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Las acciones simbólicas

Los profetas, además de la palabra, emplean también gestos o acciones simbólicas para dar
mayor énfasis al mensaje que quieren transmitir. La fuerza expresiva de estas acciones atrae la
atención del oyente, provocando preguntas, y visualiza (se meten por los ojos) lo que las palabras
sólo pueden expresar con frialdad. Estas acciones simbólicas juegan un papel secundario dentro
de la literatura profética, quizás porque no estaban muy de moda en aquella época. Es difícil, por
tanto, encontrarlas en los profetas del siglo VIII, mientras que en Jeremías y Ezequiel, finales del
siglo VII y principios del VI, afloran con cierta frecuencia. Los relatos sobre acciones simbólicas
generalmente siguen el mismo esquema que, según G. Fohrer, consta de seis elementos
característicos, aunque no siempre se utilizan todos: a) la orden de ejecutar la acción siempre
procede de Dios, introducida por la fórmula del mensajero, y esta orden exige la obediencia del
profeta; b) el relato puede ser muy variado y en muchos casos la ejecución de la acción simbólica
se da por supuesta; c) la interpretación se efectúa mediante palabras que desvelan el sentido de lo

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realizado. Es un elemento esencial a la hora de evitar interpretaciones erróneas; d) los testigos


oculares se mencionan a menudo, excepto en algunos casos de Jeremías y Ezequiel. Cuando faltan
es por buenas razones, como la mudez de Ezequiel, que sólo tiene sentido para él; e) el
compromiso de Dios en ejecutar lo simbolizado; f) el nexo entre la acción simbólica y lo
simbolizado. Enumeramos a continuación algunas de las acciones simbólicas más conocidas: -
Isaías 20: Isaías camina descalzo y desnudo. - Oseas 1-3: Su matrimonio con una prostituta e hijos
bastardos; la reconciliación y acogida de la esposa adúltera. - Jeremías 13,1-11: el cinturón de lino;
19,1-2.10-11: la compra de una jarra de loza; 27,1-3.12b: un yugo puesto al cuello; 32,7-15: la
compra de un campo. - Ezequiel 4,1-3.9-11 y 5,1-2: asedio, hambre y muerte en la ciudad; 12: la
marcha al destierro; 21,23-28: las dos rutas; 24,15-24: la muerte de su esposa y prohibición de
hacer luto; 37,15-19: las dos varas. - Zacarías 6,9-15: fabricación de una corona de oro y plata.
¿Son las acciones simbólicas reales o ficción literaria? Es un tema todavía abierto al debate, pues
no se puede afirmar con rotundidad la historicidad de todas las acciones simbólicas, pero tampoco
hay motivos suficientes para dudar que los profetas no las ejecutaran realmente. G. Fohrer, un
experto en el tema, ofrece varios argumentos a favor de la historicidad: 1) el mandato divino es
tan serio que se supone que el profeta lo cumplirá; 2) el hecho de que los espectadores exijan una
interpretación al profeta de sus acciones demuestra que éstas son reales; 3) los relatos ofrecen
detalles y datos de la vida diaria: nombres, el precio que se paga por un campo, indicaciones
detalladas de lugares concretos, etc.; 4) la acción simbólica es un signo para el pueblo, y por esto
debe ser realizada; 5) muchas de estas acciones se desarrollan en circunstancias históricas donde
éstas tienen una importancia vital. ¿Están las acciones simbólicas r elacionadas con la magia?
Algunos estudiosos las consideran como los últimos vestigios de las prácticas mágicas. Siguiendo a
G. Fohrer, negamos su relación con la magia por las siguientes razones: 1) el origen de la acción
simbólica no está en el deseo del profeta ni en la voluntad de otros hombres, sino en una orden o
encargo de Dios; 2) la interpretación de dichas acciones por parte del profeta las diferencia
radicalmente de la acción mágica que carece de interpretación; 3) en la acción simbólica, el poder
divino que opera en la realidad humana garantiza la ejecución; en la magia nunca se está seguro
del resultado; 4) la magia se sirve habitualmente de un ritual muy complicado del que no tenemos
noticia en los profetas; 5) la acción mágica pretende cambiar el curso del destino, mientras que la
simbólica revela los planes de Dios, sin pretender modificarlos; sólo se busca la aceptación y el
sometimiento del hombre a ellos. Por todas estas razones, se concluye que ninguna de las
acciones simbólicas que aparecen en el texto bíblico indican la realización de un acto mágico.
Antes bien, manifiestan el abismo existente entre el profetismo y la magia, entre la voluntad
divina incondicional y el deseo humano. Los gestos proféticos representan la oposición radical a
las recetas humanas para evadirse de la gracia divina, portadora y creadora de un mundo nuevo.

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