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¿Qué c*** es?
Aunque hay quien utiliza el término “raíz” para referirse a este comestible,
el arazú -como también lo llaman en algunas partes de Andalucía- o bastón
de regalíssia -en la Comunidad Valenciana- es en realidad el rizoma de la
planta Glycyrrhiza glabra. Un concepto que suena a que lo diste en
Conocimiento del Medio hace eones, y que el diccionario de la Real
Academia Española de la Lengua define de forma comprensible en cuatro
palabras: “Tallo horizontal y subterráneo”.
Tal y como se recoge en un estudio publicado por el Ministerio de
Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, el palo de regaliz crece “junto a
orillas de ríos, arroyos y márgenes de acequias, a veces procedente de
cultivos abandonados”. Y su consumo no es reciente: hace más de dos mil
años, el botánico griego Teofrasto ya habló de los usos medicinales del
mismo, según apunta un artículo científico sobre esta planta.
Esta quizá sea una de las preguntas más frecuentes. El clásico regaliz negro
surge de este palo comestible, por tanto es obvio pensar que a día de hoy es
fundamental en su elaboración. Sí y no: en la lista de ingredientes de algunos
productos, como este de Miguelañez, aparece como “extracto”, que tal y
como explica Gemma del Caño, “se obtiene de los rizomas, purificando y
consiguiendo sus aromas”. Pero lo contiene en una proporción muy pequeña:
solo el 2,9%, por detrás de azúcares añadidos como la melaza o el jarabe de
glucosa-fructosa.
“Este extracto se utiliza tanto en las gominolas que quieren que sepan a
regaliz, como a veces en las de anís, ya que tiene un gusto similar”, cuenta
del Caño. Según esta experta en industria alimentaria, con una pequeña
cantidad se consigue un sabor intenso y reconocible gracias al anetol y a la
glicirricina, “que tiene mucho más dulzor que el azúcar (aunque son
diferentes)”. “Luego ya lo combinas con colorante de carbón vegetal -el
mismo que se usa en las conservas de calamares en su tinta- y voilá”. Lo de
que relacionemos esta golosina con el negro, tal y como apunta Gemma, es
una jugada tan magistral “como hacer que el aroma de humo junto al
glutamato nos sepan a patatas fritas al jamón”.
Magnífica jugada. WIKIMEDIA
Hay empresas que, dado el uso extendido de este rizoma, producen orozuz
en grandes cantidades. Es el caso de Herbes del Molí, que cuenta con varias
zonas de producción en España en las que cosechan alrededor de 500
toneladas de regaliz, según datos de la compañía. “Los principales sectores a
los que proveemos de este producto son herbolarios, tiendas de productos
ecológicos y fabricantes de infusiones a nivel internacional”, declaran desde
el departamento comercial.
Manuel, protagonista del inicio de esta historia, suele vender de media unos
12 paquetes diarios con seis o siete regalices cada uno si son finos -a euro y
medio-, y cuatro o cinco en el caso de los gruesos (algo más caros, a dos
euros). “Aunque ha habido días que no me han comprado nada, y otros que
una sola persona se ha llevado la mesa entera”, asegura. Y no está todo el
año: desde el inicio del otoño hasta el final de la Feria de Abril. Unos siete
meses en los que, según Ordóñez, la Navidad y la Cuaresma son las mejores
épocas.