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El Diablo,
una interpretación
a partir de la tradición cristiana
Ilustraciones de
1
Índice
Introducción
3.1 La libertad
3.2 El orgullo
3.3 La mentira
4. Conclusión
5. Propuesta de lectura
6. Breve bibliografía
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Introducción
«No olvidéis nunca […] que la más bonita astucia del diablo está en persuadiros de
que no existe.»1
Con estas palabras puestas en boca de un predicador que las lanza desde el púlpito,
Charles Baudelaire nos advierte con gran finura sobre el personaje que es objeto de
esta ponencia. El diablo es sutil, inteligente, astuto, hábil y engañoso. Tenemos que
conocerle en profundidad para convivir con él. Este es el objetivo de esta ponencia:
dar a conocer un poco más al Adversario. Si lo consigo me daré por satisfecho.
Como en las ponencias que presenté en otros congresos, me gustaría aportar mi gra-
no de arena sobre mi convicción de que el Tarot se desarrolló en un entorno cristiano,
tanto las imágenes que lo ilustran como el sentido interpretativo de estas imágenes. Y,
por lo tanto, el mensaje del Tarot y el mensaje cristiano no son antagónicos sino alta-
mente coincidentes y complementarios.
Pongo mis reflexiones en vuestras manos con el deseo firme de que sean una aporta-
ción a vuestra labor como tarotistas.
1. Charles BAUDELAIRE, «El jugador generoso» en Pequeños poemas en prosa, n. 29, Madrid: Cátedra
1986, pág. 104.
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1. El concepto de diablo en la tradición cristiana
El Antiguo Testamento nos presenta al diablo como un ser con malas intenciones, con
astucia, envidia y, sobretodo, que utiliza la mentira. Sin embargo en los escritos de la
Biblia no se le otorga un poder desmesurado: el diablo tiene que trabajar y esforzarse
mucho en sus opacas intenciones.
En el libro del Génesis, el primer libro de la Biblia, después del relato de la creación,
encontramos el relato mitológico del Paraíso y de la caída (Gn 3)2 que nos cuenta co-
mo Dios puso a Adán y Eva en el paraíso, el Edén, donde tenían todo lo que necesita-
ban y podían comer de todos los frutos excepto del árbol del conocimiento del bien y
del mal, y cómo la serpiente les tentó valiéndose de la astucia y la mentira.
2. Hay muchísimas versiones disponibles de la Biblia. Personalmente utilizo la Biblia de Jerusalén que, a mi modo de
entender, es una buena versión. Puede ser consultada online en el sitio web de Editorial Desclée De Brouwer entre
otros.
Puesto que esta ponencia se presenta en Colombia cabe mencionar la Biblia de Jerusalén Latinoamericana, es una
versión de la Biblia de Jerusalén en la que seguramente os sentiréis más cómodos, y también se puede consultar
online.
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seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.» Como viese la mujer que el árbol era
bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y
comió. Después dio también a su compañero, que igualmente comió. Entonces se les abrie-
ron a ambos los ojos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y, cosiendo hojas de
higuera, se hicieron unos ceñidores.
Entonces Yahvé Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todas
las bestias…» (Gn 3, 1-14)
Este es un texto narrado en forma mítica, es un relato simbólico que sitúa la experien-
cia humana en un universo que da sentido y orientación a la vida. Nos movemos en el
ámbito de lo simbólico y, por lo tanto, no caben preguntas historicistas. Es una expli-
cación a través de imágenes y símbolos que pretende dar una respuesta mediante la
cual las personas se comprendan a sí mismas y comprendan su mundo.
«Dios hizo brotar […] en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del
bien y del mal» (Gn 2,9). Comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal
nos habla de adquirir la sabiduría para tomar decisiones, para ir más allá de los ins-
tintos y poder imitar las obras de Dios, es decir, tener creatividad y autodeterminación.
Y también, comer del fruto del árbol de la vida es abrir los ojos a la múltiple dimensio-
nalidad de la vida: la alegría y el sufrimiento, la luz y la oscuridad, la salud y el dolor…,
es abrir los ojos a experimentar que la vida contiene dolor y, a su vez, desborda alegría.
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Fijémonos en cuáles son los mecanismos de funcionamiento de la serpiente, en sus
características. La serpiente se vale de la mentira para conseguir su objetivo «seréis
como dioses», su objetivo es hacernos creer que lo que propone es un bien para la
persona «se os abrirán los ojos» y seréis «conocedores del bien y del mal»; se apoya
en nuestro orgullo para hacernos ver como bueno aquello que es inalcanzable. La
serpiente usa la astucia para conseguir su objetivo: «¿Cómo os ha dicho Dios que no
comáis de ninguno de los árboles del jardín?», era necesario magnificar la prohibición
cuando solo era uno el árbol prohibido. Y también, el propio texto define a la serpiente
como «el más astuto de todos los animales».
Ya en los primeros siglos, la tradición cristiana asoció este relato mítico a la culpa co-
mo origen del mal y del pecado, hizo una interpretación moralizante. Pero creo que
tenemos que dar un paso más en la interpretación y entender que Dios mismo propo-
ne a las personas poder ir más allá de la mera prohibición y, así, tomar decisiones
libremente. Dios se arriesga a que la persona ejerza su libertad y asuma el riesgo de
hacerse adulto, de crecer, y de equivocarse. Hacerse adulto es asumir el desafío de la
libertad, de poder elegir, y también es poder caer en los propios peligros y debilidades.
En este sentido la tarea de la serpiente es ofrecer una oportunidad para ejercer la
capacidad de libre elección.
La primera vez que en la Biblia se habla del diablo como un ser personal que se carac-
teriza como el antagonista de Dios y de las personas es en el libro de Job.
Veamos pues ahora este libro del Antiguo Testamento. En el libro de Job se nos narra
la historia de este personaje cuya fe y resistencia son puestos a prueba por el diablo.
En este libro se nos presenta al Satán3 que discute con Dios sobre la fe de Job. Una
persona buena y virtuosa que confía en Dios y la suerte le sonríe. Dios permite a
Satán que despoje a Job de todo lo que posee y que le imponga grandes calamidades
3. El término el Satán quiere decir el Adversario. Esta palabra, que era un nombre común (en minúscula inicial) que
describe a un ser, pasa a convertirse en un nombre propio (en mayúscula inicial): Satán o Satanás.
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para así probar su verdadera fe… Job resiste todas las adversidades y se mantiene
fiel a Dios incluso contra los consejos de sus amigos. Finalmente es restituido a su
situación anterior y bendecido por Dios.
De entre los textos del Nuevo Testamento5 en que aparece el diablo, haré un comen-
tario sobre el relato de las tentaciones de Jesús. Este texto se encuentra en los tres
evangelios sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas. Utilizo el texto del evangelio de Lucas
(4,1-13).6
En primer lugar situemos el contexto de este episodio de la vida de Jesús. Los evan-
gelios básicamente nos narran los tres últimos años de la vida de Jesucristo, es el
tiempo de la predicación que empezó en Galilea y que culminó con su muerte y resu-
rrección, a este período se le llama: vida pública (en contraposición al período de trein-
4. Por esto la mayoría de las enfermedades descritas en el Nuevo Testamento era atribuidas al Diablo, y Jesús lucha
contra el mal en todas sus manifestaciones.
5. En el Nuevo Testamento hay muchos pasajes en que aparece el diablo: personas poseídas, tentaciones, como
origen del mal, adversario… En varios de los artículos y libros que cito en la bibliografía podéis encontrar un amplio
repertorio de citas.
6. Los textos sinópticos paralelos son: Mc 1,12-13 y Mt 4,1-11.
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ta años, desde su nacimiento hasta la vida pública, del cual no nos hablan los evange-
lios y prácticamente no tenemos conocimiento alguno). Antes de empezar la predica-
ción Jesús fue bautizado en el rio Jordán por Juan Bautista y luego se retiró durante
cuarenta7 días al desierto donde fue tentado por el diablo.
Las tentaciones que vivió Jesús en el desierto son exactamente las tentaciones a que
está sometida cualquier persona. Las tentaciones de Jesús son el paradigma de las
tentaciones a que está expuesta la humanidad entera. Todos estamos bajo esta in-
fluencia.
El pan simboliza todo lo que las personas necesitamos para vivir. Fijémonos que en la
primera tentación el diablo le propone a Jesús que convierta las piedras en «panes»,
es decir, le lanza una proposición a la opulencia como si de una necesidad básica se
tratase: no tienes porqué sufrir esta precariedad!, te mereces algo mejor! De hecho, a
las personas nunca nos parece suficiente lo que tenemos, nos cuesta mucho poner
límite a nuestras pertenencias y siempre aspiramos a tener más. La primera tentación
nos habla de buscar lo esencial, lo importante… que muchas veces no es solamente lo
físico, «no sólo de pan vive el hombre». Además de lo físico las personas poseemos
muchas otras facetas que debemos cultivar: intelectual, espiritual, familiar, creativa,
social…
7. En la Biblia la cifra 40 se refiere a un período de tiempo largo. En este caso puede hacer referencia a la estancia de
Moisés en el monte Sinaí (Ex 34,28) o al peregrinaje de 40 años del pueblo de Israel por el desierto (Nm 14,34).
8. En la tradición bíblica el desierto (espacio yermo, árido y despoblado) era visto como el lugar donde residían el
diablo y los espíritus malignos.
8
Después, el diablo transporta a Jesús a la Ciudad Santa, seguramente se refiere a
Jerusalén, le sitúa en el punto más alto del templo y le propone que se tire porqué Dios
ya enviará a sus ángeles a que lo recojan y no permitirá que sufra daño alguno. En
esta tentación el diablo quiere que Jesús exija a Dios una señal espectacular como
demostración de su poder. Si Dios es todopoderoso puede esto y mucho más, pero la
espectacularidad, los efectismos y el sensacionalismo no son la esencia de Dios, sino
todo lo contrario. Dios habita en el corazón de la persona de manera muy discreta y le
propone crecer en la bondad y el amor, y esto no tiene nada de espectacular.
Finalmente el diablo lleva a Jesús a la cima de un monte muy alto y le muestra «todos
los reinos del mundo y su gloria» proponiéndole que si le adora se los dará todos. La
historia de la humanidad y de la Iglesia está repleta de episodios de lucha por el poder
a cualquier precio… El deseo de poder es inherente a la persona y todos estamos
bajo su influencia. El poder tiene muchas facetas. El poder puede ser el afán de go-
bernar despóticamente para el enriquecimiento personal, para obtener prestigio, para
ser admirado, envidiado… pero no olvidemos que este afán no es exclusivo de unas
pocas personas que dirigen el mundo, cada uno de nosotros tenemos alguna parcela
en la que deseamos poder. El problema del poder no es que gobernar sea algo malo o
negativo, el problema es utilizar el poder para el propio beneficio olvidando su fin últi-
mo que es el bien común.
Las tentaciones de Jesús nos describen muy gráficamente la manera de actuar del
diablo, nadie escapa a sus intenciones y a su persuasión: nos hace ver como bueno
aquello que no nos conviene, nos hace ver el camino recto como equivocado, nos da a
entender como beneficioso aquello que es perjudicial… ésta es la astucia del Diablo.
En la Biblia las representaciones simbólicas del diablo son prácticamente dos: la ser-
piente que hemos visto en el relato del Paraíso en el libro del Génesis, y el dragón (la
bestia) descrito en el libro del Apocalipsis en el Nuevo Testamento9. Es en la falta de
descripciones físicas tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento donde radica
el problema posterior para fijar la representación visual del diablo.
9. Son muchos los pasajes del libro del Apocalipsis que se refieren al dragón y/o la bestia: 16, 13-16; 19,18-20; 11, 7;
13, 1;,13, 1-10; 17, 7-18; 19, 20; 13, 11-16; 13, 14-15; 15, 1-4; 20, 4-6; 13, 16-18; 19, 11-21 y 20, 2-3. En el Antiguo
Testamento, en las visiones del profeta Daniel también se describe a la bestia: 7, 1-7.
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1.3 Primeros siglos del cristianismo
Tertuliano también afirmaba que prácticamente todas las personas estaban habitadas
por el Demonio el cual tenía que ser expulsado mediante un exorcismo: órdenes da-
das al demonio en nombre de Dios. Durante los primeros siglos cualquier cristiano
podía practicar un exorcismo siguiendo el ejemplo de Jesucristo y los apóstoles; en el
siglo V esta práctica se reservó exclusivamente a sacerdotes y diáconos.
Fue Orígenes, Padre de la Iglesia (s. II-III), quien expuso por primera vez el mito de los
ángeles caídos (imagen que encontramos en el libro del Apocalipsis y en el libro de
Enoc) a causa de su orgullo por querer ser iguales que Dios. A partir de aquí la doctri-
na cristiana generalizó esta imagen de la caída de los ángeles como consecuencia de
un pecado de orgullo. Así se fue desarrollando la teoría de la especialización de cada
demonio, se imaginó un sistema de estrategia diabólica en la que se especializaba a
los demonios según los pecados capitales, hasta que en el siglo XI la Demonología de
Psellos constituye una auténtica cima de las especulaciones cristianas sobre los de-
monios y su especialización.
Los maniqueos consideraban que los demonios no eran criaturas de Dios. Para com-
batir esta idea Agustín de Hipona, en el siglo V, elaboró una doctrina muy desarrollada
sobre los demonios en la que consideraba que estos poseían un cuerpo etéreo creado
por Dios y que fueron condenados a hacer siempre el mal.
Los Padres del desierto (siglo IV-V), que eran ermitaños, describen de manera casi
obsesiva la lucha contra las tentaciones del diablo, este tema nunca dejó de estar pre-
sente en la literatura monástica medieval, tuvo una gran revitalización en los siglos XI-
XII. En esta literatura los demonios adoptan todo tipo de formas para tentar la santidad
de los ascetas ermitaños. San Antonio Abad, el iniciador del eremitismo cristiano en la
provincia romana de Tebaida (Egipto), en el relato de su vida transmitido por san
Anastasio, cuenta como vio desfilar ante sí demonios que tomaban forma de mons-
truos, bestias horribles, hermosas mujeres e incluso ángeles.
10
Las tentaciones de San Antonio Abad
Anónimo aragonés, siglo XV.
Museo de Bellas Artes de Bilbao
La doctrina oficial de la Iglesia está contenida de manera solemne en los concilios que
se han sucedido a lo largo de la historia, el Magisterio. Sobre el tema del diablo el pri-
mer concilio local que tomó posición fue el Concilio de Braga (Portugal) en el año 561
en una declaración contra los priscilianos, afirmando que el diablo fue creado por Dios.
Y ya muy posteriormente, en el año 1215, el IV Concilio de Letrán reafirmó el Concilio
de Braga diciendo que el diablo y los demonios fueron creados buenos por Dios y que
se hicieron malos por su propia culpa.10 Hay muy pocos textos oficiales de la Iglesia
(Magisterio) que hablen del diablo, esto contrasta con la profusión de la imaginería
popular, del folclore y de las artes en general: pintura, escultura, literatura… especial-
mente en la Edad Media.
En el siglo XIII la Inquisición empezó a perseguir por demoníaco todo aquello que ante-
riormente eran simples supersticiones o brujería rural a las que no se les daba mayor
importancia. Al mismo tiempo se empezó a acusar de diabólicos a los herejes y a to-
dos los que realizaban sortilegios, de manera que las personas consideradas bajo po-
sesión diabólica ya no eran objeto de ayuda y compasión como vemos en los evange-
lios11 sino que empezaron a ser objeto de persecución.
10. Posteriormente, en el Concilio de Trento (1563) y en el Concilio Vaticano II (1965) el tema del diablo no es aborda-
do directamente aunque se hacen declaraciones que se basan en la premisa de la existencia del diablo. El Concilio
Vaticano II se muestra muy reservado en sus afirmaciones sobre el diablo pero es mencionado. Por ejemplo, en la
Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium hay varias menciones en este sentido (LG 5 y 17).
11. Son numerosos los pasajes del Nuevo Testamento en que Jesús y sus apóstoles atienden y curan a personas
poseídas por el Diablo, un ejemplo en Lc 13,16.
11
A modo de ejemplo, en el proceso a los templarios en el siglo XIV se explica que un
diablo disfrazado de hombre sedujo a un templario y que habría sido el causante de
sus supuestos errores y herejías. El capítulo IV del Manual del Inquisidor (1324) de
Bernard Gui contiene un modelo de interrogatorio para «brujos, adivinos e invocadores
de demonios». Y también, en los procesos de brujería de finales de la Edad Media se
consideró que las brujas eran miembros de una secta satánica.
De la época de los Padres de la Iglesia a la baja Edad Media la Iglesia pasó de consi-
derar al diablo como una realidad que era necesario combatir con el bien, a identificar
herejes, apóstatas y brujas con el diablo, y que había que combatirlos con severidad y
sin piedad.
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2. La representación del diablo en la tradición cristiana
Hemos hecho un breve repaso sobre el concepto de diablo en la Biblia y en los prime-
ros siglos del cristianismo, nos fijaremos ahora en la representación de éste en el arte.
Una de las representaciones más antiguas del diablo la encontramos en los mosaicos
de la basílica de San Apolinar el Nuevo en Rávena (Italia) c. 520, el ángel azul en la
escena de la separación de las ovejas, juicio final, descrita en el evangelio de Mateo
(25, 31-46). Este texto es una parábola de género apocalíptico en la que se describe la
venida gloriosa de Jesucristo al final de los tiempos acompañado de sus ángeles:
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sen-
tará en su trono glorioso. Entonces serán congregadas delante de él todas las naciones, y
él irá separando a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá
las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su de-
recha: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros
desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me
disteis de beber, era forastero y me acogisteis [...]” Entonces dirá también a los de su iz-
quierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ánge-
les. Porque tuve hambre y no me disteis de comer...”» (Mt 25, 31-42)
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En los Evangelios de Rábula,12 manuscrito siríaco iluminado, año 586, conservado en
la Biblioteca Medicea Laurenziana, Florencia (Italia), en el folio 8 hay una ilustración de
una escena en la que Jesús expulsa a los demonios de los posesos. El demonio está
representado como un pequeño hombre negro con alas.
Evangelios de Rábula,
Biblioteca Medicea Laurenziana
Florencia, Italia,
folio 8, siglo VI
Junto con el mosaico de Rávena, esta es una de las representaciones del diablo más
antiguas que conocemos. Aquí, también, es representado como un ángel, con alas,
falto de luz, y tampoco tiene ninguna caracterización «diabólica».
A partir del siglo X-XI las representaciones del diablo se multiplican en gran medida y
los rasgos aterradores y de bestialidad aumentan. La representación del diablo deriva
hacia un ser deforme, horrible y grotesco, con rasgos de animales y que pretende
transmitir miedo al espectador. Por ejemplo, en los Comentarios al Apocalipsis del
Beato de Liébana de Valcavado (Valladolid) siglo X, en la ilustración correspondiente a
los cuatro jinetes del Apocalipsis (Ap 6, 1-8) el diablo es representado de color oscuro
con rostro horrible, largas garras, cabello embrollado y cuerpo deforme.
12. Se trata de un manuscrito de los evangelios que se terminó de escribir en el año 586 en un monasterio del norte de
Mesopotamia. Es uno de los manuscritos cristianos más antiguos con importantes miniaturas. Está disponible la con-
sulta online en el sitio web de la Biblioteca Medicea Laurenziana.
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En el arte románico, a partir de las representaciones simbólicas de la serpiente y el
dragón, el diablo va adoptando rasgos terribles y horrorosos pero conservando el as-
pecto humano con determinados elementos animales. A lo largo del tiempo y en
expresiones diversas, suelen permanecer algunas características animales: cuernos,
rabo, garras, orejas, pelaje... En muchas ocasiones el diablo es representado con alas
como recuerdo del episodio del ángel caído, y también es representado de color oscu-
ro indicando que tras la caída perdió su luz angélica.
13. Proviene del dios Pan de la mitología griega, mitad hombre y mitad macho cabrío.
15
del Temple no hay ninguna mención que se pueda relacionar con este ídolo.
Los rasgos descritos entre humanos y animales del diablo de la Edad Media son los
que permanecieron especialmente en la cultura popular y el folclore, y son los que han
llegado hasta nosotros por caminos diversos (entre ellos el Tarot). Por lo tanto, el ori-
gen de la representación del Diablo en el Tarot es claramente medieval en un entorno
cristiano.
14. En este sentido en la literatura, en la música, en la filmografía… encontramos títulos en que el Diablo
o Satán son descritos con gran maestría y profundidad. Un ejemplo, la leyenda de Fausto y Mefistófe-
les que ha inspirado grandes obras de la literatura (Goethe, Paul Valéry, Thomas Mann…), la ópera
homónima de Wagner, películas, música, cómics, videojuegos…
15. El filósofo existencialista Jean-Paul Sartre afirma: «El infierno son los otros». No por esto han dismi-
nuido las representaciones de la figura del diablo, solo han cambiado para ser más sutiles, con una
caracterización a menudo más psicológica y profunda.
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3. Significados de la carta el Diablo
Sin ánimo de ser exhaustivo, he elegido cuatro libros para destacar algunas caracterís-
ticas del Diablo que normalmente utilizamos en nuestras lecturas como tarotistas. Co-
mentaré algunas relacionándolas con su trasfondo cristiano. Es solo una muestra de
libros que me sirve para acotar la amplitud de la interpretación del arcano. Sin duda la
lista podría ser mucho más amplia. Anticipadamente os pido disculpas porqué segu-
ramente no está el libro que tanto os ha inspirado.
POLLACK, Raquel, Los 78 grados de sabiduría del Tarot, Barcelona: Urano 2012.
16. Estas palabras relacionadas con el Diablo las extraigo de los libros citados y son mencionadas por estos autores.
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3.1 La libertad
La libertad es la facultad que tenemos las personas para elegir llevar a cabo unas ac-
ciones determinadas entre varias posibilidades. Lo contrario a la libertad es estar so-
metido, padecer esclavitud, opresión y, también, el determinismo que defiende que las
acciones humanas están establecidas y fijadas (predeterminadas) por un conjunto de
causas ajenas a la decisión de la persona.
Desde un punto de vista cristiano la libertad es un don de Dios. En el relato del Paraí-
so en el libro del Génesis vemos como Dios pone a Adán y Eva en el Edén, les pro-
porciona todo lo que necesitan y la única condición es que no coman del árbol del co-
nocimiento del bien y del mal, es decir, Dios dota a las personas de libertad para que
elijan sus acciones, a riesgo de que se equivoquen y tomen una decisión errónea. La
libertad es un bien fundamental para la humanidad, define nuestra esencia, nuestra
manera de ser básica. Dios pone a nuestra disposición el riesgo de equivocarnos ―la
libertad― y el diablo lo utiliza para conseguir sus fines oscuros, para atraernos hacia
sus propuestas engañosas. Fijémonos como la serpiente engaña a Eva proponiéndole
que será como Dios si sigue su sugerencia de comer del árbol del bien y del mal. En el
relato de las tentaciones de Jesús ―nuestras tentaciones― también observamos la
capacidad que todos tenemos de elegir, a través de nuestra libertad, caminos equivo-
cados de poder, gloria, ostentación, enriquecimiento… y vemos como el diablo utiliza
espejismos, que aparentemente son buenos, que en realidad están vacios de conteni-
do y no nos aportan valores de crecimiento personal.
En nuestra tarea como tarotistas cuando en una tirada aparece el Diablo percibimos
que hay algún problema (a veces oculto), alguna dependencia, miedos… de los cuales
nos podemos desatar, liberar. Fijémonos que los personajes inferiores representados
en la carta están atados de manera holgada, se pueden desatar si quieren.
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ofrecido el fruto, y Eva pasa la culpa a la serpiente porqué la ha engañado (Gn 3,12-
13). Es decir, no quieren asumir su libertad y sus consecuencias (este es el pecado), y
se escudan con excusas que saben sobradamente que no son verdad.
Como tarotistas tenemos que poner en luz los caminos que el consultante quizá no
vea, tenemos que ser honestos en dar a conocer las posibilidades de que dispone,
pero es el consultante quien tiene que asumir su libertad y tomar sus propias decisio-
nes aun a riesgo de equivocarse.
El aspecto bueno del Diablo es que nos avisa de que hay un riesgo, un peligro, una
dificultad… y que tenemos que estar preparados para tomar la decisión correcta: te-
nemos que hacer uso de nuestra libertad y no escudarnos en excusas fáciles.
3.2 El orgullo
El orgullo es una característica de la personalidad que hace que uno mismo se valore
por encima de las otras personas. A veces el orgullo no es percibido como tal (es disi-
mulable) sobre todo si va relacionado con causas nobles o si se relaciona con el reco-
nocimiento de virtudes personales. El problema del orgullo no es que se nos reconoz-
can las cosas buenas que tenemos, el problema del orgullo es creerse superior a los
demás. Por esto no hay que confundir el orgullo con la autoestima, tan necesaria y
saludable.
Hemos visto como la serpiente decía a Adán y Eva que si comían del árbol del cono-
cimiento del bien y del mal serían como Dios. Éste es el orgullo inicial, querer ser co-
mo Dios, no aceptar la propia realidad y creerse superior. Este orgullo intentará con-
seguir su objetivo a cualquier precio: desobedeciendo, manipulando, sometiendo, min-
tiendo, encadenando… a otras personas o situaciones. Y no nos damos cuenta de que
estas actitudes nos alejan de la felicidad deseada y comportan sufrimiento, propio y
ajeno.
Cuando el diablo tienta a Jesús en el desierto utiliza el arma del orgullo para ponerle a
prueba: tú puedes convertir estas piedras en panes, puedes hacerlo porque eres supe-
rior a los demás; si me adoras te daré la gloria de estos reinos y todos reconocerán tu
grandeza.
Esta atadura al propio orgullo en la carta del Diablo queda reflejada, también, en los
dos seres inferiores aparentemente atados al pedestal en que está el Diablo. El orgullo
nos ciega y no nos permite darnos cuenta de nuestros propios amarres ―y cuán
19
fácilmente vemos los de los demás!― En nuestras manos está permanecer ahí o libe-
rarnos de ataduras que nos hacen sufrir y nos esclavizan.
Como tarotistas cuando aparece la carta el Diablo tenemos que ayudar a nuestro con-
sultante a descubrir las ataduras que le oprimen. En este sentido puede sernos de
gran ayuda tener en cuenta las cartas que rodean al Diablo por si nos pueden orientar
a descubrir qué tipo de ataduras o dependencias afectan a nuestro consultante. Segu-
ramente no será tarea fácil ayudar al consultante a darse cuenta de sus ataduras ya
que, en muchas ocasiones, no son percibidas como tales. Es tarea del diablo hacer
creer a la persona que determinados problemas solo los tienen los otros y que, por lo
tanto, mi ego no está sometido a este tipo de problemas (el orgullo).
A mi modo de entender ésta es una de las principales características del orgullo (y del
diablo): no ser percibido como tal.
Por otro lado tenemos que tener en cuenta y transmitir al consultante que deshacerse
de sus ataduras es posible y está en sus manos, que depende de él tomar la decisión
de liberarse del sufrimiento para avanzar y crecer como persona.
3.3 La mentira
La mentira está relacionada con el lenguaje, sobre todo con lo que decimos y como lo
decimos. Mentir es decir algo, que uno sabe que es falso, con la intención de hacer
creer a otro que es verdad. Mentir es comunicar como cierto algo que es falso17, es
decir, traicionar a la verdad.
La verdad es tan compleja y subjetiva que hemos llegado al extremo de a una mentira
llamarla posverdad. La posverdad es una distorsión que sirve para crear opinión
pública de manera que la verdad de los hechos queda subordinada a las convicciones
personales y tiene menos importancia que las propias creencias o las emociones, y así
poder generar una opinión (generalmente política) alineada a una determinada ten-
dencia. El término posverdad se acuñó en 2016 para explicar determinados compor-
tamientos colectivos. Actualmente una parte de la sociedad elije vivir en la posverdad.
17. Las ficciones, la imaginación, la ironía... no son una mentira puesto que existe un consenso, generalmente no
explicitado, en que forman parte de la retórica del lenguaje.
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La mentira, como sesgo de la verdad, es un arma utilizada por el diablo en los textos
que hemos analizado anteriormente. En el relato del Génesis la serpiente le dijo a Eva:
Dios os ha dicho que no comáis de ninguno de los árboles, o, si coméis seréis como
dioses. Estos son dos ejemplos de utilización de la mentira por el diablo.
Por otro lado, en la narración de las tentaciones de Jesús vemos como el diablo le
dice: «Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mi ha sido entrega-
da...» El diablo ofrece a Jesús algo que no es suyo y utiliza la mentira para conseguir
el objetivo perverso de desviarlo de su camino.
El diablo no solo utiliza la mentira para conseguir sus propósitos sino que también nos
propone que la utilicemos nosotros, que nos instalemos en la mentira, que forme parte
de nuestra vida para conseguir nuestros propósitos. Así, el diablo va consiguiendo su
objetivo.
Y este es, también, el sentido que puede tener la carta el Diablo. Nos habla de todo
aquello que forma parte de la mentira, de la falta de transparencia. Nos habla de la
verdad que no es dicha o que se dice parcialmente, ocultando una parte de ella. Nos
habla de lo que es oscuro que genera miedos, tensiones y vergüenza.
La mentira de la carta del Diablo es que nos ofrece un mundo ilusorio y cuando cree-
mos haber conseguido algo nos damos cuenta de que hemos caído en su trampa.
Refleja los vicios, las adicciones, los excesos… que se vuelven contra nosotros a pe-
sar de su apariencia beneficiosa. Esta dependencia puede ser física o emocional, y
nos hace perder el control de nuestra situación como si no existiese nada más allá de
los sentidos, y nos parece que somos solamente nosotros quienes tomamos las deci-
siones de nuestra vida.
El diablo nos impulsa a creer que no hay nada más allá de lo que nuestros ojos pue-
den ver, que en el universo solo existe lo que es evidente
21
4. Conclusión
El diablo precisa de nuestra libertad para llevar a cabo sus planes. Si las personas no
hubiésemos sido creadas libres por Dios, el diablo no existiría.
La verdad es que, hoy, esta imagen del Diablo en vez de atemorizarnos nos produce
una cierta sonrisa y nos enternece la intención ―un poco infantil― de querer causar-
nos miedo y atemorizarnos con una imagen humanoide que ha pervivido hasta hoy.
Incluso diría que, si nos lo miramos con buenos ojos, esta imagen del Diablo hasta nos
es simpática.
Con todo lo que hemos analizado a lo largo de esta ponencia, podemos sintetizar este
trabajo con estas tres conclusiones:
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Ilustración de M. Dolors Villadelprat
inspirada en el Juicio de las almas,
pintura sobre madera de un lateral de altar,
finales del siglo XIII.
Conservada en el Museu Episcopal de Vic, Barcelona
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5. Propuesta de lectura
Bajo el género literario de la autobiografía el autor, Yehuda Berg,18 pone en boca de Satán
su manera de comportarse, sus mecanismos… y poco a poco nos vemos reflejados en
este personaje. Descubrimos que Satán no es el nombre de un diablo con cuernos sino la
descripción de una fuerza interior opuesta que reside dentro de cada uno de nosotros, que
se manifiesta como una voz recurrente de incertidumbre y negatividad, y que esparce el
caos por todo el mundo. Satán es en realidad otro nombre para el ego.
Al comprender por un lado el modo como actúa el diablo y por otro al realizar cada uno
de nosotros nuestro trabajo espiritual, que es el propósito de nuestra vida, podemos
finalmente eliminar el caos del mundo y entonces Satán podrá “retirarse” y podremos
vivir en la paz, la alegría y la perfección que Dios destinó para nosotros.
18. Yehuda Berg es un renombrado orador, guía espiritual, experto en cábala, de Los Ángeles (EEUU). Algunos de sus
libros, El poder de la Kabbalah, Los 72 nombres de Dios, han sido grandes éxitos internacionales. Puedes leer una
entrevista que se publicó en el periódico La Vanguardia.
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5. Breve bibliografía
Cito a continuación los libros que he utilizado directamente para preparar esta ponen-
cia. En varios de estos libros o artículos disponéis de bibliografía más extensa.
ANÓNIMO, Los arcanos mayores del tarot, atribuido a Valentín TOMBERG, Barcelona:
Herder 1987.
BERG, Yehuda, Satán, una autobiografía, Los Ángeles: Kabbalah Centre Publishing
2010.
GARCÍA ROJO, Jesús, «El Diablo: una reflexión teológica», en Revista de Espiritualidad
44 (1985), pág. 187-209.
LONDOÑO, Juan Esteban, «Génesis 3: sabiduría y mito», en Perseitas 6/1 (2018), pàg.
168-182.
PEÑAS BRAVO, Ildefonso R., «El Diablo desde la psicología», en Revista de Espirituali-
dad 44 (1985), pàg. 211-237.
ZÄHRINGER, Damasus, «Los demonios» en Mysterium Salutis, Vol II, Madrid: Cristian-
dad 1977, pág. 768-785.
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