“Era esencialmente un ideal reformista,…, que negaba la violencia y la revolución. Concebía al hombre capaz de realizar todos los cambios sociales necesarios dentro de una estructura liberal y democrática… Por ello, el Estado debía acentuar su intervención en aras de la tranquilidad pública y de la justicia social. Al actuar como árbitro en los diversos conflictos sociales, debía tener presente que la justicia debía inclinarlo a la protección de los miembros más débiles de la sociedad: el obrero (jornada laboral de 8 horas); el empleado (extensión de las jubilaciones); el anciano (pensiones a la vejez); el enfermo (asistencia pública, laica y gratuita); el niño (educación secundaria gratuita); la mujer (divorcio por su sola voluntad). (…) La libertad y la justicia social conllevan la democracia política. Y en el Uruguay, donde el obrero podía votar, Batlle creía que el voto sería más eficaz que la revolución. El voto del obrero, sumado al voto de todos los hombres de buena de todas las clases sociales, lograrían imponer pacíficamente las reformas consideradas necesarias…”
B. Nahum, “Manual de Historia del Uruguay”. T II (1903-1990). E.B.O., Mtdeo,
1995, pp. 35-37.
1-¿Por qué era un ideal esencialmente “reformista”?
2-¿Qué se trataba de evitar llevando a cabo las reformas? 3-¿Qué papel debe jugar el Estado?
2- Las condiciones de vida de los obreros.
“Las condiciones de la vida obrera eran precarias; el trabajo de los adultos estaba mal remunerado y en muchas condiciones se empleaba a niños. En 1911 había registrados 1.131 menores de 15 años como trabajadores en la industria y el comercio. El diputado Emilio Frugoni denunciaba la existencia de una fábrica textil en Capurro donde había niñas de 10 años trabajando 10 horas diarias por un salario de 15 centésimos; los tejedores de 15 a 18 años ganaban 40 centésimos y los mayores de edad, entre 70 y 90 centésimos diarios… En cuanto a las horas de trabajo, la situación no era la mejor. Los tranviarios cumplían, antes de la huelga, jornadas de 15 a 17 horas, los obreros panaderos llegaban a las 18 y 19 horas diarias, y trabajando de noche; los empleados de comercio no tenían horario fijo: dependía de la voluntad de su patrón. Las permanentes denuncias de estas situaciones insostenibles sensibilizaron a la opinión pública, y la clase obrera se movilizó enérgicamente para superarlas. Si la transformación tuvo efecto fue porque esta vez había en la dirección del poder político un hombre especialmente preocupado por corregir tales excesos.” B. Nahum, Ob. Cit, pp. 41-43.
1-¿Cuáles eran las condiciones de trabajo de los obreros?
El Batllismo y la agitación social.
3-
Acerca de la huelga tranviaria de mayo de 1911.
Luego de votada la huelga general en la sede de la Federación –el Centro Internacional de Estudios Sociales, en la calle Río Negro Nª 274-, la multitud salió en manifestación hacia la Avenida 18 de julio. Al llegar allí varios guardias civiles quisieron disolverla, pero fueron “arrollados”, continuamente por la Avenida a los gritos de “Viva la huelga general” y “Viva Batlle”. En la esquina de 18 y Andes un grupo de policías a caballo intentó de nuevo dispersarla. “Vano esfuerzo”. La numerosa columna, formada por “más de mil personas”, rompió el cordón policial, “haciendo irrupción frente a la casa del Presidente de la República al que vivaban entusiastamente, pidiéndole que saliera al balcón. Pocos minutos después apareció Batlle, rodeado de sus secretarios…y de algunos de sus hijos. Su aparición fue saludada “por una salva atronadora de aplausos . Ángel Falco se subió a un árbol para hablar. El poeta anarquista dijo dirigiéndose al Presidente: “Ciudadano Batlle y Ordóñez: El pueblo, que os conoce, espera de vos que sabréis mantener la actitud de siempre en esta emergencia, ante la batalla que se está librando entre los huelguistas y las empresas; de Vos, que habéis guiado al país por sendas de libertad…en la conquista de los derechos universales y de justicia social: Vos no podes permanecer extraño a este movimiento…” “la Federación Obrera…ha decretado la huelga general, no como en otros países, contra el Gobierno…que ha sabido mantener la neutralidad, sino contra las empresas que no han respetado las condiciones pactadas con los obreros. Así esta manifestación se despide de Vos… gritando ¡Viva Batlle y Ordóñez! Vivas que la multitud repitió. Al pedido insistente de los manifestantes de que hablase, Batlle se adelantó al antepecho del balcón y después de “un breve momento de meditación”, dijo: “Las leyes y el orden que estoy obligado a mantener por deber de mi cargo, no me permiten tomar una participación activa en vuestra contienda. Soy el encargado de hacer cumplir el orden y los derechos de todos los ciudadanos…y por lo tanto, el Gobierno garantizará vuestros derechos mientras os mantengáis dentro del terreno de la legalidad. Organizáos, uníos y tratad de conquistar el mejoramiento de vuestras condiciones económicas, que podéis estar seguros que en el Gobierno no tendréis nunca un enemigo, mientras respetéis el orden y las leyes”. Los manifestantes “prorrumpieron en aplausos y vivas estruendosas al Primer Magistrado y a la huelga general”.
J.P. Barrán y B. Nahum, “Batlle, los estancieros y el imperio británico”, Tomo IV, pp. 58-9 en Cuadernos de ejercicios de “Pensar la Historia 3”, Autores Varios, p 15.