamente positiva, engendra una ten-
dencia que no deja de tener sus inconvenientes: se abordan los
problemas desde un enfoque político, el aspecto político predomina
sobre el jurídico. Federalismo y centralismo forman los términos
decisivos de una alternativa política. El triunfo de las ideas y, sobre
todo, de los intereses que en torno a ambos términos se agrupan,
está en juego. Por tanto, la opción entre los términos de la alter-
nativa adquiere una gran intensidad. Escoger uno u otro era decidir
los destinos nacionales: la orientación liberal del país o el mante-
nimiento del statz: quo y un eventual retroceso conservador.
El enfoque, pues, es político y concreto y ello hace que así
como de las condiciones que privaron cuando nuestro país en el
Acta Constitutiva y la Constitución de 1824 adoptó el federalismo,

1 El Monitor Republic"no, Año 100., tercera época, número 2,963, 17 de oc-


tubre de 1855.
338 JESÚS REYES HEROLES

se dedujera la ignorancia de nuestros legisladores en esta materia,


también se sostuviera el desconocimiento doctrinal o técnico de la
forma federal en la ulterior etapa. Ciertamente que la atención se
orienta hacia el examen preponderante de aspectos políticos y no téc-
nicos en materia federal; pero esto no supone, ni con mucho, el
desconocimiento de las teorías. Es, en todo caso, una perspectiva
que facilita la adaptación doctrinal.
Por otra parte, entre lo poco que el liberalismo mexicano con-
sigue plenamente en sus orígenes, está la consignación de la forma
federal. Por tanto, ~n este punto el liberalismo, que sabemos que
se identifica con el federalismo, no pugna, como en las libertades
o en la abolición de los fueros, por avanzar, sino por mantener, y a
partir de 1842 perfeccionar. Cuando Las Siete Leyes, las Bases Or-
gánicas y la última recaída santanista, el objetivo político no era
el obtener sino el restaurar, contando para ello con la legalidad y la
tradición jurídica." Y es que en ningún tema el liberalismo mexi-
cano es tan deudor de nuestros primeros legisladores, como en lo
relativo a la forma federal. Recordando a Mora, la Constitución
de 1824 fue algo, en cuanto consignó el federalismo.
la integración teórica del federalismo mexicano no es simple
ni en sus orígenes, ni mucho menos, en sus posteriores etapas. Es
complicada, tanto en sus influencias doctrinales, corno en la deter-
minación de la perspectiva desde la que se procede a su adapta-
ción. Inicialmente concurre la idea federal europea, particularmente
Montesquieu, y el esquema jurídico norteamericano, o sea, el texto
constitucional; más tarde se confirma esta última influencia, con
una proyección política y jurídica, a través de la concurrencia de
El Federalista, de Hamilton, Madison y Jay, y posteriormente la

2 Las Bases Constitucionales, expedidas por el Congreso el 15 de diciembre de


1835, así como las Bases Orgánicas acordadas por la Junta Legislativa el 12 de junio
de 1843, como sabemos, establecen un despiadado centralismo. (JESÚS REYES HERO'
LES: El Liberalismo 'Mexi(ano, Tomo 11, La SodeJad Fluctuante, pp. 231 Y 318).
En la última recaída santanista, el centralismo llega al máximo. Desde luego, al am-
paro de las "Bases para la administración de la República hasta la promulgación de
la Constitución", de 22 de abril de 1853, entran en receso las legislaturas u otras
autoridades de los Estados que desempeñen funciones legislativas. A los gobernado-
res se les convierte en meros ejecutores de las decisiones del Gobierno Central me-
diante decreto de 11 de mayo de 1853 y las rentas se centralizan mediante decreto
de 14 de mayo del propio año. josá M. GAMBOA: Leyes Constitluionales de Méxüo
durante el Siglo XIX, México, Oficina Tip. de la Secretaria de Fomento,' 1901, pp.
496, 498 Y 503.
_.$S

FEDERALISMO 339

influencia norteamericana recibe una nueva ratificación, sólo que


en una forma triangular: el fenómeno norteamericano, la idea fede-
ral enriquecida en su realización, es captada por el fino criterio de
un europeo, Tocqueville, y de Europa nos llega. Las dos vertien-
tes se reiteran en esta forma. Ya en 1823-24 la argumentación pro
federalista encuentra su inspiración en Montesquieu, en Paley y au-
tores europeos secundarios y el modelo en la Constitución Norte-
americana; entre 1827 y 1842 la influencia de los autores de Et
Federalista obtiene singular impulso, y de 1837 en adelante es Toe-
queville quien se entreteje y acaba por predominar. Como estas in
fluencias se dan en planos sucesivos y no excluyentes, a veces co-
existen y para 1856-57 se presenta una rica conjugación de ellas.
Habiéndonos referido al primer momento en la gestación del libe-
ralismo mexicano," debemos ocuparnos ahora de los subsecuentes.
El segundo momento se presenta cuando la polarización polí-
tica del país se da en torno a federalismo y centralismo. Tocante a
él, es necesario subrayar: 10.) que la influencia de El Federalista
se manifiesta exclusivamente en materia federal y buscando afirmar
las facultades de la federación; 20.) que dicha influencia no ex-
cluye la europea anterior y se complementa con la que sobreviene
y fundamentalmente Simonde de Sismondi; 30.) que en este lapso,
en temas políticos, jurídicos y económicos, predomina en general la
influencia europea.

SABER FEDERAL

Ahora bien, es necesario aclarar que en materia federal, los


liberales mexicanos se encuentran en una posición ambigua. Por
una parte, necesitan probar que el federalismo consolida la. unión
nacional, conteniendo las tendencias centrífugas que desde el prin-
cipio se manifiestan en Texas y Yucatán.' Pero, junto a ello, neo
cesitan contrarrestar las maniobras de las clases privilegiadas que

3 El Liberalismo Mexicano, Tomo 1, Los Orígenes, p. 417 Y sigs.


4 El proceso de separación dt Texas se inicia bien pronto, al expedirse la ley
sobre arreglo de compañías presidiales, momento en que Hayden Edwards y el Dr.
John Duios Hunter intentan formar una república con el nombre de Fredoniana
(JosÉ MARÍA TORNELL y MENDlVIL: Breve reseña histórica de los acontecimientos
más notables de la Nación Mexicana, desde el año de 1821 hasta nuestros días. Mé-
xico, 1852, Imprenta de Cumplido, p. 158). Desde el año de 1831 surgieron estos
síntomas, "porque habiendo expirado el término que concedía a la colonia la exen-
340 JESÚS REYES HEROLES

pretenden obtener el centralismo, de facto en la primera adminis-


tración de Bustamante y de jure más tarde con las Siete Leyes y las
Bases Orgánicas, defendiendo la descentralización, la vida política
autónoma y libre de las provincias y de sus grupos dentro de la Fe-
deración. Esta incómoda postura explica, tanto la reserva en la
exteriorización de ciertas fuentes doctrinales, como la selección de
éstas. El reproche que desde nuestros primeros congresos se hace a
los federalistas, es que el federalismo en México significa desunir
10 unido, disgregar el país. El reproche 10 consideramos injusto y
creemos haber demostrado que, por el contrario, la adopción del
federalismo vino a salvar al país de la disgregación política que 10
estaba amenazando y la consignación de esta forma en el Acta Cons-
titutiva y la Constitución de 1824, sancionó una situación que, de
hecho, ya privaba en el país, por el pronunciamiento que a favor
de la Federación habían tenido muchas de las provincias.
Pero el reproche amerita respuesta. Y por ello, apenas adop-
tada la forma federal, la preocupación fundamental de los libera-
les, que saben que sólo con ella pueden triunfar, está constituida
por la necesidad de probar que el federalismo conviene a los inte-
reses generales de la nación y consolida la unidad nacional. En
estas condiciones, prácticamente desde que se inicia la vida de Mé-
xico bajo la forma federal, tratan los liberales de demostrar que
esta forma conviene a México, consolida su unidad y permite su
desenvolvimiento y progreso.
De 1826 es la publicación del importante folleto "Demostra-
ción teoricopráctica de las ventajas del sistema federal en la Repú-
blica Mexicana"," Es un ensayo con una clara exposición del tema
y una precisa indicación de sus fuentes.
En el primer aspecto sostiene que la federación es base del fá-
cil gobierno de las fracciones que la componen, puesto que el auto-
gobierno en que se funda el sistema federal permite que los Estados

ción de derechos, se procedi6 al establecimiento de aduanas, y a cubrirlas con peque-


ños destacamentos: cosa que no pudieron soportar aquellos colonos, acostumbrados
por mucho tiempo a no pagar derechos de ninguna clase" (Breve reseña histórica de
los principales acontecimientos ocurridos con motivo a la rebelión de la colonia de
Tejas y guerra con los Estados Unidos de Norteamérica, México, 1848. Reedici6n de
1941, p. 7). En cuanto a Yucatán, su falta de sujeci6n a la Federación se ve en los
años de 1824, 1829, 1841, 1842 Y 1846. En este año otros intentos de escisión se
manifiestan.
5 El folleto es vuelto a publicar por El Siglo Diez 1 Nueve, números ,244 y
245, de 10 y 11 de junio de 1842. (México, Imprenta de Ignacio Cumplido).
FEDERALISMO 341

sean gobernados por los nativos o arraigados en ellos. Pero, además,


y esto es relevante:

Las providencias que se toman no son cuales suelen ser en un


sistema central unas mismas para todas las partes de la naci6n, como
si todas éstas fueran idénticas en sus circunstancias. Son por el con-
trario, distintas y proporcionadas a lo que respectivamente exige cada
una de ellas.

La federación, en cuanto amplía la libertad y protege la se-


guridad, fomenta indirectamente la industria, población e ilustra-
ción. Directamente los promueve, dado que la proximidad de los
gobernantes a los gobernados engendra una acción pública infor-
mada y fructífera, a diferencia de lo que sucede en "un gobierno
central lejano y semiextranjero", Esto repercute favoreciendo la in-
migración, ayudando a "cuantiosas introducciones de personas y
capitales extranjeros". Tal razonamiento se adiciona con otro de
índole económica:

Se agrega por lo relativo a la industria uno de los grandes estímu-


los de ésta, a saber: el asunto de necesidades que se tienen que cubrir,
porque en efecto, sucede en los Estados lo mismo que en los indivi-
duos. Que cuando emancipados entran a gobernarse por sí se encuen-
tran en mayor cantidad de necesidades que satisfacer, que las que te-
nían cuando se gobernaban y mantenían por un Padre común.

La forma federal contribuye, por la descentralización guber-


namental, a difundir la ilustración y a formar gobernantes. Polí-
ticamente garantiza la subsistencia, "haciendo qúe las revoluciones
sean difíciles de emprender y más aún de lograrse", En un gobierno
central, "todo el trabajo revolucionario se reduce a derrocar el go-
bierno de la capital", empresa que no es difícil, pues depende "de
un solo golpe acertado", La sujeción de las provincias después de
ello resulta fácil. Esto no sucede en la forma federal, "que tiene
tantos gobiernos independientes, como cuantos estados tiene".
Contrayéndose a México, el ensayo adara que el federalismo
está establecido y adelantado y que intentar su variación trastorna-
ría todo el orden de la República.
Los Estados no se avendrían a un cambio de forma de gobier-
no: "Así es, que puede decirse, sin temor de equivocarse, que el
342 JESÚS REYES HEROLES

sostener y fomentar nuestra federación ya establecida, es un medio


eficaz e indispensable para conservar la unión de todos nuestros
Estados, que de otra manera quizás se verían tentados de tomar otro
partido".
Después de esta argumentación y antes de referirse a qd.e el
país puede sostener la federación y a que el tránsito histórico no
fue un brinco brusco del despotismo al sistema federal, sino gra-
dual, el artículo indica que, abandonando razones y especulaciones,
va a referirse a los hechos que prueban los progresos que han lo-
grado las principales federaciones que existen: los cantones suizos,
los Estados Unidos de Norteamérica y México. Más que nada, en
este aspecto, se proporcionan datos estadísticos sobre el crecimiento
de la población y de las actividades económicas, intercalando algu-
nos juicios sociales. Así por ejemplo, en el caso de Suiza, se resalta
"que la propiedad se encuentra muy dividida, de lo que resulta, que
las comodidades y placeres se hallen muy generalizados y que sean
proporcionalmente muchos los propietarios pequeños, pocos los em-
pleados y casi ningunos los mendigos y malhechores". El artículo
señala que en el caso de Suiza se ha sujetado a los datos propor-
cionados por "el célebre Sismondi", mencionando así una influen-
cia que se reiterará en un momento decisivo del federalismo mexi-
cano en 1842.6
El Águila Mexicana, al abordar el problema de la federación
en 1828,7 lo hace sobre las líneas tradicionales europeas, principal-
mente Montesquieu,y con fundamentos ad hoc a la situación polí-
tica mexicana.
En otra vertiente se manifestará una mayor información sobre
la literatura política norteamericana: aquella que está preocupada
por demostrar que el federalismo consolida la unidad nacional, re-
batiendo el reproche de los centralistas. Ahora bien) El Federalista,

6 Aunque en este ensayo la información norteamericana no es de primera. la


exposición contrasta con las que se hacían antes de que se adoptara el federalismo
en México. Por ejemplo, el periódico El Pederalissa, (México, Imprenta a cargo de
Martín Rivera), en su número 1, de 24 de junio de 1823 publica unas "Reflexiones
sobre el origen y naturaleza de los gobiernos federados". con la argumentación ex-
clusivamente europea e igual tendencia anima a un ensayo histórico sobre el mismo
tema, en que se refiere a Suiza y a las Provincias Unidas de Holanda -número 32,
14 de octubre de 1823, pp. 125-12R,
7 México, Imprenta de la Águila, dirigida por José Ximeno, 182S. Febrero 13.
marzo 14 y 15, artículos "Federación", "Enemigos de la Federación" j' "Amigos de
la Federación".
L dE

FEDERALISMO 343

de Hamilton, Madison y ]ay, había nacido precisamente en bus-


ca de unidad y afianzamiento. Esto hace que la obra clásica norte-
americana se acepte en su sentido originario: instrumento de afian-
zamiento unitario de colectividades con derecho a la autodetermi-
nación; reducción de facultades de las entidades federadas en aras
de la unidad que ellas en su conjunto deben constituir.
Hamilton tiene desde este ángulo evidentes ventajas. No hay
abstracciones en su pensamiento; el genio de Harnilton y de El Fe-
deralista estuvo en fortalecer la Federación con la atracción de cier-
tos intereses económicos -acreedores, comerciantes, industriales--
y en detrimento de la clase agraria."
Los federalistas mexicanos se sirven de Hamilton, por una par-
te, para demostrar que el federalismo, lejos de quebrantar la uni-
dad, la articula y suelda. Y por otra, con un propósito estrictamente
técnico. Pero los federalistas mexicanos, en el fondo, pretenden
defender a los Estados miembros conservando sus facultades o res-
taurándolas. Observaban una expectativa política: el acceso al po-
derde las clases medias dispersas en la nación. En México, los
federalistas defienden los pequeños intereses difundidos en la repú-
blica y son los grandes intereses --clases privilegiadas--, los que
apoyan el centralismo. Hamilton fríamente luchó por consolidar el
dominio de los grandes intereses. Esto hace que sea empleado con
reserva, o mejor dicho, ambiguamente, por los federalistas mexica-
nos. Servía para demostrar que el federalismo no iba contra la uni-
dad nacional; pero desde otro aspecto, era peligroso servirse como
instrumento de una teoría de centralización, cuando se estaba pe-
leando por la descentralización.
Tradicionalmente se ha sostenido la poca influencia de El Fe-
deralista en la evolución constitucional de México." Pero, en reali-

8 Seguimos la interpretación. que ya puede ser calificada de clásica, formulada


por CHARLES A. BEARD (Una interpretación económica .de la Constitución de los
Estados Unidos, Buenos Aires, Ediciones Arayú, 1953, p. 99 Y sigs.). En Protección
) Librecambio nos referiremos a las ideas económicas de Hamilton y su repercusión
en nuestro país. Anticipamos que el carácter antidemocrático de las ideas de Harnil-
ton repugna al propósito predominantemente democrático del liberalismo mexicano.
9 En el atildado prólogo de Gustavo R. Ve1asco (HAMILTON.MADlSON·]AY:
Ei Federalista, México, 1943, Fondo de Cultura Económica) se reitera esta idea tra-
dicional: El Federalista fue traducido al castellano hasta 1868 y 1887 Y en la Ar·
gentina, Por consiguiente: "El Federalista no puede haber influido de manera apre-
ciable en el pensamiento político de México, Centro y Sur-América, porque casi no
fue conocido en estas partes del continente" (p. XVII). En abono de esta tesis se
344 JESÚS REYES HEROLES

dad, esta tesis carece de fundamento, como lo vamos a demostrar. El


conocimiento de El Federalista es, tomando en cuenta las magnitu-
des de la época, hasta popular para la clase política dirigente. Ya
para 1827. El Observador de la República Mexicana, con la pluma
de José María Luis Mora, recurre a Hamilton para sostener los
derechos del ciudadano frente al poder militar y la necesidad de
que los ciudadanos no estén, en lo posible, sujetos a la jurisdicción
militar. 10
El Correo de la Federacián Mexicana, el 24 de mayo de 1828
da a conocer un prospecto "Para publicar por suscripción una tra-
ducción de la obra titulada: EL FEDERALISTA". El prospecto recuer-
da los orígenes y las características de El Federalista, subrayando su
sentido político:

Cuando se trató en los Estados Unidos de América de la adop-


ción por los estados de su actual constitución, se levantó en varios de
ellos una formidable oposición. Entonces aparecieron algunos papeles
bajo la firma de Publiss, publicados con el objeto de discutir los si-
guientes puntos: La utilidad de la unión para la prosperidad política
de América; la incapacidad del gobierno que entonces regía para con-
servar esa unión; la necesidad de un gobierno enérgico para este ob-
jeto; la conformidad de la constitución propuesta a los verdaderos
principios de un gobierno republicano; su analogía a la de los estados
particulares; y últimamente, la seguridad que su adopción prestará a
la conservación de esta forma de gobierno a la libertad y a la pros-
peridad.

No creemos que en menor número de palabras se puedan en-


cerrar los objetivos y líneas esenciales de esta clásica obra. Y sobre
los orígenes de El Federalista, el prospecto añade:

Los autores eran Madison, Hamilton y Jay, y se publicaron hasta


85 números, que se unieron después en un tomo con el nombre del
Federalista. Estos papeles contienen los mejores principios de política
adaptados a una federación, y como se acerca el término fijado por la

encuentra la afirmación de Montiel y Duarte, de que una sola vez encontró el nombre
de Hamilton: en la exposición del proyecto de la mayoría de la Comisión, en 1842.
10 El ObservadQr de la RepúbJita Mexitana. Primera época, Tomo l. México,
1827, Imprenta de Galván, a cargo de Mariano Arévalo. Número " de 4 de julio
de 1827. luticulo: "Ideas sueltas sobre la arbitrariedad en los procedimientos ju-
diciales".
FEDERALISMO 345

constitución mexicana para proponer y hacer enmiendas, se ha pen-


sado que sería sumamente útil dar al público una versión en castellano
de los papeles que tienen analogía a nuestros legisladores.u

A continuación publica íntegro el primer artículo o ensayo


de la obra, perteneciente a Hamilton, y en el que se hace una rigu-
rosa defensa de un federalismo unificador y un elogio de la unión
concebida en la constitución propuesta.
Con la misma orientación, otro órgano liberal, El Atleta, tra-
duce y publica una importante parte de El Federalista. El número
del 26 de diciembre de 1829 trae la continuación del Ensayo IX de
Hamilton, sobre "La unión como defensa contra el espíritu faccioso
y las insurrecciones domésticas"."
La publicación de El Federalista continúa en los números de
27 y 31 de diciembre de 1829 y 2, 4, 6,8, 11 Y 16 de enero de 1830.
Se publican, así, íntegros los ensayos IX de Hamilton y X de Ma-
dison, que constituyen dos de los artículos más políticos de esta
obra y encaminados a preservar la unión contra las facciones e in-
surrecciones. Estos ensayos, y sobre todo el IX, confirman la idea
federal europea llegada a nuestro país, pues Hamilton define y
analiza el federalismo con Montesquieu.
Tadeo Ortiz en su libro de 1832,13 en su importante capítulo
sobre la inviolabilidad de la Constitución Política y leyes funda-
mentales, se ocupa del sistema federal. Animado preponderante-
mente por precisar si el federalismo es débil por su naturaleza,
hace gala de erudición al describir las federaciones antiguas y las
federaciones de Suiza y Holanda. El concepto que posee de lo que
es el régimen federal es riguroso y apegado a nuestros orígenes:
Combinado el federalismo, .exactamente nivelado a las costumbres
de los pueblos, y modelado a las necesidades locales, a las luces del

11 Correo de la Federación Mexi.ana. Tomo V, número :570, pp. 2 Y 3. El


prospecto indica que la traducción se "compondrá de cuatro o más partes, cada una
de las cuales contendrá cien páginas en octavo" y es firmado por el editor C. C.
Sebring.
12 El Atleta. México, sábado 26 de diciembre de 1829, pp. 25 Y 26. Imprenta
de la Testamentaría de Ontiveros. Falta en el ejemplar de la Hemeroteca Nacional, de
la p. 27 a la 2:5, que comprende el número en que se inició la publicación de este
ensayo de El Federalista.
13 Méxi.o consideradq como nación independiente , libre, orean alglmas indio
raciones sobre los deberes más esenciales de los mexicanos, Burdeos, Imprenta de
Carlos LawalIe Sobrino, 1832.
346 JESÚS REYES HEROLES

siglo y a las exigencias del tiempo, y circunstancias peculiares de las


naciones, que de buena fe 10 abrazan y ejercen, no es otra cosa, si
bien se analiza, que la reunión legal de un grupo de provincias dise-
minadas en una vasta región, aisladamente, pero ligadas por la sim-
patía de la vecindad, el origen, el idioma, los usos y la religión, y aun
por los hábitos e influencia del trato común y cierta legislación que,
sin embargo de tanta homogeneidad, considerándose destacadas suce-
siva y gradualmente por la distancia de un centro, y deseando mejorar
su posición, con una administración local inteligente que les asegure
ciertos goces sociales, en armonía con los progresos a que brinda su
situación particular, sin aspirar a una separación absoluta, ni dejar de
auxiliarse mutuamente, convencidos de su debilidad, para sostenerse
aisladamente cada una de por sí, se obligan a buscar, en su propia
reunión y alianza, una fuerza o poder real y efectivo contra los peligros
a que los expondría su flaqueza privada e índívidual.w

Para la defensa común surge el federalismo y sus integrantes


o miembros sacrifican "una pequeña parte de su independencia y
soberanía, a beneficio y seguridad de todo el cuerpo social". Si-
guiendo estos principios, "se establece el nuevo contrato social por
los representantes de todas las partes más considerables, o diferen-
tes secciones de que se compone un grande país, autorizados al
efecto", acto en que "abandonan una porción de sus derechos natu-
rales e individuales" para conseguir el fin primordial que se busca,
que es el de ser protegidos y garantizados "por la comunidad de
la grande asociación que se estipula para cada uno de por sí, y
para todos en general". El resultado es "el goce de unos mismos
derechos a los individuos, y la plenitud de la independencia, en
cuanto a la administración interior, según se disponga en la cons-
titución general y en la particular de cada Estado". El principio que
opera es la defensa de la soberanía con respecto a los ataques "de
dentro o fuera de la federación".
De esta concepción del federalismo, Tadeo Ortiz deduce que
no es "tan insólito y flaco" como se supone, pues implica una equi-
librada combinación. Punto vital de este federalismo combinado es
que las prerrogativas del gobierno federal, consagradas en el código
fundamental, "son leyes constitucionales tan obligatorias a los Es-
tados como a sus individuos". Los Estados en particular tienen obli-
gación de respetar y guardar los derechos de la Federación para

14 op. cit., pp. 58-59.


FEDERALISMO 347

mantener la unión y a su vez la Federación tiene el deber "e interés


real y positivo" de "mantener la unión y libertades de los Estados
en particular". Con estas premisas, la debilidad del sistema federal
es la debilidad de cualquier régimen político: el incumplimiento de
las leyes.

Sin embargo, admite que:

Es cierto que Hamilton, escritor federalista, dice: "Hay en el seno


de los gobiernos federativos una debilidad fastidiosa, una flaqueza
inherente; es preciso tomar muchas precauciones para remediar estos
inconvenientes; es menester asegurar a su organización todo el vigor
compatible con los principios de la libertad")5

Siguiendo estos consejos, entre otros, la fórmula de Hamilton,


de asegurar para la organización federal "todo el vigor compatible
con los principios de la libertad", las instituciones federales se afir-
marán en México. Por lo demás, Ortiz, en un sintético párrafo,
capta la línea teórica fundamental del federalismo adoptado por
nuestro país:

El sistema político que elogia Montesqweu, perfeccionado en Nor-


te-América, e imitado en México, es pues el más conforme y conve-
niente al bienestar de los Mexicanos.w

Documento verdaderamente importante es la representación di-


rigida por la ciudad de Veracruz "para que no se varíe la forma
de gobierno adoptada por la nación en el año de 1824", de 6 de
noviembre de 1835.17 La representación es reveladora no sólo del
conocimiento de los problemas que en relación con el federalismo
se presentan en el país, sino también de una información de pri-
mera mano y una correcta adopción de ella. Empieza con Reyneval,
recordando la importancia que la estabilidad en la forma de gobier-
no reviste y los males que derivan de provocar su' mudanza por
miras particulares o por capricho, 10 que expone a la sociedad a
la disolución.

15 op. ch., p. 63.


16 op. cis., p. 6'.
17El documento, reproducido por El Siglo Din , Nllefle -24 de julio de
1842- originalmente fue publicado en el periódico El Anleojo.
348 JESÚS REYES HEROLES

Se dirige al Presidente Interino de la República en un momen-


to en que está pendiente la decisión sobre la forma de gobierno
-federal o central- que en el país debe privar. Recuerda que el
pueblo de Veracruz "ha rehusado unánimemente pronunciarse por
el centralismo" y que la firme adhesión de los veracruzanos a las
instituciones federales los ha eximido de manifestar con anteriori-
dad su opinión, puesto que ésta es conocida. Recuerda las aporta-
ciones de Veracruz al progreso de México y señala que "el diccio-
nario de la declamación y de los sofismas", para desacreditar "el
sistema representativo popular federal", ha decidido atribuirle to-
dos los males y vicios, empleando "una lógica capciosa y miserable,
para deducir de falsas premisas, consecuencias que deslumbren".
En primer lugar, rebate el argumento de que el gobierno federal sea
demasiado costoso y la República unitaria o central menos dispen-
diosa. Tal aserto es hijo de la ignorancia o de la mala fe, pues, en
realidad, el costo del gobierno central es mayor que el del federal.
Por otra parte, el sistema federal no es incompatible con las econo-
mías y en el supuesto de que fuera más costoso que el central:

... nunca puede ser esto causa suficiente para cambiar el sistema,
atendiéndose a que los pretextos impulsi1l0s de lo; gastos público; en
los gobiernos federales, son, según expone el ilustre americano Hamil-
ton, mucho menores J meno; costosos de lo que se cree, compensán-
dose con otras inmensas ventajas¡ siendo bien seguro que no se podría
hailar otro plan menos oneroso para el logro de lo; fine; de la so-
ciedad.

Esta es la primera cita de Hamilton que hace la representación


en abono del federalismo. Más adelante volverá sobre él.
Las revoluciones de México no son imputables al federalismo.
Se han visto turbulencias y agitaciones cuando ha existido un régi-
men unitario. Existen agitaciones y sacudimientos políticos en Co-
lombia, Perú y Chile, que son repúblicas centrales y lo mismo puede
decirse de países como España, Portugal y Francia. Por consiguiente,
"ni es la forma de gobierno que nos ha regido desde 1824 la causa
de los desastrosos acontecimientos que lamentamos, ni puede ser el
medio de evitarlos la medicina que se propone". Para encontrar
e~ta causa hay que extender la vista más allá de los objetos inme-
diatos: se halla en la existencia de dos sociedades en pugna: la
naciente y la que no acaba de morir.
FEDERALISMO 349

Citando a Zavala y su importante libro Viaje a los Estados


Unidos del N orle, la representación afirma que ninguna barrera po-
drá detener el triunfo del sistema federal. Rebate el argumento de
que no hay en los Estados el número suficiente de hombres compe-
tentes para llenar los puestos de primera jerarquía que exige el sis-
tema federal. Este argumento, en caso de ser cierto, lo mismo es
válido contra el centralismo. En cuanto a que el régimen federal
no se acomoda al estado de ilustración del país, debe recordarse
que las costumbres de la nación se han modificado, que las preocu-
paciones han disminuido "y que los mexicanos no son hoy lo que
eran en el año venturoso de 1821". La independencia ha dado un
vuelo al genio y a los progresos de la razón en México; la filosofía
ha "podido recorrer libremente el territorio mexicano"; "la publi-
cidad de las discusiones parlamentarias y la libertad del pensamien-
to han despertado nuesjra emulación" y "nos han sido familiares
las doctrinas de los sabios, de los filósofos y de los publicistas que
más han contribuido a los adelantos del entendimiento humano".
La libertad de prensa ha producido sus saludables efectos y sólo los
observadores superficiales o apasionados no ven las "transiciones
de los pueblos" "ni miden la distancia que hay desde el punto de
salida de nuestra sociedad, hasta el punto en que se encuentra co-
locada".
Por otra parte, las leyes constitutivas de un pueblo no son para
durar un corto plazo, y si la generación que existe en 1835, a pesar
de haber vivido en la Colonia, piensa muy distinto a lo que pen-
saba en 1821, la situación será más radical con las nuevas genera-
ciones, nacidas ya "bajo el influjo de la nacionalidad: oyendo in-
cesantemente desde los primeros destellos de su razón, los dulces
nombres de patria, libertad, igualdad y las más duras implicaciones
contra la esclavitud y los tiranos".
En cuanto a que faltan virtudes para el régimen federal, Mo~­
tesquieu ayuda a la argumentación, pues cuando asienta que la tnr-
tud "es el resorte esencial de un estado popular, no distingue cier-
tamente el unitario del federativo". En México no existen elementos
para una aristocracia, pues los nobles son insignificantes y "recien-
te la data de su nobleza". Otras razones se han usado en contra del
federalismo; pero de ellas no vale la pena ocuparse.
Ciertamente que algunos pueblos se han expresado por el cen-
tralismo e igualmente han hecho algunas corporaciones. Su incom-
prensión es manifiesta y su corto número también. A pesar de quie-
348 JESÚS REYES HEROLES

Se dirige al Presidente Interino de la República en un momen-


to en que está pendiente la decisión sobre la forma de gobierno
-federal o central- que en el país debe privar. Recuerda que el
pueblo de Veracruz "ha rehusado unánimemente pronunciarse por
el centralismo" y que la firme adhesión de los veracruzanos a las
instituciones federales los ha eximido de manifestar con anteriori-
dad su opinión, puesto que ésta es conocida. Recuerda las aporta-
ciones de Veracruz al progreso de México y señala que "el diccio-
nario de la declamación y de los sofismas", para desacreditar "el
sistema representativo popular federal", ha decidido atribuirle to-
dos los males y vicios, empleando "una lógica capciosa y miserable,
para deducir de falsas premisas, consecuencias que deslumbren".
En primer lugar, rebate el argumento de que el gobierno federal sea
demasiado costoso y la República unitaria o central menos dispen-
diosa. Tal aserto es hijo de la ignorancia o de la mala fe, pues, en
realidad, el costo del gobierno central es mayor que el del federal.
Por otra parte, el sistema federal no es incompatible con las econo-
mías y en el supuesto de que fuera más costoso que el central:

•.• nunca puede ser esto causa suficiente para cambiar el sistema,
atendiéndose a fue Jos pretextos impulsivos de Jos gastos púbJicos en
Jos gobiernos federales, son, según expone el ilustre americano Hamil-
ton, mucho menores y menos costosos de Jo fue se cree, compensán-
dose con otras inmensas ventajas; siendo bien seguro fue no se podría
halJar otro pJan menos oneroso para el logro de los fines de la so-
ciedad.

Esta es la primera cita de Hamilton que hace la representación


en abono del federalismo. Más adelante volverá sobre él.
Las revoluciones de México no son imputables al federalismo.
Se han visto turbulencias y agitaciones cuando ha existido un régi-
men unitario. Existen agitaciones y sacudimientos políticos en Co-
lombia, Perú y Chile, que son repúblicas centrales y 10 mismo puede
decirse de países como España, Portugal y Francia. Por consiguiente,
"ni es la forma de gobierno que nos ha regido desde 1824 la causa
de los desastrosos acontecimientos que lamentamos, ni puede ser el
medio de evitarlos la medicina que se propone". Para encontrar
e~ta causa hay que extender la vista más allá de los objetos inme-
diatos: se halla en la existencia de dos sociedades en pugna: la
naciente y la que no acaba de morir.
FEDERALISMO 349

Citando a Zavala y su importante libro Viaje a los Estados


Unidos del Norte} la representación afirma que ninguna barrera po-
drá detener el triunfo del sistema federal. Rebate el argumento de
que no hay en los Estados el número suficiente de hombres compe-
tentes para llenar los puestos de primera jerarquía que exige el sis-
tema federal. Este argumento, en caso de ser cierto, lo mismo es
válido contra el centralismo. En cuanto a que el régimen federal
no se acomoda al estado de ilustración del país, debe recordarse
que las costumbres de la nación se han modificado, que las preocu-
paciones han disminuido "y que los mexicanos no son hoy lo que
eran en el año venturoso de 1821". La independencia ha dado un
vuelo al genio y a los progresos de la razón en México; la filosofía
ha "podido recorrer libremente el territorio mexicano"; "la publi-
cidad de las discusiones parlamentarias y la libertad del pensamien-
to han despertado nuesjra emulación" y "nos han sido familiares
las doctrinas de los sabios, de los filósofos y de los publicistas que
más han contribuido a los adelantos del entendimiento humano".
La libertad de prensa ha producido sus saludables efectos y sólo los
observadores superficiales o apasionados no ven las "transiciones
de los pueblos" "ni miden la distancia que hay desde el punto de
salida de nuestra sociedad, hasta el punto en que se encuentra co-
locada".
Por otra parte, las leyes constitutivas de un pueblo no son para
durar un corto plazo, y si la generación que existe en 1835, a pesar
de haber vivido en la Colonia, piensa muy distinto a lo que pen-
saba en 1821, la situación será más radical con las nuevas genera-
ciones, nacidas ya "bajo el influjo de la nacionalidad: oyendo in-
cesantemente desde los primeros destellos de su razón, los dulces
nombres de patria} libertad, igualdad y las más duras implicaciones
contra la esclavitud y los tiranos".
En cuanto a que faltan virtudes para el régimen federal, Mon-
tesquieu ayuda a la argumentación, pues cuando asienta que la vir-
tud "es el resorte esencial de un estado popular, no distingue cier-
tamente el unitario del federativo". En México no existen elementos
para una aristocracia, pues los nobles son insignificantes y "recien-
te la data de su nobleza". Otras razones se han usado en contra del
federalismo; pero de ellas no vale la pena ocuparse.
Ciertamente que algunos pueblos se han expresado por el cen-
tralismo e igualmente han hecho algunas corporaciones. Su incom-
prensión es manifiesta y su corto número también. A pesar de quie-
350 JESÚS REYES HEROLES

nes excitan: a los pueblos a pronunciarse por el centralismo y de


quienes incitan a la violencia, esta causa no progresa popularmente.
La experiencia nos ha revelado "los vicios del pacto de 1824
y los medios de remediarlos" y lo prudente es "reformar ese pac-
r
to" no "derribarlo". Se puede "formar una constitución federal
originAl", acomodada a los usos y exigencias de nuestra sociedad.
El régimen federal permite "el que cada una de las grandes frac-
ciones en que se divide el territorio nacional, pueda adaptar todas
las medidas que requieran sus particulares necesidades"; permite
regir fácilmente un país tan extenso, "tan vario en su fisonomía
y en su clima," en sus producciones naturales y en las costumbres
de sus habitantes y facilita dirimir las contiendas sin "marchas pe-
nosas y cuantiosos gastos para acudir a jueces y tribunales distan-
tes"; impulsa el espíritu público, enseña a los hombres a ejercer
sus atribuciones, los educa políticamente; permite a los Estados
premiar a sus mejores hijos y en cada Estado encuentra un plantel
de altos funcionarios para la Federación. Pero, además, el federalis-
mo "fomenta el patriotismo territorial", .preparando a los ciudada-
nos para adquirir el amor patrio, base de las democracias. Y -vie-
ne la segunda cita de Hamilton- el federalismo es un régimen
que en resumen:
••. ~gún expone el ilustrado Hamilton, a las flenlajas de todo
gobierno "Pllblkllllo pMatOnSertlM la libenad 1 la propiedad, IIne
la de tontm" las faldones 1 de mfrenar la ambición de los podero-
sos, difitllllánlJoles los medios de tonflenirse m déspolas p"eflalidos
de Sil infllljo 1 de la tooperadón de SIIS paniagllados, hatiendo des-
IlpMetn Jos prelextos de 'lile plldina lIalerse la intriga eXlranjera para
alalM la IInión, poniendo IImiles a los establetimientos militMes, Jos

18 Este razonamiento -el federalismo mantiene la unidad, permitiendo la co-


existencia de partes distintas- es repetido en numerosos folletos de la época, Como
ejemplo,transeribiremos 10 que Austin dice en el mismo año de 183': "El sistema
federal tiene por base la felicidad seneraI y particular, y las distintas partes de una
sociedad asi constituida, estin cimentadas pata formar la unidad nadonal por los
intereses y la conveniencia particular, formando armonfa con el bien procomunal,
Apliando estos principios a Tejas, es evidente, que en lugar de haber alguna repug-
nancia entre su felicidad particular como estado de la federación megicana, y el In-
terés común de la uni...t.d nacional. los inteteses pecuniarios y los demás de Tejas
est1'echaa mAs su unión a la república me¡icana y han de estar mejor promovidos
como parte de ella, que como la de otra nadón cualquiera". (Exposición 10!w' Jos
1111111101 tl, T';II1, potel C. EsTBBAN P. AUSTlN. México, en casa de Comelio C.
Sebring, 1835,p. 7.
FEDERALISMO 351

ceales suelen servir de aliciente para mantener la guerra entre estados


desunidos, y preservando a la nación contra las prácticas 'lue han so-
cavado jos cimientos de la prosperidad y del crédito, derramando la
desconfianza entre los ciudadanos)'J

Estas son las fundamentales ventajas del régimen federal y


las razones que abonan su permanencia en México. La representa-
ción, en consecuencia, pide la conservación del pacto de 1824 ft con
las reformas que exigen las necesidades e intereses de los pueblos
y las luces del siglo".
Políticamente, la representación considera que el centralismo
paralizaría el comercio, las artes y la agricultura; agravaría la si-
tuación del erario, en cuanto tendría que aumentar el ejército para
sujetar a los pueblos y obligarlos a "conformarse con un orden de
cosas que repugnasen en su mayoría". El juicio político es claro:

La influencia que deben adquirir las clases interesadas en esta


mudanza, convertirá muy pronto el gobierno en un régimen teocrático-
militar; y la imposibilidad de que la nación pueda permanecer bajo
una esclavitud que hará infructuosos los extraordinarios sacrificios que
impendió para adquirir su independencia, traerá sobre ella sin mucha
tardanza, todos los horrores de una guerra fratricida.

El Siglo Diez y Nueve, de 6 de noviembre de 1835, comen-


tando la publicación de la Representación, asienta que lo hace por-
que las mismas razones que se expusieron en esos años para com-
batir el federalismo se exponen en 1842 apelando los enemigos de
dicha forma, entonces como ahora, "a las doctrinas vertidas por MI.
Evers en su obra titulada: América, o Examen general de la situa-
ción política de las diferentes potencias del continente Occidental
C01/ conjeturas sobre su suerte ftltura". El Siglo Diez y Nueue de-
cIara que no es partidario de la Constitución de 1824 ni de la de
1836 y que en México puede organizarse "una federación que no
sea una imitación imprudente y servil de la de los Estados Unidos.
así como puede arreglarse un gobierno central que no sea entera-
mente semejante al de ninguna de las repúblicas' del Sur constituidas
bajo este orden".
Por lo pronto, pues, se desvirtúa la afirmación tradicional de
que hasta 1842, en el dictamen de la mayoría, aparece citado Ha-

19 La representación remite a: "Hamilton Works", Tomo 1II, folio 303.


352 JESÚS REYES HEROLES

r.iilton. Pero afortunadamente ec.arnoc en posibilidad de afirmar que


en 1842 Hamilton influye en el voto de la minoría, mucho más de
lo que se supone. Este es un documento escueto, sin citas, que no da
pistas; pero Otero publica en ese entonces unos artículos en que
se pone en relieve el conocimiento que tiene de El Federalista. En
efecto, El Siglo Diez y Nueve, el 2 de octubre de 1842, anuncia
que la redacción del periódico se había propuesto hacer algunas
reflexiones sobre los proyectos de Constitución y principalmente
sobre el que firmó la mayoría, pero que, estando con este propó-
sito, recibió una carta de Otero, que transcribe, en que éste les envía
el "Examen analítico del sistema constitucional, contenido en el pro-
yecto presentado al Congreso, por la mayoría de su Comisión de
Constitución". Otero anuncia que deseaba imprimirlo en un cua-
derno, pero que en virtud de la premura del tiempo, lo envía a ese
periódico para su respectiva publicación.
El examen no se publica completo, pues en el segundo artículo
se anuncia su continuación, que desgraciadamente no aparece en
los números subsecuentes del periódico." Tal cosa creemos se debió
a que en esos días surgió la posibilidad de un segundo proyecto,
en que se lograría el acuerdo de la Comisión de Constitución, pues
como se sabe, éste fue formulado el 3 de noviembre.
No obstante el carácter incompleto de este ensayo, que poste-
riormente analizaremos, él aclara no sólo los términos del diálogo,
sino la información de Mariano Otero para 1842 y ésta consiste
en el manejo fundamentalmente de dos libros: El Federalista, de
Hamilton, Madison y Jay, y De la democracia en la América del
Norte, de Alexis de Tocqueville. Sobre Hamilton, Otero lo cita para
explicar el sistema norteamericano. La división de poderes, la sobe-
ranía compartida entre los estados federados y la unión, hizo fácil
señalar los deberes y derechos del Gobierno Federal y difícil preci-
sar los de los gobiernos de los Estados y, por consiguiente, se defi-
nieron esmeradamente las atribuciones del Gobierno Federal y se
declaró que cuanto no se hallara comprendido en la definición se in-
cluía en las atribuciones de los gobiernos de los Estados, por lo que
este "último quedó siendo el derecho común, y el otro la excep-
cián", Para aclarar esta distribución de facultades o "promediación
de soberanía", entre la Unión y los Estados particulares, nuestro
autor, en el ensayo analítico, recurre precisamente al artículo XLV

20 Se hizo una búsqueda desde el número 363 hasta el 446.


FEDERALISMO 353

de El Federalista, debido a Madison, en que se detallan los pode-


res de la Unión."
Al referirnos más adelante al examen analítico de Otero, hare-
mos notar hasta qué punto sigue a Tocqueville, de cuya Demo-
cracia en la América del Norte transcribe largos párrafos. Pero sa-
bemos que Otero, al igual que Rejón, maneja a Tocqueville por lo
menos desde 1841.22
y lo que pasa con El Federalista también sucede con el libro
de Tocqueville. Este se maneja profusamente, pero no sin cuidado.
En el voto de la minoria-no asoma. El Siglo Diez y Nueve, como
veremos, en 1842 es espléndido en transcripciones de Sismondi y
tacaño en lo que se refiere a Tocqueville. Sólo recurre a éste la ma-
yoría, que lo emplea más de lo que confiesa.
La explicación parece ser simple. El primer volumen de De la
democracia en la América del Norte, que es traducido en 1837, influ-
ye decisivamente en nuestra evolución jurídica política, ayudando al
federalismo mexicano en cuanto: 1) .-Permite entender el papel
de los Estados dentro del principio de la soberanía del pueblo; 2).-
Facilita la comprensión del papel y sentido de la Constitución fede-
ral; 3) .-Explica la acción del Poder Judicial en el régimen federal;
4) .-En unas cuantas páginas resume el juicio constitucional y el
control jurisdiccional de la constitucionalidad de las leyes en los Es-
tados Unidos; 5) .-Da la naturaleza y alcance de la "soberanía COQ1~
partida" entre los Estados y la Federación y el significado histórico
de la disolvente doctrina de la "nulificación"," expuesta en 1833 por

21 Otero dice que citará repetidamente El Federalista. La información sobre


quienes hicieron esta obra y el juicio que emite sobre ella es el mismo de Toe-
queville. Por lo demás, el artículo 45, en la parte que Otero transcribe, es también
empleada por dicho autor. (De la Democracia en la América del Norte, por ALEJO
DE TOCQUEVILLE, traducido de la 4a. edición por D. A. Sánchez de Bustamante.
París, Lecointe, 1837. Tomo 1, p. 216 Y sigs.). No obstante ello, el texto del Ensayo
descarta la posibilidad de que el conocimiento de Otero. sobre Hamilton haya sido
exclusivamente a través de TocquevilIe.
22 Véase La Sociedad Fluctuante, p. 120. Igualmente, es perceptible la i~fluen­
cia de Tocqueville en el voto particular de don José Fernando Ramírez, de 30 de
junio de 1840, a que posteriormente nos referiremos.
23 Zavala, tan perspicaz en materia social y tan poco observador en materia
jurídica, trató en 1834 con cierta amplitud la doctrina de los nulificadores. Y al
referirse al decreto de noviembre de 1832, de la Carolina del Sur, anulando la ley
de aranceles del Congreso General, documento que reproduce, agudamente indica:
"Ved aquí un pronunciamienso que se parece a los que se representan mensualmente
en la república mexicana" (Via;e a los Estados Unidos del Norte de América, por
JESÚS REYES HEROLES

Calhoum: la Constitución Federal como un contrato entre partes que


no conocen un árbitro común, reservándose, por tanto, cada una de
ellas el derecho de juzgar la amplitud de su obligación." Pero, junto
a estas aportaciones y a otros elementos técnicos, el libro resulta arma
de dos filos para los federalistas mexicanos, en cuanto Tocqueville
del caso México extrae la conclusión de que la Constitución de los
Estados Unidos, el federalismo norteamericano, no es producto de
exportación:

La constitución de los Estados Unidos se parece a aquellas bellas


creaciones de la industria humana que colman de gloria y bienes a sus
inventores, pero que quedan estériles en otras manos, como 10 hemos
visto poco ha en México, pues sus habitantes, queriendo establecer
el sistema federativo, tomaron por dechado, y copiaron casi entera-
mente la constitución federal de los anglo-americanos, vecinos suyos;
pero transportando entre ellos la letra de la ley, no pudieron trans-
portar al mismo tiempo el espíritu que le da vida, y así se vio que se
encontraban apurados sin cesar entre el rodaje de su duplicado go-
b'ierno, por cuanto a la soberanía de los Estados y la de la Unión,
saliendo del círculo que había trazado la Constitución, iba internán-
dose cada día más una entre otra, y aún actualmente se halla la Repú-
blica de México remolcada de continuo de la anarquía al despotismo
militar, y del despotismo militar a la anarquía.P

Tocqueville se mantiene persistenternente y, su obra es califi-


cada de preciosa en el Congreso Constituyente 1856-57.
Sobre la influencia de Sismondi, ésta llega a su punto máximo,
como veremos, en 1842. Previamente, sin embargo, es necesario re-
ferirnos a una divergencia fundamental entre los propios liberales
sobre los orígenes del federalismo mexicano.

D. lÓRENZO DE ZAVALA. París, Imprenta de Decourchant, 1834, p. 252). Por lo


demás, Yucatán, por orden de 16 de septiembre de 1824, declaró, previa consulta
a su legislatura, que los Estados estaban facultados para suspender la ejecución de
las disposiciones del Congreso, susceptibles de producir "perjuicios graves e irrepa-
rables a los derechos eminentes e intereses esenciales de los Estados", lo que también
constituye un anticipo de la doctrina de los nulificadores.
24 ALEXIS DE TOCQUEVILLE: De la Democracia en la Amérira del Norte. Tomo
11; p. 442. Edición Lévy, París, 1868. Tomo 11, p. 392.
2S Op. eh., Leeointe, Tomo 1, p. 3U-16. Lévy, Tomo l. p. 278.
FEDERALISMO 3"

LA DIVERGENCIA SOBRE LOS ORIGENES DEL FEDERALISMO


MEXICANO Y EL LIBERr\LISMO ILUSTRADO

Sabemos que al adoptarse la forma federal, en el Congreso,


quienes a ella se opusieron -Mangino, Becerra, Fray Servando--
sostuvieron que era la introducción de una forma artificial, des-
uniendo lo unido. Frente a tal argumentación, la tesis de los partí-
darios del federalismo -Francisco García, Prisciliano Sánchez, Mi-
guel Ramos Arizpe, Valentín Gómez Farías-- fue la de que las
provincias estaban separadas y se unían mediante el pacto federal.
La divergencia es entonces entre partidarios del federalismo y ene-
migos de éste. Más tarde, sin embargo, dentro de los liberales adep-
tos del federalismo, surgieron dos concepciones dispares vigentes
hasta la adopción de la Constitución de 1857. De un lado, federalis
tas convencidos que ven a las provincias separadas uniéndose a tra-
vés del Acta Constitutiva y la Constitución de 1824, es decir, que
siguen la línea tradicional, clásica podríamos llamar, de los autores
del federalismo mexicano. De otro lado, liberales también conven-
cidos de la bondad del federalismo para México; pero que ven de
diversa manera el origen del mismo: naciendo del centro y yendo
de la unidad a la diversidad.
La divergencia tiene vital importancia, pues de ella proviene en
parte, como hemos visto, la opinión que se sustenta sobre las mili-
cias cívicas de los Estados.
Como se comprenderá, la orientación de la segunda corriente
obedece en buena medida a la presión de quienes se oponen al siste-
ma federal, absorbiendo dicha presión y disminuyendo el valor de
la argumentación en cuanto, al admitirla, se le suprime su carácter
de arma antifederal y se reduce su efectividad política.
Esta función de la segunda corriente se comprende claramente
si se analiza la que fue, quizás, su primera exposición en El Obser-
vador de la República Mexicana, el 8 de agosto de 1827. 26 Se trata
de la defensa del sistema federal ante la impugnación que éste sufre
por parte de un periódico de Guadalajara. Para el periódico de Gua-
dalajara, la Constitución de 1824 resulta incompatible con la felici-
dad de los Estados Unidos Mexicanos, pues el texto, proclamando
la soberanía, libertad e independencia, atacó la primera, puso trabas

2li Primera época, Tomo 1, número 10, pp. 302-314, México, 1827, Imprent.i
de Galván, a cargo de Mariano Arévalo.
356 JESÚS REYES HEROLES

a la segunda y contradijo la tercera, manteniendo a los Estados su-


jetos por la fuerza. El federalismo resulta ilegítimo en cuanto surgió
de "la usurpación de la soberanía y derechos de los estados". La ar-
gumentación no deja de ser curiosa en cuanto impugna el federa-
lismo como artificial e invoca, para sostener su ilegitimidad, los
derechos y la soberanía de los Estados. Su fondo, sin embargo, es
que la federación necesariamente debe ser rr el resultado de la reunión
de muchos gobiernos particulares unidos para hacer todos juntos una
sola nación".

Pero el artículo de El Observador} absorbe la base de esta argu-


mentación, la incorpora para quitarle su efectividad política. El fe-
deralismo puede surgir de dos maneras: de la división a la unidad
y de la unidad a la división:

Al entrar en materia asentaremos como verdad indubitable, que


de la reunión de muchos territorios y gobiernos particulares, indepen-
dientes unos de otros, y sin centro común a que reconocer de antema-
no, puede formarse y constituirse una grande nación, conviniéndose
aquellos en erigir un gobierno general que entienda en los intereses
comunes y en reservarse para sí su independencia y su soberanía en
orden al arreglo y al manejo de sus intereses locales; y que de una
grande nación también pueden resultar los mismos gobiernos convi-
niéndose previamente sus representantes en conservar uno general, y
en dividir el territorio para los particulares, erigiéndolos desde en-
tonces en soberanos e independientes para cuanto pertenezca a su ad.
rninistración interior.

La diversidad de origen no establece diferencia esencial ni dis-


minuye la validez de la forma federaL Es falsa la exclusividad en
cuanto al origen:

De tales antecedentes inferimos, que la diversidad del origen


de un sistema de gobierno, establecido en dos o en varias naciones, no
arguye en éste diversidad sustancial: que por el contrario, bien puede
ser uno mismo el sistema, y provenir de causas y de principios muy
diferentes, cuya verdad sería inútil establecer con demostraciones teó-
ricas, estando ciertos de que la federación del Norte y la nuestra se
formaron y se establecieron del modo y en los términos que dejamos
enunciados, sin que se advierta en ellas ninguna diferencia esencial
después de constituido.
FEDERALISMO 357

y el artículo va más allá. No sólo no hay diferencia esencial


derivada del origen, sino que, admitiendo que fuimos de la unión
a la desunión, esto presenta sus ventajas y es una diferencia favora-
ble a México:

La accidental del origen debe halagar sobremanera a los estados


mexicanos porque ellos adquirieron existencia y facultades que jamás
habían tenido, al paso que los del Norte se desprendieron de una
parte de la independencia y soberanía de que antes estaban en com-
pleta posesión.

Políticamente, admitiendo que la diferencia de origen no in-


fluye en el régimen, el artículo que analizamos sostiene que la fede-
ración consignada en el Acta Constitutiva y la Constitución de 1824
se estableció como debió hacerse, no habiendo duda sobre su legiti-
midad y, sobre todo, considera que la admisión de los principios con-
trarios en 1827 tendrían por consecuencia la anarquía y "la disolu-
ción del país".
Más tarde, en 1830, esta tesis recibe su confirmación en cierto
sector del liberalismo mexicano, al ser expuesta por José María Luis
Mora" en su Discurso sobre la necesidad de fijar el derecho de ciu-
dadanía en la República y hacerlo esencialmente afecto a la propie-
dad, que, como hemos visto, tanto aprovechan los enemigos del li-
beralismo mexicano. Mora usa como argumento a favor de que el
gobierno federal dé una ley electoral sobre las bases que postula,
la diversidad de orígenes entre nuestro federalismo y el norteame-
ricano e incidentalmente, por consiguiente, expone la que considera
diversidad de orígenes:

Nuestra federación se ha hecho de un modo inverso a la de los


Estados Unidos del Norte de nuestro continente: aquélla partió de la
circunferencia al centro; la nuestra del centro a la circunferencia; en
aquélla los Estados crearon al gobierno federal; en la nuestra el go-
bierno federal dio existencia política a los Estados; en el Norte, mu-
chos Estados independientes se constituyeron en una sola nación; en
México, una- nación indivisa y única, se dividió en Estados indepen-
dientes hasta cierto punto.28

27 Op, cit., Segunda época, Tomo 1, número 7, de 14 de abril de 1830, pp


213-31. MORA: O/was slIelJas, Tomo Il, pp. 289-30S. París, Librería de Rosa, 1837.
28 MORA: Op. ~jJ'1 pp. 292-293.
358 JESÚS REYES HEROLES

Mucho nos tememos que el sesgo dado por el liberalismo ilus-


trado a este asunto haya resultado contraproducente. En los grandes
debates sobre el federalismo, los antifederalistas como argumento
toral siempre invocaron el origen artificial de nuestro federalismo,"
en cuanto vino a desunir lo unido. En el diálogo legislativo, que
sigue en importancia a la polémica suscitada cuando nació nuestro
federalismo, del proyecto de la mayoría y el voto particular de la
minoría en 1842, se ve ello con claridad.

EL DIALOGO EN EL CONSTITIJYENTE DE 1842

La Comisión Especial, en la exposición que antecede a su Pro-


yecto de Constitución," sostiene que el mandato que ha recibido con-
siste en constituir el país como república popular y representativa, y
confiesa que la causa que hizo que la minoría presentara su voto
particular, fue la no inclusión de la palabra federal. La palabra fe-
deral, agrega, fue motivo de largas discusiones, que llegaron hasta
el último día en que se verificó la separación de la minoría. La
mayoría opinó que la adición de la palabra federal era "impropia y
peligrosa".
El empleo de la palabra era impropio, en cuanto "desde su eti-
mología hasta su última y más solemne aplicación, la federación no
ha significado ni es otra cosa, que la alianza entre naciones sobera-
nas, libres e independientes, que sólo se unen para proveer a su
seguridad común". El principio federativo resulta así susceptible de
muchas y variadas combinaciones, con tal que éstas impliquen alian-
za, y es en este sentido, añade la Comisión, que la federación se
puede definir con Montesquieu. Completando su idea, precisa:

29' Un ejemplo de argumentos en contra del federalismo se encuentra en Expo-


sición que contra el restablecimiento del sistema federal, dirige al Exmo, Sr. Presi-
dente de la RepNblica, la Exma. Junta Departamental de Puebla. (Puebla, 1838,
impreso en la Oficina del Gobierno). 10. Cuando se adoptó la forma federal, "era
ignorada de los mexicanos"; 20. Son imputables a dicha forma los trastornos de la
sociedad mexicana durante la vigencia de la Constitución de 1824. La forma federal
dio impunidad a salteadores y delincuentes, paralizando la administración de justi-
cia; 30. Los problemas de Texas vienen de la posibilidad de leyes locales de coloni-
zación, dejada por el régimen federal de 1824.
30 Proyecto de Constitución que presenta al Soberano Congreso Constituyente
la mayoria de su Comisión Especial , volo particular de la minoría. México, impreso
por J. Cumplido, 1842, pp. 7-74.
FEDERALISMO 359

La federación no pide ni rehusa formas de. gobierno, porque su


único designio y objeto es la alianza y mutuo socorro; así es que desde
el principio de las sociedades nos presenta la historia federaciones de
monarquías y de repúblicas reunidas bajo un pacto común, presen-
tando las primeras el bello espectáculo de convertirse en repúblicas por
la federación, por cuyo motivo se ha dado a su unión el nombre de
república federativa. Sin embargo, este sistema conserva siempre un
tipo muy distintivo y característico, cual es, que los individuos que
forman la confederación, son soberanos que conservan la plenitud de
derechos inherentes a aquella palabra.

Indica que de todas las federaciones conocidas, la norteameri-


cana "es la que más ha estrechado su pacto de alianza dándole for-
mas tales, que al parecer constituyen una de gobierno".
Poco favor hace a nuestro primer Constituyente y refiriéndose
a los Estados Unidos dice:
De su constitución copiamos imperfectamente la nuestra, y como
en aquélla se encontraba la palabra federal, la copiamos también, sin
metemos a investigar si tenía una significación castiza que no fuera
un anacronismo en nuestra historia: el equívoco nos ha costado caro,
porque las palabras han sido frecuentemente el azote de las naciones
y el ángel exterminador de los pueblos.

Pero, además, "hemos desapropiado esa palabra ya equívoca".


Al efecto, precisa los orígenes de la federación norteamericana. Las
colonias norteamericanas existieron "sobre un pie de independencia
y soberanía" "absolutas", conduciéndose cada una "como nación
independiente". El federalismo norteamericano empieza como un
pacto de alianza ofensivo y defensivo con dos gérmenes de institu-
ciones federales: la conservación por cada colonia del ejercicio de
su soberanía y "un simulacro del congreso general", en cuanto se
nombraron seis comisarios que tenían el poder de dar las leyes que
exigiera la conservación de la Confederación. Gradualmente, el prin-
cipio federativo se fue desarrollando hasta elevarse "al rango de
sistema". La unidad o la reunión partía del Congreso que dirigía los
negocios comunes. El partido federalista en los Estados Unidos surge
precisamente buscando consolidar la unidad. Minuciosamente narra
los orígenes del federalismo norteamericano, para concluir:
1:1. palabra federación, pronunciada en los Estados Unidos o en
Suiza, es neta, tiene una significación inmensa, envuelve un sistema
360 JESÚS REYES HEROLES

político todo entero, y encuentra su eco en la choza que levantó el


primer aventurero de cada Estado: aquella palabra está asociada con
la de independencia; tras ella viene la de soberanía, y cuando el ame-
ricano recita el preámbulo de su constitución, va recorriendo en cada
uno de sus diversos miembros, su historia política, los cambios de su
sistema, los ensayos informes y sucesivos que hizo de la federación,
y encuentra al fin que aquel preámbulo encierra todo su pacto, porque
en él se detallan los ramos a que únicamente se extiende el poder
central. Él sabe que su pacto es convencional, que su Estado es sobe-
rano, y que cuando a él le plazca podrá pedir la separación, como ya
ha comenzado a verse en estos mismos días; él sabe en fin, que la
federación es un pacto, en su esencia de derecho de gentes, y no una
verdadera forma de gobierno,' esta es, para él, la república, que ve y
encuentra en su Estado, y no permitiría que el poder central se la
impusiera, porque a su soberanía toca determinarla.

Situación totalmente distinta se presenta en México en relación


con la palabra federación:

Aquella palabra no tiene para nosotros la misma magia, no está


asociada a recuerdo alguno de la misma naturaleza, y muy lejos de
repetirnos un eco de independencia y de soberanía, nos trae a la me-
moria otro de esclavitud y dependencia: con aquella palabra no po-
demos subir más allá de diez y nueve años, en que nuestro congreso
decía, que las provincias pedían el régimen federal: la palabra pro-
vincias sí tenía un eco remoto y nos llevaba en idea hasta los pies de
Hernán Cortés. Nuestra federación ha comenzado, pues, en sentido
absolutamente inverso de como se hacen todas las del mundo y de
como se hizo la que tomamos por modelo: allá las soberanías existían
realmente, y aquí se creaban; allá de muchos cuerpos endebles se ha-
cía un todo fuerte, y aquí dividíamos un todo demasiado compacto
para formar cuerpos robustos; allí era y es la divisa E plllriblls 1I1111m,
y en nosotros fue la inversa.

No obstante 10 anterior, "nos apropiamos la palabra federación,


y con ella no logramos otra cosa que subvertir su significado para
darle otro, que es exactamente su contradictoria". Para comprobar
su ejemplo, se remonta al Acta Constitutiva de 1824, "que es una
especie de escritura jeroglífica de la palabra federación, que nadie
puede definir en México". El jeroglífico proviene de que el artículo
10. del Acta Constitutiva hable de la nación mexicana compuesta
FEDERALISMO 361

de provincias. La mayoría comenta: "la unidad se presenta luego en


la palabra nación, y se ve luego a los representantes de ella que
separan".
En cambio, en los Estados Unidos, "no hay nación, y sus habi-
tantes aun carecen de un nombre gentilicio; allí hablan los represen-
tantes de Estados libres y soberanos que se ocupan de unir miembros
separados", Es un pacto de unión. La mayoría concluye:

Las consideraciones histórico-políticas en que hasta aquí hemos


entrado, llevan el objeto de establecer la verdad de las siguientes
proposiciones: la. Que la federación supone necesariamente la exis-
tencia de Estados que, siendo independientes y soberanos, se reúnen
bajo un pacto común, sin perder sus atributos, para proveer a su in-
terés general. 2a. Que bajo este principio la escala de las federaciones
es inmensa, sin que dejen de ser tales, por lo más o menos estrecho
de su constitución federativa. 3a. Que la federación es, propiamente
hablando, un sistema político, pero no una forma de gobierno. 4a. Que
la palabra federación se subvierte, es impropia desde el momento en
que se aplica a un pacto social encaminado a relajar los resortes de
unión.

Se opone, pues, a que se introduzca la palabra federal por im-


propia y porque "el influjo de las palabras es mágico" y puede
cambiar la naturaleza moral de un hombre. Admite que las provino
cias o Estados están por la federación:

Es cierto que las partes componentes de la nación mexicana


quieren y piden la federación; pero la federación propiamente dicha,
es decir, la conservación bajo un pacto común que les conserve el tipo,
el carácter y la fuerza de nación, para ser respetadas en el exterior, y
no verse destrozadas en el interior como sus hermanas del Sur, vícti-
mas de la anarquía y de sus libertadores.

Pero la palabra federal no responde a las ideas que ellos tie-


nen. Por otra parte, la experiencia de nuestro país debe ser tomada
en cuenta. En 1832 los Estados Unidos Mexicanos "eran fuertes y
poderosos, pero la federación era débil y amenazaba ruina por todas
partes", Los Estados habían violado el pacto federal, "hacían sonar
muy alto su soberanía, y en el ejercicio de ella se habían hecho la
guerra mutuamente, formaban alianzas particulares, y hubo alguno
que se declaró neutral en la guerra que sostenía el gobierno general",
362 JESÚS REYES HEROLES

Mas estos conflictos, esta guerra, superficialmente es vista como "la


de personas, contra personas y por personas", Mutuos agravios fruc-
tificaban la separación, hasta que "los poderes federales se suicida-
ron para dar muerte a la que hemos llamado federación, y la cons-
titución de 1836, mintiendo en su programa político, destruyó de
raíz todos los principios, y cambió esencialmente la naturaleza del
sistema que regía a los pueblos". El duro despotismo "ejercido bajo
las formas republicanas" paralizó a la nación e introdujo la muerte
y ante sus efectos los pueblos "pidieron federación, porque esta épo-
ca despertaba brillantes recuerdos y esperanzas, porque era, en fin lo
único que habían conocido". La mayoría reconoce las tendencias en
las masas, en sus representantes, a "proclamar la soberanía y la inde-
pendencia de los Estados" y de aquí lo peligroso que sería "sancio-
narlas con una palabra, porque luego se despertarían los antiguos
.ronnatos de desmembración". Los Departamentos o Estados "que-
rrían luego obrar como naciones soberanas e independientes, y no
así como quiera, sino como soberanos restaurados". La nacionalidad
sucumbiría en ello, El peligro no es imaginario sino potencial.
La mayoría sostiene que el federalismo que en México se pro-
clama "es la causa contra la cual lucharon vigorosamente Washing-
ton, Adams, Hamilton y otros mil hombres ilustres, que veían en
ella el germen de la división, y por consiguiente, de la destrucción
del país". Largamente cita a Tocqueville ya Montesquieu para sos-
tener que la centralización gubernativa es "la base de todo el sistema
federativo, y de la dosis que contenga dependerá esencialmente que
aquél sea más o menos vigoroso". Sólo que tan subvertida y desvir-
tuada como la palabra federal lo ha sido la de central. En México,
con una centralización tan fuerte como la contenida en la carta de
1824, "no pudimos conservar el sistema federativo; y en el Norte,
con una descentralización tan grande, los Estados no pueden sobre-
ponerse a su gobierno federal, a pesar de los continuos y diarios
esfuerzos que hacen". De aquí se deduce que es necesario poner en
armonía "ambos elementos sociales, para que su equilibrio conserve
el de la sociedad".
Los miembros de la mayoría declaran que son federalistas con
toda su alma: "el federalismo es nuestra sustancia", Pero quieren
comprender en la Constitución, siguiendo a Simonde de Sismondi,
los hábitos, afecciones, recuerdos y necesidades de la nación, No se
deben copiar leyes, sino que la armonía de la sociedad exige "tomar
en cuenta el estado moral de los pueblos". Las palabras república
popular representativa, recogen todos los anhelos: comprenden la
FEDERALISMO

armonía de los elementos sociales. Es más, la palabra federación "no


puede llamarse propiamente forma de gobierno",' en cambio, al em-
plear los términos república popular y representativa se da una defi-
nición: "En la palabra república, se explica qué es un gobierno
mixto,' en la de popular, que su base primordial es la democracia; y
en la de representativa, que el pueblo gobierna por medio de sus
representantes". .
La exposición de la mayoría es de una extraordinaria habilidad.
Su arsenal teórico, muy respetable y, además, con una característica:
son casi todos los autores citados inspiradores de los liberales. A ello
obedece que en la conclusión emplacen, ya que comprenden que la
libertad exige transacciones continuas, a sus "injustos detractores"
que "han apelado frecuentemente a las doctrinas y escritos de Sis-
mondi" -alusión a los artículos de El Siglo Diez y Nuev.e- a que
comprueben en el propio autor que la libertad exige transacciones
continuas. De aquí también el manejo sutil de Tocqueville y las citas
de Adams y Hamilton. El fino -microscópico- talento de José
Fernando Ramírez, su erudita información y habilidad dialéctica, se
ponen de manifiesto. Pero la argumentación, a pesar del arsenal
teórico y de la habilidad dialéctica, no es nueva: es la repetición de
tesis esgrimidas por fray Servando Teresa de Mier, Becerra y otros
en el Congreso que adoptó la forma federal; el federalismo en Esta-
dos Unidos fue unir lo desunido y en México es desunir lo unido.
Se remoza la idea y se enriquece su desarrollo con vasta información
y autores nuevos; pero en el fondo, el oponerse al federalismo sigue
sustentándose en la misma razón.
El proyecto de la mayoría, haciendo emanar a todos los pode-
res públicos de la Constitución, organizaba a los Estados como De-
partamentos.
El voto particular de la minoría de la Comisión" es breve y
directo. No es erudito. Es una escueta exposición jurídico política.
La controversia sobre federalismo y centralismo ha sido por 21
años el debate de la República. En consecuencia, no se trata de
dilucidar teóricamente el problema, sino de que el Congreso escuche
"la inspiración de nuestra conciencia". La minoría está distante de
creer que se le ha pedido "un trabajo puramente teórico y especula-
tivo". El Congreso debe meditar sobre la influencia que en la feli-

31 op. eit., segunda parte, cuya numeración por separado comprende de la p. 1


a la 42.
364 JESÚS REYES HEROLES

cidad O en el infortunio ..de la república habían tenido sus institu-


ciones y la que pudieran tener en el porvenir". La minoría analiza
la experiencia de México, viendo fundamentalmente la cuestión en
nuestro régimen político. Guía para ello era el mandato de cons-
tituir al país en la forma republicana representativa y popular:

Profundamente convencidos de que él envolvía un sistema com-


pleto, o para mejor decir, penetrados de que esta declaración era un
precepto impuesto por la nación a sus legisladores para que hicieran
efectivos los inapreciables bienes del sistema más perfecto que se ha
conocido hasta ahora, no hemos vacilado en creer que este fin debiera
ser el objeto de nuestras investigaciones, y nos hemos entregado por
esto con ardor a indagar cuáles eran los mejores y más adaptables me-
dios de realizarlo.

En la parte relativa al federalismo, el voto particular dice que


se preocupa por la organización de los poderes públicos para "desig-
nar la parte de poder que debía dejarse en un centro común para
la conservación de la unidad nacional y el respeto del nombre de la
república, y la que debiera dejarse a las autoridades locales para que
esa unidad se compusiera de partes libres y felices". Por consiguien-
te, abordó el problema de las relaciones mutuas de estos poderes
generales y de los diversos funcionarios a quienes se encomiendan
unos y otros asuntos.
El dictamen de la mayoría "no ha cautivado nuestra convic-
ción", aunque "ha excitado, sí, el respeto debido a las luces de sus
autores". Viendo la experiencia histórica, el voto particular cala con
profundidad:

Recorrimos con el más profundo dolor la larga y cruenta historia


de los desastres que la República ha sufrido durante nuestra infancia
política, y bien persuadidos de que sería absurdo y peligroso atribuir
a sólo el sistema de gobierno, o a la influencia de un código escrito
pero siempre ultrajado, todos los fenómenos de un movimiento tan
complicado en sus causas corno el que la sociedad entera sufre en
nuestros días, hemos procurado averiguar qué parte tenían en él las
instituciones, hasta qué punto eran responsables eUas mismas de su
falta de observancia, cuáles eran sus verdaderos principios y cuáles las
formas subalternas y variables de su desarrollo, y en este examen tu-
vimos al menos la dulce ilusión de creer que la causa de la república
no estaba perdida, que las lecciones de 10 pasado contenían cuanto
FEDERALISMO 365

pudiera desearse para ~'\lvar el porvenir y que todos los intereses que
la sociedad ha sancionado, tenían una forma de organización posible,
en la que sin vivir en lucha se pudiera caminar a la perfecci6n deseada,

Su objetivo es claro: proponer al Congreso que "sancione unas


instituciones en que dejando a las diversas secciones de la república
el uso de aquel poder político que ha engrandecido a todos los pue-
blos libres de la tierra, organice un poder común bajo las formas
más convenientes para conservar la unidad de esta nación", Esta com-
binación sólo se encuentra para los autores del voto particular "en
la franca adopción del sistema federal, con todas las reformas que la
experiencia de los sucesos y la voluntad de 'la nación demandan,
para precaver los antiguos males y hacer efectiva la esperanza nacio-
nal, que aguarda unas instituciones de libertad, de reconciliación y
de ventura",
Al hablar a favor de la federación no se trata de resucitar los
antiguos conflictos, sino que se ve en esta forma la única capaz de
evitar la anarquía y la división. No se trata, sin embargo, al afirmar
"que la federación era la única forma de vida de una nación, com-
puesta de tantas y tan diversas partes", de sostener que esas partes
"perdiesen los vínculos en que consiste su mutua fuerza", Los fir-
mantes del voto particular se sienten reconfortados al coincidir en la
forma federal con "el voto ilustrado y libre de la nación que la adop-
tó en 824", La forma federal le fue arrebatada a la nación y la
nación clamó por reformas. La minoría recoge esas inquietudes sin
"exageración apasionada" ni un "optimismo irrealizable" y sin caer
en "un sistema de confusión",
La minoría, después de detallar las garantías individuales que
propone -tan importantes para el país--, señala que de nada ser-
viría "garantizar a los derechos del hombre, de los atentados del
poder local, dejándolos abandonados al descuido y la arbitrariedad
de un JiOder central, que supóngasele como quiera, nunca puede
proveer a todo ni asegurar la buena conducta de sus agentes". El
federalismo, el reconocimiento de la soberanía de los Estados, está
así ligado, forma un sistema, con las.libertades y garantías a los dere-
chos del hombre:
.. , hemos establecido la independencia de la administraci6n local
con la misma franqueza que todos los otros derechos, y le hemos dado
las garantías que necesitara.
366 JESÚS REYES HEROLES

Las (prmas federales responden a la voluntad de la nación, que


ua sido una siempre, sólo que frecuentemente violada o burlada.
Dichas formas son necesarias "para que el sistema republicano re-
presentativo popular, no sea un verdadero sarcasmo contra el buen
sentido de la nación". Es una garantía contra el poder absoluto.
La minoría asienta que ha procurado, al determinar los poderes
de la Federación y los de los Estados, conciliar intereses, dándole
al poder común genera] aquello que corresponde dentro de la uni-
dad de la nación, señalando, sin embargo, que está lejos de ellos
creer "haber escogido la combinación más perfecta del sistema fe-
deral", cosa que sólo puede hacer la sabiduría del Congreso. Lo
único que quieren es que el problema se examine, pues estin con-
vencidos que el sistema representativo popular federal "es no sólo
el más conveniente, sino el único capaz de salvar a la república de
los grandes peligros que la amenazan, y de sacarla de aquella funes-
ta senda en que la nación marcha desde el día en que la fuerza
violó su pacto fundamental".
El proyecto de la minoría establecía en su artículo 20: "El go-
bierno de la nación, es el sistema republicano, representativo, popu-
lar, federal", y en el 23 señalaba que los Estados organizarían ru
administración interior bajo los principios del sistema republicano
representativo popular y dentro de la división clásica de los po·
deres."

EL EXAMEN ANAUTICO DE OTERO

Sobre el diálogo de 1842, mucha luz arrojan los dos artículos


t'ublicados por Mariano Otero en El Siglo Diez y Nueue." Nosotros
sabemos el manejo que de Tocqueville hace el propio Otero para
1842, así como Rejón; empero, en el examen analítico se observa
el dominio que del federalismo tenía Otero.

32 El 3 de noviembre de 1842 se leyó el segundo proyecto de Constitución.


resultado de una transacción entre mayoría y minoría. Los miembros de la Comisión
se comprometieron. aun cuando disintieron del proyecto. a no formular voto par-
ticular, sino a impugnar y votar como simples diputados. La forma de gobierno se
define como representativa popular. Los Departamentos gozan del autogobierne, de
taJ manera, que parecen Estados independientes sujetos por un pacto federal. (El
SigJo·Di,z J NI41f", número 392, 7 de noviembre de 1842: "Proyecto de constitución
presentado al congreso por la comisión especial nombrada con este objeto, y leido
en la sesión del 3 de noviembre de 1842").
33 De los días 3 y 8 de octubre de 1842.
l FEDERALISMO

En una inteligente introducción, indica la gravedad de la si-


tuación a que el país se enfrenta. La única esperanza consiste en un
pacto que salvaguarde los intereses de la nación y le presente a ésta
367

"el olvidado camino de la paz y la moralidad, del orden y de la libero


tad", Preocupan a Otero la inestabilidad, las fluctuaciones, que pa-
recen interminables, de la sociedad mexicana:

¿Cómo destruir la funesta manía de las revoluciones, de estos


motines vergonzosos que han venido a constituir nuestro derecho pú-
blico, para sustituirlos con un principio social, pacífico, conciliador
y legítimo?

Se requiere, añade, dar a la nación un código "que resista la


subversión o el desorden al que no pudieron resistir los dos que
le precedieron".
Señala que la Comisión de Constitución agobiada de trabajo
"y temblando ante los resultados", trabajó durante más de dos meses
hasta que al fin pudo ofrecer al Congreso, con dolor, "no una obra,
sino dos". La Comisión se dividió y un solo voto decidió cuál era
la mayoría. El proyecto de la mayoría come es natural, concentró la
atención general:

Cada hombre lo compara con sus 0plntOnes, cada partido con


sus creencias, y cada facción con sus intereses y todos procuran reco-
nocerlo, descubrir su principio, penetrar su espíritu y predecir sus
resultados.

Se pregunta si el proyecto de la mayoría contiene un plan


nuevo que concilie las ventajas y haga cesar las diferencias que hasta
hoy han dividido a la República o bien si no es más que uno de
esos sistemas "oculto en sus formas y modificado en sus pormeno-
res". Para determinarlo hay que precisar cuáles son los verdaderos
principios sobre los que está fundado el proyecto de la mayoría. La
discrepancia entre la minoría y la mayoría no ha sido por "una sola
palabra"; ha habido pugna de sistemas o de principios.
Ante la necesidad de aclarar, dice que, unido a la minoría,
formada de dos hombres que precisaron las divergencias en brillan-
tes discursos y encontrándose en la situación de aquel "a quien no
fue concedida la brillante improvisación", tiene que escribir. Disien-
te de la mayoría porque el sistema por ella propuesto "no cautivó
mi. razon
'" .
368 JESÚS REYES HEROLES

No pretende Otero convencer ni enseñar sino sólo describir sus


impresiones. Espera que la opinión pública se exprese sobre las razo-
nes y conducta de aquellos que pidieron "sin embozo ni disfraz el
sistema federal". Trata únicamente de ventilar las grandes diferen-
cias que separaron a mayoría de minoría y, al efecto, se ocupa de
los principios teóricos en que la comisión apoya su sistema.
La mayoría, asienta Otero, ve la fuente del poder público en
la soberanía popular y como forma de gobierno postula la republi-
cana representativa popular, que, según la convocatoria, está obliga-
do a adoptar el Congreso.
Aun cuando aparentemente en ello no hay punto polémico, en
realidad, analizando el proyecto de la mayoría, se ve que ésta con-
sidera soberanía y democracia como palabras sinónimas, partiendo
de esta interpretación para explicar la Constitución de 1824 y su
proyecto mismo. Para rebatir tal interpretación, Otero recurre a Des-
tutt de Tracy al que llama sabio comentador de Montesquieu, quien
no sólo no confunde el principio de la soberanía con la forma demo-
crática, sino que hace compatible el primero con la aristocracia y
con la monarquía misma.
Otero también remite a Rousseau, de quien transcribe amplios
párrafos para llegar a la conclusión de que el Gobierno es un cuer-
po intermedio entre los súbditos y el soberano, encargado de la
ejecución de las leyes y del mantenimiento de la libertad civil y
política. Con Rousseau establece la diferencia entre democracia,
aristocracia y monarquía. Y añade que podría aglomerar citas para
continuar probando cuán distintas son en sí soberanía y democracia,
palabras que hoy nadie toca ya como sinónimos en ciencia política.
Un país, dice, no democrático es soberano, por consiguiente, hay que
distinguir soberanía de democracia.
De la confusión de ambos términos surgen varios errores en
el proyecto de la mayoría. La idea de la soberanía del pueblo como
un principio "que asegura únicamente que no hay un poder supe-
rior al de la sociedad y que reconoce en ésta una facultad legítima
para arreglar las condiciones de su existencia", sólo es un derecho
abstracto que, siendo una verdad de la ciencia y un hecho en la his-
toria, no constituye un sistema, puesto que comprende a todos. Es
una idea tan simple y tan sencilla que quizás no habría surgido de no
presentarse la posibilidad de contraponerse "a la absurda soberanía
de derecho divino"; pero dicha idea pierde su significado cuando
se le identifica con un sistema práctico.
FEDERALISMO 369

y la mayoría, por la misma razón, no sólo oscurece el concepto


de soberanía, sino también el de democracia:

Se desconoce que no es más que una forma de gobierno, suscep-


tible de aumento y de combinación; se le toma como un principio
sagrado e inalterable, y ya no se discute, como era necesario, para saber
en qué consiste y hasta donde llevará su influjo.

Desde esta perspectiva, Otero se dedica a precisar las contradic-


ciones e incongruencias teóricas en que incurre el voto de la mayo-
ría, para entrar de lleno al examen de la teoría de la Comisión sobre
el significado de la palabra federación:

Decretada en los primeros días de nuestra vida política, coetánea


a nuestros recuerdos de paz y de esperanzas, testigo de nuestros in-
fortunios y víctima de ellos, sucumbió en 836 a una horrenda tempes-
tad, y desde entonces la república no tuvo un día de paz ni de ven-
tura, hasta que abolido el informe código que la sustituyó, volviera a
tratarse la gran cuestión en el actual congreso constituyente en el que
un día los enemigos de aquella forma, vieron dominante el espíritu
de aquel sistema.

La mayoría niega que la federación sea una forma de gobierno


y simplemente la clasifica como un sistema de derecho de gentes,
como una alianza de Estados soberanos e independientes que, sin
perder sus atributos, se reúnen bajo un pacto común para proveer
a su interés general. Para la mayoría, el principio de la federación,
aunque es susceptible de muchas y muy variadas combinaciones,
sólo tiene como característica la de que quienes forman la confede-
ración son soberanos y conservan la plenitud de derechos inherentes
a la soberanía e inclusive el derecho de secesión. Por tanto, asienta
Otero, la Comisión concluye que federación es un sinónimo de des-
membramiento del territorio y de división de la nación, por lo que no
sólo no conviene a México, sino que de decretada, los diputados
se pondrían en pugna abierta con sus poderes. Para aclarar los tér-
minos, es preciso indagar cuál es el verdadero sentido de las pala-
bras soberanía e independencia, puesto que de ello depende el co-
nocimiento de la verdadera idea que se juega en el asunto.
La soberanía en el derecho político significa "el derecho de la
sociedad para establecer sus leyes", y en el derecho de gentes, la so-
beranía de una nación sólo significa no depender de ningún Estado
370 JESÚS REYES HEROLES

extranjero. Puede haber naciones que no son soberanas en sentido


político y 10 son incontestablemente en el derecho internacional. La
confusión de la Comisión la conduce a colocar el federalismo en el
derecho de gentes y no en el derecho político. De paso, Otero
indica que la idea de la plenitud de los derechos de la soberanía
de las naciones confederadas es ideológicamente muy falsa.
Pero la mayoría va más allá; para probar sus principios recurre
al ejemplo de los Estados Unidos de Norteamérica. Mal ejemplo,
según Otero, fue el escogido. La Comisión había dicho que la fede-
ración suponía la plenitud de la soberanía de Ios Estados federados
y en el ejemplo norteamericano dichos Estados no tienen el derecho
de hacer ni la guerra ni la paz, ni 'celebrar tratados ni enviar dele-
gados a las naciones extranjeras, ni establecer ciertas contribuciones,
ni dar leyes de naturalización, ni establecer diferencias entre sus
ciudadanos. Precisamente el ejemplo norteamericano presenta una
constitución que sin duda no es un tratado entre naciones extranje-
ras. La Comisión sostiene que la soberanía podía ser reconocida pero
no creada y tomaba como ejemplo "un pueblo donde se creaban
esas soberanías", de tal suerte que comenzando por trece los Estados
llegaron a veinticuatro. La Comisión había dicho que cada Estado
"podía separarse de la confederación cuando quisiera" y allí tenía
un pueblo en donde se proclamaba que tal acto sería un crimen
digno del mayor castigo. A la luz de su propio ejemplo:
¿Cómo dejar de confesar que la federación no divide a la nación
en pueblos soberanos e independientes, ni le hace perder su nombre?

y después de tal contradicción, la mayoría, dice Otero, se de-


dica "a probar que el centralismo no era el enemigo de la federa-
ción". Recuerda la cita que la mayoría hace de Montesquieu sobre el
sistema federal: "Su constitución tiene todas las ventajas interiores
del gobierno republicano y la fuerza exterior de la monarquía".
Palabras extraordinarias, las que no han sido bien entendidas- se-
gún la mayoría- hasta que apareció "el más sabio intérprete de la
Constitución Federal de Norteamérica" o sea Tocqueville," de quien
34 Otero reprocha a la comisión su afirmación en los siguientes términos:
"¿Qué, todos los profundos publicistas europeos que median entre Montesquieu y
Tocqueville; que Rousseau, Mably, Condillac, Tracy, Daunou, Constant, Thiers, Fritot,
Guizot, Canning, Burke, Sismondi y tantos otros que sería largo mentar no pudieron
entender a Montesquieu? ¿Qué, Washington, Franklin, Adams, Jay, Jefferson, Lidisg-
ton, tampoco entendían las instituciones de su patria, su propia obra? j Cuántos
hombres tratados de igttOrantescon una sola plumada! ¡Y qué hombres!"
FEDERALISMO 371

la mayoría se sirve para explicarnos el sistema federal." ¿Para qué


explicar el sistema federal si ya antes la mayoría lo había condenado
y había visto en él el origen de nuestras desgracias?
Por otra parte, la mayoría divide el centralismo en adminis-
trativo y gubernativo, citando al respecto algunos textos de Tocque-
ville, para probar que necesitamos "una fuerte centralización gu-
bernativa". Esta-centralización no va, para la mayoría, contra el
sistema'federal.pues es el principio que recomendaba Montesquieu,
Washington, Adams, Hamilton y que, según Tocqueville, domina
los Estados Unidos. Otero examina la centralización gubernativa y
con ingenio concluye su estudio subrayando la paradoja de que el
análisis de la mayoría demuestra en primer lugar, que para obtener
la centralización gubernativa no debemos separarnos de la federa-
ción y menos aún debemos alejarnos de ella. Y la paradoja se agu-
diza cuando el alegato de la mayoría "prueba que nosotros necesi-
tamos precisamente el sistema federal de los Estados Unidos". La
suerte de la mayoría fue triste; quiso establecer que la federación
era incompatible con la unidad nacional y después de haberla com-
batido mostró que la federación:

...... era el único vínculo conocido para la unión de un pueblo


de grande extensión, la única forma de gobierno que hacía un solo
pueblo de partes diversas, y que realizaba las ventajas interiores de
la república y la fuerza exterior de la monarquía.

. O sea que la mayoría se vio "envuelta en sus propias doctri-


nas". Las confusiones de la mayoría son muchas, pero una de ellas
que es muy grave, aquella en que incurre en lo que toca al poder
administrativo del centro y de los Estados. ¿Por qué esta confución?

Creo que se puede resolver diciendo simplemente que la teoría


del poder gubernativo y administrativo no se entendió; que ella no
puede explicar el sistema federal, que Tocqueville de ninguna ma-
nera recurre a ella; y que sirviendo sólo para explicar las relaciones
del común o municipio con el Estado y no del Estado con el centro
federal, todo se confundió aplicando al centro lo que se decía del Es-
tado, y al Estado lo que se decía del común.

3S Irónicamente, Otero anota que la mayoría ya antes había mostrado mucho


de lo que Tocqueville dice en su obra pues "desde la página 10 hasta la 18 del pro-
yecto está tomado de sus teorías casi cuanto se dice".
372 JESÚS REYES HEROLES

Para probarlo, Otero se dedica a seguir precisamente a Toe-


.queville, pues, aunque ello es enfadoso, no conoce "otro recurso
para averiguar el espíritu de un autor que el leerlo". De la demo-
cracia en la América del Norte es calificada de admirable. Otero
hace el estudio de las instituciones políticas analizadas en el libro,
del Capítulo V en adelante."
En esta exposición, que es una nerviosa síntesis de Tocquevi-
lle, Otero demuestra la división que el autor hace entre centraliza-
ción administrativa y gubernativa, dirigida a probar que Tocqueville
"nunca dio la centralización administrativa a los Estados de la
Unión, ni les quitó tampoco la gubernativa: por el contrario, ya
vimos que cree que esta última (la que les niega) reside en ellas
muy fuertemente, y que la primera (la que se les concede) les es
del todo extraña".
Estudiando la idea de federación dada por el escritor, Otero
se dedica a determinar la parte de soberanía que se concede a la
Unión, empleando largos párrafos de la obra.
La división de competencias, la soberanía compartida entre los
Estados y la Federación, es explicada con Hamilton y Tocqueville.
Es en este momento cuando Otero no sólo revela su conocimiento
de El Federalista, sino también emite el juicio sobre la obra.
Otero sigue, con Tccqueville, describiendo el sistema federal.
Comenta que en él no hay "nada de centralización gubernativa ni
administrativa". Los párrafos que maneja del libro, en que des-
cribe la estructura de la federación, deshacen "más de una de las
teorías de la comisión". Otero confiesa que no tiene nada que agre-
gar a los párrafos que transcribe y concluye:
Que el lector piense ahora si ha sido justo presentar a la nación
ante el extranjero como un pueblo que en veinte años ha derramado
su sangre, sin saber por qué, ni contra qué: que se examine si es cierto
que en nuestras fatales discordias hemos sido de tal suerte insensatos,
que ni las palabras mismas entendíamos; que se vea si cuando hoy pide
la nación, según se confiesa, el sistema federal, no hace más que lla-
mar sobre sí el exterminio y la desolación por una palabra sin sentido;
que el lector piense, en fin, sobre todas las consecuencias.

Para Otero, con Toequeville ya no se confundirá lo que es


federación y centralismo; se acabaron "las palabras y entramos al

36 Según su informe, maneja la cuarta edición francesa.


FEDERALISMO 373

dominio de las ideas". Se disculpa por las numerosas citas que


ha hecho del autor en su larga disertación y recuerda lo apuntado
por Locke: "Definid las palabras y evitaréis las disputas". En la
polémica no era posible el entendimiento, puesto que se daba un
significado falso a las palabras.
Finaliza su primer artículo diciendo que en el sistema federal
los Estados, lejos de que se "despojen de todo poder gubernativo, lo
conservan amplio e indefinido en todo lo que no es necesario para
la Unión", que la centralización no es la esencia, sino la ruina del
sistema federal; que no es ella el principio que domina en los Esta-
dos Unidos y que no pelearon por dicha centralización ni Washing-
ton ni Adams ni Madison, para concluir afirmando que los federa-
listas de México "nunca hemos admitido una fuerte centralización
gubernativa, y que desechándola como un verdadero centralismo,
es muy fácil saber y entender 10 que llamamos federación".
En el segundo artículo, Otero resume los males que según la
mayoría, ha causado a la República el régimen federal y los que
produciría su restablecimiento, y formula respecto de tales cargos un
severo juicio:

Jamás, ni en los mismos días en que en 835 tronaba la tempestad


contra una constitución hasta entonces por todos jurada y acatada, se
oyeron tal vez contra ella tan crueles y amargas quejas.

No obstante la condenación expresa que la mayoría hace del


federalismo, su proyecto tiene numerosas apariencias de federación,
a tal grado, que no deja de haber quien juzgue "que el sistema de
que nos ocupamos, es un sistema federal con nomenclatura central".
Otero, siguiendo a Tocqueville, explica que el poder del centro es
un poder de excepción que goza de las facultades que le son dele-
gadas. La mayoría fija clara y expresamente los objetos que le es-
taban sometidos a la Federación "dejando los demás a los Estados
que forman la regla" o, en otros términos que se reservan todo el
poder legislativo y la soberanía que no se concede al centro. La
carta de 1824 había hecho lo mismo "copiando en realidad muchos
de los artículos" y a esto alude la mayoría cuando le reprocha
"como se ha estado haciendo muchos años hace, y no sin oír la
respuesta por cierto", que copió imperfectamente una constitución
extranjera. y la mayoría, al enumerar las facultades del poder le-
gislativo general, hizo "una copia casi literal de la misma Constitu-
ción de 1824, y, por consiguiente, de Ia de los Estados Unidos".
374 JESÚS REYES HEROLES

Otero hace el cotejo en una minuciosa nota. Añade que lo terrible


es que esa apariencia de un sistema federal "no está solo en el lugar
examinado sino que se encuentra casi por donde quiera". Así, por
ejemplo, no sólo las facultades del poder legislativo federal se re-
ducen "a lo que lo están en el sistema federal sino que éstas con-
cluyen con un artículo idéntico al de la Constitución de 1824, previ-
niendo que el congreso general al dictar sus leyes y decretos, nunca
se mezcle en la administración y régimen interior de los Departa-
mentos; con lo que parece que está garantido aún de los avances
del mismo poder legislativo".
Después de ello se pregunta: "¿Qué federalista norteameri-
cano pediría más?" Y sigue señalando la copia que el proyecto de la
mayoría hace de la Constitución de 1824 y, por lo consiguiente,
de la Constitución de Norteamérica. Irónicamente agrega que, si
como dice la mayoría, todo el problema resulta de una palabra
"¿por qué los que nos reprochan semejante niñería no nos dan un
ejemplo de sesura adoptando nuestro proyecto sin la palabra?" En
la inteligencia, además, que en el voto particular hay ciertos aspec-
tos en que se dan al Congreso General facultades que no tiene en
el dictamen de la mayoría. En el fondo es que "hay algo más que
palabras en nuestras diferencias". Basta quitar aquellos artículos
que todas las constituciones convienen y que son de forma exterior,
así como algunas cosas secundarias que no afectan la naturaleza del
sistema y se ven las diferencias:

Búsquense el juicio pronunciado sobre nuestros sucesos y la ma-


nera de verlos; búsquense los principios y las convicciones sobre las
teorías de federación y centralismo, búsquense la manera de repartir
el poder entre el centro y los Departamentos, el modo de asegurar la
existencia del uno y de los otros, los elementos que se conceden a cada
uno y los recursos con que se equilibra mutuamente su poder: bús-
quense en fin, el objeto de cada obra y sus miras para el porvenir,
búsquense las cosas y no las palabras, y entonces se verá ya toda la
diferencia que desgraciadamente nos separa. Y entonces también se
podrá fallar.

Entra luego al examen de las diferencias que no sólo son


jurídicas sino también histórico-políticas. Al respecto, se ocupa pri-
mero del proyecto, que proclama la unidad del poder legislativo "y
no lo divide ni lo considera repartido". No encuentra de dónde
deducir que los Departamentos darán leyes y que tendrá cada uno
FEDERALISMO 375

su respectivo poder legislativo. La mayoría va más allá que la


Constitución de 1836, pues aquélla establecía que las juntas depar-
tamentales podrían dar disposiciones legislativas sobre determina-
dos objetos y bajo ciertas restricciones. En cambio, según la mayo-
ría, a los Departamentos sólo les toca dar, interpretar, reformar y
derogar sus estatutos, palabra esta última que "es nueva en la no-
menclatura de nuestra legislación constitucional"; Otero ve en ella
la más "triste sutileza".
En realidad, se amplían las facultades del Congreso General
y éste es el único legislador. Otero concluye al respecto:

Así, pues, debemos conocer que a pesar de las apariencias que


producen los artículos 79 y 80, el poder genera11egislativo que es el
que determina, como muy exactamente lo dice la comisión, si una
constitución es federal o central, está muy distante de verse reducido
a los límites propios de un poder general; por lo contrario, su acción
inmensa comprende todos los pormenores de la vida social y las rela-
ciones civiles, penales, de comercio y minería, que en un sistema fe-
deral se dejarán siempre a las localidades. Por el contrario, el poder
de éstas no es vago e indeterminado, sino para ser oscuro, reducido
y difícil.

Realiza la comparación de las facultades de los Departamen-


tos en el centralismo, con las que tendrían bajo el sistema de la
mayoría, para concluir que sólo se dio a éstos lo que se llama
derecho de iniciativa y se les aumentó el derecho de arreglar los
trámites secundarios de los juicios y la organización de sus tribuna-
les,cabiendo, pues, preguntarse: "¿Es ésto lo que la nación necesi-
taba? ¿Para esto no más se destruyó la constitución de 1836?"
A continuación precisa la extensión de las facultades concedi-
das al poder legislativo de los Departamentos, en el voto particular,
señalando que en esta materia la minoría entendió, "Como enten-
dieron los autores del Federalista", que a los Estados correspondían
todos los objetos de la vida social no encomendados al Gobierno
General, viendo a éste "encargado de muy pocos y bien definidos
asuntos".
Se ocupa Otero de la falta de equilibrio entre el poder federal
legislativo y el particular de los Departamentos en el dictamen de
la mayoría y motivado por la .omnípotencia del primero y la nuli-
dad del segundo. Con Tocqueville, sostiene que puede preservarse
376 JESÚS REYES HEROLES

la ruptura del equilibrio entre -el poder federal y el de los Estados


mediante dos recursos: 10.) Señalar "en la Constitución, de una
manera fija y segura, los únicos casos en que el poder general
puede intervenir en los negocios de los Estados"; 2'1) Establecer
"un tribunal supremo que juzgue de sus competencias". Para Otero,
la necesidad de ambos medios es incuestionable y la misma expe-
riencia mexicana lo demuestra.
Ahora bien, en el proyecto de la mayoría, el poder del Con-
greso de la Unión es omnipotente y se sujeta a los Departamentos
de manera tal, que ni en el centralismo estuvieron en condiciones
similares. Para Otero, la mayoría instituye el centralismo y hecho
esto, si se quisiera dejar a las localidades algunos derechos segu-
ros, sería necesario "enumerarlos y fijarlos con precisión". Esto fue
olvidado por la Comisión, quedando los Departamentos expuestos
"aun a perder aquellas atribuciones indispensables que el centra-
lismo les aseguraba".
Se refiere a los recursos que se dejan a los Departamentos para
cubrir sus atenciones. El problema es importante, pues así como es
esencial al sistema representativo el que los impuestos sean decre-
tados por las asambleas populares, así también lo es "la repartición
de los recursos entre el centro y las localidades". Para Otero, "nada
fue tan fatal al pueblo en el centralismo" y nada hizo a éste tan
impopular, como el hecho de que condenara los Departamentos a
la miseria. La Comisión no dice nada sobre este problema y hay
confusión en los artículos que a ello se refieren. Se deja la cuestión
sujeta a una ley general, es decir, a un acto del Congreso, "variable
a su voluntad" para dividir las rentas en generales y particulares.
Por lo tanto, los Departamentos quedan "sin más garantía de tener
rentas que la voluntad del poder central". Igualmente, el poder del
centro queda con facultad para dar sobre rentas o contribuciones
cuantas disposiciones quiera "calificar de bases y principios gene-
rales", pudiendo, por consiguiente, restringir e incluso anular, el
derecho que al respecto, en apariencia, se dejaba a los Departamen-
tos. En conclusión, para Otero, "jamás se inventó un poder con
más vanas apariencias y con mayor nulidad que el que se da a nues-
tros Departamentos".
Por tanto, de imponerse el proyecto de la mayoría, las dispu-
tas serán perpetuas y seguirán siendo resueltas según el espíritu que
domine. Los federalistas darán todo a los Departamentos; los cen-
FEDERALISMO 377

tralistas no les dejarán nada y el país seguirá SIn consolidar sus


instituciones, sin seguridad ni paz."

EL FEDERALISMO CONNATURAL Y SISMONDI

Las repercusiones del diálogo en el Congreso no se reducen al


examen analítico de Otero. La propia mayoría hace una alusión a
El Siglo Diez y Nueve y a la influencia teórica que está privando
en este periódico, Simonde de Sismondi,
El Siglo Diez y Nueoe.. a más de reeditar la "Demostración
teórico práctica de las ventajas del sistema federal. en la República
Mexicana", publica dos importantes ensayos, que encuentran orien-
tación esencial en Sismondi.
En el artículo "Federación?" se declara que la determinación
de la forma de gobierno federal o central es el principal problema
que se agita en la nación mexicana. Al respecto, debe considerarse
la posición que en ese entonces tenía el país y la de si podríamos
resolver este problema "sin mendigar doctrinas extranjeras". El au-
tor declara su inclinación por el sistema federal, como fruto del
más profundo convencimiento, y expresa que para impedir toda sos-
pecha de parcialidad apoyará sus ideas "en las doctrinas de un autor
extranjero", que no pueda ser calificado de parcialidad en los pro-
blemas mexicanos: Simonde de Sismondi. Se trata del Estudio de
las constituciones de los ptleblos libres,39 en que se contienen ideas
políticas de evidente utilidad para nuestro país. Respetando las vo-
luntades del pueblo, contando con el consentimiento general, así
éste provenga de preocupaciones, el legislador debe pensar que en
un país en que la localidad "tiene recuerdos, hábitos, preocupacio-
nes y voluntades propias", el único poder fuerte puede ser uno
similar a la Dieta Suiza. El artículo reproduce ampliamente a Sis-
rnondi. Después de una revolución, un país puede "abandonarse a

37 Se ocupa de rebatir estos artículos de Otero, El Cosmopolita, Tomo V, Mé·


xico, 15 de octubre de 1842, número 179: "Breve reseña de los fundamentos que
apoyan el proyecto de Constitución presentado al Congreso por la mayoría de su
comisión respectiva, con algunas observaciones sobre el examen analítico que co-
menzó a insertarse en el número 357 del periódico titulado: El Siglo XIX".
38 Número 293. 30 de julio de 1842. Asimismo, "Fuerza de las repúblicas
federales", número 306, 12 de agosto del propio año.
39 ]. C. L. SI MONDE DE SISMONDI: EIIIIJes ser les Constitetions des pellples
libres. A París, Chez Treuttel et Würtz, libraires, MOCCCXXXVI.
378 JESÚS REYES HEROLES

la democracia de su capital" y entonces sólo tendrá "una falsa liber-


tad y una soberanía falsa". Y Sismondi completa el consejo:

Si por el contrario, esta nación se halla compuesta de elementos


nada semejantes, de pueblos que tengan recuerdos y afecciones de
donde nazcan rivalidades, en que cada ciudad tenga opiniones y ca-
racteres propios, que se apoyen sobre un principio de organización
municipal o provincial, tal nación no puede constituirse felizmente,
sino adoptando con franqueza el sistema federal.

Con alegría, El Siglo Diez y Nueve cita una frase de Sis-


mondi: "Después de una revolución casi no hay otro recurso que
establecer una federación". El "casi", comenta el articulista, sólo
es prueba de la moderación y el tino de Sismondi. En un país dila-
tado, las partes integrantes no pueden esperar su felicidad de una
"existencia centralizada". Ello sólo puede suceder en países "de
corta extensión". Por otra parte, el centralismo exige formar "un
solo todo". Realistamente, el articulista señala:

La sola unión que puede estrechar con solidez a los pueblos, es


la del interés redproco. Entonces será la nación una, cuando tenga
interés en serlo. Esta es la unión que debe buscarse en los países muy
extensos, y cuyas partes integrantes pueden por sus elementos formar
actualmente, o poder formar con el tiempo sociedades y aun naciones
independientes. En consecuencia, una nación, cuyas partes integrantes
se hallan en la posición indicada, sólo puede ser una bajo la forma
federal, porque ésta es la que puede darles la unión sólida y necesaria
de interés, y cualquiera otra sería unión violenta y opresiva.

La expresión de Sismondi "un solo todo" tiene para el articu-


lista un sentido profundo: una nación puede "formar un todo; mas
no un solo todo, sino compuesto de todos parciales, por decirlo
así": De a~uí la deducción: "Por lo que, para explicarnos con más
claridad, duernos, que una nación cuyas partes integrantes pueden
formar bajo cierto respecto todos parciales, es casi imposible que
formen un todo central".
Sobre estas bases se analiza el caso de México. Hubo una épo-
ca en que el gobierno español "formó un todo central"; pero no
porque así lo quisieran los intereses, sino los dominadores. Por con-
siguiente, no se puede decir que México esté acostumbrado a for-
mar un Joto todo. Su gloria y su felicidad no dependían de una
FEDUlALlSMO 379

"existencia central". Ni el México colonial bajo la monarquía o el


liberalismo español, ni el México independiente, "ha hecho depen-
der su felicidad de una existencia centralizada". La situación es la
inversa: "Antes por el contrario, la ha hecho depender de su inde-
pendencia parcial". Durante la Colonia no podía haber un mexica-
no que hiciera depender la felicidad de su país de tener su gobierno
centralizado en la Península. En cuanto a la segunda:

¿Quién ignora que el empeño que tenían entonces los mexicanos


para sostener que la llamada Nueva España era parte integrante de la
antigua corno también en que se llevase aquí a puro y debido efecto
la constitución española, no era con otro objeto que con el de acer-
carse a la consecución de la independencia? ¿Habrá alguna persona
que crea de buena fe que las miras de los mexicanos se limitaban a
ser mandados por las cortes españolas, por el rey y la constitución de
esa nación?

y el argumento va más allá. Se trata de rebatir la tesis


que ve el federalismo en México como dividiendo lo unido. Si se
considera a la ciudad de México y no a la Corte de Madrid "como
el punto central, en cuya existencia cifraba su felicidad toda la na-
ción", es difícil precisar qué autoridad había entre la Nueva Gali-
cia y la Nueva España o entre ésta y las provincias internas ,de
oriente y occidente y la Península de Yucatán. El panorama es la
división: " ... no sólo había rivalidades y disensiones entre la capi-
tal y las demás provincias, sino entre éstas respecto de ellas mis-
mas". No había tal unión ni el federalismo fue desunir lo unido.
La división privaba:

Todavía más, no solamente las prOVInCias, sino los pueblos de


una propia, sostenían luchas muy acaloradas, ya el ramo civil con el
eclesiástico, ya las autoridades civiles; ya las eclesiásticas en su círculo
respectivo. ¿Quién en tiempo de la insurrecci6n no consideraba a
México como el foco del despotismo español en América? ¿Quién
reputaba gloria y felicidad de la nación mexicana tener su existencia
política centralizada en dicha capital?

La conclusión en cuanto a realidades es obvia:

Es por tanto un hecho innegable que mientras la república estuvo


en poder de los españoles, ya corno colonia, ya como parte integrante
380 JESÚS REYES HEROLES

de la monarquía española, aunque de hecho estuvo centralizado su


gobierno en la ciudad de México, jamás se acostumbró, antes repugnó
ostensiblemente, el que aquél dependiera exclusivamente de la referida
ciudad.

La repugnancia no sólo provenía de la existencia de un go-


bierno opresor, sino también de la misma naturaleza. Por otra par-
te, había el propósito de mantener las divisiones, lo cual creó una
tradición:

La muy irregular división del terreno que formaba las provincias,


la mala distribución de obispados, curatos y subdelegaciones, ¿qué
otro fin tenían sino mantener en perpetuas disensiones domésticas a
la capital con las provincias, y a éstas entre ellas mismas, para que
entretenidas en esas contiendas nunca suscitasen la principal entre las
colonias y su metrópoli?

y con una pincelada maestra el artículo expone la tesis y di-


buja los orígenes y justificación del federalismo mexicano. El alega-
to contra la centralización colonial de Miguel Ramos Arizpe, la
división que precipitó nuestra definición federal y los fundamentos
de ésta, son precisados en un elocuente párrafo:

Así que, esa desunión de las partes integrantes respecto del centro
común, además que era inspirada por la naturaleza, se hallaba fomen-
tada por el mismo sistema de gobierno que entonces regía, y fomenta-
da con tanta más eficacia, cuanto que éste se hallaba convencido de
que la perpetuidad de su dominación dependía íntimamente de man-
tener vivos los celos entre las provincias, y con mayor razón entre és-
tas y la capital. Es por tanto un hecho, como decíamos antes, que nunca
las partes integrantes de la nación mexicana han considerado que su
gloria y felicidad dependen de la centralizaci6n de su gobierno en la
capital. Que por consiguiente tampoco puede decirse que se haya acos-
tumbrado a ser gobernada de esa manera; pues la costumbre supone
voluntad en los actos que la inducen, y la fuerza. destruye hasta. la
presunción de esa voluntad.

Si se atiende al México independiente, la tesis resulta rele-


vante. La República "apenas pudo respJrar cuando clamó por la
federación". El primer Congreso, el llamado convocante, "se empe-
ñó en establecer alguna forma central, con lo que perdió de tal
FEDERALISMO 381

modo el prestigio, que tuvo que ceder el lugar al constituyente en


el año de 1823." Para acallar al pueblo, formó con premura "una
constitución que llamó federal"; pero este arbitrio no le valió para
continuar en sus funciones constituyentes. Ni el prestigio de las
personas integrantes de ese primer Congreso fue garantía para espe-
rar el bien de "una forma central de gobierno".
El federalismo fue, pues, resultado de las necesidades e im-
puesto por las realidades. El centralismo de 1836 fue fruto de las
revoluciones; pero durante su vigencia se ha observado "una repug-
nancia abierta contra el centralismo, y unas tendencias bien marca-
das hacia las formas federales". Ciertamente que estas tendencias
se expresan sin importarles el nombre que se dé a la forma, "con
tal de que se verifique la sustancia". De todo ello deduce el ar-
ticulista:

Bástenos por ahora indicar que es una cosa que no puede n~garse
sin nota de temeridad; que los pueblos no quieren depender en todo
y por todo de la capital; que quieren disponer a su arbitrio de su
gobierno interior; que reputan por la mayor calamidad permanecer
centralizados; que no esperan el menor beneficio de esta forma de go-
bierno. ¿Qué significa esto sino que quieren federación? Más todavía:
no solamente la quieren, sino que están persuadidos de que sólo con
ella serán felices.

El artículo se pregunta si esta voluntad por la federación es


mero capricho o es una voluntad fundada. Y se responde con Sis-
mondi, precisando las circunstancias que conducen a los pueblos a
la federación por necesidad y no por una mera elección, circunstan-
cias que son: a) hallarse la nación compuesta de elementos nada
semejantes; b) estar formada de pueblos y afecciones de donde
nazcan rivalidades, "en que cada ciudad tenga opiniones y carac-
teres propios que se apoyen sobre un principio de organización
municipal o provincial". los criterios de Sismondi encajan en la
realidad mexicana o, mejor dicho, ésta corresponde a dichos crite-
rios. Para el articulista, un mexicano no hubiera comprendido en
tan pocas palabras la expresión de la forma de gobierno que a Mé-
xico conviene. la exposición de las realidades, de los factores y
circunstancias que nos indujeron a la forma federal, es cabal:

Las partes integrantes de la nación mexicana abundan en elemen-


tos desemejantes, 10 cual es un resultado nada menos que de la misma
382 JESÚS REYES HEROLES

naturaleza. Pueblos separado~ por una distancia inmensa, son los


que componen la república mexicana, esparcidos en diversos climas que
constituyen su riqueza en producciones muy diferentes, pues unos es-
tán llamados a ser artesanos, otros mineros, otros agricultores, otros
comerciantes, que los agricultores tampoco son homogéneos en sus
producciones, porque unos las tienen más propias para el consumo,
interior, cuando otros para el exterior, que también los comerciantes
por sus diferentes posiciones, no pueden hacer el comercio, ya sea de
exportación, ya de importación, sino con naciones muy desemejantes,
de diversos modos, y sobre artículos que ni analogía tienen unos con
otros. ¿Pueden negarse estos hechos? De ninguna suerte. Pues tam-
poco podrá negarse que las partes integrantes de esta nación se com-
~ ponen de elementos, no sólo diversos, sino aun contrarios. No es me-
" .
nos innegable que nuestros pueblos tienen recuerdos y afecciones de
que puedan nacer rivalidades.

Por otra parte, los acontecimientos de nuestra historia. ratifi-


can el federalismo. Los departamentos han gemido en el centralis-
mo. Durante el federalismo ellos se desenvolvieron. La experiencia
histórica, las condiciones sociales, las realidades nacionales, acredi-
tan el federalismo. Este no fue una introducción artificial, sino que
correspondió a genuinas necesidades:

¿Podrá dudarse que los pueblos tengan recuerdos y afecciones


que exciten rivalidades, si se les quiere obligar a permanecer centrali-
zados? ¿Podrá d~da.rse que esos recuerdos y afecciones están apoyadas
en la diferencia de opiniones y caracteres y de los ciudadanos de los
Departamentos de que se compone la república? ¿Es lo mismo un po-
blano que un jaliscience, un veracruzano que un sonorense? Dijimos,
y repetimos ahora, que basta tener ojos para percibir estas verdades.
¿Qué cosa hay más marcada entre los pueblos mexicanos que la dife-
rencia de caracteres? Aun los de la simple fisonomía varían notable-
mente entre ellos.

Aun en fisonomía son distintos los mexicanos de las diversas


regiones. Y se agrega que cultivan de distinta manera los campos,
realizan en forma diversa el laborío de las minas y tienen preferen-
cias distintas por las artes o las manufacturas. Diversos criterios los
conducen en educación, realizan el comercio en forma varia y difie-
ren en cuanto a la administración de la justicia y la hacienda pública:
...
FEDERALISMO 383

De manera que esta misma .diferencia de opiniones y caracteres


los conduce a convenir en una, que es la federación, porque sólo en
ella pueden desarrollar en beneficio de sus propios pueblos, sus di-
versos caracteres y opiniones.

El artículo recuerda que aun durante el dominio español se


observó la tendencia "en todos los pueblos de la república para or-
ganizar su gobierno municipal". Las pretensiones de los ayunta-
mientos, las juntas que se han instalado o promovido, los sistemas
educativos, los proyectos sobre artes, ciencias y beneficencias que
se han presentado, "tanto en tiempo de la federación como en el
del centralismo", demuestran "que los pueblos no respiran otra cosa
que tendencias a su organización municipal y al desarrollo de sus
afecciones locales, o sea de su provincialismo".
No hay duda, la nación quiere un sistema representativo, po-
pular, federal. Para 1842, los pueblos no sólo no quieren el centra-
lismo, sino que "de ninguna suerte les conviene, como 10 ha mani-
festado la experiencia". Además de la naturaleza, las condiciones
sociales y la geografía, la historia está por el federalismo. Este pro-
tege a las localidades y permite su espontánea vida. No hay elección
entre federalismo o centralismo, y el artículo concluye: "No os equi-
voquéis, legisladores".
El artículo "Fuerza de las Repúblicas Federales" complementa
el anterior. Su fuente doctrinal coincide: Simonde de Sismondi. La
estructura del ensayo es similar y las finalidades perseguidas idén-
ticas. El federalismo resulta consecuencia inexorable de las condi-
ciones geográficas, económicas, sociales y políticas del país. Es el
único instrumento de que se dispone para unir lo que está desunido.
Nada puede añadir un federalista mexicano a lo que dice Sismondi.
Fundamentalmente. en cuanro desbarata la argumentación sobre la
debilidad del sistema federal. Las repúblicas federales son aptas
para defender sus propiedades, su independencia y libertad; Su fuer-
za proviene de la conjunción de voluntades. Sólo con el federali-
no el gobierno podrá obtener la unidad:

A este fin ha de procurar que se estrechen máS y más los víncu-


los sociales entre las partes integrantes y remover todo motivo de des-
avenencia. Para estrechar esos lazos es necesario valerse más que de
la fuerza, de una política prudente. Hágase que la unión' gen~ sea
útil ~ cada una de las partes integrantes, y ellas materialmente' se.
unirán.
384 JESÚS REYES HEROLES

Hacer que la unidad sea útil a las distintas fracciones, es la


manera de obtenerla. Centralismo y federalismo presentan flancos:

Las afecciones locales bien dirigidas son sin duda el mejor y más
poderoso resorte para lograr aquella unión; pero también esas afec-
ciones locales materialmente contrariadas, pueden originar la división.
Este es el mal a que están expuestas las repúblicas federales. Las for-
mas centrales están expuestas al mal contrario; es decir, el flanco de
las formas federales es la demasiada división; el de las formas cen-
trales la suma concentración. Las primeras pueden llegar al extremo
de considerarse sus partes integrantes como naciones diversas, y acaso
a adquirir odios y rivalidades mutuas: el flanco de los segundos es
llevar la concentración de la fuerza hasta esclavizar al pueblo.

Si en una república con afecciones locales, se quiere concen-


trar "tal conducta será el mejor arbitrio para que las partes inte-
grantes propendan a la división absoluta de la capital y aun de
ellas mismas". Porque, siendo las "afecciones locales" "el podero-
so resorte de las repúblicas federales" no se les puede impunemente
oprimir. Y en estas condiciones:

Acaso no hay nación que presente más facilidad para dividirse


que la República Mexicana: la inmensa distancia de sus partes inte-
grantes y a la de la capital, ya de unas respecto a otras: la diferencia
de usos, costumbres, temperamentos y medios de subsistir son elemen-
tos propios para la división. La gran ciencia del que dirija los destinos
de esta república será evitar ese mal espantoso. Los gobernantes deben
espantarse al considerar sólo como posible esa división. ¿Cuál sería
la suerte de unos departamentos por ahora débiles, incapaces, aisla-
damente de resistir una invasión extranjera, si se encaprichan en for-
mar asociaciones enteramente separadas? ¿Qué ventajas no sacarían
de esta división y debilidad parcial las potencias de Europa, que no
desean sino aprovechar cualquier oportunidad para apoderarse de la
parte que puedan de nuestro territorio? ¿Cuáles no sacarían nuestros
vecinos, que siempre han tenido iguales miras?

Por consiguiente, la tarea de los legisladores es dar "ala re-


pública mexicana unas instituciones capaces de formar esa union
de intereses recíprocos". El consejo es: "No exasperar a los pue-
blos, no irritarlos, infundirles confianza, remover toda sospecha de
dominación indebida .....
FEDERALISMO 385

Como se ve, frente a un federalismo que, según Mora, surge


en México del centro a la periferia, El Siglo Diez y Nueve sostiene
lo contrario.

LOS CONFLICTOS DE PODERES


EL AVANCE DE 1847

En 1847, en el Congreso Extraordinario, el sentimiento federa-


lista es general. El dictamen de la mayoría -Rejón, Joaquín Cardo-
so y Pedro Zubieta- propone, a reserva de que se presenten las
reformas, que se declare vigente la Constitución de 1824, "ya sin
las modificaciones del decreto de 21 de diciembre próximo pasa-
do"." Su proyecto de resolución es:
Se declara que el pacto de federación celebrado por los Estados
Unídos Mexicanos en 1824, es la única constitución legítima del país,
cuya observancia y cumplimiento obliga estrictamente a los actuales
supremos poderes de la Unión, a los Estados y a cada uno de los ha-
bitantes de la república, mientras no se publiquen todas las reformas
que determine hacerle el presente Congreso.

Se quiere la restauración del federalismo de 1824. El voto par-


ticular de Mariano Oter0 41 es muy claro al respecto. Esperaba acuer-
do en la Comisión, en virtud de no haber divergencia en los puntos
cardinales: "La conservación del sistema federal, el establecimiento
de los principios liberales y filosóficos que corresponden a nuestro
siglo, el desarrollo rápido y seguro de la democracia". Para Otero,
no puede disputarse la conveniencia de adoptar "con reformas" el
texto de 1824. Las difíciles condiciones en que el país se encuentra
no deben ser obstáculo para que se organice el poder público, pues:

En la guerra todavía con más razón que en la paz, un pueblo no


puede vivir y resistir, sino cuando cuenta con la acción de todos los

40 El Republicano, Tomo I1, número 105, 15 de abril de 1847 [México, Im-


prenta de Ignacio Cumplido). Se refiere al decreto de 21 de diciembre de 1846, que
entre otras cosas introduce la vicepresidencia de la República (Legislación Mexic..a
() Colección completa de las disposiciones legislativas expedidas desde la indepetI-
dencia de la República, ordenada por los licenciados MANUEL DUBLÁN y J03É MA1úA
LOZANO. Imprenta del Comercio, México, 1876, Tomo V, p. 238).
41 El Republicano, números 105 y 106 (15 Y 16 de abril de 1847).
386 JESÚS REYES HEROLES

elementos de su poder y siendo su organización política la sola que


los combina, dirige y regulariza, no es posible que él se salve si se le
mantiene bajo una organización enteramente viciosa.

El poder público se encuentra abrumado pO,r las dificultades


de una guerra "y con las de una organización en que todo es transi-
torio, en que ningún poder tiene la conciencia de su estabilidad, en
que se notan tendencias de desunión muy alarmantes, en que se echan
de menos ciertas condiciones de orden y todo esto cuando .la guerra
civil ha sido un hecho, cuando todavía es tal vez una amenazar"
Por lo consiguiente, es preciso dar a las instituciones la fuerza que
necesitan introduciendo las reformas reclamadas. En 1835, dice Ote-
ro, "se cometió el crimen de destruir una constitución sobre cuya
legitimidad jamás se ha cuestionado". La Constitución de 1824
está unida al establecimiento "de las libertades locales, tan queridas
de la nación". Por lo tanto, debe restaurarse la Constitución de
1824;' pero: "Jamás, desde 1834 hasta la fecha se ha proclama-
do la restauración del sistema federal, sin pedir como una nece-
saria condición para dar firmeza al principio federativo y regularizar
sus consecuencias, las importantes reformas en la antigua constitu-
ción". Quiere fortalecer el federalismo, pero una de sus proposicio-
nes busca suprimir que las leyes relativas al sufragio correspondan
a los Estados, lo que es peligroso, "porque así se abandona por el
poder federal a otros poderes extraños un objeto tan esencial como
la forma misma del gobierno"
En esta parte Otero vuelve a demostrar su conocimiento sobre
el federalismo y la superación de la concepción europea, fundamen-
talmente de Montesquieu, siguiendo el camino que traza en 1842:
42 El 10 de enero de 1846, Yucatán declara su independencia: ",Art. 10. Cesa
la obligación por parte de Yucatán de reconocer al supremo gobierno nacional";
"Art. 20. Por la anterior declaración, Yucatán reasume de la manera más solemne
toda la plenitud de sus derechos que ejercerá del modo que considere más convenien-
te". El documento viene en El nuevo Bernal Díaz del Cestillo, o sea historia de la
inva.riÓn de los angloamericanos en México, de CARLOS MARÍA DBBuSTAMANTB,
~éxico, 1847, Imprenta de Vicente García Torres, Tomo 1, p. 125. Documentos al
respecto pueden encontrarse en la Memoria de la primera Secretaría de EstaJo 1 del
Despt«ho de Relaciones interiores 1 Exteriores de los Estados Unidos Mexicanos,
leida ttl Soberano Congreso Constituyente en los días 14, 15 1 16 de diciembre de
1846, pOf" el Ministro del ramo, C. JosÉ MARfA UFRAGUA (México, Imprenta de
Vicente Garcia Torres, 1847, de la p. 48 a la 65). Por 10 demás, el relajamiento
ele' la uni6n era muy extendido y varios Estados proceclfan separadamente (México
desde 1808 hasta 1867, por FRANCISCO DE PAULA .A1ulANGOIZ. Madrid, Imprenta a
cargo de D. A. Pérez Dubrull, 1872, Tomo JI, p. 289).
¡"EDERALISMO 387

... el sistema federal en su último estado de perfecci6n, y como


nosotros quisimos adoptarlo, no es como 10 fue antiguamente, una
simple sociedad de sociedades, sino que por el más admirabl~ meca-
nismo político, los ciudadanos de un Estado que entre sí forman una
sociedad perfecta para los negocios de su administraci6n interior,
reunidos con los de los otros Estados, forman por sí y sin el interme-
dio de sus poderes locales otra nación no menos perfecta, cuyo Go-
bierno es el general; de donde resulta que la acción del ciudadano
sobre el Gobierno y la del Gobierno sobre la del ciudadano, en todo
10 relativo a la Unión, se ejerce directamente sin ninguna intervenci6n
del poder de los Estados,

Este principio, "prodigioso adelanto de la ciencia social". se


comprueba, dice Otero, "comparando el mecanismo de la Constitu-
ción americana con el de las débiles confederaciones de la antigüe-
dad, que sucumbieron tal vez por este vicio" y este principio domi-
naba seguramente a los autores de la Constitución Norteamericana
cuando la promulgaron "en nombre del pueblo de los Estados Uni-
dos". En él se apoya la tesis de "que el gobierno de la Unión es bajo
cierto aspecto un Gobierno verdaderamente nacional".
Pero no sólo en esta forma indirecta el voto particular im-
pulsa al progreso federal, sino que lo hace directamente cuando se
refiere a un punto "omitido" "o por lo menos tratado muy ligera-
mente" en el texto de 1824, y que ha sido causa de permanentes
conflictos:
¿Cuáles son los límites respectivos del poder general y del poder
de los Estados? Y una vez conocidos estos límites, ¿cuáles son los
mejores medios de precaver la recíproca invasi6n, de manera que ni
el poder del centro ataque la soberanía de los Estados, ni éstos disuel-
van la Uni6n, desconociendo o usurpando sus facultades?

Otero contaba con un importante antecedente mexicano de in-


tento del control jurisdiccional de la constitucionalidad de las leyes.
Nos referimos al voto particular de don José Fernando Ramírez, de
30 de junio de 1840, Ramírez pretendió adicionar a la Suprema Corte
con una nueva facultad:
Cuando el Supremo Gobierno O la cuarta parte de los Diputados,
la tercera parte de los Senadores presentes que compongan actualmente
sus respectivas Cámaras, o la tercera parte de las Juntas Departamen-
388 JESÚS REYES HEROLE5

tales reclamen alguna ley como anticonstitucional, decidirá la cuestión


la Suprema Corte de Justicia en juicio contencioso.

Preveía, igualmente, la intervención de la Corte en ciertos con-


flictos de poderes: "Lo mismo sucederá cuando en los propios térmi-
nos los Diputados, Senadores o Juntas Departamentales reclamen
algún acto del Ejecutivo"."
En los fundamentos que José Fernando Ramírez da a esta adi-
ción de una nueva facultad de la Corte, se percibe en forma expresa
la inspiración de Tocqueville. Ramírez se da cuenta, además, de la
importancia que el control jurisdiccional de la constitucionalidad
de las leyes puede tener para la estabilidad política de un país:
Mas yo pretendo añadirle otra facultad dentro de su órbita: la
idea parecerá a primera vista extraña; pero ni es enteramente nueva,
ni carece de sólidos fundamentos, antes se encontrará apoyada en la
razón y en la experiencia. Una obra moderna que hizo mucho ruido
en Francia, casi se ocupa toda en demostrar que la paz y tranquilidad
de la República del Norte no se debe a otra cosa que a la influencia
que ejerce en ella su Corte de Justicia.

Para José Fernando Ramírez la omisión constitucional al respec-


to y el no conceder esta facultad a la Suprema Corte, ha conducido a
"las interpretaciones violentas de la Constitución", a las soluciones
especiosas y a las intrigas para las votaciones: "En efecto se triunfa
en la votación; pero este triunfo refluye en daño del prestigio de la
Asamblea Legislativa". La solución, por lo demás, está a la vista:
El público que no se engaña conoce bien los artificios con que
se dictó la ley, está persuadido de su injusticia, y jamás la aprobará
en su interior. ¿Qué remedio más a propósito que ocurrir a una cor-
poración, que puede llamarse esencialmente imparcial, para que pro-
nuncie su fallo sobre la inconstitucionalidad de una ley?

y lo dicho en relación con las leyes "es por mayoría de razón


aplicable a los actos del Ejecutivo". No está "por la existencia del

43 Proponía que una ley fijara las instancias y el modo en que habría de veri-
ficarse este juicio (Proyecto de Reforma de las Leyes Constitucionales de la República
Mexicana, iniciado por los individuos de la Comisión Especial nombrada por la Cá-
mara de Diputados, para entender en este asunto, 1 leído en la sesión de 30 de ¡unio
del presente año. México, Imprenta del Águila, dirigida por José Ximeno. 1840,
p. 137).
FEDERALISMO 389

Supremo Poder Conservador" y ninguna otra medida puede reem


plazar su falta "que conceder a la Suprema Corte de Justicia una
nueva atribución"."
El problema, sin embargo, Otero" lo plantea en todo su rigor.
Nada parece más urgente que solucionar esta fuente de conflictos,
este mal "que amenaza de muerte las instituciones". Ejemplifica di-
ciendo:
En un tiempo vimos al congreso general convertido en árbitro
de los partidos de los Estados decidir las cuestiones más importantes
de su administración interior; y ahora apenas restablecida la Federa-
ción, vemos ya síntomas de la disolución, por el extremo contrario.

Se refiere a la situación que presencia: un Estado ya anunció


"que iba a reasumir la soberanía de que se había desprendido"
y "con las mejores intenciones se está formando una coalición que
establecerá una Federación dentro de otra". En estas condiciones,
dentro de estos principios, "la Federación es irrealizable, es un absur-
do". A evitar los conflictos y a superar las deficiencias al respecto
existentes en la Constitución de 1824, van dirigidas importantes re-
formas propuestas en el Voto Particular. El artículo 14 señala que
los Poderes de la Unión ·"se limitan sólo al ejercicio de las facul-
tades expresamente designadas en ella misma, sin que se entiendan
permitidas otras por falta de expresa restricción". Este precepto, al
declarar que los poderes de la Unión "son poderes excepcionales y
limitados, sólo a los objetos expresamente designados en la Consti-
tución", según Otero, "da a la soberanía de los Estados toda la am-
plitud y seguridad que fuera de desearse". Pero, por ello mismo,
añade, -atendiendo a la teoría ya expuesta, de que la Federación
no es "la sociedad de sociedades de Montesquieu"- se impone:
... declarar también que ninguno de los Estados tiene poder so-
bre los objetos acordados por todos a la Unión, y que no siendo bajo

" op. cit., pp. 128-30. En cuanto a encontrar en el Supremo Poder Coaser-
vador un antecedente del juicio de amparo, nos atenemos a la apreciación de Rodolfo
Reyes: quienes tal cosa pretendían, tropezaban con un "poder de facultades absor-
bentes que podía nulificarlo todo" y, por consiguiente, la semejanza no era otra que
"la existente entre el veneno que mata y la droga que cura" (Contr¡bllc¡ón al esttulio
de la evolllción tlel Derecbo Constitucional tle México, trabajo presentado por el Sr.
Lic. D. RODOLFO REVBS. México, Tip. de la Vda. de F. Díaz de León, Sucs., 1911.
p. 26).
45 El Republicano, números citados.
390 JESÚS REYES HEROLES

este aspecto más que partes de un todo compuesto, miembros de una


gran República, en ningún caso pueden por sí mismos, en uso de su
soberanía individual, tomar resolución alguna acerca de aquellos ob-
jetos, ni proveer a su arreglo, más que por medio de los Poderes Fede-
rales, ni reclamar más que el cumplimiento de las franquicias que la
Constitución les reconoce.

A tal fin propone:

Art. 15. Sobre los objetos sometidos al Poder de la Unión, nin-


gún Estado tiene otros derechos que los expresamente fijados en la
Constitución, ni otro medio legítimo de intervenir en ellos que el de
los Poderes generales que la misma establece. La Constitución sólo
reconoce como legítima entre todos o entre alguno de los Estados, la
relación que constituyó y actualmente constituye su federación.

Estas declaraciones requieren que se establezcan .'los medios de


hacerlas efectivas", para lo que es necesario "distinguir los abusos
que puedan cometerse, según que ellos afecten los derechos de las
personas, o las facultades de los poderes públicos". Otero expone
el método para resolver los conflictos entre las facultades de los
Poderes Públicos:
Para este último evento, es indispensable dar al Congreso de la
Unión el derecho de declarar nulas las leyes de los Estados que im-
porten una violación del Pacto federal, o sean contrarias a las leyes
generales; porque de otra manera el poder de un Estado sería superior
al de la Unión, y el de ésta se convertiría en una mera irrisión. Pero
para evitar que se hagan declaraciones imprudentes, ya se consulta que
estas leyes sólo puedan iniciarse en la Cámara de Senadores, la cual
represente el principio federativo en toda su fuerza, y da las mejores
garantías de calma y circunspección; y además se establece que la ma-
yoría de las Legislaturas de'los Estados tenga el derecho de decidir en
todo caso si las resoluciones del Congreso general son o no anticons-
titucionales. De esta manera cada Estado en particular está sometido
a la Unión y el conjunto de todos será el árbitro supremo de nuestras
diferencias y el verdadero poder conservador.de las instituciones.

Otero dice: "Si hay todavía otro medio más eficaz de robuste-
cer el principio federativo, si se conoce otra mejor garantía de las
libertades de los cuerpos confederados, yo no .la propongo, porque
FEDERALISMO 391

no la conozco". Estas ideas de Otero son recogidas por el Acta de


Reformas.

SE PERFECCIONA EL AVANCE EN LA CONSTITUCION DE 1857

El punto abordado por Otero obtiene su resolución definitiva en


la Constitución de 1857. El 16 de junio de 1856, Ponciano Arriaga
da lectura al Dictamen de la Comisión de Constitución.t" y después de
afirmar que la República MJI'ana tiene su derecho, sus tradiciones
constitucionales, su derecho. ~:. suetudinario y que no se puede caer
en la pura innovación, da . upuesto que la unidad nacional im-
plica el federalismo.? -, .
Arriaga se pregunta qué prestigio podría tener en ese entonces
una constitución central y dice que el centralismo se identifica con
todas nuestras calamidades y desgracias. Los pueblos, añade, se que-
jan, y con sobrada justicia, de que todas las revueltas emprendidas
para entronizar el despotismo se fraguaron en el centro de la Repú-
blica; por consiguiente, sería inexcusable retroceder a las maléficas
combinaciones del centralismo. Resulta, pues, con palabras de la par-
te expositiva de este dictamen, que el proyecto de ley fundamental
debe basarse en "el mismo principio federativo que entrañaba la
constitución de 1824".
La parte expositiva de este dictamen fue recibida, según indica
Zarco, con visibles señales de aprobación. En ella se habla de la re-
forma "tal vez más importante" que contiene el proyecto: las cues-
tiones que se suscitan por leyes o actos de la Federación o de los
Estados, que ataquen sus respectivas facultades o que violen las ga-
rantías otorgadas por la Constitución. Se trata de aclarar las sobe-
ranías coexistentes y establecer un sistema dirigido a evitar los con-
flictos y a resolverlos cuando surjan.
Arriaga se refiere a los conflictos que han privado a lo largo
de nuestra historia, a la luz de las realidades y de los artículos 38,
fracción IV; 49, fracciones II y III Y fracción I del artículo 137 de
la Constitución de 1824,47 así como el artículo 23 del Acta de Re-
forma:

46 ZARCO: Historia del Congreso Extraordina,io Constitll1ente de 1856 1 1857,


México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1857, Tomo 1, p. 435 Y sigs.
47 El artículo 38 daba facultad a cualquiera de las dos Cámaras de conocer en
calidad de gran jurado sobre las acusaciones: "40. De los gobernadores de los estados,
392 JESÚS REYES HEROLES

Era nuestro sistema poner en público y serio combate la potestad


soberana de la federación con la soberanía de un estado o a la inversa:
abrir una lucha solemne para declarar la nulidad de las leyes o actos
de un poder, que en su esfera tiene todos los atributos de la indepen-
dencia, por el ejercicio de otro poder también soberano que gira y se
mueve en órbita diferente: confundir así los atributos de los poderes
federales con los de los Estados, haciendo a éstos agentes de la fede-
ración unas veces, y otras convirtiendo a los de la federación en tutores
o en agentes de los Estados. La ley de un Estado cuando atacaba la
constitución o leyes generales, se declaraba nula por el congreso y la ley
de éste, reclamada como anticonstitucional, se sometía al juicio de la
mayoría de las legislaturas. En cualquiera caso, era una declaración de
guerra de potencia a potencia y esta guerra venía con todas sus resul-
tas, con sus más funestas consecuencias.

Se agrega en la exposición que los gobernadores tenían la obli-


gación de promulgar y ejecutar las leyes federales como si fueran
empleados de la Federación y el Poder Ejecutivo Federal "expedía
órdenes a los gobernadores como de superior a inferior". Los resul-
tados, fuese cual fuese la soberanía que se impusiera en el conflicto,
siempre eran negativos:
Unas veces las leyes o actos de los Estados se sobreponian a la
autoridad federal y otras el poder de la Unión hacía sucumbir al del

por infracciones de la constitución federal, leyes de la unión, u órdenes del Presí-


dente de la federación, que no sean manifiestamente contrarias a la Constitución y
leyes generales de la unión, y también por la publicación de leyes o decretos de las
legislaturas de sus respectivos estados, contrarias a la misma Constitución y leyes".
El 137, entre las atribuciones de la Corte Suprema de Justicia señalaba: "1. Conocer
de las diferencias que puede haber de uno a otro estado de la federación, siempre
que las reduzcan a un juicio verdaderamente; contencioso en que deba recaer formal
sentencia, y de las que se susciten entre un estado, y uno o más vecinos de otro, o
entre particulares sobre pretensiones de tierras bajo concesiones de diversos estados,
sin perjuicio de que las partes USe1l de su derecho, reclamando la concesión a la
autoridad que la otorgó". Las fracciones JI y nI del artículo 49 señalaban que los
objetos de las leyes y decretos emanados del Congreso General consistían en: "20. Con-
servar la unión federal de los estados, y la paz y el orden público en lo interior de
la federación". "30. Mantener la independencia de los estados entre sí en lo respec-
tivo a su gobierno interior, según la acta constitutiva y ésta Constitución". (Consli.
IlIción Federal de Jos Eslados Unidos Mexifallos, sancionada por el Congreso General
Constituyente, el 4 de octubre de 1824. Imprenta del Supremo Gobierno de los Esta·
dos Unidos Mexicanos, en Palado.)
FEDERALISMO 393

Estado: en uno y otro extremo quedaba siempre desairada y envilecida


una de las dos autoridades, sancionada la discordia y hasta decretada
inevitablemente la guerra civil.

No es posible que en esto consista el federalismo: "No es este


el sistema federal, pues si éste fuera, sería necesario proscribido y
execrarlo". Magistralmente se expone la doctrina y se presenta la
regla de oro del federalismo:

Si nos fuera posible reasumir en breves y concisas palabras toda


la teoría, todo el mecanismo del sistema federal, lo haríamos en esta
sencilla fórmula: "... para todo lo concerniente al poder de la Fede-
ración desaparecen, deben desaparecer los Estados; para todo lo que
pertenece a éstos desaparece, debe desaparecer el poder de la fede-
ración ..."

Pero sentar este criterio no impide las dudas y los conflictos.


Se requiere un sistema efectivo para solucionarlos, el control juris-
diccional:

Pero nacen dudas, se suscitan controversias, ¿quIen califica?


¿quién las decide?, repiten los que quieren el soñado equilibrio de un
poder conservador. Las dudas y controversias entre la Federación y
los Estados y entre ésta y aquéllos, se resuelven y califican naturalmente
por los mismos medios legales de que usan los individuos cuando liti-
gan sus derechos.

Los poderes no invocan "su exclusiva autoridad, ni cada uno


delibera como parte y como árbitro, ni se retan ni se tiran guantes,
ni apelan a las armas". La teoría supone un procedimiento:

... van ante un tribunal, y ahí, en un juicio con todas sus formas.
se decide la contienda, con la diferencia de que en el litigio de un
inidividuo con otro, la sentencia es directa, universal, positiva, com-
prende todo el círculo de los derechos discutidos. mientras que en la
contienda contra un soberano, la sentencia es indirecta, particular. ne-
gativa. no hace declaraciones generales, ampara. declara libres a los
particulares quejosos de la obligación de cumplir la ley o el acto de
que se quejan; pero deja intacta, con todo su vigor y prestigio no ataca
de frente a la autoridad de que emanó la ley o el acto que dio motivo
al juicio.

¡
394 JESÚS REYES HEROLES

Para la Comisión, ésta es la teoría "más trivial y más obvia


para la decisión de las controversias que se promueven en la prác-
tica del sistema federal, y así la explana el señor de Tocqueville
en su preciosa obra De la democracia en América del Norte". Toe-
queville es citado con amplitud. Habiendo soberanías distintas, te-
nía que haber colisiones. Para evitarlas, la Suprema Corte fue inves-
tida del derecho de dirimir las competencias. Con Tocqueville se
explica el control jurisdiccional de la constitucionalidad de las le-
yes. La "obra maestra" de la Constitución de los Estados Unidos,
según Tocqueville, consiste en que las audiencias federales, obrando
a nombre de las leyes, sólo se ocupan de individuos.
En un régimen federal coexisten la soberanía de los Estados
y la de la Federación. Esto da lugar a colisiones, conflictos y mu-
tuas invasiones. A evitar los conflictos y a resolverlos, así como a
restaurar las garantías individuales violadas, está dirigido el juicio
de amparo del derecho mexicano." Con procedimientos jurídicos,
a petición de parte agraviada y sobre casos particulares, las contro-
versias y conflictos de soberanías se resuelven, sujetando a cada
una de ellas dentro de su estricto ámbito y restaurando la invadida.
La Comisión, fundando en Tocqueville la reforma introducida, con-
cluye sobre su significado:

No habrá, pues, en 10 adelante, y siempre que se trate de leyes


o actos anticonstitucionales, ya de la federación, o ya de los Estados,
aquellas iniciativas ruidosas, aquellos discursos y reclamaciones vehe-
mentes en que se ultrajaba la soberanía federal o la de los Estados,
con mengua y descrédito de ambas, y notable perjuicio de las institu-
ciones; ni aquellas reclamaciones públicas y oficiales que muchas veces
fueron el preámbulo de los pronunciamientos: habrá, sí, un juicio pa-
cífico y tranquilo, y un procedimiento en formas legales que se ocupe
de pormenores y que dando audiencia a los interesados, prepare una
sentencia, que si bien deje sin efecto en aquel caso la ley de que se
apela, no ultraje ni deprima al poder soberano de que ha nacido, sino
que 10 obligue por medios indirectos a revocarla por el ejercicio de
su propia autoridad.

La doctrina expuesta, al ser introducida en nuestro país, era

48 Tanto la institución del juicio de amparo, como el origen de estos artículos,


han sido minuciosamente expuestos en numerosos trabajos monográficos o generales.
Su estudio, por lo demás, está al margen de la naturaleza de este libro.
FEDERALISMO 395

exigencia de nuestra propia historia. Habíamos pasado por las amar-


gas y dolorosas experiencias que nos llevaron a adoptar y enriquecer
la magistral solución norteamericana expuesta a través de la honda
y reflexiva sabiduría del prudente Alexis de Tocqueville. Así, el
federalismo tiene que ser medido en función de la integración de
nuestro país. Para ello, la sabiduría de los constituyentes de 1856-
57 es fundamental. El federalismo resultó la forma y el instru-
mento de la integración nacional. Su rendimiento es obvio en la
evolución y desarrollo de México, considerando que las formas po-
líticas difícilmente corrigen o modifican las realidades; sólo las ex-
presan o las presionan. La idea federal, aparte de forma jurídica,
por estar en la conciencia de los mexicanos, es ideal operante y
ninguna mejor prueba podemos obtener sobre su reciedumbre. La
identidad federalismo-liberalismo, tan peculiar de nuestra evolución
política, obedeció a una auténtica necesidad. Fue una forma que
permitió la evolución liberal y la consolidación de las instituciones
democráticas.

RETORNA LA DNERGENCIA

Al llegarse al movimiento que culmina con la Constitución de


1857 y la Reforma, es obvio el federalismo del Grupo de Nueva
Orleans y la tendencia hasta centrífuga de Vidaurre. Sin embargo,
el Plan de Ayutla, que declara que "las instituciones republicanas
son las únicas que convienen al país", no es expresamente federa-
lista, solamente establece que la nación "es y será siempre una sola,
indivisible e independiente". Se presume federalismo en cuanto el
Plan de Ayutla habla de "Estados", situación que desaparece al ser
modificado dicho Plan por el de Acapulco, documento en que se
recurre a la expresión "Departamentos" .49
Puede decirse que los debates originados por el federalismo
en el Constituyente 1856-5750 no pasaron de ligeros y en ningún

49 ISIDRO ANTONIO MONTIEL y DUARTE: Derecho Público Mexicano, México,


Imprenta del Gobierno Federal, en Palacio, 1871, pp. 1-6. El estatuto orgánico pro-
visional, de 15 de mayo de 1856, era omiso en la cuestión y aun cuando hablara de
"Estados", establecía que los gobernadores de éstos y de los distritos y los jefes polí-
ticos de los Territorios, fuesen nombrados por el Presidente de la República (Art.
114). o». cit., p. 35.
SO ZARco: Op. cit., Torno 1, p. 675 y sigs.
396 JESÚS REYES HEROLES

momento pusieron en duda el carácter federal de la futura Consti-


tución. Don Luis de la Rosa, Ministro de Relaciones Exteriores del
gobiemo de Comonfort, el 8 de julio de 1856, al discutirse la Cons-
titución en lo general pregunta si el Congreso comprende o no el
federalismo y cuenta que cuando visitó los Estados Unidos y exa-
minó las instituciones de ese país, exclamó: "O esta no es federa-
ción, o los mexicanos jamás la hemos comprendido". De la Rosa
cree que la Comisión incurre en una confusión semejante en la par-
te expositiva de su dictamen, y "combate la soberanía de los Esta-
dos, que bien pueden llamarse soberanos, si esto los lisonjea, como
halaga a los particulares un título de nobleza; pero en realidad no
pueden serlo". De la Rosa agrega: "La soberanía de los Estados
sólo puede existir en Alemania, donde cada uno de ellos es una
entidad política separada; pero donde ha de haber un gobierno
nacional, sólo pueden tener los Estados independencia en su orden
interior; la soberanía producirá nacionalidades parciales, que no
pudiendo vivir cerno las de Alemania, se perderán en la anarquía
como Centro América, donde un puñado de filibusteros profana hoy
el territorio" .51 De la Rosa impugna el artículo 48 del proyecto, que
vendría a ser el 117 de la Constitución, que preceptúa que las
facultades que no están expresamente concedidas por la Constitu-
ción a los funcionarios federales se entienden reservadas a los Esta-
dos o al pueblo. Se adhiere a García Granados, apoyándose en Kent
para solicitar la uniformidad de la legislación civil, penal y mer-
cantil.
Mata le contesta, señalando que los miembros de la Comisión
han estudiado el principio federativo en los Estados Unidos y que
la reforma introducida en el proyecto sólo está dirigida a evitar
las luchas entre los poderes de la Federación y los Estados. Defien-
de la soberanía de los Estados en su administración interior y asienta
que la Comisión en esta materia no ha hecho más que corregir los
defectos de la Carta de 1824.
En realidad, De la Rosa, orador del gobierno, era el eco de los
argumentos antifederalistas expuestos al adoptarse el régimen fede-
ral de nuestro país.
El 9 de julio de 1856 se presenta otra ligera discusión en torno
al federalismo." El preámbulo del proyecto de Constitución esta-

51 op. eit., Tomo 1, p. 681 Y sigs,


12 Op. cit., Tomo 1, p. 681 Y sigs.
FEDERALISMO 397

blecía que los representantes de los diferentes Estados que compo-


nen la República de México, llamados por el Plan proclamado en
Ayutla el 10. de mayo de 1854 y reformado en Acapulco el 11 del
mismo mes, poniendo en ejercicio los poderes con que están inves-
tidos, decretaban la Constituci6n. El diputado Lazo Estrada hace
notar que el preámbulo s610 habla de los representantes de los Es-
tados y no menciona a los del Distrito y Territorios y considera
que tanto el Distrito como los Territorios están legítimamente re-
presentados en el Congreso y, por consiguiente, deben ser mencio-
nados. Arriaga manifiesta que sobre el particular debe consultar
con la Comisión y que "cree que s610 debe mencionarse a los Es-
tados porque la constituci6n no es más que el pacto de federaci6n
entre estas entidades soberanas, y que el Distrito y Territorios, so-
metidos al gobierno del centro son de muy distinta naturaleza."
Garda Granados no admite diferencias entre representantes
de los Estados y de los Territorios y cree que la enmienda puede
ser incorporada sin necesidad de que se reúna la Comisi6n. Arriaga,
sin embargo, insiste en su punto de vista y ante la intervenci6n del
diputado Moreno, que no quiere que se hable de Estados ni Terri-
torios, sino únicamente de los representantes del pueblo, "sostiene
que los diputados representan al pueblo dividido en Estados, que
éstos han recobrado su soberanía, y la constituci6n no es más que
el pacto de alianza entre ellos". Pregunta: ..... ¿nos creemos acaso
representantes de todo el pueblo mexicano? (Sí, sí, replican varios
diputados). Pues yo creo que no, dice el orador, y sostiene la sobe-
ranía de los Estados desde que triunf6 el plan de Ayutla".
Gamboa apoya la inclusi6n del Distrito y Territorios y Le6n
Guzmán "sostiene la independencia de las localidades, como pre-
existente a la Constituci6n, y cree que el Distrito y los Territorios
no tienen vida propia y no son más que pupilos del gobierno ge-
neral".
Prieto expresa que Arriaga y Gamboa están defendiendo 10que
nadie ataca, o sea la soberanía e independencia de los Estados. Para
Prieto, si se admite la preexistencia de los Estados, el Congreso no
podrá reformar la divisi6n territorial y: ..... el congreso tiene am-
plia facultad aun para apartarse del sistema federal". Arriaga acep-
ta la enmienda del señor Lazo Estrada, añadiendo el Distrito y
Territorios al preámbulo. Ello impide conocer los diversos puntos
de vista y orientaciones que en lo tocante a federalismo privaban
en el Congreso.
398 JESÚS REYES HEROLES

Un empecinado jurista, josé María Iglesias, en artículo publi-


cado en El Siglo Diez y Nueve el 21 de julio de 1856,53 iba a repa-
rar en el fondo de la divergencia que apenas se había insinuado
en el Congreso, divergencia originada por algo incidental, como la
inclusión o no del Distrito y Territorios en el preámbulo de la Cons-
titución. José María Iglesias expresa que no está de acuerdo con la
parte del preámbulo en que se dice que los representantes de los
Estados que componen la República de México, poniendo en ejer-
cicio los poderes de que están investidos, decretan la Constitución.
Iglesias, más inconforme aún se manifiesta con las intervenciones
de Arriaga y Guzmán. La idea de concebir a los Estados como pre-
existentes apareció, dice Iglesias, desde que se expidió el Código
de 1824:

Incurri6se entonces en el notorio error, comprobado por los he-


chos hist6ricos, de suponer a la república mexicana dividida en Esta-
dos soberanos e independientes, los cuales habían celebrado un pacto
de alianza para formar la uni6n nacional.

La explicación que Iglesias da de este error consiste en la vieja


tesis de la imitación:

En esta parte resalt6, como en algunas otras, un ciego espíritu de


imitación de los Estados Unidos del Norte, sin pararse a reflexionar
que 10 que allí era una verdad incuestionable, no pasaba entre nosotros

53 El Siglo Diez y Nueve. Cuarta época, número 2753, 21 de julio de 1856.


Artículo "El preámbulo de la Constitución". Claro está que la tesis sobre la artifi-
cialidad del federalismo y su exclusiva imitación, con el transcurso del tiempo, a la
vez que se generaliza, se hace más tosca. Como una característica exposición podemos
citar la de José María Lozano (Tratado de los derechos del hombre. Estudio del
Derecho Constitucional Patrio en lo relativo a los derechos del hombre. Conforme
a la Constitucián de 1857 y a la Ley Orgánica de Amparo de Gerantias, de 20 de
enero de 1869, por el licenciado JosÉ MARÍA LOZANO, Magistrado de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación. México, Imprenta del Comercio, de Dublán y Com-
pañía. 1876. p. 6), para quien "la federación mexicana ha sido una obra enteramente.
artificial; en ella se dio el carácter de entidades independientes y soberanas a por-
ciones o partes que estaban íntimamente ligadas entre sí por la unidad de intereses,
de costumbres, de legislación, de religión y de gobierno". Para llegar a decir 10 que
nadie pudo atreverse a sostener cuando nació nuestro federalismo: "Ninguna de esas
porciones tenía una vida propia; todas ellas formaban, como acabamos de decir, un
todo único y compacto; ese todo se fraccionó; y cada fracción tuvo el carácter de un
cuerpo social y político, diverso de los otros, independiente y soberano".
FEDERALISMO 399

de gratuita suposición. Las colonias inglesas habían disfrutado de in-


dependencia local desde el tiempo en que vivieron sujetas a la rnetró-
poli: las provincias de la Nueva España se rigieron al contrario por
un sistema enteramente centralizado durante los tres siglos de la domi-
nación colonial. Hechos eran estos consignados en la historia, y la his-
toria no se altera con vanas declaraciones.

Este error cometido en 1824, dice Iglesias, vuelve acometerse


ahora. Recalca que no está contra la federación ni quiere privar a
los Estados de soberanía para su régimen interior. Insiste en que
es partidario del federalismo y que es acaso la única forma posi-
ble en las actuales circunstancias:

No atacamos, pues, el principio federativo; no queremos privar


a los Estados de su soberanía para su régimen interior, combinada con
su dependencia del centro en los negocios de interés general: no nos
oponemos a la independencia de las localidades, que constituye su vida
y afianza su progreso. Nuestra idea está reducida a que el vigor del
principio federativo, la soberanía de los Estados contenida en sus lími-
tes racionales, y la independencia de las localidades, procedan de la
carta que se expida, en vez de suponerlas nacidas de un falso pacto
de alianza.

Por otra parte, de admitirse la independencia preexistente de


las localidades," sería imposible proceder a la reforma de la divi-
sión territorial que reclaman los pueblos, de modo que por ..defen-
der una ficción, destituida de todo fundamento sólido", se resuelve
en el peor sentido la cuestión territorial. 55

54 Montiel y Duarte dice que en la Constitución de los Estados U nidos no fi-


gura un artículo similar a los 157 y 161 de la Constitución de 1824 y 109 de la de
1857 -preceptos que en esencia disponían que los Estados adoptarían para su régi-
men interior la forma de gobierno republicana, representativa y popular-s-, artículo
cuya no correspondencia en la Constitución Norteamericana y cuya no inclusión le
permite formular el siguiente comentario: "La forma preceptiva de estos dos artículos
está probando que antes de ellos no existían realmente las entidades políticas que
figuraron después como Estados de la Federación mexicana; de otra manera el pre-
cepto habría sido inútil y no había figurado en nuestras constituciones como no figuró
en ia americana" (MONTIEL y DUARTE: Op, cit., Tomo IV, p. XXII).
55 Enmedio de esta tendencia cada vez mayor a calificar el régimen federal como
artificial en sus orígenes y contrario a la naturaleza misma de México, tendencia que
se agudiza conforme el tiempo pasa, hay que subrayar que en 1863 Ignacio Ramírez
capta en todo su alcance el significado del federalismo para México. Contra las insti-
400 JESÚS REYES HEROLES

Arriaga y Guzmán se situaban en la línea tradicional marcada


desde los orígenes del federalismo mexicano. Recogían lo que Gó-
mez Farías había dicho el 19 de diciembre de 1823 en la última
discusión en los orígenes de nuestro federalismo: que era un error
decir que la soberanía de los Estados no les venía de ellos, sino
de la Constitución general, pues ésta no era más que el pacto de
los Estados soberanos mediante sus representantes, pacto en que
se determina qué derechos ceden y cuáles se reservan.
El Congreso Constituyente, al dirigirse a la nación, establece
categóricamente que nunca tuvo dudas sobre la forma de gobierno
federal:
Ni un instante pudo vacilar el congreso acerca de la forma de
gobierno que anhelaba darse la nación. Claras eran las manifestaciones
de la opinión, evidentes las necesidades del país, indudables las tra-
diciones de la legitimidad, y elocuentemente persuasivas las lecciones
de la experiencia. El país deseaba el sistema federativo, porque es el
único que conviene a su población diseminada en un vasto territorio,
el solo adecuado a tantas diferencias de productos, de climas, de cos-
tumbres. de necesidades; el solo que puede extender la vida, el mo-
vimiento, la riqueza, la prosperidad a todas las extremidades, y el que
promediando el ejercicio de la soberanía, es el más a propósito para
hacer duradero el reinado de la libertad, Y proporcionarle celosos de-
fensores. 56

Para el Congreso, la federación ha sido bandera contra la tira-


nía, "recuerdo de épocas venturosas, fuerza de la república para

tuciones federales, dice, "han dirigido sus más rudos ataques las clases que se llaman
privilegiadas". Estas clases "han llegado a postrar moribunda la soberanía de los
Estados, y los Estados se han salvado". Ramírez pregunta cómo es posible sujetar a
Tamaulipas a las mismas leyes que demanda Yucatán o Querétaro. Y agrega: "Pudo
la constitución de 1824 inventar la federación o copiarla; pero el sistema de Washing·
ton y de Frank1in, desde 1857 ha sido para México una condición de existencia; esa
forma de gobierno garantiza el último período de la historia nacional: antes de la
conquista dominó la teocracia, después el despotismo colonial; pero desde 1824 no
somos más que federalistas. Con esta filiación política pasaremos a la posteridad; y
si el tiempo la desfigura, no será sino con las cicatrices de la gloria" (Obras de IGNA-
CIO RAMÍllEZ. México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1889. Tomo 1,
pp. 14s-46).
56 ConslitMrión Federal de los Esttlllos Unidos Mexiranos, sancionada y jurada
por el Congreso General Constituyente, el día 5 de febrero de 1857. México, Imprenta
de Ignacio Cumplido. 1857, pp. 9-22.
FEDERALISMO 401

sostener su independencia" y "símbolo de los principios democrá-


ticos", siendo la única forma de gobierno que cuenta en México
"con el amor de los pueblos, con el prestigio de la legitimidad, con
el respeto de la tradición republicana". Agrega que, de conformi-
dad con ello, hubo de reconocer "como preexistentes los Estados
libres y soberanos" y proclamar sus libertades locales. A continua-
ción liga el federalismo con la idea democrática: "Queriendo que
en una democracia no haya pueblos sometidos a pupilaje, recono-
ció el legítimo derecho de varias localidades a gozar de vida propia
como Estados de la federación". Es decir, el federalismo es la forma
que permite el autogobierne de las localidades eon rasgos peculiares.

NOTA SOBRE LA INFLUENCIA EUROPEA Y NORTEAMERICANA EN EL


DERECHO PUBLICO MEXICANO

Como creemos que puede ser de utilidad para comprender las


influencias doctrinales en la formación del federalismo mexicano,
conocer esquemáticamente cómo han operado dichas influencias en
la elaboración, enseñanza e interpretación del Derecho Público me-
xicano, vamos a hacer una exposición sobre este tema.
En el estudio del Derecho Público en México, la originaria
inspiración europea persiste durante largo tiempo. Circulan las edi-
ciones en francés y español de Montesquieu, Rousseau, Vattel, Fi-
langieri, Constant, Bentham, Destutt de Tracy, Reyneval," de la
mayoría de los cuales llegan nuevas ediciones. Influencias europeas
posteriores son las de Carlos Comte, con su Tratado de Legislación
o Exposición de las Leyes Generales, según las cuales los pueblos
prosperan, decaen o quedan estancados." El eco de este autor se
percibe claramente en Mora. Comte es antirousseauniano y jusna-
turalista:
Las leyes, para ser buenas, deben dimanar de la naturaleza misma

57 Por ejemplo, REYNEVAL, traducido, como hemos visto, por Marcial Antonio
L6pez en 1821, es vuelto a traducir en 1825 -Inslilllriones del Derecbo Nalllrtd ,
de Gentes, París, en casa de Masan e hijo, dos tomos-- por D. L. B., Y para 1835
D. A. Sánchez de Bustamante informa que se está haciendo una nueva traducción
(Curso Completo de Derecho PlÍblko General, por M. L. MAC.AR.EL, Tomo 111,
p. 229).
58 Traducido al castellano por D. M. V. M. París, Librería de Rosa, 1827, tres
tomos.
402 JESÚS REYES HEROLES

riel hombre; un gobierno para ser bueno, debe ser tal que se rija por
su propia naturaleza, a la puntual observancia de estas leyes.

Este naturalismo se ve templado por una consideración espe-


cial a los hechos -experiencia- y a la historia:
No hay ciencias que se hayan formado espontáneamente, ni nin-
guna que se haya encargado de resolver todas las cuestiones suscita-
das por nuestro interés y curiosidad. Un hecho bien justificado vale
más que el sistema imaginado más ingenioso. Si no queremos inter-
narnos en la senda del error, no olvidemos que la verdad tiene por
lema: "Soy hija del tiempo, y lo debo todo a mi padre".59

Texto por muchos años y libro preferido es el de M. 1. Ma-


carel." La obra de Macarel -jusnaturalista racionalista- tiene un
sentido práctico, cargando el acento en la parte orgánica de los tex-
tos constitucionales. Su influencia es perceptible en casi todos los
hombres de la Reforma -por ejemplo, Francisco Zarco. Se trata
de una influencia extensa y difundida; ello en virtud de que el
libro de Macarel resulta de extrema utilidad por su minuciosidad
en la parte de organización constitucional, democrática y liberal, y
por examinar temas políticos que van más allá del puro plantea-
miento jurídico. A este último respecto, cabe considerar el examen
que hace de las causas de la corrupción y disolución de los gobier-
nos, de Ia diferencia entre partido y facción, así como la transfor-
mación de las facciones en sediciones. Desde el punto de vista de
táctica política, sus observaciones sobre las guerras civiles, la anar-
quía, la dictadura y las revoluciones y el significado de las reac-
ciones, no dejan de ser penetrantes y aprovechables para la lucha
en México. Como ya hemos visto, concurre El Federalista, de Ha-
rnilton, Jay y Madison, y de 1837 en adelante el gran texto es el
libro de Tocqueville."
Para 1850 es traducido el libro Cuestiones Constitucionales,
de Barante," texto superficial, útil en cuanto al concepto del sufra-
gio universal.

S'; Op. ct! .. Tomo Il, pp. 136-139.


bU Cuno completo de Derecho Público General. Traducción de D. A. Sánchez
de Bustamnnte. París, Librería Española de Lecointe. 1835. Tres tomos.
hl Op. cit., Tomo JII, de la p. 90 a 161.
62 El Unitersal, México, Tipografía de R. Rafael. La influencia de Barante
fue considerable en 1830 y años inmediatos. Aparte de la publicación de sus eMeS-
FEDERALISMO 403

Existen referencias de que se maneja y conoce por esta misma


época el libro de Berriat-Saint Prix," útil, sobre todo para captar
el sentido del poder constituyente.
Debe mencionarse como libro que repercute, y que incluso, en
aspectos sociales se llega a tomar como línea primordial de orien-
tación, el Diccionario Político Democrático hecho por varios polí-
ticos o doctrinarios franceses, entre otros por Lamennais --que
tanto influye en Prieto- y por Luis Blanc, quien en materia social
es tomado más de lo que se presume." El Diccionario es radical-
mente democrático y con artículos que deben haber sido verdadero
fermento en materia social.
Desde principios de los cuarentas concurre el Derecho Nattl-
ral, de Ahrens" El ascendiente de la obra de Ahrens en nuestro
país es grande y persistente, manteniéndose desde mediados del

tiones Constitucionales, se edita Historia de la Convención Nacional, por M. DE BA-


RANTE, traducida del francés para El Siglo Diez y Nuez/e. (México, Imprenta de
Ignacio Cumplido, 1854). La influencia de Barante es jurídica, política y literaria
en los años de 1856-57, mucho menor, desde luego, en el sentido político y litera-
rio que la de LAMARTINE, cuya Historia de los Girondinos (México, 1848. Imprenta
de I. Cumplido, 3 tomos) ayuda para la formulación de frases. La importancia de
Lamartine es tal, que su Historia de la Revolución de 1848 es editada en México a
poco tiempo de salir en Francia (México, Tipografía de Vicente García Torres, 1849).
Más tarde se traduce para El Siglo Diez y Nueve la Historia de la restauracián (Im-
prenta de Ignacio Cumplido, 1853). En Zarco, Prieto y otros, la influencia literaria
y aun política de Lamartine es evidente. No falta, por lo demás, cierta razón a Igna-
cio Itamírez cuando en plena reacción antifrancesa dijo: "Y por parte de los libe-
rales, j cuántas aplicaciones infelices de Pelletán y de Lamartine!" Discurso en Ma-
zatlán, de 16 de septiembre de 1863. (Obras de IGNACIO RAMÍREZ, Tomo 1, p. 156).
EUGENIO PELLETÁN: Derechos del hombre -Cuarta edición, Barcelona-Francia, sin
pie de imprenta-, hace mala literatura sobre la Revolución Francesa. En poco con-
curre a contrarrestar a Lamartine Mr. GUIZOT: Historia General de la Cicilizacián
en Europa (Barcelona, Juan Oliveres, 1849).
63 FÉLIX BERRIAT-SAINT PRIX: Theorie du Droit Constiuaionel Francai.r. Esprit
de la Constitution de 1848. Précédé d'zm Essai sur le POUllO;' Constituam et d'un
Précis Historique des Constitutions Francaises, París, Videcoq Fils Ainé, Editeur,
1851.
64 Diccionario Político o Enciclopedia del Lenguaje de la Ciencia Política, por
una reunión de diputados y publicistas franceses. Traducido al castellano y adicio-
nado con varios artículos de importante aplicación en nuestro país. Cádiz, 1845. Im-
prenta y Litografía de la Sociedad Artística y Literaria a cargo de D. ]. Martínez.
6S La primera traducción fue la de Ruperto Navarro Zamorano en 1841. -Ma·
drid: Boix, Editor, 2 tomos-, traducción, al parecer, bastante libre, como lo indica
la segunda edición española de Manuel María Flamant -Madrid; Carlos Bailli-
Bailliere, 1864.
404 JESÚS REYES ~EROLES

siglo XIX hasta principios del xx y en algunas provincias hasta bien


avanzado éste. Macarel y H. Ahrens son textos por un largo pe-
ríodo en nuestro país. Con Ahrens llega en cierta medida Krause.
Para Ahrens, la definición de derecho de Krause "satisface las exi-
gencias de la lógica". Krause ve el derecho como "el conjunto de
las condiciones externas e internas dependientes de la libertad, y
necesarias al desenvolvimiento y cumplimiento del destino racional,
individual y social del hombre y de la humanidad". En otra edición,
Ahrens dice que la teoría de Krause, a propósito del Derecho y el
Estado, "resume todos los progresos llevados a cabo y contiene
todas las ideas fundamentales que se han producido en la sucesión
de los sistemas".
El predominio teórico europeo es de tal magnitud y duración,
que en 1870 don Manuel Dublán, al traducir la "Historia de los
Estados Unidos", de Eduardo Laboulaye, asienta:
En política, como sucede generalmente en las demás ciencias,
nuestra educación es francesa. Las doctrinas, los sistemas, los princi-
pios que seguimos pertenecen a esa escuela, porque en esas ideas se
nos educa, esos son los libros que se nos ponen en la mano. Todavía
en algunos colegios sirve de asignatura el Macarel, y no falta algún
discurso parlamentario de nuestros días, fundado en la autoridad de
ese publicista: todavía en los cursos de Derecho Público de nuestras
escuelas se enseña preferentemente el derecho público europeo, cuando
por la naturaleza misma de las cosas difiere tanto del derecho público
americano, que es en verdad el que más debe interesarnos saber. 66

Dublán agrega que resulta esencial la comparación que Labou-


laye hace de la política constitucional francesa con la de los Estados

(j6 Historia de los Estados Unidos, por EDUARDO LABOULAYE. Traducido y au-
mentado con algunas anotaciones y apéndices por Manuel Dublán. México, Imprenta
del Gobierno, en Palacio. 1870. Dos tomos. Tomo 1, pp. VI Y VII. Libro elegante
y que contiene en su segundo tomo un estimable estudio de derecho comparado entre
el constitucional francés y el norteamericano. Es curioso indicar que de 1870 -París,
Librería de Rosa y Bouret, dos tomos-- es la traducción que el argentino Florentino
González hace del libro del norteamericano FEDERICO GRIMKE: Naturaleza y tenden-
cias de las instituciones libres. La traducción del libro de Grimke, publicado en inglés
en 1848, circula en México. En Estados Unidos fue una obra de éxito. Es un libro
de ciencia política con claras exposiciones sobre la naturaleza de los poderes legisla-
tivo, ejecutivo; una noticia sobre las constituciones inglesa y francesa, una clara expo-
sición sobre las constituciones escritas y un informe sobre el equilibrio en el gobierno
norteamericano y sobre la influencia de América en Europa.
FEDERALISMO 405

Unidos, "comparación en que se notan los errores trascendentales


de aquella, que por lo regular es la fuente de nuestros hombres
públicos, y las inestimables ventajas que la otra ha producido en
nuestros vecinos, siendo una de las causas de su grandeza y pros-
peridad". No deja de ser paradójico que para contrarrestar la in-
fluencia francesa, Dublán traduzca la obra de un profesor de legisla-
ción comparada del Colegio de Francia y no deja de ser igualmente
paradójico que al citar a los estadistas norteamericanos, Dublán
no incluya ni a Hamilton ni a Madison y sólo recuerde a Story y a
Kent.
Es posible que en los años en que aparece la traducción de
Laboulaye -1870- se plantee la discusión sobre la bondad del
sistema constitucional francés o norteamericano y surja la inclina-
ción por éste. Laboulaye no escatima frases condenatorias para
Rousseau y Mably, y Dublán, como apéndice del Tomo 1, incluye
las cartas y las reflexiones de John Adams, en que "ridiculiza las
pretensiones del abate Mably, demostrando cuanto más adelantada
estaba la América que la Francia en el conocimiento y en la prác-
tica de la libertad" .67 Para Dublán, Mably imagina sistemas y des-
precia la experiencia.
No hay, sin embargo, en la doctrina un predominio evidente.
De 1871 son los "Apuntamientos para el estudio del Derecho Cons-
titucional Mexicano", de José María Castillo Ve1asco, constituyente y
miembro de la Suprema Corte. Este es el libro más generalizado en
las escuelas de jurisprudencia de la República. Castillo Velasco, al
explicar por qué escribe su libro, indica que se debe a que las obras
relativas al Derecho Constitucional de los Estados Unidos del Nor-
te son generalmente históricas, y nuestra historia es de todo punto
diversa de la norteamericana. Añade "que hay puntos esencialmen-
te diversos también en las constituciones de ambos pueblos","

67 op. cit., Tomo 1, p. 477 Y sigs.


68 México, Imprenta del Gobierno, en Palacio. Aparte de las omisiones invo-
luntarias, excluimos en este aspecto, por su propia naturaleza, libros relativos a:
lo. Derechos o garantías individuales, como el de MONTIEL y DUARTE -Estudio
sobre las garantías individuales. México, Imprenta del Gobierno, en Palacio. 1873-,
o el de LOzANO -Tratado de los d,erechos del hombre. Imprenta del Comercio.
1876-- y otros monográficos; 20. Guías para el estudio y concordancia de la Cons-
titución de 1857, como el de PÉuz GALLARDO --Guía para consultar la historia del
Congreso Constituyente 1856-1857. México, Imprenta de Francisco Díaz de León.
1878- o el de JUAN DE LA TORRE -México, Tipografía de J. V. Villada. 1876.
406 JESÚS REYES HEROLES

Para Castillo Velasco la Constitución de 1857 "no era una


copia servil de la americana".
Analizando este libro, se ve que: 10.) en su parte doctrinal
dominan las ideas euroPeas. Según su propia noticia, en esta parte
general los apuntamientos son apoyados "en la razón" y deducidos
"de la historia nacional" ;69 20.) en la parte general, las fuentes
fundamentales de Castillo Velasco son el autor francés Portalis
-sentido de la ley- y sobre todo Laboulaye," novedad en 1871,
como lo sabemos; 30.) Castillo Velasco, al transcribir la Cons-
titución de 1857, realiza mediante notas un estudio de derecho
comparado entre nuestra Constitución y la de los Estados Unidos,
revelando un buen conocimiento de la doctrina norteamericana."
En lo general y abstracto sigue la inspiración europea; lenguaje y
decisión corresponden a ésta. En la interpretación concreta del ar-
ticulado, los instrumentos provienen de la doctrina norteamericana."
Del mismo año es la Introducción a los principios de Derecho
Constitucional, de José Licastro," libro teórico que está conducido
por las lecciones del Prof. Reggio de Palermo.
y todavía ocho años después, en otro libro general sobre De-
recho Público, escrito por otro miembro de la Suprema Corte, Juan
M. Vázquez, se sigue a M. 1. Macarel y se fundamenta en Krause:

69 Op, cit., p. m.
70 op. cit., Portalis, p. 48. Laboulaye, pp. 108-110, 114, 116, 168-69, 172,
185-86, 193-96 Y 220. Cita a Madison y a ]efferson en las pp. 163 Y 164.
71 Op, cit., pp. 295-358. Recurre a Paschal, Story, Fletcher, Watson, Kent,
]efferson y otros. Sus fuentes son fundamentalmente Kent, Story y, sobre todo,
Paschal. Del estudio comparativo, Castillo Velasco concluye: "La Constitución Norte-
americana es esencialmente federal: La Constitución Mexicana es esencialmente de-
mocrática. Tiene aquélla por fin establecer la justicia y asegurar la Unión, y ésta
asegurar los derechos del hombre. La primera proclama la justicia: la segunda pro-
clama la libertad" (p. 359). El estudio de derecho comparado es suprimido en pos-
teriores ediciones (3a. edición, Librería de Juan Valdés y Cueva. México, 1888).
ISIDRO MONTIEL y DUARTE, en su Derecho Público Mexicallo, en algunos casos (por
ejemplo: Tomo IV, p. XXII y sigs.), recurre al estudio comparativo de las consti-
tuciones mexicanas con la norteamericana. Sin embargo, la obra de este autor debe
tomarse más bien como de documentación que de interpretación. (Los tomos 1 y IV
aparecen en L871 y los tomos JI y III en 1882).
72 Un libro menor (RAMÓN RODRíGUEZ: Derecha Consmucionul, escrito para
servir de texto a los alumnos del Colego Militar. México. 1875. Imprenta en la calle
del Hospicio de San Nicolás número 18). sigue las lineas de la primera edición de
Castillo Velasco (exposición de los principios Jienerales con la doctrina francesa y
comparación de los artículos del texto mexicano con el norteamericano).
73 México, 1871, Imprenta de I. Cumplido.
F EDERALlSMO 407

He tomado como base la doctrina orgánica y armónica de Krause,


por ser la que a juicio de escritores eminentes llena las condiciones
de adaptarse a las necesidades sociales y al estilo del hombre ...74

No se oculta que Vázquez llega a Krause conducido por Ahrens.


En un texto de provincia, aparecido en 1887 en Jalisco, Coro-
nado en doctrina recurre mucho a Ahrens y un poco a Bluntschly
y en la interpretación de los preceptos constitucionales fundamental-
mente a los norteamericanos Burguess y Cooley y a los votos de
Vallarta y los antecedentes mexicanos, esencialmente Zarco."
Ahora bien, así como en términos generales, la Constitución
de 1857 era resultado de nuestra propia tradición en derecho pú-
blico, de la conjugación de la doctrina europea con la norteame-
ricana y del modelo jurídico norteamericano, en la interpretación
del texto adquiere gran preponderancia la doctrina norteamericana.
Esta última influencia es expresa en el Congreso Constitu-
yente. Kent y Story son citados. Sólo que las citas menudean; son
empleadas por unos cuantos en temas circunscritos y en que las
referencias a la Constitución Norteamericana eran obligadas. Así
por ejemplo, en el control judicial de la constitucionalidad de las
leyes, forzosamente tenía que recurrirse al modelo norteamericano
y a su literatura. Al respecto, la fuente no se oculta y en el dictamen
de la Comisión sobre el Proyecto de Constitución claramente surge:

Como el juicio político, tal y como ahora se propone, es una


institución que tiene poca semejanza con la que hasta hoy hemos prac-
ticado, la comisión se toma la libertad de copiar las doctrinas de algu-
nos de los autores que al estudiar la constitución angloamericana, han
tratado la materia.

Sin embargo, sólo se citan en este aspecto a dos autores: Story


y Tocqueville y resulta obvio que la fuente dominante está consti-

74 Curso de Derecho Público, por el Lie. JUAN M. VÁZQUEZ. México, Tip.


Literaria de F. Mata. 1879.
75 Elementos de Derecho Constitucional, por el Lic. MARIANO CORONADO.
3a. edición revisada. México, Librería de Ch. Bouret, 1906. El libro de BLUNTSCHLY
aparece traducido en 1880 -Madrid, F. Góngora y Cía., 3 tomos. Sobre la recepción
de Bluntschly en México, es interesante indicar que un profesor mexicano de juris-
prudencia -José Diaz Covarrubias-s- traduce desde 1871 su Derecho Internacional
Codificado -México, Imprenta dirigida por José Batiza.
408 JESÚS REYES HEROLES

tuida por Alexis de Tocquevílle." La descripción que este último


hace del funcionamiento del control jurisdiccional de la constitu-
cionalidad de las leyes es el modelo.
No es sino hasta 1878 cuando aparece en México la traducción
de James Kent y según J. Carlos Mexía, que la realiza, los comen-
tarios de Kent son "traducidos hayal español, según creernos"," y
un año después se populariza el libro de Story mediante la edición
de su Comentario Abreoiudo"
Decisivo aporte a este predominio de la doctrina norteame-
ricana en la exégesis de la Constitución de 1857 tuvo Vallarta,
como Presidente de la Suprema Corte, abriendo el camino que
en mucho tiempo privaría. En la introducción de la primera edi-
ción de sus V otos, Vallarta lo dice. La Constitución de México
"es más completa, más perfecta que la de los Estados Unidos". El
texto norteamericano tiene más vacíos, pero el pueblo de ese país
no ha renegado de la obra de sus antecesores y "en lugar de an-
dar en busca de novedades", "no han corregido los defectos de su
ley fundamental, sino cuando la experiencia ha acreditado bien
la reforma". Para Vallarta "el trabajo constante de los publicistas,
las repetidas y laboriosas ejecutorias de los tribunales de los Estados
Unidos", llenaron los vacíos, no sólo "dejando intacta la obra de
Washington, de Hamilton, de Franklin y de Madison, sino que han
formado la jurisprudencia constitucional más completa de un pue-
blo libre". Por ello:
Si esta publicaci6n logra excitar el deseo de imitar esa sabia y
patri6tica conducta de nuestros vecinos y si ella sirve de estimulo para
el estudio del derecho constitucional, aun lejos del calor de las luchas
políticas; si ella puede ser siquiera un grano de arena del edificio que
tiene aún que levantar la República Mexicana, su jurisprudencia cons-
titucional, quedarán del todo satisfechas mis aspiraciones al dar a luz
esta colecci6n.79

76 op. cit., p. 463 Y sígs,


ZARco:
77Comentarios ti la Constitución de los Estados Unidos, por JAMES KENT.
Obra traducida del texto original, adicionada y anotada por J. Carlos Mexía. México,
Imprenta Políglota de Carlos Ramiro. 1878.
78 Comentario abreviado de la Constitución Fedt!1'al de los Estados Unidos de
América, por ]OSEPH STORY. México, 1879. Imprenta del Comercio, de Dublán
y Cía.
79 Cuestiones Constitucionales. Votos del selior Lic. D. IGNACIO L. VALLARTA,
desde mayo de 1878 hasta noviembre de 1882. México, Imprenta particular a cargo
de A. Garcfa, 1894, Tomo 1, p. VI.
FEDERALISMO 409

El predominio de la doctrina norteamericana y la victoria de Va-


Harta no fue fácil de lograr y quizás el último duelo al respecto
ocurrido haya consistido en las divergencias de interpretación entre
Ignacio Vallarta y José María Bautista. En los votos dados por
Bautista" en cinco años, se revela una formación clásica frente a la
que podríamos llamar tendencia innovadora de Vallarta. Al invo-
car la interpretación judicial para sostener que la garantía contra
la inexacta aplicación de las leyes no debe ampliarse a los asuntos
civiles, Vallarta encuentra, con Blackstone, que la ley inglesa "re-
vela la razón filosófica de nuestro precepto constitucional" (arto
14). Y Bautista, al sostener que el artículo 14 "es aplicado a toda
clase de negocios", se apoya en la rigidez del texto constitucional,
para impedir "un delito de lesa Constitución", restringiendo el ar-
tículo 14. Bautista es el clásico receptivo a la creación o ampliación
de la institución, por respeto a la tradición, a los términos del legis-
lador y limitación de la interpretación constitucional de la Corte
a las fronteras precisas e infranqueables en una constitución escrita.
Al hablar de cuándo se aplica exactamente la ley, Bautista se sitúa
en la posición original de jusnaturalismo racionalista, recordando la
aplicación de la ley "de una manera racional y jurídica"."
Como sabemos, Vallarta triunfó, la jurisprudencia constitucio-
nal en la República se levantó y el ilustre jalisciense contribuyó a
formarla con mucho más que un grano de arena: fue el gran arqui-
tecto de esa obra.

80 El O(ta"o Magistrttdo de la SlIprema Corte de lllstiti. de los Estttdos Unidos


Mexiranos, C. Lit. José Maria Blllltist., da tllenta al plleblo de Sil (OUlltta, ni ,z
desempeño de Sil entargo. (México, Imprenta de l. Escalante, 1883).
81 Inteligencia del Artltlllo 14 de la Constitlltión Federal. Vallarta, Martínez
de Castro, Bautista, Guzmán, Lancaster Jones y Sánchez Gavito. México, Imprenta
de Francisco Díaz de León, 1879, pp. 11 Y 217.
1 411

DE LA

DEMOCRACIA
EN (,A

AMÉRICA DEL NORTE,


'011

ALBJO DB TOCQUBVILLB,
ABOG'DO DE LA DIAL 'UPIINC.l DI "I'S.
UADUClDA DE LA (UAlU EDICIC)ft

POI

D. 3. 5ant~tJ bt f1JustalltGntt.

AcIonaada ClOD UD Mapa.

TOMO PRIMERO.

PAR/S,
.LECOINTE, -t., MUELLE DE LOS A.GUSTINOS.

1837.

Influencia sutil y frontal


413

a·_···~·ln8EJnU!I:tI
=
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EXPOSICION

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QUE CONTR.d

EL RE8TABLECJMIENTO

DEL SISTEMA FEDERAL,


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La Exma. Junta Departamental

DE PUEBLA.
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Ji
PUEBLA: 1838.
lmpruo en. la Ojicina del GobiHno. 1:
~--------------~
Antifederalismo ad boc
415

Desde entonces, Hamilton


417

",'
1I

El examen analítico de Otero.---Pone en claro las ideas


y sus fuentes
CAPITULO VI

PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO

La industrialización alamanista: Su inspiración colonial; El Banco de Avío;


Las primeras ideas y sus métodos; El segundo momento; La extinción del
Banco de Avío; La tenaza: falta de capitales y consumos. - Librecambio en
el liberalismo ilustrado. - Tadeo Ortiz.. El caso Antuñano. - Proteccionismo
liberal.: Enjuiciamiento del Banco de Avío; La heterodoxia. - Preguerra y
crisis. - La heterodoxia razonada. - El eclecticismo de Prieto. - Dos libros en
la última recaída santanista. - Los hombres de Ayuda. - Proteccionismo en
"El Monitor Republicano". - La recapitulación polémica de Matías Romero.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO

"Tal vez por esta incertidumbre en que vivi·


mos respecto de los hechos, y por consecuencia
respecto de los principios, han llegado algunas
personas a persuadirse de que la causa de la Ii-
bertad política se interesa en que los aranceles
sean demasiado bajos, y en que desaparezcan las
prohibiciones impuestas a la industria extranjera.
Nosotros no hemos podido convencernos de que
esto sea un principio, ni siquiera una buena con-
secuencia de segundo orden".I

La polémica protección-librecambio se decide, en términos gene-


rales, por la heterodoxia. Ya en los orígenes del liberalismo mexi-
cano, en las discusiones de nuestros primeros congresos, se manifiesta
claramente esta tendencia a separarse del liberalismo económico,
adoptando un proteccionismo que, en rigor, era prohibicionismo. En
efecto, en nuestros primeros congresos vimos a José María Covarru-
bias difiriendo el comercio libre en México para cuando hubiésemos
creado industrias. Apreciamos dictámenes proteccionistas en materia
de comercio exterior y una polémica en que el liberalismo econó-
mico de Ortiz de la Torre es rebatido con no pocos argumentos por
quienes, como Francisco García, emplean un razonamiento que va a
reiterarse en nuestro proceso histórico: los principios de la doctrina
económica resultado de la observación y examen de los fenómenos
de ciertos países no son aplicables a otras zonas o regiones. García
encuentra cierto apoyo doctrinal en Juan Bautista Say, cuando dice

1 Coleuió. de arti(u]os del siglo XIX sobre tIlZllffliento de prohibidones. Mé·


xico, 1851, Imprenta de Cumplido. Introducción, p. V.
422 JESÚS REYES HEROLES

que el prohibicionísmo debe abolirse gradualmente." Y al apuntar


esta influencia, Francisco Garda también anticipa el papel que va a
jugar en la línea clásica Juan Bautista Say, que va a ser invocado
por ciertos proteccionistas cuando aconseja la supresión gradual de
las prohibiciones y contradice a Smith, en cuanto reconoce la conve-
niencia de que los gobiernos auxilien la producción y considera que
los principios clásicos no son aplicables en condiciones distintas a las
que privaban en Inglaterra cuando la teoría apareció. Sólo que Say
también va a ser invocado por los librecambistas y rebatido agria-
mente por algunos proteccionistas."
Como política concreta en materia de comercio exterior, un
gran cambio ocurre cuando Vicente Guerrero, desde la Presidencia
de la República, postula la ampliación de la industria agrícola y
manufacturera y señala que "la aplicación bastarda de principios
económicos liberales" y la extensión dada al comercio extranjero
agravaron o produjeron la crisis mexicana.'

2 JESÚS REYES HEROLES: El Liberalismo Mexicano. Tomo 1: Los Orígenes,


p. 196 Y sigs,
3 Juan Bautista Say tuvo una gran influencia en México. Aun cuando seguía
a Smith, muy relativamente contribuyó a su divulgación, dado que su preocupación
fundamental era combatir la fisiocracia y empezaba por declarar: "Su libro -el libro
de Smith- es un vasto caos de ideas exactas, revueltas, por decirlo así, con cono-
cimientos positivos". JUAN BAUTISTA SAY: Tratado de Economía Política, Madrid,
1821, Tomo 1, p. XXIX. El Tratado de Say fue reimpreso en México en 1814-1815
y la influencia de este autor es notoria. En cuanto a AnAM SMITH, la Investigación
de la naturaleza y causas de la riqsez« de las naciones es traducida al español por
José E. Alonso Ortiz en 1794 (Valladolid, en la Oficina de la viuda e hijos de
Santander). Influencia también efectiva ejerce el Curso de Economía Política de
ALVARO FLÓREZ ESTRADA, cuya primera edición es de 1828. la segunda edición del
libro de Flórez Estrada, que es de 1831, fue publicada con el auxilio de don lo-
RENZO DE ZAVALA. Flórez Estrada, va a influir mucho en materia social. Su posición
librecambista es frontal: los verdaderos principios de la economía política han demos-
trado la falsedad de quienes creían que para fomentar la industria se debía prohibir
o recargar de derechos a las importaciones. Como veremos, la tesis es contrarrestada
por otras inspiraciones también europeas e incluso españolas. A este último respecto,
cabe indicar que en 1836 EUDALDO DE JAUMEANDREU publica su Curso elemental
de Economía Política (Barcelona, Imprenta de Gaspar, p. VII y sigs.) Jaumeandreu
dice que Flórez Estrada reproduce los principios de Smith; pero que es indispensable
rebatir su librecambismo, a la luz de los hechos, "que forman el principal apoyo
de una ciencia que es toda experimental". Debe tenerse en cuenta que concurren auto-
res muy secundarios, como Ferrier, José Droz, etc.
, Manifiesto del C. VICENTE GUERRERO, segundo Presidente de los Estados
Unidos Mexicanos a sus compatriotas. México, 1829. Un muy valioso libro explica la
crisis económica de la industria textil al consumarse la Independencia (ROBERT A.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 423

La inclinación a la heterodoxia en los orígenes del liberalismo


mexicano y este hecho, marcan la iniciación, dentro del liberalis-
mo mexicano, de un proceso en sentido inverso al que se efectúa entre
democracia y liberalismo. Al paso que en este último, liberalismo
y democracia acaban identificándose, entre liberalismo económico y
liberalismo político sucede lo contrario y lo que empieza como dife-
rencia práctica, de gobierno -no obstante los principios del libera-
lismo económico, recurrir a protecciones-- termina siendo admitido
como una excepción a la teoría o como una necesaria revisión de
ésta, que parte de separar los principios económicos liberales de los
políticos.
El proceso es altamente sugestivo, rico en enseñanzas y reve-
lador de un genuino espíritu de asimilación de doctrinas en nuestros
hombres y no de simple importación y de una gran ductilidad en la
aplicación de las ideas ante las realidades. Dos circunstancias con-
dicionan desde sus orígenes la práctica y teoría liberal mexicana en
materia de comercio exterior. Por una parte, la necesidad de obtener
con los impuestos de importación ingresos para un Estado ávido de
ellos en su penuria, y por otra, promover actividades económicas
que ayuden a combatir la miseria de los mexicanos. Uno y otra -en
grado cambiante- influyen en la polémica entre librecambismo y
proteccionismo y en la disyuntiva de protección con aranceles o pro-
hibiciones. En el primer aspecto, la victoria corresponde al protec-
cionismo. En la disyuntiva protección con prohibiciones o con aran-
celes, éstos últimos acaban por imponerse. A ello conduce la necesi-
dad: aún suponiendo que la prohibición sea más eficaz desde el punto
de vista protector, ella cercena ingresos que el arancel proporciona,
A la opción también ayudan las premisas teóricas y, sobre todo, Juan
Bautista Sayo Frecuentemente las discusiones se complican, por en-
trar en ellas un elemento de juicio en relación a circunstancias polí-
ticas. Las discusiones surgen de posiciones políticas frente a hechos
circunstanciales. Tal, por ejemplo, cierta reacción liberal frente al
intento industrialízador de Alamán a través del Banco de Avío, que
se vincula al fortalecimiento de las clases privilegiadas. A pesar de
ello y a pesar también de que en cierto sector priva un agudo doc-
trinarismo -Zavala, Mora- en materia de liberalismo económico,

POTASH: El Banco de Aflio de México. El fomento de la industria 1821-1846. México.


1959. Fondo de Cultura Económica, p. 19 Y sigs.) La interpretación de Potash, en
el sentido de que esta crisis contribuy6 para la definición proteccionista de Guerrero.
nos parece plausible.
424 JESÚS REYES HEROLES

las discusiones esclarecen los problemas, depuran los conceptos y


facilitan gradualmente los avances. En cuanto a las decisiones legis-
lativas, en ellas priva casi ininterrumpidamente el siguiente sentido:
el proteccionismo con aranceles altos y la tendencia a disminuir las
prohibiciones, sustituyéndolas por gravámenes,"
Para entender la evolución, es necesario destruir ciertos equí-
vocos: en primer lugar, la interpretación simplista de ver a los li-
berales persiguiendo sus ideas de liberalismo económico y a las clases
privilegiadas buscando el retroceso a postulados coloniales mercan-
tilistas, aun cuando practicando el mercantilismo no en beneficio
de una metrópoli, sino de la Nueva España independizada. En se-
gundo lugar, también peca de elemental la interpretación que ve
en los liberales un impulso hacia el librecambio contrarrestado por
una herencia mercantilista. La evolución es mucho más compleja y
más bien podría decirse que las realidades nacionales y cierta litera-
tura extranjera invitan a la heterodoxia en materiá económica. A
ello contribuye el enfoque necesariamente político de los problemas
económicos. Por mucho tiempo los libros que más influyen en la
formación mental de nuestros hombres son obras de carácter general,
de naturaleza ideológica, que dentro de los principios ideológicos
o el derecho natural comprenden la economía. Bsta llega así como
ciencia subordinada y de aquí arranca la subalternación de lo eco-
nómico a lo político, entendido esto último como decisión, frente a
la persecución de ciertas ideas y la vigencia de las realidades."
5 Por no concernir a este trabajo. s610 incidentalmente nos referiremos a la
evolución de los aranceles mexicanos. Para el conocimiento de dicha evolución, pue-
den verse: MIGUEL LERDO DE TEJADA: Comercio Exterior de Méxito, desde la Con-
qllista hasta hoy (México. impreso por Rafael Rafael, 1853) Y MATfAS ROMERO:
Exposiclán de la Secreteri« de Haciend« de los Estados Unidos Mexüanos, de 15 de
enero de 1879, sobre la tondüión attua/ de Méxko y el aumento del comercio ton
los Estados Unidos... (México, 1879, Imprenta del Gobierno, en Palacio). Asimis-
mo, trabajos contemporáneos, como el estudio de DANIEL COSÍo VILLEGAS presen-
tado a la Secretaría de Hacienda en 1930: Una historia de nuestt'a polítita aduanal,
y CARLOS ARROYO C.: Historia de los aranules adMana/es mexicanos y su inllMenda
en nuestt'o comercio exterior (Revista de Hacienda, septiembre-octubre-noviembre de
1937).
6 En 1857 Zarco -El Siglo Diez y NMelle, 20 de enero- publica un artículo
categórico. En polémica con Luis G. Bossero -Estandarte National, 11 de enero-,
para contestar el reproche que éste hace de que no se ventilan las cuestiones econó-
micas, Zarco indica el carácter inseparable o. al menos, el íntimo enlace entre las
cuestiones económicas y las políticas, o sea, la imposibilidad de encontrar "ese lin-
dero ima&inario. esa línea matemática" que "separa las <:'Ilestiones políticas de las
bacendarias"•
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 425

Ahora bien, en varios sentidos resulta fundamental, para en-


tender la polémica, sus raíces, proyecciones y derivaciones, la expo-
sición y análisis del intento industrializador alamanista. De aquí
que, apartándonos de la cronología, lo tratemos unitariamente, refi-
riéndonos tanto a su iniciación, como a sus últimos momentos. De
esta manera lo vemos en su conjunto y podemos percibir cómo inclu-
so evolucionan las ideas de Alamán ante los problemas concretos y
cómo su visión económica se va ampliando, sin poder resolver cier-
tas contradicciones, por no superar las limitaciones que el punto
de partida político le impone. Hecha esta exposición, necesariamente
nos retrotraemos para estudiar, tanto la reacción que el intento ori-
gina en cierto sector del pensamiento liberal, como la germinación
de la idea heterodoxa que en este aspecto del liberalismo econó-
mico va a predominar. Es decir, retomamos la línea. Pensamos que
el sacrificio del orden cronológico resulta indispensable en aras de la
exposición unitaria del pensamiento, de las ideas, en su auténtica
secuencia.

LA INDUSTRIALIZACION ALAMANISTA

Su inspiración colonial

Alamán, conservador complejo, intenta la primera industriali-


zación protegida de México. El intento, frustráneo en su misma base,
puesto que para su logro era indispensable la previa secularización
de la sociedad y sobre todo la desamortización de los bienes de la
Iglesia para contar con capitales y un remedo de mercado, engendra
la sospecha de que lleve un objetivo político clave en ese enton-
ces: el fortalecimiento y ampliación de las clases privilegiadas. Qui-
zás el proyecto de Paredes Arrillaga de gobernar a México con las
clases pudientes y no sólo con las tradicionales privilegiadas, clero
y ejército, habría triunfado, de realizarse cabalmente el intento ala-
manista.
Alamán, para sus ideas industrializadoras, va a encontrar inspi-
ración colonial. En la Memoria que sobre el estado de la agricultura
e industria de la República presenta en diciembre de 1843,7 repara

7 Memori. soiwe el esl_o Je 1Il .1';(11/1111'. e itulllslria Je 1Il R,l'lÍblica, flll


ú Direttió" Ge"eraJ Je estos ramos pres,,,ltI tJI Gobier"o S"premo, '" tllmpJimielllo
426 JESÚS REYES HBROLES

en la paradoja de recomendar en el país cultivos que iniciaron los


conquistadores y fueron modificados en la Colonia:

Es ciertamente un hecho curioso, que al cabo de trescientos años,


vayamos a buscar la prosperidad de nuestra patria en los mismos ele-
mentos en que la hicieron consistir, en la época de la conquista, los
que entonces atendieron al bien del país que venían a habitar, consi-
derándole en sí mismo y no corno destinado únicamente a contribuir al
bien de la metrópoli por el consumo de los frutos de aquélla, priván-
dose de producir los que la naturaleza generosamente le había con-
cedido: idea que no se tuvo en los primeros años del establecimiento
del dominio español en este suelo.

Después de transcribir los informes de Zumárraga al Empera-


dor Carlos V, en que se asienta la necesidad de sembrar todas las
especies de árboles que hay en España y la cría de animales, insis-
tiendo en la elaboración de lino, cáñamo y lana, Alamán comenta
que en los principios de dichos informes del siglo XVI se encuentran
"los verdaderos fundamentos en que estriba la felicidad del país"
y expuestos "no por profundos economistas, sino por la sana razón
de un hombre virtuoso". En Zumárraga encuentra explicados, sin las
frases que ha introducido "el dogmatismo moderno", los problemas
del país y los métodos para solucionarlos. La legislación de esa
época, estaba en consonancia "con estas benéficas ideas, pues no
sólo fomentaba el cultivo de todo cuanto podía aumentar la riqueza
nacional, sino que obligaba a él con penas graves". Al respecto, cita
los bandos publicados en 1524 por Cortés. Esta conducta. colonial
inicial, "esta política liberal, que hubiera conducido a nuestro país
a un alto grado de prosperidad y producido muy en breve la inde-
pendencia", se rompió posteriormente y al respecto recuerda las ins-
trucciones que se dieron a don Luis de Velasco, al Conde de Mon-
terrey, al Marqués de Montesc1aros, para impedir las actividades
económicas similares a las de la metrópoli. Alamán dice que al refe-
rirse a estos antecedentes lo hace con el objeto de que se vea que cuan-
do se atiende a los verdaderos intereses del país, "como sucedió en
los primeros años después de la conquista", se deben impulsar "todos
los ramos de su agricultura e industria, y no dar una preferencia

del arlklllo 26 del detrelo orgátl;(o de 2 de diciembt-e de 1842. "Obras de D. LUCAS


A!.AMÁN, documentos diversos, inéditos o muy raros", Tomo 11. Editorial "]us",
M~xico. 194'. pp. 7-128,
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 427

casi exclusiva a la minería, a pretexto de ser nuestro ramo propio,


como si no lo fuesen igualmente todos los demás; lo que se reduce
a procurar únicamente un medio de cambio que favorece al comercio
extranjero, en perjuicio de todos los ramos productivos nacionales".
Es conveniente detenernos brevemente en las ideas de Zumá-
rraga, al respecto. Este admiraba la riqueza natural de la Nueva
España y se dolía de "la suma pobreza de los indios", originada
principalmente por "la falta de plantas, animales y aparatos neceo
sarios para aprovechar esa riqueza, aumentando la agricultura, la
industria y el comercio". Vda a los españoles que no se arraigaban
y sólo buscaban "henchir e ir allá a vaciar". Pretendía arraigarlos,
"único medio de que la tierra se enriqueciese, los indios mejorasen
de condición y las rentas del rey se acrecentasen". Uno de los cami-
nos más propios para obtenerlo "era procurar a los españoles cuanto
tenían e~ su patria". De ahí que se disponga a plantar árboles fru-
tales de España y solicite se introduzcan grandes cantidades de se-
milla de lino y cáñamo, de tal manera que se cultivaran, beneficiaran
y tejieran. No se le ocultan las perspectivas de la seda y su manu-
factura. Pedía que vinieran animales domésticos y pensaba en car-
neros y ovejas, trayendo telares para que se elaboraran paños, alfom-
bras y tapicería.
Consideraba, incluso, la posibilidad de que se exportaran paños
a la Península. Lo que los indígenas hadan con el algodón y el
pelo de conejo era un indicio de hasta dónde podían llegar traba-
jando la lana," Para Zumárraga:
Con estas cosas no saldrían de esta tierra tanto oro ni plata, por-
que se quedaría en ella y sería muy rica, y los vasallos españoles e in-
dios enriquecerían e rico el pueblo rico el rey.•.

Pensaba no sólo en introducir las especies, sino también en


traer a quienes enseñaran los trabajos para aprovechar la buena dis-
posición de los nativos, llegando a proponer que vinieran de Granada
"algunos cristianos moriscos que sepan criar y labrar seda".'
Pero no sólo Alamán puede ver, con Zumárraga, que su pro-

8 JOAQufN GARcfA ICAZBALCBTA: Don Pra, Jlltln tle ZlImátraga, primer objs~
J anobispo de Méxi~o. Editorial Porrúa, S. A., México, 1947. Tomo 1, pp. ~18-~21.
, Op. cit.; Tomo m, documentos números ~4 y ~S, (pp. 139-144), en que
viene el parecer de Zumúraga al Consejo de Indias sobre la manera de poblar .,
enriquecer a la Nueva España.


428 JESÚS REYES HEROLES

yecto no es más que "el restablecimiento" de nuestras producciones,


sino que también encuentra, en cierta medida, apoyo en Revillagi-
gedo. El Conde de Revillagigedc'" en 1794 subraya el "genio y ca-
rácter" de los habitantes de la Nueva España, muy a propósito para
"imitar y aprender", que hace posible el progreso de "las artes y
oficios" e indica:
Aun sin auxilio alguno, ni protección directa del Gobierno, se
han adelantado demasiado, a un grado que admira cierta clase de ma-
nufacturas, principalmente las de algodón, y con especialidad, de
paños de rebozo.

Para Revillagigedo es muy difícil prohibir que se fabriquen


en estos reinos la mayor parte de las cosas que en ellos se hacen, y
aún no es fácil el averiguar todo lo que se fabrica, cómo y dónde
se ha manufacturado". La razón la encuentra en la habilidad ma-
nual que incluso prescinde de los telares. Se admira que con instru-
mentos rudimentarios, "malas disposiciones", salgan obras dignas
de atención por "la igualdad de su tejido, y la finura y curiosidad
del hilado". Reconoce que el alto costo de las manufacturas pro-
viene del alto precio de las materias primas -algodón y lana- y
que dado que existen muchas personas que no pueden dedicarse a la
agricultura y a la minería "es menester dejar alguna especie de in-
dustria con que puedan subsistir, sin que basten a impedirlo las más
duras penas, y severas prohibiciones, porque la precisa necesidad
de subsistir, les obliga a contravenir a ellas". Por lo demás, Revilla-
gigedo se mantiene dentro de la línea del coloniaje: la Nueva
España "es una colonia que debe depender de su matriz la España".
ASÍ, "se necesita gran tino para combinar esta dependencia, y que
se haga mutuo y recíproco el interés, lo cual cesaría en el momento
que no se necesitase aquí de las manufacturas europeas y sus frutos".
El camino es claro:
El único medio de destruir las fábricas del reino, es el que ven-
gan a precios más cómodos de Europa los mismos efectos, u otros
equivalentes. Así ha sucedido con la gran fábrica y gremio que ha-
bía de todas especies de tejidos de sedas, de que apenas queda memo-
ria; y otro tanto se ha verificado con las fábricas de estampados, que

10 InJlruuión reservada que el Conde Revillagigedo dio a su sucesor en el man-


do, Mat-fJués de Bran(iforte, sobre el gobierno de este Continente en el tiempo que
file JII Vi"el. México, Imprenta de la Calle de las Escalerillas, a cargo del C. Agus-
tín Guiol. 1831. pp. 90-93.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 429

sólo sirven para algunos pintados azules, y para dar salida por este
medio, a algunos lienzos averiados blancos, desfigurándolos con el
arbitrio de la. pintura.

Revillagigedo, no obstante el colonialismo, aconseja ciertas pro-


ducciones -seda, cáñamo, lino, algodón- y su semielaboración.
Meditando, pues, sobre el intento de Alamán, articulado éste
dentro de la totalidad de su pensamiento político, se ve que pre-
tendía la subsistencia del cuadro colonial -relaciones Estado-Igle-
sia, intolerancia, centralización y mantenimiento de privilegios--,
sólo que con un desarrollo industrial dentro de las grandes líneas
de los antecedentes al respecto existentes en el virreinato. Es la Co-
lonia con industria. La argumentación se proyecta con rigor lógico,
con poco que se repare en la historia. Si Zumárraga y Revillagigedo
reconocen las aptitudes de los nativos, sobre todo para la industria
del algodón y la lana y el segundo recomienda, para mantener la
dependencia colonial, una política de librecambio, rota esta depen-
dencia, restringiendo el librecambio y mediante la acción protectora
del Estado, es posible fomentar industrias sin deshacer, sino al revés,
fortaleciéndolo, el cuadro político colonial.
En Alamán vemos una concepción política, inconsecuente con
la realidad histórica y con las tendencias que de ésta surgían, las-
trar un pensamiento económico novedoso. Claro está que el pensa-
miento es contradictorio en sí mismo, por más que no de realización
imposible y en nuestra época ya hemos asistido a desarrollos indus-
triales sobre bases feudales.

El Banco de Avío
En la administración del Plan de Jalapa se inicia el proyecto
alamanista. De 26 de abril de 1830 es la Circular de la Secretaría
de Relaciones, invitando a los gobiernos de los Estados a promo-
ver el fomento económico.u Los orígenes del Plan y su intención se
ponen de manifiesto en esta circular:

11 ARRILLAGA: Recopilacián de leyes, bandos, reglamentos... de enero a di-


ciembre de 1830. México, Imprenta de J. M. Femández de Lara, 1836, p. 168. MA·
NUEL DUBLÁN y josé MARÍA LOZANO: Legislación Mexkana o Coleui6n (omplela
de las disposiciones legislativas expedidas desde la independencia de la ReplÍbli(a.
México, Imprenta del Comercio, a cargo de Dublán y Lozano, hijos, 1876, Tomo II,
pp. 244·4~.
430 JESUS REYES HEROLES

Los felices resultados que ha producido la excitación hecha a


varios sujetos pudientes de esta ciudad para formar una compañía
con el objeto de fomentar la industria nacional en el ramo de tejidos
ordinarios de algodón y lana, estableciendo una fábrica para los pri-
meros en la ciudad de Texcoco, hace creer a S. E. el vice-presidente
que este medio generalizado en todos los Estados pudiera ser de
un grande efecto y capaz por sí solo de dar un aspecto enteramente
nuevo a la industria de la república.

El plan propuesto a los capitalistas para formar la compañía


fue aceptado con entusiasmo, colocándose las acciones de tal manera
"que en breve podrán empezarse los trabajos para organizar una
fábrica con las máquinas mas perfectas que se usan en Europa". Con
ellas, a más de producir mantas iguales a las inglesas y norteame-
ricanas, se fomentará la industria familiar: "proporcionándose por
cómodo precio al público el hilo para todos los tejidos de esta clase,
se pondrán en movimiento los telares que los pobres tienen en sus
casas, y con esto se procurarán medios de subsistencia a muchedum-
bre de familias que ahora carecen de ellos".
Los objetivos perseguidos y el medio protector escogido, los
estorbos o inconvenientes previsibles, son mencionados:
Así se irá aumentando la producción de efectos de consumo más
general, pudiéndose prohibir luego su introducción del extranjero sin
perjuicio de los consumidores y sin riesgo de fomentar el contrabando
en vez de hacer progresar la industria de la nación.

Se agrega que el Vicepresidente Bustamante se ha dirigido para


la formación de estas compañías a aquellos Estados que antes han
contado con la industria de tejidos de algodón y lana; pero que,
atendiendo "a que cada Estado tiene ramos peculiares de riqueza",
cuyo fomento no sólo haría su felicidad, sino que contribuiría a
consolidar la unión y promover el tráfico interior; se invita a los
distintos gobiernos de los Estados para que traten de formar, como
se ha hecho en la capital, "una cornpafiia industrial por acc.ones
cortas, para que sea mayor el número de personas que puedan to-
marlas, con el fin de fomentar alguno de aquellos ramos que por
las circunstancias particulares de ese Estado pueda ser p~ra él de
mayor importancia". Se prevé que las acciones no sólo se suscriban
en dinero; sino también en materias primas "yen todo aquello nece-
sario para el giro de la industria que sea el objeto de la compañía",
buscando con ello facilitar su constitución y ampliar el número de
PRoTEcaóN y LIBRECAMBIO 431

los que a ella concurran. Esto último contiene muy adentro el punto
de partida político: formar una extensa clase industrial que apoye
a las privilegiadas.
A esta circular sigue, el 16 de octubre de 1830, el estableci-
miento de "un Banco de avío para fomento de la industria nacio-
nal"." La ley que establecía el Banco de Avío era simple en su es-
tructura y finalidades. Se trataba fundamentalmente de un organismo
de fomento industrial con un capital de un millón de pesos. Su
financiamiento corría a cargo de los derechos de importación a
los géneros de algodón, que conforme a la ley de 22 de mayo de
1829 se encontraban sujetos a prohibición, destinándose la quinta
parte de dichos derechos al Banco de Avía. Para anticipar la dispo-
sición de las sumas necesarias a las funciones del Banco, se autorizaba
"para negociar sobre la parte de derechos asignada a la formación
del capital del Banco" un préstamo hasta de 200 mil pesos, con el
menor interés posible, que no debía pasar del 370 mensual y a
un plazo no mayor de tres meses. Para la dirección del Banco y "fo-
mento de esos fondos" se preveía el establecimiento de una Junta,
presidida por el Secretario de Estado y del Despacho de Relaciones
y compuesta por un vicepresidente, dos vocales, un secretario y dos
escribientes, de juzgarse necesario. Los fondos del Banco se depo-
sitarían en la Casa de Moneda, a disposición del Secretario de Rela-
ciones, quien, de acuerdo con la Junta, libraría las sumas necesarias.
Se preceptuaba que, al requerirlo los fondos, se establecería una
oficina cuyo personal, en su número y sueldos, sería determinado
por el CongresoY
Las atribuciones de la Junta consistían en: a) " ... compra y
distribución de las máquinas conducentes para el fomento de los
distintos ramos de industria"; b) Franqueo de "los capitales que
necesitaren las diversas compañías que se formaren, o los particu-
lares que se dedicaren a la industria en los Estados, distrito y terri-
torios, con las formalidades y seguridades que los afiancen"; c) Las
máquinas deberían entregarse por sus costos; d) Los créditos, con

12 AIuuLLAGA: Op. cit., año de 1835, p. 520. DUBLÁN y LOZANO: op. cit.,
pp. 293-94.
13 Provisionalmente los miembros de la Junta no gozariande sueldo y se reno-
varían anualmente por orden de antigüedad, pudiendo el Gobierno reelegir al que
le tocara salir. Para secretario y escribientes se emplearían "cesantes útiles" con el
sueldo que les correspondería en su plaza. Al Gobierno tocaba formular el reglamento
del Banco y al Congreso establecer el sueldo de la Junta y empleados, "cuando haya
productos del fondo".
432 JESÚS REYES HEROLES

un 570 de rédito anual, "fijando un término regular para su reinte-


gro, y que continuando en .giro, sirva de un fomento continuo y
permanente a la industria". Se estatuía que: "Los productos de los
réditos procedentes de las importaciones que expresa el artículo ante-
rior, se destinarán a los sueldos de los individuos de la junta y demás
empleados en el Banco y a los gastos de éste, y el remanente se
aplicará al aumento del capital". Era obligación publicar anualmente
las cuentas y una memoria "en que se demuestre el estado de la in-
dustria nacional y sus sucesivos progresos".
Continuando la línea de los desarrollos coloniales, se daba pre-
ferencia en la atención del Banco a "los tejidos de algodón y lana,
cría y elaboración de seda", sin que esto implicara que no se pudiera
"igualmente aplicar fondos al fomento de otros ramos de indus-
tria, y productos agrícolas de interés para la nación". Para estimular
la industria se señalaba que el Gobierno podría asignar de los fondos
del Banco hasta 6 mil pesos anuales para premios "a los diversos
ramos de la industria", a propuesta y con informes de la Junta. Por
último, se determinaba que por ningún motivo y bajo ningún pre-
texto se distraerían fondos del Banco para otros objetos, careciendo
la Junta de facultad para hacer erogaciones ajenas a la finalidad
del Banco.
Como se ve, se trata fundamentalmente de un proyecto para
subsidiar, con los derechos de importación de las mercancías que se
quiere producir en el país, el establecimiento de las industrias respec-
tivas. Se busca formar capitales industriales con fondos provenientes
de derechos a la importación.>
La situación del erario hacía difícil que los fondos previstos
se aplicaran a su objeto. Unos cuantos días después de la ley que
estableció el Banco de Avío, apareció el decreto de 20 de octubre de
1830, que autorizaba al Gobierno para destinar al socorro del ejér-
cito ciertos derechos de introducción salvando todavía los fondos
destinados al Banco de Avío, al prever que de dichos derechos se
deduciría la parte "destinada para el fomento de la industria na-
cional" .15

14 Antecedentes de esta idea en Lorenzo de Zavala y Maniau, pueden verse en


POTASH. Op. ÚI., p. 69 Y sigs.
15 ARRILLAG.A: Op. cit., año de 1835, p. 523. DUBLÁN y LOZANO: Op. cit.,
Tomo JI, p. 294. Como se comprenderá, esta línea no pudo mantenerse y fueron varios
los decretos y órdenes que dispusieron de los fondos destinados originariamente al
Banco de Avío. La interrupción primordial, sin embargo, provino de la ley de 20
de enero de 1836, que preceptuaba que mientras durase la guerra "provocada por
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 433

Las primeras ideas y sus métodos

Alamán, implícito en lo que se refiere al objetivo político de


la industrialización, es explícito en su fundamentación económica
y en la exposición de los métodos para lograrla. Los instrumentos a
emplear no son irrelevantes sino decisivos: "La industria fabril en
el ramo de manufacturas -dice en la Memoria presentada a.princi-
píos de 193016- , está reducida casi a la nulidad, acaso porque los
medios que se han empleado para su fomento no han sido los más
convenientes". No que excluya la prohibición, sino que ve ésta in-
suficiente: "El sistema puramente prohibitivo no es el que hace flo-
recer las fábricas por sí solo; se necesitan otros elementos, tales,
como abundante población, capitales y máquinas adecuadas". La
formación dentro del liberalismo económico y la indudable influen-
cia de Smith se manifiestan: los hombres sólo se dedican a la indus-
tria cuando no pueden subsistir de las actividades primarias. Alamán
no se refiere a la escasez de población en relación con el mercado,
sino a la falta de disposición de mano de obra para la industria:
"Nuestra población no es todavía tan abundante, que sobre un gran
número de hombres para las fábricas ... " No por ello debe aban-
donarse la idea de crear industrias, procurando "el establecimiento
de aquellas que producen los artículos de un consumo más general,
y que son también las más fáciles de plantear". El principio general
económico es expuesto en toda su amplitud: ..... un pueblo debe
tener a la mira no depender de otro para nada de lo que le es indis-
pensable para subsistir, y por tanto, las providencias legislativas
deben tener por objeto proporcionar lo que falta, por el orden gra-
dual que facilita todo".
Las líneas de la producción son simples: tejidos ordinarios de
algodón, lino y lana, "precisos para cubrirse la parte más numerosa
de la población, son los que deben fomentarse". Alamán, si bien
quiere continuar las líneas de producción coloniales que fueron con-
trarrestadas, no trata de mantener o resucitar las formas de produc-

los' colonos de Texas", se suspendía la asignación hecha para el Banco de Avío. Se


aclara que no se suspende el pago de las libranzas que el Banco ha gírado contra el
Gobierno y éste tiene aceptado. DUBLÁN y LOZANO: Op, cit., Tomo 111, p. 124.
16 Memoria de la Secretaría d(l Estado y del Despacho de Relaciones ¡"tniores
y Exteriores. Leída por el Secretario del ramo en la Cámara de Diputados el día 12
de [ebrero de 1830, y en la de Senadores el día 13 del mismo. LUCAS AtAMÁN:
Op. cu., Tomo 1, pp. J63-242.
JESÚS REYES HEROLES

cron artesanales. Confía en las máquinas y cree que con ellas se


logrará "que los artefactos resulten a un precio moderado". En cuan-
to a los capitales, por razones de credo, no puede tocar aquellos
inmovilizados -los del clero-- que, en cambio, Antuñano, en re-
belión a los privilegios, propone aprovechar canalizándolos a la
creación de industrias. Alamán espera el financiamiento de los "ca-
pitalistas nacionales o extranjeros"; No cabe duda que sus miradas
se dirigen a estos últimos. Alamán confía, como estímulo, en la
concesión de "privilegios exclusivos".
Ahora que, si la industrialización se encauza sobre los carriles
coloniales, en el pensamiento de Alamán está el ir gradualmente
más allá:

Otro género de fábricas de artículos de mayor lujo deben quedar


al tiempo, sin pretender por ahora rivalizar en ellos con naciones
que tienen medios industriales con que nosotros no contamos todavía,

En la Memoria de 1831 17 se amplía la concepción industrial.


El estado de nulidad a que se hallaba reducida la industria fabril
llamó la atención del gobierno, que trató de "impulsar aquellos ra-
mos que son de mayor importancia, y que pueden ser también de más
fácil fomento": los tejidos ordinarios de lana y algodón y la pro-
ducción de seda y cera. Si se atiende a los primeros, dice Alamán,
no se les ha dado "desde la época de la independencia, un impulso
efectivo", puesto que "las leyes prohibitivas con que se creyó prote-
gerlos, podrán cuando más, librar de una competencia perjudicial, a
una industria ya establecida; pero no pueden hacerla nacer cuando
se halla reducida a la nada, porque no pueden crear los capitales, ni
formar la instrucción que son indispensables". Al respecto, es me-
nester "pensar en la creación de estos capitales, y aplicarlos al fo-
mento de la industria, dándoles la dirección conveniente". Es enton-
ces cuando Alamán explica la invitación a los capitalistas nacionales,
su concurrencia a las compañías y la insuficiencia de éstas desde el
punto de vista de capital: "Mas como el capital que ellas pueden
reunir no sea suficiente, y haya que traer máquinas bastante costosas
del exterior, y maestros que enseñen su establecimiento y uso, se

17 Memoría de la Serrelaría de Estado y del Desparbo de Relaríones Interiores


y Exteriores, presentada por el Serretarío del ,amo a las Cámaras del Congreso ge-
neral, en (IImplímíento del artÍ(lIlo 120 de la ConstÍlllrió., 1 leúU en ltl J, DipllltlJos
el día 7, , ,,, la de S,.ador,s ,1 8 J, ,nero d, 1831. Op. cit., pp. 243-337.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 435

pensó en sacar este capital de los derechos de introducción de a<¡ue-


llos mismos artículos, cuya infructuosa prohibición no producía más
efecto <¡ue encarecerlos para el consumidor, impulsando al mismo
tiempo el comercio clandestino". Tal el objeto de las leyes de 6 de
abril y 16 de octubre de 1830. Alamán quiere la integración de la
industria de tejidos de algodón:

Eran motivo de duda desde qué punto había de hacerse nacional


esta industria: en un proyecto algún tiempo ha presentado al Congre-
so, se trataba de sólo tejer en la República la hilaza de algodón, .im-
portada del extranjero; pero esto no llenaba en manera alguna las mi-
ras del gobierno pues con una apariencia de industria propia, siempre
ella quedaba dependiente en el ramo principal de la industria extran-
jera, y además, se echaba del todo por tierra el interés del labrador,
productor de la materia primera.

De aquí que se empiece por la propagación de la semilla de


algodón y se hayan pedido al exterior máquinas de despepite, hilar
y tejer. En cuanto a la lana, se ha buscado, asimismo, traer .'los
ganados más estimados que en Europa se conocen".
. En la otra actividad -la cría de seda- <¡ue fue de importan-
CIa anteriormente, existen todos los elementos que "sólo necesitan
darles dirección para que vuelvan a florecer". Hay moreras y gusa-
nos y sólo se ignora "en lo general" "el arte bien sencillo de apro-
vechar su capullo". Por consiguiente, la tarea es difundir y divulgar.
En lo que toca al último renglón: "La cría de cera se ha encontrado
igualmente propagada en varias partes de la República, y se han
tomado medidas para atenderla aun más, cuyo efecto será excusar
del todo la importación de este artículo de un consumo tan consi-
derable".
Alamán indica que la dificultad de los transportes "es un gran
obstáculo para el adelanto de todos los ramos de fomento interior,
pues la carestía de los fletes hace imposible, no sólo la exportación
de muchos productos de nuestra agricultura e industria, sino aun el
c?nsumo de los mismos en puntos algo remotos del de la produc-
ción". No siendo posible plantearse en el país la construcción de
caminos de fierro y de caminos ordinarios, "se ha creído <¡ue sería
acaso de un resultado más inmediato y menos costoso, el fomentar
la cría de bestias de carga".
Dentro de la Memoria viene una iniciativa -la número 5-
que contiene dos importantes cuestiones para el fomento industrial:
436 JESÚS REYES HEROLES

lo.-La necesidad de ampliar las atribuciones de la Junta Directiva


del Banco de Avío, facultándola a emprender por cuenta de éste "el
establecimiento de aquellos ramos industriales que juzgue conve-
nientes, y a hacer de los fondos del mismo, todas las erogaciones
que fueren necesarias para el fomento de algunos otros, sin reducir-
se sólo a dar capitales a réditos para estos fines". Como se ve,
mediante esta iniciativa el Banco de Avío rebasa su función de
estímulo a través del crédito, y se convierte en un organismo de fo-
mento y promoción. El artículo 10. de la iniciativa señala que la Di-
rección "podrá formar, por cuenta del mismo Banco, las empresas
industriales que juzgue oportunas para el fomento de los ramos que
tenga por importantes para la Nación". Y añade en su artículo 20.
que la propia Dirección puede dar los capitales de habilitación en
las condiciones que juzgue equitativas, "sin limitarse al cinco por
ciento de rédito, sino tomando un interés por el Banco en las empre-
sas que se formaren, siempre que los empresarios no pongan capital
propio y pidan al Banco la totalidad del que han de invertir en los
proyectos que propongan". Es, pues, la participación del Estado a
través del Banco de Avío en la creación de industrias; 20.-Por de-
cretos de 10 y 11 de octubre de 1823, se había concedido franquicia
de diezmos a los plantíos de moreras, producción de seda, cera y
otros ramos y en la iniciativa número 5 Alamán propone que se pro-
rrogue por diez años más dicha franquicia, haciéndola extensiva a
todas las especies nuevas de plantas, bestias de carga, lana y pelo
que se introduzcan en el país.
En esta Memoria, Alamán se refiere al establecimiento de una
ferrería -fundición- en el Estado de Durango, de la que informa
que se ha obtenido un fierro de tal calidad, que examinado en Ingla-
terra se ha encontrado "superior al fierro inglés, y muy acomodado
para toda especie de usos". Destaca la importancia de esta industria,
"que a más de fijar en la República mucha parte de los capitales que
ahora se exportan por valor del fierro que viene del extranjero, pro-
porcionará a un costo comparativamente menor las máquinas de
vapor y otras muchas de gran utilidad para la industria". Final-
mente indica que hay "otros ramos de industria peculiares a diversos
Estados y Territorios que merecen atención" y menciona al respecto
la peletería.
Como se ve, la concepción alamanista de la industrialización se
va ampliando conforme las investigaciones yel conocimiento de las
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 437

realidades lo van justificando. En la Memoria presentada en 183218


Alamán informa que el Banco de Avío ha fomentado "los nuevos
plantíos de viñas y olivares", de tal manera que se espera que en
algunos años este renglón compense, junto con otros, "el menoscabo
que han padecido los añiles y las granas", cuyos precios se han aba-
tido de tal manera, que ya no resultan costeables. Refiriéndose a la
industria fabril señala que con el fomento del Banco de Avío "se
ha creado un espíritu de empresa que no sólo hace renacer todos
los ramos que en tiempos anteriores florecieron, sino que establece
otros muchos desconocidos". Ya no se trata de la mera continuación
de las producciones coloniales iniciales, sino de aportar nuevas lí-
neas. Alamán está consciente de las dificultades: "crear una indus-
tria fabril desde sus principios, en un país en donde nunca ha exis-
tido, o en que ha sido casi del todo arruinada, es la empresa más
grande y de más difícil ejecución que puede acometerse". Informa
que el Banco ha investigado cuidadosamente la situación del país
y que los conocimientos obtenidos, "unidos a los generales sobre el
estado de la industria en otras épocas, le hicieron determinar el rum-
bo que debía seguir en sus operaciones". Se da preponderancia a
"las fábricas de algodón y lanas, sin descuidar otros ramos". Con
respecto a las fábricas de algodón, para poder resistir la compe-
tencia extranjera, se necesitan llevar al grado de perfección que al-
canzan en otros países y por ello se resuelve traer de los Estados
Unidos las máquinas y los artesanos necesarios para las telas ordi-
narias, y de Francia en lo relativo a los paños. Como la calidad
también depende de la materia prima, se ha hecho necesario traer
cameros merinos. El Banco ha proseguido en el fomento de la seda
y la cera y en el primero se han conseguido indudables buenos éxitos.
Para Alamán, en el establecimiento de las industrias se ha procedido
a promover la formación de asociaciones públicas para empresas, mis-
mas que tienen, "consideradas aun bajo un punto de vista político,
tantas ventajas, cuantos son los inconvenientes que se han hecho
notar en las asociaciones secretas, y aun cuando no fuese por las
u~ilidades que producen para la industria, sería el deber de un Go-
bierno ilustrado protegerlas". Informa que la Dirección del Banco
ha protegido la elaboración del hierro.

18 Memoria de la Secretaria de Estado 1 del Despacho de Relaciones Interiores


1 Exteriores, presentada por el Secretario del ramo, en cMmplimiento del artJcNlo 120
de la COflStÍluci6n a las Cámaras del Congreso general al principio de SIlS sesiones
ordinarias del alío de 1832. Op. cít., pp. H9·433.
438 JESÚS REYES HEROLES

Su pensamiento sobre prohibiciones es expuesto con toda cla-


ridad:
El adelanto sucesivo de la industria que comienza felizmente a
plantearse, ha de depender en gran manera de la facilidad del ex-
pendio de los productos de las fábricas que ahora se establezcan.
Hubiera sido perjudicial llevar adelante la prohibición de los tejidos
ordinarios de algodón, mientras que nada estaba preparado para
reemplazar los que se introducen del extranjero, pretendiendo hacer
nacer la industria de solo el precio exorbitante que tomasen; mas
tan luego como las fábricas mexicanas estén en corriente, hacer efec-
tiva aquella prohibición, será no sólo conveniente, sino aun indis-
pensable.

Como se ve, a través de estas Memorias la concepcl0n indus-


trializadora se va ampliando gradualmente, abarcando nuevas líneas
de desarrollo. Ello se pone se manifiesto en el reglamento para el
gobierno y régimen interior de la dirección del Banco de Avío,
de 5 de octubre de 1835.19 El reglamento se sujetaba, con respecto
a la integración de la Junta Directiva, a lo preceptuado por la Ley.
En cuanto a las atribuciones del Banco, éstas se detallaban, estable-
ciéndose: a) Disponer la compra de maquinaria y utensilios nece-
sarios "para el fomento de los diversos ramos de industria, procu-
rando que sólo se contrate la parte de hierro correspondiente; pues
por lo relativo a la de madera, podrá aquí construirse". En lo to-
cante a esta maquinaria, se señalaba que los ramos de preferencia
eran tejidos de algodón y lana, cría de gusano de seda, "elaboración
de ésta", fábricas de papel y clavazón; b) Contratar, dentro o fue-
ra de la República, a los directores, mecánicos y obreros correspon-
dientes para montar las máquinas y ..enseñar a los nacionales, sin
reserva alguna, las diversas operaciones de sus respectivos oficios";
c) Promover la creación de compañías industriales en los pueblos
de la República que tengan elementos para ..abrazar con buen suceso
alguno de los ramos arriba expresados, o para dedicarse al fomento
de otros productos agrícolas de interés para la nación, tales como el
cultivo y beneficio del cáñamo, lino, moreras, viñedos y algodón";
d) Procurar la introducción y propagación en la República de los
cameros merinos, prefiriendo los españoles y difundir entre los cria-
dores los conocimientos para la conservación y explotación de dicha

19 MRILLAG.... : Op, cit., p. 49'. DUBLÁN y LOZANO: Op. eit., p. 78 Y sigs


PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 439

especie. Procurar, asimismo, la introducción de otras especies de


animales que pudieran ser de utilidad para la industria, comercio y
artes, como camellos, vicuñas, llamas del Perú y otros; e) "Proteger
la explotación de los criaderos de fierro, y proporcionar a las com-
pañías o particulares que se dedicaren a este ramo de industria, los
fundidores, moldadores y forjadores extranjeros que fuesen necesa-
rios, por cuenta dé la misma empresa"; f) Encargar maestros inte-
ligentes en la construcción de hornos para la fabricación de loza,
"perteneciente a todos los usos domésticos, así como la de vidrios
planos y huecos de todas especies"; g) Distribuir las máquinas entre
las compañías que se formaran o los particulares; h) Acordar los
capitales con que habían de ser auxiliadas las distintas empresas
que se formaren y el modo con que los irían percibiendo; i) Com-
prar y depositar los modelos de máquinas de "invención nueva" o
para objeto de industrias no existentes en el país; j) Informar al
Gobierno anualmente sobre los fabricantes que hayan proporcio-
nado "más perfección o ventajas a sus manufacturas", proponiendo
el premio previsto por la ley. Se preveía que los miembros de las
Juntas estaban facultados para hacer todas aquellas proposiciones
que condujeran al beneficio de la industria en general y que la Junta
?o podría dirigir por sí misma o tomar a su cargo ninguna empresa
industrial, "para cuyo fomento sean necesarios los fondos del Ban-
ca", y que en 10 sucesivo no podrían hacerlo los miembros de la
misma ni los empleados.
. . ~l reglamento supera la concepción que existe en la ley, al
dirigirs« al fomento de otras producciones industriales -loza, vidrio
plano y hueco, madera para la maquinaria, etc.-, es decir, se avanza
en la concepción de desarrollo industrial."

El segundo momento

Las Memorias que sobre el estado de la agricultura e industria


de la República se presentan en 1843, 1844 Y 1845, el Informe a la
Junta General de la Industria Mexicana, el 13 de diciembre de 1844,
y la exposición y observaciones que se suscitan con motivo de la

20 Las operaciones del Banco, su resurgimiento -1835-37- y sus intentos de


reforma -1838-40-, que son ajenos a nuestro propósito de desentrañar el signifi-
cado, desde el punto de vista político-económico del Banco de Avío y del pensamiento
de Alamán, pueden verse en POTASH: Op, cit., p. 130 Y sigs. y 148 Y sigs.
440 JESÚS REYES HEROLES

autorización concedida al General Mariano Arista para la intro-


ducción de efectos prohibidos y aplicar los derechos que se obtu-
vieran al sostenimiento de sus tropas, son documentos que comple-
tan la visión industrializadora de Alamán.
En 184121 la Junta de Fomento de Industria y los fabricantes
de hilados y tejidos de algodón se dirigieron al Congreso de la Na-
ción, señalándole los problemas que originaría la autorización para
importar artículos prohibidos. Imploran la protección del Congreso,
"a fin de evitar la pérdida de inmensos capitales" "y establecer
sobre bases sólidas y duraderas la industria nacional". La industria
"es el principio de vida y la alma de las naciones". El decreto de 16
de octubre de 1830 que creó el Banco de Avío es calificado de "in-
mortal". La historia de la industria mexicana data de este decreto,
así como la creación del espíritu de empresa. Bajo la garantía del
gobierno, muchos particulares se lanzaron a la industrialización,
moviéndose "como si hubiesen recibido un impulso eléctrico". Mani-
fiestan que la industria textil del algodón estimuló a los agricul-
tores y mencionan el decreto de 9 de agosto de 1836 que prohibía
la introducción del algodón despepitado, así como los que prohi-
bían la importación de ciertos hilos e hilazas y aumentaron los de-
rechos a los tejidos ordinarios de algodón. En general, recuerda
toda la política proteccionista a través de prohibiciones y aranceles
seguida por el Gobierno para fomentar la industria nacional, di-
ciendo que gradualmente, a medida que los productos de nuestras
industrias se mejoraban y multiplicaban, "fueron también expidién-
dose leyes restrictivas y prohibitivas de las industrias extranjeras
de la misma clase, hasta llegar a su total prohibición". Esta línea de
conducta era, por lo demás, la aconsejable, pues las naciones que
nos han precedido nos han enseñado el rumbo a seguir. Las imita-
mos en sus leyes prohibitivas y no hacemos más que 10 que antes
han hecho Inglaterra y Francia para "establecer, fomentar y conso-
lidar aquella industria, de que indudablemente han de emanar el
engrandecimiento y estabilidad de la república". Estas esperanzas
no son hijas "del interés privado" o "de un patriotismo exaltado".
Se pueden ver las industrias establecidas al amparo de la protección.

21 I!.xposid6n dirigida al Congreso de la Nacitln por los labri~anles , ~lIllilla­


dores de algotltln, ton motillo d, los permisos tltttlos por el general Don M4riano
Arisla, para la inlrodllttitln pOf" el pllerlo de Matamoros tle eletlos prohibidos en la
RepÑbli~a. Impreso por l. Cumplido. México, 1841. AUMÁN: op. m., Tomo 11,
pp. 473·493. Las firmas de este documento empiezan por la de Lucas Alamán.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 441

Pero de nada sirven leyes protectoras si pueden transgredirse impu-


nemente. Se pasa así a referir los contratos celebrados por el general
Arista para la importación de hilazas por el puerto de Matamoros,
viéndose "que un mexicano amante por otra parte de las glorias de
la república" va a cometer "un yerro que prepara su destrucción".
Se llega a tanto, que de realizarse la operación, "podríamos de con-
siguiente quedar sin patria". La importación sería un golpe disparado
a la industria del país, "para sepultarla en su cuna". Por ello, los
efectos que se hayan importado o se importaron en virtud de los con-
tratos celebrados por el general Arista, deben ser reembarcados si
es que están autorizados, o si no, decomisados y quemados, y debe
autorizarse a la Junta de Fomento para poner interventores en los
puertos y en los puntos de tránsito interior.
En las observaciones sobre la autorización concedida al gene-
ral Arista para contratar la introducción de hilaza y otros efectos
prohihidos'" se reiteran los mismos argumentos. La libertad y la
independencia dependen de la industria nacional y exigen el respeto
a nuestras formas constitucionales y a nuestra legislación. No es po-
sible sacrificar las esperanzas que sobre la industria tiene el país,
al agio, a la codicia del extranjero o al desorden y a la inmoralidad
interior. Arista es calificado de~"general atrevido" que intenta so-
breponerse a las leyes y atacar la propiedad de los industriales. No
hay justificación para que se derogue el arancel y: "El general
Arista nunca se encontró en la dura alternativa de permitir que la
patria se hundiese, o pedir que se barrenase el arancel". La necesi-
dad no justifica esta violación de las leyes, y en caso de existir, no
puede "escudar la conducta ilegal del gobierno". Aun cuando la
revocación del permiso de introducción de hilaza salió inmediata-
mente después de la concesión, esto no exime de responsabilidad al
Ministro de Hacienda. Se oponen a que se eche tierra al asunto,
a pesar de que sea duro "mostrarse severo con un general que acaba-
ba de prestar muy buenos servicios a la patria". Pero todo hubiera
pasado si no hubiese sido por las noticias de que el general Arista
había hecho ya uso de su facultad. Ello compromete el crédito del
gobierno constitucional y es preciso restablecer el orden, "encar-
gando a la justicia reponga las brechas abiertas en el decoro nacional
por la arbitrariedad". Además, es indispensable, "caiga el que cai-
ga", impedir el efecto de los contratos celebrados por Arista. El

22 Es de enero de 1841, impresa por Ignacio Cumplido, México.


442 JESÚS REYES HERÓLES

Poder Conservador ha declarado nula la autorización para la impor-


tación y el asunto tiene autoridad de cosa juzgada. De realizarse
la operación, el país se vería inundado de hilaza y manta para mu-
chos años, en perjuicio de la industria y de quienes en ella laboran:
"Ya no cabe duda en que la industria de algodón se halla aclimatada
en nuestro suelo, y que ella es capaz de toda clase de desarrollo,
sin que dependamos para otra cosa del extranjero que para la ma-
quinaria, que tal vez con el tiempo se logrará también establecer".
Nuestro pueblo ya ha demostrado sus aptitudes. La industrialización
es la redención de la patria y la ruptura de la dependencia ex-
tranjera.

La extinción del Banco de Avío

Por decreto de 23 de septiembre de 1842, dictado de acuerdo


con la 7a. de las Bases de Tacubaya, se extinguió el Banco de Avío."
En sus considerandos se establece: 10. El Banco no pudo recibir el
millón de pesos que para su fondo señalaba la ley de 16 de octubre
de 1830, "sin embargo de la constante protección que le dispensó el
gobierno". Tal cosa sucedió en virtud de la necesidad que el propio
Gobierno tuvo de destinar las rentas de la nación a "la conservación
del orden y de su libertad e independencia". 20. Que no obstante
esta situación, el Banco, "deseoso de promover de todos modos la
industria del país", concedió créditos de habilitación a varias em-
presas "y que no correspondiendo algunos de ellos como era debido
a estas consideraciones, no han adelantado sus empresas y han con-
sumido inútilmente los fondos que se les facilitaron por el estable-
cimiento". 30. Que los capitales que le habían quedado al fondo
"se han destinado últimamente en alguna parte para atender a los
urgentes y precisos gastos que no pueden dejar de hacerse para
conservar la integridad del territorio de la nación y sostener su in-
dependencia, elevándola al grado de prosperidad y gloria a que la
llaman sus destinos". 40. En estas condiciones, "el Banco no puede
ya llenar el objeto con que fue establecido" y sus escasos capitales se
consumirían en los gastos administrativos, sin utilidad para la nación
y para el fomento de la industria. 50. Por último, que el espíritu

23 Colección de los decretos, y órdenes de interés común, que dictó el Gobierno


Provisional en virtud de las Bases de Tacubaya. Tomo 11, de julio de 1842 a junio
de 1843. México, Imprenta de ]. M. Lara, 1850, pp. 78-80.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO

de empresa en eÍ ramo industrial "no necesita ya la protección y


fomento que le pudiera dispensar el banco de avío". Por consiguien-
te, el decreto señala la extinción del Banco y el cese en sus funcio-
nes de su Junta Directiva, pasando su archivo a la Secretaría de
Hacienda.
Este optimismo -el espíritu de empresa que en el ramo in-
dustrial existe y no necesita fomentarse- es refutado, como vere-
mos, por la prensa liberal y fundamentalmente por El Siglo Diez y
Nueve, que enjuicia la situación del país en términos muy diferentes.
Pocos días después de este decreto, el Gobierno crea una Di-
rección de Industria Nacional." La Dirección General de la Indus-
tria Nacional es formada con fundamento en el artículo 70. de las
Bases de Tacubaya y obedece a la "necesidad de dispensar a la
industria nacional toda la protección que demanda para su prospe-
ridad y engrandecimiento, con el que está tan íntimamente enlazado
el de la nación". Se asienta, además, que este objeto no podrá satis-
facerse "mientras este ramo no tenga una organización conveniente,
constituyéndose en una corporación particular con todos los medios
necesarios para estar en contacto con las autoridades superiores, e
informar a éstas de su estado, motivos de su decadencia y auxilios
necesarios para su progreso". Es decir, se trata de constituir una
corporación que, enlazada con el Estado, informe a éste de la situa-
ción y problemas de la industria y excite su acción.
En la Memoria que la Dirección General de Agricultura e In-
dustria presenta en diciembre de 1843,25 no sólo se informa sobre
el estado de la industria nacional, sino también sobre las causas que
estorban su progreso y los métodos que convendría emplear para
impulsarla, de conformidad con los elementos naturales de la Re-
pública y con la protección que el Gobierno está dispuesto a conce-
derle. No peca de modesta la Memoria, en cuanto manifiesta que
la industria, de la ruina completa en que se hallaba, ha adquirido un

24 Op, cit., decreto de 2 de diciembre de 1842, pp. 229-4~.


Rep'¡bJi~a, f.e
25 Memoria sobre el Estaáo ae la AgriC"1I1tllra e [na,lStria ae la
la Direceián General de estos ramos presenta al Gobierno S.premo, en ~.mplimiento
del artÍfulo 26 del decreto orgáni~o ae 2 ae düiembre de [842. LUCAS ÁLAMÁN:
Op, cit., Tomo 11, pp. 7·128. La Memoria señala que el articulo 26 del decreto que
establecla una Dirección de Industria Nacional preceptuaba como obligación del Di-
rector el formar anualmente un estado general de la industria, con una memoria
"comprensiva de todos los datos y medidas que sean necesarias a su juicio y el de
la junta para remover las causas que embarazan los progresos de la industria y pro-
mover ésta de todas maneras".
JESÚS REYES HEROLES

impulso considerable, que casi resulta producto de una "transfor-


mación mágica, una creación, que teniendo su principio en la nada,
ha producido un ser gigantesco, que con un crecimiento rápido y
prodigioso, ha llenado en pocos años el espacio inmenso que hay
que atravesar entre un origen débil e imperceptible, y una madurez
vigorosa y productiva". Existe un alegre optimismo, que se justifica
en virtud de que, según los anexos de la propia Memoria, desde 1837
a 1842 la industria en el ramo del algodón ha obtenido estimables
desarrollos. Sin embargo, en el propio documento se aprecian las
contradicciones a que esta industria se enfrenta.
Alamán, por lo demás habla complacido. Aunque dice que no
es jactancia, recuerda que nada de lo que hay en el país en mate-
ria de industria existía en el año de 1830, "que ni aun idea se tenía
en la república de la maquinaria moderna de hilados y tejidos". Con
perspicacia indica que en aquel entonces se consideraba como "un
delirio el pensar en competir con las artes europeas" y que se creía
que todo el fruto que debíamos obtener con la independencia "era
recibir más baratos que antes los productos de la industria extran-
jera, proporcionando a ésta, con nuestros consumos, un amplio y
rico mercado, a cuyo fin se encaminaba toda nuestra legislación co-
mercial". Recuerda que la creación del Banco de Avío se consideró
como un desacierto y la experiencia de Antuñano en Puebla como
una aventura extravagante. Alamán se ufana de los progresos obte-
nidos y los considera resultado del esfuerzo unificador y corporativo
realizado por el Banco de Avío, que agrupó voluntades individuales
encaminadas a la creación de industrias. La asociación de los empre-
sarios, el que "hubiesen formado una corporación que les diese uni-
dad y estabilidad" y el hacer que estas asociaciones tuviesen "la
fuerza de la autoridad" y constituyesen una organización general y
completa, fue resultado del decreto de 2 de diciembre de 1842. Este
día resulta fecha memorable para la industria mexicana, pues se
formó un cuerpo cerca del Gobierno, extendido por todo el país,
que obteniendo datos e informes de todas las industrias, atiende sus
necesidades. Reconoce, no obstante, que no son muchos los puntos
donde es posible establecer juntas industriales, de conformidad con
el decreto, "que suponía una industria ya formada, cuando en las
más partes hay que formarla". Sin embargo, reformado el decreto
de 2 de diciembre, el 27 de de junio de 1843 se procedió a la for-
mación de .dichas juntas en numerosos Dapartamentos.
Recalca el significado que para la promoción industrial tiene
el contar con los datos estadísticos que la Dirección debe recabar.
PROTECOÓN y LIBRECAMBIO 445

Alamán recurre a pedir datos sobre la agricultura a los obispos y


gobernadores de mitras mediante el estado de las rentas decimales
de 1806 a 1810 y de 1829 a 1833. Confrontándolas con los datos de
Humboldt, parece deducirse, asienta, que ha bajado la producción
agrícola. Ello, no es así, pues en el segundo período, de hecho, el
pago del diezmo era voluntario y, por consiguiente, no resulta un
buen indicador. Deduce, por el contrario, que la totalidad de los
productos agrícolas considerados en masa es en 1843 mayor que
antes de 1810. De ello no infiere que la riqueza agrícola haya cre-
cido en proporción, "pues por las circunstancias peculiares de nues-
tra república, reducido el expendio de los frutos a sólo el consumo
interior, mientras éste no tenga un aumento considerable, el de los
productos de la labranza no hace más que abatir los precios de estos
mismos frutos y hacer cada vez más difícil su venta". Alamán llega
a una importante conclusión en materia agrícola: ..... no puede
progresar por efecto del comercio exterior, siendo un error palpable
el pretender que su fomento haya de producir artículos de cambio
suficientes para pagar los efectos extranjeros que se importen". El
fundamento para su idea industrializadora, partiendo de las condi-
ciones naturales del país, es expuesto en forma cabal:

Esta agricultura no puede florecer, ni salir del estado decadente


en que se halla, no por falta de frutos, sino por demasiada abun-
dancia de ellos, mientras no se aumente el número de habitantes
hasta el punto de equilibrar los consumos con los productos, o mien-
tras la variedad de éstos o el consumo que de ellos haga la industria,
proporcione al labrador otros arbitrios de utilizar sus tierras.

Por consiguiente, recomienda la diversificación de productos


agrícolas. Recalca, sobre todo, las ventajas del cultivo de árboles y
esencialmente el plantío de olivares y viñas, que considera funda-
mental para aumentar la riqueza agrícola de la República. Igual-
mente, la cría de animales y el aprovechamiento de sus productos.
.. La independencia ha removido los obstáculos que se oponían
al completo desarrollo de todos nuestros recursos" y es necesario
pugnar por ello. Alamán se refiere, así, a la exención de diezmos
concedida a los nuevos plantíos de café, cacao, viñas, olivos, seda
y e;ctensión a otros cultivos, a su prórroga en 1831, así como a otros
estImules que recomienda. Enfatiza los progresos logrados en la
p~opagación de la morera, en la producción de cera y lino. Considera
basIco el fomento del algodón, pues su escasez o abundancia es el
446 JESÚS REYES HEROLES

punto vital para la industria textil. Alamán enumera las zonas ~ro.
ductoras o potenciales productoras, fundamentalmente las tropica-
les, aun cuando también Sonora, Coahuila y Tamaulipas, Repara
en la frecuencia con que se pierden las cosechas de algodón y en la
necesidad de ensayar diversas semillas y de estudiar los problemas
que al respecto surgen.
En materia de industria, dice que el ramo más adelantado, el
que ha sido siempre de mayor importancia y practicado desde la más
remota antigüedad en nuestro país es el algodón. Desde la Colonia
y a pesar de la política seguida, los tejidos ordinarios de algodón
que se consumían eran de fabricación mexicana. Los desarrollos
logrados durante la Colonia fueron apreciables y la guerra de Inde-
pendencia afectó esta industria, la cual no se restableció por "el
favor que se dispensó al comercio exterior", que "vino a quitar
hasta la esperanza de una nueva época de prosperidad". Tal era la
situación, hasta que con el establecimiento del Banco de Avío, "se
dio nuevo ser a nuestras manufacturas". Precisa que mediante el Ban-
ca de Avío se trató de establecer la industria textil del algodón en
aquellos lugares en que antes había existido y no tanto mediante
crédito, sino haciendo conocer la maquinaria moderna, estimulando
el espíritu de empresa, formando asociaciones industriales y alen-
tando a los capitalistas que se pudieran dedicar a ese giro. Informa
sobre la maquinaria traída para Tlalpan y Celaya y las luchas que
Antuñano tuvo que librar "con las preocupaciones y los errores
populares", que una vez vencidos permitieron que empezara a tra-
bajar la fábrica "La Constancia", y "desde ese momento renació la
industria mexicana".
Alamán, a pesar del tono optimista de esta Memoria, contern-
pla las contradicciones que eran de prever en el desarrollo indus-
trial. En sus memorias de 1830, 1831 Y 1832, piensa en una industria
textil del algodón integrada, abastecida internamente de su materia
prima. En la Memoria de 1843 tal punto de vista es abandonado:
"Por más que los interesados en el monopolio de los algodones
hayan querido obscurecer la verdad, es evidente que las cosechas
nacionales de este fruto no bastan para proveer al consumo actual
que de él hacen las fábricas establecidas". La argumentación ai
respecto es prolija, percibiéndose que procura rebatir los argumen-
tos de los productores de algodón. Se refiere también el los males
del contrabando, que informa se está reduciendo mediante su como
bate. Pero, sobre todo, plantea una contradicción insuperable: la
industria textil del algodón se enfrenta al problema de falta de mer-
PROTECClUl'l y LIDRECAMBIO 447

cado. Ello justifica que se disminuya el precio del algodón para


bajar el precio de los productos elaborados y variar su clase. La
contradicción es expuesta rigurosamente:

La gran cantidad de mantas que se fabrican ya, y el número


aun mayor que se tejerá en el año siguiente, hace que su expendio
vaya siendo cada día más lento y difícil, y que nuestra industria sufra
casi desde su nacimiento el mal que se deja sentir con consecuencias
tan graves en algunas de las naciones fabricantes de Europa, que pro-
cede de que el producto excede en mucho al consumo.w

El remedio no "puede ser otro que proporcionar el aumento


de los consumos", para lo cual hay que bajar el precio de los efectos
y variar la clase de éstos, lo que a su vez exige disminuir el precio
del algodón. El "entorpecimiento en las ventas" pone a los fabri-
cantes en situación "de mejorar y multiplicar sus efectos, lo que
conducirá a la fabricación de géneros más finos". La contribución
que puede el Gobierno dar a la resolución del problema, fabricación
de géneros más finos, consiste en suprimir el estanco del ácido
sulfúrico y de los ingredientes para fabricarlo, pues es necesario
que se reduzca el precio del ácido sulfúrico."
. Alamán es leal a su primitiva inspiración: las manufacturas de
algodón y lana existían antes de la Independencia y no se ha hecho
más que restablecerlas "con los adelantos y mejoras que la misrña
independencia, y la mayor perfección de las artes, han proporcio-
nado". Se refiere después a los ramos industriales enteramente nue-
vos o impulsados aceleradamente: papel, ferrerías, loza "a imitación
de la inglesa", seda, vidrio plano, etc. La exposición permite escla-
recer su pensamiento y percibir los problemas a que se enfrenta. En
primer lugar, el aprovechamiento de productos y subproductos, inhe-
rente al desarrollo industrial. La interrelación entre las distintas
ramas industriales, que conduce a su costeabilidad: "Uno de los

26 Alamán, sin embargo, no incurre en una flagrante contradicción: propone


que se permita la introducción del algodón para las fábricas "con los derechos y
bajo las restricciones necesarias para que no deje de fomentarse el producto de este
fruto tan importante para la agricultura nacional". (Memoria de 1843, p. 71).
27 De los demás ramos de la industria del algodón, Atamán informa que ca-
rece de datos precisos. En cuanto a la industria de los tejidos de lana, dice que aun-
que esta industria decayó por las mismas causas que la del algodón, su ruina no fue
tan completa, por haber subsistido las prohibiciones en favor de los tejidos or~
y por la disposición de que el ejército se vistiera con paños del país.
448 JESÚS REYES HEROLES

grandes beneficios que produce el progreso de la industria es rela-


cionar todos los ramos entre sí, hacer provechoso para los unos lo
que era perdido para los otros, y dar valor aún a las cosas más des-
preciables". En segundo lugar, y esto revela la congruencia de su
pensamiento, el considerar a las "ferrerías" "no sólo como un ramo
de industria, sino como un elemento necesario para todos los demás,
pues éste es el que ha de producir las máquinas de que todos hacen
uso". En relación con ello, destaca que ya se produce gran cantidad
de fierro, pero que éste no es suficiente pafa el consumo de la Repú-
blica "ni a un precio tan bajo como es menester para que se aumente
. su uso". Como tenía que ser, desemboca recomendando la necesi-
dad de que "se establezca la fundición por hornos altos". En tercer
lugar, el bajo consumo no sólo afecta la industria textil: las tres
fábricas de vidrio plano y algunas otras artes que se habían consti-
tuido "han cesado en sus operaciones". La explicación del cierre se
halla en el mercado: "Los productos en cuanto a vidrios planos y
botellas, fueron muy satisfactorios y los demás artículos se iban per-
feccionando; pero la falta de consumo causó en gran parte la cesa-
ción del trabajo que es de esperar vuelva a comenzar, a lo menos
en Puebla".
En el informe presentado a la Junta General de la Industria
Mexicana, el 13 de diciembre de 1844,28 Alamán ratifica su opti-
mismo diciendo "que la industria mexicana, que de tan cortos prin-
cipios se ha elevado a tan alto punto de importancia, irá cada vez
en mayor aumento" y que México, tan favorecido por la naturaleza,
"se contará en breve en .el número de las naciones industriales".
Alamán coincide en los puntos de vista contenidos en la Memoria
de 1843. La agricultura se ve afectada por el corto precio de los
productos. Ufano, en cambio, muestra los artículos industriales de
producción nacional. Sobre tedo, la industria textil del algodón. Con
la industria del algodón, la lana y la seda, bastaría para que el país
alcanzara un alto grado de prosperidad. La seda, dice Alamán, a
~iferencia de otros p.oductos de nuestra industria "que en largo
tiempo no podrán tener otro destino que el consumo interior, puede
venir a ser un artículo de exportación". Reitera, asimismo, la necesi-
dad de fomentar la producción de fierro, destacando su importancia

28 Informe presentaáo a la [unt« General de la Industria Mexüana el 13 de


didemlwe de 1844, por el Director General del ramo, en rumplimienlo de lo' preoe-
"iJo en el arlÍflllo 13 del decreto orgánico de 1842. México, 1844. LUCAS ALAMÁN:
Op. cit., Tomo 11, pp. 207.20.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 449

para la defensa nacional; la de papel y el beneficio del lino y el


cáñamo.
En la Memoria de 1844,29 presentada en enero de 1845, Ala-
mán considera que ha sido superada la polémica sobre si se debe
fomentar o no la industria fabril, pues ya se perciben las ventajas
que ésta proporciona y que, por consiguiente, la protección y fo-
mento de este ramo -"de este eje que ha de dar impulso y movi-
miento a todos los demás"- es un deber para el país y una necesi-
dad para la nación. La opinión, afirma, es uniforme en esta parte y
todos reconocen que mediante la protección y estímulo a la industria
se puede: a) Proporcionar consumo a los productos del campo que
carecen de valor si las fábricas no los transforman; b) Emplear
"multitud de brazos que carecerían de ocupación". No existen dudas
sobre la necesidad de fomentar la industria, protegiéndola "y si hay
todavía de tiempo en tiempo algunos intentos para destruirla o
contener el vuelo que ha tomado, la opinión pública no ve en ellos
más que las maquinaciones de los enemigos de nuestra prosperidad,
y un crimen contra la independencia de la Nación".
Es, pues, necesario informar sobre el estado que la industria
guarda para conocer los progresos logrados e impulsar otros ren-
glones.
Aborda la crisis agrícola: sobreproducción y precios bajos. Para
salir de esta crisis, de esta "grande abundancia de productos sin con-
sumo", el remedio consiste en buscar el consumo, para lo cual sólo
se dispone de dos medios: a) el aumento de la población; b) "el
fomento de la industria". Insiste en el fomento de la cría de ganado
lanar, de las moreras, seda, cera, lino, diciendo que del cultivo de
éste depende en parte la prosperidad de las fábricas de papel. En
materia de agricultura y en lo que respecta a cereales, sostiene que
es indispensable que éstos se obtengan "con los menores gastos
posibles", para lo cual deben mejorarse "los instrumentos aratorios
y de todos los demás que se emplean en la labranza", Plantea, por
consíguíenre, la modernización de la agricultura, recomendando la
Introducción de un modelo de arado empleado en los Estados Uni-
dos, Se refiere también a la erección de la Escuela de Agricultura,

29 MemOf"ia sobre el estado de la agrkultura , i';¿uslria de la ReplÍblita n el


año de 1844, que la direuiólI general de estos ramos presnl. J Gobiemo SlIpr""O
en ~umplimienlo del arlí~ulo 26 del dureto org."i&o de Z tl. di&i""bre de 1842-
México, 1845. Impreso por José M. Lara.
450 JESÚS REYES HEROLES

Asienta que, si bien en los productos agrícolas de las tierras


templadas aún no se percibe en todo su alcance el influjo benéfico
de la industria, en cambio, la agricultura de ambas costas "ha re-
nacido por efecto de los progresos de la industria en uno de sus
ramos principales, que es el algodón". Y vuelve a su tesis: la indus-
tria textil del algodón ha crecido más rápidamente que la producción
de la fibra y, por lo consiguiente, se requiere una intervención
gubernamental que concilie los intereses de los distintos producto-
res. No puede dudarse que las cosechas nacionales de algodón no
son suficientes para abastecer a la industria textil. En los dos últimos
años, "el deficiente se ha cubierto por medio de los permisos que
se han concedido; pero repugna tanto a las luces del siglo en mate-
rias económicas este arbitrio, y está sujeto a tantos y tan graves in-
convenientes, que debe del todo excluirse". Es decir, al Iiberalismo
económico que Alamán conocía, repugna el sistema restrictivo. Ala-
mán recomienda que se promueva la plantación de algodón arbóreo.
Pero se percibe que ha abandonado el concepto de integración de
la industria textil y que la aleatoria agricultura mexicana no se com-
padece tanto con su optimismo industrial. El algodón marcha a la
zaga del crecimiento de la industria textil: "El cultivo del olivo y
de la viña que tanto convendría impulsar, no ha hecho progresos
que llamen la atención".
La industria textil, ya sabemos por la Memoria de 1843, se
enfrenta a la falta de mercado. Alamán quiere explicar la presión
que sufre, y la encuentra en parte en la agricultura, en las alcabalas
y también en el régimen de propiedad que priva en el campo. Reco-
mienda, incluso, "la enajenación de las propiedades rústicas, lo que
proporcionaría la mayor división de éstas".
Pasando a la industria, recuerda la idea central de su proyecto,
"el principio del restablecimiento de nuestras manufacturas". Esto
es, como lo hemos dicho, se trata de aplicar las aptitudes naturales
de los mexicanos en la industria, observando la experiencia de la
Colonia antes de que ésta contrarrestara y persiguiera los desarrollos
industriales. A través de la industria de hilados y tejidos de algodón
se busca el restablecimiento de la industria que había existido en el
país. A pesar de que la industria textil del algodón tropiece con
la falta de mercado, en un año ha aumentado en 5,480 husos. Com-
placido, informa del progreso de la industria textil de la lana, que
ya aborda la producción de paños finos y casimires y la produc-
ción de alfombras. En León "prospera el curtido y trabajo de pieles",
PRoTEcaóN y LIBRECAMBIO 451

En la industria de la seda "todavía el agricultor no provee al fabri-


cante de la primera materia como sería tan conveniente para el
beneficio de ambos". Alamán espe:i. tIlle pronto el país se vista con
productos nacionales.
En otros renglones "las fábricas de papel han continuado au-
mentando sus productos"; la fábrica de lino y cáñamo progresa y
se ha establecido otra de telas enceradas o hules. Alamán se opone
a ciertas prohibiciones: " ... la prohibición de varios artículos, espe-
cialmente de los útiles y herramientas que las artes emplean, no
sólo no es provechosa, sino que por el contrario es altamente perju-
dicial y nociva a los progresos de las mismas artes". Igualmente, es
perjudicial prohibir la importación de otros artículos que son indis-
pensables para el empleo de las máquinas en las fábricas de hilados.
Reitera los inconvenientes del alto precio a que se vende el ácido
sulfúrico para la industria textil.
La experiencia lo hace percatarse de los choques de intereses
y contradicciones inevitables que se centran en torno. a prohibicio-
nes o no prohibiciones. Esta experiencia lo lleva al eclecticismo: "Si
la prohibición de algunos artículos es perjudicial a la industria, el
abuso en la introducción de otros que están y deben estar prohibidos
le es enteramente mortal". En unos casos prohibiciones; en otros
libertad. La fórmula flexible surge de Alamán: el fomento de la
industria consiste "en prohibir con conocimiento, restringir con opor-
tunidad, y permitir con acierto". Es decir, el arbitrio y el casuismo
a que llevan los intereses creados o por crearse.
. A pesar de que el problema del mercado para la industria tex-
til del algodón, que es la más desenvuelta, no puede disimularse,
y a pesar de las presiones que afectan a la industria, Alamán no
abandona el optimismo: " ... la industria mexicana ha llegado ya a
un. grado de importancia tal, que debe ser mirada como uno de los
pnmeros intereses de la nación, ya se consideren los capitales en ella
invertidos, ya los productos que rinde y los brazos que emplea".
Pero los puros intereses creados al amparo del progreso industrial
no ba~tan. Ya se ha formado "un espíritu industrial de la nación"; la
necesidad de fomentar la industria es verdad nacional. Se han esta-
blecido fábricas costosas, se han introducido máquinas y los arte-
sano~ han aprendido su manejo. Para el futuro es necesario que el
Gobl~rno, "continuando su protección a la industria qQe debe a ella
su ongen y progresos", siga facilitando su desarrollo.
452 JESÚS REYES HEROLES

La tenaza: falta de capitales y consumos

Singularmente clara es Ia Memoria relativa al año de 1845.30


La concepción industrializadora de Alamán se depura. De los pri-
meros documentos, en que la escasez de población sólo la vinculaba
a la falta de brazos para la industria, a este último en que el pro-
blema del mercado, de la falta de consumos, es un ritornelo, hay
un gran abismo. Junto a ello, la percepción clara y diáfana de la
falta de capitales, apenas vislumbrada en 1831. En la Memoria
de 1843, Alamán propuso y presentó un proyecto para el estableci-
miento "de bancos de ahorro". En la Memoria de 1845 lo recuerda.
El papel de la industria ya es medido con más circunspección:
"La industria fabril fomenta a la agricultura por el mismo medio
que lo hace la minería, pero de una manera más uniforme y esta-
ble que ésta". Ello proviene de que la industria se localiza conforme
a la voluntad del hombre y de que no es agotable como la minería.
Pero el problema del mercado, de la falta de consumo, lo lleva al

I error:

Uno de los medios más eficaces de procurar consumo a la agri-


cultura y no menos a la industria, pues que una y otra andan siempre
juntas en este común interés, sería introducir hábitos de mayor co-
modidad, e inspirar el gusto de ciertas necesidades y conveniencias,
a la masa general de la población.

No se capta que la falta de consumos proviene de la carencia


de recursos, de ingresos y hasta asoma la compulsión como método
para "introducir hábitos de mayor comodidad, e inspirar el gusto
de ciertas necesidades y conveniencias" a las clases en "estado de
miseria".
A más de la falta de capitales y del problema del mercado, está
la ausencia de comunicaciones. Para mejorar la agricultura no queda
más camino que la industria. Todos los medios de fomento son len-
tos, difíciles "y algunos de dudoso resultado". En tanto ello se rea-
liza, "la agricultura sólo puede mejorar por sus relaciones con la
industria fabril, dando primera materia a los artefactos". El algodón

30 Memoria sobre el eslado de la agrüultura e industria de la RepÑblira en el


año de 1845, 'lue la ,direrrión general de estos ramos presenta al Gobierno Supremo,
en el «tual, de 1846, en rumplimiento del arto 26 del derrelo orgá1lito de 2 de di-
(iembr, tU 1842. México. 184'. Imprenta de J. M. Lara.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 453

es un ejemplo que debe repetirse con el lino, con la lana, con


las pieles.
El cariño a la industria, más el punto político de partida, lo
llevan por una pista falsa a creer que la industria puede ser un
sustituto temporal de la falta de comunicaciones y de la carencia
de mercado:

Mientras no haya una considerable población en la República,


consumidora de las producciones de tierra, o caminos y canales que
faciliten y hagan lucrativa su salida al extranjero, toda esperanza de
progreso para la agricultura son las artes que le piden primeras
materias.

Alamán repite con singular asiduidad el concepto. El cultivo


del lino, en que tanta fe tiene, sólo puede ser productivó si dispone
de consumo. Este no puede ser otro que su manufactura: " ... tan
cierto es que los progresos y aumento de nuestra agricultura, depen-
den de los que hagan las artes que consumen las primeras mate-
rias". La producción agrícola de la Mesa Central de la República
"es sobreabundante" y puede serlo más; "pero no puede esperarse
de sólo la producción la riqueza, porque sin los consumos aquélla no
tiene valor alguno, y éstos no son posibles sin aumento de población,
artes fabriles florecientes, comercio interior activo, que es el resul-
tado de la población numerosa y de la industria, el cual requiere
como condición necesaria, medios de conducción fáciles y expeditos".
El país, además, presencia la sustitución de zonas productoras
y de productos, originada por el cambio de gusto o las variaciones
en los precios. La agricultura y el comercio se ven perjudicados
por la falta de seguridad y las alcabalas interiores. Algunas juntas
de industria, para dedicarse al cultivo del tabaco, piden que se fran-
quee o relaje "el monopolio de la siembra de este fruto". Este me-
dio, dice Alamán, es impracticable "sin destruir una de las rentas
más pingües del erario".
Por renglones concretos, la producción de cera ha aumentado.
En cambio, uno de los proyectos más caros para Alamán, el de la
compañía productora de seda de Michoacán, está al borde del fra-
caso y para salvarlo propone que el Gobierno participe en la em-
presa. En otras partes se tienen esperanzas de que esta industria
progrese. Ya sabemos que el lino se enfrenta al problema del con-
sumo. Alguna fábrica ha tenido que cerrar. La textil del algodón
también tropieza con la falta de consumo y con el problema de que
454 JESÚS kEYES HEROLES

no alcanza la producción del algodón para abastecerla. Sin embargo,


según esta Memoria, los husos existentes llegan a 129,527 y se espera
que la industria se consolide mediante la introducción del algodón,
ya permitida. No obstante, el progreso de la industria textil del
algodón depende fundamentalmente del precio y abundancia de la
materia prima. Los tejidos de lana "van progresiva y rápidamente
aumentando". La industria del papel cuenta con seis fábricas y Ala-
mán es optimista sobre su desarrollo. Ella progresa visiblemente y
"a este progreso van unidas mil ventajas para la agricultura y las
artes". Las dificultades gue ha introducido el establecimiento de
ferrerías se van superando poco a poco. Se ha vuelto a emprender
la fabricación de vidrio plano y cilíndrico, "que había cesado por el
mal éxito que tuvo la empresa gue se formó para este ramo". Ade-
más, se inicia la explotación de mármoles y la del hule o goma
elástica. Alamán informa que no se ocupa en su Memoria de los
ramos "de las artes mecánicas" y concluye manifestando gue el
valor de la masa total de los productos industriales "asciende a una

I suma no inferior a los productos de la minería".


En sus conclusiones, Alamán precisa que:

La industria no debe ser considerada únicamente como productora


de la riqueza pública, sino también como un medio poderoso de me-
jora en las costumbres de la masa de población, promoviendo su
bienestar y proporcionar con esto todos los goces de la civilización.

y recalca la importancia de la creación de bancos de ahorro


gue ayuden a formar capital, sobre todo a los artesanos.
Llega por el camino económico a vislumbrar una solución gue
choca con sus convicciones políticas. El desarrollo industrial exige
mercado y demanda capitales, circulación de la riqueza. En la Me-
moria sobre el estado de la agricultura y la industria, en 1844, hay
un párrafo que resulta dramáticamente revelador:

Muy ventajoso sería que se facilitase también, en cuanto fuese


posible, la enajenación de las propiedades rústicas, 10 que proporcio-
naría la mayor división de éstas, para lo cual es un obstáculo muy
considerable la alcabala de venta, que aunque se ha disminuido re-
cientemente en la cuota, se ha gravado en cuanto a la suma sobre
que se debe satisfacer, suprimiendo todos los alivios que se habían
concedido al pago de este gravamen, en consideración a habétsele
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 455

dejado subsistente, al mismo tiempo que la contribución directa des-


tinada a reemplazarlo.

Si no se conocieran las convicciones políticas de Alamán, se


creería que arribaba a una conclusión pueril. En muy poco dependía
la división de la riqueza territorial de los impuestos de compraventa.
Su estancamiento provenía fundamentalmente de otra causa que Ala-
mán, por tozudez política, no quería ver: la concentración de los
bienes en manos de la Iglesia.
Antuñano, que no se caracterizaba por su liberalismo político,
pero que obviamente aspiraba a la formación de una clase industrial
independiente o ajena a las clases privilegiadas, válida por sí y no
engarzada con las clases tradicionales privilegiadas; Antuñano, que
quizás piense en el dominio de la clase industrial, que es Sieyes y
no Burke," como Alamán, sí piensa en los bienes de la Iglesia como
fuente de capitales para el fomento industrial.
Alamán tropieza con la contradicción esencial de su concepción
político económica. En Inglaterra fue un prodigio la incorporación
de la nueva clase en el cuadro de las tradicionales privilegiadas, ob-
teniendo cabal realización la idea de Burke, por existir una serie
de condiciones peculiares. Nada se parecía tanto a los tiempos mo-
dernos como la Edad Media inglesa. Por ello son tan elásticas e

31 Sobre el manejo que Alamán hace de Burke y la influencia de éste, véase:


JESÚS REYES HEROLES: La Sociedad Fluctuante, p. 168. Por lo demás, la influencia de
las Reflexiones sobre la RevoJución Francesa, de BURKE, 'en nuestro país es mucho rna-
yor de lo que se supone. La obra fue traducida en México desde 1826 -impresa en la
Oficina de Martín Rivera. Por otra parte, la influencia del proteccionismo de Hamilton
en Alamán nos parece más que dudosa. Hamilton era partidario de la intervención del
Estado a la medida de las necesidades de las clases poderosas. Pero no se trata de la
conservación o fortalecimiento de clases legalmente privilegiadas, sino del predominio
de la clase comercial, los acreedores, sobre las clases agrarias. Hamilton tampoco con-
templa ni el auxilio ni la oposición de una Iglesia dominante, no planteándose, al
respecto, el problema de alianza o antítesis. En cuanto a la posible influencia de
Hamilton en los proteccionistas liberales, a más de no haber encontrado prueba al
respecto, la consideramos, igualmente, poco probable, por el sentido antidemocrático
o, al menos, antipopulac y centralizador de las ideas de Hamilton. Estas sólo en parte
coincidían con lo que hemos llamado liberalismo ilustrado y éste, como veremos, es
antiproteccionista. Paca el conocimiento de las ideas económicas de Hamilton, véase,
CHARLES A. BEARD: Una interpretación ecanámic« de Ja Constitllción de Jos Estados
Unidos (Buenos Aires, 1953, Ediciones Arayú) y VERNON LOUIS PARRINGTON: EJ
desarroJJo de las ideas en Jos Estados Unidos (Lancaster, Pensylvania, 1941, The
Laneaster Press, Ine., Tomo 1, p. 425 Y sígs.), así como RICHARD B. MORRIs: A basic
ideas of AJexander HamiJton (Pocket Book, Inc., N. Y., 1956, p. 231 Y sigs.)
456 JESÚS REYES HEROLES

imprecisas las fronteras entre las ideas políticas opuestas. Por lo


mismo, surge un pensamiento utópico con Moro, que quiere volver
atrás de algo que, aunque todavía no era modernidad, se anticipaba
a ésta. Hooker es un puente entre la teoría medieval y la moderna y
el erastianismo es síntoma inequívoco de esta peculiaridad que faci-
litó en una lenta evolución la integración de la burguesía en el
cuadro de las clases tradicionales privilegiadas. No hubo una antí-
tesis de intereses y de móviles ideológicos que planteara una disyun-
tiva como en Francia, sino que las incompatibilidades fueron, al
menos en apariencia, superadas, hasta llegar a una práctica identi-
ficación de intereses.
El panorama de México es totalmente distinto. El progreso
económico tiene que fundarse precisamente en la modificación del
cuadro social y necesariamente tiene que lesionar los intereses, sobre
todo de una de las clases privilegiadas: el clero. El orden colonial
y quienes pugnaban por su conservación y restauración, represen-
taban el estancamiento político y con éste el progreso económico
1 era imposible. Economía y política por eso se confundían. El pro-
greso en uno u otro orden se identificaban. A ello obedece que los
liberales usen argumentos económicos para defender postulados polí-
ticos y viceversa. La incompatibilidad de intereses hacía frustráneo
el intento alamanista de progreso económico y conservación política.
Alamán, además de estar lastrado por su pensamiento político, ÍD-
curría en otras contradicciones: el Banco de Avío se iba a subsidiar
con derechos de importación y ello frente a un Estado interesado
en importaciones, precisamente para obtener recursos para sí. Hay
que agregar que al importar textiles, que artesanalmente se produ-
cían, Alamán, como convencido que es de la mecanización, aplica,
en el fondo, una despiadada eutanasia a la producción artesanal y
ello sin la certeza de sustituir a los artesanos, sino ante la mera
expectativa de una mecanización problemática en su financiamiento
y sin bases, en cuanto la falta de mercado la impedía.
Diferimos radicalmente de Potash en el juicio que emite sobre
el pensamiento de Alamán: "Lo primero que hay que observar
respecto al ideario económico de Alamán es su inestabilidad, que ha
hecho insostenible la: mayoría de las generalizaciones acerca de él"."
Ciertamente que las generalizaciones sobre el pensamiento de Ala·
mán son insostenibles. Unas porque atraídas por la figura, que no

32 PoTASH: O,. ril., pp. 71.72.


PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 457

deja de tener su magnetismo, han tratado de prescindir de su pensa-


miento político, para darnos, separado de él, un admirable pensa-
miento económico progresista. Pensamos que poco favor hacen a
Alamán tales interpretaciones, que ven en él una especie de Jano.
Otras, porque precisamente tratan de demostrar que un pensamiento
político conservador, lejos de ser un obstáculo para un ideario eco-
nómico avanzado, lo fundamenta y apoya. Por último, no faltan
quienes ven inestable el pensamiento económico de Alamán, por
dejar de lado su pensamiento político.
Examinando el ideario alamanista en su conjunto -con su cara
política, su cara económica y su rostro total: su intepretación his-
tórica-, si algo lo caracteriza es su congruencia. No hay un Ala-
mán conservadoren política y avanzado en economía. Hay un Alamán
conservador integral, pero que, inteligente y sensible, sabe que en
economía hay que innovar -fortaleciendo el cuadro de las clases
privilegiadas con una nueva clase que también surgiría del privile-
gio-- precisamente para mantener vivas y pujantes las fuerzas con-
servadoras. Un Alamán que congruentemente evoluciona, por lo
mismo que actúa -influyendo o tratando de influir- en la vida
política del país, por aproximadamente cuarenta años, y que, cuando
se percata que las fuerzas coloniales no pueden sustentarse por sí
mismas, no tiene empacho en buscar en la monarquía el apoyo
externo que requieren.
En lo que toca a pensamiento económico, el alamanista tiene
su punto de partida en las ideas políticas primarias que adopta su
autor. Mas, no siendo un ideario ajeno a la realidad, teórico en
su sentido restringido -esto es, al margen de la realidad, sin pre-
te~der i~terpretarla o influir1a-, sino, por el contrario, un pensa-
rruento inmerso en la realidad, buscando influirla, necesariamente
s~ vincula a ésta y sufre o se amplía por su influencia. De aquí que,
s~n faltar a la congruencia ni apartarse de su ideario político esen-
cial, el pensamiento económico alamanista presente el caso de una
evolución en cuarenta años.

LIBRECAMBIO EN EL LIBERALISMO ILUSTRADO

Ya hemos visto cómo reacciona políticamente el liberalismo en


el sector ilustrado frente al intento alamanista de crear una indus-
tria protegida. Aparte la sospecha política que surge de presenciar
el propósito de crear una clase privilegiada que fortaleciera el cuadro
458 JESÚS REYES HEROLES

tradicional y de la acción por táctica política de contar con la clase


comercial en la lucha contra el gobierno de Bustamante, hay en
este sector una idea central de liberalismo económico que envuelve
y funda las apreciaciones circunstanciales. Mora, en las Notas Esta-
dístico-Políticas de México, a más de enjuiciar política y económica-
mente el Banco de Avío, recuerda el principio fundamental del libe-
ralismo eonómico:

El interés individual estimulado por la concurrencia libre de


todas trabas, y no la protección siempre ruinosa de los gobiernos, es
la que debe fijar la inversión de los capitales y determinar la indus-
tria de un país.33

los productos de las fábricas mexicanas no podrán competir


con los extranjeros, en virtud de no contarse ni con los capitales
ni con las máquinas y de no ser las materias primas "tan baratas ni
fáciles de obtener" como en Europa. las actividades industriales
no van a ser útiles y "distraerán de la agricultura y minería" a
muchos brazos que podrían y deberían emplearse en ellas.
El liberalismo económico que coincide momentáneamente con
el interés político, viene de atrás. Mora es un liberal integral y en
economía es perceptible la influencia del pensamiento de Say, junto
a tratadistas secundarios como Droz." Antes de que aparezca el
proyecto alamanista, los juicios librecambistas, los principios del
liberalismo económico como inescindibles de lo político, son expre-
sados por Mora en su "Ensayo filosófico sobre nuestra revolución
constitucional", publicado el 3 de marzo de 1830 en El Obseroador."
En este Ensayo, en que está brillantemente resumido eiéorte liberal
de Mora, se enumeran y analizan los estorbos que se han presentado
para la constitución liberal del país, y después de los políticos y
sociales, se toca el prohibicionismo proteccionista, que se ve como
una herencia del mercantilismo colonial: "No nos han perjudicado
menos ni son menos contrarias a los principios de una constitución
verdaderamente libre, las ideas mezquinas que hemos recibido de

33 El Indicador de la Federación J.'Kexicana, Tomo 1, número 4, 30 de octubre


de 1833, p. 110.
34 JOSEPH DRoz: Economie Poliliqlle ou Principes de la Science des Ricbesses,
troisiéme edition. París, Jules Renouard et Cie., Libraires Editeurs, 1854.
as Segunda época, Tomo 1, pp. 1-16. En Obras Sueltas: Tomo 11, de la página
2" ., si&s.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 459

nuestros padres sobre economía pública: hablamos del sistema pro-


hibitivo, o lo que es lo mismo, de las trabas puestas a la industria
de los particulares, bajo el pretexto de fomentar la prosperidad
nacional". El método para obtener y asegurar la prosperidad es el
opuesto:
Sin la libertad de la industria, la creación de capitales es muy
lenta y tardía; las facultades activas del hombre carecen de estímulo,
y esto lejos de fomentar atrasa considerablemente a una nación.

Sólo la libertad económica, inseparable de las libertades polí-


ticas y civiles, puede conducirnos al bienestar. El sistema prohibitivo
no sólo va en contra de la libertad económica, sino también de su
fundamento, el derecho de propiedad individual y de la soberanía
del consumidor: "Además, toda prohibición de comprar, vender o
producir es un ataque formal al derecho de propiedad, es un privi-
legio exclusivo a favor de los productores, que siempre son los me-
nos, y contra los consumidores, que son los más". Nación alguna
ha progresado si no es en la proporción en "que se han disminuido
las trabas que encadenaban la producción en sus tres ramos de agri-
cultura, manufacturas y comercio".
México, en lugar de avanzar, retrocede en lo que toca a libera-
lismo económico y, por consiguiente, a prosperi"d, incurriendo cada
vez más en prohibiciones, por imposibles inoperantes, obstaculiza-
doras de los medios de subsistencia y fomentadoras del contrabando.
Ni qué decir que el juicio comprende por igual prohibiciones y dere-
chos protectores:
Nosotros sin embargo nos hemos empeñado en que hemos de
adelantar a fuerza de prohibiciones, y en este punto hemos retrogra-
dado muchísimo: no hay año en que no se promueva sobre las ya
existentes una nueva prohibición, y de esta manera, sin conseguir lle-
varla a efecto, porque la razón y la experiencia han acreditado ser
imposible, se destruyen algunos medios de subsistir, se desmoraliza
la nación por el tráfico fraudulento y clandestino, y se aumentan las
bancarrotas de los ciudadanos honrados, que por haber satisfecho
fielmente derechos subidísimos, los artículos de su comercio no se ha-
llan en estado de competir con los de su misma clase introducidos
por alto.

En éste, como en otros puntos, los excesos de la inteligencia


pura, fuerte en doctrinarismo, colocan a Mora a un lado del Pensa·
460 JESÚS REYES HEROLES

miento, que al conjugar la idea con la realidad, privará en el libera-


lismo mexicano: la heterodoxia en materia económica.
Singularmente rectas, frontales e importantes resultan las "In-
dicaciones económico políticas", publicadas en El Observador" el
10 de .marzo de 1830. Se trata de una diáfana exposición de libera-
lismo económico, reveladora de un serio conocimiento de la teoría
y de la aspiración de aplicarla inmisericordernente en México. El
artículo obedece al déficit de la administración pública y está diri-
gido a buscarle solución; pero en él resulta fundamental, por su
extensión y calibre, la exposición librecambista.
La difícil situación del erario se debe, tanto a la pobreza cau-
sada por las convulsiones políticas que han paralizado el comercio
y la industria, como a la desconfianza engendrada por los "errores y
extravíos de la administración pública". Para resolver de inmediato
el problema se deben levantar las prohibiciones contenidas en el
decreto de 1829 y seguir en lo futuro una política liberal. Hay que
abandonar la práctica de las prohibiciones, a pesar de sus antece-
dentes y arraigo:

Sabemos muy bien, porque es notorio, que se ha querido intere-


sar a la nación, como por causa suya, en favor de las prohibiciones, y
se ha tratado de persuadir a la clase de los consumidores, que es la
más numerosa y en que se comprende también la más miserable, que
su bienestar consiste en las prohibiciones, siendo así que les perju-
dican: perjudican la industria que se pretende favorecer, y perjudican
a la riqueza pública.

El Ensayo se dedica a probar que las prohibiciones son perju-


diciales al bienestar, a la riqueza pública, a los industriales y a los
consumidores. Los razonamientos fundamentales son la baratura,
mediante la abundancia y el desestancamiento: "El interés de los
consumidores está en conseguir los géneros de su consumo al menor
precio posible. Todos desean comprar barato lo que necesitan, y la
baratura depende de la abundancia y de la libertad". Cuando un
producto escasea su precio sube y: "La escasez proviene no solamen-
te de que haya pocos productos, sino también de que su venta se
haga por una o pocas manos, porque en este caso el vendedor puede
imponerles .el precio que le acomode, y siempre le acomoda el impo-

36 Segunda época. Tomo 1, número 2, pp. 29·49.


PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 461

nérselos alto". Por consiguiente, la baratura viene de la abundancia


y la libertad, y la escasez de la prohibición. Cuando no hay libertad,
pocos venden, hay escasa oferta y los precios suben:

No sucede así cuando hay libertad para que todos introduzcan y


vendan. Entonces los comerciantes no pueden subir los precios a su
arbitrio, entonces también los productos abundan, porque la bara-
tura aumenta los consumos, y éstos favorecen la producción.

Como se ve, se piensa en precios reducidos para fomentar con-


sumos, sólo que de productos de importación. Buscar la baratura es
correcto, dado que es defender el valor del propio trabajo:

Es natural que se anhele y se procure la baratura, porque ella


nos proporciona el satisfacer más necesidades, o el disfrutar más goces
con menor dispendio del producto de nuestra industria. Al contrario
la carestía, nos obliga a mayor gasto del producto de nuestra indus-
tria, para satisfacer menos necesidades o disfrutar menos goces.

Ella, además, resulta esencial para la "clase menesterosa". Se


dirige el tiro fundamentalmente a la producción textil protegida,
estudiando al respecto el régimen colonial. El prohibicionismo colo-
nial impedía que el pueblo de México pudiera vestirse. Se prescinde
de que se trataba de un prohibicionismo para favorecer a la metró-
poli y, por tanto, sustancialmente distinto al prohibicionismo que
busca favorecer producciones nativas: "En tiempo del gobierno es-
pañol no había libertad de comercio. Este se había reservado exclu-
sivamente a la metrópoli, de donde nos venía cuanto consumíamos,
~xcepto lo que se permitía producir en nuestro país". Al haber
libertad de comercio, los géneros bajaron de precio. El mercantilismo
colonial producía la ruina y miseria y: "Por eso Flórez Estrada en
su representación al rey de España sobre los males de la nación
española, le propuso como medio para conservar las Américas, que
les declarase desde el momento como ley irrevocable, la libertad
absoluta y general de comercio para que pudiesen traficar con todas
las naciones del mundo". El optimismo es la conclusión: "Llegó en
efecto esta libertad, porque se hizo la independencia; y sin que nadie
lo mande se visten casi todos los que no pudo hacer vestir el gobierno
español".
Es verdad que los prohibicionistas alegan un objetivo plausi-
ble: fomentar la industria. Pero se equivocan en el medio y a veces
462 JESÚS REYES HEROLES

proporcionan un pretexto p.~a el enriquecimiento individual, ya


desentrañado por Say:
El principal objeto que se proponen los defensores del sistema
prohibitivo, es el fomento de la industria. Este objeto muy patriótico
y muy laudable, aunque no siempre se acierte con los medios verda-
deros de conseguirlo, suele servir algunas veces de pretexto al deseo
de enriquecerse o de sostener negociaciones a costa del mayor pre-
cio que se hace pagar al público. ¿Quién es, dice Say, el que solicita
las prohibiciones o los grandes derechos de entrada en un estado? Los
productores del género, cuya concurrencia se trata de prohibir, y no
los consumidores. Ellos dicen que es por el interés del estado; pero
es claro que es únicamente por el de ellos mismos. El interés particu-
lar está aquí en oposición con el general, y este mismo interés general
no es bien comprendido sino por las personas de mucha instrucción.
¿Qué extraño será pues, que se sostenga con tanto empeño el sistema
] prohibitivo, y que se le oponga una resistencia tan débil?

,
\ Un ejemplo poco afortunado surge: "Pero bien: el fomento de
la industria nc se consigue en nuestro país con las prohibiciones
absolutas. ¿Cuándo estuvieron más libres de competencia nuestros
tejidos que en tiempo del gobierno español? ¿y cuáles fueron los
progresos de nuestras fábricas? Ningunos, o muy cortos y muy len-
tos", Después de ello, la contradicción tiene que salir: "El sistema
colonial pudo influir en este atraso, porque no estaba en los intere-
ses de la metrópoli el adelanto de tales fábricas". Pero, al margen
de ella, la tesis del liberalismo económico se afirma:
El productor o productores que están seguros de vender sus
géneros, y sacar su ganancia sin temor de competencia en la calidad
y el precio, no se afanan por mejorarlos. Esto proviene de la tendencia
natural de todo hombre a sacar la mayor utilidad posible con el me-
nor trabajo posible. Sabe que si no hay otros productores, se le han
de comprar sus productos, aunque sean malos, y él ha de ganar en
ellos como si fuesen buenos. De aquí es que no necesita de impender
más trabajo ni mayores gastos en mejorarlos. No así habiendo con-
currentes Cada uno quiere atraerse el mayor número posible de com-
pradores, y para esto necesita mejorar la calidad y el precio de lo
que vende,

La innovación o perfeccionamiento de las producciones se debe


a la libertad de concurrencia, El artículo se refiere a un método que
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 463

Alamán va a usar para el fomento industrial y que es una supervi-


vencia mercantilista: la concesión de privilegios exclusivos para la
producción. Mientras hubo privilegios exclusivos para la producción
de los calendarios, éstos fueron malos. Se extinguió el privilegio y
mejoraron. Las prohibiciones producen similar efecto; pero ellas,
además, estimulan el contrabando y la corrupción. Las prohibiciones
dificultan o impiden la formación de capitales e imponen una "di-
rección forzada" a la industria:

Las prohibiciones perjudican la riqueza de la nación, porque no


dejan formar nuevos capitales, y hacen que tome la industria una
dirección forzada. Los capitales se forman de los ahorros, y por tanto.
el hombre que por la carestía de lo que consume tiene que gastar
todo el producto de su industria, no puede formar un capital.

y es un error formar "un compendio del universo" en cada


país. Las naciones deben especializarse de acuerdo con sus aptitudes.
La argumentación teórica medular, la división internacional del tra-
bajo, es expuesta:

La prosperidad de las naciones no consiste en cultivar todos los


ramos de la industria o cualquiera de ellos, sino los que le convengan
según la naturaleza de su suelo, su población, su situación geográfi-
ca y otras circustancias. Por eso unas son agricultoras y otras manu-
factureras, y no todas se dedican al cultivo de todos los productos
de la industria agrícola y fabril.

Este concepto se complementa con la división del trabajo, que


se presenta entre los hombres de toda sociedad. Cada individuo se
dedica exclusivamente a un oficio u ocupación: "El sastre no hace
sus zapatos ni el zapatero sus calzones, uno y otro le compran som-
breros al sombrerero, y éste a su vez les ocupa en que le vistan y
calcen". Tal cosa sucede en virtud del principio de utilidad: "¿Y por
qué el sastre no hace sus zapatos y su sombrero?, ¿no ahorraría
de este modo la utilidad que le sacan los artesanos que los fabrican?
Sí la ahorraría; pero sería inferior a la utilidad que le produce su
dedicación exclusiva a hacer vestidos, y después de todo, los zapatos
y el sombrero no le saldrían tan buenos ni tan baratos como los que
Compra a los fabricantes respectivos".
Pero, aparte del absurdo teórico que resulta de oponerse a la
división internacional del trabajo, nuestro país no tiene aptitudes
464 JESÚS REYES HEROLES

ni reúne condiciones para producir manufacturas: "La industria fa-


bril, contraída a la producción de manufacturas para el surtimiento
propio o para el comercio extranjero, supone no solamente abun-
dancia de las primeras materias, sino también de brazos que puedan
dedicarse a la fabricación sin perjuicio del ramo o ramos de indus-
tria que sean más naturales y productivos". La conclusión es: "Por
eso los mexicanos no somos ni podemos ser en mucho tiempo manu-
factureros". La causa primordial es la falta de brazos. Dedicarnos a
producir manufacturas es desatender la naturaleza:

Querer pues ahora que la República Mexicana con siete millones


de habitantes, dispersos en la vasta extensión de un terreno, cuya
área es casi de 120 mil leguas cuadradas, con un suelo que está ofre-
ciéndose al cultivo para producir en abundancia frutos preciosos que
todo el mundo busca y necesita, se dedique a las manufacturas, es
querer que desatienda a la naturaleza, por sujetarse a los penosos es-
fuerzos del arte estrechado por la necesidad.

y no sólo la agricultura nos llama y nos indica el camino na-


tural; también la minería:

¿Y se querrá que México, oponiéndose a la naturaleza, se dis-


traiga del comercio ventajoso que le proporcionan sus minas, para
que sus brazos y sus capitales se dediquen a las manufacturas? .

Nos faltan brazos para explotar lo que la pródiga naturaleza


nos ha dado. Carecemos de los caminos que nos permitirían exportar
los frutos de la agricultura: "Véase ahora si aunque se multiplique
la población, lejos de faltar, sobra ocupación para los mexicanos,
en los recursos naturales y abundantísimos de la minería y de la
agricultura". La inspiración doctrinal da prioridad a la agricultura:
"Los economistas asientan, que de la industria agrícola, la comercial
y la fabril, la primera ofrece ventajas más sólidas que las otras dos,
porque es más independiente y subsistente, y más segura en su
producción".
Dicha inspiración es la clave, es el "sigamos el camino abierto
por la naturaleza". Haciéndolo, produciremos aquello "en que los
extranjeros no nos pueden exceder, ni aun igualar": agricultura y
minería." Con la libertad de concurrencia algunos capitales irán

37 El:> de febrero de 1834. El Indicador de la PedertKió• .M.exi(alla, Tomo UI,


PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 465

libremente a la producción de manufacturas y a ello se puede ayu-


dar, protegiendo el establecimiento de máquinas y maestros extran-
jeros "y las artes progresarán, siguiendo, no precediendo a la agri-
cultura".
El Observador se ocupa a continuación en el argumento de que
la libertad de comercio dejaría sin recursos con que sustentar a
quienes viven de la producción de artículos de importación. En pri-
mer lugar, los males no pueden ser muchos, pues: "Nuestro terri-
torio no se puede decir que era manufacturero; ni las fábricas todas
fueron destruidas". Da el dato de que en Puebla había en 1829
seis mil telares. En segundo lugar, el argumento sería válido si se
levantaran las prohibiciones bruscamente; pero ello no debe hacerse
y el mismo Say indica que suprimirlas de repente es una temeridad, y:
"En tercer lugar, no se trata de una libertad absoluta. La escasez
de la hacienda pública no permite que la importación se haga sin
pagar un derecho de entrada, y este derecho proporciona la concu-
rrencia de los géneros del país con los extranjeros".
Cuando hubo libertad en 1825 y 1826, todos prosperaron en
México y la pobreza que se experimenta se debió a los trastornos
políticos y no a la libertad. El artículo termina diciendo que com-
prende "que un gobierno debe respetar hasta cierto punto las preo-
cupaciones populares; mas no así un escritor", por lo que, a pesar
de "la prevención que hay contra la libertad", expone sus pun-
tos de vista.
Es interesante hacer notar que Lorenzo de Zavala, que es un
claro exponente del liberalismo igualitario, coincide con el ilustrado
en que es dogmáticamente antiproteccionista. En efecto, refiriéndose
a la prohibición de importar géneros ordinarios, dictada por el Pre-
sidente Guerrero, asienta que: "Nada era más antieconómico que

pp. 3-7, publica un artículo sobre "Qué industria corresponde a la República Me-
xicana y qué ramo de eIla debe fomentarse de preferencia". Coincidiendo con El
Observador, asienta: "Aunque la República Mexicana sea indisputablemente superior
a las que han nacido en este siglo de las colonias españolas, así por el exceso de su
población sobre todas las demás, como por las artes de la civilización y sus riquezas
metálicas; está muy en sus principios para poder rivalizar, no sólo con las naciones
de Europa, pero ni aun con los Estados Unidos del Norte, en la industria manufac-
turera. Los pocos productos de esta industria en México son tan imperfectos y cos-
tosos, que no sólo no podrán ser exportados con ventaja, sino que ni aun habrá faci-
lidad de sostener su expendio en el mercado del país y consumo doméstico contra
los extranjeros de su clase; por más que se multipliquen las prohibiciones, siempre
) en todas partes burladas y eludidas, por el poderoso resorte del interés individual".
JESÚS REYES HEROLES

esta medida". El "bien de la mayoría" consistía en que ésta "tuviese


los efectos más baratos y que pudiese vestirse". El prohibicionismo
es una "preocupación arraigada", y el del Banco de Avío es absurdo,
ridículo y mezquino. Para Zavala, el camino era admitir que, no
habiendo en el país "telares de algodón, ni manufacturas suficientes
para vestir el décimo de la población, y siendo una de las primeras
atenciones del gobierno desterrar la vergonzosa desnudez en que se
halla mucha parte de ella", se permitía la entrada de todos los efec-
tos que pudiesen disminuir la desnudez de la población. El modo
de subsidiar el Banco de Avío, destinando a ello una parte de lo que
produjeran los derechos de importación sobre las telas de algodón,
erigía al Gobierno "en inspector general de estos artefactos". A
Zavala le parece inútil hacer reflexiones en el aspecto económico
sobre esta disposición, pero apunta: "Todos los maestros de esta
ciencia levantan la voz contra tales medidas gubernativas" .38

TADEO ORTIZ

Nuestro viejo conocido por colonizador y federalista, T adeo


Ortiz, en su México considerado como nación independiente y libre]"
uno de los libros más profesionales en economía del siglo pasado, se
nutre fuertemente en Adam Smith y, sobre todo, en Flórez Estrada
Para él, la base y fundamento del poder real de la sociedad es la
agricultura:

De los adelantos del cultivo de la tierra dependen pues necesa-


riamente los progresos de la población, civilización e industria que
acumulan los capitales y avivan el comercio, las ciencias y las artes,
que hacen la dicha y bienestar de los pueblos.

Todo depende de la agricultura: el vigor del Estado, la riqueza


de la nación, el bienestar de sus habitantes. Malthus es rebatido por
Tadeo Ortiz cuando afirma que en los mexicanos "existe una no-
disposición a consumir" Tenemos aptitudes para las ciencias y las
artes; pero necesitamos desarraigar hábitos erróneos y costumbres

311 LORENZO DE ZAVALA: Ensayo histórico de las revoluciones de México, desde


1/l0/l hast" 18.30, Tomo 11, Nueva York, Imprenta de Ellíot y Palmer, 1832. pp.
304·305.
39 Burdeos, Imprenta de Carlos Lawalle Sobrino, 1832.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 467

negativas, abolir los estancos e implantar la libertad de industria;


introducir capitales, estar pendientes de las innovaciones e importar
las máquinas; construir "caminos de ruedas", pues sólo así podre-
mos tener éxito en "el ramo de manufacturas de consumos de pri-
mera necesidad". Tadeo Ortiz defiende las máquinas frente a los
artesanos. La mudanza de trabajo a que el artesano es obligado, se
compensa con una mayor producción y otras ventajas. Por lo demás,
la influencia del comercio libre siempre es "benéfica", en contra de
las "funestas consecuencias del sistema prohibitivo".
Cuando se desarrollan los elementos de la riqueza de un país,
se desemboca en el librecambio. Sin éste, las naciones se mantienen
estacionarias y sus esfuerzos de progreso son estériles. La disminu-
ción de los salarios, el entorpecimiento de la industria, la parálisis
de la agricultura y el comercio interior, la miseria, desmoralización
y barbarie, son las consecuencias del aislamiento y de las "medidas
prohibitivas y tarifas exorbitantes". La política que a ello propende
es consecuencia de una "temeraria ceguedad". La concurrencia «0-
nómica de todos los pueblos de la tierra es vivificante, fomentado. a
del trabajo y la riqueza, en cuanto abarata artículos, impulsa con-
sumos, acrecienta los derechos del Fisco, multiplica las fuentes de
empleo y aumenta el valor de las tierras.
México, desgraciadamente, "sujeto por sus intolerantes dorni-
~adores al más estricto sistema prohibitivo, no solamente perdió el
tIempo en la carrera de la civilización, progresiva por todas partes
d~sde aquella época", sino que al obtener "su emancipación tardía
e Impulsada por las circunstancias", no pudo despojarse de los vicios
d.e una administración y legislación monstruosa, gótica, aboliendo el
SIstema prohibitivo y protector; "persuadiéndose que la verdadera
base del comercio libre activo, consiste en admitir a todo trance la
concurrencia y proporcionar con la rebaja de los derechos mayores
consumos, y que lo que se deja de percibir por lo pronto no es más
que en apariencia, puesto que siendo mayores los consumos, serán
proporcionados superabundantemente los derechos de entrada, reco-
giéndose además el fruto de la acumulación de capitales, la dismi-
nución del contrabando y desmoralización".
Nos hemos encaminado por las "inconsideradas prohibiciones
y excesivos derechos", lo que produce nuestro atraso, limitando los
consumos en detrimento de los pueblos y de la satisfacción de sus
necesidades. De tal política proviene el que se haya reducido la
exportación y trabajo, o sea, "la ocupación de las masas menos
acomodadas". Ya en Europa se cita el inmenso perjuicio "que las
468 JESÚS REYES HEROLES

crecidas tarifas y aranceles versátiles han inferido al pueblo me-


xicano".
Se avergüenza de 10 poco que México importa, pues cree que
un indicio de la prosperidad de un pueblo se halla en el volumen de
sus importaciones. Su posición doctrinal es simplista: no hay más
que el "sistema mercantil caduco" y "los economistas más clásicos".
Escoger éstos es optar por la ciencia y el progreso. En un país "casi
exclusivamente minero como lo es México, el dinero es y debe
considerarse como cualquier otro producto de la tierra". La impor-
tación de mercancías a cambio de dinero, enriquece al país. Es ver-
dad que en México "no hay toda la industria necesaria" y a ello se
debía que se creyera "que la balanza de su comercio era sumamente
desventajosa". Pero los nuevos principios y los adelantos que deberá
hacer la agricultura cuando se favorezca el cultivo de ciertos ramos,
"la apertura de caminos y el uso de canales fluviales", podrán faci-
litar la exportación de "los productos territoriales, y particular-
m4iQte los artículos coloniales", con lo que será posible sustentar un
buen comercio libre. Por todo ello, es "uno de los deberes más esen-
ciales de los mexicanos el fomento del comercio libre, como fuente
de la actividad y movimiento de las empresas industriales" y es
"una de las obligaciones primordiales de los encargados del poder
el protegerlo y activarlo con leyes francas, fijas y equitativas de
benéfica influencia y reciprocidad mutua para los mexicanos y los
extranjeros". Al obtenerse la independencia, debió desaparecer, como
símbolo de la Colonia, el sistema restrictivo.

EL CASO ANTUÑANO

Desentrañar las ideas políticas y económicas de Antuñano pre-


senta dificultades casi insuperables. Antuñano es un prolífico panfle-
tista que publica cartas, folletos, estudios, en un lapso de más de
diez años. No se mueve exclusivamente en el campo de las ideas
y tampoco puede ser encuadrado en el juego político nacional. La
expresión pública de sus ideas obedece a móviles concretos: no es
un teórico de la industrialización; es un industrial. Tiene un obje-
tivo al cual subordina todo: la creación de industrias, y no le im-
porta, en el fondo, bajo qué régimen o ideología se creen industrias,
con tal de que éstas surjan y progresen. Antuñano es el promotor
que iniciado en la aventura industrial, incurre en contradicciones,
en cambios tácticos, cuando su objetivo preponderante 10 exige. De
PROTECCiÓN Y LIBRECAMBIO 469

aquí que su pensamiento, visto a la distancia de un siglo y en su


conjunto, muestre acomodos y contradicciones, sobre todo en su as-
pecto político.
Sólo es fiel a la industria y su protección; en todo lo demás,
se le ve sagazmente dispuesto a contemporizar, a la transigencia
y el arreglo. No decimos que sus intereses concretos mandaran
sobre él, por más que éstos no dejaran de influir en la manifestación
de sus ideas. Conoce la economía política clásica inglesa y se ins-
pira en ella y en este sentido es un economista liberal. Pero sólo se
inspira en parte, desechándola, en cambio, cuando en el esquema
doctrinal no encajan sus propósitos. Está al tanto de la revolución
industrial inglesa y de esta experiencia al igual que de la napoleó-
nica, extrae algunos de los métodos que postula.
Maneja a Adam Smith y a él se adhiere, en cuanto éste des-
truye la idea fisiocrática de la productividad exclusiva de la agri-
cultura. Es un devoto de la industria y ello lo induce a identificarse
con Smith en la superación de la fisiocracia; pero, entiéndase bien,
únicamente en ello se identifica. Sus palabras al respecto son elo-
cuentes: " ... entre los sectarios de Quesnay, que jugando a la gallina
ciega, demandaban a la tierra lo que crueles desengaños les habían
patentizado no encontrarse en los cubiletes de Law," "Adam Smith
apareció como un Mesías". Smith es "el economista escocés, grande
de toda la altura de sus montañas"."
Un promotor difícilmente es doctrinario. Tal el caso de Antu-
ñano. Cuando su prohibicionismo es combatido con argumentos li-
brecambistas, su reacción es categórica: e e • • • algunos individuos del
alto gobierno, están inoculados en el fósforo económico político de
los economistas ultramarinos: creen indudable, que la industria
patria pueda prosperar por sí sola sin el auxilio de las leyes".41
Declara que se encuentra imposibilitado para determinar los costos

40 Dictamen presentado a la Cámara de Diputados por sus comisiones unidas


de Minería e Industria, consultando medidas para promover y fomentar en la Repú-
blica el establecimiento de ferrerías .. . México, 1845. Reimpresión Librería Manuel
Porrúa en: Pensamientos para la regeneración industrial de México, escritos y publi-
cados por el ciudadano ESTEYAN DE ANTUÑANO, a beneficio de su patria. México,
1955. Sugestiva nos parece la posible influencia de Saint Simón sobre Antuñano,
apuntada por MIGUEL A. QUINTANA en: Esteoan de Antuñano, fundador de la in-
dustria textil en Puebla, México, 1957, Tomo 1, pp. 24-26.
41 Breve memoria del estado que guarda la fábrica de hilados de algodón Cons-
tancia Mexicana, y /a industria de este ramo. Puebla, 1837, Oficina del Hospital de
San Pedro.
470 JESÚS REYES HEROLES

de la hilaza y de la manta y rechaza el principio de los costos com-


parativos, exponiendo la teoría de la protección a la industria joven:

El querer que nuestra industria prospere, cuando está recién na-


cida, poniéndole en competencia la robusta industria extranjera, es
lo mismo, que pretender que un infantillo se levante cuando lo tiene
agobiado el cuerpo de un adulto. 42

No es partidario de la protección meramente arancelaria: "La


prohibición es el medio más directo, más eficaz, que se ha conocido
en México, para fomentar la industria patria y cortar el contra-
bando de los artículos de ella, que conviene fomentar".
Situándose en la posición de la economía política clásica, An-
tuñano encuentra que México y los mexicanos tienen ciertas aptitu-
des para el desarrollo costeable de la industria del algodón. Par-
tiendo de la división internacional del trabajo, nuestro país, por sus
elementos naturales -posibilidad del cultivo del algodón, sobre
todo en nuestras costas- y por las aptitudes innatas y ancestrales de

42 Las Observaciones contra la libertad del comercio ex/erial', o sea cantes/ación


al diario del Gobierno Federal (Puebla, 1835, Imprenta del Hospital de San Pedro,
a cargo del ciudadano Manuel Buen-Abad}, firmadas por P. A. Z., del poblano Pedro
Azcué Zalvati (MIGUEL A. QUINTANA, op, cit., Tomo l. p. 267). condenan violen-
tamente a los ideólogos, proporcionándonos la que fue una argumentación bastante
generalizada. Ve las teorías "recomendadas por el espíritu de novedad y escolasti-
cismo" menospreciando las opiniones nacionales, y al "juego de una brillante ideo-
logía" hacer enmudecer "la voz del interés y conveniencia pública". En los afanes
librecambistas en México no encuentra más que una maniobra de la astucia, la es-
peculación y el cálculo, que tratan de aprovecharse del candor o falta de experiencia
de los mexicanos. Su crítica al librecambismo y a los tratados de Smith y Say "y otros
escritores", no deja de tener su fundamento: ellos, "aunque jamás habían pisado es-
tas regiones; ni se hallaban tampoco al alcance de sus circunstancias particulares, for-
maron sin embargo de la economía, una ciencia tan universal y exacta como las mate-
máticas, apoyándola en principios, que () no se han entendido todavía, o no pueden
aplicarse con la absoluta generalidad, que han pretendido sus secuaces". Acremente
se ocupa de Tadeo Ortiz y se refugia en el prohibicionismo napoleónico a través del
informe de Las Cases, acogiendo también el desprecio de Bonaparte por los econo-
mistas, quienes. creía. podrían disolver en polvo una monarquía de granito. Se trata
del interesante MeIllOl'ú¡J de Salita Elena del CONDE DE LAS CASES (Barcelona, 195·l,
Editorial Iberia. S. A., tres tomos). No debe subestimarse la influencia de esta obra
---cuya primera edición es de 1821- en la formación de la mentalidad industrializa-
dora y pronibicionista, así como en lo relativo a la articulación de la agricultura, la
industria y el comercio. En cuanto a la condenación de los economistas, véase: Op.
cit .. Tomo 11, p. 292 Y sigs .. y en lo que toca a la articulación de las actividades eco-
nómicas, p. 123.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 471

sus habitantes, puede desarrollar una industria textil del algodón,


sólo requiriéndose brindar a ésta el impulso inicial, crédito y pro-
tección; esta última a título temporal y en su forma más aguda:
prohibición.
En 1833 -téngase presente el año- define radicalmente su
pensamiento político. El partido del retroceso, bajo "el velo respe-
table de piedad o de patriotismo", disimula "las miras del interés
personal, y aun hasta las pasiones más degradantes, impías, y anti-
patrióticas". En el Presidente, que es Santa Anna, ve la encarnación
del Estado y considera que no debe entregarse "a ningún partido ni
clase". El país es políticamente independiente, pero el pueblo con-
serva "aquellas costumbres que le dio el sistema colonial". Es pre-
ciso acomodar el país "a las liberales leyes democráticas", evitando
su abuso. Las costumbres sólo pueden mejorar si se extiende la ilus-
tración; pero ésta no se puede "adquirir sin ocupación útil y honesta
que proporcione recursos para ello". El resorte para sacar al país
de la revolución, del espíritu de partido y de clase, de la ociosidad
y la ignorancia, del fanatismo y la impiedad, es promover la refor-
ma de las costumbres civiles, "cuyo infalible y único origen es la
ocupación útil y honesta de todos los mexicanos". Así llega a un
lema típico del liberalismo económico: e e • • • dad propiedad a los
hombres y ellos crearán virtudes: dirigid a este punto todo vuestro
connato".
Antuñano, viendo en el Banco de Avío "el pensamiento más
grande que ha ocurrido desde que México es Nación", por lo mismo
que está dirigido a dar "ocupación útil y honesta", calificándolo
como e e el Banco de la beneficencia pública de México, la palanca
poderosa y única que ha de separar la pobreza y la revolución",
critica, sin embargo, el gobierno de Bustamante, porque "el espíritu
de partido y más bien el de clases, se apoderó de muchos de sus
principales miembros".
Siguiendo la división internacional del trabajo, Antuñano pre-
cisa su pensamiento fundamental: "todas las naciones tienen su ramo
preferente: en la nación mexicana el algodón es eminente". La
e~inencia proviene de las posibilidades que para producir la fibra
e~lsten en las costas y porque, por su múltiple uso, facilidad de cul-
tIvo y elaboración, "además de los conocimientos, aunque rudos,
9ue se tiene de sus operaciones; basta para empezar a levantar la
~ndustria del país, dando ocupación a muchos brazos". Lucha por
I~ual contra aquellos que creen que la independencia del país es
lIbertad de comercio y contra los que quieren mantener las formas
472 JESÚS REYES HEROLES

artesanales de producción. Cuando en el Diálogo entre un comer-


ciante y un tejedor, éste, que cree en la forma artesanal, considera
que las máquinas, sin venir al país ya han arroinado a sus clases,
y opone el argumento de la falta de mercado para un algodón pro-
ducido industrialmente, Antuñano resuelve el problema dentro de
la clásica teoría: en primer lugar, de los tejidos ordinarios iríamos
pasando a los tejidos finos, es decir, la diversificación de produc-
ciones y el mejoramiento de calidades; y, en segundo lugar, cuando
empezasen "a redundar los géneros de algodón, buscaríamos re-
cursos de extraer lo sobrante de mar en fuera, como ya lo empiezan
a hacer los Angloamericanos".
Para el problema de la falta de comunicaciones piensa en la
navegabilidad de nuestros ríos. Además, conforme la industria se
arraigue y se logre en México la tranquilidad y la abundancia, "irá
también creciendo la población y el consumo", ya por la inmigra-
ción, "como porque habiendo paz y abundancia, habrá muchos casa-
mientos". La solución, como se ve, es ingenua."
Aun cuando tiene una concepción orgánica, no entiende el pro-
blema rural en toda su magnitud. Enfatiza el papel de la agricultura
en el desarrollo económico: "La agricultura cereal es la nodriza
suave del género humano, y la inventora de las leyes y de la civili-
zación"." Y encuentra la causa del atraso de la agricultura en "la
falta de consumos", "principal rémora que detiene los progresos
de la agricultura". Aparte de ello, señala la superabundancia en el
caso de Puebla y se ocupa de otros factores, como los diezmos, que
no toca, por respetar "ciegamente los preceptos de Nuestra Santa
Madre la Iglesia".
Revela incomprensión frente a la mala distribución de la pro-
piedad rural, negando que la concentración de la tierra produzca
la pobreza de la agricultura:
No faltan mexicanos, que aplicando equivocadamente las teorías
de economía rural, que en Europa están en práctica y producen buenos

43 Ampliación, aclaración y corrección a los principales puntos del manifiesto


sobre el algodón manufacturado y en greña, que escribió y publicó en el mes de abril
el C. ESTEVAN DE ANTUÑANO. Puebla, 1833, Oficina del Hospital de S. Pedro, a
cargo del C. Manuel Buen-Abad.
44 Discurso analítico de algunos puntos de moral y economía política de Mé-
xico, con relación a su agricultura cereal, o sea pensamientos para un plan para animar
la industria mexicana, escritos y publicados por el ciudadano ESTEVAN DE ANTUÑANO
a benefido de Sil patria. Puebla, 1834, Imprenta del C. José W Campos.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 473

resultados; atribuyen la desgracia de la agricultura nacional a que la


propiedad territorial de México está contenida en pocas manos. De
aquí deducen la necesidad en que se halla la nación de hacer el re-
partimiento de tierras, no sólo de las que se han conocido con el
nombre de realengas; sino que pretenden despojar a los presentes
propietarios de alguna parte de sus campos: efectivamente, que esta
teoría alucina e incita a todo el que nada tiene, y no es extraño, que
algunos hombres filantrópicos, pero poco reflexivos, deseen la sub-
división de la propiedad territorial.

Supongamos que ya se expidió la ley del repartimiento y se


proveyó a los nuevos propietarios de los capitales que necesitan
para cultivar la parte de tierra que les tocó, y entonces empiezan a
levantar cosechas; pero "¿a quiénes les venden? ¿quién las consu-
me?" Es decir, el problema es la falta de consumos. Por 10 demás,
confía en el repartimiento de tierras hecho naturalmente: las nece-
sidades que se formen por la población, por la riqueza y por la
ilustración, irán dividiendo las tierras."
Más tarde, Antuñano, sin apartarse de su línea teórica, reco-
mienda fomentar la explotación del hierro y la fabricación de má-
quinas e instrumentos finos. A ello lo conducen, por una parte, la
existencia en México de la materia prima; por otra, su fe en la má-
quina y en tercer lugar el caso inglés:

La Inglaterra, no obstante que compone un terreno estéril, y


un clima duro; es indudablemente la nación mas rica, y si averigua-
mos el origen de esta riqueza, lo hallaremos, puntualmente, en la abun-
dantísima explotación de minerales de hierro, lo cual ha dado ocasión
a sus naturales, de hacer repetidos ensayos, sobre los modos de obrar
en las artes y la agricultura, con suma economía y perfección por
medio de instrumentos análogos.ss

45 Para proporcionar consumos a la agricultura cereal, propone siete puntos:


10.) "La creación de juntas directoras de industria"; 20.) "Colonización de las coso
tas"; 30.) "Aprecio y remuneraciones a los que con acierto se dediquen o aventajen
en descubrimientos y fomentos de la industria"; 40.) Propagación de plantas y ani-
males exóticos, y de las no cultivadas, y procreados últimamente hasta aquí"; 50.) "Ca·
minos y canales"; 60.) "Arreglo del comercio exterior"; y 70.) "El fomento e iluso
tración de las artes mecánicas".
46 ANTUÑANO: Pensamienta: para la regeneracián indl/strial de México. Dicta-
men presel11ado a la Cámara de Diputados por sus comisiones unidas de Minería e
[llduJtria . . ., reimpresión, pp. 29 Y 30.
474 JESÚS REYES HEROLES

Para Antuñano, el establecimiento "de fábricas de construcción


de instrumentos modernos y la explotación del fierro" "debe consi-
derarse el preliminar, la introducción, la base material de toda la
industria". Esto en 1837. 47
Su plan, los apuntes que sugiere para la creación de industrias,
son congruentes con su orientación: disposición de las materias pri-
mas, jornales más bajos, introducción de la máquina para obtener
costos reducidos, prohibiciones para defender el mercado interno
para los productores domésticos, fomentar caminos y canales, llevar
una estadística, crear juntas directoras de la industria, colonizar las
costas "para aumentar los consumos y la agricultura tropical", cele-
brar tratados de comercio, reducir los días festivos para aumentar el
trabajo; crédito y capital. A este último respecto, en 1837 propone:
"La relajación absoluta de las leyes sobre el mutuo usurario; para
poner en circulación productiva los grandes capitales depositados
en monedas y alhajas, que hoy nada fructifican, ni a sus dueños, ni
a la riqueza pública".
En julio de 1838, se ocupa en los siguientes asuntos: 1) qué
debe entenderse por "generalidad del pueblo mexicano"; 2) "qué es
ocupación útil y honesta en una inteligencia económica"; 3) "cuáles
son las clases que producen riqueza material"; 4) "qué representa-
ción tienen en la sociedad las profesiones que no producen riqueza
física, y qué proporción guardan en México unas y otras"." Expone
con amplitud su pensamiento económico y no deja de rectificar el
político. Aclara qué entiende por "leyes muy benignas". Se trata
de "aquellas instituciones políticas, que coartando poco la libertad
natural del hombre (su libre albedrío), sean sin embargo capaces
de conservar el orden social, y hacer en todos respectos, la felicidad
común". Esto es, Antuñano parte del concepto de libertades natu-
rales, que sólo deben ser restringidas atendiendo a las necesidades
de orden social y felicidad común. Pero las leyes "muy liberales, o
benignas" demandan mayores gastos para la administración, dado
que por el sistema representativo, requieren numeroso personal. En
estas condiciones, un pueblo no puede ser regido por leyes muy
liberales, mientras la generalidad de él "no se halle útil, y honesta-
mente ocupada". Ello en virtud de que "las leyes no pueden obrar
eficazmente, cuando no estén sostenidas por la riqueza", que fo-

47 op. cit., p. 26.


48Economía Política en México. Puebla, 14 de febrero de 1839. Imprenta an-
tigua en el portal de flores. "
,
¡
¡
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 475

menta la población, la ilustración civil e industrial y el espíritu


público; todo lo que constituye "una sociedad rica, fuerte y civili-
zada". En consecuencia, "mientras la generalidad del pueblo me-
xicano no se halle útil y honestamente ocupada, la nación mexicana
no podrá ser bien regida por leyes muy benignas".
Para Antuñano las leyes son la expresión de la voluntad so-
berana pública y tienen por objeto "arreglar las acciones de los
hombres, a términos de razón, y de conveniencia, común e indivi-
dual". Las leyes protegen la propiedad, la ilustración civil y econó-
mica, la religión y el espíritu público. Tienen, por consiguiente, que
calcularse atendiendo al carácter, riqueza, ilustración, situación topo-
gráfica, suelo y clima; pero:

Las sociedades democráticas necesitan más que ninguna otra,


leyes protectoras de los derechos, y celadoras de los deberes; por-
que estando más libre la voluntad individual, pueden las acciones per-
sonales de los hombres, hacer más perjuicios a sus conciudadanos, y
a su patria.

Las leyes por sí solas no son "más que buenos pensamientos";


ellas requieren una base material. Nadie puede ser generoso si tiene
necesidades y las leyes no pueden formar buenas costumbres "si los
materiales sobre que se apliquen no son compactos"; o, en otros
términos, "si la riqueza, la fortuna individual de la mayoría de los
asociados, no presta seguridad para el buen efecto de las leyes".
No se trata, empero, de un concepto indiscriminado de fortuna. La
fortuna individual debe estar condicionada a la esfera o profesión
de los individuos y su resultado debe ser el bienestar personal:

El buen estado de las fortunas particulares, no se debe calificar


por la riqueza, ni aun por la opulencia de algunos individuos; sino
por el bienestar personal de una gran mayoría de los habitantes.

La riqueza física es fruto del trabajo material e individual.


~e a~uerdo con estos criterios, la nación mexicana no debe por ahora
1C mas allá en las instituciones liberales que la rigen.

. . . porque su industria particular no produce la cantidad de ri-


queza suficiente, para sostener las comodidades de una gran mayoría
de sus habitantes, y que al mismo tiempo, sea capaz de costear una
476 JESÚS REYES HEROLES

administración más liberal, y de consiguiente, más extensa y bien


pagada.

Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que las leyes "muy libe-
rales" no sólo se dirigen a formar buenas costumbres civiles, "sino
que también promueven muy eficazmente la prosperidad de la in-
dustria, que da la riqueza".
La tesis de Antuñano es propiciar la industria, para, precisa-
mente, adelantar en lo político. En 1839 se dirige a los federalistas
"de buena fe", diciéndoles que México no puede costear una admi-
nistración muy liberal" y que teme que si nosotros:
... desde ahora pasásemos de las instituciones centrales a las
federales, los intereses de las localidades soberanas, o por mal enten-
didos, o por impotencia física y metálica del gobierno de la unión,
la guerra civil, la desmembración de la República, y tal vez el cauti-
verio de alguna, o todas las fracciones de lo que hoy es República
Mexicana, pondrían el sello a nuestros extravíos políticos, viniendo
a ser nosotros nllellamente colonos, por no habernos contentado con
ser. moderadamente libres.

Hace tres proposiciones para que ventilen los escritores pú-


blicos:

la.-México no podrá tener riqueza particular y pública, mien-


tras que la mayoría de los habitantes no esté útil, y honestamente
ocupada.

2a.-México no podrá ser bien regido por leyes muy benignas,


entre tanto no tenga la riqueza capaz de costear una administración
liberal.

3a.-México federal, desde ahora, no podrá evitar el envolverse


en guerra civil, ni conservar la unión entre sus estados libres; por la
aparente oposición de los intereses locales de éstos, por falta de fuerza
física, y recursos metálicos en el gobierno de la unión para hacer

'9 Enmedio de estas ideas polltícas, innova: postula la ocupación de las muo
jeres en las fábricas de maquinaria moderna (Ventajas políti&as, &ifliles, fabt-iles ,
Jomésti&as file por J. o&Npadón también a las mlljeres en las fábri&as Je ffUII/llina-
,ia moJerna file se está leflantanJo en Méxi&o, Jeben ,edbi,se. Puebla, 1837).
PROTEcaóN y LIBRECAMBIO 477

combinables dichos intereses, y contener con la ley armada, las pre-


tensiones desarregladas de los estados soberanos.

No sin razón, apunta que el equilibrio económico "del ingreso


y egreso de la riqueza propia, es la garantía de la estabilidad, po-
der y honor de las sociedades domésticas y públicas".
En noviembre de 1838, Antuñano reitera sus ideas en el sen-
tido de que la riqueza pública es fruto del trabajo; por lo consi-
guiente, el plan de hacienda pública debe fundarse en un principio
cardinal: concierne al Gobierno "averiguar y reconocer los manan-
tiales de nuestra riqueza particular y pública, e imponerles la cuota
de contribución suficiente, sin destruir e1germen de la producción,
antes dando a éste, un impulso benéfico"." Enfatiza sobre la necesi-
dad para el Gobierno de fomentar la industria de sus súbditos y
sostiene como una máxima la de "Pedir prestado para pagar a largo
tiempo", o sea, financiamiento a crédito del desarrollo económico.
Sobre la mecanización, Antuñano añade:
La industria manufacturera de México está en su infancia, porque
se ejecuta por medio de instrumentos y métodos torpes, aprendidos
de una metrópoli, que siempre ha caminado con el atraso de un siglo,
comparativamente, con las demás potencias antiguas de Europa; y
también porque nuestra ignorancia y pobreza, que eran el fruto de
nuestros atrasos fabriles, formaban la base de la política del gabi-
nete de Madrid, para conservarnos en sujeción; de aquí proviene,
que el pueblo mexicano aún hecho independiente y gozando de
grande y buen terreno, e instituciones muy benéficas, no ha po-
dido constituirse sólidamente, antes bien se ha conservado en una
agitación molesta, como el que tiene libertad en sus movimientos,
pero falta de discresión y de recursos físicos para dirigirlos a su bien.

Refuerza su concepto orgánico del desarrollo industrial. Este


arranca de que nuestro terreno "nos ofrece casi todas las materias
para la fabricación de los objetos acostumbrados y útiles, para satis-
facer, no sólo las necesidades más precisas, sino aún para poder
prese~tarnos con todo el brillo que caracteriza la civilización". Y
culmina con la idea de que:
Las ocupaciones mecánicas consumen y hacen útiles y lucrativos
los afanes del labrador y del minero, y son las que han de dar a unos

• ~ Bconomla Politice de Méxiro. IJeas vagas para 11" "lIevo plan de harie"da
Publlra. Puebla, noviembre 4 de 1838. (Sin pie de imprenta).
478 JESÚS REYES HEROLES

y a otros capitales y estimulos para extenderse en sus empresas; por


último, por el impulso benéfico directo, e indirecto de las artes fa-
briles, crecerá la población y la riqueza activa y consumidora, auxi-
liadas por el comercio interior y exterior, y unidas y mancomunadas
las clases productoras por un interés mutuo y relativo, harán soporta-
bles los dispendios que causan las clases improductivas, y de aquí ven-
drá la abundancia, la civilización, la paz...

Verdadera visión revela cuando capta el problema del campo,


de la falta de poder de compra de los jornaleros:

En mi concepto los jornaleros del campo se hallan escasos por-


que no se les facilita ocupación constante en sus oficios. Es una prue-
ba inconcusa el observarse que el maíz, chile y frijol comúnmente
tienen unos precios ínfimos, y tanto, que los propietarios del campo
siempre viven apurados por la escasez de sus utilidades, rendidas por
el grande y feraz terreno que cada uno cultiva y capital que invierte;
luego la inopia que sufren estas dos apreciables y numerosas clases,
no proviene propia y ordinariamente de la carestía de sus alimentos
exclusivos, calculada ésta por los costos agrícolas de ellos, sino de la
cortedad de la cuota jornalera en unos, y de la falta de ocupación
voluntaria, forzosa, u consentida en los otros.

y sostiene la necesidad de mejorar a los campesinos, aumen-


tando su jornal.
Poco después," dirige una exposición a las Cámaras. Su tesis
esencial es bien simple: el país no encuentra la paz y "no habrá
pa~ en México, mientras no haya industria ilustrada y honesta gene-
ralizada, y en su progresión". Antuñano subordina la política a la
economía:

La política es una ciencia admirable para gobernar; pero la po-


lítica está subordinada a la posibilidad física de cada individuo aso-
ciado y de todos en general, porque primero es vivir que obedecer.

La posibilidad física "sólo se adquiere después de la satisfac-


ción de las necesidades naturales". Nadie puede conservarse si no

51 Etonomla Polhie« en Méxito. Expositión respeluosa file el qlle suscribe


dirige a las aIIgllslas Cámaras de ltl Nllti6n.P uebla, junio 19 de 1839, Imprenta ano
tigua en el portal de las flotes.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 479

trabaja y para que haya trabajo se requiere la industria. Para esta


industrialización hay que desarrollar industrias sobre los ramos que
nos brinda nuestro suelo y un ejemplo satisfactorio lo hallamos en
"las primeras fábricas de algodón." Ingenuamente, Antuñano cae
~n una especie de determinismo del algodón. Este ramo es suficiente
para producir antes de seis años más de diez millones de pesos "y
esta suma repartida en todas las clases productoras, las animarán
y fomentarán; y toda esta riqueza generalizada, desterraría la pobre-
za, y la empleomanía, y por último, daría la paz al pueblo, y poder
a su gobierno ... " Desgraciadamente, la meta está distante, dado
que las leyes más benéficas para el progreso de la industria "se pu-
blican pero no se cumplen". Por los puertos del sur siguen introdu-
ciéndose artefactos extranjeros de algodón prohibido. Tampico está
abarrotado de existencias de artefactos de algodón y algunos puer-
tos del norte también. Si no se aplican las leyes prohibitivas, el país
se enfrentará a la ruina."

52 Las peticiones o pensamientos concretos de Antuñano son los siguientes:


1) Cumplir con las leyes prohibitivas de algodones, extendiéndolas hasta las telas que
no pasen de cuarenta hilos; 2) Cerrar los puertos que no puedan ser bien cuidados;
3) "Inutilizar, o exportar los artefactos de algodón que caigan en comiso"; 4) Fijar
un término perentorio para consumir las manufacturas de algodón de las clases prohi-
bidas que hoy existen en la República, cumplido lo cual se obligará al tenedor al
por mayor a exportarlas; 5) No imponer en los primeros seis años, después de que
se cumpla la ley sobre algodones extranjeros, derecho o impuesto alguno sobre algo-
dón nacional manufacturado o en rama; 6) "En el concepto de que serán religiosa-
mente cumplidas las leyes prohibitivas de algodones extranjeros, y de que a los fa-
bricantes de hilo del país quedará por este hecho un campo grande, para cultivar sus
utilidades, no ~t permitirá. que en ninguna filatura se pongan telares de maquinaria
para tejer de cuenta del interesado hilador, más que la mitad del hilo, que produzca
su fábrica; debiendo lo restante expenderse al público por dinero o por cambio de
mantas, como algunos fabricantes practican hoy. Este compromiso obligatorio, será
por seis años nada más, sin permiso de prórroga; pero sólo obligatorio después que
el supremo gobierno haga cumplir con las leyes prohibitivas. y si la autoridad nacio-
nal se abstiene de imponer contribución directa de cualquier denominación, sobre el
algodón nacional, al natural o en rama"; 7) "Promover por todos los medios la ex-
plotación del fierro, y el establecimiento de fábricas de construcción, para máquinas
e instrumentos finos, para el uso de las artes mecánicas, y de la agricultura; pues
estas operacior.es, deben ser justamente consideradas como la base material de la
i~dustria mexicana; pues sin ellas siempre se haJlar~ ésta m41 afirmaJa, sus opera-
aones ~o podrán llegar a ser bastante económicas, ni generalizarse las máquinas y
buenos Instrumentos"; 8) "El establecimiento de juntas directoras de la industria";
9) "La reducción de los días festivos".
480 JESÚS REYES HEROLES

Su impaciencia lo lleva a sostener la necesidad del "desenvol-


vimiento violento de la industria nacional" de algodones."
En 1843 aparecen doce cartas cambiadas entre Antuñano y el
Presidente Provisional de la República, Antonio López de Santa
Anna." En la primera, Antuñano comunica a Santa Anna que al
Director General de la Industria, Lucas Alamán, y al Presidente
Sustituto, don Nicolás Bravo, tiene expuesto todo lo conducente
para que la industria algodonera "no se paralice, ni retroceda, como
está sucediendo". En esencia, su proyecto se reduce a suspender las
leyes prohibitivas de introducción de algodón en rama, "siquiera
mientras se reúne un millón de pesos, del cual, quinientos mil peso~
serán destinados a fomentar las siembras, haciendo concurrir a las
costas brazos, que es lo único que ahí falta para conseguir tan grande
fin". El otro medio millón podría dedicarse a favorecer las empre-
sas de explotar el fierro y los establecimientos para construir má-
quinas o instrumentos, "como también a dar la última mano a algu-
\ nas empresas de lana, seda, etc., que están casi concluidas, pero
amenazadas de ruina por falta de fondos". Garantiza los resul-

) tados con su honor y con su vida, sólo con que se levante "la ley
perniciosísima que prohibe la introducción del algodón extranjero
en rama", ley que produce efectos contrarios a los que se buscan.
/ Santa Anna le contesta desde Manga de Clavo: " ... separado de
los negocios del gabinete como estoy, no debo ingerirme en ellos",

/
/ Pero Antuñano insiste. Le manda muestras de telas producidas en
"La Aurora Industrial" y le expone su tesis central, los polos sobre
los cuales debe girar el bien común:
Mi general, los males de México vienen de las malas costumbres
de un gran número de mexicanos, y aquéllas son efecto del mal
estado de las fortunas en la generalidad de éstas. Lo que se produce
no alcanza a cubrir lo que se consume, y no es bastante lo que se
produce, porque los métodos de obrar en las artes productoras de
riqueza, generalmente son torpes, o lo que es lo mismo, poco econó·
micos. Grande y decidida protección a las empresas de industria fa-
bril moderna, y economía en los gastos por la disminución prudente

53 RAtioci"ios para ti" plan para repeler noblemente la importación ae algoao·


fles "Clrtl.;WOS, en ttlall/tliera forma por el aeseTlfJolt'imiento violento de la inallslria
"';onaJ de la misma espetie. Puebla, 1840.
M &oflomia Polítita. Dortlmenlos (en dote tartas) para la historia de la i,,-
dMslri. ~ de al,ado"es e" México. Puebla, 1843, Imprenta. antigua en el por-
tal de las flores.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 481

de las clases improductivas, deben ser en mi concepto los polos sobre


que el gobierno haga girar bien la masa social.

Pide, asimismo, la simplificación de los trámites judiciales, so-


licitando que las cuestiones entre fabricantes o contra ellos por mo-
tivos profesionales, "se despachen a estilo liso y llano de comercio,
sin permitir escritos de abogados, en los tribunales mercantiles, o
que se creen tribunales industriales",
En su novena carta insiste en que México nada será "ni aún
con leyes celestiales, si la generalidad de sus habitantes no se halla
útil y honestamente ocupada en crear .artículos materiales que val-
gan también riqueza material", Insistiendo sobre el problema de la
maquinaria, en su undécima carta asienta:

La maquinaria moderna de hilados de algodón en México, antes


y al tiempo de su establecimiento, fue considerada por algunos como
innecesaria, como impracticable por otros, y como perjudicial por
muchísimos; y no faltaron quienes calificasen las máquinas modernas
de invenciones diabólicas: recuerdo a V, con sinceridad y respeto,
que el mes de octubre del año de 32 fue llevado con violencia ante
V. quien puso la primera fábrica de hilar algodón en la nación me-
xicana acusado de este hecho, como destructor de los artesanos, pero
que V. los satisfizo generosa y discretamente favoreciendo también
con los fondos nacionales, su grande empresa,-Hasta el año de
35 no había en Puebla un solo artesano extranjero, porque justamente
temían estos la persecución de los que siendo, discu1pablemente por
la educación colonial, más fanáticos que católicos, eran crueles e in-
tolerantes, hoy cuenta Puebla más de cuatrocientos artesanos extran-
jeros domiciliados para beneficio de esta afortunada ciudad.

. Reit~ra su tesis de que: "La nación mexicana no puede ser


q.UIeta, nca, fuerte y civilizada, no obstante sus grandes prerroga-
trvas naturales y su independencia nacional, mientras no consume
tamb~én su independencia industrial, por la regeneración de su in-
dustria, por nuevos y más perfectos y económicos métodos para obrar
en las artes fabriles", Y ve en éstas "la rueda motriz de todo el
sistema industrial de México" y en el ramo de algodones "en su
parte artística por métodos ilustrados," rr el eje sobre que gira la
rueda motriz del sistema industrial de México", Antuñano quiere
~n plan de insurrección económica y un Iturbide que consume la
independencía industrial de México.
480 JESÚS REYES HEROLES

Su impaciencia lo lleva a sostener la necesidad del "desenvol-


vimiento violento de la industria nacional" de algodones.53
En 1843 aparecen doce cartas cambiadas entre Antuñano y el
Presidente Provisional de la República, Antonio López de Santa
Anna." En la primera, Antuñano comunica a Santa Anna que al
Director General de la Industria, Lucas Alamán, y al Presidente
Sustituto, don Nicolás Bravo, tiene expuesto todo lo conducente
para que la industria algodonera "no se paralice, ni retroceda, como
está sucediendo". En esencia, su proyecto se reduce a suspender las
leyes prohibitivas de introducción de algodón en rama, "siquiera
mientras se reúne un millón de pesos, del cual, quinientos mil peso$
serán destinados a fomentar las siembras, haciendo concurrir a las
costas brazos, que es lo único que ahí falta para conseguir tan grande
fin". El otro medio millón podría dedicarse a favorecer las empre-
sas de explotar el fierro y los establecimientos para construir má-
quinas o instrumentos, "como también a dar la última mano a algu-
nas empresas de lana, seda, etc., que están casi concluidas, pero
amenazadas de ruina por falta de fondos". Garantiza los resul-
tados con su honor y con su vida, sólo con que se levante "la ley
perniciosísima que prohibe la introducción del algodón extranjero
en rama", ley que produce efectos contrarios a los que se buscan.
Santa Anna le contesta desde Manga de Clavo: " ... separado de
los negocios del gabinete como estoy, no debo ingerirme en ellos".
Pero Antuñano insiste. Le manda muestras de telas producidas en
"La Aurora Industrial" y le expone su tesis central, los polos sobre
los cuales debe girar el bien común:
Mi general, los males de México vienen de las malas costumbres
de un gran número de mexicanos, y aquéllas son efecto del mal
estado de las fortunas en la generalidad de éstas. Lo que se produce
no alcanza a cubrir lo que se consume, y no es bastante lo que se
produce, porque los métodos de obrar en las artes productoras de
riqueza, generalmente son torpes, o lo que es lo mismo, poco econó-
micos. Grande y decidida protección a las empresas de industria fa-
bril moderna, y economía en los gastos por la disminución prudente

53 Raciod"ios pMa U" plan para repeler noblemente la importación de algodo-


tUS ext,.a,,;eros, en cualquiera forma por el desent1ol"imiento violento de la induslria
••iau de la misma especie. Puebla, 1840.
.. &o.omia Polílica. Documentos (e" doce cMlas) para la bistori« de la i,,-
dUSI,.i. ~a de algodones en México. Puebla, 1843, Imprenta antigua en el por-
tal de las flores.
,
1

PROTECCiÓN Y LIBRECAMBIO 481

de las clases improductivas, deben ser en mi concepto los polos sobre


que el gobierno haga girar bien la masa social.

Pide, asimismo, la simplificación de los trámites judiciales, so-


licitando que las cuestiones entre fabricantes o contra ellos por mo-
tivos profesionales, "se despachen a estilo liso y llano de comercio,
sin permitir escritos de abogados, en los tribunales mercantiles, o
que se creen tribunales industriales".
En su novena carta insiste en que México nada será "ni aún
con leyes celestiales, si la generalidad de sus habitantes no se halla
útil y honestamente ocupada en crear artículos materiales que val-
gan también riqueza material". Insistiendo sobre el problema de la
maquinaria, en su undécima carta asienta:

La maquinaria moderna de hilados de algodón en México, antes


y al tiempo de su establecimiento, fue considerada por algunos como
innecesaria, como impracticable por otros, y como perjudicial por
muchísimos; y no faltaron quienes calificasen las máquinas modernas
de invenciones diabólicas: recuerdo a V. con sinceridad y respeto,
que el mes de octubre del año de 32 fue llevado con violencia ante
V. quien puso la primera fábrica de hilar algodón en la nación me-
xicana acusado de este hecho, como destructor de los artesanos, pero
que V. los satisfizo generosa y discretamente favoreciendo también
con los fondos nacionales, su grande empresa.-Hasta el año de
35 no había en Puebla un solo artesano extranjero, porque justamente
temían estos la persecución de los que siendo, disculpablemente por
la educación colonial, más fanáticos que católicos, eran crueles e in-
tolerantes, hoy cuenta Puebla más de cuatrocientos artesanos extran-
jeros domiciliados para beneficio de esta afortunada ciudad.

. Reit~ra su tesis de que: "La nación mexicana no puede ser


q.U1eta, nca, fuerte y civilizada, no obstante sus grandes prerroga-
tivas naturales y su independencia nacional, mientras no consume
tamb~én su independencia industrial, por la regeneración de su in-
dustna, por nuevos y más perfectos y económicos métodos para obrar
en las artes fabriles". y ve en éstas "la rueda motriz de todo el
sistema industrial de México" y en el ramo de algodones "en su
parte artística por métodos ilustrados," "el eje sobre que gira la
rueda motriz del sistema industrial de México". Antuñano quiere
?n plan de insurrección económica y un Iturbide que consume la.
Independencia industrial de México.
482 JESÚS REYES HEROLES

Conviene aclarar que no incurre en la vulgar contradic.ción


de solicitar protección para las manufacturas que produce y libre-
cambio para la materia prima que consume. Su plan contempla el
problema totalmente. Y para los rozamientos entre manufactureros
y agricultores, tiene una explicación: "Nunca ha habido sobre algo-
dones intereses opuestos, sino mal entendidos, y pelítica extranjera
muy experta y activa."

Consideramos que, al paso que Alamán es Burke, buscando la


incorporación de la clase de la riqueza monetaria al cuadro de las
clases privilegiadas, Antuñano es Sieyes, postulando, en última ins-
tancia, el poder para la nueva clase que presintió. No puede haber
equilibrio entre la oligarquía y los principios democráticos, y tam-
bién en México nos encontramos en "la época del célebre folleto
de Sieyes: también acá es lícito preguntar, ¿qué es el estado llano ?"56
y Antuñano va más allá en su parecido con el abate Sieyes. Al
preguntarse qué es ocupación útil y honesta, se responde: "En su
sentido económico, la que practican las clases productoras de riqueza
material". Dentro de estas clases comprende las que se dedican a
la agricultura, a las artes fabriles o mecánicas, incluyendo mineros,
las que practican el comercio interior o de propias producciones al
mayoreo o menudeo. Antuñano, confirmando la inspiración de Sie-
yes, niega a los eclesiásticos, militares, letrados, empleados de todos
los ramos, aquellos quienes participan en actividades terciarias -mú-
sicos, poetas, barberos, cantores-- el carácter de productores. Para
ello recurre a una concepción clásica: "producir, en un sentido eco-
nómico político, es hacer reproducir o dar formas útiles y valor
a las creaturas de los tres reinos de la naturaleza que no 10 tienen, o
aumentarlo a los que tienen alguno" .57
Esta expectativa lo lleva a lo que Alamán no podía arribar:

55 Insurrección industrial. Economía Política en México. Documentos para la


historia de la industria moderna. Puebla, Imprenta antigua en el portal de las flores,
1846.
S6 JESÚS REYES HEROLES: La Sociedad Fluctuante, pp. 346-47.
57 Economía Política en México. De las clases productoras: su influencia sobre
la riqteeza, poblacián, ilustración y espíritu público. Puebla, julio de 1838, Imprenta
de San Pedro. Con este folleto. Antuñano no sólo revela que conoce de Sieyes Qllé
es el estado JlOIIO, sino también el Ensoyo sobre los privilegios, pues el concepto
que tiene de las clases productoras coincide esencialmente con el de .Sieyes. Véase, al
respecto. EMMANUJ;:L·JOSEPH SIEYES: Qué es el estaJo llano, precedido del Ensayo
sobre IOJ pririlegios. Instituto de Estudios Politicos. Madrid. 19'0.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 483

Con los bienes de manos muertas, forman en cada estado, bajo


la dirección de hombres de ciencia, y garantías oportunas al objeto,
bancos de avío para fomentar de preferencia las artes fabriles (a los
artesanos) y la agricultura tropical, y a la de plantas exóticas: se-
cundariamente, la agricultura de cereales y el comercio de 10 inte-
rior; éste por los buenos caminos.

Antuñano, además, revela su espíritu de progreso economico


-su modelo son los Estados Unidos--, que no lo inhibe de com-
prender los obstáculos políticos. Propone cerrar los colegios de lati-
nidad para la teología y jurisprudencia por veinte años o disminuir
el número de estudiantes: "Extinguir las comunidades religiosas de
hombres, y disminuir las de mujeres", dándoles congrua sustenta-
ción, "libertad de cultos como en Roma" y colonización. Inquiere si
es posible que subsista el sistema federal haciendo feliz a México,
y afirma que el sistema republicano federal es distinto en un país
pobre que en uno rico. En éste "da frutos dulces"; en el pobre "sólo
da uñas de gato y raspalenguas". Por consiguiente, primero la pro-
moción económica y más tarde el progreso político."
Reiteramos que Antuñano no tiene compromiso con las clases
privilegiadas tradicionales. Aspira al poder para el tercer Estado,
que se formaría con la industria. Tampoco tiene, en esencia, com-
promiso con el liberalismo político. Su pensamiento se centra en la
creación de industrias y en la defensa de la clase que con ella ema-
naría, sin que le interese que la industria sea creada por un gobierno
de las clases privilegiadas o por el impulso liberal. La congruen-
cia de su pensamiento económico lo conduce, sin embargo, a pro-
pugnar medidas -destinar los bienes de la Iglesia al fomento indus-
trial, etc.- inconciliables con el pensamiento conservador.

PROTECCIONISMO LIBERAL

Enjuiciamiento del Banco de Avío

.Apenas iniciada la experiencia del Banco de Avío, es criticada.


El ltberalismo ilustrado condena el intento por doctrinarismo, por

58 El importante documento Embrión político de regeneracián social está pu-


blicado en: MIGUEL A. QUINTANA: Op, cit., volumen 1, p. l ' Y sigs.
484 JESÚS REYES HEROLES

apartarse de las reglas del liberalismo económico; el igualita~io,


yorkino, por ver en el intento del gobierno de Bustamante un ms-
trumento para el fortalecimiento de las fuerzas privilegiadas. ~
contrapone, así, la instalación del Banco de Avío y su previa
aprobación por el Congreso, a la nacionalización del comercio
al menudeo, no aprobada por el Senado. Los liberales que hacen la
oposición al gobierno de Bustamante-Alamán, encuentran en la apro-
bación del proyecto que creó el Banco de Avío una aberración doc-
trinal que intenta cambiar la correlación de fuerzas en beneficio de
las privilegiadas, y en la reprobación por el Senado del proyecto
de ley de nacionalización del comercio al menudeo -proyecto apro-
bado por la Cámara de Diputados y auspiciado por el periódico
liberal, federalista e igualitario, El Atleta-- un acto de la misma
naturaleza oligárquica: los aristócratas no quieren que se les iguale
a los que llaman "descamisados"."
Poco tiempo después, entre los elementos que la prensa liberal
considera, para caracterizar el régimen de las Siete Leyes, como oli-
gárquico, está el papel desempeñado por el Banco de Avío: los cré-
ditos que ha concedido lo han sido a personas acaudaladas; por
tanto, se acumulan riquezas a riquezas, fomentando la industria
de un corto número, en perjuicio de la mayoría, Se concentra ri-
queza en pocas manos; no se la quiere ver repartida, precisamente
porque se trata de oprimir a los pueblos."
A fines de 1841 el desarrollo económico y las medidas para
lograrlo son discutidas a la luz de los convenios de Tacubaya, pen-
sando que en forma simultánea a la discusión de los principios jurí-
dicos y políticos que deben constituir al país, es necesario ocuparse
de los problemas económicos. Es así como el número 8 de El Siglo
Diez y Nueue" plantea en serio el problema de la industria rnexi-
cana. "En la república -dice- existen diseminados todos los ele-
men~os de su dicha, y sólo requieren una mano hábil que los recoja,
los impulse, y les dé dirección", Como primer tema está el de la
educación de los mexicanos; no se trata, sin embargo, de la ilustra-
ción aislada, válida por sí, sino conectada con la creación de indus-
trias, para que en México se llegue al cumplimiento y ejercicio de "los

59 El Aslet«, marzo de 1830.V~, JESÚS REYES HEB.OLSS: La So(ieJaJ FIII('


Ulante, p. 172 Y sigs.
60 Op. (ÍI., p. 234. El Cosmopolil4, Tomo I1I, números 2~, 27 Y 31, de mar-
zo 3, 10 Y 24 de 1838,
61 1~ de octubre de 1841.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 485

deberes sociales y los derechos de cada individuo". El progreso re-


sulta fruto de un todo: " ... cuando la industria y las artes progresen,
manteniendo útilmente ocupados a todos los hombres, entonces, será
que la república goce de una paz duradera y una abundancia sin
límites, siendo tanto más libre, cuanto sea más ilustrada". Obtener
ello no es ni sencillo ni espontáneo:

Pero la industria necesita de fomento, o mejor dicho, es indis-


pensable crearla, que realmente no existe. Hubo un tiempo <en que se
pensó con seriedad en traerla a nuestro suelo desde climas remotos,
y se hicieron en efecto, algunos ensayos, siempre desgraciados, pero
hoy ha desaparecido, casi del todo, espantada del estruendo de nues-
tras armas. Esa divinidad medrosa, que sólo prodiga sus beneficios
en la paz, ha vuelto a refugiarse en los pueblos afortunados de que
salió.

El artículo se refiere crudamente al intento de Alamán:

En 1830 se fundó en esta capital un banco de avío con el fondo


de un millón de pesos, que debía formarlo el 20% de los derechos
que pagaran los géneros de algodón extranjeros, que se introdujeran
en la República, y cuyo importe sería aplicable al fomento de la in-
dustria nacional. Fundáronse en efecto, algunas fábricas de hilados
y tejidos, que sirvieron de estímulo a muchos particulares para plan-
tear las suyas, con buen éxito; pero la mayor parte de las que fueron
habilitadas por el banco se han desgraciado, ya sea por la viciosa
organización del establecimiento, ya por la conducta cruel que desa-
rrolló despues su junta directiva contra los empresarios de esa nue-
va industria.

~uiere expresar los conceptos para después descender a "los


rem~dl0s que demanda con urgencia el estado moribundo de nues-
tra industria", fundamentalmente la del algodón. La organización
?el Banco de Avío "fue viciosa", en virtud de "que no se hizo a éste
ln~epe.ndiente del gobierno". Se le dio por presidente de su Junta
Duectlva al Ministro de Relaciones y no se llamó a los fabricantes:

Lejos de esto se llamaron siempre para vocales a los generales,


a los comerciantes, a los empleados, a los hacendados y a individuos
de toda las profesiones, menos a los fabricantes. i Extraña anomalía.
por cierto, que ha llenado de tropiezos el camino de la industria!
486 JESÚS REYES HEROLES

La industria progresó, pero "los cortos progresos que ésta tuvo,


fueron debidos a la paz que disfrutó la república en todo el año de
831: el de 832 fue ya el principio de su declinación". La causa: "Las
inquietudes públicas que se han ido sucediendo desde entonces no
permitieron ya la separación de los fondos del banco en las aduanas
marítimas y hoyes ya una oficina impotente". Mas: "No lo ha sido,
sin embargo, para extorsionar a los empresarios con demandas las
más veces injustas, exigiéndoles el pago de réditos de cantidades que
realmente no han recibido, porque los libramientos que se les dieron
contra recaudaciones futuras, les proporcionaron la pérdida de más
de una quinta parte de los considerables descuentos que aquellos
papeles sufrieron en su indispensable enajenación", Por ello, el úl-
timo Congreso Federal dispensó de pago de réditos por cinco años
a un fabricante de Puebla: ". , ,pero el primero unitario negó igual
gracia a los demás que la solicitaron", Unos mexicanos de los que
"a ciegas", con "pie vacilante" se dispusieron a "abrir el santuario
de la industria nacional, por un sendero que nadie había frecuen-
tado", se beneficiaron de un "momento favorable" y otros se perju-
dicaron de "un instante desgraciado", El Siglo Diez y Nueve apunta
soluciones:

Convendría, pues, que se formara otro reglamento para el ban-


co, que prestara a éste más seguridades, y a los empresarios más
garantias: que se fomentaran no s610 los hilados y tejidos de algodón,
sino otros ramos industriales de bastante interés para la República,
tales como la fabricaci6n de la seda, del papel, de los vidrios planos
y huecos, de la cera, etc., etc., que para todo esto se siguiera sepa-
rando en las aduanas marítimas el veinte por ciento de los derechos
que pagan los géneros de algodón extranjeros, sin que este fondo se
invirtiera en otros objetos que no fueran los de la industria según lo
dispone la ley de 16 de octubre de 1830, que dio origen al estableci-
miento: que a los empresarios de las fábricas de algodones se les dis-
pensara el pago de réditos por cinco años, contados desde la fecha de
sus respectivas escrituras, o se les descuente de los capitales porque
deben responder, la parte que justifiquen haber perdido en la ena-
jenación de los libramientos: que se destierre el monopolio que úl-
timamente se ha hecho y se está haciendo de aquel fruto, y de modo
que los cosecheros no puedan venderlos sitio a los fabricantes, o
a gentes que se ocupan en tejerlo o hilarlo, y aun esto en cantidades
proporcionadas a sus consumos; últimamente, que la junta directiva
del establecimiento se componga de industriales, no habilitados por
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 487

el banco, y que obre con tal independencia del gobierno, aunque con
sujeción a las bases del nuevo reglamento que haya de formarse.
De este modo progresará nuestra decadente industria y hará la feli-
cidad nacional.

Unos cuantos días después," El Siglo Diez y Nueve expresa la


necesidad de que se cumpla con la ley de 16 de octubre de 1830,
concediendo el premio previsto para productores industriales que
triunfen en la exposición anual no efectuada hasta entonces como
se debía, Se mencionan los productos elaborados en México y se
sostiene que la capacidad de los mexicanos permitiría alcanzar gran-
des resultados en materia de industria, cuyo desarrollo es indispen-
sable, pues: "Las naciones que carecen de industria son las últimas
en la escala de la civilización".

La heterodoxia

El 26 de diciembre de 1841 se vuelve al tema con más aliento."


En relación con un asunto incidental, El Siglo Diez y Nueve entra en
r:olémica con el Diario del gobierno. El primero invoca la peculia-
ndad del país como razón de gobierno que debe apartarnos de pre-
tendidos axiomas universales, Sobre esto ironiza el redactor oficial,
permitiendo a El Siglo precisar:

Jamás hemos creído que las verdades tan notorias como tres y
dos son cinco, dependan del clima, de la educación, ni de la comple-
xión de los individuos, ni mucho menos que por esos motivos estén
sujetas a variación en los diversos países del mundo, pero sí decimos
y sostenemos que la mayor parte de los que en el día se califican
por principios inmutables en las ciencias políticas y económicas tan
lejos se hallan de ser tan ciertos como tres y dos cinco, que casi todos
no pasan de unas meras paradojas.

"Hay que examinar los principios y no puramente su aplicación,


haclendose "cargo de las circunstancias del lugar", dado que ellas
son "variables por naturaleza". Esta es la doctrina sostenida por
Ferner en su obra Del gobierno en relación con el comercio. Los in-

62 Número 48, 24 de noviembre de 1841.


f>3 Número 80.
488 JESÚS REYES HEROLES

tereses cambian de "nación a nación, y aun en una misma de una


época respecto de otra". Y ello sobre todo sucede en comercio. De
aquí que la ciencia de la administración pública sólo reconozca "un
pequeño número de principios fijos", pues la mayoría estásujeta a
tiempo, hombre y lugar:
Ven los señores editores del Diario que la economía política de-
pende esencialmente de los tiempos, de los lugares y de los hombres:
que sus principios fijos deben ser muy pocos y de consiguiente que
no sólo de nación a nación; sino de tiempo a tiempo en una misma,
deben variar sus teorías, ¿y qué quiere decir que una ciencia depende
esencialmente de los tiempos, lugares y hombres sino que sus prin-
cipios son variables? Luego, sin riesgo de contradicción, sin embar-
go de que las verdades como tres y dos son cinco sean lo mismo
en Europa que en Pekín, puedén ser diversos los principios de eco-
nomía en Pekín en Europa y en México.

Los mismos europeos dudan que "los principios de economía


política sean tan evidentes, como tres y dos son cinco", y al respecto
se cita a los editores de las cartas de Saya Malthus, indicando que el
primero, antes de la edición francesa, ha vertido opiniones contrarias
a la inexorabilidad doctrinaria. El Siglo Diez y Nueve comenta que
el traductor de Malthus "manifiesta en su prólogo que los grandes
economistas Ricardo, Adam Smith, Say, Sismondi y el mismo Mal-
thus se contradicen en los puntos más importantes de esta ciencia".
La discordancia entre autores demuestra la variabilidad de los prin-
cipios de la economía y es que, como establece Turgot: "Cualquiera
que no se desentiende de que hay en el mundo estados políticos,
separados los unos de los otros, y constituidos de diverso modo,
jamás tratará bien ninguna cuestión de economía política". Los prin-
cipios y su aplicación dependen de los pueblos. Un ejemplo lo
aclara: Francisco García hizo el dictamen que se tradujo en la liber-
tad de exportación de la plata. Bl fue de tal calidad, que un perió-
dico parisino, La Estrella, lo tradujo y publicó. Y no obstante la
información teórica y la calidad del dictamen, que ameritó que en
Francia se considerara como "una muestra de los pasos ~gigantados
con que la sociedad naciente mexicana caminaba a la ilustración,
principalmente en materia de economía política", el gobierno de
México al poco tiempo se vio obligado a restringir la exportación
de plata, y García, como Gobernador de Zacatecas, "tuvo que tomar
algunas providencias contrarias a su dictamen". Ello se debió a que
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 489

falló el principio. Y "¿por qué falló? Porque las circunstancias de


la república no son las mismas que las de la Europa. Ésta por su po-
sición y elementos es importadora y exportadora de efectos y no es
productora de plata. La república no es hoy más que productora
de plata e importadora de efectos".
Protección y librecambio son discutidos y la primera en su for-
ma más aguda: prohibicionismo. Pronto se trasluce la causa de tal
discusión: El Siglo Diez y Nueve publica la proposición que Lafra-
gua como diputado iba a presentar al Congreso Constituyente, re-
ducida a que éste interpusiese sus respetos ante el Presidente de la
República, "a fin de que no se deroguen ni suspendan las leyes
prohibitivas que protegen la industria nacional't." Lafragua invita
a otros diputados a que suscriban su proposición y éstos, coincidien-
do en su contenido, no lo hacen por considerarla extraña a las atri-
buciones del Congreso, pues éste no debe intervenir en asuntos ajenos
a su tarea constituyente.
El Diario califica de ligereza o perversidad la publicación de
la proposición de Lafragua y con este motivo se llega al fondo del
asunto. Existen informaciones y actos concretos encaminados a que
el gobierno contrate en el exterior un préstamo de 15 millones de
pesos. La cuestión, dice El Siglo Diez y Nueve, es tan grave, que
difícilmente se podría presentar otra mayor en la República. El prés-
tamo sería en mercancías cuya importación se hallaba prohibida.
El Siglo Diez y Nuet!e informa:

Es un hecho que se ha propuesto a los fabricantes de hilados y te-


jidos de algodón indemnizaciones considerables, porque no se opon-
gan a un préstamo que se trata de negociar con el gobierno, cuya
base es la introducción de efectos prohibidos .

. El préstamo es calificado de ruinoso para México. El Diario


sostIe~e que el Presidente de la República "es el más firme apoyo
~~ l~ mdust~ia" y ataca a los que "sostienen las leyes prohibitivas",
uruco medio de que la industria no se arruine". El Siglo Diez y
Nueve, que ya está en la oposición o en algo muy parecido a ella,
confía en la conducta del Presidente de la República, repeliendo las
propue~tas de un préstamo que no solamente perjudicaría, sino arrui-
nana mdefectiblemente "nuestra idustria y nuestra agricultura".

61 Las proposiciones de Lafragua aparecen en el número 301, de 7 de agosto


de 1842, y en el número 30:5, de 11 de agosto del propio año se comentan.
490 JESÚS REYES HEROLES

La posibilidad de que se celebre el empréstito explica el audaz


planteamiento anterior que en materia de economía política y a
propósito de prohibiciones hace El Siglo Diez y Nueve. El esquema
de la tesis innovadora es bien sencillo: "En la economía política, lo
mismo que en todas las ciencias, hay verdades en la teoría que no
son realizables en la práctica. Pero respecto de aquella ciencia, aun
hay más, pues algunas de sus bases fundamentales se hallan destrui-
das por la experiencia"." La inspiración de tal punto de vista es
Ferrier: así como los químicos han abandonado y ven con desprecio
la piedra filosofal, en economía también se impone abandonar la
piedra filosofal de la libertad ilimitada del comercio.
El articulista pretende hacer algunas aplicaciones de la econo-
mía política en la República Mexicana, pero antes recuerda el prin-
cipio esencial, que cuando se pierde de vista hace "que los econo-
mistas incurran en muchos errores": la diferencia que la economía
debe hacer de nación a nación. Para la resolución de las cuestiones
que atañen a esta ciencia es preciso partir de las diferencias entre las
naciones, y si ello tiene que ser así aún entre países limítrofes:
"¿Qué debe decirse cuando se trata de las diferencias de dos conti-
nentes separados por un Océano y-en que quizá no hay cosas que
se parezcan y mucho menos que se identifiquen?" De ahí se pasa a
describir la enfermedad de la importación indiscriminada de ideas
y técnicas:
Ha sido en nuestro concepto una falta grave de los escritores
mexicanos que se han ocupado de algunos puntos de economía po-
lítica, desatendiendo esas diferiencias, y dar por supuesto que los
mismos principios que son aplicables a Inglaterra y Francia lo sean
a la República Mexicana. El espíritu de novedad al recibir con el
mayor entusiasmo cuanto se escribe en Europa, y permítasenos de-
cir el prurito de lucir nuestros talentos en una ciencia nueva, y aún
antes que estemos instruí dos a fondo de sus principios y en las cien-
cias auxiliares, nos ha conducido necesariamente al error.

El autor del artículo se sitúa en la misma línea de Francisco


Ga!cía. 66 La in~idencia en el error también es explicada: "Lograda
la independencia comenzaron a entrar libros de todas clases: entre
ellos vinieron algunos de economía política, y hénos aquí econo-

65Número 296, 2 de agosto de 1842.


66Véase: JESÚS REYES HEROLES: El Libe1'alismo Mexicano, Tomo J, Los 0,1·
genes, pp. 196 Y 203.
PROTEcaóN y LIBRECAMBIO 491

mistas". Es una paradoja y una incongruencia preciarse de economis-


tas sin conocer el medio:
Es ciertamente cosa que asombra, que lo seamos antes de estar
instruidos en la geografía física y política de nuestro país, sin saber
su estadística, sin haber examinado las costumbres de nuestros pue-
blos, muy diferentes sin duda, en un terreno inmenso, o en que hay
todos los temperamentos y los climas, toda suerte de posiciones topo-
gráficas, y elementos para todos.

Hay, pues, que apreciar las diferencias entre las naciones y


entre las distintas regiones de México, y hay que tener cuidado de
no seguir "aquellos mismos principios teóricos que en la práctica
se desprecian en Europa". Tal la abolición de las prohibiciones.
Para Ferrier las prohibiciones son indispensables en Francia y:
Volvamos la vista al prlOclplO que hemos asentado, reducido
a que es necesario tomar en consideración las diferencias de los
pueblos, y comparémoslos con la Francia. Una nación que ha desa-
rrollado todos sus elementos, y que en el estado en que se halla casi
es imposible que se agotaren sus productos y quedara inculta por
medio del comercio ilimitado, se teme que pueda ser en. gran mane-
ra perjudicada por él; y nosotros que apenas comenzamos a desa-
rrollar alguno de los nuestros, ¿Hemos de prosperar por aquel pro-
pio medio? ¿Habrá cabeza en que pueda caber tan enorme contra-
dicción? ¿No se necesita apelar a toda clase de sofismas para poder
sostener aquel absurdo?

Las prohibiciones sirven para fomentar la producción y asegu-


rar consumidores:
Este cálculo es efectivo: prohibiendo, por ejemplo, la introduc-
ción de algodón, se daría impulso a este ramo de nuestra agricultura,
abundaría en la República: prohibiendo la entrada de aquellos gé-
neros extranjeros que pueden producirse en nuestras maquinarias,
además que se fomentaría ese ramo de industria, no podrían faltar
consumidores, pues los mexicanos que tuvieran necesidad de ellos,
tendrían que comprarlos a los fabricantes nacionales, porque no ha-
bría géneros extranjeros que les impidiera la venta.

Ciertamente que las prohibiciones pueden afectar algunos in-


tereses particulares, pero por encima de ellos está el interés común.
492 JESÚS REYES HEROLES

Por otra parte, el comercio libre, y el mismo Say lo admite, no


impera en el mundo. Probablemente predomina en teoría, pero
no en la práctica:
Si de lo especulativo pasamos a lo práctico, es decir, a lo que
observan las naciones cultas a pesar de las doctrinas de sus propios
escritores, encontraremos universalmente reprobado el comercio sin
limitación, y adoptado el sistema de prohibiciones. Francia, Inglate-
rra, Rusia y aun los Estados Unidos, han progresado y progresan con
este sistema; y sin embargo, de las doctrinas de los economistas, no
lo abandonan siempre sino que lo siguen con constancia.

Por lo demás, el comercio libre debe seguirse sin restricciones


entre los integrantes del país: "Ese principio del comercio ilimitado
es muy aplicable entre nosotros mismos; pero no de nación a nación,
y menos de continente a continente". La posibilidad de un amplio
mercado -se escribe antes de 1847- anida en el articulista.
El Siglo Diez y Nueve señala las consecuencias económicas que
al país depararía el librecambio:

Pero si las primeras materias entran del extranjero y entran


las manufacturas, quedan arruinadas la industria y las artes. ¿En qué
consiste entonces la riqueza nacional? ¿En extraer plata de las minas?
¿De qué le servirá si inmediatamente ha de cambiarla al extranjero
por los efectos que necesite? Convengamos por lo tanto, en que
para formar la riqueza nacional, es absolutamente indispensable
el sistema de prohibiciones.

Los economistas, prosigue el artículo, no cesan de clamar que


la riqueza de las naciones no consiste en que posean oro y plata,
"sino en la agricultura y la industria", Y cabe preguntarse: "¿Pue-
den progresar en México estas ramas sin el sistema de prohibicio-
nes?" El redactor se contesta en sentido negativo y emplaza a que
se rebata su tesis, no con teorías, sino con hechos, en la práctica.
En el mismo año, El Cosmopolita" se pregunta si en el estado
que guarda el país es conveniente el sistema prohibitivo en los
ramos de la agricultura e industria. Fundamentalmente está preocu-
p.ad~ por la protección a. la agricultura. Sigue la tesis del prohibí-
ciomsmo temporal y gradual :

67 Tomo V, número 1~9, 6 de agosto de 1842.


PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 493

Prohibir las importaciones es un objeto provechoso, cuando los


efectos que se pretendieran importar se producen en la nación; aquellos
que no produce y de que necesita, no puede obtenerlos sino del
extranjero. Los otros aunque momentáneamente le falten, los reco-
gerá después: una corta espera los presentará y se remediarán Jos
males que una escasez de corto tiempo pudiera ocasionar.

La República Mexicana está llamada a la grandeza en todos


sus ramos, posee un terreno rico, climas variados y puede tener una
clase agrícola, artesanal y comercial próspera. Pero, para elperi6-
dico: "El verdadero manantial de donde brota la prosperidad de
los pueblos es la agricultura: sólo las naciones agrícolas pueden
vivir por sí: las que se sostienen por la industria y el comercio son
tributarias de las agrícolas". Por lo consiguiente, el país necesita
que se proteja su agricultura. Los frutos de ésta "que la industria
hace más apreciables", requieren del fomento de la agricultura. El
peligro es que no se proteja la agricultura, ya que: "La industria,
lJues, en concurrencia de efectos nacionales y extranjeros pedirá
éstos, porque el menor precio los presenta como menos gravosos;
pero la nación no recibirá un bien". El debilitamiento de nuestra
agricultura llevaría al país a ser tributario de otras naciones. El
problema concreto que El Cosmopolita contempla es grave: .

Los temores del agricultor mexicano, crecen, al paso que los


frutos extraños tocan nuestros puertos. Acaso y sin acaso, los males
que hoy se dice que resiente nuestra agricultura, dependen de que
el contrabando europeo, y los permisos indebidos, han originado el
abandono de algunos campos, y disminuido el cultivo de otros.

La tesis, sin embargo, tiene un carácter general, es decir, abarca


agricultura e industria:

Si México ha de depender del extranjero, México no es inde-


pendiente: comprar a costa de grandes sacrificios lo que dentro de
breve podemos tener con grandes ventajas, está reservado exclusiva-
mente a los hombres cuyo juicio se encuentra trastornado.
494 JESÚS REYES HEROLES

PREGUERRA y CRISIS

Legislativamente, la situación se resuelve mediante rel arancel


de 30 de abril de 1842. 68 Este repite lo establecido por el arancel de
11 de marzo de 1837,69 que a su vez había adoptado el sistema del
arancel de 16 de noviembre de 1827/° cuyo sentido ya conocemos.
El arancel de 1842 contenía una tarifa compuesta de ocho secciones
con 119 fracciones y señalaba que los efectos no comprendidos en la
tarifa pagarían el 25% sobre aforo, el que se calcularía aumentando
al valor de factura una cantidad que iba del 20 al 100re. Este aran-
cel, sin embargo, tiene una vigencia restringida, pues el de 26 de
septiembre de 1843,71 que sigue el sistema del anterior, aumenta
la tarifa, señalando que los artículos que no estuvieran comprendi-
dos en las 218 fracciones o designaciones de mercancías, pagarían
el 30ro sobre aforo. Poco después, vino el muy importante aran-
cel de 4 de octubre de 1845,72 que ya supone una clasificación más
minuciosa, puesto que comprende 842 fracciones, dando arbitrio a
los vistas de aduana para que fijaran los derechos de acuerdo con
principios de analogía o a precios de mercado. Los derechos, ~in
embargo, fijados en este arancel eran bastante altos y ello explica
que la ley de 3 de mayo de 1848, como asienta Matías Romero," los
rebajara en un 6Oro.
Ahora bien, lo importante del arancel de 1845 es que obedecía
a una concepción sobre la articulación de las industrias y el desarro-
llo económico de México. En efecto, Lafragua no deja de revelar
sensibilidad y equilibrio frente al problema de la política arance-
laria y del desarrollo económico.
Ocupándose de la agricultura y de la industria," se desentiende
de las polémicas relativas a si México debe ser minero, minero y

68 Colección publicada por J. M. Lara, p. 446.


69 Recopilación Arrillaga, p. 144.
za Diario de los Debates, 20. Congreso Constituyente, p. 97.
71 Coleccién de Lara, p. 186.
72 Edición del "Constilluional", p. 148.
73 Exposi,ión de la SecretMía de Heciend« de los Estadas Unidos Mexicatlos
de 15 de enero de 1879, sobre 1" condición actllal de México y el alimento del (o.
""ercio con los Estados Unidos. pp. 12S.
74 JOSÉ MARtA lAFRAGUA: Memori" de la primera Secretat'ía de Estado y del
Despacho de Relaciones Interiores y Exteriores de los Estados Unidos Mexicanos,
lemll al Soberano Congreso Constitllyente en los días 14, 15 Y 16 de diciembre de
1846. México, 1847, Imprenta de Vicente García Torres. pp. 67 Y sigs,
PRoTEcaóN y LIBRECAMBIO 495

agricultor, o minero, agricultor e industrial. Considera que deben


fomentarse los diversos ramos de la actividad económica, presen-
tando una articulación entre éstos, o, en sus palabras: "el mutuo
enlace que tienen entre sí, pudiéndose asegurar que la existencia de
uno exige necesariamente la de los otros". Sería absurdo que México
se dedicara a la minería y despreciara sus posibilidades agrícolas y
"una vez concebida la utilidad de la agricultura, a nadie se ocultará
la de la industria que se deduce de ella, pues si México ha de ser
agricultor, ¿quién sino los industriales pueden hacer a los labradores
el consumo de sus frutos?"

El problema de la falta de consumos le preocupa:

La agricultura sin la industria, sería la ruina de los propietarios,


puesto que por falta de consumo y por la imposibilidad que hay hasta
hoy de la exportación, verían perderse sin remedio los productos de
grandes capitales invertidos en el cultivo de los diversos ramos
agrícolas.

Percibe las contradicciones a que inevitablemente tendría que


enfrentarse el crecimiento económico del país. La agricultura "no
puede bastar todavía para el consumo de la industria, a la cual
debe proporcionar sus primeras materias". La industria a cada paso
tiene la necesidad "de acudir al extranjero para proporcionarse
esas mismas primeras materias que el país no puede ministrarle en
cantidad suficiente, como sucede por ejemplo con el algodón". De
aquí derivan los argumentos en contra de la industria, pues hay una
desproporción entre agricultura e industria, ramos "que para su
progreso deberían caminar a la par en sus productos". Esto ha origi-
n~do una rivalidad entre industriales y agricultores, pues los indus-
triales han influido en la libertad de comercio para la importación
de producciones agrícolas, creyéndose, en consecuencia, perjudicados
l~s .a~ricultores. Junto a ello los propios industriales obtienen "pro-
hibíciones y restricciones" en su favor, con el malestar consiguiente
para comerciantes y agricultores. Por lo tanto, ve al Estado osci-
lando entre los distintos intereses y sostiene la necesidad de satis-
facer "exigencias opuestas" y conciliar "los diversos intereses en
perpetuo choque".
. El estado de la agricultura no nos permite ser verdaderos indus-
tnales,. sino sólo simples manufactureros. Se impone el fomento de
la agrIcultura, pues su deficiencia se percibe no sólo en las mate-
496 JESÚS REYES HEROLES

rías primas sino también en los artículos de consumo. La situación


es más grave si se toma en consideración que "la falta de consumo,
causada por la carencia de población" lleva frecuentemente a pér-
didas a los agricultores. De aquí concluye con el objetivo funda-
mental de Lafragua, "el aumento de la población, la colonización".
Se manifiesta en contra de las alcabalas y a favor de las con-
tribuciones," que deben ser sustituidas, a su juicio, por "el sistema
de contribuciones directas", que es el que más se acerca a la justicia.
Por lo demás insiste en la necesidad de seguridad en los caminos,
transportes y difusión de los conocimientos técnicos.
El arancel de 3 de mayo de 1848, es, en rigor, un arancel de
postguerra. Ya hemos señalado las consecuencias económicas de la
guerra. La postguerra se caracteriza por una aguda crisis." El erario
se enfrenta a un persistente déficit que es el resultado de la crisis
nacional. Una invasión de artículos extranjeros opera en las aduanas
marítimas, por la ocupación de los puertos. La frontera norteame-
ricana se corre con gran auge de los contrabandistas. Perseguir el
contrabando se dificulta; se destruye el estanco del tabaco; desapa-
recen las alcabalas en el Distrito y otros Estados; se aumenta la
deuda nacional y los fondos de la indemnización de guerra son insu-
ficientes para enjugar la crisis. Este es el período en que, c~~o
hemos señalado, hace que de 1848 a 1851 el país tenga ocho mrrus-
tras de Hacienda y en total doce titulares o encargados. Se pretende
enjugar el déficit reduciendo los egresos o incrementando los ingre-
sos. Ambos caminos se enfrentan a obstáculos prácticamente insal-
vables. El manejo del arancel y de la política arancelaria, en general,
desempeña un papel decisivo en esta crisis.
A Manuel Piña y Cuevas, como Ministro de Hacienda, le toca
el punto culminante de la crisis e indicar los posibles caminos para
salir de ella. Al respecto, propone: 1) .-Empleo de lo que queda
del fondo de indemnización; 2) .-Impuesto a los artefactos de al-
godón; 3) .-Aumento de derecho de circulación y exportación de
la moneda; 4).-"un derecho de consumo a los efectos extranjeros".
Para Piña y Cuevas está "uniformemente indicada la baja de dere-
chos de importación como medio de evitar el contrabando"." Pero,
75 op. cit., p. 76 Y sigs,
16 JESÚS REYES HEROLES: La Sodedad Fluttuante, p. 388 Y sigs.
77 Dotumentos reletivos a la f'eunión en esta tapitaJ de los Gob",nadof'es de
los Estados, ton1Jotados ptll'a p"ove", a las e"igendas de ",af'io fed",aJ. México, 1851,
Imprenta de J. M. Lata. Expositión e i"idativas que el Minislf'o de Hatienda ha
d;"igiJo • l. C'¡1IIIIr. de DiPutados. pp. 2 Y 3.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 497

como antes decíamos, flota en el ambiente la idea de reducir o


suprimir -alzar, como entonces se dice- las prohibiciones y bajar
los derechos de importación.
Desde marzo de 1850, la Comisión de Hacienda de la Cámara
de Diputados extiende un dictamen que se propone suprimir la pro-
hibición relativa a la importación de géneros ordinarios y que se
cobren derechos de importación de nueve centavos por vara y seis
pesos por quintal de algodón en rama. Todo esto origina la polé-
mica y hace que la heterodoxia sea consciente o razonada.

LA HETERODOXIA RAZONADA

El Siglo Diez y Nueve publica, del lo. de octubre de 1850 al


16 de enero de 1851, catorce artículos verdaderamente extraordina-
rios sobre alzamiento de prohibiciones." La exposición al Congreso,
del Ministro Manuel Payno, de 25 de julio de 1850, comprende
catorce iniciativas de ley y en la parte que nos interesa solicita auto-
rización para proceder a reformar el arancel y para que se permita
la introducción en el país de algodón en rama y otros efectos pro-
hibidos.79 En el primer aspecto. Payno hijo, decía que en el término
de cuarenta días reformaría el arancel y anticipaba:

Desde ahora manifestaré que en esa reforma, ni bajaré los de-


rechos hasta el grado que el tesoro pierda la suma de que tan indis-
pensablemente necesita, ni aumentaré las cuotas a más alta propor-
ción que las establecidas.

Payno agrega que es aconsejable seguir un plan análogo al de


Cuba: formar una "nomenclatura de todos o la mayor parte de los
efectos conocidos, fijar el valor conforme lo tengan en el mercado
de su procedencia. y sobre ese valor imponerles un derecho desde
1007'0 hasta el de 5%. conforme se practica en este particular en
los Estados Unidos."

78 Ellos son reeditados en folleto: Coleaié« de arlÍflllos del Siglo XIX sobt.
alzamiento de prohibiciones. El examen de estos artículos lo realizamos en: Economl4
J Polílica en el liberalismo Mexicano, conferencia sustentada el día 27 de enero de
19~6 en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Publicada por Cu-.demos
Americanos, Vol. 2, Marzo-Abril de 19~6.
79 DO(lImenlos relativos ti la rellnión en esla capilfll de los Gohem.()ns tÚ
los Estados . . . Exposición del Secretario del Despacho de HaeinuJa, hllla ni Co.s.¡..
498 JESÚS REYES HEROLES

Esta es la cuestión del día, dirá El Siglo Diez y Nueoe]" "cues-


tión, en último resultado, de bienestar social; pero cuestión econó-
mica, cuestión de números, en la cual no entran como elementos la
declamación ni las odiosidades de los partidos". Reprocha que no
se presenten al cuerpo legislativo "cuestiones de riqueza nacional,
sino a la hora de las aflicciones de la tesorería" _Es necesario distin-
guir "el sistema económico de la nación" del "sistema fiscal o de
hacienda". Hay que dar preferencia al sistema económico "que es el
primordial y el más grandioso", sin que esto implique desentenderse
del fiscal.
La tesis es: "México debe proteger su comercio, aumentando
al mismo tiempo su agricultura y sus artes". Las prohibiciones im-
puestas "hasta hoy al comercio en favor de los otros ramos de la
producción, se deben alzar antes de muchos años", pero no sin pre-
cauciones. México "no es la nación que ha de necesitar siempre
andaderas"; mas es necesario saber si ya está en posición de com-
petir con países que han hecho una carrera y cuentan con elementos
naturales, capitales, costumbres y legislación de que nosotros ca-
recemos.
El segundo artículo" hace una evaluación de la industria algo-
donera en la República y sus repercusiones económicas y sociales.
En el tercer artículo se estudia si las fábricas nacionales han enca-
recido las hilazas y mantas y si tienen capacidad para satisfacer la
demanda nacional.
En el artículo IV82 el problema a resolver consiste en deter-
minar si la nación mexicana puede ser sólo agrícola y minera "o si
está obligada también a ejercer las artes ya producir manufacturas".
El artículo demuestra cómo, a pesar del sistema colonial que pre-
tendía reducirnos a traer de España los mayores efectos posibles
"pa~a c~mbiarlos por productos preciosos de la agricultura tropical,
o mas bien por oro y plata", la aptitud de los mexicanos y la lejanía
d~ la metrópoli permitió desarrollos que sorprendieron a Revilla-
gigedo y a Humboldt. El primero se percata de cómo disminuye la
dependencia con el desarrollo de las artes sobre todo las del algo-
dón, que "se han adelantado demasiado".'

4' Minislros ron tlSislenri" J, Jos Gobernatiores de los ESlaJOS, en 17 de agoslo JI


1851, p. 12.
80 Colección, ArtIculo J, pp. 3-10.
81 Op. til., p. 11 Y sisl.
12 O,. til., p. ~1 ., .;,s.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 499

El Siglo Diez y Nueve da respuesta a quienes aconsejan que


México se especialice. Con lenguaje de nuestros días, podríamos
decir que se inclina por la diversificación de producciones: "La
historia nos enseña que puede una nación vivir reducida a un solo
ramo de subsistencia, como la ganadería o la pesca; pero ese solo
hecho revela siempre el corto número y la mísera situación del pue-
blo". El Siglo Diez y Nueve recomienda impulsar producciones,
pues: "Entonces entraría el país en otro movimiento que hoy no
conoce, y sería menos irónico el consejo de los que se empeñan
en persuadirle que sea solamente agricultor, y que cambie frutos por
artefactos". Reducir la nación a la agricultura "sería condenarla a
una retrogradación que no es posible calcular". El periódico añade:
"¿Y puede un legislador reducir y aun comprometer la vida nacio-
nal, por seguir una secta económica?"

La información se revela al respecto:

Díganlo esas mismas naciones, en cuyo seno aparecieron Smith


y Sayo Ambos sabios han muerto dejando a Inglaterra y a Francia
en la meditación y rectificación de sus doctrinas, y en espera del
tiempo y circustancias oportunas para irlas poniendo en práctica poco
a poco, sin riesgo ni aun de la subsistencia o prosperidad de alguna
clase numerosa.

Por consiguiente:

Si, pues, un pueblo tan poco adelantado como es el de nuestro


país en el conocimiento de las leyes de la naturaleza física y moral,
aspira a conservar su independencia, no obstante el contacto que debe
tener con las otras naciones; lo primero que necesita cuidar es no
perder, sino antes bien ganar trabajo, y lo que es más, ilustrar y dig-
nificar ese trabajo, porque así se dignifica un pueblo a sí mismo, y se
eleva al nivel o a un grado superior al de los otros.U

El contacto de México con las naciones más ricas e ilustradas


"ha marchitado ese trabajo", introduciendo más baratos, los artículos
que producía. De aquí la necesidad de protección.
. ~l gobierno debe proteger las artes y las manufacturas y la
pnncipal protección consiste en defenderlas de la competencia ex-

u Op. eit., Artículo V. pp. 44-47.


500 JESÚS REYES HEROLES

tranjera, es el tema del artículo quinto. El Ministro de Hacienda,


"sin profesar explícitamente el peligroso principio de laissez faire",
está llevando al gobierno a abandonar el derecho y la obligación
de proteger a las industrias. Para El Siglo Diez y Nueve, el país debe
ganar trabajo y debe procurar producir sus alimentos, sus vestidos
y sus armas: "Faltándole cualquiera de estos ramos, será indudable-
mente esclava de las otras naciones." Pero es verdad establecida
"que donde el trabajo logra mayor recompensa, allí desarrollan más
prodigiosamente no sólo la riqueza, sino la dignidad humana".
México no puede "dejar ir las cosas por sí mismas";" necesita
una táctica muy hábil "para conservar su existencia y su libertad".
Debe aumentar su poder de cambio dando protección a las manu-
facturas.
El proteccionismo está a la vista: "Luego, siempre que el co-
mercio extranjero amenace destruir en fuerza de baratura las indus-
trias del país, debe nuestro gobierno defenderlas empeñosamente,
sin dejarse guiar por ese bien imaginario de la baratura, sino por las
consideraciones elevadas de la subsistencia, la riqueza y la moralidad
de la nación". El Siglo Diez y Nueve, después de refutar el argu-
mento de que el contrabando hace impracticable las prohibicione~ y
de indicar que éstas pueden ser más eficaces que la misma tarifa
refiriéndose al librecambio y a quienes lo sostienen en Europa, afir-
ma: "Adoptemos las doctrinas que ellos dan y no toman, y nuestro
erario crecerá un poco, si se quiere así suponer; pero no será fo-
mentando el trabajo del pueblo mexicano, sino el de los pueblos
inglés y francés, suizo y de Norteamérica"."

84 op. ~iJ., Artículo VI, pp. 55-:59.


85 La protección que la industria algodonera necesita "debe expresarse en prohi-
biciones, o bien en derechos elevados que suelen llamarse protectores". Para optar
entre ellos, El Siglo -artículo VII- marca cuatro principales diferencias: "la. La
prohibición es clara, invariable por su naturaleza, conocida de todos, y puede decirse
palpable. Los derechos protectores pueden recorrer una escala, desde la altura que
equivale a prohibición, hasta el punto en que, perdiendo su carácter, permitan la
ruina de la industria del país" ropo cit., p. 68). Además, fijar derechos es dificil
y requiere técnica y conocimientos de que carecemos. 20. "La prohibición es también
una protección segura, porque sólo depende de la ley y de sus ejecutores. Los dere-
chos altos dejan la industria del país a merced de los fabricantes extranjeros; de
modo que el día que éstos quieran arruinarla, no tienen más que resolverse a perder
seis u ocho millones de pesos, de los cuales se indemnizarán abundantemente des-
pués". Es decir, el peligro del allmpi"g. 30. "La prohibición puede hacerse eficaz
en cualquier parte en que sea denunciado el contrabando. Los derechos protectores
una vez burlados en los puertos, ya no se pueden cobrar en ninguna parte, porque
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 501

Como corolario, en el artículo VI86 se dice: "La obligación


que todo legislador tiene de elevar su nación a la independencia
económica y militar y la adquisición y buena distribución de la ri-
queza, sin lo cual ningún pueblo logra su bienestar material y la dig-
nidad moral que es el principal destino del hombre sobre la tierra;
esa obligación, decimos, varía mucho, según la época y circunstancias
de cada sociedad".
En el artículo VIII,87 y en virtud de que el ministro Payno
manifiesta contar con la opinión de los fabricantes, El Siglo expresa
que conoce la contestación que el 15 de julio de 1848 dio la Direc-
ción de Colonización e Industria al ministro Riva Palacio y los do-
cumentos de 9 y 10 de octubre que la acompañaban. En lo esencial,
el primer documento sostenía:
La industria mexicana, aunque ha hecho adelantos, no puede
ni podrá en mucho tiempo competir con la extranjera. Puede ésta
expender sus efectos por la mitad, cuando menos, de los precios a
que es posible vender los mexicanos. Desde aquí ha venido la necesidad
de la protección, para que no queden sin ocupación nuestros artesa-
nos, y sin uso nuestras fábricas. Para el objeto de que los efectos del
país compitan en los mercados con los extranjeros, no son necesa-
rias las prohibiciones, pues que bastaría al intento imponer cuotas
a las introducciones, mediante las cuales los efectos importados no
se pudiesen vender a menos precio que los nacionales. Las prohibi-
ciones se establecieron para que donde quiera que se encontrasen los
efectos prohibidos pudiesen ser decomisados, y hacer así más cierta
e indefectible la protección, a pesar del cohecho y del soborno que
podía expedir los cargamentos sin derechos, o pagándolos en una
parte mínima, mas no mudar la naturaleza de las mercaderías.

La Dirección proponía un plan coordinado para alzar algunas

los documentos falsos y otros arbitrios del contrabaadista, surten todo su efecto cuan·
do se aplican a efectos de comercio lícito". Argumento ya usado por nuestros prime-
ros legisladores. 40. "Finalmente, la claridad y seguridad del sistema prohibitivo
inspira confianza a los nacionales para que dediquen a la industria los enormes capi-
tales y grandes aptitudes que ella necesita. Mas el peligroso y casi ininteligible sis-
tema de los derechos protectores, haciendo temer a todo especulador, retira los capi-
tales, y distrae las aptitudes del objeto a que seria necesario que estuviesen consagrados
excl.usivamente. Esta consideración es de un peso enorme cuando se medita con la
debIda aplicación".
86 Op. cit., p. 55 Y sigs.
87 Op. cit., p. 81 Ysigs.
502 JESÚS REYES HEROLE5

prohibiciones en hilazas y tejidos de algodón, siempre y cuando


dicho alzamiento fuese acompañado de otros elementos -derechos,
libertad interna, etc.- y el Poder Ejecutivo lo pasa al Congreso
íntegramente. En éste las comisiones dictaminadoras sólo adoptaron
la supresión de las prohibiciones, lo que hizo que la Dirección de
Colonización e Industria se dirigiera al Gobierno, señalando la nece-
sidad de adoptar el plan integral y que los fabricantes, principal-
mente de Puebla, México y Guadalajara protestaran contra la idea
de sustituir prohibiciones por derechos protectores."
En el artículo IX El Siglo Diez y Nueve protesta de que se
deje la reforma del arancel en manos del ministro Payno y en el X
destaca la contribución de la industria fabril al sostenimiento del
Estado. En los artículos XI, XII YXIII rebate a la Legislatura d~
Veracruz que se dirigió al Congreso de la Unión apoyando la susti-
tución de prohibiciones por derechos y la reducción de éstos. La
serie concluye con el análisis relativo a si nuestro país necesitaba

88 El lenguaje que los fabricantes usan es bastante violento, así en la contesta-


ción a la nota dirigida por la Junta de Colonización e Industria de Puebla a la In-
dustria de la Ciudad de México -Puebla, Imprenta de Atenógenes Castillero, 1848-
los fabricantes poblanos asientan que la República ya palpó "las fatales consecuencias
de las vanas teorías de nuestros pseudoeconomistas políticos". La nación, dice, "ha
visto con dolor" la iniciativa "para la relajación de la mayor y principal parte de las
leyes prohibitivas dictadas a favor de la industria fabril y agrícola". Se queja de que
la Dirección de Industria contraríe sus funciones y no haya informado previamente
a las juntas de industria. Los poblanos se oponen a cambiar prohibiciones por dere-
chos. Los dos sistemas, el prohibitivo y el de gravamen se han ensayado entre nosotros
y la experiencia acredita que la mayor parte de las producciones extranjeras se intro-
ducen en nuestro país "con arreglo al segundo sistema". Se señala que "si el gobierno
cree que no puede dominar la situación, sino arruinando la industria", que lo haga,
pero que sea justo, que "dé ocupación a los millares de brazos que quedan entregados
al ocio y a la indigencia" e indemnice "a los labradores y fabricantes de las gruesas
sumas que han invertido en sus respectivas empresas". El folleto es muy ilustrativO
en cuanto revela por una parte, las fuertes presiones a que los gobiernos se veían
sujetos, y por otra, CÓmo esta lucha se entremezclaba con el choque entre introducción
de maquinaria y el mantenimiento de la actividad artesanal. Los poblanos señalan
que una compañía extranjera 'ofreció a los fabricantes 50 pesos de indemnización por
huso, "dejándoles la maquinaria", "a condición sólo que consintiesen en la relaja-
ción del sistema prohibitivo", COsa que no admitieron. El antecedente de este asunto
es el proyecto de Juan Ignacio Godoy para introducir en exclusiva hilados de algodón
prohibidos, COn la obligación correlativa de importar o instalar cierto número de tela-
res o bien, venderlos al costo. Véase al respecto: Docllmenlos pMa la bistori« eco,,6-
",ica. de .México, volumen 1, La induslria de hilados 1 lejidos en México, 1829-1842.
PublicaCIOnes de la Secretaría de Economía Nacional, México, D. F., 19H, p. 100
Y sigs.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 503

algodón extranjero y el derecho que debía imponérsele, conectando


la resolución de este problema con el alza de las prohibiciones y
una política general.
En estos temas, como en otros, admira la claridad de estos
artículos. En la introducción del folleto en que fueron publicados
se da la clave de tal claridad de pensamiento: "Tal vez""por esta
incertidumbre en que vivimos respecto de los hechos, y por conse-
cuencia respecto de los principios, han llegado algunas personas a
persuadirse de que la causa de la libertad política se interesa en que
los aranceles sean demasiado bajos, y en que desaparezcan las pro-
hibiciones impuestas a la industria extranjera. Nosotros no hemos
podido convencernos de que esto sea un principio, ni siquiera una
buena consecuencia de segundo orden". Con una visión verdadera-
mente notable para la época, se distinguen los principios morales
y políticos del liberalismo de la doctrina económica liberal, dejando
ésta de lado para luchar, sin la más mínima transacción por los
primeros. Para que no quepa duda sobre la posición liberal y demo-
crática, la introducción al folleto agrega:

Creemos que la libertad consiste en que la existencia individual


goce toda la protección y ensanche que permiten la moral, la seguridad
y el progreso de la nación; pero que el costo pecuniario de los esta-
blecimientos y empresas nacionales no es 10 que califica el grado de
libertad de que se goza en un país,

. Puede haber un pueblo que pagando impuestos muy altos "goce


~tl veces más de su libertad, qut otro que apenas pague contribu-
C1one~". Se pueden pagar más impuestos para gozar la tranquilidad,
se~uf1dad. personal y amplitud en los giros de la riqueza y del tra-
bajo. Lo Importante es el uso de los impuestos. La libertad pública
en lo ~ue está interesada es en un sistema legal que "proporcione
a los CIudadanos abundante y bien recompensado trabajo, a los capi-
tales fácil empleo, y que cada hombre tenga a su alcance medios
para llenar sus obligaciones públicas y privadas". En la inteligencia
de que estos bienes son más necesarios en un gobierno democrático en
que ~e busca la felicidad de todos y la dignidad de cada uno de los
aSOCIados.
504 JESÚS REYES HEROLES

EL ECLECTICISMO DE PRIETO

En cierta medida tercia en el debate Guillermo Prieto. Opta


en lo general por el plan Payno, que le parece bueno; pero su obra
tiene valor documental en la polémica vieja y nueva: protección o
librecambio. El libro de Prieto" responde a la crisis del erario o, me-
jor dicho, a la crisis económica del país, que deviene política. Para
Prieto, los partidarios de la baja de derechos -"favorecidos en
sus opiniones con las teorías de los economistas modernos"- dicen,
con Willi, que el alza de derechos no ha producido bien alguno en
nuestro país, sobre todo a la luz del contrabando:

Los que discurren de un modo contrario, se fundan en que no


puede estar el contrabando en razón de los derechos, puesto que por
bajos que éstos sean, quedando impune el fraude continuará, fueren
los que fueren los derechos que se establezcan y citan lo producido
por el ramo de platas, lo mismo cuando ha tenido subidas cuotas que
cuando éstas han bajado.

Al margen de esta situación de hecho, Prieto se refiere al


contraste entre teoría y práctica:

En economía política más palpablemente que en niguna otra


de las ciencias que tienen una directa influencia en los gobiernos de
los pueblos, se ve que las teorías de Una nación necesitan modificar-
se, cuando se trata de otras en sus aplicaciones prácticas, por la como
paración de las diversas posiciones geográficas de los distintos gobier-
nos, fuentes de riqueza, educación y costumbres de los otros países.
Los economistas europeos, no obstante el impulso más uniforme de
la civilización en el antiguo mundo, se refieren en sus obras a procurar
a sus respectivas sociedades los medios para su desarrollo y engran-
decimiento; pero siempre con modificaciones tales como se requiere
para que cada uno de esos gobiernos, presente una fisonomía espe·
cial y característica; de aquí es que, las que parecen a primera vista
anomalías juzgadas según los principios generales, no son sino con-
cesiones muy justas para no destruir a ciegas el erario público, ani-
quilando este primer elemento de vida de las naciones. ¿Qué con-

89 lndica&iones sobre el origen, fJi(isillldes , esllláo 'lile gll.Jan «llIalmmle


las renlas generales Je la Federación Mexüana, por el ciudadano GUILLERMO PRIBTO.
México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1850.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 505

secuencias hay entre las teorias de Say y Macu11oc, con las leyes
restrictivas que tiene el comercio inglés? ¿No se hallan en abierta
contradicción las doctrinas de Rossi, Blanqui y Chevallier con el sis-
tema tributario de Francia, los impuestos sobre la sal y otros de cuyo
vicioso sistema se ocupa D'Auddifret?90

Esto prueba que los gobiernos, sin desconocer los principios


generales, escogen el camino gradual y paulatino, dejando subsistir
aquello que suprimido precipitadamente llevaría al trastorno. Mas:
Nosotros desatendiéndonos de las lecciones de la experiencia, y
atentos sólo a las teorías de los economistas europeos, hemos clamado
constantemente por la baja de derechos, pero sin buscar una cuota
proporcional, y desatendiéndonos de las relaciones en que esta baja de-
bería haber estado siempre con las medidas para reprimir el fraude.

A un lado teorías, Prieto se refiere al nivel protector y su coor-


dinación con medidas que combatan la defraudación. La determi-
nación de los aranceles es tarea compleja y delicada. Debe comparar
las distintas industrias internas entre sí y con las industrias del
exterior. Montbrion le ayuda:

Una y otra deben servir de puntos de comparación para estable-


cer derechos, conforme a la protección que reclaman los productos

90 A más de Smith y Say, los autores que cita como librecambistas son los mis-
mos que rebate ANT-MARIE ROEDERER: "EIIIJes Sil' les Jeux systemes opposés Ji
libre erhange e de la protection, Seconde edition. May, 1851. París Chez Guillaumín
et Cie", Chevallier, Blanqui, Rossi, Maculloc, Wolowski, son autores de quien Roe-
derer se ocupa. El libro de Roederer y la vigencia del tema, aparte de razones na-
cionales, obedecen al Congreso de Librecambistas de Bruselas, de fines de 1848. Al
derogarse en Inglaterra la ley sobre los cereales, en 1846, se auspicia la celebración
de un congreso para conseguir el libre acceso de las manufacturas a la Europa Conti-
nental. Blanqui y Marx, este último sin leerlo propiamente en el Congreso, presentan
puntos de vista librecambistas. No deja de influir en México el libro de M. P. Rossr
(Co1m D' Economie Politique, deuzieme edition, Tome Second, París, chez les editeurs
G. Thorel, Libraire, Joubert, Libraire, 1843) que sostiene: 1) La libre influencia de
las circunstancias naturales hace una distribución espontánea del trabajo y el capital;
2) Los productos extranjeros se cambien por productos nativos en general, por lo
que resulta que el sistema prohibitivo no es más que un privilegio acordado a ciertos
productores nacionales en perjuicio de otros productores nacionales y de todos .los
consumidores. No obstante ello, Rossi señala que el principio de la libertad comercial
admite ciertas excepciones, fundadas precisamente en la propia ciencia económica..
ropo cit., p. 291 Y sigs.)
506 JESÚS REYES HEROLES

de la industria indígena, para que los mercados interiores no sean


invadidos por la concurrencia del extranjero con productos semejantes.

Hay que conciliar los intereses de los productores con los de


los consumidores y atender "a que las fuentes de la riqueza de una
nación son solidarias y no pueden perjudicarse unas sin dañar rápi-
damente a las otras". En México poco se ha pensado en ello al
formar los aranceles "y casi han absorbido la atención dos cues-
tiones que caracterizan nuestra ignorancia en este punto vital". La
nrimera es la prohibición de los algodones, sobre la cual ya Willi
dio los pros y contras desde 1845.91 Y la segunda es el alza o baja
de derechos en un tanto por ciento, "indistintamente a todos los
efectos".
Prieto opina que la industria nacional -"si este nombre me-
rece la especulación costosa para el erario que ejercen algunos par-
ticulares"- está en rendiciones de soportar "la concurrencia con el
extranjero con derechos protectores". Es decir. aranceles de prefe-
rencia a prohibiciones. Se percata, sin embargo, de las contradiccio-
nes que surgen con la aplicación de una política arancelaria pro-
tectora:

Los fabricantes han levantado el clamor a los cielos en contra


de los abolicionistas, queriendo en último caso sacrificar a los culti-
vadores, permitiendo la libre introducción del algodón, porque sin
esto era cierta la ruina de las fábricas: los cultivadores a su vez quie-
ren derechos protectores subidísimos para los algodones, y alegan que
su industria es más espontánea, que ocupa gran número de brazos
en los puntos más miserables y despoblados de nuestras costas y fron-
teras; que se retiran de la circulación en esos puntos gruesos capitales,
y por último, que si se arruina el cultivo del algodón quedaría la in-
dustria toda más a la merced del extranjero, puesto que el día que
no se importara el algodón, las fábricas se paralizarían totalmente.

Para el interés nacional, pesando todas esas razones, deben es-


timarse otras de más jerarquía:

91 Pros: fomenta la agricultura, proporciona ocupación fabril, reduce el déficit


comercial -"tiende a disminuir el comercio pasivo extranjero". Contras: priva al
Gobierno de ingresos aduanales, debilita las simpatías extranjeras y dificulta la colo-
cación externa de nuestros productos agrícolas.
508 JESÚS REYES HEROLES

lirse, y puesto que es forzosa su existencia, el talento consiste en ha-


cerlas servir convenientemente como renta, y con su objeto económico
político: como renta procurando sus creces sin perjuicio de los ra-
mos de la producción y del comercio: como protectoras, indagando
positivamente cuáles son los ramos de industria nacional que se han
desarrollado o que tienen elementos propios para hacerlo. 92

DOS LIBROS EN LA ULTIMA RECAIDA SANTANISTA

La crisis económica, decisiva para la última vuelta al poder


de Santa Anna, no se resuelve con este retorno. Santa Anna en el
poder y su absurda política impositiva sólo exteriorizan aún más
la profunda crisis. Ya en pleno retorno, la aflictiva situación del
erario, agravada con el dispendio y la extravagancia postnapoleó-
nica, hacen que a la crisis se le busque solución en el comercio
exterior. Aparte de los extremos arancelarios a que lleva la avidez
de numerario, el problema preocupa en serio. Y a ello obedece la
aparición en el mismo ario de dos obras sobre el tema: la edición
en México del libro del liberal chileno José Joaquín de Mora y la
del clásico mexicano en 1..1 materia, don Miguel Lerdo de Tejada."

92 No siempre Prieto mantiene esta posición, pues lejos ya de la responsabilidad


gubernamental, cae en el doctrinarismo, coincidiendo con Ignacio Ramírez. Este últi-
mo es radicalmente antiproteccionista. Para él, en todo arancel se descubre la inspi-
ración del contrabandista. Toda importación es provechosa para los mexicanos. Una
tarifa protectora "hostil" sería perjudicial para los mexicanos. La tarifa no debe ni
puede ser más que un recurso fiscal (IGNACIO RAMÍREZ: Obras completas, México,
Oficina Tip. de la Secretaria de Fomento, 1889. Tomo II, articulo "Tarifornanía",
p. 65 Y sigs.) Ramírez es dogmáticamente librecambista. Dirigiéndose a Prieto, en
octubre 14 de 1875. le dice: 'Acabo de ver en el Monitor Republicano de hoy, un
credo proteccionista y que te has comprometido a refutarlo; no dudo que obtendrás
la victoria". PRIETO, como autor de texto -e-Breres nociones de Economía Política.
México, Oficina Tip. de la Secretaría de Fomento 1888, p. 77 Y sigs.-, simplemente
teoriza. Sólo las preocupaciones y la ignorancia han hecho de la cuestión del libre-
cambio "una cuestión interminable", equiparable a las cuestiones religiosas y polí-
ticas. Encarece las ventajas de la división internacional del trabajo; ve el sistema prohi-
bitivo como insostenible y en cuanto al protector, sólo encuentra en él que "adu-
lando las pasiones vulgares y los intereses de especuladores ventajosos", pretende se-
guir la doctrina sin base de defender el dinero. Proteger la producción mexicana es
ayudar a una producción mala y cara. ropo cit., p. 77 Y sigs.).
93 De la libertad del comercio, por josé JOAQUÍN DE MORA. Edición de El
Siglo Diez y Nueve. México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1853. Comercio Exte-
rior de. México desde la Conquista hasta hoy, por MIGUEL LERDO DE TEJADA. Mé·
xico, impreso por Rafael Rafael, 1853.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 509

José Joaquín de Mora es el liberal integral: en economía y en po-


lítica, sin distingos ni matices y distante de la práctica de gobierno.
Lerdo de Tejada en 1853 es hombre sensible y atento a las deriva-
ciones de la práctica.
Mora es tan liberal en economía, que identifica el liberalismo
económico con valores espirituales y políticos: la libertad de comer-
cio influye en la creación y acumulación de capitales; en la agri-
cultura y la población; en las relaciones mutuas de los pueblos; en
la industria fabril interior; en las costumbres públicas y, por su-
puesto, en el tesoro. La libertad de comercio es el liberalismo en
acción. Este sin aquélla no existe. Las fuentes doctrinales de José
Joaquín de Mora no son francesas, sino que se hallan en los ingle-
ses dominantes y con el librecambio como postulado e instrumento:
Maculloc, la revista de Edimburgo, Huskinson, Brougham, Storch,
y detrás Adam Smith. La Enciclopedia Británica y el Parlamento
Inglés, son sus fuentes primordiales. De los Estados Unidos: Chan-
ning. 94
Lerdo de Tejada quiere conciliar su liberalismo con las reali-
dades: progreso económico y político. Es antiprohibicionista, pero
a fuer de realista reconoce que los derechos de importación "han
formado y forman todavía la parte principal de la renta del gobier-
no de México."95 Para "hacer progresar la industria de un pueblo,
con beneficio general" debe recordarse que el medio más seguro
de fomentar la industria "es el de ponerla en competencia con la de
otros países más adelantados". Pero esto no significa falta de pro-
tección. Para que la "rivalidad" no sea ruinosa a los productores
domésticos, se dispone de un medio, el gravamen arancelario:
" ... que la única protección que puede concederse a los industriales
de una nación, respecto de los extranjeros, es gravar las mercan-
cías de éstos con unos impuestos prudentes, para que la rivalidad
no sea ruinosa a aquéllos". Esto ha sido olvidado en la historia

94 Mora cita largos párrafos del discurso de Lord Palmertson en la Cámara de


los Comunes, el 18 de mayo de 1841, en que, refiriéndose al proteccionismo que
Inglaterra sembró y quiere desterrar, dice a propósito de México: "Pero ¿son acaso
los Estados Unidos los únicos de la América que nos pagan en nuestra misma mo-
neda? México se ha colocado en aquéllos rangos; ¿y quién creerá la Cámara que ha
suplicado al gobierno mexicano que prohiba nuestros objetos en su territorio, para
favorecer los del país? Unos hijos renegados de Inglaterra que quieren establecer allí
fábricas en competencia con las nuestras". ropo cit., p. 86).
9S LERDO DE TEJADA: op. cit., p. 39.
510 JESÚS REYES HEROLES

prohibicionista de México. Desde los primeros años de la Indepen-


dencia se adoptó "el sistema de prohibir no solamente todos los
frutos y manufacturas que se producían en el país, sino también
algunas que podrían producirse en él". Este sistema, "condenado ya
por las más sabias doctrinas de la ciencia económica y por la expe-
riencia", no ha retrocedido, sino por el contrario avanzado." En sín-
tesis, Lerdo, antiprohioicionista, es un proteccionista moderado por
medio de aranceles y no sólo por razones fiscales, sino también de
promoción industrial.

LOS HOMBRES DE AYUTLA

Vamos ahora a ver la actitud de los hombres de Ayuda ante


el librecambio, con el objeto de señalar cómo en esta materia los
problemas concretos, las realidades nacionales, hicieron que pruden-
temente se siguiera la línea de prescindir del dogmatismo que por
simple rigor lógico informa al liberalismo económico.
El debate sobre el librecambio y proteccionismo -como hemos
visto- siempre estuvo abierto en nuestra historia. Pero en él las
desviaciones y las confusiones fueron frecuentes, dado que esencial-
mente el conflicto era entre prohibicionismo o librecambio. Gra-
dualmente, sin embargo, se fueron aclarando las discusiones, y en
este proceso el liberalismo económico perdió la partida.
Al triunfo del movimiento de Ayutla los industriales del algo-
dón y algunos otros son decididamente proteccionistas. Sus argu-
mentos, los tradicionales. Se repite la necesidad de recibir protec-
ción - que se entendía como prohibición- de la competencia
extranjera, en tanto se obtenía un aprendizaje que colocase las in-
dustrias nacionales en situación de poder competir. "Los comercian-
tes --dice un artículo publicado por El Siglo Diez y Nueve 91- tien-
den a libertar al comercio de toda traba, sin considerar los perjuicios
que sus pretensiones pueden ocasionar a la industria y a los demás
gremios de la sociedad, cuyos intereses y exigencias son tan legíti-
mos como los del comercio. Sean cuales fueren -prosigue el ar-
tículo- las gracias que los gobiernos concedan al tráfico, los co-
merciante nunca estarán contentos y siempre aspirarán a más". El
.Estado, carente de recursos y enervado por una absurda tradición

96 op. eis., p. 31.


97 8 de junio de 18:>5.
PROTEcaóN y LIBRECAMBIO 511

de prohibicionismo mercantilista, cambió de aranceles de conformi-


dad con necesidades que nunca vio satisfechas.
Se observan las contradicciones a que un prohibicionismo sin
criterio, las presiones por una libertad de comercio exterior sin límite
y una desastrosa distribución de la riqueza, dan lugar.
La hacienda pública se debate entre tanto entre la falta de
ingresos que origina las prohibiciones, la presión de los grupos co-
merciales por la eliminación de prohibiciones y aranceles, el contra-
bando generalizado y la defraudación, que el Dr. Mora había calcu-
lado absorbía en las aduanas marítimas el 50% de las percepciones
que corresponderían al Fisco," y los llamados "pronunciamientos
aduanales", que cercenaban ingresos al erario al establecer sus pro-
pios aranceles en los puertos o lugares fronterizos en que se efec-
tuaban.
A este cuadro obedece el estribillo de la prensa liberal de la
necesidad que hay de crear la hacienda pública, formar el erario
nacional.
Al proclamarse el Plan de Ayutla está en vigor el arancel del
10. de junio, de 1853, dictado por Santa Anna, que había derogado
el Arancel Ceballos de 24 de enero de 1853, que había sido, más
que un arancel, una revisión moderadora, a petición del comercio,
de las disposiciones arancelarias vigentes en aquella época.
El arancel de 10. de junio de 1853 era altamente proteccionista,
30 o 32% más de gravámenes que el Arancel Ceballos. En estas
condiciones, el Plan de Ayutla en su artículo 60. declara supropó-
sito de "proteger la libertad de comercio interior y exterior'?" y se
compromete a expedir nuevos aranceles, señalando que entre tanto
se considera en vigor el Arancel Ceballos. El artículo 70. del Plan de
Acapulco reitera la necesidad de proteger la libertad de comercio.l'"
así como la vigencia provisional del Arancel Ceballos y adquiere un
nuevo compromiso: el nuevo arancel no podrá "basarse bajo un sis-
tema menos liberal" que el de 24 de enero de 1853.
En esta forma, los hombres de Ayutla entran en el laberinto
de ideas y maraña de intereses que componían las cuestiones aran-
celarias.

98 Obras SueiJaJ de JosÉ M' LUIS MORA. París, Librería de Rosa, 1837. Tomo 11,
p. 441.
99 ISIDRO MONTIEL y DUARTE: Derecho Ptíblko Mexkano. México, 1871, Im-
prenta del Gobierno Federal, en Palacio, Tomo IV.
100 Op, ÚI., Tomo cito
512 JESÚS REYES HEROLES

Al dictar .Santa Anna un decreto cerrando al comercio el puerto


de Acapulco, Comonfort estableció, por su parte, un arancel que
suprimió -alzó-- prohibiciones y redujo los derechos de impor-
tación en un 12% en relación con el Arancel Ceballos. El 31 de
julio de 1855, Comonfort restaura en Manzanillo el Arancel Ceba-
HOS.I01 Ignacio de la Llave, en los primeros días de septiembre del
mismo año, declara vigente en Veracruz el Arancel Ceballos, pero
se encuentra con un problema: el derecho de un peso por quintal
que se impone a la importación de algodón extranjero en el arancel
de 24 de enero de 1853, "no está -dice el periódico El Veracru-
zano- bien calculado, ni es bastante protector para nuestra pro-
ducción nacional". De aquí que se determine que el Arancel Ceballos
no está vigente en Veracruz en lo que se refiere al algodón.!"
El 15 de septiembre de 1855 el periódico El Comerciar" de
Tarnpico, que siempre había pugnado por el librecambio, protesta
de los rumores que hay en el sentido de que en ese puerto se van a
implantar medidas similares a las adoptadas en Acapu1co, dado que
ello lesionaría a los comerciantes, que tenían acumuladas mercancías
de importación que habían cubierto mayores impuestos.
El 18 de septiembre de 1855 El Siglo Diez y Nueve reproduce
un artículo del periódico El Progreso, de Veracruz, que decía: "Ha
empezado la grita de los monopolistas contra la rebaja de los dere-
chos de importación, y varios periódicos de México de los llamados
liberales se han hecho los órganos de ese clamor ... " Esto obedeció
a que el 12 de septiembre del propio año La Patria, de la ciudad de
México, había publicado un artículo oponiéndose a la supresión
de prohibiciones y a la reducción de los aranceles, por considerar
que ello afectaría a los productores. El Veracruzano -librecambista
como buen periódico de aduana marítima- contesta a La Patria,
pero retrocede: no se quiere que re levanten "todas las prohibiciones,
ni que se deje a nuestros productos o artefactos nacionales sin la
salvaguarda de un derecho, llámese protector o diferencial, que los
sostengan en la competencia".

101 El Siglo Diez y Nueve, 12 de septiembre de 1855.


102 El 1" de septiembre, El Siglo publica otro artículo sobre aranceles, toinado
de El V'eracruzano, Se dice que el país se enfrenta a una "crisis mercantil" que no
ha sido "más que la segunda edición" de la que se padeció a principios de 1853,
cuando "los intereses generales del país fueron puestos a prueba de tormento por
la administración desacertada de D. Mariano Arista". Se recuerdan las promesas de
Ayutla y Acapulco y pide su cumplimiento.
103 El Siglo Diez y N uetre, 27 de septiembre de 1855.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO

La explicación de la actitud inicial ante el problema, conte-


nida tanto en el Plan de Ayuda como en el de Acapulco, se da cla-
ramente en un artículo publicado por El Siglo Diez y Nueoe?" El
artículo dice:

Indudablemente es que al proclamar el general Alvarez y al


aceptar Comonfort el Arancel Ceballos,tuvieron por interés inme-
diato halagar a la clase que más ejecutiva y eficazmente pudiera
apoyar con sus recursos e influencia el movimiento que iniciaron;
mas no por esto se puede ni debe suponerse que hayan pretendido
hacerlo con perjuicio y menoscabo de los demás ramos de riqueza
pública, ni que hayan querido excluir aquellas combinaciones que
dejando satisfecho el objeto que se propusieron, consideren a la vez
los demás intereses sociales.

Al hacer la promesa de restaurar el arancel Ceballos, se atraía


a la causa de Ayuda a los comerciantes. Logrado ello y triunfante el
~ovimiento, es necesario recapacitar seriamente sobre el problema,
libres ya del afán de sumar apoyos a una revolución.. Se propone
entonces que continúe en vigor el Arancel Haro -de 10. de junio
de 1853- y tomando en cuenta el aumento en los gravámenes
arancelarios, de un 30 a 3270, se admita para el pago de derechos
de importación hasta un 40% en bonos, 207~ de crédito interior,
10% de tenedores de bonos ingleses y 1670 de conversiones, indis-
tintamente inglesa, francesa o española. Esto es, se propone usar el
margen protector, aumentado por el Arancel Haro, para amortizar
la deuda pública.
A pesar de las declaraciones del Plan de Ayuda y de Acapulco,
triunfante el movimiento y convertido en gobierno, al aproximarse
a las realidades, va a conjugar y a ensanchar la teoría con la prác-
tica. Pasar de las prohibiciones al arancel protector es ideal apo-
yado, además, por las necesidades de un erario exhausto. Lerdo de
Tejada, como Oficial Mayor del Ministerio de Fomento, presentó
una Exposición al general Juan Álvarez, para que formara parte del
programa del Gabinete, en que proponía "que en el arancel que está
por expedirse, sin llegar a la exageración del sistema prohibitivo,
se establezcan derechos protectores en favor de la industria nacio-
nal". Francisco Zarco, que es quien da a conocer la Exposición de

104. 7 de septiembre de 1855.


514 JESÚS REYES HEROLES

Lerdo. comenta que en ese punto desearía "que hubiese sido más
explícito el señor Lerdo" .105
El propio Lerdo de Tejada, dando cuenta a Comonfort del es-
tado de la hacienda pública, pone en frase gráfica la situación: falta
de recursos y sobra de obligaciones hacen que el Ministro de Ha-
cienda tenga que ocuparse, con preferencia a todo otro asunto, de
"procurarse de algún modo los veinte o veinticinco mil pesos que
necesita tener diariamente en la tesorería general para cubrir las más
urgentes necesidades'r.r" Para Lerdo, el Ministro de Hacienda, "cual
administrador de una de esas casas opulentas, que por la imprevisión
y el desorden caminan directamente a su ruina", tiene por principal
ocupación imponer las rentas del Estado para cubrir las más urgen-
tes necesidades del servicio público "y entretener con buenas palabras
o efímeras promesas, las múltiples exigencias de los innumerables
acreedores que constantemente lo rodean'U'" Los ingresos prove-
nientes del arancel de importación son decisivos para el asediado
Ministro de Hacienda. Cumplir con la promesa de, Ayutla y Aca-
pulco es el camino más sencillo. Un doctrinarismo primario así lo
considera y se conciliaría la exigencia teórica con la necesidad pecu-
niaria del erario.
Sin embargo, en esto, como en otras cuestiones, los liberales no
tomaron el equívoco camino más fácil,
Silíceo, en la Memoria de Fomento, Colonización, Industria y
Comercio, en la parte dedicada a industria y medios de fomentar-
la,l08 traza con amplitud la senda realista seguida para promover la
industria. La postura de Silíceo, y con él la del Gobierno, es de un
realismo tan equilibrado con los objetivos de progreso y los impe-
rativos políticos, que no puede dejar satisfechos ni -a los doctrinarios
elementales del liberalismo económico ni a los simples defensores
de los intereses creados.

lOS El Siglo Diez y Nlleve. 31 de diciembre de 1855. "Ministerio de Fomento.


La Exposición del Sr. Lerdo de Tejada".
106 Memoria presentada al Presidente sustimto de la República por el cilldadano
Miguel Lerdo de Tejada, dando cuenta de la marcha qlle han segllido los negocios
de la htKienda pública en el tiempo qlle tuvo a Sil cargo la Secretaría de este ramo.
México, Imprenta de Vicente García Torres, p. 7.
107 os. cit. p,. 43.
108 Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Coloniza-
ción, Indllstria y Comercio de la ReplÍblíra Mexicana. Escrita por el Ministro del
ramo, C. MANUEL SILlCEO, para dar cuenta con ella al soberano Congreso Constitu-
cional. México, Imprenta de Vicente Garda Torres, 1857, p. 61 Y sigs.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 515

La falta de estadísticas, o lo que es peor, las falsas estadísticas,


"han impedido y seguirán impidiendo que se desarrolle, de una
manera decidida y eficaz la protección justa que el Supremo Go-
bierno ha querido dar a los ramos productores de la riqueza nacio-
nal, para asegurar la prosperidad y el bienestar común, a la vez que
la independencia industrial, sin la cual es absolutamente imposible
ese desarrollo". Se camina a tientas y sin luz "por un terreno des-
conocido". Los obstáculos que se presentan son detallados. No pue-
den "valorizarse los consumos", único modo para conocer la produc-
ción, que también se desconoce, y "para saber hasta qué punto debe
restringirse o ampliarse ésta".
Se ignoran los elementos industriales existentes en las diversas
entidades y los medios y capacidades de producción. Los estorbos,
"falta de brazos que las exploten" o bien que "la escasez de pobla-
ción no dé incentivo a la especulación y al espíritu de empresa". Se
carece, pues, de información, que es el "primer elemento para fundar
un sistema constante de protección". Los trastornos políticos casi
permanentes y la falta de vías de comunicación producen un cuadro
complicado y difícil:

El comercio, desfallecido por la falta de buena fe y seguridad,


aleja sus capitales de los mercados, y los productos de la industria
no encuentran salida ni consumo, dando la inmoralidad y la escasez
de numerario pábulo a la usura que es el azote más terrible de las
sociedades; y esta ruinosísima especulación, si bien enriquece a unos
pocos, causa la total ruina de pequeños capitalistas y de no pocos
artesanos e industriales que se ven obligados a ocurrir a ella, o para
mantener sus establecimientos o para el sostén de sus familias, pero
siempre es uno mismo el resultado: el aniquilamiento de los giros.

En estas condiciones: "Años hace que se debate entre nosotros


la cuestión económica relativa a la conveniencia o inconveniencia de
prohibir o restringir la importación de los efectos extranjeros que
ya se producen en México". Todo se ha descuidado al respecto, lo
que no obsta para que Siliceo se sienta obligado a explicar sus
~onvicciones. Siempre, dice, se han considerado las prohibiciones
como el medio más eficaz de fomentar e impulsar la producción
en todos los países". En apoyo de esta tesis se cita a la misma
Inglaterra, "que es incuestionablemente la primera nación industrial
del universo", pero se muestra severa en materia de prohibiciones.
Esto no implica restaurar plenamente el sistema prohibitivo O em-
516 JESÚS REYES HEROLES

plearlo sin freno para futuros desarrollos. El método es el arancel,


el combate al contrabando y los alicientes fiscales. En elocuente
párrafo lo expone:

¿Pero esto quiere decir que debe volverse al sistema prohibitivo?


Muy distante estoy de pensar así; creo que será bastante para la
protección de las fábricas, que se establezca un derecho de importa-
ción a los productos de las extranjeras, que compense los mayores
costos que puedan tener los indígenas: que se vele sin descanso para
evitar el contrabando, que se hace principalmente por la frontera, y
que la contribución que las fábricas pagan por el capital que re-
presentan y por sus productos, sea una sola, sin que pueda alterarse
por las autoridades de los Estados. Así se otorgará a los fabricantes
una protección eficaz y bastante para su objeto, sin incidir en los
peligros y en los males que trae consigo el sistema prohibitivo, siem-
pre funesto para una nación.

y el Ministro de Fomento va más allá en la promoción 10-


dustrial:

Bueno sería, en algunos casos, auxiliar directamente a los in-


dustriales, aunque esto no deja de tener en abstracto graves inconve-
nientes; pero contra ese deseo del gobierno, se presentan las dificul-
tades que nacen de su escaso erario; dificultades que como verá en lo
sucesivo el Soberano Congreso, han impedido poner en ejecución pro-
yectos de la más alta importancia.

Los liberales mexicanos, enfrentados a las realidades, las com-


prenden y concilian con su liberalismo político. Para ello sacrifican
dogmas de liberalismo económico. Un liberal tímido en cuestiones
sociales, por tener una amplia y sabia formación jurídico formal, y
temeroso de apartarse en la resolución de los problemas sociales de
los principios del liberalismo económico, Ignacio 1. Vallarta, casi
en los mismos días que Siliceo, no tiene escrúpulos en prescindir del
librecambio.
Una brillante intervención de Vallarta en el Congreso Constitu-
yente no deja lugar a dudas sobre la separación de nuestros liberales,
como hombres del Gobierno, de los dogmas lógicos del liberalismo
económico. Vallarta, al discutirse el proyecto de artículo 17, asienta:
"La saludable y nunca bien sentida influencia de la libertad, es asaz
bienhechora en la producción de la riqueza, ya sea puesta bajo su
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 517

aspecto político, ya se la considere también bajo su faz económica".


En bien pensado discurso leído, declara que sigue a Quesnay y a
Smith y ve la libertad de comercio "como la realización completa
de la civilización humanitaria del género humano: como la verdad
encarnada de la unidad en la especie humana". Su ideal es el libre-
cambio: "Pero -dice, y es éste un párrafo clave para entender la
diferenciación entre liberalismo político y librecambio hecha por
nuestros liberales-- esa libertad del comercio exterior, por cuya
realización suspiro y que alguna vez he defendido como filósofo,
no la puedo aprobar como legislador mexicano".
Las realidades, en su inexorable vigencia, hacían que nuestros
liberales abandonaran los dogmas del librecambio: "Señor -dice
Vallarta-, necesito decir que la libertad absoluta del comercio ex-
terior, de que soy en la teoría partidario, no puedo sostenerla en
esta tribuna" .109 Los liberales mexicanos, enfrentados a la práctica
del Gobierno, al bregar cotidiano, fueron inflexibles en la lucha por
el liberalismo político, pero con prudencia, sabiduría y realismo,
supieron prescindir del librecambio.

PROTECCIONISMO EN "EL MONITOR REPUBLICANO"

No sólo el proteccionismo liberal es la línea que predomina


en El Siglo Diez y Nueve, sino que también ella es contundente-
~e~te expuesta por El Monitor Republicano. Este periódico, el 6 de
julio de 1856110 publica un artículo sobre México y sus tarifas, to-
mado del órgano cubano La hereditaria y la propiedad. El Monito1
manifiesta su deseo de "que se promoviese sobre materia tan intere-
sante una discusión que iluminase la cuestión". El artículo es reve-
lador de la importancia que en México y fuera de él se concede a la
política arancelaria. Todos los males de nuestro país, se dice, "son
el resultado de su tarifa", emitiéndose juicios muy elocuentes al
respecto:
Los fabricantes, algunos de los cuales son acreedores de la deuda

109 ZARCO: Historia del Congreso ExtraOf"tlinario Constitllyente tle 1856 y 1857.
Tomo 11, pp. 117-123. México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1857. Esto contrasta
con la identificación que el joven Vallarta sin la responsabilidad de gobernar, hace
entre democracia y "los principios de la escuela económica liberal" (Obras completas
del C. U(. IGN....CIO L. V....LLART....r Primera Parte, trabajos publicados en forma de
folletos. Tomo VI, México, José Joaquín Terrazas e hijas, Imp., 1897, p. 23).
110 Año XI, número 3,235, artículo "México y sus tarifas".
518 JESÚS REYES HEROLES

pública, por un lado reclaman el pago puntual de sus intereses, y


hasta recurren al apoyo de los gobiernos extranjeros, y por otro
sostienen que debe privarse al tesoro público, por medio de una ta-
rifa prohibitiva en protección de sus manufacturas, de las cuantio-
sas rentas que podría recaudar por sus aduanas.

Los fabricantes mexicanos creen, "en su ignorancia", que con


sólo hacer escasear los productos los pueden vender a mejor precio
"y no comprenden que disminuyendo a la vez el comercio, o matán-
dolo, el pueblo que no gana, poco puede gastar, y más bien se acos-
tumbra a reducir sus consumos". Los industriales mexicanos resultan
promotores de la miseria:

Creen que promoviendo la miseria, que es la condición de todo


pueblo sin comercio, realizan beneficios que no conseguirían propen-
diendo a él, que es la fuente de la prosperidad, y no se hacen cargo
que en la decadencia general los que ganan tienen otras pérdidas
equivalentes a sus capitales, y éstos de cualquiera clase que sean, tie-
nen un valor menor, representados por propiedades o empleados como
dinero, de modo que en último análisis, consiguen sólo lo mismo
que por medios justos y racionales podrían obtener, que es en-
riquecerse.

Sus alegatos se fundan en que "emplean brazos en sus fábri-


cas", siendo similar al que podrían esgrimir los gremios. Se trata
en el fondo de un ahorro involuntario:

Su argumento se funda naturalmente en que poco se perjudica


el país en pagar su consumo de tales o cuales mercancías, con un
recargo que equivalga, por ejemplo, a la friolera de un cuartillo,
o tres centavos al día; pero no calculan que significan $11 al año,
y que respecto a 10 millones de almas, son 110 millones de pesos
anuales usurpados más cruelmente del pobre y ¿con qué títulos?
que ahorrados que fueran por el pueblo, los aumentaría en los mis-
mos u otros consumos, y corno que todos ellos devengan un derecho
para el Estado, suponiendo ser éste de sólo diez por 100, significan
otros 11 millones perdidos para las rentas, que forzosamente ha de
pagar el pueblo por medio de otras contribuciones.

El periódico cubano, relacionando la política proteccionista con


la deuda pública, los enjuicia severamente:
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 519

Nosotros comprendemos que México, así como un particular,


pueda tener el capricho o el lujo de dar protección a una industria
improductiva, en que sacrifique cuantiosos intereses, pero esto sea
cuando no deba, pues mientras tal cosa suceda, esas rentas no le
pertenecen, perteneciendo a sus acreedores. En el primer caso. seria
perdonable que aspirando a tener toda clase de industrias y produc-
tos, aun los más exóticos y difíciles de aclimatar, aspirase a alcan-
zar, como China, la gloria, bien necia seguramente, de bastarse a
sí propia, yana comprar ni vender a las naciones extranjeras, des-
truyendo todo comercio y elemento de marina.

El primer elemento de la prosperidad de México debe ser el


pago puntual de sus deudas. Tal pago se traduciría en ocupación y
mejores ingresos. La conclusión es categórica:

Creemos haber probado que todos los males que sufre México,
sus revoluciones, su penuria, su poca importancia para los comercios
europeos, su mal estar y su temida disolución, todos tienen su origen
en la tarifa, que impide al gobierno tener recursos, ser fuerte y hacer
sentir su vigorosa mano donde quiera que fuera necesario.

Por lo demás, a los industriales mexicanos se les califica ru-


damente:

Alegan que necesitan vender más caro, pero es el deseo natural


de todo el que vende, que sólo reduce los precios en fuerza de la
imperiosa necesidad. Dirán que la industria en cuestión es imposible
en el país; en tal caso que la abandonen y se dediquen a aquellas
para las que es propio, y dejen de perjudicarlo, pretendiendo sostener
lo que no puede lograrse, causando daños que llegan a atacar el
gobierno en sus bases fundamentales.

. La escasa población del país es un arma teórica que el perió-


dICO cubano emplea en todo su alcance: "Elevados en su precio
como están, según hemos explicado, los artículos de primera necesi-
dad, ¿cómo es posible que espere México tener una población nume-
rosa?" José J. González, que es quien hace la transcripción, comenta
en sentido inverso el artículo:

Se comprenderá por lo que llevamos dicho que estamos muy le-


jos de ser libre-cambistas rabiosos, y de desear la destrucción de las
520 JESÚS REYES HEROLES

aduanas; al contrario, queremos que sea el agente más importante de


las rentas de las naciones, porque su recaudación es más fácil, menos
enojosa, toda la vez que el importador se propone cobrar el impuesto
de los consumidores; de menos o ninguna fiscalización personal; y
porque según la experiencia que nos ha dado Cuba, es la que menos
diferencia ofrece entre los que cobran y resulta líquido.

Ojalá, agrega, "que todas las contribuciones pudieran resultar


de las aduanas marítimas, y que ellas bastaran a las cargas del
Estado".
Ahora bien, ¿hasta qué grado este artículo expresa los puntos
de vista del sector liberal aglutinado en El Monitor Republicano?
Ello. de agosto, El Monitor inicia la publicación de una serie de
estudios económicosociales relativos a los sistemas aduanales, su his-
toria, los aranceles y su papel, la industria y el comercio, los bancos,
la producción y el consumo y otros temas conexos. Su análisis resulta
en verdad esclarecedor, tanto de las ideas que están en el ambiente,
como de las fuentes doctrinarias y del enfoque político adoptado en
el examen de los problemas nacionales.!"
El Monitor recuerda que los economistas ingleses, Juan Bautis-
ta Say y sus discípulos, "han criticado a los gobiernos, que con tari-
fas de aduana se han propuesto fomentar la riqueza pública". "i De-
jad obrar! j dejad pasar! han exclamado". Pasa lista de todos los
argumentos en contra del proteccionismo: la prosperidad de Suecia
sin derechos de aduana; la industria protegida es privada del estímu-
lo de la competencia extranjera; la prohibición fomenta el contra-
bando y afecta la moralidad de los pueblos; para después concluir:

Casi nadie desconoce los numerosos inconvenientes que traen


consigo las tarifas de aduanas, ni los abusos que del sistema actual
resultan. Pero creemos que en el estado actual de la industria y de

III En buena parte de la teoría, los artículos sobre aduanas y aranceles siguen
e incluso copian lo que al respecto contiene el Diccionario polhico o Enciclopedia del
lenguaje y ciencia política (Por una reunión de diputados y publicistas franceses.
Traducido al castellano y adicionado con varios artículos de importante aplicación a
nuestro país. Cádiz: 1845, Imprenta y litografía de la Sociedad Artística y Literaria).
González repite a veces párrafos íntegros de los que figuran en el Diuionario en lo
relativo a aduanas -p. 33 Y sigs.- y aranceles -p. 79 Y sigs.-, apartándose en
este último tema de las adiciones españolas. Sostiene, como después veremos, ideas
avanzadas en materia social -propiedad, proletarios-- y en materia económica re-
sulta radical, no sólo en lo que toca a la negación del liberalismo económico, como
I ibrecambio, sino, asimismo, en otros aspectos.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 521

las relaciones internacionales, es útil que el gobierno ejerza, por


medio de las aduanas, una influencia directa y regularizadora en los
productos y consumos generales.

Como se ve, se considera que el gobierno, a través de los aran-


celes, debe ejercer una influencia directa y reguladora de productos
y consumos. Se reconoce que la acción de los aranceles se refleja en
aumento de precio de ciertas mercancías; pero se cree que este incon-
veniente "no tiene toda la gravedad que los economistas le atribu-
yen". Un Estado no puede depender de naciones rivales en la pro-
visión de los objetos que consume en gran cantidad. Si todas las
naciones tuviesen igual carácter y "se hallasen sometidas a un mismo
gobierno y a unas mismas leyes", habría que renunciar al sistema
de protección; pero:

... mientras que la diferencia en las leyes y en los gobiernos


y el sentimiento de nacionalidad se opongan al trasporte de los capi-
tales y de la industria, como suponen los teóricos economistas, se
puede disculpar ciertas restricciones de las tarifas, con la necesidad
de conservar la riqueza nacional de los pueblos menos industriosos.w

González dice que en torno a los impuestos de importación113


se presenta un debate, por estar de un lado los comerciantes y de
otro los productores:

Tan opuestos intereses dividen a los publicistas, y mientras unos


preconizan la libertad de comercio, hay otros, que más celosos por
intereses de la producción, sostienen las condiciones que para su desa-
rrollo y prosperidad juzgan indispensables. Entre estos contendientes
está el consumidor pagando los errores y exageraciones de unos y
otros, y sobre todos se encuentra el Estado, que según las necesida-
des del momento protege unas veces el comercio y otras la industria
y que casi siempre considera las cuestiones de aranceles bajo el estre-
cho punto de vista de la fiscalización.

Recuerda que aun cuando, tanto Smith como Say, se han de-
clarado por el librecambio, no han postulado la abolición completa

112 El Monilo,. Republicano, año cit., número 3,261, l' de agosto de 1856.
"Historia de las aduanas".
113 Op. cit., número 3,273, 13 de agosto de 1856. "Aranceles".
522 JESÚS REYES HEROLES

de los aranceles, permitiendo ciertas excepciones: "Sin salir como


ellos del terreno de la economía política pura, creemos que se puede
extender fácilmente el círculo de estas excepciones". Para ello su-
pone dos países concurriendo a la misma producción, iniciado antes
por uno de ellos, mismo que, por consiguiente, ha amortizado el
capital aplicado a la producción en cuestión y vencido los primeros
obstáculos, operando con costos de producción menores. En estas
condiciones, el otro país: "Para empezar sus ~nsayos de producción
tiene que emprender una lucha desigual con un adversario fuerte,
aguerrido, lleno de experiencia e incomparable a él en poder". El
término significará pérdidas enormes, sobre todo para el país más
débil:
¿No convendrá entonces que el poder público intervenga y con-
ceda al productor nacional el medio de luchar con armas iguales con-
tra su antagonista? Y respecto al consumidor, ¿no se le compensará
en adelante el sacrificio momentáneo que se le exige?

En su tercer artículo!" expresa que los ramos principales de


industria en todos los pueblos se han desarrollado "con una pro-
tección enérgica". Un repaso en la historia lo demuestra: "Luego
es evidente para todos, que los pueblos más ricos han llegado a serlo
por las restricciones impuestas a la libre introducción de las mer-
cancías extranjeras". Y la posición proteccionista se fortalece "cuando
a las razones deducidas de la economía industrial se unen las con-
sideraciones políticas". Si se examina el mundo, se ve que éste está
formado por países desiguales y en los conflictos entre las naciones
por su conservación se encuentra una perspectiva de que no puede
temporalmente prescindirse:
Pues bien, lo que hacen los cañones en tiempo de guerra, deben
hacerlo los aranceles durante la paz. Examinados éstos en sus rela-
ciones con la política, deben tener por objeto acrecer el poder na-
cional sin disminuir el de los Estados amigos.

Smíth y Say tendrían razón "si el mundo formase una república


universal". Peto ello no sucede y tal "el vicio de su razonamiento".
Estando formado el mundo por naciones desiguales, con el libre-
cambio unos países ganarían y otros perderían:

114 Op. cit., número 3,275, 15 de agosto de 1856.


PROTECOÓN y LIBRECAMBIO 523

Es, pues, absolutamente imposible demostrar la utilidad de la


supresión completa de los aranceles de aduanas, visto el actual estado
de relaciones internacionales, y es por el contrario evidente, que a
semejante innovación acompañarían gravísimos peligros.

Antes se ha calificado de especioso e inexacto el argumento


de que no se puede comprar un producto sino con otro equivalente,
dado que "el valor de las mercancías no es absoluto" y: "un pueblo
que cambia los artículos de primera necesidad y los capitales dispo-
nibles bajo la forma de numerario, por productos destinados a un
consumo inmediato e improductivo, se empobrece infaliblemente;
consume los elementos de su trabajo y se arruina como el pródigo".ll5
Ello en relación con un fenómeno: "Adviértase que la concentración
de los capitales empobrece la sociedad, porque el rico holgazán nada
produce y por lo común consume abundantemente". De esta situa-
ción proviene un papel fundamental del arancel:

Las restricciones de las Aduanas, sabiamente combinadas, tien-


den a corregir los errores de que hablamos y que por tantas causas
suelen cometer los pueblos. Haciendo subir el precio de los produc-
tos de la industria extranjera, disminuyen su consumo y proporcionan
al Estado un tributo pagado solamente por los consumidores. Si
éstos empobrecen es en beneficio del Estado, es decir, de todos los
contribuyentes, el establecimiento de la tasa les obliga a pagar ma-
yor suma que antes por obtener igual cantidad de objetos de consumo
improductivo. El efecto inmediato es estimularlos a trabajar, a produ-
cir, o al menos a economizar. La elevación aparente de los productos
de la industria extranjera, excita la ambición del trabajador y del
capitalista; los induce a llevar a cabo las más benéficas empresas y
a vender a mejores precios que el extranjero; por último, traba-
jan y producen.

Con aranceles se conservan "los elementos del trabajo", se des-


tierra el ocio, y debe tomarse en cuenta "que las restricciones atacan
más directamente a los objetos cuyo consuma es menos indispensa-
ble". Con la inspiración socialista que conocemos se da un paso más:

Los economistas modernos que han proclamado la doctrina de


dejar obrar, no han tenido en cuenta el carácter y las pasiones de los

115 Op, (/J. número 3,266, 6 de agosto de 1856


524 JESÚS REYES HEROLES

pueblos; han considerado al hombre como una materia bruta que


sigue el movimiento fatal de los capitales en lugar de producirlos;
han creído equivocadamente que lo mismo trabajaría un pueblo con
el comercio libre que con el régimen restrictivo.

El gobierno debe atender a preocupaciones sociales o de otra


índole que muchas veces estorban desarrollos, al margen de circuns-
tancias económicas:

La aplicación de los capitales del trabajo a tal o cual especie


de industria, depende más bien de las preocupaciones y de la rutina
que de las circunstancias económicas; y al gobierno toca contener es-
tos trastornos, subiendo el precio de los productos de la industria que
intenta fomentar, a fin de estimular a los productores ofreciéndoles
la indemnización de las pérdidas que causan siempre los primeros en-
sayos, de modo que no queden improductivos los elementos de las
riquezas nacionales.

Ahora, que no se trata de una protección sin matices. Hay que


cuidar de los distintos aspectos de la producción y matizar lo nece-
sario: "Todo sistema protector bien entendido debe tener por objeto
fomentar la industria y el trabajo, favorecer la libre introducción
de las primeras materias y prohibir los productos del trabajo extran-
jero. Pero cuando éste puede convertirse en elemento de otra indus-
tria, claro es que debe ser admitido con más facilidad que los sus-
ceptibles de inmediato consumo e inútiles para la producción". Se
requieren capitales para explotar las materias primas y en la entrada
de dichos capitales se escucha un eco mercantilista: "Las importa-
ciones de numerario son muy favorables al desarrollo de la riqueza
nacional, porque producen la baja del interés y la subida de los pre-
cios; circunstancias sumamente útiles para todos. Así es que las falsas
teorías de los antiguos economistas sobre el equilibrio del comercio,
conducían a resultados prácticos más ventajosos y exactos que las
doctrinas de los economistas modernos".
Las tarifas protectoras tenderán a proporcionar a los pueblos
"cuya educación industrial y mercantil está más atrasada, los medios
y el tiempo necesario para instruirse, sin que les perjudique la supe-
rioridad de sus vecinos". Por lo demás, las consecuencias de la im-
plantación universal del librecambio serían trágicas:
PROTECOÓN y LmRECAMBIO 525

Si se admitiese en toda su extensión la libertad del comercio, los


pueblos menos industriosos quedarían inevitablemente empobrecidos
y arruinados por sus hábiles vecinos. Llegaría, al fin, a establecerse el
equilibrio, dicen los economistas, no hay duda; pero sería sobreIas
ruinas de los pueblos menos industriosos.

Por tanto, la política arancelaria debe medirse según quien la


practica: "Las tarifas protectoras son una arma ofensiva para las
naciones más industriosas, y defensiva para las que lo son menos" .116
Inglaterra, en el fondo, mantiene restricciones y a ella toca una gran
responsabilidad. Sus tratos con Portugal manifiestan "mejor que
todas las teorías, el resultado de las relaciones comerciales entre un
pueblo industrioso y otro que no lo es". Portugal, comprando artícu-
los industriales y "objetos de consumo, cuyo principal valor consistía
en el trabajo inglés" y dando en cambio "algunos comestibles, pero
especialmente materias primas y numerario". Este comercio "empo-
brecía a Portugal, enriqueciendo a la Inglaterra". De esta manera,
el país lusitano se empobreció, consumió sus capitales y es por ello
que la mayoría de los países "han contestado con prohibiciones a las
prohibiciones de Inglaterra".
Con aranceles y prohibiciones se fomenta la producción y se
camina hacia la riqueza nacional. La política arancelaria debe deter-
minarse muy cuidadosamente y manejar las tarifas con grandes pre-
cauciones, pues ellas encierran muchos intereses:

Al establecer el gobierno sus tarifas, no debe conceder ninguna


protecci6n ciega y excesiva, ni dejarse dominar por las exigencias apa.
síonadas, casi siempre injustas, del interés particular; no debe perder
de vista que cualquiera protección impone un tributo al consumidor
y debe, por último, fomentar la industria.

Los artículos de José J. González, con su innegable influencia


socialista europea, se caracterizan por su nacionalismo. Dichos ar-
tículos y los de El Siglo Diez y Nueve expresan todo un estado de
ánimo.

116 op. ri/., número 3,269, 9 de I&Osto de 18'6.


526 JESÚS REYES HEROLES

LA RECAPITULACION POLEMICA DE MATIAS ROMERO

La política liberal era reducir prohibiciones y ampliar a los


renglones liberados la protección arancelaria."? El arancel de 31 de
enero de 1856 redujo a dieciocho los artículos prohibidos. Después
de la Guerra de Tres Años y de la intervención, el 21 de enero de
1867 se suprimió todo género de prohibiciones, a título de protec-
ción a la industria. Hay que considerar que en el Manifiesto de 7
de julio de 1859, na el Gobierno Constitucional, y en ello se ve la
mano de Miguel Lerdo de Tejada, se declara el propósito de facili-
tar el desarrollo del comercio exterior, que es elemento de riqueza
y de civilización, ya simplificando los requisitos exigidos por las
leyes vigentes, "ya moderando sus actuales gravámenes".
Don Matías Romero, considerado como el heredero ideológico
de Me1chor Ocampo, tuvo oportunidad de hacer, en plan polémico
y vuelto al extranjero, una recapitulación de la política proteccio-

ll7 Sobre la preponderancia de los aranceles en relación con las prohibiciones,


para don MATÍAS ROMERO, verdadero fundador de la hacienda moderna mexicana,
la nación hereda de su metrópoli una legislación prohibitiva que no puede sino con
lentitud y grandes esfuerzos cambiar paulatinamente. Los principios retrógrados de
la legislación española, "deÍ sistema colonial", fueron sustituidos "por las ideas libe-
rales y progresistas del sistema inglés". Ello ocurrió a tal punto, que "una de las
principales conquistas económicas que hemos consumado después de la guerra de
1857 a 1860, llamada de reforma, ha sido la abolición absoluta de las prohibiciones".
En efecto, a partir del 21 de enero de 1868, el Ejecutivo, siguiendo "el espíritu libe-
ral de nuestra Constitución política", levantó todo género de prohibiciones. Y esta
conquista, con palabras de Romero, quedó definitivamente asegurada. (Exposición de
la Secretari« de Hacienda de Jos Estados Unidos Mexicanos, de 15 de enero de 1879,
sobre la condición actual de México y el aumento del comercio con Jos Estados Unidos,
p. 122). Para medir la evolución entre prohibiciones y aranceles, basta considerar los
siguientes datos consignados por el propio Matías Romero: El arancel de 15 de di-
ciembre de 1821, de una lista de nueve fracciones, en cada una de ellas enwneraba
uno o más artículos prohibidos, conteniendo nueve fracciones de artículos libres. El
de 16 de noviembre de 1827 aumentó a 16 los artículos libres y a 56 los prohibidos.
El de 11 de marzo de 1837 redujo a 11 los libres y a 50 los prohibidos. El de 30 de
abril de 1842 contenía 51 fracciones de artículos prohibidos por 15 libres. El de 26
de septiembre de 1843 prohibía 58 artículos por 19 libres. El de 4 de octubre de
1845 mantuvo 19 libres y elevó los prohibidos hasta 62. El de l· de junio de 1853,
53 fracciones de artículos prohibidos por 21 libres. El de 31 de enero de 1856, 18
artículos prohibidos por 34 libres. El arancel de 19 de enero de 1872 no contenía
prohibición alguna para la importación de mercancías y aumentaba hasta 63 el nú-
mero de artículos libres.
118 AIuuLLAGA: Recopilación, de 5 de mayo de 1858 a 31 de diciembre de
1860, pp. 101·21.
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 527

nista mexicana en un gran trecho, practicada por liberales, y de des-


entrañar su sentido. E19 de octubre de 1878 John W. Foster, Enviado
Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos en
México, se dirige al Presidente de la Asociación de Manufactureros
de aquel país, exponiendo las dificultades existentes para ampliar el
intercambio comercial. Foster se refiere a los inconvenientes de toda
índole -políticos, falta de comunicaciones, etc.- y entre ellos in-
cluye y subraya la política proteccionista de México. El Ministro
norteamericano es puntilloso en su librecambismo; critica, así, el
arancel norteamericano, pero mucho más severo se muestra con el de
México. Nos niega aptitudes para la industria y nos aconseja dedi-
carnos a la minería y a los productos tropicales:

Nuestro arancel americano es uno del que muchos creemos que


es urgente hacer una revisión y al que hay que hacer reducciones im-
portantes; pero el de México es todavía más proteccionista y prohibi-
torio, mientras que muchas de las provisiones de nuestro arancel, que
contribuyen a facilitar el tráfico, no se encuentran en el de México.
Los ramos de industria para los que este país tiene ventajas particula-
res, son la minería y el cultivo de las plantas tropicales; pero su legis-
lación comercial ha tenido una tendencia directa a oprimir la minería
y se han hecho grandes esfuerzos para promover las manufacturas,
para lo cual ni la gente ni el país tienen condiciones particulares. Y
este sistema se encontrará que es un gran obstáculo para la prosperidad
del comercio con nuestro país. 1l 9

Don Matías Romero, con una rapidez impresionante, contesta


ampliamente y punto por punto los reproches de Foster con apabu-
llante documentación y lógica inflexible. Ve el problema de México
en la falta de capitales para su desarrollo. El debate histórico lo
plantea en una frase:

La opinión pública no se ha decidido por algún tiempo en Mé-


xico, respecto de la mejor manera de promover el progreso del país;
algunos han creído que esto se conseguiría con fomentar las manu-
facturas en el país, estableciendo en consecuencia una legislación fiscal
protectora, y gravando con derechos altos a las mercancías extranjeras;
y otros por el contrario, han creído que las necesidades y circunstan-
cias de la nación requerían derechos bajos, que sirvieran para dar

119 op. eis., p. 9.


528 JESÚS REYES HEROLES

impulso al comercio. Los sostenedores de una u otra de estas teorías


han ocupado por algún tiempo la atención pública, sin haber llegado
a dar una solución práctica a esta cuestión)2O

Fresca aún la recapitulación de la historia arancelaria de Mé-


xico que ha hecho, con un conocimiento indiscutible de causas, admi-
te que en nuestra historia ha predominado el proteccionismo, al
que no le regatea su principal fruto:

No puede negarse el hecho de que la teoría proteccionista ha


prevalecido por lo general en México, ya porque se creyera conve-
niente impulsar de preferencia el desarrollo de la industria fabril, ya
porque la necesidad de proveer de recursos al Erario, haya obligado
a los gobiernos pasados a gravar con fuertes derechos de importación
a las mercancías extranjeras. Tampoco puede negarse el hecho de
que varias de las administraciones anteriores han hecho grandes es-
fuerzos por establecer y fomentar en este país, la fabricación, princi-
palmente de tejidos ordinarios de algodón, cuya industria, gracias a
la protección decidida con que ha contado, ha sido uno de los negocios
más lucrativos que han podido emprenderse aquí, y ha adquirido, en
consecuencia, una grande importancia.

Para concluir:

Por la sencilla exposición que precede, se ve que el problema de


procurar el desarrollo de los elementos naturales de México no es tan
sencillo como a primera vista pudiera creerse, porque las circunstancias
de esta nación le dan ciertas peculiaridades que no pueden atenderse
debidamente por medio de un sistema abstracto, ni con principios
absolutos.

No podía intentarse resolver los problemas nacionales "por


medio de un sistema abstracto, ni con principios absolutos". Las
ideas son para sociedades y países dados. La peculiaridad de México
aconsejaba separarse de la ortodoxia económica. El proteccionismo

120 op. cit., p. 165. La congruencia de ideas de don Matías Romero descuella si
se considera el discurso que sobre zonas libres pronunció el 3 de noviembre de 1870
(Diario de Jos Deba/es, 59 Congreso Constitucional de la Unión, Tomo llI, corres-
pondiente a! primer período de sesiones ordinarias del año de 1870 a 1871. México,
Imprenta del Gobierno, en Palacio, a cargo de josé Maria Sandova!, 1871. p. 368
y sigs.).
PROTECCIÓN Y LIBRECAMBIO 529

liberal mexicano no niega, a pesar de ciertos pronunciamientos - Va-


Harta, González, artículos de El Siglo Diez y Nueve} ete.-, la vali-
dez lógica de los principios del liberalismo económico, y prueba de
ello es la consignación del artículo 28 constitucional. La protección
se presenta como una excepción a los principios o a título de nece-
sidad temporal. Lo importante es, por una parte, que precisamente
sobre estas bases se iniciará más tarde la revisión del liberalismo
económico, y por otra, la ductilidad que permitió no erigir en norma
gubernamental el librecambio. De acuerdo con ello, se prescinde
de liberalismo económico, dando un ejemplo de flexibilidad y aco-
modo a las realidades. Sin dogmatismo intelectual, ajenos a toda
..secta", se piensa que lo esencial es el liberalismo ético político,
en la lucha por el cual había que ser rigurosamente ortodoxos. Ante
los problemas económicos, al fundirse las ideas con la realidad
que las alimentaba, ésta ayudó a levantar un régimen de libertad
política y espiritual.
53]

MEMORIA
PUS.lfT.D.l AL

EllO. ~l, rltl~IDENTE ~1f~TITIJTO


DE LA REPUBLICA

C. MIGUEL LERDO DE TEJADA

DE LA MAlleH.. q.UJr. HAll' sw,GUIDO


LOS NEGOCIOS DI: L" H"CIENDA PUBLICA, lEl\' EL TIEMPO
q.llJ: TlIV. lo Sll CAIlGO LA SECllllTAaIA
DI: IlSTIl llAMO.

MEXICO.
niPRENTA DE VICENTE GARCU TORRES,
Calle de San Juan de Letren núm. 8.
1857.

Proteccionismo moderado
'33

La libertad política no se interesa en los aranceles


535

<EN DOCE CARTAS)

!:LA !ll!tmT9~1J1
~~ ~~ ~~~~~~~~~ ~~~~~~~

·~Ul ~~(f)~UJ~~Ul~~

P3!U.
~~
pm'ttRtll tl pDrtD! lit la. &rtf.
2RtlllUO tIl
"'J~""
.843.

El tercer Estado
537

nE LA l\E.l'ÚBLICA
IEJ 13B. ~ 00 amoo..
<5'. ~ ~~~< ...".'" /'·".r~?<:k. ",/"" 7'n"'M/rr~¿
~~~~..-....~ en.-cu"'r";":"--'-'¿¿~ ,¿.¿ .,.,,-a<:ou¿l!IF
/.,,¿',~ -;;ya:?P'M .¿..:; a:;;. .23~;Y-'5-H~__ ¿ t'tI'lJ!<

1l1igUo: 184).
T...p........ 1'''1'01. ..,p. n.o por .l )l L••••
... l. <.na 4. 101'a\._ .

Por ideario político no repara en 10 obvio


CAPITULO VII

LIBERALISMO SOCIAL

Las primeras ideas: La realidad yucateca y Vicente María Velásquez; Dos


utopías agrarias: Francisco Severo Maldonado y El Pensador Mexicano¡ El
agrarismo de Lorenzo de Zavala y Francisco García; La no disposición a
consumir de los mexicanos. - Movimientos instintivos: Comunismo agrario;
La guerra social yucateca; Petición de una ley agraria. - Gobernantes preocu-
pados: La circular de Arizcorreta; La autocolonización de Luis de la Rosa;
El Acta de Jacala; Conflicto y manifiesto de don Juan Alvarez. - La idea
social de la propiedad en el Congreso Constituyente: El artículo 17 del pro-
yecto de Constitución; Un visionario prisionero del Derecho.-Discurso leido
por Vallarta; Las adiciones de Castillo Velasco; Ponciano Arriaga y el estado
de la tierra; Iniciativa de Ley Orgánica de Olvera; La confluencia de ideas;
El eco del Congreso: Díaz Barriga y José María Iglesias; El último intento
agrario liberal.
LIBERALISMO SOCIAL

Hemos sostenido! que el liberalismo mexicano, en su largo pro-


ceso de formación, se aparta del liberalismo doctrinario en materia
económica y social. En el aspecto económico, la práctica liberal e
importantísimos pronunciamientos doctrinales obligaron a no llegar
al librecambio, inclinándose nuestro proceso histórico real por la
protección. A la larga triunfa en este aspecto la corriente hetero-
doxa, aun cuando el debate dura largos años. En materia social casi
como constante se mantienen, motivadas por nuestra peculiaridad,
la discusión sobre la propiedad de la tierra y los movimientos popu·
lares que pugnan por una modificación en la propiedad territorial.
. ~a inspiración principal del debate abierto y los movimientos
awanos sucesivos, proviene de nuestra palpable realidad. Una pro-
pl~d~~ precolonial abatida por la Conquista y, en consecuencia, el
e~Ju!C1amiento severo de la Conquista y su justificación, como ori-
gtnadora del derecho de propiedad. Junto a ello, la miseria y la
co.nce?tración de la propiedad en manos laicas o de la Iglesia. La
ml~ena, concomitante a la concentración, estimula, por lo consi-
gUle?te, planteamientos agrarios desde los orígenes del liberalismo
meXICano. Ver la tierra como problema es casi consustancial a nues-
tra lucha por la libertad. La intervención de las masas indígenas
en nuestras primeras luchas por la independencia -a diferencia de
otros países latinoamerícanos- encuentra en gran medida sus cau-
sas en la situación de la tierra y esta participación, a su vez, impulsa
declaraciones y objetivos de claro contenido agrario por parte de

! JESÚS REYES HEROLES: El Liberalismo Mexicano. Tomo 1; Los Orígenes.


Continuidad del Liberalismo Mexicano. Cuadernos Americanos, Año XIII, número 4,
Julio-Agosto de 1954. México, Editorial Cultura, T. G., S. A.
542 JESÚS REYES HEROLES

nuestros caudillos. Así, veíamos cómo en los primeros Congresos


mexicanos el problema de la tierra -su concentración y la miseria-s-
dan lugar a intervenciones de Bustarnante, Zavala, Gutiérrez de
Lara, y que nuestros primeros legisladores, en artículo aprobado por
el Congreso, sostienen el origen social de la propiedad, el derecho
del Estado a regularla y distribuirla -propiedad DO trabajada-,
buscando la mayor igualdad posible en su distribución. El problema
de la tierra surge en nuestros primeros congresos en tal forma, que
tuvieron que hacerse grandes esfuerzos para obtener un deslinde
entre colonización y materia agraria.
El problema de la tierra no juega escaso papel en el apoyo de
las masas a la causa liberal. De ello resulta que el liberalismo mexi-
cano sea social en su nacimiento, presentándose en su desarrollo
como un permanente leitmotiv el tema de la propiedad de la tierra
y la actitud que frente a ella guardan sus hombres. En esta actitud
resulta determinante una especie de ley en nuestro proceso histórico:
una masa que empuja a sus caudillos. En nuestros grandes movimien-
tos históricos y entre ellos el liberal, los guías frecuentemente sólo
han obedecido a las masas. Debe considerarse que al expresarse en
nuestros primeros congresos este problema de la tierra, tiene induda-
bles antecedentes en aquellos hombres que luchan por nuestra inde-
pendencia.

Las primeras ideas

No es casual que Mora y Alamán coincidan en ver los rasgos


sociales de la lucha iniciada por la Independencia de México. Su
carácter profundamente trastrocador del derecho de propiedad. Mo-
ra, al explicar cómo se opuso al poder el número, halagando a las
multitudes y enardeciendo las pasiones populares, asienta que en la
Guerra de Independencia "sufrió el ataque más formidable el dere-
cho de propiedad".' Alamán es sabido -que la caracterizó diciendo
que fue "un levantamiento de la clase proletaria contra la propiedad
y la civilización". 3

2 JOSÉ MARÍA LUIS MORA: México y sus rerolucion.:s, :'arís, Librería de Rosa,
1836. Tomo IV, p. 4.
3 LUCAS ALAMÁN: Historia de México, desde los primeros movimientos que
prepararon su independencia, en el año de 1808, hasta la época presente. México,
~1, Imprenta de J. M. Lara. Tomo IV, p. 723.
LIBERALISMO SOCIAL 543

Hidalgo quiere eliminar las gabelas y pretende que los bienes


de los europeos "sean confiscados y puestos en secuestro".' En
bando de 5 de diciembre de 1810, tocante a las tierras pertenecien-
tes a las comunidades de los naturales, ordenó: "se entreguen a los
referidos naturales las tierras para su cultivo, sin que para lo suce-
sivo puedan arrendarse, pues es mi voluntad que su goce sea única-
mente de los naturales en sus respectivos pueblos","
El pensamiento social de Morelos es muy claro y su poco res-
peto por la gran propiedad, evidente. Su decreto sobre repartimiento
de intereses establece que a la clase poseedora -ricos, nobles y em-
pleados- se le despoje "de todo el dinero y bienes raíces o muebles
que tengan, repartiendo la mitad de su producto entre los vecinos
pobres de la misma población". Morelos da normas para que el re-
parto se haga proporcionalmente y expresa que con él un crecido
número de miserables ha de resultar beneficiado. Su pensamiento en
materia agraria es categórico: "Deben también inutilizarse todas las
hacienda.s grandes, cuyas tierras laboriosas pasen de dos leguas cuan-
do mucho, porque el beneficio positivo de la agricultura consiste en
que muchos se dediquen a beneficiar con separación un corto terre-
no que puedan asistir con su trabajo e industria"." Y en los veintitrés
puntos de los Sentimientos de la Nación habría de establecer: "120.
Que como la buena leyes superior a todo hombre, las que dicte
nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia Y'patrio-
tismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se au-
mente el capital del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la igno-
rancia, la rapiña y el hurto".' Don Lucas Alamán comenta que en
algunos puntos de los Sentimientos de la Nación, de More1os, "los
comunistas y socialistas de nuestros días, a cuyos sistemas propendía
bastante Morelos", reconocerían "plenamente sus principios".'

4 j. E. HERNÁNDEZ y DÁVALOS: Colección de documentos para la historia de


la Guerra de Independencia de México de 1808 a 1821. México, José María Sandoval,
impresor, 1877. Tomo 1, p. 116.
5 PEDRO GARCÍA: Con el cura Hidalgo en la Guerra de Independencia. Empre-
sas Editoriales, 1948, p. 244.
6 J. E. HERNÁNDEZ y DÁVALOS: Op. cit., p. 880.
7 Primer Centenario de la Constitución de 1824. Obra conmemorativa publicada
por la H. Cámara de Senadores de los Estados Unidos Mexicanos, dirigida por el
Dr. D. Pedro de Alba y el profesor D. Nicolás Rangel. Talleres Gráficos Soria,
México, D. F., 1924, p. 112.
a ALAMÁN: Op. cit., Tomo III, p. 559.
544 JESÚS REYES HEROLES

y don Juan Francisco Azcárate en 1822 presentó informes so-


bre leyes agrarias y de colonización, tomando por modelo a Jove-
llanos."
Así, cuando el Congreso, el 30 de junio de 1823, reparte la
Hacienda de San Lorenzo a los vecinos de Chachapalcingo, de Amo-
zoc, Puebla, está trazando toda una línea legislativa.
Ahora bien, el pensamiento propiamente agrario tiene una fuer-
te expresión antes del primer Congreso y fuera de éste, cuando se-
sion~ o apenas termina sus labores.

La realidad yucateca y Vicente María Velásquez

En Yucatán emerge con toda claridad un liberalismo agrario.


Su exponente, el eclesiástico Vicente María Velásquez, fundador del
primer partido político mexicano -la Asociación de San Juan-, se
inspira en un ideario claramente liberal conciliable, a su modo de ver,
con la ortodoxia católica y que, por el principio democrático de
igualdad ante la ley, llega a resultados eminentemente sociales. Al
ingrediente liberal hay que añadir la influencia del libro de Las
Casas -Tratado de la destruccián de las Indias Occidentales- y las
condiciones específicas en materia territorial que privan en Yucatán.
Si el liberalismo mexicano es social, ello se debe a que las pecu-
liares condiciones de tenencia de la tierra precoloniales fueron deste-
rradas, formal o materialmente mediante una práctica y doctrina
que no encontraban, en el fondo, más apoyo que el derecho de con-
quista. Obviamente este hecho histórico engendra, por una parte,
persistentes dudas sobre la justificación del derecho de propiedad
colonial y, por otra, intermitentes intentos por restaurar las condi-
ciones precoloniales en beneficio de los indígenas como poseedores
originarios. Lo interesante en Ve1ásquez es que en él se conjugan, sin
asomo de oportunismo, la situación peculiar de Yucatán con actos
francamente liberales, para producir un claro liberalismo social.
Yucatán, aun dentro del conjunto de México, presentaba carac-
terísticas peculiares que agudizaban el problema de la tierra y su
anexo, el indígena. Estas características impulsan a Velásquez, tanto

9 Antología del Centenario. Estudio documentado de la literatura mexicana du-


rante el primer siglo de Independencia. Obra compilada bajo la dirección del Sr. Lic.
don Justo Sierra. México, Imprenta de Manuel León Sánchez. 1910. Volumen n,
p. 694.
LIBERALISMO SOCIAL 545

en el planteamiento del problema, como en la búsqueda de solucio-


nes. Son las características que llevan en 1847 a la guerra de castas
o guerra de indios, que analiza Justo Sierra O'Reilly con gran rninu-
ciosidad y que deben examinarse, si se quiere entender el pensa-
miento agrario de Velásquez. En el trabajo de Sierra O'Reilly, par-
cial en cuanto es producto de su posición de oligarca "blanco", se
subraya:
10.-La importancia del problema indígena yucateco, cuyo sos-
layamiento significaría "suscribir nuestra sentencia de muerte", "vo-
tar nuestra agonizante sociedad a su total ruina".
20.-El papel desempeñado por los liberales yucatecos en la
producción de la guerra de castas:

No hay en la lengua epítetos bastante energICos para reprobar,


cual merece, la conducta de aquellos hombres ilusos o hipócritas que,
aparentando un liberalismo sin mancilla y una noble filantropía,. bus-
caron apoyo a sus proyectos en la ruda masa de los indígenas, cuyos
medios de acción y tendencia final jamás se detuvieron a examinar,
por incapacidad o ligereza.

Señala las graves consecuencias producidas por la Constitución


de Cádiz, "el desarrollo de las ideas modernas y la propagación de
ciertas doctrinas filosóficas y sociales" que motivaron en gran parte
la actitud tomada por los indígenas, que culmina en la guerra; Sierra
ü'Reilly dice: "La ruidosa controversia de las obvenciones parro-
quiales, suscitada con ocasión del decreto de las Cortes españolas
que abolían las mitas y servicios personales, fue para la raza indí-
gena de Yucatán un verdadero curso de derecho político, que no
quedó enteramente olvidado por cierto con los sucesos posteriores".
La explosión indígena encontró su motivación en el estado real del
campo y en estos antecedentes.
3o.-Sierra O'Reilly encuentra el punto de partida del proble-
ma en la Colonia, por el choque que la propiedad en ésta formada
tuvo, precisamente para constituirse, con la propiedad precolonial.
Tratando de examinar la "historia de la raza indígena en sus rela-
ciones con la europea", asienta que el origen del mal que investiga
es preciso buscarlo en la época colonial, confrontándola con la pre-
colonial. Sobre esta premisa ve: a). Que en la época precolonial:
"Las tierras, aunque con ciertas restricciones provenientes de los no
muy bien clasificados usos de la propiedad, eran comunes, preparán-
dose y beneficiándose de la propia manera que usan hasta hoy; y así
546 JESÚS REYES HEROLES

entre los pueblos de una misma provincia no había términos o mo-


joneras, aunque sí los hubo en los límites de ella, por causa de las
frecuentes guerras"; b). La propiedad en la Colonia tuvo que adqui-
rir, en Yucatán, ciertas modalidades muy suyas: "Para la organi-
zación de la primitiva sociedad, era preciso crear y distribuir la,
propiedad. Crearla, decimos, porque el mecanismo con que estaba
formada y distribuida entre los aborígenes, era absolutamente inapli-
cable a los usos de los españoles y al método conocido tradicional-
mente en la madre patria. La dificultad era de tal naturaleza, que
para superarla en parte y satisfacer las exigencias, hubo de hacerse
completamente en Yucatán, lo que no se había verificado, sino a
medias, en los otros pueblos conquistados. Se revivió, hasta cierto
punto, el antiguo feudalismo europeo". Baqueiro profundiza el
diagnóstico de Sierra. En Yucatán existe una verdadera "guerra
social" que viene de épocas muy remotas, de los primeros tiempos
de la Conquista. Esta "guerra social" es de naturaleza bien distinta
te a las discordias civiles". Ella viene"del modo con que fue hecha la

conquista", de la naturaleza de los indios conquistados, del suelo


conquistado y, por último, "de los odiosos e indignos privilegios
con que se tuvo que halagar a los primeros pobladores para que no
abandonaran la empresa acometida". Dos entidades, agrega Baquei-
ro, hicieron pesar sus privilegios sobre los naturales, "trasladándo-
selos de generación en generación": el clero y el estado colonial."
Un suelo pobre, carente de minerales y de otras riquezas, era
difícil que arraigara a los conquistadores. Baqueiro, coincidiendo con
Sierra, nos da la explicación y las características feudales asumidas
por la Colonia en Yucatán. Ante las condiciones negativas al arrai-
go, asienta:

¿Cómo entonces pudo realizarse la conquista de Yucatán? ¿Cómo


al fin pudo conseguirse que permanecieran en la península, hombres
que sólo soñaban en grandes montañas de oro para explotar? El modo
fue muy fácil. No habiendo minas de oro y plata para halagarlos, los
hicieron dueños no sólo de la tierra, sino hasta de los indios. De aquí
el origen tortuoso de la propiedad entre nosotros, primer muro inac-

10 SERAPIO BAQUEIRO: Ensayo histórico sobre las revoluciones de Yucatán, des-


de el año de 1840 hasta 1864. Tomo l. Mérida, Imprenta de Manuel Heredia Argüeyes.
1878, pp. 445 Y 448. Igualmente, véase HÉCTOR PÉREZ MARTfNEZ: Or1genes econá-
micos 1 socia/es de la guerra de castas. JUSTO SIERRA O'RJ!ILLY: Diario de tluestro
fliaje a los EstlUJos Unidos. México, Antigua Librería de Robredo, 19~8.
LIBERALISMO SOCIAL 547

cesible que se levantó entre la raza conquistadora y la conquistada,


y de aquí también la odiosa distinción entre vasallos y señores.

Podemos agregar que Yucatán es una excepción a la tesis de


Otero, de que las relaciones de la aristocracia territorial y el campe-
sino no fueron en México feudales. Una tierra pobre y un excedente
de mano de obra le imprimen tal carácter en Yucatán.
40.-Esta situación se agravó por la formación y funciona-
miento del clero yucateco. Son los privilegios que inciden sobre los
naturales a que se refiere Baqueiro. Siguiendo a Sierra, los francis-
canos triunfaron en "la importantísima cuestión del gobierno de los
indígenas" en contra del celo de "casi todos los obispos, contra
las providencias enérgicas de los gobernadores y contra diferentes
resoluciones de la corte y de los tribunales supremos." Y:

En esa lucha perdieron ciertamente muchos de sus curatos y doc-


trinas, que al fin se confirieron a los clérigos; y se disminuyó su pres-
tigio y casi vino a tierra su poder; pero no fue sino después de mucho
tiempo, y cuando el mal estaba profundamente arraigado,. y diríamos
identificado con la naturaleza del indio. Además, los clérigos que
sucedieron a los frailes en la administración, ya que tuvieron en sus
manos lo que apetecían, hallaron muy cómodo y holgado perpetuar
unos abusos indignos y repugnantes, tan contrarios a la santidad y
elevación del ministerio apostólico que ejercían. En vez de pensar en
la corrección y reforma de aquellos abusos, no hicieron sino perpe-
tuarlos, constituyéndose en lugar de curas, en recaudadores de sus
pingües obvenciones ( valiéndose del látigo y del azote para hacer
efectivo el cobro), y poniéndose, por 10 mismo, en perpetua colisión
con sus feligreses.u

11 JUSTO SIERRA O'REILLY: Los indios d, YtlcaJán. Consideraciones hislóricas


sobre la in/ltlencia del elemento indígena en la organización social del país. Campe-
che, 10 de noviembre de 1848. Carlos R. Menéndez, Editor. Mérida, Yucatán, 1954.
Tomo 1, pp. 1, 5, 36, 47 Y 67. Tan habla, como veremos, un problema social y no
el puro y elemental "salvajismo" de los indios, que un periódico yucateco de la época
--en plena lucha con los indígenas-- dice: "Si a los indios se manda quitar las ar-
mas porque se cree que en sus manos son perjudiciales, si se ha dispuesto que se
retroceda al antiguo orden de cosas, que los reducía a pupilaje, si se dice, y con ra-
zón, que desmoralizada esta numerosa raza, es preciso volverla a aquellas leyes que
la tenían sujeta y dócil: ¿no era bueno que sin ponerse a averiguar el origen de esa
desmoralización, preguntásemos qué tal anda la raza blanca?, ¿tiene por ventura las
virtudes domésticas, cívicas y religiosas con que quiere ver adornadas a esa raza
548 JESÚS REYES HEROLES

Ahora bien, a estos elementos que, como Sierra destaca, hicie-


ron explosión en la guerra de indios, se añade un poco de libera-
lismo -es de derecho natural la distribución equitativa de la pro-
piedad-, algo de democracia -igualdad de los hombres- y las
vivas descripciones sobre las deplorables condiciones de los indíge-
nas, y nada raro es que haya surgido el avanzado pensamiento de
Vicente María Velásquez, allá por 1812.
El padre Velásquez sostenía el derecho originario de propiedad
de la tierra por parte de los indígenas, derecho usurpado por los
conquistadores, que habían empleado la religión como pretexto; por
lo consiguiente, decía que las tierras debían ser devueltas a los indí-
genas, prescindiendo de los títulos de propiedad coloniales, que sólo
tenían por fundamento la usurpación. Postulaba, además, la auto-
determinación política de los mayas y pretendía que las riquezas
que se habían acumulado con títulos distintos a los señalados, for-
maran "un fondo común para distribuir entre todos, indios y blancos".
Acerca del pensamiento de Vicente María Velásquez, la fuente
primordial de información es Justo Sierra O'Reil1y.J2 Siguiéndolo,
parece ser que la literatura liberal que a partir del año 1802 llega a
través de don Pablo Moreno, produjo una vigorosa impresión en Yu-
catán, influyendo decisivamente en Velásquez, al igual que en otros
criollos que "se proclamaron vengadores de la raza oprimida". Según
Sierra O'Reilly, estos liberales "se lanzaron a la carrera de los no-
vadores sin empezar por el principio". Desataron ataques contra
los "opresores de los pobres indios" y les dijeron a éstos: "Vengaos".
El capellán de la ermita de San Juan, Velásquez, estaba "abrasado
de una filantropía ardiente" y al fundar la asociación sanjuanista
diseminó en Yucatán las nuevas ideas y "preparó ciertamente el

infeliz?" (La revista yucateca, periódico político y noticioso. Mérida: Imprenta de


Rafael Pedrera, 1847, número de 18 de octubre de 1847, p. 75). Por lo demás, La
revista yucateca defiende a uno de los jefes de la sublevación, Pancho De, "querido
y distinguido por los blancos" (Op, cit., p. 48, número de! 14 de octubre de 1847).
Es interesante ver la causa de Manuel Antonio Ay, e! primer indio maya rebelde,
fusilado en Valladolid el 30 de julio de 1847 (De la guerra de castas. Ediciones
Asociación Cívica, Yucatán, México, 1956).
12 Op. cit., Tomo Jl, p. 40 y sigs, Tanto EUGIO ANCONA (Historia de YucaJán,
Tomo In, Libro Sexto, Capítulo Il, p. 24 Y sigs. -Barcelona, Imprenta de Jaime
Jepús Rovíralta, 1889), como JOAQUÍN BARANDA (Recordaciones hisJóricas, Tomo I,
Capítulo VI, p. 84 Y sigs. Tip. y Lit. "La Europea", México, 1907), siguen a Justo
Sierra O'Reilly, No así Baqueiro (O p. ciJ.,), quien se aparta en bastantes juicios y
apreciaciones.
LIBERALISMO SOCIAL 549

camino de la independencia". Para Justo Sierra O'Reilly, sin em-


bargo, Velásquez iba más allá del mero liberalismo: "Mas el padre
Velásquez, acaso sin acatar mucho en ello, era un verdadero socia-
lista, que se habría avenido mejor con el duque de San Simón y
Fourrier, que con Montesquieu o Benjamín Constant". La prédica
del padre Velásquez fue decisiva: " ... se consagró a la grande obra
de predicar la libertad, la igualdad y la necesidad de garantizar al
pueblo todos los derechos políticos y sociales".
Sierra O'Reilly destaca la influencia de la Breve relación de la
destrucción de las Indias, de fray Bartolomé de las Casas, en las ideas
indigenistas y agrarias de Velásquez. Duda que el libro haya sido
de Las Casas y lo califica de "pernicioso". Todas las consecuencias
del libro de Las Casas fueron llevadas a su último extremo por Ve-
lásquez, y éste, "se consagraba de toda preferencia a la reforma
social", a diferencia de otros miembros de la asociación sanjuanista,
que se dedicaban a la reforma política. El padre Velásquez decía:

Estos pobres indios, forman la inmensa mayoría de los yucatecos:


descienden de los primitivos dueños de la tierra: nuestros padres les
usurparon todos sus derechos y los esclavizaron, so pretexto de reli-
gión. Ellos entonces pueden y deben dar la ley en el país.

Según nuestro autor, aunque las ideas de Velásquez hallaban


escasa acogida en el "círculo de los sanjuanistas de más instrucción
y capacidad, no dejaban de formar eco sin embargo entre los menos
prevenidos, que miraban a D. Vicente como a un hombre muy
superior, y le escuchaban como a un oráculo". Así, los "caciques
de los barrios de Mérida, algunos de los pueblos y otros indios prin-
cipales, se acercaban a oírle con el más profundo respeto". Sierra
O'Reilly informa que algunos sanjuanistas, como don Lorenzo de
Zavala, se vieron obligados a contrarrestar en el seno mismo de la
asociación, la tendencia representada por Velásquez. Sin embargo.
la posterior actuación agraria de Zavala parece desmentir la noticia.
Los efectos de las prédicas sociales del padre Velásquez son
claramente puestos en relieve por Sierra O'Reilly. Se produjeron
fundamentalmente en la clase indígena, para quien todavía estaba
fresca la rebelión de Can-Ek:

Fácil es comprender hasta qué punto podrían los indios, acep-


tando de plano las doctrinas del padre Velásquez, llevar las conse-
cuencias. Esos hombres, por efecto del sistema O por lo que se quiera.
550 JESÚS REYES HEROLES

eran profundamente ignorantes; poseían instintos feroces reprimidos


únicamente por la acción de la fuerza; conservaban recuerdos de sus
pasadas glorias, y de su humil1ación y anonadamiento; un considera-
ble resto de la generación que presencié los desastres de Quisteil, es-
taba aún en pie, conservando en su memoria, hasta en los más insig-
nificantes detal1es, aquel1as escenas de horrenda carnicería: el triunfo
decidido de la raza española había aumentado inconsiderablemente los
males y sufrimientos de los vencidos, según hemos procurado bos-
quejado, aunque imperfectamente, en las consideraciones precedentes.
Así, pues, su odio era instintivo, natural y justo hasta cierto punto.

A pesar de la posición asumida por el magnífico cronista, con-


traria a Velásquez y a los indios en la guerra de castas, éste repara
en que las tradiciones históricas "del sufrimiento real", "la miseria
que se palpa" y "la humillación que se siente por lo presente y por
lo pasado", fermentada por las prédicas de Velásquez, tenían que
producir enormes sentimientos.
Sierra O'Reilly" establece un paralelo entre Pablo Moreno y Ve-
lásquez. Un contraste flagrante había entre ellos. El primero, iróni-
co, de "elevado talento y exquisita instrucción", recalcando el aspecto
ridículo de las cuestiones. Velásquez, por el contrario, "entusiasta
y apasionado hasta en las pequeñeces, patético en su lenguaje", pa-
recía dotado "de un genio tan rigorista como el de un puritano".
Más tarde veremos el significado que la guerra de los indígenas
yucatecos tuvo desde el punto de vista agrario y que le hace merecer
la denominación que Baqueiro le da de social.

Dos utopías agrarias: Francisco Severo Maldonado


y el Pensador Mexicano

Desde 1821 Francisco Severo Maldonado empieza a publicar lo


que vendría a ser el Contrato de Asociación para la Repéblicn de los
Estados Unidos del Anábuac:" Maldonado pretende crear un sistema
orgánico y general. Desde luego, supone la existencia de una mo-
neda nacional y la creación de un banco n, cional. Este último para

13 JUSTOSIERRA O'REILLY: Op. cit., Tomo Il, p. 55.


14 Por un ciudadano del Estado de Xalisco, Segunda edición. Revista y corre-
gida por el autor. Guadalajara, en la imprenta de la viuda de D. José Fruto Romero.
Año de 1823.
LIBERALISMO SOCIAL 551

afianzar los capitales píos y cumplir con la voluntad de los funda-


dores, en los casos de fundaciones y, en fin, lograr que los bienes
consignados a manos muertas entren "en el mismo giro rápido y
activo de la fructificación y circulación de los demás bienes nacio-
nales". Sostiene que la nación "tomará todos los capitales de esta
clase, a cuya toma no se opusiere perjuicio de tercero, para fincarlos
sobre tierras". El valor creciente de las tierras garantizaría los ca-
pitales y sus productos. La nación tomaría, asimismo, todos los capi-
tales de capellanías pertenecientes a clérigos particulares, cuando
ellos estuviesen de acuerdo, así como las fincas rústicas y urbanas
de monjas y frailes. A los fondos del banco se añadirían también las
tierras adquiridas a título de conquista y vinculadas por mayoraz-
gos de las familias de los conquistadores, tierras que deberán ser
distribuidas en predios, con arreglo "a la ley agraria fundamental
de la república".
El pensamiento de Severo Maldonado es claro en materia agra-
ria. Habla de la necesidad de establecer una ley agraria para dar
medios de subsistir a todos los que carecen de ellos. Y precisa en
los siguientes términos las finalidades del banco nacional que pro-
pone:

Art. 24. El objeto primario, principal, perpetuo y directo de la


organización del banco, es la redención del terreno nacional, com-
prándolo a sus actuales propietarios, a medida que lo fueren ven-
diendo, para repartirlo al precio más barato posible entre el mayor
posible número de ciudadanos y del modo más propio para que rinda
la mayor posible cantidad de productos.

El establecimiento de la ley agraria 10 juzga de absoluta e in-


dispensable necesidad "para la extirpación de la miseria". Su pro-
yecto implica que todas las tierras pertenecientes a la nación, en los
términos previstos por la organización del banco nacional a que ante-
riormente nos hemos referido, "serán divididas en predios de un
octavo de legua cuadrada o en porciones de cinco caballerías en que
quepan treinta fanegas de sembradura de maíz". Severo Maldonado
fija un precio bajo al arrendamiento de estas tierras y señala que los
ciudadanos las disfrutarán vitaliciamente, estableciendo un sistema
~xpedito para poder ser arrendatarios y tener garantizadas las me-
Joras que se introduzcan a las tierras.
El pensamiento de la libre circulación de la riqueza informa
la tesis de Severo Maldonado: "Todas las leyes contrarias a la libre
552 JESÚS REYES HEROLES

drculación de las tierras, quedan desde luego abolidas". Postula la


división de las tierras pertenecientes a los indios, tanto del fundo
legal, como las que se hubiesen comprado con dinero de la comuni-
dad, en porciones iguales al número de familias que integran la
comunidad.
El pensamiento del autor es bien claro: mientras no se adopte
un sistema de reparto de tierras, como el que propone, "ni las tie-
rras rendirán jamás todos los productos que pueden dar, ni se con-
seguirá formar con solidez un buen establecimiento republicano ... "
Sin una buena ley agraria, una república no puede funcionar, pues
le falta su base de sustentación. Aún, dice, en la Constitución in-
glesa, modelo en su género, se encuentra con que es tiránica o aris-
tocrática en su organización, "por el poderoso influjo que en ella
ejercen los propietarios territoriales". Severo Maldonado remite a
Bernardino de Saint Pierre y a De Pradt.
Su tesis, aplicada a nuestro país, es sencilla: cree necesaria una
ley agraria porque "hay más tierras que repartir, que ciudadanos a
quienes repartírselas, y que, por consiguiente, sobran los medios de
enriquecer a todos los pobres". Como ejemplo concreto toma el Plan
de Tierra Caliente, anexa al apostadero de San Bias, en Jalisco, e
insiste en que para establecer la ley agraria, la nación no sólo puede
comenzar en los terrenos baldíos y en los pertenecientes a las mi-
siones de California y Filipinas, "a los ex Jesuitas, a cofradías, lega-
dos y obras pías; sino también en las haciendas de muchos grandes
propietarios territoriales que, con notable perjuicio suyo y de toda
la nación, apenas sacan de sus vastas posesiones unas rentas misera-
bles y mezquinas".
Por consiguiente, Severo Maldonado, con su ley agraria no sólo
pretende distribuir la propiedad concentrada en las manos del clero,
sino también la acumulada en las manos de los laicos, que por su
propia magnitud, resulta improductiva. Su pensamiento agrario es
contundente.
El Fanal del Imperio, presenta el Contrato de Asociación o
Proyecto de Constitución Política, con 448 artículos. Su ideario social
emerge claramente. Busca -y uno de los libros está dedicado a
ello- la regeneración social. Severo Maldonado podría decirse que
rompe el concepto tradicional de una constitución -derechos indi-
viduales, organización de poderes--, en cuanto se ocupa de cuestio-
nes económicas, como la fuente de los salarios y de los empleos. La
misma idea que está en el Contrato de Asociación, de dividir la pro-
piedad, la expresa, sólo que con una adición: "convertir en p~opie-
LIBERALISMO SOCIAL 553

tarios territoriales a todos los indios que componen más de un millón


y medio de habitantes". Tal es el medio para garantizar la libertad
nacional y formar una masa consciente ligada con el resto de la
población.
Su afán igualitario es evidente. La tiranía es hija de la concen-
tración de la riqueza. Para acabar con ella estructura un sistema de
contribuciones sobre la propiedad territorial. Busca acabar con el des-
potismo "y prepotencia de la aristocracia", que ve originada por la
acumulación de la riqueza. Precisamente para impedir la consolida-
ción de la aristocracia, que encuentra su base en la "acumulación
de la propiedad territorial en pocas manos", propone dividir en pre-
dios o porciones la propiedad libre del dominio individual. Es decir,
se encuentran aquí los antecedentes y explicaciones de lo que en
concreto propone en su ley agraria en la República de Anáhuac."
En varios folletos de 1820 hemos visto que El Pensador Mexi-
cano, en forma directa o indirecta, trata el problema del campo. En
"El Periquillo Sarniento" describe sus amargas experiencias en una
hacienda y las correrías campestres del personaje." El problema de
la tierra atrae la dura mirada de El Pensador. Y, si bien, repara
y
en la colonización en su importancia, también aborda el problema
propiamente agrario. En "La constitución política de una república
imaginaria", sintéticamente y con enjundia, esboza un proyecto de
ley agraria, que debe examinarse por más de un concepto Y
El Pensador quiere desconcentrar la propiedad laica de la tie-
rra, distribuyéndola, pero con límites. El fundamento de su ley agra-
ria tiene, simultáneamente, carácter económico y social:

No siendo justo que cuatro propietarios hacendados se hallen


apropiados de casi todo un nuevo mundo con notorio perjuicio del
resto de sus conciudadanos, pues es bien sabido que hay ricos que
tienen diez, doce o más haciendas, y algunas que no se pueden andar
en cuatro días, al mismo tiempo que hay millones de individuos que
no tienen un palmo de tierra propio ...

15 El Fanal del Imperio Mexicano o Miscelánea Política. Extractado y redac-


tado de las mejores fuentes por el autor del Pacto Social. México, 15 de septiembre
de 1822. En la Imprenta de L.L. H.H. Morán. Año de 1822. Tomo 11. El Pacto
aparece de la p. 93 a la 217.
16 ]. Ballescá y Cía., Sucrs. México, 1897. Tomo 1, Capitulo VIII.
17 Conversacio8es del Payo y el Sacristán. Tomo 11, número 16. México, mayo
25 de 1825. Oficina de D. Mariano Ontiveros. La parte agraria viene en la décimo-
octava conversación, de 19 de junio de 1825, pp. 4, 5 Y 6.
554 JESÚS REYES HEROLES

De conformidad con este fundamento, propone límites a la


propiedad de la tierra: "Ninguna hacienda por grande que sea
podrá tener más de cuatro leguas cuadradas, y las que sobre deberán
entrar al gobierno federal". Para cumplir con esta disposición, el
Gobierno indemnizaría a los propietarios por los excedentes. Es de-
cir, compra forzosa o expropiación, por utilidad social, dado que:
"Para cubrir estos créditos, venderá estas mismas tierras en pequeñas
porciones, prefiriendo en la venta los nacionales a los extranjeros".
La aspiración es el minifundismo -recuérdese que El Pensador ve
el liberalismo realizándose en las clases medias y rechazado por las
altas e ínfimas- y para ello fija límite para las tierras distribuidas:
"Nadie podrá comprar, ni el gobierno vender, sino una legua cua-
drada de terreno de labor, y dos de monte."
Como el Payo le hace notar al Sacristán que la ley agraria es
muy buena, pero que a los ricos no les ha de gustar, la contestación
surge categórica: "Tampoco a los ladrones les gusta que les quiten
lo que se han robado; mas el gobierno no debe consultar con el
gusto y avaricia de los ricos, sino con la justicia y el bien general
de la nación". El Pensador fortalece su argumentación:
10.--Es "muy punible poseer unos terrenos tan vastos, que
muchos no pueden cultivar";
20.~Con cuatro leguas cuadradas, cualquier familia se puede
sostener con amplitud y decencia;
30.-Los baldíos desaparecerían con la ley agraria al distribuir
las tierras, "pues el arrendador nunca trabaja con el mismo interés
que el dueño".
La ejecución de la ley aumentaría los labradores; "resultarían
innumerables familias, medianamente acomodadas". La concentra-
ción de la propiedad de la tierra engendra males y ocasiona miseria.
Un hacendado que tiene veinticinco leguas, siembra cinco y arrienda
veinte, "repartidas en miserables pegujales a una multitud de infe-
lices, a quienes sus dependientes tratan con la mayor dureza, y ellos
viven con una servidumbre de vasallos". En cambio, con la ejecución
de la ley agraria, resultarían "veinte propietarios felices".
El Pensador completa su tesis con un nada desdeñable argu-
mento político que recuerda a Harrington y su teoría de la balanza
de la propiedad de la tierra:

En tercer lugar, que es una gran política no permitir una clase


de ricos tan opulentos, que lleguen a dar sospechas al gobierno, y en
LIBERALISMO SOCIAL sss
una república como la nuestra, son demasiado temibles; porque ya
se sabe cuánto influye el poder del dinero, y el ascendiente que tíe-
nen los ricos sobre sus jornaleros y dependientes; es menester no
perder de vista la guerra que dieron los morenitos de Cuautla Amil·
pas y tierra caliente, estimulados por sus amos.

El ejemplo que consigna de la Guerra de Independencia no


puede ser mejor y comprueba cómo el problema de la tierra, al mis-
mo tIempo que impulsaba la lucha por la Independencia, propor-
cionando masas, por la sujeción derivada de la concentración, ope-
raba en otros casos a la inversa.
Ahora bien, frente a la utopía está la realidad. Quizás no exista
ninguna impresión tan gráfica de la situación del campo como la
que nos proporciona el Decreto número 14 del Estado de Oaxaca.
Este Decreto regula el trabajo personal de aquellos jornaleros que
reciben "el justo precio de él" y que, por tanto, están "obligados
a cumplir religiosamente el contrato que celebraron". Señala que en
casos de resistencia a cumplirlo, deberán ser compelidos por los jue-
ces, "aun con la prisión corporal"; pero preceptúa que: "También
quedarán libres de esto, devolviendo el dinero que percibieron ade-
lantado; pero bajo la precisa obligación de continuar en el trabajo
por espacio de quince días los jornaleros diarios y los meseros por
un mes". Prevé el procedimiento para cumplirse el contrato y es-
tablece, a manera de protección para los jornaleros, que éstos "para
desempeñarse de las cantidades que recibieron adelantadas--reci-
birán cada semana en. dinero efectivo el importe del jornal de dos
días", además de las raciones y que: "Será un delito en el hacen-
dado o su mayordomo vejar a los jornaleros en sus personas e in-
tereses, o exigirles más trabajo que el justo". Establece, igualmente,
que los hijos no están obligados a pagar con el trabajo personal las
deudas de sus padres, a menos que hayan heredado y en este caso,
a beneficio de inventario, y que los jornaleros "no podrán empeñar
su trabajo por más tiempo que el de un año; ni el estado garantiza el
pago de mayor cantidad". Y para poner en relieve las condiciones
que privaban en el campo, establecía: " ... la facultad que se da a
los hacendados, o mayordomos en su caso, de encerrar por la noche
a los deudores, no pasa de una medida puramente de seguridad
p~ra evitar su fuga, y de consiguiente se les prohibe usar de cepo,
p~e de amigo, o cualquiera otra cosa que veje el cuerpo,. y teng~
VISOS de prisión ni tenerlos incomunicados, y si quisieren introducir
556 JESÚS REYES HEROLES

en el encierro a su mujer o a sus hijos tampoco se les pondrá


estorbos" .18

El agrarismo de Lorenzo de Zavala y Francisco García


Lorenzo de Zavala pertenece a la Asociación de San Juan y no
permanece inmune a la prédica social de José María Velásquez."
Sus claras ideas y realizaciones en materia agraria se explican en par-
te por sus orígenes. No en balde es yucateco y recibe, por lo tanto, el
impacto de la problemática de la tenencia de la tierra; su sensibili-
dad y fuentes doctrinarias hacen el resto.
Ya referimos cómo en nuestros primeros congresos se manifies-
ta el pensamiento agrario de Zavala:" por causas múltiples, la pro-
piedad territorial se halla muy desigualmente distribuida y se "esca-
sean los medios de subsistir". Con precisión y técnica contribuye a
deslindar lo agrario de la colonización. Sin embargo, su pensamiento

18 Ágtú/a Mexicana. 8 de octubre de 1827. Número 281. México, Imprenta de


La Áglli/a, dirigida por José Xímeno.
19 ANCONA: op. cit., Tomo IlI, p. 22.
20 Los Orígenes, p. 127. En la Memoria de 1833, Zavala, vinculando lo polí-
tico y lo económico decía: "... ¿qué especie de democracia es ésta, en donde entre
doscientos mil habitantes que son llamados a ejercer los derechos de la soberanía en
los colegios electorales, dos terceras partes no saben leer, una mitad está desnuda,
una tercera parte ignora el idioma en que debe explicar sus conceptos, y tres quintas
sólo son el instrumento del partido dominante ? ... " ALFONSO TORO -Dos constl-
tuyentes del año de 1824, Biografías de don Miguel Ramos Arizpe y don Lorenzo
Zava/a, México, Talleres Gráficos del Museo Nacional de Arqueología, Historia y
Etnografía, 1925, p. 106-, comenta que a Zavala no se le escapaba que las doctri-
nas liberales que profesaba pudieran prosperar en nuestro país "si no era artificial-
mente". El propio ZAVALA (Ensayo hist6rico de las reooluciones de Méxi.o, desde
1808 hasta 1830. París, Imprenta de P. Dupont et. G. Laguíonie. 1831. Tomo 1, pp.
18 Y 19), refiriéndose a la forma en que fue distribuida la tierra en la Colonia y cómo
las clases indígenas fueron reducidas "a subsistir de su trabajo diario", dice que
cuando surgía entre éstas algún genio, como Tupac-Amaru, en Perú, y Jacinto Can
Ek, jefe de la sublevación maya de "Quísteíl", de noviembre de 1761, éste era aplas-
tado. Dicho comentario nos da el juicio favorable de Lorenzo de Zavala sobre la su-
blevación de Jacinto Can-Bk. Al respecto, véase: JUSTO SIERRA O'REILLY: Los indios
de YllcaJán. Tomo 1I, p. 13 Y sigs. Puede verse ahí el juicio, también favorable a
esta rebelión indígena, probablemente del patricio liberal yucateco, don Pablo Mo-
reno -p. 29 Y sigs. En la edición de Carlos R. Menéndez se incluye, además, la
muy completa narración de don Eduardo Enrique Ríos sobre la rebelión de Jacinto
Can-Ek. Esta fue publicada por el Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía Y
Estadística, Tomo 54, números 7 y 8, noviembre-diciembre de 1940, pp. 483-495.
l.IBERALIsMO SOCIAL 557

va a adquirir proyecciones mucho más amplias y se va a traducir en


realizaciones concretas y en importantes intentos legislativos. Con-
templa el problema de la tierra en sus múltiples conexiones y se
percata de la importancia que desde el ángulo político reviste. El
problema de la tierra es la otra cara del indígena y tiene, además,
profundas relevancias políticas. Después de sus primeras medidas
agrarias como gobernador del Estado de México, cuando anda per-
seguido con una partida armada, reflexiona acerca del aprovecha-
miento que políticamente se puede hacer de los indígenas, mediante
el planteamiento del problema agrario. Piensa que puede "poner en
confusión" el Estado de México y ello era comprensible: "Los que
conocen la influencia que he adquirido sobre la clase indígena, los
que saben cuánto podría hacer hablando una sola palabra sobre dis-
tribución de tierras, me harán justicia sobre el resto de mi conducta
política"."
Zavala descubre el sentido político -adhesión de las masas
indígenas-- que el planteamiento del problema agrario, la distribu-
ción de la tierra, puede tener. Esto no excluye la existencia de ideas
sociales y la captación del problema del campo en su auténtico
perfil. Es lector de Sismondi y cuando realiza sus primeros actos
agrarios, ya conoce el pensamiento de Owen y confiesa que vio con
simpatía el proyecto de éste:
M. Poinsett, ministro de los Estados Unidos en México, me hizo
conocer a los señores Owen y M. Clure, cuando yo era gobernador
del Estado de México y confieso que me aficioné al proyecto de ll1Ue-
110s dos filósofos.w

En su viaje a los Estados Unidos, describe la escuela de "inde-


pendencia mental" de Owen en New Harmony y la trinidad, que
según Owen, convierte al hombre en esclavo:

21 LORENZO DE ZAVALA: Op, at., Tomo JI. Nueva York, Imprenta de Elliot
y Palmer, 1832, p. 104. Dentro del sistema de Zavala, está el que cuatro institucio-
nes son las "que más esencialmente influyen en la suerte de la sociedad": la religión,
la educación, la legislación y las ideas de honor que se le inspiran. Refiriéndose a
legislación, Zavala repara en la importancia de la civil, dado que: "La totalidad de
las propiedades son distribuidas entre los ciudadanos con arreglo a las leyes civiles"
l le parece que: "La ley del congreso general de 1823 que derogó los mayorazgos y
las leyes de colonización que facilitan la distribución de tierras, son de suma utilidad
e influencia para la marcha progresiva de la prosperidad nacional". (01'. cit., pp.
377-78 Y 396-97).
22 ZAVALA: Viaje a Jos ESlados Unidos del Norte de América. París, Imprenta
de Decourchant, 1834, pp. 62, 77·87 Y 3~3·~4.
JESÚS REYES HE ROLES

10. La propiedad individual o privada. 20. Los absurdos e irra-


cionales sistemas de religión. 30. El matrimonio fundado como una
propiedad individual combinado con uno de estos irracionales sistemas
de religión.

Pero Zavala, y esto debe tenerse presente, a pesar de que su


actuación agraria indique 10 contrario, no es partidario, al menos
en teoría, de una acción agraria parcial o fragmentaria. Una ley
agraria sólo fructifica cuando se ha realizado toda una evolución
política, cuando se ha progresado en sentido liberal. Explicándose
la estabilidad de los Estados Unidos -"el pueblo quizá menos ex-
puesto a revoluciones"- ve, con Hamilton, que una de las causas
de dicha estabilidad se halla en que la "gran mayoría de los habi-
tantesson propietarios"; pero no es la única causa. La estabilidad
no es resultado de un solo factor. Y para él:

Estableced en esa misma España o en México la ley agraria, dis-


tribuid con igualdad las propiedades, y los resultados serán poner en
confusión todas las clases, envilecer los valores, alimentar y dar es-
tímulo a la holgazanería y multiplicar los desórdenes.

Su política agraria en el Estado de México comprende dos pe-


ríodos 1827-1829 Y 1832-1833. Su idea es repartir la propiedad
de la tierra para crear pequeños productores. Con educación y una
equitativa distribución de la propiedad territorial considera que es
posible, siempre y cuando ello suceda dentro del proceso político
liberal -federalismo, libertades, tolerancia: decisiva para la coloni-
zación- consolidar la economía del país. Zavala está en contra de
la idea proteccionista, sobre todo en su aspecto de prohibición. Así,
en el Congreso Federal, hace suya la exposición de Tamaulipas, que
solicita se deroguen las "leyes bárbaras", "gravosas y restrictivas al
comercio" y que se supriman toda clase de prohibiciones." Junto a
este cuadro económico está el conocimiento del problema indígena.
Por ello, en 1827, divide tierras entre más de cuarenta pueblos indí-
genas del Valle de Toluca." Tiene el propósito de acabar gradual-
mente con los latifundios y de sancionar el absentismo. En el primer

2J JUAN A.. MATEOS: Historia Parlamentaria de los Congresos Mexicanos, Toma


VIII. México, Librería, Tipografía y Litografía de J. Villada. '1884, p.427.
2-l RAYMOND ESTEP: Lorenzo de Zat'ála, profeta del liberalismo mexicano.
México, D. F..Librería de Manuel Porrúa. 1952, p. 140.
LIBERALISMO SOCIAL 559

aspecto, la supreslOn de los mayorazgos constituye, a su modo de


ver, un paso decisivo, y en el segundo, propone la creación de un
impuesto sobre la propiedad raíz para aquellos que residan fuera
del país y un impuesto un tanto menor para los ausentes del Estado
de México, pretendiendo que los fondos que así se obtuvieran, se
asignaran a la adquisición de tierras para repartirlas entre los no
poseedores. Igualmente, propuso la fijación de un límite a la adqui-
sición de la propiedad de la tierra, con el fin de evitar su acumu-
Iación"
y el 29 de marzo de 1833, obtiene toda una ley agraria, la nú-
mero 284 del Estado de México, hallazgo de don Andrés Melina
Enríquez,Z6 que la califica de "ley cumbre" de Zavala en el Estado
de México. La ley número 284 declara pertenecientes al Estado to-
dos los bienes que administraban los misioneros de Filipinas exis-
tentes en su territorio. El gobierno del Estado de México revisaría
las escrituras de arrendamiento de dichos bienes para determinar su
validez o nulidad: de ser válidas, "averiguará qué sea más útil al
Estado, si continuar el arrendamiento o indemnizar a los arrenda-
tarios, y con informe consultará al Congreso la resolución". Por lo
demás:

En el caso de ser nulas las escrituras de arrendamiento o de cesar


éste, bien sea por indemnización a Jos arrendatarios,. bien porque ex-
pire el término del convenio, el gobierno mandará dividir los terrenos
que pertenecen a las fincas rústicas de los expresados bienes, en por-
ciones iguales, suficientes cada una para alimentar a una familia, ha-
ciendo valuar estas porciones por peritos.

Realizada la división y avalúo, el gobierno distribuiría las por-


ciones entre el ciudadano que las tomase a "un censo perpetuo, a
razón de un cinco por ciento al año" sobre su valor, "prohibiéndose
para siempre el que dos o más porciones se reúnan en una sola
familia". Las cantidades que se obtuvieran del censo se destinarían
al fomento de la educación, caminos y conducción de agua para

25 LORENZO DE ZAVALA: Memoria en qlle el gobierno del EstllJo libre de Mé-


xico, da cllenta al primer Congreso Constitllcional de todos los ramos qlle han sido
a Sil cargo en el año económico ocurrido desde el 16 de octubre de 1826, hasta el
15 de igllal mes en 1827. 1828, p. 18 Y sigs.
Z6 La Revolución Agraria de México. Libro tercero. Aspectos mestizos de la
historia de México, Imprenta del Museo Nacierw de Arqueología, Histotia y Etno-
grafía, 1933, pp. 100-103.
560 JESÚS REYES HEROLES

los poblados más necesitados, La ley establecía los criterios para la


distribución de la tierra. El gobernador no podría repartir las por-
ciones "sino entre ciudadanos del Estado que sean pobres", "prefi-
riendo siempre en igualdad de circunstancias a los nacidos en su
territorio, de éstos a los indígenas y a los que haya prestado ser-
vicios a la causa de la Independencia y libertad." La ley prohibía,
con sanción de nulidad, la adjudicación a funcionarios del Estado
de México o a parientes de ellos en ambas líneas. Fijaba la distri-
bución proporcional del agua entre los censualistas concediéndoles
preferencia, y la enajenación del ganado y aperos, dándose a los
fondos de esta última venta obtenidos, el mismo destino que a
los derivados del principal. Por último, la ley preveía la pérdida
de las porciones para los dueños que durante tres años no pagaran
el censo correspondiente "o no cultivaren su terreno", para que el
gobierno pudiera adjudicarlas "a otros ciudadanos más laboriosos".
No exagera Molina Enríquez cuando establece los méritos de
esta ley, tanto en su contenido agrario, como en su técnica legis-
lativa. Aun cuando con menor envergadura, Zavala poco después
intenta otra acción legislativa en materia agraria. En 1833 pre-
senta al Congreso un proyecto de ley que, si bien comprendía
fundamentalmente los problemas de colonización, no deja de reve-
lar su pensamiento agrario y secularizante. El proyecto sugería de-
rogar la disposición que prohibía adquirir bienes raíces a los extran-
jeros. Esta prohibición siempre le pareció antieconómica y desesti-
mulante de la colonización extranjera, en que veía un camino seguro
para la prosperidad. La colonización era imposible con prohibiciones
de ese tipo, con intolerancia de cultos, centralismo y despotismo. El
proyecto fijaba un impuesto del 1 ro
anual sobre el valor de las
propiedades raíces a los extranjeros que residieran fuera de la Repú-
blica y cuyos bienes estuvieran en el Distrito y Territorios Federales
y dejaba a los Estados que determinaran la contribución correspon-
diente en sus territorios. Señalaba en doscientos mil pesos, como
máximo de propiedades raíces adquiribles por extranjeros; recalcaba
la prohibición de los mayorazgos y de las fundaciones en beneficio
de manos muertas"."
Con fecha 4 de marzo de 1833, Lorenzo de Zavala firma una
exposición al Congreso del Estado libre de México, relativa a los
bienes del Duque de Terranova, descendiente de Hernán Cortés,

27 MATEOS: o». cit., Tomo VIII, p. 436.


LIBERALISMO SOOAL 561

en dicha entidad." Estudia los precedentes sobre si los descen-


dientes de los conquistadores pueden continuar "en el goce y pro-
piedad de los bienes que heredaron de sus antecesores". La materia
le parece intrincada y analizando los antecedentes en Inglaterra y
Francia, llega a la conclusión de que:

... la suerte de los poseedores dependió siempre más bien de la


posición que guardaban respecto de los partidos victoriosos, que de
principios uniformemente reconocidos por todos, no habiéndose hasta
ahora fijado derechos incontestables, ni contra los tenedores de tales
bienes, ni en favor de la Nación, a la que se pretende por otros la
reversión.

En las cortes de España, dice, "los patronos de la democracia


se esforzaron en arrancar de las manos de los ricos titulados las
inmensas propiedades que adquirieron sus progenitores por la vía
de las armas ... " y como resultado de estas discusiones, las cortes
españolas de 1820 llegaron a aprobar un. proyecto que declaraba
"reversibles a la corona los señoríos territoriales, por el que se
despojaba a los tenedores de bienes por derecho de conquista",
decreto no sancionado por el rey. Recuerda los antecedentes en
relación a los bienes del Duque de Terranova en la República
Mexicana, iniciados en la Cámara de Diputados el 5 de enero de
1828 por don Manuel Cañedo y don José Matías Quintana, decla-
rando dichos bienes pertenecientes a la nación. Se refiere a los
alegatos presentados por Alamán como apoderado general del Du-
que de Monteleone, adjuntando al Congreso el impreso relativo."
Zavala, en la exposición a que nos referimos, da a conocer impo~­
tantes argumentos políticos y sociales: 10.-No se mete a exami-
nar si la Conquista origina un derecho de propiedad "igual al que
se tiene por otros artículos conocidos en el Derecho"; 20.-La
posesión de los bienes ha sido por título de mayorazgo y ello es
contrario a la ley de 8 de agosto de 1823, "que prohibe la conti-
nuación de bienes vinculados , consecuencia natural del sistema

28 La exposición viene en: El Telégrafo, periódico oficial del Gobierno de los


Estados Unidos Mexicanos. Tomo 1, número 64. Viernes 15 de marzo de 18B. Im-
prenta del Águila, dirigida por José Ximeno.
29 Exposición que hace a la Cámara de Diputados del Congreso GenHa/ el
apoderado del Duque de Terranova y Monteleone. México, 1833. Imprenta a cargo
de Miguel González. Escrito de don Mariano Tamariz, apoderado general de D. José
Pignatelli, Duque de Terranova y Monteleone.
562 JESÚS REYES HEROLES

democrático adoptado por la nación, que pugna con todo elemento


aristocrático ... "; 30.-Aunque el gobierno del Estado de México
no cree incompatible con el derecho nacional el que una persona
que viva fuera del territorio posea en él bienes raíces, sí considera
inconveniente, desde el punto de vista político y económico, que
estas personas continúen disfrutando sus bienes indefinidamente,
"con perjuicio de la comunidad, donde no presta servicios, ni difun-
de sus beneficios".
En estas condiciones, Lorenzo de Zavala, gobernador del Es-
tado, propone que el Congreso dicte algunas medidas que eviten
esta situación y concretamente solicita que se haga, "en cuanto a
los censos enfitéuticos una declaración de reversibilidad al Estado,
destinando sus productos a la composición de caminos exclusiva-
mente". Más tarde, con fecha 10. de mayo, el Congreso del Estado
de México decreta que se declaran propiedad del Estado de México
los censos enfitéuticos que enumera: hacienda de Atlacomulco,
palacio de Cuernavaca y casas de Coyoacán que posee el Duque
de Monteleone y Terranova. En cuanto a la hacienda Atlacomulco,
declara que se pondrá en arrendamiento por cinco años en subasta
pública y que los productos de esta hacienda y de los censos, así
como el valor de existencias, se entregarán al gobierno del Estado,
que "los destinará exclusivamente para el fomento de la educación
pública"."
En este episodio lo único que se ve con claridad es el pensa-
miento antifeudal de Lorenzo de Zavala, su idea moderna de una
sociedad democrática y, además, el principio subyacente en la con-
ciencia mexicana, de que el derecho de propiedad no encuentra
justificante en la Conquista. Zavala está consciente de la miseria
que priva en el país: " ... la masa de la población estaba sumergida
en la más espantosa miseria" y agrega: "Tres quintos de la pobla-
ción eran indígenas, que sin propiedad territorial, sin ningún género
de industria, sin siquiera la esperanza de tenerlo algún día, po-
blaban las haciendas, rancherías y minas de los grandes propie-
tarios"."
y el Congreso Federal, aun cuando indirectamente, se pro-
nuncia sobre estos problemas, pues el 2 de mayo de 1833, por 36

30El Telégrafo, Tomo 11, número 4. 13 de mayo de 1833.


31 LollENZO DE ZAVALA: Ensayo históri(o de las rellollldones de Méxüo, desde
1808 hasta 1830. Tomo 1, p. 33. La desigualdad de fortunas era enorme y la depen-
dencia del pueblo se convertía en verdadera esclavitud.
LIBERALISMO SOCIAL 563

votos contra 18, aprueba el artículo 10. del dictamen de la Comi-


sión de Colonización, que preceptuaba:

Los terrenos pertenecientes a las misiones, y los demás baldíos


de ambas Californias, se repartirán: Primero: entre las familias indí-
genas de los expresados Territorios. Segundo: entre los militares que
guarnecen aquellos territorios y se les esté debiendo sus haberes. Ter-
cero: entre los vecinos de los mismos que no tengan propiedad terri-
torial, o aunque la tengan sea menos que el mínimum que esta ley
señale para cada familia. Cuarto: entre las familias mexicanas que
vayan a avecindarse de nuevo. Quinto: entre las familias extranjeras
que por sí mismas vayan con igual objeto. Sexto: entre los empresa-
rios y las familias que estos conduzcan. Séptimo: entre los presidia-
rios que concluidas sus condenas quieran establecerse allí, dando a
los propietarios los correspondientes títulos por la Autoridad política
de que se habla en el artículo 20, a los indígenas de los mismos fon-
dos piadosos, y a los demás a su costa.32

y no es difícil que en ello anduviera la mano de Zavala.


Como se ve, por la vía de colonización, el Congreso aborda
el problema agrario y seguramente esta acción se frustra por la
suerte corrida por el gobierno de Gómez Farías.
Casi simultáneamente al primer intento legislativo, Francisco
García emprende uno similar. En efecto, notable importancia tiene
en el estudio del problema de la tierra el decreto aprobado por el
Congreso de Zacatecas el 10 de diciembre de 1829 y promulgado
por el propio Francisco García, gobernador del Estado, el 11 de
diciembre del mismo año. Esencialmente, este decreto preceptúa
el .est~blecimiento de un banco en la capital del Estado, cuyo objeto
principal sería "adquirir terrenos para repartirlos en arrendamiento
p.erpetuo a labradores que no los tengan en propiedad". Para el
fmanciamiento de este banco se contaría con la renta del tabaco y
con los productos líquidos de los diezmos que "corresponden al
Estado". A más de ello, el gobierno del Estado avalaría las obliga-
ciones adquiridas por el banco. Al banco entrarían, desde luego,
todas las obras pías, cuyo valor previamente determinado sería re-
conocido por el banco, que pagaría el Sro anual de interés para que
se destinara a los objetos de estas obras e, igualmente, se recono-
cería el derecho que cualquier patrono, administrador u otra persona

32 El Telégrafo. Tomo 11, número 6, 16 de mayo de 1833.


564 JESÚS REYES HEROLES

tuviera sobre alguna parte de dichas obras pías. Los terrenos así
obtenidos deberían ser divididos en "suertes", de acuerdo con las
facilidades que su propia configuración permitiera y sobre la base
de que cada suerte tuviera la extensión necesaria para mantener una
familia. Aprobada por el gobierno la división de suertes, se repar-
tirían éstas entre los agricultores, siempre y cuando: a). No fueran
propietarios de otro terreno capaz de sostener con sus productos una
familia; b). Tuvieran lo necesario, en capital de operación, para
poner en cultivo la suerte que les tocara; c). Fueran trabajadores,
gozaran de buena reputación y no tuvieran fama de contrabandistas
o estafadores de rentas del Estado. El decreto establecía preferencia
en la repartición de tierras para "los que antes eran llamados in-
dios". Igualmente, daba preferencia para las viudas y los jóvenes
que los adquirieran para contraer matrimonio. Asimismo, se esta-
blecía preferencia a los que ya estuvieran radicados en el terreno
que se repartiera o inmediatos a él. Se establecía que los bienes mue-
bles, herramientas, semillas y otros efectos pertenecientes a las obras
pías o cofradías, se repartirían a los colonos que obtuvieran las
suertes, siempre y cuando pudieran afianzar su valor, y que se disfru-
tarían en común las presas, vasos, ojos de agua y cualquier otra obra
o mejora que no fuese susceptible de división material. El decreto
no solamente preveía la venta en los centros de población existentes
y a los que en ellos radicaban, sino también la erección de nuevos
centros de población con solares suficientes para su fundación.
Las porciones se darían en arrendamiento perpetuo, siendo sus-
ceptibles de enajenación, de ser legadas y disponer de ellas en cali-
dad de dueños legítimos. Sólo en el caso de que el colono no pagase
la renta de su suerte en seis meses, perdería su derecho y el terreno
pasaría al banco, mediante decreto del gobierno. Las porciones de
terreno que volvieran al banco por falta de pago, se repartirían entre
otros pobladores y, en caso de que esto no sucediera, se mantendrían
por cuenta del banco, que las pondría en arrendamiento temporal.
El decreto preveía el aumento del valor de las suertes, tanto por el
crecimiento de la población, como por las mejoras hechas en ellas
por los beneficiarios. Las suertes eran divisibles cuando su propia
configuración lo permitiera y en la inteligencia de que las porciones
en que se subdividieran alcanzaran a sostener una familia.
El decreto enuncia todos los bienes que entrarían al banco y
al respecto estatuía:
LIBERALISMO SOCIAL 565

Entrarán también al banco los bienes llamados antes de comu-


nidad, y ejidos de los pueblos, a fin de que se repartan precisamente
entre los llamados indios en los términos que quedan prevenidos en
esta ley, con respecto a los demás terrenos a que se refiere, con sólo
la diferencia de que el canon que se imponga a las suertes en que se
dividan los de que habla este artículo sea muy moderado, y se aplique
exclusivamente a la dotación de escuelas de primeras letras.

Como se ve, aquí está la idea del fraccionamiento personal de


la propiedad de la tierra." Es decir, la idea de la propiedad indivi-
dual. El decreto, por lo demás, establecía que si el número de frac-
ciones en que se dividieran los terrenos de comunidad o ejidos era
menor que el de las familias entre quienes debían repartirse, el ex-
ceso de población se colocaría en tierras de las llamadas realengas,
ya falta de éstas, "en las suertes más inmediatas que se hagan de los
demás terrenos que deben dividirse por esta ley". Es decir, se trataba
de convertir en propietarios individuales a los indígenas, mediante el
fraccionamiento de los ejidos, la dotación de las tierras realengas o
las obtenidas por el banco. Debe aclararse que el decreto suponía
que entraran al banco las tierras realengas --o propiedad de la Co-
rona, del Estado- para su distribución.
Por lo demás, la idea de hacer a los indios propietarios en
sentido individualista está bastante arraigada en Francisco Garda.
El importante decreto de 11 de diciembre de 1829 tiene, sin em-
bargo, sólidos fundamentos sociales, a la luz de las circunstancias en
que es dictado y de las ideas que animan a sus autores. Parte de con-
denar "la acumulación de la propiedad territorial en pocas manos"
y de "las ventajas de su división". Se percata de la inestabilidad y
falta de seguridad del arrendatario de la tierra, que induce al ocio
en el campo, y ve en la ley un expediente para luchar en contra de la
miseria, fomentar la inversión productiva, difundiendo la propiedad.
Así, la legislatura de Zacatecas, siendo Francisco Garda gober-
nador del Estado, dicta una importante ley que faculta al gobierno
para construir con los fondos públicos vasos y tomas de agua y se
establece:

33 FRANCISCO GARdA: Sil ley desamortizadora y de (rédito agrko/a. Publica-


ciones del Banco Nacional de Crédito Agrlcola y Ganadero, S. A. México, 1953. Se
publican todas las noticias sobre el decreto y las reflexiones sobre esta ley, en el
número 5 de El Pasatiempo. Se aclara, sin lugar a dudas, la idea sobre los ejidos:
"Los eiídos de los pueblos han sido hasta aquí inútiles o poco productivos, porque
sólo el interés personal puede sacar de ellos toda la utilidad de que son susceptibles",
566 JESÚS REYES HEROLES

De todas las tierras que forman el fundo legal de los pueblos de


indígenas, y de aquellas cuyo usufructo gocen actualmente con justo
título, se harán tantas porciones cuantas sean las familias de los antes
llamados indios, que te!1gan derecho a ellas, las cuales se les repartirán
en propiedad.

La propia ley disponía que el gobierno expediría a cada fami-


lia el correspondiente título de donación. 34
El decreto de Francisco García fracasa a pesar de que el Con-
greso local había establecido su observancia con carácter de ley pro-
visional y señalaba a los ayuntamientos el término de sesenta días
para que hicieran observaciones, en virtud de que antes del plazo,
el cabildo eclesiástico de Guadalajara se dirigió al Congreso del
Estado oponiéndose a la desamortización."

La no disposición de los mexicanos a consumir

La miseria del medio es captada también por el economista


Tadeo Ortiz, quien en 1832 rebate la afirmación de Mathus de que:
"en los mexicanos, por naturaleza inertes y perezosos, existe una
no-disposición a consumir"," pero no rebate que los mexicanos, por
razones económicas, no consumen en el México que ve. Tadeo Ortiz,
influido por Flórez Estrada, se preocupa por la suerte sobre todo de
los arrendatarios, y al respecto indica a los legisladores "algunos
medios para mejorar la suerte de los pobres arrendatarios". Ve a
éstos expuestos "a la versatilidad y capricho de algunos propietarios
tan inhumanos como ignorantes" y yaciendo "en el estado más ab-
yecto e improductivo en casi toda la República". De ello derivan
perjuicios para esta clase, para la agricultura y para la población en
general:

34 FRANCISCO F. DE LA MAzA: Código de colonización y terrenos baldíos d,


la República Mexicana. Años de 1451 a 1892. México, Oficina Tipográfica de la
Secretaría de Fomento. 1893, pp. 267-269. Decreto de 30 de mayo de 1834 de la
Legislatura de Zacatecas, autorizando al Ejecutivo para que ceda los terrenos del
fundo legal de los pueblos a las familias de indios que tengan derecho a ellos.
35 ELÍAS AMADOR: Bosquejo histórico de Zacatecas. Tomo 11. Desde el año de
1810 al de 1857. Zacatecas, Talleres Tipográficos "Pedroza". Reimpreso en 1943,
pp. 360-61.
36 aVALA: Op, cit., Tomo 1, p. 334.
LIBERALISMO SOCIAL 567

... en consecuencia de su estado precario y las vejaciones que los


administradores de las haciendas y dueños de las tierras les infieren,
despojándolos muchas veces con arbitrariedad absoluta, de sus pobres
chozas, y aun de algunos abonos comenzados, a pretexto de que no
pagan, u otras quimeras infames que las autoridades supremas están
en el deber de contener y reprimir.

Para resolver la situación de esta clase, Tadeo Ortiz propone


ofrecerles "terrenos en propiedad, en los baldíos más inmediatos de
las fronteras", exentos de impuestos en un determinado tiempo "y
una habilitación para su transporte y precisos primeros trabajos,
proporcionando a sus familias y capacidad", que deberán abonarse
parcíalmente "del fruto de sus cosechas". En segundo lugar, Ortiz
sugiere la creación de una clase de "casi propietario". Propone, al
efecto, que se dicte una ley por la cual los propietarios que no cul-
tivan "cualquiera que sea el motivo, una tercera parte a lo menos
de sus tierras de pan llevar", se obliguen a arrendar "a los colonos
habitantes de los distritos más poblados, en enfiteusis" por un pre-
cio módico "yen un período dilatado, como por ejemplo un siglo".
Los arrendatarios resultarían, así, casi propietarios, en virtud del
término del arrendamiento y de que, según las ideas de Tadeo Ortiz,
tendrían "la libertad de poder trasmitir o vender a terceros este
derecho, a su utilidad y beneficio". En esta forma, el arrendatario
acrecentaría sus labores, se arraigaría, pues contaría con el aliciente
de tener "la seguridad de que su posteridad disfrutará de las utili-
dades y ventajas de sus trabajos y capital empleado".
Tadeo Ortiz se manifiesta claramente en contra de la amorti- ,
zación civil y eclesiástica, inspirándose en Flórez Estrada, y al res-
pecto propone, "en conveniencia a los arrendadores y a los pueblos.
que por una política injusta han sido despojados de las tierras que
les designan las leyes, por las depredaciones y rapacidad de los pro-
pietarios y tribunales que se han desentendido de los principios ?e
la justicia distributiva", se autorice "y aún obligarse a las corporaao-
nes y dueños de las tierras amortizadas y a los vínculos", especial-
mente las pertenecientes a extranjeros, como las del Duque de Mon-
teleone -"heredero de las usurpaciones del conquistador de Mé-
xico"- a vender a crédito y bajo hipotecas y plazos, "a las pobla-
ciones escasas de terreno, y a los particulares que lo soliciten las
tierras que no pueden cultivar".
Aun cuando nuestro autor está fundamentalmente preocupado
por una política de fomento agrícola, no escapa a su comprensión
568 JESÚS REYES HEROLES

el problema de la miseria en el campo y la situación de pueblos des-


pojados y arrendatarios oprimidos.
Todos estos antecedentes nos explican la concepción que sobre
situación social de México tiene Otero para 1842 y la naturaleza
del método que él emplea en la investigación de la realidad nació-
na1. 37 Si Otero encuentra el principio generador de la sociedad en
la propiedad, y halla que de la organización de ésta dependen la
configuración de la sociedad, la determinación del régimen político
y la división de la propiedad en las diversas clases que constituían
la nación, ello se debe, en parte, a la distribución misma de la pro-
piedad que en el país existía y a la influencia que ésta ejercía sobre
las clases v sus relaciones. Para ello, era fundamental el estudio
de la situa~ión que privaba en el campo. Otero lo hace y describe la
miseria y sujeción reinantes, no derivadas en lo general de un régi-
men jurídicamente feudal, sino de una situación económica. La mi-
seria, la esclavitud de hecho, que privan en el campo, no son igno-
radas por Otero. Es más, estas condiciones reales le permiten ela-
borar el método de investigación que emplea y aplicarlo fructífera-
mente al examen de la sociedad mexicana de mediados del siglo
pasado.

MOVIMIENTOS INSTINTIVOS

En el siglo XIX mexicano se producen acontecimientos en rela-


ción con la tierra, sorprendentes en cuanto a su sentido y carentes
de todo antecedente ideológico de primera. Son perturbaciones que
casi podrían llamarse telúricas y que sólo se explican en virtud de
nuestra propia historia: la propiedad precolonial, la existencia de una
clase indígena explotada y que se siente desposeída arbitrariamente
por la Conquista y la Colonia; el choque, interrelación y obligada
coexistencia entre las formas de propiedad precoloniales y las colo-
niales. La ingenuidad frecuente de estos movimientos no reduce su
significado. Son exteriorizaciones de una realidad, de una tendencia
natural y de una velocidad histórica que proporcionan los rasgos
sociales del liberalismo mexicano y en que se va a alimentar nues-
tra revolución social.
Es curioso y no carente de significado que estos trastornos apa-
rezcan inmediatamente después de la guerra con los Estados Unidos,
37 Véase: JESÚS REYES HE1lons: lA Sori,tlttJ Pllletllante, Capitulo 111, La con·
cepci6n de Otero y su maodo.
LIBERALISMO SOCIAL 569

como si el impacto por ésta producido sacudiera los cimientos mis-


mos de la agonizante sociedad colonial, que no acababa de morir, e
incitara a la búsqueda de caminos, al planteamiento de soluciones
y a presiones populares que precipitaran la descomposición de la
sociedad derrotada en la guerra. Asimismo, debe repararse en que
estos movimientos que hemos llamado instintivos plantean, simul-
táneamente al problema de la tierra, el de las relaciones de los
indígenas con el clero. De donde se ve en qué medida la seculari-
zación de la sociedad programada por los liberales, tenía arraigo
popular. Por último, s.e expresa en estos movimientos, concreta o
vagamente, un postulado político: el autogobierno indígena. Son
verdaderas rebeliones agrarias, y deben haber existido otras que des-
conocemos. De entre ellas encontramos una que, por sus ramifica-
ciones, vías de hecho y aspiraciones, resulta elocuentísima.

Comunismo agrario

Se trata de varias actas de distintos pueblos -Ixhuatlán, Pa-


pantla, Chicontepec y otros puntos de la Huasteca't-i- rebeiándose
contra las autoridades constituidas, rebelión que galvaniza la resis-
tencia contra los norteamericanos, candorosamente socializa la tierra
y postula, en términos generales, el gobierno de los indígenas.
En el pueblo de Ixhuatlán, el 3 de enero de 1848, las tropas
se adhieren al plan de Amatlán, de 30 de diciembre de 1847 El
plan de Amatlán sustancialmente preveía:
10.-EI desconocimiento de todas las autoridades que emana-
ran del Gobierno, quedando el pueblo en libertad para elegir "sus
empleados", "prefiriendo en los destinos que sea posible a la clase
indígena de más ilustración";
20.-"Se prohibe absolutamente todo cobro de rentas de tie-
rras y en consecuencia desde ahora en adelante se declaran comunes
las de las haciendas las cuales se disfrutarán en común sin estipendio
alguno";
30.-La derogación de todos los impuestos, no subsistiendo
más que los necesarios "para las urgencias locales o la guerra";

38 La relación se encuentra en un manuscrito de la sección del gobierno del


Estado de México, del año de 1848: Negocio Político. TllrbllJenciaJ. El acceso a di-
cho manuscrito nos lo facilitó el investigador Gustavo G. Velázquez.
570 JESÚS REYES HEROLES

4o.-"Siendo los curas de los pueblos indígenas el verdadero


azote de esta desgraciada clase se prohibe el pago de toda costumbre
u obvención de las que hasta hoy se están cobrando, considerando a
éstos en lo sucesivo como empleados públicos cuyas dietas por un
arreglo especial serán pagadas a juicio de la autoridad".
La efervescencia en las Huastecas es general, con excepción del
distrito de Tancanhuiz. Los indígenas de Papantla cercan a las auto-
ridades políticas y se les imponen. La turbulencia de Tantoyuca ad-
quiere un claro sentido agrario, acaudillada por Juan Nepomuceno
Llorente. El 23 de enero de 1848, en Ozuluama, se procede contra
los propietarios, a tal punto, que el comandante militar de Huejutla
informa a las autoridades del Estado de México que en todas las
sublevaciones del país no se había visto un plan más "descarado".
El que podríamos llamar plan de Tantoyuca y Chicontepec, de
7 de enero de 1848, establecía:
10.-Invitación a todos los mexicanos a la lucha: "En aten-
ción a que el Gobierno de los E. U. Americanos aspira a la conquista
de nuestro territorio, se invita a todos los mexicanos a la defensa de
la patria",
20.-Todos los mexicanos deben contribuir "con su persona e
intereses, pero del modo más equitativo y justo" a la defensa de
la nación,
y a continuación, dos puntos claramente agrarios: uno consig-
nando el principio y el otro estableciendo su ejecución:
30.-"Supuesto que la guerra que nos hacen los norteamerica-
nos tiene por objeto la dominación y despojo de nuestro territorio
el cual no puede recobrarse sin la cooperación de todo mexicano, se
declara que todas las propiedades territoriales serán comunes a todos
los ciudadanos de la República";
4o.-"En consecuencia, desde la publicación y adopción de este
plan en cada lugar de la República, no podrán los propietarios de
los mencionados terrenos exigir cantidad alguna bajo ningún motivo
ni pretexto a los que hoy se conocen con el nombre de arrendara-
rios, ni a los que en lo sucesivo quieran disfrutarlos."
El plan concluía estableciendo la facultad del jefe del movi-
miento para nombrar magistrados y empleados civiles y la suspen-
sión, ..durante la guerra de Independencia que desde hoy se comien-
za", de todos los impuestos y alcabalas, exceptuando los impuestos
municipales.
Es curioso que al acta de Tantoyuca se adhieran, el 20 de enero
de 1848, los habitantes de la hacienda del Cayahual, del partido de
LIBERALISMO SOCIAL 571

Chicontepec, en presencia del dueño de la hacienda. La adhesión


es cabal a todos los puntos del plan de Tantoyuca, reconociéndose la
autoridad de Llorente y determinándose una sola salvedad:

Que sin embargo de que las tierras se declaran comunes a todo


mexicano, se marquen con mohoneras los terrenos de la jurisdicción,
respetándose por ahora, hasta nueva disposición de autoridad legítima
Superior y dependiente de este plan.

La guerra social yucateca

Conocido el medio a que obedeció y las causas <¡ue la engendra-


ron, resulta más que seguro que la guerra de castas de Yucatán debía
de tener sentido agrario. Si ella fue comprendida como "guerra so-
cial", lo social tenía que venirle preponderantemente del plantea-
miento del problema de la tierra. Por mera lógica, no era posible
que los problemas de Yucatán produjeran el agrarismo de Lorenzo
de Zavala y que la Península permaneciera ajena a los movimientos
e ideas agrarios. Sólo que el agrarismo yucateco en su propio medio
tenía que asumir características muy especiales. Desde luego, obliga-
damente debía de ser antifeudal, indigenista y secularizante. Sí, como
vimos, dos grandes entidades, clero y estado colonial, se impusieron
sobre los naturales de Yucatán, traspasando a ellos su alto costo, la
reacción agraria, por indígena, tenía que estar dirigida contra ambas
grandes entidades. Y en rigor así fue. Al igual que los indígenas
fueron, por la propia lógica de la lucha, conducidos a la idea agraria
y guiados por el igualitarismo, la oligarquía criolla yucateca tenía
que llegar al esclavismo."
Sobre el paPel jugado por la tierra en la rebelión de los indí-
genas, basta ver los tratados de Tzuccacab, de 19 de abril de 1848,

39 Puede verse el decreto del gobernador Miguel Barbachano, de 6 de noviem-


bre de 1848, que dio origen a la venta de indios; el contrato para esta venta, la co-
municación del Gobierno Federal contraria a ella y la defensa del gobierno yucateeo:
BAQUEIRO, Op, cit., Tomo 11, 1879, pp. de la 534 a la -547. La documentación com-
pleta sobre este tristísimo tráfico, en: CARLOS R. MENÉNDBZ: Hiuoei« del ifl/ame
y vergonzoso comercio de ifldios vendidos a Jos esclavistas tie Cuba po« los políticos
YUtatetos, desde 1848 hasta 1861. Mérida, Yuc., México, Talleres Gráficos de la Re-
vista de Yucatán. 1923. Igualmente, el interesante segundo Apéndice a este libro:
Las memorias de don Bllefla,¡'entllra Vivó y la venta tie ¡"aios Jllratetos en CMba.
Mérida, Yuc., 1925.
572 JESÚS REYES HEROLES

entre los indígenas rebelados y las autoridades. En dichos tratados,


la reducción de las cargas religiosas y civiles y el problema de la
tierra se combinan. En efecto, en ellos se establecía:
lo.-"Abolición de la contribución personal en favor de la cla-
se indígena;
20.-"Reducción de los derechos de bautismo y casamiento en
favor de la misma clase y de los blancos";
30.-"Que los indios pudieran rozar los montes para establecer
sus sementeras o formar sus ranchos en los ejidos de los pueblos,
en las tierras de comunidad, y en las baldías, sin pagar arrenda-
miento, y sin que desde entonces se pudiese enajenar ningún retazo
de dichas tierras";
40.-"Que los sirvientes adeudados quedaban dispensados de
sus deudas."
A ello añadían puntos políticos, como que Jacinto Pat sería
gobernador de los capitanes indígenas, que Miguel Barbachano sería
"invariablemente" y en forma vitalicia gobernador y la abolición de
los derechos sobre la destilación del aguardiente. Pero los primeros
puntos tienen un claro sentido social y, según comentario de Baquei-
ro, "no eran otra cosa más que la reclamación de los abusos come-
tidos contra la raza indígena, desde los primeros tiempos de la
.
conquista ... "40
Estas ideas -la agraria, la supresión de cargas civiles o re-
ligiosas y el autogobierne de las colectividades indígenas-- están
presentes en la correspondencia cambiada entre los jefes indígenas
y las autoridades civiles o religiosas. Florentino Chan y Venancio
Pec piden la abolición de "la contribución y las demás cargas", "la
división de esta tierra" -separación entre la de los indígenas y
la de los blancos-- y el autogobierne indígena:
y sabrán igualmente sus venerabilidades, que mis súbditos y to-
dos los magnates que los gobiernan, han establecido nombrar a sus
reyes y demás mandatarios que saldrán de entre ellos, tomándolos de
pueblo en pueblo, a fin de que se restablezca su Gobierno con arreglo

40 BAQUEI1l.0: op. cis., Tomo I, pp. 419·20. Confirma el senti~o social de la


guerra de c8Itas un antecedente: En la rebelión de Oriente, empezada en 1838 en
Yucatán por don Santiago lman, se presentan varios estímulos para atraer a la clase
indígena y, según Baqueiro ropo cit., p. 31): "Uno de esos resortes. el principal".
fue el propagar "entre la clase indígena" que ya no iba a pagar más obvenciones. que
se abolirían o disminuirían las contribuciones "y por último que iban a distribuirse
entre todos ellos tierras suficientes para labrar".
LIBERALISMO SOCIAL 573

a la antigua costumbre de los indios de esta tierra, por manera que


sólo obedezcan las órdenes que se promulguen entre ellos.

Los caudillos indígenas, Florentino Chan, Bonifacio Novelo y


Venancio Pec, dirigiéndose a la Comisión Eclesiástica de Oriente,
establecían el origen de sus males en el incumplimiento de la pala-
bra dada desde los primeros españoles:

... porque es mucho el mal que trae consigo el que no se cum-


pla lo que dice un cristiano, y por causa de no haber cumplido los es-
pañoles lo que dijeron cuando empezaron a levantar la guerra la pri-
mera vez, ese fue el principio de este grande pleito que tenemos con
vosotros ...

Finalmente, los propios Chan y Pec, en su última correspon-


dencia subrayan entre las condiciones para la paz, cuestiones relati-
vas a la tierra:

Segundo: que se nos deje este pedazo de tierra para estar, porque
no acertamos a estar entre los españoles, sino hasta después que se
asiente y no haya guerra en parte ninguna, iremos a reunirnos; pero
poco a poco con estimación.
Octavo: No es necesario que yo pida monte alguno para ningún
pueblo: en firmando el Sr. Gobernador este papel, cada uno sabe su
pueblo; si tiene comprados algunos montes, esos cogerán para hacer
sus milpas, sea cualquiera, sea español, sea indio, aunque venga entre
ustedes, siendo así que estamos en mutuo amor.
Noveno: todos los montes del Rey que están por el Norte o por
el Oriente, ni en manos del indio está el venderlos ni el español; que
queden para que hagan milpa los pobres; eso está sabido por el ano
tiguo Mapa.41

Vése, pues, con claridad el móvil agrario mezclado, al igual


que en otros movimientos instintivos, con la necesidad de suprimir
cargas religiosas y civiles y con la idea viva, a pesar de los siglos
transcurridos, del autogobierno de las comunidades indígenas.

41 Op, cit., Tomo Il, p. 554 ysigs.


574 JESÚS REYES HEROLES

Petición de ·una ley agraria

Otro movimiento agrario que podemos considerar instintivo es


el representado por el Plan político y eminentemente social, procla-
mado en Río Verde, S. L. P. por el ejército regenerador de Sierra
Gorda, firmado por Eleuterio Quiroz el 14 de marzo de 1849 y
fechado el 14 de mayo del propio año. Este Plan está formado por
veintidós artículos y su sentido político es marcado por el primero,
en que se señala que el ejército regenerador reconoce la Constitución
Federal de 1824 y el Acta de Reforma de 1847. Además, en su ar-
tículo 40. establece la disolución del ejército permanente "dentro del
perentorio término de un mes contado desde esta fecha" y que la
fuerza armada de la República se compondría "de pura guardia na-
cional". Es curioso indicar cómo estos movimientos agrarios tocan
el problema del clero y de sus bienes, pues ello indica, en primer
lugar, la veta popular que la secularización de la sociedad tenía, y
en segundo, la conexión entre el problema agrario y la propiedad
de la tierra en manos del clero. Vimos, así, que el movimiento del
Estado de México o huasteco -Ixhuatlán, Chicontepec, Tantoyu-
ca- se refiere al problema del clero y de sus bienes. Igualmente, el
Plan de Río Verde, si bien en su artículo 70., de conformidad con
la Constitución de 1824, contiene la intolerancia de cultos, en el
80. establece que los legisladores "extinguirán los fueros privilegia-
dos"; en el 16 exceptuaba a los habitantes de Sierra Gorda, defen-
sores del Plan político y eminentemente social, del pago de obven-
ciones parroquiales, y en el 60. contiene la reforma del clero en los
siguientes términos:

El clero será reformado conforme 10 exige el bienestar de la re-


pública, para moralizar a sus individuos y para arrancar de sus manos
ese poder político tan formidable y tan perjudicial a las libertades
públicas, que ha tenido siempre por sus cuantiosas rentas y por la poca
ilustración de las masas.42

42 Boletín de la Secretada de Gobernación. Leyes fundamentales de los EstaJos


Unidos Mexi~anos y planes ,.evoludonarios fue han influido en la organiurión po-
l1ti~a de la Rep'¡bli~a. México, 1923, pp. 440-41. Fragmentos de este Plan fueron
citados por don VALENTÍN GAMA en La propiedad en Méxi~o. La Reforma Agraria.
Revista Mexicana de Ingeniería y Arquitectura, del número 6 al 10. México, 1932.
Igualmente, por LuCIO MENDlETA y NÚÑEZ: El problem« agrario de México, 4a.
edición, Librería de Porrúa Hnos. y Cía., México, 1937, pp. 168-69. El historiador
Manuel Muro 'dice que "el principal director de la revolución y de todos los actos
LIBERALISMO SOCIAL 575

En materia de propiedad de la tierra, e! Plan de Río Verde


expresa, en primer lugar, la necesidad de que el Congreso legisle
sobre distribución de la propiedad territorial. En efecto, en su ar-
tículo 1?0. preceptúa:

El congreso general se ocupará de toda preferencia en dictar le.


yes verdaderamente justas y sabias, que arreglen la propiedad terri-
torial bien distribuida, a fin de que la clase menesterosa del campo
mejore de situación.

No es posible ignorar la importancia de este artículo: es el


mandato para que e!. Congreso se ocupe de arreglar la propiedad
territorial, "bien distribuida, a fin de que la clase menesterosa del
campo mejore su situación". Esto es, plantear en su rigor la necesi-
dad de una legislación agraria. Las bases para esa legislación el
propio Plan de Río Verde las proporciona:
10.--Según e! artículo 11, deberían erigirse en pueblos las ha-
ciendas que tuvieran "de mil quinientos habitantes arriba en el casco
y los elementos de prosperidad necesarios", tocando a los legisla-
dores arreglar "el modo y término de la distribución de tierras y
de la indemnización de los propietarios";
20.-En sus artículos 12, 13 Y 14 abordaba el problema de los
arrendatarios, estableciendo que éstos:

a). Sembrarían las tierras de las haciendas y ranchos '~a-una


renta moderada, y de ninguna manera a partido, y los pro-
pietarios estarán obligados a repartir entre aquéllos los
terrenos que no sembraren por su cuenta".
b). " ... no pagarán ninguna renta por pisaje de casa, pastura
de animales de servicio, leña, maguey, tuna, lechuguilla y
demás frutos naturales de! campo que consuman en sus
familias";
c). No harán ninguna faena ni servicio alguno "que no sea
justamente pagado".

de Quiroz, era D. Manuel Vecástegui, vecino de Rioverde, secundado por su hcnnano


D. José María". El mismo Muro asienta que en el proceso, Quiroz citó los nombres
de algunos generales residentes en México que estaban con él comprometidos. AWe
algunos datos personales sobre este caudillo. [Historia Je SIl1I LMis Potosi, por MA·
NUEL MURO, 'Tomo 111, San Luis Potosi, Imp. ModRIna de Fernando H. Gonzilez,
1910, pp. 12-15).
576 JESÚS REYES HEROLES

30.-Por último, la situación de los peones es tratada en el


artículo 15: "Los peones y alquilados que ocuparen los propietarios
serán satisfechos de su trabajo en dinero o en efectos de buena ca-
lidad, y a precios corrientes de plaza".

GOBERNANTES PREOCUPADOS

Ese importante documento que constituye el Acta de Jacala es


una preocupación de los gobernantes ante el problema de la tierra,
dado que, por la naturaleza del propio documento, de respaldo a las
autoridades liberales, por estar suscrito por el municipio de Jacala
y por los informes que hay de su elaboración, más que un movi-
miento instintivo es fruto del pensamiento de los grupos que en ese
entonces gobernaban al país.
La situación de la tierra, el régimen de la propiedad territorial,
no sólo producen utopías, intentos parciales de distribución o solu-
ciones legislativas y rebeliones agrarias, sino también, y en parte PO!
todos estos antecedentes y por los constantes conflictos, preocupa a
los gobernantes que en una u otra forma condenan la usurpación
que los indígenas han sufrido en sus tierras y las duras condiciones
de trabajo a que los jornaleros se hallan sometidos en las haciendas.
Estas preocupaciones no se traducen en intentos legislativos, pero
son elocuentes en la descripción de los males que aquejan a los cam-
pesinos. Asimismo, revelan, en algún caso, la necesidad de una in-
tervención gubernamental en materia agraria. La circular del gober-
nador Arizcorreta, como veremos, constituye, de hecho, una inter-
vención ante los hacendados. Y muchos de los males que constituirán
bandera de la revolución social mexicana son condenados en ese
documento.
Ciertamente que la intervención de Arizcorreta no pasa de la
vía de la persuasión, pero ésta no es puramente moral, pues detrás
de ella, como instancia ante su fracaso, aparece la posibilidad de
actos de autoridad del gobierno del Estado de México.
Nos referiremos a algunos conceptos vertidos sobre el proble-
ma de la tierra por Luis de la Rosa, cuya participación en la cosa
pública de México ya era grande p3.ra entonces -1851- y que,
incluso, estaba en funciones de gobernante.
Por último, veremos el manifiesto del general Juan Álvarez,
revelador de angustia ante el problema de la tierra. Este manifiesto
es, además, un antecedente. en cuanto el propio general Álvarez.
LIBERALISMO SOCIAL 577

que había sido jefe del movimiento de Ayuda y Presidente de- la


República, se encuentra envuelto en una especie de conflicto inter-
nacional, por acción de los hacendados.

La circular de Arizcorretu

El 18 de julio de 1849 el gobernador del Estado de México,


don Mariano Arizcorrera, a través del Secretario de Relaciones Exte-
riores del gobierno de esa Entidad, publica una circular de gran
interés para comprender, tanto la situación que privaba en el campo,
como la necesidad captada por muchos de los gobernantes, de abor-
dar con ánimo de protección y defensa para los campesinos el pro-
blema del agro. La circular de Arizcorreta señala que el gobernador
está persuadido de que "la facilidad con que los promovedores de
asonadas y motines mueven a los indígenas para sublevarse" pro-
viene de las lamentables condiciones en que éstos se hallan, dado
que están "casi en su totalidad, resentidos con los hacendados sus
vecinos" y ello se debe a que algunos de los hacendados "tienen
usurpadas todas o la mayor parte de las tierras de repartimiento,
las que han adquirido por engaños, clandestinamente o por-fuerza",
o bien, porque en otras haciendas, "de los cortos jornales que pa-
gan a sus trabajadores dan una parte en papel, que sólo tiene valor
en sus propias fincas, precisando así a aquellos infelices a- que
lleven efectos que por lo regular son de mala calidad y muy ca-
ros, como que no tienen libertad de buscar donde se los den más
baratos".
El gobernador Arizcorreta recuerda que el uso "de estos pa-
peles o vales está prohibido por repetidas disposiciones" y que es
su deber evitar estos abusos, "así como el que con infracción
notoria de las leyes continúen usurpados los terrenos de los pue-
blos". Arizcorreta dice que él debe conciliar el cumplimiento de su
deber "con el bienestar de los pueblos y particulares". Y aña~e
que por ahora prescinde de dictar providencias de su competencia
"que ha de llevar a cabo con energía y vigor" y se reduce a nom-
brar un diputado del Congreso del Estado para que, comisionado
por el gobierno del Estado de México, pase al Distrito Federal,
donde viven la mayoría de los dueños de ingenios y haciendas de
Tierra Caliente, "en cuyo punto es donde se advierte mayor dis-
gusto y resentimiento en la clase indígena", y celebre una reunió~
con los dueños de las haciendas, para por persuasión inclinarlos
578 JESÚS REYES HEROLES

"a que voluntariamente hagan algunas concesiones, y les excite a


que repriman con mano fuerte y de una manera eficaz los abu-
sos que sus dependientes cometen con los indígenas operarios,
haciéndoles ver que de este modo podrán evitarse los progresos
de la guerra de castas, perjudicial a la nación y a ellos mismos"."
La circular de Arizcorreta, que revela la inestabilidad existen-
te en. el campo, los problemas constantemente planteados por los
indígenas, que ven usurpadas sus tierras y que son explotados en
sus trabajos, con bajos jornales, 'tienda de raya, etc., produce una
gran alarma y malestar entre los propietarios de fincas rústicas,
quienes el 14 de agosto de 1849 envían una circular quejándose
por el tratamiento que les da Arizcorreta, quien se niega, dicen, a
darles ayuda para defenderlos de tropelías cometidas en la hacien-
da de Los Pozos, de la prefectura de Tula, así como de otras
invasiones. Los propietarios de fincas asientan:

No bastaba el triste ejemplo de Yucatán, ni 10 que actualmente


pasa en las haciendas y pueblos de los Estados de San Luis y Queré-
t'UO, donde, a pretexto de que los hacendados han usurpado las tierras
a los pueblos, una multitud de asesinos y fascinerosos roban, devastan
e incendian los campos y las fincas: era preciso un escándalo mayor,
cual es el que el mismo gobernador del Estado con su alarmante e
impolitiea circular diese pábulo al incendio que nos amenaza.'"

Agregan que no creen "que los indígenas intenten ni tengan


poder en México para sobreponerse al resto de la población" y que
ellos -son excitados por los enemigos del orden. En estas condi-
ciones, consideran que no es prudente permanecer tranquilos, pues
se trata de defender a la sociedad, y al efecto, el 6 de agosto de
1849, remiten los acuerdos tenidos por treinta y nueve hacendados,
que van de don Andrés Quintana Roo a don Gabriel Yermo. En
el acta referida don Andrés Quintana Roo manifiesta que "era
tristísima la situación de los propietarios de haciendas y de todos
los interesados en fincas rústicas, por la tendencia que por to-
das partes se veía a arrebatarles o destruirles las propiedades, po-

40S La circular viene publicada en: Comllni&a&ión dirigida a los propielarios de


lin&aJ rásli&aJ del Eslado de Méxiro '1 a&la de la junla ulebrada en 6 de agoslo,
&on moliflo de la &"&111"" de 18 de jNlio del Gobierno de di&ho Estado. México, Im-
prenta de Ignacio Cumplido. 1849. pp. 8-10.
.. 01'. eit., pp. ~-6.
LIBERALISMO SOCIAL 579

seídas con títulos legítimos de tiempos muy antiguos, y que cuando


debían esperar que la autoridad pública opusiese un dique para
detener las oleadas de la usurpación, se veía que por el contrario,
se quitaba el que existe en el poder tutelar de la justicia, decla-
rándose por manifestaciones oficiales. a las masas que los propie-
tarios son usurpadores .v ."
Don Andrés describe lo que le ha sucedido en la hacienda
de Ocotepec y después de discutirse la acusación del gobernador
del Estado de México, idea que fue aprobada por unanimidad, se
discutieron los medios para poner en defensa y a cubierto la pro-
piedad agrícola. Se crea una junta menor, a quien se faculta para
promover la acusación en contra de Arizcorreta, haciéndole notar
que su actitud puede producir "perturbaciones serias". Se toma un
acuerdo para la defensa común de las haciendas, que supone: 1).-
Que todas las fincas rústicas se armen para su propia seguridad y
auxiliarse mutuamente; 2) .-Que los hombres de cada finca serían
equipados por los propietarios y mandados por éstos o por admi-
nistradores o dependientes; así como otras medidas de defensa."

La autocolonizacíón de Luis de la Rosa

Don Luis de la Rosa, que tan relevante papel juega en la


vida política nacional y que, como él mismo manifiesta, frecuen-
temente ha sacrificado a sus principios la misma popularidad." no
puede dejar de percatarse del problema de la tierra. Dirigiéndose
al Gobierno de Zacatecas, busca las explicaciones del hambre que
asuela la República y encuentra una de ellas, la fundamental, en
la concentración de la propiedad territorial. La "causa radical"
del hambre "o suma escasez y carestías de víveres que sufre Mé-
xico con frecuencia, consiste principalmente en la mala distribución
de la propiedad territorial". Para De la Rosa es una circunstancia
"verdaderamente lamentable" el que "los, terrenos de la Repú-
blica, por resultado de causas muy lejanas, se hallan todavía acumu-
lados en un corto número de propietarios, y la muchedumbre re-
ducida a la triste condición de proletaria". El hambre, la carestía

4S op. cit., pp. 10-16.


46 El Siglo Diez 1 NIIe1Je. 21 de agosto de 18". Proclama que dirige al en-
cargarse del gobierne de Puebla.
580 JESÚS REYES HEROLES

o escasez no desaparecerán de nuestro país "mientras unos cuantos


millares de personas posean infructuosamente muy extensos terre-
nos susceptibles de cultivo, al mismo tiempo que millones de fami-
lias de la clase agrícola carecen de los beneficios de la propiedad
territorial y están reducidas a la precaria condición de arrendata-
rios o a la condición más miserable todavía de simples jornaleros".
Señala como tarea gubernamental "la sanción de leyes dirigidas a
hacer una distribución de terrenos entre millares de familias ahora
casi indigentes". Las tierras, sin embargo, no se donarían y al mis-
mo tiempo se buscaría no herir en lo mínimo los derechos de
ningún propietario territorial, clase, corporación o establecimiento.
Dice que estaría dispuesto a contribuir él mismo distribuyendo sus
tierras en enfiteusis o renta perpetua e incluso vendiéndolas, de
ser ello posible, y buscando que la partición beneficiara a "familias
pobres y laboriosas". Se da cuenta de que su plan es una auto-
colonización, una colonización nacional y recalca que la buena dis-
tribución de la propiedad territorial es "el medio más eficaz de
asegurar la abundancia y la prosperidad de un país, de fomentar
su población, de dar arraigo y estabilidad a las familias, de infun-
dir al hombre propensión al trabajo, apego y adhesión al suelo
cuyo cultivo y aprovechamiento lo alimenta, y amor al país". Se
trata de crear propietarios y asegurar así el progreso del país, me-
diante una extensa clase propietaria.
De la Rosa dice que le ha producido una dolorosa impresión
lo que se ha escrito bajo el rubro de "Miseria pública" en el pe-
riódico oficial de Zacatecas. Considera muy útil la beneficencia
pública, pero cree "que el acto más grande de beneficencia para
con un pueblo consiste en mejorar su suerte de tal modo que no se
vea en la necesidad de mendigar su subsistencia en los hospicios,
ni en las calles y caminos".
La inmoralidad, el robo, encuentra una de sus principales cau-
sas "en la miseria a que está reducida la clase proletaria, que des-
graciadamente es la más numerosa del Estado". Se refiere a los
menestrales, gañanes, peones y jornaleros y considera que:
Mientras no se mejore la condición de estos millares de familias,
es imposible que dejen de salir de ellas millares de hombres que se
entregan muchas veces al robo y a otros vicios, cansados ya de haber
pasado una gran parte de su vida entregados a un trabajo incesante,
ímprobo, y apenas remunerado con un jornal tan miserable que no
bastándoles ni aun para satisfacer las primeras necesidades de la vida,
LIBERALISMO SOCIAL 581

no le deja ni aun la remota esperanza de que mejore su porvenir o el


de sus hijos.

Ha vivido muchos años en el campo y conoce de cerca "las


horribles miserias de la clase pobre" y se halla convencido "de
que el sistema de cultivar las grandes propiedades territoriales por
medio de jornaleros a que se da el nombre de peones, es funestí-
simo para la moralidad pública, y. cada día ha de ser más perju-
dicial para los intereses de los grandes propietarios". En todos los
países del mundo, los labradores "forman la clase más recomen-
dable de la sociedad"; pero éstos en México prácticamente no exis-
ten. Para De la Rosa, los vicios, desórdenes y robos son conse-
cuencia del estado de la propiedad territorial: "Ninguno de esos
males sufren los países (a la verdad muy venturosos) en los que la
propiedad territorial está dividida en suertes o solares de pequeña
extensión y éstos distribuidos entre muchos millares de propieta-
rios". Propone, pues, convertir las haciendas en pueblos, para lo
cual convendría que el Estado "compuse a los propietarios el te-
rreno en que está situado el caserío de las haciendas y otro terreno
de bastante extensión al derredor de él no para ejidos, que creo no
debe haber en nuestras poblaciones, sino para distribuirlo en sola-
res para casas o edificios en el centro, y para huertas o pequeñas
casas de campo en las orillas." Hecho esto, se levantaría el plano
topográfico de la nueva población y el avalúo de los solares, que
"se pondrían en venta por cuenta del Estado".
Considera, además, que debe arreglarse la "venta de terrenos
realengos, ahora nacionales", pues la distribución de estos terrenos
"en pequeñas suertes o solares haría la felicidad de millares de
familias". Mediante el arreglo respectivo, se obtendría "que la ri-
queza territorial comenzara a distribuirse entre muchos propieta-
rios".
El individualismo de De la Rosa lo hace condenar la propie-
dad comunal indígena:
Considero que todavía los pueblos de indígenas del Estado po-
seerán varios terrenos de los que se llamaban tierras de comunidad.
V. E. sabe cuán funesta ha sido para los indígenas y en general para
los intereses de la agricultura esa especie de comunismo establecido
desde los días de la conquista.

Explica que gran oposición ha encontrado la legislación que


previene que dichas tierras "se distribuyan en propiedades persa-
582 JESÚS REYES HEROLES

nales entre las mismas familias indígenas"; pero cree que la princi-
pal causa de esta oposición "ha consistido en que las tierras de
comunidad y de cofradía de parcialidades de indios no tienen bas-
tante extensión para que, distribuidas entre las familias que ahora
las poseen en común correspondan a cada una de ellas una suerte o
solar suficiente para asegurar su subsistencia". Por lo consiguiente,
esta dificultad podría superarse si el Estado "obtuviese por compra
algunos terrenos colindantes con los pueblos indígenas."
De la Rosa se percata del problema del crédito en lo que toca
a los colonos. Propone la colonización de las zonas inmediatas a los
minerales de Mazapil, Sombrerete y Nieves, en que, por la {,!<Ú1
despoblación existente, convendría dar gratis a los nuevos poblado-
res, los terrenos para que construyan sus casas "y suertes de tierra
de suficiente extensión para que bien cultivadas proporcionase cada
una de ellas la cómoda subsistencia de una familia". Pero agrega:

Sería también muy conveniente que a cada colono se diese por


cuenta del Estado una habilitación en semillas, animales de labranza
e instrumentos agrarios, y un rifle o carabina con su polvorín y demás
útiles correspondientes.st

El Acta de [acala

Triunfante el Plan de Ayutla y dictada la Ley de Administra-


ción de Justicia, Ley Juárez, originándose en ésta, como hemos visto,
surge el Acta de Jacala. Indicamos anteriormente que este docu-
mento consignaba puntos generales para el progreso liberal en Mé-
xico. Desde luego, respaldo a la Ley Juárez y su lucha contra los
fueros, claras ideas secularizantes, postulando, asimismo, la libertad
de conciencia. Quizás, el Acta de Jacala haya sido el documento más
completo, en su tipo, del movimiento liberal mexicano.
Pues bien, tal documento no es innocuo desde el punto de vista
social. Lo conceptuamos como una preocupación de gobernantes, en
cuanto es firmado por todas las autoridades de Jacala. Por lo que
sabemos, su autor fue Cayetano Castellanos, a quien BIas José Gutié-

4.1 El Siglo Diez y Nueve. "Contestaci6n del Exmo. Sr. D. Luis de la Rosa, a
la excitativa que le dirigi6 el gobierno de Zacatecas con fecha 13 de marzo del co-
rriente año, para que viniese a encargarse del mismo gobierno". 29, 30 Y 31 de julio
y 1°, 2, 3. 5. 6,7.8 Y 10 de agosto de 1851.
LIBERALISMO SOCIAL 583

rrez califica de "patriota e ilustrado" y que, según informes del pro-


pio autor, se había radicado en Jacala, "llevando entre otros nobles
fines, el de la civilización de la clase indígena, para que pudiera
servir de muro a las irrupciones del atleta clerical D. Tomás Mejía",
El documento, como antes decíamos, es notable.
En materia social, el Acta de jacala, ejerciendo probablemente
el derecho de petición, solicita la expedición de una ley agraria. Es
de notarse que no se trata de una rebelión. Las autoridades y los
firmantes de este documento, a quienes, según parece, encabezaba
Castellanos, solicitan el cumplimiento de las leyes y el avance en la
secularización de la sociedad. Es decir, se trata del ejercicio del de-
recho de petición, tal como entonces se entendía. Pero, independien-
temente de ello, no hay duda alguna sobre las características de
legalidad de este documento, que respalda a las autoridades por
la expedición de la Ley Juárez, presiona hacia el progr~so liberal y
e? materia social solicita la expedición de una ley en materia agra-
na. De los diez puntos que componen el Acta de Jacala, el 70. se
refiere a la cuestión social y textualmente asienta: "Que se expida
una ley agraria que arregle la propiedad territorial que dé por re-
sultado la división por familias de los terrenos de los pueblos para
que cada una de aquellas pueda disfrutar de la parte que le corres-
ponde con entera libertad y total independencia".
Como se ve, la solución que se propone peca de la idea indivi-
dualista: repartir los terrenos de los pueblos. Por lo consiguiente,
la importancia de este documento, de 18 de febrero de 1856, radica,
sobre todo, en la insistencia de que se dicte una ley agraria, lo que
obviamente obedecía, tanto en los movimientos instintivos como en
esta preocupación de los gobernantes, a la naturaleza misma del pro-
blema de la tierra."

Conflicto y manifiesto de don Juan Alvarez

, .Don Juan Álvarez publica un manifiest~ en julio de 1~57,69


gráfico en la descripción de los males que aquejan al agro mexicano,

48 Bus josé GUTIÉRREZ: Nuevo Código dtl l" Reftwma, Tomo l. Máico,
Imprenta del Constitucional 1868. De la p. 31 a la H.
49 El Siglo Diez y NuevtI. 26 y 27 de julio de 1857. Números 3,207 y 3,208.
México, Imprenta de Ignacio Cumplido. 1857. La Cruz, comentando este manifiesto,
se ocupa, más que de las ideas sociales de Juan Álvarez, de los puntos .relativos a
584 JESÚS REYES HEROLES

en los procedimientos de los hacendados y en las quejas constantes


motivadas por la situación del país. El origen del documento es
la carta que el representante del gobierno español recibe de súbdi-
tos de esa nacionalidad, sobre un ataque a las haciendas de San
Vicente y Chiconcuaque, que imputan a las tropas del general Juan
Alvarez. Después de explicar el caso concreto, don Juan Álvarez
incluye varios párrafos sobre la situación del campo. Nadie ignora,
dice, "y más de trescientos expedientes judiciales lo confirman",
la conducta de los hacendados de Cuautla y Cuernavaca:
Los hacendados en su mayoría y sus dependientes, comercian y
enriquecen con e! mísero sudor del infeliz labriego: los enganchan
como esclavos, y deudas hay que pasan hasta la octava generación,
creciendo siempre la suma y e! trabajo personal de! desgraciado, y
menguando la humanidad, la razón, la justicia y la recompensa de tan-
tos afanes, tantas lágrimas y fatigas tantas.

El endeudamiento de los jornaleros por tiempo indefinido, a


través de las deudas heredadas, que se traduce en una verdadera
esclavitud y que tan expresivamente menciona don Juan Alvarez, es
el origen de las turbulencias, conflictos y movimientos que antes
hemos visto. Pero el que fuera jefe del movimiento de Ayutla no se
reduce a narrar estos males, sino que también, por así decirlo, nos
da el origen de parte de las grandes haciendas mexicanas. Los pro-
cedimientos y métodos seguidos por los propietarios, al expansionar
sus propiedades y constituir la gran hacienda, son señalados con
todo' rigor. Los sectores a quienes estos procedimientos afectan -eji-
dos o terrenos de la comunidad- y la deficiencia de las autoridades
judiciales, cuya falta de acción legaliza el despojo, son puntos men-
cionados con toda claridad:
La expropiación y e! ultraje es el barómetro que aumenta y ja-
más disminuye la insaciable codicia de algunos hacendados; porque
ellos lentamente se posesionan ya de los terrenos de particulares, ya
de los ejidos, o de los de comunidad, cuando existían éstos, y luego
con el descaro más inaudito alegan propiedad, sin presentar un titulo

tolerancia. Califica de "desvaríos" lo que al respecto se asienta en el manifiesto y


dice que quien lo redactó hierve en palabras y conceptos que son verdaderos desva-
ríos y que el documento "Está empedrado del lenguaje filosófico, cuya verdadera
significación ignora el que lo cubrió con su firma" (Tomo V, número 14, agosto 13
de 1857).
LIBERALISMO SOCIAL 585

legal de adquisición, motivo bastante para que los pueblos en general


clamen justicia, protección, amparo; pero sordos los tribunales a sus
clamores y a sus pedidos, el desprecio, la persecución y el encarcela-
miento es lo que se da en premio a los que reclaman lo suyo,

Como se ve, el general Álvarez capta la necesidad de que se


proteja y se ampare a los campesinos. Señala que· dispone de nume-
rosas quejas de las condiciones a que se hallan sometidos los campe-
sinos y asienta:

Si quisiera relatar la historia de las haciendas de los distritos de


Cuautla y Cuernavaca, lo haría con la mayor facilidad, y cada página
iría acompañada de quinientas pruebas; y entonces la luz pública, las
naciones y los escritores sin dignidad ni decencia, verían el inicuo trá-
fico establecido entre los ladrones famosos y muchos hacendados.

Lástima que el general Álvarez no haya realizado la historia


de las haciendas de los distritos de Cuautla y Cuernavaca, pues ello
habría sido de gran utilidad para desentrañar la enfermedad de la
tierra en una importante circunscripción de la República.so

LA IDEA SOCIAL DE LA PROPIEDAD EN EL CONGRESO


CONSTITUYENTE

En materia de propiedad los principios que imperaron obtuvie-


ron su expresión en la Ley de Desamortización, en el artículo 27
de la Constitución de 1857, en la Ley de Nacionalización y en la
Ley de 20 de junio de 1863; pero estas disposiciones, para ser como
prendidas, para captar el espíritu que les dio origen, para no inter-
pretarlas como simples preceptos objetivados e intemporales, exigen
que se tenga en cuenta el pensamiento que en materia de propiedad

so Los hacendados en su manifiesto -RespNesta de Jos propietarios de CNer.


navaca y More/os a/ ma....ijiesto de D. Juan Á/varez, México, 1857- confirman las In-
quietudes y carácter popular del movimiento agrario. Refiriéndose a la mayorla de
los habitantes de nuestro país, a los indígenas, decían: "Oyendo decir por tantos
años que todo les pertenece, y siendo incapaces, por otra parte, de estimar los títulos
legales de dominio, los menosprecian con frecuencia, y se lanzan a invadir por la
fuerza los terrenos que tanto codician, sin echar de ver se perjudican a sí mismos,
cegando la fuente de la riqueza, y sustituyendo unas propiedades florecientes con
una comarca de mendigos",
586 JESÚS REYES HEROLES

recibió importante expresión, aun cuando no haya llegado a tradu-


cirse en disposiciones de Derecho Positivo. De no seguirse este mé-
todo y recurrir a esta perspectiva, se está obligado a adoptar una
interpretación histórico-jurídica unilateral o a lo que es tan peli-
groso como ello: hablar de dos sentidos contrapuestos en un solo
movimiento histórico. Así, tendríamos que hablar de un sentido
individualista y de un sentido socialista de la Reforma, lo cual pe-
caría de simplicidad.
La concepción social del derecho de propiedad no constituyó
un acto aislado y particular en el movimiento liberal. Los antece-
dentes doctrinales individualistas, el estado de la propiedad en Mé-
xico y la confluencia de ideas socialistas, hicieron que la concepción
social de la propiedad fuera toda una corriente, que además estuvo
a punto de triunfar, en el movimiento de Reforma. El hecho de que
no triunfara no desvirtúa su importancia ni borra su huella; deja,
por el contrario, su impronta en las ideas victoriosas. Conviene, pues,
detenernos un poco en el estudio de esta corriente, para después
estar en aptitud de interpretar lo establecido por la Reforma en
materia de propiedad.
Las principales expresiones de esta corriente se encuentran en
el proyecto de artículo 17, presentado por la Comisión en el Con-
greso Constituyente, en las intervenciones en este mismo Congreso
de José María del Castillo Velasco, Ponciano Arriaga e Isidoro
ülvera.

El artículo 17 del proyecto de Constitución

A la corriente que analizamos pertenecen los liberales que, per-


catándose de que en nuestro país se sobreponían la amortización de
los bienes de la Iglesia y la amortización de los bienes civiles, inten-
taron que simultáneamente a la desamortización de los bienes de la
Iglesia se realizará la desamortización de los bienes de los laicos.
En el proyecto de Constitución presentado en el Congreso Constitu-
yente por la Comisión, el aL~,'ulo 17, dentro de su tónica doctrinal
amplia y general, consignaba un liberalismo social. El proyecto de
artículo 17 condicionaba el derecho de propiedad a la libertad de tra-
bajo. En ningún caso, los particulares, a título de propietarios, pe-
dían estorbar o impedir la libertad de trabajo. A contrario sensu,
el derecho de propiedad podía ser restringido o limitado si ello lo
exigía la libertad de trabajo. Es decir, las necesidades sociales eran
LIBERALISMO SOOAL 587

garantizadas en este proyecto a través de la consignación amplia


del principio de libertad de trabajo. Conviene recordar el proyecto
de artículo 17: "La libertad de ejercer cualquier industria, comercio
o trabajo que sea útil y honesto, no puede ser coartada por la Ley
ni por la autoridad, ni por los particulares a título de propietsrios':»
Sin embargo, el proyecto aprobado por la mayoría de la Co-
misión -que motivó una oposición presentada al Congreso Consti-
tuyente el 10 de julio de 1856 por un grupo de propietarios, a que
después nos referiremos-- dio origen a dos votos particulares, los
de Castillo Velasco y Ponciano Arriaga, para quienes resultaba insu-
ficiente, y a un proyecto de Ley Orgánica sobre Derecho de Propie-
dad, presentado por Olvera. El análisis de estas tres intervenciones
resulta esclarecedor de hasta dónde llegaban nuestros liberales en
materia de propiedad. La intervención de Castillo Velasco es del 16
de junio, el voto particular de Ponciano Arriaga es del 23 de junio
y el proyecto de Ley Orgánica es del 7 de agosto de 1856.
Antes de ello, sin embargo, nos referiremos al discurso de Igna-
cio 1. Vallarta, de 8 de agosto de 1856, que si bien fue una argu-
mentación toral en contra del artículo 17 del proyecto de Constitu-
ción, confirma la interpretación que de este precepto hicimos y mues-
tra las ideas sociales del distinguido jalisciense.

Un visionario prisionero del Derecbo.c-Discurso leído por Val/arta

Vallarta manifiesta su conformidad con las ideas que entra-


ña el proyectado artículo 17. Se inscribe, sin embargo, en contra
y lee un importante discurso. Al hablar, no lo hace abogando "por
la esclavitud de los trabajadores" ni por una organización gre-
mial monopolista. Impugna el artículo porque su sólida formación
jurídica le hace sentir que tal precepto está fuera de un texto con~­
titucional. Lo que establece el artículo 10 dice "de un modo peli-
groso en una constitución". Para Vallarta, los abusos no económicos
de los propietarios suponen "los destierros que imponen, la justicia
que administran, la resistencia de que sus terrenos se pu~bl:n; su
voluntad para arrendar aguas, pastos, leñas, ete., etc., a sus.sl~lent~~,
son materia, Señor, de otro derecho que no es el constitucional .
Como jurista de su época, sabe, que, de acuerdo con la técnica y

51 FRANCISCO ZARCO: Historia del Congreso Extraordinario COllstitll1e~te de


1856 Y 1857. México, Imprenta de Ignacio Cumplido. 18~7. To.lD() 1, p. 469.
588 JESÚS REYES HEROLES

los principios constitucionales que entonces imperaban, una consti-


tución es el establecimiento de los derechos individuales y la orga-
nización de los poderes. La cuestión social es ajena a una constitu-
ción típicamente liberal. Es materia de legislación secundaria. Por
eso el artículo 17 del proyecto no debe aprobarse ni incluirse la
materia de que trata dentro del texto constitucional. Y lo dice con
claridad: "A menos que queramos formar una constitución defec-
tuosa por la aglomeración de extrañas materias, no concibo cómo
pueden hacerse lugar en nuestro código fundamental tales puntos".
Pero, como antes decíamos, Vallarta confirma nuestra interpre-
tación del proyecto de artículo 17. Para él, irían contra el proyecto
aquellos propietarios de fincas, de fábricas o de materias primas,
que obligan a sus trabajadores "a la prestación de sus servicios de
~ modo que coarte su libertad". Y agrega: "El propietario abusa,
cuando sin más título que la influencia de su riqueza, ejerce (en las
fincas rústicas principalmente) un verdadero monopolio, impidiendo
dentro de sus posesiones el ejercicio de una industria que en nada
violaría su propiedad, con tal que ésta no sea el monopolio". El pro-
pietario también abusa "cuando sin más ley que su voluntad",
destierra "de sus posesiones a las personas avecindadas en ellas, y
esto tal vez para evitar así la competencia de un hábil productor".
Por último, confirmando la interpretación, dice que el propietario
abusa "cuando sin más razón que su capricho se opone a que sus
posesiones sean pobladas". Todos estos abusos, según el propio Va-
llarta, pretende evitar el artículo 17 del proyecto de Constitución.
Ahora bien, si impugna el artículo 17 por razones que podría-
mos calificar de jurídico formales, cala hondo en la descripción dé
los males que aquejan a la sociedad mexicana.P

El propietario abusa, cuando disminuye la tasa del salario; cuan-


do lo paga con signos convencionales, y no creados por la ley que

52 En el discurso pronunciado por Vallarta el 16 de septiembre de 1855, ya


describe los males de la concentración de la propiedad: " ... en México existe, y siem-
pre ha existido tan absurda división de la propiedad territorial, que mientras una
persona, una clase o una corporación posee inmensos terrenos, la mayor parte de los
mexicanos carece de un palmo de tierra .. :' (IGNACIO 1. VALLARTA: Obras Com-
pletas, segunda serie, primera: parte: Trabajos publicados en forma de folletos. Edi-
ción arreglada por el Lic. Alejandro Vallarta. México, Imprenta de José Joaquín
TerrllHS e hijas, 1897. Tomo VI; "Discurso pronunciado el día 16 de septiembre
de 1855 en la Plaza principal de Guadalajara", pp. 14-31).
LIBERALISMO SOCIAL 589

representan los valores, cuando obliga al trabajador a un trabajo for-


zado, para indemnizar deudas anteriores; cuando veja al jornalero con
trabajos humillantes; cuando ... es muy largo el catálogo de los abu-
sos de la riqueza en la sociedad.

Se percata de la influencia de la riqueza en la sociedad: "El


rico, es una verdad que nadie niega, puede hacer lo que quiere .v . "

y no se queda en ello. No sólo los propietarios, la riqueza, dominan


al desposeído, al trabajador, sino también a los mismos gobiernos:
"Cuántos y cuántos hechos probarían no ya que el infeliz artesano
es esclavo del rico, sino que hasta los mismos gobiernos·están sujetos
a sus exigencias ... "
Dice que, al igual que la Comisión, reprueba cómo los propie-
tarios tratan a sus dependientes, y en un párrafo verdaderamente
visionario supera una concepción puramente formal de la democra-
cia: " ... yo, lo mismo que la comisión, reconozco que nuestra cons-
titución democrática será una mentira; más todavía, un sarcasmo, si
los pobres no tienen sus derechos más que detallados en la consti-
tución.....
La Comisión, por lo demás, "hace una débil pintura del estado
social de nuestros indios". Y el gran jurista no sólo coincide con ella,
sino que va más allá; pero, y no sin razón, dice que no es ese el
asunto y que éste debe plantearse y concebirse en otros términos.
Al plantearlo, se percibe hasta dónde llegan las ideas de Vallarta:
"¿En el actual estado social, es posible que la clase proletaria, libre
del yugo de la miseria, entre a disfrutar de Ios derechos y de las
garantías que una sociedad bien constituida debe asegurar a sus
miembros ?" Y recalca:

Libre del yugo de la miseria, he dicho con intención, Señor, por-


que yo no creo; más todavía, me río de quien cree que el hombre
que anda afanoso buscando medios de matar su hambre, piense en
derechos y en garantías, piense en su dignidad, piense como hombre ...

Se da cuenta de la limitación para resolver los problemas de


un pueblo a través de una constitución democrática liberal. Y se pre-
gunta si "¿en el estado actual económico de los .pueblos, es posible
llegar a cortar de raíz los abusos de que con justicianosest~s
quejando?" Aunque la respuesta se la deja a los publicistas, que
deben responder "si creen posible que las constituciones pueden
JESÚS REYES HEROLES

curar tan graves males", no es parco en el planteamiento del pro-


blema y en alguno de los métodos para superado:

Sin la proporcional distribución del trabajo, con los excesos de


una loca y avara producción, hija de una competencia sin límites y
causada por los fríos cálculos del interés individual, sin la justa pro-
porción entre la población y la riqueza, y por consiguiente sin el equi-
tativo pago del trabajo, sin la organización social de éste, con una
industria "que por dar que hacer a las máquinas, quita al hombre su
subsistencia y su trabajo, con un estado económico, en fin, como el
que vemos hasta en los pueblos que marchan al frente de la civiliza-
ción, es aquello posible?

Va tan lejos, que cree que algunos pueden pensar que no tiene
fe en los principios de la ciencia económica -liberal- y que está
predicando "estas doctrinas que el vulgo llama subversivas, que los
ricos apellidan expoliadoras, y que sus apóstoles titulan socialismo".
No cae, sin embargo, en ello, dice, subrayando, eso sí, Que tampoco
la economía política ha dado solución a "gravísimas cuestiones so-
ciales", ni ha alcanzado a resolver dos terribles problemas: "concu-
rrencia ilimitada" y "la población", problemas que constituyen los
polos en que gira esa ciencia. Y agrega: "Comprendiendo que el
socialismo' ha tocado con tino esos problemas, y que ofrece la orga-
nización del trabajo y la equitativa distribución de la riqueza, pero
sin jactarme por esto de conocer ese sistema, el más vasto que ha
creado la inteligencia humana, admiro a sus maestros, respeto sus
doctrinas; pero no sigo, ni menos en la tribuna, sus preceptos". Des-
pués de ello, surge el jurista prudente que no quiere exponer a ries-
gos las instituciones creadas fatigosamente: "Respeto mucho el edi-
ficio social, para aventurar una tentativa de reedificación que puede
hacer desprender una piedra que cause la muerte de muchas genera-
cienes"."

Las adiciones de Castillo V elasco

Castillo Velasco presentó como voto particular adiciones que,


abordando el problema. de los municipios, en realidad contenían una
fórmula para enfrentarse a la cuestión social. Después de señalar

53 ZARco: op. eit., Tomo 11, pp. 117·123.


LIBERALISMO SOCIAL 591

que los pueblos de México consideran que las instituciones políticas


no son sino el medio de procurar el bienestar social y en sus revolu-
ciones no han encontrado más que desengaños, precisa:

El pueblo espera del Gobierno las grandes reformas administra-


tivas que verifique mientras que el Soberano Congreso expida la Cons-
titución; pero de vosotros, señores diputados, espera que tengáis el
valor de afrontar los peligros de la situación, que no os limitéis a las
fórmulas de una organización meramente política, o por mejor decir,
que adaptéis esa misma organización a nuestras necesidades sociales.

Castillo Velasco, usando un argumento que tendrá éxito en


1917, indica que se le ha dicho que las adiciones que él propone
no son propias de la Constitución Federal:

Pero yo no sé si por ahorrar algunas palabras en el Código Ge-


neral, o por el temor de arreglar por medio de una base com6n algu-
nos puntos de la administración de los Estados, deba el Soberano
Congreso exponer a la República a que continúen los males que he
indicado y que causarán su ruina.

Enumera cuidadosamente los males que afectan al pueblo de


México. Gráficamente describe la miseria y señala que reconocer
la libertad en la administración "sería una burla para muchos pue-
blos, si han de continuar como hasta ahora, sin terrenos para el uso
común, si han de continuar agobiados por la miseria, si sus desgra-
ciados habitantes no han de tener un palmo de tierra en el que
ejecutar las obras que pudieran convenirles". Dice que es vergonzoso
para los liberales que exista el estado social que describe, cuando
leyes dictadas por monarcas absolutos "concedían esos terrenos a
los pueblos y se proveía así a sus necesidades". Y agrega:

Para cortar tantos males no hay, a mi humilde juicio, más que


un medio, y es el de dar propiedad a los indígenas, ennoblecerlos con
el trabajo y alentarlos con el fruto de él.

Ciñendo los problemas de México a sus justos términos y espe-


cificando lo que se espera del Congreso Constituyente, añade:

Por más que se tema a las cuestiones de propiedad, es preciso


confesar que en ellas se encuentra la resolución de casi todos nuestros
592 JESÚS ~YES HEROLES

problemas sociales, y es preciso también confesar que los pueblos nos


han enviado aquí no a asustarnos con la gravedad de las cuestiones,
sino a resolverlas para bien de ellos.

La adición de Castillo Velasco sólo comprende tres artículos:


en el primero señala la libertad de las municipalidades para decre-
tar las obras que crean convenientes y recaudar los impuestos nece-
sarios para ellas, siempre que no perjudiquen a otras municipali-
dades o al Estado; en el segundo preceptúa: "Todo pueblo de la
República debe tener terrenos suficientes para el uso común de los
vecinos", y establece que los Estados de la Federación los compra-
rán, si es necesario; y en el tercero señala que:
Todo ciudadano que carezca de trabajo tiene derecho a adquirir
un espacio de tierra cuyo cultivo le proporcione la subsistencia, y por
el cual pagará, mientras no pueda redimir el capital, una pensión que
no exceda del tres por ciento anual sobre el valor del terreno.

y establecía que los Estados emplearían para este efecto, terre-


nos baldíos, tierras de cofradías o tierras de particulares, señalándose
en estos dos últimos casos que su valor se reconocería sobre las
rentas públicas y se pagaría un rédito mientras no se pudiera redi-
mir el capitaP'

Poncieno Arriaga y el estado de la tierra

El voto particular de Ponciano Arriaga sobre derecho de pro-


piedad es un documento de decisiva importancia para comprender
la evolución del concepto de propiedad en nuestro país. Los consti-
tuyentes sabían, antes de que se presentara, la existencia de este
voto particular y él, por así decirlo, estuvo precedido por trastornos
originados por el problema de la tierra. En efecto, a fines de julio
ocurren motines en Matamoros de Izúcar, a los cuales el ministro
de Gobernación, José María Lafragua, incidentalmente se refiere
ante el propio Congreso:
Hoy mismo he sabido, aunque no de un modo oficial, que en
Matamoros (Izúcar) ha habido un motín, no por causas políticas, sino
por tierras, del cual han resultado varias muertes. 55

54 op. tit., Tomo 1, pp. 512-517.


55 Op. cit., Tomo 11, p. 12.
LmBRALlsMO SOOAL

Zarco, que pertenece al mismo grupo que Ponciano Arriaga,


contestando a Lafragua y su argumento de que por la introducción
de la tolerancia religiosa puede haber guerra de castas, no sólo anun-
cia el voto de Aniaga, sino que también señala las causas que in-
ducen a los indígenas a levantamientos y que se hallan en el despojo
de la tierra y del agua:

Si hay peligro de guerra de castas, esto nada tiene que ver con
la cuestión de libertad de cultos; si el indio se levanta, es para recla-
mar la tierra, el agua que le arrebatan los propietarios. De estas enes-
tiones se ocupará el congreso con más o menos acierto cuando examine
el voto particular del Sr. Arriaga, en el que no hay nada de robo ni
de despojo, ni de delirios comunistas. 56

lo anterior, unido a las intervenciones de Castillo Velasco y


Olvera, así como al propio texto del artículo 17, hacen que deba
verse el liberalismo social en el Congreso Constituyente 1856-57
como toda una corriente.
Ponciano Arríaga fundamentalmente propone en su voto me-
didas para "remediar en lo posible los grandes abusos introducidos
en el ejercicio del derecho de propiedad". Dice que uno de los vicios
más arraigados y profundos de México consiste en la "monstruosa
división de la propiedad territorial". Describe la concentración de la
propiedad de la tierra y asienta que el pueblo no puede ser libre

56 op. cit., pp. 76·77. El Monito, Repllblkano (Afio XI, n6mero ~,2'2, 23
de julio de 18%) reproduce la relaci6n hecha por el periódico poblano El int"ls
general, con el título de "La conspiración de Puebla". Según este informe, el plan
de rebelión que surgió en San Juan Ixtaquistla, debía de estallar en varios puntos,
entre ellos en Izúcar de Matamoros, el 16 de julio. Para. El int"é¡ general, el movi·
miento debía estallar en la boca de la Mixteca y "debia levantar a los indios". Sin
embargo, según este informe, el movimiento que patrocinaba "la causa desesperada
del retroceso", coincidía con la protesta del gobernador de la mitra contra la Ley de
Desamortización. El Monito, Republirano, el 31 de agosto de 18'6 (n6mero ~,291),
publica un voto de gracias de los pueblos del departamento de Matamoros, dirisido
a don Juan B. Traconis, gobernador del Estado, en el que se le dice que él "eom-
prendi6 al primer golpe que era una superchería la guerra de castas con que se azora
. a la naci6n, y una maldad el llamarnos partidarios del pillaje y de la usurpad6n".
El voto de gracias, que es firmado por Pascual Arriaga, asienta que fueron los sol-
dados los que robaron a los habitantes "y que los asesinos de nuestra raza son los
que militaban a SUS órdenes". Agrega que -y esto parece.c9mprobar que en el asunto
había un problema de tierras, como informa Zarco- "Se ha cooéIuido la lucha, ., el
plan de Ayutla ha tenido su complemento por primera vea enue aosotros".
JESÚS REYES HEROLES

ni republicano "y mucho menos venturoso", si las leyes proclaman


derechos abstractos, impracticables "en consecuencia del absurdo
sistema económico de la sociedad".
Arriaga, al describir la concentración de la propiedad y su con-
secuencia, la miseria de las clases rurales, subraya la esterilidad de
la tierra como resultado de su concentración. En estas condiciones,
quiere que se aborde el problema de la tierra:

Se proclaman ideas y se olvidan las cosas. .. Nos divagamos en


la discusión de derechos, y ponemos aparte los hechos positivos. La
Constitución debiera ser la ley de la tierra; pero no se constituye
ni se examina el estado de la tierra.

Dice que el estado económico de la sociedad antes de la Inde-


pendencia era el cimiento de la servidumbre y correspondía tanto a
sus antecedentes como a los hechos imperantes. Mas: "Llegó la épo-
ca nueva, invocando otras teorías, sembrando otras doctrinas, perú
no hallaron preparada la tierra, el estado social era el mismo que
antes y no pudieron arraigarse y florecer". Se han proclamado dere-
chos, se ha hecho un esfuerzo en pro de la educación y, sin embar-
go: "La sociedad en su parte material se ha quedado la misma;
la tierra en pocas manos, los capitales acumulados, la circulación
estancada".
El origen de la concentración de la propiedad y la monstruosa
desigualdad que en México priva lo halla Arriaga no en las leyes
coloniales, sino en sus ejecutores, "los mandarines arbitrarios del
régimen colonial". Arriaga describe los abusos y métodos de "los
lores de tierras". Entiende la importancia de la reforma política,
pero ésta no es suficiente. El señalar facultades y atribuciones, divi-
dir poderes y deslindar soberanías, carece de significado para los
propietarios, hombres que saben "que son dueños de la sociedad,
que el verdadero poder está en sus manos, que son ellos los que
ejercen la real soberanía". Este fenómeno hace que la duda y la
desilusión surjan en el pueblo con relación a sus leyes, a sus códigos
y a sus planes políticos.
Arriaga reseña los litigios de los indígenas por la pérdida de
sus tierras, los despojos y usurpaciones que han sufrido, la inesta-
bilidad que ello produce, los procedimientos en las haciendas, las
tiendas de raya.
.En estas condiciones, ve en la propiedad un hecho político,
analiza su origen y lo encuentra en la ocupación primitiva, pero
LIBERALISMO SOClAL 595

localiza su confirmación en el trabajo y la producción. No niega el


derecho de propiedad, pero halla que éste: 10. Una vez fijado, en-
gendra obligaciones, puesto que deber y derecho son correlativos; y
20. Debe coordinarse con las garantías públicas, pues la misma con-
servación de la sociedad estaría en peligro si el propietario pudiese
ejercer un poder que rivalizara con el poder soberano. Cita en apoyo
de su tesis la legislación colonial, pero no se pronuncia sobre su
significado y subraya el estado antisocial originado en materia de
propiedad precisamente en el período colonial. El testimonio del
estado antisocial por incumplimiento de las leyes coloniales lo obtie-
ne de fray Servando Teresa de Mier.
Por consiguiente, ve la propiedad fundada en el principio de
apropiación y encuentra que, por las condiciones del trabajo, los
grupos sociales no pueden disfrutar de sus derechos políticos. La
libertad de trabajo no puede ejercerse debido a la estructura de la
sociedad:
Es necesario no destruir la propiedad, esto seria absurdo; sino
por el contrario, generalizarla, aboliendo el privilegio antiguo, porque
este privilegio hace imposible el Derecho racional ... y como ese pri-
vilegio está fundado no sobre el indestructible principio de la propie-
dad, sino en la organización social de la propiedad que concede el
suelo a un pequeño número de individuos, será necesario cambiar so-
lamente la organización de la propiedad, que es por su naturaleza va-
riable como expresión del orden social en cuanto a la materia.

Arriaga hace diez proposiciones: la primera declaratoria e ideo-


lógica; las restantes, concretas, de organización y procedimiento.
En la primera proposición indica:
El derecho de propiedad consiste en la ocupación y la posesión,
teniendo los requisitos legales; pero no se declara, confirma y per-
fecciona sino por medio del trabajo y la producción. La acumulación
en poder de una o pocas personas, de grandes posesiones territoriales,
sin trabajo, cultivo ni producción, perjudica el bien común y es con-
traria a la índole del gobierno republicano y democrático.

En este párrafo, puede decirse que se encuentra definida la


propiedad como función social.
En las restantes proposiciones, Aniaga señala la obligación para
los poseedores de fincas rústicas mayores de quince leguas cuadra-
596 JESÚS REYES HEROLES

das, de deslindar, cultivar y cercar sus posesiones, y precisa que de


no hacerse esto en el plazo de un año, causarán una contribución del
veinticinco al millar, sobre el valor, que de no cubrirse, se capita-
lizará sobre la propiedad hasta que se extinga su precio y se adju-
dique a la Hacienda Federal. Preceptúa que las propiedades de más
de quince leguas cuadradas que en el plazo de dos años no estuvie-
ran cultivada-s, deslindadas o cercadas, se considerarían baldías y
podrían ser rematadas por la Hacienda Federal. Los nuevos propie-
tarios no podrán adquirir más de quince leguas cuadradas y se les
aplicarían los requisitos antes señalados a tal tipo de propiedad. Se
indica que las ventas y demás contratos de terrenos menores de quin-
ce leguas cuadradas estarán libres de derechos y gravámenes. Se
establece que el propietario que quiera acumular una extensión ma-
yor de quince leguas, pagará por una vez un derecho del veinticin-
co por ciento sobre la adquisición que exceda de esa base e igual-
mente se establece que el derecho de retracto o tanteo sólo se limite
a los que no sean propietarios de tierras o tengan una cantidad me-
nor de quince leguas.
Pide que queden abolidas las vinculaciones de toda especie, las
mejoras de tercio y quinto, los legados testamentarios y las substitu-
ciones que, consistiendo en bienes territoriales y excediendo del lí-
mite territorial señalado, se hagan a favor de una sola persona. Se
prohiben las adjudicaciones de tierras a corporaciones religiosas,
cofradías y manos muertas.
Propone, asimismo, que cuando en la vecindad o cercanía de
cualquier finca rústica haya núcleos de población que carezcan de tie-
rras suficientes para pastos, montes o cultivos, la administración
deberá indemnizar a los propietarios y repartirlas entre los vecinos-
y familias de la congregación o pueblo a censo enfitéutico o de la
manera más propia para que el Estado recobre el monto de la in-
demnización. Pretende que cuando dentro del territorio de cualquier
finca estuviese abandonada alguna explotación de riqueza conocida
o se descubriera o denunciara cualquier otra extraordinaria, se pueda
adjudicar el derecho de explotación a los descubridores y denun-
ciantes, pagando al propietario de la finca una justa indemnización.
Se preceptúa que no hay obligación ni más contribuciones que las
establecidas por las leyes del país y que el comercio y la industria
no pueden ser coartados por los dueños de fincas dentro de su
propiedad.
Por último, se estatuye la exención de impuestos y gravámenes
para los habitantes del campo, cuya propiedad no exceda de cín-
LIBERALISMO SOCIAL 597

cuenta pesos y establece: "Que el salario de los peones y jornaleros


no se considere legalmente pagado ni satisfecho sino cuando 10 sea
en dinero efectivo"."

Iniciativa de Ley Orgánica de Oloera

Olvera parte de la premisa "de que la tierra debe pertenecer


a todos los hombres", y de que la codicia, la mala fe y el dolo
"inventaron, para legitimar la usurpación, ciertas fórmulas violen-
tas, que reunidas llegaron a formar parte de 10 que hoy se llama
Derecho Civil y Derecho de Gentes". "Así, la violencia autorizada
-añade- vino a ser uno de los primeros títulos de propiedad; mas
es justo decir que es de los menos inmorales". "La propiedad, pues,
y la esclavitud, también reconocen como título primitivo la inhuma-
nidad. Pero hay otro todavía". "La usura, la perfidia, el frío cálcu-
lo, vinieron por último a completar los títulos de la propiedad y la
esclavitud" .
Sostiene que, de acuerdo con la religión, "no hay propiedad
legítima de terreno si es mayor que el que puede cultivar personal-
mente una familia" y agrega que la verdadera y legítima propiedad
sólo deberá consistir en aquellas que se adquieran inmediatamente
por el trabajo y consistan en bienes muebles y otros producidos di-
rectamente por la industria, pues son los únicos cuya posesi6n no
engendra "la necesidad o la miseria de algunos hombres".
Después de estas ideas de sabor proudhoniano, Olvera dice que,
a pesar de ellas, no va a proponer una verdadera ley agraria. Com-
prende que para que una ley agraria tuviese buen éxito, necesitaría
implantarse en escala mundial. Resalta que mientras más se conocen
los derechos del hombre y más se generalizan, a los legisladores se les
ocurre con menos frecuencia el pensamiento de las leyes agrarias
e indica que Robespierre nunca pensó, a pesar de estar dispuesto "a
concluir radicalmente con el desnivel social", en implantar una ley
agraria, porque los convencionales franceses, a pesar de profesar el
"comunismo", no trabajaban para su generación, sino para la huma-
nidad y "trataron de fundarlo indirectamente haciendo contribuir a
los ricos para mejorar la condición de los pobres, por la instrucción,
por el trabajo, por .los establecimientos de beneficencia, por la tasa
a los efectos de primera necesidad, etc."

57 op. cit., Tomo 1, pp. ~46-~71.


598 JESÚS REYES HEROLES

Todos estos párrafos, abigarrados si se quiere, revelan la exis-


tencia de un liberalismo social que pugna por afirmarse.
Olvera no cree en la legitimidad con que posee una buena parte
de los propietarios, .'porque basta comparar lo que hoy tienen los
pueblos con lo que tenían según la tradición, después de la Con-
quista, para concluir que ha habido en verdad una escandalosa usur-
pación". Excita al Congreso y a los mismos propietarios a "resolver
definitivamente una cuestión social que va tomando proporciones
tan gigantescas como amenazantes". Y propone una Ley Orgánica
que arregle la propiedad territorial en la República, en la que se
sugerían restricciones al derecho de propiedad de la tierra: diez
leguas cuadradas de terreno de labor o veinte de dehesa, como má-
ximo, en cada Estado o Territorio del país; un impuesto para los
propietarios que en la Meseta Central tuvieran más de diez leguas
cuadradas, que adicionarían a sus contribuciones el dos por ciento
del valor total del exceso. Señalaba que en los Estados despoblados,
las legislaturas propondrían al Congreso el máximo y el mínimo que
por exceso deberían cubrir los propietarios. Olvera proponía una
revisión de toda la propiedad territorial de la República con un
procedimiento ad boc, en un lapso de dieciocho meses, prorrogables
como máximo a veintiuno, y señalaba que los terrenos ilegalmente
poseídos quedarían en poder de los poseedores a censo enfitéutico
de un seis por ciento anual, que entraría en las arcas municipales
del pueblo a quien el terreno correspondiera. El poseedor tendría la
obligación de deslindar, cultivar y adhesar sus tierras dentro de un
año, sin cuyo requisito se tendría por baldío y perteneciente al Es-
tado, indicando por último, la distribución de los fondos que así se
obtuvieran.
Lo más importante, sin embargo, del proyecto de ley de Olve-
ra, consiste en sus considerandos, en que sostenía: 10. Que el estado
de la propiedad territorial amenazaba alterar la tranquilidad pública;
20. Que su estancamiento y esterilidad privaba de medios de sub-
sistencia a la clase trabajadora y detenía el progreso; 30. La usur-
pación sufrida por los pueblos, incluyendo el fundo legal y el agua
potable de las poblaciones: 40. Que la conculcación de los derechos
de los pueblos era causa de litigios ruinosos y desprestigio para la
administración de justicia; 50. Que el legislador debería poner reme-
dio a estos males de manera de no conmover profundamente a la
sociedad ni reducir a la miseria o a la privación a una parte de ella.58
58 Op. cit., Tomo 11, pp. 97.102.
LffiERALISMO SOOAL 599

No prosperó la tendencia representada por Castillo Velasco,


Arriaga y Olvera, y el mismo espíritu del artículo 17 del proyecto
de Constitución de 1857. Como señalaba el representante Caste-
llanos:

A los que queremos reformas e innovaciones, se nos contesta, no


es tiempo. "No es tiempo", se nos grita a todas horas, y con tal cara
y tales contorsiones que hasta los progresistas nos volvemos asusta-
dizos.59

El "no es tiempo" a que el representante Castellanos se refería


era genuina expresión de la correlación de fuerzas existentes en el
país y que se manifestaba en el Congreso Constituyente: no había
llegado el momento de desamortizar los bienes de los laicos. Pero
resulta evidente el conocimiento que se tenía de la concentración de
la propiedad que en el país privaba y la existencia de una concep-
ción social del derecho de propiedad.

La confluencia de ideas

La concepción social de la propiedad, que exponen en el Con-


greso Constituyente 1856-57 Ponciano Arriaga, Castillo Velasco e
Isidoro Olvera, es resultado de múltiples ~onfluencias. Su motivación
principal se halla, desde luego, en el problema mismo de la tierra
en México, la realidad insoslayable para hombres de sensibilidad y
que creen en la justicia. La concentración de la propiedad en manos
de la Iglesia o de los laicos, la miseria de los indígenas, la explota-
ción de peones y arrendatarios, hieren la mirada de hombres que
sienten <{ue están luchando por la justicia. Pero a este factor hay
que agr~gar lo que ya para 1856 era una tradición agraria. Esta tra-
dición está formada por los movimientos instintivos a que nos hemos
referido y los propósitos agrarios o sociales indudables que, arran-
cando de Hidalgo y de Morelos, expresándose en nuestros primeros
congresos y manifestándose en los proyectos de Severo Maldo~ado
y de Joaquín Fernández de Lizardi, se traducen en intentos legisla-
tivos tan serios como el de Lorenzo de Zavala, y en planes revolu-
cionarios tan avanzados como el de Ixhuatlán y el de Sierra Gorda.
No son, sin embargo, estos los únicos factores generadores o que

59 op. cit., Tomo 1, p', 672,


600 JESÚS REYES HEROLES

explican el conflicto entre individualismo e ideas sociales que se


plantea en el Congreso 1856-57. Hay que considerar, asimismo, dos
influencias doctrinarias evidentes: una estrictamente liberal y otra
que podemos llamar socialista.
El tronco contractualista que explica los orígenes de la sociedad
civil, se bifurca en dos ramas: en primer lugar, la que podríamos
considerar clásica, que sostiene que los derechos naturales, y entre
ellos el de la propiedad individual, son anteriores, preexistentes, al
pacto o contrato origen de la sociedad y que, por consiguiente, ésta
debe detenerse ante dichos derechos. La propiedad resulta, así, una
barrera infranqueable, insusceptible de intervención para la sociedad
y el Estado. La segunda rama, que podríamos llamar romántica, ve
los derechos naturales surgiendo precisamente del contrato y, por lo
consiguiente, sujetos a la sociedad y de posible regulación social.
La concepción social liberal de la propiedad encuentra su pun-
to de apoyo en esta segunda rama. Ella influye grandemente desde
los orígenes del liberalismo mexicano y así hemos visto cómo García
Malo, ]ovellanos, Benjamín Constant -a partir de 1815- y Bent-
ham, nos vienen a decir que la propiedad no es independiente de la
sociedad." Reyneval, cuya influencia no fue desdeñable, coincide con
esta orientación cuando dice que el derecho de propiedad no es inhe-
rente a la naturaleza humana." En el curso del proceso liberal esta
orientación se acentúa y amplía. Así por ejemplo, la persistente
influencia del economista Alvaro Flórez Estrada, desde 1812 hasta
1857. Flórez Estrada, amigo de don Lorenzo de Zavala, con cuya
cooperación hace una edición de su Curso de Economía, y quien a
partir de 1840 va a sostener en su texto:

La propiedad individual de la tierra, o sea del suelo, es contraria


a la natural y condenada por la ley natural y por sus resultados. POl
haberse apropiado de la tierra determinados individuos, la gran ma-
yoría del género humano se ve en la imposibilidad de trabajar, no
obtiene el trabajador la debida recompensa de su trabajo y viven en
pugna los intereses de los asociados. 62

60 Véase: JESÚS REYES HEROLES: El Liberalismo Mexirano. Los Origenes, pp.


129-130.
61 GERAllD DE REYNEVAL: Instituciones del Derecbo Natural , de Gentes.
Tomo I. París, en casa de Masson e hijo. 182S, p. 112.
62 ÁLVARO FLÓREZ EsTRADA: Curso de Eronomía Polilira, Segunda edición.
París, Imprenta de Gaultier-Laguionie, 1831. "Esta obra se publica a expensas de
mi digno amigo y antiguo comnañero, como diputado de cortes, el señor Dn, Lo-
LffiERALISMO SOOAL 601

Flórez Estrada es orientación primordial para Tadeo Ortiz y


otros muchos liberales mexicanos y sus ideas sociales sobre la P!O-
piedad no sólo circulan en su libro de Economía, sino también en
la traducción del Curso de Derecho Natural, de Ahrens, de 1841,
que circula ampliamente en México. En efecto, el traductor de esta
edición de Ahrens incluye un Apéndice en la parte relativa a pro-
piedad,63 en que expresamente se ocupa del folleto de Flórez Estra-
da, intentando probar que su teoría ya había sido expuesta por Si-
monde de Sismondi, entre otros. Por lo demás, Ahrens mismo admite
el derecho del Estado a tomar medidas que limiten los inconvenien-
tes que pueden resultar del sistema de la propiedad privada y señala
que si se dejara a estas instituciones tal propiedad a su impulso
propio, conducirían na una mayor desigualdad de fortuna entre los
hombres"."
y tenemos a Raynal, que según un vocabulario político anti-
liberal reimpreso en México en 1834, insinúa "la destrucción de toda
propiedad",« La influencia llega a afectar a quien sigue, quizás,
un liberalismo más integral, José María Luis Mora. Mora, en efecto,
distingue el derecho de propiedad de los individuos del derecho de
propiedad de las corporaciones o comunidades, atendiendo a sus
orígenes. En general, -condena la concentración, la acumulación:
Una gran fortuna que se ha aumentado excesivamente, están too
dos convencidos de que es un mal muy grande para la sociedad; pues
como los bienes sociales son limitados, si uno solo se los absorbe, los
demás quedan sin ellos.66

renzo de Zavala, gobernador del estado de México, y secretario de estado del despa-
cho de Hacienda en aquella república". Esta tesis de Fl6rez Estrada la expone en su
folleto de 1839, Del origenil latitlld y efectos del derecho de propiedad. Como asienta
ÁLVARO DE ALBORNOZ -Semblanzas españolas, México, 1954, p. 38 Y sigs.-, en su
idea Flórez Estrada recogía la doctrina agraria española: nacionalizaci6n de la tierra
y su arrendamiento a quienes la trabajen.
63 H. AHRENS: Curso de Derecho Natllral o de Pilosofía del Derecho, tradu-
cido y aumentado por D. Ruperto Navarro Zamorano. Madrid, Boa, Editor. 1841.
p. 195 Y sigs.
64 Op. cit., p. 189.
65 Nllevo Vocablllat"io Pilosófico Democrático. México, reimpreso por Miguel
González. 1834, p. 101.
66 JOSÉ MARÍA LUIS MOlU: Obras sueltas, París, Librería de Rosa. 1837.
Tomo J, p. 171 Y sigs. "Disertaci6n sobre la naturaleza y aplicaci6n de las rentas y
bienes eclesiásticos y sobre la autoridad a que se hallan sujetos en cuanto a su eres-
ción, aumento, subsistencia y supresíén". Impresa de orden y a costa del H. Congreso
de Zacatecas. Imprenta de GalvAn, a carso de Mariano ~alo. Máico. 18~~.
602 JESÚS REYES HEROLES

Pero, al paso que la concentración individual tiene un término


natural, la muerte, la propiedad de las comunidades carece de tér-
mino y en ellas la acumulación tiende de por sí a ser ilimitada, sobre
todo si se trata del clero, que tiene la costumbre de no enajenar.
Ahora bien, Mora distingue el origen de la propiedad individual
del de la propiedad de las comunidades. El primero es anterior al
pacto; el segundo surge de éste:

El derecho de adquirir que tiene el particular, es natural, anterior


a la sociedad, le corresponde como hombre, y la sociedad no hace
más que asegurárselo: por el contrario, el derecho de adquirir de una
comunidad es puramente civil, posterior a la sociedad, creado por ella
misma, y de consiguiente sujeto a las limitaciones que por ésta quie-
ran ponérsele.

Pero, y en ello se ve la influencia de la segunda rama, que


arranca del contractualismo -la que ve el derecho de propiedad
surgiendo del contrato--, el derecho de heredar no es, según Mora,
un derecho natural, no es preexistente al pacto." Cuando a Mora
se le objeta que se infringe el derecho individual de propiedad al
afectar donaciones testamentarias, dice:

A esto debe contestarse que los derechos naturales del hombre,


no tienen más duración que la de su persona: mientras él viva, nadie
puede disputárselos; pero cesan con su muerte, pues no es posible con-
cebir que tenga ni pueda disfrutar derecho alguno una persona que
ya no existe.

El derecho de heredar es civil y se encuentra sujeto a la auto-


ridad civil "en orden a subsistir o ser revocado, a diferencia del
natural que es invariable y permanente". Y la historia muestra nume-
rosos ejemplos de desatención por parte de la autoridad a "las
últimas voluntades a favor de comunidades". Las últimas volunta-
des, dice, no son más invariables que las leyes de una nación y si
éstas se oponen a la conveniencia pública y a las exigencias sociales,
cuanto y más aquéllas. Al respecto, cabe recordar la supresión de

67 Mora coincide en esto con Jovellanos: "Es preciso confesar, que el derecho
de trasmitir la propiedad a muerte no está contenido ni en los designios ni en las
leyes de la naturaleza" (Informe de D. Gaspar de [avellanos en el Expediente de lp
Ley Agraria. Impreso en Madrid, 1820, p. 151).
LIBERALISMO SOCIAL 603

mayorazgos y vinculaciones, cuyo origen se hallaba en últimas vo-


luntades.
Debe tomarse en cuenta que Mora, en general, condena la ten-
dencia de acumular y concentrar la propiedad. Ciertamente que esto
le parece más grave cuando es realizado por el clero, que estanca la
propiedad. Pero, a pesar de su individualismo en materia económica,
Mora es expreso al condenar, en lo general, la concentración y
acumulación de la propiedad:

El mayor obstáculo contra que tiene que luchar la prosperidad


pública de las naciones es la tendencia a estancar, acumular y reunir
eternamente las tierras y capitales. Desde que en la sociedad se puede
aumentar indefinidamente una fortuna dada, sin que llegue la nece-
sidad de repartirla, es claro que no se necesita más que el transcurso
de algunos siglos para que los medios de subsistir vengan a ser muy
difíciles o absolutamente imposibles en la masa.6S

Arriaga, a pesar de ciertas nebulosas doctrinales, sigue en el


Congreso Constituyente la corriente que afirma el origen civil o so-
cial del derecho de propiedad, derecho que quiere generalizar y que
ve confirmado por el trabajo y la producción. Tanto Arriaga como
Castillo Velasco, admitían la legitimidad del derecho de propiedad
individual. Pero ambos lo ven como un derecho sujeto a función
social. Por ello, los propietarios que hicieron una representación al
Congreso Constituyente contra algunos de los artículos del proyecto
y de los conceptos vertidos, como enemigos que eran, localizaron
muy bien la orientación a que el proyecto de artículo 17 obedecía.
En su representación, los propietarios, refiriéndose al derecho de
propiedad, decían: "Ninguna institución humana ninguna ley civil,
ha creado ese derecho, ni puede desterrarlo", y añadían: "La pro-
piedad individual existió antes que todos los legisladores y antes aún
que la sociedad, pues es imposible concebir ninguna organización
política, sino después que algunas familias se hubieron asentado en
un territorio enseñoreándose de él"."

68 MORA: Op, cit., Tomo 1, p. cm.


69 Representacián que hacen al Congreso Constituyente oerios JueRos Je pro-
piedades territoriales, contra algunos artículos de los proyectos de leyes fllndamentaJes
que se discuten actualment», México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1856, p. 7.
Los propietarios se dirigen, además, al Congreso para quitarse "el bald6n que en
cuerpo se les ha hecho" y para decir que es inexacto lo "que de ellos se ha presen-
tado al seno del Congreso". Protestan del propósito de Arriaga de cercar las grandes
604 JESÚS REYES HEROLES

José María Iglesias en los artículos que publica sobre propie-


dad, capta el problema teórico que entraña la corriente manifestada
en el Congreso, preguntándose: "¿La propiedad es de derecho civil,
o de derecho natural?" La posición de Iglesias es categórica en cuan-
to al fondo, así como sobre las consecuencias que engendraría el
admitir la propiedad como fruto de la sociedad civil: "Los que de-
fienden que la propiedad es una creación de la ley civil, establecen
este principio con la mira bien conocida de deducir la consecuencia
de que cualquier legislador puede, a la hora que lo estime conve-
niente, derogar lo establecido por otro que tenía iguales facultades
a las suyas".70 Por lo demás, Iglesias atribuye a Arriaga su misma
posición doctrinal: derecho de propiedad preexistente a la sociedad."
Pero junto a esta influencia doctrinal, democrática y liberal y
junto a los efectos que produce el postulado que durante un largo
trecho constituye el objetivo supremo de los liberales, la supresión
de los fueros, la igualdad, nos encontramos otra corriente doctri-
nal de distinto origen y significado: la que podríamos llamar socia-
lista, corriente que no sólo influye en el conflicto que en materia -
de la propiedad de la tierra se presenta en el Congreso, sino que,
como después veremos, va a contribuir al planteamiento de la cues-
tión social. Zavala, citando reiteradamente a Sismondi y sintiendo
simpatía, como confiesa, por el experimento de Owen; Otero su-
friendo la influencia decisiva de Sismondi y recibiendo, a través de
Considerant la influencia de Fouríer;" Melchor Ocampo leyendo y

propiedades, 10 que económicamente era imposible y, por consiguiente, estaba dirigido


a despojarlos. FRANClSCO PIMENTEL (Obras Completas, México, Tipografía Econ6-
mica, 1903, Tomo 1, p. 163) repite esto último y califica la proposición de Arriaga
de "enteramente comunista". José María Iglesias -El Siglo Diez y Nlleve, 17 de
noviembre de 18~6- dice que esta representación de los propietarios "fue escrita
por uno de nuestros más hábiles jurisconsultos", y en verdad, ello se percibe.
70 El Siglo Diez '1 Nueoe, 30 de diciembre de 1856. "Cuestiones constitucio-
nales. De la propiedad". Artículo XV.
71 Op. cis., 13 de enero de 18S7. Para hacerlo, Iglesias se refiere al opúsculo
que Arriaga cita en su intervención. Arriaga en algunas ocasiones parece adoptar la
posición que Iglesias le atribuye. No así, sin embargo, en su intervención en materia
agraria. Quizás el criterio definitivo nos lo dé cuando, al presentar el dictamen de
la Comisión de Constitución -ZARco: Op. cit., Tomo J, p. 444-, sostiene: 19 Que
no considera qae los derechos de la humanidad sean creados o dependan de un pacto
variable; 29 Que reconoce que esos derechos son inmutables y sagrados; 39 Pero que
no se puede concebir "su pleno y libre ejercicio sino en el estado social".
72 JESÚS REYES HEROLES: El Liberalismo Mexifano. La Sociedlld Plllftlla"te,
p. 119 Y sip.
LmERALISMO SOOAL 605

traduciendo a Proudhon," cuya influencia también se percibe en 01-


vera; Vallarta, como hemos visto, no escatimando su admiración al
socialismo. Los principios sansimonianos son divulgados en México
desde 1831,74 si no es que antes.
La Revolución Francesa de 1848 produce un doble efecto. Por
una parte, el libro de Lamartine sobre ella es traducido y editado
casi de inmediato." Los temores y deprimentes profecías de éste pro-
ducen su efecto. La Revolución es para Lamartine la guerra civil
"encarnizada por el hambre contra la propiedad". A Francia, "la
propiedad y la familia", las ve a punto de caer en un abismo."
Si bien la influencia de Lamartine resulta antisocialista y qui-
zás ella explica los temores de Otero, ante la Revolución de 1848
que "amenazaba la propiedad y la familia", y que ve entre los ex-
travíos y conspiraciones "el comunismo"," también tiene su aspecto
positivo para la imaginación y audacia de nuestros liberales. Lamar-
tine se opone a la revolución del proletariado, del trabajo y de la
propiedad, que entrevé en la revolución política. Sentía lástima por
el socialismo en sus diferentes fórmulas -sansimonismo, furierismo,
expropiación del capital-, pero era partidario del "salario prote-
gido"; admitía la intervención del Estado, pues el trabajador "hosti-
gado por el hambre, no tiene siempre libertad completa para discutir
su derecho y proporcionar así el precio de su trabajo al servicio que
hace al capital" .78 •
A todo ello hay que agregar la influencia de Luis Blanc. En
México circula el Diccionario político, hecho por una serie de diputa-
dos y publicistas franceses." Ahora bien, entre los redactores figura
Luis Blanc, que es quien elabora la parte relativa a bancos. Y su

73 MELcHOR OcAMPO: Obras Completas. F. Vázquez, Editor. México, 1901,


Tomo II, p. 202.
74 El Gladiado,., 2a. época, Tomo II. México, 1831, Imprenta de Martln Rivera,
a cargo de Tomás Uribe y Calzada. número 73, 12 de junio de 1831, pp. 289·91.
De varios periódicos extranjeros hace un resumen de la doctrina de Saint Simón,
recurriendo a su discípulo Bayard Enfantln.
75 Historia de la Revolluión de 1848, por ALFONSO LAMARTINE. México, 1849.
Imprenta de Vicente G. Torres.
76 op. cit., p. 146.
77 JESÚS REYES HEROLES: El Lib".aJismo Mex;eano. La Sociedild Pllletllante,
p. 131.
78 ALFONSO DE I.AMARTINE: Op. cit., p. 68.
79 Diuionario Pollüco o Enrieloped;" del lenglla;e 1 eienci« polltita, pOf' IIt,a
relln;ón de diplllados 1 pllblicistas franteIeJ. Cádiz, 184~. Imprenta y Litografla de
la Sociedad Artlstica y Literaria a cargo de D. J. MartInez.
606 JESÚS REYES HEROLES

influencia es tal, que el editorialista de El Monitor Republicano,


José J. González, llega a reproducir como suyos, párrafos de Luis
Blanc.80
En otro artículo," el propio González dice que considera per-
tinente dar a sus lectores una "idea de los sistemas de reforma social
que han ejercido alguna influencia en las sociedades modernas", y
al respecto empieza por Babeuf. Este artículo, que hace consistir
esencialmente el pensamiento de los niveladores en la idea de que
las instituciones de una verdadera sociedad deben estar dirigidas "a
encerrar en sus justos límites la riqueza y el poder de los individuos",
sostiene que, desgraciadamente, los partidarios de Babeuf se encuen-
tran en evidente oposición con los jefes de la Revolución Francesa:
Contrapone a Babeuf con Robespíerre y termina preguntándose:
"¿Nuestra tradición revolucionaria se encuentra en el primero o en
el segundo?"
y en ese año de 1856 la concurrencia socialista es de tal orden,
que Vicente Méndez, en El Siglo Diez y Nueve llega a asentar que:
"El socialismo es un hecho innegable, una utopía verdaderamente
poética", que si bien nunca pasará de la esfera de las bellas ilusio-
nes, "es un pensamiento sublime y generoso, que debemos acatar
por sus benéficos deseos". El socialismo, dice Vicente Méndez, apa-
reció "como una idea brotada en un momento de delirio", pero se
ha ido infiltrando en todas las sociedades "y ha sido recibida con
entusiasmo y júbilo por las clases miserables". Estas clases observan,
agrega, el despilfarro y ven que corrigiéndolo se desterraría la mi-
seria: "El socialismo es el fuego sagrado que va a comenzar la
expiación de las injusticias de la riqueza ... " Méndez ve que en
el mundo va a empezar una pugna, una de cuyas fuerzas va a estar
representada por el socialismo, pugna que será, dice, eterna, ince-
sante, "porque la idea es poderosa; es grandiosa; porque cuenta en

80 González publica artículos sobre bancos en El Monito,. RepMb/icano, el 29


y 30 de agosto y 19 de septiembre de 1856. En uno de ellos interroga: "¿Será nece-
sario destruir los bancos? j No lo quiera Dios! Los. bancos pueden llegar a ser eminen-
temente útiles; por lo que en lugar de suprimirse deben multiplicarse. Pero que salgan
del dominio de los particulares y entren en el del Estado, y sólo entonces se encontrará
el crédito verdaderamente constituido". El párrafo está tomado del Diccionario Po-
lítico, p. 141; siendo, por consiguiente, de Luis Blanc. Estas influencias socialistas
ostensibles y que frecuentemente son más que influencias y que separan completa-
mente a González del liberalismo económico, no le impiden una fidelidad absoluta
en materia política a la idea liberal.
81 El Monitor Republicano, 19 de julio de 1856: "Estudios sociales".
LIBERALISMO SOCIAL 601

SU apoyo con toda la parte del linaje humano que sufre y padece",
Para evitar un choque violento "entre los que poseen y los que no
poseen", Méndez tiene su propia sugestión:
Los medios de hacer menos terribles las consecuencias de este
encuentro universal son, no luchar con él, no· resistirle, sino antes
bien darle pábulo. Las sociedades no deben buscar la salvación en las
antiguas leyes, en los añejos usos e ideas de preocupación, sino en
el pensamiento nuevo; antes los nobles, los ricos eran todo, ahora
deben ser nada. 82

El socialismo debe haber, pues, preocupado y ocupado la mente


de muchos hombres. Y tan es así, que en El Siglo Diez y Nueve,
Porfirio F. del Castillo publica en cinco artículos el ensayo de Luis
Reybaud sobre "Socialistas y socialismo" .83
Así pues, no era exclusivamente ira lo que hacía que don Fran-
cisco Pimentel asentara en 1866:
Consumada la independencia de México, y puestos los mexicanos
en contacto con las demás naciones, pudieron aprender muchas cosas
útiles en los libros extranjeros; pero era inevitable también que leye-
sen doctrinas tan peligrosas como las de los socialistas y comunistas,
las cuales fácilmente encontraron cabida en el cerebro de los que nada
tienen, y pronto vimos aparecer en México apóstoles entusiastas de
todos los errores condenados en Europa. Eruditos de aldea, abogados
sin clientes, médicos sin enfermos, autores silbados, se dedicasen a
plagiar a Brissot, Babeuf, Owen, Cabet, Proudhom y toda la pandilla
de esta especie, de manera que casi desde que nos hicimos indepe~'
dientes comenzó a sufrir la propiedad individual ataques más o me-
nos violentos.e-

El eco del Congreso: Díaz Barriga y José María Iglesias

Para conocer las distintas ideas que se exte.rnaban en torn.~ ~l


derecho de propiedad, es conveniente dar una Ojeada a los peno di-
cos de esos días. A más de la representación que los propietarios

82 El Siglo Diez y Nueve, 4a. época, año XVI. México, 19 de mayo de 18~6.
Tomo X. Artículo: "Pobres y ricos".
83 Op. cit., del 4 al 14 de junio de 1856. Los artículos son antisocialistas y se
ocupan de Fourier, Owen, Proudhon, Leroux, Babeuf, Caber, Luis Blanc, etc.
84 PIMENTEL: Op. cit., Tomo Il, 'Parte Cuarta, Capítulo Il, p. 180.
608 JESÚS REYES HEROLES

dirigen al Congreso y que causó evidentemente su impacto, deben


considerarse los artículos publicados por Francisco Díaz Barriga en
El Monitor Republicano sobre "Propiedad y división territorial", y
por José María Iglesias, en El Siglo Diez y Nueve¡ sobre "Cuestiones
constitucionales de la propiedad".
Algunos de los artículos de Díaz Barriga" aparecen antes de
la Ley de Desamortización y con anterioridad también a que se pre-
sente el proyecto de Constitución, con su tormentoso artículo 17.
Díaz Barriga cree en un típico liberalismo económico, no obstante
lo cual describe la miseria que priva en el campo mexicano, las tris-
tes condiciones de los jornaleros y proporciona soluciones caracte-
rísticas de liberalismo económico..
Para Díaz Barriga: "la propiedad, especialmente la territorial,
debe seguir las modificaciones de la política, pues la legislación en
todos aspectos ha de ser consecuencia lógica de los principios que
aquélla establece". En estas condiciones, en los países donde domi-
.nan las clases privilegiadas, donde éstas "son todo y el pueblo nada",
se ve la riqueza concentrada en pocas manos, favorecida por los
monopolios, las vinculaciones y los gremios. La riqueza así concen-
trada es el elemento de conservación de esos gobiernos, "porque la
riqueza da poder real y preponderancia efectiva sobre los que nada
poseen". En los países donde impera la soberanía del pueblo, "la
propiedad debe seguir opuesto rumbo, protegiendo su mayor divi-
sión con la libertad del trabajo y de la circulación". La igualdad de
derechos, que es "el principal elemento de conservación" de estos
gobiernos, es nula "si las leyes no favorecen muy eficazmente la
propagación de los propietarios, y la extensión de la enseñanza".
Los monopolios y la concentración de la propiedad son injustos.
En México, la Conquista usurpó los derechos naturales de nues-
tra nación y: "La propiedad territorial se limitó a los favoritos, y
si no se creó aristocracia nobiliaria, no fue por libertar a la nación
de esa plaga, sino por ser incompatible con la dominación; pero
nada se omitió de cuanto pudiera establecer la supremacía y la pre-
ponderancia de la minoría sobre la sociedad entera". La nación se
independizó, "pero las minorías conservaron su preponderancia so-
cial" y esta irregularidad se debió a que "los cambios sociales no son
sino simultáneos con los políticos".

ss El Monitor Republi"ano, 5 y 21 de mayo, 24 de junio y 30 de julio de 1856.


LIBERALISMO SOOAL 609
El triunfo del Plan de Ayutla abre una nueva etapa y, por lo
consiguiente, resulta fundamental plantearse el problema de "la pro-
piedad territorial en relación con el trabajo", buscando, según Díaz
Barriga, "la propagación de aquélla y la justa recompensa de éste".
La porción de pobres "que llamamos proletaria" no tiene más ca-
mino, en la situación que priva en el campo, "que procurar mayor
recompensa para el trabajo, única propiedad reconocida en ellos por
las leyes"; pero: "Los propietarios lejos de consentir en aumentar
el precio del jornal, han procurado disminuirlo de mil maneras... ",
y los jornaleros, arraigados en sus respectivos lugares, "no han tenido
la libertad ni la decisión necesaria para emigrar" y por falta de
conocimientos no pueden "emplear sus brazos en otros trabajos para
establecer la competencia en la demanda y hacer así subir el jornal".
En consecuencia, se han tenido que someter a "la ley que ha querido
imponerles el propietario".
Como se ve, la solución que Díaz Barriga da para la depri-
mente situación que priva en el campo es aún reconociendo su in-
operancia, la típicamente liberal: reducir la oferta de mano de obra
para aumentar su precio.
Díaz Barriga está, sin embargo, preocupado por demostrar que
las presiones provenientes del campo, las dificultades, no son pro-
ducidas por "los predicadores del socialismo, como neciamente afir-
man algunas personas". Las dificultades son resultado de que la
idea democrática se halla contrariada y de que "a veces la necesidad.
es más elocuente que Demóstenes". Describiendo las condiciones
que privan en el campo, dice que en las haciendas sólo operan las
tiendas de raya con un papel moneda especial y con una serie de
prácticas verdaderamente expoliatorias, entre ellas la de "la ficción
de que el plano comprendido dentro de los linderos de la finca
goza de las prerrogativas del hogar doméstico, para ejercer en sus
pobladores todos los derechos del jefe de familia con olvido de las
obligaciones", pernicioso principio que ha permitido a los hacen-
dados convertirse "en una especie de señores feudales".
En estas condiciones, estamos, dice Díaz Barriga, en la necesi-
dad de establecer la correspondencia entre los principios fundamen-
tales de la política y las leyes secundarias para desterrar las contra-
dicciones. Hay que tratar al trabajo como fuente de la propiedad. El
hombre como instrumento productor "es la creación más preciosa
de la sabia omnipotencia"; de aquí que en muchos casos el trabajo
merezca preferencia. Esto no se aplica en nuestra sociedad, donde
debe suponerse un contrato tácito, y de aquí resulta que "se haya
61Ó JESÚS REYES HEROLES

dejado a los unos todo el poder para oprimir a los otros". Para Díaz
Barriga, prescindiendo de consideraciones morales y de investigar
el origen de la propiedad territorial en México y la legitimidad de
los medios con que se creó, la propiedad debe ser considerada como
trabajo acumulado. Pero el trabajo acumulado sin el trabajo activo
no sólo es estéril para la sociedad, sino pernicioso. El trabajo tiene
un doble derecho a la protección: por una parte, de carácter moral;
por otra, por "el deber que a la sociedad incumbe de dar a cada uno
lo que le pertenece". En estas condiciones no es extraño que la in-
mensa mayoría de nuestro pueblo se halle casi abandonada y que
los hombres estén "en muchos pueblos y fincas reducidos a una con-
dición más miserable que la de las bestias destinadas al servicio".
Las bestias son suficientemente alimentadas para que rindan, en
tanto "que el escaso y cercenado precio del jornal, no es suficiente
para mal alimentar al jornalero y a su familia". A ello hay que agre-
gar que, mal alimentados y peor alojados, los jornaleros "sufren el
peso de las contribuciones de estola por bautismos, casamientos y
entierros, las que aumentan con frecuencia sus angustias y los escla-
vizan por mucho tiempo, por los adelantos a cuenta del trabajo qm
para pagarlos reciben". Cuando tienen alguna enfermedad "acasc
contraída en el trabajo", llegan a ver la muerte como una liberación
Ésta "es una de las causas de la despoblación de nuestro suelo"
pues, si bien nuestro pauperismo "no produce muertes violentas cau-
sadas por el hambre", sí las produce lentas, "causadas por la incle-
mencia, el escaso alimento y demasiado trabajo, cuyo estado impide
la propagación y hace morir los hijos en la infancia".
El remedio para esta situación sólo puede ser resultado del es-
fuerzo simultáneo de la sociedad entera mediante sabias leyes que
provean "considerables reformas". Para que la propiedad siga las
modificaciones de la política e impere la libertad, se requieren refor-
mas sustanciales. Bstas, para Díaz Barriga, son de un liberalismo
económico radical: circulación y división de la propiedad territorial,
pues sin ello no hay libertad de trabajo: "¿De qué sirve la libertad
de trabajo donde la tierra de toda una comarca se halla estancada en
una mano?" De nada, pues esa mano "impone la ley al trabajador,
y si quiere le oprime por falta de competidores, y por la imposibi-
lidad en que se hallan para emigrar los proletarios". Pero Díaz
Barriga no cree en intervenciones tutelares: "Ordenar tasas y aran-
celes para el jornal, demandaría medidas tiránicas o inútiles". La
libertad económica logrará "la armonía en el conjunto para bien
de todos y cada uno de los asociados".
LffiERALISMO SOCIAL 611

Para facilitar la circulación de la propiedad, Díaz Barriga pro-


pone que:
10.-Los terrenos pertenecientes a comunidades de indígenas
se repartan en propiedad entre las familias que las compongan;86
20.-Los terrenos de manos muertas sean enajenados, a censo
reservado, con el 4% para sus respectivos dueños;
30.-Los ejidos y los mostrencos sean enajenados de la misma
manera.
Para la división territorial, Díaz Barriga proponía, asimismo,
una serie de medidas." Pero su idea central es dejar el libre juego de
la economía. Al difundir la propiedad, muchos colonos pasarían a
ser propietarios y muchos jornaleros a ser colonos. En consecuencia,
el mayor número de propietarios establecería "la concurrencia en la
demanda del trabajo y lo hará subir de precio". Pero, como el mayor
precio del trabajo atraería a jornaleros, se restablece-la el equilibrio.
Para proteger la que llama propiedad del trabajo, sugiere dis-
posiciones indirectas. En el campo, por ejemplo, la expedición de
una ley "que autorice a las reuniones de proletarios que llaman en
las haciendas cuadrillas, para erigirse en congregaciones agrícolas".
y establece una especie de juicio ante los gobernadores de los Esta-
dos, para impedir las vejaciones, despojos y usurpaciones. Fija, asi-
mismo, una especie de dotación, pagando los beneficiarios -la
congregación_ pero los ayuntamientos llevarían las cuentas o ad-
ministración de las congregaciones. Al efecto, justifica el derecho
a expropiar, diciendo que la propiedad privada no es reconocida
de una manera absoluta, "sino en cuanto se conforme con el bien
común". y precisamente por ello se puede ocupar por parte del
Estado, previa indemnización, cuando ello es demandado por el bien
común.

86 Díaz Barriga dedica su cuarto artículo a la división de la propiedad perte-


neciente a las comunidades indígenas. Dice que esta medida fue enunciada desde el
año de 1827, pero que ha encontrado fuertes resistencias; la existencia de estas co-
munidades le parece que choca con nuestro régimen jurídico. El hombre tiene ten.
dencias naturales a la propiedad individual; "el comunismo es opuesto a la libertad
y a la civilización". El individualismo de Díaz Barriga es extremista.
87 Divisibilidad de la hipoteca, retorno de las capellanías de sangre a la familia
de los fundadores, una tasa progresiva de impuestos para la venta de los terrenos,
según su valor, y dobles impuestos para los terrenos cultivables que permanezcan balo
díos, treinta años de duración de los arrendamientos a colonos, derecho de retracto
o tanteo en las ventas de terrenos y supresión de los retractos de sangre o de abolengo.
612 JESÚS REYES HEROLES

En su artículo de 30 de julio de 1856, Díaz Barriga se refiere


a la representación que algunos propietarios dirigen al Congreso
contra los proyectos de Arriaga y Castillo Velasco, representación
"que contiene algunos asertos que abrazan en parte a mis opiniones
emitidas en los artículos que sobre la materia he publicado". Esto
lo obliga a hacer algunas aclaraciones. La fundamental: subrayar
que es partidario de la división de la propiedad. Junto a ello, enfa-
tizar que se inclina por el método indirecto y que el problema de la
tierra es de tal naturaleza, que aun siendo partidario de la libertad,
aconseja la intervención. Soy, dice, partidario de la libertad; "Pero
en vista de la monstruosa desigualdad de fortunas y de instrucción,
¿de qué manera la sola libertad, y sin la influencia directa y protec-
tora de la ley podría establecerse el equilibrio?" Rechaza que en sus
escritos haya socialismo: sólo se trata de por medios pacíficos y
legítimos, "proporcionar a las tres cuartas partes de nuestra pobla-
ción", la transición de su estado actual al que por derecho le co
rresponde."
A pesar de esta evasión, en Díaz Barriga predomina la ri,gidez
del doctrinario: un liberalismo económico que prevé todo. El at~so
del país hace que no se pueda dejar a la espontaneidad de las leyes
económicas la armonía social. Pero ello sólo justifica una homeo-
pática intervención protectora. Posición bien distinta es la de José
María Iglesias." Es liberal, pero mucho menos doctrinario que Díaz
Barriga en materia económica. Empieza, además, su serie de artícu-
los cuando ya ha sido promulgada la Ley de Desamortización. Se
ocupa minuciosamente de las intervenciones de Castillo Ve1asco,

88 Díaz Barriga no está solo en este aspecto. Florencio M. del Castillo, al ea-
mentar la circular de Lerdo, de 9 de octubre de 1856, dice que ella tiende a poner
coto a los abusos y a favorecer el mejor cumplimiento de la Ley de Desamortizaci6n
y que el propósito de dicha circular no es otro que: "Difundir el bienestar y los ele-
mentos de prosperidad entre el pueblo, entre los proletarios, que en el antiguo orden
de cosas parecían condenados a trabajar perpetuamente, sin ver jamás el fruto de sus
afanes, sin tener un porvenir, sin mejorar nunca su condición" (El Monitor Repllbli-
cano, 12 de octubre de 1856).
89 También José ]. González publica en El Monitor Repllblüano, a partir del
18 de agosto de 1856, varios artículos sobre "La gran cuestión de la propiedad".
Ellos, sin embargo, son de poca monta. Por lo demás, González (Op. cit., 9 de oc-
tubre de 1856), se refiere a las disputas sobre la propiedad, en que los indígenas
tienen razón, por haber "sido despojados". Sostiene que esos indígenas que se suble-
van por haber sido desposeídos, "no se prestan todavía a desechar el sistema de man-
tener sus tierras en comunidad, porque aún no alcanzan a distinguir los beneficios
de obtener una propiedad cierta. determinada y reconocida",
LIBERALISMO SOOAL 613

Arriaga y Olvera y se le ve haciendo imposibles acrobacias para de-


fender el tradicional derecho de propiedad sin herir susceptibilida-
des, chocar con resistencias o hacerle el juego a los antiliberales. Ni
siquiera su idea central -la propiedad de derecho natural y no
civil- está expuesta sin tapujos. Un afán de imparcialidad lo hace
a veces parecer ecléctico y frecuentemente caer en la incongruencia.
Políticamente, empieza por defender a la Comisión de Consti-
tución del Congreso. Los artículos, 21, 23 Y 26 del proyecto -reco-
nocimiento del derecho de propiedad, garantías contra su despojo
y expropiación por causas de utilidad pública y previa indemniza-
ción- y los debates efectuados, sobre estos artículos, prueban que
la Comisión de Constitución no merece el cargo que han querido
hacerle "de que aceptaba las doctrinas subversivas del comunismo".
Libre la Comisión de este reproche, hay que reconocer que el Con-
greso también lo está. José María Iglesias, al afirmarlo, aprovecha
la ocasión para señalar el peligro político: el Congreso, "lejos de
querer atacar la propiedad", cargo que se le ha hecho por partida-
rismo reiteradamente, "empleándolo como una arma terrible contra
el actual orden de cosas", "ha sancionado por el contrario, el respeto
que tiene al derecho de propiedad", "que es la base más firme de la
subsistencia de las sociedades". Por consiguiente, "los errores de los
comunistas no han encontrado defensores en el seno del Congreso".
Los hombres encargados de constituir al país no han acogido "las
doctrinas antisociales de Proudhon y de Sue".90
Iglesias constantemente cae en lo abstracto. Para salvar al Con-
greso de los cargos que se le hacen, realiza una interpretación del
artículo 17 del proyecto de Constitución, que poco se compadece
con su letra y espíritu. No se trata, en el fondo, de que los propie-
tarios no puedan coartar la libertad de industria, comercio o trabajo,
p.~es e~lo significaría que cualquiera podría encontrarse en la pose-
sion ajena para plantear el trabajo, comercio e industria que le
acomodara "y sin valladar para sufrir cuantas agresiones quisieran
ha~erse dentro de sus límites", interpretación hecha por los propie-
tanos en su representación al Congreso y que, según Iglesias, de ser
exacta, haría que el proyecto envolviera "en esa parte el germen
d~l comunismo". Para probarlo, Iglesias narra la discusión a que
dio lugar el proyecto de artículo 17 del Congreso." No obstante

90 El Siglo Diez y Nueve, 2 de noviembre de 1856.


91 Op .cis., 17 de noviembre de 1856.
614 JESÚS REYES HEROLES

ello, en su siguiente artículo viene a decir: "Preciso es convenir en


que el artículo 17, en los términos en que lo redactó la Comisión,
se prestaba naturalmente a ser interpretado como un ataque a la
propiedad". la confusión proviene, según Iglesias, de no haberse
hecho las distinciones debidas" entre los diferentes derechos de los in-
teresados" y en haber querido resolver "con una sola frase cuestiones
complejas que hieren en lo más vivo los intereses sociales". Iglesias
suscribe lo que Vallarta dijo al discutir el proyecto de artículo 17:
la corrección de los abusos de los propietarios no es propia del dere-
cho constitucional. Iglesias concluye diciendo que, en los términos
en que quedó el artículo 17, conforme a su nueva redacción, esta
confusión ha desaparecido y ninguna objeción fundada puede pre-
sentarse en su contra."
Ocupándose de las adiciones de Castillo Velasco, dice que éste
recomienda convertir en propietarias a las poblaciones reducidas en
la actualidad a la indigencia, "por las usurpaciones de vecinos pode-
rosos, que las han despojado de las tierras que se les dieron desde
el tiempo del gobierno español". Iglesias declara que, siendo amante,
como el que más, de la subdivisión de la propiedad, no puede estar
en contra de que sean propietarias las municipalidades; pero si éstas
han sido despojadas, el camino es el de buscar "el amparo de la
restitución" por las vías legales. Y siempre sobre la base de no ha-
cerlas propietarias más que de los terrenos absolutamente indispen-
sables para los usos de la comunidad."
la proposición de Castillo Velasco, de que todo ciudadano que
carezca de trabajo tiene derecho a adquirir un beneficio de tierra
para proporcionarse la subsistencia, le parece conforme en doctrina,
pues se debe "procurar que la propiedad se divida y se subdivida
cuanto más se pueda". Difiere, en cambio, de los medios previstos
por Castillo VeIasco. Es partidario de repartir las tierras baldías
"entre los proletarios mexicanos a quienes debe impartir especial
protección un gobierno paternal". Es, en cambio, enemigo de que el
gobierno compre, cama lo sugiere Castillo VeIasco, a los particula-
res y pague un rédito a ellos, mientras no se redima el capital. Igle-
sias encubre su argumentación diciendo:
El número de tierras baldías es muy considerable en la república,
bastando ellas para superar las dificultades, sin necesidad de ocurrir
a una ley agraria, que se fundará en el despojo.

92 Op, cit., 23 de noviembre de 18S6.


93 Op. cit., 29 de noviembre de 18S6.
LIBERALISMO SOCIAL 615

Ciertamente que hay miseria en el campo, pero -y aquí surge


el anti-indigenismo de Iglesias- hay que advertir "que el mal no
consiste tanto en la existencia de ese pauperismo, como en la falta
de necesidades y de goces de los indígenas"."
Iglesias sintetiza la intervención de Arriaga,95 y ocupándose de
ella, asienta que no será él quien defienda "la actual división de la
propiedad territorial", cuya mala organización y defectos reconoce.
Pero le parece que al describir los problemas, Arriaga cae en la
exageración. Para Iglesias, la acumulación de la propiedad territorial
"día por día va yendo a menos" y agrega que ella "no está reducida
al pequeñísimo número de personas" que indica Arriaga. A conti-
nuación surge la contradicción:

Si hay algunos poseedores de tierras, cuyas fincas de campo ocu-


pan una superficie mayor que la de algunas naciones de Europa, hay
otros muchos propietarios que lo son de terrenos menos considerables;
y así sigue la escala hasta llegar al último término, en el que se en-
cuentran los que solamente son dueños de algunos almudes.

También le parece inexacto que la clase de no propietarios


carezca de hogar y de trabajo y se empeña por demostrar que Arriaga
exagera cuando da la cifra de campesinos desposeídos o en malas
condiciones. Por lo demás, Iglesias confirma su anti-indigenismo, y
nada menos que al inventariar los problemas del país:

La falta de homogeneidad en sus habitantes, su división en cas-


tas, palpables e indestructibles hasta la fecha, la degeneración de los
indígenas que forman la mayoría de la población, son en nuestro
concepto las principales rémoras para el engrandecimiento del país.96

. Iglesias acaba reprochándole a Arriaga que caiga en un pensa-


mIento retrógrado, al condenar muchos de los males surgidos en Mé-
xico en el período independiente," y desmintiendo el cuadro de des-
equilibrio social que éste presenta. Defiende a los propietarios, no
en la forma radical en que éstos mismos lo hacen, sino con mode-
ración. Por ello, se opone rudamente a una ley agraria. No tiene, en

94 Op, cit., 30 de noviembre de 1856.


95 Op. cir., 8 de diciembre de 1856.
96 Op. cit., 14 de diciembre de 1856.
97 Op. cit., 23 de diciembre de 1856.
616 JESÚS REYES HEROLES

cambio, inconveniente en una legislación protectora de los jornale-


ros. Aun cuando la organización del trabajo tiene íntima conexión
con la propiedad, no son idénticas ambas materias. Por consiguiente,
la solución del problema de los jornaleros no es la agraria, sino la de
organización del trabajo:

La suerte de los jornaleros no depende inmediata y directamente


de la extensión de las fincas rusticas, sino del establecimiento de re-
glas determinadas para contener los excesos de los que, contrariando
la proverbial dulzura del carácter nacional, tratan con dureza y aun
con crueldad a sus sirvientes.w

En lenguaje de nuestros días, podríamos decir que Iglesias está


en contra de la solución agraria que a la larga viene a privar en
nuestro país: la división de la tierra. Un estatuto protector del jorna-
lero, la colonización de los terrenos baldíos, son las principales so-
luciones. La propiedad es de derecho natural. El folleto en que
Arriaga se inspira lo reconoce; en él se prueba "que la propiedad
no emana de la ley, ni de un contrato primitivo, ni tampoco exclu-
sivamente del trabajo y de la producción: pruébase igualmente que
el derecho es absoluto, preexistente a las leyes civiles y a los conve-
nios de los hombres". La propiedad no puede ser afectada, su legi-
timidad no proviene de su extensión ni de su productividad, sino de
su título." ....
Iglesias reacciona como abogado ante un problema que deman-
daba ideólogo, visionario y político.

El último intento agrario liberal

Quizás el último intento agrario liberal se encuentre, ya triun-


fante la Reforma, en la ley de 17 de agosto de 1861, del Estado de
Agúascalientes. Al triunfo de la Reforma, el 25 de mayo de 1861,
se instala una nueva legislatura en esa Entidad. Es entonces cuando
surge una ley, proyectada por don Pedro P. Adame, que produjo
alarma general entre los hacendados, que temían "que aquel primer
ensayo comunista se repitiese en otras partes" .100

98 op. eis., 26 de diciembre de 1856.


99 Op. eit., 3 de enero de 1857.
100 AGUSTÍN R. GoNZÁLBZ: Historie del Bslttáo de Águautdientes. México,
Librería, Tipografía y Litografía de V. ViIlada. 1881. p. 312. González dice que la
LIBERALISMO SOCIAL 617

La ley promulgada por el gobernador Esteban Ávila señalaba


que, a fin de dotar a las municipalidades del Estado del fondo ne-
cesario para atender a la enseñanza, al fomento de las artes y de la
agricultura "y dar impulso al trabajo, base de toda mejora social",
se imponía "una contribución agraria", que deberían de pagar los
propietarios de las fincas rústicas: Se preveía en el artículo 20. el
monto escalonado del impuesto, que era de $0.03 por una caballe-
ría, de $0.30 por cuatro y así en sucesión progresiva, según el nú-
mero de caballerías. Se disponía que los propietarios presentaran sus
títulos legales que acreditaran su propiedad y, de no hacerlo, se
les cobraría de acuerdo con el avalúo que tuviesen en la fecha y con
una forma de cómputo establecida en el artículo 30. La ley estable-
cía el pago adelantado de dos años, a partir de 1862 y señalaba que
al propietario que no satisficiera su contribución en los primeros
quince días, se le embargaría "una extensión de tierra equivalente
al valor del adeudo si éste pasare de doscientos pesos"; y si en los
siguientes quince días no hiciera el pago, "se adjudicará el terreno
a la municipalidad, entendiéndose que el propietario quiere hacer el
entero en especie y no en moneda". Para cumplir con esta disposi-
ción, se establecía que los tesoreros municipales harían uso de la
facultad económico coactiva y que éstos mismos, en el caso de deu-
dores morosos de menos de doscientos pesos, harían los recargos
correspondientes sin seguir el anterior procedimiento.
Hasta aquí la Ley Ávila parece ser un mero expediente de alle-
gar recursos y bienes a los municipios; pero su idea agraria es clara-
mente expuesta en el artículo 70.:

Los terrenos que adquieran los ayuntamientos en virtud del aro


tículo 50., los distribuirán entre los pobres, en lotes de una caballería
y por medio de una junta compuesta del presidente del Ayuntamiento,
el síndico procurador y el receptor de rentas o tesorero municipal, la
cual mandará levantar el plano de los terrenos que hayan entrado a
la propiedad común, y divididos en lotes numerados, convocará intere-
sados que aspiren a su adquisición, señalándolo el día del sorteo. Lle-
gado éste y formada la lista de los interesados, se sorteará en acto
público y serán los dueños los que designen la suerte. Nadie puede
adquirir más de una caballería, ni entrar al sorteo sin acreditar que no
es propietario.

ley que gravaba progresivamente las fincas rústicas de acuerdo con su extensión, lo
hacía en una proporción tal, que equivalía al despojo.
618 JESÚS REYES HEROLES

Como se ve, no solamente se subdivide la propiedad, sino que


se limita la que se dotará a no más de una caballería. La ley preveía,
además, que los terrenos así repartidos quedarían en censo redimible
a voluntad del censualista, con un 310 anual y una hipoteca que se
podría redimir en abonos de diez pesos para arriba y señalaba que
el individuo que adquiriera la propiedad conforme a este procedi-
miento y dejara transcurrir tres años sin pagar el rédito, perdería
el derecho adquirido y en caso de no tener otros bienes embarga-
bles, el terreno sería enajenado siguiendo el mismo procedimiento.
Por último, señalaba la extinción de todo impuesto para el
Estado a la traslación de dominio "en las ventas que se hagan sub-
dividiendo las fincas rústicas". A la contribución se le daba el si-
guiente destino: un lOro a los tesoreros municipales y el resto, por
partes iguales, a escuelas de artes y oficios, "fondos de artesanos"
y al "auxilio de los enfermos e impedidos, en el modo que lo dis-
ponga el gobierno"."!

101 Exposición que elevan al Soberano Congreso de la Unión varios propietarios,


pidiendo la insubsistencia de /a l/amada Ley Agraria, que se publi(ó en el estado de
Aguascalientes el 17 de agosto último, a cuya exposición se a(ompaflan algunas ob-
servaciones escritas sobre la materia. Impresa en México en la Imprenta Literaria.
Reimpresa en Aguascalientes, en el establecimiento "El Esfuerzo", 1861. La ley viene
de las páginas 14 a la 17 de este folleto. Consideramos esta ley como el último in-
tento liberal por plantear y resolver el problema de la tierra. Ciertamente que, con
posterioridad y antes de que se inicie el porfirismo, ocurren actos significativos en
materia agraria. Tal, por ejemplo, los decretos de la legislatura de Zacatecas, expro·
piando terrenos para la formación de municipalidades y que origina los cincuenta
artículos de don Manuel Payno, del 21 de abril de 1869 al 19 de octubre del propio
año, en El Siglo Diez y Nueve, con el pseudónimo de Junius. (Con modificaciones,
PAYNO recoge estos artículos en su libro De la propiedad -Imprenta de 1. Cumplido,
México, 1861). En la discusión que al efecto se llevó al cabo, el Diario Oficial de
Zacatecas, frente a la tesis de Payno, del derecho de propiedad como derecho natural
presocial, sostenía que la propiedad civil es obra de la ley civil y que "fuera de la
ley no hay propiedad". Igualmente, la sublevación de Tezontepec y el Plan Agrarista
de Manuel Orozco, del año de 1869, en que se plantea el despojo sufrido por los in-
dígenas y la recuperación por éstos de sus tierras. (FRANCISCO GONZÁLEZ DE Cossfo:
Historia de la tenencia y explotación del campo, desde la époc« pre(ortesiana bast«
las leyes de 6 de enero de 1915. México, 1957, Biblioteca del Instituto Nacional de
Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, p. 175). Se trata de actos que se
realizan cuando el liberalismo mexicano ya ha definido su actitud frente a la propie.
dad y la corriente social ha sido dejada de lado.
619

LA

PERIODICO POLITICO

NOTICIOSO.

SEDIENTA liE SABER LA INTELIGENCIA


ABARCA EL UNIVERSO EN SU GRAN VUELO

m n


MERIDA.
IMPRENTA DE RAFAEL PEDRERA, CALLE DE SANTIAGO N. 8.

1847.

La guerra social
621

"... que todas las propiedades territoriales serán comunes a todos


[os ciudadanos de la República"
623

Autocolonizacián
625

DICCIONARIO POLITICO
o

DEL

LENGUAGE y CIENCIA POLITICA.


poa

UNA REUNION nt IHPUTADOS v I'UBI.ICISTAS FRANCESES

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1>1' " J W'OTINK1,; CAU.F JIR l ..' Z',,(JA _UM 1111

Luis Blanc
CAPITULO VIII

LIBERALISMO SOCIAL

La legisla, ión liberal en materia de propiedad: La crítica de Ocampo; Las


leyes y su mtcrprct.rción ; La concentración y sus estímulos; La cuestión so-
cial; Feud.dislllO Industrial; Procuradores de pobres; Proletarios. _ El libe-
ralismo social de IgnalIo Rarnírez: Don Simplicio; En el Constituyente; Su
ininterrumpido radicalismo social.
LIBERALISMO SOCIAL

LA LEGISLACION LIBERAL EN MATERIA DE PROPIEDAD

La Ley de Desamortización de Bienes Eclesiásticos, de 25 de


junio de 1856, es un paso muy importante en la secularización de la
sociedad mexicana y, simultáneamente, por los objetivos que persi-
gue y los efectos que motivó, forma parte, al igual que el artículo
27 de la Constitución de 1857 y la Ley de Nacionalización, del tra-
tamiento que el liberalismo mexicano dió a la propiedad. Estudiamos
la Ley de Desamortización y la Ley de Nacionalización, así como los
debates a que la primera dio lugar en el Congreso Constituyente, en
la parte de este volumen relativa a secularización. Metodológicamen-
te y desde el punto de vista de la estructura de las ideas del liberalis-
mo mexicano, así tenía que ser. La Ley de Desamortización estaba
dirigida a afianzar la supremacía de la sociedad civil aun cuando,
al mismo tiempo, pretendiera lograr la circulación de la riqueza,
desestancándola y subdividiendo la propiedad, con el objeto de ob-
~ener el libre movimiento de la propiedad raíz. Creemos que la
Idea secularizante domina en la Ley de Desamortización, acompa-
ñada por objetivos circunstanciales: en un momento en que habría
sido inoperante o quimérica la nacionalización de los bienes de la
Iglesia, la Ley de Desamortización fue un hábil expediente para su-
mar intereses -búsqueda de lucro-- en apoyo de la causa liberal.
Recordemos que en el Manifiesto de 7 de julio de 1859,1 que inicia
la _nacionalización, este último propósito es claramente expresado,
~.enalándose la necesidad que la administración pública tiene ~e
crear grandes intereses que se identifiquen con la reforma social

1 ARRILLAGA: Recopilación, de 5 de mayo de 1858 a 31 de diciembre de 1860,


pp. 101-121.
630 JESÚS REYES HEROLES

coadyuvando eficazmente a la marcha liberal y progreSIva de la


nación" .

La crítica de Ocampo

Para determinar el significado de la Ley de Desamortización


y sus posibles efectos en el estado de la propiedad territorial de la
República, es necesario considerar la exposición gue el 22 de octubre
de 1859 dirige Melchor acampo al Presidente Juárez, en que se
hace la crítica de dicha ley, de la circular dictada para su ejecución,
de la ley de 12 de julio de 1859, que declaró nacionalizados los
bienes eclesiásticos, y de la de 13 de julio del mismo año, que de-
terminó la ocupación de dichos bienes. Esta exposición fue de sin-
gular importancia, pues a más de ser un juicio crítico sobre las
leyes de desamortización y de nacionalización, contiene en forma
clara el pensamiento de uno de los hombres clave de la reforma
sobre la materia.
De la ley de 25 de junio de 1856, acampo critica el hecho de
que trate a los bienes eclesiásticos como propiedad del clero. Pa-
ra él, le faltan dos características esenciales de la propiedad: "El
aumento o disminución por la industria y la enajenación libre". Para
acampo constituyen los bienes eclesiásticos un "abuso de la pro-
piedad, que dizque sigue siendo propiedad aun cuando ya no tiene
dueño"." Esta es la crítica doctrinal más fuerte hecha por acampo.
A continuación, demuestra, y esto debe tenerse muy presente,
que no era muy ventajoso adquirir propiedades en las condiciones
previstas por esa ley. Esto deriva de gravar el capital, dado que:
"Es un axioma de la economía política, que no debe imponerse al
capital, sino a la renta". acampo encuentra, pues, que hubo en
la ley de 25 de junio de 1856 el error de gravar la traslación de
dominio. Aparte de esto el de estorbar la circulación de la riqueza,
según acampo, en cuanto, si bien se pagaba como rédito por el ad-
guirente una cuota igual a la gue cubría como renta, corrían a su
cargo el pago de contribuciones y los gastos de conservación, lo cual
hacía poco costeable el adguirir bienes de la Iglesia. Por otra parte,

2 Debe tenerse en cuenta que para Ocampo "deber" y "Derecho" son una misma
cosa, vistas desde un ángulo distinto y que la "necesidad de las relaciones" es el
origen del Derecho. (Obras completas de MELCHOR OCAMPO, Tomo Il, p. LXXIII.
F. Vázquez, editor, 1901).
LIBERALISMO SOCIAL 631

refiriéndose a la ley de 13 de julio de 1859, señalaba que la conde-


nación por ésta contenida, se convertía en "lazo o trampa, y no
reparación ni favor", en virtud de lo dispuesto por el artículo 31,
en lo relativo a los bienes ubicados en lugares bajo el dominio de
los conservadores, dado que el adjudicatario tenía que dirigirse al
gobierno de Juárez, sobre la base de plazos improrrogables y cum-
pliendo con rigurosas formalidades.
Ocampo indica cómo esta situación fue aclarada por la cir-
cular de 27 de julio de 1859. Señala, asimismo, cómo el párrafo
cuarto de la misma circular de 27 de julio vino a impedir que por
las denuncias sobre propiedades espontáneamente devueltas al clero,
se acumularan "en manos de unos cuantos acaparadores de grandes
riquezas", lo cual habría nulificado el espíritu de la ley de 25 de
junio de 1856, consistente en que "la propiedad se repartiese en el
mayor número posible de personas".
Ocampo no se detenía ante un típico derecho de propiedad de
carácter natural. Era, como antes lo decíamos, lector y traductor
de Proudhon y se percibe claramente la influencia de éste en su pen-
samiento, no a través de frases acuñadas por Proudhon, que desafor-
tunadamente circularon, sino en la crítica que éste hace de los males
del individualismo. De aquí que don Melchor Ocampo asiente:

El becerro de oro es el último dios que le falta a la humanidad


que combatir y desacreditar. Por fortuna, se encuentran ya mucblsi-
mOJ que piensan que el dinero no es dios, y que, si es útil para mu-
chas cosas, nada tiene de respetable.

y esto lo dice en la exposición dirigida al presidente Juárez.


En estas condiciones, don Melchor Ocampo ve en las Leyes
de Desamortización y Nacionalización un instrumento de reforma
social y no un simple recurso pecuniario, y considera que el defecto
de que adoleció la ley de 25 de junio de 1856 consistió en "conside-
rar como arbitrio lo que debiera ser reforma de la sociedad".'
Con este análisis, estamos ya en condiciones de apreciar el con-
tenido y los propósitos de las Leyes de Reforma en materia de
propiedad. Lo primero que cabe plantearnos es el objetivo general
de las Leyes de Desamortización y de Nacionalización. ¿Fueron
expediente de reforma social? Hay aquí un problema de grado.

3 La exposición a que nos referimos está contenida en las Obras completas de


Me1chor Ocampo, Tomo !J, pp. 153 a la 199.
632 JESÚS REYES HEROLES

Ninguna de estas dos leyes tuvo por objetivo fundamental la re-


forma de la sociedad, en la acepción que a dicha reforma daba
Melchor Ocampo: cambiar la estructura de las clases en México,
redistribuir la riqueza y activar la economía.
Se hizo la reforma política en cuanto se logró la secularización
de la sociedad; pero el objetivo económico preponderante de las
Leyes de Desamortización y Nacionalización, fue el de aprovechar
los bienes de la Iglesia como recursos para financiar una revolución
política y subsidiariamente se pretendía alcanzar el objetivo de re-
forma económica constreñido a obtener la circulación de la riqueza.
Es decir, no se abordó la reestructuración de las clases sociales
ni la desconcentración de la propiedad laica. Las Leyes de Reforma
en este sentido, estuvieron acordes con sus antecedentes, los proyectos
de don Lorenzo de Zavala y don José María Luis Mora y con el pensa-
miento al respecto de Espinosa de los Monteros, que asignaba a los
bienes por desamortizar, función exclusiva de recursos financieros, a
más del fin político de secularización, claramente señalado desde
don Francisco Severo Maldonado y don José Joaquín Fernández de
Lizardi.

Las Leyes y su interpretación

Ahora bien, establecido lo anterior, conviene referirse al papel


desempeñado por las Leyes de Reforma en la modificación del es-
tado de la propiedad, Para determinar este papel, es indispensable
tanto interpretar estas leyes y el artículo 27 de la Constitución de
1857, como considerar someramente el estado material de la pro-
piedad y su evolución.
Don Andrés Malina Enríquez, analizando las alteraciones in-
troducidas en el estado de la propiedad por las Leyes de Reforma,
a más de reprocharles el que no tomaran en cuenta "la gran pro-
piedad individual propiamente dicha", que para él, y con razón,
constituía una verdadera amortización, critica la Ley de Desamor-
tización en cuanto, al amparo de su artículo 25 --que negaba a las
corporaciones civiles y eclesiásticas capacidad legal para adquirir
en propiedad o administrar por sí bienes raíces- se afectaron los
bienes de las "comunidades pueblos". Según el propio Malina En-
ríquez, a pesar de lo dispuesto por el artículo 25 de la Ley de Des-
amortización, no se afectaron los bienes de las "comunidades ran-
cherías". Para Malina Enríquez, la Ley de Nacíonalización hizo
LIBERALISMO SOCIAL 633

que se abandonaran las leyes de. Desamortización y a; partir de


entonces, la desamortización de los bienes de las "comunidades pue-
blos" se hizo con poco empeño; y concluye que la reforma en mate-
ria de propiedad puso en circulación "toda la propiedad eclesiástica,
una parte de la municipal y otra parte de la comunal indígena".'
De acuerdo con esta interpretación formulada, y ello conviene
tenerlo muy presente, en el intervalo porfirista, el error estuvo en
la Ley de Desamortización y fue en gran medida corregido por la
Ley de Nacionalización. Mas, ¿es concebible que aquélla, al afectar
los bienes de las comunidades pueblos -mediante su reducción a
propiedad individual-, haya supuesto tal alteración en la propie-
dad territorial, que se implantaran las bases para su ulterior con-
centración? No consideramos verosímil esta hipótesis. Si admitimos
que la Ley de Nacionalización y circulares relativas de 1859 vinie-
ron, de acuerdo con la interpretación de don Andrés Malina Enrí-
quez, a subsanar los defectos esenciales de la Ley de Desamortización
de 1856 no es lógico imputar a este ordenamiento efectos decisi-
vos en la modificación de la propiedad territorial ni directos ni
indirectos. En primer lugar, por su limitada vigencia temporal y
en segundo, por las condiciones irregulares en que el país vivía.
Ciertamente que el Reglamento de la Ley de Desamortización -de
30 de julio de 1856-- fue inconveniente, así como algunas circula-
res aclaratorias y también es verdad que hubo resoluciones redu-
ciendo a propiedad individual terrenos de propiedad comunal de
indígenas -entre ellas la de 2 de enero de 1857, que afectó el fundo
legal de Jilotepec, donde precisamente nació don Andrés Molina
Enríquez-; mas ni los reglamentos, ni las circulares, ni las resolu-
ciones, permiten arribar a una conclusión general, sobre todo si se
considera la oposición violenta que los indígenas presentaron a estos
intentos de reducción a propiedad particular.
Es prácticamente imposible medir el efecto directo de la Ley
de Desamortización sobre el estado de la propiedad. Sin embargo,
Miguel Lerdo de Tejada, defendiendo la Ley de los reproches que se
le hacían en lo que toca a su ejecución, informa al Presidente Co-
monfort de lo conseguido con ella hasta el 31 de diciembre de 1856,
a pesar "de la resistencia de algunas corporaciones eclesiásticas y
de los individuos que con sus propiedades medraban, apoyándose

4 ANDús MOUNA ENB.fQulZ: Los gr.tIIles p,.obJemas .ario.aJes, MExico,


Imprenta de A. Carranza e hijos, 1909, pp. 49-62.
634 JESÚS REYES HEROLES

unas y otras en los mezquinos intereses que tenían formados, y en


la ignorancia de los que todavía creen que sus bienes temporales no
están sujetos a la potestad civil". Lerdo de Tejada asienta que el
valor de las propiedades adjudicadas y rematadas en un período de
seis meses es de 23 millones de pesos y agrega que el número de
propietarios creados al amparo de la Ley asciende a nueve mil," In-
cluye como uno de los documentos de su Memoria una minuciosa
relación de las fincas rústicas y urbanas adjudicadas conforme a
la Ley de Desamortización, consignando, además, la ubicación y
naturaleza de las fincas, la corporación eclesiástica o civil a que
pertenecían, el precio de venta y nombre del comprador. Esta rela-
ción es interesantísima, entre otras cosas por los nombres de los ad-
quirentes, y de su análisis resulta que del total de los $23.019,280.72,
valor de las fincas adjudicadas, $13.029,115.52, correspondían al
Distrito de México y el resto a veintiún Estados de la República.
El Estado en que mayor valor tienen las fincas adjudicadas es Pue-
bla, con $2.602,259.59 siguiéndole el de Veracruz, con $1.716,666.95
y Guanajuato con $1.324,439.90. Aun cuando es imposible deter-
minar estrictamente el valor de las fincas rústicas y urbanas adju-
dicadas, dado que existen numerosos casos imprecisos, de imposible
comprobación, y considerando rústicas las fincas dudosas, gUlándose
al respecto por criterios indirectos -precio, ubicación, etc.-, se ob-
tuvieron los siguientes resultados: Dentro del total de los .
$23.619,280.72 de fincas adjudicadas, el 81.9ro corresponde a ur-
banas y sólo el 18.1ro a rústicas. Cabe aclarar que seguramente está
inflada la cifra correspondiente al porcentaje de fincas rústicas."
Pero la lectura de la relación demuestra que en el período que
ella abarca, la gran mayoría de las fincas adjudicadas eran urbanas.
Claro está que el período comprendido es corto, y, por lo consiguien-
te, los datos de Lerdo sólo tienen para nuestro objeto valor de indicio.
Igualmente, don Francisco Mejía, que fue Ministro de Hacien-
da de Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada y encargado de la Sección

5 MIGUEL LERDO DE TEJADA: Memoria presentada al Exmo, Sr. Presidente SIIS-


trtuta de la República. México, Imprenta de Vicente García Torres. 1857. pp. 9 Y 10.
6 Op. cit., pp. 170-532. Como dato complementario de esta cuantificación, cabe
señalar que en algunos Estados de la República (San Luis Potosí, Colima, Chiapas.
Coahuila, México, Michoacán, Guanajuato y Querétaro), el valor de las fincas rús-
ticas fue superior al valor de las fincas urbanas, en una proporción que va desde el
53.5% hasta el 99.9%.
lIBERALISMO SOCIAL 635

de Desamortización de la propia Dependencia, en 1861 dice que en


un año se desamortizaron $1'6.553,147.00. Algunos datos propor-
cionados por Mejía indican que la: mayoría de las fincas adjudicadas
en ese lapso fueron también urbanas.'
Por último, al amparo del decreto de 23 de febrero de 1865,
de Maximiliano," en que, reconociéndose la desamortización de los

FRANCISCO ME]ÍA: Memorias. Ediciones del Boletín Bibliográfico de la Se-


cretaría de Hacienda y Crédito Público. México, 1958, pp. 51-52. Mejía señala de-
fectos de la Ley de Desamortización, entre otros, la especulación a su amparo reali-
zada. Cuenta así cómo L. Bonohome denunció en Veracruz ciento y pico de fincas,
de las cuales pagó el 5% de alcabala con cinco u ocho mil fusiles y seis o siete mil
pesos en efectivo y contando ton' ochenta meses de plazo para cubrir el 40% en nu-
merario y el 60% en bonos que importaban los valores de esas fincas. O el caso de
José I. Lirnantour padre, que sólo satisfizo al contado la primera mensualidad del
40% que debería exhibir en numerario. El propio Francisco Mejía cuenta cómo al
sacarse a remate cuatro millones de valores en pagarés otorgados por los adjudicata-
rios, sólo se presentaron conocidos especuladores que adquirían dichos pagarés al
13% de su valor. Debe hacerse notar que Mejía indica claramente que todavía en
ese entonces no se presentaban postores en los remates, por "la poca fe que por
tanatismo de algunos adjudicatarios particulares timoratos y con la esperanza que
todavía alimentaban de que volverían a poder del clero esos bienes".
8 Se ha hablado de las ideas agrarias del régimen de Maximiliano. Pimentel
reacciona fuertemente contra algunas de las disposiciones dictadas por éste en materia
de impuestos. Sin embargo, el análisis de estas disposiciones --decreto de 26 de mayo
de 1866 sobre impuesto a las fincas rústicas y contribución directa a éstas y las urba-
nas (El Cronista de México, Tomo IV, número 127, 30 de mayo de 1866)-, así
Como el informe del Director de los Negocios de Hacienda, que justifica estas dispo-
siciones, revelan que ellas constituyeron única y exclusivamente un intento para alle-
gar arbitrios a las fuerzas "imperiales". En cuanto a la ley sobre terrenos de comu-
nidades y de repartimiento, de 26 de junio de 1866 -La Sociedad, 28 de junio de
1866, Tomo IV, México, Imprenta de Andrade y Escalante--, en esta disposición lo
que se ve es un tajante individualismo económico. -Otro carácter tienen, en cambio,
las disposiciones de 1q, de noviembre de 1865 --Colecci6n de leyes, decretos y regla-
mentos que interinamente forman el sistema político, administrativo y judicial del
Imperio. 1865, Imprenta de A. Boix, a cargo de M. Zomoza. Tomo VI, p. 199--,
que establecen el método para dirimir las diferencias sobre terrenos yaguas de los
Pueblos entre sí o con propietarios particulares; y el decreto de 16 de septiembre de
1866, (La Sociedad) Núm. 1,162, 17 de septiembre de 1866, p. 2), sobre fundo
legal, que preceptuaba que los pueblos que carecieran de fundos legales y ejidos
"~endrán derecho a obtenerlos", estableciendo los requisitos para ello (las pobla-
CIones de más de 400 habitantes y escuela de primeras tetras, una extensión de
terreno útil y productiva igual al fundo legal y los pueblos con una población
de más de 2,000 habitantes además "una extensión de terreno bastante produc-
tivo para ejido y tierra de' labor", 'que se determinaría en cada casoparticutar.
El Gral. GILDARDO MAGAÑA (Bmilieno Zapata y el agrarismo en México, Tomo I.
México, Editorial "Ruta", 1951, p. 57 Y sigs.), como comentario del primer decreto
636 JESÚS REYES HEROLES

bienes eclesiásticos, se señalaba que el Consejo de Estado revisaría


las operaciones de desamortización y nacionalización de propiedades
eclesiásticas realizadas de conformidad con la ley de 26 de junio de
1856 y 12 Y 13 de julio de 1859, y según informes oficiales, se revi-
saron de 15 de marzo de 1865 a febrero de 1866, 4,230 legajos,
representando un valor de $30.131,538.00, datos éstos que, en cierta
medida, confirman los proporcionados por Lerdo de Tejada y por
Francisco Mejía y que constituyen también un indicio indirecto."
Pero, además, en abono del anterior punto de vista, está otra
interpretación, que por su reiterada frecuencia y por el espíritu de la
Reforma y el texto mismo, resulta irrebatible: el artículo 80. de la
ley de 25 de junio de 1856, que expresamente exceptuaba de des-
amortización a los ejidos de los pueblos.
Esto significa, y conviene recalcarlo, que, de acuerdo con la Ley
de Desamortización, y en la práctica como excepción, sólo se afec-
taron las tierras de parcialidades, pero no el ejido.
De aquí que se haya dicho: fue el párrafo segundo del artículo
27 de la Constitución de 1857 que, al derogar el artículo 80. de la
ley de 25 de junio de 1856, generalizó, negando capacidad legal a

incluye un artículo debido a ]. N. Saborio en el periódico El mexicano, en que el


autor apoya la disposición de l· de noviembre de 1865 y la necesidad de una ley
agraria, insistiendo, eso sí, en que no se crea que sigue "las máximas socialistas de
Proudhon y de Fourier", La explicación de las disposiciones de l· de noviembre
de 1865 y 16 de septiembre de 1866, se ha querido encontrar en la acción de los libe-
rales moderados que militaban con Maximiliano. Más probable es, sin embargo, que
ellas obedecieran a un claro oportunismo: atraerse a las comunidades indígenas, es-
grimiendo una actitud protectora de ellas frente a la "amenaza" de la legislación
liberal. Constituyen, empero, un interesante reconocimiento de los despojos sufridos
por los pueblos. Por otra parte, no cabe duda que las condiciones del país y el juego
interno de fuerzas dentro de los imperialistas, obligaron a tomar otras disposiciones,
como el decreto de l· de noviembre de 1865, que regulaba las condiciones de los
trabajadores del campo (libertad de ellos y de los dueños para la separación o des-
pido, jornada de trabajo "desde la salida hasta el ocaso del sol", restándose dos horas
de este período para el almuerzo y comida, asueto los domingos y días feriados; limi-
tación del trabajo de los menores de doce años, pago del jornal en moneda corriente
"y de ningún modo en efectos" e imposibilidad de compeler judicialmente a los tra-
bajadores del campo al pago de las deudas provenientes de efectos o artículos reci-
bidos del dueño o propietario y que excedan de diez pesos; abolición de las prisiones,
cepos y castigos corporales en las haciendas, y otras medidas similares). -Cole,rión
de leyes, decretos y reglamentos que interinamente forman el sistema polltico, at/mi-
nistretivo y judirial del Imperio. Tomo VI, p. 185.
9 MANUEL DOMENECH: México tal cual es. 1866. Demetrio Contreras impri·
mió. Querétaro, 1922, p. 132.
LIBERALISMO SOCIAL 637

las corporaciones civiles o eclesiásticas para adquirir y administrar


bienes raíces.10
Ahora bien, ¿es auténtica esta interpretación? ¿La mera su-
presión de la excepción expresamente consignada en el artículo 80.
de la ley de 25 de junio de 1856 implica que los ejidos cayeran en
lo preceptuado por las Leyes de Nacionalización de 1859? Varios
distingos hay que hacer y algunas circunstancias hay que considerar.
Como hemos visto en el Capítulo IJI de este tomo, el 28 de
junio de 1856 un grupo de diputados presentó a la Cámara una ini-
ciativa para que se ratificara en todas sus partes la Ley de Desamor-
tización, de 25 de junio de 1856. La discusión fue acalorada y al fin
se aprobó la Ley y con unos cuantos días de diferencia se presentó
y aprobó el artículo 27 de la Constitución. ¿Es factible, pues, y to-
mando en cuenta lo que en el propio Congreso Constituyente se
había dicho en materia de las tierras de los pueblos y lo preceptuado
por el artículo 80. de la Ley de Desamortización, que el Congreso
Constituyente hubiese ignorado el tratamiento específico que reque-
rían los ejidos y señalara su desamortización?" No lo creemos. Hay
en esto un problema de hermenéutica.
Don José L. Cossío, por sí y reiteradamente, y la Comisión
Agraria Mixta de 1912 de que éste formó parte, sostuvieron: a) Que
el párrafo segundo del artículo 27 de la Constitución de 1857 derogó
el artículo 80. de la ley de 25 de junio de 1856, "en cuanto a que
los ayuntamientos no podían administrar ejidos"; b) Pero la propie-
dad de los ejidos continuó siendo de la nación, "por cuya razón
tampoco cayeron bajo el imperio de las leyes de Nacionalización, pues
la ley de 12 de julio de 1859 y sus relativas, declararon nacionales
l~s bienes que no eran: esto es, los que con diversos motivos admi-
rustra el clero, y los ejidos y terrenos destinados al uso de los pue-

10 Esta interpretación tradicional es sostenida desde don WISTANO LUIS OROZCO


-Legislación y jurisprudencia sobre terrenos baldíos, Imprenta de El Tiempo, 1895-
y LABASTIDA, en su Colección de leyes, hasta meros exégetas del tipo de Vidal y
Flor y Moreno Cora. Igualmente, la siguen GONZÁLEZ ROA y JOSÉ COVARRUBIAS:
El problem4 rural de México, 1917, Oficina de la Secretaría de Hacienda, p. 27.
11 Es más, en algunos legisladores no sólo quedó la idea de que se defendían
los derechos de los indígenas, sino también la de que se había planteado su posible
~ejoramiento. Ello nos explica que Guillermo Prieto, en el 60. Congreso Constitu-
CIonal, se preguntara: "¿Qué ha sucedido de la enajenación de las tierras que eran
para los indios?" Diario de los Debates, 60. Congreso Constitucional de la Unión,
Tomo IV, México, Imprenta del Gobierno, en Palacio, 1873, p. 280.
638 JESÚS REYES HEROLES

blos, nunca fueron ni enajenados por el Soberano ni administrados


por el clero".12
Este punto de vista se fortalece si se considera la resolución de
17 de diciembre de 1856, que había declarado que "los terrenos de
propiedad nacional no estaban sujetos a desamortización"."

La concentración y sus estímulos

Por consiguiente, lo que se presentó en esta materia fue una mala


interpretación, "criterio ilegal en el procedimiento", como lo deno-
mina José 1. Cossío" y un "abuso del procedimiento", que afectaron
los ejidos.
Precisado lo anterior, tócanos ahora señalar desde cuándo se
sistematizó la mala interpretación y el abuso del procedimiento.
Previamente, sin embargo, debe señalarse que inmediata a la con-
sumación de la Independencia, surgió la tendencia de reducir a
propiedad individual la propiedad comunal de los ejidos," y debe

12 Secretaría de Fomento, Colonización e Industria: Trabajos e inidaJivas qlu


ha presentado a la Secretaría de Fomento la Comisión Agraria Ejecutiva integrada por
los señores licenciado José L. Cossio, Ingeniero Roberto Gayol y M. Marroquín; y
La propiedad comunal -Imprenta y fototipia de la Secretaría de Fomento, 1912-
y Apuntes sobre ejidos, que fueron, asimismo, publicados por esta Comisión en el
Heraldo Agrícola, el 9 de abril de 1912.
13 Quizás una prueba en contrario de la idea de nuestros liberales al respecto,
nos la dé Francisco Bulnes cuando nos dice que los constituyentes de 1856 preten-
dieron establecer la pequeña propiedad agrícola, no para establecer la democracia,
sino para dar a la Iglesia el golpe de desamortización y nacionalización y que: "La
repartición de tierras de los pueblos, los desagradó probando que detestaban el indi-
vidualismo en una democracia individualista". Y sobre el resultado de esta experien·
cía, Bulnes es categórico: "Esa repartición de tierras, que de haberse logrado habría
hecho posible un gobierno no despótico, al ser formados elementos conservadores
populares, fracasó, y el fracaso económico condujo, como era inevitable, al fracaso
político". Bulnes, por lo demás, hablando de la concentración de la propiedad de la
tierra, maneja los datos de José Lorenzo Ccssío, sólo que preocupado por el pro-
blema de las facciones dentro del porfirismo. FRANCISCO BULNES: El verdadero Díaz
, la Revolució", México, Eusebio Gómez de la Puente, Editor, 1920, pp. 831 105·
l' JOSÉ 1.. Cossfo: Antecedentes de la propiedad en Méxho, Boletín de la So·
ciedad Mexicana de Geografía y Estadística, t. 43 (XVII), 34.
15 FERNANDO GoNZÁLEZ ROA y JosÉ COVARllUBIAS: Op. ciJ., pp. 29 Y 143.
El Liberalismo Mexit:l!lllo, Tomo 1: Los Orígenes, pp. 135·136. Puede decirse que el
Dec.reto de las Cortes de Cádiz, de 4 de enero de 1813, inducía en mucho a esta
tendencia, puesta de manifiesto en las discusiones en nuestros primeros Congresos.
LIBERALISMO SOOAL 639

tenerse presente la gran concentración de la propiedad laica ya exis-


tente. Si algo prueba nuestro trabajo y las distintas manifestaciones
a que nos hemos referido, es un hecho: que antes de la Ley de Desa-
mortización, muchos pueblos se encontraban reducidos a la miseria
por haber sido despojados de las tierras que les pertenecían por título
colonial. La protesta contra la usurpación realizada por los hacen-
dados en tierras de los indígenas es constante en todo el proceso
liberal.
Para principios del siglo XIX, Miguel Othón de Mendizábal,
fundándose en las estadísticas de Fernando Navarro Noriega, debida-
mente complementadas e interpretadas, calcula que había 70 millones
de hectáreas que correspondían a 10,438 haciendas y ranchos, frente
a 18 millones de hectáreas correspondientes a terrenos de comuni-
dades indígenas, fundos legales, ejidos y pequeñas propiedades
particulares de indígenas." Algunos datos indirectos permiten seguir
la evolución del estado de la propiedad en México.
Fernando González Roa" cita los Anales del Ministerio de Fo-
mento, correspondientes a 1854 -año del plan de Ayutla- que esta-
blecían que el número de haciendas era de 6,092 y el de ranchos de
15,085, arrojando un total de 21,177, y recurriendo a García Cubas,
da el dato relativo a 1876, de 5,700 haciendas y 13,800 ranchos, o
sea, un total de 18,500 propiedades rústicas. La comparación de
estas dos cifras indirectas da una muy relativa tendencia del ritmo
de concentración en veintiséis años.
Ahora bien, se habla de la Ley Juárez, de 20 de julio de 1863,
sobre enajenación y ocupación de terrenos baldíos como un elemento
q~e generó la concentración de la propiedad rústica. Este ordena-
nuenro sólo daba en su artículo 20. derecho a denunciar terrenos
baldíos hasta por 2,500 hectáreas y ponía una serie de cortapisas y
procedimientos de comprobación. (Obligación de acotar -artículo
50.-, facultad de las autoridades para medir, deslindar o ejecutar
Con objeto de averiguar la verdad o legalidad de un denuncio, incluso
en terrenos no baldíos -artículo 90.-, obligación de mantener
durante diez años, contados desde la adjudicación, un habitante, a lo

16 MIGUEL ÜTHÓN DE MENDlZÁBAL: Obras completas, Tomo 11, pp. 563 Y


~64. México, 1946.
17 El aspecto agrario de la Revolución Mexicana. MéxiC", 1919. Dirección de
Talleres Gráficos, pp. 141 Y 142.
640 JESÚS REYES HEROLES

menos, por cada 200 hectáreas adjudicadas -artículo 100._,18 etc.)


Todas estas obligaciones y comprobaciones que reglaban el denuncio
fueron violadas al amparo de la ley de 15 de diciembre de 1883, que
mandaba deslindar, medir y valuar los terrenos baldíos o de propie-
dad nacional con fines de colonización. Si bien esta ley mantenía el
límite de 2,500 hectáreas -límite derogado por la Ley sobre Ocupa-
ción y Enajenación de Terrenos Baldíos, de 26 de marzo de 1894--,
ella eliminó, en cambio, las cortapisas y limitaciones contenidas en
la ley de 20 de julio de 1863 y a su amparo, como señala José L.
Cossío, se violó la misma disposición de que no se denunciaran más
de 2,500 hectáreas," dando concesiones amplísimas a las compañías
deslindadoras que, según el artículo 18 de la ley de 15 de diciembre
de 1883, el Ejecutivo podría autorizar para la habilitación de terrenos
baldíos. La ley de 15 de diciembre de 1883 fue, siguiendo a Cossío,
"una verdadera confabulación para efectuar despojos". La ley de
1894 sólo formalizó métodos de facto implantados al amparo de la
tolerancia o complicidad con que se aplicaba la ley de 1883.
Mas, el hecho de que la ley de 1883 fuese violada sistemáti-
camente y de que hubiese una solidaridad entre quienes la violaban
y el Poder Ejecutivo, es un síntoma revelador de que se presentaba
un cuadro histórico nuevo, una serie de fuerzas y móviles que pug-
naban por concentrar la propiedad. El porfirismo en este sentido
siguió y fomentó corrientes cuyo estímulo y apoyo hubiese sido
imposible unos cuantos años antes. O dicho en otros términos, en el
supuesto de que los hombres de la Reforma hubiesen tenido el pro-
pósito de reducir indiscriminadamente a propiedad individual los
bienes de las corporaciones y hubiesen convertido este propósito en
ley, la mera consignación formal no habría sido suficiente para con-
vertir en realidad tal aspiración. No había bases ni móviles para que
se iniciase un vasto proceso de concentración de la propiedad. El
fenómeno se produjo cuando se presentaron una serie de necesidades,
que para ser satisfechas exigieron inicialmente una medida transito-
ria, una ley que con sus lagunas permitiera la chicana sistemáti~
-ley de 15 de diciembre de 1883- para, ulteriormente, conseguu

18 FRANCISCO F. DE LA MAzA: Código de rolonizadón y terrenos ba/díos. M~


xico, Secretaría de Fomento, 1893, p. 729.
19 Op, cit., p. 937, Capítulo 1, artículo 20. En esto, RICARDO GARcfA GllA-
NADOS (Historia de Méxiro, desde la restallradón de la Reptíblka en 1867 hasu J¡,
(aíJa de Porfirio Díaz. Tomo IJI. México, Editorial Andrés Botas e hijo. 1923.
p. 100) comete un error al decir que tal ley había suprimido la limitación.
LIBERALISMO SOCIAL 641

una declaración u ordenamiento legal que fuese abiertamente ins-


trumento para la satisfacción de esas necesidades y sus móviles con-
siguientes como lo fue la ley de marzo de 1894. 20
Es necesario detenernos brevemente en los factores que dieron
origen al fenómeno," pues de esta manera nos explicaremos su rea-
lización y causas.
Ellos consistieron, en primer lugar, en la política ferroviaria
porfirista que hizo, con palabras de González Roa, que los centros
poblados se agruparan "no según la productividad de los lugares,
sino según la distribución de los productos, hecha por los caminos
de fierro". El trazado de las líneas férreas aumentaba diez veces el
valor de las tierras por donde pasaban." Hay que agregar que
grandes superficies de tierra fueron dadas como subvenciones a
ferrocarriles. Las compañías ferroviarias, asimismo, mantenían cuo-
tas altas -complementando la acción del arancel- para el trans-
porte de granos procedentes de los Estados Unidos, y esta política,
al mismo tiempo que estimulaba la producción agrícola, valoraba
las tierras y hacía apetecible su acaparamiento. Por último, en este
mismo renglón, hay que señalar los convenios de transporte que los
ferrocarriles celebraban con los grandes hacendados a tarifa especial.
Debe considerarse, también, la tendencia psicológica que surgió
en el país, que al amparo de un determinismo ferroviario muy Siglo
XIX y de la realización de las obras portuarias, suponía que era nece-
sario tener un valor para negociar con las inversiones extranjeras,

20 La ley de 26 de marzo de 1894, debida en gran parte a don Pablo Macedo,


vino a fijar lo que el ingeniero José Covarrubias Barna "El criterio oficial agrario en
los noventas", esto es, vino a ser "completamente favorable a la idea capitalista del
monopolio de la tierra" (JosÉ COVARRUBIAS: La Reforma Agraria y la Revolución.
México, MCMXXVIII, sin pie de imprenta, p. 4 Y sigs.). Entre otros elementos, esta
ley crea el Gran Registro de la Propiedad, que fue una garantía a los acaparadores
de tierra.
21 En esta exposición simplemente concordamos factores señalados por FER-
NANDO GONZÁLEZ ROA y JOSÉ COVARRUBIAS: Op, cit., pp. de la 41 a la 77. FERNAN-
DO GONZÁLEZ ROA: Op. cit., pp. de la 77 a la 134. FERNANDO GONZÁLEZ ROA:
El problema ferrocarrilero, Carranza e hijos. México, 1915. pp. de la 41 a la 88.
José 1. Cossío: Trabajos anteriormente citados.
22 "No negamos que la extraordinaria alza de la renta de la tierra haya sido
provocada por muchas causas. Lo único que afirmamos es que la principal de ellas
ha sido la construcción de caminos de fierro, efectuada bajo la inspiración de una
política tendiente a favorecer a una minoría opresora" (FERNANDO GONzÁLEZ ROA:
PolÍJica ferrocarrilera, p. 74).
642 JESÚS REYES HEROLES

para ser socios de ellas y que este valor estaba constituido por la
posesión de la tierra.
Incentivos para el acrecentamiento de la propiedad rústica eran
los jornales que privaban y la forma de explotación de los peones,
así como la "in equitativa distribución de los impuestos prediales",
Por último, está la política de la banca privada, que también era
favorable a la concentración de la propiedad rústica y que, según
González Roa, consistía en: a) Aumento de la tasa del interés, en
comparación al que exigía el clero antes de las Leyes de Desamor-
tización y Nacionalización; b) Su carácter discriminatorio, en cuanto
a que la banca sólo prestaba al gran propietario, obligándose así al
pequeño propietario a caer en manos de los usureros, que los hacían
celebrar pactos de venta con retracto, enajenación de las cosechas al
tiempo, etc.; c) Los grandes propietarios, al aumentar la renta
de la tierra, hipotecaban sus propiedades para adquirir más tierra;
d) Finalmente, los bancos de emisión, al operar como refaccionarios,
practicaban en cierta medida una política inflacionaria que alentaba
la concentración de la gran propiedad.
Gonzáles Roa concluye diciendo:
Así, la política ferrocarrilera estableciendo cuotas favorables a los
grandes terratenientes, los bancos proporcionándoles préstamos y el
arancel impidiendo la competencia exterior, vinieron a hacer que los
latifundistas quedaran dueños del mercado sin competencias serias.P

Conviene tener presentes los datos sobre adjudicación de terre-


nos baldíos recopilados por José 1. Cossíor"
Hectáreas
Noticia de la memoria de 1857 . 1.054,490
De 1863 a 1867 . 1.737,465
De 1868 a 1906 . 10.972,652
Deslindado por las compañías hasta 1893 . 50.631,665
De 1894 a 1906, tercera parte, que correspondió
a las Compañías . 2.646.545
Dos terceras partes que deben haber correspon-
dido al Gobierno en estos últimos deslindes 5.293,090

23 op. ~il., p. 74.


24 Estos datos Jos citan FERNANDO GONzÁLEZ ROA y JosÉ COVARRUBIAS en;
Op. cit., pp. 36-38. El primero, además, en El aspecto agrario de la RellollldólI
Mexi(ana.
LIBERALISMO SOCIAL 643

De 58.5 millones de hectáreas deslindadas, 19.5 millones que-


daron en poder de las compañías deslindadoras por sus servicios y
los 39 millones restantes se concentraron en unas cuantas empresas:
33 millones de hectáreas deslindadas para colonización fueron dis-
tribuidas: 4 millones entre 201 contratos y 28 millones- a 14 conce-
sionarios.
Además, de 1877 a 1906, se expidieron 19,983 títulos, ~tmpa­
randa 528,237 hectáreas, mismas que engrosaron la gran propiedad
por haber tenido que enajenarlas sus propietarios por falta de crédito
y otros elementos.
Ricardo Garda Granados asienta que, aun cuando los informes
oficiales de 1902 a 1905 decían que había en la República 4,960
pueblos, en gran parte de los cuales, "se había suprimido el comu-
nismo primitivo", 5,949 haciendas y 36,320 ranchos o rancherías, en
un opúsculo publicado por Manuel Bonilla y J. 1. Cossío, se emplean
datos discrepantes con respecto a estas cifras que el propio Garda
Granados maneja. Según estos autores, el número de haciendas era
de 11,000, con una superficie de 880,000 kilómetros cuadrados, equi-
valente al 44% de la superficie total de la República; los ejidos de
los pueblos sólo aparecen con 120,000 kilómetros cuadrados, que
representan el 6%, y los ranchos o rancherías 400,000 kilómetros
cuadrados, que corresponden al 20% de la superficie total. Garda
Granados, agrega: "El resto de 30% figura como perteneciente a
la Nación o a compañías, en parte extranjeras"."
Considerando los indicios proporcionados por Lerdo y Mejía,
del lento ritmo con que operaron las Leyes de Desamortización y
de Nacionalización; el período de trastornos a que el país se enfrentó
con la Guerra de Tres Años primero y después con la intervención,
que hada poco apetecible la propiedad de la tierra; si sabemos,
además, que 70 millones de hectáreas eran propiedad de particulares
desde principios del Siglo XIX, y tomamos en cuenta los efectos de la
ley de 15 de diciembre de 1883 y la acción de las compañías des-
lindadoras; si, además, no olvidamos la eliminación de cortapisas
y limitaciones a la ley de 20 de julio de 1863 y recordamos que la
superficie total de nuestro país es de 193.890,000 hectáreas, sabemos
cuándo, por qué y cómo se realizó la concentración de la propiedad.
Como trasfondo de todas estas situaciones reales o formales, hay
que considerar los factores a que ya nos hemos referido, que con-

25 RICARDO GARcfA GRANADOS: op. cit., Tomo HI, pp. 100 Y 101.
644 JESÚS REYES HEROLES

tribuyeron a valorar las tierras y hacer, por consiguiente, deseable


en alta medida su concentración.
No fue, pues, por un dogmatismo liberal ni por un pecado inte-
lectual de generalización que se concentró la propiedad: fue una
acción deliberada posterior a los hombres de la Reforma.

LA CUESTION SOCIAL

En la evolución del liberalismo mexicano no sólo los hombres


que pertenecían a esta corriente se acercan a la cuestión social a
través del examen de las condiciones de la tierra, sino que también
a finales del siglo pasado el problema de los trabajadores no agrí-
colas y de su situación miserable y, en general de las clases desvalidas,
es captado en todo su rigor.
Desde luego, el problema fundamental estaba en el campo.
Había una industria rudimentaria, precaria en cuanto a la distribu-
ción interna y productos. El proletariado proveniente de la indus-
tria prácticamente no existía. Era, según Mariano Otero," una parte
de la clase no propietaria diseminada en las poblaciones, "ejerciendo
las artes mecánicas, sirviendo en los procedimientos de la industria
y ocupada en el servicio personal". Esta es la población que Otero
llama proletaria habitante de la ciudad y es la clase que ve doble-
mente degradada: por su propio estado de atraso "y por la prosti-
tución del estado social". De este típico proletariado destacaba el
que trabajaba en las minas y en el comercio. Ambos géneros, con una
"prosperidad relativa", hacían que esta población fuera mejor paga-
da, pero en situación deprimente y aflictiva: " ... precisados a pasar
la vida los unos en lo interior de las minas, y los otros en caminos
despoblados". En estas condiciones, unos y otros se encuentran en
la ignorancia y la degradación mora] y no importa que la prosperidad
minera levante grandes poblaciones, "los mineros han tomado en
ellas los vicios de la sociedad".
Ciertamente que, desde un punto de vista económico riguroso,
el proletariado urbano no podía presentar, por lo exiguo de su nú-
mero, tan de bulto su problema social. Pero éste existía, sobre todo

26 MARIANO OTERO: Ensayo sobre el verdadero estado de la cuestián Jo&ial 1


politic« que se agita en la ReplÍbli&a MexÍ&ana. México, impreso por Ignacio Cum-
plido. 1842, pp. 49-~O.
LIBERALISMO SOCIAL 645

en los trabajadores del comercio y de la minería. Y admira que se


haya reparado en él.
Ideológicamente, al predicar la igualdad, al luchar contra los
privilegios, tenía que dirigirse la mirada hacia este problema social.
Y, así, hay atisbos de él en El Atleta, El Fénix de la libertad" y en
todos aquellos periódicos animados por la idea de la igualdad.

Feudalismo Industrial

El periódico El Republicano en 1846 publica una serie de ar-


tículos sobre "Aristocracia de la riqueza" -probablemente de Ote-
ro-- que admiran por la comprensión que se tiene del problema
social. Para El Republicano,28 la riqueza "es un poder extra-consti-
tucional, un poder que se hace cada día mayor en la sociedad". El
sentido social del periódico se pone claramente de manifiesto:

La organización económica que prevalece en el día, ha quitado al


pobre casi los medios de trabajar si no es que se sujete a la dependen-
cia absoluta del rico ...

Se refiere a la situación de dependencia en el campo, para des-


pués abordar la situación del trabajador:
Los industriales que se juntan en los grandes talleres están todavía,
cuando les es posible, en una mayor dependencia de los dueños de las
manufacturas ...

El problema del desempleo, tecnológico o por falta de mercado,


es claramente señalado:
Por otra parte, ellos no están a riesgo, como los agricultores, de ser
despedidos solamente por falta de respeto o de buena conducta; sino
que están expuestos, de un día a otro, no solamente a ser víctimas de
un contratiempo, sino también de las alternativas del arte en que están
obligados. Si la manufactura va en decadencia, si la moda no exige

zr Véase: Tomo 11, año de 1833, números 44, 63, 71 Y 74. Artículos contra el
partido aristocrático de México. Aun cuando estos dos periódicos inciden funda-
mentalmente en el aspecto político, no deja de asomar en ellos la cuestión social.
2lI Marzo 6 de 1846. México, Imprenta de Ignacio cumplido.
646 JESÚS REYES HEROLES

sus productos, son despedidos porque el dueño ya no vende; o si por


el contrario, la aplicación de las ciencias a las artes ha enseñado el
modo de hacer la obra con muchas menos manos, son despedidos tam-
bién, porque el dueño reserva para sí todo el producto de sus ventas.

Para El Republicano: "Jamás un poder más absoluto ha sido


dado por el hombre sobre el hombre, y jamás ha estado ejercido
más duramente". El jefe industrial, dice, decide en su escritorio la
vida o muerte de millones de individuos. Esta opresión y este poder
absoluto son mayores que los que privaban en el feudalismo. Ocu-
pándose de maquinismo, asienta que llegará el día en que "la mayor
parte de los trabajos materiales se realizarán por medio de las má-
quinas", momento en el cual la mayoría de los hombres "podrán
entregarse a la cultura del espíritu y a todo lo que es digno de la
actividad humana". Perspicazmente, sin embargo, agrega:

Mas en vano la humanidad aguardará este porvenir si la industria


no recibe una organización más en armonía con todos los intereses so-
ciales, y en conformidad con el principio general de la justicia.

Esto, no sucede en nuestros días, pues la industria se desen-


vuelve bajo dos principios: la libertad industrial y la multiplicación
de las máquinas. La libertad industrial ha sucedido a las organiza-
ciones corporativas y feudales de los oficios y ha dado nuevo vuelo
al genio de invención y de mejora; "pero también consagrando el
principio del individualismo, ha abierto la carrera de la concurrencia
a todos los intereses particulares que se hacen mutuamente la guerra,
y que no pueden prosperar sin destruirse los unos a los otros".
Si la industria se deja abandonada a sí misma, caerá en la con-
centración. La tendencia "libre y natural de la industria, es formar
de los diferentes capitales empleados en sus explotaciones algunas
grandes fortunas, cercenar el número de los jefes de la industria",
y por ese solo hecho caer en un sistema parecido al feudal. El Repú-
blicano visionariamente se anticipa a los resultados de tal tendencia:

Siguiendo la industria este camino, aumentará, lenta pero inevita-


blemente la clase de los obreros, y de los asalariados en general, cuya
existencia dependerá de los poseedores de las grandes fortunas indus-
triales. Los temores manifestados de que esta tendencia de la industria
arrastre tras sí una nueva feudalidad industrial y un vasallaje, no ya
LIBERALISMO SOCIAL 647

individual, sino colectivo de la clase obrera, no son ya quiméricos en


vista de los datos actuales.

Este futuro le parece indeseable. La industria en sí misma,


dice, "es un medio poderoso para hacer llegar la humanidad a un
estado que la proporcione más fácilmente las condiciones mate-
riales". Y no debe perder por culpa de los hombres esta misión.
Para impedir que ello suceda, deben adoptarse ciertos principios
para organizarla, debe buscarse la mejoría en su organización. A tal
fin, propone que los trabajadores tengan participación en los bene-
ficios de las empresas:

Al tratar de la mejora de esta organización, están de acuerdo mu-


chos publicistas y economistas, en el principio de que el estado no debe
limitarse a exigir garantías generales que conciernan a la formación de
las sociedades, en provecho sólo de aquellos que se hacen accionistas;
sino que debe velar también por los intereses de otra especie mucho
más numerosa de accionistas, cual es la de obreros, exigiendo que con
ellos se guarde la justicia, de la misma manera que con los demás, que
por medio de sus capitales están interesados en una empresa: porque
es necesario que los trabajadores tengan participación de una manera
o de otra en los beneficios de la sociedad.

El fundamento para esta proposición es que, así, la industria


se organizaría sobre sus propias bases y constituiría "un cuerpo
que contenga como miembros activos, a todos los que hacen de los
trabajadores industriales su principal ocupación". Sólo con la in-
dustria organizada de esta manera se evitará que cada día se haga
mayor en la sociedad el poder extra-constitucional de la aristocracia
de la riqueza.
El Republicano aplica estos principios a nuestro país." En el
extranjero, cada vez se hace mayor el poder extraconstitucional de
la riqueza. Dicho poder, "apoyándose en la organización económica
que prevalece en el día en casi toda la Europa, amenaza quitar al
jornalero todo medio de subsistencia, si no es que dependa en lo
absoluto del poderoso". Por lo consiguiente, agrega, hay muy serios
temores de que "la industria arrastre en pos de sí un nuevo feudalis-
mo industrial y un vasallaje, no ya individual, sino colectivo de la
clase obrera". En México, no teniendo la industria "elementos de

29 Op. eit., marzo l' de 1846.


648 JESÚS REYES HEROLES

vida", no es previsible este feudalismo. la riqueza sólo viene, o por la


transmisión de la propiedad territorial o del desarrollo de la industria
y del comercio. la primera causa existía en México, pero mediante
las leyes que abolieron los mayorazgos y demás vinculaciones, cesó
uno de los motivos de la distinción de la riqueza. En cuanto a la
segunda causa, el progreso de la industria, "en una sociedad como
la nuestra, en que aquella es todavía naciente", "serían quiméri-
cos y hasta cierto punto ridículos" los temores a la concentración
de la propiedad industrial. Por otra parte, la abundancia de recursos
para subsistir que hay en México, "jamás dejaría como en otras
partes perecer al jornalero despedido por el jefe industrial", Nuestra
población es "mucho menor que en otras partes" y "el número de
obreros es muy reducido relativamente, y no está sujeto con el indiso-
luble lazo de la última necesidad a un determinado jefe industrial".
los artículos tienen un fondo político: oponerse al voto ponde-
rado mediante la propiedad. la propiedad y la ilustración, asienta,
en nuestro país no siempre están unidas. Por lo consiguiente, entre
nosotros, no puede tomarse la riqueza como base para la calidad
electoral. Pero, al margen de este objetivo concreto, los problemas
sociales planteados por El Republicano} revelan no sólo el conocí-
mien~o de éstos, sino también que se apreciaban en sus justas di-
mensiones.

Procuradores de pobres.

En el caso de Ponciano Arriaga puede hablarse de ideas sociales


en general. No sólo el problema de la tierra y su audaz planteamien-
to en el Congreso Constituyente, sino también la condición de las
clases desvalidas. Ponciano Arriaga propone, en marzo de 1847, la
que vendría a ser la ley número 18 del Congreso del Estado de San
Luis, creando las Procuradurías de pobres, es decir, instituyendo
autoridades dedicadas a la protección y defensa de las clases desva-
lidas o indigentes.
En el discurso que antecede a su proyecto de ley, Arriaga habla
de los procuradores como defensores de las injusticias, atropellos y
excesos que las clases desvalidas sufren, y les da como misión ocu-
parse en "mejorar la desgraciada y miserable condición de nuestro
pueblo, atender a la modificación y reforma de sus costumbres, y
promover cuanto favorezca a su ilustración y mejor estar". Si el
arcaísmo "mejor estar" se sustituye por el vocablo tan usual en nues-
LIBERALISMO SOCIAL 649

tros días, "bienestar", se comprende el sentido social del proyecto


de Arriaga.
El 9 de febrero de 1847, en la exposición que precede a su pro-
yecto. Ponciano Arriaga amplía sus conceptos tutelares:
Hay en medio de nuestra sociedad una clase desvalida, pobre y
abandonada a sí misma. Esta clase está en la entraña de nuestra sociedad.
Se compone de todos aquellos infelices que no habiendo tenido la suerte
de heredar un patrimonio, ni la fortuna de adquirir educación, se en-
cuentran sumergidos en la ignorancia y la miseria, se ven desnudos y
hambrientos, por todas partes vejados y escarnecidos, en todas partes
oprimidos. Sobre esta clase recaen por lo común no sólo el peso y rigor
de las leyes, sino también, y esto es lo más terrible, la arbitrariedad e
injusticia de muchas autoridades y de muchos de los agentes públicos.

Los procuradores, dice, deben investigar las ofensas que sufren


las personas desvalidas y ocuparse de la comprobación de los hechos
y la reparación del daño causado. Deben cuidar, cuando estas pero
sonas son enjuiciadas, que se les juzgue conforme a las leyes y se les
sancione con penas porporcionales. La justicia no es ciega; las injus-
ticias se cometen contra los pobres "porque los ricos al menor agravio
recibido, levantan el grito hasta los cielos, y piden y consiguen re-
paración, como si una de las tazas de la balanza de la justicia fuese
de oro fuerte y pesado, y la otra de barro débil y quebradizo".
y más adelante se ve la conexión que Arriaga establece entre
sus ideas políticas y los problemas económicos y sociales:
En vano proclamaron los Gobiernos las teorías y principios de la
libertad, si una fracción pequeña y muy reducida de los gobernados es
la única que disfruta las garantías sociales, los goces de la vida y hasta
la opulencia y el lujo, mientras el resto de los ciudadanos está sumer-
gido en la más horrible degradación y miseria.

La pobreza, es la esclavitud del Siglo XIX. La protección a la


c~ase desvalida es la protección a las mayorías y es tarea que con-
CIerne al Gobierno:
No se olvide que la clase de que hablo es la clase de los muchos,
y que por más que se quiera sostener principios absurdos y falsas
máximas de una política destructora y pérfida, un gobierno sea el que
fuere, no podrá ser bueno sino cuando hace la felicidad proporcional
del mayor número de los ciudadanos que le obedecen.
650 JESÚS REYES HEROLES

El Estado tiene funciones que no se reducen a los meros atri-


butos que el individualismo le asigna: "¿Va la ley, va el Gobierno
a la humilde choza del miserable, se para en sus puertas el agente
de policía, para informarse de las necesidades, de las miserias, de
las injusticias cuyas consecuencias se están experimentando en aquel
oscuro y estrecho recinto?". Le preocupa el problema de quienes
carecen de empleo y tal parece que presiente el derecho al trabajo,
a la ocupación: "el hombre de nuestro pueblo que no tiene en qué
trabajar", se encuentra "en la necesidad de alimentarse, y de alimen-
tar acaso a una numerosa y enferma familia". Este hombre, si es
honrado, tiene que caer en las manos de la usura. Y Arriaga se
pregunta:
¿No habrá pues, un Procurador de Pobres -que clame al cielo pi-
diendo la quemazón de esas casas de vil cicatería donde un ladrón
público engorda con e! sudor de los infelices? ¿No habrá un -Pro-
curador de Pobres bastante justo, enérgico y valiente, generoso y
desinteresado que lleve a un ruin usurero de esos ante el poder y rigor
de la justicia, y pida el comiso de aquel capital robado con que se tra-
fica desvergonzadamente, y consiga que se reparta y distribuya entre
los pobres mismos a quienes se ha robado, y en fin, alcance e! castigo
de aquel malvado y cobarde especulador?

y va más allá. El procurador de pobres "podría promover por


cuenta del Estado se situase un facultativo en cada botica a hora
determinada del día y de la noche con objeto de prestar su asistencia
a tantos niños enfermos". Es decir, aquí está la asistencia social.
Arriaga agrega una función a los procuradores:
Además de los deberes señalados en los artículos anteriores para
todos los casos particulares, será de la obligación de los procuradores
informarse de las necesidades de la clase pobre, solicitar de las auto-
ridades el debido remedio, promover la enseñanza, educación y mora-
lidad del pueblo, y todas aquellas mejoras sociales que alivian su
miserable situación.

Si se vinculan estas ideas de Arriaga con su tenaz defensa de las


libertades, con sus luchas por un individuo libre en una sociedad
libre, y con sus propósitos en materia agraria, nos encontramos frente
a un avanzadísimo liberalismo social."

30 PONCIANO ARRIAGA: Las PrO(llrIldllrJas de Pobres, por Manuel Ramírez


Arriaga. México, D. P., 19'0.
LmERALISMO SOCIAL 651

Proletarios

Claro está, y queremos insistir en ello, el proletariado urbano


era mínimo en el país y, por consiguiente, desde una perspectiva
social, nuestros liberales tenían que dirigir su atención preponde-
rantemente al problema de la tierra y lo notable, precisamente, es
que se hayan preocupado algunos de ellos de la existencia de un
problema social más allá de lo agrario. No hay en esta materia, una
línea sin solución de continuidad. Sólo atisbos, intuiciones,aprecia-
ciones fragmentarias.
Sin embargo, en pleno Congreso Constituyente 1856-57, la
prensa subraya el problema de los proletarios y éste llega al Con-
greso en una intervención verdaderamente visionaria de Ignacio
Ramírez.
Por supuesto que en este aspecto, al revés de lo que sucede en
materia agraria, más creemos en la influencia de las ideas que en el
estímulo de los propios problemas. Sintomático de ello les que en
1856 los dos periódicos más importantes del liberalismo mexicano
se ocupen en la cuestión social, sin reducirla al problema de la tierra.
Hemos visto, así cómo en El Siglo Diez y Nueve, Vicente Mén-
dez trata de "Pobres y ricos"," y al mismo tiempo, en El Monitor,
Republicano se publica una serie de artículos sobre la cuestión social;
a algunos de ellos ya nos hemos referido, otros debemos examinarlos.
El conocido periodista liberal, Juan M. Cerqueda, publica, el
20 de julio de 1856,32 un artículo en el que dice que quiere llamar
la atención sobre los proletarios:

Esta clase de obreros, que no se reputan propietarios, porque sus


haberes consisten en los productos diarios de su personal trabajo, me-
recen toda la consideración de un gobierno ilustrado que ve en ellos
la mayoría de la sociedad que dirige.

El destino de la nación está ligado al de los proletarios. A éstos,


en el curso de su vida, se les presentan graves peligros que los arrui-
nan, "con lamentable perjuicio de la prosperidad nacional". Cer-
queda describe su estado casi con angustia:

31 El Siglo Diez 1 Nueve, 19 de mayo de 1856, con el apotegma inverso al de


Sieyes: "¿Qué son los ricos? Todo. ¿Qué deben ser? Nada".
32 El Monilor Repllblirano, número 3,249.
652 JESÚS REYES HEROLES

Sujetos en el ejercicio de su industria a la condición fatal de


las eventualidades: comprometidos al uso continuo de sus tareas para
conseguir el jornal: abrumados con el gravamen de contribuir a las
cargas del Estado: compelidos a satisfacer sus necesidades físicas:
estimulados por el sentimiento de la conciencia a sostener al clero en
lo relativo a los servicios que le presta... son ciertamente motivos
muy poderosos, para que en las vicisitudes de la humanidad, tengan
unas veces que envilecerse, ante la influencia de la riqueza, otras que
soportar los estragos de la miseria y algunas perecer.

Percibe que el problema es mayor en los países que cuentan con


industria manufacturera, como es el caso de Francia; en estos países,
la suerte de los proletarios es "un jornal infeliz para mantenerse" y
un frío albergue. Cerqueda incluye su deducción política: "Tanta
miseria y abyección ha provocado repetidas veces, convulsiones treo
mendas, en que el peligro del país ha sido inminente". En Inglaterra,
agrega, los operarios son una porción "de entes que extenuados por
inmensas tareas, representan la efigie de la muerte".
Con estos antecedentes, el articulista contempla nuestro país.
Examinando la condición de las clases proletarias, "para reclamar
las mejoras que exige el bien público en favor de ellas", Cerqueda
se da cabal cuenta de que en nuestro país, por falta de "artes", "gi-
'ros" o "profesiones", no hay empleos, lo que conduce al artesano a
"la inacción y el desaliento". Se palpa, que la mayoría de ellos anda
"en solicitud de un destino de guarda, portero, alférez o cualquiera
otra colocación". En esta falta de ocupaciones, se encuentra el ori-
gen "de la empleomanía furiosa que devora el corazón de la pa-
tria", a tal grado que la administración pública tiene más de treinta
mil empleados.
Cerqueda ve como un imperativo moral y político la redención
de esta clase:

Toda la ciencia de nuestros hombres de Estado y todos sus es-


fuerzos deben consagrarse a sacar de la abyección a la clase proletaria,
porque formando una gran parte de la sociedad, es un deber impres-
cindible, procurar sus adelantos para conseguir la prosperidad nacional.

El gobierno liberal, dice Cerqueda, "progresista de la época,"


ya ha dado comienzo a la obra "de regeneración social", mediante
la ley de Desamortización, que dedicara recursos a fomentar empre-
LIBERALISMO SOCIAL 653

sas industriales o mercantiles. Pero no deben parar ahí los esfuerzos


del gobierno:

La industrialización en la gente laboriosa es una necesidad tan


necesaria, cuanto que de esa luz ha de brotar la moralidad, la buena
fe, la ciencia de los deberes, y el conocimiento de los derechos del
hombre y del ciudadano.

Sugiere la fundación de escuelas de artesanos, la expedición de


reglamentos que castiguen el fraude y la estafa y estimulen la pro-
bidad; poner "en circulación el tesoro de los ricos" y la autocoloni-
zación,
José ]. González, en el mismo periódico y cinco días después,
en sus "Estudios sociales", publica un artículo sobre "El proleta-
río"." Empieza por precisar el significado de la palabra. Entre
nosotros, la palabra proletario se emplea de un modo hiperbólico;
"Se usa para designar al obrero que sólo tiene para vivir el producto
de su trabajo, y de este modo se ha asemejado su condición a la del
proletario romano". Prescindiendo de su sentido etimológico, dice
González, el "Proletario es el no propietario" y con esta definición
describe sus males. Es notable en él que perciba la imposibilidad
de la libertad política sin el mejoramiento de las condiciones sociales:

Los inconvenientes del proletario son evidentes, la menor en-


fermedad basta para sumir al proletario en la indigencia. La necesidad
de trabajar continuamente para subsistir, trae consigo muchas veces
la de tener que aceptar el trabajo bajo cualquier condición; de este
modo la dignidad personal y la libertad desaparecen con frecuencia
por la necesidad.
/
Para resolver los problemas de estas clases no le parece co-
rrecta la proposición de quienes quieren conceder al poder político
la propiedad y la administración de todos los capitales. Las cajas
de ahorro tampoco le parecen resolución acertada, pues "no han im-
pedido que se aumente el número de proletarios por la acumulación.
casi siempre ilegítima, de grandes capitales en algunas manos". Para
mejorar la suerte de los proletarios, el camino adecuado es que "el
poder político favorezca los progresos de la riqueza general y haga
654 JESÚS REYES HEROLES

de modo que estos progresos, en vez de aprovechar exclusivamente


a algunos individuos, se reparta equitativamente entre todos", o sea,
redistribución del ingreso nacional. Es necesario, asimismo, prote-
ger "a los trabajadores contra la opresión", destruir el "monopolio
de los capitales disponibles dejando que se funden y extiendan los
establecimientos de crédito". Por último, combatir la estafa y el
fraude. Se puede, dice, con un gobierno liberal y progresista, cum-
plir con el lema de Garnier Pages: "Alargar el vestido de los pro
letarios sin cortar el de los propietarios".
González, en otro artículo" sostiene que "la distribución de la
riqueza" influye decisivamente en el régimen de un país y "en la
higiene política de un pueblo" y esboza sus ideas intervencionistas:

Asies que no puede entregarse este régimen político a los azares


de una ~neurren<:ía absoluta sin exponerse a ver la opresión de los
débiles por los fuertes; a que sean devorados los frutos del trabajo por

34 op. cit., 2 de septiembre de 1856. En economía, la influencia decisiva so-


bre González es Juan Bautista Say mezclado con Blanc. El autor publica en sus "Es-
tudios Económico-Sociales", "Ideas sobre el trabajo" ropo cit., 6 de octubre de 1856)
en que condena Ia obra de Blanc, a quien, a pesar de ello sigue en otros aspectos.
El propio González ropo cit., 9 de octubre de 1856) en su artículo "El falso comu-
nismo y las ideas verdaderamente humanitarias y progresistas", después de considerar
"el comunismo como el arma traidora que han querido arrojar indistintamente por
todas partes los malignos y tenaces reaccionarios, los enemigos declarados de la única
revolución que hasta ahora ha merecido en México este nombre", asienta; " ... Ellos
-los tenaces reaccionarios-- arrojan la palabra comunismo en sus escritos, cuando
los, hombres del progreso, amantes de la prosperidad de la nación, proponen medios
para que las clases proletarias que hasta hoy han sido tratadas como esclavos, y aun
~r. tengan derechos, tengan garantías, tengan voluntad propia, tengan, en suma,
libertad para dedicarse al trabajo de su elección, por el precio y condiciones que
crean suficientes a remunerar sus servicios y a conservar su dignidad relativa". Agrega
González: "Llaman comunista al que propone a los encargados de la administración
pública que se consignen terrenos a los indígenas para que se empleen en la agri-
cultura, y alarman a los propietarios con las ideas de despojo. En esta depravada
táctica lleva por objeto mantener abusos, conservar la preponderancia, perpetuar el
monopolio, detener en fin la marcha del progreso". González hace una inserción en
los números de 14 y 15 de octubre de 1856, de unos artículos de Jesús G6mez: "De
la necesidad de mejorar la condición de los proletarios y de instruir al pueblo", en
que se sostiene la siguiente tesis: "Ya sabemos que siendo instruidos y moralizados
seremos dichosos: pues instruyámonos; que al gobierno toca proporcionarnos, por
medio de leyes protectoras, los recursos que necesita la mayoría, y él Jos proporcio-
nará, porque conoce nuestra miseria, y muy insensible debe ser el corazón de UD
padre que deje morir a sus hijos sin proporcionarles la medicina que puede salvarlos".
LmERALISMo SOOAL

la violencia y la astucia, y que la misma nación se deteriore, se degrade


y se extinga miserablemente.

También González inserta algunos estudios sociales" que le per-


miten arribar a interesantes conclusiones:
10.-Que el gobierno "debe dictar leyes humanitarias que me-
joren la suerte de la clase trabajadora, aun cuando sea imponiendo
algunos gravámenes a las clases acomodadas y ricas"; y
20.-"Es pues, preciso convencerse de que la república mexi-
cana necesita no sólo de mejoras políticas, sino sociales; no sólo
relativas a su gobierno y constitución, sino al bienestar de todas
las clases; de no hacerse unas y otras a la vez, aun cuando teng.
paz y unión, no podrá llegar a la altura de civilización y progreso
a que llegaría si procurara obtenerlas ambas juntamente".

EL LIBERALISMO SOCIAL DE IGNACIO RAMIREZ

Vamos a apartarnos del orden cronológico, con el fin de expo-


ner en su conjunto las ideas sociales de Ignacio Ramírez, que, a más
de constituir una expresión del liberalismo social mexicano --con
sus avances y sus insuperables limitaciones-c-, tiene la virtud de
manifestarse en un período de aproximadamente treinta años --de
1~45 a 1875- y yendo, por consiguiente, sólo un poco más·aUá, de
la frontera que a la integración de las ideas liberales hemos señala-
do. Las ideas sociales de El Nigromante se exteriorizan en tres mo-
mentos: cuando el joven Ignacio Ramírez redacta el políticamente
desafortunado Don Simplicio; cuando, más tarde, en el Congreso
Constituyente 1856-57, propone una especie de participación de los
trabajadores en las utilidades, y, por último, en escritos y discursos
posteriores.
Siguiendo las sucesivas etapas del pensamiento de Ramírez, se
~e que ellas constituyen momentos de un pensamiento que lucha por
~ntegrarse: son ideas que se afinan en un ininterrumpido radicalismo
Ideológico.

35 Op, cit., 27 Y 28 de diciembre de 18,6. "Estudios sociales. Del trabajo y


de la propiedad".
656 JESÚS REYES HEROLES

Dos Simplicio

Los jóvenes de Don Simplicio carecen, como hemos visto, de


sindéresis en su actuación política en general y en la valoración del
panorama que les toca presenciar. Pero constreñir el juicio sobre
ellos a este aspecto, sería amputado, prescindiendo, tanto de la ulte-
rior actuación de los integrantes de este grupo, como de su indudable
contribución al proceso histórico de México en el aspecto social.
Ahora bien, estamos en aptitud de afirmar que las ideas sociales
del periódico provienen fundamentalmente de Ignacio Ramírez.
Apenas salido a la luz Don Simplicio, los anhelos sociales se
expresan con singular fuerza. En él, la idea agraria y la cuestión
social están mezcladas. Los trabajadores del campo y urbanos son
iguales. Varios de sus redactores y el periódico, en general, hablan
a nombre de los trabajadores. En efecto, en su primer número, en
el Plan que al respecto publica," en un artículo transitorio, la re-
dacción señala: "Se conservarán en todo su vigor los diez mandamien-
tos, a excepción del séptimo, mientras los ciudadanos carezcan de
otro modo honrado de adquirir su subsistencia". Claro que el des-
terrar el séptimo mandamiento, el "No hurtarás", doctrinalmente no
tiene más significado que la admisión del robo por indigencia. Pero
es obvio que la intención de los redactores va más lejos. Con el
humor que caracteriza a este periódico, se está, sencillamente, pos-
tulando la redistribución de la riqueza. Ello se comprueba si se tiene
en cuenta que en el artículo 20. del propio Plan hay una idea con-
traria, a la propiepad privada: "El que no cultive un terreno no
podrá llamado suyo, aunque todos los escribanos le autoricen las
escrituras", y que en su artículo "A los viejos", El Nigromante de-
nuncia que unos cuantos hombres, más atrevidos o menos ignoran-
tes, han hecho de la nación "su patrimonio".
Las ideas sociales del joven Nigromante son contundentes.
Hablando de las necesidades humanas," afirma que los sabios y los
gobernantes quieren hacer al pueblo rico en sus teorías y que en la
práctica resultan impotentes. Dirigiéndose al pueblo, afirma: "Sin
poderte hacer rico, no te quieren dejar pobre, y te hacen miserable".
Las leyes se hacen para el pueblo, pero no son en su beneficio. Igna-

36 Don Simpli~io, periódico burlesco, crítico y filosófico, por unos simples.


México, Imprenta de la Sociedad Literaria, a cargo de Agustín Contreras. Tomo 1,
número 1, p. 4.
37 01'. cit., segunda época, Tomo n, número 7.
LIBERALISMO SOOAL 657

cio Ramírez enumera las cadenas que aherrojan al pueblo. Ve a


éste desposeído, pues "los frutos de tu agricultura van en primicias
a la iglesia, y lo demás al poder de propietarios que no conocen
de sus campos sino los títulos". Al pueblo le dice: " ... sólo para
tí no hay propiedad".
Está consciente de que su crítica social afecta a las clases pri-
vilegiadas. Cuando surge el intento de Alamán y Paredes Arrillaga,
de crear lo que hemos llamado gobierno de las clases pudientes,
El Nigromante contesta a El Tiempo y sostiene una tesis objetiva-
mente válida: los redactores de El Tiempo hacen bien postulando
los intereses de los propietarios, pues es "la feliz clase a que perte-
necen"; pero "y nosotros que pertenecemos a la proscrita raza de
trabajadores, ¿por qué no hemos de decir el huevo y quien lo puso
a nuestros amos ?,,38
Ramírez en este importante artículo capta el problema de la
tierra. En un elocuente párrafo examina la justificación de la pro-
piedad; ve que la concentración de ésta conduce al despilfarro y al
desperdicio; ve, asimismo, surgir la riqueza del trabajo de quienes
cultivan la tierra y presentan la idea de solicitar tierras:

Nosotros los trabajadores, decimos a los hacendados: ¿Por qué


sin el sudor de vuestro rostro, coméis el pan, y lo tirais con vuestras
prostitutas y lacayos? Si respondeis que porque Dios os hizo ricos,
vengan los títulos; si hablais del derecho de conquista, nos tratais
como conquistados, si alegais un testamento, eso es bueno contri un
particular, pero no contra una nación; ¿por qué se consienten las heren-
cias? por la utilidad que de ellas resulta al público, respondeis de
mala gana. Y bien, ¿la tercera parte de nuestros bienes raíces estará
mejor en vuestras manos que nada benefician y todo despilfarran, o en
las manos encallecidas de los viles trabajadores? Nosotros cultivamos
esa tercera parte que los ricos llaman suya: permitasenos siquiera pre·
guntar, ¿qué hacen del dinero que les damos? y pedirles algunos
vastos terrenos, que feraces e incultos, con una vieja escritura tienen
ocupados.

y no sólo se combate la idea del gobierno de las clases pu-


dientes, sino que se señala cuáles son las raíces de este intento.
Querer ponderar el gobierno de acuerdo con la propiedad se funda
en que "las propiedades están mal distribuidas". Por ello resulta

38 Op. eit., segunda época, Tomo 11, número 10.


658 JESÚS REYES HEROLES

que "los intereses de los ricos son contrarios a los de los pobres".
Textualmente se asienta:

Quieren que gobiernen los ricos, porque las propiedades están


mal distribuídas, y naturalmente sólo los que las poseen, pueden y
quieren distribuirlas bien; porque los propietarios disfrutan sin tra-
bajar, y la chusma trabaja sin disfrutar, y este sistema es magnífico
para proteger la agricultura; y en fin, porque los intereses de los ricos,
son contrarios a los de los pobres, y es obligación de todo hombre
decente, defender a un caballero contra un lépero. ¡Sobre que a eso se
reduce la cuestión!39

El Nigromante no se queda en el puro problema de la tierra.


En el artículo que anteriormente reseñamos'? se ve la' amplitud de
sus ideas sociales y secularizantes, que anticipan la intervención
que tuvo en el Congreso 1856-57:

Nosotros los trabajadores decimos a los poseedores de bienes raí-


ces espiritualizados: vuestra pobreza evangélica, según el Tiempo,
apenas posee la tercera parte de la república: pero ¿no pudiéramos
lograr la gloria a menos precio?

Para Ramírez, el capital es producto del trabajo y, por lo tanto,


el capital es dado por los trabajadores a los propietarios. Esto
implica responsabilidad para los propietarios, que de no hacer la
felicidad de los trabajadores, eluden sus obligaciones. Imbuido de
las ideas imperantes en su época, está en contra de las contribuciones
directas e indirectas que forman parte de un sistema que hace a
propietarios y gobernantes beneficiarse del producto del trabajador:

Nosotros los trabajadores diremos en fin a los propietarios, a los


generosos propietarios: Ya que os empeñais en arreglar exc1usiva-
mente estas pequeñeces y en gobernarnos; ya que nosotros los traba-
jadores os damos porque hagais nuestra felicidad, la mayor parte del
producto de nuestro trabajo, suponemos que este dinero servirá para
vuestra recompensa, y para los gastos de vuestra administración; esto
es, confiamos en que ya no habrá contribuciones directas, ni indirectas
pues de lo IOOtrario nos robaríais como propietarios y como gobernantes.

39 Op. cit., o6aIero 15.


40 Op. (il., D6mero 10.
LIBERALISMO SOCIAL 659

En consonancia con la idea de obtener para el país una pros-


peridad media, encuentra el obstáculo fundamental para lograrla
en la falta de recursos de los trabajadores para invertir, lo que, a
su vez, deriva de la acumulación de los recursos en manos de los
propietarios:
Señores propietarios, sabéis por qué nosotros los trabajadores no
prosperamos? porque para redimir de vuestra esclavitud un terreno
y cultivarlo, para establecer talleres y fábricas que compitan con las
de Europa, para cargar numerosas embarcaciones, y colmar espaciosos
almacenes, necesitamos dinero; y pues ustedes que lo tienen, no son, ni
quieren ser agricultores, artesanos y comerciantes, ¿qué se infiere de
todo esto para hacer la felicidad de la república?

y el periódico, en general, enjuicia el statu quo al polemizar


con El T iem po. El problema fundamental radica en que en el Siglo
XIX "se conocen dos clases de constituciones, una inventada por
los que viven de los abusos para defender el statu quo, y otra
por cuyo medio intentan los oprimidos abrirse el camino a la libertad
y a las mejoras", El Tiempo se declara por la primera, esto es,
"porque se fije el estado actual de la sociedad". A Don Simplicio
le toca defender la otra constitución. Son los propietarios, agrega,
quienes "han causado todas nuestras revoluciones", Ellos quieren
la paz o la guerra, según les convenga; de aquí sus contradicciones.
Es absurdo que El Tiempo sostenga "que nos deben gobernar los
que tengan intereses que conservar, pues toda clase tiene los suyos"."
y también el periódico, en lo general, visionariamente capta las
consecuencias del maquinismo, viendo la desocupación que éste pue-
de engendrar y erigiéndose en defensor de las clases asalariadas:
No somos nosotros los que desconocemos las ventajas de la ma-
quinaria; pero ahora que las altas jeraquías proclaman la defensa de
sus intereses, ¿no es un deber nuestro el abogar por los de las clases
pobres, y de las cuales nadie se acuerda ?42

El Nigromante, observando el problema social en su integridad,


se preocupa por la instrucción popular.43 Postula una educación dir~­
gida a finalidades prácticas y con un objetivo: mejorar las condi-

41 Op, cit., número 11.


42 Op, cit., número 12.
43 Op. cit., número 9.
660 JESÚS REYES HEROLES

ciones de vida de la población. Las deficiencias, el anacronismo del


sistema educativo que en el país existe es puesto en relieve, así como
la necesidad de impartir enseñanzas útiles que ubiquen al hombre
en la sociedad. Hay' que acabar con esos colegios que son "semina-
rios de ociosos". Desde luego que modificar el sistema educacional
afectará a las clases privilegiadas, pero ello es indispensable. La idea
central es expuesta claramente por El Nigromante:
Puesto que las necesidades generales deben anteponerse a las
particulares, y en la república hay más falta de herreros, cosecheros y
fabricantes, que de retóricos, licenciados y doctores, proponemos que
mientras mejora la suerte de la mayoría, se conviertan todos esos
colegios (seminarios de ociosos) en establecimientos donde las ciencias
físicas se apliquen a las artes; que en todos los establecimientos in-
dustriales de alguna consideración se enseñen los experimentos físicos
y químicos, y los demás interesantes al ramo respectivo; y por último,
que en todas las haciendas se abran cátedras, donde la ciencia con la
agricultura proyecten sobre el mismo terreno sus mejoras.

Se ocupa en la educación de los indios" y considera que no pue-


de haber educación para éstos si no se les trata como hombres y se
les libera económicamente: "Es indispensable, para ilustrar a los in-
dios, sacarlos de la tutela en que se encuentran".
El Nigromante, además, plantea su utopía. Para ello, parte
del análisis de la influencia de la extensión territorial en la ignoran-
cia y miseria de la nación, y a través de lo que llama "puras hipó-
tesis" va examinando el panorama que se presentaría, de haber una
buena distribución de la riqueza. De ocurrir ello, podrían verse una
ciudad y una liga de ciudades fundadas en uno de los innumera-
bles terrenos baldíos que hay en nuestro país. En dicha ciudad o
liga de ciudades, con una buena distribución de la propiedad, habría
entendimiento entre pueblo y gobierno y no se conocería "la difícil
ciencia de gobernar, firmando oficios". Pero la distribución de la
propiedad sería el punto de partida de la utopía de El Nigromante.
En ella: "Los bienes raíces se encontrarán muy divididos, y todos
cultivados por sus mismos dueños". Los intereses locales acapararían
la atención del pueblo y éste, además, podría dedicar sus energías
a satisfacer su primera necesidad: la de existir."

44 op. cit., tercera época, Tomo 111, número 19.


4S Op. cit., segunda época, Tomo 11, número 17.
LIBERALISMO SOCIAL 661

En el Constituyente

En el Congreso Constituyente 1856-57 el liberalismo social de


Ignacio Ramírez tiene clara manifestación. En primer lugar, al
tratarse de los derechos del hombre," El Nigromante se aparta
del jusnaturalismo racionalista típico, que ve los derechos naturales
inherentes al hombre por el mero hecho de serlo y preexistentes al
contrato origen de la sociedad. Se pregunta cuáles son los derechos
del hombre, que, en su concepto, se deben establecer y definir antes
de ver en ellos la base de las instituciones sociales. Los derechos del
hombre "¿son acaso los que concede la misma constitución? ¿o los
que se derivan del Evangelio y del derecho canónico? ¿o los que
reconocieron el derecho romano y la ley de Partida?"
Cortantemente expone su idea: los derechos nacen de la ley.
Tanto León Guzmán, como Ponciano Arriaga, lo rebaten: los dere-
chos existen y deben ser el fin de la ley, asienta Guzmán; los de-
rechos no nacen de la ley, son anteriores a ésta, el hombre nace con
ellos, dirá Arriaga. Pero Ramírez presentía algo que muchos años
después sería criterio general: el origen legal o social de los derechos
individuales."
En segundo lugar, El Nigromante dirá que el proyecto de Cons-
titución se "olvida de los derechos sociales de la mujer" y lanzará
la idea de una constitución protectora de los desvalidos, los débiles
y los menesterosos:
Nada se dice de los derechos de los niños, de los huérfanos, de
los hijos naturales que faltando a los deberes de la naturaleza, abando-
nan los autores de sus días para cubrir o disimular una debilidad.
Algunos códigos antiguos duraron por siglos, porque protegían a la
mujer, al niño, al anciano, a todo ser débil y menesteroso, y es me-
nester que hoy tengan el mismo objeto las constituciones, para que
dejen de .ser simplemente el arte de ser diputado o el de conservar una
cartera.

y por último, toca a Ignacio Ramírez que se debata en el Con-

46 ZAllco: op. cit., Tomo 1, pp. 684 Y sigs.


47 Es interesante ver que José Maria Iglesias -"Cuestiones Constitucionales.
De los derechos del hombre", artículo 1, El Siglo Diez 1 Nueve, 24 de julio de
18~6- asiente que la Comisión de Constitución del Congreso, para defender su teo-
ría ante la intervención de Ramírez, "tuvo necesidad de batirse en retirada, expre-
sando que sólo se hablaba de los derechos del hombre en sociedad".
662 JESÚS REYES HEROLES

greso Constituyente la cuestión social, no únicamente a través del.


problema de la tierra, sino mediante el examen de las relaciones'
de los asalariados." El 7 de julio de 1856 dijo: "El más grave de
los cargos que hago a la comisión es de haber conservado la servi-
dumbre de los jornaleros". Considera que el jornalero es un esclavo
del capital y enfatiza:

Así es, que el grande, el verdadero problema social, es emancipar


a los jornaleros de los capitalistas: la resolución es muy sencilla, yse
reduce a convertir en capital el trabajo. Esta operación exigida imperio-
samente por la justicia, asegurará al jornalero no solamente el salario
que conviene a su subsistencia, sino un derecho a dividir proporcional-
mente las ganancias con todo empresario. La escuela económica tiene
razón al proclamar que el capital en numerario debe producir un ré-
dito como el capital en efectos mercantiles y en bienes raíces; los eco-
nomistas completarán su obra adelantándose a las aspiraciones del
socialismo, el día que concedan los derechos incuestionables a un ré-
dito al capital trabajo.

Más adelante señala:

Mientras el trabajador consuma sus fondos bajo la forma de sala-


rio y ceda sus rentas con todas las utilidades de la empresa al socio
capitalista, la caja de ahorros es una ilusión, el banco del pueblo es
una metáfora, el inmediato productor de todas las riquezas no disfru-
tará de ningún crédito mercantil en el mercado, no podrá ejercer los
derechos de ciudadano, no podrá instruírse, no podrá educar a su
familia, perecerá de miseria en su vejez y en sus enfermedades.

Un análisis ligero de esta intervención revela que en 1856


Ignacio Ramírez está proponiendo: 10.-El establecimiento de un
salario de subsistencia; 20.-La participación de los asalariados en
las utilidades. Esta intervención demuestra que lo agudo de los
problemas nacionales y el afán de los liberales por resolverlos
hacían que Ramírez, ortodoxo en liberalismo económico en exceso,
abandonara su ortodoxia ante el problema social.

48 Op, cit., pp. 664-65. Aparece, asrmismo, en Obras de IGNACIO RAMÍREZ


(México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1889, Tomo 1, pp.
192-93).
LIBERALISMO SOCIAL 663

Su ininterrumpido radicalismo social

Ahora bien, conforme los años pasan, el radicalismo social de


Ramírez se agudiza. Sus ideas no se insertan en un sistema o con-
cepción de la vida. No construye, tampoco, un método de investiga-
ción, como Otero; de su temperamento proviene la anarquía: Y
así como su vida política cae en el error -de Don Simplicio a su
violento antijuarismo--, en materia social su inestabilidad espiritual
sólo produce atisbos, impresiones nerviosas, que como chispazos
atraen al lector para conducirlo frecuentemente a conclusiones inge-
nuas e incluso disparatadas. Pero estos chispazos revelan la existen-
cia del denominador común del liberalismo social mexicano: el su-
frimiento ante el problema social y la imaginación para proponer
soluciones. A ello le ayuda el situarse en la línea histórica del libe-
ralismo mexicano, a pesar de las dramáticas separaciones, interpre-
tando certeramente el significado del proceso mexicano.
Describiendo la Colonia, percibe el substrato económico de la
lucha por la independencia: una clase privilegiada, dominadora,
despojada de su inteligencia y entregada "a movimientos automáti-
COS".49 Frente a ella, la turba, que "sin contar con otro capital que
con su trabajo, no sabía dónde colocarlo". Es la desocupación, acom-
pañada de la miseria, la que impulsa a la insurrección. Hidalgo en-
seña a los mexicanos el derecho de insurrección. La ociosidad, agrega
Ramírez, da el tono de la vida colonial. La característica de las cla-
ses coloniales era su parasitismo." Por eso, Hidalgo retó, no a los
españoles, sino a todos los poderes que la Colonia simbolizaba. Al
pueblo de México le resulta connatural la igualdad. Este pueblo se
ha estudiado durante medio siglo y encontrado en sus venas tal
diversidad de sangres, que "para no mutilar sus miembros, ha pro-
clamado la igualdad de todos los hombres". La igualdad resulta
consecuencia de la coexistencia y síntesis de razas que somos. Y
Ramírez también es certero cuando entiende el papel del federalismo
y lo ve como inherente a nosotros: "Pudo -asjenta- la Consti-
tución de 1824 inventar la federación o copiarla". Pero dicho sis-
tema "desde 1857 ha sido para México una condición de existen-
cia"." y es precisamente por su interpretación histórica que ve la

49 RAMÍREZ: Op, cit., Tomo 1, Discurso cívico del 16 de septiembre de 1861,


p. 131.
50 Op. cit., p. 234.
SI Op, cit., p. 144 Y sigs, Oración de 5 de febrero de 1865.
664 JESÚS REYES HEROLES

Reforma completando la Constitución y realizando la dignidad hu-


mana. Por esta continuidad en las ideas y el proceso histórico mexi-
cano, pudo ver en 1863 que México solemnizaba su independencia
"bajo una tienda de campaña"."
Gracias a esta amplia perspectiva, está en condiciones de me-
dir fenómenos internacionales, viendo, así, al proletario "que desea
la comunidad de la tierra para tener dónde colocar el lecho de su
fecunda esposa"," y calificar con admirable precisión a Napoleón
el pequeño como "aborto clandestino del socialismo de nuestros
días", que "no sabe cómo realizar las teorías de Proudhon" y a quien
"sus compromisos con los capitalistas" no le permitirán cumplir
con las turbas que lo apoyaron." .
Acercándose a la cuestión social, Ramírez considera "el examen
de la organización social como único y seguro camino para conocer a
los individuos; los hombres hacen siempre parte de un todo" y para
conocerlos hay que tener en cuenta las leyes, las costumbres, las tra-
diciones, la geografía, el clima y, en fin, todos aquellos factores
que influyen en el medio." México sale de una Colonia en que el
monopolio impedía su progreso. Hay pueblos oprimidos y~ "Siem-
pre que el mundo se trastorna, una deidad se encarna en un mortal;
¿dónde tomará un cuerpo la venganza de las razas oprimidas ?"56
y en medio de sus anarquizantes ideas, la intuición metódica que
complementa su visión: la historia política tiene por objeto estudiar
el nacimiento, funcionamiento y muerte del fenómeno gubernamen-
tal y:

... se reduce, por lo mismo a clasificar los grupos que mandan


y los grupos que obedecen: en todo sistema político la importancia
de los individuos se mide por la clase que con ellos se levanta, o por
la clase que con ellos sucumbe. 57

Todavía va más lejos, y en concreto, hablando de la tipicidad


de las razas indígenas, afirma que su progreso es inexorablemente
colectivo:

52 Op. cit., p. 151 Y sigs. Discurso de 16 de septiembre de 1863.


53 Op. cit., p. 154.
54 os. cit., p. 158.
55 Op, eit., p. 168. Discurso de 5 de mayo de 1864.
56 Op. cit., p. 179.
57 Op. cit., p. 211.
LIBERALISMO SOOAL 665

No puede mejorarse ni perecer sino por clases, he aquí por qué


le es favorable cierto mecanismo administrativo, que fácilmente se
confunde con el de nuestros municipios. Más allá de su hormiguero
no descubre sino enemigos.é

Adentrándonos en sus ideas sociales, vemos a El Nigromante


preocupado por desentrañar el significado del salario. Si bien tiene
un concepto naturalista -positivista- de la economía" y partiendo
de él postula la abundancia de la alimentación, pues el ingreso del
trabajador debe ser en ocho o diez horas de ocupación, suficiente
para la subsistencia familiar, el hecho, la situación real, no se le
escapa:

Si hoy la esclavitud no es una institución social, ¿por qué un


hombre con sólo llamarse capitalista, se aprovecha de las fuerzas na-
turales disciplinadas por el arte y por la ciencia, y, además, conserva
todavía siervos bajo la denominación de asalariados?

Explicación y remedio son proporcionados. La propiedad pone


límites a los terrenos explotables y el hombre actúa como el primer
enemigo del hombre. De aquí que las necesidades sociales den ori-
gen a "otra ley sobre el trabajo": la de que el trabajador necesita
aumentar "sus fuerzas equivalentes" para defenderse.i.ka economía,
para sancionar la injusticia, "ha inventado un fondo imaginario de

58 Op. cit., p. 216.


59 La argumentación revela positivismo. El estudio integral del pensamiento
de Ramírez puede servir para aclarar el papel del positivismo en México. Debe te-
nerse presente que esta corriente, antes del advenimiento de Napoleón 111, declaraba,
a través de su creador, la "afinidad entre la filosofía positiva y los proletarios", que
a partir de entonces se dirige a los jefes conservadores (GEORGES GURVITCH: Capi.
lujo de Ja bistori« de la Sociologls: Comte, Marx y Spenee«, Galatea, Nueva Misión,
Buenos Aires, 1959, p. 61). Para Gurvitch, en la síntesis comtiana de orden y pro-
greso, se ve un esfuerzo por reconciliar "a los escritores contrarrevolucionarios" "con
los escritores de la revolución", dando por resultado que sea "el orden el que domina
al progreso, y la contrarrevolución a la revolución" ropo eit., p. 3). No obstante
ello, el positivismo en algunos países jugó a favor del progreso en sentido social.
En México no ocurrió, porque las circunstancias que mediaron en su recepción indu-
cían a que al orden -la paz- se sacrificara el progreso, y la revoluci6n -<ontenido
histórico del liberalismo-- a la contrarrevoluci&: la oligarqUÍa tuxtepecana y sus
agregados. RAMÍREZ, por lo demás, en un texto de 1867, se refiere a la esterilidad
de una "metafísica matemática, como la de Augusto Comte" ropo eis., Tomo 1,
p. 359).
666 JESÚS REYES HEROLES

salarios". Si hubiese este fondo, el trabajador tendría asegurada


la subsistencia familiar: "¿Por qué, en fin, el trabajador por anto-
nomasia, en cada empresa, es el único que jamás recibe las ganancias
que le corresponden, ni aún en las minas en bonanza?" El arancel
-tengamos en cuenta que Ramírez es apasionadamente librecambis-
ta-, a través de la tasa protectora, "acaba por recoger los prove-
chos del trabajador en provecho del capitalista".
Para resolver los problemas, examina los efectos de los sala-
rios en el campo de la oferta y la demanda y la ley de bronce es
claramente expuesta:

Es para nosotros incuestionable que la ley no puede fijar la ofer-


ta ni la demanda; pero no es menos claro que la libertad individual
y la social pueden convertir la demanda y la oferta en un provecho
determinado y seguro. ¿Qué hace el capitalista para aprovechar igual-
mente la oferta y la demanda? Concentrar sus esfuerzos y dominarlos.
Baja los salarios sacrificando la humanidad a su propio provecho. ¿Esca-
sean los trabajadores? Aumenta entonces los salarios, pero también los
precios de los efectos. Y en ambas situaciones, fecundo en recursos,
ya paga con vales en lugar de dinero, ya descuenta un fondo de hipó-
crita beneficencia para multar indirectamente al operario descontento,
ya hace anticipaciones con su disimulada perfidia, ya falsifica los
productos y ya los hace circular por medio del contrabando. j Por eso es
que para el trabajador tan malo es el estado mercantil de oferta como
el de demanda! Pero su ruina es completa cuando la concurrencia de
trabajadores envilece el salario.

Por ello, "la primera necesidad del trabajador es dominar la


oferta del trabajo"; pero:

Esta empresa no puede ser acometida por una persona aislada:


la salvación de los trabajadores está en su concierto: de aquí provienen
las huelgas, las asociaciones de socorros mutuos, y, como más efica-
ces las alianzas internacionales, para que el capitalista no ocurra a la in-
vasión del proletario extranjero. Cuando la ley no puede y cuando el
capitalista no quiere salvar a los trabajadores, éstos, y sólo éstos deben
proveerse de las tablas necesarias para sus frecuentes naufragios.

La "escuela oficial de los economistas" sólo explica "la enfer-


medad de la oferta; y procura encubrir su gravedad". Sólo presenta
paliativos insignificantes y ridículos: "¿No parece que están vendí-
LIBERALISMO SOCIAL 667

dos al capitalista, cuando en lo único en que aparecen de acuerdo


es en combatir las asociaciones salvadoras de los interesados?" Los
economistas se refugian en Malthus:
Los economistas se consuelan de la miseria que aflige a los tra-
bajadores, considerando que ese mal les sirve a éstos de obstáculo para
multiplicarse, y a su prole maldita, de facilidad para morirse. ¡Así
es como los sabios no resuelven la primera de las cuestiones sociales,
sino por medio del infanticidio lw

Para 1875 ve a la asociación profesional en oposición a la ad-


ministración pública: "El desarrollo de la asociación es espontáneo;
la forma administrativa es caprichosa". Y agrega: "La asociación
exige la igualdad; la administración se conserva por la jerarquía".
Las teorías, leyes e instituciones relativas a la administración pú-
blica sólo sirven para "alucinar a los parias con poesía". El Estado
y la ley oprimen a los pobres con los capitalistas; condenan a la des-
igualdad y no garantizan empleo al trabajador:
Es una cosa singular; monarcas, asambleas, gobernadores, pre-
fectos, ayuntamientos, han inventado mil necesidades tan costosas
como inútiles; y todos las han satisfecho; mientras tanto; ellos todos,
se han declarado impotentes para proporcionar trabajo, el empleo
de ese capital natural, a la mayor parte de sus representados; más
escandalosa ha sido su ineptitud o su mala voluntad, pues lejos de
asegurar a los asociados un cambio de valores tomando por base los
productos personales, proclaman la aristocracia del capital monetario
y subyugan la luz de la inteligencia y el sudor de la frente laboriosa
a una desigualdad entera e injustamente ficticia.

Este es el sistema que oprime al trabajador, coadyuvando con


el capitalista y:

I Partiendo de ese sistema, cuando se encuentran dos valores de


I Igual clase sobre los platillos de la balanza económico-política, el capital
y el trabajo, la ley aumenta todo su peso sobre el capital, y el productor
de la riqueza apenas es considerado como un inútil proletario.

I La economía monetaria es instrumento del sistema: "La amo-


nedación y toda sus consecuencias, producen el salario; y un hombre

I
60 Op. cit., Tomo 1, pp. 312-14.
668 JESÚS REYES HEROLES

asalariado es el esclavo de la caja, más infeliz que el antiguo siervo


de la tierra". Su antiestatismo lo lleva a ver en las asociaciones
voluntarias, así sean de intereses, el camino de salvación. El error
del socialismo consiste en aliarse con el Estado. El Estado debe ser
una asociación más, una asociación aislada:

El socialismo antiguo y moderno, han cometido el error de buscar


en una alianza con el cuerpo administrativo, su poder y su influencia;
su salvación, su progreso, se reduce a emanciparse. Exista el gobierno,
pero exista aislado; asociación, libertad, igualdad, fraternidad ven con
odio lo que se llama ley, pero nacen del contrato: ¡la lucha es entre
la .ley y el contrato !61

y antes -1867-, reconociendo que el capital "sirve de medida


a la grandeza de las naciones", considera que dicho capital necesita
movimiento y circulación. Para lo primero basta que las manos que
lo tienen lo "aventuren a continuas especulaciones". La circulación
exige que todas las clases sociales no se enfrenten a privilegios o
trabas. A ello hay que añadir que el incremento del capital está
ligado a su distribución:

El capital se aumenta a proporción que se reparte; por eso siempre


son pobres los pueblos donde el Gobierno y unos cuantos monopolizan
las riquezas; y por eso hasta hoy ha sido irrealizable el comunismo, que
en último resultado a todos empobrece.

Demuestra que la revolución histórica de México ha favorecido


con sus leyes y sus actos al capital y ve éste hostil:

La última razón de importancia que se da para el descontento


de los capitalistas, es la mala voluntad con que miran nuestras insti-
tuciones: los capitalistas no son republicanos, o lo son a medias; los
capitalistas desdeñan unirse con el pueblo. 62

61 Op, cit., Tomo I1, pp. 5-9. 1868. En algunos casos, sus juicios, como antes
decíamos, pecan de ingenuos o disparatados. Por ejemplo, refiriéndose a la explota-
ción minera por el extranjero, dice: "Los mexicanos creemos que los yankees nos
compraron muy barata la California; pero tengamos el consuelo de que ellos se em-
peñen en gastar el oro de la misma California, en explotar nuestras minas: aquí nos
pagarán más de lo que nos deben: (Op. cit., Tomo 1, pp. 370-71).
62 Op. cit., Tomo JI, pp. 11-16.
LIBERALISMO SOCIAL 669

Por lo demas para Ignacio Ramírez el gran principio económico


en materia de impuestos "consiste en que la contribución no recaiga
sobre el capital y en que grave exclusivamente los productos libres
y éstos lo menos que se pueda".63 Condena severamente la usura y
encuentra que es vano proclamar la libertad y la soberanía de los
individuos en tanto las instituciones políticas tengan un derecho
penal que "se funda en la esclavitud del culpablé'?" y un dere-
cho civil que supone la tutela de autoridad para sancionar las obli-
gaciones derivadas de cualquier compromiso. Afirma que la inven-
ción de las garantías "a lo primero que se ha aplicado dé\pués de
la conservación de la vida, es al trabajo". Siendo el trabajo personal,
deduce que toda propiedad "es limitada en su duración y en su
extensión". La propiedad la ve como trabajo acumulado, fuerza
acumulada, dirá. Y partiendo de esta premisa, condena el capital
im productivo:
En esta clase se comprenden los dueños de terrenos no cultivados;
los que guardan alhajas; los que amortizan metales preciosos, y muchas
veces los que transportan caudales al extranjero, no en pago de efectos
recibidos, sino para asegurarlos en mejor empleo.

Por lo consiguiente, el trabajo acumulado en manos privadas


"tanto como es benéfico es peligroso" y si bien "no se le puede
encadenar", sí es posible comprometerlo a que no se ausente y vuel-
va a la circulación o "se aventure en ella, si de' ella no ha salido".
Ocupándose de los deudores y los acreedores." se refiere al
pauperismo:
La cuestión del pauperismo y de los jornaleros, se traduce, en
parte, por la protección que los deudores y acreedores pobres deman-
dan contra los deudores y acreedores poderosos. Las víctimas no piden
sino una nivelación efectiva en los derechos.

El origen de la propiedad territorial lo ve en la Conquista, que


repartió terrenos entre soldados y sacerdotes, pero este poder econo-
mico lo liga al político. Los hacendados forman la nobleza y ellos,
al igual que quienes ejercen la autoridad, tienen un mismo origen y
son "socialmente inseparables". Por lo demás, las condiciones del
campo, la explotación de los jornaleros, la situa:::ión feudal, las capta

63 op. eh., p. 17.


M Op. cit., pp. 49-53. Asosto de 1871.
1>5 Op. eis., pp. 57.63. Septiembre de 1871.
670 JESÚS REYES HEROLES

en todo su rigor: "Los dueños de las tierras son los dueños tam-
bién de los cultivadores; sólo hay señores y esclavos", Aboga por la
supresión de los privilegios, pues dice que el método contra deudo-
res y acreedores privilegiados no es acabar con su negocio, sino
sencillamente con su privilegio. Y refiriéndose a los jornaleros, pos-
tula: "Contra los hacendados y los industriales, prohibir el pago en
trabajo forzado, y derogar en tiempo de paz las Penas severas por
faltas de pura disciplina". Como remedio general contra todos los
abusos, "el derecho de asociación, para que los desvalidos se com-
prometan a poner un precio a su trabajo y a proporcionarse mutuos
socorros".
Argumentando en contra de los proteccionistas, que ven en la
propiedad un medio de fomentar la ocupación, expone la libertad
del trabajo y examina el derecho al trabajo: "El derecho al trabajo
no podía realizarse sino por medio del comunismo; y el actual con-
greso no puede decretar esa revolución social, ni la nación hasta
ahora lo desea". Por 10 demás, agrega que "el derecho al trabajo,
aun en una sociedad comunista, no tiene razón de ser, porque en el
comunismo, el trabajo es una obligación y no un derecho"."
En un importante ensayo de 1875 precisa sus ideas sobre el
trabajo. Dice que si, bien desde un punto de vista teórico, la natu-
raleza, las fuerzas dirigidas por el mundo, el trabajo humano y la
legislación que protege la propiedad, forman los valores "que son
necesarios para la subsistencia del hombre", valores que miden el
bienestar y progreso de los distintos grupos de hombres que habitan
en el mundo y que, por consiguiente, desde este punto de vista no
cabe duda que la felicidad de una nación es el producto del trabajo
natural al que se agrega el trabajo de los hombres; hay que hacer
ciertos distingos cuando se abordan los problemas en concreto. Si
el criterio teórico anterior fuese exacto, los pueblos serían felices
"con sólo dar continua ocupación a todos sus habitantes". Pero no
basta dar ocupación. El enriquecimiento individual no es exclusivo
fruto del trabajo propio:
Ningún particular se enriquece con su propio trabajo: el trabajo
personal puede asegurar la subsistencia de una familia; pero sólo el
trabajo ajeno produce la riqueza.

Hay dos tipos de hombres: los que viven de su trabajo Personal


y "los que viven y gozan del trabajo acumulado". Encuentra que así

66 op. cit., p. 90. Carta al Sr. D. Guillermo Prieto, octubre 14 de 1875.


LIBERALISMO SOCIAL 671

aumenten O disminuyan los capitalistas, "los operarios tendrán siem-


pre la desgracia de una mal disimulada esclavitud, de la facilidad
con que bajarán sus salarios, y de la incertidumbre en sus colocacio-
nes". Frente a tantos males, se refugia en la ortodoxia: en el libre-
cambio, alas operarios les queda la esperanza de ser capitalistas."
Devoto de la colonización, explica por qué los inmigrantes de-
sertan del campo:
Los dueños de haciendas, atropellando nuestras instituciones,
servan en dura tutela a sus dependientes y los explotan de mil maneras;
este abuso puede conservarse por la costumbre; pero cuando vienen
operarios de otros lugares donde, y en su tránsito, han podido gozar
de independencia; y cuando ellos ven que en otros oficios pueden
satisfacer sus necesidades, entre la suerte de nuestros gañanes indí-
genas y la del extranjero, siempre bien recibido y pocas veces mal co-
locado, no pueden vacilar y desertan rápidamente de los campos donde
se les esclaviza.M

En teoría, encuentra "que la Constitución mexicana funda to-


da~ nuestras relaciones sociales en un verdadero sistema de principios
económicos". Estos principios esencialmente fueron expuestos por
Smith en "su evangelio". Desgraciadamente, es difícil que gober-
nantes y legisladores atiendan los principios de la ciencia económica.
Por tal razón, se requiere "un curso de Economía Política aplicada
a nuestro Derecho Constitucional"."
En educación," insiste en sus tempranas ideas expuestas en el
Don Simplicio. A los operarios debe formárseles como aprendices y
oficiales y darles la posibilidad de subir a maestros y directores, pues
"la abyección de la clase pobre consiste en esas barreras que por
todas partes se le oponen para descubrir campos más feraces en el
estrecho territorio por donde circula el astro de la fortuna". Y: "El
Gobierno debe mantener al alumno de la clase indigente", pues toca
a los Estados remediar la miseria del hijo del agricultor indígena,
del hijo del artesano.
Reconoce la importancia de la Internacional de París, a la cual
saluda en una serie de artículos que publica en agosto de 1871. 71

67 Op, cis., pp. 113-16. Noviembre de 1875.


M Op, cit., p. 150. Octubre de 1867.
69 Op, cis., pp. 159-63. Octubre de 1874.
70 os. cis., pp. 173-77. Octubre de 1867.
71 op. tis., pp. 213-52. Agosto de 1811.
672 JESÚS REYES HEROLES

Asienta que "el credo revolucionario de la Internacional, tiene como


dogma primitivo la preferencia en derechos, del trabajador, jorna-
lero y asalariado, sobre el capitalista". Sobre esta base, examina las
pretensiones de las partes opuestas. El capital, dice, es el conjunto
de valores que el hombre tiene "para especular con ellos". Pero:
"El capitalista ha comenzado, en todas partes, por la explotación
del hombre y conserva inevitablemente la misma tendencia". A esto
obedece que el capitalista haya pensado "en reducir al trabajador a
la clase de animal doméstico o de obediente y poco costoso instru-
mento". Esto lo ha conseguido por la guerra, la conquista, la escla-
vitud. Y: "Proletario, obrero, asalariado, son para la historia sinó-
nimos de esclavos. La propiedad y el capital se confunden en un
mismo derecho divino".
En la historia, tarde o temprano "los esclavos, obreros, prole-
tarios, jornaleros, asalariados, se insurreccionan; y proclamando la
igualdad, se imaginan que, suprimiendo al capitalista, alcanzarán
por medio del comunismo todos los beneficios sociales de la indus-
tria, de la agricultura y del comercio". Pero los intereses opuestos y
el que los comunistas nunca hayan acertado a organizarse ni a po-
nerse de acuerdo en sus maniobras, ha orillado a los comunistas a
capitular ante sus contrarios. El mundo moderno "se caracteriza por
el derecho que tiene el capitalista de apropiarse todas las ganancias
libres no concediendo al operario sino una recompensa, proporcio-
nada menos al trabajo que a la necesidad de ocupar una máquina
humana". El trabajador sólo tiene el derecho de buscar amo para
lograr su mezquina subsistencia; pero: "La lucha entre el trabajador
y el capitalista prosigue como antes, con mejores elementos para las
clases desvalidas, porque la ilustración y la libertad han acabado
por declararse neutrales." El progreso político, la ilustración, la
democracia, a través de la soberanía del pueblo, hacen que no pueda
sostenerse el derecho divino del propietario y del capitalista. Carac-
teriza la afirmación de Proudhon, de que la propiedad es un robo,
como un obvio sofisma, pero la solución que Rarnírez postula es bien
modesta: "Los trabajadores no se indignan contra el capitalista por
lo que gana y puede, sino porque no divide con ellos su poder y sus
goces." Los conflictos entre trabajadores y capitalistas, constituyen,
acaso, el principal problema de la economía política. Y desgraciada-
mente las escuelas económicas se han dividido, habiendo doctrina·
rios de los capitalistas y doctrinarios de los trabajadores, cayéndose,
así, en soluciones periódicas fundadas exclusivamente en la fuerza.
LmERALISMO SOOAL 673

Para El Nigromante, los conflictos entre capital y trabajo son


inevitables, pero hay caminos para resolverlos y: "Dos son los
principales: la asociación de los operarios y la multiplicación de
los centros mercantiles". El ejemplo lo halla en los Estados Unidos
y en otras naciones adelantadas, donde el trabajador puede moverse
con libertad, donde existen mercados para los productos y donde
hay igualdad de oportunidades. En estos países:
...el jornalero puede estar convencido de que el capitalista lo
roba y sin embargo, ver con desprecio esa pérdida, porque él mismo
muchas veces ha sido y muchas será capitalista.

Por consiguiente: "Tendríamos la incógnita despejada si en


muchas ciudades populosas no se viesen eternamente condenados los
operarios al proletariado y a la miseria, al hambre y al crimen".
La cuestión social es evidente y sólo los ignorantes pretenden
"con un fallo declamatorio terminar la cuestión iniciada en París
y declarar a la Internacional monstruosamente criminal y digna de
extraordinarios castigos". Todos los partidos, a la larga, o a la corta,
tendrán que defender a los trabajadores. Por lo demás, El Nigro-
mante da su solución: la mediación o arreglo equitativo, sin inter-
vención de la autoridad, entre capital y trabajo; la reglamentación
de la propiedad:
Ya lo he dicho y lo repito: estoy por la propiedad reglamentada
por el derecho civil; desconozco la propiedad de derecho divinot..tengo
aversión a los sistemas comunistas que degradan la dignidad humana;
deseo un arreglo equitativo entre el capital y el trabajo, un arreglo en
que no intervenga directamente la autoridad; deploro las consecuencias
de ese antagonismo, y no comprendo cómo las preocupaciones- politi-
cas y religiosas se atreven a intervenir en los más graves negocios
que agitan a la humanidad y desvelan a la ciencia.

Ramírez avizora un futuro derecho del trabajo. La economía


política ha convertido en base social "la propiedad, el capital, la
riqueza" y:

•..aterrada por las consecuencias de esa proposici6n absoluta, y


no pudiendo cerrar los ojos a la luz de algunas observaciones felices
de los comunistas, ha explicado su principio, declarando, que la pro-
piedad más sagrada, que el primero de los capitales, que la riqueza
positiva de una naci6n, es el trabajo.
674 JESÚS REYES HEROLES

Por este procedimiento "los economistas comienzan a reconocer


la preferencia de los derechos del obrero". La conciencia, al igual
que la religión, la poesía, la filosofía, "tiende ya una mano protec-
tora al operario y subalterna todas fas teorías a la cuestión del tra-
bajo; el hombre podrá servir como máquina, pero no es máquina, y
si lo es, también es una máquina con derechos". La solución, em-
pero, es armonizar y equilibrar intereses: "Ya no se trata de sacrifi-
car a nadie, ni al rico ni al pobre, sino de ponerlos de acuerdo."
Refiriéndose a México, encuentra que su miseria proviene de
la falta de negocios más que de la falta de capital. Es decir, de la
existencia de capitales improductivos. Mide, además, los efectos
de la interdependencia económica y asienta: "Las grandes calarui-
dades para los pobres, digámoslo de una vez y sin miedo, provienen
de las relaciones extranjeras".
La solución: un liberalismo social. La sociedad tiene obligacio-
nes frente a los desvalidos:

La sociedad no puede dar a todos sus miembros la igualdad en


los bienes positivos, pero puede garantizar la igualdad en los medios
y en los derechos para la adquisición de todo aquello que constituye
el bienestar y la riqueza: la sociedad cumple con ese que es el primero
de I>US compromisos, suprimiendo toda clase de privilegios.ts

En plena segunda mitad del siglo XIX, cuando el liberalismo


económico parece irrebatible, dentro de un gran individualismo y
gran apego al librecambio, El Nigromante está preocupado por des-
entrañar la cuestión social, el problema de los trabajadores y encuen-
tra en el examen de este problema y en su resolución la clave para
obtener una sociedad estable y hombres auténticamente libres. Pos-
tula un derecho social fundado en un equilibrio, que se obtendría
mediante la asociación profesional. Contrarrestar la fuerza de los
capitalistas mediante el agrupamiento de los trabajadores, es idea
fundamental de El Nigromante. El derecho social que él presiente
va a surgir muchos años después, y no cabe duda que sus atisbos en
materia social le dan auténtica dimensión de visionario.

"2 op. cit. p. 331. Septiembre 7 de 1871.


675

Procuradores de pobres
677

HISTORIA
DE LA

RE'OL~CION DE 1848,
POR

JUléXLCO: ~849.

IMPRENTA DE VICENTE G. TORRES,


_ el ez·con"ento del Espfritu Santo.

La confluencia de ideas
679

EL REPtTBLI4) ... NO.


Feudalismo industrial
INDICE DE GRABADOS

página
Instrucción reservada que el Conde de Revillagigedo dio a su sucesor
en el mando . 59
Constitución política del Estado de Yucatán sancionada en 31 de
marzo de 1841 . 61
Ignacio L. Vallarta . 63
Leyes de Reforma . 65
Manual compendio del Regio Patronato Indiano 139
Manifiesto que el Lic. Clemente Munguía, electo y confirmado Obis-
po de Michoadn por nuestro Smo. Padre el señor Pío IX . 141
Conversaciones del Payo y el Sacristán . 143
Recopilación de Leyes, decretos, bandos, reglamentos, circulares y
providencias de los supremos poderes de los Estados Unidos
Mexicanos 145
El Católico • 247
Comunicaciones oficiales entre el supremo gobierno del Estado de
Zacatecas 249
Carta Pastoral del Illmo. Sr. Arzobispo de México, Dr. D. Lázaro de
la Garza y Vallesteros . 251
Reflexiones sobre los Decretos Episcopales que prohiben el juramento
constitucional 253
La Tolerancia Religiosa en Armonía con el Derecho Divino y Hu-
mano 327
Lecciones de Política y Derecho Público para Instrucción del Pueblo
Mexicano 329
Disertación contra la Tolerancia Religiosa . 331
Memoria de la Primera Secretaría de Estado y del Despacho de Rela-
ciones Interiores y Exteriores . 333
De la democracia en la América del Norte por Alejo de Tocqueville 411
Exposición que contra el restablecimiento del sistema federal dirige
al Exmo. Sr. Presidente de la República la Exma. Junta Depar-
tamental de Puebla 413
681

Radicalismo ininterrumpido
página
Correo de la Federación . 415
El Siglo XIX 417
Memoria presentada al Exmo. Sr. Presidente sustituto de la República
por el C. Miguel Lerdo de Tejada . 531
Colección de artículos de El Siglo XIX . 533
Economía política, documentos en 12 cartas para la historia de la in-
dustria moderna de algodones . 535
Memoria sobre el estado de la agricultura e industria de la República
en el año de 1844 . 537
Revista Yucateca, periódico político y noticioso 619
Expediente sobre rebelión en 1848 . 621
El Siglo XIX . 623
Diccionario político o Enciclopedia del Lenguaje y Ciencia Política 625
Ponciano Arriaga 675
Historia de la Revolución de 1848 por Alfonso de Lamartine 677
El Republicano . 679
Ignacio Ramírez. 681
[

Este libro se acabó de imprimir el


día 22 de mavo de 1974 en los
talleres de LITOARTE, S. DE R. L.,
Ferrocarril de Cucrnavaca NI? 683,
México 17. D. F. Se imprimieron
S 000 ejemplares.

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PUBLICAS
FECHA DE DEVOLUCION

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