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Investigación y opinión

Didáctica del paisaje


Ángel Liceras
Lo que es, lo que representa, Universidad de Granada

cómo se vive

Conocer y apreciar el paisaje supone un enriquecimiento personal y reporta múltiples Palabras clave: didáctica, paisaje, objetividad,
valores para quien sabe interpretarlo, sentirlo y apreciarlo. Un planteamiento didác- cultura, vivencia.
tico para su enseñanza y aprendizaje, consecuente con tales motivos, es aquél que
se desarrolla en torno a los rasgos sustanciales que lo caracterizan: realidad objetiva,
expresión patrimonial y manifestación subjetiva.

Landscape teaching: what it is, what it represents and how is experienced


Finding out about and valuing the landscape is personally enriching and offers many Keywords: didactics, landscape, objectivity,
benefits to those who know how to interpret it, feel it and appreciate it. A didactic culture, experience.
approach for teaching and learning about it should be based on its main defining
features as an objective reality, a form of heritage and a subjective experience.

El paisaje ocupa hoy en día un lugar importante tancialmente a mejorar la educación del
en muy diversos campos de conocimiento, cala hombre. El contacto con el paisaje permite
cada vez más en las preocupaciones de la sociedad educar la inteligencia y, al tiempo, la sensibi-
y es un término que forma parte de nuestro voca- lidad y la imaginación; ayuda a incrementar
bulario habitual. y afinar simultáneamente, sin disociaciones
En el ámbito social, conocer y valorar el paisa- inconvenientes, las capacidades intelectuales,
je supone para el ciudadano en general un enri- éticas y estéticas de la persona... Favorece la
quecimiento de sus representaciones y una expansión de la fantasía, el ennoblecimiento
concienciación sobre el peso de su cultura. Pero es de las emociones, la dilatación del horizonte
evidente que el paisaje sólo se abre a los ojos de intelectual, la dignidad de nuestros gustos y el
quien sabe interpretarlo, sentirlo y disfrutarlo. amor a las cosas morales.
Giner de los Ríos (1886) abundaba sobre el valor del
conocimiento del paisaje en los siguientes términos: Su estudio es posible incluirlo en cualquier
Entender el paisaje es abrirse a un mundo de nivel de enseñanza, desde las etapas iniciales de la
significados, de valores y cualidades de muy formación de los individuos, por su riqueza con-
variada índole, cuya comprensión ayuda sus- ceptual, procedimental y axiológica, su carácter

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material y objetiva, junto con su componente per-


El estudio del paisaje es posible incluirlo en ceptiva, valorativa y vivencial. La primera se cen-
cualquier nivel de enseñanza por su riqueza tra en lo que el paisaje es y contiene y la segunda
conceptual, procedimental y axiológica, su atañe a cómo es percibido, vivido y valorado. Dice
carácter de materia interdisciplinaria, su Portela (2002), y lo compartimos, que «cualquier
aplicabilidad y funcionalidad, y la posibilidad paisaje es imagen de una realidad, y la realidad no
es otra cosa que la permanente dialéctica entre
de adecuar su tratamiento didáctico
objetividad y subjetividad. Por ello puede afir-
al desarrollo progresivo de las capacidades
marse que el paisaje es algo objetivo que cada uno
cognitivas de los sujetos de nosotros ve y siente subjetivamente».
Hoy en día el paisaje puede retratarse como
de materia interdisciplinaria, su aplicabilidad y una realidad compleja en la que se mezclan natu-
funcionalidad, y la posibilidad de adecuar su tra- raleza y cultura, una fusión de materia y espíritu
tamiento didáctico al desarrollo progresivo de las en un proceso que Berque denomina trayection:
capacidades cognitivas de los sujetos y el logro de un hecho real, una entidad física del territorio, un
las competencias del currículo vinculables. espacio objetivo (el paisaje dado, lo que es); una
Ahora bien, la enseñanza y la comunicación construcción social (el paisaje construido, lo que
aplican una transmisión directa, mientras que en representa); y también un escenario, una aparien-
el caso del paisaje esa transmisión es indirecta cia, un espacio subjetivo y simbólico que nace de
y hay que saber descubrirla. Hay que enseñar y la contemplación humana como fruto de las apre-
aprender a leer los paisajes, sus hechos y sus sím- ciaciones del observador a través de sus filtros
bolos como forma de conocer sus sentidos, pro- sensoriales y culturales (el paisaje representado,
pios y otorgados, de alcanzar la información cómo se vive).
necesaria para valorarlos como expresiones del Así, con el paso del tiempo, la noción de pai-
patrimonio cultural de las sociedades que lo han saje ha ido conformando lo que algunos han deno-
vivido y lo habitan en la actualidad. minado un concepto confuso, por lo que resulta una
Ser capaces de describir los paisajes, saber quimera plantear una definición de síntesis que
qué los diferencia unos de otros, conocer su evo- posea un carácter de universalidad. No obstante,
lución y los procesos que los configuran, evaluar esbozamos la siguiente definición que aspira a
los elementos que los enriquecen o empequeñe- recoger nuestro punto de vista sobre la noción de
cen, identificar el rol que desempeñan en la vida paisaje, a integrar sus señas de identidad sustancia-
de las personas y de las colectividades, sentir el les, y a servir de guía argumental para el tratamien-
paisaje y crear una conciencia ecológica que to didáctico de tales aspectos: el paisaje es una
mueva a su protección suponen aprendizajes muy realidad espacio-temporal concreta, una expresión
estimables en la formación de toda persona».

¿El paisaje es o el paisaje se vive? Hoy en día el paisaje puede retratarse


como una realidad compleja en la que
El concepto paisaje ha variado mucho a lo largo de se mezclan naturaleza y cultura, una
la historia, decantándose dos características con- fusión de materia y espíritu
sustanciales: su dualidad como existencia real,

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formal percibida e integrada por un conjunto de


elementos, tanto visibles como invisibles, de ori- El conocimiento y comprensión de un paisaje
gen natural, biológico y antrópico, relacionados implica identificar sus elementos constitutivos
entre sí, que constituyen un conjunto en continua jerarquizarlos, clasificarlos e interpretarlos, así
evolución y transformación, al que cabe asignarle como reconocer e interpretar los procesos que
valores culturales y estéticos, y descubrir significa-
se generan en su seno y explican su evolución
dos que interesa apreciar y proteger.
Todo un arsenal de contenidos y nociones
de enorme valor y potencial formativo en torno a Unas formas y apariencias
la idea de paisaje como ciencia, cultura y senti-
miento. Y es sobre estos rasgos definitorios, como Las formas componen el espacio visible y la apa-
conformamos una propuesta didáctica para el tra- riencia es su aspecto externo. Las formas y las
tamiento educativo del tema paisaje. apariencias manifiestan la naturaleza, las funcio-
nes y los usos del paisaje, a la vez que constituyen
El paisaje objetivo los referentes perceptivos que incitan las aprecia-
ciones subjetivas y estéticas sobre el paisaje.
El paisaje se conforma en una realidad material y Se habla de fenosistema para referirse al sem-
objetiva, natural o producida por los hombres, que blante que expone el paisaje, al conjunto de sus
de alguna manera expresa la combinación de los ele- elementos percibidos por los sentidos, y de cripto-
mentos naturales y humanos (el paisaje es relieve, sistema para aludir al conjunto de elementos y
suelo, viento, clima, formaciones vegetales, edifica- procesos no visibles que completan la realidad de
ciones, infraestructuras, etcétera). La consideración los paisajes. Estos últimos componen el nivel fun-
de estos componentes físicos estructurales son los cional subyacente; no se pueden observar directa o
que se tratarían como aspectos de la ciencia. físicamente (tipos de propiedad de la tierra, renta-
bilidad de los cultivos, las demandas productivas o
Unos elementos y factores las disposiciones legales para permitir o denegar
determinadas obras o infraestructuras, determinar la
El conocimiento y comprensión de un paisaje disponibilidad y el destino del suelo, etcétera); su
implica identificar sus elementos constitutivos, existencia debe deducirse y han de ser interpreta-
que son múltiples y diversos, jerarquizarlos, clasi- dos por la abstracción y la lógica. Ese tipo de fac-
ficarlos e interpretarlos, así como reconocer e tores intervienen, condicionan y conforman, a
interpretar los procesos que se generan en su seno veces de forma decisiva, la expresión del paisaje.
y explican su evolución.
Para su mejor comprensión, en la descrip- Una o varias funciones
ción y el análisis de los elementos que forman un
paisaje conviene tratar no sólo sus características Todo paisaje alberga una o varias funciones que
más importantes, también aludir a las interrela- crean su propia estructura. Pero también se
ciones sistémicas más significativas que se origi- inserta en redes de mayores dimensiones, res-
nan entre ellos, sin perder de vista que cada uno pecto a las cuales configura su funcionalidad a
de los elementos del sistema evoluciona de acuer- múltiples niveles, de forma que las relaciones
do con un ritmo propio. externas de un paisaje pueden influir en otros

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tado de las dinámicas naturales o de las acciones


La consideración de la historia humanas. Así, el paisaje actual es el resultado
del paisaje resulta determinante acumulado de todos esos legados del pasado.
para su comprensión La consideración de la historia del paisaje
resulta determinante para su comprensión puesto
que, en un momento dado, la posible evolución
paisajes incluso desde espacios y ámbitos aleja- de un paisaje no depende sólo de sus característi-
dos (las decisiones políticas, ciertas infraestruc- cas en ese instante, también de la herencia acumu-
turas y obras públicas puntuales a escala local o lada hasta el momento.
regional, la contaminación, etcétera). Por eso, la lectura del paisaje ha de ser nece-
sariamente diacrónica, y, aunque tratáramos de
Clasificando los paisajes centrarnos en un determinado período histórico,
sólo lograríamos su verdadera comprensión a tra-
Considerando la cantidad y diversidad de elemen- vés de la ubicación de los distintos elementos en su
tos, formas, colores, dimensiones, escalas, combi- contexto espacial y temporal. En este apartado
naciones y relaciones, como pueden darse y habría que prestar atención a aspectos relaciona-
establecerse en los paisajes, es fácil entrever la exis- dos con las dinámicas y ritmos de evolución, los
tencia de una enorme pluralidad de los mismos. factores y procesos de cambio, los impactos sobre
En realidad, cada paisaje es único, no sólo desde la el paisaje y sus efectos, etcétera.
percepción individual de cada observador, sino
también desde la expresión material de un sistema El paisaje construido. El paisaje
biofísico y natural, y el producto final de un pro- como herencia cultural
ceso y una configuración histórica característica
para cada territorio. Justo por su enorme diversi- La historia del paisaje es nuestra propia his-
dad, su análisis demanda establecer cierto orden toria. (Yarham, 2011, p. 9)
que, atendiendo a características y similitudes,
permita tipificarlos y establecer clasificaciones. El paisaje es también un producto social, una
Pero no siempre es fácil adscribir los paisajes obra colectiva, un espacio cultural que traduce
con acierto y de forma rotunda a una determinada unas formas de organización social en las que el
tipología. Esa atribución debe realizarse tras abor- hombre imprime el sello de sus capacidades y
dar un análisis exhaustivo del mismo, consideran- valores. Surge así el concepto de paisaje cultural:
do con atención propiedades y características. el paisaje como proyección de una sociedad en un
territorio determinado, como un bien resultado
Cambios y dinámicas de evolución de la interacción entre la población y el medio a lo
del paisaje largo del tiempo.

«El paisaje es constitutivamente dinámico», dice El concepto de paisaje cultural se


Martínez de Pisón (2004). El paisaje es algo vivo refiere al paisaje como proyección
que cambia y evoluciona a lo largo del tiempo:
de una sociedad en un territorio
tiene una historia. La evolución de un paisaje
alude a los cambios que experimenta como resul- determinado

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Esta enorme riqueza del paisaje capaz de ser (singularidad geológica y climática, de su flora
testimonio de las actuaciones de la sociedad sobre y de su fauna), pero también de ciertas carac-
la naturaleza es a lo que Maby (2003) llama princi- terísticas culturales, históricas y paisajísticas
pio de alteridad humana del paisaje, según el cual con las que un grupo social se identifica. Los
el espectáculo que ofrecen los elementos naturales valores identitarios de los paisajes hacen refe-
y la organización humana del espacio habla de la rencia a determinados elementos de los mis-
capacidad del paisaje para remitirnos a nosotros mos con una gran carga simbólica para las
mismos. Por tanto, conocer un paisaje significa poblaciones locales que establecen relaciones
algo más que conocer una porción de territorio, de pertenencia con ellos. Lo que se quiere
conlleva también entender a los hombres, a los manifestar con expresiones como paisaje
grupos sociales, a los pueblos que lo han habitado inglés, paisaje andaluz, paisaje gallego, etcéte-
y lo habitan. «El paisaje se conoce, en verdad, ra, no es sino identificar las singularidades de
cuando se conoce el hombre que lo vive», dice un territorio con un pueblo, aunque en esa
Sancho Comins (1995), de identificación cabe el riesgo
manera que las gentes hablan Los rasgos y valores más de estereotipar tales relacio-
también de sí mismas cuando nes y ocultar la percepción
prominentes de un paisaje
hablan del paisaje. de realidades mucho más
cultural estriban en las profundas y complejas.
Paisaje y patrimonio posibilidades de reconocer Los rasgos y valores más
en él las evidencias que lo prominentes de un paisaje
Muchos paisajes se erigen conectan con las personas cultural estriban en las posi-
en patrimonios naturales que lo han forjado y de las bilidades de reconocer en él
merecedores de aprecio y las evidencias que lo conectan
que es reflejo identificativo
conservación por sus rele- con las personas que lo han for-
vantes valores desde el punto jado y de las que es reflejo
de vista estético, científico o medioambiental. identificativo. En el proceso de globalización en el
Otros paisajes albergan evidencias históricas de la que se encuentra inmerso el mundo actual, un
vida, el trabajo y las ideas de una sociedad, y aco- importante riesgo desde la perspectiva del paisaje
gen valores materiales (como obras de infraes- es, precisamente, la pérdida de las identidades
tructura, edificaciones o monumentos) así como paisajísticas locales.
valores inmateriales (de orden espiritual, ético e
intelectual, lo que incluye las tradiciones, usos y El paisaje vivido y sentido
costumbres, técnicas de trabajo, etcétera).
Estos rasgos los identifican con la noción de El paisaje es también una vivencia, una represen-
patrimonio cultural, por esa interacción admirable tación, una forma de ver y de imaginar el mundo
entre paisaje y paisanaje (Sancho Comins, 1995). capaz de suscitar sentimientos y valoraciones
estéticas y éticas. El estudio de cómo la imagen de
Paisaje e identidad esta realidad es percibida por su observador o por
las personas que forman parte de un paisaje,
Como apunta Copeta (2009), la identidad nace cómo la valoran y la disfrutan, es a lo que aquí se
en la individualidad geográfica de cada lugar alude como ingredientes del sentimiento.

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El paisaje como vivencia y sentimiento


La educación de los sentidos resulta ser
Antes incluso de ser el reposo de los sentidos, la condición fundamental para una
el paisaje es obra del espíritu. (Schama, 1999, percepción estética del mundo, pues
p. 13) cuanto más se educan éstos, más y
mejor se perciben las dimensiones
Algunos hablan del paisaje intangible para estéticas del mundo
referirse a su poder evocador de sentimientos, de
identidad colectiva, generador de sensibilidades
estéticas, sentimentales, religiosas o históricas hoy el paisaje ha muerto, y uno de los asesinos ha
(Añón, 2005). Materialidad y espiritualidad son sido la falta de gusto.
dimensiones inseparables del paisaje. La educación de los sentidos resulta ser la
Así pues, el paisaje es también un sentimien- condición fundamental para una percepción esté-
to, un punto de vista, una dimensión de la vida tica del mundo, pues cuanto más se educan éstos,
mental del ser humano. Un sentimiento que deri- más y mejor se perciben las dimensiones estéticas
va, en primer lugar, de la vivencia del paisaje, de de aquél.
la forma de relacionarse con él y de la influencia
de sus percepciones tamizadas por la sensibilidad A la ética por la estética
del observador. Como dice Milani (2007, p. 51),
«cada mirada crea un paisaje ideal en nuestro La ética del paisaje tiene como principal argumento
interior», de manera que cuando observamos un la asimétrica relación del hombre con la naturaleza.
paisaje, las virtudes, las cualidades que en él reco- Dado el enorme poder de la técnica desarrollada
nocemos y apreciamos no son atributos intrínse- por la civilización actual para la destrucción de la
cos de esa realidad sino del sujeto que la naturaleza, esa relación desigual obliga a proveer
contempla. Esa contemplación incide sobre nues- mecanismos que permitan recuperar la proporcio-
tro ánimo, invita a la trascendencia y es capaz de nalidad. La dimensión ética del paisaje está, estre-
suscitar sentimientos, sensaciones, experiencias y chamente relacionada con su gestión y
emociones más o menos profundas y diversas. conservación, con su defensa como patrimonio.
Resulta deprimente constatar cuánto ha El proceso es el siguiente: la experiencia esté-
mermado en nuestros días la consideración de esa tica del paisaje deviene en un proceso de reflexivi-
dimensión estética del paisaje, el sentido de la dad en la medida en que el observador proyecta
armonía que ha caracterizado a las sociedades tra- sobre la consideración del paisaje sus preconcep-
dicionales. Éstas producían prácticas que habi- ciones individuales y culturales, y éste, a su vez,
tualmente generaban bellos paisajes que hoy desde sus calidades estéticas, repercute en el
reconocemos como tales. Sin observador transformando
embargo, como denuncia sus actitudes, su manera de
La ética del paisaje tiene
Berque (2009), en las socie- ser, de pensar y, en conse-
dades modernas sucede lo como principal argumento cuencia, de comportarse, lo
contrario: las realizaciones la asimétrica relación del que eleva su ética. Es decir, la
habituales engendran fealdad hombre con la naturaleza consideración estética del
en los paisajes. Para muchos paisaje nos posibilita tomar

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conciencia de los valores de la naturaleza e indu-


cir una actitud de libre respeto por ella, una ética La consideración estética del paisaje nos
ecológica, «la ética de la responsabilidad» (Jonas posibilita tomar conciencia de los valores de la
1995) que ha de contener obligaciones y abarcar naturaleza e inducir una actitud de libre
principios de prácticas individuales y colectivas, y
respeto por ella, una ética ecológica
debe incumbir a la sociedad actual y a las genera-
ciones futuras en sus relaciones con la naturaleza.
vación acostumbramos a centrarnos en lo que nos
Los procedimientos didácticos llama la atención o nos interesa, y solemos descui-
dar los alrededores y el conjunto, y, sin embargo,
A partir de los anteriores motivos, el tratamiento la realidad es mucho más amplia y compleja de lo
educativo del contenido paisaje ha de orientarse que somos capaces de advertir y abarcar al primer
con la puesta en práctica de procedimientos didác- vistazo. Buscar y descubrir el carácter y la esencia
ticos adecuados que favorezcan su aprendizaje. de un paisaje exige entrenar la mirada para perci-
bir y distinguir, y hacerlo con espíritu crítico.
La observación
La lectura del paisaje
Captar la esencia de un paisaje y comprender su
funcionamiento requiere un proceso amplio de El valor de los paisajes es el valor más hondo
acciones (observación, lectura, análisis, inter- de lo geográfico. Pero para valorar esta infor-
pretación, valoración, etcétera). La percepción, mación es imprescindible leerla. Y está claro
más intuitiva, y la observación, más reflexiva, de que es preciso enseñar a hacerlo y entrar en el
los elementos y estructuras constitutivos del deseable círculo de «educar para leer y leer
paisaje son los instrumentos iniciales que usa- para educar». (Martínez de Pisón, 2004)
mos las personas para captar y revelar tal reali-
dad espacial. La lectura del paisaje se distingue de la lectu-
Aunque todos los sentidos están emplazados ra textual porque en un texto todas las palabras son
para percibir el paisaje, el sentido de la vista juega legibles, mientras que en la observación del paisaje
un papel primordial en la obtención de informa- el grado de legibilidad de los símbolos puede pre-
ciones muy reveladoras de la identidad de los pai- sentar algunas dificultades de percepción que
sajes: percibir colores y formas; distinguir líneas, supongan la deformación o la desaparición de ele-
tamaños y volúmenes, hitos relevantes y texturas; mentos. Además, en el paisaje existen formas visi-
determinar la situación, dirección, orientación, bles que esconden realidades que son invisibles y
número, dimensión, densidad, frecuencia y que condicionan su explicación. En consecuencia,
dominancia de los elementos; apreciar las distan- resulta importante considerar lo que la vista trans-
cias, etcétera (Liceras, 2003). mite sobre lo que hay, pero también es necesario
Se preconizan la observación y la contempla- inferir sobre lo que no se ve pero se manifiesta.
ción, como formas de estudiar, conocer y amar el La lectura del paisaje puede realizarse desde
paisaje. Pero éstas no resultan unas actividades su consideración como un objeto y, por tanto,
sencillas, y el observador poco avezado suele sacar describible y analizable en términos formales y
escaso provecho de la misma, porque en la obser- «realistas», lo que implica una aproximación en

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la que domine el rigor en las apreciaciones. Pero descripción, usos de escalas, comparación, inter-
también puede estudiarse como una representa- acción, deducción, inducción, inferencias, etcéte-
ción mental producto de la mirada y los filtros ra, auxiliándose con instrumentos de observación
afectivos y culturales del observador, lo que y medida, de cartografía, entre otros) para extraer
entraña una aproximación más fenomenológica la mejor información sobre el mismo.
y subjetiva. Comprenderlo, a su vez, remite a lo anterior, más
Ambas aproximaciones no son excluyentes y la tarea de adentrarse en el descubrimiento de las
se complementan. Para entender el paisaje es pre- estructuras, en la revelación de los procesos y
ciso, como advirtió Humboldt, aunar la explica- dinámicas que se activan en su configuración fun-
ción y la comprensión, simultanear la vía del cional. En su valoración, finalmente, se introduce
conocimiento apoyada en la razón y en el pensa- la consideración de los reflejos afectivos que nos
miento con la que utiliza el sentimiento y la imagi- provoca, sin olvidar proponer medidas de preven-
nación como herramientas fundamentales ción o corrección que se consideren pertinentes.
(Ortega Cantero, 2003).
Referencias bibliográficas
Análisis, interpretación AÑÓN, C.: «El paisaje intangible», en AGUILÓ,
y valoración del paisaje M. (ed.): Paisajes culturales. Madrid. Colegio
de Caminos Canales y Puertos / Cyan, 2005,
Tras la identificación y descripción de los elemen- pp. 87-92.
tos constitutivos de un paisaje, su «lectura» impli- BERQUE, A.: El pensamiento paisajero. Madrid.
ca dar sentido a toda esa información, Biblioteca Nueva, 2009.
interpretarlo. Para ello, la sola visión de un paisaje COPETA, C.: «La identidad: nueva categoría des-
no permite explicar las interrelaciones que se esta- criptiva del territorio y del paisaje», en COPE-
blecen entre sus componentes, su funcionamiento, TA, C.; LOIS, R.: Geografía, paisaje e identidad.
es preciso que el observador se interrogue y busque Madrid. Biblioteca Nueva, 2009, pp. 17-42.
también entre las cosas no evidentes para com- GINER DE LOS RÍOS, F.: «Paisaje». La
prender la presencia de las manifiestas; revelar su Ilustración Artística, núms. 219 y 220, pp. 91-
verdad oculta, su interior, su entramado sistémico. 92 y 103-104, 1986.
En suma, conocer un paisaje implica aplicar JONAS, H.: El principio de responsabilidad.
procedimientos muy diversos (percepción, orien- Ensayo de una ética para la civilización tecno-
tación, localización, clasificación, distribución, lógica. Barcelona. Herder, 1995.
LICERAS, A.: Observar e interpretar el paisaje:
Estrategias didácticas. Granada. Grupo
La lectura del paisaje puede realizarse desde
Editorial Universitario, 2003.
su consideración como un objeto, pero MABY, J.: «Modalités de constitution d’un savoir
también puede estudiarse como una scientifique sur les paisajes viticoles» [en
representación mental producto de la mirada línea], en Actes du colloque international
y los filtros afectivos y culturales del «Paysages de vignes et de vins». Fontevraud.
observador, lo que entraña una aproximación Office International de la Vigne et du Vin,
2003, pp. 273-277. <http//cort.as/443k>.
más fenomenológica y subjetiva
[Consulta: noviembre 2008]

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MARTÍNEZ DE PISÓN, E.: «Defensa del paisa- Madrid. Universidad de Alcalá de Henares,
je». Sociedad Geográfica Española, núm. 18, 1995, pp. 25-34.
2004, pp. 136-143. SCHAMA, S.: Le paysage et la mémoire. París.
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Francisco Giner de los Ríos». Boletín de la
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PORTELA, C.: «Paisaje y proyecto», en ZOIDO, Dirección de contacto
F.; VENEGAS, C.: Paisaje y ordenación del Ángel Liceras Ruiz
territorio. Sevilla. Fundación Duques de Soria / Universidad de Granada
Consejería de Obras Públicas y Transportes, aliceras@ugr.es
2002, pp. 296-302.
SANCHO, J.: «El Paisaje en que vivimos y la sín- Este artículo fue recibido por ÍBER. DIDÁCTICA DE LAS CIENCIAS
tesis geográfica», en GÓMEZ PANTOJA, J.; SOCIALES, GEOGRAFÍA E HISTORIA en diciembre de 2012 y aceptado en
RIESTRA, J.L. (eds.): Paisaje y paisanaje. abril de 2013 para su publicación.

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