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Ponencia para el

I Congreso de Tarot Internacional


Colombia, agosto 2020

El Diablo,
una interpretación
a partir de la tradición cristiana

Carles Queralt Moncunill


carles.queralt@gmail.com

Ilustraciones de

M. Dolors Villadelprat m...

1
Índice

Introducción

1. El concepto de diablo en la tradición cristiana

1.1 Antiguo Testamento

1.2 Nuevo Testamento

1.3 Primeros siglos del cristianismo

2. La representación del diablo en la tradición cristiana

3. Significados de la carta el Diablo

3.1 La libertad

3.2 El orgullo

3.3 La mentira

4. Conclusión

5. Propuesta de lectura

6. Breve bibliografía

Ilustración de la portada de M. Dolors Villadelprat


inspirada en un manuscrito medieval.
Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron con
el Dragón. También el Dragón y sus ángeles combatieron, pero no vencieron; y no
hubo ya en el cielo lugar para ellos. El gran Dragón, la Serpiente antigua, el llama-
do diablo o Satanás, el seductor del mundo entero, fue arrojado a la tierra junto
con sus ángeles. (Ap 12,7-9)

2
Introducción

Queridos amigos tarotistas:

«No olvidéis nunca […] que la más bonita astucia del diablo está en persuadiros de
que no existe.»1

Con estas palabras puestas en boca de un predicador que las lanza desde el púlpito,
Charles Baudelaire nos advierte con gran finura sobre el personaje que es objeto de
esta ponencia. El diablo es sutil, inteligente, astuto, hábil y engañoso. Tenemos que
conocerle en profundidad para convivir con él. Este es el objetivo de esta ponencia:
dar a conocer un poco más al Adversario. Si lo consigo me daré por satisfecho.

Contrariamente a lo que es usual os propongo empezar la lectura de esta ponencia


por el final. Que empecéis por los apartados 4 y 5 (Conclusión y Propuesta de lectura),
así, conociendo de antemano las conclusiones será más ágil leer los apartados en que
tomo la Biblia i la tradición cristiana como fundamentación, y que quizá son un poco
ásperos. Empiezo esta ponencia con unos ejemplos de pasajes bíblicos que nos ilus-
tran sobre el concepto de Diablo que se ha transmitido, en mayor o menor grado, has-
ta hoy. Empezar de esta manera, lógica, provoca que la lectura pueda ser un poco
pesada. Por esto, os propongo empezar leyendo por el final y continuar por los aparta-
dos que más os apetezcan, con total libertad.

Como en las ponencias que presenté en otros congresos, me gustaría aportar mi gra-
no de arena sobre mi convicción de que el Tarot se desarrolló en un entorno cristiano,
tanto las imágenes que lo ilustran como el sentido interpretativo de estas imágenes. Y,
por lo tanto, el mensaje del Tarot y el mensaje cristiano no son antagónicos sino alta-
mente coincidentes y complementarios.

Pongo mis reflexiones en vuestras manos con el deseo firme de que sean una aporta-
ción a vuestra labor como tarotistas.

Quedo a vuestra disposición, y atento a vuestro interés y comentarios.

1. Charles BAUDELAIRE, «El jugador generoso» en Pequeños poemas en prosa, n. 29, Madrid: Cátedra
1986, pág. 104.

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1. El concepto de diablo en la tradición cristiana

Para empezar me referiré al concepto de Diablo que se desprende de los escritos


bíblicos y, también, a la visión que emana del pensamiento del cristianismo en los pri-
meros siglos.

El propósito de la Biblia es darnos a conocer a Dios, su manera de ser, su mensaje…


por esto, y para el tema que nos ocupa, es importante concretar que no es objeto de la
Biblia ofrecernos una doctrina estructurada sobre el demonio, aunque aparecen infor-
maciones breves y dispersas que nos permiten construir una idea sobre él. En la Biblia
el diablo aparece como el que está en contra de las personas, el antagonista, el que
perjudica… así lo descubrimos cuando sume a Job en la miseria, cuando tienta a Eva
a desobedecer, cuando provoca a Jesús en el desierto…

1.1 Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento nos presenta al diablo como un ser con malas intenciones, con
astucia, envidia y, sobretodo, que utiliza la mentira. Sin embargo en los escritos de la
Biblia no se le otorga un poder desmesurado: el diablo tiene que trabajar y esforzarse
mucho en sus opacas intenciones.

En el libro del Génesis, el primer libro de la Biblia, después del relato de la creación,
encontramos el relato mitológico del Paraíso y de la caída (Gn 3)2 que nos cuenta co-
mo Dios puso a Adán y Eva en el paraíso, el Edén, donde tenían todo lo que necesita-
ban y podían comer de todos los frutos excepto del árbol del conocimiento del bien y
del mal, y cómo la serpiente les tentó valiéndose de la astucia y la mentira.

Transcribo a continuación un fragmento de este relato:


La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahvé Dios había
hecho. Dijo a la mujer: «¿Cómo os ha dicho Dios que no comáis de ninguno de los árboles
del jardín?» Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del
jardín. Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él,
ni lo toquéis, so pena de muerte.» Replicó la serpiente a la mujer: «De ninguna manera mo-
riréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comáis de él se os abrirán los ojos y

2. Hay muchísimas versiones disponibles de la Biblia. Personalmente utilizo la Biblia de Jerusalén que, a mi modo de
entender, es una buena versión. Puede ser consultada online en el sitio web de Editorial Desclée De Brouwer entre
otros.
Puesto que esta ponencia se presenta en Colombia cabe mencionar la Biblia de Jerusalén Latinoamericana, es una
versión de la Biblia de Jerusalén en la que seguramente os sentiréis más cómodos, y también se puede consultar
online.

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seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.» Como viese la mujer que el árbol era
bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y
comió. Después dio también a su compañero, que igualmente comió. Entonces se les abrie-
ron a ambos los ojos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y, cosiendo hojas de
higuera, se hicieron unos ceñidores.

[…] «La serpiente me sedujo, y comí.»

Entonces Yahvé Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todas
las bestias…» (Gn 3, 1-14)

Este es un texto narrado en forma mítica, es un relato simbólico que sitúa la experien-
cia humana en un universo que da sentido y orientación a la vida. Nos movemos en el
ámbito de lo simbólico y, por lo tanto, no caben preguntas historicistas. Es una expli-
cación a través de imágenes y símbolos que pretende dar una respuesta mediante la
cual las personas se comprendan a sí mismas y comprendan su mundo.

El pecado original. Pintura mural de la ermita


de la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia), siglo
XII. Conservada en el Museo del Prado, Madrid.

«Dios hizo brotar […] en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del
bien y del mal» (Gn 2,9). Comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal
nos habla de adquirir la sabiduría para tomar decisiones, para ir más allá de los ins-
tintos y poder imitar las obras de Dios, es decir, tener creatividad y autodeterminación.
Y también, comer del fruto del árbol de la vida es abrir los ojos a la múltiple dimensio-
nalidad de la vida: la alegría y el sufrimiento, la luz y la oscuridad, la salud y el dolor…,
es abrir los ojos a experimentar que la vida contiene dolor y, a su vez, desborda alegría.

La tradición cristiana (especialmente la medieval) ha identificado la serpiente con el


diablo aunque en el texto no existe tal identificación. La serpiente simboliza algo que
hay en nosotros que nos mueve hacia lo que no nos conviene, hacia el mal, el orgullo,
lo prohibido… a esta realidad, a lo largo de la tradición, se le ha llamado «diablo».

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Fijémonos en cuáles son los mecanismos de funcionamiento de la serpiente, en sus
características. La serpiente se vale de la mentira para conseguir su objetivo «seréis
como dioses», su objetivo es hacernos creer que lo que propone es un bien para la
persona «se os abrirán los ojos» y seréis «conocedores del bien y del mal»; se apoya
en nuestro orgullo para hacernos ver como bueno aquello que es inalcanzable. La
serpiente usa la astucia para conseguir su objetivo: «¿Cómo os ha dicho Dios que no
comáis de ninguno de los árboles del jardín?», era necesario magnificar la prohibición
cuando solo era uno el árbol prohibido. Y también, el propio texto define a la serpiente
como «el más astuto de todos los animales».

Ya en los primeros siglos, la tradición cristiana asoció este relato mítico a la culpa co-
mo origen del mal y del pecado, hizo una interpretación moralizante. Pero creo que
tenemos que dar un paso más en la interpretación y entender que Dios mismo propo-
ne a las personas poder ir más allá de la mera prohibición y, así, tomar decisiones
libremente. Dios se arriesga a que la persona ejerza su libertad y asuma el riesgo de
hacerse adulto, de crecer, y de equivocarse. Hacerse adulto es asumir el desafío de la
libertad, de poder elegir, y también es poder caer en los propios peligros y debilidades.
En este sentido la tarea de la serpiente es ofrecer una oportunidad para ejercer la
capacidad de libre elección.

El relato de Génesis 3 es una reflexión profunda sobre la condición humana y más


concretamente sobre la mente humana. Cuando el ser humano cae en la tentación de
apropiarse del mundo y querer dominarlo, busca un conocimiento egocéntrico que lo
aleja del profundo sentido de su existencia y de su esencia. La sabiduría, pues, consis-
te en darse cuenta de esa condición alienada. Es por esto que «se les abrieron los
ojos» (Gn 3,7 ) a su condición limitada, de miseria, enfermedad y muerte, pero también
a su responsabilidad para llegar a la plena realización de una vida de riqueza, salud,
amor, paz, armonía...

La primera vez que en la Biblia se habla del diablo como un ser personal que se carac-
teriza como el antagonista de Dios y de las personas es en el libro de Job.

Veamos pues ahora este libro del Antiguo Testamento. En el libro de Job se nos narra
la historia de este personaje cuya fe y resistencia son puestos a prueba por el diablo.
En este libro se nos presenta al Satán3 que discute con Dios sobre la fe de Job. Una
persona buena y virtuosa que confía en Dios y la suerte le sonríe. Dios permite a
Satán que despoje a Job de todo lo que posee y que le imponga grandes calamidades

3. El término el Satán quiere decir el Adversario. Esta palabra, que era un nombre común (en minúscula inicial) que
describe a un ser, pasa a convertirse en un nombre propio (en mayúscula inicial): Satán o Satanás.

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para así probar su verdadera fe… Job resiste todas las adversidades y se mantiene
fiel a Dios incluso contra los consejos de sus amigos. Finalmente es restituido a su
situación anterior y bendecido por Dios.

En el libro de Job se nos describe un diablo con características humanas y en diálogo


con Dios y con la humanidad (el Adversario). Aquí el diablo ya no es como un espíritu
interior, como una voz interior que propone y desafía. Aquí el diablo es un ser exterior
a la persona que tiene un amplio poder dado por Dios.

En resumen, en el Antiguo Testamento el diablo nos es presentado como un ser que


tiene la capacidad de dialogar con Dios y con la humanidad, es como una voz que
intenta perjudicar al hombre y llevarlo a negar a Dios (idolatría, apostasía). No se nos
describe el origen del diablo ni cuál es su imagen. La persona, con la ayuda de Dios,
es capaz de resistir y superar la prueba que esta voz le propone. De hecho, el diablo
del Antiguo Testamento es una figura menos devastadora y menos terrorífica que el
diablo que aparece en el Nuevo Testamento, y posteriormente en la tradición cristiana.

1.2 Nuevo Testamento

Satanás en el Nuevo Testamento es un personaje cuya misión es alterar el orden de lo


bueno, es decir, a proponer e imponer el mal,4 y contra él luchan Jesucristo y sus
apóstoles. El diablo se convierte en el promotor del pecado y de la idolatría. El Nuevo
Testamento no propone una reflexión sobre los poderes del diablo, ni ofrece especula-
ciones argumentando sobre sus características y su organización; el diablo simple-
mente se admite como una realidad que existe (especialmente sus manifestaciones) y
contra la cual hay que luchar para que el bien resplandezca en la humanidad.

De entre los textos del Nuevo Testamento5 en que aparece el diablo, haré un comen-
tario sobre el relato de las tentaciones de Jesús. Este texto se encuentra en los tres
evangelios sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas. Utilizo el texto del evangelio de Lucas
(4,1-13).6

En primer lugar situemos el contexto de este episodio de la vida de Jesús. Los evan-
gelios básicamente nos narran los tres últimos años de la vida de Jesucristo, es el
tiempo de la predicación que empezó en Galilea y que culminó con su muerte y resu-
rrección, a este período se le llama: vida pública (en contraposición al período de trein-

4. Por esto la mayoría de las enfermedades descritas en el Nuevo Testamento era atribuidas al Diablo, y Jesús lucha
contra el mal en todas sus manifestaciones.
5. En el Nuevo Testamento hay muchos pasajes en que aparece el diablo: personas poseídas, tentaciones, como
origen del mal, adversario… En varios de los artículos y libros que cito en la bibliografía podéis encontrar un amplio
repertorio de citas.
6. Los textos sinópticos paralelos son: Mc 1,12-13 y Mt 4,1-11.

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ta años, desde su nacimiento hasta la vida pública, del cual no nos hablan los evange-
lios y prácticamente no tenemos conocimiento alguno). Antes de empezar la predica-
ción Jesús fue bautizado en el rio Jordán por Juan Bautista y luego se retiró durante
cuarenta7 días al desierto donde fue tentado por el diablo.

Las tentaciones que vivió Jesús en el desierto son exactamente las tentaciones a que
está sometida cualquier persona. Las tentaciones de Jesús son el paradigma de las
tentaciones a que está expuesta la humanidad entera. Todos estamos bajo esta in-
fluencia.

Durante el retiro en el desierto8 Jesús estuvo ayunando y se le acercó el diablo (el


Tentador) y le propuso: «di que estas piedras se conviertan en pan» y Jesús le res-
pondió: «No sólo de pan vive el hombre».

Jesucristo tentado por el diablo,


ilustración en el Missal de Eberhard von Greiffenklau,
Utrecht, siglo XV.

El pan simboliza todo lo que las personas necesitamos para vivir. Fijémonos que en la
primera tentación el diablo le propone a Jesús que convierta las piedras en «panes»,
es decir, le lanza una proposición a la opulencia como si de una necesidad básica se
tratase: no tienes porqué sufrir esta precariedad!, te mereces algo mejor! De hecho, a
las personas nunca nos parece suficiente lo que tenemos, nos cuesta mucho poner
límite a nuestras pertenencias y siempre aspiramos a tener más. La primera tentación
nos habla de buscar lo esencial, lo importante… que muchas veces no es solamente lo
físico, «no sólo de pan vive el hombre». Además de lo físico las personas poseemos
muchas otras facetas que debemos cultivar: intelectual, espiritual, familiar, creativa,
social…

7. En la Biblia la cifra 40 se refiere a un período de tiempo largo. En este caso puede hacer referencia a la estancia de
Moisés en el monte Sinaí (Ex 34,28) o al peregrinaje de 40 años del pueblo de Israel por el desierto (Nm 14,34).
8. En la tradición bíblica el desierto (espacio yermo, árido y despoblado) era visto como el lugar donde residían el
diablo y los espíritus malignos.

8
Después, el diablo transporta a Jesús a la Ciudad Santa, seguramente se refiere a
Jerusalén, le sitúa en el punto más alto del templo y le propone que se tire porqué Dios
ya enviará a sus ángeles a que lo recojan y no permitirá que sufra daño alguno. En
esta tentación el diablo quiere que Jesús exija a Dios una señal espectacular como
demostración de su poder. Si Dios es todopoderoso puede esto y mucho más, pero la
espectacularidad, los efectismos y el sensacionalismo no son la esencia de Dios, sino
todo lo contrario. Dios habita en el corazón de la persona de manera muy discreta y le
propone crecer en la bondad y el amor, y esto no tiene nada de espectacular.

Finalmente el diablo lleva a Jesús a la cima de un monte muy alto y le muestra «todos
los reinos del mundo y su gloria» proponiéndole que si le adora se los dará todos. La
historia de la humanidad y de la Iglesia está repleta de episodios de lucha por el poder
a cualquier precio… El deseo de poder es inherente a la persona y todos estamos
bajo su influencia. El poder tiene muchas facetas. El poder puede ser el afán de go-
bernar despóticamente para el enriquecimiento personal, para obtener prestigio, para
ser admirado, envidiado… pero no olvidemos que este afán no es exclusivo de unas
pocas personas que dirigen el mundo, cada uno de nosotros tenemos alguna parcela
en la que deseamos poder. El problema del poder no es que gobernar sea algo malo o
negativo, el problema es utilizar el poder para el propio beneficio olvidando su fin últi-
mo que es el bien común.

Las tentaciones de Jesús nos describen muy gráficamente la manera de actuar del
diablo, nadie escapa a sus intenciones y a su persuasión: nos hace ver como bueno
aquello que no nos conviene, nos hace ver el camino recto como equivocado, nos da a
entender como beneficioso aquello que es perjudicial… ésta es la astucia del Diablo.

En resumen, el Nuevo Testamento nos presenta a Satán como el adversario, el ten-


tador, el origen del mal… el cual se vale de su poder, astucia y de la mentira para
conseguir sus oscuros objetivos. En general el Diablo de los evangelios no es figurati-
vo sino que es presentado como un poder que se manifiesta de diversas maneras en
la lucha contra el bien, contra Jesucristo y su mensaje.

En la Biblia las representaciones simbólicas del diablo son prácticamente dos: la ser-
piente que hemos visto en el relato del Paraíso en el libro del Génesis, y el dragón (la
bestia) descrito en el libro del Apocalipsis en el Nuevo Testamento9. Es en la falta de
descripciones físicas tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento donde radica
el problema posterior para fijar la representación visual del diablo.

9. Son muchos los pasajes del libro del Apocalipsis que se refieren al dragón y/o la bestia: 16, 13-16; 19,18-20; 11, 7;
13, 1;,13, 1-10; 17, 7-18; 19, 20; 13, 11-16; 13, 14-15; 15, 1-4; 20, 4-6; 13, 16-18; 19, 11-21 y 20, 2-3. En el Antiguo
Testamento, en las visiones del profeta Daniel también se describe a la bestia: 7, 1-7.

9
1.3 Primeros siglos del cristianismo

En los primeros siglos del cristianismo muchos autores (apologistas y Padres de la


Iglesia) se refirieron al diablo como el ser engañoso que pretende confundir a las per-
sonas. Justino, apologista del siglo II, y Tertuliano, uno de los primeros Padres de la
Iglesia del siglo II-III, identificaron a los demonios con las divinidades paganas cuya
veneración era rechazada por los cristianos y contra las cuales tenían que luchar.
Aquello contra lo que se luchaba (dioses paganos) era demonizado o era obra del dia-
blo; era una manera de identificar y combatir al contrario.

Tertuliano también afirmaba que prácticamente todas las personas estaban habitadas
por el Demonio el cual tenía que ser expulsado mediante un exorcismo: órdenes da-
das al demonio en nombre de Dios. Durante los primeros siglos cualquier cristiano
podía practicar un exorcismo siguiendo el ejemplo de Jesucristo y los apóstoles; en el
siglo V esta práctica se reservó exclusivamente a sacerdotes y diáconos.

Fue Orígenes, Padre de la Iglesia (s. II-III), quien expuso por primera vez el mito de los
ángeles caídos (imagen que encontramos en el libro del Apocalipsis y en el libro de
Enoc) a causa de su orgullo por querer ser iguales que Dios. A partir de aquí la doctri-
na cristiana generalizó esta imagen de la caída de los ángeles como consecuencia de
un pecado de orgullo. Así se fue desarrollando la teoría de la especialización de cada
demonio, se imaginó un sistema de estrategia diabólica en la que se especializaba a
los demonios según los pecados capitales, hasta que en el siglo XI la Demonología de
Psellos constituye una auténtica cima de las especulaciones cristianas sobre los de-
monios y su especialización.

Los maniqueos consideraban que los demonios no eran criaturas de Dios. Para com-
batir esta idea Agustín de Hipona, en el siglo V, elaboró una doctrina muy desarrollada
sobre los demonios en la que consideraba que estos poseían un cuerpo etéreo creado
por Dios y que fueron condenados a hacer siempre el mal.

Los Padres del desierto (siglo IV-V), que eran ermitaños, describen de manera casi
obsesiva la lucha contra las tentaciones del diablo, este tema nunca dejó de estar pre-
sente en la literatura monástica medieval, tuvo una gran revitalización en los siglos XI-
XII. En esta literatura los demonios adoptan todo tipo de formas para tentar la santidad
de los ascetas ermitaños. San Antonio Abad, el iniciador del eremitismo cristiano en la
provincia romana de Tebaida (Egipto), en el relato de su vida transmitido por san
Anastasio, cuenta como vio desfilar ante sí demonios que tomaban forma de mons-
truos, bestias horribles, hermosas mujeres e incluso ángeles.

10
Las tentaciones de San Antonio Abad
Anónimo aragonés, siglo XV.
Museo de Bellas Artes de Bilbao

La doctrina oficial de la Iglesia está contenida de manera solemne en los concilios que
se han sucedido a lo largo de la historia, el Magisterio. Sobre el tema del diablo el pri-
mer concilio local que tomó posición fue el Concilio de Braga (Portugal) en el año 561
en una declaración contra los priscilianos, afirmando que el diablo fue creado por Dios.
Y ya muy posteriormente, en el año 1215, el IV Concilio de Letrán reafirmó el Concilio
de Braga diciendo que el diablo y los demonios fueron creados buenos por Dios y que
se hicieron malos por su propia culpa.10 Hay muy pocos textos oficiales de la Iglesia
(Magisterio) que hablen del diablo, esto contrasta con la profusión de la imaginería
popular, del folclore y de las artes en general: pintura, escultura, literatura… especial-
mente en la Edad Media.

En el siglo XIII la Inquisición empezó a perseguir por demoníaco todo aquello que ante-
riormente eran simples supersticiones o brujería rural a las que no se les daba mayor
importancia. Al mismo tiempo se empezó a acusar de diabólicos a los herejes y a to-
dos los que realizaban sortilegios, de manera que las personas consideradas bajo po-
sesión diabólica ya no eran objeto de ayuda y compasión como vemos en los evange-
lios11 sino que empezaron a ser objeto de persecución.

10. Posteriormente, en el Concilio de Trento (1563) y en el Concilio Vaticano II (1965) el tema del diablo no es aborda-
do directamente aunque se hacen declaraciones que se basan en la premisa de la existencia del diablo. El Concilio
Vaticano II se muestra muy reservado en sus afirmaciones sobre el diablo pero es mencionado. Por ejemplo, en la
Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium hay varias menciones en este sentido (LG 5 y 17).
11. Son numerosos los pasajes del Nuevo Testamento en que Jesús y sus apóstoles atienden y curan a personas
poseídas por el Diablo, un ejemplo en Lc 13,16.

11
A modo de ejemplo, en el proceso a los templarios en el siglo XIV se explica que un
diablo disfrazado de hombre sedujo a un templario y que habría sido el causante de
sus supuestos errores y herejías. El capítulo IV del Manual del Inquisidor (1324) de
Bernard Gui contiene un modelo de interrogatorio para «brujos, adivinos e invocadores
de demonios». Y también, en los procesos de brujería de finales de la Edad Media se
consideró que las brujas eran miembros de una secta satánica.

De la época de los Padres de la Iglesia a la baja Edad Media la Iglesia pasó de consi-
derar al diablo como una realidad que era necesario combatir con el bien, a identificar
herejes, apóstatas y brujas con el diablo, y que había que combatirlos con severidad y
sin piedad.

12
2. La representación del diablo en la tradición cristiana

Hemos hecho un breve repaso sobre el concepto de diablo en la Biblia y en los prime-
ros siglos del cristianismo, nos fijaremos ahora en la representación de éste en el arte.

Lo primero que descubrimos es que, en la tradición cristiana, la representación del


diablo en las artes visuales (pintura, ilustraciones, relieves, escultura…) es mucho más
tardía que en la literatura.

Una de las representaciones más antiguas del diablo la encontramos en los mosaicos
de la basílica de San Apolinar el Nuevo en Rávena (Italia) c. 520, el ángel azul en la
escena de la separación de las ovejas, juicio final, descrita en el evangelio de Mateo
(25, 31-46). Este texto es una parábola de género apocalíptico en la que se describe la
venida gloriosa de Jesucristo al final de los tiempos acompañado de sus ángeles:
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sen-
tará en su trono glorioso. Entonces serán congregadas delante de él todas las naciones, y
él irá separando a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá
las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su de-
recha: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros
desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me
disteis de beber, era forastero y me acogisteis [...]” Entonces dirá también a los de su iz-
quierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ánge-
les. Porque tuve hambre y no me disteis de comer...”» (Mt 25, 31-42)

Cristo separa las ovejas de las cabras,


mosaico de principios del siglo V.
Basílica de San Apolinar el Nuevo,
Rávena, Italia

En esta imagen el diablo es representado como un ángel al servicio del designio de


Jesús al final de los tiempos. De color azulado, sin ninguna caracterización peyorativa
o negativa, un mero ayudante ejecutor. Curiosamente es representado con una ima-
gen más relajada y resplandeciente.

13
En los Evangelios de Rábula,12 manuscrito siríaco iluminado, año 586, conservado en
la Biblioteca Medicea Laurenziana, Florencia (Italia), en el folio 8 hay una ilustración de
una escena en la que Jesús expulsa a los demonios de los posesos. El demonio está
representado como un pequeño hombre negro con alas.

Evangelios de Rábula,
Biblioteca Medicea Laurenziana
Florencia, Italia,
folio 8, siglo VI

Junto con el mosaico de Rávena, esta es una de las representaciones del diablo más
antiguas que conocemos. Aquí, también, es representado como un ángel, con alas,
falto de luz, y tampoco tiene ninguna caracterización «diabólica».

A partir del siglo X-XI las representaciones del diablo se multiplican en gran medida y
los rasgos aterradores y de bestialidad aumentan. La representación del diablo deriva
hacia un ser deforme, horrible y grotesco, con rasgos de animales y que pretende
transmitir miedo al espectador. Por ejemplo, en los Comentarios al Apocalipsis del
Beato de Liébana de Valcavado (Valladolid) siglo X, en la ilustración correspondiente a
los cuatro jinetes del Apocalipsis (Ap 6, 1-8) el diablo es representado de color oscuro
con rostro horrible, largas garras, cabello embrollado y cuerpo deforme.

Fragmento de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis,


Beato de la Universidad de Valladolid,
siglo X, folio 93

12. Se trata de un manuscrito de los evangelios que se terminó de escribir en el año 586 en un monasterio del norte de
Mesopotamia. Es uno de los manuscritos cristianos más antiguos con importantes miniaturas. Está disponible la con-
sulta online en el sitio web de la Biblioteca Medicea Laurenziana.

14
En el arte románico, a partir de las representaciones simbólicas de la serpiente y el
dragón, el diablo va adoptando rasgos terribles y horrorosos pero conservando el as-
pecto humano con determinados elementos animales. A lo largo del tiempo y en
expresiones diversas, suelen permanecer algunas características animales: cuernos,
rabo, garras, orejas, pelaje... En muchas ocasiones el diablo es representado con alas
como recuerdo del episodio del ángel caído, y también es representado de color oscu-
ro indicando que tras la caída perdió su luz angélica.

El arte medieval representó en capiteles, retablos, es-


culturas, pinturas, manuscritos… a Satán y sus legio-
nes con estas características que hemos comentado,
de tal manera que esta iconografía se va transmitiendo
y permanece viva durante siglos en el imaginario co-
lectivo sobretodo en la cultura tradicional y popular, en
el folclore, hasta nuestros días.

Estas características de humano con rasgos de anima-


les son los que el arcano XV (el Diablo) adoptó por
influencia de la iconografía cristiana medieval, espe-
cialmente el Tarot de Marsella. Observamos los cuer-
nos, las alas, las garras… es decir, la representación
de un personaje híbrido, humanoide, inquietante y que
pretende infundir miedo y terror.

El diablo representado en el Tarot Waite Smith es


una imagen de Bafomet. Como en el Tarot de Mar-
sella también es una imagen entre humana y ani-
mal. Bafomet fue considerado un ídolo pagano13
por el cristianismo que lo relacionó con el diablo y
que, por tanto, tenía que ser combatido. Se atribu-
ye a los Caballeros de la Orden del Temple el culto
a Bafomet, y su nombre apareció en las actas del
proceso contra los templarios en que fueron enjui-
ciados por herejes. De hecho, esta es una interpre-
tación romántica del final de la Orden del Temple y
poco o nada se puede probar en relación al culto a
Bafomet por parte de los templarios. En la Regla

13. Proviene del dios Pan de la mitología griega, mitad hombre y mitad macho cabrío.

15
del Temple no hay ninguna mención que se pueda relacionar con este ídolo.

Los rasgos descritos entre humanos y animales del diablo de la Edad Media son los
que permanecieron especialmente en la cultura popular y el folclore, y son los que han
llegado hasta nosotros por caminos diversos (entre ellos el Tarot). Por lo tanto, el ori-
gen de la representación del Diablo en el Tarot es claramente medieval en un entorno
cristiano.

La permanencia en la cultura popular de los rasgos medievales del diablo no impidió


que la manera de entender y de representar al diablo fuese evolucionando a lo largo
de los siglos posteriores. Así, en el arte del Renacimiento y del Barroco el diablo adop-
ta una figura cada vez más humana, prácticamente sin rasgos animales aunque más
ambigua y con poco protagonismo. Se le atribuye la caracterización del mal que aflige
a la humanidad y que tiene que ser combatido personalmente y colectivamente. Hasta
que en la edad Moderna y en la actualidad14 el diablo ha sido representado como una
persona con escasa caracterización15 y a menudo fuera de un entorno cristiano.

14. En este sentido en la literatura, en la música, en la filmografía… encontramos títulos en que el Diablo
o Satán son descritos con gran maestría y profundidad. Un ejemplo, la leyenda de Fausto y Mefistófe-
les que ha inspirado grandes obras de la literatura (Goethe, Paul Valéry, Thomas Mann…), la ópera
homónima de Wagner, películas, música, cómics, videojuegos…
15. El filósofo existencialista Jean-Paul Sartre afirma: «El infierno son los otros». No por esto han dismi-
nuido las representaciones de la figura del diablo, solo han cambiado para ser más sutiles, con una
caracterización a menudo más psicológica y profunda.

16
3. Significados de la carta el Diablo

Sin ánimo de ser exhaustivo, he elegido cuatro libros para destacar algunas caracterís-
ticas del Diablo que normalmente utilizamos en nuestras lecturas como tarotistas. Co-
mentaré algunas relacionándolas con su trasfondo cristiano. Es solo una muestra de
libros que me sirve para acotar la amplitud de la interpretación del arcano. Sin duda la
lista podría ser mucho más amplia. Anticipadamente os pido disculpas porqué segu-
ramente no está el libro que tanto os ha inspirado.

CASALS, Mariló, Apunts de Tarot, Barcelona: Sincronía 2013.

LIMA, Rita de Cássia, Tarot, un camino de autoconocimiento, Madrid: Edaf 2013.

POLLACK, Raquel, Los 78 grados de sabiduría del Tarot, Barcelona: Urano 2012.

SALAS, Emilio, El gran libro del Tarot, Teià: Redbook 2017.

Para centrar el significado de la carta el Diablo, a partir de estos libros, os propongo


esta relación de términos utilizados en las descripciones16:

dependencia ataduras yugo


miedos desorden obstáculos
excusas locura caos
riesgos engaño orgullo
opresión conflicto materialismo
ignorancia libertad demagogia
ilusorio egoísmo ofuscación
adicciones mentira obsesión
violencia tentación instinto
destrucción oscuridad depresión
obsesión, mezquindad excesos
vicios posesión esclavitud

En este apartado me fijaré en tres características que, a mi modo de entender, definen


la carta el Diablo: la libertad, el orgullo y la mentira, y veremos como estas carac-
terísticas están contenidas en el mensaje de la Biblia y concretamente en los pasajes
que he comentado anteriormente.

16. Estas palabras relacionadas con el Diablo las extraigo de los libros citados y son mencionadas por estos autores.

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3.1 La libertad

Tal y como acabamos de ver en esta lista de características, normalmente asociamos


el Diablo con aspectos negativos, maldad y vileza. En cambio, creo que es importante
empezar por una cualidad positiva y esencial que nos propone el Diablo: la libertad o
libre albedrío.

La libertad es la facultad que tenemos las personas para elegir llevar a cabo unas ac-
ciones determinadas entre varias posibilidades. Lo contrario a la libertad es estar so-
metido, padecer esclavitud, opresión y, también, el determinismo que defiende que las
acciones humanas están establecidas y fijadas (predeterminadas) por un conjunto de
causas ajenas a la decisión de la persona.

Desde un punto de vista cristiano la libertad es un don de Dios. En el relato del Paraí-
so en el libro del Génesis vemos como Dios pone a Adán y Eva en el Edén, les pro-
porciona todo lo que necesitan y la única condición es que no coman del árbol del co-
nocimiento del bien y del mal, es decir, Dios dota a las personas de libertad para que
elijan sus acciones, a riesgo de que se equivoquen y tomen una decisión errónea. La
libertad es un bien fundamental para la humanidad, define nuestra esencia, nuestra
manera de ser básica. Dios pone a nuestra disposición el riesgo de equivocarnos ―la
libertad― y el diablo lo utiliza para conseguir sus fines oscuros, para atraernos hacia
sus propuestas engañosas. Fijémonos como la serpiente engaña a Eva proponiéndole
que será como Dios si sigue su sugerencia de comer del árbol del bien y del mal. En el
relato de las tentaciones de Jesús ―nuestras tentaciones― también observamos la
capacidad que todos tenemos de elegir, a través de nuestra libertad, caminos equivo-
cados de poder, gloria, ostentación, enriquecimiento… y vemos como el diablo utiliza
espejismos, que aparentemente son buenos, que en realidad están vacios de conteni-
do y no nos aportan valores de crecimiento personal.

En nuestra tarea como tarotistas cuando en una tirada aparece el Diablo percibimos
que hay algún problema (a veces oculto), alguna dependencia, miedos… de los cuales
nos podemos desatar, liberar. Fijémonos que los personajes inferiores representados
en la carta están atados de manera holgada, se pueden desatar si quieren.

Asumir la propia libertad no es fácil. A veces preferimos delegar nuestra libertad en


otra persona o institución, de manera que la responsabilidad sea suya, es más cómo-
do y no necesito tantas reflexiones ni esforzarme en descubrir lo que más me convie-
ne. Así, es más descansado no reconocer la responsabilidad de nuestras acciones y
poder dar la culpa al otro. Cuando en el relato del Paraíso del Génesis Dios pide expli-
caciones de por qué le han desobedecido, Adán pasa la culpa a Eva porqué le ha

18
ofrecido el fruto, y Eva pasa la culpa a la serpiente porqué la ha engañado (Gn 3,12-
13). Es decir, no quieren asumir su libertad y sus consecuencias (este es el pecado), y
se escudan con excusas que saben sobradamente que no son verdad.

Como tarotistas tenemos que poner en luz los caminos que el consultante quizá no
vea, tenemos que ser honestos en dar a conocer las posibilidades de que dispone,
pero es el consultante quien tiene que asumir su libertad y tomar sus propias decisio-
nes aun a riesgo de equivocarse.

El aspecto bueno del Diablo es que nos avisa de que hay un riesgo, un peligro, una
dificultad… y que tenemos que estar preparados para tomar la decisión correcta: te-
nemos que hacer uso de nuestra libertad y no escudarnos en excusas fáciles.

Al fin y al cabo la carta el Diablo no es tan terrorífica y malvada como la imaginába-


mos: nos avisa, y nos permite reorientarnos.

3.2 El orgullo

El orgullo es una característica de la personalidad que hace que uno mismo se valore
por encima de las otras personas. A veces el orgullo no es percibido como tal (es disi-
mulable) sobre todo si va relacionado con causas nobles o si se relaciona con el reco-
nocimiento de virtudes personales. El problema del orgullo no es que se nos reconoz-
can las cosas buenas que tenemos, el problema del orgullo es creerse superior a los
demás. Por esto no hay que confundir el orgullo con la autoestima, tan necesaria y
saludable.

Hemos visto como la serpiente decía a Adán y Eva que si comían del árbol del cono-
cimiento del bien y del mal serían como Dios. Éste es el orgullo inicial, querer ser co-
mo Dios, no aceptar la propia realidad y creerse superior. Este orgullo intentará con-
seguir su objetivo a cualquier precio: desobedeciendo, manipulando, sometiendo, min-
tiendo, encadenando… a otras personas o situaciones. Y no nos damos cuenta de que
estas actitudes nos alejan de la felicidad deseada y comportan sufrimiento, propio y
ajeno.

Cuando el diablo tienta a Jesús en el desierto utiliza el arma del orgullo para ponerle a
prueba: tú puedes convertir estas piedras en panes, puedes hacerlo porque eres supe-
rior a los demás; si me adoras te daré la gloria de estos reinos y todos reconocerán tu
grandeza.

Esta atadura al propio orgullo en la carta del Diablo queda reflejada, también, en los
dos seres inferiores aparentemente atados al pedestal en que está el Diablo. El orgullo
nos ciega y no nos permite darnos cuenta de nuestros propios amarres ―y cuán

19
fácilmente vemos los de los demás!― En nuestras manos está permanecer ahí o libe-
rarnos de ataduras que nos hacen sufrir y nos esclavizan.

Como tarotistas cuando aparece la carta el Diablo tenemos que ayudar a nuestro con-
sultante a descubrir las ataduras que le oprimen. En este sentido puede sernos de
gran ayuda tener en cuenta las cartas que rodean al Diablo por si nos pueden orientar
a descubrir qué tipo de ataduras o dependencias afectan a nuestro consultante. Segu-
ramente no será tarea fácil ayudar al consultante a darse cuenta de sus ataduras ya
que, en muchas ocasiones, no son percibidas como tales. Es tarea del diablo hacer
creer a la persona que determinados problemas solo los tienen los otros y que, por lo
tanto, mi ego no está sometido a este tipo de problemas (el orgullo).

A mi modo de entender ésta es una de las principales características del orgullo (y del
diablo): no ser percibido como tal.

Por otro lado tenemos que tener en cuenta y transmitir al consultante que deshacerse
de sus ataduras es posible y está en sus manos, que depende de él tomar la decisión
de liberarse del sufrimiento para avanzar y crecer como persona.

3.3 La mentira

Todos sabemos qué es la mentira y cuando estamos traicionando a la verdad. En


nuestro interior, si queremos ser honestos con nosotros mismos, sabemos si nuestras
palabras obedecen a la verdad o la mentira. Es fácil. En cambio, cuando queremos
explicar qué es la mentira ya no es tan fácil porqué la mentira está relacionada con el
sesgo de la verdad, y explicar algo cuyo fundamento es la verdad es complejo y difícil.

La mentira está relacionada con el lenguaje, sobre todo con lo que decimos y como lo
decimos. Mentir es decir algo, que uno sabe que es falso, con la intención de hacer
creer a otro que es verdad. Mentir es comunicar como cierto algo que es falso17, es
decir, traicionar a la verdad.

La verdad es tan compleja y subjetiva que hemos llegado al extremo de a una mentira
llamarla posverdad. La posverdad es una distorsión que sirve para crear opinión
pública de manera que la verdad de los hechos queda subordinada a las convicciones
personales y tiene menos importancia que las propias creencias o las emociones, y así
poder generar una opinión (generalmente política) alineada a una determinada ten-
dencia. El término posverdad se acuñó en 2016 para explicar determinados compor-
tamientos colectivos. Actualmente una parte de la sociedad elije vivir en la posverdad.

17. Las ficciones, la imaginación, la ironía... no son una mentira puesto que existe un consenso, generalmente no
explicitado, en que forman parte de la retórica del lenguaje.

20
La mentira, como sesgo de la verdad, es un arma utilizada por el diablo en los textos
que hemos analizado anteriormente. En el relato del Génesis la serpiente le dijo a Eva:
Dios os ha dicho que no comáis de ninguno de los árboles, o, si coméis seréis como
dioses. Estos son dos ejemplos de utilización de la mentira por el diablo.

Por otro lado, en la narración de las tentaciones de Jesús vemos como el diablo le
dice: «Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mi ha sido entrega-
da...» El diablo ofrece a Jesús algo que no es suyo y utiliza la mentira para conseguir
el objetivo perverso de desviarlo de su camino.

El diablo no solo utiliza la mentira para conseguir sus propósitos sino que también nos
propone que la utilicemos nosotros, que nos instalemos en la mentira, que forme parte
de nuestra vida para conseguir nuestros propósitos. Así, el diablo va consiguiendo su
objetivo.

Y este es, también, el sentido que puede tener la carta el Diablo. Nos habla de todo
aquello que forma parte de la mentira, de la falta de transparencia. Nos habla de la
verdad que no es dicha o que se dice parcialmente, ocultando una parte de ella. Nos
habla de lo que es oscuro que genera miedos, tensiones y vergüenza.

La mentira de la carta del Diablo es que nos ofrece un mundo ilusorio y cuando cree-
mos haber conseguido algo nos damos cuenta de que hemos caído en su trampa.
Refleja los vicios, las adicciones, los excesos… que se vuelven contra nosotros a pe-
sar de su apariencia beneficiosa. Esta dependencia puede ser física o emocional, y
nos hace perder el control de nuestra situación como si no existiese nada más allá de
los sentidos, y nos parece que somos solamente nosotros quienes tomamos las deci-
siones de nuestra vida.

El diablo nos impulsa a creer que no hay nada más allá de lo que nuestros ojos pue-
den ver, que en el universo solo existe lo que es evidente

He aquí como el diablo ejerce su poder de atracción, como aposenta la mentira en la


vida de las personas.

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4. Conclusión

El diablo precisa de nuestra libertad para llevar a cabo sus planes. Si las personas no
hubiésemos sido creadas libres por Dios, el diablo no existiría.

La imagen que representa al arcano XV es una clara trasposición de la iconografía cris-


tiana medieval. Hemos visto como se va construyendo, poco a poco, la imagen de un
diablo que pretende atemorizar con sus características entre humanas y animales.
También hemos visto cómo el diablo se va relacionando con el miedo a las penas
eternas.

La verdad es que, hoy, esta imagen del Diablo en vez de atemorizarnos nos produce
una cierta sonrisa y nos enternece la intención ―un poco infantil― de querer causar-
nos miedo y atemorizarnos con una imagen humanoide que ha pervivido hasta hoy.
Incluso diría que, si nos lo miramos con buenos ojos, esta imagen del Diablo hasta nos
es simpática.

En cambio, en cuanto al significado, hemos revisado algunas particularidades del dia-


blo en la Biblia (Antiguo y Nuevos Testamento) y hemos visto que encaja con algunas
de las características de la interpretación que solemos hacer de este arcano. Contra-
riamente a lo que sucede con la iconografía, cuando profundizamos en el significado
nos invade un gran respeto porque en él vemos reflejados algunos aspectos de nues-
tra manera de ser más oscura.

Con todo lo que hemos analizado a lo largo de esta ponencia, podemos sintetizar este
trabajo con estas tres conclusiones:

1. La carta el Diablo del Tarot se forjó manifiestamente en un entorno cristiano.


2. En cuanto a la imagen es un reflejo de la iconografía cristiana medieval.
3. En cuanto al significado contiene muchos rasgos de origen bíblico.

22
Ilustración de M. Dolors Villadelprat
inspirada en el Juicio de las almas,
pintura sobre madera de un lateral de altar,
finales del siglo XIII.
Conservada en el Museu Episcopal de Vic, Barcelona

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5. Propuesta de lectura

No puedo terminar esta ponencia sin proponeros, si os apetece, la lectura de un libro


que cayó en mis manos sin buscarlo (aconsejado por un amigo) y que para mi fue una
lectura muy enriquecedora. Os lo recomiendo porque estoy seguro que también os
interesará, os abrirá nuevas perspectivas y os será de ayuda. Creo que es un libro que
complementa muy bien lo que he intentado transmitir en esta ponencia sobre el signifi-
cado del Diablo en el Tarot. Se trata de Satán, una autobiografía de Yehuda Berg.

Transcribo un fragmento del texto de la contraportada:

«Soy el adversario, y esta es mi historia. Soy esa voz que está


en tu interior y que te hace dudar incluso de mi existencia. Soy
la depresión, la ira, los celos, la preocupación, el miedo, el falso
orgullo y el comportamiento egoísta. Prospero en la necesidad y
la decepción, la negatividad y el cinismo. Pero hay un secreto
que voy a revelar por primera vez: No importa cuán bajo te he
hecho caer tú tienes el poder de cambiarlo.»

Bajo el género literario de la autobiografía el autor, Yehuda Berg,18 pone en boca de Satán
su manera de comportarse, sus mecanismos… y poco a poco nos vemos reflejados en
este personaje. Descubrimos que Satán no es el nombre de un diablo con cuernos sino la
descripción de una fuerza interior opuesta que reside dentro de cada uno de nosotros, que
se manifiesta como una voz recurrente de incertidumbre y negatividad, y que esparce el
caos por todo el mundo. Satán es en realidad otro nombre para el ego.

El diablo se identifica con nuestro ego.


La lucha contra el diablo es la lucha contra el ego.

Al comprender por un lado el modo como actúa el diablo y por otro al realizar cada uno
de nosotros nuestro trabajo espiritual, que es el propósito de nuestra vida, podemos
finalmente eliminar el caos del mundo y entonces Satán podrá “retirarse” y podremos
vivir en la paz, la alegría y la perfección que Dios destinó para nosotros.

18. Yehuda Berg es un renombrado orador, guía espiritual, experto en cábala, de Los Ángeles (EEUU). Algunos de sus
libros, El poder de la Kabbalah, Los 72 nombres de Dios, han sido grandes éxitos internacionales. Puedes leer una
entrevista que se publicó en el periódico La Vanguardia.

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5. Breve bibliografía

Cito a continuación los libros que he utilizado directamente para preparar esta ponen-
cia. En varios de estos libros o artículos disponéis de bibliografía más extensa.

ANÓNIMO, Los arcanos mayores del tarot, atribuido a Valentín TOMBERG, Barcelona:
Herder 1987.

BERG, Yehuda, Satán, una autobiografía, Los Ángeles: Kabbalah Centre Publishing
2010.

BOZÓKY, Edina, «Demonología. Occidente medieval», en Diccionario Akal Crítico de


Esoterismo, Vol I, Móstoles (Madrid) 2006, pág. 551-553.

CENTINI, Massimo, El Ángel caído. El diablo en la religión, la historia, el arte el folclore


y la sociedad en general, Barcelona: De Vecchi 2004.

GARCÍA ROJO, Jesús, «El Diablo: una reflexión teológica», en Revista de Espiritualidad
44 (1985), pág. 187-209.

HAAG, Herbert, El Diablo. Su existencia como problema, Barcelona: Herder 1978.

LONDOÑO, Juan Esteban, «Génesis 3: sabiduría y mito», en Perseitas 6/1 (2018), pàg.
168-182.

NAVONE, J., «Diablo / Exorcismo», en Nuevo Diccionario de Espiritualidad, Madrid: Ed.


Paulinas 1983, pág. 348-361.

PEÑAS BRAVO, Ildefonso R., «El Diablo desde la psicología», en Revista de Espirituali-
dad 44 (1985), pàg. 211-237.

ZÄHRINGER, Damasus, «Los demonios» en Mysterium Salutis, Vol II, Madrid: Cristian-
dad 1977, pág. 768-785.

Carles Queralt Moncunill


Barcelona, julio de 2020

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