Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
LA REVOLUCIÓN ALFARISTA
Pero decepcionado de este, por ser un hombre sin principios, que jugó
tanto en el bando de los conservadores siendo uno de los principales
representantes liberales de Guayaquil, regresó a Panamá, y retornó en el 78
para combatirlo, fue apresado hasta 1879 y expulsado a Panamá.
Hasta 1897, Alfaro fue Jefe Supremo del Ecuador e hizo la revolución con
un gobierno conciliador y reformista entre la impaciencia de los radicales, la
subversión de los conservadores, la violencia del clero, y las ambiciones de los
propios alfaristas.
“ Hacia el mediodía llegaron los presos, que fueron conducidos por la ciudad hasta el panóptico.
Don José Peralta cuenta lo ocurrido.
Llegado el Gral. Alfaro a la celdilla que le habían preparado, pidió algo en qué sentarse,, aunque
fuese un cajón; y no habiendo sido atendida su petición, tendiose sobre el desnudo y polvoriento
suelo, y arrimó la cabeza contra el muslo. Enseguida, dirigiéndose a un oficial le dijo ‘quiero que
me acompañe Medardo o Páez, para que no se me calumnie después de muerto’. El ilustre
anciano creía que los verdugos se contentarían con una sola víctima, y quería un testigo que
relatase lo acontecido en los últimos momentos; que certificase que había caído como los
antiguos héroes de Grecia y Roma, envuelto en su dignidad como un brillante sudario. Pero se
había decidido sumar escarnio al crimen, y el Viejo Luchador que privado incuso de sus
pertenencias íntimas; esto lo reconoce el dirigente conservador Dr. Wilfrido Loor Moreira: “Las
prendas de Eloy Alfaro se repartieron así: el chaleco blanco y el reloj de oro fueron tomados por
Miguel Flores; el bastón de oro con su monograma, por Cevallos; el sombrero, por Francisco
Naranjo, y uno de los broches de oro de la camisa por Tobías Negrete;” el reloj y el broche fueron
vendidos en 50 y en 8 sucres respectivamente, al Director del Penal.
Y comenzó la orgía de sangre. Gonzáles Suárez que no se atrevió a intervenir, constata: El pueblo
fue instigado eficazmente con anticipación. El domingo el panóptico fue invadido no solo por la
puerta, sino por los muros laterales y los muros traseros del edificio.
El panóptico pudo haberse defendido fácilmente. Es una fortaleza, mas todo estuvo preparado
para el asalto macabro, para la fiesta orgiaca, para las ordalías de los fanáticos.
Al grito de ¡Viva la religión! Y ¡Mueran los masones¡ se celebró el satánico sacrificio. Con el
ruido se levantó Don Eloy e increpó a los soldados. El cochero del gobierno (José Cevallos) los
golpeó y luego disparó un tiro en la frente. Cayó el anciano. El Gral. Ulpiano Páez con una
pistola que había logrado ocultar en su bota, quiso vengar a Don Eloy y mató a un soldado,
defendiéndose hasta que perdió la vida. Flavio Alfaro, también luchó como pudo, agarrándose de
la baranda de hierro, pero le punzaron los dedos con puñales y lo lanzaron de lo alto al pavimento
junto al periodista Luciano Coral “para que no hables más hereje” amarrado mientras hacía
movimientos desesperados con los ojos, le cortaron la lengua y todos, Don Eloy, Medardo,
Flavio, Páez, Serrano, Coral, desnudos, robados, enrojecidos de puñaladas, unos todavía con
aliento, otros ya con el vidrio de la muerte en la mirada, fueron arrastrados con sogas, al grito de
las carajadas diabólicas, del clamor bestial del hartazgo, hasta El Ejido, donde se alzó la prisa.
Bailaron allí los caníbales, se lanzaron unos a otros los miembros apedazados, aparaban en el aire
los órganos viriles de aquellos “herejes” se disputaron huesos y carnes, lamieron la sangre de los
puñales, alzaron las voces enloquecidas, en el goce de lúbricas y primitivos ritos de carnicería.
En cuanto a la Hoguera misma, sin repugnar excesivamente a los lectores, pondremos
expondremos aquí cómo la vio Gonzáles Suárez
De los seis cadáveres formaron tres grupos, separados de algunas distancias, dos cadáveres en
cada grupo. Don Eloy Alfaro y Luciano Coral, Don Medardo Alfaro y Don Flavio Alfaro, el Gral.
Serrano y el Gral. Páez. El cadáver de Don Eloy Alfaro estaba sobre el de Coral. Como el
combustible no fue abundante, ningún cadáver estaba enteramente quemado, sino más bien,
asados o tostados, aunque los habían mojado con kerosene.
Un colombiano, Manuel de Jesús Andrade, estuvo presente. Esto es lo que vio. Un chiquillo hacía
flamear en esta improvisada, la quejada con la blanca barba del Gral. Eloy Alfaro. Espantosos los
cadáveres, literalmente cocidos a puñaladas, descuartizados órganos por órgano, chorreados los
intestinos. Gonzáles Suárez Constante que “alguien, sin duda se había compadecido de la
desnudez completa del cadáver del pobre Gral. Eloy Alfaro le había echado encima un paletó
viejo para cubrirlo. A las siete de la noche, el paletó estaba ardiendo todavía. Y a esa misma hora,
mientras bandadas de perros lamían aún la sangre de las víctimas o roían sus tostados huesos.
Cuenta Peralta que “En Quito celebró el gobierno esa horrible matanza con música”. Las bandas
militares acudieron en la noche a la Plaza de la Independencia, e insultaron la continuación
pública con las más alegres tocatas.
¡Lástima que no llueva fuego del cielo!... ¡Lástima que Dios ya no se aire! ¿O es que dormía Dios
arrullado por la orgía en que fueron victimados los seis prisioneros? ¿Fuere grata la fiesta que
tuvo por remate la incineración de los cadáveres? Dios católico, apostólico y quiteño ¿Hay algo
igual en ferocidad consciente en la historia de la humanidad?
Desgarrado, aunando bochorno y esperanza... Pareja Diezcanseco, concluye:
Es de advertir por otro lado que el Gral. Eloy Alfaro en 1874, recibió el
grado 30, y fue investido del grado 33 por el Supremo Consejo Neogranadino del
grado 33 de Cartagena el 9 de junio de 1882
CONCLUSIONES
Vivir y morir conforme a la enseñanza masónica; éste es el legado que
nos deja Alfaro, ejemplo de perseverancia incansable, humildad, profundo amor
al prójimo, pero al mismo tiempo implacable contra la injusticia social, la mentira
moral, el abuso del poder.
Libertad, Igualdad, fraternidad, operatividad en la masonería, ¡ Cuánto
debemos aprender hermanos del ejemplo del hermano Eloy ¡
Luchar, luchar y nunca desmayar, ganar y perder, caerse y levantarse,
alegrías y sufrimientos, vida y muerte, todo esto fue parte de su día a día, pero
nunca esperando lograr gloria ni reconocimiento, todo lo contrario, siempre fue
humilde pero altivo, digno orgullosamente ecuatoriano, a Alfaro le dolía la Patria,
tanto como para haber entregado su vida por el mejor fututo de ella.
Al hermano Eloy, no lo mató la chusma, ni el pueblo de Quito, lo mató el
fanatismo religioso, el ego, la ambición, la estupidez humana, que no supo
aquilatar ni comprender la profundidad de su obra revolucionaria.
Hermanos, no permitamos que la historia se repita.
SFU
Santiago Rosero
M:.M:. R:.L:.S:. Arauco #20